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Experiencias-y-relatos-de-la-pandemia-de-COVID-1

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Experiencias y relatos de la pandemia de Covid-19 
A casi tres meses del confinamiento 
 
 
 
 
 
 
Estudiantes del grupo 0003 
Iniciación a la Investigación Histórica II 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Semestre 2020-2 
Facultad de Filosofía y Letras 
UNAM 
Junio de 2020 
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Prólogo 
Los presentes escritos fueron elaborados por estudiantes del curso de Iniciación a la 
Investigación Histórica II semestre 2020-2, de la Facultad de Filosofía y Letras de la UNAM. 
A casi tres meses del confinamiento debido a la pandemia de COVID-19, consideramos 
necesario plasmar las experiencias de aislamiento, las cuales están teñidas de impaciencia, 
extrañeza, alegría, tristeza, aburrimiento y una larga lista de emociones generadas por este 
fenómeno de carácter global. 
A menudo observamos en redes y televisión las dimensiones globales que ha alcanzado 
la pandemia, los aciertos y desaciertos en la contención del virus, las esperanzas y 
desilusiones con una cura y tratamiento. Sin embargo, nos olvidamos de preguntarnos por el 
cómo la están pasando las personas que nos rodean y dejamos la tarea de la escritura de la 
memoria histórica a las empresas de mass media y a las instancias de poder. El ejercicio 
partió de una premisa: pensar en el historiador del futuro que quiere hacer una investigación 
sobre la presente pandemia. Si este documento llegara a ese investigador ¿qué debería saber 
sobre las experiencias de un grupo de estudiantes de historia de la UNAM? Con esa premisa 
cada quien elaboró un breve texto. Una vez escritos y compilados, dedicamos una sesión a 
conversar sobre la sorpresa que a muchos nos generó saber cómo estaban viviendo y 
procesando esta experiencia miembros del grupo. Fue una estrategia para tender puentes y 
conectar soledades. Después de leernos entre nosotros, el grupo propuso que esta 
compilación saliera de los límites del aula virtual y llegara a profesores y más estudiantes. 
Andrés Ríos Molina 
Alejandro Salazar Bermúdez 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
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Contenido 
Prólogo ................................................................................................................................... 2 
Entre cubrebocas y distanciamiento social, vivir la contingencia sanitaria del COVID-19. 
José Antonio Aguilar Osornio ................................................................................................ 4 
Incertidumbre, miedo, muertes y Netflix. Mi experiencia COVID-19 2020. Juan Pablo 
Barba Escobedo ...................................................................................................................... 7 
Una pandemia nos obligó a presenciar la decadencia humana. José Raúl González Rendón 
 .............................................................................................................................................. 10 
Mi experiencia en el 2020. Vanessa Camila Gracia Rodríguez .......................................... 13 
Mi vida en los tiempos de Covid 19. Ricardo Roman Hernández Vargas. .......................... 15 
Entre un camino de adversidades e incertidumbres sin rumbo: mi vida en 6 meses 
transcurridos del 2020. Carla Jimena Huerta Morones ....................................................... 18 
¿Una nueva cotidianeidad? Litzy Mariana Iñigo Sebastian ................................................. 21 
“Reflexiones en cuatro paredes”. Ernesto Iván Lizárraga Ibarra ........................................ 25 
Covid-19, experiencia y opinión sobre una pandemia, ¿Verdad o mentira? Cristian López 
Contreras .............................................................................................................................. 28 
Experiencia en esta cuarentena. Andrés Fernando López Ramírez ...................................... 30 
Mi experiencia con la crisis pandémica del país y el aislamiento. Abraham Tonatiuh Medina 
Reyes ..................................................................................................................................... 32 
Reflexión sobre la pandemia de covid. Diana Elizabeth Ordoñez Ortega .......................... 36 
El letargo y el entendimiento del universo sin medir el tiempo. Vianca Selene Ramírez Vera 
 .............................................................................................................................................. 39 
Sobreviviendo al 2020. Jessika Marisol Ortiz Villa ............................................................. 41 
2020: Crisis de salud mundial y psicológica individual. José Ezequiel Robles Luna .......... 43 
 
 
 
4 
 
 Entre cubrebocas y distanciamiento social, vivir la contingencia sanitaria 
del COVID-19 
José Antonio Aguilar Osornio 
Existe una creencia popular arraigada por la población mexicana respecto a denominar a los 
centros hospitalarios, y quienes laboran ahí, bajo el nombre de matasanos; que se les 
denomine así surge como desconfianza del funcionamiento de los hospitales ya que ni los 
mejores médicos especialistas tienen la sabiduría o eficacia para tratar una enfermedad y 
prefieren asesinar, o dejar morir, a los pacientes. ¿Descabellado? Totalmente, sin embargo, 
en medio de esta pandemia mundial por un virus que tuvo originalmente su surgimiento en 
China, los mexicanos hicieron crecer su desconfianza de la capacidad formativa de sus 
médicos han tomado proporciones titánicas, es más, se presentó en Jalisco la detención de un 
sujeto que aseguraba tener la cura de padecimiento,1 y claro, también por añadidura otras 
enfermedades que aquejan a la mayoría de los mexicanos. Lo que venden se denomina 
productos milagro, o coloquialmente, curatodo. La génesis de estos remedios mágicos puede 
entenderse por la desesperación, prontitud y confianza en aquello que a voces corre tras el 
discurso oficial de las autoridades sanitarias. 
A este concepto que está lejos de ser verídico podemos añadir que sí bien el estado 
mexicano no cuenta el mejor sistema de salud, al menos podemos considerar que tiene una 
estructura definida, espacios ya preexistentes, el único inconveniente evidente de fractura es 
un sindicato abiertamente corrupto,2 es decir, una construcción sólida habitada de modo 
irregular fallando frecuentemente por responsabilidad de sus propios ocupantes y no del 
arquitecto. En este aspecto me pude percatar de que al menos por donde vivo3 el centro de 
salud a los pocos días de presentarse la fase 3 cambio su manera de atención, posponiendo 
las citas hasta nuevo aviso, aumentando la presencia de unidades móviles médicas que 
imagino han sido utilizadas como consultorios anexos dentro del estacionamiento de este, así 
mismo el policía de la entrada fue dotado de gel antibacterial y cubrebocas para el primer 
contacto humano de los pacientes. Este el panorama que conozco de la asistencia sanitaria 
para personas que no cuentan con otros servicios médicos. 
Cuando hablamos de instancias que atienden a los derechohabientes con empleos 
formales o del Estado debe hablarse de las condiciones del IMSS y el ISSTE, 
respectivamente. Del segundo no poseo más datos u observaciones más que las 
 
1 Notimex, Detienen a un hombre que aseguraba curar el COVID-19 en Jalisco, Animal Político, 23 de marzo 
de 2020, consultado el 3 de junio de 2020 de https://www.animalpolitico.com/2020/03/jalisco-detenido-
hombre-cura-covid-19/ 
2 David Saúl Vela, Sindicalizados del IMSS exigen cuentas de 800 mdp que recibió el SNTSS para equipo y 
uniforme, El Financiero, 3 de junio de 2020, consultado el 3 de junio de 2020 de 
https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/sindicalizados-del-imss-exigen-cuentas-de-800-mdp-que-recibio-
el-sntss-para-equipo-y-uniforme 
3 En la Alcaldía Gustavo A. Madero, en el norte de la Ciudad de México, en las fronteras con el Estado de 
México. 
https://www.animalpolitico.com/2020/03/jalisco-detenido-hombre-cura-covid-19/https://www.animalpolitico.com/2020/03/jalisco-detenido-hombre-cura-covid-19/
https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/sindicalizados-del-imss-exigen-cuentas-de-800-mdp-que-recibio-el-sntss-para-equipo-y-uniforme
https://www.elfinanciero.com.mx/nacional/sindicalizados-del-imss-exigen-cuentas-de-800-mdp-que-recibio-el-sntss-para-equipo-y-uniforme
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proporcionadas por los medios periodísticos, pero en el IMSS sí que puedo reconocer algunas 
acciones desempeñadas. Me presenté el lunes 27 de abril de 2020 a una consulta médica que 
previamente había solicitado por un padecimiento personal no relacionado con los síntomas 
del COVID, para abordar el transporte público de la Red de Transporte de Pasajeros de la 
Ciudad de México es obligatorio portar cubrebocas, al estar dentro hay una botella 
dispensadora de gel, el operador no otorga boleto para evitar contacto físico y el conteo de 
boletos-pasajeros es en una bolsa de plástico a vista de los usuarios. Cabe aclarar que con el 
paso de los días se fue extendiendo la obligatoriedad para los servidores públicos de utilizar 
equipo de protección así que el paisaje del gel en todos los sitios en que se entraba, ver los 
rostros embozados y líneas limitantes en el suelo eran frecuentes, pero relativamente 
utilizadas por la población civil; por ello no es sorpresa que también el conductor del camión 
utilizará cubrebocas. Debido a la reducción de las personas en las calles los tiempos se vieron 
reducidos drásticamente, en el caso de llegar a una clínica médica de primer nivel reduje 
cerca de veinte minutos de lo habitual. 
El acceso estaba a la clínica de atención de primer nivel en el IMSS únicamente al 
paciente que debía entrar quince minutos previo a la consulta. Al ingresar tres sujetos hacían 
la labor de revisión de la fecha y hora de consulta en la Cartilla Nacional de Salud, otro 
rociaba las manos con agua con alcohol y otro más orientaba a las recomendaciones 
preestablecidas. Por mi afiliación estudiantil a la Universidad tengo atención médica que 
renové, entonces me fue reasignado mi consultorio, pero fue sorpresivo cuando al buscar el 
número tres en la planta baja, veo los primeros tres consultorios enmarcados por cintas de 
precaución, una persona ataviada con equipo médico sugerente, y letreros que prohibían el 
paso. Así que quedé con la duda de sí yo sería atendido o debía recorrer mi cita, por suerte 
también había unas flechas de seguían una ruta alterna a unos consultorios habilitados para 
la ocasión. El espacio descrito anteriormente era un área COVID improvisada para urgencia 
leves de pacientes que acudieran a consultas y fuera detectados por su médico familiar. 
Más recientemente se llevó a cabo de la desinfección, llamada por los especialistas 
como sanitización, de las calles de mi colonia y del mercado4 de suelo frecuentar. 
Aproximadamente hace tres semanas también fueron colocados en espacios carteles con la 
leyenda: “¡Cuidado! Está usted entrando en una zona de alto contagio. Guarde su distancia y 
use cubrebocas.”5 Las acciones estatales han sido variadas, constantes y focalizadas, el actuar 
de la poblacional es más complejo, quizá porque no tienen una presión de responsabilidad 
 
4 Alcaldía Gustavo A. Madero, “Nuestros compañeros acudieron a sanitizar el mercado de Cuautepec a fin de 
proteger a consumidores y oferentes para evitar la propagación de #Covid19”, miércoles 3 de junio de 2020, 
[actualización de estado en Facebook] recuperado de 
https://www.facebook.com/TuAlcaldiaGAM/videos/732655680895490/, [3 de junio de 2020]. 
5 Alcaldía Gustavo A. Madero, “ Tómalo en serio. En #TuAlcaldíaGAM se instaló la señalización en puntos 
de alto contagio. No salgas de casa si no es necesario, haz uso del cubrebocas , acata las medidas de 
higiene y mantén una #SanaDistancia. #UnidosSaldremosAdelante #QuédateEnCasa”, 5 de mayo de 2020, 
[actualización de estado en Facebook] recuperado de 
https://www.facebook.com/TuAlcaldiaGAM/posts/520798045464933 
https://www.facebook.com/TuAlcaldiaGAM/videos/732655680895490/
https://www.facebook.com/TuAlcaldiaGAM/posts/520798045464933
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como lo vimos al inicio con los productos milagro o actitudes de rechazo a la atención salvo 
cuando es grave. 
Concluyo pensando en que cuando vas por las calles y ves ejércitos de trabajadores en 
labores esenciales para la sociedad con su equipo de seguridad, volteas la mirada y ves una 
familia sin el menor cuidado ir por andando como sí nada fuera auténtico puede imaginarse 
escenarios peores, ¿cómo será a ojos de la población mexicana la violencia?, ¿se preocuparán 
de la formación de sus hijos cuando aún habiendo Ley seca consumen alcohol?, o bien, ¿no 
es acaso esta pandemia la prueba de civilidad, de ciudadanía y hasta cierto punto de 
humanidad? Las cifras parecen decir que depende la vida de estos sujetos únicamente de 
ellos, en este examen de vital importancia fugarán por último, y los más de cien mil contagios 
son prueba de reprobación popular elevada. 
 
7 
 
Incertidumbre, miedo, muertes y Netflix. Mi experiencia COVID-19 2020 
Juan Pablo Barba Escobedo 
Me parece que fue a finales de enero del 2020 cuando por primera vez escuché algo acerca 
de una palabra que nunca antes había escuchado: “coronavirus”. Ni siquiera me es posible 
recordar exactamente cómo conocí esa palabra extraña, tal vez fue en redes sociales o tal vez 
la escuché de alguien que conozco, en fin, no era algo que mereciera mi atención. 
Posteriormente, esa palabra la escuchaba cada vez más y en más lugares y por fin supe 
qué significaba: una rara enfermedad que se estaba presentando en China, sin embargo, no 
parecía nada muy impresionante pero las señales de alerta ahí estaban… 
“El gobierno chino construirá un hospital en 10 días para atender pacientes de 
Coronavirus”, eso era un encabezado recurrente que se podía encontrar en algunos medios 
de comunicación, en las noticias de la televisión o algún artículo de dudosa procedencia en 
Facebook. 
Mientras más se hacía conocida, más personas comenzaban a enterarse y la gente 
comenzaría a platicar de esta rara enfermedad y, por supuesto, los memes que caracterizan 
estos tiempos no se harían esperar, sin embargo, al ser algo que pasaba del otro lado del 
mundo se tomó con mucho humor. 
Con el tiempo nos iríamos enterando de que el virus había comenzado a salir de las 
fronteras de Wuhan, para comenzar a expandirse por China, lo cual, solo sería cuestión de 
tiempo para que cada vez avanzara más y en efecto, los primeros casos comenzaron a 
aparecer en otras partes del mundo. 
Cuando el llamado “Coronavirus” ya tenía en él los ojos de gran parte del mundo, 
comenzó a hacerse viral una serie de videos de doctores y enfermeras provenientes de China, 
en los cuales se ventiló una situación aterradora en la que los hospitales estaban saturados y 
los médicos morían, asimismo, también se hicieron públicos videos en los que personas 
caminando por las calles se desplomaban sin más, personas notoriamente infectadas tosiendo 
y estornudando intencionalmente en objetos de uso público como botones de elevadores o en 
picaportes de las puertas para agravar el contagio, entre otras cosas. 
Evidentemente, esto daría mucho de qué hablar y comenzaría con la difusión del 
pánico. Con el paso de los días nos enteraríamos de que algunas ciudades del mundo estarían 
en cuarentena; en algunos casos la cuarentena era de cierta manera “voluntaria”, sin embargo, 
otras ciudades pondrían a sus fuerzas armadas en las calles para evitar que las personas 
salieran de sus hogares, principalmente en las ciudades más afectadas hasta ese momento. 
Llegó el día en el que se supiera que el primer contagiado había aparecido en México 
el 27 de marzo. Esta persona se contagió en un viaje a Italia, trayéndolo hasta aquí y eso sería 
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el principio de todo. Creo que lo primero que sucedió posterior a esta noticia fueron lascompras de pánico en los supermercados; de una semana para otra comenzó la escasez de 
productos como enlatados, sopas instantáneas, papel higiénico y artículos sanitarios como 
papel higiénico, gel antibacterial y cubrebocas. 
Cada día se iban registrando más casos, primero uno, unos cuantos días después serían 
dos, luego cinco… Los casos aumentaban y la respuesta del presidente Andrés Manuel López 
dejó mucho que desear. Primero se negaba a creer que la pandemia mundial declarada por la 
OMS el 11 de marzo, e incluso incitaba a las personas para no guardar la cuarentena y a llevar 
sus vidas con normalidad y diciendo que él estaba protegido por su religión católica. No fue 
sino hasta el 23 de marzo que la cuarentena sería declarada por la Secretaría de Salud. Esta 
cuarentena consistiría en la cancelación de todas las clases de todos los niveles académicos, 
la entrada condicionada a una sola persona en los supermercados, el uso de cubrebocas en 
las calles, etc. Sería en este periodo donde el Dr. Gatell comenzaría con las ruedas de prensa 
diarias y de un día para otro alcanzaría una gran popularidad y es a partir de este punto cuando 
se haría conocido el nombre técnico de COVID-19. 
Si bien, el pánico ya estaba fundado en las personas, ahora sin poder salir, se agregaría 
una incertidumbre increíble y una gran desesperación al sentir de las personas. Las primeras 
dos semanas de cuarentena fueron tomadas en cierta medida, a la ligera, aun se llevaban a 
cabo reuniones sociales y muchas personas salían a las calles sin protección; algunas por 
necesidad de ir a trabajar y otras simplemente por comodidad. 
Los días pasaban y los contagios aumentaban y pasarían de unos cuantos a decenas y, 
eventualmente a las centenas. Fue para este momento que muchos negocios comenzaron a 
quebrar, ya que las condiciones de la cuarentena les impedían generar ingresos, en otro casos, 
algunas empresas redujeron el sueldo de sus empleados y otras, al no estar preparadas para 
esta situación tuvieron que dar de baja a sus empleados, provocando una oleada de 
desempleo. 
Cuando las personas hubieron entendido la gravedad de la situación, se empezaron a 
buscar alternativas que permitieran reanudar algunas actividades sin que se corriera peligro 
de exponerse, como lo son las clases en línea de primarias y universidades, los encargos de 
comida por aplicación se hicieron lo más común y plataformas digitales de series y películas 
se hicieron parte de las actividades cotidianas. 
El sentir general constaba de una desesperación por regresar a la normalidad a la que 
estábamos acostumbrados y de un miedo enorme a contraer el contagio, ya que los casos ya 
abarcaban miles. El papel de las redes sociales fue y sigue siendo de vital importancia, ya 
que, además de mantener la comunicación con familia o amistades, las redes fueron el 
principal difusor de noticias, lo cual hizo masiva la difusión de noticias falsas que 
acrecentaban el pánico, así como fungiendo, en cierta forma, como un medio para expresar 
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el sentir de la gente, a veces con humor (memes, videos cómicos, canciones) y otras veces en 
un tono más serio. 
Las fases de la pandemia en México fueron cambiando conforme aumentaban los 
casos, llegando así a la tercera y última fase que consiste en un contagio terriblemente 
general. Para este momento, se pensaba que el punto más alto en la estadística de contagios 
se alcanzaría en los primeros días de mayo, sin embargo, desde esos días, hasta el 
momento los contagios no paran de aumentar. 
Ahora se habla de una “nueva normalidad”, lo cual consiste en que las actividades se 
comenzarán a retomar paulatinamente, pero tomando todas las precauciones habidas, 
haciendo obligatorio el uso de al menos cubrebocas. Oficialmente la Jornada de sana 
distancia (nombre oficial de la cuarentena en México) concluyó el 1 de junio, insertándose 
esta “nueva normalidad” en nuestras formas de vida. El día de hoy (los primeros días de junio 
del 2020) la situación sigue siendo incierta, y perdura el miedo a contraer esta rara 
enfermedad que, hasta el día de hoy, no tiene cura, tratamiento o vacuna y, además, se habla 
de que probablemente exista un segundo brote pronosticado para el mes de octubre, aunque 
los casos no han dejado de aumentar exponencialmente. 
Algunos países lograron contener sus contagios casi totalmente, siendo el caso de 
China, por ejemplo. Sin embargo, el hecho de retomar nuestras vidas de esta manera causa 
un miedo generalizado. Sólo queda esperar que no se estén tomando las medidas 
precipitadamente. 
Cabe mencionar que lo dicho en este texto se limita a mi percepción y mi experiencia 
personal, por lo que las situaciones aquí descritas no abarcan a la población en general sino 
únicamente a un círculo socio-cultural cercano al mío. 
En cuanto a las sensaciones que me provocan las experiencias previamente narradas, 
me permito señalar que me siento desesperado, no por el hecho de no poder salir, sino por no 
saber cuándo recuperaré mi antiguo modo de vida al que estaba tan acostumbrado, que 
consistía en permanecer lo menos posible en casa. Debo reconocer que me siento afortunado 
de que esta coyuntura se haya presentado en estos tiempos, en los que el entretenimiento está 
en el celular que uno carga en el bolsillo, y que sin duda plataformas como Netflix o YouTube 
se han convertido en mis compañeras más cercanas. Temo por el bienestar de mi familia y 
amistades, aunque sé que la mayoría de ellos están tomando las debidas precauciones. Es 
imposible no sentir nostalgia por la vida que llevaba antes, extraño los días en que podía 
abrazar a mis seres queridos y de vez en cuando compartir una cerveza grande o un cigarrillo 
de hierba y sentarme a platicar sobre cualquier asunto que no se destaque por su relevancia. 
 
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Una pandemia nos obligó a presenciar la decadencia humana 
José Raúl González Rendón 
Quien escribe estas líneas lleva 6 meses sin acudir a la universidad, y, aproximadamente más 
de 2 meses sin poder salir de su localidad. En México, la irrupción avasalladora de un virus, 
imposibilitó seguir viviendo como estábamos acostumbrados. 
Poco antes de la llegada del virus al país, la vida académica de la institución estaba 
detenida. Un grupo de compañeras decidió tomar las instalaciones de la facultad, como 
respuesta a la violencia de las que han sido objeto las mujeres, y que en los años recientes se 
incrementó de forma notoria. Asesinatos, violaciones, desapariciones, acoso callejero y 
ofensas físicas, fueron algunas de las tantas vejaciones por las que tuvieron que pasar muchas 
mujeres. Frente a dicho escenario, las universitarias emprendieron una batalla por visibilizar 
la problemática con la ocupación permanente de cada rincón de la Facultad de Filosofía y 
Letras. 
La violencia contra la mujer no paró ni disminuyó. El impresionante avance de la 
pandemia por covid-19, volvió difícil su lucha. Meses más tarde de la toma, las mujeres 
organizadas tuvieron que desalojar las aulas de la Máxima Casa de Estudios. 
Una de las medidas más importantes de prevención fue el confinamiento social. La 
administración del presidente Andrés Manuel López Obrador, decidió implementar la 
“Jornada Nacional de Sana Distancia”, exhortando a toda la población a permanecer en casa 
para minimizar los contagios. Desafortunadamente el panorama social de la nación, complicó 
esta recomendación de salud pública. Solamente en nuestro país, en 2019, el Consejo 
Nacional de Evaluación de la Política Social (Coneval), calculó 52 millones de personas en 
situación de pobreza, aunque otros expertos aseguraron que se trataban de 90 millones de 
personas. 
A pesar de los esfuerzos gubernamentales por contener y minimizar el impacto de la 
pandemia, sus implicaciones son devastadoras. La economía nacional e internacional 
tambalea, cientos de miles de mexicanos se encuentran desempleados, como sino fuera 
suficiente la tremenda crisis económica a la que se encontraba sometido el país antes de la 
pandemia, la crisis sanitaria agravó más la situación. 
Ubicado 9 kilómetros al norte de la ciudad de México, Ecatepec de Morelos es uno de 
los municipios más afectados por el coronavirus, al momento de escribir estas líneas, el 
gobierno federal, contabiliza 2055 casos confirmados en el municipio. Se encuentra entre las 
entidades con mayor rezago económico a nivel nacional, no está exento del analfabetismo, 
padece altos niveles de inseguridad y diversas colonias sufren escasez de agua. 
Aquí en Ecatepec, la pandemia se vive completamente diferente a la capital. Pese a 
formar parte de la Zona Metropolitana del Valle de México, el confinamiento social no existe. 
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No es una opción para mujeres y hombres que diariamente tienen que salir a buscar algo que 
les deje recursos para comer. Viven al día. Vendedores ambulantes, taxistas, albañiles, 
obreros, limpiaparabrisas, basureros y pepenadores, son algunos de los empleos con los que 
se ganan la vida los habitantes de aquí. 
Me atrevo a asegurar que nada se paralizó. Porque contrariamente a la crisis que se 
desató en la ciudad, los negocios en mi colonia no dejaron de funcionar. Aunque los medios 
de comunicación se dedican a desbordar día y noche un manantial de información sobre el 
virus, sus efectos en la salud, y la gravedad de la pandemia, para la gente eso no es una 
limitante. Pienso que, en estos casos, al igual que la falta de información, el exceso, acarrea 
problemas, los más graves son las noticias falsas, los rumores y las teorías de la conspiración. 
Casi todos dudan de la existencia del covid-19, prefieren atribuir lo que está pasando 
al resultado de un complot mundial para exterminar a la sociedad. Otros, explican la crisis en 
términos religiosos, y aseguran que se trata del fin de la humanidad. De cualquier modo, es 
más fácil encomendarse a una divinidad y sujetarse a los designios de una religión. Es el 
soporte perfecto en medio de la incertidumbre. 
El más afectado con este tipo de creencias, ha sido el personal de salud. Médicos y 
enfermeras son agredidos por la gente que asegura que en los hospitales la gente es asesinada. 
De hecho, radico a media hora del hospital público “Las Américas”, donde familiares de 
pacientes contagiados, ingresaron por la fuerza, atacaron al personal, y se atrevieron a 
destapar las bolsas de los cadáveres muertos por el virus. Mientras lloraba, una mujer grabó 
el suceso, al mismo tiempo, señaló a los médicos como los responsables de inyectar veneno 
a los pacientes. 
El encono y la división van en aumento. Buscando un culpable para lo que esta 
pasando, el gobierno se convirtió en objetivo de ataques y críticas; se piensa que gran parte 
de los problemas son consecuencia de las malas decisiones tomadas por la federación. La 
falta de previsión, así como un deficiente servicio de salud, sumado a la corrupción que 
corroe la administración pública, son los principales argumentos para justificar las diatribas. 
También es preciso subrayar que, buena parte de la información presentada, se manipula en 
función de intereses políticos. La pandemia es una crisis politizada. 
Gracias a las circunstancias, he pasado todas estas semanas de encierro en compañía 
de mi familia, intentando mantenernos lo más sano posible. También debo reconocer el 
privilegio de tener unos cuantos recursos, tanto materiales como económicos, para 
sobrellevar el estrés de permanecer en casa, así como el poder retomar mis actividades 
escolares en línea. Al poco tiempo de que fueron liberadas las instalaciones de la facultad, se 
decidió dar clases de forma virtual. 
El miedo y la zozobra recorren de norte a sur nuestra república. Se crea o no en el 
coronavirus, gran parte de la sociedad se encuentra permanentemente en vilo. Sin duda, las 
redes sociales son el termómetro más certero para apreciar muchos de los pensamientos. Rara 
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ocasión los grandes diarios o publicaciones, les ceden la palabra a sus consumidores para 
plasmar su sentir. Aun así, la creatividad fluye cuando se trata de expresar algunas de las 
emociones que mantienen continuidad. 
Habito en el 2020, seguramente cuatro décadas atrás, muchos pensaron que los avances 
tecnológicos permearían todas las civilizaciones, y alterarían el rumbo de su vida. 
Probablemente, también se creyó que los automóviles serían voladores y que los robots 
formarían parte de la cotidianidad. Pero nada de eso ocurrió. Si bien hay un notable desarrollo 
tecnológico a lo largo del obre, nos siguen devastando las guerras, el hambre, la falta de agua, 
el calentamiento global y la criminalidad. Todo parece indicar que el ser humano se 
desarrolla, pero no progresa. 
Es sorprendente contemplar que un enemigo milimétrico nos puso en jaque. Así es, un 
virus, ente invisible del universo celular, nos exigió mirar con detenimiento las fallas y 
contradicciones de la humanidad. Profundas y severas, arraigadas en las entrañas de nuestra 
propia existencia. 
 
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Mi experiencia en el 2020 
Vanessa Camila Gracia Rodríguez 
Soy Vanessa Camila Gracia Rodríguez, soy mexicana, actualmente tengo 18 años y estudio 
el segundo semestre de la carrera de historia en la Facultad de Filosofía y Letras de la 
Universidad Nacional Autónoma de México. En octubre de 2019, empezó un paro de 
actividades en mi facultad dirigido por un grupo de mujeres, con el fin de hacer presión para 
que se resolvieran asuntos relacionados con la violencia de género que se ejerce en mi 
facultad. 
Pasaron los meses y celebraciones importantes del año: Navidad y año nuevo, pero la 
situación en mi facultad seguía sin resolverse. Llegó el 2020 y debo decir que ya pintaba a 
ser un año diferente, puesto que el paro seguía y aún no se veía cerca su fin, lo que significaba 
que yo iba a seguir sin estudiar por un largo rato, ésto me hacía sentir un poco melancólica 
porque empezaba a extrañar a mis amigos, mis clases, la facultad en general, pero a la vez 
me sentía feliz de que por fin se estuviera haciendo algo con la situación de la facultad y 
también orgullosa de que las mujeres estuvieran alzando la voz. 
Un día estaba viendo las noticias en la televisión y estaban hablando de un nuevo virus 
que estaba atacando a China, el COVID-19 o coronavirus; pasaban las imágenes en el 
noticiero, donde a todas las personas les estaban revisando la temperatura y todos traían 
cubrebocas, puesto que el coronavirus se transmite a través de la gotas de saliva que 
expulsamos al momento de hablar, toser y estornudar. Al ver esas imágenes me sorprendí, 
pero pues como yo vivo en México, veía al coronavirus como algo muy lejano. 
Pasaron los meses, mis días seguían libres porque aún no se resolvía nada en la facultad, 
me encontraba diario en casa con mi familia, viendo las noticias sobre el coronavirus que 
seguían en el periódico, en la televisión y en las redes sociales, los medios de comunicación 
estaban repletos de información sobre el coronavirus, había de todo, en el periódico noticias 
sobre lo mortal del virus, en la televisión videos sobre la situación en otros países y gráficas 
de la cantidad de muertes a diario, en las redes sociales a veces encontraba noticias de 
utilidad y algunas veces sólo chistes, burlas o memes sobre el virus, lo que era cierto y cada 
vez más evidente es que el virus se extendía con rapidez en más países y cada vez había más 
y más contagiados. 
Llegó el mes de marzo y con él, el coronavirus, pero marzo también fue destacable por 
ser el mes de la mujer, así que varios acontecimientos se juntaron en tan sólo 30 días, el 
primero es que ya se habían esparcido los rumores de que ya había varios contagiados de 
Covid en la Ciudad de México y el segundo acontecimiento es que ya se estaban alistando 
miles de mujeres para salir a marchar el 8 de marzo. 
Mientrastodo esto pasaba, las mujeres que tenían tomada la facultad, seguían 
resistiendo, hasta que llegó el mes de abril. Las facultades de la UNAM y todas las escuelas 
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empezaron a suspender las clases presenciales y como ya no era sostenible para las paristas 
seguir en la facultad, tuvieron que regresar la facultad a los administrativos. Ésto fue algo 
muy impactante para mí porque aparte de que estaba un poco confundida y asustada por lo 
del covid, también ya se estaba planeando el regreso a clases pero ahora en línea. 
Para mediados de abril, ya muchos nos encontrábamos encerrados, el gobierno ocultaba 
las verdaderas cifras de los contagiados y muertos por covid, también pusieron una fecha 
hipotética, supuestamente para levantar la cuarentena, pero la verdad yo nunca creí que el 
virus tuviera una fecha de vencimiento, las cifras seguían subiendo y el riesgo de contagio se 
ponía cada vez peor. 
En mayo mi rutina cambió completamente, estuve 6 meses sin clases, en ese largo 
lapso de tiempo, sentí que tenía todo el tiempo para mí y hasta sentí que mi salud mental 
estaba completamente estable, pero después comenzaron las clases en línea, empezaron de 
nuevo las tareas y el estrés por la escuela. Llevo un mes en clases virtuales, y debo decir que 
mantenerme siempre ocupada haciendo tarea y teniendo clases, aún no puede quitarme el 
aburrimiento y las muchas ganas que tengo de ver a mis seres queridos, y es esta 
incertidumbre de no saber cuándo volveremos a vernos y salir como antes, lo que a veces me 
hace sentirme desmotivada y triste; pensar que las personas cercanas a mí están en un riesgo 
constante cada que salen a la calle hace que a veces no tengo ganas de hacer nada, a veces 
no quiero levantarme tan temprano, quisiera poder ser más participativa en las clases en línea 
pero simplemente no puedo, me siento rara e inestable y ésto repercute en todo lo que hago. 
En este confinamiento también he tenido muchas crisis de carrera puesto que al ver 
todas las cosas que están pasando, pareciera que estudiar y muchas cosas, ya no tienen 
sentido; pero a la vez pienso que la carrera me ha dado una visión más amplia de la vida, ha 
ampliado mis perspectivas y ha cambiado mi vida en múltiples aspectos. 
 
15 
 
Mi vida en los tiempos de Covid 19. 
Una de tantas narraciones de los hechos ocurridos durante la pandemia de Covid 19, a 01 
de junio de 2020. 
Ricardo Roman Hernández Vargas 
 
 
He aquí otro individuo, que viene a relatar su experiencia acerca de la pandemia de Covid 19 
del año 2020. Mi propósito en este relato es narrar mi experiencia personal y de mis allegados 
mas cercanos conforme a lo que mis ojos vieron. No pretendo decir la verdad absoluta 
simplemente narrar le forma en como yo vi este momento tan difícil y duro para la 
humanidad. 
Ahora bien, comencemos, lo primero es que debo aclarar que yo como muchos de mis 
compañeros de la facultad de Filosofía y Letras parte de la Universidad Nacional Autónoma 
de México, venimos de ya un lapso aproximado de 4 meses de paro, eso es un tiempo anterior 
al inicio de la pandemia en México. 
Ya aclarada esa situación y parte del contexto inicial, he de decir que la pandemia no 
me agarro ni desprevenido ni en una zona de riesgo, debido a que ya se conocían se su 
existencia en el mundo desde finales de diciembre y principios de enero, mes en el que yo 
me entere ya que mi relación con las redes sociales y con los informes del gobernó hacen 
cada vez más evidente la situación y su gravedad. 
Cuando comenzó la pandemia en mi país me entere por las noticias que escuchaba ese 
día con mi madre en la tarde, en el noticiero de TV Azteca, era un día 29 de febrero me 
parece. Posteriormente puedo decir que los días posteriores al anuncio de la pandemia no 
note algún cambio en la sociedad por lo menos en la semana posterior al anuncio. 
Lo que si sabia era de que los caos que había en mi país eran casos de personas que 
habían viajado a Europa, Italia principalmente, por lo que les llamaban casos importados, lo 
que si llamaba la atención eran las noticias de China (Supuesto lugar de origen del brote) y 
de Europa, lugares donde la epidemia se encontraba haciendo los mayores estragos posibles, 
todo esto claro enterándome por las redes sociales, las noticas de Televisa, TV Azteca y del 
canal 11 del Politécnico. 
Finalmente recuerdo que entre el 9 y el 13 de marzo empezó a notar los primeros 
cambios en la escuela de mi sobrina ya que los niños llegaban con información de la 
enfermedad, también empezaban los mensajes de lavarse las manos del gobierno además que 
le enseñaron a lavarse las manos a mi sobrina, sin embargo, aun se pensaba en el festival de 
la primavera de su escuela, cuestión que se cancelaria. 
El que tiene salud, tiene esperanza; el 
que tiene esperanza, lo tiene todo. 
Proverbio Árabe. 
16 
 
Llegado el día 15 de marzo, comenzabas la famosa cuarentena, se comenzaban a dar 
las conferencias en la única televisora que las transmite el canal 11, además que entre esas 
semanas aparecería el personaje de Susana Distancia y así es como comenzaba. Mi sobrina 
fue la primera en dejar de ir a la escuela, su kínder inmediatamente cancelo las clases hasta 
nuevo aviso. 
Posteriormente supe de la notica del famoso concierto del Vive Latino, que a pesar de 
ya haber comenzado la cuarentena se llevó a cabo, justamente de ese concierto y de la frontera 
con EUA, conocería los primeros casos de transmisión local, es decir ya no eran casos 
aislados comenzaba el contagio a nivel nacional. 
Después se comenzó una etapa curiosa ya que los días pasan y eso no parecía tener fin, 
es mas es la etapa de las festividades no festejadas, como ejemplo, sería la semana santa, el 
día del niño o el día de las madres, ninguna de ellas festejada como acostumbrábamos. 
Otra situación que note fue un jueves que salía de la cerrada donde se encuentra mi 
casa y sorpresa para m no había tianguis (mercado sobre ruedas), yo soy muy aficionado a 
comprar baratijas en los tianguis y saber que no se encontraba una de mis formas de pasar el 
tiempo, me saco de mi zona de confort. 
Conforme se acercaba la semana santa mi familia comenzaba a “descansar”, ya que la 
pandemia comenzaba a aumentar en casos y acrecer exponencialmente, por esas fechas me 
enteraba de cierre de parques, mercados, empresas, negocios, etc. Una situación que me 
pareció curiosa durante esas fechas fue la desobediencia civil de los ciudadanos de la capital, 
ya que muchos de ellos habían seguido asistiendo a los dos grandes mercados de la cuidad la 
Viga y la central de abastos, con el objetivo de comprar sus productos para su comida de 
semana santa. 
En fin, comenzaba la parte más desagradable de la pandemia, por un lado, el momento 
de clímax de la enfermedad, por el otro las luchas políticas y de poder que sucedían en el 
mundo, en mi país y en mi universidad, que servirían como coyuntura para que yo regresara 
a clases, ya que a mediados de abril el paro había terminado, comenzaba el proceso de regreso 
a las aulas. 
Sin embargo, se sabría que no podrían ser presenciales así que se opto por clases 
virtuales que hasta la fecha de esta narración siguen en curso. Otra situación que se notaba 
en las calles aparte de la ausencia de personas en las calles y reuniones con fines lúdicos es 
que la sociedad se polarizaba, por un lado, los que creen en la existencia del virus y los que 
no lo hacen, situación que yo vi reflejada en los medios de comunicación, en la calle y en las 
redes sociales. 
He de decir que mi familia siempre se mantuvo al margen de la circunstancia, siguiendo 
las recomendaciones del gobierno y enterándonos de información confiable, al grado que 
17 
 
bromeábamos con que veíamos nuestro programa favorito, las conferencias de prensa que da 
el subsecretario de salud Hugo López Gatell. 
Ya nada mas a forma de conclusión, he de decir que a pesar deya haber terminado la 
cuarentena e intentan volver a lo que se le denomino como “nueva normalidad”, la situación 
de la pandemia no ha terminado, aun no se ha descubierto un medio de defensa contra el 
virus, me encuentro en medio de un mundo polarizado, de una sociedad entre ignorante, 
crédula y supersticiosa, en mi casa encerrado ya por 8 meses ininterrumpidamente y viendo 
los estragos políticos y económicos que me esperan y al resto de mi familia, he de aclarar 
que ninguno de mis familiares cercanos ha tenido una experiencia tan cercana con la 
enfermedad. 
Esta situación yo la veo como un momento de prueba y de resistencia, de repensar lo 
que hemos hecho como humanidad y lo que hemos dejado de hacer, finalmente como mi 
padre me dijo alguna vez nadie va a venir del espacio a resolver los problemas que nosotros 
tenemos que solucionar. 
De este momento hay mucho de que hablar y comentar, sim embargo esta es mi 
experiencia mas cercana a la pandemia, una situación de paz y tranquilidad, alejado de los 
problemas del resto del mundo y enfocado en mis estudios, por lo menos por ahora. 
 
18 
 
Entre un camino de adversidades e incertidumbres sin rumbo: mi vida en 
6 meses transcurridos del 2020 
Carla Jimena Huerta Morones 
Sin duda alguna este año ha sido uno de los más intensos y difíciles en la vida de cualquier 
persona. Más allá de aspectos políticos o económicos, la vida de mucha gente ha sido 
marcada por la pérdida de familiares, amigos y conocidos, por el contagio del virus COVID-
19 en la pandemia. Mi nombre es Carla Huerta, soy estudiante de la Facultad de Filosofía y 
Letras de la UNAM y curso la carrera de Historia. Actualmente resido en la Ciudad de 
México, en la alcaldía Xochimilco. Escribir toda mi experiencia de este año de una manera 
breve me parece una tarea complicada de lograr, ya que hay demasiado por decir sobre la 
situación actual, sin embargo, trataré de resaltar los puntos más importantes y que han llegado 
a ser más relevantes para mi desarrollo. 
El primer mes de este año fue bastante agradable y bueno en mi vida personal, sin 
embargo, aún no lograba dimensionar lo que significaría la propagación del virus hasta 
México y lo que llevaría consigo esto. Enero se caracterizó por ser un mes en el que me 
propuse cambiar muchos hábitos de mi vida (modificar mi alimentación, ser más activa, 
mejorar mi condición física); en ese momento llevaba 2 meses de paro en la Facultad de 
Filosofía y Letras sin haber tomado ninguna clase. La toma, justificada en todo momento por 
motivos de violencia de género, sería una de las cosas que más marcaría mi vida académica 
como estudiante. A pesar de eso, jamás me desanimé, porque sabía que la lucha y protestas 
de las compañeras encargadas de la toma era justificada y tendría consecuencias que 
beneficiarían a todes. 
Era un día normal de enero, cuando recuerdo haberme despertado y revisar mis redes 
sociales como habitualmente lo hago; lo primero que pude percatar eran los cientos de memes 
que había acerca de lo que serían las primeras noticias sobre la aparición del coronavirus en 
Wuhan, China. Y como cualquier persona, no le tomé importancia ni dimensioné la que 
podría traer consigo este nuevo virus. 
Mi vida seguiría con total normalidad, hasta el mes de febrero, cuando se presentó el 
primer caso de una persona contagiada en la Ciudad de México y otra más en el Estado de 
Sinaloa. En los últimos días de este mes comencé a interesarme por el tema y empecé a hacer 
una investigación más a fondo sobre ello. Recuerdo prender mi televisor todas las mañanas 
mientras comía mi desayuno: lo primero que veía al despertar eran noticias con nuevos casos 
y la propagación acelerada del virus por diferentes países. Para ese entonces, muchos 
conocidos aun no tomaban la situación con la seriedad debida y seguían realizando sus 
actividades con normalidad, mientras que el ambiente se volvía tenso en mi familia y 
comenzábamos a tomar las precauciones necesarias. 
19 
 
Marzo fue el inicio de la época más difícil, pues el virus empezó a extenderse 
rápidamente por la Ciudad y demás estados de la Republica. A pesar de esto, la población 
mexicana no tomó conciencia y recuerdo que el 14 de marzo se celebró un festival llamado 
Vive Latino en el Palacio de los Deportes, ubicado en la alcaldía Iztacalco, al cual asistieron 
miles de personas. Para mí, fue un acto muy irresponsable que el gobierno no haya cancelado 
dicho evento, pues contribuyó a que el virus se siguiera esparciendo sin control por la Ciudad, 
y semanas después, las noticias confirmaron que efectivamente algunas de las personas que 
habían asistido a dicho concierto comenzaron a tener los síntomas del virus. 
Tras esto, el Gobierno estableció un confinamiento obligatorio para los ciudadanos, 
iniciando el 20 de marzo y que hasta la fecha sigue en pie (4 de junio), así como el inicio de 
la Jornada Nacional de Sana Distancia, el día 23 de marzo, en la cual se implementaron las 
nuevas medidas de prevención, la suspensión temporal de algunas actividades y la 
reprogramación de eventos masivos. Dicha jornada finalizó el 30 de mayo y desde su 
conclusión los casos de coronavirus han aumentado. 
Xochimilco es una alcaldía que se caracteriza por ser un lugar donde los habitantes no 
estamos acostumbras a seguir reglas. Cualquier medida de prevención impuesta por el 
Gobierno es inexistente e incumplida aquí. Hay quienes aún, a estas alturas, siguen creyendo 
que el virus no existe, que es una estrategia política o simplemente creen en su inmunidad 
ante dicho virus. No me queda más que resumir todo esto en una palabra: ignorancia. 
Abril y mayo fueron meses complicados para mí, pues tuve que volver a realizar un 
cambio drástico en mi rutina de vida, por el regreso a clases virtuales al levantar la toma 
feminista. Las aportaciones que podía hacer o llevar a mi casa tuve que suspenderlas y 
regresar a mis estudios como normalmente lo hacía el año pasado. 
Los últimos tres meses de mi vida han sido significativos, ya que jamás me había 
tomado un momento para reflexionar sobre la importancia que tiene apreciar las pequeñas 
cosas de la vida, como ir a la Universidad, ver a mis compañeros y maestros, tomar clase, 
estar con mi familia o simplemente poder salir a dar un paseo. Mi vida desde mayo y en los 
pocos días que han pasado de junio se ha resumido en un encierro entre las cuatro paredes de 
mi estudio, con una computadora al frente y mis clases llevadas a cabo mediante plataformas 
virtuales como Google Meet. La incertidumbre de no saber hasta cuándo terminará todo esto, 
hasta cuándo podré salir para compartir un rato con mi familia y amigos me ha llevado a 
tener pensamientos abrumadores. La situación actual me ha afectado bastante, luego de que 
tres de mis familiares se hayan infectado y estén atravesando por este virus, lo cual me tiene 
bastante consternada y me ha dificultado poner todo mi esfuerzo en las actividades 
académicas, sin embargo, estar en esta posición me ha dejado un aprendizaje y es valorar 
cada momento de mi vida y mi desarrollo personal. 
Sin embargo, sé que todas las experiencias que he vivido hasta el momento me servirán 
en un futuro como historiadora, ya que podré analizar este fenómeno desde otra perspectiva, 
20 
 
y con ello, espero poder dejar mis vivencias por escrito a futuras generaciones y que puedan 
servir como una fuente de información más subjetiva. 
21 
 
¿Una nueva cotidianeidad? 
Litzy Mariana Iñigo Sebastian 
Mi confinamiento no empezó con la pandemia del Coronavirus, pero si se agudizó más con 
ella. Lo que me propongo escribir solo pretende dejar cuenta de parte de lo que ha pasado y 
cómo he vivido estos últimos meses, iniciando en noviembre del 2019 y llegando hasta hoy: 
5 de junio del 2020. De manera muy general y sin ahondar demasiado en las cuestiones de 
las que aquí escribiré quiero plasmar algunascosas que pienso, que he visto y que creo son 
motivos por los cuales el 2020 ha sido y será un año histórico, a pesar de que aún no termina, 
por que creo que cuando la pandemia termine nada volverá a ser igual que antes, o por lo 
menos no en la conciencia de varios. 
Empezando noviembre la Facultad de Filosofía y Letras fue tomada por las MOFFyL, 
quienes exigían el cumplimiento de demandas relacionadas con Violencia de Género. Por mi 
parte, ya había estado presente en otros paros de actividades en mi prepa; pero desde un 
principio entendí que no iba a ser igual este paro en la Facultad, en primer lugar por la 
naturaleza de sus motivos y peticiones que, en comparación con los que en su momento tuvo 
mi prepa, estos tenían fundamentos más sólidos, y en segundo lugar, por la mayor fuerza y 
persistencia que las Mujeres Organizadas mostraron tener. Persistencia que no ha sido en 
vano: realmente han logrado muchas cosas, y estoy segura que cuando regresemos a la 
Facultad, ésta no va a ser la misma de antes para nadie. 
Aunque al principio del paro me sentí frustrada porque faltaba tan solo unas semanas 
para que mi primer semestre concluyera lo soporte esperando que pronto se pudiera 
solucionar el problema de forma satisfactoria. Pero pasaron días, semanas, meses y aun no 
se solucionaba nada. El problema en realidad estaba sonando más, y no fue asunto particular 
de mi Facultad, otros planteles empezaron a ser tomados con exigencias similares; y en la 
sociedad, o por lo menos en la prensa y noticieros empezó a oírse con mayor fuerza y 
frecuencia casos de violencia de género, feminicidios y acoso, así como protestas y marchas 
en varios países de latinoamérica, del continente europeo y de otras partes del mundo. Todo 
esto dando cuenta de que la violencia de género es también una especie de pandemia. 
Para ese entonces el brote del nuevo Coronavirus estaba también cobrando la vida de 
muchas personas, pero mayormente en el continente Asiático y Europeo. Y así mismo, desde 
finales del 2019 y principios de 2020, mientras el Coronavirus amenazaba silenciosamente, 
figuraron otros acontecimientos importantes en México y Estados Unidos; en latinoamérica; 
y en países occidentales; cada uno de naturalezas distintas, pero que se relacionaban con 
problemas y quiebres políticos, económicos y sociales (con decir que hubo momentos en lo 
que se creyó que podía empezar una tercera Guerra Mundial; yo no estaba muy segura de 
ello, pero aun así yo veía la situación algo tensa). 
22 
 
A la par de lo que veía que estaba ocurriendo iba creyendo cada vez con mayor firmeza 
que solucionar los problemas lleva tiempo, que no es imposible, pero muchas veces no es 
nada fácil. En principio porque los pensamientos de un individuo dependen de su contexto 
externo, sí, pero también de su contexto más cercano, y son estos demasiado diversos a pesar 
de lo globalizados que estamos actualmente. En mi casa todos pensamos diferente, hacemos 
cosas diferentes, y expresamos las cosas de distinta forma. Pero en mi familia tenemos la 
fortuna de tener una hogar y un lugar seguro, cosas que lamentablemente otras personas no 
tienen, pues la desigualdad es algo que a pesar del tiempo, y a lo largo de los años, nunca ha 
podido desaparecer; si bien se ha vivido de distintas formas, aún se puede seguir hablando 
de desigualdad e inequidad, o incluso injusticia, y esto, ligado al contexto que se vive 
actualmente, agudizan y polarizan a la sociedad, y hacen incluso que reluzcan las 
deficiencias. 
Luego de unas semanas de paro fui trasladando mi ropa y mis cosas de la casa de mi 
tía, donde me estaba quedando entre semana, a la casa de mi mama, en el Estado de México, 
donde literalmente de la avenida México-Texcoco la calle que subo para llegar a mi casa se 
llama “Camino al cerrito” y realmente es un cerrito: aun no esta pavimentado ni hay servicio 
de agua, luz o drenaje oficial. Pero bueno, por un lado me sentí contenta de poder estar más 
tiempo con mi familia ya que antes solo los veía los fines de semana. Con este cambio 
también se modifico mi itinerario de la semana: de ahí en adelante todos los lunes y viernes 
acompañaba a mi padrastro a la hemodiálisis, lo que me ocupaba prácticamente todo el dia; 
por lo menos uno o dos días entre semana salía a hacer compras o de paseo, y el resto de la 
semana estaba en casa. 
Durante un tiempo yo seguía yendo con regularidad a la Universidad y a las asambleas 
que se convocaban. Desde que inició el paro en la facultad y hasta mediados de febrero yo 
seguía saliendo y haciendo mi vida relativamente normal, pues aparentemente tenia mas 
tiempo gracias a no asistir a la escuela, pero en realidad los primeros meses, más que 
dedicarlos a mi, ocupe ese tiempo para ayudar a mi mamá saliendo para comprar cosas que 
hacian falta, ayudándole a arreglar cosas en la casa, (pues tenía poco que nos habíamos 
mudado y aún no terminabamos de acomodar todo), y ayudándole a cuidar o jugar con mi 
hermana de 3 años, así que por un lado aún no estaba confinada totalmente, pero tampoco 
tenía mucho tiempo para mi misma, más que, casi siempre, un dia a la semana y las noches, 
en las que continue con varios libros que había dejado. Retomar la lectura de esos libros 
me ayudó mucho porque a veces era para mí como un pequeño escape de la realidad al final 
del día, un pequeño escape a los problemas que había también en casa debido a algunas 
discusiones, y un escape a los problemas que a veces me aturdian de la sociedad. 
Y así transcurrieron 3 meses contando a partir del mes de noviembre; durante ese 
tiempo hubo momentos agradables, pero también temporadas en los que no me sentía muy 
bien, me sentía cansada y sin ganas de hacer algo, en parte porque aun con el tiempo no me 
acostumbrada a estar mucho tiempo en casa, en parte por cuestionamientos que yo me hacía 
23 
 
sobre la carrera y las decisiones que había tomado hasta ese momento, por la situación de la 
Facultad, y en parte también por las noticias en general de la situación del país, dado que de 
alguna forma algunos problemas del mundo igual podía llegar a afectarnos a nosotros. Tal 
como lo hizo el Coronavirus. Y sin embargo constantemente tenía que estar haciendo algo 
para ayudar a mi mama con la casa y para cuidar a mi hermanita. Francamente fue difícil ir 
acostumbrandome a una nueva cotidianeidad distinta a la de salir e ir a la Facultad; y en esos 
momentos tampoco me imaginaba que aún no terminaban los cambios de la “nueva 
normalidad”, que yo creía iba a ser temporal. 
A principios de febrero empecé a trabajar en un café internet que se encuentra cerca de 
mi casa, de esta forma se agregó una nueva actividad en la semana: ahora solo acompañaba 
al señor a la hemodiálisis los lunes; en principio solo jueves y viernes trabajaba, y un dia a la 
semana seguía destinado a salir; los demas dias estaba en casa. Luego de un mes empecé a 
trabajar también los domingos, y salvo para ir a la hemodiálisis, ya no salía tanto de casa. 
El trabajo no era pesado, ni lo es actualmente, de hecho me ayuda a despejar mi mente 
y distraerme un poco: tengo más tiempo para leer o investigar cosas. Y me permitió además 
percatarme más de cerca de que una gran cantidad de personas en mi localidad aún no están 
muy familiarizados con los medios electrónicos: han llegado personas a pedirme que les 
ayude u oriente incluso a descargar musica, y están teniendo que aprender a usar muchas 
otras herramientas electrónicas, porque por lo menos por donde vivo aun no llegan muy bien 
el internet. Y todo esto da cuenta de una desigualdad existente en el país, pues quienes no 
saben manejar medios electrónicos o no tienen dinero para contratar o ir a un café internet, 
no pueden seguir fácilmente un buen ritmo de trabajo o de tareas en casa. Tal como sucedió 
con el inicio de la pandemia y con las medidas que implementó el gobierno. 
Así empezó a ser micotidianeidad cuando el coronavirus empezó a figurar con mayor 
frecuencia en las noticias de México, esto fue a mediados de febrero. Y en principio cuesta 
trabajo creer que un virus pueda llegar a propagarse a tal velocidad, y cuesta también un poco 
de trabajo aceptar que sea cierto. No debido a falta de información, no, de hecho lo que más 
hubo es información, de distintos medios y con diferentes enfoques (algunos de hecho muy 
conspiracionistas, dado el panorama mundial); cuesta trabajo creerlo por que uno piensa que 
eso no le puede suceder a uno, al igual que lo que sucede con la violencia, uno en principio 
uno no quiere aceptarlo. Y en este punto debo confesar que al principio yo no tomé muy 
enserio la pandemia, pues aunque mi familia y yo si seguíamos las indicaciones no éramos 
totalmente conscientes de lo que estaba pasando. Por lo menos en donde vivo tardó mucho 
en llegar las medidas que el gobierno implementó, como el cierre de negocios, que aún a la 
fecha no ha sucedido en los alrededores de mi casa. 
Lamentablemente tuvo que morir una persona conocida para que mi familia y yo 
fuéramos más conscientes de la situación actual; me di cuenta de todo un proceso, desde el 
hecho de que muchas personas tienen que salir a trabajar porque sino no tienen para comer y 
para cuidar de su familia, que fue el caso del esposo de mi vecina, hasta cuando un familiar 
24 
 
tiene que salir de casa, aun con los riesgos que ello conlleva, para ir al hospital público más 
cercano, que además está saturado, y esperar buenas noticias, teniendo sin embargo, el 
corazón destrozado, pues ya no hablando de cuestiones económicas, un hijo, una esposa o 
esposo, incluso una madre o un padre, un familiar, pierde a un ser querido por causa de un 
virus desconocido del cual aún no hay vacuna. 
A mi me destrozó el corazón ver a mi vecina cuando llamo a la puerta, a las cinco de 
la madrugada, luego de una semana de estar yendo diario al hospital, llorando, destrozada, 
para pedir ayuda para conseguir un taxi o a alguien que la pudiera llevar a esa hora al hospital, 
pues en realidad en esos momentos uno no sabe qué hacer, y pidiendo también ayuda para 
que pudiéramos ver a sus hijos en lo que ella regresaba. Luego, con la muerte llega también 
otros problemas de índole legal, e incluso religioso, pues las funerarias y crematorios también 
están saturados. Y en ocasiones, aunque no me parece muy agradable decirlo, la muerte de 
un familiar provoca también, cuando se tienen bienes, pleitos cuando los papeles no se dejan 
en orden. Tal cosa sucedió con mi vecina. 
Las cifras han ido en aumento desde que el virus llegó a México, y la vida cotidiana de 
todos ha cambiado y abierto surcos en la población. Fue por la emergencia sanitaria que a 
finales de abril la Facultad fue devuelta por las MOFFyL, cosa que en lo particular me 
sorprendió mucho. Y gracias a ello, se empezó a organizar la idea de empezar el nuevo 
semestre en línea, que también ha sido algo nuevo y complicado. Y todo esto lo he visto 
ahora, después de casi 100 días de pandemia en México, y de más de medio año que duró el 
paro en la facultad, cuando, según informes oficiales del Subsecretario de Salud Hugo López-
Gatell, van más de once mil muertes confirmadas hoy en todo el territorio mexicano. Y sin 
embargo, aún hay personas que no creen que exista la pandemia. 
 
 
-Litzy Mariana Iñigo Sebastian. Alumna de la Facultad de Filosofía y Letras de la 
Universidad Nacional Autónoma de México, de la carrera de Historia, a 5 de junio del 2020. 
 
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“Reflexiones en cuatro paredes” 
Ernesto Iván Lizárraga Ibarra 
Desde que se dio inicio a la cuarentena por el Covid-19 (bajo el enredado nombre de “Jornada 
Nacional de Sana Distancia”) no he salido de mi casa, ni siquiera a la tienda que está enfrente 
de ella. No me ha llamado la curiosidad salir a ver como lucen las cosas, con lo que he visto 
en los noticieros me basta para saber cómo está la situación. 
Las muertes que ha acarreado el virus, por fortuna, no han tocado en la colonia que 
vivo (Liberación, de la alcaldía Azcapotzalco) con la fuerza que posiblemente este atacando 
a otras partes de la CDMX. Si acaso, solo me he enterado de una vecina enfermera que 
contrajo el virus y logro salir de ello, y sobre el caso de otro vecino llamado “El Piedra”, que 
se dice que el virus sumado a su diabetes precipito su muerte, mientras otros sostienen que 
murió por una la violencia. No sé, no hubo funeral para aquel hombre. 
Por otra parte, en mi familia integrada por mi abuela, mis dos hermanos y mi madre, 
las cosas han ido bien. Mi madre es la única persona que ha salido para comprar víveres, 
aunque luego parece que usa como pretexto eso para darse paseos por la calle. Mi hermano 
menor le reclama que no debería salir, ya que como mi familia está compuesta por una 
persona de tercera edad y tres con obesidad (mi hermano mediano es el único flaco de la 
casa), si entrara el virus todos pereceríamos sin la oportunidad de llegar al médico; mi abuela 
también habla de este vicio de mi madre por salir a la calle, aunque lo comenta en privado 
cuando ella no está. 
Pese a lo que pueda pensarse de mi madre, ella utiliza el cubrebocas y procura usar las 
medidas de sanidad tanto cuando sale como cuando abre la tienda que poseemos. Situación 
contraria la de nuestra vecina que vive en la misma casa que nosotros. La señora ni siquiera 
busca un pretexto para salir, se va diciendo “voy al parque, al centro comercial, a visitar a la 
comadre…”. No cree que exista el virus, confía en que será como un catarro que con un 
jarabe se pasa. Su hijo es igual, sale a la calle como si todos los lugares estuvieran abiertos. 
A mi familia le preocupa que nuestra vecina este tosiendo sin taparse la boca y 
constantemente. Una vez mi madre le interrogo porque tosía tanto, la vecina le respondió: 
“es que me comí una paleta de helado”. ¡Dos semanas y no se le pasa la tos por una paletita! 
Mi madre y abuela nos dijeron a mí y mis hermanos que no salgamos cuando ella este lavando 
ropa o haciendo cualquier cosa, pues podría contagiarnos fácilmente. 
Cambiando de asunto, los efectos del confinamiento han sido muy distintos en cada 
uno. Mi madre, la única que sale, actúa como siempre. Mi abuela últimamente se ha puesto 
a rezar con más constancia que antes. Específicamente, de 9:00 a 10:00 esta con “el librito” 
del templo al que íbamos antes de la pandemia. Mi hermano menor feliz de no ir a la 
secundaria y de no tener que preocuparse por el Comipems, todo el día se la pasa jugando 
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Fortnite. Mi hermano de en medio divide su día en ver su celular y bajar a hacer ejercicio, 
luego ni desayuna para hacer eso. 
Y yo. El confinamiento ha variado, concretamente desde el inicio de las clases virtuales 
las cosas han cambiado. Antes de que dieran inicio, los días me la pasaba viendo series, 
checando la información del virus en otros países, etc. Entre esos momentos llegaba a leer 
los libros que desde hace mucho compre, pero no era constante en esto; me levantaba y me 
decía a mí mismo “hoy terminare de leerme el Leviatan de Hobbes”, pero al final me quedaba 
viendo la computadora engañándome de que “cinco minutos y empiezo a leer”, pero al final 
llegaba la madrugada y terminaba sin hacer nada. 
Me solía dormir hasta las cinco de la mañana, muchas veces por usar la computadora. 
Se sentía frustrante dormirse tan noche, levantarse tarde y pensar que no estoy haciendo nada 
con mi vida, y eso era lo más tranquilo del asunto. A este sentimiento de frustración por no 
hacer nada se sumaba la ansiedad, la soledad, la melancolía, el insomnio, el miedo. ¿Por qué 
esto? Muchas veces por la saturación de información; viendo tantos datos de cómo estaban 
las muertes por la enfermedad, pensando en cómo podían empeorar las cosas, empezaba a 
nacer en mi la inseguridad y la tensión; otras veces las malas sensaciones aparecíande la 
nada. Verdaderamente, hubo un momento en que me dije “creo que sería mejor no saber qué 
pasa en el mundo, y refugiarme en otras cosas”. Lo peor de esto es que no tenía con que 
distraerme y como calmar la avalancha de sensaciones. Sí, podía ver videos y leer un libro, 
pero eso no me quitaba por completo el temor. 
Antes de la pandemia, siendo yo una persona con credo, cuando tenía un pensamiento 
negativo, nada más con recurrir al templo y oír las palabras de uno de los “pastores” (les 
llamamos “hermanitos”) me tranquilizaba, la certidumbre de que las cosas van a pasar y al 
final todo va salir bien me hacía feliz. Pero con el confinamiento, no tenía a alguien con quien 
calmar mis inquietudes, me enfrentaba a mí mismo, dependía de mi buscar calmar mí espíritu. 
Si hubo momentos donde emocionalmente sentí que toqué fondo. Sin embargo, hubo 
dos cosas que me hicieron salir de esos momentos nublosos; las clases virtuales (de cierta 
manera, lograron distraerme de los problemas que tenía), pero sobre todo mi hermano 
mediano. En los instantes que me sentía mal e intranquilo, me acercaba a mi hermano y 
comenzaba a hablar de aquello que me atormentaba. De cierta manera yo y el compartíamos 
los mismos sentimientos, y por eso intentamos buscar una forma de solucionar el asunto. 
¿Cuál fue la clave que hallamos para olvidarnos de los problemas? Los ridiculizamos. Hubo 
buenos momentos donde yo y él nos la pasábamos horas inventándonos historias en las que 
involucrábamos nuestras inquietudes, pero dándoles un tono humorístico de manera que se 
achicaba el temor. Esa fue la principal forma por la cual conseguí superar varias de mis crisis 
con ayuda de mi hermano. 
Respecto a las clases virtuales, la llegada de estas cambió el panorama. Si antes de estas 
me despertaba a las dos de la tarde y leía en promedio cada dos semanas; con las clases he 
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comenzado a pararme por lo común a las nueve, y leo entre 30-80 cuartillas al día. De cierta 
manera me ha ayudado mucho asistir a las clases, convivir otra vez con los compañeros y 
profesores, no te hace sentir tan solo. Y te recuerda de que formas parte de una comunidad. 
Claro, no todo ha sido grato. Con las clases virtuales la tensión personal se ha 
transformado en tensión académica: la preocupación de entregar un trabajo, la angustia de no 
leer tan rápido, y la ansiedad de conectarse a tiempo a las clases, crea cierto nivel de estrés. 
Otro problema que he sufrido es la molestia visual y los dolores de cabezas. Leer por bastante 
tiempo en el monitor o quedarse horas viendo la clase virtual, llega a cansar la vista; ¡que 
gratas eran las cosas cuando podrías tener tus copias o libro a la mano! 
Otro punto que me ha causado conflicto de las clases virtuales es la libertad total. 
Tienes la capacidad de organizar tu tiempo a tu gusto, no existe la molestia del trasladarse de 
un punto a otro; pero a veces me siento como si este esfuerzo que hago no fuera el suficiente. 
Además, la falta de contacto directo con los compañeros, con los cuales uno cambia puntos 
de vista para retroalimentarte en tu trabajo, es casi inexistente ahora. Cuesta más trabajo pedir 
un consejo a un amigo, contrastar trabajos o distraerse un poco en una plática de camaradas. 
La monotonía de la “libertad” de las clases virtuales no es tan graciosa. 
Eso fue lo referente a las clases virtuales. 
Cambiando de tema, algo que me ha ayudado a que pase bien la cuarentena son las 
llamadas de mi padre. La última vez que yo y mis hermanos convivimos con él, recuerdo que 
nos contaba que el covid era una cortina de humo para algo político. Después dejo de venir. 
Dos semanas de no saber que paso con él, nos llegó una llamada de su parte. Su pensamiento 
había cambiado en todo el tiempo que no supimos de él, ahora nos imploraba no salir, 
exagerar la limpieza y tomarnos no sé qué remedio peruano para hacernos inmunes. Mi padre 
nos habla una a la semana, a veces resultaba un poco tediosa la conversación, pues solo se 
dedicaba a recalcarnos las mismas medidas sanitarias que ya sabíamos, cosa que denota la 
preocupación que siente por mí y mis hermanos. Pero últimamente ya no trata el tema del 
covid como enfoque principal. La última conversación que tuve con él, dijo que esperaba 
terminando esto, festejar los cumpleaños de los cuatro en un mismo día. El mío ya paso, el 
de mi hermano menor también, falta el del mediano y el de mi padre, haber en cuál de los 
dos ya estamos viéndonos de nuevo. 
Y este sería el testimonio de alguien que lleva sus casi tres meses deleitándose con el 
complejo mundo de la vida doméstica en tiempos pandémicos. 
5/06/2020 Modificado el 9/6/20 
 
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Covid-19, experiencia y opinión sobre una pandemia, ¿Verdad o mentira? 
Cristian López Contreras 
El nuevo virus denominado Covid-19 por parte de la Organización Mundial de las Naciones 
Unidas (OMS), derivó una pandemia mundial muy preocupante y con un gran número de 
casos que hasta la actualidad sigue creciendo, ha arrevesado los 6 millones de contagios en 
distintos países (los más afectados han sido Estados Unidos, Brasil y Rusia), en este trabajo 
realizaré la narración de mi experiencia al vivir en México que actualmente ha rebasado los 
100 mil casos. 
El inicio del virus se llevo acabo en el año de 2019 en el mes de noviembre, en la ciudad 
china de Wuhan. Los contagios a lo largo de los días y semanas se comenzaron a multiplicar, 
por lo que distintas noticias ya se había con respecto a este virus nuevo, en el mes de enero 
del siguiente año los contagios seguían creciendo y se veía la posibilidad de que llegará a 
otros países de distintas partes del mundo, esto como era de esperarse ocurrió, comenzó el 
contagio en distintos países europeos entre los más afectados se encontró Italia, España, 
Francia, entre otros. Las autoridades de dichos países salvaguardaban a su nación en una 
cuarentena, mientras que en México la situación se veía preocupante pero aún no creyente. 
Siguió incrementando el número de contagios y llegó a países de América, entre ellos Estados 
Unidos el cual próximamente se convertiría en el país con mayor numero de contagios, 
México, Chile, Brasil, entre otros. A finales del mes de marzo en México, las autoridades 
comenzaron a hacer conciencia en la población de que el virus había llegado y debía de estar 
preparada la gente para enfrentarlo por medio de medidas de seguridad social. 
La situación seguía empeorando, se comenzó con el cierre de escuelas de todos los 
niveles, primeramente se creyó que sólo sería por cuatro semanas, pero entre ellas estaba la 
denominada ”Semana Santa”, la gente dividió sus opiniones, por una parte estaban los que 
eran conscientes de la situación y cuidaban de su vida, por el otro lado se encontraron los que 
no hicieron caso y pensaron que era una situación no tan grave, la gente salía sin ser 
conscientes del riesgo que corrían, los casos aumentaron por lo que el gobierno de México 
decidió cerrar todo tipo de establecimientos durante el mes de abril, que próximamente se 
daría hasta el mes de mayo. 
Con todo lo anterior dicho me permito destacar mi experiencia y opinión, al momento 
en el que se comenzó a difundir la noticia de que el virus había llegado pensé que sería fácil 
tratar la situación y que tal vez el gobierno se estaba apresurando en tomar medidas tan 
radicales. Con el incremento de casos se me comenzó a ser peculiar y relevante, pero a la vez 
extraño, debido a que las autoridades hacían mención que el uso de cubrebocas no era 
esencial si se mantenía una distancia predeterminada, el país hizo una primer llamada al 
confinamiento, el cuál se creía que sería a mediados del mes de abril teniendo el pico máximo 
de la pandemia entre la primera y segunda semana de dicho mes, pasado ese tiempo el número 
de contagios creció por lo que se hizo una segunda llamada al confinamiento hasta el primer 
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día del mesde mayo con un cierre de mayor número de establecimientos, dónde mi mamá 
fue descansada de su trabajo al igual que mi papá de manera indefinida, salvaguardados en 
mi casa los días pasaban mientras acatamos las medidas de seguridad preocupados por la 
situación, una vez pasada esta segunda llamada, se mencionó que se haría una tercer llamada, 
la cuál se prolongaría hasta el mes de junio, esto nos pareció extraño, porque ya después de 
dos llamadas no se veía el día que todo culminaría, por lo que en mi casa se fue perdiendo la 
credibilidad pero decidimos no arriesgarnos y seguir acatando las medidas, pero distintas 
personas cercanas a mi familia a quienes lamentablemente perdieron a un familiar hicieron 
de nuestro conocimiento que en los hospitales donde falleció su familia se les hizo el 
ofrecimiento de pedir que aceptaran que sus familiares murieron a causa del virus y como 
recompensa los gastos funerarios correrían por parte del hospital. 
Dicha noticia nos resultó muy particular, pero la consideramos no tan verdadera pero 
tampoco falsa, siempre y cuando no podíamos confiarnos de lo que nos dijera cualquier 
persona. Algo que nos disgustó es que en varias entidades del país se hizo obligatorio el uso 
de cubrebocas, pero las autoridades hicieron mención que no era necesario por lo que dijimos 
que ellos tenían que poner el ejemplo, pero sólo entran en contradicciones y aplazamientos a 
la situación, sin estar consientes que muchas personas viven de lo poco que venden y estás 
personas son las que más sufren. 
Como conclusión diría que hasta el momento no conozco a nadie que haya padecido 
dicho virus, lo cual me hace dudar de su existencia, pero no descarto la posibilidad de que 
exista, de igual manera se me hizo un fracaso las acciones que llevaron acabo las autoridades 
del país cayendo en una contradicción de opiniones. 
 
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Experiencia en esta cuarentena. 
Andrés Fernando López Ramírez 
Cuando dieron el aviso de que había llegado el virus a México, yo decidí resguardarme 
voluntariamente, tanto para el bien de mi papá como el mío, pero cabe recalcar que fue desde 
antes que me resguardé en casa cuando supe que el virus ya había llegado a territorio 
nacional. 
Les daré un antecedente que considero que es importante dentro de mi experiencia. 
Una semana antes de que dictaminaran la Jornada Nacional de Sana Distancia por parte de 
las autoridades sanitarias, yo fui a recoger mi identificación oficial de elector (que 
anteriormente había tramitado); por lo tanto, me tocó ver y vivir las primeras medidas 
precautorias para evitar la propagación del virus (cabe aclarar que para ese momento aun 
habían pocos casos y casos sospechosos). Las medidas que yo presencié fueron las siguientes: 
la distancia de más de 1.5m de distancia entre cada persona, la entrada al módulo del INE era 
restringida (solo podían pasar las personas que pudieran sentarse, dado que solo había un 
número limitado de sillas que se encontraban dentro), el uso de cubre bocas por parte de los 
trabajadores y dispensador de alcohol-gel. Fue la única vez que salí de mi casa cuando supe 
que ya había casos de COVID-19, y solo con eso me pude percatar de las prevenciones que 
se quisieron tener para evitar la propagación masiva de la enfermedad. 
Ahora bien, al principio que comenzó la cuarentena, llegué a percibir que todo el 
mundo estaba entrando en pánico, ya que como cualquier otra enfermedad a lo largo de la 
historia, se desconocía mucho sobre el comportamiento del virus. Mientras que otras 
personas, estaban bastante escépticas, e incluso he llegado a leer teorías sobre que no existe 
el virus y que solo es una estrategia del gobierno para distraer a la población. 
Creo pertinente mencionar que dentro de mi familia hay personal que pertenece al 
sector salud (mi papá y mi mamá), por lo que en estos momentos en el que estoy escribiendo 
esto, siento un temor tan profundo por cómo estará la salud de mis papás mientras que se 
encuentran trabajando y arriesgando su vida para salvar muchas mas vidas. 
Bien, después de saber más al respecto sobre el virus ya me quedé en mi casa 
definitivamente, pero aunque yo esté en resguardo, no estoy exento de un contagio dado por 
lo que voy a explicar a continuación. 
Como anteriormente lo mencioné, desde el comienzo de la alerta, me he estado 
resguardando en mi casa, pero dada la situación en la que está mi papá, cada vez que llega 
mi papá de trabajar, tengo que ayudarle a sanitizarse, aunque él tenga todas las medidas 
correspondientes, no estamos exentos de cualquier amenaza, por lo que ya tenemos ya un 
protocolo para que entre a cada y no corramos tanto riesgo de enfermarnos. Las medidas que 
aplicamos son las siguientes: el aseo de su calzado, rosear con un desinfectante en aerosol 
para su ropa de civil que trae puesta. Desgraciadamente no vivo con mi mamá, pero eso no 
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es una excusa para no estar en contacto con ella, cada vez que hablamos, ella me dice que se 
encuentra bien que aplica las medidas para su bienestar y el de mi hermana. 
Dado que vivo en una zona bastante concurrida (cerca de la Central de Abastos); que 
es uno de los lugares con más índice de contagios, muy pocas personas acatan las 
recomendaciones que dieron la Secretaria de salud. Aunque siguen saliendo sin las medidas, 
estoy consciente que son personas que probablemente vivan al día y no tengas las mismas 
posibilidades que nosotros para quedarse resguardados en su domicilio, pero lo menos que 
acaten las medidas necesarias para disminuir el índice de contagios. 
Ya para finalizar, durante esta cuarentena he tratado de distraerme, tanto haciendo 
ejercicio para cuidar mi salud, también he tratado de hacer arte, como relieves y por último, 
también he estado hablando con mis amigos, que gracias a ellos, se vuelve mas ameno este 
resguardo. 
 
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Mi experiencia con la crisis pandémica del país y el aislamiento 
Abraham Tonatiuh Medina Reyes 
Seguramente en algún momento se esperaba que hubiera una pandemia, por alguien, por 
expertos con pronósticos basados en la actividad humana. Yo no. Yo no esperaba que llegaría 
a sentir que el mundo, que de por si es ya complicado se complicaría más. Nadie esperaba un 
año atrás que habría que enfrentar una situación y que casi al azar, con un miedo latente 
podríamos morir o no. 
Las problemáticas de cualquier tipo siempre han sido organizadas en mi cabeza como 
algo interno y externo. Lo interno, algo profundo y arraigado a las experiencias, a la memoria, 
sentimientos; una complejidad individual que se forma al paso. Que existe aunque ignoremos 
que está ahí. Cuando se hace uno consiente de las problemáticas, del caos interno que 
normalizamos en estos tiempos, de la ansiedad que genera el mundo donde aun con la 
fortaleza no basta para salir adelante encontramos una respuesta que no satisface como te 
encuentras y te pones a pensar y a pensar queriendo entender el significado de vivir. Podemos 
ver un sin sentido, una acumulación de azares que nos permitieron, como seres humanos 
alcanzar este punto en el tiempo y espacio. En donde somos tan conscientes de lo que somos 
que deja de sorprendernos y maravillarnos y en donde la muerte significa un gran nudo que 
no podemos quitar al final de la cuerda. 
Cuando se forma parte de una sociedad se sobre entiende que debe haber una 
funcionalidad en cada persona. En donde no podemos parar, porque detenerse significa 
fracasar. Una competencia constante es natural, se necesita para poder mantener un filtro en 
la población, donde un equilibro permite coexistir. Pero el mundo que creamos no se maneja 
así. El mundo moderno, sobre poblado lleno de facilidades, pero tan lleno de carencias. Una 
complejidad que se desdobla en cada punto de estudio donde todo va siendo cada vez 
especifico. Donde encajar es vivir y seguir una razón de existir. Existir. Saber que existo. 
Saber que vivo. Saber que

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