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1 La práctica del psicodrama 2 Gloria Reyes 3 La práctica del psicodrama La práctica del psicodrama 4 Gloria Reyes RIL editores bibliodiversidad 5 La práctica del psicodrama Gloria Reyes La práctica del psicodrama 6 Gloria Reyes 616.891 Reyes C., Gloria R La práctica del psicodrama / Gloria Reyes C. -- Santiago : RIL editores, 2007. 240 p. ; 21 cm. ISBN: 978-956-284-537-3 1 PSICODRAMA. 2 DRAMA-USO TERAPÉUTICO. La práctica del psicodrama Primera edición: abirl de 2007 © Gloria Reyes C., 2007 Registro de Propiedad Intelectual Nº 158.484 © RIL® editores, 2007 Alférez Real 1464 cp 750-0960, Providencia Santiago de Chile Tel. (56-2) 2238100 • Fax 2254269 ril@rileditores.com • www.rileditores.com Composición e impresión: RIL® editores Diseño de portada: Cristián Silva Labra Diagramación: Paula Fernández Impreso en Chile • Printed in Chile ISBN 978-956-284-537-3 Derechos reservados. 7 La práctica del psicodrama Índice Prólogo .................................................................................. 15 Introducción ........................................................................... 17 Aplicaciones del psicodrama Parte I: Psicodrama clínico Capítulo I: Psicoterapia individual desde la perspectiva psicodramática Nominaciones de la psicoterapia individual desde el psicodrama ....................................................................23 Visiones de la aplicación del psicodrama ................................24 en la psicoterapia individual ..................................................24 Características de la psicoterapia individual desde el psicodrama ....................................................................26 Lo interaccional en la psicoterapia individual psicodramática .................................................................. 27 El encuadre ............................................................................ 28 La primera entrevista ............................................................. 30 Fases de la psicoterapia individual desde el psicodrama ......... 32 Componentes de la psicoterapia individual desde el Psicodrama .......................................................... 34 Contextos ............................................................................... 35 8 Gloria Reyes Áreas presentes en la psicoterapia ........................................... 37 Técnicas empleadas en psicoterapia psicodramática individual .......................................................................... 40 Acerca del tratamiento y las resistencias a dramatizar ............ 43 Condiciones para un tratamiento bipersonal psicodramático .................................................................. 45 Síntesis ................................................................................... 48 Caso clínico ........................................................................... 48 Capítulo II: Psicoterapia de pareja desde el psicodrama Definición de pareja ............................................................... 53 Componentes de la pareja ...................................................... 55 Fases de la Pareja ................................................................... 56 La visión psicodramática en la psicoterapia de pareja ............ 57 Roles en la pareja ................................................................... 58 Modalidades para el logro de una homeostasis ....................... 59 Patologías de pareja ............................................................... 62 Motivos de consulta en la psicoterapia de pareja .................... 63 Técnicas empleadas en el diagnóstico y en la psicoterapia de pareja ....................................................... 65 Alcances éticos de la psicoterapia de pareja ............................ 69 Un caso de complementariedad patológica ............................. 69 Capítulo III: Psicoterapia de familia desde el psicodrama Característica del grupo familiar ............................................ 75 Influencias de diversas escuelas en la psicoterapia de familia .......................................................................... 77 Etiopatogenia familiar desde el psicodrama ............................ 79 Diagnóstico familiar desde el psicodrama ............................... 80 Psicoterapia familiar desde el psicodrama .............................. 84 9 La práctica del psicodrama Técnicas empleadas en psicodrama de familia ........................ 85 Una casuística familiar. Explorando una familia interna ......... 90 Capítulo IV: Psicoterapia de grupo desde el psicodrama Antecedentes de Jacob Levy Moreno ....................................... 95 Antecedentes de otras psicoterapias grupales ........................... 96 Definición de psicoterapia de grupo ........................................ 98 Bases y principios de la psicoterapia de grupo ........................ 99 Sociometría .......................................................................... 101 Estructura de grupo .............................................................. 106 Procesos de grupo ................................................................. 108 Fases de la psicoterapia de grupo.......................................... 112 Encuadre de la psicoterapia de grupo ................................... 119 Ética de la psicoterapia de grupo .......................................... 123 Rol del terapeuta de grupo ................................................... 125 Esferas de aplicaciones ......................................................... 127 Categorías de los grupos ....................................................... 129 Relaciones entre el psicoanálisis y psicodrama: aspectos centrales ............................................................ 131 Influencias y aportes desde el psicoanálisis ........................... 133 El proceso de psicoterapia grupal ......................................... 134 desde el psicoanálisis ............................................................ 134 Aspectos prácticos del trabajo grupal en psicodrama psicoanalítico .................................................................. 139 Reflexiones y actualizaciones ............................................... 140 Caso clínico ......................................................................... 142 10 Gloria Reyes Aplicaciones desde el psicodrama Parte II: Psicodrama social Capítulo V: Psicodrama comunitario Convergencias entre psicodrama e intervención comunitaria ..................................................................... 149 El método en el psicodrama comunitario .............................. 153 El trabajo de redes en la acción comunitaria ........................ 156 Las aplicaciones en el psicodrama comunitario .................... 158 El psicodrama comunitario en Latinoamérica ....................... 161 Algunas de las experiencias de psicodrama comunitario en Chile .......................................................................... 164 Capítulo VI: Psicodrana en la educación Definiciones del psicodrama en la educación y distinciones con lo comunitario .......................................................... 171 El psicodrama y la educación, reflexiones epistemológicas ... 172 Ámbitos de aplicación del psicodrama en la educación ......... 175 Métodos empleados en psicodrama y educación ................... 177 Sociodrama educativo en los vínculos, afectos, corporalidad y cognición ..................................................................... 178 El psicodrama en el proceso de aprendizaje .......................... 180 El psicodrama en los trastornos de aprendizaje ..................... 182 La creatividad como proceso de aprendizaje ......................... 184 El psicodrama en la formación y supervisión de psicoterapeutas y educadores ...................................................................185 Un ejemplo de sociodrama educativo .................................... 188 11 La práctica del psicodrama Capítulo VII: Psicodrama institucional Definiciones del psicodrama institucional ............................. 205 Aspectos éticos del psicodrama institucional ......................... 206 Aportes conceptuales para el desarrollo del psicodrama institucional .................................................................... 207 El método psicodramático en la institución ........................... 209 Tipos de técnicas aplicadas al psicodrama institucional ........ 213 Un ejemplo de intervención institucional con psicodrama ..... 215 Síntomas laborales ............................................................... 216 El gremializar los conflictos como un síntoma ...................... 217 Los emergentes institucionales .............................................. 218 Los emergentes organizacionales .......................................... 219 Los emergentes de la historia del grupo ................................ 222 Síntesis de la crónica de los talleres ...................................... 223 Bibliografía .......................................................................... 225 12 Gloria Reyes 13 La práctica del psicodrama Para todas aquellas personas que han sido parte de mi experiencia clínica y de talleres, a ellas debo gran parte de lo aprendido y vertido en este libro 14 Gloria Reyes 15 La práctica del psicodrama Prólogo Gloria Reyes fue irremediablemente tocada por el virus moreniano de la creatividad. Esto es irreversible. Sus veinte años de práctica clínica y comunitaria tuvieron como resulta- do un libro sólido: psicodrama, paradigma, teoría y método, publicado en el 2005. Allí reorganiza brillantemente los fun- damentos teóricos del psicodrama de Moreno. No contenta con ello, un año después, ella nos sorpren- de con esta segunda publicación. Con sus años de experien- cia, esta pionera de Chile continúa su trayectoria de escritora psicodramatista y profesora, integrando rigurosidad y espon- taneidad al mismo tiempo. En este libro que tengo el orgullo de prologar, Gloria se ocupa de sistematizar, las aplicaciones prácticas de psicodrama, con ilustraciones clínicas que nos permiten no solo reflexionar, sino también establecer un nexo entre la teoría y la práctica. Ella nos muestra una ruta clara de la aplicaciones del psicodrama, distribuyendo los capítulos en dos partes. En la primera se dedica al estudio del psicodrama clínico, en sus vertientes psicoterapéuticas, aplicadas al contexto individual, de pareja, de familia y de grupo. Gloria se ocupa de las conceptualizaciones y delimitaciones de la psicoterapia psicodramática individual bipersonal en cuanto proceso, de la caracterización del vínculo terapeuta paciente, del concep- to de pareja, de los puntos de encuentro de la aplicación del psicodrama de pareja y de familia con la teoría sistémica. Se- ñala además indicaciones al método de trabajo de la psicote- 16 Gloria Reyes rapia psicodramática de familia y de las relaciones entre la psicoterapia de grupo y la sociometría, con la encrucijada en que se encuentran entre la subjetividad e intersubjetividad. En la segunda parte del libro, se dedica a las aplicaciones no clínicas del psicodrama, destacando las diferencias entre el trabajo comunitario, institucional y educacional. Subraya además la importancia práctica de esta modalidad para el psicodrama en América Latina. El psicodrama aplicado en la educación es visto y revisado por Gloria dentro de una con- cepción holística del ser humano, en que el proceso de apren- dizaje no se desvincula nunca de la visión moreniana de la creatividad. Un abordaje del psicodrama en la institución no se limita a un manual de procedimientos. Muy por el contra- rio, su metodología está fundada consistentemente en una lí- nea maestra construida por la ética y por la cultura. ¿Precisa más aperitivo para tan elevado banquete? Res- ponda el lector al terminar este bello libro. Yo dije el año pasado que la Cordillera de Los Andes estaba sonriendo por el primer libro de Gloria. Hoy yo diría que, más que sonriendo, sus picos nevados nos están abrazando, en un encuentro necesario y obligatorio que eleva el psicodrama a sus alturas, con esta nueva publicación bendecida de Gloria Reyes. Sergio Perazzo São Paulo, 11 de noviembre de 2006 17 La práctica del psicodrama Introducción En mi primer libro «Psicodrama: paradigma, teoría y mé- todo», he sistematizado y desarrollado los aspectos epistemo- lógicos, teóricos, metodológicos y técnicos del psicodrama, intentando llevar a cabo una integración de lo esencial moreniano, con los posteriores psicodramatistas que han ido desarrollando, ampliando y diversificando el psicodrama moreniano. Este libro «La práctica del psicodrama», pretende ser una continuidad del anteriormente mencionado, ya que sistematiza, reflexiona y ejemplifica los alcances prácticos de la disciplina, en sus diversos ámbitos de aplicación. En el sentido anterior, un elemento que transverzaliza ambos libros es el captar la esencia de Moreno y ponerla al servicio de lo que Dalmiro Bustos plantea: una propuesta para ser re inventada en cada momento, no un procedimiento rígi- do para ser imitado. Los componentes de la escenificación en el primer libro son los diversos aportes de los psicodramatistas más connotados. En el segundo, las personas, pacientes y par- ticipantes de intervenciones psicodramáticas que, desde su praxis, me permitieron seguir profundizando y reinventando el método psicodramático de Moreno. Por esa razón dedico a ellos mis agradecimientos. Es así como este libro desarrolla los aspectos teóricos y metodológicos de las aplicaciones del psicodrama en el ámbi- to clínico y social. Un aspecto relevante del psicodrama es precisamente su capacidad para ser una herramienta de traba- jo poderosamente efectiva y eficiente, que puede ser empleada tanto con propósitos psicoterapéuticos, con individuos, pare- 18 Gloria Reyes jas, familias y grupos, como con objetivos psicoeducativos en el nivel comunitario, educacional e institucional. En cualquiera de los ámbitos mencionados, los espacios y tiempos, a ser ex- plorados e intervenidos por el método psicodramático y sus niveles de profundidad, son co construidos y decididos tanto por quien dirige el método como por quien lo protagoniza. Con relación a lo clínico, el psicodrama ha sido amplia- mente conocido en su versión de aplicación grupal, y en gene- ral no ha sido muy difundido en sus posibilidades de trabajo psicoterapéutico con individuos, parejas y familias. Cabe des- tacar que la flexibilidad y amplitud de la técnica permite des- pliegues infinitos de intervención para trabajo con todo tipo de pacientes y grupos etáreos. En este sentido, uno de mis propósitos es que, a partir de este libro, podamos desmitificar que la psicoterapia psicodramática tiene relación solo con el trabajo de extraversión, poseyendo, por el contrario, formas de utilización de sus herramientas en modalidades más introvertidas e íntimas, dependiendo la características de los pacientes y obviamente de los terapeutas. Por otra parte la plasticidad de la técnica lo hace adapta- ble a objetivos de trabajos comunitarios, optimización de pro- cesos de educación e intervenciones institucionales, en la línea del autocuidado, asesorías de trabajos de equipo, en el plano de la resolución de algún conflicto, optimización de los meca- nismos de comunicación-organización y en prácticas grupales e institucionales más saludables. Quiero compartir la experiencia de haber trabajado años en el ámbito público-macro y también años en el ámbito psicoterapéutico más íntimo y privado. Esto me ha permitido la integración de una mirada entre lo social y lo clínico, apuesta central de Moreno. En este sentido, lo que comparto en este libro, es fruto de dicha integración, además de años de expe- riencia profesional en clínica, docencia y supervisiónde pa- cientes. También cabe destacar que este enfoque en la historia ha 19 La práctica del psicodrama estado bastante ausente de los espacios académicos formales. En este aspecto particular quisiera referirme a mi país, Chile, en donde el psicodrama ha estado creciendo paulatinamente y con fuerza en espacios de pre y post grado, en donde me ha tocado realizar actividades de docencia, investigación y pu- blicaciones; y en donde el psicodrama ha desarrollado un apor- te importante en labores formadoras e innovadoras de la psi- coterapia, teniendo en este sentido un cada vez mayor re- conocimiento. Finalmente, este libro es el resultado de años de postítulo formando psicoterapeutas, que incluso proviniendo de dife- rentes modelos, han encontrado en el psicodrama la síntesis entre profundidad y herramienta útil y efectiva de trabajo, lo que ha adquirido un real significado en una comunidad con requerimientos urgentes en el abordaje de la salud mental. De esta forma el psicodrama se inserta en forma óptima en un modelo de salud, que sin excluir la mirada médica, considera los contextos sociales y las heridas históricas, por un lado, y, por otro, la creencia de que los seres humanos y los grupos no son solo portadores de conflictos y enfermedades, sino que también poseen la potencia y la búsqueda de la resolución de sus propias dificultades. 20 Gloria Reyes 21 La práctica del psicodrama Aplicaciones del psicodrama Parte I: Psicodrama clínico 22 Gloria Reyes 23 La práctica del psicodrama Capítulo I Psicoterapia individual desde la perspectiva psicodramática Nominaciones de la psicoterapia individual desde el psicodrama Han existido diversas nominaciones para el psicodrama aplicado o dirigido hacia una persona. Principalmente, de- pendiendo de si está realizado con yo auxiliares que acompa- ñan al terapeuta o no, es que se denomina psicodrama indivi- dual pluripersonal o psicodrama bipersonal, respectivamente. Por estar el origen del método psicodramático en el con- texto grupal, imaginar su aplicación individual cuesta trabajo. Incluso fue así para su creador, Jacob Levy Moreno. Esto ha hecho pensar en la necesidad de yo auxiliares y en los riesgos de realizarla sin la presencia de ellos. De la misma manera, la reco- mendación de la presencia de la co-terapia es discutida por otras corrientes psicoterapéuticas, en el sentido de cautelar y regular la necesaria intimidad en conjunto con el requerimiento de no involucrarse perdiendo límites con los conflictos del paciente. Hablar de psicodrama bipersonal es una forma de subra- yar el hecho de que existen solo dos personas1. Por razones prácticas, no siempre es aplicable la presencia de yo auxilia- res. Sé de numerosos psicodramatistas, dentro de los cuales me incluyo, que realizan psicoterapia individual con psico- drama y sin la presencia de yo auxiliares formados, obtenien- do bueno resultados. 1 Bustos Dalmiro M., Psicoterapia psicodramática, 1990. 24 Gloria Reyes Pienso, por lo tanto, que en la actualidad la realidad es que los psicodramatistas, al menos la mayoría, ejercemos la clínica psicoterapéutica individual con los mismos recursos con los que clásicamente han ejercido nuestros colegas desde otros paradigmas. Por la razón anterior, me tomaré la libertad en este capí- tulo de denominar a esta modalidad psicoterapéutica simple- mente como lo hago siempre, ya sea con mis pacientes o con mis alumnos. Me referiré entonces a la aplicación del psico- drama en el contexto de la psicoterapia individual como «psi- coterapia psicodramática individual». Visiones de la aplicación del psicodrama en la psicoterapia individual La concepción original de Jacob Levy Moreno desesti- maba la psicoterapia individual, puesto que su crítica y sensa- ción predominante emanaba de una oposición al psicoanáli- sis freudiano, criticando la tendencia de este a enfatizar en la dinámica intrapsíquica, además de asociarla con una psiquia- tría clásica, propia del modelo médico. En este sentido el eje de la propuesta de Moreno era la introducción de una temáti- ca más social en la salud mental, en contraposición con una mirada más desde el individuo enfermo. Otro fundamento que hacía que Moreno desechara en un comienzo la psicoterapia individual, a lo que se le suma posteriormente Silva Días, es la supuesta indefensión en la que quedan tanto terapeutas como pacientes en un vínculo bipersonal2. Según este fundamento esta situación deja al vín- culo terapéutico más vulnerable a una situación regresiva y de extrema dependencia. Así como Moreno y Silva Días han argumentado en la literatura en contra de la psicoterapia individual, otros auto- 2 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999. 25 La práctica del psicodrama res psicodramatistas destacados la defienden. Este es el caso de Dalmiro Bustos, Sergio Perazzo, Rosa Cukier, Ernesto Fonseca y Teodoro Herranz. No obstante, cabe destacar que si bien Moreno plantea críticas en la bibliografía en relación con este tema, no ocurre lo mismo a nivel de su praxis, ya que en ella podemos apreciar que el creador del psicodrama ejerce también esta forma de psicoterapia. Con relación a los argumentos planteados por Moreno en contra de la psicoterapia individual, creo que es importan- te mencionar lo siguiente. En primer lugar, la mirada social referente a la salud mental no necesariamente se puede introducir en forma ex- clusiva en una situación psicoterapéutica grupal, sino tam- bién en un trabajo bipersonal. En este sentido, lo que importa es la mirada que yo tengo, como terapeuta, frente a un sujeto o a un grupo de sujetos. Sus conflictos, enfermedades, recur- sos y posibilidades de curación los comprendo desde una di- námica interaccional o desde un aspecto lineal de causa y efec- to, de la misma manera que lo hace un médico con un pacien- te aislado. Puedo estar con una sola persona en la consulta, pero desde su mundo interno surgen personajes y un modelo interaccional, familiar y social. Entonces, la mirada puede o no ser igualmente social, más allá del número de individuos que tengo al frente. En segundo lugar, he experimentado que la situación grupal, en general, propende a crear una relación marca- damente más regresiva que el modelo bipersonal. Al parecer la situación grupal recrea con mayor facilidad los modelos vinculares primarios propios de la matriz de identidad y de la matriz familiar. En la medida en que se avanza en la psicote- rapia grupal, suele producirse una abreacción de conflictos bastantes más inconscientes e infantiles. Desde acá, por lo tan- to, el terapeuta está bastante más vulnerable a transferencias propias de las fases infantiles, en composición con lo que pue- de ocurrir en una situación bipersonal. 26 Gloria Reyes Características de la psicoterapia individual desde el psicodrama Podemos entonces plantear que una de las características de la psicoterapia psicodramática individual es el estar cen- trada en dos personas, como suele ocurrir en la realidad, esto implica ausencia de yo auxiliares. En este caso las dinámicas vinculares y transferenciales son colocadas exclusivamente en este complejo vínculo binario. Lo que por lo tanto acontece, en términos de riesgo, es lo que ocurre con cualquier psicoterapia en la que se encuentran dos personas, sea de cualquier paradigma y es el hecho real de que no hay terceros que contrasten visiones y cotejen acuer- dos o desacuerdos entre terapeuta y paciente. En este aspecto, se torna relevante, desde el punto de vista técnico y ético, que el terapeuta enfatice el tema de la co-construcción de los contenidos emergentes tanto verbales señalados e interpretados, como también dramatizados, de manera de no inducir en el paciente aspectos tal vez no senti- dos profundamente, pero sí aprobados desde una necesidad de congraciarse con el «experto». También hay que conside- rar la inseguridad frecuente con la que los pacientes llegan a consultar, por estar pasando por un momento de angustia, que los puededejar en una situación de más dependencia y vulnerabilidad. Dada la imagen social tradicional de terapeu- ta que circula habitualmente, el poder tiende a concentrarse fuerte y peligrosamente en este polo del vínculo. Es por esta razón que los elementos señalados e interpretados, al paciente se deben plantear de manera hipotética. La psicoterapia individual siempre ha sido más fuerte- mente asociada con la idea de un proceso más largo, compa- rativamente con lo que suele ocurrir con una psicoterapia de grupo. Significa que en la práctica tiende a ser de más prolon- gada duración. En este aspecto, los contenidos que un pacien- te traiga a sesión están relacionados con dos temáticas: una transversal, asociada con lo ocurrido en la actualidad y con la 27 La práctica del psicodrama contingencia, y otra procesal que está más relacionada con la historia del vínculo terapéutico. Ambas se relacionan con el sentido y propósito de la psicoterapia. Se va produciendo, entonces, una apertura en capas espirales cada vez más pro- fundas. Por ello el psicoterapeuta debe estar atento a tomar tanto los aspectos transversales como los longitudinales. Este último es el hilo conductor del proceso terapéutico. En gene- ral los contenidos transversales están más enfatizados en las psicoterapias focalizadas y breves; en cambio los longitudinales en las transferencias y profundizaciones inherentes a las psicoterapias más largas. Lo interaccional en la psicoterapia individual psicodramática Siempre creo, como lo dije en mi libro Psicodrama: para- digma, teoría y método, que lo esencial del psicodrama es el despliegue de aspectos interaccionales que trasciendan e in- cluyan a la vez la mera palabra. En este aspecto el despliegue de fantasías inconscientes y latentes, que no están presentes en el discurso inicial del paciente, es el verdadero propósito e instrumento de la técnica curativa y su poder desbloqueador. El espacio en donde esto ocurre, entonces, no es lo esencial. Puede ser el interno imaginario, una hoja en blanco, un espa- cio escénico, un cojín o silla, un territorio del cuerpo, etc. Con todo esto lo central y coherente con el paradigma psicodra- mático es adecuar la técnica a las necesidades y características del paciente y no al revés3. En este aspecto el primer momento, dentro de la psicote- rapia individual, prepara el vínculo y las condiciones para que el terapeuta sondee la mejor manera a través de la cual surjan en el espacio las fantasías, los conflictos y también los recur- sos de la persona. 3 Reyes Gloria, Psicodrama, paradigma, teoría y método, 2005. 28 Gloria Reyes Van surgiendo entonces las emociones, los personajes, las sensaciones, con las que el paciente comienza a relacionarse y a mirar, casi como si fuese un autodrama, en donde el tera- peuta acompaña, sin perder la necesaria distancia y cuidando de no perderse en los límites del otro. No existe ningún terce- ro que denuncie cautele o avise de esta posibilidad, de tal ma- nera, que se debe poner especial énfasis en esto. En base a lo anterior, la realidad que es el espacio de intervención psicoterapéutica está construida por la propia subjetividad del paciente. Pero básicamente está la teoría del encuentro, la teoría del yo-tú. Desde ahí es imposible que no esté presente la subjetividad del terapeuta. Inevitable no conmoverse y, por lo tanto, que esa conmoción, no condicio- ne que yo como terapeuta me detenga en algún espacio o mo- mento, o me sobresalga algún contenido más que otro y que en esto no influya mi historia y mi ideología. Es así como se construye el entretejido de temáticas emergentes que se van constituyendo en el espacio terapéutico interpersonal. El encuadre Siempre, en todo contrato psicoterapéutico, debe existir una participación de dos. No importa que ese otro sea alguien que provisoriamente esté en condiciones precarias para contraer cons- cientemente un acuerdo. Pienso que entonces la primera labor del terapeuta es establecer un encuentro que posibilite la explicitación de propósitos factibles y honestos para ambos, en relación con para qué y cómo estamos juntos. De lo contrario, quiere decir que la persona no está en condiciones aún de iniciar psicoterapia. Puede requerir entonces otro tipo de atención asistencial, como medicamentos, intervención psicosocial, jurí- dica, u otra, que pueda ser requisito previo para la psicoterapia. Una vez llegado al acuerdo anterior, se especifican las re- glas, referente a la asistencia, puntualidad, pagos, confiden- cialidad terapéutica, etc. El paciente debe tener la libertad para 29 La práctica del psicodrama establecer distancia, cómo sentarse, qué hacer. Obviamente no debe dañar ni el espacio de consulta ni al terapeuta. Cuando se funciona sin yo auxiliares, existen objetos intermediarios, como sillas, cojines, títeres, etc. Además debe existir un espacio amplio, con temperatura y ventilación ade- cuadas, sin distracciones y con la necesaria intimidad. La duración de la sesión suele ser de una hora u hora y media; la frecuencia puede ser semanal o de dos veces a la sema- na. Las psicoterapias pueden ser en bloques acotados con un determinado número de sesiones con un objetivo focalizado acor- dado con el paciente, o puede ser indefinida, apuntando más que a un solo objetivo a una temática general o estructural4. Desde el punto de vista del tiempo y del espacio, las con- diciones señaladas son las ideales. No obstante cabe destacar que existen realidades asistenciales del sector público que son muy diferentes, ya sea por infraestructura o espacio. Referen- te al tiempo, a veces los psicólogos son requeridos para fun- cionar media hora por sesión y no más de 6 sesiones por pa- ciente. De manera que allí las condiciones se deben readecuar, aún reconociendo que no son las óptimas. Obviamente, es necesario plantear en ese caso la modalidad en bloque por sesiones con objetivos muy específicos acordados entre tera- peuta y paciente. En este caso funcionaría la modalidad de intervención en crisis. Por otra parte, un aspecto que todo terapeuta debe re- cordar es que, a pesar de la bilateralidad y co-construcción de los mecanismos vinculares y de los contenidos surgidos en la psicoterapia, los roles son asimétricos. En este sentido el tera- peuta posee responsabilidades profesionales y éticas hacia su paciente, que no son recíprocas. Esto debe ser recordado prin- cipalmente en el caso de información confidencial, ya que el terapeuta debe guardar secreto profesional hacia su paciente, pero no al revés. De manera que en caso de que el terapeuta le comparta a su paciente algo de sí mismo, debe ser con la res- 4 Rojas Bermúdez, Jaime, Teoría y técnicas psicodramáticas, 1997. 30 Gloria Reyes ponsabilidad y cautela necesarias. De lo contrario desprotege a su paciente, al vínculo terapéutico y a sí mismo. Con relación a lo anterior, la única información que al tera- peuta no se le exige guardar es aquella que le transmita su pa- ciente en la cual esté involucrada la integridad vital de él mismo o de terceros. Esto es importante comunicarlo en caso de adoles- centes. También es relevante tomarlo en consideración si se nos comunica maltrato o abuso a menores o personas indefensas. La primera entrevista Es durante esta primera instancia en donde suele estable- cerse el contrato terapéutico. El eje es señalar con claridad el objetivo: ¿Por qué vino la persona? ¿En que y cómo la puedo yo ayudar? Con relación al qué, es importante acoger y validar su motivo de consulta, incluso independientemente de que des- pués tengamos que decirle con mucha claridad si podemos o no ayudar en lo que necesita. Una vez establecido el acuerdo vemos el cómo. Las reglas claras en cuanto a tiempos, espacio, pagos, pueden ser variadas. He visto a terapeutas funcionando con distintas formas o setting, pero creo que lo que es realmen- te relevante es la claridad y la recíproca aceptación del cómo. Las razones por las que puedo no atender a un paciente pueden ser muy diversas, desde crucede roles –por ejemplo aten- der a un alumno–, aspectos de la historia del terapeuta que él mismo sienta o evalúe que no tenga resueltas, o también que aprecie que la temática que haya que trabajar no sea algo de su especialidad, etc. La elección terapeuta y paciente en cierta for- ma es recíproca, es un acontecimiento sociométrico, que debe ser conducido por lo tanto télicamente. Si sentimos que pode- mos trabajar juntos, la elección es recíproca, los criterios de elección están claros y explícitos y estamos de acuerdo en el qué y en el cómo, entonces podemos comenzar. Esa elección sociométrica ocurre realmente en la primera entrevista. Es en 31 La práctica del psicodrama cierto sentido el status nascendi y el locus, de lo que ocurrirá en la psicoterapia5. Para todo lo anterior son cruciales la ética, la vivencia, la postura, la experiencia y el talento del terapeuta. También es básica la adecuación del lenguaje y el reconoci- miento de los códigos valóricos y culturales del paciente, ya que facilitan la comunicación y por ende la comprensión recí- proca. Además, esto último le otorga un contexto y un sentido específico a la sintomatología o conflicto que trae. Un tema ya mencionado es el acoger el motivo de con- sulta. Es relevante reflexionar acerca de qué implica esto ver- daderamente. Acoger no quiere decir siempre resolver. Por ejem- plo, yo puedo empatizar con el sufrimiento de alguien que acaba de descubrir que tiene un cáncer, puedo acompañar pro- fundamente su dolor, pero no puedo ofrecer, ni menos garan- tizar, que a partir de la psicoterapia podrá mejorar del cáncer, aunque la persona en cuestión así me lo solicite y además ex- prese alta sensibilidad a las dinámicas psicológicas que pue- den haber generado esta dolencia. Debo ser explícita y clara en qué aspectos puedo y en cuales no puedo ayudar. También, muchas veces, acompañar no es lo mismo que simpatizar. Pon- go un ejemplo extremo: ¿Qué me ocurre con alguien que está siendo maltratador o abusador? ¿Cómo manejo este tema? ¿Logro conectarme y empatizar con las dinámicas de dolor, horror y desamparo que hay detrás del maltrato? ¿Logro des- de ahí visualizar si el otro tiene efectivamente ganas y posibi- lidades de cambiar? ¿Qué hago en cada uno de los dos casos? Lo que la persona explicita como motivo de consulta la gran mayoría de las veces es la demanda manifiesta, que conlle- va una serie de dolores y conflictos latentes. Durante la primera entrevista, o las dos primeras, a lo que llegamos es a develar con el otro esa demanda real, más allá de su forma. Resulta parti- cularmente útil para ello el método del átomo social y la forma en que lo emplean Jaime Winkler y María Carmen Bello6. Es 5 De Alentar, Leida, Primera entrevista en psicodrama, 1999. 6 Winkler, Jaime, Psicodrama y otras psicoterapias, 2000. 32 Gloria Reyes una forma de resignificar con el otro el motivo de consulta y construir juntos un propósito de trabajo. Finalmente las resistencias y temores naturales, que a ve- ces pueden estar presentes en la primera sesión, deben ser aco- gidos, no enjuiciados. Existe entre los psicoterapeutas una ten- dencia general a menospreciar las resistencias y, por lo tanto manifiestan desagrado y a veces hasta enojo cuando estas se expresan, pudiendo caer en el error de comenzar una lucha enconada en contra, ellas. Por el contrario, observo frecuente- mente en la consulta que con solo escucharlas y no enjuiciar- las, el paciente se tranquiliza bastante. Posteriormente, ade- más, es poder profundizar con la misma actitud de no juicio, qué es lo que existe más allá de estos miedos, para también validarlo y aceptarlo. Lo miedos siempre tienen un propósito sano de subsistencia. Lo que hay que ir corrigiendo a través del tele es que el entorno en el que se manifiestan no siempre es el adecuado. Averiguar eso al paciente le puede tomar su tiempo, solo hay que acompañarlo y ayudarlo. Me he encon- trado con la sorpresa de que los pacientes que manifiestan más resistencias al principio, son los que poseen más después apego al tratamiento y posibilidades de profundizar más rá- pido. Fases de la psicoterapia individual desde el psicodrama Las fases en la psicoterapia individual son las mismas planteadas en general para el psicodrama: el caldeamiento, la dramatización y el sharing. Sin embargo asumen distintas for- mas y diferentes ritmos, de acuerdo con las necesidades del paciente en particular. El caldeamiento es la fase de preparación, en que ambos, terapeuta y paciente, entran paulatinamente en un estado dis- tinto del vínculo, se aproxima una intimidad y una posibili- dad de contención. En su período inespecífico, comienza des- 33 La práctica del psicodrama de el momento del saludo, cuando se va a buscar al paciente a la sala de espera. Existe ahí una serie de códigos no verbales recíprocos, que ya están generando condiciones y anunciando la sesión que ocurrirá. Puede haber intercambios coloquiales, que más allá del contenido tienen el mismo sentido. En su período específico, el caldeamiento en sesión individual pue- de continuar desde el diálogo verbal, en donde aparece el con- tenido emergente, que puede ser algo transversal de la semana o del proceso longitudinal histórico de la terapia, como algo que se activó desde las sesiones pasadas. También puede ser un cerrar los ojos, conectarse con el cuerpo, una sensación o una emoción y obtener desde allí el emergente. La fase de dramatización suele tener menos tiempo que lo que ocurre en la sesión grupal. Por esta razón es solo ocasional que transcurra una escena con una respectiva dramatización completa en el transcurso de una sola sesión. Lo que entonces suele ocurrir es una amplificación dramática de sectores de una escena o de un sueño en que se focalizan conflictos y se drama- tizan. Ocurren muchas inversiones de roles, emergencia y cons- trucción de personajes, diálogos con el cuerpo, con sensaciones y emociones. Creo que en esta fase es importante acompañar al paciente dentro de la escena y también ayudarlo a mirar desde afuera. De esta manera se va posibilitando no solo la catarsis, sino también la resignificación y rematrización. Por último, está la fase del sharing. Inevitablemente com- paro cada una de estas fases con la sesión de grupo, pues su diferenciación fue realizada por Moreno a partir del método con los grupos. En la sesión individual, el tiempo para el sharing puede ser notoriamente más breve que el que se da en la sesión grupal. Por esta razón uno puede destinar en la próxima sesión el tiempo que estime necesario para continuar con el compartir. El sharing tiene una función más elaborativa, que es poner en proceso secundario lo primario de la escena o de los personajes. Aquí la persona simboliza, «lenguajea». Le pone palabras y ordena en conjunto con su terapeuta lo que vivenció. Percibe sus matrices y los costos que paga por sus modelos vinculares. 34 Gloria Reyes Para qué le sirven y para qué no. Muchas veces la persona tiene un insight dramático a partir y dentro de la escena, pero requie- re más tiempo y ayuda para establecer el nexo, que le permita asociar esto con las distintas áreas concretas de su vida y lo que le puede estar ocurriendo ahora. Creo que aquí cabe destacar la responsabilidad de la psicoterapia de mejorar la calidad de vida del paciente, de disminuir las cuotas de dolor innecesario. En el sharing cobra sentido que la exploración en el inconsciente no sea un mero «bucear voyeurista», sino que pueda tener un im- pacto que beneficie la vida del paciente. Respecto de los tiempos y ritmos de las fases en psicote- rapia individual, es importante establecer que es el paciente el que va marcando el ritmo. Una dramatización intensa a veces puede requerir muchas sesiones de sharing elaborativo. Componentes de la Psicoterapia Individual desde el Psicodrama En la psicoterapia individual psicodramática, aparecen algunos de los componentes clásicos que siempre se definen como propios del psicodrama. Estos son el director, el prota-gonista y la escena. En este caso, solo ocasionalmente están los yo auxiliares, pero como ya lo dije, no es lo que suele ocurrir realmente. Tampoco obviamente está el público, ya que ello implica la presencia de un grupo. Con relación al director, corresponde al terapeuta y tiene las funciones que de alguna manera ya han sido transversalmente descritas en los diferentes puntos de este capítulo. Es estar, contener, sostener, aceptar, no inducir antes de tiempo; es sigi- lo, silencio, espera, mantenerse un poco atrás. Pero, a la vez, es dirigir, confrontar, ir adelante, mostrar, interpretar, propo- ner, estimular. Es finalmente compartir, acompañar, estar de yo a tú, co-construyendo. Estos tres momentos de la psicote- rapia van intercambiándose de manera oscilante y rítmica, dependiendo del timing y del proceso en que se esté. 35 La práctica del psicodrama Referente al protagonista, es el paciente. Así como el di- rector pone la vasija, el protagonista coloca el contenido con el que esta vasija se llena. Es él quien despliega su subjetividad, su mundo interno, sus fantasías, sus relaciones. En él están por lo tanto centrados los propósitos terapéuticos. Sin embargo la forma de esta vasija depende fundamentalmente del terapeuta. Finalmente, respecto de la escena, es el dispositivo tera- péutico central del psicodrama, en el que emergen los conteni- dos que no están atrapados en el mundo verbal. Es importante que esté al servicio de los propósitos terapéuticos y no al revés. Contextos A través de cada contenido que una persona nos trae, independientemente que si este es un conflicto o un recurso, es algo que lo aqueja o lo hace feliz, hay en ello simultánea- mente una convergencia de aspectos sociales-culturales, grupal- institucionales e individuales-biográficos. Desde el método psicodramático siempre están presentes en la mirada del tera- peuta las tres dimensiones. En qué me detengo va a depender de las necesidades del proceso terapéutico en ese momento. Se puede enfatizar en uno de los tres aspectos, no obstante cautelar la no escisión de los otros. El ser humano es un ser sano, en tanto asume su contexto interaccional. El contexto social está referido a todos los elementos his- tóricos sociales y culturales que sean parte de la socialización del sujeto y que estén ocurriendo en ese momento. El nivel de comunicaciones de la sociedad moderna hace que este contex- to sea cada vez más amplio y bombardeado por la globalización mundial. Por ejemplo, durante la fecha en que explotaron las Torres Gemelas, muchos de los pacientes que llegaron esa se- mana a la consulta, en Santiago de Chile, traían contenidos de alta persecución y violencia. De la misma manera, otro ejemplo ocurre cuando sale presidenta la primera mujer en nuestro país, Michelle Bachelet. Ocurre en la consulta esta vez mucha emer- 36 Gloria Reyes gencia de contenidos relacionados con problemáticas de géne- ro y los cambios que se están viviendo de hace ya varios años en los roles sociales asociados con lo femenino y lo masculino. Es importante en la intervención terapéutica la consideración de que los conflictos que aparecen en la persona tienen en su sur- gimiento o exacerbación una placenta social, que le da sentido. El contexto grupal, en el ámbito de la psicoterapia indi- vidual, tiene relación con los grupos de pertenencia y referen- cia en los que esté inserto nuestro paciente: el grupo familiar, el trabajo o institución a la que pertenezca, los grupos ideoló- gicos, políticos, etc. Aparecen con claridad mandatos familia- res o transgeneracionales, muchas veces inconscientes en la di- námica conflictiva y que solo emergen en el espacio terapéuti- co. Recuerdo una paciente cuya ascendencia matrilineal com- pleta poseía antecedentes de violencia y alcoholismo de parte del varón y agresión pasiva y anulación hacia los hombres por parte de la mujer. En una exploración psicodramática, apare- ce una tatarabuela mapuche, que se había casado con un «huinca» –de descendencia española–, quien le habría prohi- bido seguir ejerciendo sus funciones de «machi». En la cultu- ra mapuche, ser machi es una atribución chamánica impor- tante otorgada por los dioses solamente. Es una revelación que ocurre mediante los sueños, e implica que la mujer que recibe esta revelación debe ser curandera de su tribu y una especie de guía espiritual, para lo que debe prepararse. De manera que no es de menor importancia para alguien de esta cultura negarse a seguir ejerciendo estas funciones. Especí- ficamente en esta paciente se devela la dificultad de poder ser feliz con su pareja actual, debido al mandato de vengar a su tatarabuela, a través de su pareja, mandato que al parecer en cierto sentido habrían sufrido su madre, su abuela y su bis- abuela. Logra simbólicamente reinvindicar internamente el poder de su abuela, pero no hacerse cargo de algo que no era propio. Experimenta después de esto bastante alivio, además de una mejora significativa en su relación de pareja. El contexto individual es la especificidad de cada persona, 37 La práctica del psicodrama sus condiciones genéticas, pulsionales, energéticas, que influ- yen en que lo social y grupal asuman una manera particular. Aquí nos enfrentamos con la maravilla de la individualidad, que hace que dos personas frente a contextos culturales y fami- liares muy similares o frente a una biografía casi idéntica sean muy distintas. Esto es lo que hace relativizar las explicaciones causalísticas y lineales para las problemáticas psicológicas. En la clínica individual, nos encontramos con la sorpresa, con el misterio de la vida y del ser humano, lo que lo hace impredeci- ble. Eso que nos rompe los esquemas de las teorías psicologistas y nos hace difícil explicar muchas cosas, nos lleva a ser humil- des y a entender que el universo en el que verdaderamente inter- venimos es mínimo. Desde la psicoterapia se pueden articular muchos cambios, por que lo que en definitiva estamos hacien- do es limpiar aquellos obstáculos que bloquean la espontanei- dad y creatividad del ser humano. Sin embargo, el universo de intervención sigue siendo mínimo. Áreas presentes en la psicoterapia La concepción de tiempo que tenía Moreno, influida por Bergson, se resume en la siguiente frase del segundo autor: «El presente es el pasado que será». Si llevamos esto al momento terapéutico, al aquí y ahora psicodramático implica asumir que en el presente está la historia del sujeto y también a partir de ahí tenemos un pronóstico de su futuro. La intervención psicoterapéutica nos permite la síntesis, la integración y el equi- librio de estos puntos. Al acompañar un acto psicodramático, vemos una historia que se actualiza y un futuro que se proyec- ta. Si intentamos o permitimos que el paciente se quede dete- nido quejándose de un pasado que ya no fue, corremos el riesgo de quedar fijados como estatua de sal. La historia es entonces una justificación, un salvoconducto que perpetúa la matriz y rigidiza la modalidad vincular. Si nos concentramos en un futuro que no existe, nos angustiamos en un devenir 38 Gloria Reyes que no está realmente en nuestras manos. El evitar esta inte- gración puede constituirse en un acto defensivo, que impida el avance terapéutico. Por ejemplo, un paciente que viene solo a hablar de su pasado y a relatar las penurias que le han ocu- rrido, buscando la compasión o la justificación de su enfer- medad, puede a través de ello resistirse al cambio. Lo mismo que un paciente que nos refiere solo sus aspectos vitales co- yunturales y nos llena el espacio terapéutico de anécdotas co- tidianas, puede estar resistiendo la profundización de conte- nidos, y la emergencia de conflictos latentes. De la misma manera, un paciente que está excesivamente centrado en sus metas y es incapaz de conectarse con lo que le está ocurriendo en el aquí y ahora, puede estar evitando la profundización y la rematrización. Otra área propia de la psicoterapia son los espacios intrasubjetivos e intersubjetivos. Los espacios simbólicosin- ternos y los reales externos7. En otras palabras, el adentro y el afuera. Si un terapeuta sobredimensiona el afuera por sobre lo de adentro, puede promover o acentuar una dinámica de victimización de su paciente, en que las cosas le ocurren y nada pasa por él. Sin embargo, también sobredimensionar lo interno puede llevar a sobrecargar al paciente de responsabili- dades y generar que se autoculpabilice y se sienta omnipoten- te en relación con todo lo que le ocurre. Es también por lo tanto una parte importante del propósito terapéutico el man- tener una síntesis de estos dos espacios. La sobrecarga de los objetos malos internos corresponde con la vivencia de lo de- presivo, la sobrecarga de los objetos amenazantes afuera, co- rresponde con la vivencia de lo paranoide. Las áreas que más han sido señaladas por los psico- dramatistas, particularmente por Rojas Bermúdez, son las áreas mente, cuerpo y afecto. La integración de esta tríada es las que posibilita la verdadera integración de la experiencia, y por lo 7 Bustos, Dalmiro M., Nuevos rumbos en psicoterapia psicodramática, 1991. 39 La práctica del psicodrama tanto la cura psicodramática. Una sensación corporal puede traerme a la conciencia una serie de recuerdos pre-verbales que estaban bloqueados, que a su vez desencadenen en vivencias de dolor, rabia y desamparo, pero si no las simbolizo y les doy el nombre adecuado, no tengo la suficiente resignificación. Esto es en realidad el insight dramático. También puede ocurrir el tener sobreintelectualizado un conflicto, pero si no paso por la vivencia corporal y afectiva que esto implica, tampoco puedo realmente resignificar, por lo tanto no se podrá producir el insigth dramático. También puede existir una sobrehis- trionización de algunos afectos, eso sin profundizar a través de la simbolización y de una vivencia corporal más profunda. El psicoterapeuta debe situarse al medio y dependiendo de las ca- racterísticas del paciente, será el área que más estimulará. En otras palabras la técnica del psicodrama desbloqueará el área que está más escindida de la conciencia. Cabe señalar aquí el papel del método. Obviamente de- trás de un método existe un cuerpo teórico y un paradigma, esto es una concepción del ser humano y de la vida, que nece- sariamente influyen en la manera de llevar a cabo una técnica. El psicodrama no es solo una técnica, si no bastaría con que adiestráramos un procedimiento. Cuando el método está pro- fundamente arraigado en la persona es difícil escindirlo de la persona, que lo aplica. Pero también puede no ocurrir así, principalmente en las primeras etapas de formación, en que como forma natural del proceso de aprendizaje la técnica y la persona aún no están integradas. En este sentido, es interesante recordar una reflexión que realizó Salvador Minuchen, referente a que un método psicoterapéutico había que leerlo y aprenderlo, para después olvidarlo. Dicho pensamiento debiera ser aplicable para cual- quier psicoterapeuta, sea o no psicodramatista. Lo que im- porta es que cuando tenemos el paciente enfrente, debemos conectarnos con su necesidad psicoterapéutica. El psicodrama es entonces solo un instrumento que lo puede o no ayudar. Lo más relevante es el vínculo. Así como lo captó profundamen- 40 Gloria Reyes te Jung, cuando tenía una paciente al frente y… simplemente le cantó una canción de cuna… Técnicas empleadas en psicoterapia psicodramática individual Cómo método de diagnóstico me ha resultado bastante útil el átomo social, ya que permite trabajar el motivo de con- sulta manifiesto y latente, además de construir propósitos te- rapéuticos conjuntamente con el paciente. También como tra- tamiento, el átomo me permite trabajar en distintas sesiones segmentos diferentes de las relaciones interpersonales y pro- fundizar en los conflictos relativos a los vínculos. Otro método bastante útil como diagnóstico y como tra- tamiento es el biodrama. A través de la acción, poder viajar en conjunto con el paciente a lo largo de su vida, desde la gestación e incluso proyección futura, permite que este vaya explorando experiencias no verbales y sus matrices, esto es, los modelos vinculares que se repiten, pudiendo rematrizar a través de la proyección futura. También el biodrama se puede trabajar un sinnúmero de sesiones, ya que de hecho desde ahí se articulan también nuevas escenas8. La técnica del mapa fantasmático, creada y desarrollada por Elina Matoso y Mario Buchbinder9, es muy útil para ex- plorar e introducir al paciente en zonas de su cuerpo, desde donde se abren abanicos de experiencias pre-verbales, de sor- prendente precisión, si después las contrastamos con la reali- dad o los hechos. Una vez una paciente dibujó una fisura en su rodilla izquierda que aparecía como un accidente gráfico de la hoja o del lápiz. Investigando desde su vivencia corporal y entrevistando ella misma a su madre, habría sufrido a los cua- 8 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 9 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien- to, 1993. 41 La práctica del psicodrama tro años, al entrar al colegio, una fractura de la rodilla izquier- da, que la mantuvo varios meses postrada, sin poder jugar con los otros niños. Efectivamente asociado con la temática del colegio, también se le abrió la temática de la separación y due- lo, que era algo que tenía bastante menos consciente y elabora- do de lo que ella misma imaginaba. Otra paciente dibujó de manera que ella misma se sorprendió un pequeño punto en uno de sus ovarios. Extrañada ella misma de esto y sensibiliza- da con el hecho de que la técnica del psicodrama transforma el cuerpo en una caja de pandora, fue esa misma semana al gine- cólogo. Efectivamente le encontraron un pequeño quiste, en el mismo ovario en el que ella había dibujado el punto. La escena y dramatización clásica, como lo dije, se desa- rrolla solo ocasionalmente en forma completa. Más bien se hacen segmentos, a la manera de la amplificación dramática. Una escena o microescena puede surgir articulada de cualquiera de los métodos anteriores o simplemente de la verbalización inicial, que constituye el caldeamiento inespecífico y específi- co de la sesión individual psicodramática. La construcción de personajes es algo que frecuentemente se utiliza en las sesiones individuales. Una paciente está hablan- do de su madre y entonces la llamamos a sesión. Comienza entonces sin darse cuenta a representarla de forma que ella no se hubiera imaginado. Otro paciente me habla de su jaqueca, entonces llamamos a la jaqueca. Se transforma en personaje, con el que se puede dialogar, realizar inversiones de roles y pre- guntarles que está haciendo, para qué le sirve al paciente, etc. Los objetos intermediarios, que habitualmente se utili- zan, son los cojines y sillas. Para niños, se utilizan títeres, muñecos y juguetes. Algunos psicodramatistas emplean más- caras. Cada uno de estos objetos, aparte de reemplazar al yo auxiliar, representan una forma «intermediaria», «trancisional» de acceder al mundo interno del paciente y expresarlo. Es par- ticularmente útil para personas con un yo muy débil o con un mundo interno percibido como muy amenazante. Por ejem- plo, es más fácil para un niño que un títere le pegue a otro 42 Gloria Reyes títere que represente simbólicamente a una madre, que él mis- mo exprese rabia en forma directa a su madre. Dentro de los objetos intermediarios están las másca- ras. Para Mario Buchbinder, representan la posibilidad de metaforizar a través del goce estético una conflictiva interna o un área de la personalidad que resulta dolorosa de observar10. Referente a las técnicas, se emplean las habituales, como las técnicas verbales. Este tipo de intervenciones pueden ser: co- loquiales, señalamientos, interpretaciones e intervenciones como las entrevistas y, en caso necesario, confrontaciones. La inter- vención coloquial es cualquier intervención dialogal, informa- ción que se proporciona, el llevar a cabo preguntas y confirma- ciones. Cuando el diálogoes fluido, sentido, y apunta a reflexio- nes profundas, se convierte en la forma de comunicación más corriente en psicoterapia psicodramática. El señalamiento im- plica tomar una pequeña distancia. Se trata de llamar la aten- ción sobre conductas, un lapsus, una actitud que despierta du- das o enfatizar interrogativamente una frase. La interpretación es la más compleja de las intervenciones terapéuticas verbales. Trata de acceder a niveles a los que el paciente no puede llegar por sí mismo. Otro tipo de técnicas empleadas en sesión individual son los recursos psicodramáticos típicos, tales como el doble, el so- liloquio, el espejo y la inversión de roles11. El doble se utiliza cuando es necesario que el paciente reflexione sobre aspectos de su vida. El terapeuta habla o emite sonidos por él, como si fuese una extensión del propio paciente. No es muy recomen- dada, cuando el director está sin yo auxiliar, porque puede per- der la distancia necesaria. El doble siempre es una sugerencia. De alguna manera la acción del doble, igual que la interpreta- ción, también es una hipótesis. El espejo consiste en que el tera- peuta, se coloque físicamente en la posición que en determina- 10 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien- to, 1993. 11 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 43 La práctica del psicodrama do momento asume el paciente, como si fuese una fotografía. El objetivo es permitir que el paciente, mirándose a sí mismo desde fuera de la escena, reconozca los aspectos presentes en ella y pueda emitir una reacción frente a estos aspectos, con el pro- pósito de favorecer el aumento de la observación del yo. Tam- bién posee las mismas observaciones de la técnica anterior. La inversión de roles consiste en pedirle al paciente que tome el lugar del otro, o sea, que represente el rol de alguien sobre quien se está hablando. Aquí se suelen usar cojines o sillas. Finalmen- te, el soliloquio consiste en detener un discurso verbal, y pedirle al paciente que exprese lo que no está en ese discurso. Lo que le permite al terapeuta detectar el momento oportuno para intro- ducir esta técnica, es una fisura del discurso, un titubeo, una incongruencia entre lo verbal y no verbal, etc. Otras técnicas empleadas son la interpolación de resis- tencias, la realidad suplementaria, la maximización, la cáma- ra lenta, la focalización, las articulaciones kinestésicas, cenes- tésicas e ideativas y la concretización. Todas estas nos permi- ten también ampliarnos y detenernos en un discurso, un ges- to, una idea reiterada, una queja, etc. Acerca del tratamiento y las resistencias a dramatizar En el contexto psicoterapéutico se entiende por resisten- cias a los mecanismos defensivos inconscientes que de alguna u otra manera obstaculizan aspectos del encuadre, el vínculo o los propósitos terapéuticos. Suelen manifestarse en forma cíclica y esporádica, dentro del proceso psicoterapéutico. Pue- den ser sutiles o manifiestamente burdos y/o agresivos, depen- diendo del nivel de defensas del paciente. Cuando se expresan de forma permanente, pueden estancar el proceso psicote- rapéutico. En este último caso, no solo tal vez baste con seña- larlos o interpretarlos, sino que también profundizarlos, ya que puede ser parte del temor a desmontar una matriz, que es 44 Gloria Reyes lo único que le da seguridad al paciente. En este caso hay que acompañarlo hasta llegar al locus desde donde se desencadena esa matriz y ayudarlo a aceptar y validar que el motivo de su defensa tuvo un sentido y ese es proteger su integridad psicoló- gica y tal vez en su origen incluso física. Es relevante que la persona comprenda que ese aspecto de la defensa es sano y que surgió en un entorno en donde se justificó e incluso lo salvó de una amenaza real. Los sistemas defensivos, en sí no son dañinos sino más bien protectores. Se tornan disfuncionales, con la generalización y la rigidización. Entonces el propósito terapéutico está relacionado con acti- var la posibilidad de discriminar cuando usarlos. Es entonces cuando lo que era una defensa disfuncional, que entorpece los objetivos de crecimiento o curación, se transforma en una forma de protegerse y de saber cuándo exponerse o no. De lo contrario es forzar al paciente a una falacia, que implica que las defensas no existan o que deben «irse para siempre». De la misma manera, si un paciente manifiesta en forma explícita y directa, que existen áreas en las que prefiere espe- rar un tiempo para explorar por qué aún no está preparado, hay que respetarlo y además distinguir esta comunicación como un proceso consciente, diferente al de la resistencia. Por lo tanto, en términos generales el psicodrama, si bien es una técnica con una gran potencia desbloqueadora, valida a la vez los sistemas defensivos. Esa es una de las fundamentaciones de la fase del caldeamiento. Si algo después de un caldeamiento no emerge, no hay que forzarlo, ya que después de esa fase a lo que se apela es a la profunda sabiduría del ser humano, para saber organísmicamente para que está preparada la conciencia. Con respecto a las etapas en que surge la resistencia en el proceso psicoterapéutico, se pueden distinguir las siguientes. En un primer período suele estar relacionada con el vínculo entre terapeuta y paciente. Es un temor a no ser contenido, a ser rechazado, abandonado, enjuiciado, tragado, dominado, etc. Tiene además un sentido diagnóstico, en términos de que se transferencian al terapeuta modelos vinculares originales. 45 La práctica del psicodrama Por esta razón es importante la primera etapa, ya que el papel del terapeuta es reestablecer, a través del «tele», el vínculo y corregir los errores de percepción, tranquilizando al paciente. Esta obviamente no es una acción netamente verbal, sino que también está plasmada de códigos no verbales. Cuando la resistencia se produce en medio del proceso psicoterapéutico, está más relacionada con el temor a profun- dizar en algún contenido. En este caso, una manera adecuada de manejarlo psicodramáticamente es incorporar la resisten- cia a la escena psicodramática, concretizándola en un perso- naje, con el que se puede invertir roles. Así como ya se explicó se reivindican los sentidos de las defensas12. Finalmente, cuando la resistencia se produce en la fase final del proceso psicoterapéutico, tiende a estar relacionada con el temor a la pérdida y separación. Implica aquí el poder acompañar las fases características del duelo, para que el pa- ciente vaya encontrando el sentido de la autonomía. Condiciones para un tratamiento bipersonal psicodramático Desde el punto de vista del paciente, los aspectos que son necesarios revisar tienen que ver con la motivación: qué es lo que lo lleva a consultar, cómo llegó a pedir ayuda y el tipo de patología, si es que se presenta alguna. Cuando me refiero a motivación, me refiero a la fuerza más profunda que lleva a una persona a solicitar psicoterapia, más allá de la forma en que lo exprese. Ya mencioné en puntos anteriores que existen métodos psicodramáticos que permiten explorar en conjunto con el paciente este motivo. Cuando ambos nos encontramos con ello, es cuando se produce el ver- dadero contrato terapéutico. Por ejemplo, un adolescente pue- de llegar a consultar por qué sus padres lo obligan o desde el 12 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999. 46 Gloria Reyes colegio se lo exigen. En ese caso, la demanda no está centrada desde sí mismo, sino que desde los otros. No obstante pode- mos explorar igual, que le ocurre a él con ello y por qué igual accedió. Puede aparecer, su rabia, su necesidad de ser compren- dido y desde ahí buscaremos un motivo para trabajar juntos. Al plantear la patología, o padecimiento de un dolor, nos estamos situando en el modelo médico. Muchas personas llegan a psicoterapia no por una patología, sino por que quie- ren crecer, optimizar una relación, o transitar una situación de vida difícil lo mejor posible. Recordemos que el psicodrama tiene una concepciónde la psicoterapia, que no está centrada solamente en los conflictos y dificultades, sino que también en los recursos. También nos encontramos con personas que portan rótulos psiquiátricos, que alguna vez escucharon de sí mismos y que se constituyen en sistemas defensivos de estan- camiento, como si fueran un salvoconducto para no hacerse cargo de ellos y seguir enfermos dependiendo de otros. En este aspecto sanarse puede ser mirar algo doloroso y conflictivo, como también en ocasiones tomar conciencia de algo positi- vo y recursivo que poseemos y que está adormecido porque no lo hemos visto. No obstante, con lo anterior, no quiero decir que las pa- tologías no existan. Lo importante es no quedarse en la cate- goría nosográfica, sin mirar la dinámica comprensiva, que está detrás de los síntomas y a través de la cual podemos acceder a los espacios de intervención terapéutica. ¿Cómo entonces interactuar con lo nosográfico, desde el psicodrama? Lo nosográfico es parte del contexto, puede ser movible, como una reacción depresiva, o puede ser más estruc- tural o fija como una condición genética que predispone a la esquizofrenia. Conocer ese contexto nos permite localizar me- jor los espacios de intervención terapéutica y aquellos que no lo son. Desde ahí podríamos decir que no existen contraindica- ciones para el psicodrama, solo momentos adecuados para sa- ber cómo y dónde intervenir. Por ejemplo, un momento de en- trada y salida de una depresión profunda no es un momento 47 La práctica del psicodrama adecuado para una dramatización completa y desbloqueadora; tal vez sí para una breve, resolutiva y estructurante, que tran- quilice a la persona. Existen momentos para escenas desestructurantes que abren, como hay momentos para escenas más psicoeducativas que cierren procesos. De la misma mane- ra, nos encontramos con momentos para escuchar con silencio, y otros para recomendar con urgencia. No en todos los mo- mentos de la psicoterapia cabe una escena psicodramática. Por otra parte, no todo el psicodrama es netamente una especie de compulsión a realizar escenas. Otra cautela la presenta el trabajo con psicóticos, parti- cularmente los que manifiestan síntomas paranoídeos y bajo manejo en el control de impulsos y agresiones. Aquí obvia- mente se trabaja una vez que está producida la compensación bajo medicamento, como apoyo a la fase de rehabilitación. Se recomienda mucha utilización de objetos intermediarios, de manera que la identificación y expresión del mundo inter- no, percibida como amenazante, sea gradual y mediada por apoyo y estructuración del yo. Finalmente, otra observación que puede llegar a ser una contraindicación corresponde a la existencia de un muy bajo coeficiente intelectual, que dificulte la capacidad de simbo- lización que requiere realizar una conexión entre una imagen plástica o estética y una conflictiva personal. Referente a las condiciones que debe tener un psicote- rapeuta, para realizar psicodrama individual, creo que han sido mencionadas transversalmente a lo largo de este capítu- lo, de manera que no me detendré mucho en ellas. Solo resu- miré algunas, las más relevantes. Como requisitos básicos estarían la formación ética, la formación psicodramática, la formación clínica, el proceso de revisión personal cíclico o permanente, el compromiso y las ganas. Como condiciones que facilitan el ser terapeuta esta- rían los años de experiencia clínica, la experiencia de vida y el talento. En el Centro de Estudios de Psicodrama de Chile, aparte 48 Gloria Reyes de la formación práctica, experiencial y teórica, desarrolla- mos una serie de trabajos de autoexploración y acompaña- miento, para la formación de la persona del terapeuta. Síntesis El psicodrama es un modelo teórico y metodológico, cuyo origen surge de la empirie grupal, pero cuyos ulteriores desa- rrollos van ampliando su aplicación a diversos ámbitos tera- péuticos. A pesar de que Moreno, en su origen, contravino la mo- dalidad individual, existen contradicciones en su misma teo- ría y práctica, de la que se pueden abstraer fundamentos para la aplicación individual del psicodrama. En la realidad actual muchos psicodramatistas argumentan a favor del psicodrama individual y consecuentemente lo practican. La presencia de yo auxiliares, si bien es planteada enfáti- camente en los orígenes de la bibliografía como una forma de suplir la ausencia de grupo de la terapia bipersonal, en la rea- lidad pocos psicodramatistas llevan a cabo esta sugerencia metodológica. En reemplazo de esto, la existencia de objetos intermediarios ha sido una muy buena solución, que permite al paciente desplegar su fantasía interna. Las fases, instrumentos, contextos, áreas y técnicas del psicodrama individual son prácticamente las mismas de las empleadas en el psicodrama grupal, con algunos énfasis y di- ferencias. De la misma manera, el encuadre y las condiciones requeridas para paciente y terapeuta no presentan diversida- des esenciales, entre las distintas modalidades de psicodrama y la atención individual. Caso clínico La paciente que presento a continuación la denominaré Sofía. Tanto su nombre como muchos de sus datos están 49 La práctica del psicodrama modificados y mezclados con los de otras pacientes con simi- lares características, con el propósito de evitar posibilidades de identificación. Esta paciente es atendida en la consulta particular. Viene a solicitar ayuda por crisis depresiva y angustiosa, desencade- nada en el espacio laboral, la cual se ha ido expandiendo en el transcurso de un año hacia diversas áreas de su vida. Tiene treinta años, es casada hace cinco, y tiene un hijo de dos años. Con respecto a su familia de origen, su padre y madre están vivos. Tiene dos hermanos menores de 28 y 25 años, ambos de sexo masculino, que aún viven con sus padres, el mayor trabaja y el menor estudia. Es una abogada exitosa de una empresa y posee además un estudio particular que está diri- giendo. Su marido es ingeniero, y trabaja como gerente de en un banco, en donde también posee un desempeño exitoso en el ámbito laboral y profesional. Con relación a su historia, aparece en su relato una vida familiar, infancia y adolescencia, relativamente tranquilas, de una familia de clase acomodada, sin mayores dificultades. Según lo manifestado en la primera entrevista por ella, no recuerda cuándo sus dos hermanos nacieron, ni tampoco ex- periencias familiares traumáticas, declarando que entre los pa- dres la relación era en general buena. Referente a su historia escolar y universitaria, siempre fue exitosa, estando en los pri- meros lugares en lo académico y siendo líder en lo social. Su actual esposo fue el cuarto novio y comenzó a estar con él desde la adolescencia. Tampoco refiere conflictos en esa área. Durante la expresión de su motivo de consulta, manifies- ta estar sufriendo intensas angustias y deseos de llorar con do- lor y opresión en el pecho. Menciona además estar extrañada, e incluso sentirse un poco avergonzada y culpable de sentirse mal, teniendo una vida para ella tranquila y sin problemas que jus- tifiquen consultar a una psicóloga. Se define a sí misma como alguien poco conflictivo, esforzado, que disfrutaba mucho de la vida familiar y de su trabajo. También plantea tener buenos amigos, para muchos de los cuales ella constituye un apoyo. 50 Gloria Reyes En la segunda sesión llevo a escena un átomo social con ella, con el propósito de explorar e identificar cuáles son los principales focos de conflicto. Le digo que caminemos por un sector de la sala y que imagine que esa zona es su vida actual. Sobre la base de sugerencias mías va colocando dentro de es- tas zonas cojines, que identifican personas o situaciones que en este momento le llegan como relevantes. Coloca al centro de este espacio a su marido y a su hijo, ella se sitúa más a un costado, cerca del hijo. Detrás de ella coloca dos cojines, re- presentando a sus padres, estando más cerca el de la madre. Más lejos, a su costado derecho, un cojín querepresenta el trabajo. Le preguntó si existe algo más, a lo que me responde dudosa: «Tal vez… no se… creo que no». Le preguntó donde pondría su angustia, a lo que responde que está en todas par- tes. La representa con un cojín que ella misma mueve entre todos los otros cojines de manera acelerada y tensa. Se va po- niendo en el lugar de cada cojín y va hablando desde ahí, haciendo inversión de roles. Van emergiendo, con sorpresa para ella, una serie de contenidos latentes. Dentro de ellos destaca- ría principalmente en relación a los padres una sobreexigencia agobiante por parte de ambos, además de un distanciamiento afectivo sexual entre ellos, que hace que su interés esté puesto sobre los hijos, principalmente en esta hija modelo que les otorga satisfacciones, orgullo y razón para seguir juntos. Re- ferente a su familia nuclear actual, se aprecia a un hijo que corporalmente le cuesta mucho salirse de en medio de ambos padres, quien comienza además a sentir ahogo y pocas ganas de jugar. Ella y su marido se aprecian cansados y muy centra- dos en las metas laborales, la interacción entre ellos se expresa algo fría, casi con un dejo de desdén y resignación. Luego la hago ponerse en el lugar del cojín que represen- ta la angustia y comienza a desplazarse, manifiesta ahogo – igual que el hijo– grita, dice no dar más, siempre sosteniendo situaciones de otros. No sabe dónde está realmente ella, irrumpe en llanto intenso con profunda pena y sensación de abandono. Se desploma en el suelo llorando. Cuando se cal- 51 La práctica del psicodrama ma, la hago respirar profundo, y salirse del espacio escénico, que mire desde afuera conmigo, qué ve, qué cree ahora que debe trabajar. Con ello se le amplía y profundiza el verdadero motivo de consulta, dice que por primera vez logra darse cuenta de que no ha vivido su vida, que siempre ha estado sostenien- do y respondiendo a expectativas de otros. Durante las etapas siguientes profundizamos fundamen- talmente a través de inversión de roles cada una de las relacio- nes objetales incorporadas en el mapa vincular explorados en el diagnóstico de la segunda sesión. Dentro de ellas destaco una en que vuelve a aparecer la angustia como protagonista. Le pido que se centre en la zona corporal en que más la siente, que en este caso es el pecho y la boca del estómago. Desde esta sensación maximizo e induzco la articulación y construcción de un personaje. Es un tirano, grande, fuerte, que la viene a ordenar y organizar. En esta exploración también hago inver- sión de roles con el personaje, quien además de tirano le dice que la viene a salvar, que la está protegiendo y que le entregará el poder de ser la reina y no morir. Con mucha pena ella toma conciencia de que en realidad este personaje fue lo mejor que pudo haber hecho para subsistir al desamor de unos padres con una dinámica muy narcisística. Se conecta por primera vez con el desamparo, la soledad, la sensación de no ser aceptada tal cual ella es. Desde ahí le surgen ganas de darle las gracias a este personaje, de decirle que lo aprecia cansado y de pedirle que la siga cuidando pero de una manera más relajada y confiada. Se emociona, llora de manera tranquila, dulce y profunda. Des- pués de esta sesión, la angustia decrece considerablemente. Me he topado en varias escenas en las que, en la con- cretización de personajes, aparecen las defensas y que la mejor forma es no lidiar con ellas porque siempre estarán; de lo con- trario uno como psicoterapeuta puede forzar e inducir una idealización de algo que no es factible e incluso adecuado que ocurra. La reconciliación con las defensas es importante. No son las defensas en sí las malas; por el contrario, siempre tie- nen un sentido protector para la integridad de la psique. Es la 52 Gloria Reyes rigidización y utilización generalizada de ellas, las que impli- can disfuncionalidad. En las sucesivas sesiones trabajamos la flexibilización y rematrización del personaje. El sentido es el siguiente: ¿cómo podemos proteger a Sofía sin asfixia, agobio y discriminando los momentos en que ella realmente lo necesite? En esta bús- queda nos encontramos con la siguiente escena. Articulamos desde un momento y espacio cotidiano con el marido y el hijo, que solo exploramos brevemente y donde de nuevo aparece esta sensación de angustia. Desde ahí la emoción va evocando una cadena de escenas sucesivas similares, hasta llegar a una en que ella tiene tres años y acaba de nacer su hermano. La escena aparece trivial, aunque con un clima de extrema frialdad y tensión. Nada en lo verbal pareciera anun- ciar agresión ni amenaza. Al realizar soliloquio del padre y de la madre, aparece un intenso agobio por la crianza de dos hijos chicos y la exigencia autoimpuesta de un crecimiento económico rápido y una ascensión social [coincide con mo- mentos previos en Chile, de mucha crisis económica]. Los padres se aprecian excesivamente centrados en el logro, las tareas y las apariencias. La niña sostiene su sino, la soledad, por lo tanto decide no molestar y ser muy buena y exitosa para sentirse valorada o siquiera mirada. Surge la defensa, por lo tanto el ahogo. Como evolución durante la psicoterapia, Sofía comien- za a dejar de sentir angustia y ataques de pánico, equilibra de manera más tranquila las áreas de su vida, de manera que deja de estar tan excesivamente centrada en las tareas y en el éxito. Logra tiempos de más intimidad y goce real con su marido y con su hijo, y mantiene una mayor lejanía con sus padres. De esta manera moviliza al sistema, ya que posteriormente es su marido quien comienza una psicoterapia. 53 La práctica del psicodrama Capítulo 2 Psicoterapia de pareja desde el psicodrama La psicoterapia de pareja es una intervención asumida por la mayoría de las corrientes psicoterapéuticas. El psicodrama también trabaja en esta temática. Moreno, su precursor, fue uno de los primeros terapeutas en trabajar las relaciones interpersonales y dentro de ellas, la de pareja. Este capítulo pretende abordar los diversos aspectos más relevantes para en- tender la aplicación de la psicoterapia psicodramática en la pareja. Cabe destacar que, dentro de los autores psicodra- máticos, el que más ha escrito sobre el tema es Dalmiro Bus- tos, quien, además, representa en la actualidad uno de los exponentes más ortodoxos de la mirada moreniana. Otros autores destacados son Pablo Población y Elisa López Barberá, quienes, siendo psicodramátistas, a diferencia de Bustos, po- seen una marcada influencia de la teoría sistémica. Definición de pareja La pareja constituye una configuración binaria comple- ja de roles simétricos. En esta complejidad, existen una serie de variables de carácter social, cultural, familiar y transgeneracional. La variable socioeconómica constituye un aspecto prácti- co y metafórico, tanto desde el punto de vista de cómo están resueltas las distintas necesidades de la pareja, así como tam- bién quién lleva la responsabilidad en este sentido. Ello posee 54 Gloria Reyes implicancias no menores que impactan sobre los aspectos del poder, la gratificación, el manejo de las emociones y la forma como se reorganizan las tareas en el interior de este complejo vínculo. Con respecto a lo cultural, los valores, normas, roles so- ciales y definiciones de género, son relevantes e influyen en la organización de la estructura de la pareja y en su consecuente organización implícita y explicita de funciones y tareas. La modernización y la globalización han provocado cambios en este ámbito, que han llevado a crisis que pueden implicar un crecimiento, una redefinición, así como también una ruptura, congelamiento y/o desplazamientos de conflictos a través de la cristalización de roles, o el surgimiento de síntomas y disfunciones en las diversas áreas de la pareja. Las variables familiares se hacen presentes a través de las familias de origen de cada uno de los miembros de la pa- reja, a través de los cuales tienden a actualizarse modelos, valores, roles sociales, temáticas de género,concepciones de pareja, organización familiar, etc. En este aspecto el coinconsciente de la pareja crea a través de la relación una complementariedad en donde de una u otra forma se expre- san y se entrelazan los conflictos e historias de cada familia de origen. En este sentido el desafío de cada pareja es crecer tomando la parte que le sirve de esta historia, pero recrear sus propios modelos de funcionamiento, que trasciendan los mandatos, se adecuen a los requerimientos de la actualidad y generen su propia individuación. Un aspecto relevante que se debe considerar es lo transge- neracional. Tiene que ver con lo anterior, aunque en un nivel más profundo e inconsciente. Esto consiste en los mandatos de géne- ro, de familia y de identidad que provienen de ambos miembros de la pareja, desde la línea matrilineal y patrilineal respectiva- mente. Un ejemplo es el de una pareja que asistió a mi consulta que no había podido concebir un hijo. Analizando la historia transgeneracional, ambos poseían genogramas plagados de his- torias de muertes asociadas a partos; de alguna manera existía 55 La práctica del psicodrama una historia bloqueada para la conciencia, que ligaba el parto y nacimiento con la muerte materna. Al tomar conciencia de esto, a través de una escena psicodramática, la pareja pudo asumir sus temores y al poco tiempo ella quedo embarazada. Componentes de la pareja La pareja se define en tres áreas fundamentales. La pri- mera es el área afectiva, referida a sentimientos de cariño, afec- to y compañerismo. La segunda es el área sexual, concernien- te al hecho de ser amantes, a los sentimientos y sensaciones de atracción. Finalmente, la tercera es el proyecto común, el cómo se visualiza la pareja hacia el futuro, el nivel y profundidad de coincidencia en los valores, en el sentido y propuesta de vida. Cuando las parejas entran en crisis en una o más de estas áreas, existen tres alternativas. Pueden confrontar la crisis y comunicarse, redefiniéndose y creciendo como individuos y como vínculo. La visión clási- ca de pareja involucra una mirada estática de la relación mis- ma y de los individuos que la componen. Frases clásicas, como «…hasta que la muerte nos separe...» o «ya no eres como antes…», son indicadores verbales de las dificultades que po- seemos en esta cultura, para comprender los cambios y los procesos de crecimiento y duelo, como parte constitutiva de la vida. En el mismo contexto, una crisis de pareja, ya sea porque hubo un desfase en el crecimiento de los individuos que la componen o presencia de crisis individuales o de la relación misma, puede constituir una posibilidad de desarro- llo y ser vista como algo positivo y con un sentido vital individuativo y de crecimiento. Otra alternativa es simplemente la separación de la pare- ja, lo que en nuestros tiempos modernos, de vida acelerada, está siendo cada vez más frecuente. Existen escasos momentos y espacios para la comunicación, de manera que las crisis men- cionadas no son conversadas, expresadas ni enfrentadas de 56 Gloria Reyes alguna manera en conjunto por la pareja, ya sea solos o en compañía de algún psicoterapeuta o consejero. Lo anterior muchas veces lleva a repetir historias posteriores con otras personas, debido a que los conflictos subyacentes no son re- sueltos, ni trabajados, sea inminente o no la separación. Una tercera alternativa es congelar la crisis con un inhe- rente sentimiento de frustración y sofoco. Como consecuen- cia de lo anterior surgen diversos síntomas de trastornos, como estancamiento, infidelidad, cristalización de roles, violencia intrafamiliar, disfunciones sexuales, etc. Por las razones anteriormente expuestas las áreas men- cionadas son relevantes, para explorar en el diagnóstico de una pareja y en el contexto de la psicoterapia1. Fases de la Pareja La pareja atraviesa tres crisis relevantes: Primera crisis: Enamoramiento y desenamoramiento. Lo anterior involucra la desidealización, el descubrir que no exis- te el príncipe azul, ni la princesa rosa. Es Eva tomando la fruta del árbol del conocimiento, por lo que es expulsada del paraíso, o Psique que se saca la venda de los ojos y al ver a su amado Eros también es expulsada del paraíso. Es descubrir el amor, conocer al otro tal cual es, aceptarlo con las dificultades, renunciar al paraíso, al ideal utópico de la felicidad y conocer- lo tal cual es, sin proyectar en él mis fantasías y deseos. Segunda crisis: La duda, el asumir la realidad, mirar al otro y reconocer si se quiere estar ahí, lo que involucra una herida narcisística y una renuncia a la idealización del paraí- so. La duda no asumida puede transformarse en sofoco, en agobio, en infidelidad crónica, como un deseo anclado de re- vivir permanentemente el enamoramiento y la idealización. 1 Bustos, Dalmiro M., Nuevos rumbos en psicoterapia psicodramática, 1991. 57 La práctica del psicodrama Tercera crisis: Un nuevo duelo, el vínculo se afianza como algo sólido, se acepta al otro, existe más compañerismo, com- plicidad y solidaridad. Es el retorno, ya no se está centrado además en los hijos, un mirarse uno a uno, pero sin el encan- dilamiento del comienzo. La visión psicodramática en la psicoterapia de pareja Los principios de la psicoterapia de pareja son los mis- mos que posee la psicoterapia de grupo, familiar e individual. Los principales aspectos se definen como: La co-construcción de la problemática, del motivo de consulta y del objetivo a seguir en la intervención, el cual debe ser cuidadosamente dialogado y convenido, luego de una ex- ploración psicodramática, por ambos miembros de la pareja y el o los terapeutas2. Desde el rol del terapeuta se debe intentar ser neutral y facilitador. Si bien este es un principio transversal a cualquier intervención psicoterapéutica, se torna particularmente com- plejo en el caso de una pareja, ya que el terapeuta puede fácil- mente tomar partido por uno de sus miembros, solidarizar por la temática de género, compadecerse en el caso de violen- cia activa por el miembro pasivo de esta complementariedad, etc. En este sentido la técnica psicodramática debe ser aplica- da cautelosamente. El terapeuta debe estar consciente que está frente a tres protagonistas, el vínculo y los dos miembros de la pareja. Más allá de lo intrapsíquico de cada uno de los miembros de la pareja, los trasciende el vínculo que configuran, en donde el todo es mayor que la suma de las partes. El terapeuta no debe quedar fijado en el conflicto intrapsíquico de uno de los miem- bros de la pareja. Las interpolaciones deben ser consideradas 2 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 58 Gloria Reyes como una dinámica compleja, que forma parte de la complementariedad de la díada. Desde la acción psicodramática se debe tener presente la importancia de la corporalidad de ambos miembros, de lo expresado más allá de las palabras, los gestos, las incoheren- cias no verbales, etc. También debe estar presente la dinámica introyectiva-proyectiva que la pareja tendrá hacia su rol, a través del vínculo terapeuta-díada. De ahí se sugieren los be- neficios de actuar en co-terapia, más aún si ésta la realiza una pareja mixta de terapeutas. También el terapeuta debe tener clara la mirada com- prensiva dramática, que debe de realizar desde el psicodrama. Las dramatizaciones se construyen con ambos miembros de la pareja y tienen un sentido comprensivo profundo de resigni- ficación para los dos polos de la díada. Roles en la pareja Uno de los aspectos relevantes en la pareja es que al ser un vínculo está constituido por roles. La flexibilización o rigidización de ellos va a determinar si necesita o no psicote- rapia y el tipo de psicoterapia que requiere. Algunos aspectos sociales de estos roles, como el del ma- rido proveedor y la mujer dueña de casa, están sufriendo pro- fundas modificaciones, así como también las temáticas de género están cambiando a una menor polarización de los ro- les. Los aspectos más privados de los roles y cómo estos se integran en un todo coherentey espontáneo, también son ele- mentos importantes dentro de la psicoterapia de pareja. Por ejemplo, es importante tener en consideración las exigencias públicas del rol de esposa, esposo, madre, proveedor y sus consecuentes cargas, que pasan a ser no públicas, obviamente, sino que privadas y muchas veces dolorosas. Aquí se encuen- tra lo que en psicodrama llamamos la integración entre los aspectos sociales y psicodramáticos del rol. En este sentido, 59 La práctica del psicodrama existe una serie de roles típicos que se dan en nuestra cultura, como el de víctima, victimario, controlador, culpógeno, om- nipotente, simbiótico, seductor, seducido, etc. Cada uno de ellos abarca aspectos externos sociales e internos, y posee su correspondiente complementario. Modalidades para el logro de una homeostasis Las relaciones de pareja asumen diversas formas de me- canismos de equilibrio, para establecer sus vínculos. En su li- bro Peligro. Amor a la vista, Dalmiro Bustos define distintos modelos a través de los cuales la pareja logra una homeostasis. Siempre hay que tener claro que las alternativas son responsa- bilidad de dos personas, ya que no debemos olvidar, que este vínculo binario es un vínculo simétrico y creo que esto es su- mamente necesario de recordar en todo momento de la inter- vención psicoterapéutica. Muchas veces, sobre todo cuando existen tipos de vínculo en donde uno se cristaliza de victima y el otro de victimario, podemos tender a olvidar y sutilmente aliarnos «con el débil» o con «la víctima», nos puede ocurrir lo mismo, con «el más simpático», «el más dominante» o «el más alegre», y en consecuencia darle la responsabilidad del cambio más a un miembro de la pareja, que al otro3. Una de las modalidades para la Homeostasis es la complementariedad práctica bidireccional. Aquí la comple- mentariedad está dada por una recíproca colaboración, existe flexibilidad, los roles no están cristalizados y esta comple- mentariedad está sustentada en intereses y habilidades de la pareja, pudiendo adecuarse de acuerdo con los requerimien- tos del entorno y de las fases de desarrollo de cada uno. Puede darse el caso de una esposa que, mientras se encuentra reali- zando un postgrado, las necesidades cotidianas con los hijos 3 Bustos, Dalmiro, Peligro. Amor a la vista, 1991. 60 Gloria Reyes sean predominantemente asumidas por el marido y esto des- pués se invierta cuando el marido desee realizar alguna espe- cialización profesional. Se aprecia una elección de tareas libre, dialogada, de acuerdo con lo momentos y con las capacida- des y sentimientos de cada uno. Una segunda modalidad para la mantención de la home- ostasis es la suplementariedad. En este caso el otro no com- plementa, suple algo que su pareja no enfrenta. Constituyen las típicas relaciones simbióticas. Ambos esposos están indiferenciados, no pueden hacer nada separados, lo que hace y siente uno, lo hace y siente el otro, no hay presencia siquiera de conflicto, ni crisis de crecimiento alguna. Suelen hablar poco entre ellos, están tan mimetizados y fusionados el uno con el otro, que ya no necesitan hablar ni confrontar nada. Un tercer mecanismo es la complementariedad patológi- ca concordante. Esta, a diferencia del primer tipo de complementariedad, es patológica. Implica transferencia de historias vinculares pasadas y no percepción del otro como otro. Se desarrolla, en la relación, un complementario interno patológico. Ejemplos: sumiso-dominante, cariñoso-indiferen- te, dependiente-independiente, pasivo-activo, etc. Aquí los roles están cristalizados, no existe flexibilidad. Este vínculo se pue- de dar de distintas maneras. O la persona escoge el comple- mentario patológico interno (ejemplo: un masoquista a un sádico), o hace actuar a la persona este complementario. Me ha tocado ver en la consulta pacientes mujeres que han pade- cido de violencia intrafamiliar y se han sorprendido de que después de separadas, el ex marido al rehacer sus parejas no reproducen el ciclo de violencia, no existen golpes, es ahí que se preguntan qué tendrán ellas o qué hicieron para que emergiera el aspecto maltratador del otro4. Esta complementariedad se puede dar a través de distin- tos mecanismos. Puede existir por ejemplo una sobre- 4 Bustos, Dalmiro, op. cit., 1991. 61 La práctica del psicodrama estimulación de aquellas conductas que el otro emite. Un ejem- plo de esto es que un miembro de la pareja atienda y trate bien al otro, en la medida en que este decida todo lo relativo a ambos. Obviamente esto no es explícito, ya que en otros momentos puede quejarse de lo dominante que puede ser su pareja, ya que «…no permite que nadie más tome decisio- nes…». Otra manera de perpetuar la complementariedad es la selección del mensaje, mediante lo cual se omiten conduc- tas dirigidas hacia la pareja, que no sea solo en el ámbito del rol complementario cristalizado. Por ejemplo en el caso de una pareja, que asistió alguna vez a mi consulta: ella solo le dirigía la palabra a su marido cuando este le provocaba celos, actitud de la cual ella se quejaba. Él, por supuesto, mantenía de manera activa este juego. También existe la generalización permanente: «ella nunca me atiende, ni me demuestra afec- to», se queja un esposo, refiriéndose a su mujer, que no lo acompaña a los eventos sociales del trabajo, pero desaten- diendo otro tipo de manifestaciones afectivas que ella realiza hacia él. Otro mecanismo frecuente es la complementariedad especular, en que un miembro de la pareja desaparece, en fun- ción de las necesidades de otro. El chantaje y los mensajes contradictorios también se describen dentro de los mecanis- mos habituales que perpetúan las homeostasis de las parejas. Es importante destacar que los mecanismos descritos son inconscientes, constituyen por lo tanto juegos psicológicos, a la manera descrita por el análisis transaccional, en el cual el libreto está escrito subliminal y poderosamente. En este senti- do, la labor del terapeuta de pareja es ir paulatinamente ha- ciendo consciente y desmontando estos guiones, sustituyén- dolos por otros elegidos de manera libre y conscientemente por la pareja. Esto implica mucha cautela y acompañar a la pareja a asumir y reconciliarse con los sentidos de esos guio- nes, que suelen ser sanos: lo que realmente los destruye son los mecanismos para obtenerlos. 62 Gloria Reyes Patologías de pareja En relación con los mecanismos anteriormente descritos, se configuran una serie de patologías de parejas. Estas catego- rías no son rótulos nosográficos estructurales, sino más bien procesos descritos para momentos diversos de la pareja, que pueden desarrollar mayor o menor grado de cronicidad, o que pueden emerger en un momento de crisis. Es importante re- calcar que, al no ser categorías, no son mutuamente excluyentes. Especular: todo está centrado en uno de los miembros de la pareja y el otro se mueve en función de ello. Puede que esto ocurra transitoriamente, mientras uno de lo miembros de la pareja esté pasando por una crisis personal, o esté centrado en algún proyecto laboral o profesional. Desde el punto de vista psicodramático, equivaldría a un espejo. En la película de Bergman «Escenas de la vida conyugal», aparece este tipo de relación, en que ella está en un comienzo ausente de identidad personal y subyugada a los despliegues narcisísticos del mari- do. Inicia esta película con una escena en la que están siendo entrevistados, y él responde una larga, diversa, coherente e integrada definición de sí mismo y luego ella dice «…bue- no… yo soy la esposa de él...». Doble: uno de los miembros es la extensión del otro, existe una simbiosis, no hay diferenciación, ni apoyo para la individuación. No existe presencia de proyectos personales. Es el tipo de pareja simbiótica ya descrita. Antropofágico: También es un tipo de simbiosis, pero con un sentido de destrucción. Aquí la simbiosis se aprecia en forma subterfugia. Un ejemplo claro aparece en el cine, en la película «La guerra de los Roses», con una crecienteescalada de manifestación de un deseo de destrucción hacia el otro. Desconfianza y celotipia: se define como tal cuando es un aspecto central que se instala en el vínculo, como es en el caso de Otelo. Contrario a lo que se suele interpretar, la trian- gularización que requiere este tipo de vínculo es responsabili- 63 La práctica del psicodrama dad complementaria de ambos. Uno en el polo de Otelo y otro el de Desdemona, pero ambos están realizando alguna acción evidente o sutil siempre para triangularizar. Lo anterior, en el entendido de que existe una permanencia del vínculo y de esta modalidad de relación en el tiempo. Esto se da sobre la base no solo del erotismo, también se puede triangularizar con lo hijos, con las amistades, con los suegros, etc. Conductas impulsivas: se aprecia una fuerte tendencia a la irreflexión, a la descarga, también, por lo tanto, tendencias al acting. Ejemplos de estos casos son embarazos no deseados, tendencia a endeudarse, consumismo exagerado, dificultades sexuales, violencia, etc. El dolor como mecanismo: aquí lo tortuoso, el sufrimiento y la culpa están instalados como mecanismos. Suelen despla- zarse de un miembro de la pareja a otro. En este caso, el sufri- miento constituye una forma de capitalización del poder, a través de la culpa, y es una forma de mantenerse atados recí- procamente5. Motivos de consulta en la psicoterapia de pareja En los puntos anteriores, nos referimos a los mecanismos y tipos de complementariedades que son transversales en cual- quier pareja y cómo estas se pueden configurar en diversas mo- dalidades patológicas. En el punto actual, relacionaremos lo anterior con los motivos de consulta frecuentes de las parejas; esto es lo que conscientemente, a uno de los miembros o a ambos lo lleva a consultar. Obviamente detrás de estos síntomas pue- de estar cualquiera de las patologías y mecanismos vinculares descritos en los dos puntos mencionados en este capítulo. Problemas sexuales: en nuestra cultura es una temática 5 Bustos, Dalmiro M., op. cit., 1991. 64 Gloria Reyes que muy difícilmente sale en la primera entrevista. Puede ir dis- frazado de otro motivo de consulta. Suele obviamente estar asociado a algunos de los mecanismos de homeostasis y catego- rías patológicas descritas en los dos puntos anteriores. Al ser una temática difícil de abordar a través de escenas psicodra- máticas, para el diagnóstico y la intervención se pueden utilizar elementos simbólicos, como ritmos de manos, danzas, etc. Asimetría en la relación: en que los vínculos se cristalizan y rigidizan en una relación padre-hija o madre-hijo. Se puede manifestar en distintas versiones, autoritarismo-sumisión, pa- sivo dependiente-activo independiente, sobreprotector-desva- lido, sobreprotector-rabioso, etc. Este es un clásico ejemplo de complementariedad patológica concordante, descrito en puntos anteriores. Relación competitiva: lo que se perpetúa es una dinámi- ca de quién es, hace o tiene «lo mejor». Es una permanente lucha y escalada simétrica por el poder. Suele ocurrir en torno a lo económico, afectivo –los hijos por ejemplo–. También es muy frecuente en lo laboral y profesional. Puede estar ocul- tando una antropofagia, por lo tanto, una simbiosis en que la pareja se destruye, o también una complementariedad pato- lógica concordante. Parejas que viven para los hijos: en donde el eje de fun- cionamiento importante es la crianza, la pareja no se encuen- tra tú a tú o lo hace muy poco. Los hijos, en la mayoría de los casos, constituyen una forma de evadir conflictivas de pareja. Son los más vulnerables a experimentar el «síndrome de nido vacío». Suelen inhibir y obstaculizar la autonomía de sus hi- jos, ya que esta amenaza con que ellos se vuelvan a enfrentar como pareja, a mirar cara a cara. En casos más patológicos uno de los hijos se hace el protagonista de conflictos y enfer- medades, para de esta manera mantener la homeostasis. Parejas que excluyen a los hijos: en este caso no existe acogida, la pareja constituye un núcleo excluyente, con ten- dencia a expulsar a los hijos, las funciones parentales están inhibidas o restringidas a lo más básico. 65 La práctica del psicodrama Idealización: Aquí la pareja vive en un continuo paraíso, existen tendencias a negar los conflictos, «ambos se definen socialmente el uno para el otro». Puede haber infidelidades, mentiras, e incluso violencia y soledad, pero como si esto no fuera computado, ni menos cuestionado. Un ejemplo típico pueden ser algunos casos de abuso sexual intrafamiliar. La mujer ve a su marido como excelente padre y proveedor y niega, en forma grosera, señales de abuso hacía sus hijos, ya que esto destabilizaría la homeostasis familiar y de la pareja. Consulta prematrimonial: era habitualmente realizada por Moreno, quien a través del test de la espontaneidad, el test de roles y la proyección a futuro, exploraba diversos as- pectos de la pareja6. Técnicas empleadas en el diagnóstico y en la psicoterapia de pareja Tanto el diagnóstico como la intervención, en la práctica, constituyen una unidad que a veces es difícil de diferenciar. Una buena escucha exploratoria tiene en sí un impacto psicote- rapéutico o a veces modifica y resignifica el motivo de consulta de la pareja. Como ya se ha planteado en este capítulo, el diag- nóstico de pareja es algo que se realiza en conjunto con la pare- ja misma y posee diversas fases. Los aspectos epistemológicos y metodológicos del diagnóstico e intervención están descritos exhaustivamente en este libro en el capítulo de psicodrama y familia y en mi libro Psicodrama: paradigma, teoría y método, de tal manera que en el presente punto me dedicaré solamente a señalar las técnicas, enfatizando más las etapas y procesos del diagnóstico e intervención. Durante la primera entrevista, se realiza una exploración verbal, que tiene como propósito establecer contacto y for- 6 Moreno, Jacob Levi, El psicodrama terapia de acción y principios de su práctica, 1995. 66 Gloria Reyes mar un vínculo de confianza con ambos miembros de la pare- ja, además de realizar una contextualización general del mo- tivo explícito y manifiesto, como también del latente. Tam- bién los hitos históricos más relevantes de la pareja. Suele ser útil durante esta fase una exploración de la fantasía de cada uno antes de venir a consultar en relación con la psicoterapia o primera consulta y la motivación que los trae7. En la segunda y tercera entrevistas, se plantean las esce- nas temidas, deseadas, pasadas, presentes, futuras y cotidia- nas. Cada una de estas presenta un valor diagnóstico funda- mental, para el establecimiento de los propósitos terapéuticos y de los núcleos de conflictos a trabajar. A partir de la cuarta entrevista se trabajan los espacios inter-escenas, qué existe entre la escena deseada y la escena temida, entre la fantaseada y la escena cotidiana. Cuál es el intersticio, el proceso mediante el cual la pareja queda atra- pada en un juego de roles que los rigidiza y que de diversas formas los sofoca, incomoda o daña. Luego en la quinta entrevista se puede explorar la historia del vínculo, los hitos agradables, desagradables y rutinarios. Una especie de biodrama y biopatografía de la pareja, en don- de se van descubriendo los aspectos difíciles y las fortalezas. Ya a partir de la sexta sesión se realizan exploraciones psicodramáticas abiertas. En caso de usar una escena, la es- tructura de esta es más compleja que cuando tenemos un solo protagonista; en este sentido existe una improvisación de am- bos en donde se van conjugando y superponiendo o atrope- llando las subjetividades y fantasías de cada uno. También se puede realizar microescenas de a uno, mientras el otro obser- va alternadamente. Estas deben realizarse con cautela y luego de estar consolidado el vínculo, ya que incluso para un psicodramatista con experiencia en parejas ello se puede tor- nar de difícil manejo. Finalmente el propósito es definir, además de los conflic- 7 Rojas Bermúdez, Jaime, Teoríay técnica del psicodrama, 1997. 67 La práctica del psicodrama tos a trabajar, si la intervención será focalizada o indefinida y si ambos miembros están de acuerdo, de manera de hacer una especie de convenio y negociación explicita. Para Rojas Bermúdez, en el período del diagnóstico y tam- bién durante la intervención, se pueden emplear esculturas, paños, territorios, mapas, danzas, ritmos, inversión de roles, soliloquios, dibujos, gráficos, dramas, construcciones de vín- culos, personajes e historias. Moreno utilizaba el test de roles y la proyección de futuro8. Mario Bushbinder y Elina Matoso emplean máscaras en el diagnóstico y tratamiento de pareja9. Cabe aquí mencionar que lo que Rojas Bermúdez y Pablo Po- blación enuncian como esculturas posee influencia de la deno- minación sistémica10. En realidad Moreno desarrolló, antes, la técnica de la escultura y la denominó «concretización de imá- genes». El valor de esta técnica para la construcción diagnóstica es que, al ser una imagen estática, moviliza angustia y genera- ción de conciencia de la situación que vivo y sostengo. Es bue- no que el psicodramatista mantenga esto un momento y no incite al movimiento complaciente, sin antes mirar y elaborar, ya que de lo contrario se está perdiendo una oportunidad de apreciar y, sobre todo, que el otro tome conciencia del conflic- to. Un movimiento rápido desde una concretización de imagen puede estar representando una resistencia o una elaboración maníaca que evita el insigth dramático11. La consigna de la concretización de imágenes debe ser lo más abierta posible. En realidad está la posibilidad de que cada miembro de la pareja construya su propia visión del con- flicto en forma alternada o ambos en forma simultánea. En el caso de una pareja, el psicodramatista no debe ejercer influen- cia sobre quién inicia la concretización de imágenes, en el caso 8 Moreno, Jacob Levy, El psicodrama, terapia de acción y principios de su práctica, 1995. 9 Tapia, Luis, Las máscaras en terapia de familia y pareja, 2000. 10 López Barberá, Elisa, Población Pablo, La escultura y otras técnicas psicodramáticas aplicadas en psicoterapia, 1997. 11 Rojas, Bermúdez Jaime, Teoría y técnica del psicodrama, 1997. 68 Gloria Reyes de que sea alternada. En el caso de que sea simultánea, tam- poco debe proponer que se active el miembro que aparece más pasivo en la construcción, ya que lo que allí surge tiene un valor diagnóstico y metafórico, que nos entrega una gran información sobre la pareja: sobre los mecanismos manifies- tos y latentes de tomas de decisiones, roles distribución de funciones y tareas, etc. El sentido del diagnóstico es tener las reglas claras, abrir y procesar un diálogo entre la realidad y el «como si», explorar los congelamientos de las historias y las rigideces de los roles. La intervención psicodramática de pareja es algo com- plejo, que, como vimos, requiere varias sesiones diagnósticas que ya tienen bastante en sí de intervención psicoterapéutica y, por lo tanto, con la misma modalidad se puede convertir en una intervención en crisis. Esto es relevante resaltarlo, sobre todo para aquellos psicoterapeutas que trabajan en contextos de salud pública y que por lo tanto los requerimientos de aten- ción son de alta demanda y de pocas sesiones por consulta, ya sea individuos o parejas. Otro aspecto es, como lo he podido corroborar en numero- sas ocasiones, que el psicodrama es de alta efectividad y eficien- cia, lo que implica que impacta sobre objetivos de reducción de síntomas y disfunciones y tiene además potencia en profundizar en aquellos elementos que posibilitan que el síntoma no re-emerja con posterioridad en futuras situaciones de crisis de pareja o in- dividual. La eficiencia tiene por otro lado la característica que estos objetivos son logrados en poco tiempo. Esto torna a este modelo en algo muy utilizable dentro del contexto de políticas públicas de salud mental. Cabe por tanto hacer la salvedad de que se requieran por lo menos dos años de especialización, ade- más de algunos de experiencia, ya que de lo contrario indiscuti- blemente no solo no posee el mismo impacto, sino que además puede ser de alto riesgo, ya que puedo intervenir en áreas en que la pareja o el individuo no estén capacitados para trabajar. 69 La práctica del psicodrama Alcances éticos de la psicoterapia de pareja Es importante ser consecuente y honesto con el tipo de pareja que voy a atender. Puedo discrepar en muchos puntos valóricos con la pareja, pero es relevante que me sienta cómo- da atendiéndolos. Esto, que es importante con todo tipo de pacientes, cobra mayor relevancia en el caso de una pareja. Aquí existen preguntas relevantes de realizarnos en el mo- mento de atender a ciertos tipos de parejas, relativos a algu- nos temas que muy probablemente emergen en algún mo- mento en la exploración de la conflictiva: como por ejem- plo, dentro de muchos otros tópicos, qué nos ocurre con el aborto, la infidelidad, la homosexualidad, distintas prácti- cas sexuales, etc. Los alcances éticos de la psicoterapia de pareja no pue- den ser disociados del tratamiento, sino que son parte consti- tutiva de ello. Allí también se entrelaza nuestra historia, nues- tra ideología, nuestros valores, nuestros dolores. Es mejor, por lo tanto, estar consciente y saber cómo me manejo con ello. Un caso de complementariedad patológica Presento un caso atendido en un consultorio de la ciu- dad de Santiago de Chile. Los nombres y algunos otros datos están cambiados para evitar las identificaciones de las perso- nas. Fue una pareja atendida durante el transcurso de un año y solo expongo algunos antecedentes relevantes y extractos con razones didácticas e ilustrativas a propósito de las técni- cas diagnósticas y psicoterapéuticas para parejas, desarrolla- das en este capítulo. Angélica y Enrique constituyen un caso de violencia intrafamiliar. En la historia de esta pareja existen anteceden- tes de violencia verbal y física por parte del marido hacia la esposa. La violencia verbal es más frecuente, la violencia físi- 70 Gloria Reyes ca ocurre en forma cíclica unas dos veces anuales. Existen tres episodios de infidelidad. Angélica tiene cuarenta y un años y Enrique cincuenta. Llevan veinte años de casados y tienen tres hijas mujeres de dieciocho, dieciséis y trece años. Han perma- necido siempre juntos. Pertenecen a un nivel socioeconómico medio-bajo y asis- ten a un consultorio de las redes del Ministerio de Salud. El nivel educacional de él es técnico superior y el de ella enseñan- za secundaria completa. Él trabaja como auxiliar de enferme- ría en un servicio de urgencia y ella siempre ha sido dueña de casa. Pertenecen a una subcultura proveniente del sector ru- ral, en donde las polarizaciones del rol de hombre proveedor dominante, y mujer pasiva sumisa están acentuadas. La his- toria de ambos miembros de la pareja está plagada de antece- dentes inmediatos y transgeneracionales de violencia por par- te del hombre hacia la mujer. Comienzan a asistir a psicoterapia producto de que ella consulta, ya que este último tiempo ha tenido muchas crisis de úlcera estomacal y el doctor les dijo a ambos que era «nervioso». Él es convocado y asiste «solo para ayudarla», ya que tiene susto de que se enferme más. Después de numerosas sesiones diagnósticas en que se va generando además un clima de con- fianza y se va co-construyendo un motivo de consulta sostenido por una necesidad de ambos y no solo por ella, se acuerda una psicoterapia de pareja, en la que trabajo con un yo auxiliar. Se realizan las primeras sesiones con concretizaciones de imágenes. Les pido que construyan ambos con su cuerpo, en forma simultánea y en base a lo que van sintiendo, una ima- gen estática de cómo sienten que están en este momento como pareja. Surge una imagen en cuya construcción ella es más activa al principio y él después. En esta concretización de imá- genes, ella mira hacia el suelo cabizbaja y resignada, sostiene un cojín de manera tensa y desagarradora.Surge la imagen para mí y para el yo auxiliar de «una mujer sosteniendo-rete- niendo y siendo sostenida por un bebé». Él mira hacia el otro extremo, como al infinito, está más distante, más frío, surge 71 La práctica del psicodrama para nosotras, como terapeutas, la sensación de «buscando horizonte». Realizamos inversión de roles, que implica que el yo auxiliar reemplaza por un breve momento a cada miem- bro de la pareja, para que cada uno pueda mirar esto desde afuera, saliéndose de la concretización de imágenes. Luego vuelven a sus lugares, les pido soliloquios –que expresen en voz alta desde la imagen lo que están sintiendo–, el yo auxiliar hace algunos dobles –se transforma en la extensión de cada uno y habla por ellos–. Aparecen en ella sentimientos de pena, mucha rabia, y de estar sometida por un destino. También aparece la resistencia de no querer cambiar de posición, pues desde ahí igual tiene control y poder. En él aparece la pena, la soledad y el cansancio, el tener que sostener, cargar y además hacer de «el malo de la película». En un segundo momento les pedimos que inviertan roles entre ellos y aparece el contrarrol interno, que es característico de la complementariedad interna patológica. Esto implica que deposito y hago responsable al otro de algo que es mío. Ella instala en él la rabia y el rol de agresor y él en ella la pena y rol de víctima. En un tercer momento, les pido que ambos construyan una imagen de lo que quisieran cambiar, cómo quisieran ver la relación de pareja en el futuro. Aparece una concretización en la que ambos se miran, ambos lloran intensamente, se abrazan, se acogen. Notoriamente a ella le cuesta más que a él. En un cuarto momento nos sentamos a conversar, primero les preguntamos a ellos qué les paso, luego les decimos nosotros. Esto es lo que se plantea como el constructivismo desde el psicodrama. Construimos junto con los pacientes nuestra mirada y nuestro propósito psicoterapéutico. Emerge mucha información como elaboración secundaria de las concre- tizaciones de imágenes. Destaco el tema de la etapa que están viviendo por estar creciendo las hijas y tener que empezar a mirarse de otra manera entre ellos. Aparece también la sole- dad, y la dificultad para ponerse en el lugar del otro. Emerge también, como temática, que dentro de los componentes de la pareja la sexualidad era un tema que hace años estaba sien- 72 Gloria Reyes do postergado por ambos y que ello estaba relacionado con que ella se situara en el rol de madre y esposa abnegada, diso- ciando su sexualidad y él en el rol de proveedor agobiado, desplazando la sexualidad hacia otros espacios, mediante la infidelidad como mecanismo. Las otras dos áreas inherentes para la pareja, el proyecto vital y la afectividad, también esta- ban dañadas. Se apreciaba una modalidad vincular complementaria patológica concordante, en la cual los roles estaban rígida- mente cristalizados, en víctima, pasiva-dependiente y culpógena versus victimario activo-agresor. Las dinámicas afectivas deri- vadas de estos roles fortalecían y perpetuaban además que ella no expresara adecuadamente las rabias contingentes e his- tóricas –de ahí sus crisis de úlcera–. También por otra parte se manifiesta la soledad, la pena y el cansancio de Enrique. In- mediatamente después de esta sesión él comienza a expresar más pena y ella más rabia, según lo que ambos reportan en las siguientes consultas. En sesiones posteriores realizamos un biodrama; este es un método también muy útil para el diagnóstico. Consiste en llevar la línea de la historia de la pareja a un espacio escénico. Este espacio escénico es recorrido por ellos, corporalmente con movimientos, desde el momento en que se conocen, atrave- sando las distintas etapas del proceso, pudiendo abarcar has- ta los momentos actuales y la proyección futura. También se puede apreciar la gestación de los conflictos específicos. Este viaje es realizado por la pareja, tal como ellos lo sienten, representándolo con su cuerpo y acompañado muy de cerca por mí y por el yo auxiliar. Desarrollé mucho movi- miento en cámara lenta, movimiento expresivo, maximi- zaciones de sensaciones, soliloquios de emociones con pala- bras y sonidos, dependiendo lo que el momento iba requi- riendo. Cada cierto tiempo, los iba sacando de a uno del es- pacio escénico, para que tomaran distancia y observaran prin- cipalmente las matrices que se reiteraban en cada uno y en el vínculo. Esta última parte, me permitió ver y fortalecer la ca- 73 La práctica del psicodrama pacidad yoica y defensas de la pareja, lo que era capaz de mirar y procesar. También los hacía interactuar, con lo que yo iba viendo y sintiendo desde afuera. El rol del yo auxiliar fue hacer dobles y en ocasiones inversión de roles. Lo que resaltó de esta línea biográfica de la pareja, para sorpresa de ambos miembros, era que a lo largo de ella, se repetían ciertos ciclos, como en tres fases que se daban a lo largo de años, que ellos mismos denominaron, como «la bomba atómica», «la reconciliación» y «la angustia». Muy emocio- nados y angustiados reconocieron que era como tener un li- breto escrito, pero sin saberlo; estarán representando persona- jes y ahora lo sabían. Les pregunto si se les ocurre quiénes podían haber colaborado en la escritura de ese guión y apare- cen bisabuelos y tatarabuelos de ambos, que constituyen man- datos transgeneracionales. Los llamamos a escena. Aquí es im- portante el rol del yo auxiliar, para representar estos persona- jes a partir de la construcción de las fantasías de la misma pareja. Pudieron ellos tener una conversación con estos perso- najes, en donde les dijeron que deseaban re-escribir su propio guión. Les conversamos en esa ocasión a ellos lo que se descri- be como clásicamente dentro de los ciclos de violencia en las parejas, que es la agresión, la luna de miel y la acumulación de tensiones, información que los conmueve. Lo que siguió con esta pareja fue alrededor de ocho me- ses de psicoterapia en donde pudieron realizar escenas abier- tas y re-escribir sus propios destinos, con mayor libertad, e individuación para ambos. Cesaron los ciclos de violencia y con posterioridad fueron derivados ambos a psicoterapia in- dividual con distintos psicoterapeutas. 74 Gloria Reyes 75 La práctica del psicodrama Capítulo 3 Psicoterapia de familia desde el psicodrama Característica del grupo familiar La familia es un grupo natural, que comparte objetivos y tareas comunes. Estos propósitos están relacionados con la sub- sistencia y la satisfacción de necesidades básicas, afectivas, de protección y de crecimiento. Las familias, en nuestra cultura, suelen además compartir el mismo techo. Según Barudy, la fi- nalidad biológica de una familia es ser la matriz grupal que permite procrear, cuidar, mantener, proteger y reproducir la vida humana1. Por tanto, toda la materia, la energía y los recursos familiares están destinados a mantener la organización viviente de todos los miembros que la componen. Es necesario conside- rar a la familia como un todo orgánico, es decir, como un siste- ma relacional, que supera y articula entre sí los diversos com- ponentes individuales. Vincularse y permanecer vinculados, a pesar de los acontecimientos y el paso del tiempo, es lo que caracteriza al comportamiento familiar. Parte importante de la energía vital, los aportes de la cultura familiar y las interacciones de los miembros de la familia están destinados a mantener la unidad familiar. Esta cohesión es fundamental para asegurar los cuidados y la protección de todos. El modelo clásico de familia ha variado a lo largo de los años. Familia no solo es una madre, un padre y los hijos. La 1 Giadalah, Carolina, Quiñones, Javiera. Psicodrama y duelo familiar, Tesis para optar al título de psicólogo, Universidad Diego Portales, Santiago, Chile, 2002. 76 Gloria Reyes familia nuclear puede estar constituida por una madre soltera y un hijo o un padre soltero y sus hijos, dentro de varias alter- nativas. La posibilidad dematrimonios homosexuales en al- gunos países y la oportunidad de ellos de adoptar o concebir hijos, también los incluye dentro del concepto por lo tanto de familia nuclear. Puede incluir vínculos consanguíneos o no, como es el caso de la adopción o de los matrimonios que se realizan con hijos anteriores de ambos o de uno de los miem- bros de la pareja. La familia está asociada a lo que Moreno denominaba la matriz de identidad. Esta es el conjunto de vivencias básicas perinatales y postnatales, que obviamente están relacionadas con el entorno de la madre, del padre y, dependiendo del caso, del cuidador primario. Matriz de identidad es por lo tanto lo originario, con lo que se constituye el ser en el momento de gestación, nacimiento y en los primeros meses de vida. Moreno se refería a ella como la placenta social2. Este grupo esta constituido por roles, estructuras, fun- ciones y tareas, así como también por modalidades y dinámi- cas vinculares. Se inserta dentro de una red social mayor, que abarca las configuraciones sociales e institucionales de la so- ciedad y la cultura. En este contexto, la familia posee distin- tas opciones comunicacionales y de resolución o de enfrenta- miento de conflictos. Desde el lenguaje psicodramático, posee un libreto, un entramado, un entrecruzamiento de escenas. Desde el punto de vista de su estructura, la familia es un conjunto de miembros que se organiza en subsistemas. Así podemos distinguir los subsistemas parental, conyugal, fra- ternal, etc. Los subsistemas son formas de organización de los sistemas familiares, que surgen de la necesidad de establecer relaciones complementarias –por sexo, generación, intereses o la función de sus miembros–, que determinarán las funciones o exigencias de estos. Cada miembro de la familia pertenece a un subsistema en el cual posee distintos roles y niveles de po- 2 Bustos, Dalmiro M., El psicodrama, aplicaciones de la técnica, 1992. 77 La práctica del psicodrama der, lo que permitirá desarrollar un proceso de diferenciación de cada sujeto perteneciente a un sistema familiar3. Cuando la familia cumple sus funciones de manera me- dianamente sana existe un equilibrio entre cercanía e indivi- duación. Los sujetos poseen la dependencia afectiva y a la vez la autonomía, concordante con su etapa evolutiva. Por otra parte, cuando la homeostasis de la familia es patológica, existe una indiferenciación y aglutinamiento, en donde sus miembros no crecen, ni se individúan adecuada- mente. Las necesidades y emociones se amalgaman en un todo confuso, en el cual no es posible hacerse cargo de los propios proyectos. O, por el contrario, puede ocurrir un distancia- miento y soledad en que las necesidades afectivas y de recono- cimiento no son satisfechas. Cada miembro de la familia vive en su propia trama, sin que haya un mirarse. En este último caso, la familia no está cumpliendo sus funciones de protec- ción y afecto. Una tercera gran alternativa es cuando la fami- lia posee mecanismos de violencia y abuso en que los otros no solo no son considerados, sino que maltratados, violentados y/o abusados, ya sea física o psicológicamente. Influencias de diversas escuelas en la psicoterapia de familia Una de las orientaciones relevantes en la psicoterapia de familia es la afectivo-experiencial, cuya precursora es Virginia Sátir. Su foco de intervención es dentro de la familia y plantea una modalidad de psicoterapia continua. Otra de las grandes orientaciones es la psicoanalítica, te- niendo como uno de sus representantes a Ackerman. También posee su objeto de intervención en el interior del núcleo fami- liar y una forma de trabajo psicoterapéutico, que es continua. 3 Giadalah, Carolina, Quiñones, Javiera, Psicodrama y duelo fami- liar, Tesis para optar al título de psicólogo, Universidad Diego Porta- les, Santiago, Chile, 2002. 78 Gloria Reyes Por otra parte, la corriente estructural sistémica desarro- llada por Minuchen formula un foco de intervención que está plantado dentro y fuera del núcleo familiar, en el contexto de red social en el cual está inserto. También sugiere un trabajo de forma continua. Referente a la corriente estratégica, uno de sus represen- tante es Haly J. Esta interviene fuera del núcleo familiar y realiza una psicoterapia discontinua. Lo mismo ocurre con la escuela de Milán, de Selvini y Cecchin. Finalmente, el psicodrama representa una corriente que interviene dentro de la dinámica familiar, pero que, igual que en la mirada sistémica, se aprecia el contexto y contempla la posibilidad de intervención continua y también focalizada discontinua, dependiendo de lo que el caso requiera. Los psicodramatistas más importantes que han trabajado este tema, aparte de Moreno que es el creador del psicodrama, son Pablo Población y Elisa López Barberá. Ellos además de ser psicodramatistas poseen una mirada integradora, que tiene elementos sistémicos y vinculares4. Podemos apreciar que son múltiples las corrientes que han trabajado el tema de la psicoterapia de familia desde lo teórico y desde lo empírico. Particularmente, pienso que ho- mologar el concepto de psicoterapia de familia a los teóricos sistémicos es una injusticia e irrealidad cometida tanto hacia los sistémicos, como para la psicoterapia de familia. En pri- mer lugar, como ya ha sido expuesto, son diversas las escuelas que se han preocupado del tema y en segundo lugar la inter- vención sistémica no sólo supone una dirección a la familia, sino que también una mirada sistémica al individuo. 4 Espina, José Antonio, Psicodrama nacimiento y desarrollo, 1995. 79 La práctica del psicodrama Etiopatogenia familiar desde el psicodrama Existe una herida primigenia, la cual va asociada a un mito. Existen además rituales vinculares que tienden a la perpetuación de ese mito. Estos rituales están destinados, por ejemplo, a aco- ger, proteger y cuidar a sus miembros, así como mantener la colaboración y cohabitación entre ellos. Otros son producidos para asegurar zonas de intimidad y de diferencia. Estos últimos afirman una jerarquía en la estructura familiar, garantizando la diferenciación de los roles y las fronteras entre las generaciones. Cuando estos rituales están alterados, no cumplen su sen- tido, se aprecia una confusión en el manejo de amor y recha- zo, de poder y sumisión, además de tendencias a evadir los núcleos de los conflictos, con respuestas desadaptativas para el conjunto de la familia y particularmente empobrecedoras, a veces para uno de los miembros de ella, que constituye el chivo emisario o expiatorio de la conflictiva familiar. Se aprecia también falta de claridad, confusión y rigidez. Desde el punto de vista psicodramático, ocurre lo que deno- minamos como una alteración de la sociometría familiar, con- sistente en falta de espontaneidad y «tele». En las interacciones internas, no existe reconocimiento ni contención de emocio- nes. Los roles y las matrices vinculares están alterados. Minuchin plantea que un funcionamiento familiar ade- cuado debe tener límites claros o definidos en sus subsistemas, lo que permitirá que cada uno pueda cumplir con sus funcio- nes. Sin embargo, también se debe permitir el contacto entre sus propios miembros y con los pertenecientes a otros subsis- temas. En este sentido, se deben tener líneas de responsabili- dad y autoridad definidas5. Cuando los límites son difusos, la diferenciación del siste- ma familiar se hace difícil y las familias se encuentran 5 Giadalah, Carolina, Quiñones, Javiera, Psicodrama y duelo familiar, Tesis para optar al título de psicólogo, Universidad Diego Portales, Santiago, Chile, 2002. 80 Gloria Reyes aglutinadas. Esto implica un alto intercambio de información y de preocupación entre sus miembros, estableciéndose poca distancia entre ellos. El tipo de patrón implícito, creado y man- tenido por la familia, da lugar a un estilo interaccional o a una estructura familiar indiferenciada. En el sistema familiar con este tipo de estructura, existe un exaltado sentido de pertenen-cia y de abandono de la autonomía. Esto genera una carencia de diferenciación, alejando a los miembros de un desarrollo normal, ya que muchas veces se los apoya pero se les sobreprotege también, lo que dificulta su proceso de autonomía. En subsistemas con límites rígidos, es difícil la comuni- cación entre los miembros, ya que estos funcionan en forma independiente, por lo que carecen de sentimientos de lealtad, de pertenencia y de capacidad de interdependencia. Cuando las interacciones se estabilizan y se regulan según estos patro- nes de interacción, se da lugar a una estructura familiar desli- gada, es decir, donde no hay preocupación entre sus miem- bros y no hay sentido de pertenencia familiar. Diagnóstico familiar desde el psicodrama Los planteamientos epistemológicos para enfrentar la mi- rada diagnóstica de familia son los mismos para el trabajo diagnóstico general desde el psicodrama6. Uno de los aspectos relevantes planteados por el psicodrama se podría definir como una concepción constructivista de la realidad ínter e intra- psíquica. Esto implica que la familia como grupo de indivi- duos, es activa en la construcción de su propia realidad, otor- gándole significados propios en la elaboración e interpreta- ción de la información, subrayando los aspectos subjetivos y no observables de la conducta humana. En este sentido, por ejemplo, las escenas dolorosas de la familia, los lugares y es- pacios psicodramáticos en donde ocurre la gestación de la 6 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 81 La práctica del psicodrama patología es tal, en cuanto su valor subjetivo y su poder de revelación para la conciencia y las significaciones que los miem- bros del grupo construyen. En el anterior contexto, el propósito del diagnóstico es la exploración conjunta y bi-direccional de lo que está ocu- rriendo; tanto terapeuta como grupo familiar construyen esa realidad. El diagnóstico, por lo tanto, no es un decreto que establece el terapeuta y que la familia acata, sino que es el conocimiento, la revelación de realidades latentes frente a la conciencia, que, de no ser digeribles por el grupo familiar, pier- den además utilidad para la terapia. Por lo tanto, el terapeuta es solo un facilitador. Es necesario recordar que en este proce- so ambos tienen roles diferenciados y asimétricos, ambos ade- más poseen conocimientos complementarios y recíprocamen- te necesitados de aspectos de la realidad. El terapeuta posee conocimientos teóricos y metodológicos además de la capaci- dad «télica»7, el paciente posee sus vivencias, en última ins- tancia es solo él quien sabe el sentido de su vida. Un aspecto que se complementa con lo anterior es la con- cepción teleológica y finalista del dinamismo humano, en contraposición con lo etiológico. Los síntomas, fenómenos, sistemas defensivos, trastornos de la familia no son «porque» sino que son «para». Todo posee un sentido, que en el caso del ser humano –para Moreno– estará siempre conectado con la búsqueda de la integración de un crecimiento, de una crea- ción, finalmente de la espontaneidad. Lo que puede ser disfuncional, destructivo, poco económico y a veces simple- mente inútil, es la forma, la manera, el mecanismo mediante la cual el grupo familiar persigue dicho sentido. Por lo tanto, el diagnóstico no es algo lineal y unilateral. Cualquier elemento de la realidad de un ser humano depende de muchos factores, que se agrupan en forma de espiral en movimiento. Por ello, una realidad e identidad no «es» sino que «va siendo», son procesos circulares; no están determina- 7 Tele significa el generar un proceso de empatía recíproca. 82 Gloria Reyes dos por un solo factor, sino que por múltiples factores, que se mueven en una dinámica de importancia relativa y cambiante de un momento a otro y de un contexto y situación vincular a otra. Por ejemplo, una persona puede ser fóbica en un con- texto espacio temporal y no en otro. También en el mismo sentido, los trastornos son en fun- ción de un contexto cultural. No es lo mismo una disfunción familiar en un contexto de guerra o migración, que una disfunción, incluso con una misma «sintomatología», en una sociedad estable. La situación histórica y social, en este caso, le dará una interpretación y un sentido muy diferente al mis- mo «síntoma» familiar. Por el mismo motivo, los aspectos sintomatológicos o características particulares de algunas patologías familiares constituyen emergentes sociales. Por ejemplo, los temas del alcoholismo, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, im- plican muchas veces heridas propias de una cultura patriarcal. Otro tipo de emergentes clave para un diagnóstico familiar son los culturales. Es importante, para comprender algunas alteraciones familiares, conocer los códigos culturales y valóricos en donde se inserta la familia que los posee, que es lo relevante para su cultura, los mitos y ritos, etc. De la mis- ma manera, los mandatos familiares y transgeneracionales son formas de emergentes grupales importantes e inconscientes, que muchas veces complementan y profundizan la compren- sión de un cuadro, la metáfora y sentido específico de una manifestación sintomática. Otro aspecto relevante, en la forma de exploración de la situación familiar, es la noción de que la realidad no es taxativa ni única sino que se manifiesta en forma de movimiento, ex- presa matices dentro de muchas polaridades. Una de estas polaridades es lo estructural, versus lo procesal y psicodi- námico. El énfasis puesto por el psicodrama se encuentra en lo procesal, en el movimiento, en lo que va siendo, no en lo que es; lo que se mueve puede ser el foco de intervención. No obstante, no desconoce que existen elementos estructurales 83 La práctica del psicodrama que son parte del análisis de contexto. En este aspecto, no todas las angustias, posen el mismo sentido en el interior de la familia. Es diferente el síntoma de angustia de una familia asociada con un duelo no resuelto, que la angustia que movi- liza el alcoholismo de un padre. Por ejemplo, es importante reconocer que en el interior de una familia puede existir un diagnóstico nosográfico de esquizofrenia, aunque la interven- ción psicoterapéutica esté dirigida a los mecanismos que interactúan con esta realidad y que tal vez la perpetúan. En base a lo anterior, es que el psicodrama privilegia un diagnóstico comprensivo, profundo y dinámico, que permite ex- plorar los caminos para que la familia se conecte con la creativi- dad y la espontaneidad. Lo relevante, en el diagnóstico, es lo descriptivo fenomenológico, los acontecimientos tal cual se pre- sentan ante nuestra existencia, tal cual se dan en el proceso vin- cular. En este momento se suspende el juicio, tanto valórico como clínico, lo que da el espacio y la contención para que emerja lo latente, aquello que está detrás de la fisura de lo verbal, de las separaciones entre el discurso verbal y no verbal, o en una inte- rrupción del movimiento o en un enlentecimiento de la acción. Es entonces, después de esta recepción en cierto sentido abierta e ingenua, que puedo acceder a una realidad más profunda y co- nocer junto a la familia, lo que está más allá de la conciencia. Otra polaridad, presente es la dificultad versus el re- curso. En este aspecto, un buen diagnóstico desde el psico- drama no solo se centra en las dificultades y los conflictos de la familia, sino también en presentar los recursos potenciales y latentes de este grupo, ya que muchas veces ellos los desco- nocen. En el marco anterior, entonces, realizar un diagnóstico familiar implica una escucha activa centrada en el aquí y aho- ra, focalizada en el proceso más que en el contenido, detec- tando lo matricial de roles y escenas, aspectos y contenidos de las familias de origen, el entrecruce de las historias individua- les, familiares y transgeneracionales. También se observan las escenas cotidianas, las escenas temidas y deseadas, las escenas 84 Gloria Reyes pasadas, presentes y futuras de la familia. Finalmente, con todo lo anterior,el análisis de los vínculos y los roles. Psicoterapia familiar desde el psicodrama En la intervención psicoterapéutica familiar desde el psicodrama, se actúa en la unidad dinámica interaccional. Esto puede ser en el conjunto de la familia o desde la parcialidad de ellos. El terapeuta modifica la red sociométrica y el juego relacional del sistema. Se focaliza por lo tanto sobre los vín- culos, los roles, las matrices, las estructuras, las dinámicas, las funciones y las tareas. El peligro de focalizar la intervención en un protagonis- ta es fortalecer la estigmatización del chivo expiatorio, afian- zar el rótulo del enfermo, mecanismo mediante el cual la fa- milia deposita en un solo miembro los conflictos, evadiendo y negando la posibilidad de enfrentarlos como conjunto. Por lo tanto, en la sesión psicodramática familiar, no hay un pro- tagonista, sino temáticas emergentes, que a veces se mediatizan en un miembro, pero son transversales al grupo. La intervención está en el cuerpo, en la acción. Sin em- bargo debe ser mediatizada, en forma cautelosa y paulatina, de manera de impactar los niveles matriciales, pero sin des- montar en forma brusca las defensas y movilizar un monto que más bien bloquee e intensifique las resistencias. Se debe de esta manera acceder al drama preverbal, desritualizando a través del sistema dramático familiar. La función del psicodramatista es poder ver a la familia más allá del espacio de consulta, haciendo un análisis de con- texto. También debe tener claro que no todo lo que ve es susceptible de ser intervenido. 85 La práctica del psicodrama Técnicas empleadas en psicodrama de familia Las técnicas empleadas tanto para el diagnóstico como para la psicoterapia son las siguientes: Concretización de imágenes: es solicitar al grupo o a par- cialidades de la familia, mientras los otros miran, que mol- deen con su cuerpo y expresen en una postura física no verbal lo que les está ocurriendo. El psicodramatista debe sostener esta imagen, ya que las incomodidades y cansancio que ellas involucran en ocasiones son movilizador de angustia y guar- dan muchas veces aspectos del conflicto latente, como rela- ciones de poder-sumisión, cansancios, dolores, rabias, etc. Tie- nen por lo tanto un valor diagnóstico para el terapeuta y de cambio para la familia. El generar un movimiento rápido y autocomplaciente a una postura corporal más cómoda puede ser una resistencia maníaca o evasiva a evitar el enfrentar una realidad. Solo se hace una vez que se ha tomado conciencia del conflicto y como una búsqueda de recursos y caminos de resolución y cambio a la situación que se está viviendo. Po- blación y López Barberá se refieren a esta técnica con el nom- bre de «escultura»8. Álbum y foto familiar: se realiza un psicodrama interno a través del cual se va haciendo viajar a la familia por distintas fotos reales e imaginarias de su historia, construyendo un ál- bum. Se le pide a cada miembro que escoja una foto que emerja en forma espontánea y como asociación libre, luego entre to- dos escogen una o la construyen a partir del contenido de cada uno. A partir de lo anterior realizan una concretización de imagen, con expresión de sonidos, emociones, etc. Escena familiar: se les pide que en forma libre y espontá- nea construyan una escena de la que todos participen. Se puede hacer, como ya se mencionó en este capítulo, sobre la base de fantasías, temores, deseos, pasado, presente, futuro, lo cotidia- 8 López Barberá, Elisa, Población, Pablo, La escultura y otras técnicas psicodramáticas, 1997. 86 Gloria Reyes no, algún conflicto emergente, etc. A través de esta técnica, se explora y profundiza el conflicto y también se exploran las vías de resolución, si al director de psicodrama le parece oportuno. Átomo familiar: en general la representación del átomo es sobre un espacio escénico en donde las personas se sitúan representando su posición relativa y su forma de vincularse con el resto de la familia. Se puede realizar de dos formas: todos los miembros de la familia lo llevan a cabo en forma simultánea hasta que se configure el átomo familiar, o cada uno lo va llevando a cabo en forma alternada con el resto, configurando la propia percepción de sus vínculos. La segun- da forma posee la ventaja de clarificar más el diagnóstico y los vínculos familiares, si las percepciones son recíprocas o muy desiguales y no existe mutualidad, lo que desde el punto de vista psicodramático sería evaluar el «tele» en la familia. Test sociométrico familiar: se construye en conjunto con la familia una pregunta significativa y tolerable para el gru- po. Por ejemplo: ¿quién escucha más? ¿quién es más agresi- vo?, o temas relativos al motivo de consulta, al conflicto emer- gente, etc. Todos responden sobre la base de tres alternativas: la persona que es más significativa en relación con la temática escogida, el que es menos y el que resulta indiferente. Sirve para evaluar en conjunto la configuración sociométrica vin- cular de la familia. Al ser este un test que moviliza ansiedades y fantasías regresivas, es importante que exista una fase de sensibilización y preparación –lo que en psicodrama denomi- namos caldeamiento–. También por la misma razón debe exis- tir mucha contención por parte del terapeuta. Tiene prepon- derantemente un propósito más diagnóstico; sin embargo des- de las mismas emociones que moviliza el test, se pueden intencionar cambios hacia una configuración sociométrica más sana. Esto implicaría percepciones adecuadas recíprocas, más disponibilidad de empatía, menos díadas enquistadas, menos pirámides de poder y menos miembros de la familia aislados. La configuración resultante del test sociométrico óptima es la que genera circularidad. 87 La práctica del psicodrama Biodrama familiar: es un método también muy útil para el diagnóstico. Consiste en llevar la línea de la vida a un espacio escénico. Este espacio escénico es recorrido por el grupo familiar, corporalmente, con movimientos, desde el momento en que se gestan como familia –la pareja se cono- ce, etc.– , atravesando las distintas etapas de la vida familiar, pudiendo abarcar hasta el momento actual de la familia o proyección futura. También se puede acotar a la gestación de un conflicto familiar específico. Se desarrolla mucho movimiento expresivo en cámara lenta, maximización, es- cultura, soliloquio, expresión de emociones con palabras y sonidos, dependiendo lo que el caso requiera. Es relevante estar muy «télicamente»9 en sintonía con el grupo familiar. Cada cierto tiempo, se puede ir sacando fuera de la línea del biodrama a los diversos miembros de la familia en forma alternada, para que vean lo que ocurre desde afuera. Esta última parte permite evaluar la capacidad yoica y defensas, lo que se es capaz de mirar y procesar; también hacerlos interactuar con lo que el terapeuta está viendo y sintiendo desde afuera. Genodrama: en el espacio escénico se desarrolla una lí- nea imaginaria matrilineal y patrilineal, desde donde los per- sonajes de la familia van retrocediendo a buscar a sus antepa- sados. Es particularmente útil, para explorar mandatos o mi- tos familiares transgeneracionales, develar historias ocultas bloqueadas y relevantes en la psicogénesis de la patología fa- miliar y desbloquear emociones que comprimen las dinámi- cas familiares. Los mandatos transgeneracionales son muy re- levantes en la etiopatogenie familiar, y muchas veces explican presencia de patologías con biografía aparentemente sin gran- des heridas y dolores. Investigación de roles: se realiza a modo del test de roles de Moreno. En el espacio escénico se da la consigna de actuar a la familia en los distintos roles, de madre, padre, hijos, abue- 9 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 88 Gloria Reyes lo, etc. Van pasando de a uno y el resto de la familia va reso- nando lo que ve. Técnicas verbales: se emplean las técnicas verbales clási- cas del psicodrama, entrevistas, diálogos coloquiales, señalamientos, confrontaciones e interpretaciones. Estasse dirigen al conjunto familiar, aunque el que la explicite sea un miembro. De lo contrario, se corre el riesgo de quedarse cen- trado en un protagonista. Puede haber un momento de diálo- go con un miembro de la familia, por ejemplo un niño, pero paralelamente se va preguntando qué le ocurre al resto con lo que se está verbalizando. Técnicas no verbales: se emplea la maximización para explorar los elementos expresivos de la comunicación. Otra técnica es la cámara lenta que, al igual que la maximización, amplifica una acción, un gesto o una intensidad, aquí tam- bién se realiza lo mismo, pero mediante la lentificación de un movimiento importante. También se emplea la focalización, que es aumentar la conciencia de una sensación corporal o sentimiento. Nuevamente el sentido es amplificar la concien- cia en este caso corporal. La articulación kinestésica y la concretización son técnicas que, desde el movimiento, permi- ten que las sensaciones e imágenes se transformen en un vehí- culo para llegar a la escena nuclear o generar una catarsis. Recursos Psicodramáticos: son recursos clásicos utiliza- dos dentro de las escenas o de las concretizaciones de imáge- nes. Uno de ellos es el espejo. Consiste en que un yo auxiliar, se coloque físicamente en la posición que en determinado momento asume un miembro de la familia. El objetivo es permitir que todos los miembros, en forma sucesiva, se pue- dan salir de la escena o escultura, mirándose a sí mismos y su posición relativa desde fuera. Otro recurso es la inversión de roles. Consiste en pedirles a dos miembros de la familia que se cambien de papel y, desde allí, continúen interactuando. Per- mite, además de vivenciar el rol del otro, descubrir aspectos del propio rol que quedan en evidencia por la distancia. Por otro lado, se recomienda un cambio de roles, cuando se desea 89 La práctica del psicodrama investigar con más profundidad una relación que sea impor- tante para la familia. También aparece como recurso el solilo- quio, que consiste en pedirle a los miembros del grupo fami- liar que «piensen en voz alta» y expresen las emociones que no están presentes en el discurso. Es apropiado utilizarlo cuan- do algún miembro de la familia se presenta inquieto o da muestras de estar actuando conductas socialmente esperadas o estereotipadas. Esto implica una sensibilidad del terapeuta o director de escena en relación con titubeos, fisuras en el dis- curso, etc. El doble es otro recurso característico del psicodrama, en que se habla o expresa por otro sobre los con- tenidos latentes. Se utiliza poco en terapia de familia, solo cuando es necesario, y a través de un yo auxiliar, que no es el terapeuta, ya que este se puede sobreinvolucrar en el proceso afectivo y perder la distancia necesaria para acompañar y mi- rar a la familia. El doble siempre es una sugerencia, es bueno a veces avisar a la familia que alguien será una especie de exten- sión de su conciencia y hablará o actuará por ella, que después nos pueden decir si le resuena o no lo que el doble está diciendo o haciendo. De alguna manera la acción del doble, igual que la interpretación, también es una hipótesis. Otro recurso habi- tualmente empleado es la interpolación de resistencias. Implica que durante el proceso de inversión de roles el director le puede pedir al yo auxiliar que realice algo extremadamente opuesto a lo esperado por el otro rol. Sirve para explorar los complemen- tarios internos patológicos de la familia, es decir, cuánto están poniendo de cada uno para que esa interacción que les provoca tanto conflicto y dolor se manifieste tal cual es. Es particular- mente útil para escenas de violencia intrafamiliar, ya que posi- bilita la desvictimización del rol de la persona golpeada10. Realidad suplementaria: en el desarrollo de la escena, se exploran diversas situaciones y personajes, que son constitutivos de las fantasías de la familia, que nos hablan también de sus recursos. En este marco y en el transcurso de la escena familiar, se 10 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 90 Gloria Reyes aprecia lo «que hay» y «lo que no hay», las posibilidades reales de los roles familiares. Una vez que la familia toma conciencia de esto, discrimina fantasía de realidad y se acude a una realidad suplementaria. La realidad suplementaria busca recursos fuera del contexto familiar que la escena simplemente… no los tenía. Es relevante, antes de llegar a la realidad suplementaria, pasar por las carencias y ausencias de la escena, de lo contrario se pue- de transformar en una idealización a la manera de final feliz. Rol playing pedagógico: dramatización breve con carác- ter demostrativo, que tiene un propósito no de exploración ni profundización de conflictos, sino que más bien centrarse en el rol para el entrenamiento de situaciones nuevas para la familia. Se emplean por ejemplo cuando las familias van a adoptar a un hijo, o enfrentar una situación de cambio, etc11. Utilización de máscaras: la función de las máscaras es metaforizar los mitos y desenmascarar. Se habla de la mitopoyesis, que es la transformación que surge entre la distancia de lo di- cho, lo enunciable y lo no expresable con palabras. Este autor, que trabaja con esta técnica, estimula a la familia que se pruebe distintas máscaras, o construya máscaras, tanto de los miem- bros por separado y de la familia en su conjunto. Luego los hace explorar el intercambio, relacionando esto con la flexibilidad de los roles. Explora los discursos verbales y corporales, plantea el entrecruzamiento de escenas simultáneas. Buchbinder estudia los roles y los vínculos a través de las máscaras y la fantasmática que es el inconsciente de la familia, según lo expresado por él12. Una casuística familiar explorando una familia interna El caso presentado a continuación muestra solo algunos segmentos de una historia clínica y tiene como propósito dar a 11 López Barberá, Elisa, Población, Pablo, Introducción al rol playing pedagógico, 2000. 12 Buchbinder, Mario y Matoso, Elina, op. cit., 1993. 91 La práctica del psicodrama conocer los aspectos internos familiares y transgeneracionales que condicionan en buena medida los componentes psicote-rapéuticos de una paciente que asiste a mi consulta. En el anterior marco, se seleccionan aquellos elementos más relevantes, para ilustrar lo mencionado, y la forma de intervenir psicodramáticamente. Lilian tiene dos hermanas menores, Beatriz y Soledad. El hermano, único varón de la familia, falleció abruptamente en un accidente automovilístico, cuando entraba en edad adulta hace unos veinte años. Las tres hermanas están casadas, con hijos y sus familias nucleares respectivas. Pertenecen a un nivel socioeconómico medio, en donde el valor del esfuerzo y la per- severancia son relevantes. A nivel de la subcultura familiar emerge como temática importante un cambio en relación con el rol de género, asociado a que la mujer debe formarse profesionalmente y salir adelante en lo laboral, dejando al varón, en un plano más pasivo de espera e inseguridad. En este contexto, madres y abuelas se «sacrifican desde su rol de dueñas de casa», exigién- doles a sus hijas que estudien y progresen laboralmente. Este aspecto, que pareciera atravesar nuestra cultura latinoamerica- na, aparece particularmente intensificado en esta familia. Lilian, 48 años, tiene dos hijas mujeres de 14 y 15 años, ambas con buenos antecedentes escolares, emocionalmente es- tables, con una adolescencia normal y un hijo varón muerto de cáncer durante la adolescencia, hace tres años. Ella, al mo- mento de la primera consulta, aún estaba con depresión, sin poderla superar. Su marido es alcohólico, lo que se agrava después de la muerte del hijo. Beatriz, la segunda hermana, de 47 años, tiene dos hijos, un hombre y una mujer; el hombre de 16 años, con trastornos escolares y conductuales de larga data. La mujer, de 13 años, una chica alegre, sana y adecuada. El marido de Beatriz es alcohólico. Soledad, la tercera hermana, de 42 años, tiene un hijo de 20 años con consumode droga y una hija de 16 años sin dificultades manifiestas, descrita por la propia paciente como fuerte, sana y alegre. No tiene problemas con su esposo. 92 Gloria Reyes El padre y los abuelos maternos y paternos de Lilian, Beatriz y Soledad poseen antecedentes de alcoholismo, diabe- tes y cáncer. La madre y las abuelas materna y paterna son mujeres con una vida de mucho esfuerzo y perseverancia. Dueñas de casa, trabajadoras y en general sanas y fuertes. Esta es una escena de la familia interna de Lilian, que es mi paciente. Los personajes enunciados surgen en un geno- drama13 en el contexto de psicoterapia individual, que cursa desde hace dos meses en relación al momento que estoy des- cribiendo. Comienza en una sesión refiriendo lo difícil que ha sido para ella el aceptar la muerte del hijo. Las últimas sesio- nes hemos estado trabajando ese tema y se han realizado esce- nas, en donde con mucho dolor ella se ha estado despidiendo del hijo, aceptando que habrá una pena que la acompañará, tal vez menos perturbadoramente, pero siempre. No obstante lo anterior, ella siente que hay «cosas» que no logra identifi- car y que no la dejan despedirse de modo definitivo. Le digo que se sitúe en las sensaciones corporales asocia- das a los impedimentos para que se despida del hijo. Nos po- nemos de pie y en un espacio escénico vamos concretizando con cojines que van simbolizando aquellos elementos que obstaculizan la partida del hijo y que ella va colocando en el suelo. Aparece en primer lugar la culpa que ella siente, como si hubiese podido evitar la muerte de su hijo; en segundo lu- gar la rabia que siente hacia él, con relación a por qué no luchó más por quedarse. Le pregunto si existen personajes que activan la culpa y la rabia. Detrás de la culpa, aparecen perso- najes masculinos de su familia, clamando por ser mirados nue- vamente. Cuando se invierten roles con estos personajes, emergen el temor y el dolor ante una familia de matriarcas que los aplasta e inutiliza. Casi todos estos personajes mues- tran incapacidad de enfrentar el mundo y romper la barrera de lo materno, muy atrapados en conflictos inherentes en el 13 Ver este mismo capítulo, el punto de técnicas para el diagnóstico y la intervención. 93 La práctica del psicodrama cluster 1 de dependencia y no emergiendo al cluster 2 de auto- nomía14. Durante una primera instancia estos personajes culpabilizan a las figuras maternas, luego se encuentran con su propio miedo y con la temática de la muerte. Recordemos que transgeneracionalmente los varones de esta familia han padeci- do diversas enfermedades y situaciones que los relacionan con ese tema, como la diabetes, el cáncer, el alcoholismo, los acci- dentes, etc. Logran separarse durante estas inversiones de roles aspectos como lo materno, con la gestación de la muerte. Se asume, por otro lado, la responsabilidad de los miedos como propios. La paciente experimenta alivio con esto, ya que ade- más, luego de esta inversión de roles, puede volver a tener un diálogo con su hijo, en el cual le puede decir lo importante que es mirarlo de nuevo y creer en él dejándolo, y soltándolo sin repetir la historia de las mujeres de la familia de dejar a los hombres en situación de ineptos. También puede devolver la responsabilidad a su hijo de trascender sus miedos. Por otra parte, detrás de la rabia aparecen los personajes femeninos y matriarcas de la familia, repitiendo que la conde- na de la mujer es estar sola, ya que los hombres son cobardes e ineptos. Frente a estos personajes, también se realiza inver- sión de roles. La paciente llora desconsoladamente, mucho más que cuando se despedía del hijo. Luego conversamos, toma conciencia y me narra de todo lo que se ha dado cuenta. Menciona que es más fácil deposi- tar los propios miedos en los otros y no dejarlos crecer y de cómo han influido en ella los mandatos trasgeneracionales de las abuelas y de la madre. Surge también el temor al abando- no del hombre. Una forma de evitar este abandono es cas- trándolo, haciéndose así cómplice del miedo del otro. Para el hombre, la única manera de «escapar» de este destino es la enfermedad y la muerte, pero lo que en realidad ocurre es que se perpetúa la creencia de debilidad masculina. Vemos las di- ficultades de las figuras masculinas de la familia, su hermano, 14 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 94 Gloria Reyes sus sobrinos varones, su hijo, etc. Finalmente ella se da muy bien cuenta de la coresponsabilidad de esta situación, sintien- do cada vez menos culpa por ello. Llama la atención el con- traste con relación al inicio de la psicoterapia, ya que cuando narra por primera vez en sesión la situación de los varones versus la de las mujeres, se aprecia una evidente disociación entre la debilidad-enfermedad-muerte, de las cuales son por- tadoras los hombres y la fortaleza-salud-éxito, que son asu- midas por las mujeres, no siendo esto percibido por la pacien- te. Cuando se hace señalamiento en relación con esta situa- ción, ella misma después se sorprende. De esta manera comienza a elaborarse en forma más pro- funda el duelo del hijo, pero también a enfrentar la relación con su marido de manera diferente. Ella capta que la soledad es algo a lo que se autocondena. Se aleja en todos los sentidos del marido; él con ello aumenta la conducta alcohólica y vice- versa. Tiene claro que el alcoholismo de su marido no es su responsabilidad, pero sí que se activan en complementariedades patológicas de ambos, obedeciendo los mandatos transge- neracionales mencionados. 95 La práctica del psicodrama Capítulo 4 Psicoterapia de grupo desde el psicodrama Antecedentes de Jacob Levy Moreno Jacob Levy Moreno es el creador de la psicoterapia de gru- po. El papel del teatro en la vida de este autor y, por lo tanto, en el desarrollo del método grupal fue fundamental, ya que aquí descubre tres aspectos importantes. El primero dice rela- ción con la función social del grupo y su poder catártico, co- lectivo y de curación; el segundo, con el elemento metafórico- simbólico, que a través de la representación de un guión, otorga la posibilidad de identificación y búsqueda colectiva de pre- guntas y respuestas, y el tercero es que la acción teatral está plasmada de iniciadores físicos, que activan la relación men- te-cuerpo tanto en el protagonista como en el grupo. Posibili- ta entonces una integración entre la acción, la emoción y la reflexión, y de ahí su función curativa. Por lo tanto, el grupo, en el psicodrama, es un espacio transicional, un área interme- diaria que permite el paso del mundo real a la representación de las imágenes del mundo interno, concretizadas en persona- jes físicos presentes en la semirrealidad para pasar nuevamen- te a la realidad externa. De esta manera, es difícil desvincular la historia de la psicoterapia de grupo, con la historia de la evolución del tea- tro: desde el modo clásico en el escenario con el auditorio grupal, a la del teatro espontáneo. Surge entonces un sistema de comunicación y comprensión intermediaria, en la que tan- to el auditorio, como los protagonistas despliegan su incons- 96 Gloria Reyes ciente, su pensamiento onírico, su mundo psicótico, su drama existencial y expresivo. La búsqueda de lo social, el goce, el juego, así como la generación de una respuesta in situ, esto es, en el lugar de los acontecimientos, fueron los elementos impulsados por More- no. De todo lo anterior es que se desarrolla la orientación grupal, como un modelo teórico y un método de investiga- ción social. Los conceptos de espontaneidad, creatividad, ac- ción, y aquí y ahora de fuerte influencia existencial, toman una relevancia metodológica en el trabajo de grupos de Mo- reno. Se generan las condiciones espaciales para el encuentro y el diagnóstico en base a la estructura y síndrome grupal1. Se desprende también una concepción de la salud mental más democrática, en la cual el terapeuta es una persona que es parte de la unidad no autoritaria de grupo, en contraposición con la postura verticalistadel modelo médico. Moreno conci- be un grupo como la magnitud mínima de tres personas. Antecedentes de otras psicoterapias grupales Kurt Lewin, sociólogo, se basa en la teoría del conflicto. Evaluaba la homeostasis de los grupos, los mecanismos de frus- tración y la agresividad. Realiza en los períodos de posguerra grupos de entrenamiento laboral y capacitación. Los grupos los clasificaba en base a escalas sociales, prevalencia de enfermeda- des, colaboración de obras colectivas, construcciones de pro- yectos, etc. Por otra parte, Gregorio Barenblit desarrolla un mo- delo de clasificación grupal, en base a categorías psicosémicas, socioantropológicas, artísticas, naturales y formales. Posteriormente Fritz Pearls desarrolla el método psicote- rapéutico basado en la guestalt. Propone un método sustenta- do en la honestidad. Para muchos, en las primeras etapas plan- 1 Moreno, J.L., El Psicodrama de grupo y psicodrama, 1987. 97 La práctica del psicodrama teado como violento. Incluso a los terapeutas gestálticos se los refería como a los «terapeutas del garrote». La crítica que se plantea a la aplicación de este método se relaciona con la gene- ración de intensas catarsis desestructurantes, para las cuales muchas veces las personas no estaban preparadas, y no genera- ban por lo mismo el consecuente procesamiento y por lo tanto el impacto terapéutico necesario. Carl Rogers desarrolla en Estados Unidos los grupos de encuentro, aplicados para el ámbito terapéutico y para el tra- bajo educacional. Están basados en el reflejo y en la acepta- ción incondicional. Sustenta la interacción terapéutica, no solo en base a apreciaciones clínicas sobre el paciente, sino lo que le ocurre y por lo tanto refleja el terapeuta2. Se desarrollan además las técnicas corporales, como rolfing, eutonía, feldenkreis, biosíntesis y bioenergética. To- das ellas sustentadas en una postura más biologicista de los problemas psíquicos, integrando algunos con una mirada más espiritual, como es al caso de la biosíntesis. Se encuentran además los métodos de musicoterapia, danzaterapia y arte- terapia, como una forma de enfrentar terapéuticamente los grupos. De todas estas modalidades descritas, tal vez un co- mún denominador con lo planteado por el psicodrama es to- mar el «texto grupal», más allá de las palabras. Otra corriente relevante dentro de las grupalistas es la psi- coanalista, que la desarrollaremos más adelante en este mismo capítulo. Dos de sus representantes más relevantes son Bion y Foulkes. También dentro de esta línea se encuentranPichón Rivière, que desarrolla el método de grupo operativo y el con- cepto de ECRO. A través de lo anterior establece como propósi- to el esclarecimiento de las tareas y operaciones que se realizan en un grupo. Desde el empirismo caótico e indiferenciado y principio de la confusión, hasta lo centrado en la tarea específi- ca y clara. El ECRO está sustentado en la empirie didáctica de la tarea, según Bleger, Liberman y Pichón. 2 Espina, B.J., Psicodrama, nacimiento y desarrollo, 1995. 98 Gloria Reyes Finalmente, el planteamiento de Moreno refiere los con- ceptos de tele y de espontaneidad, sustentados en el encuentro yo-tú de Buber. Aquí el lenguaje expresivo y el silencio desempe- ñan un papel relevante en el encuentro. Fue el precursor de los psicoterapeutas de grupo, aunque no siempre se lo reconoce. Definición de psicoterapia de grupo La psicoterapia de grupo es un método clínico científico desarrollado consciente y sistemáticamente. Consiste en el tra- tamiento de los problemas psíquicos y sociales de los miem- bros del grupo. Emprende la intervención al conjunto de in- dividuos y no a miembros aislados. Es un método fundado en el marco de investigaciones empíricas. El método interactivo implica percepción, energía, agru- pación y objetivo común. El objetivo de la psicoterapia de gru- po es favorecer la integración del individuo frente a las fuerzas de la dinámica grupal, promoviendo la integración sana del grupo, con la interacción libre con los otros y el terapeuta. As- pira investigar e intencionar las relaciones más favorables y re- agrupar dinámicamente a los miembros de un grupo. La diferencia entre psicoterapia de grupo y otro tipo de terapias es que la primera comparte un objetivo relacionado con la dinámica de los conflictos intrapsíquicos; en cambio, el segundo tipo de intervención pueden ser intencionado y emprendido a un grupo con otros propósitos. La herramienta fundamental de la psicoterapia grupal psicodramática es el encuentro, la interacción y la transferen- cia. Como método científico de intervención, se contrapone a la psicoterapia individual. El grupo es una unidad, en que la totalidad es mayor que la suma de individuos. Por lo tanto la psicoterapia de grupo es un proceso curativo, que no es pro- movido solo por las habilidades de un terapeuta, sino que también por las fuerzas del grupo mismo. Las acciones no están dirigidas a los individuos aislados, sino a las fuerzas vi- 99 La práctica del psicodrama vas del conjunto de sus miembros. Se acerca a la dinámica natural de la gente y por lo tanto resuelve desde lo grupal, no desde lo individual. Bases y principios de la psicoterapia de grupo La psicoterapia de grupo demoró en instalarse y hacerse popular, ya que la influencia del modelo médico y científico clásico, para el enfrentamiento de todo tipo de patologías y conflictos del ser humano, era muy preponderante. De allí también se desprendía el trabajo frente al individuo, más que al grupo o a un conjunto institucional o social. En contrapo- sición con la medicina occidental, se comenzó a trabajar no solo la parte, sino el todo. Moreno desarrolló numerosas intervenciones, dirigidas hacia grupos laborales, y comunitarios. Es así como también es famoso su trabajo con prostitutas. Posee influencias impor- tantes de la religiosidad jasídica. Cree en la existencia de co- rrientes de energía que circulan en el grupo. De esta manera, Moreno plantea la comunicación de los inconscientes perso- nales en el conjunto grupal y con ello el desarrollo del co- inconsciente. Antes de Moreno, Freud se refería a la psicolo- gía de las masas. Tenía en ese entonces una concepción de grupo, como un conjunto de sujetos que tendían a la regre- sión y a la indiferenciación, asociándolo con el primitivismo. Por otra parte, Jung planteó el concepto de inconsciente co- lectivo, que a diferencia del coinconsciente de Moreno, está referido a memorias de símbolos y arquetipos, que se transmi- ten transgeneracionalmente, sin que medie contacto, ni cul- turización. El método grupal de Moreno, se sustenta en que a través de la capacidad de goce y creación la realidad interna y los procesos del ser humano se liberan más allá de lo manifiesto. Así, tanto el grupo como el terapeuta resuenan, contienen y 100 Gloria Reyes dinamizan el proceso. A partir de lo anterior surge una teoría y una praxis en que los conceptos de catarsis de integración, espontaneidad, creatividad, tele, transferencia y sociometría son muy importantes3. En el mismo marco, el fundamento de la psicoterapia de grupo es la doctrina de la interacción terapéutica. Moreno se centra también en las bases de las terapias tribales. En ella el grupo desempeña un rol curativo en la patología individual y viceversa. También la acción más allá del verbo, los ritos más allá de los mitos tribales cumplen un rol en el desentrañar los conflictos de la psique. Allí comienza la vida vincular, la dinámica inter e intra; la construcción y la sanación del vín- culo es recíproca. Tanto actor como observador se dinamizan en una interacción, en donde los roles se complementan a ve- ces de manera sana y a veces patológicamente, involucrando en el vínculo lo perceptivo, lo afectivo, lo cognoscitivo y lo corporal. El tele se produce cuando existe reciprocidad y con- ciencia en la construcción del vínculo. Transferencia, por el contrario, es cuando se produce la distorsión de la percepción recíproca, existiendo interferenciade la historia. De alguna manera el «tele» es la dirección que asume la expansión del yo, para tomar conciencia de un otro. Permite la relación entre un sí mismo centrípeto y un yo centrífugo. Posibilita el encuentro social sin la negación del individuo. La espontaneidad y la creatividad derivan también de lo vincular, están centrados en lo interactivo, en la comunica- ción con un otro. De alguna manera, lo que diferencia, la espontaneidad, con la impulsividad, es la función de adecua- ción a un otro. La espontaneidad está centrada en lo interac- tivo, no es lo mismo que la conserva cultural, que tiende a bloquear e inhibir la expresión del sí mismo. El fundamento del psicodrama es el principio de la espontaneidad creadora. La piedra angular de la psicoterapia de grupo es la acción 3 Moreno, J.L., op. cit., 1987. 101 La práctica del psicodrama espontánea. La participación libre de todos los miembros del grupo es la producción dramática y la catarsis reactiva. El auditorio contiene, recibe, crea. Aunque algunos pasajes de Moreno y de algunos autores psicodramatistas aparecen algo confusos en relación con el con- cepto de espontaneidad, creo necesario aclarar algunos puntos aquí en relación con ello. El primero es que la espontaneidad no funciona en base a los principios de energía, como lo harían las pulsiones, por lo que no debería ser acumulable, ni cuantificable, sino que más bien es un catalizador, un profun- do estado de conciencia organísmica, que mueve al sujeto a la acción y a la creación, pudiendo por lo tanto movilizar energía y pulsiones, pero no es reducible a impulso. Sería un error, por lo tanto, hablar de exceso o escasez de espontaneidad, ya que simplemente está o no presente. Segundo, que al ser una res- puesta adecuada, es interaccional y vincular. En este sentido una de las grandes confusiones es oponer la espontaneidad a la conserva cultural. Esta, en sí misma, no es bloqueadora, ya que de hecho, para que el sujeto desarrolle la espontaneidad, nece- sita la cultura con sus conservas. Lo que realmente ocurre es que si la espontaneidad se bloquea, una de las manifestaciones puede ser la estereotipia de las conservas culturales a través de la rigidización de roles en el sujeto. Tanto el «tele» como la espontaneidad, son elementos de evaluación de grupos terapéuticos y de intervención, ya que están relacionados con el encuentro, para valorar y replantear necesidades y tareas. Cuando existe patología, y la espontanei- dad está obstruida, puede existir o mucha impulsividad o inhi- bición de la creatividad y de la dinamización de los vínculos. Sociometría Las bases de la sociometría, nuclear en la teoría psicodra- mática, están en la socionomía, que es parte de la ciencia que estudia las leyes sociales y que centra la temática de los con- 102 Gloria Reyes flictos humanos, lejos de la postura individualista del mode- lo médico. La socionomía, a su vez, está constituida por la sociogenética, la sociodinámica, la sociatría y finalmente la sociometría. La sociogenética estudia la evolución de las constitu- ciones grupales a lo largo de la vida del individuo. Vemos, de esta manera, cómo los niños en su primera etapa poseen elec- ciones sociales más azarosas, para cada vez más ir evolucio- nando hacia selecciones sociales más complejas. Se realiza- ron investigaciones que fueron afinando los modos de elec- ción de los sujetos en base a diversos criterios, a lo largo de las distintas etapas de la vida. A nivel de psicoterapia, el gru- po es un catalizador, que nos permite evaluar criterios finos conscientes e inconscientes de, por ejemplo, elección de pare- ja, amigos y en general de la postura sociodramática de la vida de un sujeto. La sociodinámica es el estudio de las leyes, por medio del cual se evalúa la asociación de los individuos y sus in- fluencias bipartitas, la estructuración de los grupos sociales aislados y las asociaciones de los grupos. Cada individuo deja huellas en un grupo y cada grupo a la vez activa un modelo vincular particular de un individuo. Un grupo tiene un me- canismo de equilibrio establecido, que tiende a la conserva- ción. La incorporación de un nuevo miembro tiende a rom- per esta homeostasis, lo que evidencia las tendencias conser- vadoras de los grupos. Se generan, por tanto, mecanismos para compensar este equilibrio. La sociatría es la ciencia que estudia los mecanismos de curación de sistemas sociales y de reestablecimiento de equi- librios. Finalmente, nos detendremos con más detalle en la sociometría, por ser el núcleo de la teoría grupal de Moreno. La sociometría es la ciencia que mide las relaciones inter- personales e intergrupales. Es un método para explorar las relaciones entre las personas. Se describe también como una forma de investigar la espontaneidad y el «tele». La cohe- 103 La práctica del psicodrama sión de grupo se define como una función del tele, que se estructura a partir de una ley de gravitación social, ley de atrac- ción y rechazo individual versus grupal. Se realiza un análisis de las elecciones realizadas y de las que se es objeto y de esta manera se ve la relación entre la estructura y el proceso del tele. Se habla por lo tanto de la tele estructura y del tele pro- ceso. La tele estructura es el cálculo actual presente de eleccio- nes no al azar. El tele proceso son cambios por acciones que inducen a la corrección de la percepción. Moreno realizó un experimento con la asociación libre de diván, en donde en- contró posibilidades de aplicaciones individuales en un con- texto grupal, pero observó que los inconscientes individuales no se juntaban necesariamente. El experimento sociométrico grupal es entonces intencionar el tele a través de la observa- ción y el interés corporal y espiritual. Se puede hacer que el monólogo pase a diálogo y que los inconscientes convergan. El inconsciente común y la comunicación medial, por lo tan- to, se van desarrollando con el tiempo y se van actualizando. Estas son las bases sociométricas de la psicoterapia. Los conceptos que están a la base de la sociometría son los criterios, las valencias, el tele y las configuraciones vincu- lares. Los criterios se refieren a los motivos para los cuales un ser humano elige a otro. Por supuesto que es distinto el criterio de elección de pareja, al de amigo, consejero, etc. La valencia está relacionada con la atracción, rechazo o indiferencia, con la que está cargada una elección. De esta forma existe una valencia positiva, una negativa y una neutra respectivamente. El tele se refiere a si existe reciprocidad o mutualidad en la elección entre miembros de un grupo, o si existe discordancia, tanto desde el punto de vista de los criterios y las valencias descritas. Final- mente las configuraciones vinculares son las figuras relacionales que se estructuran en un grupo, como resultado del tipo de elecciones descritas. Es así como existen círculos, estrellas, pirá- mides, triángulos, díadas y aislados. Esto da lugar a un diag- nóstico que apunta a describir a un grupo como sano o patoló- gico, dependiendo de las características de estas formas, de su 104 Gloria Reyes adecuación en relación con la tarea del grupo, de su coherencia con el contexto institucional-social en donde este se inserte, y también a su rigidez y dinamismo. El método de aplicación puede ser gráfico o de acción. El método gráfico implica fórmulas matemáticas. Consiste en realizar un test en el cual se le pregunta a un grupo en base a criterios de interés, a quién elegirían –atracción–, a quién no elegirían por ningún motivo –rechazo– y quién les es indife- rente –neutral–, para por ejemplo contarle un secreto, invitar- lo a su casa, ser su jefe, etc. –que serían los criterios–. El resul- tado de las elecciones se lleva a una tabla y luego a un gráfico, que expresa las configuraciones mencionadas en el párrafo anterior. En este caso la percepción integra pensamiento y sen- timiento. Mediante un análisis de las elecciones realizadas y de las que se es objeto, se obtieneel diagnóstico de un grupo. Por ejemplo si existe tele –mutualidad–, si existen muchas díadas, una estructura muy piramidal, no acorde con la tarea grupal, etc. Las formas de aplicación del test pueden ser va- riadas. Un ejemplo es pedirle al grupo que se imagine que es una olla de agua en ebullición, luego que se junten de a pareja y se cuenten una experiencia íntima, vuelven a ser la olla de agua para mezclarse y luego poner todos la mano en el hom- bro del que desean que hoy sea el protagonista. Este es un método particularmente útil para psicoterapia de grupo. Otra forma de aplicar el método, menos tradicional, es que cada miembro del grupo escriba cuatro adjetivos respecto del resto de sus compañeros. Se colocan estas hojas en el suelo y los miembros del grupo van rotando, para visualizarlas todas. Se da la consigna de que cada uno memorice dos adjetivos posi- tivos y dos negativos sobre sí mismo, que más le haya llama- do la atención y quién lo escribió, y lo memorice o apunte4. Moreno desarrolló la sociometría en los campos de pró- fugos de Mittendorf. El test sociométrico se aplica para medir las organizaciones de los grupos y estudiar las estructuras so- 4 Bustos, D., El test sociométrico, 1980. 105 La práctica del psicodrama ciales. También puede ser particularmente útil en grupos psicoterapéuticos, para evaluar la espontaneidad y el tele. Del análisis de las elecciones resultan los aceptados, rechazados, aislados y los periféricos5. Otra forma de sociometría es el test perceptual. Consiste en un test sociométrico que se realiza en la mente del paciente y no en la realidad social. Es como un sociograma introverti- do, en contraposición con el sociograma extrovertido, en donde la dinámica principal es la elección y no la percepción. También se desarrolla la sociometría de la dinámica de los roles o el test de los roles. Se realiza un diagrama de roles clásicos, por ejemplo a elegir en una escena, tales como papá, mamá, pareja, etc. Cada miembro elige a su preferido en cada rol y también en qué rol le gusta ser escogido. Esta forma del test sociométrico es particularmente útil en psicoterapia psicodra- mática, en donde la elección de papeles para la dramatización de escenas es permanente. Permite evaluar el tele, el grado de satis- facción de sus miembros para las elecciones de la que son o no sujetos y la percepción que los demás tienen de cada uno. Finalmente el átomo social es un concepto que se inserta dentro de la teoría sociométrica. Equivale por lo tanto a una sociometría individual, e implica el conjunto de vínculos sig- nificativos que posee un sujeto. Desde el punto de vista metodológico, se puede desplegar como una técnica de entre- vista psicodramática que posibilita apreciar el mapeo vincu- lar de una persona, como se encuentra desde el punto de vista de sus relaciones con objetos externos e internos, detectando además en conjunto con la persona los núcleos de conflictos más relevantes. Como «objetos» se entienden las personas y las situaciones. Además las significaciones que la persona le asigna a cada vínculo. Después de una delimitación del espa- cio escénico, se le plantea al paciente que vivencie este espa- cio, como su propio espacio vital y que disponga en él cojines, que lo representen a sí mismo y a lo más significativo de su 5 Marineau, R., Jacob Levy Moreno. Su biografía, 1974. 106 Gloria Reyes vida, que representarán el átomo social actual. Se le pide que vaya desplazándose por cada uno, explorando y expresando sentimientos, sensaciones, fantasías, conflictos y recursos pre- sentes en cada vínculo. Desde ahí que vaya hablándole al co- jín que lo representa a sí mismo. Aquí se realiza, con cada uno, una inversión de roles. En una segunda instancia se le pide al paciente que vuelva al espacio escénico e introduzca los cambios que encuentre necesarios. Es también una manera de co-construir el objetivo de psicoterapia, involucrando y comprometiendo al paciente con la terapia de manera que el se haga cargo de sus procesos. El átomo social se aplica tanto para individuos como para familia6. Estructura de grupo Cuando hablamos de estructura, hablamos de algo fijo, estable, en cierta forma inamovible. El paradigma psicodra- mático cree y se centra más en el movimiento, en el proceso, en lo que cambia, en lo que es susceptible de intervenir psicoterapéuticamente. Por esta razón, al referirnos a estruc- tura, nos estamos refiriendo a ciertas formas fijas de relación, dentro de las cuales se dinamizan procesos. Por esto mismo, cuando hablamos de estructura, no ponemos el énfasis en lo fijo o rígido, sino más bien en un corte transversal, que refleja un continente más o menos estable, sobre la base de lo cual se mueven contenidos más dinámicos. Es tal vez un tema de tiem- pos, la estructura es más lenta, el proceso es más veloz y existe indudablemente una interacción entre ambos. De esta mane- ra, al movilizar un proceso también voy paulatinamente mo- vilizando una estructura. En términos de psicoterapia de grupo psicodramática, al hablar de estructura podemos prácticamente referirnos a cua- tro aspectos: 6 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 107 La práctica del psicodrama El primero de ellos está ya mencionado en el punto ante- rior, y se refiere a la tele-estructura, que es el modo fijo de elecciones realizadas por un grupo sociométricamente hablan- do, antes de ser intervenidas. Nos establece la forma de orga- nización de sus miembros, los líderes, los tipos de interacción, la cohesión, la identidad, etc. El segundo aspecto nos lleva a estructuras culturales, so- ciales, institucionales, familiares y también arquetípicas, que tienden a repetirse en las formas de relaciones grupales, sobre las que podemos profundizar en la investigación psicotera- péutica a través del tele y la transferencia. Un ejemplo de ello está en el formato familiar y se puede expresar en el mito de Edipo, Iocasta, Layo y Antígona. Se reproduce, contiene a la familia, pero también la trasciende. En otras palabras, el gru- po es una sociedad en miniatura en que todos los miembros son aceptados y todos tienen la posibilidad de expresarse abier- tamente, actualizando roles. En este sentido es importante ver, ¿cuáles son las figuras terapéuticas autoritarias, maternas o filiales? ¿Cuáles son aliadas, enemigas o rivales del terapeuta? Un tercer aspecto, que podemos asociar con estructura específica de la psicoterapia de grupo psicodramática, se sos- tiene sobre cuatro elementos clave: el sujeto participante o protagonista de la escena, el auditorio que resuena la escena y se identifica con ella de diversas maneras, el o los terapeutas y los yo auxiliares que pueden ser miembros del grupo o agen- tes terapéuticos profesionalizados que co-ayudan al director o terapeuta. Un cuarto aspecto estructural de la psicoterapia de gru- po psicodramática son los agentes o fuerzas actuantes como tele y espontaneidad y los mediums, que son los medios a través de los cuales se influencia en el grupo. Estos últimos pueden ser danza, música, etc. 108 Gloria Reyes Procesos de grupo Los componentes de la técnica están referidos a elementos constituyentes en la psicoterapia de grupo psicodramática. Es- tos son el público, el escenario, la escena, el director, el protago- nista y los yo auxiliares. El público está constituido por los inte- grantes del grupo, cuyo proceso de observación activa de la dra- matización sitúa por un lado un espacio de contención y facilitación para el protagonista, y por otro, también es porta- dor de diversos aspectos de lo que ocurre en la dramatización. En este caso, puede identificarse, empatizar, verlo como algo le- jano, etc. Sin embargo, independientemente de cómo vivencie la dramatización, también tiene que ver con aspectos individuales y grupales, que se van entrelazando. Esto fue denominado por Moreno como «co-inconsciente». El escenario es un espacio físi- co en donde ocurre la escena, representa el locus, y se representa como un momento, un tiempo, objetos,personajes y una red de vínculos, tal cual el paciente los significa. El protagonista es un miembro elegido por el grupo, quien representa su propia esce- na, pero que a la vez está actualizando el conflicto y la acción dramática esencial del grupo, en ese momento. La escena se re- fiere al conjunto de elementos, conformados por personajes, pro- tagonistas, objetos animados y/o inanimados y sensaciones aso- ciadas. El director o terapeuta debe conducir la escena de mane- ra que esta se reproduzca de acuerdo con la actualización espon- tánea de la fantasía del protagonista o de la creación colectiva; esto porque a veces el protagonista es el grupo o una parte de él. También debe cautelar la integración de las tres áreas de la expe- riencia y, por otra parte, le corresponde estar atento a lo que ocurre en el grupo. Los yo auxiliares pueden ser co-terapeutas adiestrados. También a veces pueden ser miembros del grupo, que participan en la recreación de la fantasía y/o del recuerdo significado por el o los protagonistas, colaborando con el direc- tor en el desempeño de sus funciones y diversas técnicas7. 7 Reyes, Gloria, op. cit., 2005. 109 La práctica del psicodrama El proceso de psicoterapia tiene como eje un objetivo. Este se relaciona directamente con el locus y la matriz. La matriz está definida como el campo de operaciones terapéuti- cas y el locus como el conjunto de situaciones originarias que las desencadena. El propósito de la psicoterapia grupal psicodramática es, ya sea a través de un protagonista, un subgrupo protagonista o el grupo completo, generar condi- ciones para investigar la matriz de los individuos y la matriz grupal y desarrollar, con ello, la búsqueda de la rematrización. Esto se realiza fundamentalmente en la dramatización, a tra- vés de la catarsis de integración y el insight dramático. Los cambios perdurables se van dando a través de una elabora- ción posterior. La catarsis de integración es un proceso de abreacción emocional, con profunda resignificación cog- noscitiva y toma de conciencia, que involucra el cuerpo y los afectos. Se da a nivel individual en el protagonista de la esce- na –catarsis primaria– y a nivel del grupo, que observa, acom- paña y contiene –catarsis secundaria–. Se produce una libera- ción de la realidad para la producción y el análisis. La prime- ra, la catarsis de la dramatización que es primaria, es produc- to de la acción. La catarsis secundaria, en cambio, es una ca- tarsis de grupo, es vivida por la interacción entre todos los miembros del grupo, a partir fundamentalmente de la obser- vación de la escena, aunque se puede dar en distintas fases del proceso. Resulta de las acciones espontáneas de uno o varios miembros del grupo, pudiendo ser o no estructurada. Los métodos más empleados en las sesiones grupales son los descritos clásicamente dentro del psicodrama. En la etapa de preparación, se emplean muchos iniciadores físicos, corpo- rales, sensoriales, el juego y la interacción; el actuar espontá- neo, el contacto corporal, la comunicación motora y táctil. Algunas veces se ha intervenido con psicofármacos. Durante las dramatizaciones, las técnicas más tradicionalmente emplea- das son el soliloquio, el doble, el espejo y la inversión de roles. Los sistemas de comunicación apuntan a develar la rela- ción entre contenido manifiesto y latente, generándose una 110 Gloria Reyes comprensión intermediaria. Existe un sexto sentido en la co- acción que es proporcional a la espontaneidad. En otras pala- bras, se busca la relación entre el inconsciente y el consciente. El inconsciente de Moreno es distinto al inconsciente indivi- dual de Freud y al colectivo de Jung, ya que son producto del vínculo y la interacción en el grupo, sobre la base del princi- pio del encuentro. Otro aspecto relevante para el terapeuta, durante el pro- ceso grupal, es el manejo de la resistencia. Esta puede tomar tanto forma de bloqueo de la acción, como forma de acting en la dramatización. Se puede dar a nivel individual o grupal. Puede ser de carácter agresivo, erótico, sobrerrepresentacional y de interrupción. Existen diversas maneras de enfrentar las resistencias para un terapeuta en el contexto grupal. Una pri- mera forma es generar un ambiente permisivo para que esta se presente e incluso se magnifique. Aquí el humor puede des- empeñar un papel de facilitación y contención. Una segunda forma de manejar la resistencia puede ser mediante concreti- zaciones. Esto implica llamar al espacio escénico a aquellos miedos o factores que bloquean la representación de conteni- dos más profundos y realizar inversión de roles. Se puede lle- var a cabo esto con yo auxiliares o con cojines u objetos inter- mediarios. Una tercera forma, que es la que clásicamente em- plean los psicoanalistas, es la interpretación de la resistencia. En el contexto psicodramático, recordemos que la interpreta- ción se realiza a manera de hipótesis, constructivistamente entre director y protagonista de la escena. El manejo de la transferencia también es un elemento importante en el proceso de psicoterapia. Dada la concepción de transferencia que posee Moreno, es difícil disociarla con el tele, que es su contrapartida. En psicodrama la transferencia es vista como un proceso bilateral, ya que no se considera conceptualmente la contratransferencia. La transferencia ad- quiere además del rol temporal clásico, el rol espacial, ya que se produce en forma simultánea y complementaria en diver- sos miembros en el espacio grupal. Esta puede ser manejada 111 La práctica del psicodrama en psicodrama, llevándola a escenas y en algunas ocasiones también interpretándola. En el caso de que la transferencia sea intensa, involucre a gran parte del grupo, es bueno más bien llevarlo a escena, que solo quedarse en la interpretación. Durante el transcurso del desarrollo grupal, se interpre- tan los mecanismos de defensas clásicos, como identificacio- nes, proyecciones, negaciones y desplazamientos. Como ya se mencionó, la interpretación se maneja hipotéticamente y cons- truyéndola con el protagonista de la escena. Se relaciona con afectos y relaciones interpersonales. La interpretación es des- de la vivencia, se hace en forma verbal y por modificación de actitud. Se puede interpretar antes, durante y después. Finalmente, un elemento relevante del proceso grupal psicodramático es obviamente la dramatización. Ella está cons- tituida por personas, personajes, roles y concretizaciones. El diálogo en las dramatizaciones es a través del lenguaje, la co- municación y la simbolización. También durante la dramatiza- ción, se observa el rol importante que juegan el espacio y el tiempo, que permite el revivir la experiencia desde una dimen- sión diferente de la bidimensionalidad plana del relato verbal. Esto, al igual que los iniciadores corporales y emocionales, des- empeña una función desbloqueadota relevante durante la re- presentación. La dramatización puede ser de carácter explorador, des- criptivo, expresivo, elaborativo, defensivo y demostrativo, de- pendiendo el énfasis y la necesidad de los protagonistas y del grupo en su conjunto. Lo ideal de una dramatización, para lograr mayor profundidad, es que esté presente todo lo ante- rior. Recordemos que en el grupo se interviene no solo en los individuos, sino que el propósito es el grupo en su conjunto. De esta forma, cuando se está profundizando una escena in- dividual, lo que se está explorando en ella son las resonancias grupales. Entendemos por ello las identificaciones, y lo que le ocurre a cada uno con la profundización de una escena, que no es lo mismo que la homogeneización de contenidos y vi- 112 Gloria Reyes vencias. Una misma escena logra identificar a todo el grupo, pero puede ser desde la diversidad de emociones, a uno le da rabia, a otro pena, a otro indiferencia. Lo relevante es que a todos les ocurre algo con la dramatización. Constituye por lo tanto esta un vehículo catalizador de un emergente grupal. De ahí la habilidad del terapeuta en cautelarlas formas grupales de elección de la escena, la lectura de lo latente y el entretejido grupal, tanto desde la transverzalización de contenidos, como desde la diversificación de ellos. Desde el caos y la confusión, a la claridad y diferenciación. Fases de la psicoterapia de grupo El concepto de fase, a diferencia del concepto de etapa, se relaciona con que cada período se puede sobreponer con el otro, no hay una demarcación rígida, ni claramente delimitada en la finalización de una fase y el inicio de la otra. Se va generando por lo tanto un proceso, que comienza en un acto preparato- rio, continúa en la aparición de un tema o conflicto, sigue con la exploración, profundización, y a veces con la resolución de este, para finalizar con un re-mirar, re-pensar y re-significar. Lo importante de cada fase no es tanto el método o la forma, ya que lo que define su esencia tiene que ver con el propósito o sentido que dicha fase tiene. Lo que se desarrolla a continua- ción son entonces principalmente los propósitos de cada mo- mento de la sesión grupal del psicodrama. La primera gran fase de la sesión grupal dice relación con la preparación o caldeamiento. Este, a su vez, se divide en ines- pecífico, que es el proceso inicial, mediante el cual se genera una sensibilización del cuerpo, de los afectos y de la cohesión de los participantes, de manera de facilitar la emergencia del diagnóstico y del conflicto grupal. El caldeamiento se puede realizar en función del trabajo con el cuerpo, música, danza, o también mediante la emergencia de contenidos verbales espon- táneos del grupo. Esto implica, que es un proceso que también 113 La práctica del psicodrama puede darse en el plano de las ideas y de la conversación discursiva, en la que se genera un encuentro. El caldeamiento inespecífico está fundamentalmente destinado al espacio grupal. Por otra parte, un segundo periodo de esta fase de preparación es el caldeamiento específico. Consiste en la dinámica median- te la cual surgen las vivencias y los conflictos individuales, de las que emerge el conflicto grupal. En esta etapa, por lo gene- ral, el grupo además elige participativamente la escena y por lo tanto el protagonista que la desarrollará. También el caldea- miento específico es cuando se prepara al protagonista para el desenvolvimiento de la escena, la preparación del espacio físi- co, los personajes, etc. Se considera también, como parte del caldeamiento específico, la escenificación. Aquí, se construye y delimita el espacio escénico, con los espacios tridimensionales, los objetos y las relaciones. También es considerada como parte del caldeamiento específico. Es recomendable traer a la memo- ria, lo más vívidos posible, recuerdos de diferentes sensaciones, olores, iluminación, hora del día, ruidos alrededor, etc. La escenificación la va construyendo el protagonista; no obstante es función del director guiarla de tal manera que vaya involu- crando al grupo en este proceso, introduciéndose en el espacio tiempo, características físicas, personajes, etc. La segunda gran fase de la sesión grupal de psicodrama es el despliegue de la escena. Consiste en la dramatización, la realización de la acción que involucra al protagonista y a los roles complementarios, y que tiene como propósito vivenciar y tomar conciencia del conflicto, intentando integrar en la experiencia elementos ideativos, afectivos y corporales. Cons- tituye un dispositivo terapéutico, que permite el despliegue de la fantasía interna. Aquí el director debe tener la capacidad vincular-tele terapéutico, para que la escena fluya, y detenerla e intervenirla en los momentos necesarios, para la profundi- zación y exploración de lo latente. El protagonista de esta escena puede ser un miembro del grupo o un subgrupo, de- pendiendo cómo y quién haya elegido el grupo como emer- gente. En el primer caso estamos hablando de psicodrama y 114 Gloria Reyes en el segundo caso de sociodrama. Toda dramatización debe contemplar la carga afectiva asociada, que es la que general- mente se desbloquea durante la acción. Consiste en la abre- acción emocional, que implica simultáneamente despejar y tomar conciencia de algo por primera vez. La catarsis de inte- gración esta ligada al insight dramático que consiste en el pro- ceso de darse cuenta de manera integral y en forma espontá- nea. Esto implica tomar conciencia del locus, de la matriz y de la relación dinámica que existe entre ambos. Se produce un proceso de resignificación, que trasciende lo intelectual. Tan- to la catarsis de integración como el insight dramático, se en- trelazan para que realmente posea sentido terapéutico. De lo contrario, una catarsis puede tener solo un efecto de descarga tensional, pero no un cambio o una revaloración. La catarsis de integración es un componente corporal afectivo con carga pulsional, no a la manera impulsiva de un acting. Por otra parte el insight dramático tiene un componente más de pen- samiento, más de proceso secundario y elaborativo. Mencio- no esta separación didácticamente, ya que en la realidad prác- tica es un acto único y espontáneo en el sentido moreniano de la palabra espontáneo. Esto último implica un sentido de adecuación y un sentido vincular, ya que este proceso solo se da en el caso de que hay un alguien que lo acoja y contenga. A partir del proceso anterior, la resignificación vivencial e inte- lectual permite la apertura a nuevas posibilidades de relación, de espontaneidad y de creatividad con la realidad interna y externa. Sobre la base de la espontaneidad y la plena libertad del grupo de expresar su mundo interno, se sustenta la verda- dera capacidad de adaptación, sin que ello involucre la nega- ción de aspectos de sí mismo. La fase expresiva del psicodrama puede cursar de acuer- do al manejo de la escena clásica de psicodrama, pero tam- bién se puede dar a través de concretizaciones de imágenes de vivencias de un grupo, presentaciones no verbales de conteni- dos de un subgrupo, o relato de leyendas. Está última posee la ventaja del manejo de los contenidos a nivel simbólico, que 115 La práctica del psicodrama permite no adherirse a contenidos específicos percibidos como amenazantes, para un individuo o para el grupo. Esto es espe- cialmente útil en algunas fases del desarrollo de la psicotera- pia de grupo. La tercera y última fase de la sesión grupal es el sharing. Consiste en el cierre del proceso de intervención psicotera- péutica. Aquí nuevamente tienen espacio el pensamiento y la palabra. Se posibilita lo elaborativo posterior a la escena y la profundización simbólica del conflicto, la que es construida entre terapeuta y grupo. Se comparten las vivencias persona- les, generadas por la dramatización. En este período es rele- vante acoger y devolver, tanto lo transversal, como lo hetero- géneo. El director no debe solo detenerse en lo transversal, ni menos aún forzar la homogeneización de los conflictos, sino que también respetar la diversidad. Las temáticas emergentes configuran el proceso de identificación secundaria. En este sentido, el sharing no solo aúna sino que también diversifica caminos, no solo cierra sino que abre preguntas, no solo faci- lita el proceso de cohesión grupal, sino que también dentro de ella promueve el proceso de individualización. En otras pala- bras un grupo que tiende a lo sano, a lo espontáneo, es un grupo que se cohesiona en una tarea, pero que contiene indi- viduos con diversidad. Esta etapa es crucial, sobre todo en la modalidad grupal, ya que es aquí donde se constata que la elección de la escena se relaciona, con la emergencia de un conflicto que ya no es del protagonista que realizó la drama- tización, sino que este fue sólo un agente catalizador del con- flicto grupal. El sharing cumple en cierto sentido con dos pro- pósitos: el primero dice relación con la verbalización, que po- sibilita una resignificación cognitiva y afectiva del re-aprendi- zaje, y el segundo la vuelta al contexto grupal, desde la escena individual o subgrupal. Yo, en términosprácticos, lo divido en dos partes. La primera es asociación libre, divergente, más cercana al proceso primario y a una ruptura lógica, que per- mite la profundización de los contenidos emergentes incons- cientes del protagonista y del grupo, lo planteo como un jue- 116 Gloria Reyes go de asociaciones laxas de ideas, disparadas por la escena. Esto tiende a enfatizar más el hecho de que el sharing no debe estar centrado en un proceso de «interpretaciones y consejos» dirigidos al protagonista. La segunda, más secundaria, elaborativa y convergente, que tiende a estructurar más el pro- ceso y a diferenciar lo que es del grupo, del protagonista y de cada miembro, en la medida de lo posible. El predominio de la primera y segunda partes depende del nivel de profundidad y desarrollo en los que esté el grupo. Obviamente, a mayor profundidad de contenidos, tiempo transcurrido de la psico- terapia grupal y consolidado esté el vínculo, más se puede explorar la etapa divergente, ilógica y de asociación libre. En las psicoterapias focalizadas de tiempo definido, es mejor un sharing más estructurante y psicoeducativo. Otra forma de enfocar el desarrollo de los grupos es la descripción de sus fases de desarrollo a lo largo de un periodo, no de una sesión, como se acaba de plantear. El grupo cursa fases de ciclo espiral evolutivo, que han sido desarrolladas por diversos autores. Foulkes se refiere a una fase de grupo inicial indiferen- ciada y mágica, una fase intermedia de diferenciación y hos- tilidad y una fase terminal en que el grupo experimenta la futilidad de la vida y la muerte inexorable. De manera simi- lar, otro autor, King, describe cuatro fases. Una primera caó- tica, primaria y fragmentada, una más organizada en la que surgen líderes, cohesión grupal y claridad en la tarea, para pasar a un enfrentamiento experimental y llegar a un proce- so de adaptación y cambio. Bennis habla de dependencia, huida y posteriormente de interdependencia. Por otra parte, Shutz se refiere a inclusión, control del poder y liderazgo, para concluir en una fase de más comunicación y afecto. Bach describe procesos de prueba, dependencia, regresión, compañerismo, fantasía y juego, conciencia de grupo y gru- po de trabajo. Finalmente, Pablo Población y Elisa López Barbera describen cuatro fases. La primera, denominada como caótica, en la que se da dependencia y temor. La se- 117 La práctica del psicodrama gunda, llamada fundacional, en la que se expresan amor y odio. Una tercera fase está descrita como una fase de repro- ducción de los mitos familiares, hasta una cuarta y final en que se estructura socialmente el grupo, en base a agenciar tareas8. Lo que he observado en lo años de trabajo grupal, tanto psicoterapéutico como de formación, son alrededor de cuatro fases, que aproximadamente coinciden con las descritas por los autores señalados. La primera es una fase de cautela, resistencia y temor. Es un período de conocimiento del grupo y de los terapeutas, además de una adaptación y reconocimiento del encuadre. Aquí se activan una serie de ansiedades paranoides y miedos, relacionados fundamentalmente con la sobreexposición, la pérdida de la individualidad y autonomía, así como el susto de caer en estereotipias en la relación grupal. El primer ele- mento que desde el coordinador ayuda a transitar en forma adecuada esta fase, dice relación con el facilitar y promover espacios en que estos temores se expresen abiertamente en el grupo sin ser juzgados, sino que, por el contrario, valorados como defensas sanas. Muchas veces los psicólogos caemos en la deformación profesional de interpretar resistencias, cuando lo que hay es cautela o temores absolutamente válidos. Estos se pueden transformar en resistencias si se cronifican, porque no tienen espacios de liberación, bloqueando la emergencia de la verdadera espontaneidad, que no tiene que ver con la sobreexposición antes de tiempo. Un segundo elemento tiene que ver con la sensibilidad télica del coordinador, que se co- necte con el timing del grupo y en consecuencia seleccione en conjunto con ellos actividades de caldeamiento que permitan el acercamiento paulatino en función de las necesidades de sus miembros. Un tercer elemento tiene que ver con el status nascendi y locus de la gestación del grupo, que se produce en las primeras sesiones y en las cuales el encuadre, en términos 8 Espina, B.J., Psicodrama, nacimiento y desarrollo, 1995. 118 Gloria Reyes de los propósitos y reglas del juego, debe quedar extremada- mente claro y acordado. El momento de conformación del grupo, en este sentido, es crucial. El coordinador de grupo, debe preguntar, en la primera sesión, si están todos cómodos, o se encontraron con alguien que puede hacer incompatible su funcionamiento en el grupo. Me ha tocado enfrentarme al hecho de que miembros del grupo se han encontrado con su ex terapeuta o en otra ocasión con su ex pareja. Eso se conver- sa y se busca la forma de resolución, que puede llegar a la no inclusión de un miembro, como medida precautoria de él mismo y por supuesto del grupo. Durante esta primera fase del grupo, suelo hacer más énfasis en los emergentes grupales que a los personales, para que los sujetos no se sientan indivi- dualmente expuestos. Una segunda fase dice relación con la indiferenciación, idealización, enamoramiento y manía. Durante esta fase, ya han pasado los temores iniciales, el grupo se ha cohesionado y experimenta esta cohesión en forma uterina, regresiva y mági- ca. Tienden a homogeneizarse, a homologar conflictos y a negar diferencias. El grupo y el espacio grupal tienden a ser visua- lizados como una especie de paraíso en donde cesa el munda- nal ruido y en donde mágicamente se satisfacen todas las ne- cesidades. En general es una fase maníaca similar a la del ena- moramiento de las parejas, en que idealizo al otro, negando sus dificultades. El grupo y su terapeuta representan un espa- cio imaginario de gratificación de necesidades. Esta fase ob- viamente se desarrolla si el grupo logra transitar la primera descrita. Frente a ella no queda otra que vivirla. En término de catexis energética grupal, es necesaria y disfrutable, pero no debe prolongarse más del tiempo necesario. En este senti- do, el rol del terapeuta debe ser el ir señalando y confrontado al grupo, los elementos que tienden a la negación de dificul- tades y a la idealización e ir enunciado el paso de una etapa de mayor reconocimiento del otro. Una tercera fase, que se desprende en este caso inevitable- mente de la anterior, es la de la desidealización, desilusión, dese- 119 La práctica del psicodrama namoramiento. Este tránsito es inexorable. Existen manifesta- ciones de frustración y agresión, hacia el grupo y/o hacia el coordinador. Es como el desenamoramiento, como sentirse es- tafado. La diferenciación con el resto de los compañeros es ex- perimentada con sentimientos propios del duelo, como tristeza y rabia. Para el tránsito adecuado de esta fase es sumamente importante que el coordinador no se haya quedado detenido sobre la base de alguna necesidad narcisística, alimentando la omnipotencia e idealización de la fase anterior y haya ido acom- pañando el duelo a este tránsito doloroso en forma paulatina. Una cuarta fase se plantea como de diferenciación, acep- tación del duelo y capacidad de centrarse en la tarea de creci- miento y en el propósito grupal. La llegada satisfactoria a esta fase, depende de varios factores, relacionados con las ca- racterísticas del coordinador y también del grupo. Por ejem- plo un grupo con características más regresivas, con un coor- dinador de grupo más omnipotente y narcisista, es una com- binación peligrosa. Cada una de las fases anteriormente descritas tiene su forma concomitante de organización grupal, emergencia de estructuras familiares primarias, líderes, etc. Encuadre de la psicoterapia de grupo El encuadre constituye un elemento crucial, para garan- tizar un desarrollo adecuado de cualquier psicoterapia de gru- po. Este se realizadurante los primeros momentos, y permite calmar la ansiedad inherente del comienzo. Es un rito de ini- ciación, que constituye un contrato emocional que da la par- tida al viaje y facilita el salto al vacío. Si bien se lleva a cabo al comienzo, he observado la necesidad de efectuar un repaso periódico del encuadre, dependiendo de las necesidades del grupo. Durante la primera sesión es muy útil realizar socio- metría espontánea, para ir reconociendo características gene- rales del grupo, los miedos y las expectativas. También es bue- 120 Gloria Reyes no investigar fantasías antes y después de haber asistido al taller. Por ejemplo, imagino que está primera sesión terminó, voy camino a casa, qué voy sintiendo, qué pienso, etc. Dar la libertad para que cada uno se mueva como quiere y vaya re- conociendo, apropiándose e identificado el espacio. Lo primero que planteo son las reglas del juego. Esto incluye las características del grupo, el tamaño, si este será cerrado, semicerrado o abierto y los mecanismos de ingreso y selección. Reviso acá también, como ya dije, la conformación específica en términos de si existen algunos miembros que se estén reconociendo en ese momento y cuyas historias hagan incompatible la incorporación de uno de ellos, en tanto sea sentido incómodo para ellos y para el grupo. Las reglas del juego involucran la asistencia y puntualidad, el día y horario, lugar de funcionamiento, la forma de pago de los honorarios y la equidad en lo mencionado para todos. Si ocasionalmente existe un acuerdo específico con alguien diferente, que en rea- lidad se trata de evitar, es transparentado en el grupo. Existen tres reglas que son discutidas, que son la aceptación, respeto y discreción. La aceptación implica que no se obliga a nadie a hacer lo que no quiera, el respeto involucra el tender al no juicio valórico, ni clínico –este último, común entre psicólo- gos–. La discreción dice relación con tratar lo que emerja en la situación grupal, en ese contexto y no afuera, lo que tiene que ver con la confidencialidad. Otro aspecto importante de destacar en los momentos iniciales es el objetivo, que debe estar claro. Qué nos convoca y lo relevante de no pervertir un contrato. Por ejemplo, suele ocurrir con los grupos de formación, que tienden a desviarse a espacios terapéuticos. Ahí es importante establecer la diferen- ciación. El coordinador debe dirigir una escena didáctica con el mismo respeto y cautela que si lo hiciera a un paciente. Sin embargo debe estar claro el objetivo didáctico tanto para el protagonista, para el grupo, como para el director. Los objeti- vos de psicoterapia pueden ser diversos. Generalmente, los gru- pos psicoterapéuticos funcionan con temáticas libres no 121 La práctica del psicodrama estructuradas. También puede darse el contrato de una temá- tica específica, solicitada por una institución, o conversado de comienzo con el mismo grupo. Cualquiera sea el caso y la forma de establecimiento del objetivo, debe ser planteado con extrema claridad y mutuo acuerdo. Particularmente no soy partidaria de señalar nada del método a un grupo, en sus inicios, porque se corre el riesgo de incurrir en una clase y provocar preguntas muy intelectua- lizadoras, pero sí señalo consignas generales y básicas sobre las formas de elección de los temas y de los protagonistas y sobre el hecho de que todas las formas de participación son igualmente válidas, activas, necesarias y útiles. Un miembro del grupo pue- de no realizar una escena en mucho tiempo y estar profunda- mente activo y comprometido en el proceso o incluso más que alguien que participa en muchas escenas. El aclarar esto mu- chas veces posibilita la disminución de ansiedades iniciales, frente al mito de que para participar en sesiones psicodramáticas se requieren habilidades histriónicas. Las consignas claras, tanto para el encuadre general de la psicoterapia grupal como para enmarcar algunas actividades o secuencias de las sesiones, son muy relevantes en la disminu- ción de las ansiedades y fantasías anticipatorias. Existen con- signas más estructuradas, cerradas y más instruccionales y con- signas en general más abiertas. Sin embargo, ambos tipos de- ben ser claros y no ambiguos. Los roles deben ser expuestos de manera explícita y clara, para no dar curso a la influencia del pensamiento mágico y mítico. Los talleres están centrados en el grupo y el individuo, existiendo una cocreación y bidireccionalidad en la determina- ción de muchos aspectos. No obstante, tanto el grupo como el coordinador deben tener presente la asimetría de los roles. Exis- ten ciertas responsabilidades y ciertas capacidades de decisión del coordinador o del equipo de coordinadores, que no posee el grupo. Esto es importante, ya que muchas veces se confunde la conducción democrática con una anarquía, lo que genera angustia, confusión y agresividad en el grupo. Si existen yo 122 Gloria Reyes auxiliares profesionalizados, también debe explicitarse en for- ma clara su rol, ya que están en una posición intermedia, que puede confundir al grupo. Por ejemplo, que participe de algu- nos caldeamientos, pero no de escenas. Las características para definir un grupo son variables, Mo- reno hablaba de grupo ya con tres personas. Particularmente creo que el tamaño ideal para una psicoterapia grupal es de seis a diez personas. El grupo puede ser semicerrado, con el permiso para incorporar personas. Es importante que en el interior del grupo todos los miembros posean el mismo rango y estatus. El rango de tiempo puede ir de hora y media a dos horas y media. Lo relevante en esto último es intencionar la puntuali- dad del comienzo y del final, puesto que son características sim- bólicas temporales, así como existen las espaciales que facilitan la sensación de contención y confianza. El rango de tiempo puede ser de dos meses, dos años o indefinido. El estilo de fun- cionamiento de Moreno era intervenir en sesiones únicas, de manera que no se hablaba de proceso terapéutico en el tiempo. El espacio debe ser cerrado e íntimo. Idealmente bien templado y ventilado. Más importante que las estructuras morfológicas propuestas por Moreno, similares a la de un tea- tro, es que el espacio sea percibido en ese tiempo de funciona- miento como propio por el grupo. En este sentido, es impor- tante delimitar en conjunto, al interior de la sala, los espacios del «como si» de la escena y de la emergencia del inconsciente y los espacios elaborativos. Muchos autores, y dentro de ellos el mismo Moreno, plantearon argumentos, que fundamentan que la delimitación de estos espacios fueran estables. En mi experiencia los he rotado de sesión a sesión, definiendo esta elección con el protagonista de la escena, y ha resultado muy bien. Existen diversas opciones entre los diferentes psicodramatistas para el empleo de objetos intermediarios o no. Mario Buchbinder, cuyo trabajo integra bastantes elemen- tos del teatro espontáneo, utiliza muchos objetos intermedia- rios, como máscaras, disfraces, géneros y utilería de teatro. Bustos, en cambio, prefiere que sea invocado en escena el mun- 123 La práctica del psicodrama do interno y el objeto imaginario del protagonista. En psicodrama, pueden ser trabajadas casi todas las te- máticas y motivos de consulta. Existen sí algunas contraindi- caciones en trastornos compulsivos severos, síndromes paranoides graves, cuadros maníaco depresivos y coeficientes intelectuales muy bajos. Si se trabaja con psicóticos o cuadros muy impulsivos debe ser alguien con experiencia y los pacien- tes deben estar medicamentados. También yo realizaría obser- vaciones para la realización de escenas en cuadros depresivos mayores o en ciertos períodos de la depresión. Finalmente, como consideración, los pacientes pueden estar en forma paralela en psicoterapia individual y grupal, siendo a veces incluso conveniente. Creo que no es recomen- dable que sea el mismo terapeuta, ya que esto puede despertar ansiedades de exclusión y celos en el resto del grupo. Lo que síse hace ocasionalmente es algo que se puede acordar con to- dos los miembros del grupo, y es que tengan la posibilidad en forma rotatoria, de tener alguna sesión individual con el tera- peuta de grupo, frente a situaciones de crisis para las cuales no alcance el tiempo grupal. Ética de la psicoterapia de grupo La ética es un aspecto básico a considerar en todo proce- so de curación, médica y psicoterapéutica. Así lo fundamenta el juramento hipocrático. Se puede traducir en reglas claras y en transparentar la relación terapeuta-paciente, o terapeuta- grupo. Pero lo más relevante es tener clara la concepción valórica que se posee como terapeuta y ser honesto, en el sen- tido de cuándo se puede enfrentar o no una tarea. En la praxis de la psicoterapia de grupo, la aplicación de la ética tiene as- pectos que hacen más dificultosa su aplicación y resguardo. La confidencialidad es un tema siempre presente al referir- nos a lo ético. En este sentido, siempre el terapeuta debe man- tener el secreto profesional, ya que es parte del código ético de 124 Gloria Reyes su rol y por lo tanto debe aplicarla con relación a la totalidad de los miembros del grupo. Si existe alguna información que el terapeuta exponga afuera de la situación grupal, será solo por razones profesionales, para supervisión, reuniones clínicas y con el único objeto de optimizar el funcionamiento, ya sea del diag- nóstico o de la intervención psicoterapéutica, favoreciendo los propósitos que convocan a las personas y manteniendo el ano- nimato de los miembros. También, en el caso de utilizar parte de la información para publicación o investigación, creo rele- vante solicitar autorización. Estos mismos aspectos de confidencialidad, aplicados al contexto grupal, se tornan más difíciles. Existe una regla rea- lizada en el encuadre inicial, en el que se le solicita al grupo no llevar los contenidos principalmente más íntimos a otro espacio que no sea el grupal. La transgresión de esta regla por parte de alguno de sus miembros, si eventualmente ocurre, es conversada en el mismo espacio grupal. No obstante, cabe des- tacar que la responsabilidad recae más fuertemente en el tera- peuta o coordinador de grupo, recordando la asimetría del rol. Referente a lo legal, pueden darse situaciones altamente complejas, que son las mismas a las que nos exponemos en psicoterapia individual. Por ejemplo, qué ocurre en el caso de que uno de los miembros del grupo exponga una situación de maltrato, abuso o violencia, principalmente hacia menores o personas más desprotegidas. Este tema, complejo de tratar, nos pone en una situación difícil desde el punto de vista ético y legal. Qué ocurre con la confidencialidad, cuando esta pue- de involucrar la vida o la salud de los otros. Obviamente, si no denunciamos en caso de riesgos vitales, nos trasformamos en cómplices. ¿Cómo manejar este tema con el grupo y con el propio paciente? ¿Cómo no desencadenar riesgos reales o an- siedades paranoideas en el grupo? Es importante que todos los miembros del grupo posean la libertad para expresar lo que necesiten, pero en un contexto de aceptación y respeto. Cuando acepto al otro es que puedo estar en desacuerdo, pero no lo presiono ni obligo a llevar a 125 La práctica del psicodrama cabo algo que no desee o a tener una actitud distinta. Cuando respeto, es que le digo al otro lo que me pasa con él, pero asu- miéndolo como algo mío, sin que medien juicios de valores o clínicos, a lo menos exentos o concomitantes con una autorre- flexión, de lo que a mí me pasa con ello, sobre todo si es algo que me molesta. De lo contrario, la libertad de expresión se puede transformar en algo que Dalmiro Bustos denomina sincerocidio y puede ser altamente tóxico para los grupos. Por ser una experiencia grupal, la corresponsabilidad de lo que ocurre en el grupo debe estar consciente para todos, pero también el terapeuta debe tener presente que la asimetría de su rol involucra ciertas responsabilidades de funciones, que son de él y no de los miembros del grupo. Al constituirse un grupo, el coordinador debe constatar que no existan incompatibilidades históricas y rólicas entre sus miembros. Posteriormente, si el grupo es semicerrado deben transparentarse las razones de ingreso y egreso, así como con- sultar al grupo cada vez que se incorpore un nuevo miembro. Con relación al cobro de honorarios, cada vez hemos ido constatando la relevancia de que tanto el monto del cobro, como la modalidad de este, deben ser equitativos para todos los miembros. Las excepciones tienden a generar conflictos. En caso de extrema necesidad estas deben ser transparentadas frente a la totalidad del grupo. Rol del terapeuta de grupo La función del tele, como empatía recíproca y como ele- mento que permite revisar lo que le ocurre al terapeuta, es crucial en psicoterapia grupal. De la misma manera la transfe- rencia cumple un rol relevante, ya que la distorsión que esta implica es parte del propósito terapéutico, que desde el rol del coordinador grupal se debe corregir a través del vínculo. De lo anterior, depende la estabilidad del grupo y la productividad terapéutica. 126 Gloria Reyes En nuestra cultura el rol del curador o sanador suele ser situado en una postura vertical, que asocia el papel mencio- nado con el de salvador, mesías, profeta o heroe. Esto genera en la situación grupal una transferencia y una sensibilidad por parte de los pacientes que se debe cautelar. Las dificulta- des transferenciales no siempre son parte de la neurosis del paciente, sino que muchas veces surgen de la incapacidad del terapeuta de advertir este tipo de relaciones y sobrerresponder a estas demandas mesiánicas y en ocasiones no poner límites. El terapeuta debe manejar la transferencia y lo que los psicoanalistas denominan la contratansferencia, que es el con- junto de sensaciones y emociones que el terapeuta siente hacia el grupo. Debe por lo tanto coordinar el grupo, revisando en forma permanente el tema vincular. En este mismo marco, es que se hace necesario establecer cíclicamente, como lo men- cionaba en puntos anteriores, un encuadre claro. El rol del terapeuta debe mantener un equilibrio entre las funciones de escucha, contención y silencio, con las de se- ñalamiento, confrontación e interpretación. Mantener un equi- librio entre el principio del placer y el principio de realidad. En otras palabras un equilibrio entre el cluster uno ligado a la función materna de sostener y recibir, y el cluster dos ligado a la función paterna de autonomía y control. Dentro de la mi- rada psicodramática debe ser capaz también en ocasiones de relacionarse desde el compartir, que corresponde al cluster tres. Ligado al sentido anterior debe ser capaz de discriminar las funciones psicoterapéuticas del rol de contención y profun- dización, a las de rol playing y psicodeducativas, dependien- do de los requerimientos de la dramatización, del paciente y del grupo en general. En este sentido, si bien el rol playing es más propio del grupo en formación y lo psicoeducativo es algo que se aplica más para el grupo de autoayuda, también son funciones que a veces deben estar presentes en el proceso psicoterapéutico. Lo importante es que el psicoterapeuta debe tener claro que el grupo es un objeto transicional, y en este sentido ser capaz de identificar las necesidades que a partir de 127 La práctica del psicodrama este espacio surgen y son susceptibles de trabajar. Sin embar- go, en el sentido más psicoterapéutico, la función del coordi- nador es develar el conflicto latente, a través de lo manifiesto, siendo el campo de intervención para esto la acción de la dra- matización y la interpretación. Esferas de aplicaciones En general se distingue psicoterapia de grupo de la terapia grupal, en que la primera se relaciona con procesos de trabajo de psicoterapia y desarrollo, en donde el objeto de intervención es el grupo y no sus miembros aislados; en cambio la terapia se refiere al mismo ámbito de intervención, pero con propósitos másamplios y otro tipo de tareas, tales como el trabajo comu- nitario, trabajo de redes, de clubes, educativos, institucionales, biblioterapia, terapia educacional, etc. Por ser el objetivo de este capítulo la psicoterapia grupal psicodramática, no nos de- tendremos en estos últimos trabajos, ya que además se desa- rrollarán en la segunda parte de este libro. Las esferas de aplicación de la psicoterapia de grupo psicodramática son diversas. Desde el punto de vista etáreo, se trabaja con niños adolescentes, adultos y adultos mayores. Los grupos de niños son altamente efectivos para trabajos psicoterapéuticos. Los niños son psicodramatistas espontáneos y tienden con mucha naturalidad a identificar el juego, la dra- matización y el grupo, como espacio transicional para la expresión y reparación de conflictos. De la misma manera, los adolescentes son muy proclives a las técnicas dramáticas y expresivas, además de que el compartir conflictos con el gru- po de pares favorece un espacio de sustitución familiar, de búsqueda de identidad y proyecto, inherente a sus necesida- des evolutivas. Hemos realizado numerosas experiencias con adolescentes de hogares de menores, de alto riesgo, y hemos ido observando que el espacio grupal y el psicodrama les otor- gan una posibilidad de identificación y expresión de necesi- 128 Gloria Reyes dades, que en términos prácticos incide en una disminución de fugas desde el hogar y en una baja de conductas agresivas entre ellos. Por otra parte, los adultos comprenden un rango amplio y en este sentido creo que no es bueno sectorizar mu- cho la edad, ya que la heterogeneidad dentro del margen que corresponde a la adultez enriquece al grupo y otorga mayor posibilidad de complementariedad de roles. Finalmente, en términos etáreos, los adultos mayores encuentran en los gru- pos la posibilidad de compartir las vicisitudes propias de su edad, tanto desde el punto de vista biológico, psicológico y espiritual-individuativo. El grupo adquiere en ellos, un valor especial, en una cultura, que los tiende a marginar, discrimi- nar y confinar a la soledad. En el Centro de Estudios de Psicodrama de Chile, se han llevado a cabo de manera parti- cular algunas investigaciones con adolescentes y ancianos con trabajo psicodramático, interesantes de revisar. Referente al ámbito clínico, la psicoterapia grupal psicodramática es de múltiple aplicación. Existen autores que han trabajado con grupos de psicóticos, como Kononovich y el mismo Moreno. Guié una tesis para optar al grado de licencia- do en Psicología, que realizó una experiencia muy interesante en que se desarrolló una psicoterapia grupal para psicóticos en proceso de rehabilitación y reinserción social, en el Hospital Psiquiátrico de Santiago de Chile. Los resultados de dicha in- vestigación demuestran grandes aportes en el proceso de reha- bilitación vincular y social desde el psicodrama grupal, que fa- vorece las habilidades de los psicóticos para la adaptación a la vida cotidiana. Otra experiencia realizada, por parte de una de nuestras alumnas de postítulo, en un centro de internas psicóticas crónicas del Hogar de Cristo de Santiago de Chile, mostró que a través de la experiencia de psicodrama grupal, las pacientes lograban tener un mejor control de impulsos, mayor adecua- ción y autoestima con su cuerpo y una mejor relación entre ellas y con la institución. Con respecto a limítrofes y neuróticos es donde más se acumula la experiencia grupal de psicodrama. Creo que es importante resaltar, que no es bueno mezclar estas 129 La práctica del psicodrama categorías, ya que, por ejemplo, un paciente de personalidad limítrofe en un grupo de neuróticos sobrepasa las posibilidades de contención del grupo y del terapeuta. O se puede sentir ais- lado o sobredemandar tiempos y esfuerzos, haciendo que el grupo se sienta agobiado, abandonado y regresivo. Los motivos de consulta frente a los cuales son útiles las intervenciones grupales psicodramáticas son múltiples. He encontrado particulares resultados positivos en casos de fobia social, trastornos psicosomáticos y casos de violencia intra- familiar. He visto, en este último tema, que la escena psicodra- mática en el contexto grupal sirve de manera especial para que la mujer golpeada se desvictimice, saliendo de su rol habi- tual. También en el caso de enfermedades psicosomáticas, el espacio psicodramático sirve de lugar para develar la metáfo- ra del síntoma y encontrar espacios y mecanismos sustitutos de expresión del conflicto latente, que hace que la enferme- dad sea cada vez menos necesaria. En otro punto de este capítulo, me referí a las contraindi- caciones. Estas se presentan en síndromes paranoideos, precarie- dad en el control de impulsos, ciertas fases de los cuadros depre- sivos, psicosis en fases agudas emergentes sin medicación, algu- nos cuadros orgánicos y coeficientes intelectuales muy bajos. No obstante el psicodrama es una herramienta de trabajo poderosa y dúctil. Cabe mencionar no obstante que la efectividad y efi- ciencia de su aplicación depende mucho más del entrenamiento del terapeuta y de la experiencia clínica de este, más que incluso del tipo de caso con el que se esté trabajando. Categorías de los grupos Los grupos se pueden categorizar desde diversos criterios. Desde su morfología pueden ser amorfos o estructurados. Esto significa con rasgos claros predefinidos en lo que concierne al perfil sociodemográfico, o abiertos y sin rasgos predefinidos, como por ejemplo un grupo comunitario. Los grupos a la vez 130 Gloria Reyes pueden ser homogéneos o heterogéneos. Los grupos pueden ser primarios, como la familia, una tribu; o secundarios, como un equipo de trabajo, un club deportivo, que se congrega en rela- ción con una tarea. Por otra parte está la muchedumbre, que es una agrupación de gente que comparte un espacio, pero que no se reúne, ni posee una estructura orgánica en torno a una tarea. Desde el lugar en donde se convoca el grupo, puede ser in situ que es desde donde naturalmente funciona, como un gru- po de jóvenes de la calle, un grupo étnico, etc. O un grupo en un lugar artificial, como lo sería convocado para una investi- gación o una intervención, etc. Moreno se caracterizaba por trabajar mucho con grupos in situ. En relación con el grupo psicoterapéutico, puede ser abier- to o cerrado, de un número de sesiones predefinidas, uno o dos años o indefinido. En este último tema Moreno, no era partidario de predefinir el número de sesiones. Puede estar centrado como propósito en una sintomatología, como fo- bia, alexitimia, o no definido desde su objetivo clínico. Desde el punto de vista del tipo de conducción psicotera- péutica, un modelo de trabajo puede ser en base a un liderazgo autoritario o democrático, siendo este último al tipo que corres- ponde el trabajo psicodramático. Los tipos de influjos y medios pueden ser en conserva, es decir actividades previamente diseña- das, estructuradas y ensayadas, o que se crean en el momento. Ambos son válidos desde la perspectiva del psicodrama. No se debe confundir espontaneidad con improvisación. De esta ma- nera por muy o poco prediseñada que esté una sesión en fun- ción de un propósito, lo relevante es flexibilizar su forma de acuerdo con las necesidades del grupo en el momento. Los modos de trabajo grupal tradicional y psicoanalíti- co suelen estar centrados en la verbalización, mientras que los psicodramáticos y de terapias corporales favorecen la acción y la catarsis, información orgánica, espontaneidad y tele. Tanto el grupo psicoanalítico como psicodramático pueden estar centrados en aspectos psicodinámicos personales, o más en la sociodinámica interpersonal. El modelo de trabajo psicodra- 131 La práctica del psicodrama mático contempla etapas para ambos procesos, estando el caldeamiento y el sharing más centrados en la sociodinámica interpersonal y la dramatización en la psicodinámica inter- personal. Algunas técnicas grupales psicoterapéuticas están centra- das más en los procesos conscientesy manifiestos, mientras que la psicodramática, al igual que la psicoanalítica, está cen- trada en desenterrar el inconsciente y los contenidos latentes, tanto individuales como grupales. En relación con las técni- cas empleadas, pueden estar vinculadas con asociación libre, coloquios grupales, producción psicodramática y estar rela- cionadas con los procesos vinculares como transferencia, tele y espontaneidad. El tipo de comunicación puede ser semánti- ca, auditiva, visual, táctil y motora. El lenguaje, sintético, ex- presivo o existencial. Relaciones entre el psicoanálisis y psicodrama: aspectos centrales Moreno fue contemporáneo de Freud. Sin embargo, con 36 años de diferencia, su relación hacia él puede tal vez ser com- parada con la de un adolescente hacia un padre, con la ambivalencia propia de un hijo lleno de admiración y envidia, y con muchas más influencias de Freud de las reconocidas por él mismo. A pesar de que el método freudiano está centrado en la dinámica intrapsíquica, que fue lo que más le criticó Moreno, la mirada que posee el psicoanálisis del ser humano surge en un contexto eminentemente social. El concepto original que Freud posee de grupo, está asociado a la psicología de las masas, que asocia la agrupación humana a lo primitivo e indiferenciado. Moreno, por otra parte, como ya lo hemos planteado en este capítulo, crea y desarrolla la sociometría y la concepción sociodramática del ser humano. Esta postura plantea que gru- po e individuo interactúan, pero desde su praxis existe una mayor diferenciación entre uno y otro. Es así como la teoría y la técni- 132 Gloria Reyes ca de Moreno se centran mucho más en la dinámica inter- accional9. De esta forma, las diferencias planteadas por Moreno en este sentido se ocupan fundamentalmente de un método de acción interactivo, que además busca el desbloqueo y la dis- minución de las resistencias a través de activar la motilidad y la corporalidad, y con ello la abreacción de las emociones. El psicoanálisis, por otra parte, en su núcleo teórico, con- templa el conflicto y el drama. En este sentido, la escena no es ajena al psicoanálisis, sino que más bien es concebida como un objeto transicional, como lo plantea Freud en la escena de Dora, la escena de Edipo y la escena original. Es, entonces, el inconsciente el campo de la intervención a través de la inter- pretación de estos conflictos. Otro aspecto relevante es el concepto de trauma, que se podría asemejar al concepto de locus de Moreno. Aunque no son sinónimos, pueden ser homologables, en el sentido de que ambos aluden a un lugar y un momento en donde ocurren acontecimientos o cadenas de acontecimientos, que desenca- denan un conflicto intrapsíquico y que son significados dolo- rosamente y equívocamente por el sujeto. Aunque si bien locus posee un énfasis marcadamente más centrado en la subjetivi- dad y en la fantasía interna del sujeto, que en el aconteci- miento externo, como ocurre con el trauma. Dentro de los elementos centrales y fundantes que mar- can algunas diferencias entre psicodrama y psicoanálisis, está la mirada del conflicto y del síntoma asociado a este, que en el caso de Moreno es más circular, contextual y teleológico, mientras que en el caso de Freud es más lineal y etiológico. En otras palabras, para Moreno el síntoma «es para», tiene un sentido y es por lo tanto finalista, mientras que, para Freud, el síntoma «es porque» y tiene una causa desencadenante que surge en algún momento de la historia del individuo. 9 Losso, R., Psicoanálisis y psicodrama, 1992. 133 La práctica del psicodrama Influencias y aportes desde el psicoanálisis Uno de los autores psicoanalistas posteriores a Freud, más reconocido en relación con su desarrollo frente a la temática grupal, es Bion. El aporte más relevante de este autor es la concepción de grupo. Bion plantea la noción de cuerpo grupal, en la que la expresión de un miembro es la expresión del cuer- po completo. Otro aporte de Bion, que se vincula con el apor- te de Melanie Klein, es la concepción de patología grupal. La mirada de patología individual puede ser aplicada a la con- cepción grupal, según estos autores. Es así como las fases esquizo-paranoides y la temática de envidia y gratitud, descri- tas por Melanie Klein, pueden ser aplicadas al grupo. En el marco anterior, el psicoanálisis aplica más la pato- logía individual a lo grupal, a diferencia de Moreno que apli- ca más la patología del grupo a la temática individual, que sería en definitiva la sociometría, la postura sociodramática y, en un nivel más micro, la transferencia. Autores franceses, han desarrollado trabajos psicoanalí- ticos que intentan aportar al trabajo psicodramático. Deleuze plantea la noción de intersubjetividad. Levovici el tema edípico como temática central de la dramatización. Anzieu ha desa- rrollado un amplio trabajo en la temática de trabajo de juego infantil. Finalmente, los hermanos Lemoine han realizado un esfuerzo en sus trabajos relacionados con el jugar y el gozar, y en la integración entre los planteamientos de Lacan con el método psicodramático10. Luego se encuentran los relevantes desarrollos conceptua- les de los teóricos del vínculo, como Bowly y Winnicott, que siendo históricamente posteriores a Moreno, plantean una pro- puesta teórica muy similar a la psicodramática, en términos de las relaciones objetales y de las concepciones de objeto interno y externo. Se precisa, en este núcleo teórico, al igual que lo hace Moreno en su teoría de roles y de desarrollo evolutivo, la dife- 10 Lemoine, G. y P., Teoría del psicodrama, 1996 134 Gloria Reyes renciación yo-no yo, la discriminación de objeto total, objeto parcial de Bowly, que son en definitiva las descripciones del universo uno, dos y tres, descritos por Moreno. Otro autor psicoanalista que ha desarrollado un amplio aporte teórico y además en este caso metodológico al trabajo grupal, es el argentino Pichón Rivière. Las influencias de Pi- chón se refieren a los grupos operativos centrados en una ta- rea, y a los contenidos grupales como emergentes que surgen en un individuo, pero que representan un conflicto de carác- ter institucional y también macrosocial. Si bien la propuesta metodológica de Pichón no contempla el desbloqueo corpo- ral, sino que sigue centrada en la cognición y el lenguaje, con- firma igual que Moreno que la dinámica socioafectiva del gru- po es constituyente importante de la patología individual y viceversa, la patología individual es un síntoma del conflicto social. De esta manera, este autor, sin citar a Moreno, actuali- za uno de los aspectos centrales de su mirada epistemológica, que sitúa la salud mental en los procesos sociales y vinculares. En este sentido, para Pichón, la institución es un disparador del imaginario grupal11. El proceso de psicoterapia grupal desde el psicoanálisis Uno de los primeros aspectos a destacar en el psicoanálisis grupal es el de vínculo, y en este contexto la mirada y aplica- ción práctica de los conceptos de transferencia y contratrans- ferencia. Se emplea aquí, con más énfasis, la interpretación de estos fenómenos de manera más similar a lo que se realiza en el diván, sin considerar el método propio de la «escena psicodramática», en que los elementos transferenciales se des- pejan en función de la emergencia del encuentro, el tele y la espontaneidad y no producto de la imposición de una interpre- 11 Pichón R., El proceso grupal, 1999. 135 La práctica del psicodrama tación unilateral, por parte del terapeuta. También podríamos mencionar que en la aplicación práctica de estos conceptos por parte de algunos psiconalistas psicodramatistas, no está presen- te de manera explícita, clara y coherente, uno de los elementos fundantes del psicodrama, como es la mirada de Buber, que tanto influyó en este sentido en Moreno y que termina siendo un aspecto críptico entre la aplicación psicoanalítica con rela- ción al psicodrama. En este sentido, el planteamiento de Buber lo podríamos resumir en que un yo no puedecontemplar a un tú sin ser conmovido, y de esa manera impactar sobre la reali- dad que está mirando, asumiendo con esto que la posibilidad de la mirada científica neutral es una falacia. Contrario a lo anterior, nos encontramos con una cita de Anzieu, aplicada por «psicodramatistas psicoanalistas», a la escena psicodramática, que es la siguiente…: «Mantener la neutralidad, la abstinencia componen un espejo, que ofrece al sujeto la menor traba posi- ble, para proyectar sobre él tan solo su propia realidad…». Se plantea entonces, a diferencia de Buber, el ideal psicoanalítico de la neutralidad y la abstinencia del terapeuta. Continuando en el marco de lo vincular, así como en el párrafo anterior mencioné cierta dificultad epistemológica entre el psiconálisis y el psicodrama, en el este punto me refe- riré a un aporte y profundización al trabajo grupal psicodra- mático psiconalítico realizado por Kesselman. Me refiero a la relación entre subjetividad e inter-subjetividad. Si bien More- no enfatizó y fue un precursor de la grupalidad y el trabajo relacional, también es cierto que en su metodología de dra- matización de un protagonista, se puede quedar entrampado en la individualidad intra-psíquica y correr con ello el riesgo de transformarse en una psicoterapia individual, realizada en el contexto de un grupo, sin considerar necesariamente el en- trecruzamiento de los contenidos de esta escena, con los con- tenidos grupales, quedando esto supeditado después solo a un buen manejo del sharing. En este marco, el aporte de Kesselman es el capturar la escena individual, como parte cons- tituyente y emergente también del conflicto grupal. Desarro- 136 Gloria Reyes lla este autor el método de multiplicación dramática, a través del cual la identificación grupal con la escena individual se da mediante la síntesis como la divergencia, de la homogenei- dad, como de la heterogeneidad. Es vista, por lo tanto, la multiplicación dramática, como una forma de debate y de acción grupal interpretativa, a través de la cual se profundi- zan los contenidos individuales y grupales. En términos prác- ticos, la multiplicación dramática, es la producción dramáti- ca grupal, mediante técnicas de asociación libre, laxa e im- provisada de micro-dramatizaciones, una vez terminada la escena del protagonista, y siendo esta el disparador principal de la producción grupal descrita. A mi modo de ver, cabe sí destacar que en este «robo» de la escena individual por parte del grupo, en esta renuncia al narcisismo por parte del prota- gonista, se debe cautelar el delicado juego de ser individuo en el grupo12. Otro aspecto relevante de considerar en el proceso de psicoterapia grupal psicodramática psicoanalítica es el manejo de la resistencia. Pavlovsky plantea que la resistencia se puede manifestar durante las distintas fases de la dramatización de diversas maneras. Una de ellas puede ser el bloqueo de la ac- ción, y otra el actig out, que es una acción impulsiva, que pue- de llevar a la sobreactuación, a actitudes agresivas o de carácter erótico, y que tienden a buscar la evasión de la profundización de la escena. La manera de manejar la resistencia mediante el psicoanálisis es fundamentalmente la interpretación. Bustos tra- baja la resistencia mediante la concretización de imágenes, que implica traer a escena aquellos miedos o elementos que obsta- culizan la profundización de los contenidos y mediante la in- versión de roles y el diálogo con estos personajes, que el prota- gonista tome conciencia y acepte sus miedos. Personalmente creo que es importante discriminar la resistencia al miedo y cautela consciente. La primera es una defensa inconsciente a la emergencia de contenidos latentes que son parte del proceso 12 Kesselman, Las escenas temidas del coordinador de grupos, 1996. 137 La práctica del psicodrama gradual de adquisición de confianza intra-grupal y con el tera- peuta. He visto, en mi experiencia de trabajo con grupos, la resistencia en tres fases del proceso psicoterapeutico: al princi- pio está relacionada con el vínculo y con el temor a la exposi- ción y pérdida de la individualidad y a ser tragado; por el gru- po, cuando es al medio del proceso se relaciona con el temor inconsciente a la profundización de contenidos rechazados por la conciencia y, en la fase final del grupo, tiende a darse por el temor a la pérdida, separación y duelo. La técnica de la interpretación, en el psicodrama psicoa- nalítico, se realiza sobre contenidos emergentes grupales, más que solamente adheridos a contenidos del protagonista. En el mismo marco, el protagonista es visualizado como portavoz emisario o chivo expiatorio del grupo. La concepción de emer- gente es el nudo representacional de mecanismos de defensa del grupo, existiendo una mayor tendencia a la lectura de con- tenido verbal que lo que realiza el psicodrama más puro. Ade- más, en la práctica psicoanalítica la técnica de la interpreta- ción suele ser planteada menos constructivamente con el pa- ciente de lo que plantea el psicodrama moreniano. En el proceso psicoanalítico grupal, el concepto incons- ciente es obviamente relevante. El psicodrama aporta a través de su técnica en la exploración del inconsciente, a través del juego, el goce, lo plástico, la creatividad y la corporalidad. El despliegue anacrónico del tiempo en las escenas, la tridimen- sionalidad del espacio, permiten develar metáforas, fantasías y conflictos. Luego un espacio de verbalización, para com- prender, concluir, sintetizar, discrepar y debatir. El inconscien- te también permite explorar las dinámicas entre el grupo y sus miembros, develar los símbolos y el mito específico del grupo. De la misma manera que para Moreno, el proceso inconscien- te es la escena psicodramática misma. En el contexto de lo anteriormente planteado, autores psicoanalistas y psicodramatistas como Mario Buchbinder, destacan dentro del método psicodramático el papel del goce y de lo estético, para develar el inconsciente, disminuir las 138 Gloria Reyes resistencias y hacer más resistible el dolor. Mario Buchbinder y Elina Matoso profundizan conceptualmente y metodoló- gicamente en el goce estético, como parte del arte de curar. Aportan también estos autores en la temática del cuerpo y la fantasmática corporal, que no es otra cosa que el inconsciente del cuerpo. Desarrollaron un método que trabaja la metáfora estética dentro de la escena a través de las máscaras y del mapa fantasmático. Entonces, la técnica de la dramatización es una mirada reflexiva de la acción. Para los psicodramatistas psicoanalis- tas, el escenario, el espacio o la sala de representación psicodramática poseen similares características simbólicas a la del diván psicoanalítico individual. La asociación libre de ideas con ruptura lógica equivale a la asociación libre de escenas, planteada en el método de multiplicación dramática de Kesselman. De la misma manera, la secuencia de acciones du- rante una dramatización está desarrollada desde el mismo prin- cipio, en que la lógica del tiempo, del espacio y del pensa- miento se quiebra y da lugar al desbloqueo de cadenas de secuencias entrelazadas de sensaciones, emociones, fantasías y personajes que pueblan el inconsciente. Se requiere, por lo tan- to, posteriormente, la elaboración primaria y la elaboración secundaria de la dramatización. Uno de los aportes al método psicodramático desde el psicoanálisis dice relación con la concepción del cierre de la escena. En este sentido, para Pavlovsky y Kesselman, la escena no siempre hay que cerrarla y dejarla redondeada, sino que muchas veces existen procesos que es útil dejar abiertos. Ce- rrar en forma ficticia una escena, generando un final feliz, que no corresponde a la realidad, puede propiciar una elabo- ración maníaca por parte del grupo y no facilitar que este mire y enfrente una realidad. El sentido terapéutico es ver «lo que hay». La realidad suplementaria de la escena psicodra- mática solo es convocada como recurso interno reparatorio del grupo o delpaciente, pero no antes de observar los recur- sos reales. El permitir que los procesos afectivos permanezcan 139 La práctica del psicodrama movilizados más allá de la sesión puede generar la egodistonía necesaria con el síntoma desadaptativo y posibilitar el desa- rrollo de la rematrización «in situ». Por otra parte, en el cierre de la sesión grupal se deben considerar los contenidos conver- gentes y divergentes del grupo, así como también los transver- sales y longitudinales de este. En síntesis, como ya fue planteado en el punto anterior, en el proceso psicodramático psicoanalítico la escena es to- mada como emergente grupal. Se trabaja con el inconsciente del grupo, a través de la interpretación. Se suele interpretar la transferencia, la regresión y la resistencia. La transferencia tie- ne que ver con el proceso vincular entre el terapeuta y el gru- po, la regresión con demandas infantiles y la resistencia con el bloqueo o la sobreactuación de la dramatización. También podemos referirnos a que la diferenciación entre grupo e indi- viduo es menor que la desarrollada por Moreno en los oríge- nes del psicodrama, que si bien plantea que el sujeto es esen- cialmente grupal, rescata la individualidad y particularidad de cada sujeto en el grupo, a través de la espontaneidad y la creatividad. Aspectos prácticos del trabajo grupal en psicodrama psicoanalítico El psicodrama psicoanalítico trabaja en contextos gru- pales de psicoterapia de individuos y de familias. Por las even- tuales depositaciones de fantasías y proyecciones en el rol del terapeuta y el manejo de lo denominado por los psicoanalis- tas como contratransferencia, recomiendan la coterapia, in- cluso idealmente mixta. Una forma de trabajar de los psicodramatistas psicoana- listas es a partir de un caldeamiento verbal, en el que se deja que surja la temática emergente en la conversación inicial es- pontánea del grupo o también todos cuentan una escena, para luego elegir y dramatizar. A lo largo de todo este proceso está 140 Gloria Reyes fuertemente presente la técnica de la interpretación por parte de los psicoterapeutas13. Otra forma es la multiplicación dramática, como modali- dad interpretativa. Aquí la multiplicación, según Kesselman, busca la profundidad a través de la divergencia grupal, más que a través de lo lineal e histórico. Se busca y se elige una escena, como portavoz grupal, luego se dramatiza y después se multiplica, como una forma de intervenirla y profundizarla. Algunos psicodramatistas más apegados al pensamiento Moreniano sostienen más críticamente el intento de integra- ción entre psicoanálisis y psicodrama. Sustentan sus críticas en algunas divergencias epistemológicas y metodológicas. Una pre- gunta que queda abierta a la discusión y que no pretendo resol- ver en este libro se puede explicitar de la siguiere manera: ¿es posible integrar el psicodrama con el psicoanálisis o simple- mente lo que ha ocurrido es que existen psiconalistas que en su quehacer práctico han incorporado algunas técnicas de acción? Reflexiones y actualizaciones La historia de la psicoterapia de grupo, como modelo de intervención hacia la salud mental, comienza con Moreno. Este autor no solo tiene una mirada vincular y social sobre la temática de los trastornos mentales, sino que además ve en el grupo una posibilidad de recreación de las situaciones que originaron el conflicto y con ello la posibilidad de curación. Posteriormente, otros modelos como el psicoanalítico, el hu- manista y el transpersonal desarrollaron propuestas de traba- jo grupal, basados en la línea de las técnicas verbales, expe- rienciales y/o corporales. El psicodrama es entonces el precursor de la psicoterapia de grupo, planteando así tres situaciones revolucionarias, en lo que concierne a las estrategias de tratamiento. La primera dice 13 Keselman, Clínica grupal 2, 1991. 141 La práctica del psicodrama relación con el énfasis ya mencionado en lo interaccional, no centrándose exclusivamente en la dinámica intra-psíquica. La segunda se refiere a trabajar los conflictos y recursos, desde un método que trascienda la palabra y lo meramente cognoscitivo, abordando lo corporal y afectivo, que también está presente en el grupo. Finalmente, la tercera situación planteada por la psi- coterapia de grupo psicodramática es la democratización de la relación terapeuta-paciente, ya que confía en las propias diná- micas grupales y en los miembros que la componen, para la abreacción y resolución de conflictos. Deja con esto de lado la omnisapiencia y omnipotencia del terapeuta. La psicoterapia de grupo plantea una serie de ventajas en la actualidad. Yo enfatizaría como una de las más importantes, la optimización de recursos profesionales, frente a realidades asistenciales de salud mental que en nuestros países poseen escasa disponibilidad de horas de atención. En los consultorios públi- cos de Chile, las horas y el tiempo requerido por sesión son irri- sorios, desde el punto de vista de las necesidades de una psicote- rapia en base a cualquier paradigma. Otra ventaja de la psicote- rapia de grupo es que potencia y agiliza el diagnóstico individual y la exploración del modelo vincular de un paciente, al ponerse en acción aspectos de sí mismo que no ocurren en una sesión individual. También podríamos señalar como ventaja del traba- jo grupal, que así como el diagnóstico se potencia, ocurre lo mismo con la eficiencia del proceso relacionado con el motivo de consulta. Al ser el grupo una especie de laboratorio experi- mental magnificado y ágil para la reproducción de los conflic- tos, también lo es para la reparación y rematrización de ellos. Sus eventuales desventajas están más bien asociadas con las contraindicaciones para algunos casos clínicos ya mencio- nados en este capítulo y frente a la posibilidad de profundización de algunas temáticas personales, que permite la psicoterapia individual. Por esta razón, muchas veces se recomienda la in- clusión en ambas para algunos pacientes. En cierto sentido, estamos alternando agilidad con mayor profundidad y dedica- ción de tiempo a algunos conflictos que lo requieran. 142 Gloria Reyes Caso clínico El caso que presento a continuación es parte de un pro- ceso de psicoterapia grupal psicodramática de un año de du- ración, llevado a cabo en un consultorio de salud mental de una universidad. La atención dirigida está focalizada a secto- res de clase socioeconómica media baja, pobre y extrema po- breza, de la ciudad de Santiago de Chile. Muchos de los datos están distorsionados y mezclados con otros procesos grupales, de tal manera de evitar identificaciones. De esta forma, pre- tendo solo cumplir con el propósito de ejemplificar algunos de los puntos señalados en este capítulo. El grupo mencionado corresponde a ocho mujeres de entre treinta y cincuenta años. Ingresan por diversas sintomatología de carácter afectivo, como trastornos depresivos y ansiosos, además de disfunciones familiares asociadas con hijos y cón- yuges. Alguna de ellas presentan, además, asociado a lo an- sioso y/o depresivo, dificultades psicosomáticas. Respecto de su nivel educacional, todas terminaron la licencia secundaria y tres de ellas poseen educación universitaria incompleta. El promedio intelectual de este grupo es bueno, poseyendo un adecuado nivel de simbolización. Viven en diversos sectores de clase media de Santiago. Todas, casadas y con hijos. El grupo es semicerrado y se reúne semanalmente, en se- siones regulares de dos horas cada una. Describo a continua- ción una sesión del primer mes de iniciada la psicoterapia grupal y luego planteo las diversas fases por las que pasó el grupo mencionado. Durante las cuatro primeras semanas, habíamos estado centrándonos fundamentalmente en el proceso de cohesión grupal, generando un clima de confianza y respeto, que posi- bilitara la abreacción y contención de conflictos de las inte- grantes y el sondeo de algunas temáticas tomadas solo como emergentes grupales. Esta es una forma en que yo abordola temática personal, de manera que es el grupo el que sostiene en un inicio la conflictiva, para no sentir de esta manera la 143 La práctica del psicodrama amenaza de la exposición personal. El grupo ya estaba dismi- nuyendo el miedo al contacto, estaban marcadamente más confiadas y entregadas al espacio, asociándolo cada vez más con un lugar y tiempo gratificante de encuentro y escucha, que según ellas no poseían en otro lugar. Como caldeamiento, en esa sesión les pido que caminen por el espacio, vayan conectándose con el cuerpo y vayan de a una, a través del caminar y el movimiento, expresándoles a las demás que pasó durante la semana. Mientras cada una va presentándose, les pido a las otras que la sigan y la espejen, de manera que vayan ejercitando una empatía y un encuentro con las otras. Esto posibilita el estar centrada en su corpora- lidad, y también un encuentro con el grupo. Luego les pido que se detengan, cierren sus ojos, realicen un viaje por el inte- rior de su cuerpo y se detengan en la sensación que más les llama la atención en este momento, pudiendo ser placentera o displacentera. Les pido un soliloquio; luego les digo que laxamente asocien esta sensación con una emoción, y les vuel- vo a pedir un soliloquio. Desde ahí, del territorio escénico corporal, van construyendo un personaje que va surgiendo sin dirección lógica ni mental. Surgen personajes pensantes, danzantes, depredadores y depredados, juguetones y angus- tiados, personajes de cómics, de epopeyas, mitológicos, coti- dianos o famosos. Cada uno de ellos va resonando en la pro- pia historia y simbología mía como terapeuta, lo que dejo que venga libremente, pero también lo suelto, lo suspendo, para escuchar la significación que para cada uno tenga el per- sonaje, el sentido y las características que vayan siendo acti- vadas por el grupo y entonces exploro junto con ellos. Les pido que investiguen este personaje kinestésica, sensorial, emocionalmente y a través de la interacción con los otros per- sonajes. Van surgiendo escenas, van cristalizándose roles y mode- los vinculares, hago soliloquios, las dejo. El clima emocional es cada vez más intenso. Aparecen en escena deseos y miedos, la madre que devora, el erotismo, la relación de pareja, el querer y 144 Gloria Reyes no querer profundizar en las emociones, aparecen además las respuestas defensivas a estas fantasías, como la seducción, el sobrepensamiento, el superficializar los conflictos, el aislamien- to, la sobreactuación, los dolores del cuerpo, etc. Se va expre- sando esto, nos detenemos y elegimos una escena. La escena se denomina «la mujer pulpo». Aparece en la protagonista, a través de una asociación con el personaje, una escena con el marido. En esta escena ella se queja de tener que hacer todo sola, atender los niños, el colegio, los quehaceres domésticos, el pago de las cuentas y además el esfuerzo por sustentar el vínculo. Aparece en el rol complementario, que es el marido en escena con mucha pasividad, aparentemente in- conmovible y lejano. Al explorar esto aparece más profunda- mente rabia y temor a ser sofocado, «como siempre sofocan las mujeres». En la protagonista, al explorar su demanda, aparece en primera instancia rabia e impotencia, más profun- damente desamparo y temor al abandono. El intentar tener tantos brazos como los pulpos es un mecanismo defensivo de control, para evitar en su fantasía el abandono. Lo que real- mente provoca, como suele ocurrir en los complementarios internos patológicos, es exactamente lo temido y es que el otro retrocede, y en cierto sentido abandona y no acompaña. Se aprecia en los personajes complementarios de la pareja el cruce de historias, el enganche que favorece la perpetuación de los mitos individuales. Durante la dramatización se utili- zan fundamentalmente soliloquios, espejos, concretizaciones de imágenes en relación con el miedo al abandono e inversión de roles. La catarsis de integración es de intensa rabia primero y pena después, provocando un profundo insight en la prota- gonista, en el que se da cuenta de cómo ella activa el aleja- miento del marido y provoca lo temido. Al realizar el sharing, que es la tercera y última etapa de la psicoterapia psicodramática grupal, el grupo comparte sus vivencias y resonancias. Durante este último tiempo, he esta- do enfatizando cada vez más en la consigna de que vean las resonancias, contenidos, evocaciones y afectos que les dispa- 145 La práctica del psicodrama ran internamente las escenas tanto a nivel individual, como grupal. Esto evita que el sharing esté muy centrado en el pro- tagonista, lo que ocurre a veces como defensa a la mirada interna. Protejo además, con ello, que el protagonista se trans- forme en una pantalla de proyección y sustente solo los con- flictos de los demás. Se le agradece haber prestado su escena, haber profundizado y ser un portavoz de los emergentes grupales. Invito en un primer momento a que realicemos aso- ciaciones libres laxas e inconexas, que permitan profundizar algunas temáticas de las escenas. Posteriormente pasamos a un proceso más secundario, en que separamos lo individual de cada miembro, lo del protagonista y sobre todo la lectura grupal. En este caso en particular, apareció el miedo al víncu- lo, ya que en la medida en que habían pasado los temores iniciales más conscientes, la relación grupal se estaba profun- dizando, los vínculos consolidando y como consecuencia de lo anterior, aparecía el miedo al abandono. Estamos describiendo un grupo que en la sesión mencio- nada se encuentra en tránsito desde la primera fase, consisten- te en el temor inicial a la autoexposición, y a ser devorado o tragado por el grupo, hacia una etapa de encuentro y de reco- nocimiento de los aspectos transversales, que los hacía sentir- se pertenecientes y parecidos. Posterior a la sesión descrita, el grupo fue manifestando un creciente apego e idealización del espacio, en lo que estaba relacionado con la terapeuta, con los miembros y con el momento de reunión. Los días jueves en la tarde eran esperados con ansias y eran visualizados como uno de los pocos momentos en donde se sentían escuchadas y se reconocían a sí mismas. También eran reconocidos los cam- bios que se producían en la calidad de las relaciones fuera del grupo. Era un espacio de gratificación que representaba la sustitución de la familia, vista en este caso como idílica. Producto de la profundización de las escenas y las proble- máticas y recursos que cada una traía, se fueron diferenciando, aparecieron las particularidades, las diferencias, las divergen- cias, los conflictos, con la inherente desilusión y duelo. Esta 146 Gloria Reyes fase fue vivida por el grupo con rabia y frustración, dirigidas a veces hacia la terapeuta y a veces hacia ellas mismas. Luego de otra escena en que se vuelve a trabajar el duelo y el temor a la pérdida y al abandono, el grupo logra pasar esta etapa asu- miendo las diferencias como parte del crecimiento y la necesa- ria individuación. Con ello limpian los aspectos transferenciales con la terapeuta y son capaces de centrarse en la tarea. Creo necesario que el terapeuta esté consciente de que en los grupos terapéuticos de mayor duración, estas fases se producen y debe estar atento para ir manejando los aspectos transferenciales suscitados allí. En el trabajo terapéutico gru- pal, el abanico de posibilidades de intervención se multiplica. El grupo es en sí un espacio de reproducción de las historias vinculares de cada uno, en donde el tema del duelo y la pérdi- da siempre están presentes. El grupo plantea, además, la dico- tomía entre la individuación o integración, que para muchos es vivida como la soledad versus la negación del ser y la masificación. Ambos polos pueden ser vividos con angustia y dolor, si escindo la otra parte. En este sentido, más allá de los síntomas o motivos de consulta que los miembros del grupo traigan, el gran desafío del terapeuta de grupo, es facilitar la superación de esta dicotomía. De esta forma, los síntomasy los trastornos son un vehículo para la individuación y la con- solidación de la propia identidad y la vez una posibilidad de integración y encuentro. El grupo terapéutico es entonces un espacio en donde de reeditan y eventualmente se rematrizan estas temáticas vinculares. 147 La práctica del psicodrama Aplicaciones desde el psicodrama Parte II: Psicodrama social 148 Gloria Reyes 149 La práctica del psicodrama Capítulo 5 Psicodrama comunitario Convergencias entre psicodrama e intervención comunitaria El psicodrama y la intervención comunitaria coinciden en diversos puntos. En primer lugar, se desarrollan sobre la base de la democratización de la temática de trabajo en salud men- tal, comparativamente con la forma de trabajo imperante en el modelo médico tradicional. Se le da, en este sentido, un espacio no solo a los conflictos y/o dificultades, sino que a las posibilidades de desarrollo y recursos activos para la resolu- ción de ellos. Existe oposición a un criterio de salud mental adaptacionista de la realidad. La salud mental tiene que ver con capacidad de cambio y adaptación activa y creativa en la que el sujeto modifica también la realidad. En este sentido, el sujeto intervenido, ya sea individuo o grupo, no es un ente pasivo o enfermo, que espera que alguien mejore su estado. Lo anterior nos lleva a un segundo punto de convergencia, que es la co-construcción. Esto implica una relación dialéctica entre el que interviene y el intervenido, ya que en ambas se inte- gran nuevas dimensiones de análisis y acción que intentan supe- rar y ampliar las miradas, focalizándose en los procesos interaccionales y activos en desmedro de procesos pasivos y uni- laterales. De esta manera, los criterios utilizados desde el constructivismo y el psicodrama incluyen la noción de compleji- dad, es decir, su mirada integra flexibilidad para utilizar pensa- mientos complejos, tolerancia a las contradicciones y polarida- des de las vivencias. También implica abordaje práctico desde recursos complejos, y a veces conflictivos entre sí1. Nuevamente 150 Gloria Reyes surge en esta dimensión la democratización de las relaciones en- tre profesional y sujeto intervenido. Si bien la relación continúa siendo asimétrica, no es solo el profesional el que tiene que decir algo sobre el diagnóstico y la acción terapéutica, sino también los sujetos intervenidos van participando en forma activa en la definición y solución de sus conflictos, como también en la acti- vación de sus recursos. Surge así, en la intervención comunitaria, el rol profesional, como una acción fundamentalmente facilitadora y catalizadora del proceso descrito. Un tercer punto de convergencia se refiere a que la comu- nidad no solo implica un conjunto de personas que comparte más o menos una realidad sociocultural y tal vez económica, sino que también un territorio físico y un espacio geográfico. Cuando pensamos y realizamos una intervención comunita- ria lo hacemos habitualmente en su espacio natural. De la misma manera, cuando Jacob Levi Moreno crea y desarrolla el método psicodramático, enfatiza la intervención «in situ», en el lugar de los hechos, en donde ocurren naturalmente las cosas, en el barrio, en las casas, en las esquinas, en los espacios públicos. ¿Qué es lo que significamos como espacios públi- cos?2 En cierta forma, Moreno mira con desdén la acción del consultorio y la recreación de espacios artificiales para la ac- ción terapéutica. Muchas veces ha sido citado el diálogo ima- ginario en el que Moreno interpela a Freud, manifestándole su trabajo psicoanalítico en el consultorio, en contraposición con el realizado por el mismo Moreno, que era más «en el sitio», donde la gente vive. Consecuente con ello, lo psicodra- mático y lo comunitario poseen un método, cuyos principios surgen de lo empírico más que de lo teórico. 1 Burin y Meller, 2000, citado en tesina del Postítulo de Psicodrama, para optar a la Acreditación como Psicoterapeuta, Exploración a la vivencia subjetiva femenina, Ilabaca, Carmen Paz, y Moraga, Carola, 2004. 2 Cheng L. Kentyi. Nuestras memorias dérmicas, El acto de habitar los espacios públicos, Tesis para optar al título de Psicólogo, Univer- sidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2000. 151 La práctica del psicodrama Un cuarto aspecto que aúna la mirada comunitaria con la psicodramática es la importancia que otorgan ambas al rol de lo grupal y colectivo en el proceso de movilización y cambio resolutivo. El grupo, como sostén del psiquismo, puede consti- tuirse en un espacio de encuentro o desencuentro, en un espa- cio de alineación o de cambio, en un obstáculo o un facilitador del crecimiento humano. Al intervenir un colectivo, estoy intencionando un diálogo movilizador entre conserva cultural y realidad interna, entre lo público y lo íntimo, entre lo adaptacionista e individuativo. En este aspecto la facilitación debe de conducir a un equilibrio entre el ser y el colectivo. Ni el grupo debe masificar y tragar al ser, ni el individualismo impe- dir el espacio al grupo. Es el grupo por lo tanto un espacio de recreación y transferencia de modalidades vinculares, que cons- tituyen conservas culturales, y por lo mismo también conlleva la posibilidad de recreación y cambio. Moreno plantea el gru- po como el espacio de crecimiento más adecuado para el ser humano. En gran medida la posibilidad de generar vínculo está dada por el establecimiento de los grupos sociales –como lo son los pares, la familia, el equipo de trabajo–. Al considerar estos distintos ámbitos sociales en que se mueve el sujeto, los grupos adquieren importancia para comprender la esencia de la vida humana. Es así, como nace la preocupación por lo grupal dentro de las ciencias sociales. «Kurt Lewin y Moreno abrieron un campo de investigación y de experiencias con prácticas ten- dientes a estudiar a la sociedad y a transformarla»3 . Un quinto punto que conecta el trabajo comunitario y el psicodramático es el diálogo que ambos permiten entre lo ín- timo y lo público. Ninguna intervención comunitaria es efec- tiva, por masiva que sea, si en cierto sentido no logra impactar en el plano de las vivencias personales. De la misma forma ninguna vivencia personal sostiene un cambio profundo en el tiempo, si no logra de cierta manera impactar en las redes sociales que rodean a la persona. 3 Sánchez, María Elena, El yo, el nosotros, 2000. 152 Gloria Reyes Un sexto tema que vincula lo comunitario con el psicodrama y transforma al método psicodramático en es- pecialmente útil para ser aplicado en contextos colectivos, dice relación con el centrar los propósitos de la intervención no solo en los contenidos, sino también en los procesos. Esto implica, por ejemplo, si estoy haciendo un trabajo de pre- vención comunitaria dirigido a la violencia, la narrativa, el contendido anecdótico es más bien un instrumento para en- tender el proceso que hay detrás y no un objetivo en si mis- mo. Esto es facilitado por el método psicodramático, ya que permite manejarse en el plano simbólico e identificatorio, protegiendo de la exposición a los sujetos frente a conteni- dos y narrativas que pueden ser muy amenazantes para ellos y a veces realmente riesgosas para plantearlas hacia un pú- blico amplio y abierto. Finalmente un séptimo aspecto, a través del cual conver- gen el psicodrama y la intervención comunitaria, dice relación con el papel que ambos otorgan a la crisis, al cambio y a la subjetividad. La crisis propende y es parte necesaria para el cam- bio y crecimiento, tanto colectivo como individual. En ese pro- ceso el papel de la subjetividad es esencial, ya que en ella se encarna la fantasmática social y el imaginario grupal. Pavlovsky plantea, en este sentido, que a través de los procesos subjetivos grupales se actualiza la ideología y política contemporánea. La recreación de las crisis conlleva un cuestionamiento a los mo- delos vigentes de familia, instituciones, cultura y sociedad. En este sentido, el grupo y el texto dramático, para este autor,se pueden transformar en personajes subversivos, movilizadores al cambio de lo establecido. Frente al mismo tema, los aportes de Fidel Moccio apuntan a la influencia de la intersubjetividad, en los procesos de conexión con el inconsciente e integración de la conciencia, lo que activa el proceso creativo. El colectivo impulsa la creación del proceso inconsciente.4 4 Fabris, Fernando, Conversaciones con Fidel Moccio sobre creativi- dad, 2000. 153 La práctica del psicodrama El método en el psicodrama comunitario El sentido y propósito de la acción comunitaria está en el colectivo. El sentido y propósito de la acción psicodramática es la generación de la espontaneidad y la creatividad. Ello conlle- va el equilibrio entre sujeto y colectivo, entre adaptación y modificación de un entorno o realidad que rodea al sujeto. En la activación de la espontaneidad y creatividad, pueden desempeñar un papel muy facilitador el goce, la estética, la plás- tica y la música. La estética, que trasciende las formas tradicio- nales, que solo se representa a sí misma sin estar al servicio de ningún gran mensaje, ni conserva cultural. El goce y lo estético rescatan el valor de la propia subjetividad, invitando a una aso- ciación libre, laxa e incoherente que desbloquea lo inconsciente. Otro aspecto importante del método psicodramático en comunidad está relacionado con el rol del cuerpo, la afectivi- dad y la cognición El psicodrama y las técnicas corporales conciben al ser humano como un ser integral, a cuya expe- riencia no sólo deben asistir aspectos intelectuales, sino que también información proveniente del cuerpo y los afectos, induciendo de esta manera una ampliación y modificación de la perspectiva con la que habitualmente percibimos nuestra vida, que no siempre suele ser la más funcional. En contraposición con muchas metodologías educativas tradicionales, el lenguaje que emplean estas técnicas no es de intelecto a intelecto, sino que es también una comunicación a través del cuerpo y las emo- ciones. Esto le otorga efectividad, en el sentido de que produce un impacto más integrador en la experiencia y la toma de con- ciencia. La idea es buscar entonces el conocimiento de sí mismo mediante la sensibilización del área corporal y afectiva. Los métodos clásicos que dentro del psicodrama se em- plean dentro del contexto comunitario, son cuatro. El primero es el sociodrama. El sociodrama como méto- do posee muchas características similares a la técnica psicodra- mática desde el punto de vista de las etapas, los instrumentos, los contextos y las técnicas utilizadas. Solo que el foco de 154 Gloria Reyes atención está puesto en el proceso grupal. Es importante que en un sociodrama se tengan claros los objetivos a lo largo de todas las fases. El caldeamiento está mucho más dirigido a la temática vincular y de cohesión grupal, que a activar procesos personales intrapsíquicos. Por lo mismo la fase expresiva de dramatización tiene como protagonista al grupo o a subgrupos. En términos prácticos se pueden llevar a cabo escenas sub- grupales, improvisaciones colectivas de movimientos con so- nidos, esculturas o concretizaciones de imágenes grupales. De la misma forma, el sharing, está mucho más concentrado en los procesos grupales, que individuales. El segundo método es el rol playing pedagógico, que con- siste en una técnica creada y desarrollada por Moreno, como una forma de adaptar la escena psicodramática con propósitos menos psicoterapéuticos y más psicopedagógicos. De esta ma- nera el campo de operaciones de intervención del rol playing pedagógico y su objetivo de acción, no es la profundidad del alma humana, sino los roles. Pretende por lo tanto trabajar sobre el entrenamiento y mejoramiento de resultados de estos roles y se centra en un modelo más directivo e inductivo de lo que se lleva a cabo en la escena psicodramática. El tercer método, que es más bien otra forma de sociodrama, es el denominado juego grupal psicodramático5. Al igual que el sociodrama, está centrado en activar y focalizar en los procesos grupales, más que individuales. Sin embargo en ellos no están necesariamente dividas las fases de caldeamiento, dramatización y sharing, como ocurre clásicamente con el psicodrama. Existen innumerables dinámicas que están basa- das en juegos grupales y bipersonales, en donde la interacción, el goce y la estética, desempeñan un papel muy importante como catalizadores de la espontaneidad y creación colectiva. Existen libros y manuales interesantes que proponen estos jue- gos. Sin embargo, más que las actividades, lo importante es el entrenamiento, la experiencia y el manejo del coordinador de 5 Moccio, Fidel, Creatividad, 2003. 155 La práctica del psicodrama grupo, para poner estas actividades al servicio de potenciar el «tele», lo espontáneo, lo creativo y la escucha del texto grupal. Una cuarta expresión del método psicodramático es el teatro espontáneo. Fue el método por excelencia que desarro- lló Moreno en sus orígenes y a partir del cual surgió después el psicodrama. Aquí existe generación, narración y puesta en escena de temas individuales, pero la travesía de su construc- ción es colectiva6. A diferencia del psicodrama y del sociodrama existe un énfasis puesto en la producción de la estética. Tanto el narrador, el director, los actores, como los espectadores es- tán en un perpetuo cambio, sujetos a infinitas variables que se articulan complejamente, que implican por lo tanto una per- manente transformación del lenguaje dramático. La acción dramática, al ser espontánea, no es panfletaria, no intenciona una interpretación específica de la realidad, sino que queda abierto a la subjetividad del observador. Aquí existe una pro- puesta de libertad de opinión, y valoración de la subjetividad de cada espectador. La subjetividad está determinada por la historia, biografía, experiencia cotidiana, pensamientos y afec- tos. Todo esto determina la forma en que impacta la escena y tiene el valor de provocar con ello reflexión e incluso discu- sión abierta. Los grandes exponentes del teatro espontáneo en la actualidad se encuentran en Argentina y en Brasil, desta- cándose dentro de ellos Marilén Garavelli y Moisés Aguiar. Ambos han además iniciado e impulsado un proceso de gene- ración y activación del teatro espontáneo en Santiago de Chi- le, a través de grupos como «El Colectivo» y «Trashuman- tes». El teatro espontáneo es de un valor incalculable tanto en lo estético, como para trabajos de salud comunitaria. Adquiere un valor adicional, además, en sociedades en donde los presu- puestos destinados para la problemática de salud mental son escasos y se hace necesaria la optimización de los recursos pro- fesionales. Finalmente, un método no clásico como la multiplica- 6 Garavelli, Marilén, Odisea en la escena, 2002. 156 Gloria Reyes ción dramática, creada y desarrollada por Hernán Kesselman y Eduardo Pavlovsky, en el contexto de grupos de forma- ción, pienso que puede ser de mucha utilidad, para em- plearlas en algunos contextos no terapéuticos, como forma de exploración abierta del inconsciente de un colectivo y como forma de incentivar la creatividad grupal. La multi- plicación dramática abre la escena desde un espacio en donde se captura una fisura. Promueve la activación del hemisfe- rio cerebral derecho, el proceso primario, no lógico, la aso- ciación libre, incoherente, ideo fugal. Rompe con el esque- ma cultural más enfatizado en lo secundario y cognitivo, probando en estado consciente ritmos, balbuceos, tartamu- deos, titubeos más incoherentes, más oníricos y desordena- dos desde el punto de vista de la estructura lógica. He visto que el proceso de creación que desde ahí se genera a nivel colectivo es interesante y sorpresivo. Constituiría un apor- te probarlo y emplearlo en procesos psicoeducativos, para activar la creatividad en niños y adolescentes. Creo que ten- dría el mismo efecto si le entregáramos por ejemplo más importancia a lo onírico en nuestra cultura. El trabajo de redes enla acción comunitaria Cuando hablamos de una red, nos referimos a un con- junto de interacciones sociales, establecidas tanto en un nivel inter-institucional e intergrupal, que se enmarcan dentro de diversas reglas explícitas y/o implícitas, y de cuyas caracterís- ticas dependerá su eficacia como red y el grado de satisfacción de sus miembros. Un aspecto esencial e ineludible de los seres humanos es que de cualquier manera, nos encontramos inser- tos en un contexto social e interactuamos con este. De mane- ra más o menos consciente o inconsciente, nos socializamos sobre la base de una red de vínculos. En la medida, que concibamos a la red como un posible 157 La práctica del psicodrama espacio continente de propuestas renovadoras, esta se consti- tuye tanto en un instrumento metodológico como en un ob- jetivo en sí mismo, ya que implica, además, una propuesta en las relaciones humanas, y de salud mental, en donde las es- tructuras y las dinámicas involucradas sean mecanismos de los que participen de distintas manera todos sus miembros. En donde se sostengan procesos adecuados de enfrentamien- to, negociación y resolución de conflictos y toma de decisio- nes participativas7. Al asumir un trabajo de redes como una metodología de intervención psicosocial, la estamos entendiendo como la acti- vación de espacios sociales y al fortalecimiento de relaciones fa- vorecedoras de la acción conjunta en alguna temática específica que concite el interés de un conjunto de actores, desde sus dis- tintas posiciones al interior de la comunidad. Dichos conteni- dos y formas metodológicas se enmarcan en una línea dentro de la que se destaca el desarrollo comunitario en su dimensión co- lectiva y personal, que tiene en sus bases el supuesto de la posibi- lidad válida de participación de sus miembros, en las definicio- nes diagnósticas, propositivas, programáticas y de acciones es- pecíficas en torno a la resolución de un conflicto o satisfacción de necesidades. En el proceso de consolidación de una tarea nos vemos involucrados integralmente como personas y, en este sen- tido, la red puede tener un espacio contenedor y dinamizador de las dificultades o frustraciones, así como también de la optimización de los recursos humanos y metodológicos. Vemos, por tanto, cómo una intervención en redes puede ser una intersección entre lo comunitario individual y social, en la medida en que la esencia del planteamiento comunitario se localiza en el supuesto de que la comunidad y sus distintos acto- res deben y son capaces de asumir gradualmente mayor grado de autonomía y capacidad de resolución, siendo el rol de los profe- sionales catalizar este proceso, el que la comunidad mire y asu- ma sus realidades y en función de esto se oriente a sus objetivos. 7 Reyes, Gloria, Metodología de redes, 2000. 158 Gloria Reyes Las aplicaciones en el psicodrama comunitario Entendemos por comunidad un conjunto de personas, familias, instituciones, grupos formales e informales, que de alguna manera comparten entre sí cultura, normas y valores sociales. Suelen además compartir un territorio geográfico, al- gunas problemáticas y recursos. La red puede interactuar en función de una tarea común, que puede estar relacionada con la activación de sus recursos o la satisfacción de sus necesida- des, de manera más o menos clara o más o menos eficiente. Cuando me refiero a intervención comunitaria, me refiero a intervenir este modelo de relaciones intergrupales e interinsti- tucionales. Ese es el foco de acción. El propósito de esta intervención dice relación con intencionar a través de un método de relaciones intergrupal e intragrupal la optimización de los mecanismos de organiza- ción y comunicación, de manera de obtener más participa- ción y eficiencia en una tarea o propósito. Esto implica incre- mentar los dispositivos grupales para la escucha y toma de conciencia de recursos y dificultades, así como la aceptación de diversidad y reconocimiento de transversalidades. También conlleva la capacidad de ponerse de acuerdo en una tarea en común y organizarse adecuada y creativamente para ello. A la base de estos propósitos están los principios de parti- cipación activa, autonomía, flexibilidad en los modos de orga- nización, liderazgo y la capacidad de jerarquizar tareas y obje- tivos. Otro eje que está a la base es la consecución del difícil equilibrio en nuestra sociedad actual, entre lo público y lo pri- vado, la compleja tensión entre lo individual y lo colectivo. El método psicodramático, en sus versiones descritas en el punto anterior, provee de herramientas poderosas para tra- bajar los propósitos y principios mencionados, por muchas razones, pero fundamentalmente las destacaría en este punto en que el impacto grupal, social o institucional, pasa por lo íntimo. El psicodrama provee, por lo tanto, un método, que 159 La práctica del psicodrama puede ser movilizador de un cambio social e institucional, desde lo personal intra e interpsíquico, potenciando la interacción dialéctica entre subjetividad y cambio social. Las temáticas se traducen en objetivos y contenidos que pueden ser múltiples, dependiendo de los requerimientos del momento en el grupo o comunidad, tales como consumo abu- sivo de drogas, violencia intrafamiliar, delincuencia, soledad, proyecto de vida, etc. Puede ser también abierto, sin definir temáticas, a modo de escucha y exploración. Partí conociendo la utilidad del psicodrama, trabajando en comunidades. Desde el año 1990, comencé a realizar trabajos psicodramáticos con grupos comunitarios, en relación con te- mas como consumo abusivo de drogas, adolescencia, género, vio- lencia, depresión entre otros. Me he sorprendido sinceramente de sus resultados. Me impresionó el psicodrama desde lo empíri- co, nunca me deja de sorprender. El buscar y organizar su teoría vino después y creo que ello es algo que aún está en proceso. Los niveles en los que se puede intervenir en la comuni- dad son variados y se entrecruzan. Tenemos en primer lugar la promoción de salud mental. Significa llevar a cabo activida- des grupales generando dispositivos inespecíficos, relaciona- dos más que con temas o problemas focalizados, con modos de funcionamiento que faciliten la escucha, la comunicación, el autoconocimiento, el manejo de las emociones, etc. La prevención está más dirigida a dificultades específi- cas. A través de la prevención se focaliza la actividad hacia miembros de la comunidad que, no presentando enfermedad, son sujetos de riesgo. El clásico ejemplo es realizar talleres en colegios a jóvenes que no consumen drogas, pero que se en- cuentran insertos en lugares o barrios en donde existe mucha oferta y narcotráfico. Otra forma de enfocar la prevención, más que focalizando el riesgo, es a través de fortalecer los fac- tores protectores de la salud. Por ejemplo, llevar a cabo talle- res para parejas jóvenes podría prevenir la emergencia de vio- lencia intrafamiliar. El tratamiento o prevención secundaria, se refiere a accio- 160 Gloria Reyes nes dirigidas a personas que presentan enfermedades agudas, susceptibles de ser «curadas». El ejercicio psicodramático tiene aquí por objeto la psicoterapia, a cuyas formas me he referido en forma extensa en la primera parte de este libro. Podría com- partir en este punto, que cuando se realiza psicoterapia en el contexto comunitario, lo clínico asume características distintas a las del consultorio particular y puede ser muy bien articulado con el trabajo de redes y de promoción o prevención. He teni- do muy buenas experiencias, en que mujeres dadas de alta de psicoterapia de grupo, han ejercido después el rol de monitoras y han realizado trabajos de promoción de salud mental, de manera muy efectiva. El que una persona de una comunidad haya pasado por un proceso psicoterapéutico la habilita en fun- ciones de escucha y apertura a otros; de acuerdo con mi expe- riencia en ocasiones ostensiblemente mejores, que de algunos practicantes de psicología o incluso psicólogos titulados. Respectodel nivel de rehabilitación, significa dirigir activi- dades a personas con enfermedades crónicas que no tienen posi- bilidades de «cura». La idea es desarrollar hacia este grupo ac- ciones tendientes a aminorar los efectos de la cronicidad de su enfermedad y posibilitar su reinserción social, en el ámbito fa- miliar, escolar, laboral, civil, dependiendo del caso. Puede ser, por ejemplo, un alcohólico, un adicto a estupefacientes o un esquizofrénico. Quisiera citar aquí una tesis que guié, realizada por una psicóloga psicodramatista que llevó a cabo un taller de psicodrama con psicóticos crónicos en fase de reinserción social. El propósito del taller era apoyar el proceso de reinserción al barrio y a la familia de un grupo de psicóticos del Hospital Psi- quiátrico de Santiago. Se insertó en un plan piloto, para apoyo de la reforma de salud y la generación de un nuevo reglamento para los enfermos psiquiátricos. Sus resultados pueden ser con- sultados en la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile8. 8 Moraga, Carola, Tesis para optar al título de psicólogo, Los Apor- tes del psicodrama en el proceso de reinserción social de un grupo de psicóticos del Hospital Psiquiátrico de Santiago de Chile, Universi- dad Diego Portales, 2004. 161 La práctica del psicodrama El psicodrama comunitario en Latinoamérica La epidemia de crack en Estados Unidos llega al genocidio… La intención primaria de doscientos años de esclavitud fue romper el espíritu y la cultura de nuestro pueblo… Ahora, en los 90, veo semejanzas sustanciales entre la epidemia de cocaí- na y la esclavitud… Nosotros no la pedimos… Thomas Szasz9 Al parecer, las condiciones políticas, sociales y económi- cas asociadas con surgimiento y caída de numerosa dictadu- ras políticas, inicialmente generan condiciones de aislamiento social, individualismo y soledad, que posteriormente derivan en la necesidad de grupalidad y sentido de pertenencia, los que son anhelados con nostalgia. No pretendo acá realizar un análisis global de lo que ocurre en Latinoamérica, pero es pro- bable que lo anteriormente mencionado tenga que ver con que el psicodrama ha tenido un mayor repunte en esta región, comparativamente con otros lugares del mundo. Otro tema particularmente sensible en Latinoamérica es que a la luz de los cambios políticos, la temática de la dominación y el poder ha atravesado en forma de cuestionamiento y crisis las distin- tas instancias, como por ejemplo el ámbito académico, el de programas sociales y clínicos, que son los que fundamental- mente nos competen en el presente libro. En este marco, in- cluso las rotulaciones psiquiátricas pueden ser visualizadas como mecanismos de dominación. De la misma manera que Thomas Szasz, Guillermo Borja10, un psiquiatra mexicano, plantea que la denotación nosográfica de las enfermedades psiquiátricas es una forma de reproducir la temática del poder social, de lo que hasta los años ochenta fue el capitalismo y en la actualidad es el neoliberalismo. El incre- 9 Szasz, Thomas, Nuestro derecho a las drogas, 2002. 10 Borja, Guillermo, Lo cura la locura, 1998. 162 Gloria Reyes mento de la temática del consumo de drogas en jóvenes y adul- tos en los últimos años es una muestra más de ello. Más dramá- tico es el tema si observamos el desplazamiento desde las dro- gas más blandas a las drogas duras más adictivas. Otro hecho a destacar es que al parecer las «enfermedades o adicciones» que son más publicitariamente destacadas, son aquellas asociadas con sectores de la población que son más bien una molestia o una denuncia del mal funcionamiento del sistema neoliberal. De esta forma, los «jóvenes drogadictos» son aquellos margi- nales, cesantes, que se detienen en las esquinas. No son conno- tadas como drogadictas la gran cantidad de mujeres dueñas de casa que, en forma silenciosa, consumen benzodiazepinas ador- meciéndose y desconectándose de los sentidos. Tampoco son designados como drogadictos, la gran cantidad de ejecutivos jóvenes que, de cuello y corbata, consumen la «diosa blanca», buscando un mejor rendimiento laboral. La diferencia de estos últimos grupos, es que al parecer a través del adormecimiento de la dueña de casa y de la activación del ejecutivo buscan ser más funcionales al sistema, en comparación con los jóvenes de las esquinas. Clásicamente el quehacer del técnico, ha puesto énfasis en el trastorno y la comunidad espera respuestas a problemas de salud mental o a conflictos sociales. Muchas veces atender un trastorno significa entregarle un tiempo y una energía, que implica recursos no siempre disponibles en el medio. Asimis- mo, esto implica la existencia de procesos que magnifican el problema y asocian a quien lo padece con un estigma del cual es difícil liberarse, favoreciendo así su perpetuación y la legiti- mación del sistema que lo sustenta. Esta situación no permite reconocer la potencialidad que el sujeto, la familia y la comu- nidad poseen y desconocen el participar responsable y activa- mente en la definición y resolución de sus dificultades. Las enfermedades no pueden ser consideradas una enti- dad clínica descontextualizada de la persona y su entorno, sino como una alteración que está relacionada con una multi- plicidad de variables individuales, familiares y sociales. Lo 163 La práctica del psicodrama anterior descansa también en la presencia de un equipo coor- dinado con las distintas instancias de la comunidad. Esto implica empezar un proceso de redefinición en los ámbitos de operación profesional tradicional, no solo para realizar una acción más eficiente en el área de consumo abusivo de drogas, sino también para generar una búsqueda de respuestas en los espacios preventivos. Lo central de este enfoque es la horizon- talización de las relaciones entre el equipo que interviene y los usuarios, posibilitando la optimización de recursos y la des- centralización de la temática del poder. ¿Por qué de participación comunitaria? Porque es un apren- dizaje, dónde no solo interviene la palabra o la demanda. Hay implicancia de reflexión, acción, de emociones, de valoracio- nes de las miradas dadas desde la comunidad, desde espacios geográficos sectoriales, y locales de estas dinámicas personales y colectivas para enfrentar una problemática que nos afecta11. En el mismo marco, como respuesta a lo anterior, la democratización de las relaciones tanto en el plano de la sa- lud, de la educación y el desarrollo social se han ido desarro- llando con más o menos efectividad en algunas políticas pú- blicas, diseños programáticos y gestiones específicas. La mira- da de la enfermedad y de la problemática social esta en cierta forma siendo replanteada, con distintos grados de éxito. En síntesis, entonces, el psicodrama nos plantea dos co- sas, en primer lugar lo colectivo, lo grupal, lo intersubjetivo. En segundo lugar, la participación activa y espontánea de la creación de propuestas, que nos saca de la identidad tradicio- nal de seres pasivos-sujetos de intervención, que simplemente, en tanto estamos enfermos o carentes recibimos «beneficios», de otro, llámese Estado, Equipo Profesional o Programa. En el año 2002 se realizó un psicodrama público múltiple en diversas ciudades de Latinoamérica, liderado por María Car- men Bello. Las consignas convocantes fueron: «De la protesta a la propuesta», «para que otra América sea posible», «de la 11 Reyes, Gloria, Procap: Programa de prevención, 1994. 164 Gloria Reyes indiferencia al compromiso», «de la pasividad a la participa- ción» y «del pesimismo a la esperanza». Participaron en forma simultánea el, día 12 de octubre, los siguientes países: Brasil, Chile, Ecuador, Uruguay, Venezuela, Cuba, Costa Rica, Méxi- co, Colombia, Bolivia y El Salvador. No existen conclusiones, ya que según María Carmen Bello aún es algo que está en pro- ceso y no concluye. Sin embargo, hay que destacar esta expe- riencia como la apertura del psicodrama a no solo una mirada clínica, sino que una búsqueda social de una respuesta, que aún no está pero dela que podemos participar todos. Algunas de las experiencias de psicodrama comunitario en Chile Los nombres y algunos datos están alterados y modifica- dos, con el fin de que los involucrados no sean reconocidos. • Caso 1: «…de la delincuencia a los grupos de encuentro…» Se llamaba Santiago, le decían «el carne amarga». Cuan- do trabajabamos en un Centro Comunitario, destinado a jó- venes de alto riesgo, todos los pacientes, llegaban hablando de él con una especie de temor y admiración. Tenía en su pron- tuario asaltos a mano armada varios robos con intimidación. Sus ingresos a la cárcel eran reiterados pero breves, lo que en Chile se denomina «puerta giratoria». Su hermano era uno de los delincuentes internacionales más connotados de la época y él era menor de edad. Descendiente de mapuches, como de- cía Alonso de Ercilla, «soberbio, gallardo y belicoso», era un importante líder entre los jóvenes de la comunidad. Llevábamos varios meses y solo habíamos escuchado ha- blar de él. Hasta que un día irrumpe, tal cual lo habían descri- to, violento, amenazante, desafiante. Llegaba, se paseaba, rompía algún objeto, insultaba a alguien y se iba. Pasaron varias ocasiones hasta que se fue aquietando. De a poco em- 165 La práctica del psicodrama pezó a conversar con nosotros, a conocernos, a preguntar por el Programa, a entender, a suavizarse, incluso a ser amable. Después de mucho, un día sorpresivo llega y dice: «ya, ahora sí estoy listo, quiero eso que ustedes le llaman psicote- rapia… quiero saber si sirve para algo». Comenzó entonces una psicoterapia bastante «sui generis». Iba casi todos los días, y la «psicoterapia» era jugando ping pong, o en la cancha de fútbol de la esquina o cualquier cosa. Pasa el tiempo, Santia- go comienza a mostrar cada vez más atisbos de ternura. Continúa pasando el tiempo, se forman los grupos de encuentro, que es simplemente recibir a los niños de la calle y Santiago nos ayuda. Se trabaja con los niños más pequeños neopreneros y nuevamente Santiago nos ayuda. Comienzan a organizar cruzadas ecológicas, a arreglar plazas, a hacer murgas y fiestas en las calles. Los niños y las señoras comentan que el legendario Santiago es otro, ya no es el delincuente de antes. Bueno… »en realidad a veces se mete a algunas de las casas del barrio alto y roba»… Pero ya es menos «y qué importa», si está ayudando a rehabilitar a los niños chicos que inhalan solventes volátiles. En resumen Santiago, brillante, tierno y gallardo. Des- pués de tres años es parte de nuestro equipo, nos ayuda mu- cho. Continúa en «psicoterapia». «Esa cosa rara que hacen ustedes los psicólogos». Me ayuda en dos ocasiones a confor- mar grupos de psicodrama con jóvenes. Estamos en los años noventa, eran los tiempos de la marihuana. El programa de desarma. Nos vamos. Hace un tiempo iba pasando por el sector y lo fui a visi- tar. Pregunto por él, no está. Son los tiempos de la «diosa blanca», su derivado más tóxico, versión para los pobres, la pasta base. Solo supe de él que estaba consumido por esta droga. Fin de la historia. • Caso 2: «…los grupos de escucha…» Libertad es una mujer de 52 años, proveniente de la zona del Norte de Chile, esposa de un minero. Tiene conflictos con- 166 Gloria Reyes yugales, infidelidad de su marido, violencia, distanciamiento. Es sumisa frente a él y a sus cinco hijos varones. Vive todo el día en función de atenderlos a ellos. Llega al Consultorio a solicitar atención por depresión. Comienza psicoterapia grupal psicodramática y psicoterapia individual en forma paralela. Cuando llega es una mujer silenciosa, pasiva. Habla poco y no se atreve a opinar, menos si discrepa con sus compañeros de grupo. De una posición periférica, comienza de a poco a pasar a una protagónica. A lo largo del tiempo, empieza a aparecer una persona con identidad, con opinión, con postu- ras físicas más posicionadas. Al pasar del tiempo, después de tres años, muchas perso- nas rotan por el grupo, mientras Libertad permanece. Asume además un rol de yo auxiliar autodidacta. Empieza a tener en forma cada vez más frecuente un liderazgo afectivo. Modifica su posición sociodramática. Es marcadamente valorada por los demás. Desde ahí cambia también su posición sociodra- mática en su casa. Su marido y sus hijos han ido modificando en forma paulatina su actitud hacia ella, estando cada vez más respetuosos y afectuosos. Hay cada vez más demanda en el grupo de mujeres, no hay más espacio. Muchas están en condiciones de ser dadas de alta, para dar lugar a otras. Sin embargo no quieren, sienten que necesitan el espacio. Muchas viven en un entorno de gran- des dificultades, para el cual el equilibrio y manejo logrado puede ser frágil. Dentro del mismo grupo, se nos ocurre una idea, Liber- tad la lidera. Crear los «grupos de escucha». Para las mujeres que hayan sido dadas de alta y que quieran reunirse a conti- nuar entrenando y experimentando la escucha. Libertad esta- rá a cargo de la coordinación. El grupo funciona tres años después, hasta cuando termina el Programa. Desde ahí surgie- ron otras iniciativas, como un invernadero para los jóvenes y una bolsa de empleos. Libertad termina a cargo de una microempresa, que postula y consigue financiamiento estatal. 167 La práctica del psicodrama • Caso 3: «…las señoras de los viernes…» Es un grupo impulsado para trabajar psicodramática- mente la violencia en la pareja. Pertenecen a una población bastante emblemática, desde el punto de vista de su lucha por la dictadura. Se autodenominan con posterioridad… «las mujeres del psicodrama». Durante la primera etapa, es un grupo de difícil consti- tución y convocatoria. No están muy claras de para qué pue- da servirles juntarse. Se sienten todas maltratadas por una cul- tura represiva y por el machismo. Existe mucho resentimiento y cristalización en el rol de víctimas. Para muchos, las secuelas del maltrato constituyen incluso un salvoconducto para se- guir ancladas y dependientes de un destino, del cual no quie- ren hacerse cargo. Tal vez entonces tiene sentido juntarse para intercambiar quejas y compasiones. Eso es entonces lo que simplemente ocurre las primeras sesiones. En la medida que empiezan a trabajar con el psicodrama, comienzan a extra- ñarse al principio y sorprenderse después. Algo distinto em- pieza a surgir. Aparece la desvictimización muy lentamente. Se trabaja el temor a desprenderse de esta matriz. Comienza a aparecer más fluidez, creatividad, juego y humor. Aparece también la sensualidad. Entonces algo muy interesante y hermoso comienza a pasar. Las mujeres que al principio llegaban desarregladas, desgreñadas, algunas hasta desaseadas, comienzan a llegar vestidas con sus mejores galas. Desfilan hacia el grupo atractivas, con sombreros, con faldas con tajos, mujeres del año veinte, treinta, cuarenta. Es extra- ño, casi surrealista, como si quisieran dignificar y reivindicar a las mujeres de distintas épocas. Esto simplemente ocurre, casi sin que nadie hable de ello. Comienza entonces a simboli- zarse, a hablarse, a ponerle palabras. Se crea el movimiento de las «mujeres de todos los tiempos». Forman una microempresa, una tienda de ropas y disfraces. Me encontré con una de ellas la otra vez en la calle. La empresa aún continúa. Crearon además, después, un jardín infantil para las que no tenían con quién dejar a los hijos. 168 Gloria Reyes • Caso 4: «…de tránsito…» La experiencia que relato ahora es uno de los trabajos comunitarios que continúo en la actualidad. Es con un grupo de estudiantes de psicología que, después de recibir unas se- siones de entrenamiento de caldeamientos y juegos psicodra- máticos, efectúan talleres de desarrollo y prevención a algu- nos Centros de Rehabilitación de Jóvenes de la Red de SENAME12. Los estudiantes de psicología efectúan seis sesiones de taller de juegos psicodramáticos, destinadas a mejorar cohe- sión grupal, autoestima, autoconocimiento, relaciones interper- sonales y manejo de las emociones e impulsos. Es una actividad práctica para los estudiantesde psico- logía, que tiene distintas etapas. La primera es participar de un taller formativo teórico experiencial, en donde se entrenan algunos juegos psicodramáticos. La segunda es una ejercitación entre ellos mismos, para asesorarlos en las actividades grupales dentro del taller. La tercera etapa es la visita a la institución y conocimiento de la realidad como pre caldeamiento. Luego existe una cuarta etapa en donde llevan a cabo un diseño de los talleres que dirigirán a los jóvenes de los hogares. La quin- ta etapa consiste en la realización del trabajo grupal con ase- soría y retroalimentación. En algunos hogares de menores, que no son de tránsito y diagnóstico, se ha efectuado una sexta etapa, que consiste en un espacio construido por los jóvenes marginales, en función de la satisfacción de algunas de las necesidades detectadas, con la asesoría periódica por parte de los alumnos. El Dr. Kononovich13 se refiere a algunas experiencias co- munitarias psicodramáticas con psicóticos. Se plantea la in- serción de este tipo de enfermos en la comunidad. Particular- 12 SENAME: Servicio Nacional de Menores, dependiente del Ministerio de Justicia del Gobierno de Chile, destinadoa trabajar con menores vulnerados en sus derechos e infractores de ley. 13 Kononovich, Bernardo, Psicodrama comunitario en psicóticos, 1995. 169 La práctica del psicodrama mente pienso que para que una intervención se defina como comunitaria, no solo tiene que estar inserta en la comunidad, ni pretender insertar a un grupo de personas en ella, sino que además la acción debe estar dirigida al conjunto, a la forma de interactuar de los sujetos. Las tres primeras experiencias anteriormente citadas co- rresponden a una época en que realicé mucho trabajo comu- nitario. Diversas razones me llevaron después a la actividad académica y a la clínica. A muchas de estas experiencias no se les hizo un seguimiento, creo que realmente muchas de ellas aún no se han terminado de escribir. Corresponden histórica- mente al tránsito, en Chile, desde la dictadura militar a la democracia. Espacios desde donde se develan las secuelas de la violencia social, pero también las posibilidades que surgen desde las heridas públicas e íntimas. Dentro de ello, el papel del psicodrama puede ser simplemente abrir caminos. 170 Gloria Reyes 171 La práctica del psicodrama Capítulo 6 Psicodrama en la educación Definiciones del psicodrama en la educación y distinciones con lo comunitario En el capítulo anterior, definimos como instancias co- munitarias a todas aquellas agrupaciones formales e informa- les que comparten un territorio, una cierta realidad sociocul- tural y en muchas ocasiones un objetivo común. En este sen- tido, cualquier institución educacional cumple con estos re- quisitos y podría ser considerada como una instancia comu- nitaria. Sin embargo, con el propósito de distinguirlo de una in- tervención comunitaria, definiremos en este capítulo como psicodrama educacional a todas aquellas intervenciones que tienen como propósito utilizar el psicodrama como método para facilitar cualquier proceso de aprendizaje y socialización. Las instancias formales a través de las cuales se intencionan los procesos educacionales pueden ser desde pre-escolares, es- colares, pregrado y posgrado académico. También considero situaciones de aprendizaje formal los procesos de supervisión de roles profesionales. Por lo tanto, nos encontraremos con muchas situaciones, en que, en términos prácticos, será difícil la distinción entre lo institucional, comunitario y educacional, en vista de que mu- chas veces se sobreponen. Lo relevante entonces, para definirla, es adónde está puesto el foco y el propósito de la intervención. También, muchas veces, lo educacional asume formas de co-ayuda previa, alternante, paralela o posterior a un proceso de psicoterapia y/o rehabilitación. Allí el psicodrama también 172 Gloria Reyes puede desempeñar un rol relevante, que facilita el re-aprendi- zaje de roles sociales. El psicodrama y la educación, reflexiones epistemológicas La educación depende fundamentalmente de aspectos ideológicos predominantes en la cultura y, por lo tanto, arrai- gados en los sistemas institucionales. Por esta razón, en el pro- ceso de educación formal no solo convergen los problemas inherentes de la cultura imperante, sino también la educación los puede generar y/o perpetuar. Un ejemplo de ello lo vemos en la influencia de la globalización y modernidad, a través del cual el modelo educativo se introduce en parámetros elitistas, efectistas y tareístas, altamente exigentes. También la televi- sión y la cibernética producen un aislamiento y una nueva forma de representación del mundo. Como consecuencia de todo lo anterior, un número cre- ciente de la población escolar chilena padece depresión y una serie de trastornos psicológicos. Tal vez debiéramos preguntar- nos si estos trastornos más, que mera disfunción individual, sean además emergentes sociales denunciantes referentes a que la educación se está perfeccionando en contenidos y tecnologización, pero no está respondiendo a las necesidades profundas del ser humano. Cristina Grilló1 se refiere a los niños del tercer milenio como niños cada vez más especiales, cada vez más sensibles e intuitivos, con serias dificultades para adaptarse a los espacios formales de educación que exigen y estimulan la lógica formal, dejando de lado los procesos de creación afectiva y sensitiva. Al parecer, los niños y jóvenes están poniendo una voz de alarma a nuestros procesos educacionales y culturales. Planteamos entonces que las características de los sistemas educacionales están condicionadas por los valores e ideologías 1 Grilló, María Cristina, Los niños del tercer milenio, 2003. 173 La práctica del psicodrama imperantes de la cultura y que están presentes en todas las ins- tancias y etapas de la vida. Sin embargo, los esfuerzos de per- feccionamiento han centrado su atención multidisciplinaria en las primeras etapas del desarrollo evolutivo, o sea en la etapa pre-escolar y escolar, por las características fundantes y condicio- nantes que ella tiene para el resto de la vida. La educación institucional pre-escolar y escolar ha in- tentado y experimentado muchas reformas en varios países. Uno de los ejes centrales de estos cambios apunta no solo a la actualización de contenidos, a la tecnologización de sus me- canismos, sino también al perfeccionamiento de los métodos, en el sentido de intentar hacer cada vez más partícipes del proceso de aprendizaje a los niños y jóvenes. Entonces, una reforma educacional implica también un tema ideológico y una resignificación de la concepción del ser humano. ¿Cuál es la visión de educar coherente desde el psicodrama? ¿Cuál es la visión del hombre y del desarrollo evolutivo, que asiste al aprendizaje? Entonces ¿qué activa y facilita el proceso de aprendizaje? y ¿qué entendemos por aprendizaje? Al respecto, etimológicamente la palabra educación pro- viene del latín educare y exducere, que significa meter, ali- mentar, construir, conducir, guiar, orientar. Si analizamos las significaciones de esta diversidad de palabras, en conjunto con lo que históricamente se han traducido las prácticas de la edu- cación, nos encontramos con un proceso dirigido al ser hu- mano cuyos movimientos e implicancias van desde afuera hacia adentro. Por otra parte, la espontaneidad, concepto cen- tral del método psicodramático, etimológicamente viene de sua esponte, que significa desde adentro hacia afuera. De lo anteriormente mencionado podemos derivar uno de los prin- cipales y potenciales aportes del método psicodramático en la educación, en el sentido de intervenir mediante técnicas que faciliten la participación y la apropiación de los distintos as- pectos involucrados, facilitando e intencionando que sea un proceso bilateral y vincular, cuyos movimientos no vayan ex- 174 Gloria Reyes clusivamente de afuera hacia adentro, sino que también desde adentro hacia fuera. Que el sujetosea autor de sus propias reflexiones, significaciones e interpretaciones. El psicodrama implica una concepción holística, que asu- me el desarrollo de un ser humano abarcando lo afectivo, lo cognitivo, lo corporal y el pensamiento lógico e intuitivo. Con- secuente con ello, los procesos de aprendizaje deben estimular los dos hemisferios, el del pensamiento formal y lógico y el de la creación e intuición. Lamentablemente no es eso lo que ocurre, sino por el contrario. Los procesos de aprendizaje son diseñados y ejecutados para estimular una lógica racional, desde las prime- ras etapas, hasta la gran academia, tendiendo a existir una des- preocupación, de los aspectos del desarrollo afectivo e intuitivo. La intención de la preocupación por el cuerpo, entra también dentro de la dinámica del deporte competitivo y la gimnasia de rendimiento, en que nuevamente esta el tema exitista y tareísta y no la educación para ocuparse y tomar conciencia del cuerpo. Relativo a la educación de la escucha, lo interesante es como introducir a través del espacio y de juegos psicodramáticos, el poder registrar el entorno y aprender a escuchar. Escuchar es más que oír, ya que involucra todos los sentidos2. Existe una incapacidad de nuestra cultura de estar calmos, de aceptar lo que está, lo que pasa, lo que existe, contrario a poder escuchar. Referente a posibilitar una integración de los procesos perceptivos, la vivencia y el pensamiento, las disociaciones fomentadas en la cultura, tienden a generar polarizaciones del afuera y el adentro, del cuerpo y la mente, de la vida y la escuela, de lo bueno y lo malo, de lo feo y lo bonito, de la vida y la muerte, de la reflexión y el impulso, del decir y el hacer3. .Estas polaridades, existen, no obstante nuestra educación tiende a rotularlas fijándolas en estancos, impi- diendo la sensibilidad a los matices y a la unificación de las vivencias. 2 Grilló María Cristina, Los niños del Tercer Milenio, 2003. 3 Fornasari Lilia, Fornasari Lilia, Reflexiones para educadores, 2002. 175 La práctica del psicodrama Otro aspecto importante es lograr percibir el aprendizaje como un proceso de búsqueda, de transformación y adapta- ción activa a un entorno, que también es siempre cambiante y dinámico. En este sentido, cuando intentamos resolver un pro- blema, el polarizar y dilematizar lo estanca y congela, versus movilizar y hacer participar, que crea y transforma la realidad. También el psicodrama le da un espacio a la alegría en facilitar el aprendizaje. El aprender puede ser un acto gozoso con un fin en sí mismo. La alegría, y de forma parecida el hu- mor, potencian el aprendizaje, promueven y relativizan las re- flexiones, impidiendo los rótulos y el congelamiento de la ex- periencia. Esto se contrapone fuertemente con los esquemas tra- dicionales de la educación, relacionada con la disciplina, la gra- vedad, el rigor y con visiones tales como «la letra con sangre entra». La incorporación del juego en los espacios de aprendiza- je, sociales y curriculares formales, acelera y fija los conteni- dos aprendidos, haciendo que el sujeto se apropie de las re- flexiones, los recuerdos, las conclusiones y las vivencias. Exis- te, por lo tanto, una estrecha relación entre los espacios de juego, la creación y el aprender. Finalmente, el ocio desempeña un rol en el proceso de creatividad y esta a su vez en el aprendizaje. No obstante, suena casi inconcebible que el proceso formal de la educación incluya espacios de ocio, desde donde el inconsciente divague y se vaya desarrollando una estimulación de conexiones dis- tintas con la realidad y con el conocimiento. Ámbitos de aplicación del psicodrama en la educación El medio escolar institucional dirigido a adolescentes y niños es el espacio formal en donde se imparte gran parte de la enseñanza en nuestra cultura occidental. Este medio ha su- frido una serie de modificaciones producto de la modernidad 176 Gloria Reyes y de la globalización. Dentro de ello es un espacio progresiva- mente más crítico, en donde principalmente los adolescentes se están haciendo escuchar cada vez con más fuerza y desarro- llando nuevas propuestas. Algo está ocurriendo: están sintiendo que el sistema escolar no responde a sus requerimientos. En el año 2006, hubo en nuestro país una movilización estudiantil, de origen pacifista y muy masiva a nivel nacional. Su grado de organización, fuerza y la madurez de sus requerimientos sorprendió a la opinión pública y fue la envidia de políticos avezados. Sus planteamientos eran muchos y muy coherentes, todos igualmente importantes y muy bien fundamentados. Uno me llamó la atención y es en el que me detendré a señalar de acuerdo con los propósitos de este capítulo: «El mejora- miento de la calidad de la educación no pasa por un aumento cuantitativo de horas y contenidos, sino por la calidad de los métodos y de los espacios de participación que se les otorgan a los estudiantes». Por otra parte, la formación universitaria ha tendido más a envasarse y a atomizarse. Los contenidos curriculares de pre- grado están siendo conducidos a una mercantilización que resta reflexión, crítica y profundidad a la formación de roles profesionales. Como sustituto de lo anterior, se han ampliado y diversi- ficado las formaciones de post-grado. Están, además, los postítulos, cuyas características se dirigen a la especialización de herramientas concretas de trabajo, a diferencia de un post- grado que califica a sus alumnos más en aspectos teóricos re- lacionados con la academia y la investigación. Todos los niveles anteriormente mencionados pueden ser perfeccionados en su metodología de enseñanza, a través del psicodrama y aplicados a ejes transversales de desarrollo, que pasan por lo socioafectivo, lo curricular, y también por el aprendizaje y supervisión de los roles profesionales. La enseñanza es un proceso que está presente en otros ámbitos, como por ejemplo en la prevención, tratamiento y rehabilitación de cualquier tipo de enfermedad, como aprendi- 177 La práctica del psicodrama zaje de algunas habilidades sociales de grupos de trabajo, sindi- catos e instituciones en general. Nuevamente en estos casos el psicodrama puede ser una herramienta facilitadora para este tipo de propósitos. Métodos empleados en psicodrama y educación En consecuencia, el método psicodramático posee una serie de aportes en los niveles de la visión y la acción de las prácticas educativas. Desde ahí, las técnicas que se pueden emplear son variadas. El psicodrama pedagógico consiste en aplicar las técni- cas educativas en aprendizaje de contenidos y temáticas curriculares específicas, como matemática, biología, química, etc. De esta forma, en un espacio escénico un conjunto de niños pueden representar psicodramáticamente la recta nu- mérica, el cuerpo humano, la fusión de elementos químicos, etc. Por ejemplo, no es lo mismo aprender la anatomía y fisio- logía del corazón, que representarlo en un espacio escénico. Si me relatas algo, tal vez se me olvide, si me lo muestras es más probable que lo recuerde; si lo experimento lo comprenderé. La escena psicodramática, aplicada en el ámbito de la enseñanza, se utiliza de la misma manera, desde el punto de vista de los componentes y etapas clásicas4. Sin embargo, en este caso la escena está centrada en el contenido grupal. Una escena del Quijote escogida por ejemplo por un grupo de ado- lescentes específicos, puede constituirse en un emergente grupal del idealismo. También el teatro espontáneo, el sociodrama y los jue- gos psicodramáticos, como lo mencioné en el capítulo ante- rior, son muy útiles para trabajo socio y psicoeducativo, en el cual no se pretende ahondar en la conflictiva individual, sino 4 Reyes, Gloria, Psicodrama, paradigma, teoría y método, 2005. 178 Gloria Reyes realizar el aprendizaje y profundización de las temáticas a tra- vés de un trabajo colectivo. Mediante de estas técnicas desa- rrollamos el acto y el arte de vernos y crearnos. Aquí el espa- cio dramático se representa comouna metáfora... como un barco, un canasto, una tienda mágica, una isla, un álbum de fotos, un museo de esculturas, etc. Todas ellas pueden repre- sentar aspectos de los contenidos aprendidos, ya sea de histo- ria, literatura, castellano, etc. Necesariamente detrás de este método está el involucramiento y compromiso de la subjeti- vidad en las temáticas aprendidas. En términos generales, otras técnicas expresivas, como la danza, la música, el diario mural, las artes plásticas, pueden cumplir funciones de co-ayuda para desinhibir, desbloquear y estimular la creatividad, durante el proceso de aprendizaje. Otras de las técnicas psicodramáticas, que puede ser em- pleada en grupos de enseñanza, es el test sociométrico, cuya utilidad es aplicable para diagnosticar e intencionar configu- raciones sociométricas, que faciliten los hábitos de colabora- ción de manera efectiva y flexible, para la consecución de ac- tividades vinculadas con la enseñanza, que sean autónomas del profesor y de esta forma impulsar redes de auto ayuda para el reforzamiento escolar en habilidades e intereses com- plementarios de grupos de alumnos. Sociodrama educativo en los vínculos, afectos, corporalidad y cognición Un aspecto relevante del sociodrama y psicodrama es su utilización para propósitos psico y socioeducativos dirigidos hacia la comunidad, para la formación y recuperación de su identidad y para la mejoría y optimización de sus prácticas sociales. Como ya ha sido mencionado en los puntos anteriores, uno de los aportes específicos del psicodrama en el método de aprendizaje y su aplicación es la mirada holística del ser huma- 179 La práctica del psicodrama no. En este sentido los aspectos a integrar dicen relación con el vínculo, los afectos, la corporalidad y las funciones cognitivas. La importancia del vínculo en la educación se traduce en el hecho de que es en la escuela donde fundamentalmente el niño puede aprender a vincularse con el resto del mundo ex- tra familiar. Aquí, el aprender se puede transformar en una demanda o recepción pasiva, o en un proceso de participa- ción activo y democrático. El papel del educador desde el psicodrama es el de facilitar y permitir que emerja la repeti- ción y desde esa conciencia se desarrolle lo nuevo. Para que se dé esta experiencia, es importante el inter-subjetivo entre edu- cador y educando; es desde ahí donde surge lo nuevo. Todo lo aprendido se influye y condiciona entonces desde el vínculo. El psicodrama es el espacio entre fantasía y la realidad, entre pensamiento y pulsión, entre deseo y acción, entre adentro y afuera. Favorece la desinhibición entre espacio subjetivo sim- bólico y objetivo y lógico. Por otra parte, el psicodrama gene- ra una conciencia y disposición al mundo relacional, en don- de el vínculo no está dirigido solamente al inter, sino también en el intra, lo que implica además la vincularidad consigo mismo y con el entorno y un énfasis en el proceso educativo como parte del mundo interno y del enseñar a buscar ahí5. El papel del afecto en la educación radica en que activa y agiliza todos los procesos de aprendizaje. Tenemos, por ejemplo, que un niño con depresión disminuye su motiva- ción y concentración y por lo tanto su rendimiento en los procesos de aprendizaje. Cuando hablamos de afecto, nos referimos tanto a aquel que está presente en el vínculo entre educador y educando, como a la catexis y energía motiva- cional dirigida al objeto aprendido, como al goce en sí del proceso de aprender. También cuando hablamos de afecto, estamos aludiendo a los diversos sentimientos involucrados a los contenidos aprendidos. De esta última idea se despren- de la necesidad de desinhibición y desbloqueo de emociones 5 Fornasari, Lilia, Aportes para educadores, 2002. 180 Gloria Reyes tales como el miedo y la vergüenza, para facilitar el proceso de aprendizaje y creatividad. La corporalidad es uno de los elementos esenciales de la técnica psicodramática, el movimiento corporal y la acción, en su sentido expresivo y exploratorio, poseen funciones desbloqueadoras de cadenas de significados e integradoras y vivificadoras de contenidos a ser recordados. Los iniciadores corporales pueden ser cenestésicos, interoceptivos, extero- ceptivos y kinestésicos. Desencadenan engramas de sensacio- nes y recuerdos reprimidos o latentes del pasado y además generación de nuevas vivencias, que se integran a un relato no verbal haciendo su recuerdo más evocable. Finalmente en el proceso de sociodrama educativo las funciones cognitivas también poseen un papel relevante. En este aspecto el método psicodramático propende a que el su- jeto se haga autor de sus propias reflexiones, pensamientos y conclusiones, reorganizando sus secuencias lógicas y resigni- ficando sus resultados. De la misma manera, la resignificación permite el recuerdo, que es la apropiación y reorganización de un contenido experimentado. A diferencia de la memoria, que es la evocación de un acontecimiento tal cual ocurrió, lo cual es mucho más difícil de retener. El psicodrama en el proceso de aprendizaje Pero realmente ¿cómo puede impactar el método psicodramático en el proceso de aprendizaje? ¿Cuáles son los mecanismos mediante los cuales realmente facilita la enseñan- za, en cualquier nivel? ¿En que foco o aspecto especifico se introduce y activa la creatividad? En relación a esto, analiza- remos algunas funciones relacionadas con el proceso de apren- dizaje y como el psicodrama se relaciona con ellas y las puede activar. Una de las funciones, más clásicamente mencionada es el pensamiento. La pedagogía a través del psicodrama contribu- 181 La práctica del psicodrama ye a una integración del pensamiento con el cuerpo, las pulsiones y las emociones, lo que le da a la reflexión mayor viveza y reorganización de secuencias y sentidos. De esta ma- nera el pensamiento resignifica, de tal forma que la persona se apropia de una comprensión particular del fenómeno. Al re- organizarse las secuencias y las partes constituyentes del co- nocimiento, se tienden a superar las dicotomías. Otra función clásicamente asociada con el proceso de aprendizaje es la memoria. Para comprender un fenómeno, no solo hay que memorizarlo sino que en cierta forma experi- mentarlo; de esa manera no se memoriza pasivamente un con- tenido, sino que además se lo recuerda. La diferencia entre memoria y recuerdo es que la memoria retiene tal cual; en cambio el recuerdo se activa con otras funciones como el pen- samiento, que le da un sentido a lo recordado, entonces se interviene y resignifica el contenido. No solo hay que memo- rizar el agua, sino experimentarla. Es distinto el contenido aprendido cuando es parte de un relato verbal plano y unidireccional, a cuando es parte de una acción. En este as- pecto, la acción hace carne viva el personaje, de manera que no solo se aprende el Quijote, sino que activa el Quijote que existe en cada uno. El ser, además, el arquitecto del espacio que habito, me hace experimentar los roles de otra forma y ser autor de lo aprendido. Ya mencioné la importancia del vínculo y la emoción para el aprendizaje. ¿Cuál es el vínculo y el grado emocional compatible con el aprendizaje?6 Surgen ciertos principios, ta- les como la importancia de un buen vínculo que favorezca la confianza y la espontaneidad. Desde ahí, todos los afectos pueden ser incorporados en la escena. Lo central es no perder el foco en el propósito de aprendizaje y no centrarse en la apertura de conflictivas individuales. Entonces, la escena se puede introducir en el aula, empleando todas las técnicas. El foco es intervenir entre la demanda y el propósito de aprendi- 6 Noseda, Elena, Supervisión docente en psicodrama pedagógico, 1981. 182 Gloria Reyes zaje o trabajo. El juego, el humor, el goce, la acción, facilitan las puertas del verdadero conocimiento. El psicodrama en los trastornos de aprendizaje El trastorno de aprendizaje, definido en el DSM IV, con- templa una serie de dificultades en la adquisición de habilida- des académicas,particularmente lectura, cálculo y expresión escrita. Las deficiencias evolutivas en la adquisición o ejecu- ción de habilidades específicas se suelen hacer evidentes en la niñez, pero con frecuencia tienen consecuencias importantes en el funcionamiento posterior. Estos trastornos suelen ocu- rrir en combinación, y con frecuencia co-mórbidamente con otros tipos de patologías psiquiátricas tanto en el individuo como en las familias, de manera que en la práctica son descu- biertos de forma secundaria. Como grupo, estos trastornos están ampliamente extendidos, englobando del diez a quince por ciento de la población en edad escolar. En el mismo marco anterior, podemos deducir que tal vez el trastorno de aprendizaje es un síntoma más de un con- junto de alteraciones de fondo que se traducen en la interacción con el entorno. En ese sentido múltiples aspectos se pueden ver afectados. Uno de ellos es la falta de autonomía en la relación y el goce por el pensar, reflexionar y descubrir el mun- do. Son niños que deben ser altamente estimulados para des- pertarles el interés y la inquietud en el proceso de conocer y comprender, situación que no se activa en forma espontánea. En este sentido el psicopedagogo puede utilizar el espacio psicodramático, para permitir re-organizar y re-significar la realidad, recuperando la propia autoría del pensamiento, la lógica y el sentido de la reflexión. Si no soy capaz de resignificar la inteligencia, se atrapa7. Por otra parte, esta dependencia, 7 Fernández, Alicia, Psicopedagogía en psicodrama, 2000. 183 La práctica del psicodrama está presente también en el vínculo, lo cual consiste en que un sujeto que aprende está marcadamente dependiente de uno que enseña, lo que se relaciona con aburrimiento y depresión. Se señala también dentro de los trastornos de aprendiza- je el papel de la escritura. La escritura permite fijar y objetivar algo subjetivo. Una escritura, un trazo, un dibujo, pueden constituirse en una descarga, en una catarsis, en este caso la hoja en blanco es el espacio escénico. En el trastorno de apren- dizaje, se produce un bloqueo, una interrupción, entre el ju- gar, dramatizar y escribir. En este sentido, la escena psicodramática permite volver a conectar estos eslabones de una misma cadena. Didier Anzieu hablaba de los iniciadores corporales para evolucionar, ocupando los mismos principios de la bioenergía. Otro aspecto relacionado con el trastorno de aprendiza- je, que puede ser positivamente afectado por el psicodrama, es la emocionalidad depresiva. En las dificultades del apren- dizaje, está suspendida la alegría por aprender sobre la vida, por manejar el entorno. Al no haber conexión con la alegría y goce de aprender, tampoco existe conexión con el dolor, de tal forma entonces explicamos la dificultad para tolerar la frus- tración, característicamente asociada a estos trastornos. La alegría es entonces un criterio de salud en el aprendizaje. Des- de esta perspectiva, el trastorno de aprendizaje es un acto autodestructivo y con una fuerte tendencia depresiva. El proceso de aprendizaje implica un desbloqueo, una ac- tivación de la espontaneidad y la creatividad, finalmente una transformación. Para ello, hay que permitir al niño la destruc- ción para que luego re-construya. El sentirse vitalizado, conec- tarse con la espontaneidad, ensoñar, jugar e imaginar es una asociación permanente que posibilita el aprender. Cualquiera de estos aspectos que esté bloqueado puede alterar el proceso de aprendizaje. Por esta razón la actividad artística es concebi- da como indispensable dentro de la terapia de aprendizaje. 184 Gloria Reyes La creatividad como proceso de aprendizaje La creatividad es un proceso básico del ser humano, que está estrechamente relacionado con el aprendizaje. Consiste en un poder innovador que posibilita el desarrollo de áreas artísticas, científicas y psicológicas. El proceso creador, para Héctor Fiorini, puede ser abordado desde diversas discipli- nas8. Una de las características de los procesos creativos es rea- lizar la síntesis de elementos antagónicos, divergentes y con- tradictorios, así el proceso secundario es la construcción de lo real, de la acomodación y asimilación descrita por Piaget. En- tonces, el proceso terciario es a partir de la desintegración del pensamiento lo que genera la creación. La creatividad no es un producto elitista relacionado con talento artístico, sino que es un proceso simbólico de desintegración y síntesis. La creatividad surge desde la ilógica del caos. Para Klein y Freud, la creatividad es la superación de los impulsos agresivos, instintivos que se fusionaron con lo eróti- co. Winicott la relaciona con procesos vinculares y afectivos, ya que conecta el origen del proceso creativo con la sensación de que la vida vale la pena. Es la superación del estado esquizoide en que el bebé no se satisface del vínculo9, por lo tanto hay alguien realmente bueno que me hace sentir eso. Refiere por lo tanto representaciones, transformaciones y superaciones esta fase esquizoide, además del narcisismo, en el sentido de introver- sión, aislamiento y bloqueo de la creatividad. Respecto de la creatividad y la dinámica del inconscien- te, Freud plantea, en base a la teoría psicoanalítica, el mito y los complejos primitivos, como el de Edipo. Esto implica un proceso de integración en que haya mayor proximidad entre consciente e inconsciente, entre razón y sentimiento. La clave es desbloquear la percepción y activar el proceso primario, inconsciente. Al conectarse con lo inconsciente, la creatividad 8 Fiorini, Héctor, El psiquismo creador, 1995. 9 Winicott, Donald, Realidad y juego, 2003. 185 La práctica del psicodrama también se relaciona con el espacio y tiempo, de la manera en que lo hacen el inconsciente y el espacio psicodramático. Ahí está presente en forma sincrética el pasado, el presente y el futuro. La creatividad, entonces, es también la relación entre lo nuevo y lo viejo, entre el afuera y el adentro, entre futuro y fantasía. El proceso terciario implica la superación de una obra, el objeto creado es transtemporal. La importancia de la infancia para Fidel Moccio, se rela- ciona con el desbloqueo, la expresión de las imágenes, el cuer- po en movimiento y la liberación del temor. Define como es- tado creativo las conexiones fundantes y productivas, que componen al individuo10. En la creatividad el arte es una po- sibilidad de expresión, catarsis y objetivación. El psicodrama en la formación y supervisión de psicoterapeutas y educadores Como ya he dicho, otro de los ámbitos educacionales en donde se puede aplicar el psicodrama educacional es en el apren- dizaje del rol profesional. Esto se puede llevar a cabo en la enseñanza curricular de contenidos de pre-grado y post-grado en las que se realizan dramatizaciones con propósitos didácticos, psicodrama interno, rol playing pedagógico, exploración y en- trenamiento de diversos aspectos involucrados en los roles, como la escucha, la intervención, la transferencia, la empatía, etc. Se plantea el tema de la ética, en la aplicación del psico- drama con objetivos didácticos para el rol del terapeuta y para la enseñanza del psicodrama mismo, ya que en este caso debe estar desde el origen del encuadre contractualmente claro, que la oferta, elección y el desarrollo de una escena es sobre la base de objetivos de aprendizaje y no terapéuticos. De lo contrario se pervierte el contrato entre grupo de alumnos y coordinador que enseña. En este sentido, se llega a un equilibrio télico, en 10 Moccio, Fidel, Creatividad, 1997. 186 Gloria Reyes donde el grupo, el protagonista y el director cuidan las distan- cias, las intimidades, la confianza y espacios de profundización. Yo no pienso que en una escena psicodramática con objetivos didácticos no se pueda necesariamente profundizar, por el con- trario. ¿Cómo enseño a profundizar con psicodrama, sino es precisamente haciéndolo? El punto entonces está en que debe estar claro el objetivo y el tele del grupo,para saber entonces en función de ello hasta dónde llegar. En este tipo de grupos, se agrega una etapa a las clásicamente definidas por el método psicodramático. Esta es la de procesamiento a través de la cual se discuten y aplican conceptos y elementos metodológicos re- lativos a lo ocurrido en sesión. En esta etapa hay que evitar psicologismos facilistas e interpretaciones de la vida personal del protagonista. El foco está en los aspectos técnicos y los con- tenidos personales puestos al servicio de lo ellos. Cuando los procesos de formación son más largos, se suele llegar a altos niveles de profundidad. Ahí se recomienda paralelamente una psicoterapia. Cabe aquí mencionar el método de la escena te- mida del coordinador de grupo, que es excelente para propósi- tos de supervisión de psicoterapeutas11. En el caso de emplear el método psicodramático para su- pervisión dirigida a docentes y su rol profesional, se supervisa respecto de cómo enseñar, el entorno que los influye y cuál ha sido su modelo de educación12. La supervisión sobre todo en este caso debe tener un sentido más que evaluativo o fiscalizador vertical, una co-visión de los diversos aspectos del funciona- miento del rol y del vínculo. Se facilita una revisión en los pro- fesores de su propia experiencia de aprendizaje, para desde ahí producir cambios. En este sentido, el psicodrama despliega las escenas desde donde se matrizó el modelo educativo. Lo que suele ocurrir con la formación clásica de los docentes es que tienden a la verticalización, autoritarismo y visión de los meca- 11 Kesselman, Hernán, La multiplicación dramática, 2000. 12 Noseda, Elena, Taller de bioética clínica y psicodrama pedagógico, 1999. 187 La práctica del psicodrama nismos de evaluación, como algo amenazante y descalificador. Por esta razón se debe evitar el vínculo poco democrático que suele implicar la interpretación no co-construida, en los grupos de formación y supervisión, ya que esto es la repetición de los mismos aspectos que se discuten referentes a la disfuncionalidad de los modelos educacionales clásicos, y es la generación de juicios éticos o clínicos y el ser impositivo. Por el contrario, la transformación se da a partir de un espacio contenedor en que se mira lo viejo, se observa, de ahí, qué me sirve y qué no, para que a partir de ello se pueda desarrollar algo nuevo. Solo desde allí adquiere sentido una reflexión. Las técnicas efectuadas con profesores pueden ser esce- nas, sociodramas, juegos psicodramáticos, teatro espontáneo y teatro debate. Es interesante ver el proceso de transforma- ción que experimentan los profesores cuando se sienten aco- gidos, escuchados y con permiso para equivocarse y compar- tir estas equivocaciones, cuando pueden trascender la conser- va cultural de su rol, que es particularmente de mucho peso, de mucho «deber ser», de «dar el ejemplo», etc. En relación con lo mismo, recuerdo un ejemplo, en que una Fundación que dirigía establecimientos educacionales me solicitó que realizará un taller de psicodrama para los docen- tes, con el propósito de ayudarlos a integrarse a lo que en ese momento era la instalación de la reforma educacional desde el Ministerio a los colegios. Durante un momento del caldea- miento inicial les pregunté qué significaba para ellos la refor- ma. Muchos responden frases tales como…: «un gran desa- fío»… ,«un interesante cambio»… ,«una importante y revo- lucionaria propuesta»… ,«la renovación para el futuro»… etc. Les digo que cierren los ojos, que respiren profundo y que vayan a preguntarle lo mismo a su corazón y a su estómago. ¿Qué dicen ahora sobre la reforma? Aparecen entonces frases como estas...: «no entiendo nada»… ,«me agobia»… ,«es un estorbo»… ,«no estoy ni ahí»… ,«es un cacho»… ,«pura pa- labrería y demagogia»… ,«más pega por la misma plata»... , «Uf»… ,«Puaj», etc. Desde ahí en adelante empezamos a tra- 188 Gloria Reyes bajar. Es el momento en que comienza producirse el tele grupal necesario, para entonces profundizar y buscar resignificaciones y resoluciones. Un ejemplo de sociodrama educativo Esta es una experiencia que consistió en un sociodrama educativo en el marco de un programa de prevención del con- sumo abusivo de drogas, dirigido a profesores de escuelas mu- nicipalizadas de una Comuna de Santiago de Chile, efectuado con la Universidad Diego Portales, durante el año 199413. Que- dó como precedente para ser aplicable en situaciones similares, con las adaptaciones pertinentes. De hecho, posteriormente fue evaluado por una tesis de la Universidad Santo Tomas de San- tiago de Chile14 y publicado el año 2002, en la revista Momen- to del Instituto J.L. Moreno de Buenos Aires. El paradigma que sustentó este trabajo se relaciona con la necesidad del desarrollo adecuado de un conjunto de facto- res psicosociales protectores que pueden estar presentes en los diversos espacios de interacción inherentes al proceso evoluti- vo del adolescente y del joven. Consecuente con esta visión, se destaca la importancia de centrar la atención, no en el consumo de drogas en sí como un síntoma aislado, sino principalmente en la relación existente entre este consumo y el sujeto que lo realiza. De esta manera, cobran especial relevancia dimensiones personales y sociales, que condicionan que la relación con el consumo sea de carácter adictivo-físico y/o psicológico. En este marco los diversos con- textos sociales en que el potencial consumidor se sitúa se cons- 13 Reyes, Gloria, Manual de sociodrama educativo para la prevención escolar del consumo abusivo de drogas, 2002. 14 Trigo, Marianela, Evaluación de un sociodrama educativo como método para evaluar la prevención del consumo de drogas, Univer- sidad Santo Tomás, Santiago de Chile, 2000. 189 La práctica del psicodrama tituyen en agentes relevantes que pueden generar condiciones facilitadoras u obstructoras de la emergencia o expresión de características personales protectoras de cualquier alteración de salud mental, en donde el consumo abusivo de drogas puede ser solo un síntoma más. Aquí particularmente el joven puede ser un miembro vulnerable a ser estigmatizado, desempeñando un rol de chivo emisario de los conflictos de un sistema más global, que es el medio en el cual se inserta, sea este la familia, la comunidad, el sistema educativo, etc. Las estrategias que se desprenden de esta perspectiva di- cen relación con dirigir acciones específicas, no centradas en el fenómeno del consumo de drogas, sino en factores sociales, psicológicos y particularmente aspectos vinculados con el de- sarrollo personal, que se constituyen en factores protectores de la Salud Mental. Dentro de estos factores, adquiere una especial dimensión en el adolescente la consolidación de su principal meta evolutiva, que es el logro de la identidad y la consecuente conformación de su proyecto vital. En el mismo sentido, se torna necesario generar espacios afectivos en don- de el joven paulatinamente vaya siendo el protagonista en la definición de su problemática y en la búsqueda de resolución de los conflictos inherentes a su proceso evolutivo. En este aspecto, el trabajo educativo desempeña una fun- ción fundamental y el educador se constituye en un agente socializador clave. Aquí pueden ser aplicables diversas meto- dologías a nivel grupal o colectivo, para los propósitos men- cionados. Dentro de ellas el sociodrama grupal se constituye en una técnica particularmente eficaz dirigida hacia el seg- mento juvenil, dadas las características y requerimientos pro- pios de este grupo, que se vinculan con la posibilidad de ex- presar y ensayar un conjunto de roles vinculados con los ya mencionados procesos de identidad y proyecto vital. En términos globales, el propósito fue generar un espa- cio en donde la espontaneidad, creatividad y horizontalidad en la relación profesor-alumno jugaran un rol facilitador, para que el joven observara, acogiera y aceptara las diversas moda- 190 Gloria Reyes lidades de interacción que posee frente a diferentes ámbitosde su vida, visualizando en caso necesario formas más adaptativas para enfrentar los distintos requerimientos inhe- rentes a su desarrollo evolutivo. El sociodrama y las técnicas corporales conciben al ser humano como un ser integral, a cuya experiencia no solo de- ben asistir aspectos intelectuales, sino también información proveniente del cuerpo y los afectos, induciendo de esta ma- nera una ampliación y modificación de la perspectiva con la que habitualmente percibimos nuestra vida, que no siempre suele ser la más funcional. En contraposición con muchas metodologías educativas tradicionales, el lenguaje que emplean estas técnicas no es de intelecto a intelecto, sino que es también una comunicación a través del cuerpo y las emociones. Esto le otorga efectividad, en el sentido de que produce un impacto más integrador en la experiencia y la toma de conciencia. La idea es buscar enton- ces el conocimiento de sí mismo mediante la sensibilización del área corporal y afectiva. En el proceso educativo informal que se da entre profesor y alumno se pueden desarrollar acciones intencionadas dirigi- das a la prevención del consumo abusivo de drogas y a la estimulación de procesos para el desarrollo de la Salud Mental. Aparece entonces necesaria la entrega de herramientas prácticas que posibiliten una dinamización del modelo de trabajo, más allá de un enfrentamiento clásico que se centra en la entrega de información cognitiva asociada a los problemas y a los sínto- mas relacionados con la droga como «enfermedad». El proce- so preventivo, en el contexto del marco educativo, debe esti- mular el potencial de desarrollo que es capaz de actualizar un adolescente en su manera de relacionarse con la vida. En otras palabras, la prevención eficaz del consumo abusivo de drogas comienza cuando finaliza la preocupación por el síntoma. El programa está desarrollado sobre la base de un ma- nual que contempla una breve introducción teórica, el desarro- llo de algunos elementos conceptuales básicos relacionados con 191 La práctica del psicodrama factores de riesgo en el consumo abusivo y tres módulos de trabajo y entrenamiento para prácticas grupales de técnicas sociodramáticas y de desarrollo personal, aplicables en el con- texto educativo. Los tres módulos desarrollan tres ejes temáti- cos cada uno: vínculo afectivo, identidad juvenil y diálogo so- bre droga. Cada módulo está referido a un tema específico y contempla algunos conceptos básicos relacionados con el obje- tivo, además de los ejercicios sociodramáticos, con las posibili- dades de consignas respectivas. Implica además un entrenamiento con los profesores a lo menos de seis meses, para que desarro- llaran estos módulos con juegos psicodramáticos, los que que- dan como herramientas disponibles para el trabajo de los pro- fesores con los alumnos, en el contexto de acciones hacia la prevención. Los módulos están dirigidos para capacitar direc- tamente a profesores motivados, para que estos a su vez pue- dan llevar a cabo talleres con alumnos voluntarios. Cada taller debe contemplar un máximo de quince alumnos. La convoca- toria se sugiere como algo amplio, tal como una invitación a «actividades de expresión o teatro, para conversar y hablar de diferentes cosas que nos ocurren y para escuchar a los demás». Para desarrollar además un trabajo de redes, cada taller tiene alguna creación expresiva, que pueda ser presentada con posterioridad a los cursos de alumnos que no hayan participado directamente en el taller de sociodrama con los profesores. Esto, con el propósito de debatir las temáticas emergentes. A continuación extracto algunos elementos centrales de los módulos, desarrollados con los profesores y posteriormen- te con alumnos. La redacción está planteada en forma pautada, y dirigida a los colegios, debido a que queda como material escrito a un conjunto de docentes, con niveles heterogéneos referentes al entrenamiento con psicodrama. Por la misma ra- zón y además por ser dentro de un encuadre psicoeducativo, se plantearon las formas de trabajo más directivas de lo que una persona con más entrenamiento psicodramático lo haría. 192 Gloria Reyes • Módulo 1: Apoyo afectivo El proceso de maduración afectiva implica la capacidad para registrar, identificar cognoscitivamente y por lo tanto expresar adecuada y oportunamente mis emociones y senti- mientos. Desarrollar un sentido de pertenencia de mis emo- ciones implica también la capacidad para diferenciar las del otro. Por ejemplo es habitual que si no asumo mis sentimien- tos, voy a tender a proyectarlos en otra persona y a confundir- me. Por ejemplo, una madre que no se ha percatado de que se sintió muy desvalida en su infancia, probablemente va a ten- der a sobreproteger a su hijo, viendo en él este sentimiento de desvalimiento. Por lo tanto, en el proceso descrito desempeña un rol cua- litativo fundamental, la adquisición de la capacidad de reco- nocer tanto cognitiva como emocionalmente que existen otros, y que esos otros pueden reconocernos, aceptarnos, acogernos y también ponernos límites, enseñándonos con ello la diferencia entre la fantasía y la realidad. Este fundamental proceso relacional es el que nos permite ir desarrollando herramientas para tolerar las frustraciones inherentes del crecimiento. En este desarrollo la vinculación con el medio social que nos rodea en la primera etapa de vida, incluyendo la gesta- ción, es fundamental. En un comienzo es la madre o sustitu- ta, a través de la cual el niño se va sintiendo gratificado y/o frustrado. En la medida que va incrementando y ampliando sus capacidades perceptuales y cognoscitivas, este entorno se va diversificando cada vez más hacia el padre, hermanos, etc. Durante la etapa de la adolescencia esta diversificación, además de aumentar, sufre un cambio cualitativo, ya que ad- quiere una acentuación la relevancia de las relaciones hacia el mundo extra familiar, especialmente el grupo de pares y el siste- ma educacional, en donde transcurre, gran parte de su vida. Cuando este proceso se distorsiona, por sobregratificación y/o sobrefrustración, se tienden a desarrollar mecanismos de idealización y magnificación de las fantasías, que implican desadaptación y autodestrucción, ya que no dan la posibili- 193 La práctica del psicodrama dad de enfrentar la realidad. Un ejemplo de ello es el consumo adictivo de drogas. De lo anteriormente enunciado, y referente al adolescen- te, surge la necesidad crucial de crear espacios afectivos que permitan fortalecer y reparar modalidades relacionales del sujeto y su medio, potenciando mecanismos o herramientas personales que posibiliten una mejor adaptación a la realidad y una mejor calidad de vida. Posibilidades de ejercicios del Módulo 1. Taller: «La Estatua de Cera» Apertura: – «Vamos a estar juntos en este espacio, durante dos ho- ras y media, para realizar algunas actividades expresivas, que nos ayuden a conocernos mejor, a saber más de nosotros y cómo nos ven los demás». Es necesario explicitar que existen otras formas de expresarnos, además de la verbal. Las reglas del juego son el respeto por el tiempo, el espacio, la acepta- ción de los otros, la discreción. Preguntar si aceptan las reglas y si alguien quiere agregar alguna otra. Distintas alternativas de caldeamiento: – El grupo se sitúa al medio de la sala en círculo y descal- zos. Se les pide que cierren los ojos y guarden silencio. «Con- céntrense en el contacto de las plantas de los pies con el suelo, dense cuenta de la sensación del peso corporal, atendamos también a nuestra respiración, fíjense cómo el aire entra y sale de nuestro cuerpo, y en los movimientos del cuerpo al respi- rar». Luego de un breve rato de relajación, el coordinador de grupo los va nombrando de a uno, deben ir al centro del cír- culo y mencionar su nombre con un tono de voz y una ento- nación que le agrade y acompañar esto con un gesto corporal que lo identifique. Al terminar, el grupo debe corear su nom- bre con la misma tonalidad de voz y entonacióne imitando el mismo gesto corporal, o sea espejar la presentación no verbal. 194 Gloria Reyes – El grupo se desplaza en silencio por la sala, caminando en distintas direcciones, mirando su cuerpo y su forma de ca- minar, como si lo estuviera haciendo por primera vez. Dejar un rato que miren sus piernas, sus manos, sus brazos, etc. Co- mienzan a mirar alrededor y descubren a los otros. Indicar que, sin hablar, pueden hacerse gestos, mirarse, y en distintos momentos saludar a cada uno de los miembros del grupo con algún gesto que les surja espontáneamente, pero que sea poco tradicional. Se les pide que escojan una pareja y que sin ha- blar jueguen de a dos un rato, tratando de desinhibir al otro lo más posible, saltar, bailar, etc. Cuando el coordinador de grupo indique, cambian de pareja y le dicen algo que les agra- de de esa persona. Primero uno lo dice y el otro lo escucha y luego se turnan. Cuando termine, sigo caminando y elijo a otro, repitiendo varias veces el ejercicio. – Escogen otra pareja con la que no hayan estado duran- te el ejercicio anterior. Ubican un espacio en la sala y de pie se sitúan uno frente al otro. Se les explica que realizarán un ejer- cicio en que uno será el receptor y el otro el emisor, para luego turnarse. El receptor debe simplemente cerrar los ojos, respi- rar suave y profundo y soltar su cuerpo de manera que lo sienta flexible y por lo tanto se deje moldear por el otro. El emisor debe mirar al otro con atención rodeándolo y girando por todo el cuerpo. Lo puede mirar desde el suelo, desde atrás, etc. Al observarlo debe tratar de descubrir alguna zona que imagine que esté tensa y que necesita cariño. Debe acariciar esta zona y mover el cuerpo del otro, de manera de intentar relajarlo. Después debe ponerlo en una postura corporal que él piense que le serviría para expresarse y soltarse. Luego de intercambiarse, cada pareja se sienta y comenta lo ocurrido: ¿Qué vi en tu cuerpo? ¿Por qué modelé tu cuerpo de esa ma- nera? ¿Qué sentí con lo que tú hiciste conmigo al moldearme? ¿Cuáles son mis necesidades afectivas? ¿Qué cosas mías exis- ten en lo que miré de ti? 195 La práctica del psicodrama Dramatización: – Ahora, cada pareja sobre la base de lo realizado y con- versado en algunos de los ejercicios anteriores, deberá imagi- nar una escena que identifique y en la cual participen los dos. El sentido de esta escena es que puedan clarificar las necesida- des afectivas que vieron en ambos y una forma de expresarlas. Se deben imaginar un escenario –ambientación–, los protago- nistas, un desarrollo y un desenlace. Deben luego ponerle un nombre a esta escena. Insistir en que puede ser expresada ver- bal y/o no verbalmente. También pueden escoger realizar una concretización de imágenes a modo de escultura o una leyen- da. En este espacio el conductor debe dejarlos lo más libres posible, activando que cada pareja idee en forma espontánea y propia su escena. – En la dramatización: se sientan en círculo en el suelo, sobre las colchonetas o cojines. Cada pareja enuncia el nom- bre de su escena. Van saliendo todas las parejas que dramati- zan, se sitúan en el escenario y en el lugar opuesto el resto del grupo, que es el público. En este momento, el conductor pide que cierren los ojos y que se conecten con la situación en que está cada uno y con el grupo. También se refiere a la necesidad de que el público escuche con atención y respeto. Compartir: Es importante destacar que todos necesitamos que nos quieran y nos acepten y lo legítimo que es, pero que no siem- pre lo identificamos o a veces no sabemos cómo decirlo y por lo tanto buscamos maneras que no siempre son adaptativas. Por ejemplo llamar la atención, autoagredirse, etc. También es bueno referir que los otros necesitan afecto y les puede ocu- rrir lo mismo. Cierre: – En círculo, de pie, todos abrazados, van pasando de a uno al medio y por breves segundos el resto lo va meciendo, mientras la persona se suelta y deja acoger. 196 Gloria Reyes Trabajo de redes: – Luego el grupo elige una de las dramatizaciones, para llevar a cabo en el curso y realizar el foro. Pueden imaginar y seleccionar preguntas factibles de hacer al curso después de la obra. • Módulo 2: Identidad La identidad es el proceso mediante el cual voy desarrollan- do un conocimiento integrado, realista y coherente de los dife- rentes aspectos de mi personalidad: mis capacidades intelectua- les, físicas y sociales, mis intereses y habilidades, mis sentimien- tos y emociones, la manera en que me relaciono con los demás, mis conflictos, mi cuerpo, mi sexualidad, etc. Implica, por lo tanto, un reconocimiento de mi entorno y una consecuente dife- renciación entre lo que es interno y lo que corresponde al otro. El proyecto vital es el conjunto integrado de ideas, sen- timientos y aspiraciones que voy desarrollando y en función de las cuales visualizo mi futuro a mediano y largo plazo. Si está sustentado en un adecuado conocimiento de mí mismo, y del medio que me rodea, debiera expresarse en actitudes y conductas relacionadas con la consecución de mi proyecto. Durante el proceso de la adolescencia, se producen múl- tiples cambios en distintos áreas, los que se traducen en una crisis normal de identidad. Ésta habitualmente se expresa en preguntas, ansiedades y/o preocupaciones, respecto de ¿quién soy?, ¿qué quiero? En un desarrollo evolutivo normal, lo an- terior debiera tener como resultado mi autoconocimiento y la consolidación realista de mi proyecto de vida. Posibilidades de ejercicios del Módulo 2. Taller: «El Per- sonaje» Apertura: – «Vamos a estar juntos en este espacio, durante dos ho- ras y media, para realizar algunas actividades expresivas, que 197 La práctica del psicodrama nos ayuden a conocernos mejor, a saber más de nosotros y cómo nos ven los demás». Las mismas reglas del juego expli- citadas para el otro taller. Distintas alternativas de caldeamiento: – Descalzos, todo el grupo camina en distintas direccio- nes lentamente y en silencio. Cada uno se centra en su ritmo al caminar, y pone atención en la sensación de la planta de los pies en el suelo. Luego se acelera cada vez más, hasta el límite de no correr y evitando chocar. En este momento, pueden reír- se, gritar, pero no hablar. Aquí el coordinador de grupo, invi- ta a cambiar de dirección al caminar. Mientras el grupo conti- núa caminando, el coordinador de grupo, debe ir nombran- do, cada cierto tiempo, a uno de los miembros del grupo, que deberá hacer gestos corporales caminando, gateando, etc., que el resto del grupo comienza a espejar. Luego cambia de perso- na. Recuerde que está en un ejercicio lúdico, es importante que el tono de su voz y su actitud corporal sean consecuentes con esto y además motive. Por ejemplo, indicar los ejercicios en la medida en que se estén realizando y no a modo de ins- trucciones, si el grupo es inhibido y le cuesta expresar con el cuerpo uno debe iniciar modelando la actividad. Mientras con- tinúan caminando, les pido que busquen en la sala un espacio cómodo, que sea personal y en dónde estén solos y tranquilos. Cuando lo hayan encontrado, se sientan en el suelo, colcho- neta o cojín, buscando una postura corporal relajada. Con los ojos cerrados, que se concentren en la agitación de su cuer- po, en la respiración, en los latidos cardíacos, en las sensacio- nes de calor y de energía. Que comiencen a imaginar su cuer- po como adolescentes. ¿Qué características tiene? ¿Qué les gusta de su cuerpo? ¿Existe algo que les desagrade? ¿Qué cam- bios perciben con relación a cuándo eran niños? Cuando ha- blo de sensaciones del cuerpo es importante que facilite el re- gistro de ellas, nombrando las posibilidades, como frío, calor, volumen, fuerza, tensión, soltura, cosquilleo, dolor, pulsación, suavidad, placer, etc. Es relevante reconocer que durante la 198 Gloria Reyes adolescencia existe una intensificación de las pulsaciones sexua- les. Registrando las sensaciones del cuerpo, identificar aquella zona de mayor tensión y concentrarse enella, tratando inclu- so de magnificar la tensión. Asociar la tensión con algún sen- timiento que me caracterice y que tal vez no me haya dado mucha cuenta o me cueste expresar. Facilitar el registro de los sentimientos, nombrando las posibilidades, tales como mie- do, rabia, pena, angustia, amor, alegría. Una vez identificada la emoción, desde el mismo lugar, y siempre con los ojos ce- rrados se les pide que la mencionen en voz alta en una sola palabra. Luego asocio la emoción con un personaje, que pue- da estar relacionado con la etapa que estoy viviendo. Puede ser alguien famoso o cotidiano en mi vida, real o de ficción. Es importante que este personaje me interprete en mi proceso actual de vida. Se deja un tiempo, para que se intensifique la identificación con el personaje, a través del movimiento y la actuación espontánea. Dar entonces la siguiente consigna: «Identifícate con ese personaje, hasta el punto de que te sien- tas siendo él, abre los ojos, y en tu espacio empieza a actuar y a moverte, como si fueras este personaje». Detengo y pido que nuevamente expresen sentimientos. Esta vez ¿qué siente el personaje? ¿Tiene que ver con algo que me esté ocurriendo a mí como adolescente? Se les solicita que se comiencen a des- plazar por la sala actuando como el personaje y que comiencen a interactuar con los otros personajes que están alrededor, dejándolos libres un momento. Dramatización: – Creación grupal: reunir dos grupos y que cada uno por separado en diferentes extremos de la sala, cree una dramati- zación que involucre los personajes y en el que participen to- dos, cautelando que no se distraigan entre ambos grupos. Se juntan los grupos nuevamente. Deben decidir dónde ubican el escenario, el cual debe estar precisado en un lugar específico de la sala, opuesto al público. Ambos grupos presentan su escena. 199 La práctica del psicodrama Compartir: Que cada uno comente qué significa para ellos su persona- je, qué sentimiento central posee, comó expresa. También pedir que piensen si los distintos personajes tienen alguna caracterís- tica común. ¿En qué representa la etapa que estamos viviendo? Por ejemplo idealismo, rebeldía, desorientación, etc. La drama- tización debe ser ideada por todo el grupo e imaginar un esce- nario –ambientación– y el desarrollo de una situación. Senta- dos en las colchonetas o cojines, en círculo comentan las obras y los personajes. El coordinador de grupo dirige la conversación sobre la base de preguntas, tales como: ¿Cómo se sintieron ex- presando? ¿Cómo se sintieron escuchando? ¿Qué características físicas tenía el personaje? ¿Cuáles de estas me agradaban y cuá- les me desagradan? ¿Cómo era en general el personaje, su modo de vivir, de sentir, de relacionarse, de expresar? ¿En qué se parece a mí todo lo anterior? ¿Cómo relaciono esta característica con el hecho de ser joven? ¿Cómo vio el grupo a cada personaje? Aquí el rol del conductor es clave. Debe de ser acogedor y faci- litador con relación a la toma de conciencia, respecto de cómo el personaje que yo escojo tiene que ver muy probablemente, con una identidad deseada –lo que quiero ser y no expreso– o rechazada –lo que no me gusta de mí y no asumo–. Por ejem- plo, elegir un personaje agresivo puede estar significando que yo no vea mi propia agresividad y la reprima. De allí la impor- tancia de conocerla, para aprender a manejarla adaptativamente. Cierre: En círculo, todos abrazados y con los ojos cerrados, per- manecen unos segundos en silencio y luego cada uno expresa lo que sintió al compartir ese día con el grupo. Trabajo de redes: Finalmente el grupo debe acordar qué dramatización se presentará al resto del curso de compañeros, para la realiza- ción del foro. Deben idear y acordar las preguntas a realizar al resto de sus compañeros. 200 Gloria Reyes • Módulo 3: Dialoguemos sobre droga Si bien, es real la creciente alarma sobre el tema de las drogas por el aumento de su prevalencia y por la introducción de sustancias cada vez más adictivas, también no es menos real que la droga, al parecer, desempeña en la gran mayoría de los jóvenes una función de experimentación y de búsqueda de identidad con el grupo de pares y que es en general de carácter transitoria y ocasional. De lo anterior desprendemos que han surgido definiciones de la problemática que están provistas de mitos estigmatizadores y que han sobredimensionado la asociación del problema con la etapa juvenil. Al parecer, lo que hace a los jóvenes altamente vulnerables a ser problematizados con relación al fenómeno de la droga, es la fuerte carga de necesidad de identidad generacional, que está asociada con el consumo en este período evolutivo. Necesidad que no siempre es expresada de maneras explícitas y frente a la cual el sistema social adulto, no siempre genera espacios de diálogo u oportunidades para que los jóve- nes busquen respuesta a la infinidad de preguntas, cuya resolu- ción se encadena con una adecuada consolidación del proyecto vital. Por ello es necesario incorporar en las estrategias preven- tivas diálogos abiertos exentos de amenazas y estigmas, dirigi- dos a la búsqueda de alternativas resolutivas para enfrentar las diversas áreas de desarrollo del joven. En este aspecto, el sentido de este taller es generar la posibi- lidad de que los estudiantes autoevalúen y busquen soluciones de alternativas adaptativas en la construcción de identidad, en una de las áreas más importantes de su desarrollo, el grupo de pares. Posibilidades de ejercicios del Módulo 3. Taller: «La Fiesta» Apertura: Para este taller se requieren hojas de papel, lápices, un equipo de música y CDS bailables, que deberán ser traídos 201 La práctica del psicodrama por los mismos alumnos. «Compartiremos este espacio du- rante dos horas y media, para realizar algunos ejercicios, que nos permitan obtener algunas reflexiones y conclusiones res- pecto a cómo enfrentamos nuestro tiempo libre y el pasarlo bien».Si bien vamos a tratar de construir una dramatización que nos identifique a todos y que podamos compartir tam- bién después, con el resto del curso, es necesario que recorde- mos las reglas del juego, tal como las hemos planteado en las sesiones anteriores: discreción, respeto y aceptación». Distintas alternativas de caldeamiento: – Ejercicio corporal, caminan rápidamente en distintas direcciones, emitiendo sonidos con la boca, como risas, gri- tos, pero sin hablar. Se juntan de a parejas y comienzan a saltar frente a frente, en dos etapas: la primera es llevando el peso del cuerpo lo más arriba posible, estimulándose para ello recíprocamente; la segunda llevando el peso corporal hacia el suelo, cayendo en él con la mayor fuerza posible. Se pone música, se separan y cada uno baila a su manera y con los ojos cerrados, sin mirar lo que hace el otro, tratar de seguir real- mente la música con el cuerpo evitando hacer los movimien- tos estereotipados que habitualmente hago al bailar. Luego abren los ojos y comienzan a bailar de a dos, tratando igual de soltar el cuerpo y bailar de acuerdo con las sensaciones que el cuerpo vaya sugiriendo, coordinándolo con la pareja. Fi- nalmente comenzamos a bailar con todo el grupo, tratando de que todos se coordinen y emerjan en forma espontánea movimientos grupales. Dramatización I: – La fiesta I: Detengo el baile, apago la música sin avisar en un momento en que el grupo esté entusiasmado, les pido silencio y que cierren los ojos: «Vamos a imaginar que estamos en una fiesta, estamos en una casa lejos de la ciudad, y de difícil acceso, afuera hace mucho frío, de manera que no podemos salir de este lugar. La fiesta está comenzando y ya llegaron to- 202 Gloria Reyes dos los invitados. En ella ocurre lo que típicamente ocurre en las fiestas de los jóvenes». No dar ninguna consigna más. Si el grupo no es mixto, tampoco señalar nada al respecto, de ma- nera de dejar espacio a la espontaneidad, para ver cómo resuel- ven y organizan la fiesta. Es importante que el coordinador de grupo no sugiera ni induzca nadamás, aunque existan mo- mentos de silencio y aburrimiento. De la misma manera es ne- cesario que el grupo sienta plena confianza y horizontalidad con el coordinador, de manera que puedan referirse a la posibi- lidad de consumir alcohol, marihuana u otros, sin sentirse san- cionados por la presencia del «profesor». Cuando la fiesta esté en pleno desarrollo, y observe que estén compenetrados en ella, detenga la escena y pida que expresen algo que estén sintiendo y pensando y que no se han atrevido a decir. Compartiendo: – Conversando, les pido que se junten en grupos de a cua- tro y conversen sobre preguntas tales como: ¿Cómo encuentro la fiesta? ¿Cómo me siento? ¿Me di cuenta de algún problema? ¿Cómo reaccioné frente a él? Por ejemplo: ¿qué hago cuando me aburro? ¿Qué hago para entretenerme? ¿Lo que hago para entretenerme es siempre bueno para mí? ¿Si es que no es bueno, se me ocurre otra alternativa? Cautelar que todos participen. – Sobre la base de esta síntesis el grupo construirá una segunda alternativa de fiesta, en la que aparezcan los senti- mientos no expresados en la escena anterior, los problemas detectados y alternativas de solución, que sean útiles para pasarlo bien en la fiesta. Se junta nuevamente todo el grupo en círculo y cada relator lee la síntesis, mientras los demás escuchan. Cada relator refiere solamente el nombre de la esce- na construida por ellos, sin agregar nada más. Con estos ante- cedentes, el grupo total deberá elegir que escena dramatiza- rán. Deberán además escoger un director de escena, dar pape- les y una trama que refiera lo qué la escena elegida representa. Luego la dramatizarán en un espacio escénico. 203 La práctica del psicodrama Dramatización II: – La fiesta II. Posteriormente les pido que vuelvan a la fiesta y traten de buscar alguna expresión y/o solución de lo que están sintiendo con lo que la pasen bien. Se ubican en los roles acordados y realicen la segunda escena entre todos. Cuan- do estén compenetrados en la escena detener y pedir que cada uno exprese lo que está sintiendo. Nuevamente se juntan en grupos de a cuatro pero con distintas personas. Compartiendo: Con la misma modalidad anterior, les pido que discutan en base a ¿cómo me sentí ahora? ¿Logré tener una conducta diferente para enfrentar el problema? ¿Que cosas creo que me faltan por desarrollar? El grupo hace una síntesis. Cierre: – Todos juntos, en círculo, cierran los ojos, recorren las sesiones, como si fueran en un viaje. Qué me llevo de este viaje y lo menciono en voz alta. Trabajo de redes: – Se prepara el foro. Nuevamente se juntan de a cuatro, está vez intercambiándose. La tarea de cada grupo es que sobre la base de la experiencia dramatizada y lo conversado previa- mente, imaginen una escena, que pudiera ser útil al grupo cur- so. Se le pone un nombre. Luego se reúne el grupo completo y se les pide que una vez que cada relator haya mencionado el nombre de la escena respectiva, deben votar por la que más los identifique. Recordar que puedo votar no necesariamente por la escena de mi grupo. Finalmente deben distribuir roles y po- nerse de acuerdo para algún día ensayar la escena y presentarla al grupo a modo de expresión dramática y debate. 204 Gloria Reyes 205 La práctica del psicodrama Capítulo 7 Psicodrama institucional Definiciones del psicodrama institucional Una institución, en el sentido de nuestro propósito de intervención, es una organización formal que agrupa un nú- mero de personas que poseen un objetivo, tareas y una forma de organizarse, asociadas con dicho objetivo. Puede ser una empresa con o sin fines de lucro, que posee un marco admi- nistrativo, jurídico y legal definido. En este sentido el psico- drama institucional es aquella intervención que con el méto- do psicodramático pretende influir sobre la estructura y el fun- cionamiento de las personas que forman parte de una institu- ción. Se distingue por lo tanto de lo comunitario, por su foco de intervención, ya que es más específico y con una definición más formal, con un objetivo dirigido a la institución y con un marco de acción delimitado. Se diferencia de lo educacional también en el foco de intervención, ya que si bien el psicodrama institucional puede emplear métodos psico-educativos, estos se despliegan no con el propósito de agilizar o facilitar un proceso de aprendizaje, sino que de intervenir en la institu- ción en sí misma. Intervenir en una institución, pasa obviamente por la acción sobre las personas que la constituyen. Impactar en las personas y roles que ellas desempeñan en el marco institucional no puede estar disociado del plano íntimo y personal de los miembros de la institución. Es por esta razón que, al igual que los otros tipos de intervenciones sociales descritas en este libro, el psicodrama institucional tiene matices de psicodrama clínico, aunque no esté puesto allí su énfasis. 206 Gloria Reyes Aspectos éticos del psicodrama institucional Los valores y normas imperantes de la sociedad actual atraviesan por una crisis creciente marcada por cambios his- tóricos vertiginosos, que fragmentan las identidades persona- les y grupales, potencian la violencia activa y simbólica y pro- fundizan los conflictos asociados con el poder. También po- demos apreciar que la expresión de la individualidad está tensionada por la hegemonía del control público, la masificación y la globalización y por la diversidad de ofertas exportadas por un sistema moderno de comunicaciones. Es- tamos además en un momento histórico, en que se exacerba a nivel cultural el exitismo, el activismo y el tareísmo, en que tienden a perderse los sentidos de la acción y a olvidarse la ganancia de los trabajos colectivos. En el marco anterior, la ética profesional del coordina- dor de grupos se mantiene en el difícil equilibrio de posibili- tar la adecuación de los roles personales y profesionales a las conservas culturales, versus la facilitación de la expresión de las identidades personales. En otras palabras la reflexión per- manente de la ética se asocia a no polarizar en prácticas ex- clusivamente adaptacionistas, ni tampoco favorecer el aisla- miento y la muerte psíquica y social de un individuo. Conse- cuente con lo anterior, la intervención en la organización pue- de estar no solo en el resultado, sino también en la persona, no siendo necesariamente incompatibles. Desde el psicodrama se desprende una ética, que cohe- rentemente con lo anterior, posee una concepción del ser hu- mano eminentemente social. En este sentido no es posible, que emerja una identidad e individuación, si no existe un gru- po, una institución y una sociedad en la cual el individuo esté inserto. Recordemos que el concepto de espontaneidad, esen- cial en el psicodrama, supone una capacidad de novedad, crea- tividad y unicidad, en un contexto de adecuación social. Desde la perspectiva institucional, la ética presupone ge- nerar condiciones de agrupación, organización, tareas y obje- 207 La práctica del psicodrama tivos claros, consensuados y aceptados. En este contexto, nue- vamente la intervención en la organización puede estar no solo en el resultado, la eficiencia y la eficacia para la obten- ción de los objetivos de una empresa, sino también que ello sea en cierta forma compatible con la persona. Sería ingenuo cerrar aquí está reflexión sin plantear la pre- gunta de ¿cómo es posible mantener estos equilibrios en una sociedad que contiene instituciones, en su mayoría, que cum- plen con las características esbozadas en el primer párrafo de este punto? Solamente quiero dejar abierta una pregunta sin respues- ta, ya que sería deshonesto y presumido intentar responder algo de lo que no tengo la menor idea. Solo sé que es importante tener clara la duda y la inquietud al momento de definir el en- cuadre y los propósitos de una intervención institucional. En el marco anterior, lo que pretendo describir y contri- buir en este capítulo son los aportes que puede realizar el psicodrama para el trabajo humano e institucional,con las vi- cisitudes, dudas, inquietudes no resueltas y dolores inherentes a la sociedad actual. Obviamente, un aspecto importante está planteado en las tensiones y luchas que conflictúan los distin- tos niveles en que se despliega la existencia del ser humano, el dispositivo social, institucional, grupal e individual. Aportes conceptuales para el desarrollo del psicodrama institucional El psicodrama ha sido aplicado y difundido fundamen- talmente en el ámbito clínico. Sin embargo, Moreno en el locus del psicodrama, experimenta y desarrolla su método en el ámbito esencialmente público, llevando a cabo sesiones grupales con sindicatos, grupos de prostitutas, jóvenes, niños, etc. Por lo tanto la visión de la clínica que allí se gesta y evoluciona es esencialmente social. Crea primero el teatro espontáneo. A par- tir de la experiencia de Bárbara, una actriz que trabaja con él, percibe los cambios terapéuticos que se generan en ella, al desa- 208 Gloria Reyes rrollar roles en las escenas de teatro, distintos a los realizados en su vida cotidiana. Formula entonces el teatro espontáneo y, luego, la escena psicodramática como dispositivo psicote- rapéutico y, luego el sociodrama como una forma de enfrentar los conflictos grupales. La evolución del método creado por Moreno desde el teatro espontáneo al psicodrama, y desde el psicodrama al sociodrama, les da tanto énfasis a las dinámicas individuales, grupales, como al conflicto social e institucional que es la placenta desde donde estas dinámicas emergen. Es así como en el psicodrama y sociodrama convergen los tres niveles. El método específico solo me permite detenerme y profundizar en la exploración de alguno de los niveles, según sea el caso y las necesidades del grupo. Por otra parte, la visión de lo freudiano centra su prácti- ca exclusivamente en la clínica tradicional, focalizándose a través de la interpretación en las dinámicas intrapsíquicas y estableciendo una homologación entre individuo y psiquismo. Sin embargo, si revisamos algunos pasajes teóricos de este au- tor, aparece una conceptualización del individuo en los gru- pos. Para Freud, el líder representa la versión del ideal del grupo, los conflictos grupales se desarrollan a partir de lo edípico, que no solo se repite desde la familia, sino también en la historia de la humanidad1. Posteriormente el psicoanálisis realiza aportes desde las relaciones objetales internas, aplicándolas a la psicología so- cial. Representantes de estas visiones son fundamentalmente Bion y Pichón Rivière. En este aspecto, la práctica grupal institucional posee in- fluencias que se tensionan en poner los esfuerzos de las inter- venciones en el adentro y en el afuera, siendo en este sentido el psicodrama por lo tanto un punto de equilibrio entre estas posturas y métodos. Consecuente con ello sería erróneo plan- tear que una institución está enferma, por que posee en su interior individuos enfermos. Los individuos se enferman o 1 Kononovich, Bernardo, El cuerpo en la clínica institucional, 1995. 209 La práctica del psicodrama muestran sus aspectos más complejos y regresivos, cuando las instituciones se pervierten en sus estructuras y modalidades organizacionales. También sería un error pensar que solo bas- ta hacer una intervención organizacional, que no pase por la intimidad de los individuos que la constituyen. La enferme- dad y la cura de una institución transversaliza lo institucional, lo grupal y lo individual. El método psicodramático en la institución La evolución del método de Moreno es entonces funda- mentalmente empírica, ya que es a partir de experiencias, como la de Bárbara, que él va comprobando, creando y perfeccio- nando su técnica y su teoría. Como ya vimos en el punto anterior, existen diversas formas de aplicación del método, según sean las características del grupo y por lo tanto los pro- pósitos de la intervención. No obstante lo central como dis- positivo y concepto, es la escena que puede ser manifiesta y/o latente. Posteriormente otros autores han empleado diversos términos para lo mismo, tales como escena subyacente, con- sonante y nuclear. Este concepto, que está detrás del método, también se aplica a la empresa o institución2. De esta manera, cuando se interviene en la empresa, exis- te una demanda explícita y manifiesta y otra demanda laten- te y subyacente. Por esta razón durante la definición de la primera entrevista cuando se conversa la demanda inicial y durante la primera sesión grupal, debe quedar develada y trans- parentada la verdadera demanda, de manera de poder nego- ciar, acordar y co-construir los propósitos de la intervención entre los diferentes actores. El encuadre debe ser marcadamente claro, de en qué podemos ayudar y en qué no, y cuánto tiem- po tenemos para ello. 2 Bello, María Carmen, y Campuzano, Mario. La psicoterapia de gru- po en las instituciones, 2004. 210 Gloria Reyes Los tipos de demandas pueden ser clasificados en términos generales en dos ámbitos. En el primero, la demanda no surge de un conflicto evidente, sino que más bien está referida a la pre- vención y autocuidado, dado el tipo de tareas que posee la insti- tución. Por ejemplo, los trabajadores de la salud mental en insti- tuciones públicas se ven enfrentados con una serie de demandas relativas, por una parte, a las necesidades de la comunidad y, por otra, a aspectos institucionales y tensiones inherentes al trabajo de equipo, aspectos que se movilizan en el quehacer con otras personas, particularmente cuando se trabaja con el dolor físico y psicológico. Lo último tiene, además de relevancia técnica, una importancia de carácter ético. Por todo lo anterior, algunas insti- tuciones están tomando conciencia de generar espacios más o menos sistemáticos de cuidado y protección, a nivel individual, del rol profesional, del equipo de trabajo e institucional. El segundo tipo de demanda se plantea en el contexto de una crisis en la empresa, que por lo tanto presenta trastornos y dificultades evidentes. Lo anterior puede manifestarse en diversos síntomas que se expresan en tres niveles: el institucional, como por ejemplo falta de claridad en los obje- tivos, mecanismos difusos o ambivalentes de comunicación, ambigüedad en la definición de cargos y falencias en general referidas a la modalidad organizacional y dirección de la ins- titución. En el ámbito grupal, también se pueden observar alteraciones a nivel de equipo, como disfunciones en la comu- nicación, retardo y falta de claridad en los mecanismos de toma de decisiones, escaso sentimiento de pertenencia y ca- rencia de identificación grupal con las misiones de trabajo, desorganización y desmembramiento de actividades y de los equipos, agresión, rumores, etc. A nivel individual, puede exis- tir desmedro del rendimiento laboral, carencia en el compro- miso con la institución, baja motivación y bienestar personal. Puede, además, desencadenar en trastornos de salud mental enfermedades psicosomáticas y en la privación de algo funda- mental, a lo que todo ser humano tiene derecho, que es sim- plemente la alegría, y la realización personal de un trabajo 211 La práctica del psicodrama creativo, expresivo de las potencialidades personales, labora- les y profesionales. Un ejemplo de demanda de este tipo de intervención se plantea en una institución que ha sufrido una serie de crisis y cambios, una serie de difusiones y reprogramaciones de identidad institucional, así como tam- bién crisis de proyectos, metas y misiones. Solicitan una inter- vención ad portas de un nuevo cambio, de un nuevo cierre de ciclo, de sensaciones de pre-duelo, de incertidumbres de diver- so orden: ¿me quedo?, ¿me voy? Y si me quedo ¿qué cambios habrá? Esto genera una serie de sensaciones corporales, afec- tos y fantasías inquietantes, tales como tensión, angustia, pena, rabia, miedo e inseguridades. Cada una de las situaciones an- teriormente mencionadas constituyen emergentes que tienen componentes de dolor individual, tensión grupal e institu- cional y por supuestotambién social. Dónde se interviene o cuál es entonces el campo de ope- raciones específicas del psicodrama institucional. En empre- sas, se asume una modalidad grupal, con un encuadre similar a la de un grupo terapéutico, en donde se despliegan los con- tenidos institucionales, de carácter público y privado. El tra- bajo se focaliza en el emergente institucional, grupal y de ro- les. Los emergentes que surgen pueden ser de dos tipos. Los primeros son estructurales, tales como falta de claridad en mi- sión y objetivos, confusión en definición de cargos y tareas, flujo de comunicaciones poco expedito. Los segundos pue- den ser funcionales, tales como el liderazgo, la competencia por el poder, la interacción intra en intergrupal, los mecanis- mos de comunicación, las formas de negociación, de toma de decisiones, y de resolución de conflictos. El método general, que alude al cómo se interviene, está centrado en la integración de la reflexión, el cuerpo, la afecti- vidad y los sentidos del quehacer en la institución. Los cal- deamientos apuntan por lo tanto a ello. Tal como señalé en el encuadre, es esencial que plantee en qué puedo ayudar y en qué no, ya que si bien las dinámicas tienden a la toma de conciencia grupal del adentro y del afuera, suele al inicio de 212 Gloria Reyes este tipo de intervenciones existir un predominio de queja y demanda regresiva e infantil, hacia una institución «madre», que es la que debe resolver los problemas. El propósito, desde este nivel, es rematrizar este tipo de vincularidad infantil interinstitucional, transformando la queja en un registro rea- lista de lo interno y de lo externo. Un taller, entonces, explícitamente facilita la activación de recursos internos personales y grupales, para ver qué puedo hacer yo por esto y cómo puedo o podemos enfrentar la difi- cultad externa. De lo contrario, se puede transferir este mode- lo de relación al taller y al coordinador del grupo. Entonces me tienen que resolver problemas de sueldos, horarios, etc., expectativas que obviamente serán frustradas, al menos desde este espacio que tiene otro propósito. Frases típicas pueden ser…: «Si no me resuelven el problema de sueldos, qué saco con relajarme, jugar y pasarlo bien»… Otro aspecto relevante es la diferenciación de la parte con el todo, ya que cuando existen estas tendencias regresivas infantiles, se tiende a un proceso perceptivo en que se confunde la parte con el todo. Esto implica que un problema particular y específico es consi- derado como la totalidad de la institución, tendiendo en ese momento a no identificar los aspectos positivos que ella pue- da tener. De hecho, he podido percibir que las empresas que están muy enfermas no solicitan este tipo de intervenciones, de manera que siempre existe un recurso en el adentro y en el afuera, desde donde se puede intencionar un cambio; el senti- do entonces de la intervención es abrirlo y facilitarlo. La integración de la reflexión institucional, es entonces la facilitación de recursos yoicos del grupo y de las personas para el reconocimiento de lo anterior. La integración del cuer- po y las emociones posibilitan la identificación de la realidad interna. El cuerpo y los afectos están presentes en la escena institucional, nos referimos al cuerpo y afectos personales e institucionales, como afecciones recíprocas que conforman un todo, un co-inconsciente grupal e institucional. El sufrimien- to corporal y emocional, con sus diversas manifestaciones, surge 213 La práctica del psicodrama como una exploración de los conflictos que van desde el afue- ra al adentro y luego del adentro al afuera. La escena inicial que es externalizada en la institución tiene una resonancia interna de la cual el sujeto se apropia. Posteriormente, el tra- bajo consiste en cómo aquella escena que se internaliza la puedo poner al servicio del cambio y del afuera y cuáles son los lími- tes para tal tarea. Por lo tanto si bien este trabajo no es psicoterapéutico, tiene bastante de clínica institucional, de hecho también se habla de psicología y psiquiatría insti- tucional. Tipos de técnicas aplicadas al psicodrama institucional En términos generales, las técnicas empleadas tienen re- lación con la búsqueda y resolución de la escena institucional. Las formas de operar para ello pueden ser las mismas descritas en el capítulo sobre psicodrama comunitario. El rol playing es un método pedagógico, como ya se dijo, y surge como parte del método de acción de Moreno, orienta- do a labores más psicoeducativas, que de exploración y profundización psicoterapéutica3. Útil, por lo tanto, en el en- trenamiento de líderes, cargos, funciones y tareas dentro de una empresa. Se orientan más a la educación y adecuación del rol profesional. Y como herramienta para trabajo grupal. Es interesante realizar un trabajo tipo viñetas, en donde se expo- nen conflictos, luego se distribuyen en la sala sociométri- camente, para elegir los personajes que son representantes de una díada o tríada de un conflicto. Debaten y luego se juntan de a dos, de a tres y dramatizan el juego de roles. A veces es bueno que haya un tercer o cuarto observador. Moreno crea el juego de roles junto con el psicodrama, como una forma de 3 López Barberá, Elisa, Población, Pablo. Introducción al rol playing pedagógico, 2000. 214 Gloria Reyes manejar la escena psicodramática en donde el campo de ope- raciones es más el rol que la persona4. El sociodrama es una forma de orientación y creación más grupal del conflicto, de la misma forma que el teatro espontáneo. Ambas técnicas ya han sido descritas en el capí- tulo de psicodrama comunitario. De la misma manera los jue- gos psicodramáticos sirven para impulsar climas de confian- za, respeto y desinhibición, así como trabajar temáticas espe- cíficas a reflexionar. Una forma interesante en que María Carmen Bello ma- neja la escena institucional, como diagnóstico e intervención, es que solicita tres escenas que les gustaría resolver y tres esce- nas que no les gustaría que ocurrieran5. Referente a las técnicas específicas, se sugieren diversos ejercicios como la ronda viva, que consiste en una variante de la inversión de roles llevada a cabo a nivel grupal, creada por Rojas Bermúdez. En ella se está debatiendo sobre un tema determinado, las personas están en círculo y el coordinador del grupo solicita que roten un puesto a la izquierda, desde ese momento tomarán la opinión y el personaje del compañe- ro que estaba a la izquierda. La idea es pasar por la mayor cantidad de compañeros posibles y el propósito de este ejerci- cio es promover la empatía grupal. Otro ejercicio que se puede utilizar es el biodrama. Por ejemplo, aquí se fija en un espacio escénico una línea de vida de la historia del grupo, en donde se van deteniendo mediante concretización de imágenes, soliloquios, dobles con yo auxi- liares externos, etc. Para realizar espejo en momentos clave, se puede ir sacando de a un miembro, para que vean la escultura o concretización de imágenes desde afuera. 4 Celsi Oriella Tasso. Diseño de un manual para la aplicación del jue- go de roles moreniano en la organización. Tesis para optar al título de psicólogo de la Universidad Católica de Chile, 1992. 5 Bello, María Carmen, y Campuzano, Mario. La psicoterapia de gru- po en las instituciones, 2004. 215 La práctica del psicodrama Para la exploración de escenas nucleares y latentes, se puede hacer un túnel del tiempo, que es mediante articulacio- nes de ideas y sensaciones, a partir de soliloquios del mismo grupo. Se van nombrando escenas clave, tipo asociación libre o a manera de multiplicación dramática. Los cojines y sillas son muy útiles, como objetos inter- mediarios, ya que pueden servir para agrupar conflictos, externalizarlos y a veces ordenarlos, en el adentro y el afuera, en las dificultades y los recursos. También se realiza el álbum de fotos, la proyección de futuro, etc. Un ejemplo de intervención institucional con psicodrama El ejemplo que aparece a continuación fue solicitadodesde un servicio de salud de una región del norte de Chile, específicamente un consultorio de salud mental que atendía depresiones y jóvenes adictos a estupefacientes. Estaban pre- sentando una serie de dificultades al nivel del equipo y un número considerables de licencias médicas. Habían cambiado en numerosas ocasiones de jefatura y las conflictivas seguían. Los detalles del lugar no los especifico, así como también cam- bié y mezclé alguna características con otras intervenciones que he realizado. De esta forma no es posible la identificación y preservo la confidencialidad. El encuadre y objetivos de la intervención son conver- sados con las autoridades del servicio y el grupo a intervenir. De esta manera quedaron claros para todos los actores involucrados en la decisión de la intervención los sentidos de ella. Posterior a esto, realizo una serie de diez talleres de psicodrama, en donde las técnicas más relevantes son el sociodrama y la sociometría. Consiste en un trabajo simul- táneo de diagnóstico y autocuidado en donde se exploraron una serie de temáticas, conflictos y recursos emergentes a ni- vel individual, grupal e institucional. Las características de 216 Gloria Reyes este método permitieron que surgieran aspectos inconscien- tes y latentes más allá de los contenidos manifiestos expresa- dos por los participantes del taller. Cada taller se llevó a cabo en base a las cinco etapas clási- cas del psicodrama. La primera corresponde a un encuadre de aceptación, respeto y confidencialidad en términos de identifi- cación de nombres y conflictivas de carácter personal de lo ver- tido en el taller mismo. La segunda es un caldeamiento, que implica preparación de un clima de confianza y cohesión grupal. Una tercera consistió en una fase expresiva, en la cual se realiza- ban mediante técnicas gráficas y/o corporales una exploración abierta y de asociación libre personal, para posteriormente rea- lizar una construcción colectiva de los contenidos emergentes manifiestos y latentes. El desarrollo de metáforas y la presencia de técnicas corporales permitieron la exteriorización y desblo- queo de conflictos, sin que fuera sentido como amenazante, ni revelador de temáticas personales para los participantes. Una cuarta fase fue el sharing, en donde se compartía a nivel simbó- lico otorgándole valor al lenguaje verbal, de manera de permi- tir la elaboración secundaria de los aspectos primarios expresa- dos en la fase anterior. Finalmente, se llevaba a cabo un cierre, en el cual cada miembro del grupo reflexionaba y expresaba, lo que obtenía de ese taller en concreto y cómo podía transfor- marse en un recurso interno y luego grupal. Síntomas laborales Se observaba una gestión deficiente, poco compromiso con los objetivos. Según la apreciación de las autoridades, se enjuiciaba como escasa calidad humana y profesional en ge- neral en el equipo. Si bien existían profesionales jóvenes altamente motiva- dos, vocacionalmente se observaba que en este lugar específi- co de trabajo las motivaciones decrecían y consecuentemente con ello el trabajo y el impacto en la misión institucional. La 217 La práctica del psicodrama función de la dirección estaba más centrada en el cumplimiento de disciplina y en mecanismos de control que en el compartir lineamientos técnicos. Tampoco se apreciaban líderes o con- ductores técnicos en el interior del equipo. El gremializar los conflictos, como un síntoma Existían conflictos transversales e históricos, que estaban presentes en las asociaciones gremiales de salud, como los sala- rios y los sistemas de turnos, dentro de otros. Sin embargo, en el Consultorio en que se realizó la presente intervención este conflicto se encontraba agudizado, existiendo una hipertrofia del poder sindical debido a una falencia del sistema de autori- dad específico de la institución. Lo anterior, fue generando una serie de mecanismos altamente perversos, tales como utiliza- ción de sumarios, anotaciones de deméritos, y acusaciones cru- zadas entre las distintas asociaciones gremiales, como formas de venganza, rivalidad y lucha de poder. También se daba un abuso de las facultades gremiales, como ausentarse en forma reiterada de las funciones y el desempeño de cargos, utilizando los poderes sindicales con propósitos de atenuar o anular san- ciones. Cabe mencionar acá que durante el taller no se habló de esto en forma directa. Se trabajó una escena que surgió desde ellos, que constituye una metáfora y a la vez un autodiagnóstico de lo mismo. Para ellos es una escena que les habla de la falta de unión y solidaridad. En ella van todos en un ómnibus, no quieren dar el asiento a los más desvalidos, se pelean por los espacios, no se escuchan. Todos reparan en que el chofer no interviene y tampoco mira para dónde va manejando… «de esa manera se pueden matar»... Cuando se les refleja esto les resuena profundamente... «Es como los niños»… dice alguien… «cuando uno no los dirige, se van para cualquier parte»…, «o sale la peor parte de nosotros». Refiere otro integrante del ta- ller… «Cuando la mamá no está los hermanos pelean». 218 Gloria Reyes Después de la escena anterior, cuando confronto que no son niños, les pregunto entonces que respuesta alternativa pueden generar. Se observaba que el grupo tenía una adecua- da capacidad de reflexión, insight y respuesta a la autocrítica, generando después de ello una salida creativa en un recurso interno. Aspecto que no lograban realizar al principio del ta- ller. Un auxiliar de enfermería menciona muy emocionado… «Tal vez necesitamos que nos reconozcan para valorar que podemos hacer cosas por nosotros mismos, tal vez tenemos que crecer»… Existe silencio y fuerte carga emotiva. Podemos interpretar acá que la tendencia a sindicalizar los conflictos es una respuesta infantil a una falta de dirección y también, por otra parte, adolescente a luchar con una autoridad poco clara, que oscila entre el «dejar ser» y «el autoritarismo». Los emergentes institucionales El último aspecto citado en el punto anterior tal vez es reflejado también desde las autoridades, en que se plantea la inquietud de la centralización del poder y el abandono de las regiones. Existen, al parecer, algunos funcionarios «que se sal- tan las autoridades intermedias». Menciono esto por que tal vez lo anterior es simplemen- te un emergente institucional que agudiza un conflicto, la fal- ta de autoridad y reglas claras a nivel regional y un excesivo autoritarismo a nivel central, generan durante la gestión una sensación de caos, ambivalencia y doble vínculo. Consecuente con la anterior, la dirección del Consultorio es percibida por los funcionarios como doble, pasivo-agresi- va, fría, autoritaria, poco reforzadora hacia su equipo de tra- bajo. No logra generar productos a mediano y largo plazo, ni crear soluciones compatibles con la misión institucional. No da lineamientos técnicos. Continuando con la metáfora de la escena, como decía uno de los integrantes del taller, «no se sabe para dónde va este ómnibus». Otra interesante escena que subraya lo mencionado fue 219 La práctica del psicodrama creada colectivamente y denominada por el grupo como… «¿quién se salva?»… En ella van todos en una canoa en un río muy correntoso, algunos se caen, deben seguir sustentado la canoa, si no se hunden, no saben para dónde van. Nueva- mente cuando el grupo es interpelado a buscar soluciones, las tienden a crear con sus propios recursos, contrariamente al autoconcepto presente al inicio del taller. Cuando se les mues- tra esto, se conmueven. Nuevamente plantean la necesidad de un espacio para mirarse ellos, no pueden seguir esperando que venga algo desde afuera. Los emergentes organizacionales Con relación a los cargos y tareas del equipo, no estaban claramente explicitados desde la autoridad. Si bien el tipo de trabajo de carácter comunitario que ellos realizan implica una cierta flexibilidad en el rol, se aprecia confusión y desmoti- vación reactiva. A lo anterior se le suma la existencia de