Logo Studenta

Construcción inteligente de las emociones 1 - Cesar Guillermo Limones Calderón

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Construcción inteligente de las emociones
Construir una autoestima saludable
Unidad 1
Cap. 1 
En su acepción más sencilla, la autoestima sana es la que favorece un buen funcionamiento psicológico y es una actitud deseable hacia uno mismo con sus tres dimensiones. La cognitiva, la emocional y la conductual, es decir, las personas debemos aprender a reconocer lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos. La representación de estas tres dimensiones se hace a través de un triángulo donde cada ángulo representa una dimensión y los vértices la relación de cada una de ellas. Dependiendo el enfoque psicológico desde el que se estudia la autoestima resultará preponderante alguna de estas dimensiones en relación con el acaecer de cada persona. Por ejemplo, podemos considerar que nuestras cogniciones, lo que pensamos, lo que creemos, lo que nos imaginamos, son las que determinan nuestras emociones y las conductas afines a ellas. Si nos centramos en las emociones podríamos decir que lo que sentimos influye en nuestra percepción y determina lo que pensamos y, por ende, pues la manera en la que actuamos. O bien si nos enfocamos en el comportamiento podríamos decir cómo influyen las conductas que la persona hace en lo que ella siente respecto a sí misma. De ahí que trataremos de abonar al conocimiento de cada una de estas dimensiones para empezar a construir una autoestima saludable. En la dimensión cognitiva podemos destacar algunos componentes que la conforman como la claridad del autoconcepto, es decir, las representaciones y creencias acerca de uno mismo, la visión del yo como potencial y la idea de que uno siempre puede cambiar o mejorar. Por ejemplo, la tendencia a la autorrealización que nos expone Rogers. Y la actitud también de preferencia aplicada a los valores y las metas personales como una forma de mediar lo que deseamos y lo que logramos. La dimensión emocional está enfocada al estudio de las emociones tanto positivas como negativas y se relaciona con actitudes de amor hacia uno mismo, de aceptación, de inteligencia intrapersonal, entre otras.
Por último, la dimensión conductual se enfoca al estudio de aquellos comportamientos que favorecen la supervivencia, la salud física, el bienestar psicológico individual para llegar al bienestar psicológico colectivo.
Cap. 2
La dimensión cognitiva de una autoestima saludable se trata de una percepción realista de sí mismo. Se debe cuidar que esta percepción no se encuentre distorsionada o sesgada hacia un lado positivo lo que causaría un serio problema con el manejo del ego. Los componentes de esta dimensión los describiremos a continuación.
· Autoconciencia: Se trata de establecer contacto con el auténtico yo, con lo que pensamos y con lo que sentimos. Conectar con lo que resulte más importante o valioso para nosotros, de modo tal que esta conexión sirva como faro para la elección de las metas personales. Algunos autores como Roger relacionan este componente con la apertura a la experiencia para conseguir una conexión entre el yo real y el yo ideal.
 
· Procesamiento no sesgado de la información: Se refiere una visión equilibrada de aquello que pensamos y sentimos de modo tal que nos permita identificar las fortalezas y las debilidades. Esto resulta todo un reto debido a las distorsiones cognitivas en las que podemos caer al asumirnos bajo una postura excesivamente positiva o, por el contrario, con sesgos significativamente negativos.
· Claridad en el autoconcepto: Consiste en la consistencia y estabilidad de lo que creemos de uno mismo, conseguir que esa información sea fiable. Tener esta claridad proporciona una autoestima óptima y contribuye a la mejora en la toma de decisiones.
· Visión del yo: Del yo como potencial y como agente causal. Rogers y Maslow señalan que el potencial como proceso hacia la autorrealización del ser humano, enfatiza la capacidad de la persona para cambiar o mejorar. El agente causal se refiere al asumir la propia responsabilidad de nuestra forma de ser, de nuestra felicidad, de nuestro bienestar, de modo tal que no se considera del todo los factores externos. Se trata de la asunción de una actitud constructiva de sí mismo.
· Congruencia entre las diferentes representaciones del yo: En este sentido se consideran diversos esquemas del yo. Lo que facilita la autoconciencia y el procesamiento de la información y se busca una congruencia entre esos diferentes esquemas del yo, relacionando el yo ideal y el yo real para favorecer la autoestima.
· Autoaceptación: Se trata de la aceptación amable de uno mismo, incluso con las limitaciones y fallos que poseemos. Está relacionado con los derechos asertivos, es decir, con la visión de un ser humano imperfecto y falible, pero digno de amor, valioso siempre y mejorable. Es decir, asumirnos como un ser perfectible.
Cap 3
En esta dimensión se toma en consideración la amplia gama de emociones y la complejidad con la que están conformadas. Se intenta establecer una relación entre las emociones positivas con una autoestima alta y las emociones negativas con una baja autoestima; sin embargo, no resulta tan sencillo ya que existen algunas emociones consideradas como negativas que activan procesos de mejora en el individuo. 
En esta dimensión se estudian las implicaciones de las emociones en los procesos autorregulatorios de las personas y la incidencia de las esferas psicoempocionales del individuo en su interacción con el entorno.
La ecuanimidad o equilibrio de las emociones, pueden contribuir también a una autoestima saludable. Por último, diremos que este componente emocional se relaciona con actitudes de autocompasión o inteligencia intrapersonal.
Cap. 4
En esta dimensión se toman en consideración las actitudes, vistas como las acciones que favorecen el buen funcionamiento psicológico de las personas. Se trata de una forma de actuar de acuerdo con nuestros valores, siempre en búsqueda de las metas personales. De modo tal que en esta dimensión podemos encontrar conductas favorecedoras de salud física o salud mental, pero siempre hacia el logro de las metas propuestas y con una visión individual, pero también colectiva. Según Mruk, en esta dimensión se desempeñan las competencias para alcanzar las metas deseables y las estrategias que se deben establecer para lograrlo. Tal y como lo han estudiado muchos autores, como Maslow, Rogers, Sears, esta dimensión se centra en la competencia de las personas para dominar algo del ambiente y para sentirse independientes. El desempeño de los individuos está supeditado a sus características personales y a la utilización de estas características.
Cap. 5
En su obra «Frames of mind» Howard Gardner aborda el estudio de la inteligencia en una forma totalmente diferente a la que se venía estudiando a lo largo de un siglo y en la cual era vista como una capacidad única, por el contrario, Garner definió a la inteligencia como «la habilidad para resolver problemas, o para elaborar productos que son de gran valor para un determinado contexto ya sea comunitario o cultural». 
Y desde este punto de vista se puede decir que esta habilidad se encuentra en diferente grado en todos los individuos y con una maravillosa variedad de combinaciones de estas capacidades, de modo tal que la competencia cognitiva se puede entender mejor si es descrita como el «conjunto de habilidades, talentos y capacidades mentales» que todo individuo posee. Con esta definición, se puede dejar de lado la idea de la inteligencia como un todo, con esa única y tradicional medida del CI -coeficiente intelectual- y, por el contrario, enfatizar en el aspecto plural del intelecto, ya que estas múltiples aptitudes humanas para resolver un problema determinado resultan de la actuación de una combinación de inteligencias ante un determinado contexto. De manera tal que hay que considerar que somos sujetos que poseemos una colección de aptitudes heredadas genéticamente y que se manifiestan, por un lado, como mínimo en un nivel básico; es decir gozamos de ciertas habilidades nucleares de cada unade estas inteligencias; y, por otro lado, pues que contamos con un potencial biopsicológico para ejercer nuestras facultades intelectuales. Y, por último, que este ejercicio sea para crear un producto determinado valioso para el contexto en el cual nos desarrollamos. 
Las inteligencias múltiples son: inteligencia lingüística, lógico-matemática, espacial, musical, corporal cinética, interpersonal, intrapersonal y naturalista. En algún momento determinado Gardner consideró añadir a éstas, la inteligencia espiritual, sin embargo, no la pudo considerar como tal debido a que no cumplió con los criterios científicos, en especial con el de «rendimiento» en los que se basó para determinar las otras ocho inteligencias. En ese sentido, sí tendría cabida una novena inteligencia, la inteligencia existencial, ya que se trata de una característica única de los seres humanos, y refiere a esa capacidad de hacernos cuestionamientos interesantes, «preguntas existenciales», como las denomina Gardner, tales como ¿qué es la vida?, ¿qué es el amor?, ¿qué es la guerra?, ¿qué es la belleza?, ¿qué pasará con la humanidad?, etc.; en esta inteligencia se aborda el ámbito de lo intangible, a diferencia del resto de las inteligencias. Las preguntas existenciales están en todas partes y habrá que fomentarlas y abordarlas a través del uso de otras disciplinas u obras de arte. 
Se exhiben en aquellas personas que muestran interés y preocupación por estas grandes cuestiones y que ayudan o contribuyen de alguna manera a abordarlas o a encontrar algunas respuestas, estas personas que pueden ser mentores, profesores, algún líder de un grupo suelen ser valorados, sobre todo en tiempos de crisis.
Hay ciertas precisiones, señaladas por Gardner, que resulta imprescindible dejar en claro: 
1. Todos los individuos poseemos estas inteligencias.
2. Todas las inteligencias trabajan juntas para resolver problemas dentro de complejas, variadas y únicas combinaciones.
3. Las inteligencias pueden utilizarse de dos modos: beneficioso o pernicioso.
4. Las siete inteligencias tienen el mismo grado de importancia, es decir son igualmente válidas. 
Es por esto último que resulta decisivo el reconocer y promover la variedad de las inteligencias y todas las combinaciones en las que se presenta. En la medida en que desarrollemos esta capacidad para activar cada una de nuestras inteligencias podremos tener la posibilidad de alinearlas hacia nuestro propio bienestar.
Cap. 6
Daniel Goleman proporciona una amplia referencia acerca de la Inteligencia Emocional, debido a que existen un sinfín de formas para entender las emociones; nos centraremos en ella como la unión indivisible de la esfera cognitiva y la esfera emocional, tal como lo describieron Peter Salovey y John Mayer en los 90, haciendo referencia a la habilidad para discernir la información proveniente de las emociones y sus relaciones con el entorno; y con base en ello, razonar y resolver problemas eficientemente. Sus trabajos se centran en el estudio tanto de las emociones positivas como de las emociones negativas y el uso que podemos hacer de ambas para lograr resultados benéficos en nuestras vidas. 
Salovey y Mayer describen cuatro ramas de habilidades en la Inteligencia Emocional que a continuación describiremos:
Percibir las emociones, esta primera rama está relacionada con la conciencia de nuestras propias emociones y las emociones de los demás. Y será necesario desarrollar varias habilidades que están al cobijo de esta rama en particular, tales como ser capaces de identificar las emociones en los estados fisiológicos y en los estados psicológicos. Por ejemplo, fisiológicamente nuestros cuerpos reaccionan ante las emociones, nuestro ritmo cardíaco cambia o nuestra respiración se modifica. Psicológicamente somos capaces de percibir nuestras propias emociones y de identificar emociones en otras personas. Otra habilidad de esta rama es la capacidad de expresar emociones y expresar las necesidades relacionadas con ellas de manera precisa. Por último, la capacidad de clasificar nuestras emociones para comprender exactamente lo que está sucediendo en una situación determinada y discernir sus causas.
El uso de emociones para facilitar el pensamiento es la segunda rama de las habilidades de inteligencia emocional e implica la capacidad de redirigir y priorizar el pensamiento sobre la base de los sentimientos asociados. Incluye la capacidad de generar emociones para facilitar el juicio y la memoria. El desarrollo de esta capacidad facilitará la solución de problemas y el fomento de la creatividad. 
Comprender las emociones es la tercera rama de la inteligencia emocional e incluye la capacidad de discernir las relaciones entre diversas emociones, la capacidad de percibir las causas y consecuencias de esas emociones. También incluye la capacidad de comprender sentimientos complejos, mezclas emocionales y estados contradictorios. Por lo tanto, es realmente importante en esta rama de la comprensión de las emociones tener la capacidad de comprender también la transición entre las emociones.
Manejar las emociones es la última y cuarta rama de la inteligencia emocional y se trata de la capacidad de estar abierto a los sentimientos, tanto agradables como desagradables aunada a la capacidad de controlar y reflexionar sobre las emociones.
Se refiere al hecho de poder prolongar o desapegarse de un estado emocional, dependiendo del contexto y de su pertinencia. Además de mostrar la capacidad de manejar las emociones en uno mismo, de modo tal que podamos ser más conscientes de lo que ya estamos experimentando o ponernos en un contexto donde tendremos más probabilidades de experimentar esa emoción. También desarrollar la capacidad de evocación de alguna emoción que nos resulte útil y significativa. Y en relación con las emociones de los otros, se trata de la capacidad de manejar las emociones en otros, pero sin controlarlas, únicamente lograr gestionarlas y administrarlas.
Cap. 7
Las teorías del conductuales nos pueden remitir a revisar desde el conductismo de Pávlov hasta teorías del comportamiento centradas en la persona que han sido la base del fomento a un trabajo más de índole administrativo, es decir, aquellas que se ocupan para elevar la motivación y la productividad de cualquier empresa. Hemos elegido para el abordaje de esta dimensión la perspectiva del «aprendizaje social» de Bandura, quien analiza la conducta humana dentro del marco teórico de la reciprocidad triádica, las interacciones recíprocas de conductas, variables ambientales y factores personales como las cogniciones.
La reciprocidad triádica está conformada por: los factores personales, biológicos y cognitivos; la conducta; y las influencias ambientales.
Gracias al funcionamiento de este modelo triádico el ser humano logra desarrollar diversas capacidades: la capacidad para simbolizar, la capacidad de prever, la capacidad vicaria, la capacidad autorreflexiva y la capacidad autorregulatoria. A partir de esta última se explican los elementos del modelo de la autoeficacia y control de la conducta.
Bandura define el término autoeficacia como los juicios personales sobre las capacidades propias para organizar y poner en práctica las acciones necesarias con el fin de alcanzar el grado propuesto de rendimiento.
 La autoeficacia es lo que creemos que podemos hacer, no la simple cuestión de saber lo que hay que hacer. Para determinar su eficacia, el individuo evalúa sus habilidades y su capacidad para entonces convertirlas en acciones. 
Autoeficacia y expectativas no tienen el mismo significado. La primera se refiere a la percepción de nuestra capacidad para producir acciones; y las expectativas son nuestras creencias acerca de los posibles resultados de esas acciones. En otras palabras, la autoeficacia sirve para operacionalizar y medir conductas específicas en contextos específicos.
El aprendizaje escolar y la autoeficacia. La autoeficacia está relacionada con el aprendizaje escolar y con algunas otras situaciones de logro. Generalmente, el individuono pone en tela de juicio su eficacia para cumplir con rutinas que le son habituales o con tareas que requieren ciertas destrezas y habilidades que ya están bien establecidas. En esos contextos, el nivel personal de eficacia tiene poco efecto en la conducta. Todo lo contrario, sucede cuando la persona está aprendiendo algo nuevo o si las condiciones del entorno han sido alteradas, en esos casos, la persona resulta más apta para evaluar esas habilidades, y por lo tanto, la eficacia guarda una correspondencia más cercana con la conducta. Aunque algunas actividades escolares requieren de repasos o rutinas muy bien establecidas, hay que considerar que la mayor parte del tiempo los estudiantes aprenden nuevas tareas o aplican nuevas habilidades, por lo tanto, la autoeficacia de cada quien para aprender o desempeñarse varía en función de la experiencia con la tarea propuesta o con otros cometidos similares y de características personales como las capacidades y las actitudes. La autoeficacia también depende del apoyo de personas significativas en el entorno, y la forma en que ejercen su influencia con base en la relación mutua establecida; por ejemplo, hay una diferencia en el grado en que los estudiantes reciben apoyo por parte de padres o por parte de sus docentes para desarrollar las habilidades, en facilitar acceso a los recursos necesarios para aprender y también hay diferencias en la forma de enseñanza de estrategias de resolución personal para mejorar la adquisición y el perfeccionamiento.
Al realizar actividades, las personas se ven afectadas por influencias personales como la imposición de metas y el procesamiento de la información, así como por influencias situacionales como recompensas, retroalimentación del maestro, etc. de éstas obtiene claves que le indican que tan bien se está desempeñando. La motivación y la autoeficacia aumentan cuando la gente percibe que se desenvuelve con pericia o que se vuelve más competente en la tarea que está llevando a cabo. La falta de éxito o el progreso lento no disminuyen necesariamente la autoeficacia y la motivación si el individuo piensa que puede mejorar ajustando su método. Los modelos del entorno brindan una notable fuente de información para evaluar la autoeficacia. De ahí que, para Bandura, el sistema de respuestas que se vaya construyendo, es distinto en las personas según las diversas situaciones que el individuo vaya viviendo.
Cap. 8
Con base en todo lo que revisamos en esta primera unidad, podemos asegurar que la autoestima no es una posesión o privación de la estima en sí misma en esos dos extremos; más bien, se trata de una gama intermedia de valoraciones del conocimiento y la gestión que podemos hacer en nuestra persona. Si para la Organización Mundial de la Salud, salud significa «estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades, la autoestima resulta preponderante entonces para preservarla.

Continuar navegando

Otros materiales