El trastorno del neurodesarrollo al que se hace referencia es el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH). Este trastorno se caracteriza por la inatención, hiperactividad e impulsividad, y sus síntomas y el impacto funcional del mismo no siempre desaparecen al pasar a la edad adulta. El TDAH residual se refiere a los adultos diagnosticados en la infancia que continúan exhibiendo un nivel clínicamente significativo de síntomas y deterioro por el trastorno. Los síntomas residuales incluyen falta de control de impulsos, problemas de concentración, pobre funcionamiento social, cambios de humor frecuentes, entre otros. En la edad adulta, la hiperactividad puede manifestarse como una actividad constante, horarios sobrecargados, elección de trabajos que requieran mayor ocupación, y la posibilidad de convertirse en adictos al trabajo. La inatención se manifiesta en problemas de atención y concentración, desorganización, dificultad para iniciar y finalizar proyectos, problemas de gestión del tiempo, facilidad para olvidarse de las cosas y facilidad de distracción. La impulsividad en la edad adulta se caracteriza por terminar relaciones prematuramente, cambiar de trabajo constantemente, carecer de paciencia para distintas actividades, perder el control, conducir de forma temeraria, entre otros. Además, se presentan alteraciones neuropsicológicas a nivel atencional y ejecutivo. Para el diagnóstico del TDAH en adultos se pueden aplicar diferentes pruebas, como entrevistas clínicas, cuestionarios auto-informados, entrevistas estandarizadas hetero-administradas, cuestionarios para observadores, pruebas neuropsicológicas, entre otros.
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