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RESUMEN DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES - CAT KUTRUMBA

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RESUMEN DIAGNÓSTICO Y TRATAMIENTO DE NIÑOS Y ADOLESCENTES – CAT.
KUTRUMBA
La entrevista inicial con los padres – Arminda Aberastury
Cuando los padres deciden consultarnos por un problema o enfermedad de un hijo 
se les pide una entrevista, advirtiéndoles que el hijo no debe estar presente, pero si 
informado de la consulta.
Datos básicos que necesitamos conocer antes de ver al niño:
1- Motivo de la consulta: en esta instancia hay que tratar de disminuir el monto 
de angustia inicial en los padres ya que, al principio, es muy difícil para ellos 
hablar de lo que no anda bien en y con el hijo; y esto se logra al hacernos 
cargo de la enfermedad o conflicto y enfrentarnos con éste desde el primer 
momento, situándonos como analistas del hijo. Debemos hacerles sentir que 
todo lo que recuerdan sobre el motivo de consulta es importante para 
nosotros. Al sentirse aliviados recuerdan más correctamente los 
acontecimientos sobre los cuales los interrogaremos en la segunda parte. 
2- Historia del niño: nos interesa saber la respuesta emocional (en especial de la 
madre) ante el anuncio del embarazo, si fue deseado o accidental, si hubo 
rechazo abierto con deseo de abortar e intentos realizados, o si lo aceptaron 
con alegría. Se les pregunta luego cómo evolucionaron sus sentimientos, si lo 
aceptaron, se sintieron felices o se ilusionaron, porque desde que un niño es 
concebido todo lo que acontece es importante en su evolución posterior.
3- El día de vida: la reconstrucción de un día de vida del niño debe hacerse 
mediante preguntas concretas que nos orientes sobre experiencias básicas de
dependencia e independencia, libertad o coacción externas, inestabilidad o 
estabilidad de las normas educativas, del dar y recibir. Sabremos así si las 
exigencias son adecuadas o no a la edad, si hay precocidad o retraso en el 
desarrollo, las formas de castigo y premio, cuáles son su capacidad y fuentes 
de goce, y sus reacciones frente a prohibiciones.
4- Relaciones familiares: en este punto final de la entrevista nos limitaremos a 
consignar la edad, la ubicación dentro de la constelación familiar, a saber si 
los padres viven o no, profesión o trabajo que realizan, horas que están afuera
de la casa, condiciones generales de vida, sociabilidad de ellos y de sus hijos.
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El consultorio, el material de juego, el cajón individual; problemas técnicos que 
surgen de su manejo diario – Arminda Aberastury
El aspecto del consultorio debe ser por sí mismo la regla fundamental, sin que se le 
explique al niño lo que debe hacer, por lo cual en la primera sesión los juguetes y 
objetos que le hemos destinado se colocarán sobre una mesa, preferentemente baja,
de modo que al entrar tenga una visión completa de lo que le ofrecemos para 
comunicarse con nosotros. Existe material estándar que satisface las necesidades de 
un niño hasta 4-5 años y con pocas modificaciones sirve también para niños de más 
edad; cubos, plastilina, lápiz, papel, lápices de color, goma, goma de pegar, algunos 
muñecos pequeños, trapitos, piolín, autos, tacitas, platitos, cubiertos, cortaplumas y 
tijeras. 
Es necesario un mueble con cajones en los que se guarde el material que le 
dedicamos a cada paciente. Cada cajón debe quedar cerrado con su llave al final de 
la sesión, para ser abierto al comienzo de la siguiente sesión.
El cajón individual cobra progresivamente enorme importancia, aunque no siempre 
esto se exprese abiertamente. 
Es frecuente que un niño quiera llevar a su casa algo del material del cajón, esto debe
ser evitado con la interpretación adecuada; también sucede que el niño traiga algún 
juguete de su casa, con lo que suele querer mostrarnos algo de la vida familiar. 
Determinados elementos que se ofrecen al niño para facilitar la comunicación 
preverbal son básicos y deben ser renovados siempre que sean útiles para expresar 
algo. 
Al finalizar la hora guardamos los juguetes en su cajón y le señalaremos que ese 
material le pertenece; que el cajón quedará cerrado con llave y que nadie tendrá 
acceso a él; que todo lo acontecido durante la sesión será mantenido en un reserva 
absoluta por nuestra parte; el horario semanal convenido; y que todo cambio o 
entrevista con sus familiares se discutirá con él y luego se comunicará a los padres.
Este cajón individual que le ofrecemos al niño al iniciar el tratamiento se constituye 
desde el primer momento en el símbolo del secreto profesional.
La primera hora de juego, su significado – Arminda Aberastury
Según A. Aberastury ya durante la primera sesión aparece en el niño la fantasía de 
enfermedad o de curación, el niño sabe que está enfermo y comprende y acepta el 
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tratamiento. Con la técnica de juego comprobó que el niño nos comunica desde la 
primera hora cuál es su fantasía inconsciente sobre la enfermedad o conflicto por el 
cual es traído al tratamiento y en la mayoría de los casos, su fantasía inconsciente de 
curación. 
Piensa que si surgen tan inmediatamente es debido a la presión del temor a que 
repitamos la conducta negativa de los objetos originarios que le provocaron la 
enfermedad o el conflicto. Junto a ese temor, evidencia el deseo de que no seamos 
como ellos y asumamos un nuevo papel en el que le demos lo que necesita para su 
mejoría. 
Este proceso es vivido por él como un nuevo nacimiento; la separación inicial de los 
padres y la entrada en el consultorio suelen acompañarse de las ansiedades que 
experimentó al nacer. 
En su fantasía de curación expresa el anhelo de cambio del mundo exterior real y su 
deseo de curar su compulsión a la repetición de las experiencias que lo dañan.
El temor de repetir su relación con el objeto originario es lo nos que transforma en 
alguien de quien desconfía. Dicho objeto cargado de frustración y miedo proyectado 
en el terapeuta transforma a éste en alguien temido por el niño y de quien espera 
que adopte la misma conducta negativa de sus padres y lo ataque. Este objeto 
originario, en sus aspectos amados, en cuanto lo ha satisfecho en sus necesidades, 
confiere al terapeuta los atributos necesarios para curarlo. Esta doble fuente de la 
transferencia debe ser interpretada desde el primer momento. 
Es fundamental que desde el primer momento asumamos el papel de terapeutas 
porque esto ayuda al niño a ubicarse como paciente y a ir haciendo consciente lo que
ha mostrado como fantasía inconsciente. 
Ya frente a los padres habremos aclarado nuestro papel de terapeutas del niño y no 
de ellos, que confirmamos al no pedirles cambios en su vida familiar y anticipándoles
la reserva que mantendremos con las sesiones del hijo.
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Los signos del juego: la puesta en acto de la lengua como discurso de la infancia 
– Norma Bruner
1- El juego como hecho de lenguaje: consideraremos al juego como formación 
de lo inconsciente y estructurado como un lenguaje. Si tomamos el concepto 
de ‘valor’ propuesto por Saussure, notamos que el valor del juego, su cuerpo, 
está hecho de lenguaje. Podríamos también formular que en el juego el 
lenguaje toma forma de juego, y apuntalándose en el juego, se incorpora, 
resultando como efecto que el niño, es el agente pero a la vez el producto de 
esta operación (sujeto y objeto). En los juegos, los representantes del sujeto 
(los juguetes) hablan de su lugar como objeto de deseo, respecto del Otro 
primordial. Los objetos de juego (juguetes), dicen aquello que el niño les hace 
decir, ya que aún no puede asumir lo dicho en nombre propio como ‘su’ 
discurso. Un niño trabaja en el juego con aquello que del discurso del Otro, en
sus intervalos, puede encontrar oposición, corte, diferencia, negación, 
separación y torsión en juego al producir versión. Para ello, los objetos del 
niño deberán soportar, apuntalar, portar improntas, impresiones, marcas, 
signos y huellas de restos ‘vistos y oídos’ tempranamente. Luego, podrá 
apropiarse de sus impresiones y sostener sus puntos de vista.
2- El valor del juego: a) el juego en la infancia es la ‘puesta en acto’ de la lengua 
como discurso;b) el niño hace entrar en acción a la lengua al jugar, y mientras
se juega la lengua se incorpora y llega a devenir como discurso; c) el juego 
sería la puesta en acto de la lengua como discurso y de ello surge su valor 
clínico; d) el juego en transferencia durante un tratamiento analítico con un 
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niño, no es un juego cualquiera, el analista forma parte de él y de sus 
condiciones; e) la operación de un analista es la que permitirá al niño producir
su juego y enlazarlo como juego de transferencia; f) si la intervención fue 
eficaz, el juego en transferencia tomará valor para la historia de ese 
tratamiento y para la historia de ese niño.
3- El juego es la Represantanz de la Vorstellung.
Destinos adolescentes – Ricardo Rodulfo
1- La segunda deambulación: se trata de un retorno a lo exploratorio al principio
de la pubertad y la adolescencia, implica una nueva autonomía de 
movimientos que gana la calle y la noche, también un nuevo distanciamiento-
extrañamiento de lo familiar y una nueva posesión del lenguaje que se pone 
más al servicio de la intimidad, en particular con los pares. Ahora la 
exploración recae sobre lo que hasta hace poco estaba prohibido (el deseo de 
abolir todo límite y cuáles son los nuevos límites de un cuerpo que se siente 
tan cambiado). Pero el juego exploratorio se abre también a caminos menos 
problemáticos en apariencia, impulsando la curiosidad del adolescente para 
aprender un instrumento, un idioma, etc.
2- Lo lúdico en la adolescencia toma como blanco el cuerpo impropio, volcando 
sobre él toda una máquina de escrituras: tatuajes, perforaciones, teñidos 
chocantes, vestimenta más próxima al disfraz, muchos adolescentes se 
disfrazan más que se visten; lo importante es acostumbrarse a considerar 
todo esto como juguetes. En todo este largo proceso, se juega 
simultáneamente con el género: una vez más el adolescente lleva al límite los 
criterios de delimitación de lo femenino y lo masculino, a la vez que inventa 
otras variantes para las elecciones homosexuales o travestistas. El travestismo
es un rasgo común durante la adolescencia, es una de las variantes del 
disfraz. A través de esta red de juegos sobre su corporeidad, el adolescente 
trabaja para inventarse a sí mismo. Construye una máscara que bordea entre 
lo lúdico y lo defensivo, y una obediencia secreta a ñas instituciones que 
formalmente desafía. Si la cualidad lúdica florece y no se apaga, hay eso que 
se nombra ‘subjetividad’.
3- El adolescente también juega con elementos políticos, ideológicos, incluidos 
los espacios configurados por sus pares. Juega a adoptar posturas a favor y en
contra, se hace ecologista o vegetariano, hace un retiro espiritual, se acerca a 
una villa de emergencia como voluntario, etc. Un juego no supone la misma 
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continuidad que una militancia propiamente dicha, y él juega a tomar dichas 
responsabilidades.
4- Es vital que el corazón de la sexualidad en lo que tiene de más corporal sea 
penetrado hasta su fondo por la cualidad de lo lúdico, es decir, que el jugar 
domine, regule hasta cierto punto la impulsividad de lo sexual, que lo 
gobierne el jugar y no la represión. Es que el jugar es un medio único de 
elaboración de experiencias y de elaboración para que ciertos impactos, 
estímulos se conviertan, al cabo de un proceso, en experiencias propiamente 
dichas en lugar de vivencias de las que hay que defenderse. Si este medio de 
elaboración falla, el sujeto no cuenta con nada equivalente. 
Lo exploratorio se intrinca con secuencias de tipo narrativo que el adolescente
extrae de relatos, películas, telenovelas, material pornográfico, etc., para 
ordenar sobre esa base sus propios juegos, los masturbatorios y los que se 
dan con el otro. El principal punto por explorar son las nuevas sensaciones 
genitales.
También encontramos todo un despliegue lúdico dirigido a la invención de 
conflictos amorosos y de conflictos entre atracciones y reglas que imponen 
deberes. Por ejemplo, la fascinación por quien es indiferente y la triangulación
que se procura al enamorarse de un ex de la amiga íntima. Es como jugar a 
una suerte de prohibición del incesto, pero no edípica, sino entre pares.
El adicto y su familia – Hugo Mayer
Rasgos comunes en este tipo de patología:
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1- Hogares incontinentes y borramiento de la figura paterna: 
 Relaciones narcisistas expulsivas: 
A) El padre, la madre o ambos, entablan con el hijo un vínculo 
ambivalente con un fuerte componente de hostilidad. Esta 
hostilidad puede ser debida a rivalidad, celos o envidia al 
actualizarse sentimientos dormidos hacia personajes pretéritos que
son transferidos al niño.
B) Uno de los padres o ambos, lo abandonan o ignoran afectivamente.
Lo más frecuente es que se trate de embarazos no deseados.
C) La interdependencia alude a aquellas parejas que viven en una 
burbuja de amor narcisista delegando sus responsabilidades 
parentales o, lo que es más común, pelean todo el tiempo sin 
prestarle atención al hijo, o bien discuten y se posicionan en polos 
antagónicos siendo uno demasiado complaciente y el otro 
demasiado restrictivo.
 Relaciones narcisistas retentivas: 
A) Ambos padres sobreprotegen al hijo, sobreprotección que puede 
ser reactiva a una hostilidad inconsciente.
B) Lugares invertidos por los que el hijo suele dormir con la madre y el
padre con su hija. 
C) El hijo es convocado como aliado por uno de los conyúges para 
reforzar la exclusión del otro. 
 Padres perturbados por neurosis, psicopatía o por trastornos 
fronterizos: las psicopatías se caracterizan por un modelo de 
deshonestidad y de falta de compromiso afectivo. También con los 
hijos, los padres mienten, niegan lo evidente y hacen de la transgresión
una norma. Son real o potencialmente violentos y tienen facilidad para 
actuar sus impulsos incestuosos. Los hijos crecen en un clima de 
inestabilidad con constantes frustraciones y marcada intolerancia para 
la espera. 
Los padres con características fronterizas son igualmente inestables 
pero el rasgo más notable es su falta de adecuación de sus respuestas 
a los requerimientos del hijo, padecen un déficit en la comunicación 
empática con el niño. Suelen pasar intempestivamente de la 
sobreprotección a la expulsión frente a mínimas frustraciones en sus 
expectativas (hogares espasmódicos).
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Frente a estos hogares, incontinentes, expulsivos, retentivos o 
espasmódicos, el niño frustrado y desorientado suele retraerse a su 
intimidad. Tiene razones para desconfiar de su entorno del que 
necesita pero del que debe apartarse por el sufrimiento que le 
ocasiona. Es habitual que se distancie del mundo y se refugie en su 
fantasía, o bien, que apele a una armadura reactiva para disimular su 
dependencia e inseguridad tras una fachada autosuficiente y hosca. 
Crea una imagen de cómo le gustaría ser y se aferra a ella 
defensivamente, como si fuera lo único que podría salvarlo; las drogas 
le permiten acariciar la ilusión de fundirse con ese ideal maravilloso, 
representado por una imagen idealizada de sí que lo cautiva, aunque 
presienta que morirá en el intento. 
2- Alianza madre-hijo y caída de la figura paterna: por un lado, es frecuente una 
madre, hermana o abuela que son sobreprotectoras desmedidamente, es 
decir, incapaces de poner un límite lo que es tan traumático y poco 
estructurante como el abandono materno, porque no hay una ley que marque
la frontera entre lo permitido y lo prohibido. No hay ninguna falta en lo 
material de modo que el chico crece aburrido, anhelando tener algo que le 
falte, esto es, anhelando tener deseos. Por otro lado, suele suceder que el 
padre queda excluido y relativamente ‘ausentificado’, por distintas 
circunstancias, como figura de autoridad; es así que se cristaliza una alianza 
madre-hijo. La madre con ciertas frustraciones como mujer no puede 
entregarle su amor al hombre que, por varios motivos, le desconfía, entonces 
se lo entrega a su hijo en quien se vuelca sin reservas pretendiendo colmarlo, 
que a él no le falte loque a ella. La madre o los padres en esta posición, no 
sólo han procurado la satisfacción material a las demandas del chico, también 
han minimizado errores, han negado sus problemas tratando de justificarlos o
encubrirlos. Estas son las primeras raíces de quien se estructurará, acorde con
esa matriz, como un sujeto mentiroso, irresponsable e incapaz de una 
autocrítica sincera. La alianza con la madre comienza a resquebrajarse en la 
pubertad. Aparece entonces la necesidad de asumir sus cambios corporales y 
su identidad sexual, lo que supone dejar de funcionar como una parte de ella, 
entonces se aleja, ahora buscará cobijarse en sus pares a los que idealiza 
porque los ve como modelos de rebeldía que le ofrecen no sólo un lugar de 
pertenencia protector, sino iniciarlo en el mundo ‘mágico’ de las drogas.
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La droga es para el chico algo parecido a lo que su madre fue para él y a lo 
que él fue para su mamá: la concreción de un ideal con el que se entabla un 
vínculo de secreta complicidad, que procura un goce autoerótico, otorga una 
sensación de unidad y de omnipotencia y se ofrece como refugio o 
compensación frente a las exigencias del mundo.
3- Defensas y abordajes: los primeros tramos de una terapia de las adicciones 
debe apuntar a ir desarrollando o reforzando ese encuadre interno que en lo 
social está representado por la ley, en lo familiar por la normatividad derivada
de la autoridad paterna y en lo intrapsíquico por la censura. Para lograrlo 
hace falta un programa que acompañe las normas que se exigen, de 
información, humor, amor, y una experiencia vivencial que las hagan 
aceptables para el sujeto. Las actividades grupales y comunitarias (laborales, 
deportivas, artísticas, recreativas y psicoterapéuticas) prestan un gran servicio
en ese sentido. 
Recién cuando un ordenamiento así se vaya consolidando se podrá pasar en 
forma gradual a fases más avanzadas en las que se promueva una 
instrospección descubridora de conflictos escondidos, sobre todo personales 
y familiares. 
4- Factores de riesgo y rasgos para un perfil familiar de tóxicodependientes: 
Hogar incontinente caracterizado por notable abandono parental; los padres 
pelean con frecuencia y se desacreditan frente a los hijos; exigencias 
normativas poco razonables, incoherentes o contradictorias; padre brutal e 
intolerante o exageradamente permisivo; alianza de uno de los padres con el 
hijo/a con exclusión del otro cónyuge; pasaje intempestivo de una actitud 
sobreprotectora a otra desprotectora; distancia física o afectiva; duelos no 
elaborados; malos modelos; el hijo único, sobreprotegido y/o aislado de sus 
pares.
El estilo adictivo familiar: remite al modo con que se encaran los conflictos en el
núcleo de origen. Estas familias reaccionan desorganizándose frente a las 
situaciones conflictivas y procuran restablecer el equilibrio, apartarse del 
dolor más que por el camino elaborativo por el camino de la renegación y la 
oclusión.
El mandato heroico: remite a una ‘huida hacia adelante’, a una especie de 
salida contrafóbica para enfrentar dificultades. Los padres en estos casos 
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creen ayudar a sus hijos en dificultades empujándolos a que las enfrenten con
coraje más que con capacidad o entrenamiento. 
Juego, fantasía: del más allá al espacio transicional – Marta Lewin
Huizinga toma al juego como principio básico y fundamental de la cultura. Demuestra
la influencia que el mismo ha tenido en el campo del derecho, la guerra, el saber, la 
poesía, etc. Recupera el valor histórico y filosófico del juego.
Cree, examinando el accionar humano, que todo se resume en el juego. Todo juego 
es, antes que nada, una actividad libre, no es una tarea.
El niño que juega sabe de su estado, puede reconocer el ‘como si’ del jugar. Sin 
embargo el adulto que juega puede olvidar su condición de jugador. 
El juego se aparta de la vida corriente por su lugar y por su duración. Se juega dentro
de determinados límites de tiempo y espacio. Presenta la posibilidad de repetición, 
se despliega en compañía de otro, es tensionante e incierto, el juego crea orden, es 
orden y tiene a la belleza y a la nobleza. Cada juego tiene sus reglas propias, en 
cuanto se transgreden se deshace el campo de juego.
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La palabra juego designa para Caillois no sólo la actividad específica a la que se 
refiere, sino también a la totalidad de las figuras, símbolos e instrumentos necesarios
para el funcionamiento de una experiencia lúdica. 
Todo juego es un sistema de reglas que definen qué es o no es juego, lo permitido y 
lo prohibido. Por otra parte, el juego se debe definir como una actividad libre y 
voluntaria, como fuente de alegría y diversión; un juego en que se estuviera obligado
a participar pierde su condición como tal. 
El deseo de jugar es lo que mantiene la condición de juego. 
El juego ejercita para la vida acrecentando toda capacidad de salvar obstáculos o de 
hacer frente a dificultades. Todo lo que es misterio está próximo al juego. 
El juego es una ocupación separada, aislada del resto de la existencia y realizada 
dentro de límites precisos de tiempo y espacio. Toda contaminación con la vida 
corriente amenaza con destruir su naturaleza. 
Caillois clasifica modos y tipos de juego según 4 categorías a las que añade estilos de
corrupción: 
1- AGON: aquí se trata de poner en juego la rivalidad en torno a una cualidad: 
rapidez, resistencia, vigor, memoria, habilidad, ingenio, dentro de límites 
definidos y sin ninguna ayuda exterior. Esta es la regla de las competencias 
deportivas. El agon se presenta como la máxima forma del mérito personal. 
La violencia, el deseo de poder, la astucia, son modos corruptos de esta 
categoría de juegos. 
2- ALEA: todos los juegos basados en una decisión que no depende del jugador 
sino del destino, y según el autor son los juegos humanos por excelencia. El 
alea niega el trabajo, la paciencia, la habilidad, la calificación; elimina el valor 
profesional, la regularidad, el entrenamiento, es un abandono del destino. La 
superstición, la astrología son manifestaciones de corrupción de alea. 
3- MIMICRY (mimetismo): el sujeto juega a hacerse creer o a hacer creer a los 
demás que es otro, finge otra personalidad. El placer consiste en ser otro o en 
hacerse pasar por otro. La representación teatral y la interpretación dramática
son parte de este grupo. El desdoblamiento de la personalidad es un modo 
alterado de este tipo de juegos.
4- ILINX: busca el vértigo, intenta destruir por un instante la estabilidad de la 
percepción y someter a la conciencia a una especie de pánico que logre 
destruir o modificar la realidad. El mareo infantil, el sube y baja pueden 
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considerarse ejemplos. El alcoholismo y las drogas constituyen modos 
desviados de esta categoría de juegos. 
Enfoque psicoanalítico sobre el juego – Marta Lewin
Freud describe los juegos de movimiento (por ej. la hamaca y el subibaja), destaca la 
preferencia de todos los niños pequeños por dichos juegos y los enlaza a 
sensaciones placenteras de carácter sexual. El juego está relacionado al placer, se 
juega por placer.
 Juego está asociado a placer, y jugar da lugar a mayores niveles de estructuración 
psíquica. 
Freud ubica al juego infantil como actividad preponderantemente de la infancia, lo 
equipara a la creación literaria, al ensueño diurno y al humor. Ubica la fantasía como 
heredera del juego. Trabaja los aspectos más creativos del juego. 
El juego, explica, ha sido placer al que no se renuncia, se permuta, lo que antaño 
constituyó el placer del juego hoy será el placer del fantaseo. Freud sostiene y 
desarrolla la hipótesis del juego por placer. Se juega por placer, placer del 
pensamiento, de la palabra, de la sexualidad, de la creación. 
‘Fort-da’, descripción de un juego infantil, marca un giro en la concepción freudiana 
sobre el juego. En primer lugar, la repetición del juego del arrojar, es explicada 
parcialmente como un deseo de dominar la indeseable partida de la madre, 
pasivamente sufridapor el niño. El autor otorga un primer significado al juego del 
arrojar como aquel en el que el niño sin riesgo alguno puede descargar fantasías 
agresivas y de amor frente a su madre. La hipótesis en cuestión es la de que todo 
juego tiene un significado inconsciente. En segundo lugar, la repetición de la vivencia
displacentera permite cierto dominio de la situación, se repite activamente lo que se 
sufrió pasivamente. En tercer lugar, tal vez como planteo nuevo y original, Freud 
plantea la problemática de la repetición, ¿Por qué el niño repite lo desagradable?, ¿Es
lógico que se repita lo indeseable? Insistir con el mismo suceso traumático, repetir el 
trayecto primero del juego ‘fort’, es un sin sentido desde el punto de vista de la 
economía psíquica regida por el principio de placer. La teoría, de la mano del juego, 
hace lugar a la compulsión a la repetición. 
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Freud opera con el ‘fort-da’ como modo de cuestionar el principio de placer. Lacan 
para ejemplificar la desaparición del sujeto. ‘Fort-da’ implica así la pérdida del Otro 
primordial, la madre, que surge entonces en su dimensión e inscripción simbólica. 
‘Fort-da’, inicio del juego simbólico, supone la simbolización de la ausencia. Es una 
divisoria de aguas, hay un antes y un después en la constitución de un sujeto a partir 
de la instalación del ‘fort-da’. Es un arrojar un carretel y reencontrarlo, es constituir y 
fundar un espacio, y es un logro cultural que supone tolerar la espera, renunciar a la 
satisfacción pulsional inmediata, soportar la ausencia, simbolizar. 
En Lacan el espacio lúdico se organiza alrededor de una función de falta y de 
repetición, espacio vacío que da lugar a la aparición de un sujeto barrado, más ‘fort’ 
que ‘da’, constante que remite a su característica mortífera. 
Melanie Klein hace su aporte al análisis de niños centrado en la técnica del juego. Su 
contribución se ubica en el juego que se desarrolla dentro del setting analítico. Se 
trata de pensar que el juego puede ser interpretado, que sus contenidos son 
manifestaciones del inconsciente, y que el juego es un canal de representación 
indirecta de deseos, fantasías, experiencias. Melanie Klein da un paso decisivo 
cuando jerarquiza el juego del niño, al darle el mismo estatuto que la asociación libre
verbal en el adulto. Este procedimiento autoriza el trabajo psicoanalítico con niños. 
Klein comparte con Freud la hipótesis de la sexualidad infantil, para ella el juego es 
de carácter sexual. El juego permite la descarga de fantasías masturbatorias. La 
autora piensa que reduciendo el gasto energético de la represión, se produce una 
importante liberación de la fantasía retenida. Sin embargo, para Klein, el motor del 
juego es la pulsión de muerte. Solo en el espacio de la ausencia, en la posición 
depresiva, se da la condición de juego acompañada de la posibilidad de simbolizar.
La función estructurante del juego está relacionada con los objetos que se le ofrecen 
al niño (jueguetes, el analista en la transferencia), los que permiten la posibilidad de 
articulación con fantasías inconscientes. El niño juega para repetir, elaborar, 
simbolizar y desplazar experiencias a través de externalizaciones y personificaciones 
de imagos. El juego se transforma en vía de canalización de la angustia planteada a 
nivel intersistémico.
Melanie Klein diferencia juego neurótico y normal. El juego neurótico presentacomo 
rasgo destacado la inhibición; el normal simbólico, permite modular la ansiedad con 
ganancia de placer y despliegue de fantasías. El psicótico, alejado de la realidad, no 
entra para ella en la categoría de juego. El juego otorga material de interpretación al 
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analista a través de fantasías masturbatorias, fantasías relacionadas con la escena 
primaria, analogías con el sueño. 
Arminda Aberastury piensa que el niño al jugar vence realidades dolorosas, y que por 
este medio domina miedos primitivos a través de mecanismos proyectivos. La 
función catártica del juego le permite elaborar situaciones excesivas, traumáticas 
para su debilitado Yo, haciendo activo lo sufrido pasivamente. Al jugar, el niño 
desplaza al exterior sus miedos, angustias y problemas dominándolos mediante la 
acción. 
La derivación de afectos y conflictos a objetos que él domina y que son 
reemplazables, es solidaria con su necesidad de descarga y elaboración. Deja así 
fuera de peligro toda relación con sus objetos originarios. 
Anna Freud piensa que durante la infancia la asociación libre no tiene posibilidades de
desarrollarse, por lo tanto, supone imposible a través del método psicoanalítico 
acceder al material inconsciente en este período de la vida; y juego y asociación libre 
no son homologables. Rechaza la técnica de juego, los niños no pueden hacer 
transferencia con la figura del analista porque sus padres, objetos de amor original, 
se encuentran demasiado presentes como objetos de la realidad. La única manera 
posible de garantizar la entrada de un niño en análisis es a través de un período 
educativo de preparación llamado ‘fase introductoria’, siempre en transferencia 
positiva. 
Homburger se acerca al pensamiento winnicottiano al destacar el valor del juego en la
producción de la subjetividad y al definirlo como una función básica de la vida 
humana. Adelanta una consideración técnica winnicottiana, cuando aconseja no 
trabar (con interpretaciones) el juego del niño hasta tanto la ansiedad perturbe su 
desarrollo. 
Milner anticipa el concepto de transicionalidad desarrollado por Winnicott trabajando
en torno a categorías tales como, ilusión, transferencia y juego. Toma la tranferencia 
como ilusión y toma la ilusión como aquella posibilidad que permite la adaptación al 
mundo externo. 
Winnicott intenta acercarse a la experiencia misma del juego por sobre su uso o 
contenido. Diferencia el jugar libre espontáneo ‘play’, del juego reglado, ‘game’. 
Su estudio se centra en el primero, más exactamente en la actividad del juego: 
‘playing’.
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Para Winnicott lo propio del juego es el juego mismo, su interés está concentrado en 
la acción misma del jugar. Define el juego como ‘experiencia siempre creadora’, ‘una 
forma básica de vida’. El juego está relacionado con una necesidad vital del ser 
humano, satisfactoria por sí misma, la necesidad de simbolizar. 
La posibilidad de jugar es vista por Winnicot como un logro en el desarrollo 
emocional. El inicio del juego es símbolo de la confianza del niño en el ambiente, el 
niño que juega hace suya una parte de la realidad exterior. El juego contribuye a la 
integración de sentimientos ambivalentes. A partir de la presentación que hace la 
madre de objetos que la sustituyen, se va a generar un espacio lúdico o espacio 
transicional. El área de juego tiene dominio propio, dominio del área de la ilusión y la 
creación humana, pertenece al área potencial que se da entre el bebé y la figura 
materna. Dentro de la zona de ilusión tiene lugar la primer posesión no-yo, llamada 
objeto transicional. 
En el espacio transicional se desarrolla el juego, espacio que se genera a partir del 
uso del objeto transicional, pues Winnicott explica que es el objeto el elemento que 
abre espacios. El jugar crea espacio: espacio transicional que persistirá a lo largo de 
la vida ocupado por actividades lúdicas y que dará lugar a la actividad cultural. 
Capacidad de juego implica una vivencia de cuidados y confianza en el ambiente. 
Requiere de la función materna. El juego tiene un ciclo: comienzo, desarrollo, fin. 
Tiene un lugar y un tiempo. Finaliza cuando la experiencia se agota, o cuando resulta 
amenazado por circunstancia perturbadoras internas o externas. Es opuesto a la 
masturbación. No se trata del jugar como defensa contra una angustia, Winnicott 
dice que si esto se da es secundario, lo primario es el juego como desarrollo de la 
subjetividad. Para que haya juego no tiene que haber un componente excesivo de 
angustia, una de las funciones principales del juego es poner límite a esa entrada.Winnicott valoriza el juego por sí mismo como acto más que como expresión. El 
juego está siempre muy ligado, para él, a los aspectos más creativos de la 
subjetividad humana que incluyen entre otros, un estado mental de ilusión, 
sentimientos relacionados con la apreciación de momentos de belleza estética, 
descubrimiento de intereses emocionales, en el juego hay hallazgo de sentido. 
15
El psicólogo en el hospital pediátrico – Débora Faberman
Trastornos reactivos a la situación de enfermedad e internación:
 Reacciones emocionales: el paciente internado experimenta una serie 
de emociones y de sentimientos displacenteros. Al niño asustado con 
anterioridad a una cirugía lo ayudará una explicación realista respecto 
a la intervención y sus beneficios, pero conservará inevitablemente 
algún grado de expectativa ansiosa. La ausencia total de ansiedad 
podría estar indicando un grado de negación. El sentimiento de tristeza
que acompaña a la pérdida o el deterioro de una función a partir de 
una enfermedad orgánica forma parte indispensable del proceso de 
duelo normal para una adecuada adaptación a la nueva condición.
Todas estas reacciones no son patológicas en sí mismas. Se vuelven 
patológicas cuando sobrepasan un nivel de intensidad.
16
 Trastornos del sueño: el sueño tiene una función reparadora para el 
psiquismo, por lo que es importante preservarlo. El más común de los 
trastornos es el que se produce por alteración del ritmo nictameral. El 
niño está expuesto a experimentar dificultades en la conciliación y el 
mantenimiento del sueño nocturno, parcialmente compensado con un 
exceso de sueño diurno.
En estos casos se indica, en primer lugar, recuperar las señales del 
entorno que favorecen la percepción adecuada del ciclo día/noche 
(penumbra, evitar siestas prolongadas, etc.)
Cuando las alteraciones se deben a preocupaciones relacionadas con la 
internación y la enfermedad, se observan dificultades para conciliar el 
sueño y lograr un descanso profundo. Discutir con su médico los temas 
que lo preocupan, contar con una adecuada contención, recibir 
información realista produce en estos pacientes alivio y disminución de la 
ansiedad. 
 Trastornos de ansiedad: durante una hospitalización, la pérdida de 
control sobre el entorno y sobre sí mismo genera montos variables de 
ansiedad. La capacidad para manejar la ansiedad es propia de cada 
individuo; cuando los recursos psicológicos del niño se ven 
ampliamente excedidos, la ansiedad puede devenir en patológica, y 
generar síntomas como por ejemplo alteraciones en el sueño y el 
apetito, desasosiego, estado de hiperalerta, inquietud motriz y 
somatizaciones.
La ansiedad por separación aparece en el contexto de la internación, 
en el hospital el niño se ve expuesto a momentos dolorosos, contacto 
con desconocidos, y el hecho de encontrase enfermo promueve la 
fantasía de que sus seres queridos podrían también estar en riesgo.
Las crisis de angustia o pánico se diferencian de las somatizaciones en 
cuanto el propio niño teme encontrarse en peligro de muerte 
inminente. El paciente puede experimentar falta de aire, palpitaciones, 
sensación de atragantamiento o asfixia y miedo a volverse loco; los 
episodios aparecen de manera súbita y duran unos minutos.
La reticencia a hablar con ciertas personas es una de las formas de 
trastorno de ansiedad denominado mutismo selectivo. Se conserva una
comunicación mínima a través de gestos, aunque también puede 
presentarse una negativa radical a entablar comunicación. 
17
Las fuentes de ansiedad pueden reducirse anticipando con información
apropiada sucesos tales como procedimientos y traslados. Garantizar 
la presencia de uno de los padres junto al niño. Acercarse al niño de 
manera empática. Reducir en la medida de lo posible la rotación de 
personal a cargo. 
El abordaje psicoterapéutico está destinado, por una parte, a optimizar 
la calidad de la contención emocional que los padres brindan al niño; y 
por otra, se dirige a reducir la magnitud de la amenaza percibida por el
paciente y a ampliar o fortalecer sus herramientas de afrontamiento. 
El estrés postraumático tiene mayor posibilidad de desencadenarse 
cuando el motivo de internación es un evento inesperado en que la 
vida o la integridad física de la persona han sido amenazadas. La 
situación traumática puede desencadenar, tanto manifestaciones 
emocionales de gran intensidad como respuestas de evitación y 
negación. 
Los síntomas de este trastorno consisten en: reexperimentación de la 
situación traumática a través de imágenes intrusivas y pesadillas; 
evitación de todo estímulo susceptible de asociarse al evento 
traumático y estado de hiperalerta. 
De modo que un niño traumatizado estará más despierto, pendiente y 
desconfiado del entorno, con dificultad para dormir por miedo a las 
pesadillas y temeroso de toda persona y elemento vinculados al estrés 
original. 
Para pasar de la reexperimentación a la elaboración, es preciso ayudar 
al paciente a ligar el impacto emocional a representaciones verbales; 
hablar con él sobre lo ocurrido estableciendo relaciones con las 
emociones qu experimenta. Es muy probable que el niño sienta temor 
a que el hecho se repita. Hay que mostrarle que la situación ocurrió en 
el pasado y que ahora se encuentra fuera de peligro. 
 Depresión: es un estado abarcativo y persistente que comprende el 
funcionamiento global. El niño puede no referir motivos de tristeza, y 
no obstante dar cuenta, a través de su desinterés y apatía, de padecer 
un sufrimiento profundo. También puede presentar irritabilidad como 
manifestación predominante de su estado depresivo. 
Depresión y manía son reacciones que pueden desencadenarse a partir
de sucesos estresantes en pacientes que presentan predisposición a 
los trastornos del estado de ánimo. Es importante establecer si existen 
18
antecedentes similares en la familia, puesto que se trata de un 
trastorno con importante carga hereditaria. 
La complicación más grave de este tipo de trastornos es la conducta 
suicida, que puede manifestarse a través de la exposición a situaciones 
de riesgo para la integridad física. 
 Conducta agresiva: ciertos pacientes pueden reaccionar agrediéndose 
a si mismos o al entorno frente a situaciones médicas que les generan 
rechazo. Esta situación obliga a la realización de un diagnóstico 
diferencial respecto a un cuadro de posible excitación psicomotriz. 
La conducta agresiva puede implicar una acción manipulativa dirigida a
ganar dominio sobre el ambiente y/o a evitar la concreción de aquello 
que se rechaza. Durante un episodio de este tipo se impone conservar 
la calma. La contención física tendría que ocurrir solamente para evitar 
que el niño se lastime o lastime a otros.
 Reacción psicótica breve: las psicosis son de muy rara aparición en la 
infancia y la adolescencia. En el contexto de una enfermedad médica o 
de una hospitalización, el cuadro puede desencadenarse por la 
concurrencia de la labilidad psíquica de base con la situación altamente
desorganizante que representa la internación. 
Los trastornos psicóticos breves duran al menos un día y se resuelven 
como máximo en un mes sin dejar deterioro. La esquizofrenia es muy 
infrecuente en la infancia. La sintomatología psicótica requiere siempre
de la intervención farmacológica con tranquilizantes mayores o 
antipsicóticos. 
Trastornos psiquiátricos secundarios a enfermedades médicas: 
 Trastornos del sueño: psicosis corticoideas, psicosis lúpicas, etc. 
El insomnio que precede a un trastorno psiquiátrico suele ser pertinaz, 
no se compensa con sueño diurno y no suele producir somnolencia. 
Generalmente es la familia la que se queja del síntoma, y el paciente 
puede permanecer despierto durante varios días. En estos casos es 
necesario utilizar tranquilizantes mayores con efecto sedativo para 
inducir el sueño a la vez que se actúa sobre los síntomas psicóticos. 
 Ansiedad: es importante destacar que diversas drogas utilizadas en los 
tratamientos médicospueden producir síntomas de ansiedad. Estos 
19
también pueden ser causados en forma directa por disfunciones 
orgánicas (por ej.: disfunción tiroidea).
 Trastornos del ánimo: comprenden la depresión y la manía. La 
exaltación del ánimo, puede expresar las manifestaciones clínicas de 
un estado maníaco. Este cuadro debe alertar sobre una posible 
etiología orgánica, como puede ocurrir en la presentación de una 
enfermedad autoinmune, la psicosis corticoidea o a consecuencia de la 
administración de ciertos fármacos. 
Hay síntomas tales como la irritabilidad, aumento o disminución del 
apetito, insomnio, etc., que pueden aparecer como consecuencia de 
disfunciones orgánicas. El tratamiento de esta sintomatología debe 
hacerse a través de la disfunción orgánica que la genera. Ciertas 
condiciones crónicas, como el uso continuado de corticoides pueden 
causar la depresión. 
 Delírium: es un estado de desorientación alopsíquica y/o autopsíquica 
de inicio abrupto que, en forma característica, presenta oscilaciones, 
inclusive a lo largo de un mismo día. La función atencional siempre 
está comprendida. El estado de conciencia es fluctuante, puede ir del 
estupor a la agitación psicomotriz. Son esperables ideas incoherentes o
delirantes, alucinaciones visuales, auditivas o táctiles.
Las enfermedades pediátricas que cursan usualmente con delírium 
son: las encefalitis virales, la epilepsia temporal, los tumores 
cerebrales, el lupus, la tiroiditis, la insuficiencia hepática, etc. 
Se recomienda una habitación no compartida con otros pacientes, e 
iluminada con luz de baja intensidad; evitar en lo posible los cambios 
drásticos, el sueño nocturno del niño debe ser protegido; dirigirse al 
paciente de modo sereno y conciso; siempre es necesario ofrecer al 
paciente referencias verbales y elementos concretos que le permitan 
reorientarse; la inmovilización forzada mediante contención física es 
desaconsejable, probablemente incremente el estado de agitación. 
 Agitación-exitación psicomotriz: se trata de un estado de 
sobreactividad motriz y cognitiva improductiva. La sintomatología 
incluye inquietud psicomotriz, irritabilidad, mayor reactividad frente a 
los estímulos, conductas inapropiadas, destructivas y violentas. El 
cuadro se debe a una afectación del sistema nervioso central. La 
excitación psicomotriz constituye una urgencia en medicina, requiere 
una intervención rápida e inmediatez terapéutica. La intervención está 
20
destinada a actuar sobre la sintomatología aguda y evitar que el 
paciente se dañe o dañe a otros.
Para el manejo de esta situación es conveniente disponer de una 
habitación individual y debe retirarse del alcance del paciente los 
objetos peligrosos.
 Psicosis: los síntomas psicóticos pueden ser indicativos de una 
enfermedad orgánica. Las alucinaciones gustativas y olfatorias, pueden
presentarse en epilepsias, especialmente del lóbulo temporal. Otros 
síntomas psicóticos, como los delirios, las alucinaciones auditivas, el 
negativismo, etc., pueden aparecer en enfermedades orgánicas 
sistémicas o ser efecto secundario de un medicamento. Los síntomas 
psicóticos pueden resolverse una vez resuelta la enfermedad de base, 
pero hasta que esto ocurra, requieren tratamiento específico con 
antipsicóticos.
La posición depresiva en el desarrollo emocional normal: Donald Winnicott
El complejo de Edipo caracteriza al desarrollo sano o normal de los niños, y la 
posición depresiva constituye una fase normal del desarrollo de los niños sanos. Lo 
que Winnicott pone de relieve es la posición depresiva en el desarrollo emocional en 
lo que tiene de logro positivo. 
El niño que haya alcanzado la capacidad para las relaciones interpersonales que 
caracteriza la salud del pequeño, habrá pasado y superado la posición depresiva. Por 
21
el contrario, el niño que se preocupe principalmente por los problemas innatos a la 
integración de la responsabilidad así como la iniciación de una relación con el medio, 
todavía no habrá llegado a la posición depresiva de su desarrollo personal. 
La posición depresiva constituye un logro perteneciente a la edad del destete. Si todo
marcha bien, ésta se alcanza y se instaura cerca de la segunda mitad del primer año. 
La posición depresiva constituye una creciente prueba del desarrollo personal, 
desarrollo que depende de un medio ambiente sensible y continuado. Para alcanzar 
dicha posición el bebé debe estar ya instaurado en calidad de persona completa 
relacionada con otras personas completas. En este contexto cuento con el pecho 
como persona completa, ya que, a medida que el bebé va convirtiéndose en persona 
completa, percibe como tal el pecho de la madre, su cuerpo, etc. 
Al principio, el pequeño es ‘cruel’, carece todavía de la inquietud acerca de los 
resultados del amor instintivo. Originariamente, este amor es una forma de impulso, 
de gesto, de contacto, de relación, y produce en el niño la satisfacción de la 
autoexpresión, liberándole de la tensión instintiva, es más, hace que el objeto se 
coloque fuera del ser.
Hay que tener presente que el pequeño no se siente cruel, pero al mirar hacia atrás 
el individuo puede decir: ¡Que cruel era entonces! Se trata de una fase de 
precompasión. 
En un momento u otro del desarrollo de toso ser humano normal se pasa de la 
precompasión a la compasión. Lo importante es cuándo, cómo y en qué condiciones 
sucede esto.
El paso de la crueldad a la compasión se produce gradualmente, bajo ciertas 
condiciones definidas de maternalización, durante el período comprendido entre los 
cinco y los doce meses. Cada individuo surge de la precomprensión para meterse en 
la compasión o inquietud (posición depresiva). 
La función del medio ambiente
Una vez alcanzado el estado de unidad, el desarrollo ulterior sigue dependiendo de la
estabilidad y sencillez segura del medio. 
La madre tiene que ser capaz de combinar dos funciones y de persistir con ellas; ésta 
se ha estado adaptando a las necesidades del pequeño mediante su técnica para el 
cuidado del mismo, y el pequeño ha llegado a identificar ésta técnica con la madre, 
22
como parte de ella, al igual que su rostro, su oreja, etc. La madre ha sido amada por 
el pequeño como la persona que incorpora todo esto. Aquí podemos hablar del 
afecto o cariño, y son estas cualidades de la madre las que son incorporadas en el 
objeto que tantos niños manosean y abrazan. 
La madre tiene dos funciones que corresponden a los estados de tranquilidad y de 
excitación del pequeño. Al final todo queda dispuesto para que en la mente del 
pequeño se junten estas dos funciones de la madre. 
El bebé no puede aceptar que su madre, tan valorada en las fases de tranquilidad, 
sea la misma persona que será y ha sido cruelmente atacada en las fases de 
excitación. El pequeño, al ser una persona completa, es capaz de identificarse con la 
madre, pero para él todavía no hay una clara distinción entre lo que se pretende y lo 
que realmente sucede. 
Entonces son dos las cosas que suceden, una consiste en la percepción de la 
identidad de los dos objetos: la madre de las fases tranquilas y la madre utilizada e 
incluso atacada en el clímax instintivo. La otra estriba en el comienzo del 
reconocimiento de la existencia de ideas, fantasías, elaboración imaginativa de la 
función, la aceptación de ideas y de fantasías relacionadas con hechos pero que no 
deben confundirse con éstos. 
Tal progresión compleja del desarrollo emocional del individuo no es posible sin la 
ayuda de un medio ambiente suficientemente bueno, representado aquí por la 
supervivencia de la madre. 
Según la visión de Winnicott, la teoría de Melanie Klein postula que el individuo 
humano no puede aceptar el crudo hecho de la relación excitada o instintiva, con la 
madre ‘tranquila’. La integración, en la mente del pequeño, de la escisión de ambos 
medios, el de los cuidados y el excitante, no puede hacerse salvo por medio de una 
maternalización suficiente y la supervivencia de la madre duranteun período de 
tiempo.
Pensemos ahora en un día en que, con la madre a cargo de la situación, el bebé en 
algún momento del día ha vivido una experiencia instintiva, por ej. la de la nutrición. 
Se produce un ataque cruel y de índole caníbal que se manifiesta parcialmente en el 
comportamiento físico del bebé. Éste ata cabos y empieza a ver que la respuesta es 
una y no dos. La madre de la relación dependiente (anaclítica), es, asimismo, el 
objeto de amor instintivo (biológicamente impulsado). El bebé se siente engañado 
23
por la misma nutrición, la tensión instintiva desaparece y el bebé se siente a la vez 
satisfecho y engañado. 
En conclusión, el bebé experimentó una descarga instintiva, la madre sostiene la 
situación y el día sigue su curso, y el niño se da cuenta de que la madre ‘tranquila’ no 
solo participó de la situación sino que también sobrevivió a ella. Esto se repite un día 
tras otro y a la larga hace que el niño se dé cuenta de la diferencia entre la realidad y 
la fantasía, o entre la realidad externa y la interna. 
Angustia depresiva
La experiencia instintiva da al pequeño dos tipos de angustia: angustia acerca del 
objeto del amor instintivo. La madre no es la misma después que antes, hay un 
agujero, donde antes había un cuerpo rico y completo. 
La otra angustia corresponde al propio interior del pequeño. Éste ha vivido una 
experiencia y no siente lo mismo que antes. Recordemos que en todo momento la 
madre está sosteniendo la situación. 
Podemos hablar de las ideas del pequeño acerca de su interior porque hemos 
postulado el hecho de que el pequeño ha alcanzado su estado de unidad; el niño ya 
se ha hecho una persona con una membrana legítima, con un interior y un exterior. 
El pequeño, después de ser alimentado, aparte de sentir aprensión en torno al 
agujero imaginario en el cuerpo de la madre, se ve también sumamente atrapado en 
la lucha que se desarrolla dentro de su self, lucha en la que contienden lo que es 
percibido como bueno, es decir, lo que es apoyo del self, y lo que se percibe como 
malo, es decir, lo que resulta persecutorio para el self.
Los elementos de apoyo y persecutorios se interrelacionan hasta que se alcanza 
cierto equilibrio, como resultado del cual el pequeño retiene o elimina, de acuerdo 
con su necesidad interior. 
El niño que recibe la bendición de una madre que sobrevive, de una madre que sabe 
reconocer un gesto obsequioso cuando le es ofrecido, se halla ahora en condiciones 
de hacer algo con respecto al agujero antes citado, el que hay en el pecho o en el 
cuerpo de la madre y que ha sido hecho imaginativamente en el momento instintivo 
originario. Aquí podemos emplear las palabras ‘reparación’ y ‘restitución’. El gesto 
obsequioso puede alcanzar el agujero si la madre desempeña su papel. Ahora se ha 
organizado un círculo benigno. El resultado del refuerzo que día tras día va 
recibiendo el círculo benigno estriba en que el pequeño se hace capaz de tolerar el 
24
agujero (el resultado del amor instintivo). He aquí el principio del sentimiento de 
culpabilidad. La misma empieza al unir a las dos madres, al unir el amor tranquilo y 
el excitado, el amor y el odio. Es un sentimiento que va creciendo gradualmente 
hasta convertirse en una fuente, sana y normal, de actividad en las relaciones. Se 
trata de una fuente de potencia y aportación social, así como de ejecución artística. 
El niño sano posee una fuente personal de sentimiento de culpabilidad y no es 
necesario enseñarle a sentirse culpable o inquieto. 
Parece ser que al cabo de un tiempo el individuo es capaz de edificar recuerdos de 
las experiencias que percibiera como buenas, de tal manera que la experiencia de la 
madre sosteniendo la situación pasa a formar parte del self, a ser asimilada en el Yo. 
De esta manera, la madre real se va haciendo paulatinamente menos necesaria. El 
individuo adquiere un ambiente interior y así es capaz de encontrar nuevas 
experiencias sostenedoras de la situación y con el tiempo puede hacerse cargo de la 
función de ser la persona que sostiene la situación en beneficio de otra persona, sin 
resentimiento.
Algunas de las cosas que surgen de este concepto del círculo benigno de la posición 
depresiva: 
1. Cuando el círculo benigno se rompe, y la madre sostenedora de la situación 
deja de ser un hecho, entonces el proceso se deshace; al principio el resultado
consiste en la inhibición de los instintos y en un empobrecimiento personal 
generalizado, luego también se pierde la capacidad para el sentimiento de 
culpabilidad. 
2. Durante un largo tiempo el niño pequeño necesita de alguien que no sólo sea 
amado sino que además acepte la potencia en términos de un dar que sea 
reparativo y restitutivo. Este dar se expresa en juegos, pero al principio los 
juegos constructivos requieren de la presencia cercana de la persona amada.
3. Si los fenómenos interiores causan problemas, el niño ‘se moja’ en la totalidad 
de su mundo interior y funciona a un bajo nivel de vitalidad. El estado anímico 
es de depresión. 
La defensa maníaca
25
Al enfrentarse con el estado anímico depresivo específicamente asociado con las 
angustias de la posición depresiva, se produce la huida de la depresión que 
llamamos defensa maníaca. En la defensa maníaca se niega todo lo que es serio. La 
muerte se convierte en una exageración de la vida, el silencio en ruido, no hay 
aflicción ni inquietud, ni trabajo constructivo, ni descanso placentero. Su presencia 
implica que se ha alcanzado la posición depresiva y que perdida ésta, antes que 
perderse, se mantiene latente aunque negada, se trata de un estado clínico cuyo 
rasgo principal es la negación de la depresión. 
Examen del mundo interior
El mundo interior del individuo se edifica con arreglo a tres principios 
fundamentales:
A. Las experiencias instintivas
B. Las materias incorporadas, retenidas o eliminadas 
C. Relaciones o situaciones completas introyectadas mágicamente 
Al examinar el mundo interior de un individuo que haya alcanzado la posición 
depresiva vemos: fuerzas que contienden (grupo A); objetos o material objetal, 
buenos y malos (grupo B); buen material percibido, introyectado para el 
enriquecimiento personal y la estabilización; mal material percibido e introyectado 
para ser controlado (grupo C). 
Tipos de defensa
Una de las defensas contra la angustia depresiva consiste en una inhibición relativa 
del mismo instinto, lo cual da una disminución cuantitativa de todas las secuelas de 
las experiencias instintivas.
En el mundo interior se emplean otros mecanismos de defensa, como por ejemplo: 
- Un control global cada vez mayor
- Compartimentación
- Aislamiento de ciertos agrupamientos persecutorios
- Encapsulación
- Introyección de un objeto idealizado
- Ocultación secreta de cosas buenas
- Proyección mágica de lo bueno
- Proyección mágica de lo malo
- Eliminación
26
- Negación
Reacción ante la pérdida
Si en un individuo la posición depresiva ha sido alcanzada y plenamente instaurada, 
entonces la reacción ante la pérdida consiste en aflicción o tristeza. Allí donde haya 
cierto fracaso de la posición depresiva, el resultado de la pérdida es la depresión. 
En el sujeto cuya posición depresiva se halla firmemente instaurada se acumulan 
recuerdos de experiencias buenas y de objetos amados, las cuales permiten al sujeto 
seguir adelante incluso sin apoyo del medio ambiente. 
El juego del niño consistente en arrojar cosas a lo lejos, que ya he enfatizado, es 
indicio de su creciente habilidad para dominar la pérdida y, por consiguiente, una 
indicación para el destete. 
El concepto del ‘pecho bueno’
Externamente, el ‘pecho bueno’ es aquel que, habiendo sido comido, espera ser 
reconstruido (la madre que sostiene la situación). 
En la medida en que el pecho bueno es un fenómeno interior (dando por sentado 
que el individuo haya alcanzado la posición depresiva) debemos aplicar el principio 
de los tres agrupamientos para entender el concepto:
- Grupo A: no hay en estegrupo lugar para el empleo del término ‘pecho 
bueno’, en su lugar nos referimos a una experiencia instintiva satisfactoria.
- Grupo B: no hay aquí ningún pecho bueno reconocible ya que, si es bueno, 
habría sido comido.
- Grupo C: aquí podemos aplicar por fin el término ‘pecho interior bueno’. 
Los recuerdos de las buenas experiencias sostenedoras de la situación aportan la 
base primero para el ‘objeto transicional’ y luego para la conocida sucesión de 
sustitutos del pecho y de la madre; un pecho bueno aporta confianza. 
En resumen, la posición depresiva, que puede estar en buen camino bajo condiciones
favorables entre los seis y los nueve meses, con mucha frecuencia no se alcanza 
hasta que el sujeto se somete a análisis. 
Con respecto a las personas de tipo más esquizoide, así como a los internados en 
hospitales psiquiátricos, la posición depresiva no es lo que importa (nunca la han 
alcanzado). 
27
Para todo el grupo de maníacos depresivos, el tema de la posición depresiva en el 
desarrollo normal no puede soslayarse; es y sigue siendo el problema de la vida, 
excepto que sea alcanzada. 
En las personas completamente sanas se da por sentada y es incorporada a la vida 
activa en sociedad. El niño, sano por haber alcanzado la posición depresiva, puede 
proseguir adelante para enfrentarse al problema del triángulo en las relaciones 
interpersonales, el clásico complejo de Edipo. 
El juego – Donald Winnicott
El juego y la masturbación
Winnicott ha señalado que cuando un niño juega falta en esencia el elemento 
masturbatorio, o para decirlo con otras palabras: que si la excitación física o el 
compromiso instintivo resultan evidentes cuando un chico juega, el juego se detiene,
o por lo menos queda arruinado.
Establece una diferencia significativa entre el sustantivo ‘juego’ y el verbo 
sustantivado ‘jugar’. 
Fenómenos transicionales
El jugar tiene un lugar y un tiempo. No se encuentra adentro y tampoco está afuera, 
es decir, no forma parte del mundo repudiado, el no-yo, lo que el individuo ha 
decidido reconocer (con gran dificultad, y aun con dolor) como verdaderamente 
exterior, fuera del alcance del dominio mágico. Para dominar lo que está afuera es 
preciso hacer cosas, no sólo pensar o desear, y hacer cosas lleva tiempo, jugar es 
hacer. 
El jugar en el tiempo y espacio
Para asignar un lugar al juego, Winnicott postuló la existencia de un espacio 
potencial entre el bebé y la madre. Varía en gran medida según las experiencias 
vitales de aquel en relación con la figura materna, y él lo enfrenta a) al mundo 
interior y b) a la realidad exterior.
Lo universal es el juego, y corresponde a la salud: facilita el crecimiento y por lo tanto
ésta última; conduce a relaciones de grupo; puede ser una forma de comunicación 
en psicoterapia y, por último, el psicoanálisis se ha convertido en una forma muy 
28
especializada de juego al servicio de la comunicación consigo mismo y con los 
demás. 
Teoría del juego
A. El niño y el objeto se encuentran fusionados. La visión que el primero tiene del
objeto es subjetiva, y la madre se orienta a hacer real lo que el niño está 
dispuesto a encontrar.
B. El objeto es repudiado, reaceptado y percibido en forma objetiva. Este 
complejo proceso depende en gran medida de que exista una madre o figura 
materna dispuesta a participar y a devolver lo que se ofrece.
Ello significa que la madre se encuentra en un ‘ir y venir’ que oscila entre ser lo
que el niño tiene la capacidad de encontrar y (alternativamente) ser ella 
misma, a la espera de que la encuentren.
En el estado de confianza que se forma cuando la madre puede hacer bien 
esta cosa que es tan difícil, el niño empieza a gozar de experiencias basadas 
en un ‘matrimonio’ de la omnipotencia de los procesos intrapsíquicos con su 
dominio de lo real. La confianza en la madre constituye entonces un campo de
juegos intermedio, en el que se origina la idea de lo mágico, pues el niño 
experimenta en cierta medida la omnipotencia. El juego es muy estimulante, 
lo que siempre importa es lo precario de la acción recíproca entre la realidad 
psíquica personal y la experiencia del dominio de objetos reales.
C. La etapa siguiente consiste en encontrarse solo en presencia de alguien. El 
niño juega entonces sobre la base del supuesto de que la persona a quien 
ama se encuentra cerca, y que sigue estándolo cuando se la recuerda, 
después de haberla olvidado. Se siente que dicha persona refleja lo que 
ocurre en el juego. 
D. El niño se prepara ahora para la etapa que sigue, consistente en permitir una 
superposición de dos zonas de juego y disfrutar de ella. Primero, es la madre 
quien juega con el bebé, pero cuida de encajar en sus actividades de juego. 
Tarde o temprano introduce su propio modo de jugar, y descubre que los 
bebés varían según su capacidad para aceptar o rechazar la introducción de 
ideas que le pertenecen. Así queda allanado el camino para un jugar juntos en
una relación. 
El juego es una experiencia siempre creadora, y es una experiencia en el continuo 
espacio-tiempo, una forma básica de vida. 
29
La imagen inconsciente del cuerpo – Dolto
Esquema corporal: especifica al individuo en cuanto representante de la especie. Este
esquema corporal será el intérprete activo o pasivo de la imagen del cuerpo, en el 
sentido de que permite la objetivación de una intersubjetividad. Es el mismo para 
todos los individuos de la especie humana. Se estructura mediante el aprendizaje y la
experiencia; es inconsciente, preconsciente y consciente, y es evolutivo en tiempo y 
espacio.
Imagen del cuerpo: es la síntesis viva de nuestras experiencias emocionales. Se la 
puede considerar como la encarnación simbólica inconsciente del sujeto y el ello, 
antes inclusive de que el individuo sepa decir Yo (el sujeto inconsciente deseante en 
relación con el cuerpo existe ya desde la concepción). La imagen del cuerpo es propia
de cada uno, está ligada al sujeto y a su historia, y es fundamentalmente 
inconsciente. 
La imagen del cuerpo se estructura mediante la comunicación entre sujetos y la 
huella, día tras día memorizada, del gozar frustrado, coartado o prohibido 
(castración, en el sentido psicoanalítico, del deseo en la realidad). La misma está 
constituida por la articulación dinámica de una imagen de base, una imagen 
funcional, y una imagen de las zonas erógenas donde se expresa la tensión de las 
pulsiones.
Gracias a nuestra imagen del cuerpo portada por y entrecruzada con nuestro 
esquema corporal, podemos entrar en comunicación con el otro.
30
Un ser humano puede no haber estructurado su imagen del cuerpo en el transcurso 
del desarrollo de su esquema corporal; ello puede deberse a lesiones, a 
enfermedades orgánicas neurovegetativas o musculares precoces, etc. Pero cabe 
destacar que la no estructuración de la imagen del cuerpo se debe en gran parte al 
hecho de que la instancia tutelar, desorientada por no obtener nunca las respuestas 
habitualmente esperadas de un niño de esta edad, ya no intenta comunicarse con él 
de otra manera que mediante un cuerpo a cuerpo dirigido sólo a la satisfacción de 
sus necesidades, y abandona su humanización. 
Es frecuente que, en un mismo sujeto, cohabiten un esquema corporal invalidado y 
una imagen del cuerpo sana. La evolución sana de este sujeto, simbolizada por una 
imagen del cuerpo no inválida, depende de la relación emocional de los padres con 
su persona: de que muy precozmente éstos le ofrezcan, en palabras, informaciones 
verídicas relativas a su estado físico lisiado. Estos intercambios humanizadores, o por
el contrario su ausencia, deshumanizadora, dependerán de que los padres hayan 
aceptado, o no, la invalidez del cuerpo de su hijo. 
Imagen de base: es lo que le permite al niño experimentarse en una ‘mismidad de 
ser’, es decir, en una continuidad narcisista. Dolto define al narcicismo como la 
mismidad de ser, conocida y reconocida, que va-deviene para cada cual según la 
índole de su sexo. De esta mismidad procede la nociónde existencia. La imagen de 
base está fundamentalmente referida a y es constitutiva de, lo que Dolto denomina 
‘narcicismo primordial’. Designa con ello el narcicismo del sujeto en cuanto sujeto del
deseo de vivir, preexistente a su concepción.
Cada estadio viene a modificar las representaciones que el niño puede tener de su 
imagen de base, es decir, hay una imagen de base propia de cada estadio. 
Imagen funcional: mientras que la imagen de base tiene una dimensión estática, la 
imagen funcional es imagen esténica de un sujeto que tiende al cumplimiento de su 
deseo. Gracias a la imagen funcional, las pulsiones de vida pueden apuntar, tras 
haberse subjetivado en el deseo, a manifestarse para obtener placer, a objetivarse en
la relación con el mundo y con el otro.
Debe comprenderse que la elaboración de la imagen funcional entraña, en relación 
con la mera respuesta en juego de las zonas erógenas, un enriquecimiento de las 
posibilidades relacionales con el otro. 
Imagen erógena: está asociada a determinada imagen funcional del cuerpo, el lugar 
donde se focalizan placer o displacer erótico en la relación con el otro. Su 
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representación está referida a círculos, óvalos, concavidades, bolas, palpos, rayas, 
agujeros, imaginados como dotados de intenciones emisivas activas o receptivas 
pasivas, de finalidad agradable o desagradable. 
Imagen dinámica: estas imágenes se hallan ligadas entre sí, en todo momento, por 
algo que las mantiene cohesivas y que llamaremos imagen dinámica, la cual 
corresponde al ‘deseo de ser’ y de perseverar en un advenir. Este deseo, en cuanto 
fundamentalmente sellado por la falta, está siempre abierto a lo desconocido. Así, la 
imagen dinámica no tiene representación que le sea propia, ella es tensión de 
intención. La imagen dinámica expresa en cada uno de nosotros el Siendo, llamando 
al Advenir: el sujeto con derecho a desear.
Las imágenes del cuerpo y su destino: las castraciones 
El deseo, obrando en la imagen dinámica, procura cumplirse gracias a la imagen 
funcional y a la imagen erógena, donde se focaliza para alcanzar un placer por 
captación del objeto. Pero, en su búsqueda, el deseo encuentra obstáculos para su 
realización: bien sea porque el sujeto no tiene un deseo suficiente, bien porque el 
objeto está ausente, o aun porque está prohibido.
La madre es quien, por medio de la palabra, hablándole a su hijo de lo que éste 
querría pero que ella no le da, le mediatiza la ausencia de un objeto o la que no 
satisfacción de una demanda de placer parcial, al tiempo que valoriza, por el hecho 
mismo de hablar de ello, este deseo cuya satisfacción es denegada, situación que ella
lamenta. En un proceso normal de elaboración subjetiva de las imágenes del cuerpo 
hay intercambio de palabras, esto es lo que permite la simbolización de los objetos 
de goce pasado. 
Si la madre asiste a su hijo, la angustia de éste queda humanizada por percepciones 
sutiles y por palabras. Este intercambio asegurador con la madre es para él la prueba
de una relación humana duradera, más allá de la herida de la imagen funcional o de 
la amenaza de ataque a la imagen de base. 
El fruto de las castraciones, sus efectos humanizadores
El fruto de la castración oral (privación del cuerpo a cuerpo nutricio), es la posibilidad 
para el niño de acceder a un lenguaje que no sea comprensible únicamente por la 
madre: los cual le permitirá no seguir dependiendo exclusivamente de ella.
El fruto de la castración anal (o ruptura del cuerpo a cuerpo tutelar madre-hijo) priva 
al niño del placer manipulatorio compartido con la madre. Aunque ya no tenga 
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necesidad del adulto para lavarse, vestirse, comer, limpiarse, deambular, su deseo 
sufre por la privación del retorno a intimidades compartidas en contactos corporales 
de placer. Gracias ya al lenguaje verbal, fruto del destete, el desarrollo del esquema 
corporal ha permitido sumar el lenguaje mímico y gestual a la destreza física, 
acrobática y manual. 
La castración anal, una vez brindada por la madre a su hijo, su asistencia verbal, 
tecnológica, sin angustia, da seguridad al niño listo para asumirse en el espacio 
tutelar, para realizar sus propias experiencias, para adquirir una autonomía 
expresiva, motriz, en lo tocante a sus necesidades y a muchos de sus deseos. La 
castración anal (la privación total de la asistencia física materna) es la condición de la 
humanización y de la socialización del niño de veinticuatro a veintiocho meses; la 
misma pone fin a la dependencia parasitaria respecto de la madre, y es también el 
descubrimiento de una relación viva con el padre, con las otras mujeres, con los 
compañeros, etc. Es entrar en el actuar y el hacer de varón o niña en sociedad, saber 
controlar sus actos, discriminar el decir del hacer, lo posible de lo imposible. 
Gracias a esta autonomía conquistada por obra de la castración anal, el niño se 
siente humano y puede colocarse en el lugar del otro.
La verbalización de la prohibición del incesto, pero también y sobre todo la 
imposibilidad real experimentada de lograr éxito con sus picardías seductoras 
respecto del progenitor del otro sexo, harán que el niño reciba la castración edípica. 
El fruto de esta castración es su adaptación a todas las situaciones de la sociedad. Al 
final del Edipo, el niño vive no ya para complacer a papá o a mamá, sino para sí 
mismo y para sus compañeros y amigos. 
Después del Edipo 
Los frutos de la castración son la suerte reservada a aquellas pulsiones que no 
pueden satisfacerse directamente en la satisfacción del contacto corporal, en la 
satisfacción de cuerpo con objetos eróticos incestuosos. Estas pulsiones entran, tras 
un período más o menos prolongado de silencio, de represión, en los denominados 
procesos de sublimación, es decir, en la cultura. Para el cuerpo propio, se trata de la 
soltura, la gracia, la destreza, la habilidad deportiva y la autonomía total; para lo 
mental, de la comunicación con base en el lenguaje y de la inteligencia de las cosas 
de la vida. Para las cosas del sexo, el orgullo que inspira al niño su apellido, su sexo, 
su pertenencia al grupo familiar portador, el placer de unirse a los niños de su edad, 
son signo de que ha habido una buena castración oral y anal. 
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La sublimación de las pulsiones genitales cumplida después de la castración edípica 
recibida entre los seis y nueve años, va a desarrollarse durante la fase de latencia, de 
los ocho-nueve a los doce-trece años, sobre objetos extrafamiliares, para relaciones 
sociales de intercambios según la Ley, y en el esfuerzo del niño por promocionarse 
con vistas a una pubertad que abrirá la vía de la adolescencia: la cual reorganiza 
todos los conflictos de las castraciones mal conseguidas del sujeto y de sus modelos 
arcaicos, hermanos mayores y padres. 
La noción de castración ‘simbolígena’
En psicoanálisis, la palabra ‘castración’ da cuenta del proceso que se cumple en un 
ser humano cuando otro ser humano le significa que el cumplimiento de su deseo, 
con la forma que él querría darle, está prohibido por la ley. Esta significación pasa 
por el lenguaje, ya sea gestual, mímico o verbal. 
La castración umbilical: el nacimiento constituye la primera castración. Lo que separa
el cuerpo del niño del cuerpo de la madre es el seccionamiento del cordón umbilical y
su ligadura. La cesura umbilical origina el esquema corporal en los límites de la 
envoltura constituida por la piel. Esta primera separación recibirá el nombre de 
castración umbilical. Es concomitante al nacimiento y debe considerársela 
fundadora, con las modalidades de alegría o de angustia manifestadas al nacimiento 
del niño en su relación con el deseo de los otros.
Hay dos fuentes de vitalidad simbolígena que promueven la castración umbilical: una
se debe al impacto orgánico del nacimiento en el equilibrio de la salud psicosomática
de la madre, y con ello de la pareja de cónyuges en su relación genital; la otra es el 
impacto afectivo que la viabilidad del niño aporta,en más narcicismo o en menos 
narcicismo, a cada uno de los don genitores, quienes, por ello, van a adoptarlo con 
las características de su emoción del momento, y a introducirlo en su vida como el 
portador del sentido que en ese momento ha tenido para ellos. El lenguaje es el que 
simboliza la castración del nacimiento, a través del nombre y de la calificación de su 
sexo.
Los padres también sufren una castración con la inscripción del niño en el Registro 
Civil, que signa su estatuto de ciudadano y con lo cual deja de pertenecerles 
enteramente. 
Castración oral: significa la privación impuesta al bebé de lo que constituye para él el 
canibalismo respecto de su madre, es decir, el destete. Esta castración, cuando es 
juiciosamente dada, culmina en el deseo y en la posibilidad de hablar, y por tanto en 
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el descubrimiento de nuevos medios de comunicación. El destete implica que la 
madre también acepta la ruptura del cuerpo a cuerpo en que el niño se hallaba, e 
implica que ella misma es capaz de comunicarse con su hijo de otra manera que 
dándole de comer. Lo que esta castración ha promovido en el inconsciente y en el 
psiquismo de su hijo son posibilidades de relación simbólica. El efecto simbolígeno 
de la castración oral es la introducción del niño, en cuanto separado de la presencia 
absolutamente necesaria de su madre, a la relación con el otro: el niño ha accedido a 
modalidades de comportamiento, fundadas en el lenguaje, que le hacen aceptar la 
asistencia de cualquier persona con la cual la madre se encuentre en buenos 
términos. 
Castración anal: hay dos acepciones del término castración anal. La primera, que se 
designa como un segundo destete, es sinónimo de la separación entre el niño, ahora 
capaz de motricidad voluntaria y ágil, y la asistencia auxiliar de su madre para todo lo
que constituye el ‘hacer’ necesario para la vida en el grupo familiar: es la adquisición 
de la autonomía. 
La otra acepción del término es, entre estas dos personas que son el niño ahora 
autónomo en su actuar y el adulto educador, la prohibición significada al niño de 
todo actuar dañoso, de hacer a otro lo que no le gustaría que otro le hiciera. 
La castración anal es la prohibición de dañar su propio cuerpo, así como el mundo 
inanimado y animado que lo rodea, por acciones motoras, de arrojamiento, 
peligrosas o incontrolables. 
Los seres humanos, cualquiera sea su edad, son capaces de dar esta castración anal 
a los más jóvenes, tanto por medio del ejemplo como de la palabra. 
Complejo de Edipo y castración genital Edípica (prohibición del incesto): el período 
que sucede al momento en que los niños descubren su pertenencia a un sexo es 
aquel en el cual ingresan en el complejo de Edipo. Desde que el niño tiene 
conocimiento de esta definitiva pertenencia a un solo sexo, la imagen de su cuerpo 
cambia para él; debe ponerse en concordancia con un cuerpo que más tarde será el 
de una mujer o el de un hombre. 
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Fobias en la infancia – Mirtha Benítez/Ariel Pernicone
La fobia es inherente a la constitución subjetiva, es un pasaje ineludible para que 
advenga la neurosis infantil. Al precipitarse para el niño que habla el complejo de 
castración, la fobia irrumpe, pone en juego para el sujeto una encrucijada en la 
estructuración de la subjetividad. 
La fobia es estructurante de la neurosis, en tanto reveladora del drama de la relación 
del deseo del sujeto con el deseo del Otro. 
Lacan dice que no debe verse la fobia en absoluto como entidad clínica, sino como 
una placa giratoria, ella vira muy frecuentemente hacia las dos órdenes de neurosis, 
histeria y neurosis obsesiva, también realiza la unión con la estructura de la 
perversión. 
Cuando hablamos de la fobia en la estructura estamos haciendo alusión a un 
momento lógico de la estructuración subjetiva, a ese tiempo en que la fobia es 
estructurante de la neurosis. 
El encuentro con la castración materna, que desata lo que Freud denomina la 
castración como complejo, se hace presente en la subjetividad y produce efectos en 
ese momento lógicos en que la estructura del lenguaje sella su contundente marca 
sobre el ser hablante. 
En el ‘Caso Juanito’, Juanito se va encontrando con la castración poco a poco, 
pequeñas dosis inadvertidas en principio, que irán dibujando lo que se constituirá en 
una amenaza para este niño y para todos los niños que vayan en camino hacia la 
neurosis. Esa entrada de la castración como amenaza subjetiva cobrará su peso a 
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partir de lo que va construyendo su realidad psíquica y lo que escucha en los dichos 
de sus padres. Restos de lo visto y lo oído tejen sus fantasías. 
Juanito pregunta sobre los genitales, observa los genitales de los animales, de los 
caballos, de las niñas, se interesa por el falo, lo universaliza para todos los seres vivos
y, por ende, rehúsa creer que a la madre le falte un falo. 
Estará sumamente atento y recién resignificará la castración como amenaza cuando, 
luego de nacer su hermanita, vivencie su pene como real y extraiga de la 
masturbación una satisfacción. Principalmente, habrá algo más allá del cuerpo de la 
madre con lo que él comenzará a gozar, que es la irrupción ineludible de la vivencia 
de su pene como un real de su sexo. Es allí que Juanito contará con dos posibilidades:
una posibilidad será la de ofrecerse como el falo de su madre para que a ella no le 
falte, la otra posibilidad lo llevará a preservar su satisfacción peneana que lo separa 
del campo materno. La angustia hace su aparición en esta situación subjetiva. Es un 
momento crítico que supone la determinación inconsciente que pesa para todo ser 
hablante, se precipita en una encrucijada y podrá responder a la angustia con los 
recursos simbólicos con los que cuente: pesadillas, sueños, síntomas y juegos que 
ficcionalizan este momento conmocionante de la estructuración subjetiva. 
Responden con sus síntomas y llegan a las llamadas neurosis de la infancia. 
La fobia introduce en el mundo del niño una estructura, delimita un espacio, un 
interior y un exterior del campo materno. Funda el campo del gran Otro como lugar. 
Es una defensa frente a la castración, una solución. Implica el encuentro con el 
complejo de castración presentificado en la castración materna.
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Técnica del análisis de niños – Melanie Klein
La técnica del análisis temprano: la autora dispone, en su habitación para análisis, de 
una mesa baja y pequeños juguetes de tipo primitivo: muñecos de madera, carros, 
carruajes, automóviles, trenes, animales, cubos, tijeras, papel, lápices, etc. 
Los juguetes no son los únicos requisitos para el análisis de juego. Hay que tener una
cantidad de material ilustrativo en la habitación, lo más importante es el lavatorio 
con agua, debiendo tener también una esponja, un vaso de vidrio, uno o dos 
barquitos, una o dos cucharas y papel. Estos juegos con agua nos aportan una 
profunda visión de las fundamentales fijaciones pregenitales del niño y son un medio
para ilustrar sus teorías sexuales, dándonos una relación entre sus fantasías sádicas. 
La fantasía y juegos imaginativos que se desarrollan en un juego con juguetes es de 
gran importancia. En los juegos imaginativos los niños representan en su propia 
persona lo que en una etapa anterior mostraban por medio de juguetes. En estos 
juegos al analista le asignan uno o varios papeles; debe dejarse al niño que describa 
cada papel con el mayor de talle posible. 
Melanie Klein piensa que aún el niño comúnmente inhibido en el juego mirará por lo 
menos los juguetes, o los tocará, permitiéndole vislumbrar como algo de su vida 
compleja, ya sea por el modo cómo comienza a jugar con ellos, o los deja de lado, o 
por su actitud general frente a ellos. 
Tan pronto como el paciente ha ofrecido un panorama interno de sus complejos (ya 
sea por medio de juegos, de dibujos, fantasías o simplemente por su conducta 
general), considera que puede y debe comenzarse con las interpretaciones. 
Sostiene que en los niños la transferencia es inmediata

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