Logo Studenta

De ser costoso admitir el papel que aquí atribuyo al postulado de "corrección" jurídica: Cuando nada en la norma a interpretar lo contradice, me pa...

De ser costoso admitir el papel que aquí atribuyo al postulado de "corrección" jurídica: Cuando nada en la norma a interpretar lo contradice, me parece forzoso mantener la hipótesis según la cual esa norma que­ rrá ajustarse al derecho correcto. Lo problemático no me parece este planteamiento, sino el contenido de lo "correcto" en el caso particular. Dos contenidos pueden atribuirse a la idea de "corrección": la coherencia lógica -formal y material- y la no contradicción con los valores a realizar por el derecho. En el primer sentido no plantea excesivas dificultades su concreción. En el segundo sentido, en cambio, se abandona claramente el ámbito, a que se ciñe este apar­ tado, de las valoraciones inequívocamente sustentadas por la ley. Se abre entonces la problemática de las valoraciones producto de la elaboración doctrinal. h) Valoraciones producto de la elaboración científica. Desde que es dominante en la metodología jurídica la teoría de la interpretación objetiva -y teleológico-objetiva- de la ley, se admite que más que la voluntad del legislador es la voluntad de la ley, en su sentido actual, vistas las necesidades del momento d objeto de la interpretación. Éste es el presupuesto de una interpre­ tación progresiva, ajustada a las necesidades históricas, que permi­ ta actualizar incesantemente textos legales que, de lo contraria estarían llamados irremediablemente a quedar rezagados de la realidad. Las metas político-criminales que orientan la elaboración dogmática no han de identificarse tampoco con las finalidades fi­ jadas por el legislador: la evolución doctrinal puede poner de ma­ nifiesto la necesidad de modificar e incluso sustituir tales finalida­ des originarias. Ahora bien, ello puede ocurrir tanto porque las circunstancias históricas evolucionen, como porque el examen doc­ trinal muestre la conveniencia de abordar de otro modo una mis­ ma realidad. Y puesto que este examen depende, según reconoce explícitamente mi planteamiento, de puntos de vista ideológicos, se deduce que la modificación del sentido político-criminal atribui­ do a la ley se halla condicionada por la perspectiva valorativa -en último término, política- que el intérpete crea necesario defender. Ésa es una consecuencia central de la afirmación de una polí­ tica criminal valorativa. Pero nótese que, no por ocultarlo tras la fachada de una política criminal pretendidamente neutral, podría llegar otra concepción a descartar la interferencia de juicios perso­ nales de valor, pues no es imaginable una política criminal que prescinda de decisiones valorativas básicas, y éstas, aunque hayan de ser objetivamente fundadas, son inevitablemente subjetivas. El reconocimiento explícito de este hecho ofrece, en cambio, la ven­ taja de evitar que el ocultamiento ideológico opere -como a me­ nudo sucede con la neutralidad política- en un sentido de mante­ nimiento acrítico de los valores de hecho dominantes. Una política criminal valorativa ha de abrir las puertas a la discusión crítica de las bases ideológicas de cada una de las instituciones penales. Sólo así será posible, no sólo oponer alternativas políticamente funda­ das al legislador en la necesaria reforma penal (primera función de la política criminal: de lege ferenda), sino también revisar crítica­ mente el sentido ideológico que corresponde a la ley penal a apli­ car {de lege lata: segundo cometido de la política criminal). Este planteamiento no ha de interpretarse, sin embargo, en el sentido de que postule la sustitución de la voluntad de la ley por la opinión, tal vez contraria, del intérprete. El ámbito en que de lege lata es lícita la introducción de los puntos de vista valorativos pro­ pios del intérpete ha de reducirse a aquel en que la voluntad de la ley no se halle inequívocamente expresada -sea expresa, sea tácita­ mente, directa o indirectamente, que de todas estas formas puede revelarse de modo inequívoco la voluntad de la ley-. En esa esfera resulta, según lo dicho, ineludible la introducción de los juicios de valor del intérprete. Cuando es, en cambio, inequívoca la volun­ tad de la ley -y no sólo del legislador, que puede superarse por la interpretación progresiva-, no cabe contradecirla por discrepancia subjetiva. Se trata entonces, por el contrario, de poner al descubier­ to, con objetividad, las posiciones valorativas del ordenamiento jurídico vigente, desde las premisas axiológicas que el mismo su­ ministra o, por lo menos, presupone (lo que remite el planteamiento efectuado en el apartado anterior). Pues primer canon de toda interpretación -no sólo de la jurídica- es la objetividad o autono­ mía de la obra a interpretar. Como escribe COING: "NO existe com­ prensión de un texto sin la voluntad por parte del intérprete de enfrentarse a él objetivamente y sin prejuicios" ̂ '̂. Ha de quedar claro, por consiguiente, que las valoraciones personales sólo caben en cuanto no contradigan este elemental principio de autonomía de la interpretación: esto es, cuando deje de ser inequívoca la volun­ tad de la ley, único supuesto en que la opinión subjetiva no supon­ drá sustituir la obra a interpretar. Debe destacarse, además, que el mismo principio de autono­ mía impone todavía un límite en los casos en que es lícita la utili­ zación de valoraciones subjetivas. Que éstas sean válidas no sig­ nifica que no deban respetar una restricción: no pueden ir más allá del ámbito de equivocidad de la ley. La equivocidad de la ley no suele significar más que falta de decisión inequívoca entre varias opciones posibles cuya existencia, sin embargo, sí es posible identi­ ficar objetivamente. La valoración personal podrá, entonces, deci­ dir la elección entre tales opciones, pero no elegir otra incompati­ ble con ellas. C) Exigencias metodológicas del Estado social y democrático de Derecho. a) Planteamiento general. Las páginas que anteceden se han ocupado de la necesidad de una política criminal valorativa, que opere tanto de legeferenda co­ mo de lege lata, insertándose en el seno de la dogmática jurídico- penal. Ahora intentaré formular las exigencias de la particular perspectiva axiológica que sustento. Como empecé por explicitar más arriba, creo en la conveniencia de postular un derecho penal ajustado a la trilogía representada por la expresión Estado social y democrático de Derecho. En la primera parte de esta monografía, de­ dicada al concepto del derecho penal, ya partí, coherentemente, de este enfoque metódico al abordar el tema capital del fundamento y límites del ius puniendi. Pero se trataba de una consecuencia de naturaleza material, y no metodológica. En este lugar importa de­ ducir conclusiones de este otro carácter. La idea de Estado de Derecho, garantía de límites liberales, postula la primera consecuencia: prohibición de la analogía en la aplicación de la ley. Pero las exigencias del Estado social y demo­ crático aconsejan límites a dicha prohibición. La exclusión de la analogía y sus límites constituye la primera consecuencia del par­ ticular punto de vista valorativo propuesto. Deberá ser objeto de desarrollo en este apartado. El Estado social impone concebir el derecho penal como ins­ trumento activo de lucha eficaz contra el delito. La interpretación de la ley penal con arreglo a este principio axiológico es la segun­ da consecuencia de nuestro planteamiento. Pero ello remite a la problemática que suscita la necesidad de la aproximación de nues­ tra ciencia a la realidad criminológica, pues la eficacia en la lucha contra la delincuencia depende de las enseñanzas de la crimino­ logía. Por esta razón, este principio no será desarrollado aquí, sino que basta la remisión al apartado posterior que se dedicará a la conexión de ciencia penal y realidad. Por último, el Estado democrático, como Estado al servicio del hombre concreto, socialmente situado y condicionado, lleva a eri­ gir como principio metodológico central la imagen de ese hom­ bre concreto. Las consecuencias que tal punto de partida puede implicar en la dogmática jurídico-penal no pueden enumerarse a priori, ya que deben resultar de la contemplación de las distintas instituciones. Baste, pues, aquí consignar como ejemplo el senti­ do que por esta vía pudo atribuirse al principio de culpabilidad, cuando se contempló como límite del ius puniendi: la realidad del hombre concretamente condicionado por sus circunstancias econó­ mico-sociales y la concepción del derecho penal al servicio de este

Esta pregunta también está en el material:

349 pag.

Direito Civil I Instituto Politécnico NacionalInstituto Politécnico Nacional

Todavía no tenemos respuestas

¿Sabes cómo responder a esa pregunta?

¡Crea una cuenta y ayuda a otros compartiendo tus conocimientos!


✏️ Responder

FlechasNegritoItálicoSubrayadaTachadoCitaCódigoLista numeradaLista con viñetasSuscritoSobreDisminuir la sangríaAumentar la sangríaColor de fuenteColor de fondoAlineaciónLimpiarInsertar el linkImagenFórmula

Para escribir su respuesta aquí, Ingresar o Crear una cuenta

User badge image

Otros materiales