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1 G. DEL V E C C H I O PROPBSOR DB LA UNIVERSIDAD DE ROMA 1 0 S P R I N C Í P I O S GENERAIES D E I DERECHO • VJ. -r . j- i RMM M 1! TRADUCCIÓN Y APÊNDICE POR JUAN O S S O R I O M O R A L E S PROFESOR DB LA UNIVERSIDAD DB GRANADA P R Ó L O G O DB FELIPE CLEMENTE DE DIEGO CATEDRÁTICO DB LA UNIVERSIDAD CENTRAL t t H. E. 8 I Faculdade de Direito do Coari 1 B I B L I O T E C A K«. de ordem Classificação Num. de rol». » • * • * •*• 4 t * W t . '.»• * Est Frat H. E. S. Faculdade de Direito de Ceará B I B L I O T E C A H*. de ordem Classificação r • - *; Num. de rola. . Bst -"A" • Prat * > > - • M ~ • •• - . . • - « L I B R E R I A B O S C H R o n d a de lo U n í v e r s i d a d , . 11 B A R C E L O N A 19 5 5 Biblioteca da Faculdade de Pírelfo du Universidade co O a*a ES PROPIEDAD :JNÍV-Z23;D:\DE DO CEARÁ FACULDADE DE DIREITO B I B L I O T E C A Class 3 1 / O . J D364 ^CÍÃRSRÊNTR^SAN RAMÓN, 6, BARCELONA PRÓLOGO La obra cuya traducción presentamos al público es- panol fué leída por su insigne autor Giorgio dei Vec- chio al inaugurar en 13 de diciembre de, 1920 sus lec- ciones de Filosofia dei Derecho en la LJ niüersidad de Roma • a esta Cátedra, con anterioridad ilustrada por los jiotables pensadores Icilio Vanni y Filomusi-Guelfi, jué trasladado Del Vecchio desde la de Bolonia. La personalidad científica de Del Vecchio es tan notoria que no ha menester de presentación alguna ; de renombre universal, sus doctrinas son conocidas dei público espanol; tiempo ha que sus ideas y •sus obras corren entre nosotros, siéndonos en •cierto modo fami- liares. Díganlo si no Ias traducciones de don Mariano Castano y los trabajos de este escritor, así como Ias de don Fernando de los Rios, Saldaria, Riüera Pastor so- bre el pensamiento jurídico dei filósofo italiano. Y por si esto fuera poco, el joüen y benemérito profesor Re- casens Siches después de darnos a conocer la posición que ocupa nuestro autor en Ias direcciones açtuales dei pensamiento filosófico-jurídico ha enriquecido nuestra literatura con una buena traducción de la Filosofia dei Derecho de aquél (1). (i) V. Giuseppe Rensi — lndirizzi contem-poranei delia Fi- losofia dei Diriíto publicado en I I gênio ético ed altri saggi (Bari 1917) ; Sabino Aüogio = Le nuove teorie dei Diritto (Na- poli = MCMXXV). Luis Recasens Siches = Direcciones contem- porâneas dei pensamiento jurídico-Ed. Labor ; V. Miceli — VI El tema de la disertación—'Sobre los princípios ge- nerales dei derecho—es harto sugestivo y sobre él se han pronunciado en abundante literatura la Filosofia y lá Dogmática jurídicas ; como que representa uno de los más claros y fuertes vínculos de conexión y enlaçç entre una y otra disciplina. Considerados, en efecto, los princípios generales dei derecho en isu más alto y com- prensivo sentido son matéria propia dei filósofo dei de- recho ; empero hallándose ellos en la raiz misma de Ias instituciones jurídicas particulares no pueden ser ex- trarxos àl juri<sta profesional y a éste pertenecen desde luego y dentro de su competencia están, çuanda des- cienden de aquellas alturas para encarnar en la vida prestando espíritu, color y base a los preceptos de una legislación positiva. En el trânsito de una a atra esfera lo que ganan en concreción y acaso en intensidad, lo pierden en amplitud y extensión; al fin ese trânsito representa una mayor determinación, un acomoda- miento en que la virtud dei principio, antes generalísi- mo, se infunde en términos más particulares que a su modo la encientan y disminuyen, deviniendo princí- pios ya menos generales y más limitados (1). Principi di Filosofia dei Diritto 2.1 ed. 1928, pág. 747. Fer- nando de los Rios Urruti = Prólogo a la traducción de la obra : Los derechos dei hombre y el contrato social. Quintiliano Saldana = Prólogo a la traducción de Justicia ; Francisco Ri- vera Pastor = El ideal de la naturaleza humana como método de derecho, estúdio -preliminar a la traducción de E l concepto de la naturaleza y el principio dei derecho ; Mariano Castano z=Prólogos a Ias traducciones de Los supuestos filosóficos y El concepto dei Derecho. Grave pecado de omisión seria no nom- brar en este sentido a nuestro companero Pères Bueno, a cuya iniciativa unanimemente acogida por la Facultad de Derecho de Madrid se deben Ias conferências que el Catedrático italia- no pronunciara en nuestras aulas en abril de 1923. Los Studi filosófico-giuridici dedicati a Giorgio dei Vecchio nel X X V an- no di insegnamento (Módena 1931) ofrecen abundante material para perfilar la figura científica dei autor. (1) A esta gradación entre los princípios de derecho según su mayor o menor generalidad desde el calificado de sumo VII Los princípios generales de Derecho son el aval de toda disquisición jurídica ; ellos amparan los razona- mientos jurídicos aunque éstos tomen por base un pre- cepto de ley o de costumbre, sirviéndoles de altísimo fundamento, en cuyo caso son fuente primaria difusa de solución jurídica que acompaãa a todos los fallos expresa o tácitamente. Pero además otra función les estaba reservada, y es la de constituir fuente autônoma de normas de decisión, bien que subsidiariamçnie, en defecto de ley y de costumbre. Es en este aspecto en el que son traídos a çolaçión por los legisladores, como aparece en la disposición tercera de Ias que acom- panan al Código civil italiano y en el párrafo segundo dei artículo sexto dei espanol, y justamente es tam- bién en el que los somete a reflexión Del Vecchio. Con cuánta sencillez y profundidad plantea éste el problema y senala sus jalones. La naturaleza eminen- temente práctica dei Derecho se muestra claramente y por modo incontrovertible en que «no hay interferen- cia alguna entre hombres, no hay controvérsia posihle, por muy complicada e imprevista que sea que no ad- mita y exija una solución jurídica cierta. Las dadas y vacilaciones pueden subsistir durante largo tigmpo en el campo teórico. Todas las ramas dei saber y la misma jurisprudência como ciência teórica ofrecen ejemplos de cuestiones debatidas durante siglos, y a pesar de ello no resueltas todavia y tal Vez insolubles; pero a que tiene razón de -primer -principio y domina toda la matéria de derecho hasta aquel más inferior y subordinado que inspira y domina una singular relación o institución jurídica ; hici- mos referencia en anteriores trabajos nuestrosj singularmen- te en el artículo publicado en la revista de Derecho Privado (15 de octubre de 1916) sobre el «Método en la aplicación dei Derecho civil. Los princípios generales dei Derecho». La observación tiene importancia para concertar las opiniones de los escritores que, discrepantes en la apariencia, son coin- cidentes en el fondo. VIII la pregunta quid júris ? cuál es el limite de mi dere- cho y dei ajeno') Debe en todo caso concreto datse una respuesta, sin duda no infalible, pero práçtiça- •mente definitiva. En efecto, nuestra ciência, la jurídica, es teórica <j •práctica a la par, y si en el primer aspecto sigue el proceder de las ciências de su especie en constante rei- terada renoüación por la incesante discusión de sus problemas, ampliando cada Vez más sus puntos de vista, columbrando siempre una visión más completa de la realidad; en el segundo ha de conformarse con la táctica de las ciências para la vida en que esta se impone desde luego porque las necesidades sentidas no admiten espera y hay que aceptar soluciones que Ven- gan en su remedio, y sin perjuisio de que el saber teó- rico en su ansia infinita de progreso aumente en su dia y momento esos remedios y los perfeccione o •sustityya por otros más completos. Esa cuestión dei limite entre lo mio y lo tuyo, entre las actividades de las personas que necesariamente con- viven en sociedad y han de entrecruzarafectando como afecta a los intereses materiales y morales de cada uno, es harto expuesta a rozamiento& y conflictos y para sustraerlos a la arbitrariedad y a la violência privada tienen necesidad de una solución en jusiiçia por la Autoridad; no podría de otro modo mantenerse el orden social. Como el supuesto dei caso controver- tido es de uno y otro momento, porque su posibilidad inside en la propia naturaleza humana, según su ac- tual constitución y a la actuaeión de esa posihilidad, no deja de prestar ocasión a veces la misma imperfeç- ción de las normas jurídicas y de la ordenación social; a esta necesidad duradera, permanente, sin interrup- ción ha de corresponder también la funçión judicial que sin trégua ni descanso, sin pretexto ni excusa, ha IX de ejercitarse resolüiendo las cuestiones que se le pre- senten. Al bellum omnium contra omnes, no se le pue- de dejar resquício alguno por donde penetrar en el edi- fício social para quebrantar sus líneas y perturbar su equilíbrio : la denegación de la justicia por los Tribu- nales, rehusar el fallo por cualquier causa seria abrir el portiüo para la irrupción de aquel enemigo y poner en peligro y conmoción los cimientos dei otden social. La misión de paz que la autoridad judicial çumpls resolüiendo las cuestiones controvertidas, no puede inte- rrumpirse un momento ni detenerse, mucho menos de- negarse por grandes que sean los obstáculos que entor- pezcan su paso. Lo reclama el orden social y el dere- cho que lo guarda. He ahí el primer principio directivo de la función jurisdicional de jueces y magistrados y la declaración expresamente contenida en la Ley pro- cesal civil italiana (art. 783) y en el párrafo primero dei artículo sexto dei Código civil espanol: los jueces no pueden rehusar el fallo en las cuestiones controverti- das de que entiendan, bajo ningún pretexto, diçe ener- gicamente aquélla, ni aún a causa dei silencio, obscu- ridad, contradicción o insuficiência de la ley. Pero el fallo que en todo caso han de dar los Jueces y Tribunales, a tenor de lo dicho, no puede ser arbi- trário ni responder a otro critério que al de la justicia ; el Juez es órgano dei Derecho, y según él y conforme a él ha de dar el fallo. No es su personal concepción, de lo justo y dei Derecho lo que ha de reflejarse en éste, que ello le restaria acierto y quitaria certidumbre y seguridad a la vida jurídica (y sin ella ésta no puede moverse con desembarazo), sino lo que sea tenido por tal y aparezca como tal en signos indubitables, genera- les, objetivos que respondan a la conçepción dominan- te en el momento y país de la cuestión, llámense como se llamen esos signos, ley, costumbre, equidad, prin- X cipios de Derecho, etc. No es esto hacer dei Juez un autómata, que aplique mecánicamente normas que es- tán puestas fuera de él; su actividad personal, su ela- boración y rejlexión interior son necesazias, insustitui- bles y momentos indispensables para dictar el fallo; pero su actoridad está ligada y corno someiida a las prescripciones obligatorias dadas y gstableçidaz para la regulación de la vida jurídica. Es éste el segando prin- cipio directivo de la función fundamental de los Tribu- nales : el de la fidelidad a la norma de ley en primer término. El deber de fallar el caso litigistSQ por parte de los Jueces y Tribunales tiene su sanción especial expresa en los artículos 361 y siguientes dei Código penal espa- nol, en especial en los artículos 365, 366, 367 y 368 y en el 178 dei italiano. Claro es que si el Juez tiene la obligación indeclina- ble de dar su fallo sin que pueda servirle de excusa la oscuridad, insuficiência o silencio de la ley—y si ha de dictarle conforme a Derecho y a Justicia—, so pena de hacerse reo de delitos cualif içados en el Código penal de denegación de justicia o de prevaricación, fotzoso es pensar en el cómo, a virtud de qué procedimientos y según qué clase de normas jurídicas haya de cumplir el Juez aquél su deber fundamental. Se enfila con este la cuestión de la -capacidad o suficiência normativa dei ordenamiento jurídico. Como ad impossibile nemo tenetur y seria absurda exigir responsabilidad criminal por no hacer lo que es absolutamente imposible hacer, aquellas sanciones y aquel deber prescritos llevan implícito el supuesto de la posibilidad para el Juez, en todo caso, de dar un fallo justo salvando el silencio, la insuficiência u oscu- ridad de la ley, y en términos más generales, de las fuentes formales dei Derecho positivo de un puebla. XI No es este supuesto sinônimo dei de la posibilidad de que la ley baste a dar todas las soluciones—dogma de idolatria legislativa que tanto influjo y asçendiente tuvo en las doctrinas jurídicas y en las legislaciones— pues claramente se advierte que en los términos dei Código se admite la hipótesis de insuficiência o silen- cio de la ley y se procura llenar y suplir de algún modo sus lagunas. Aunque el legislador es muy dado a pensar que su obra es perfecta sobre todo cuando aleçcionado y esti- mulado por las imperfecciones de las leyes de su época se mete en empenos de codificación general; es lo cierto que la imperfección de la ley y sus posibles la- gunas han sido siempre la eterna pesadilla de legisla- dores, Tribunales y tratadistas y el constante çonflicto planteado en la práctica de los Códigos y Cuerpos le- gales. Bien claramente se manifesto el problema en el propio Derecho Romano y véase cómo los juristas re- comendaban en tales casos el empleo de la analo- gia (1). Esta cuestión se planteó también entre nosotros apenas comenzaron a formularse las legislaciones te- rritoriales de la península después de rota la unidad le- gislativa y política dei ImperiQ de Toledo con la inva- síón de los Árabes. Es la cuestión que han debatido nuestros tratadistas con el nombre de derecho supleto- (i) Neque leges, dice Juliano, neque senatusconsulta ita scribi posunt ut omnes casus qui quandoque inciderint com- prehendantur (frag. 10 tit. 3 lib. i.° Dig.) ; foco más abajo (frag. 12) dice el -propio jurisconsulto : non possunt omnes ar- ticuli singulatim aut legibus aut senatusconsultis comprehendi; sei q-uum in aliqua causa sententia eorum manifesta estj is qui jurisdictioni praest, ad similia procedere atque ita jus dicere debet. En el fragmento 32 de los mismos título, libro y cuerpo legal, el propio jurisconsulto remacha el clavo invocando para aqueüas causas «en que no usamos leyes escritas» el uso y la costumbre et si qua in re hoc deficeret tum quod proximum et consequens ei est. XII rio y que ha llegado hasta nuestros dias con referencia a los llamados territórios for ales cometidos a legisla- ción ciüil distinta de la contenida en el Código QÍÜÍI vigente. El modo usual de subüenir a las deficiências de la propia legislación era la inVoçación de otra más general y comprensiva. A si, por ejemplo, en Cataluna en el primer período de su historia legislativa, publi- cado el Código de los Usatges, en este se contiene el usage judicia curiae ordenando que allí donde nada dispusiere aquel Código debía estarse a lo prevenido por las leyes godas, y éstas fueron el derecho supleto- rio. Pero como el Derecho Romano y el Canóniço püg- naban por introducirse en la legislación çatãlana y era notorio su influjo en los Tribunales que resolvían los pleitos, ya por unos ya por otros Cuerpos legales, el Rey don Jairr.s I para evitar esta confusión que pro- ducía inseguridad en los derechos de los ciudadanos, publico la Constitución de 1251 (ley 1 ,a, título 8.°, li- bro 1Volumen 3.° de las Constituciones de Cataluna) prohibiendo alegar las leyes romanas, canónicas y gó- ticas en las causas seculares y ordenando aque en toda causa secular se hagan las alegaçiones conforme a los Usatges de Barcelona y a las costumbres aprobadas en aquel lugar donde la causa radique y que en falta de ellas se proceda según la razón natural». También en Aragón el propio Rey don Jaime I en el Proemio de la Compilación de 1247 después. de mandar que los Fueros en ella recogidos fuesen los únicos que se aplicaran para la decisión de los pleitos, agrega : Ubi a.utem dicti fori non suffecerint ad natu- ralem sensum vel aequitatem recurrátur. Semejante esta disposición a la anterior catalana, representa un bello gesto dei legislador y un atisbo dei único verdadero ins- trumento de renovación y reintegración dei derecho po- sitivo. Lo que hay es que todavia no había llegado el XIII tiempo de que la doctrina fijase el empjço razanadQ que de tal instrumento pudiera hacerse. La doctrina en este punto jué injerior a la idea dei legislador; véase si no como se entendió ese concepto legislativo estiman- do unos (Lissa) que se referia al Derecho romano por ser la razón escrita, otros (Portoles) al Canónico por su sentido espiritualista y equitatiüo, otros (Marton y Sant Pau) al Fuero Juzgo y otros (Franco de Villalba) al De- recho común de Castilla. La disposición dei legislador de aquella época era más avisada que las interpretaciones de que fué obje- to, pero hay que reconocer que no era tiempo todavia para una medida que exaltaba por modo tal el arbítrio judicial y que había de acarrear la confusión más com- pleta a la Administración de justicia. Permitió cierta• tamente el libre y orgânico desarrollo dei Derecho sin- gularmente en Aragón, pero hubo necesidad de evitar los deplorables efectos que produjera en orden a la se- guridad y certidumbre de los derechos de los ciudada- nos. Por esto en Cataluna se publico el capítulo 40 de las Cortes de 1599, ConsJ. un. tít. 30 lib. 1 Vol 1 de las Constituciones en la que se instauran el Derecho Canó- nico y el Romano como derechos supletorios y en su defecto las doctrinas de los doçtores, agregando que no pueda decidirse y declararse las causas por equidad sino es «la regulada y conforme a las regias dei derecho co- mún y las que refieren los doçtores sobre matéria de equidad)). En los Códigos civiles se han seguido diversos sis- temas que en otro lugar (1) extractamos de este modo : «Algunos Códigos, como el francês, belga y alemán, siguen un sistema negativo, de silencio, dejando por lo (i) V. Instituciones de Derecho civil espanol. Vol. i, pá- gina 94, y el Curso elemental de Derecho civil espanol, común y foral. Vol. i. XIV visto la solución dei problema a la técnica, ciência, y conciencia dei juez. Otros siguen un sistema positivo con estas Variedades : a) Invocando en defecto de ley la analogia y en defecto de ésta los princípios generales. dei derecho (de Derecho natural decía el Código aus- tríaco), sistema adoptado por los Códigos austríaco, ita- liano, português... ; b) Invocando, desde luego, los prin- cípios generales de derecho en defecto de ley, como los Códigos de Méjico y Perú, llegando en <su previsión ha enumerar los que han de ser tenidos por talesc) Invo- cando el Derecho consuetudinario para suplir la defi- ciência de la ley, y en su defecto que el juez proceda como si fuera legislador (Código suizo); y d) Indican- do a la costumbre dei lugar para suplir a la ley, y en su defecto a los princípios generales de Derecho (Códi- go civil espanol))). Venidos ã la luz estos Códigos en su mayoría en una época en que las doctrínas pareçían justificar el dogma de la omnipoteneia de la ley, esto no obstante, donde ella permaneciese muda o fuese deficiente algo tenía que suplir al defecto y colmar la laguna y ese algo no era la ley misma «no otra cosa supetiür a ella. El testimonio más claro e instructivo en este punto es el dei Código austríaco. Zeiller, que como los restantes redactores dei Có- digo austríaco pertenecía a lã escuela dei Derecho na- tural, autor de un famoso Tratado de Derecho pri- vado natural (!) y de un clásico comentário a aque- lla legislación (2), dice que las leyes civiles dehen ser completas; no debe quedar ningún caso fuera de sus prescripciones... Si el legislador parte de los princípios (1) Das natürliche iprivatrecht. Viena, 1808. (2) Kommentar über das allgemeine bürgeliche Gesetzbuch für die gesamtem deustchen Erblánderder osterreichischen Mo- narchie. Viena, 1811-13. XV generales de Derecho, >si él establece generales y cla- ros conceptos sobre los múltiples modos de actos jurídi- cos, si de ellos deriva las regias, generales paia el jui- cio de los derechos y obligaciones que sittjan, si él es- tablece un Juez ilustrado y capaz de pensar y le permite subir en la aplicación a las mismas fuentes de que él se sirVió en la concepción o redacción de la ley... es de esperar que no sean machos los peligros de insuficiên- cia de ésta. Como fuentes primeras, bien que subsidiá- rias en su oficio de suplir la legislación positiva, nom- bra él la razón y la experiencia (1). Nada tiene de particular, por tanto, que el Código que inspirasen tales redactores invocara los princípios de Derecho natural (mutürliche Rechtsgrundsatze), co- mo fuente subsidiaria de soluciones jurídicas en defec- to de ley. Mas en cuanto a la inteligência dada en aque- lla expresión pueden distinguirse tres épocas. En un principio se concibieron en el sentido de los redactores dei Código, partidarios como hemos dicho de la escuela de Derecho natural. Son representantes, de esta tendencia Zeiller, Nippel, Schuster, Winiwarter, y Berger. Pero ya Winiwarter comprendía bajo esa ex- presión la natmaleza de las cosas, como los cornentaris- tas de la época decian razón natural, justicia y términos parecidos, tomados de las fuentes romanas ; Berger sus- tituía la expresión por la idea dei Derecho (Rechtsidea), manifestando que era de buen tono menospreciar la fi- losofia dei Derecho y avergonzarse dei Derecho natu- ral como de una aberración (2). Estos dos últimos es- (1) Vortrag einleit, de 21 de diciembre de 1801.—V. tam- bién Zeiller : Kommentar, fág. 7 dei Vol. 1.—Pfaff y Hof- mann : Kommentar zum õsterreich, allgemeinem bürgeriichen Gesetzbuche, Viena, iiyy-í>y, i>ág. i.a dei Vol. 1 ; el mistno : Excurse. (2) Kritische Beitrãge zur Theorie des õrterr. allgem., Pr. R. Viena 1856. El mismo = Die Rechtsphilosopliie ais letzte XVI critores pertenecen al período de transición entre esta primera época y la <siguiente, representada pQr el gran jurisconsulto Unger. La Escuela histórica en su enemiga contra el De- recho natural y en el ensalzamiento dei derecho positivo que dijundiera por doquier, influyó decididamente en este punto, cambiando el sesgo de las cosas. Unger su más ilustre representante en Áustria, açepta la solución dei Derecho Romano y def iende la analogia como pro- cedimiento de integración dei Derecho, y tanto fia en ella que nunca, dice, tendrá que acudit el Juez al Dere- cho natural. Unger dominó en la Cátedra, en elforo y en la literatura. Pfaff y Hofmann le siguen, suavizando su opinión, sin embargo, pues al fm hablan de Verdades, generales de Derecho (allgemeine Rechtswáhrheiten) con frecuencia invocadas, que no necesitqn apoyarse en una ley. En realidad, éstos preparan el advenimien- to de una tercera época que representan Ehrlich y Mayr (1). Ehrlich pertenece como sabemos al movimiento doctrinal sobre las lagunas dei Derecho. Mayr afirma que la actividad transformadora y creadora dei Juez austríaco está asegmada. La transformadora por la re- solución de los casos semejantes a virtud de la analo- gia, la creadora por la indicación de los principios. de Derecho natural, pues entiéndase en éstos lo que se quiera, en todo caso autorizan al Juez para, si es neçe- sario, tomar el Derecho para apliçar en concreto de otra parte que de las leyes positivas. Con ello otra vez salen a flote los princípios de Derecho natural (2). Entscheidungsquelle in õsterr. Pr. R., artículo publicado en Zeitschr. für õsterr. Rechtsgel. 1&43. (1) Ehrlich= Ueber Lücken im Rechte, artículo publicado en Iur. Blàtter, 1888. Mayr —Die Auslobung. (2) Sobre estos puntos véase el trabajo dei Dr. Stanislaus Dniestrsanski publicado en el 2.0 volumen de Festschrift zur XVII Justamente el punto de partida dei trabajo que pro- logamos se encuentra en una disposiçión parecida a la dei Código austríaco, la dei artículo 3.° de la Ley sobre publicación, interpretación y aplicación de las leyes en general, en la que el legislador italiano invoca los princípios generales dei Derecho para dar solución a aquellos casos controvertidos que no la encuentran ni en disposiçión precisa le ley ni en las que resuelvan casos semejantes o reglamenten matérias análogas. No es, por tanto, el trabajo de Del Vecchio como pu- diera parecer al pronto por la simple leçtura dei título, una inVestigación sobre los princípios generales dei De- recho en sí mvsmos considerados en su abstracta gene- ralidad sino sobre los aludidos o invocados por el legis- lador en aquella disposiçión ; en este respecto çomignza por ser obra interpretativa dei pensamiento legislativo la que acomete nuestro autor acerca dei sentido que haya de d ar se a la frase princípios, generales dei Dere- cho. Mas por la dirección que da a su estúdio muy lue- go se convierte en una profunda indagación filosófica que, aunque no tuviere otros intrínsecos merecimientQS —que sí los tiene positivamente—, siempre tendría el preciadísimo valor de contribuir a devolver a la Filo- sofia dei Derecho y al Derecho Natural su dignidad de ciência fundamental y ensenanza básica e insuztiiuible. El legislador italiano fijó las fuen.tes primordiales de soluciones jurídicas, ley, analogia, princípios generales dei Derecho y los tratadistas se han esforzado en expli- car qué sean estos princípios y çómo hayan de obteaer- se facilitando la labor práctica de los juzgadores y ju- ristas profesionales. Las leyes y los Códigos son obra de su tiempo para subvenir a las necesidades a la sazón Jakrhundertfeier des allgemeinem bürgerlichen Gesetzbuches (Viena 1911) bajo el título Die natürlichen Rechtsgrundsàtze (Art.° 7, ABGB). XVIII sentidas ; cambian éstas y aquélloã. permaneceu y a me- dida que el tiempo transcurre se üa abondando. la dis- tancia entre ellos, llegando un momento en que aquéllos ya no sirven a su función capital de reglilación de las re- laciones sociales, dejando a la vista hue.cps y lagunas sin cuento. Aunque el legislador partiera de los_ princípios generales dei Derecho y de la justicia, al fin recibigron su acomodación y acoplamiento en preceptos concretos de instituciones particulares, perdiendo en estas apli- caciones y determinaciones aquella su generalidad ori- ginaria tan ampliamente comprensiva. Un ilustrado jurista italiano (1) dice a este respecto lo que sigue : «se inventan el telégrafo, el telefono, el cinematógrafo, el aeroplano ; nuevas formas de produç- ción, de asociación, de participaçión se esçogitan ; nue- vas relaciones econômicas y de propiedad nacen de ellas ; t cómo regular según justicia estas matérias nue- vás ? Las mismas relaciones econômicas se trarisforman incesantamente, y dan lugar por ésto a nuevas cuestio- nes de derecho; {çômo resolverlas ?» (2). Del Vecchio se aparta decididamente de la doctrina que estima que los principios generales dei Derecho in- vocados por el legislador son los dei Derecho Romano, o común o los dei Derecho civil positivo, rechaza la teo- ria llamada dei derecho libre, iliberal a su entender, porque concede al Juez un çierto poder legislativo contra cl dogma constitucional de la división de lo§ poderes y vuelve sus ojos a aquellos otros princípios altísimos, su- mos, que están en la base dei Derecho Romano y común y de él son presupuesto, que se han transmitido entre los prácticos por antiquísima tradición y cuyas huellass se (1) /. Montemayor=Principii generali dei Diritto, tra- bajo -publicado entre los dedicados a Del Vecchio con motivo dei XXV afio de su ensenanza universitária. (2) /. Montemayor—I principii generali dei Diritto. XIX encuentran en los polüorientqs tratados de Derecho na- tural. De las dos tendescias, filosófica e historicista, que respecivamente, dominan las contestaciones a la pre- gunta cómo hayan de entenderse los principios gene- rales dei Derecho, invocados por el legislador italia- no, Del Vecchio se situa dentro de la filosófica que adscrihe al Derecho natural esa función supletoria e integradora de la regias dei Derecho positivo. Del Vecchio fundándose en la naturaleza de la ana- logia se revuelve contra los que piensan que ya ésta significa un médio de excusión de los princípios ge- nerales o el instrumento y médio de alcanzarlos. El le- gislador, dice, no ha intentado realmente, en el re- cordado artículo 3.° de la Ley sobre publicación, in- terpretación y aplicación de las leyes, u serial ar cómo y dónde se deben buscar esos princípios, sino sólo preci- sar el orden de aplicación de los mismos o sea las con- diciones de su entrada en vigor. Merced a la> analogia, el âmbito de aplicación de las leyes se extiende más allá dei repertorio de casos originariamente previsto-s, con tal de que se trate de supuestos similares o afines, a aquéllos y siempre que la rãtio legis valga igualmente para los unos y para los otros». Empero «la argumen- tación analógica no puede extenderse indefinidamente, estando ligada por su naturaleza a los términos de los cuales procede y entre los que se desenvuelve : la afi- nidad de hecho y la identidad de razón)). Por otra parte ida doctrina común en Lógica, que tiene su raiz en Aristóteles, distingue ya precisamente la analogia de la inducción en que no va de lo particular a lo gene- ral, sino de lo particular a lo particular coordinado. No puede, por tanto, en rigor, construirse una verdad ge- neral por médio de lá analogia. El mismo legislador establece que alli donde la analogia no sirva deben aplicarse los princípios gen'erales dei Derecho; no afir-
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