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Carlos L. Delgado M.D. El cerebro invisible Cómo la mente y la conciencia sobreviven a la muerte Ediciones B SÍGUENOS EN Me Gusta Leer Colombia @megustaleerco @megustaleerco http://www.megustaleer.com.co/ https://www.facebook.com/megustaleerColombia https://www.facebook.com/megustaleerColombia https://twitter.com/MegustaleerCo https://twitter.com/MegustaleerCo https://www.instagram.com/megustaleerco/ https://www.instagram.com/megustaleerco/ A mi padre, donde quiera que esté… Agradecimientos Quiero agradecer al equipo de Penguin Random House Grupo Editorial, a Elena Gómez, directora general para Colombia, a Gabriel Iriarte, director editorial, a Carlos Lugo, director de operaciones, a Margarita Restrepo, directora de marketing y comunicaciones por su inestimable ayuda y colaboración para la realización de este trabajo. A mis actuales editoras Natalia Jerez y Natalia García mis más sinceros reconocimientos. También a Jairo Clavijo, brand manager del equipo de marketing. No podían faltar Nohora Betancourt, diagramadora, y Patricia Martínez, jefe de arte, por su excelente trabajo de portada y acabado final. En abril de 2015 el trabajo se concretó con la salida de la primera edición de la obra, en Ediciones B. Extiendo mis agradecimientos a Alfonso Carvajal, mi primer editor y también escritor, por su sabia guía, visión y generosidad a través de estos últimos años. También a Gloria Martínez, anterior gerente comercial de Ediciones B, por su amistad y siempre inocultable confianza en el proyecto; a Estefanía Trujillo, del equipo de prensa, y a Carlos Lugo, anterior director general de Ediciones B, por su extraordinaria visión ejecutiva. También a los cientos de miles de maestros, profesores, alumnos, amigos y pacientes que me enseñaron con su palabra y su ejemplo. Los momentos de discusiones y sana controversia ocupan un privilegiado lugar en la mente y el corazón del autor que nunca los olvidará. Toda mi familia ha sido un extraordinario soporte en este viaje hacia lo desconocido y lo maravilloso, especialmente mis hermanos y mi madre, a quien todavía tengo la fortuna de tener a mi lado a pesar de su avanzada edad. Prefacio a la segunda edición Hace algunos años, Thomas Metzinger, filósofo de la Universidad de Maguncia, afirmaba en una entrevista publicada en Mente y Cerebro, titulada “La visión materialista de la neuroética”, que “Todo aquel que vaya con el progreso de la ciencia no puede continuar creyendo en una supervivencia personal después de la muerte”1. Neurocientíficos muy conocidos como Eric Kandel, António Damásio y Rodolfo Llinás son de un parecer similar: si el cerebro muere, la mente, al ser un producto de la actividad cerebral, se desvanece para siempre. A la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación, esta afirmación amenazadora e irresponsable carece de fundamento. Si fuésemos capaces de extender los alcances del paradigma computacional más allá de sus propios límites, como lo vamos a hacer en este trabajo, llegaríamos a un veredicto totalmente contrario: la idea de una supervivencia personal después de la muerte es una consecuencia directa de los supuestos básicos de la teoría de la información y de las ciencias de la computación2. Corrijamos entonces para comenzar la afirmación de Metzinger. Podemos afirmar, creo yo y sin temor a equivocarnos, que la creencia en una supervivencia personal es perfectamente compatible con el progreso de la ciencia. La idea de que una personalidad humana desaparece con la muerte se encuentra profundamente arraigada en el seno de la ciencia moderna. Un monumental error de interpretación hizo que las neurociencias confundieran información, programas informáticos y conciencia individualizada con la estructura física que las soporta. Este error dejó una huella imborrable representada en uno de los paradigmas modernos más contundentes: la conciencia es un producto de la actividad cerebral. Si el cerebro muere, la mente desaparece para siempre. Afortunadamente, no todos los neurocientíficos fueron de este parecer. Charles Sherrington (1857-1952), premio Nobel de Medicina gracias al descubrimiento de la sinapsis (cómo las células nerviosas se conectan), y su famoso discípulo, el neurocirujano estadounidense Wilder Penfield (1891-1976) —a quien los estudiantes de Medicina le debemos el famoso homúnculo cerebral donde se encuentran representadas una gran parte de las funciones nerviosas—, abrazaron una idea diametralmente diferente: la de dos entidades separadas y distintas dentro del cráneo. Luego de haber trabajado toda su vida estudiando los reflejos innatos en animales de laboratorio, Sherrington se apartó de la experimentación y dedicó sus últimos años a la reflexión filosófica de los problemas del cerebro y de la mente. En el prólogo a una nueva edición de su libro The Integrative Action of the Nervous System, escribió: “La opinión de que nuestro ser consista de dos elementos separados (mente y cerebro) no ofrecería una improbabilidad mucho mayor que si descansara en uno solo (cerebro)”3. Luego de toda una vida dedicada a la investigación del cerebro (creación del famoso homúnculo y mapear toda la corteza cerebral), Penfield, su principal discípulo, llegó también como su maestro a la conclusión de que había algo en la investigación que no se adaptaba al marco científico vigente. En su último trabajo, El misterio de la mente, Penfield se preguntaba si ya era hora de abandonar el antiguo paradigma que afirmaba que la mente era un producto de la actividad cerebral y abordar el interrogante de si, aparte del cerebro, existía otro tipo de entidad a la que simplemente bautizábamos con el nombre de mente, alma o conciencia: A lo largo de mi carrera, tanto yo como otros científicos hemos luchado por demostrar que el cerebro explica la mente. Sin embargo, pienso que ha llegado el momento de considerar la evidencia tal cual es y plantearse la pregunta: los mecanismos cerebrales ¿explican la mente?, ¿puede explicarse la mente a través de lo que se conoce hoy del cerebro? De no ser así, ¿cuál es la más lógica de estas dos posibles hipótesis: el ser humano se basa en un solo elemento o en dos?4 No fue sino hasta la llegada de los grandes pioneros de la teoría de la información y de las ciencias de la computación, a mediados del siglo XX, que la cuestión ha quedado parcialmente resuelta. Alan Turing, John Von Neuman y Claude Shannon mostraron que en el interior de una computadora existen dos tipos de entidades: la información y los programas informáticos por un lado (software) y el soporte físico (hardware), por el otro. Ambos elementos son interdependientes y aunque la información no podría existir sin su soporte, es posible extraerla de su base original e introducirla en un soporte físico diferente. La información y los programas son independientes de la computadora que les dio nacimiento. No solo eso. La información no desaparece, puede conservarse de manera indefinida si utilizamos el soporte físico apropiado para ello. Los seres humanos somos información. Nuestros pensamientos, sensaciones, percepciones, sentimientos y emociones tienen su origen en la información acumulada a lo largo de nuestras vidas. Todo esto nos conduce a una conclusión absolutamente sorprendente e inesperada: el universo es una gigantesca computadora cuántica y nosotros somos sus más sofisticadas y extraordinarias creaciones. De la misma manera que un adolescente rescata la información y su historia personal antes de que la computadora llegue al límite de su funcionamiento y la introduce en otra computadoraviable y posiblemente recién salida de fábrica, el universo, a través de complejas operaciones computacionales, rescata una personalidad humana en un cerebro distinto al cerebro físico que se encuentra próximo a abandonar. Este otro cerebro también es material, pero se encuentra fabricado con partículas fundamentales distintas. A esta contraparte sutil del cerebro material yo le he dado el nombre de “cerebro invisible”. Debido a las propiedades únicas de sus componentes no lo vemos con nuestros ojos físicos. Ambos procesadores de información, el cerebro visible y el cerebro invisible, ocupan el mismo espacio. Es en este cerebro invisible donde la mente y la conciencia individualizada sobrevivirá a la muerte del cerebro material que le dio nacimiento. ¿Cómo realiza la naturaleza este aparente milagro? En este río revuelto hemos olvidado varias disciplinas científicas que podrían ser de gran ayuda en nuestra investigación: la física de partículas, el modelo estándar y sus futuras extensiones, los nuevos mapas cosmológicos que incluyen el más reciente descubrimiento de la materia oscura y quizá el más importante y olvidado: la teoría de la información y las ciencias de la computación a las que nos hemos referido con insistencia en este prefacio. ¿Podría alguien imaginar hace solo algunos años que estas jóvenes disciplinas serían capaces de aportar alguna luz sobre estos cuestionamientos que han ocupado la curiosidad humana desde hace ya varios milenios? Los grandes filósofos y líderes religiosos de hoy nunca imaginaron que aquello que quizá vieron como un enemigo altivo, soberbio y poderoso de las creencias religiosas y filosóficas hace tan solo algunos años, llegase a convertirse en el gran aliado para demostrar lo que siempre quisieron demostrar: que una personalidad humana sobrevive a la muerte del cerebro. Esta es quizá la aventura más extraordinaria de todas y en este trabajo te ofrezco una aproximación verdaderamente novedosa y única al problema. En algunas partes del libro podría parecer que el autor repite mucho, pero esta repetición tiene un objetivo: desconectar tus conexiones sinápticas y volverlas a conectar de una manera diferente. Los paradigmas materialistas que han estado vigentes en los últimos cincuenta años y que crecieron con nosotros nos han llevado a vivir con una pesada carga de neurotransmisores en nuestros cerebros, la carga producida por el peso de las conexiones sinápticas que acompañan estas viejas creencias. Desconectarlas y volverlas a conectar es muy difícil, pero nunca imposible. Te pondré un ejemplo. Recientemente estuve en un curso sobre aproximaciones médicas diferentes a la medicina alopática que he ejercido en los últimos treinta años. Mientras a muchos de los asistentes, que no eran médicos, se les hacía muy sencillo lo que se hablaba, para este autor no fue fácil entender lo que los expositores planteaban. No es que estuviesen equivocados sino que el problema era mío: mis conexiones sinápticas largamente arraigadas debido a los paradigmas prevalecientes en la medicina por tantos años me impedían desconectarlas y volverlas a conectar. Esto es lo que los neurocientíficos llaman plasticidad cerebral. En otras palabras, había problemas con mi plasticidad. Era como si mis neuronas estuvieran cementadas, congeladas. Me quedaba difícil entender lo que otros parecían comprender con facilidad. Este sencillo ejemplo te permite entender por qué es tan difícil cambiar la creencia de hombres de ciencia muy valiosos de que la mente es un producto de la actividad cerebral. El problema descansa en sus conexiones. Por los paradigmas o sistemas de creencias muchos han ofrendado sus vidas. Te repito: el problema radica en el peso de las conexiones. También es posible que observes con curiosidad que he utilizado fuentes de información que quizá avergonzarían a algunos. A ello te responderé como lo hizo el gran filósofo y anarquista de la epistemología y filosofía de la ciencia de mediados del siglo XX, Paul Feyerabend: todo vale. También H. H. Price, el famoso filósofo de la mente de la Universidad de Oxford, afirmaba que no deberíamos sentir vergüenza de tomar información de fuentes de dudosa procedencia, especialmente cuando se trata de antiguas filosofías y culturas del pasado, ya que allí pueden existir vastos tesoros ocultos cuya riqueza no es fácil de intuir en un primer encuentro. Ha sido para el autor muy grato ver cómo la primera edición de este libro se agotó rápidamente. Esta nueva publicación, ampliada y corregida, llega con algunas modificaciones: gráficos, cuadros y explicaciones adicionales que te permitirán entender más fácil y mejor la hipótesis planteada. Los capítulos “¿Qué es una mente?” y “Receta para fabricar un universo” han sido reescritos en su totalidad5. El capítulo “Un cerebro no es suficiente” contiene información adicional sobre un concepto misterioso, pero no menos fascinante: la representación mental. Nuevas figuras y cuadros acompañan a los capítulos “El paisaje cósmico” y “Materia oscura”. El libro ha sido totalmente diagramado de nuevo. Finalmente, como afirmaba la señora Annie Besant, la reconocida teósofa de comienzos del siglo XX: “quienes quieran cumplir con el propósito de llegar a conocerse algún día no deben rechazar un poco de esfuerzo mental ni han de esperar que el alimento de la mente caiga ya aderezado en una boca ociosamente abierta”6. Es necesario un trabajo intelectual pues, como lo digo en la introducción, la mente y la conciencia no se dejan atrapar con facilidad. El rescate de una personalidad humana constituye uno de los mayores secretos de la creación. Aquí tienes, por fin, la respuesta a cómo la naturaleza pudo haber llevado a cabo este extraordinario milagro. Introducción El libro que tienes en tus manos explora una posibilidad insospechada: la de que una personalidad humana sea capaz de sobrevivir a la muerte de su soporte físico, el cerebro material. La idea no es nueva. Aunque olvidada por la ciencia contemporánea, ha permanecido viva en la mente y el corazón de la cultura popular durante los últimos dos mil quinientos años. Lo novedoso aquí lo constituye el modelo planteado por el autor. Tomando en cuenta los descubrimientos más recientes en áreas como la informática y las ciencias de la computación, las telecomunicaciones, la cosmología y la física de partículas, entre otras, el autor se atreve a sugerir un modelo de la mente que va más allá de aquellos enfoques propuestos por las ciencias cognitivas tradicionales: el cerebro físico no es el único procesador de información que utilizamos para percibir, organizar y finalmente entender la realidad que experimentamos. Fabricado con partículas fundamentales7 diferentes, este otro cerebro, invisible a nuestra percepción ordinaria, estaría existiendo e interactuando simultáneamente con nuestro cerebro hecho de materia visible. La interacción del cerebro visible y el cerebro invisible se llevaría a cabo a través de campos de naturaleza física y la información viajaría de un cerebro a otro por medio de estos mismos campos. En el momento de la muerte, al ausentarse la contraparte material, los campos que los mantenían unidos y que tenían su origen en la actividad eléctrica del cerebro visible desaparecen. De esta manera, la contraparte invisible queda en libertad, con toda la información recopilada a lo largo de una vida, los programas informáticos y la conciencia individualizada. Son dos cerebros, cada uno existiendo en un sector específico de la realidad8 y cada uno fabricadocon un set de partículas fundamentales, únicas y exclusivas. Un cerebro visible y un cerebro invisible constituirían, por el momento, los soportes físicos básicos de una personalidad humana. En los tiempos actuales esta idea no debería constituir un motivo de extrañeza. Más de un centenar de partículas fundamentales han sido descubiertas en el curso de los últimos cincuenta años y, de ellas, solo tres han sido utilizadas para construir nuestro universo hecho de materia ordinaria. Es como si un maestro de obra tuviera a su disposición mas de cien tipos de ladrillos diferentes y finalmente decidiera utilizar tres de estos modelos y con ellos levantar toda una ciudad. Por supuesto que esto no parece sensato. Si hay algo que caracteriza al universo es su funcionamiento económico. Todos los fenómenos de la naturaleza se rigen por el principio de la mínima acción, es decir el universo siempre procede siguiendo el camino del menor esfuerzo posible. ¿Por qué habría la naturaleza derrochado más de un centenar de partículas fundamentales cuando solo tres de ellas parecieran ser suficientes para estructurar toda la realidad que experimentamos? Tal vez un descubrimiento reciente pueda revelar parte de la respuesta a este interrogante. A partir de la segunda mitad del siglo XX, observaciones muy meticulosas sugieren que detrás del universo visible se encuentra también un universo invisible que no vemos y no percibimos. Esta contraparte sutil del universo físico parece estar constituida por partículas exóticas, es decir, partículas con propiedades diferentes al quark arriba, el quark abajo y el electrón, los constituyentes fundamentales utilizados por la naturaleza para fabricar la realidad material. Aunque esta contraparte invisible no ha podido ser percibida y tampoco atrapada en ningún laboratorio, los efectos gravitacionales ejercidos por sus componentes sobre la materia visible delatan inequívocamente su presencia. Desde entonces, cientos de artículos han sido publicados en las revistas científicas más importantes del mundo donde se discute la naturaleza, los componentes y el papel que se cree desempeña este misterioso acompañante invisible de nuestro universo visible. Tomando en cuenta este reciente descubrimiento, Deno Kazanis, un PhD en Biofísica de la Universidad del Estado de Pensilvania, se atrevió a plantear hace ya algunos años una hipótesis que apareció documentada en el Journal of Near Death Studies titulada “The Physical Basis of Subtle Bodies and Near Death Experiencies”9. De acuerdo con Kazanis, existía la intrigante posibilidad de que esa materia oscura fuera la materia prima con la que han sido fabricados los cuerpos sutiles y los universos espirituales a los que hacen referencia las tradiciones filosóficas y religiosas de los diferentes pueblos del mundo. Hasta donde sé, era la primera vez que alguien en el mundo de la ciencia sugería tal posibilidad. Si el universo visible constituía la matriz para la aparición y evolución de la vida tal y como la conocemos, ¿por qué no podría haber sucedido algo similar con esa materia invisible recién descubierta? Una idea semejante parece haber sido tomada en serio en años más recientes. En un artículo publicado en la prestigiosa revista Scientific American titulado “Mundos oscuros”, el físico teórico Jonathan Feng, profesor de Física y Astronomía de la Universidad de California, y Mark Trodden, codirector del Centro de Cosmología de Partículas de la Universidad de Pensilvania, afirman que este universo invisible podría contar con su propia red de partículas fundamentales, fuerzas e interacciones. En otras palabras, un universo hecho de partículas exóticas (oscuras) podría estar interactuando simultáneamente con el nuestro. Feng y Trodden creen que existe todo un abanico de posibilidades y que podría existir todo un sector de estas partículas oscuras, “tal vez un mundo similar al nuestro, con versiones ocultas de protones y neutrones, que se combinan para formar átomos, moléculas, planetas y estrellas ocultos”10. Ahora podemos afirmar con contundencia la premisa fundamental que se esconde detrás de la obra que tienes en tus manos: un cerebro invisible hecho de materia oscura, o de algún otro tipo de materia constituida por partículas exóticas desconocidas, formaría parte del soporte material que la mente utiliza para procesar la información y sobrevivir a la muerte corporal. No solo eso; siguiendo el planteamiento de Kazanis, esa misma materia exótica sería el ingrediente utilizado por la naturaleza para fabricar los universos espirituales a los que hacen referencia las grandes tradiciones filosóficas y religiosas del pasado. La materia visible es el soporte físico de nuestro cerebro visible y nuestra realidad material, mientras que la materia invisible es el soporte material del cerebro invisible y de nuestras realidades mentales y espirituales. Además, una aproximación basada en un cerebro y una materia invisible constituiría el modelo hipotético ideal que necesitamos para explicar ciertos fenómenos mentales, que no parecen tener explicación con los modelos tradicionales desarrollados por las ciencias cognitivas contemporáneas. ¿A qué fenómenos mentales nos referimos? Los textos de neurociencias afirman que la mente y la conciencia humana son un producto de la actividad cerebral. Si el cerebro deja de funcionar, la mente desaparece para siempre. Sin embargo, la presencia de fenómenos anómalos y poco habituales en nuestra experiencia cotidiana nos lleva a considerar con sumo cuidado este supuesto básico de las neurociencias. Los estudios recientes sobre fenómenos extraños e inusuales, como son las experiencias cercanas a la muerte, las experiencias verídicas fuera del cuerpo, los reportes de posibles comunicaciones con los seres queridos fallecidos a través de sujetos con habilidades especiales y los informes de niños entre los tres y los cinco años que afirman recordar vidas previas11, están diciéndonos algo que los actuales representantes de las ciencias cognitivas desconocen. Y aunque las investigaciones llevadas a cabo por la parapsicología a lo largo de los últimos ochenta años sugieren fuertemente la existencia de habilidades humanas extraordinarias como la telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicoquinesis12, los investigadores habían preferido dejar de lado el estudio científico de la supervivencia hasta delimitar mejor los alcances y los límites de estas habilidades humanas excepcionales. Como muy bien lo afirmó el profesor Joseph Rhine en su obra El nuevo mundo de la mente en 1937: Junto a los complejos resultados de las investigaciones que establecen la realidad de la telepatía, la clarividencia y la precognición, resulta evidente ahora que la solución de la supervivencia del espíritu es mucho más complicada de lo que parecía13. En otras palabras, mientras no conociéramos las fronteras y las consecuencias de las investigaciones acerca de estos aspectos poco explorados de la mente humana, era muy difícil entrar a investigar el complicado problema de la supervivencia. Ahora las cosas han cambiado. Los reportes de fenómenos inusuales como los que hemos nombrado requieren de una explicación. Las interpretaciones de los hechos formulados por los representantes de la ciencia de vanguardia, de corte materialista, convencen solamente a unos pocos. De hecho, las neurociencias poco tienen que ofrecer al respecto. Se ocupan del cableado por donde circula la informaciónen el cerebro material. La anatomía de la estructura nerviosa y la forma como la información es percibida, traducida, codificada y transmitida a través de las redes neuronales constituye su objetivo de estudio. Su alcance solo le permite llegar hasta la corteza cerebral, donde asambleas neuronales disparan al unísono para producir lo que llamamos la subjetividad, los fenómenos mentales y la conciencia. No estudia otros aspectos relacionados con la información, como por ejemplo la manera en que la actividad eléctrica del cerebro se convierte en subjetividad. Todos sabemos que los potenciales de acción que corren por nuestros trayectos nerviosos representan información, pero una cosa es la información representada en potenciales de acción y otra es la misma información que aparece como imágenes, sonidos o conceptos en nuestra conciencia. Una cosa es tu foto codificada en patrones de bits o secuencias de ceros y unos en la unidad de almacenamiento de la computadora y otra es tu imagen en color que, una vez descodificada, aparece en la pantalla de tu ordenador. Una cosa es el patrón de bits y otra cosa el concepto, la imagen o el sonido. Es la misma información, pero representada de dos maneras diferentes. Y es aquí donde reside el misterio. Existe una transformación de la información que conocemos, en el caso de la computadora, pero que, tratándose de nuestro cerebro y de nuestra mente, los neurocientíficos ignoran por completo. Más aún, las neurociencias desconocen todo lo relacionado con la posible duplicación, transmisión, rescate y almacenamiento de la misma información fuera de la estructura cerebral. Tampoco está en su abanico de posibilidades la presencia de procesadores adicionales fabricados con partículas físicas con propiedades diferentes. A ningún representante de las ciencias cognitivas se le ha ocurrido semejante idea. Esto, para ellos, es sencillamente impensable. El mismo concepto de conciencia, catalogado por el filósofo de la mente David Chalmers como el problema duro de las neurociencias14, continúa siendo un reto y un misterio que cautiva a todos los investigadores. Hasta aquí llegan sus límites. Y es precisamente el estudio no ortodoxo del procesamiento de la información y de la viabilidad de otros procesadores diferentes al cerebro físico lo que nos conduce a admitir la posibilidad de vías alternas y sistemas de transmisión, rescate y almacenamiento desconocidos para la ciencia contemporánea. Con la llegada de la teoría de la información y el desarrollo de las primeras computadoras, la idea de que una mente humana desaparece con el cese de la actividad eléctrica del cerebro sufre un giro radical. Nuestro cerebro, como cualquier computadora, contiene información y programas informáticos que permiten procesarla. A nadie se le ocurre pensar que la muerte de una computadora signifique la desaparición de la información y de los programas informáticos que la procesan y sustentan. Hasta un niño de corta edad sabe muy bien que la información podrá ser rescatada en una USB para luego introducirla en una computadora recién salida de fábrica. Si la información en el proceso de rescate no sufre alteraciones, el contenido semántico, su personalidad, su significado, podrá preservarse en la nueva computadora. El escrito será el mismo en cualquier nueva computadora utilizada. Leyendo el escrito en una u otra de las computadoras seremos capaces de identificar al autor, si ya lo habíamos hecho con anterioridad. Análogamente, si la información presente en una mente humana es rescatada sin alteraciones en el último momento, o quizá antes, aquello que llamamos personalidad podría llegar a sobrevivir. De acuerdo con Seth Lloyd, profesor de ingeniería mecánica del MIT, y Vlatko Vedral, físico de la Universidad de Oxford, el universo es un gigantesco computador cuántico15 que procesa información desde sus mismos orígenes. Con el tiempo, este computador cuántico ha fabricado microcomputadores naturales cientos de miles de veces más complejos que los más sofisticados computadores del presente. El genoma, el epigenoma16 y el cerebro humano son los más conocidos. A diferencia de los computadores actuales, estos son computadores naturales verdaderamente inteligentes. Un cerebro y una mente humana marcan la diferencia. Un cerebro y una mente, a diferencia del computador, son capaces de pensar, sentir, ejecutar acciones voluntarias y darse cuenta de su propia existencia. Como digo más adelante, un computador es capaz de ganar una partida de ajedrez al más avezado de los ajedrecistas, pero será incapaz de celebrar su propia victoria. El computador no tiene propiedades semánticas. A diferencia de nosotros, los humanos, la información dentro de una computadora adolece de significado al carecer de lo más preciado que poseemos, la conciencia. Cuando la vida apareció en nuestro planeta, la naturaleza ideó la manera de perpetuarla y mejorarla a través de los mecanismos de selección natural y la supervivencia del más apto. Ella es un inmenso laboratorio viviente de infinitas posibilidades de realización. Su inteligencia y su creatividad exceden el límite de nuestras posibilidades de comprensión. A través del ensayo y el error, como en cualquier investigación científica liderada por humanos, la naturaleza nos ha conducido hasta el momento presente. ¿Cómo no maravillarnos ante el extraordinario espectáculo que se alza imponente ante nuestra mirada inquisidora? Si eso sucedió con una simple célula, ¿no podríamos esperar algo similar o, mejor aún, con una personalidad humana, la más extraordinaria de sus creaciones? Recientes descubrimientos en las áreas de la física y la cosmología sugieren que el universo que percibimos a través de los sentidos podría no ser el único. De acuerdo con Leonard Susskind, uno de los padres de la teoría de cuerdas, vivimos en un gigantesco megaverso, una especie de paisaje cósmico plagado de infinitas posibilidades de existencia17. El universo que habitamos es solo una de ellas. La hipótesis de los muchos mundos de la mecánica cuántica propuesta por el físico y matemático norteamericano Hugh Everett a mediados de la década de los cincuenta del pasado siglo también nos recuerda que ahora y aquí mismo podrían existir miles de millones de copias nuestras y del universo que habitamos18. Y todas fabricadas en un brevísimo instante. De acuerdo con este modelo, para poder explicar algunos de los misterios de la mecánica cuántica, cada momento el universo se está multiplicando, creando copias de sí mismo, en las que a partir del instante de la creación de la copia esta va a continuar una existencia única en su propio espacio-tiempo, aislada del resto de sus clones cósmicos. Si esto sucede con el universo y su totalidad, ¿qué nos impediría suponer que esa misma naturaleza haya creado los mecanismos necesarios de copia, traslado y rescate para salvaguardar una personalidad cuando la vida útil de un cerebro físico haya llegado a su momento final? Tenemos un centenar de partículas fundamentales, más aquellas que todavía no han sido descubiertas, y un paisaje cósmico lleno de infinitas posibilidades de existencia. Todo ello dentro de un universo que procesa inteligentemente la información desde sus mismos orígenes. Estos son los ingredientes básicos que necesitamos para rescatar la información personalizada y original existente dentro de un cerebro físico. Nada nos impide por el momento, incluyendo a las leyes de la naturaleza, construir una aproximación científica diferente que le permita a la mente y a la conciencia humana sobrevivir. Acá no hay matemáticas niformulismos lógicos que enreden la lectura de esta obra. Solo necesitaremos de un mínimo de conocimiento y de curiosidad para llegar a entender el modelo que he propuesto en estas páginas. La mente y la conciencia humana no se dejan atrapar tan fácilmente. Un arquitecto crea el plano de lo que va a construir y posteriormente buscará los ingredientes necesarios para que su creación mental se concrete como una realidad material. La hipótesis que planteo es el plano inicial de cómo la naturaleza pudo haber ideado y diseñado mecanismos y creado los instrumentos necesarios para que una personalidad humana pudiera llegar a sobrevivir a la muerte corporal. Los detalles vendrán luego. Con el tiempo, físicos y expertos en informática y computación elaborarán el mapa completo del set de partículas fundamentales, sus propiedades, las interacciones y las leyes de la naturaleza propias de ese universo al que seremos trasladados cuando hayamos agotado todas nuestras posibilidades en este sector público de la existencia. En el presente volumen hacemos una aproximación inicial a esta hipótesis complementaria de los modelos actualmente validados por las ciencias cognitivas: cómo la mente y la conciencia sobreviven a la muerte. Luego de esta introducción, el Capítulo 1, “¿Qué es una mente?”, nos ofrece parte de su historia a la luz del pensamiento filosófico, religioso y científico. La teoría de la información y las ciencias de la computación nos permiten reducirla a sus cuatro componentes principales: el cerebro, la información, los programas informáticos y la conciencia individualizada. Bajo esta nueva perspectiva, es posible entrever qué elementos de esa mente son perecederos y cuáles podrían llegar a sobrevivir. El Capítulo 2, “Receta para fabricar un universo”, nos recuerda el tipo de partículas, fuerzas y leyes de la naturaleza con las que ha sido fabricado nuestro universo y por qué se comporta como lo hace. La realidad ha sido sectorizada. Un cerebro invisible haría parte de un universo alternativo. Su comportamiento diferente tiene su origen en el tipo de partículas y fuerzas que lo componen. Una muy breve revisión del modelo estándar nos permite aproximarnos a una comprensión más razonada de un posible soporte físico de la mente y la conciencia después de la muerte. Así podemos entender mejor qué queremos decir cuando hablamos de lo físico y de lo mental. El Capítulo 3, “Un cerebro no es suficiente”, explica por qué un cerebro físico no es suficiente para explicar fenómenos como la representación mental, la percepción extrasensorial y la supervivencia de la mente y la conciencia humana. El Capítulo 4, “Una hipótesis revolucionaria”, enumera y explica los supuestos básicos de la teoría de la información que en parte sustentan la hipótesis defendida por el autor en este trabajo. En el Capítulo 5, “Ciencia normal”, pasamos revista a los cuatro modelos más llamativos que han sido construidos para explicar cómo funciona una mente: la doctrina neuronal, el enfoque computacional, la aproximación conexionista y el paradigma cuántico. Pero esto no lo aclara todo. Existen hechos que requieren de una explicación que no puede ser abordada con las teorías que poseemos en el momento y por eso es importante que revisemos el concepto de paradigmas y revoluciones científicas en el Capítulo 6 sobre la “Ciencia extraordinaria”. Solo entonces estaremos listos para un acercamiento diferente sin dejar de lado todo el trabajo realizado. El Capítulo 7, “La información sobrevive”, explica por qué la idea de la supervivencia de una mente humana después de la muerte del cerebro está ya rondando en la mente de varios representantes de la ciencia y también en la mente de algunos importantes psicólogos cognitivistas. Para ello es importante dejar muy en claro el concepto de información y su procesamiento y qué tipo de relación puede existir entre la información y una personalidad, hecho que revisaremos en el Capítulo 8, titulado “El misterio de la identidad”. Si la información sobrevive, posiblemente la personalidad también lo hará. El Capítulo 9, “La respuesta a Damásio”, es la réplica que hago a este extraordinario neurocientífico cuando a comienzos del año 2000 se atrevió a anunciar el fin del mito cartesiano y del problema mente-cuerpo, un error muy similar a los cometidos por los representantes de la física al final del siglo XIX cuando, abrumados por los recientes descubrimientos, se atrevieron a pronosticar el inminente final de la física teórica. Ni el mito cartesiano ha muerto ni el problema mente-cuerpo ha llegado a su fin. Un modelo dualista interaccionista o no interaccionista, creo yo, podría ser la mejor contestación al desafío de Damásio. Si existe un tipo de sustancia diferente a la sustancia extensa como lo propone Descartes, creo que debemos intentar explicarla científicamente. Lo primero es intentar localizarla y luego tratar de indagar acerca del tipo de materia que la compone. En el Capítulo 10, “El paisaje cósmico”, trato de ofrecer una respuesta a la pregunta de dónde se encuentra ese otro procesador que provisionalmente he llamado el cerebro invisible. Quizá los más recientes modelos cosmológicos escondan la respuesta que todos esperamos. “Un descubrimiento inquietante” es el título del Capítulo 11. Este descubrimiento quizá sea la opción más viable acerca de cuál es el componente con el que el cerebro invisible estaría fabricado. Esto por supuesto no invalida otras posibles opciones. Un tipo de materia diferente implica el retorno del dualismo, por lo tanto, “El Regreso de Descartes” es el título obligado del Capítulo 12. ¿Cómo fue el descubrimiento de esa materia invisible a la que me refiero y de qué tipo de partículas fundamentales estaría constituida? En el Capítulo 13, “Materia oscura”, planteo todo un abanico de posibilidades. Así como el cerebro visible tiene su propia historia para ser contada, lo mismo sucede con la historia de “El cerebro invisible”, que ofrezco en el Capítulo 14. Uno de los grandes cuestionamientos que se le hicieron a Descartes fue el no haber explicado la manera como esa sustancia pensante que es la mente se encuentra unida a la sustancia extensa representada por el cuerpo. El Capítulo 15, “La unión de la mente y el cuerpo”, explica la forma en que ese cerebro invisible podría estar conectado con el cerebro visible, dicho de otra manera, cómo sería el mecanismo de unión de la mente con el cuerpo. Campos de naturaleza física o alguna versión oculta del entrelazamiento cuántico podrían contener el secreto de estos enigmáticos mecanismos de interacción mente- cerebro. En el Capítulo 16, “El entorno invisible”, describo los posibles escenarios donde este cerebro invisible se localiza e interactúa. El Capítulo 17, “Cómo rescatar una personalidad humana”, resume, creo yo, cómo la naturaleza es capaz de rescatar una personalidad humana en el momento en que el cerebro físico deja de funcionar. Un glosario y una bibliografía completan el trabajo presentado. 1 ¿Qué es una mente? En sus Ensayos sobre los poderes intelectuales del hombre, Thomas Reid, uno de los más importantes representantes de la filosofía de la mente del siglo XVII, planteaba la urgente necesidad de redefinir y unificar los términos utilizados en aquellas áreas del saber que estábamos investigando. Decía Reid: “No hay un impedimento más grande para el avance del conocimiento que la ambigüedad de las palabras”19. Pero ¿qué de cierto tiene todo esto cuando nos referimos a aquello que se encuentra aparentemente localizado en el interior de nuestroscráneos? Cerebro, procesador de información, mente, intelecto, alma, espíritu y conciencia son solo algunos de los nombres que hemos venido utilizando a menudo para identificar aquello que nos permite pensar, sentir y actuar en este universo material. Todo esto puede generar confusión, por lo tanto, lo primero que debemos aclarar es el significado de algunas palabras y conceptos básicos que investigadores y gente del común utilizan indistintamente. Luego intentaremos reducir la mente a sus componentes principales. Finalmente, veremos qué elementos de esa mente, de acuerdo con la teoría de la información y de las ciencias de la computación, son perecederos y cuáles podrían continuar existiendo después de la muerte del cerebro. La mente como objeto de estudio Desde finales del siglo XIX, la mente ha sido objeto de estudio por parte de diferentes disciplinas científicas como las neurociencias, la psicología cognitiva, la lingüística y la antropología. La llegada de la inteligencia artificial a mediados del siglo XX añadió una nueva disciplina, marcando el nacimiento de las llamadas ciencias cognitivas: ese conjunto interdisciplinario de materias que estudian la cognición en los sistemas biológicos y no biológicos que procesan inteligentemente la información. En la Antigüedad, la religión y la filosofía también se ocuparon de ella; no solo en Occidente, pues Oriente también nos ha enriquecido enormemente con sus aportes. La filosofía de la India, aunque desconocida para la gran mayoría, ha sido muy rica en sus contribuciones. Sus pensadores fueron extraordinarios exploradores y los tesoros encontrados sobrepasan muchas veces en valor y contenido aquellos alcanzados por nuestros filósofos y científicos occidentales. Mientras nosotros nos especializamos en el estudio de un solo procesador de información, el cerebro físico, ellos fueron mucho más allá en sus aproximaciones y nos hablan de otros tipos de procesadores diferentes que en este lado del mundo apenas comenzamos a intuir. Son tantos los nombres y conceptos que muchos pueden terminar sintiéndose tristes, confundidos y desorientados. ¿Qué es una mente? Si le haces esta pregunta a un especialista en neurociencias, probablemente te responda que la mente es un fenómeno biológico muy complejo que brota de la actividad eléctrica y química de la estructura neuronal de nuestro cerebro. Si le haces esta misma pregunta a un especialista en mecánica cuántica, interesado por los fenómenos mentales y que haya profundizado en los aspectos filosóficos de su teoría, quizá te ofrezca una respuesta diferente. Te dirá que la mente y la conciencia se encuentran profundamente involucradas en la realidad material; en otras palabras, crean el mundo físico que experimentas. Si diriges la misma pregunta a un experto en inteligencia artificial, te responderá que muy probablemente el cerebro físico no es lo único que sea capaz de generar mente y conciencia; esto aparecerá en la computadora, cuando seamos capaces de desarrollar el software adecuado. Incluso un algoritmo o procedimiento de cálculo podría llegar a producir algún tipo de experiencia subjetiva. Un termostato capaz de regular su propia temperatura también podría poseer un grado mínimo de conciencia. A pesar de estas aproximaciones, ninguno nos ha dicho hasta el momento qué es una mente. De acuerdo con mi propio conocimiento y experiencia, creo que una mente puede ser definida como aquello que nos permite percibir, organizar y entender la realidad que experimentamos. Para ello, la mente se vale de instrumentos físicos, como los órganos de los sentidos, y sofisticados procesadores de información como el cerebro. No solo eso, gracias a la presencia de programas informáticos somos capaces de manipular los datos que utilizamos a diario. Un misterioso y huidizo componente, la conciencia, hace que la mente cobre vida. Sin la conciencia no habría sensaciones, sentimientos y emociones, careceríamos de un “yo personal” y seríamos incapaces de darnos cuenta de nuestra existencia en el espacio y el tiempo físicos. A pesar de todo lo que hemos aprendido en los últimos ciento cincuenta años, es muy poco lo que sabemos acerca de su origen y de su naturaleza, de su funcionamiento y de su último destino. El asiento de la mente Aunque tradicionalmente se pensaba que el asiento de la mente era el corazón, en el siglo IV a. C. el médico griego y padre de la medicina occidental, Hipócrates, lanzó una propuesta revolucionaria para su tiempo: las percepciones, las sensaciones y la inteligencia no tenían su origen en el corazón sino en el cerebro. En su obra Sobre la enfermedad sagrada leemos: Conviene que la gente sepa que nuestros placeres, gozos, risas y juegos no proceden de otro lugar sino de ahí [del cerebro], y lo mismo las penas y amarguras, sinsabores y llantos. Y por él, precisamente, razonamos e intuimos, y vemos y oímos y distinguimos lo feo, lo bello, lo bueno, lo malo, lo agradable y lo desagradable, distinguiendo unas cosas de acuerdo con la norma acostumbrada, y percibiendo otras cosas de acuerdo con la conveniencia. También por su causa enloquecemos y deliramos, y se nos presentan espantos y terrores, unos de noche y otros por el día, e insomnios e inoportunos desvaríos, preocupaciones inmotivadas y estados de ignorancia de las circunstancias reales y extrañezas. Y todas estas cosas las padecemos a partir del cerebro20. Esta concepción fue mantenida por Galeno, médico griego que vivió aproximadamente hacia el siglo II d. C. y ha continuado intacta y sin cambios hasta el día de hoy; sin embargo, el autor de este trabajo cree que hay algo que ha escapado a filósofos y científicos: aunque el asiento de la mente es el cerebro, a la la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación, la mente no se encontraría eternamente anclada a un cerebro físico. La información no permanece ligada para siempre a la computadora que le dio nacimiento. Ella puede ser trasladada, gracias a operaciones informáticas, a otra computadora diferente de la original. El asiento provisional de la mente es el cerebro físico, pero la mente puede continuar su propio crecimiento y desarrollo en otros cerebros distintos del cerebro material. Teóricamente esto es posible; no solo eso, los otros cerebros utilizados por la mente para su propio desarrollo evolutivo podrían estar fabricados con un tipo de materia diferente. Esto podría llegar a tener profundas implicaciones para la ciencia, la religión y la filosofía, como veremos posteriormente. Nadie ha visto una mente Así como nadie ha podido ver la información y los programas informáticos inspeccionando el interior de un ordenador, tampoco debería sorprendernos que nadie haya podido ver directamente el interior y los contenidos de una mente humana. Tampoco los físicos parecen haber percibido los objetos de sus indagaciones. Términos como partículas fundamentales y campos son frecuentemente utilizados, sin embargo, existe muy poca claridad sobre lo que estos símbolos realmente representan. Si le preguntásemos a uno de ellos por los constituyentes de los átomos, las partículas fundamentales, nos dirá que nadie las ha visto. Esto ha llevado en años recientes a la idea, expresada por algunos físicos y filósofos, de que la materia en su estado más básico podría no estar constituida por partículas materiales, como se ha creído hasta ahora, sino por propiedades. La forma, el color, la masa, la carga y el espín de una partícula, entre otras, vendrían a configurar aquello que verdaderamente percibimos: propiedades yrelaciones. Estas propiedades serían la única categoría realmente fundamental. Ignorar la naturaleza última de las cosas no impide a los físicos diseñar modelos hipotéticos e incluso fabricar teorías científicas. Los modelos constituyen abstracciones que nos ayudan a imaginar aquellas entidades y procesos que son invisibles a nuestra visión ordinaria. Algunos neurocientíficos entusiastas afirman hoy que, gracias a las neurotecnologías innovadoras más recientes, ya somos lo suficientemente capaces de ver en vivo y en directo los pensamientos, las emociones y los sentimientos. Esto no es cierto. Cuando alguien afirma que a través de procedimientos muy sofisticados como la resonancia nuclear magnética cerebral, la tomografía por emisión de positrones o la resonancia magnética funcional del cerebro vemos un pensamiento, una emoción o un sentimiento, estamos queriendo decir que estamos visualizando aquellas áreas del cerebro que se activan cuando estamos pensando, sintiendo o experimentando emociones. Esto es muy diferente a afirmar que vemos imágenes, nociones o conceptos, o las cualidades y la naturaleza de los sentimientos tal y como los experimentamos a diario en la conciencia. Un sencillo ejemplo te mostrará lo que te he querido decir. En la película Viaje fantástico de Isaac Asimov, de la Century Fox, un equipo de científicos y su pequeña nave son miniaturizados e introducidos en la corriente sanguínea de un científico, el doctor Jan Benes, que se encuentra en estado de coma debido a una grave lesión cerebral. Luego de numerosas aventuras y peripecias a través de los diferentes órganos y tejidos del cuerpo, nuestro equipo llega finalmente a su destino: el sistema nervioso. Allí, sus integrantes solo ven actividad química y eléctrica que se traduce en moléculas y destellos luminosos que corren de aquí para allá. A pesar de este enorme mar de información que viaja de un punto a otro en forma de patrones de luz, hormonas y neurotransmisores, la personalidad del doctor Jan Benes parece estar completamente ausente. Pensamientos, conceptos, imágenes mentales, sensaciones, sentimientos y emociones no aparecen. El llamado ejecutivo central o fantasma de la máquina parecía haber desaparecido por completo. A pesar de ello, nadie duda de la existencia de la personalidad del doctor Benes. Debido a nuestra incapacidad de atrapar una mente en el laboratorio, los conductistas siempre negaron su existencia. Nada de privacidad ni de representaciones mentales, nada de creencias, deseos o intenciones, nada que huela a mentalismo o a estados de carácter subjetivo. Para estos estudiosos del comportamiento humano solo la conducta era públicamente observable. La introspección, que fue el método utilizado por una gran parte de los filósofos de la Antigüedad para estudiar la mente, fue sustituida a finales del siglo XIX por el método positivo de la ciencia moderna. La mente puede llegar a parecernos extrañamente familiar; sin embargo, esto es puro espejismo. Un carro de mi propiedad me es de sobra conocido, y aunque no sea un experto en mecánica de automóviles, la limitada información que poseo de su estructura y mecanismo de funcionamiento me permite utilizarlo con relativa confianza y seguridad. Sabemos con certeza cuántas habitaciones tiene la casa o el apartamento que habitamos y quiénes las ocupan. Incluso, un computador personal no guarda secretos para su dueño; con solo presionar el botón del ratón, los archivos más celosamente guardados se harán presentes en la pantalla del ordenador. Pero ¿y la mente? Aferrada a la fascinación que ejercen los diferentes objetos que impresionan los órganos de nuestros sentidos, nuestra atención permanece anclada en la superficie de la mente despierta. ¿Cómo podríamos entonces llegar a ser conscientes de esas vastas y poderosas corrientes de fuerza y conocimiento que se desplazan silenciosas por sus profundidades? Invisible pero real Aunque ni los sentidos ni los instrumentos físicos que amplían nuestra percepción delatarán su presencia en un sistema, la mente es algo muy real. El efecto de su accionar puede sentirse y en ocasiones perdurar a través de los siglos. Jesús de Nazaret, Mahatma Gandhi y Martin Luther King ofrendaron sus vidas a cambio de unos ideales que todavía hoy día nos parecen bastante lejanos. La compasión y el altruismo que exhibieron en sus comportamientos no son habilidades que veamos con frecuencia en los dominios físicos del mundo natural. El entorno es duro e implacable y los seres humanos se devoran unos a otros para poder sobrevivir. Estos hechos de suprema entrega tuvieron su origen en mentes muy evolucionadas y fueron finalmente determinados por actos voluntarios, aun a sabiendas de que sus propias vidas corrían peligro. Newton, Einstein, Planck, Watson y Crick desenredaron la complejidad y el misterio que rodea el comportamiento de muchos fenómenos naturales. Los descubrimientos que se les atribuyen constituyen verdaderas proezas mentales. Las leyes de la mecánica clásica, la relatividad, la mecánica cuántica y la capacidad de la molécula genética para replicarse requirieron de una muy buena dosis de tiempo y de ingenio. Tristemente, y en no pocas ocasiones, los efectos de una intención originada en una mente pueden llegar a ser potencialmente catastróficos y apocalípticos. Cuando era residente de primer año de Psiquiatría, me llegó el caso de un niño de apenas seis años que había matado a su pequeño hermanito de pocos meses de nacido. Los celos, presentes en su mente, parecen haber sido el origen de la tragedia. La manera como procedió fue maquiavélica. Luego de varias advertencias y provocaciones, y aprovechando un descuido de su madre, tomó una pequeña bolsa de plástico y la colocó en la cabeza del menor; luego se apresuró a quitarse un cordón del zapato y con él apretó la bolsa colocada alrededor del cuello del bebé. En pocos minutos, el niño había dejado de existir. Otro de mis pacientes fue un estudiante de Psicología. Su latente homosexualidad lo llevaba a dirigir su mirada frecuentemente al área genital de los hombres. Para evitar que sus miradas lo delataran ante los demás, terminó comprándose unos lentes oscuros para intentar minimizar el riesgo de ser descubierto. Pronto empezó a escuchar una voz en el interior de su cabeza que le decía: “Estás haciendo daño con tus ojos”. Una noche la voz fue mucho más allá: “Estás haciendo daño con tus ojos, ¡sácatelos!”. Utilizando los dedos índices de ambas manos, esa noche los extrajo de sus cuencas. En agosto de 1945, el entonces presidente de Estados Unidos Harry Truman decidió arrojar la bomba atómica recién desarrollada sobre las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki, con el pretexto de acabar la guerra y disminuir el número de muertes ocasionadas. Esta era una excusa hallada solo en su mente. ¿Acaso fue también una simple ilusión la maquinaria creada para exterminar seres humanos desarrollada por la Alemania nazi de mediados del siglo XX? Pertenecer a la raza aria, sentirse superior y ver a los demás como experimentos fallidos del proceso evolutivo eran creencias delirantes halladas en la mente de Hitler y el club de psicópatas que lo acompañaban. El asesinato del menor de seis meses, la extracción de los dos ojos por parte del estudiante de Psicología, los trescientos mil muertos que dejaron las explosiones atómicas sobre Japón y los ocho millones de judíos incinerados en las cámaras de gases nos recuerdan de manera muy clara y contundente la existencia de lamente inmaterial. El alma humana Aquellos que incursionan en los terrenos de la religión y de la filosofía descubrirán que a la mente se le ha llamado por diferentes nombres. Uno de ellos es el alma, una entidad inmaterial que, además de incluir las sensaciones, los pensamientos, las emociones y los sentimientos, incorpora también el espíritu o la conciencia individualizada. Esta clara concepción aparece ya en los tiempos de Orfeo, Pitágoras, Sócrates y Platón. A diferencia de la psique de los poetas homéricos, que deambulaba confusa y sin destino en el Hades después de la muerte del cuerpo, esta alma era una entidad real y completa que representaba al verdadero hombre en su totalidad. Cerebro y mente para estos filósofos griegos eran dos entidades distintas. El alma en los escritos aristotélicos Aristóteles ha sido considerado por muchos como el hombre más inteligente que ha existido. Discípulo de Platón, pronto se apartó de su maestro para crear su propia escuela, llamada los peripatéticos. Su filosofía parece más anclada a la tierra que a los cielos. De acuerdo con el estagirita, todos los seres animados poseen un principio de vida, el alma, y Aristóteles escribió un tratado donde expone sus creencias respecto a esta parte tan importante que todos los seres sensientes poseen. Así como existen diferentes clases de seres vivos, también existen diferentes tipos de almas. Los vegetales, por ejemplo, que tienen la habilidad de reproducirse y crecer poseen un alma acorde con estas necesidades particulares, un alma vegetativa. Los animales, que son capaces de percibir el entorno a su alrededor, aparte del alma vegetativa, poseen también un alma sensitiva. Finalmente, los seres humanos, que tenemos la facultad de pensar, necesitamos de un soporte vital adicional que Aristóteles bautizó con el nombre de alma intelectiva o racional. Solo el entendimiento activo, que es una parte integrante de esta alma racional, se encuentra separado de la materia y es considerado por nuestro filósofo como lo verdaderamente inmortal en el hombre. La intuición cristiana Jesús de Nazaret y Pablo de Tarso tenían concepciones similares. En su primera carta a los Corintios, Pablo distingue muy claramente dos elementos: el cuerpo y el cerebro físico, y un cuerpo y un cerebro de una naturaleza diferente, que él llamaba el cuerpo espiritual: Se siembra en corrupción y se resucita en incorrupción. Se siembra en vileza y se resucita en gloria. Se siembra en flaqueza y se resucita en fuerza. Se siembra un cuerpo animal y se resucita en un cuerpo espiritual. Si hay cuerpo animal, lo hay también espiritual21. Este cuerpo espiritual de Pablo era físico. Tertuliano afirmaba que la materialidad del alma era declarada en los evangelios. Gregorio, Cirilo y Ambrosio creían en la existencia de un cuerpo de naturaleza más sutil pero material. San Agustín se preguntaba si el alma utilizaba alguna especie de cuerpo o algo análogo a un cuerpo, “lo que algunos llaman su vehículo”, diferente al cuerpo físico utilizado durante la vida terrestre. René Descartes El dualismo promovido por los filósofos griegos, Jesús, Pablo y los grandes filósofos cristianos posteriores se mantuvo vigente hasta la llegada del filósofo y matemático francés René Descartes (1596-1650), quizá el último representante de la filosofía del Renacimiento. Para Descartes, los componentes de una personalidad humana eran la sustancia pensante y la sustancia extensa. La sustancia pensante era la mente o alma, mientras que la sustancia extensa era el cuerpo de naturaleza material. El siglo de las luces Con la llegada del filósofo británico John Locke (1632-1704) se inició la Edad de la Luces, llamada también Iluminismo o La Ilustración. Uno de los aspectos más importantes que caracterizan este período del pensamiento es el estudio del entendimiento humano: el origen de nuestros conocimientos, cómo percibimos y comprendemos. Cada uno de los autores de este importante período de la historia dejó una obra clave sobre este importante tópico. Por ejemplo, el mismo Locke trabajó más de veinte años en su Ensayo sobre el entendimiento humano, publicado finalmente en febrero de 1690. A este trabajo le siguieron en 1704 el Nuevo tratado sobre el entendimiento humano, escrito por el filósofo alemán Gottfried Leibniz, el inventor del cálculo infinitesimal. Casi de manera inmediata, en 1710 fueron publicados Los principios del entendimiento humano de George Berkeley, considerado por muchos como el padre del idealismo en Occidente. Entre 1739 y 1740 se publicaron los tres volúmenes del Tratado sobre la naturaleza humana, del filósofo inglés David Hume, seguido por la Investigación sobre el entendimiento humano del mismo autor en 1751. El ensayo sobre El origen de los conocimientos humanos de Condillac apareció en 1749 y el Tratado sobre las sensaciones en 1754. Otros importantes trabajos concernientes al tema y que sería injusto no mencionar fueron Acerca del conocimiento de la verdad, de Nicolas Malebranche y finalmente las obras del filósofo escocés Thomas Reid: Investigación sobre la mente humana según los principios del sentido común (1764), Los poderes intelectuales del hombre (1785) y Los poderes activos del hombre (1788). Kant, el más grande filósofo alemán, inauguró la que se conoció como la tercera etapa de la filosofía moderna: el criticismo, con la publicación de tres de las obras más complejas del pensamiento humano: Crítica de la razón pura (1781), Crítica de la razón práctica (1788) y Crítica del juicio (1790). Los sendos tratados sobre la mente y el entendimiento humano continuaron publicándose hasta finales del siglo XIX. El nacimiento de la doctrina neuronal desvió la atención de los investigadores hacia el mundo microscópico de la neurona, las conexiones y el cableado nervioso. Sigmund Freud había traído nuevamente a consideración el concepto de inconsciente para ser estudiado de la naciente ciencia de la psicología. El fantasma en la máquina La primera mitad del siglo XX se caracterizó por los intentos de algunos de desviar la atención de la mente y hacerla desaparecer del campo de estudios científicos. En su libro El concepto de lo mental, publicado en 1949, Gilbert Ryle, quien fuera profesor de Filosofía Metafísica de la Universidad de Oxford, llamaba a la mente “el fantasma en la máquina”. Allí, trató de asestarle un golpe mortal al afirmar que el llamado fantasma de la máquina era solo el producto de un craso error categorial por parte de Descartes, aspecto que abordaré en el Capítulo 12. Para Daniel Dennett, autor de la conocida obra La conciencia explicada, la mente tampoco existe en absoluto. Los estados internos y subjetivos que parecen vivirse en primera persona dentro de nuestras propias cabezas son solo creaciones ilusorias de nuestra actividad neuronal. En otras palabras: mente y conciencia no son entidades que posean una existencia propia y real. La mente no es más que una creación virtual originada en la forma como funciona nuestro cerebro. Para el filósofo de la mente, John Searle, la mente y la conciencia son propiedades emergentes de la actividad cerebral. A pesar de todas estas aproximaciones, el dualismo con algunas modificaciones continuó vigente en científicos de la talla de Charles Sherrington, Wilder Penfield, el premio Nobel de Medicina Sir John Eccles y el extraordinario filósofo de la ciencia Karl Popper. La mente en la filosofía de la India Mientras el pensamiento griego desarrollaba las primeras aproximaciones a la mente a través del usocorrecto de la razón, en la antigua India la especulación filosófica alcanzaba cumbres insospechadas. Allí, no solo la razón era el instrumento de investigación utilizado; un método instrospectivo había sido descubierto, expandido y desplegado con el objeto de penetrar la mente en profundidad. El producto de toda esta especulación filosófica e introspectiva fue el nacimiento de sus grandes sistemas filosóficos. Estos sistemas de pensamiento o darshanas (visiones), como se les conoce, se clasificaban en dos grandes grupos: los ortodoxos y los heterodoxos. Los primeros respetaban y seguían la autoridad de los antiguos Vedas, los escritos religiosos más antiguos que se conocen. De igual manera que nuestras escrituras sagradas constituían las revelaciones dadas por Dios a los profetas de Israel, los Vedas eran el producto de las verdades reveladas a los antiguos veedores o sabios a través del método introspectivo. Nyaya (ciencia de la lógica y la deducción), Vaisesika (teoría atomista de la materia), Yoga (ciencia de la unión entre la conciencia individual y la conciencia suprema o Dios), Samkhya (espíritu y materia como los dos principios universales y eternos), Mimansa (reglas para una correcta comprensión de los Vedas) y Vedanta (doctrina de la no dualidad) fueron las grandes escuelas representativas del pensamiento tradicional de la India. Los sistemas de pensamiento considerados heterodoxos no acataban la autoridad védica. Se desarrollaron por vías alternas, aunque algunos utilizaron instrumentos de introspección similares. Estos sistemas fueron el materialismo Charvaka, el budismo de Siddharta Gautama y el jainismo de Mahavira. Como los pensadores griegos, los representantes de las principales escuelas filosóficas ortodoxas o clásicas también creían en la existencia de un cuerpo material y de una mente o alma espiritual. En el Taittiriya Upanishad, una de las escrituras filosóficas más tempranas, se afirma por primera vez con contundencia la existencia de otros procesadores de información diferentes al cuerpo y al cerebro físico. La red de energía sutil que interpenetraba el cuerpo material, los sentimientos, las emociones, el pensamiento concreto y el abstracto tenían cada uno sus propios vehículos de expresión. Shankara, uno de los más grandes pensadores de todos los tiempos, afirmaba la existencia de múltiples procesadores de información en el interior de una personalidad humana. En su trabajo Viveka Chudamani o La joya suprema del discernimiento, él los llama muy apropiadamente envolturas. El primero es el procesador corporal o cuerpo y cerebro material. Luego tenemos otro procesador más sutil: la envoltura de la energía vital. Más allá están las envolturas de la mente, la inteligencia y la bienaventuranza. Estas cinco envolturas cubrían lo único real que existe en el hombre, la conciencia o el espíritu puro: Recubierto por cinco envolturas (procesadores o kosas)22, producidas por el engaño (la ilusión o maya)23, la conciencia pura desaparece, como cuando el agua de un estanque queda oculta bajo un lecho de algas24. Retirando las diferentes envolturas o procesadores de información, la conciencia pura, lo que realmente somos, termina brillando en su prístina gloria: Cuando el lecho de algas se separa, el agua transparenta con claridad y se ofrece fresca y limpia para calmar nuestra sed. Cuando se renuncia a estas cinco envolturas, la conciencia pura se rebela como la felicidad eterna que brilla con luz propia en el interior de cada hombre25. Shankara no utiliza la palabra procesadores de información, pero queda muy claro que estas envolturas procesan la información del entorno donde cada una de estas diferentes cubiertas se expresan. En el Samkhyakarika de Isvarakrsna, el texto filosófico más representativo de la escuela Samkhya escrito aproximadamente hacia el siglo IV d. C., se dice que una entidad humana posee tres tipos de cuerpos distintos: el cuerpo burdo (sthula sharira) nacido de padre y madre, un cuerpo inorgánico o inerte constituido por los elementos burdos y un cuerpo de naturaleza más sutil (sukshma sharira). Este último cuerpo es el equivalente al alma de la filosofía griega. Es libre, preexistente y es el que transmigra de un vehículo físico a otro sobreviviendo a la muerte del cerebro material. Contienen la personalidad human completa: sensaciones, percepciones, pensamientos, sentimientos, emociones, el yo personal y la conciencia individualizada. El Bhagavad Guita, la escritura más amada y consultada de la India, es contundente al afirmar la existencia del alma y su naturaleza imperecedera: Ningún arma puede herir al alma, ningún fuego puede quemarla, ni el agua humedecerla ni el viento marchitarla. El alma no se puede hendir, incinerar, humedecer ni secar. Esta alma es inmutable, omnipresente, por siempre serena, inamovible y eternamente la misma. Por lo tanto, conociendo esta verdad ¡no debes lamentarte!26. El Yoga Vasishta es otro de los trabajos filosóficos más importantes. Se afirma que fue escrito por Valmiki, el mismo autor del Ramayana. Sus historias han inspirado a cientos de practicantes espirituales en la Antigüedad y aun hoy se le sigue utilizando como libro de texto. En una de sus alocuciones, Vasishta afirma la dualidad mente y cuerpo representada por dos cuerpos de naturaleza diferente: Querido amigo, en el universo todos los seres encarnados, sin excepción alguna, incluso yo mismo, poseemos dos cuerpos. El primero de estos es el cuerpo mental o linga sharira, que actúa con enorme rapidez y sin descanso. El segundo es el cuerpo de carne y hueso, que no actúa realmente, aunque parezca hacerlo, pues es insensiente e inerte27. Los nombres dados a estos procesadores en las diferentes escuelas filosóficas de Oriente son difíciles de pronunciar y memorizar; por ello, a finales del siglo XIX, el movimiento teosófico liderado por Madame Blavastky, Charles Leadbeater y la señora Annie Besant los popularizaron utilizando nombres más sencillos. Al cuerpo de energía o cuerpo pránico le dieron el nombre de cuerpo etérico; el cuerpo astral, al procesador de las emociones y de los sentimientos; el cuerpo mental, a la sede del pensamiento concreto, y cuerpo causal, a la sede del pensamiento abstracto. Como podemos darnos cuenta, tanto las escrituras antiguas como algunos de nuestros filósofos más prominentes afirman la existencia de otros cuerpos y de otros cerebros diferentes a las estructuras físicas tradicionales y que integran la totalidad de lo que conocemos como una personalidad humana. Los componentes de una mente Numerosos textos de neuroanatomía y de psicología cognitiva han intentado explicar la estructura y el funcionamiento de una mente humana, en particular el cerebro físico. Recuerdo en mis clases el aburrimiento que los estudiantes de Medicina experimentábamos al estudiar las diferentes vías recorridas por la información desde la periferia del cuerpo hasta la corteza cerebral (vía sensitiva) y desde la corteza hasta los diferentes grupos musculares (vía motora). Los mapas cerebrales y las localizaciones de las diferentes habilidades cognitivas eran materias difíciles de procesar. En este libro he intentado hacerlo más fácil para el lector. Para ello, he recurrido a la analogía del computador. Y esto no quita para nada la validez y la importancia que le hemos dado al estudio de la mente a través de los estudios clásicos. Pienso que recurrir a la información y las ciencias de la computación hará las cosas más fáciles y entendibles, gracias a la familiaridad que tenemos hoy día conestos aparatos. A la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación, una mente humana puede ser reducida a unos pocos elementos principales: el cerebro, la información, los programas informáticos y la conciencia. Esto es lo mínimo que necesitaremos saber para comprender el resto de la obra que tenemos en nuestras manos. Veamos ahora con un poco más de detalle lo que hemos afirmado. El cerebro visible El cerebro constituye el soporte físico, el procesador de información que la mente utiliza en este sector exclusivo de la realidad. Corresponde al hardware de la computadora. Contiene trayectos, caminos, avenidas, autopistas y circuitos complejos por donde circula algo que es diferente al cerebro: la información. Los caminos, avenidas y autopistas son los diferentes trayectos nerviosos que se extienden desde la periferia del cuerpo hasta la corteza cerebral. Por supuesto que estas vías poseen semáforos que en algunas ocasiones están en verde y en otras oportunidades se encuentran en rojo. Los semáforos en verde corresponden a aquellas sinapsis que tienen neurotransmisores que transmiten la información, mientras que los semáforos en rojos son sinapsis con un tipo diferente de neurotransmisores que inhiben la transmisión del impulso nervioso. Este es el juego del procesamiento de la información en el cerebro. El cerebro invisible Ahora bien, de acuerdo con lo expuesto en esta obra, un cerebro físico no agota todas las posibilidades. Siempre está acompañándolo otro cerebro. Aunque físico y material como el cerebro visible, este otro cerebro existiría en un compartimiento distinto de la realidad física y estaría fabricado con un tipo diferente de partículas fundamentales. Las propiedades exhibidas por estas nuevas partículas fundamentales lo hacen prácticamente invisible a nuestra visión ordinaria. Si estas carecen de carga eléctrica o utilizan una versión oculta del electromagnetismo que conocemos, esta contraparte invisible no podrá impactar nuestros sentidos físicos como efectivamente sucede. No será vista y tampoco impresionará nuestro sentido del tacto. Cerebro visible y cerebro invisible ocuparán el mismo espacio y estarán vinculados por campos de naturaleza física, el entrelazamiento cuántico o una versión oculta del mismo. Estos vínculos hacen que estos dos componentes formen una sola unidad funcional y permanezcan juntos todo el tiempo, hasta el último minuto de nuestra existencia terrena. Con la muerte y al desaparecer los campos electromagnéticos que los mantenían unidos, la contraparte invisible queda en libertad, como lo afirmé en la introducción, llevándose consigo la información, los programas informáticos y la conciencia individualizada, es decir, la totalidad de una personalidad humana. Esta idea generada y patentada por la misma naturaleza es absolutamente genial. Dos cerebros conectados en paralelo, uno hecho de materia visible o bariónica y el otro construido con materia oscura, invisible o no bariónica, significa más potencia y capacidad. Un cerebro invisible permite expresar habilidades y atributos emergentes imposibles de emular por los robots actuales. Las sensaciones, la verdadera percepción, los sentimientos, las emociones, la semántica, la autoconciencia y el “darnos cuenta de” son cualidades que asoman cuando la conciencia, ese misterioso componente, hace su aparición en una mente humana. La información La información es un concepto tan misterioso como esquivo. Muchos creen que es una entidad básica como la materia, la energía o la conciencia. Todo lo que nuestra mente contiene es información. Un pensamiento, una idea, una imagen, una noción o un concepto, todo es información. Somos información. No entender este concepto tan fundamental ha llevado a los neurocientíficos y a los psicólogos cognitivos a limitar la mente y la conciencia humana a un cerebro. Para ellos, la ecuación suena muy sencilla: la mente es el cerebro. Pero la información no es la estructura física cerebral. Ella viaja a través de las vías nerviosas que mencionábamos. Un carro viaja por una autopista. El carro no es la autopista. Así como yo puedo sacar el carro de la autopista, la totalidad de la información es independiente de la red nerviosa y puede ser extraída de ella. Otros ejemplos: la información contenida en un audio no es la cinta o el CD del audio; tampoco es la grabadora que nos permite reproducirla. Una película no es el DVD donde se encuentra grabada la información para su lectura, tampoco el plasma o LED donde pueda ser proyectada. Eso mismo pasa con el cerebro y la información que la mente contiene. El cerebro contiene la información, pero no es la información, y esta información puede teóricamente ser extraída del cerebro como hicimos con la información del audio o de la película proyectada. Entender las diferentes operaciones del procesamiento de la información como la recepción, la codificación, la transmisión, la descodificación, la duplicación y su rescate nos llevará a comprender estas cosas tan misteriosas que suceden en nuestros cerebros y en nuestras mentes y nos permitirá intuir cómo una personalidad humana está siendo rescatada desde el mismo momento de su nacimiento hasta el último minuto de su existencia. El problema de la supervivencia humana a la muerte corporal no es un problema filosófico o religioso, es un problema informático y computacional. El universo es una gigantesca computadora cuántica y nosotros somos sus creaciones. Los programas informáticos La información, para ser procesada, requiere de programas informáticos. Todos sabemos qué es un programa informático, ese conjunto de instrucciones, reglas o algoritmos que nos permiten manipular la información en una dirección determinada. Es el software de la computadora. Un ejemplo sencillo, los programas que has adquirido para procesar la información en tu computadora personal. Existen muchos tipos de programas. Los más básicos son Word, que nos permite manipular la información para fabricar textos escritos como el que lees en este momento; Power Point, que te permitirá crear presentaciones para tus conferencias en el computador; Excel, Outlook y Publisher tienen también sus propias funciones. Toda la información es manipulada a partir de programas informáticos. Así como la computadora utiliza toda una variedad de programas para manipular la información, la mente humana posee una enorme variedad de programas informáticos que le permite manipular la información que el cerebro procesa. Estos programas incluyen diferentes tipos de habilidades cognitivas como la inteligencia, la creatividad, la memoria y la imaginación. También pertenecen a esta categoría la fantasía, el cálculo, el lenguaje, el razonamiento y el discernimiento. Estas son las capacidades cognitivas con las que estamos más familiarizados, pero existen otras habilidades no menos importantes. Constituyen herramientas básicas que nos ayudan a enriquecer y potencializar nuestro lenguaje, nuestros pensamientos y procesos intelectuales. Ellas son: la observación, la abstracción, la comparación, la clasificación, la generalización, la crítica, la reflexión y la interpretación. La formulación de hipótesis, la toma de decisiones, la resolución de problemas y la capacidad de síntesis son otras tantas habilidades que caracterizan el buen funcionamiento de una mente humana. Un poder activo, la voluntad, mueve a los humanos a hacer o dejar de hacer cosas. Programas informáticos en construcción De la misma manera en que es posible conectaruna computadora personal al resto de computadoras del planeta y a la red global de información, la mente también posee un internet muy propio que la conecta al resto de las mentes y a la totalidad de la información presente en todo el universo. Para manipular este tipo de información existe una serie de programas informáticos adicionales actualmente en construcción desde el punto de vista evolutivo. Estos programas son: la telepatía, la clarividencia, la precognición y la psicoquinesis. Veamos brevemente en qué consisten. La telepatía es la transmisión de la información de una mente a otra sin la utilización de los canales sensoriales conocidos: sensaciones, pensamientos, emociones y sentimientos. Corresponde a la manera como se comunican los actuales computadores sin necesidad de cables. La clarividencia es la capacidad de la mente para percibir lo que sucede en lugares distantes. Es como colocar el ojo del celular en el otro lado del mundo y ver en tiempo presente lo que allí está aconteciendo. La información también puede llegar de otros tiempos. Cuando esta información percibida se origina en el futuro, hablamos de precognición. La psicoquinesis nos permite afectar el entorno físico inmediato, incluyendo nuestro cuerpo biológico, sin la utilización de fuerza muscular o mecánica alguna. Es algo parecido a lo que hacemos con sondas espaciales como Oportunity y Curiosity. Actualmente, ellas se encuentran en la superficie del planeta Marte. Desde la Tierra, nosotros ordenamos a los robots llevar a cabo cierto tipo de actividades. Si vemos que van a tropezar con obstáculos naturales localizados en la superficie del planeta o llegan al borde de un cráter, desde el centro espacial le damos la orden para que eviten el obstáculo y cambien de rumbo. Esto lo podemos hacer a pesar de los millones de kilómetros que nos separan. Sir John Eccles, premio Nobel de Medicina, afirmaba que el ejemplo más dramático de psicoquinesis lo vemos en la forma que un pensamiento desencadena una actividad física. Quiero mover una pierna o estando sentado deseo ponerme de pie e inmediatamente el cuerpo obedece a la intención y el deseo presente. La conciencia No es fácil definir la conciencia. De acuerdo con el filósofo David Chalmers, constituye el problema duro de las neurociencias. Este elemento de la mente es lo que actualmente nos diferencia de los computadores. Las máquinas carecen de ella. No es el hardware ni el software que ya hemos visto. No es la estructura física, tampoco los programas informáticos ni la información que contiene. ¿Cómo podemos entonces definirla? Podemos decir que la conciencia es la habilidad que posee un sistema para darse cuenta de su propia existencia. No solo eso, cuando la información se despliega en la conciencia llegan la comprensión y el entendimiento. Es la conciencia la que otorga significado a la información. Es esta misma conciencia lo que nos permite experimentar sensaciones, percepciones, pensamientos, sentimientos y emociones. Los físicos del siglo XX siempre tuvieron una gran estima por este misterioso componente de la mente humana. Max Planck, uno de los padres de la mecánica cuántica y premio Nobel de Física, afirmó en una entrevista publicada en 1935: “Yo considero la conciencia como algo fundamental y a la materia como algo derivado de la conciencia. Todo lo que hablamos y todo lo que consideramos como existente postula la existencia de la conciencia”28. Para Eugene Wigner, también premio Nobel de Física, la conciencia jugaba un papel muy importante en la creación de la realidad material: “Cuando el dominio de la física teórica se amplió para abarcar los fenómenos microscópicos mediante la creación de la mecánica cuántica, el concepto de conciencia saltó de nuevo a la palestra. No era posible formular las leyes de la mecánica cuántica de manera plenamente consistente sin hacer ninguna referencia a la conciencia”29. La metamorfosis de la realidad desde un dominio puramente informático hasta la escala de tamaño que percibimos a través de nuestros sentidos físicos nos lo muestra el físico Nick Herbert con un ejemplo muy sencillo: “Muchas veces he imaginado que el mundo a mi espalda es un brebaje cuántico radicalmente ambiguo que fluye sin cesar pero que siempre que doy la vuelta e intento verlo, mi mirada lo congela al instante y lo convierte en la realidad ordinaria que experimento día a día”30. Es el acto de observación, mediado por la conciencia, lo que origina el colapso de la función de onda de una partícula fundamental y la convierte en una entidad concreta y puntual en nuestro universo material. Lo que muere y lo que sobrevive De todos estos elementos, el cerebro es perecedero, pero teóricamente reemplazable. La información y los programas informáticos poseen un comienzo, pero pueden no llegar a tener un final inmediato de acuerdo con lo aquí expuesto; todo depende de los mecanismos que la naturaleza haya utilizado para la transmisión, el rescate y el almacenamiento de la información. La conciencia es el elemento no computable y, de acuerdo con todas las tradiciones religiosas y filosóficas del mundo, lo verdaderamente inmortal. Todos estos elementos se agrupan para conformar una entidad individualizada. Luego del nacimiento y gracias al otro, al proceso de socialización, a la cultura y al entorno físico que le ha correspondido, esta entidad individualizada termina convirtiéndose en una personalidad humana. La muerte, de acuerdo con lo expuesto en este trabajo, no constituye el fin irremediable de nuestra mente. Utilizando otro tipo de soporte físico distinto al cerebro material, ella sobrevive. La muerte del cerebro físico no constituye para nuestra personalidad su final definitivo. Resumen Los siguientes aspectos de lo que se ha dicho en este capítulo deben quedar muy claros: 1. A la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación, una mente humana puede ser reducida a cuatro componentes principales: el soporte físico o cerebro; la información, es decir, sus contenidos; los programas informáticos que la procesan y la conciencia individualizada. La mente sin su vehículo físico es lo que muchos llaman el alma. 2. De estos cuatro componentes solo uno es perecedero, pero teóricamente reemplazable: el cerebro material. 3. La información no es la estructura física que la soporta y la procesa. Ella es independiente de la estructura cerebral. Puede ser rescatada y sobrevivir. 4. Los programas informáticos son las instrucciones que la mente utiliza para procesar la información. Al ser solo un conjunto de instrucciones es también información. Los programas informáticos no desaparecen con la muerte del cerebro. 5. Las tradiciones religiosas y filosóficas del mundo consideran que la conciencia es el elemento verdaderamente inmortal. De acuerdo con la física moderna, ella es la creadora de la realidad material y el origen del entendimiento, la comprensión, la sensación y el sentimiento. En el lenguaje moderno, lo que los antiguos llamaban el espíritu es lo que hoy conocemos como la conciencia. 2 Receta para fabricar un universo “El hombre por naturaleza desea saber y conocer”, afirmaba Aristóteles hace más de dos mil quinientos años. Ese impulso natural lo ha llevado a vivir aventuras insospechadas. El descubrimiento de la molécula genética (ADN), el proyecto Genoma Humano, la llegada del hombre a la Luna, la construcción y puesta en marcha del Gran Colisionador de Hadrones y el aterrizaje en Marte de los robots Spirit, Oportunity y Curiosity,en los últimos años, han constituido quizá algunos de sus logros más extraordinarios. En el último siglo, tres poderosas herramientas le permitieron entender y dominar gran parte del mundo material: la física clásica de Newton, la mecánica cuántica de Planck y la teoría de la relatividad de Einstein. Todo esto condujo, en los años setenta del pasado siglo, al desarrollo de un nuevo modelo capaz de explicar el comportamiento del universo y de sus componentes estructurales básicos. El modelo estándar de la física El modelo estándar de la física es una teoría matemática acerca de cómo está fabricado nuestro universo y la manera como funciona. No es una teoría completa, pero es lo más aproximado que hemos podido construir para explicar la realidad en que vivimos. Si queremos comprender la hipótesis expuesta en este libro, es importante entender de qué está hecho nuestro universo visible. Una vez sepamos cómo estamos fabricados, entonces podremos inferir cómo estaría elaborado un cerebro invisible y dónde estaría localizado. De acuerdo con este modelo, los elementos básicos para construir un cosmos son: partículas fundamentales, fuerzas e interacciones y leyes de la naturaleza. Jugando con las propiedades de las partículas fundamentales y moviendo las fuerzas de la naturaleza y sus interacciones a nuestro antojo, podemos fabricar universos a la medida de nuestro gusto. Unos serán aptos para la vida mientras que otros carecerán de ella. Teniendo esto en mente, no es difícil inferir los componentes estructurales básicos y las fuerzas mínimas necesarias para crear un mundo cuyos contenidos se comporten como lo hacen los de una mente humana. Partículas fundamentales Los filósofos griegos Leucipo y Demócrito creyeron hace más de dos mil quinientos años que el universo se encontraba compuesto de partículas indivisibles muy pequeñas, a las que llamaron átomos, pero esta fue solo una intuición. Ni ayer ni hoy es posible observar directamente el interior de un átomo y ver su estructura y las fuerzas involucradas. Para ello los científicos necesitaron de modelos, con el objeto de imaginar lo que sucedía en estas escalas de tamaño tan pequeñas. Estos modelos son representaciones ideales no reales de los átomos materiales. Los primeros prototipos que mostraban cómo estos átomos se encontraban constituidos aparecen a finales del siglo XIX y comienzos del XX. En el año de 1897, el físico británico J. J. Thomson, fellow del Trinity College de Cambridge, demostró, utilizando tubos de vidrio y grandes descargas eléctricas, la emisión de partículas muy pequeñas. A estas partículas las llamó electrones, caracterizados por poseer una masa muy pequeña y una carga eléctrica negativa. Thomson visualizó su átomo como una esfera maciza cargada positivamente. Incrustados en su interior se hallaban los electrones con cargas negativas. La imagen tenía semejanza con un “pudín lleno de pasas”. Átomo de Thomson Los experimentos realizados por Ernest Rutherford en 1911 lo llevaron a descubrir el protón. Su masa era dos mil veces mayor que la del electrón, pero de carga positiva. Rutherford imaginó su átomo como un sistema solar en miniatura: estaba integrado por un núcleo central (como el Sol) hecho de protones (positivo) y otro tipo de partículas; los electrones giran a su alrededor (como los planetas) y están cargados negativamente. Átomo de Rutherford El modelo de Rutherford presentaba algunas inconsistencias. Fue entonces cuando el físico Niels Bohr propuso un átomo compuesto por un núcleo central de protones y electrones que giran a su alrededor, siguiendo órbitas circulares estacionarias a las que llamó “niveles de energía”. Modelo atómico de Bohr Debido a las dificultades para determinar con exactitud la localización de los niveles de energía de los electrones en el interior del átomo, físicos como Heisenberg, Schrödinger y Dirac propusieron el concepto de orbitales. Estos orbitales podían definirse como aquellas regiones del átomo donde la probabilidad de encontrar un electrón orbitando el núcleo era máxima. Modelo atómico actual El resto de la masa del átomo procedía del neutrón, una partícula descubierta por James Chawick en 1932 y que se caracterizaba por poseer una masa apreciable y carecer de carga eléctrica. En 1930 apareció en escena el muón, una partícula idéntica al electrón, pero unas doscientas veces más pesada. En 1950 se descubrió una quinta partícula, el neutrino, abundante en los rayos cósmicos que llegan a la Tierra procedentes del Sol. Los quarks En 1964, Gell-Mann y Zweig demostraron que protones y neutrones no eran los componentes más pequeños del núcleo atómico. Ambos se encontraban formados por partículas todavía mucho más pequeñas llamadas quarks. Estos quarks no eran partículas únicas; existían en seis variedades distintas llamadas sabores. Se entiende por sabor las propiedades o atributos físicos que nos permiten distinguir las diferentes clases de quarks: arriba, abajo, extraño, encanto, cima y fondo. A su vez, cada una de las seis variedades mencionadas existía en tres tipos de colores diferentes. Los colores también representaban propiedades físicas. Tipos de quarks a= arriba b= abajo e=encanto x=extraño c= cima f= fondo Las partículas con guiones arriba corresponden a las antipartículas. Si tomamos en cuenta sabores y colores, serían en total diez y ocho clases de quarks. Ahora bien, cada tipo de quark posee su propia antipartícula, lo que sumaría en total treinta y seis. Lo importante para recordar es que de toda esta variedad solo dos de estas treinta y seis partículas han sido utilizadas para construir el universo material: el quark up (arriba) y el quark down (abajo). Un protón está compuesto por dos quarks up y un quark down; un neutrón por dos quarks down y un quark up. Protón Neutrón El electrón es la partícula que se encuentra orbitando el núcleo atómico. De acuerdo con el modelo, es una partícula fundamental. No se encuentra compuesta de unidades más pequeñas. Cuerdas En años recientes apareció un nuevo modelo que afirma que los componentes últimos de la materia, las partículas fundamentales, no son los objetos puntuales y compactos que creemos. Si fuésemos capaces, a través de un supermicroscopio, de magnificar lo suficiente un quark, descubriríamos que esta partícula, que creíamos dura como una bola de billar, es solo una ilusión. Realmente lo que veríamos en esas escalas de tamaño tan diminutas es una especie de cuerda, un filamento unidimensional de energía que vibra como la cuerda de un violín. Es este filamento unidimensional de energía, que vibra a diferentes velocidades, el que aparece como algo duro y macizo cuando es visto desde una escala de tamaño mayor. En la escala de tamaño del átomo, las cuerdas se transforman en las partículas fundamentales macizas y concretas que conocemos: los quarks y el electrón. El siguiente gráfico muestra una representación ideal de la estructura básica de la materia desde sus niveles macro, representados por la gota de agua, hasta sus niveles micro, representados por los quarks: La estructura de la materia Un universo de bits ¿Existe algo más fundamental que las cuerdas? Algunos, como el autor de este trabajo, creen que el dominio más básico de la creación podría estar constituido por bits de información. Mario Bunge le ha llamado la metafísica digital. Estos bits de información son los componentes básicos del universo. A partir de allí, los programas informáticos representados en las leyes de la naturaleza vandesplegando la información en un trasfondo que es el espacio-tiempo y que aparece como la estructura básica que terminará soportando la realidad física. En otras palabras, nuestro universo es un gigantesco computador cuántico. De acuerdo con la escala de tamaño, la secuencia desde lo infinitamente pequeño hasta lo infinitamente grande sería así: Bits de información ↓ Cuerdas ↓ Quarks y electrones ↓ Protones y neutrones ↓ Átomos ↓ Moléculas ↓ Elementos ↓ Sustancias ↓ Universo material Las propiedades de las partículas De la misma manera como los humanos tenemos un tipo de cabello, un color de ojos y de piel y muchos otros rasgos esenciales, las partículas fundamentales poseen propiedades que las hacen únicas. Estas propiedades son: la masa, la carga y el espín. Masa La masa, de acuerdo con la física, es una medida de su inercia o la tendencia a modificar la velocidad con que se desplaza. Carga La carga es un atributo de las partículas que le permite responder de una manera determinada a los campos eléctricos y magnéticos. Espín El espín es la medida de su momento angular o movimiento rotatorio. Es un rasgo muy difícil de definir. Tenemos dificultades para visualizar los objetos y sus comportamientos en escalas de tamaño del núcleo atómico, pero podemos intentarlo. Imagina una partícula girando sobre su propio eje. En nuestro universo cotidiano, yo tengo que girar 360° para mostrar la misma cara a un observador que se encuentre a tan solo unos metros de distancia. El espín nos dirá qué aspecto tiene la partícula cuando es observada desde diferentes direcciones. Por ejemplo, una partícula de espín (0) se ve igual desde cualquier dirección que la miremos. Este sería el caso de un círculo con una superficie lisa y sin relieves. Lo veríamos igual desde cualquier ángulo que la observemos. Una partícula de espín (1) no se percibe igual desde diferentes direcciones, y solo cuando la giramos 360° vuelve a presentarnos nuevamente la misma cara. Ejemplo: el rostro de una persona. Las partículas de espín (2) deben girar 180° para presentar el mismo aspecto. Algo inaudito también sucede cuando la partícula debe dar dos vueltas y media sobre su eje para exhibir el mismo rostro. A estas últimas se les conoce como partículas de espín (½). Nota: una persona debe girar dos veces ½ para presentar al espectador la misma cara. Las partículas que conocemos se pueden agrupar en dos grandes categorías: las partículas fundamentales que poseen un espín (½), que no es posible visualizar en el mundo material, y las partículas mediadoras de las fuerzas e interacciones, que poseen espines (0), (1) y (2). Los valores de las propiedades de las partículas, la carga, la masa y el espín pueden variar. Esto hace que existan hasta ahora más de un centenar de partículas fundamentales distintas. Partículas con propiedades distintas podrían dar origen a otros dominios de la realidad, diferentes a la realidad física que conocemos, y esta es precisamente la premisa que el autor ha manejado en esta obra. Fuerzas e interacciones Las fuerzas les permiten a las partículas interactuar entre ellas. Es así como, a partir de estas unidades tan simples, la naturaleza crea un mundo rico, complejo y variado de átomos y moléculas, elementos y substancias. Estas fuerzas de la naturaleza son: la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil, el electromagnetismo y la gravedad. La fuerza nuclear fuerte mantiene unidos los quarks dentro de los protones y neutrones, y a su vez integra protones y neutrones dentro del núcleo atómico. La fuerza nuclear débil es la causa de las desintegraciones radiactivas. El electromagnetismo produce luz y electricidad (esto hace que existan átomos y enlaces químicos). La gravedad es la fuerza con que los objetos se atraen unos a otros; gracias a esta fuerza, presente en la naturaleza, podemos agrupar y fusionar la materia para crear planetas, estrellas y galaxias. Estas fuerzas de la naturaleza utilizan mediadores; por ejemplo, los gluones serían las partículas mediadoras de la interacción nuclear fuerte, los bosones las de la fuerza nuclear débil, el fotón la del electromagnetismo y el hipotético gravitón la de la fuerza de la gravedad. ¿Qué afirma la teoría de cuerdas de estas partículas mediadoras? Exactamente lo mismo. Cada una de estas partículas mensajeras es una cuerda que genera un patrón vibratorio particular. No necesitamos volvernos físicos, pero es importante saber que tanto las propiedades de las partículas como las diferentes fuerzas de la naturaleza van a determinar cómo se comportará el futuro universo y si permitirá finalmente la aparición de la vida dentro de sus propios límites. Leyes de la naturaleza Todo el universo físico se encuentra gobernado por leyes, principios únicos o programas informáticos que explican los eventos y procesos que se dan en este particular dominio de la creación. Existen cientos de leyes, presentes desde las escalas más pequeñas, como la escala de Planck, pasando por los dominios subatómicos, atómicos, moleculares y biológicos hasta alcanzar el dominio de lo infinitamente grande: el macrocosmos. A nivel de la escala de Planck, las diferentes leyes de la naturaleza se encuentran fusionadas en una ley única, el campo unificado de la ley natural, el hogar de todas las leyes de la naturaleza. A medida que la escala del tamaño va aumentando, esta ley natural se va diversificando, y da origen a la miríada de leyes naturales que gobiernan todo el universo físico. Leyes menores van apareciendo a medida que la naturaleza va desplegando su creación. REALIDAD FÍSICA Escala de tamaño Ley de la naturaleza Planck Ley natural unificada Atómico Leyes de la mecánica cuántica Lo cotidiano Leyes de la mecánica clásica Lo infinitamente grande Leyes de la mecánica relativista El comportamiento de un cosmos Podemos concluir que las propiedades de las partículas fundamentales, la naturaleza de las fuerzas e interacciones y las leyes de la naturaleza explican el comportamiento de los objetos localizados en este dominio particular de la realidad. La teoría del paisaje cósmico que esbozaré en un capítulo posterior permite muchos escenarios posibles, porque, de acuerdo con sus mismos principios, las partículas y sus propiedades, las fuerzas e interacciones y las leyes de la naturaleza no son exclusivas. Son locales y ambientales. De manera que nuestro universo físico es solo uno de los miles de entornos posibles. Esto nos conduce a una de las hipótesis más fascinantes de la cosmología moderna. El multiverso Recientemente apareció una nueva hipótesis en el seno de la física: el multiverso. De acuerdo con este nuevo modelo, el universo que habitamos es solo una de las muchas opciones posibles. Para muchos físicos, nuestro universo se inició a partir de un pequeño fragmento de espacio-tiempo que medía aproximadamente la milmillonésima parte del tamaño de un protón. Una vez apareció de la nada, este fragmento comenzó a presentar un crecimiento exponencial que los cosmólogos han bautizado con el nombre de inflación cósmica. Este fue nuestro nacimiento cósmico. Un acontecimiento verdaderamente apocalíptico. A partir de ese instante, nuestro universo se desarrolló y evolucionó hasta mostrar el aspecto que tiene hoy: un monstruoso conglomerado de miles de millones de millones de galaxias, cada una compuesta por un número similar de estrellas. Cientos de miles de millones de sistemas solares se desplazan en esta inmensidad colosal. La vida muy probablemente abunde en muchos de sus planetas,situados dentro de los márgenes habitables del sistema. ¿Fue este un acontecimiento único? Los diferentes modelos cosmológicos sugieren que diferentes fragmentos de espacio-tiempo pudieron aparecer en diferentes momentos y crecer de una manera parecida a como lo hizo el nuestro, convirtiéndose finalmente en otros universos. ¿La diferencia? Cada uno de estos universos logró evolucionar de una manera particular y única. Partículas, fuerzas e interacciones y leyes de la naturaleza tendrían su propio sello distintivo. Las constantes cosmológicas no serían las mismas para todos los mundos creados. Algunos serían capaces de albergar vida. En otros, esta sería completamente inexistente. La totalidad de estos universos creados, o en proceso de creación, es lo que los científicos han llamado el multiverso. La ciencia ficción los conoce como universos paralelos y no parecen ser un producto de la mera imaginación. Los universos físicos y los universos de la mente Esto nos permite entender qué queremos decir cuando hablamos de universos físicos y universos mentales. Como la conciencia constituye el trasfondo necesario para que ambos universos puedan ser percibidos, podemos afirmar que los universos físicos y los universos mentales son universos que existen en la conciencia, son desplegados en la conciencia. No olvides lo que te dije en el capítulo anterior: la conciencia crea la realidad física. No existe una realidad física y otra mental o espiritual. Existe una sola realidad, la conciencia, que se expresa en diferentes dominios. Cada dominio tiene su propio set de partículas fundamentales, fuerzas y leyes de la naturaleza que lo hacen único. Nuestro universo físico tiene un set de componentes y nuestra realidad mental tiene otro set de componentes diferentes. Esto es lo que finalmente hace que aparezcan como dos tipos de universos o realidades, hasta ahora irreconciliables. La conciencia que percibe ambos universos es la misma, y la información que corre por ambos universos también lo es. La información afuera es básicamente la misma información que se encuentra adentro; solo varía su comportamiento. Este es el secreto que se esconde detrás de modelos como el dualista y de propuestas como la sustancia pensante y la sustancia extensa de Descartes, que en su momento no pudo explicar por no contar con los elementos apropiados para ello. He aquí la clave para entender el dualismo como modelo filosófico. Más adelante los físicos y los especialistas en informática y ciencias de la computación intentarán deducir el set de partículas elementales que soportan la información en la mente y en otros niveles todavía más sutiles que conocemos como realidades espirituales. La manera como estos diferentes dominios interaccionan y cómo la información viaja a través de estos campos de naturaleza física, o mediante alguna versión oculta del entrelazamiento cuántico, serán objeto de estudio de la física del futuro. Resumen De acuerdo con el modelo estándar de la física, el universo físico ha sido construido con tres tipos de ladrillos o componentes fundamentales básicos: el quark arriba, el quark abajo y el electrón. Estos tres componentes interactúan a través de cuatro fuerzas de la naturaleza: la fuerza nuclear fuerte, la fuerza nuclear débil, el electromagnetismo y la gravedad. Los tres componentes básicos y las fuerzas de la naturaleza que permiten la interacción entre estos componentes fundamentales crean partículas más complejas como átomos, moléculas y los elementos químicos de la tabla periódica. De todo esto surge el universo que percibimos y la forma como se comporta, pero existen más de un centenar de componentes fundamentales, más aquellos que todavía no han sido descubiertos. ¿Deberíamos atenernos a este modelo como el único válido y perfectamente razonable? Es posible entonces que la evolución del universo haya seguido derroteros diferentes fabricando otras realidades paralelas con otros componentes fundamentales distintos y sometidos a versiones ocultas de las fuerzas de la naturaleza u otros mecanismos completamente diferentes. Para ello, lo único que necesitaríamos es modificar las propiedades de las partículas. Desde un punto de vista computacional es solo modificar cifras numéricas, un logro nada difícil para un computador cuántico tan perfecto como el universo que habitamos. Partículas fundamentales con propiedades distintas y versiones ocultas de las fuerzas de la naturaleza u otras de carácter diferente crearían un entorno alternativo que se comportaría de un modo único. 3 Un cerebro no es suficiente La ciencia moderna afirma que la mente y la conciencia son un producto de la actividad cerebral. Este ha sido el consenso aceptado por la mayoría de los científicos, desde el nacimiento de la doctrina neuronal a finales del siglo XIX hasta los descubrimientos y avances más recientes en materia de neurotransmisores, receptores de membrana y técnicas de imagenología. Los aportes ofrecidos por las ciencias de la computación y la teoría de la información han constituido, sin duda, un maravilloso complemento. Nacidas a partir de las ideas pioneras de Alan Turing, John Von Neuman y Claude Shannon31 a mediados del siglo XX, estas disciplinas científicas se han valido de la analogía del computador para intentar explicar cómo funciona una mente. De acuerdo con este modelo, el cerebro es una especie de ordenador muy complejo y la mente estaría constituida por los programas informáticos que este computador biológico utiliza para percibir y procesar la realidad que experimenta. Pero explicar cómo funciona una mente no es un asunto tan sencillo como pudiera llegar a parecer. Creímos que la doctrina neuronal, las ciencias de la computación y la teoría de la información podían llegar a explicarlo todo o casi todo. Una nueva idea que tomaba en consideración el comportamiento de nuestro sistema biológico apareció en la escena. Este modelo, basado en la manera como las redes neuronales de nuestro cerebro computan la información, significó un enorme avance. La arquitectura de los circuitos neuronales y la manera como sus unidades funcionales —las neuronas— se conectaban también eran importantes. A pesar de los enormes esfuerzos realizados, muchos otros aspectos permanecían todavía ignorados. Fue entonces cuando hicieron su incursión algunas mentes revolucionarias, proponiendo aproximaciones todavía más novedosas. Karl Pribram, neurólogo de la Universidad de Standford, y el célebre físico David Bohm, de la Universidad de Londres, desarrollaron la hipótesis del cerebro holográfico. Según este modelo, “nuestros cerebros construyen matemáticamente la realidad concreta al interpretar frecuencias de otra dimensión, una esfera de realidad primaria significativa pautada, que trasciende el espacio y el tiempo. El cerebro es un holograma que interpreta un universo holográfico”32. Roger Penrose33 y Stuart Hameroff, entre otros, propusieron en la segunda mitad del siglo XX la presencia de procedimientos de cómputo cuántico dentro del cerebro. La mente, además de utilizar procedimientos clásicos de cómputo, podría estar utilizando otras maneras de procesar la información que no parecían ceñirse a las leyes de la física clásica convencional. De acuerdo con esta visión, el cerebro utiliza formas, tanto clásicas como cuánticas, para procesar la información que maneja. Otros físicos, como Amit Goswami y Henry Stapp, creen que el libre albedrío, el rol del observador en la creación de la realidad física y la naturaleza enigmática de la conciencia, entre otros, son aspectos quepodrían ser abordados con mayor éxito si utilizáramos los instrumentos y aportes que la física de partículas nos ha brindado en el curso de los últimos cincuenta años. A comienzos del siglo XXI la conciencia se convirtió en el centro de la atención para dos reconocidos investigadores. Sustentada por Johnjoe McFadden34, profesor de Genética Molecular en la Universidad de Surrey, Inglaterra, y Susan Pockett35, fellow de investigación del Departamento de Psicología en Auckland, Nueva Zelanda, esta hipótesis sugiere que esta conciencia tiene su origen en el campo electromagnético del cerebro. Este campo, que emerge como consecuencia de la actividad eléctrica de más de cien billones de neuronas, sería, de acuerdo con estos autores, el soporte físico de la conciencia. Aquello que se inició como un estudio de cables y conexiones a finales del siglo XIX, bajo un sencillo microscopio de luz, terminó siendo algo muy complejo que incluye computación, información, redes neuronales, campos y mecanismos tanto clásicos como cuánticos de procesamiento de la información. Estas diferentes aproximaciones que hemos explicado brevemente podemos resumirlas en el siguiente cuadro: Doctrina neuronal Comportamiento de la información en el sistema nervioso Enfoque computacional Representación del conocimiento en la mente Aproximación conexionista La importancia de la arquitectura y las conexiones de la red Modelo holográfico Creación de la realidad a partir de un universo de frecuencias Paradigma cuántico Procesamiento cuántico de la información Teoría del campo electromagnético Soporte físico de la conciencia Los modelos vigentes no lo explican todo Pero las cosas tampoco acaban aquí. Más allá de los modelos antiguos y recientes utilizados por las ciencias cognitivas, existen otras posibilidades completamente insospechadas. Estas nuevas rutas aparecen en el horizonte cuando tomamos en consideración todo un catálogo de fenómenos corrientes y también inusuales que difícilmente pueden llegar a ser explicados con los modelos actualmente vigentes. La conversión de la actividad neuronal del cerebro en subjetividad36, la representación mental37, el papel que juega la conciencia humana en la creación de la realidad física, la emergencia del Yo, la naturaleza del pensamiento y la transmisión de la información al margen de los sentidos tradicionales conocidos, entre otros, son hechos que no admiten fácilmente una explicación. ¿Puede la mente ejercer algún tipo de influencia sobre la materia inanimada? Los estudios llevados a cabo a mediados del siglo XX por los doctores Joseph Rhine38 y Louise Rhine en el laboratorio de Parapsicología de la Universidad de Duke, y más recientemente por Robert Jahn y Brenda Dunne, del laboratorio de investigaciones anómalas de la Universidad de Princeton, sugieren que tanto la transmisión de la información sin el uso de los sentidos como la influencia de la mente sobre la materia inanimada son hechos perfectamente posibles y demostrables. Y, por supuesto, queda el interrogante más importante de todos: ¿sobreviven la mente y la conciencia humana a la muerte? La División de Estudios de la Personalidad39 del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Virginia en Estados Unidos guarda desde los años sesenta las historias de cientos de niños entre los tres y los cinco años que afirman recordar vidas previas. También toda una variedad de relatos de vivencias fuera del cuerpo, visiones en el momento de la muerte y experiencias en el umbral de la muerte reposan en las memorias de sus archivos digitales. El siguiente cuadro resume el amplio catálogo de hechos corrientes e inusuales que no han podido ser explicados con los modelos actualmente vigentes: Hechos corrientes Hechos inusuales Sensaciones Telepatía Percepciones Clarividencia Sentimientos Precognición Emociones Psicoquinesis El yo Niños que recuerdan vidas previas Conciencia Experiencias en el umbral de la muerte Creación de la realidad Experiencias fuera del cuerpo Todo esto requiere de una explicación. Negar de entrada la posibilidad de que la mente y la conciencia humana puedan llegar a sobrevivir a la muerte del cerebro material es desconocer no solo los arduos y extensos trabajos realizados por docenas de investigadores serios y confiables a todo lo largo y ancho del mundo en los últimos ciento cincuenta años, incluyendo varios premios Nobel; significa también desconocer los supuestos básicos que se derivan de la actual teoría de la información y de las ciencias de la computación. Pero si este catálogo de hechos corrientes e inusuales inexplicados nos llama poderosamente la atención y nos lleva a considerar la posibilidad de una hipótesis complementaria a todas las aproximaciones incluidas en el inventario actual de las ciencias cognitivas, existe otro hecho no menos digno de consideración. Este hecho tiene que ver con un misterioso concepto de reciente acuñamiento: la representación mental. La representación mental Representar significa volver a presentar. La información que encontramos afuera está presente también en el interior de nuestra mente. Un árbol es percibido a través del sentido de la vista. La información impacta los receptores sensoriales localizados en el ojo y es transformada en actividad eléctrica, los llamados potenciales de acción. A partir de allí, estos potenciales de acción se desplazan a través del nervio óptico y alcanzan finalmente el área visual primaria localizada en el lóbulo occipital del cerebro. Pero algo muy misterioso sucede luego y la información que viaja como corriente eléctrica termina convirtiéndose en la imagen del árbol en la conciencia40. La información ha sufrido una última transformación, una especie de metamorfosis que es evidente desde el momento que impacta la superficie del ojo hasta el momento que aparece como imagen en la conciencia. También puede suceder que el sujeto evoque el mismo árbol que después de un tiempo se encontrará archivado como un fragmento de información en su memoria; entonces el árbol aparecerá en la conciencia como un duplicado, una especie de clon de la imagen original. ¿Cuál es el tipo de soporte físico utilizado por la información para la construcción de este duplicado o clon? No solo eso, la naturaleza y los caracteres de ambos tipos de imágenes, la original y su clon, serán diferentes. La imagen original se caracteriza porque es percibida en su totalidad, es clara, intensa y concreta mientras que su clon, el recuerdo que aparece como una especie de imagen en la mente, no es percibida con claridad, es borrosa y débil en sus contornos y carece de vivacidad e intensidad. Además, las imágenes mentales almacenadas como recuerdos pueden ser sometidas por la imaginación y la visualización a una transformación estructural que no sucede cuando el objeto representado se encuentra situado directamente en el campo visual frente al ojo que lo percibe en tiempo presente. ¿A qué se debe esta diferencia cuando comparamos la naturaleza y caracteres de estas dos imágenes? Quizás las respuestas a estas preguntas las podamos encontrar si intentamos dilucidar el tipo de materia utilizado por el formato representacional que soporta la información en la conciencia. La materia de la mente En la realidad física podemos encontrar una diferencia semejante dependiendo del estado de la materia del soporte físico donde la información está representada. La palabra agua puedo escribirla en un papel blanco, sobre un trozo de hielo o en el cielo gracias al humo que despiden las avionetas utilizadas para este fin. El papel, eltrozo de hielo y el material gaseoso son tres tipos de formatos representacionales. Cuando la palabra está escrita en el papel, es duradera. En el hielo se desvanece y se convierte en líquido en pocos minutos si nos encontramos en una zona caracterizada por altas temperaturas. El mensaje escrito con humo dura varios minutos, dependiendo de la velocidad del viento y de otros factores locales. ¿Cuál es la causa de la diferencia de esta duración en el tiempo? El estado físico del material utilizado como soporte. En el papel la materia se encontraba en un estado sólido, en el hielo, al derretirse por las altas temperaturas, el agua termina convirtiéndose en líquido. En el humo, la materia está presente en un estado gaseoso. Son las propiedades del material lo que finalmente determinarán la claridad y la durabilidad de las imágenes que soportan la información. Mi propuesta es que la materia visible constituye el soporte físico de la imagen original, de allí su claridad, transparencia y estabilidad. La materia invisible, oscura o exótica a la que nos referimos en este libro es la que guarda nuestras realidades mentales y espirituales; por eso su poca claridad, nitidez y falta de estabilidad. En la percepción física o mental, la conciencia que observa es la misma, la información es la misma. Lo único que parece cambiar es el soporte físico que representa la información en el mundo físico y en el mundo de la mente. De allí la inestabilidad de los contenidos que aparecen como imágenes en la conciencia41. Un comportamiento diferente de la información implica que las leyes de la naturaleza que gobiernan el comportamiento de esa información “dentro y fuera” de la mente son distintas. Leyes distintas sugieren que las partículas fundamentales y las interacciones que median entre las partículas materiales que soportan la información adentro y afuera también son diferentes. Partículas, interacciones y leyes de la naturaleza diferentes implica una división, una sectorización de la realidad que iré explicando a lo largo de todo este trabajo. A partir de aquí surge una idea verdaderamente alucinante: la realidad ha sido dividida en dominios y es precisamente la información la que viaja a través de estos dominios. La información que representa el árbol se encuentra en un dominio de la realidad que llamamos realidad física. La información que representa la imagen del árbol en la mente se localiza en un nivel diferente, es una realidad mental. Es la información representada por el árbol la que se mueve de un sector a otro, de la realidad física a la realidad mental y viceversa. Esta información, que es capaz de viajar de un lado a otro de la creación, es procesada mediante computadores naturales fabricados de acuerdo con el tipo de realidad a la que estos pertenecen. El cerebro físico es solo uno de estos procesadores utilizados por la naturaleza para procesar la información que manipula. Todo esto nos conduce a una aproximación ciertamente revolucionaria. Un cerebro no es suficiente La idea que propongo en este trabajo es tan vieja como la humanidad misma, pero ha sido relegada al terreno de la fantasía y de la ficción por la ciencia contemporánea. Si esto es correcto, la mente estaría utilizando no solo diferentes maneras de procesar la información sino también diferentes tipos de procesadores. Esto nos conduce a una conclusión muy diferente a la planteada inicialmente de que la mente es un producto exclusivo de la actividad cerebral física. Las neurociencias nos informan de la existencia de un solo procesador de información, el cerebro físico. Y creemos pensar, sentir y actuar a través de esa masa única de materia blanca y gris estudiada por neuroanatomistas y neurofisiólogos. ¿Cómo, entonces, nos atrevemos a afirmar que podrían existir otros tipos de procesadores? Los otros cerebros del hombre Esta no es la primera vez que algún investigador se ha atrevido a sugerir la existencia de más de un cerebro dentro de nuestro cráneo. A lo largo de la historia reciente ha habido intentos para seccionarlo, dividirlo y también ampliarlo. Uno de estos intentos de división apareció en 1970, cuando el médico y neurocientífico norteamericano Paul McLean42 propuso su modelo de cerebro triple o triuno, que significaba tres cerebros en uno, tres mentalidades con las que interpretamos el mundo y a nosotros mismos. Lo hizo basándose en las marcadas diferencias evolutivas halladas a lo largo de millones de años de evolución terrestre. Estos tres cerebros, de acuerdo con el modelo de McLean, equivalen a tres tipos de procesadores de información: el cerebro reptiliano, el sistema límbico y el más reciente, la neocorteza. El cerebro reptiliano procesa información relacionada con la homeóstasis y la supervivencia: comer, dormir, respirar y sexualidad, entre otras. El cerebro límbico maneja información relacionada con nuestras emociones y afectos. Finalmente, el cerebro cognitivo nos permite pensar, discernir y tomar decisiones con miras hacia el futuro. Eran tres cerebros independientes, cada uno con su propio entorno y sus propios estados de conciencia. El cerebro triuno de Paul Mclean Los intentos de división no terminaron aquí. Sperry43, Premio Nobel de Medicina en el año de 1982, sugirió que la neocorteza, el cerebro superior de McLean, era en realidad una unidad constituida por dos cerebros diferentes: los hemisferios cerebrales derecho e izquierdo. Cada uno de estos hemisferios era en realidad un cerebro único, cada uno procesa información diferente y cada uno tiene una conciencia independiente. El cerebro de Sperry El procesador invisible McLean y Sperry no son los únicos que han intentando fragmentarlo. Yo creo que el cerebro, en un sentido literal, quizá no sea el único. Puede llegar a ser dividido de acuerdo con la manera como procesa la información y al tipo de instrumento físico utilizado para tal fin. Pero esta división está muy lejos de ser algo convencional al estilo del cerebro triuno de McLean o el cerebro dividido de Sperry. Diríamos más bien que no es el cerebro físico el que puede llegar a ser dividido. Son varios cerebros los que existen e interactúan simultáneamente con nuestro cerebro físico y, lo más increíble, cada uno existe en un orden de realidad diferente. Cerebro invisible propuesto por el autor de este libro Existen muchos motivos, que iré desarrollando y explorando a lo largo de esta y otras obras posteriores que me he propuesto publicar, que nos conducen a creer que la mente utiliza diferentes tipos de procesadores de información. El cerebro físico es solo uno de ellos. Interpenetrándolo, existe otro cerebro que no vemos y no percibimos. Es un cerebro que, al igual que su contraparte física, recibe, procesa, almacena y transmite información. Y al igual que su gemelo material, está hecho de materia, pero de un tipo de materia muy diferente al tipo de materia visible que conocemos y cuyos componentes fundamentales, aunque intuidos por la física contemporánea, no se encuentran actualmente descritos en el modelo estándar de la física de partículas. ¿Por qué no lo vemos y por qué el cerebro visible no parece ser un obstáculo para que ambos ocupen el mismo espacio físico? La respuesta es muy sencilla y la iremos comprendiendo mejor a medida que nos adentremos en este trabajo. Propiedades y fuerzas Como mencionamos anteriormente, una partícula fundamental posee propiedades físicas e interacciona a través de cuatro fuerzas de la naturaleza. Partículas fundamentales y fuerzasapropiadas nos permiten fabricar un universo apropiado a nuestros intereses. Estas propiedades pueden variar de una partícula a otra. Jugando con las tres propiedades básicas de las partículas y las cuatro fuerzas de la naturaleza, los físicos y expertos en informática pueden generar modelos de universos fabricados con partículas fundamentales y leyes de la naturaleza diferentes44. Algunos serán propicios para la vida, tal y como la conocemos, mientras que otros no, y todo dependerá de las propiedades y fuerzas presentes en el tipo de universo estudiado. Aquí está la clave para resolver parte del misterio que envuelve la mente y la conciencia humana. La mente y la conciencia no son estructuras materiales, pero poseen procesadores de información llamados cerebros, y estos cerebros existen simultáneamente en diferentes sectores de la creación. Con la muerte física, el más burdo de los procesadores es abandonado, pero la vida continuará con el resto de los procesadores utilizados, la información, los programas informáticos y la conciencia individualizada. Ahora estamos en condiciones de responder a la pregunta de por qué no vemos y no chocamos con nuestra contraparte invisible. Las propiedades e interacciones de las partículas fundamentales con las que está fabricado este componente invisible son diferentes a las propiedades e interacciones que caracterizan a las partículas fundamentales con las que está hecha su contraparte visible, y es aquí precisamente donde reside el secreto. Sus partículas no parecen emitir radiación electromagnética, o si lo hacen quizá puedan estar utilizando una versión oculta del electromagnetismo. Aunque no emiten luz para nosotros, en su propio entorno quizá posean su propio tipo de luz. Al no poseer el electromagnetismo tal y como lo conocemos, las partículas carecerían de la impenetrabilidad propia de la materia que conocemos. Tengo la fuerte impresión —y así parecen sugerirlo recientes observaciones en las áreas de la cosmología y de la física de partículas— de que la realidad está sectorizada y de que el universo físico es solo uno de estos sectores. Y repetiré nuevamente lo que ya afirmé al comienzo de este capítulo: la información es el elemento común presente quizá en la mayoría de estos vastos sectores de la realidad. Ella viaja de un dominio a otro, de un sector a otro, de un universo a otro, y al hacerlo deberá ser procesada mediante mecanismos físicos y computacionales adecuados que así lo permitan. Un ser humano existe simultáneamente en cada uno de estos sectores. Cada dominio tiene contenidos propios cuyos comportamientos dependen de leyes físicas que son únicas y exclusivas de ese particular dominio de la realidad. La información para ser procesada requerirá de procesadores exclusivos; para cada dominio existe un procesador único. Diferentes dominios, diferentes tipos de procesadores. Mientras que un telégrafo, un teléfono, una radio, un televisor y un computador comunican diferentes puntos geográficos de un mismo sector de la realidad, el cerebro visible podría estar conectando dos realidades diferentes de la creación. El cerebro visible es, por lo tanto, el instrumento que nos comunica con esos vastos sectores de esa realidad oculta que no vemos y no percibimos. Es el más extraordinario aparato de telecomunicaciones jamás diseñado. La idea que sustenta el modelo que propongo ha sido expuesta a todo lo largo y ancho de la historia antigua y reciente. Fue defendida por las diferentes tradiciones religiosas, filosóficas y culturales del pasado y actualmente continúa muy presente en la mente colectiva de la especie humana. Los grandes filósofos y líderes religiosos nunca han pasado de moda. El peso de las ideas que propusieron fue abrumador y, a pesar de los años transcurridos, sus modelos sobre cómo funcionan las cosas permanece vigente. Quizás el único mérito del autor ha sido proporcionar un marco científico que permita respaldar esta antigua creencia. Las dificultades del camino He intentado mostrar los hechos de una manera sencilla y que puedan ser entendidos por la gran mayoría de los lectores, aunque debo debo confesar que en ocasiones la tarea no ha estado exenta de tropiezos e inconvenientes que han ido apareciendo a lo largo del camino recorrido. En un artículo reciente45, Ewan Birney, del Instituto Europeo de Bioinformática, en Cambridge, y director del consorcio ENCODE —que integra a más de cuatrocientos genetistas alrededor del mundo—, afirmaba que estudiar el ADN basura o no codificante era como adentrarse en una espesa selva y abrirse paso a “punta de machete y mucho esfuerzo”. El estudio de la mente parece estar cubierto por un manto de dificultades similares. La parcelación del conocimiento Soy consciente de que el modelo que estoy proponiendo en este trabajo no es fácil de asimilar, sobre todo por la complejidad de las disciplinas involucradas. Por una parte, la sectorización del conocimiento ha conducido a un saber fragmentado de la realidad. Ya en 1957 el filósofo francés Jean Guitton, en su obra Aprender a vivir y a pensar, nos advertía contra esa nueva manía de dividir el conocimiento que creíamos nos hacía más sabios e inteligentes: “Los especialistas si se quedan cada uno en su valle, se aíslan, se ignoran, se conocen mal unos a otros. Pero si sube cada uno a su cima entonces perciben que habitan una misma tierra y que su trabajo está emparentado. Nuestra época sufre por una división excesiva de las tareas humanas”46. En la medicina, disciplina que he ejercido por más de treinta años, observo con claridad los resultados de esta parcelación. El oftalmólogo solo sabe de ojos y el otorrino de oídos. Un reumatólogo te puede tratar una enfermedad articular, pero no le pidas que te solucione un problema de corazón. Lo mismo sucede en disciplinas como las neurociencias. Un neurocientífico te habla de trayectos nerviosos, neurotransmisores y receptores de membrana, pero pídele que te hable de información, de computación o de programas informáticos. No lo hará porque sencillamente estas disciplinas no tienen cabida en su campo de estudio. Mucho menos lo serán materias como la astronomía, la cosmología o la física de partículas, ni qué decir de la filosofía o el estudio de las creencias religiosas. La última edición de Principios de Neurociencia de Erik Kandel47, la obra más importante en su campo hasta ahora publicada, aparecida en el 2013, aparte de unos capítulos sobre modelos computacionales de la visión, poco tiene para ofrecer cuando de otros estudios interdisciplinarios se trata. Lo explicaré con un ejemplo sencillo. Una fuerte gripa puede que involucre solo las vías aéreas superiores, pero existen enfermedades que simultáneamente atacan diferentes órganos y sistemas. Solo un médico internista, un médico familiar o un médico general integral que conoce de diferentes disciplinas a la vez, como por ejemplo cardiología, neumología, neurología, endocrinología, entre otras, será capaz de entender lo que sucede y hacer el diagnóstico adecuado. Entender la mente requiere conocer no solo las disciplinas propias del hexágono cognitivo (neurociencias, psicología cognitiva, filosofía de la mente, lingüística, antropología y ciencias de la información), también es importante tener un conocimiento de otras disciplinas a primera vista ajenas, como la física de partículas, la teoría de la información y la moderna cosmología. Solo así será posible poseer el conocimiento interdisciplinario que nos permitirá establecer lasconexiones necesarias entre los diferentes aspectos de algo tan complejo como una mente humana y sus diferentes tipos de procesadores. Solo así seremos capaces de ir más allá y construir un nuevo modelo que incluya los anteriores y al mismo tiempo los trascienda. Además de la complejidad involucrada, el otro problema que veo es la absoluta falta de interés, creatividad y visión en los actuales representantes de lo que hemos llamado ciencia normal. El hombre por naturaleza desea saber y conocer, afirmaba Aristóteles hace más de dos mil quinientos años. Qué tristeza; parece que hubiésemos perdido la curiosidad. A diferencia de los físicos, que vuelan muy alto cuando de proponer modelos se trata, los que estamos comprometidos con el estudio de la mente humana adolecemos de compromisos que conduzcan a romper el hechizo que los antiguos paradigmas han ejercido sobre nuestras mentes desde los tiempos de colegio y de universidad. Nos enseñan a mirar el mundo bajo modelos que no están al tanto de las nuevas perspectivas y de los descubrimientos más recientes. ¿Será que ya nada nos maravilla? Un enfoque transdisciplinario Platón, Aristóteles, Descartes, Locke, Hume y Raid fueron pensadores extraordinarios. Ellos sabían de todo. Estaban al tanto de la gran mayoría de las disciplinas existentes en su tiempo. La física, la química, la biología y las matemáticas no les eran ajenas. Tampoco la astronomía, la ética, la moral, el arte y la religión. Sus conocimientos lo abarcaban prácticamente todo. Tenían una comprensión global del entorno. Eran unos verdaderos devoradores del saber. Si no existe este conocimiento transdisciplinario y global, entonces encontraremos dificultades para la comprensión de la hipótesis aquí expuesta. Solo el enfrentamiento que se presenta cuando surgen dificultades en la comprensión de las materias propias de estas disciplinas, aparentemente ajenas a las neurociencias tradicionales, creará los circuitos neuronales y sinápticos necesarios que finalmente facilitarán el entendimiento. De manera que no tenemos por qué sentirnos incómodos si al comienzo encontramos dificultad para entender lo aquí expuesto. Es natural que esto se produzca y no hay nada de malo en ello. Con el tiempo y la paciencia suficiente, gracias a la creación de los nuevos circuitos cerebrales, llegará la comprensión que facilitará el estudio de lo aquí tratado. El camino que debemos seguir Aun a pesar del entusiasmo que esta obra pueda despertar en muchos lectores y, por supuesto, del mío propio, voy a seguir en esta aproximación inicial los lineamientos planteados por el doctor Charles Richet, Premio Nobel de Medicina, en su trabajo Nuestro sexto sentido, publicado ya entrado el siglo XX. En su libro, Richet solo quería demostrar la existencia de un sentido adicional que permitiría a los humanos percibir fragmentos de la realidad sin el uso de los sentidos tradicionales conocidos por la fisiología. Afirma el profesor Richet: No entraré en ninguna discusión en las modalidades hipotéticas de ese sexto sentido. Mi fin es más limitado, quizá limitadísimo, porque me propongo tan solo probar que aquel existe, sin penetrar en su mecanismo ni profundizar en las condiciones sobre cómo se manifiesta. Ciertamente que es arrastrar la cuestión a ras de suelo. Ya lo sé, pero no van más allá mis pretensiones48. Y más adelante termina con un ejemplo: Haré una comparación. Tomo un fragmento de roca y me propongo demostrar que existe silicio en la misma. Podría, por supuesto, investigar en qué forma se halla combinado, en qué proporciones y cuál es su procedencia. Pero de otra parte me asiste el perfecto derecho de limitar mi investigación y abstenerme de toda discusión, accesoria a mi entender, para este caso concreto. ¿Existe o no silicio en el mineral de marras? No busco otra cosa. Y todos mis esfuerzos se limitarían a esta investigación. Intencionadamente no iría más allá. Quién sabe si de esa manera, daré más fuerza a la demostración49. Aunque la tentación de ir más allá de sugerir la existencia de esta contraparte invisible del cerebro físico es grande, solo me limitaré a mostrar algunos indicios de su realidad y de los más recientes descubrimientos en las áreas de la cosmología y de la física de partículas que parecen sugerirlo, sin entrar a profundizar en la forma como esa otra contraparte invisible procesa la información. Aunque lo insinúo, tampoco voy a adentrarme mucho en la posible naturaleza de sus componentes o en cómo la información desde el nacimiento hasta el momento de la muerte es rescatada y llevada de un sector a otro de la realidad. Y aunque en los últimos capítulos hago un esbozo de los posibles caminos utilizados por la naturaleza para rescatar una personalidad humana, estos aspectos serán tocados en profundidad en futuros trabajos. De hipótesis, teorías y demostraciones Es importante aclarar que lo que estoy presentando en esta obra es solo una idea, una aproximación, un modelo muy rudimentario producto de la observación del entorno físico y mental y de los diferentes tipos de razonamientos utilizados por la mente humana para organizar y entender los hechos observados. Actualmente la gran mayoría de las investigaciones científicas giran alrededor de la verificación de las hipótesis planteadas y no en la fabricación y elaboración inicial. Esto no le quita el toque de misterio y aventura que constituye la creación de una hipótesis científica, “un misterio cautivante”, como afirmaba Jerome Bruner, el famoso psicólogo de la Universidad de Harvard. Lo que estoy presentando en este trabajo es la construcción de una hipótesis y, aunque sugiero una ruta, un camino para confirmar algunas de sus afirmaciones, no es una hipótesis para ser verificada en su totalidad en los momentos actuales. No tenemos aún la tecnología que se necesita para avanzar en el camino de la demostración empírica de lo aquí expuesto, pero eso no nos impide aventurarnos a través de las tierras vírgenes y los espacios inexplorados de lo desconocido. Toda teoría fue una hipótesis en su origen. Muchas ideas emergen de la mente a partir de los hechos observados y solo el tiempo, el avance de la tecnología y los hechos permitirán algún día demostrarlas o reprobarlas, es decir, convertirlas en teorías. La historia está colmada de estos ejemplos. El átomo fue intuido hace más de dos mil quinientos años por Leucipo y Demócrito en la Antigua Grecia, pero solo hasta finales del siglo XIX Thomson, Rutherford, Bohr y De Broglie le dieron un respaldo experimental. Peter Higgs, a mediados de los años sesenta, propuso la existencia de una partícula mediadora de la masa. Cincuenta años después, y gracias a los experimentos llevados a cabo en el gran colisionador de hadrones, la llamada máquina de la creación, una huella dejada en los detectores del acelerador parece haber delatado su existencia. La teoría de cuerdas, aunque es solo un modelo hipotético, hoy constituye una de las áreas de trabajo más importantes y fecundas de la física teórica. A pesar de que nadie ha visto una cuerda y nadie ha demostrado su existencia y los modelos matemáticos muestran actualmente algunas inconsistencias, la teoría de cuerdas constituye una de las ideas recientes más respetadas en cosmología y la física de partículas. Otro posible ejemplo es el descubrimiento de la materia y de la energía oscura. Nadie las ha visto y nadie sabe lo que son, pero su existencia ha sido inferida a partir de los efectos gravitacionales que sus constituyentes parecen ejercer sobre la materia visible. Las hipótesis nacen y crecen gracias a la observación realizada por lossentidos aunada a la facultad de raciocinio de la mente. Finalmente se convierten en teorías demostrables. La idea de un cerebro invisible surge como una hipótesis complementaria y necesaria a muchos hechos que actualmente carecen de explicación. La fabricación de una hipótesis científica está en sus inicios llena de un elemento subjetivo que el tiempo va transformando en una pieza concreta. Muchas ideas que han sido utilizadas para explicar algunos aspectos de la realidad se han originado en escenarios hipotéticos localizados en el espacio psíquico de la conciencia. Fueron famosos los experimentos llevados a cabo en laboratorios mentales, especialmente en física y filosofía. Con el tiempo, muchos de ellos terminaron concretándose en realidades materiales. El demonio de Maxwell, el gato de Schrödinger, la paradoja de Einstein-Podolsky-Rosen y la habitación china de Searle son solo algunos ejemplos de este tipo de experimentos mentales. Finalmente, algunos podrán preguntar acerca del papel que juegan las matemáticas en el modelo que estoy presentando. A ello responderé de una manera muy sencilla. Es posible que no poseamos en la actualidad modelos matemáticos para respaldar nuestras afirmaciones. A excepción de la extraordinaria obra Las leyes del pensamiento de George Boole o el uso de matemáticas en redes neuronales artificiales, son pocas las veces que las hemos utilizado en neurociencias. Pero contamos con un arma muy poderosa: la lógica y los procesos de razonamiento. El gran filósofo y Premio Nobel Bertrand Rusell afirmó alguna vez que la lógica era pura matemática disfrazada. Y lo que aquí decimos está respaldado por las observaciones lógicas, inferencias y deducciones que nuestras mentes racionales hacen de los hechos. Solo necesitamos volvernos a asombrar cada vez que abramos los ojos y el resto de los sentidos al mundo para asomarnos a un panorama completamente nuevo y estremecedor. En el siguiente capítulo te presentaré cuatro de los supuestos básicos del paradigma computacional en los que se sustenta la hipótesis que planteo. Resumen La ciencia moderna afirma que la mente y la conciencia humana son un producto de la actividad eléctrica del cerebro. La doctrina neuronal, la mente computacional, la aproximación conexionista y el paradigma cuántico han sido algunos de los modelos utilizados para explicar cómo funciona una mente en este mundo material. Pero existe todo un catálogo de fenómenos que no pueden ser explicados por los modelos actualmente vigentes. La conversión de la actividad eléctrica del cerebro en subjetividad, la representación mental, la transmisión de la información sin la utilización de los canales sensoriales conocidos y la influencia que la mente y la conciencia puedan ejercer sobre sistemas biológicos y objetos inanimados son hechos que requieren de una explicación. En la división de estudios perceptuales del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Virginia reposan cientos de historiales de niños entre los tres y los cinco años que afirman recordar vidas previas. ¿Sobrevive la personalidad humana a la muerte del cerebro? Estos hechos, y otros relacionados con el comportamiento de la información en la mente, han llevado al autor a plantearse la posibilidad de que quizá el cerebro que poseemos no es el único que utilizamos para procesar la información que manejamos. Si esto es correcto, la mente estaría utilizando no solo diferentes maneras de procesar la información sino también diferentes tipos de procesadores. Este otro cerebro, invisible a la visión ordinaria, estaría fabricado con partículas fundamentales distintas. Sus componentes interactuarían a través de nuevas fuerzas de la naturaleza. Partículas e interacciones diferentes implican necesariamente un universo soportado por leyes físicas distintas. En el momento de la muerte, al desaparecer la contraparte material, los campos de naturaleza física que tenían su origen en la actividad eléctrica del cerebro visible desaparecen, y queda la contraparte invisible en libertad, con toda la información recopilada a lo largo de la vida que acaba de terminar, los programas informáticos y la conciencia individualizada. Son dos cerebros por el momento. Un cerebro visible y un cerebro invisible serían los soportes físicos básicos de una personalidad humana. 4 Una hipótesis revolucionaria La hipótesis que planteo es sencilla pero provocadora. A la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación, una personalidad humana no se desvanece con la muerte. Utilizando los instrumentos y los mecanismos apropiados para ello, esa personalidad, que creíamos tan vulnerable, puede llegar a sobrevivir. Lo que hasta hace unos pocos años era impensable, ahora es lógicamente posible, y aquello que para la ciencia constituía solo una creencia religiosa caduca y sin fundamento, ha llegado a convertirse en la más excitante de las posibilidades. Este nuevo modelo es verosímil gracias a la aplicación, más allá de lo imaginable, del paradigma computacional. Y digo más allá de lo imaginable porque, a pesar de hallarse presente desde hace más de medio siglo entre nosotros, los científicos no parecen estar conscientes de los inmensos alcances que este nuevo sistema de creencias encierra. Trabajamos con computadores, vivimos entre computadores y procesamos la información gracias a los computadores. Es imposible imaginar lo que sería nuestra vida hoy sin estos instrumentos tan útiles. ¿Somos conscientes de los alcances filosóficos que este modelo representa? No es un hecho ignorado para la mayoría de las personas que aquellos que trabajan en inteligencia artificial se han aventurado a sugerir que en un futuro próximo seremos capaces de fabricar robots capaces de pensar, de sentir y de poseer un mínimo de conciencia. Pero ninguno, hasta donde llega mi conocimiento, ha intentado hacer algo más factible y menos riesgoso: a partir de un modelo informático y computacional demostrar que la información presente en un cerebro humano es capaz de sobrevivir a la muerte. Si la información sobrevive, podemos ir más allá y evaluar otra posibilidad todavía más asombrosa, la de que la personalidad que emerge de la continuidad de la información procesada en un cerebro físico también pueda llegar a sobrevivir. El paradigma computacional Hace más de sesenta años una serie de hechos condujeron a un desarrollo tecnológico sin precedentes en la historia de la especie humana. Los viajes espaciales, la llegada del hombre a la Luna, el descubrimiento del genoma y el internet son algunas de las consecuencias revolucionarias provocadas por esta marea emergente. Alan Turing, una de las mentes matemáticas más prodigiosas del siglo XX, diseñó en 1936 un dispositivo mecánico que sería capaz de llevar a cabo cualquier proceso de cómputo que se le sugiriese. La máquina de Turing, como se le llegó a conocer, fue el inicio de la moderna era de la computación y de la inteligencia artificial. Paralelamente, Claude Shannon revolucionó en 1948 el mundo de las comunicaciones al formular la primera teoría matemática de un concepto que hasta entonces era vago y poco comprendido: la información50. Los psicólogos fueron muy hábiles. Apenas se dieron cuenta del tremendo potencial que escondían estas recientes invenciones, las tomaron consigo y las llevaron hasta sus propios dominios. Diferentes modelos acerca de cómo el conocimiento es representado en la mentefueron apareciendo a mediados de los años setenta. Uno de ellos, el modelo de las llamadas arquitecturas simbólicas, está precisamente basado en la analogía del computador. Si esta similitud nos ha sido útil, ¿por qué no llevarla más allá y agotar todo su potencial? El enfoque computacional no solo nos insinúa cómo podría estar representado el conocimiento en la mente. Cuando se aprovecha todo el potencial latente que encierra el paradigma informático y computacional, algo inesperado ocurre. Es como si la mente se iluminara y súbitamente llegara la comprensión. Esta actitud de sorpresa ha sido evidente en el rostro de algunos de mis estudiantes de Medicina con quienes hemos tenido la oportunidad de discutir el modelo propuesto. “Cómo no lo pensé antes” y “No se me había ocurrido” son algunas de las frases que ellos expresan. La ciencia no parece ser la única sorprendida. La religión y la filosofía también se han mantenido al margen de descubrimientos. Creo que lo que menos imaginaron los líderes religiosos y los más importantes representantes del pensamiento filosófico contemporáneo es que el mismo marco teórico que sustenta la creación, la fabricación y el funcionamiento de máquinas capaces de imitar el comportamiento humano podría llegar a ser utilizado algún día para soportar un modelo físico que implique la supervivencia de la personalidad después de la muerte. Esto, aunque pueda parecer inadmisible, es ahora perfectamente posible. No somos computadores Ahora bien, algunos podrían llegar a sentirse incómodos al creer que estoy insinuando que un ser humano, capaz de pensar, de sentir, de ser consciente y de ejecutar actos volitivos es simplemente una máquina más, quizá un computador un poco más complejo que aquel que descansa sobre nuestro escritorio. No hay motivo para alarmarse por ello. Una cosa es afirmar que somos computadores y otra cosa es decir que nuestras mentes realizan procesos de cómputo, cálculo y razonamiento, siguiendo procedimientos similares a como lo hacen los computadores actuales. Son dos cosas bien diferentes. El hombre desarrolló los computadores fabricando programas similares a los utilizados por la mente para procesar la información que le llega del entorno. Los computadores se hicieron semejando una mente y no al revés. Su estructura física simula un cerebro y los programas informáticos utilizados se cree que deben ser similares a los utilizados por una mente humana. Pero hasta aquí llega el parecido. A pesar de estas similitudes, un computador no puede pensar como lo hacemos nosotros, mucho menos sentir y comprender. No poseen semántica y tampoco conciencia. Una máquina no puede celebrar la victoria de un partido de ajedrez sobre un oponente humano. Es precisamente ese algo que llamamos conciencia lo que nos hace diametralmente diferentes. La conciencia en sí misma no es computable, pero utiliza procedimientos y mecanismos computacionales para funcionar en esta realidad material. Los supuestos que respaldan el modelo La hipótesis que he planteado en esta obra se encuentra apoyada en cuatro supuestos básicos de la teoría de la información. El primero de ellos se deriva de una de las leyes más básicas del universo: la conservación de la información. Un poema, una novela, una ecuación matemática o una ley de la naturaleza, luego de haber sido creada por su autor, podría llegar a existir indefinidamente. No podemos afirmar que el poema o la novela hayan envejecido. Cuando la vida útil del soporte llega a su fin, la vieja estructura es remplazada o sustituida por una nueva, pero la información sigue allí. Lo mismo vale para una fórmula matemática o una ley de la naturaleza. Una ley de la naturaleza es una instrucción, un programa, un algoritmo que está representado en una ecuación matemática. Ella ha existido desde el comienzo del tiempo y continuará existiendo hasta el fin de los tiempos. Recientemente un grupo de físicos liderados por Stephen Hawking, y otro compuesto por Leonard Susskind y el Premio Nobel Gerard’t Hooft, entraron en una controversia a la que se le llamó la guerra de los agujeros negros. ¿El motivo? Hawking y sus colegas creían que si un pequeño trozo de información, un libro, un computador o incluso una partícula fundamental eran arrojados en el interior de un agujero negro, esta información se perdería para siempre, volviéndose irrecuperable para el mundo exterior. Susskind y Hooft creían lo contrario, que la información no desaparecía, no se perdería. En el 2004, en una conferencia de prensa, Hawking anunció a regañadientes su derrota al haber cambiado de opinión: la información no se perdía, “se escapaba de los agujeros negros y salía en los productos de la evaporación”51. Todo lo que la mente contiene es información. Tú eres información. Una personalidad humana es información organizada. Y esta información no desaparece. Las leyes de la física lo prohíben. El segundo supuesto afirma que la información requiere de un soporte físico para su expresión en el mundo material. Este supuesto no admite dudas. Todo procesamiento de la información y su expresión en el mundo material necesita de un medio y de una estructura física. La información que tengo en mi mente puedo escribirla en la página de un libro, en una pizarra o en un computador. Puedo utilizar el lenguaje hablado para comunicarla a otras personas a través de una conferencia. La página del libro, del cuaderno, la pizarra, la pantalla del computador y las cuerdas vocales del aparato fonador son algunos de los medios físicos utilizados por la información para expresarse. Si la quiero enviar a otros lugares, necesitaré también de los medios materiales propios para ello: cable, antenas, radios, televisores y satélites. Si mi intención es almacenarla, precisaré de una estructura de naturaleza física que me permita hacerlo. El disco duro de un computador, una USB, la cinta magnética, el DVD son todos dispositivos materiales, bien conocidos, utilizados por el hombre para almacenar la información. La naturaleza también se vale de medios físicos similares. La información viaja a través de ondas sonoras y electromagnéticas. Los receptores de los órganos de los sentidos, el sistema nervioso, los neurotransmisores y los receptores de membrana son algunos de los medios utilizados por la naturaleza para procesarla y manipularla; el código genético le permite a la información heredada de nuestros ancestros ser almacenada y transmitida. Podemos concluir que la información se expresa, se transmite y se almacena a través de medios materiales. La supervivencia de una personalidad humana no es una excepción; ella requiere de un medio material para que la información pueda llegar a sobrevivir. En este libro trataré de explicar cómo la naturaleza pudo haber conseguido este milagro. El tercero de los supuestos afirma que la información es rescatable. En el mundo natural, los genes presentes en el núcleo de la célula son una muestra de ello. Gracias a la información contenida allí, es posible fabricar un nuevo ser vivo, fiel reflejo de la muestra original. La información contenida en la molécula de ADN dentro del núcleo de la célula es copiada, rescatada y finalmente transferida a unas centrales que fabrican proteínas —los ribosomas—, localizadas en el citoplasma de la célula. Allí, la información original que ha sido rescatada se codifica para aminoácidos, que a su vez se unen formando largas cadenas de cientos y miles de proteínas que serán finalmente utilizadas por las diferentes células para fabricar y sostener un organismo físico. Hoydía todos estamos familiarizados de alguna manera con la forma como funcionan los computadores. Para un niño de colegio no es un misterio que la información contenida en el computador pueda ser almacenada, duplicada y rescatada en una unidad de almacenamiento apropiada para ello. Es así como el conocimiento crece y se transmite a las próximas generaciones. La misma información puede estar presente de muchas maneras: en una conferencia, en un libro, en una grabación. Esta información es rescatable y puede ser almacenada y presentada de muchas formas distintas. Si la información es rescatable, entonces, ¿de qué manera pudo la naturaleza ingeniárselas para rescatar una mente, una vez el cerebro físico ha dejado de funcionar? Los humanos hemos creado maneras de perpetuar la información, pero la naturaleza ha encontrado formas de hacerlo con sus creaciones que apenas los humanos estamos empezando a intuir y descubrir. El cuarto supuesto nos dice que la información, para sobrevivir, requiere de un soporte físico que no necesariamente tiene que ser el original. Volviendo a nuestros ejemplos anteriores, la información presente en una célula sobrevive, pero no en la célula original sino en un duplicado de esta. La información inicialmente creada en un computador puede ser rescatada e implantada en el disco duro de un nuevo computador. Las máquinas y los sistemas biológicos no son eternos. Ellas y ellos se deterioran, envejecen y finalmente cumplen su período de vida útil, para el que fueron construidos. Pero la información, a diferencia del soporte físico que utiliza, no envejece. Como te dije al comienzo de este capítulo, ¿acaso envejecen las obras maestras de la literatura universal o las fórmulas que representan las leyes físicas de la naturaleza? Nosotros nos las ingeniamos para no perder la información que ha sido utilizada, rescatándola y trasladando su contenido al nuevo dispositivo recién fabricado. Es así como funcionan las cosas, tanto en el mundo natural como en el mundo virtual creado por nosotros. ¿En qué tipo de soporte físico podría sobrevivir un agente humano cuando el organismo biológico agote todas sus posibilidades? Las consecuencias revolucionarias Las consecuencias de estas cuatro afirmaciones son absolutamente asombrosas y revolucionarias cuando son trasladadas al dominio de las neurociencias y de la psicología cognitiva. Nuestra mente funciona como el software de un computador, un conjunto de programas informáticos que utilizamos para procesar y organizar la información. El cerebro es similar al hardware, la estructura física del computador. La información es el conjunto de datos objetivos y subjetivos provenientes del entorno físico o presentes, como contenidos en el interior de nuestras mentes. Soporte físico, programas y la continuidad de la información son necesarios para la creación de una personalidad humana. De ellos, solo el soporte físico es perecedero, pero teóricamente reemplazable, y la información es rescatable. Ahora, apliquemos los supuestos básicos anteriores al problema de la supervivencia de la personalidad. El primero afirmaba que la información se conserva. Tú eres información. Una personalidad humana es información. Si la información se conserva, tú sobrevives. El segundo supuesto decía que la información requiere de un soporte físico para expresarse. Acá, en nuestro modelo, la información en esta vida es soportada por el cerebro físico. Después de la muerte esta misma información es soportada por una copia del cerebro físico fabricada con partículas fundamentales diferentes. El tercer supuesto nos dice que la información es rescatable. Existen cientos de maneras de rescatar la información que veremos a lo largo de este y otros trabajos posteriores. La información presente en un cerebro físico no es una excepción. El cuarto supuesto sostiene que la información para sobrevivir requiere de un soporte físico que no necesariamente tiene que ser el original. El cerebro invisible, aunque es un duplicado de su contraparte visible, no constituye el soporte original. Sirve de soporte a la información cuando el cerebro físico ha dejado de funcionar. El error de las neurociencias El error de las neurociencias es básicamente de alcance y de interpretación. De alcance, cuando sus representantes decidieron utilizar el modelo neuronal para explicar la mente en su totalidad52. De interpretación, cuando llegaron erróneamente a identificar la información con su soporte físico, la estructura cerebral. Esto condujo a la fabricación de un sistema de falsas creencias que es necesario enderezar. Estas disciplinas han afirmado, desde siempre, que nuestra subjetividad, nuestra actividad mental, nuestro pensar y nuestro sentir son un producto de la actividad cerebral. Y si ello es así, esto significa que si el cerebro deja de funcionar, la mente sencillamente dejará de existir. Es como si afirmáramos que CNN es el producto de la actividad de los circuitos eléctricos del televisor. Aparentemente el canal se deriva de la actividad eléctrica de su funcionamiento. Si el circuito se daña, posiblemente la imagen y el sonido desaparezcan de la pantalla. Pero todos sabemos que CNN continúa funcionando y transmitiendo desde Atlanta, al margen de lo que pueda suceder con los circuitos eléctricos de nuestro televisor. A la luz de estos cuatro principios de la teoría de la información que he esbozado y del enfoque computacional que utilizo en este libro, este credo, propio de las neurociencias y de la psicología cognitiva, puede llegar a sufrir un cambio profundo y radical. En la jerga de la filosofía de la ciencia, esto significa la llegada de un nuevo paradigma o un nuevo sistema de creencias al interior de las disciplinas antes mencionadas. Por supuesto que esto no es tan fácil como pareciera. Desarrollar un modelo que implique el rescate de una personalidad de un cerebro físico requiere de un enfoque interdisciplinario que incluya materias que no pertenecen al campo original abarcado por las ciencias cognitivas. Como te expliqué en el capítulo anterior, ellas están representadas en el llamado hexágono cognitivo por seis puntas o vértices: las neurociencias son una de ellas. Otro tanto lo son la psicología cognitiva, la antropología, la filosofía de la mente, la lingüística y las ciencias de la computación y de la inteligencia artificial. Pero como veremos a lo largo de esta obra, ellas no son suficientes para explicarlo todo. El hexágono deberá convertirse en un polígono que incluya otras disciplinas además de las ya mencionadas. La física y sus diferentes ramas, especialmente el electromagnetismo, la física de campos y la física de partículas, la nueva cosmología, la teoría del conocimiento y la filosofía de la ciencia son algunas de las disciplinas a las que tendremos que recurrir para desarrollar esta nueva teoría revolucionaria que hemos planteado. También vamos a tener que hacer una revisión del llamado modelo estándar de la física de partículas. Una vez hecho esto nos daremos cuenta de que este modelo, tan elaborado por los físicos, no agota todas las posibilidades. Nada indica que no pueda ser ampliado. Conceptos totalmente nuevos, ajenos y desconocidos en neurociencias y psicología como paisaje cósmico, materia invisible y realidades alternas van a ser muy necesarios para estructurar un nuevo modelo de la mente humana que, aunque no lo explica todo, es un pequeño paso que pretende cubrir algunos de sus aspectos todavía poco comprendidos en la actualidad. Uno de estosaspectos es precisamente el problema de la posible continuidad de la información y de la supervivencia del yo. Resumen El modelo propuesto en este trabajo está soportado en cuatro supuestos básicos de la teoría de la información y de las ciencias de la computación: 1. La información se conserva. 2. La información requiere de un soporte físico para su expresión en el mundo material. 3. La información es rescatable. 4. La información para sobrevivir requiere de un soporte físico que no necesariamente tiene que ser el original. La información se conserva, no desaparece. Una obra literaria, una ecuación matemática y una ley de la naturaleza no envejecen, no desaparecen. Ellas pueden llegar a existir indefinidamente. Tú eres información organizada de una manera particular. Si la información no desaparece, la personalidad sobrevive. Un soporte físico es necesario para que la información pueda llegar a ser percibida. Un poema o una ecuación matemática necesitan de su soporte material que puede ser la pizarra, la pantalla del computador o una simple hoja de papel. La pintura requiere del lienzo o la tela donde el artista la plasma. La información para fabricar un ser humano está representada en la secuencia de bases nitrogenadas del código genético. Toda operación computacional como la recepción, la transmisión, el rescate y el almacenamiento de la información requiere de sus respectivos soportes físicos para poder ser ejecutadas. El rescate de la información constituye una de las operaciones de computación más frecuentes y efectivas en la naturaleza. Quizá el ejemplo más patente es el rescate de la información hallada en los genes. Esta nos permite crear un ser humano completo. Gracias al rescate de la información en nuestras células la vida se perpetúa indefinidamente. La supervivencia de la información, por lo general, se lleva a cabo en un soporte físico distinto al original. La información presente en una célula es rescatada no en la célula original sino en un duplicado de esta. La información presente en un viejo computador puede ser rescatada en el disco duro de un nuevo computador. Las máquinas y los sistemas biológicos no son eternos, pero la información que contienen no envejece. Nosotros y la naturaleza nos las ingeniamos para rescatar la información presente en los viejos dispositivos, trasladándola a los nuevos dispositivos recién salidos de fábrica. Las consecuencias de estos cuatro supuestos básicos son revolucionarias cuando las aplicamos al campo de la mente y de la conciencia humana. Una personalidad es la culminación de un proceso evolutivo iniciado hace millones de años con la aparición de la primera célula en las profundidades de los océanos primitivos. Las operaciones computacionales de transmisión, duplicación, rescate y almacenamiento de la información no están limitadas a células u organismos primitivos. Una personalidad humana puede llegar a sobrevivir si contamos con los elementos necesarios para ello. Y la naturaleza cuenta con los mecanismos necesarios para llevar a cabo este milagro. 5 Ciencia normal En una entrevista recientemente publicada en Discovery Magazine, el célebre físico y matemático de Oxford Roger Penrose afirmaba que la mente humana no se comportaba de acuerdo con las leyes de ninguna de las ramas de la física conocidas en la actualidad. Decía Penrose textualmente: “Desde mi propia visión de las cosas, la conciencia humana no se comporta de acuerdo con las reglas de la física clásica. Tampoco lo hace siguiendo los lineamientos de la mecánica cuántica convencional. Actúa de acuerdo con una teoría que aún no poseemos”53. Y Penrose no está solo. Lo acompañan algunas voces disidentes que creen que la ciencia todavía no ha ofrecido la última palabra en un terreno que tradicionalmente ha sido considerado brumoso y controvertido. Uno de ellos es Alva Noé, profesor de Filosofía de la Universidad de California y miembro del Instituto para el Estudio del Cerebro y de las Ciencias Cognitivas. En su última obra, titulada Fuera de la cabeza, Alva Noé concluye que es muy poco lo que hemos logrado avanzar para desentrañar los misterios de la mente y la naturaleza de la conciencia humana: “Tras varias décadas de esfuerzos comunes por parte de neurocientíficos, filósofos y psicólogos, solo una de las propuestas sobre cómo el cerebro nos hace conscientes, cómo despierta la sensación, el sentimiento y la subjetividad no ha sido contestada: no tenemos ni idea”54. Y termina diciendo: “La naturaleza humana no es menos misteriosa ahora que hace 100 años. Si queremos llegar a entenderla vamos a tener que empezar de nuevo”55. Pero ¿qué significa empezar de nuevo? Empezar de nuevo significa desarrollar nuevas aproximaciones, nuevas propuestas, nuevas metodologías, nuevas teorías y nuevas hipótesis de trabajo. Esto no quiere decir que debamos dejar atrás el largo camino recorrido. Los diferentes modelos de la mente propuestos a lo largo de la historia antigua y la reciente no encarnan diferentes soluciones, radicales, únicas y definitivas del problema. Al contrario, cada una de ellas representa una vía útil y necesaria que intenta aclarar solo un semblante de los múltiples rostros que la mente posee. Diferentes aspectos requieren diferentes soluciones. Ninguna es mejor que la otra. Todas se complementan. Aquí no existe una teoría única o un modelo unificado como muchos físicos han pretendido hacerlo en su respectivo campo. Aparte de los diversos aspectos que las diferentes aproximaciones tratan de aclarar, la mente humana funciona en diferentes dominios o niveles de realidad y cada dominio posee sus propias leyes físicas, sus propias estructuras y sus propios componentes fundamentales. Cada dominio requiere de un conjunto de leyes propias que explique el comportamiento de sus observables en ese particular dominio de la existencia. Y la realidad que nosotros llamamos física es solo uno de ellos. Por lo tanto, cada aproximación es válida dentro de su propio contexto. Lo explicaré con un ejemplo sencillo y fácil de entender. La física parece haberlo comprendido a regañadientes. Hace más de cuatrocientos años Newton desarrolló un tipo de aproximación que explicaba el comportamiento de los objetos en el dominio de lo familiar y de lo cotidiano, de lo visual y de lo táctil, el dominio clásico de la realidad a la que estamos acostumbrados. Había nacido la mecánica clásica. A finales del siglo XIX las cosas parecieron complicarse. Al estudiar el comportamiento de los objetos muy grandes que se mueven a velocidades muy rápidas, Albert Einstein creyó que una nueva aproximación era necesaria para explicar cómo funciona el mundo. Así fue como nació la Teoría de la Relatividad. Simultáneamente, Mack Planck, al escudriñar el universo de lo infinitamente pequeño, diseñó un complicado formalismo matemático que era capaz de explicar el comportamiento de los objetos que se movían en escalas de tamaños muy pequeñas. Había nacido una tercera vía de exploración, la mecánica cuántica, que pretendía explicar la manera como se comportaban las moléculas, los átomos y las partículas fundamentales de las que estos átomos estaban hechos. Ninguna vía era mejor que la otra. Un modelo no restaba validez a los otros dos. Las tres vías eran igualmente necesarias. Cada teoría explicaba el comportamiento de los objetos en ese particular dominio de la realidad donde estaban siendo observados56. Igual sucede con las diferentes aproximaciones que hemos venido desarrollando cuando intentamos explicar el comportamientode la mente. La doctrina neuronal, el enfoque computacional, la aproximación conexionista y el paradigma cuántico son quizá las más conocidas. Otras aproximaciones como el materialismo de Leucipo, Demócrito y Kanada, y el idealismo de Berkeley y Shankara son también correctas cuando las miramos desde sus propias perspectivas. Cada una de ellas intenta explicar el comportamiento de lo que vemos y percibimos en los diferentes sectores de la realidad donde la mente parece estar involucrada. Pero ¿son todas estas aproximaciones suficientes? Antes de responder a esta pregunta vamos a echar un vistazo rápido a aquellos modelos que hemos venido desarrollando desde hace más de un siglo, e incluso antes, y que nos brindan hasta el momento la más completa explicación actualizada del problema mente- cerebro. Materialismo Un cerebro está hecho de materia física. Es el soporte que la mente utiliza para funcionar en este sector específico de la realidad. El modelo estándar de la física de partículas nos dice que la materia prima con la cual el cerebro ha sido fabricado está compuesta de átomos. Estos átomos, a su vez, están compuestos de un núcleo de protones y neutrones y unos elementos más ligeros que giran a su alrededor, los electrones. Pero las cosas no paran aquí. En 1964, Murray Gell- Mann y George Zweig descubrieron que estos protones y neutrones no eran partículas verdaderamente fundamentales. Ellos, a su vez, estaban hechos de unas partículas más básicas a las que bautizaron con el nombre de quarks. Esta filosofía materialista —que nació con Leucipo y Demócrito en la antigua Grecia y Kanada en India, y luego fue defendida por pensadores de la talla de Hobbes, Diderot, La Mettrie y Holbach, y en el siglo XX por Marx y Engels— es correcta desde su propia perspectiva: el cerebro está hecho de materia física, quarks y electrones. El materialismo da una explicación de la sustancia que la naturaleza ha utilizado para fabricar un cerebro físico. Pero hasta aquí llega su alcance. La forma como este cerebro ha sido moldeado y estructurado requiere de un modelo diferente. La doctrina neuronal Ahora imagina que tienes un cerebro en tus manos y que una poderosa lente de aumento nos permite agrandar y penetrar la superficie que estamos observando. ¿Qué veríamos? Posiblemente surcos, canales, carreteras, intersecciones y semáforos, en fin, todo un sistema vial de comunicaciones con miles de millones de ramificaciones que se extienden desde la base del cerebro hasta su superficie. La anatomía les puso nombre a estas vías, son trayectos de tejido nervioso. Pero las carreteras y vías nerviosas que observamos no están solas. Desde el mismo momento en que nacemos estas vías comienzan a congestionarse. Algo está viajando por ellas. Unas son de ida, otras de venida. Si Shanon, el padre de la teoría de la información, estuviese vivo, no dudaría en afirmar que lo que viaja por estas vías es información. Desde los receptores sensoriales localizados en la periferia de nuestro cuerpo hasta la corteza cerebral, todas estas vías hechas de tejido nervioso están llenas de algo que se llama información. Una carretera no son los carros, pero está llena de carros que la recorren. El cerebro no es la información, pero está lleno de información. La información, cuando es percibida finalmente por una conciencia que se ha individualizado a través de un sistema nervioso, dará origen a algo que irá creciendo con el tiempo y la experiencia, una personalidad. Ahora bien, ¿qué modelo explica las vías y la forma como se desplaza y procesa la información de un punto a otro del sistema nervioso? Fueron el médico italiano Camilo Golgi y el neuroanatomista español Santiago Ramón y Cajal quienes a finales del siglo XIX sentaron las bases de lo que hoy se conoce como la doctrina neuronal. El descubrimiento de un método de tinción selectiva le permitió a Golgi visualizar por primera vez los cuerpos neuronales bajo el microscopio de luz. Posteriormente, Ramón y Cajal realizó el más exhaustivo estudio de la anatomía y la histología del sistema nervioso mostrando la compleja arquitectura neuronal que lo caracterizaba. Luego, en 1897, el fisiólogo británico Charles Sherrington describió la manera como las diferentes células nerviosas se ponían en contacto. A estos lugares de encuentro los llamó sinapsis y al proceso de transferencia de la información en estos puntos de contacto lo llamó transmisión sináptica. Pero las cosas no pararon aquí. Edgar Douglas Adrian, reconocido como el primer neurofisiólogo celular, fue el primero en demostrar que la información viaja por nuestro sistema nervioso utilizando un tipo de corriente eléctrica llamada potencial de acción. Estudios posteriores llevados a cabo por Kenneth Coley y Howard Curtis mostraron que estos potenciales de acción eran el resultado del movimiento o flujo de iones a través de los canales que atraviesan la membrana que rodea la célula nerviosa. Finalmente, Otto Loewi, Henry Dale y el fisiólogo británico John Lansey descubrieron en diferentes momentos y lugares los mecanismos que permiten la transmisión de los impulsos nerviosos en las terminales sinápticas, donde este tipo de células especializadas hacen contacto unas con otras. Desde entonces, un elevado número de neurotransmisores o moléculas mediadoras han sido descubiertas, así como también sus respectivas moléculas receptoras localizadas en la superficie de las células blanco. Actualmente se trabaja con ahínco en tratar de dilucidar el llamado conectoma o conjunto total de circuitos nerviosos localizados en un cerebro humano. Otro proyecto de interés es el desciframiento del código neuronal, el lenguaje utilizado por las neuronas para comunicarse entre ellas y la manera como los diferentes tipos de información se encuentran representados en las corrientes eléctricas o potenciales de acción. En conclusión, podemos afirmar que la doctrina neuronal explica la manera como se comporta y viaja la información desde el momento en que es atrapada por los diferentes tipos de receptores sensoriales localizados en la superficie de nuestros cuerpos, luego es traducida y convertida en potenciales de acción, y finalmente viaja por toda la vía nerviosa hasta alcanzar extensas áreas de la corteza cerebral, su destino final en este sector específico de la realidad. El enfoque computacional El modelo computacional también es válido en su propio dominio. El materialismo nos dice que el cerebro está fabricado con materia física y la doctrina neuronal nos explica cómo la información viaja a través del sistema nervioso. Ahora vamos a dar un salto adicional y vamos a tratar de entender cómo esta información se encuentra representada en la mente. Aquí ya no hablamos de cableado, de filamentos o de terminales. Tampoco hacemos referencia a los ladrillos básicos de construcción. El siguiente punto es conocer cómo la información, el conocimiento, las cosas del mundo que se encuentra allí afuera, también se encuentran de alguna manera presentes en el interior de nuestras propias mentes. Dos tipos de modelos han sido propuestos por los psicólogos cognitivos y los representantes de la inteligencia artificial para explicar cómo la información se dispone en la mente: el modelo inspirado en el computador y el modelo inspirado en el cerebro biológico. El enfoque computacional utiliza la analogía del ordenador. Todos sabemos cómo funciona un ordenador. Tanto el ordenador como el cerebro llevan a cabo operaciones de cálculo, de cómputo. Ambos son sistemas manipuladores de símbolos. Un cerebro, al igual queun computador, recibe, traduce, codifica, transmite y decodifica información. Esta puede llegar hasta los receptores sensoriales de la periferia del cuerpo como ondas electromagnéticas, ondas sonoras, moléculas odoríferas, moléculas que transmiten sabores o vibraciones táctiles. Allí esta información es traducida y transformada en impulsos eléctricos llamados potenciales de acción. Los potenciales de acción viajan a través de toda la vía nerviosa hasta la corteza cerebral. A partir de aquí algo muy misterioso sucede, y los potenciales de acción son convertidos finalmente en representación, representación mental, en subjetividad. Ahora bien, de acuerdo con este modelo basado en el computador, existirían dos maneras de representar la información en la mente: mediante los formatos analíticos o proposicionales y mediante los formatos analógicos que recurren a las imágenes mentales. Los primeros consideran que los objetos, sus propiedades y finalmente sus relaciones pueden describirse mediante la utilización de proposiciones. Para ello, recurren a la lógica formal y el cálculo de predicados. Existen muchos tipos de estos formatos que no entraremos a detallar: las redes semánticas, los esquemas y guiones, modelos de rasgos y producciones y sistemas de producción, entre otros. Este tipo de formatos no transmiten al conocedor las características sensoperceptivas de los objetos del entorno que están siendo representados en la mente. El otro tipo de formatos es el analógico. Llamados también imágenes mentales, aquí el formato representacional trata de transmitir las características sensoperceptivas del objeto representado. La aproximación conexionista Los científicos siempre han sido conscientes de que la mente humana lleva a cabo operaciones muy complejas que no pueden ser explicadas con la simple analogía del computador. La visión, el habla, los comportamientos sociales y los procesos de pensamiento son algunos de ellos. Un computador no tiene intencionalidad, no posee semántica, un yo central, y mucho menos conciencia. En otras palabras, un computador no puede celebrar. A mediados de los años ochenta, aparecieron modelos que se inspiraron en el funcionamiento del cerebro biológico. Se les llamó arquitecturas conexionistas o redes neuronales artificiales. ¿Cómo estaban constituidas? Estas redes neuronales consistían en millones de unidades simples, similares a las neuronas que podían, de manera simultánea, procesar la información no serialmente como lo hacen los computadores actuales sino en paralelo. Por eso se les llamó también redes de procesamiento distribuido en paralelo. Ahora sabíamos que no solo eran importantes la transmisión de la información y los mecanismos que mediaban esta comunicación a través de las hendiduras de las conexiones sinápticas, también la arquitectura de la red era importante. Cada unidad, con sus cientos de conexiones sinápticas de caracteres excitatorios o inhibitorios, llegaba a convertirse en una verdadera máquina de cómputo. El fundamento de estos modelos eran las muy ricas redes y los variados tipos de conexiones que las múltiples unidades de procesamiento eran capaces de llevar a cabo. Muchos modelos inspirados en estas redes de neuronas artificiales fueron diseñados; las redes de capa única, redes multicapas, redes recurrentes, interactivas y competitivas son algunos ejemplos de redes neuronales. El paradigma cuántico En años recientes, Roger Penrose y Stuart Hameroff, entre otros, intentaron una nueva aproximación amparados en modelos sustentados por la mecánica cuántica. De acuerdo con estos autores, la explicación ofrecida por la doctrina neuronal y el enfoque computacional es solo una parte de la historia. El cerebro no es solo una computadora convencional que procesa información al estilo clásico de nuestras computadoras actuales. También lo hace utilizando mecanismos de naturaleza cuántica. Pero, ¿dónde se llevan a cabo estos procesos de cómputo cuántico? Dentro de cada neurona existen cientos de polímeros cilíndricos llamados microtúbulos. Cada uno de estos microtúbulos está compuesto de millones de subunidades de una proteína llamada tubulina. Estas unidades de tubulinas se encuentran organizadas en entramados muy complejos. De acuerdo con el modelo sustentado por Penrose y Hameroff, cada nanosegundo estas unidades de proteínas están fluctuando entre dos estados diferentes, recordando los estados de encendido-apagado de los transistores utilizados por los computadores clásicos. Unos mil trillones de operaciones de cómputo por segundo se están llevando a cabo en las entrañas de estos microtúbulos. La conciencia emerge allí, desde las entrañas de estos microtúbulos. ¿Qué pasa con la conciencia cuando un cerebro muere? Hameroff cree que en el momento de la muerte se filtra a la llamada escala de Planck, “allí queda suspendida debido al entrelazamiento cuántico. Al estar en este estado de superposición no experimenta una reducción o colapso al estado cuántico. Es como nuestra mente subconsciente o nuestros sueños. Y como el universo en la escala de Planck es no local, existe holográfica e indefinidamente”57. A pesar de todo A pesar de todo subsisten múltiples interrogantes. Hemos sido capaces de desentrañar parte de la naturaleza de ese material con la que el cerebro ha sido fabricado. La filosofía materialista, a través de la física de partículas y su modelo estándar, nos ha proporcionado una clara comprensión del soporte físico que la mente utiliza para expresarse en este sector de la realidad material. La información atrapada, traducida y transmitida a través del sistema nervioso ha dejado de ser un misterio para nosotros gracias a la doctrina neuronal. Numerosos mediadores de la información en el sistema nervioso, los llamados neurotransmisores y sus respectivos receptores en las membranas celulares, han sido y continúan siendo descubiertos desde hace más de cincuenta años por las neurociencias. Los psicólogos cognitivos han desarrollado las arquitecturas clásicas y conexionistas que nos permiten entender cómo la información puede estar representada en la mente. Algunos se han aventurado a insinuar que la mente podría estar funcionando en dominios de la realidad cuyas escalas de tamaño se encuentran por debajo del núcleo atómico. El paradigma cuántico se aventura por estos dominios localizados en escalas de tamaño muy pequeñas. Todos estos modelos, por supuesto, tratan de explicar lo que sucede con la mente en un dominio específico de la naturaleza: el orden físico natural conocido como la realidad material. Pero la mente —y este es el motivo de este trabajo— no parece utilizar solo un procesador físico para manipular y procesar la información en este dominio ordinario de lo familiar y de lo conocido. Una vez la información alcanza las capas de la corteza cerebral, algo muy misterioso sucede y los impulsos eléctricos conocidos como potenciales de acción se convierten en subjetividad: las representaciones mentales de las que nos hacemos conscientes. Un rico mundo de pensamientos, sentimientos, fantasías, sueños, creencias, intenciones y voliciones están pero no están allí. Hasta aquí llegan los límites de la ciencia, la ciencia normal, la ciencia de todos los días. ¿Qué hacer entonces para ir más allá de lo que hasta ahora hemos conocido? Encontrar una respuesta significa retroceder en el tiempo y situarnos en los años cincuenta del pasado siglo. Aquí descansa la clave que nos permitirá adentrarnos en los terrenos prohibidos de la cienciay de su campo de investigación, y finalmente acoger modelos igualmente prohibidos por aquella que hasta hace poco creíamos que abarcaba la totalidad del conocimiento, la llamada ciencia normal. Ahora sabemos, gracias a esa revolución generada en el corazón de la filosofía de la ciencia, que aparte de la ciencia normal existe otro tipo de ciencia que algunos anarquistas y revolucionarios han bautizado con el nombre de ciencia extraordinaria. Una vez demos este paso, se nos abrirá un panorama exótico pero igualmente maravilloso y alucinante. Veamos a qué nos referimos. Resumen A veces se requiere de diferentes modelos para explicar cómo funcionan las cosas. La física es un buen ejemplo de ello. La física clásica nos explica el comportamiento de los objetos en el mundo de lo cotidiano. La mecánica relativista nos dice cuáles son las leyes que rigen el universo de lo infinitamente grande y el paradigma cuántico nos informa acerca de las leyes presentes en el mundo subatómico. La mente humana presenta muchas facetas. Diferentes facetas requieren diferentes soluciones. El materialismo nos informa de qué está hecho el cerebro y sus componentes: dos tipos de quarks y una sola variedad de electrones son los componentes mínimos necesarios para construir nuestra realidad material. Ahora bien, un cerebro tiene nervios, avenidas por donde circula algo bien diferente: la información. La doctrina neuronal nos dice cómo viaja esta información, cómo es recibida, codificada, transmitida y almacenada en nuestro sistema nervioso. En otras palabras, explica cómo la información es procesada. El enfoque computacional permite entender cómo podría el conocimiento estar representado en el cerebro mientras que la aproximación conexionista nos recuerda que la manera como computan las neuronas y la forma como están conectadas también es importante. Finalmente, el paradigma cuántico nos dice que el cerebro para computar sigue no solo los lineamientos de la física clásica sino que también podría estar utilizando mecanismos cuánticos para procesar la información que maneja. Pero estos modelos no lo explican todo. Cuando la información alcanza la corteza cerebral, algo muy misterioso sucede y aquella información que se encontraba representada como potenciales de acción en nuestro sistema nervioso se convierte en subjetividad. La actividad eléctrica del cerebro se convierte en representación mental. Hasta aquí llega el poder y alcance de los modelos actualmente vigentes. Este es el final de la llamada ciencia normal. Un nuevo modelo es necesario para explicar aquello que ha quedado sin explicar. 6 Ciencia extraordinaria Fue Thomas Kuhn quien introdujo hace más de cincuenta años el novedoso concepto de revoluciones científicas. Dos breves pero extraordinarios trabajos sintetizan lo mejor de su enseñanza: ¿Qué son las revoluciones científicas?58 y La estructura de las revoluciones científicas59. De acuerdo con este autor, existen dos tipos de ciencia, una ciencia llamada normal y una ciencia a la que bautizó con el nombre de extraordinaria. Ambos tipos de ciencia coexisten y son necesarios para el avance de las diferentes disciplinas. Pero en la escala de tiempo, una sucede a la otra. Primero la ciencia normal, luego la ciencia extraordinaria. Llegará el momento en que la ciencia extraordinaria dejará de ser extraordinaria y volverá a ser normal otra vez; luego con la llegada de una nueva revolución científica pasará a ser extraordinaria de nuevo. Es un ciclo que se repite de manera continua cuando revisamos el progreso de la ciencia a lo largo del tiempo. Veamos con más detalle para entenderlo mejor. La evolución de la ciencia de acuerdo con Kuhn Toda disciplina científica, de acuerdo con Kuhn, tiene una historia, y esta historia se desenvuelve a través de diferentes etapas cronológicas. En otras palabras, de la misma manera que sucede con los sistemas en el universo y las entidades biológicas presentes en él, la ciencia y sus diferentes disciplinas también evolucionan. Esto no es una excepción. La primera de estas etapas podemos representarla por un nombre: simultaneidad. Consiste en la presencia de diferentes puntos de vista que conviven no siempre pacíficamente. Sus representantes no logran ponerse de acuerdo acerca de los objetivos que se pretenden alcanzar, el tipo de problemas que deberán ser resueltos y la metodología utilizada para solucionarlos. Esta etapa puede durar cientos de años hasta que los diferentes planteamientos y aproximaciones logren reunirse y unificarse. Acá, una segunda etapa se está gestando. La palabra que mejor la puede caracterizar, pienso yo, es consolidación. Hemos encontrado finalmente un modelo, un marco teórico que nos permite explicar cómo suceden las cosas dentro de ese campo específico del conocimiento que está siendo estudiado. El resultado serán entonces unas creencias o supuestos básicos, verdaderos actos de fe, convicciones implícitas e inamovibles que nuestro autor agrupa bajo el nombre común de paradigmas. Estos paradigmas se aceptan entonces como un verdadero credo, que a veces adquiere tintes cuasirreligiosos. Durante esta etapa histórica se acepta un solo punto de vista y se abandonan todos los demás. El resultado es la concreción de ciertos compromisos pactados con anterioridad. Son años donde no sucede nada nuevo o extraordinario. Los científicos continúan trabajando y haciendo más de lo que hacen a diario y, por supuesto, cada vez lo hacen mejor. Pero afortunadamente los paradigmas vigentes no mantienen eternamente su supremacía. Los modelos científicos funcionan hasta ciertos límites. Una teoría explica solo un rango de comportamientos dentro de un sector específico de la realidad que está siendo estudiada. Esto lo intuyó de manera muy clara el famoso poeta inglés William Blake, que en uno de sus famosos escritos afirmó con contundencia: “Líbrame, Dios, de la visión única del universo y del sueño de Newton”60. Ahora bien, ¿cómo sabremos que el paradigma vigente ha llegado a los límites de su capacidad para explicar los hechos que estudia? Bueno, llega un momento en que a la ciencia le toca enfrentar fenómenos que no se pueden explicar con el modelo que ha venido siendo utilizado hasta el momento. Es una etapa de verdadero desconcierto. Y esta palabra, desconcierto, será la que utilizaremos para caracterizar esta etapa de duda y confusión. Se busca entonces el origen del problema en la incapacidad del científico o en las limitaciones propias de la tecnología del momento. Al resultar equivocado este direccionamiento, el resultado es un fracaso total. Mientras esto sucede, los ojos de algunos científicos que han logrado escapar al peso de sus propias conexiones neuronales se fijan con atención en el paradigma de moda y en su ineptitud para ofrecer una solución adecuada y confiable a las preguntas e inquietudes formuladas y a los hechos anómalos observados. Y es precisamente en este momento cuando de pronto surge lo inesperado, lo inaudito, lo extraordinario, lo verdaderamente revolucionario. Aparece entonces un científico o un grupo de científicos que lanzan una propuesta atrevida y novedosa. La palabra propia para este estadio es revolución. Esta nueva aproximación es atacada por los científicos conservadores y faltos de visión de la comunidad. En una carta dirigida a Pouchet en 1922, el profesor Broca nos recuerda lo difícil que es la aceptación de un nuevo sistema de creencias basado en observacionesque parecen contradecir todas las normas establecidas. Y tan grave puede llegar a ser la situación que se presente con la llegada de un pensamiento revolucionario, que solo con la muerte de los representantes de las viejas ideas, pueden las nuevas llegar a emerger y finalmente triunfar: “Una verdad nueva que se yergue contra los prejuicios de nuestros maestros no tiene manera alguna de vencer la hostilidad de estos. No hay razonamientos ni hechos que valgan. Solo la muerte de aquellos puede traer el triunfo. Los innovadores deberán resignarse entonces y saber esperar la llegada de esa aliada, de la misma manera que los rusos esperaron la llegada del general invierno”61. A pesar de lo dura que pueda llegar a ser esta afirmación, no debemos descorazonarnos. Los ataques inmisericordes y muchas veces descorteses de uno y otro bando que se presentan nos alertan sobre la inminente llegada de una revolución. Este instante constituye un momento de gloria para la ciencia. Finalmente, esta agitación dará paso a la estructuración y consolidación de un nuevo sistema de creencias, un nuevo paradigma, una nueva visión del mundo que finalmente explicará de manera satisfactoria los hechos anómalos observados. Revolucionarios y anarquistas Kuhn no fue el único revolucionario de la filosofía de la ciencia de mediados y finales del siglo XX. A pesar de que el concepto de revoluciones científicas ha pasado prácticamente inadvertido para la mayoría de los representantes de las diferentes disciplinas, existieron afortunadamente otras mentes extraordinarias que continuaron haciendo sus aportes a esta revuelta cognitiva. Una de estas mentes sublevadas fue la de Paul Feyerabend, la figura más rebelde dentro de este grupo de revoltosos. A diferencia de Kuhn, Feyerabend no fue un representante oficial de la filosofía de la ciencia. Amante del conocimiento científico y de las artes, conoció a Popper y Lakatos a mediados de la década de los cincuenta para finalmente establecerse como profesor de Filosofía de la Ciencia en la Universidad de California, en Berkeley, hasta el momento de su muerte, ocurrida en 1994. En su Tratado contra el método, Feyerabend arremete contra esa concepción tradicional de ley y orden que ha caracterizado a la ciencia desde los tiempos de Newton, Copérnico y Galileo: “La ciencia es una empresa esencialmente anarquista; el anarquismo teórico es más humanista y más adecuado para estimular el progreso que sus alternativas basadas en la ley y el orden. Constituye pues una excelente medicina para la epistemología y para la filosofía de la ciencia”62. Feyerabend creía que el único principio válido que no inhibe el progreso es el de “todo sirve”: “Por ejemplo, es posible hacer uso de hipótesis que contradigan teorías bien confirmadas y/o resultados experimentales bien establecidos. Se puede hacer avanzar a la ciencia procediendo contrainductivamente”63. Para Feyerabend, la libertad y la creatividad del investigador eran más importantes que la racionalidad, la ley y el orden del método impuesto por la ciencia. Feyerabend consideraba que todas las opciones para la adquisición del conocimiento eran igualmente válidas. Henry Price (1899-1984), profesor emérito de Filosofía de la Universidad de Oxford y uno de los más importantes filósofos de la ciencia de los últimos cincuenta años, creía que la búsqueda de nuevos modelos y teorías científicas debería abarcar incluso las tradiciones y culturas más antiguas, allí donde los científicos actuales temen incursionar: En la búsqueda de una hipótesis razonable no nos debe importar tomar datos de lugares que científicamente se consideran de mala reputación. Es bueno recordar que en la India y en los países budistas, hombres no inferiores a los europeos en inteligencia, se han dedicado durante muchos siglos a la profundización y ampliación de la conciencia humana. Las teorías que se han elaborado pueden haberse mezclado con toda clase de dogmas teológicos y cosmológicos. No obstante, pueden prestarnos cierta ayuda para elaborar una teoría adecuada y auténticamente científica. Creo que hasta el humilde salvaje tiene algo que enseñarnos64. Decía Price que el investigador de la mente debía ser osado y aventurero y no atemorizarse ante la posibilidad de emitir conceptos aproximados sin importar lo equivocado que nos pudiera llegar a parecer: “Será la timidez de nuestras hipótesis y no la extravagancia la que provocará el escarnio de la posteridad”65. Imre Lakatos (1922-1974) fue discípulo de Popper y le sucedió en su cátedra de Lógica y Metodología Científica en la Escuela de Economía de Londres hasta el momento de su muerte, a la temprana edad de cincuenta y dos años. Para Lakatos, el hecho de que un modelo teórico no pueda ser confirmado plenamente o llegue a fallar en alguna de sus predicciones no significa que la teoría deje de ser válida. El modelo continuará explicando muchas cosas, pero no todo. Las anomalías que lo ponen en entredicho exigen un replanteamiento, un aditamento complementario. Para Lakatos, la teoría no es falsa, no desaparece. Explica algunos aspectos; los otros, las anomalías, requieren de un apéndice, de una formulación adicional. Lakatos considera que las teorías científicas que no lo explican todo no deben ser eliminadas. Ellas deberán incluirse dentro de un todo mayor, conjuntos de teorías que Lakatos denomina Programas Científicos de Investigación66. Kuhn, Feyerabend, Price y Lakatos simbolizan cuatro aspectos del modelo presentado en este trabajo. Siguiendo a Kuhn, el modelo se basa en un nuevo paradigma científico que deriva de la aplicación de la teoría de la información y de las ciencias de la computación a aspectos de la mente que no han podido ser explicados con los modelos actualmente vigentes. Price nos exhorta a bucear en fuentes que quizá despierten dudas en muchos de nosotros y nos anima a lanzar al mundo modelos diferentes, no importa lo absurdos que en su momento nos puedan llegar a parecer. La idea de la supervivencia de la mente y de la conciencia a la muerte del cerebro es muy antigua, y es posible encontrar en filosofías como el yoga explicaciones que pueden ser respaldadas con los recientes hallazgos en el campo de la ciencia moderna. He citado fuentes de gran rigor científico para respaldar mis afirmaciones, así como también otras que pueden llegar a considerarse dudosas por los representantes de los viejos paradigmas que deberán ser superados. Es un modelo que no contradice los modelos anteriormente descritos sino que los completa, como afirma Lakatos. Cada teoría formulada explica solo un aspecto de la realidad que está siendo estudiada. Finalmente, al recurrir al uso de la imaginación y de la intuición escapa a la rígida visión de los modelos criticados por Feyerabend. Todo vale, incluso el anarquismo y el desorden, y aquí hago extenso uso de esta máxima apelando a modelos de la mente poco aceptados por nuestra ciencia normal, recurriendo al pasado para examinar sus reliquias intelectuales que tanto podrían ayudarnos y a métodos no convencionales, como la ayuda de la biomímesis y del llamado razonamiento por analogía. He citado fuentes que a otros científicos escandalizarían. Por eso considero que es una teoría que cae dentro del anarquismo, aunque es profundamente racionalista. Liberémonos de los grilletes de una ciencia que ha sido limitada por el peso de las conexiones neuronales de aquellos que la representan. Limitar la ciencia significa no dejarla progresar,como afirma Rupert Sheldrake en El espejismo de la ciencia, su más reciente trabajo: “La ciencia está reprimida y supuestos que tienen siglos de antigüedad se han consolidado como verdades irrefutables. Las ciencias estarían mejor sin ellas. Serían más libres, más interesantes y hasta más divertidas”67. Los retos del presente Actualmente las diferentes disciplinas científicas enfrentan hechos, fenómenos anómalos, cuyos comportamientos no pueden explicarse con las teorías tradicionales. Una verdadera crisis vive la ciencia hoy día debido a la presencia de estos hechos no explicados y de la carencia de modelos que ofrezcan una respuesta clara a los problemas suscitados. Por ejemplo, la cosmología actual enfrenta fenómenos que exigen una explicación que se encuentra más allá de los modelos cosmológicos vigentes. La materia y la energía oscura, las dimensiones ocultas del espacio, el fino ajuste de las constantes de la naturaleza y la probable existencia de realidades alternativas dentro de un todo mucho mayor, el multiverso, son solo algunos de los hechos que plantean enormes retos a los científicos. La mecánica cuántica tampoco es ajena a estos planteamientos. Numerosos hechos que se presentan en los dominios de lo infinitamente pequeño escapan a nuestra actual capacidad de comprensión. La dualidad onda-partícula, el principio de incertidumbre, el entrelazamiento cuántico y el llamado colapso de la función de onda desde un estado de superposición cuántica son solo algunos de los fenómenos que hemos encontrado en este particular sector de la realidad y para los que tampoco tenemos una explicación racional y coherente. El catálogo de fenómenos biológicos no explicados por las ciencias de la vida, tales como la morfogénesis, la posible existencia de campos que puedan servir de molde para la creación de formas vivas y la coherencia y armonía que experimenta el organismo consigo mismo y con el entorno que le rodea forman parte de este inventario. Por supuesto, no podían faltar los fenómenos anómalos relacionados con el funcionamiento de la mente y la naturaleza de la conciencia humana. Quizá el supuesto más conocido en estas disciplinas es el que considera a la mente y la conciencia como un subproducto de la actividad cerebral. Las neurociencias afirman que todo puede llegar a ser explicado por la presencia de neurotransmisores, receptores de membrana, mediadores intracitoplasmáticos y diversas clases de receptores nucleares. Pero existen fenómenos que indudablemente están fuera del alcance explicativo de los paradigmas representados en la doctrina neuronal: la interacción mente-cerebro, la representación mental, la subjetividad, la transmisión de la información al margen de los sentidos tradicionalmente conocidos y la posibilidad de afectar el entorno inmediato sin la utilización de fuerza muscular o mecánica alguna. Otros pueden sonar aún más extraños, como son las experiencias próximas a la muerte, las experiencias fuera del cuerpo, las experiencias en el lecho de la muerte y los recuerdos de niños entre los tres y los cinco años de edad que afirman recordar vidas previas. Nada de esto puede ser explicado por los supuestos de la llamada ciencia normal en estos campos particulares del conocimiento. Hemos llegado a los límites de las posibilidades que las teorías científicas tradicionales nos ofrecen. La ciencia normal llega su fin. La ciencia extraordinaria ha comenzado y su objetivo es formular nuevos modelos de carácter revolucionario que complementarán los ya existentes. Resumen Fue Thomas Kuhn, el famoso autor de la Estructura de las revoluciones científicas, quien afirmó que la ciencia, como todo en la naturaleza, también evoluciona. Hay por lo tanto una ciencia normal, pero a esta ciencia normal le sigue en la escala del tiempo una ciencia extraordinaria. La ciencia normal se encuentra avalada por sistemas de creencias, un conjunto de supuestos básicos que nuestro autor llamó paradigmas. Estos paradigmas intentarán explicarlo todo. Sin embargo, estos paradigmas no son eternos. Cuando el modelo o sistema de creencias utilizado por los científicos se muestra incapaz de explicar ciertos hechos, decimos que ha llegado el fin de la ciencia normal. Es entonces cuando nace la ciencia extraordinaria. Los hechos inexplicados requieren de una explicación. Ahí aparece un científico o un grupo de científicos que lanzan una idea atrevida y novedosa. Esta nueva idea promete explicar aquello que los paradigmas vigentes habían sido incapaces de explicar. El nuevo paradigma se constituye en una verdadera revolución en el corazón mismo de la ciencia. La doctrina neuronal, la mecánica relativista y el formulismo cuántico son paradigmas recientes que le permitieron a la ciencia dar pasos enormes en la conquista y el conocimiento de la naturaleza. A pesar de todo, existe todo un catálogo de hechos inexplicados en diferentes áreas de la ciencia que requieren pronto de una explicación. La cosmología moderna no tiene una respuesta clara para fenómenos como la materia y la energía oscura, las constantes de la naturaleza y las posibles realidades alternas presentes en este gigantesco multiverso que habitamos. La dualidad onda-partícula, el principio de incertidumbre, el entrelazamiento cuántico y el llamado colapso de la función de onda son algunos de los hechos inexplicables en el dominio de la mecánica cuántica. En las ciencias biológicas, la morfogénesis y la armonía y coherencia que experimentan los organismos vivos, como un todo, forman también parte de este inventario. Las ciencias cognitivas tampoco son una excepción. La interacción mente-cuerpo, la representación mental, la subjetividad y las experiencias inusuales como la telepatía, la clarividencia, la precognición, la influencia de la mente sobre la materia y la memoria de niños que afirman recordar vidas previas son otros tantos hechos que requieren de una pronta explicación. La ciencia normal llega a su fin y la ciencia extraordinaria apenas comienza. Su reto es formular nuevos modelos de carácter revolucionario que puedan complementar los ya existentes. 7 La información sobrevive En su libro Los 10 grandes inventos de la evolución68, el bioquímico inglés Nick Lane comparaba la naturaleza a una gigantesca máquina generadora de patentes. Y no es para menos. La vida, la célula, la fotosíntesis, la molécula genética, la visión, el sexo, el movimiento y la conciencia personal son solo algunas de sus más audaces y novedosas creaciones. A pesar del derroche de creatividad desplegada a través de los miles de millones de años de evolución terrestre, Lane parece haber pasado por alto la que quizá sea la más extraordinaria e increíble de sus invenciones. Este invento no solo nos permitiría explicar algunos hechos y aspectos de la mente que no pueden ser aclarados con los modelos actualmente vigentes, también le permitiría a una personalidad humana sobrevivir a la muerte del cerebro. Inmortales dentro de una computadora Identidad virtual es una película de 2014 que narra la odisea de un científico que se enfrenta a una enfermedad terminal. Habiendo trabajado la mayor parte de su vida en inteligencia artificial, nuestro sujeto crea un nuevo programa informático que le permite reunir la totalidad de la información presente en su mente, incluyendo sus pensamientos, sus emociones y sus sentimientos. Próximo a morir y con la ayuda de su esposa, descarga su mente y su conciencia en la computadora con el objeto de perpetuar la vida que el cáncer está a punto de arrebatarle. Aunque ficción por el momento, científicos cognitivos y físicos teóricos han especuladoen los últimos veinte años sobre la posibilidad de que una personalidad humana pueda continuar viviendo dentro de una computadora. En uno de sus últimos trabajos acerca de cómo razonamos, Philip Johnson Laird, investigador de la Universidad de Cambridge, sugiere precisamente esta opción, siempre y cuando la totalidad de la información alojada en un cerebro sea introducida en el ordenador. ¿Usted quiere que su mente sea inmortal? En el pasado cuando la gente moría, ellos dejaban detrás solo unos momentos representados en cartas, fotografías, registros de voces y videos. Pero hoy día, nosotros tenemos la tecnología para preservar su mente después de la muerte, de modo que sus descendientes, incluso quienes nunca lo llegaron a conocer, puedan interactuar con usted para siempre. Ellos pueden hablarle y aprender todo lo que usted cree y piensa. Ellos incluso podrían aprender sus nuevos pensamientos acerca de cosas que aún no existían durante su vida. Ellos podrían continuar educándole a usted. Pero ¿cómo es posible que esto llegara a suceder? Cada semana usted interactúa con un computador por veinte minutos respondiendo a preguntas simples. El computador construye una representación de sus conocimientos y de sus creencias y crea un programa que piensa de la misma manera que usted lo hace. Veinte minutos a la semana es solo un pequeño fragmento de su vida, pero después de tres años, su mente puede haber sido capturada en un computador. Ahora, podría continuar existiendo para siempre. Antes de que el sol se extinga, los seres humanos habrán abandonado el sistema solar. Ellos llevarán consigo un vasto banco de datos de mentes humanas. Su mente quizá podría estar entre ellas69. Aunque este relato pertenece, por el momento, a la ciencia ficción, Laird se pregunta si seríamos capaces en un futuro de escribir un programa de computador que pudiera imitar el funcionamiento de nuestra propia mente. Si esto es así, sólo barreras tecnológicas en el momento actual nos impediría llevarlo a cabo. Pero ¿y si pudiéramos rescatar no solo fragmentos o la totalidad de la información, sino la personalidad completa? El rescate de la información A medida que los programas y los medios utilizados para procesar la información se hacen más y más complejos, mayores fragmentos podrían llegar a ser rescatados. Inicialmente fueron pinturas rupestres y obras talladas en roca, arcilla y madera las portadoras de la información entre los antiguos. Posteriormente aparecieron los primeros alfabetos, que permitieron estructurar y organizar la información en un lenguaje hablado y escrito. A un nivel personal la información quedó registrada en tiempos más recientes en papel, cartas y pequeñas autobiografías. Luego vinieron las fotografías y finalmente voces e imágenes en video. Actualmente los científicos ya han ideado métodos para almacenar bits de información en átomos individuales, electrones y fotones. Es solo cuestión de tiempo la fabricación de computadores cuánticos. Si primero fue una carta, posteriormente una fotografía, luego un video y ahora se nos abre la posibilidad de procesar y almacenar la información en dispositivos por debajo de la escala atómica, nada impide que más adelante, con los programas adecuados y una tecnología informática muy desarrollada, seamos capaces de rescatar la información completa. Dispositivos y maneras para hacerlo nos sobran. De allí a rescatar una personalidad no existiría, creo yo, un abismo infranqueable. Si la inteligencia humana pudiera llegar a ser capaz de materializar semejante idea algún día como afirma Laird, ¿te atreverías a ponerles límites a las inmensas posibilidades que se ocultan detrás de la inteligencia y la creatividad de la naturaleza? Ella sola ha sido capaz de fabricar los dos más extraordinarios computadores de la creación: la molécula genética y un cerebro humano. Gracias al rescate de la información en la molécula genética, la vida se ha extendido y perpetuado en nuestro planeta, y es gracias a la continuidad de la información en nuestro cerebro y en nuestra mente que una personalidad emerge de las profundidades de un sistema nervioso. Todo el conocimiento que poseemos actualmente descansa almacenado en esa masa de materia blanca y gris que se esconde dentro de nuestro cráneo. No existe ninguna frontera para los mecanismos de cómputo y de procesamiento de la información que utiliza la naturaleza. A pesar de ello, no logramos entender cómo la mente y la conciencia son capaces de sobreponerse a la muerte. Entonces ¿dónde reside la dificultad? Quizá la dificultad descansa en las actuales limitaciones evolutivas de nuestras propias estructuras y mecanismos cerebrales; no poseemos el desarrollo biológico necesario para intuir y entender este formidable secreto, como afirma el filósofo de la mente Colin McGinn, citado por Kandel en sus Principios de Neurociencia, al referirse precisamente a uno de los grandes misterios de la creación, la conciencia: “La conciencia simplemente es inaccesible al estudio empírico porque existen límites de las capacidades cognitivas humanas que reflejan las limitaciones inherentes e insuperables de la estructura cerebral”70. De manera que el problema de la supervivencia de una personalidad después de la muerte del cerebro no es de carácter religioso. Es de naturaleza evolutiva, informática y computacional. Es allí donde debemos buscar la respuesta a una de las preguntas que los humanos se vienen haciendo desde los inicios mismos de la civilización. Esta pregunta no es una fantasía religiosa como muchos piensan. Va despertando gradualmente en la conciencia gracias a la evolución de un área del cerebro de reciente aparición: la corteza prefrontal. El desarrollo de esta corteza prefrontal nos permitió a los humanos comenzar a reflexionar acerca de nosotros mismos y del entorno donde fuimos colocados. Preguntas sobre quiénes somos, de dónde venimos y para dónde vamos son una consecuencia de la evolución de nuestro cerebro. La fe religiosa es un poderoso motor evolutivo y no el remanente de antiguas ideas religiosas de nuestros primitivos antepasados. Imitando la naturaleza Un poderoso soporte que he utilizado para respaldar la propuesta que explico en este libro surge de una ciencia nueva conocida como biomímesis71, el arte de imitar a la naturaleza. Es una tecnología inspirada en la forma como esta funciona en la realidad. Como afirmábamos, su inteligencia y su creatividad no tienen límite, y aunque nosotros poseemos el cerebro más evolucionado de todas las especies vivas, esta extraordinaria inteligencia sobrepasa con creces las fronteras de la inteligencia humana. Las mismas habilidades cognitivas que poseemos los humanos también están presentes en todo el cosmos, pero a una escala mucho mayor. Nuestro cerebro ha sido precisamente una de sus más audaces creaciones. Siendo así, ¿no sería más útil copiar la manera como ella trabaja y así obtener el máximo beneficio de nuestras propias creaciones? Aunque las aplicaciones de esta nueva ciencia se dan principalmente en el campo tecnológico, el fundamento teórico en el que se ha inspirado la biomímesis podría sernos de utilidad a la hora de diseñar una nueva propuesta acerca del modo en que funciona una mente humana. Pero ¿cómo? Esta vez no observando directamente su comportamiento y la manera como podríamos imitarla sino observando el modo en que nosotros mismos la estamos imitando a ella, pero de una manera inconsciente, es decir, sin darnos cuenta. Por ejemplo, el carrete para enrollar el hilo que utilizamos para coser la ropa o el carrete de la caña de pescar son burdas imitaciones de la forma como la naturalezaenrolla la molécula de ADN alrededor de unas proteínas llamadas histonas y de esta manera poderla empaquetar dentro del núcleo de la célula. Esto ya lo hacíamos antes de descubrir la molécula de ácido desoxirribonucleico, es decir, estábamos imitando inconscientemente la manera como la naturaleza hace las cosas. Los computadores y la forma de procesar los datos son otra manera de imitar su proceder cuando crea, transmite, almacena y rescata la información. Estamos así remedando su estilo y no nos hemos dado cuenta. Los programas informáticos que nosotros hemos introducido en las computadoras son muy similares a los programas que la mente utiliza para permitirnos memorizar y razonar. Las computadoras son un fiel reflejo de lo que la naturaleza hace con nosotros. A la hora de explicar cómo la mente memoriza, razona y representa el conocimiento, los científicos utilizan modelos computacionales. No solo esto, cuando utilizamos procesos de duplicación y rescate de la información con los ordenadores, especialmente cuando la información es rescatada y trasladada a unidades provisionales de almacenamiento como una USB, ajena a la máquina original, estamos imitando, sin ser conscientes de ello, los procesos de cómputo y procesamiento de la información utilizados por la inteligencia natural. La biomímesis se basa en una imitación consciente de cómo la naturaleza funciona mientras que con los computadores actuales estamos imitando inconscientemente el funcionamiento de un cerebro (soporte físico) y de una mente (programas informáticos). Cuando guardamos, duplicamos y rescatamos la información en un ordenador, estamos haciendo algo muy similar a lo que la naturaleza hace con nosotros durante la vida, y también en el momento de la muerte: rescata la información en una unidad de almacenamiento provisional, un cerebro invisible, donde la conciencia individualizada con los programas informáticos y la información procesada a lo largo de la vida que acaba de finalizar son almacenados para continuar su proceso de desarrollo y crecimiento, ya sea en el nuevo procesador y en un entorno apropiado para ello (realidad alterna) o mediante su traslado a una unidad de procesamiento completamente nueva, quizá un cerebro físico recién salido de fábrica. La computadora cósmica No es difícil imaginar el universo como una gigantesca y extraordinaria computadora natural, procesando información en todos los sectores de la realidad, tanto clásicos como cuánticos, incluso más allá de la llamada escala de Planck, un dominio prácticamente virtual fabricado con bits de información. La ciencia también así lo cree. Muchos científicos actualmente consideran que el universo realiza procesos de cómputo y cálculo desde el momento mismo de su nacimiento. El profesor Klaus Haefner72 y su grupo de colegas en la Facultad de Matemáticas y Ciencias de la Información de la Universidad de Bremen han declarado que el universo es un macrosistema que está continuamente procesando información. Todas las partículas físicas y estructuras materiales están recibiendo, transmitiendo y procesando información desde los niveles más elementales hasta aquellos que se caracterizan por altos grados de complejidad. En la medida en que la complejidad aumenta, las maneras como esta información es recibida, procesada, almacenada y transmitida se hacen más y más complejas. Uno de los actuales representantes de este enfoque es Seth Lloyd, profesor de Ingeniería Mecánica del MIT. En su último trabajo, Programming the Universe73, Lloyd considera que el universo es un gigantesco computador cuántico. El universo, afirma Lloyd, está hecho de bits de información. Sus bits son bits cuánticos. Las interacciones que se dan entre sus componentes alteran esos bits de información, y como el universo se encuentra gobernado por las leyes de la mecánica cuántica, podemos afirmar que el universo computa siguiendo los principios de la mecánica cuántica. ¿Qué computa el universo?, pregunta Lloyd. Se computa a sí mismo. El universo computa su propio comportamiento. Tan pronto como el universo nace en el Big Bang comienza a computar. Pero la similitud no acaba aquí. La forma como nosotros copiamos y rescatamos la información a través de medios y soportes informáticos también es un reflejo de lo que la naturaleza hace con sus propios contenidos. La copia y el rescate de la información son procedimientos utilizados continuamente por nosotros para manipularla. Escribimos un par de párrafos, hacemos click en el ícono guardar e inmediatamente la información queda almacenada. La información quedará guardada en el disco duro, una USB o una memoria DVD. Solo de esta forma podemos perpetuar la continuidad de la información y así salvar la unidad de todo el conocimiento. La copia y el rescate de la información son también procedimientos utilizados por la naturaleza para manipular la información que ella está continuamente procesando. Una personalidad humana no es solo una conciencia individualizada que utiliza una mente. Ella está continuamente procesando información. En otras palabras, todo lo que contiene es información organizada. Si la naturaleza fue tan cuidadosa con la vida dotándola de una maquinaria genética, no solo para funcionar sino para permitir que sobreviviera, ¿no pudo hacer algo similar con una personalidad humana y dotarla de los mecanismos adecuados que le permitieran sobrevivir? A la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación esto es perfectamente posible. Ella lo hizo. Ahora somos nosotros los que debemos investigar, como sucede con cualquier fenómeno natural, cómo, dónde y bajo qué circunstancias este milagro se concretó. Una vez hecho esto comenzaremos a entender algunos aspectos que siempre han permanecido oscuros, ¿por qué estamos aquí?, y ¿cuál es nuestro propósito en la vida? Si una mente humana es rescatable, entonces muchas cosas comienzan a cobrar sentido. A la luz de las neurociencias, consideradas aisladamente estas preguntas no tienen sentido. La ciencia solo responde a cómo funcionan las cosas, pero no por qué o para qué. Sin embargo, cuando las preguntas son hechas dentro de un marco multidisciplinario, entonces comienzan a emerger algunas soluciones lógicamente posibles. Ya no percibimos una sola pieza del rompecabezas de manera aislada y fragmentada, sino que somos capaces de intuir el rompecabezas entero. La copia de seguridad En informática, un backup es una copia de seguridad, un duplicado de la información originalmente almacenada en la memoria de una computadora y que se utiliza con el objeto de rescatar la información ante una eventual pérdida de los datos. Esta pérdida de la información puede acontecer por diferentes causas: deterioro de las piezas del computador, un accidente no previsto o una catástrofe informática. Ahora bien, la idea de una copia de seguridad tiene su origen en dos supuestos básicos de la teoría de la información: primero, la información es rescatable, y segundo, la información, para ser rescatada, requiere de un soporte físico que no necesariamente tiene que ser el original. Imagina por un momento que has adquirido la última computadora que ha salido al mercado. Uno de tus objetivos al comprarla fue hacer un libro, pero un libro muy especial, el libro de tu vida, tu autobiografía, tu historia más amada. Comienzas a escribir y a relatar lo que te ha sucedido desde el momento de tu nacimiento, minuto a minuto, día tras día, mes a mes, año tras año. En unos años, la capacidad de la computadora habrá llegado a su límite; sus elementoshabrán sufrido el deterioro irreversible del paso del tiempo; las entradas diarias a internet permitieron que tu ordenador fuera invadido por las más recientes amenazas informáticas, virus de última generación. Finalmente, la memoria de la máquina ha sido copada. ¿Qué haces entonces? Bueno, lo primero es rescatar la información; para ello, creas una copia de seguridad, si es que no lo habías venido haciendo con anterioridad. Una vez hecho esto, el siguiente paso es comprarte una nueva computadora. Allí instalas la copia y continúas escribiendo la historia de tu vida, segunda parte. La información es rescatable gracias a la copia de seguridad que has guardado en una USB. Pero la información necesita de un soporte físico. Este soporte físico es el nuevo computador que has comprado. El original lo desechaste por viejo y anticuado. Él cumplió con su función. Ahora tú lo has reemplazado por uno nuevo. El cerebro invisible es no solo un procesador de información muy sofisticado. También hace de backup. Es allí donde los datos son almacenados y protegidos de manera continua y permanente. El rescate de la información y de la personalidad no se hace en el momento de la muerte sino desde el comienzo mismo de la vida. Recuerda lo que haces cuando introduces nueva información en un computador: la guardas y con eso evitas su pérdida. Si eres todavía más precavido, sacas copias adicionales. Todo esto nos conduce a un bosque lleno de árboles extraños y de frutos exóticos. La personalidad humana es una máscara producto de una información que ha sido procesada por un cerebro. “Nosotros mismos somos información”, afirma Vlatko Vedral74, profesor de Ciencia de la Información Cuántica en Oxford. Todo lo que contiene una mente es información. Si la personalidad es un producto de la información y la información sobrevive al deterioro y a la muerte de su soporte material, como lo trato de sugerir en este trabajo, entonces la personalidad humana también podría llegar a sobrevivir. Si la información y el conocimiento derivado de la información sobreviven, la personalidad también lo hará. Resumen La película Identidad virtual relata la historia de un científico que, al ser consciente de su pronta muerte, decide, con la ayuda de su esposa, introducirse dentro de una computadora para sobrevivir. Esta historia parecería de ciencia ficción y nada más. Lo que sucede es que actualmente psicólogos cognitivos como Philip Johnson Laird y físicos teóricos como Michio Kaku creen en esa posibilidad, la posibilidad de que la mente y la conciencia humana puedan algún día descargarse en un ordenador. Por supuesto que esto será teóricamente posible si sabemos exactamente cómo funciona una mente y cuál es su semejanza con la estructura física, los programas informáticos y la información contenida en una computadora. Una personalidad humana es pura información; por supuesto información organizada y categorizada que utiliza un soporte físico y programas informáticos. Una conciencia individualizada emerge de las profundidades del sistema nervioso. De tal manera que lo más importante para sostener la hipótesis de la supervivencia es la supervivencia de la información exactamente como ha sido experimentada durante la vida. A medida que nos hemos desarrollado como seres humanos, hemos aprendido a ser conscientes de las muchas maneras en que la información puede llegar a ser rescatada por nosotros mismos y por la naturaleza. Hemos utilizado inicialmente pinturas, hojas de palma, roca tallada y arcilla. Con el invento de la imprenta, los libros fueron la manera como la información fue resguardada. En años recientes, los dispositivos de memoria como los discos duros, la cinta magnética, los DVD y las tarjetas han sido los más utilizados. La naturaleza es experta en resguardar la memoria: la molécula genética y un cerebro humano son los ejemplos más claros y contundentes. Una personalidad humana es la obra cumbre del trabajo de la naturaleza. ¿Pudo la naturaleza haber rescatado a la más maravillosa y compleja de sus creaciones? La biomímesis es una nueva ciencia. Es el arte de imitar a la naturaleza. Si ya la naturaleza lo hizo, entonces yo la imito. La computación es una especie de biomímesis inconsciente. Los computadores y la manera como computan son una imitación de la manera como el universo y una mente procesan la información. ¿Por qué no aplicamos el mismo concepto a la información y su rescate? Quizá son nuestras propias limitaciones tecnológicas y creativas las que nos impiden hacerlo. El universo es un gigantesco computador cuántico. Él es experto en procesos de cómputo y cálculo: recepción, codificación, transmisión, decodificación y almacenamiento de la información. La supervivencia de una mente humana es un complicado proceso computacional que el hombre no ha podido hasta el momento vislumbrar debido a su incapacidad para dejar de lado el paradigma mecanicista y utilizar sin limitaciones el paradigma computacional, que deriva de la teoría de la información y las ciencias de la computación. 8 El misterio de la identidad El misterio de la identidad personal es uno de los mayores retos que enfrentan las ciencias cognitivas. ¿Qué es lo que hace que usted sea usted y no otra persona? ¿Cuál es el origen de los rasgos y caracteres que hacen de cada uno de nosotros una entidad particular y diferente al resto de las demás? Aquí podría caber más de una respuesta. Es probable que una gran mayoría de los lectores se sientan tentados a creer que la respuesta reside en el cerebro: lo que somos tiene su base en los genes, en la anatomía del cerebro y en la actividad eléctrica de sus unidades funcionales, las neuronas. Es algo así como afirmar que la clave del contenido de este escrito está en el computador y sus componentes. Si el computador se daña o sus componentes se deterioran, entonces perderé el contenido y el sentido de este escrito para siempre. Pero esta respuesta no es correcta. Usted sabe muy bien que, independientemente del computador, si usted es capaz de extraer el contenido intacto de la información, tal y como se encuentra representado en el computador ,y trasladarlo a otro computador, podría en el nuevo leer el mismo contenido y otorgarle el mismo significado que le otorgó al escrito que está leyendo en estos momentos. Los rasgos distintivos del escrito han sido rescatados, por supuesto, siempre y cuando la información y la forma en que estos se encuentren organizados en el escrito no sufran mayores modificaciones. Entonces, quizá la respuesta no esté en el soporte físico sino en la información. Es una aproximación más audaz y acertada. Si trasladamos esta analogía al campo de la psicología cognitiva, veremos que los conceptos de una personalidad y una identidad personal se aproximan más al concepto de información organizada de una forma particular que la hace única que al soporte físico que sustenta esta información. Personalidad e identidad personal se acercan más a información personalizada que a un cerebro material. ¿Qué es una personalidad? La personalidad no es un concepto fácil de definir. Allport ofrece más de cincuenta aproximaciones diferentes. Pero en algo creo que estamos de acuerdo. Una personalidad constituye una configuración única de rasgos y atributos que la hacen exclusiva y diferente al resto de otras personalidades humanas. Es la totalidad que caracteriza a un comportamiento humano. De acuerdo con las ciencias cognitivas, somos cerebros que dan origen a mentes individuales. Solorecordemos el título de una de las obras más recientes de António Damásio que representa el parecer de un gran sector de la ciencia contemporánea: Y el cerebro creó al hombre. Primero el cerebro y después la mente, y no como creíamos hasta hace solo unos pocos años. Otros, como Daniel Dennett, van mucho más allá y asumen posturas todavía más radicales; para este filósofo cognitivo la mente no existe en absoluto. Bueno, eso es lo que afirman algunos de los representantes más importantes de las ciencias cognitivas, aunque no necesariamente sea este el parecer de la totalidad de la comunidad científica. A pesar de ser biológicamente similares y poseer las mismas capacidades humanas, en el fondo todos diferimos en la forma como las utilizamos. Unos parecen ser muy buenos para la ciencia, otros para el arte y la literatura, y hay otros que pueden llegar a sobresalir en el terreno de la religión o la filosofía. Einstein fue único en el área de la física. Poincaré un extraordinario matemático. Jesús se destacó como un líder religioso excepcional y Julio Verne como una mente con una gran capacidad de predicción. Si además de las habilidades intelectuales tomamos en cuenta los sentimientos, las emociones y el carácter de una persona, veremos que también cada uno de nosotros es único en esos aspectos. Unos son impulsivos mientras que otros son más fríos y calculadores. Los hay aquellos que brincan del miedo cada vez que se exponen a situaciones de riesgo y también los que asumen una actitud serena y ecuánime frente al peligro. A pesar de que somos biológicamente similares, cada uno tiene una manera muy particular de ser y de actuar frente a situaciones parecidas. Además, cada entidad humana tiene creencias e intenciones muy personales. Somos únicos y exclusivos. A pesar de estos atributos y caracteres personales una personalidad humana no es lo que realmente somos. La palabra deriva del latín persona, que significa máscara y se utilizaba en la Antigüedad para designar a aquellos personajes que representaban los actores cuando hablaban a través de este instrumento. A la luz de la idea que estoy exponiendo, los humanos nos hemos disfrazado para el juego que nos ha tocado vivir y así poder jugar el rol que nos ha tocado desempeñar en esta batalla en la que como fichas en un juego de ajedrez hemos sido colocados. Unos se disfrazan de médicos, otros de políticos, abogados, ingenieros o filósofos. Infortunadamente, la mayoría de los humanos estamos colocándonos máscaras y jugando roles que no nos corresponden. Es, como dentro de una gran orquesta, colocar al guitarrista a tocar el piano o al violinista a dirigir la orquesta. A pesar de querer intentarlo, este cambio de máscaras y papeles nos ha llevado al desastre y la gran mayoría de nosotros se encuentra jugando el papel equivocado en un escenario para el que no venía preparado. Utilizamos máscaras y no solo eso, nos hemos colocado la menos apropiada. Ahora bien, si no somos la máscara que nos ponemos, ¿qué es lo que realmente somos? Lo que somos en profundidad Si pudiésemos reducir a una persona a sus componentes más simples, podríamos afirmar que esta se encuentra constituida por varios elementos que, desde la periferia hasta su núcleo, son los siguientes. La información que llega a la mente a través de los órganos de los sentidos y que con el tiempo llegará a convertirse en los contenidos de esa mente particular, su conocimiento, sus vivencias y sus experiencias más íntimas. El soporte físico de la información, que es el sistema nervioso y su cerebro. Es el más sofisticado instrumento diseñado por la naturaleza para procesar la información, percibirla, codificarla y convertirla en impulsos eléctricos o potenciales de acción, transmitirla a través del cableado nervioso y finalmente decodificarla nuevamente en la corteza cerebral para convertir lo que percibimos en representación y subjetividad. Luego tenemos los programas informáticos, que conducirán a un procesamiento más sofisticado de la información, entre los que destacan el lenguaje, la memoria y la capacidad de razonamiento. Estos programas creemos que están constituidos por algoritmos que le permiten a la mente manipular la información que procesa. Finalmente encontramos la conciencia, esa entidad básica y fundamental, no computable, que se ha individualizado a través de un sistema nervioso. Es gracias a esta conciencia que nos damos cuenta de nuestra propia existencia. Por esta conciencia detrás, la mente, que es algo puramente mecánico, llega a parecer inteligente como lo afirman muchos de los tratados filosóficos y religiosos de la antigua India. ¿Cómo se prepara una entidad personal para asumir el rol que le tocará librar cuando llega a este mundo? Si excluimos por el momento la información y nos quedamos con los órganos de los sentidos, el cerebro, los programas informáticos y la conciencia, entonces tendremos los mínimos componentes que necesitaremos para fabricar una personalidad humana. Además, necesitaremos del contacto con el entorno físico y social para que esta personalidad naciente se vaya desarrollando, vaya creciendo y se consolide con el paso de los años. Es este entorno físico y social el estímulo que la mente necesitará para desarrollar todo su potencial. ¿Qué es lo que soy entonces? Soy una conciencia que se ha individualizado a través de un sistema nervioso. Esta conciencia al individualizarse necesitará de programas informáticos para procesar la información que le llega a través de los sentidos y así construir su propio universo personal. La información requerirá de un instrumento físico que le sirva de soporte, y este soporte físico es el cerebro material. El ingreso de la información, que llega a través de los sentidos a la conciencia individualizada, induce la aparición de sentimientos y emociones, y el tipo de sentimientos y emociones dependerán del tipo de vivencias que la entidad experimente, del placer y dolor que estas experiencias le despierten. Es a partir de este punto que la entidad personal comienza su crecimiento y desarrollo. Y es a través de la experiencia y el uso que hace de las habilidades con que ha sido dotada que comienza a forjarse una personalidad, esas cientos de máscaras que la harán única. Observa cómo esa conciencia individualizada comienza a identificarse desde el mismo momento que nace con numerosos aspectos de la realidad material: un cuerpo físico, una mente cargada de pensamientos y de emociones, posesiones, papeles y roles temporales que le tocará desempeñar a lo largo de una vida humana. Una de las más fuertes identificaciones es la que se establece con el cuerpo físico, su género, su color, su nacionalidad y su edad. La profesión constituye otra de las fuertes ataduras: unos se hacen médicos, otros abogados, educadores o ingenieros. Hasta ese momento somos los hijos de nuestros padres. Unos años más adelante adquirimos otros roles: padre, madre y abuelos. A algunos parece acompañarles la suerte y se creen dueños de cientos de cosas que comienzan a adquirir desde muy temprana edad. Otros adolecen de cosas materiales y llevan una vida austera y acompañada de numerosas privaciones. Finalmente, de acuerdo con la manera como respondemos a los estímulos del entorno, nos haremos serenos o ansiosos, calmos o furiosos, emotivos o neutrales. Cuando hemos alcanzado la edad adulta, llevamos las numerosas máscaras bien puestas. Cuando nacimos solo contábamos con la conciencia, un puñado de programas informáticos, un cerebro y la información que devorábamosa través de los órganos de los sentidos. Ahora nos creemos personalidades bien desarrolladas y maduras. Pero ¿cuáles son los límites de crecimiento y desarrollo de esta conciencia individualizada que desde los primeros años comienza a llenarse de ropaje y artilugios y que en la edad madura ha llegado a olvidar su verdadera esencia, identificándose con los personajes que a través de la vida le ha tocado asumir? Es como preguntarle al universo cuáles son los límites de su expansión y crecimiento, a la vida cuáles son los límites de la biología o cuáles son los límites y posibilidades de la mente humana. Sabemos por el momento que no hay límites. En el caso de una personalidad humana serían los límites impuestos por las leyes de la biología. Pero, ¿habrá la naturaleza diseñado la manera para que esa personalidad, recientemente adquirida por la conciencia individualizada, pueda sobrevivir y continuar su proceso de crecimiento y desarrollo en otros órdenes diferentes de la realidad o, por qué no, en esta misma realidad física? El crecimiento de una personalidad Cuando el cascarón que encierra una personalidad humana se rompe, entonces la personalidad naciente queda sometida al mismo proceso de crecimiento y desarrollo al que se encuentran sometidos todos los macro y microsistemas que componen la totalidad de la creación. Esta ley evolutiva que incluye todo lo que existe les permite a los diferentes sistemas desarrollar todo el potencial que traen. El universo nació a partir de una singularidad desnuda hace más de trece mil millones de años, y desde entonces ha crecido y se ha desarrollado fabricando galaxias, estrellas y sistemas solares. En algunos rincones secretos del cosmos, esta misma naturaleza ha depositado la semilla de la vida, y esta semilla también ha crecido y evolucionado desarrollando formas cada vez más y más complejas hasta dar origen a formas cada vez más y más conscientes. Pero este es un proceso que ha tomado miles de millones de años. No es posible llevarlo a cabo en unos cortos años terrestres. La mente también la vemos evolucionar desde formas inferiores hasta formas más y más complejas, como la que se exhibe en una forma humana. Una personalidad humana es mucho más compleja que cualquier cosa y trae un potencial que deberá ser desplegado y expresado. Debe desarrollarse, crecer y evolucionar. Solo se encuentra limitada por la durabilidad de los elementos con los que se encuentran fabricados un cuerpo y un cerebro físicos. Y esta durabilidad es un reflejo de las leyes físicas que controlan el comportamiento de los observables en este orden específico de la realidad. Como veremos más adelante, este ha sido un inconveniente que la misma naturaleza se ha encargado de solucionar de una manera muy creativa y novedosa. Así como nosotros, al finalizar el tiempo de vida útil de nuestro computador personal lo reemplazamos por uno nuevo, introduciendo la información que poseíamos en el antiguo computador dentro del nuevo procesador, la naturaleza rescata la personalidad alojada en el viejo cerebro y la introduce en uno nuevo para que esta pueda continuar su proceso evolutivo de crecimiento y desarrollo. Conciencia, personalidad e información Existe una profunda relación entre conciencia e información por un lado y conciencia, personalidad e información por el otro. David Hume creía que solo existía un flujo continuo de ideas y de impresiones. “Todo lo que existe son impresiones” afirmaba en su Tratado sobre el conocimiento humano. Similarmente, William James, el padre de la psicología americana hizo famoso el término “la corriente de la conciencia” para referirse a ese continuo flujo de información. En una charla dada en 1897, James creía que todo podía finalmente reducirse a contenidos de la mente, es decir, a información. Considero que la información, que es el término que hoy estamos dando a los contenidos de nuestras mentes, de alguna manera va de la mano con la personalidad y la conciencia. Si rescato la información exactamente como se encuentra organizada en una mente particular, también estoy rescatando la personalidad que caracterizó a esa forma organizada de la información. Un párrafo de información puede generar un contenido semántico. Si cambiamos o modificamos el lugar de algunas palabras en el texto, entonces el significado semántico puede llegar a ser completamente diferente. Esto nos está indicando que el orden de las palabras cuenta. Colocadas de una manera dan origen a un significado específico en la conciencia del perceptor, y variando el orden o el lugar donde se encuentren podrían dar origen a un significado totalmente diferente. Si la información es rescatada sin modificar la organización y el orden de ciertos contenidos clave, es probable que la personalidad, el flujo de la información, como afirmaban Hume y James, sobreviva a la desaparición del hardware o soporte físico material. Veamos otro ejemplo que toma en cuenta la información. Un paciente con una enfermedad de Alzheimer se va deteriorando progresivamente. Este deterioro es directamente proporcional a la pérdida de la información en su cerebro. Cuando la pérdida de la información es total, su conciencia continúa estando allí, pero la personalidad parece haberse evaporado para siempre. Te proporcionaré otro ejemplo. El paciente con esquizofrenia sufre de un grave trastorno caracterizado por la pérdida de la lucidez y diversos trastornos sensoperceptivos. Esto lo lleva a una alteración de su estado de conciencia que se conoce como delirio. La información sigue estando presente pero su procesamiento se encuentra profundamente alterado. ¿Y qué es lo que vemos? La personalidad del paciente no desaparece, pero sí se altera profundamente. Cuando los hechos son mirados bajo esta nueva lente se nos abre entonces una extraordinaria posibilidad que iremos desentrañando a lo largo de este y los siguientes capítulos. El modelo es solo una ampliación, una extensión del enfoque computacional aplicado al universo como un todo. El universo es una gigantesca computadora cósmica y nosotros somos sus creaciones. No hay nada nuevo ni extraordinario en ello. Yo creo firmemente que si llegáramos a rescatar la información, el yo y el resto de la personalidad podría llegar a sobrevivir. La idea suena alucinante ya que una personalidad, de acuerdo con el modelo que estoy exponiendo en este trabajo, podría ser una realidad, una creación virtual producto de esa manera única como la información se ha organizado en cada cerebro, en cada mente en particular. Resumen Una mente humana en el momento del nacimiento se encuentra compuesta básicamente por un cerebro físico, programas informáticos y conciencia individualizada. El contacto entre la mente y la información que nos llega del entorno a través de los sentidos y su permanente interrelación a lo largo de los años le confiere a la mente un toque muy personal: le otorga una personalidad. Pero el componente más importante de una personalidad, aparte de la mente, es indudablemente la información. Tengo un cuerpo físico, masculino o femenino; raza blanca, amarilla o negra; joven o viejo; médico, ingeniero o abogado; soltero o casado; con hijos o sin hijos. Todos estos atributos de un ser humano van fabricándose a través del tiempo por la mente y la información. De tal manera que, cuando sobrepasamos la década de los cincuenta años, somos una conciencia individualizada que posee una mente y una personalidad bien conformada. Detodos estos elementos, solo uno, a la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación, es perecedero: el soporte físico, el cerebro. El complejo conciencia individualizada, mente, programas informáticos, información y personalidad humana es capaz de sobrevivir a la muerte de su soporte físico material. Pero el cerebro físico, como hemos venido repitiendo a lo largo de este trabajo, no es el único: todo el complejo de mente, información y personalidad se encuentra ahora soportado por esa contraparte invisible del cerebro físico que continúa existiendo después de la muerte física. ¿De qué está hecha esta contraparte invisible y dónde se encuentra? Los siguientes capítulos te proporcionarán la respuesta ideada y utilizada por la naturaleza para rescatar una personalidad humana de su mayor enemigo: la muerte. 9 La respuesta a Damásio A finales del siglo XIX, algunos físicos, entusiasmados por los arrolladores avances científicos y tecnológicos de la época, se atrevieron a pronosticar el final de la física teórica. La ciencia parecía haber llegado a un límite difícil de cruzar. Muchos afirmaban que las leyes del movimiento de los planetas y de la gravitación universal descubiertas por Isaac Newton y el electromagnetismo de Maxwell iban finalmente a explicar todos los fenómenos presentes en la creación. En una célebre conferencia pronunciada en la ciudad de Chicago en el año de 1894, el físico experimental y Premio Nobel Albert Michelson llegó a afirmar que “los grandes principios subyacentes han quedado plenamente establecidos y los avances posteriores habrán de buscarse realmente en la rigurosa aplicación de estos principios a todos los fenómenos de los que tengamos noticias”75. Este sueño pronto se vino abajo con el descubrimiento de la estructura atómica de la materia y el nacimiento de la mecánica cuántica y la física relativista. Pero los físicos no se rindieron y nuevamente volvieron a arremeter con fuerza. En 1928, el célebre físico y futuro Premio Nobel Max Born anunciaba a un grupo de científicos visitantes en la Universidad de Gotinga que la física tal y como era conocida concluiría en solo seis meses76. Desde entonces ha pasado casi un siglo y por ningún lado divisamos el final de la física teórica; es más, no creo que en este momento exista un físico en el mundo capaz de afirmar semejante imprudencia. Por supuesto que muchas cosas han cambiado desde entonces. Una partícula fundamental ha dejado de ser esa estructura compacta y definida que se mueve en una región del espacio a una velocidad determinada. Si fuésemos capaces de ampliar millones de veces ese objeto y llegar hasta la llamada escala de Planck, veríamos que lo que para nosotros parecía ser un objeto macizo y compacto es realmente un pequeño filamento de energía unidimensional que vibra en esa escala diminuta. Hasta hace solo unos pocos años, todos sabíamos que los fenómenos del universo se desplegaban dentro de un marco geométrico constituido por tres dimensiones espaciales y una temporal. Los actuales modelos propuestos por la teoría de cuerdas nos hablan de 4, 5, 6 y más dimensiones espaciales, y el tiempo, que a comienzos del siglo XX era una medida de carácter absoluto, se convirtió en una magnitud relativa capaz de modificarse de acuerdo a la velocidad del objeto en movimiento. Pero esto no es todo. Entrado el siglo XX se hablaba de un gigantesco universo isla. Luego los científicos corroboraron que ese universo isla (nuestra galaxia Vía Láctea) no era único y que existían millones de universos islas (galaxias) diseminados por todo el cosmos. Hoy las observaciones cosmológicas nos aseguran que nuestro universo, junto a sus miles de millones de universos islas que lo integran, no es el único que existe. Forma parte de un conglomerado mucho mayor de universos: el multiverso o megaverso. Hoy la física se enfrenta a hallazgos nuevos y revolucionarios tales como el entrelazamiento cuántico y nuevos tipos de materia y energía, la materia espejo y la materia y la energía oscura. Incluso, los físicos han ido mucho más allá y se han adentrado en dominios ajenos a la física pero muy próximos a nosotros: los dominios de la mente y de la conciencia humana. Muchos de ellos creen, como el Premio Nobel de Física Eugene Wigner, que la conciencia juega un papel crucial en la construcción de la realidad que experimentamos. Ella es la causante del colapso de la función de onda que, a través del acto de la medición, convierte una entidad representada matemáticamente en un objeto puntual y real. Dios tampoco ha escapado a los ojos inquisidores de sus representantes, algunas veces para ser afirmado como en las obras de Amit Goswami y John Polkinghorne; otras veces para ser sugerido, como lo hace Paul Davies en sus libros La mente de Dios y Proyecto cósmico y, finalmente, otras para ser negado como en la obra de Stephen Hawking de reciente aparición El gran diseño. ¿Dónde está —pregunto yo— el final de la física teórica? ¿El fin del mito cartesiano? Hace más de cien años, Camilo Golgi, Santiago Ramón y Cajal y Charles Sherrington sentaron las bases de lo que llegaría a ser conocida como la futura doctrina neuronal. Desde entonces cualquier aporte en el área de las neurociencias es galardonado con el Premio Nobel. Nuevos hallazgos de moléculas mediadoras y receptoras de la información, tanto dentro como fuera de la célula, y nuevos acercamientos como el enfoque computacional y la aproximación conexionista han llevado a algunos neurocientíficos a anunciar, como lo hicieron los físicos del siglo pasado, no el final de las neurociencias pero sí el fin del mito cartesiano. En otras palabras, han anunciado nada más y nada menos que la solución definitiva al problema mente-cuerpo. Uno de ellos es António Damásio, profesor de Neurociencias, Neurología y Psicología de la Universidad del Sur de California muy conocido por sus maravillosas obras de divulgación científica, entre las que cabe destacar El error de Descartes, La sensación de lo que nos ocurre, En busca de Spinoza y El cerebro creó al hombre. En una entrevista publicada en el año 2002 en un journal científico especializado, Damásio afirmaba: Creo que podemos arriesgarnos a decir que para el año 2050 tendremos el suficiente conocimiento de los fenómenos biológicos como para suprimir el dualismo tradicional entre cuerpo y cerebro, cuerpo y mente y cerebro y mente. Algunos podrán temer que con la determinación de algo tan valioso y digno como la mente humana, esta quede degradada sino desechada. Pero explicar los orígenes y operaciones de la mente en el tejido biológico no comportará su eliminación77. A pesar de haber anunciado el fin del mito cartesiano, Damásio otorga un valor enorme y todavía muestra un profundo respeto por esa mente que él considera material, como lo afirma en una de sus últimas obras de reciente aparición: “Naturalizar la conciencia y asentarla firmemente en el cerebro no supone, sin embargo, rebajar la dignidad humana ni tampoco marca el final del misterio, la perplejidad y el desconcierto”78. Como lo afirmó hace ya algunos años el Premio Nobel Cristian de Devue: “La magia terminó pero el misterio permanece”79. Las implicaciones filosóficas de una doctrina neuronal erróneamente interpretada, creo yo, derivan en una serie de consecuencias catastróficas muy graves para la ética, la moral y la dignidad humana. Si tan seguro estamos de la inminente muerte del mito cartesiano, si realmente queda claro para nosotros de que la mente emerge de la actividadquímica y eléctrica del cerebro y una vez el cerebro desaparezca la mente dejará de existir, entonces preparemos a la humanidad para que pueda encarar con decoro y dignidad la noticia. Thomas Metzinger, director del Departamento de Filosofía Teorética del Seminario de Filosofía de la Universidad de Maguncia, cree que el hombre común tendrá que ser debidamente preparado para afrontar estos acontecimientos. De acuerdo con Carnsten Konner, quien coordinó el diálogo para la revista Mente y Cerebro, si esto no se hace pronto, sería como estar llenando un barril de pólvora que podría explotar en un futuro no muy lejano: La investigación neurológica transforma de manera radical nuestra imagen del hombre y consecuentemente el fundamento de nuestra cultura, la base de nuestras decisiones éticas y políticas. Es arriesgado porque nos afecta a todos, no solo a los neurólogos y a los filósofos. Se trata de un cambio profundo en nuestra imagen y esto a alguno de nosotros nos resulta evidentemente doloroso. Pienso, por ejemplo, en las ideas de mortalidad o en la suposición de conciencia sin una base neuronal. Si se admite el carácter implausible de la supervivencia del yo consciente después de la muerte, difícilmente podrán soportar la presión emocional las personas aferradas a una visión tradicional del mundo. La muerte personal es para nosotros el mayor accidente asumible por el hombre. El reconocimiento de los límites de la existencia nos concierne en cuanto seres biológicos, pero nos provoca un dolor emocional: digamos que es el precio a pagar como seres pensantes que somos80. Pero, ¿tiene razón Damásio? Existen, como hemos visto en el capítulo sobre ciencia extraordinaria, demasiados interrogantes que no han podido ser resueltos por las ciencias cognitivas: la conversión del correlato neuronal en subjetividad, el formato representacional del pensamiento y de los fenómenos oníricos, entre otros, y experiencias imposibles de explicar con los paradigmas actuales como son la experiencia de muerte cercana, las visiones en el lecho de la muerte, las experiencias fuera del cuerpo verídicas, la percepción extrasensorial y la psicoquinesis. La División de Estudios de la Personalidad del Departamento de Psiquiatría de la Universidad de Virginia guarda actualmente en sus archivos los historiales de más de mil casos de niños entre los tres y los cinco años de edad que afirman recordar vidas previas81. El estudio llevó más de treinta años de investigaciones a sus protagonistas alrededor de todo el mundo, encabezados por quien fuera el director del Departamento de Neurología y Psiquiatría de la Universidad de Virginia, el doctor Ian Stevenson, uno de los psiquiatras más respetados de los Estados Unidos82. Todo ello reclama una explicación que no podemos continuar evadiendo. Las explicaciones convencionales no nos convencen, como tampoco convencieron a sus autores. Los modelos mentales desarrollados hasta el día de hoy explican solo algunas cosas. Otros aspectos permanecen en una total oscuridad. Resulta por lo tanto muy osado y atrevido, creo yo, suprimir desde ya el dualismo cartesiano que por tanto tiempo nos ha acompañado. Y la respuesta a muchos de estos interrogantes, considero, requiere de una solución que hasta el día de hoy continúa siendo en gran parte dualista. Dualismo Tradicionalmente se ha considerado que mente y cuerpo pertenecen a dos órdenes diferentes de realidad. El cuerpo está hecho de materia física. La mente, por el contrario, se ha considerado como “no física”. Pero nadie hasta el momento ha dado una explicación clara, satisfactoria y coherente de lo que el término “no físico” puede llegar a significar. Aunque no cuenta actualmente con muchos adherentes, el dualismo es la teoría de la mente más popularizada en Occidente. Tiene fuertes lazos históricos con las tres grandes religiones de Occidente, y filósofos tan conocidos y respetados como Sócrates, Platón y Descartes fueron dualistas. El sentido común nos dice que el dualismo es en parte correcto, sin embargo, una aplicación equivocada de la doctrina neuronal a campos de conocimiento que no son de su dominio ha resultado en un duro golpe a esta creencia tan arraigada en Oriente y Occidente. A pesar de todo, el siglo XX recuerda a hombres extraordinarios que abrazaron sin temores algún tipo de dualismo. Karl Popper, el gran filósofo de la ciencia de finales del siglo XX, y sir John Eccles, Premio Nobel de Medicina, abrazaron un dualismo sin temores ni vergüenza ante la crítica de sus opositores83. Ahora bien, el autor de este libro cree que algunos aspectos del problema mente-cuerpo solo pueden entenderse si consideramos el dualismo pero bajo una nueva luz. El principal aspecto al que me refiero es el de la posible supervivencia de la mente y sus contenidos una vez el cerebro físico deje de funcionar. Aunque no quiero profundizar sobre el tema en una obra como esta, escrita para todos los públicos, voy a tratar de ofrecer una breve explicación tal y como veo las cosas desde mi propia mirada inquisidora. Repito, trataré de ser muy sencillo con la explicación que daré a continuación. Lo físico y lo mental Tradicionalmente lo físico y lo mental han sido considerados como dos aspectos separados de la realidad. Mente y materia parecen existir en dos dominios diferentes. Esta idea dio origen al dualismo tradicional, la existencia de dos realidades distintas y separadas. Pero ¿sucede realmente así? Si observamos con atención, pronto seremos conscientes de que existen aspectos que son comunes a ambos dominios y también existen otros aspectos que los diferencian. Por una parte, la información es el elemento común presente en ambos mundos. La conciencia que nos permite darnos cuenta de la realidad en ambas esferas de la experiencia también es la misma. ¿Lo distinto? La manera como se comporta la información en el entorno físico y en la mente es diferente. También lo es su formato representacional. Por supuesto que existen muchas otras diferencias que han sido muy bien tratadas en obras como Lo físico y lo mental de Herbert Feigl, El espacio de Einstein y el cielo de Van Gogh de Margeniu y Le Shan y De Newton a la percepción extrasensorial de este último. Pero esto se refiere más a las semejanzas y diferencias de los diferentes dominios de la realidad, incluyendo las esferas física y mental. Para efectos prácticos y de entendimiento acerca de la propuesta de este libro creo que con lo dicho es suficiente. Pero ahondemos un poco más. Los contenidos que encontramos en el mundo exterior, como los que se hallan presentes en nuestras mentes, constituyen piezas o fragmentos de información. Esta información es percibida, tanto externa como internamente, por una sola entidad, la conciencia individualizada que somos. Información y conciencia individualizada es la misma tanto afuera como adentro. Si la atención es dirigida hacia afuera, entonces seremos conscientes de aquello que nos llega a través de los sentidos. Si la atención es dirigida hacia adentro, entonces seremos conscientes de un universo de pensamientos, sentimientos, creencias, intenciones y estados de ánimo. Lo que percibo físicamente como objetos materiales y lo que percibo internamente como pensamientos en la mente es información. Repito, conciencia e información son comunes a ambos dominios de la realidad. Si la conciencia y la información son comunes a ambos lados de la realidad, entonces ¿qué hace la diferencia entre lo físico y lo mental? Bueno, la respuesta no es difícil. Es elcomportamiento de la información lo que hace estos dominios tan diferentes. Podemos inferir que si el comportamiento de la información en ambos dominios de la realidad es diferente es porque las leyes de la naturaleza en ambos dominios no son las mismas. Y si las leyes de la naturaleza no son las mismas, esto significa que el tipo de materia que constituye el formato representacional de los contenidos del entorno físico y los de la mente es diferente. El soporte físico de la información en el entorno físico es diferente al tipo de soporte físico utilizado por la información en nuestras mentes. Ahora, es claro que el comportamiento de la información y el soporte físico representacional a uno y otro lado de la realidad han creado un falso sentimiento de división que nos ha llevado a verlas como dos realidades diferentes y separadas. Ambas realidades están conectadas e interactúan gracias a nuestro sistema nervioso. La información, que es común a ambas esferas, viaja, se traslada, es transmitida de un universo a otro y es transformada. Es la información la que experimenta un proceso de metamorfosis que te explico detalladamente en el segundo volumen de este tratado, en el capítulo titulado “La metamorfosis de la realidad”84. Por eso parece diferente afuera y adentro. La conciencia que observa simultáneamente lo que sucede adentro y afuera es la misma. Solo cambia el tipo de materia que sirve de soporte al formato representacional de la información adentro y afuera. Esta es la diferencia básica. Ambos mundos interactúan mientras estamos vivos; sin embargo, al tener cada dominio su propio formato, su propio tipo de materia que lo soporte y sus propias leyes de la naturaleza, podríamos afirmar que constituyen entidades independientes aunque en vida interactúen y mantengan una estrecha dependencia. En el momento de la muerte, al desaparecer los campos eléctricos y magnéticos de la extensa red neuronal, esa entidad individualizada queda en libertad en un entorno físico igualmente apropiado. Allí van con absoluta independencia la información, los programas informáticos y la conciencia individualizada. Ese procesador de información individualizado es lo que he llamado en esta obra el cerebro invisible. Debo dejar muy claro mi punto de vista de que la mente no es material pero sí lo son sus procesadores. Si tanto la información presente en la mente como la información representada en el universo físico requieren de un soporte material para expresarse, entonces ¿a qué tipo de materia nos estamos refiriendo cuando hablamos de la información representada en la mente? Si la respuesta es dualista, también debemos preguntarnos cómo interactúan estos dos tipos de sistemas que tienen su soporte en dos tipos de sustancias diferentes. Sustancia pensante y sustancia extensa Aunque existen diferentes clases de dualismos, como el dualismo de propiedades y el dualismo sustancial, en este trabajo me refiero exclusivamente a este último. Un dualismo sustancial requiere de dos tipos de sustancias. Vamos a llamarlas la sustancia A y la sustancia B. La sustancia A es aquella que conocemos actualmente. Es la materia visible que percibimos a través de los cinco sentidos tradicionales conocidos. Descartes la llamó en su lenguaje sustancia extensa. Hoy sabemos que esta sustancia extensa está compuesta de partículas elementales que interaccionan a través de cuatro fuerzas fundamentales: el electromagnetismo, la gravedad, la interacción fuerte y la interacción débil. De la misma manera que las letras de un alfabeto se organizan para formar sílabas, palabras, frases y oraciones completas, así también las partículas fundamentales se agrupan para formar estructuras cada vez más complejas como átomos, moléculas, elementos y sustancias que forman el tejido del que está constituido nuestro universo. Y así como las leyes de la gramática dictan la manera como las letras del alfabeto se organizan, las leyes de la física, la química y la biología estipulan la forma como las partículas fundamentales se agruparán para crear el universo que conocemos. Partículas fundamentales y leyes de la naturaleza darán como resultado un universo único y un comportamiento también único. Las partículas fundamentales, sus propiedades e interacciones, y las leyes de la naturaleza exclusivas de ese universo particular harán que sus contenidos se comporten como lo hacen. Pero Descartes también habló de otro tipo de sustancia diferente a la sustancia extensa y la bautizó con el nombre de sustancia pensante, que nosotros hemos llamado, para hacer las cosas más sencillas, sustancia B. Descartes nada dijo acerca de la naturaleza y composición de esta sustancia pensante o sustancia B. En aquellos tiempos no existía la más mínima evidencia de que la sustancia pensante pudiese tener un sustrato material como lo tenía la sustancia extensa. Hoy día, la cosmología moderna y la física de partículas han hecho un extraño descubrimiento que podría soportar la existencia de esa sustancia pensante que eludió a Descartes durante sus años de madurez filosófica. Estas dos sustancias servirían de soportes materiales de dos sistemas capaces de interactuar simultáneamente en ambos sentidos. La información fluiría desde la sustancia A hasta la sustancia B y viceversa. Repitamos brevemente lo que ya hemos dicho para dejar claro nuestro pensamiento. La información presente en nuestra mente se comporta de manera diferente a como se comporta la información en el entorno físico que nos rodea. Esto significa que las leyes de la naturaleza que rigen el comportamiento de la información en estos dos sectores de la realidad son diferentes. Leyes diferentes implican la existencia de partículas fundamentales con propiedades e interacciones diferentes. La respuesta a este interrogante es que debe existir un tipo de sustancia distinta a la sustancia A. La sustancia A es el sustrato de los fenómenos físicos. La sustancia B es el sustrato de muchos de los fenómenos que se originan en el espacio mental. Esta sustancia B serviría de soporte para crear el formato representacional de nuestros contenidos mentales. Recordemos uno de los supuestos básicos en los que se basa este trabajo: la información requiere de un tipo de soporte material para expresarse. La mente, al igual que el universo físico, contiene información, información representada en conceptos e imágenes mentales. ¿Cuál es entonces el soporte material de los conceptos y las imágenes mentales que cruzan por nuestra mente a cada instante? No solo eso. Yo considero que la sustancia B es el sustrato material que sirve de soporte para experimentar el universo del sueño mientras dormimos. Finalmente, algunos fenómenos anómalos, como las experiencias próximas a la muerte, las experiencias en el lecho de la muerte y las experiencias fuera del cuerpo requieren de un tipo de sustancia distinta para que esta información pueda ser representada y experimentada. Y es precisamente el comportamiento de la información presente en nuestros propios contenidos mentales, en nuestros sueños y en el desarrollo de estos fenómenos anómalos lo que sugiere la existencia de este tipo de sustancia que hemos bautizado como sustancia B. Pero ¿qué tipo de materia podría constituir la sustancia B? La sustancia B Yo propongo que el sustrato o la naturaleza de la sustancia pensante o sustancia B es otro tipo de materia distinta a la materia física descrita en el modelo estándar de la física de partículas. Esta materia podría finalmente describirse dentro de una versión ampliada o extendida del modelo estándar de la física,o sencillamente en un formulismo matemático completamente nuevo. A comienzos del siglo XXI se conocían más de un centenar de partículas fundamentales. El universo está fabricado con solo tres de ellas: el quark arriba, el quark abajo y el electrón. ¿No tienes curiosidad por saber que habrá pasado con las noventa restantes? Este tipo de materia a la que he llamado sustancia B estaría compuesta por partículas fundamentales “exóticas”, para diferenciarlas de las partículas fundamentales del modelo estándar. ¿Cómo interactuarían los componentes de la sustancia B? Mientras los componentes de la sustancia A interactúan mediante las cuatro fuerzas fundamentales conocidas, el electromagnetismo, la gravedad, la interacción nuclear fuerte y débil, los componentes de la sustancia B lo harían a través de nuevas fuerzas de la naturaleza desconocidas para la ciencia actual. Podrían ser versiones ocultas de la fuerza electromagnética y la fuerza débil. Las partículas tendrían masa y ejercerían efectos gravitacionales y quizá otras fuerzas desconocidas para nosotros. Partículas, fuerzas e interacciones diferentes o versiones desconocidas u ocultas de estas darían origen a una forma diferente de organización y estructuración de la materia. Esto quiere decir que podrían existir también versiones ocultas o diferentes de átomos y moléculas. Estas nuevas estructuras servirán de soporte a la información. Pero la información se comportará diferente debido al sometimiento a un conjunto de fuerzas naturales diferentes presentes en estos nuevos componentes fundamentales. ¿Cómo percibiríamos un universo de estas características? Un universo cuyas partículas tuvieran una versión oculta del electromagnetismo o no poseyeran carga eléctrica no emitirían luz tal y como la conocemos, serían invisibles para nosotros e interpenetrarían nuestra materia visible. Estos universos, al ocupar el mismo espacio, se interpenetrarían pero no chocarían entre ellos. Dualismo interaccionista ¿Cómo interactuarían estos dos dominios con partículas, fuerzas, interacciones y leyes físicas diferentes? A través de un concepto introducido por Maxwell y Einstein para explicar la acción a distancia ejercida por dos cuerpos visibles pero separados por el espacio sin ningún medio conector: los campos. Estos campos permitirían el fluir de la información de un dominio a otro de la realidad, ya sea en un sentido u otro y de todas las operaciones posibles de procesamiento. Por existir un intercambio de información fluyendo de un sentido a otro de la realidad, ocasionando una interacción mutua entre estos dos dominios, este tipo de dualismo podemos incluirlo dentro de los dualismos interaccionistas. Dualismo no interaccionista Finalmente, la interacción podría darse no a través de campos sino por algún tipo de entrelazamiento cuántico o una versión oculta de este. Una versión conocida como paralelismo psicofísico afirma que dos universos existentes en diferentes dominios de la realidad podrían estar conectados y ejercer efectos recíprocos. Geulincx, Louis de La Forge, Géraud de Cordemoy y Johann Clauberg, entre los siglos XVI y XVII, fueron los primeros que adoptaron este punto de vista que se conoció como ocasionalismo. Posteriormente, Nicolas Malebranche le proporcionó una forma más completa: la armonía preestablecida. En años recientes, el más misterioso de los fenómenos cuánticos —el entrelazamiento— podría proporcionarnos la clave para entender cómo la mente interacciona con el cuerpo. Nos recuerda mucho el ocasionalismo de Malebranche y la armonía preestablecida de Leibniz. ¿Existe la sustancia B? Hallazgos recientes en las áreas de la cosmología y de la física de partículas sugieren la existencia de un elemento oculto, extra, adicional y misterioso, constituido por un tipo de materia física no convencional que ha sido bautizada como materia oscura y una versión todavía más extraña de ella, la llamada energía oscura. Quizá aquí podrían hallarse las respuestas a muchos de los interrogantes planteados en los comienzos de esta obra. Pero antes de adentrarnos en este descubrimiento y sus implicaciones para la ciencia, la religión y la filosofía, veamos dónde podría estar localizada este tipo de materia recién descubierta. Resumen Entusiasmados por los descubrimientos y avances en determinadas áreas de la ciencia, algunos científicos se han sentido tentados a anunciar el pronto final de la estructura teórica que respalda sus respectivas áreas de trabajo. Esto sucedió a finales del siglo XIX con la física. Por supuesto, no hubo ningún final que lamentar. La física teórica continuó existiendo como un campo fértil de investigaciones y, hoy más que nunca, esta disciplina científica se encuentra abierta a planteamientos teóricos con los que jamás llegaron a soñar aquellos que anunciaron su prematuro final. A finales del siglo XX las neurociencias alcanzaron un desarrollo vertiginoso e impresionante. Esto condujo a António Damásio, uno de los neurocientíficos más importantes, a anunciar públicamente la pronta solución al problema mente-cuerpo. Como podemos ver, un error similar al sucedido con la física de finales del siglo XIX. Para responder a este importante investigador la mejor opción ha sido la de proponer, imitando el planteamiento de René Descartes, la presencia de dos tipos de sustancias que hemos bautizado con el nombre de sustancia A y sustancia B. Siempre existió el problema que Descartes en su tiempo no pudo definir con claridad qué era lo que para él representaba la “sustancia pensante”, o componente esencial de la mente. A la luz de la física y de la cosmología actual creo que ahora podemos ofrecer una posible solución al misterio. La sustancia A es la materia visible con la que está fabricado nuestro universo material, y la sustancia B es un tipo de materia no visible, recién descubierta, que constituiría el soporte representacional de toda la información contenida en la mente. Además, la sustancia B explicaría el soporte material necesario para que puedan darse ciertos tipos de fenómenos inusuales para los que actualmente la ciencia no tiene explicación. De la misma manera que la sustancia A está constituida por partículas fundamentales como son el quark arriba, el quark abajo y el electrón, la sustancia B estaría compuesta por un tipo de partículas exóticas con propiedades diferentes a las propiedades que caracterizan a los constituyentes fundamentales de la materia ordinaria. A la luz de los más recientes hallazgos científicos esto es perfectamente posible. Partículas fundamentales con propiedades e interacciones diferentes ofrecerían un universo cuyo comportamiento estaría regido por leyes de la naturaleza muy distintas que lo harían único, hecho perfectamente compatible con el tipo de observaciones llevadas a cabo en el terreno de los fenómenos mentales incluyendo las experiencias psíquicas de carácter “anómalo” e inusual. 10 El paisaje cósmico En una entrevista recientemente publicada en Scientific American, el Premio Nobel de Física Steven Weinberg afirmaba que quizá el universo que percibimos con nuestros sentidos y nuestros más sofisticados aparatos de detección no es lo único que existe: Especulamos en gran medida sobre cuestiones que consideramos fundamentales como, por ejemplo, las masas de las partículas, las diferentes variedades de fuerzas o el hecho de que vivimos en tres dimensiones espaciales y una temporal. Pero, quizá, todas estas características no sean fundamentales sino ambientales. El universoparece ser mucho más extenso de lo que hemos imaginado, mucho más que la región proveniente de la gran explosión, que es lo que vemos a nuestro alrededor85. Pero, ¿qué es ese algo más a lo que se refiere Weinberg? Quizá podamos adivinarlo si seguimos leyendo apartes de su entrevista: “Puede haber partes del universo (donde partes puede significar varias cosas) con otras propiedades, regiones donde lo que solemos denominar leyes de la naturaleza sean distintas, e incluso donde la dimensionalidad del espacio tiempo sea otra”86. La idea ha comenzado a sonar con insistencia dentro de círculos académicos de muy alto nivel. Leonard Susskind, uno de los padres de la teoría de cuerdas, introdujo en el año 2003 el término paisaje, que hoy forma parte de la jerga científica utilizada por astrónomos y cosmólogos: La palabra paisaje denota un espacio matemático que representa los ambientes posibles que permite la teoría. Cada ambiente tiene sus propias leyes de la física, sus propias partículas elementales y sus propias constantes de la naturaleza. Algunos ambientes son similares al nuestro aunque ligeramente diferentes. Por ejemplo, pueden tener electrones, quarks y todas las partículas normales pero con una gravedad mil millones de veces más fuerte que la nuestra. Otros tienen una gravedad como la nuestra pero contienen electrones que son más pesados que los núcleos atómicos. Y otros pueden parecerse a nuestro mundo excepto en una violenta fuerza repulsiva (llamada constante cosmológica) que desgarra galaxias, moléculas y átomos87. Incluso el espacio-tiempo, ese marco multidimensional donde se despliegan todos los fenómenos de la naturaleza, propios de un universo particular, puede llegar a ser diferente: “Ni siquiera las tres dimensiones del espacio son sagradas. Algunas regiones del paisaje describen mundos de 4, 5, 6 e incluso más dimensiones”88. Finalmente nuestro autor llega a una sorprendente conclusión: El estrecho paradigma del siglo XX de un universo de 10.000 millones de años de edad y 10.000 millones de años luz de diámetro, con un conjunto único de leyes físicas, está dando paso a algo mucho más grande y henchido de nuevas posibilidades. Nuestro universo parece ser solo un bolsillo infinitesimal de un fabuloso megaverso89. La idea de que la realidad se encuentre sectorizada no es nueva. A pesar de ser una y solo una, ella se expresa de forma múltiple y variada. Por ejemplo, uno de los criterios más conocidos para dividirla es la escala de tamaño. Esto nos ofrece una realidad separada en tres dominios diferentes, aunque localizados en el mismo espacio: el dominio de lo infinitamente grande, el dominio de lo infinitamente pequeño y el dominio donde actualmente nos desenvolvemos como seres humanos, el dominio de lo visual, de lo táctil, de nuestro entorno cotidiano. Estos tres dominios pertenecen todos a un mismo universo, el universo hallado frente a nuestros telescopios, microscopios y los órganos de nuestros sentidos. Pero existe otro criterio de división que posiblemente no vamos a encontrar fácilmente en nuestros textos de estudio. Este criterio tiene que ver con la posibilidad de que existan otros tipos de realidades aparte, fabricadas con partículas fundamentales diferentes a las utilizadas para elaborar el universo con el que nos encontramos familiarizados. Un universo de estas características, al estar compuesto de partículas fundamentales diferentes a las nuestras, exhibiría otros tipos de interacciones y de fuerzas, quizá versiones ocultas o ligeramente modificadas de nuestras propias fuerzas fundamentales. Un universo así mostraría un comportamiento muy propio, muy particular, impensable para nuestros científicos actuales. Como afirma el famoso físico Mark Tegmark, uno de los que con más ahínco han promovido la idea de la existencia de realidades paralelas en la actualidad, estos mundos no parecen ser simples especulaciones intelectuales de mentes desocupadas: “No son una mera fantasía sino una consecuencia directa de las observaciones cosmológicas”90. Los mundos, universos o realidades paralelas, como las queramos llamar, pueden estar presentes en una jerarquía de niveles que van desde los más simples hasta los más complejos, desde universos localizados en este mismo espacio- tiempo hasta realidades existentes en dimensiones diferentes del espacio, o quizá “en otra parte”, donde esa otra parte sea un concepto muy difícil de digerir en términos de nuestros lenguajes cotidianos, pero donde las matemáticas, tal vez, podrían llegar a sernos de considerable utilidad. Algunos son tan fantásticos que podrían pertenecer a la ciencia ficción. Otros son realidades simuladas fabricadas por mentes más evolucionadas que tal vez hubieran alcanzado un desarrollo tecnológico muy por encima del nuestro. Otros, todavía más fantásticos, podrían llegar a caber en nuestros propios bolsillos91. Pero en nuestra búsqueda de realidades posibles, podríamos dar con un universo contiguo, no tan extraño; un tipo de universo en estrecho contacto con el nuestro. Y este es precisamente el tipo de universo que estamos buscando para darle un soporte inequívoco a nuestra tesis original planteada desde el comienzo de esta obra: la existencia de un cerebro “no físico”, un cerebro fabricado con un tipo de materia distinta. Un cerebro diferente, hecho de materia diferente, estaría localizado en una realidad aparte pero contigua, y por supuesto la información, de acuerdo con la propuesta que planteo, viajaría de una esfera de realidad a otra, yendo y viniendo de aquí para allá y de allá para acá. Dos cerebros así estarían permanentemente comunicados desde el momento del nacimiento hasta el momento en que la contraparte material deje de funcionar. Un cerebro invisible estaría, de acuerdo con esta propuesta, interactuando simultáneamente con nuestra contraparte visible. En el momento de la muerte, este duplicado no material quedaría en libertad pero gozando de plena autonomía, y por supuesto de mente y de conciencia, la misma mente y la misma conciencia que animaba la contraparte material que acaba de abandonar. Por increíble que pueda llegar a parecer, la propuesta es perfectamente factible. Veamos ahora algunas de las clases de universos que podrían existir de acuerdo a modelos matemáticos que emergen de las más recientes observaciones llevadas a cabo, tanto en la mecánica cuántica como en la moderna cosmología. Dobles a cuarenta y dos mil millones de años luz Esta realidad alternativa no se encuentra localizada en otro tiempo o en otro espacio, como sucede en la mayoría de los relatos de ciencia ficción. Sencillamente este tipo de universo paralelo se despliega en el mismo espacio- tiempo que habitamos. Pero está tan alejado de nosotros que nunca seríamos capaces de detectarlo. Este modelo se basa en la idea de que el espacio puede llegar a extenderse indefinidamente y no tener una frontera localizable. En un espacio infinito todo tipo de realidades posibles se materializarán y se duplicarán una y otra vez. Nuestro universo sería como una isla flotando en medio de un océano lleno de islas parecidas. Muchas de estas islas podrían estar vacías y completamente muertas. Otras podrían contener estructuras físicas, pero no la vida tal y como la conocemos. Unas pocas podrían albergar criaturas inteligentes como usted o como yo. Y en alguna de ellas existiría la probabilidad de encontrar un entorno exacto muy similar al de nuestra isla, e incluso una versión exacta de usted mismo. ¿Sabe a qué distancia se encontraría ese otro yo suyo? Universo tipo 1 El universo tiene una edad calculadaen unos catorce mil millones de años, por lo tanto, la luz debe haber viajado catorce mil millones de años desde el momento de la gran explosión. Esto quiere decir que el universo visible tiene un tamaño de unos catorce mil millones de años luz de diámetro. A esto debemos sumarle varios miles de millones de años luz adicionales que corresponden a los efectos de la rápida aceleración experimentada por el universo en la actualidad. Una extraña fuerza repulsiva llamada energía oscura es la causante de este curioso fenómeno que hace que el universo se esté expandiendo a una velocidad más rápida de lo que antes se creía. Esto significa que nuestra capacidad de observación se extiende mucho más allá de los catorce mil millones de años luz llegando a ser del orden de los cuarenta y dos mil millones de años luz de distancia, de acuerdo con los cálculos más aproximados. Este es lo que se conoce como el horizonte cosmológico. Entonces, ¿a qué distancia se encontrará el duplicado suyo más próximo de nuestro universo? A más de cuarenta y dos mil millones de años luz de donde se encuentra usted sentado en este momento. Por supuesto, un doble suyo localizado a esta distancia no tendría absolutamente nada que ver con su yo actual. Ningún tipo de comunicación podría existir entre ustedes. Cada yo actuaría con completa independencia del otro. En un multiverso de estas características, cada uno de sus universos individuales estaría regido por las mismas leyes de la naturaleza que conocemos, pero las condiciones iniciales en cada uno de estos ambientes serían diferentes. Ante semejante panorama tan desesperanzador es mejor seguir adelante e investigar qué otra alternativa posible podríamos llegar a encontrar para nuestro modelo de la mente. Dentro de una burbuja El modelo conocido como el de la inflación caótica eterna da pie a la existencia de otra interesante posibilidad, la existencia de universos burbujas. Aquí, el espacio se expande continuamente, se estira, pero algunas regiones dejan de hacerlo y entonces forman unas especies de bolsas parecidas a burbujas. Emerge entonces un número infinito de estas burbujas. Cada una de ellas se corresponde con un universo como el nuestro. Las burbujas existen con completa independencia unas de las otras. Los universos descritos en este modelo estarían totalmente desconectados. Aquí, las fluctuaciones cuánticas harían que cada burbuja experimentara propiedades que las harían únicas. En una burbuja las propiedades de sus componentes fundamentales y las llamadas constantes de la naturaleza mostrarían unos valores, y en otras burbujas estos mismos componentes fundamentales mostrarían magnitudes distintas. Universos fabricados con partículas fundamentales diferentes y constantes distintas estarían regidos por leyes de la naturaleza que no necesariamente serían las mismas para todos los universos burbujas. Universo tipo 2 Los universos cuánticos Este tipo de universos aparecen en la época moderna en el seno de la física de partículas de alta energía. El modelo, conocido como la interpretación de los muchos mundos de la mecánica cuántica92, fue propuesto por el físico y matemático norteamericano Hugg Everett cuando realizaba su doctorado en la Universidad de Princeton a mediados de los años cincuenta del pasado siglo. La idea no es sencilla pero trataré de explicarla brevemente, y se centra en el problema de la medición. Pero antes, es necesario conocer un concepto, la llamada superposición de estados. La superposición es un fenómeno que fue inicialmente descrito en el mundo cuántico y describe la propiedad de un sistema de una partícula de poseer simultáneamente dos o más valores de una propiedad observada. Por ejemplo, una partícula fundamental como un electrón o un fotón puede encontrarse en una superposición de varios estados posibles: diferentes valores de velocidad, diferente posición y diferente orientación de su espín. Cuando un observador realiza una medición desde su laboratorio localizado en el dominio clásico de la realidad, dicha medición solo arrojará un único desenlace posible; en otras palabras, obtendrá solamente un resultado y no un conjunto de ellos que representen la superposición de los diferentes estados del sistema o de la partícula observada. Esto significa que únicamente una de todas las alternativas posibles sobrevivirá y será la arrojada por el experimentador al hacer la medición desde el laboratorio donde realiza la observación. Trataré de explicarlo mejor tomando un ejemplo de la vida cotidiana. Imagine un dado cuántico de seis caras. El dado existe en una superposición de seis estados posibles, pero al ser lanzado solo arrojará un resultado único dentro de las seis opciones. ¿Qué sucede entonces con el resto de las opciones? De acuerdo con el modelo propuesto por Everett, el resultado final será una superposición de estados alternativos, una copia de cada una de las opciones. Esas otras opciones se materializarán en realidades paralelas. Cada una de estas realidades evolucionará como si los otros resultados no se hubiesen dado. Los observadores localizados en cada una de las realidades posibles serían completamente inconscientes de la existencia de las otras realidades y de los otros observadores conscientes arrojados a la existencia en el momento de llevarse a cabo la medición. Los mundos paralelos de la mecánica cuántica no se encuentran por lo tanto localizados en un espacio ordinario o en alguna dimensión adicional de este espacio ordinario. Ellos sencillamente están localizados “en otra parte”. Universo tipo 3 Tan fantástico como esto pueda llegar a sonar, la interpretación de los muchos mundos de la mecánica cuántica ha ganado en los últimos años un fuerte soporte científico y una enorme popularidad. En julio del 2007 se celebró el 50 aniversario de la propuesta de Everett con un congreso realizado en la Universidad de Oxford y el derecho a aparecer en la portada de la revista Nature, el más importante journal científico del mundo. Quizá Everett, desde alguna realidad aparte, estuviera observando el curso de los acontecimientos que su modelo desencadenó en años recientes y se sintiera indudablemente muy satisfecho de lo acontecido. Universos matemáticos De acuerdo con Tegmark, todas las estructuras que existen matemáticamente también existen físicamente. Todo el universo físico puede ser expresado matemáticamente porque quizá el mismo universo sea de naturaleza matemática. En este tipo de universos el campo de la posibilidad está abierto a todo. Todas las alternativas son posibles. Acá no solo pueden variar las condiciones iniciales, el tipo de partículas y las propiedades que las caracterizan o las constantes de la naturaleza; aquí hasta las mismas leyes de la naturaleza pueden llegar a ser diferentes. No son universos fáciles de visualizar. Para ello, necesitaremos simbolizarlos de manera abstracta “como estructuras matemáticas que representan las leyes de la naturaleza de ese universo particular y único”. Universo tipo 4 El tipo de universo paralelo seleccionado Ahora bien, de todos estos tipos de universos que hemos revisado, ¿cuál podría llegar a ser el mejor candidato que permita explicar el modelo que intento ofrecer? En otras palabras, si existen procesadores de información diferentes al cerebro físico, ¿en qué tipo de realidad alterna estarían localizados? El candidato debe satisfacer dos requisitos. El primer requisito requiere que exista un flujo de información entre los diferentes órdenes de realidad comprometidos. La información deberá ser capazde viajar de un universo a otro. Por ejemplo, una enfermedad de Alzheimer echaría a perder toda una vida si solo existiese el cerebro físico. Al deteriorarse las vías que conducen la información y la central de almacenamiento por acumulación de proteínas extrañas en las estructuras del sistema nervioso, todos los recuerdos se perderían para siempre y la personalidad sufriría un deterioro irremediable y definitivo. Un procesador y una unidad de almacenamiento de la información localizada en una realidad paralela evitarían esta catástrofe. Esa es precisamente la función de un backup que nosotros utilizamos a diario para rescatar los datos y evitar que se pierdan de manera definitiva los datos de nuestras modernas computadoras. La naturaleza, que es indudablemente la mejor fábrica de patentes de la creación, ¿no habrá resuelto el problema? En este caso, el exceso de proteínas localizadas en las vías que transmiten y evocan la información en el cerebro material, aunque dañen de manera irremediable el andamiaje físico, no causará mayores estragos, ya que la información representada en los recuerdos y las vivencias experimentadas por esa conciencia individualizada en esta vida quedarían a salvo en esta especie de backup adicional. Al rescatar la información junto con los programas informáticos que constituyen el software o mente, estamos indudablemente rescatando la personalidad que ha sido preservada del daño ocasionado por la enfermedad física. Veamos ahora lo que sucedería en sentido contrario. Debe existir alguna comunicación que viaje desde ese cerebro invisible localizado “allí” y nuestra realidad física localizada aquí. El lector se dará cuenta ya de que parto del supuesto de que nuestra vida actual no es la única que hemos experimentado y de que llegamos a esta con una cantidad de información acumulada, es decir, traemos una personalidad previa que hemos venido cultivando desde mucho antes. Unos canales de comunicación parcialmente abiertos desde allá para acá permitirían cierto flujo de memoria, la memoria que tiene que ver con nuestras habilidades y talentos adquiridos con anterioridad, incluyendo muchos de nuestros gustos y aversiones pasados. Por supuesto, el flujo no es total y no recuerdas quién has sido antes, pero la memoria de talentos, habilidades, gustos y aversiones no se pierde y parte es rescatada y devuelta al cerebro físico cuando tomas tu primera respiración en este nuevo cuerpo. Espero que no seas de las personas que crees que las habilidades, los talentos, los gustos y las aversiones se heredan genéticamente. Primero repasa un poco la genética y mira bien qué es lo que se hereda. Los genes solo codifican proteínas y estas proteínas se organizan para crear el soporte físico que utilizas. Talentos, habilidades, gustos y aversiones están mucho más relacionadas con los términos información y programas informáticos que con la estructura física que los soporta; por eso no lo olvides nunca: la información y los programas no son el soporte físico que ellas utilizan para su expresión y representación. El segundo requisito es que el universo alternativo seleccionado debería estar fabricado con un set de partículas fundamentales, fuerzas e interacciones y leyes de la naturaleza que lo hagan único y exclusivo. Estas partículas, interacciones y leyes llevarían a la creación de estructuras simples y complejas como las que vemos en nuestro universo físico. Por supuesto que habría una diferencia: aunque la información es la misma, su comportamiento es diferente. Y esto está de acuerdo con las observaciones hechas por todos aquellos que han experimentado sueños lúcidos, experiencias fuera del cuerpo, experiencias próximas a la muerte y experiencias próximas a la muerte autoinducidas con técnicas avanzadas de meditación. Aunque la información vista durante este tipo de experiencias es la misma, el comportamiento de sus componentes es diferente. Resumen En años recientes los científicos han popularizado la idea de que el universo que vemos no es el único que existe. La idea ha sido bautizada con diferentes nombres: paisaje cósmico, multiverso o universos alternativos. Algunos de estos universos podrían encontrarse localizados en esta misma realidad física pero a cientos de miles de millones de kilómetros de nosotros. Otros estarían localizados dentro de pequeñas burbujas, regiones del espacio que no lograron expandirse. Un tercer grupo corresponde a los universos de la mecánica cuántica donde cada posibilidad toma un rumbo diferente de aquella que se convirtió en una realidad concreta en nuestro universo material. Un cuarto grupo estaría integrado por universos matemáticos. Por supuesto que existen otras posibilidades, los universos holográficos, los mundos brana, los universos de bolsillo y los universos paralelos artificiales, pero estos han sido los tipos de universos paralelos más conocidos y popularizados por físicos que los han trabajado93. Si existe un cerebro invisible, este deberá estar localizado en un universo alternativo. El descubrimiento de la materia oscura detectada por las influencias gravitacionales que sus componentes ejercen sobre la materia visible nos está sugiriendo que aquí mismo, no a cuarenta y dos mil millones de años luz de la tierra, una realidad paralela nos acompaña. Existe un universo aquí mismo, al lado del nuestro. 11 Un descubrimiento inquietante Etérea, sutil, invisible y oscura son sinónimos utilizados para designar un nuevo tipo de materia compuesta de partículas exóticas desconocidas, cuyas propiedades difieren de aquellas que pertenecen al tipo de partículas ordinarias que componen la materia visible. La materia visible Todo lo que percibimos a través de nuestros sentidos está fabricado con átomos compuestos de tres tipos de partículas: protones, neutrones y electrones. Recuerda cuando niño la imagen del átomo representado como un sistema solar en miniatura. Si reemplazamos el sol por el núcleo de protones y neutrones, entonces el electrón haría las veces de planeta girando alrededor de su núcleo central. Esta es la imagen tradicional que nos muestran los libros de Física que estudiamos durante nuestra adolescencia y está basada en los modelos atómicos semejantes a sistemas solares propuestos por Rutherford, Niels Bohr y los padres de la mecánica cuántica Louis de Broglie, Erwin Schrödinger y Paul Dirac, a mediados del pasado siglo. A su vez, los protones y los neutrones están hechos de quarks, las partículas fundamentales más pequeñas que se conocen. El electrón, hasta donde hemos llegado a investigar, parece ser también una entidad fundamental, es decir, no está constituido por partículas más simples. Algunos físicos piensan que los quarks no son tan fundamentales como se ha creído. De acuerdo con estos modelos, el quark a su vez estaría formado por partículas todavía más pequeñas llamadas preones. ¿Hasta dónde llega esta reducción? Nadie lo sabe. Existen, sin embargo, otros modelos aún más extraños que aparecieron en la década de los ochenta del pasado siglo. Ellos afirman que los quarks en realidad no son partículas sino pequeños filamentos de energía unidimensionales que los físicos han bautizado con el nombre de cuerdas. De la misma manera que la cuerda de un violín puede vibrar de muchas formas diferentes produciendo en nuestros oídos el sonido de diferentes notas musicales, la cuerda unidimensional también puede oscilar en diferentes frecuencias dando origen a diversos tipos de partículas, cada una con propiedadesque la hacen única y exclusiva. Para afianzar nuestro conocimiento, volvamos a hacer el recorrido, pero en sentido inverso, desde lo más pequeño hasta lo más grande. En la llamada escala de Planck, una milmillonésima de trillonésima de centímetro, las partículas fundamentales aparecen como hilos de energía que se mueven siguiendo patrones vibratorios determinados. A una escala mayor de tamaño, la cuerda que vibra incesantemente se presenta como una partícula puntual y compacta que ocupa una posición y se mueve a una velocidad determinada. Este universo de partículas puntuales crea las estructuras conocidas como átomos. Los átomos a su vez se agrupan en moléculas. Las moléculas constituyen las unidades básicas de los elementos de la tabla periódica de la química. Los elementos forman los diferentes tipos de sustancias de las que está hecho el mundo. Cuando el mundo es observado a una escala todavía aún mayor, la escala a la que nuestros sentidos se encuentran acostumbrados, entonces el universo se despliega en una multivariedad de estructuras y formas que nos sorprenden y nos asombran. Pero en su nivel más básico estas estructuras son cuerdas que vibran a una frecuencia determinada. Podríamos preguntarnos qué hay más allá de las cuerdas y entrar en dominios donde quizá solo existen bits de información, estructuras matemáticas fundamentales, pero esto haría las cosas más difíciles. De manera que quedémonos con el mínimo necesario para tratar de comprender el modelo propuesto en este trabajo. Este es el universo conocido, el universo del que nos hablaron Newton, Copérnico y Galileo, ampliado a la luz de los más recientes descubrimientos de la física de partículas, el universo de la astronomía y la cosmología tradicional, el universo atrapado en las maravillosas lentes del telescopio Hubble y cuyas imágenes nos han dejado atónitos al mostrarnos las maravillosas y enigmáticas estructuras de la creación. La materia invisible Ahora bien, existe algo diferente al protón, al neutrón, al electrón y a los quarks, que parece estar allí, interpenetrándolos, presente entre sus espacios vacíos y al mismo tiempo ejerciendo una poderosa influencia gravitatoria que ha sido observada a través de instrumentos de medición astronómica muy precisos y confiables. Si algo está ejerciendo algún tipo de influencia gravitatoria en ciertas regiones de nuestro universo visible, como parece suceder, este algo debe estar constituido por algún tipo de materia desconocida, cuyas propiedades hacen que se comporte como lo hace. Lo más probable es que este tipo de partículas exóticas que componen este material invisible no se encuentre clasificados en el modelo estándar de la física de partículas94 que la ciencia maneja en la actualidad. Aunque invisible, este tipo de materia parece existir con suma abundancia en el cosmos. Podemos localizarla a miles de millones de años luz de distancia, formando extensos halos o auras alrededor de los bordes externos de las galaxias y cúmulos lejanos, así como también en nuestro propio vecindario, alrededor y dentro de nuestros cuerpos hechos de materia visible. De acuerdo con los últimos cálculos realizados por expertos, la materia ordinaria, hecha de electrones, protones y neutrones, corresponde al 3% de la masa total crítica del universo, tal y como lo sostiene el modelo inflacionario propuesto por Alan Guth a comienzos de los años ochenta. Ese algo que interpenetra la materia visible parece contener de seis a ocho veces más cantidad de masa que la originada por toda la materia ordinaria calculada, es decir un 22% de esa densidad crítica total. El resto está ocupado por una versión todavía más misteriosa de ese material invisible, la llamada energía oscura, con un 75% del conjunto total. Creímos que la materia visible lo era todo, pero ahora sabemos que es solo un insignificante 3% de todo lo que abarca la realidad material. Materia visible, materia invisible y energía oscura Para físicos y cosmólogos, esta masa perdida parece ser el origen de comportamientos anómalos encontrados en la velocidad de los movimientos de ciertas estrellas presentes en galaxias y cúmulos distantes. El llamado efecto de lente gravitacional, ocasionado por los campos de atracción de conglomerados de estrellas y galaxias al paso de la luz y que dan origen a su curvatura, delatan su inequívoca presencia. Pero esto no es todo; se ha dicho también que parte de este material invisible —la llamada constante cosmológica, conocida como energía oscura— parece ser la directamente responsable de la expansión acelerada que sufre el universo en la actualidad y que consiste en una poderosa fuerza antigravitatoria que hace que todos los componentes del universo se estén alejando unos de otros a una velocidad mayor de la esperada. Si esto es así y la aceleración continúa indefinidamente, el universo podría terminar en lo que se conoce como un gran desgarrón, donde todas sus estructuras, desde los súper cúmulos hasta los átomos, serán finalmente destruidos por la fuerza derivada de esta energía invisible. Finalmente, otro podría ser el destino que le espera a nuestro universo. Si la gravedad, originada por la suma de la masa de la materia visible y la materia invisible, gana la batalla, entonces galaxias y estrellas iniciarán un recorrido en sentido inverso y volverán al punto inicial desde donde partieron, a la llamada singularidad desnuda que les dio nacimiento. Es muy posible que este ciclo de expansión y de contracción se repita por toda la eternidad. De manera pues que una verdadera guerra de titanes se desarrolla a todo lo largo y ancho de nuestro universo visible e invisible. Materia visible, materia invisible y su hermana gemela, la energía oscura, parecen tener en sus manos el futuro destino del universo y de cómo ese final inevitablemente llegará. Mientras esto sucede, la creación continúa desplegándose en su lado visible. Aquí, la materia se ha organizado creando planetas, sistemas solares y conglomerados de estrellas. No solo eso, quizá la vida se ha derramado como agua que fluye a todo lo largo y ancho del cosmos. Pero, ¿qué sucedió con su lado invisible? Las almas y los universos espirituales Algunos apuntan hacia un hecho fascinante e inesperado. Para muchos líderes religiosos, si estuvieran enterados de estos descubrimientos, este tipo de materia invisible constituiría el santo grial de muchas de las tradiciones antiguas: el soporte material de los cuerpos sutiles y de los universos espirituales. Las tradiciones religiosas occidentales hablan de un alma, una especie de intermediario entre el espíritu y el cuerpo material. Muchos creen que esta alma es un tipo de revestimiento físico sutil que oculta la conciencia humana de la misma manera que lo hace el cuerpo físico. Las tradiciones orientales afirman que la conciencia se encuentra envuelta en diferentes cubiertas de naturaleza material que la oscurecen. Luego de la muerte, el espíritu, envuelto por este revestimiento sutil constituido por la mente y sus diferentes componentes, viajará a mundos hechos también de este tipo de materia sutil. Si existen dominios de la realidad donde la conciencia, revestida de mente, se proyectará después de la muerte del cuerpo físico, estos dominios deberán tener también una localización y una estructura física. La materia invisible sería el sostén de estos lugares tradicionales que recientemente la Iglesia católica ha catalogado como estados de conciencia y no como lugares materiales. Como afirmé en la introducción, Deno Kazanis insinuóesta posibilidad en un artículo publicado recientemente en el journal de los estudios sobre la muerte, donde expone el marco teórico de sus planteamientos filosóficos: El descubrimiento de la materia oscura puede proporcionarnos la clave para resolver un antiguo misterio concerniente a la naturaleza de la mente humana. La materia oscura no puede ser vista o sentida, pero compone el 90% del universo. Desde que no se encuentra compuesta por partículas cargadas eléctricamente no puede producir ondas electromagnéticas y sí puede interpenetrar nuestra materia cargada visible. Yo sugiero que la materia oscura es la materia de los fenómenos místicos la cual constituye los cuerpos sutiles y que ya se encontraba presente y es la responsable del big bang que creó la materia visible que conocemos95. Finalmente, para los filósofos de la mente, este hallazgo podría conducir a un nuevo modelo capaz de ofrecer una respuesta a muchos interrogantes: el formato físico de muchas de las llamadas representaciones mentales. Nuestra mente, como nuestro universo, contiene información y la información requiere de un soporte físico para manifestarse y expresarse. La materia ordinaria y el tipo de partículas fundamentales que la componen constituyen el soporte físico de la información que se expresa en nuestro universo material. Quizá la materia oscura constituya el telón de fondo de nuestros sueños y de nuestros más sutiles pensamientos. Esta materia sutil constituirá el soporte físico, el material utilizado por la mente y la conciencia para escribir y vivir su propia historia, colectiva y personal. Ahora bien, todas estas opciones no tienen por qué ser mutuamente excluyentes. La materia invisible, su estructura y su organización quizá sean la respuesta a todas las inquietudes planteadas simultáneamente por físicos, astrónomos, filósofos de la mente y líderes religiosos. Por supuesto que podría existir otra explicación: es posible que la gravedad pueda llegar a comportarse de una manera bastante extraña y diferente cuando tratamos con escalas de tamaño infinitamente grandes, pero como afirma Lee Smolin en su última obra, Las dudas de la física en el siglo XXI, esta opción es quizá la menos viable: “La hipótesis de la materia oscura es la preferida, porque la única otra posibilidad, de que nos hayamos equivocado acerca de las leyes de Newton y por extensión acerca de la relatividad general, resulta demasiado aterradora para ser ni siquiera tenida en cuenta”96. Hace poco me preguntaban qué relación podría existir entre esta materia oscura causante del comportamiento anómalo de estrellas y galaxias y nuestro cerebro físico; al fin y al cabo, me estoy valiendo de un descubrimiento cosmológico para responder interrogantes de algo tan ajeno a la cosmología como es el estudio de la mente humana y su futuro destino. Bueno, yo hago una pregunta similar: ¿qué relación existe entre una galaxia hecha de materia ordinaria y el cerebro físico? La respuesta es simple: ambos están hechos de los mismos componentes, están construidos con los mismos materiales básicos. Sus comportamientos se encuentran condicionados por el mismo tipo de leyes físicas. Si esa materia visible, de la que están hechas las galaxias, se ha organizado formando todas las estructuras que vemos hoy día, incluyendo el sistema solar, nuestro planeta y todas las estructuras físicas, biológicas y no biológicas que conocemos, ¿por qué la materia oscura no pudo haberse organizado de manera similar, a la par, de su hermana, la materia visible? Si la materia oscura se ha organizado de una manera semejante a la materia visible y ha originado un universo invisible compuesto, como el universo visible, de formas y estructuras que han evolucionado con el correr del tiempo, un cosmos paralelo podría estar corriendo simultáneamente al lado del nuestro. Las implicaciones de un descubrimiento semejante serían absolutamente revolucionarias y cambiarían radicalmente nuestra ciencia, nuestras creencias filosóficas y religiosas y, quizá lo más importante, lo que esperamos le suceda a nuestra mente después de la muerte del cerebro físico. En un artículo recientemente publicado en la prestigiosa revista Scientific American, Jonathan Feng, físico teórico y especialista en materia oscura de la Universidad de California, y Mark Trodden, codirector del Centro de Cosmología de Partículas de la Universidad de Pensilvania, afirmaban que los últimos descubrimientos acerca de la materia oscura han puesto en tela de juicio la idea generalizada de que la materia y la energía oscura constituyan las sustancias más asociales del cosmos: La principal enseñanza de los modelos es que no existe ninguna razón para creer que la materia oscura sea tan aburrida como se pensaba. Si admitimos la posibilidad de partículas ocultas cuyas propiedades van más allá de los modelos tradicionales, parece considerar entonces todo el abanico de posibilidades. ¿Podría existir todo un sector de partículas ocultas? ¿Tal vez un mundo similar al nuestro, con versiones ocultas de electrones y protones que se combinan para formar átomos, moléculas, planetas y estrellas ocultos?97 La primera vez que se vislumbró esta idea, afirman los autores, se remonta al año de 1956, cuando los físicos Tsung-Dao Lee y Chen Ning Yang hicieron referencia a ella en un artículo que les valió el Premio Nobel. Posteriormente, otros físicos la exploraron en detalle, entre ellos Robert Foot y Raymond Volkas de la Universidad de Melbourne. Desde luego, “la idea resulta sumamente tentadora”: ¿Pudiera ser que lo que detectamos como materia oscura se correspondiese con un mundo similar al nuestro? Cabe incluso fantasear con físicos y astrónomos ocultos, que observarían a través de sus telescopios y se preguntarían por la naturaleza de su materia oscura, que se correspondería con nuestra materia ordinaria98. ¿Por qué poner las cosas difíciles cuando todo puede ser más sencillo y elegante? Si un universo hecho de materia invisible corre paralelo con este universo visible, entonces ese universo podría estar interactuando simultáneamente con el nuestro. ¿Por qué creer que cada uno va por su lado? Al fin y al cabo, ambos parecen estar ocupando el mismo espacio. Imaginemos dos siameses o un par de enamorados que caminan juntos, uno al lado del otro. Van a hacer el mercado, asisten al cine, comen juntos y comparten una cama, pero nunca se comunican. Por supuesto que esta es una situación inverosímil que sabemos nunca se dará en la vida real. Si dos universos corren paralelos, uno al lado del otro, lo más lógico es suponer que exista algún tipo de comunicación e interacción entre ellos. Y esta interacción existe, ya lo hemos visto: la materia oscura ejerce una influencia gravitacional sobre la materia visible y de ella y de su compañera, la energía oscura, depende nada más y nada menos que el futuro del universo. Si estos dos universos, uno de materia visible y otro de materia invisible, interactúan y se comunican, entonces un cerebro invisible hecho de partículas exóticas podría estar interpenetrando nuestro cerebro hecho de partículas visibles. Yo sugiero en este trabajo que el cerebro visible tiene una contraparte invisible y que ambos interactúan posiblemente a través de campos99, un hecho absolutamente genial con el que la naturaleza habría en cierta forma resuelto el problema de la supervivencia de la información, de la personalidad y del yo o del sí mismo. La naturaleza ya nos tiene acostumbrados a este tipo de sorpresas. El descubrimiento de la molécula genéticaen los años cincuenta del pasado siglo nos permitió evidenciar cómo se las ingenia para resolver los más intrincados problemas. Yo pregunto: ¿puede existir algo más complicado que duplicar la información, como la naturaleza magistralmente lo hizo utilizando la molécula de ácido desoxirribonucleico y de esta manera hacer que la vida se perpetúe como lo hace? Como veremos, la transmisión de la información entre los dos cerebros y la forma como el cerebro invisible queda en libertad en el momento de la muerte física es prácticamente una réplica de lo que sucede cuando las hebras complementarias del ADN se separan para dar origen a dos segmentos similares a los originales. En el momento de la duplicación de la molécula genética los puentes de hidrógeno que las unen desaparecen por la acción de las enzimas apropiadas para ello, los campos que mantienen unidos estos dos procesadores físicos de información, el cerebro visible y el cerebro invisible, también desaparecen al dejar de fluir la corriente eléctrica por la neurona y el campo magnético que la acompaña. La solución que esta misma naturaleza propone para resolver el problema de la supervivencia de la personalidad humana era absolutamente impensable hasta la llegada de la teoría electromagnética y de las ciencias de la información. Si a esto le sumamos recientes aportes que van más allá de lo establecido con anterioridad por la cosmología y la física de partículas elementales, entonces surge de manera inesperada un horizonte poco creíble hasta hace muy pocos años. Durante siglos existió la eterna controversia entre materialistas, dualistas e idealistas y de si la mente sobrevivía a la muerte del cuerpo. No había manera de generar propuestas capaces de reconciliar estos diferentes puntos de vista. El descubrimiento que relato en este libro podría cambiarlo todo. Esta es la fascinante posibilidad que he intentado explorar a lo largo de esta obra. Resumen Hasta solo unos pocos años, la materia visible, aquella que percibíamos a través de nuestros sentidos y de nuestros más poderosos instrumentos de observación parecía ser la única existente. De acuerdo con el modelo estándar de la física, esta materia se encontraba hecha de átomos. Un átomo a su vez contiene un núcleo de protones y neutrones y electrones girando a su alrededor. Pero los protones y los neutrones no son las partículas más pequeñas que se conocen. Ellos se encuentran compuestos de quarks. Existen en total treinta y seis variedades de quarks, incluyendo sus antipartículas. De ellos, solo dos han sido utilizados por la naturaleza: el quark arriba y el quark abajo. Hasta donde sabemos, el quark no es divisible; sin embargo, han aparecido algunos trabajos recientes que sugieren que los quarks se encuentran a su vez hechos de partículas más pequeñas llamadas preones. ¿Hasta dónde llega esta división? No lo sabemos. Una partícula fundamental tiene propiedades que la hacen única: el espín, la masa y la carga eléctrica. A su vez, estas partículas fundamentales interaccionan entre sí gracias a las llamadas fuerzas de la naturaleza: la fuerza nuclear fuerte, la nuclear débil, el electromagnetismo y la gravedad. Estas partículas fundamentales, el quark arriba, el quark abajo y el electrón y las cuatro fuerzas de la naturaleza son los elementos básicos necesarios para construir el universo con el que estamos familiarizados. Por lo menos eso era lo que creíamos hasta hace poco. Observaciones muy meticulosas llevadas a cabo desde hace más de medio siglo sugieren que más allá de la materia visible existe un tipo de materia diferente, invisible a la visión ordinaria, que los cosmólogos han bautizado con el nombre de materia oscura. Su existencia es deducida de los efectos gravitacionales que sus componentes ejercen sobre la materia visible. Una de las cosas que más ha llamado la atención de este descubrimiento es que la materia invisible es cientos de veces más abundante que la materia ordinaria. ¡Lo que vemos es solo un 4% de todo lo creado! El resto es completamente desconocido. Aunque se desconoce el tipo de partículas que la componen y sus propiedades, científicos como Mark Trodden del Centro de Cosmología de Partículas de la Universidad de Pensilvania y Jonathan Feng, físico teórico y especialista en materia oscura de la Universidad de California, creen que este tipo de materia oscura podría estar compuesta por todo un sector de partículas distintas que interactuarían entre sí mediante nuevas fuerzas de la naturaleza. Si esto es así, las partículas fundamentales que componen la materia oscura podrían haberse organizado formando estructuras mucho más complejas semejantes a los átomos y moléculas de nuestra materia visible. Todo un universo existiendo paralelo al nuestro. En años recientes, Deno Kazanis, biofísico de la Universidad de Pensilvania, sugirió que esta materia podría ser el soporte físico de los cuerpos sutiles y de los universos espirituales de los que nos hablan la mayoría de las tradiciones filosóficas y religiosas del pasado. El autor cree que los efectos gravitacionales ocasionados por la materia oscura sobre la materia visible son causados por presencia de un universo paralelo contiguo al nuestro. Estos dos universos, el uno hecho de materia visible y el otro de materia invisible interactúan y se comunican. Cada uno de nosotros utiliza dos cerebros. Yo he propuesto que el cerebro invisible estaría hecho de este tipo de materia oscura y que podría estar interactuando simultáneamente con nuestro cerebro hecho de materia visible. 12 El regreso de Descartes Fue en el siglo XVII cuando el filósofo y matemático francés René Descartes (1596-1650) propuso en sus Principios de filosofía (1644) la existencia de dos tipos de sustancias a las que bautizó con el nombre de sustancia pensante y sustancia extensa. La primera se aplicaba a la mente o alma, la segunda pertenecía al cuerpo material. El atributo principal de la sustancia del alma era el pensamiento mientras que el atributo principal de la sustancia del cuerpo era la extensión y el movimiento. Palabras más, palabras menos, existían una mente y un cuerpo y ambos eran de naturaleza diferente. Luego de haber descubierto el primer principio de su filosofía “Pienso, luego existo”, Descartes dirigió toda su atención a su alma o yo, llegando luego de una intensa reflexión a concluir que él, como ser pensante, era de un tipo de sustancia diferente a la del cuerpo que le pertenecía, que podía incluso llegar a existir sin ese cuerpo que en vida parecía ocupar. En su Discurso del método, obra magistral publicada en 1637 afirmaba: Comprendí que yo era una sustancia, cuya naturaleza o esencia era a su vez pensamiento, sustancia que no necesita de ningún lugar para ser, ni tampoco dependía de ninguna cosa material, de suerte que este yo, o lo que es lo mismo, el alma por la cual soy lo que soy, es enteramente distinto del cuerpo y más fácil de conocer que él100. Había nacido el dualismo en su versión moderna y con él la filosofía de la mente, una de las seis ramas del llamado hexágono cognitivo, ese conjunto de disciplinas que busca explicar el comportamiento y la naturaleza de los sistemas biológicos y no biológicos que procesan inteligentemente la información. Estas dos sustancias, la res cogitans y la res extensa, como Descartes las llamó, o sencillamente mente y cuerpo, eran radicalmente opuestas y difíciles de definir. En aquellos tiempos, poco o nada se sabía acerca de la composición y la naturaleza de la materiafísica. Es posible que Descartes haya conocido la propuesta de los filósofos griegos Leucipo y Demócrito, quienes en el siglo IV a. C. afirmaban que todas las cosas materiales se encontraban hechas de partículas diminutas e indivisibles a las que bautizaron con el nombre de átomos. Casi trescientos años separaban a Descartes de la llegada de Thompson y el descubrimiento de la primera partícula elemental conocida: el electrón o de los modelos atómicos propuestos en el siglo XX por Rutherford, Bohr y De Broglie. Lejanos todavía estaban los días cuando, a finales del siglo XIX, Camilo Golgi, Santiago Ramón y Cajal y Charles Sherrington darían nacimiento a la llamada doctrina neuronal. Alan Turing y su propuesta computacional no habían aparecido todavía en la escena, y la aproximación conexionista, propuesta a finales del siglo XX, era solo un modelo distante y remoto. En esas condiciones tan limitadas para el conocimiento, ¿cómo poder intuir algo acerca de lo que podría ser la naturaleza del pensamiento y de los programas informáticos que procesaban la información? Descartes no se cruzó de brazos a la espera de tiempos más propicios para poner a trabajar sus habilidades cognitivas. Considerado como el padre del racionalismo moderno, nuestro filósofo enfocó toda su capacidad intelectual a la solución del problema mente-cuerpo que tanto le preocupó en los últimos años de su existencia. Descartes no parece haber ofrecido una solución clara a estos problemas que su propuesta planteó desde un comienzo. La explicación de la glándula pineal y los espíritus animales, incluso en su tiempo, fueron insuficientes. Si no existía una clara concepción de lo que era la materia o sustancia extensa, era mucho menos posible adivinar lo que podría ser esa res cogitans o sustancia pensante que él identificaba con la mente. Definir entonces la relación entre mente y cuerpo y la forma como podrían llegar a interactuar era absolutamente imposible, aunque algunos filósofos posteriores a Descartes, como Malebranche y Leibniz, intentaron ofrecer algunas novedosas soluciones. Las dificultades planteadas acerca del tipo de materia que constituía la mente, el modo de interacción que se daba con la materia física y el dualismo metafísico propuesto como solución fueron una herencia con la que muchos pensadores del siglo XX no estaban dispuestos a convivir. El fantasma de la máquina parecía tener sus días contados. En 1949, el filósofo de Oxford Gilbert Ryle pretendió darle una muerte definitiva con la publicación de su obra: El concepto de lo mental. Ryle creyó que Descartes había caído en lo que él denominó un craso error categorial. Pero ¿qué es un error categorial? Imagine, dice Ryle, que un turista extranjero llega hasta Oxford o Cambridge y se le muestran todas las oficinas administrativas, los departamentos científicos, las bibliotecas, los museos y campos deportivos y finalmente los colleges, y entonces, de repente, nuestro visitante se voltea y nos pregunta “¿Pero dónde está la universidad?”. Por supuesto que él ha visto dónde trabaja el personal de la sección administrativa, dónde practican los deportes los estudiantes, dónde acuden para realizar sus trabajos de investigación y dónde se llevan a cabo los experimentos científicos, pero él aún no ha conocido la universidad donde “residen y trabajan sus miembros”. Para ello, dice Ryle, tenemos que explicarle a nuestro visitante que la universidad no es una institución existiendo paralelamente a los colleges, a los laboratorios, a la biblioteca o a las oficinas administrativas. La universidad es todo ello, la manera como se organiza todo lo que ha sido visitado. Cuando se ha visto todo esto, afirma Ryle, entonces se dice que se ha visitado la universidad. El error ha consistido en creer que la universidad es un miembro más de la clase a la que pertenecen todos los demás miembros. “Erróneamente se ha asignado a la universidad la misma categoría a la que pertenecen aquellos”101. Ryle proporciona otro ejemplo de lo que es un error categorial. Es el caso de un niño a quien se le invita para que presencie el desfile de una división militar. Luego de que el niño ha observado el paso de los escuadrones, las baterías y los batallones, entonces pregunta que cuándo va a pasar la división. Se le explicará entonces que cuando vio pasar todas las unidades antes mencionadas vio pasar la división que esperaba. “El desfile no era efectuado por batallones, baterías, escuadrones y una división, sino por los batallones, baterías y escuadrones de una división”. Los errores categoriales, dice Ryle, son cometidos por personas que no saben cómo emplear conceptos. “Su perplejidad nace de su incapacidad para utilizar determinadas palabras”102. Según Ryle, el error de Descartes consistió en presentar los hechos de la vida mental como pertenecientes a un tipo de categoría diferente, similar a las categorías utilizadas para representar los objetos y fenómenos físicos: La representación de una persona como si fuera un fantasma misteriosamente oculto en una máquina deriva de este hecho. Debido a que el pensamiento, el sentimiento y los actos de una persona no pueden describirse únicamente con el lenguaje de la física, de la química y de la fisiología, se supone que deben ser descritos en términos análogos. Como el cuerpo humano es una unidad compleja organizada, la mente humana también debe ser una unidad compleja organizada, aunque constituida por elementos y estructuras diferentes. Como el cuerpo humano, al igual que cualquier otro trozo de materia, está sujeto a causas y efectos, también la mente debe estar sujeta a causas y efectos, pero de tipo no mecánico103. El concepto de lo mental parece haber despertado un inmenso entusiasmo, especialmente entre los seguidores de las corrientes conductistas y los filósofos del lenguaje. Esto, aunado al desarrollo de los recientes avances en las neurociencias, que parecerían sustentar de manera definitiva un soporte material, exclusivo para la mente, localizado dentro del cráneo, hizo que muchos anunciaran prematuramente la muerte de lo que llegaron a bautizar como el mito cartesiano, como lo expliqué en el Capítulo 10, “La respuesta a Damásio”, algo muy similar a lo sucedido con la física que algunos quisieron dar como concluida a finales del siglo XIX. El daño estaba hecho. No solo eso, identificar la mente con el cerebro condujo a muchos a creer que nuestros actos mentales son una consecuencia directa del funcionamiento de las estructuras cerebrales. Esto puede llevar a los sujetos a evadir todas las responsabilidades éticas y morales que se derivan de nuestros actos sociales. En una obra publicada hace más de veinticinco años titulada Lo mental como físico104, su autor Edward Wilson, de la Universidad de Newcastle, exponía las consecuencias de una de las aproximaciones materialistas más relevantes, la llamada “teoría de la identidad”. Esta teoría propone que los estados mentales son idénticos a los estados cerebrales. De acuerdo con este autor, la ciencia actual nos permite asegurar la identidad de lo físico con lo mental. Si esto es así, la conducta o el comportamiento de los seres humanos caen dentro de las mismas categorías que la determinación causal y el resto de los procesos físicos; por lo tanto, llegar a suponer la existencia de una voluntad libre y atribuir al hombre responsabilidad moral está fuera de todo contexto. Según estos planteamientos, los principios de responsabilidad moral tradicionales carecen de razón de ser. No existe entonces justificaciónalguna para las sanciones que imponen los códigos penales en rigor. Como diría el apóstol Pablo: “Comamos y bebamos que mañana moriremos”. Grave y triste conclusión para un arte como el derecho, que, según este planteamiento, perdería toda su autenticidad. A excepción de sir John Eccles, Premio Nobel de Medicina, y de Karl Popper, el famoso filósofo de la ciencia, quienes sustentaron modelos dualistas de la mente que defendieron en dos obras muy conocidas105, el resto de los escasos defensores del dualismo se caracterizaron por una absoluta falta de imaginación y de creatividad que les permitieran defender la posibilidad de un modelo dualista, bien argumentado, utilizando para ello los últimos avances y todas las herramientas disponibles en las diferentes disciplinas comprometidas con el estudio de la mente humana en toda su compleja dimensión. Pero volvamos nuevamente a Descartes. Él no propuso ningún tipo de sustancia como soporte físico de la mente; solo afirmó que no ocupaba lugar en el espacio y que carecía de extensión. Sin embargo, poseía un atributo que no se hallaba presente en la sustancia material: el pensamiento. En su libro Materia y conciencia, Paul Churchland, profesor de Filosofía de la Universidad de San Diego, en California, afirmaba que este dualismo sustancial, a pesar de las enormes dificultades que confrontaba, podía llegar a suavizarse si pensáramos en un dualismo menos extremo al que él bautizó con el nombre de dualismo popular. La mente vendría a ser como un fantasma dentro de una máquina: “La máquina es el cuerpo humano y el fantasma es una sustancia espiritual cuya constitución interna es totalmente diferente de la materia física, pero aun así, posee plenamente las propiedades espaciales”106. Esta postura, afirma Churchland, no tiene por qué plantear las mismas dificultades que enfrentó Descartes en su tiempo: “La mente está allí mismo, en contacto con el cerebro y la interacción entre ambos tal vez se pueda entender en términos del intercambio de energía de una forma que la ciencia todavía no ha podido identificar y comprender”107. Más adelante, al evaluar el dualismo, Churchland afirma que “las pruebas de esta sustancia pensante no material son bastante endebles”. Si revisamos la edición original de esta obra, apareció en 1984, y una versión corregida por el autor en 1988. Hoy, veintinueve años después, puedo afirmar que las cosas han cambiado dramáticamente y que hoy día se puede insinuar un posible candidato “que sirva de sustancia para la mente”. Pero, ojo, las últimas palabras las coloqué entre paréntesis. Debe quedar claro que en la teoría expuesta ahora, y en otras obras de próxima aparición, la mente no es sustancial; lo que yo quiero dejar claro es que esa mente también utiliza otro tipo de soporte físico diferente al cerebro material. A la luz de la moderna teoría de la información, de la teoría de sistemas, de los más recientes aportes hechos por la ciencia de la inteligencia artificial y de los últimos descubrimientos en las áreas de la cosmología y de la física de partículas de alta energía, creo que existen motivos e indicios suficientes para sacar el dualismo de la sala de cuidados intensivos donde había permanecido recluido en los últimos cincuenta años. Esto me permitirá proponer un modelo nuevo de la mente basado en estos aportes recientes y un posible tipo de interacción mente-cuerpo que era impensable hasta hace solo unos pocos años. Soy consciente de que un modelo dualista no constituye una solución definitiva al problema mente-cerebro, pero traslada el problema a una dimensión diferente, llena de vastas y fantásticas posibilidades. El cerebro físico quizá no sea el único procesador que la mente utilice para percibir, organizar y almacenar la información. Existiendo simultáneamente con el cerebro físico, se encuentran otros procesadores: cerebros invisibles situados en paralelo e interconectados a través de campos. La idea puede sonar tan inverosímil que cuesta creer que esto sea posible, pero la he sustentado y me he valido de todos los recursos de los que dispongo en la actualidad para hacerlo de la manera debida. Este planteamiento no es nuevo y, como tendremos ocasión de revisar, ya había sido insinuado por numerosos pensadores, filósofos y místicos de la Antigüedad. “Nada hay nuevo bajo el sol”, afirmaba el autor del Eclesiastés. La diferencia es que actualmente existen argumentos lo suficientemente poderosos para respaldar estos puntos de vista largamente olvidados. Con el tiempo, llegarán otros que ampliarán el modelo que estoy proponiendo como en el pasado se hizo con cualquier idea nueva que haya sido lanzada a la consideración de la gente culta, curiosa e interesada. Por ahora es solo eso, una idea. Este nuevo modelo no contradice el materialismo que sigue vigente, simplemente lo amplía como sería ampliar el modelo estándar de la física de partículas; tampoco se opone a los que sustentan la hipótesis de una mente independiente del cerebro. Apoya todas las investigaciones que se han llevado a cabo hasta el día de hoy pero contradice rotundamente algunas de las inferencias y deducciones que muchos neurocientíficos han afirmado basándose en un conocimiento limitado que tienen del problema planteado. Uno de los hechos más increíbles es que el universo funciona racionalmente y su funcionamiento puede llegar finalmente a ser comprendido por la mente humana en un futuro cercano, por supuesto, cuando el cerebro sea capaz de crear los circuitos neuronales y las sinapsis necesarias para ello. Este libro, creo yo, podría en parte contribuir a que esto suceda. Cuando combinamos el conocimiento propio de las diferentes disciplinas cognitivas involucradas junto con los últimos aportes en otros dominios de la ciencia, así nos parezcan ajenos a primera vista, surge un modelo lógico, racional, coherente y claro de la mente humana que nos permitirá avanzar más allá y salir del atolladero en el que nos encontramos hoy en día. Uno de esos descubrimientos es precisamente el de la materia oscura, un tipo de materia invisible, de propiedades desconocidas para la ciencia actual, que interactúa paralelamente con la materia visible que perciben nuestros sentidos. Por supuesto debe quedar muy claro que si, dado el caso, los científicos llegan a retractarse acerca de la naturaleza material de la llamada materia oscura, esto no invalida la propuesta hecha. La brecha ha quedado abierta al plantearse la posibilidad de que existan otros tipos de partículas fundamentales diferentes al electrón, al quark arriba y al quark abajo, capaces de haber seguido un curso evolutivo diferente, de interactuar y de haberse organizado de otra manera, dando origen a nuevas fuerzas y nuevas leyes de la naturaleza. Yo creo, y así lo afirmo en este trabajo, que la materia invisible, sea o no la materia oscura a la que nos estamos refiriendo, constituye uno de los soportes físicos de la mente, diferentes al cerebro, y la explicación a muchos aspectos de su comportamiento que hasta el día de hoy permanecen en el más absoluto misterio. Resumen En sus Principios de filosofía, publicado en 1644, René Descartes propuso la existencia de dos tipos de sustancia: la sustancia pensante y la sustancia extensa. La primera hacía referencia al alma mientras que la segunda correspondía al cuerpo material. Había nacido el dualismo en su versión moderna. En aquellos tiempos a Descartes le quedó muy difícil ofrecer una explicación acerca de lo que quería decir con la existencia de estos dos tipos de sustancia. Mucho menos pudo ofreceruna adecuada explicación acerca de cómo estas dos sustancias interactuaban. La explicación de la glándula pineal y de los espíritus animales no convenció. En 1949, Gilbert Ryle, filósofo de Oxford, publicó El concepto de lo mental, donde afirmaba que Descartes había caído en lo que él llamo un error categorial. La obra parece haber causado entusiasmo especialmente entre los seguidores de la corriente conductista y los filósofos del lenguaje. Esto, unido al desarrollo de las neurociencias, hizo que algunos, como António Damásio, se entusiasmaran demasiado y anunciaran prematuramente la muerte del mito cartesiano. Algunos, como sir John Eccles y Karl Popper, continuaron siendo dualistas. En su obra Materia y conciencia, Paul Churchland, filósofo de la Universidad de San Diego, en California, intentó suavizar el problema. Esto sería factible si pensáramos en un dualismo menos extremo que llamó dualismo popular. Actualmente, a la luz de la teoría de la información y de las ciencias de la computación y gracias a recientes hallazgos como el descubrimiento de la materia oscura, el dualismo tiene la posibilidad de verse reivindicado. La mente humana, de acuerdo con la hipótesis manejada por el autor, utiliza dos tipos de procesadores para manejar la información, el uno hecho de materia visible y el otro hecho de materia invisible, y la interacción cerebro visible y cerebro invisible se daría a través de campos de naturaleza física. Son dos cerebros fabricados con dos tipos de sustancia diferente. Algo parecido fue lo que muy seguramente quiso afirmar Descartes hace más de cuatrocientos años. 13 Materia oscura No es nuestro objetivo en este trabajo discutir la naturaleza material o inmaterial de la información, pero hay algo que sí está claro: la información requiere de un medio físico para su recepción, su codificación, transmisión, almacenaje y representación. La información necesita de un medio físico para hacerse evidente a nuestros sentidos en el mundo material. Un poema, una ecuación matemática, una idea en mi mente es información que requiere de una plataforma para ser transcrita, leída y conocida por otros. Esta plataforma puede ser simplemente una hoja de papel, la pantalla de una tablet o de un iPhone. La información contenida en una pintura está representada en el dibujo de colores trazado sobre la tela o el lienzo que le sirve de soporte. La pantalla del cine o de un televisor y el haz de luz utilizado es el apoyo material de que se sirve la información para llegar hasta cada uno de nosotros. La información para fabricar un ser humano se encuentra codificada en los veinticinco mil genes presentes en el interior del núcleo de la célula. Toda la información que el universo contiene requiere de un tejido material donde esta información pueda representarse. Este tejido está construido con los diferentes tipos de partículas fundamentales que soportan la realidad que percibimos con nuestros sentidos físicos: el quark arriba, el quark abajo y el electrón. La materia de la mente Pero la información no solo la percibimos exteriormente. Ella también se halla presente en el interior de nuestras mentes. Los pensamientos, la fantasía, lo imaginario, los deseos, las intenciones y las creencias son información, información que es percibida no a través de un ojo físico sino directamente por la conciencia. ¿Sobre qué tipo de superficie material está representada la información que percibes en el interior de tu mente cuando piensas, fantaseas o imaginas? Ahora figúrate en un sueño. Te encuentras parado de pie en medio de un hermoso bosque. Diriges tu mirada al frente un poco por encima de la horizontal y te sitúas bajo un cielo azul encantador. Sientes la brisa que sopla en tu cara y la fragancia de las flores que adornan a los habitantes de esa selva maravillosa. ¿Te has preguntado alguna vez cuál es el soporte físico de la información que se ha desplegado en tu conciencia cuando sueñas? Puede suceder también que estés viviendo una experiencia al borde de la muerte. De un momento a otro sientes que tu foco de percepción cambia y ya no está en el cuerpo físico sino en un punto exterior a él. Frente a ti se abre un túnel muy largo que parece terminar en una hermosa luz más brillante que cien soles juntos. Al fondo un escenario cautivador iluminado con colores resplandecientes se descubre ante tu atónita mirada. Volvemos a hacernos la misma pregunta: ¿cuál es el soporte físico utilizado por la información durante una experiencia próxima a la muerte o durante una experiencia fuera del cuerpo? Lo que estás percibiendo desde el interior de tu propia mente, tanto si estás despierto como si estás soñando o teniendo una experiencia próxima a la muerte, no es algo diferente a lo que percibes externamente con tus sentidos físicos. Es información. Aunque no posees un ojo físico, la facultad de ver, que pertenece a la mente, permanece intacta. El entorno que percibes interiormente parece estar hecho de información, muy similar a la información que aprecias a diario con tus ojos abiertos, ¿cuál es entonces la diferencia? La diferencia se encuentra en el tipo de soporte físico utilizado por la información que percibes cuando piensas, cuando sueñas o vives una experiencia próxima a la muerte. Si la materia visible es el soporte de la información que se percibe exteriormente, entonces ¿cuál es el soporte de la información que se percibe interiormente? Cielos, purgatorios e infiernos También nuestros libros religiosos y filosóficos están llenos de descripciones de viajes escatológicos donde la mente personal es capaz de desplazarse de un lado a otro de la realidad. Cielos, purgatorios e infiernos son descritos con detalle, lo que ha llevado a algunos a suponer que estos entornos podrían ser algo más que una mera creación de la fantasía de aquellos que los idearon. Esta intrigante posibilidad que surge a partir de las llamadas experiencias próximas a la muerte, las experiencias fuera del cuerpo y los viajes celestiales o místicos llena un vacío existente en la literatura cultural y religiosa: la posibilidad de que estos lugares sean espacialmente existentes y cuyos contenidos estén fabricados con un tipo de materia diferente a la materia física visible. La respuesta a todas las anteriores preguntas es sencilla: el soporte físico de nuestras representaciones mentales, sueños, experiencias fuera del cuerpo y visiones escatológicas está fabricado con materia invisible, materia compuesta de partículas exóticas desconocidas, diferentes a las partículas fundamentales estudiadas en el modelo estándar de la física de partículas. Para evaluar esta extraordinaria posibilidad es necesario que analicemos lo que sabemos acerca de este tipo de materia extraña. Esta es quizá la pieza del rompecabezas que falta para completar el modelo que estamos presentando. ¿Qué es la materia oscura? Casi todo lo que hay en el universo es invisible108, afirma Alberto Casas, doctor en Física Teórica y director del CSIC del Instituto de Física Teórica, en Madrid, España. El 95% del universo se encuentra perdido. Esa masa faltante que sabemos está allí pero que no podemos descubrir directamente a través de ningún detector es lo que hemos llamado materia oscura. Podemos entonces definir la materia oscura, que es el principal constituyente de ese universo invisible, como un tipo hipotético de materia desconocida que hasta el momento no ha podido ser detectada a través de nuestros sentidos físicos y tampoco lo ha sido por los más refinados instrumentos de observación con los que contamos para estudiar el universo visible que conocemos; sin embargo, su existencia puede ser inferida a partir de los efectos gravitacionales quesu presencia ejerce sobre la materia visible, especialmente cúmulos, galaxias y estrellas lejanas. En otras palabras, la materia oscura está compuesta de partículas materiales, pero no del tipo de las partículas materiales descritas en el modelo estándar. Son partículas materiales exóticas, con propiedades diferentes a aquellas que caracterizan a las partículas fundamentales que componen nuestra materia visible. Un poco de historia Cuando hablamos de la materia visible, generalmente hacemos referencia a Leucipo y Demócrito, quienes vivieron alrededor del siglo IV antes de Cristo. Ellos fueron los primeros en proponer una teoría atómica de la materia: todo estaba hecho de átomos indivisibles. El descubrimiento de la materia invisible tampoco parece haber sido reciente. Si leemos atentamente sus escritos filosóficos, veremos que tanto Leucipo como Demócrito y un filósofo posterior, Epicuro, creían que, además de los átomos que constituían la materia visible, las almas humanas, y las de los dioses sobrenaturales, también se encontraban hechas de átomos. Aunque materiales, estos átomos eran de carácter diferente de aquellos utilizados por la naturaleza para la construcción del universo material. ¿En qué se diferenciaban? La respuesta era sencilla: en que eran átomos más sutiles que los átomos físicos ordinarios. Esta sutileza era una consecuencia de las configuraciones y las formas que estos átomos adoptaban cuando se trataba de dioses y de almas humanas. En Occidente, a mediados del siglo XIX, mientras los químicos y físicos de la época intentaban recrear los primeros modelos atómicos de la materia visible, las corrientes espiritualistas de la época y la teosofía de Blavatsky reavivaron la idea de ese componente invisible. Hippolyte Léon Denizard Rivail, mejor conocido entre sus seguidores con el pseudónimo de Allan Kardec, publicó en 1857 su obra El libro de los espíritus. Discípulo del gran pedagogo francés Pestalozzi, Kardec pronto se vio seducido por las pretendidas manifestaciones físicas, psicológicas y paranormales de los que afirmaban estar en contacto con los espíritus de aquellos que alguna vez vivieron y sintieron como nosotros y que ya no estaban presentes por carecer de un vehículo físico. Allí, en uno de sus frecuentes encuentros con sus interlocutores invisibles, Kardec pregunta acerca de la naturaleza de la materia visible: Generalmente se define la materia como aquello que tiene extensión, lo que impresiona nuestros sentidos, lo impenetrable. ¿Son exactas estas definiciones? 109. La respuesta de sus invisibles interlocutores no se hizo esperar: Desde vuestro punto de vista son exactas, porque habláis únicamente de lo que conocéis, pero la materia existe en estados que os son desconocidos; puede, por ejemplo, ser tan etérea y sutil que ninguna impresión produzca en vuestros sentidos y sin embargo siempre continúa siendo materia aunque no lo sería para vosotros110. No fue sino hasta finales del siglo XIX cuando la idea tomó forma y consistencia adquiriendo connotaciones casi místicas. Para entender lo sucedido es importante conocer los detalles de esta aproximación paralela llevada a cabo por dos figuras muy conocidas de la época: la señora Annie Besant y el obispo Charles Leadbeater, los más importantes discípulos de Madame Blavatsky, la fundadora del naciente movimiento teosófico. La señora Besant y el obispo Leadbeater parecen haberse adelantado a su tiempo. Sus escritos que datan de los últimos años del siglo XIX y comienzos del XX evidencian un conocimiento que no se encontraba presente en las obras científicas de la época, pero que cuando las confrontamos con algunos de los descubrimientos realizados por la física en los últimos cincuenta años, no deja de sorprendernos su similitud. Quarks, preones, isótopos y cuerdas parecen haber sido predichos con setenta años de antelación. Las semejanzas halladas son impresionantes y no dan lugar al chance, como afirma el físico Stephen Phillips, experto en física de partículas, en sus importantes trabajos: Visión remota de Quarks y supercadenas, ESP de partículas subatómicas y Ánima. Descubrimiento de un siddhi yóguico111. ¿Qué importante aporte hicieron Leadbeater y Besant para haber producido este revolcón? Bueno, estos autores propusieron dos cosas: primero, un modelo atómico basado en la existencia de los quarks y sus posibles constituyentes más fundamentales, a los que bautizaron con el nombre de átomos ultérrimos112. Estos átomos ultérrimos, y otros todavía más fundamentales agrupados de manera diferente, constituían el soporte físico de vastos sectores de la realidad a los que nuestros autores llamaron planos de la naturaleza. Lo más increíble es que en la obra Química oculta113 se amplía el átomo ultérrimo dejando ver una estructura filamentosa que vibra. El átomo ultérrimo, en escalas de tamaños muy pequeñas, era una cuerda vibrante, el mismo concepto que aparece un siglo después, en la década de los ochenta, como el eje central de la teoría de cuerdas. Quarks y partículas fundamentales hechas de cuerdas que vibran son conceptos que se hicieron populares en la última mitad del siglo XX. La primera edición de Química oculta114 apareció a finales del siglo XIX. ¿Cómo hicieron Besant y Leadbeater para intuir los componentes fundamentales del átomo cuando apenas estaban aflorando en la mente de los físicos los primeros modelos atómicos que daban cuenta de un núcleo y el electrón orbitando alrededor de este? Leadbeater y Besant afirman haber desarrollado un tipo de habilidad yóguica llamada ánima, una especie de clarividencia adaptada a los objetos más pequeños que se conocen. Fue de esta manera como ellos llevaron a cabo una investigación que duró más de veinte años y cuyos resultados preliminares fueron publicados en la obra antes mencionada. En un trabajo posterior titulado El hombre visible e invisible, Leadbeater hace un sumario de sus investigaciones en el universo de lo infinitamente pequeño. Afirma nuestro autor que, aunque para la química los bloques básicos de los elementos son los átomos, estos no son realmente las partículas últimas de materia que los componen. Utilizando sus pretendidas habilidades paranormales para inspeccionar el átomo más de cerca, Leadbeater encontró que los intentos de división iban mucho más allá y que estos átomos podían seguirse dividiendo más y más hasta llegar finalmente a un nuevo plano de la naturaleza localizado en las fronteras de la realidad física. En sus propias palabras: Los llamados átomos de oxígeno o de hidrógeno no son el último grado de división de la materia y por consiguiente no son tales átomos sino moléculas que bajo ciertas condiciones pueden seguirse descomponiendo en átomos más pequeños. Repitiendo este proceso de división, se obtiene un número infinito de átomos físicos idénticos, lo cual denota que hay una sustancia fundamental de todas las sustancias y las diversas combinaciones de esos átomos ultérrimos nos dan lo que la química llama átomos de oxígeno, de hidrógeno, de oro o de plata… Dichos átomos solo son ultérrimos desde el punto de vista de nuestro plano físico, es decir, que hay métodos por medio de los cuales pueden todavía dividirse más, pero entonces nos dan una materia perteneciente a un distinto plano de la naturaleza. Esta sutil materia no es simple sino compleja… Llevando todavía más adelante este proceso de subdivisión llegamos al átomo ultérrimo del plano de la naturaleza que los ocultistas llaman el plano astral115. La división de los átomos tampoco termina aquí: Este proceso puede repetirse subdividiendo este átomo de materiaastral para llegar entonces a otro mundo superior y más sutil, aunque siempre material… un plano de la naturaleza que la teosofía denomina mundo mental… En cuanto nos permiten nuestros conocimientos, no existe límite en esta posibilidad de subdivisión pues el límite está en nuestra capacidad de observación. Sin embargo, sabemos lo suficiente para estar seguros de la existencia de diferentes planos, que en cierto sentido son mundos que constituyen las partes de un universo prodigioso… la teosofía llama planos a estas diferentes regiones de la naturaleza116. En otras palabras, Leadbeater parecería estar describiendo un nuevo tipo de materia constituida por partículas más fundamentales que el quark de nuestros físicos y que él bautizo con el nombre de átomo ultérrimo. A su vez, estos átomos ultérrimos se encontraban compuestos por partículas todavía más fundamentales dando origen a otro nuevo tipo de materia más sutil que la anterior. De acuerdo con este planteamiento, la materia sutil de Leadbeater podría corresponder a la materia oscura de nuestros físicos modernos. Pero Leadbeater no parece haber sido el único que en el pasado nos habló de materia diferente a la materia visible descrita en nuestros libros de física. También, Paramahansa Yogananda, en su Autobiografía de un yogui, nos cuenta lo relatado por su maestro Sri Yukteswar Giri hacia 1937, cuando le ofrece algunas descripciones adicionales acerca de estos universos maravillosos hechos con este nuevo tipo de materia a la que los antiguos místicos orientales bautizaron con el nombre de materia o sustancia astral: El universo astral es cientos de veces más grande que el cosmos material. Toda la creación física está suspendida como una canastilla sólida bajo el enorme globo luminoso de la esfera astral. Tal como en el espacio vaga una diversidad de soles y de estrellas físicas, así también hay innumerables sistemas astrales de soles y estrellas. Sus planetas tienen soles y lunas mucho más bellos que los soles y lunas físicos117. Qué parecida la descripción que hace Yogananda de estos universos localizados aquí mismo, en este mismo espacio físico, con las sugerencias de Feng y Trodden hechas en el artículo publicado en Scientific American, titulado “Mundos oscuros”, a comienzos del 2011 y al que hicimos referencia en la Introducción y el Capítulo 11. Yogananda afirma que esta sustancia astral es cientos de veces más abundante que la materia física, al igual que la cosmología moderna afirma que la materia oscura es muchísimo más abundante que la materia visible de acuerdo con el modelo cosmológico propuesto por Alan Guth. El segundo punto de semejanza es que ambos universos, el universo oscuro de la cosmología actual y el universo astral de las tradiciones orientales, no están separados sino que ocupan el mismo espacio físico. Yogananda afirma que “descansa como una canastilla sólida bajo el enorme globo luminoso de la esfera astral”118. Aquellos que conocen un poco los modelos cosmológicos de Oriente saben que el universo astral interpenetra el universo físico, de la misma manera que la materia oscura se encuentra localizada en el mismo espacio que ocupa la materia visible de acuerdo con la moderna cosmología. Volviendo a Leadbeater: Para nuestro estudio convendrá imaginárnoslo unos sobre otros, pero es preciso advertir que esta disposición se adopta convencionalmente como un símbolo y que en modo alguno representa la relación entre los diversos planos, que en realidad no están unos sobre otros como los estantes de una biblioteca, sino que ocupan todos el mismo espacio, interpenetrándose unos con otros119. En su artículo, como dije anteriormente, Feng y Trodden especulan sobre la increíble posibilidad de que esta materia oscura se haya organizado de la misma manera que lo hizo el universo visible creando “un mundo similar al nuestro” y cuyos componentes se combinarían para formar “átomos, moléculas, planetas y estrellas ocultos”120. Yogananda también afirma que esta materia astral se organizó creando soles, planetas y lunas mucho más hermosos que sus contrapartes físicas. Las visiones de los místicos de Oriente nos dejan ver al ser humano como compuesto de diferentes vehículos, cuerpos o procesadores. Los cuerpos más sutiles sobresalen formando estructuras alrededor del cuerpo visible llamados halos o auras. Esto no solo sucede con los cuerpos animados sino también con los inanimados. Recientemente los científicos afirman haber encontrado que la materia visible a gran escala se encuentra rodeada de enormes halos de materia oscura. Como vemos, las descripciones hechas en el pasado de la materia invisible y la manera como se encuentra organizada son muy similares a las hechas por físicos y astrónomos modernos. Finalmente, fue el gran islamólogo francés Henry Corbin quien dio a conocer en Occidente la apreciación que el misticismo sufí poseía de este nuevo tipo de materia de la que estaba hecho el mundo. En su obra Cuerpo espiritual y Tierra celeste, Corbin presenta algunos de los escritos de estos importantes visionarios que vivieron entre los siglos II y XVII: Cuando en los tratados de los antiguos sabios descubras que existe un mundo dotado de dimensiones y de extensión, distinto al pléroma de las inteligencias y distinto al mundo gobernado por las almas de las esferas, un mundo en el que existen ciudades imposibles de calcular, no te apresures a exclamar que es mentira, ya que los peregrinos del espíritu pueden llegar a contemplar ese mundo y encuentran en él todo cuanto para ellos es objeto de deseo… Debes saber que el mundus imaginalis es un universo espiritual de sustancia luminosa; por una parte tiene afinidad con la sustancia material porque es objeto de percepción y está dotado de extensión; por otra parte, tiene afinidad con la sustancia inteligible separada porque su naturaleza es pura luz. No es ni un cuerpo material compuesto, ni una sustancia inteligible separada… es un intermundo, un límite que separa al uno del otro121. Estos visionarios sufíes ven la sustancia luminosa afín a su contraparte material ya que es objeto de percepción y posee extensión, es decir, es materia y al mismo tiempo es luminosa, lo que nos sugiere que las propiedades de las partículas que la componen son diferentes a las propiedades que caracterizan a la materia física. Yo pienso que sustancia luminosa o astral y materia oscura son diferentes términos utilizados para referirse a una misma realidad, el soporte físico de los mundos espirituales de los que nos hablan las diferentes corrientes filosóficas y religiosas del mundo antiguo. El siguiente gráfico nos muestra las extraordinarias similitudes entre la sustancia astral de los antiguos y la materia oscura de los científicos modernos: Sustancia astral Materia oscura Mucho más abundante que la materia física Supera cinco veces en cantidad a la materia física No emite luz No emite luz Ocupa el mismo espacio físico Interpenetra la materia visible Forma estrellas, soles y planetas astrales Forma estrella, soles y planetas oscuros Organiza los componentes del cuerpo físico Organiza galaxias y cúmulos de estrellas Forma auras alrededor de personas y objetos Forma halos alrededor de la materia visible Universo físico y astral Universo visible e invisible Veamos ahora lo que afirma la ciencia oficial respecto a este lado poco conocido del universo. El descubrimiento de la materia oscura En los tiempos modernos la materia oscura ha sido detectada gracias a los efectos gravitatorios que sus partículas ejercen sobre la materia visible. Como afirma Michael Disney, profesorde Astronomía de la Universidad de Cardiff: Aunque la masa más grande del universo no emita radiación, no permanecerá oculta para siempre. Toda materia y energía ejerce una fuerza gravitatoria, de modo que el material oscuro delatará su presencia a través de los efectos gravitatorios que debe surtir en los objetos que son lo suficientemente brillantes como para ser vistos y estudiados en detalle122. Las primeras sospechas surgieron hacia el año de 1930, cuando el astrónomo holandés Jan Oort, estudiando el comportamiento de algunas estrellas localizadas fuera del borde externo de la Vía Láctea, encontró ciertas anomalías en el curso de sus movimientos. Para poder explicar esto, la masa total de la galaxia debería ser 50% mayor de la calculada. Luego, a mediados del siglo XX, Fritz Zwicky, astrónomo suizo, observó una discrepancia entre la masa total calculada de las galaxias contenidas en el cúmulo de Coma y la necesitada para explicar cómo podían continuar unidas, a pesar de la fuerza centrífuga originada por el movimiento de sus componentes individuales. Para explicar esto, Zwicky creyó que la masa y la gravedad suficientes para permitir que las integrantes del cúmulo se mantuvieran unidas se generaba en algún tipo de material desconocido, desapercibido por los medios ordinarios de detección. Algún tipo de material invisible, dijo, debería estar actuando como pegamento intergaláctico para explicar este efecto. Finalmente, hacia 1970, Vera Rubin, del Instituto Carnegie de Washington, D. C., hizo un impactante descubrimiento al estudiar el comportamiento de cientos de galaxias conocidas como galaxias espirales. La doctora Rubin encontró que las estrellas localizadas en las partes más externas de estas galaxias se movían a igual o mayor velocidad que las estrellas localizadas en el centro de estas, contradiciendo de esta manera las leyes del movimiento de la física. De acuerdo con la física clásica, la mayor masa de la galaxia debería encontrarse en el centro de esta, proporcional a su luminosidad y, por lo tanto, la velocidad de las estrellas en esta área debería ser mayor; pero los hechos mostraban lo contrario. ¿Qué podía ser aquello que estuviera causando esta flagrante contradicción de las leyes de la naturaleza? Estos hallazgos llevaron a los investigadores a creer que, contrario a lo que se pensaba, la mayor proporción de la masa de la galaxia no estaba en su centro, como lo parecía indicar su luminosidad, sino en el borde de la misma en su periferia. Las estrellas más alejadas se movían más rápido debido a la aceleración ejercida por algún tipo de materia invisible y desconocida que se hallaba dispersa formando un halo alrededor de las fronteras visibles de la galaxia. Sorprendida por estos hallazgos, la doctora Rubin escribió: “La naturaleza ha gastado una broma a los astrónomos. Creíamos que estábamos estudiando todo el universo, ahora sabemos que solo estábamos estudiando una pequeña fracción del que es luminoso”123. El descubrimiento de la materia oscura nos conduce a una serie de planteamientos filosóficos, como nos lo hace ver James Trefil, profesor de Física de la Universidad de Virginia y autor de numerosas obras de divulgación científica dirigidas al lector no especializado: A primera vista puede parecer que la materia oscura es solo una piececilla más del enorme rompecabezas que tenemos que ensamblar para comprender nuestro universo, ni más ni menos importante que muchas otras. Este sería un punto de vista razonable si la materia oscura solo formase una pequeña parte del universo… De hecho, la forma dominante del universo no es luminosa sino oscura… más del 90% de la materia del universo es oscura… pudiera llegar a ser que las brillantes espirales de las galaxias sirvan simplemente como marcadores pasivos, testimonios mudos de fuerzas que operan a un nivel invisible para nosotros… puede que este universo familiar sea a su vez poco más que una parte mínima del verdadero funcionamiento de las cosas. Incluso puede ser que el tipo de materia que constituye nuestro sistema solar, nuestra tierra y nuestros cuerpos, sea solo una parte relativamente pequeña de un universo que está compuesto sobre todo de un material muy diferente124. Ahora bien, la idea de un componente invisible interpenetrando su contraparte visible no surge únicamente como consecuencia de las observaciones antes señaladas. Existen otras importantes evidencias que nos llevan en la misma dirección: la radiación de fondo de microondas, las fluctuaciones de masa del universo y las alteraciones de las curvaturas de la luz, fenómeno conocido como lente gravitacional. Las conclusiones luego de pesar toda esta evidencia son las mismas: el universo contiene una masa mucho mayor de la que ha sido detectada por nuestros poderosos telescopios y otros medios de detección astronómica. Esta masa, constituida por materia exótica, podría haberse organizado de una manera similar a como lo hizo la materia visible. Si estos universos están interpenetrados, nada impide que estén igualmente interconectados. A pesar de esta similitud estos universos se comportan de manera diferente. Y esta diferencia se origina en las diferentes propiedades de las partículas fundamentales con las que estos universos han sido fabricados. ¿Y qué es lo que vemos en las descripciones hechas por los místicos y visionarios del pasado acerca del entorno que ellos habitan? Universos que manejan una información similar pero que se comportan de manera diferente. Recientes intentos de detección Los científicos han ideado varias maneras para intentar detectar la materia invisible: localizarla directamente mediante detectores ultrasensibles, hallarla en las escasas colisiones que se pudieran llegar a presentar entre sus componentes y finalmente producirla en los aceleradores de partículas. La detección directa se ha intentado mediante instrumentos muy sensibles localizados en laboratorios subterráneos. Uno de ellos es el proyecto LUX, en Dakota del Sur, a más de 1,5 kilómetros de profundidad. Este experimento utiliza xenón líquido como detector directo, muy similar a los proyectos Xenón 100 y DAMA en los laboratorios subterráneos del Gran Sasso (Italia). Otros proyectos son conocidos bajo las siglas CoGeNT, CDMS, CRESST y XENONIT. La idea detrás de estos experimentos es descubrir choques que se pudieran presentar entre las partículas componentes de la materia oscura y los núcleos atómicos de la materia visible. Al atravesar nuestra galaxia, y por ende la tierra, estas partículas deberían en un momento dado impactar contra un núcleo atómico produciendo destellos de luz. De acuerdo con el análisis de estos destellos producidos y sus características particulares, podríamos reconstruir el suceso y, de esta manera, identificar las propiedades de las partículas de materia oscura comprometidas. Cinco experimentos llevados a cabo en la última década parecen arrojar resultados prometedores. Sin embargo, los investigadores tendrán que lidiar con posibles errores como los producidos por la radioactividad residual de los detectores. La otra manera en que se cree que podrían detectarlas es observando las colisiones entre partículas de materia oscura dadas en regiones del universo donde se considera que podrían existir en muy altas concentraciones. Esto produciría una estela de partículas fundamentales como neutrinos, positrones y electrones que podríamos detectar desde nuestros laboratorios terrestres de observación. Ya algunos laboratorioshan sido construidos especialmente para tal fin: el Ice Cube en la Antártida, el Espectrómetro Magnético Alpha en la Estación Espacial Internacional y el Super-Kamiokande en Japón. Los experimentos para detectar de manera indirecta estas señales también han arrojado resultados interesantes. El problema es definir con exactitud cuándo estas señales se originan realmente por choques entre partículas de materia oscura y cuándo proceden de una fuente diferente. Finalmente, los investigadores afirman que las partículas de materia oscura podrían llegar a producirse durante las colisiones de protones en los grandes aceleradores como el Gran Colisionador de Hadrones. Acá, las partículas no se detectan directamente. Su presencia es sugerida por la pérdida de la “energía y el momento” antes y después de las colisiones protón-protón. Luego de tres años de descanso y mantenimiento, la llamada máquina de la creación se pusieron nuevamente en funcionamiento en marzo de 2015 a unas escalas de energía superiores a las que funcionó durante su primer período. Y precisamente uno de sus objetivos fue llegar a detectar estas elusivas y misteriosas partículas de materia que llenan el universo. Los resultados de estas aproximaciones deberán ser tomados con mucha cautela por parte de los investigadores involucrados. La complejidad de los experimentos y la posibilidad de que se presenten resultados capaces de crear falsas expectativas han hecho que se avance con paso lento pero firme en busca de los objetivos propuestos. Es posible también que las propiedades de las partículas que componen este tipo de materia invisible sean tan extrañas e indetectables que harían imposible su rastreo con los aceleradores actualmente en funcionamiento. Propiedades inferidas Aunque todavía no hemos podido detectar partículas de materia oscura, es posible deducir algunas de sus propiedades; para ello es necesario una pequeña dosis de imaginación. Por una parte, vemos que ejerce efectos gravitacionales sobre la materia visible. Esto significa que sus componentes están hechos de algún tipo de partícula material cuyas propiedades difieren de aquellas que caracterizan a las partículas fundamentales que constituyen la materia ordinaria. No la vemos y tampoco chocamos contra ella. El hecho de no verla y no chocar contra ella nos permite inferir dos de sus propiedades más importantes: no emite radiación electromagnética y, por lo tanto, sus partículas tampoco poseen carga eléctrica. La radiación electromagnética es una consecuencia de una de las propiedades de las partículas fundamentales: la carga. Si la partícula posee carga eléctrica, emite radiación electromagnética y la luz, que es un tipo de emisión electromagnética, terminará afectando nuestra visión. Si no podemos verla es porque no emite radiación electromagnética. Finalmente, como dice Deno Kazanis, al no estar compuesta por partículas cargadas podría perfectamente interpenetrar nuestra materia visible, es decir, ocupar el mismo espacio físico: La carga eléctrica es fundamental a la luz (ondas electromagnéticas) y la carga eléctrica es la responsable de nuestros sentidos… La carga es la fuerza a través de la cual los átomos interactúan y así, de esta manera, previenen que se interpenetren mutuamente. De esta manera, si nosotros consideramos que la materia oscura no se encuentra compuesta por partículas cargadas, esta materia sería invisible a nuestra visión ordinaria y podría también interpenetrar nuestra materia visible. No sería visible porque nuestra visión normal depende de la luz (ondas electromagnéticas) que es producida por partículas cargadas. Además, esta materia oscura puede interpenetrar nuestra materia visible debido a que las fuerzas electromagnéticas (al carecer de ellas) no repelerían ni atraerían estas partículas no cargadas. Dos objetos pueden existir en el mismo espacio y en el mismo tiempo… allí no existiría ninguna fuerza mediante la cual ellas pudiesen interactuar e interpenetrarse125. Si revisamos detenidamente las descripciones hechas por los grandes místicos del mundo y por todos aquellos que han experimentado experiencias fuera del cuerpo, experiencias en el umbral de la muerte o viajes a esos territorios localizados en la frontera de la realidad, encontramos que ese es precisamente el comportamiento del tipo de materia que parece constituir el entorno físico de los mundos mentales y de las realidades espirituales. Los candidatos a materia oscura La materia oscura se caracteriza por interactuar muy débilmente con la materia visible. No la vemos. No chocamos contra ella. Parecerían ser dos mundos completamente independientes el uno del otro. Solo sus efectos gravitatorios permiten inferirla. Los candidatos a materia oscura se han clasificado tradicionalmente en dos grandes grupos: Partículas de materia oscura de naturaleza bariónica. Es decir, materia visible. Partículas de materia oscura de naturaleza no bariónica. Las partículas de materia oscura no bariónica a su vez pueden dividirse, de acuerdo con la velocidad con que se desplacen por el universo, en: Partículas de materia oscura caliente. Partículas de materia oscura templada. Partículas de materia oscura fría. No hay necesidad de profundizar en estos dominios para entender la idea que hemos querido transmitir. Basta decir que una de las partículas candidatas es la WIMP, partícula masiva que interactúa débilmente126. Sin embargo, hay que ser cuidadosos, como afirman Trodden y Feng: “Las WIMP podrían no ser sino la punta de un iceberg que esconde todo un mundo con sus propias partículas e interacciones”127. Este tipo de partículas experimentan solo la fuerza de la gravedad y la fuerza nuclear débil. No poseen propiedades electromagnéticas, por lo tanto, no pueden ser vistas y sí pueden interpenetrar nuestra materia visible sin ejercer efecto alguno sobre ella. Existen, por supuesto, otras posibilidades: las Súper-WIMP, que interaccionan menos que las WIMP, solo lo hacen mediante la gravedad. Una tercera candidata son partículas sin WIMP, donde interaccionarían mediante fuerzas propias y exclusivas, es decir, versiones ocultas de la fuerza electromagnética y de la nuclear débil. De acuerdo con este último modelo, la materia oscura emitiría su propio tipo de luz. En años recientes, los físicos se han preguntado si vale la pena seguir buscando partículas de materia oscura masiva. Algunos modelos recientes proponen que la materia invisible podría estar compuesta por partículas ultraligeras, muy livianas, y ya se han iniciado experimentos “presentes y futuros que intentarán detectarlas”128. Se les conoce con el nombre de WISP, partículas ultraligeras que interaccionan débilmente. Uno de estos candidatos es el axión. Otros modelos incluyen los neutrinos, partículas postuladas por el físico teórico Wolfgang Pauli en 1930. Carecen de carga eléctrica y su masa es extremadamente ligera. Poseen propiedades muy enigmáticas como la habilidad que tienen las tres variedades existentes para metamorfosearse espontáneamente unas en otras129. Su capacidad para interaccionar con la materia ordinaria es muy pobre. Una sugerencia reciente es la materia espejo donde cada una de las partículas ordinarias tendrían una especie de doble. El siguiente cuadro enumera los más firmes candidatos que podrían hacer parte integrante de la materia oscura tal y como han sido expuestos en esta obra: Partículas de materia oscura Wimp Partículas masivas que interactúan débilmente a través de la gravedady la interacción nuclear débil. Superwimp Partículas masivas que interactúan solo a través de la gravedad. Sin wimps Partículas que interactúan mediante sus propias fuerzas oscuras: versiones ocultas de las fuerzas débil y electromagnética. Wisp Partículas ultraligeras. El más firme candidato es el axión. Neutrino Partículas fantasmales con masa muy ligera y carentes de carga eléctrica. La interacción con la materia ordinaria es casi nula. Materia espejo Cada partícula de materia visible poseería una especie de doble. Kazanis cree que otra posibilidad estaría representada por el tipo de materia sutil que los chinos e hindúes bautizaron con los nombres de Chi y Prana. Este tipo de partículas tendrían propiedades diferentes: serían partículas no cargadas y con capacidad de organizarse en estructuras más complejas parecidas a nuestros átomos y moléculas físicas. Esto sería posible gracias a la presencia de fuerzas no electromagnéticas o variables ocultas de estas y otras fuerzas desconocidas de la naturaleza. Existen incluso versiones todavía más recientes donde se habla de todo un abanico de posibilidades. De acuerdo con sus autores, este tipo de materia oscura estaría formado por átomos oscuros, contrapartes sutiles de átomos, protones, neutrones y electrones, haciéndose tan rica y variada como la materia visible convencional. El papel desempeñado por la materia oscura Desde su descubrimiento, alrededor de 1930, la materia oscura parece ejercer una función de soporte, de apoyo, de sostén, “el andamiaje gravitacional de la materia visible”130. Sabemos que las galaxias y los cúmulos de galaxias se encuentran localizados en el interior de grandes estructuras de materia oscura denominados halos. Los científicos creen que este tipo de materia se creó durante los primeros nanosegundos de existencia del universo primitivo. Estas estructuras atrajeron la materia física ordinaria que, al poseer propiedades muy particulares y ser capaces de una variada gama de interacciones entre sus componentes, fue capaz de organizarse, originando las complejas estructuras que hoy percibimos. Ahora bien, la materia oscura no solo parece haber dado nacimiento a las galaxias y su posterior evolución; como tuvimos la oportunidad de revisar en el Capítulo 11, “Un descubrimiento inquietante”, ella parece jugar un rol primordial en el destino final del universo junto con su otra misteriosa compañera: la energía oscura. Esta última parece ser la causante de la expansión acelerada del universo, un tipo de fuerza que separa todos los componentes del universo conocido haciendo que se alejen los unos de los otros. Dependiendo del tipo y de la cantidad de partículas exóticas que entren en la composición de la materia oscura, el universo terminará en un gran desgarrón o en un Big Crunch, el retorno a la singularidad inicial que dio nacimiento al cosmos visible. De la materia y de la energía oscura dependerá el destino final de nuestro universo. Si la fuerza expansiva de la energía oscura es mayor que la fuerza de gravedad ejercida por la totalidad de las partículas de la materia visible e invisible, el universo se expandirá para siempre, teoría que se conoce como la del gran desgarrón; en cambio, si la fuerza de la gravedad ejercida por los componentes visibles e invisibles de nuestro universo material es mayor, llegará un momento en que el universo se desacelerará y frenará su expansión para recorrer nuevamente el camino en sentido inverso, la contracción que lo conducirá finalmente al estado de singularidad inicial, desde donde nuevamente volverá a la vida, quizá en un ciclo sin comienzo ni fin. De manera que, si creemos que la materia y la energía oscura están allí, simplemente porque sí, estaremos completamente equivocados. Hemos visto el importante papel que juegan en el comienzo, la evolución y el fin de nuestro universo visible. Volviendo a lo que afirmábamos, algunos piensan que la materia oscura permaneció sin cambios en su estado original, lo que quizá la llevó a convertirse en un tipo de materia carente de interés para los investigadores, como afirman Feng y Trodden: “La materia y la energía oscura constituyen las sustancias más asociales del cosmos… la esterilidad desde que fueron descubiertas se ha considerado siempre su propiedad definitoria”131. Pero otro pudo haber sido su papel y destino final. ¿Pudo la materia invisible organizarse? “Los argumentos teóricos a favor de un mundo oscuro complejo son tan irresistibles que muchos investigadores se sorprenderían si la materia oscura se redujese a un mar indiferenciado de WIMPS”, afirman Trodden y Feng132. Y terminan diciendo: “Al fin y al cabo, la materia visible comporta un amplio espectro de partículas, con múltiples interacciones determinadas por elegantes principios de simetría. No hay nada que indique que la materia y la energía oscura deban ser diferentes”133. Kazanis es de la opinión de que la materia oscura pudo haberse organizado de una manera compleja, como lo ha hecho nuestra materia visible: Si el universo contiene átomos interactuando a través de una fuerza diferente a la electromagnética, estos “átomos invisibles” podrían también formar estructuras tales como moléculas, nadis, chakras y cuerpos sutiles, de la misma manera que los átomos visibles pueden formar moléculas, órganos y nuestro cuerpo visible134. Otros autores, como Sean Carroll, investigador asociado del Departamento de Física de la Universidad de California, parecen haber tomado en serio la idea de Feng y Trodden de un intrincado mundo oscuro. Carroll cree que un mundo de materia oscura podría llegar a ser tan diverso e interesante como nuestro mundo hecho de materia visible: Yo no me estoy refiriendo a la idea de que la materia oscura esté compuesta simplemente por una partícula neutra única… sino más bien por un set de muchos tipos de partículas con una variedad de fuerzas de la naturaleza actuando entre ellas135. Lisa Randall y Andrey Katz son del mismo parecer. En un artículo recientemente publicado en Physical Review Letters, los autores consideran que existen buenas razones para dudar de que la materia oscura esté compuesta de un solo tipo de partículas: Nosotros proponemos que un mundo oscuro podría llegar a ser tan complejo como el mundo visible: mientras una gran cantidad de esta materia oscura es de naturaleza fría y con poca capacidad para la interacción, una fracción de ella que nosotros llamamos materia oscura que interactúa parcialmente podría ser capaz de interacciones fuertes como la materia bariónica (visible)… Nuestra propia Vía Láctea podría contener estructuras hechas de este tipo de materia oscura que interactúa fuertemente análogas a las estructuras presentes en el mundo visible alrededor de nosotros136. Ellos sugieren que podrían existir otros tipos de materia oscura que tengan comportamientos muy similares al de la materia visible. Protones pesados oscuros y electrones oscuros ligeros podrían estar interactuando para formar átomos también oscuros. Un tipo de versión oculta del electromagnetismo utilizaría fotones oscuros. Estos átomos oscuros podrían finalmente combinarse para formar estructuras más complejas mediante interacciones que darían nacimiento a toda una química de carácter oculto. Son demasiadas coincidencias como para atribuirlo a la pura casualidad. Todos hablan de lo mismo, de un tipo de sustancia diferente que se organiza para crear estructuras semejantes a las físicas pero de naturaleza más sutil, y ahora resulta que la ciencia comienza a hablar también de lo mismo,