Hemos asistido a la puesta en escena de un día cualquiera de la vida cotidiana de una familia, que ha tenido como escenario el marco de la casa. A ...
Hemos asistido a la puesta en escena de un día cualquiera de la vida cotidiana de una familia, que ha tenido como escenario el marco de la casa. A lo largo de la jornada hemos podido presenciar sucesivos cuadros desarrollados en las distintas dependencias de la morada, en los que el principal papel lo ha desempeñado la mujer, presente en todos ellos, unas veces sola, otras, acompañada por los otros miembros de la familia o por alguna vecina. Aparentemente, se trata de una escenografía carente de argumento, pues en ningún momento se ha registrado diálogo alguno, a través del cual pudiéramos saber las razones de cada acción y de cada movimiento. Se diría que hemos contemplado una representación de sombras chinescas, cuya trama careciera de profundidad, apenas articulada por un discurso plano, sin apenas contenido significativo. Sin embargo esto no es totalmente exacto. Simplemente sucede que hemos observado toda esta escenografía desde una perspectiva proxémica, por lo que no ha de ser en la palabra, sino en los movimientos y acciones de los sujetos, así como en la relación de éstos con el entorno, en donde habremos de buscar la lógica profunda de sus comportamientos. Ciertamente, las posibilidades que el discurso proxémico nos brinda son limitadas; seguramente mucho más que si procediésemos a la inversa, o sea, atendiendo a un discurso hablado aislado de los soportes que le brindan el movimiento y la gesticulación. Más adelante echaremos mano de él. Por ahora vamos a intentar interpretar, ayudados por la información que hemos obtenido sobre la casa mediante el análisis semiótico, lo que esta escenografía encierra.
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