El hacinamiento carcelario representa un desafío significativo para la resocialización de las personas privadas de libertad. La falta de espacio adecuado, las condiciones insalubres y la falta de instituciones abiertas dificultan el proceso de reintegración a la sociedad. Es importante reconocer que endurecer las penas no es la solución para abordar este problema. En cambio, es necesario replantear el diseño y funcionamiento de las cárceles, buscando alternativas que promuevan la reinserción social y eviten el hacinamiento.
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