Vista previa del material en texto
<p>Filosofía medieval</p><p>La filosofía medieval abarca desde el siglo V con la aparición de la patrística y caída del Imperio romano en 476, hasta el surgimiento del Renacimiento en el siglo XVI.</p><p>A pesar de haber tratado diversos temas filosóficos, se suele afirmar que durante este período hubo un intento por conciliar el diálogo entre las tres grandes religiones (la judía, la cristiana y la musulmana) con los principios filosóficos griegos y romanos.</p><p>El surgimiento del cristianismo en occidente provocó un diálogo ineludible. Tras la adopción oficial por parte del Imperio Romano, la filosofía fue relegada a un segundo plano o incluso -en algunos casos- se fusionó con los distintos pensamientos monoteístas de las religiones como el islam, el judaísmo y principalmente el cristianismo.</p><p>A pesar de lo que afirman muchos pensadores, la integración no resultó en oscurantismo. Más bien, fue iluminada por el surgimiento de grandes teólogos y filósofos latinos y occidentales. Entre ellos se encuentran figuras como San Agustín, San Anselmo o Tomás de Aquino junto a otros individuos igualmente significativos pero necesarios para comprender el desarrollo actual de la filosofía.</p><p>La llegada del cristianismo produjo numerosas transformaciones en la sociedad occidental. Al imponerse como religión oficial, el Imperio romano tuvo que adaptarse a los nuevos cambios políticos y relegar la filosofía a un papel secundario e incluso prohibirla en algunos casos.</p><p>Sin embargo, la religión cristiana utilizó la filosofía para explicar y defender su fe. Esto se puede observar en ciertos precedentes durante la Antigüedad tardía, como la conexión entre filosofía y cristianismo establecida por filósofos como Justino, Tertuliano, Clemente y Orígenes en Alejandría. También se pueden ver obras realizadas por algunos filósofos neoplatónicos.</p><p>Una gran cantidad de trabajos, que se le atribuyen a un grupo de pensadores denominados comúnmente "padres de la Iglesia", buscarán conciliar ambas fuerzas al rechazar diversas corrientes filosóficas. Tal es el caso del escepticismo, incompatible con los principios fundamentales de la fe; y también del epicureísmo, antagonista frente a la sobriedad y sacrificios propuestos por las enseñanzas cristianas.</p><p>Las fuentes predominantes de la patrística (los Padres de la Iglesia) se derivaron del estoicismo y el neoplatonismo. Los autores más destacados incluyen a Cicerón, Séneca, San Ambrosio, Proclo, Plotino y Gregorio de Nissa entre otros igualmente significativos que han sido ampliamente leídos.</p><p>San Agustín</p><p>San Agustín, también reconocido como Agustín de Hipona (354-430), se destaca en el pensamiento patrístico y agrega a su filosofía numerosas influencias platónicas y neoplatónicas. Además, refuta perspicazmente diversas escuelas contemporáneas como la del maniqueísmo.</p><p>Su pensamiento se basa en la intuición más que en el razonamiento científico, y es considerado un sabio tanto por sus contemporáneos como por sus discípulos posteriores. Entre las obras escritas por él se encuentran “Confesiones” y “Ciudad de Dios”, cuya actualidad e importancia no pueden ser negadas.</p><p>Agustín de Hipona, prolífico autor y obispo, dedicó su vida a trabajar en numerosos temas. Entre estos temas estaban la belleza, el bien y el mal, el orden, el amor a Dios, así como el tiempo y la memoria.</p><p>Tomando como referencia a Plotino, uno de los precursores del neoplatonismo, desarrolló su propia concepción acerca del tiempo como una dimensión inherente al alma. Además, se involucró en varias discusiones teológicas e intelectuales de la época y dejó constancia de ello mediante sus escritos dirigidos a las corrientes religiosas tales como el maniqueísmo, el arrianismo o el pelagianismo.</p><p>Pseudo-Dionisio el Areopagita</p><p>Durante los siglos V y VI, la figura de Pseudo Dionisio Areopagita ha sido objeto de intensa controversia. Durante mucho tiempo se pensó que su trabajo pertenecía en realidad a San Dionisio Areopagita, el obispo ateniense y mártir mencionado en el Nuevo Testamento cristiano por sus hazañas descritas en los Hechos de los Apóstoles.</p><p>Hoy en día se sabe que estas obras fueron escritas por un teólogo bizantino identificado como Pseudo-Dionisio, quien probablemente vivió en Egipto entre los siglos V y VI.</p>