En la práctica, tres puntos constituyen el marco básico para el manejo seguro del hidrógeno: En primer lugar, los riesgos potenciales para la aplic...
En la práctica, tres puntos constituyen el marco básico para el manejo seguro del hidrógeno: En primer lugar, los riesgos potenciales para la aplicación en cuestión deben ser identificados. Estos pueden resultar del sistema en sí mismo, es decir, averías, daños y deficiencias de piezas individuales. Sin embargo, es igualmente importante el análisis del entorno inmediato e indirecto de la planta, como otros equipos y riesgos estructurales, y también todas las personas que trabajan con los sistemas. En segundo lugar, se deben disponer instalaciones técnicas fiables para detectar fallos en componentes y sistemas, tales como una fuga, una caída de presión, calor, frío o falla de energía. En tercer lugar, deben analizarse los posibles efectos de las fugas de gas, en todas las condiciones en las que la aplicación debe funcionar. Para vehículos, esto significa, por ejemplo, al aire libre, en puentes, en túneles, garajes y talleres, durante la conducción y en reposo. Un requisito central para la tecnología es evitar en gran medida errores operativos. Un coche de hidrógeno debe ser tan fácil, seguro y sin fallos de funcionamiento como un vehículo de gasolina. Esto también se aplica al mantenimiento: la tecnología debe ser tan sofisticada que prácticamente sea imposible cometer errores fatales. Si, por ejemplo, los sistemas de hidrógeno o los sistemas de pilas de combustible deben instalarse en edificios o en contenedores, los que deben estar bien sellados y el espacio debe estar adecuadamente ventilado. Esta es la única manera de evitar que el gas se acumule en grandes cantidades. Requisitos adicionales dependerán de las condiciones estructurales y de las secuencias de operación respectivas: si es necesario, pueden ser requeridos dispositivos especiales de protección contra incendios o se deben proteger los aparatos eléctricos de explosiones y medir la concentración de gas. Sin embargo, el hombre tiene una participación considerable en el uso seguro del hidrógeno como fuente de energía: los que tratan con él deben estar adecuadamente entrenados. Esto también aplica a cualquier persona que conduzca un coche impulsado por hidrógeno.
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