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Fiebre Amarilla

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Fiebre Amarilla
Definicion-
La fiebre amarilla, también conocida como mal de Siam o fiebre de barbados es una enfermedad vírica aguda, hemorrágica, transmitida por mosquitos infectados (Aedes aegypti o Haemogogus). El periodo de incubación es de 3 a 6 días. Se manifiesta generalmente en brotes epidémicos de alta mortalidad en las regiones de África, América Central y del Sur. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en 3 o 4 días. El número de infectados por esta enfermedad ha aumentado en las dos últimas décadas debido a una disminución de la inmunidad de la población, la deforestación, los movimientos de la población, el cambio climático y la urbanización. El término "amarilla" alude a la ictericia que presentan algunos pacientes.
Agente Causante-
Familia Flaviviridae
Genero Flavivirus
Transmisión –
El virus de la Fiebre amarilla es un arbovirus del género Flavivirus transmitido por mosquitos de los géneros Aedes y Haemogogus (a través de picaduras). Las diferentes especies de mosquitos viven en distintos hábitats. Algunos se crían cerca de las viviendas (urabanos), otros en el bosque (salvajes), y algunos en ambos hábitats (intermedios).
Síntomas –
Muchos casos son asintomáticos, pero cuando hay síntomas, los más frecuentes son fiebre, dolores musculares, sobre todo de espalda, cefaleas, pérdida de apetito y náuseas o vómitos. En la mayoría de los casos los síntomas desaparecen en 3 o 4 días.
Sin embargo, un pequeño porcentaje de pacientes entran a las 24 horas de la remisión inicial en una segunda fase, más tóxica. Vuelve la fiebre elevada y se ven afectados varios órganos, generalmente el hígado y los riñones. En esta fase son frecuentes la ictericia (color amarillento de la piel y los ojos, hecho que ha dado nombre a la enfermedad), el color oscuro de la orina y el dolor abdominal con vómitos. Puede haber hemorragias orales, nasales, oculares o gástricas. La mitad de los pacientes que entran en la fase tóxica mueren en un plazo de 7 a 10.
Diagnóstico –
El diagnóstico de la fiebre amarilla es difícil, sobre todo en las fases tempranas. En las fases iniciales de la enfermedad a veces se puede detectar el virus en la sangre mediante la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa. En fases más avanzadas hay que recurrir a la detección de anticuerpos mediante pruebas de ELISA o de neutralización por reducción de placa.
Tratamiento –
En lo que respecta al tratamiento, no existe uno específico para la enfermedad. Sólo se pueden llevar a cabo medidas para combatir la fiebre y la deshidratación. En el caso de que se produzca alguna infección bacteriana asociada a la fiebre amarilla podrá tratarse con antibióticos. En los casos en que los síntomas sean más graves, el tratamiento puede incluir:
Hemoderivados para el sangrado severo: Unidad de sangre extraída con un anticoagulante y bolsa autorizados.
Introducción de líquidos por vía intravenosa.
Diálisis para la insuficiencia renal.
Complicaciones –
Las complicaciones durante la fase tóxica de una infección por fiebre amarilla comprenden insuficiencia renal y hepática, ictericia, delirio y coma. Las personas que sobreviven a la infección se recuperan de manera gradual durante un período de varias semanas a meses, por lo general, sin daño orgánico significativo. Durante ese tiempo, la persona puede tener fatiga e ictericia. Otras complicaciones son infecciones bacterianas secundarias, como neumonía o infecciones de la sangre.
Prevención –
La vacunación es la medida más importante para prevenir la fiebre amarilla; es segura y asequible y una sola dosis es suficiente para conferir protección durante diez años a partir del décimo día de la administración, sin necesidad de dosis de recuerdo, provoca efectos adversos como dolor local, dolores musculares, dolor de cabeza y también puede aparecer fiebre. Otra medida de prevención es evitar la picadura de los mosquitos e su reproducción por medio de repelentes e ropas que cubren todo el cuerpo en áreas endémicas.
 -Las personas habitualmente excluidas de la vacunación son:
 
● Los menores de 9 meses, excepto durante las epidemias, situación en la que también se deben vacunar los niños de 6-9 meses en zonas con alto riesgo de infección;
● Las embarazadas, excepto durante los brotes de fiebre amarilla, cuando el riesgo de infección es alto;
● Las personas con alergia grave a las proteínas del huevo, y as personas con trastornos del timo o inmunodeficiencias graves debidas a infección sintomática por VIH/SIDA u otras causas.

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