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ROSALÍA RODRÍGUEZ LÓPEZ Universidad de Almería CIENCIA POLÍTICA, ADMINISTRACIÓN PÚBLICA Y LEGISLACIÓN EN EL REINADO DE JUSTINIANO 1. Los confines estructurales del Imperio romano Un gran cambio de conceptos, resultado de un largo proceso que comienza en el siglo tercero se visualiza en el siglo sexto, con el ago- tamiento del sistema estatal, y un orden social en vías de descomposi- ción1. Pese a los intentos titánicos de muchos grandes emperadores bajo-imperiales, la esencia de romanidad parece desfallecer en esa grieta abierta entre la percepción del mundo de la Roma aeterna y la nova Roma, entre el Imperio romano y el bizantino. No obstante, tanto en Oriente como Occidente, los funcionarios, y las élites locales de las que proceden, y con las que mantienen lazos muy vivos de cohesión social, han preservado y difundido durante siglos una gran parte del saber de la Antigüedad clásica greco-romana. Constantinopla brilla con luz propia a través de sus élites metropolitanas: Pedro el Patricio (en la diplomacia), Procopio (en la cultura), o de Phocas (en la política)2; o de quienes de extracción humilde llegan a la cima del éxito, como sucede con grandes generales (Belisario, Narsés), altos cargos políticos (Juan de Capadocia), o con la mismísima pareja imperial (Justiniano y 303 1 E. Patlagean, Familles et parènteles à Byzance en Histoire de la famille I: Mondes lontains, mondes anciens, Paris 1986, 222, escribe que durante la primera mitad del s. VI d.C., durante los reinados de Anastasio y de Justino I, la tenden- cia constatada en las fuentes escritas muestra una desorganización del aparato pro- vincial y excesivas exigencias del Fisco, en un contexto de comercio regional aún activo. 2 Sobre las élites urbanas de Constantinopla, L. Brubaker, The age of Justi- nian. Gender and society en Age of Justinian, Cambridge 2005, 430-431. © Edizioni Scientifiche Italiane Teodora)3. La evangelización de los bárbaros y su integración en las es- tructuras administrativas y políticas, además de estabilizar las fronteras del Imperio, favorece el proceso de democratización de la cultura tar- doantigua4. Justiniano intenta, desde su frontera temporal y espacial, rescatar la simbología y los valores de una República romana reinventada. Toda una serie de factores cambiantes abocan hacia un marcado posiciona- miento político-jurídico5, que se acompaña de un reforzamiento del aparato administrativo. De este modo diseña un ambicioso programa de renovatio imperii que se percibe en todos los ámbitos de la reali- dad. Así, por ejemplo, trata de revivir con diversas disposiciones ju- rídicas la clase curial en las ciudades de provincias, aunque tiene poco éxito en dicha empresa, pues estas élites no quieren aceptar las cargas que le son inherentes, lo que aumenta el poder de los Obispos y de los agentes imperiales enviados a cada localidad; concretamente los Obispos reciben una vasta función de protección de los intereses de la ciudad y de sus ciudadanos frente a los abusos de las autoridades y funcionarios locales e imperiales. Las disposiciones jurídicas sostie- nen que la paz de la República romana se cimenta en la oración y de- voción religiosa, constituyendose en el principal instrumento propa- gandistico del Emperador, a la par que su defensa es consustancial a la renovatio. Los grupos familiares pertenecientes a las élites, que han acogido de buen grado al nuevo emperador, verán como poco a poco el saber queda centralizado en manos de la Iglesia o del Poder público6; y el libro, en su solemnidad, será guardián de una ley, ya sea divina o estatal, e in- rosalía rodríguez lópez304 3 J.F. Haldon, Economy and Administration: How did the Empire work? en Age of Justinian, Cambridge 2005, 39, subraya que las élites sociales incluían a se- nadores, y grandes propietarios agrícolas. Sin embargo, las clases medias compar- tían los mismos valores culturales que las élites. 4 R. Marín Conesa, Cristianismo y aculturación en la política de Justiniano (se- gún Procopio de Cesarea) en Antigüedad y Cristianismo, VII, Murcia 1990, 544. 5 U. Roberto, Aspetti della riflessione sul governo misto nel pensiero politico ro- mano da Cicerone all’età di Giustiniano en Il governo misto. Ricostruzione di un’i- dea, Napoli 2011, 41-42. Agap. cap. 18. 6 J. Signes Codoñer, Bizancio y sus circunstancias: La evolución de la ideolo- gía imperial en contacto con las culturas de su entorno en Minerva, 14, 2000, 149- 154, piensa que son precisamente los cambios introducidos en la Administración y concepción del Imperio los que provocaron la ruptura de la cohesión del Imperio; este autor responsabiliza también a Justiniano, con sus políticas centralistas, de la desaparición de las ciudades y de la aristocracia ligada a la romanidad. © Edizioni Scientifiche Italiane accesible al pueblo7. La voz «romanidad» es sustituida por «cristian- dad»; Los términos «pagano», «romano» y «cristiano» se someten a una revisión política, por lo que los paganos son excluídos de la vida pú- blica. Además, la voz «paganismo» se identifica sólo con práctica reli- giosa, y su vinculación con filosofía sirve para justificar la supresión de la Academia de Atenas (a. 529). Costantinopla posiblemente pase del millón de habitantes. Diferen- tes etnias, idiomas, religiones,… Entre la población emigrante que llena la ciudad se encuentran litigantes llegados de provincias, abogados, so- licitantes de todas las especies, vagabundos, monjes, mendigos, etc. Tanto en la ciudad como en sus suburbios se forman colonias de provincia- les, cuya presencia probablemente alienta la llegada de nuevos compa- triotas de variada procedencia: Constantinopolitanos de origen occiden- tal inmigrados originarios del campo, emigrados de Asia Menor, y ex- tranjeros de más allá de los confines del Imperio, esto es, bárbaros (per- sas, y militares de origen germánico); la cifra de 700.000 bárbaros que da Procopio parece relativamente baja8. Las ciudades han ido perdiendo sus tradicionales símbolos de unidad e identidad: las asambleas devie- nen insignificantes, las actuaciones teatrales y atléticas son desacredita- das moralmente, y las actuaciones cívicas disminuyen en frecuencia y en escala. La nueva representación constructiva impulsada desde el po- der imperial se plasma, entre otras edificaciones, en iglesias, monaste- rios, altares y santuarios; que reciben un gran impulso gracias al ever- getismo religioso. Sigue habiendo jerarquías de ciudades, que se mode- lan progresivamente con pequeñas redes de influencia social, económica y cultural alrededor de un particular foco urbano, y cuyas redes irra- dian desde el más alto nivel centros de intersección, generando a su vez redes subsidiarias; así pues las ciudades se erigen, pues, como centros militares, artísticos, de patronato religioso, real, de administración ecle- siástica, etc. Los establecimientos eclesiásticos preservan los bastiones de poder y caridad que en cada territorio del Imperio tiene la Iglesia, y que también afecta al mantenimiento de un tejido productivo, genera- dor de imposición contributiva. ciencia política, administración pública 305 7 G. Cavallo, Culture et circulation des livres à l’époque de Justinien en Fa- ventia, 9/1, 1987, 51-55; 57-63. 8 R. Rodríguez López, Las corrientes poblacionales y su regulación jurídica (s. IV-VI d.C.) en Revista General de Derecho Romano, 14, 2010, 1-15. © Edizioni Scientifiche Italiane 2. El poder y el arte de gobernar La estructura de la vida bizantina, sin grupos políticos (sólo faccio- nes – demes – en torno al hipódromo y los juegos en Constantinopla) deja poco margen a la discusión y al debate político; ni siquiera hay controversia entre los distintos estamentos sociales, pese a las tensiones latentes. En consecuencia, no es germen social para el desarrollo de nue- vas teorías políticas. Desde el pensamiento griego el objetivo del Poder público es el bien de la comunidad, y no se concibe como ventaja del Estado, ya que éste es una comunidad de hombres libresdonde impera la soberanía de la ley, la libertad y la igualdad ciudadana9. Rowe indica que una de las características más sorprendentes del pensamiento greco- romano es la distancia entre teoría y realidad práctica10. Ahora bien, en los manuales sobre historia de la teoría política se obvia la literatura po- lítica protobizantina y bizantina, pasando en el devenir del pensamiento político del estudio de San Agustín a inmediatamente abordar la Edad Media11. Ciertamente los bizantinos no desarrollan una teoría política original, no por pobreza intelectual, sino porque no les atrae la filoso- fía política; si se detienen, en cambio, en el análisis y discusión sobre la naturaleza del Imperio, y del campo de actuación legítimo del em- perador. Se vuelcan en el conocimiento de las leyes y de la Adminis- tración; y aunque les interesa la historia, no les preocupa el análisis ló- gico de su desarrollo. El peso del pensamiento greco-romano es muy relevante en la edu- cación bizantina, y más aún en el campo de la teoría política bizantina. La retórica está de moda, y es un elemento importante de la educación; su estilo dificulta la práctica de determinados temas teóricos. Además, desde tiempos de Constantino se había ido consolidando una visión única y suprema del poder imperial, cristiano, basado en la legitimidad divina, en la que los teólogos rechazaron la tradición alejandrina de Ori- genes. rosalía rodríguez lópez306 9 H.C.F. Mansilla, Las teorías clásicas sobre el buen gobierno y su significación actual en Revista de estudios políticos, 29, 1982, 164-165; D.J. O’Meara, Platono- polis. Platonic political philosophy in late Antiquity, Oxford-New-York 2003, 159 ss. 10 C.J. Rowe, The Cambridge History of Greek and Roman Political Thought, Cambridge 2000. 11 Véase así, por ejemplo, G.H. Sabine, Historia de la teoría política, Méjico 1990; F. Vallespin Oña-C. García Gual, Historia de la teoría política, I, Madrid 1995; J. Touchard, Historia de las ideas políticas, Madrid 2006; A. Black, A world history of ancient political thought, Oxford 2009. © Edizioni Scientifiche Italiane Aunque en el pensamiento político bizantino no se cuestiona la exis- tencia en si misma de la institución imperial, la teoría política bizantina garantiza la legitimidad interna de los emperadores, no por la transmi- sión dinástica, aunque de facto se favorece, sino a través de tres líneas de relación que abarcan: el poder del emperador frente a la Iglesia, el papel de los estamentos del Estado que conferían legitimidad a la elec- ción del emperador, y la imagen que el poder imperial transmite de sí mismo a sus súbditos (ideología imperial oficial). Cuatro pilares cons- titucionales refuerzan esta legitimidad: El Senado (lo elige), el ejército (lo apoya), el pueblo (lo aclama a través de sus facciones en el hipó- dromo), y la iglesia (lo inviste con la sanción divina). La teoría política abarca conceptos muy diversos, aunque en el gé- nero del «arte de gobernar» se encuentra un común denominador a toda la materia; con este recurso literario relativo al buen gobierno se persi- gue una recta gestión del poder12, con un doble objetivo: De un lado, crear un sentimiento de autorresponsabilidad en los dirigentes y res- ponsables públicos y administrativos, que se presentan como specula principis (espejos de los optimates, esto es, de los mejores); y de otra implicar en el proceso al pueblo en tanto legitimador de un buen ejer- cicio de gobierno. El «arte de gobernar» en tanto forma de poder dis- cursivo ha sido utilizado por las élites desde la Antigüedad13, dado que ciencia política, administración pública 307 12 V. Pineda, La tradición del exemplum en el discurso historiográfico y político de la España Imperial en Rlit, 133, 2005, 33, expone que en la tradición de los «es- pejos» medieval y renacentista se percibe una función descriptiva (el espejo refleja las cosas como son) y prescriptiva (el espejo muestra las cosas como deberían ser a través de normas y exempla). 13 A. Carile, Ricchezza e povertà negli ‘specula principum’ bizantini dal VI al X secolo en Specula principum, Frankfurt 1999, 1-20; siglos después, durante la Edad Media y el Renacimiento serán muy difundidos a modo de manuales para el buen gobierno. D. Quaglioni, Il modello del principe cristiano: Gli Specula principum fra medio evo e prima età moderna, Florencia 1987; M. Toste, Virtue and the City: the virtues of the Ruler and the citizen in the Medieval Reception of Aristotle’s Politics, Turnhout 2007; Aa.Vv., Mirrors for Princes, Saarbrücken 2010. B. Medina Ávila, Juan de Mena, propagandista del poderío real absoluto (reflejo literario de una idea jurídico-política) en Anuario jurídico y económico escurialense 41 (2008) 803-830. R. Rodríguez López, Le droit naturel et les droits du citoyen dans l’humanisme juridique en Droit Naturel et Droits de l’homme, Grenoble 2011, 87-95. Éstos ofrecen a los gobernantes un marco óptimo de referencia para el ejer- cicio del poder. La tradición de este género retórico la encontramos en la Anti- güedad tanto en el Tratado a Nicocles de Isócrates (s. IV a.C.), como en Sobre las acciones del Emperador, o sobre la realeza, (s. IV d.C.) escrito por el emperador Juliano el apóstata, y tiene como destinatario a Constancio; además de Al Empe- © Edizioni Scientifiche Italiane el discurso no es solamente un medio para el poder, es el campo de ba- talla en que se lucha por él, y, a la vez, el poder mismo por el que se lucha14. Este género consiste en especulaciones sobre la naturaleza di- vina del poder imperial, y los métodos didácticos necesarios para el ejer- cicio del poder, así como sobre la ética política; el recurso a ésta es el mínimo exigible para garantizar el ejercicio de un buen gobierno y del desempeño del empleo público, con honestidad y responsabilidad; este comportamiento debido se convierte en ética pública cuando versa so- bre el perfil, formación y responsabilidad de dirigentes y funcionarios. Así, la ética pública canaliza el gobierno al servicio de los intereses co- munes; de ahí la legitimidad de su autoridad. Desde la Antigüedad se recomienda a los dirigentes que tengan conocimientos filosóficos, pues en virtud de este comportamiento ético (decorum) el gobernante, con honorabilidad, debe buscar el equilibrio entre los distintos estamentos sociales, impidiendo que algún grupo o sector sea excesivamente pode- roso; además, ha de respetar la ley, actuando con prudencia y promo- viendo la justicia, y la libertad. En consecuencia, la ética del gobernante y de la Administración pública en última instancia también persigue la promoción de valores, y hábitos en los administrados. De lo contrario se genera corrupción moral y desconfianza social15. Pero para la obten- ción de un verdadero éxito de la función pública, el Poder público ha de requerir del suficiente tiempo para capacitar al personal del servicio público. El Emperador, a través de sus más estrechos colaboradores, y de una élite intelectual, que no sólo se concentra en la metrópoli, sino que vive y trabaja en las ciudades de provincias, crea una ideología del poder que se sustenta en el pasado glorioso de Roma16; de este modo, los in- rosalía rodríguez lópez308 rador, sobre la realeza, redactada por el obispo Sinesio de Cirene y dirigida a Ar- cadio (s. V d.C.). 14 A. Carvajal Pardo, El discurso, el poder y el arte de gobernar. Considera- ciones teórico-prácticas para el análisis del discurso jurídico-político en Criterio jurí- dico, 7, 2007, 107-124. 15 D. Diego Bautista, Ética y política: Valores para un buen gobierno en En- cuentros multidisciplinares, 9.27, 2007, 22-37. 16 M. Maas, John Lydus and the roman past. Antiquarianism and politics in the age of Justinian, London-New York 1992, 7 ss., profundiza sobre el complejo po- sicionamiento de estas élites, ancladas en sus privilegios, bien formadas, ocupando altos cargos en la Administración, fieles a una tradición socio-política, y con una vasto dominio de la cultura antigua; ellos, de un ladocomparten esta renovatio im- perii, y de otra critican ciertos comportamientos tiránicos de Justiniano. © Edizioni Scientifiche Italiane telectuales del momento transmiten en sus escritos esa conexión con la tradición clásica de los officia17, que supera la hasta entonces limitada proyección de las políticas de regeneración político-institucional18. En esta línea ideológica se puede señalar: Tratado militar anónimo, en concreto, sus tres primeros capítulos, ofrecen una magnífica descripción de la estratificación social, así como de los deberes propios de cada estamento, conforme a una tradición de valores republicanos. Además, el buen gobernante y el buen adminis- trador aparecen descritos conforme a la política justinianea de ‘Poder límpio’en el marco de una organización estatal de impronta bajo impe- rial. Tratado de Ciencia política, Peri Politikes Epistemes, contenido en seis volúmenes, de los cuales sólo se conservan dos, se citan extensa- mente textos clásicos para argumentar la teoría política de la renova- tio19. En él se plantea la necesidad de un gobierno mixto en un Impe- rio bizantino: Las clases terratenientes quieren, pues, consolidarse como grupo de mediación entre el monarca y el pueblo; se requiere así un necesario entendimiento entre ambos para limitar la peligrosidad de las masas populares20. Señala Dragon que en tal Tratado se propone que un ley orgánica fije el nombramiento de los emperadores; una segunda, defina el papel del Senado y el status de los senadores; una tercera, re- gule la entronización de los Obispos; una cuarta, controle la asignación de cargos y de dignidades; y una quinta, asegure la eficacia y estabili- dad de la ley. Probablemente con este Tratado político se trata de con- ciencia política, administración pública 309 17 Al respecto G. Dragon, Lawful Society and Legitimate Power en Law and Society en Byzantium. Ninth-twelfth centuries, Washington 1994, escribe: «I would not search for a political ideology in these Mirrors or maximus, that is, for a system which may have existed in their Hellenistic models. As it developed in Rome and Byzantium, the genre is more akin to the spiritual exercises made fashionable by the Stoics. Rather than being an independent theoretical reflection on the nature of power, subject his thinking and sensitivity to moral experience, and lead the sove- reign by means of memorizable maxims and incantatory formulas toward a medi- tatio of himself. … the purpose of such works was precisely to provide a cure for the inevitable diseases of absolute power, not by the transformation of the politi- cal system but by an intimate ‘conversion’ of the prince». 18 Sobre el funcionariado, y las medidas jurídicas para el correcto ejercicio de los cargos públicos durante el Bajo Imperio, véase F.D. Pedersen, On Professional Qualifications for Public Posts in Late Antiquity en Classica et medievalia, 31, 1970, 161-213; A. Giardina, Aspetti della burocrazia nel basso impero, Roma 1977. 19 Polite…a de Platón, o De re publica de Cicerón. 20 U. Roberto, Aspetti della riflessione cit., 35. © Edizioni Scientifiche Italiane trarrestar o prevenir la trasformación del Senado en una aristocracia de corte y el fortalecimiento de la omnipotencia imperial. Los jueces de- ben juzgar conforme a la ley o la costumbre; y lo que es más impor- tante, no se pretende limitar el poder absoluto por reglas constitucio- nales, sino disciplinar la violencia21. Pedro ‘El Patricio’ es autor de varias obras que no se han conser- vado: Perí Politikés katastáseos, que trata sobre asuntos de Administra- ción; y una obra sobre el cargo de magister officiorum, entre otras22. Juan Lido, en su obra Peri Politikòn Àrjòn (De magistratibus), busca una reconciliación entre los orígenes republicanos de libertad romana y la consolidación del poder bajo los emperadores, con refe- rencia al sometimiento del soberano a la ley (legalidad del título del emperador romano)23. Sin embargo, este sesgo hacia el legalismo es, según Lido, pronto obstaculizado por las innovaciones de Justiniano. Como indica Pazdernik Juan Lido apoya la nueva ideología imperial, con un caríz de anticuario, donde traza el origen de las instituciones políticas que perviven desde los tiempos de la monarquía romana; busca una reconciliación entre la libertad republicana y sus institu- ciones políticas sobre las que siente nostalgia y el poder imperial24. Se esmera en matizar las diferencias entre todos los tipos de poder personal, por la profunda desconfianza que el gobierno unipersonal le provoca25. Él alaba a Justiniano y lo pone en valor frente a las po- líticas de sus predecesores26, más concretamente destaca su proyecto de restauración de la grandeza de Roma27. No obstante, como su- braya Dubuisson, esta adhesión parece una fachada inevitable, un for- rosalía rodríguez lópez310 21 G. Dragon, Emperor and Priest. The imperial office in Byzantium, Cam- bridge 2003, 15-17. 22 G. Dragon, Emperador y sacerdote: Estudio sobre el «cesaropapismo» bizan- tino, Granada 2007, 85 23 C. Pazdernik, Justinianic ideology and the power of the past en Age of Jus- tinian, Cambridge 2005, 194-195. 24 C. Pazdernik, Justinianic Ideology cit., 192-194. 25 M. Dubuisson, Jean le Lydien et les formes de pouvoir personnnel à Rome en Cahiers du Centre Gustave Glotz 2, 1991, 55-72, escribe que al emperador Jus- tiniano lo califica de «tirano» en la acepción griega del término, y «basileius», mien- tras que Procopio en Historia Secreta, cargando el valor negativo del poder, le da el título de «déspota». 26 Juan Lido critica al emperador Anastasio por su avaricia (Lyd. mag. 3.46), y al emperador León por los abusos financieros (Lyd. mag. 3.43-45). 27 Lyd. mag. 3.1.; Lyd. mag. 2.8. © Edizioni Scientifiche Italiane mato «políticamente correcto», para que supere los filtros de la cen- sura imperial28. Agapito, con Ekthesis, en sus setenta y dos breves capítulos admo- nitorios, asesora a Justiniano; es representativa de la concepción de la teoría política bizantina sobre el buen gobierno y el buen gobernante bizantino. Centraré la atención en la obra de Agapito. Las jerarquías eclesiás- ticas, por las especiales relaciones Iglesia-Estado, admonestan a los go- bernantes para que se rigiesen por un camino virtuoso29. Estos capítu- los se redactan a modo de sentencias con consejos de tipo cristiano, ético y político para una buena administración del poder, siendo el cum- plimiento de todos y cada uno de ellos imprescindibles para la salud de la Res publica. Pero además el autor refleja en estos capítulos la pos- tura de la Iglesia «contestataria» frente a la institución imperial, que viene, desde tiempos de Constantino, cuestionando y desautorizando a los emperadores en tanto éstos se identifican con expresiones tales como «casi obispo», «imitador de Cristo», entre otras; la Iglesia en sus de- nuncias sobre las «usurpaciones de santidad» pone su blanco de críti- cas en los aduladores, que con sus extravagancias atribuyen al Empera- dor lo que sólo corresponde a Cristo, y subrayan la necesidad de que las alabanzas se refirieran a los asuntos propios de la autoridad civil: preocupación por sus súbditos, gobierno interior y exterior, victorias militares y urbanismo ciudadano30. Queda claro en los Specula protobizantinos y bizantinos que el Ba- sileus se situa como un vicario de Cristo que sirve a los hijos de Dios. La visión del Príncipe como espejo de virtudes pasa irremediablemente en todo momento por el modelo ideal de gobernante cristiano. Su re- conocimiento como pecador lo asemeja al resto de sus súbditos, y lo hacía más humano. Agapito recuerda al Emperador que debe el trono ciencia política, administración pública 311 28 M. Dubuisson, Jean le Lydien cit., 56, subraya que esta obra es hecha por encargo del Emperador; de ahí que Juan Lido extraiga la información para confec- cionar De magistratibus en la medida de sus necesidades, prevaleciendo a veces su visión de anticuario y de gramático, sobre el histórico. 29E. Barker, Social and political thought in Byzantium. From Justinian I to the last papaeologus, Oxford 1961, 1-25. 30 Esta preocupación de las autoridades eclesiásticas por la imagen puramente civil de la institución imperial, materializada en prácticas de buen gobierno, aún se percibe en el Concilio de Nicea II (a. 787), como se puede observar en Mansi, XIII, col. 225 (J.D. Mansi, Sacrorum conciliorum nova et amplissima collectio, XIII, Flo- rencia-Venecia 1798). © Edizioni Scientifiche Italiane y todas sus riquezas a Dios, y manifiesta practicar la liberalidad, ejer- citar la clemencia con sus súbditos, y favorecerlos en general en todo lo posible, no sólo por agradecimiento, sino fundamentalmente porque en el último momento debe rendir cuenta de sus acciones en el juicio final. Pero a grandes líneas aborda en esta obra los mismos temas filosó- ficos que encontramos en otros Espejos de Príncipe bizantinos, esto es, las cuatro virtudes platónicas (prudencia, fortaleza, templanza y justi- cia), además de referirse a la virtud, devoción, amor a Dios, austeridad, contención respecto al placer, tristeza, diligencia, dolor, sabiduría, edu- cación, equilibrio, silencio, amistad o prevención frente a los adulado- res31. No obstante, muchos de los principios contenidos en la obra de Agapito se muestran de manera reiterada a lo largo de los capítulos, quizá para subrayar su importancia; además, para hacer más visuales los mensajes se utiliza la metáfora, recurriendo, por ejemplo, a la imagen del timonel del barco32, del capitan33, al espejo34, a la rueda de la for- tuna35, o al oro36. Directamente Agapito denomina a Justiniano «verda- dero monarca» y le atribuyó las cualidades de la fortaleza («dominio de los apetitos»), templanza y justicia; subrayando diferencias con sus an- tecesores en el Imperio37. El deseo de Justino I de que su sobrino adquiriese la cuidada pre- paración intelectual de un gran ‘Príncipe’, y su adecuada tutorización de la mano de un preceptor, acorde con los mensajes contenidos en es- tos capítulos admonitorios, son el contexto preciso que se necesitaba para marcar unos principios políticos en el gobierno de un emperador rosalía rodríguez lópez312 31 A.R. Soto-R.E. Yáñez, El Arte del Buen Gobierno. Agapito Diácono, Ex- posición de Capítulos Admonitorios. Santiago de Chile 2006, 23, 26, expresa que la obra de Agapito es, entre los Espejos de Príncipe, un puente entre la Antigüedad y el Medievo. 32 R. Rovira Reich Von Häussler, El buen gobernante en la Antigüedad clá- sica. Indagación de un enfoque sapencial en Plutarco en Cuadernos doctorales de la Facultad Eclesiástica de Filosofía, 22,2012, 228. 33 Agap. cap. 2; Agap. cap. 10. P. Pavon Torrejón, El Eis basilea: Un specu- lum principis del siglo III en Habis 28, 1997, 203-204, escribe que la producción de Plutarco, Dión de Prusia, Casio Dión y Filóstrato, aportan un fundamento te- órico al discurso, definiendo la imagen del gobernante modélico lleno de virtudes con las que poder llevar a buen puerto la naufragada nave imperial. 34 Agap. cap. 9; 24; 49; 65. 35 Agap. cap. 11. 36 Agap. cap. 34. 37 Agap. cap. 52. © Edizioni Scientifiche Italiane que asienta una autocracia teocrática con un completo modelo de Po- der absoluto38. La educación del Príncipe es importante para poder do- minar su carácter, y encarrilarlo en una senda de valores éticos. Por ello Agapito expresa que un buen gobernante debe de conocerse a sí mismo39 y al mundo que le rodea40, lo que se refleja en el tenor de algunas cons- tituciones41. Todos los capítulos admonitorios pueden resumirse en un consejo de Agapito relativo a la preocupación imperial por el buen fun- cionamiento de la Res publica42. Reflexiona también Agapito sobre cómo la gravedad de las faltas de un gobernante afectaban al conjunto de la Res publica; incide sobre la responsabilidad en el ejercicio del poder po- lítico y el cuidado que se ha de prestar a los súbditos43. Sólo con la re- flexión y el consejo el Emperador44 puede administrar adecuadamente el poder imperial45. En este punto ya se divisa que el cuidado de los súbditos conectaba inevitablemente con el principio de seguridad46. La visión del Príncipe como espejo de virtudes pasa irremediable- mente en todo momento por el modelo ideal de gobernante cristiano47. Su reconocimiento como pecador lo asemeja al resto de sus súbditos, y lo hacía más humano48. Agapito recuerda al Emperador que debe el ciencia política, administración pública 313 38 A. Carile, Political Thought in Byzantium as Seen by 20th Century Histo- rians en Melammu Symposia 4, 2004, 53. La nueva visión sacerdotal de la monar- quía la responsabilizaba de la salvación espiritual de sus súbditos, como indica R. Marín Conesa, Cristianismo cit., 546. El Emperador exigió honestidad de sacer- dotes y de toda la jerarquía eclesiástica, como se refleja en las Novelas (Nov. Iust. 6.pr.). Así, con el fin de fortalecer la alianza con el fuerte poder eclesiástico las dis- posiciones jurídicas sostenían que la paz de la República romana se cimentaba en la oración y devoción religiosa. 39 Agap. cap. 3 se centra en la naturaleza humana del Emperador; este capítulo lo dedica enteramente, sin referencias personales, a la necesidad divina de que el hombre se conozca a sí mismo, que es la manera de llegar al conocimiento de la divinidad, para finalmente parecerse a él en dignidad. Agap. 17. 40 Agap. Cap. 26. Nov. Iust. 8.pr. 41 Nov. Iust. 8.pr.; Nov. Iust. 15.ep. Agap. cap. 25. 42 Agap. cap. 6. 43 Agap. cap. 10. Nov. Iust. 1,pr. (535). 44 Nov. Iust. 68.ep. 45 Agap. cap. 25. Nov. Iust. 15.ep. 46 Agap. cap. 47; 62. 47 Desde el s. IV d.C., a modo de Specula, los escritores ya expresan en sus es- critos un ideal de gobernante cristiano, como se desprende de F.J. Lomas Salmonte, Teodosio, paradigma de un príncipe cristiano: Consideraciones de Ambrosio, Rufino de Aquileya y Agustín sobre la imperial persona en Studia historica. Historia anti- gua, 8,1990, 149-166. 48 En Agap. cap. 36 se expresa que el Emperador no debe reprimir con ira las © Edizioni Scientifiche Italiane trono y todas sus riquezas a Dios49, y manifiesta practicar la liberali- dad50, ejercitar la clemencia con sus súbditos, y favorecerlos en general en todo lo posible, no sólo por agradecimiento, sino fundamentalmente porque en el último momento debe rendir cuenta de sus acciones en el juicio final51. Por lo que se refiere a la caridad, Agapito lo expresa como princi- pio apelando a la igualdad de todos los hombres, pues aunque perte- nezcan a diferentes estamentos sociales, la naturaleza los homogeniza, o dicho en lenguaje eclesiástico, «del barro procedemos»; pues recordando a Cicerón en el De officiis el diácono lo manifiesta con una retórica cristiana52. Con un lenguaje más político, más social, se expresa en otro de los capítulos53. Subraya también que el comportamiento recto será el que nos de honor, nobleza54. Es imprescindible que quede claro a los súbditos del Imperio que Justiniano es un Príncipe cristiano, y que tiene que mantener firme la causa de la justicia. Respecto a lo primero, el Emperador debe ser cons- ciente de que su poder emana de Dios, y que tenía que rendirle hono- res. Por lo que se refiere a la justicia debe defenderla hasta sus últimas consecuencias para mantener la ley y el orden frente a la ilegalidad y a la injusticia55. Queda además el Emperador sometido al imperio de la ley, lo que le otorga legitimidad frente a su pueblo56. Y de ahí Agapito también se refiere a la clemencia de Dios57. Además, la dignidad del so- rosalía rodríguez lópez314 faltas de los súbditos. En Agap. cap. 37 se subraya que el soberano en tanto ha re- cibido el poder de Dios debe imitarlo y ser misericorde. Nov. Iust. 141.pr. 49 En Agap. cap. 45 se subrayaba que el emperador debía su soberanía a Dios; de ahí que el exceso de posesiones de las que el Emperador disponía generaba una ilimitada liberalidad, que a los pobres debía dispensar con obras de caridad. En el mismo sentido se expresaba Agap.cap. 53 al indicar al Emperador que se esfuerce en difundir a todos de la misma forma, pues se le exige tanto como poder tenga. La caridad hacia los pobres haría que Dios le proclamase Señor y con un poder invencible. Así, por ejemplo, la Nov. Iust. 81,pr. 50 Agap. cap. 7; 38; 58; 60; 61. 51 Agap. cap. 8; 15; 44; 67-72. Nov. Iust. 11.pr.; Nov. Iust. 55.ep. 52 Agap. cap. 5. 53 Agap. cap. 16. 54 Agap. 4. Nov. Iust. 91.pr. 55 Agap. cap. 1; Agap. cap. 2. 56 Agap. cap. 27. 57 Agap. cap. 59. Agap. cap. 35; 48; 63; 64; Nov. Iust. 122.pr.: El Emperador no dejarse llevar por la ira (Nov. Iust. 129, pr.). De las disposiciones emana la cre- encia en la educación de los súbditos para que sean buenos contribuyentes y ciu- dadanos (Nov. Iust. 130.ep. (a. 545). © Edizioni Scientifiche Italiane berano se fortalece con la equidad y la humanidad, lo que le asemeja a Dios58. Finalmente mencionar en este apartado los consejos de Agapito so- bre los peligros de la Corte, previniendo al Emperador de los adula- dores y del arte del ladronicio, porque lo separan de lo bueno59; es evi- dente que Agapito está pensando en una concreta Corte, la bizantina, y que tanto él como Justiniano conocen muy bien. El diácono reco- mienda al Emperador que reciba a los buenos consejeros, aquellos que ven en la verdad algo productivo, y que deseche a los aduladores60. Este consejo se complementa con una recomendación al Emperador sobre la necesidad de rodearse de una Administración honesta y capacitada61. 3. Administración pública y funcionariado Desde el Bajo Imperio la estructura social y económica protobizan- tina se hace cada vez más rígida, generándose, no obstante, medios si- nuosos de superación de estas limitaciones; y entre las vías de ascen- sión social reconocidas, fundamentalmente se recurre al ejército y al ser- vicio civil. Los estudios de Derecho son siempre una buena cualifica- ción tanto para los puestos administrativos en la Corte, como status de autoridad (honor y respetabilidad) y puestos de responsabilidad en pro- vincias; aunque una preparación básica en educación clásica tradicional es suficiente62: Ya desde tiempos de Constancio y Juliano se recomienda a los aspirantes a la carrera administrativa que se formen en cultura clá- sica63; pero el cristianismo, manteniendo este sistema formativo, lo sub- ciencia política, administración pública 315 58 Agap. cap. 40. Nov. Iust. 163, praef. Igualmente Justiniano conecta lo divino con la justicia, tal y como se expresa en Nov. Iust. 164 pr. 59 Agap. cap. 12. 60 Agap. cap. 22. En la misma línea en Agap. cap. 29 se dice que el hombre ha de tratar de tener buenas compañías. Más aún en Agap. cap. 42 se indica que se de tener cuidado con aquellos que juzgan los acontecimientos políticos por los jue- gos retóricos del orador, más que el contenido de los hechos. En Agap. cap. 56 se expresa que el soberano ha de saber distinguir entre el que le honra de corazón y el lisonjero. Frente a los aduladores están los buenos consejeros y así en Agap. cap. 57, se le anima a seguir los buenos consejos, que han de llevarse a la práctica, pues iluminan el poder del soberano. 61 Agap. cap. 30. 62 J. Haldon, Structures and Administration en The Oxford handbook of Byzan- tine Studies, Oxford 2008, 542. 63 CTh. 14.1.1. © Edizioni Scientifiche Italiane ordinará a los dictados religiosos, y sociológicamente al orden eclesiás- tico64. No existe una aristocracia hereditaria como institución, de ahí que éstos se esfuercen en entrar en el funcionariado mediante pago65; en el pensamiento de la mayoría de los funcionarios bajo-imperiales el Emperador no está en condiciones de apreciar personalmente el valor de los candidatos, por lo que tiene que apoyarse en las recomenda- ciones de aquellos que están en su círculo de confianza, y que reli- giosamente se someten al suffragium66. Anomalía que revierte inme- diatamente en los administrados, que sufrirán los efectos de una bu- rocracia demasiado costosa, contra la que vanamente luchan los em- peradores67. Sin embargo, pese a la corrupción ligada a la carrera pro- fesional del empleado público entre los siglos IV-VI d.C., se ha des subrayar que los funcionarios se caracterizan por su lealtad a unas concretas instituciones e ideas: cristianismo, cultura urbana, educación retórica y filosófica, manejo del latín, y una apreciación del servicio público entendido como administración imperial. Es significativo que en el Prólogo del Tratado militar anónimo, al referirse al orden esta- mental, se preste tanta importancia a los funcionarios, pues aunque no están en la cúspide social, se les exime de determinados munera, y re- ciben privilegios. Para aproximarnos a la carrera de ascensos y promociones de un ser- vidor público en el s. VI d.C., puede ser de gran interés la lectura de la descripción, desbordante en detalles y valoraciones, que de su proprio cu- rosalía rodríguez lópez316 64 H. Inglebert, Éducation et culture chez les chrétiens de l’Antiquité tardive en Que reste-t-il de l’éducation classique?, Tolouse 2004, 337-341, expone que en numerosas regiones, Oriente y Occidente, las ciudades florecieron hasta principios del s. V d.C., y esta prosperidad permitía mantener escuelas públicas municipales. El papel de la escuela había sido muy importante desde el s. IV d.C., ya que el Poder público romano desde Diocleciano y Constantino había tenido mucha nece- sidad de funcionarios, y la cultura aplicada al servicio público significaba un medio de promoción social no sólo a la aristocracia tradicional del s. III d.C., sino tam- bién a los curiales, que desde una extracción modesta adquieren una solida forma- ción. Véase tambien, C.L. Rapp, Libri e lettori cristiani nell’Oriente greco del IV secolo en Bisanzio fuori di Bisanzio, Palermo 1991, 19-36. 65 C.A. Mango, Byzantium, the empire of new Rome, London 1994, 45. 66 A. Guillou, El funcionario en El hombre bizantino, Madrid 1994, 254. B. Malavé, El acceso y la promoción de los funcionarios en la Administración del Bajo Imperio en Revista de estudios histórico-jurídicos, 27, 2005, 101-121. 67 R. Delmaire, Les institutions du Bas-Empire romain de Constantin à Justi- nien. Les institutions civiles palatines, Paris 1995, 175-176. © Edizioni Scientifiche Italiane rriculum vitae hace Juan Lido en su obra De magistratibus Reipublicae Romanae68. Siendo un provincial su nombre cristiano (y de familia cris- tiana69) le evitará en principio posibles recelos religiosos70; además, sus bue- nas conexiones con compatriotas suyos, provenientes de la misma élite provincial71, y ya instalados en puestos clave de la Administración central, le ayudarán para que a la primera ocasión se hagan valer los méritos del aspirante (en su haber tiene una costosa educación, que incluye el domi- nio de la lengua latina, o por lo menos sus rudimentos básicos, las fór- mulas solemnes, etc.)72. No obstante, mientras las gestiones fructifican Lido, para evitar que le tilden con la misma etiqueta que al resto de estos ocio- sos, decide ampliar estudios, acudiendo a una escuela de filosofía73. Su sueño es conseguir un puesto fijo, como alto funcionario, en la Secretaría de Memoriales dentro del Palacio, para dedicarse a asuntos administrati- vos o judiciales propiamente del Emperador (redactando las disposiciones imperiales: concesiones de gracia, decisiones administrativas, etc.)74. El he- ciencia política, administración pública 317 68 Lyd. Mag. 3.26-30. C. Rapp, Literary culture under Justinian en Age of Jus- tinian, Cambridge 2005, 382, expresa que también otros autores en sus obras rela- tan datos de su biografía, como es el caso de Procopio, en su Guerras, Agatías, en sus Historias, o Menandro en su Tratado histórico. 69 Quizá sea este perfil profesional el que indique a M. Maas, John Lydus and the roman past cit., 30. 70 Los emperadores Zenón y León aprueban una constitución [C. 12.60(59).9] para garantizar la profesión de fé verdadera de los miembros de la Administración. 71 A.C. Bandy, Ioannes Lydus OnPower or The Magistracies of the Roman State: Introduction, translation, commentary, and indices. The American Philosophi- cal Society Memoirs 149, Philadelphia 1983, X, estima que es razonable que Juan Lido proceda de un sector aristocrático y curial. 72 C.A. Mango, Byzantium cit., 130, sostiene que su conocimiento de la len- gua latina no debía ser muy profundo. 73 No comparto, pues, la opinión de J. Caimi, Burocrazia e diritto nel De ma- gistratibus di Giovanni Lido, Milano 1984, 9, quien estima que Juan Lido, no te- niendo problemas económicos, decide estudiar filosofía simplemente porque al es- tar desocupado quería evitar el aburrimiento. 74 C. Varela, Los administradores de Roma (Desde el origen de la ciudad hasta Justiniano) en Revista General de Derecho Romano, 7,2006, 1-15, señala que la co- ordinación y el control de la Administración pública corre a cargo del magister of- ficiorum; supervisa la Secretaría palatina con directa dependencia de los scrinia (Sa- cra scrinia, scrinium memoriae, scrinium libellorum, y scrinium epistolarum graeco- rum), al frente de cada uno de los cuales hay un magister. También es responsable de los agentes in rebus, de ciertos oficios palatinos (decanos, cancellarii, etc.) y de las scholae palatinae. Además, tiene jurisdicción sobre la mayor parte del personal de la Corte, sea o no dependiente de él, y sobre las guarniciones militares estable- cidas en las fronteras (duces, etc.). © Edizioni Scientifiche Italiane cho de que Juan Lido albergue este anhelo laboral es muy revelador de cómo aún, casi veinte años después de que Anastasio prohíbiese (a. 492), la práctica ilegal de acceso automático a puestos del funcionariado, a es- paldas de las altas instancias estatales, quedará muy viva en el recuerdo de los provinciales75. Sin embargo, el nombramiento de un amigo de la familia, nada me- nos que en la Prefectura del Pretorio76, permite a Juan Lido una colo- cación, algo modesta77. Comparte así trabajo como administrativo, se- cretario (exceptor, notarius praefecturae)78, junto a otro pariente suyo, que probablemente había entrado por la misma vía de la recomenda- ción, y que posiblemente es joven como él79; y esta juventud requerida para estos puestos base de la Administración se sugiere también en el prólogo del Tratado militar anónimo al abordar la adecuada cualifica- ción del funcionario80. Es a pesar de todo un golpe de suerte para Juan Lido, pues, como supernumerarius no cobra, tan sólo recibe las propi- nas (muy generosas), pero se mantiene a la espera de que se produzca una vacante. Los exceptores son los únicos oficiales competentes para tramitar las apelaciones ante el Emperador, con lo que ello implica de ingresos extra (sportulae) que revierten en tales funcionarios81. Y como aún no hay incompatibilidades en el ejercicio de las funciones públicas y los sueldos son escasos, el sistema da cabida a ingresos extra desem- rosalía rodríguez lópez318 75 C. 1.30.3. 76 C. Kelly, John Lydus and the eastern Praetorian prefecture in the sixth cen- tury AD en Byzantinische Zeitschrift, 98.2, 2006, 432, refiere la importancia de esta Prefectura. J. Haldon, Structures cit., 539, destaca las actividades fiscales de la Pre- fectura: imposición (cálculo del impuesto fundiario), exacción a los tributarios y re- distribución en cada territorio de su competencia. 77 Sobre el examen de acceso a la función pública, y la confesión, ya desde el Bajo Imperio queda regulado, tal y como se describe en CTh. 7.2.1-2. J. Haldon, Structures cit., 543, hace mención expresa en el momento de acceso a la Adminis- tración a la ceremonia formal de atribución de los signos de su oficio (pantalón o faja, toga, u otra indumentaria específica), en función a su departamento o rango, juramento de lealtad al Emperador y declaración de credo ortodoxo. 78 J. Caimi, Burocrazia cit., 22-23. 79 S. Perea Yébenes, Pervivencia de las instituciones militares romanas en una enciclopedia orgánica del siglo VI: el De Magistratibus de Ioannes Lydus en La apor- tación romana a la formación de Europa: naciones, lenguas y culturas, Madrid 2005, 178, apunta que Juan Lido es uno de los 1000 exceptores o funcionarios electos que se incorporaban cada año la oficina pretoria, de los cuales pasaban al servicio fijo unos 30 (a lo sumo 50). 80 Anom. Strat. 3.94-101. 81 C. Kelly, Ruling the later Roman Empire, Cambrige 2004, 78. © Edizioni Scientifiche Italiane peñando trabajos complementarios dentro de la misma Administración, que no son ilícitos. De ahí que agradecido por el empleo conseguido le dedique un encomio a su amigo, que también le es recompensado eco- nómicamente82. Tras más de un año de experiencia como secretario en la Corte de apelaciones (secreta), en el Consistorio83, y en esta plena de- dicación a la función pública a Juan Lido se le da acceso a otros de- partamentos más atractivos y más conformes a su excelente formación intelectual. Compatibiliza funciones en la Prefectura y en la Corte en virtud de una política funcionarial de pluriempleo. Su dominio del latín, lengua oficial del gobierno le es muy útil, in- cluso esencial para acceder a determinados puestos; en esta autobiogra- fía Lido se queja del bajo nivel formativo del funcionariado de su tiempo en comparación con épocas precedentes84. No se sabe exactamente en que fecha Zótico le proporciona una esposa, que según Rapp, es hija de su benefactor85. Una cuestión que sin duda tiene importancia en su carrera pública, pues en caso contrario, no lo mencionaría en esta des- cripción que él mismo hace de su curriculum vitae. De hecho ella aporta una buena dote, lo que implica que está en buena situación económica, y un circulo de amistades muy recomendable para su debida conside- ración social y política; y como en un entrecomillado añade los valores morales de aquella. Dicha dote es de cien aúreos (equivalente al salario completo de todo un año del Prefecto del Pretorio de África)86. Posi- blemente este suceso haya tenido lugar antes del cese de su amigo (a. 512). Ahora bien, ésta parece fallecer pronto. El cambio de Prefecto del Pretorio hace que vea obstaculizada su progresión laboral; además, el emperador Justino prohíbe, salvo pocas excepciones, ocupar dos o más cargos públicos (a. 524)87. Por ello se centra en la producción literaria, ciencia política, administración pública 319 82 C.A. Mango, Byzantium cit., 41, añade, que ese dinero dado por Zótico por el panegírico sería naturalmente extraido del Tesoro público. 83 M. Maas, John Lydus and the roman past cit., 32, expone que el Emperador elegía a sus particulares secretarios de la oficina A Secretis; pertenecer a ellos daba más prestigio que ser praefectianus. 84 S. Dimitriev, John Lydus and his contemporaries on identities and cultures of sixth-century Bizantium en Dumbarton oaks papers, 64, 2010, 34, refiere que in- cluso las élites imperiales, como son, por ejemplo, los altos funcionarios, no esta- ban deseosos de aprender latín más allá de lo que requerían sus responsabilidades profesionales. 85 C. Rapp, Literary culture cit., 384. 86 Lyd. mag. 1.3-7. 87 C. 12.34[33].5, Emperador Justino a Licinio, Maestre de los Oficios. M. Maas, John Lydus and the roman past cit., 33; J. Caimi, Burocrazia cit., 56. © Edizioni Scientifiche Italiane que está tan bien considerada socialmente. Señala Rapp que la compo- sición de trabajos literarios es un vehículo de movilidad social88; y de ahí las alabanzas hacia los benefactores. Con el ascenso al Imperio de Justiniano se pone en marcha la re- novatio imperii, Justiniano diseña un programa de renovación para los puestos de gestión que pudiese, conforme a una política de capacitación y de apoyo al curriculum en todos los ámbitos y categorías profesio- nales. La Administración de justicia en el Imperio desde hacía mucho tiempo era muy deficiente, y con diversas medidas jurídicas Justiniano trata de solucionar este problema89; es precisamente a esta línea política a la que Procopio dirigió sus más duras criticas90.En sus líneas de re- forma se hace un replanteamiento de la misión de la función pública y de la formación de sus miembros91. Se emprende una política de ma- nos puras, manos limpias, y de capacitación curricular, así como de va- lores personales para el acceso y desempeño de los puestos en la Ad- ministración92; A la par se les da estipendios adecuados en función de la importancia del cargo (sufficiens solacium. Nov. Iust. 13.3.1). Y ello con el fin de garantizar la integridad e incorruptibilidad como funda- mento del buen gobierno93; pero también de la profesión de fé del fun- cionariado94. Entre tanto, los vientos traen nuevos aires políticos, y un nuevo Pre- fecto del Pretorio, Juan de Capadocia (a. 531-532, a. 533-541 d.C.), con una intensificación de la persecución a paganos. Ya por constitución im- perial se ha prohibido la enseñanza de la filosofía griega y se ordena el cierre de la Academia de Atenas (a. 529), y aunque la vida intelectual persiste en Alejandría, Constantinopla, y otros centros del Imperio, los rosalía rodríguez lópez320 88 R.A. Kaster, Guardians of Language: The grammarian and society in late antiquity. The transformation of the Classical Heritage, 11, Berkeley 1988, 307. C. Rapp, Literary culture cit., 382, indica que la mayoría de los autores en el s. VI d.C. provenían de familias aristocráticas de provincias. Y que éstos ocupaban ofi- cios como abogados, scholasticus, notarius, cancellarius, o miembros de la jerarquía eclesiástica. 89 Nov. Iust. 149.pr.; Nov. Iust. 113.pr. 90 Procop. arc. 11.1-2. 91 Anom. Strat. 3.4-9. 92 Anom. Strat. 3.15-18. 93 E. Franciosi, Riforme istituzionali e funzioni giurisdizionali nelle Novelle di Giustiniano. Studi su Nov. 13 e Nov. 80, Milano 1998, 79. 94 El Emperador Justino publica una constitución contra los paganos a los que prohíbe el acceso y desempeño de la función pública, C. 1.5.12. © Edizioni Scientifiche Italiane malos tiempos que ya se anunciaban para los paganos desde el s. IV d.C. son una realidad contundente95. Aunque Juan Lido se siente des- orientado por el ambiente que reina a su alrededor, tanto por motivos laborales como políticos, él no tiene nada que temer, pues, como ya se ha dicho, es cristiano, y se somete al juramento de sumisión a la pareja imperial y a la religión cristiana, que Justiniano exige a sus funciona- rios; en el apéndice de la Nov. Iust. 8 se reproduce dicho juramento96. Hay también que tener presente que con la reestructuración adminis- trativa del Imperio (a. 530), los funcionarios han perdido capacidad para obtener primas, beneficios, en los variados departamentos del gobierno; además aumentan las competencias de los epistulares (a. 536), incluso con las modificaciones introducidas en el procedimiento se reducen mu- chas formalidades judiciales (a. 546 d.C.), lo que en último término su- pone pérdida de complementos económicos para los funcionarios97; y a la par estas medidas son signo de simplificación del lenguaje adminis- trativo en los escritos «a la manera del vulgo», abandonando el lenguaje solemne de los romanos se pierde «la auctoritas»98. El perfil del cris- tiano Juan Lido es espejo de lo que Justiniano va a demandar de las élites intelectuales y del funcionariado, por ello va a ser recompensado99. El Emperador le invita a que pronuncie un encomio ante dignata- rios italianos (a. 530), y le encarga una Historia sobre la guerra contra los Persas, el enemigo eterno de Roma y de los bizantinos100. Como consecuencia de la revuelta de Nika (a. 532) hay cambio en el cargo de Prefecto del Pretorio101. Juan Lido tiene un gran respeto por Focas, quien quizás lo patrocina. Durante este corto intervalo, para calmar los ciencia política, administración pública 321 95 F. León Florido, Translatio Studiorum: Traslado de los libros y diálogo de las civilizaciones en la Edad Media en Revista general de información y Documen- tación, 15.2, 2005, 52-54, incide en la translatio studiorum, que hace referencia a la noción de un viaje, de una marcha que dibuja un itinerario iniciado en la Grecia del s. VI d.C. El translado afectó a tres civilizaciones: Bizancio de Justiniano, con- tinuó en el naciente Imperio islámico, y concluyó en el Occidente latino cristiano. 96 Nov. Iust. 8 (apéndice). 97 C. Kelly, Ruling cit., 78-79. 98 S. Dimitriev, John Lydus and his contemporaries cit., 41. 99 Anom. Strat. 3.71-75. 100 Guerra contra los persas (a. 525-532). 101 Focas cae en desgracia, y se suicida (a. 545/546). Según B. GRAS, La des- truction du paganisme dans l’Empire romain. De Constantin à Charlemagne, Paris 2011, 319, debido a su paganismo larvado, Focas pierde no sólo el apoyo de Jus- tiniano, sino que es consciente de los duros castigos que la maquinaria imperial es- taba presta a aplicarle. © Edizioni Scientifiche Italiane ánimos políticos, el Emperador intenta atraerse a la élite conservadora y educada. No obstante, su día a día será difícil, con un alma y una mente en continuo conflicto, sobreviviendo entre la vida en la Admi- nistración y en la Corte, en una sociedad, como la Constantinopolitana altamente politizada en torno al hipódromo, entre las antiguas élites identificadas con las cuadrigas de distintivos verdes, y los azules (la masa y el nuevo Poder público emergente, con Justiniano, Teodora, Juan de Capadocia, Belisario y Narsés, a la cabeza en defensa de los azules). En conflicto también por la política de Justiniano cuyas reformas en parte admira, pero que oprimen a las provincias; Juan Lido amargamente cri- tica las medidas económicas y fiscales impuestas a Lidia, su tierra na- tal102. Pero él es un servidor público y pone su talento al servicio im- perial hasta el punto de formar parte de las comisiones que trabajan en la reforma de la administración de provincias. Pero los ataques contra los paganos, contra todo lo que huele a fi- losofía y a antiguos cultos religiosos, y a los que él tanto debe en su formación de juventud, le genera una gran contradicción y malestar per- sonal. Muchos de sus amigos, de su élite cultural, sufrirán persecucio- nes y confiscaciones, y él no podrá defenderlos103. Las intrigas palati- nas, consustanciales a la Corte, se harán extensivas a la Prefectura del Pretorio, dada la movilidad del funcionariado; de ahí que un arma muy utilizado políticamente en el seno de la Administración sea la genera- ción de sospechas, la manipulación, extorsión, y finalmente la denun- cia104. Sin embargo, el Emperador confía en él, y le otorga (a. 543) un puesto de profesor de latín en la Corte, esto es, en la Universidad de Constantinopla105, aunque recibiendo por la docencia exclusivamente la paga que recibiera en su empleo de funcionario. Ahora bien, la purga rosalía rodríguez lópez322 102 Nov. 124 (a. 553). 103 G. Férnandez, La cristianización de la filosofía antigua en Atenas y Ale- jandría en Arbil, 112, 6-7, recuerda que los pensadores desterrados (a. 529) habían huido a Persia, donde se vieron envueltos en una auténtica guerra civil, y fueron uno de los puntos del Tratado de paz con Cosroes (a. 532), retornando (a. 533), hasta la tercera persecución a paganos (a. 542). 104 J. Cheix-A. Saavedra, Justiniano: Su autoridad de hecho y derecho frente a la Corte en Revista electrónica Historias del Orbis Terrarum, 2, 2009, 1-43. 105 C.A. Mango, Byzantium cit., 135-136, señala que a finales del s. VI d.C., la tradición de Educación Superior sobreviviría sólo en Constantinopla, Alejandría y Beirut, y ello, entre otras razones, por el debilitamiento, incluso desaparición de muchos centros urbanos. © Edizioni Scientifiche Italiane de los paganos en ambientes universitarios no tiene lugar hasta tres años después, posiblemente desde las alta instancias ya se esté abonando el terreno, y una de las vías es introducir en ese circulo de profesores sos- pechosos elementos afines al régimen justinianeo, como es el caso de Juan Lido106. En suma, trabaja en la Administración imperial cuarenta años y cua- tro meses (a. 511-551), aunque de manera efectiva se retira(a. 552) a la edad de sesenta y un años; ahora bien, no es cierto, como sabemos por sus años de docente en la Universidad, que haya dedicado toda su vida al Servicio público. Se le hace un homenaje por parte de sus compañe- ros, recibiendo del Emperador el Derecho a seguir percibiendo la an- nona107, y los títulos y dignidades que acompañan al cumplimiento de un «cursus honorum funcionarial»108. Y aunque en parámetros de mor- talidad de la época se podría afirmar que es ya anciano, prosigue du- rante su jubilación trabajando activamente, antes de su muerte. Potio acusa a Juan Lido de ser excesivamente complaciente con los poderes fácticos, sin comprender la complejidad de la Corte justinianea, y de la inseguridad que se respira en los ambientes de la burocracia im- perial109. Lido pretende, entiendo, ser fiel a sí mismo y a sus raíces, sin ciencia política, administración pública 323 106 Se recoge en el Código de Justiniano una disposición, de la que no se con- serva la fecha de promulgación, sobre la prohibición a los paganos de ejercer la en- señanza (C. 1.11.10.2). G. Cavallo, Culture et circulation des livres cit., 56, explica que los gramáticos, rectores, médicos y juristas paganos son perseguidos (a. 546), pero no sólo eso, del conjunto de la legislación de Justiniano y de su concepción del Poder, y de su política cultural, que l’antiquitas restaba inculpabílis en tanto que conseguía integrarse en la nueva concepción cristiana del Imperio y de sus Institu- ciones; el Estado cristiano justinianeo exigía intransigentemente un perfecto alinea- miento de personas y de instituciones. Todo ello debilitaba las bases sociales, ya en crisis, de la cultura tradicional, la helénica, es decir, la pagana. 107 E. Barker, Social and political thought cit., 80, traduce este fragmento como me dio con sus propias manos una orden del Tesoro [annonae]. 108 J.R. Martindale, The prosopography of the later roman empire, II: AD. 395-527, Cambridge 1980, 614. 109 G. Cavallo, Culture et circulation des livres cit., 58, destaca que en época justinianea las relaciones entre poder e intelectuales se desenvuelve en la trama ha- bitual de sumisión, adulación, ambigüedades, e incluso desilusión. Propia del esta- tismo bizantino y de la particular síntesis social que le daba fundamento. Estos in- telectuales son altos funcionarios (tal como el cornicularius, comes primi ordinis, Juan Lido, o bien el comes Marcelino, secretario de Justiniano antes de su coronación, Coripo, el magister officiorum Pedro el Patricio), cortesanos (Paulo, el Silenciario), scholastici (abogados, tales como Agatías o Evagrio), cargos eclesiásticos próximos al Emperador (Agapeto, Diácono de la Iglesia de Santa Sofía), miembros del orden © Edizioni Scientifiche Italiane violentar los límites que demandan los nuevos tiempos; unos límites claro está que en muchos aspectos cercenan principios de romanidad aún conservados celosamente por las élites del Imperio, pero también su supervivencia se liga a esa renovación institucional en la que de nuevo vuelven aparecer en las constituciones imperiales los términos cives, res publica, entre otros tantos que conformaban el ideario republicano. 4. Una legislación para la Política y la Administración La principal innovación justinianea fue la particular concepción de scientia iuris, en base a la cual, para la realización de su programa gu- bernativo, Justiniano retenía indispensable proceder con una organiza- ción radicada en la juridicidad110. Además, el hecho de ser el Empera- dor un perfecto conocedor de la teología de su tiempo, como subraya Gónzalez Fernández111, favorece que tome un gran protagonismo en este ámbito; de ahí sus escritos teológicos y eclesiásticos, y la gran can- tidad de constituciones de contenido religioso112. Los juristas encargados de la redacción de las Novelas de Justiniano son muy conscientes de la teoría política y de la importancia política del lenguaje, y para ello despliegan adecuados sistemas de publicidad de las nuevas políticas públicas, en parte conservadoras y en parte innova- doras. De ahí que ante esa tensión doctrinal sobre el modelo de Es- tado, Justiniano exprese en sus constituciones el prototipo de buen Prín- cipe que salvará, pese a las críticas de algunos de sus contemporáneos y de gran parte de la historiografía posterior, el Imperio para los suce- sivos emperadores ya bizantinos. El análisis de la legislación justinianea muestra que el emperador la usa como medio para advertir su concep- ción del oficio imperial que él ocupa113. Todas las nuevas constitucio- rosalía rodríguez lópez324 senatorial (tal como el illustris et patricius Procopio), altos oficiales del ejército (Me- nandro, el Protector). 110 A.S. Scarcella, La legislazione di Leone I, Milano 1997, 481. 111 F.R. González, La obra legislativa de Justiniano y la cristianización del Cos- mos en Antigüedad y Cristianismo VII, Murcia 1990, 495-518. A.R. Soto-R.E. Yá- ñez, El Arte del Buen Gobierno cit., 29, subraya que Justiniano tenía también una brillante carrera militar y formación en política y Derecho. 112 La ideología cristiana ocupaba toda la escena pública, y fue apoyada por un paquete de disposiciones jurídicas; al respecto, véase M. Maas, Roman History and Christian Ideology in Justinianic Reform legislation en DOP 40,1986,17-31. 113 C. Pazdernik, Justinianic Ideology cit.,185-214. © Edizioni Scientifiche Italiane nes contienen, además de los capítulos propiamente jurídicos, un pre- facio y un epílogo que lo contextualiza, y que son aprovechados para adoctrinar al pueblo; así son usuales en las Novelas expresiones tales como a fin de que todos nuestros sub ditos conozcan cuanto nos cuida- mos de ellos114. Estos prólogos y epílogos de las Novelas de Justiniano son un valioso material de referencia en el estudio de la Historia polí- tica de la Antigüedad, o más propiamente protobizantina, a los que se- guidamente haré referencia. A Justiniano, aunque sea simplemente por razones fiscales, no le in- teresa que haya un gran sector de la población improductivo y ajeno a las reglas de convivencia social; todo lo contrario, necesita apoyarse en el pueblo para disminuir el poder de la aristocracia, tal y como se re- fleja en numerosas leyes que afectan a los ámbitos más variados de la realidad. El Emperador consagra la caridad, la atención a los desvafo- recidos, como virtud primera, según se expresa en alguna de las dispo- siciones jurídicas115. Justiniano necesita renovar las elites que no le son muy afectas, y que a través de su paganismo, explicito o larvado116, y de su dominio de los ambientes intelectuales, tratan de minar el poder imperial. Se es- fuerza en preservar una gran parte del mundo clásico y de sus valores socio-políticos. Sin embargo, como expone Torrent, siguiendo a Gallo, Justiniano destierra las antiguas concepciones del Derecho que respon- den al espíritu republicano, y asienta las premisas para el traslado del saber jurídico, aplicando en su lugar las propias de la nueva legum doc- trina conformes al poder absoluto117. Los juristas encargados de la redacción de las Novelas de Justiniano son muy conscientes de la importancia política del lenguaje, y por ello despliegan la maquinaria imperial a efectos de cumplir unos fines pro- pagandísticos muy definidos; así, el Poder público debe afanarse en dar ciencia política, administración pública 325 114 Nov. 128, epilog. Además, el Emperador expresó en otras muchas constitu- ciones que tenía gran cuidado de todas las cosas, a fin de que se hallesen del me- jor modo, y no se deje nada en que se delinquiera, con el propósito de que se pre- servase la salud de los subditos (Nov. Iust. 68,ep.; Nov. Iust. 98.pr.; Nov. Iust. 98.ep.; Nov. Iust. 149.ep.; Nov. Iust. 74.ep.; Nov. Iust. 114.pr.). 115 Nov. Iust. 10.ep. Justiniano no restringió el concepto de caridad a la aten- ción a los pobres, sino que lo extendió en general a los buenos actos, como se des- prende de Nov. Iust. 59.pr. 116 C. 1.11.10. 117 A. Torrent, Lafractura justinianea en la producción del derecho. La pro- hibición de comentar el Digesto y su ideología positivista en Fundamenta Iuris. Ter- minología, principios e interpretatio, Almería 2012, 28. © Edizioni Scientifiche Italiane difusión a aquello que ha hecho y que va a realizar, por lo que las po- líticas públicas despliegan adecuados sistemas de publicidad. El estudio de los prefacios y de los epílogos de las Novelas de Justiniano revelan las líneas programáticas y filosóficas de actuación que el Emperador fija como emblema de su reinado, por lo menos en el intervalo de tiempo en el que se redactan (a. 534-565). En todo momento estos principios nos recuerdan los Capítulos admonitorios que Agapito dirigió años atrás a Justiniano. Ahora bien, todos los principios pueden resumirse en uno sólo, la preocupación imperial por el buen funcionamiento de la Res publica, y que queda formulado con la siguiente expresión: Ocupados nosotros en todos los cuidados de la Re pública118, lo que conecta con el consejo dado por Agapito al reflexionar sobre cómo la gravedad de las faltas de un gobernante afectan al conjunto de la Res publica; por ello el diácono incide sobre la responsabilidad en el ejercicio del poder político y el cuidado que se ha de prestar a los súbditos119. Ciertamente el Empera- dor expresa en diversas constituciones que tiene gran cuidado de todas las cosas, a fin de que se hallen del mejor modo, y no se deje nada en que se delinqua, con el propósito de que se preserve la salud de los sub- ditos120; y en esta línea también es importante atender a las reclamacio- nes de los súbditos, que le dan ocasión para escribir leyes para el bien- estar de los súbditos121, …a fin de que nada se haga injustamente res- pecto a ellos122. Hacer las co sas que los libre de toda dificultad, lesión y que branto, con la finalidad de que con ocasión de litigios y de otras cosas cualesquiera no se vean obligados a salir de su propia patria, y a sufrir aflicciones como peregrinos. Se pone así cuidado en la con veniencia pública, en la utilidad de la república, o dicho más claramente, en todo se procuraba por los súbditos. El Emperador subraya en sus constitu- ciones que las autoridades públicas deben divulgar a todos lo que por ley haya reconocido como bueno para remedio de los hombres y comple - mento de la naturaleza, porque él antepone la utilidad de ellos a toda otra ocupación123. Además, se insiste en las Novelas que el Emperador vela buscando remedios para los súbditos, y no cesa de inqui rir si hay rosalía rodríguez lópez326 118 Nov. 1.pr. (a. 535). 119 Agap. cap. 10. 120 Nov. Iust. 68.ep. 121 Nov. 98.pr. 122 Nov. 98.ep. 123 Nov. 74.ep. © Edizioni Scientifiche Italiane algo que se haye de corregir en la República; insistiendo en que tanto la autoridad imperial como la Administració de él dependiente acome- ten trabajos voluntarios para proporcionarles descanso a los demás124. En este punto ya se divisa que el cuidado de los súbditos conecta inevitablemente con el principio de seguridad125; los términos en los que se expresa este principio se concretan, por ejemplo, en Nov. Iust. 116.pr. La paz es el principal instrumento propagandistico del Emperador, lo que se refleja en la literatura política, en los textos literarios y en las fuentes jurídicas de su tiempo. La defensa de la paz es consustancial a la renovatio, y ésta impregna toda la política de gobierno de Justiniano126, redimensionando los tímidos intentos de regeneración del ejercicio de los cargos públicos, realizados por algunos emperadores entre los siglos IV y V d.C. Otra cuestión que se cuida mucho en las Novelas es la re- lativa a la paz social entre ciudadanos y ciudades, indicándose a los po- deres públicos que provean a fin de que ninguna población de las ciu- dades promueva sediciones contra otras, sino que las ciuda des de Dios tengan entera paz, porque también en ellas se les conserva a los subdi- tos la equi dad, y ni por causa de lucro, ni de pasión alguna se favo- rezca a ninguna de las partes; y en otra disposición jurídica también se les insta a que eviten a los provinciales promoverse recíprocamente mo- lestias, y hacerse guerras intestinas en medio de paz tan completa127. Así, para conservar el mundo clásico y sus valores socio-políticos, diseña un programa de renovación para los puestos de gestión que pudiese, en la medida que los nuevos tiempos lo permiten, hacer apli- cable la veneranda vetustatis auctoritas128; de ahí que, como indica Vallejo, se haga una selección absolutamente consciente de aquellos elementos que interesa preservar del pasado clásico129; y esta política ciencia política, administración pública 327 124 Nov. 114.pr. 125 Agap. cap. 47: La benevolencia y la justicia regalan seguridad, y no necesita sospechar de nadie; Agap. cap. 62: El Emperador debe … ofrecerle con esmero a los suyos seguridad. 126 Existen otros ejemplos de renovación pública, como refiere N. Iorga, His- toire de la vie byzantine Empire et civilisation d’après les sources illustrées para les monnaies. I. L’Empire oecuménique (527-641), Paris 1934, 180-181. 127 Nov. Iust. 36.pr. 128 Expresión empleada en Nov. Iust. 23.3.pr. 129 G.M. Vallejo, Tradiciones y pervivencias paganas en el Imperio Bizantino: El posicionamiento de Justiniano en Antigüedad y Cristianismo XV, Murcia 1997, 219-220. Una visión muy crítica de la labor política de Justiniano se realiza por J. Signes Codoñer, Bizancio y sus circunstancias cit., 129-175, y subraya que los cam- © Edizioni Scientifiche Italiane de no ruptura se manifiesta en algunos de los prefacios de las No- velas130. Por lo que se refiere a Dios y a la Iglesia, señala Marín Conesa que la nueva visión sacerdotal de la monarquía la responsabiliza de la sal- vación espiritual de sus súbditos131; y yo añadiría de la honestidad de sacerdotes y de toda la jerarquía eclesiástica, como se refleja en las No- velas132. Así, con el fin de fortalecer la alianza con el fuerte poder ecle- siástico las disposiciones jurídicas sostienen que la paz de la República romana se cimenta en la oración y devoción religiosa. La visión del Príncipe como espejo de virtudes pasa irremediablemente por el mo- delo ideal de gobernante cristiano; su reconocimiento como pecador lo asemeja al resto de sus súbditos, y lo hacía más humano, tal y como se refleja en Nov. Iust. 141.pr.133. El Emperador reconoce en las Nove- las que debía el trono y todas sus riquezas a Dios134, tal y como ex- presara Agapito135, y manifiesta practicar la liberalidad136 y ejercitar la clemencia con sus súbditos, y favorecerlos en general en todo lo posi- ble137, no sólo por agradecimiento, sino fundamentalmente porque en el último momento debe rendir cuenta de sus acciones en el juicio final138. rosalía rodríguez lópez328 bios operados por el Emperador fueron ocultados mediante una cuidada propa- ganda que apelaba a las tradiciones del Imperio. 130 Nov. Iust. 28.pr.; Nov. Iust. 7.pr. 131 R. Marín Conesa, Cristianismo cit., 546. 132 Nov. Iust. 6, pr. 133 En Agap. cap. 36 se expresaba que el Emperador no debía reprimir con ira las faltas de los súbditos. En Agap. cap. 37 se subraya que el soberano en tanto había recibido el poder de Dios debía de imitarlo y ser misericorde. 134 Así, por ejemplo, la Nov. Iust. 81.pr. 135 En Agap. cap. 45 se subrayaba que el emperador debía su soberanía a Dios; de ahí que el exceso de posesiones de las que el Emperador disponía generaba una ilimitada liberalidad, que a los pobres debía dispensar con obras de caridad. En el mismo sentido se expresaba Agap. cap.53 al indicar al Emperador que se esforzase en difundir a todos de la misma forma, pues se le exigía tanto como poder tenía. La caridad hacia los pobres haría que Dios le proclamase Señor y con un poder invencible. 136 Agap. cap. 7 insiste en el tesoro de la caridad frente a la inestable riqueza de los bienes materiales. En Agap. cap. 38 se afirma que la beneficencia nos acerca a la santidad. Y en Agap. cap. 60 que la caridad para con los pobrestendrá como recompensa el reino de los cielos. Agap. cap. 58: El reino del soberano debe de amurralarse con limosnas y fortificarse con torres de oración. Agap. cap. 61: El ce- tro es obtenido por Dios, y la más grande de las veneraciones será la caridad como un deber. 137 Nov. Iust. 11.pr. 138 Agap. cap. 8; 15; 44; 55; 67-72. © Edizioni Scientifiche Italiane Por lo que se refiere a la caridad, las Novelas mencionan profusa- mente este principio, y el Emperador lo consagra como virtud primera, de tal modo que, según se expresa en alguna de las disposiciones jurí- dicas, tal virtud aparece no entre muchos, y principalmente en va rones oriundos ciertamente de buenos padres, pero que dedican su vida tanto a las peticiones de los necesitados, como al auxilio imperial en favor de és tos139. Justiniano no restringe el concepto de caridad a la atención a los pobres, sino que lo extiende en general a los buenos actos140. Como principio viene expresado en la Nov. Iust. 91.pr.: …porque lo que es de- masiado desigual no nos place mucho141, siguiendo así el consejo de Aga- pito142. En las Novelas se hace mención tanto a la clemencia de Dios143, como a la del Emperador, de la indulgencia hacia los súbditos, y no de- jarse llevar por la ira144. De las disposiciones emana la creencia en la educación de los súbditos para que fuesen buenos contribuyentes y ciu- dadanos145, lo que también se percibe en los consejos de Agapito146. Igualmente Justiniano conecta lo divino con la justicia, tal y como se expresa en Nov. Iust. 164.pr. Al igual que Agapito147, Justiniano liga la justicia con la humanidad148. La Administración de justicia en el Imperio desde hace mucho tiempo es muy deficiente; de ahí que Justiniano trate con diversas medidas de solucionar este problema, tal y como se percibe en Nov. Iust. 149.pr. La renovatio imperii prioriza una política de capacitación y de apoyo al curriculum en todos los ámbitos y categorías profesionales para su- perar una profunda crisis administrativa, provocada por diversos facto- res: corrupción e ineficacia de la burocracia, conflictos de competencia y de jurisdicción entre los diversos órganos públicos, y malversación en ciencia política, administración pública 329 139 Nov. Iust. 10.ep. 140 Nov. Iust. 59.pr. 141 Agap. 4 complementa el anterior. 142 Agap. cap. 16, expresa que ricos y pobres, para que ambos tengan salud, se tiene que curar la desigualdad a través de un más y un menos, y para que de este modo quede balanceada. 143 Nov. Iust. 122.pr. 144 Nov. Iust. 129.pr. 145 La justicia se promueve hasta el punto de que se incita a los particulares le- sionados a que denuncien las injusticias sufridas (Nov. Iust. 130.ep. (a. 545). 146 Agap. cap. 35; 48; 59; 63; 64. 147 Agap. cap. 40, sostiene que la dignidad del soberano se fortalece con la equi- dad y la humanidad, lo que le asemeja a Dios. 148 Nov. Iust. 163.pr. © Edizioni Scientifiche Italiane perjuicio de la población, especialmente rural; abusos de las autorida- des públicas y desprestigio de los jueces locales. Se trata de fortalecer las estructuras estatales, de eliminar la corrupción de los órganos buro- cráticos a nivel local y de reducir los órganos de gobierno, simplifi- cando la jerarquía y la burocracia, y abaratando el coste de la justicia, a la par que se establece el principio de adaptabilidad de las institucio- nes jurídicas a las situaciones locales, suprimiéndose además la venali- dad de los cargos públicos. En el prefacio de una Novela se resume perfectamente esta cuestión149; con estas medidas el Emperador pretende que respiren alguna vez los subditos, florezcan de nuevo las ciudades, se obtenga gran dísimo aumento de habitantes, y no abandonen su pa- tria, como alguna cosa terrible, temiendo ha bitar en ella a causa de la maldad de los jueces; y en última instancia con la mejora de la justicia aspira a fortalecer su legitimidad150. Evidentemente el lenguaje retórico de las constituciones imperiales da una impronta propia a los mensajes tópicos de los Specula, quedando plasmado en ellas principios de gobierno como la liberalidad, la cle- mencia, la renovatio sin ruptura, la seguridad, el cuidado, la consciencia propia del gobernante, de su poder y de la realidad, la responsabilidad imperial exigida en el juicio final de Dios, la indulgencia frente a los de- litos, la lucha contra las desigualdades, la creencia en la educación de los súbditos, entre otros fundamentos de buena gobernanza; y tales dispo- siciones son difundidas con fines propagandísticos a lo largo y ancho del Imperio con la idea de asentar su poder entre unas masas populares a las que trata de liberar de las arbitrariedades de la aristocracia bizantina. 5. Notas conclusivas El análisis de las distintas obras de pensamiento político conservadas y de su posible influencia en la línea política de Justiniano plasmada en la legislación, fundamentalmente en las Novelas, puede ofrecer claves en la evolución de su reinado y de lo que son los grandes problemas del Poder. Los tratados de historia de teoría política podrían subsanar la ca- rencia temporal de la que adolecen, y subrayar el esfuerzo de los escri- tores políticos de época protobizantina por renovar el pensamiento po- lítico greco-romano y modelarlo con el fin de resolver los desafíos de rosalía rodríguez lópez330 149 Nov. Iust. 113.pr. 150 Agap. cap. 2. © Edizioni Scientifiche Italiane los nuevos tiempos, pues estos, con los variados conflictos políticos, es- tÁn lejos de ser pacíficos y armoniosos: terratenientes fortalecidos en sus villas en detrimento de los poderes públicos, ciudades enfrentadas a su territorio circundante, elites de la capital enfrentados, persecución de he- rejes, y luchas teológicas, entre otros puntos conflictivos. Agapito escribe que para un hombre corriente la maldad es hacer cosas despreciables dignas de castigo; para un gobernante es no hacer lo que es bueno y atiende a la salvación151. En este contexto, en el que se valoran a los soberanos por principios que van más allá de su formu- lación teórica, y que requieren en los dirigentes gestos de acción y de compromiso con su pueblo, el apelativo que Procopio plasma en His- toria Secreta, al calificarlo como Príncipe de los demonios152, deviene una acusación excesivamente dura con tintes de alta traición. Más aún cuando la ciencia política, la administración pública y la legislación convergen para fortalecer los confines estructurales del Imperio. Resumen El reinado de Justiniano es puente entre el mundo clásico y el medievo; re- novación a partir de las estructuras bajoimperiales; e influencia y frontera en- tre la romanidad y los bárbaros. El cristianismo, la Administración y la fisca- lidad condicionarán la vida pública de los habitantes de la Romanía, mientras las élites culturales harán eco o contestación de la política gubernamental; y todo ello se reflejarán en la legislación del siglo sexto. Palabras-Clave Justiniano – Specula principis – Administración pública – Élites del Imperio. Abstract The reign of Justinian is bridge between the classic world and the Middle Ages; renovation from the estructures late antiquity; influence and border be- tween the romanness and the barbarous. The cristianity, the Civil service and the tax authorities will condition the public life of the inhabitants of Romania, while the cultural elite will echo or reply the gubernamental policies; and all of this will be reflected at the legislacion of the sixth century. Keywords Justinian – Specula principis – Civil service – Empire elite. ciencia política, administración pública 331 151 Agap. cap. 66. 152 Procop. arc. 12.27-34. © Edizioni Scientifiche Italiane