Logo Passei Direto
Buscar
Material
páginas com resultados encontrados.
páginas com resultados encontrados.

Prévia do material em texto

La boda en blancoLa boda en blanco
Diana Palmer
22º Hombres de Texas
La boda en blanco (2009)
Título Original: The wedding in white (2000)
Serie: 22º Hombres de Texas
Editorial original: Silhouette 
Sello: Deseo
No está editada en castellano, es una traducción del 
inglés
Género: Contemporáneo
Protagonistas: Mack Killain y Natalie Brock
Argumento:
La dulce y suave maestra Natalie Brock cambió su vida para 
siempre cuando el apuesto ranchero Mack Killain con su 
maravilloso beso, le demostró, tentadoramente lo que era la 
verdadera pasión. Desde ese primer despertar sensual, Natalie 
sabía que Mack es el único hombre para ella. El problema más 
difícil era que el solitario ranchero, había jurado estar fuera del 
mercado del matrimonio -especialmente con una inocente como 
ella- como le había dicho en más de una ocasión. Pero Natalie no 
iba a renunciar. Mack le había enseñado que valía la pena la 
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
lucha y Natalie no se conformaría con nada menos que todo su 
amor.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 2-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 1
—¡Nunca me casaré! —gimió Vivian—. Él no me deja quedar 
aquí con With. ¡Yo sólo quería que viniera a cenar, y ahora tengo 
que llamarle y anular la cita! Mack es odioso. 
—No, no —dijo Natalie Brock, abrazando a la joven—. Él no 
es odioso. Lo que pasa es que no entiende tus sentimientos por 
With. Y tienes que recordar que ha sido responsable de ti desde 
que tenías quince años.
—Pero él es solo mi hermano, no mi padre—, respondió 
sollozando, secándose las lágrimas con el dorso de la mano—. Ya 
tengo veintidós años— agregó en tono de queja—. ¡Además, él 
ya no tiene porqué decirme lo que tengo o no que hacer!
—Claro que puede, es el administrador del Ridge Ranch —le 
recordó Natalie irónicamente. El Ridge Ranch era el más grande 
en esta parte de Montana, incluso se le puso el mismo nombre a 
la ciudad—. Él es el gran jefe.
—¡Bah!— Vivian se secó sus enrojecidos ojos con un pañuelo
—. Sólo porque papá se lo dejó a él.
—Eso no es del todo cierto—, replicó divertida—. Tu padre le 
dejó un rancho que estaba casi en la quiebra, y con una hipoteca 
sobre él, que el banco estaba intentado recuperar —señaló con la 
mano todo el suntuoso mobiliario victoriano de la sala—. Todo 
esto ha salido de su duro trabajo, no del testamento.
—Y por eso, todo lo que McKinzey Donald Killain quiere, lo 
consigue —dijo Vivian enfadada. 
Era raro oír que lo llamaran por su nombre completo. Desde 
siempre, todo el que había crecido, tanto en el rancho Killain, 
como en los alrededores de Ridge, Montana, le había llamado 
Mack. Era una abreviatura de su nombre, ya que pocos de sus 
amigos, cuando eran pequeños, podían pronunciarlo.
—Él sólo quiere seas feliz —dijo Natalie dijo en voz baja, 
besando la mejilla enrojecida de la joven rubia—. Voy a hablar 
con él.
—¿Lo harás?— dijo, mirándola con sus brillantes ojos azules 
llenos de esperanza. 
— Lo haré.
—Eres la mejor amiga que he tenido siempre, Nat —dijo 
Vivian fervientemente—. Nadie más por aquí tiene las agallas de 
decirle algo—, añadió. 
—Bob y Carlos no se sienten cómodos hablando con él—. 
Natalie defendió a los hermanos pequeños de la familia. Mack ha 
sido responsable de sus tres hermanos desde que tenía veinte 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 3-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
años. Ahora tenía veintiocho, y se había convertido en una 
persona dura e impaciente, un auténtico demonio a quien, la 
mayoría de la gente encontraban intimidante. Natalie lo había 
molestado y criticado en su adolescencia y todavía lo hacía. Lo 
adoraba, a pesar de su fuerte temperamento y su impaciencia 
legendaria. Sabía que mucho de ese mal humor venía de tener 
un ojo.
Poco después del accidente, podía haberle costado la vida 
en vez de perder el ojo, le dijo que con el parche de su ojo 
izquierdo parecía un pirata sexy. Él le dijo que se fuera a casa y 
se metiera en sus malditos propios asuntos. Hizo caso omiso de 
él y continuó ayudando a Vivian a cuidarlo, incluso cuando volvió 
a casa del hospital. No había sido fácil. Natalie era un estudiante 
del último año en la escuela secundaria que el ocupaba todo el 
tiempo. Se había mudado desde el orfanato, en el que había 
estado la mayor parte de su vida, a la casa de su tía soltera el 
año antes de que ocurriera el accidente. A su tía, la anciana Sra. 
Barnes, no le gustaba Mack Killain, aunque lo respeta. Natalie 
había tenido que pedirle a su tía que la llevara al hospital y 
después iba al rancho Killain, todos los días, para cuidar de Mack. 
Su tía había dicho que eso era el trabajo de Vivian, no el de 
Natalie, pero Vivian no podía manejar sola a su hermano mayor. 
Si hubiera estado solo, Mack se habría ido a la frontera del norte 
con sus hombres para ayudar a herrar a los terneros. 
En primer lugar, los médicos temían que hubiera perdido la 
vista en ambos ojos. Pero después, se dieron cuenta de que el 
derecho todavía funcionaba. Durante ese tiempo de 
incertidumbre, Natalie se quedó y se negó a irse, molestándolo 
cuando abatía, animándolo cuando quería irse. No dejó que se 
rindiera, y pronto había habido una leve recuperación. 
Por supuesto, la había despedido en el mismo momento en 
que puso los pies en la casa y no había protestado. Lo había 
conocido en sus peores momentos y estaba resentido. Estaba 
claro que no la quería como amiga y no insistió. Como huérfana, 
estaba acostumbrada al rechazo. Su tía no se había preocupado 
por ella, hasta le diagnosticaron una insuficiencia cardíaca y 
necesitó que alguien la cuidara. Natalie había ido 
voluntariamente, no sólo porque ella estaba cansada del 
orfanato, sino también porque su tía vivía en la parte sur del 
rancho Killain. Después de eso Natalie visitaba a su nueva amiga 
Vivian todos los días. Cuando su tía murió inesperadamente, 
dejándole unos ahorros considerables, fue cuando pudo ir a la 
Universidad y pagar los gastos de la casa en la que había vivido 
su tía y ella.
Vivía frugalmente y había conseguido todo por sí misma. 
Ahora, casi no tenía dinero, pero había sacado buenas notas y le 
habían prometido de un puesto de maestra en la escuela local 
cuando se graduara. La vida, a sus veintidós años, parecía 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 4-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
mucho mejor que a los seis, cuando a una niña llorosa la habían 
sacado de su casa y la habían llevado al orfanato, después de 
que un incendio hubiera matado a sus padres. Al igual que Mack, 
que también había tenido su parte de tragedia y dolor. 
Pero enseñar era estupendo. Quería a alumnos de primer 
grado, tan abiertos, cariñosos y curiosos. Eso iba a ser su futuro. 
Había estado saliendo, durante varias semanas, con Dave 
Markham, un profesor de sexto grado en la escuela. Pero lo que 
nadie sabía era que eran más amigos que novios. Dave fue muy 
amable con la empleada de la agencia local de seguros, que 
estaba fantaseando sobre uno de los hombres con los que 
trabajó. Natalie, de momento, no estaba interesada en el 
matrimonio. Su única experiencia en el amor había sido una 
relación con un chico un poco más mayor que ella, cuando 
estudiaba el último curso. Acababan de empezar a salir, cuando 
se estrelló contra una roca, mientras volvía a casa después de 
haber estado pescando el fin de semana con su primo. Perder a 
sus padres, y después a su primer amor, le habían enseñado los 
peligros del amor. Quería estar segura. Quería estar sola. 
Además de eso, era demasiado cuidadosa para saltar de 
cama en cama en unas relaciones que parecían el objetivo de 
muchas jóvenes modernas. Ella no teníaningún interés en 
enamorarse o en mantener una relación puramente física. Así 
que hasta que Dave llegó, no había vuelto a salir. Bueno, eso no 
era del todo cierto, reconoció.
Estaba el baile que al que Mack la había convencido de que 
fuera, pero él era mucho mayor que los chicos del instituto de 
enseñanza superior de la ciudad que habían asistido. Sin 
embargo, él le había hecho la pelota a Natalie para que lo 
acompañara. Mack se burlaba de cualquier norma, pero lo hacía 
porque carecía de la gracia para alternar en sociedad. Antes de 
irse, seguro que daba más de un tema de conversación para 
debatir después. 
Sin embargo, ella no le había pedido que la llevara. Parecía 
que no le gustaba nadie en estos días. Especialmente Natalie. 
A Natalie no le molestaba su agresiva compañía, en 
absoluto. Admiraba que prefiriera decir la verdad, incluso aunque 
no les gustara a los demás, y lo que pensaba aunque no fuera 
socialmente aceptable. A ella también le gustaba decir lo que 
pensaba. Eso lo había aprendido de Mack. La había forzado a 
defenderse poco después de que se hiciera amiga de su 
hermana. Se protegió con un muro porque no quería abandonar 
y llorar. La enseñó a tener los pies en la tierra y a mantener sus 
ideas. La hizo lo bastante fuerte como para que pudiera soportar 
casi cualquier cosa. 
Recordaba la pelea que tuvieron la noche que la invitó al 
baile. La había dejado en la puerta de su casa con un comentario 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 5-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
demasiado venenoso, con el ojo tapado y ninguna sonrisa que 
hiciera que su cara fuera menos dura. Sin embargo, había 
demasiadas cosas entre ellos para permitir que un desacuerdo 
los mantuviera separados. 
Mack parecía más mayor de los veintiocho años que tenía. 
Desde muy joven había tenido que soportar una responsabilidad 
tan grande sobre sus anchos hombros que no había tenido una 
verdadera infancia. Su madre había muerto joven, y su padre 
había sucumbido a la bebida y empezó a maltratar a los niños. 
Mack los había defendido, muchas veces recibiendo los golpes 
destinados a los otros tres. Al final, su padre había sufrido un 
derrame cerebral y lo habían ingresado en una residencia de 
ancianos, mientras que Mack mantuvo junto a él a los pequeños 
Killains, mientras trabajaba como mecánico en la ciudad. Su 
padre murió cuando Mack tenía veintiún años, dejándolo con tres 
adolescentes que sacar adelante.
Mientras tanto, había invertido cuidadosamente, comprado 
acciones y empezado a criar su propia variedad de toros Angus. 
Tuvo éxito en todo lo que hizo. Su única y verdadera racha de la 
mala suerte, había sido cuando su caballo lo tiró al suelo en los 
pastos frente a un gran toro Angus. Cuando el toro lo embistió, 
había tratado de cogerlo por los cuernos para salvarse, ya que le 
había corneado en la cara. Había perdido la vista, pero, 
afortunadamente, sólo en un ojo. El resto del cuerpo estaba 
entero. Un cuerpo magnífico, que las mujeres encontraban muy 
atractivo físicamente Era el deseo secreto de toda mujer, hasta 
que abría la boca. Su falta de diplomacia le hacía quedarse solo. 
Natalie dejó Vivian llorando en la sala y fue a buscar a Mack. 
Estaba de rodillas sobre los adoquines de un compartimiento del 
espacioso y limpio establo, acariciando el pelaje de uno de sus 
coolíes de la frontera. La mayoría de las veces era un hombre 
amable, que quería a los animales. Cada animal extraviado, en el 
condado de Baker, era llevado al rancho Killain, por lo que 
siempre había amigos peludos por todas partes. Los coolíes de 
la frontera son para trabajar y se utilizan para ayudar a pastorear 
el ganado en las vastas llanuras. Pero Mack los adoraba, y el 
sentimiento era mutuo. 
Natalie se apoyó contra la puerta del granero con los brazos 
cruzados y sonrió ante la imagen que estaba viendo en ese 
momento. 
Como si intuyera su presencia, levantó la cabeza. No podía 
ver sus ojos bajo la sombra de su gran sombrero, pero sabía que, 
probablemente, la estaba mirando furioso. No le gustaba que las 
personas supieran lo humano que era.
—¿Visitando los barrios pobres, Srta. Educadora? —dijo, 
arrastrando las palabras y haciéndole una reverencia. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 6-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella sonrió, acostumbrada a sus comentarios.
—Quería ver cómo vive la otra mitad, Sr. ranchero— dijo ella
—. Vivian dice que no dejas que el amor de su vida entre por la 
puerta.
—Entonces, ¿qué eres tú?, ¿una virgen que se sacrifica para 
apaciguarme?— preguntó, acercándose a ella con un paso rápido 
y amenazante, que hizo saltar su corazón. 
—Supongo que tú no sabes si soy una virgen o no—, señaló 
cuando se detuvo apenas un palmo de ella. 
Él soltó una palabrota y sonrió burlonamente, esperando a 
ver lo que ella decía. 
Ella hizo caso omiso de su mala lengua, negándose a 
morder el cebo y le sonrió de nuevo. 
Aparentemente, eso lo desconcertó. Empujó su sombrero 
sobre su pelo negro azabache y la miró fijamente. Tenía sangre 
Lakota desde hacía dos generaciones. Él podía hablar ese idioma 
con fluidez, igual que el francés y el alemán. Dio clases a 
distancia en Internet. Era un gran estudiante, al que todo le 
fascinaba. 
Su mirada audaz vagó por su esbelto cuerpo enfundado en 
unos vaqueros bastante holgados y en un suéter de color 
amarillo suave de con el escote en forma de uve. Tenía pelo 
oscuro muy ondulado y los ojos verde esmeralda. No era bonita, 
pero sus ojos eran suaves y su boca formaba un suave arco. Su 
figura llamaba la atención, en especial la de Mack.
—El aspirante a novio de Viv, dejó embarazada a la hija de 
Henry el año pasado —dijo repentinamente 
Su grito entrecortado hizo que sus ojos se entrecerraran. 
—No tenías ni idea ¿verdad? —dijo él—. Viv y tú sois iguales.
—¿Perdón?
—En el gusto tan lamentable que tenéis para elegir a los 
hombres —añadió. 
Le echó una mirada de falsa indignación.
—Yo sólo iba a decir lo muy sexy que eres.
—No digas tonterías —dijo con increíble frialdad. 
Ella enarcó sus cejas.
—Vaya ¡qué susceptibles estamos hoy! 
La miró furioso.
—¿Qué quieres? Si es una invitación para que el amigo de 
Viv venga a cenar, no puede venir a menos que vengas tú 
también
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 7-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Eso la sorprendía. Generalmente, siempre estaba echándola 
de casa.
—¡Tres son una multitud! —murmuró ella. 
—Cuatro. Yo vivo aquí —señaló y frunció el ceño—. Más de 
cuatro —continuó—. Vivian, Bob, Carlos y yo. Tú y el aspirante a 
Romeo hacen seis.
—Eso está cogido por los pelos —señaló—. Estás sugiriendo 
que venga para que seamos un número par, ¿no? —reprobó.
Su cara no demostró ninguna emoción. 
—Ponte un vestido.
Esto la sorprendió realmente. 
—Escucha, ¿no estarás planeando ningún rito pagano para 
sacrificar una virgen? —preguntó, remarcando la palabra virgen. 
—Algo de escote bajo—, siguió diciendo, estrechando sus 
ojos y mirando de una manera sensual el perfil de sus senos bajo 
el jersey. 
—¡Déja de mirarme los senos! —replicó indignada, cruzando 
los brazos por encima de ellos. 
—Ponte un sujetador —dijo, imperturbable. 
Su cara enrojeció.
—¡Llevo un sujetador! 
Su ojo negro brilló.
—Ponte uno más grueso.
Ella lo miró furiosa.
—¡No sé que es lo que te pasa! 
Él levantó una ceja y su ojo resbaló por su cuerpo 
apreciativamente.
—Lujuria —dijo con total naturalidad—. Hace tanto tiempo 
que no he tenido relaciones sexuales que ni siquiera recuerdo 
cuando fue la última vez.
No podía contestar a un comentario como ese. Ellos habían 
compartido esos recuerdos de intimidad como dos viejos amigos. 
Ella no podía luchar verbalmentecon él su voz sonó una octava 
más baja de lo normal. Fue tan sensual que hizo que le 
temblaran las rodillas. Y le vino a la memoria una noche 
inolvidable que habían compartido. Las señales de peligro 
asomaron a su cerebro. 
Él suspiró teatralmente cuando hizo que ella se sonrojara.
—Hasta aquí llega toda la sofisticación que dices tener —
musitó él. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 8-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella se aclaró la garganta.
—Me gustaría que no dijeras esas cosas de mi —dijo 
preocupada. 
—Tal vez no debería —admitió. Con la mano le puso un 
mechón de pelo detrás de la oreja. Su tacto la estremeció y dio 
un paso atrás—. Nunca te haría daño, Natalie—, dijo 
tranquilamente. 
Logró esbozar una sonrisa nerviosa.
—Me gustaría que me lo pusieras por escrito —dijo, tratando 
de alejarse sin que pareciera que estaba intimidada, a pesar de 
que era así. 
Sin embargo, tenía la puerta del granero a su espalda y 
sabía que no había manera de escapar. Podía verlo sobre su cara 
cuando deslizó su largo brazo por su cabeza y le acarició la oreja 
con la mano. 
El corazón le subió a la garganta. Ella lo miró reflejando 
todos sus miedos en sus ojos verde esmeralda. 
Se miraron durante un largo rato, sin hablar. 
—Carl nunca te habría hecho feliz —dijo, de repente—. Su 
familia tenía dinero. Y no habrían dejado casarse a su hijo con 
una huérfana sin fortuna.
Sus ojos se oscureciendo dolorosamente.
—Tú no sabes nada de eso.
—Sí lo sé —respondió bruscamente—. Lo dijeron en el 
funeral, cuando alguien mencionó lo destrozada que estarías. Ni 
siquiera pudiste ir al funeral.
Ella recordaba eso. y, también, que Mack había ido a 
buscarla a casa de su tía la noche Carl había muerto. Su tía se 
había ido de comprar fuera de la ciudad, durante el fin de 
semana, y se había quedado completamente sola. Mack la 
encontró vestida con un camisón muy sexy de satén rosa y una 
bata, llorando. La había levantado en brazos y la llevo a la vieja 
butaca que había cerca de la cama. La había sentado en su 
regazo hasta que dejó de llorar. Después de esos recuerdos que 
todavía hacía que temblaran sus rodillas, había permanecido con 
ella toda la noche angustiado, sentado en una silla al lado de la 
cama, vigilando su sueño. Era tal el respeto que le tenía la 
comunidad que, ni siquiera la tía de Natalie había dicho una 
palabra acerca de su presencia allí, cuando, al volver de su viaje, 
se enteró de ello. Natalie inspirada en la defensa extrañas 
trimestres. Su ternura hacía que, incluso las personas más 
peligrosas, se volvieran vulnerables cuando estaban a su 
alrededor. 
—Tú me ayudaste—, recordó suavemente. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 9-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Sí —Su cara pareció tensarse cuando la miró—. Si, te 
ayudé
Se sentía tan cerca de él que era como si la levantara y la 
llevara en volandas. Pequeñas punzadas de placer atravesaron 
su cuerpo cuando notó su mirada fija y penetrante. La sensación 
era tan intensa cuando se miraron, que casi podía sentir su 
pecho desnudo contra el suyo. Habían pasado cinco años desde 
esa noche, pero parecía que había sido ayer. Era como caminar 
en la cuerda floja.
—Y cuando perdí la vista —continuó— tú estuviste conmigo.
Ella se mordió e labio superior para evitar que le temblara.
—No fui la única que trataba de ayudarte —le recordó. 
—Vivian lloró cuando le contesté bruscamente, y los niños 
se escondieron bajo sus camas. Tú no. Tú te hiciste cargo de la 
situación enseguida. E hiciste que quisiera seguir viviendo.
Bajó los ojos a su pecho. Tenía la complexión de un vaquero 
de rodeo, con los hombros y el pecho amplios. La camisa de 
cuadros estaba abierta en el cuello, y vio el vello grueso y se 
rizando que lo cubría desde e pecho a la cintura. No era un 
hombre peludo, pero estaba irresistible sin la camisa. Lo había 
visto de ese modo más a menudo de lo que le gustaría recordar. 
Era tan guapo bajo su ropa, como una escultura que había visto 
en las fotografías de las exposiciones del museo. Ni siquiera 
podía imaginarse como sería acariciar su pecho donde el vello 
era espeso…
—Tú fuiste muy amable conmigo cuando Carl se murió —
respondió. 
De nuevo había tensión entre ellos, cuando ella termino de 
hablar. Intuía una cólera acerada en él.
—Ya que estamos hablando de tu mal gusto respecto a los 
hombres, ¿qué ves en ese tal Markham? —preguntó secamente
—. Es tan remilgado como una tía solterona y, en una pelea, 
estaría fuera de combate en un momento.
Ella levantó la cara.
—Dave es mi amigo —dijo brevemente—. E, 
indudablemente, no es peor que las brujas con las que tú vas.
Él frunció los labios fuertemente.
—Glenna no es una bruja.
—Tampoco es una santa —le aseguró—. Y si no tienes 
relaciones sexuales, ¡puedo garantizar que no es porque ella no 
quiera —añadió sin pensar. Pero una vez que las palabras 
salieron de su boca, vio una mirada asesina en el ojo que no 
estaba tapado por el parche y le hubiera gustado morderse la 
lengua. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 10-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¿Vais a seguir gritando?— gimió Bob Killain, cuando se 
plantó ante la puerta de establo y se quedó mirándolos fijamente
—. ¡Si Sadie Marshall os oye mientras va hacia la cocina, le dirá a 
todo el mundo de su clase de la catequesis que vosotros estáis 
viviendo en pecado aquí! —exclamó, nombrando al ama de 
llaves de la familia Killain. 
Natalie lo miró indignada, con las manos apoyadas en las 
caderas.
—Deberías preocuparte por Glenna —le aseguró ella al joven 
y pelirrojo hermano de Mack—. Su nombre está escrito en tantas 
cabinas telefónicas, que podría reunir todas las condiciones 
necesarias para ser una atracción de feria.
Mack intentó no reírse, pero no pudo evitarlo. Se tapó los 
ojos con el sombrero y volvió a ser, otra vez, el ranchero.
—¡Oh, diablos, me voy a trabajar. ¿No tienes nada que 
hacer? —le preguntó a su hermano. 
Bob se aclaró la garganta tratando, sin éxito, de no reírse—. 
Voy a la casa de María Burns para ayudarla con la trigonometría.
—Llevarás protección, ¿no?— dijo Mack, en broma, 
volviéndose hacia él. 
Bob se puso tan colorado como su pelo.
—Bueno, no todos nos pasamos el día hablando de sexo —
murmuró. 
—No —estuvo de acuerdo Natalie, mirando a Mack 
jocosamente—. ¡Algunos tenemos que ir en busca de nombres a 
las cabinas telefónica y llamamos para concertar citas! 
—¿Puedes callarte, Nat? —dijo Mack, abriendo el 
compartimento de su caballo. Se subió a la silla, haciendo caso 
omiso de Natalie y Bob. 
—¡Volveré antes de medianoche! —dijo Bob, viendo una 
oportunidad de escapar. 
—Ya has oído lo que he dicho —dijo Mack. 
Bob hizo una inclinación de cabeza y salió fuera del rancho. 
—Sólo tiene dieciséis años, Mack—, dijo, recuperando la 
compostura lo suficiente para acercarse a él que estaba 
apretándole la cincha al caballo. 
Él la miró.
—Tú acababas de cumplir los diecisiete cuando estabas 
saliendo el héroe del fútbol —le recordó. 
Ella lo miró con curiosidad.
—Sí, pero, con la excepción de unos besos muy castos, no 
hubo mucho más.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 11-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Le echó una mirada divertida, antes de volver a su tarea. 
Probó la cincha, que estaba lo bastante tensa y ajustó los 
estribos. 
—¿Qué quieres decir con eso? —preguntó Natalie con 
curiosidad. 
—Tuve una larga charla con él cuando me enteré de que 
habías aceptado ir al baile de Navidad con él.
Ella se quedo con la boca abierta
—¿Quéle dijiste?
Puso un pie en el estribo y se subió a la silla de montar 
fácilmente. Se inclinó sobre el pomo y miró a Natalie.
—Le dije que, si te seducía, tendría que enfrentarse a mí y, 
también, se lo dije a sus padres.
Estaba horrorizada. Apenas podía respirar.
—De todos los entrometidos, presuntuosos… 
—Eras una mujer soltera que se había criado en un orfanato 
y, en aquel momento, vivías con tu tía, quien ni siquiera podía 
hablar de besos sin desmayarse —dijo, ya sin sonreír—. No 
sabías nada de los hombres ni del sexo ni de las hormonas. 
Alguien tenía que protegerte y no había nadie más que pudiera 
hacerlo.
—¡No tenías derecho! 
Su ojo sano, la miró con algo parecido a la posesión. 
—Tenía más derecho que nadie y algún día te diré porqué —
dijo tranquilamente—. Y eso es todo lo que voy a decir sobre el 
tema.
Le dio la vuelta el caballo, sin hacer caso a su furia. 
—¡Mack! —dijo, enfadada. 
Se paró y la miró. 
—Dile a Viv que puede invitar a su amigo para la cena el 
sábado por la noche, con la condición de que tú también vengas.
—¡No quiero venir!
Vaciló por un momento, entontes giró el caballo hacia ella.
—Tú y yo no siempre estaremos de acuerdo en todo —dijo
—. Pero estamos más cerca de lo que parece. Te conozco —
añadió en un tono que hizo que le temblaran las rodillas—. Y tú 
también me conoces a mí. 
Ella no podía luchar contra las emociones que la confundían 
y la agitaban más de lo que lo habían hecho nunca y lo miró con 
ojos que traicionaban su anhelo por él. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 12-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Dió un largo y lento suspiro, que hizo que su rostro se 
relajara.
—No voy a disculparme por cuidar de tí.
—Yo no soy parte de tu familia, Mack—, dijo roncamente—. 
¡Puedes decirles a Viv, a Bob y a Charles lo que tienen que hacer, 
pero a mí no!
Miró su cara enfadada y sonrió suavemente, de una manera 
que, rara vez, sonreía a nadie—. ¡Oh, no estoy diciendo, pequeña 
—respondió, suavemente. 
—¡Y tampoco me llames pequeña!
—Todo pasión y furia —dijo él, mirándola—. ¡Vaya 
desperdicio!
Ella estaba tan confundida que no podía ni pensar.
—¡No entiendo a nadie hoy! 
—No —dijo él dándole la razón y dejando de sonreír. La miró 
fijamente a los ojos—. Deberías trabajar más en eso, también.
Le dio la vuelta al caballo, y esta vez ya no se volvió. 
Ella quería tirar cosas. No podía creer que le hubiera dicho 
tales cosas, que hubieran estado tan cerca en el granero que, 
por un instante, pensó que quería besarla. No un casto beso en 
la mejilla, como en Navidad bajo el muérdago. Sino un beso 
como los que había visto en las películas, cuando el héroe 
aplasta a la heroína contra su cuerpo y ponía su dura boca la 
suyo hasta que les faltaba la respiración. 
Trató de imaginar la firme y hermosa boca de Mack sobre 
sus labios, y tembló. Ya era bastante malo recordar lo que había 
pasado, la lluviosa noche en que Carl había muerto, cuando uno 
de los delgados tirantes de su camisón se había deslizado hacia 
abajo por su brazo… 
¡Oh, no, se dijo firmemente a sí misma! ¡Nada de eso! No 
iba a empezar a soñar, de nuevo, acerca de Mack y ella. Ya lo 
había hecho una vez y las consecuencias habían sido horribles. 
Volvió a la casa para darle Viv las malas noticias. 
—¡Pero eso es maravilloso! —exclamó su amiga, sonriendo 
en lugar de llorar—. Vendrás, ¿no?
—Él está tratando de manipularme —dijo Natalie irritada—. 
¡Y no se lo voy a permitir! 
— Pero si no vienes, tampoco puede venir Whit —replicó Viv
—. Si de verdad eres mi amiga, tienes que venir.
Natalie se quejó pero, al final, se rindió 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 13-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Vivian le dio un gran abrazo.
—Sabía que lo harías —dijo, alegremente—. —¡Apenas 
puedo esperar hasta el sábado! Os gustará a Mack y a tí. Es un 
tipo muy amable.
Natalie vaciló, pero si no se lo decía ella, sin duda lo haría 
Mack, y muy ampliamente. 
—Viv, ¿sabías que dejó embarazada a una chica? 
—Bueno, sí —dijo—. Pero fue culpa de ella —señaló—. Ella le 
perseguía y, cuando lo hicieron, me dijo que ella no le dejó 
utilizar ninguna protección.
Natalie se sonrojó por segunda vez ese día, terriblemente 
incómoda, hablando libremente de cosas bastante embarazosas. 
—Lo siento—, dijo Viv con una sonrisa—. Tienes muy poco 
mundo, ¿sabes?
—Eso es justo lo dijo tu hermano —murmuró Natalie. 
Vivian la estudió con curiosidad durante mucho tiempo. 
—Puede que no le guste Whit, pero le tampoco le gusta tu 
amigo Dave Markham. 
—Él se dedica a criticarme, mientras va por ahí detrás de 
Glenna Bimbo. ¡No te rías, no me hace ninguna gracia!
Vivian se aclaró la garganta.
—Lo siento. Pero es muy simpática —le dijo a su amiga—. Es 
sólo que le gustan los hombres.
—Uno tras otro, —estuvo de acuerdo Natalie—, e incluso 
varios a la vez, según dice la gente. Tu hermano va a coger 
alguna enfermedad terrible y será por su propia culpa. ¿Por qué 
sigues riéndote? 
—Estás celos —dijo Vivian. 
—¡Hoy no es mi día! —dijo Natalie, duramente—. Me voy a 
casa.
—Él sólo ha salido dos veces con ella, —dijo su mejor amiga, 
insistiendo impertérrita —y ni siquiera tenía lápiz labial en su 
camisa, cuando llegó a casa. Sólo fue a ver una película de 
acción.
—Estoy segura de que tu hermano no ha llegado a su edad 
actual, sin aprender a evitar las manchas de lápiz labial—, dijo 
beligerante. 
—A las mujeres les gusta —dijo Vivian. 
—Hasta que abre la boca y la fastidia—, añadió Natalie—. Su 
idea de la diplomacia es disparar y luego sonreír. Si a Glenna le 
gusta, ¡es sólo porque ha mantenida la boca cerrada! 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 14-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Vivian se rió.
—Supongo que podría ser cierto —confesó—. Pero él es un 
cambio absolutamente refrescante entre todas las personas 
políticamente correctas que tienen miedo de abrir la boca.
—Supongo que sí.
Vivian se puso de pie.
—¿Natalie? 
—¿Qué?
Ella miraba a su amiga en silencio.
—Todavía estás enamorada de él, ¿no? 
Natalie anduvo rápidamente hacia la puerta. No iba a 
responder.
—Me tengo que ir. Tengo exámenes la próxima semana, y 
será mejor que estudie mucho. No quiero suspender los 
exámenes y quedarme sin mi graduación — añadió. 
Vivian quería decir a Natalie que tenía bastante idea de lo 
que había ocurrido entre ella y Mack hacía mucho tiempo, pero 
no quería avergonzar a Natalie hablando del tema. Su amiga era 
tan reprimida… 
—No sé lo que ocurrió —mintió—, pero tienes que recordar 
que sólo tenías diecisiete años. Y él veintitrés.
Natalie se dio la vuelta, su rostro estaba pálido y 
conmocionado.
—¿Él te dijo…? 
—Él no me dijo nada —dijo Vivian suave y honestamente. No 
necesitaba que se lo contara. Su hermano y su mejor amigo lo 
habían contado sin decir una palabra. Ella sonrió —pero tú 
caminabas como un alma en pena y nunca venías cuando él 
estaba en casa. Y él tampoco se quedaba en casa si sabía que 
ibas a venir a verme. Supuse que, probablemente, te había dicho 
algo muy duro y que habíais discutido. 
Natalie endureció sus facciones.
—El pasado es mejor dejarlo enterrado —dijo secamente. 
—No estoy curioseando. Solo hacía una observación.
—Voy a venir el sábado por la noche, pero sólo porque, si no 
lo hago, él no dejará que venga Whit —dijo Natalie un poco 
rígida. 
—No lo mencionaré nunca más —dijo Vivian, y Natalie sabía 
lo que quería decir—. Lo siento. No quise recordarte nada 
doloroso.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 15-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—No duele. Hace mucho tiempo que lo he olvidado. —La 
mentira se deslizó suavemente por su boca, y le sonrió por 
última vez en Vivian, antesde salir por la puerta. Fingir que no le 
importaba era la cosa más difícil que había hecho en muchos 
años. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 16-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 2 
Natalie se sentó en el aula de la escuela primaria a la 
mañana siguiente, con los ojos enrojecidos por haber estado 
hasta muy tarde la noche estudiando para los exámenes. Era 
importantísimo que revisara sus apuntes de clase todas las 
noches para que cuando llegara el día del examen estuviera 
preparada. Apenas había tenido tiempo para pensar, y tampoco 
no quería hacerlo. No quería volver a recordar lo que había 
pasado noche cuando ella tenía diecisiete años y Mack la había 
abrazado en la oscuridad. 
La suave voz de la Sra. Ringgold, recordándole que era el 
momento de empezar a escribir, la devolvió la presente. Se 
disculpó y organizó la clase en pequeños grupos alrededor de las 
dos mesas grandes de la clase. La Sra. Ringgold y ella estuvieron 
juntas ayudando a los niños a escribir bien las letras del 
abecedario, tomandose el tiempo necesario para estudiar y 
corregir o alabar el trabajo de cada uno. 
Durante el almuerzo que se reunió con Dave Markham. 
—Tienes mala cara hoy —le dijo con una sonrisa. 
Era alto y delgado, pero no igual que Mack. Dave era un 
intelectual al que le gustaba la música clásica y la literatura. No 
podía montar o lanzar lazo y tampoco sabía nada sobre 
agricultura. Pero era amable y, además, era alguien con quien 
podía salir sin tener que pelearse después de postre. 
—La Sra. Ringgold dice que lo estoy haciendo muy bien en 
la clase —ella aconsejó—. El profesor Bailey viene a mañana a 
verme trabajar. Y, la próxima semana, será el final — Hizo como 
si se estremeciera. 
—Vas a probar —le dijo, sonriendo—. Todo el mundo le tiene 
pánico a los exámenes, pero si repasas los apuntes todos los días 
no tendrás ningún problema con ellos.
—Me gustaría poder repasar mis apuntes—, le confió en voz 
baja—. Si el profesor Bailey me suspende por mi letra, me listos 
al estar fuera de mi oreja.
—¿Y tu vas a enseñar a los niños a escribir?—le preguntó, 
simulando estar horrorizado. 
Ella fijo su vista en él. 
—Escucha, no puedo enseñarle a los demás lo que yo no se 
hacer. No todo consiste en hablar con voz autoritaria.
—Tú lo haces bastante bien —tuvo que admitir—. He oído 
que has tenido un buen profesor.
—¿Qué? 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 17-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—McKinzey Killain —le contestó. 
—Mack —lo corrigió—. Nadie lo llama McKinzey.
—Todo el mundo l llama Sr. Killain, excepto tú —le dijo él—. 
Y por lo que he escuchado, la mayoría de la gente de por aquí, 
trata de no llamarlo de ninguna manera.
—Él no es tan malo —dijo—. Lo que pasa es que tiene un 
pequeño problema a la hora de ser diplomático.
—Sí —No sabe lo que es eso. 
—Debido a tu estatus, tú no tienes que hacerlo —dijo 
riéndose entre dientes—. ¿Realmente vas a comer hígado 
encebollado?— preguntó, echando un vistazo en su plato y hacer 
una mueca de asco. 
—La carne de estos órgano son muy sanas. Bastante más 
que eso —dijo mirando su taco mexicano—. Tu estómago se va 
a estropear con tanto pimiento jalapeño.
—Afortunadamente, tengo un estómago de hierro, gracias.
—¿Qué te parece que si vamos al cine el sábado por la 
noche? —preguntó—. Están poniendo la nueva película de 
ciencia ficción en el Grand.
—Me encantaría… oh, lo siento, no puedo —se corrigió, 
haciendo una mueca—. Le prometí a Vivian que iría a cenar con 
ella esa noche.
—¿Es algo habitual? —quiso saber. 
—Sólo cuando Vivian quiere llevar un amigo a casa —dijo 
con una sonrisa triste—. Mack dice que si no voy yo, su novio no 
puede ir.
La miró extrañado.
—¿Por qué? 
Ella anduvo con su bandeja, buscando un lugar para 
sentarse.
—¿Por qué? No lo sé. Sólo fue una condición. Tal vez pensó 
que yo no iba a ir y así tampoco iría el amigo de Viv. No le gusta 
nada en absoluto el chico. 
—Oh, ya veo.
—¿De dónde ha salido toda esa gente?— preguntó con 
curiosidad, ya que había muy pocos sitios libres. 
—Visitas de la Comisión de la Junta de Educación. Están aquí 
para estudiar el problema del espacio — añadió divertido. 
—Deberían darse cuenta de que, especialmente ahora, no 
hay demasiado espacio.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 18-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Estamos esperando que acepten concedernos una 
cantidad del presupuesto, para que podamos deshacernos de los 
remolques que estamos utilizando actualmente como aulas.' 
—Me pregunto si lo conseguiremos.
Él se encogió de hombros.
—Cualquiera sabe. Cada vez que hablan de aumentar la 
cuota de contribución, se ponen a protestar, sobre todo aquellos 
que no tienen hijos.
—Ya me acuerdo.
Encontraron dos asientos al final de la mesa de los 
profesores y se sentaron a comer. Ella sonrió al comité de 
visitantes y pasó, el tiempo que le quedaba de su comida, 
discutiendo sobre el nuevo equipo de juegos de la junta de 
educación que ya les había prometido. Ella agradeció poder 
pensar en algo que no fuera Mack Killain. 
La pequeña casa de Natalie estaba a las afueras de rancho 
Killain, y a menudo se quejaba de que su jardín estuviera en la 
parte de atrás. Había tan poco césped que podía usar un corta 
césped para trabajar. Lo que sí tenía era una valla con rosas por 
todos lados. Le gustaba sentarse en el pequeño patio y observar 
los pájaros que iban y venían a los pequeños comederos que ella 
había colgado del alto álamo que había en el jardín. Más allá de 
la cerca, podía ver, de vez en cuando, la zona donde pastaba el 
ganado Angus, de pura raza, que criaban los Killain. La vista era 
maravillosa. 
La casa, por dentro, era otra historia. La cocina tenía una 
estufa, un frigorífico y un fregadero y poco más. La sala de estar 
–comedor tenía un sofá y un sillón, bastante usado y una 
alfombra persa con agujeros. El dormitorio tenía una cama 
individual y un aparador, un viejo sillón y una silla. Las ventanas 
eran pequeñas y, todas, necesitaban reparación. Como hogar no 
era el sueño americano, pero, a Natalie, cuya vida había 
transcurrido en un orfanato, era un lujo tener su propia casa. 
Hasta su tercer año de secundaria, cuando se trasladó a la casa 
de su tía para convertirse en una compañera, enfermera y ama 
de casa, durante dos años hasta que ella murió de repente, 
nunca había tenido nada propio. 
Ella tenía un retrato enmarcado de sus padres y otro de 
Vivian, Mack, Bob y Charles, los cuatros hermanos Killain, que 
ella había hecho durante una barbacoa a la que la había invitado 
Vivian en el rancho. Cogió la fotografía y miró fijamente al 
hombre más alto del grupo. Miraba la cámara furioso y ella 
recordó, divertida, que él había estado tan ocupado diciéndole 
como hacer la foto que había salido con la boca abierta. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 19-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Era siempre igual. Sabía hacer un montón de cosas muy 
bien, y no se cortaba dándole instrucciones a los demás. Un día, 
había entrado directamente en la cocina de un restaurante para 
enseñarle, al altivo chef francés, cómo hacer una salsa barbacoa. 
Afortunadamente, el segundo de ellos se había ido por la puerta 
de atrás, antes de romper nada. 
Puso la foto en su sitio y fue a hacerse un sándwich. Mack le 
dijo que no comía bien y tenía que darle la razón. Podía cocinar, 
pero le parecía una pérdida de tiempo de armar tanto jaleo para 
ella sola. Además, generalmente estaba tan cansada cuando 
llegaba a casa de sus clases que no tenía ni fuerzas para 
prepararla comida.
Puso jamón, lechuga, queso y mayonesa en el pan, todas las 
cosas esenciales, pensó. Comprobó su último esfuerzo antes de 
que comérselo. No estaba mal para una mujer soltera. 
Se sentó frente a la pequeña televisión en color que los 
Killains le habían regalado la pasada Navidad, un regalo por el 
que había protestado, por todo lo que les había ayudado. Puso 
las noticias y, como siempre, todas eran malas. La puso en un 
canal de dibujos animados. La historia de Marvin el Marciano era 
mucho mejor que todo lo que pasaba en Washington, DC 
Cuando terminó su bocadillo, se quitó los zapatos y se hizo 
un ovillo en el sofá con una taza de café solo. No hay nada como 
tener un verdadero hogar, pensó, mientras sus ojos sonrientes 
miraban alrededor de la sala. Y hoy era viernes. Había 
intercambiado su turno con otra compañera, así que tenía el 
viernes y el sábado libres del trabajo a tiempo parcial que hacia 
en la tienda de comestibles. El domingo también estaba abierto 
el domingo, pero como había poca gente, Natalie no tenía que ir 
tampoco ese día. Sería un sueño de fin de semana si no tuviera 
que vestirse para ir a cena de la noche siguiente al rancho 
Killain. Esperaba que Vivian no fuera en serio acerca del joven 
que había invitado a cenar, porque, cuando Mack no aprobaba a 
alguien, no solían volver. 
Natalie sólo tenía un buen vestido, de crêpe negro, con unos 
finos tirantes, que caía en línea recta hasta los tobillos. Tenía un 
chal a juego y un par de zapatos clásicos. Se maquilló más que 
de costumbre e hizo una mueca ante lo que veía. Todavía no 
aparentaba su edad. Podía haber pasado por una chica de 
dieciocho años. 
Se montó en su coche y condujo hacía el rancho Killain, 
mirando con aprobación la nueva pintura que los hombres de 
Mack había dado a las valla de alrededor de la gran casa 
victoriana, con su exquisita carpintería y las galerías 
entramadas. Podrían haber dormido, cómodamente, hasta diez 
invitados incluso antes de que Mack añadiera otro ala para dar 
que cada uno de sus hermanos tuvieran su propia habitación. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 20-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Había un garaje combinado en la parte de atrás donde guardaba 
Mack el Lincoln y el enorme camión que utilizaban en el rancho. 
Había un moderno establo donde se guardaban los tractores y 
las cosas de mantenimiento del rancho. También había otro 
establo mayor donde Mack guardaba sus mejores toros, y otro 
más, para los caballos y las sillas de montar. Había una cancha 
de tenis, que se utilizaba muy poco, una piscina cubierta de 
tamaño olímpico y un invernadero. Este último era el favorito de 
Natalie cuando iba de visita. Mack cultivaba muchas clases de 
orquídeas, y a Natalie le gustaban tanto como a él. 
Ella esperaba encontrarse con Vivian a reunirse al pie de los 
escalones, pero fue Mack el que apareció. Llevaba un traje 
oscuro y parecía elegante y perturbador, mientras, con las 
manos metidas en los bolsillos, esperaba a que ella subiera la 
escalera.
—¿No tienes otro vestido? —le pregunto irritado—. Siempre 
que vienes te pones el mismo.
Ella levantó la barbilla arrogantemente.
—Trabajo seis días a la semana para pagarme la 
universidad, pagarlos gastos de la casa, los impuestos y la 
comida, por lo que no me queda casi nada y menos para 
comprarme un vestido nuevo.
—Excusas, excusas—, murmuró él. Con los ojos se 
entrecerrados miró el escote del vestido—. Y lo que menos me 
gusta es el escote —dijo en breve—. Enseñas demasiado los 
senos.
Levantó las dos manos, tirando su pequeño bolso de noche 
casi contra el techo. 
—Oye, ¿se puede saber que tienes contra mis pechos 
últimamente? —le preguntó.
Él frunció el ceño mientras miraba fijamente su corpiño. 
—Estás alardeando de ellos.
—¡Eso no es verdad!
—Está bien que lo hagas delante de mí, —continuó 
monótonamente—, pero no quiero que al novio golfo de Vivian se 
le empiece a caer la baba por ti, durante la cena.
—No atraigo esa clase de atención—, farfulló.
—Con un cuerpo como el tuyo, atraerías la atención hasta a 
un muerto —, dijo brevemente—. Sólo mirarte hace que me 
excite.
No tenía ninguna respuesta. La había dejado muda con ese 
comentario típicamente franco.
—¿No tienes nada descarado que decir?— se burló él.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 21-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Sus ojos lo inspeccionaron a través del bien cortado traje. 
—No pareces estar excitado ahora.
—¿Cómo lo sabes? —le preguntó—. Ni siquiera sabes lo que 
es una excitación dolorosa.
Ella frunció el ceño. 
—No te entiendo.
—Una mujer con experiencia, no tardaría ni cinco segundo 
en entender lo que he dicho —dijo él—. No sólo eres una 
reprimida, sino que estás ciega.
Ella arqueó las cejas.
—¿Perdón?
Enojado, dejó salir el aliento.
—¡Oh, diablos, olvídalo —se volvió sobre los talones y dijo:— 
¿Vienes o no?
—Están insoportable esta noche —murmuró secamente, 
siguiéndolo—. ¿Qué te pasa? ¿Es que no puede Glenna quitarte 
ese… dolor constante? 
Se detuvo tan bruscamente que ella casi tropezó contra su 
espalda. Se volvió y la cogió por la cintura, apretándola contra él. 
Un escalofrío la recorrió desde los pies a la cabeza atravesándole 
la espalda, mientras él restregaba, deliberadamente, su erección 
contra sus caderas. 
Mantuvo su mirada fija en ella, mientras su erección iba 
aumentando contra su estómago.
—Glenna no puede hacerlo porque no es ella quién lo 
provoca —dijo, burlándose de ella. 
—¡McKinzey Donald Killain! —exclamó, sin aliento por la 
indignación. 
—¿Te sorprende? —le dijo en voz baja. 
Trató de retroceder, pero él tiró de su mano, así que tuvo 
que quedarse atrapada en ese abrazo sensual. 
—¿Te molesta?— susurró, roncamente. 
Su respiración era entrecortada.
—Solo cuando te mueves —dijo, mientras otra ola de deseo 
se expandía a través de su poderosa estructura. 
Ella lo miraba con curiosidad, con el cuerpo relajado 
mientras sus fuertes manos seguían acariciándole las caderas 
muy suavemente. 
Volvió a mirarla con su ojo bueno entrecerrado, buscando su 
cara.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 22-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Nunca me he sentido así —dijo roncamente. 
Ella estaba fascinada, no sólo con la intimidad de su 
posición, sino también con el extraño sentimiento de posesión 
que podía despertar en ella tan fácilmente. No estaba 
avergonzada. Se sentía posesiva con él. Siempre se sintió así. 
—¿Le produces esto mismo a Markham?— preguntó, sin 
sonreír. 
—Dave es mi amigo —respondió ella—. Nunca se le ocurriría 
sujetarme… de esta manera.
—¿Lo dejarías, si lo hiciera? 
Pensó en ello por unos segundos y frunció el ceño otra vez, 
preocupada.
—Por supuesto que no —dijo, regañadientes. 
—¿Por qué no? 
Lo miró fijamente.
—Sería desagradable… con él.
Él sintió que su corazón saltaba.
—¿Sería? —preguntó él—. ¿Por qué?
—Es sólo que… lo sería
Sus manos se extendieron descaradamente sobre sus 
caderas y la atrajeron más contra su cuerpo. Él tembló ante el 
placer que se extendió a través de su cuerpo. Apretó los dientes, 
y cerró los ojos cuando se agachó para apoyar su frente contra la 
de ella.
Natalie sentía como se endurecían sus pezones. Sus brazos 
estaban ahora bajo los de él y sus manos tocaban el áspero 
tejido de su chaqueta. Su pequeña bolso estaba en el suelo del 
porche, completamente olvidado. Ella no sintió, vio ni oyó nada, 
excepto a Mack. Su cuerpo entero latía satisfecho por la 
sensación de lo cerca que estaba de ella. Podía sentir su aliento 
a menta en sus labios, mientras los sonidos de la noche se 
fueron haciendocada más insignificantes. 
—Natalie —susurró roncamente, y sus manos empezaron a 
subir y bajar por sus caderas de una manera lenta y dulce 
rozándola contra él. Gimió bruscamente.
Ella tembló de placer. Su cuerpo agitó con esas deliciosas y 
peligrosas sensaciones. 
—¿Mack?— susurró ella, rozándose contra él con un ritmo 
involuntariamente sensual. 
Deslizó sus manos por sus caderas, su cintura y acarició, 
descaradamente, sus pechos a través de la delgada línea de 
encaje de la tela del sujetador que llevaba debajo el vestido. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 23-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Mientras ella lo miraba, él metió las manos dentro del escote de 
su vestido para acariciarle la piel sedosa de sus senos. Ella se 
quedó sin aliento ante una caricia tan audaz. 
—Esto —dijo él, suavemente—, no es una buena idea.
—Por supuesto que no lo es— dijo Natalie insegura. Su 
cuerpo parecía tener voluntad propia, levantándose y 
desplazándose hacia las manos de Mack para que le acariciara 
sus pezones que estaban tan necesitados de que lo hiciera. 
—No —murmuró él en voz baja. 
—¿Mack? 
Su frente se apoyó suavemente contra la suyo mientras 
trataba recuperar el aliento.
—Si te toco como tú quieres, no voy a ser capaz de 
detenerme. Hay cuatro personas dentro de la casa, y tres de 
ellas se desmayaría si nos vieran de este modo.
—¿Realmente crees sería así?— preguntó en un suspiro. 
Sus pulgares se acercaron a los pequeños botones 
endurecidos por dentro del vestido y ella gimió. 
—¿Quieres que te toque?— susurró en sus labios. 
—¡Sí!— contestó con un nudo en la garganta. 
—No será suficiente, —murmuró él. 
—¡Lo será!, ¡Lo será! 
—No es suficiente —continuó él. Besó su boca y sus 
párpados cerrados, mientras sus pulgares avanzaban 
perezosamente hacia las copas de encaje—. Tienes unos bonitos 
pechos pequeños—, susurró él acariciando tiernamente la 
suavidad de su piel—. Me dan ganas ahora mismo de poner mi 
boca sobre ellos y mamar.
Ella gritó, conmocionada por las deliciosas imágenes que 
sus palabras producían en su mente. 
—Me duele —le susurró en sus labios, mientras su pulgar 
encontraba, finalmente, su duro pezón y lo acariciaba. 
Ella sollozó, apretando su cara contra la de él, temblando 
por la agonía de esa sensación increíble. 
Hizo un sonido áspero y la llevó más cerca del final de la 
oscura galería, lejos de la puerta y de las ventanas. Sus manos 
seguían acariciándola con insistencia, mientras su boca caliente 
y hambrienta presionaba contra su garganta justo donde su 
pulso latía con fuerza. 
—Sí —dijo ella intentando deshacer el nudo que tenía en la 
garganta y levantando aún más sus manos—. Sí, Mack, sí, por 
favor, ¡oh, por favor! 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 24-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¡Estás un poco loca!— él gimió. 
Segundos más tarde, había desabrochado el vestido y puso 
la boca donde antes habían estado sus manos y buscó la suave 
piel de su pecho para, finalmente, desplazar el sujetador y tomar 
en su boca el duro pezón. 
Sentía sus uñas en la nuca como pequeñas agujas, haciendo 
que su boca se acercara aún más y calmara la exquisita 
excitación que sentía con sus caricias, mientras él la apretaba 
entre sus brazos para tenerla todo lo cerca que fuera posible. 
La brusquedad con la que la empujó, la asombró y se sentía 
tan débil que apenas podía mantenerse en pie. Él se había 
alejado y apoyado contra la pared, respirando como si hubiera 
corrido una maratón, mientras su cuerpo se estremecía. Ella no 
sabía qué decir ni qué hacer. Estaba abrumada. Ni siquiera era 
capaz de abrocharse el vestido. 
Después de unos segundos, respiró fuertemente y se volvió 
hacia ella, que no se había movido ni un milímetro desde que se 
apartó de ella. Él sonrió tristemente. Era, pensó, dolorosamente 
inocente. 
—Ven aquí —dijo en un tono ronco, y le ayudó a abrocharse 
el vestido—. No puedes entrar así.
Lo miró de la misma manera que un gato pequeño y curioso, 
mientras la vestía, como si necesitara toda su concentración 
para hacerlo. 
—Natalie —se burló con dureza —tienes que dejar de mirar 
como si fueras la víctima de un accidente.
—¿Eso es lo que le haces a ella? —preguntó, con sus pálidos 
ojos verdes brillantes. 
Él masculló una maldición mientras le abrochaba el último 
botón del vestido.
— Glenna no es asunto tuyo.
—Oh, ya veo. Tú si puedes preguntarme acerca de mi vida 
social, y yo no puedo hacerlo, ¿es así como funcional?
Él frunció el ceño encogiéndose de hombros y la miró.
—Glenna no es alguien que está madurando todavía —
murmuró él—. Es una mujer adulta y sofisticada a la que no hay 
que ponerle un anillo de boda en el dedo para estar con ella.
—¡Mack!— Natalie exclamó furiosamente. 
—Ni siquiera tengo que mirarte para ver que te has 
sonrojado —dijo con demasiada fuera—. Tienes veinte y dos años 
y parece que no ha pasado ni un día por ti desde la noche que 
pasé contigo cuando murió Carl.
—Tú me estuviste mirando —susurró ella. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 25-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Las manos de él se tensaron.
—Suerte que tuviste de que solo te mirara.
Sus ojos buscaron su rostro a la débil luz.
—¿Querías que yo…? —dijo cuando se dio cuenta de lo que 
significaban sus palabras. 
—Sí, lo quería —confesó—. Pero sólo tenías diecisiete años.
—Y ahora tengo veintidós.
Él suspiró y sonrió.
—No hay mucha diferencia —murmuró él—. Y todavía no 
hay mucho futuro.
—No para un hombre que sólo quiere divertirse un poco de 
vez en cuando — dijo sarcásticamente. 
—Y tú, por cierto, no entras en esa categoría —le contestó 
dándole la razón—. Tengo dos hermanos y una hermana a los 
que cuidar todavía. No tengo sitio para una esposa.
—Muy bien. Simplemente olvida que te he propuesto 
matrimonio.
Sus dedos recorrieron suavemente sus labios hinchados.
—Además de las responsabilidades, no estoy listo para 
sentar cabeza. Me faltan muchos años todavía.
—Estoy segura de que podré devolver el anillo de 
compromiso, sin ningún problema.
Él parpadeó.
—¿Estamos hablando de lo mismo? 
—De todas formas, sólo te he comprado un anillo de 
compromiso barato — continuó escandalosamente—. 
Probablemente no te habría quedado bien, así que no te 
preocupes.
Comenzó a reír. No podía evitarlo. Ella realmente era como 
un dolor de muelas.
—¡Maldita sea, Natalie! —dijo abrazándola con fuerza, con 
un abrazo cariñoso, sin ningún asomo de lujuria. 
Ella lo abrazó también soltando un largo suspiro y con los 
ojos cerrados.
—Creo que esto se parece a los patitos —murmuró ella 
distraída.
—¿Qué dices? 
—Son impresionables. Siguen la primera cosa que ven en 
movimiento cuando salen del cascarón pensando que es su 
madre. Supongo que con los hombres y las mujeres ocurre lo 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 26-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
mismo. Eres el primer hombre que no me hace caso y supongo 
que estoy impresionada.
Su corazón latió salvajemente, mientras seguía abrazándola.
—El mundo está lleno de hombres que quieren casarse y 
tener hijos…
— Y encontraré uno algún día —terminó ella por él—. Te lo 
aseguro. Pero si, realmente, quieres que yo encuentre a otra 
persona, tengo que decirte que llevarme a rincones oscuros y 
quitarme a medias el vestido, no me parece la forma más 
adecuada de hacerlo.
Realmente se estaba riendo de él, de una forma tan patética 
que tuvo que dejar que se fuera.
—Me rindo —dijo impotente. 
—Ya es demasiado tarde —ella se volvió a buscar su bolso 
mientras hablaba—. Has dicho que no deseas mi anillo.
—Vamos a dentro, mientras tengamos tiempo —respondiómientras iba hacia la puerta. 
—Todavía no —dijo rápidamente, yéndose hacia donde 
había luz para mirarse en el espejo, tomándose su tiempo para 
retocarse el carmín y arreglarse el pelo. 
La miró tranquilamente, con los ojos fijos e intensos.
Puso la polvera en su bolso y fue hacia él.
—Será mejor que te arregles las ropas —murmuró ella 
después de examinar su cara—. Esa mancha de carmín no te 
pega nada.
Le echó una mirada furiosa, pero sacó su pañuelo y dejó que 
le quitara las manchas de la mejilla y el cuello. Afortunadamente, 
el pintalabios no había manchado el cuello blanco de su camisa, 
o no lo habría podido ocultar. 
—La próxima vez, no te pongas seis capas de maquillaje 
antes de venir aquí —aconsejó fríamente. 
—La próxima vez, mantén las manos en los bolsillos.
Él se rió entre dientes.
—No habrá muchas oportunidades, si tu próximo vestido 
sigue mostrando tus senos igual que este.
Ella se echó el mantón de encaje y se cubrió los hombros 
con él. Ella le echó una altiva mirada y esperó a que él abriera la 
puerta principal. 
—El próximo vestido que compre tendrá un escote 
mandarín, puedes apostar lo —le dijo ella en voz baja. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 27-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Asegúrese de que no tiene botones, tampoco —susurró 
socarronamente cuando se echó a un lado para dejarla pasar. 
—Vicioso —susurró ella. 
—Provocadora —susurró de nuevo. 
Caminó delante de él y entró en la sala antes de que pudiera 
pensar en algo más que decirle sobre el comentario que había 
hecho. Parecía tranquila, pero por dentro, todavía sentía 
pequeños tirones de miedo y placer por su tacto. Ocurría que a 
ella, a pesar de todo el tiempo que hacía que se conocían, nunca 
la había besado. 
Pensó que no ayudaba a su situación, así que sonrío 
afectuosamente a Bob y a Charles cuando se levantaron y, a 
continuación, a Vivian y al hombre alto y rubio, que se levantó en 
el sofá a su lado. 
—Natalie, éste es Whit —se lo presentó Vivian, mirándolo 
con un gran afán de posesión. Whit miró a su vez a Natalie como 
si hubiera descubierto petróleo. 
Oh, chico, pensó Natalie con pena, mientras se fijaba en el 
ardor de los ojos azules de Whit cuando se dieron la mano. La 
miró unos momentos demasiado largos y ella hizo una mueca. 
Aquí había una complicación con la que no había contado.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 28-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 3 
Tampoco ayudaba que Whit fuera un graduado del mismo 
instituto de enseñanza superior al que Natalie había asistido y 
que habían ido juntos a clase con algunos de los mismos 
catedráticos Vivian nunca había querido ir a la universidad, y 
todavía no sabía qué quería hacer con su vida. Recientemente, 
Mack se había empeñado e insistido en que consiguiera un 
trabajo o un título. Vivian lo había mirado horrorizada, pero, al 
final, había aceptado asistir a un curso de programación de 
ordenadores en la escuela local de formación profesional. Allí era 
donde había conocido a Whit, que enseñaba inglés allí.
Mientras cenaban, Natalie condujo hábilmente la 
conversación hacía la escuela de formación profesional, para que 
Vivian pudiera participar. Vivian estaba furiosa y cada vez más 
molesta por momentos. A Natalie le hubiera gustado patear a 
Mack por ponerla en esta situación. ¡Si sólo le permitiría a Vivian 
invitar a Whit sin condiciones…! 
—¿Por qué no fuiste a la universidad para hacer el curso de 
programación de ordenadores? —preguntó Whit a Vivian, en un 
tono demasiado condescendiente.
—Las clases ya estaban completas cuando decidí ir —dijo 
Vivian dijo con una sonrisa forzada—. Además, nunca te habría 
conocido si hubiera ido a la universidad en lugar de a la escuela 
de formación profesional.
—Supongo que no —le sonrió a Viv, desviando, 
inmediatamente, su atención hacia Natalie—. ¿A qué grado vas a 
darle clase? 
—Primero o segundo —dijo Natalie—. Y tengo que 
levantarme muy temprano, me temo. Tengo exámenes la 
próxima semana, así que tengo que quedarme hasta muy tarde 
estudiando esta noche.
—¿No te puedes quedar ni para el postre? —preguntó Whit. 
—No…, lo siento.
—¡Qué pena! —dijo Whit. 
—Sí, qué pena —repitió Vivian, pero en un tono totalmente 
diferente. 
—Te acompaño hasta el coche —dijo Mack, antes de que 
Whit pudiera ofrecerse. 
Whit sabía que no tenía nada que hacer. Sonrío tímidamente 
y le preguntó a Vivian si le podía servir otra taza de café
Fuera estaba tan oscuro como ala de cuervo. Mach llevaba a 
Natalie cogida del brazo mientras iban andando, pero no de 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 29-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
manera cariñosa. Él le apretaba tanto que le estaba cortando la 
circulación. 
—Bueno, todo ha sido un desastre —dijo entre dientes. 
—Fue culpa tuya —señaló irritada—. Si no me hubieras 
obligado a venir. 
—Últimamente, desastre, es mi segundo nombre—, 
respondió medio divertido. 
—No es mala persona —dijo ella—. Es normal. Le gusta lo 
que a cualquier hombre. Tarde o temprano, Viv va a darse 
cuenta de que se ha equivocado y lo dejará. Así que —añadió con 
fuerza—, no te opongas que se vean, porque si lo haces, puede 
que se case con él en un ataque de rabia 
Mack se detuvo ante la puerta del conductor del coche y le 
soltó el brazo.
—No lo hará, si tú estás con ella.
—No voy a revolotear a su alrededor. Él me da escalofríos—, 
dijo con rotundidad—. ¡Si no hubiera tenido este mantón sobre 
el vestido, me hubiera puesto el mantel por encima! 
—Te dije que no llevaras ese escote.
—Lo he hecho sin pensar —admitió—. La próxima vez, me 
voy a poner un abrigo —dijo mientras rebuscaba en su bolso las 
llaves del coche—. Y me habías dicho que era un chico joven y no 
lo es. Es un profesor. 
—Comparado conmigo, sí lo es.
—La mayoría de los hombres son niños comparados contigo 
—dijo impacientemente—. Si Viv los compara contigo, ¡nunca 
encontrará a nadie! 
La miró furioso.
—Eso no suena, precisamente, como un cumplido.
—No lo es. Tú esperas que todos sean como tú.
—Tengo éxito.
—Sí, tienes éxito —admitió ella—. ¡Pero ere un desastre 
socialmente! ¡Abres la boca, y a la gente le falta tiempo para 
irse! 
—¿Es culpa mía que la gente no sepa hacer su trabajo 
correctamente? —dijo—. Trato de no interferir a menos que vea 
que la gente cometa errores realmente grandes—, comenzó a 
decir. 
—Camareras que no pueden hacer el café lo 
suficientemente fuerte—, lo interrumpió, contando con sus dedos
—. Directores de orquesta que no dirigen con bastante espíritu, 
bomberos que no sujetan bien las mangueras, oficiales de 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 30-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
policías que se olvidan de dar los intermitentes cuando los estás 
siguiendo, niños pequeños cuyos cordones no están bien atados.
—Tal vez si interfiero un poco —se defendió él. 
—Te pareces al defensor del consumidor andante —
contestó, exasperada—. Si alguna vez te capturara una fuerza 
enemiga, ¡se tirarían al vacío! 
Él empezó a sonreír.
—¿Tú piensas lo mismo?
Ella levantó los ojos al cielo.
—Me voy a casa.
—Buena idea. Tal vez el experto en inglés haga lo mismo.
—Si no lo hace, siempre puedes corregir su gramática —le 
sugirió. 
—Esa es la idea.
Ella abrió la puerta y entró en el coche. 
—No corras—, dijo, apoyándose en la ventanilla abierta, sin 
sonreír—. Hay bastante niebla aquí. Tómate tu tiempo para llegar 
a casa, y mantén las puertas cerradas.
—Deja de decirme lo que tengo que hacer —murmuró ella. 
—Tú lo haces todo el tiempo —señaló él. 
—Tú no te cuidas —le respondió tranquilamente. 
—¿Por qué debería molestarme, si tú estás dispuesta ahacerlo por mí?— le preguntó. 
Estaba perdiendo la batalla. Sólo podía pensar en la manera 
en que la había abrazado antes, el tacto de sus fuertes manos 
sobre su piel desnuda. Tenía que dejar de pensar en él.
—Reserva la noche del próximo viernes —dijo 
inesperadamente.
Frunció el ceño.
—¿Por qué?
—Pensaba que podríamos ir con Vivian y el catedrático a 
Billings a cenar y ver una obra de teatro —vaciló—. No sé… 
¿Cuándo tienes los exámenes?
—Uno el lunes, otro el martes, otro el jueves y otro el 
viernes.
—Entonces estarás libre esa noche —dijo con confianza—. 
Puedes comprarte un vestido nuevo, ¿no?
—Me compraré una cota de malla —le prometió.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 31-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Él sonrió abiertamente. Esa sonrisa lo cambiaba, le hacía 
parecer más joven, más accesible. Y, cuando lo veía así, ella 
parecía tener mariposas en el estómago.
—Te recogeremos sobre las cinco, aproximadamente.
Ella le sonrió. 
—De acuerdo.
Él se bajó del coche, y esperó hasta que lo arrancó y 
empezó a rodar para saludarla con la mano y luego se volvió 
hacia el porche. Ella se quedó mirándolo durante varios 
segundos. Se había producido un cambio en su relación. Por una 
parte estaba aterrorizada, pero, por otra estaba emocionada. 
Ella condujo hasta su casa, obligándose a no pensar en ello. 
Esa noche, Natalie había apasionado, caliente los sueños de 
la mujer y de Mack en una gran cama doble en alguna parte. Se 
despertó sudando y no podía volver a dormir. Y cuando se 
levantó se sintió lo bastante culpable como para ir a la iglesia. 
Pero cuando volvió a casa y mientras se tomaba un plato de sopa 
para comer empezó a pensar en Mack otra vez y no pudo 
quitárselo de la cabeza. 
La lluvia caía sin parar. Si la temperatura seguía bajando era 
posible que, incluso, nevara, a pesar de estar en primavera. El 
clima de Montana era, impredecible, en el mejor de los casos. 
Cogió su libro de texto de biología e hizo una mueca cuando 
trató de leer sus notas. Este era su segundo curso sobre el tema, 
y estaba preocupada por el próximo examen. No importaba lo 
duro que estudiara, la ciencia sólo iba bien en su cabeza. La 
genética era una pesadilla, y la anatomía animal, un desastre. Su 
catedrático les había aconsejado que era muy importante que 
estuvieran bastante tiempo en el laboratorio, porque los estaban 
esperando para mostrarles como circulaba el flujo de la sangre a 
través de las arterias, las venas y el sistema linfático. A pesar de 
las horas extras que había pasado estudiando con su grupo en el 
laboratorio, se estaba estrujando la cabeza intentando recordar 
todo lo que había aprendido durante ese semestre del curso.
Había estado estudiando intensamente eso durante toda la 
tarde, cuando llamaron a la puerta de la calle. Era casi de noche 
y estaba hambrienta. Tendría que encontrar algo para comer, 
supuso. Esperando que fuera Vivian la que llamaba, fue hacía la 
puerta, en vaqueros y con un botón desabrochado de su amplia 
camisa verde, sin ningún maquillaje y con el pelo despeinado. 
Abrió la puerta y encontró allí a Mack, vestido con unos vaqueros 
y una camisa de punto amarilla, que llevaba una bolsa de 
comida.
—Pescado frito con papas fritas —anunció. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 32-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¿Para mí? —preguntó, sorprendida.
—Para nosotros —contestó, empujado la puerta con el codo 
para entrar—. He venido para ayudarte.
—¿En serio? —empezaba a sentirse como un loro. 
—Con el examen de biología —continuó Mack—. ¿O no 
necesitas ayuda?
—Estaba pensando en rezar durante veinticuatro horas y en 
ir a clase con muletas para ver si despierto la compasión del 
profesor.
—Conozco a su catedrático, y no sentiría compasión ni por 
un gatito descuartizado si estuviera tratando de saltarse su 
examen —respondió él—. ¿Puedo quedarme?
Ella se río por lo bajo. 
—Sí.
Fue a la cocina y cogió dos platos. 
—Voy a hacer otra cafetera —dijo Natalie. No se fiaba 
mucho de él y se sentía un poco cortada, después de lo ocurrido 
la noche anterior. Tenían en común los íntimos recuerdos de dos 
antiguos socios. Le echó un vistazo un poco nerviosa, mientras 
seguía preparando el café—. ¿No era hoy cuando ponían la 
película de ciencia ficción? —le preguntó, porque sabía que él 
sólo quería ver una, y ésta era esta noche. 
—Es una repetición —dijo sin preocuparse—. ¿Tienes 
ketchup?
—¿Vas a poner al pescado salsa de tomate? —pregunta 
simulando su sorpresa. 
—Yo no como nada a lo que no le pueda poner salsa de 
tomate —respondió. 
—¿Eso incluye los helados?
Él le sonrió.
—El de vainilla está muy bueno.
—¡Puaj!
—¿Dónde está tu sentido de la aventura?—le reprochó él—. 
Tienes que experimentar cosas nuevas para así parecer 
sofisticada.
—No voy a comer helado con salsa de tomate, 
independientemente de que lo hagan o no los demás.
—Caprichosa —puso el pescado y las patatas en los platos, 
cogió dos servilletas y los cubiertos y los colocó encima de la 
pequeña mesa de la cocina. 
—¿Por qué estamos comiendo aquí? —murmuró secamente. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 33-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Porque si lo hacemos en el salón, querrás ver la televisión 
—señaló—. Y si encuentras una película que te guste, el estudio 
se irá al garete.
—Aguafiestas.
—Quiero que te gradúes. Has trabajado demasiado duro, 
demasiado tiempo en ésto, como para ponerte a holgazanear en 
el último momento.
—Supongo que tú sabes todo acerca de la genética, ¿no?—
suspiró ella, mientras que la cafetera dejaba de gotear. 
—Sobre la cría de ganado vacuno —le recordó él—. Por 
supuesto que sí —contestó con una mueca—. Me encanta la 
biología. Se podría pensar que soy bueno en esto.
—Eres bueno con los niños —dijo ella, sonriendo 
suavemente—. Eso es lo más importante —se encogió de 
hombros—. Y supongo que tienes razón —dijo, mientras 
estudiaba su delgada cara mirando el sorprendente parche negro 
que llevaba en el ojo—. ¿Todavía estás haciendo los cursos de 
arqueología de la universidad por Internet? 
—Sí. Este semestre es arqueología forense. Huesos —aclaró. 
Su ojo brilló—. ¿Quieres que te hable de ello? 
—No cuando estoy comiendo —dijo haciendo una mueca de 
asco. 
—Eres aprensiva, ¿verdad?
—Sólo cuando estoy comiendo —respondió ella. Echó un 
vistazo a la cafetera, viendo que ya había terminado y se levantó 
para coger dos grandes tazones blancos y los llenó con el negro 
café. Le puso a él uno delante y con el suyo en la mano volvió a 
sentarse. Ninguno le echó nata ni azúcar, por lo que no hacía 
falta poner ninguna de las dos cosas sobre la mesa. 
—¿Cómo está Viv? —preguntó, mientras empezaba a 
comerse el pescado. 
—Que echa humo. Su amigo se fue sin pedirle otra cita —
dijo mirándola con curiosidad—. Pensaba que la ibas a llamar por 
teléfono.
—No he podido —dijo ella con sinceridad—. Además, él no es 
mi tipo.
—¿Y quién lo es? ¿Markham? —su profunda voz destilaba 
puro veneno.
—Dave es guapo.
—Guapo —se terminó de un bocado el pescado y lo tragó 
con el café—. Y yo ¿soy guapo? —insistió. 
Ella se dio cuenta de que estaba molesto y se burló de él.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 34-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Tanto como una madriguera de serpientes de cascabel.
—Eso pensaba —dijo él cogiendo una patata y echando la 
silla para atrás, dirigiéndole una larga y penetrante mirada—. 
Eres la única mujer que conozco que está mejor sin maquillaje.
—Es demasiado trabajo cuando estoy sola en casa. No 
esperaba compañía —añadió. 
Él sonrió.
—Ya me he dado cuenta. ¿Cuántos años tiene lablusa?
—Tres años—, dijo con un suspiro, mirando la tela 
descolorida—. Pero es cómoda.
Su mirada permaneció sobre ella un rato demasiado largo, 
fija e inquietante. 
—¡Llevo sujetador! —le espetó ella. 
Él levantó las cejas 
—¿De verdad? —preguntó simulando sorpresa. 
—No me mires así.
Él sólo sonrió y terminó su pescado, ajeno a su brillo. 
—Háblame de los grupos sanguíneos —le dijo, cuando iban 
por su segunda taza de café. 
Ella lo hizo, nombrándolos y describiendo cuáles eran 
compatibles y cuáles no. 
—No está mal —dijo cuando terminó—. Ahora, vamos a 
examinar los genes recesivos.
No se había dado cuenta de lo mucho que había aprendido, 
hasta que empezó a responder a las preguntas sobre el tema. 
Solo se equivocó cuando llegaron a las fórmulas sobre las 
combinaciones y las descripciones de las poblaciones genéticas y 
los grupos de genes. 
Entraron en la sala. Le pasó el libro. Se estiró sobre el sofá, 
quitándose las botas para poder acomodarse mientras se hacía 
un ovillo en el sillón grande frente a él. 
Leyó las descripciones e hizo que ella las repitiera, y luego 
le hizo preguntas tipo test. Ella no recordaba haber sido nunca 
tan “machacada” sobre un tema. 
Entonces él tomó su informe de laboratorio y sostuvo su en 
sus manos mirando las pautas de la circulación de la sangre por 
el cuerpo de una rata de laboratorio que la clase había disecado. 
Lo puso sobre el piso y se sentó en el suelo, poniendo el libro 
frente a ellos para que ella pudiera ver el diagrama y señalara 
los distintos órganos, así como las principales arterias y venas. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 35-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¿Cómo hacen esto en los exámenes? —le preguntó—. 
¿Pone un diagrama y hay que de rellenar los espacios? 
—No. Por lo general clava un alfiler en el órgano, la vena o la 
arteria que quiere que identifiquemos.
—Bárbaro —farfulló él. 
Ella sonrió.
—En realidad, tenemos el mejor profesor de biología de los 
alrededores, ya que la mayoría de nuestros estudiantes van a la 
Facultad de Medicina o a la Escuela de Enfermeras. La biología es 
peor que un dolor muelas, pero ninguno de nuestros estudiantes 
tienen que recuperar curso. 
—Eso dice mucho sobre la calidad de la enseñanza —dijo.
Ella sonrió.
—Supongo que sí.
Siguieron repasando el esquema de anatomía esquemática 
hasta que ella se supo todas las respuestas. Pero a las diez ella 
comenzó a bostezar. 
—Estás cansada —dijo él—. Necesitas una buena noche de 
sueño para que mañana estés despejada y puedas hacer un 
buen examen.
—Gracias por ayudarme.
Él se encogió de hombros.
—¿Para qué están los vecinos? —preguntó con una risa—. 
¿Qué tal una taza de chocolate caliente antes de que me vaya a 
casa?
—Voy a hacerlo.
Él se estiró perezosamente sobre la alfombra.
—Estaba esperando que me lo ofrecieras. Yo no puedo 
hacerlo a menos que tengas algo con que revolver la leche 
caliente. Según recuerdo, tú puedes hacerlo a partir de cero.
—Claro que puedo —dijo ella, engreídamente—. Vuelvo en 
un abrir y cerrar de ojos.
Ella cogió los ingredientes, los mezcló, calentó la leche en el 
microondas y llevó las dos tazas humeantes a la sala de estar. Se 
sentó junto a él sobre la alfombra, utilizando el sofá de respaldo 
mientras se tomaban el caliente líquido. 
—Es justo lo que necesitaba para dormir —murmuró 
soñolienta—. ¡Como si necesitara ayuda!
—¿Crees que ya te sabes todo bien? —le preguntó.
—Del derecho y del revés —asintió—. Gracias.
—Tú harías lo mismo por mí.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 36-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Sí, lo haría.
Cuando acabó su bebida, puso la taza sobre la mesa, cogió 
la de ella cuando terminó y la colocó junto a la suya. 
—¿Cómo llevas los otros exámenes? —preguntó. 
—Esas materias ya me las sé —contestó—. Solo tengo que 
repasarlas. Pero la biología es una pesadilla. Nunca creí que 
fuera capaz de aprendérmela. Tienes un don para hacer que 
suene simple. Pero no lo es.
—La uso mucho en mi programa de reproducción —dijo 
perezosamente, flexionando los hombros—. No se puede 
conseguir una buena raza de ganado si no tienen unas 
cualidades específicas.
—Supongo que no —dijo ella mirando, involuntariamente, 
sus pómulos altos, su nariz recta, y luego hacia su boca que era 
muy sensual. Y sintió un hormigueo al hacerlo. 
—Me estás mirando fijamente —murmuró él. 
—Estaba pensando —respondió ella ausente. 
—¿Pensando en qué? 
Ella se removió y bajó los ojos, sonriendo tímidamente.
— Estaba pensando que nunca me besaste.
—Eso es mentira —respondió divertidamente—. La última 
vez que te besé fue en Navidad bajo el muérdago.
—¿Eso fue un beso? —dijo ella, arrastrando las palabras. 
—Era el único tipo del beso con el que me sentía cómodo, 
teniendo en cuenta que mis hermanos nos estaban mirando todo 
el tiempo —dijo con un centelleo en su oscuro ojo. 
—Supongo que te habrían hecho sudar la gota gorda si lo 
hubieras intentado en serio con alguien.
—He hecho varias intentos contigo —respondió, sin sonreír
—. No parece que te dieras cuenta.
Ella se sonrojó y sintió un nudo en la garganta.
—Me he dado cuenta de todos ellos.
—Eso es lo que crees —la corrigió. Su mirada se posó en su 
boca suave y permaneció allí—. Disfrutaría besándote, Nat —
añadió en voz baja—. Pero un beso es un paso que lleva a un 
camino por el que, seguramente, no quieras andar todavía.
Ella frunció el ceño, perpleja.
—¿Qué tipo de camino?
—No quiero casarme —dijo simplemente—. Y tú no quiere 
tener relaciones.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 37-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¡McKinzey Killain! —exclamó, indignada sentándose 
derecha. 
—Hay otra palabra para ello —dijo él, haciendo una mueca 
maliciosa—. ¿Quieres oírla? 
—¡Dilo y te abro la cabeza! —lo amenazó, intentando 
quitarle de uno de los altamente pulido par pasado, situada a la 
cadera. 
Pero él fue demasiado rápido para ella. La agarró el brazo y 
la sujetó por la cintura contra él, atrapándola entre sus brazos y 
sus piernas con un rapidez felina. 
Se encontró tumbada de espaldas mirando su tensa y 
sombría cara. Había esperado risas, diversión, incluso burlas con 
buen humor. Pero, evidentemente, no había ninguna de esas 
emociones. Estaba muy quieto, y su ojo bueno tenía una 
expresión intimidatoria. 
Podía sentir sus poderosos músculos junto a su cuerpo, 
sintiendo la presión vagamente excitante. Podía sentir el ritmo 
acelerado de su corazón contra sus pechos a través de su 
camisa. Podía saborear su aliento en su boca mientras la miraba 
echando chispas por el ojo. Ella empezó a sentirse acalorada y 
excitada por su proximidad y no sabía si reír o luchar para tratar 
de que la soltara y alejarse de la alfombra. 
Parecía notar su lucha interna, ya que trasladó la pierna lo 
suficientemente cerca de su sitio más íntimo. 
Ella dio un tirón y movió las caderas. Él se las agarró con su 
gran mano y las dirigió hacia su erección. 
—No hagas eso —dijo con brusquedad—, a menos que 
tengas ganas de jugar imprudentemente.
Curiosa, se estuvo quieta.
Él quitó la mano de su cadera y la subió hasta su pelo, 
deshaciendo el lazo con el que lo sujetaba detrás de las orejas. 
Le alisó el suave cabello extendido sobre la alfombra y mirándola 
con una expresión que expresaba una total posesión. 
Sus dedos fueron desde su cuello a la apertura de su blusa y 
permaneció allí acariciando deliberadamente la piel suave 
provocando un escalofrío de respuesta en el cuerpo de Nat. 
Él movió apenas sus largas piernas de sus labios se escapó 
un suspiro mientras ella arqueaba el cuerpo involuntariamente. 
Se colocó encima de ella, inmovilizándola, con la cara con 
de piedra
—¿Sabeslo que me estás haciendo? ¿O estás jugando? 
Ella tragó saliva y sus ojos buscaron los suyos
—No lo sé —confesó roncamente—. Me siento muy rara.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 38-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¿Rara? ¿Qué sientes?
Su mirada fija hizo que se le acelerara el corazón.
—Me siento hinchada —susurró ella, como si estuviera 
revelándole un secreto. 
Él dirigió la mirada a su boca.
—¿Dónde? —dijo respirando—. ¿Aquí? —y su mano bajo por 
sus caderas hasta el centro de su cuerpo excitado. 
Ella gritó, pero no trató de huir. Lo miró directamente a él, 
cautivada. 
—Te deseo —dijo susurrando con aspereza—. Y ahora ya 
sabes lo que pasa cuando te deseo —Su mano se contrajo, 
aplastándola contra él—. Tienes que estar segura de lo que 
quieres antes de yo vaya hasta el final.
Parecía que su cuerpo se deshacía debajo del suyo. Ella 
emitió un sonido ronco y tembló mientras que unas deliciosas 
sensaciones le atravesaban el cuerpo. 
Él gimió, mientras le sujetaba el pelo con la mano y le 
echaba la cabeza hacia atrás.
—Deberían de matarme —dijo contra sus labios. 
—¿Por qué?— gimió ella, rodeándole el cuello con sus 
brazos. 
—Nat…
Lo dijo contra su boca. La besó con un hambre que parecía 
que todos sus sueños podrían hacerse realidad. Se relajó contra 
él y extendió la mano hacia arriba para sujetarlo más fuerte, 
moviendo las piernas para amoldarse a sus caderas. Ella gimió 
de nuevo, con un sonido casi angustiado, cuando el beso se hizo 
más y más lento e insistente. Él saboreó su calida y pura dulzura 
y exploró su suave y dispuestos boca. La habían besado, pero 
nunca así. Él sabía más sobre las mujeres de lo que nunca sabría 
ella sobre hombres. Ella le correspondía con entusiasmo y sin 
experiencia, y supo de inmediato que estaba seguiría en su 
cabeza. 
Él levantó su boca, notando con placer que ella lo seguía, 
tratando de engatusarlo para que la besara de nuevo. 
—No —susurró tiernamente, apretándola contra su pecho y 
notando sus senos tensos. 
—¿Por qué no?— preguntó abatida—. ¿No te gusta besarme?
Él respiró jadeante restregándose contra ella.
—¿Notas como me gustas? —preguntó con una nota de 
humor negro. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 39-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella sólo lo miró, un poco tímido, pero sin entenderlo del 
todo 
Él cambió de postura para ponerse a su lado en la alfombra, 
estirando su tenso cuerpo.
—No tengo protección en mi cartera para hacerlo —dijo sin 
rodeos—. Si quieres hacer el amor, tengo que ir a la ciudad y 
comprar preservativos para que no te quedes embarazada. 
¿Necesitas que te lo diga más claro? 
Abrió los ojos hasta lo imposible durante unos segundos,
—¿Te refieres a… tener relaciones sexuales? 
—Un hombre tiene relaciones sexuales para desahogarse. Y 
tú no eres de esas.
Lo miró en silencio, con gran curiosidad,
—¿No lo soy? 
Le recorrió la boca con el dedo, hambriento.
—Te deseo mucho —susurró—. Pero te remordería la 
conciencia si hiciéramos el amor con o sin las precauciones.
Todavía vacilante, dijo.
—Tal vez… si
Le puso un dedo en sus labios.
—Tal vez… no —dijo otra vez de buen humor—. He venido a 
enseñarte biología, no reproducción.
—Tú no quieres niños —dijo, con voz triste. 
Él hizo una mueca.
—No los quiero en este momento —la corrigió—. Algún día, 
me gustaría tener varios —dijo mientras delineaba sus delgadas 
cejas perezosamente—. Tú no tienes ninguna experiencia con los 
hombres.
—Estoy haciendo todo lo posible por aprender —murmuró 
secamente. 
Sus dedos se enterraron en su pelo y lo acarició con 
suavidad.
—Yo te diré lo que tienes que hacer cuando llegue el 
momento. Pero éste no lo es —añadió medio en broma. 
Ella lo miró maliciosamente.
—¿Estás seguro? —dijo moviéndose a caso hecho y sonrió 
cuando se estremeció. 
La cogió por las caderas.
—Estoy seguro —afirmó él de nuevo, resignado. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 40-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Bueno —ella suspiró y relajó en la alfombra—. Creo que 
puedo seguir soñando contigo, si tengo que hacerlo.
Él frunció los labios.
—¿Sueñas conmigo? 
—Constantemente —le confesó. 
—¿Puedo preguntar cómo son esos sueños? 
—Te ruborizarías si te lo cuento —dijo, y le dejó sitio para 
que pudiera sentarse. Ella le alisó de nuevo el pelo despeinado. 
—Así que son esa clase de sueños, ¿no? —le preguntó, 
riéndose entre dientes. 
—Supongo que tú no sueñas conmigo —le preguntó. 
No dijo nada por un largo momento. Por último, se sentó a 
sus pies.
—Me voy mientras aún estoy a tiempo —dijo, sonriéndole. 
—Eres un cobarde —murmuró ella—. Nunca podrías ser 
maestro. No tienes paciencia con los estudiantes curiosos.
—Tú sola tienes suficiente curiosidad por nosotros dos —
dijo.
—Te acompañaré a la puerta.
—Creo que es lo mejor.
Se paró con la puerta abierta y dijo mirándola.
—Paso a paso, Nat —dijo suavemente—. Despacio y con 
cuidado.
Ella se sonrojó ante el tono y la suave insinuación. Él se 
agachó y la besó brevemente en la boca.
—Duerme un poco. Te veré el viernes, porque vamos a ir a 
Billings, ¿no? 
—No me lo perdería por nada del mundo —dijo suavemente
—. Buenas noches.
Frustrada y con las rodillas débiles, lo miró mientras iba 
hacía su automóvil. No sabía cómo lo iba a hacer, pero sabía que 
no sería fácil volver a la vieja amistad que habían tenido. No 
estaba segura de si eso la alegraba o no.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 41-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 4 
Había un montón de caras nerviosas y conversaciones 
preocupadas, cuando Natalie se sentó en el salón de la clase de 
biología esperando a que el profesor les entregara las 
preguntas del examen. Había supuesto que las preguntas del 
laboratorio serían en el laboratorio con otra hoja de papel e 
identifique las etiquetas expuestas allí. Sin embargo, el profesor 
dijo que las preguntas sobre la disección estaban en una hoja 
aparte incluída en el examen. Todo el mundo estaba nervioso. 
Todos sabían que si no aprobaban el examen tendrían que 
repetir el curso. Natalie rezó por que no le pasara eso, ya que si 
suspendía, no podría graduarse con su clase. 
Cuando les entregaron los exámenes, el profesor les dijo 
que podían empezar. Natalie leyó cuidadosamente cada 
pregunta, antes de rellenar el pequeño círculo de las preguntas 
con varias respuestas. Como había estudiado el dibujo de la rata 
disecada y tomado nota del sitio donde estaban colocadas las 
distintas marcas, se dio cuenta de que las recordaba casi todas. 
Estaba segura de que iba a aprobar el curso. Mack se había 
asegurado de eso. Casi gritó de alegría cuando terminó el 
examen y soltó el bolígrafo. También tuvo que rellenar una hoja 
de calificación del profesor y del curso, que era algo rutinario. 
Le gustaba la clase y respetaba al profesor, por lo que sus 
respuestas fueron positivas. También puso esa hoja boca abajo y 
abandonó la sala. Aún quedan más de quince personas 
agachados sobre su examen cuando salió por la puerta, tan sólo 
cinco minutos antes del final. 
Casi bailaba mientras iba hacia su coche. Uno menos, 
pensaba con alegría. Tres más. ¡Y luego, la graduación! No podía 
esperar a compartir sus buenas noticias con Mack. 
La semana pasó muy rápido. Natalie estaba casi segura de 
que se iba a graduar, porque ella sabía que había hecho bien los 
exámenes finales. La única sorpresa verdadera sería el último 
examen, y las notas que recibiría para ser maestra. Esperaba 
que fueran suficientes para satisfacer a la escuela, en la que 
empezaría a trabajar el próximo curso. 
Cuando llegó el viernes,soltó un suspiro de alivio cuando 
salió de la clase de inglés, donde había terminado su último 
examen. Se sentía como si hubiera recobrado la libertad. Aunque 
dejaría de ver a sus compañeros de clase y profesores, habían 
sido cuatro años muy largo y estaba preparada para enfrentarse 
al mundo. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 42-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
No había tenido noticias de Mack en toda la semana. Vivian 
la llamó el jueves por la noche para preguntar si todavía iba a 
con ellos. No estaba muy entusiasmada por tener que ir con 
ellos. Natalie trató de calmarla durante la conversación, pero 
sabía que su amiga estaba celosa, y no sabía qué hacer al 
respecto. Hablaría de ello con Mack, decidió. 
Marcó su móvil y él respondió con una voz que estaba entre 
una lacónica autoridad y la irritación. 
—¿Mack?— preguntó, sorprendida por ese tono, que nunca 
había utilizado con ella. 
—¿Nat? —la impaciencia se esfumó de inmediato—. Pensé 
que te habías olvidado de este número por ahora —añadió con 
un tono lento y divertido—. ¿Qué quieres?
—Necesito hablar contigo.
Hubo una pausa. Ella lo escuchó cubrir la boquilla y hablar 
con alguien en el tono que había oído la primera vez que 
contestó el teléfono. Luego su voz volvió a ella.
—Está bien. Adelante.
—Pero no por teléfono —dijo incómoda.
—Muy bien. Voy para allá.
—Pero estoy a punto de salir —protestó—. Tengo que ir a la 
ciudad a comprar un vestido para esta noche.
Hubo una pausa.
—Bien hecho.
—Es culpa tuya. Ya que te has burlado de que siempre llevo 
el mismo vestido.
—Llego en diez minutos —dijo. 
—Ya te he dicho que me voy. 
—Voy contigo —dijo—. Diez minutos.
La línea quedó muda. ¡Oh, no, pensó, previendo el desastre. 
Seguro que les diría algo inconveniente a las dependientas y en 
un abrir y cerrar de ojos, los guardias de seguridad lo echarían. 
Pero se dio cuenta de que no iba a ser fácil evitarlo. Incluso 
si ella cogiera su coche y se iba, él sabía donde encontrarla. Solo 
tenía que seguirla. Tal vez sería mejor ver de qué humor estaba. 
Después de todo, no tenía que comprar hoy el vestido. Podía 
ponerse uno que no le gustaba. 
Él frenó ante su puerta exactamente diez minutos después, 
empujando la puerta abierta cuando ella salió de la casa y le 
cortó. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 43-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Su oscura y limpia mirada se paseó por su figura vestida con 
un pantalón gris y un jersey blanco de punto con dibujos. Él no 
llevaba ropa ni botas de trabajo. Ella suponía que había estado 
dando instrucciones a sus hombres sobre la forma de manejar el 
ganado en lugar de ayudar en el rodeo. Estaba limpio y calmado. 
Estaba dispuesta a apostar que sus hombres no lo estaban. 
—¿Cuántos de sus hombres se han marchado desde esta 
mañana? —le pregunta divertida después de abrocharse el 
cinturón de seguridad. 
Le echó una mirada rápida y furiosa, antes adelantar a un 
camión grande de cabina doble y salió del rancho incorporándose 
a la autopista.
—¿Por qué crees que se ha ido alguien? 
—Es el rodeo —señaló, apoyándose en la puerta y 
estudiándolo con una sonrisa malvada—. Siempre se va alguien. 
Por lo general —añadió— suele ser el cree que sabe más que tú 
acerca de las vacunas y de los chip de ordenador para el ganado.
Se removió incómodo y echó un vistazo a la carretera 
reducir la velocidad. Ella observó las botas. Limpias y relucientes. 
—Jones se fue —confesó después de un minuto—. Pero de 
todas maneras se iba a ir —añadió de inmediato—. Él cree que 
sabe mucho acerca de la tecnología de ordenadores relacionada 
con los residuos en un rancho de ganado.
—Y tú le has corregido sobre la forma en que ha 
programado el equipo, ¿no?— dijo ella. 
Él se volvió hacia ella.
—Lo había hecho mal —reconoció al final—. ¿Qué diablos se 
supone que debo hacer, ¿dejar que enredara los registros de mi 
rebaño, porque no es capaz de seguir la relación del aumento de 
peso? 
Ella entre dientes sin hacer ruido.
—Me hago una idea.
Se quitó su sombrero Stetson gris y dio con él en la 
guantera. Se pasó, impaciente, los dedos liso y grueso pelo 
negro.
—Estaba mezclando los terneros con el resto de ganado —
murmuró—. Tienen que hacerse por separado, o los datos no me 
valen para nada.
—¿Ha trabajado en un rancho?— 
—Trabajaba en una granja de cerdos —dijo, y mirando 
absolutamente asqueado. 
Ella escondió una sonrisa.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 44-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Ya veo.
—Dijo que la forma de hacerlo no importaba, que sabía lo 
suficiente sobre los programas de hojas de cálculo como para 
que no importara —Él la miró—. No sabía nada.
—¡Ah, ahora lo recuerdo —se burló ella—. Estuviste 
haciendo cursos de programación de ordenadores en el último 
semestre.
—Aprobé con buenas notas —contestó—. ¡Algo que no hizo 
ese desgraciado! 
—Espero que no hagas un curso para la enseñanza —se dijo 
a sí misma. 
—Te he oído —le gritó. 
—Lo siento.
Se paró en la carretera para asegurarse de que estaba 
despejado antes de incorporarse a ella.
—¿Cómo van los exámenes?
—Mucho mejor de lo que esperaba —dijo con una sonrisa—. 
Gracias por ayudarme con la prueba de biología.
Él sonrió.
—Disfruté haciéndolo.
Ella no estaba segura de que como interpretar eso, y cuando 
la miró con una sonrisa sensual, se ruborizó. 
—¿Qué tipo de vestido vas a comprar? —le preguntó. 
Ella le echó una mirada cautelosa.
—Un vestido negro sencillo.
—Esta temporada se lleva el terciopelo —dijo de forma 
descuidada—. ¡Seguro que te queda muy bien el terciopelo 
verde. Verde esmeralda.
—No sé…
—Me gusta la sensación que produce al tocarlo.
Entornó los ojos y lo miró furiosa. 
—Ya veo. ¿Lo usa Glenna?— pregunta antes de pararse a 
pensar. 
—No —dijo sin mirarla, porque no quería apartar la vista de 
la carretera y sonrió—. Me gusta eso.
—Te gusta, ¿el qué? —preguntó irritada. 
—Está celosa.
Su corazón se aceleró y miró por la ventana, buscando algo 
que decir. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 45-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—No fue una acusación —dijo, al cabo de un minuto—. 
Todavía no quiero ser la amante de nadie, en caso de que me lo 
pregunte—, dijo abiertamente, con la esperanza de distraerlo. 
Ella estaba celosa pero, simplemente, no quería admitirlo. 
Él se rió entre dientes.
—Lo tendré en cuenta.
Se trataba de un viaje corto. Ella le dijo a donde quería ir y 
llegó a un aparcamiento cerca de la puerta de la pequeña tienda. 
—Tú no tienes porqué entrar —protestó cuando se puso a su 
lado en la acera. 
—Si me fío de ti, saldrás con un saco negro con tirantes por 
vestido. Iré a donde tu vayas —dijo imperturbable—. Piensa en 
mí, como en un asesor de moda.
Lo miró furiosa, pero él no se movió.
—Muy bien —se rindió—. Pero no empieces a asesorar a las 
vendedoras Si lo haces, me voy.
—Muy bien.
Él la siguió a la tienda, donde una mujer joven y otra más 
mayor estaban echando un vistazo a unos vestidos que estaban 
de oferta. 
Cuando Natalie iba en esa dirección, le cogió la mano 
suavemente la llevó hacia la ropa de diseño. 
—Pero yo no puedo… —comenzó. 
Él le puso el dedo en la boca y dijo:
—Vamos.
La miró y se dirigió a examinar las distintas perchas hasta 
que encontró, aproximadamente hacia la mitad un vestido de 
terciopelo con capa y mangas y un discreto escote en V. Lo 
cogió, sosteniéndolo sobre el cuerpo de Natalie.
—Sí —dijo tranquilamente—. Es importante elegir el tono de 
acuerdo con los ojos. Los hace cambiar de color.
—Ya lo creo que sí, sí—, dijo vendedora mayor detrás de él
—. Y ese modelo en particular está a la venta por un precio 
especial —añadió con una sonrisa—.Nos lo encargó una joven 
novia que, se quedó embarazada y tuvo que devolverlo.
Natalie miró el vestido y, a continuación a Mack dudando. 
—Está bien—, él murmuró alegremente—. El embarazo no 
es contagioso.
La vendedora tuvo que irse rápidamente. La mujer joven 
que había en la tienda necesitaba ayuda y se echó a reír. 
—Pruébatelo —la persuadió—. Sólo por gusto.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 46-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella lo apretó contra su pecho y se dio la vuelta para seguir 
a la vendedora hacia la parte de atrás en donde estaban los 
probadores. 
No era capaz de imaginarse, como había podido adivinar 
Mack la talla correcta. Pero le quedaba, y tenía toda la razón 
acerca de la forma en que cambiaba sus ojos. Le confería un 
aspecto misterioso, seductor, incluso sexy. A pesar de su falta de 
belleza convencional, que le daba un aire sofisticado. Se veía 
bastante bien, pensó, sorprendida. 
—¿Qué tal?—preguntó Mack desde fuera del probador. 
Ella vaciló. Oh, ¿por qué no?, se preguntó, abriendo la 
puerta y saliendo del probador. 
Mack no decir nada. No tenía que hacerlo. Se quedó 
asombrado mientras estudiaba su cuerpo seductor enfundado en 
esas exquisitas prendas que le sentaban como un guante. 
—¿Qué te parece?— preguntó. 
Su mirada se encontró con la de ella. No dijo una palabra. 
Tenía las manos en los bolsillos y no de movía. Al parecer, no 
podía dejar de mirarla. 
—Parece hecho a su medida, querida —dijo la vendedora 
con un suspiro. 
—Nos lo quedamos —dijo Mack en silencio. 
—Pero, Mack, no estoy seguro…—comenzó. No sabía lo que 
costaba y, aunque estuviera de rebajas, era posible que se 
saliera de su presupuesto. 
—Yo sí lo estoy —dijo volviéndose y siguiendo a la 
vendedora fuera del probador. 
Natalie los miró resignada. Hubiera debido protestar, pero 
Mack y la vendedora formaban un equipo que ni los Cowboys de 
Dallas podrían derrotar. Se rindió. 
Mientras Natalie se ponía su camisa y su pantalón y se 
peinaba con un pequeño cepillo que tenía en el bolso, Mack 
estaba firmando un talón por el importe de la compra. Se lo dio a 
la vendedora junto con el bolígrafo y se volvió hacia Natalie que 
venía con el traje en su brazo. 
—Permítame, querida. Se lo voy a envolver para que pueda 
llevárselo
Natalie se lo entregó y vió como la vendedora lo colgaba en 
una percha y luego lo metía en una bolsa que cerró por la parte 
de abajo. 
—Espero que lo disfrute —dijo la vendedora con una sonrisa, 
entregándose la bolsa a Mack. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 47-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Gracias —dijo Natalie, sin precisar si se lo decía a la 
vendedora o a su acompañante. 
Mack la acompaño hasta la salida de la tienda y la ayudó a 
subir al coche, después de colgar el vestido nuevo en un 
enganche del asiento trasero. 
—¿Necesitas zapatos también? —le preguntó. 
—Tengo unos negros de charol y un bolso a juego —dijo—. 
Mack, ¿por qué has hecho eso? Todo el mundo va a pensar…
Le cogió la mano entre las suyas con cariño.
—Nadie sabrá que no lo has comprado tú a menos que se lo 
digas —dijo en tono bajo. Su cabeza se volvió y miró a su 
intensidad—. Realmente está hecho para ti.
—Bueno…
Sus dedos se enlazaron íntimamente con los suyos.
—Puedes llevarlo para nuestra cita en Billings —dijo—. Y 
cuando vayamos a bailar.
Su corazón se aceleró, tanto porque le tenía cogida la mano 
como por lo que le había dicho.
—¿Vamos a ir bailar por la noche?
—Podemos ir a un montón de sitios —dijo a la ligera—. No 
tienes que empezar a trabajar hasta el otoño. Es decir, tendrás 
un montón de tiempo libre. Podemos ir de excursión y a comidas 
en el campo, también.
Ella sintió un hormigueo por todo el cuerpo y miró su mano 
grande, agarrada a la suya.
—¿Nosotros cuatro? —le preguntó, pensando si no se estaba 
tomando demasiado en serio su trabajo de carabina. 
—Solo tú y yo, Nat.
—Oh.
La carretera se convirtió en un camino de tierra que los 
condujo bajo un enorme árbol de pecan. Se detuvo y paró el 
motor. Fijó su mirada sombría en ella.. 
—¿Vas en serio con Markham? —le preguntó. 
—Ya te lo dije antes, solo es mi amigo.
—¿Qué clase de amigo? —insistió—. ¿Le has besado? 
Ella frunció el ceño con preocupación.
—Bueno, no…
—¿Por qué?
Ella suspiró enfadada.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 48-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Porque no me gusta besarlo. Mack…
—¿Te gusta besarme a mí —continuó. 
—Me estás poniendo nerviosa —le espetó—. Y no entiendo 
por qué, de repente, me estás haciendo tantas preguntas.
Él se desabrochó el cinturón de seguridad y, después tiró de 
ella abrazándola mientras su cabeza descansaba sobre el 
hombro izquierdo de Mack. La miró durante largo rato antes de 
hablar. 
—Quiero saber si tienes planes a largo plazo en los que haya 
algún compañero de profesión —dijo, finalmente. 
—No, de la clase a la que te refieres —confesó. 
Su mano bajó por su hombro y luego la deslizó 
sensualmente hacia uno de sus firma senos. Ella contuvo el 
aliento y le cogió la muñeca, pero no se movió. 
—No tienes porqué parecer enfadada —dijo, suavemente—. 
Ya te he tocado antes y sé que te gusta.
—No deberías —susurró, nerviosa. 
—¿Por qué no? —acariciándola tan lenta y sensualmente 
que hizo que se endurecieran sus pezones—. A tu cuerpo le 
gusta, aunque tu mente diga que no.
—Mi cuerpo es estúpido —murmuró ella. 
—No, no lo es. Tiene buen gusto con los hombres —dijo 
besándola en la mejilla. 
—¿Te has vuelto loco? Estamos a plena luz del día. ¿Qué 
pasa si alguien nos ve?—le preguntó, exasperada. 
—Le diremos que se ha metido una abeja en tu blusa y te 
estoy ayudando a sacarla —murmuró mientras bajaba la cabeza
—. Ahora, dejar de preocuparte por esas cosas y bésame.
Ella trató de decirle que no era una buena idea, pero su 
boca ya estaba firmemente sobre sus labios suaves antes de que 
pudiera decir nada. Él le mordisqueó el labio superior con un 
ritmo sensual y perezoso que hacía difícil que pudiera pensar. 
Cuando el metió la mano dentro de la blusa y bajo el fino tirante 
del sujetador de encaje, ya no pudo pensar en nada más. 
Ella oía el suave sonido del viento a lo lejos y más cerca el 
de su corazón latiendo en sus oídos. Ella agarró la camisa de 
algodón de Mack con una mano y se levantó a sí para estar más 
cerca de él. 
Mordió su labio inferior con suavidad, mientras sus dedos 
palpaban en busca de los botones y los desabrochaba, antes de 
meter su mano dentro de la camisa y acariciar su pecho 
musculoso, cubierto de espeso vello negro. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 49-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Esto le trajo recuerdos de la lluviosa noche en la que Mack 
había venido a quedarse con ella después de que muriera. 
También la había estrechado entre sus brazos y había metido las 
manos dentro de su camisa, contra su pecho desnudo. Ella 
recordó su repentina y aterradora pérdida de control. 
Ella detuvo su mano, cuando él dibujó su boca con sus labios 
y lo miró aprensiva con los ojos somnolientos. 
—¿Qué pasa? —preguntó. 
Ella tragó.
—No quiero… hacerte las cosas más difíciles —dijo 
finalmente. 
—Ya lo son.
La colocó de manera que su cabeza se apoyara en su brazo 
y metió la mano por debajo de su blusa para desabrocharle el 
sujetador. 
—No deberíamos… —trató de protestar. 
Él levantó la cabeza y miró a su alrededor unos segundos 
antes de que su mirada volviera a ella.
—No hay ningún coche a la vista —dijo—. Y no estoy 
planeando seducirte al lado de la autopista.
—Eso ya lo sabía.
—Dime que no deseas esto y pararé —dijo sin rodeos, sin 
vacilar. 
Ella lo deseaba.Lo deseaba realmente. Parecía 
increíblemente arrogante con la camisa medio desabrochada y la 
boca hinchada por los besos largos y profundos que había 
intercambiado. Su pelo estaba despeinado ya que ella había 
pasados sus dedos por él, y parecía melancólico y peligroso. 
Debería decirle que la dejara que se fuera. Pero sus manos la 
estaban acariciando, y su cuerpo traicionero se estaba 
retorciendo en un intento de que su mano volviera a donde ella 
quería que estuviera. Apenas podía respirar cuando se acurrucó 
impotente contra él 
—Eso es lo que yo pensaba — dijo tranquilamente, y cambió 
de postura, sólo lo suficiente para tener sitio para quitarle la 
blusa y el sujetador y liberar sus pechos. 
Natalie no tenía aire ni para protestar simbólicamente. Sabía 
que a él le gustaba mirarla. Le gustaba el lento y suave trazado 
de la punta de sus dedos en su delicada piel, y también la 
manera en que la miraba, como si fuera lo más preciado del 
mundo. No podía avergonzarse. 
—¿Nada que decir?—se burló de él suavemente. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 50-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Absolutamente nada —susurró ella, su aliento jadeante 
por los pequeños espasmos de placer que sentía por la forma en 
que le acariciaba los pechos. 
Su pulgar se trasladó más cerca de su pezón, y ella se 
mordió el labio inferior de puro deleite, arqueándose contra él. 
—Nunca me he sentido con nadie como me siento contigo —
le susurró con la cabeza baja—. Creo que alguna de estas noches 
me volveré loco de sólo pensarlo.
Ella apenas lo escuchó. Ya que le estaba cubriendo el pecho 
con la boca y succionándolo hasta ponerlo duro. 
Ella gritó y tembló cuando él lamió su piel suave y blanca. 
Hacía fresco en la cabina del camión, pero ella estaba ardiendo. 
Puso los brazos alrededor de su cuello y escondió su cara 
ardiente contra su hombro, cuando la presión de su boca 
aumentó hasta tal punto que casi la hizo llorar de placer.
Ella levantó la cabeza, tratando que siguiera, pero él se 
retiró, con su mirada tempestuosa fija en la suya. 
—No —dijo, suavemente—. Puedo hacerte daño.
—No me ha dolido —dijo temblando. Sus ojos eran tan 
turbulentos como las emociones que la estaban atravesando—. 
No te detengas —le susurró, vacilante.
Sus dedos trazaron la curva de su pecho, y bajó la vista para 
ver como su cuerpo se levantaba contra ellos. 
—Tienes la piel como la seda — dijo roncamente—. No 
puedo saciarme de ella—. Se inclinó de nuevo, y su boca la 
acarició con una suavidad que la hizo gemir. 
Se arqueó contra él en toda su longitud, sin inhibiciones, 
deseando su calida boca sobre su cuerpo. 
El sonido de un coche en la distancia le hizo levantar de 
nuevo la cabeza de mala gana. Miró a la carretera y haciendo 
una mueca, le ayudó a sentarse.
—Pensé que estábamos solos en el planeta —murmuró él, 
con una risa forzada—. Supongo que era una ilusión. ¿Necesitas 
ayuda? —le preguntó, poniéndose detrás de ella, por si la 
necesitaba. 
—Puedo hacerlo —dijo mirando hacía el coche cuando pasó 
a toda velocidad. Tanto esconderse, pensó, y se ruborizó al darse 
cuenta de lo que habría pasada, si el coche se hubiera parado 
detrás de ellos, en vez de seguir su camino.
La observó pasarse el cinturón de seguridad atravesando su 
pecho y abrochárselo. Él hizo lo mismo con el suyo antes de 
arrancar el camión.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 51-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Una mujer como tú puede hacer que me convierta en 
presumido —dijo con una tierna sonrisa. 
—No es culpa mía que no pueda resistirme a ti —dijo 
señalando hacia fuera con el dedo—. Y si prefieres que deje de 
vestirme… 
—No puedo hacer eso —interrumpió—. Yo no tienen nada 
para vivir—. Que una copia de seguridad hasta que se podía tirar 
a la carretera—. Además —añadió con una sonrisa—, ¿cómo es 
que no tienes ninguna experiencia? 
—Creo que ahora puedo conseguir mucha —respondió ella, 
deslizando sus ojos sobre él posesivamente, pero pensando en lo 
que él había dicho antes. 
—No te preocupes —dijo—. Nunca te obligaría a hacer algo 
que no quieras.
—¿Crees que podrías? 
—Estoy seguro de ello —respondió tranquilamente—. Pero 
me odiarías por ello y, tal vez, yo también me odiaría. Pase lo 
que pase, tengo que ser honesto y sincero. No habrá ataques 
sorpresa o seducción.
—No voy a acostarme contigo —dijo la defensiva. 
—Lo harías, pero no voy dejar que las cosas vayan tan lejos 
entre nosotros. Tengo muchas responsabilidades entre manos —
y su rostro pareció endurecerse ante sus ojos—. Los chicos 
pueden cuidar de sí mismos, pero Viv no puede. Ella parece ser 
más inmadura cada día —dijo mirándola—. Y, ahora mismo, está 
venenosamente enfada contigo.
—Porque, según parece, Whit me prestó demasiada 
atención—, dijo con tristeza. 
—Exactamente.
—Pero yo no tuve la culpa —murmuró. 
—Ya lo sé, pero creo que, Vivian, no se lo cree. ¿Has 
olvidado lo que pasó justo después de que Carl fuera asesinado? 
—añadió—. Ella nunca te consideró su novia. Juraba que sólo se 
acercaba a ti, para estar cerca de ella. Yo quiero a mi hermana, 
pero está tan pagada de sí misma como dos mujeres juntas.
—Vivian es realmente guapa —señaló—. Yo no lo soy.
Él la miró y sonrió lentamente.
—Vales más que diez reinas de belleza juntas, Nat —dijo en 
un tono que sonó como una caricia aterciopelada—. Tienes un 
gran corazón y eres amable. Demasiado amable, a veces. No 
puedes negarles tu ayuda a las personas, y se aprovechan de 
ello.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 52-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Sí, ya me he dado cuenta —dijo irónicamente—. Sólo 
porque te he dejado besarme 
—No te pases —advirtió con una mirada suave—. Eso fue 
algo compartido entre dos personas. Le estaba haciendo el amor 
a tu cuerpo con mi boca y no puedes negar que te ha gustado.
Ella cruzó sus piernas y lazó una mirada furiosa por la 
ventana con los brazos cruzados.
—No sé nada sobre los hombres. Por eso soy una incauta.
—¿En serio? Entonces, ¿por qué no dejas que el te toque tu 
amigo el profesor?
Ella le echó una dura y penetrante mirada que él ignoró.
—Tú llegaste cuando yo tenía una edad en la que todo me 
impresionaba—, le recordó ella—. Recuerdo que me dijiste que te 
parecía una patosa. 
—Tú no eres ninguna patosa.
—Sin embargo, tengo la impresión de que lo soy —dijo 
airadamente—. Con solo diecisiete años y, en el transcurso de 
una noche, quedé estropeada para otros hombres. ¡No deberías 
haberte acercado a mí cuando era tan vulnerable!
—No podía dejarte llorar a solas —señaló—. Y puede que 
fueras vulnerable, pero no protestaste mucho.
—No me dejaste suficiente aliento para hacerlo —le recordó 
ella—. ¡Yo pude haber sido ignorante sobre los hombres, pero tú 
no eras ningún principiante! Me sentí engañada y estafada. 
—Siento lo que le pasó a Carl, pero yo no era rival para él. 
Le gustaba más ir de flor en flor con las chicas, y no tenía 
planeado casarse hasta que terminara la universidad. ¡Te habría 
roto el corazón!.
—Y me lo rompió.
Se detuvo ante un semáforo y se dispuso a enfrentarse con 
su enfado—. Para una mujer tan inteligente, eres increíblemente 
ingenua. ¿Realmente crees que salía contigo porque estaba 
enamorado de ti? 
—Lo estaba —dijo—. ¡Me dijo que lo estaba! 
—Él les dijo a sus amigos que salía contigo porque su 
hermano se había apostado que no conseguiría. Solo fue eso —
añadió sombrío—, pero te ahorraré resto .
—¿Cómo sabes lo que él estaba planeando? —le exigió, 
indignado. 
—Su hermano pequeño y Bob eran buenos amigos —le 
recordó—. Y cuando Bob se enteró vino a contármelo. Por eso es 
Traducidopor Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 53-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
por lo tuve una discusión con Carl y sus padres antes de que 
intentara algo contigo.
Se quedó destrozada. Había llorado Carl durante meses, 
cuando tenía diecisiete años, y ahora resulta que sólo había sido 
una apuesta. No la amaba. Había estado jugando con ella. 
Reclinó la cabeza contra la ventanilla y se sorbió las lágrimas. 
Era la cosa más tonta que había hecho nunca. ¿Por qué no se 
había dado cuenta? ¿Y por qué Mack no se lo había dicho antes?
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 54-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 5 
Mack vio el brillo de lágrimas en sus ojos e hizo una mueca.
— Lo siento —le dijo—. No debería haberte dicho nada.
Ella se echó u mechón de pelo detrás de la oreja y buscó un 
pañuelo en su bolso para secarse los ojos—. Deberías habérmelo 
dicho hace mucho tiempo —le rebatió—. ¡Qué idiota fui! 
—Fuiste una ingenua —dijo suavemente—. Solo viste lo que 
querías ver.
Su rostro estaba triste, y se dio cuenta, después, de que 
estaba enfadado. Se pregunta qué más le había dicho Carl a su 
hermano, pero dudaba si preguntarle. 
La miró y apretó los dedos en el volante.
—Tenías diecisiete y estabas empeñada en ponerlo en un 
pedestal para siempre. Hubiera sido un desperdicio.
Le pareció que su voz sonaba casi defensiva. Ella se dio la 
vuelta en el asiento y lo miró fijamente. Ella estaba viendo cosas 
que no quería ver.
—Lo que hiciste esa noche —balbuceó—. Fue deliberado.
—Lo fue —confesó en silencio—. Quería darte algo en que 
pensar, al menos algo para compararlo con lo que ya habías 
experimentado —dijo con la mandíbula tensa—. No me di cuenta 
de lo inocente que eras hasta que fue demasiado tarde.
—¿Demasiado tarde? 
Disminuyó la velocidad en una curva y parecía tan temible 
que no dijo nada más. Durante varios segundos, se hizo un 
silencio muy tenso entre ellos. 
—Tal vez fue la impresión —dijo fuertemente—. No debería 
haberte tocado. Eras demasiado joven para lo que pasó.
Notó como se ruborizaba. El hambre con el que habían 
compartido la pasión de hoy y la noche en su casa era, casi, tan 
explosiva como lo que había compartido todos estos años atrás. 
Incluso en la memoria, su cuerpo encendido, ya que recordó su 
primera experiencia de Mack. 
—¿Crees que te culpo? —preguntó, por último, pero sin 
mirarlo. 
—Me culpo a mí mismo. Has vivido como una reclusa desde 
entonces.
Ella apoyó la cara contra el cristal de la ventanilla y sonrió.
—Era muy difícil seguirte —dijo con brusquedad. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 55-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Apretó las manos sobre el volante.
—También tú —sonaba como si le costara decir las palabras, 
y al volver la cabeza se encontró con una mirada que le detuvo 
el corazón. 
Era como si ella pudiera leer su mente, y viera que le dolían 
las imágenes de los recuerdos que compartir. 
—En realidad no esperaba que fueras inexperta, a pesar de 
haber advertido a tu novio —añadió después de un minuto—. 
Sufrí la peor conmoción de mi vida cuando me di cuenta de que 
nunca habías llegado a tener ni la más mínima intimidad con un 
hombre.
—Los hombres siempre dicen que lo saben, pero ¿cómo lo 
hacen? —preguntó irritada. 
Él se obligó a mirar a la carretera.
—Por tu forma de reaccionar —dijo lacónicamente—. Una 
mujer sofisticada da tanto como recibe, Nat —dijo sin rodeos—. 
Tenías los ojos abiertos de par en par y estabas fascinada por 
todo lo que hacía y te metiste en mi cabeza antes de que me 
diera cuenta. He soñado con esa noche durante muchos años.
—Si estamos haciendo confesiones, ahora me toca a mí —
admitió sin mirarlo.
Él hizo una mueca.
—Yo debería haberme ido a casa antes de caer en la 
tentación.
Sus pálidos ojos la miraron como si acariciara su rostro con 
las manos. Ella nunca había conocido a nadie como él. No creía 
que hubiera otro como él. Había poblado de colores sus sueños, 
se había convertido en su mundo, durante los años transcurridos 
desde que aquella increíble noche. 
Ella no le respondido. Él la miró y se rió de forma monótona.
—Eso no cambia el pasado, ni estamos más cerca de una 
solución —reflexionó—. Tú sigues sin querer tener una aventura, 
y yo soy un solterón empedernido.
Ella jugueteó con su cinturón de seguridad.
—¿Lo eres de verdad? Pensaba que había sido tu padre 
quien te había hecho desconfiar del matrimonio. Por lo que dice 
la gente, él y tú madre eran totalmente incompatibles.
—Con todo el mundo te refieres a mi hermana, Vivian —
adivinó él—. Ella no recuerda nuestra madre.
—Ni tú tampoco, realmente, ¿no? —le pregunta en voz alta. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 56-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Se murió y lo dejó con cuatro hijos —dijo—. No era capaz 
de criar ni a uno. Siempre he pensado que él comenzó a beber 
debido a la presión y luego no podía parar.
Su rostro se endurecido mientras hablaba, y ella sabía que 
estaba recordando los malos tiempos que había vivido con su 
padre. 
—Mack, ¿realmente crees que ere como él? —preguntó 
suavemente. 
—Dicen que los niños que han sufrido maltratos se 
convierten en padres maltratadores —respondió sin pensar y, a 
continuación, se habría mordido la lengua por bocazas, si hubiera 
podido. 
Ella se limitó a asentir, como si hubiera esperado esa 
respuesta.
—Eso dicen. Pero todas las reglas tienen excepciones. Si 
hubieras sido un maltratador, Vivian y Bob y Charles hubieran 
estado en la oficina de Asuntos Sociales, hace mucho tiempo. O 
podrían haber pedido entrar en el programa de acogida cuando 
hubieran querido hacerlo. 
—Vivian nunca habría dejado las compras extravagantes —
señaló
Ella le tiró suavemente en la manga.
—¡No! Tú sabes que ella te quiere. Y los chicos, también. 
¡Eres la persona más amable que he conocido.
Un rubor le subió por el rostro, pero no la miró,
—¿Piropos? 
—Es la verdad —lo contradijo. Pasando los dedos suaves 
sobre su manga perezosamente—. Eres así.
Se separó de ella abruptamente.
—No hagas eso.
Ella quitó los dedos de la manga.
—Está bien. Lo siento —dijo mientras ruborizaba. 
—No te hagas la víctima —dijo irritado, mirándola—. Te 
deseo a tí. No tientes tu suerte.
Sus ojos se abrieron de par en par. 
—Tú tampoco tienes la menor idea de maldito lo que haces 
cuando me tocas, ¿o sí? —preguntó impacientemente.
—Esta apariencia externa es solo una fachada. Cada vez que 
te miro, to veo con ese vestido de terciopelo, y quiero parar el 
camión y… —dijo rechinando los dientes—. Ha sido un período 
muy largo de abstinencia. No lo hagas más difícil.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 57-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Y ¿qué hay de Glenna? —le regañó. 
Él vaciló un momento y luego le echó un vistazo que helaría 
cualquier tipo de sonrisa y dijo:
—Ella no puede pagar los platos rotos.
Sus cejas se levantaron al techo.
—Tú no pareces desesperado.
—Sabes a lo que me refiero. Ella es bonita y sensible, pero 
no es tú.
Su rostro se iluminó.
—Pobre Glenna.
—Pobre Dave-como-se-llame —dijo con una sonrisa burlona
—. Aparentemente no allegado más lejos contigo de lo que lo he 
hecho yo.
—Todo el mundo dice que es muy guapo.
—Todo el mundo dice que es muy bonita.
Agitó su cabeza y miró fijamente por la ventana, cruzando 
los brazos,
—Vivian apenas me habla —dijo, desesperada por cambiar 
de tema—. Sé que está celosa por la forma en que With coquetea 
conmigo y yo no sé como detenerlo. Es como si lo estuviera 
haciendo a caso hecho.
—Así es —dijo, cambiando su expresión—. Es un viejo truco, 
pero es bastante eficaz.
—No te entiendo.
Él se detuvo en un stop a pocos kilómetros fuera del Rancho 
y le dijo:
—Le hace pensar que no estáinteresado, con el propósito 
de que ella ponga más interés en conquistarlo. A estas alturas, 
estará tan desesperada que hará todo lo que él quiera —su 
mirada se estrechó airadamente—. Ella es rica, Nat y él no. Lo he 
investigado pero, aunque tiene un buen sueldo de profesor, le 
gusta mucho el juego y se pasa mucho tiempo en los salones de 
juegos de azar.
Ella se mordió el labio inferior.
—Pobre Viv.
— Sería pobre si se casara con él —estuvo de acuerdo—. Por 
eso me opongo a que salga con él. Aunque dejó a una chica 
embarazada, no es la razón por la que no quiero que ande dando 
alrededor de Viv. Es un jugador empedernido pero no admite que 
tiene un problema —Estaba realmente preocupado—. Pero no se 
lo he contado.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 58-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella silbó suavemente.
—Y si le dices …
—No me creerá. Pensará que estoy siendo terco y no dará 
su brazo a torcer. Es capaz de casarse con él por despecho —se 
encogió de hombros—. Estoy entre la espada y la pared.
—Quizá yo debería alentarlo —comenzó a decir. 
—No.
—Pero yo podría… 
—He dicho que no —repitió, con un tono que no admitía 
réplica—. Quiero manejar esto aa mi manera.
—Muy bien —dijo, rindiéndose. 
—Sé lo que estoy haciendo —le dijo mientras sacaba el 
camión en la carretera—. Tú lo único que tienes que hacer es 
estar preparada a las cinco.
—Está bien, jefe — ella habló arrastrando las palabras. 
Natalie estaba deseando que llegaran las cinco. A las cuatro 
ya estaba vestida. Se había recogido su pelo corto con un 
recogepelo de diamantes, en tonos verdes, que hacía juego con 
el color esmeralda de sus ojos y estaba muy elegante. Cuando 
Mack aparcó el Lincoln en su patio delantero y Mack bajo a 
reunirse con ella en el porche, se le cayó la llave al intentar 
cerrar la puerta. 
Él cogió su mano y la apretó cariñosamente.
—No empieces a ponerte nervioso —le reprendió 
suavemente. Estaba muy elegante con su chaqueta y su 
pantalón de etiqueta. La camisa blanca sólo tenía una chorrera 
en la parte delantera, complementando su atuendo el chaleco 
negro y la corbata. Vestido así resultaba devastador. Al parecer, 
él la encontró igual de arrebatadora, ya que la recorrió con la 
mirada desde los altos tacones hasta lo alto de la cabeza, y 
sonrió. 
—Te ves bien, demasiado guapo—, dijo tímidamente. 
Sus dedos apretaron los de ella.
—Me alegro de que no estemos solos esta noche —dijo en 
un tono extraño cuando iban hacia el automóvil—. Con ese 
vestido, hasta una estatua de piedra se sentiría tentada.
— No me lo he puesto para ti —contestó ella—. Eres un 
solterón empedernido.
—He cambiado de idea —dijo Mack. 
Su corazón saltó y se rió.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 59-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Ese es el primer paso.
—Esta noche es la primera —señaló despacio, cuando 
llegaron a la puesta del coche. Él le echó una mirada sensual—. 
Nuestra primera cita, Natalie.
Ella se ruborizó.
—Así es.
Abrió la puerta. En el asiento de atrás, Vivian se separó con 
rapidez de With, riéndose bastante alto e intentando colocarse el 
cabello rubio. 
—¡Hola, Nat! —dijo Vivian alegremente, con un tono 
totalmente diferente del que había utilizado cuando la llame el 
día anterior—. Te ves genial.
—Y tú estás fabulosa —dijo Natalie, ya que su amiga estaba 
realmente guapa con su vestido de seda azul claro. 
With llevaba traje de etiqueta, como Mack, pero solo parecía 
una mala imitación. Viv no se daba cuenta. Se estaba aferrando 
al brazo Whit como si fuera un tesoro que tuviera miedo de 
perder. 
—Tengo un vestido de terciopelo negro, pero quería algo 
que se moviera con más facilidad —dijo Vivian. 
— El terciopelo es muy bonito —asintió Natalie. 
—Pero es muy caro, demasiado —añadió Vivian, como si 
supiera que Natalie no había pagado el vestido. 
—Las tiendas conceden cuentas de crédito, incluso para 
estudiantes pobres de de la universidad —señaló Natalie en un 
tono que, rara vez, utilizaba. 
Vivian enrojeció.
—Oh. Por supuesto.
—No todos somos ricos, Vivian —añadió With en tono frío—. 
Tú tienes suerte de poder pagar tus compras en efectivo, pero 
los mortales menos afortunados tienen que comprar a plazos.
—Ya he dicho que lo siento —dijo Vivian con fuerza. 
—¿Lo has hecho? No ha sonado muy parecido a eso —dijo 
With, alejado de de ella. 
Vivian rechinó los dientes y apretó su bolso tan fuerte que 
parecía que lo iba a romper. 
—¿Qué obra vamos a ver? —preguntó Natalie, rápidamente, 
tratando de arreglar lo que quedaba de noche. 
—Arsénico y Encaje Antiguo —dijo Mack—. Lo están 
presentando el grupo de teatro instituto de enseñanza superior 
de Billings. He oído que son muy buenos.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 60-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—La Facultad de Medicina Ridge tiene un gran grupo 
dramático propio, ¿no es cierto, Natalie? —preguntó Whit—. 
Tomé algunas clases de arte dramático, pero siempre me he 
puesto nervioso frente a una audiencia.
—A mí también me pasa lo mismo —dijo Natalie, dándole la 
razón—. Se necesita alguien menos tímida que yo.
—Yo fui la primera de mi clase de arte dramático en mi 
último curso —dijo Vivian fríamente. 
—Y estuviste maravillosa —le dijo Natalie con una sonrisa—. 
Incluso tu antiguo profesor Blake se deshizo en elogios sobre tu 
representación de Stella.
—¿Stella?— preguntó Whit. 
—En la obra dramática de Williams Un tranvía llamado 
deseo —explicó Natalie. 
—Uno de mis favoritos —dijo Whit, mirando a Vivian—. E 
hiciste el papel principal. ¡Nunca me lo has dicho! 
A Vivian se le iluminó la cara como por arte de magia, y 
durante los próximos minutos, le contó a With sus recuerdos de 
su actuación estelar. En el asiento delantero, Natalie y Mack 
intercambiaron una astuta sonrisa. Según parecía la intervención 
de Natalie parecía haber salvado la noche. 
La obra fue divertida, aunque Natalie no encontraba ninguna 
semejanza con la interpretación de Cary Grant y Raymond 
Massey en la película antigua y se reprendió por ello. Los actores 
de la obra podrían ser aficionados, pero eran muy buenos y el 
público los premió con grandes carcajadas. 
Después, fueron a una discoteca para una cena tardía. 
Natalie y Mack pidieron una ensalada y carne, mientras With y 
Vivian escogieron los platos más caros del menú. 
Había baile en la pequeña pista con una banda en directo, y 
el viernes por la noche, había una actuación especial, y Natalie 
se encontró en los brazos de Mack tan pronto como terminaron 
la última cucharada de su postre. 
—Ha merecido la pena esperar todo el día para esto —
murmuró en su oreja mientras la sujetaba contra su cuerpo en la 
pista de baile —. Sabía que este vestido se sentiría maravilloso 
bajo mis manos.
Ella se acurrucó contra él 
—Pensé Viv iba a preguntarme cómo podía permitírmelo —
dijo con un suspiro. Cerró los ojos y sonrió—. Realmente no 
deberías haberlo pagado tú y lo sabes.
—Sí, debería hacerlo —Él giró y su cuerpo quedó incluso 
más cerca del suyo. Sintió su cuerpo reaccionar con urgencia al 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 61-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
aplastarse contra el suyo. Se tambaleó y estuvo a punto de 
caerse. 
—Lo siento —dijo con voz vacilante. 
Él se limitó a reírse, un sonido entre arrepentido y 
ligeramente divertido cuando continuaron bailando hasta el otro 
lado de la pista.
 —Es algo difícil de evitar últimamente cuando estoy contigo 
—murmuró—. No te preocupes. Nadie se dará cuenta. Estamos 
solos aquí.
Ella miró por encima de su hombro a la docena de parejas 
bailando perezosamente al ritmo de la músicay se rió también.
—Eso es lo que parece.
—Simplemente no hagas nada imprudente —dijo 
suavemente—. Con muy poco esfuerzo, podríamos convertirnos 
en el escándalo de la provincia.
Ella sintió sus labios en la frente y sonrió.
—¿Eso crees? 
Una mano le sujetaba la parte de atrás de su cabeza, 
acariciándole la nuca y la oreja, y explorándola de una forma tan 
sensual que hizo que estremeciera.
—¿Te acuerdas lo que te dije la noche del naufragio?— 
preguntó con voz ronca. 
—Dijiste un montón de cosas —dijo sin rodeos 
—Te dije que, cuando tuvieras edad suficiente, me gustaría 
enseñarte todo lo que necesitas saber acerca de los hombres —
bajó la mano a su cintura y tiró de ella suavemente para 
acercarla mas—. Ya ha llegado ese momento, Nat.
Ella se puso rígida.
—No hables de eso —cuchicheó urgentemente, avergonzado 
por su capacidad para ponerla nerviosa
—Lo siento. No funciona de esa manera. Voy a necesita una 
ducha de agua fría, y este no es el lugar apropiado —pegó su 
mejilla contra ella con sus labios tocando apenas la esquina de 
su boca—. Podríamos dejar primero a Vivian y el profesor en mi 
casa —dijo contra su boca. 
Su corazón corría como loco.
—¿Y luego qué?
Sus labios tocaron su oreja. 
—Podemos hacer lo que hicimos esa noche. He pasado años 
soñando en como sería. 
Sus rodillas amenazaban con derrumbarse.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 62-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Mack Killain —gimió—. ¿Puedes parar? 
—No puede parar esta necesidad con palabras —susurró 
aproximándose—. Me hacer arder como si tuviera fiebre. No 
puedo comer, ni dormir, ni pensar, ni trabajar, porque lo único 
que hago es pensar en ti, en nosotros.
Ella tragó.
—Es sólo deseo —dijo con firmeza—. Y una vez satisfecho 
¿que pasará después? 
Él se retiró un poco y la miró a los ojos fijamente
—No creo que se puede satisfacerse fácilmente —dijo entre 
dientes. 
Estaba de pie muy quieta, igual que alguien a quien le 
hubieran deslumbrado con unas luces brillantes, mirándolo. 
—Y todavía no sabes lo que se sientes —dijo rudamente, en 
un tono que era poco menos que de acusación—. Te gusta que 
te bese y te toque, pero no sabes lo que es deseo.
Ella evitó sus ojos.
—Tú eres el que se retira siempre —dijo roncamente 
Su brazo se contrajo bruscamente, apretándola contra él.
 —Tengo que hacerlo —dijo él con impaciencia—. No tienes 
ni idea de lo que podría pasar si no lo hiciera.
— Ya tengo veintidós años —le recordó—. Casi veintitrés. 
Ninguna mujer, hoy día, llega a esa edad, incluso en un pueblo 
pequeño, sin saber algo sobre las relaciones.
—Estoy hablando de las relaciones físicas. No es algo que se 
hace y se olvida. Son adictivas —respiró hondamente cuando la 
música empezó a reducirse—. Son peligrosas. Las relaciones 
sexuales de una noche son una cosa, y lo que quiero hacer 
contigo en la cama es otra completamente distinta.
El tono, así como lo que dijo, le hizo sentirse incómoda. Lo 
miró fijamente, frunciendo el ceño.
—No lo comprendo —gimió ella.
— Lo sé. ¡Eso es lo que me está matando!
—No estás siendo sensato —murmuró ella. 
La mano en su cintura se contrajo y la cambió de lugar de 
una forma rápida y desigual atrayéndola hacía su cuerpo sólido 
como una roca. Vio como se ruborizaba con malicioso placer.
—Y lo que me estás diciendo tú, ¿sí lo es? —preguntó 
escandalizado. 
Ella volvió la mirada a su cara demacrada.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 63-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—No es sensato en absoluto. Pero estás intentado salvarme 
de algo hondo e íntimo, que tendrá que ocurrir algún día —dijo. 
Su mandíbula se tensó aún más.
—Tal vez ocurra. Pero ya te dije que no soy un hombre que 
se case. Y siendo esta la situación, debería estar loco para 
llevarte a la cama, Natalie.
—Dave no lo estaría —se burló ella—. A decir verdad, Whit 
tampoco lo estaría—, añadió, echando un vistazo a la pareja de 
Vivian, que la estaba mirando tanto como a su amiga. 
Su mano se apretó en su cintura hasta que le hizo daño.
—No empieces nada con él —dijo fríamente—. Vivian nunca 
te lo perdonaría. Y yo tampoco lo haría.
—Sólo estaba bromeando.
—No me hace ninguna gracia —dijo ella, con gesto serio. 
—La mitad del tiempo me tratas como a una niña — le 
reprochó, ardiendo por las nuevas necesidades. Se sentía 
atrevida y descontrolada. Su cuerpo, presionado contra el suyo, 
la estaba matando—. Y luego me acusas de tentarte, cuando el 
experto eres tú.
La soltó de repente y retrocedió.
—Tú no eres lo bastante mayor para mí —dijo 
rotundamente. 
—Solo tengo seis años menos que tú, no veinte —señaló. 
Su mirada echaba chispas.
—¿Qué quieres de mí? —dijo lanzándole la pelota a ella, con 
toda la franqueza que acostumbraba a usar y se quedó allí de 
pie, en plan arrogante, esperando una respuesta que ella no 
podía darle. 
—Quiero que seas mi amigo — dijo finalmente, cuando se 
puso de acuerdo con sus deseos más secretos. 
—Ya lo soy
—Entonces, ¿dónde es el problema? 
—Creo que ya lo has notados.
—¡Mack! —agarró su mano y tiró de él hacia su mesa.
—¿Cómo dice la canción: un paso adelante y dos pasos 
hacia atrás? Así es cómo me siento últimamente.
Ella se sentía agitada, frustrada, ardiendo de deseo y furiosa 
porque él estaba jugando con sus hormonas. Sabía que estaba 
colorada y, cuando llegaron a la mesa, todavía no era capaz de 
mirar a Vivian a los ojos. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 64-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—No te sientes —dijo Whit arrastrando las palabras y 
cogiendo a Natalie por la muñeca antes de que pudiera sentarse 
—. Éste es mi baile.
La llevó hacia la pista de baile, pese al disgusto de los dos 
hermanos y la abrazó fuerte cuando empezó una melodía lenta. 
—Si no quieres que te rompa el brazo, aflójalo — le dijo 
Natalie a Whit conteniendo apenas la rabia. 
Él lo hizo, inmediatamente, sonriéndole.
—Perdón. Ésa es la manera en que el hermano de Vivian te 
estaba abrazando, ¿no? Pero, claro, es casi de la familia, ¿no? 
Vivian dice que fuisteis juntos a la escuela secundaria.
—Sí. Somos amigos desde hace mucho tiempo.
—Está celosa de tí —dijo. 
—Eso es una tontería —respondió, riéndose—. Ella es una 
reina de belleza y yo soy del montón.
—Eso no es el lo que yo pienso —le rebatió—. Te envidia tu 
corazón amable y tu inteligencia. Ella no tiene nada de eso.
—Ésa es una extraña manera de hablar de la persona con la 
que se está saliendo—, le reprochó. 
—Me gusta mucho Vivian—, dijo—. Pero ella es como tantas 
otras egocéntrica y mimada, que espera que la vida le de lo que 
ella quiere. Apuesto a que no ha habido ningún hombre que le 
haya dicho que no 
—No creo que nadie le haya dicho que no nunca —
respondió, con una sonrisa—. Ella es bonita y dulce, entre otras 
cosas.
Él se encogió de hombros.
—Bonita y rica. Supongo que es suficiente para la mayoría 
de los hombres. ¿Cuándo empiezas a dar clases? 
—En el otoño, si apruebo mis exámenes. Si no me gradúo, 
tendrá que pasar otro año, antes de que pueda conseguir un 
trabajo para enseñar por aquí.
—Podría ir a un sitio más lejano —dijo él—. La otra noche 
estaba navegando por Internet, buscando trabajos para los 
profesores. Hay muchos sitios nuevos en el norte de Texas, 
especialmente en Dallas. Siempre he pesando que me gustaría 
vivir en Texas. 
—En realidad, yo no quiero vivir lejos de casa —dijo ella. 
—Pero tú, realmente, no tienes una casa, ¿o sí? —preguntó
—. Vivian me dijo que quedaste huérfana cuando eras muy 
joven.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 65-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Mi madre nació aquí —dijo ella—. Y su madre, y la madre 
de su madre, también. Tengo raíces.—Eso pueden ser tanto una trampa como un almohadón de 
seguridad —le advirtió—. ¿Realmente quieres pasar el resto de tu 
vida aquí, en medio de ninguna parte? 
—Esa es una pregunta rara para alguien que ha venido aquí 
de Los Ángeles—, señaló ella. 
Él evitó su mirada.
—De Nevada, en realidad —dijo—. Me cansé de tanta 
competencia. Quería ir a algún sitio tranquilo. Pero esto es un 
poco demasiado silencioso. Esperaba estar aquí solo un año.
—¿Te gusta la enseñanza? —preguntó ella 
El hizo una mueca.
—En realidad, no. Yo quería hacer grandes cosas. Tenía 
todos esos sueños exóticos sobre construir casas y ganar dinero 
a montones, pero no pude entrar en la arquitectura. Decían que 
no tenía talento para ello.
—Eso es una vergüenza.
—Así que me dediqué a enseñar—, añadió con una sonrisa 
fría—. Inglés de entre todas las asignaturas.
—Viv dice que eres muy bueno en eso.
—Pero no gano lo suficiente para comprarme buenos trajes 
—dijo en un tono feroz—. Cuando me acuerdo de cómo solía vivir 
y de cuánto tenía, me pongo enfermo.
—¿ Qué hacías antes de ser profesor? —preguntó, 
indagando con cuidado. 
—Estaba en el sector inmobiliario — dijo, pero sin mirarla—. 
Era un negocio muy lucrativo.
— No podrías conseguir una licencia aquí en Montana y 
seguir en eso — 
—Nadie quiere comprar un terreno en Montana estos días —
murmuró—. No es precisamente un sitio caluroso.
—Supongo que no.
La música terminó y la acompañó a la mesa, donde Vivian y 
Mack estaban que echaban fuego. Vivian llegó inmediatamente 
hasta ellos.
—Y ahora me toca a mí —dijo con petulancia y con una 
sonrisa que no le llegaba a los ojos. 
—Claro —dijo Whit, y sonrío cuando la llevó en la pista de 
baile.
—¿De qué habéis estado hablando? —preguntó Mack. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 66-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
— Estaba tratando de investigar sobre su antigua profesión. 
Dijo que trabajaba en el sector inmobiliario en Nevada —
comentó, mirando de reojo hacia Viv y Whit, que estaban 
totalmente pendientes uno del otro por el momento. 
—Y soy el hada madrina —dijo Mack, distraídamente. 
Natalie no pudo evitar reírse. 
—¿Qué pasa? —exigió él. 
—Te estaba visualizando con un tutú rosa.
La miró fijamente. 
—Me las pagarás por eso.
—Está bien. Un tutú blanco.
Dijo agitando la cabeza.
— Termina tu bebida. No vamos muy pronto. Tengo una cita 
mañana temprano en pueblo.
—Está bien, jefe —dijo arrastrando las palabras, haciendo 
caso omiso de su furiosa expresión. 
Como resultado de todo esto, Mack llevó a Natalie a casa 
primero y la acompañó hasta la puerta. 
—Intenta no meterte en problemas —le advirtió—. Nos 
vemos mañana en el supermercado.
—Es Sadie quien compra. Tú no.
— Puedo ir de compras si me apetece —le dijo. Miró su cara 
reluciente—. Que conste que quería llevarlos a ellos primero.
Ella sonrió.
—Gracias.
Él levantó y bajó los hombros.
—Todavía no es el momento adecuado —Se inclinó y la besó 
en la frente—. Esto debería darte una pista —susurró cuando se 
enderezó de nuevo—. Un beso fraternal debería ser el truco.
—Supongo que sí.
Su mirada se fijó en su suave boca durante un instante.
—La próxima vez, me aseguraré de llevarte a casa a ti en 
último lugar. ¡Buenas noches, ángel!
—Buenas noches.
Le hizo un guiño y fue hacia el coche, silbando una melodía 
desafinada por el camino. 
Natalie lo saludó con la mano antes de entrar en la casa. Le 
hubiera gustado que Mack la besara otra vez, pero tal vez él 
había tenido suficiente besos por esa tarde. Pero ella no. Ni 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 67-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
mucho menos. No quería sentirse así en relación con Mack, pero 
no podía evitarlo. Se preguntaba qué pasaría al final entre ellos, 
pero era una tontería preocuparse por eso de ese modo. Se 
desmaquillo, se desnudó y se acostó. Y se pasó la noche soñando 
con Mack.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 68-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 6 
Una mañana, durante la que Natalie podría haber dormido 
hasta tarde, sonó el teléfono. Era Mack, y parecía preocupado. 
—Es Viv —dijo inmediatamente, sin saludar—. Tuve que 
llevarla a urgencias esta mañana temprano. Ha cogido la gripe y 
se le ha convertido en neumonía. Se negó a quedarse en el 
hospital, y yo tengo que coger un avión a Dallas, por asuntos de 
negocios, esta mañana. Mi avión sale en menos de hora y media. 
Los chicos se van a cazar. Odio preguntarte pero ¿podrías venir y 
quedarte con ella hasta que yo vuelva? 
—Por supuesto que sí —respondió ella—. ¿Cuánto tiempo 
vas a estar fuera? 
—Con suerte, estaré de vuelta antes de medianoche. Si no 
es así, a primera hora de la mañana.
—No tengo que ir a trabajar hasta mañana por la tarde. 
Estaré encantada de quedarme con ella. ¿Te ha dado el médico 
alguna receta para ella y las has comprado ya? 
—No —dijo bruscamente—. Tendré que pasarme a 
buscarlas.
—Yo las recogeré de camino al rancho —dijo—. Tú vete y 
coge tu vuelo. Estaré ahí en treinta minutos si tienen las 
medicinas preparadas.
—Deberían estarlo —dijo—. Las dejé antes de volver a casa. 
Les daré mi número de tarjeta de crédito por teléfono, para que 
solo tengas que recogerlas.
—Gracias.
—Gracias a ti —añadió—. Se siente bastante mal así que no 
creo que te de muchos problemas. ¡Ah!, hay otra complicación —
dijo irritado—. Whit está aquí.
—Eso debe animarla —le dijo ella. 
—Lo hará, mientras no te vea.
Ella se rió.
—No tendré ningún problema con eso.
—Sé que a ti no te gusta, pero ella no se lo cree. Si hubiera 
habido alguien más a quien pedírselo, no te habría molestado. Es 
sólo no me gusta la idea de dejarla a solas con él, aunque tenga 
neumonía. 
—No me importa. De verdad. Y tú, ten cuidado.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 69-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—El avión no me desafiaría estrellándose —se rió por lo bajo
—. Tengo demasiado trabajo que hacer.
—Recuérdalo. Te veré cuando vuelva.
—Ten cuidado —dijo—. Y coge tu impermeable. Está 
chispeando.
—Lo cogeré, si coges el tuyo.
Él se rió entre dientes otra vez.
—Muy bien. Tú ganas. Regresaré tan pronto como pueda.
Le dijo adiós y colgó. Luego corrió a preparar su bolsa para 
llegar cuanto antes al rancho. 
Entró en el dormitorio de Viv con una bolsa de medicinas, un 
refresco frío que sabía que le gustaba a su amigo y algunas 
pastillas para la tos. 
Viv estaba pálida y enferma, pero le sonrió cuando Natalie 
se acercó a la cama. . Whit estaba repanchigado en un sillón 
cerca de la cama, mirando por la ventana hasta que vio a 
Natalie. Sus ojos recorrieron sus vaqueros y su suéter de punto 
gris y un pañuelo en tonos verdes. 
—No tienes buen aspecto —dijo él con una sonrisa. 
Viv lo fulminó con la mirada sin mirar a Natalie
—¿Por qué no haces café, With? —Viv preguntó airadamente
—. Me apetece una taza.
Él se levantó.
Salió de la silla.
—Encantado. ¿Cómo quieres el tuyo, Nat? —preguntó 
suavemente. 
Se volvió y le miró a los ojos.
—Nadie me llama Nat, excepto Mack —le dijo—. Es un apodo 
que no le tolero a nadie más.
Él se sonrojó.
—Lo siento —dijo con una risa nerviosa—. Voy a hacer el 
café. Volveré lo antes posible.
Viv lo vio marcharse y luego fijó su mirada fría en su amigo.
—No tienes por qué contestarle tan bruscamente —dijo 
secamente—. Solo estaba siendo cortés.
Natalie alzó las cejas.
—¿De verdad? 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 70-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Mack no debería haberte llamado —dijo—. Estaba muy a 
gusto a solas con With.
Natalie se sentía incómoda e inoportuna.
—Mack pensaba que necesitabas una enfermera.
—Querrás decir que pensabaque necesitaba una carabina 
—dijo, airadamente—. ¡Pero no la necesito! With se está 
portando bien.
—Muy bien, entonces —dijo Natalie con una sonrisa forzada
—. Me voy a casa. He traído tus medicinas y algunas pastillas 
para la tos. Supongo que Whit puede traerte cualquier otra cosa 
que necesites. Perdona si te he molestado.
Ella se dio vuelta y anduvo a la puerta, casi llorando. 
—¡Oh, Nat, no te vayas —dijo Viv abatida—. Lo siento. Has 
venido a cuidarme e incluso me has traído les medicinas y te 
estoy tratando de una forma horrible. Por favor, vuelve.
Natalie dijo desde la puerta abierta
—Ya tienes a With…
—Vuelve —suplicó Viv. 
Natalie cerró la puerta y fue hasta el sillón que había junto a 
la cama, pero sus ojos estaban heridos y se veían un poco 
acusadores cuando se sentó. 
—Escucha, yo no le gusto a Whit —le dijo Natalie a Viv—. 
Sólo está coqueteando conmigo para darte celos. ¿Es que no te 
das cuenta? ¿Qué podría atraerle de mí? No soy bonita ni tengo 
dinero.
—En otras palabras, que no estaría conmigo, si no tuviera 
dinero ¿no? —Viv preguntó de forma significativa. 
—También he dicho que eres bonita, y mucho —respondió 
ella—. Sé que te sientes mal, Viv, pero no estás siendo 
razonable. Hemos sido amigas durante mucho tiempo. 
Últimamente estás tan rara, que apenas te conozco.
Viv se recostó sobre las almohadas.
—Él habla de ti, incluso cuando no estás.
—No es lo que piensas —dijo Natalie, exasperada—. Él 
nunca ha dicho o ha hecho nada en ese sentido.
—Él es muy guapo —insistió Viv. 
—Igual que tú —dijo Natalie—. Pero ahora estás enferma y 
no es necesario que te preocupes por nada. Mack me pidió que 
cuidara de ti, y eso es lo que voy a hacer.
Viv la miró a través de sus ojos enfebrecidos.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 71-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¿Sabías que Glenna ha ido con él a Dallas? —preguntó 
venenosa. 
Natalie se obligó a no reaccionar.
—¿Para qué? —pregunta descuidadamente. 
—No tengo idea. Supongo que tendrá algo que hacer allí, 
también. De todos modos, no creo que vuelvan esta noche. ¿Y 
tú? 
Natalie le miró furiosa.
—Realmente eres horrible —dijo entre dientes. 
Viv enrojeció.
—Sí, supongo que soy —dijo después de un minuto—. Mack 
dijo que ninguna mujer nos querría a los chicos y a mí. Dijo que 
no sería justo esperar que nadie tuviera que cuidarnos igual que 
hace él. Sé que Glenna no lo haría. Ella me odia. 
—Tu hermano os quiere mucho a los tres —dijo Natalie, 
inquieta por lo que Viv había dicho. 
—Bueno, él no es mi padre. Bob y Carlos se encuentran en 
sus dos últimos años de la escuela secundaria y, a continuación, 
Bob quiere entrar en el Ejército. Charles quiere estudiar Derecho 
en Harvard. Eso los quitaría de su camino, y si me caso con With, 
como es mi deseo, Mack tendrá la casa para él solo —dijo con 
voz tajante y clara. Y no satisfecha con eso, la miró a los ojos—. 
¿Te casaste con él, si te lo pidiera?
—Eso no va a pasar —dijo Natalie tranquilamente. 
—¿Estás segura de eso? 
—Sí —respondió suavemente—. Estoy segura. Mack es 
autosuficiente y no quiere ataduras. A menudo dice que el 
matrimonio no es para él. Probablemente Glenna y él seguirán 
juntos durante muchos años —añadió, destrozada, pero sin dejar 
que se notara—, como si estuvieran comprometidos.
—Tal vez tengas razón —dijo Viv estudiado curiosamente a 
su amiga—. Pero él es muy protector contigo.
Natalie evitó sus ojos.
—¿Por qué no iba a hacerlo? Soy como una segunda 
hermana para él.
Vivian frunció el ceño, pero no dijo nada. Después de unos 
segundos, comenzó a toser violentamente. Natalie le entregó 
algunos pañuelos y la ayudó a sentarse con una almohada contra 
su pecho para mantener a raya el dolor. 
—¿Eso te ayuda? —preguntó Natalie suavemente cuando 
pasó el espasmo. 
—Sí. ¿Dónde aprendiste a hacer eso? —preguntó.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 72-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—En el orfanato. Una de las matronas sufría neumonía con 
frecuencia. Ella me lo enseñó.
Viv bajó los ojos. Por culpa de los celos, olvidaba, con 
bastante frecuencia, lo vacía que estaba su vida hasta que 
Natalie empezó a formar parte de sus vidas cuando llegó al 
rancho Killains. Sabía lo que sentía Nat por Mack, y no entendía 
su repentina necesidad de lastimar a una mujer que siempre 
había sido amable con ella desde que se conocieron. Estaba tan 
celosa de Kit pareciera preferir a Natalie, que no ayudaba en 
anda a su creciente resentimiento hacia su mejor amiga. Se 
sentía confusa y envidiosa y tan miserable que apenas podía 
soportarse. No sabía de lo que era capaz si With le hiciera una 
proposición a Natalie. Estaba segura de que haría algo muy 
grave, que terminaría con su larga amistad. 
Las horas se hicieron eternas después de esos tensos. 
Natalie se mantuvo fuera de la habitación de Vivian tanto como 
le fue posible, ordenando la sala. With salía de vez en cuando 
para coquetear con ella, pero se las arregló para mantenerlo a 
distancia recordando que Viv estaba enferma. Estaba tan 
nerviosa que se subía por las paredes y Viv estaba más 
insoportable cada minuto que pasaba. 
Cuando eran casi las ocho, Natalie no sabía qué hacer para 
calmarse y no cometer una locura. Whit todavía estaba allí, y 
durante los quince minutos anteriores, había estado 
propasándose con Natalie. Ella estaba al borde de pegarle 
cuando entró Mack de forma inesperada. 
Echó una mirada a Natalie y Whit que estaban hablando. 
Estaban de pie muy juntos y Whit estaba inclinado sobre ella.
Los miraba como si algo se hubiera roto dentro de él, con el 
ojo brillando con rabia. 
—¿Por qué no haces otra cafetera, Whit? —preguntó 
rápidamente. 
—Tan pronto como vuelva —prometió—. Tengo que ir al 
supermercado a comprar cigarrillos. Me estoy muriendo por 
fumarme uno.
—Muy bien —dijo Natalie. 
Mack no dijo ni una palabra. Dominando su cólera, observó 
como se marchaba el otro hombre. Pero cuando sacudió su 
impermeable, le sonrío a Natalie cuando ella lo tomó y lo colgó 
en la percha. 
—¿Ha llovido mientras volvías a casa? —preguntó. 
—Casi nada. ¿Cómo está Viv? 
—Está mejorando.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 73-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Bien —la cogió de la mano, la llevó al estudio y cerró la 
puerta—. Puedes sentarse conmigo mientras paso estos trabajos 
al ordenados. Luego subiremos para ver a Viv.
— Whit no sabrá dónde estamos cuando vuelva
Él levantó una ceja.
—Esta es mi casa.
—Tomo nota —dijo y se sentó en la silla frente a su gran 
escritorio y lo observó sacar unos documentos de un maletín, 
antes de sentarse con un montón de documentos y empezó a 
archivarlos. 
Cuando miró sus manos, recordó la noche en que Carl había 
muerto en un accidente…
Era una noche tormentosa, y los relámpagos iluminaban, 
dentro y fuera, toda la casa en la que Natalie vivía con su 
anciana tía, la Sra. Barnes. Era su decimoséptimo cumpleaños, y 
lo pasó llorando al único chico al que había querido. Su muerte 
esa noche, en un accidente mientras volvía a casa de un 
excursión de pesca de fin de semana al pueblo y una acampada 
con su primo, fue anunciada como noticia de actualidad. Su 
primo estaba vivo y Carl había muerto en el acto, porque no 
llevaba el cinturón de seguridad. Habían tenido el accidente 
porque iban a demasiada velocidad para las condiciones 
climatologiítas de esa noche. El automóvil había entrado en la 
autopista a una gran velocidad y chocado contra una colina. Uno 
de sus amigos de la escuela la había llamado, muy triste y 
preocupado, para decírselo a Natalie antes de que se enterara 
por lasnoticias.. 
Carl Barkley había sido el capitán y la estrella de su equipo 
de fútbol americano de la escuela secundaria. Natalie había sido 
su pareja para el baile de Navidad y la envidia de las chicas de su 
promoción, estudiantes del último año. Era también la fiesta de 
promoción de su último año. Carl atractivo, rubio y de ojos 
azules, era presidente del club Key, vicepresidente del concejo 
de estudiantes, un estudiante honorífico con una facilidad para la 
física que le había otorgado un lugar en el MIT después de la 
ceremonia de entrega de diplomas. Carl había muerto con 
dieciocho años. 
Natalie no podía dejar de llorar.
En momentos como éstos, a ella le hubiera gustado tener 
una familia que la consolara. Su anciana tía, que la había acogido 
en su casa durante sus años de escuela secundaria y con quien 
vivió mientras asistía al instituto local de enseñanza superior, se 
había marchado durante el fin de semana y estaría de vuelta 
hasta la mañana siguiente. Estaba también Vivian Killain, por 
supuesto, su mejor amiga. Pero Vivian también había sido amiga 
de Carl, y estaba demasiado afectada para conducir. La única 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 74-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
pelea que habían tenido Natalie y Vivian fue por culpa de Carl, ya 
que Vivian fue la primera que había estando saliendo con él. Carl 
se había ido con ella solo una vez antes de que él y Natalie 
estuvieran juntos en la clase de inglés solamente. Había sido 
amor a primera vista para los dos, pero Vivian solamente lo veía 
como si Natalie hubiera tentado a su novio a salir con ella. Y esto 
estaba bastante alejado de la realidad.
Los truenos sacudieron la casa entera, y fue cuando el ruido 
terminó cuando Natalie oyó a alguien que llamaba a la puerta de 
calle. Poniéndose una bata que hacía juego con su fino camisón 
de satén rosa de finos tirantes, fue a ver quién era.
Un hombre alto y delgado, con un impermeable y sombrero 
tejano grande la miraba fijamente.
—Vivian me ha dicho que tu tía está fuera de la ciudad y que 
estabas sola —dijo Mack Killain silenciosamente, inspeccionando 
su cara pálida, mojada—. Siento lo de tu novio.
Natalie no dijo una palabra. Sólo levantó los brazos. Él la 
abrazó haciendo un brusco sonido y le dio una patada a la puerta 
que se cerró detrás de él. Con la cara mojada enterrada en su 
garganta, la llevó fácilmente a través del salón hacía la puerta 
abierta que, obviamente, era su dormitorio. Cerró esa puerta 
también con una patada, y la sentó con suavidad en el sillón que 
había al lado de la cama.
Se quitó el impermeable, colocándolo sobre una silla recta 
que había bajo la ventana, poniendo el sombrero encima. 
Llevaba ropa de trabajo, vio Natalie a través de sus lágrimas. No 
se había parado el tiempo suficiente para cambiarse ni las botas 
ni las espuelas siquiera. Su camisa de manga larga, de cuadros 
azules, estaba abierta hasta la mitad del pecho, revelando un 
mechón de vello oscuro rizado y espeso. Su frente ancha tenía la 
marca de sombrero. Un mechó de pelo liso, negro azabache, 
cayó sobre el parche negro fino de su ojo izquierdo.
Él miró fijamente a Natalie durante unos segundos, viendo 
sus ojos hinchados y sus mejillas enrojecidas que contrastaban 
con la palidez del resto de su cara redondeada.
—No pude ni siquiera decirle adiós, Mack —dijo con la voz 
enronquecida. 
—Nadie pudo hacerlo —respondió, levantándola para 
sentarse él y colocarla en su regazo. La abrazó contra su cuerpo 
fuerte y cálido, mientras ella luchaba contra una nueva 
andanada de lágrimas. Se agarró a él, agradecida por su 
presencia.
Ella siempre le había tenido un poco de miedo, aunque 
procuraba que no se le notara. Había sido ella quien lo cuidó, a 
pesar de las objeciones del orfanato, cuando uno de sus propios 
toros lo corneó en la cara. Vivian, era totalmente inútil en lo 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 75-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
referente a cuidar a alguien que estuviera herido o enfermo, y se 
quedó destrozada. Y sus hermanos, Bob y Charles, le tenían 
terror a su hermano mayor. Natalie se enteró de que había 
estado a punto de perder la vista en ambos ojos en vez de en 
uno sólo. Ella lo había zarandeado fuerte y le dijo, una y otra vez, 
que no debería rendirse. Había faltado a clase durante una 
semana, mientras los doctores lucharon para salvarle ese ojo, y 
no lo había dejado ni de día ni de noche hasta que le dieron el 
alta.
Incluso entonces, se había pasado todos los días para ver 
como estaba, suponiendo que tendría una familia que lo obligaría 
a quedarse en la cama el tiempo que hiciera falta. Seguramente, 
los niños habían caminado de puntillas a su alrededor y Vivian lo 
dejó. Natalie se había asegurado de que hiciera todo lo que el 
doctor le había dicho, lo que divirtió y asombró a sus hermanos, 
ya que se había dejado manipular por ella. Nadie podía darle 
órdenes a Killain. No se lo tomaba muy bien, excepto cuando era 
Natalie quien se las daba.
—Íbamos a ir juntos a la fiesta de promoción del último 
curso —dijo con voz ronca, limpiándose los ojos con el dorso de 
su mano—. Esta misma mañana estaba pensando en el vestido 
que iba a llevar y cómo me arreglaría el pelo… Y, ahora, está 
muerto
—La gente se muere, Nat —le dijo él, con su voz profunda y 
tranquila, que sonaba consoladora en su oído—. Pero siento lo 
que le pasó.
—Tú no lo conocía, ¿verdad? 
—Solo había hablado con él un par de veces —dijo, como sin 
darle importancia. 
—Era tan guapo —dijo con un suspiro desigual—. Era 
simpático y valiente y todo el mundo lo quería—.
—Por supuesto.
Ella buscó una posición más cómoda sobre su regazo, y 
cuando lo hizo, su mano se deslizó casualmente bajo la tela de 
su camisa de algodón, para dejarla medio enterrada en su 
espeso vello. Le extrañó que su fuerte cuerpo se tensara cuando 
ocurrió, pensó confundida. Era consciente, también, de otras 
cosas. Olía a caballos, jabón y cuero. Su aliento lo tenía justo 
encima de su nariz, y podía oler el café en él. Se le había abierto 
la bata, y los tirantes del camisón habían resbalado por sus 
brazos. Uno de sus pechos estaba apretado contra el de Mack, y 
podía sentir sus cálidos músculos y el áspero vello justo encima 
del pezón. Su cuerpo se sentía excitado. Quería quitarse el 
camisón y apretarse más contra él para que sus pieles se 
tocaran. Frunció el ceño, asombrada por el deseo que sintió de 
que la abrazara fuerte contra él. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 76-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Se puso un poco tensa.
—¿Por qué llevas todavía las ropas de trabajo? — dijo y su 
voz parecía tan rara como se sentía. 
—Teníamos rota una cerca y no nos hemos enterado hasta 
que el sheriff llamó y dijo que se habían escapado algunas 
cabezas de ganado y habían llegado a la autopista —dijo él—. 
Tardamos dos horas en arreglar la cerca. Por eso es por lo que 
tardé tanto en llegar aquí. Vivian me había estado llamando por 
a mi móvil desde hace rato, pero yo estaba fuera del camión.
—¿No tienes un móvil como el tienes en tu camión? —le 
preguntó en voz alta. 
Él se río entre dientes.
— Sí. Pero está en casa recargándose.
Ella sonrío perezosamente.
—Gracias por venir. Estoy segura de que no tenías ganas 
después de todo eso.
El se encogió de hombros.
—No podía dejarte aquí solas —dijo simplemente—. Y Vivian 
no estaba, de ninguna manera, preparada para venir —su mano 
alisó su oscuro perlo ondulado—. Ella cree que le quitaste a Carl, 
pero ésa es sólo su forma de ser.
—Lo sé —suspiró—. Es tan bonita que da por sentado que 
todo los chicos la quieren a ella y la mayoría de ellos lo hacen.
—Es unamimada —respondió—. He sido duro con Bob y 
Charles, pero he hecho muchas excepciones con Viv, 
simplemente porque era la única chica de la familia. Tal vez he 
cometido un error.
—No es un error cuidar de las personas —señaló ella.
—Eso dicen —sus dedos se enredaron en su pelo suave—. 
¿Quieres beber algo? 
—No, gracias —respondió él.
Sus dedos se extendieron de manera involuntaria entre vello 
espeso de su pecho, y su respiración se aceleró. 
Su cuerpo volvió a tensarse otra vez. Ella y Carl se habían 
besado, pero había sido muy cuidadosa para no dejar que las 
cosas fueran demasiado lejos. En realidad, no había sentido 
ninguna atracción física por la estrella del fútbol, cosa extraña, 
considerando cuánto le gustaba. Con Mack, experimentó unas 
sensaciones que no había sentido nunca antes. Se sentía 
acalorada y excitada en los lugares más extraños, y estaba 
desconcertaba. También estaba desconcertada por la repentina 
tensión que notaba en el hombre que la estrechaba entre sus 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 77-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
brazos. Mack no dijo una palabra, pero podía sentir como se 
aceleran sus latidos y oír el sonido áspero de su respirar. 
Dejó resbalar su cara por su brazo musculoso, y su mirada 
curiosa se posó en su ojo bueno. Estaba oscuro, fijo y vagamente 
intimidante. Incluso mientras ella lo miraba, la mirada de Mack 
estaba fija en su bata abierta, dónde uno de sus pechos se 
transparentaba a través del suave satén del camisón y se 
apoyaba sobre el pecho d él. 
Involuntariamente, ella siguió su intensa mirada y vio lo que 
no había visto antes: la bata había resbalado tanto que su pezón, 
duro y firme, estaba descansando en el espesor del vello su 
pecho. 
Él la miraba atónito y la mano que tenía en su pelo se tensó.
—¿No has hecho esto con tu novio? —preguntó sin rodeos. 
—No —dijo tambaleante. 
—¿Por qué no, si lo amabas? —insistió. 
Ella frunció el ceño con preocupación. Es cada vez más difícil 
pensar con claridad.
—No me sentía así con él —confesó en un susurro. 
La cara de Mack cambió. La mano que tenía en su pelo le 
cogió la cara y tiró de ella para apoyarla en su brazo. Él se movió 
de manera que el camisón se abrió más y dejó expuesto su 
pecho, pequeño y delicado, y su mano la acariciaba, moviéndose 
sensualmente sobre su piel. 
Ella gritó asombrada. Le clavó las uñas en el pecho, y sus 
labios separados estaban asombrados y deleitados. 
Involuntariamente, ella se arqueó más hacia él, por lo que su 
pecho se restregó más contra su piel. 
La mano en el pelo le hacía daño. Su cuerpo se tensó, y un 
leve estremecimiento la atravesó. 
La mandíbula de Mack se tensó y luchó contra su deseo. Se 
dio cuenta de que quería sentirla contra él sin nada entre ellos, y 
eso era lo que quería ella, también. Ella se olvidó de lo correcto y 
lo incorrecto, de lo decente, excepto el placer que le estaba 
dando él en ese momento, en la habitación en la que el silencio 
solo lo rompía el sonido de la lluvia fuera de la ventana y su 
respiración.. 
—Deberían matarme por hacer esto, y a ti por dejarme —
dijo entre dientes. Pero incluso mientras hablaba, su mano se 
abría paso a través del camisón hacía su cintura. Su mirada se 
posó en sus pechos desnudos, y él se estremeció una vez más, 
violentamente. Estiró el brazo y tiró de ella de repente 
apretándola contra su pecho velludo y áspero, con una caricia 
febril. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 78-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella gimió estremecida. Le clavó las uñas en los duros 
músculos de sus brazos cuando la aplastó contra él y enterró su 
cara en su espeso pelo. La sujetó, la meció, a pesar de su 
doloroso estado de excitación. 
Ahora tenía los dos brazos alrededor de ella. Nat deslizó sus 
brazos alrededor de su cuello y lo abrazó con toda su fuerza. Casi 
no podía respirar. Era el placer más intenso que había conocido y 
temblaba de deseo. 
El abrazo era feroz. Se abrazaron en un silencio tan tenso 
que parecía palpitar con la necesidad. Los dedos de ella 
enredados en el pelo de su cuello firme, con los ojos cerrados 
tendida contra él, sin miedo y sin ninguna vergüenza por la 
creciente intimidad del abrazo. 
Él sentía como se excitaba por momentos. Si la apretaba 
más ella lo notaría. No quería eso. Era demasiado pronto para el 
tipo de intimidad al que los conduciría. Casi no podía pensar en 
nada, pero la parte racional de su cerebro que todavía era capaz 
de pensar, le envió una señal de alarma. Apenas tenía diecisiete 
años y él veintitrés. Ella no tenía ni la edad ni la experiencia 
suficientes para saber lo que estaba a punto de suceder. Él si la 
tenía. No podía aprovecharse de ella de esa manera. Tenía que 
parar mientras todavía era capaz de hacerlo. 
De repente, se levanto arrastrándola con él. La sujetó para 
que no se cayera, poniéndola frente a él. Por un largo y tenso 
momento, su mirada estaba fija en sus pechos tensos y 
desnudos y su cara parecía apretada. Luego le subió los tirantes 
y los colocó sobre sus hombros, poniéndole bien la bata y 
atándole el cinturón con un rápido movimiento de sus fuertes 
manos. 
Ella lo miraba, demasiado abrumada por la intimidad y su 
brusco final, para pensar con claridad.
—¿Por qué has parado? —le preguntó suavemente—. ¿He 
hecho algo mal? 
En sus ojos verde pálido se reflejaba el dolor mientras 
buscaba su rostro Él la cogió por la cintura e hizo una lenta y 
deliberada inspiración antes de hablar.
—¿No te enseñaron educación sexual en el orfanato? —
preguntó sin rodeos. 
La cara de Nat se puso de color escarlata. Sus ojos, abiertos 
como platos, parecían cada vez más grandes. 
Ella sacudió la cabeza. 
Ella era tan deliciosamente ingenua. Él se sentía bastante 
más mayor que ella, aunque solo le llevaba seis años.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 79-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Un hombre no puede seguir haciendo esto sin necesitar 
hacer algo más, Nat —dijo suavemente—. Mirar no es suficiente.
Ella estaba avergonzada, pero no bajó los ojos.
—Yo nunca podría haber hecho eso con Carl —dijo ella, 
sintiéndose vagamente culpable por ello—. Me gustaba besarlo, 
pero nunca quise hacer nada más. No me gustó cuando intentó.
Estaba dolorido. Sus manos se contrajeron sobre sus 
hombros.
—Tenías sólo diecisiete años —le recordó—. Sé que Carl fue 
especial para tí, pero, realmente, no tenías edad suficiente para 
mantener una relación física con nadie.
—Mi madre me tuvo con solo dieciocho años —señaló. 
—Era una época muy diferente a ésta —la contradijo—. E 
incluso para una mujer inocente, estás excepcionalmente 
retrasada.
—¿Tú no lo estabas, a mi edad? —preguntó impulsivamente.
El frunció los labios y estudió su rostro.
—En su edad, tenía ya mi primera mujer. Ella tenía dos años 
más que yo y era bastante experimentada para un lugar como 
Medicina Ridge. Ella me enseñó.
Sentía los locos latidos de su corazón en el pecho. No espera 
que fuera inocente, pero era increíble que se lo dijera sin rodeos. 
Sus dedos le acariciaban la mejilla.
—Y cuando tengas edad suficiente —dijo en un tono extraño 
y acariciante—, yo te enseñaré.
Esas impactantes palabras del pasado resonaron en su 
mente mientras ella lo miraba bajo la tenue luz des estudio. Te 
enseñaré. Te enseñaré 
Mientras ella estaba reviviendo el pasado, Mack se había 
levantado de su silla y rodeado el escritorio. Estaba apoyado 
contra él, sin chaqueta ni corbata y con los brazos cruzados, 
mirándola. 
—Oh —dijo, parpadeando—. Lo siento. Estaba totalmente 
inmersa en mis pensamientos. Literalmente —dijo riendo 
suavemente. 
Él no sonreía.—Ven aquí, Nat.
Ella midió la distancia hasta la puerta y se rió interiormente 
por su cobardía. Lo amaba desde hacía tanto tiempo que no se 
imaginaba a nadie más acariciándola. Además, se dijo, él tenía a 
Glenna para satisfacer sus necesidades sexuales cuando lo 
necesitara. Él quería hablar sin que, por casualidad, lo oyera Whit 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 80-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
en caso de que volviera inesperadamente, y porque, además, 
quería tenerla cerca.
Con una sonrisa burlona llegó hasta que sólo había un brazo 
de distancia entre ellos y lo miró. 
Él miró desde sus zapatos planos hasta sus pechos tensos 
contra el fino suéter. Los dos botones de arriba estaban 
desabrochados, insinuando lo que había debajo.
—No debería dejar sola a Viv demasiado tiempo —comenzó. 
Él pasó por alto lo que dijo pasando los dedos a lo largo de 
su mejilla y con la mirada puesta en su suave boca.
—Viv puede esperar —respondió tranquilamente, mientras 
su pulgar se iba desplazando por través de sus labios, haciéndole 
sentir un deseo repentino. 
Él tenía el ojo entrecerrado.
—Vete y cierra la puerta —le dijo en un tono que no había 
usado con ella desde la noche Carl había muerto. 
A ella nadie la daba órdenes, se dijo. ¡Ni siquiera Mack le iba 
a decir lo que tenía que hacer! 
Así que fue una sorpresa cuando Nat cerró la puerta con 
llave y se quedó dentro. El deseo la sacudía. Ella apoyó la frente 
caliente contra la madera fría de la puerta, oyendo de su 
respiración acelerada en su garganta 
Ella no lo oyó acercarse, porque la espesa alfombra 
amortiguó el sonido de sus pasos. Pero lo notó detrás de ella, 
sentía el calor de su cuerpo poderoso cuando llegó hasta la 
puerta. Se acercó lo suficiente para que sus cuerpos se tocaran 
desde sus hombros a los muslos. Los contornos de su cuerpo 
cambiaron en un instante, y sabía, incluso en su inocencia, que 
lo que estaban compartiendo era algo infrecuente. 
—Y ahora ya sabes la razón por la que me fui tan 
rápidamente aquella noche, ¿no? —le pregunto en voz baja. 
Ella tragó, con su cuerpo respondiendo a su necesidad de 
manera involuntaria arqueándose contra él.
—Sí. Ahora lo sé. 
Él deslizó sus manos hacía su vientre plano y tiró de ella 
hacía él. 
—¿Te has sentido así todos estos años? —dijo ella, sin 
pensar. 
—Sí —dijo acariciando suavemente con sus manos 
vacilantes su cuerpo—. Cuando era joven acumule bastante 
experiencia —continuó—. Pero en los últimos años, el sexo se ha 
convertido en un asunto más grave para mí. He pasado hambre. 
Tú eras inocente y curiosa, y casi perdí el control contigo. No me 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 81-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
sentía cómodo dejando que vieras lo tentado que me sentía, 
especialmente dadas las circunstancias.
—Todavía soy inocente —ella le recordó, sin girarse. 
—Y también muy curiosa —concluyó para sí. Sus manos 
acariciantes se convirtieron en posesivas—. Pero esta noche, voy 
a satisfacer tu curiosidad. Completamente —dijo dándole la 
vuelta.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 82-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 7 
Natalie contuvo el aliento posando la mirada en el rostro de 
Mack. Casi daba miedo el hambre desnuda que transmitía su 
hermoso ojo oscuro. 
Sus grandes manos enmarcaban su rostro buscando sus 
ojos.
—No me tengas miedo —dijo suavemente—. Me cortaría un 
brazo antes que hacerte daño.
—Ya lo sé —dijo mirándolo con preocupación —pero no 
puedo evitarlo 
Sus labios absorbieron las palabras quedándose allí. Sentía 
sus manos por su garganta y luego por sus hombros, por la 
suave piel que dejaba al descubierto su suéter de manga corta. 
Era lento, tierno y sensual. Era como un baile a cámara lenta, un 
poema, una sinfonía. 
La puerta se le clavaba en la espalda ya que estaba 
atrapada entre su cuerpo y la madera. Una larga pierna se metió 
entre las suyas, con un movimiento perezoso que despertaba 
tantas sensaciones como el beso que compartían.
Ella jadeó y retiró su boca. Él la miraba con la respiración 
entrecortada.
—Lo que sientes es perfectamente natural —dijo 
tranquilamente—. No luches contra él.
Ella lo miró y estaba un poco asustada tanto por su mirada 
salvaje como por el deseo aplastante que sentía
—Te fuiste con Glenna —susurró ella. 
—Ella iba en el avión —la corrigió—. No iba conmigo —su 
boca siguió sus párpados y los cerró. Sus manos estaban bajo 
sus brazos, acercándola más a él. Se movían lentamente, 
suavemente, hacia sus pechos, acariciándolos con un placer 
delicioso. 
Ella sentía que le temblaban las piernas. Se sentía 
totalmente diferente a cualquier otro momento en el que hubiera 
estado en sus brazos. Se comportaba como si ella fuera suyas, 
como si fuera algo precioso y querido para él. 
Sus ojos se abrieron cuando él levantó su cabeza, y estaban 
llenos del asombro, hambrientos por el delicioso placer. Su 
corazón estaba en ellos. Los observó silenciosamente, y una 
sonrisa leve tocó su boca firme. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 83-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—He esperado años para que verte esa la expresión —dijo 
contra su aliento—. Años.
Él bajó de nuevo, y esta vez levantó lentamente sus brazos 
para que los pusiera alrededor de su cuello, acunando su cabeza 
mientras que su boca cubrió sus los labios abriéndolos. Se 
aferraron el uno al otro, dejando que el beso se hiciera más 
intento y sintiendo su poder. Ella gimió cuando el beso se 
convirtió en feroz y hambriento, pero no trató de huir. 
Involuntariamente, presionó su cuerpo contra el duro de Mack. 
Ella lo sentía temblar. Sus manos la levantaron 
repentinamente hasta su dura erección y la sujetó allí con un 
ritmo lento, sensual que la hizo temblar y jadear contra su boca.
—¡Cariño! —susurró bruscamente. 
El beso creció más. Sentía como él se movía y la levantaba 
en sus brazos. Caminó hacia el sofá y la tendió sobre él, bajando 
su cuerpo hasta cubrir el suyo en un cálido y tenso silencio. 
Estaba muy excitada y, en ese momento, quería algo más 
que nunca que hubiera algo entre ellos. Ella siguió donde que 
estaba, incluso cuando se colocó mejor para que sus caderas 
presionaran más fuerte contra las suyas, entre sus piernas, en 
una intimidad urgente y febril de oscuro placer. No podía 
rechazarlo si su supervivencia dependía de ella. Seguramente él 
se sentía igual, porque sus brazos la apretaron contra él 
moviéndose deprisa contra ella. 
Ella se estremeció con el placer que el movimiento le 
produjo, y sus ojos se abrieron, enganchándose con su mirada 
oscura, apasionada mientras que él levantaba la cabeza para 
mirarla. 
Con las manos en su cabeza, soportando la mayor parte de 
su peso, se movió deliberadamente mirándola mientras ella se 
levantó para encontrarlo y jadeó con las sensaciones que le 
produjo el contacto. Le clavó las uñas en los brazos pero sin 
luchar. Sintió como volaba con la pier ardiendo, quemándola, 
La intimidad se volvió tan tortuosa, tan feroz, que era 
demasiado tarde para retroceder cuando se dio cuenta de lo que 
ocurría. Sus manos cogieron sus caderas y la atrajo hacía él, 
siguiendo con su exploración, con su mejilla sobre su pecho 
luchando por respirar y poner fin a todo lo que estaba 
experimentando. 
—¡No! —dijo ella atragantada, tratando de volver a la 
intimidad de su abrazo. 
Sus manos la obligaron a quedarse quieta. Su aliento en su 
frente estaba caliente y débil, y se oía en la quietud del estudio.
—No —dijo entre dientes—. No te muevas.¡Por el amor de 
Dios, no lo hagas! 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 84-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Su boca presionó en el algodón de su camisa, caliente y 
hambriento.
—Quiero hacerlo —dijo ella con un nudo en la garganta. 
—Dios, ¿te parece que yo no quiero? —exigió roncamente. 
Sus manos le hicieron daño mientras luchaba para que se 
estuviera quieta—. Te deseo hasta la locura. ¡Pero no así, 
Natalie! 
Más tarde, se dio cuenta de que él estaba tratando de 
salvarla de su propio deseo por él. No era un pensamiento que 
agradeciera en este momento, cuando su cuerpo entero se 
quemaba con una pasión que nunca había sentido antes. Pero 
poco a poco, el temblor fue aliviado y empezó a respirar 
normalmente, aunque un poco rápido. 
Sus manos sobre su pelo liso, se juntaron en su nuca y 
apoyó su mejilla en su pecho. 
—¿Por qué? —susurró ella abatida, cuando fue capaz de 
hablar. 
—Porque no puedo casarme contigo —le explicó—. Y porque 
no podría vivir con mi conciencia si lo hago sin estar casados.
Todos sus sueños se esfumaron como si fueran humo. En 
cuanto se paró a pensar en la situación, se dio cuenta de lo lejos 
que habían llegado y la forma tan íntima en la que estaba en el 
sofá. Si no hubiera detenido, ya serían amantes. Ella ni siquiera 
protestó. Pero él había sido capaz de detenerse a tiempo. 
Gracias a su fuerza de voluntad y sus principios, pensó con 
tristeza. Parecía que su cuerpo tenía voluntad propia, y era 
mucho más fuerte que su mente. 
Estaba llorando y ni siquiera se dio cuenta hasta que sintió 
la camisa húmeda debajo de su mejilla. 
Su mano acarició su cabello y calmó su cuero cabelludo.
—Si pensara que ayudaría en esta situación, lloraría también 
—murmuró él secamente. 
Ella le dio un puñetazo en el hombro.
—¿Cómo has podido hacerme eso? —le preguntó ella. 
—¿Cómo pudiste hacérmelo tú a mí? —dijo él a su vez—. 
Sabes lo que pienso acerca de compromiso. Lo he dicho muchas 
veces.
—Tú lo has empezado —se enfureció. 
Él suspiró.
—Sí, lo hice —admitió, después de un minuto—. Es en lo 
único que he podido pensar desde que estuvimos en la discoteca 
—confesó—. Sin duda fue el mayor error que he cometido en los 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 85-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
últimos años. Es difícil apagar un fuego una vez encendido. ¿O no 
te has dado cuenta? 
Ella se movió y notó que él la ayudaba a alejarse a una 
distancia prudente, tumbado a su lado en el largo sofá de cuero 
con la mejilla sobre su hombro. Lo miró silenciosamente, con 
curiosidad. Su cara estaba un poco colorada, y su boca estaba 
hinchada por los besos apasionados y hambrientos que habían 
compartido. Su camisa estaba abierta en el cuello. Su pelo 
estaba despeinado. Él parecía que había estado haciendo el 
amor, y, probablemente, también ella lo parecería. Realmente no 
le importaba. Estaba muy sensual así. 
—Será mejor que abandones la ciudad —sugirió sonriendo 
irónicamente—. Acabas de librante de una buena.
Puso los dedos en su camisa, pero él los sujetó y los detuvo.
—¡No! Apenas estoy apenas a un paso de descontrolarme.
—¡Qué emocionante! —murmuró ella. 
—No pensarías así al principio —murmuró con escepticismo
—. Y tú no serías capaz de vivir con tu conciencia, incluso si 
llegaras a disfrutarlo.
Ella hizo una mueca.
—Supongo que no. No estoy realmente preparada para los 
asuntos pasionales.
—Y yo no sirvo para el felices para siempre —dijo sin 
mirarla. 
—¿A causa de tu familia?— pregunta. 
El orador señala en un largo aliento. Se sentía el pecho sube 
y baja bajo su mano.
—Podríamos hacer una lista. Pero eso no cambia nada —
Miró su suave y absorta cara y eso hizo que la suya se 
endureciera—. A pesar de todo —susurró roncamente—, daría 
todo lo que tengo que tenerte, sólo una vez.
Ella esbozó una leve sonrisa.
—A lo mejor te desilusionaría —señaló.
Él dibujo su boca con un dedo perezoso.
—Tal vez tú también.
—Así que da igual ¿no?
—Eso es lo que dice mi mente —estuvo de acuerdo. 
Ella se apoyó contra su hombro y cerró los ojos.
—¿No hay un poema sobre la atracción desesperada?
—Cientos —dijo él. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 86-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Sintió su mano alisando su pelo, como un gesto confortante. 
Sonrío.
—Eso hace que me sienta bien.
—¿Te sientes bien, tumbada contra de mí como estás? —le 
susurró. Se agachó y besó sus párpados cerrados con una 
ternura inmensa—. Así estábamos la noche del accidente —
añadió en tono silencioso—. Te abracé y te consolé, deseándote 
tanto que me dolía.
—Pero yo tenía diecisiete años.
—Pero tenías diecisiete años —dijo dándole un beso en la 
cabeza, ayudándole a ponerse de pie—. No has cambiado mucho 
—añadió, mientras la ayudaba a levantarse. 
—Ahora soy mayor —dijo ella. 
Él se rió, con un sonido hueco.
—Si fueras una mujer moderna, tendríamos menos 
problemas.
—Pero yo no soy moderna —respondió ella con tristeza—. Y 
eso lo dice todo.
Una puerta se abrió y se cerró y él echó una mirada a la 
puerta cerrada del estudio.
—Ese debe ser Romeo, supongo — arrastrando las palabras 
dirigiéndole una brillante sonrisa a Natalie—. No me gusta la 
forma en que te persigue.
—A él le gusto —dijo descuidadamente—. Me gusta, 
también. ¿Qué tiene eso de malo?
—Él pertenece a Vivian —dijo, sin sonreír. 
Ella miró su cara seria.
—Tú no puedes poseer a las personas.
Él levantó sardónicamente la ceja de su ojo sano.
—Ella no va a agradecerte que juegues con él.
Ella estaba dolida por la frustración y la tristeza, y lo odiaba 
excitarla y empujarla al mismo tiempo. No era lógico, pero ella 
no estaba para pensar con claridad. No quería decir lo que dijo, 
pero estaba tan enfadada que no era capaz de ayudarse a sí 
misma.
—¿A ti qué te importa si lo hago? A ti no te gusta. Tal vez le 
abriría los ojos
—No lo hagas —advirtió en un tono bajo y amenazante. 
—O ¿qué harás tú? —lo desafió ella, con voz helada. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 87-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
No respondió. Se convirtieron en un abrir y cerrar de ojos. 
Estaba furioso, y se le notaba. Fue hacia a la puerta y la abrió de 
un tiró, esperando que ella se fuera 
Ella dudó, pero sólo por un instante. Si eso era lo que él 
quería, ¡De acuerdo! Salió por la puerta sin mirarlo, sin hablar, 
sin saber que ella acababa de alterarle el patrón de su vida. 
Mack cerró bruscamente la puerta detrás de ella, y ella hizo 
una mueca antes de ir a la cocina para ver si With estaba. Y 
estaba. Acaba de hacer café, en una moderna cafetera que lo 
hacía en un momento. Había llenado dos tazas, una para Vivian y 
otra para él. 
—¿Dónde está la bandeja? —preguntó, mirando a su 
alrededor. 
—No tengo ni idea —admitió, mientras miraba en los 
armarios sin encontrar ninguna. 
—No importa —dijo él—. A mí me gusta solo y a ella con 
nata. Puedo llevar las tazas si tú llevas la nata, y nos olvidamos 
de la bandeja.
—Muy bien —dijo. 
Él la estaba mirando con ojo experto, y de repente se le 
ocurrió pensar que debía estar muy despeinada. Pensó pararse 
un momento para retocar su maquillaje antes de subir las 
escaleras, pero With ya salía por la puerta. 
Ella lo siguió por la escalera hasta la habitación de Vivian. 
Tampoco había caído en la cuenta de que Whit había estado en 
la calle y el viento había revuelto su pelo. Cuando entraron en la 
habitación, Vivian se fijó en la boca hinchada de Natalie y el pelo 
revuelto de With y pensó en una infidelidad. 
—Vete a casa —le dijo a Natalie en un tono feroz—. ¡Vete 
ahora mismo y no vuelvas nunca! 
—¡Viv! ¿Qué te pasa? —le preguntó.
—¡Como si no supieras! 
With no dijo nada, perotenía una extraña mirada en los ojos
—. Será mejor que lo hagas —dijo suavemente—. Yo cuidaré de 
Viv.
Natalie miró a Vivian, pero ésta volvió la cara y se negó a 
decir nada más. Con una amarga resignación y muy triste, 
Natalie dejó la nata y salió de la habitación. 
No había nadie cuando salió de la casa. Esa noche había 
resultado un desastre. Mack y Vivian estaban furiosos con ella 
por culpa de With, aunque ella no había querido causar 
problemas. Esperaba que todo se olvidara lo antes posible. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 88-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Por el momento, todo en lo que podía pensar en guardar lo 
que había ocurrido entre los brazos de Mack en el sofá, y 
deseaba de todo corazón que las cosas hubiesen sido diferentes 
entre ellos. Para bien o para mal, lo quería con todo su corazón. 
Pero él no tenía nada que ofrecerle. 
Se fue a su casa y se derrumbó, agotada, en la cama. 
With se quedó solo con Vivian, que estaba llorando.
—¡Habéis estado haciendo el amor! —lo acusó, echando 
chispas por sus ojos azules—. ¡Mi novio y mi mejor amiga! ¿Cómo 
has podido…? 
Él vaciló antes de hablar, con las manos metidas en sus 
bolsillos. Él había visto en Vivian una pequeña fuente de dinero 
para jugar y relaciones sexuales agradables. Pero se había vuelto 
celosa y posesiva con él, y se estaba cansando de ella. Había 
otras mujeres. 
—¿Y qué? —le preguntó, sin negar su acusación—. Ella no es 
tan bonita ni tan rica como tú, pero es dulce y no intenta 
controlar todos mis movimientos.
Vivian lo miró, roja por la frustración, la rabia y el orgullo 
herido.
—Entonces vete con ella —le escupió—. Vete de aquí. ¡Y no 
vuelvas! 
—Eso —respondió— será, realmente, un placer. No eres la 
idea de mujer perfecta que tiene un hombre, Viv. De hecho, eres 
una niña rica malcriada que quiera poseer a las personas. No 
vale la pena.
—No vale la pena, ¿el qué? —dijo con un nudo en la 
garganta. 
La miró con cinismo y desprecio. 
—Me gusta apostar. Tú tenía dinero. Hacemos buena pareja. 
Pensé que podríamos llevarnos bien. Pero hay otras chicas ricas, 
querida.
Se rió burlonamente y salió, cerrando la puerta detrás de él. 
Vivian se volvió loca, tirando cosas y llorando de manera 
espantosa hasta Mack entró en la habitación y la ayudó a 
levantarse del suelo y meterse en la cama. 
—¡Por Dios bendito, ¿Qué es lo que te pasa?! —exigió, 
topografía de la destrucción de su dormitorio. 
—With y Natalie —dijo ella con un nudo en la garganta—. 
Ellos estuvieron… haciendo el amor… Whit dijo que era todo lo 
que yo no soy —los sollozos ocultaron sus palabras por unos 
momentos, mientras que su hermano se había quedado helado 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 89-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
junto a la cama—. ¡Los odio tanto! ¡Los odio a los dos! ¡Mi novio 
y mi mejor amiga! ¿Cómo han podido hacerme esto? 
—¿Cómo sabes que han estado haciendo el amor? —le 
preguntó con voz hueca. 
—Los vi —mintió cruelmente—. Y With lo ha admitido. 
¡Incluso se rió de ello!
El rostro de Mack se convirtió en una máscara. Tapó a Vivian 
con las mantas en medio de un extraño y aterrador silencio. 
Vivian no se dio cuenta. Estaba casi histérica. 
—Ellos no vendrán aquí de nuevo. Les dije que no lo 
hicieran. ¡He terminado con ellos! 
—Sí —dijo Mack con voz tensa—. Trata de calmarte. Te 
pondrás peor.
—Si alguno llama —añadió Vivian fríamente—, no pienso 
hablar con ellos.
—No te preocupes por eso —dijo él—. Yo lo arreglaré.
—Ya lo he arreglado yo —explotó de nuevo—. Y no les digas 
nada a Bob y Charles. ¡Nadie más tiene que saberlo! 
—Muy bien, Viv. Trata de dormir un poco. Cuando venga 
Sadie mañana le diré que limpie todo esto.
—Gracias, Mack —logró decir a través de sus lágrimas—. Tú 
si me quieres de verdad.
Mack no le respondió. Salió y cerró la puerta despacio, y la 
vida parecía escapársele entre las manos. Natalie, con el novio 
de Vivian. Él le dijo que no coqueteara con With y se había 
enfadado con él. Pero ¿por qué? No podía entender por qué se 
iría de sus brazos a los de otro hombre en menos de diez 
minutos. 
Bueno, si su idea era ponerlo celoso, no lo conseguiría. No 
sentía nada más que desprecio por ella. Al igual que Vivian, no 
los quería ni en su casa ni en su vida. Se fue a su estudio de la 
planta baja y se sumergió en el papeleo, tratando de no mirar 
hacia el sofá de cuero en el que había vivido el momento más 
dulce de su vida. 
Tal vez fuera mejor así. No podía casarse con ella. Había 
demasiados obstáculos entre ellos. Pero no le gustaba la idea de 
que estuviera con un jugador. O con cualquier otro hombre… 
Él maldijo su odioso recuerdo y puso el lápiz boca abajo. 
Natalie había sido como un hilo invisible durante gran parte de 
su vida. En los últimos años, había participado en casi todo lo 
que pasaba en el rancho. Ella cabalgó con él y Vivian, venía a las 
reuniones, barbacoas, venta de ganado. Ella estaba siempre a su 
alrededor. Ahora no la vería llegar corriendo hasta la casa, riendo 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 90-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
de la forma especial que lo hacía. No coquetearía ni hablaría con 
él. Iba a sentirse muy solo. 
Se levantó y se dirigió al mueble-bar. Rara vez bebía, pero 
siempre había una botella de whisky escocés añejo para las 
visitas. Dio un trago y disfrutó del calor que bajaba por su 
garganta. No podía recordar desde cuando no se había sentido 
tan impotente. Miró la botella y la llevó al escritorio. Después 
cerró la puerta con llave. 
Vivian no podía dormir. Se levantó y se lavó la cara, 
teniendo cuidado con las cosas que había tirado contra las 
paredes en su ataque de furia. Recordó la cara que puso Mack 
cuando le dijo que había pasado con Natalie y With. Ella nunca le 
había visto esa expresión. 
Estaba los bastante preocupada como para ir a buscarlo, 
pero no estaba en su habitación ni en ningún otro sitio del piso 
de arriba. Anduvo despacio, porque le costaba trabajo hacerlo y 
respirar al mismo tiempo, a pesar del antibiótico, hasta la puerta 
de su estudio. Trató de abrirla, pero estaba cerrada. Mack nunca 
cerraba la puerta. 
Dudó, pero sólo un momento. Recordó su mirada y su 
extraño comportamiento, así como la forma en la que había 
abrazado a Natalie cuando bailaban en la discoteca, y con manos 
temblorosas fue hasta el panel del intercomunicador y llamó al 
capataz. 
—Necesito que venga hasta aquí enseguida —dijo después 
de identificarse—. ¿No tenemos un hombre a tiempo parcial que 
hace diversos trabajos? 
—Sí, señora —dijo. 
—Que venga, también. ¡Y de prisa!
—¡Sí, señora!
Se sentó en un sillón del salón, mordiéndose el labio. Era 
mentira que hubiera visto a Natalie y With juntos, aunque ambos 
se miraban como si se hubieran estado besando y With no lo 
negó. Pero si Mack estaba enamorado de Natalie, lo que era una 
inquietante posibilidad, podía haber causado un desastre. A 
pesar de la insistencia de Glenna, Mack nunca había comportado 
como si no pudiera vivir sin ella. Pero la forma en que miraba a 
Natalie, como la había abrazado en la pista de baile, y la manera 
de seguirla con la mirada… ¡oh, Dios, que los hombres se den 
prisa! 
Le pareció que había pasado una eternidad cuando sonó el 
timbre de la puerta y fue a abrir tan rápido como pudo. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 91-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¡Quiero que abran la puerta —le dijo al hombre que estaba 
al lado del capataz. 
—¿No puede usar la llave? —preguntó, vacilante. 
—No tengo la llave. La tiene Mack se ha encerrado ahí 
dentro —dijo ajustándose mas subata—. Por favor —dijo de una 
forma que no era habitual en ella, dejando a un lado su manera 
autocrática de ser—. Hemos tenido una discusión… Por eso se ha 
encerrado y no me contesta.
Sin decir nada, el hombre sacó su caja de herramientas y se 
empezó a trabajar. En poco tiempo, había abierto la puerta. 
—Esperen —dijo cuando empezó a abrirla—. Esperen aquí. 
Les llamaré si les necesito —No quería exponer a su hermano a 
los chismes, si no era necesario. 
Entró y cerró la puerta. Lo que vio hizo que abriera los ojos 
de par en par y la hizo temblar de culpabilidad. Mack estaba 
tumbado boca abajo sobre el escritorio con una botella de 
whisky, casi vacía, colgando de su mano. Mack nunca bebía en 
exceso; el recuerdo del alcoholismo de su padre estaba siempre 
pendiente. 
Fue hacia la puerta y abrió una rendija.
—Sólo está dormido. Gracias por su ayuda. Ya pueden 
marcharse.
—¿Está segura, Srta., Killain? —preguntó el capataz. 
—Sí —dijo, tranquila—. Estoy segura.
—Entonces, buenas noches. Volveremos si nos necesita.
Cuando los dos hombres se marcharon. Vivian se acomodó 
en otro sillón al lado del escritorio y se quedó al lado de su 
hermano toda la noche. Por primera vez en su vida, se dio cuenta 
de lo egoísta en que se había convertido. 
Por la mañana, Mack se despertó muy temprano. Se sentía, 
mareado, y frunció el ceño cuando vio a su hermana envuelta en 
su bata acurrucada en el sillón del escritorio. Se pasó la mano 
por el pelo y se quedó mirando los restos del whisky. 
—¿Viv? —la llamó bruscamente—. ¿Qué diablos crees que 
estás haciendo aquí? 
Ella abrió sus ojos, todavía muy débil.
—Estaba preocupada por ti —dijo—. Tú nunca bebes.
Mack se sujeto la cabeza y dijo:
—Nunca volveré a hacerlo, te lo prometo —dijo 
irónicamente. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 92-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella se estiró y se puso lentamente de pie.
—¿Estás bien?
Se encogió de hombros.
—Estoy bien. ¿Y tú? —esbozando una sonrisa.
—Sobreviviré.
Su rostro se endureció.
—Ninguno de nosotros es bueno juzgando el carácter de la 
gente —dijo. 
—Acerca de lo que dije anoche —comenzó Viv seriamente—. 
Debo decirte algo… 
Él levantó su gran mano, con su cara endurecida por el 
disgusto.
—Son tal para cual —dijo rotundo—. ¡Tú sabes que voy con 
Glenna por ahí —añadió—, porque no quiero una relación a largo 
plazo y menos con una huérfana insegura y sin dinero! 
Parecía más grande que nunca. Ella culpaba a Natalie, pero 
tenía la terrible sensación de que Mack nunca se recuperaría. A 
ella también le iba a costar mucho recuperarse de la traición de 
With, pero se sentía culpable y avergonzada por lo que había 
hecho. 
—Tal vez no pudieron evitarlo —dijo decidida. 
—Tal vez no querían hacerlo —insistió. Se puso a su lado—. 
Y eso es todo lo que se va a decir sobre el asunto. No quiero 
volver a oír, nunca más, su nombre en esta casa.
—Está bien, Mack.
Miró la botella de whisky con asco, antes de tirarla a la 
papelera del escritorio. 
—Vamos arriba —le dijo a Viv con una sonrisa—. Se supone 
que tengo que cuidar de ti.
Ella le paso el brazo por la cintura.
—Eres mi hermano y te quiero.
Mack la besó en la frente y después la abrazó.
—Gracias
Ella se encogió de hombros.
—Somos Killains. Somos supervivientes.
—Por supuesto que somos. Vamos.
La acostó en la cama y fue a echarles un vistazo a los 
animales del establo. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 93-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
No pensó en la noche anterior. Y cuando Bob y Charles 
llegaron a casa, no se mencionó nada de lo que había pasado. 
Aunque Vivian sí pudo advertirlos de que no dijeran nada en 
absoluto sobre Natalie delante de Mack. 
—¿Por qué no? —preguntó Bob, desconcertado—. Ella es 
como de la familia.
—Claro que lo es —aseguró Charles—. Todos la queremos.
Vivian no pudo mirarles a los ojos.
—Es una larga historia. Ella ha hecho algo que nos ha dolido 
mucho a Mack y a mí. No queremos hablar de eso, ¿de acuerdo? 
Aunque se mostraron reticentes, ella los convenció. Si sólo 
pudiera persuadir a su conciencia que ella era la parte 
perjudicada. No podía olvidar lo que le había dicho With que 
pensaba de ella. Natalie no sólo había sido su mejor amiga 
durante años. ¿Realmente Natalie estaba actuando con su novio? 
Tuvo a Carl algunos años, pensó Vivian amargamente y, a 
continuación, recordó que Carl había salido con Natalie para 
ganar una apuesta. Ella lo sabía y no se lo había dicho Natalie 
porque estaba celosa de su relación con Carl. Echando la vista 
atrás, se dio cuenta de lo injusta que había sido y eso le dolía. 
Toda su vida había sido una niña mimada y segura. Natalie no 
había tenido sus ventajas Vivian lo sabía, pero nunca había 
tenido envidia o celos de Vivian. Recordar eso hizo que Vivian se 
sintiera aún más culpable. Pero era demasiado tarde para 
reparar el daño. Si With estaba diciendo la verdad, pronto se 
sabría, ya que se les vería juntos. Entonces, se dijo a sí misma, 
estaría justificado lo que había hecho. 
Pero no fue así. De hecho, a With se le vio con la hija de un 
contratista local que tenía mucho dinero y le gustaba jugar. 
Fueron la comidilla de la ciudad, poco después de que With 
rompiera con Vivian. 
En cuanto a Natalie, se había ido a casa la noche del 
escándalo y, sorprendentemente, durmió toda la noche y la 
mayor parte de la mañana después de que llorar hasta que se 
durmió. Llegó con el tiempo justo a la tienda en la que trabajaba. 
Estaba agradecida por el trabajo, ya que le ayudaba a pensar en 
algo más que en la acusación de Mack y lo que la lengua viperina 
de Vivian le había dicho. Por primera vez en muchos años, 
realmente se sentía como una huérfana. Estaba preocupada por 
los resultados de sus exámenes y, además, por la graduación. 
Parecía que todo el peso del mundo había caído sobre sus 
hombros durante el fin de semana. Lo peor de todo, por 
supuesto, fue la ira de Mack. Tal vez la había provocado, pero el 
dolor era insoportable.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 94-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 8 
Natalie recibido la semana siguiente, los resultados de sus 
exámenes de manos del secretario, y se rió en voz alta con 
aliviada cuando vio que había aprobado todas las asignaturas. Se 
graduaría, después de todo. 
Pero, cuando sus compañeros pidieron las invitaciones para 
la graduación, Natalie se dio cuenta de que no tenía a nadie a 
quien invitar. Ninguno de los Killains quería saber nada de ella, y 
no tenía familia. No habría nadie que asistiera a su graduación. 
Era una realidad dolorosa. Fue a los ensayos y recogió su 
toga y su birrete, pero sin mucho entusiasmo. Por su aspecto 
exterior, nadie habría adivinado que estaba destrozada. Incluso 
en el trabajo, fingió que era muy feliz. 
Vio a Dave Markham, brevemente, antes de su gran día. No 
habían tenido mucho contacto desde que acabara el curso, y 
había extrañado su agradable compañía. 
—Mientras esperaba a que me atendieran, he oído que has 
terminado la carrera y te vas a graduar —le dijo irónico. 
Ella sonrió abiertamente.
—Es cierto. Y es realmente un alivio. Mientras hacía los 
exámenes me preguntaba si iba a aprobar todo.
—Todo el mundo pasa por eso —le aseguró Dave—. Los 
exámenes finales del último curso ponen nervios a cualquiera —
la estudió su silencio, mientras e inclinaba hacia el teclado del 
ordenador después de que registrar las compras en la máquina
—. Hay otro rumor dando vueltas.
Se detuvo y levantó la cabeza.
—¿Qué rumor? 
Él hizo una mueca.
—Que has discutido con los Killain —continuó—. Sin 
embargo no me lo creo. Vivian y tú habéissido amigas durante 
mucho tiempo.
—Desgraciadamente —dijo— es cierto.
Hizo una larga inspiración, le dijo cuanto era y, a 
continuación, esperó a que le pagara. 
Esperó hasta que acabó de cobrarle y le dió el recibo, antes 
de preguntarle.
—¿Qué ha pasado? Si puedes contármelo
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 95-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Natalie llamó a uno de los chicos del supermercado para que 
llenara las bolsas con la compra de David, antes de dirigirse a él.
—Preferiría no contártelo, Dave —dijo con honestidad—. Me 
duele mucho hablar de eso.
—Es más doloroso cuando no hablas con nadie —entrecerró 
los ojos—. He oído de With Moore va por ahí con una chica nueva 
y Vivian ha dejado sus clases en la escuela de formación 
profesional.
Eso era una noticia nueva.
—¿De verdad?—Realmente no podía culpar a su ex mejor 
amiga por esa decisión, por supuesto. No habría sido fácil para 
ella para volver a una de las clases de With, después de que 
haber roto de manera tan terrible. Se preguntaba si alguna vez 
había sido honesto con Vivian acerca de lo que había sucedido 
esa noche y decidió que, probablemente, no lo había sido. Era un 
mal entendido que, posiblemente, nunca podría ser aclarado, y 
Natalie había perdido no sólo su antigua amiga, sino también a 
los chicos. Y había perdido al que más le importaba, a Mack. 
Suponía que había oído todo lo que había dicho Vivian, y no 
quería hacerse ilusiones de que él no hubiera creído a su 
hermana. Natalie nunca había conocido a nadie que le mintiera a 
Mack deliberadamente. 
—La Sra. Ringgold siempre me pregunta por ti —añadió 
Dave, tratando de animarla un poco—. Me ha dicho que espera 
que des calase en nuestra escuela en otoño, si hay una plaza. A 
mí también me gustaría. Echo de menos hablar contigo.
Recordando su amor perdido, sonrió a su amigo.
—Tal vez haga justamente eso —dijo Natalie. 
El chico llegó con las compras y otro cliente empujaba un 
carro detrás de él, y tuvieron que interrumpir la conversación. Le 
prometió que lo llamaría y siguió con su trabajo, tratando de 
aclarar su mente. Deseaba que Mack le diera, al menos, la 
oportunidad de deshacer el malentendido. Pero no lo hizo y 
después de la feroz hostilidad de Vivian, ella estaba nerviosa y 
no pensaba llamar al rancho para preguntar por nadie. Esperaba 
que, si tenía paciencia, las cosas se resolverían solas. 
El jueves por la tarde, antes de que anocheciera, ella salió 
del banco después de ingresar su cheque y tropezó con Mack 
Killain. 
Era la primera vez que lo veía desde el día que en que había 
tenido la discusión con Vivian. Se apartó de ella, y la mirada que 
le echó era tan despectiva y tan llena de repugnancia, que se 
sentía sucia. Entonces se dio cuenta de que Vivian debía haberle 
contado a Mack lo que pensaba que Natalie y With habían hecho. 
Era dolorosamente obvio que Mack no iba a escuchar ninguna 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 96-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
excusa. Nunca imaginó que la miraría de esa manera. El dolor le 
llegó hasta el alma. 
—¿Cómo pudiste hacerle eso a Vivian?, ¿a tu mejor amiga?
— preguntó fríamente. 
—¿Qué es lo que hice? —contestó ella vacilante. 
—¡Ya lo sabes! —dijo con voz atronadora—. Vosotros dos 
juntos, mintiendo, engañando y coqueteando. With debía estar 
loco. Nadie en su sano juicio pensaría dos veces en tí.
Se quedó con la boca abierta y el corazón acelerado. Tenía 
la boca tan seca como el algodón.
—Mack…
—Nos has engañado a todos —continuó, elevando su voz sin 
importarle que lo oyeran, pero varias personas si lo hicieron—. 
¡Vivian confiaba en tí! ¡Y mientras ella estaba en cama con 
neumonía, tú estabas coqueteando con el hombre que amaba!
Natalie quería que se la tragara la tierra. Sus ojos estaban 
llenos de lágrimas.
—¡No!— trató de defenderse, atragantándose con las 
palabras. 
—No puedes negarlo. Vivian te vio —dijo con desprecio—. 
Ella me dijo.
Era una mentira, pero, tal vez, quería creerla. Había dicho 
que no tenía ningún futuro juntos, y esta sería la excusa perfecta 
para echarla fuera de su vida. Nada que dijera iba a hacer que 
cambiara de opinión. Él, simplemente, no la quería y lo dejó muy 
claro. 
Había pensado que el dolor de antes era malo, pero ahora 
era incapaz de soportarlo. 
—Todos nosotros confiábamos en tí, te considerábamos 
parte de nuestra familia. Y esta es la forma con la que nos pagas, 
traicionando a Vivian, quien nunca hizo nada para hacerte daño 
—su tono era feroz, furioso—. No sólo eso, Natalie, sino que ni 
siquiera has intentado pedir perdón por ello.
Ella levantó su cara desafiante.
—No tengo nada por lo que pedir perdón —contestó en tono 
ronco. 
—Entonces no tenemos nada más que decirnos, nunca más 
—respondió con dureza. 
—Mack, si sólo me dejaras tratar de explicarte —dijo, con la 
esperanza de un milagro—. Cálmate y habla conmigo.
—Estoy tranquilo —dijo en un tono gélido—. ¿Qué 
esperabas? ¿Una propuesta de matrimonio? —dijo riéndose 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 97-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
amargamente—. Sabe que eso no me interesa. Y aún en el caso 
de que me interesara, no sería con una mujer que me engañaría 
en el momento de tener el anillo en su dedo. ¿Te fuiste con él 
después de estar conmigo? —le gritó—, y después de decirme 
que me querías. Pero si crees que estoy celoso, cariño, estás 
muy equivocada. Era el novio de Vivian y, aunque nunca me ha 
gustado que estuviera en mi casa, lo toleraba por el bien de 
Vivian. 
—Ya entiendo —su rostro estaba blanco y era consciente de 
las miradas de lástima y avergonzadas de quienes había a su 
alrededor. 
Su corazón se endureció, desbordante de orgullo herido por 
como la estaba mirando y estaba furiosa por su propia debilidad.
—Está bien. Hasta nunca.
—Ah, se me olvidaba Natalie —agregó fríamente—. Supongo 
que no hace falta que te diga que no eres bienvenida en el 
rancho tampoco.
Ella levantó los ojos a su duro rostro y asintió lentamente.
—Sí, Mack —dijo en un tono moderado—. Se da por 
supuesto.
Su corazón se estaba rompiendo. Se apartó de aquella 
mirada despreciativa y acusadora y rápidamente echó a andar 
por la calle para huir de él. No sabía cómo iba a soportar este 
último golpe que le había dado Vivian. Le había costado perder a 
Mack, a quien amaba más que a su propia vida. Y él la odiaba. 
¡La odiaba! 
Los espectadores seguían mirando a Mack cuando ella 
estaba fuera de la vista, pero no dijo una palabra. Entró con paso 
firme en el banco, notando que la gente casi se tropezaba 
tratando de quitarse de en medio. Estaba furioso. Después de 
estar en sus brazos, se había ido derecha a los de With, e incluso 
¡había tenido el descaro de tratar de negar que Vivian la había 
visto con With! Nunca volvería a confiar en ninguna mujer, 
decidió. Si lo podían engranar tan fácilmente, era más seguro ir 
por ahí con Glenna. Ella podría no ser un dechado de virtudes, 
pero al menos era fiel a su manera. 
Natalie se fue a casa con el corazón destrozado. Hizo la 
cena, pero no podía comer nada. Había supuesto que Mack 
habría sacado sus propias conclusiones, pero no se le había 
ocurrido que Vivian le diría esa mentira, o que Mack se la 
creyera. Pero ella había ayudado a que las cosas pasaran cuando 
Mack frustrado la había sacado de la oficina después de su 
tempestuoso interludio. Ella no había querido nunca a With. Pero 
nadie iba a creerla ahora. No había perdido sólo Mack, sino a la 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 98-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
única familia que había conocido desde hacía mucho tiempo. Se 
fue a la cama y estuvo despiertatoda la noche, sintiéndose sola 
y miserable. 
Se pregunta cómo podía seguir viviendo en la misma ciudad 
que los Killain y ver a Vivian, a Mack y a los chicos semana tras 
semana. ¿Bob y Charles, también la odiaban? ¿La despreciaban 
todos? Vivian había mentido. Que una mujer que había 
considerado su mejor amiga la hubiera tratado tan cruelmente la 
había herido tremendamente. Tal vez había sido condenada a 
una vida sin afecto. Dios sabía que su tía, la anciana Sra. Barnes, 
la había sacado del orfanato para que fuera su ama de llaves y 
enfermera a tiempo parcial, hasta que la anciana murió. Nadie la 
había querido. Había querido a Mack. Había pensado incluso en 
momentos extraños que él también la quería, de alguna manera. 
Pero el odio en sus ojos fue abrumador. Si la quisiera le habría 
concedido, por lo menos, el beneficio de la duda. 
Pero no lo había hecho. Había creído a Vivian sin dudarlo. 
Por lo tanto, todos sus sueños de amor eterno se habían 
convertido en humo. No le quedaba nada, excepto tomar una 
decisión acerca de lo que iba a hacer con el resto de su vida. 
Inmediatamente supo que no podía permanecer en Medicina 
Ridge. Tendría que salir de casa. La próxima semana, después de 
su graduación, iba a hablar con uno de sus profesores que le dijo 
que sabía de una oferta de trabajo en una escuela de Dallas, 
donde estaba de de director de un familiar. Dallas sonaba como 
un lugar agradable para vivir. 
Natalie se fue marchó con su clase de bachillerato para la 
graduación, tratando de no ver cómo muchos de sus 
compañeros, cuyas familias enteras habían venido para verlos 
con sus togas y sus birretes. Fue un servicio breve, celebrado en 
la capilla de la universidad con un orador invitado, que era una 
conocida figura política. Natalie apenas oyó lo que pasaba a su 
alrededor porque estaba descorazonada. 
Cuando el servicio terminó, saludó a compañeros que 
conocía y se fue a casa. A la mañana siguiente, se levantó 
temprano para ir a la universidad con su vestimenta para la 
graduación. Se sentía muy orgullosa de lo que había logrado, 
mientras iba hacia la capilla, junto con su clase y esperó a que la 
llamaran por su nombre y le entregaran su título. Habría sido uno 
de los mejores días de su vida, si los Killain no se hubieran 
enfadado con ella. Después iba como una zombi entre todos, 
sonriendo y mirando feliz hacia las cámaras. Pero dentro, se 
sentía tan mal, que sólo quería estar sola. Al cabo de un minuto 
más, se fue a buscar al profesor que se había ofrecido a ayudarla 
a obtener el empleo de Dallas. Y le dijo que estaba interesada. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 99-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Los Killain estaban sombríos, cuando se sentaron a la mesa 
el domingo. Era la primera vez en muchos días que estaban 
todos juntos, con los chicos a casa, también. Es más una reunión 
que una comida. 
—Natalie se graduó ayer —dijo Bob con calma, mirando 
fríamente a Mack y Vivian, que no lo miraban—. La hermana de 
mi amigo Gig estaba en su clase. Natalie dijo que no tenía ni 
familia ni amigos que asistieran a graduación. ¿Viv? 
Vivian se echó a llorar. Se levantó de la mesa y subió las 
escaleras tan rápido como su neumonía le permitía. 
Mack arrojó su servilleta, dejando intacta la cena, y salió de 
la sala, tan sombrío como si se hubiera muerto alguien. 
Bob miró a su hermano e hizo una mueca.
—Creo que debería haber mantenido la boca cerrada.
—No veo por qué —contestó Charles irritado—. Natalie nos 
pertenece, a todos nosotros. Sin embargo, dos de ellos se 
comportan como si estuviera el numero uno de los más buscados 
por el FBI. Seguro que es culpa de ese maldito With. Él hizo o dijo 
algo que ha desencadenado esta situación. Él va por ahí, ahora, 
con la hija del viejo Murcheson y a ella también le gusta juego. 
Todo el mundo lo sabe. Él dijo, incluso, que nuestra hermana era 
sólo un medio para conseguir un fin, por lo que si Natalie fue la 
causa de esa ruptura, es bueno para ella. Se libró de algo mucho 
peor que la neumonía. Pero supongo que eso no le importa a 
nadie, excepto a nosotros —murmuró mientras atacaba su filete. 
En el vestíbulo, Mack los oyó por casualidad y frunció el 
ceño. Había pensado que había dejado a Vivian por Natalie, así 
que ¿por qué se iba poco después con la chica de Murcheson? 
Primero, la negación rotunda de Natalie y, ahora, la retirada 
histérica de Viv. Algo andaba mal aquí. 
Siguió a Vivian hasta su habitación. Estaba sentada en la 
silla que había junto a su cama con las lágrimas rodando por sus 
pálidas mejillas. Él se sentó la cama frente a ella. 
—¿Por qué no me dices por qué estás llorando, Viv —invitó a 
suavemente. 
Ella se limpió las lágrimas de sus ojos enrojecidos con un 
pañuelo de papel.
—Te mentí —susurró ella. 
Su cuerpo entero se puso en tensión.
—¿Perdona?
—Quiero decir, que Natalie estaba un poco desaliñada y 
With tenía el pelo despeinado. Parecían que habían estado 
haciendo algo juntos —dijo a la defensiva—. Realmente no los vi. 
Pero no había nadie más en la casa, excepto los dos de ellos y 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 100-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
estuvieron allí casi una hora —su rostro se endureció cuando lo 
dijo, así que le extrañó la repentina palidez de la cara de su 
hermano. 
—Yo estaba allí —dijo él con la voz ronca—. With fue a 
comprar cigarrillos. Acababa de volver y hacer café cuando 
Natalie y él fueron a tu habitación.
Ella lo miró. Su mandíbula se cayó con el horror reflejado su 
cara.
—Oh, no —susurró ella—. ¡Oh, Dios mío, no! 
—Ella no hizo nada con With —añadió, evitando su mirada 
dirigiéndola a la ventana. La miró en ese momento, como si 
nunca hubiera sonreído en su vida. Se recordó a sí mismo 
acusando a Natalie, en medio de la calle y delante de más de 
media docena de personas, de haberse burlado de ellos. 
Ahora todo tenía sentido. Mack se había emborrachado 
porque pensaba Natalie había ido directamente de sus brazos a 
los de With. Vivian lo había dicho, creyendo que Natalie y With 
habían estado solos esa hora. With había admitido. Y todo el 
tiempo… 
—Voy a ir a verla —dijo Vivian inmediatamente—. Voy a 
pedirle disculpas, ¡de rodillas si tengo que hacerlo!
—No te molestes —dijo, levantándose—. No te dejará pasar 
del porche. Le dije que no sería bienvenido aquí nunca más —dijo 
con los puños apretados contra su cadera—. Y varias cosas que 
oí por casualidad… —añadió entre dientes—. Fue sola a su 
graduación —tuvo que dejar de hablar porque se le atragantaban 
las palabras. Salió sin mirar a Vivian y cerró la puerta de un 
portazo detrás de él. 
Vivian puso su cara en las manos y gritó. Fue por su 
egoísmo por lo que había destruido dos vidas. Natalie amaba a 
Mack. ¡Y sabía –ella lo sabía- que Natalie quería a Mack, lo había 
querido siempre! Natalie no fue quien los traicionó. Fue ella 
misma. Su orgullo había sido herido porque With había preferido 
a Natalie, pero ella le había hecho un enorme favor. Estaba tan 
obsesionada con ese hombre que le hubiera dado todo el dinero 
que le había pedido. Se había librado de una buena, por lo que 
tenía que darle las gracias a Natalie. Pero ya no volverían a ser 
amigas nunca más. Ellos habían echado a Natalie fuera de sus 
vidas. Es solo una ilusión suponer que los perdonaría o les daría 
la oportunidad de que le hicieran daño de nuevo. Ella nunca se 
había sentido querida, a no ser por los padres que había perdido 
tan trágicamente en su infancia. Estaba sola en el mundo, y 
ahora más que nunca debía sentirse así. Vivian respiró 
profundamente y se secó los ojos. Si había alguna cosa, algo que 
pudiera hacer para repararel daño que había hecho, tenía que 
hacerlo. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 101-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Mack se fue a un largo viaje de negocios al día siguiente. Él 
apenas le habló a Vivian de su viaje, y parecía un alma en pena. 
No podía ni imaginarse cómo se sentía, después de la forma en 
que se había comportado. Natalie podría perdonarla algún día, 
pero probablemente nunca podría olvidarlo. 
Tardó dos días en reunir el coraje suficiente para ir hasta 
casa de Natalie y llamar a la puerta. Se sintió verdaderamente 
conmocionada cuando se abrió la puerta, porque había dos 
maletas en el suelo y Natalie estaba vestida para irse de viaje. 
—Natalie, ¿podría hablar contigo un minuto? —preguntó 
Vivian vacilante. 
—Un minuto es todo lo que tengo —fue la fría y distante 
respuesta—. Creí que era mi taxi. Tengo que llegar al aeropuerto. 
Uno de mis profesores de la universidad me deja viajar en avión 
con él a Dallas.
—¿Qué pasa en Dallas? —preguntó Vivian, conmocionado. 
—Mi nuevo trabajo —Natalie vio un taxi que se acaba de 
entrar por el camino. Comprobó que tenía su bolso y todos los 
documentos que necesitaba antes de que levantar las maletas y 
ponerlas en el porche. Cerró la puerta, mientras que Vivian 
estaba a su lado, sin decir una palabra. 
—He puesto la casa en venta —continuó—. Ya que no voy a 
volver.
—Oh, Nat —susurró Vivian tristemente—. Mentí. Mentí a 
Mack. Pensé… Estuviste abajo con With durante más de una hora 
y el no negó las acusaciones que os hice. Pero yo no sabía Mack 
había regresado a casa… 
Natalie miró la miró directamente. En ese instante Vivian se 
parecía muchísimo a su taciturno hermano.
—Mack te cree —dijo. 
Eso fue todo. Pero fue más que una declaración de hecho. 
Eso significaba que él ni siquiera sospechaba que Natalie podía 
ser inocente. Se le cayó el alma a los pies. 
—Soy su hermana. Nunca he mentido a él antes —añadió—. 
Nat, tengo que decirte algo. ¡Tienes que escucharme! 
—¿Es usted la señora que quiere ir al aeropuerto? —
preguntó el taxista. 
—Sí, soy yo —dijo Natalie, bajando la escalera con sus 
maletas, sin decirle nada más a Vivian. 
—¡No te vayas! —dijo Vivian llorando—. ¡Por favor, no te 
vayas!
—No hay nada para mí en Medicina Ridge y ambas lo 
sabemos, Vivian—, dijo Natalie, sin dejar de mirar como el taxista 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 102-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
ponía sus dos maletas en el maletero. Luego le abrió la puerta de 
atrás para que Natalie entrara—. Finalmente has conseguido lo 
que querías. ¿No estás contenta? No quisiera ser una rival 
potencial para tí, en relación con tus novios, otra vez.
—Yo no lo sabía —gimió Vivian—. Llegué a conclusiones 
equivocadas y he hecho daño a todo el mundo. ¡Pero, por favor, 
Natalie, por lo menos permíteme disculparme! Y no es culpa de 
Mack. No es culpa suya.
—Mack no me quiere —dijo Natalie fuertemente—. Supongo 
que lo sabía desde el principio, pero me lo dejó muy claro la 
última vez que lo vi. Ahora Glenna y él podrán ser muy felices. 
Tal vez tú, también. Pero estoy cansada de ser el chivo 
expiatorio. Voy a encontrar una nueva vida para mí en Dallas. 
Adiós, Vivian —, dijo tensa, sin mirar en dirección a Vivian. 
Vivian nunca se había sentido tan mal en toda su vida. Se 
quedó de pie, sola, viendo abandonar la ciudad a la mejor amiga 
que había tenido nunca y todo por su culpa. 
—Lo siento —susurró, mientras el taxi se alejaba—. ¡Oh, 
Natalie, estoy muy, muy triste!
Por supuesto, tuvo que decirle a Mack que Natalie se había 
ido, lo que le resultó casi tan difícil como ver irse a Natalie. Lo 
encontró en su estudio, trabajando en el ordenador, tomando 
decisiones sobre la repoblación. La miró cuando la vio en la 
puerta. 
—¿Y bien? —preguntó. 
Ella entró en la habitación y cerró la puerta detrás de ella. 
Estaba pálido, abatido, derrotado. 
—Fui a pedirle disculpas a Natalie —comenzó. 
Su cara se tensó y parecía todavía más pálido. Pero intentó 
controlarse y solo levantó una ceja mientras bajaba su mirada a 
la pantalla del ordenador.
—Supongo que no ha ido nada bien. 
Ella tocó nerviosamente su reloj de pulsera. Esto era más 
duro de lo que pensaba.
—Llegué justo a tiempo para ver como se marchaba.
Él frunció el ceño cuando levantó la cabeza.
—¿Se marchaba? 
Ella asintió. Se sentó en misma silla junto al escritorio, en la 
que estaba la noche que se emborrachó. Odiaba decirle lo que 
pasó. Había tenido que ser tan responsable y había sufrido tanto 
en su vida. Nunca había tenido a nadie a quien amar, excepto a 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 103-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
sus hermanos. Amaba a Natalie. Y Vivian había tenido la culpa de 
que hubiera perdido a la mujer que podría haber hecho feliz. 
—¿A dónde se iba? —exigió brevemente. 
Ella se atraganto.
—A Dallas.
—¿A Dallas, Texas? ¿A qué demonios ha ido a Texas? —
insistió, sin entender todavía lo que le estaba diciendo Vivian. 
—Ha conseguido un trabajo allí —dijo a regañadientes—. Va 
a vender su casa. Dijo que no iba a volver.
Durante unos segundos, Mack no dijo nada. Miraba a su 
hermana como si no la hubiera entendido. De repente, parecía 
que la vida se la escapaba. Se quedó mirando los oscuros 
paneles de la pared ciegamente, mientras que la verdad lo 
golpeaba de lleno en las entrañas. Natalie había abandonado la 
ciudad. Le habían hecho tanto daño que no soportaba, ni 
siquiera, permanecer en la misma ciudad. Probablemente, el 
chismorreo había sido demasiado duro con ella, debido a las 
duras acusaciones que Mack le había hecho delante de todo el 
mundo. Y ¿cómo evitar los chismes, cuando se habla en público? 
Mack se hundió en su silla, sin decir una palabra. 
—He tratado de explicárselo —continuó—. Para pedirle 
disculpas —tragó saliva con dificultad—. Ni siquiera me ha 
mirado. No la culpo. He arruinado su vida porque soy egoísta y 
engreída y estoy obsesionada con los celos. Ahora que miro 
hacia atrás, me doy cuenta de que no es la primera vez que la he 
visto a Nat como una rival y la he tratado como tal. He sido un 
idiota. Y lo siento, Mack. De veras. 
Su pecho se levantó y volvió a caer. Él jugó con el lápiz en el 
escritorio, intentando imaginarse un mundo sin poder ver a 
Natalie ni siquiera de vez en cuando. Ahora que la había perdido 
para siempre, sabía que la amaba con desesperación. Era una 
ironía. 
—Yo podría ir a Dallas y tratar de hacer que me escuchara 
—dijo Vivian insistente, porque parecía derrotado. Su hermano, 
el hombre de acero, se veía vulnerable frente a ella. 
Sus hombros parecían hundidos. Sacudió la cabeza.
—Déja que se vaya —dijo fuertemente—. Ya le hemos hecho 
bastante daño.
—¡Pero tú la quieres! 
Sus ojos se cerraron brevemente y volvieron a abrirse. Se 
volvió hacia el ordenador y movió el ratón para reabrir su 
archivo, con la cara demacrada y remota. No dijo nada más 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 104-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Después de un minuto de doloroso silencio, Vivian se 
levantó y lo dejó sólo. Ella quería a su hermano. Y se sintió fatal 
al darse cuenta de lo mucho que lo había hecho sufrir 
últimamente. Y eso no era nada comparado con lo que le había 
hecho a Natalie. Nunca podría compensar lo que les había hecho 
a Natalie y a su hermano. Pero deseaba tener una oportunidad 
para intentarlo
. 
Natalie, por su parte, se había estaba adaptando a un 
pequeño apartamento cerca de la escuela. La habían 
entrevistado para el puesto y después de unos días, le dijeron 
que tenía el trabajo. La plantilla de profesores estaba completa 
para ese año,pero uno de los profesores tenía hepatitis y no 
podía trabajar, por lo que hubo una vacante. Natalie era lo que 
necesitaban para el tercer grado, una profesora bilingüe que 
pudiera entender y comunicarse con los estudiantes hispanos. Se 
alegraba de haber optado por el español como segunda lengua, 
en vez del alemán que había sido su primera elección. Había sido 
una de las pocas buenas elecciones que había hecho en su vida. 
Pensó en la dolorosa visita de Vivian y en la admisión de que 
había mentido acerca de Natalie Mack y With. Por lo tanto, Mack 
lo sabía, pero no había intentado detenerla. No la había 
telefoneado ni escrito. Al parecer, no le importaba ni siquiera 
para eso. Debía haber pensado en todas las cosas terribles que 
le dijo en la calle, donde todos pudieron oírlo. 
Una parte de ella pensó que era lo mejor. Él decía que no 
quería casarse ni mantener una relación, que sólo lo conducirían 
al desastre. También era bueno que se hubiera roto el vínculo de 
forma radical. Pero su historia era tan larga que ese momento no 
podía ni siquiera concebir la vida sin Mack. Y cuando Vivian no 
era como ahora, habían vivido momentos maravillosos, junto con 
Bob y Charles. Natalie se había sentido parte de la familia Killain 
y ellos parte de la suya. Ahora se encontraba de nuevo a la 
deriva, sin raíces ni lazos. Tenía que adaptarse a estar sola otra 
vez. 
Por lo menos tenía un trabajo y un lugar para vivir. Había 
encontrado un trabajo temporal con una agencia para el verano 
que le ayudaría a ahorrar un poco para renovar su escaso 
vestuario para cuando empezara el nuevo curso. Sobreviviría, se 
prometió a sí misma. Es más, ¡iba a prosperar! 
Pero no lo conseguía. Los días se convirtieron en semanas y, 
aunque se había adaptado a su nuevo entorno, todavía se sentía 
como una extraña. Cuando comenzó a enseñar, estaba nerviosa 
e insegura de sí misma, y los niños, que lo sabían, se 
aprovecharon de su inseguridad. Su aula era un manicomio. No 
fue hasta que uno de los otros profesores, que era veterano en el 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 105-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
trabajo desde el primer momento, vino a restablecer el orden y 
enseñarle enseñar a manejarse. 
Ella se puso a un lado y aprendió cómo manejar sus 
estudiantes revoltosos. El día siguiente fue una historia 
totalmente diferente. Ella impuso el orden y empezó a aprender 
los nombres de los niños. También aprendió a conocer los demás 
miembros del personal y a gozar de su trabajo. Pero por la 
noche, se quedaba despierta recordando la sensación de los 
fuertes brazos de Mack Killain a su alrededor y echándolo de 
menos. 
La segunda semana del curso, empezaba a integrarse. Pero 
de camino a casa pasó una pequeña cancha de baloncesto y vio 
a dos chicos, que apenas tenían edad para la escuela secundaria, 
empujar a alguien e insultarlo con palabras demasiado fuertes 
incluso para una cultura moderna. En un arrebato, se fue hacia 
ellos. 
—Bueno, chicos, ya basta —dijo ella, metiéndose entre ellos 
para separarlos. Desafortunadamente lo hizo en el mismo 
momento en el que la mano de un niño metió la mano en su 
camisa vaquera y sacó un cuchillo. Vio un destello de metal y 
sintió un dolor tan intenso en su pecho que la hizo caer al suelo. 
—¡La has matado! —gritó uno de ellos. 
—¡Fue culpa suya! Se puso en medio! 
Se escaparon, todavía discutiendo. Ella se quedó allí 
tumbada, con una sensación húmeda alrededor de su pecho. No 
podía respirar. Oyó voces y el tráfico. Vio el cielo azul que, a su 
vez, se convirtió en un blanco doloroso y cegador… 
Mack Killain iba a descargar un nuevo paquete de software 
en su ordenador, cuando sonó el teléfono. Había tenido un 
verano de mucho trabajo, y estaba pendiente de un toro que 
fuera un semental, para conseguir los terneros cebados y listos 
para venderlos y retirar los que eran improductivos. Había 
trabajado hasta el agotamiento tratando de no pensar en Natalie. 
Pero todavía pensaba en ella, tanto dormido como despierto. 
Cogió el teléfono en un impulso, en vez de dejar que el 
contestador automático grabara el mensaje, y siguió 
descargando el programa, mientras decía:
—¿Dígame?— 
—¿Mack Killain?— 
—Sí, soy yo— 
—Soy el Dr. Hayes del Medical Center de Dallas —dijo la voz 
del otro lado de la línea. 
El corazón de Mack se detuvo.
—Natalie —dijo como si hubiera tenido una premonición. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 106-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Hubo una pausa.
—Bueno, sí, llamo de parte de la señorita Natalie Brock. Su 
nombre y el número para caso de emergencias estaban en una 
tarjeta en su bolso. Estoy tratando de localizar a un miembro de 
su familia.
—¿Qué ha pasado? ¿Está herida? —preguntó Mack. 
—Necesita que la operen inmediatamente o puede morir —
dijo el médico francamente—, pero necesito una autorización por 
escrito para poder hacerla, y ella no puede firmar nada. Está 
inconsciente. Tengo que tener una de un miembro de su familia.
Mack sintió que su corazón se paraba. Apretó el teléfono con 
fuerza,
—Soy su primo —mintió Mack sin ningún problema—. Soy el 
único pariente que tiene. Yo firmaré la autorización. Puedo estar 
allí en dos horas.
—Puede estar en dos horas —respondió el médico. 
Mack cerró los ojos, rezando en silencio.
—Tengo un fax en mi despacho —dijo—. Puedo escribir la 
autorización en una hoja con mi membrete, firmárselo y 
enviárselo por fax a usted. ¿Puedo hacerlo así? 
—Sí, por favor, tome nota de nuestro número de fax.
Mack lo anotó.
—Lo tendrá allí en dos minutos —le prometió—. No deje que 
se muera —agregó, en un tono tan frío como el hielo, antes de 
colgar. 
Paró el proceso de descarga, cerró el ordenador y lo colocó 
en su sitio. Escribió una breve nota para la autorización, la 
imprimió en papel con el membrete del rancho, y buscó una 
pluma que estuviera cargada, lo firmó y lo metió rápidamente en 
la máquina de fax. Tal y como había prometido ya estaba en 
camino. 
Cuando terminó, cogió el teléfono para llamar a un servicio 
de aviones de alquiler que había en una ciudad cercana.
—Quiero un Learjet aquí en diez minutos para que me lleve 
a Dallas. No me diga que no puede hacerlo —añadió brevemente
—. Estaré esperando en el aeropuerto local —les dio la ubicación 
y colgó. 
No había tiempo para hacer maletas. Salió de la oficina 
como una bala, a la vez que entraban Bob y Charles, seguidos 
por una aturdida Vivian. 
—¿Qué pasa? —pregunto Vivian, al ver que la cara de Mack 
estaba blanca. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 107-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—No tengo ni idea. Pero Natalie está en un hospital de 
Dallas, a punto de someterse a una operación urgente. Tuve que 
firmar por ella, así que si cualquiera pregunta, somos sus 
primos.
—¿Adónde vas? —preguntó Bob. 
—A Dallas, por supuesto —dijo Mack con impaciencia, 
empujándolo para pasar. 
—No vas a ir sin nosotros —dijo Charles sin rodeos—. Natalie 
nos pertenece a todos. No me voy a quedar aquí.
—Ni yo —dijo Bob. 
—A donde va uno, vamos todos —añadió Vivian—. He sido 
yo la culpable de todo esto. Natalie me necesita y voy a ir. Voy a 
hacer que escuche mis disculpas cuando se ponga bien.
—No tengo tiempo para discutir con vosotros. Entrad en el 
coche. Yo cerraré la puerta.
—¿Cómo vamos a ir? —preguntó Vivian, mientras empujaba 
a sus hermanos fuera de la casa. 
—He contratado un vuelo charter para que nos lleve.
—Volando —le dijo Bob a su hermano—. Eso es genial.
—Sí, me gusta volar —estuvo de acuerdo Charles. 
—Bueno, a mí no —murmuró Vivian—. Pero es más rápido 
que conducir.
Se sentó en el asiento delantero con Mack, mientras que los 
dos chicos se sentarondetrás. Todo el camino hasta el 
aeropuerto, Mack condujo como un maníaco. Cuando llegaron, 
los tres pasajeros habían contenido la respiración como si fueran 
a zambullirse en alta mar. 
Llegaron al aparcamiento del pequeño aeropuerto. El avión 
ya estaba allí, tal y como el servicio de vuelo chárter había 
prometido, lleno de combustible y listo, con la puerta abierta y la 
escalera bajado. 
Mack no dijo una palabra hasta que saludó al piloto y al 
copiloto y se metió en la parte de atrás con sus hermanos. Hasta 
ahora, la organización del viaje le había mantenido la mente 
ocupada para no pensar en el peligro de la situación. 
Ahora, con tiempo por delante sin hacer nada durante el 
vuelo, recordó lo que el cirujano le había dicho: que Natalie 
podría morir. No tenía idea de lo que había sucedido. Tenía que 
averiguarlo. Sacó el móvil del bolsillo y, después de comprobar 
con el piloto que era seguro usarlo cuando se encontraban en el 
aire, consiguió número del hospital de Dallas e intimidó, con su 
tono de voz, a un residente la sala de urgencias. Explicó quién 
era y le preguntó si había recibido el fax. Le dijo que la Srta. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 108-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Brock estaba en el quirófano. No sabían como estaba, lo único 
que podían decirle es que la habían dado una puñalada y que 
tenía un pulmón dañado. El residente le dijo que lo sentía pero 
que no tenía más información. Mack le dijo aproximadamente 
cuando llegarían y colgó. 
—¿Una herida de cuchillo? —exclamó Bob—. ¿Nuestra Nat?
—Ella es maestra —dijo Vivian abatida—. Algunos 
estudiantes son muy peligrosos en estos días.
—Es profesora de la escuela primaria —dijo Mack con 
repugnancia—. ¿Cómo puede apuñalarla un niño pequeño?— 
—Podría haber sido alguien relacionado con uno de los niños 
pequeños —observó Charles. 
Vivian se echó para atrás su pelo rubio.
—Será culpa mía si se muere —dijo en voz baja. 
—No se va a morir —dijo Mack firmemente—. ¡No digas eso! 
Ella miró y al ver su expresión puso su mano sobre la de 
Mack.
—Está bien. Lo siento.
Él evitó su rostro, pero no se soltó de su mano. Estaba 
aterrorizado. Nunca había estado tan asustado en toda su vida. 
Si perdiera a Natalie, no habría nada en el mundo por lo que 
vivir. Sería el final, el final absoluto de todo.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 109-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 9 
Cuando Natalie recuperó la conciencia, olía a antiséptico. Le 
dolían el pecho y el pulmón. Tenía una sonda en la nariz, y le 
escocían las fosas nasales. Se sentía herido, descompuesta y 
enfermo. Abrió lentamente los ojos y vio una habitación blanca 
con personas vestidas de verde, que iban de un lado a otra de la 
habitación que, al parecer, ocupaba ella sola. 
Parpadeó con fuerza, tratando de centrar los ojos. 
Obviamente, estaba en una sala de recuperación, pero no podía 
recordar cómo había llegado allí. 
Una voz profunda, fuerte y urgente, quería verla y una 
enfermera amenazaba con llamar a seguridad. Noo lo hizo. 
Finalmente le pusieron una bata y una mascarilla y lo dejaron 
entrar, porque estaba a punto de montar un escándalo en el 
pasillo. 
Notó una brisa y luego un rostro familiar con un parche 
negro en el ojo estaba sobre ella. Ella no podía enfocar bien la 
vista. Su mente estaba un poco atontada todavía. 
Una mano grande y calida le acarició la mejilla, y su ojo 
bueno estaba mucho más brillante de lo que recordaba. Parecía 
estar mojado. Era imposible, por supuesto. Sólo estaba soñando. 
—¡No te mueras, maldita sea!—dijo con un nudo en la 
garganta—. ¿Me oyes, Natalie? ¡No te atrevas! 
—Sr. Killain —una de las enfermeras estaba tratando de 
intervenir. 
Él hizo caso omiso de ella.
—Natalie, ¿me oyes? —exigió—. ¡Despierta! 
Ella parpadeó de nuevo. Apenas podía enfocar los ojos 
apenas. Estaba conmocionada.
—Mack —susurró ella, y sus ojos cerrados de nuevo. 
Mack estaba desquiciado. Ella lo escuchó dar órdenes a los 
que estaban a su alrededor como si fuera el jefe, y escucho pies 
que corrían a ejecutar las ordenes. Hubiera sonreído si hubiera 
sido capaz. Era el sueño de toda mujer, hasta que abría su 
boca… 
Ella no sabía que había hablado en voz alta, o que su sonrisa 
que ha sido visible. 
Mack tenía una de sus manos pequeñas en las suyas 
apretándola fuertemente. Ahora que podía verla, tocarla, podía 
respirando normalmente otra vez. Pero estaba pálida, y su pecho 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 110-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
apenas se movía. Él tenía miedo a la muerte, y por eso sacó su 
peor genio en ese momento. Seguramente, alguien intentaría 
echarlo de allí, tal vez detenerlo por causar un revuelo. Pero él 
habría pasado por un campamento armado para llegar a ella, 
sólo para verla, para asegurarse de que estaba viva. Hacía poco 
tiempo, no hubiera podido imaginarse que se sentiría así. 
Tampoco sus hermanos, que estuvieron de pie asustados, 
cuando el violó todas las reglas del hospital dándole órdenes a 
los trabajotes veteranos. Éste era un Mack habían que no 
conocían. Era obvio que estaba enamorado de la mujer que 
había quieta y silenciosa en la sala de recuperación. Todos se 
miraron, preguntándose por qué no se habían dado cuenta de 
eso antes. 
El cirujano, seguramente el que había hablado con él por 
teléfono, entró en la sala de recuperación todavía con la ropa de 
quirófano. Era un hombre alto y fuerte con los ojos oscuros y 
taciturno. 
—¿Killain? —preguntó. 
—Sí—. Killain soltó la mano de Natalie solo el tiempo 
necesario para interrogar al cirujano—. ¿Cómo está? 
—Ha perdido un trozo de la parte inferior de un pulmón —
dijo—. Hubo algunas hemorragias internas y tenemos que dejarla 
aquí unos días. El peligro ahora está en si surgen complicaciones. 
Pero creo que se recuperará —añadió con confianza. 
Mack se sintió relajado por primera vez en horas.
—Quiero quedarme con ella —dijo tajante. 
El doctor levantó una ceja y se río entre dientes.
—Creo que es bastante evidente para el personal —dijo—. 
Dado que usted es un pariente, no tengo ninguna objeción. Pero 
nos gustaría que esperara hasta que podamos sacarla de aquí y 
trasladarla a una habitación. Mientras tanto, sería de gran ayuda 
que fuera a la oficina del hospital y rellenara algunos papeles de 
ella, ya que estaba inconsciente cuando la trajeron.
Mack dudado, pero Natalie estaba durmiendo. Tal vez no 
pasaba nada si salía un momento.
—Muy bien —dijo finalmente. 
El cirujano se atrevió a mostrar lo aliviado que se sentía. 
Acompañó a Mack hacia la oficina, notando que tres personas 
más jóvenes iban detrás de él. La víctima, al parecer, tenía un 
montón de familia para cuidarla. Eso aligeró su paso mientras iba 
hacía el quirófano para empezar con el próximo caso. 
Varias horas después, Natalie abrió de nuevo sus ojos, 
atontada por la anestesia y el dolor. Gimió y se tocó el costado, 
que estaba fuertemente vendado. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 111-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Una mano grande y cálida cogió la suya.
—Ten cuidado. O se saldrá la aguja del gota a gota —decía 
una voz familiar con ternura. Parecía la de Mack. Pero, por 
supuesto, no podía ser. 
Ella volvió la cabeza y allí estaba. Esbozó una sonrisa.
—Pensé que estaba soñando —murmuró soñolienta. 
—Las enfermeras no. Ellos creen que están teniendo una 
pesadilla —dijo Bob, dirigiéndole una mirada a su malvado 
hermano. 
— Vi como obligabas a un asistente de hospital a salir por la 
puerta principal —añadió Charles secamente. 
—¡Cállate! —dijo Mack impaciente. 
—Natalie, él sólo quiereasegurarse de que estás bien 
cuidada —dijo Vivian, acercándose lo suficiente como para 
acariciarle el pelo—. Pobrecita —añadió suavemente—. Todos 
estamos aquí para cuidar de ti.
—Así es —asintió Bob. 
—Eres de la familia —añadió Charles firmemente. 
Mack no dijo nada. 
Demasiado atontada para comprender mucho de lo que 
estaba pasando, Natalie esbozó otra débil sonrisa y, a 
continuación, gimió. Pero después de un momento se relajó y 
volvió a dormirse. 
Vivian estaba estudiando el aparato al que estaba 
conectada.
—Creo que esto lleva un calmante se inyecta 
automáticamente cada pocos minutos. Voy a preguntar a 
alguien.
Sin otra palabra, salió de la sala. 
Bob y Charles se miraron y dijeron que iban a por el café, y 
le preguntaron a su hermano mayor si quería una taza. 
Mack se limitó a asentir. Sólo tenía ojos para Natalie. Era 
como llegar a casa después de un largo viaje. No quería hacer 
nada excepto sentarse allí y verla. Incluso así de débil y frágil él 
la veía guapa. Se acercó más y le apretó la mano. 
Todas las cosas que había dicho volvieron para perseguirlo. 
¿Cómo habría podido dudar de ella? No le mentiría. En algún 
lugar escondido muy dentro, él lo sabía. Solo había una razón 
para que admitiera su supuesta culpabilidad inmediatamente. 
Había estado luchando contra su atracción por ella con toda la 
fuerza de voluntad que poseía. Era ciego de un ojo. Algún día, 
podría perder la visión del otro, también. Tenía a su cargo criar y 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 112-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
educar a sus tres hermanos hasta que se valieran por sí mismos. 
Y no le parecía justo cargar con todo eso a una mujer joven como 
Natalie. 
Pero desde que empezó todo esto, su familia había estado a 
su lado, compartido su preocupación por Natalie. Ellos también la 
querían. Sabía que era inevitable surgieran conflictos, esperaba 
que sin importancia, pero se había dado cuenta de que la vida 
sin ella estaría vacía, y cualquier cosa era preferible. Haría lo que 
fuera por hacerla feliz y que se sintiera segura. Por supuesto, 
cuando se recuperara, querría golpearle la cabeza con un bate 
de béisbol. Estaba resignado incluso a eso. 
Lo más importante ahora era que se recuperara. Iba a 
llevársela a Montana aunque tuviera que envolverla en una 
sábana como si fuera un saco. Tal vez a ella no le gustara, pero 
tenía que irse. No tenía ningún otro sitio en el que recuperarse y 
no podía trabajar. En el rancho, ellos cuatro, podía turnarse para 
cuidarla.. 
Mientras estaba estudiando las posibilidades, regresó Vivian.
—El calmante se inyecta automáticamente —dijo con una 
sonrisa—. Hablé con las enfermeras de guardia en su despacho. 
Tienen ordenadores que controlan los registros y el estado… —
dijo miró a su hermano con una sonrisa avergonzada—. Me 
encanta. No me había dado cuenta de que la enfermería era tan 
estimulante, a la vez que complicada y difícil.
—No he visto a muchas enfermeras por aquí — comentó él 
en tono misterioso.
Vivian le hizo una mueca sonriendo.
—Vendrán cuando tú te vayas — dijo, irónica. 
—No empieces —murmuró Mack. 
Ella lo abrazó y se sentó en la silla del otro lado de la cama.
—¿Por qué no vas a comer algo? Yo me quedo con Nat.
Él sacudió la cabeza. Tenía su mano firmemente agarrada y 
no la soltaría hasta estar seguro de que ella no los iba a 
abandonar. 
—¿Quieres un café? —insistió. 
—Ya han ido los chicos a por él.
—Muy bien. En ese caso, creo que voy a bajar a la cafetería 
a por una bolsa de patatas fritas y un refresco.
—Buena idea.
Le sonrió cuando salió. No le escatimado una mirada. Podía 
leer en él igual que en un libro abierto. Estaba asustado de que 
Natalie no se recuperaría si él se iba. Y la iba a mantener con 
vida costara lo que costara, si tenía que hacerlo. Vivian no podía 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 113-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
culparlo por estar tan empeñado en hacerlo. Natalie parecía tan 
pálida y delgada acostada allí. Vivian se culpaba a sí misma del 
estado de Natalie. Si no se hubiera portado tan mal, nada de esto 
habría pasado. Todavía no había podido disculparse. Pero era 
bueno saber que Nat estaría ahí para oírlas. Estuvo vagando por 
el pasillo. 
En la habitación, Mack se inclinó hacia adelante para ver la 
cara dormida de Natalie.
—Pobrecita mía —murmuró suavemente, tocando su mejilla 
con cuidado para no molestarla—. ¿Cómo pude pensar alguna 
vez que podría vivir sin ti?
A un cierto nivel de inconsciencia, Nat sabía que estaba 
hablando con ella. Pero estaba luchando contra el dolor y las 
medicinas y su mente se nublaba. Sentía su contacto, primero en 
la mejilla y luego besarla suavemente la boca. Estaba susurrando 
en su oído, palabras cariñosas. En ese momento, estaba segura 
de que estaba soñando. Mack nunca había dicho palabras 
cariñosas… 
Era bastante tarde esa cuando recuperó la cosciencia. Miró a 
su alrededor por la habitación y se sorprendió divertida. Vivian 
estaba durmiendo en la silla al lado del radiador. Mack 
repatingado, roncando ligeramente, en la silla al lado de la cama, 
con su mano aún agarrando la suya. Junto a él, en el suelo, Bob y 
Charles estaban durmiendo y compartiendo una manta sobre el 
linóleo frío. Ella sólo podía imaginarse la frustración de las 
enfermeras intentando trabajar en esas condiciones. ¿No había 
ninguna regla que dijera cuantos visitantes y cuanto tiempo 
podían estar ally? Entonces recordó el escándalo Mack había 
causado a su llegada, y se imagino que ya había roto todas las 
reglas. 
—¿Mack? —susurró ella. Su voz apenas se oía. Lo intentó de 
nuevo—. Mack?
Él se revolvió soñoliento, y abrió el ojo abierto. Se incorporó, 
a la vez que le apretaba más la mano.
—¿Qué pasa, cariño?
La palabra cariño la desconcertó. Él se acercó más, 
inclinándose sobre ella con evidente preocupación.
—Dime —preguntó suavemente—. ¿Qué necesitas? 
Lo miró a la cara con ojos hambrientos. Habían pasado 
semanas desde que lo había visto. Había algo diferente… 
—Has perdido peso —susurró ella. 
Su mirada bajó a su mano en la suya.
—Eso no importa ahora.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 114-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Ella quería decirle que había estado viviendo solo a medias 
desde que no lo veía, que lo necesitaba para vivir. Pero no podía 
decirle eso. La habían herido y alguien lo había llamado. 
Probablemente, su gravedad había hecho que, finalmente, Vivian 
le dijera la verdad. Él se sentía culpable. Tal vez todos se sentían 
así. 
Ella se soltó de la mano de él y la puso en su pecho.
—Yo no necesito nada —dijo, evitando su mirada—. Gracias 
—añadió educadamente. 
El efecto de ese fresca y amable respuesta le golpeó duro. 
Ahora estaba consciente otra vez, y no había que olvidar su 
último encuentro y lo que él le había dicho. Se metió las manos 
en los grandes bolsillos y se quedó mirándola durante un largo 
minuto hasta que fue hasta la silla y se sentó. Su suspiró era 
audible. 
Ella estaba aún lo suficientemente atontado y volvió a 
dormirse otra vez. Mack no. Se sentó dándole vueltas a la cabeza 
y mirándola, hasta que, las primeras luces del amanecer, se 
filtraron a través de las persianas venecianas. A su alrededor, los 
niños y Vivian comenzaban a despertarse. 
Vivian se levantó y miró a la puerta, oyendo el bullicio de los 
primeros turnos mañana y dijo:
—¿Por qué no os vais los tres al hotel, pedís una habitación 
y os dais un baño? Me quedaré aquí con Natalie mientras la 
arreglan y le dan de comer. Para cuando volváis estará 
preparada para recibir visitas.
Mack se mostró reacio. Vivian tiró de él de la silla.
—Estás totalmenteagotado, y parece que tuvieras 
cincuenta años —dijo—. No vas a ser de gran ayuda para nadie 
hasta que hayas descansado. ¿Has dormido algo? 
Él hizo una mueca.
—Se despertó en mitad de la noche — dijo, como si eso lo 
explicara todo. En su cara se veía la preocupación y la 
culpabilidad—. Ella recuerda lo que dije ella. Lo vi en sus ojos.
—También recordará lo que le dije yo —respondió Vivian—. 
Vamos a intentar que nos perdone. Es una persona que no 
guarda rencor. Todo saldrá bien.
Él vaciló.
—No querrá venir a casa con nosotros —le advirtió. Su cara 
empezó a tensarse—. ¡Pero vendrá aunque tenga que meterla en 
un saco! ¡Si se despierta antes de que vuelva, le dices eso!
Hizo una mueca de dolor cuando se movió, y le dolía el 
pecho, pero sus ojos fueron directamente a la cara firme de 
Mack, y empezaron a animarse. Luchó por incorporarse.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 115-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—No pienso ir a ningún sitio contigo, Mack Killain —le dijo en 
un tono tan fuerte como puso a pesar de su agotamiento—. ¡No 
iría contigo ni a la puerta del ascensor…! 
—Cálmate—, dijo Vivian firmemente, empujándola contra las 
almohadas—. Cuando recuperes tus fuerzas de nuevo, te 
conseguiré una sartén para que lo frías en ella. De hecho, haré 
algo más, me pegaré un tiro. Pero, por ahora —añadió 
suavemente—, tienes que ponerte bien. Sólo puedes permanecer 
en el hospital hasta que puedas ponerte en pie. Sin embargo, la 
recuperación total lleva más tiempo y no puedes estar sola.
Bob y Charles se despertaron y se colocaron alrededor de la 
cama con sus hermanos. 
—Exacto —dijo Charles firmemente, mirando tanto su 
hermano mayor de forma extraña—. Todos nosotros vamos a 
cuidar de tí.
—Enchufaré mi ordenador y te enseñaré a los juegos de 
arcade —le ofreció Bob. 
—Te enseñaré a jugar al ajedrez —añadió Charles.
—Te enseñaré como ser un maldito dolor de cabeza —
añadió Vivian, irónica—. Creo que escribiré un libro sobre eso.
Natalie dudó mientras miraba a Mack. Su mirada era seria, 
tranquila, y se veía casi vulnerable. Tal vez era un truco de la luz. 
—Y tú podrías aprender a no llegar a conclusiones 
precipitadas —murmuró Vivian, secamente. 
—Tú me lo has enseñado —contestó él y se dirigió a Natalie
—. No estoy negociando. Vendrás con nosotros, de una u otra 
manera, y no hay más que decir.
Los ojos de Natalie empezaron a brillar.
—¡Escúchame, Mack Killain!
—No, escúchame tú —la interrumpió con firmeza—. Voy a 
hablar con el cirujano para averiguar qué tipo de atención 
necesitas. Voy a contratar a una enfermera privada y conseguir 
una cama de hospital para llevárnosla y cualquier otra cosa que 
sea necesaria.
El pequeño puño de Natalie golpeó la colcha con frustración. 
Eso hizo que la doliera, y ella hizo una mueca. 
—Genio y temperamento —dijo Mack burlonamente—. Eso 
no te lo consienten en todo los sitios.
—Yo no soy un paquete para ser recogido y llevado —dijo 
enfurecida—. ¡Yo no te pertenezco!
Él levantó una ceja.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 116-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—De una manera u otra —dijo muy tranquilo—, me has 
pertenecido desde que tenías siete años —se volvió hacía Vivian
—. Voy a llevar a los chicos al hotel y volveremos en un par de 
horas. Te llamaré en cuando nos instalemos para que puedas 
ponerte en contacto con nosotros si es necesario.
—Muy bien —dijo Vivian, con una sonrisa—. No te preocupes 
—añadió cuando él dudó en la puerta—. Voy a cuidar bien de 
ella.
Todavía dudaba, pero al cabo de un minuto de sus últimas 
palabras, le preocupaba ver furiosa a Natalie y salio con los 
chicos de la habitación.
—¡No voy a ir! —dijo Natalie furiosa al cabo de un momento. 
Vivian se acercó a la cama y suavemente le retiró el pelo de 
la frente a Natalie.
—Sí vendrás —dijo, suavemente—. Mack y yo tenemos 
mucho que explicarte y por lo que disculparnos. Yo estaba tan 
celosa que no podía soportarlo. Pensé que me moriría ni no tenía 
a With —sacudió la cabeza con pesar—. Tú sabes, que me mintió 
incluso a mí sobre lo que habíais estado haciendo. Estuvisteis 
abajo durante casi una hora y no que Mack ya había vuelto en 
ese momento —añadió pesarosa, viendo como Natalie se 
sonrojaba cuando recordó lo que ella y Mack había estado 
haciendo durante ese tiempo—. With dijo que tú eras más 
cariñosa de lo que yo había sido nunca. Todo ha sido un gran mal 
entendimiento, y la mentira que le dije a Mack sobre que os 
había visto juntos, no ayuda para solucionar esto.
Sus ojos azules miraron preocupados a los verdes de 
Natalie.
—¿Crees que podrás perdonarme? 
Natalie dejó salir su enfado, respirando lentamente.
—Por supuesto —dijo—. Hemos sido amigas durante mucho 
tiempo y no soy rencorosa.
Vivian se inclinó y la besó en la mejilla.
—Últimamente, no he sido la mejor amiga del mundo —dijo
—. Pero intentaré serlo a partir de ahora. Y lo más importante 
ahora mismo es conseguir un baño y un desayuno.
—Y Mack te creyó —dijo Natalie. 
Vivian de detuvo cuando iba hacia la puerta, se volvió y 
puso una mano suave en la que Natalie tenía sobre su estómago 
encima de la colcha.
—La noche le dije a Mack que os había visto juntos, se 
encerró en su despacho y se bebió media botella de whisky 
escocés. Tuve que llamar al capataz y a un cerrajero para que 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 117-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
abrieran la puerta. Cuando por fin pude entrar, me lo encontré 
desmayado.
Sus ojos estaban preocupados.
—Nunca había perdido el control de esa manera. Fue 
entonces cuando supe todo el daño que le había hecho. Y 
después de su graduación, cuando Bob y Charles se enfadaron 
con nosotros porque no habíamos estado allí contigo, se fue de 
viaje y ni siquiera nos dirigió la palabra durante días. Sé que te 
hicimos daño, Natalie —concluyó—. Sin embargo, nos sentimos 
bastante mal. Lo siento. Mack tuvo siempre razón acerca de 
With. Él va por ahí con otra niña rica que, aunque le gusta 
aportar, no quiere hacerlo ella misma, y que tiene todo el dinero 
que el necesita por el momento. Fui un idiota. 
—Estabas enamorada —la excusó Natalie—. Esto no hace 
que la gente esté lúcida precisamente.
—¿No?— Vivian lanzó la pregunta, con una curiosa sonrisa. 
—No me preguntes —respondió Natalie, con recelo—. Sólo 
tenía diecisiete años cuando tuve mi primera y última 
experiencia.
—Ya lo sé —dijo Vivian, desconcertándola y sonriendo 
suavemente—. Siempre fue Mack. Lo sabía, y lo utilicé para 
hacer daño. Lo lamento man que nada en el mudo.
—Eso no es lo que quería decir —contestó Natalie. 
Vivian no siguió con el tema y le acarició la mano 
suavemente.
—Todo se va a solucionar. Créeme en esto, aunque no lo 
hagas con otras cosas.
Natalie se colocó en una posición más cómoda.
—¿Y por eso habéis venido todos aquí?— preguntó. 
—Sí. Tu cirujano llamó y dijo que estabas luchando por tu 
vida y que alguien tenía que dar permiso para que tu operación 
—hizo una mueca—. Mack envió la autorización por fax como tu 
pariente más cercano, así que si alguien pregunta, somos tus 
primos —seguí con su mano en la de Natalie desde que empezó 
a hablas con ella—. Si no hubiera hecho, quizás habrías, Nat.
—Tenía en mi bolso una tarjeta para que llamaran en caso 
de accidente, que Mack me hizo rellenar con su nombre y su 
número de teléfono —recordó Natalie—. Creo que la encontraron 
cuando me llevaron a urgencias.
Vivian dudaba.
—¿Te acuerdas de lo que sucedió?
—Sí. Vi a dos niños peleándose en una cancha de 
baloncesto. Como un idiota, intenté detenerlos —sonrió 
Traducido por Debbie y corregido por SiraNº Paginas 118-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
irónicamente—. Uno de ellos tenía un cuchillo, y yo estaba justo 
en medio y me apuñaló en el pecho. Afortunadamente, sólo me 
costó un poco más de un pulmón en lugar de mi vida.
—La próxima vez, llama a la policía —dijo Vivian, 
firmemente—. Ese es su trabajo, y lo hacen muy bien.
—La próxima vez, si vuelve a pasar, lo haré —dijo Natalie 
cogiendo la mano de Vivian—. Gracias por venir hasta aquí. 
Nunca pensé que iba a venir alguien, especialmente Mack.
—Cuando los chicos lo oyeron, lo primero que dijeron fue 
que eras de la familia —le dijo Vivian—. Y lo eres. Tanto si te 
gusta como si no.
—Me gusta mucho —con el labio inferior temblando—. Me 
alegro de que aún seamos amigos —logró decir. 
—¡Oh, Nat! —dijo Vivian inclinándose para abrazara su 
amiga tan suavemente como pudo—. ¡Lo siento! ¡Lo siento! 
¡Prometo que nunca volveré a ser tan egoísta y horrible!
Natalie la abrazó con su brazo sano y suspiró mientras las 
lágrimas caían sobre su pálido rostro, como un bálsamo para su 
espíritu . 
Vivian se dio la vuelta y encontró pañuelos para que las se 
limpiaran los ojos húmedos, riéndose mientras lo hacía. 
—Mack todavía tiene que disculparse —añadió Vivian—. 
Creo que va a aprovechar gustosamente la oportunidad. Pero va 
a ser duro para él, por lo que deberíais quedar a medio camino, 
¿no? 
Natalie parecía preocupada.
—Se ve mal.
—Y lo está. Ha estado enfadado consigo mismo durante 
semanas. No creo que tenga que decirte lo difícil que ha sido la 
convivencia.
—Eso no es nada raro —dijo Natalie con su primer destello 
de humor. 
—Esto ha sido mucho peor que nunca. Aunque no te lo 
creas, intente buscarlo en la sala cuando regrese. Y todo el 
personal estaba luchando por ver quien se iba antes —se río 
entre dientes—. Simplemente llegó, entró en la sala de 
recuperación y empezó a ladrar órdenes a todo el mundo. El 
ejército perdió un gran líder cuando se licenció después de su 
servicio. Si había un capitán, es él.
—¿Ha venido Glenna…, también? —tenía que saberlo. 
—Él no la ha visto desde que dejaste la ciudad —dijo Vivian 
tranquilamente—. Tampoco habla de ella.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 119-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Natalie no hizo ningún comentario. Estaba segura de que 
Mack estaba tratando de superar su complejo de culpabilidad, 
aunque no tenía ninguna razón para sentirse culpable. Había 
pensado algo que no era verdad y la acuso de algo que no había 
hecho, pero no tenía culpa de que la hubieran apuñalado. Había 
sido culpa suya por meterse en donde nadie la había llamado. 
Podría haberle pasado en cualquier sitio. 
Por el momento, ella asintió y se recostó. Vivian la dejó para 
ir a buscar a las enfermeras. 
Mack volvió con los chicos después de almorzar. Parecía 
descansado y los chicos también. Se suponía que habían podido 
dormir un poco en una cama de verdad. 
Los chicos sólo se quedaron unos minutos, después de 
descubrir un centro comercial cerca del hospital donde podrían 
jugar a los videojuegos. Vivian se dirigió a la cafetería del 
hospital para tomarse una ensalada. Mack se sentó en la silla al 
lado de la cama y miró a Natalie, que estaba mucho más 
animada que la noche anterior.
Extendió la mano y agarró sus dedos entre los suyos, 
enviando una sensación de hormigueo a través de su cuerpo, y le 
sonrió suavemente.
—Te ves mejor. ¿Cómo te sientes?
—Como si me hubiera atropellado una manada de búfalos —
dijo, tan tímida con el como nunca lo había sido. Sorprendente, 
teniendo en cuenta su historia. Ellos se conocían bien uno al otro, 
casi íntimamente, pero no podía encontrar nada que decirle. 
Él pareció darse cuenta de ello. Apretándole más la mano, e 
inclinó hacia delante.
—El cirujano dice que puedes dejar el hospital el Viernes —
dijo él—. Podemos irnos en el avión, si no se presentan 
contrariedades.
—¿El avión?
—Alquilé uno para venir aquí. El piloto y copiloto están 
alojados en mi hotel hasta que estemos preparados para irnos.
—¡Debe costar una fortuna! —espetó. 
Sonrió cínicamente.
—¿Crees que no puedo pagarlo? Además de un rancho de 
ganado muy próspero, tengo acciones en media docena de 
empresas que me han reportado unos intereses bastante buenos 
desde que compré las primeras.
Ella evitó mirarlo.
—Tengo un apartamento aquí —comenzó. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 120-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Tenías un apartamento aquí.
Ella lo miró, confusa.
—¿Qué?
—Le dije a tu casera que no volverías —dijo rotundamente
—. Hice que embalaran tus cosas en las maletas y que las envíen 
al ranch. Incluso recogí el correo y rellené un formulario para que 
te lo envíen a casa.
—¡No puedes hacer eso! —exclamó—. ¡Mack, tengo un 
trabajo aquí!
—Sí, hablé con el director acerca de eso —continuó, con una 
calma desesperante—. Sienten perderte, pero teniendo en 
cuenta la duración de tu recuperación, tienen que buscar a 
alguien para que te sustituya. Tendrás que trabajar duro si 
quiere regresar. Pero yo no quiero.
—¡Por supuesto que tengo que volver! —exclamó, 
sorprendida por los cambios que se habían producido, los 
estragos que había creado en su nueva y agradable vida—. ‘No 
puedes hacer esto!
—Ya he hecho, Nat —respondió, poniéndose de pie, 
sosteniendo su mano todavía—. Y cuando te pares a pensar en 
ello, te darás cuenta de que es lo único que podía hacer —añadió 
melancólico—. Dejarte sola aquí nunca fue una opción, ni 
siquiera en el caso de que te odiara.
Ella bajó los ojos ante su gran mano en la suya. Estaba 
bronceada, al igual que su cara, debido a las largas horas que 
pasaba trabajando en el rancho al aire libe.
—Pensé que me odiabas cuando me fui.
Se rió con de sí mismo con desprecio.
—Sé lo que hiciste. Viv tenía razón, puedo enseñarte a sacar 
conclusiones equivocadas muy rápidamente —entrecerró el ojo. 
Puso una mano sobre la almohada al lado de su cabeza y se 
inclinó más—. Pero hay un montón de cosas más que preferiría 
enseñarte.
—¿Qué cosas? —preguntó jadeante. 
—Lo que te prometí cuando tenías diecisiete años —su boca 
rozó sus labios tan suavemente como una respiración, insistente, 
despertándola—. ¿No te acuerdas, Natalie? Te dije que, cuando 
llegara el momento, te iba a enseñar cómo hacer el amor.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 121-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 10 
Natalie no podía creer lo que le había oído decir y en un 
tono tan tierno que apenas reconocido. De todas maneras, era 
difícil pensar mientras su boca hacía que le hormigueara todo el 
cuerpo, encantada de que le acariciara la cara. 
—¿Crees que estoy bromeando? —preguntó cuando no le 
contestó, mientras se inclinaba para susurrar contra sus labios—. 
Todo dejo de importar cuando el Dr. Hayes me llamó y dijo que 
estabas entre la vida y la muerte —añadió tenso, levantando la 
cabeza para mirarla a los ojos—. De ahora en adelante, esto es 
totalmente en serio.
Ella no lo entendía y su expresión se decía . 
Volvió a besarla con cuidado de no aprovecharse de la 
situación o causarle más dolor.
—En primer lugar, nunca debería haber dejado que te fueras 
de Medicina Ridge —dijo bruscamente. 
—Me dijiste que no era bienvenida en el rancho de nunca 
más —le recordó, con el labio inferior temblando.
Él gimió, besándola con algo parecido a la desesperación y 
tenía que parar. Su mano temblaba ligeramente, mientras 
acariciaba su pelo despeinado y trazaba el ovalo de su rostro.
—Pensé que iba a perderte —le confesó con voz ronca—. Y 
no podía soportar pensar en ello.
Su expresión era de pura alegría. Su corazón subía y bajaba. 
Porprimera vez, ella le tocó la boca.
—Como si pudiera alejarme de ti —dijo con tristeza 
melancólica. 
Él se llevó la palma de su mano a los labios y la besó 
hambriento.
—Han sido unas semanas horribles —dijo pesadamente—, 
sobre todo porque Vivian y yo llegamos a conclusiones 
equivocadas.
—Es difícil confiar en la gente. Yo debería saberlo —dijo ella, 
mirándolo lentamente. No estaba segura de él. La medicina 
todavía le afectaba, y no confiaba en su repentino afecto. No 
confiaba en eso. Peor aún, si recordaba su pasado se daba 
cuenta de que había perdido a todas las personas a las que 
quería. Primero a sus padres y, luego, a Carl; aunque Carl no 
estaba enamorado de ella, había sido su primera experiencia. 
—¿Y esa expresión tan sombría? —dijo suavemente—. ¿Qué 
estás pensando. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 122-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Que he perdido todo el mundo al que he querido —susurró 
sin querer, temblando. 
Levantó la cabeza y miró directamente a sus grandes ojos 
preocupados.
—A mí no me vas a perder —dijo tranquilamente. 
Su corazón corría desbocado. Ahora estaba segura de que 
estaba escuchando bien. Abrió su boca para pedirle que lo 
repitiera pero, antes de que pudiera hacerlo, la enfermera vino a 
comprobar sus constantes vitales. Mack sonrió frustrado y salió 
de la habitación para estirar las piernas. 
Cuando regresó, parecía como si no hubiera dicho nada 
escandaloso en absoluto. Empezó a trazar planes de viaje y, 
cuando estaba acabando, Vivian y los chicos volvieron y hablaron 
de temas generales. 
Los pulmones de Natalie estaban bastante mejor el viernes 
por la mañana y, el Dr. Hayes, le dio el alta para irse a casa en el 
avión. Mack la levantó de la silla de ruedas en la puerta del 
hospital y la puso en el coche de alquiler que los llevó al 
aeropuerto. Menos de una hora más tarde, estaban el aire, y por 
la tarde, llegaron a Medicina Ridge. 
El capataz había llevado el Lincoln al aeropuerto y los siguió 
hasta el rancho en uno de los camiones de hacienda. Así tuvieron 
suficiente espacio para que se acomodaran los cansados 
pasajeros para viajar en el automóvil hasta el rancho. Cuando 
llegaron, Mack cogió a Natalie en brazos y sujetándola 
demasiado cerca, fue hacía la casa y entró con ella. 
La miró con una sonrisa ligeramente posesiva cuando se 
detuvo brevemente en el vestíbulo para mirar sus ojos. 
—No tienes que llevarme en brazos —le susurró ella, 
consciente de que los chicos se habían dirigido directamente a la 
cocina y Vivian había ido por delante al piso de arriba para abrir 
la puerta de habitación de invitados para que entraran. 
—¿Por qué no? —dijo él, rozando su boca perezosamente—. 
Es una buena práctica.
La práctica para qué, se preguntó preocupada, pero no hizo 
ningún comentario. Ella movió el brazo y gimió cuando se hizo 
daño. La herida le seguía doliendo. 
—Lo siento —dijo suavemente—. Se me olvidan las 
condiciones en que estás. Iremos directamente a la habitación.
Él la llevó con facilidad por la larga y elegante escalera a la 
habitación de invitados que estaba junto a su dormitorio. Ella le 
echó una mirada preocupada. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 123-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—En las condiciones que estás, no te voy a poner en el otro 
extremo de la casa —dijo pasando a lado de Vivian, que estaba 
ventilado la habitación, hacía la cama doble con dosel, donde la 
colocó suavemente boca arriba—. También, dejaré la puerta 
abierta. Si me necesitas durante la noche, solo tienes que 
llamarme. Tengo el sueño ligero —dijo mirando a su hermana 
mientras hablaba—. Algo que no puedo decir de muchos en esta 
familia.
Vivian gimió.
—Normalmente, me despierto —dijo a la defensiva. 
—Tengo tu medicina para el dolor en mi bolsillo —dijo Mack
—. Si la necesitas a la hora de dormir, lo tendrás. Vivian puede 
prestarte un vestido.
—Algo cómodo y sencillo —murmuró Vivian, echándole a su 
hermano una mirada malvada. 
—Buena idea —dijo imperturbable. Se paró en la puerta y 
las miró con su ojo brillante—. Y, para variar, voy a usar pijama.
Vivian se río entre dientes al ver como se ruborizaba Natalie 
cuando se fue Mack.
—En este momento no estas en condiciones para besuqueos 
—le recordó a su amiga—. Así que no te preocupes y piensa solo 
en recuperarte totalmente. No me vas a convencer de que no te 
sientes más segura teniendo a Mack en la habitación de al lado.
—Si —admitió Natalie—. Pero me siento como una intrusa.
—La familia no molesta —contestó Vivian a su amiga—. 
Ahora vamos a buscar ropa ligera y cómoda y, después, iré a ver 
lo que hay para la cena. No sé tú, pero yo estoy hambriento. 
Fue una toda sorpresa que Mack le trajera una bandeja a su 
habitación y se sentara a cenar con ella. Pero hubieron más 
sorpresas. En lugar de irse a trabajar al estudio, como era su 
costumbre, le leyó una historia sobre los primeros habitantes de 
Montana a finales del siglo pasado. La historia era su tema 
favorito y le encantó. Cerró los ojos y escuchó su voz profunda 
hasta que se durmió. 
Como en el hospital le habían dado sedantes fuerte, no 
había tenido pesadillas. Pero en su primera noche en una 
cómoda cama, revivió el apuñalamiento. Se despertó en un 
ambiente cálido, apoyada contra un pecho fuerte que le 
susurraba palabras tranquilizadoras junto a su oído. Al principio 
pensó que estaba soñando, pero el calor y los músculos del 
pecho eran muy reales, al igual que el vello grueso que lo cubría 
y movió la mano en la oscuridad. 
—¿Mack? —susurró, vacilante. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 124-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Espero que, a partir de ahora, no te guste despertar y 
encontrar en tu cama a otro hombre que no sea yo. —murmuró 
medio dormido, mientras su mano le acariciaba el pelo 
suavemente—. Has tenido una pesadilla, cariño. Sólo una 
pesadilla. Intenta volver a dormir.
Ella parpadeo y levantó el rostro lo suficiente como para 
mirar alrededor. Era su dormitorio, pero Mack se encontraba bajo 
las mantas con ella y al parecer había estado allí durante 
bastante tiempo. 
Él tiró de ella y la atrajo hacia sí tanto como pudo.
—¿Realmente crees que iba a dejarte solo aquí después de 
todo lo que ha pasado —le preguntó sombrío. 
—Pero, ¿qué va a pensar la familia? —preguntó preocupada. 
—Seguramente, que te amo.
Ella estaba tan soñolienta que no podía interpretar sus 
palabras.
— Oh.
—¿Hay alguna razón por la que no podamos casarnos en 
cuanto te puedas levantar?
Natalie se pregunta si el dolor puede hacer que la gente 
tenga alucinaciones.
—Ahora estoy segura de que todavía estoy soñando —
murmuró para sí misma. 
—Nada de eso. Trata de dormir antes de haga alguna 
tontería. Y para que conste, mi hermana está loca si esta es la 
idea que tiene de camisón recatado enfermo. Realmente loca. 
¡Puedo sentir tu piel a través de esa maldita cosa!
Seguramente era así, porque ella sentía su pecho contra sus 
senos mucho mejor de lo que lo había notado en otras ocasiones. 
Pero todavía estaba medio dormida y sus dedos acariciaron el 
vello que cubría su esternón.
—¿Y qué tipo de de tontería es el que estás pensando? —le 
preguntó. 
—Esta —dijo cuando su mano encontró los pequeños 
botones que cerraban el camisón y los abrió rápidamente para 
que estuvieran piel contra piel. 
Ella sentía como sus pezones se endurecían cada vez más, y 
el calor del aliento de Mack que hacía que su corazón latiera más 
deprisa. 
—Así es exactamente cómo me siento —murmuró 
secamente —unos cuantos centímetros más bajo.
Traducido por Debbiey corregido por Sira Nº Paginas 125-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Le llevó unos segundos darse cuenta de lo que estaba 
diciendo, y se alegró de que la oscuridad ocultara su rostro,
—¡Eres un cerdo! —exclamó. 
Él se rió entre dientes.
—No puedo evitarlo. Eres como la carnada que se pone en el 
anzuelo y es como un trofeo —comentó—. Te acostumbras a ello. 
He estado ocultándomelo mucho tiempo, pero se han hecho 
evidentes muchas cosas, en el momento en el que e cirujano me 
llamó. La principal es que eres mía. No soy modelo físico perfecto 
y te he estado manipulado para que no estuvieras con nadie 
más, pero podría haber sido peor. 
—No hay nada malo en ti —dijo tranquilamente—. Sólo 
tienes una ligera discapacidad.
—Los dos sabemos que existe la posibilidad de que me 
quede ciego, Natalie—, dijo, hablándole como nunca lo había 
hecho antes—. Pero creo que podríamos hacerle frente si hiciera 
falta.
—Por supuesto que podemos —respondió ella. 
Su mano alisó su pelo.
—Los niños y Vivian te quieren y tú también los quieres. 
Podemos tener desacuerdos, pero vamos a ser todos una familia. 
Una gran familia, si todos tenemos niños —añadió, riéndose 
entre dientes—. Pero los niños serán un regalo añadido.
Su mano seguía aplastada contra su pecho aplastado.
—Me gustaría tener un hijo tuyo —dijo audazmente. Sintió 
que su corazón saltaba cuando lo dijo—. ¿Quieres un niño o una 
niña? —añadió. 
—Me da igual lo que sea —dijo tranquilamente—, con tal de 
que sea tuyo.
Eso sonaba como algo permanente. Ella sonrió y no podía 
dejar de hacerlo. Los niños significaban un compromiso. 
—Sí. Yo también quiero lo mismo —dijo, cerrando los ojos 
con un largo y profundo suspiro de satisfacción. 
Su mano se tenso en el pelo.
—Yo no me movería así muchas veces —le advirtió. 
—¿Qué?— 
—Puedo sentir cada una de las células de tu cuerpo desde la 
cintura para arriba, de Nat —dijo en un tono tenso—. Y he llevo 
necesitado algún tiempo. Tú no estás preparada para eso esta 
noche. Todavía no.
—Eso suena poco prometedor —murmuró ella. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 126-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Voy a hacerte una promesa —respondió—. Cuando estés 
en condiciones de apreciarla, te alegrarás de haberme esperado.
—Ya lo estoy, Mack —susurró ella—. Te quiero más que el 
aire que respiro.
Durante unos segundos, no dijo nada. Luego se volvió, y su 
boca encontró la suya en la oscuridad en un beso que era difícil y 
hambriento, pero de una manera tan apasionada y tierna que le 
llegó al corazón. Pero después de unos segundos, cuando una de 
sus piernas resbaló contra ella, casi involuntariamente, se 
endureció y abruptamente rodó encima de ella, gimiendo 
mientras ella se reía. 
—Sabía que era una mala idea —suspiró. 
Su cuerpo tenía deliciosas sensaciones de hormigueo. Ella 
se sentó, gimiendo por el dolor.
—Bueno, ahí va esa idea brillante —murmuró ella, 
sujetándose la caja torácica, mientras se deslizaba hacia abajo. 
—¿Qué brillante idea? —preguntó. 
—Yo iba a ver si podía… —dejó de hablar cuando se dio 
cuenta de lo que estaba a punto de decir—. Quiero decir…
Hubo un sonido de muy divertidos a su lado.
—Aunque te pusieras encima, Nat, tendría que sujetarte, y 
después de los primeros momentos, no sería suave. 
Reabriríamos las heridas y el dolor sería insoportable.
Ella tragó.
—Sólo era una idea. Olvida lo que he dicho.
Se rió con ternura mientras se inclinaba a besarla 
brevemente.
—Lo intentaré—, dijo suavemente—. De todas formas, 
gracias por la idea. Pero este no es el momento ni el lugar. 
Primero nos casaremos —continuó—. Y luego podemos hacer 
todo tipo de descubrimientos sobre nosotros mismos.
Su corazón estaba todavía acelerado.
—Es muy emocionante pensar en eso.
—Sobre todo para nosotros dos —admitió—. Pero es mejor 
parar ahora mismo, mientras estamos a tiempo —se inclinó y 
besó suavemente su duro pezón, que respondía al toque de su 
lengua. 
Ella retuvo su aliento y levantó la cabeza para mirarlo en el 
suave resplandor de la pequeña lamparilla. 
—Me gusta eso —susurró. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 127-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—A mi también —vaciló. Era una mala idea. Uno de las 
peores que había tenido nunca. Pero mientras lo pensaba se 
inclinó de nuevo hacia su pecho, muy suavemente, y le acarició 
el cuerpo con la mano y la subió para subirle el camisón más 
arriba. Él llegó a la parte superior de su muslo lentamente, 
acariciándola con movimientos expertos, haciendo pequeñas y 
emocionante incursiones por debajo del camisón. 
Ella comenzó a temblar. Sus manos vacilantes sobre sus 
hombros mientras dejaban su mente en blanco, salvo para sentir 
el placer que le estaba dando. Había sido una espera muy larga. 
Mientras lo estaba pensando, lo dijo. 
—Demasiado tiempo —dijo él respirando excitado—. Sí, Nat. 
¡Demasiado largo!
Las manos de Nat fueron hasta su amplio pecho y lo acarició 
con placer, disfrutando del espesor del vello y de sus cálidos 
músculos. 
Sentía su cuerpo tenso y como el calor se iba trasladando a 
una parte mucho más íntima de su cuerpo. Trató de sujetarle la 
muñeca, pero era demasiado dulce para negarlo. Se rindió, 
gimiendo mientras sentía como las sensaciones más exquisitas la 
estremecían. 
Estaba ahogándose con el placer. Era tan intenso que 
apenas notó que él tomaba su mano y le guiaba hacía su cuerpo. 
Se había quitado el pijama y cuando miró, descubrió de la gran 
diferencia que había entre hombres y mujeres con una 
fascinación que iba a hacer que tarde o temprano se muriera de 
vergüenza. Pero ahora era emocionante tocarlo de esa manera. 
Ella no podría haber soñado con hacer eso con nadie. 
Él cambió de posición, para que lo tocara con más confianza 
mientras gemía en voz alta contra su seno. 
—No te hago daño, ¿verdad? —susurró ella, vacilante. 
—¿Con lo que estás haciendo? —Tembló y su boca parecía 
tan hambrienta sobre su pecho que soltó su gemido—. Esto es 
una agonía. ¡Pero no, no te detengas! —dijo rápidamente, 
atrapando su mano antes de que la retirara—. No te detengas, 
amor —susurró, cubriendo su boca con la suya—. ¡Me encanta la 
sensación de que me toques! ¡Lo adoro! 
Ella abrió los labios para hablar, pero el los tapó mientras su 
mano la exploraba más íntimamente, lo que hizo que su cuerpo 
subiera hasta un lugar en el que no había estado nunca. 
Ella se movía a un ritmo indeciso, ayudándolo, animándolo a 
continuar. Abrió sus ojos y allí estaba, mirando como la recorría 
el placer. 
—Esto es lo que se siente cuando un hombre y una mujer 
llegan hasta el final—, cuchicheó roncamente, y antes de que 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 128-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
pudiera preguntar nada más, la acarició de forma e invasora, y 
pareció estallar en un mil pedazos, palpitando y calientes 
mientras la miraba fascinado.. 
Ella se agarró a sus hombros, todavía temblando por los 
escalofríos de placer, con la boca abierta en contra su hombro 
desnudo. Segundos después, estaba llorando. El pecho volvía a 
dolerle, pero sentía su cuerpo como si hubiera subido al cielo y 
vuelto a la tierra.. 
—Mack —lloriqueaba Nat—. ¡Oh, Mack!— 
Él la seguía besando, suave y despacio acariciándole el 
rostro y la garganta, los senos que todavía estaban tensos y la 
espalda de nuevo. Podía sentir su cuerpo contra el suyo sin 
ninguna ropa que estorbara. Y sólo entonces se dió cuenta de 
que su camisón estaba tirado en alguna parte del suelo. 
Ella no recordaba haberse quitado la ropa. Sólo el placer 
palpitante que, con solo recordarlo, la hacía temblar. 
—Cuando seamos uno del otro, vamos a echarchispas —
susurró en su oreja. 
—Lo quiero —dijo en sus labios. Sus manos dibujaban sus 
mejillas mientras la miraba con ojos acariciantes—. Lo quiero 
ahora —movió sus caderas contra las suya, sintiendo su dura 
erección que él no hizo ningún esfuerzo por ocultar. 
—Yo también lo quiero, más de lo que te puedes imaginar —
respondió tenso—. Pero no vamos a dar ni un paso más hasta 
que estés completamente curada y estemos casados.
—¡Mack!— gimió ella. 
—No puedes soportar mi peso —dijo—. Incluso si te acuestas 
sobre mí, sería más difícil que antes. Y una vez que empiece, me 
gustaría llegar hasta el final y perder el control.
Su grito fue audible. Sus palabras hicieron aparecer 
imágenes en su mente y se ruborizó a la débil luz. 
—Todavía eres virgen —continuó roncamente—. No importa 
lo mucho que lo desees, probablemente va a ser doloroso para ti 
la primera vez. Pero quiero que sepas lo que vas a sentir como 
cuando te unas a mí. No quiero que tengas miedo en nuestra 
noche de bodas. 
—Como si eso pudiera ocurrir… después de esto —susurró, 
ocultando su cara en su garganta—. ¡Oh, ha sido maravilloso…!
—Mirarte si que ha sido maravilloso —dijo más o menos—. 
Pero tenemos que parar. No quiero sentir placer a costa de tu 
dolor.
Se levantó bruscamente, ayudándola a ponerse el camisón, 
antes de recoger el pantalón de su pijama. Se volvió hacia, y vió 
que evitaba sus ojos. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 129-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¿Tienes miedo de mirarme? —preguntó suavemente. 
Ella gimió.
—Lo siento… Es difícil.
Se rió, pero no era una risa burlona.
—Muy bien, cariño —ella oyó como se abrochaba el pantalón 
del pijama, y el ruido se oyó en el silencio de la noche, antes de 
que subiera a la cama a su lado y le señalara que se tumbara a 
su lado. 
—¿Vas a quedarse toda la noche conmigo? —susurró sin 
aliento. 
—Toda la noche, cada noche, aunque tenga que ponerte un 
cinturón de castidad para protegerte hasta que estés casada —
dijo travieso—. Y lo haré. Te quiero demasiado.
Ella escondió la cara contra su hombro.
—Yo también me siento así también. Y no me lo esperaba. 
Nunca me imaginaba lo que se quiere a alguien hasta que te 
conocí.
—No puedo ayudarte —suspiró—. Se me ha agotado la 
paciencia.
—¿Qué quieres decir? 
Besó la punta de su nariz.
—Luego te lo explicaré. Tengo trabajo que hacer mañana. 
Los dos tenemos que dormir un poco. ¿De acuerdo? 
Ella suspiró, sintiéndose más cerca al cielo de lo que nunca 
había soñado.
—Vale, Mack.
Ella dejó su cuerpo saciado relajarse y acurrucó junto a él, 
cerrando los ojos. Él la abrazó tan cerca como pudo y los tapó a 
los dos. 
—Y no le des vueltas a lo que acaba de pasar —murmuró 
firmemente—. Es parte del ritual del cortejo. Nos vamos a 
reprimir hasta que estemos casados. Mientras tanto, Vivian y tú 
podréis planear la boda.
Ella se movió perezosamente..
—¿Hablas realmente en serio?
—Totalmente —dijo, sin reírse —Te quería cuando tenías 
diecisiete años y te quiero ahora. En algún momento, me 
enamoré sin darme cuenta. Estas últimas semanas han sido el 
peor infierno que he conocido nunca. No quiero pasar otra vez 
por lo mismo. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 130-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Yo tampoco —ella tocó su rostro en la oscuridad—. Voy a 
ser la mejor esposa del mundo, te prometo que lo seré. Voy a 
cuidar de ti hasta que me muera.
Él tragó con fuerza.
—Yo también cuidaré de tí, Natalie —susurró—. Y nunca 
dejaré de amarte. Ni siquiera cuando ya no esté aquí.
Ella presionó su boca contra su hombro desnudo y sus 
manos se aferraron a él.
—No, sin mí, no. En caso de que te vayas, iré. No importa 
dónde.
No pudo decir nada más. Besó su frente con ternura y la 
abrazó en la oscuridad.
La boda necesitó una gran planificación. Tenía que ser 
pequeña, porque Natalie no se recuperó tan rápido como le 
hubiera gustado. Pero tenía que ser lo suficientemente grande 
como para dar cabida a todos los que querían verlos casados, y 
eso significaba que tenía que ser en la iglesia. Se decidieron por 
el local de la iglesia presbiteriana, y Natalie decidió llevar un 
tradicional de novia vestido y que Vivian fuera su dama de honor. 
Mack decidió llevar a sus dos mejores hombres como testigos 
junto con sus dos hermanos. No era muy convencional, pero un 
asunto de familia. 
El día de la boda, Mack llevaba un traje oscuro y Natalie un 
elegante vestido de seda blanca con un largo velo y un ramo de 
rosas blancas. Se intercambiaron los anillos y Mack, cuando 
levantó el velo para verla por primera vez como su esposa, las 
lágrimas rodaban por su cara mientras él se inclinaba y la besaba 
con más ternura que nunca. Se miraban uno a otro de tal manera 
que hizo llorar de algunas de las matronas de la congregación. 
Después, caminaron por el pasillo hasta la salida, despacio para 
acomodarse al paso lento de Natalie, y les tiraron arroz y cintas. 
Al menos en eso eran tradicionales, así como en ofrecer una 
recepción en el hall de entrada con dulces y ponche. 
—Eres la novia más bella del mundo, Nat —le dijo Vivian, 
besándola efusivamente después de la ceremonia—. Estoy muy 
contenta de las cosas hayan salido bien, a pesar de mi metedura 
de pata.
Natalie rió con cariño.
—Todos tenemos mucho que aprender sobre la vida. 
Además —añadió—, incluso las malas experiencias tienen un 
lado bueno. Mira lo bien que ha salido y no sólo para mí —añadió 
irónicamente. 
Vivian arrugó la nariz mientras sonreía.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 131-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Imagínate. Yo, en la escuela de enfermería —dijo, riéndose 
entre dientes—. Sin embargo, las enfermeras en Dallas que tenía 
un talento innato, y creo que lo tengo. Me encanta el trabajo, el 
equipo, todo. Me atrevo a decir si yo estudio duro, voy a ser una 
enfermera bastante buena.
—¡También puedes ser una buena doctora, si quieres —
añadió Mack se unió a ellas, mientras deslizaba un brazo 
posesivo alrededor de su nueva esposa—. Podemos pagarte la 
Facultad de medicina.
—Ya lo sé —dijo Vivian—. Pero realmente no me apetece 
gastar diez años para sacar esa carrera. Además —dijo con una 
sonrisa—, todo el mundo sabe que las enfermeras son las que 
mandan en los hospitales!
Natalie se rió.
—Eso dicen.
Mack besó la mejilla de su hermana.
—Últimamente has cambiado mucho —señaló—. Estoy muy 
orgulloso de ti.
Vivian se ruborizó de placer.
—Yo también estoy orgullosa de ti, hermano mayor. A pesar 
de que has tardado mucho tiempo en darte cuenta de que el 
matrimonio no es ninguna trampa.
Miró a Natalie en silencio.
—Me daba miedo pensar que podría ser demasiada 
responsabilidad para que la asumiera Natalie. Sin embargo, la 
incertidumbre es parte de la vida. La familia debe estar junta 
para superar los malos tiempos.
—De hecho es así —asintió Vivian—. Me encanta que todos 
tengamos una segunda oportunidad. ¡Mira las cosas tan 
maravillosas que hemos conseguido!
—Y lo más maravilloso está sólo a unas pocas horas de 
distancia —susurró Mack al oído a Natalie unos minutos más 
tarde, ya que se estaban preparando para salir hacia su breve 
luna de miel a Cancún. 
Natalie presionó su mano contra su mejilla y la levantó y la 
giró para posar sus labios en su palma.
—Te he esperado mucho tiempo —dijo juguetona—. Y tú has 
dicho que merecía la pena.
Él se rió entre dientes.
—Espera y verás.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 132-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Vivian y los chicos los acompañaron al aeropuerto de 
Medicina Ridge, donde cogieron un vuelo a Cancún. Se alojaron 
en un hotel de lujo en la gran isla justo al lado de la península, 
conuna de las playas de arena blanca más bellas del mundo. A 
Natalie le parecía que estaba en el paraíso. 
—Es tan hermosa —siguió repitiendo después de que 
hubieran acomodado y salieron al balcón privado—. ¡Parece una 
postal!
—No puedes nadar todavía —le recordó Mack—. Pero ¿te 
apetece pasear por la playa?
Ella se volvió hacia él y le sonrió suavemente.
—¿Podemos?
Frunció los labios y le echó una mirada ardiente a su cuerpo 
cubierto con un largo vestido color melocotón.
—Creo que los dos sabemos lo que me gustaría hacer —dijo
—. Pero me encantará complacerte.
—Me gustaría buscar conchas —dijo—. Y, además, todavía 
es de día.
Él parpadeó.
—¿Perdón?
—No es de noche. Quiero decir, que es pleno… —vaciló, 
porque parecía que no la entendía y se ruborizó un poco—. No 
podría desnudarme a plena la luz y hacer… en la cama contigo.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 133-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Capítulo 11 
Él la miraba totalmente asombrado.
—¡Dios mío!
Parecía como si le hubiera estampado un pastel en la cara. 
Ella puso sus manos sobre sus caderas.
—Dios mío, ¿qué? —exigió ella. Actuaba de una manera 
divertida. 
Mack le quitó el folleto turístico de las manos y lo puso 
encima de la mesa redonda que había dentro de la puerta 
corredera, tiró de ella, muy suavemente, y se inclinó hacia su 
boca. 
Era la primera vez que la besaba con la intensidad de un 
marido y no como un novio. A pesar de su intimidad su primera 
noche de vuelta en el rancho, no había soñado que existieran 
niveles tan profundos de intimidad en un simple beso, hasta que 
sintió que le fallaban las rodillas y su cuerpo comenzó a arder 
con sensaciones que nunca había sentido. 
Se agarró a sus brazos cuando sus manos grandes y tibias 
empezaron una exploración lenta y detallada de su cuerpo hasta 
que llegó a sus pechos, y alrededor de ellos, sin tocarla. Después 
de unos segundos, su cuerpo empezó a seguir sus movimientos, 
para seducirlo y, por último, para pedirle que la tocara más, pero 
él se negó. Cuando sintió que sus manos los rodean, gimió fuerte 
y agarró sus muñecas para sujetar sus manos allí. 
Era como la noche que la había tocado tan íntimamente y le 
enseñó las sensaciones que su cuerpo podía sentir cuando él la 
acariciaba. La había llevado a alturas que ella había soñado y 
gimió más hambrienta que en el momento antes de la boda. 
Desde entonces, se había mantenido alejado de ella, al parecer 
porque hablaba en serio acerca de abstenerse hasta que 
estuvieran. Había continuado compartir su cama, pero con la 
puerta de salón abierta y resistiéndose a todos sus coqueteare. 
Era cariñoso, tranquilo, e incluso tierno, pero no había intentado 
nada indiscreto o urgente. Hasta ahora. 
Ella nunca se sintió incomoda en la cama con él. Cada 
caricia era seguida por una atractiva, más bromista, más 
provocativa. Su mundo se redujo a las necesidades de su cuerpo. 
Había tenido hambre de él los últimos días. Quería abrazarlo, que 
sus manos tocaran su piel desnuda, que la mirara. Lo quería todo 
para ella, para siempre. Ella arqueó la espalda y posó su boca en 
la de él, con las manos temblando cuando tiró de su cabeza para 
que sus expertos labios fueran hasta sus pechos. Estaban 
desnudos, aunque no se dio cuenta hasta la boca cogió fuerte su 
tenso pezón y comenzó a chuparlo. Hizo un sonido que no 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 134-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
reconoció y se retorció para prolongar la agonía del dulce con 
tacto. Había sido una espera muy larga. Demasiado larga. 
En los momentos tensos y perezosos que siguieron, ella 
ansiosa por desnudarse, ya que su cuerpo tenía hambre de su 
boca y de sus manos, que estaban calidas a pesar del frío del 
aire, pero no veía la luz que entraba a raudales a través de las 
persianas venecianas mientras Mack destapaba la cama y 
colocaba las almohadas y la empujaba contra ellas después. Su 
cuerpo se apretó contra el de ella antes de empezar a 
desabrocharse la ropa y quitarse los zapatos, envueltos en un 
ciego y palpitante calor que hacía que ambos estuvieran ajenos a 
todo lo que no fueran ellos. 
—Pensé que me iba a volver loco antes de la boda —dijo en 
contra de sus pechos—. Me sentía como un chico antes de su 
primera vez. ¡En lo único que podía pensar era en la noche que 
estuvimos desnudos en tu cama, y me dejaste darte placer! 
—Yo también lo he pensado —gimió ella, aferrándose a él—. 
Y quiero sentirlo otra vez. ¡Te quiero! 
—Yo también te quiero —dijo roncamente, chupando más 
fuerte—. ¡Más de lo que te imaginas! 
Él se separó un poco de ella durante un minuto, con la 
expresión tensa y apenas controlada. Miró su desnudez con 
deseo mientras pensaba como prepararla para lo que venía. 
Siguió una trayectoria tortuosa a través de su cuerpo tenso y la 
tocó descaradamente, con su mirada estrecha y brillante. 
—Sí, estás preparada—, le sopló. 
Se preguntó cómo sabía, pero antes de que pudiera hablar, 
él se acercó a ella con una pericia que no podía ni empezar a 
corresponder. 
Después de hacerla rodar hasta él, colocándola entre su 
largas y fuertes piernas. Sus manos se acomodaron en sus 
esbeltas caderas, moviéndola contra su excitación a un ritmo 
frenético, mientras la besaba hambriento en los labios. 
Metió una de sus largas piernas entre las de ella con 
movimiento todavía más excitante que sus cálidas manos sobre 
su piel desnuda. Ella tembló y trató de acercarse más. 
—No te apresures —dijo con ternura—. Tengo que ir 
despacio para no hacerte daño. Déjame enseñarte lo que quiero 
que hagas.
La dirigió con sus caderas hasta que se dio cuenta que 
estaba compartiendo una intimidad como nunca lo había hecho 
antes. Sus ojos se agrandaron cuando lo sintió en su lugar más 
íntimo. La atrajo un poco más hacía lo desconocido. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 135-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Muy bien, cariño —la calmó, acariciando tiernamente sus 
caderas con ambas manos, mientras intentaba traspasar 
despacio la barrera de su virginidad. 
Sus manos se agarraron sus firmes brazos y lo miraba 
fijamente, fascinada por las distintas expresiones y por sus 
músculos tensos, mientras su cuerpo empezó a invadir el de ella, 
provocándole un dolor agudo e inesperado. Él vaciló y metió la 
mano entre ellos, para relajar sus músculos tensos.
Ella comenzó a temblar mientras el placer echaba a un lado 
el dolor. Él era tan ardiente que Nat perdió los últimos vestigios 
de miedo y comenzó a moverse con él, hambrienta, ávida por 
obtener más placer como el que le estaba proporcionando . 
—No te va a doler mucho tiempo —prometió cuando empezó 
a acercarse—. Tendré mucho cuidado.
—No me importa —dijo ella con un nudo en la garganta, 
empujando contra él en una agónica necesidad. Sus ojos 
cerrados en un sollozo—. ¡Oh, por favor, Mack! ¡Me duele mucho! 
—Natalie —gruñó, perdiendo la paciencia en su acalorado 
roce de sus muslos contra los de ella. La atrajo contra él 
mientras la besaba con fuerza. Sintió su cuerpo abierto a él 
totalmente, vacilante y que estremecía brevemente. 
Abrió el ojo y la miró, pero ella no dudaba ni protestaba. Sus 
ojos estaban ciegos por la pasión y su cara enrojecida por el 
deseo. 
Sus manos se contrajeron mientras miraba su cara. Ella 
jadeó ante la invasión lenta, profunda y dulce y gimió mientras 
su cuerpo se adaptaba a esta nueva y maravillosa intimidad. 
—¡No te pongas tensa—, susurró. 
—¡No lo estoy! —susurró de nuevo, tragando con dificultad
—. Es… —cerró los ojos y jadeó—. Es maravilloso, Mack! ¡Me 
siento tan… bien! ¡Es tan bueno! 
Ella sollozaba concada movimiento feroz de sus caderas, 
sus manos se agarraban a él, su cuerpo seguía la danza rápida, 
dura del suyo en el silencio del cuarto. Las espirales de placer 
fluían a través de ella como las llamas, levantándola y volviendo 
a bajarla y a apretarla contra él. Ella lo sentía dentro y el placer 
comenzó a palpitar de la misma manera que los latidos de su 
corazón cuando cambió de lugar un ritmo intenso y vibrando. 
Cuando lo miró tenía la cara tenso, y oyó su respiración agitada 
conforme iba aumentando el rito de las embestidas. 
Ella estaba subiendo hacia una increíblemente dulce cima 
de placer. Estaba allí, él estaba… allí. ¡Si solamente pudiera 
encontrar la posición correcta, el movimiento correcto, el 
bueno… sí! Ella se arqueó contra él jadeante. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 136-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—¿Preparada? —susurró—. Muy bien. Allá vamos. No luches 
contra él… no luche contra él… no… ¡Natalie!
Su voz latió de la misma manera que su cuerpo, de la misma 
manera que el pulso cuando estaba ganando una carrera y 
estaba tan cerca del dolor como del placer en sus ojos, su 
cerebro, su cuerpo. Y de repente, se hizo una tensión 
insoportablemente maravillosa que tiraba y tiraba, rompiéndose 
de repente y lanzándola a un placer exquisito. Tembló y lo sintió 
temblar cuando llegaron juntos al éxtasis más increíble que 
había experimentado nunca. 
Ella oyó su voz en su oído, áspera y profunda, cuando su 
cuerpo empujó una vez más y finalmente se relajó, 
presionándola contra el colchón con su peso él. Ella lo abrazó por 
su espalda ancha y cerró los ojos, sonriendo contenta mientras lo 
apretaba contra su corazón de ese modo, pesado, húmedo y 
tibio, vulnerablemente satisfecho. No pasó mucho tiempo antes 
de que Mack se levantara un poco para mirar su rostro satisfecho 
y le sonrió levemente.
—¿Y bien? 
Ella sabía lo que estaba pidiendo. Sonrió tímidamente y 
escondió el rostro en su cálida y húmeda y garganta. 
Se tumbó, arrastrándola con él mientras permanecían 
todavía unidos.
—¿Cómo está tu herida?
—Está bien —susurró ella. 
—¿Y qué piensas sobre hacer el amor, Sra. Killain? —susurró 
maliciosamente. 
—Creo que es maravilloso — espetó ella—. Nunca hubiera 
creído que podía ser tan dulce. ¡Y yo tenía miedo! —añadió, 
riendo. 
—Me he dado cuenta —dijo y besó su nariz—. ¿Estás 
preparada para una conmoción? 
Ella lo miró, perpleja.
—¿Una conmoción?
—Uh-huh.
Mientras estaba tratando de entenderlo, Mack se levantó, y 
ella miró hacia abajo, con la cara enrojecida. 
—Ahora que ya lo sabes, ¿no lo vas a mirar? —preguntó con 
un aire mundano que ella no podía igualar. Se levanto y salió de 
la cama, total y magníficamente desnudo y sin sentir ninguna 
vergüenza. Fue a la pequeña nevera y sacó una botella de 
cerveza, que se llevó a la cama, recostándose encima de las 
sabanas contra el cabecero. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 137-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Vamos—, la engatusó, extendiendo su brazo para que se 
tumbara a lado—. Te acostumbraras. El matrimonio es una 
aventura y hay que esperar descubrimientos sorprendentes.
—Y éste es uno de ellos —murmuró ella, todavía intimidada 
por él. 
Se río entre dientes.
—Sólo soy de carne y hueso. El misterio se irá desvelando a 
medida que nos vayamos conociendo. Sin embargo, es durante 
la luna de miel cuando se producen la mayoría de los 
descubrimientos.
—¿Piensas lo mismo de mí?— musitó ella—. Todavía no me 
has visto sin maquillar y con los rulos puestos.
Mack se inclinó y la besó en la punta de la nariz.
—Para mi eres la mas hermosa. No me importa que estés 
más o menos arreglada. O cómo te ves tú. Te quiero. Ahora más 
que nunca.
Abrió la cerveza y tomó un sorbo, poniéndosela a ella en la 
boca. Nat hizo una cara. 
—La cerveza no es buena —estaba de acuerdo Mack—. Pero 
está fría y nos quitará la sed después de todo lo que nos hemos 
esforzado —tomó otro sorbo y dejó que su mirada recorriera su 
cuerpo suave, parándose en los lugares que había tocado y 
besado hasta que ella se ruborizó—. Realmente eres una fuera 
de serie —murmuró—. Sabía que estabas en buena forma, Sra. 
Killain, pero nunca pensé que fuera hasta ese punto.
—Eso vale para mí también —dijo. 
Besó sus labios tiernamente.
—¿Te apetece hacerlo de nuevo?— susurró—. ¿O crees que 
va a ser incómodo? 
Nat rodó hasta él y deslizó una pierna entre las suyas.
—No va a ser incómodo —susurró ella, frotando su cuerpo 
contra él y sintiéndose orgullosa al notar que lo había excitado—. 
Te quiero.
La botella de cerveza casi se cayó cuando tiró de ella y la 
besó con pasión renovada. Realmente no creía que fuera posible 
desear esto tan pronto, pero no iba a preguntar el porqué de un 
milagro bonito. Abrió su boca ansiosa, y se olvidó el resto de las 
preguntas. 
Esa noche se sentaron en el balcón, después de una ligera 
cena, bebiendo un refresco y viendo la luna brillar sobre el Golfo 
de México. Se sentaron uno al lado del otro, cogidos de la mano 
y mirándose a cada momento para asegurarse de que todo era 
real. 
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 138-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
—Ni en mis mejores sueños fue nunca así —confesó 
suavemente. 
—Ni en los míos —respondió suavemente—. Apenas hemos 
tenido tiempo de tomar una ducha —su mirada era hambrienta 
cuado la posó en su cara—. Nunca pensé que podría ser así, 
Natalie —suspiró—. No cuando me siento como si estuviéramos 
unidos, el uno al otro, por lazos invisibles.
Ella se llevó el dorso de la mano de Mack a los labios.
—Esto es lo que dicen que debe ser el matrimonio —dijo 
soñadora—. Pero es más de lo que esperaba.
Apretó los dedos de ella con los suyos.
—Ya lo sé —dijo mirándola hambriento—. Nunca sabrás 
cómo me sentí cuando Vivian confesó que había mentido. No 
podía soportar pensar que casi te había perdido.
—Eso pertenece al pasado —dijo con ternura—. Hablando de 
tu hermana, llamó mientras te duchabas —dijo de repente—. Dijo 
que Bob y Charles han ido de caza con Marlowe y que ella iba a 
pasar el fin de semana estudiando para su primer examen.
—Le dije a los chicos no se fueran y la dejaran sola —dijo 
lúgubremente. 
—¡No! —lo regañó ella—. Vivian ha crecido y los muchachos, 
prácticamente también. Tienes que dejar de controlar cada 
movimiento que hacen.
Él la miró furioso.
—¡Espera hasta que tengamos niños de esa edad para 
decirme eso!— le reprendió. 
Ella suspiró, con los ojos llenos de maravillosos sueños.
—Me gustaría tener un niño y una niña —musitó—. Un niño 
parecido a tí y una niña para que esté conmigo mientras cocino o 
trabajo en el jardín, hasta que tenga edad suficiente para ir a la 
escuela cuando yo vuelva a la enseñanza.
—¿Estás planeando volver a trabajar? —preguntó con 
tranquilidad. 
—No hasta que los niños tengan la edad suficiente para ir a 
la escuela —dijo—. Podemos permitirnos que me quede en casa 
mientras ellos sean pequeños. Cuando tengan edad para ir a la 
escuela, volveré a trabajar.
Él se llevo su mano a la boca y sonrió.
—Me parece muy bien —dijo asintiendo—. Y yo voy a 
cambiar pañales, a dar biberones y enseñarles a andar.
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 139-140
Diana Palmer – Boda en blanco – 22º Hombres de Texas
Estudió su bello rostro y pensó en todos los largos años 
hacía que se conocían todos ellos, y todo que habían pasado 
juntos.
—Son los malos tiempos los que no reúnen —dijo ella 
suavemente. 
—Sí —dijo—. Al igual que el fuego templa el acero. Hemos 
visto lo mejor y lo peor de cada uno y tenemos bastante en 
común. Incluso aunque no tuviéramos las mejores relaciones 
sexuales del mundo, todavíapodríamos tener un buen 
matrimonio.
Ella frunció los labios.
—Y como dices —dijo— lo vamos a hacer estupendamente.
—Estoy totalmente de acuerdo.
Él levantó su lata de refresco y ella levantó la suya y 
brindaron. 
En la bahía, un crucero estaba entrando en el puerto, sus 
luces que alumbraban la oscuridad, como una joya en la noche. 
Natalie se sentía igual que un barco que volvía a un puerto 
seguro. Por fin, la huérfana tenía una casa y una familia propias. 
Agarró la mano de su marido fuerte en sí misma y suspiró de 
puro júbilo.
Fin
Traducido por Debbie y corregido por Sira Nº Paginas 140-140

Mais conteúdos dessa disciplina