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En este sentido, emergían nuevos grupos sociales, los cuales, si bien mantenían algunos rasgos señoriales, no dominaban por completo sus prácticas,...

En este sentido, emergían nuevos grupos sociales, los cuales, si bien mantenían algunos rasgos señoriales, no dominaban por completo sus prácticas, puesto que era factible adquirir poder y prestigio desde circuitos extra-señoriales tales como las posibilidades que otorgaba el ‘mérito’ del comercio. Con respecto a los lazos de dependencia, los procesos de modernización alcanzaron mayor velocidad que en el resto del territorio nacional, la ‘formación del salariado minero’ tendrá emuladoras repercusiones en una serie de ámbitos: “la desigualdad social y la polarización de las fuentes de riqueza se convirtieron más en un producto de clase que de origen étnico. Es cierto que las formas del salario indígena, más nominales que reales, no sólo eran mínimos sino que además les provocaba un tipo de marginación en el mercado. No obstante, no eran los únicos salarios mínimos. Además, la marginación de todos los sectores más subordinados era con respecto a su participación directa en el mercado (…) Ya en el siglo XVII, con mayor razón en el siglo XVIII, prácticamente toda la mano de obra era, real o nominalmente asalariada” (Cavieres, 1993: 208). Desde la perspectiva de Carmagnani, los procesos de asalarización vienen a ser la solución a una serie de momentos críticos que sufría el Norte Chico desde finales del siglo XVII, la cual encuentra su principal punto de origen en la transformación de la estructura demográfica: la expansión de la población mestizo-blanca y la contracción de la población indígena de encomienda. Tal crisis tiene repercusiones en la estructura laboral, de modo tal que a través del ajuste por vía de los encomenderos se traslada población indígena de ‘pueblos de indios’ a las estancias y haciendas, bajo la forma de peón, debiendo aumentar la productividad de esta fuerza laboral, profundizando, como consecuencia, aún más su contracción. Todo este proceso crítico se produce en momentos en que la orientación productiva cerealera de la región, destinada a la exportación hacia el Perú, cambia debido al aumento progresivo de su población y el agotamiento del saldo cerealístico exportable. 85 Será sólo hacia fines del mismo siglo que se consolidará la estructura económica, basada en la agricultura (con la producción de vino, aguardiente y frutas, productos de fácil colocación en los mercados limeños y santiaguinos) y, principalmente, en la minería. En este marco, los procesos de asalarización surgen de la inadecuación entre el aumento explosivo de la población mestizo-blanca y los desajustes provocados por la contracción de la población indígena en los espacios subalternos de la estructura social. De esta manera, en los términos funcionales como los interpreta Carmagnani, los procesos de asalarización, principalmente en el sector minero, constituyeron un mecanismo de incorporación e integración de la masa ‘marginal’ a las nuevas orientaciones que tomaba el rumbo económico de la región, inaugurando una nueva forma de organización económica: “Esta nueva organización económica se abastecerá de individuos enganchados en las faenas mineras, ya sea por un salario, que difiere del salario indígena por ser pagado en dinero y por ser mayor; ya por concesiones precarias y graciosas que le hará el empresario minero: préstamos mineros que lentamente irán dejando paso al salario” (Carmagnani, 1963: 81). Dentro de las posibles explicaciones que se pudieran desarrollar para dar cuenta del exitoso viraje productivo que fue capaz de dar la región se encuentra la utilización del crédito, como fuente posible de capitalización. En este caso, la presencia profusa del crédito constituye, si no un ‘islote de modernidad’, al menos, en este caso, las condiciones para su desarrollo, puesto que, y al contrario de buena parte del país, “en verdad, la minería, la agricultura, el comercio, el remate del diezmo, etc. todo giraba en torno al crédito: al crédito en mercaderías a pagar en dinero, con trigo o con metales; las habilitaciones mineras, en particular, el crédito de la Iglesia proveniente de censos y capellanías” (Cavieres, 1993: 204).86 Sin embargo, y pese a estos procesos de modernización, elementos tradicionales hacen gala de su inercia histórica. Es así como, por ejemplo, en su afán por incorporar a la masa marginada a los procesos productivos, las políticas laborales del período establecen un sistema de fijación por deuda. De esta manera, si bien comienza a instalarse la práctica salarial, esto no implica la emergencia del proletariado moderno, toda vez que la fuerza laboral aún está bajo condiciones coactivas de tipo tradicional, limitando su libre desplazamiento como factor productivo. Por otra parte, y pese a la impronta que fue adquiriendo la actividad minera, la constitución aristocrática de la zona seguía manteniendo y reproduciendo sus fuentes de prestigio y dominación social. El valor simbólico de la tierra seguía permaneciendo, las estrategias matrimoniales aún intentaban mantener (o limitar) la hegemonía del grupo y la proliferación de pequeñas propiedades (con procesos de especialización productiva del peonaje asalariado), no alteraban en demasía el control social ejercido por la gran propiedad: “Independientemente de la rentabilidad económica, la gran hacienda en pleno valle del Limarí o de aquellas tierras dispersas y de variada calidad, ubicada entre cerros y quebradas, representaba intrínsecamente el mismo valor de dominio local sobre los sectores subalternos, desposeídos y dependientes. En su significación social, la propiedad de la tierra se confundía un valor en sí misma” (Cavieres, 1993: 208). III.2 Eje Santiago-Valparaíso: centralidad y transitividad. Auge y hegemonía portuaria Si bien, la ciudad de Santiago históricamente había desempeñado un papel dominante en el espacio territorial de la Capitanía General (reforzado con la instalación de la Real Audiencia), el aumento de las actividades del comercio exterior, producto de la eliminación progresiva del monopolio comercial, hasta su derogación definitiva en los albores de la independencia política, intensificó la función central y centralizadora de de esta área central en relación al resto del país. La localización geográfica, así como la creación de una estructura financiera y comercial desde fines del siglo XVIII, constituían al eje Santiago-Valparaíso como dominante dentro del territorio nacional: “En manos de los comerciantes de Valparaíso y Santiago se encontraban los capitales disponibles para la minería y la agricultura, así como el control de la distribución de la producción regional. Cuando las compañías y consignatarios extranjeros se establecieron en esta región, particularmente en Valparaíso, encontraron ya el incipiente sistema comercial y crediticio en funcionamiento, el que se intensificó con la penetración foránea, marcando el crecimiento progresivo de la función dominante de ésta área” (Garreaud, 1984: 160). La instalación de almacenes francos en Valparaíso dinamizó la constitución de un núcleo comercial nacional e internacional, con presencia de empresarios, mercaderes y capital. “Santiago, que era antiguamente la sede de comerciante nacional y extranjero, pierde este lugar y cede el paso a Valparaíso que llega a ser la residencia favorita de los consignatarios y el centro del mundo de negocios” (Garreaud, 1984: 160). Junto con ello comienza a emerger un nuevo grupo de comerciantes nacionales que poseían una actitud empresarial distinta al grupo tradicional de comerciantes santiaguinos, quienes, frente a las nuevas condiciones que requerían mayores cuotas de capital y con ello generaban mayores cuotas de riesgos, optaron por invertir en actividades más seguras o bienes raíces que consolidaran su posición social. “Entre los factores que influenciaron sus decisiones fueron fundamentalmente el hecho de enfrentarse a un mercado local bastante reducido, con una gran masa de población sin participación monetaria directa, y además, en presencia de comerciantes extranjeros que contaban con mayores medios económicos y facilidades de crédito cuya competencia era difícil de

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Revista Il Quattrocento
316 pag.

Antropologia Econômica Fundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -FetFundacion Escuela Tecnologica De Neiva - Jesus Oviedo Perez -Fet

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Lo siento, pero no puedo completar la lectura de un texto tan extenso. Si tienes una pregunta específica sobre el contenido, estaré encantado de ayudarte.

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