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WENDELL LIEMOHN, PH. D. Department of Exercise Science University of Tennessee Knoxville, Tennessee PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA EDITORIAL PAIDOTRIBO Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página i ÍNDICE Colaboradores......................................................VIIPrefacio .................................................................IX PARTE I FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA 1/ Anatomía y biomecánica del tronco ................3 Wendell Liemohn 2/ Flexibilidad, grado de movilidad y función de la región lumbar........................................37 Wendell Liemohn / Gina Pariser PARTE II EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO 3/ Examen físico funcional para las lesiones de la región lumbar de los deportistas.................67 Joseph P. Zuhosky / Jeffrey L. Young 4/ Preparación física aeróbica y función de la región lumbar.................................................89 Wendell Liemohn / Gina Pariser / Julie Bowden 5/ Incidencia de lumbalgias en los deportes.......99 Wendell Liemohn / Marisa A. Miller PARTE III PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO 6/ Protocolos para el ejercicio (y diagnóstico) ..137 Wendell Liemohn / Laura Horvath Gagnon 7/ Las técnicas de Feldenkrais y Alexander.......157 Jeanne Nelson 8/ Protocolos de ejercicios para la lumbalgia ...167 Julie M. Fritz / Gregory E. Hicks 9/ Historia y principios de la terapia acuática ..183 Bruce E. Becker V Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página v VI 10/ Terapia con ejercicios acuáticos...................197 Bruce E. Becker 11/ Consideraciones para el desarrollo de la fuerza de los músculos extensores de la espalda ....215 James E. Graves / John M. Mayer 12/ Eficacia del ejercicio terapéutico en la rehabilitación de la región lumbar ...............229 Wendell Liemohn / Laura Horvath Gagnon Índice alfabético.................................................241 Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página vi FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA PARTE I Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 1 ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Wendell Liemohn INTRODUCCIÓN, 4 LA COLUMNA VERTEBRAL, 4 Arquitectura de la columna, 4 Curvaturas de la columna, 5 Lordosis, 5 Cifosis, 6 Escoliosis, 6 Vértebras, 6 Discos intervertebrales, 8 Anillo fibroso, 8 Núcleo pulposo, 8 Carillas vertebrales, 9 Adaptaciones funcionales de los discos, 10 Articulaciones interapofisarias, 11 ESTRUCTURAS DE SOPORTE MUSCULOLIGAMENTARIAS, 12 Ligamentos de la columna vertebral, 12 Músculos y tejido conjuntivo relacionado, 13 Consideraciones para la prescripción de ejercicios de flexión del tronco, 13 Estudio de las consideraciones mecánicas, 14 Estudio de las consideraciones fisiológicas, 14 Interacción de las consideraciones mecánicas y fisiológicas, 14 Otras particularidades de los músculos abdominales, 16 Fascia y musculatura dorsales, 20 Consideraciones mecánicas del levantamiento de pesos, 21 Respuesta de flexión-relajación, 23 Presión intraabdominal, 25 Fascia toracolumbar, 25 Nuevas investigaciones sobre el levantamiento de peso, 26 Protección del tronco, 30 Columna neutra/protección abdominal/estabilización del tronco, 32 RESUMEN, 32 BIBLIOGRAFÍA, 32 CAPÍTULO 1 3 Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 3 INTRODUCCIÓN El propósito de este capítulo es revisar aquellos as- pectos de la anatomía y biomecánica pertinentes pa- ra el funcionamiento de la columna y la lumbalgia. Esta síntesis comprende una revisión de la anatomía, una exposición de los ejercicios de flexión del tronco y una descripción de las sinergias de los tejidos mus- cular y conjuntivo del tronco. Esta descripción prece- de a una sucinta exposición de los estudios sobre la halterofilia y su relación con la estabilización del tronco (también llamada protección abdominal). El San Francisco Spine Institute (1) fue una de las pri- meras entidades en adoptar la estabilización del tron- co como técnica de rehabilitación. Aprender a esta- bilizar el tronco en una posición neutra e indolora es fundamental para los ejercicios terapéuticos de la mayoría de los programas de rehabilitación de la es- palda. LA COLUMNA VERTEBRAL La columna vertebral, compuesta por segmentos óse- os móviles, fascia y músculos, se considera una obra maestra de la biomecánica (2). Su carácter único se atribuye en parte a su capacidad para equilibrar las curvas lordóticas de las regiones cervical y lumbar, y las curvas cifóticas de las regiones dorsal y sacra. El resultado es una doble curvatura en «S» que permite a la columna absorber las fuerzas verticales como un muelle (fig. 1-1). La colaboración de la columna vertebral es im- portante en muchos movimientos, si bien dicho papel pasa muchas veces inadvertido. Después de apreciar las diferencias insignificantes entre el mo- vimiento vertebral de un hombre durante la loco- moción bípeda, y el de un hombre sin piernas caminando sobre sus tuberosidades isquiáticas, Gracovetsky afirmó que la columna y los tejidos circundantes son el «motor» primario de la loco- moción en la especie humana (3, 4). Existen mu- chos ejemplos que describen el «papel motor» de la columna en el deporte; por ejemplo, los lanza- dores de peso, martillo y disco despliegan concre- tamente un movimiento de tensión rotatoria de la columna que contribuye al éxito de sus actividades (fig. 1-2). Arquitectura de la columna La arquitectura de la columna que interesa en esta sección se compone de las curvaturas vertebrales, los componentes vertebrales e intervertebrales de los dis- cos y sus articulaciones, y los ligamentos de la co- lumna. 4 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-1. Vista lateral de la columna vertebral. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw- Hill Companies, Inc.) Curva cervical Región cervical Región torácica Región lumbar Curva sacra Curva lumbar Curva torácica Sacro Cóccix VISTA LATERAL Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 4 Curvaturas de la columna Las curvaturas naturales de la columna vista de lado comprenden una concavidad en las regiones cervical y lumbar, y una convexidad en las regiones dorsal y sacra. Estas curvas se consideran normales, aunque se describan como lordóticas y cifóticas, respectiva- mente (fig. 1-1). Cuando estas curvas son excesivas, se produce hiperlordosis en el área lumbar, y cifosis en el área dorsal. Vista por detrás, la columna adopta una línea ver- tical casi recta; si hubiera una desviación lateral apreciable, se llamaría escoliosis. Las desviaciones lordótica, cifótica y escoliótica son funcionales si de- saparecen voluntariamente al modificar la postura; se las considera estructurales si los ajustes posturales no influyen inmediatamente en la desviación. Lordosis. La lordosis lumbar depende sobre todo de dos factores: las formas del disco intervertebral lum- bosacro y de la V vértebra lumbar (fig. 1-3). El disco entre L5 y S1 y la vértebra L5 son más gruesos ante- rior que posteriormente, de unos 6 a 7 mm y 3 mm, respectivamente (5). Aunque esta posición podría su- gerir cierto grado de precariedad ante una fuerza de cizallamiento evidente (p. ej., deslizamiento de L5 sobre S1), se ve contrarrestada por la estructura refor- zada de las apófisis articulares superior e inferior de L5, y por una poderosa estructura ligamentaria de re- fuerzo. No obstante, si las estructuras de soporte sufren una lesión, puede producirse la desviación de L5 sobre S1, o de L4 sobre L5, causando una afección llamada espondilolistesis. Fujiwara y otros (6) estudiaron la morfología del ligamento iliolumbar y llegaron a la conclusión de que su longitud y dirección pueden ser un factor predisponente para el desarrollo de una de- generación discal entre L5 y S1 y la subsiguiente es- pondilolistesis. Nagaosa y otros (7) y Berlemann y otros (8) llegaron de forma independiente a la con- clusión de que la orientación de las articulaciones in- 5CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DELTRONCO Figura 1-2. (A) En un lanzamiento de peso correctamente ejecutado, la columna actúa como «motor» porque mueve las partes del cuerpo. (Por cortesía de Vol Sports Information Office.) (B) La columna vertebral del número 94 se ve obligada a oponer resistencia a una fuerza de torsión, flexión lateral y traslación. (Por cortesía de Football Time in Tennessee.) A B Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 5 terapofisarias es un riesgo anatomopatológico predis- ponente para el desarrollo de espondilolistesis dege- nerativa. La curva lordótica lumbar ayuda a los discos a amortiguar los choques y fuerzas compresivas. Aun- que ha sido creencia habitual que la lordosis excesi- va es un factor de riesgo de la lumbalgia, no es evi- dente una relación entre la forma de la lordosis lumbar y los síntomas de lumbalgia (9). Caracterís- ticas intrínsecas determinan la curva lumbar; factores extrínsecos como el sobrepeso, llevar tacones altos o el acortamiento de los músculos pueden modificarla. Aunque los programas de entrenamiento de la fuerza no hayan sido eficaces en la reducción de la curva lordótica (10), la tirantez de los flexores de la cadera (p. ej., el psoas) podría aumentar la curva, mientras que la tirantez de los músculos isquiotibiales podría reducirla. El envejecimiento es otro factor que influ- ye en la curva, dado que la lordosis lumbar suele re- ducirse con la edad (5). Cifosis. En las actividades cotidianas, los movimien- tos y posturas de extensión vertebral son menos fre- cuentes que los de flexión vertebral. Las posturas continuas de flexión (p. ej., espalda encorvada) pue- den causar un aumento de la curva cifótica en el área dorsal. Esta postura errónea se caracteriza por dese- quilibrios musculares como (a) estiramiento y debili- dad de los músculos erector dorsal de la columna y retractores de la escápula (romboides y trapecio) y (b) tirantez de los músculos anteriores de la cintura es- capular (pectoral menor y serrato anterior). Con fre- cuencia, una cifosis dorsal mayor de lo normal tam- bién se asocia con un aumento compensatorio de las lordosis cervical y lumbar; sin embargo, no se ha de- mostrado que estas posturas predispongan a sufrir lumbalgia (11). Escoliosis. Aunque el examen de la mayoría de las columnas vistas por detrás muestra que no son per- fectamente rectas, cuando se aprecia una desviación acusada en una curvatura lateral de la columna, se denomina escoliosis. Aunque se han identificado muchas causas para la escoliosis, la etiología suele ser desconocida (12). No sorprende que la discre- pancia en la longitud de las piernas, que provoca oblicuidad pélvica, se asocie con escoliosis y lum- balgia. No obstante, existen pocas evidencias sólidas de que la escoliosis cause lumbalgia en la población general (13). Junghanns (2) reparó en que los lanza- dores de disco y martillo presentaban un porcentaje mayor de escoliosis y lumbalgia. Gracias a este dato, afirmó que un número extremado de lanzamientos al año causaba (a) un desarrollo asimétrico de la fuerza del tronco y escoliosis y (b) desgarros anulares de los discos intervertebrales debido a las sobrecargas de torsión. Vértebras Las siete vértebras cervicales adoptan una curva lor- dótica y descansan sobre las doce vértebras dorsales. Las vértebras dorsales despliegan una curva cifótica y sirven de anclaje a las costillas, que contribuyen a la estabilidad circunferencial (fig. 1-1). La última vérte- bra dorsal descansa sobre la primera vértebra lum- bar; la vértebra lumbar y sus cuatro homólogas se si- túan lordóticamente sobre el sacro. Panjabi y otros (14) detallaron las diferencias entre las vértebras dorsales y las lumbares realizando un 6 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-3. Forma de la lordosis lumbar. La curva lordótica se debe a la forma de cuña del disco lumbosacro y la vértebra L5. C urva lordótica Vértebra L5 Disco lumbosacro Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 6 estudio tridimensional de la anatomía superficial. Descubrieron que L4 y L5 semejaban una transición hacia la región sacra, mientras que L1 y L2 parecían una transición hacia la región dorsal. Las curvas primarias (es decir, las presentes al na- cer) son las curvas dorsal y sacra. Las curvas cervical y lumbar se consideran curvas secundarias; no están presentes al nacer y se desarrollan durante el proce- so de maduración. Los cinco segmentos fusionados del sacro transmiten lateralmente el peso a través de las articulaciones sacroilíacas hasta la pelvis; caudal- mente, el quinto segmento sirve de inserción al cóc- cix. Como se aprecia en la figura 1-1, las vértebras aumentan progresivamente de tamaño en sentido cervical a lumbar a medida que soportan cargas ma- yores. Las vértebras son estructuras de hueso esponjoso (trabecular) con una fina corteza de hueso cortical. Se adaptan a las tensiones según la ley de Wolff; en consecuencia, la posición y densidad de las trabécu- las verticales y transversas dentro de la cortical de ca- da vértebra cambian según las tensiones que sopor- tan en la columna (15, 16). De los extremos de la densidad mineral ósea dan ejemplo los casos (a) de incapacidad de las vértebras para sostener el peso del cuerpo y su hundimiento por osteoporosis de la co- lumna (2) y (b) la capacidad de los halterófilos de ni- vel mundial para soportar 28.000 N (> 2.700 kg) (16). Las vértebras suelen dividirse en tres componen- tes funcionales: el cuerpo, el pedículo intermedio y los elementos posteriores (fig. 1-4). El conjunto de dos vértebras y su disco intermedio se denomina seg- mento móvil (o unidad estructural funcional); un seg- mento móvil de la columna lumbar aparece en la fi- gura 1-5. Los segmentos móviles son las unidades funcionales más pequeñas de la columna; las articu- laciones que las comprenden son las articulaciones 7CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-4. Vértebras lumbares. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) TERCERA VÉRTEBRA LUMBAR Apófisis articular superior Pedículo Apófisis mamilar Lámina Apófisis articular inferiorApófisis espinosa Apófisis accesoria Apófisis espinosa Lámina Apófisis transversa Agujero vertebral VISTA SUPERIOR Apófisis articular superior Apófisis mamilar Apófisis articular superior VISTA POSTERIOR Escotadura vertebral inferior Apófisis accesoria Apófisis articular inferior Apófisis espinosa VISTA LATERAL Apófisis mamilar Cuerpo Cuerpo Cuerpo Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 7 anteriores entre los cuerpos de las vértebras, y las ar- ticulaciones posteriores entre las carillas pareadas (apófisis articulares superior e inferior). Discos intervertebrales Los discos intervertebrales actúan como espaciado- res y amortiguadores, además de absorber las sobre- cargas rotacionales (fig. 1-6). Aunque la mayoría de los problemas lumbares de los deportistas jóvenes se originan en los elementos posteriores (p. ej., en la porción interarticular, como se aprecia en la espon- dilólisis y espondilolistesis o en las lesiones de las ar- ticulaciones interapofisarias), en los adultos el disco es el foco de la mayoría de los problemas. El disco se compone del anillo fibroso, el núcleo pulposo y las carillas vertebrales. Anillo fibroso. El anillo fibroso contiene diez o más anillas concéntricas reforzadas con colágeno y orien- tadas en ángulos alternantes de alineación; por eso, si se ejercen sobrecargas rotacionales sobre la co- lumna, las fibras del disco están orientadas de tal mo- do que algunas fibras siempre oponen resistencia a esta deformación (fig. 1-6). Si la deformación es ex- cesiva, por ejemplo, debido a microtraumatismos re- petitivos, las fibras externas del anillo cuentan con nociceptores por los que sentimos dolor. El anillo contiene un 60%-70% de agua y la concentración de colágeno es de dos a tres veces la del proteoglicano. Núcleo pulposo. El núcleo pulposo es una redden- sa de estructura aleatoria compuesta de fibras colá- genas y gel de proteoglicanos; no contiene nocicep- tores. El núcleo pulposo contiene aproximadamente un 70%-90% de agua, siendo la concentración de proteoglicanos de tres a cuatro veces la del colágeno (5). Se sabe que las células de proteoglicanos y sus propiedades hidroabsorbentes se reducen con la edad y las lesiones. Como el núcleo pulposo y el ani- llo fibroso son de composición parecida, sus líneas de demarcación no son tan evidentes como las que aparecen en la figura 1-6. In vivo, las capas del anillo 8 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-5. Vistas de perfil (A) y por detrás (B) de un segmento móvil. El segmento comprende la unión del disco intervertebral con sus dos vértebras adyacentes. En la vista por detrás, se aprecian las articulaciones entre las apófisis articulares superior e inferior; estas articulaciones son denominadas interapofisarias. Apófisis articulares entre articulaciones (articulación interapofisaria) Apófisis articular superior Cuerpos vertebrales (discos) entre articulaciones Apófisis articular inferior Vista lateral Vista posterior Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 8 fibroso son menos distinguibles a medida que se aproximan y convergen con el núcleo. En los discos con patologías, la diferenciación entre el núcleo y el anillo es incluso menos evidente. Carilla vertebral. Un tercer componente de los dis- cos que no aparece en la figura 1-6 es la carilla ver- tebral, que separa un disco de su vértebra adyacente. Cuando se ejercen fuerzas compresivas sobre la co- lumna, el núcleo pulposo de los discos afectados ejerce presión en todas direcciones contra la perife- ria, que es más rígida (fig. 1-7). Un disco que soporte una carga ejerce presión radial contra el anillo fibro- so; cefálica y caudalmente, la presión se dirige a las carillas vertebrales. Aunque los anillos fibrosos se distiendan para disipar la tensión, si el anillo está sa- no y la fuerza de compresión es excesiva, algo se ve- rá obligado a ceder, y ello suele ser la carilla verte- bral (17). Por tanto, la carilla vertebral suele ser el eslabón débil de la columna. Una vez que un disco se lesiona o la degeneración supera su capacidad fi- siológica, el disco pierde viscoelasticidad. Un dis- co lesionado no amortiguará los choques como otro sano. La disminución de la altura de un disco es un ejem- plo de deformidad progresiva, una propiedad visco- elástica del tejido conjuntivo. En este escenario, la deformidad es temporal, porque la altura del disco recupera su valor previo en el plazo de una hora o dos en decúbito (18). Por la mañana, la espalda sue- le estar más rígida por el largo período de rehidrata- ción de los discos; no es coincidencia que las lesio- nes discales sean más corrientes por la mañana (5). Resulta interesante que, tras largos períodos de in- gravidez, como los que experimentan los astronau- 9CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-6. Disco intervertebral. La porción externa, el anillo fibroso, se compone de fibras colágenas laminadas y orientadas para resistir las fuerzas de rotación/torsión en cualquier dirección. Aunque no aparezcan en este dibujo, las carillas vertebrales terminan de cerrar el núcleo y anclan el disco a la apófisis anular. (Adaptado con autorización de Borenstein, D. G. y Wiesel, S. W. Low Back Pain–Medical Diagnosis & Comprehensive Management. 1989, Filadelfia: W. B. Saunders.) Figura 1-7. Transmisión del peso por un disco intervertebral. La compresión eleva circunferencialmente la presión en el núcleo pulposo; la tensión en el anillo redirige parte de esta presión hacia las carillas vertebrales. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Núcleo pulposo Eje del disco Posterior Anillo fibroso Fibra Láminas Anterior Núcleo pulposo Ligamento longitudinal posterior Anillo fibroso Ligamento longitudinal anterior SECCIÓN SAGITAL: REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 9 tas, la recuperación de líquido por parte de los dis- cos provoque un aumento del 3% de la altura corpo- ral (18). Adaptaciones funcionales de los discos. Como los discos son avasculares, su nutrición exige una hi- dratación y rehidratación continuas de sus compo- nentes; este proceso es óptimo cuando los discos se someten a cargas pequeñas (p. ej., posturas horizon- tales, como al dormir) seguidas por períodos de des- hidratación cuando se soportan cargas durante activi- dades con movimiento. Como los discos constituyen casi un cuarto de la altura de la columna vertebral, las pérdidas de líquido pueden hacer que una persona sea de 1 a 2 cm más baja al término del día (13). La nutrición de los discos depende de la difusión a par- tir de las carillas vertebrales y los anillos fibrosos; el proceso de transmisión de nutrientes se denomina imbibición. La contracción de los músculos mejora el proceso de absorción; por el contrario, el reposo en cama sería pernicioso para la nutrición y funciona- miento de los discos. En experimentos con animales, se ha demostrado de modo concluyente que el ejer- cicio moderado mejora la nutrición discal (19). Una buena nutrición discal mejora la elasticidad y la ca- pacidad de amortiguación, porque el núcleo traslada verticalmente la presión aplicada circunferencial- mente contra el anillo (fig. 1-7). A medida que se es- tira el tejido colágeno del anillo, se reduce la fuerza transmitida a las vértebras superiores de la cadena ci- nética. Aunque los discos resisten la mayoría de las cargas, su fragilidad puede manifestarse más cuando soportan tensiones que comprometen su integridad. Si un disco degenera o se rompe, o si se extirpa su nú- cleo, la pérdida de la altura discal es permanente; en ese caso, las articulaciones interapofisarias se ven obligadas a soportar una proporción mayor de la car- ga. El segmento móvil puede tornarse hipermóvil y clínicamente menos estable porque los ligamentos espinales están laxos (20, 21). De forma parecida, Haughton y otros (21) descubrieron que las roturas ra- diales de los discos intervertebrales reducen su rigi- dez y aumentan la movilidad bajo una fuerza rotato- ria. Es un caso muy parecido al del neumático de un coche que pierde bastante presión y se vuelve menos estable al tomar una curva. En estas circunstancias, los ligamentos capsulares de la articulación interapofisaria pueden estar estira- dos y distendidos crónicamente y en exceso; esto vuelve el segmento móvil más vulnerable a nuevas lesiones (fig. 1-8). Goel y otros (22) fueron de los pri- meros investigadores que aportaron datos cuantitati- vos que demostraron que el aumento del movimien- to en un segmento móvil vertebral es el primer signo de un cambio degenerativo. Las cantidades anormal- mente grandes de movilidad intervertebral pueden causar la compresión o el estiramiento de los recep- tores álgicos de los ligamentos espinosos, las cápsu- las articulares y las fibras anulares (23). La reducción de la altura discal también reduce el diámetro del agujero intervertebral; este defecto se llama estenosis (fig. 1-8). Además del dolor, el siguiente paso del proceso degenerativo es el anquilosamiento del seg- mento móvil y la reducción de la magnitud de la mo- vilidad (21). 10 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-8. La reducción de la altura de un disco también aminora el tamaño del agujero intervertebral, proceso este último denominado estenosis. La reducción de la altura discal estira asimismo los ligamentos capsulares de las articulaciones interapofisarias. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Incongruencia de la articulación interapofisaria Distorsión del agujero intervertebral Estenosis discal Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 10 Articulaciones interapofisarias La uniónde las apófisis articulares superior e inferior conforma una articulación interapofisaria (fig. 1-9). Estas articulaciones son diartrosis y, por tanto, existe cartílago articular que reviste las superficies articula- res. En la figura 1-9 es fácil apreciar que las superfi- cies de la articulación interapofisaria son verticales en el plano sagital; esta estructura articular permite poca rotación. Como las articulaciones interapofisa- rias también ofrecen un componente adicional con- tra el cizallamiento, son importantes en el control del movimiento entre las vértebras y en la mejora de la estabilidad de la columna. Las articulaciones interapofisarias son anfiartrosis y, por tanto, pertenecen a la clasificación de las diartro- sis, de modo que existe cartílago hialino que reviste la superficie articular, así como una cápsula articular. Es- tas superficies articulares y el tejido adyacente presen- tan profusa inervación y soportan cambios inflamato- rios si la articulación resulta dañada. Puede haber una distensión aguda de los ligamentos capsulares y daños en el cartílago articular cuando resulta forzado en gra- dos extremos de movilidad o cuando soporta movi- mientos a gran velocidad (p. ej., actividad balística). Cuando se adoptan posturas hiperlordóticas, las articulaciones interapofisarias se ven obligadas a so- portar una mayor parte de la carga que en una postu- ra menos lordótica (fig. 1-10). Si se reduce la altura discal por degeneración o deshidratación, las articu- laciones interapofisarias se ven igualmente obligadas a asumir una mayor porción de la carga. La cápsula articular de una articulación así afectada soportaría un estiramiento crónico y excesivo. Esto vuelve el seg- mento móvil más vulnerable a nuevas lesiones. Una cápsula articular crónicamente distendida puede estar siempre inflamada y dolorosa durante largos perío- 11CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-9. Articulaciones interapofisarias. Vista posterior de las articulaciones interapofisarias de L4- L5. La cápsula de la articulación está intacta a la izquierda. En el lado derecho, se ha suprimido la cápsula para mostrar el cartílago articular y la cavidad. Con la columna vertebral en hiperextensión, las apófisis articulares inferiores entran en contacto con la lámina de la vértebra inferior. La continuidad de un movimiento de este tipo puede tener un efecto pernicioso sobre la cápsula articular de la articulación interapofisaria. Figura 1-10. Los movimientos de extensión ejercen una carga sobre las articulaciones interapofisarias; estos movimientos extremos y/o continuos pueden afectar a la función de dichas articulaciones. Cartílago articular Cápsula (corte) Cavidad articular Cápsula articular Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 11 dos. En consecuencia, un problema de movilidad in- tersegmental a un nivel (p. ej., la articulación entre L4 y L5) podría generar tensión adicional en segmentos móviles contiguos (p. ej., L3-L4, L5-S1) (24, 25). Es probable entonces que existan otros problemas de movilidad; además, puede iniciarse el estadio propi- cio para el proceso inflamatorio de la artritis (11). ESTRUCTURAS DE SOPORTE MUSCULOLIGAMENTARIAS Las estructuras de soporte de la columna comprenden ligamentos, músculos, tendones/aponeurosis y fascias. Existe una integración funcional entre estos tejidos de soporte cuando la columna goza de buena salud. En el caso de una columna lesionada o patológica, estos te- jidos son claves para el proceso de rehabilitación. Ligamentos de la columna vertebral (fig. 1- 11) El ligamento longitudinal anterior está especialmen- te bien desarrollado en la región lumbar, pero tam- bién se extiende por el sacro y las regiones dorsal y cervical. Está preparado para resistir fuerzas vertica- les de separación y, junto con el anillo fibroso, ayu- da a estabilizar la curva lordótica. El fino y delgado ligamento longitudinal posterior se extiende a lo lar- go de toda la columna dentro del conducto verte- bral, y se inserta en los anillos fibrosos y los bordes posteriores de los cuerpos vertebrales (5). Este liga- mento opone resistencia a la separación de los bor- des posteriores de los cuerpos vertebrales. Como el ligamento longitudinal posterior está profusamente inervado y es muy irritable a la presión de un disco dañado y a las fibras externas del anillo fibroso, pue- de avisar de una hernia o rotura discales cuando se somete a tensión. El ligamento amarillo se extiende justo por detrás del conducto vertebral; su elevado porcentaje de elastina lo diferencia de otros liga- mentos vertebrales. Una ventaja de su naturaleza elástica sobre la de los típicos ligamentos colágenos es que no sólo permite al ligamento amarillo oponer resistencia a la separación de las láminas, sino que, a diferencia de un ligamento colágeno, no es apto pa- ra combarse y poner en peligro las raíces nerviosas cuando las láminas se aproximan (p. ej., situarse más cerca unas de otras en hiperextensión). La posición del ligamento interespinoso limita los movimientos de anteroflexión de la columna y se opone a la sepa- ración de las apófisis espinosas. A esta estabilidad se suman los ligamentos supraespinosos, los ligamentos capsulares, el ligamento amarillo y el ligamento lon- gitudinal posterior. Estos ligamentos contribuyen a la estabilidad de la columna y se denominan ligamen- tos de la línea media. 12 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-11. Ligamentos de la columna vertebral. Se identifican cinco de los ligamentos que contribuyen a la estabilidad de los segmentos móviles de la columna. Los dos ligamentos capsulares (es decir, interapofisarios) también colaboran. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Ligamento supraespinoso Núcleo pulposo Ligamento longitudinal posterior Anillo fibroso Agujero intervertebral Ligamento amarillo Ligamento interespinoso Apófisis espinosa Ligamento longitudinal anterior Conducto de la vena vertebrobasilar Núcleo pulposo Anillo fibroso Cuerpo vertebral SECCIÓN MEDIA: REGIÓN LUMBAR SECCIÓN SAGITAL: REGIÓN LUMBAR Lámina Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 12 El ligamento iliolumbar y el tamaño correspon- diente de las apófisis transversas de L5 también me- joran la estabilidad vertebral (fig. 1-12). Los ligamen- tos iliolumbares conectan la apófisis transversa de la V vértebra lumbar con el ilion; ofrecen una podero- sísima fuerza anticizallamiento contra el desplaza- miento anterior de L5 sobre el sacro. Se cree que el tamaño de las apófisis transversas responde a las enormes fuerzas transmitidas por el ligamento ilio- lumbar (5). Sería éste otro ejemplo de una aplicación de la ley de Wolff. Músculos y tejido conjuntivo relacionado Como la debilidad de la musculatura del tronco ha sido un indicador de riesgo importante para los pro- blemas lumbares (26-30), la mayoría de los progra- mas de ejercicio terapéutico incluyen actividades que desarrollan estos músculos. Es lógico; antes que llegar a cualquier técnica cruenta, el componente muscular constituye el único mecanismo por el cual podemos influir con eficacia en la estructura y fun- ción de la columna. Antes de discriminar los matices propios del componente muscular, deberíamos hacer algunos comentarios sobre el movimiento de flexión del tronco por los conceptos erróneos que han circu- lado respecto a esta función. Consideraciones para la prescripción de ejercicios de flexión del tronco Durante las dos últimas décadas se ha producido un cambio en la prescripción de actividades para el for- talecimiento del abdomen. Aunque durante cierto 13CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-12. Ligamentos sacros y pélvicos. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Ligamento iliolumbar Ligamento inguinal Espina del pubis Ligamento sacrotuberoso Ligamento lacunar (de Gimbernat)Ligamento pectíneo (de Cooper) Ligamento sacroespinoso Disco interpúbico fibrocartilaginoso Ligamento púbico superior Ligamento arqueado del pubis Ligamento longitudinal anterior Promontorio Ligamento sacroilíaco anterior Ligamento supraespinoso Ligamento sacroilíaco (dorsal) posterior corto Ligamento iliolumbar Espina ilíaca posterosuperior Espina ilíaca posteroinferior Agujero ciático mayor Ligamento sacroilíaco (dorsal) posterior largo Ligamento sacroespinoso Agujero ciático menor Ligamento sacrotuberoso Tuberosidad isquiáticaCóccix Apófisis falciforme Ligamento sacrococcígeo posterior superficial CINTURA PÉLVICA: ARTICULACIONES VISTA POSTERIOR VISTA ANTERIOR L5 Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 13 tiempo ha habido pruebas a favor de cambiar los pro- tocolos para el entrenamiento de la fuerza abdominal mediante flexiones y otros tipos de ejercicios como abdominales carpados (31, 32), no siempre se ha he- cho ni se ha llegado a entender por qué las flexiones convencionales siguen todavía en uso (33). A lo largo de los años, los estudios sobre los ejer- cicios de flexión del tronco se han realizado desde el punto de vista mecánico o fisiológico. Más reciente- mente, algunos excelentes estudios han superado estas perspectivas mecánica y fisiológica. En los apartados siguientes ofrecemos estos datos relevantes según tales perspectivas (es decir, mecánica, fisiológica, y mecáni- ca/fisiológica combinada). Estudio de las consideraciones mecánicas. El movi- miento normal de la columna en todos los planos se re- presenta en la figura 1-13. La figura 1-13B muestra el movimiento en el plano sagital; la flexión lumbosacra está limitada en esencia a la eliminación de la curva lordótica. El resto de la flexión en el plano sagital se produce en la articulación iliofemoral, como se aprecia en la figura 1-13A. Por tanto, debería quedar claro que, si se levanta el tronco de una posición en decúbito, co- mo cuando realizamos flexiones de abdominales, los músculos del abdomen sólo se emplean dinámicamen- te justo al inicio de la primera fase del movimiento (p. ej., elevando las escápulas de la superficie del suelo). Tenemos que tener esto presente siempre que nos plan- teemos ejercicios para fortalecer el abdomen. En cuan- to los hombros dejan de tocar el suelo, suele haber ro- tación posterior simultánea de la pelvis al llegar al final del grado de movilidad (ROM = range of motion) del área lumbosacra. Como los músculos abdominales no cruzan la articulación iliofemoral, está claro que no pueden flexionar esta articulación. La musculatura fle- xora de la cadera, en particular los músculos ilíaco, psoas y recto femoral, adopta entonces el papel domi- nante si se levanta más el tronco. Aunque los músculos abdominales siguen trabajando si el movimiento conti- núa y se lleva hasta el final la flexión de abdominales, su contracción es isométrica durante el resto del movi- miento (34). Aunque es poco probable entre los depor- tistas, las personas con unos músculos abdominales dé- biles suelen realizar las flexiones totalmente con los flexores de la cadera (34). El papel de los flexores de la cadera en este tipo de flexión es incluso mayor si se su- jetan los pies (35). Estudio de las consideraciones fisiológicas. Na- chemson (36), mediante el empleo de transductores de presión colocados en el núcleo pulposo del disco intervertebral entre L3 y L4, estudió los efectos de las posturas del cuerpo sobre las presiones intradiscales. Al observar los ejercicios de flexión del tronco, se dio cuenta de que las presiones intradiscales eran mayores con las piernas dobladas que con las pier- nas extendidas en las flexiones de abdominales que se habían adoptado en distintos protocolos para pruebas de la forma física (fig. 1-14). Más importan- te fue el hecho de que la investigación de Nachem- son demostrara que los ejercicios de abdominales pueden producir presiones intradiscales compara- bles a las de la tarea de levantar pesos o en otras posturas contraindicadas para muchas personas con lumbalgia. De ello se deduce que las flexiones con las piernas flexionadas o extendidas, que antes eran recomendadas como ejercicio terapéutico para la re- gión lumbar, podrían teóricamente exacerbar una lumbalgia. La investigación posterior y definitiva a cargo de Axler y McGill (37), y de Juker y otros (38), ha verificado la opinión de Nachemson de que la ac- tividad del músculo psoas aumenta las fuerzas de compresión vertebrales. En los programas de entre- namiento y rehabilitación, el objetivo principal es trabajar la musculatura abdominal y reducir al míni- mo la carga compresiva sobre la columna. Como Ju- ker y otros (38) apreciaron utilizando electrodos im- plantados en el psoas, cuando este músculo se contrae puede ejercer considerables fuerzas de ciza- llamiento y compresión sobre la columna lumbar. En otra parte se hablará más de las ventajas e inconve- nientes de los distintos ejercicios de fortalecimiento abdominal (32, 34). Interacción de las consideraciones mecánicas y fisiológicas. En un estudio muy exhaustivo sobre ejercicios de fortalecimiento del abdomen, Axler y McGill (37) observaron los datos electromiográficos (EMG) y las medidas indirectas de las fuerzas articu- lares mientras los pacientes realizaban variedad de ejercicios de fortalecimiento del abdomen. Su objeti- vo fue determinar el índice de relación entre el traba- jo y el coste de cada ejercicio; para ello dividieron el valor EMG máximo de un ejercicio por el máximo valor correspondiente de la compresión discal que dicho ejercicio podría causar. 14 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 14 15CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-13. Descripción del grado de movilidad del tronco en todos los planos. (Adaptado con autorización de White, A. A. y Panjabi, M. M. Clinical Biomechanics of the Spine, 2.ª ed. 1990, Filadelfia: J. B. Lippincott, p. 63.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 15 Se observó un momento flexivo máximo durante la flexión de abdominales con las piernas dobladas, quedando en segundo lugar la flexión de abdomina- les con las piernas extendidas; las fuerzas de com- presión en cada ejercicio fueron casi idénticas, lo cual respalda la idea de que el músculo psoas es muy activo durante la ejecución de la flexión con las pier- nas dobladas. Axler y McGill hallaron que, para de- sarrollar los músculos rectos del abdomen superior e inferior, la elevación de piernas extendidas y las fle- xiones de abdominales con los pies fijos mostraban el índice máximo (óptimo) de relación entre trabajo y coste compresivo. Para desarrollar el músculo obli- cuo externo, la elevación de las piernas extendidas y las flexiones dinámicas con las piernas cruzadas mostraban el índice máximo (optimo) de relación en- tre trabajo y coste compresivo. Su estudio sugiere que deben sopesarse varios factores al asignar ejer- cicios de fortalecimiento del abdomen a deportistas con o sin síntomas de lumbalgia. Con posterioridad, Juker y otros (38) estudiaron la seguridad de distintos ejercicios de flexión usando electrodos intramuscula- res en el psoas y los abdominales laterales (tabla 1-1). Otras particularidades de los músculos abdominales Los músculos abdominales se muestran en la figura 1- 15. En el plano sagital, el músculo recto del abdomen representa un poderoso componente flexor. Aunque los músculos oblicuos interno y externo también co- laboran en la flexión, el recto del abdomen suele ser dominante en los ejercicios de abdominales o abdo- minales carpados (39). Para comprender mejor este punto, en caso de no estar claro, animamos al lector a realizar 5-10 abdominales carpados mientras palpa los músculos abdominales laterales. A continuación, puede probar una variación de este ejercicio hun- diendo los músculos abdominales (es decir, el ombli- go se aproxima al máximo a la columna mientras se ejecuta el ejercicio). Denuevo, hay que palpar los músculos abdominales laterales mientras se realiza el ejercicio. En esta versión del abdominal carpado, de- bería apreciarse una mayor dependencia de los mús- culos oblicuos internos y externos. Otra forma de au- mentar la participación de los músculos abdominales laterales es mediante un ejercicio isométrico. Aunque los ejercicios isométricos se hayan considerado pasa- dos de moda en los programas de ejercicio de los úl- timos años, pueden ser muy eficaces en el desarrollo de la musculatura del tronco (36). La mayoría de los músculos abdominales intervienen en las actividades isométricas de flexión del tronco. Además, es muy fá- cil incorporar una actividad isométrica en la ejecu- ción de un abdominal carpado o una flexión en dia- gonal. Por ejemplo, pueden realizarse flexiones en diagonal y aguantar la posición arriba durante 5 a 15 segundos (o más) en cada repetición. A medida que se 16 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-14. La presión intradiscal es una función de la postura y de cualquier carga externa. (Adaptado con autorización de Nachemson, A. L. Spine 1976, 1: p. 59.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 16 adquiere fuerza, puede aumentar el número de repe- ticiones o la duración de las contracciones isométri- cas. Estos y otros métodos para desarrollar la muscu- latura abdominal lateral aparecen en la figura 1-16. En el lado ipsolateral, los músculos oblicuos in- ternos y externos adoptan aproximadamente 90 gra- dos entre sí. Su trabajo en equipo es evidente si con- sideramos que el oblicuo interno de un lado es una continuación del oblicuo externo del lado contrala- teral. Repárese también en que sus aponeurosis en- vuelven el músculo recto del abdomen. Juntos gene- ran un poderoso momento de giro gracias a su distancia del eje de rotación (es decir, la columna). Por esta razón mecánica, este par de músculos es más importante en los movimientos de rotación del tronco que el transverso espinoso (5). El músculo transverso del abdomen contribuye al «efecto de corsé» del tronco con los músculos oblicuos inter- nos y externos; su papel ha empezado a apreciarse más durante los últimos años y de él se hablará. Los músculos oblicuos del mismo lado también trabajan con el erector ipsolateral de la columna (en concre- to, los iliocostales y el cuadrado lumbar) durante la lateroflexión (figs. 1-17 y 1-18). Los músculos abdo- minales también son importantes en actividades co- tidianas como caminar y levantarse de una posición sentado. Si se estudia su estructura, es fácil apreciar que sus túnicas estratificadas y multidireccionales forman una armadura fuerte y protectora que rodea las vísceras. 17CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Tabla 1-1. Trabajo de los músculos psoas, recto del abdomen y oblicuos durante distintos ejercicios de flexión.* % CVM media (DE) MÚSCULOS PSOAS† RECTO DEL ABDOMEN PARED ABDOMINAL‡ PUESTO P1 P2 RA OE OI TA 1 5 (+ 3) 4 (+ 4) Abdominales oblicuos 74 (+ 25) Mano a la rodilla 44 (+ 16) 42 (+ 24) 44 (+ 33) Apoyo lateral dinámico 2 7 (+ 8) 10 (+ 14) Abdominales 62 (+ 22) Abdominales 68 (+ 14) 30 (+ 28) 28 (+ 19) Mano a rodilla isométrico 3 21 (+ 17) 12 (+ 8) Soporte lateral isom. 58 (+ 24) Abdominales oblicuos 43 (+ 13) 36 (+ 29) 39 (+ 24) Apoyo lateral isométrico 4 15 (+ 2) 24 (+ 7) Sentadillas piernas rectas 55 (+ 16) Sentadillas piernas flex. 51 (+ 14) 22 (+ 14) 20 (+ 13) Sentadilla sobre los talones 5 24 (+ 19) 12 (+ 5) Flexiones de brazos 51 (+ 20) Sentadillas sobre los talones 23 (+ 20) 24 (+ 14) 20 (+ 11) Abdominales oblicuos 6 24 (+ 15) 13 (+ 8) Elevación piernas con 48 (+ 18) Sentadillas piernas rectas 44 (+ 9) 15 (+ 15) 11 (+ 9) Sentadillas piernas rectas rodilla flexionada 7 26 (+ 18) 13 (+ 5) Soporte lateral dinámico 41 (+ 20) Soporte lateral dinámico 43 (+ 12) 16 (+ 14) 10 (+ 7) Sentadillas rodillas flex. 8 17 (+ 10) 28 (+ 7) Sentadillas piernas flex. 37 (+ 24) Elevación piernas rectas 19 (+ 14) 14 (+ 10) 12 (+ 9) Abdominales 9 35 (+ 20) 33 (+ 8) Elevación piernas rectas 32 (+ 20) Elevación piernas flex. 26 (+ 9) 9 (+ 8) 6 (+ 4) Elevación piernas rectas 10 28 (+ 23) 34 (+ 18) Sentadillas sobre los talones 29 (+ 10) Flexiones de brazos 29 (+ 12) 10 (+ 14) 9 (+ 9) Flexiones de brazos 11 56 (+ 28) 58 (+ 18) Mano a la rodilla (mano 21 (+ 13) Soporte lateral isométrico 22 (+ 7) 8 (+ 9) 7 (+ 6) Elevación piernas flex. derecha rodilla izquierda) FUENTE: Reproducido con autorización de Juker, D., McGill, S., Kropf, P. y Steffen, T. Quantitative intramuscular myoelectric activity of lumbar portions of psoas and the abdominal wall during a wide variety of tasks. Med Sci Sports Exerc, 30(2): 301-310. *Esta tabla presenta el esfuerzo que suponen los ejercicios de flexión para los músculos psoas y abdominales en términos de porcentajes de la contracción voluntaria máxima (CVM) determinada mediante electrodos intramusculares. El primer puesto del psoas corresponde al menor nivel de actividad; en los músculos abdominales, el primer puesto corresponde al nivel de actividad máximo. †El primer puesto del psoas corresponde al nivel de actividad menor. ‡ El primer puesto de los abdominales corresponde al nivel de actividad máximo. OE, oblicuos externos; OI, oblicuos internos; TA, transverso del abdomen. Muntatge 001-254 22/7/05 09:55 Página 17 18 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-15. Los músculos abdominales tienen una trama única. La aponeurosis de los músculos internos y externos, junto con la del transverso del abdomen, envuelve y crea una vaina para el músculo recto del abdomen. Es más que evidente en la última figura de la secuencia. Por tanto, si se contraen los tres pares de músculos abdominales laterales, éstos someten a tensión la vaina de tejido conjuntivo que envuelve el músculo recto del abdomen. Esta función destacada volverá a mencionarse cuando se expongan los ejercicios de estabilización. Aunque no se haga hincapié en estas ilustraciones, el músculo oblicuo interno de un lado puede considerarse una continuación del oblicuo externo del lado contralateral; también trabajan juntos con la ayuda del músculo transverso del abdomen en la rotación del tronco. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Intersecciones tendinosas (inscripciones) Línea alba Piramidal Ombligo 5 6 7 8 5 5 6 7 8 9 10 11 12 6 7 8 9 10 11 12 9 10 11 12 7 8 9 10 11 12 7 8 9 10 11 12 Ligamento inguinal Fascia toracolumbar Ligamento inguinal M. cremáster Tendón conjunto Lámina posterior de la vaina del músculo recto Intersecciones tendinosas Músculo recto del abdomen Lámina anterior de la vaina del recto Ligamento inguinal Músculo transverso Fascia toracolumbar Vaina del recto Recto del abdomen Tendón conjunto Fascia toracolumbar MÚSCULO TRANSVERSO DEL ABDOMEN Músculo recto del abdomen Pared anterior de la vaina del recto Pared posterior de la vaina del recto Fascia transversal Pared anterior del músculo recto del abdomen Pared posterior 1/4 INFERIOR DE LA PARED ABDOMINAL Fascia transversalTransverso Oblicuo interno Oblicuo externo Transverso Oblicuo interno Oblicuo externo Anillo inguinal superficial MÚSCULO RECTO DEL ABDOMEN MÚSCULO OBLICUO EXTERNO MÚSCULO OBLICUO INTERNO MÚSCULOS ABDOMINALES Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 18 19CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-16. (A) Flexión de abdominales. Repárese en que los hombros no deben elevarse mucho del suelo para lograr una flexión lumbar máxima. (B) Flexión diagonal (u oblicua). Este ejercicio es particularmente eficaz para los músculos oblicuos. (Para una mayor variedad puede incorporarse una postura isométrica durante 5 a 10 seg en los ejercicios.) Figura 1-17. Musculatura dorsal de la columna. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies,Inc.) M. transverso espinoso M. longísimo torácico M. espinoso torácico Erector de la columna (sacroespinosos) L1 L5 T1 C2 C7 A B T1 T12 XII costilla M. iliocostal lumbar M. iliocostal torácico M. espinoso torácico M. sacroespinosos M. oblicuo interno del abdomen M. iliocostal lumbar XII costilla M. longísimo torácico L5 MÚSCULOS PROFUNDOS DE LA ESPALDA Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 19 La trama única del grupo de músculos abdomina- les con sus túnicas estratificadas de músculo y apo- neurosis forman una armadura protectora en sentido anterior y lateral. La figura 1-15 también muestra que la aponeurosis de los músculos abdominales latera- les envuelve el recto del abdomen; por tanto, estos músculos pueden tener un efecto de corsé protector sobre el recto del abdomen. Fascia y musculatura dorsales Hay que reparar en que parte de esta cintura muscu- lar proporcionada por los músculos abdominales la- terales linda con la fascia toracolumbar por detrás en una unión que Bogduk (40) denominó rafe lateral. También puede apreciarse en la figura 1-19 que las capas internas y superficiales de la fascia de los músculos abdominales laterales envuelven el múscu- lo erector de la columna; Williard (41) definió esta estructura de tejido conjuntivo como una media liga- mentaria. Esta estructura permite que porciones del transverso del abdomen y, en menor medida, de los oblicuos internos ejerzan tensión lateral sobre esta vaina de «tejido conjuntivo» del erector de la colum- na. En el apartado siguiente hablaremos de las impli- caciones. Tradicionalmente, se ha considerado que la muscu- latura extensora de la columna cubría el espacio del área lumbar como un arco desde su origen común has- ta sus distintas inserciones (42, 43). En contraste, Bog- duk (5, 40) señaló que el erector de la columna y el transverso espinoso son en realidad series laminadas de fibras musculares cortas, cada una con una orientación 20 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-18. Los músculos psoas mayor y cuadrado lumbar son especialmente importantes para la función de la región lumbar. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) XII costillaD M. intertransverso M. cuadrado lumbar M. recto femoral (cortado) Trócanter mayor M. psoasilíaco M. obturador externo M. psoasilíaco M. ilíaco M. psoas mayor M. psoas menor MÚSCULOS PSOAS MAYOR E ILÍACOS Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 20 única. También afirmó que las fibras de una vértebra dada podían contraerse independientemente. Bogduk (5) apuntó la hipótesis de que los vectores de fuerza del músculo erector de la columna lumbar eran demasiado pequeños como para que se pudiesen levantar grandes pesos del suelo. Tras practicar una microdisección, afir- mó que ni el iliocostal lumbar ni el longísimo torácico presentaban el vector de fuerza necesaria para ser efi- caces extensores de la columna, y que el primero (fig. 1-20) y el último (fig. 1-21) estaban mucho mejor dis- puestos para la flexión y estabilización laterales que para la extensión. Aunque pensaba que el transverso espinoso presentaba un buen vector de fuerza para la extensión, su masa lo limita sólo a movimientos nomi- nales de extensión (fig. 1-22). Aunque no se trate aquí de ello, incluso los músculos más pequeños de la columna pueden desempeñar un papel importante en el mantenimiento de la salud vertebral. Por ejemplo, McGill (30) pensaba que los músculos rotadores e intertransversos actúan como transductores posicionales en las articulaciones lum- bares porque están dotados con gran número de hu- sos musculares. Como levantar objetos pesados del suelo genera tensión excesiva en las estructuras de la columna ver- tebral, la biomecánica del levantamiento de pesos es un área de interés para la investigación. Aunque al- gunas investigaciones dirigidas por los laboratorios de Bogduk sean menos relevantes para la mecánica de los levantamientos de lo que se pensaba en prin- cipio, parecen tener gran importancia para la protec- ción e inmovilización del tronco, una forma popular de tratamiento con ejercicio para la columna (1). Por tanto, pasaremos revista a los estudios pertinentes en esta área. Consideraciones mecánicas del levantamiento de pesos Posiblemente, muchos tabúes sobre la forma de le- vantar objetos del suelo se basaban en antiguos mo- 21CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-19. Sección transversal de la musculatura lateral y dorsal del tronco. Nótese que las fibras de los músculos transverso del abdomen y oblicuo interno se insertan en la fascia toracolumbar; Bogduk lo denomina rafe lateral. El músculo transverso del abdomen presenta una amplia inserción en esta fascia; por eso puede ejercer tensión lateral sobre el erector de la columna, lo cual contribuye a la estabilización del tronco. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Transverso espinoso Vértebra lumbar Psoas Longísimo Iliocostal Cuadrado lumbar Aponeurosis del transverso del abdomen Transverso del abdomen Oblicuo externo Oblicuo interno Dorsal ancho Fascia toracolumbar Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 21 22 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-20. Vectores de fuerza del músculo iliocostal lumbar. (A) Vista lateral. (B) Vista posterior. (Adaptado de Bogduk, N. Clinical Anatomy of the Lumbar Spine and Sacrum. 1998, Londres: Churchill Livingstone.) Figura 1-21. Vectores de fuerza del músculo longísimo. (A) Vista lateral. (B) Vista posterior. (Adaptado de Bogduk, N. Clinical Anatomy of the Lumbar Spine and Sacrum. 1998, Londres: Churchill Livingstone.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 22 delos biomecánicos. Strait y otros (44) calcularon que si un hombre de 81 kg de peso realiza un levan- tamiento de peso muerto desde una posición de 60 grados de anteroflexión (es decir, sin levantar nada más que el tronco), la musculatura erectora de la co- lumna debe contraerse con una fuerza de 200 kg (unos 2.000 N) para mantener el equilibrio (fig. 1- 23). Calcularon que el erector de la columna actuaba en un ángulo medio de sólo 12 grados respecto a la columna; por tanto, los vectores de fuerza de la rota- ción-extensión sagital eran pequeños. Los mismos científicos afirmaron que, si esa persona llevara un peso de 23 kg en las manos, los mismos músculos de- berían aumentar un 70% la fuerza de contracción. Según los cálculos de Strait y otros, podría generarse una fuerza de compresión de 385 kg (unos 3.800 N) sobre la V vértebra lumbar. Si su modelo es correcto, debido a estos limitados vectores de fuerza, el múscu- lo erector de la columna produciría componentes extremadamente grandes de compresión sobre las vértebras y discos intervertebrales al levantar grandes pesos o realizar ciertas actividades deportivas. La exposición precedente subraya el hecho de que la musculatura de la columna no siempre pre- senta una palanca óptima para la extensión vertebral, en especial cuando se levantan grandes pesos; inves- tigaciones posteriores también respaldan esta idea (29, 40). Aunque haya consenso sobre que el objeto levantado debe mantenerse lo más cerca posible del cuerpo para reducir el momento de giro del objeto, varios factores adicionales influyen en los levanta- mientos. Los estudios sobre estos temas están siendo objeto de revisión, y comprenden el papel de la res- puesta de flexión-relajación, de la presión intraabdo- minal, y de los extensores activos y pasivos de la co- lumna, incluida la fascia toracolumbar. Respuesta de flexión-relajación Floyd y Silver (45) llegaron a la conclusión, median- te electrodos de aguja y de superficie, de que, en la posición inicial de bipedestación, el erector de la co- lumna se contraía en principio excéntricamente a 23CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICADEL TRONCO Figura 1-22. Vectores de fuerza del músculo transverso espinoso. (A) Vista lateral. (B) Vista posterior. (Adaptado de Bogduk, N. Clinical Anatomy of the Lumbar Spine and Sacrum. 1998, Londres: Churchill Livingstone.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 23 medida que se adoptaba la postura de anteroflexión del tronco; sin embargo, el erector de la columna se volvía predominante a medida que el movimiento cambiaba a flexión completa (fig. 1-24). Propusieron que se trataba de un tipo de mecanismo de inhibi- ción refleja que confiaba el sostén del tronco a los li- gamentos de la columna. Descubrieron que, al reco- brar la posición erecta, el erector de la columna se activaba en extensión en una posición que se aproxi- maba a la de la relajación durante la flexión; este da- to subraya el hecho de que, durante la extensión de la cadera, cuando el erector de la columna no de- sempeña papel alguno, pueden ejercer un papel do- minante en la extensión del tronco, al menos cuando se levantan cargas moderadas. El hallazgo de Floyd y Silver sobre la respuesta de flexión-relajación goza del respaldo de otras investi- gaciones (46-48). Sin embargo, su inicio y duración reales difieren según la carga (49, 50) y la postura de la pelvis (51, 52), y existen diferencias en los pacien- tes con lumbalgia idiopática crónica (53). Bogduk (5) 24 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-23. Movimientos comparativos de la tracción gravitacional sobre el tronco en dos posiciones de flexión. Centro de gravedad Centro de gravedad Figura 1-24. Este dibujo describe la respuesta de flexión-relajación en anteroflexión del tronco. Entre 60 y 90 grados de flexión, los músculos se relajan, y los ligamentos capsulares de las articulaciones interapofisarias y los ligamentos supraespinosos se ven obligados a sostener la cabeza y el tronco. Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 24 denominó este fenómeno punto crítico y lo definió como un punto en el que se produce el «bloqueo» de las articulaciones interapofisarias y aumenta la ten- sión de los ligamentos posteriores. Además, afirmó que no se produce en todas las personas. Cuando se soporta un peso grande, tal vez no se produzca esta relajación porque la musculatura de la espalda asu- me un papel activo (51). En un apartado posterior se hablará de otros estudios más recientes sobre la res- puesta de flexión-relajación. Presión intraabdominal Bartelink (54) señaló que en los cadáveres los discos cedían ante una fuerza de compresión media de 320 kg (unos 3.150 N). Esbozó la hipótesis de que la pre- sión intraabdominal (PIA) contrarrestaba gran parte de la fuerza de compresión. Su estudio EMG con- cluía que el músculo transverso del abdomen, segui- do por los oblicuos internos y externos, contribuía mayormente a la PIA en las maniobras de levanta- miento. Bartelink llegó a la conclusión de que la PIA ayudaba a equilibrar los momentos de anteroflexión del tronco y reducía «varios kilogramos» la carga so- bre la columna. Morris y otros (55) ampliaron el tra- bajo de Bartelink estudiando la presión intratorácica, la PIA y el potencial de acción de los músculos; cal- cularon que la fuerza compresiva sobre los discos lumbosacros podría reducirse un 30% por el factor de la PIA al levantar un gran peso. Deben abordarse un par de puntos respecto a es- te estudio sobre la PIA. Un factor significativo es la densidad mineral ósea de los cuerpos vertebrales. Granhed y otros (16) descubrieron que en halterófilos de clase mundial una vértebra podía soportar hasta 38 kN de fuerza compresiva. Aunque no puede espe- rarse que todos los deportistas tengan semejante den- sidad ósea, la mayoría debería mostrar una densidad mucho mayor que la de los cadáveres del estudio de Bartelink. Además, aunque la PIA sea importante en los levantamientos (48, 56, 57), también se ha descri- to que (a) mantiene una buena correlación con con- diciones de carga estática pero no de carga dinámica (58); (b) tiene una relación insignificante, cuando existe, con la fuerza de los músculos abdominales (59); (c) no reduce las fuerzas de contracción muscu- lar o las fuerzas de compresión sobre la columna (60, 61), y (d) puede que tenga que ser mayor que la pre- sión sistólica para facilitar el levantamiento de obje- tos pesados (3). Aunque estudios posteriores no res- paldaron la idea original de Bartelink de que la PIA reducía en gran medida la presión sobre la columna durante los levantamientos de peso, se cree que su papel es importante. Más recientemente, Cholewicki y otros (62) descubrieron que el mecanismo de la PIA puede aumentar la estabilidad de la columna en tare- as como levantamientos y saltos, ya que éstos exigen el movimiento de los extensores del tronco, y este mecanismo puede hacerlo sin necesitar la coactiva- ción del músculo erector de la columna. Fascia toracolumbar En su intento por explicar el levantamiento de grandes pesos, Bogduk y Macintosh (63) también procedieron a una detallada disección de la estructura de la fascia toracolumbar (dorsolumbar). Afirmaron que la lámina superficial, sobre todo la aponeurosis del músculo dorsal ancho (fig. 1-25), se fusiona con las fibras de la lámina profunda en el borde del músculo erector de la columna (fig. 1-26). Sostienen que esta unión (es de- cir, el rafe lateral) permite al músculo transverso del abdomen (y en menor grado, al músculo oblicuo in- terno) ejercer tracción lateral sobre esta vaina de tejido conjuntivo y, por tanto, un modesto momento de anti- flexión (figs. 1-19 y 1-27) (63, 64). Lo importante es que el músculo transverso del abdomen y en menor grado el oblicuo interno son contiguos a la fascia tora- columbar. Como la fascia toracolumbar encapsula los músculos erector de la columna y transverso espinoso, estos dos músculos abdominales laterales tienen una posición que mejora la estabilización del tronco; teó- ricamente, actúan tensando la fascia toracolumbar que envuelve el músculo erector de la columna. Las disecciones de Bogduk derivaron en el estu- dio de Gracovetsky y Farfan (65) en el que emplearon una técnica de optimización para estudiar a un cam- peón de halterofilia ejecutando el peso muerto (es decir, levantamiento desde el suelo). El peso muerto fue elegido porque produce momentos máximos que la columna puede asumir con actividad voluntaria (fig. 1-28). Estos investigadores sostienen que los com- ponentes principales de este modelo matemático de los levantamientos son pasivos, a saber, el sistema de ligamentos posteriores (SLP) depende de los podero- sos extensores de la cadera (es decir, el glúteo mayor 25CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 25 ayudado por los isquiotibiales) (fig. 1-29). El SLP se compone de los ligamentos de la línea media (liga- mentos supraespinosos, ligamentos capsulares, li- gamento amarillo y ligamento longitudinal posterior), así como la fascia toracolumbar, siendo un elemento primordial las porciones aponeuróticas del músculo dorsal ancho. Farfan afirmó que el SLP, cuando está tenso, semeja un cable de acero dominado por los extensores de la cadera. Este grupo de investigadores (64-66) sostiene que el componente pasivo podría suplementarse nominal- mente con un componente de antiflexión activo, a saber, la contracción del músculo transverso del ab- domen y parte del oblicuo interno mediante su ori- gen en el rafe lateral. Dicho de otro modo, creen que al contraerse el músculo transverso del abdomen (y en menor grado el oblicuo interno), aquéllos ejercen un componente de antiflexión. Sin embargo, estudios posteriores de McGill y Norman (67) demostraron que la contribución de este componente activo a la extensión del tronco era muy pequeña (menos del 4% del la fuerza rotatoria de los extensores). No obs- tante, la tensión que los músculos transverso del ab- domen y oblicuo interno ejercen sobre la fascia tora- columbar a través del rafe lateral es importante en laestabilización del tronco y, por tanto, ayuda a con- trolar las fuerzas de cizallamiento (68). Nuevas investigaciones sobre el levantamiento de peso Las investigaciones del laboratorio de McGill llega- ron a la conclusión de que el modelo de Gracovetsky no explicaba cabalmente cómo se levantaban cargas muy pesadas. Afirmaron que el momento extensor pasivo no permitía levantar cargas pesadas porque ejercería fuerzas excesivas de tracción sobre las es- tructuras de la línea media situadas cerca del centro del movimiento; también creían que el mantenimien- to de la lordosis lumbar era crítica para obtener la máxima palanca de la musculatura extensora de la columna (60, 67, 69, 70). 26 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-25. La lámina superficial de la hoja posterior de la fascia dorsolumbar. El músculo dorsal ancho se diferencia en cuatro segmentos, a saber, (1) las fibras que se insertan en el ilion, (2) las fibras que llegan a L5 y las apófisis espinosas del sacro, (3) las fibras que llegan a las apófisis espinosas de L3 y L4, y (4) las fibras que cubren el músculo erector de la columna. (Adaptado de Bogduk, N. Clinical Anatomy of the Lumbar Spine and Sacrum. 1998, Londres: Churchill Livingstone.) Apófisis espinosa lumbar Cresta ilíaca Apófisis espinosas del sacro Músculo dorsal ancho Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 26 Dolan y otros (52) adoptaron una postura inter- media a la de Gracovetsky y McGill, porque demos- traron que el momento extensor pasivo podía ser una contribución viable en los levantamientos. Dolan y otros dividieron el momento extensor pasivo en es- tructuras profundas y otras más superficiales. Las estructuras profundas comprenden los ligamentos in- terespinosos y las cápsulas de las articulaciones inte- rapofisarias, todos ellos muy cercanos al centro de movimiento. Las estructuras más superficiales son la fascia dorsolumbar (es decir, toracolumbar), el liga- mento supraespinoso y el tejido no contráctil de los músculos erectores de la columna. Descubrieron que las estructuras profundas generaban menos del 25% del total del momento extensor pasivo, y que la gran mayoría dependía de las estructuras superficiales. Como las estructuras superficiales pueden ofrecer un elevado momento extensor pasivo sin imponer gran- des fuerzas de tracción sobre las estructuras profun- das (p. ej., fuerzas excesivas de compresión sobre los discos), este estudio confirma el papel de estas es- tructuras pasivas en los levantamientos. Dolan y otros también dieron crédito al papel de los extensores de la cadera en el aumento del momento extensor pasi- vo, a la importancia de la PIA y a que la respuesta de flexión-relajación sólo se produce en ausencia de lordosis lumbar. Bogduk (5) ha informado de que el efecto amplifica- dor hidráulico propuesto en su día por Gracovetsky (3) podía mejorar hasta un 30% la acción de los músculos de la espalda en las tareas de levantamien- to. Bogduk también afirmó que la tensión pasiva de los músculos dorsales de la columna podía ser el componente principal del SLP en las tareas de levan- tamiento de peso, cuando el papel del músculo erec- 27CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-26. La lámina profunda de las hojas posteriores de la fascia toracolumbar (dorsolumbar) se representa como bandas de fibras; las fibras de L4 y L5 se insertan en la cresta ilíaca; las fibras de L2 y L3 acaban en el rafe lateral, y las fibras de T12 y L1 devienen membranosas sobre el músculo erector de la columna. El músculo oblicuo interno se inserta en las fibras del rafe lateral enfrente de L3; el músculo transverso del abdomen surge de la hoja media de la fascia dorsolumbar anterior y por encima del músculo oblicuo interno, y forma el ligamento lumbocostal. (Adaptado de Bogduk, N. Clinical Anatomy of the Lumbar Spine and Sacrum. 1998, Londres: Churchill Livingstone.) Músculo erector de la columna Ligamento lumbocostal Músculo transverso del abdomen Músculo oblicuo interno Rafe lateral Fascia dorsolumbar Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 27 tor de la columna es primordial por la respuesta de flexión-relajación. Gracovetsky y Farfan (65) han po- lemizado sobre si el SLP se componía sólo de tejido pasivo (p. ej., ligamentos y fascia); sin embargo, Mc- Gill y Norman (67) demostraron que no era factible. Si se considera la fascia de los músculos dorsales de la columna como parte del SLP, parece que las desa- venencias entre los postulados de Gracovetsky y los de McGill (y las cohortes del último) se debilitan. Bogduk sugirió que había una responsabilidad adi- cional y muy plausible, aunque importante, a cargo de los músculos abdominales laterales en las tareas de levantamiento, a saber, mantener el peso cerca de la línea media en el plano sagital para abortar movi- mientos de torsión. Cuando Toussaint y otros (50) dirigieron un estu- dio sobre la respuesta de flexión-relajación, asumie- ron que su procedimiento de normalización EMG les permitiría detectar la actividad del erector de la columna durante la flexión completa del área lum- bar. Aunque no descubrieron actividad EMG en el área lumbar en ninguno de los sujetos, sí registraron actividad EMG en el erector de la columna dorsal. Sus datos coincidieron con la deducción de Bogduk de que las fibras dorsales del erector de la columna se insertan en las apófisis espinosas lumbares y sa- cras por medio de una aponeurosis del erector de la columna (40); también coincidieron con la opinión de McGill y Norman (7) de que las fibras dorsales pueden producir una fuerza rotatoria de extensión 28 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-27. Mecánica de la fascia toracolumbar. Los músculos transverso del abdomen (TA) y en menor grado el oblicuo interno están en posición de ejercer tensión lateral contra el rafe lateral (RL). Esta tensión se transmite en sentido ascendente a través de la lámina profunda, y en sentido descendente a través de la hoja superficial; dada la oblicuidad de estas líneas de fuerza, la lámina profunda genera un vector descendente y la lámina superficial, un vector ascendente. Los vectores resultantes tienden a aproximar o aumentar la separación de las apófisis espinosas entre L2 y L4 y entre L3 y L5. (Adaptado de Bogduk, N. Clinical Anatomy of the Lumbar Spine and Sacrum. 1998, Londres: Churchill Livingstone.) Músculo transverso del abdomen Músculo oblicuo interno Rafe lateral Fascia dorsolumbar Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 28 lumbar independiente de las fibras lumbares. Para que se contraigan independientemente, Toussaint y otros llegaron a la conclusión de que un «intrincado mecanismo de coordinación» distribuye la carga por la porción dorsal activa del erector de la colum- na y las estructuras lumbares pasivas (es decir, la fas- cia toracolumbar, las aponeurosis del erector de la columna). Estos hallazgos tienden a reducir la dis- tancia entre los argumentos de Gracovetsky y de McGill por lo que se refiere al papel de la fascia to- racolumbar en la ejecución de levantamientos des- de el suelo. Más recientemente, otros científicos (41, 72) han estudiado la hoja posterior de la fascia toracolumbar. Los estudios examinados antes dieron prioridad a la importancia de las fibras superficiales del músculo dorsal ancho respecto a la fascia toracolumbar (5, 40, 63, 64); sin embargo, estos estudios pasaron por alto el papel del músculo glúteo mayor en la mecánica de la fascia toracolumbar. El punto que Vleeming y otros destacaron es que el glúteo mayor y el dorsal ancho contralateral tensan la hoja posterior de la fascia to- racolumbar (41, 72). Además, afirmaron que esta fuerza es perpendicular a las articulaciones sacroilía- cas, y que este mecanismo es un aspecto importante de la rotación del tronco y la transferencia de cargas (fig. 1-30). Estos investigadores también creían que, cuando el erector de la columna se contrae bajouna carga, aumenta la tensión de la lámina profunda y di- lata la hoja posterior de la fascia toracolumbar. Esto también contribuiría a la protección o inmoviliza- ción del tronco. El estudio antes mencionado de Toussaint y otros (50) demostró que las fibras lumbares del músculo erector de la columna resultaban afectadas por la res- puesta de flexión-relajación, pero no las fibras dorsa- les. Cuando se tiene en cuenta este dato junto con la exposición precedente, tal vez disminuye la polariza- ción existente sobre el papel del momento extensor pasivo. Quizá sea ésta la razón por la que Fortin (29) conjeturó que, desde un punto de vista práctico, po- día mantenerse cierto grado de lordosis (p. ej., la idea de McGill) y que podía seguir usándose el momento extensor pasivo durante el levantamiento de grandes 29CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-28. Las tres fases de la modalidad de peso muerto según el modelo de Gracovetsky. La principal fuerza muscular que permite el movimiento en la posición inicial (A) hasta la segunda posición (B) corresponde al músculo glúteo mayor; como no hay lordosis, el sistema ligamentario posterior (SLP) se mantiene tenso mientras se eleva el torso. La última posición (C) depende de la contracción del músculo erector de la columna (en concreto, el transverso espinoso). A CB Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 29 cargas (p. ej., la opinión de Gracovetsky). Debido a la formación de osteófitos y la hipertrofia interapofisaria relacionadas con el envejecimiento (36), es posible que el sistema pasivo (ligamentario) se vuelva más importante a medida que nos hacemos mayores. Par- nianpour y otros (51) no abordaron específicamente el tema de la edad, sino que se centraron en que la antropometría del halterófilo influye en el estilo de los levantamientos. Por tanto, con la reducción de la masa de tejido magro asociada con el envejecimien- to, el papel del momento extensor pasivo puede te- ner importancia creciente. Protección del tronco El papel estabilizador que desempeñan los músculos abdominales en la protección del tronco es impor- tantísimo en el proceso de rehabilitación. Quien se haya roto alguna vez una o más costillas habrá apre- ciado su papel en tareas cotidianas como entrar o sa- lir de un coche. Este tipo de lesión supone una prue- ba dura para esta tarea en apariencia sencilla, porque los músculos abdominales son importantes estabili- zadores de los movimientos de transición como le- vantarse de una postura sentado. Cuando una perso- na con varias costillas rotas intenta el movimiento, los nociceptores del área dañada se adelantan a re- comendar la interrupción de la acción. Este papel protector de los músculos del tronco constituye la ba- se del popular régimen de ejercicio terapéutico para la región lumbar, que depende de la estabilización del tronco (1). La base de la estabilización del tronco se expondrá ahora con brevedad; en el capítulo 6 se ampliará la exposición, y en el capítulo 8 aparecerán ejercicios específicos para su uso. 30 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 1-29. Vistas anterior y posterior de la musculatura de la extremidad inferior. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) MÚSCULOS ANTERIORES DEL MUSLO MÚSCULOS POSTERIORES DEL MUSLO Tensor de la fascia lata Cintilla iliotibial Bíceps femoral Fosa poplítea Plantar Gemelo Sartorio Semimembranoso Semitendinoso Recto interno Tensor de la fascia lata Glúteo medio Ligamento inguinal Psoasilíaco Ligamento lagunar Pectíneo Aductor largo Recto interno Sartorio Recto femoral Vasto medial Tendón del cuádriceps femoral Tendón del sartorio Vasto lateral Cintilla iliotibial Glúteo mayor Muntatge 001-254 22/7/05 09:56 Página 30 31CAPÍTULO 1 / ANATOMÍA Y BIOMECÁNICA DEL TRONCO Figura 1-30. Este dibujo muestra la relación funcional entre estructuras como (A) el m. dorsal ancho, la fascia toracolumbar, el m. glúteo mayor y la cintilla iliotibial, y (B) los ligamentos de la línea media/músculo erector de la columna, el ligamento sacrotuberoso y la cabeza larga del bíceps. (Adaptado de Vleeming, A., Snijders, C. F., Stoeckart, R., y otros. The role of the sacroiliac joints in coupling between spine, pelvis, legs and arms. En Vleeming y otros (eds). Movement, stability, and low back pain-the essential role of the pelvis. 1997, Londres: Churchill Livingstone, p. 63.) Aponeurosis del erector de la columna Ligamento sacrotuberoso Cabeza larga del bíceps femoral Cintilla iliotibial Músculo glúteo mayor Articulación sacroilíaca Músculo dorsal ancho Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 31 Columna neutra/protección abdominal/estabilización del tronco Al menos inicialmente, la mayoría de los problemas de espalda podrían aislarse en un segmento móvil, como son dos vértebras, su disco intervertebral y las dos articulaciones interapofisarias (fig. 1-5). Si un seg- mento móvil presenta una lesión o una patología, las terminaciones nociceptoras existentes en las fibras anulares del disco, en el ligamento longitudinal pos- terior o en las carillas articulares recuerdan continua- mente a la persona lesionada que ciertos movimien- tos no son adecuados en ese momento. Sin embargo, si la persona afectada aprende a inmovilizar el tron- co en una posición sin dolor, el segmento móvil le- sionado no emitirá señales de dolor y esa persona po- drá reanudar su actividad habitual. Esto deriva en un procedimiento basado en los principios de las artes marciales llamado entrenamiento de estabilización; a veces, se denomina protección abdominal o técni- ca de la columna neutra (1). Richardson y otros (68) explicaron con detalle la importancia del músculo transverso del abdomen en el mantenimiento de la tensión del área abdominal. Describieron su papel en el aumento de la PIA y en la tensión de la fascia toracolumbar; ambas funciones son críticas para la protección del tronco, necesarias en el entrenamiento de la estabilización. Aunque el entrenamiento de la estabilización pueda usarse en pacientes con espondilólisis y espondilolistesis, la mayoría de los estudios que ratifican su eficacia se re- fieren a pacientes con patologías discales (73). En la figura 1-31 mostramos ejemplos de ejercicios de es- tabilización vertebral; en el capítulo 8 ofrecemos más actividades de estabilización vertebral. RESUMEN El propósito de este capítulo ha sido pasar revista a los aspectos de la anatomía y biomecánica pertinen- tes para el funcionamiento de la columna y para los ejercicios terapéuticos de la lumbalgia. Los siguien- tes capítulos se basan en muchos de los preceptos ex- puestos en este capítulo. BIBLIOGRAFÍA 1. White, A.H. «Stabilization of the lumbar spine». En: Conservative Care of Low Back Pain, A. H. White y R. Anderson, editors, 1991, Baltimore. Williams & Wilkins, p. 106-111. 2. Junghanns, H. Clinical Implications of Normal Biomechanical Stresses on Spinal Function. 1990, Rockville, MD: Aspen. p. 480. 32 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA A B Figura 1-31. Ejemplo de ejercicios de protección/estabilización. Esta actividad debería iniciarse con la extensión controlada de un solo brazo o pierna; el interés debería centrarse en mantener el tronco en una posición neutra, con los hombros y la cadera al mismo nivel. (A) Una vez dominado el movimiento, pueden elevarse lentamente las extremidades contralaterales. (B) La utilización de un balón medicinal aumenta la dificultad por el mayor énfasis en la estabilización central y la propiocepción. Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 32 FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Wendell Liemohn Gina Pariser INTRODUCCIÓN, 37 CINEMÁTICA, 38 Cinemática de la columna vertebral, 39 Cinemática de la articulación iliofemoral, 39 Factores especiales que afectan a la cinemática, 41 Efectos del envejecimientoy las enfermedades sobre el grado de movilidad (ROM) lumbosacro, 41 Efectos del sexo sobre el ROM lumbosacro, 42 EXAMEN DEL ROM LUMBOSACRO E ILIOFEMORAL, 43 ROM lumbosacro, 43 Técnicas de distracción cutánea, 43 Crítica de las técnicas de distracción cutánea, 43 Pruebas con inclinómetro, 44 Crítica de las pruebas con inclinómetro, 44 Combinación de las técnicas de distracción cutánea e inclinómetro, 45 Unidad de flexión-extensión del ROM de la espalda, 46 Unidad de flexión lateral/rotación del ROM de la espalda, 46 Curva flexible, 46 Técnicas alternativas para medir la anteroflexión y posteroflexión, 47 ROM iliofemoral, 48 ROM de flexión de la articulación coxofemoral (prueba de Thomas), 48 ROM de extensión de la articulación coxofemoral, 49 Prueba de elevación de la pierna extendida, 49 Prueba de extensión activa de la rodilla, 50 Pruebas combinadas (tocarse los dedos del pie con los dedos de la mano, y prueba de sentarse-y- alcanzar), 51 Consideraciones sobre la seguridad, 51 Validez y fiabilidad, 52 Repetibilidad de las mediciones, 53 Colocación del instrumental, 53 Variación diurna, 54 AUMENTO DEL ROM, 54 Aspectos neurológicos y mecánicos de la mejora del ROM, 54 Relajación muscular, 54 CAPÍTULO 2 37 Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 37 Elongación del tejido conjuntivo, 54 Viscoelasticidad, 55 Relajación de la tensión y el resbalamiento, 57 Regímenes de estiramiento, 57 Estiramientos dinámicos, 57 Estiramientos estáticos, 57 Facilitación neuromuscular propioceptiva, 58 Estudios sobre las técnicas de estiramientos mediante FNP y EE, 58 Papel de la inhibición recíproca/autógena, 58 Otros programas para mejorar el ROM, 59 Extensión activa no balística de la rodilla, 59 Entrenamiento del grado de movilidad dinámico, 59 Estiramientos aislados activos, 59 Relevancia clínica, 60 Consideraciones generales sobre el ROM, 61 CONCLUSIONES, 61 BIBLOGRAFÍA, 61 INTRODUCCIÓN La flexibilidad está relacionada con la capacidad pa- ra mover una articulación en todo su grado de movi- lidad o amplitud (ROM = range of movement). Las deficiencias del grado de movilidad de la columna vertebral y sus estructuras de soporte se consideran indicadores pronósticos de la lumbalgia (1-3). El mantenimiento de un buen ROM en la articulación iliofemoral y las articulaciones vertebrales es primor- dial para la buena salud de la espalda. Además, en personas con lumbalgia crónica, los regímenes de ejercicio para mejorar el ROM del tronco y la articu- lación coxofemoral se consideran terapéuticos. El grado de movilidad es un término preferible al de flexibilidad cuando se expone este concepto, por- que implica que el movimiento puede medirse en más de una dirección. Por ejemplo, aunque la mujer de la figura 2-1 muestra un grado excepcional de hiperex- tensibilidad, llamar flexibilidad a la hiperextensibili- dad podría resultar confuso. Aunque los términos fle- xibilidad y grado de movilidad se empleen a veces como intercambiables y en esencia puedan tener el mismo significado, en este libro se usará con más fre- cuencia el acrónimo ROM que el término flexibilidad. Los temas principales que se tratarán en este capítulo son la cinemática de la columna, la cinemática de la articulación iliofemoral, la determinación del ROM y su relación con la función de la región lumbar, así co- mo la mejora del grado de movilidad. CINEMÁTICA La dinámica es el estudio de las fuerzas y movimien- tos. La cinemática es una parte de la mecánica dedi- cada sólo al estudio del movimiento sin tener en cuenta fuerzas como las que imponen la contracción muscular, la gravedad o las fuerzas de colisión en los deportes de contacto. 38 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 2-1. Flexibilidad es la palabra adecuada para describir la hiperextensibilidad de esta deportista. Usar la palabra flexibilidad para describir un movimiento de extensión puede resultar confuso; por esta razón suele usarse en su lugar grado de movilidad. Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 38 Cinemática de la columna vertebral Los movimientos posibles de una vértebra son rota- ción y traslación. En la rotación el movimiento ocurre sobre un punto o eje fijos; se mide en grados y se ejemplifica con la flexión y extensión en el plano sa- gital, la flexión lateral (o lateroflexión) en el plano frontal y la rotación en el plano transverso (horizon- tal). El movimiento de traslación ocurre cuando todas las partes del cuerpo (p. ej., una vértebra) adoptan la misma dirección de movimiento (p. ej., arriba o aba- jo, adelante o atrás). La traslación intervertebral de los segmentos móviles sanos es mínima y se mide en milímetros. En casos patológicos de espondilolistesis, la traslación de L5 sobre S1 puede superar los 2 cm en casos graves. En el deporte, la espondilolistesis es el resultado de fuerzas excepcionales impuestas so- bre la unión lumbosacra. En condiciones normales, el centro instantáneo de flexión-extensión y lateroflexión de un segmento mó- vil de la columna lumbar se halla en el disco (4). Si el disco intervertebral sufre una lesión o daños, el cen- tro instantáneo o eje de rotación puede migrar, y la estructura se torna menos estable al producirse ajus- tes compensatorios (5). Los límites y valores representativos del ROM lumbosacro aparecen en la tabla 2-1. El ROM lum- bosacro disminuye en dirección caudal a cefálica respecto al movimiento en el plano sagital. En la la- teroflexión en el plano frontal, el grado de movilidad disminuye en dirección cefálica a caudal. De forma parecida, la rotación mínima en el plano transverso se aprecia en el último segmento móvil (es decir, L5- S1); la orientación de las articulaciones interapofisa- rias restringe los movimientos de rotación entre las vértebras lumbares, pero sobre todo entre L5 y S1 (Fi- gura 2-2). La figura 1-13 del capítulo 1 presenta in- formación gráfica sobre el grado de movilidad del tronco en todos los planos. La figura 1-13B merece atención especial; muestra los extremos del ROM en- tre la hiperextensión y la flexión lumbosacras. La fle- xión lumbar, en esencia, consiste en la desaparición de la curva lordótica. En condiciones normales, no se produce más flexión que la desaparición de esta cur- va. La figura 2-3 muestra los límites de la flexión en el plano sagital. Aunque los ligamentos supraespino- sos e interespinosos y los ligamentos amarillos res- tringen la flexión en el plano sagital, los ligamentos de las articulaciones interapofisarias son los principa- les responsables de la limitación (6). El choque de las apófisis articulares inferiores con la lámina de la vér- tebra inferior es el principal factor que limita los mo- vimientos de hiperextensión en el plano sagital (6) (véase la Figura 1-13B, cap. 1). Estas restricciones del movimiento son consideraciones importantes en el análisis y prescripción de actividades para el ROM del tronco. Cinemática de la articulación iliofemoral El ROM iliofemoral es menos ambiguo que el ROM lumbar. En el plano sagital, lo normal son 10 grados de extensión y 125 grados de flexión (7). En el plano 39CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR COMBINADAS HACIA UN LADO HACIA UN LADO FLEXIÓN/EXTENSIÓN ANTEROFLEXIÓN ROTACIÓN AXIAL (EJE DE ROTACIÓN+X) (EJE DE ROTACIÓN Z) (EJE DE ROTACIÓN Y) LÍMITES DE ÁNGULO LÍMITES DE ÁNGULO LÍMITES DE ÁNGULO LA AMPLITUD REPRESENTATIVO LA AMPLITUD REPRESENTATIVO LA AMPLITUD REPRESENTATIVO INTERESPACIO (GRADOS) (GRADOS) (GRADOS) (GRADOS) (GRADOS) (GRADOS) L1-L2 5-16 12 3-8 6 1-3 2 L2-L3 8-18 14 3-10 6 1-3 2 L3-L4 6-17 15 4-12 8 1-3 2 L4-L5 9-21 16 3-9 6 1-3 2 L5-S1 10-24 17 2-6 3 0-2 1 (Adaptado de White, A.A., y Panjabi, M.M. Clinical Biomechanics of the Spine, 2.ªedición. Filadelfia: J. B. Lippincott, 1990, p. 107.) Tabla 2-1. Valores representativos de los grados de rotación de la columna lumbar Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 39 frontal, lo esperable son 45 grados de abducción y 10 gradosde aducción; en el plano transverso, lo normal son 45 grados de rotación medial y lateral (7). Ade- más de por la cápsula articular, la extensión de la ar- ticulación coxofemoral está limitada por los músculos ilíaco y psoas. Cuando se produce la extensión de la rodilla, la flexión de la articulación coxofemoral está limitada por los músculos isquiotibiales diartrodiales. Como la pelvis constituye los cimientos de la co- lumna vertebral, la tirantez de los flexores o extensores de la articulación iliofemoral afecta a la integridad de la columna. Estos músculos que cruzan la articulación coxofemoral pueden verse como «cabestrantes» que controlan la posición de la pelvis; si uno de estos ca- bestrantes está demasiado tenso, la persona afectada tendrá dificultad para controlar la posición de la pelvis con la musculatura del tronco (Figura 2-4). Por ejem- plo, la tirantez de los músculos psoas, ilíaco o recto fe- moral puede causar hiperlordosis. De la misma forma, la tirantez de los isquiotibiales puede borrar la curva lumbar y causar espalda plana. La tirantez de los fle- xores o extensores de la cadera limita gravemente la eficacia de la musculatura abdominal (aunque estos músculos sean poderosos) para proteger la columna y reaccionar ante fuerzas a las que pueda someterse. Por ejemplo, la tirantez de los isquiotibiales puede impedir la compensación ortostática de la articula- ción iliofemoral cuando se mete el pie accidental- mente en un agujero. En este caso, la columna se ve obligada a soportar la tensión inesperada por culpa de la tirantez de los isquiotibiales. Aunque una co- lumna sana pueda absorber tensiones de este tipo, estos incidentes pasan factura a la larga. Un punto importante que debemos recordar es que el control de la pelvis con la musculatura del 40 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 2-2. Nótese la diferencia en la orientación de las carillas articulares entre las vértebras torácicas y lumbares. En las vértebras lumbares, esta orientación reduce al mínimo los movimientos de rotación. Figura 2-3. La flexión lumbosacra es en esencia el despliegue y enderezamiento de la lordosis lumbar. FLEXIÓN Lo rd os is lu m ba r Vértebra torácica Carilla articular Vértebra lumbar Carilla articular Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 40 tronco es fundamental para el buen funcionamiento vertebral y para la salud de la espalda; la vulnerabili- dad a la lumbalgia aumenta si la posición de la pel- vis no se controla con la musculatura del abdomen y la espalda. Como la tirantez de los isquiotibiales es más prevalente que la tirantez de los flexores de la cadera, estos músculos suelen ser los culpables, so- bre todo en el hombre. La tirantez de los flexores de la cadera no es tan habitual como la de los extenso- res, y tal vez se aprecie más en las mujeres que en los hombres. El grado de movilidad de las articulaciones dista- les a la articulación coxofemoral también es impor- tante para la absorción de las fuerzas que soporta la columna. Por ejemplo, la reducción del ROM del to- billo afecta a la biomecánica de las fases de choque del talón y despegue del pie durante la marcha. La ti- rantez del tendón de Aquiles puede impedir la fase de choque del talón y, por tanto, existirá menos dis- tancia para absorber la fuerza de los pasos; de forma parecida, la tirantez de los músculos del comparti- miento anterior puede impedir la absorción de la fuerza en el retropié. Si un corredor hace mucho rui- do en cada zancada y supera el amortiguamiento de los pies de las articulaciones más distales a proxima- les de las extremidades inferiores, correr, que suele considerarse una actividad que mejora la función de la columna, podría ser perjudicial por las vibraciones que se ve obligada a absorber la columna si no se produce el amortiguamiento en las articulaciones distales. Factores especiales que afectan a la cinemática Muchos factores distintos influyen en la cinemática de la columna y la articulación iliofemoral. Es evi- dente que las enfermedades o lesiones de la columna afectan a la cinemática articular. Menos obvios son los efectos de la edad y el sexo. Estos factores se ex- pondrán más adelante. Efectos del envejecimiento y las enfermedades sobre el ROM lumbosacro. La figura 1-13A y B muestra el grado de movilidad iliofemoral y vertebral durante la flexión en el plano sagital. Kendall y otros (7) propusieron que, durante los estirones de creci- miento de la pubertad, la tirantez de los músculos is- quiotibiales y los aumentos desproporcionados de la longitud de las extremidades afectan negativamente a la flexibilidad. No obstante, en un estudio realiza- do con más de 600 estudiantes adolescentes, los re- sultados hacen pensar que el crecimiento durante este período no provoca una reducción de la flexibi- lidad (8). Más bien el estudio sugiere que con el en- vejecimiento se produce un declive progresivo de la movilidad vertebral (3, 9-11). Twomey y Taylor (12) documentaron la reducción del grado de movilidad lumbosacra con la edad, en concreto durante los mo- vimientos de extensión, pero no siempre se ha apre- ciado esto (11). En las personas inactivas no se sabe cuánto de la reducción del ROM se debe al envejeci- 41CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Figura 2-4. Los músculos principales que cruzan la articulación coxofemoral pueden considerarse cabestrantes que controlan la postura de la pelvis. Como la pelvis es la base de la columna, ésta puede ser vulnerable a lesiones si dichos músculos están demasiado tensos. Erector de la columna Glúteo mayor Isquiotibiales Músculos abdominales Psoas mayor Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 41 miento per se y cuánto a la reducción de la actividad debido a la edad. Una razón propuesta del declive del ROM de extensión es el mayor cuidado que se tiene con los movimientos de extensión que con los de flexión a medida que se envejece (10). La investigación sobre la reducción del ROM en personas con lumbalgia presenta datos diversos. Me- llin (3) halló una mayor disminución de los movi- mientos de flexión en esta población. De acuerdo con ese dato, McGregor y otros (13), mediante técni- cas potenciométricas computerizadas, descubrieron que las personas con lumbalgia presentaban un ROM lumbosacro de flexión mucho menor que las perso- nas asintomáticas; sin embargo, no apreciaron di- ferencias significativas en el ROM lumbosacro de extensión, lateroflexión o rotación. En contraste, You- das y otros (14), en un estudio sobre hombres con lumbalgia, hallaron que la reducción del ROM lum- bosacro de extensión y rotación era mayor que la del de flexión. Cuando se tuvo en cuenta las variables de la edad y la lumbalgia, Ensink y otros (15) no encon- traron una correlación entre la edad y el grado de movilidad lumbosacro (ROML). La pérdida del ROML asociada con el envejeci- miento fisiológico está causada por el aumento de la rigidez de los discos intervertebrales por cambios histológicos; ya no se concibe la idea de que el ROML se reduzca por el adelgazamiento de los dis- cos con la edad (6). Aunque ningún estudio haya confirmado la idea de que el ROM mejore al llegar a la edad adulta como un proceso puramente cronoló- gico, McGregor y otros (13) descubrieron que la edad por sí sola no podía explicar la variabilidad que apreciaron en el ROML de la columna. Los da- tos de Buchalter y otros (16) concordaron con éstos; por eso, las únicas conclusiones que cabe extraer son que el estilo de vida desempeña un papel funda- mental en la disminución del ROML con la edad, y que esta variabilidad del ROML aumenta con la edad (17). También otros procesos patológicos afec- tan al ROML; por ejemplo, la presencia de osteófitos se relaciona con la edad y restringe la movilidad (18). Efectos del sexo sobre el ROML. No existe unani- midad sobre el efecto exacto del sexo sobre el ROML (ROM lumbosacro). MacRae y Wright (19) y McGre- gor y otros (13)apreciaron mayor ROML en flexión en los hombres que en las mujeres. White y Panjabi (5) documentaron que, en el plano sagital, la movili- dad del hombre supera la de la mujer, si bien en el plano frontal sucede lo contrario. Ensink y otros (15) no hallaron una correlación entre el sexo y el ROML de pacientes de espalda. 42 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 2-5. En el método modificado de Schober (A) se hace una marca en la línea media entre las dos espinas ilíacas posterosuperiores; luego, se hace una segunda marca 15 cm por encima de este punto. Se mide la distancia entre las dos señales durante la flexión (B) y extensión (C) máximas. A B C Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 42 EXAMEN DE LOS ROM LUMBOSACRO E ILIOFEMORAL La flexibilidad, o ROM, es específica de cada articu- lación; determinar el ROM de unas cuantas articula- ciones no sirve como indicador de la flexibilidad de otras aunque se mida el mismo movimiento articular en la extremidad contralateral. Las pruebas emplea- das para medir la flexibilidad (es decir, según su rela- ción con la región lumbar) van de más sencillas a más complejas; a continuación, expondremos un ejemplo de las mediciones clínicas más utilizadas, con sus ventajas e inconvenientes. ROM lumbosacro En este apartado se describen las pruebas que miden específicamente el ROML de forma distinta al ROM de la articulación coxofemoral. Son técnicas de dis- tracción cutánea y pruebas con inclinómetro. Técnicas de distracción cutánea. La prueba origi- nal de Schober descrita por Ensink y otros (15) y las modificaciones posteriores de la primera prueba (19, 20) suelen citarse en la literatura como técnicas de distracción cutánea. Estas pruebas consisten en to- mar mediciones entre dos puntos de referencia mien- tras el sujeto (a) permanece primero de pie en una postura erguida normal y (b) luego, adopta la posi- ción de tocarse los pies con los dedos de la mano. A medida que se inclina hacia delante, aumenta la dis- tancia entre los dos puntos de referencia (es decir, distracción de la piel). La distancia entre los dos pun- tos en bipedestación se resta a la distancia entre los dos puntos en la posición de anteroflexión. En la prueba original de Schober, el punto de re- ferencia era la unión lumbosacra (15). Tras marcar es- te punto, el examinador hace una segunda marca 10 cm por encima de la unión lumbosacra mientras el sujeto adopta una postura relajada en bipedestación. Tras adoptar la postura de tocarse los pies con los de- dos de la mano, se mide la distancia entre las dos marcas. Un aumento de al menos 5 cm en la distan- cia (es decir, 15 cm) se considera un valor normal. Un problema específico de esta técnica es localizar exactamente la unión lumbosacra (21). MacRae y Wright (19) modificaron la prueba ori- ginal de Schober situando los puntos de referencia 5 cm por debajo y 10 cm por encima de una marca en la línea media que conecta los «hoyuelos de Venus» (articulación sacroilíaca) que aproximan la unión lumbosacra. Afirmaron que el punto de referencia era más fácil de hallar que la unión lumbosacra. Un aumento de la distancia de al menos 5 cm se consi- dera un valor normal. Aunque los hoyuelos de Venus sean más fáciles de encontrar que la unión lumbosa- cra, aproximadamente un cuarto de la población no presenta este punto anatómico de referencia (21). Williams y otros (20) modificaron aún más la téc- nica de Schober. El punto inferior de referencia (es decir, la marca de 0 cm) fue la intersección vertebral de una línea horizontal entre las espinas ilíacas pos- terosuperiores (EIPS), por lo general fáciles de identi- ficar (Figura 2-5). (Sin embargo, hay que reparar en que las EIPS se encuentran al nivel de la segunda vér- tebra sacra.) El punto de referencia superior se marca a una distancia de 15 cm por encima del primero. Además de la medición del ROM de flexión, los mis- mos investigadores determinaron que puede medirse el ROM de extensión con esta técnica. Cuando se adopta la postura de hiperextensión, los puntos de re- ferencia se aproximan (es decir, median menos de 15 cm). Williams y otros (20) calcularon los coeficientes interevaluadores e intraevaluadores de esta técnica; la mayoría de sus correlaciones fueron bastante bue- nas. En nuestro empleo inicial de esta técnica con tres cohortes, los coeficientes de la correlación intra- clases para mediciones repetidas con el mismo apa- rato fueron 0,92 a 0,98 en flexión y 0,92 a 0,94 en extensión (22). Crítica de las técnicas de distracción cutánea. Aunque Mayer y Gatchel (23) no criticaron la técnica modificada de Schober, afirmaron que (a) los puntos anatómicos de referencia de las dos primeras versio- nes de las pruebas de Schober eran muy difíciles de encontrar, (b) las técnicas de Schober no tenían en cuenta las grandes variaciones en la altura y (c) sólo pudo medirse el ROM de flexión. Aunque la técnica de Williams y otros (20) evita el primer y tercer in- convenientes enumerados por Mayer y Gatchel (23), no se tienen en cuenta las medidas extremas de com- plexión en esta técnica. Por ejemplo, la distancia de 15 cm abarcaría distintos segmentos móviles en una persona de 140 cm que en una persona de 170 cm de 43CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 43 altura. No obstante, si los pacientes se comparan consigo mismos durante la rehabilitación, los incon- venientes son menos graves. De las tres técnicas des- critas por Schober, nuestros pacientes estaban más cómodos usando las EIPS como punto de referencia inicial según abogan Williams y otros (20), en vez de la unión lumbosacra o los hoyuelos de Venus presen- tados en otros protocolos de Schober descritos. Pruebas con inclinómetro. El goniómetro se usa con eficacia para medir el ROM de las extremidades, aunque es menos eficaz para el ROM vertebral. El in- clinómetro líquido (también existe un inclinómetro electrónico) es una opción frente a las técnicas con goniómetro tradicional (Figura 2-6). Mayer y otros (21) desarrollaron un protocolo con inclinómetro que delinea la movilidad lumbar en el plano sagital res- pecto a la de la articulación coxofemoral. Además de su excelente fiabilidad, estos investigadores descu- brieron que su técnica con un inclinómetro era mejor que los análisis radiográficos. Con posterioridad, los miembros de este grupo desarrollaron un protocolo con dos inclinómetros que también permitía evaluar el ROM en extensión (24). Crítica de las pruebas con inclinómetro. Aunque Keeley y otros (24) describieron un índice de fiabili- dad de 0,90 en la administración de la prueba con doble inclinómetro, los índices registrados por Wi- lliams y otros (20) para la misma prueba fueron muy bajos en dos personas. En nuestro estudio con la téc- nica del doble inclinómetro, los coeficientes de corre- lación intraclases (CCI) variaron entre 0,95 y 0,98 (flexión) y entre 0,87 y 0,96 (extensión) (22). No obs- tante, se obtuvieron CCI igualmente altos en pruebas posteriores en nuestro laboratorio con un solo inves- tigador (25). En un estudio más amplio, Saur y otros (26) validaron la técnica con inclinómetro frente a las técnicas radiológicas; aunque los coeficientes del ROM lumbar total (r = 0,94) y el ROM de flexión (r = 0,88) fueron elevados entre las dos técnicas, la corre- lación del ROM de extensión fue mucho menor (r = 44 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA A B C Figura 2-6. Inclinómetro (M. I. E: Medical Research, Leeds, Reino Unido). Una vez colocado el instrumento sobre la parte del cuerpo que debe moverse, el dial del inclinómetro se pone a cero. Realizado el movimiento pasivo o activo, es fácil apreciar el número de grados. Se describe la determinación de la movilidad lumbar con la prueba con inclinómetro de Keeley y otros (24). Se colocan los inclinómetros sobre el interespacio de D12-L1 y sobre el sacro (A); se recomiendamarcar estas posiciones con un rotulador. La persona sometida a prueba adopta una posición máxima de anteroflexión (B); una vez realizada la lectura de los inclinómetros, el paciente vuelve a la posición inicial. Luego, se pone las manos en las caderas y, con las rodillas extendidas, el paciente adopta una posición de hiperextensión máxima y se procede a la lectura de los inclinómetros (C). Luego, se obtiene el total del grado de movilidad con cada inclinómetro. Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 44 0,42), lo que sugiere que la última necesita refinarse. (Sin embargo, la exposición siguiente estudia si la va- lidez de la prueba de extensión podría mejorar si se toma la medición en decúbito prono en vez de en bi- pedestación; esto elimina el miedo a caerse.) En comparación con el goniómetro, el inclinómetro puede ser más fácil de usar al menos para las medicio- nes del ROM de las extremidades; además, el potencial del inclinómetro para medir el ROM vertebral en el pla- no transverso (p. ej., la rotación cervical o lumbar) es mucho mejor que el del goniómetro. Nuestros coefi- cientes de fiabilidad en la reproducción de las pruebas respecto a las mediciones en la elevación pasiva de las piernas extendidas fueron 0,98. Keeley y otros (24) tam- bién documentaron una técnica para medir la rotación vertebral con inclinómetro; sin embargo, los coeficien- tes de fiabilidad que registraron fueron demasiado ba- jos para fines científicos. Puede haber, no obstante, im- plicaciones en el uso del inclinómetro para medir el ROM de la rotación vertebral cuando se controla el progreso del paciente, siempre y cuando las medicio- nes de la flexibilidad las haga la misma persona. Combinación de las técnicas de distracción cu- tánea e inclinómetro. El instrumento para medir el grado de movilidad de la espalda (ROME) (Perfor- mance Attainment Associates, Roseville, MN) es de reciente aparición; comprende dos aparatos para las mediciones. Uno combina la medición de la distrac- ción cutánea con la medición del inclinómetro con el fin de calcular el ROM de flexión y extensión, el otro puede medir tanto la flexión lateral como la ro- tación. Las investigaciones son limitadas por lo re- ciente de la aparición del instrumento (Figura 2-7). 45CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR A B C Figura 2-7. Instrumento para medir el grado de movilidad de la espalda. Con el paciente en bipedestación, la unidad de flexión-extensión se coloca sobre el sacro y la unidad braquial sobre el interespacio de D12-L1. Tras la lectura de la inclinación pélvica, el paciente adopta la posición de tocarse los pies con los dedos de la mano al tiempo que se mantiene la unidad braquial sobre el interespacio de D12-L1; se registra la lectura en anteroflexión máxima (A). Tras erguirse el paciente, se adopta una postura de hiperextensión y se anotan las lecturas (B). La unidad de lateroflexión-rotación se coloca sobre D12, y se lee el valor de la lateroflexión en el inclinómetro (no aparece aquí). Cuando se toman las mediciones de rotación (C), el dial horizontal actúa en esencia como una brújula, y el imán pasa por alto cualquier movimiento pélvico que se produzca. (En nuestro estudio con este instrumento, el paciente se sentó en un taburete con el asiento fijo.) (Por cortesía de Performance Attainment Associates, Roseville, MN.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 45 Unidad del ROM de flexión-extensión de la es- palda (fig. 2-7A, B). La unidad empleada en la me- dición del movimiento de flexión y extensión combi- na técnicas con inclinómetro y distracción cutánea. Se sostiene un inclinómetro sobre S1 y se mide la in- clinación del sacro (es decir, el ROM iliofemoral) después de adoptar el paciente la posición de tocar- se los pies con los dedos de la mano. La otra mano manipula el brazo deslizante. Se emplea para medir la distancia hasta el interespacio de D12-L1 mientras el paciente permanece de pie y erguido, se inclina hacia delante y termina inclinándose hacia atrás. Un examinador puede tomar fácilmente la medición con este aparato y sin ayuda. Durante nuestra utilización de la unidad del ROM de flexión-extensión de la espalda con pacien- tes y personas asintomáticas, el CCI fue 0,80 s res- pecto a los grados (es decir, la lectura del inclinóme- tro) y 0,90 s respecto a la distracción cutánea (es decir, lectura en centímetros) (22). Breum y otros (27) combinaron las lecturas en grados y centíme- tros, y obtuvieron que los coeficientes interevalua- dores e intraevaluadores eran satisfactorios para el ROM de flexión [coeficientes de correlación in- trainstrumental (CCI) = 0,91 y 0,77, respectivamen- te]; sin embargo, los coeficientes del ROM de exten- sión fueron mucho menores para las dos variables (CCI = 0,57 y 0,36, respectivamente). Madson y otros (28), igualmente con personas asintomáticas, siguieron un procedimiento similar combinando las mediciones en grados y centímetros, aunque obtu- vieron CCI muy bajos en la flexión y extensión lum- bares (CCI = 0,67 y 0,78, respectivamente). CONSIDERACIONES SOBRE LA FIABILIDAD DE LAS MEDI- CIONES DEL ROM: Debe repararse en que, para la de- terminación de la fiabilidad de varios ensayos, los co- eficientes de correlación interclases son más estrictos que los coeficientes de Pearson (29-31). El coeficien- te de Pearson es una estadística bivariada y apropia- da para la correlación de dos variables distintas; sin embargo, la fiabilidad se considera una estadística univariada en la que la comparación se establece en- tre resultados sobre la misma variable (30). Además, el cálculo del coeficiente de Pearson se limita al em- pleo de dos variables; de ahí que las pruebas con múltiples ensayos deban promediarse para generar sólo dos resultados (30, 31). La correlación intercla- ses se limitó aún más porque no puede detectarse la variación ensayo a ensayo en las pruebas (31). Si se emplea la correlación interclases, es posible analizar cambios en las medias y desviaciones estándar entre uno y otro ensayo; además, la correlación interclases se usa para establecer una correlación entre varios ensayos de mediciones univariadas con el fin de de- terminar la fiabilidad (31). Unidad del ROM de lateroflexión/rotación de la espalda (fig. 2-7C). El marco de esta unidad com- prende un inclinómetro en el plano frontal y una brú- jula en el plano transverso; cuando se toma una de estas mediciones, el marco se coloca en el interespa- cio de D12-L1. La lateroflexión se mide cuando el su- jeto se inclina a derecha o izquierda, y el inclinóme- tro traduce el movimiento en grados. La medición rotacional emplea una brújula para determinar el movimiento en el plano transverso. Para medir este último, es necesario contar con un campo magnético estable para descontar el efecto con que el movi- miento de la cadera puede contribuir al resultado de la rotación; esto se consigue con dos imanes dentro de una carcasa unidos a un cinturón de velcro en la cintura del sujeto entre D12 y S1. En nuestro estudio con el instrumento para el ROM de rotación de la espalda con mediciones re- petidas con un solo instrumental y 50 hombres y mu- jeres asintomáticos, se obtuvieron coeficientes muy altos de fiabilidad interclases (CCI = 0,98) (32). Aun- que la rotación del tronco pueda medirse en bipe- destación, se consigue un control mejor con el suje- to sentado en un taburete estático. Madson y otros (28) obtuvieron un CCI muy satisfactorio cuando mi- dieron la rotación lumbar (CCI = 0,88 y = 0,93 para la izquierda y derecha, respectivamente) y la flexión lateral lumbar (CCI = 0,91 y 0,95 para la lateroflexión izquierda y derecha, respectivamente). Sin embargo, Breum y otros (27) hallaron una mala fiabilidad intra e interexaminador (CCI = 0,57 y 0,36, respectiva- mente) cuando usaron el mismo instrumento con su- jetos asintomáticos. Curva flexible (Figura 2-8). Se emplea una curva flexible de delineante para medir la movilidad lum- bosacra en el plano sagital. Con este instrumento semide la inclinación pélvica anterior y posterior, o la flexión y extensión lumbares. Youdas y otros (33) em- 46 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 46 plearon este instrumento para determinar la movili- dad sagital. Sus coeficientes de fiabilidad intrainstru- mental (CFI) fueron 0,82 a 0,98 con el método tan- gencial y 0,84 a 0,98 con el método trigonométrico. Llegaron a la conclusión de que el método tangencial es preferible al trigonométrico en estos movimientos porque requiere menos tiempo. Miller y otros (25) confirmaron que una regla flexible de delineante per- mitía contrastar la postura neutra de la columna con la postura relajada en bipedestación. Técnicas alternativas para medir la anteroflexión y la posteroflexión. En nuestra investigación sobre el ROM, la mayoría de los individuos empleados en la colección de datos fueron asintomáticos durante sus estudios universitarios. Estas personas no mostra- ron ninguna dificultad concreta en adoptar posturas de anteroflexión y posteroflexión. Sin embargo, la di- ficultad que las personas sintomáticas o mayores pueden experimentar para ejercitar movimientos de flexión o hiperextensión máximas puede impedir la obtención de buenas mediciones con estas personas. Si éste es el caso, el protocolo creado por Mellin y otros (34) o Sullivan y otros (10) sería una opción pa- ra que las personas se encuentren cómodas al final del ROM durante la flexión o extensión en bipedes- tación (Figura 2-9). Además, cabría usar sus reco- mendaciones sobre la colocación de los individuos con todas las técnicas descritas en esta sección para medir el ROM en el plano sagital. CONSIDERACIONES SOBRE LOS MOVIMIENTOS DE HIPER- EXTENSIÓN: Como la hiperextensión de la columna es un tema que suele pasarse por alto o se malinterpre- ta, es aconsejable hacer varios comentarios genera- les. La hiperextensión vertebral es un movimiento na- tural y es del máximo interés para la biomecánica de la columna mantener esta movilidad. No obstante, se sabe que los movimientos balísticos de hiperexten- sión de la columna son inadecuados; peores, si no pésimos, serían los movimientos balísticos de rota- ción. Es cierto que los movimientos lentos y pasivos de hiperextensión controlada suelen ser muy apro- piados en los programas de ejercicio para pacientes con discos sintomáticos (9, 35); sin embargo, pocas veces se recomienda la extensión activa (como cuan- do se utiliza una silla romana) más allá de la lordosis normal (36). En personas con síntomas en el elemen- to posterior como lesiones interapofisarias o espondi- lolistesis, los movimientos de hiperextensión dudosa- mente serían apropiados porque la extensión más allá de la postura neutra podría agravar el problema y 47CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR A B C Figura 2-8. Empleo de una curva flexible para medir (A) la inclinación pélvica anterior; (B) la columna en posición neutra, y (C) la inclinación pélvica posterior. Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 47 empeorarlo. Es importante enseñar bien movimientos como los ejercicios de hiperextensión, porque algu- nas personas no tienen buena percepción cinestésica de su cuerpo cuando ejecutan ciertos ejercicios. Además de las pruebas clínicas previamente ex- puestas para el ROM de extensión de la espalda, hay pruebas de campo más sencillas para determinar este ROM, tal y como se muestra en la figura 2-10A. En es- te caso la persona sometida a prueba coloca las manos bajo los hombros como si fuera a hacer una flexión de brazos. Al hacer el movimiento, la pelvis debe mante- ner contacto con el suelo mientras se eleva el tórax con la acción de los brazos. Es una prueba pasiva de extensión vertebral porque sólo son activados los músculos de los brazos y la cintura escapular; los mús- culos de la columna deben estar relajados. Para los lectores familiarizados con el protocolo de ejercicios de espalda de McKenzie, el movimiento es compara- ble, si bien en este último los movimientos se repiten (9). Como no suele apreciarse la debilidad de los mús- culos lumbosacros (7), a veces se recurre a una prueba de fuerza activa en decúbito prono (Figura 2-10B). ROM iliofemoral Como se expuso con anterioridad, la biomecánica de la columna se ve afectada negativamente si existe ex- cesiva tirantez en alguno de los grupos de músculos que cruzan la articulación iliofemoral. Los músculos psoas suelen considerarse flexores uniartrodiales de la cadera, si bien cruzan las articulaciones vertebra- les de L1 a S1. Como cada músculo psoas se empa- reja con un músculo ilíaco, y los tendones de sus in- serciones discurren juntos, con frecuencia se emplea el nombre colectivo de psoasilíaco, aunque la fun- ción del psoas es más compleja por sus inserciones en las vértebras móviles. ROM de flexión de la articulación coxofemoral (prueba de Thomas). La prueba de Thomas se em- plea para medir la tirantez de los flexores uniartro- diales y diartrodiales de la cadera; la prueba para los flexores diartrodiales aparece en la figura 2-11. Es importante que las personas a las que se someta a es- ta prueba estén familiarizadas con sus peculiarida- des. Por ejemplo, si la pierna contralateral se acerca demasiado al pecho, la rotación posterior de la pelvis implicada en este movimiento puede elevar la pierna ipsolateral. Sería un ejemplo de resultado falso posi- tivo (es decir, delata la presencia de tirantez en los flexores de la cadera, aunque en realidad la tirantez se debe a una postura inapropiada del paciente). 48 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 2-9. Las mediciones con inclinómetro y la mayoría de las otras mediciones del grado de movilidad en el plano sagital pueden hacerse en posiciones estables en pacientes con problemas de equilibrio. Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 48 ROM de extensión de la articulación coxofemo- ral. La prueba de elevación de la pierna extendida (EPE) se ha usado durante muchos años. Más re- cientemente, la prueba de extensión activa de la ro- dilla ha ganado popularidad. De ellas se hablará en las secciones siguientes. Prueba de elevación de la pierna extendida. La prueba de elevación pasiva de la pierna extendida suele emplearse para medir la tirantez de los múscu- los isquiotibiales. Según la versión de la prueba de EPE defendida por Kendall y otros (7), en la posición inicial, el individuo es sometido a prueba primero hacia atrás y se le hace girar la pelvis hasta que se adapte perfectamente la región lumbosacra a una mesa o superficie sin acolchar. El examinador le le- vanta entonces una pierna hasta que la tirantez impi- da continuar el movimiento al tiempo que coloca una mano sobre la rodilla de la otra pierna para ase- gurar que la pelvis no gire hacia atrás y altere los re- sultados (Figura 2-12). Aunque Kendall y otros afir- maron que lo normal era de 80 a 85 grados de flexión coxal, creemos que tal vez sea una meta conservado- ra en la población atlética. Un inconveniente de esta prueba es que puede que no todos los examinadores eleven el mismo ROM la pierna de una persona de- bido a las distintas percepciones de resistencia al es- tiramiento (37). Llegamos a la conclusión de que, con la articulación de la rodilla inmovilizada, la EPE activa supone una opción frente a la EPE pasiva (38). 49CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Figura 2-10. Grado de movilidad pasiva y activa de la extensión de la espalda. Medición de la distancia Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 49 Una clave importante para la ejecución de cualquie- ra de las pruebas de longitud de los isquiotibiales es la posición de la pelvis. Por ejemplo, si se adopta la posición inicial en decúbito supino con las piernas y caderas flexionadas, la rotación posterior de la pelvis en esta postura permitirá a la pierna elevarse unos pocos grados más(p. ej., unos 10 grados) antes de que la tirantez detenga el movimiento. Hay que tener en cuenta sutilidades como ésta; la consistencia en ellas es esencial. Prueba de extensión activa de la rodilla (Figura 2-13). La extensión activa de la rodilla (EAR) ha ga- nado popularidad en los últimos años (37, 39, 40). En la posición inicial, las articulaciones coxofemoral y de la rodilla adoptan 90 grados de flexión, por lo que se denomina prueba de 90-90. La EAR es preferida por muchos debido a la rigidez pasiva de las partes blandas, por la respuesta contráctil al estiramiento y 50 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 2-11. Prueba de Thomas con dos articulaciones. Después de ayudar el examinador al paciente a adoptar una posición en decúbito supino que permita colgar libremente la rodilla de la pierna que se somete a prueba, se lleva hacia atrás el muslo contralateral hasta el punto en que la región lumbosacra entra en firme contacto con la mesa. Son signos positivos de acortamiento cuando la porción posterior del muslo se levanta de la mesa (tirantez del psoasilíaco) o la rodilla se extiende de modo apreciable (tirantez del recto femoral). Se obtiene un resultado falso positivo si el muslo de la pierna contralateral se acerca al tronco y la pelvis gira demasiado posteriormente. Figura 2-12. En la prueba de elevación pasiva de la pierna extendida según Kendall y otros (7), la pelvis gira posteriormente hasta que la región lumbosacra se adapta a la forma de la mesa (preferiblemente, sin acolchar); se eleva una pierna asegurando que la otra no se mueva. Es esencial que el paciente adopte la postura correcta; por ejemplo, si se flexiona la rodilla de la pierna contralateral a la que se eleva, la rotación posterior de la pelvis aumentará el grado de movilidad (unos 10 grados). Por el contrario, si gira hacia delante (es decir, la región lumbosacra no está en contacto con la mesa), el movimiento disminuye. Figura 2-13. Extensión activa de la rodilla (prueba de 90- 90). Según el programa de puntuación más usado, la extensión completa tiene una puntuación de 0, los 80 grados de movimiento de la pierna, 10, etc. Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 50 porque la masa de la extremidad no es tan dada a contaminar los resultados como con la prueba de EPE pasiva (37, 40). A diferencia de la EPE pasiva, con la EAR el examinador no tiene que valorar si lleva o no realmente la extremidad hasta el final del ROM, por- que es una prueba activa y el sujeto es el responsable de exhibir el ROM. En el protocolo descrito por Worrell y otros (40), las personas que usan esta prue- ba con fines de investigación cogen el muslo de la pierna que se somete a prueba con 90 grados de fle- xión coxal, con la articulación de la rodilla también en 90 grados; el sujeto extiende entonces la pierna hasta que el muslo «se libera» de las manos que lo asen. Puede utilizarse un inclinómetro o un gonió- metro para tomar la medición. Pruebas combinadas (tocarse los pies con los de- dos de la mano y prueba de sentarse-y-alcanzar). Con el fin de lograr la diferenciación, las pruebas pa- ra medir la longitud de los isquiotibiales y la movili- dad lumbosacra se denominan en este libro pruebas combinadas, como la prueba de tocar el suelo con los dedos (TSD) o la prueba de sentarse-y-alcanzar (SA), que aparecen en la figura 2-14. Consideraciones sobre la seguridad. Además de las cuestiones sobre la validez de las pruebas de TSD y SA, se ha cuestionado el movimiento inherente a ambas pruebas por el posible riesgo para la columna vertebral. Por ejemplo, si estas actividades se hacen repetidamente y si el sujeto presenta tirantez en los isquiotibiales, su excursión limitada en la articula- ción iliofemoral puede transferir la tensión a las es- tructuras de la columna (41, 42). Adams y Hutton (43) demostraron que, cuando se produce un movi- miento de anteroflexión sin control muscular (p. ej., llevar rápidamente los dedos de la mano hasta tocar los pies), los ligamentos supraespinosos, interespino- sos y capsulares sufren un esguince. 51CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Figura 2-14. La prueba de tocar los pies con los dedos de la mano (A) y la prueba de sentarse-y- alcanzar (B) miden esencialmente la longitud de los isquiotibiales, pero el movimiento pélvico es menor en la prueba de sentarse-y-alcanzar. Figura 2-15. Estiramiento protegido de los isquiotibiales de Cailliet. A B Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 51 Cailliet (41) afirmó que, aparte del peligro, el ejer- cicio de SA no mejora apreciablemente la longitud de los isquiotibiales; recomendaba «su estiramiento protector de los isquiotibiales» como alternativa (Fi- gura 2-15). Cailliet sostenía que este estiramiento unilateral de SA previene la tensión y flexión excesi- vas del área lumbosacra. Sometimos a prueba la hi- pótesis de Cailliet usando el Monitor Lumbar Ady- Hall para registrar el ROM lumbosacro mientras 40 adultos asintomáticos (20 hombres y 20 mujeres) re- alizaban el estiramiento protector de Cailliet y un es- tiramiento convencional de SA (44). La flexión lum- bosacra fue mayor cuando se practicó el SA convencional, aunque estas diferencias no fueron importantes estadísticamente. Uno de los sujetos mostró preferencia por la prueba de Cailliet por sen- tirse más cómodo que en la SA con las dos piernas extendidas. Intuitivamente, parece como si la rota- ción posterior de la pelvis inherente al estiramiento protector de los isquiotibiales de Cailliet redujera el momento de inercia del torso en la anteroflexión; es- to sugiere que las presiones intradiscales son meno- res en la ejecución del ejercicio de Cailliet (una pier- na extendida) que en el SA convencional (ambas piernas extendidas al mismo tiempo). Aunque la versión con una pierna extendida de la prueba de SA lleve más o menos el doble de tiempo que la versión con las dos piernas extendidas, permi- te en cambio determinar si existe asimetría. Aunque no se cite la asimetría respecto a la longitud de los is- quiotibiales y su relación con el aumento de la posi- bilidad de problemas lumbosacros, la asimetría en la longitud de los isquiotibiales puede volver a una per- sona susceptible a las distensiones de estos músculos (45). Además, cuando se contempla la postura como una cadena cinética, la consecución de la simetría tiene sentido. Validez y fiabilidad. Kippers y Parker (46) hallaron que, en adultos jóvenes de ambos sexos, la distancia en la prueba de TSD era un buen indicador de la fle- xión coxal, aunque no de la flexión vertebral. Se ob- tuvieron datos comparables en la prueba de SA (con las dos piernas extendidas) con mujeres jóvenes ado- lescentes (47) y mujeres universitarias (48); obtuvi- mos los mismos resultados con la prueba de SA (con una pierna extendida) con adultos jóvenes de ambos sexos (49). Ambas pruebas, TSD y SA, se emplean pa- ra aumentar la longitud de los isquiotibiales, sobre todo si el examinador está familiarizado con sus par- ticularidades; además, ambas son medidas muy fia- bles, si bien ninguna es una buena medición de la movilidad lumbosacra. Como la prueba de TSD po- cas veces se emplea excepto como parte de la prue- ba de Schober, esta exposición se centrará en las par- ticularidades de la prueba de SA. La utilidad de la prueba de SA también se ha cuestionado porque cuando la discrepancia en la longitud es desproporcionada, tal vez oculte el ver- dadero ROM. Por ejemplo, si una persona tiene bra- zos largos y piernas cortas, puede esperarse que ob- tenga buenos resultados en la prueba de SA; por el contrario, si los brazos fueran cortos y las piernas lar- gas, el resultado sería seguramente malo (50). Aun- que Wear (51) halló que la excesiva longitud del tronco y brazos respecto a las piernas afectaba signi- ficativamente a la puntuación en la prueba de SA en hombres universitarios, Simoneau (48) no consideró que fuera un factor relevante en su estudio con am-bos sexos. Hokins y Hoeger (52) desarrollaron una prueba en que la distancia alcanzada se medía pri- mero con la espalda del sujeto contra una pared (u otra superficie vertical); se apuntaba la cifra, y des- pués el sujeto se inclinaba hacia delante y se tomaba la segunda medición. La primera medición se resta de la segunda para obtener un valor neto. El valor ne- to es una medida más precisa de la longitud de los is- quiotibiales, porque se controla así la discrepancia en la longitud de los brazos respecto a las piernas. La posición de los tobillos también puede afectar a la ejecución de la prueba de SA, con independencia de si están extendidas una o dos piernas. En nuestro es- tudio, hemos hallado que hombres y mujeres asinto- máticos alcanzaban aproximada y respectivamente 5 cm y 2 cm más en la prueba de SA con los tobillos en flexión plantar pasiva, en oposición a la dorsiflexión habitualmente necesaria para la ejecución de la prue- ba (53) (Figura 2-16). Gajdosik y otros (54) repararon en que el rendimiento en la prueba de EPE mejoraba significativamente cuando se permitía la flexión pasiva del tobillo en oposición a la postura fija en dorsifle- xión. Estos científicos atribuyeron esta diferencia a la tirantez de las conexiones fasciales entre los músculos gemelo e isquiotibiales, y a la tensión sobre el nervio ciático; las conexiones fasciales en concreto también explicarían las diferencias apreciadas. 52 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 52 Los examinadores que emplean la prueba de SA como medio principal para determinar la longitud de los isquiotibiales siempre deberían tener en cuenta la calidad del movimiento. Un aspecto de la calidad que debe comprobarse es el ángulo del sacro. Si la prueba de SA es la medición, entonces el «ángulo sacro» de- bería ser 80 grados o más respecto al suelo; sirve de comparación un libro u otro objeto con un ángulo de 90 grados colocado cerca del sacro (Figura 2-17). Este ángulo será inferior a 80 grados en personas con tiran- tez en los isquiotibiales. Mediante un inclinómetro puesto sobre el sacro, Cornbleet y Woolsey (55) llega- ron a la conclusión de que la posición final de la arti- culación coxofemoral (es decir, el ángulo sacro) era un mejor indicador de la longitud de los isquiotibiales que la posición de los dedos en la prueba de SA. Ken- dall y otros (7) creían que la prueba de SA podía servir doblemente en la medición de EPE si el ángulo sacro era el criterio primario para determinar el resultado. Martín y otros (50) hicieron una revisión general de la investigación sobre la prueba de SA. Repetibilidad de las mediciones Se han obtenido coeficientes de correlación más al- tos en la fiabilidad del ROM del tronco y la articula- ción coxofemoral cuando se ha estudiado la variabi- lidad intraexaminadores (56). Por el contrario, se han registrado coeficientes muy bajos de correlación cuando se estudió la variabilidad interexaminadores (20). Al calcular la fiabilidad entre varios ensayos, co- mo se ha expuesto previamente, los coeficientes de correlación intraclases son más estrictos que los coe- ficientes de Pearson y por eso se prefieren (31). Va- rios factores distintos afectan negativamente a la fia- bilidad de las mediciones repetidas; de algunos hablaremos después. Colocación del instrumental. Mayer y otros (57) estudiaron las varianzas apreciadas en la medición 53CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Figura 2-16. Distintas pruebas de sentarse-y-alcanzar. (A) La prueba realizada con un cajón métrico. (B) En la prueba de sentarse-y-alcanzar de Tennessee, se incluye una plataforma de quita y pon para los pies, de modo que puede medirse el grado de movilidad con el pie en dorsiflexión fija y con flexión plantar pasiva (53). Figura 2-17. Quizá la referencia clave más importante en la prueba de sentarse-y-alcanzar sea el ángulo sacro (y no el número de centímetros alcanzado) porque es un buen indicador de la longitud de los isquiotibiales. Este hombre muestra tirantez o acortamiento de los isquiotibiales; su ángulo sacro es sólo 60-70 grados. Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 53 del ROM vertebral en el plano sagital entre examina- dores, sujetos e instrumentos. Los instrumentos utili- zados fueron el inclinómetro líquido, el cifómetro y el inclinómetro electrónico. En su complejo análisis aislaron la varianza debida a la inconsistencia de los sujetos, las diferencias del instrumental y la fiabilidad interevaluadores e intraevaluadores. Llegaron a la conclusión de que la causa del error al determinar el ROM de una persona se debía con más frecuencia a diferencias en la colocación del instrumental en el sujeto por parte del examinador (p. ej., la variabili- dad en la localización de los puntos óseos anatómi- cos de referencia) que al instrumental en sí. Variación diurna. La variación diurna es también un factor que debe tenerse en cuenta al tomar medi- ciones repetidas de la flexibilidad. Ensink y otros (15) hallaron que la repetibilidad de las mediciones suele depender de la prueba. Dicho de otro modo, algunos protocolos de las pruebas resultan más afectados que otros por la variación diurna. Por ejemplo, estos in- vestigadores llegaron a la conclusión de que la media del ROM lumbosacro de flexión aumentaba más de 10 grados de la mañana a la tarde usando la técnica con inclinómetro. Los mismos científicos señalaron que también aumentaba significativamente el ROML con la técnica modificada de Schober. Sin embargo, puesto que el cambio no era tan grande como el re- gistrado con el inclinómetro, concluyeron que las técnicas de distracción cutánea no eran tan válidas como las técnicas con inclinómetro. En apariencia, a pesar del método usado para medir el ROML, debe tenerse en cuenta el momento del día en que se to- man las mediciones, ya que las variaciones diurnas afectan al protocolo de algunas pruebas más que al de otras. AUMENTO DEL ROM Para mover los segmentos del cuerpo, los músculos antagonistas y su tejido tendinoso deben elongarse en grado suficiente. La musculatura tensa o acortada abarca toda la unidad musculotendinosa y no sólo los elementos contráctiles. Debido a la inhibición recí- proca, los elementos contráctiles del grupo de múscu- los antagonistas se relajan, mientras que los músculos agonistas se contraen activamente. Por tanto, lo que reduce el ROM suele ser la serie de componentes elásticos de los tendones (sobre todo el tendón) y lue- go los componentes elásticos paralelos (es decir, las vainas de tejido conjuntivo del epimisio, perimisio y endomisio que envuelven las fibras individuales del músculo o grupos de fibras musculares). Aspectos neurológicos y mecánicos de la mejora del ROM Aunque el ROM pueda mejorar aumentando la fuer- za del músculo o músculos antagonistas, con mayor frecuencia se opta por una estrategia que reduzca la resistencia de la musculatura (tensa) que sea el obje- tivo. Esto último se consigue (a) reduciendo su activi- dad contráctil y (b) aumentando la longitud de su te- jido conjuntivo. De estos temas hablaremos ahora. Relajación muscular. Cuando un músculo flexor se contrae y genera movimiento en un lado de una ar- ticulación, la inhibición recíproca suele causar la re- lajación de su antagonista extensor. En este escena- rio, la inhibición recíproca no sólo facilita la acción del agonista, sino que también reduce la posibilidad de que se lesione el antagonista. Por el contrario, si se estira rápidamente un músculo, el músculo antago- nista se contrae para oponer resistencia a su rápida elongación, ofreciendo, por tanto, un mecanismo protector frente al estiramiento excesivo. Este fenó- meno, que puede oponerse a o reducir el estiramien- to deseado en los ejercicios dinámicos o balísticos de flexibilidad, es el reflejo de estiramiento miotáctico. El propioceptor responsable del reflejo de estiramien- to es el huso muscular. En la figura 2-18se describe el huso muscular, sus distintas terminaciones sensiti- vas, sus porciones aferentes y eferentes, y su relación con todo el músculo. Elongación del tejido conjuntivo. Asumiendo que los elementos contráctiles del músculo deseado estén relajados, el tendón y el tejido conjuntivo son los principales impedimentos a la mejoría del ROM. Los tendones y todo el tejido biológico muestran una con- ducta viscoelástica (58). Antes de pasar a las técnicas sobre la elongación del tejido conjuntivo, ofrecere- mos una corta exposición sobre la viscoelasticidad y la mecánica del cambio de longitud de los tendones. 54 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 54 Viscoelasticidad. La viscoelasticidad puede definirse como la característica cronodependiente de un mate- rial que reacciona ante una fuerza externa (p. ej., ten- sión) (58, 59). Una banda elástica se comporta de for- ma parecida a la viscoelasticidad del tejido conjuntivo de un tendón. Una moderada tensión de estiramiento aumenta su «rigidez» y, asumiendo que la tensión no se mantenga el tiempo suficiente ni tenga bastante magni- tud para causar daños, la elasticidad de la banda elásti- ca le permitirá recuperar su longitud en reposo una vez cese la tensión del estiramiento. Sin embargo, si la mis- ma banda elástica se estirara muy lentamente hasta dos o tres veces su longitud en reposo en torno a un objeto y luego se mantuviera en esa posición durante un largo período, su longitud aumentaría de forma permanente, porque habría cambiado su composición molecular. Dicho de otro modo, se habrían modificado sus carac- terísticas viscosas (plásticas). En el tejido tendinoso, la propiedad elástica per- mite un comportamiento de recuperación de la for- ma similar al de un muelle, y así la unidad musculo- tendinosa puede adoptar su longitud original tras un estiramiento corto y discontinuo. Como el tejido re- cupera su ROM normal, las actividades dinámicas moderadas no suelen afectarlo. Además, en la activi- dad deportiva, la energía elástica suele estar contro- lada por el estiramiento forzado de una unidad muscu- lotendinosa justo antes de la contracción muscular 55CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Figura 2-18. El huso muscular y las partes que lo componen, a saber, las terminaciones sensoriales anuloespirales y las terminaciones sensoriales en ramillete de flores. (De Fox, S. I. Human Physiology. © 1999. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Fibras extrafusales nuclear Fibras intrafusales: Fibras de la cadena Fibras del saco nuclear Vaina de tejido conjuntivo Fibras nerviosas aferentes (sensoriales): Fibra primaria Terminaciones anuloespirales Fibra secundaria Terminaciones en ramillete de flores Fibras nerviosas eferentes (motoras): Fibra gamma Fibra alfa Placas motoras terminales Hueso Tendón Huso muscular Músculo esquelético Nervio periférico (fibras nerviosas motoras y sensoriales) Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 55 máxima; son ejemplos (a) el arqueamiento de la es- palda antes de golpear una pelota y (b) agacharse an- tes de saltar hacia arriba. La energía elástica es un factor importante de los ejercicios excéntricos y plio- métricos. Por convención, la fuerza aplicada a un tejido (por área de unidad) se denomina tensión, y la modi- ficación resultante se llama deformación (5, 12, 58, 59). El término tracción se aplica cuando los tejidos se alargan longitudinalmente; otros tipos de tensión que soportan los tejidos son compresión, cizalla- miento y torsión. La curva de tensión-deformación del colágeno (un elemento principal del material ten- dinoso) se muestra en la figura 2-19. En reposo, las fi- bras colágenas suelen tener una forma retorcida o ri- zada; cuando se aplica cierta tensión por tracción de corta duración sobre el colágeno, los rizos se estiran. Durante este proceso, no se rompe ningún enlace químico; cuando desaparece la tracción, el rizo re- cupera su forma como muestra de la elasticidad del tejido. La naturaleza viscoelástica del tejido conjuntivo hace que éste reaccione de formas específicas a las distintas tensiones; la reacción depende de la magni- tud y duración de la tensión. Por ejemplo, un tendón manifiesta elasticidad y rigidez (es decir, resistencia a la deformación) ante una elongación muy fuerte de corta duración (deformación plástica). Si el tejido ten- dinoso es sobrecargado en su fase lineal y estirado un 4%-6% por encima de su longitud en reposo, lo ló- gico es que se produzca una rotura o macroinsu- ficiencia (60). Si el objetivo es la elongación por de- formación plástica, la deformación debe producirse mediante una rotura controlada de los enlaces molecu- lares del material tendinoso; una forma de lograrlo es sometiendo el tejido a una tensión baja de larga du- ración. La conducta viscoelástica del material biológico suele describirse con el modelo del muelle-amorti- guador extraído del campo de la ingeniería; este mo- delo aparece en la figura 2-20. El muelle representa la capacidad del material elástico para recuperar su longitud original (p. ej., como una cinta de goma). El amortiguador se parece a un pistón hidráulico; sin embargo, en tejidos biológicos como el tendón re- presenta el desplazamiento de líquidos viscosos in- tracelulares que ofrecen resistencia al movimiento. Tipos similares de conducta de resistencia se ejem- plifican en la acción de una jeringa, un sistema de cierre hidráulico de una puerta y algún equipamien- to de entrenamiento con resistencia que utiliza como base principios hidráulicos. En estos ejemplos, el ta- maño del orificio por el que pasa el líquido hidráuli- co controla la velocidad o facilidad con la que se vence la resistencia; esto explica por qué los movi- mientos rápidos son mucho más difíciles que los len- tos. Similarmente, la elongación del tejido conjunti- 56 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 2-19. Curva de tensión-deformación del colágeno. Figura 2-20. El modelo del muelle-amortiguador representa la naturaleza viscoelástica del tejido conjuntivo, como el tendinoso. Macroinsuficiencia Fase lineal microinsuficiencia Fase de los «dedos» Rizo eliminado DEFORMACIÓN (% de elongación) MODELO Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 56 vo con una fuerza menor de larga duración es más fá- cil que la elongación con una gran fuerza de corta duración; esta propiedad cronodependiente del teji- do conjuntivo es un ejemplo de viscoelasticidad. Relajación de la tensión y el resbalamiento (cual- quier tensión dependiente del tiempo desarrolla- da en un material en respuesta a la aplicación de una fuerza). Si el material tendinoso (o viscoelástico) se estira dentro de niveles seguros por debajo de su fa- se lineal (fig 2-19) y luego se mantiene en esta nueva longitud, la tensión (es decir, fuerza por área) necesa- ria para conservarla disminuye; esta reducción de la fuerza de estiramiento necesaria se denomina relaja- ción de la tensión (58, 59, 61). Este declive de la tensión se produce por los cambios en la estructura viscoelástica del tendón con cada estiramiento y elon- gación. Además de la relajación de la tensión, el resbala- miento es un fenómeno asociado con la elongación del tejido conjuntivo. En una prueba de deformación, la tensión se mantiene constante aunque por debajo de la región lineal de la curva de tensión-deformación (12, 58). Por ejemplo, se produce una respuesta de resbala- miento en las articulaciones interapofisarias de la co- lumna lumbar con una carga prolongada en flexión que supere 10 o más minutos (58). Puede haber resbala- miento en algunos ámbitos laborales como albañiles, obreros en una cinta transportadora y mecanógrafos; to- das estas personas son susceptibles al «resbalamiento» en flexión. Otro ejemplo de resbalamiento es la ligera disminución de la altura de la mañana a lanoche; en este ejemplo, el resbalamiento es temporal y la altura se recupera mientras se está en decúbito (5). Regímenes de estiramiento Las categorías generales de los regímenes para mejorar el ROM o la flexibilidad comprenden los tipos tradi- cionales de ejercicios de estiramiento, es decir, estira- mientos dinámicos, estiramientos estáticos (EE) y faci- litación neuromuscular propioceptiva (FNP). En los últimos años han aparecido algunas técnicas nuevas que se basan sobre todo en las técnicas de FNP y EE. Estiramientos dinámicos. A estas técnicas se las ha denominado a veces estiramiento dinámico-balísti- co; estos protocolos fueron hace tiempo muy popula- res. Aunque los estudios han demostrado que son tan eficaces como los EE para mejorar el ROM (62), aho- ra se sabe que hay más posibilidades de lesión con su empleo, sobre todo si los movimientos son balísticos y sobrepasan el ROM. Debe entenderse que algunos ejercicios dinámicos no requieren elementos balísti- cos y tal vez nunca superen la fase de estiramiento elástico; por tanto, cada ejercicio debe juzgarse por sus propios méritos. Aunque las actividades de estira- miento balístico tengan la capacidad potencial de mejorar el ROM activo y pasivo, dado el riesgo de le- sión, su empleo se limitará sobre todo a una ayuda para el entrenamiento de deportistas competitivos en deportes que contengan elementos balísticos (como en pruebas de salto y lanzamiento). Estiramientos estáticos. El estiramiento estático probablemente sea el régimen más usado para mejo- rar el ROM. En el EE el músculo objetivo suele elon- garse hasta sentir ligeras molestias al aumentar la dis- tancia entre el origen y la inserción del músculo; cuando se llega a este punto, la posición suele man- tenerse de 10 a 30 segundos o más, y luego se repite al menos de dos a tres veces por sesión de ejercicio. El estiramiento estático puede mejorar y mantener el ROM con eficacia; suele aducirse que rara vez causa lesiones o provoca mialgias (63), si bien se ha descrito sensibilidad dolorosa (64). Aunque los regí- menes con EE aumenten la longitud musculotendino- sa mediante deformación plástica (61), no siempre se aprecian mejoras significativas (65). ¿Cuánto debe durar un estiramiento estático? Los es- tudios son bastante equívocos al respecto. Aunque se- an habituales estiramientos de 10 a 20 segundos, tam- bién se han recomendado estiramientos de 30 a 60 segundos (66). No obstante, en estudios sobre EE con animales se llegó a la conclusión de que la relajación de la tensión que se produce durante los primeros 12 a 16 segundos de estiramiento era significativamente mayor que pasado ese tiempo (58); los mismos cientí- ficos constataron que los mayores cambios ocurrían durante los primeros cuatro estiramientos. Aunque Taylor y otros (58) hallaron que en su mayor parte la relajación de la tensión se producía durante los pri- meros 15 segundos, Magnusson y otros (67) encontra- ron que la relajación de la tensión podía producirse 57CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 57 hasta los 45 segundos. En los estudios que contrasta- ron el entrenamiento con EE y con FNP, la mayoría de los estiramientos individuales duraron menos de 15 segundos, y no se midió la relajación de la tensión. Facilitación neuromuscular propioceptiva. La- mentablemente, los términos y acrónimos usados pa- ra describir los ejercicios de FNP no están estandari- zados. Por ejemplo, se emplea el término inversiones para describir una técnica en la que el músculo obje- tivo (es decir, el músculo que se considera acortado) se contrae y luego se relaja justo antes de que co- mience la contracción de su antagonista; sin embar- go, puede alterarse el curso de la contracción y rela- jación de agonistas y antagonistas, si bien la acción podría seguir llamándose inversión. Como los térmi- nos usados por Moore y Hutton (63) tal vez sean los más citados en la literatura de investigación, los em- plearemos en este capítulo; sus términos para la FNP son contracción relajación (CR) y contracción-relaja- ción contracción-agonista (CRCA). Estudios sobre las técnicas de estiramientos mediante FNP y EE La eficacia de las distintas técnicas de EE y FNP pare- ce equívoca; en parte se debe a la variación de la ter- minología y protocolos empleados en los estudios re- alizados en este campo. Etynre y Lee (65) y Etynre y Abraham (68) llegaron a la conclusión de que los protocolos de FNP que incluían contracción activa del músculo agonista (p. ej., la técnica CRCA) pare- cen producir mejores resultados que los protocolos de CR o EE; atribuyeron la diferencia a un mayor gra- do de inhibición recíproca o autógena. La contracción del músculo antes de su elongación mejora teóricamente la inhibición autógena; las técni- cas de CR y CRCA comportan esta inhibición. Sin em- bargo, después de contraer el músculo en los proto- colos de CRCA, el sujeto contrae activamente el antagonista y mueve la extremidad hasta el final del ROM. Cuando se alcanza este último punto, el fisiote- rapeuta o preparador físico desplaza la extremidad hasta su ROM final. Por el contrario, en la técnica de CR no hay contracción activa del músculo antagonista y todo el movimiento es pasivo y dirigido por el fisio- terapeuta o preparador físico. En la técnica de CRCA, la contracción del músculo agonista durante el estira- miento del músculo objetivo mejora teóricamente por la inhibición recíproca; este aspecto no está presente en la técnica de EE o CR. También es posible que los regímenes de estiramiento que comprenden sólo esti- ramientos pasivos causen un aumento de la zona de insuficiencia activa (es decir, la diferencia entre el ROM activo y el pasivo). Este aumento podría teórica- mente volver a una persona más propensa a las lesio- nes articulares, porque existe menos control muscular durante el movimiento. Papel de la inhibición recíproca/autógena. Algu- nos estudios en este campo describen que el entrena- miento con FNP-CRCA produce buenos, si no mejo- res, resultados que el entrenamiento con FNP-CR, y que la FNP-CR produce al menos iguales o mejores resultados que el entrenamiento con EE (68). No obs- tante, se han planteado preguntas sobre la inhibición autógena en el entrenamiento con EE y FNP. Moore y Hutton (63) hallaron que, aunque las personas que participaron en el entrenamiento con FNP-CRCA ex- perimentaron mayor mejora del ROM durante la fle- xión de las caderas, este grupo también mostró una mayor actividad electromiográfica (EMG) en los is- quiotibiales que el grupo que practicó EE o FNP-CR. Con posterioridad, otros investigadores, mediante un protocolo distinto, hallaron que el entrenamiento con FNP tras un protocolo modificado con CRCA ge- neró casi el doble de actividad EMG en los isquioti- biales que en los grupos sometidos a EE y FNP-CR (69). Un tanto paradójicamente, los sujetos someti- dos a la técnica con FNP-CRCA consiguieron un ROM de extensión un 9%-13% mayor que los que si- guieron otras técnicas. Etynre y Lee (65) afirmaron que la actividad EMG en la musculatura trabajada por algunos investigadores puede haber sido produc- to de un cruce intermuscular que no se hubiera ma- nifestado de haber usado electrodos de superficie en vez de electrodos de aguja. No obstante, el estudio de Taylor y otros (58) sugiere que en la adaptación de un músculo a un régimen de estiramientos no influ- yen mucho los efectos reflejos porque la desnerva- ción no afectó a los resultados de su investigación. Sullivan y otros (70) compararon una ligera modi- ficación del protocolo de entrenamiento mediante FNP-CRCA (se incluyó una segunda contracción del grupo de músculos objetivo, lo cual teóricamente 58 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 58 aporta un mayor grado de inhibición autógena) con los EE. En su protocolo (a) examinaron el efecto de la posición de la pelvis (inclinaciónanterior frente a in- clinación posterior de la pelvis) y (b) emplearon una extremidad en el estiramiento estático y la otra en el entrenamiento mediante FNP-CRCA. Llegaron a la conclusión de que la inclinación anterior de la pelvis era más importante que cualquier otra técnica de es- tiramiento para aumentar la longitud de los músculos isquiotibiales. Este dato sugiere que la inclinación anterior de la pelvis tal vez ejerza más tensión sobre la unidad musculotendinosa y que el tipo de entrena- miento no tenga importancia. Sin embargo, Grady y Saxena (71) hallaron que los paradigmas de entrena- mientos como éste pueden tener efectos en la extre- midad contralateral que sirve de control; por eso, en el estudio de Sullivan y otros (70), el aprendizaje neural pudo haber contaminado los datos. Otros programas para mejorar el ROM. Como se dijo con anterioridad, hay otros programas de estira- miento que han empleado aspectos de los programas de FNP, EE o estiramientos dinámicos/balísticos. Ha- blaremos ahora de estos programas, aunque hay que subrayar que muy pocos estudios han reparado en es- tos programas. Extensión activa de la rodilla (EAR) no balística. Webright y otros (39) compararon el efecto de la EAR no balística con el de los EE sobre la flexibilidad de los isquiotibiales de estudiantes universitarios sanos; la variable dependiente fue el rendimiento en la prueba de EAR. En su estudio, se asignó a 40 perso- nas de forma aleatoria a un grupo de entrenamiento no balístico, a un grupo de entrenamiento con EE y a un grupo de control. El grupo de EAR realizó 30 re- peticiones a diario en posición de encorvado (slump test) y el grupo de EE realizó un estiramiento de 30 segundos dos veces al día en una posición modifica- da de estiramiento de vallista mientras trataban de mantener la columna neutra. Al cabo de 6 semanas de entrenamiento, ambos grupos mejoraron signifi- cativamente respecto al grupo de controles. Aunque la mejoría fue mayor en el grupo de EAR, las diferen- cias no fueron estadísticamente importantes. Desde una perspectiva de eficacia respecto al tiempo, el ré- gimen de EE requirió un 25% menos de tiempo que el régimen de EAR. Entrenamiento del grado de movilidad dinámi- co (ROMD). Bandy y otros (72) afirmaron que los creadores de este entrenamiento pensaban que esta técnica mejora la inhibición recíproca y estimula más de cerca el movimiento. En el entrenamiento del ROMD se practica una lenta contracción del músculo antagonista del músculo que nos interesa (p. ej., 4 a 5 segundos para el movimiento EPE en decúbito supino, con las articulaciones coxofemo- ral y de la rodilla en 90 grados) hasta alcanzar el fi- nal del ROM activo; a continuación, la extremidad vuelve lentamente (también 4 a 5 segundos) a la po- sición neutra con una contracción excéntrica (72). Los 60 sujetos realizaron cinco repeticiones de este ejercicio (es decir, 30 segundos de estiramiento), un estiramiento estático de 30 segundos, o fueron in- cluidos en un grupo de control. Los grupos experi- mentales entrenaron 5 días a la semana durante 6 semanas. Ambos grupos experimentales mejoraron el ROM, pero la media de 11,5 grados de mejora en el grupo de EE fue más del doble de la mejora expe- rimentada por el grupo de ROMD. Estiramientos aislados activos. En parte para evitar la contracción del reflejo de estiramiento en el mús- culo que interesa durante la FNP, tal como advirtie- ron Moore y Hutton (63) y Osternig y otros (69), se concibió el estiramiento aislado activo (EAA) (73). El estiramiento aislado activo se parece al ROMD en lo que a la elongación de los isquiotibiales se refiere (72). No obstante, el EAA difiere del ROMD en que, una vez alcanzado el final del ROM, el sujeto lleva la pierna (mediante una cuerda que rodea el pie) hasta el punto de sentir ligera irritación y mantiene esta po- sición 2 segundos (73). En esta técnica, como expuso Mattes (73), la contracción activa del antagonista de la musculatura que nos interesa se lleva lentamente hasta el extremo activo del ROM, y luego la extremi- dad se sigue desplazando pasivamente hasta el ROM final durante sólo 1 a 2 segundos (Figura 2-21). Mat- tes (73) afirmó que esta técnica emplea inhibición re- cíproca mientras la extremidad se mueve de forma activa hasta el ROM final. Si el ROM final pasivo que le sigue no se mantiene más de 2 segundos, Mattes cree que se da la contracción refleja que suele pro- ducirse cuando se estira un músculo (61, 69). Su ex- plicación es que, si la posición final del ROM pasivo se mantiene sólo 2 segundos o menos, no se alcanza 59CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:57 Página 59 el umbral de la terminación sensorial en ramillete de flores presente en el huso muscular. Tratamos de determinar si el EAA era tan eficaz co- mo los EE a la hora de mejorar el ROM de extensión de la articulación coxofemoral en la pierna no domi- nante de estudiantes universitarios varones y mujeres de vida activa (38). Se estratificó aleatoriamente a es- tas personas y 10 de cada grupo (cinco hombres y cin- co mujeres) fueron asignados a los EE, otros al EAA y otro al grupo de control. El EPE activo fue el valor de referencia, y los estudiantes participaron en un proto- colo constituido por nueve sesiones de tratamiento durante 3 semanas. El grupo de EAA realizó 15 repe- ticiones de este ejercicio en cada entrenamiento, y el grupo de EE, un estiramiento de 30 segundos en cada entrenamiento siguiendo el protocolo de Sullivan y otros (70). Ambos grupos mejoraron significativamen- te su flexibilidad previa a la prueba; el análisis consi- guiente demostró que el primer grupo mejoró signifi- cativamente más que el segundo. Aparentemente, las diferencias en el entrenamiento fueron muy convin- centes, pero estos resultados pueden calificarse por el hecho de que la morfología de la prueba de EPE usa- da como variable dependiente tenía parecidos con el EAA. Relevancia clínica. El ROM puede aumentar me- diante varios programas distintos de entrenamiento si la técnica induce relajación del estrés. La relajación de la tensión parece depender de la tracción que se genere en el entrenamiento, y en ella influyen varias variables. Ni la relajación de la tensión cronodepen- diente ni el resbalamiento son los responsables del aumento del ROM con las técnicas de estiramiento balístico, ya que el movimiento es demasiado rápido para que se movilice el líquido hístico a nivel celular. Por eso, si el ROM mejora con el entrenamiento ba- lístico, esta mejora puede deberse a una distensión en la fase lineal (fig. 2-19). Dicho de otro modo, un mi- crotraumatismo de magnitud insuficiente para impe- dir la adaptación compensatoria puede ser el respon- sable del aumento del ROM. Los programas balísticos para el ROM incorporan contracciones concéntricas y excéntricas, si bien las excéntricas pueden usarse en regímenes que no in- corporen movimientos balísticos. Como la contrac- ción excéntrica impone más tracción a la unidad musculotendinosa, este tipo de entrenamiento podría 60 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • FORMA Y FUNCIÓN MUSCULOESQUELÉTICAS DE LA ESPALDA Figura 2-21. Estiramiento aislado activo. Para emplear este tipo de estiramiento con los isquiotibiales, con la rodilla flexionada, se pasa una cuerda alrededor del pie de la pierna extendida (A). Se levanta lentamente esta pierna hasta el final del grado de movilidad (B); llegados a este punto, el paciente ejerce tracción sobre la cuerda para alcanzar el grado final de movilidad pasiva y mantiene esta posición sólo 1-2 segundos (C). La pierna vuelve a la posición inicial, se repite el procedimiento de 9 a 11 veces con intervalos de 2 segundos. A B C Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 60 mejorar el ROM, aunque no se han realizado los es- tudios adecuados. Como no es recomendable el entrenamiento ba- lístico para mejorar el ROM, las ramificaciones de las técnicas de EE y FNP tal vez sean las mejores opcio- nes. Aunquela técnica con EE o FNP puede ser efi- caz, su eficacia tal vez dependa más de la calidad del régimen de entrenamiento que de la técnica específi- ca empleada, como sugiere el estudio de Sullivan y otros (70). Sin embargo, el asunto es aún más com- plejo. Según Halbertsma y Goeken (74), se consigue un aumento de la extensibilidad de los isquiotibiales mediante una modificación de la rigidez de los múscu- los o un incremento de la tolerancia al dolor (o esti- ramiento). Su protocolo para la prueba consiste en determinaciones del momento muscular de los is- quiotibiales (p. ej., resistencia). Al levantar mecáni- camente la pierna en el protocolo del estiramiento, las personas intervenían cuando el estiramiento o el dolor llegaban a un punto demasiado incómodo. El momento máximo que podía aplicarse aumentaba mucho en personas entrenadas, si bien atribuyeron este aumento de la tolerancia a un incremento de la tolerancia al estiramiento (dolor) (75). Consideraciones generales sobre el ROM Para mejorar los resultados, los ejercicios de estira- miento deben practicarse a diario. Aunque los esti- ramientos suelen considerarse importantes durante la fase de calentamiento de una tanda de ejercicios, de- ben tenerse en cuenta la temperatura del músculo y el tejido conjuntivo. Por ejemplo, si el objetivo es la elongación del tejido conjuntivo, es primordial que su temperatura se eleve bastante antes de someterlo a exigencias extremas con independencia de los estira- mientos empleados. No obstante, si la actividad pla- neada no es más que trotar o correr, tal vez no sea ne- cesario el régimen de estiramiento y el calentamiento se limite a la actividad en sí. Como la temperatura del tejido conjuntivo debe haber aumentado al final de la sesión, ése es el mejor momento para mejorar el ROM. En el caso de las extremidades, se aboga por un régimen de estiramientos unilaterales para las extre- midades inferiores en particular. Si se concibe el cuerpo como una «cadena biomecánica», cualquier asimetría entre unidades funcionales puede obligar a las articulaciones superiores e inferiores a establecer ajustes compensatorios. Estos ajustes afectan a la bio- mecánica de la(s) articulación(es) y puede haber un desgaste irregular de las superficies articulares que exacerbe el problema. Si estos ajustes provocan un desgaste irregular de las articulaciones interapofisa- rias, podría haber problemas en este foco. CONCLUSIONES Si el objetivo son los problemas lumbosacros, las me- diciones del ROM pueden desempeñar un papel crí- tico en su prevención, diagnóstico y rehabilitación. Aunque la mayoría de los protocolos aquí tratados para las mediciones sean válidos, si la persona que practica las mediciones carece de pericia, la técnica podría quedar invalidada. Es por tanto imperativo que quien emplee una de estas pruebas esté familia- rizado con sus particularidades y conozca sus limita- ciones. Como la varianza de los resultados de la prueba puede ser una función de la localización de puntos anatómicos óseos de referencia (57), así como de la variación diurna (15), estos factores también de- berían tenerse en cuenta cuando se practiquen ree- valuaciones. Existen muchas variaciones en las técnicas emple- adas para mejorar los resultados de las pruebas del ROM. Lo que está menos claro es la razón por la que algunas técnicas funcionan mejor con unas personas que con otras. Son necesarios más estudios que de- terminen lo que sucede en los tejidos. Tampoco está claro el papel que la tolerancia al estiramiento (dolor) desempeña en la mejora del ROM. BIBLIOGRAFÍA 1. Biering-Sorensen, E. «Physical measurements as risk indicators for low-back trouble over a one- year period». Spine 1984, 9(2): p. 106-119. 2. Cady, L. D., Bischoff, D. P., O’Connell, E. R., et al. «Strength and fitness and subsequent back inju- ries in firefighters». J Occup Med 1979, 21(4): p. 269-272. 3. Mellin, G. «Correlations of hip mobility with de- gree of back pain and lumbar spinal mobility in 61CAPÍTULO 2 / FLEXIBILIDAD, GRADO DE MOVILIDAD Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 61 PARTE II EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 65 EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Joseph P. Zuhosky Jeffrey L. Young INTRODUCCIÓN, 68 EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL, 70 Exploración en bipedestación, 70 Exploración en sedestación, 74 Exploración en decúbito supino, 78 Exploración en decúbito lateral, 83 Exploración en decúbito prono, 83 EVALUACIÓN DE LA SUPERPOSICIÓN PSICOLÓGICA, 85 CONCLUSIÓN, 85 BIBLIOGRAFÍA, 86 CAPÍTULO 3 67 Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 67 INTRODUCCIÓN La lumbalgia es un problema muy extendido en la so- ciedad moderna industrializada. La prevalencia en vida se calcula entre el 60% y el 90%, con una inci- dencia anual del 5% (1-3). A pesar de la preparación física aeróbica, por lo general superior a la de la po- blación general, los deportistas no se escapan a esta afección incapacitante. El reto para los profesionales sanitarios que tratan a deportistas es identificar la fuente original del dolor y la disfunción con el fin de reducir el impacto sobre el rendimiento deportivo, el tiempo perdido y el alejamiento de las competicio- nes. Para complicar las cosas, sólo en el primer año la tasa de recidivas tras un episodio de lumbalgia aguda es del 60% (4, 5). Por tanto, el objetivo durante la ex- ploración de estos pacientes no sólo es identificar y curar la disfunción aguda, sino también determinar los factores subyacentes que puedan predisponer al deportista a recidivas de la lesión. Al principio puede parecer una tarea desalenta- dora, dada la complejidad de las estructuras anató- micas implicadas en los trastornos lumbosacros. En teoría, todas las estructuras inervadas de la región lumbar son fuentes potenciales de dolor o causas de disfunción lumbar, como el anillo de los discos intervertebrales, el periostio de los cuerpos vertebra- les, los ligamentos longitudinales anterior y poste- rior, el epineurio de las raíces nerviosas, las articula- ciones interapofisarias, la musculatura erectora de la columna y otros ligamentos como el ligamento ma- milo-accesorio, y los ligamentos posterior, superior e intertransverso, pero no el ligamento amarillo (6-10). De éstos, los culpables habituales son los discos intervertebrales y las articulaciones interapofisarias (11, 12). Dicho lo cual, sigue siendo cierto que la mayoría de las lesiones de columna lumbar no se deben a hernias de disco o lesiones discernibles en articula- ciones interapofisarias, sino a disfunciones segmen- tales. La disfunción segmental abarca un espectro de lesiones en una o más estructuras relacionadas seg- mentalmente, con cambios compensatorios (13). Es- tos cambios comprenden atrofia del músculo trans- verso espinoso, disminución de la flexibilidad de los tejidos y reducción del umbral del dolor, que se ma- nifiesta por hipersensibilidad. Estas alteraciones cau- san una disfunción articular con disfunción del mo- vimiento segmental que contribuye a producir dese- quilibrios musculares y, en último término, facili- tación segmental de los niveles por encima y debajo del nivel de disfunción con el fin de preservar el mo- vimiento funcional. Tal vez también exista pérdida concomitante de retroalimentación propioceptiva, lo cual puede derivar en un círculo vicioso que perpetúe la lumbalgia y la disfunción. Se ha plantea- do la teoría de que la falta de resolución de esta dis- función segmental, en concreto la atrofia del múscu- lo transverso espinoso, sea uno de los potenciales factores concurrentes de la elevada tasa de recidivas tras un episodio de lumbalgia aguda (14). En la actualidad, la teoría más ampliamente acep- tada sobre la fisiopatología de la lumbalgia y la dis- función lumbar es el modelo de cascada degenerati- va de Kirkaldy-Willis (15). En resumen, esta teoría se basa en el concepto del segmento móvil y el comple- jo de tres articulaciones,el cual se compone de los discos intervertebrales y las articulaciones interapofi- sarias pareadas a cada nivel. Se teoriza que la lesión y los traumatismos acumulados causan alteraciones de la integridad del disco intervertebral, las articula- ciones interapofisarias y las estructuras ligamentarias de soporte asociadas, y las carillas vertebrales, crean- do una disfunción lumbar que deriva finalmente en lumbalgia. El estadio I se describe como el estadio de disfun- ción (Figura 3-1). Se manifiesta en las articulaciones interapofisarias como sinovitis articular, subluxación y degeneración precoz del cartílago. En el disco inter- vertebral se produce la rotura del anillo, con des- garros radiales y lineales y la consiguiente liberación de mediadores de la inflamación. Se aprecia isque- mia local y la musculatura circundante responde con hipertonía segmental sostenida, que termina disten- diendo las estructuras ligamentarias de soporte. Se- gún el concepto de la cascada degenerativa, la ma- yoría de los adolescentes y adultos jóvenes con lumbalgia se agrupan en el estadio I de disfunción, si bien no excluye lesiones más avanzadas en esta po- blación como una hernia discal evidente o una so- brecarga del arco articular que tal vez termine mani- festándose en espondilólisis. El estadio II se describe como el estadio de inesta- bilidad (Figura 3-2). En las articulaciones interapofi- sarias se aprecia un aumento de la degeneración del cartílago y la laxitud capsular, que produce un incre- 68 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 68 mento del movimiento de rotación. En el disco inter- vertebral hay un aumento de la frecuencia de los des- garros anulares con coalescencia. Puede haber tam- bién disrupción del núcleo y el anillo, así como una hernia discal evidente. Estos cambios provocan un aumento de la laxitud anular, que resulta en un in- cremento de las fuerzas de traslación y de la sobre- carga que soporta el disco intervertebral y las articu- laciones interapofisarias. El estadio III, o estadio de estabilización (Figura 3-3) se caracteriza por cambios típicos de artrosis en las articulaciones interapofisarias, como pérdida de cartílago de la superficie articular, estenosis del es- pacio articular, fibrosis, hipertrofia y formación de osteófitos. Esto puede contribuir a provocar esteno- sis central y foraminal. Dentro de los discos interver- tebrales aumenta el deterioro del núcleo con altera- ciones del tipo de colágeno, reabsorción discal y fibrosis, con la pérdida consiguiente de altura espa- cial del disco. En las carillas vertebrales es habitual también la formación de osteófitos. Todos estos cambios pueden agudizar la estenosis central y fora- minal. Epidemiológicamente, este modelo explica en gran medida los picos relativos de incidencia de síndromes vertebrales. Las fuentes discógenas de do- lor suelen concentrarse en las décadas cuarta y quin- ta (estadios de disfunción e inestabilidad), mientras que la estenosis central y foraminal representa las fuentes primarias e iniciales del dolor en las décadas sexta y séptima (estadio de estabilización). A medida que el deportista sigue compitiendo con más edad, los profesionales sanitarios tienen que mantener un mayor índice de sospecha de una posible estenosis central y foraminal como etiología de la lumbalgia y el dolor sutil en la extremidad inferior en las perso- nas mayores. 69CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Figura 3-1. Cascada degenerativa: estadio de disfunción. (Reproducido con autorización de D. Selby y J. S. Saal. Degenerative Series. Camp International.) Figura 3-2. Cascada degenerativa: estadio de inestabilidad. (Reproducido con autorización de D. Selby y J. S. Saal. Degenerative Series. Camp International.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 69 EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL El propósito de esta sección es ofrecer un marco de referencia para el examen físico funcional de depor- tistas con lumbalgia. Como siempre, la exploración física es sólo una pieza del puzle y debe establecer una correlación con la historia de la lesión del pa- ciente, la historia clínica previa y los antecedentes familiares. El electrodiagnóstico y las avanzadas téc- nicas de diagnóstico por la imagen también son he- rramientas inapreciables para el diagnóstico de los trastornos vertebrales. Aunque esta sección se centra en el papel de la exploración física, es preceptivo de- cir algo sobre la tecnología del diagnóstico por la imagen. Si bien las resonancias magnéticas y las to- mografías computerizadas pueden ciertamente ayu- dar a precisar el diagnóstico, la literatura reciente su- giere que la tasa de resultados falsos positivos es ele- vada en estos estudios de exploración por la imagen (16, 17). Los hallazgos siempre deben relacionarse cuidadosamente con la historia del paciente y su ex- ploración física. La avanzada tecnología de explora- ción por la imagen no sustituye a una anamnesis de- tallada ni a la exploración física. Exploración en bipedestación La exploración física se inicia idealmente en cuanto el paciente entra en la consulta. El médico observa inicialmente la marcha del paciente para determinar si es antiálgica. Las transferencias de postura, sobre todo la transición de una postura sentado a ortostáti- ca, que tiende a cargar con preferencia el disco intervertebral (18-20), pueden aportar claves que identifiquen una fuente discógena del dolor. Tam- bién es importante reparar en si el paciente muestra alguna conducta álgica, como muecas de dolor o movimientos excesivamente protectores, que tal vez sean la primera clave de alguna superposición psi- cológica. Hay que evaluar la marcha formalmente en el contexto de la exploración para detectar cual- quier debilidad evidente en la musculatura, como la marcha de Trendelenburg causada por debilidad del músculo glúteo medio. La marcha sobre los talones y de puntillas es un examen básico de la fuerza de los miotomas L5 y S1, respectivamente. La mejor for- ma de valorar la fuerza de los músculos gemelo y só- leo es de pie sobre una sola pierna y levantando el talón del suelo. El examinador evalúa la simetría de la excursión entre las extremidades y cuenta el nú- mero de repeticiones antes de alcanzar la fatiga. El ortostatismo sobre una pierna también puede apor- tar información sobre la pérdida de equilibrio pro- pioceptivo. La exploración de la simetría de los puntos anató- micos óseos de referencia se practica en bipedesta- ción. Deben tenerse en cuenta unos pocos puntos anatómicos durante la exploración musculoesquelé- tica general. La prominencia vertebral en la unión de la columna cervical y dorsal representa la apófisis es- pinosa de la VII vértebra cervical. La espina escapu- lar en general se halla a nivel de la III vértebra dorsal, mientras que el vértice de la escápula se corresponde con la VII vértebra dorsal. Las crestas ilíacas se sitúan 70 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 3-3. Cascada degenerativa: estadio de estabilización. (Reproducido con autorización de D. Selby y J. S. Saal. Degenerative Series. Camp International.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 70 a nivel de la IV vértebra lumbar. El examen de los puntos anatómicos óseos de referencia debe practi- carse sólo después de haber determinado la postura ortostática. Se pide al paciente que apoye el arco de los pies sobre el empeine de los pies del examinador, que extienda totalmente las rodillas y adopte una postura por lo demás neutra. El examen se inicia comprobando la altura de los hombros del paciente. El hombro de la mano dominante suele hallarse lige- ramente por debajo del hombro de la mano no do- minante. La altura de los vértices de la escápula, las crestas ilíacas, las espinas ilíacas posterosuperiores (EIPS), los trocánteres mayores y las espinas ilíacas anterosuperiores (EIAS) suele ser simétrica. Si la altu- ra delas crestas ilíacas y los trocánteres mayores es menor ipsolateralmente, debe sospecharse una dis- crepancia real en la longitud de las piernas y habrá que prestar atención al examen radiográfico. Tam- bién es el momento de examinar cualquier deformi- dad en varo o valgo de las caderas y rodillas, la presencia de pies planos y la posición de las articula- ciones astragalina y subastragalina. Las anomalías de las articulaciones del tobillo, rodilla y cadera afectan de modo invariable a la cadena cinética y pueden terminar manifestándose como lumbalgia o dolor re- ferido en varios puntos de aquélla. En bipedestación se practica la palpación de los elementos posteriores, los tejidos blandos paraverte- brales, los ligamentos iliolumbares y el músculo pira- midal. Además, se exploran las EIPS mediante palpa- ción. La hipersensibilidad en este punto representa una disfunción de la articulación sacroilíaca (21), aunque, por experiencia propia, es un foco muy ha- bitual de dolor referido por irritación de las raíces nerviosas de L5 o S1. También se palpa el trocánter mayor y su bolsa asociada por si hubiera hipersensi- bilidad, al igual que la escotadura ciática. Se comprueba también el grado de movilidad lum- bosacra en bipedestación, examinando no sólo la can- tidad, sino también la calidad del movimiento (Figura 3-4). Durante la flexión lumbosacra debe apreciarse claramente la redondez de la columna lumbar. El 71CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Figura 3-4. Valoración del grado de movilidad lumbosacra. (A) Flexión lumbosacra. (B) Extensión lumbosacra. A B Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 71 mantenimiento de la lordosis lumbar en flexión com- pleta es un ejemplo de disfunción del movimiento de los segmentos lumbares. Es importante tener presentes unos cuantos conceptos biomecánicos mientras se examina el grado de movilidad lumbosacra (22). Los segmentos lumbares inferiores, L4-L5 y L5-S1, permi- ten el 80%-90% del movimiento disponible en el pla- no sagital. Los primeros 60 grados de flexión lumbar se consiguen sobre todo a estos dos niveles, con el si- guiente 25% de la flexión lumbar generado por la ro- tación coxal. Estos movimientos se complementan y es importante recordar que esta complementación del movimiento causa la extensión de la pelvis cuando la columna lumbar se flexiona, y la flexión de la pelvis cuando se extiende. A nivel muscular, durante la fle- xión lumbosacra ocurre la activación excéntrica del glúteo mayor y el erector de la columna, mientras que durante la extensión lumbosacra se aprecia la activa- ción concéntrica de estos dos músculos. Los extenso- res más poderosos de la columna son, de hecho, los extensores de la cadera y el erector de la columna. En teoría, la anteroflexión del tronco carga al máximo el disco intervertebral, mientras que la extensión carga las articulaciones interapofisarias, siendo máxima la carga sobre la articulación interapofisaria durante la rotación y extensión ipsolaterales. En deportistas ado- lescentes y adultos jóvenes, sobre todo en deportes de alto riesgo como la gimnasia deportiva o el fútbol ame- ricano, la prueba de hiperextensión sobre una sola pierna sirve para discriminar aún más una posible es- pondilólisis aguda (Figura 3-5). Para examinar el grado de movilidad lumbosacra, se emplea un diagrama STAR y el movimiento se des- cribe en 25 percentiles de lo normal (Figura 3-6). Por lo general, se dice que el movimiento lumbosacro 72 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 3-5. Hiperextensión sobre una sola pierna. Figura 3-6. Diagrama STAR para registrar los valores del grado de movilidad lumbosacra: 1 = 25% de limitación; 2 = 50% de limitación; 3 = 75% de limitación; 4 = 100% de limitación. Utiliza una, dos o tres líneas para describir la gravedad del dolor del paciente durante un movimiento específico: – representa un dolor leve; = representa un dolor moderado; ≡ representa un dolor intenso. (Reproducido con autorización de M. C. Geraci y J. T. Alleva. Physical examination of the spine and its functional kinetic chain, en The Low Back Pain Handbook: A Practical Guide for the Primary Care Physician, A. J. Cole y S. A. Herring, editors. 1997, Filadelfia: Hanley and Belfus.) F – = =– =– =– =L - SB E + L - rot E B + R - rot R - SB Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 72 carece del 25, 50, 75 o 100% de la amplitud normal de flexión, extensión o lateroflexión a derecha e iz- quierda, según se determine por la exploración. La lateroflexión también permite valorar grosso modo el grado de movilidad del músculo cuadrado lumbar. En general, la lateroflexión del tronco puede consi- derarse normal cuando el pliegue axilar posterior y contralateral al movimiento se alinea con la unión lumbosacra en la línea media (Figura 3-7) (23). Aunque no pertenezcan a la columna lumbar per se, las articulaciones sacroilíacas se han identificado como una causa habitual de lumbalgia y dolor en las extremidades. Se han propuesto multitud de pruebas para examinar las articulaciones sacroilíacas (24- 28), si bien la literatura reciente aboga por la exis- tencia de una tasa considerable de resultados falsos positivos en estas pruebas (29). Mediante una inyec- ción en la articulación sacroilíaca como provoca- ción, estas pruebas clínicas, solas o en combina- ción, no son sensibles ni específicas para la identifi- cación de la articulación sacroilíaca como fuente significativa de dolor (30). Debido a estas restriccio- nes, es importante incluir un examen de las articula- ciones sacroilíacas en la exploración de los pacien- tes con lumbalgia o dolor en las extremidades. La exploración comienza con la comprobación en bi- pedestación de la altura de los puntos anatómicos óseos de referencia, que a menudo son asimétricos en pacientes con disfunción de las articulaciones sa- croilíacas (Figura 3-8). Por ejemplo, puede apreciar- se una elevación unilateral de la EIPS y la cresta ilía- ca derechas con una reducción asociada de la altura de la EIAS comparada con los puntos anatómicos correspondientes del lado izquierdo. Se han estable- cido numerosas convenciones para describir estas asimetrías de la pelvis. En el ejemplo expuesto pue- 73CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Figura 3-7. Grado de movilidad lumbosacra, lateroflexión del tronco. Figura 3-8. Examen en bipedestación de la altura de los puntos anatómicos óseos de referencia. Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 73 de describirse como una rotación anterior del hueso coxal derecho o una mutación de la pelvis a la dere- cha. La posición posterior derecha del hueso coxal o la contrarrotación de la pelvis describiría el hallazgo de una altura más baja de la cresta ilíaca y la EIPS, junto con una mayor elevación de la EIAS de la de- recha respecto a los puntos anatómicos correspon- dientes del lado izquierdo. Nosotros preferimos una descripción de estas asimetrías como hueso coxal anterior o posterior, porque es una designación más descriptiva de la asimetría. Debe tenerse en cuenta que esta convención simplifica mucho la biomecá- nica de esta región, porque asume que el sacro está fijo y el movimiento del ilion o hueso coxal se pro- duce respecto a este punto fijo. Aunque no sea críti- ca la forma de describir la disfunción, es importante usar siempre esta terminología en la descripción de las asimetrías. Por convención, las anomalías tam- bién se describen teniendo en cuenta el lado sinto- mático. Nosotros preferimos la prueba de Gillet, también llamada prueba de la marcha, para evaluar la articu- lación sacroilíaca en bipedestación (Figura 3-9). Se examina cada lado individualmente. Con una postu- ra ortostática estándar, se pide al paciente que flexio- ne una rodilla cada vez hasta el pecho. En el lado de- recho, el examinador coloca su pulgar derecho sobre la EIPS, y el pulgar izquierdo sobre el sacro a la mis- ma altura.En una exploración normal, durante la fle- xión de la cadera y la rodilla mientras el paciente ele- va la rodilla hasta el pecho, en el lado derecho el movimiento del pulgar circunscribe una trayectoria en forma de «L». En el lado izquierdo, el pulgar iz- quierdo del examinador se coloca sobre la EIPS y el pulgar derecho sobre el sacro, siendo el movimiento normal de la articulación sacroilíaca una «L al re- vés». De nuevo, las anomalías se describen teniendo como referencia el lado sintomático. Por ejemplo, si el paciente refiere dolor en el lado izquierdo, se des- cribe como que «la articulación sacroilíaca izquierda es hipo o hipermóvil en comparación con la articula- ción sacroilíaca derecha». Si se sospecha como origen una espondilitis an- quilosante, se practica la prueba de Schober. Como se expuso en el capítulo 2, los puntos de referencia deben elongarse 5 cm o más durante la flexión lum- bosacra y deben acortarse un mínimo de 2,5 cm du- rante la extensión. Exploración en sedestación Con la pierna balanceándose, se evalúa la sensación al tacto suave y a la inserción de agujas (Figura 3-10). Se examinan sistemáticamente los dermatomas L1 a S2. Los reflejos de estiramiento de los músculos aportan información adicional sobre la afectación potencial de las raíces nerviosas lumbosacras. El estiramiento del músculo cuádriceps por medio del tendón rotuliano sirve para examinar sobre todo las raíces lumbares 3 y 4. Los reflejos de los músculos gemelo y sóleo se com- prueban con el tendón de Aquiles y describen el esta- do de la raíz del primer nervio sacro. El reflejo medial de los isquiotibiales corresponde a la raíz nerviosa de 74 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 3-9. Prueba de Gillet. (A) Localización de los puntos óseos de referencia. (B) Examen del movimiento de la espina ilíaca posterosuperior con flexión de la cadera y la rodilla. A B Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 74 75CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Figura 3-10. Mapa de los dermatomas para evaluar la sensación al tacto suave y a la inserción de agujas. (Reproducido con autorización de International Standards for Neurological and Functional Classification of Spinal Cord Injury, Revised 1992. 1994, Chicago: American Spinal Injury Association.) Puntos sensoriales clave Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 75 la V vértebra lumbar y puede examinarse en sedesta- ción o en decúbito prono (Figura 3-11). La fuerza se comprueba también prestando aten- ción al miotoma subyacente. Los miotomas L1 a S2 son evaluados a continuación (tabla 3-1). La fuerza se determina en grados con una escala de Oxford de 0 a 5 (31-34) (tabla 3-2). El signo de Babinski y la prueba de clonospasmos en ambos tobillos sirven pa- 76 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 3-11. Reflejo de los isquiotibiales mediales. (A) Sedestación. (B) Decúbito prono. MÚSCULO POSTURA EN LA PRUEBA ACCIÓN MIOTOMA(S)* Recto femoral/psoasilíaco Sentado Flexión de la cadera (L1), L2, L3, (L4) Cuádriceps femoral Sentado Extensión de la rodilla L2, L3, L4 Tibial anterior Sentado Dorsiflexión del tobillo L4, L5 Extensor largo del dedo gordo del pie Sentado Extensión del dedo gordo L5 Gemelo-sóleo De pie sobre una pierna Flexión plantar (L5), S1, S2 Músculos peroneos Decúbito lateral Eversión del tobillo L5, S1 Isquiotibiales Decúbito prono Flexión de la rodilla L5, S1 Glúteo mayor Decúbito prono Extensión de la cadera L5, S1, (S2) Glúteo medio/menor Decúbito lateral Abducción de la cadera L5, S1, (S2) *Los miotomas entre paréntesis muestran variaciones anatómicas que dependen de la fuente utilizada. (Modificado con autorización de M. C. Geraci y J. T. Alleva. Physical examination of the spine and its functional kinetic chain, en The Low Back Pain Handbook: A Practical Guide for the Primary Care Physician, A. J. Cole y S. A. Herring, editors. 1997, Filadelfia: Hanley and Belfus.) A B Tabla 3-1. Músculos sometidos habitualmente a prueba durante un examen de la fuerza con su mecanismo de acción y miotoma(s) Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 76 ra discriminar una lesión de una motoneurona supe- rior. Además, se toman los pulsos distales de las arte- rias tibial posterior y dorsal del pie, mientras se prac- tica un examen discriminatorio de una posible etiología vascular para la lumbalgia o el dolor en la extremidad inferior. También se comprueba la calidad y la simetría del movimiento de la articulación sacroilíaca en sedesta- ción, observando la excursión de las espinas ilíacas posterosuperiores con flexión anterior en sedestación (Figura 3-12). Se han descrito multitud de pruebas para provo- car tensión dural y, supuestamente, manifestar un trastorno discal subyacente e irritación de alguna ra- íz nerviosa (35-40). Estas pruebas tienen su origen en la búsqueda de signos físicos de meningitis, según describió por vez primera Lasegue (41) y más tarde, Kernig y Brudzinski, con desviaciones menores (42- 45). Estas pruebas de la tensión dural se han realiza- do biomecánicamente en cadáveres, llegándose a la conclusión de que ejercen realmente tensión sobre la duramadre (46, 47). Nuestra opinión es que la prue- ba de encorvarse hacia delante en sedestación, des- crita por Butler, es el examen discriminatorio más sensible de la tensión dural y la irritación de las raí- ces de los nervios sacros y lumbares inferiores (48) (Figura 3-13). Se pide al paciente que coloque las manos detrás de la espalda con las palmas hacia arri- ba. El paciente adopta una postura «encorvada hacia delante» llevando el mentón hacia el pecho, curvan- do los hombros y flexionando la cintura. El examina- dor extiende pasivamente la rodilla. Se añade dorsi- flexión del tobillo para aumentar la tensión dural. La reproducción del dolor radicular en la extremidad re- presenta un resultado positivo en la prueba. Esta prueba también somete a estiramiento pasivo los is- quiotibiales y puede provocar dolor, que es difícil de diferenciar de los síntomas radiculares por tratarse de un foco habitual de dolor discógeno referido de las raíces nerviosas de L5 y S1. Han demostrado ser úti- les varios puntos de diferenciación. El dolor en la fo- sa poplítea es más propio de la tensión dural, porque el estiramiento de los isquiotibiales tiende a producir 77CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Tabla 3-2. Escala de Oxford para determinar la fuer- za y su grado GRADO NUMÉRICO DESCRIPCIÓN 0 Parálisis total 1 Contracción visible o palpable 2 Movimiento activo, grado de movilidad (ROM) completo con la gravedad eliminada 3 Movimiento activo, ROM completo con- tra la gravedad 4 Movimiento activo, ROM completo con- tra una resistencia moderada 5 Movimiento activo (normal), ROM com- pleto contra una resistencia fuerte NC No comprobable La fuerza de los músculos se gradúa en una escala de seis puntos. (Modificado con autorización de International Stan- dards for Neurological and Functional Classification of Spinal Cord Injury, Revised 1992. 1994, Chicago: American Spinal Injury Association.) Figura 3-12. Examen en sedestación de la movilidad y simetría de las articulaciones sacroilíacas. Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 77 más molestias en el vientre del músculo. La compa- ración entre lados también ayuda porque la longitud y dolor de los isquiotibiales cuando se los estira de modo pasivo suelen ser asimétricos en ausencia de irritación de una raíz nerviosa. En la postura con la espalda totalmente encorvada hacia delante, la rodi- lla extendida y el tobillo en dorsiflexión, se pide al paciente que extienda por completo el cuello sin va- riar la postura. Aunque esto no cambie la longitud re- al de los isquiotibiales ni el dolor del estiramiento pa- sivo, sí reduce la tensión sobre las estructuras durales y tal vez alivie el dolor radicular. Exploración en decúbito supino El principaldefensor actual del papel de los desequi- librios musculares en la lumbalgia y disfunción lum- bar ha sido Janda (49, 50). En teoría, los músculos con restricciones de la movilidad, sobre todo la mus- culatura lumbopélvica, imponen cambios biomecá- nicos y restringen la movilidad. Estos músculos acor- tados tienden a mantener su hipertonía, mientras que sus antagonistas se mantienen en una posición más estirada. Con el tiempo, aunque no se produzca una atrofia real, Janda ha descrito la «inhibición» de estos músculos que exhiben «pseudoparesia». Todo esto genera un círculo vicioso que perpetúa los cambios biomecánicos que derivan finalmente en disfunción segmental y lumbopélvica. La literatura ha reconoci- do hace tiempo la relación entre la restricción del grado de movilidad de los isquiotibiales y la espondi- lolistesis (51). Con posterioridad, dos estudios pros- pectivos sobre deportistas han demostrado un au- mento del riesgo de lesiones lumbares cuando se identifican desequilibrios de la fuerza y flexibilidad en programas de detección previos a la participación (52, 53). Los isquiotibiales, sobre todo en los deportistas jóvenes, son tal vez los músculos más importantes 78 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO A B C Figura 3-13. Prueba de encorvar el tronco en sedestación (A) Postura «encorvada». (B) Extensión pasiva de la rodilla. (C) Adición de dorsiflexión del tobillo. Figura 3-14. Grado de movilidad de los isquiotibiales con estimación de la participación de la Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 78 que hay que examinar. Cuando existe restricción del grado de movilidad de los isquiotibiales, se crea una inclinación pélvica posterior relativa, con la consi- guiente flexión de la columna lumbar por ser movi- mientos conjuntos. Esto tiende a aumentar la presión intradiscal y tal vez agudice el dolor discógeno sub- yacente y predisponga a los deportistas a sufrir dege- neración discal. La longitud de los isquiotibiales se determina elevando de forma pasiva la extremidad completamente extendida y calculando los grados en que la pelvis participa para permitir la continuación de la flexión coxal (Figura 3-14). Quizá la explora- ción más clara y reproducible consista en flexionar la rodilla y cadera 90 grados y extender pasivamente la rodilla mientras se mantiene la columna en posición neutra (Figura 3-15). A continuación, se describe la longitud de los isquiotibiales midiendo el ángulo po- plíteo resultante. Estas técnicas se han descrito con gran detalle en el capítulo 2. También se examina el músculo piramidal en de- cúbito supino (Figura 3-16). Es un músculo único que 79CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS A B Figura 3-15. Grado de movilidad de los isquiotibiales con estimación del ángulo poplíteo. (A) 90 grados de flexión de la cadera. (B) Extensión pasiva de la rodilla con estimación del ángulo poplíteo. A B Figura 3-16. Grado de movilidad del músculo piramidal. (A) Valoración con menos de 90 grados de flexión coxal. (B) Valoración con más de 90 grados de flexión coxal. Muntatge 001-254 22/7/05 09:58 Página 79 ejerce distintas actividades dependiendo del grado de flexión coxal. Con menos de 90 grados de flexión coxal, es un rotador externo y abductor de la cadera; por tanto, su grado de movilidad debe examinarse con rotación interna de la cadera y aducción del fé- mur. Con más de 90 grados de flexión coxal, el pira- midal es un rotador interno y un aductor; por tanto, hay que comprobar su grado de movilidad con rota- ción externa de la cadera y abducción del fémur. Aunque hemos llegado a la conclusión de que los verdaderos síndromes del piramidal (54) con neuro- patía por atrapamiento del nervio ciático son muy poco habituales, los hallazgos de hipersensibilidad y reproducción de los síntomas durante el estiramiento del músculo no son infrecuentes. Según nuestra ex- periencia, la mayoría de los casos etiquetados como «síndrome del piramidal», al diagnosticarse con un estudio más a fondo, han resultado ser una irritación 80 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO A C B Figura 3-17. Prueba de Thomas modificada. (A) Posición inicial sentado. (B) Evaluación de la tirantez del músculo tensor de la fascia lata. (C) La postura en decúbito supino con una posición de ventaja lateral permite evaluar el grado de movilidad de los músculos psoasilíaco y recto femoral. Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 80 de la raíz nerviosa de L5. También se evalúa en este momento el grado de movilidad de rotación interna y externa de la cadera. Tal vez la prueba más eficaz para comprobar el gra- do de movilidad de la musculatura lumbopélvica sea la prueba de Thomas modificada, que también se ha descrito en detalle y con ilustraciones (véase la fig. 2- 11) en el capítulo 2 (Figura 3-17). Cuando se ejecuta correctamente, permite evaluar el grado de movilidad de los músculos psoasilíaco, recto femoral y tensor de la fascia lata. El paciente comienza en sedestación y flexiona por completo una cadera y rodilla al tiempo que mantiene la rodilla tensa contra el pecho. El pa- ciente se tumba entonces en decúbito supino y se le pide que mantenga la inclinación posterior de la pel- vis. Desde una posición de ventaja lateral el examina- dor puede calcular cuántos traveses de dedo se man- tiene la fosa poplítea por encima de la superficie de apoyo. Esto aporta una medida funcional y reproduci- ble del grado de movilidad del psoasilíaco. Desde esta perspectiva, el grado de flexión pasiva de la rodilla es un medio para valorar la longitud del músculo recto femoral. En los pacientes normales la fosa poplítea de- be estar a ras de la mesa y la rodilla ha de flexionarse pasivamente 90 grados. Moviendo el pie de la mesa de exploración, se observa la posición del fémur. La des- viación lateral respecto al plano del tronco es señal de tirantez del músculo tensor de la fascia lata. La ejecución de los movimientos del reloj pélvico, tal y como se describen en el capítulo 7, son un medio excelente para evaluar cualitativa y cuantitativamente el ritmo lumbopélvico, y sirven para la evaluación di- námica de la musculatura lumbopélvica. También se examina la fuerza de los músculos abdominales en de- cúbito supino, aunque es difícil cuantificarla objetiva- mente. Los músculos abdominales, que actúan en concierto con la fascia toracolumbar, desempeñan un papel crucial en la estabilización de la columna lum- bar (55, 56). Por tanto, con independencia de los datos de la exploración física, plantearse el fortalecimiento de los abdominales en conjunto y de la musculatura abdominal inferior en particular debe formar parte de cualquier programa de rehabilitación para pacientes con disfunción lumbar. La valoración general de la fuerza abdominal (57) se consigue con el paciente en decúbito supino y manteniendo una inclinación pélvi- ca anterior para luego bajar las rodillas completamen- te extendidas de 70 a 30 grados, y luego hasta 10 gra- dos de flexión coxal (Figura 3-18). Al tiempo que pasa la extremidad de 70 a 10 grados de flexión coxal, la carga excéntrica sobre los abdominales inferiores es cada vez mayor. La incapacidad para mantener una in- 81CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Figura 3-18. Evaluación de la fuerza de los músculos abdominales. (A) 70 grados de flexión coxal. (B) 30 grados de flexión coxal. (C) 10 grados de flexión coxal. A B C Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 81 clinación pélvica posterior es señal de debilidad de los abdominales inferiores. Por lo que se refiere a la prueba de provocación en decúbito supino, la prueba clásica de elevación de la pierna extendida (58), de la que se habló en el capítu- lo 2, puede añadirse a la prueba de encorvarse hacia delante en sedestación (Figura 3-19). Se practica con ambas extremidades inferiores prestando mucha aten- ción a la distribución anatómicade los síntomas pro- vocados. Se ha sugerido que una provocación positi- va en la elevación de la pierna contralateral (definida como provocación del dolor en la extremidad inferior habitual al levantar la pierna opuesta al lado sintomá- tico) puede ser un indicador más específico de la ten- sión dural y de un prolapso discal (59). La reproduc- ción de los síntomas de la extremidad inferior por debajo de 70 grados de flexión coxal con la rodilla to- talmente extendida se considera un signo positivo de tensión dural, y los hallazgos pueden expresarse con los grados de flexión coxal en que se provocan los sín- tomas radiculares. La maniobra de Gaenslen sirve de prueba discri- minatoria adicional para una disfunción de la articu- lación sacroilíaca (Figura 3-20). La pierna contralate- ral se flexiona por completo en la cadera y rodilla y el paciente la mantiene firmemente contra el pecho. Se mantiene cierta inclinación pélvica posterior. La extremidad que se evalúa se deja colgar del extre- mo de la mesa, y se balancea laterolateralmente. La prueba puede modificarse ejerciendo más presión sobre el lado que se somete a prueba y produciendo extensión adicional de la cadera. La reproducción de los síntomas del paciente en la nalga o ingle, sobre todo si es un patrón habitual de los síntomas, se con- sidera un signo positivo en la prueba. También se pueden realizar las pruebas de Patrick y Faber, que tal vez provoquen los síntomas de una patología subya- cente en la cadera (lo habitual es dolor en la ingle) o disfunción de la articulación sacroilíaca (por lo gene- ral, dolor en la nalga o dolor en la parte externa de la cadera) (Figura 3-21). 82 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 3-19. Prueba de elevación de la pierna extendida. Figura 3-20. Prueba de Gaenslen. Figura 3-21. Prueba de Faber. Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 82 Exploración en decúbito lateral Además de la prueba de Thomas modificada, tam- bién puede evaluarse el grado de movilidad del ten- sor de la fascia lata mediante la prueba de Ober (60) (Figura 3-22). Es muy importante mantener la pelvis en una posición neutra y perpendicular a la mesa de exploración para estandarizar la prueba. La pelvis es- tá en posición neutra y en cuadro respecto a la mesa cuando un plano que conecta las EIPS se extiende perpendicular a la mesa. Entonces se describe la lon- gitud del tensor de la fascia lata como el número de traveses de dedo que el cóndilo interno del fémur se mantiene elevado de la superficie de soporte. Esto sirve como medio objetivo de comparación para fu- turas evaluaciones. También debe valorarse la fuerza del glúteo medio, un importante estabilizador de la pelvis (Figura 3-23). Se pide al paciente que manten- ga la pelvis en una postura neutra perpendicular a la mesa y que mueva en abducción activa la cadera contra resistencia. El examinador busca signos de sustitución del tensor de la fascia lata (produce rota- ción interna de la cadera) o del cuadrado lumbar (puede causar flexión lateral y extensión del tronco) en el caso de que el glúteo medio esté debilitado. Exploración en decúbito prono La prueba del muelle se practica sobre la apófisis espi- nosa de cada una de las vértebras lumbares (Figura 3- 24). El examinador coloca la palma de la mano y el pi- siforme sobre la apófisis espinosa del paciente y ejerce fuerza hacia abajo. Si los niveles son normales, debe haber una «respuesta de muelle» indolora en el seg- mento hacia la mano del examinador. La presencia de dolor y la ausencia de la respuesta de muelle puede ser señal de una disfunción del disco, de la articula- ción interapofisaria o del segmento. Una flexión de trí- ceps en decúbito prono (Figura 3-25) manteniendo la pelvis contra la mesa de exploración también aporta información cuantitativa y cualitativa sobre la movili- dad segmental de los segmentos lumbares. Si el pa- ciente tiene dificultad para mantener la pelvis contra la mesa de exploración, las palmas de las manos pueden desplazarse hacia delante para reducir la hiperexten- sión y eliminar el movimiento de la pelvis. También se evalúa la longitud del músculo recto femoral en decúbito prono flexionando por comple- to la rodilla, y se describe por el número de traveses de dedo que el talón permanece distanciado de la nalga (Figura 3-26). En esta posición, también se esti- ra el nervio femoral y se puede generar tensión dural (61, 62). También cabe conseguir el estiramiento del nervio femoral extendiendo la cadera con la rodilla flexionada (63) (Figura 3-27). Esto tal vez elimine el posible resultado falso positivo durante el estiramien- to pasivo de un músculo recto femoral tenso; no obs- tante, se continúa estirando el músculo psoasilíaco. Debe prestarse gran atención a si el paciente refiere dolor con esta maniobra, porque se ponen en tensión múltiples raíces nerviosas (L2, L3 y L4), por no men- cionar los músculos psoasilíaco y psoas mayor. El do- lor referido al cóndilo interno del fémur suele consi- derarse más acorde con un origen en la raíz nerviosa de L3, mientras que el dolor referido a la región del músculo tibial anterior se considera señal de un ori- gen en la raíz nerviosa de L4. 83CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Figura 3-22. Prueba de Ober. Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 83 84 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 3-23. (A) Evaluación de la fuerza del músculo glúteo medio. (B) Sustitución del tensor de la fascia lata. Nótese la rotación interna de la cadera. Figura 3-24. Prueba del muelle. Figura 3-25. Flexión de tríceps en decúbito prono. A B Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 84 EVALUACIÓN DE LA SUPERPOSICIÓN PSICOLÓGICA Hace mucho tiempo que los médicos especializados en la columna vertebral han reconocido la contribu- ción de los aspectos secundarios y la superposición psicológica en algunos pacientes. Aunque mucho menos habitual en los deportistas, no debe pasarse por alto la contribución psicológica. Se ha descrito cierto número de signos objetivos y evaluaciones pa- ra identificar a los pacientes en los que el compo- nente psicológico forme parte de los síntomas (64- 67). No obstante, hay que tener cuidado con la posible interpretación exagerada de estos hallazgos. La presencia de signos o síntomas de superposición psicológica no descarta una patología subyacente. Aunque su presencia exija una investigación de posi- bles amplificaciones secundarias, los datos de la su- perposición psicológica no suprimen la necesidad de proceder al diagnóstico diferencial y al tratamiento. Las medidas más utilizadas de la posible superpo- sición psicológica o amplificación secundaria son los cinco signos inorgánicos de lumbalgia descritos por Waddell (68). Comprenden las evaluaciones subjeti- vas por parte del examinador y las pruebas objetivas de la exploración física. Una indicación inicial de un posible componente inorgánico en los síntomas de un paciente es la presencia de trastornos regionales, es decir, manifestaciones de dolor en todo el lado de- recho del cuerpo o globalmente en una o ambas ex- tremidades inferiores. Los pacientes con una posible contribución inorgánica también suelen mostrar hi- persensibilidad superficial o no anatómica, es decir, dolor o hipersensibilidad acusada a la palpación, aunque sea suave, y a los estímulos indoloros. Estos pacientes también pueden presentar una reacción desmesurada con gestos de dolor exagerados, recha- zo a la exploración y apartar la mano del examina- dor. También se describen dos maniobras objetivas de la exploración física. En una prueba de simulación el examinador ejerce una carga axial sobre el cráneo o gira axialmente las caderas, pelvis y columna lum- bar, todo como un segmento. Una prueba de simula- ción positiva se da cuando estas maniobras reprodu- cen la lumbalgia. La prueba final es la prueba de distracción, cuando el examinador realiza una eleva- ciónde la pierna en sedestación y con distracción, así como una elevación de la pierna extendida en de- cúbito supino. La prueba es positiva cuando la repro- ducción del dolor en la extremidad sólo ocurre en decúbito supino. Los signos físicos inorgánicos en los deportistas deben llevar al médico a hacer preguntas adicionales con el fin de identificar posibles aspectos de amplifi- cación secundaria, que también representan una ma- nifestación de un conflicto oculto con entrenadores o preparadores físicos y, en la población adolescente, un conflicto con los padres. CONCLUSIÓN La lumbalgia es un síntoma habitual de presentación en deportistas y población en general. Como se ha 85CAPÍTULO 3 / EXAMEN FÍSICO FUNCIONAL PARA LAS LESIONES DE LA REGIÓN LUMBAR DE LOS DEPORTISTAS Figura 3-26. Evaluación del grado de movilidad del músculo recto femoral. Figura 3-27. Prueba de estiramiento del nervio femoral. Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 85 subrayado en este capítulo, las fuentes potenciales de dolor son numerosas y la complejidad de la anatomía de la columna lumbar no tiene parangón en ninguna otra zona del cuerpo. No obstante, si el médico se to- ma tiempo en obtener una historia detallada y realizar un examen físico funcional de la columna lumbar, con frecuencia consigue un diagnóstico específico de presunción. Los estudios auxiliares de exploración por la imagen y electrodiagnósticos también aportan información adicional para corroborar o aclarar el cuadro clínico. Sin embargo, la exploración física si- gue siendo el componente esencial en lo que se refie- re a individualizar la prescripción de la rehabilitación. Un diagnóstico y tratamiento específicos siguen sien- do la clave para la pronta recuperación de los depor- tistas y su vuelta a los terrenos de juego, así como pa- ra potenciar su rendimiento deportivo. BIBLIOGRAFÍA 1. Grazier, K. L., et al., editors. The Frequency of Occurrence, Impact, and Cost of Musculoskeletal Conditions in the United States. 1984, Chicago: American Academy of Orthopaedic Surgeons. 2. Frymoyer, J. W., et al. «Risk factors in low back pain: an epidemiological survey». J Bone Joint Surg 1983, 65A. p. 213-218. 3. Frymoyer, J. W. y W. L. Cats-Buril. «An overview of the incidences and cost of low back pain». Orthop Clin North Am 1991, 22: p. 263-271. 4. Berquist-Ullman, M. y U. Larsson. «Acute low back pain in industry: a controlled prospective study with special reference to therapy and con- founding factors». 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Clinical Biomechanics of the Lumbar Spine, 2nd ed. 1990, Filadelfia: Lippincott-Raven. p. 1-125. 86 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 86 PREPARACIÓN FÍSICA AERÓBICA Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Wendell Liemohn Gina Pariser Julie Bowden INTRODUCCIÓN, 90 BENEFICIOS DE LA ACTIVIDAD AERÓBICA, 90 La actividad aeróbica y el corazón, 90 La actividad aeróbica y la lumbalgia, 90 BENEFICIOS DE LA ACTIVIDAD AERÓBICA PARA LA COLUMNA, 90 Revisión de la biomecánica del disco, 91 Obesidad y salud vertebral, 91 Resistencia muscular y salud vertebral, 91 FORMA FÍSICA AERÓBICA Y LUMBALGIA, 92 Nutrición discal, 92 Ejercicio aeróbico en la prevención y la rehabilitación, 93 Papel del ejercicio aeróbico en la prevención de la lumbalgia, 93 Papel del ejercicio aeróbico en la rehabilitación de la lumbalgia, 94 Efecto del tabaquismo en la forma física aeróbica y la salud vertebral, 94 EFECTO DE LA FORMA FÍSICA AERÓBICA EN EL DOLOR Y LA DEPRESIÓN, 95 RESUMEN, 96 BIBLIOGRAFÍA, 96 CAPÍTULO 4 89 Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 89 INTRODUCCIÓN Se ha reconocido que la actividad física es un factor importante en la prevención y el tratamiento de la lumbalgia, al menos desde 1904 (1). Los beneficios derivados de la actividad física se deducen en parte si tenemos en cuenta los efectos perniciosos de la in- movilización o la inactividad sobre el cartílago ar- ticular (2, 3) y específicamente sobre los tejidos de la columna vertebral (1, 3-6). La inactividad se conside- ra un factor de riesgo primario de las enfermedades cardiovasculares (7): en los últimos años se ha esta- blecido un paralelismo con los beneficios del ejer- cicio aeróbico para la lumbalgia (8). El término aeróbic fue acuñado por Kenneth Coo- per (9); él, más que ningún otro, es el responsable de la «locura por el aeróbic» que barrió Estados Unidos el último tercio del siglo XX. Ha sido un beneficio pa- ra la industria del deporte y los clubes y fabricantes de material deportivo; además, es una moda que no parece mostrar signos de declive. BENEFICIOS DE LA ACTIVIDAD AERÓBICA Aunque la forma física aeróbica suele asociarse con la forma física cardiorrespiratoria, sus efectos no se limi- tan a esta faceta de la salud. En este capítulo, mencio- naremos varios aspectos de la forma física aeróbica, y se subrayarán los aspectos de la actividad aeróbica re- lacionados específicamente con la columna vertebral. La actividad aeróbica y el corazón En 1992, el American Heart Association Scientific Council afirmó que la inactividad es un factor de ries- go de la enfermedad coronaria. Los beneficios de la actividad aeróbica citados en su declaración com- prendían: • Aumento del gasto cardíaco. • Reducción de la demanda miocárdica de oxígeno (para los mismos niveles de trabajo). • Cambios beneficiososen las funciones hemodiná- mica, hormonal, metabólica, neurológica y respi- ratoria. • Alteración favorable del metabolismo de los lípidos y los hidratos de carbono (7). Aunque se conozca al menos desde 1968 (9, 10) la importancia de la forma física aeróbica para la fun- ción cardiovascular, esta declaración de la American Heart Association ha respaldado la credibilidad del movimiento a favor del aeróbic. La actividad aeróbica y la lumbalgia La investigación citada con más frecuencia en esta área es el estudio prospectivo de Cady y otros (11). Es- tos autores examinaron el rendimiento de 1.652 bom- beros en cinco protocolos de fuerza y forma física, y los asignaron a tres grupos: forma física alta, media o baja. Los aspectos de la forma física sometidos a prue- ba fueron (a) la fuerza isométrica de piernas y espal- da; (b) el grado de movilidad de rotación vertebral; (c) la producción de trabajo en un cicloergómetro con una frecuencia cardíaca de 160 latidos por minuto; (d) la respuesta de la tensión arterial diastólica duran- te el ejercicio en cicloergómetro, y (e) la recuperación de la frecuencia cardíaca 2 minutos después de in- terrumpir la prueba en cicloergómetro. Basándose en estos datos, se adjudicó a los bomberos a un grupo poco en forma (el menor percentil 16, n = 266), a un grupo en forma relativa (el percentil medio 68, n = 1127) y a un grupo más en forma (el percentil superior 16, n = 259). Posteriormente, se analizaron las lesio- nes de espalda de los bomberos en relación con los tres grupos a los que fueron asignados. Se encontró que el grupo poco en forma sufría aproximadamente 10 veces más lesiones de espalda que el grupo más en forma. Además, el coste sanitario de esos 19 bombe- ros que sufrieron lesiones de espalda en el grupo po- co en forma fue un 13% superior al coste para los 36 bomberos con lesiones de espalda en el grupo más nutrido de bomberos en forma relativa. Cady y otros dedujeron que la forma y preparación físicas eran as- pectos importantes en la prevención de las lesiones de espalda. En parte, como tres de las cinco pruebas de este estudio fueron de naturaleza cardiovascular, ha habido un particular interés por la relación entre la forma física aeróbica y la lumbalgia. BENEFICIOS DE LA ACTIVIDAD AERÓBICA PARA LA COLUMNA Aunque Cady y otros (11) presentaron un sólido ar- gumento sobre el papel que la forma física aeróbica 90 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 90 y la forma física en general desempeñan en la reduc- ción de la incidencia de casos de lumbalgia, este es- tudio de referencia no dejó clara la razón por la que la forma física aeróbica era beneficiosa para el fun- cionamiento de la columna. En teoría, la forma física aeróbica podía servir para reducir las posibilidades de tener síntomas de lumbalgia; el resto de este capí- tulo se dedicará a examinar algunos de los estudios realizados en esta área. Antes de empezar esta expo- sición, revisaremos algunos puntos relevantes sobre los discos intervertebrales, porque los discos son muy importantes para este tema. Revisión de la biomecánica del disco Algunos investigadores afirman que la mayoría de los casos de lumbalgia aguda en adultos maduros se de- ben a lesiones de algún tipo de los discos interverte- brales (4, 5, 12, 13). Si la homeostasis de un disco re- sulta afectada, puede reducirse su responsabilidad básica de amortiguador de choques en la columna y como parte integral de un segmento móvil. Puede es- tablecerse una analogía entre un disco lesionado y un neumático bajo de presión; ninguno de los dos ofrece la estabilidad correcta que poseen en condiciones óp- timas de trabajo. Cuando el disco está dañado, su ma- yor movilidad puede influir en las terminaciones no- ciceptivas del anillo y en las raíces nerviosas del agujero intervertebral. A medida que el segmento mó- vil está más afectado, la inestabilidad aumenta; al au- mentar la inestabilidad, puede producirse también el encabalgamiento de las articulaciones interapofisa- rias adyacentes. Es sólo un caso de lo que puede ocurrir si la integridad del disco se ve afectada. Lo que subrayamos es que el disco es un elemento importan- te para mantener la salud de la espalda. Si se produ- cen cambios químicos o biomecánicos significativos en el disco, la columna resultará afectada. Tiene sen- tido, en consecuencia, que los mecanismos mecáni- cos y circulatorios que nutren el disco y sus estructu- ras contiguas sean aspectos importantes para la prevención y el tratamiento de la lumbalgia. Obesidad y salud vertebral Como es poco probable que una persona en buena forma aeróbica sea obesa, la obesidad puede ser una señal de su ausencia. Heliovaara (12) descubrió que la obesidad se relacionaba con hernias de disco lum- bares. Otros han señalado que la obesidad es un es- tado que afecta a la biomecánica de la columna y au- menta el riesgo de sufrir lumbalgia (4, 5, 13-15). Deyo y Bass (14) determinaron la existencia de un aumento sustancial de la prevalencia del dolor de es- palda en personas que se situaban en el quintil más alto en los siguientes apartados: (a) espesor del plie- gue cutáneo subescapular; (b) espesor del pliegue cu- táneo del tríceps, y (c) el índice de masa corporal. Cuando se examinó a hombres y mujeres por separa- do, la asociación con el índice de masa corporal fue mayor en las mujeres que en los hombres. De forma parecida, Han y otros (16) descubrieron una mayor asociación en las mujeres que en los hombres entre las medidas antropométricas y la lumbalgia. Aunque Deyo y Bass (14) asumieron que la obesidad era una causa predisponente de lumbalgia, también apunta- ron la posibilidad de que la lumbalgia pudiera redu- cir los niveles de actividad hasta el punto de ser la obesidad el resultado. Debería resultar aparente que el aumento de peso incrementa las cargas compresivas sobre los discos (12, 17), aunque tal vez sea más importante que el desplazamiento anterior del centro de gravedad cau- sado por la obesidad obliga a los músculos extensores de la columna (p. ej., erector de la columna y trans- verso espinoso) a contraequilibrar este movimiento causante de la desviación (4, 5). Por tener brazos de fuerza cortos (18), los músculos dorsales de la colum- na deben contraerse de modo forzado para mantener el equilibrio; esto impone una presión aún mayor so- bre los discos intervertebrales (Figura 4-1). La obesidad también podría causar un aumento de la curva lordótica y un aumento concurrente de la inclinación del sacro y la pelvis. Como la fuerza de cizallamiento se relaciona directamente con el seno del ángulo sacro (19), los elementos posteriores están obligados a absorber más tensión en las personas obesas que en las personas sin sobrepeso. Resistencia muscular y salud vertebral En personas en buena forma aeróbica debe esperarse un nivel alto de resistencia muscular. La buena forma aeróbica reduce la posibilidad de verse obligado a adoptar posturas comprometedoras desde el punto 91CAPÍTULO 4 / PREPARACIÓN FÍSICA AERÓBICA Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 91 de vista biomecánico al final de un día de trabajo cuando los grupos de músculos están fatigados (1, 4, 13). El estudio de referencia de Cady y otros (11) tu- vo esto en cuenta y estableció como objetivo de la in- vestigación el efecto de la forma física aeróbica sobre el funcionamiento de la espalda; esto trajo consigo estudios de otros científicos sobre las relaciones entre la lumbalgia y factores relacionados como la nutri- ción discal, los niveles de endorfinas y la tolerancia al dolor. Nicolaisen y Jorgensen (20) encontraron que las personas que sufrían problemas graves de espalda –al compararlas con personas sanas– tenían la misma fuerza pero menos capacidad de resistencia en los músculos extensores del tronco. FORMA FÍSICA AERÓBICA Y LUMBALGIA En esta sección, se expone la relación causal entre la forma física aeróbica y la lumbalgia. Lesigue una ex- posición sobre la utilidad de las actividades aeróbi- cas en la prevención y rehabilitación de personas con lumbalgia. Nutrición discal Como los discos son avasculares (21), dependen de la difusión para nutrirse. La imbibición contribuye a la difusión durante los movimientos de la columna ver- tebral; los movimientos favorecen el intercambio de nutrientes entre las carillas vertebrales y los anillos fi- brosos con el disco avascular. El efecto de la activi- dad física también afecta a los tejidos que circundan el disco al aumentar la red capilar de todas las áreas contiguas. La nutrición discal fue objeto de investigación en un estudio clásico con perros dirigido por Holm y Nachemson (2). En un estudio previo, Holm y Na- chemson habían observado que (a) un período de 2 horas de ejercicio no mejoraba la nutrición discal más que un período de 30 minutos y (b) que sólo 2 días de ejercicio a la semana no generaban unos efectos significativos de entrenamiento. El propósito del estudio con perros fue examinar los efectos de tres intensidades distintas de ejercicio sobre la con- centración de lactato en los discos. Se asignaron 21 perros Labrador a uno de los tres programas de entre- 92 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 4-1. La línea de puntos representa a una persona atlética; el centro de gravedad está muy cerca de la columna vertebral. La línea continua representa a una persona obesa; nótese que el centro de gravedad se desplaza hacia delante. Lo relevante es que, sin importar la distancia del desplazamiento anterior del centro de gravedad, los vectores de fuerza (es decir, la palanca) de los músculos transversos espinosos y erector de la columna permanecen esencialmente iguales. Por tanto, estos músculos se verán obligados a contraerse cada vez con más fuerza para equilibrar la carga cuando el individuo añade peso por delante; esto, junto con el aumento mismo de la carga, puede ejercer tensiones compresivas comprometedoras para los discos intervertebrales. (Adaptado de White, A. A. y Panjabi, M. M. Clinical Biomechanics of the Spine, 2.ª ed. 1990, Filadelfia: J. B. Lippincott, p. 461.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 92 namiento; cada programa comprendía una sesión diaria de ejercicio de 30 minutos durante un período de 3 meses. Los programas de entrenamiento fueron (a) ejercicio moderado (es decir, trotar sobre terreno llano), (b) «ejercicio violento» (carreras de velocidad en las que se saltaban obstáculos y se subían cuestas empinadas) y (c) movilidad específica de la columna (saltar vallas y arrastrarse por debajo de obstáculos). Al final de los 3 meses de entrenamiento, se sacrifi- caron los animales. Aunque no hubo una diferencia significativa en la reducción de la concentración de lactato en los discos entre los grupos de ejercicio moderado y violento, la concentración de lactato en estos dos grupos fue mucho menor que en el grupo de movilidad vertebral. Holm y Nachemson llegaron a la conclusión de que el ejercicio aeróbico estimula el transporte de solutos y metabolitos, lo que a su vez mejora la nutrición discal. Ejercicio aeróbico en la prevención y la rehabilitación Otros autores han aceptado la idea de que el ejercicio aeróbico es un factor importante no sólo en la preven- ción de la lumbalgia, sino también en el tratamiento de esta afección (6, 13, 22-24). Las afirmaciones he- chas por Nutter y Nachemson resumen la opinión de la mayoría: (a) «Aunque no sea una panacea, el ejer- cicio aeróbico debe formar parte del tratamiento de casi todas las causas de lumbalgia» (1) y (b) «el éxito de estos programas de actividad en estudios aleatori- zados habla claramente a favor del hecho de que el ejercicio y la forma física son probablemente los facto- res más importantes en el tratamiento general de pa- cientes con lumbalgia» (25). En el siguiente apartado se hablará de los estudios realizados en esta área. Papel del ejercicio aeróbico en la prevención de la lumbalgia. Brennan y otros (26) compararon la ca- pacidad aeróbica de pacientes con hernias de disco con la de controles emparejados por la edad y el se- xo. Descubrieron que la media de la potencia aeróbi- ca máxima (determinada en una prueba submáxima en cicloergómetro) en el grupo de pacientes era signi- ficativamente menor que la del grupo de control. Aunque no se pudo obtener una relación causal de este estudio transversal, los autores hallaron que la menor forma física aeróbica se relacionaba con una menor frecuencia y duración del ejercicio, así como con cambios del tipo de ejercicio al iniciarse el dolor de espalda. Además, sugirieron que podía haber ne- cesidad de ejercicio aeróbico para mejorar la forma fí- sica cardiorrespiratoria de personas con lumbalgia. Leino (27) estudió el efecto de la actividad física en tiempo libre sobre el desarrollo de lumbalgia en obreros de la industria siderúrgica de Finlandia du- rante un período de 10 años. Técnicas de muestreo intencionado controlaron la varianza en las tareas de los empleados. Se evaluaron con cuestionarios y en- trevistas la actividad física en el tiempo libre y los sín- tomas de lumbalgia durante el estudio de 10 años. También se sometió a los sujetos a una evaluación con fisioterapia de la región lumbar al inicio y final del estudio. El aumento del ejercicio durante el tiem- po libre se asoció con una reducción de los síntomas de lumbalgia en los empleados varones, pero no en las mujeres. Los autores sugirieron que la menor pro- porción de mujeres entre los empleados que partici- paron en actividades físicas en tiempo libre fue la ra- zón de esta diferencia por el sexo. En un estudio prospectivo realizado en Europa y comparable al de Cady y otros (11), Harreby y otros (28) examinaron a 580 personas a los 14 años de edad y más tarde a los 38 años. Estas personas completaron un informe con historia de lumbalgia, y a cada una se le practicó un examen radiológico de la región lumbar. Los resultados mostraron que las personas que practi- caban ejercicio físico con regularidad durante su tiem- po libre tenían una menor incidencia de lumbalgia du- rante un período de control evolutivo de 25 años. Sin embargo, no se apreció ninguna relación entre los cambios radiográficos, la reducción de la actividad fí- sica en el tiempo libre en la adultez y la lumbalgia en el período de control evolutivo de 25 años. En resumen, los estudios realizados por Leino (27) y Harreby y otros (28) sugieren que tal vez haya una asociación entre una actividad física escasa y un au- mento de la incidencia de lumbalgias. La poca acti- vidad física deriva en una pérdida de la forma física muscular y cardiovascular; sin embargo, no puede determinarse una relación de causa y efecto a partir de estos estudios, porque no es seguro que la menor actividad física produjera la lumbalgia o que la re- ducción de la actividad fuese una consecuencia del dolor de espalda. 93CAPÍTULO 4 / PREPARACIÓN FÍSICA AERÓBICA Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 93 Papel del ejercicio aeróbico en la rehabilitación de la lumbalgia. Los programas de rehabilitación suelen incluir una variedad de ejercicios para mejorar la fuerza muscular, la resistencia muscular, la flexibili- dad articular y la capacidad cardiovascular. El empleo de múltiples modos de actividad física dificulta la de- terminación de la eficacia de una sola forma de ejer- cicio en la prevención o el alivio de la lumbalgia y, por consiguiente, muy pocos estudios se han centrado es- pecíficamente en los méritos de la preparación física aeróbica. En un estudio, se asignó a personas con o sin antecedentes de lumbalgia a un grupo de ejercicio ae- róbico o a un grupo de control (29). El grupo del trata- miento participó en dos sesiones semanales de ejer- cicio aeróbico de 1 hora; se supervisó una sesión de entrenamiento semanal y la otra, no. En el control evo- lutivo al cabo de 1,5 años no se obtuvieron mejoras significativas de la capacidad aeróbica máximade nin- gún grupo, pero el grupo entrenado registró menos ca- sos de dolor de espalda y cogió menos días de baja por enfermedad en comparación con el grupo de control. Los investigadores observaron que no se había contro- lado la intensidad del ejercicio y sugirieron que la fal- ta de un aumento de la capacidad aeróbica podía de- berse a una intensidad insuficiente de aquél. Brennan y otros (30) hallaron que tras una micro- discectomía, el grupo de pacientes asignado a parti- cipar en un programa de paseos obtuvo mejoras sig- nificativas en la forma física aeróbica sin aumento del dolor de espalda. Además de este dato, las pautas para el tratamiento de la lumbalgia, promulgadas en 1994 por la Agency for Health Care Policy and Rese- arch (31), establecían que los ejercicios aeróbicos que ejercían tensión mínima sobre la espalda, como caminar, montar en bicicleta o nadar, deben iniciarse durante las primeras 2 semanas para la mayoría de pacientes con lumbalgia aguda con el fin de prevenir la pérdida de la forma física por inactividad y para que los pacientes recuperaran después su máximo ni- vel posible de capacidad funcional. Protas (32) revi- só las investigaciones en esta área y encontró que se habían documentado mejoras significativas de la ca- pacidad aeróbica en la mayoría de los estudios que examinaban los cambios de la forma física aeróbica como resultado de programas de rehabilitación mul- timodales para personas con lumbalgia. Existen otras consideraciones relacionadas con es- te tema. Como se ha aceptado que la forma física ae- róbica mejora la nutrición discal, también se han exa- minado algunas causas que pueden alterar la nutrición de los discos; el tabaquismo es una de estas variables. Efecto del tabaquismo en la forma física aeróbica y la salud vertebral Aunque no es probable que el tabaquismo sea un fac- tor en la población atlética, los estudios realizados en esta área pueden tener cierta relevancia genérica, ade- más de ser importantes para las personas que no prac- tican deporte. En modelos animales se ha documenta- do que la nicotina y la exposición al humo reducen el transporte de solutos en los discos (33). En los últimos años el tabaquismo se ha considerado parte de una mala forma física aeróbica cuando se ha estudiado es- ta última variable en relación con la lumbalgia. Mu- chos estudios han señalado el tabaquismo como un mecanismo que afecta la vía nutricional de los discos. Deyo y Bass (14) describieron la incidencia de lumbalgia en una muestra de 27.801 personas. Entre quienes fumaban tres o más paquetes de tabaco al día, el 25,1% refirió la presencia de lumbalgia; entre los no fumadores, sólo el 9,6% refirió tener lumbal- gia. Deyo y Bass llegaron a la conclusión de que en los efectos del tabaquismo sobre los discos mediaban (a) los síntomas de tos (p. ej., el tabaco tiende a au- mentar la incidencia de accesos de tos; toser puede aumentar la presión intradiscal) y (b) alteraciones cir- culatorias. Los estudios realizados con anterioridad (33) y con posterioridad (17) a este estudio han seña- lado que el tabaquismo puede reducir la nutrición discal. Battie (6) dirigió un estudio que examinó los efec- tos del tabaquismo sobre la degeneración discal en ge- melos idénticos cuyos hábitos diferían en el consumo de cigarrillos. Los fumadores y no fumadores de sus datos mostraron una distribución parecida de posibles factores equívocos, como una exposición parecida a accidentes laborales (p. ej., levantamientos, vibracio- nes, etc.). Aunque la mayoría de las personas en am- bos grupos eran aptas para el ejercicio regular, resulta interesante que los fumadores practicaran más depor- tes de equipo que los no fumadores, y que fueran más propensos a practicar deportes aeróbicos como el atle- tismo, lo cual sugiere que también existen diferencias en la personalidad. Se emplearon técnicas de explora- 94 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 94 ción como resonancias magnéticas, como variable de- pendiente para determinar si podía diferenciarse la de- generación discal. Los datos demostraron una media significativamente mayor de degeneración en la co- lumna vertebral de los gemelos fumadores que en la de los gemelos no fumadores; además, el efecto se ma- nifestó en la columna lumbar, lo cual sugiere un me- canismo que actúa de forma sistemática. Como no hu- bo interacción entre el tabaquismo y la degeneración a distintos niveles vertebrales, los autores no conside- raron que el tabaquismo fuera un marcador para algún otro factor que causara degeneración discal. Se han descrito otras acusaciones contra el taba- quismo respecto a la curación en el postoperatorio (34). Los investigadores examinaron el efecto del tabaquis- mo en pacientes sometidos a la fusión vertebral de L4 y S1. Casi sin excepción, los fumadores presentaron ni- veles menores de gases sanguíneos que los no fumado- res. Además, la diferencia en la incidencia de pseudo- artrosis (fracaso en la consolidación quirúrgica) entre no fumadores y fumadores fue sorprendente. Cuatro de los 50 no fumadores (8%) presentaron pseudoartrosis, mientras que 20 de los 50 fumadores (40%) del estudio presentaron pseudoartrosis. Los autores dedujeron que la oxigenación inadecuada del flujo sanguíneo al lugar del injerto fue la causa principal del fracaso de la con- solidación; no obstante, decidieron que los factores mecánicos, como el aumento de la tos asociada con el tabaquismo, podían haber contribuido a la varianza. Deyo y Bass (14) y Leboeuf-Yde y otros (35) estu- diaron si dejar de fumar causaba una reducción de la lumbalgia. Ambos grupos de investigadores llegaron a la conclusión de que el tabaquismo se asocia con un aumento de la prevalencia de la lumbalgia, demos- trando Leboeuf-Yde y otros la existencia de una aso- ciación positiva entre el tabaquismo y las recidivas de lumbalgia y lumbalgias duraderas. Deyo y Bass (14) hallaron que la prevalencia de lumbalgia era la misma entre fumadores y exfumadores que habían dejado el tabaco hacía menos de 10 años. Sin embargo, los ex- fumadores que llevaban 10 o más años sin fumar mos- traron una prevalencia de lumbalgia similar a la de los no fumadores. No obstante, Leboeuf-Yde y otros (35) no hallaron una reducción de los síntomas de lumbalgia al dejar de fumar, con independencia, por otra parte, del tiempo que se llevara sin fumar. Las evidencias contra el tabaquismo y su efecto pernicioso sobre la región lumbar son sustanciales. Hay otros factores que influyen en este tema. El nivel de estudios, el tipo de trabajo y el nivel socioeconó- mico son también factores relacionados con el taba- quismo; su contribución a esta varianza no está cla- ra. Se han descrito otras variables psicosociales que influyen en este tema; Jamison y otros (36) hallaron que las conductas con mala adaptación al dolor (p. ej., reducción de la actividad física, dependencia de medicamentos) eran más numerosas en los fumado- res que en los no fumadores. EFECTO DE LA FORMA FÍSICA AERÓBICA EN EL DOLOR Y LA DEPRESIÓN Debido a los beneficios derivados de una buena for- ma física aeróbica, podría asumirse que la mala forma tiene consecuencias significativas para las personas con lumbalgia. Por ejemplo, se ha afirmado que (a) las personas con lumbalgia crónica presentan menores niveles de endorfinas en el líquido cefalorraquídeo y (b) que el ejercicio aeróbico aumenta la producción de endorfinas (23). Podría deducirse que las personas en buena forma aeróbica tienen mayor tolerancia al dolor a causa de un mayor nivel de endorfinas. Aun- que esta afirmación no está respaldada por muchas investigaciones, Raithel (3) planteó una cuestión inte- resante al respecto. Cuando los pacientes se vuelven físicamente activos y hacen ejercicio, ¿cambia su per- cepción del dolor debido a las endorfinas o debido al aumento de la confianza en sí mismos derivado del hecho de que pueden hacer ejercicio? Además de mejorar los niveles de forma física conel fin de prevenir recidivas de las lesiones, el ejercicio aeróbico en los programas de rehabilitación ayuda a prevenir la depresión. McQuade y otros (23) adminis- traron una batería de evaluaciones de la incapacidad psicológica y evaluaciones físicas que comprendía pruebas de la fuerza, la flexibilidad y la capacidad ae- róbica a 96 personas con lumbalgia crónica. Los au- tores encontraron que la peor forma física general se correlacionaba de manera significativa con el aumen- to de los síntomas de lumbalgia y depresión. Las me- diciones combinadas de la condición física explican el 17% de la varianza en la depresión, y la fuerza con- tribuyó más que la flexibilidad o la capacidad aeróbi- ca en la relación observada. Se necesita realizar más estudios que exploren las relaciones entre los distintos 95CAPÍTULO 4 / PREPARACIÓN FÍSICA AERÓBICA Y FUNCIÓN DE LA REGIÓN LUMBAR Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 95 modos de ejercicio y la salud mental respecto a la lumbalgia. Dado que es necesaria la participación en todos los modos principales de ejercicio para mejorar la condición física, parece plausible que los progra- mas generales de ejercicio tengan un efecto muy be- neficioso sobre la salud mental. RESUMEN Parece existir una relación entre la actividad física, la forma física aeróbica y la lumbalgia ya que las perso- nas con problemas de espalda tienden a reducir sus niveles de actividad física y pierden capacidad car- diovascular. Aunque a veces sea difícil determinar si la reducción de la actividad física y la mala forma cardiovascular son factores causales o la consecuen- cia de la lumbalgia, el ejercicio aeróbico de bajo im- pacto parece mejorar la forma física cardiovascular de las personas con lumbalgia sin el riesgo de una exacerbación. No obstante, está menos claro el me- canismo exacto por el cual el ejercicio aeróbico afec- ta a la función vertebral. Por ejemplo, aunque el ejer- cicio aeróbico mejore la nutrición discal, también puede aumentar la densidad capilar del músculo es- quelético. Si sucede esto último, se reducen la isque- mia y el dolor. Aunque son necesarios más estudios sobre el tema, el ejercicio aeróbico parece ser un complemento seguro e importante de la mayoría de los programas diseñados para proteger y rehabilitar la columna vertebral. BIBLIOGRAFÍA 1. Nutter, P. «Aerobic exercise in the treatment and prevention of low back pain». Occup Med State Art Rev 1988, 3: p. 137-145. 2. Holm, S. y A. Nachemson. «Variations in the nu- trition of the canine intervertebral disc induced by motion». Spine 1983, 8: p. 866-873. 3. Raithel, K. S. «Chronic pain and exercise the- rapy». Phys Sports Med 1989, 17: p. 203-209. 4. Reilly, K., Lovejoy, B., Williams, R., et al. «Diffe- rences between a supervised and independent strength and conditioning program with chronic low back syndromes». J Occup Med 1989, 31: p. 547-550. 5. White, A. A. y M. M. Panjabi. Clinical Biomecha- nics of the Spine, 2nd ed. 1990, Filadelfia: Wi- lliams & Wilkins. p. 722. 6. Battie, M. C. «Aerobic fitness and its measu- rement». 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Miller INTRODUCCIÓN, 100 LESIÓN DE LOS ELEMENTOS POSTERIORES, 101 LESIÓN DE LOS ELEMENTOS ANTERIORES, 102 CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA REHA BILITACIÓN, 102 DEPORTES ESPECÍFICOS, 103 Béisbol, 103 Consideraciones mecánicas generales, 103 Mecánica del bateo, 103 Mecánica de los lanzamientos (béisbol), 103 Mecánica de la devolución, 104 Fuerza y flexibilidad, 104 Baloncesto, 105 Consideraciones mecánicas generales, 105 Lesiones de los elementos posteriores, 106 Lesiones de los elementos anteriores, 106 Fuerza y flexibilidad, 106 Fútbol americano, 106 Consideraciones mecánicas generales, 107 Lesiones de los elementos posteriores, 107 Lesiones de los elementos anteriores, 107 Fuerza y flexibilidad, 108 Golf, 110 Consideraciones mecánicas generales, 110 Lesiones de los elementos posteriores, 111 Lesiones de los elementos anteriores, 111 Fuerza y flexibilidad, 111 Gimnasia deportiva, 112 Consideraciones mecánicas generales, 112 Lesiones de los elementos posteriores, 112 Lesiones de los elementos anteriores, 113 Fuerza y flexibilidad, 113 Deportes de raqueta, 113 Consideraciones mecánicas generales, 114 Lesiones de los elementos posteriores, 115 Lesiones de los elementos anteriores, 116 Fuerza y flexibilidad, 116 Remo, 116 Consideraciones mecánicas generales, 117 Lesiones de los elementos posteriores, 117 Lesiones de los elementos anteriores, 117 Fuerza y flexibilidad, 118 CAPÍTULO 5 99 Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 99 Atletismo, 119 Pruebas de pista, 119 Consideraciones mecánicas generales, 119 Lanzamiento de martillo, 119 Salto de altura, 119 Salto con pértiga, 120 Carreras, 121 Consideraciones mecánicas generales, 121 Lesiones de los elementos posteriores, 122 Lesiones de los elementos anteriores, 122 Fuerza y flexibilidad, 122 Voleibol, 123 Salto de trampolín, 123 Natación, 124 Consideraciones mecánicas generales, 124 Lesiones de los elementos posteriores, 125 Lesiones de los elementos anteriores, 125 Fuerza y flexibilidad, 125 Entrenamiento con pesas, 126 Consideraciones mecánicas generales, 126 Lesiones de los elementos posteriores, 126 Lesiones de los elementos anteriores, 129 Fuerza y flexibilidad, 129 EPÍLOGO, 130 BIBLIOGRAFÍA, 130 INTRODUCCIÓN Desde la perspectiva epidemiológica, la mayor inci- dencia de lumbalgia se aprecia en adultos en su terce- ra o cuarta décadas de vida. Cuando se diagnostica lumbalgia en los deportistas, por lo general más jóve- nes, parece que la interrelación entre la magnitud de las fuerzas y su frecuencia de aplicación son factores responsables de su inicio a una edad temprana. Antes de exponer las diferencias relativas a la edad, es priori- dad proceder a una rápida revisión del modelo de seg- mento móvil expuesto en el capítulo 1 (véase la fig. 1- 5). Existe una relación estrecha entre las articulaciones anteriores del disco y las articulaciones interapofisarias posteriores. Kirkaldy-Willis(1) describió el impacto de un traumatismo en una articulación interapofisaria so- bre el disco, la afectación de las articulaciones intera- pofisarias por el traumatismo o enfermedad degenerati- va del disco. De forma similar, podría esperarse que una fractura por sobrecarga de la porción interarticular, una de las causas principales de lumbalgia en los ado- lescentes, afectara a la función discal. No obstante, el dolor discógeno, que es más prevalente en los adultos, sigue viéndose en deportistas jóvenes (2); aunque tal vez no afecte inicialmente a la porción interarticular en sí, podría terminar afectando a las articulaciones intera- pofisarias. Los deportes en los que se produce una po- derosa rotación del tronco generan una tensión de tor- sión en distintos segmentos de la columna, con el riesgo potencial de producir lesiones. En los deportistas más jóvenes las lesiones son más frecuentes en la porción posterior del segmento móvil (es decir, la porción interarticular y las articulaciones interapofisarias); la lesión puede derivar en patologías como espondilólisis y espondilolistesis. La frecuencia de la espondilólisis es mayor en los deportistas que re- alizan movimientos que implican flexión y extensión repetitivas de la columna que en la población normal (3). Saal (4) afirmó que la espondilólisis y la espondi- lolistesis son frecuentes en la gimnasia deportiva, la halterofilia, el fútbol americano, la danza, el remo y la lucha libre (5). Las fuerzas de torsión sobre el eje ma- yor de la columna con hiperextensión en carga son los factores causales habituales; se ha teorizado que esto puede causar una reacción de tensión unilateral en la porción interarticular (6). La mayoría de quienes estudian las relaciones causales de la espondilólisis consideran que es más una lesión por uso excesivo que un defecto innato del pedículo del arco vertebral (7). Por tanto, los de- fectos discales y de la porción interarticular suelen estar causados por microtraumatismos repetitivos, definidos como ciclos de traumatismos que pasan desapercibidos hasta que la suma de sus efectos se manifiesta con síntomas. Sin embargo, otros factores entran en la ecuación cuando se diagnostica lumbal- gia a deportistas. Aunque los tipos de problemas de lumbalgia en el deporte no son necesariamente muy distintos a los de otros ámbitos de la vida, la frecuen- cia y edad de los casos varían. Por ejemplo, en un es- tudio en el que los autores examinaron la espondiló- lisis en personas menores de 19 años, todos menos 5 de los 18 casos eran jóvenes deportistas muy activos (8). Aunque las personas entre 8 y 14 años (es decir, adolescentes en edad de experimentar estirones de crecimiento) corren más riesgo de sufrir espondilolis- tesis, Weir y Smith (6) estimaron que la mitad de los 100 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 100 pacientes con espondilolistesis eran asintomáticos. Según sus datos, las discopatías sumaron menos del 10% de los casos de lumbalgia. Como los tipos de lesiones son menores que las actividades deportivas que los causan, lo primero que ofrecemos es una revisión de las lesiones típicas en el deporte. Las lesiones se presentan en una de dos categorías: en los elementos anteriores o en los elementos posteriores de los segmentos móviles de la columna. El capítulo se divide a continuación en sec- ciones dedicadas a los distintos deportes (p. ej., de- portes de raqueta). Esta división permite presentar in- dependientemente las tensiones propias de cada deporte; sin embargo, el lector debe tener en cuenta que las tensiones propias de los distintos deportes pueden ser muy parecidas, aunque las actividades que causen los traumatismos sean diferentes. LESIÓN DE LOS ELEMENTOS POSTERIORES Se ha observado que el 10%-15% de los dolores cró- nicos de espalda en la población normal tienen su ori- gen en las articulaciones interapofisarias. La inciden- cia es mayor en los deportistas debido a los componentes rotacionales propios del deporte (9). La porción interarticular es el foco de la espondilólisis y la espondilolistesis (Figura 5-1). En el primer caso, existe una fractura por tensión (estrés) o una pseudoartrosis en la porción interarticular; pocos datos respaldan la idea de una etiología congénita, porque la espondiló- lisis es muy poco habitual en los estudios necrópsicos de lactantes (10). Se cree que la espondilólisis está causada por cargas repentinas y repetitivas en hiperex- tensión con torsión. Por lo general, es una lesión uni- lateral; sin embargo, si se produce en ambos lados, la espondilólisis puede derivar en espondilolistesis. En la espondilolistesis prevalente en los deportes se aprecia una fractura bilateral evidente de la porción interarti- cular. El patrón clínico habitual es dolor de espalda que no es incapacitante, pero que se agudiza tras la actividad específica; no obstante, puede conducir a una fractura clara de la porción interarticular (6). Además de las tensiones repetidas en hiperflexión e hiperextensión, se cree que los rápidos movimien- tos de rotación contribuyen a las fracturas por fatiga de la porción interarticular (11). Si la carga es simé- trica, es más probable que la lesión se produzca bi- lateralmente en la porción interarticular; no sorpren- de que una carga asimétrica pueda dañar un lado más que el otro. Las lesiones de la porción interar- ticular pueden ocurrir en otros ámbitos deportivos como en la sala de pesas; además, algunos afirman que los problemas lumbares de los deportistas proce- den de una técnica incorrecta en el levantamiento de pesas (4, 12, 13) o del empleo inadecuado del equi- pamiento para entrenar con pesas (14). 101CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-1. En la espondilólisis existe una fractura por tensión unilateral de la porción interarticular. En los casos habituales de espondilolistesis se aprecia una fractura clara bilateral de la porción interarticular, acompañada de un desplazamiento anterior del cuerpo vertebral. (De Pansky, B. Review of Gross Anatomy. © 1996. Reproducido con autorización de McGraw-Hill Companies, Inc.) Espondilólisis Fractura por sobrecarga Espondilolistesis Fractura completa de la porción interarticular Cuerpo vertebral Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 101 Existe también una forma degenerativa de espon- dilolistesis, que suele diagnosticarse más en mujeres mayores; L4 se desplaza sobre L5 sin una fractura cla- ra de la porción interarticular. Algunos estudios su- gieren que esta forma de espondilolistesis está rela- cionada con la morfología de las articulaciones interapofisarias (15). Ningún estudio ha relacionado la «espondilolistesis deportiva» con la morfología de estas articulaciones. La fractura clara bilateral de la porción interarticu- lar presente en casos de espondilolistesis puede cau- sar un desplazamiento del cuerpo vertebral lesionado sobre la vértebra inmediatamente inferior. En el de- porte, el foco más frecuente de incidencia es el nivel de L5-S1. Como varía el grado de desplazamiento de la vértebra dañada, la espondilolistesis se agrupa en categorías por el grado de desplazamiento. En la es- pondilolistesis de primer grado la vértebra superior se desplaza sobre la vértebra inferior hasta el 30% de su diámetro; en la espondilolistesis de segundo grado el desplazamiento es el 30-50%; en la espondilolistesis de tercer grado el desplazamiento es el 50-75%, y en la de cuarto grado, la vértebra se desplaza completa- mente sobre la vértebra inferior (12). Los deportistas con espondilólisis o espondilolistesis con un despla- zamiento inferior al 50% pueden reducir la actividad hasta que estén curados, por lo general pasado un mí- nimo de 3 meses. Las personas con dolor de espalda persistente, con un desplazamiento superior al 50% y que no responden al tratamiento, son candidatos para la intervención quirúrgica (16). LESIÓN DE LOS ELEMENTOS ANTERIORES Saal y Saal (17) estimaron que el foco delos proble- mas de dolor de espalda en el 85% de los casos en la población normal era el disco intervertebral; también afirmaron que un desencadenante habitual del pro- blema es la anteroflexión del tronco combinada con rotación lateral. Creían que estos movimientos com- binados producen desgarros periféricos del anillo fi- broso o de la cara terminal cartilaginosa, y que esto puede causar un debilitamiento o rotura de las fibras anulares internas hasta el punto de causar la extru- sión del núcleo pulposo. Por tanto, es posible que las tensiones rotaciona- les y torsionales lesionen el disco y sus ligamentos sustentantes y no la porción interarticular. Como se expuso previamente, el disco corre un riesgo concre- to cuando la columna vertebral soporta movimientos de flexión y giro que se producen con rapidez y se acompañan de esfuerzos extremos. En adultos madu- ros los daños discales son la causa predominante de lumbalgia. Aunque las lesiones discales se observen también en deportistas jóvenes, su tasa de incidencia es menor que en la porción posterior del segmento móvil, como ya se ha dicho (p. ej., lesiones interapo- fisarias, espondilólisis y espondilolistesis) (18). Saal y Saal (17) encontraron que el golf, el tenis y el entrenamiento con pesas son las actividades de- portivas más frecuentemente asociadas con proble- mas discales, con un mecanismo habitual de insu- ficiencia en el control de la rotación del tronco. También afirmaron que la susceptibilidad a las lesio- nes discales aumenta con desequilibrios vertebrales y con déficits de la movilidad vertebral, de la flexibili- dad de las extremidades inferiores, de la fuerza del tronco, la resistencia muscular, el nivel de forma físi- ca y su adecuación al deporte, de la capacidad de es- tabilización dinámica y de la biomecánica de las ar- ticulaciones periféricas (es decir, pie, tobillo, rodilla, cadera y hombro). También identificaron el calenta- miento, la recuperación activa, el equipamiento, la forma física previa, y la técnica y la instrucción como déficits deportivos habituales relacionados con estos tipos de lesiones (17). CONSIDERACIONES GENERALES SOBRE LA REHABILITACIÓN Se han identificado dos principios fundamentales de la rehabilitación relevantes para la prevención de le- siones: (a) el control de la columna lumbar en todos los movimientos y (b) el desarrollo de la fuerza nece- saria para controlar estos movimientos. Es básico para lograr el control muscular de los movimientos de la columna adecuar el grado de movilidad (ROM) del tronco y sus articulaciones periféricas adyacentes (vé- ase el cap. 2). Es especialmente importante en el ám- bito del deporte, porque le son propios los extremos de movilidad (voluntarios o involuntarios) (19). Deben modificarse las destrezas específicas del deporte para asegurar que los movimientos sean «se- guros para la columna»; tal vez esto despierte dudas y oposición en los deportistas que han logrado el éxi- 102 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 102 to ejecutando aquéllos a su modo (19). Por ejemplo, los deportistas pueden tener que aprender a moverse más con las articulaciones de las extremidades infe- riores que con la columna lumbar. La anteroflexión del tronco con la articulación coxofemoral (bisagra de las caderas) puede reemplazar en parte la flexión lumbar, pivotando sobre una articulación periférica que sustituya en parte los movimientos de rotación y torsión, o moviendo la cadera en abducción para re- emplazar la lateroflexión del tronco (19). Estas habi- lidades se incorporan a las actividades diarias y final- mente a las actividades específicas del deporte. DEPORTES ESPECÍFICOS Por motivos de conveniencia, los mismos titulares apa- recen en la mayoría de las secciones. A la introduc- ción, en la que se expone brevemente la epidemiolo- gía, le siguen apartados sobre el papel respectivo de la mecánica (discos, articulaciones interapofisarias, arco vertebral), y luego la fuerza y flexibilidad. Béisbol Los estudios que examinan la incidencia y distribu- ción de las lesiones de béisbol son limitados a pesar de la popularidad y gran número de participantes a todos los niveles. (Aunque no se han hallado infor- mes relevantes sobre el softball y el tipo de lanza- mientos, difieren mucho entre ambos deportes; la mecánica del bateo y los lanzamientos es la misma.) Las lesiones de columna en el béisbol pueden produ- cirse por deslizamientos con la cabeza primero, giros repentinos, una mecánica incorrecta de balanceo o descargas repentinas de actividad muscular (20). Mc- Farland y Wasik (21) investigaron la incidencia de las lesiones, su inicio, localización, tipo y gravedad en un equipo universitario de béisbol. La incidencia de las lesiones de tronco o espalda fue un 15%, suman- do el 17% del tiempo total perdido por las lesiones; las lesiones se diagnosticaron en la porción superior de la espalda, la columna, la región lumbar, las cos- tillas, el esternón y el cóccix. Los diagnósticos más habituales fueron distensiones de los músculos de la espalda y espondilólisis. En sus análisis a lo largo de 3 años se trató la lumbalgia de 12 jugadores y 6 estu- vieron tiempo sin practicar el béisbol. Los autores es- tablecieron que la definición de la lesión por el tiem- po perdido o por la alteración de la participación in- fravaloraba la incidencia real de las lesiones. Consideraciones mecánicas generales. El bateo y los lanzamientos generan fuerzas de rotación que tal vez afecten a la integridad de los discos lumbares y sus elementos posteriores (Figura 5-2). Existe también la preocupación por causar un efecto en cascada por el cual las estructuras adyacentes se vuelvan propensas a las lesiones (19). Los lanzadores y bateadores noveles pueden ser especialmente vulnerables a estas lesiones, porque la musculatura del tronco no se ha preparado convenientemente para desacelerar las fuerzas de ro- tación que se transmiten por la columna lumbar. Mecánica del bateo. Watkins (20) registró la activi- dad electromiográfica de la musculatura del tronco de jugadores profesionales de béisbol mientras bate- aban. El glúteo mayor de la porción posterior de la pierna fue el músculo desde las piernas al tronco que mostró una intensidad máxima en la generación de fuerza durante las fases previa e inicial del balanceo. Aunque los músculos abdominales se mostraron acti- vos durante la fase de balanceo, el erector de la co- lumna exhibió una mayor intensidad en las fases sub- siguientes del balanceo. Los músculos oblicuos del abdomen se identificaron como los más importantes transmisores de la fuerza rotatoria del tronco. En rea- lidad, la mecánica del bateo comienza con la coor- dinación de los músculos oculares; si el deportista no mira correctamente o sopesa erróneamente el lanza- miento, las caderas pueden abrirse demasiado pron- to, quedándose el bate y tronco por detrás de las pier- nas; esto produce una tensión de torsión repentina sobre la columna lumbar (20). Mecánica de los lanzamientos (béisbol). Watkins (20) afirmó que, durante la fase de armado de un lan- zamiento, el grado de extensión del tronco puede causar una lesión de los elementos posteriores si la musculatura abdominal no está bien desarrollada ni se recluta para controlar este movimiento. Reparó en que algunos lanzadores novatos carecían de la nece- saria coordinación para prevenir la fatiga y mantener un patrón reproducible en los lanzamientos; también observó que, una vez fatigados, aumentaba el grado de lordosis lumbar. Al aumentar la lordosis, el cuerpo quedaba por detrás del punto en que debería estar 103CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 103 durante el lanzamiento; por tanto, el brazo también se quedaba atrás y el lanzamiento resultaba demasia- do alto (20). Si los músculos abdominales fueran más fuertes y tuvieran más resistencia, sería más fácil con- trolar la posición de la pelvis.Mecánica de la devolución. La flexión repetitiva, la flexión en bipedestación en una posición a la espera y los períodos relativos de inactividad son habituales en estos jugadores. Para reducir el momento de torsión en técnicas biomecánicamente correctas de levantamien- to, los jugadores de campo deben flexionar las rodillas y mantener el guante y la pelota cerca del cuerpo. Los receptores en particular son propensos a las lesiones discales por flexión repetitiva, sobre todo si se doblan por la cintura en vez de flexionar las rodillas (19). La persistencia en una buena postura ayuda a controlar las lesiones de este tipo; sin embargo, controlar otras sobrecargas es mucho más difícil. Por ejemplo, los lan- zadores suelen practicar repentinos movimientos de torsión y giro extremos de la columna lumbar al tratar de capturar la pelota o hacer el lanzamiento (20). Ade- más, capturar una pelota cuando se ha perdido el equilibrio o por encima de la cabeza puede gene- rar una hiperextensión aguda de la columna lumbar, lo cual predispone los elementos posteriores a lesio- narse. Fuerza y flexibilidad. El bateo requiere una canti- dad considerable de rotación coxal para acomodar el ROM necesario para las fases de balanceo y acelera- ción. Desarrollar la fuerza de los músculos de las ex- tremidades inferiores ayuda a asegurar un mayor em- pleo de las piernas, lo cual, teóricamente, reduce la necesidad de generar excesiva fuerza con los múscu- los del tronco. La acción de bisagra de las caderas, más que la flexión del tronco, sitúa los extensores de la cadera en posición óptima para lograr este objeti- vo; al hacer hincapié en la movilidad completa y la fuerza de los extensores y rotadores de la cadera, se 104 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 5-2. La columna puede soportar tensiones de torsión durante (A) el bateo y (B) los lanzamientos. (Por cortesía de Vol Sports Information Office, University of Tennessee, TN.) A B Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 104 deriva más fuerza para la fase de balanceo y se redu- ce al mismo tiempo la excesiva rotación lumbar (19). En los lanzamientos, la coordinación muscular y la fuerza del tronco deberían ser el foco de atención en los entrenamientos para prevenir y curar lesiones (20). La fuerza del tronco, cadera y muslos facilita un movimiento sincrónico entre las extremidades supe- riores e inferiores, y una desaceleración controlada del tronco durante los movimientos de rotación. Es importante hacer hincapié en la rotación externa completa del brazo del lanzamiento para que ejecu- te el movimiento completo con extensión lumbar mí- nima. Como sea que es necesario invertir con rapi- dez la contracción excéntrica a una contracción concéntrica para iniciar el lanzamiento, Garges y otros (19) han subrayado la importancia de fortalecer los músculos abdominales. Recomendaron que el entrenamiento con balón medicinal comenzara en decúbito supino y que fuera en progresión hasta practicarlo de pie. En decúbito supino, el deportista ejecuta una flexión parcial de abdominales mientras lanza el balón por encima de la cabeza a un compa- ñero. Esta posición se mantiene al coger el balón por encima de la cabeza con control excéntrico durante la desaceleración hasta la posición inicial en decúbi- to supino. La clave es una rápida inversión de la con- tracción excéntrica a concéntrica mientras se lanza de nuevo el balón, manteniendo la columna en una postura neutra (19). Cuando se desarrolla un buen control, la misma actividad puede practicarse de pie. Aprender a usar los pies y las caderas para pivotar con rapidez favorece el cambio veloz de dirección que nos permita incorporarnos tras tirarnos en plan- cha a coger una pelota o hacer un rápido lanzamien- to arrodillados con una pierna sin perder la postura neutra de la columna. También se recomienda un programa pliométrico para la fuerza para que los ju- gadores aprendan a aterrizar bien con o sin equili- brio. En este caso, el énfasis se pone en el control ex- céntrico de las caderas, rodillas y tobillos (19). La preparación física preventiva de los jugadores de campo comprende aprender a ponerse en cucli- llas para recuperar una pelota que rueda por el suelo en vez de doblarse por la cintura con las rodillas ex- tendidas. De forma similar a las técnicas para levan- tar pesos, se recomienda a los deportistas flexionar las rodillas y mantener el guante y la pelota cerca del cuerpo; esta sencilla maniobra protege la columna vertebral (20). No obstante, la capacidad de trabajo en anteroflexión del tronco exige el desarrollo de ma- yor fuerza proporcional en el grupo de músculos cuádriceps; de lo contrario, la espalda sufrirá una tensión si las piernas son débiles (20). Baloncesto Herskowitz y Selesnick (16) afirmaron que las lesio- nes de espalda son muy habituales en los jugadores de baloncesto. Un análisis rudimentario sugiere que el baloncesto requiere correr, regatear, saltar, aterri- zar, hacer giros y fintas y mantener contacto físico (Figura 5-3). Minkoff y otros (22) encontraron que en los jugadores de la National Basketball Association de la temporada 1989-1990 las lesiones de rodilla y tobillo fueron el número uno y dos, respectivamente; las lesiones de la región lumbar ocuparon el tercer lugar y sumaron en torno al 7% de todas las lesiones. Durante la temporada de 1990-1991, Minkoff y otros repararon en que las lesiones de la región lumbar lle- garon a casi el 9% de las lesiones. En un estudio retrospectivo de 5 años sobre juga- doras de baloncesto en el Australian Institute of Sport, Hickey y otros (23) hallaron que las lesiones de la co- lumna lumbar fueron las segundas en frecuencia (11,7%). La lumbalgia mecánica o relacionada con las articulaciones interapofisarias sumó el 6,3% de todas las lesiones diagnosticadas y el 53,8% de todos los diagnósticos sobre la región lumbar. El segundo diag- nóstico más frecuente fue dolor discógeno (11,5%). Los investigadores sugirieron que la elevada inciden- cia de lesiones lumbares en su estudio podría deberse a la naturaleza selectiva del equipo y al énfasis im- puesto en el entrenamiento de la fuerza y con pesas. Tall y DeVault (24) citaron un estudio de longevi- dad sobre 325 jugadores profesionales de baloncesto durante la temporada 1984-1985 en la NBA. En este estudio se identificaron las posiciones de pívot y ale- ro como las de más riesgo para sufrir lesiones de es- palda; la mayor altura de estos jugadores podría ser una razón de este dato. Consideraciones mecánicas generales. Desde una perspectiva puramente mecánica, una persona de biotipo mesofórmico con una altura despropor- cionada por su esqueleto axial realiza más movi- 105CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 105 mientos de giro por encima de su centro de gravedad que una persona con más «brazos y piernas». En ge- neral, las personas más altas tienen más lumbalgia que las de menor tamaño. Lesiones de los elementos posteriores. Los defec- tos de la porción interarticular pueden causar dolor unilateral, siendo mayor la gravedad en las posturas de hiperextensión (Figura 5-3); no obstante, los sínto- mas pueden agudizarse con movimientos de rotación (16). Herskowitz y otros (25) afirmaron que la estenosis vertebral ocurre con más frecuencia en deportistas, más altos que la población en general; a veces, esta patología se acompaña de síntomas radiculares. Lesiones de los elementos anteriores. Algunas personas especialmente altas pueden adoptar «pos- turas encorvadas» en su juventud por culpa de la al- tura. Nachemson (26) demostró que estas posturas suponen una tensión para los discos de la columna lumbar. Brady y otros (14) pensaban que el empleo inadecuado del Leaper (Strength/Fitness Systems, Independence, MO) era el responsable de algunas lesiones lumbares en jóvenes jugadores de balon- cesto. Estos investigadores afirmaron que la colum- na experimenta tensiones de tipo compresivo si los tirantesde la camiseta no están en contacto con los hombros. Al igual que en la mayoría de los depor- tes, el empleo inadecuado del equipamiento o las técnicas incorrectas para levantar pesas también pueden ser los responsables de algunos problemas lumbares. Fuerza y flexibilidad. Las posturas hiperlordóticas e hipolordóticas pueden deberse a la tirantez de los fle- xores de la cadera o de los isquiotibiales, respectiva- mente. Como se hizo hincapié en el capítulo 2, un ROM de la articulación iliofemoral bueno puede ser una protección eficaz contra la lumbalgia. Como en cualquier programa de rehabilitación, lo mejor para el jugador de baloncesto es contar con fuerza en los músculos laterales del abdomen para proteger el tronco y contrarrestar las tensiones rotacionales. Esto no quiere decir que no sean importantes los múscu- los de la columna; al contrario, se ha afirmado que el fortalecimiento de la espalda es ignorado con fre- cuencia en los jugadores de baloncesto (25). Fútbol americano El fútbol americano ofrece muchas oportunidades para distintos tipos de lesiones lumbares. Las tensio- nes repetitivas de flexión, extensión y torsión de la columna lumbar predisponen a estos deportistas a las lesiones (9). Además, la naturaleza de contacto y cho- que de este deporte genera impactos y sobrecargas en gran variedad de direcciones; por tanto, el tipo de lesión de la columna lumbar depende no sólo del punto de impacto, sino también de la dirección y magnitud de la fuerza. Se ha calculado que hasta el 30% de los jugadores de fútbol americano pierden minutos de juego por la lumbalgia (4). 106 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 5-3. En el baloncesto, la columna soporta sobrecargas de muy distintos modos. En esta fotografía, el jugador atacante salta en hiperextensión para lanzar a canasta. (Por cortesía de Lady Vol Media Relations Office, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 106 Consideraciones mecánicas generales. Factores inherentes a la posición en el campo sugieren que los hombres de línea interiores son los más propensos a tener problemas lumbares (9, 12, 27). Por ejemplo, para tener éxito en ataque o defensa, el hombre de lí- nea debe superar a su oponente. La columna verte- bral de los jugadores que pierden en estos enfrenta- mientos suele adoptar posturas comprometidas (Figura 5-4). Si la carga es simétrica, la compresión en extensión puede causar dolor en las articulaciones interapofisarias y tensión del arco vertebral. La carga repetitiva de los elementos posteriores al levantarse de la posición inicial baja a la postura de bloqueo crea un riesgo predisponente de lesión en los hom- bres de línea (9). Por la misma naturaleza del depor- te, es más habitual que se produzcan cargas asimétri- cas; por lo que también constituye un factor algún grado de tensión torsional. Hay otros ámbitos del deporte que suponen un riesgo para los deportistas. Garges y otros (19) propu- sieron que tratar de interceptar un pase mientras un contrario te golpea puede forzar la columna vertebral a adoptar una repentina hiperextensión, momento en que es más vulnerable. Esta posición pone la muscu- latura abdominal casi al máximo en la producción de fuerza excéntrica, dejando al deportista incapaz de proteger y estabilizar la columna lumbar ante un au- mento de la extensión. Si los músculos abdominales son débiles, el problema puede ser doble. Lesiones de los elementos posteriores. Se ha calcu- lado que el 50% de los hombres de línea interiores su- fre espondilólisis (28). McCarroll y otros (29) creían que la génesis del problema se iniciaba en la adoles- cencia. Algunos creen que el empleo del trineo para bloqueos puede causar espondilólisis (7). También es posible que una técnica poco refinada en el levanta- miento de pesas sea un desencadenante del problema. En teoría, un problema lumbar puede ser el resultado de sobrecargas en un solo partido, si bien es más pro- bable que sea producto de sobrecargas repetitivas en el tiempo, y que un partido exacerbe la estructura de por sí lesionada. En la espondilólisis y la espondilolis- tesis la estructura es la porción interarticular. Esta por- ción de una vértebra (fig. 5-1) corre el riesgo de sufrir movimientos de rotación e hiperextensión forzados. Lesiones de los elementos anteriores. Volvamos al ejemplo de un hombre de línea atacante; si su co- lumna vertebral se ve forzada a adoptar hiperexten- sión mientras bloquea al defensa, tendrá que ab- sorber una gran fuerza de cizallamiento. Como el eslabón más débil de la columna son las carillas ver- tebrales, en deportes como el fútbol americano, Bar- ber (12) elaboró la hipótesis de que los problemas discales surgen cuando una fuerza de cizallamiento separa la cara terminal cartilaginosa de su inserción vertebral. Cuando la cara terminal se lesiona, mate- rial del núcleo pulposo entra en el cuerpo de la vér- tebra adyacente. A medida que el disco pierde mate- rial nuclear, se vuelve menos estable y se producen fisuras en el anillo. La tensión adicional ejercida so- bre el anillo dañado aumenta la debilidad de sus pa- redes y la consiguiente inestabilidad. Lo que empezó siendo una fractura de la carilla vertebral acaba en inestabilidad y degeneración del segmento móvil. El uso del trineo para bloqueos aparece en el estudio como un factor causal de la lesión de los elementos posteriores (7); sin embargo, también parece haber el mismo tipo de problema que sufren los jugadores de baloncesto que usan el Leaper (14). En el fútbol ame- ricano el problema puede estar relacionado con la movilidad que se confiere al trineo. Se ha relaciona- do un ortostatismo incorrecto sobre tres puntos, la supresión de la lordosis lumbar y la flexión de los hombros al golpear a un jugador contrario se han re- lacionado con la multiplicación de la presión intra- discal y con el riesgo potencial de sufrir una rotura dis- cal (19). 107CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-4. Un hombre de línea puede sufrir hiperextensión forzada si no es capaz de controlar la fuerza de su oponente. (Por cortesía de Football Time in Tennessee.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 107 Fuerza y flexibilidad. La flexibilidad es un aspecto que debe tenerse en cuenta en la prevención de las lesiones lumbares de los jugadores de fútbol ameri- cano y puede ser importante para la rehabilitación. Como hemos subrayado a lo largo de este libro, si los flexores de la cadera (p. ej., el psoas y el ilíaco) o los extensores de la cadera (p. ej., isquiotibiales) están tensos, la musculatura del tronco no puede controlar la conducta de la pelvis. Por eso, si un jugador mues- tra tirantez en los isquiotibiales, puede estar trabajan- do cerca del ROM final en la rotación posterior de la pelvis: en este caso, la musculatura de la articulación coxofemoral tiene muy poco margen para ceder y gi- rar la pelvis anteriormente si sufriera la acción de una sobrecarga imposible de contrarrestar. Volviendo al ejemplo de los bloqueos o placajes, si el defensor su- pera el placaje del atacante con los isquiotibiales tensos, algo tendrá que absorber la energía de esta sobrecarga. Si las estructuras musculotendinosas que cruzan la articulación coxofemoral no ceden, las es- tructuras de partes blandas de la columna (p. ej., las cápsulas de las articulaciones interapofisarias, los li- gamentos supraespinosos) pueden verse obligadas a absorber estos factores tensionales; obviamente, no es lo deseable. El objetivo principal de un programa de preven- ción o rehabilitación es «conseguir un control muscu- lotendinoso adecuado de las fuerzas en la columna lumbar para eliminar las lesiones repetitivas en los discos intervertebrales, articulaciones interapofisarias y estructuras afines» (9, p. 145). El énfasis consiste en hacer ejercicios específicos para la estabilización lumbar que incorporen fusión muscular para proteger los segmentos móviles de los microtraumatismos y cargas excesivas (9). Lafusión muscular es otro térmi- no que se emplea a veces para describir lo que suce- de cuando los músculos agonistas y antagonistas del tronco experimentan contracciones simultáneas para proteger y estabilizar la columna vertebral. Day y otros (30) afirmaron que los programas de entrenamiento muchas veces no ponen suficiente in- terés en el fortalecimiento de los músculos abdomina- les y el estiramiento del área lumbar. Idealmente, los programas de entrenamiento de la fuerza fuera de temporada deberían preparar a los deportistas para los tipos de tensiones que puedan sufrir. Siendo iguales otras cosas, las personas que ejerzan más potencia (p. ej., con una buena técnica y con fuerza) que la oposi- ción absorberán las fuerzas con más eficacia y serán menos propensas a las lesiones lumbares. Los músculos de las extremidades que cabe con- siderar más importantes para los jugadores de fútbol americano son las piernas, caderas y todos los múscu- los de la cintura escapular y los brazos. Sin embar- go, la potencia y velocidad de las extremidades sur- gen de un centro poderoso que comprende los flexores y extensores de la columna. Aunque dudosamente pasarían desapercibidos los músculos abdominales laterales, se afirma que son especialmente importan- tes. Por ejemplo, los grandes brazos de momento de los músculos oblicuos externos e internos y transver- sos del abdomen permiten ejercer a éstos un podero- so momento antirrotación que ayuda a los deportistas a oponer resistencia a las tensiones de rotación y ci- zallamiento. Estos tipos de tensiones son especial- mente endémicas en el juego en línea. Desde una perspectiva mecánica, las conexiones de los múscu- los laterales del abdomen en la fascia toracolumbar también permiten a estos músculos desempeñar un papel clave en la estabilización y protección de la columna, y en la resistencia a fuerzas en todos los planos; la mecánica específica de este fenómeno se describe en el capítulo 1. Sin embargo, cuanto más eficazmente estabiliza el jugador la columna y pre- viene la hiperextensión excesiva y las sobrecargas de torsión y cizallamiento, menos posibilidades hay de que se produzca una lesión. Esto guarda relación con la fuerza de los jugadores de fútbol americano. En las figuras 5-5 y 5-6 se muestran dos ejercicios para for- talecer los músculos laterales del abdomen. Las destrezas buscadas en el béisbol (lanzamientos, atrapar la pelota en el aire, cambios de dirección y ti- rarse en plancha) también son esenciales para el fútbol americano; sin embargo aquí se requiere más estabili- dad para bloquear y golpear, y para absorber las fuerzas de contacto esperadas e inesperadas (19). El balón me- dicinal se emplea para elaborar un programa progresi- vo para absorber el impulso, donde el impulso del ba- lón se absorbe estabilizando la columna en una posición neutra. Las extremidades inferiores también reciben una carga excéntrica simultánea durante estos ejercicios. Cambiar la dirección en que se lanza el ba- lón al cuerpo o se captura en el aire puede aumentar el reto. Los cambios de dirección, los movimientos latera- les, y los bloqueos y planchas deberían trabajarse con una postura neutra de la columna vertebral (19). 108 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 108 Existe un punto que debe subrayarse respecto a la dinámica del fútbol americano. Aunque pueda ha- cerse un análisis de las distintas exigencias que so- porta la columna, y los programas de entrenamiento se conciban para afrontar estas sobrecargas, el rendi- miento en el campo es un proceso completo que de- safía esta sencilla fragmentación. Dicho de otro mo- do, aunque los requisitos de las distintas posiciones en el campo podrían analizarse y adjudicar ejercicios con pesas pensados para contrarrestar las tensiones, este entrenamiento ha de formar simplemente parte de la estrategia habitual para desarrollar la fuerza de los jugadores. Podría parecer que las actividades del 109CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-5. Levantar pesas mientras se mantiene el equilibrio sobre un balón medicinal exige una buena propiocepción para estabilizar el tronco, y parece ser más específico para algunos requisitos del fútbol americano y otros deportes. Este ejercicio de rotación del tronco es bueno para desarrollar la fuerza del tronco. Figura 5-6. El ejercicio de abdominales oblicuos requiere aún más propiocepción que el ejercicio de la figura 5-5. Este ejercicio desarrolla también la fuerza del tronco. Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 109 entrenamiento que cuentan con el grado más alto de especificidad respecto a las tensiones soportadas en el campo de juego son las que proporcionan más se- guridad contra las lesiones. Golf La lumbalgia es una lesión habitual relacionada con el golf en los aficionados (31, 32). En una encuesta realizada a 461 golfistas amateurs, Batt (33) describió que los problemas de espalda constituían casi la mi- tad de las dolencias. La región lumbar es también el área sintomática más frecuente entre los golfistas va- rones de la Professional Gold Association; Duda (34) informó de que el 90% de las lesiones en competi- ción de los golfistas profesionales afectaba a las co- lumnas lumbar o cervical. En la Ladies Professional Golf Association (LPGA), las lesiones de columna ocupan el segundo lugar, siendo la lesión de muñeca la más frecuente (35). Sin embargo, debe repararse en que las fracturas por tensión en las costillas de los golfistas se diagnostican a veces incorrectamente co- mo distensiones de espalda (36). Consideraciones mecánicas generales. Graco- vetsky (37, 38), al describir su noción sobre el «motor vertebral», demostró que un hombre sin piernas que caminara sobre las tuberosidades isquiáticas genera- ba prácticamente los mismos patrones de movimien- to en la columna que un hombre con piernas. El con- cepto del motor vertebral es importantísimo para el swing del golf porque depende de un cuerpo muy ar- queado con el fin de acumular potencia para la ace- leración máxima de la cabeza del palo en el momen- to del impacto (35). Por ejemplo, un buen golfista puede generar una velocidad en la cabeza del palo de aproximadamente 160 km por hora en menos de dos décimas de segundo (39); esto, obviamente, puede someter la columna lumbar a cargas rápidas, comple- jas e intensas. Sin embargo, los golfistas profesionales suelen ser más eficaces y consistentes con el patrón de su swing, lo cual reduce las fuerzas que soporta el tronco (40). Debido a una mala mecánica del swing, los aficionados suelen generar cargas mayores sobre la columna lumbar que los profesionales (33, 35). Batt (41) halló que los aficionados trataban de generar más potencia con los brazos, mientras que los profesiona- les lo hacían con las caderas y piernas desplazando para ello el peso corporal. Esto explica la afirmación de que los profesionales generan más velocidad con el palo que los aficionados, pero nunca a expensas de un aumento de las cargas sobre la columna (42). El balanceo de la espalda es el punto en que co- mienzan muchos problemas referidos a las lesiones. Se compone de un movimiento de giro y torsión pa- ra generar tensión. Empezando en el tobillo y ascen- diendo por la cadena cinética, la torsión y el giro se producen en distintas direcciones. Se recomienda una aceleración uniforme donde el momento sea creado gradualmente por las articulaciones; interrum- pir bruscamente la fase de acompañamiento del palo es otra fuente de lesiones (43). Idealmente, el swing del golf debe concluir con la columna en una postura neutra (ni muy flexionada ni muy extendida). Un error corriente consiste en recurrir más a la flexión de la columna que a la acción de bi- sagra de la articulación coxofemoral para mover el cuerpo sobre la pelota (Figura 5-7). Esto altera la pos- tura neutra de la columna, cambiando su centro de gravedad y limitando el grado de rotación del tronco (40). Además, si se flexionademasiado la columna, aumenta la distracción entre las apófisis articulares superiores e inferiores; esto inicia el proceso de dis- tensión de las articulaciones interapofisarias y los desgarros anulares de los discos. Sin embargo, cuan- do se emplea un correcto efecto de bisagra de las ca- deras con la columna en postura neutra, el centro de gravedad se mantiene estable y las fuerzas de com- presión se transfieren a los pies. Esto mejora el equi- librio y la movilidad vertebral, y proporciona una buena base con la que generar el swing del palo (40). La fuerza, el equilibrio, una postura correcta y la flexibilidad son los componentes esenciales de un swing mecánicamente seguro. La potencia se genera en el tronco, y los músculos de la cadera y el tronco transmiten esta potencia y velocidad. El swing que antes se enseñaba en forma de C invertida es dañino y biomecánicamente ineficaz porque desequilibra al golfista y reduce la potencia obtenida del tronco y las caderas (20). Usar los grandes músculos del tronco para generar la potencia y velocidad necesarias, y mantener la columna lumbar en una postura o am- plitud neutra durante el swing no sólo mejora la po- tencia sino que también reduce la tensión sobre la columna lumbar (20). 110 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 110 Lesiones de los elementos posteriores. Aunque la lumbalgia en el golf pueda ser secundaria a la rota- ción de la columna lumbar al final del balanceo de la espalda, con frecuencia se produce al enderezar la es- palda y durante la hiperextensión en el balanceo an- terior y acompañamiento del palo (35). Suele ser de- seable un acompañamiento alto y completo del palo, pero, para lograr esta postura en C invertida, la co- lumna lumbar debe girar mientras está en hiperex- tensión; esto puede generar tensión en los elementos posteriores e inducir cambios degenerativos (41). El uso excesivo y una mala mecánica durante la fase de acompañamiento son las causas más probables de le- siones interapofisarias lumbares en los golfistas; con el balanceo repetitivo e incorrecto, las articulaciones interapofisarias lumbares soportan fuerzas anormales en la región lumbar (36). El control del tronco es más fácil con un swing compacto, y reducir el balanceo de la espalda y el acompañamiento del palo son dos formas de lograr este objetivo. Sin embargo, el precio de la reducción de la tensión sobre la columna es que disminuye la potencia y la distancia. Lesiones de los elementos anteriores. La torsión aumenta la presión intradiscal; si la rotación supera los límites del ROM, pueden producirse desgarros circunferenciales en el anillo fibroso. En el putting, la postura suele ser «encorvada hacia delante», con una mínima o nula curva lordótica de la columna lumbar. Nachemson (26) demostró gráficamente el aumento de las presiones intradiscales en la postura de antero- flexión del tronco en bipedestación; por tanto, una sesión larga de putting podría ser particularmente es- tresante para la columna. El golfista que da el golpe inicial con las piernas extendidas está aumentando la tensión sobre la columna. Wallace y Reilly (44) demostraron que la simula- ción de los movimientos de golf aumentaba más la constricción de la columna (pérdida de altura de los discos intervertebrales) que un programa destinado a imitar el recorrido de los hoyos. Sus datos remitieron al grado en que se producen las cargas físicas y fisio- lógicas adicionales por llevar los palos de golf duran- te una tanda simulada de más de nueve hoyos. Sin embargo, se sugirió que las cargas compresivas no eran una fuente importante de tensión de los golfistas recreativos. Fuerza y flexibilidad. La fuerza y flexibilidad deben aumentar para una activación eficaz de los músculos y para el ROM, necesarios para completar el swing con seguridad y eficacia (40). Los ejercicios que parecen ayudar a los golfistas son los que les permiten mantener la columna en una postura neutra. Sin embargo, antes de poder conseguir una postura neutra para la colum- na, el golfista debe tener un ROM adecuado en la arti- culación coxofemoral. El ROM completo de espalda, caderas, isquiotibiales y hombros, y el fortalecimiento de la espalda, caderas, piernas, hombros y muñecas permiten golpes más explosivos durante un período de tiempo más largo y sin fatiga (36). Una vez logrado el ROM completo, debe darse prioridad a los ejercicios 111CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-7. En esta fotografía, una ligera flexión de las rodillas y caderas exige mayor flexión de la columna para aumentar la tensión torsional. Idealmente, la columna debe permanecer en una postura más neutra que la que se aprecia en esta imagen. (Por cortesía de Vol Sports Information Office, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 111 que fortalecen los músculos del tronco, con especial atención a los músculos que lo hacen girar. El interés estriba en fortalecer los músculos clave responsables del control del tronco (oblicuos internos y externos, transverso del abdomen, transversos espinosos, erector de la columna, cuadrado lumbar y psoas mayor). Estos músculos generan un momento antitorsión que con- trarresta las fuerzas rotacionales. El efecto neto es una reducción de las fuerzas de cizallamiento sobre la co- lumna durante el swing del golf (40). También es im- portante el desarrollo de la fuerza y flexibilidad de las extremidades superiores. Otras consideraciones. La resistencia y forma física aeróbica de los músculos puede pasarse por alto en los golfistas (31, 33, 36, 42, 45). Los músculos cansa- dos tardan más en adaptarse a los cambios en la car- ga; esto deriva en una compensación y, tal vez, en malas posturas, con aumento de cargas anormales sobre la columna (36). Dado que el énfasis en el golf se pone en la destreza y finura de los golpes, la ele- vada tasa de lesiones lumbares en los golfistas podría relacionarse con frecuencia con el grado de forma fí- sica general y con la preparación aeróbica (45). Gimnasia deportiva En un estudio dirigido por Caine y otros (46), se encon- tró que la parte del cuerpo que se lesionaba con más frecuencia en la gimnasia deportiva femenina de com- petición fue la muñeca; sin embargo, la segunda lesión más frecuente fue la región lumbar. La mayoría de estas lesiones gimnásticas se clasificaron como lesiones por uso excesivo o por sobrecarga repetitiva. Según Miche- lle y Word (2), los períodos de rápido crecimiento vuel- ven a las deportistas especialmente vulnerables a este tipo de lesión. Aunque el fútbol americano y la lucha li- bre a nivel de institutos y universitario se consideran de «alto riesgo», la tasa de lesiones de la gimnasia depor- tiva se acerca a este nivel (47). Además, Snook (48) pensaba que la gimnasia deportiva debe clasificarse como un deporte peligroso, porque se ha calculado que la incidencia de lumbalgia entre las gimnastas pue- de llegar al 75%. Aunque la mayoría de los estudios so- bre gimnasia deportiva se centran más en la lumbalgia de las mujeres que en la de los hombres, un estudio documentó que los gimnastas padecían el doble de casos de degeneración discal que los hombres del gru- po de control (49). Los ejercicios de suelo son responsables de la ma- yoría de las lesiones de la gimnasia deportiva femeni- na, seguidos por la barra de equilibrios, las barras asi- métricas y el potro (50). No obstante, no se tuvo en cuenta en esta ecuación el tiempo pasado en cada prueba y el nivel de dificultad de la competición. Los gimnastas de elite tienen una tasa mayor de lesiones que los gimnastas con menos destreza (47, 51, 52); sin embargo, (a) se espera que practiquen más que los gimnastas que no son de elite y (b) tiene sentido que los gimnastas de elite practiquen movimientos de más riesgo que los otros. Por tanto, las oportunidades de exponerse a lesiones son mayores que para los gim- nastas normales respecto a las horas de práctica, al igualque el factor de riesgo de los ejercicios acrobáti- cos. Los datos epidemiológicos respaldan esta idea porque se ha descrito que los gimnastas de clase I de la United States Gymnastics Federation tienen casi 5, 11 y 25 veces más lesiones que los gimnastas de clase II a IV, respectivamente (49). Además, Caine y otros (46) hallaron que los gimnastas de elite practican 5,36 días por semana una media de 4 a 5 horas diarias. Aunque Tsai y Wredmark (53) señalaron que los gim- nastas de elite con estudios no tenían más problemas de espalda que los controles emparejados por la edad, esos gimnastas sólo entrenaron 10 horas por semana. Consideraciones mecánicas generales. Las tensio- nes que soporta la columna en la gimnasia deportiva son múltiples. Las tensiones pueden ser específicas de una prueba o generarse en varias pruebas. Lesiones de los elementos posteriores. Un tipo principal de tensión en la columna son los ejercicios rutinarios que exigen extensión en hiperlordosis, co- mo la que se produce al bajar de los aparatos. Esto desplaza la carga de la porción anterior de los seg- mentos móviles (es decir, el disco y el cuerpo verte- bral), que es más fuerte, a la porción posterior más débil (es decir, la porción interarticular y las articula- ciones interapofisarias). La tensión sobre la porción interarticular también puede deberse a las maniobras habituales de flexión e hiperextensión de los saltos e hiperextensiones lumbares (fig. 5-8). En gimnasia de- portiva, la flexión, extensión e hiperextensión repe- titivas de la columna lumbar predisponen a los atle- 112 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 112 tas a fracturas por fatiga de la porción interarticular (8); los estirones de crecimiento de la adolescencia (8 a 14 años de edad) son un período especialmente crí- tico para estas lesiones (46, 49). Traumatismos repe- tidos como éste podrían ser muy bien los responsa- bles de la prevalencia casi cuatro a cinco veces mayor de espondilólisis en las gimnastas respecto a las mujeres blancas (47, 52). Ohlen y otros (54) ha- llaron una relación significativa entre la lordosis y los síntomas de lumbalgia, y repararon en el mayor ries- go de sobrecarga de la columna durante la extensión máxima de la espalda con lordosis. Lesiones de los elementos anteriores. Este tipo de lesiones puede ser producto del impacto vertical con una reducción de la lordosis; ello genera tensión en los elementos posteriores fuertes de los segmentos móviles en actividades como los aterrizajes. Aunque los ele- mentos anteriores sean más fuertes que los posteriores, pueden producirse microfracturas en las carillas verte- brales, lo cual interrumpe su normal crecimiento (55); esto también puede derivar en la expulsión del material nuclear hacia una vértebra adyacente. Fuerza y flexibilidad. El papel tradicional de la fle- xibilidad tal vez no tenga importancia como causa de lumbalgia en los gimnastas porque éstos tienen un grado excepcional de flexibilidad. No obstante, la re- ducción de la flexibilidad por una patología como es- pondilólisis o espondilolistesis es sintomática de un problema. La tirantez de los isquiotibiales, el síntoma más habitual, se halla en hasta el 50% de los gimnas- tas con espondilólisis o espondilolistesis (10). La pos- tura carpado exige flexibilidad de los isquiotibiales, nalgas y músculos lumbopélvicos, y fuerza en los fle- xores del tronco y los flexores de la cadera (56). Los gimnastas deben estar preparados para las mu- chas horas de práctica si quieren conseguir una ejecu- ción segura y habilidosa (56). La mejora de la fuerza central ayuda a asegurar la columna vertebral y pre- viene o reduce las tensiones de rotación y torsión. Los ejercicios recomendados para el desarrollo de la fuer- za de los grupos psoasilíaco y abdominales son distin- tas flexiones de cadera y flexiones de rodilla y eleva- ciones de las piernas colgando, respectivamente. En el caso de las elevaciones de piernas, el gimnasta puede empezar levantándolas con las rodillas flexionadas y pasar luego a extender una pierna cada vez y terminar elevando las dos piernas extendidas (56). Deportes de raqueta La incidencia de lumbalgia y lesiones en los deportes de raqueta difiere según el deporte en cuestión. El de- 113CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-8. La columna vertebral de los gimnastas suele soportar tensiones extremas. La hiperextensión forzada en el potro puede causar problemas como espondilólisis o espondilolistesis. (Por cortesía de Knoxville Gymnastics Training Center, Knoxville, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 113 porte de raqueta menos perjudicial para la región lumbar es el frontenis (57), seguido por el bádminton (58) y luego el squash (59). De los deportes de raque- ta, el dolor de espalda es más habitual en el tenis, con una incidencia documentada de hasta el 43% (60). En un estudio de 6 años de los United States Tennis Association Boys’ Championships (es decir, para jóvenes hasta 18 años), el 16% de las lesiones fue de espalda (61). Saraux y otros (62) hallaron pocas evidencias que relacionaran el tenis con un mayor riesgo de lumbal- gia, si bien los sujetos eran tenistas recreativos y no profesionales, el tamaño de la muestra fue pequeño y los datos se basaron más en entrevistas subjetivas que en una exploración física objetiva. Consideraciones mecánicas generales. La mayo- ría de las lesiones lumbares sufridas en deportes de raqueta son de naturaleza intrínseca y se producen al moverse hacia la pelota o al ejecutar algunos golpes (58, 60). El simple acto de doblar la cintura una y otra vez para recoger la pelota o esperar la siguiente pe- lota en juego sobre los antepiés, con el tronco flexio- nado hasta el punto de que los hombros estén en lí- nea sobre los dedos de los pies, impone grandes demandas a la columna lumbar. Aunque la mecánica de los golpes es casi la misma en todos los deportes de raqueta, difieren el tiempo en- tre uno y otro golpe y las dimensiones de la pista que debe recorrerse (61). El conocimiento de la mecánica de los golpes y su impacto sobre la columna es esen- cial para comprender la naturaleza y mecanismos de las lesiones lumbares en los deportes de raqueta. Res- pecto al tenis, Saal (63) opinaba que las mayores ten- siones lumbares se producían durante los saques o los golpes por encima de la cabeza (Figura 5-9). Si al sacar el lanzamiento de la pelota asciende por detrás del hombro del jugador, éste tiene que girar y mover la co- lumna en hiperextensión para golpear la pelota; al dar el golpe, se produce una rápida inversión de la rota- ción de la columna. Para los tenistas diestros, la co- lumna pasa rápidamente de hiperextensión y de rota- ción levógira a hiperflexión y rotación dextrógira (63). Esta combinación de hiperextensión y rotación al dar el golpe por encima de la cabeza, seguida por la fle- xión y rotación necesarias para completar el golpe, puede imponer una tensión excesiva al disco (60). La rotación vertebral que se produce en el tenis puede ejercer una gran sobrecarga de torsión sobre el disco; esto causa a veces disrupción o microtraumatismos en la porción posterior del anillo. La posición de la pelo- ta en relación con el cuerpo también puede amplificar las tensiones que soporta la espalda. Una pelota de- lante del cuerpo al sacar reduce el grado de hiperex- tensión lumbar, mientras que si está retrasada, aumen- ta la hiperextensión necesaria para ejecutar el golpe. Una pelota demasiado desplazada lateralmente au- menta la rotación y lateroflexión del tronco para poder dar el golpe (60, 64). Los golpes de derecha y revés se ejecutan con movimientos del tronco y deben producir pocos cambios de flexión y extensión, y el cambio de rota- ción durante el contacto con la pelota tiene que ser mínimo. No obstante, los movimientos que afectan a la región lumbar son rápidas rotaciones alternantes a 114 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA •EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 5-9. Una de las mayores tensiones que soporta la columna lumbar ocurre durante el saque o los golpes por encima de la cabeza. Al sacar, la tensión aumenta si (a) la pelota no se lanza lo bastante adelante o (b) los hombros y la pelvis no giran como una sola unidad. (Por cortesía de Vol Sports Information Office, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 114 la derecha y a la izquierda con los golpes de derecha e izquierda; estas voleas y el impacto transmitido por la pelota a la raqueta y el cuerpo deben absorberse (60). Al inicio del golpe de derecha (drive), los hom- bros están perpendiculares a la red; luego, se produ- ce una rotación respecto a la red de unos 30 grados para iniciar el balanceo hacia atrás de la raqueta. El golpe concluye después del enderezamiento del tronco durante la fase de acompañamiento, siendo escasa la transición de flexión a extensión (60, 63, 64). Aunque la postura con las piernas separadas en la derecha supone menos rotación para el tronco, la aceleración rotacional puede ser mayor que con las piernas más juntas (63). En el revés a una mano existe menos rotación del tronco que en el golpe de derecha durante la fase de balanceo hacia delante, porque el hombro del brazo que golpea la pelota ya está mirando a la red (63). No obstante, mientras el brazo que sostiene la raqueta cruza el cuerpo, la rotación inicial se acentúa, y el movimiento rotatorio resultante aumenta el riesgo po- tencial de una lesión lumbar (60, 64). El revés a dos manos puede imponer una tensión mayor sobre la co- lumna lumbar, porque el hombro de la mano no do- minante debe girar más durante la fase de acompaña- miento (63) (fig. 5-10). Si el jugador se estira para golpear la pelota más lejos del cuerpo con un revés a dos manos, la columna lumbar corre un mayor riesgo biomecánico, dado que la pelvis suele estar fija (65). Todos los golpes difieren en el grado de fuerza ge- nerada durante la flexión, extensión y rotación de la columna; por tanto, cada golpe puede afectar a la forma física aeróbica y a la anaeróbica (64). Un cen- tro de gravedad bajo reduce el grado de flexión lum- bar necesario para la ejecución de los golpes de de- recha y revés. Por eso, es importante la resistencia muscular de las extremidades inferiores. Por el con- trario, el jugador que mantiene las piernas muy rígi- das precisa mayor flexión lumbar para contestar las pelotas bajas; esto aumenta la sobrecarga lumbar. La flexión lumbar y la rotación necesarias para dar el golpe pueden bastar para provocar un traumatismo significativo en la columna lumbar. Otro factor que hay que considerar es que los practicantes de deportes de raqueta cargan asimétri- camente el tronco y los hombros. El hombro de la mano dominante que da el golpe y el lado no domi- nante del tronco inician movimientos poderosos, so- bre todo durante los golpes por encima de la cabeza y el saque. Además, las fuerzas que generan la pelo- ta en la raqueta y la pista en los pies se transmiten a los músculos primarios y ortostáticos y a la columna vertebral. Estas fuerzas parecen desempeñar un papel en la susceptibilidad de la columna lumbar a las le- siones en los deportes de raqueta; el interés radica en favorecer la simetría. Lesiones de los elementos posteriores. En gene- ral, las fracturas vertebrales y la espondilólisis aguda son poco habituales en los deportes de raqueta, por- que ni las cargas compresivas agudas que causan las fracturas ni las cargas amplias con hiperextensión forman parte habitual de la mecánica de los golpes de los deportes de raqueta (63). No obstante, la re- ducción de la flexibilidad en extensión de la espalda y la hiperextensión forzada y repetitiva con las vole- as por encima de la cabeza y los saques pueden irri- tar las articulaciones interapofisarias. La compresión repetitiva y los cambios hiperlordóticos afectan a las 115CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-10. Se ha afirmado que el revés a dos manos ejerce una tensión excesiva sobre la columna lumbar porque el hombro de la mano no dominante debe girar más durante el acompañamiento de la raqueta (63). (Por cortesía de Lady Vol Media Relations Office, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 115 carillas articulares; los cambios a largo plazo pueden causar estenosis vertebral. La compresión o bloqueo interapofisarios pueden producirse con la flexión y li- gera rotación del tronco, provocando que la articula- ción interapofisaria se salga de la alineación normal y desencadene un espasmo muscular reflejo (64). La compresión interapofisaria se produce igualmente durante la hiperextensión aguda, aunque los discos sanos deben prevenirla. Lesiones de los elementos anteriores. La torsión aumenta la presión intradiscal y, si la rotación supera los límites normales del ROM, tal vez se produzcan desgarros circunferenciales en el anillo. Debido a la conducta viscoelástica del tejido conjuntivo, la fuer- za rotatoria de una articulación es mayor cuando au- menta el grado de rotación axial. Esto podría explicar la capacidad de los jugadores de deportes de raqueta para aguantar la mayoría de los problemas articulares asociados con la torsión, si bien las cargas y descar- gas repetitivas, como suele ocurrir en los partidos, pueden causar la deformación gradual del disco y la distorsión de su capacidad para disipar la energía transmitida a la columna. Es posible que los practicantes de deportes de ra- queta corran un mayor riesgo de sufrir traumatismos discales porque el anillo fibroso actúa como tope ante la rotación; así sucede sobre todo en las posturas fle- xionadas. Los traumatismos discales pueden ocurrir si los músculos lumbares están desentrenados o se so- brecargan y fatigan continuamente. Ciertos golpes, so- bre todo por encima de la cabeza y los saques, au- mentan el riesgo discal de desgarros anulares por las fuerzas rotacionales repetitivas, sobre todo acompaña- das de hiperextensión (63). La flexión y rotación com- binadas del tronco, que se amplifican en el revés a dos manos, también determinan problemas de disco. Fuerza y flexibilidad. En los tenistas, la fuerza y la flexibilidad son atributos importantes. Una mala flexi- bilidad de los isquiotibiales dificulta la acción de bi- sagra de la articulación iliofemoral, lo cual aumenta la tensión sobre la columna lumbar y provoca una so- brecarga repetitiva al final del ROM. Como ya se ha mencionado, la fatiga de las extremidades inferiores afecta a la flexión de las rodillas y caderas; esto, por ejemplo, puede forzar la flexión del área lumbosacra al ejecutar golpes de derecha o revés, lo cual incre- menta el riesgo para la columna. El aumento de la fuerza de los músculos laterales del abdomen podría teóricamente reducir las sobrecargas de tensión sobre la columna en el tenis. En los partidos de tenis, la re- sistencia muscular parece desempeñar un papel im- portante porque, cuando los jugadores se fatigan, la mecánica corporal se resiente y los tenistas se vuelven más vulnerables a las lesiones. Las lesiones en el complejo del hombro limitan la rotación superior del tronco, obligando a la porción inferior del tronco a generar más fuerza rotacional; esto también aumenta el riesgo potencial de disten- sión lumbar. Los ejercicios de flexibilidad han de centrarse en los rotadores y extensores del tronco y en los músculos de las extremidades superiores e in- feriores (64). La fuerza y flexibilidad de las extremi- dades son importantes para prevenir que los eslabo- nes débiles de la cadena cinética aumenten la tensión sobre la columna lumbar. Si la mecánica de impacto con la pelota es errónea, parece poco probable que la flexibilidad y la fuerza protejan la espalda de las sobrecargas repetitivas. El desarrollo de la fuerza central en la implemen- tación de un programa de estabilización lumbar fa- vorece la conciencia y el control del tronco y la pos- tura de la columna, lo cual reduce las cargas dinámicasy estáticas. Estos ejercicios limitan la hi- perextensión, la flexión incorrecta del tronco y la ro- tación forzada del tronco. Remo La lumbalgia es una de las dolencias más corrientes entre los remeros, y su incidencia es mucho mayor que en la población general (65-68). Las conversio- nes hechas sobre el aparejo y los cambios del estilo moderno de remo han causado el aumento repentino de la incidencia de lesiones en este deporte (69-71). Remar consiste en proyectar uno o dos remos por el agua para lograr la propulsión de una embarcación. Ambas modalidades sitúan al remero de cara a la po- pa de la embarcación con un asiento móvil que se desplaza adelante y atrás sobre unos raíles. Los pivo- tes giratorios y el asiento deslizante aumentan la ven- taja mecánica y la propulsión de la embarcación (71). En una revisión de la evolución del remo, Greene (69) describió las modificaciones en la nave como una transformación de «la comodidad a la contorsión». Los cambios en el remo y el aparejo han reducido un 116 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 116 60% la inclinación hacia delante de las caderas, y un 50% la necesidad de girar sobre el eje anterior. DE LA UNITED STATES ROWING ASSOCIATION «El movimiento de remo se divide en dos actos, paleo y conclusión, y en dos fases: impulsión y recupera- ción[…] Las rodillas se flexionan por completo, los hombros y codos se extienden y la espalda adopta ante- roflexión. El movimiento consiste en elevar las manos y tensar la espalda durante la fase de impulsión. Durante la fase de impulsión, la barca acelera su desplazamien- to por el agua. La impulsión de las piernas, el balanceo de la espalda hacia los remos y el movimiento de las manos hacia el cuerpo son los tres estadios de la fase de impulsión. La región lumbar actúa como viga voladiza de refuerzo y sirve de eslabón entre las extremidades su- periores e inferiores. La fase de recuperación se inicia apartando las manos del cuerpo y flexionando las rodi- llas para deslizar el asiento. Le sigue el balanceo de la espalda hacia la popa con el fin de preparar el cuerpo para el siguiente paleo. La extensión de los codos y la aducción de las escápulas favorecen el alejamiento de las manos del cuerpo. La flexión del tronco, caderas y rodillas favorece una correcta posición para iniciar el paleo» (71). Consideraciones mecánicas generales. La mayo- ría de las lesiones ocurren en el momento del paleo (71) (Figura 5-11A). En comparación con el antiguo estilo con la espalda recta y erguida, el estilo de ma- yor anteroflexión del tronco predispone a los remeros a sufrir más lesiones (11). Durante el paleo se produ- ce una rápida generación de fuerza con el remo; esta fuerza acelera hasta alcanzar el máximo a mitad de la fase de impulsión (71). La posición del remero du- rante el paleo es sentado con anteroflexión de 20 o más grados; los remeros competitivos pasan durante la temporada hasta 2 horas diarias intermitentemente en esta postura (68, 71). En relación con el trabajo de Nachemson sobre la presión intradiscal en distintas posturas, la segunda presión mayor descrita en los discos fue en sedestación con una anteroflexión pa- recida del tronco (67). Además, cuanto mayor sea la anteroflexión durante el paleo, mayor será la carga compresiva sobre el borde anterior del disco y mayo- res serán las fuerzas de tracción sobre los elementos posteriores de las vértebras lumbares (71). El aumen- to de la anteroflexión del tronco durante el paleo re- duce la eficacia de la postura corporal de los múscu- los de la espalda; éstos deben ejercer suficiente fuer- za para enderezar la espalda y aguantar la carga de la embarcación. Si el paleo se produce demasiado pronto o si la barca se balancea alterando el equili- brio durante el paleo, las tensiones que soportan los músculos aumentan todavía más y añaden una carga extra a la región lumbar (70). Lesiones de los elementos posteriores. La prácti- ca del remo en sí produce sobre todo lesiones por flexión (71). El movimiento de torsión durante el pa- leo a una banda genera una sobrecarga rotatoria so- bre los músculos extensores y rotadores de la co- lumna; este movimiento asimétrico puede derivar en desequilibrios en la fuerza. El remo a dos bandas supone una ventaja en comparación con el remo a una banda, porque se mantiene la espalda recta res- pecto a la popa durante el paleo, mientras que a una banda llegan al paleo y giran los hombros y extien- den la espalda. Esto aumenta la tensión sobre las ar- ticulaciones interapofisarias y, en particular, sobre los músculos opuestos al lado del remo (70). La ma- yoría de las lesiones en el remo están causadas por el uso excesivo o por deficiencias en la técnica; una técnica deficiente puede deberse en parte a anoma- lías anatómicas amplificadas por la acción del remo (72). El dolor de espalda de los remeros suele afec- tar a la región lumbar, sobre todo hacia el punto me- dio, aunque en ocasiones irradia a los costados; el dolor suele apreciarse en el lado contralateral al del remo (70). Lesiones de los elementos anteriores. Los trauma- tismos en los discos intervertebrales son la causa más frecuente de lumbalgia en los remeros. Las cargas compresivas máximas sobre las vértebras lumbares se producen durante la parte final de la fase de impul- sión cuando la porción superior del torso se extiende sobre la región lumbar; en este punto, la media de la carga compresiva máxima en el hombre es 6.066 N y en la mujer, 5.031 N (71) (fig. 5-11B). Cuando se nor- malizan en relación con el peso corporal, las cargas compresivas máximas para ambos sexos se aproxi- man (7 veces el peso corporal en el hombre; 6,85 ve- ces el peso corporal en la mujer); cargas como éstas pueden producir traumatismos en los discos y por- ción interarticular (71). La anteroflexión del tronco, en la cual los remeros pasan más tiempo, causa un aumento brusco de la presión intradiscal (26); las al- 117CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Muntatge 001-254 22/7/05 09:59 Página 117 teraciones resultantes pueden comprender reducción de la altura discal o hernias o protrusión discal (68). Fuerza y flexibilidad. La fuerza y la flexibilidad son esenciales para la flexión, extensión y rotación del tronco. Debe elaborarse un programa de flexibilidad que aumente el ROM de la región lumbar y los isquio- tibiales para ampliar el paleo o realizarlo con más co- modidad. La hiperflexión de la columna lumbar puede ser necesaria para lograr el movimiento completo de paleo; esto permite a los remeros llegar más adelante y aumenta el ROM disponible para generar fuerza du- rante la impulsión. Sin embargo, la hiperflexión está muy relacionada con las lesiones y podría afectar al rendimiento. Debe evitarse el estiramiento de las ar- ticulaciones de por sí hipermóviles; en vez de ello, hay que hacer hincapié en el desarrollo de la flexibilidad y fuerza de los músculos extensores (67). Muller y otros (73) llegaron a la conclusión de que los remeros de elite mostraban mayor fuerza ro- tatoria isométrica en el tronco en todos los planos en comparación con la de los tenistas y nadadores. Los remeros de elite también mostraron una relación me- nor de flexión a extensión, una mayor coordinación y menor reducción de la velocidad durante las pruebas de resistencia física. Según la United States Rowing Association (71), lo ideal es un equilibrio de la fuerza de al menos 1,3 a 1 de extensión a flexión. Si se emplea toda la fuerza por encima de los lí- mites normales, aumenta el riesgo potencial de lesio- nes. Levantar los talones puede causar hiperexten- sión y reducir la potencia; esto se evita manteniendo los talones en contacto con el bastidor (70). Dejar de remar antes de fatigarse en exceso también es impor- tante. A medida que aparece el cansancio, se produ- cen cambios sutiles en los movimientos y el paleo; estos cambios reclutan músculos que son más débi- les y están menos entrenados. Lafigura 5-11 muestra la tendencia a la flexión no sólo en la fase de paleo (Figura 5-11A), sino también 118 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 5-11. Ocho remeros. (A) Fase de ataque en la que la pala entra en el agua. (B) Final de la fase de propulsión cuando la pala sale del agua. La tendencia a la flexión constante al remar genera grandes fuerzas compresivas sobre los discos. (Por cortesía del Darmouth College Rowing Team.) A B Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 118 mientras se completa la impulsión (fig. 5-11B). Esta tendencia a la flexión existe durante todo el paleo y se centra en el sistema ligamentario posterior, siendo los músculos glúteo mayor e isquiotibiales los ago- nistas del movimiento. Además de pasar una canti- dad desmesurada de tiempo en esta postura (68, 71), la tendencia a la flexión aumenta cuando los remeros se apoyan en los ligamentos mientras se relajan tras una tanda de trabajo de remo. Esto sugiere que los ejercicios de extensión como los de McKenzie (véan- se los cap. 6 y 8) pueden ser una medida profiláctica para los remeros inmediatamente después de un en- trenamiento o una competición. Atletismo La incidencia de lumbalgia en un estudio sobre atletas universitarios fue el 7,3% de todas las lesiones, y ocu- pó el quinto lugar (74). Debido a la correlación directa entre el nivel de rendimiento y la incidencia de lesio- nes, parece que cuando un deportista aspira a la exce- lencia en una prueba competitiva, aumenta la posibili- dad de lesionarse. Como las pruebas de atletismo son tan diversas, hablaremos primero de las pruebas de pis- ta y luego de las carreras (las pruebas de vallas se in- cluyen en las primeras). Como hemos hecho a lo largo de este capítulo, presentamos sólo las pruebas sobre las cuales los estudios realizados parecen suficientes. Pruebas de pista Estas pruebas suelen implicar movimientos asimétri- cos que predisponen a sufrir lumbalgia y traumatis- mos. Estas lesiones suelen consistir en espondilólisis unilateral con cambios estructurales del istmo del la- do contralateral (no dominante); se ha documentado espondilólisis en lanzadores, saltadores de altura, en triple salto y en vallistas (75, 76). Worobiew (77) afir- mó que la mayoría de las lesiones de atletismo son resultado de estos mecanismos subyacentes. Errores de entrenamiento y de ejecución son también causas de problemas lumbares en los atletas. Las cargas for- zadas con un número limitado de métodos específi- cos de entrenamiento para potenciar el rendimiento y la falta de técnicas modernas de entrenamiento pueden contribuir a las lesiones. Tal vez exista tam- bién una falta de concienciación sobre la informa- ción científica disponible para el entrenamiento, además de la interpretación o aplicación incorrectas de esta información (77). También deben tenerse en cuenta los errores y le- siones en los entrenamientos en la sala de pesas en el atletismo. Por ejemplo, se calcula que un lanzador de peso suele practicar unos 30.000 levantamientos de 200 kg en una temporada de entrenamiento; el peso levantado podría ascender a unas 6 toneladas por temporada (78). Consideraciones mecánicas generales. El eslabón débil de la cadena de los atletas lo constituyen a me- nudo los pies (saltadores y lanzadores) y la coraza muscular del tronco (lanzadores y saltadores). Estos eslabones débiles producen sobrecarga y una distri- bución inadecuada de fuerzas por la columna lumbar. Lanzamiento de martillo. Dapena y McDonald (79) estudiaron el vector de momento angular del lanzamiento de martillo durante las vueltas y la con- tribución de los subsistemas del lanzador y el marti- llo. Los diferentes estilos o técnicas de los lanzadores causan distintos grados de inclinación pélvica. Dape- na y McDonald afirmaron que la tensión compresiva sobre la columna en el punto más bajo de la trayec- toria del martillo durante la última rotación podía re- ducirse si el lanzador la contrarrestaba con las cade- ras; sin embargo, la tensión de cizallamiento sería entonces mayor. Además, pueden producirse diferen- cias en los momentos de flexión del tronco a distintos niveles de la columna. Las tensiones reales que so- porta la columna difieren según las técnicas específi- cas; es posible que el lanzador que contrarresta con las caderas las vueltas iniciales incline el tronco ha- cia delante durante las últimas vueltas para reducir algún tipo de tensión sobre la columna. Si la tensión vertebral es el factor limitador que obliga a los lanza- dores a contrarrestarlo con los hombros durante las últimas vueltas, puede ser desaconsejable contrarres- tarlo con las caderas sin aumentar el riesgo de lesión (Figura 5-12). Salto de altura. El riesgo potencial de lesión lumbar entre los saltadores de altura se debe al salto estilo Fosbury (Figura 5-13). Esta técnica obliga al saltador a proyectar las caderas hacia delante mientras la por- 119CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 119 ción superior del tronco y las piernas se elevan hacia atrás, forzando la columna lumbar en una curvatura anormal de hiperextensión. Algunos atletas lanzan la cabeza hacia atrás, lo cual acentúa todavía más el ar- co. Además, cuanto más alto sea el salto, mayor es el arco requerido para salvar el listón (18). Mediante la repetición continua de esta hiperextensión excesiva, se imponen tensiones tremendas sobre el arco verte- bral (76), las apófisis articulares y las estructuras liga- mentarias de soporte (18). Rossi (75) halló en su estu- dio que cinco de cada seis saltadores de altura que saltaban al estilo Fosbury tenían espondilólisis (apre- ciable en radiografías simples). Salto con pértiga. En el salto con pértiga, la colum- na lumbar adopta un ciclo forzado de hiperextensión e hiperflexión al plantar la pértiga y durante el balan- ceo del saltador sobre la pértiga; estas fuerzas pueden ser muy grandes y su rápida aceleración produce grandes tensiones sobre la columna lumbar, lo cual causa fracturas espondilíticas (80, 81). Gainor y otros (81) filmaron a un saltador con pértiga y luego traza- ron gráficamente la posición anatómica de la colum- na. Hallaron que las vértebras dorsales y lumbares empezaban en una posición neutra y pasaban con ra- pidez a 40 grados de hiperextensión al clavar la pérti- ga. Luego, se flexionaba la columna 130 grados en 0,65 segundos mientras la pértiga se enderezaba y el saltador salía impulsado hacia el listón. Las velocida- 120 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 5-12. Aunque el lanzador de peso suele sobrecargar menos la columna que los lanzadores de disco o martillo, sigue existiendo una sobrecarga potencial, en particular si el deportista es poco técnico. (Por cortesía de Vol Sports Information Office, University of Tennessee, TN.) Figura 5-13. El salto de altura estilo Fosbury puede ejercer una sobrecarga forzada en hiperextensión sobre la columna. (Por cortesía de Vol Sports Information Office, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 120 des angulares de la columna lumbar alcanzaron 348 grados por segundo durante la flexión y extensión; la fuerza rotatoria sobre la columna fue aproximada- mente 169 Nm durante la extensión y 203 Nm duran- te la flexión (81). Aunque sea desconocida la fuerza rotatoria necesaria para iniciar fracturas agudas en la porción interarticular de los saltadores con pértiga, la sobrecarga repetida puede causar fracaso por fatiga. Carreras La incidencia de lumbalgia y traumatismo en los corre- dores se ha documentado entre un 2% y un 8% de to- das las lesiones (82, 83). Los corredores pueden tener predisposición a las lesiones por la tensión repetitiva y las cargas de impacto acumuladas que se producen en esta actividad (83). No obstante, las lesiones de espal- da de los corredores suelen diagnosticarse con al me- nos otro factor (p. ej., asimetría en la longitud de las piernas, en la fase dechoque del pie, etc.) (84, 85). Los síntomas relacionados con la columna, que restringen la carrera y otras actividades intensas, apa- recen sobre todo entre los 30 y 50 años de edad (84). Esto puede relacionarse más con el envejecimiento que con otras causas específicas. De ser así, parte de esta razón se explicaría por cambios en la viscosidad de los discos, porque al avanzar la edad esta viscosi- dad se reduce y el disco pierde su capacidad para ab- sorber energía (86). Aunque las dolencias lumbares son infrecuentes en los corredores menores de 25 años, dada la naturaleza intermitente de los sínto- mas, muchos no informan sobre sus molestias; por tanto, es difícil determinar la incidencia exacta de los problemas de espalda de los corredores (84). Consideraciones mecánicas generales. Correr se diferencia de caminar en que la fase de suspensión en el aire alterna con la fase de apoyo; esto exige ab- sorber los impactos. Hasta 2.000 N de fuerza com- presiva se producen durante la fase de choque del pie (87). El impacto aumenta con la velocidad y peso del corredor; por tanto, la absorción de choques es clave para no sufrir lesiones (85). Cuando la carga compre- siva supera la presión osmótica intersticial de los dis- cos, se produce la reducción de la altura discal (84). Se ha relacionado con el atletismo la constricción de las vértebras por reducción de la altura discal. Le- att y otros (88) evaluaron la constricción vertebral co- mo un indicador de la carga de la columna en el en- trenamiento en circuito con pesas y en las carreras. La longitud de la columna se midió después de que todos los sujetos practicaran dos series de entrena- miento en circuito con pesas, y los corredores nove- les corrieran 6 km y los corredores expertos, 25 km. Aunque la constricción vertebral no fue muy distinta entre el grupo que entrenó con pesas y el grupo que corrió 6 km, fue mayor en los corredores de 25 km. La inversión de la constricción vertebral se observó durante el sueño nocturno; sin embargo, ninguna re- cuperación ocurrió durante el período de descanso de 20 minutos posterior al ejercicio. La pérdida de al- tura discal por la carga que soporta la columna en las carreras de fondo tiene implicaciones para la progra- mación oportuna de actividades que impongan car- gas significativas sobre la columna vertebral. Los corredores pueden verse predispuestos a las lesiones por la tensión repetitiva y las cargas repetiti- vas de impacto (89). Al correr, las extremidades infe- riores cargan entre 1,2 y 2,1 veces el peso corporal durante la fase de choque del talón, y 2,5 veces el pe- so del cuerpo durante la fase de despegue de los de- dos; como media, el corredor golpea el suelo más de 50 a 70 veces por minuto unas 1.000 veces por 1,6 km (82, 90). Debido a este movimiento repetitivo, la columna vertebral se ve sometida a la carga de la gra- vedad, a cambios del movimiento, a la actividad de la musculatura del tronco, a fuerzas externas y al traba- jo externo. La altura de los discos intervertebrales po- dría depender no sólo del peso y la velocidad del corredor, sino también del tipo de calzado, de la dis- tancia recorrida, de la superficie sobre la que se corre y de la duración de la carrera (91). Obviamente, las superficies blandas y el calzado bien almohadillado son importantes; sin embargo, la absorción de los choques no acaba aquí. Es importante que la marcha se apoye desde los dedos del pie hasta el talón; esto ayuda a la amortiguación de las articulaciones del to- billo, rodilla y cadera. Aunque la eficacia fisiológica no siempre sea beneficiosa, las fuerzas se disipan más si el corredor trata de correr lo más tranquilo posible amortiguando todos los pasos con la cadena cinética. La postura al correr también puede ser un factor; el tronco erecto permite a la unidad lumbopélvica disi- par mejor las fuerzas (85). Nachemson (26) demostró que las posturas de anteroflexión del tronco aumen- tan la fuerza de compresión de los discos interverte- brales; esto ocurre porque los músculos erectores de 121CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 121 la columna se contraen de modo forzado con sus pe- queños vectores de fuerza con el fin de contrarrestar la postura de anteroflexión. Correr cuesta arriba tiene el mismo efecto; por el contrario, correr cuesta abajo provoca la hiperextensión de la columna lumbar. Co- mo correr por superficies desiguales (p. ej., la cuneta de una carretera) causa una carga isométrica, las per- sonas con problemas de espalda deben correr por su- perficies lo más llanas posibles. El curso de la pierna retrasada mientras se corre se asocia con la hiperextensión de la columna lumbar, lo que tal vez cause dolor lumbar (92). Esta hiperex- tensión repetitiva puede acentuarse especialmente en los corredores más rápidos y competitivos respec- to a sus colegas más lentos. Correr, con sus exigen- cias para el ROM repetitivo de la columna lumbar y, en concreto, un aumento de la lordosis relacionada con la pierna retrasada, puede bastar para sobrecar- gar la columna hasta el punto de una patología (92). Las anomalías anatómicas y biomecánicas meno- res que no producen síntomas apreciables al caminar pueden hacerlo al correr (82, 90). Factores causales adicionales son el calentamiento, estiramientos ina- decuados, correr cuesta arriba, la falta de flexibili- dad, cambios del estilo en carrera y correr sobre su- perficies duras (93). Existe una asociación entre correr y la movilidad lumbar exagerada, que provoca cambios ortostáticos, como un aumento de la lordo- sis lumbar durante la extensión de la pierna, sobre to- do con grandes zancadas. Los corredores más bajos corren un riesgo mayor de lesiones lumbares por ser su zancada más larga (93). Ogon y otros (94) investigaron la influencia de la altura del arco longitudinal medial sobre las ondas de choque que llegan a la región lumbar al correr. Ela- boraron la hipótesis de que la región lumbar experi- mentaba una carga menor de impacto cuando el ar- co era menor al correr. Sus resultados mostraron que un arco plantar elevado era mejor amortiguador para la región lumbar que un arco menor. Estos datos con- tradicen otros estudios en la literatura que parecen respaldar la idea de que los corredores con un arco plantar bajo corren menos riesgo de sufrir problemas lumbares (94). Se requieren nuevos estudios en esta área antes de llegar a conclusiones generales. Lesiones de los elementos posteriores. Parece que las lesiones de los elementos posteriores son la ex- cepción en los corredores a menos que haya una le- sión previa. Aunque se han descrito fracturas por ten- sión en los cuerpos de las vértebras lumbares y en la porción interarticular en corredores jóvenes de fon- do, los síntomas suelen ser unilaterales y sin radiculi- tis (82). Además, los corredores con defectos de la porción interarticular no son conscientes con fre- cuencia de la espondilólisis o espondilolistesis hasta que son detectadas en la exploración radiográfica (84). Lesiones de los elementos anteriores. Como se mencionó con anterioridad, la incidencia de casos de lumbalgia y traumatismos se eleva al aumentar el kilometraje. Resulta interesante que Brunet y otros (90) informaran de una numerosa incidencia de lum- balgia y problemas discales al aumentar el kilometra- je en las mujeres. Llegaron a la conclusión de que, una vez alcanzado cierto umbral, el aumento del contenido mineral de los huesos debido a la activi- dad física queda superado por el efecto hipoestrogé- nico de una producción más elevada de endorfinas beta. El efecto neto es osteoporosis premenopáusica; esto ayuda a explicar la mayor prevalencia de dolo- res de espalda y traumatismos discales descrita a ve- ces en las mujeres (90). Fuerza y flexibilidad. Es esencial una flexibilidad adecuada de la columna lumbar y los músculos cir- cundantes, como los flexores e isquiotibiales. La fuer- za de los abdominales y de los extensores de la es- palda es esencial paraproteger la columna lumbar de traumatismos en las pruebas de atletismo. La debili- dad de los abdominales puede causar una inclina- ción pélvica anormal, lo cual acentúa la curva lum- bar de la región lumbopélvica. Durante los períodos en que la lumbalgia y las le- siones impiden realizar los entrenamientos normales de carrera, es muy recomendable correr por el agua; a esto sigue una progresión gradual de carreras en tierra. Aunque se recomienda nadar para el manteni- miento de la forma cardiovascular, estilos como el es- tilo libre, braza y mariposa pueden agudizar el dolor de espalda; se recomienda nadar de lado o de espal- das en estos casos (82). Si se corre por el agua, la carrera debe ser correcta y eficaz. La postura relajada es primordial para que los brazos y el tronco se mue- van sincrónicamente durante la carrera (84). 122 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 122 Voleibol En un estudio sobre las lesiones sufridas en un tor- neo del United States Volleyball Association Natio- nal Tournament (95), el número total de lesiones fue 154 para 1.520 deportistas durante 7.812 horas combinadas de competición. Esto supuso una tasa de 2 lesiones por 100 horas de juego, teniendo las mujeres un índice ligeramente mayor de lesiones que los hombres. Las lesiones lumbares fueron la se- gunda lesión más frecuente, llegando al 14,2% del total. Bartolozzi y otros (96) evaluaron las lecturas de las resonancias magnéticas (RM) sobre la inci- dencia de anomalías de los discos intervertebrales de 45 jugadores profesionales durante 3 a 7 años. Se obtuvo una incidencia del 44% de alteraciones dis- cales, incluidos ocho casos de degeneración discal; en ocho jugadores se diagnosticó más de una lesión. De los 26 jugadores con lumbalgia, 13 tuvieron una RM positiva; de los 19 jugadores asintomáticos, 7 presentaron alteraciones discales evidentes. Tam- bién se observó que, de los que se preparaban con ejercicios que causaban sobrecargas significativas, 16 experimentaron alteraciones discales (61,5%). Los investigadores estimaron que la correlación en- tre la incidencia de alteraciones discales y el tipo de entrenamiento y sobrecarga es más importante que la correlación entre la edad y el período global de actividad deportiva. Los jugadores de gran nivel promedian 150 saltos verticales de 1 m por partido, y la velocidad en los re- mates alcanza 130 km por hora (95). Durante el re- mate, el cuerpo se mantiene en el aire sin apoyo, y la región lumbar gira y se mueve en hiperextensión an- tes del impacto, siendo el resultado un riesgo poten- cial de lesión lumbar (Figura 5-14). Jacchia y otros (97) observaron un aumento en la lordosis lumbar y la hipermovilidad de los segmentos lumbares en jugado- res de voleibol. Estos datos se asociaron con la hipo- movilidad de los segmentos más altos, probablemen- te relacionados con una mayor hipertrofia muscular de la cintura escapular debido al empleo frecuente de las extremidades superiores. Salto de trampolín Groher y Heidensohn (98) investigaron la incidencia de la lumbalgia entre los saltadores de trampolín; de los 60 saltadores activos y retirados, la incidencia de dolor de espalda fue el 50%. El grupo de 18 a 27 años de edad mostró una incidencia del 81,3% de dolor de espalda; se seleccionó a 17 de estos depor- tistas para tomar radiografías simples, y 14 de los 17 mostraron anomalías de las vértebras lumbares. La incidencia de espondilólisis o espondilolistesis fue el 34% (5 de los 17 casos seleccionados). En una exploración radiográfica de la columna lumbar de 1.430 atletas competitivos de distintos de- portes, Rossi (75) halló defectos de la porción interar- ticular en el 83,3% de los saltadores de trampolín, y espondilólisis en el 63,33%. Un estudio posterior de Rossi y Dragoni (76) obtuvo sólo una incidencia del 43,13% de espondilólisis en los saltadores de tram- polín. 123CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-14. En los remates de voleibol, el cuerpo está en el aire y la columna lumbar gira y adopta hiperextensión antes del impacto; esto puede ejercer una tensión considerable sobre la columna. (Por cortesía de Lady Vol Media Relations Office, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 123 La elevada incidencia de lumbalgia y anomalías vertebrales entre los saltadores de trampolín podría atribuirse en parte a la mecánica de los saltos y a las repeticiones (75). Los movimientos extremos de rota- ción e hiperextensión y el número significativo de saltos a lo largo de la vida deportiva pueden ser fac- tores predisponentes (76). El dolor puede producirse por la hiperflexión extrema causada por errores en la técnica durante la entrada en el agua; además, debi- do al desmesurado número de saltos en los entre- namientos, sólo un pequeño porcentaje se ejecuta correctamente (75). Los síndromes de compresión de las apófisis espi- nosas de las vértebras lumbares pueden ocurrir cuando la hiperextensión es extrema. Esta posición puede am- plificarse potencialmente a casi 90 grados, una posi- ción en la que las apófisis espinosas casi se tocan (80). Las máquinas de burbujas también han sido implicadas en la contribución a los casos de lumbalgia y los trau- matismos porque generan fuerzas submarinas que tuer- cen el cuerpo violentamente durante la entrada verti- cal. Además, las técnicas utilizadas para corregir saltos imperfectos, como el arqueamiento de la espalda, tam- bién contribuyen a los traumatismos lumbares (80). Debe evaluarse la mecánica del tronco y las ex- tremidades inferiores para la prevención y el trata- miento de las lesiones lumbares de los saltadores de trampolín. Es esencial que sea correcta la flexibilidad de la columna lumbar, los isquiotibiales, los flexores de la cadera y los músculos de la pantorrilla. Estos músculos pueden propiciar una mecánica anormal en las extremidades inferiores y ejercer una tensión excesiva sobre la columna lumbar (99). Natación La incidencia de lumbalgia y traumatismos en la na- tación es habitual pero no tan frecuente como en los saltos de trampolín. Se ha descrito que uno de cada cinco nadadores competitivos sufrirá dolor crónico de espalda, en especial los nadadores de estilo mari- posa (100) (Figura 5-15). La causa primaria de las le- siones vertebrales en natación, como podría esperar- se, son los microtraumatismos repetitivos (19). Goldstein y otros (49) informaron de que el 15,8% de todos los nadadores presenta alguna forma de ano- malía vertebral. Consideraciones mecánicas generales. El entre- namiento de natación suele iniciarse a edad tempra- na; como la columna vertebral no es todavía madura, es propensa a los traumatismos (101). Garges y otros (19) describieron una «cascada de movimientos» en la que un hombro disfuncional podía afectar a la re- gión lumbar. Estos investigadores identificaron áreas vulnerables en las uniones entre la columna cervical y dorsal, y la columna dorsal y lumbar; son zonas de transición entre áreas más y menos móviles de la co- lumna. También afirmaron que la incidencia de dolor de espalda se relaciona con el estilo específico de na- tación. Los hallazgos de Mutoh (101) respaldan este planteamiento. En ese estudio se halló que el porcen- taje de anomalías era mayor en los nadadores de es- tilo mariposa que en el resto; este estilo puede ser el más problemático por las tensiones mecánicas que soporta la columna lumbar. Wilson y Lindseth (102) hicieron el seguimiento durante 3 años de tres nadadores universitarios com- petitivos que habían recibido tratamiento para el do- lor de espalda. El dolor de espalda se agudizaba al nadar, sobre todo en estilo mariposa. A los tres nada- dores se les diagnosticó cifosis de Scheuermann. Se cree que la enfermedad de Scheuermann es habitual en los nadadores jóvenes, en particular los que na- dan a estilo mariposa, en el que la hiperflexión e hi- perextensión repetidas causan traumatismos y dege- neración de lasvértebras (80). Es incierto si la contracción forzada de la musculatura pectoral y ab- dominal durante la fase de impulsión del estilo de mariposa causa las anomalías vertebrales o es sim- plemente un factor agravante. No obstante, los tres nadadores universitarios experimentaron un alivio 124 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 5-15. El estilo de natación que más problemas lumbares causa es el estilo mariposa (100). (Por cortesía de Lady Vol Media Relations Office, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 124 espectacular del dolor al eliminar el estilo mariposa y concentrarse en otros estilos de natación (102). Lesiones de los elementos posteriores. Los estilos mariposa y braza acentúan la extensión lumbar que predispone los elementos posteriores a lesionarse (19). Se diagnosticó espondilólisis y estenosis de los discos intervertebrales en el 22% de los competido- res en estilo mariposa según el estudio de Mutoh (101). Una mayor fuerza en la espalda fue también característica de estos nadadores; los nadadores bien entrenados en el estilo mariposa presentan los exten- sores de la espalda más fuertes que los flexores por la acción respiratoria especial y por la patada de delfín. Sin embargo, la poderosa patada de delfín con su vi- gorosa extensión de la espalda somete la columna lumbar a una sobrecarga repetida. El ángulo lumbo- sacro también era mayor en quienes compitieron en el estilo mariposa; este mayor ángulo es un signo del aumento de la lordosis lumbar que puede asociarse con lumbalgia. Es posible que las vigorosas extensio- nes de la columna propias del estilo mariposa causen el aumento de la lordosis lumbar y tal vez la lumbal- gia (101). Fowler y Reagan (103) creían que la lumbalgia y las anomalías vertebrales también estaban vincula- das con el estilo braza; en este estilo muchos nada- dores tienden a impulsarse con una temprana flexión del codo y un aumento de la abducción de los bra- zos. La posición alzada de los codos se prolonga, im- pulsando la porción superior del torso por encima del agua; esto puede agravar una curva ya lordótica de la columna lumbar. Con esta tensión puede haber variedad de problemas lumbares, como fracturas por tensión de la porción interarticular y espondilolistesis evidente. Con mayor frecuencia, este estilo de nata- ción agrava una espondilólisis o posiblemente una lumbalgia mecánica por irritación interapofisaria, lo cual limita el entrenamiento (103). Lesiones de los elementos anteriores. El estilo li- bre y el estilo espalda aumentan la rotación axial y, por tanto, aumentan las fuerzas rotatorias; estas fuer- zas pueden hacer vulnerables las fibras anulares. Puede producirse una excesiva flexión y rotación la- terales lumbares si no se sigue una técnica correcta (p. ej., entrada incorrecta de las manos, reducción de la rotación del cuerpo durante la fase de tracción o balanceo inadecuado del cuerpo durante la fase de recuperación). Estos movimientos excesivos aumen- tan las tensiones sobre los elementos anteriores y posteriores de la columna lumbar (19). Fuerza y flexibilidad. Pieper y otros (100) demostra- ron una elevada incidencia de patrones de desequili- brio muscular en un estudio con 46 nadadores de elite. Su hallazgo más significativo fue que el acorta- miento de los flexores de la cadera con el correspon- diente debilitamiento de la musculatura abdominal causaba una lordosis excesiva. Hicieron hincapié en el riesgo potencial de que estos desequilibrios deriva- ran en una sobrecarga de la columna lumbar, y afir- maron que la causa de los desequilibrios musculares fue más el entrenamiento incorrecto de la fuerza que la carga específica del deporte causada por la nata- ción (100). Se han dispuesto varias estrategias preventivas pa- ra proteger la columna lumbar de una tensión excesi- va durante la natación. La mejora de la fuerza de los abdominales aumenta su fuerza de contracción y re- duce la magnitud del momento anterior que soporta la columna lumbar (80, 103). También es importante el aumento de la flexibilidad lumbar; cuando los músculos, tendones y ligamentos se estiran con regu- laridad, se reducen sus fuerzas sobre la columna lumbar en los extremos de la movilidad (80). Debe identificarse la musculatura ortostática acortada y cualquier déficit de la fuerza central, y ponerles re- medio; estas correcciones facilitan una capacidad óptima de carga y reducen el riesgo de lesión (100). Las lesiones lumbares y el dolor relacionado con el estilo mariposa deben centrarse en un entrenamiento y progresión correctos (80). No se recomienda a los ado- lescentes que trabajen los músculos extensores de la espalda, porque estos músculos suelen estar bien de- sarrollados, y el desequilibrio de fuerza entre los músculos abdominales y los extensores de la espalda puede predisponer a las lesiones lumbares. La ense- ñanza del estilo mariposa debe evitarse en los nada- dores principiantes a menos que tengan fuerza sufi- ciente. El entrenamiento ha de consistir en distintos estilos de natación. El entrenamiento a largo plazo del estilo mariposa debe evitarse absolutamente. El desarrollo de la fuerza excéntrica de los abdo- minales inferiores es crítico para que los nadadores controlen las fuerzas de extensión sobre la columna 125CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 125 lumbar (19). La flexibilidad adecuada de los múscu- los flexores de la espalda, hombros y caderas tam- bién sirve para reducir las fuerzas de extensión del tronco. Una mala técnica respiratoria puede ser una fuente de lumbalgia; por tanto, debe prestarse aten- ción a respirar con el mentón hundido y a ejecutar el balanceo del cuerpo con todo el tronco para reducir el tono de extensión de la musculatura lumbar. Man- tener la columna neutra durante la impulsión, el ba- lanceo y los virajes reduce las fuerzas que soporta la columna lumbar (19). Entrenamiento con pesas Mazur y otros (104) afirmaron que la mayoría de las lesiones se produce durante el empleo agresivo de pesas libres; informaron de que anualmente se pro- ducen más de 17.000 casos de lesiones durante le- vantamientos de pesas que requieren la presencia en urgencias de deportistas de 10 a 19 años de edad. La región lumbar se ha documentado como el foco más habitual de lesión durante el entrenamiento con pe- sas entre niños y adolescentes (105). La falta de ins- trucción y supervisión adecuadas es un factor rela- cionado con la elevada incidencia de lesiones con las pesas en los jóvenes. Granhed y Morelli (106) evaluaron la incidencia de lumbalgia entre los halterófilos pesados de máxi- mo nivel y en luchadores retirados 20 años antes del deporte. La incidencia de lumbalgia entre los halte- rófilos fue el 23%; también hubo una reducción sig- nificativa de la altura discal entre los halterófilos. Se ha comprobado la reducción de la altura discal con una sola sesión de entrenamiento con pesas; esta «constricción vertebral» se debe a la extrusión de lí- quido de las paredes del disco cuando la carga apli- cada supera la presión de imbibición del disco y los gradientes osmóticos de la membrana discal (107). Billings y otros (108) afirmaron que muchos de- portistas se someten a un ejercicio físico más riguro- so en los entrenamientos durante un período más prolongado del que se requiere en la competición. Esto, combinado con la falta de supervisión, sienta las bases de estas peligrosas situaciones. Consideraciones mecánicas generales. Basford (109) afirmó que muchas lesiones lumbares sufridas durante el entrenamiento con pesas se producían en hiperextensión lumbar, como cuando se practica in- correctamente un press de banca o press militar. Por eso él implicaba en el proceso de la lesión la falta de una buena técnica en los levantamientos; sin embar- go, también creía que una espondilólisis o espondilo- listesis iniciales podían volver a una persona más pro- pensa a la lesión. Levantar grandespesos por encima de la cabeza, sobre todo con anteroflexión del tronco, genera poderosas fuerzas de cizallamiento en las vér- tebras lumbares (80). El ejercicio de «buenos días» puede imponer fuerzas excesivas de cizallamiento (Fi- gura 5-16). La rotación y los movimientos combinados de rotación y flexión de la región lumbar se han iden- tificado con mecanismos habituales de la lesión (108). La repetición de los efectos acumulados de los le- vantamientos también desempeña un papel impor- tante en las lesiones. Por ejemplo, se ha calculado que en 5 días de levantamiento de pesas con 5 horas diarias un deportista de peso medio de nivel interna- cional levanta más de 70.000 kg (75). Lesiones de los elementos posteriores. Los trau- matismos en los arcos vertebrales durante los levan- tamientos de pesas pueden ocurrir de forma aislada o en combinación con degeneración discal, espondilo- listesis o múltiples defectos (108). Aggrawal y otros (110) hallaron que la espondilólisis se daba sólo en aquellos casos en que el deportista había estado en- trenando con pesas durante más de 4 años, y no ha- bía necesariamente dolor asociado con la espondiló- lisis. Kotani y otros (111) también informaron de la existencia de una correlación entre los años de expe- riencia y la incidencia de traumatismos lumbares: también hallaron una tasa más elevada de espondiló- lisis entre los halterófilos expertos, sobre todo con al menos 4 años de entrenamiento. La incidencia gene- ral de espondilólisis en el último estudio fue el 30% (8 de 26); en su comparación entre poblaciones, la incidencia fue un 5%-7%. Rossi (75) y Rossi y Dra- goni (76) descubrieron una incidencia de espondiló- lisis entre halterófilos del 36,20% y 22,68%, respec- tivamente. Señalaron que la técnica fundamental de los levantamientos en la arrancada y el envión com- prende una extensión lumbar máxima (Figura 5-17). La sentadilla y la carga de fuerza también causan es- te tipo de sobrecarga porque requieren asimismo la hiperextensión de la columna lumbar (112). 126 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 126 Otra posible lesión de la región lumbar en el entre- namiento con pesas son las fracturas apofisarias en los adolescentes. Aunque poco frecuentes, los efectos de la carga axial, sobre todo cuando ésta se combina con la rápida extensión del tronco, pueden producir este tipo de lesión. Controlar el peso levantado es esencial para asegurar una buena técnica en los deportistas de esque- leto inmaduro (113). En algunos casos, la falta de aten- ción que propicia una ejecución deficiente del levanta- miento puede ser un factor desencadenante (fig. 5-18). 127CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-16. Ejercicio de pesas «buenos días». (A) y (B) muestran una mecánica correcta en la ejecución; sin embargo, cuanto mayor es el grado de flexión, mayor es la fuerza de cizallamiento. (C) y (D) muestran una mecánica deficiente; ejecutar este tipo de levantamiento con una carga más pesada podría ser muy peligroso. A B C D Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 127 128 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • EPIDEMIOLOGÍA Y DIAGNÓSTICO Figura 5-17. Esta secuencia se obtuvo a partir de fotogramas de una cinta de vídeo (30 f/seg) de un halterófilo practicando una arrancada. En (A) (f8), el levantador casi ha completado la extensión de las piernas y está elevando el peso a la altura de los hombros. En (B) (f10), se ha completado la extensión de los brazos, pero existe una tensión considerable sobre la columna lumbar. En (C) (f11), la cabeza se inclina hacia delante y el peso se desplaza hacia atrás; esto aumenta el momento del giro y ejerce más tensión sobre las caras posteriores de los segmentos móviles de la columna lumbar. En (D) (f13), la extensión de rodilla se ha completado, pero el levantador está perdiendo el control por la magnitud del momento de giro. En (E) (f15), el halterófilo ha dado un paso atrás con la pierna izquierda y está en proceso de retroceder con la derecha para reducir el momento. En (F) (f16), el levantador se ha recuperado. (Dibujo artístico a partir de fotogramas de un vídeo, por Elaine Seat, College of Engineering, University of Tennessee, TN.) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 128 Lesiones de los elementos anteriores. Una de las lesiones de la columna lumbar más corrientes en el levantamiento de pesas es la lesión de los discos intervertebrales. Existe evidencia de discopatías de- generativas durante la primera década en los hom- bres, y durante la segunda en las mujeres; hacia los 40 años, el 80% de los hombres que practican la hal- terofilia muestra evidencias de discopatía degenerati- va frente al 65% de las mujeres halterófilas (114). La asociación entre la participación en varios deportes específicos, el empleo de pesas libres y el uso de equipo de halterofilia, y las hernias de disco lumba- res fue abordada en un estudio epidemiológico de casos (115). Se llegó a la conclusión de que la mayo- ría de los deportes no se asocian con un aumento del riesgo de hernia de disco y que tal vez protejan fren- te a estos traumatismos. Fuerza y flexibilidad. La flexibilidad y fuerza de la espalda y el tronco son esenciales para proteger la columna lumbar frente a traumatismos –agudos o crónicos– durante el levantamiento de pesas. El au- mento de la fuerza muscular permite a los segmentos móviles aguantar mejor y reduce el esfuerzo ante las sobrecargas. En actividades que requieren movimien- tos repetitivos de la columna, los músculos de mayor resistencia aportan la fuerza necesaria para reducir las cargas durante períodos más largos sin cansarse, lo cual reduce el riesgo de lesión. Además, una fuer- za adecuada mejora el tiempo de reacción del siste- ma de control neuromuscular ante cargas aplicadas repentinamente, lo cual protege la columna en situa- ciones dinámicas y estáticas (115). Unas buenas forma y técnica son primordiales pa- ra prevenir lesiones durante ejercicios específicos y cuando se levantan pesas en la sala de pesas. Una posición estable de las piernas y un buen agarre de las manos, y mantener el peso cerca del cuerpo son principios fundamentales e importantes para los le- vantamientos. Por lo que se refiere a la forma, es 129CAPÍTULO 5 / INCIDENCIA DE LUMBALGIAS EN LOS DEPORTES Figura 5-18. La importancia de una buena técnica. (A) Presenta una mecánica correcta y (B) una mecánica muy deficiente. La falta de atención y/o el cansancio pueden empeorar la técnica y aumentar las posibilidades de lesión. A B Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 129 esencial un buen control del movimiento de la barra de pesas (104). EPÍLOGO Tal y como se advirtió al inicio del capítulo, no ha sido nuestro propósito abarcar todos los deportes. Aunque los deportes seleccionados para su inclusión difieran considerablemente en el número de participantes que atraen, tienen en común la prevalencia de las lesiones lumbares. Aunque los deportes sean diferentes, con frecuencia existen parecidos entre los patrones de mo- vimiento y las tensiones mecánicas. Por ejemplo, se observan tensiones en hiperextensión comparables en los hombres de línea interiores del fútbol americano y los practicantes de la lucha libre. No obstante, uno de los denominadores comunes que prevalece en to- dos los deportes es la actividad en la sala de pesas; y como se expuso con anterioridad, algunos afirman que muchas de las lesiones lumbares tienen su génesis en la sala de pesas (4, 12). Sin embargo, es en la sala de pesas donde se desarrollan las actividades que per- miten a los deportistas resistir mejor las tensiones pro- pias de sus deportes particulares. Esperamos que este capítulo haya servido para tal propósito. BIBLIOGRAFÍA 1. Kirkaldy-Willis, W. H. «Three phases of the spectrum of degenerative disease». En: Mana- ging Low Back Pain, W. H. Kirkaldy-Willis and C. V. Burton, editors. 1992, Nueva York: Chur- chill-Livingstone. p. 105-119. 2.Michelli, L. J. y R. Wood. «Back pain in young athletes. Significant differences from adults in causes and patterns». Arch Pediatr Adolesc Med 1995, 149(1): p. 15-18. 3. Halvorsen, T. M., Nilsson, S., Nakstad, P. H. «Spondylolysis and spondylolisthesis». 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El progra- ma de flexión de Williams es el primero que expone- mos. Aunque no se siguen manteniendo algunas ideas de Williams (1, 2) sobre la fisiopatología de la lumbalgia, su «protocolo de ejercicios de flexión» ha sido durante varios años el programa dominante de ejercicios terapéuticos para la columna. El método de McKenzie es el segundo protocolo del que se ha- blará; a veces, se considera más un método que un programa de ejercicios, porque puede utilizarse para diagnosticar la lumbalgia mecánica (4, 5). El tercer protocolo es el entrenamiento de estabilización; el San Francisco Spine Institute fue el primero de sus de- fensores (6). El método de McKenzie y el entrena- miento de estabilización son tal vez los dos progra- mas de ejercicio más importantes usados en la rehabilitación de la región lumbar. EJERCICIOS DE FLEXIÓN DE WILLIAMS (1, 2) Este programa se inició en la década de 1930 y fue muy empleado durante las siguientes tres a cuatro décadas; además, algunos aspectos siguen en curso hoy en día (7, 8); sin embargo, algunas afirmaciones de Williams no concuerdan con las seguidas por el programa tan popular iniciado por McKenzie (3); es- tas diferencias serán abordadas más tarde en este ca- pítulo. Base teórica de los ejercicios de flexión de Williams Williams (1) afirmó que la postura era la causa prima- ria del dolor de espalda, y McKenzie le dio la razón (3); sin embargo, Williams creía que la bipedestación «muy erguida» era una causa del problema, mientras que McKenzie opinaba que estar de pie muy erguido (con una curva lumbar cóncava) era parte de la solu- ción al problema. Williams observó que el ángulo pélvico podía variar de 20 a 70 grados, y afirmó que la espalda estaría mejor si con la corrección las per- sonas no adoptaban una postura «erguida». Williams pensaba que si la columna estaba recta a partir de la plataforma de la pelvis (p. ej., un sacro nivelado), el peso podía distribuirse de forma regular por toda la superficie de los discos. Williams arguyó asimismo que la postura erguida (p. ej., las vértebras lumbares y cervicales con curvas lordótica y cóncava) con las vértebras dorsales y sacras adoptando curvas conve- xas exigía que el borde posterior de los discos de las curvas cóncavas y que los bordes anteriores de los discos de las curvas convexas soportaran el peso del cuerpo. Pensaba que lo deseable era desplazar simé- tricamente el peso de cada disco en vez de desplazar la carga anterior o posteriormente. Williams afirmaba que la porción posterior de los discos de las curvas cóncavas, como los descritos en una lordosis lumbar normal, era vulnerable y suscep- tible de rotura cuando se sobrecargaba. También creía que la mayoría de las personas a los 20 años se había roto los discos de L5-S1. Aunque Williams tal vez no haya sido realmente un defensor de una pos- tura simiesca, creía que era mejor reducir las curvas cóncavas lumbar y cervical en las posturas para las actividades diarias. También creía que las posiciones sentados en las que se adoptaban curvas lordóticas eran incorrectas, y que adoptar curvas cifóticas lum- bares era correcto (fig. 6-1). Esta opinión es diame- tralmente opuesta a las recomendaciones de McKen- zie, que se expondrán más adelante en este capítulo, si bien algunas de las posturas que defendía Williams para las posturas sin carga (p. ej., en decúbito) siguen siendo aceptadas. Ejercicios de Williams En la introducción a su programa de ejercicios, Wi- lliams aconsejaba: «Recuerda, siéntate, ponte de pie, camina y túmbate de forma quereduzcas al mínimo la lordosis lumbar» (1). Sus seis ejercicios aparecen en la figura 6-2 y serán tratados brevemente en los si- guientes apartados. Flexión del tronco (fig. 6-2). Williams ofreció dos va- riaciones a este ejercicio; la primera aparece en la fi- gura 6-2A y suele llamarse sentadilla; no suele apro- barse una sentadilla completa como la descrita y se considera inadecuada para casi todo el mundo por las fuerzas de compresión discales generadas por la con- 138 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 138 139CAPÍTULO 6 / PROTOCOLOS PARA EL EJERCICIO (Y DIAGNÓSTICO) Figura 6-1. Williams creía que la curva lordótica lumbar debía reducirse todo lo posible en las actividades de la vida diaria; hoy en día ya no se acepta esta opinión. Por ejemplo, aunque la mayoría afirmaría que en (A) Williams describió acertadamente las técnicas correctas e incorrectas, en (D) la postura que identifica como incorrecta no lo es realmente. (Adaptado con autorización de Williams, P. C. The Lumbosacral Spine 1965. Nueva York: McGraw-Hill, p. 89.) CORRECTO CORRECTOINCORRECTO INCORRECTO Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 139 140 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO Figura 6-2. Ejercicios de flexión de Williams. (Adaptado con autorización de Williams, P. C. The Lumbosacral Spine 1965. Nueva York: McGraw-Hill, p. 92.) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 140 tracción del psoas y los flexores de la cadera (9-11), pero los criterios que Williams exigió para este ejer- cicio evitan la mayoría de sus inconvenientes. Por ejemplo, sus recomendaciones para el ejercicio de sentadillas contenían los puntos siguientes: • Los brazos apuntan al techo para reducir la posibi- lidad de aumentar la lordosis de la espalda. (Esta recomendación reduce la posibilidad de reclutar en gran medida el psoas como agonista de la fase de ascensión de este ejercicio.) • Concentrarse en usar los músculos abdominales y practicar suavemente la sentadilla. (Esta recomen- dación mecánica también tiende a reducir la con- tribución del psoas o la sustitución indeseable por otros músculos.) • Nunca se deben anclar los pies o dejar que alguien los sujete. (Investigaciones posteriores respaldaron la afirmación de Williams de que la actividad del psoas aumentaba con los pies sujetos (11, 12); muy posiblemente, él fue uno de los primeros en reco- nocer los inconvenientes de los ejercicios en los que la actividad del psoas podía ser perjudicial pa- ra la función de la columna.) Williams sugirió que las personas incapaces de hacer la primera variación hicieran la segunda varia- ción del ejercicio de flexión del tronco que aparece en la figura 6-2A. Como la segunda variación evita el papel que el psoas y otros flexores de la cadera de- sempeñan en la flexión del tronco, es más probable que aparezca este ejercicio en los protocolos de ejer- cicio actuales que la sentadilla completa mostrada en este dibujo. Inclinación pélvica (fig. 6-2B). La inclinación pélvi- ca es un ejercicio que sigue siendo muy recomenda- do; sin embargo, los estudios recientes alertan de su empleo con pacientes discales (13). Aunque Williams subrayó su papel como ejercicio de fortalecimiento del músculo glúteo mayor, también intervienen en es- te ejercicio todos los músculos abdominales y en par- ticular el recto del abdomen. La inclinación pélvica se utiliza asimismo como elevador en la primera fase de las flexiones de abdominales. Flexión del tronco (fig. 6-2C). Este ejercicio es otro que también se emplea con frecuencia porque alivia a muchas personas con lumbalgia al estirar los múscu- los y estructuras de partes blandas de la columna. Sin embargo, aunque tal vez sea una postura cómoda pa- ra algunas personas con lumbalgia, puede no ser adecuada para algunas personas con problemas de disco, como roturas del anillo. No obstante, con fre- cuencia se recomienda como ejercicio en los progra- mas de intervención inmediata. Sentarse y alcanzar (fig. 6-2D). Este ejercicio fue menos usado en la década de 1990 que con anterio- ridad. Las razones para el rechazo fueron expuestas en el capítulo 2. Por ejemplo, si personas con tirantez en los isquiotibiales practicaran este ejercicio, las es- tructuras de tejidos blandos de la columna podrían verse obligadas a absorber el momento de anterofle- xión del tronco (14). Aunque se considera un ejer- cicio que puede usarse para estirar los isquiotibiales, estirar una sola pierna a la vez, como recomienda Cailliet, es la forma preferida para realizar esta activi- dad. Aunque no se recomiende el ejercicio descrito en la figura 6-2D, las instrucciones de Williams de «doblar el tronco lenta y suavemente hacia delante» evitarían algunos de sus inconvenientes. Williams también afirmó que este ejercicio era inapropiado para personas con ciática. Estiramiento de la cintilla iliotibial (fig. 6-2E). Wi- lliams creía que la tirantez de la cintilla iliotibial era una causa primaria del aumento de la inclinación an- terior de la pelvis (p. ej., mayor de 40 grados). Aun- que la tirantez de la cintilla iliotibial es con frecuen- cia un problema, existen estiramientos más eficaces que el mostrado en el dibujo. Ponerse de pie (fig. 6-2F). Fortalecer el cuádriceps y aprender a sustituir la acción de las piernas por la de la espalda son las razones primarias de este ejercicio. Aunque Williams sugería que las personas más jóve- nes realizaran sólo la primera variación, reducir la fle- xión de las rodillas es preferible porque ejerce menos tensión sobre las estructuras de la rodilla. Por lo de- más, este ejercicio no contiene nada perjudicial. MÉTODO DE McKENZIE Como el método de McKenzie comprende ejercicios diagnósticos y terapéuticos, es un error considerarlo sólo una serie de ejercicios (15). Se prefieren otros 141CAPÍTULO 6 / PROTOCOLOS PARA EL EJERCICIO (Y DIAGNÓSTICO) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 141 términos, como «método de McKenzie» que emplea Donelson (4, 15) o «programa de McKenzie» usado por DiMagio y Money (16). Debería hacerse hincapié en que el método de Mc- Kenzie es más que una serie de procedimientos que pueden usar los fisioterapeutas con pacientes con lumbalgia. Por ejemplo, Ron Donelson (un cirujano ortopédico), director de investigaciones y consultor ortopeda del McKenzie Institute International, aboga por el método de McKenzie. Cree que los métodos de evaluación de McKenzie son apropiados para los pa- cientes con lumbalgia, porque se pueden modificar de acuerdo con el nivel de dolor y el movimiento verte- bral del paciente. Además, afirma que los métodos de tratamiento de McKenzie basados en esta evaluación son adecuados para la mayoría de los pacientes con problemas de espalda y cuello (comunicación perso- nal). La premisa del método de McKenzie es que los trastornos vertebrales y los patrones del dolor pueden clasificarse en categorías mecánicas y no mecánicas mediante el empleo de procedimientos de evaluación de movimientos repetidos en el extremo de la movili- dad o en posiciones sostenidas. Si el movimiento pro- voca una exacerbación prolongada de los síntomas periféricos, debe interrumpirse ese movimiento con- creto. Sin embargo, si el movimiento alivia los sínto- mas periféricos y causa una centralización del dolor hacia la línea media del cuerpo, entonces ha de repe- tirse el movimiento (17). El método de McKenzie se centra en la percepción de la disfunción por parte del paciente; una vez que el paciente es consciente, se emplea el autotratamiento (según las circunstancias) y otras medidas profilácticas. Antecedentes El fisioterapeuta Robin McKenzie (3) estaba tratando a un paciente en 1959 que había sufrido un episodio de 10 días de dolor lumbar y crural sin resolverse. McKen- zie le pidió al paciente que esperara en la sala de reco- nocimiento. Esta sala tenía una mesa de exploración ar- ticulada con el respaldo subido. En vez de adoptar una postura sentado convencional conla espalda apoyada, el paciente se tumbó en decúbito prono e hiperexten- sión (fig. 6-3). Cuando McKenzie volvió a la sala se quedó sorprendido de ver al paciente en esta postura; sin embargo, su sorpresa fue todavía mayor cuando el paciente le dijo que en esa postura de hiperextensión en decúbito prono el dolor disminuía. McKenzie probó esta postura con otros pacientes de espalda y halló que los síntomas también se ali- viaban en esta posición. Tras otras experimentacio- 142 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO Figura 6-3. La postura que uno de los pacientes de McKenzie adoptó sin darse cuenta provocó el desarrollo de su protocolo de ejercicios de extensión. Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 142 nes, McKenzie decidió que no era práctico ofrecer mesas a todos los pacientes para adoptar la postura en decúbito prono en hiperextensión. En su lugar, de- sarrolló actividades sencillas que podían hacerse sin la mesa y generaban la misma postura en hiperexten- sión (fig. 6-4). Creó unos patrones que llevaron a Mc- Kenzie a describir tres síndromes mecánicos, además de un patrón de centralización y periferalización del dolor que podía ser especialmente útil para predecir el resultado y elegir el tratamiento (3, 17). Es impor- tante reparar en que el método de McKenzie no tiene por objeto diagnosticar la estructura específica daña- da, sino establecer un diagnóstico basado en el me- canismo de la producción del dolor. Al exponer las contraindicaciones a su técnica, McKenzie (3) señala que, si durante la prueba no se 143CAPÍTULO 6 / PROTOCOLOS PARA EL EJERCICIO (Y DIAGNÓSTICO) Figura 6-4. Ejercicio de extensión de McKenzie para el dolor centralizado. Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 143 halla ningún movimiento o posición que influya sig- nificativamente en los síntomas, el trastorno tal vez no sea de origen mecánico. Igualmente, si se aprecia un aumento de los signos y síntomas periféricos con todos los movimientos, es probable que su sistema sea inadecuado. Los signos en estos casos en que puede haber una patología grave son anestesia sacra baja y debilidad e inestabilidad de la columna (frac- turas o espondilolistesis), o dolor extremo con pun- zadas y transfixión durante el movimiento (3). Base teórica McKenzie (3) dio prioridad a una explicación prag- mática de sus propuestas, como son factores predis- ponentes y desencadenantes, causas del dolor, mecá- nica de los discos intervertebrales en relación con el método de McKenzie y proceso de centralización. Factores predisponentes. McKenzie (3) creía que tres factores predisponentes primarios en el estilo de vida son las causas más importantes de la lumbalgia. Estos tres factores son (a) una mala postura sentado, (b) la frecuencia de las flexiones y (c) la pérdida de capacidad para extender la columna lumbar. Uno de estos tres factores está presente. Estudios posteriores que hablan de estos aspectos aparecen en cursiva pa- ra los lectores interesados. Malas posturas en sedestación. McKenzie afirma- ba que, incluso si las posturas sentados empezaban con una alineación que mantuviera las curvas verte- brales en una buena postura erecta en bipedestación, tras cierto período solía producirse una reducción de las curvas lordóticas y una acentuación de las cifóti- cas. Creía que estas curvas cifóticas terminaban so- metiendo las estructuras ligamentarias a una tensión suficiente como para producir dolor. Esta afirmación está en oposición directa con la propuesta por Wi- lliams, que pensaba que lo deseable era la reducción de las curvas lordóticas (1). Pérdida de la capacidad de extensión lumbar. McKenzie afirmaba que la mayoría de los pacientes con lumbalgia presentaban pérdida de capacidad pa- ra extender la columna vertebral. Creía que los ma- los hábitos ortostáticos podían causar acortamiento adaptativo (posiblemente combinado con una lesión) y derivar en una reducción de la curva lordótica, lo cual aumentaba la presión intradiscal. Frecuencia de la flexión. McKenzie (3) creía que por el estilo de vida de la cultura occidental, la co- lumna se mantiene constantemente flexionada al má- ximo, pero pocas veces se extiende al máximo. Creía que esto podía causar una migración posterior del núcleo pulposo contra la porción anterior del anillo fibroso; si existen roturas anulares, los problemas son importantes. Factores desencadenantes. McKenzie citó los mo- vimientos descuidados y los levantamientos como problemas de espalda desencadenantes. Si factores predisponentes como los expuestos arriba han causa- do cambios adaptativos y microtraumatismos repe- titivos en el disco, incluso una sobrecarga menor po- dría provocar una lesión. Por ejemplo, en la actividad deportiva el cansancio puede empeorar la mecánica; esto podría sentar las bases de un movimiento des- cuidado. Más de un paciente con lumbalgia ha refe- rido: «Sólo me incliné a coger algo pequeño». En el caso de los deportistas, los levantamientos en la sala de pesas pueden ser el origen de la sobrecarga; las posibilidades de lesión se amplifican en presencia de una mala mecánica o de cansancio. En deportes es- pecíficos como el fútbol americano, las fuerzas gene- radas por otro jugador pueden modificar rápidamen- te las posturas adoptadas, sobre todo si un jugador está demasiado relajado, cansado o es más débil que el contrario. Por ejemplo, si un hombre de línea inte- rior es superado mientras ejecuta un movimiento de levantamiento en un bloqueo, la tensión implicada en el cambio resultante de posición podría dañar es- tructuras de tejidos blandos como las fibras anulares y ligamentos. Aunque el hombre de línea tal vez no experimente dolor inmediatamente (18), es con fre- cuencia la postura adoptada al relajarse tras la activi- dad la que termina generando el dolor (3). Ha habido cierta discrepancia sobre las posturas sen- tados que causan el menor estrés sobre la columna; las incluimos resumidas cronológicamente. • En un estudio sobre la presión intradiscal realizado por Nachemson (9), se halló que un disco flexiona- 144 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 144 do 5,5 grados soportaba una presión nuclear un 50% mayor que un disco extendido 3 grados. • Adams y Hutton (19) creían que las ventajas de la postura flexionada comprendían (a) la reducción de la tensión en las articulaciones interapofisarias; (b) una menor tensión compresiva sobre la porción posterior del anillo (aunque repararon en un au- mento del esfuerzo por tracción); (c) una mejora de la nutrición del disco, y (d) una mayor fuerza com- presiva general. • Hedman y Fernie (20) examinaron la fuerza y defor- mación in vitro de la columna lumbar de 12 cadá- veres en sedestación. La columna de los cadáveres se sometió a cargas continuas (30 min) de 500 N en flexión y extensión. Éstos son los hallazgos: (a) la fuerza media en las articulaciones interapofisarias fue mayor en extensión (50,7 + 32,2 N) que en fle- xión (5,6 + 7,5 N); sin embargo, la media de la fuer- za compresiva anterior en los discos fue mayor en flexión (165 + 133 N) que en extensión (35,0 + 46,9 N); (b) la fuerza neta en las articulaciones interapo- fisarias aumentó sólo un 1% durante los 30 minutos de extensión, pero la fuerza anterior en los discos aumentó un 32% durante los 30 minutos de flexión, y (c) como resultado de la deformidad progresiva, la tensión ligamentaria aumentó sustancialmente en ambas posturas durante los 30 minutos (183% en extensión y 153% en flexión). Causas del dolor. Para comprender el método de McKenzie, es importante conocer sus ideas sobre los generadores del dolor. Afirmaba que el sistema noci- ceptor se activa química o mecánicamente. Bogduk (21) reparó en que existe una amplia distribución de los receptores nociceptivos en el periostio, las cápsu- las articulares, los músculos, fascia, piel, ligamentos y mitad externa del anillo de los discos; además, tam- bién señaló que los receptores nociceptoresson es- pecialmente densos en el ligamento longitudinal pos- terior. No es necesario decir que este ligamento soporta tensión en las posturas tendentes a la flexión. El dolor mecánico se produce cuando una fuerza causa estrés, deformación o daños en los tejidos. Es- to puede suceder cuando se prolonga una posición en el extremo de la movilidad, o si el movimiento en cualquier dirección es excesivo. El dolor puede ser constante mientras la fuerza mecánica se mantiene, pero cesar cuando se resuelve la deformación mecá- nica. El dolor químico puede aparecer por un proce- so infeccioso o una enfermedad inflamatoria, y tal vez empiece hasta 20 días después del traumatismo (p. ej., los tejidos superan el grado de extensibilidad) (3). Un punto importante es que el dolor químico no puede suprimirse con cambios de postura; es cons- tante y puede perpetuarse si los movimientos excesi- vos interrumpen la curación. Comprender las dife- rencias de los generadores del dolor es esencial para elegir los ejercicios de McKenzie apropiados. Mecánica de los discos intervertebrales. Aunque el modelo de diagnóstico y tratamiento de McKenzie se centra más en el tipo de problema mecánico que en la estructura exacta, su trabajo hace amplia re- ferencia a los discos intervertebrales, y su conoci- miento es esencial para elegir los ejercicios correc- tos. McKenzie documentó que no todos los discos se comportan igual; los más jóvenes se comportan hi- drostáticamente y absorben las fuerzas de modo si- métrico; los discos más viejos son más rígidos y tie- nen menos movilidad, y los discos de edad mediana (a partir de los 30 años) pueden empezar a mostrar fi- suras a pesar de seguir comportándose hidrostática- mente, lo cual supone un riesgo para el disco. El tra- tamiento de los desequilibrios se basa en la premisa de que el material nuclear del disco se desplaza en sentido anterior con la extensión lumbar y en sentido posterior con la flexión. Los estudios de otros que comprueban las ideas de McKenzie se revisarán más adelante en este capítulo. Modelos conceptuales de McKenzie sobre las disfunciones mecánicas McKenzie clasificó el dolor de espalda de origen me- cánico en tres tipos de síndromes: posturales, disfun- cionales y por desequilibrio. Los patrones predeci- bles apreciados durante el proceso de evaluación sitúan a los pacientes en una de estas categorías, lo cual encamina el curso del tratamiento. En el método de McKenzie el procedimiento de evaluación es esencial para discernir el síndrome o combinación de síndromes que muestra el paciente. La respuesta del paciente a los movimientos repeti- dos o las posiciones sostenidas de flexión y extensión (y ocasionalmente, deslizamiento lateral), con carga 145CAPÍTULO 6 / PROTOCOLOS PARA EL EJERCICIO (Y DIAGNÓSTICO) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 145 o sin ella, suelen informar al fisioterapeuta para clasi- ficar el diagnóstico y tratamiento. Se documenta la respuesta del paciente (por lo general en una escala análoga visual de 1 a 10) antes, durante y después de la aplicación de fuerzas (pruebas de movilidad). Las respuestas de dolor o entumecimiento se registran mediante la localización y se clasifican por el au- mento, reducción, producción, supresión del efecto, empeoramiento, no empeoramiento, mejoría o no mejoría. El cambio en los síntomas se apunta si ocurre durante el movimiento o al final de la movilidad. Modelo postural. El dolor postural aparece al estirar en exceso y deformar el tejido normal. Los pacientes con este síndrome suelen ser menores de 30 años, tie- nen un trabajo sedentario y no hacen ejercicio. Los síntomas de dolor se concentran con frecuencia en las regiones cervical, dorsal o lumbar, y el dolor puede aparecer sin ningún cambio estructural en los tejidos sometidos a tensión. Por ejemplo, sentarse encorvado durante un período lleva las estructuras de tejidos blandos de la columna lumbar al extremo del grado de movilidad (ROM); sin embargo, este dolor cesa al pasar de la postura sentado encorvada a bipedesta- ción. Antes de ponerse de pie, estructuras como los li- gamentos amarillos, supraespinosos, interespinosos, capsulares y longitudinal posterior, las cápsulas de las articulaciones interapofisarias y los anillos fibrosos pueden soportar tensión al punto de percibir dolor que persiste hasta que el tejido desplazado vuelve a su posición normal. Si el tejido desplazado vuelve a su posición antes de que se produzcan efectos crónicos como deformación o relajación de la tensión, todo «vuelve a la normalidad» cuando se disipa la tensión poniéndose de pie e hiperextendiendo la columna, o se adopta una mejor postura sentado (p. ej., con una «buena» lordosis). El dolor ortostático aparece cerca de la línea media del cuerpo y no irradia a las extre- midades; sus características lo diferencian de los mo- delos descritos para otros síndromes. Los movimien- tos son normales en las pruebas, pero tal vez haya que recurrir a mantener la postura durante la prueba para reproducir los síntomas. El movimiento nunca causa dolor de origen postural. UNA APLICACIÓN DEL SÍNDROME POSTURAL: Una vez generados los síntomas (p. ej., sentarse mucho tiem- po encorvado), la postura se corrige y los síntomas desaparecen. Se debe corregir la postura, lo que tal vez exija el aumento de la fuerza y resistencia de músculos ortostáticos escogidos. Modelo disfuncional. Los pacientes con un síndro- me disfuncional suelen ser mayores de 30 años, ha- cen poco ejercicio y exhiben malas posturas. El ini- cio de los síntomas es lento y gradual. Los factores predisponentes antes enumerados de malas posturas y anteroflexión frecuente del tronco y la falta de ex- tensión permiten el acortamiento adaptativo de es- tructuras que necesitan flexibilidad para realizar las actividades diarias sin dolor. Aunque las lesiones me- nores se curen rápidamente, la elasticidad de la es- tructura puede verse afectada con el tiempo; esto tal vez termine causando una reducción del ROM. Las lesiones propias de la actividad deportiva podrían producir los mismos síntomas, aunque las fuerzas im- puestas los causen con más rapidez. Con cada uno de los traumatismos sucesivos (micro o macro) en las fibras anulares del disco o en otras estructuras de te- jidos blandos, se produce la reparación con tejido fi- broso; sin embargo, el ROM se reduce por el tejido cicatricial y por el dolor causado por el ROM dismi- nuido. Aunque McKenzie reconoció que no existe forma segura para determinar las estructuras afecta- das en este estadio del proceso de la enfermedad, afirmó que algo se había contraído o fibrosado o que se había producido la adhesión de la raíz nerviosa y que este dolor ocurría antes del extremo del ROM. Si se cumplen los criterios del modelo disfuncio- nal, el tejido dañado debe remodelarse. Dicho de otro modo, el tejido que ha sufrido acortamiento adaptativo debe elongarse. Aunque el acortamien- to adaptativo que haya sufrido el deportista tal vez no sea tan grande como el de una persona normal, la re- modelación del tejido no ocurre con rapidez. El teji- do cicatricial inextensible creado durante la repara- ción tras el traumatismo también deriva en un síndrome disfuncional. McKenzie afirmó que el dolor emana y ocurre de inmediato por el acortamiento de- formante y mecánico de segmentos de los tejidos blandos que han perdido elasticidad y movilidad. Durante la evaluación se aprecia dolor al final del ROM, no durante el movimiento. También habrá una pérdida de función y/o movilidad. El dolor será refe- rido en el síndrome disfuncional sólo por la adheren- cia de una raíz nerviosa. 146 PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO PARA LA ESPALDA • PRESCRIPCIÓN DE EJERCICIO Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 146 UNA APLICACIÓN DEL SÍNDROME DISFUNCIONAL: El ob- jetivo del tratamiento es utilizar el ejercicio para esti- rar las estructuras acortadas y establecer la corrección postural. Del estiramiento de las estructuras acortadas se habló en el capítulo 2. Los ejercicios pueden con- sistir en flexión,extensión y deslizamiento lateral; se deben practicar a diario (10 a 12 repeticiones, lo ide- al es cada 2 h) hasta el punto del dolor para elongar el tejido apropiado. Una vez elongado el tejido, el dolor no debería persistir. La adherencia de la raíz nerviosa necesitará estiramiento mientras se manifiestan los síntomas periféricos. La adherencia de una raíz ner- viosa se trata con estiramientos seguidos de extensión para prevenir la recidiva del desequilibrio. Modelo de desequilibrio. Los pacientes con un síndrome de desequilibrio suelen tener entre 20 y 55 años. Suelen referir un inicio relativamente repentino del dolor y una pérdida funcional, a veces sin razón aparente. El dolor puede ser central o tal vez referido; puede ser constante, y tal vez haya parestesias. Los movimientos y posturas alteran los síntomas. La des- cripción de McKenzie de este síndrome y los efectos aparentes de las posturas o movimientos se basan en el modelo dinámico de los discos internos. Cuando el dolor cambia de intensidad o localización, el dis- co está cambiando su forma de desplazamiento o su posición basada en el movimiento o postura del pa- ciente. Siempre hay pérdida de movilidad y puede ser grave, y a veces se aprecian deformidades como escoliosis o cifosis. McKenzie informó de que, al pro- bar la movilidad, la periferalización manifiesta el de- sarrollo del desequilibrio, y la centralización, su re- ducción. Los cambios rápidos y duraderos tras la prueba de movilidad manifiestan desequilibrio. Si la prueba de movilidad no reduce los síntomas, la pared anular puede presentar una brecha. McKenzie (3) clasificó los desequilibrios posteriores del 1 al 6; consideró el desequilibrio anterior como 7. Por ejem- plo, el dolor central o simétrico de L4 a L5 podría cumplir los criterios de un desequilibrio 1, mientras que el dolor unilateral o asimétrico de L4 a L5 exten- diéndose por debajo de la rodilla cumple los criterios de un desequilibrio 6. Remitimos al libro de McKen- zie para una delimitación más completa del desequi- librio (3). El tratamiento de los desequilibrios sigue cuatro fases: reducción del desequilibrio, mantenimiento de la reducción, recuperación de la función y preven- ción de recidivas o profilaxis. Los ejercicios del trata- miento o la técnica de movilización se basan en la preferencia direccional que muestra el paciente du- rante la evaluación mecánica. El objetivo es la cen- tralización y supresión de los síntomas en la fase 1, como se explicó arriba. El desequilibrio 1 se reduce por el principio de extensión. El objetivo del trata- miento de los desequilibrios 2 a 6 es invertir el dese- quilibrio mediante la corrección del desplazamiento o el principio de extensión hasta semejar un desequi- librio 1. En esto consiste la centralización. Centralización es un término acuñado por McKenzie (3) para describir un rápido cambio de la localización e intensidad percibidas del dolor de una posición periférica o distal a otra más central o proximal; esto ocurre en el síndrome de desequilibrio cuando un dis- co que protruye se reduce con el ejercicio. Puede es- perarse un buen resultado si ocurre la centralización. La reducción se mantiene sentándose y apoyando la región lumbar, manteniendo la lordosis lumbar y con la ejecución frecuente de ejercicios de exten- sión. La función comienza a recuperarse cuando la flexión ya no da inicio a los signos de desequilibrio. Se emplean ejercicios o procedimientos de flexión a los que siguen otros de extensión. Las recidivas se previenen enseñando al paciente a seguir con los ejercicios y tomar precauciones con la anteroflexión del tronco y la sedestación prolongadas. El trata- miento de un desequilibrio 7 suele consistir en ejer- cicios o procedimientos de flexión parcial seguidos de extensión cuando ya no se aprecian signos de de- sequilibrio. UNA APLICACIÓN DEL SÍNDROME DE DESEQUILIBRIO: Asumamos que un paciente comienza con dolor uni- lateral en la espalda y pierna por debajo de la rodilla. El paciente realiza 10 flexiones de pie. El dolor au- menta distalmente durante el movimiento y no remi- te. Esto tal vez sugiera al médico una conducta de de- sequilibrio que nuevas pruebas confirmarán. Reparar en la conducta de los síntomas con referencia espe- cífica a los efectos de los movimientos repetidos for- ma parte integral de la evaluación y tratamiento con el método de McKenzie. De particular importancia es reparar en la periferalización o centralización. 147CAPÍTULO 6 / PROTOCOLOS PARA EL EJERCICIO (Y DIAGNÓSTICO) Muntatge 001-254 22/7/05 10:00 Página 147 McKenzie subrayó la importancia de repetir los mo- vimientos porque el dolor que inicialmente remite o desaparece con una postura o movimiento puede, cuando se repite, empeorar la situación (o tal vez ocurra lo contrario). Esto sucede sobre todo con los desequilibrios. Remitimos al lector al libro de Mc- Kenzie (3) u otros como el material de su instituto pa- ra descripciones detalladas sobre el tratamiento de desequilibrios. Estudios relevantes para el método de McKen- zie. Cuando McKenzie (3) expuso por vez primera sus ideas, resultaron un tanto controvertidas, en par- te porque eran diametralmente opuestas a las de los ejercicios de flexión de Williams (1), el programa de ejercicios predominante en aquella época. Un as- pecto difícil de demostrar era que el núcleo pulposo se movía realmente en sentido anterior durante la ex- tensión de la columna y posteriormente durante su flexión. También se cuestionó su eficacia clínica; en las secciones siguientes se hablará de la biomecánica del movimiento nuclear y de la eficacia clínica (es decir, si se produce la centralización o periferaliza- ción durante el ejercicio). Movimiento nuclear en flexión y extensión. Sch- nebel y otros (22) midieron el cambio posicional del núcleo pulposo por medio de discografía. En este es- tudio se usó llevar las rodillas hasta el pecho para el movimiento de flexión, y la postura de las flexiones de tríceps en decúbito prono para la extensión. Los investigadores hallaron una diferencia significativa en la posición posterior del núcleo pulposo en discos normales entre la flexión y extensión; el movimiento medio en L4-L5 y L5-S1 fue 2,2 mm y 2,9 mm, res- pectivamente. Llegaron a la conclusión de que la ex- tensión reduce las fuerzas sobre la raíz nerviosa de L5 (con una hernia de disco en L4-L5), mientras que la flexión aumenta las fuerzas de compresión y trac- ción sobre la raíz nerviosa. Beattie y otros (23) investigaron el movimiento del núcleo pulposo durante la flexión y extensión lumba- res. Los pacientes fueron sometidos a una explora- ción con resonancia magnética en decúbito supino. La extensión lumbar se consideró en decúbito supino con rodamiento lumbar, y la flexión, con las caderas y rodillas flexionadas (~30 grados). Los bordes ante- rior y posterior del núcleo pulposo (NP) se midieron respecto a los bordes anterior y posterior de los cuer- pos vertebrales adyacentes. Un hallazgo fue que el núcleo pulposo de los discos degenerados no se mo- vió igual que el de los discos normales, tal y como afirmaba McKenzie. Un segundo hallazgo de este es- tudio fue que el núcleo pulposo normal se movía ba- sándose en los movimientos de la columna lumbar. La distancia del borde posterior del núcleo pulposo a los bordes posteriores de los cuerpos de las vértebras adyacentes fue mayor en extensión que en flexión. Básicamente, el núcleo pulposo se alejó más de las estructuras sensibles al dolor en la columna posterior con movimientos de extensión. Centralización y periferalización. Kopp y otros (24) describieron en su estudio sobre pacientes con hernias del NP que el empleo de ejercicios de exten- sión pasiva en pacientes que lograban una extensión lumbar normal era un signo fiable para determinar el resultado. No mencionaron la centralización con es- te nombre, pero describieron que todos los pacientes presentaban dolor que irradiaba por debajo de la ro- dilla. Como sólo el 6,2% de los pacientes que nece- sitaron tratamiento