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Sí, muy poco tenía que ver con la anterior, la otra de las reuniones que se estaba desarrollando. Muchas, muchas sonrisas, y con ellas una franca s...

Sí, muy poco tenía que ver con la anterior, la otra de las reuniones que se estaba desarrollando. Muchas, muchas sonrisas, y con ellas una franca satisfacción. Nadie había podido prever lo que pasaría, pero había pasado. Se reunía la Mesa de Coordinación de la Acampada, era una mesa realmente amplia, casi enorme. Aunque quizás había que ir pensando en ponerle otro nombre, pero ése les gustaba mucho a todos. Laura, dinamizando, Luisa, Joaquín, Esperanza, Julián, Víctor, Luis, Carmen, Don Miguel también, y por supuesto Rosa y Javier, y Eduardo, y todos los coordinadores de mesas de diálogo, y también personas que habían estado en la acampada y alguna que no había estado, y “observadores” que habían solicitado poder estar presentes. Pueblo Verde ahora acogía a personas que estaban cambiando el mero rol de “curiosos” por el de estudiosos de lo que estaba pasando. Pero quizás lo más sorprendente era ver a Nieves vestida “de paisano”, para algunos el cambio era tal que solo la reconocían cuando hablaba. Alguien, que declaró ser conocedor de prácticas cooperativas, dijo que en algunas cooperativas las reuniones de sus órganos rectores eran abiertas, y que también en algunas Federaciones podía asistir cualquier cooperativa socia. La Mesa no se lo pensó y declaró abiertas sus reuniones. Ciertamente, no sólo no había nada que esconder, sino que se tenía claro que cuantas más personas participarán, mayor fuerza tendrían los acuerdos. —Bueno, pues aquí estamos, creo que tenemos trabajo, desde luego la fase de diálogo ha sido increíble, tanto por la capacidad demostrada por las mesas de la acampada como por lo sucedido ayer... Víctor tomó la palabra. —Sin que sirva en absoluto de precedente, me permito interrumpir un momento a nuestra impecable dinamizadora. ¿Me dejas, Laura? Una amplia sonrisa de Laura sirvió para que Víctor prosiguiera. —Solo quiero deciros que esta mañana alguien ha enviado tres enormes ramos con docenas de rosas cada uno. Los destinatarios han sido Carlos y María y la única hija de sus hermanos, Esperanza. Algo más que un murmullo recorrió la Mesa, algunos ojos no pudieron evitar verse rasgados por algunas lágrimas que pugnaban por aflorar. Esperanza se dijo que no iba a poder parar de llorar nunca, pero así y todo estaba radiante. Víctor prosiguió. —Hemos intentado conocer quién los ha enviado, pero ha sido imposible, todas las floristerías del pueblo han negado haber entregado ellas los ramos. Todo apunta a que han llegado de fuera. Ningún ramo (se ha entregado) en mano, ni se ha pedido justificante de entrega. Las tres personas han encontrado el ramo en su puerta. Tenemos que agradecerle a Esperanza que nos haya dejado leer la nota que portaban los ramos, consciente de que el pueblo entero querría saber más

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348 pag.

Literatura e Ensino de Literatura Universidad Bolivariana de VenezuelaUniversidad Bolivariana de Venezuela

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