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La cuestión del fascismo en América Latina
Author(s): Hélgio Trindade and Daniel J. Santamaría
Source: Desarrollo Económico, Vol. 23, No. 91 (Oct. - Dec., 1983), pp. 429-447
Published by: Instituto de Desarrollo Económico Y Social
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Desarrollo Econ6mico, vol. 23, N? 91 (octubre-diciembre 1983)
LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
HELGIO TRINDADE*
El debate sobre la cuesti6n del fascismo
en America Latina se remonta a los afnos
'30. La aparici6n de movimientos politicos
de tipo fascista en diversos paises (especial-
mente en el Brasil, la Argentina, Chile, Bo-
livia y Mexico), en la epoca en que el
fascismo estaba en pleno ascenso en Eu-
ropa, habia engendrado un clima de ra-
dicalizaci6n ideolo6gica en medios intelec-
tuales y politicos. Si bien el analisis de los
contemporaneos y el militante antifascis-
mo de izquierda, bajo la influencia de la
estrategia "frentista" de la Tercera Inter
nacional, no eran los mejores criterios para
identificar los movimientos fascistas, pa-
rece indiscutible que ciertas manifestacio-
nes de caracter fascista hayan tenido lugar
en los afnos '30 en America Latina. La
cuesti6n que se somete a investigaci6n se
reduce menos a la presencia del fascismo
en America Latina que a la extensi6n de
sus manifestaciones. Existian por cierto
algunas precondiciones favorables a la
eclosi6n de movimientos o partidos de
inspiraci6n fascista, dado el tipo de transi-
ci6n econ6mica de los paises mds avanza-
dos (y la importante influencia de las ideo-
logias europeas sobre las elites politicas e
intelectuales) asi como la significativa
presencia de minorfas 6tnicas originarias
de multiples corrientes de inmigracion
europea, sobre todo de italianos y, en
menor proporci6n, de alemanes. Todos
estos factores favorecieron el mimetismo
polftico e ideol6gico y la aparici6n de
movimientos fascistas. Por esta raz6n, el
debate sobre las experiencias latinoameri-
canas, particularmente la brasilefna, se
refiere a dos aspectos principales: Zc6mo
distinguir entre esas manifestaciones aque-
llas que revelan una imitacion pura y sim-
ple del fascismo europeo y que son, por
consiguiente, poco significativas en el pla-
no politico interno, y aquellas que en
funci6n de su cardcter de masa devinieron
en autenticos movimientos politicos nacio-
nales? En los casos donde se verificaron
movimientos del segundo tipo, ,c6mo
explicar su inserci6n polftica en sociedades
tan diferentes a las europeas en donde
habia nacido el fascismo?
Con el establecimiento del "Estado
Novo" de Vargas, en 1937, en el Brasil y
la elecci6n de Per6n en la Argentina en
1946, la cuesti6n del fascismo en los regf-
menes politicos latinoamericanos ha sus-
citado la atenci6n de los especialistas.
Incluso si el regimen varguista, personifi-
cado por la figura carismdtica del "Jefe
de la Naci6n", parecia conducir hacia
una dictadura paternalista y modernizante
y poseia efectivamente potencialidades
fascistizantes (habia disuelto un fuerte
movimiento fascista, el "integralismo",
y se caracteriz6 por la desmovilizaci6n
polftica) no es menos cierto que el este-
reotipo fascista cuadraba mejor con la
agresividad antioligirquica del peronismo,
que estaba asociado a un alto grado de
movilizaci6n social y polftica. Las carac-
terfsticas de estos dos regfmenes, acen-
tuadas por una grave sospecha de simpatia
por los paises del Eje (el Brasil de Vargas se
mantendra neutral hasta 1943, en tanto la
Argentina lo hard hasta 1945 y acogera en
su territorio a ex nazis), eran una tentaci6n
permanente para el empleo del anatema
"fascista". La cuesti6n relativa a la presen-
cia de regfmenes fascistas en America
Latina no parece superarse por el empleo
* Profesor de la Universidade Federal do Rio
Grande do Sul, Brasil; investigador asociado en el
CERI/FNSP, Francia.
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HELGIO TRINDADE
del concepto mfis amplio de populismo,
sobre todo a partir del momento en que los
condicionamientos de los anios '30 y '40
resultan menos importantes: sin embargo,
lejos de perder su actualidad, esta cuesti6n
se acentu6 en los afnos siguientes con el
advenimiento de nuevos regimenes autori-
tarios de caracter militar en los paises del
Cono Sur (Brasil, la Argentina y, notoria-
mente, Chile).
El cambio del modelo de intervenci6n
militar en el Brasil despues de 1964 rom-
pi6 con la tradici6n "del arbitraje mili-
tar"1 a traves de la tentativa de institu-
cionalizaci6n (parcialmente rechazada) de
un nuevo modelo politico; asimismo, la
ruptura de la legalidad democratica en
otros dos paises, dirigidos por gobiernos
civiles (Uruguay y Chile), llevara a la orden
del dfa la cuestion del fascismo en America
Latina. Si bien el epiteto de "colonial-
fascismo" ha sido prematuramente atri-
buido en 1967 por Helio Jaguaribe al
primer gobierno militar del Brasil2, a par-
tir de los afios '70 algunos especialistas
han creado nuevas expresiones, tales como
"fascismo dependiente", "fascismo atipi-
co", "neofascismo", "fascismo sui gene-
ris" a fin de caracterizar los nuevos regi-
menes latinoamericanos. Los especialistas
han seguido, en otra perspectiva analftica,
a Lipset, quien trat6 de explicar el pero-
nismo y el varguismo como un "fascismo
de izquierda"3.
Sin pretender retomar la discusion en
torno de la naturaleza del fascismo en ge-
neral y de sus diferentes interpretaciones4,
nuestro estudio consistira, en una primera
parte, en abordar de modo crftico los prin-
cipales andlisis sobre'la cuestion del fascis-
mo en America Latina. Buscaremos concre-
tamente cuestionar este "retorno al fascis-
mo" a partir de los analisis mas recientes,
datados en los afnos '60, que atribuyeron
el concepto de fascismo a los nuevos regi-
menes militares. Esta discusi6n no puede
disociarse de la cuesti6n sobre el fascismo
en los ainos '30, si se quiere comprender
los orifgenes del uso de ese concepto: la
polarizaci6n fascismo versus populismo
del pasado reaparece actualmente en la
nueva dicotomfa fascismo versus autorita-
rismo. La segunda parte estara dedicada a
profundizar el estudio del caso brasilefio,
donde esta cuestion ha tornado, probable-
mente, un aspecto mis preocupante. En
1937, en el Brasil, un movimiento de
masas de tipo fascista, el "integralismo",
estaba casi asociado al nuevo r6gimen
("Estado Novo") instaurado por la colu-
si6n entre Vargas y los militares, y organiz6
incluso a la vigilia del golpe de Estado
de noviembre, un desfile de 35.000 a
50.000 "camisas verdes" delante del pala-
cio presidencial. De alli la necesidad de
discutir la naturaleza politica de este movi-
miento, a traves del analisis de suideologfa,
de su organizaci6n y de su base social, de
modo de establecer un cuadro explicativo
de su emergencia, algo que nos permitird
comprender mejor las condiciones y los
limites de la reproducci6n de un movi-
miento o de un regimen politico de origen
fascista en America Latina.
I. 6Retorno al fascismo?
El golpe de estado militar de 1964 en
Brasil inaugura una nueva fase en la histo-
ria de las intervenciones militares en Ame-
rica Latina. Esta nueva situaci6n se ve re-
forzada por el proceso que se abre en la
Argentina a partir de la intervencion de
las Fuerzas Armadas en 1966, consoli-
dado en 1976 por un segundo golpe de
estado militar que sigue a la desintegraci6n
del peronismo. Dos nuevos golpes de esta-
do han clausurado el ciclo de un nuevo
tipo de intervencion en los paises del
Cono Sur. El primero en Uruguay, marca-
do por un proceso gradual de militarizacion
1 Alfred STEPAN: The Military in Politics:
changing patterns in Brazil, Princeton University
Press, 1971.
2 Helio JAGUARIBE: "Stabilite sociale par le
colonial fascisme", Les Temps Modernes, N? 257,
Paris, octobre 1967.
3 S. M. LIPSET: L'Homme et la politique,
Seuil, Paris, 1963.
4 Vease Renzo DE FELICE: Il fascismo: le
interpretazione dei contemporanei e degli storici,
Ban, 1970; Pierre MILZA et Marianne BENTELI:
Le fascisme au XXe siecle, Ed. Richelieu, Paris,
1973; Walter LACQUEUR (edit.): Fascisnm a
Reader's Guide, University of California Press,
1976; George L. MOORE (edit.): International
Fascism: New Troughts and New Approaches,
London, Sage Publications, 1979; S. V. LAR-
SEN, B. HAGTVET and J. P. MYKLEBUST
(edits.): Who Where the Fascists (Social Roots
of European Fascism), Universitetsfoslaget, Ber-
gen, 1980; S. J. WOOLF (edit.): Fascism in
Europe, Methuen, London-N. York, 1981; James
GREGOR, Interpretations of Fascism, Morris-
town, N. J., 1974.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
del estado, despu6s de un largo perfodo
de gobierno civil, donde las Fuerzas Arma-
das, desestabilizadas por la acci6n de los
Tupamaros, fueron apoderandose gradual-
mente del aparato del Estado desde la de-
claraci6n de la "guerra interna", en abril
de 1972, hasta el golpe definitivo, en junio
de 1973, con la disoluci6n del Parlamento.
El segundo, en Chile, bajo el impacto de la
violencia militar y del asesinato del presi-
dente de la Repfiblica, en 1973, se trans-
form6 en el ejemplo mis traumatizante
de un proceso de profundizaci6n y de
estabilizaci6n de los nuevos regimenes
militares en America Latina, reduciendo
a la apatfa, mediante una represi6n brutal,
la movilizacion polftica y social de la
Unidad Popular chilena. En esta nueva
perspectiva, la yuxtaposici6n cronolo6gica
del fin del gobierno mds represivo en el
Brasil (perfodo Medici 1969-1973) con la
eclosi6n de los golpes de estado chileno y
uruguayo produce un reexamen de las
categorfas analiticas utilizadas por los espe-
cialistas, algunos de los cuales sufrieron en
carne propia los efectos represivos de esos
regimenes. A partir de esta nueva coyun-
tura, el contenido semantico de las explica-
ciones adelantadas por los especialistas en
ciencias sociales sobre los procesos en
curso en America Latina se alter6, lo que
ha provocado la puesta en el tapete de un
nuevo concepto de autoritarismo, favore-
ciendo la reaparici6n del concepto clasico
de "fascismo". El retorno al concepto de
fascismo, operado en una coyuntura de
agravamiento de las crisis politicas en los
paises del Cono Sur, donde la situaci6n
paradigmitica se desplaz6 de Brasil a Chile,
parece indispensable para la buena com-
prensi6n de la evoluci6n de los modelos
explicativos en America Latina. La corrien-
te que se ha inspirado en la distincion
clhsica entre autoritarismo y fascismo,
desarrollada por Juan Linz a partir del
caso espafiol , se enriqueci6 con la inter-
pretaci6n mas ambiciosa de Guillermo
O'Donnell, quien a trav6s de la explicaci6n
de los procesos argentino y brasilefno,
sostuvo que la necesidad de "profundiza-
ci6n" del modelo capitalista y del control
de los sectores populares imponia la im-
plantaci6n de "estados burocratico-autori-
tarios"6. Esta nueva corriente de analisis
buscaba cuestionar, a trav6s de la critica
de las teorfas de la modernizaci6n y del
desarrollo politico que han dominado el
decenio anterior, el optimismo etnoc6n-
trico que establecia las relaciones entre
la modernizaci6n industrial y la democra-
cia, punto de vista presente en los escritos
de Lipset, Almond, Coleman, etc6tera7.
Con la sorprendente ascensi6n de los mili-
tares al poder, las contribuciones de
Huntington, Bendix, Packenham, Whita-
ker y otros8 senialaron los limites de estas
teorias y abrieron la ruta a los nuevos mo-
delos explicativos de la "regresi6n" auto-
ritaria que, parad6jicamente, surgi6 en los
pafses econ6micamente mas modernos. Sin
embargo, en este estadio, la teorizaci6n
propuesta por O'Donnell no parece sufi-
ciente para englobar a la vez los nuevos
casos de Chile y Uruguay, pero si para
captar los perfiles diferenciales de la evolu-
ci6n de las experiencias argentina y brasi-
lenia. Partiendo de los limites del modelo
del "estado burocrdtico-autoritario" que
tuvo, indiscutiblemente, un carfcter inno-
vador, emergen de un lado analisis centra-
dos sobre la hip6tesis del "autoritarismo"9
5 Juan LINZ: "An Authoritarian Regime:
The Case of Spain", en Erik ALLARDT and
Stein ROKKAN (edits.): Mass Politics: Studies in
Political Sociology, Free Press, N. York, 1970.
6 Guillermo O'DONNELL: Modernisation
and Bureaucratic-Authoritarianisnm. Studies in
South America, Berkeley University Press, 1973.
7 G. ALMOND and J. S. COLEMAN: The
Politics of the Developing Areas, Princeton Uni-
versity Press, 1960; S. M. LIPSET: "Some So-
cial Requisites of Democracy: Economic Deve-
lopment and Political Legitimacy", American
Political Science Review, 53, mar. 59; y S. M.
LIPSET: "Political Man: The Social Bases of
Politics", op. cit.
8 Samuel P. HUNTINGTON: "Political Deve-
lopment and Political Decay", World Politics,
XVII, 3, april 1965; Reinhard BENDIX: "Com-
parative Studies", in Society and History, 9,
april 1967; Robert A. PACKENHAM: Liberal
America and Third World, Princeton Univer-
sity Press; C. S. WITHAKER: "A Dysrhythmic
Process of Political Change", World Politics, 19,
january 1967.
9 Philippe SCHMITTER: Interest Conflict
and Political Change in Brazil, Stanford Univer-
sity Press, Stanford, 1971; Alfred STEPAN:
Authoritarian Brazil: Origins, Policies and Futu-
re, Yale University Press, New Haven, 1973;
James MALLOY (edit.): Authoritarianism and
Corporatism in Latin America, University of
Pittsburgh Press, Pittsburgh, 1977; Juan LINZ
and Alfred STEPAN (edits.): The Breakdown
of Democratic Regimes: Latin America, The
Johns Hopkins University Press, Baltimore,
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HELGIO TRINDADE 432
y, del otro, el concepto de "fascismo" que
renace de sus cenizas. Esta reaparici6n, tan
inesperada como agresiva, de la hip6tesis
fascista merece ser analizada.
1. El fascismo dependiente
La corriente de la interpretaci6n fascista
para America Latina de los afios '70 nace,
en gran parte, bajo la inspiraci6n del debate
subyacente al analisis marxista del fascis-
mo europeo elaborado por Poulantzas 10.
Esta nueva preocupaci6n con el retorno del
fascismo, que renace con el golpe de estado
de los coroneles griegos en 1967 y con las
manifestaciones del "neofascismo" euro-
peo, estaba simb6olicamente presente en
1974, en la atmosfera del seminario de M.
A. Macciocchi en Vincennessobre el
fascismo: "Despues de 1968, las j6venes
generaciones ya estan apercibidas de que
el fascismo no ha desaparecido con la
guerra mundial y la derrota militar. La
burguesfa capitalista volvia al asalto, dis-
puesta a todo para detener el movimiento
que habia creado Mayo del '68 en Fran-
cia y el 'otoiio caliente' de 1969 en Ita-
lia" (...) "Esta generaci6n no ha visto sur-
gir la revoluci6n sino la contrarrevoluci6n
y el fascismo mismo ha aparecido como el
peligro del presente y no como el espectro
del pasado" 11.
Para todos, el impacto del violento gol-
pe de estado militar de Pinochet en Chile
ha llevado a la orden del dfa, bajo un clima
emocional, las visiones apocalipticas de un
fascismo dirigido por los Estados Unidos.
Representando a esta corriente, Zea de-
clara: "Fue el golpe de los gorilas chilenos
del 11 de setiembre de 1973 el que ha re-
lanzado el problema del fascismo. Un
fascismo que retorna con mas ferocidad.
En verdad, el fascismo no ha efectuado
ningun retorno desde que jamas estuvo
ausente, ni fue dejado de lado, ni fue
vencido. Los vencidos han sido sus pri-
meros manipuladores en Europa (...).
La diferencia proviene del hecho de que su
asiento no esta mas en Berlin sino en
Washington" 12.
El balance crftico de las principales con-
tribuciones de quienes se suman a la inter-
pretaci6n "fascista", tanto como los anali-
sis basados sobre "la conspiraci6n fascista
internacional" manipulada por el imperia-
lismo norteamericano, muestra que existen
tres variantes: en primer lugar, una con-
cepcion que resiste la transposici6n del
concepto fascista posterior a su primera
significaci6n europea y que prefiere referir-
se a terminos mas generales como "pro-
cesos de fascistizaci6n" o "fascismo en
proyecto"; en segundo lugar, el analisis
que recupera la idea original de fascismo
-juzgandola adaptada a su empleo como
concepto explicativo para la America
Latina de los afnos '70- utilizando un
calificativo del tipo "fascismo dependien-
te" o "fascismo atfpico"; en tercer lugar,
el uso del concepto de fascismo latu sensu,
disocifndolo de cualquier condicionamien-
to caracterfstico de los fenomenos euro-
peos y englobando en su propia especifi-
cidad la dinamica de las formaciones socia-
les latinoamericanas.
En la prolongaci6n de los analisis que se
refieren a la cuesti6n del fascismo en Ame-
rica Latina, se hallan los que destacan la
vocaci6n fascistizante de los actuales regif-
menes autoritarios latinoamericanos de
base militar; asf Cueva, que insiste sobre
el proceso de impregnaci6n fascista de esos
regimenes; o Zavaleta Mercado, que pre-
fiere utilizar el concepto de "dictadura
militar con un proyecto de objetivo fas-
cista". Estos autores -todos ellos repre-
sentantes de la tendencia vertebrada sobre
el "fascismo potencial"- reconocen todos
las especificidades del fascismo europeo
de los afnos '30, partiendo de la idea de
que la dinamica de fascistizaci6n esta en
curso en America Latina.
En un primer articulo Cueva admite
que "la America Latina, victima de un pro-
ceso de fascistizaci6n, impreso con un
grado parejo de terror y barbarie, se dis-
tingue poco del fen6meno anilogo que
tiene lugar en los paises mas avanzados".
Brasil y Chile son los dos casos principales
1978; David COLLIER: The New Authorita-
rianism in Latin America, Princeton University
Press, 1979; Alfred STEPAN: The State and
Society: Peru in Comparative Perspective, Prince-
ton University Press, Princeton, 1979.
10 Nicos POULANTZAS: Fascisme et Dicta-
ture. La IIIe Internationale face au fascisme,
Maspero, Paris, 1970.
11 Maria A. MACCIOCCHI: Elements pour
une analyse du fascisme, Tomes 1 et 2, Union
Generale d'Editions, Paris, 1976.
12 Leopoldo ZEA: "Fascismo dependiente en
Latinoamerica", Nueva Politica, Mexico, 1,
enero-marzo 1976, pp. 149-151.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
sobre los cuales se inclina el autor. El
primero ilustra "c6mo fue aplicado, de
un modo implacable y sistematico, un
esquema de dominaci6n militar tecnocriti-
ca, que conllev6 indiscutiblemente carac-
teres fascistas y estuvo sin equfvocos al
servicio del imperio americano". El segun-
do, frente a la "vanguardia de la clase
obrera chilena" aparecio como el producto
de "la reacci6n del capital monopolista"
que en la fase de fascistizaci6n anterior al
golpe de estado, "aplic6 una linea de
masas, movilizando grandes sectores de
la pequefia burguesfa y de las clases
medias" 13.
En un segundo artfculo, el autor busca
profundizar las condiciones a trav6s de las
cuales los "procesos de fascitizaci6n" en
America Latina pudieron apuntar a regime-
nes fascistas. Defiende la idea de que "el
partido de masas", el "apoyo pequenio-
burgu6s" tanto como la "ideologia nacio-
nalista chauvinista" no son rasgos de la
formaci6n de la experiencia fascista en
Europa, sino simples medios destinados a
enmascarar lo mas importante. Lo esencial
en el fascismo es su "naturaleza de clase"
y el "cambio cualitativo que imponen las
fuerzas del estado". El hecho, agrega Cue-
va, de que los pafses latinoamericanos no
sean imperialistas, no los inmuniza contra
los procesos de fascistizaci6n estando
avanzada la penetraci6n profunda del
capital trasnacional. La prolongaci6n lo6gica
de su argumentaci6n viene a decir que,
te6ricamente, "el desmantelamiento del
estado democratico-burgu6s y su reem-
plazo por un r6gimen de caricter fascista
no va a revertir inmediatamente (subra-
yado nuestro) las propias modalidades
concretas que en Europa". Asi, sugiere que
se deducen dos caracteristicas en esta
nueva forma de fascismo: de una parte su
"incapacidad para aprovechar un apoyo
popular", y por otra su "incapacidad de
implantar una politica nacionalista" 14.
El analisis de Zavaleta Mercado, si bien
se inscribe en una perspectiva marxista
ortodoxa, busca relacionar el fen6meno
fascista con los condicionamientos hist6-
ricos europeos. Propone asi una triple
distinci6n en la configuraci6n del fascis-
mo. A las concepciones tradicionales del
g6nero "el fascismo como movimiento de
masas" y como "estructura de poder", el
agrega una tercera: "el fascismo como
proyecto o propuesta social". Se basa
sobre el hecho de que entre las actuales
dictaduras latinoamericanas "se disefna una
situaci6n donde el proyecto de los que
detentan el aparato estatal no se funda en
un movimiento de masas. De donde estas
dictaduras no Ulegan a transformarse en
una estructura fascista de poder", en la
medida en que la "cuestion nacional" no
es resuelta, a causa de la "presencia impe-
rialista". Zavaleta no explica la apatfa del
movimiento de masas por la misma combi-
naci6n de factores econ6micos que Cueva
(que consideraba que las desigualdades
producidas por los factores econ6micos
internos y la crisis del capitalismo mun-
dial son frenos estructurales de toda movi-
lizaci6n) 15. Apunta la conclusi6n de
que "los elementos disponibles permiten
revelar que los regimenes atraviesan crisis
estatales de gran amplitud" pudiendo
ilevar "a crisis nacionales generalizadas e
incluso hasta situaciones revolucionarias".
La imposibilidad para los detentadores
del poder de elaborar sus directivas como
mandato de la sociedad civil, que es en
realidad una "masa no mediatizada",
tiende a provocar este tipo de situaci6n 16.
El segundo tipo de analisis engloba el
nuicleo de nuestro problema mas de cerca,
por la incorporaci6n explfcita del concepto
de fascismo, a traves del cual se introduce
un nuevo paradigma explicativo concer-
niente a los paises latinoamericanos.
Theotonio dos Santos es uno de los mas
conocidos de esta tendencia. Ha sido el
quien tuvo mds 6xito en popularizar el
concepto de "fascismo dependiente". Su
analisis se articulaen torno de la distin-
ci6n establecida entre movimiento y
estado fascista, el que no siempre deriva
de un movimiento fascista. Puede prove-
nir tambien de una ocupaci6n extranjera o
de un golpe de estado militar. A la inversa,
admite la posibilidad para un movimiento
fascista de acceder al poder sin transfor-
marse en estado fascista o revertir las
13 Agustfn CUEVA: "La fascistizaci6n de
America Latina", Nueva Politica, op. cit., pp.
156-157 y 159.
14 Agustin CUEVA: "La cuesti6n del fascis-
mo", Revista Mexicana de Sociologia, 2, abril-
junio 1977, pp. 470-471, 474-477.
15 Ibid., pp. 477-478.
'
16 Rene ZAVALETA MERCADO: "Nota
sobre fascismo, dictadura y coyuntura de disolu-
ci6n", Revista Mexicana de Sociologia, 1, enero-
marzo 1979, pp. 83-85.
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HELGIO TRINDADE
"formas parciales" de sf mismo. Apoyan-
dose sobre la experiencia europea del
fascismo, obtiene las siguientes conclusio-
nes: cuando el movimiento fascista se apo-
ya sobre una base pequefioburguesa y una
ideologfa polftica confusa, el estado
fascista es en realidad un pacto entre ese
movimiento y el gran capital. Por consi-
guiente, denomina "regimenes fascistas
concretos" no necesariamente a la reali-
zaci6n integral de las ideas confusas y de-
mag6gicas de los movimientos fascistas,
sino al resultado del encuentro de esas
ideas y las "condiciones objetivas"17.
Aplicando su anilisis al fascismo latinoame-
ricano, el autor encuentra impropio el cali-
ficativo de fascista que ha sido dado a
los regimenes de Per6n y Vargas ("las for-
mas corporativistas" que se disefiaron en
torno de esos regimenes reflejaban, en el
contexto de los afios '30, "un ideal libera-
dor y de ninguna manera reaccionario").
Por el contrario, retiene las tesis segfin las
cuales los actuales regfmenes militares son
"regfmenes fascistas dependientes". La
raz6n fundamental reside en el hecho de
que los nuevos regimenes militares, defi-
niendose todos ellos contra los "herederos
del populismo anterior", derivaron de la
repulsa de la experiencia populista y de la
alianza de clases bajo la hegemonfa de la
burguesfa nacional. El modelo de "fas-
cismo dependiente" se articula en torno
de una asociaci6n diferente: la doctrina
basada en la seguridad nacional fue el so-
porte ideolo6gico que ha permitido unir
polfticamente a la mayoria de los milita-
res. Su contenido fascista, segfin el autor,
es poco conforme al ejemplo clasico,
pero es mds claro en sus objetivos: "Esta
ideologfa reemplaza la imagen del jefe
por una elite tecnocratica militar y ci-
vil, y al partido por el aparato nacional
burocratico y militar; de otro lado, la idea
de la represi6n y del orden entrevisto como
factor de desarrollo nacional es tfpicamen-
te fascista". Sin embargo, estas caracteris-
ticas difieren, en relacion al modelo clasico,
en algunos puntos. En primer lugar, se trata
de un estado impuesto de arriba hacia
abajo, que refuerza las ventajas del capital
internacional sobre el capital nacional y
que ha optado por una "represi6n de elite"
en lugar de proceder a una movilizaci6n
de masas. En segundo lugar, se verifica
una cierta autonomia del movimiento
fascista -relativamente debil- en relaci6n
al estado fascista, que se ha puesto bajo el
control de la elite militar, tecnocraitica y
econ6mica. En tercer lugar, las contradic-
ciones internas de los regfmenes fascistas
hacen imposible la supervivencia polftica
de los movimientos populares. En filtimo
lugar, el regimen deja de sacar ventaja
por la apatia polftica de las clases medias
en vez de buscar su apoyo en pro de su
legitimaci6n 18
Otro analisis tfpico de esta segunda
corriente es la desarrollada por Cassigoli,
que distingue dos tipos de fascismo. De
un lado, el que corresponde al esquema
europeo de los afnos '30, el "fascismo
tipico"; del otro, el fascismo latinoameri-
cano que el autor prefiere definir como
"fascismo atfpico". Su anilisis no ha bus-
cado profundizar las especificidades inter-
nas de los regimenes latinoamericanos,
sino de establecer un paralelo entre los
condicionamientos hist6ricos de los dos
modelos.
El primer tipo de fascismo es un "fen6-
meno politico fundamentalmente europeo,
inherente a la fase de acumulacion capita-
lista, que Lenin llam6 'imperialismo'. Se
caracteriza por su oposici6n al proletaria-
do, al internacionalismo, al socialismo, al
bolchevismo y, de una manera verbal, al
capitalismo". El segundo tipo, en pleno
desarrollo en America Latina, presenta
analogias formales con el primero, pero
aparece en un contexto diferente: la in-
ternacionalizaci6n del capital y la multi-
plicaci6n de empresas multinacionales.
Adopta como ideologfa la "defensa del
mundo libre, la cultura occidental, el
hemisferio, es decir, el sosten del sistema
capitalista mundial" 19
El articulo de Marcos Kaplan, titulado
",Hacia un fascismo latinoamericano?",
puede servir para ilustrar la tercera inter-
pretaci6n que se propone para responder a
la siguiente cuestion: en tales condiciones
" aparece y tiende a desarrollarse una mo-
dalidad sui generis de fascismo latinoameri-
cano?". El autor, despues de haber hecho
17 Theotonio dos SANTOS: "Socialismo y
fascismo en America Latina hoy", Revista
Mexicana de Sociologia, 1, enero-marzo 1977,
pp. 181-182.
18 Ibid., pp. 184-187.
19 Armando CASSIGOLI: "Fascismo tipico y
fascismo atipico", Nueva Politica, op. cit.,
pp. 175, 177 y 178.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
un analisis estructural de la evolucion de
las sociedades latinoamericanas, deduce
que "desde el comienzo del proceso de
cambio cumplido a partir de los anios
'30... se produce la declinaci6n relativa, la
descomposici6n mas o menos rapida de las
estructuras y de las condiciones socioeco-
n6micas que habian provisto al estado tra-
dicional y a la oligarqufa las rafces, las ba-
ses y los objetivos que les permitieron ase-
gurar su dominaci6n y su hegemonfa".
La brecha que permite al fascismo latino-
americano introducirse en el cuerpo social
se situarfa entonces en "la crisis de la domi-
naci6n oligarquica", como tentativa de
sobrepasar las experiencias del pasado que
fracasaron: "La emergencia del fascismo
encuentra su explicaci6n en esta contra-
dicci6n fundamental, de un lado, las exi-
gencias del modelo de crecimiento utiliza-
do y del tipo de economfa y de sociedad
que pretende mantener y desarrollar; del
otro, las caracteristicas y los efectos de la
hegemonfa en crisis y de la continua inesta-
bilidad polftica"20. Kaplan prosigue su ana-
lisis estableciendo los rasgos caracterfsti-
cos del fascismo sui generis. Dejando de
lado toda referencia al perfil hist6rico del
tipo europeo, sugiere un cierto nfimero
de caracterfsticas que permitirfan definir su
modelo fascista. La elite oligarquica y sus
representantes polfticos han perfeccionado
los mecanismos que, en la lucha por el po-
der, van a constituir los rasgos esenciales
de este nuevo r6gimen fascista: "Consolida-
ci6n de esta elite oligarquica y de su siste-
ma de alianzas, reforzamiento de la inter-
venci6n estatal y redefinicion de su aplica-
ci6n, ideologfa desarrollista, utilizaci6n
especffica de la ciencia y la tecnologfa y
cooptaci6n de ciertos sectores de la tecno-
burocracia, reorientaci6n del sistema edu-
cativo, recursos crecientes a formas simbo-
licas del poder, militarizaci6n del poder,
universalizaci6n de la coercion y elabo-
raci6n de un nuevo orden politico"21.
Desde su punto de vista, la elite oligar-
quica, en crisis de dominaci6n, refuerza y
organiza un "sistema de alianzas" que
permiteun mayor reforzamiento del
poder. Esta "conversi6n adaptativa" de la
oligarqufa, integrada por representantes del
gran capital, se cumple a trav6s de la
alianza con las sociedades multinaciones de
poder hegem6nico y, partiendo de este
pacto basico, extiende nuevas alianzas con
las fuerzas armadas y "con ciertos secto-
res intelectuales, tecnoburocraticos y pro-
fesionales de la clase media, asi como con
la burocracia sindical y la aristocracia
obrera". Como consecuencia, a trav6s de
este nuevo tipo de alianzas se produce una
"reestructuraci6n y una reorientacion del
estado" que lo adaptan a los intereses de
"la elite oligarquica y de sus aliados interio-
res y exteriores". Partiendo de estos su-
puestos, el "r6gimen fascista y su estado"
operan a traves de un modelo ideologico
("la ideologfa desarrollista"). Ellos se bene-
fician del apoyo de un sector de la tecno-
burocracia ("la elite polftica y la tecno-
burocracia del fascismo sostienen que los
grandes problemas son de orden econ6-
mico y tecnocientffico, negando su especi-
ficidad social, polftica e ideologica"), de
la reorganizaci6n del sistema educativo
("transmisi6n de conocimientos practicos,
operacionales e ideolo6gicamente neutros"
y "cultura interdisciplinaria para los miem-
bros de los grupos hegem6nicos y de las
clases dominantes") y de "la utilizaci6n
combinada de formas simb6olicas y represi-
vas del poder". Kaplan termina su estudio
anunciando que el "fascismo ha llegado a
America Latina". Con un tono dogmatico
y pesimista declara: "El fascismo se ha
instalado y entiende perpetuarse para siem-
pre, porque por su naturaleza y sus resulta-
dos, el fascismo aspira a la eternidad..."22.
2. El neofascismo en cuesti6n
Dos tipos de crftica, igualmente inspira-
das en una aproximaci6n marxista del pro-
blema, estan en condiciones, segun nos-
otros, de descalificar la tesis del fascismo
aplicada al nuevo estilo de dominaci6n
militar en America Latina. En primer lu-
gar, la crftica de Zemelman, quien, a partir
de una discusi6n general sobre el fascismo
y sus rasgos esenciales, se inclina mas parti-
cularmente sobre el caso limite de un regi-
men militar en el seno de una sociedad mo-
vilizada por el socialismo, con el ejemplo
de Chile bajo Pinochet. En segundo lugar,
la de Boron, que logra de un modo mas
sistematico refutar la hip6tesis del "fas-
cismo latinoamericano" fundaindose sobre
un analisis comparativo del fascismo
europeo.
20 Marcos KAPLAN: "Hacia un fascismo la-
tinoamericano", Nueva Politica, op. cit., p. 120.
21 Ibid., p. 123.
22 Ibid., pp. 123, 142-143.
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HELGIO TRINDADE
Zemelman propone a justo titulo que
"negar o afirmar la existencia de regime-
nes fascistas en America Latina implica
revelar previamente los rasgos que consti-
tuyen su esencia". Se propone definir los
principales elementos te6ricos del fascismo
a partir de la organizaci6n del regimen, de
sus bases sociales y de su dinamica polftica.
E1 fascismo aparece como una impotencia
de la burguesfa por imponerse sobre el
proletariado. La organizaci6n del estado
fascista tiene, en efecto, por rasgo distin-
tivo una "unidad monolitica" que exige
la sumisi6n al poder de las masas populares
y de la burguesia, permitiendo asi a traves
de "la abdicacion aparente de esta filtima"
romper los lazos del aparato del estado con
todo interes particular de clase, lo que
explica "la independencia del poder fascis-
ta frente a la antigua clase gobernante".
Otro rasgo distintivo del fascismo en
terminos de base social y de funci6n hist6-
rica, reside a la vez en su configuraci6n
como "movimiento de masas, el mis radi-
calmente antiliberal", y como instrumento
de la dictadura de los grandes intereses
monopolistas y de los grandes propietarios
agricolas "bajo la cobertura de un estado
corporativista". Finalmente, en la dinfmi-
ca de su evoluci6n, el fascismo se estructu-
ra, en los primeros tiempos, a trav6s "de
una gran y heterogenea movilizaci6n de
masas que alcanza un cierto grado de
independencia con referencia a las clases
dominantes, para articularse despues en
torno de la gran burguesia"23. En lo que
concierne al "fascismo chileno", la posi-
ci6n de Zemelman se aleja de los analisis
anteriores. En Chile, "la organizaci6n de
un movimiento de masas" que haya legiti-
mado la nueva dominaci6n y "la organi-
zaci6n de un partido que haya sido el cen-
tro supremo de decisi6n" no se cumplie-
ron, habiendo las Fuerzas Armadas llenado
solas esta funci6n. Para otros, los milita-
res han separado del poder "la clase poli-
tica tradicional" y han desplegado respecto
a los partidos burgueses una intensa critica.
Si bien los aspectos "jerarquicos se han re-
forzado" aumentando el poder personal
del jefe de estado, la polftica econ6mica
se ha desarrollado en favor del gran capital,
aliado a los intereses extranjeros. Hace falta
precisar que a cada momento el sistema no
ha recurrido a los "factores carismaticos y
a la demagogia socialista para movilizar
las fuerzas pequefioburguesas" que carac-
terizan al fascismo europeo. La ausencia,
segfin el autor, en el proceso hist6rico chi-
leno anterior al golpe de estado militar,
de una organizaci6n ("estado mayor")
reconocida por la burguesia y de un "par-
tido de masas de orientaci6n fascista"
(como hubiera podido ser el partido De-
mocrata Cristiano bajo el control de
Frei), ha facilitado el enfrentamiento direc-
to entre las Fuerzas Armadas y el movi-
miento popular. Estas, removiendo del
poder a los partidos burgueses, devienen
en una nueva clase polftica. El autor afir-
ma, en conclusion, que el "proceso de
fascistizacion (yendo de la etapa popular
a la etapa militar totalitaria y oligarquica)
no se ha logrado" cualesquiera sean "las
alternativas de la evolucion del regimen",
su estabilidad reposa antes que nada sobre
su caracter "militar. burocratico" 24.
La critica mas radical hecha a la utiliza-
ci6n del concepto de fascismo aplicado a
los regimenes actuales de America Latina
es la de Boron en su articulo titulado "El
fascismo como categorfa hist6rica". Esta
crftica parte de la siguiente cuesti6n:
,cual es la aplicaci6n del concepto de
fascismo mas apropiada para definir la
naturaleza de los regimenes politicos de
la regi6n? El autor observa que "la izquier-
da latinoamericana ha cometido suficientes
errores en el pasado como para evitar ca-
racterizar de nuevo de un modo err6neo
al enemigo de clase...", y agrega: "No es
recurriendo a la denuncia ideologica y a
consignas justificadas y correctamente
empleadas en otras epocas y lugares que
se lograra echar luz sobre los rasgos dis-
tintivos de los gobiernos represivos de
America Latina"25. Boron, partiendo de
una definici6n marxista de inspiraci6n
gramsciana del fascismo, critica el uso ge-
neralizado del concepto de "proceso de
fascistizaci6n" en America Latina, que
termina por considerar como "fascismo
primario" dictaduras como las de Somoza,
Trujillo, Stroessner y Duvalier: "Si la
fuerza, la violencia inherente a todo estado,
23 Hugo ZEMELMAN: "Acerca del fascismo
en America Latina", Nueva Politica, op. cit.,
pp. 193-195 y 197-202.
4 Ibid., pp. 202, 203 y 206.
25 Atilio BORON: "El fascismo como catego
rna historica: en torno del problema de las dicta
duras en America Latina", Revista Me.^n--,a d4
Sociologia, 2, abril-junio 1977, p. 482
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
...es sin6nimo de fascismo, de alif se ven-
drfa a considerar que toda la historia de
las sociedades de clases no son mas que la
historia del fascismo". Luegode haber
situado la experiencia europea del fascismo
"en pleno perfodo de maduraci6n y de
crisis de la fase clasica del imperialismo"
afirma, como muchos otros especialistas
del fascismo, que el estado fascista "se ha
edificado sobre los restos de una ofensiva
revolucionaria frustrada de la clase obrera
y sobre los hombros de una amplia movili-
zacion de la pequefia burguesfa". Este pro-
ceso engendra una ideologfa que "a pesar
de su amalgama contradictoria, ha repre-
sentado una tentativa de sustituci6n de la
vieja ideologia liberal"26. Boron funda,
esencialmente, su rechazo de la tesis del
fascismo latinoamericano sobre las diferen-
cias establecidas entre las dos coyunturas
hist6ricas. Las nuevas formas de autorita-
rismo de base militar que se manifiestan en
America Latina en los afnos '60 y '70 se
sitfian, en primer lugar, "en una fase dis-
tinta del capitalismo monopolista". Mien-
tras que la burguesia nacional europea era
al mismo tiempo "hegem6nica, monopo-
lista e imperialista..., el proceso de interna-
cionalizaci6n de los mercados internos"
en los pafses de la periferia "se realiza de
una manera distinta a la que se conoci6
en Italia y en Alemania donde el capitalis-
mo estaba retrasado". En segundo lugar,
"la composici6n del bloque dominante"
tuvo sfibitamente cambios significativos
con "el ascenso de la burguesfa monopo-
lista internacional a una posici6n hegemo-
nica". Se trata de un intermezzo pospopu-
lista que condujo a la crisis de las institu-
ciones liberales burguesas y que tuvo por
objetivo redefinir un nuevo sistema de
alianzas. Segfin el autor, "los representan-
tes del gran capital transnacional aseguran
su predominio, garantizando su hegemo-
nfa sobre fracciones de la burguesfa nacio-
nal y ciertos sectores de los estratos medios
que pudieron obtener provecho del nuevo
esquema de acumulaci6n capitalista". En
tercer lugar, insiste, estableciendo las dife-
rencias con los regimenes fascistas euro-
peos, sobre "la ausencia de masas que sir-
van de apoyo a tales regimenes" y de
"una ideologia totalitaria".
A partir de las experiencias polfticas de
Allende en Chile y de Goulart en Brasil,
Boron observa que en esta epoca, a pesar
de una cierta movilizaci6n de los estratos
medios de estilo fascistoide, los regimenes
militares actuales en realidad "cansaron a
las masas, incluso a las pequefioburguesas,
que hubieran podido ser movilizadas para
ensanchar las bases de apoyo de estos go-
biernos". Estima igualmente que "en la
fase actual del capitalismo en la periferia
no existen fundamentos econ6micos que
permitan establecer solidos lazos entre la
burguesfa monopolista y las clases medias".
El filtimo elemento distintivo entre las dos
situaciones se encuentra al nivel del aparato
del estado. Seg(un el autor, "no se efectu6
en el seno de las dictaduras una reestructu-
raci6n parecida a la que se opero al nivel de
los regimenes fascistas clasicos"27.
El aspecto politico mds interesante de
su analisis se situa en el momento en que
desarrolla el tema de la "militarizaci6n del
estado". Muestra que, contrariamente a las
formas tradicionales de intervencion militar
(el "pronunciamiento" que era la obra de
un caudillo militar), hoy es la propia insti-
tuci6n militar la que ocupa los diferentes
6rganos del estado, proyectando su estruc-
tura jerarquica de poder sobre la organi-
zaci6n estatal. En esta 6ptica, Boron arries-
ga la siguiente hipotesis sobre la nueva
estructura del poder: "El ascenso de las
fuerzas armadas en tanto que partido
orgdnico de la gran burguesfa monopolista"
y, en consecuencia, la instituci6n militar
en sf, aparece como "el partido del orden
en el momento en que entran en crisis las
diferentes f6rmulas populistas", con la
ayuda de las cuales se habfa querido resol-
ver la crisis del estado oligarquico. A partir
de este enfoque concluye, con acierto,
que "el estado militar es la alternativa his-
t6rica al fascismo, y la soluci6n actual para
conducir el desarrollo capitalista de la
periferia" 28.
Este argumento del "partido militar"
fue retomado y desarrollado por Rouqui6,
que lo ha aplicado primero al caso brasi-
lefno y luego a toda America Latina: "Las
fuerzas armadas pueden ser fuerzas polfti-
cas que desempenan por otros medios las
mismas funciones elementales que los par-
tidos y sobre todo que conocen en su
seno, como los partidos pero segfin otra
lo6gica, los procesos de deliberaci6n, las
26 Ibid., pp. 483, 489-490, 499-500.
27 Ibid., pp. 509-516.
28 Ibid., pp. 518 y 521.
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HELGIO TRINDADE 438
tomas de decisi6n, y aun agregaci6n y arti-
culaci6n de intereses sociales"29. Este
autor, a trav6s de su mis reciente obra
titulada El Estado militar en America
Latina, no s6lo generaliza, bajo una pers-
pectiva comparativa, el concepto de "par-
tido militar" y especula sobre el problema
del porvenir del estado militar, sino que
aun rechaza la tesis del "fascismo latino-
americano". Escribe: "Estos regimenes sin
partido ufnico ni aparato movilizador no
tienen base de masas y no buscan tenerla.
Ellos no politizan sino que despolitizan a
los ciudadanos, no adoctrinan a los trabaja-
dores, les incitan a retornar a lo privado".
Luego de haber analizado el caso chileno
y argentino, sobre los cuales concluye que
los "estados militares tienen de hecho co-
mo objetivo suprimir la polftica, no fundar
otro orden politico", Rouquie resume su
juicio sobre el tema: "Mis que definir la
naturaleza de estos regimenes, habrfa que
hablar de las funciones que asumen los
militares. Frente a las crisis que hemos
visto, ellos representan en todo caso una
hegemonia de sustituci6n (...) El aparato
del estado reemplaza al estado como pro-
ducto de las fuerzas sociales. Esto no signi-
fica que el ejercito est6 por encima de las
clases o que sea el instrumento de la bur-
guesfa, sino que puede conducir segfin dos
modalidades, no alternativamente, sino
simultaneamente" 30.
II. El fascismo en la epoca clasica
A decir verdad, en America Latina el
debate sobre el fascismo ha sufrido siempre
la influencia de las modas europeas. El
concepto de fascismo se ha incorporado a
la historia de la America Latina desde la
organizaci6n del APRA de Haya de la
Torre en Peru en 1924, y sobre todo con
los gobiernos de Vargas en Brasil y Per6n
en la Argentina.
La vacuidad del analisis politico, que
oscilaba entre el ensayo periodfstico y el
formalismo jurfdico, se presto bien a ficiles
analogias. La importancia del fen6meno
fascista en la Europa de los afnos '30, el
enfrentamiento que el ha provocado des-
pu(s de la Segunda Guerra entre los paises
"democraticos" versus los paises "fascis-
tas" y el pronunciado interes que la ciencia
politica americana ha acordado a la elabo-
raci6n del concepto de "totalitarismo"
(designando a la vez el estado fascista y el
estado staliniano) han contribuido larga-
mente a la generalizaci6n del empleo del
calificativo "fascista" a prop6sito de movi-
mientos y de regimenes polfticos apare-
cidos fuera del contexto europeo. Este
conjunto de factores explica en gran parte
por qu6 este termino de "fascista" ha deve-
nido en la "bestia negra" del lenguaje po-
litico entre los militantes, los periodistas y
los ensayistas politicos latinoamericanos. El
fascismo de los antifascistas, sea que estos
filtimos pertenezcan a la izquierda socialista
y comunista o a la derecha conservadora y
liberal, ha sido integrado por consenso
tanto en la imaginaci6n polftica de los
teorizadores y de los doctrinarios como en
la acci6n polftica de los hombres de par-
tido. Mas tarde, con el desarrollo de las
ciencias sociales en America Latina, los
anilisis fueron enriquecidos con otros enfo-
ques y nuevos conceptos fueron introduci-
dosen la teorfa polftica. Este nuevo tipo
de interpretaci6n aplicara al caso de Per6n
y de Vargas el concepto de "populismo"
utilizado por Germani, Di Tella, Gracia-
rena, Weffort y Ianni31 y el de "fascismo
de izquierda o proletario" por Lipset.
En los afnos '70 se pone a la orden del
dia la naturaleza fascista de los movimien-
tos autoritarios de los afnos '30, a partir
de la discusion en torno a la Acci6n Inte-
gralista Brasilefia fundada por Plinio Sal-
gado en 1932.
El debate sobre el fascismo en America
Latina ha estado siempre mas asociado al
caso argentino que al caso brasilenio. El
ascenso de Per6n a la Secretarfa de Trabajo
en 1943, que provoc6 una importante
movilizacion popular y la reorganizaci6n
del movimiento sindical, ha engendrado
una vasta discusi6n en torno de la especifi-
29 Alain ROUQUIE (org.): Les Partis mili-
taires au Bresil, Presses de la FNSP, Paris, 1980,
p. 12.
30 Alain ROUQUIE: L'Etat militaire en Ame-
rique latine, Seuil, Paris, 1982, pp. 330-331.
31 Gino GERMANI: Politica y sociedad en
una ipoca de transici6n, Paidos, Buenos Aires,
1962; Torcuato DI TELLA: El sistema poli-
tico argentino y la clase obrera, Editorial Uni-
versitaria, Buenos Aires, 1964; Jorge GRACIA-
RENA: Poder y clases sociales en el desarrollo
de America Latina, Paid6s, Buenos, Aires, 1967;
Francisco WEFFORT: 0 populismo na politica
brasileira, Paz e Terra, Rio, 1978; Octavio IANNI:
0 colapso do populismo no Brasil, Civiliza9ao
Brasileira, Rio, 1968.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
cidad del regimen instaurado. A la inversa,
el "Estado Novo" de Vargas, establecido en
1937, a pesar de haber dictado una impor-
tante legislaci6n laboral de inspiracion
fascista, fue menos sospechado de fascismo
porque se trataba de un regimen desmovili-
zador, que habia disuelto al integralismo y
tambien porque habia declarado la guerra
al Eje en 1943. Este estigma fascista del
r6gimen argentino ha sido largamente di-
fundido por la prensa americana y europea:
en plena sucesion presidencial de 1946, los
Estados Unidos divulgaron el famoso "Li-
bro Azul" denunciando los vinculos entre
el r6gimen de Per6n y los paises del Eje.
El documento denunciaba que "el capital
aleman, los m6todos de gestion alemanes,
el militarismo aleman y la ideologfa fascista
alemana han ejercido una influencia pro-
funda y durable en la Argentina". Si bien
se reconocia que el fascismo argentino no
era "simple reflejo de los fascismos aleman
e italiano", afirmaba que "el ha nacido
en el pais y se ha desarrollado seguin prin-
cipios originarios". El aspecto principal de
esta denuncia era que el "totalitarismo
argentino" deviniera "aliado de los es-
fuerzos del Eje" y habia decidido copiar
"las ideas y las pricticas de los fascismos".
Este texto, que pretendfa influir sobre las
elecciones presidenciales, sostenfa que ha-
cia 1946 el peronismo, "su ejercito, su po-
licia y su administraci6n quedaron bajo el
control de personas favorables al Eje" y
que "a despecho de los cambios superficia-
les decididos por razones tacticas, los
gobiernos sucesivos han mantenido una
politica de represi6n, sofocante y cruel,
que caracteriza a los regimenes totalita-
rios" 32. Siguiendo la sugerencia del embaja-
dor Braden, este documento fue publicado
y tuvo como doble efecto politico acen-
tuar el lenguaje antiimperialista de Per6n
-bajo el slogan Braden o Per6n- y de di-
fundir en la posguerra la imagen de un
peronismo fascista. Vargas, entre tanto,
era expulsado del poder en 1945 por la
oposici6n liberal, con el apoyo de la co-
rriente militar que habia combatido al
fascismo en Europa.
1. Fascismo y populismo
Este tipo de analisis, profundamente
marcado por el contexto antifascista de la
posguerra y por inconfesados intereses
econ6micos y geopolfticos americanos,
tuvo sin ninguna duda, a pesar de su debil
contribuci6n al debate sobre la naturaleza
del fascismo en America Latina, un impor-
tante impacto en la controversia "demo-
cracia" versus "autoritarismo". A pesar
del hecho de que Per6n permanecio en el
poder hasta 1955, la marca fascista de su
gobierno sobrevivi6 como un permanente
elemento de sospecha. No fue mas que a
partir de los afnos '50 que se aborda desde
otro angulo, sobre todo con los estudios
mas sistematicos de Germani y de Lipset,
el debate sobre el peronismo. Mientras
Germani, insistiendo sobre las diferencias
de tipos de movilizaci6n social entre Italia
y la Argentina, defini6 al peronismo como
un "nacionalpopulismo", incorporando asi
al analisis de este regimen el enfoque
"populista", Lipset prefiere utilizar el con-
cepto de "fascismo de izquierda" conside-
rando que la base social del fascismo puede
desplazarse en el continuum derecha-
izquierda.
Los estudios de Germani sobre el pero-
nismo, si bien son teoricamente tributarios
de la sociologia de la modernizacion, han
tenido el m6rito de insertar el fenomeno
peronista en un contexto mas vasto. Como
destaca De Felice: "En lugar del discurso
sobre las clases medias, el ha desarrollado
uno mas general y mis comprehensivo
sobre la movilidad y la integraci6n so-
cial"33. A partir de sus analisis pioneros
desata en la Argentina todo un campo de
investigaciones centradas a la vez sobre
las relaciones entre movimiento obrero y
peronismo y sobre la problematica de la
sociedad de masas34. La caracterfstica di-
ferencial entre el fascismo y el peronismo,
en la hipotesis central de Germani, se
establece a partir de la distinci6n entre
movilizacion primaria y movilizacion se-
cundaria (la primera se produce en el seno
de una sociedad tradicional, la segunda en
una sociedad modernizada). El fascismo
nace de la conjunci6n entre la moviliza-
ci6n primaria y la movilizaci6n secundaria,
mientras que el peronismo es producto de
32 Citado por Georges BEARN: La Ddcade
peroniste, Gallimard-Juliard, Paris, 1975, pp,
209-211.
33 Renzo DE FELICE: Clefs pour compren-
dre le fascisme, Seghers, Paris, 1975, p. 143.
34 Vease Gino GERMANI: Politica e Massa,
Belo Horizonte, UFMG, 1960; GRACIARENA,
op.cit.
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HELGIO TRINDADE
una movilizaci6n primaria que pone en
acci6n, sobre todo, a la clase obrera. El
fascismo en Italia se explica, segun el
autor, por el hecho de que hasta la Pri-
mera Guerra Mundial la movilizaci6n pri-
maria habia encontrado medios de expre-
si6n aceptados o tolerados, pero que en
la posguerra la clase obrera no encontr6
una "elite disponible", ni tuvo exito en
hacerse del poder. De alli que este despla-
zamiento hacia la violencia fascista por
parte de estas masas en disponibilidad po-
lftica, asociadas a la movilizaci6n de las
clases medias (que sufrieron con la guerra
un creciente proceso de proletarizaci6n)
ha abierto el camino al "primo-fascismo".
A la inversa, el peronismo era un "mo-
vimiento nacional-popular", implicando
"numerosos aspectos totalitarios", sin ser
en realidad "muy diferente del movimiento
liberal-popular -el Partido Radical- que
habia dado expresi6n politica al primer
estadio de la movilizaci6n popular"35.
Los trabajos ulteriores de Di Tella, de
Portantiero y de Murmis refuerzan la idea
de asociaci6n entre el peronismo y la clase
obrera. Retomando, grosso modo, la in-
terpretaci6n de Germani sobre las diferen-
cias sociolo6gicas entre la situaci6n europea
y la situaci6n latinoamericana, "si bien la
presencia de elementos ideolo6gicos del
fascismo en el peronismo es innegable",
Di Tella observa que la identificaci6n de
estos dos fen6menos es imposible, siendo
diferentes sus caracteristicas sociales. Las
pequenasclases medias han constituido
esencialmente la base social del fascismo
mientras la clase obrera ha sido la del pero-
nismo. El fascismo, segun el autor, no ha si-
do temido ni combatido por las clases
acomodadas del mismo modo que el
peronismo.
Estas diferencias sociolo6gicas no'han im-
pedido a Di Tella reconocer, a prop6sito
de los origenes del peronismo, numerosas
similitudes con el fascismo. En los dos
casos existe el mismo tipo de elites que han
utilizado estos movimientos. En la Argen-
tina, por ejemplo, se trat6 de "grupos de
ideologia nacionalista, de militares admi-
radores de las proezas de Hitler y de exe-
getas del estado corporativista mussoli-
niano". A prop6sito de este nuevo regi-
men, que el prefiere denominar "bona-
partismo", el autor aporta una precision
sobre la naturaleza de la movilizaci6n de
masas: "El peronismo se apoya menos so-
bre una clase obrera organizada y poliftica-
mente consciente que sobre una forma de
espontaneismo obrero que se caracteriza
por una fuerte hostilidad respecto de las
clases acomodadas (...) y una atracci6n
por la violencia que sera dificil considerar
como producto de una conciencia poli-
tica racionalmente estructurada" 36.
Esta caracterizaci6n de las bases obreras
del peronismo no ha sido admitida por
todos los especialistas. A esta concepcion
que presenta la "masa" obrera como dejan-
dose manipular facilmente por lideres
sindicales inestables y por la demagogia
politica, se opone la posici6n de Portan-
tiero y de Murmis que ven en el origen del
peronismo un "sindicalismo unificado".
Siguiendo a estos autores, ciertos analis-
tas han asociado las siguientes ideas: de
un lado "la imagen de un proceso de mani-
pulaci6n de las masas obreras por una
elite que les era extrafia" y "la ausencia
de una organizaci6n proletaria aut6noma";
del otro lado, la idea de que "el apoyo
de las masas se deberfa a la inexistencia (o
la existencia poco significativa) de una or-
ganizaci6n sindical previa". Portantiero y
Murmis estan de acuerdo en la importan-
cia del rol que juega el sindicalismo durante
el perfodo de gestaci6n del peronismo:
"Los dirigentes y las organizaciones sindica-
les antiguas han colaborado intensamente
en la genesis del peronismo y esta partici-
paci6n ha sido fundamental al nivel de los
sindicatos de la Confederaci6n General del
Trabajo (CGT) y mas importante al nivel
del Partido Laborista"37.
A esta tesis se opone Germani, en un
articulo publicado en 1973, donde sostie-
ne que "no se puede hablar de movimien-
to sindical como si se tratara de un bloque
monolitico porque su divisi6n ha sido pro-
funda durante y despues del ascenso del
gobierno y la cafda de Per6n. Habiendose
dado el nfumero limite de alternativas de
que disponfan el estado y las masas, los
dirigentes han adoptado una muy vasta
35 Vease Gino GERMANI: Autoritarismo,
fascismno e classi sociali, Bologna, II Mulino,
1975.
36 DI TELLA, op. cit., pp. 54-64.
37 Juan Carlos PORTANTIERO y Miguel
MURMIS: "El movimiento obrero en los orige-
nes del peronismo" (Documento de Trabajo),
Instituto Torcuato Di Tella, abril 1969, pp.
24-26.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
gama de actitudes contradictorias, desde
una vigorosa oposici6n ilegal hasta la cola-
boraci6n". Germani concluye su analisis
sobre el peronismo diciendo que la com-
prensi6n de este fen6meno exige conside-
rarlo sobre pianos diferentes: "Al nivel de
la estructura socioeconomica, se puede
concebirlo como la expresi6n del des-
arrollo de una forma particular de capi-
talismo (...) y en funci6n de las alianzas
de clase posibles y necesarias a una confi-
guracion determinada de componentes
econ6micos; al nivel de la estructura socio-
politica se debe ver como una crisis de la
movilizacion que golpe6 a las clases infe-
riores afectando viejas y nuevas elites
tanto como a las clases medias, proceso
analogo al que Gramsci llama crisis orgd-
nica "38.
Mas tarde, despues de la Segunda
Guerra Mundial, el uso del concepto de
populismo para explicar los regfmenes de
Peron y de Vargas (este filtimo ejerce de
nuevo el poder entre 1951 y 1954) ha ter-
minado por generalizarse en las ciencias
sociales latinoamericanas. Sin embargo, el
caracter multiforme de las realidades cu-
biertas por el termino "populismo", atri-
buido a epocas y a regiones bien diferen-
tes unas de otras39, ha suscitado el cues-
tionamiento de la generalizaci6n de este
concepto aplicado a America Latina. Esto
explica, en parte, por que Lipset ha optado
por el concepto de "fascismo de izquierda"
o "proletario" a fin de explicar la naturale-
za del peronismo.
Recurriendo al enfoque sociologico,
Lipset sostiene, como referencia de base,
que el fascismo es un movimiento pertene-
ciente a las clases medias que se manifiesta
contra el capitalismo, el socialismo y la
gran empresa y contra los grandes sindica-
tos. A partir del anilisis hist6rico, afirma
que las tres principales familias polfticas
posteriores a la Revolucion Francesa co-
rresponden a bases sociales diferentes (la
derecha se apoya en fracciones de la bur-
guesfa; la izquierda sobre los obreros de
la industria y sobre los sectores pobres
del campesinado; y el centro sobre las cla-
ses medias). Considerando que todas las fa-
milias poseen en su interior una tendencia
"democratica" y una tendencia "extremis-
ta", el autor llega a la conclusion de que el
fascismo es un extremismo de centro. Su
conclusi6n viene a decir que si hay un fas-
cismo tfpico, que se apoya sobre las clases
medias en el pafs donde el capitalismo y el
movimiento obrero han conocido el mayor
fmpetu, puede aceptarse al menos la exis-
tencia de otros dos tipos de fascismo: un
extremismo de derecha que es sostenido
por la clase acomodada en los paises con
retraso econ6mico (notoriamente el caso
del salazarismo en Portugal) y un extremis-
mo de izquierda apoyado sustancialmente
sobre una base social obrera en paises en
vias de crecimiento (lo que corresponde
al caso del peronismo y del varguismo).
E1 argumento desarrollado por Lipset
toma en consideraci6n, para lo esencial, la
base social del peronismo: "Como los par-
tidos marxistas -dice- el peronismo se
apoya sobre las clases sociales mas deshe-
redadas, los obreros de las ciudades y la
parte mas pobre de la poblacion rural".
A proposito de la amalgama de elementos
contradictorios que constituye el regimen
peronista, Lipset concluye: "Si se quiere
considerar como una clase particular de
fascismo, se puede ver bien que se trata de
un fascismo de izquierda, que busca apoyo
sobre las clases sociales que hubieran podi-
do reencontrar en el socialismo y en el co-
munismo la desembocadura natural de sus
rencores y sus frustraciones"40.
Este analisis que conduce a la paradoja
de calificar al nacionalsocialismo alemain
de "extremismo de centro" (el electorado
nazi se situaba mas en las pequefias ciuda-
des y en las zonas rurales) tiene como con-
secuencia, segfin De Felice, "no considerar
como verdaderamente fascistas mis que a
los partidos y los extremismos centristas y
medioburgueses". Todos los otros, dice,
con la sola excepcion delperonismo, se pue-
den declarar por lo tanto y pertinentemente,
segfin nuestro punto de vista, en el rango de
movimientos conservadores de derecha"41.
Estos anAlWisi sociologicos ilustran bien
la dificultad de utilizar los dos conceptos
de fascismo y populismo para explicar tan-
38 Gino GERMANI: "El surgimiento del
peronismo: el rol de los obreros y de los migran-
tes internos", Desarrollo Econ6mico, vol. 13,
N? 51, Buenos Aires, octubre-diciembre 1973,
pp. 86-87.
39 Vease G. IONESCU and Ernest GELLNER:
Populism. Its Meaning and National Characte-
ristics, Londres, 1969.40 LIPSET, op. cit., pp. 189 y 192.
41 Citado por DE FELICE: Clefs pour com-
prendre le fascisme, op. cit., p. 142.
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HELGIO TRINDADE
to la rpalidad latinoamericana como las zo-
nas de sombra que existen entre ellos. Para
comprender las diferencias entre estos con-
ceptos no es suficiente recurrir al analisis
sociol6gico, o uno fundado sobre la arti-
culaci6n mecanicista entre estructuras
socioeconomicas e instituciones politicas.
La dificultad no es menor cuando en una
perspectiva marxista del anilisis del discur-
so se acepta, como sugiere Laclau, que "el
nazismo constituye una experiencia popu-
lista y que como todo populismo de las cla-
ses dominantes, ha debido apelar a un con-
junto de distorsiones ideologicas -el racis-
mo- a fin de evitar que el potencial revolu-
cionario de las reivindicaciones populares
no se orientara en el sentido de sus verda-
deros objetivos". Como afirma el autor en
otro texto: "El socialismo no constituye el
polo opuesto al fascismo" en la medida en
que "el fascismo es un discurso popular
neutralizado por la burguesia" y el socia-
lismo "un discurso popular al que no ha
sido posible impedir el desarrollo de todo
su potencial revolucionario"42.
Sin abordar otros puntos de vista dife-
rentes sobre la cuestion, se puede tambi6n,
tanto sobre el planteo te6rico como sobre
el planteo de los analisis empiricos de la
realidad latinoamericana, verificar por lo
menos que la polarizaci6n fascismo versus
populismo no es una cuesti6n que haya si-
do hasta ahora objeto de consenso en el
anilisis social y politico.
Si se quiere comprender mejor la natura-
leza politica de los regimenes de Vargas y
Per6n se debe, en principio, establecer algu-
nos datos cronol6gicos sobre el periodo en
tren de comparaci6n, porque ambos lideres
latinoamericanos l1egaron a la cfuspide de
sus gobiernos con una diferencia de dieci-
seis afnos: Vargas se transform6 en Jefe del
Gobierno Provisorio en 1930 con la victo-
ria de la Revoluci6n de Octubre, mientras
que Per6n sera elegido presidente de la Re-
publica solamente en junio de 1946. Mien-
tras, lo que los aproxima a estos dos po-
liticos es el hecho de que estan en el poder
en la Argentina y en Brasil entre 1950 y
1954 y que pierden el poder casi al mismo
tiempo: Vargas se suicida en agosto de
1954 y Per6n es depuesto por los milita-
res en setiembre de 1955.
Lo mas importante por destacar es la
evolucion de los regimenes politicos diri-
gidos por Vargas y Peron: el primero pro-
dujo tres experiencias politicas diferentes
que fueron cambiando y adaptAndose a la
coyuntura politica nacional e internacio-
nal. En principio, en la primera fase (1930
a 1937) oscila entre la "dictadura" antio-
ligarquica (1930 a 1934) y el gobierno
constitucional de inspiracion liberal (1934
a 1937); en seguida, antes de la eleccion
de su sucesor, provoca un golpe de Estado
con el apoyo de las fuerzas armadas e im-
pone un sistema autoritario y represivo
dirigido con un estilo muy personalista
(Estado Novo, 1937 a 1945); finalmente,
luego de la democratizaci6n de 1945, Var-
gas sera elegido en 1950 presidente de la
Repiblica mediante el sufragio universal y
el sost6n del Partido Trabalhista Brasileiro.
Per6n tendra el control del poder nacio-
nal sin interrupcion entre 1946 y 1955 pe-
ro con fases diferentes: en principio, la fa-
se de las leyes sociales, del primer plan
quinquenal y de la nacionalizacion de los
ferrocarriles (1945-1948); luego la fase de
1949 a 1951 donde el regimen deviene me-
nos liberal frente a las dificultades econ6-
micas (censura de la prensa, oposicion vigi-
lada y sindicatos controlados) y en la terce-
ra fase (1952 a 1955) el regimen se endure-
ce, evoluciona hacia el partido funico y el
segundo plan quinquenal se pone en mar-
cha con subvenciones a la agricultura y la
ganaderia, tanto como a la industria pesada.
Este prisma hist6rico permite explicar
por qu6 en el Brasil , en el periodo del Es-
tado Novo, bajo la influencia del ascenso
del fascismo en Europa, los analistas tu-
vieron tendencia a utilizar el concepto de
fascismo, asi como en la fase de posguerra
el concepto de populismo sera largamente
empleado por los especialistas. En la situa-
ci6n argentina, dado que el ascenso de Pe-
ron al gobierno nacional comenz6 a fines
de 1943 y su poder se mantuvo sin inte-
rrupcion hasta 1955, las interpretaciones
son, en general, ambiguas: quienes anali-
zan al peronismo a partir de sus origenes,
es decir, desde el perfodo sindicalista de
1945 a 1948, prefieren clasificarlo en la
familia de los fascismos; quienes compa-
ran la tendencia industrializante y pater-
nalista con la segunda fase del varguismo
lo llaman, mis bien, populismo.
42 Ernesto LACLAU: Politica e Ideologia na
Teoria Marxista (Capitalismo, fascismo e popu-
lismo), Paz e Terra, Rio, 1978, pp. 130 y 147.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
Vargas y Per6n aprovecharoh las con-
tradicciones entre el imperialismo ingles
y el norteamericano, tanto como el blo-
queo del sistema capitalista mundial du-
rante la guerra, para desplazar las econo-
mias agroexportadoras hacia una economia
industrial de sustituci6n de las importacio-
nes. El proceso de industrializaci6n combi-
nado con el intervencionismo del Estado en
los dominios de la industria basica y el
aporte del capital extranjero no parecian
estar en contradicci6n con el nacionalismo
econ6mico y las leyes sociales propuestas
por el Estado. La principal diferencia en-
tre esos dos regimenes populistas se halla
en el nivel de las relaciones entre el gobier-
no y las clases medias urbanas y populares.
Vargas desarrolla una estrategia gradualista
en el dominio social y provoca un lento y
progresivo proceso de movilizaci6n social
(la movilizacion populista comienza en
Brasil en los afnos '40 y se acrecienta con
el retorno de Vargas al poder en 1950-54,
para terminar en el populismo de las refor-
mas sociales de Goulart, heredero politico
de Vargas, entre 1961 y 1964, que esta en
los origenes de la intervenci6n militar de
1964). Per6n, por el contrario, desarrolla
en su primer periodo (1945-48) una poli-
tica social agresiva que provocara una res-
puesta muy movilizadora de los estratos
urbanos y populares; pero su estrategia
terminara en una desmovilizaci6n progre-
siva a fines del primer perfodo (en los afios
'70 ensayara sin exito, luego de su retorno
a la Argentina, un viraje ideolo6gico hacia la
izquierda). En esta perspectiva, parece legi-
timo considerar que los regimenes de
Vargas y Per6n, en el filtimo perfodo
(1950-55), se encuentran mas pr6ximos al
concepto de populismo que de fascismo.
2. Los limites del fen6meno fascista
Dos conclusiones provisorias pueden res-
catarse para clausurar esta discusi6n critica
sobre el fascismo en America Latina. La pri-
mera se refiere a la utilizaci6n del concepto
de fascismo en los analisis de los afios '70.
Sin buscar nuevos argumentos en las obras
consagradas al estudio comparativo del fas-
cismo, la "crftica interna" desarrollada en
las paginas precedentes alcanza para cues-
tionar la hip6tesis del fascismo bajo sus di-
versas formas (fascismo potencial, fascismo
dependiente y fascismo sui generis). La se-
gunda conclusi6n provisoria es que para de-
finir los regimenes de Per6n y Vargas no se
puede utilizar el concepto de fascismo, in-
cluso si se profundiza la discusi6n "fascis-
mo versus populismo". En sfntesis, el inte-
rrogante que queda por plantear es el si-
guiente: /existen o han existido en Ameri-
ca Latina movimientospoliticos que pue-
dan ser realmente llamados fascistas? La
respuesta a esta cuesti6n no parece ffcil,
porque no es suficiente que un movimiento
revista los aspectos exteriores de los movi-
mientos europeos para que se lo pueda lla-
mar fascista. La reproducci6n del fascismo
en America Latina supone la existencia de
toda una serie de condiciones que hemos
definido en parte para el caso del Brasil.
En este pais, se desarrollo entre 1932 y
1938 un importante movimiento politico
de masas que, en nuestra opini6n, cumpli6
las precondiciones de emergencia de una
organizacion de tipo fascista. Asi, recha-
zamos la tesis de la existencia de regimenes
politicos fascistas en America Latina, pero
admitimos la presencia limitada en los anos
'30 de movimientos fascistas.
Los analisis comparativos sobre el fas-
cismo, generalmente centrados sobre la
experiencia europea, han hecho en el curso
de estos filtimos diez afnos referencias a las
manifestaciones fascistas en America Lati-
na. Estos analisis, que son antes informa-
ciones hist6ricas que verdaderos estudios
comparativos, desembocan asi en cierto
consenso en materia de los limites del fe-
n6meno en el subcontinente El ufnico es-
fuerzo de explicaci6n que, en una perspec-
tiva comparada, acuerda importancia a los
movimientos latinoamericanos es el de Linz.
Utilizando el enfoque sociologico en un ar-
ticulo dedicado a esta cuesti6n, incluye en
su campo de observaci6n al integralismo
brasilefio43. En otro estudio destinado a
formular hip6tesis sobre la aparici6n de
movimientos fascistas en ciertos paises la-
tinoamericanos, reconoce que han existido,
por cierto, muchos otros movimientos o
regimenes antiliberales, antidemocrfiticos,
reaccionarios o populistas, "pero que hubo
pocos movimientos fascistas capaces de lle-
gar a constituir una base de masas, tenien-
do la misma organizaci6n y el mismo esti-
lo que sus hom6logos europeos" 44. Del
43 Juan LINZ: "Some Notes Toward a Com-
parative Study of Fascism in Sociological Histo-
rical Perspective", en LACQUEUR, op. cit.
44 Juan LINZ: "O Integralismo e o fascismo
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HELGIO TRINDADE 444
mismo modo, Milza y Benteli, admitiendo
que "no hay practicamente ningun pais
sudamericano que no haya visto nacer, en
la entreguerra, un movimiento fascista" y
que en la mayor parte de los casos "se trata
de grupos formados por miembros de colo-
nias italianas o alemanas o de movimientos
de pura imitacio6n", concluyen que "un so-
lo pais, Brasil, ha conocido un verdadero
'fascismo' de masas"45. Es a esta misma
conclusi6n a la que ha llegado Hennessy en
su balance bibliografico comentado sobre
Fascism and populism in Latin America4f
tanto como Payne en su obra reciente Fas-
cism: comparison and definition47.
Sin embargo, estos analisis, que mencio-
nan la existencia posible de manifestacio-
nes fascistas fuera de Europa, no toman en
cuenta las condiciones hist6ricas de la apa-
rici6n de estos movimientos (con la excep-
ci6n ya sefialada del estudio de Linz) y no
definen los criterios que pueden llevar a
que se admita un movimiento latinoameri-
cano como fascista. La articulaci6n entre
estos dos niveles de anilisis es una condi-
ci6n necesaria para justificar la presencia
de aut6nticos movimientos fascistas tanto
como para responder a dos reservas impor-
tantes. La primera, sugerida por De Felice,
sostiene que "el fascismo ha sido un fen6-
meno europeo que se desarrollo6 entre las
dos guerras" y que "toda comparacion con
situaciones extraeuropeas (...) es imposi-
ble, vista la diferencia radical de los con-
textos hist6ricos (en el sentido mas amplio
de la expresi6n)"48. La segunda reserva
proviene del hecho de que ciertas corrien-
tes, sea por un culto purista de las ideas
politicas, sea por una concepci6n mecani-
cista de los determinantes socioecon6mi-
cos, consideraron que todas las manifes-
taciones ideolo6gicas en America Latina
se explican por un simple mimetismo res-
tringido a las elites cultas. Partiendo de
este hecho, estas corrientes niegan tambien
la posibilidad de la existencia del fascismo
en el subcontinente. Para intentar respon-
der a estas dos objeciones resulta perti-
nente discutir el caso de la Acci6n Integra-
lista Brasilefia (AIB) como referencia a
dos niveles principales: 1) ZCuales son los
factores socioecon6micos, politicos y cul-
turales que explicarian la aparici6n en
Brasil de un movimiento fascista? 2) iCua-
les son los componentes ideolo6gicos, orga-
nizacionales o sociol6gicos de este movi-
miento, que permiten clasificarlo como un
caso tipico de fascismo? S6olo la conjuga-
ci6n de estos factores podra legitimar -en
un contexto extraeuropeo- el uso del
concepto de fascismo y, al mismo tiempo,
contribuira al avance comparativo de
este fen6meno.
La primera dimensi6n que permite ex-
plicar la formaci6n de un movimiento fas-
cista en el Brasil se situia en el planteo de
las condiciones hist6ricas. Estos factores
son indispensables para comprender el
tipo de proceso hist6rico, al nivel de la
sociedad global, permitiendo la transfor-
maci6n del "integralisnmo" en movimiento
de masas. Si estas condiciones no hubieran
existido, la experiencia fascista en el Brasil
se hubiera limitado a pequefios grupos,
sensibles al atractivo de las ideologias ex-
tranjeras pertenecientes a estratos medios
en ascenso. El elemento central de nuestra
explicaci6n es que la singularidad del pro-
ceso brasilefio en esta 6poca es que se trata
de una sociedad global en transicion. Esta
expresi6n exige una explicaci6n, en la me-
dida en que puede parecer muy general y
susceptible de ser utilizada para calificar a
diferentes etapas de la evoluci6n hist6rica
del pais. Sin analizar todas las transforma-
ciones polfticas e ideolo6gicas de los afnos
'30 a partir de variables infraestructurales,
se puede avanzar la hip6tesis de que el
dato fundamental reside en el hecho de
que ha habido un proceso de crisis en la
sociedad brasilefia de la posguerra, que se
ha manifestado desde el nivel econ6mico
y social hasta el dominio cultural stricto
sensu.
A nivel econ6mico comienza entonces el
proceso de cambio del modelo dominante:
los signos del empobrecimiento de la eco-
nomia primario-exportadora, fundada so-
bre el cultivo del cafe, se manifiestan de
modo creciente en la crisis de 1929; al
mismo tiempo se acelera, en el curso de
los afios '30, el proceso de industrializa-
cion. Esta etapa de transici6n econ6mica
internacional", Revista do IFCH/UFRGS, V,
Porto Alegre, 1976.
45 MILZA y BENTELI, op. cit., p. 297.
46 Alistair HENNESSY: "Fascism and popu-
lism in Latin America", en LACQUEUR, op. cit.
47 Stanley PENN: Fascism: Comparison and
Definition, The University of Wisconsin Press,
1980, pp. 161-177.
48 DE FELICE: Clefs pour comprendre le
fascisme, op. cit., p. 264.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
introduce, de manera muy neta, cambios
en la estratificaci6n social, con la forma-
ci6n de una clase obrera y la diversifica-
ci6n de estratos medios. Estos dos proce-
sos entrafian una rapida urbanizaci6n, de
donde se deriven efectos significativos en
el campo polftico e ideolo6gico. De una
parte, la respuesta del sistema politico
oligairquico tradicional se abre con una
serie de rebeliones militares de oficiales
subalternos (en 1922, 1924 y 1926), lo
que provoca la politizaci6n de los elemen-
tos j6venes de las fuerzas armadas ("tenen-
tismo"). Por otra parte, los primeros gol-
pes importantes hacen estallar, desde 1918,
conflictos sociales en los centros industria-
les y urbanos,y sobre todo en San Pablo.
Mas ain, la tradici6n anarcosindicalista
del movimiento obrero (generalmente de
origen extranjero) encuentra nuevos cana-
les de expresi6n polftica con la fundaci6n
del Partido Comunista Brasilefio (PCB)
en 1922 y el desarrollo de organizaciones
sindicales. Si bien los movimientos milita-
res no estaban ligados directamente a la
eclosi6n violenta de la cuesti6n social, la
marcha legendaria de la Columna Prestes
-que durante dos afos mantendra viva en
la selva brasilefia la llama de la "revolu-
ci6n"- provocara el despertar de la con-
ciencia polftica en un cierto grupo de
j6venes oficiales que, algunos afnos mas
tarde, se asociara a los puntos de vista
mas radicales (Prestes se convertira en se-
cretario general del PCB). La Revolucion
de 1930, que ha llevado a Vargas al poder,
a despecho de la oposici6n de las oligar-
qufas tradicionales, se transformara en el
punto de desembocadura de este proceso
politico, provocando nuevas alianzas de las
oligarquias disidentes con el "tenentismo"
y los estratos medios ligados a la expansion
del estado y del sector industrial. Esta fase
de transici6n de la sociedad se manifiesta
tambien sobre el planteo ideolo6gico desde
el inicio de los afnos '20, por el nacionalis-
mo cultural y econ6mico, la revoluci6n
estetica ("modernismo"), la exaltacion del
civismo ("Ligas de Defensa Nacional")
y la renovaci6n cat6olica ("integrismo").
Este conjunto de crisis, algunas de ellas
asociadas o independientes unas de otras,
fue percibido por las elites intelectuales,
por los dirigentes politicos y por grandes
sectores de estratos medios como un pro-
ceso de transici6n global, donde las condi-
ciones hist6ricas europeas no pasaban sin
consecuencias. Se asistia, en efecto, en el
viejo continente, a la crisis de las democra-
cias liberales, a la violencia de la lucha so-
cial y al ascenso de movimientos fascistas
como reacci6n al clima revolucionario y a
las frustraciones de la guerra. Estos elemen-
tos estaban presentes en la conciencia
polftica de los futuros integralistas que
crefan en la dinamica hist6rica marcada
por la alternativa fascista.
Todos estos factores han favorecido la
aparici6n de una situaci6n de inquietud
politica que se consolida bajo la influencia
de ideas y de movimientos autoritarios
preexistentes en el Brasil49. De este modo,
en el interior de un contexto historico de
mutaciones econ6micas y sociales signi-
ficativas, emerge un proceso de crisis ideo-
logica que esta en la raiz del movimiento
integralista. En este sentido se hace plausi-
ble la hip6tesis de Linz, segfin la cual la
Aqao Integralista, como ciertos fascismos
de Europa Occidental (el fascismo espanfol
e italiano y ciertos movimientos franceses),
"es un movimiento contestatario frente a
una crisis politica y cultural mas que a una
crisis econ6mica". En sentido contrario,
se halla consolidado el punto de vista de
otro analista que niega la existencia de
fascismo en el Brasil en los anos '30, bajo
el pretexto de que no pudo haber habido
fascismo en una sociedad de "capitalismo
hipertardio"50. Sin embargo, la hip6tesis
de la sociedad en transici6n como marco
de referencia de una crisis ideologica,
creando las condiciones para la aparicion
de un movimiento fascista de masas en el
Brasil, supone que un movimiento con
estas caracterfsticas seria negado en el seno
de este proceso. Para determinar la natu-
49 Vease Bolivar LAMOUNIER: "Formaqao
de um pensamento autoritario na Primeira
Republica: uma interpreta9ao", en Historia
Geral da Civilizafao Brasileira, III, Brasil Repu-
blicano, tomo 2, Difel, San Pablo, 1977; Wan-
derley Guilherme dos SANTOS: "Paradigma e
historia: a ordem burguesa na imagina;ao social
brasileira", en: Ordem burguesa e Liberalismo
politico, Duas Cidades, San Pablo, 1978; Jarbas
MEDEIROS: Ideologia autoritaria no Brasil
(1930-1945), Fundacao Getulio Vargas, Rio,
1978.
50 Jose CHASIN: 0 Integralismo de Plinio
Salgado: forma e regressividade no capitalismo
hipertardio, Ed. Ciencias Humanas, San Pablo,
1978. Vease tambien Karl-Heirich HUNSCHE:
Der Brasilianische Integralismus, Stuttgart, 1938;
Elmer BROXSON: Plinio Salgado and Brazilian,
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HELGIO TRINDADE
raleza fascista del movimiento "integra-
lista" (y esto podria aplicarse a otros mo-
vimientos latinoamericanos del mismo ti-
po) se deben articular tres componentes
tipicos del fascismo europeo: la ideologia,
la base social y la organizacion$ . La pre-
sencia combinada de estos elementos,
aun revestidos de ciertas especificidades
nacionales, constituye una condicion indis-
pensable para determinar el caracter fas-
cista de un movimiento politico fuera de
Europa. En el caso del integralismo, el
analisis de la ideologia ha sido establecido
en diferentes niveles: a) en la produccion
teorica de los ideologos, b) en las p'ubli-
caciones de propaganda y divulgacion
ideologica; c) en las actitudes ideologicas
de dirigentes y militantes; d) en las "moti-
vaciones" de adhesion; e) en las conversa-
ciones semidirectivas. La consideracion por
el analista de estas diversas manifestaciones
de la ideologia debe tomar las precauciones
necesarias para comprender el contenido de
un discurso ideologico elaborado, en gran
parte, en un contexto historico diferente.
Ademas, el contenido y la percepcion de
una ideologia ligada a un movimiento
politico pueden variar segun el lugar que
sus adeptos ocupen en la "piramide ideo-
lo6gica" (la ideologia de los teorizadores, de
los dirigentes, de los militantes, etcetera).
Y esto es porque era fundamental relevar,
como elemento empirico, la presencia de la
ideologia en las actitudes de los miembros
del movimiento en diferentes escalones. en
las "motivaciones de adhesion" y en el
discurso individualizado, por intermedio de
entrevistas profundizadas. Los resultados
han demostrado que los principales temas
del discurso fascista estaban presentes en
todos estos niveles. Incluso, cierto indicio
de uniformidad de la propagacion ideologi-
ca ha permitido relevar niveles altamente
significativos de socializacion ideologica
interna, por la comparacion entre la actitud
ideologica de los dirigentes y la de los mili-
tantes de base. Este tipo de cohesion inter-
na de la ideologia -mantenida prictica-
mente sin cambios en la actitud fundamen-
tal de los integralistas despues de cuarenta
anfos de interdiccion del movimiento-- ha
confirmado empiricamente las hipotesis
desarrolladas a partir del marco teorico del
fascismo europeo. En lo que concierne al
origen social de los militantes, uno de los
criterios utilizados para determinar la natu-
raleza del integralismo ha sido la compara-
ci6n entre su estructura social y la de los
fascismos europeos. Las informaciones ob-
tenidas acerca de viejos militantes, por in-
termedio de la investigacion o de documen-
tos oficiales de la AIB, han permitido una
reconstruccion bastante precisa de la base
social del movimiento. Si se organizan los
datos disponibles en categorias, se puede ve-
rificar que en las direcciones nacional y re-
gional era la clase media superior (miem-
bros de profesiones liberales y oficiales
del ejercito) la que controlaba al aparato
del partido. En cuanto a los dirigentes y
a los militantes de base, lo esencial pro-
venia de dos categorias: la mayor parte
de los adherentes estaban inmersos en lits
clases medias inferio:c.s (pequefios propie-
tarios, empleados y funcionarios), con un
contingente perteneciente a estratos popu-
lares. Este ultimo grupo estaba constituido
por trabajadores ken su mayoria origina-
rios de industrias medias y pequefas),
agricultores o trabajadores rurales (en ge-
neral de zonas rurales donde la pequefia
propiedad era dominante) y de un ciertonumero de artesanos. Este perfil de la
composici6n social del integralismo parece
bastante pr6ximo al modelo europeo y,
sobre todo, al fascismo italiano y al nacio-
nalsocialismo aleman, lo que confirma
tambien el andlisis de Linz 52
El tipo de organizacion del integralismo
constituye otra caracterfstica importante
para definir la naturaleza de este movi-
miento. No se puede disociar, en un movi-
miento fascista, la ideologia y la organi
zacion, porque existe una relacion expli.
cita entre la estructura de esta iltima y
Integralism (1932-1933), The Catholic University
of America. Washington, 1972; Helgio TRIN-
DADE. Integralismo: o fascismo brasileiro na
decada de 30, Difel, San Pablo, 1974; Stanley
HILTON: "A Acao Integralista Brasileira: Fas-
cism in Brazil (1932-1938)" en 0 Brasil e a crise
internacional (19301 945), Civilizacao Brasileira,
Rio, 1977; Gilberto VASCONCELOS: A ideo-
logia curupira (Analise do discurso integralis-
ta), Brasiliense, San Pablo, 1979.
51 Vease Helgio TRINDADE: "Integralismo:
teoria e praxis politica nos anos 30", en Histo-
ria Geral da Civilizafao Brasileira, III, Brasil
Republicano, tomo 3, Difel, San Pablo, 1981 -pp.
297-335; H. TRINDADE: Integralismo, op. cit.
pp. 129-277.
52 Juan LINZ: "Some Notes Toward a
Comparative Study of Fascism", en Sociological
Historical Perspective, op. cit., pp. 59-87.
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LA CUESTION DEL FASCISMO EN AMERICA LATINA
el contenido de la primera. Generalmente,
las organizaciones polifticas autoritarias se
estructuran de manera jerirquica, con el
fin de encuadrar eficazmente a sus mili-
tantes. Sin embargo, la organizaci6n inte-
gralista ha jugado un doble rol: instru-
mento de movilizaci6n, de encuadramiento
y de socializaci6n ideolo6gica y prefigura-
ci6n del "estado integralista". La estruc-
tura de la AIB, desde su jefe hasta los mili-
tantes de base, forma una organizaci6n
burocratica y totalitaria. La burocracia
de la organizaci6n se manifiesta por la in-
termediaci6n de un sistema de 6rganos,
de funciones, de roles, de comportamientos
minuciosamente previstos por los regla-
mentos, las decisiones del jefe y los ritua-
les. El totalitarismo se expresa a trav6s de
las relaciones rigidas entre los 6rganos de
encuadramiento de los militantes (desde
las organizaciones de la juventud hasta
la milicia), la sumisi6n incondicional y
la fidelidad a las jerarquias superiores.
E1 analisis del caso brasilefio podrifa
ser una respuesta a la objeci6n de De Feli-
ce, que insiste sobre los limites europeos
del fen6meno fascista. El integralismo re-
produce los rasgos caracteristicos de los
movimientos fascistas europeos sin ser
una simple replica de esos movimientos.
La situaci6n del Brasil entre las dos guerras
ha favorecido el desarrollo del integralis-
mo como movimiento de masas, transfor-
mandolo en una amenaza para el proceso
politico tradicional. Esta experiencia polf-
tica fascista ha dado su importancia a la
6poca y sus efectos sobre la evolucion de
la sociedad brasilefia constituyen proba-
blemente un caso aparte. Es solamente
por un esfuerzo continuo de investigacion
y de analisis en la profundizaci6n del de-
bate sobre el fascismo en America Latina,
de modo especial por estudios monogra-
ficos53 y la comparacion de diversos casos
fascistas de paises latinos, que se llegara a
obtener una respuesta definitiva sobre los
verdaderos limites del fen6meno.
Traducido por Daniel J. Santamaria
53 Jean MEYER: Le Sinarquisme: un mouve-
ment fasciste mexicain (1937-1947), Hachette,
Paris, 1977; Michael POTASHNIK: Nacismo:
National Socialism in Chile (1932-1938), Uni-
versity of California, Los Angeles, 1974; Hugh
CAMPBELL, The Radical Right in Mexico
(1929-1939), PhD diss., University of Califor-
nia, Los Angeles, 1968.
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Article Contents
p. [429]
p. 430
p. 431
p. 432
p. 433
p. 434
p. 435
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p. 438
p. 439
p. 440
p. 441
p. 442
p. 443
p. 444
p. 445
p. 446
p. 447
Issue Table of Contents
Desarrollo Economico, Vol. 23, No. 91, Oct. - Dec., 1983
Front Matter
La nueva distribución funcional del ingreso en la Argentina [pp. 315 - 337]
Movimientos obreros y sistemas políticos: un análisis conceptual y tipológico [pp. 339 - 368]
Chile: Resultados distributivos 1973-82 [pp. 369 - 394]
Cambios en el liderazgo industrial argentino en el período de Martínez de Hoz [pp. 395 - 422]
Notas y Comentarios
El salario real y la restricción externa de la economía [pp. 423 - 427]
La cuestión del fascismo en América Latina [pp. 429 - 447]
La crisis financiera argentina: 1980-1982. Algunos comentarios [pp. 449 - 455]
La crisis financiera argentina: 1980-1982. Réplica [pp. 456 - 459]
In Memoriam: Dudley Seers (1921-1983) [p. 460]
In Memoriam: Jorge Leonardo Cortigiani (1941-1983) [p. 461]
Reseñas Bibliograficas [pp. 462 - 465]
Back Matter [pp. 466 - 466]