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La práctica del psicodrama
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Gloria Reyes
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La práctica del psicodrama
La práctica del psicodrama
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Gloria Reyes
RIL editores
bibliodiversidad
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La práctica del psicodrama
Gloria Reyes
La práctica del
psicodrama
6
Gloria Reyes
616.891 Reyes C., Gloria
R La práctica del psicodrama / Gloria Reyes
C. -- Santiago : RIL editores, 2007.
240 p. ; 21 cm.
ISBN: 978-956-284-537-3
1 PSICODRAMA. 2 DRAMA-USO TERAPÉUTICO.
La práctica del psicodrama
Primera edición: abirl de 2007
© Gloria Reyes C., 2007
Registro de Propiedad Intelectual
Nº 158.484
© RIL® editores, 2007
Alférez Real 1464
cp 750-0960, Providencia
Santiago de Chile
Tel. (56-2) 2238100 • Fax 2254269
ril@rileditores.com • www.rileditores.com
Composición e impresión: RIL® editores
Diseño de portada: Cristián Silva Labra
Diagramación: Paula Fernández
Impreso en Chile • Printed in Chile
ISBN 978-956-284-537-3
Derechos reservados.
7
La práctica del psicodrama
Índice
Prólogo .................................................................................. 15
Introducción ........................................................................... 17
Aplicaciones del psicodrama
Parte I: Psicodrama clínico
Capítulo I: Psicoterapia individual desde
la perspectiva psicodramática
Nominaciones de la psicoterapia individual desde
el psicodrama ....................................................................23
Visiones de la aplicación del psicodrama ................................24
en la psicoterapia individual ..................................................24
Características de la psicoterapia individual desde
el psicodrama ....................................................................26
Lo interaccional en la psicoterapia individual
psicodramática .................................................................. 27
El encuadre ............................................................................ 28
La primera entrevista ............................................................. 30
Fases de la psicoterapia individual desde el psicodrama ......... 32
Componentes de la psicoterapia individual
desde el Psicodrama .......................................................... 34
Contextos ............................................................................... 35
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Gloria Reyes
Áreas presentes en la psicoterapia ........................................... 37
Técnicas empleadas en psicoterapia psicodramática
individual .......................................................................... 40
Acerca del tratamiento y las resistencias a dramatizar ............ 43
Condiciones para un tratamiento bipersonal
psicodramático .................................................................. 45
Síntesis ................................................................................... 48
Caso clínico ........................................................................... 48
Capítulo II: Psicoterapia de pareja desde el psicodrama
Definición de pareja ............................................................... 53
Componentes de la pareja ...................................................... 55
Fases de la Pareja ................................................................... 56
La visión psicodramática en la psicoterapia de pareja ............ 57
Roles en la pareja ................................................................... 58
Modalidades para el logro de una homeostasis ....................... 59
Patologías de pareja ............................................................... 62
Motivos de consulta en la psicoterapia de pareja .................... 63
Técnicas empleadas en el diagnóstico y en la
psicoterapia de pareja ....................................................... 65
Alcances éticos de la psicoterapia de pareja ............................ 69
Un caso de complementariedad patológica ............................. 69
Capítulo III: Psicoterapia de familia desde el psicodrama
Característica del grupo familiar ............................................ 75
Influencias de diversas escuelas en la psicoterapia
de familia .......................................................................... 77
Etiopatogenia familiar desde el psicodrama ............................ 79
Diagnóstico familiar desde el psicodrama ............................... 80
Psicoterapia familiar desde el psicodrama .............................. 84
9
La práctica del psicodrama
Técnicas empleadas en psicodrama de familia ........................ 85
Una casuística familiar. Explorando una familia interna ......... 90
Capítulo IV: Psicoterapia de grupo desde el psicodrama
Antecedentes de Jacob Levy Moreno ....................................... 95
Antecedentes de otras psicoterapias grupales ........................... 96
Definición de psicoterapia de grupo ........................................ 98
Bases y principios de la psicoterapia de grupo ........................ 99
Sociometría .......................................................................... 101
Estructura de grupo .............................................................. 106
Procesos de grupo ................................................................. 108
Fases de la psicoterapia de grupo.......................................... 112
Encuadre de la psicoterapia de grupo ................................... 119
Ética de la psicoterapia de grupo .......................................... 123
Rol del terapeuta de grupo ................................................... 125
Esferas de aplicaciones ......................................................... 127
Categorías de los grupos ....................................................... 129
Relaciones entre el psicoanálisis y psicodrama:
aspectos centrales ............................................................ 131
Influencias y aportes desde el psicoanálisis ........................... 133
El proceso de psicoterapia grupal ......................................... 134
desde el psicoanálisis ............................................................ 134
Aspectos prácticos del trabajo grupal en psicodrama
psicoanalítico .................................................................. 139
Reflexiones y actualizaciones ............................................... 140
Caso clínico ......................................................................... 142
10
Gloria Reyes
Aplicaciones desde el psicodrama
Parte II: Psicodrama social
Capítulo V: Psicodrama comunitario
Convergencias entre psicodrama e intervención
comunitaria ..................................................................... 149
El método en el psicodrama comunitario .............................. 153
El trabajo de redes en la acción comunitaria ........................ 156
Las aplicaciones en el psicodrama comunitario .................... 158
El psicodrama comunitario en Latinoamérica ....................... 161
Algunas de las experiencias de psicodrama comunitario
en Chile .......................................................................... 164
Capítulo VI: Psicodrana en la educación
Definiciones del psicodrama en la educación y distinciones
con lo comunitario .......................................................... 171
El psicodrama y la educación, reflexiones epistemológicas ... 172
Ámbitos de aplicación del psicodrama en la educación ......... 175
Métodos empleados en psicodrama y educación ................... 177
Sociodrama educativo en los vínculos, afectos, corporalidad
y cognición ..................................................................... 178
El psicodrama en el proceso de aprendizaje .......................... 180
El psicodrama en los trastornos de aprendizaje ..................... 182
La creatividad como proceso de aprendizaje ......................... 184
El psicodrama en la formación y supervisión de psicoterapeutas
y educadores ...................................................................185
Un ejemplo de sociodrama educativo .................................... 188
11
La práctica del psicodrama
Capítulo VII: Psicodrama institucional
Definiciones del psicodrama institucional ............................. 205
Aspectos éticos del psicodrama institucional ......................... 206
Aportes conceptuales para el desarrollo del psicodrama
institucional .................................................................... 207
El método psicodramático en la institución ........................... 209
Tipos de técnicas aplicadas al psicodrama institucional ........ 213
Un ejemplo de intervención institucional con psicodrama ..... 215
Síntomas laborales ............................................................... 216
El gremializar los conflictos como un síntoma ...................... 217
Los emergentes institucionales .............................................. 218
Los emergentes organizacionales .......................................... 219
Los emergentes de la historia del grupo ................................ 222
Síntesis de la crónica de los talleres ...................................... 223
Bibliografía .......................................................................... 225
12
Gloria Reyes
13
La práctica del psicodrama
Para todas aquellas personas
 que han sido parte de mi experiencia
clínica
 y de talleres,
a ellas debo gran parte de lo aprendido
y vertido en este libro
14
Gloria Reyes
15
La práctica del psicodrama
Prólogo
Gloria Reyes fue irremediablemente tocada por el virus
moreniano de la creatividad. Esto es irreversible. Sus veinte
años de práctica clínica y comunitaria tuvieron como resulta-
do un libro sólido: psicodrama, paradigma, teoría y método,
publicado en el 2005. Allí reorganiza brillantemente los fun-
damentos teóricos del psicodrama de Moreno.
No contenta con ello, un año después, ella nos sorpren-
de con esta segunda publicación. Con sus años de experien-
cia, esta pionera de Chile continúa su trayectoria de escritora
psicodramatista y profesora, integrando rigurosidad y espon-
taneidad al mismo tiempo.
En este libro que tengo el orgullo de prologar, Gloria se
ocupa de sistematizar, las aplicaciones prácticas de psicodrama,
con ilustraciones clínicas que nos permiten no solo reflexionar,
sino también establecer un nexo entre la teoría y la práctica.
Ella nos muestra una ruta clara de la aplicaciones del
psicodrama, distribuyendo los capítulos en dos partes. En la
primera se dedica al estudio del psicodrama clínico, en sus
vertientes psicoterapéuticas, aplicadas al contexto individual,
de pareja, de familia y de grupo. Gloria se ocupa de las
conceptualizaciones y delimitaciones de la psicoterapia
psicodramática individual bipersonal en cuanto proceso, de
la caracterización del vínculo terapeuta paciente, del concep-
to de pareja, de los puntos de encuentro de la aplicación del
psicodrama de pareja y de familia con la teoría sistémica. Se-
ñala además indicaciones al método de trabajo de la psicote-
16
Gloria Reyes
rapia psicodramática de familia y de las relaciones entre la
psicoterapia de grupo y la sociometría, con la encrucijada en
que se encuentran entre la subjetividad e intersubjetividad.
En la segunda parte del libro, se dedica a las aplicaciones
no clínicas del psicodrama, destacando las diferencias entre el
trabajo comunitario, institucional y educacional. Subraya
además la importancia práctica de esta modalidad para el
psicodrama en América Latina. El psicodrama aplicado en la
educación es visto y revisado por Gloria dentro de una con-
cepción holística del ser humano, en que el proceso de apren-
dizaje no se desvincula nunca de la visión moreniana de la
creatividad. Un abordaje del psicodrama en la institución no
se limita a un manual de procedimientos. Muy por el contra-
rio, su metodología está fundada consistentemente en una lí-
nea maestra construida por la ética y por la cultura.
¿Precisa más aperitivo para tan elevado banquete? Res-
ponda el lector al terminar este bello libro.
Yo dije el año pasado que la Cordillera de Los Andes estaba
sonriendo por el primer libro de Gloria. Hoy yo diría que, más
que sonriendo, sus picos nevados nos están abrazando, en un
encuentro necesario y obligatorio que eleva el psicodrama a sus
alturas, con esta nueva publicación bendecida de Gloria Reyes.
Sergio Perazzo
São Paulo, 11 de noviembre de 2006
17
La práctica del psicodrama
Introducción
En mi primer libro «Psicodrama: paradigma, teoría y mé-
todo», he sistematizado y desarrollado los aspectos epistemo-
lógicos, teóricos, metodológicos y técnicos del psicodrama,
intentando llevar a cabo una integración de lo esencial
moreniano, con los posteriores psicodramatistas que han ido
desarrollando, ampliando y diversificando el psicodrama
moreniano.
Este libro «La práctica del psicodrama», pretende ser una
continuidad del anteriormente mencionado, ya que sistematiza,
reflexiona y ejemplifica los alcances prácticos de la disciplina,
en sus diversos ámbitos de aplicación.
En el sentido anterior, un elemento que transverzaliza
ambos libros es el captar la esencia de Moreno y ponerla al
servicio de lo que Dalmiro Bustos plantea: una propuesta para
ser re inventada en cada momento, no un procedimiento rígi-
do para ser imitado. Los componentes de la escenificación en
el primer libro son los diversos aportes de los psicodramatistas
más connotados. En el segundo, las personas, pacientes y par-
ticipantes de intervenciones psicodramáticas que, desde su
praxis, me permitieron seguir profundizando y reinventando
el método psicodramático de Moreno. Por esa razón dedico a
ellos mis agradecimientos.
Es así como este libro desarrolla los aspectos teóricos y
metodológicos de las aplicaciones del psicodrama en el ámbi-
to clínico y social. Un aspecto relevante del psicodrama es
precisamente su capacidad para ser una herramienta de traba-
jo poderosamente efectiva y eficiente, que puede ser empleada
tanto con propósitos psicoterapéuticos, con individuos, pare-
18
Gloria Reyes
jas, familias y grupos, como con objetivos psicoeducativos en
el nivel comunitario, educacional e institucional. En cualquiera
de los ámbitos mencionados, los espacios y tiempos, a ser ex-
plorados e intervenidos por el método psicodramático y sus
niveles de profundidad, son co construidos y decididos tanto
por quien dirige el método como por quien lo protagoniza.
Con relación a lo clínico, el psicodrama ha sido amplia-
mente conocido en su versión de aplicación grupal, y en gene-
ral no ha sido muy difundido en sus posibilidades de trabajo
psicoterapéutico con individuos, parejas y familias. Cabe des-
tacar que la flexibilidad y amplitud de la técnica permite des-
pliegues infinitos de intervención para trabajo con todo tipo
de pacientes y grupos etáreos. En este sentido, uno de mis
propósitos es que, a partir de este libro, podamos desmitificar
que la psicoterapia psicodramática tiene relación solo con el
trabajo de extraversión, poseyendo, por el contrario, formas
de utilización de sus herramientas en modalidades más
introvertidas e íntimas, dependiendo la características de los
pacientes y obviamente de los terapeutas.
Por otra parte la plasticidad de la técnica lo hace adapta-
ble a objetivos de trabajos comunitarios, optimización de pro-
cesos de educación e intervenciones institucionales, en la línea
del autocuidado, asesorías de trabajos de equipo, en el plano
de la resolución de algún conflicto, optimización de los meca-
nismos de comunicación-organización y en prácticas grupales
e institucionales más saludables.
Quiero compartir la experiencia de haber trabajado años
en el ámbito público-macro y también años en el ámbito
psicoterapéutico más íntimo y privado. Esto me ha permitido
la integración de una mirada entre lo social y lo clínico, apuesta
central de Moreno. En este sentido, lo que comparto en este
libro, es fruto de dicha integración, además de años de expe-
riencia profesional en clínica, docencia y supervisiónde pa-
cientes.
También cabe destacar que este enfoque en la historia ha
19
La práctica del psicodrama
estado bastante ausente de los espacios académicos formales.
En este aspecto particular quisiera referirme a mi país, Chile,
en donde el psicodrama ha estado creciendo paulatinamente
y con fuerza en espacios de pre y post grado, en donde me ha
tocado realizar actividades de docencia, investigación y pu-
blicaciones; y en donde el psicodrama ha desarrollado un apor-
te importante en labores formadoras e innovadoras de la psi-
coterapia, teniendo en este sentido un cada vez mayor re-
conocimiento.
Finalmente, este libro es el resultado de años de postítulo
formando psicoterapeutas, que incluso proviniendo de dife-
rentes modelos, han encontrado en el psicodrama la síntesis
entre profundidad y herramienta útil y efectiva de trabajo, lo
que ha adquirido un real significado en una comunidad con
requerimientos urgentes en el abordaje de la salud mental. De
esta forma el psicodrama se inserta en forma óptima en un
modelo de salud, que sin excluir la mirada médica, considera
los contextos sociales y las heridas históricas, por un lado, y,
por otro, la creencia de que los seres humanos y los grupos no
son solo portadores de conflictos y enfermedades, sino que
también poseen la potencia y la búsqueda de la resolución de
sus propias dificultades.
20
Gloria Reyes
21
La práctica del psicodrama
Aplicaciones del psicodrama
Parte I:
Psicodrama clínico
22
Gloria Reyes
23
La práctica del psicodrama
Capítulo I
Psicoterapia individual desde la
perspectiva psicodramática
Nominaciones de la psicoterapia individual
desde el psicodrama
Han existido diversas nominaciones para el psicodrama
aplicado o dirigido hacia una persona. Principalmente, de-
pendiendo de si está realizado con yo auxiliares que acompa-
ñan al terapeuta o no, es que se denomina psicodrama indivi-
dual pluripersonal o psicodrama bipersonal, respectivamente.
Por estar el origen del método psicodramático en el con-
texto grupal, imaginar su aplicación individual cuesta trabajo.
Incluso fue así para su creador, Jacob Levy Moreno. Esto ha
hecho pensar en la necesidad de yo auxiliares y en los riesgos de
realizarla sin la presencia de ellos. De la misma manera, la reco-
mendación de la presencia de la co-terapia es discutida por otras
corrientes psicoterapéuticas, en el sentido de cautelar y regular
la necesaria intimidad en conjunto con el requerimiento de no
involucrarse perdiendo límites con los conflictos del paciente.
Hablar de psicodrama bipersonal es una forma de subra-
yar el hecho de que existen solo dos personas1. Por razones
prácticas, no siempre es aplicable la presencia de yo auxilia-
res. Sé de numerosos psicodramatistas, dentro de los cuales
me incluyo, que realizan psicoterapia individual con psico-
drama y sin la presencia de yo auxiliares formados, obtenien-
do bueno resultados.
1 Bustos Dalmiro M., Psicoterapia psicodramática, 1990.
24
Gloria Reyes
Pienso, por lo tanto, que en la actualidad la realidad es
que los psicodramatistas, al menos la mayoría, ejercemos la
clínica psicoterapéutica individual con los mismos recursos
con los que clásicamente han ejercido nuestros colegas desde
otros paradigmas.
Por la razón anterior, me tomaré la libertad en este capí-
tulo de denominar a esta modalidad psicoterapéutica simple-
mente como lo hago siempre, ya sea con mis pacientes o con
mis alumnos. Me referiré entonces a la aplicación del psico-
drama en el contexto de la psicoterapia individual como «psi-
coterapia psicodramática individual».
Visiones de la aplicación del psicodrama
en la psicoterapia individual
La concepción original de Jacob Levy Moreno desesti-
maba la psicoterapia individual, puesto que su crítica y sensa-
ción predominante emanaba de una oposición al psicoanáli-
sis freudiano, criticando la tendencia de este a enfatizar en la
dinámica intrapsíquica, además de asociarla con una psiquia-
tría clásica, propia del modelo médico. En este sentido el eje
de la propuesta de Moreno era la introducción de una temáti-
ca más social en la salud mental, en contraposición con una
mirada más desde el individuo enfermo.
Otro fundamento que hacía que Moreno desechara en
un comienzo la psicoterapia individual, a lo que se le suma
posteriormente Silva Días, es la supuesta indefensión en la
que quedan tanto terapeutas como pacientes en un vínculo
bipersonal2. Según este fundamento esta situación deja al vín-
culo terapéutico más vulnerable a una situación regresiva y de
extrema dependencia.
Así como Moreno y Silva Días han argumentado en la
literatura en contra de la psicoterapia individual, otros auto-
2 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999.
25
La práctica del psicodrama
res psicodramatistas destacados la defienden. Este es el caso
de Dalmiro Bustos, Sergio Perazzo, Rosa Cukier, Ernesto
Fonseca y Teodoro Herranz. No obstante, cabe destacar que
si bien Moreno plantea críticas en la bibliografía en relación
con este tema, no ocurre lo mismo a nivel de su praxis, ya que
en ella podemos apreciar que el creador del psicodrama ejerce
también esta forma de psicoterapia.
Con relación a los argumentos planteados por Moreno
en contra de la psicoterapia individual, creo que es importan-
te mencionar lo siguiente.
En primer lugar, la mirada social referente a la salud
mental no necesariamente se puede introducir en forma ex-
clusiva en una situación psicoterapéutica grupal, sino tam-
bién en un trabajo bipersonal. En este sentido, lo que importa
es la mirada que yo tengo, como terapeuta, frente a un sujeto
o a un grupo de sujetos. Sus conflictos, enfermedades, recur-
sos y posibilidades de curación los comprendo desde una di-
námica interaccional o desde un aspecto lineal de causa y efec-
to, de la misma manera que lo hace un médico con un pacien-
te aislado. Puedo estar con una sola persona en la consulta,
pero desde su mundo interno surgen personajes y un modelo
interaccional, familiar y social. Entonces, la mirada puede o
no ser igualmente social, más allá del número de individuos
que tengo al frente.
En segundo lugar, he experimentado que la situación
grupal, en general, propende a crear una relación marca-
damente más regresiva que el modelo bipersonal. Al parecer
la situación grupal recrea con mayor facilidad los modelos
vinculares primarios propios de la matriz de identidad y de la
matriz familiar. En la medida en que se avanza en la psicote-
rapia grupal, suele producirse una abreacción de conflictos
bastantes más inconscientes e infantiles. Desde acá, por lo tan-
to, el terapeuta está bastante más vulnerable a transferencias
propias de las fases infantiles, en composición con lo que pue-
de ocurrir en una situación bipersonal.
26
Gloria Reyes
Características de la psicoterapia individual
desde el psicodrama
Podemos entonces plantear que una de las características
de la psicoterapia psicodramática individual es el estar cen-
trada en dos personas, como suele ocurrir en la realidad, esto
implica ausencia de yo auxiliares. En este caso las dinámicas
vinculares y transferenciales son colocadas exclusivamente en
este complejo vínculo binario.
Lo que por lo tanto acontece, en términos de riesgo, es lo
que ocurre con cualquier psicoterapia en la que se encuentran
dos personas, sea de cualquier paradigma y es el hecho real de
que no hay terceros que contrasten visiones y cotejen acuer-
dos o desacuerdos entre terapeuta y paciente.
En este aspecto, se torna relevante, desde el punto de
vista técnico y ético, que el terapeuta enfatice el tema de la
co-construcción de los contenidos emergentes tanto verbales
señalados e interpretados, como también dramatizados, de
manera de no inducir en el paciente aspectos tal vez no senti-
dos profundamente, pero sí aprobados desde una necesidad
de congraciarse con el «experto». También hay que conside-
rar la inseguridad frecuente con la que los pacientes llegan a
consultar, por estar pasando por un momento de angustia,
que los puededejar en una situación de más dependencia y
vulnerabilidad. Dada la imagen social tradicional de terapeu-
ta que circula habitualmente, el poder tiende a concentrarse
fuerte y peligrosamente en este polo del vínculo. Es por esta
razón que los elementos señalados e interpretados, al paciente
se deben plantear de manera hipotética.
La psicoterapia individual siempre ha sido más fuerte-
mente asociada con la idea de un proceso más largo, compa-
rativamente con lo que suele ocurrir con una psicoterapia de
grupo. Significa que en la práctica tiende a ser de más prolon-
gada duración. En este aspecto, los contenidos que un pacien-
te traiga a sesión están relacionados con dos temáticas: una
transversal, asociada con lo ocurrido en la actualidad y con la
27
La práctica del psicodrama
contingencia, y otra procesal que está más relacionada con la
historia del vínculo terapéutico. Ambas se relacionan con el
sentido y propósito de la psicoterapia. Se va produciendo,
entonces, una apertura en capas espirales cada vez más pro-
fundas. Por ello el psicoterapeuta debe estar atento a tomar
tanto los aspectos transversales como los longitudinales. Este
último es el hilo conductor del proceso terapéutico. En gene-
ral los contenidos transversales están más enfatizados en las
psicoterapias focalizadas y breves; en cambio los longitudinales
en las transferencias y profundizaciones inherentes a las
psicoterapias más largas.
Lo interaccional en la psicoterapia individual
psicodramática
Siempre creo, como lo dije en mi libro Psicodrama: para-
digma, teoría y método, que lo esencial del psicodrama es el
despliegue de aspectos interaccionales que trasciendan e in-
cluyan a la vez la mera palabra. En este aspecto el despliegue
de fantasías inconscientes y latentes, que no están presentes
en el discurso inicial del paciente, es el verdadero propósito e
instrumento de la técnica curativa y su poder desbloqueador.
El espacio en donde esto ocurre, entonces, no es lo esencial.
Puede ser el interno imaginario, una hoja en blanco, un espa-
cio escénico, un cojín o silla, un territorio del cuerpo, etc.
Con todo esto lo central y coherente con el paradigma psicodra-
mático es adecuar la técnica a las necesidades y características
del paciente y no al revés3.
En este aspecto el primer momento, dentro de la psicote-
rapia individual, prepara el vínculo y las condiciones para que
el terapeuta sondee la mejor manera a través de la cual surjan
en el espacio las fantasías, los conflictos y también los recur-
sos de la persona.
3 Reyes Gloria, Psicodrama, paradigma, teoría y método, 2005.
28
Gloria Reyes
Van surgiendo entonces las emociones, los personajes, las
sensaciones, con las que el paciente comienza a relacionarse y
a mirar, casi como si fuese un autodrama, en donde el tera-
peuta acompaña, sin perder la necesaria distancia y cuidando
de no perderse en los límites del otro. No existe ningún terce-
ro que denuncie cautele o avise de esta posibilidad, de tal ma-
nera, que se debe poner especial énfasis en esto.
En base a lo anterior, la realidad que es el espacio de
intervención psicoterapéutica está construida por la propia
subjetividad del paciente. Pero básicamente está la teoría del
encuentro, la teoría del yo-tú. Desde ahí es imposible que no
esté presente la subjetividad del terapeuta. Inevitable no
conmoverse y, por lo tanto, que esa conmoción, no condicio-
ne que yo como terapeuta me detenga en algún espacio o mo-
mento, o me sobresalga algún contenido más que otro y que
en esto no influya mi historia y mi ideología. Es así como se
construye el entretejido de temáticas emergentes que se van
constituyendo en el espacio terapéutico interpersonal.
El encuadre
Siempre, en todo contrato psicoterapéutico, debe existir una
participación de dos. No importa que ese otro sea alguien que
provisoriamente esté en condiciones precarias para contraer cons-
cientemente un acuerdo. Pienso que entonces la primera labor
del terapeuta es establecer un encuentro que posibilite la
explicitación de propósitos factibles y honestos para ambos, en
relación con para qué y cómo estamos juntos. De lo contrario,
quiere decir que la persona no está en condiciones aún de iniciar
psicoterapia. Puede requerir entonces otro tipo de atención
asistencial, como medicamentos, intervención psicosocial, jurí-
dica, u otra, que pueda ser requisito previo para la psicoterapia.
Una vez llegado al acuerdo anterior, se especifican las re-
glas, referente a la asistencia, puntualidad, pagos, confiden-
cialidad terapéutica, etc. El paciente debe tener la libertad para
29
La práctica del psicodrama
establecer distancia, cómo sentarse, qué hacer. Obviamente
no debe dañar ni el espacio de consulta ni al terapeuta.
Cuando se funciona sin yo auxiliares, existen objetos
intermediarios, como sillas, cojines, títeres, etc. Además debe
existir un espacio amplio, con temperatura y ventilación ade-
cuadas, sin distracciones y con la necesaria intimidad.
La duración de la sesión suele ser de una hora u hora y
media; la frecuencia puede ser semanal o de dos veces a la sema-
na. Las psicoterapias pueden ser en bloques acotados con un
determinado número de sesiones con un objetivo focalizado acor-
dado con el paciente, o puede ser indefinida, apuntando más
que a un solo objetivo a una temática general o estructural4.
Desde el punto de vista del tiempo y del espacio, las con-
diciones señaladas son las ideales. No obstante cabe destacar
que existen realidades asistenciales del sector público que son
muy diferentes, ya sea por infraestructura o espacio. Referen-
te al tiempo, a veces los psicólogos son requeridos para fun-
cionar media hora por sesión y no más de 6 sesiones por pa-
ciente. De manera que allí las condiciones se deben readecuar,
aún reconociendo que no son las óptimas. Obviamente, es
necesario plantear en ese caso la modalidad en bloque por
sesiones con objetivos muy específicos acordados entre tera-
peuta y paciente. En este caso funcionaría la modalidad de
intervención en crisis.
Por otra parte, un aspecto que todo terapeuta debe re-
cordar es que, a pesar de la bilateralidad y co-construcción de
los mecanismos vinculares y de los contenidos surgidos en la
psicoterapia, los roles son asimétricos. En este sentido el tera-
peuta posee responsabilidades profesionales y éticas hacia su
paciente, que no son recíprocas. Esto debe ser recordado prin-
cipalmente en el caso de información confidencial, ya que el
terapeuta debe guardar secreto profesional hacia su paciente,
pero no al revés. De manera que en caso de que el terapeuta le
comparta a su paciente algo de sí mismo, debe ser con la res-
4 Rojas Bermúdez, Jaime, Teoría y técnicas psicodramáticas, 1997.
30
Gloria Reyes
ponsabilidad y cautela necesarias. De lo contrario desprotege
a su paciente, al vínculo terapéutico y a sí mismo.
Con relación a lo anterior, la única información que al tera-
peuta no se le exige guardar es aquella que le transmita su pa-
ciente en la cual esté involucrada la integridad vital de él mismo
o de terceros. Esto es importante comunicarlo en caso de adoles-
centes. También es relevante tomarlo en consideración si se nos
comunica maltrato o abuso a menores o personas indefensas.
La primera entrevista
Es durante esta primera instancia en donde suele estable-
cerse el contrato terapéutico. El eje es señalar con claridad el
objetivo: ¿Por qué vino la persona? ¿En que y cómo la puedo
yo ayudar?
Con relación al qué, es importante acoger y validar su
motivo de consulta, incluso independientemente de que des-
pués tengamos que decirle con mucha claridad si podemos o
no ayudar en lo que necesita. Una vez establecido el acuerdo
vemos el cómo. Las reglas claras en cuanto a tiempos, espacio,
pagos, pueden ser variadas. He visto a terapeutas funcionando
con distintas formas o setting, pero creo que lo que es realmen-
te relevante es la claridad y la recíproca aceptación del cómo.
Las razones por las que puedo no atender a un paciente
pueden ser muy diversas, desde crucede roles –por ejemplo aten-
der a un alumno–, aspectos de la historia del terapeuta que él
mismo sienta o evalúe que no tenga resueltas, o también que
aprecie que la temática que haya que trabajar no sea algo de su
especialidad, etc. La elección terapeuta y paciente en cierta for-
ma es recíproca, es un acontecimiento sociométrico, que debe
ser conducido por lo tanto télicamente. Si sentimos que pode-
mos trabajar juntos, la elección es recíproca, los criterios de
elección están claros y explícitos y estamos de acuerdo en el
qué y en el cómo, entonces podemos comenzar. Esa elección
sociométrica ocurre realmente en la primera entrevista. Es en
31
La práctica del psicodrama
cierto sentido el status nascendi y el locus, de lo que ocurrirá en
la psicoterapia5. Para todo lo anterior son cruciales la ética, la
vivencia, la postura, la experiencia y el talento del terapeuta.
También es básica la adecuación del lenguaje y el reconoci-
miento de los códigos valóricos y culturales del paciente, ya
que facilitan la comunicación y por ende la comprensión recí-
proca. Además, esto último le otorga un contexto y un sentido
específico a la sintomatología o conflicto que trae.
Un tema ya mencionado es el acoger el motivo de con-
sulta. Es relevante reflexionar acerca de qué implica esto ver-
daderamente. Acoger no quiere decir siempre resolver. Por ejem-
plo, yo puedo empatizar con el sufrimiento de alguien que
acaba de descubrir que tiene un cáncer, puedo acompañar pro-
fundamente su dolor, pero no puedo ofrecer, ni menos garan-
tizar, que a partir de la psicoterapia podrá mejorar del cáncer,
aunque la persona en cuestión así me lo solicite y además ex-
prese alta sensibilidad a las dinámicas psicológicas que pue-
den haber generado esta dolencia. Debo ser explícita y clara
en qué aspectos puedo y en cuales no puedo ayudar. También,
muchas veces, acompañar no es lo mismo que simpatizar. Pon-
go un ejemplo extremo: ¿Qué me ocurre con alguien que está
siendo maltratador o abusador? ¿Cómo manejo este tema?
¿Logro conectarme y empatizar con las dinámicas de dolor,
horror y desamparo que hay detrás del maltrato? ¿Logro des-
de ahí visualizar si el otro tiene efectivamente ganas y posibi-
lidades de cambiar? ¿Qué hago en cada uno de los dos casos?
Lo que la persona explicita como motivo de consulta la
gran mayoría de las veces es la demanda manifiesta, que conlle-
va una serie de dolores y conflictos latentes. Durante la primera
entrevista, o las dos primeras, a lo que llegamos es a develar con
el otro esa demanda real, más allá de su forma. Resulta parti-
cularmente útil para ello el método del átomo social y la forma
en que lo emplean Jaime Winkler y María Carmen Bello6. Es
5 De Alentar, Leida, Primera entrevista en psicodrama, 1999.
6 Winkler, Jaime, Psicodrama y otras psicoterapias, 2000.
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Gloria Reyes
una forma de resignificar con el otro el motivo de consulta y
construir juntos un propósito de trabajo.
Finalmente las resistencias y temores naturales, que a ve-
ces pueden estar presentes en la primera sesión, deben ser aco-
gidos, no enjuiciados. Existe entre los psicoterapeutas una ten-
dencia general a menospreciar las resistencias y, por lo tanto
manifiestan desagrado y a veces hasta enojo cuando estas se
expresan, pudiendo caer en el error de comenzar una lucha
enconada en contra, ellas. Por el contrario, observo frecuente-
mente en la consulta que con solo escucharlas y no enjuiciar-
las, el paciente se tranquiliza bastante. Posteriormente, ade-
más, es poder profundizar con la misma actitud de no juicio,
qué es lo que existe más allá de estos miedos, para también
validarlo y aceptarlo. Lo miedos siempre tienen un propósito
sano de subsistencia. Lo que hay que ir corrigiendo a través
del tele es que el entorno en el que se manifiestan no siempre
es el adecuado. Averiguar eso al paciente le puede tomar su
tiempo, solo hay que acompañarlo y ayudarlo. Me he encon-
trado con la sorpresa de que los pacientes que manifiestan
más resistencias al principio, son los que poseen más después
apego al tratamiento y posibilidades de profundizar más rá-
pido.
Fases de la psicoterapia individual
desde el psicodrama
Las fases en la psicoterapia individual son las mismas
planteadas en general para el psicodrama: el caldeamiento, la
dramatización y el sharing. Sin embargo asumen distintas for-
mas y diferentes ritmos, de acuerdo con las necesidades del
paciente en particular.
El caldeamiento es la fase de preparación, en que ambos,
terapeuta y paciente, entran paulatinamente en un estado dis-
tinto del vínculo, se aproxima una intimidad y una posibili-
dad de contención. En su período inespecífico, comienza des-
33
La práctica del psicodrama
de el momento del saludo, cuando se va a buscar al paciente a
la sala de espera. Existe ahí una serie de códigos no verbales
recíprocos, que ya están generando condiciones y anunciando
la sesión que ocurrirá. Puede haber intercambios coloquiales,
que más allá del contenido tienen el mismo sentido. En su
período específico, el caldeamiento en sesión individual pue-
de continuar desde el diálogo verbal, en donde aparece el con-
tenido emergente, que puede ser algo transversal de la semana
o del proceso longitudinal histórico de la terapia, como algo
que se activó desde las sesiones pasadas. También puede ser
un cerrar los ojos, conectarse con el cuerpo, una sensación o
una emoción y obtener desde allí el emergente.
La fase de dramatización suele tener menos tiempo que lo
que ocurre en la sesión grupal. Por esta razón es solo ocasional
que transcurra una escena con una respectiva dramatización
completa en el transcurso de una sola sesión. Lo que entonces
suele ocurrir es una amplificación dramática de sectores de una
escena o de un sueño en que se focalizan conflictos y se drama-
tizan. Ocurren muchas inversiones de roles, emergencia y cons-
trucción de personajes, diálogos con el cuerpo, con sensaciones
y emociones. Creo que en esta fase es importante acompañar al
paciente dentro de la escena y también ayudarlo a mirar desde
afuera. De esta manera se va posibilitando no solo la catarsis,
sino también la resignificación y rematrización.
Por último, está la fase del sharing. Inevitablemente com-
paro cada una de estas fases con la sesión de grupo, pues su
diferenciación fue realizada por Moreno a partir del método
con los grupos. En la sesión individual, el tiempo para el sharing
puede ser notoriamente más breve que el que se da en la sesión
grupal. Por esta razón uno puede destinar en la próxima sesión
el tiempo que estime necesario para continuar con el compartir.
El sharing tiene una función más elaborativa, que es poner en
proceso secundario lo primario de la escena o de los personajes.
Aquí la persona simboliza, «lenguajea». Le pone palabras y
ordena en conjunto con su terapeuta lo que vivenció. Percibe
sus matrices y los costos que paga por sus modelos vinculares.
34
Gloria Reyes
Para qué le sirven y para qué no. Muchas veces la persona tiene
un insight dramático a partir y dentro de la escena, pero requie-
re más tiempo y ayuda para establecer el nexo, que le permita
asociar esto con las distintas áreas concretas de su vida y lo que
le puede estar ocurriendo ahora. Creo que aquí cabe destacar la
responsabilidad de la psicoterapia de mejorar la calidad de vida
del paciente, de disminuir las cuotas de dolor innecesario. En el
sharing cobra sentido que la exploración en el inconsciente no
sea un mero «bucear voyeurista», sino que pueda tener un im-
pacto que beneficie la vida del paciente.
Respecto de los tiempos y ritmos de las fases en psicote-
rapia individual, es importante establecer que es el paciente el
que va marcando el ritmo. Una dramatización intensa a veces
puede requerir muchas sesiones de sharing elaborativo.
Componentes de la Psicoterapia Individual
desde el Psicodrama
En la psicoterapia individual psicodramática, aparecen
algunos de los componentes clásicos que siempre se definen
como propios del psicodrama. Estos son el director, el prota-gonista y la escena. En este caso, solo ocasionalmente están
los yo auxiliares, pero como ya lo dije, no es lo que suele
ocurrir realmente. Tampoco obviamente está el público, ya
que ello implica la presencia de un grupo.
Con relación al director, corresponde al terapeuta y tiene
las funciones que de alguna manera ya han sido transversalmente
descritas en los diferentes puntos de este capítulo. Es estar,
contener, sostener, aceptar, no inducir antes de tiempo; es sigi-
lo, silencio, espera, mantenerse un poco atrás. Pero, a la vez,
es dirigir, confrontar, ir adelante, mostrar, interpretar, propo-
ner, estimular. Es finalmente compartir, acompañar, estar de
yo a tú, co-construyendo. Estos tres momentos de la psicote-
rapia van intercambiándose de manera oscilante y rítmica,
dependiendo del timing y del proceso en que se esté.
35
La práctica del psicodrama
Referente al protagonista, es el paciente. Así como el di-
rector pone la vasija, el protagonista coloca el contenido con el
que esta vasija se llena. Es él quien despliega su subjetividad, su
mundo interno, sus fantasías, sus relaciones. En él están por lo
tanto centrados los propósitos terapéuticos. Sin embargo la
forma de esta vasija depende fundamentalmente del terapeuta.
Finalmente, respecto de la escena, es el dispositivo tera-
péutico central del psicodrama, en el que emergen los conteni-
dos que no están atrapados en el mundo verbal. Es importante
que esté al servicio de los propósitos terapéuticos y no al revés.
Contextos
A través de cada contenido que una persona nos trae,
independientemente que si este es un conflicto o un recurso,
es algo que lo aqueja o lo hace feliz, hay en ello simultánea-
mente una convergencia de aspectos sociales-culturales, grupal-
institucionales e individuales-biográficos. Desde el método
psicodramático siempre están presentes en la mirada del tera-
peuta las tres dimensiones. En qué me detengo va a depender
de las necesidades del proceso terapéutico en ese momento. Se
puede enfatizar en uno de los tres aspectos, no obstante
cautelar la no escisión de los otros. El ser humano es un ser
sano, en tanto asume su contexto interaccional.
El contexto social está referido a todos los elementos his-
tóricos sociales y culturales que sean parte de la socialización
del sujeto y que estén ocurriendo en ese momento. El nivel de
comunicaciones de la sociedad moderna hace que este contex-
to sea cada vez más amplio y bombardeado por la globalización
mundial. Por ejemplo, durante la fecha en que explotaron las
Torres Gemelas, muchos de los pacientes que llegaron esa se-
mana a la consulta, en Santiago de Chile, traían contenidos de
alta persecución y violencia. De la misma manera, otro ejemplo
ocurre cuando sale presidenta la primera mujer en nuestro país,
Michelle Bachelet. Ocurre en la consulta esta vez mucha emer-
36
Gloria Reyes
gencia de contenidos relacionados con problemáticas de géne-
ro y los cambios que se están viviendo de hace ya varios años en
los roles sociales asociados con lo femenino y lo masculino. Es
importante en la intervención terapéutica la consideración de
que los conflictos que aparecen en la persona tienen en su sur-
gimiento o exacerbación una placenta social, que le da sentido.
El contexto grupal, en el ámbito de la psicoterapia indi-
vidual, tiene relación con los grupos de pertenencia y referen-
cia en los que esté inserto nuestro paciente: el grupo familiar,
el trabajo o institución a la que pertenezca, los grupos ideoló-
gicos, políticos, etc. Aparecen con claridad mandatos familia-
res o transgeneracionales, muchas veces inconscientes en la di-
námica conflictiva y que solo emergen en el espacio terapéuti-
co. Recuerdo una paciente cuya ascendencia matrilineal com-
pleta poseía antecedentes de violencia y alcoholismo de parte
del varón y agresión pasiva y anulación hacia los hombres por
parte de la mujer. En una exploración psicodramática, apare-
ce una tatarabuela mapuche, que se había casado con un
«huinca» –de descendencia española–, quien le habría prohi-
bido seguir ejerciendo sus funciones de «machi». En la cultu-
ra mapuche, ser machi es una atribución chamánica impor-
tante otorgada por los dioses solamente. Es una revelación
que ocurre mediante los sueños, e implica que la mujer que
recibe esta revelación debe ser curandera de su tribu y una
especie de guía espiritual, para lo que debe prepararse. De
manera que no es de menor importancia para alguien de esta
cultura negarse a seguir ejerciendo estas funciones. Especí-
ficamente en esta paciente se devela la dificultad de poder ser
feliz con su pareja actual, debido al mandato de vengar a su
tatarabuela, a través de su pareja, mandato que al parecer en
cierto sentido habrían sufrido su madre, su abuela y su bis-
abuela. Logra simbólicamente reinvindicar internamente el
poder de su abuela, pero no hacerse cargo de algo que no era
propio. Experimenta después de esto bastante alivio, además
de una mejora significativa en su relación de pareja.
El contexto individual es la especificidad de cada persona,
37
La práctica del psicodrama
sus condiciones genéticas, pulsionales, energéticas, que influ-
yen en que lo social y grupal asuman una manera particular.
Aquí nos enfrentamos con la maravilla de la individualidad,
que hace que dos personas frente a contextos culturales y fami-
liares muy similares o frente a una biografía casi idéntica sean
muy distintas. Esto es lo que hace relativizar las explicaciones
causalísticas y lineales para las problemáticas psicológicas. En
la clínica individual, nos encontramos con la sorpresa, con el
misterio de la vida y del ser humano, lo que lo hace impredeci-
ble. Eso que nos rompe los esquemas de las teorías psicologistas
y nos hace difícil explicar muchas cosas, nos lleva a ser humil-
des y a entender que el universo en el que verdaderamente inter-
venimos es mínimo. Desde la psicoterapia se pueden articular
muchos cambios, por que lo que en definitiva estamos hacien-
do es limpiar aquellos obstáculos que bloquean la espontanei-
dad y creatividad del ser humano. Sin embargo, el universo de
intervención sigue siendo mínimo.
Áreas presentes en la psicoterapia
La concepción de tiempo que tenía Moreno, influida por
Bergson, se resume en la siguiente frase del segundo autor: «El
presente es el pasado que será». Si llevamos esto al momento
terapéutico, al aquí y ahora psicodramático implica asumir
que en el presente está la historia del sujeto y también a partir
de ahí tenemos un pronóstico de su futuro. La intervención
psicoterapéutica nos permite la síntesis, la integración y el equi-
librio de estos puntos. Al acompañar un acto psicodramático,
vemos una historia que se actualiza y un futuro que se proyec-
ta. Si intentamos o permitimos que el paciente se quede dete-
nido quejándose de un pasado que ya no fue, corremos el
riesgo de quedar fijados como estatua de sal. La historia es
entonces una justificación, un salvoconducto que perpetúa la
matriz y rigidiza la modalidad vincular. Si nos concentramos
en un futuro que no existe, nos angustiamos en un devenir
38
Gloria Reyes
que no está realmente en nuestras manos. El evitar esta inte-
gración puede constituirse en un acto defensivo, que impida
el avance terapéutico. Por ejemplo, un paciente que viene solo
a hablar de su pasado y a relatar las penurias que le han ocu-
rrido, buscando la compasión o la justificación de su enfer-
medad, puede a través de ello resistirse al cambio. Lo mismo
que un paciente que nos refiere solo sus aspectos vitales co-
yunturales y nos llena el espacio terapéutico de anécdotas co-
tidianas, puede estar resistiendo la profundización de conte-
nidos, y la emergencia de conflictos latentes. De la misma
manera, un paciente que está excesivamente centrado en sus
metas y es incapaz de conectarse con lo que le está ocurriendo
en el aquí y ahora, puede estar evitando la profundización y
la rematrización.
Otra área propia de la psicoterapia son los espacios
intrasubjetivos e intersubjetivos. Los espacios simbólicosin-
ternos y los reales externos7. En otras palabras, el adentro y el
afuera. Si un terapeuta sobredimensiona el afuera por sobre
lo de adentro, puede promover o acentuar una dinámica de
victimización de su paciente, en que las cosas le ocurren y
nada pasa por él. Sin embargo, también sobredimensionar lo
interno puede llevar a sobrecargar al paciente de responsabili-
dades y generar que se autoculpabilice y se sienta omnipoten-
te en relación con todo lo que le ocurre. Es también por lo
tanto una parte importante del propósito terapéutico el man-
tener una síntesis de estos dos espacios. La sobrecarga de los
objetos malos internos corresponde con la vivencia de lo de-
presivo, la sobrecarga de los objetos amenazantes afuera, co-
rresponde con la vivencia de lo paranoide.
Las áreas que más han sido señaladas por los psico-
dramatistas, particularmente por Rojas Bermúdez, son las áreas
mente, cuerpo y afecto. La integración de esta tríada es las que
posibilita la verdadera integración de la experiencia, y por lo
7 Bustos, Dalmiro M., Nuevos rumbos en psicoterapia psicodramática,
1991.
39
La práctica del psicodrama
tanto la cura psicodramática. Una sensación corporal puede
traerme a la conciencia una serie de recuerdos pre-verbales que
estaban bloqueados, que a su vez desencadenen en vivencias de
dolor, rabia y desamparo, pero si no las simbolizo y les doy el
nombre adecuado, no tengo la suficiente resignificación. Esto
es en realidad el insight dramático. También puede ocurrir el
tener sobreintelectualizado un conflicto, pero si no paso por la
vivencia corporal y afectiva que esto implica, tampoco puedo
realmente resignificar, por lo tanto no se podrá producir el
insigth dramático. También puede existir una sobrehis-
trionización de algunos afectos, eso sin profundizar a través de
la simbolización y de una vivencia corporal más profunda. El
psicoterapeuta debe situarse al medio y dependiendo de las ca-
racterísticas del paciente, será el área que más estimulará. En
otras palabras la técnica del psicodrama desbloqueará el área
que está más escindida de la conciencia.
Cabe señalar aquí el papel del método. Obviamente de-
trás de un método existe un cuerpo teórico y un paradigma,
esto es una concepción del ser humano y de la vida, que nece-
sariamente influyen en la manera de llevar a cabo una técnica.
El psicodrama no es solo una técnica, si no bastaría con que
adiestráramos un procedimiento. Cuando el método está pro-
fundamente arraigado en la persona es difícil escindirlo de la
persona, que lo aplica. Pero también puede no ocurrir así,
principalmente en las primeras etapas de formación, en que
como forma natural del proceso de aprendizaje la técnica y la
persona aún no están integradas.
En este sentido, es interesante recordar una reflexión que
realizó Salvador Minuchen, referente a que un método
psicoterapéutico había que leerlo y aprenderlo, para después
olvidarlo. Dicho pensamiento debiera ser aplicable para cual-
quier psicoterapeuta, sea o no psicodramatista. Lo que im-
porta es que cuando tenemos el paciente enfrente, debemos
conectarnos con su necesidad psicoterapéutica. El psicodrama
es entonces solo un instrumento que lo puede o no ayudar. Lo
más relevante es el vínculo. Así como lo captó profundamen-
40
Gloria Reyes
te Jung, cuando tenía una paciente al frente y… simplemente
le cantó una canción de cuna…
Técnicas empleadas en
psicoterapia psicodramática individual
Cómo método de diagnóstico me ha resultado bastante
útil el átomo social, ya que permite trabajar el motivo de con-
sulta manifiesto y latente, además de construir propósitos te-
rapéuticos conjuntamente con el paciente. También como tra-
tamiento, el átomo me permite trabajar en distintas sesiones
segmentos diferentes de las relaciones interpersonales y pro-
fundizar en los conflictos relativos a los vínculos.
Otro método bastante útil como diagnóstico y como tra-
tamiento es el biodrama. A través de la acción, poder viajar
en conjunto con el paciente a lo largo de su vida, desde la
gestación e incluso proyección futura, permite que este vaya
explorando experiencias no verbales y sus matrices, esto es,
los modelos vinculares que se repiten, pudiendo rematrizar a
través de la proyección futura. También el biodrama se puede
trabajar un sinnúmero de sesiones, ya que de hecho desde ahí
se articulan también nuevas escenas8.
La técnica del mapa fantasmático, creada y desarrollada
por Elina Matoso y Mario Buchbinder9, es muy útil para ex-
plorar e introducir al paciente en zonas de su cuerpo, desde
donde se abren abanicos de experiencias pre-verbales, de sor-
prendente precisión, si después las contrastamos con la reali-
dad o los hechos. Una vez una paciente dibujó una fisura en
su rodilla izquierda que aparecía como un accidente gráfico de
la hoja o del lápiz. Investigando desde su vivencia corporal y
entrevistando ella misma a su madre, habría sufrido a los cua-
8 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
9 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien-
to, 1993.
41
La práctica del psicodrama
tro años, al entrar al colegio, una fractura de la rodilla izquier-
da, que la mantuvo varios meses postrada, sin poder jugar con
los otros niños. Efectivamente asociado con la temática del
colegio, también se le abrió la temática de la separación y due-
lo, que era algo que tenía bastante menos consciente y elabora-
do de lo que ella misma imaginaba. Otra paciente dibujó de
manera que ella misma se sorprendió un pequeño punto en
uno de sus ovarios. Extrañada ella misma de esto y sensibiliza-
da con el hecho de que la técnica del psicodrama transforma el
cuerpo en una caja de pandora, fue esa misma semana al gine-
cólogo. Efectivamente le encontraron un pequeño quiste, en el
mismo ovario en el que ella había dibujado el punto.
La escena y dramatización clásica, como lo dije, se desa-
rrolla solo ocasionalmente en forma completa. Más bien se
hacen segmentos, a la manera de la amplificación dramática.
Una escena o microescena puede surgir articulada de cualquiera
de los métodos anteriores o simplemente de la verbalización
inicial, que constituye el caldeamiento inespecífico y específi-
co de la sesión individual psicodramática.
La construcción de personajes es algo que frecuentemente
se utiliza en las sesiones individuales. Una paciente está hablan-
do de su madre y entonces la llamamos a sesión. Comienza
entonces sin darse cuenta a representarla de forma que ella no
se hubiera imaginado. Otro paciente me habla de su jaqueca,
entonces llamamos a la jaqueca. Se transforma en personaje,
con el que se puede dialogar, realizar inversiones de roles y pre-
guntarles que está haciendo, para qué le sirve al paciente, etc.
Los objetos intermediarios, que habitualmente se utili-
zan, son los cojines y sillas. Para niños, se utilizan títeres,
muñecos y juguetes. Algunos psicodramatistas emplean más-
caras. Cada uno de estos objetos, aparte de reemplazar al yo
auxiliar, representan una forma «intermediaria», «trancisional»
de acceder al mundo interno del paciente y expresarlo. Es par-
ticularmente útil para personas con un yo muy débil o con un
mundo interno percibido como muy amenazante. Por ejem-
plo, es más fácil para un niño que un títere le pegue a otro
42
Gloria Reyes
títere que represente simbólicamente a una madre, que él mis-
mo exprese rabia en forma directa a su madre.
Dentro de los objetos intermediarios están las másca-
ras. Para Mario Buchbinder, representan la posibilidad de
metaforizar a través del goce estético una conflictiva interna o
un área de la personalidad que resulta dolorosa de observar10.
Referente a las técnicas, se emplean las habituales, como
las técnicas verbales. Este tipo de intervenciones pueden ser: co-
loquiales, señalamientos, interpretaciones e intervenciones como
las entrevistas y, en caso necesario, confrontaciones. La inter-
vención coloquial es cualquier intervención dialogal, informa-
ción que se proporciona, el llevar a cabo preguntas y confirma-
ciones. Cuando el diálogoes fluido, sentido, y apunta a reflexio-
nes profundas, se convierte en la forma de comunicación más
corriente en psicoterapia psicodramática. El señalamiento im-
plica tomar una pequeña distancia. Se trata de llamar la aten-
ción sobre conductas, un lapsus, una actitud que despierta du-
das o enfatizar interrogativamente una frase. La interpretación
es la más compleja de las intervenciones terapéuticas verbales.
Trata de acceder a niveles a los que el paciente no puede llegar
por sí mismo.
Otro tipo de técnicas empleadas en sesión individual son
los recursos psicodramáticos típicos, tales como el doble, el so-
liloquio, el espejo y la inversión de roles11. El doble se utiliza
cuando es necesario que el paciente reflexione sobre aspectos de
su vida. El terapeuta habla o emite sonidos por él, como si
fuese una extensión del propio paciente. No es muy recomen-
dada, cuando el director está sin yo auxiliar, porque puede per-
der la distancia necesaria. El doble siempre es una sugerencia.
De alguna manera la acción del doble, igual que la interpreta-
ción, también es una hipótesis. El espejo consiste en que el tera-
peuta, se coloque físicamente en la posición que en determina-
10 Buchbinder, Mario, y Matoso, Elina, Poética del desenmascaramien-
to, 1993.
11 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
43
La práctica del psicodrama
do momento asume el paciente, como si fuese una fotografía.
El objetivo es permitir que el paciente, mirándose a sí mismo
desde fuera de la escena, reconozca los aspectos presentes en ella
y pueda emitir una reacción frente a estos aspectos, con el pro-
pósito de favorecer el aumento de la observación del yo. Tam-
bién posee las mismas observaciones de la técnica anterior. La
inversión de roles consiste en pedirle al paciente que tome el
lugar del otro, o sea, que represente el rol de alguien sobre quien
se está hablando. Aquí se suelen usar cojines o sillas. Finalmen-
te, el soliloquio consiste en detener un discurso verbal, y pedirle
al paciente que exprese lo que no está en ese discurso. Lo que le
permite al terapeuta detectar el momento oportuno para intro-
ducir esta técnica, es una fisura del discurso, un titubeo, una
incongruencia entre lo verbal y no verbal, etc.
Otras técnicas empleadas son la interpolación de resis-
tencias, la realidad suplementaria, la maximización, la cáma-
ra lenta, la focalización, las articulaciones kinestésicas, cenes-
tésicas e ideativas y la concretización. Todas estas nos permi-
ten también ampliarnos y detenernos en un discurso, un ges-
to, una idea reiterada, una queja, etc.
Acerca del tratamiento
y las resistencias a dramatizar
En el contexto psicoterapéutico se entiende por resisten-
cias a los mecanismos defensivos inconscientes que de alguna
u otra manera obstaculizan aspectos del encuadre, el vínculo
o los propósitos terapéuticos. Suelen manifestarse en forma
cíclica y esporádica, dentro del proceso psicoterapéutico. Pue-
den ser sutiles o manifiestamente burdos y/o agresivos, depen-
diendo del nivel de defensas del paciente. Cuando se expresan
de forma permanente, pueden estancar el proceso psicote-
rapéutico. En este último caso, no solo tal vez baste con seña-
larlos o interpretarlos, sino que también profundizarlos, ya
que puede ser parte del temor a desmontar una matriz, que es
44
Gloria Reyes
lo único que le da seguridad al paciente. En este caso hay que
acompañarlo hasta llegar al locus desde donde se desencadena
esa matriz y ayudarlo a aceptar y validar que el motivo de su
defensa tuvo un sentido y ese es proteger su integridad psicoló-
gica y tal vez en su origen incluso física.
Es relevante que la persona comprenda que ese aspecto
de la defensa es sano y que surgió en un entorno en donde se
justificó e incluso lo salvó de una amenaza real. Los sistemas
defensivos, en sí no son dañinos sino más bien protectores. Se
tornan disfuncionales, con la generalización y la rigidización.
Entonces el propósito terapéutico está relacionado con acti-
var la posibilidad de discriminar cuando usarlos. Es entonces
cuando lo que era una defensa disfuncional, que entorpece
los objetivos de crecimiento o curación, se transforma en una
forma de protegerse y de saber cuándo exponerse o no. De lo
contrario es forzar al paciente a una falacia, que implica que
las defensas no existan o que deben «irse para siempre».
De la misma manera, si un paciente manifiesta en forma
explícita y directa, que existen áreas en las que prefiere espe-
rar un tiempo para explorar por qué aún no está preparado,
hay que respetarlo y además distinguir esta comunicación como
un proceso consciente, diferente al de la resistencia.
Por lo tanto, en términos generales el psicodrama, si bien es
una técnica con una gran potencia desbloqueadora, valida a la
vez los sistemas defensivos. Esa es una de las fundamentaciones
de la fase del caldeamiento. Si algo después de un caldeamiento
no emerge, no hay que forzarlo, ya que después de esa fase a lo
que se apela es a la profunda sabiduría del ser humano, para
saber organísmicamente para que está preparada la conciencia.
Con respecto a las etapas en que surge la resistencia en el
proceso psicoterapéutico, se pueden distinguir las siguientes.
En un primer período suele estar relacionada con el vínculo
entre terapeuta y paciente. Es un temor a no ser contenido, a
ser rechazado, abandonado, enjuiciado, tragado, dominado,
etc. Tiene además un sentido diagnóstico, en términos de que
se transferencian al terapeuta modelos vinculares originales.
45
La práctica del psicodrama
Por esta razón es importante la primera etapa, ya que el papel
del terapeuta es reestablecer, a través del «tele», el vínculo y
corregir los errores de percepción, tranquilizando al paciente.
Esta obviamente no es una acción netamente verbal, sino que
también está plasmada de códigos no verbales.
Cuando la resistencia se produce en medio del proceso
psicoterapéutico, está más relacionada con el temor a profun-
dizar en algún contenido. En este caso, una manera adecuada
de manejarlo psicodramáticamente es incorporar la resisten-
cia a la escena psicodramática, concretizándola en un perso-
naje, con el que se puede invertir roles. Así como ya se explicó
se reivindican los sentidos de las defensas12.
Finalmente, cuando la resistencia se produce en la fase
final del proceso psicoterapéutico, tiende a estar relacionada
con el temor a la pérdida y separación. Implica aquí el poder
acompañar las fases características del duelo, para que el pa-
ciente vaya encontrando el sentido de la autonomía.
Condiciones para un
tratamiento bipersonal psicodramático
Desde el punto de vista del paciente, los aspectos que son
necesarios revisar tienen que ver con la motivación: qué es lo
que lo lleva a consultar, cómo llegó a pedir ayuda y el tipo de
patología, si es que se presenta alguna.
Cuando me refiero a motivación, me refiero a la fuerza
más profunda que lleva a una persona a solicitar psicoterapia,
más allá de la forma en que lo exprese. Ya mencioné en puntos
anteriores que existen métodos psicodramáticos que permiten
explorar en conjunto con el paciente este motivo. Cuando
ambos nos encontramos con ello, es cuando se produce el ver-
dadero contrato terapéutico. Por ejemplo, un adolescente pue-
de llegar a consultar por qué sus padres lo obligan o desde el
12 Herranz, Teodoro, Psicoterapia psicodramática individual, 1999.
46
Gloria Reyes
colegio se lo exigen. En ese caso, la demanda no está centrada
desde sí mismo, sino que desde los otros. No obstante pode-
mos explorar igual, que le ocurre a él con ello y por qué igual
accedió. Puede aparecer, su rabia, su necesidad de ser compren-
dido y desde ahí buscaremos un motivo para trabajar juntos.
Al plantear la patología, o padecimiento de un dolor,
nos estamos situando en el modelo médico. Muchas personas
llegan a psicoterapia no por una patología, sino por que quie-
ren crecer, optimizar una relación, o transitar una situación
de vida difícil lo mejor posible. Recordemos que el psicodrama
tiene una concepciónde la psicoterapia, que no está centrada
solamente en los conflictos y dificultades, sino que también
en los recursos. También nos encontramos con personas que
portan rótulos psiquiátricos, que alguna vez escucharon de sí
mismos y que se constituyen en sistemas defensivos de estan-
camiento, como si fueran un salvoconducto para no hacerse
cargo de ellos y seguir enfermos dependiendo de otros. En este
aspecto sanarse puede ser mirar algo doloroso y conflictivo,
como también en ocasiones tomar conciencia de algo positi-
vo y recursivo que poseemos y que está adormecido porque
no lo hemos visto.
No obstante, con lo anterior, no quiero decir que las pa-
tologías no existan. Lo importante es no quedarse en la cate-
goría nosográfica, sin mirar la dinámica comprensiva, que está
detrás de los síntomas y a través de la cual podemos acceder a
los espacios de intervención terapéutica.
¿Cómo entonces interactuar con lo nosográfico, desde el
psicodrama? Lo nosográfico es parte del contexto, puede ser
movible, como una reacción depresiva, o puede ser más estruc-
tural o fija como una condición genética que predispone a la
esquizofrenia. Conocer ese contexto nos permite localizar me-
jor los espacios de intervención terapéutica y aquellos que no
lo son. Desde ahí podríamos decir que no existen contraindica-
ciones para el psicodrama, solo momentos adecuados para sa-
ber cómo y dónde intervenir. Por ejemplo, un momento de en-
trada y salida de una depresión profunda no es un momento
47
La práctica del psicodrama
adecuado para una dramatización completa y desbloqueadora;
tal vez sí para una breve, resolutiva y estructurante, que tran-
quilice a la persona. Existen momentos para escenas
desestructurantes que abren, como hay momentos para escenas
más psicoeducativas que cierren procesos. De la misma mane-
ra, nos encontramos con momentos para escuchar con silencio,
y otros para recomendar con urgencia. No en todos los mo-
mentos de la psicoterapia cabe una escena psicodramática. Por
otra parte, no todo el psicodrama es netamente una especie de
compulsión a realizar escenas.
Otra cautela la presenta el trabajo con psicóticos, parti-
cularmente los que manifiestan síntomas paranoídeos y bajo
manejo en el control de impulsos y agresiones. Aquí obvia-
mente se trabaja una vez que está producida la compensación
bajo medicamento, como apoyo a la fase de rehabilitación.
Se recomienda mucha utilización de objetos intermediarios,
de manera que la identificación y expresión del mundo inter-
no, percibida como amenazante, sea gradual y mediada por
apoyo y estructuración del yo.
Finalmente, otra observación que puede llegar a ser una
contraindicación corresponde a la existencia de un muy bajo
coeficiente intelectual, que dificulte la capacidad de simbo-
lización que requiere realizar una conexión entre una imagen
plástica o estética y una conflictiva personal.
Referente a las condiciones que debe tener un psicote-
rapeuta, para realizar psicodrama individual, creo que han
sido mencionadas transversalmente a lo largo de este capítu-
lo, de manera que no me detendré mucho en ellas. Solo resu-
miré algunas, las más relevantes.
Como requisitos básicos estarían la formación ética, la
formación psicodramática, la formación clínica, el proceso de
revisión personal cíclico o permanente, el compromiso y las
ganas. Como condiciones que facilitan el ser terapeuta esta-
rían los años de experiencia clínica, la experiencia de vida y el
talento.
En el Centro de Estudios de Psicodrama de Chile, aparte
48
Gloria Reyes
de la formación práctica, experiencial y teórica, desarrolla-
mos una serie de trabajos de autoexploración y acompaña-
miento, para la formación de la persona del terapeuta.
Síntesis
El psicodrama es un modelo teórico y metodológico, cuyo
origen surge de la empirie grupal, pero cuyos ulteriores desa-
rrollos van ampliando su aplicación a diversos ámbitos tera-
péuticos.
A pesar de que Moreno, en su origen, contravino la mo-
dalidad individual, existen contradicciones en su misma teo-
ría y práctica, de la que se pueden abstraer fundamentos para
la aplicación individual del psicodrama. En la realidad actual
muchos psicodramatistas argumentan a favor del psicodrama
individual y consecuentemente lo practican.
La presencia de yo auxiliares, si bien es planteada enfáti-
camente en los orígenes de la bibliografía como una forma de
suplir la ausencia de grupo de la terapia bipersonal, en la rea-
lidad pocos psicodramatistas llevan a cabo esta sugerencia
metodológica. En reemplazo de esto, la existencia de objetos
intermediarios ha sido una muy buena solución, que permite
al paciente desplegar su fantasía interna.
Las fases, instrumentos, contextos, áreas y técnicas del
psicodrama individual son prácticamente las mismas de las
empleadas en el psicodrama grupal, con algunos énfasis y di-
ferencias. De la misma manera, el encuadre y las condiciones
requeridas para paciente y terapeuta no presentan diversida-
des esenciales, entre las distintas modalidades de psicodrama
y la atención individual.
Caso clínico
La paciente que presento a continuación la denominaré
Sofía. Tanto su nombre como muchos de sus datos están
49
La práctica del psicodrama
modificados y mezclados con los de otras pacientes con simi-
lares características, con el propósito de evitar posibilidades
de identificación.
Esta paciente es atendida en la consulta particular. Viene
a solicitar ayuda por crisis depresiva y angustiosa, desencade-
nada en el espacio laboral, la cual se ha ido expandiendo en el
transcurso de un año hacia diversas áreas de su vida. Tiene
treinta años, es casada hace cinco, y tiene un hijo de dos años.
Con respecto a su familia de origen, su padre y madre están
vivos. Tiene dos hermanos menores de 28 y 25 años, ambos
de sexo masculino, que aún viven con sus padres, el mayor
trabaja y el menor estudia. Es una abogada exitosa de una
empresa y posee además un estudio particular que está diri-
giendo. Su marido es ingeniero, y trabaja como gerente de en
un banco, en donde también posee un desempeño exitoso en
el ámbito laboral y profesional.
Con relación a su historia, aparece en su relato una vida
familiar, infancia y adolescencia, relativamente tranquilas, de
una familia de clase acomodada, sin mayores dificultades.
Según lo manifestado en la primera entrevista por ella, no
recuerda cuándo sus dos hermanos nacieron, ni tampoco ex-
periencias familiares traumáticas, declarando que entre los pa-
dres la relación era en general buena. Referente a su historia
escolar y universitaria, siempre fue exitosa, estando en los pri-
meros lugares en lo académico y siendo líder en lo social. Su
actual esposo fue el cuarto novio y comenzó a estar con él
desde la adolescencia. Tampoco refiere conflictos en esa área.
Durante la expresión de su motivo de consulta, manifies-
ta estar sufriendo intensas angustias y deseos de llorar con do-
lor y opresión en el pecho. Menciona además estar extrañada, e
incluso sentirse un poco avergonzada y culpable de sentirse mal,
teniendo una vida para ella tranquila y sin problemas que jus-
tifiquen consultar a una psicóloga. Se define a sí misma como
alguien poco conflictivo, esforzado, que disfrutaba mucho de
la vida familiar y de su trabajo. También plantea tener buenos
amigos, para muchos de los cuales ella constituye un apoyo.
50
Gloria Reyes
En la segunda sesión llevo a escena un átomo social con
ella, con el propósito de explorar e identificar cuáles son los
principales focos de conflicto. Le digo que caminemos por un
sector de la sala y que imagine que esa zona es su vida actual.
Sobre la base de sugerencias mías va colocando dentro de es-
tas zonas cojines, que identifican personas o situaciones que
en este momento le llegan como relevantes. Coloca al centro
de este espacio a su marido y a su hijo, ella se sitúa más a un
costado, cerca del hijo. Detrás de ella coloca dos cojines, re-
presentando a sus padres, estando más cerca el de la madre.
Más lejos, a su costado derecho, un cojín querepresenta el
trabajo. Le preguntó si existe algo más, a lo que me responde
dudosa: «Tal vez… no se… creo que no». Le preguntó donde
pondría su angustia, a lo que responde que está en todas par-
tes. La representa con un cojín que ella misma mueve entre
todos los otros cojines de manera acelerada y tensa. Se va po-
niendo en el lugar de cada cojín y va hablando desde ahí,
haciendo inversión de roles. Van emergiendo, con sorpresa para
ella, una serie de contenidos latentes. Dentro de ellos destaca-
ría principalmente en relación a los padres una sobreexigencia
agobiante por parte de ambos, además de un distanciamiento
afectivo sexual entre ellos, que hace que su interés esté puesto
sobre los hijos, principalmente en esta hija modelo que les
otorga satisfacciones, orgullo y razón para seguir juntos. Re-
ferente a su familia nuclear actual, se aprecia a un hijo que
corporalmente le cuesta mucho salirse de en medio de ambos
padres, quien comienza además a sentir ahogo y pocas ganas
de jugar. Ella y su marido se aprecian cansados y muy centra-
dos en las metas laborales, la interacción entre ellos se expresa
algo fría, casi con un dejo de desdén y resignación.
Luego la hago ponerse en el lugar del cojín que represen-
ta la angustia y comienza a desplazarse, manifiesta ahogo –
igual que el hijo– grita, dice no dar más, siempre sosteniendo
situaciones de otros. No sabe dónde está realmente ella,
irrumpe en llanto intenso con profunda pena y sensación de
abandono. Se desploma en el suelo llorando. Cuando se cal-
51
La práctica del psicodrama
ma, la hago respirar profundo, y salirse del espacio escénico,
que mire desde afuera conmigo, qué ve, qué cree ahora que
debe trabajar. Con ello se le amplía y profundiza el verdadero
motivo de consulta, dice que por primera vez logra darse cuenta
de que no ha vivido su vida, que siempre ha estado sostenien-
do y respondiendo a expectativas de otros.
Durante las etapas siguientes profundizamos fundamen-
talmente a través de inversión de roles cada una de las relacio-
nes objetales incorporadas en el mapa vincular explorados en
el diagnóstico de la segunda sesión. Dentro de ellas destaco una
en que vuelve a aparecer la angustia como protagonista. Le
pido que se centre en la zona corporal en que más la siente, que
en este caso es el pecho y la boca del estómago. Desde esta
sensación maximizo e induzco la articulación y construcción
de un personaje. Es un tirano, grande, fuerte, que la viene a
ordenar y organizar. En esta exploración también hago inver-
sión de roles con el personaje, quien además de tirano le dice
que la viene a salvar, que la está protegiendo y que le entregará
el poder de ser la reina y no morir. Con mucha pena ella toma
conciencia de que en realidad este personaje fue lo mejor que
pudo haber hecho para subsistir al desamor de unos padres con
una dinámica muy narcisística. Se conecta por primera vez con
el desamparo, la soledad, la sensación de no ser aceptada tal
cual ella es. Desde ahí le surgen ganas de darle las gracias a este
personaje, de decirle que lo aprecia cansado y de pedirle que la
siga cuidando pero de una manera más relajada y confiada. Se
emociona, llora de manera tranquila, dulce y profunda. Des-
pués de esta sesión, la angustia decrece considerablemente.
Me he topado en varias escenas en las que, en la con-
cretización de personajes, aparecen las defensas y que la mejor
forma es no lidiar con ellas porque siempre estarán; de lo con-
trario uno como psicoterapeuta puede forzar e inducir una
idealización de algo que no es factible e incluso adecuado que
ocurra. La reconciliación con las defensas es importante. No
son las defensas en sí las malas; por el contrario, siempre tie-
nen un sentido protector para la integridad de la psique. Es la
52
Gloria Reyes
rigidización y utilización generalizada de ellas, las que impli-
can disfuncionalidad.
En las sucesivas sesiones trabajamos la flexibilización y
rematrización del personaje. El sentido es el siguiente: ¿cómo
podemos proteger a Sofía sin asfixia, agobio y discriminando
los momentos en que ella realmente lo necesite? En esta bús-
queda nos encontramos con la siguiente escena. Articulamos
desde un momento y espacio cotidiano con el marido y el
hijo, que solo exploramos brevemente y donde de nuevo
aparece esta sensación de angustia. Desde ahí la emoción va
evocando una cadena de escenas sucesivas similares, hasta
llegar a una en que ella tiene tres años y acaba de nacer su
hermano. La escena aparece trivial, aunque con un clima de
extrema frialdad y tensión. Nada en lo verbal pareciera anun-
ciar agresión ni amenaza. Al realizar soliloquio del padre y
de la madre, aparece un intenso agobio por la crianza de dos
hijos chicos y la exigencia autoimpuesta de un crecimiento
económico rápido y una ascensión social [coincide con mo-
mentos previos en Chile, de mucha crisis económica]. Los
padres se aprecian excesivamente centrados en el logro, las
tareas y las apariencias. La niña sostiene su sino, la soledad,
por lo tanto decide no molestar y ser muy buena y exitosa
para sentirse valorada o siquiera mirada. Surge la defensa,
por lo tanto el ahogo.
Como evolución durante la psicoterapia, Sofía comien-
za a dejar de sentir angustia y ataques de pánico, equilibra de
manera más tranquila las áreas de su vida, de manera que deja
de estar tan excesivamente centrada en las tareas y en el éxito.
Logra tiempos de más intimidad y goce real con su marido y
con su hijo, y mantiene una mayor lejanía con sus padres. De
esta manera moviliza al sistema, ya que posteriormente es su
marido quien comienza una psicoterapia.
53
La práctica del psicodrama
Capítulo 2
Psicoterapia de pareja
desde el psicodrama
La psicoterapia de pareja es una intervención asumida por
la mayoría de las corrientes psicoterapéuticas. El psicodrama
también trabaja en esta temática. Moreno, su precursor, fue
uno de los primeros terapeutas en trabajar las relaciones
interpersonales y dentro de ellas, la de pareja. Este capítulo
pretende abordar los diversos aspectos más relevantes para en-
tender la aplicación de la psicoterapia psicodramática en la
pareja. Cabe destacar que, dentro de los autores psicodra-
máticos, el que más ha escrito sobre el tema es Dalmiro Bus-
tos, quien, además, representa en la actualidad uno de los
exponentes más ortodoxos de la mirada moreniana. Otros
autores destacados son Pablo Población y Elisa López Barberá,
quienes, siendo psicodramátistas, a diferencia de Bustos, po-
seen una marcada influencia de la teoría sistémica.
Definición de pareja
La pareja constituye una configuración binaria comple-
ja de roles simétricos. En esta complejidad, existen una serie
de variables de carácter social, cultural, familiar y
transgeneracional.
La variable socioeconómica constituye un aspecto prácti-
co y metafórico, tanto desde el punto de vista de cómo están
resueltas las distintas necesidades de la pareja, así como tam-
bién quién lleva la responsabilidad en este sentido. Ello posee
54
Gloria Reyes
implicancias no menores que impactan sobre los aspectos del
poder, la gratificación, el manejo de las emociones y la forma
como se reorganizan las tareas en el interior de este complejo
vínculo.
Con respecto a lo cultural, los valores, normas, roles so-
ciales y definiciones de género, son relevantes e influyen en la
organización de la estructura de la pareja y en su consecuente
organización implícita y explicita de funciones y tareas. La
modernización y la globalización han provocado cambios en
este ámbito, que han llevado a crisis que pueden implicar un
crecimiento, una redefinición, así como también una ruptura,
congelamiento y/o desplazamientos de conflictos a través de
la cristalización de roles, o el surgimiento de síntomas y
disfunciones en las diversas áreas de la pareja.
Las variables familiares se hacen presentes a través de
las familias de origen de cada uno de los miembros de la pa-
reja, a través de los cuales tienden a actualizarse modelos,
valores, roles sociales, temáticas de género,concepciones de
pareja, organización familiar, etc. En este aspecto el
coinconsciente de la pareja crea a través de la relación una
complementariedad en donde de una u otra forma se expre-
san y se entrelazan los conflictos e historias de cada familia
de origen. En este sentido el desafío de cada pareja es crecer
tomando la parte que le sirve de esta historia, pero recrear
sus propios modelos de funcionamiento, que trasciendan los
mandatos, se adecuen a los requerimientos de la actualidad
y generen su propia individuación.
Un aspecto relevante que se debe considerar es lo transge-
neracional. Tiene que ver con lo anterior, aunque en un nivel más
profundo e inconsciente. Esto consiste en los mandatos de géne-
ro, de familia y de identidad que provienen de ambos miembros
de la pareja, desde la línea matrilineal y patrilineal respectiva-
mente. Un ejemplo es el de una pareja que asistió a mi consulta
que no había podido concebir un hijo. Analizando la historia
transgeneracional, ambos poseían genogramas plagados de his-
torias de muertes asociadas a partos; de alguna manera existía
55
La práctica del psicodrama
una historia bloqueada para la conciencia, que ligaba el parto y
nacimiento con la muerte materna. Al tomar conciencia de esto,
a través de una escena psicodramática, la pareja pudo asumir sus
temores y al poco tiempo ella quedo embarazada.
Componentes de la pareja
La pareja se define en tres áreas fundamentales. La pri-
mera es el área afectiva, referida a sentimientos de cariño, afec-
to y compañerismo. La segunda es el área sexual, concernien-
te al hecho de ser amantes, a los sentimientos y sensaciones de
atracción. Finalmente, la tercera es el proyecto común, el cómo
se visualiza la pareja hacia el futuro, el nivel y profundidad de
coincidencia en los valores, en el sentido y propuesta de vida.
Cuando las parejas entran en crisis en una o más de estas áreas,
existen tres alternativas.
Pueden confrontar la crisis y comunicarse, redefiniéndose
y creciendo como individuos y como vínculo. La visión clási-
ca de pareja involucra una mirada estática de la relación mis-
ma y de los individuos que la componen. Frases clásicas, como
«…hasta que la muerte nos separe...» o «ya no eres como
antes…», son indicadores verbales de las dificultades que po-
seemos en esta cultura, para comprender los cambios y los
procesos de crecimiento y duelo, como parte constitutiva de
la vida. En el mismo contexto, una crisis de pareja, ya sea
porque hubo un desfase en el crecimiento de los individuos
que la componen o presencia de crisis individuales o de la
relación misma, puede constituir una posibilidad de desarro-
llo y ser vista como algo positivo y con un sentido vital
individuativo y de crecimiento.
Otra alternativa es simplemente la separación de la pare-
ja, lo que en nuestros tiempos modernos, de vida acelerada,
está siendo cada vez más frecuente. Existen escasos momentos
y espacios para la comunicación, de manera que las crisis men-
cionadas no son conversadas, expresadas ni enfrentadas de
56
Gloria Reyes
alguna manera en conjunto por la pareja, ya sea solos o en
compañía de algún psicoterapeuta o consejero. Lo anterior
muchas veces lleva a repetir historias posteriores con otras
personas, debido a que los conflictos subyacentes no son re-
sueltos, ni trabajados, sea inminente o no la separación.
Una tercera alternativa es congelar la crisis con un inhe-
rente sentimiento de frustración y sofoco. Como consecuen-
cia de lo anterior surgen diversos síntomas de trastornos, como
estancamiento, infidelidad, cristalización de roles, violencia
intrafamiliar, disfunciones sexuales, etc.
Por las razones anteriormente expuestas las áreas men-
cionadas son relevantes, para explorar en el diagnóstico de
una pareja y en el contexto de la psicoterapia1.
Fases de la Pareja
La pareja atraviesa tres crisis relevantes:
Primera crisis: Enamoramiento y desenamoramiento. Lo
anterior involucra la desidealización, el descubrir que no exis-
te el príncipe azul, ni la princesa rosa. Es Eva tomando la
fruta del árbol del conocimiento, por lo que es expulsada del
paraíso, o Psique que se saca la venda de los ojos y al ver a su
amado Eros también es expulsada del paraíso. Es descubrir el
amor, conocer al otro tal cual es, aceptarlo con las dificultades,
renunciar al paraíso, al ideal utópico de la felicidad y conocer-
lo tal cual es, sin proyectar en él mis fantasías y deseos.
Segunda crisis: La duda, el asumir la realidad, mirar al
otro y reconocer si se quiere estar ahí, lo que involucra una
herida narcisística y una renuncia a la idealización del paraí-
so. La duda no asumida puede transformarse en sofoco, en
agobio, en infidelidad crónica, como un deseo anclado de re-
vivir permanentemente el enamoramiento y la idealización.
1 Bustos, Dalmiro M., Nuevos rumbos en psicoterapia psicodramática,
1991.
57
La práctica del psicodrama
Tercera crisis: Un nuevo duelo, el vínculo se afianza como
algo sólido, se acepta al otro, existe más compañerismo, com-
plicidad y solidaridad. Es el retorno, ya no se está centrado
además en los hijos, un mirarse uno a uno, pero sin el encan-
dilamiento del comienzo.
La visión psicodramática
en la psicoterapia de pareja
Los principios de la psicoterapia de pareja son los mis-
mos que posee la psicoterapia de grupo, familiar e individual.
Los principales aspectos se definen como:
La co-construcción de la problemática, del motivo de
consulta y del objetivo a seguir en la intervención, el cual debe
ser cuidadosamente dialogado y convenido, luego de una ex-
ploración psicodramática, por ambos miembros de la pareja
y el o los terapeutas2.
Desde el rol del terapeuta se debe intentar ser neutral y
facilitador. Si bien este es un principio transversal a cualquier
intervención psicoterapéutica, se torna particularmente com-
plejo en el caso de una pareja, ya que el terapeuta puede fácil-
mente tomar partido por uno de sus miembros, solidarizar
por la temática de género, compadecerse en el caso de violen-
cia activa por el miembro pasivo de esta complementariedad,
etc. En este sentido la técnica psicodramática debe ser aplica-
da cautelosamente.
El terapeuta debe estar consciente que está frente a tres
protagonistas, el vínculo y los dos miembros de la pareja. Más
allá de lo intrapsíquico de cada uno de los miembros de la
pareja, los trasciende el vínculo que configuran, en donde el
todo es mayor que la suma de las partes. El terapeuta no debe
quedar fijado en el conflicto intrapsíquico de uno de los miem-
bros de la pareja. Las interpolaciones deben ser consideradas
2 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
58
Gloria Reyes
como una dinámica compleja, que forma parte de la
complementariedad de la díada.
Desde la acción psicodramática se debe tener presente la
importancia de la corporalidad de ambos miembros, de lo
expresado más allá de las palabras, los gestos, las incoheren-
cias no verbales, etc. También debe estar presente la dinámica
introyectiva-proyectiva que la pareja tendrá hacia su rol, a
través del vínculo terapeuta-díada. De ahí se sugieren los be-
neficios de actuar en co-terapia, más aún si ésta la realiza una
pareja mixta de terapeutas.
También el terapeuta debe tener clara la mirada com-
prensiva dramática, que debe de realizar desde el psicodrama.
Las dramatizaciones se construyen con ambos miembros de la
pareja y tienen un sentido comprensivo profundo de resigni-
ficación para los dos polos de la díada.
Roles en la pareja
Uno de los aspectos relevantes en la pareja es que al ser
un vínculo está constituido por roles. La flexibilización o
rigidización de ellos va a determinar si necesita o no psicote-
rapia y el tipo de psicoterapia que requiere.
Algunos aspectos sociales de estos roles, como el del ma-
rido proveedor y la mujer dueña de casa, están sufriendo pro-
fundas modificaciones, así como también las temáticas de
género están cambiando a una menor polarización de los ro-
les. Los aspectos más privados de los roles y cómo estos se
integran en un todo coherentey espontáneo, también son ele-
mentos importantes dentro de la psicoterapia de pareja. Por
ejemplo, es importante tener en consideración las exigencias
públicas del rol de esposa, esposo, madre, proveedor y sus
consecuentes cargas, que pasan a ser no públicas, obviamente,
sino que privadas y muchas veces dolorosas. Aquí se encuen-
tra lo que en psicodrama llamamos la integración entre los
aspectos sociales y psicodramáticos del rol. En este sentido,
59
La práctica del psicodrama
existe una serie de roles típicos que se dan en nuestra cultura,
como el de víctima, victimario, controlador, culpógeno, om-
nipotente, simbiótico, seductor, seducido, etc. Cada uno de
ellos abarca aspectos externos sociales e internos, y posee su
correspondiente complementario.
Modalidades para el logro
de una homeostasis
Las relaciones de pareja asumen diversas formas de me-
canismos de equilibrio, para establecer sus vínculos. En su li-
bro Peligro. Amor a la vista, Dalmiro Bustos define distintos
modelos a través de los cuales la pareja logra una homeostasis.
Siempre hay que tener claro que las alternativas son responsa-
bilidad de dos personas, ya que no debemos olvidar, que este
vínculo binario es un vínculo simétrico y creo que esto es su-
mamente necesario de recordar en todo momento de la inter-
vención psicoterapéutica. Muchas veces, sobre todo cuando
existen tipos de vínculo en donde uno se cristaliza de victima
y el otro de victimario, podemos tender a olvidar y sutilmente
aliarnos «con el débil» o con «la víctima», nos puede ocurrir
lo mismo, con «el más simpático», «el más dominante» o «el
más alegre», y en consecuencia darle la responsabilidad del
cambio más a un miembro de la pareja, que al otro3.
Una de las modalidades para la Homeostasis es la
complementariedad práctica bidireccional. Aquí la comple-
mentariedad está dada por una recíproca colaboración, existe
flexibilidad, los roles no están cristalizados y esta comple-
mentariedad está sustentada en intereses y habilidades de la
pareja, pudiendo adecuarse de acuerdo con los requerimien-
tos del entorno y de las fases de desarrollo de cada uno. Puede
darse el caso de una esposa que, mientras se encuentra reali-
zando un postgrado, las necesidades cotidianas con los hijos
3 Bustos, Dalmiro, Peligro. Amor a la vista, 1991.
60
Gloria Reyes
sean predominantemente asumidas por el marido y esto des-
pués se invierta cuando el marido desee realizar alguna espe-
cialización profesional. Se aprecia una elección de tareas libre,
dialogada, de acuerdo con lo momentos y con las capacida-
des y sentimientos de cada uno.
Una segunda modalidad para la mantención de la home-
ostasis es la suplementariedad. En este caso el otro no com-
plementa, suple algo que su pareja no enfrenta. Constituyen
las típicas relaciones simbióticas. Ambos esposos están
indiferenciados, no pueden hacer nada separados, lo que hace
y siente uno, lo hace y siente el otro, no hay presencia siquiera
de conflicto, ni crisis de crecimiento alguna. Suelen hablar
poco entre ellos, están tan mimetizados y fusionados el uno
con el otro, que ya no necesitan hablar ni confrontar nada.
Un tercer mecanismo es la complementariedad patológi-
ca concordante. Esta, a diferencia del primer tipo de
complementariedad, es patológica. Implica transferencia de
historias vinculares pasadas y no percepción del otro como
otro. Se desarrolla, en la relación, un complementario interno
patológico. Ejemplos: sumiso-dominante, cariñoso-indiferen-
te, dependiente-independiente, pasivo-activo, etc. Aquí los roles
están cristalizados, no existe flexibilidad. Este vínculo se pue-
de dar de distintas maneras. O la persona escoge el comple-
mentario patológico interno (ejemplo: un masoquista a un
sádico), o hace actuar a la persona este complementario. Me
ha tocado ver en la consulta pacientes mujeres que han pade-
cido de violencia intrafamiliar y se han sorprendido de que
después de separadas, el ex marido al rehacer sus parejas no
reproducen el ciclo de violencia, no existen golpes, es ahí que
se preguntan qué tendrán ellas o qué hicieron para que
emergiera el aspecto maltratador del otro4.
Esta complementariedad se puede dar a través de distin-
tos mecanismos. Puede existir por ejemplo una sobre-
4 Bustos, Dalmiro, op. cit., 1991.
61
La práctica del psicodrama
estimulación de aquellas conductas que el otro emite. Un ejem-
plo de esto es que un miembro de la pareja atienda y trate
bien al otro, en la medida en que este decida todo lo relativo
a ambos. Obviamente esto no es explícito, ya que en otros
momentos puede quejarse de lo dominante que puede ser su
pareja, ya que «…no permite que nadie más tome decisio-
nes…». Otra manera de perpetuar la complementariedad es
la selección del mensaje, mediante lo cual se omiten conduc-
tas dirigidas hacia la pareja, que no sea solo en el ámbito del
rol complementario cristalizado. Por ejemplo en el caso de
una pareja, que asistió alguna vez a mi consulta: ella solo le
dirigía la palabra a su marido cuando este le provocaba celos,
actitud de la cual ella se quejaba. Él, por supuesto, mantenía
de manera activa este juego. También existe la generalización
permanente: «ella nunca me atiende, ni me demuestra afec-
to», se queja un esposo, refiriéndose a su mujer, que no lo
acompaña a los eventos sociales del trabajo, pero desaten-
diendo otro tipo de manifestaciones afectivas que ella realiza
hacia él. Otro mecanismo frecuente es la complementariedad
especular, en que un miembro de la pareja desaparece, en fun-
ción de las necesidades de otro. El chantaje y los mensajes
contradictorios también se describen dentro de los mecanis-
mos habituales que perpetúan las homeostasis de las parejas.
Es importante destacar que los mecanismos descritos son
inconscientes, constituyen por lo tanto juegos psicológicos, a
la manera descrita por el análisis transaccional, en el cual el
libreto está escrito subliminal y poderosamente. En este senti-
do, la labor del terapeuta de pareja es ir paulatinamente ha-
ciendo consciente y desmontando estos guiones, sustituyén-
dolos por otros elegidos de manera libre y conscientemente
por la pareja. Esto implica mucha cautela y acompañar a la
pareja a asumir y reconciliarse con los sentidos de esos guio-
nes, que suelen ser sanos: lo que realmente los destruye son los
mecanismos para obtenerlos.
62
Gloria Reyes
Patologías de pareja
En relación con los mecanismos anteriormente descritos,
se configuran una serie de patologías de parejas. Estas catego-
rías no son rótulos nosográficos estructurales, sino más bien
procesos descritos para momentos diversos de la pareja, que
pueden desarrollar mayor o menor grado de cronicidad, o que
pueden emerger en un momento de crisis. Es importante re-
calcar que, al no ser categorías, no son mutuamente
excluyentes.
Especular: todo está centrado en uno de los miembros de
la pareja y el otro se mueve en función de ello. Puede que esto
ocurra transitoriamente, mientras uno de lo miembros de la
pareja esté pasando por una crisis personal, o esté centrado en
algún proyecto laboral o profesional. Desde el punto de vista
psicodramático, equivaldría a un espejo. En la película de
Bergman «Escenas de la vida conyugal», aparece este tipo de
relación, en que ella está en un comienzo ausente de identidad
personal y subyugada a los despliegues narcisísticos del mari-
do. Inicia esta película con una escena en la que están siendo
entrevistados, y él responde una larga, diversa, coherente e
integrada definición de sí mismo y luego ella dice «…bue-
no… yo soy la esposa de él...».
Doble: uno de los miembros es la extensión del otro,
existe una simbiosis, no hay diferenciación, ni apoyo para la
individuación. No existe presencia de proyectos personales.
Es el tipo de pareja simbiótica ya descrita.
Antropofágico: También es un tipo de simbiosis, pero
con un sentido de destrucción. Aquí la simbiosis se aprecia en
forma subterfugia. Un ejemplo claro aparece en el cine, en la
película «La guerra de los Roses», con una crecienteescalada
de manifestación de un deseo de destrucción hacia el otro.
Desconfianza y celotipia: se define como tal cuando es un
aspecto central que se instala en el vínculo, como es en el caso
de Otelo. Contrario a lo que se suele interpretar, la trian-
gularización que requiere este tipo de vínculo es responsabili-
63
La práctica del psicodrama
dad complementaria de ambos. Uno en el polo de Otelo y otro
el de Desdemona, pero ambos están realizando alguna acción
evidente o sutil siempre para triangularizar. Lo anterior, en el
entendido de que existe una permanencia del vínculo y de esta
modalidad de relación en el tiempo. Esto se da sobre la base no
solo del erotismo, también se puede triangularizar con lo hijos,
con las amistades, con los suegros, etc.
Conductas impulsivas: se aprecia una fuerte tendencia a
la irreflexión, a la descarga, también, por lo tanto, tendencias
al acting. Ejemplos de estos casos son embarazos no deseados,
tendencia a endeudarse, consumismo exagerado, dificultades
sexuales, violencia, etc.
El dolor como mecanismo: aquí lo tortuoso, el sufrimiento
y la culpa están instalados como mecanismos. Suelen despla-
zarse de un miembro de la pareja a otro. En este caso, el sufri-
miento constituye una forma de capitalización del poder, a
través de la culpa, y es una forma de mantenerse atados recí-
procamente5.
Motivos de consulta
en la psicoterapia de pareja
En los puntos anteriores, nos referimos a los mecanismos
y tipos de complementariedades que son transversales en cual-
quier pareja y cómo estas se pueden configurar en diversas mo-
dalidades patológicas. En el punto actual, relacionaremos lo
anterior con los motivos de consulta frecuentes de las parejas;
esto es lo que conscientemente, a uno de los miembros o a ambos
lo lleva a consultar. Obviamente detrás de estos síntomas pue-
de estar cualquiera de las patologías y mecanismos vinculares
descritos en los dos puntos mencionados en este capítulo.
Problemas sexuales: en nuestra cultura es una temática
5 Bustos, Dalmiro M., op. cit., 1991.
64
Gloria Reyes
que muy difícilmente sale en la primera entrevista. Puede ir dis-
frazado de otro motivo de consulta. Suele obviamente estar
asociado a algunos de los mecanismos de homeostasis y catego-
rías patológicas descritas en los dos puntos anteriores. Al ser
una temática difícil de abordar a través de escenas psicodra-
máticas, para el diagnóstico y la intervención se pueden utilizar
elementos simbólicos, como ritmos de manos, danzas, etc.
Asimetría en la relación: en que los vínculos se cristalizan
y rigidizan en una relación padre-hija o madre-hijo. Se puede
manifestar en distintas versiones, autoritarismo-sumisión, pa-
sivo dependiente-activo independiente, sobreprotector-desva-
lido, sobreprotector-rabioso, etc. Este es un clásico ejemplo
de complementariedad patológica concordante, descrito en
puntos anteriores.
Relación competitiva: lo que se perpetúa es una dinámi-
ca de quién es, hace o tiene «lo mejor». Es una permanente
lucha y escalada simétrica por el poder. Suele ocurrir en torno
a lo económico, afectivo –los hijos por ejemplo–. También es
muy frecuente en lo laboral y profesional. Puede estar ocul-
tando una antropofagia, por lo tanto, una simbiosis en que la
pareja se destruye, o también una complementariedad pato-
lógica concordante.
Parejas que viven para los hijos: en donde el eje de fun-
cionamiento importante es la crianza, la pareja no se encuen-
tra tú a tú o lo hace muy poco. Los hijos, en la mayoría de los
casos, constituyen una forma de evadir conflictivas de pareja.
Son los más vulnerables a experimentar el «síndrome de nido
vacío». Suelen inhibir y obstaculizar la autonomía de sus hi-
jos, ya que esta amenaza con que ellos se vuelvan a enfrentar
como pareja, a mirar cara a cara. En casos más patológicos
uno de los hijos se hace el protagonista de conflictos y enfer-
medades, para de esta manera mantener la homeostasis.
Parejas que excluyen a los hijos: en este caso no existe
acogida, la pareja constituye un núcleo excluyente, con ten-
dencia a expulsar a los hijos, las funciones parentales están
inhibidas o restringidas a lo más básico.
65
La práctica del psicodrama
Idealización: Aquí la pareja vive en un continuo paraíso,
existen tendencias a negar los conflictos, «ambos se definen
socialmente el uno para el otro». Puede haber infidelidades,
mentiras, e incluso violencia y soledad, pero como si esto no
fuera computado, ni menos cuestionado. Un ejemplo típico
pueden ser algunos casos de abuso sexual intrafamiliar. La
mujer ve a su marido como excelente padre y proveedor y
niega, en forma grosera, señales de abuso hacía sus hijos, ya
que esto destabilizaría la homeostasis familiar y de la pareja.
Consulta prematrimonial: era habitualmente realizada
por Moreno, quien a través del test de la espontaneidad, el
test de roles y la proyección a futuro, exploraba diversos as-
pectos de la pareja6.
Técnicas empleadas en el diagnóstico
y en la psicoterapia de pareja
Tanto el diagnóstico como la intervención, en la práctica,
constituyen una unidad que a veces es difícil de diferenciar. Una
buena escucha exploratoria tiene en sí un impacto psicote-
rapéutico o a veces modifica y resignifica el motivo de consulta
de la pareja. Como ya se ha planteado en este capítulo, el diag-
nóstico de pareja es algo que se realiza en conjunto con la pare-
ja misma y posee diversas fases. Los aspectos epistemológicos y
metodológicos del diagnóstico e intervención están descritos
exhaustivamente en este libro en el capítulo de psicodrama y
familia y en mi libro Psicodrama: paradigma, teoría y método,
de tal manera que en el presente punto me dedicaré solamente
a señalar las técnicas, enfatizando más las etapas y procesos del
diagnóstico e intervención.
Durante la primera entrevista, se realiza una exploración
verbal, que tiene como propósito establecer contacto y for-
6 Moreno, Jacob Levi, El psicodrama terapia de acción y principios de
su práctica, 1995.
66
Gloria Reyes
mar un vínculo de confianza con ambos miembros de la pare-
ja, además de realizar una contextualización general del mo-
tivo explícito y manifiesto, como también del latente. Tam-
bién los hitos históricos más relevantes de la pareja. Suele ser
útil durante esta fase una exploración de la fantasía de cada
uno antes de venir a consultar en relación con la psicoterapia
o primera consulta y la motivación que los trae7.
En la segunda y tercera entrevistas, se plantean las esce-
nas temidas, deseadas, pasadas, presentes, futuras y cotidia-
nas. Cada una de estas presenta un valor diagnóstico funda-
mental, para el establecimiento de los propósitos terapéuticos
y de los núcleos de conflictos a trabajar.
A partir de la cuarta entrevista se trabajan los espacios
inter-escenas, qué existe entre la escena deseada y la escena
temida, entre la fantaseada y la escena cotidiana. Cuál es el
intersticio, el proceso mediante el cual la pareja queda atra-
pada en un juego de roles que los rigidiza y que de diversas
formas los sofoca, incomoda o daña.
Luego en la quinta entrevista se puede explorar la historia
del vínculo, los hitos agradables, desagradables y rutinarios.
Una especie de biodrama y biopatografía de la pareja, en don-
de se van descubriendo los aspectos difíciles y las fortalezas.
Ya a partir de la sexta sesión se realizan exploraciones
psicodramáticas abiertas. En caso de usar una escena, la es-
tructura de esta es más compleja que cuando tenemos un solo
protagonista; en este sentido existe una improvisación de am-
bos en donde se van conjugando y superponiendo o atrope-
llando las subjetividades y fantasías de cada uno. También se
puede realizar microescenas de a uno, mientras el otro obser-
va alternadamente. Estas deben realizarse con cautela y luego
de estar consolidado el vínculo, ya que incluso para un
psicodramatista con experiencia en parejas ello se puede tor-
nar de difícil manejo.
Finalmente el propósito es definir, además de los conflic-
7 Rojas Bermúdez, Jaime, Teoríay técnica del psicodrama, 1997.
67
La práctica del psicodrama
tos a trabajar, si la intervención será focalizada o indefinida y
si ambos miembros están de acuerdo, de manera de hacer una
especie de convenio y negociación explicita.
Para Rojas Bermúdez, en el período del diagnóstico y tam-
bién durante la intervención, se pueden emplear esculturas,
paños, territorios, mapas, danzas, ritmos, inversión de roles,
soliloquios, dibujos, gráficos, dramas, construcciones de vín-
culos, personajes e historias. Moreno utilizaba el test de roles y
la proyección de futuro8. Mario Bushbinder y Elina Matoso
emplean máscaras en el diagnóstico y tratamiento de pareja9.
Cabe aquí mencionar que lo que Rojas Bermúdez y Pablo Po-
blación enuncian como esculturas posee influencia de la deno-
minación sistémica10. En realidad Moreno desarrolló, antes, la
técnica de la escultura y la denominó «concretización de imá-
genes». El valor de esta técnica para la construcción diagnóstica
es que, al ser una imagen estática, moviliza angustia y genera-
ción de conciencia de la situación que vivo y sostengo. Es bue-
no que el psicodramatista mantenga esto un momento y no
incite al movimiento complaciente, sin antes mirar y elaborar,
ya que de lo contrario se está perdiendo una oportunidad de
apreciar y, sobre todo, que el otro tome conciencia del conflic-
to. Un movimiento rápido desde una concretización de imagen
puede estar representando una resistencia o una elaboración
maníaca que evita el insigth dramático11.
La consigna de la concretización de imágenes debe ser lo
más abierta posible. En realidad está la posibilidad de que
cada miembro de la pareja construya su propia visión del con-
flicto en forma alternada o ambos en forma simultánea. En el
caso de una pareja, el psicodramatista no debe ejercer influen-
cia sobre quién inicia la concretización de imágenes, en el caso
8 Moreno, Jacob Levy, El psicodrama, terapia de acción y principios
de su práctica, 1995.
9 Tapia, Luis, Las máscaras en terapia de familia y pareja, 2000.
10 López Barberá, Elisa, Población Pablo, La escultura y otras técnicas
psicodramáticas aplicadas en psicoterapia, 1997.
11 Rojas, Bermúdez Jaime, Teoría y técnica del psicodrama, 1997.
68
Gloria Reyes
de que sea alternada. En el caso de que sea simultánea, tam-
poco debe proponer que se active el miembro que aparece
más pasivo en la construcción, ya que lo que allí surge tiene
un valor diagnóstico y metafórico, que nos entrega una gran
información sobre la pareja: sobre los mecanismos manifies-
tos y latentes de tomas de decisiones, roles distribución de
funciones y tareas, etc.
El sentido del diagnóstico es tener las reglas claras, abrir y
procesar un diálogo entre la realidad y el «como si», explorar
los congelamientos de las historias y las rigideces de los roles.
La intervención psicodramática de pareja es algo com-
plejo, que, como vimos, requiere varias sesiones diagnósticas
que ya tienen bastante en sí de intervención psicoterapéutica
y, por lo tanto, con la misma modalidad se puede convertir en
una intervención en crisis. Esto es relevante resaltarlo, sobre
todo para aquellos psicoterapeutas que trabajan en contextos
de salud pública y que por lo tanto los requerimientos de aten-
ción son de alta demanda y de pocas sesiones por consulta, ya
sea individuos o parejas.
Otro aspecto es, como lo he podido corroborar en numero-
sas ocasiones, que el psicodrama es de alta efectividad y eficien-
cia, lo que implica que impacta sobre objetivos de reducción de
síntomas y disfunciones y tiene además potencia en profundizar
en aquellos elementos que posibilitan que el síntoma no re-emerja
con posterioridad en futuras situaciones de crisis de pareja o in-
dividual. La eficiencia tiene por otro lado la característica que
estos objetivos son logrados en poco tiempo. Esto torna a este
modelo en algo muy utilizable dentro del contexto de políticas
públicas de salud mental. Cabe por tanto hacer la salvedad de
que se requieran por lo menos dos años de especialización, ade-
más de algunos de experiencia, ya que de lo contrario indiscuti-
blemente no solo no posee el mismo impacto, sino que además
puede ser de alto riesgo, ya que puedo intervenir en áreas en que
la pareja o el individuo no estén capacitados para trabajar.
69
La práctica del psicodrama
Alcances éticos
de la psicoterapia de pareja
Es importante ser consecuente y honesto con el tipo de
pareja que voy a atender. Puedo discrepar en muchos puntos
valóricos con la pareja, pero es relevante que me sienta cómo-
da atendiéndolos. Esto, que es importante con todo tipo de
pacientes, cobra mayor relevancia en el caso de una pareja.
Aquí existen preguntas relevantes de realizarnos en el mo-
mento de atender a ciertos tipos de parejas, relativos a algu-
nos temas que muy probablemente emergen en algún mo-
mento en la exploración de la conflictiva: como por ejem-
plo, dentro de muchos otros tópicos, qué nos ocurre con el
aborto, la infidelidad, la homosexualidad, distintas prácti-
cas sexuales, etc.
Los alcances éticos de la psicoterapia de pareja no pue-
den ser disociados del tratamiento, sino que son parte consti-
tutiva de ello. Allí también se entrelaza nuestra historia, nues-
tra ideología, nuestros valores, nuestros dolores. Es mejor, por
lo tanto, estar consciente y saber cómo me manejo con ello.
Un caso de complementariedad patológica
Presento un caso atendido en un consultorio de la ciu-
dad de Santiago de Chile. Los nombres y algunos otros datos
están cambiados para evitar las identificaciones de las perso-
nas. Fue una pareja atendida durante el transcurso de un año
y solo expongo algunos antecedentes relevantes y extractos
con razones didácticas e ilustrativas a propósito de las técni-
cas diagnósticas y psicoterapéuticas para parejas, desarrolla-
das en este capítulo.
Angélica y Enrique constituyen un caso de violencia
intrafamiliar. En la historia de esta pareja existen anteceden-
tes de violencia verbal y física por parte del marido hacia la
esposa. La violencia verbal es más frecuente, la violencia físi-
70
Gloria Reyes
ca ocurre en forma cíclica unas dos veces anuales. Existen tres
episodios de infidelidad. Angélica tiene cuarenta y un años y
Enrique cincuenta. Llevan veinte años de casados y tienen tres
hijas mujeres de dieciocho, dieciséis y trece años. Han perma-
necido siempre juntos.
Pertenecen a un nivel socioeconómico medio-bajo y asis-
ten a un consultorio de las redes del Ministerio de Salud. El
nivel educacional de él es técnico superior y el de ella enseñan-
za secundaria completa. Él trabaja como auxiliar de enferme-
ría en un servicio de urgencia y ella siempre ha sido dueña de
casa. Pertenecen a una subcultura proveniente del sector ru-
ral, en donde las polarizaciones del rol de hombre proveedor
dominante, y mujer pasiva sumisa están acentuadas. La his-
toria de ambos miembros de la pareja está plagada de antece-
dentes inmediatos y transgeneracionales de violencia por par-
te del hombre hacia la mujer.
Comienzan a asistir a psicoterapia producto de que ella
consulta, ya que este último tiempo ha tenido muchas crisis de
úlcera estomacal y el doctor les dijo a ambos que era «nervioso».
Él es convocado y asiste «solo para ayudarla», ya que tiene susto
de que se enferme más. Después de numerosas sesiones
diagnósticas en que se va generando además un clima de con-
fianza y se va co-construyendo un motivo de consulta sostenido
por una necesidad de ambos y no solo por ella, se acuerda una
psicoterapia de pareja, en la que trabajo con un yo auxiliar.
 Se realizan las primeras sesiones con concretizaciones de
imágenes. Les pido que construyan ambos con su cuerpo, en
forma simultánea y en base a lo que van sintiendo, una ima-
gen estática de cómo sienten que están en este momento como
pareja. Surge una imagen en cuya construcción ella es más
activa al principio y él después. En esta concretización de imá-
genes, ella mira hacia el suelo cabizbaja y resignada, sostiene
un cojín de manera tensa y desagarradora.Surge la imagen
para mí y para el yo auxiliar de «una mujer sosteniendo-rete-
niendo y siendo sostenida por un bebé». Él mira hacia el otro
extremo, como al infinito, está más distante, más frío, surge
71
La práctica del psicodrama
para nosotras, como terapeutas, la sensación de «buscando
horizonte». Realizamos inversión de roles, que implica que el
yo auxiliar reemplaza por un breve momento a cada miem-
bro de la pareja, para que cada uno pueda mirar esto desde
afuera, saliéndose de la concretización de imágenes. Luego
vuelven a sus lugares, les pido soliloquios –que expresen en voz
alta desde la imagen lo que están sintiendo–, el yo auxiliar hace
algunos dobles –se transforma en la extensión de cada uno y
habla por ellos–. Aparecen en ella sentimientos de pena, mucha
rabia, y de estar sometida por un destino. También aparece la
resistencia de no querer cambiar de posición, pues desde ahí
igual tiene control y poder. En él aparece la pena, la soledad y el
cansancio, el tener que sostener, cargar y además hacer de «el
malo de la película». En un segundo momento les pedimos que
inviertan roles entre ellos y aparece el contrarrol interno, que es
característico de la complementariedad interna patológica. Esto
implica que deposito y hago responsable al otro de algo que es
mío. Ella instala en él la rabia y el rol de agresor y él en ella la
pena y rol de víctima. En un tercer momento, les pido que
ambos construyan una imagen de lo que quisieran cambiar,
cómo quisieran ver la relación de pareja en el futuro. Aparece
una concretización en la que ambos se miran, ambos lloran
intensamente, se abrazan, se acogen. Notoriamente a ella le
cuesta más que a él. En un cuarto momento nos sentamos a
conversar, primero les preguntamos a ellos qué les paso, luego
les decimos nosotros.
Esto es lo que se plantea como el constructivismo desde
el psicodrama. Construimos junto con los pacientes nuestra
mirada y nuestro propósito psicoterapéutico. Emerge mucha
información como elaboración secundaria de las concre-
tizaciones de imágenes. Destaco el tema de la etapa que están
viviendo por estar creciendo las hijas y tener que empezar a
mirarse de otra manera entre ellos. Aparece también la sole-
dad, y la dificultad para ponerse en el lugar del otro. Emerge
también, como temática, que dentro de los componentes de
la pareja la sexualidad era un tema que hace años estaba sien-
72
Gloria Reyes
do postergado por ambos y que ello estaba relacionado con
que ella se situara en el rol de madre y esposa abnegada, diso-
ciando su sexualidad y él en el rol de proveedor agobiado,
desplazando la sexualidad hacia otros espacios, mediante la
infidelidad como mecanismo. Las otras dos áreas inherentes
para la pareja, el proyecto vital y la afectividad, también esta-
ban dañadas.
Se apreciaba una modalidad vincular complementaria
patológica concordante, en la cual los roles estaban rígida-
mente cristalizados, en víctima, pasiva-dependiente y culpógena
versus victimario activo-agresor. Las dinámicas afectivas deri-
vadas de estos roles fortalecían y perpetuaban además que
ella no expresara adecuadamente las rabias contingentes e his-
tóricas –de ahí sus crisis de úlcera–. También por otra parte se
manifiesta la soledad, la pena y el cansancio de Enrique. In-
mediatamente después de esta sesión él comienza a expresar
más pena y ella más rabia, según lo que ambos reportan en las
siguientes consultas.
En sesiones posteriores realizamos un biodrama; este es
un método también muy útil para el diagnóstico. Consiste en
llevar la línea de la historia de la pareja a un espacio escénico.
Este espacio escénico es recorrido por ellos, corporalmente con
movimientos, desde el momento en que se conocen, atrave-
sando las distintas etapas del proceso, pudiendo abarcar has-
ta los momentos actuales y la proyección futura. También se
puede apreciar la gestación de los conflictos específicos.
Este viaje es realizado por la pareja, tal como ellos lo
sienten, representándolo con su cuerpo y acompañado muy
de cerca por mí y por el yo auxiliar. Desarrollé mucho movi-
miento en cámara lenta, movimiento expresivo, maximi-
zaciones de sensaciones, soliloquios de emociones con pala-
bras y sonidos, dependiendo lo que el momento iba requi-
riendo. Cada cierto tiempo, los iba sacando de a uno del es-
pacio escénico, para que tomaran distancia y observaran prin-
cipalmente las matrices que se reiteraban en cada uno y en el
vínculo. Esta última parte, me permitió ver y fortalecer la ca-
73
La práctica del psicodrama
pacidad yoica y defensas de la pareja, lo que era capaz de
mirar y procesar. También los hacía interactuar, con lo que yo
iba viendo y sintiendo desde afuera. El rol del yo auxiliar fue
hacer dobles y en ocasiones inversión de roles.
Lo que resaltó de esta línea biográfica de la pareja, para
sorpresa de ambos miembros, era que a lo largo de ella, se
repetían ciertos ciclos, como en tres fases que se daban a lo
largo de años, que ellos mismos denominaron, como «la bomba
atómica», «la reconciliación» y «la angustia». Muy emocio-
nados y angustiados reconocieron que era como tener un li-
breto escrito, pero sin saberlo; estarán representando persona-
jes y ahora lo sabían. Les pregunto si se les ocurre quiénes
podían haber colaborado en la escritura de ese guión y apare-
cen bisabuelos y tatarabuelos de ambos, que constituyen man-
datos transgeneracionales. Los llamamos a escena. Aquí es im-
portante el rol del yo auxiliar, para representar estos persona-
jes a partir de la construcción de las fantasías de la misma
pareja. Pudieron ellos tener una conversación con estos perso-
najes, en donde les dijeron que deseaban re-escribir su propio
guión. Les conversamos en esa ocasión a ellos lo que se descri-
be como clásicamente dentro de los ciclos de violencia en las
parejas, que es la agresión, la luna de miel y la acumulación
de tensiones, información que los conmueve.
Lo que siguió con esta pareja fue alrededor de ocho me-
ses de psicoterapia en donde pudieron realizar escenas abier-
tas y re-escribir sus propios destinos, con mayor libertad, e
individuación para ambos. Cesaron los ciclos de violencia y
con posterioridad fueron derivados ambos a psicoterapia in-
dividual con distintos psicoterapeutas.
74
Gloria Reyes
75
La práctica del psicodrama
Capítulo 3
Psicoterapia de familia
desde el psicodrama
Característica del grupo familiar
La familia es un grupo natural, que comparte objetivos y
tareas comunes. Estos propósitos están relacionados con la sub-
sistencia y la satisfacción de necesidades básicas, afectivas, de
protección y de crecimiento. Las familias, en nuestra cultura,
suelen además compartir el mismo techo. Según Barudy, la fi-
nalidad biológica de una familia es ser la matriz grupal que
permite procrear, cuidar, mantener, proteger y reproducir la vida
humana1. Por tanto, toda la materia, la energía y los recursos
familiares están destinados a mantener la organización viviente
de todos los miembros que la componen. Es necesario conside-
rar a la familia como un todo orgánico, es decir, como un siste-
ma relacional, que supera y articula entre sí los diversos com-
ponentes individuales. Vincularse y permanecer vinculados, a
pesar de los acontecimientos y el paso del tiempo, es lo que
caracteriza al comportamiento familiar. Parte importante de la
energía vital, los aportes de la cultura familiar y las interacciones
de los miembros de la familia están destinados a mantener la
unidad familiar. Esta cohesión es fundamental para asegurar
los cuidados y la protección de todos.
El modelo clásico de familia ha variado a lo largo de los
años. Familia no solo es una madre, un padre y los hijos. La
1 Giadalah, Carolina, Quiñones, Javiera. Psicodrama y duelo familiar,
Tesis para optar al título de psicólogo, Universidad Diego Portales,
Santiago, Chile, 2002.
76
Gloria Reyes
familia nuclear puede estar constituida por una madre soltera
y un hijo o un padre soltero y sus hijos, dentro de varias alter-
nativas. La posibilidad dematrimonios homosexuales en al-
gunos países y la oportunidad de ellos de adoptar o concebir
hijos, también los incluye dentro del concepto por lo tanto de
familia nuclear. Puede incluir vínculos consanguíneos o no,
como es el caso de la adopción o de los matrimonios que se
realizan con hijos anteriores de ambos o de uno de los miem-
bros de la pareja.
La familia está asociada a lo que Moreno denominaba la
matriz de identidad. Esta es el conjunto de vivencias básicas
perinatales y postnatales, que obviamente están relacionadas
con el entorno de la madre, del padre y, dependiendo del caso,
del cuidador primario. Matriz de identidad es por lo tanto lo
originario, con lo que se constituye el ser en el momento de
gestación, nacimiento y en los primeros meses de vida. Moreno
se refería a ella como la placenta social2.
Este grupo esta constituido por roles, estructuras, fun-
ciones y tareas, así como también por modalidades y dinámi-
cas vinculares. Se inserta dentro de una red social mayor, que
abarca las configuraciones sociales e institucionales de la so-
ciedad y la cultura. En este contexto, la familia posee distin-
tas opciones comunicacionales y de resolución o de enfrenta-
miento de conflictos. Desde el lenguaje psicodramático, posee
un libreto, un entramado, un entrecruzamiento de escenas.
Desde el punto de vista de su estructura, la familia es un
conjunto de miembros que se organiza en subsistemas. Así
podemos distinguir los subsistemas parental, conyugal, fra-
ternal, etc. Los subsistemas son formas de organización de los
sistemas familiares, que surgen de la necesidad de establecer
relaciones complementarias –por sexo, generación, intereses o
la función de sus miembros–, que determinarán las funciones
o exigencias de estos. Cada miembro de la familia pertenece a
un subsistema en el cual posee distintos roles y niveles de po-
2 Bustos, Dalmiro M., El psicodrama, aplicaciones de la técnica, 1992.
77
La práctica del psicodrama
der, lo que permitirá desarrollar un proceso de diferenciación
de cada sujeto perteneciente a un sistema familiar3.
Cuando la familia cumple sus funciones de manera me-
dianamente sana existe un equilibrio entre cercanía e indivi-
duación. Los sujetos poseen la dependencia afectiva y a la vez
la autonomía, concordante con su etapa evolutiva.
Por otra parte, cuando la homeostasis de la familia es
patológica, existe una indiferenciación y aglutinamiento, en
donde sus miembros no crecen, ni se individúan adecuada-
mente. Las necesidades y emociones se amalgaman en un todo
confuso, en el cual no es posible hacerse cargo de los propios
proyectos. O, por el contrario, puede ocurrir un distancia-
miento y soledad en que las necesidades afectivas y de recono-
cimiento no son satisfechas. Cada miembro de la familia vive
en su propia trama, sin que haya un mirarse. En este último
caso, la familia no está cumpliendo sus funciones de protec-
ción y afecto. Una tercera gran alternativa es cuando la fami-
lia posee mecanismos de violencia y abuso en que los otros no
solo no son considerados, sino que maltratados, violentados
y/o abusados, ya sea física o psicológicamente.
Influencias de diversas escuelas
en la psicoterapia de familia
Una de las orientaciones relevantes en la psicoterapia de
familia es la afectivo-experiencial, cuya precursora es Virginia
Sátir. Su foco de intervención es dentro de la familia y plantea
una modalidad de psicoterapia continua.
Otra de las grandes orientaciones es la psicoanalítica, te-
niendo como uno de sus representantes a Ackerman. También
posee su objeto de intervención en el interior del núcleo fami-
liar y una forma de trabajo psicoterapéutico, que es continua.
3 Giadalah, Carolina, Quiñones, Javiera, Psicodrama y duelo fami-
liar, Tesis para optar al título de psicólogo, Universidad Diego Porta-
les, Santiago, Chile, 2002.
78
Gloria Reyes
Por otra parte, la corriente estructural sistémica desarro-
llada por Minuchen formula un foco de intervención que está
plantado dentro y fuera del núcleo familiar, en el contexto de
red social en el cual está inserto. También sugiere un trabajo
de forma continua.
Referente a la corriente estratégica, uno de sus represen-
tante es Haly J. Esta interviene fuera del núcleo familiar y
realiza una psicoterapia discontinua. Lo mismo ocurre con la
escuela de Milán, de Selvini y Cecchin.
Finalmente, el psicodrama representa una corriente que
interviene dentro de la dinámica familiar, pero que, igual que
en la mirada sistémica, se aprecia el contexto y contempla la
posibilidad de intervención continua y también focalizada
discontinua, dependiendo de lo que el caso requiera. Los
psicodramatistas más importantes que han trabajado este
tema, aparte de Moreno que es el creador del psicodrama, son
Pablo Población y Elisa López Barberá. Ellos además de ser
psicodramatistas poseen una mirada integradora, que tiene
elementos sistémicos y vinculares4.
Podemos apreciar que son múltiples las corrientes que
han trabajado el tema de la psicoterapia de familia desde lo
teórico y desde lo empírico. Particularmente, pienso que ho-
mologar el concepto de psicoterapia de familia a los teóricos
sistémicos es una injusticia e irrealidad cometida tanto hacia
los sistémicos, como para la psicoterapia de familia. En pri-
mer lugar, como ya ha sido expuesto, son diversas las escuelas
que se han preocupado del tema y en segundo lugar la inter-
vención sistémica no sólo supone una dirección a la familia,
sino que también una mirada sistémica al individuo.
4 Espina, José Antonio, Psicodrama nacimiento y desarrollo, 1995.
79
La práctica del psicodrama
Etiopatogenia familiar desde el psicodrama
Existe una herida primigenia, la cual va asociada a un mito.
Existen además rituales vinculares que tienden a la perpetuación
de ese mito. Estos rituales están destinados, por ejemplo, a aco-
ger, proteger y cuidar a sus miembros, así como mantener la
colaboración y cohabitación entre ellos. Otros son producidos
para asegurar zonas de intimidad y de diferencia. Estos últimos
afirman una jerarquía en la estructura familiar, garantizando la
diferenciación de los roles y las fronteras entre las generaciones.
Cuando estos rituales están alterados, no cumplen su sen-
tido, se aprecia una confusión en el manejo de amor y recha-
zo, de poder y sumisión, además de tendencias a evadir los
núcleos de los conflictos, con respuestas desadaptativas para
el conjunto de la familia y particularmente empobrecedoras,
a veces para uno de los miembros de ella, que constituye el
chivo emisario o expiatorio de la conflictiva familiar.
Se aprecia también falta de claridad, confusión y rigidez.
Desde el punto de vista psicodramático, ocurre lo que deno-
minamos como una alteración de la sociometría familiar, con-
sistente en falta de espontaneidad y «tele». En las interacciones
internas, no existe reconocimiento ni contención de emocio-
nes. Los roles y las matrices vinculares están alterados.
Minuchin plantea que un funcionamiento familiar ade-
cuado debe tener límites claros o definidos en sus subsistemas,
lo que permitirá que cada uno pueda cumplir con sus funcio-
nes. Sin embargo, también se debe permitir el contacto entre
sus propios miembros y con los pertenecientes a otros subsis-
temas. En este sentido, se deben tener líneas de responsabili-
dad y autoridad definidas5.
Cuando los límites son difusos, la diferenciación del siste-
ma familiar se hace difícil y las familias se encuentran
5 Giadalah, Carolina, Quiñones, Javiera, Psicodrama y duelo familiar,
Tesis para optar al título de psicólogo, Universidad Diego Portales,
Santiago, Chile, 2002.
80
Gloria Reyes
aglutinadas. Esto implica un alto intercambio de información
y de preocupación entre sus miembros, estableciéndose poca
distancia entre ellos. El tipo de patrón implícito, creado y man-
tenido por la familia, da lugar a un estilo interaccional o a una
estructura familiar indiferenciada. En el sistema familiar con
este tipo de estructura, existe un exaltado sentido de pertenen-cia y de abandono de la autonomía. Esto genera una carencia
de diferenciación, alejando a los miembros de un desarrollo
normal, ya que muchas veces se los apoya pero se les sobreprotege
también, lo que dificulta su proceso de autonomía.
En subsistemas con límites rígidos, es difícil la comuni-
cación entre los miembros, ya que estos funcionan en forma
independiente, por lo que carecen de sentimientos de lealtad,
de pertenencia y de capacidad de interdependencia. Cuando
las interacciones se estabilizan y se regulan según estos patro-
nes de interacción, se da lugar a una estructura familiar desli-
gada, es decir, donde no hay preocupación entre sus miem-
bros y no hay sentido de pertenencia familiar.
Diagnóstico familiar desde el psicodrama
Los planteamientos epistemológicos para enfrentar la mi-
rada diagnóstica de familia son los mismos para el trabajo
diagnóstico general desde el psicodrama6. Uno de los aspectos
relevantes planteados por el psicodrama se podría definir como
una concepción constructivista de la realidad ínter e intra-
psíquica. Esto implica que la familia como grupo de indivi-
duos, es activa en la construcción de su propia realidad, otor-
gándole significados propios en la elaboración e interpreta-
ción de la información, subrayando los aspectos subjetivos y
no observables de la conducta humana. En este sentido, por
ejemplo, las escenas dolorosas de la familia, los lugares y es-
pacios psicodramáticos en donde ocurre la gestación de la
6 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
81
La práctica del psicodrama
patología es tal, en cuanto su valor subjetivo y su poder de
revelación para la conciencia y las significaciones que los miem-
bros del grupo construyen.
En el anterior contexto, el propósito del diagnóstico es
la exploración conjunta y bi-direccional de lo que está ocu-
rriendo; tanto terapeuta como grupo familiar construyen esa
realidad. El diagnóstico, por lo tanto, no es un decreto que
establece el terapeuta y que la familia acata, sino que es el
conocimiento, la revelación de realidades latentes frente a la
conciencia, que, de no ser digeribles por el grupo familiar, pier-
den además utilidad para la terapia. Por lo tanto, el terapeuta
es solo un facilitador. Es necesario recordar que en este proce-
so ambos tienen roles diferenciados y asimétricos, ambos ade-
más poseen conocimientos complementarios y recíprocamen-
te necesitados de aspectos de la realidad. El terapeuta posee
conocimientos teóricos y metodológicos además de la capaci-
dad «télica»7, el paciente posee sus vivencias, en última ins-
tancia es solo él quien sabe el sentido de su vida.
Un aspecto que se complementa con lo anterior es la con-
cepción teleológica y finalista del dinamismo humano, en
contraposición con lo etiológico. Los síntomas, fenómenos,
sistemas defensivos, trastornos de la familia no son «porque»
sino que son «para». Todo posee un sentido, que en el caso
del ser humano –para Moreno– estará siempre conectado con
la búsqueda de la integración de un crecimiento, de una crea-
ción, finalmente de la espontaneidad. Lo que puede ser
disfuncional, destructivo, poco económico y a veces simple-
mente inútil, es la forma, la manera, el mecanismo mediante
la cual el grupo familiar persigue dicho sentido.
Por lo tanto, el diagnóstico no es algo lineal y unilateral.
Cualquier elemento de la realidad de un ser humano depende
de muchos factores, que se agrupan en forma de espiral en
movimiento. Por ello, una realidad e identidad no «es» sino
que «va siendo», son procesos circulares; no están determina-
7 Tele significa el generar un proceso de empatía recíproca.
82
Gloria Reyes
dos por un solo factor, sino que por múltiples factores, que se
mueven en una dinámica de importancia relativa y cambiante
de un momento a otro y de un contexto y situación vincular
a otra. Por ejemplo, una persona puede ser fóbica en un con-
texto espacio temporal y no en otro.
También en el mismo sentido, los trastornos son en fun-
ción de un contexto cultural. No es lo mismo una disfunción
familiar en un contexto de guerra o migración, que una
disfunción, incluso con una misma «sintomatología», en una
sociedad estable. La situación histórica y social, en este caso,
le dará una interpretación y un sentido muy diferente al mis-
mo «síntoma» familiar.
Por el mismo motivo, los aspectos sintomatológicos o
características particulares de algunas patologías familiares
constituyen emergentes sociales. Por ejemplo, los temas del
alcoholismo, la violencia intrafamiliar, el abuso sexual, im-
plican muchas veces heridas propias de una cultura patriarcal.
Otro tipo de emergentes clave para un diagnóstico familiar
son los culturales. Es importante, para comprender algunas
alteraciones familiares, conocer los códigos culturales y
valóricos en donde se inserta la familia que los posee, que es
lo relevante para su cultura, los mitos y ritos, etc. De la mis-
ma manera, los mandatos familiares y transgeneracionales son
formas de emergentes grupales importantes e inconscientes,
que muchas veces complementan y profundizan la compren-
sión de un cuadro, la metáfora y sentido específico de una
manifestación sintomática.
Otro aspecto relevante, en la forma de exploración de la
situación familiar, es la noción de que la realidad no es taxativa
ni única sino que se manifiesta en forma de movimiento, ex-
presa matices dentro de muchas polaridades. Una de estas
polaridades es lo estructural, versus lo procesal y psicodi-
námico. El énfasis puesto por el psicodrama se encuentra en
lo procesal, en el movimiento, en lo que va siendo, no en lo
que es; lo que se mueve puede ser el foco de intervención. No
obstante, no desconoce que existen elementos estructurales
83
La práctica del psicodrama
que son parte del análisis de contexto. En este aspecto, no
todas las angustias, posen el mismo sentido en el interior de la
familia. Es diferente el síntoma de angustia de una familia
asociada con un duelo no resuelto, que la angustia que movi-
liza el alcoholismo de un padre. Por ejemplo, es importante
reconocer que en el interior de una familia puede existir un
diagnóstico nosográfico de esquizofrenia, aunque la interven-
ción psicoterapéutica esté dirigida a los mecanismos que
interactúan con esta realidad y que tal vez la perpetúan.
En base a lo anterior, es que el psicodrama privilegia un
diagnóstico comprensivo, profundo y dinámico, que permite ex-
plorar los caminos para que la familia se conecte con la creativi-
dad y la espontaneidad. Lo relevante, en el diagnóstico, es lo
descriptivo fenomenológico, los acontecimientos tal cual se pre-
sentan ante nuestra existencia, tal cual se dan en el proceso vin-
cular. En este momento se suspende el juicio, tanto valórico como
clínico, lo que da el espacio y la contención para que emerja lo
latente, aquello que está detrás de la fisura de lo verbal, de las
separaciones entre el discurso verbal y no verbal, o en una inte-
rrupción del movimiento o en un enlentecimiento de la acción.
Es entonces, después de esta recepción en cierto sentido abierta e
ingenua, que puedo acceder a una realidad más profunda y co-
nocer junto a la familia, lo que está más allá de la conciencia.
Otra polaridad, presente es la dificultad versus el re-
curso. En este aspecto, un buen diagnóstico desde el psico-
drama no solo se centra en las dificultades y los conflictos de
la familia, sino también en presentar los recursos potenciales
y latentes de este grupo, ya que muchas veces ellos los desco-
nocen.
En el marco anterior, entonces, realizar un diagnóstico
familiar implica una escucha activa centrada en el aquí y aho-
ra, focalizada en el proceso más que en el contenido, detec-
tando lo matricial de roles y escenas, aspectos y contenidos de
las familias de origen, el entrecruce de las historias individua-
les, familiares y transgeneracionales. También se observan las
escenas cotidianas, las escenas temidas y deseadas, las escenas
84
Gloria Reyes
pasadas, presentes y futuras de la familia. Finalmente, con
todo lo anterior,el análisis de los vínculos y los roles.
Psicoterapia familiar desde el psicodrama
En la intervención psicoterapéutica familiar desde el
psicodrama, se actúa en la unidad dinámica interaccional. Esto
puede ser en el conjunto de la familia o desde la parcialidad
de ellos. El terapeuta modifica la red sociométrica y el juego
relacional del sistema. Se focaliza por lo tanto sobre los vín-
culos, los roles, las matrices, las estructuras, las dinámicas, las
funciones y las tareas.
El peligro de focalizar la intervención en un protagonis-
ta es fortalecer la estigmatización del chivo expiatorio, afian-
zar el rótulo del enfermo, mecanismo mediante el cual la fa-
milia deposita en un solo miembro los conflictos, evadiendo
y negando la posibilidad de enfrentarlos como conjunto. Por
lo tanto, en la sesión psicodramática familiar, no hay un pro-
tagonista, sino temáticas emergentes, que a veces se mediatizan
en un miembro, pero son transversales al grupo.
La intervención está en el cuerpo, en la acción. Sin em-
bargo debe ser mediatizada, en forma cautelosa y paulatina,
de manera de impactar los niveles matriciales, pero sin des-
montar en forma brusca las defensas y movilizar un monto
que más bien bloquee e intensifique las resistencias. Se debe
de esta manera acceder al drama preverbal, desritualizando a
través del sistema dramático familiar.
La función del psicodramatista es poder ver a la familia
más allá del espacio de consulta, haciendo un análisis de con-
texto. También debe tener claro que no todo lo que ve es
susceptible de ser intervenido.
85
La práctica del psicodrama
Técnicas empleadas en psicodrama de familia
Las técnicas empleadas tanto para el diagnóstico como
para la psicoterapia son las siguientes:
Concretización de imágenes: es solicitar al grupo o a par-
cialidades de la familia, mientras los otros miran, que mol-
deen con su cuerpo y expresen en una postura física no verbal
lo que les está ocurriendo. El psicodramatista debe sostener
esta imagen, ya que las incomodidades y cansancio que ellas
involucran en ocasiones son movilizador de angustia y guar-
dan muchas veces aspectos del conflicto latente, como rela-
ciones de poder-sumisión, cansancios, dolores, rabias, etc. Tie-
nen por lo tanto un valor diagnóstico para el terapeuta y de
cambio para la familia. El generar un movimiento rápido y
autocomplaciente a una postura corporal más cómoda puede
ser una resistencia maníaca o evasiva a evitar el enfrentar una
realidad. Solo se hace una vez que se ha tomado conciencia
del conflicto y como una búsqueda de recursos y caminos de
resolución y cambio a la situación que se está viviendo. Po-
blación y López Barberá se refieren a esta técnica con el nom-
bre de «escultura»8.
Álbum y foto familiar: se realiza un psicodrama interno
a través del cual se va haciendo viajar a la familia por distintas
fotos reales e imaginarias de su historia, construyendo un ál-
bum. Se le pide a cada miembro que escoja una foto que emerja
en forma espontánea y como asociación libre, luego entre to-
dos escogen una o la construyen a partir del contenido de
cada uno. A partir de lo anterior realizan una concretización
de imagen, con expresión de sonidos, emociones, etc.
Escena familiar: se les pide que en forma libre y espontá-
nea construyan una escena de la que todos participen. Se puede
hacer, como ya se mencionó en este capítulo, sobre la base de
fantasías, temores, deseos, pasado, presente, futuro, lo cotidia-
8 López Barberá, Elisa, Población, Pablo, La escultura y otras técnicas
psicodramáticas, 1997.
86
Gloria Reyes
no, algún conflicto emergente, etc. A través de esta técnica, se
explora y profundiza el conflicto y también se exploran las vías
de resolución, si al director de psicodrama le parece oportuno.
Átomo familiar: en general la representación del átomo
es sobre un espacio escénico en donde las personas se sitúan
representando su posición relativa y su forma de vincularse
con el resto de la familia. Se puede realizar de dos formas:
todos los miembros de la familia lo llevan a cabo en forma
simultánea hasta que se configure el átomo familiar, o cada
uno lo va llevando a cabo en forma alternada con el resto,
configurando la propia percepción de sus vínculos. La segun-
da forma posee la ventaja de clarificar más el diagnóstico y
los vínculos familiares, si las percepciones son recíprocas o
muy desiguales y no existe mutualidad, lo que desde el punto
de vista psicodramático sería evaluar el «tele» en la familia.
Test sociométrico familiar: se construye en conjunto con
la familia una pregunta significativa y tolerable para el gru-
po. Por ejemplo: ¿quién escucha más? ¿quién es más agresi-
vo?, o temas relativos al motivo de consulta, al conflicto emer-
gente, etc. Todos responden sobre la base de tres alternativas:
la persona que es más significativa en relación con la temática
escogida, el que es menos y el que resulta indiferente. Sirve
para evaluar en conjunto la configuración sociométrica vin-
cular de la familia. Al ser este un test que moviliza ansiedades
y fantasías regresivas, es importante que exista una fase de
sensibilización y preparación –lo que en psicodrama denomi-
namos caldeamiento–. También por la misma razón debe exis-
tir mucha contención por parte del terapeuta. Tiene prepon-
derantemente un propósito más diagnóstico; sin embargo des-
de las mismas emociones que moviliza el test, se pueden
intencionar cambios hacia una configuración sociométrica más
sana. Esto implicaría percepciones adecuadas recíprocas, más
disponibilidad de empatía, menos díadas enquistadas, menos
pirámides de poder y menos miembros de la familia aislados.
La configuración resultante del test sociométrico óptima es la
que genera circularidad.
87
La práctica del psicodrama
Biodrama familiar: es un método también muy útil para
el diagnóstico. Consiste en llevar la línea de la vida a un
espacio escénico. Este espacio escénico es recorrido por el
grupo familiar, corporalmente, con movimientos, desde el
momento en que se gestan como familia –la pareja se cono-
ce, etc.– , atravesando las distintas etapas de la vida familiar,
pudiendo abarcar hasta el momento actual de la familia o
proyección futura. También se puede acotar a la gestación
de un conflicto familiar específico. Se desarrolla mucho
movimiento expresivo en cámara lenta, maximización, es-
cultura, soliloquio, expresión de emociones con palabras y
sonidos, dependiendo lo que el caso requiera. Es relevante
estar muy «télicamente»9 en sintonía con el grupo familiar.
Cada cierto tiempo, se puede ir sacando fuera de la línea del
biodrama a los diversos miembros de la familia en forma
alternada, para que vean lo que ocurre desde afuera. Esta
última parte permite evaluar la capacidad yoica y defensas,
lo que se es capaz de mirar y procesar; también hacerlos
interactuar con lo que el terapeuta está viendo y sintiendo
desde afuera.
Genodrama: en el espacio escénico se desarrolla una lí-
nea imaginaria matrilineal y patrilineal, desde donde los per-
sonajes de la familia van retrocediendo a buscar a sus antepa-
sados. Es particularmente útil, para explorar mandatos o mi-
tos familiares transgeneracionales, develar historias ocultas
bloqueadas y relevantes en la psicogénesis de la patología fa-
miliar y desbloquear emociones que comprimen las dinámi-
cas familiares. Los mandatos transgeneracionales son muy re-
levantes en la etiopatogenie familiar, y muchas veces explican
presencia de patologías con biografía aparentemente sin gran-
des heridas y dolores.
Investigación de roles: se realiza a modo del test de roles
de Moreno. En el espacio escénico se da la consigna de actuar
a la familia en los distintos roles, de madre, padre, hijos, abue-
9 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
88
Gloria Reyes
lo, etc. Van pasando de a uno y el resto de la familia va reso-
nando lo que ve.
Técnicas verbales: se emplean las técnicas verbales clási-
cas del psicodrama, entrevistas, diálogos coloquiales,
señalamientos, confrontaciones e interpretaciones. Estasse
dirigen al conjunto familiar, aunque el que la explicite sea un
miembro. De lo contrario, se corre el riesgo de quedarse cen-
trado en un protagonista. Puede haber un momento de diálo-
go con un miembro de la familia, por ejemplo un niño, pero
paralelamente se va preguntando qué le ocurre al resto con lo
que se está verbalizando.
Técnicas no verbales: se emplea la maximización para
explorar los elementos expresivos de la comunicación. Otra
técnica es la cámara lenta que, al igual que la maximización,
amplifica una acción, un gesto o una intensidad, aquí tam-
bién se realiza lo mismo, pero mediante la lentificación de un
movimiento importante. También se emplea la focalización,
que es aumentar la conciencia de una sensación corporal o
sentimiento. Nuevamente el sentido es amplificar la concien-
cia en este caso corporal. La articulación kinestésica y la
concretización son técnicas que, desde el movimiento, permi-
ten que las sensaciones e imágenes se transformen en un vehí-
culo para llegar a la escena nuclear o generar una catarsis.
Recursos Psicodramáticos: son recursos clásicos utiliza-
dos dentro de las escenas o de las concretizaciones de imáge-
nes. Uno de ellos es el espejo. Consiste en que un yo auxiliar,
se coloque físicamente en la posición que en determinado
momento asume un miembro de la familia. El objetivo es
permitir que todos los miembros, en forma sucesiva, se pue-
dan salir de la escena o escultura, mirándose a sí mismos y su
posición relativa desde fuera. Otro recurso es la inversión de
roles. Consiste en pedirles a dos miembros de la familia que se
cambien de papel y, desde allí, continúen interactuando. Per-
mite, además de vivenciar el rol del otro, descubrir aspectos
del propio rol que quedan en evidencia por la distancia. Por
otro lado, se recomienda un cambio de roles, cuando se desea
89
La práctica del psicodrama
investigar con más profundidad una relación que sea impor-
tante para la familia. También aparece como recurso el solilo-
quio, que consiste en pedirle a los miembros del grupo fami-
liar que «piensen en voz alta» y expresen las emociones que
no están presentes en el discurso. Es apropiado utilizarlo cuan-
do algún miembro de la familia se presenta inquieto o da
muestras de estar actuando conductas socialmente esperadas
o estereotipadas. Esto implica una sensibilidad del terapeuta
o director de escena en relación con titubeos, fisuras en el dis-
curso, etc. El doble es otro recurso característico del
psicodrama, en que se habla o expresa por otro sobre los con-
tenidos latentes. Se utiliza poco en terapia de familia, solo
cuando es necesario, y a través de un yo auxiliar, que no es el
terapeuta, ya que este se puede sobreinvolucrar en el proceso
afectivo y perder la distancia necesaria para acompañar y mi-
rar a la familia. El doble siempre es una sugerencia, es bueno a
veces avisar a la familia que alguien será una especie de exten-
sión de su conciencia y hablará o actuará por ella, que después
nos pueden decir si le resuena o no lo que el doble está diciendo
o haciendo. De alguna manera la acción del doble, igual que la
interpretación, también es una hipótesis. Otro recurso habi-
tualmente empleado es la interpolación de resistencias. Implica
que durante el proceso de inversión de roles el director le puede
pedir al yo auxiliar que realice algo extremadamente opuesto a
lo esperado por el otro rol. Sirve para explorar los complemen-
tarios internos patológicos de la familia, es decir, cuánto están
poniendo de cada uno para que esa interacción que les provoca
tanto conflicto y dolor se manifieste tal cual es. Es particular-
mente útil para escenas de violencia intrafamiliar, ya que posi-
bilita la desvictimización del rol de la persona golpeada10.
Realidad suplementaria: en el desarrollo de la escena, se
exploran diversas situaciones y personajes, que son constitutivos
de las fantasías de la familia, que nos hablan también de sus
recursos. En este marco y en el transcurso de la escena familiar, se
10 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
90
Gloria Reyes
aprecia lo «que hay» y «lo que no hay», las posibilidades reales
de los roles familiares. Una vez que la familia toma conciencia
de esto, discrimina fantasía de realidad y se acude a una realidad
suplementaria. La realidad suplementaria busca recursos fuera
del contexto familiar que la escena simplemente… no los tenía.
Es relevante, antes de llegar a la realidad suplementaria, pasar
por las carencias y ausencias de la escena, de lo contrario se pue-
de transformar en una idealización a la manera de final feliz.
Rol playing pedagógico: dramatización breve con carác-
ter demostrativo, que tiene un propósito no de exploración ni
profundización de conflictos, sino que más bien centrarse en el
rol para el entrenamiento de situaciones nuevas para la familia.
Se emplean por ejemplo cuando las familias van a adoptar a un
hijo, o enfrentar una situación de cambio, etc11.
Utilización de máscaras: la función de las máscaras es
metaforizar los mitos y desenmascarar. Se habla de la mitopoyesis,
que es la transformación que surge entre la distancia de lo di-
cho, lo enunciable y lo no expresable con palabras. Este autor,
que trabaja con esta técnica, estimula a la familia que se pruebe
distintas máscaras, o construya máscaras, tanto de los miem-
bros por separado y de la familia en su conjunto. Luego los hace
explorar el intercambio, relacionando esto con la flexibilidad
de los roles. Explora los discursos verbales y corporales, plantea
el entrecruzamiento de escenas simultáneas. Buchbinder estudia
los roles y los vínculos a través de las máscaras y la fantasmática
que es el inconsciente de la familia, según lo expresado por él12.
Una casuística familiar
explorando una familia interna
El caso presentado a continuación muestra solo algunos
segmentos de una historia clínica y tiene como propósito dar a
11 López Barberá, Elisa, Población, Pablo, Introducción al rol playing
pedagógico, 2000.
12 Buchbinder, Mario y Matoso, Elina, op. cit., 1993.
91
La práctica del psicodrama
conocer los aspectos internos familiares y transgeneracionales que
condicionan en buena medida los componentes psicote-rapéuticos
de una paciente que asiste a mi consulta. En el anterior marco, se
seleccionan aquellos elementos más relevantes, para ilustrar lo
mencionado, y la forma de intervenir psicodramáticamente.
Lilian tiene dos hermanas menores, Beatriz y Soledad. El
hermano, único varón de la familia, falleció abruptamente en
un accidente automovilístico, cuando entraba en edad adulta
hace unos veinte años. Las tres hermanas están casadas, con
hijos y sus familias nucleares respectivas. Pertenecen a un nivel
socioeconómico medio, en donde el valor del esfuerzo y la per-
severancia son relevantes. A nivel de la subcultura familiar emerge
como temática importante un cambio en relación con el rol de
género, asociado a que la mujer debe formarse profesionalmente
y salir adelante en lo laboral, dejando al varón, en un plano
más pasivo de espera e inseguridad. En este contexto, madres y
abuelas se «sacrifican desde su rol de dueñas de casa», exigién-
doles a sus hijas que estudien y progresen laboralmente. Este
aspecto, que pareciera atravesar nuestra cultura latinoamerica-
na, aparece particularmente intensificado en esta familia.
Lilian, 48 años, tiene dos hijas mujeres de 14 y 15 años,
ambas con buenos antecedentes escolares, emocionalmente es-
tables, con una adolescencia normal y un hijo varón muerto
de cáncer durante la adolescencia, hace tres años. Ella, al mo-
mento de la primera consulta, aún estaba con depresión, sin
poderla superar. Su marido es alcohólico, lo que se agrava
después de la muerte del hijo.
Beatriz, la segunda hermana, de 47 años, tiene dos hijos,
un hombre y una mujer; el hombre de 16 años, con trastornos
escolares y conductuales de larga data. La mujer, de 13 años,
una chica alegre, sana y adecuada. El marido de Beatriz es
alcohólico.
Soledad, la tercera hermana, de 42 años, tiene un hijo de
20 años con consumode droga y una hija de 16 años sin
dificultades manifiestas, descrita por la propia paciente como
fuerte, sana y alegre. No tiene problemas con su esposo.
92
Gloria Reyes
El padre y los abuelos maternos y paternos de Lilian,
Beatriz y Soledad poseen antecedentes de alcoholismo, diabe-
tes y cáncer. La madre y las abuelas materna y paterna son
mujeres con una vida de mucho esfuerzo y perseverancia.
Dueñas de casa, trabajadoras y en general sanas y fuertes.
Esta es una escena de la familia interna de Lilian, que es
mi paciente. Los personajes enunciados surgen en un geno-
drama13 en el contexto de psicoterapia individual, que cursa
desde hace dos meses en relación al momento que estoy des-
cribiendo. Comienza en una sesión refiriendo lo difícil que ha
sido para ella el aceptar la muerte del hijo. Las últimas sesio-
nes hemos estado trabajando ese tema y se han realizado esce-
nas, en donde con mucho dolor ella se ha estado despidiendo
del hijo, aceptando que habrá una pena que la acompañará,
tal vez menos perturbadoramente, pero siempre. No obstante
lo anterior, ella siente que hay «cosas» que no logra identifi-
car y que no la dejan despedirse de modo definitivo.
Le digo que se sitúe en las sensaciones corporales asocia-
das a los impedimentos para que se despida del hijo. Nos po-
nemos de pie y en un espacio escénico vamos concretizando
con cojines que van simbolizando aquellos elementos que
obstaculizan la partida del hijo y que ella va colocando en el
suelo. Aparece en primer lugar la culpa que ella siente, como
si hubiese podido evitar la muerte de su hijo; en segundo lu-
gar la rabia que siente hacia él, con relación a por qué no
luchó más por quedarse. Le pregunto si existen personajes que
activan la culpa y la rabia. Detrás de la culpa, aparecen perso-
najes masculinos de su familia, clamando por ser mirados nue-
vamente. Cuando se invierten roles con estos personajes,
emergen el temor y el dolor ante una familia de matriarcas
que los aplasta e inutiliza. Casi todos estos personajes mues-
tran incapacidad de enfrentar el mundo y romper la barrera
de lo materno, muy atrapados en conflictos inherentes en el
13 Ver este mismo capítulo, el punto de técnicas para el diagnóstico y la
intervención.
93
La práctica del psicodrama
cluster 1 de dependencia y no emergiendo al cluster 2 de auto-
nomía14. Durante una primera instancia estos personajes
culpabilizan a las figuras maternas, luego se encuentran con su
propio miedo y con la temática de la muerte. Recordemos que
transgeneracionalmente los varones de esta familia han padeci-
do diversas enfermedades y situaciones que los relacionan con
ese tema, como la diabetes, el cáncer, el alcoholismo, los acci-
dentes, etc. Logran separarse durante estas inversiones de roles
aspectos como lo materno, con la gestación de la muerte. Se
asume, por otro lado, la responsabilidad de los miedos como
propios. La paciente experimenta alivio con esto, ya que ade-
más, luego de esta inversión de roles, puede volver a tener un
diálogo con su hijo, en el cual le puede decir lo importante que
es mirarlo de nuevo y creer en él dejándolo, y soltándolo sin
repetir la historia de las mujeres de la familia de dejar a los
hombres en situación de ineptos. También puede devolver la
responsabilidad a su hijo de trascender sus miedos.
Por otra parte, detrás de la rabia aparecen los personajes
femeninos y matriarcas de la familia, repitiendo que la conde-
na de la mujer es estar sola, ya que los hombres son cobardes
e ineptos. Frente a estos personajes, también se realiza inver-
sión de roles. La paciente llora desconsoladamente, mucho
más que cuando se despedía del hijo.
Luego conversamos, toma conciencia y me narra de todo
lo que se ha dado cuenta. Menciona que es más fácil deposi-
tar los propios miedos en los otros y no dejarlos crecer y de
cómo han influido en ella los mandatos trasgeneracionales de
las abuelas y de la madre. Surge también el temor al abando-
no del hombre. Una forma de evitar este abandono es cas-
trándolo, haciéndose así cómplice del miedo del otro. Para el
hombre, la única manera de «escapar» de este destino es la
enfermedad y la muerte, pero lo que en realidad ocurre es que
se perpetúa la creencia de debilidad masculina. Vemos las di-
ficultades de las figuras masculinas de la familia, su hermano,
14 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
94
Gloria Reyes
sus sobrinos varones, su hijo, etc. Finalmente ella se da muy
bien cuenta de la coresponsabilidad de esta situación, sintien-
do cada vez menos culpa por ello. Llama la atención el con-
traste con relación al inicio de la psicoterapia, ya que cuando
narra por primera vez en sesión la situación de los varones
versus la de las mujeres, se aprecia una evidente disociación
entre la debilidad-enfermedad-muerte, de las cuales son por-
tadoras los hombres y la fortaleza-salud-éxito, que son asu-
midas por las mujeres, no siendo esto percibido por la pacien-
te. Cuando se hace señalamiento en relación con esta situa-
ción, ella misma después se sorprende.
De esta manera comienza a elaborarse en forma más pro-
funda el duelo del hijo, pero también a enfrentar la relación
con su marido de manera diferente. Ella capta que la soledad
es algo a lo que se autocondena. Se aleja en todos los sentidos
del marido; él con ello aumenta la conducta alcohólica y vice-
versa. Tiene claro que el alcoholismo de su marido no es su
responsabilidad, pero sí que se activan en complementariedades
patológicas de ambos, obedeciendo los mandatos transge-
neracionales mencionados.
95
La práctica del psicodrama
Capítulo 4
Psicoterapia de grupo
desde el psicodrama
Antecedentes de Jacob Levy Moreno
Jacob Levy Moreno es el creador de la psicoterapia de gru-
po. El papel del teatro en la vida de este autor y, por lo tanto,
en el desarrollo del método grupal fue fundamental, ya que
aquí descubre tres aspectos importantes. El primero dice rela-
ción con la función social del grupo y su poder catártico, co-
lectivo y de curación; el segundo, con el elemento metafórico-
simbólico, que a través de la representación de un guión, otorga
la posibilidad de identificación y búsqueda colectiva de pre-
guntas y respuestas, y el tercero es que la acción teatral está
plasmada de iniciadores físicos, que activan la relación men-
te-cuerpo tanto en el protagonista como en el grupo. Posibili-
ta entonces una integración entre la acción, la emoción y la
reflexión, y de ahí su función curativa. Por lo tanto, el grupo,
en el psicodrama, es un espacio transicional, un área interme-
diaria que permite el paso del mundo real a la representación
de las imágenes del mundo interno, concretizadas en persona-
jes físicos presentes en la semirrealidad para pasar nuevamen-
te a la realidad externa.
De esta manera, es difícil desvincular la historia de la
psicoterapia de grupo, con la historia de la evolución del tea-
tro: desde el modo clásico en el escenario con el auditorio
grupal, a la del teatro espontáneo. Surge entonces un sistema
de comunicación y comprensión intermediaria, en la que tan-
to el auditorio, como los protagonistas despliegan su incons-
96
Gloria Reyes
ciente, su pensamiento onírico, su mundo psicótico, su drama
existencial y expresivo.
La búsqueda de lo social, el goce, el juego, así como la
generación de una respuesta in situ, esto es, en el lugar de los
acontecimientos, fueron los elementos impulsados por More-
no. De todo lo anterior es que se desarrolla la orientación
grupal, como un modelo teórico y un método de investiga-
ción social. Los conceptos de espontaneidad, creatividad, ac-
ción, y aquí y ahora de fuerte influencia existencial, toman
una relevancia metodológica en el trabajo de grupos de Mo-
reno. Se generan las condiciones espaciales para el encuentro y
el diagnóstico en base a la estructura y síndrome grupal1.
Se desprende también una concepción de la salud mental
más democrática, en la cual el terapeuta es una persona que es
parte de la unidad no autoritaria de grupo, en contraposición
con la postura verticalistadel modelo médico. Moreno conci-
be un grupo como la magnitud mínima de tres personas.
Antecedentes de otras
psicoterapias grupales
Kurt Lewin, sociólogo, se basa en la teoría del conflicto.
Evaluaba la homeostasis de los grupos, los mecanismos de frus-
tración y la agresividad. Realiza en los períodos de posguerra
grupos de entrenamiento laboral y capacitación. Los grupos los
clasificaba en base a escalas sociales, prevalencia de enfermeda-
des, colaboración de obras colectivas, construcciones de pro-
yectos, etc. Por otra parte, Gregorio Barenblit desarrolla un mo-
delo de clasificación grupal, en base a categorías psicosémicas,
socioantropológicas, artísticas, naturales y formales.
Posteriormente Fritz Pearls desarrolla el método psicote-
rapéutico basado en la guestalt. Propone un método sustenta-
do en la honestidad. Para muchos, en las primeras etapas plan-
1 Moreno, J.L., El Psicodrama de grupo y psicodrama, 1987.
97
La práctica del psicodrama
teado como violento. Incluso a los terapeutas gestálticos se los
refería como a los «terapeutas del garrote». La crítica que se
plantea a la aplicación de este método se relaciona con la gene-
ración de intensas catarsis desestructurantes, para las cuales
muchas veces las personas no estaban preparadas, y no genera-
ban por lo mismo el consecuente procesamiento y por lo tanto
el impacto terapéutico necesario.
Carl Rogers desarrolla en Estados Unidos los grupos de
encuentro, aplicados para el ámbito terapéutico y para el tra-
bajo educacional. Están basados en el reflejo y en la acepta-
ción incondicional. Sustenta la interacción terapéutica, no solo
en base a apreciaciones clínicas sobre el paciente, sino lo que
le ocurre y por lo tanto refleja el terapeuta2.
Se desarrollan además las técnicas corporales, como
rolfing, eutonía, feldenkreis, biosíntesis y bioenergética. To-
das ellas sustentadas en una postura más biologicista de los
problemas psíquicos, integrando algunos con una mirada más
espiritual, como es al caso de la biosíntesis. Se encuentran
además los métodos de musicoterapia, danzaterapia y arte-
terapia, como una forma de enfrentar terapéuticamente los
grupos. De todas estas modalidades descritas, tal vez un co-
mún denominador con lo planteado por el psicodrama es to-
mar el «texto grupal», más allá de las palabras.
Otra corriente relevante dentro de las grupalistas es la psi-
coanalista, que la desarrollaremos más adelante en este mismo
capítulo. Dos de sus representantes más relevantes son Bion y
Foulkes. También dentro de esta línea se encuentranPichón
Rivière, que desarrolla el método de grupo operativo y el con-
cepto de ECRO. A través de lo anterior establece como propósi-
to el esclarecimiento de las tareas y operaciones que se realizan
en un grupo. Desde el empirismo caótico e indiferenciado y
principio de la confusión, hasta lo centrado en la tarea específi-
ca y clara. El ECRO está sustentado en la empirie didáctica de la
tarea, según Bleger, Liberman y Pichón.
2 Espina, B.J., Psicodrama, nacimiento y desarrollo, 1995.
98
Gloria Reyes
Finalmente, el planteamiento de Moreno refiere los con-
ceptos de tele y de espontaneidad, sustentados en el encuentro
yo-tú de Buber. Aquí el lenguaje expresivo y el silencio desempe-
ñan un papel relevante en el encuentro. Fue el precursor de los
psicoterapeutas de grupo, aunque no siempre se lo reconoce.
Definición de psicoterapia de grupo
La psicoterapia de grupo es un método clínico científico
desarrollado consciente y sistemáticamente. Consiste en el tra-
tamiento de los problemas psíquicos y sociales de los miem-
bros del grupo. Emprende la intervención al conjunto de in-
dividuos y no a miembros aislados. Es un método fundado en
el marco de investigaciones empíricas.
El método interactivo implica percepción, energía, agru-
pación y objetivo común. El objetivo de la psicoterapia de gru-
po es favorecer la integración del individuo frente a las fuerzas
de la dinámica grupal, promoviendo la integración sana del
grupo, con la interacción libre con los otros y el terapeuta. As-
pira investigar e intencionar las relaciones más favorables y re-
agrupar dinámicamente a los miembros de un grupo.
La diferencia entre psicoterapia de grupo y otro tipo de
terapias es que la primera comparte un objetivo relacionado
con la dinámica de los conflictos intrapsíquicos; en cambio,
el segundo tipo de intervención pueden ser intencionado y
emprendido a un grupo con otros propósitos.
La herramienta fundamental de la psicoterapia grupal
psicodramática es el encuentro, la interacción y la transferen-
cia. Como método científico de intervención, se contrapone a
la psicoterapia individual. El grupo es una unidad, en que la
totalidad es mayor que la suma de individuos. Por lo tanto la
psicoterapia de grupo es un proceso curativo, que no es pro-
movido solo por las habilidades de un terapeuta, sino que
también por las fuerzas del grupo mismo. Las acciones no
están dirigidas a los individuos aislados, sino a las fuerzas vi-
99
La práctica del psicodrama
vas del conjunto de sus miembros. Se acerca a la dinámica
natural de la gente y por lo tanto resuelve desde lo grupal, no
desde lo individual.
Bases y principios de la psicoterapia
de grupo
La psicoterapia de grupo demoró en instalarse y hacerse
popular, ya que la influencia del modelo médico y científico
clásico, para el enfrentamiento de todo tipo de patologías y
conflictos del ser humano, era muy preponderante. De allí
también se desprendía el trabajo frente al individuo, más que
al grupo o a un conjunto institucional o social. En contrapo-
sición con la medicina occidental, se comenzó a trabajar no
solo la parte, sino el todo.
Moreno desarrolló numerosas intervenciones, dirigidas
hacia grupos laborales, y comunitarios. Es así como también
es famoso su trabajo con prostitutas. Posee influencias impor-
tantes de la religiosidad jasídica. Cree en la existencia de co-
rrientes de energía que circulan en el grupo. De esta manera,
Moreno plantea la comunicación de los inconscientes perso-
nales en el conjunto grupal y con ello el desarrollo del co-
inconsciente. Antes de Moreno, Freud se refería a la psicolo-
gía de las masas. Tenía en ese entonces una concepción de
grupo, como un conjunto de sujetos que tendían a la regre-
sión y a la indiferenciación, asociándolo con el primitivismo.
Por otra parte, Jung planteó el concepto de inconsciente co-
lectivo, que a diferencia del coinconsciente de Moreno, está
referido a memorias de símbolos y arquetipos, que se transmi-
ten transgeneracionalmente, sin que medie contacto, ni cul-
turización.
El método grupal de Moreno, se sustenta en que a través
de la capacidad de goce y creación la realidad interna y los
procesos del ser humano se liberan más allá de lo manifiesto.
Así, tanto el grupo como el terapeuta resuenan, contienen y
100
Gloria Reyes
dinamizan el proceso. A partir de lo anterior surge una teoría
y una praxis en que los conceptos de catarsis de integración,
espontaneidad, creatividad, tele, transferencia y sociometría
son muy importantes3.
En el mismo marco, el fundamento de la psicoterapia
de grupo es la doctrina de la interacción terapéutica. Moreno
se centra también en las bases de las terapias tribales. En ella
el grupo desempeña un rol curativo en la patología individual
y viceversa. También la acción más allá del verbo, los ritos
más allá de los mitos tribales cumplen un rol en el desentrañar
los conflictos de la psique. Allí comienza la vida vincular, la
dinámica inter e intra; la construcción y la sanación del vín-
culo es recíproca. Tanto actor como observador se dinamizan
en una interacción, en donde los roles se complementan a ve-
ces de manera sana y a veces patológicamente, involucrando
en el vínculo lo perceptivo, lo afectivo, lo cognoscitivo y lo
corporal. El tele se produce cuando existe reciprocidad y con-
ciencia en la construcción del vínculo. Transferencia, por el
contrario, es cuando se produce la distorsión de la percepción
recíproca, existiendo interferenciade la historia.
De alguna manera el «tele» es la dirección que asume la
expansión del yo, para tomar conciencia de un otro. Permite
la relación entre un sí mismo centrípeto y un yo centrífugo.
Posibilita el encuentro social sin la negación del individuo.
La espontaneidad y la creatividad derivan también de lo
vincular, están centrados en lo interactivo, en la comunica-
ción con un otro. De alguna manera, lo que diferencia, la
espontaneidad, con la impulsividad, es la función de adecua-
ción a un otro. La espontaneidad está centrada en lo interac-
tivo, no es lo mismo que la conserva cultural, que tiende a
bloquear e inhibir la expresión del sí mismo. El fundamento
del psicodrama es el principio de la espontaneidad creadora.
La piedra angular de la psicoterapia de grupo es la acción
3 Moreno, J.L., op. cit., 1987.
101
La práctica del psicodrama
espontánea. La participación libre de todos los miembros del
grupo es la producción dramática y la catarsis reactiva. El
auditorio contiene, recibe, crea.
Aunque algunos pasajes de Moreno y de algunos autores
psicodramatistas aparecen algo confusos en relación con el con-
cepto de espontaneidad, creo necesario aclarar algunos puntos
aquí en relación con ello. El primero es que la espontaneidad
no funciona en base a los principios de energía, como lo harían
las pulsiones, por lo que no debería ser acumulable, ni
cuantificable, sino que más bien es un catalizador, un profun-
do estado de conciencia organísmica, que mueve al sujeto a la
acción y a la creación, pudiendo por lo tanto movilizar energía
y pulsiones, pero no es reducible a impulso. Sería un error, por
lo tanto, hablar de exceso o escasez de espontaneidad, ya que
simplemente está o no presente. Segundo, que al ser una res-
puesta adecuada, es interaccional y vincular. En este sentido
una de las grandes confusiones es oponer la espontaneidad a la
conserva cultural. Esta, en sí misma, no es bloqueadora, ya que
de hecho, para que el sujeto desarrolle la espontaneidad, nece-
sita la cultura con sus conservas. Lo que realmente ocurre es
que si la espontaneidad se bloquea, una de las manifestaciones
puede ser la estereotipia de las conservas culturales a través de
la rigidización de roles en el sujeto.
Tanto el «tele» como la espontaneidad, son elementos de
evaluación de grupos terapéuticos y de intervención, ya que
están relacionados con el encuentro, para valorar y replantear
necesidades y tareas. Cuando existe patología, y la espontanei-
dad está obstruida, puede existir o mucha impulsividad o inhi-
bición de la creatividad y de la dinamización de los vínculos.
Sociometría
Las bases de la sociometría, nuclear en la teoría psicodra-
mática, están en la socionomía, que es parte de la ciencia que
estudia las leyes sociales y que centra la temática de los con-
102
Gloria Reyes
flictos humanos, lejos de la postura individualista del mode-
lo médico. La socionomía, a su vez, está constituida por la
sociogenética, la sociodinámica, la sociatría y finalmente la
sociometría.
La sociogenética estudia la evolución de las constitu-
ciones grupales a lo largo de la vida del individuo. Vemos, de
esta manera, cómo los niños en su primera etapa poseen elec-
ciones sociales más azarosas, para cada vez más ir evolucio-
nando hacia selecciones sociales más complejas. Se realiza-
ron investigaciones que fueron afinando los modos de elec-
ción de los sujetos en base a diversos criterios, a lo largo de
las distintas etapas de la vida. A nivel de psicoterapia, el gru-
po es un catalizador, que nos permite evaluar criterios finos
conscientes e inconscientes de, por ejemplo, elección de pare-
ja, amigos y en general de la postura sociodramática de la
vida de un sujeto.
La sociodinámica es el estudio de las leyes, por medio
del cual se evalúa la asociación de los individuos y sus in-
fluencias bipartitas, la estructuración de los grupos sociales
aislados y las asociaciones de los grupos. Cada individuo deja
huellas en un grupo y cada grupo a la vez activa un modelo
vincular particular de un individuo. Un grupo tiene un me-
canismo de equilibrio establecido, que tiende a la conserva-
ción. La incorporación de un nuevo miembro tiende a rom-
per esta homeostasis, lo que evidencia las tendencias conser-
vadoras de los grupos. Se generan, por tanto, mecanismos
para compensar este equilibrio.
La sociatría es la ciencia que estudia los mecanismos de
curación de sistemas sociales y de reestablecimiento de equi-
librios.
Finalmente, nos detendremos con más detalle en la
sociometría, por ser el núcleo de la teoría grupal de Moreno.
La sociometría es la ciencia que mide las relaciones inter-
personales e intergrupales. Es un método para explorar las
relaciones entre las personas. Se describe también como una
forma de investigar la espontaneidad y el «tele». La cohe-
103
La práctica del psicodrama
sión de grupo se define como una función del tele, que se
estructura a partir de una ley de gravitación social, ley de atrac-
ción y rechazo individual versus grupal. Se realiza un análisis
de las elecciones realizadas y de las que se es objeto y de esta
manera se ve la relación entre la estructura y el proceso del
tele. Se habla por lo tanto de la tele estructura y del tele pro-
ceso. La tele estructura es el cálculo actual presente de eleccio-
nes no al azar. El tele proceso son cambios por acciones que
inducen a la corrección de la percepción. Moreno realizó un
experimento con la asociación libre de diván, en donde en-
contró posibilidades de aplicaciones individuales en un con-
texto grupal, pero observó que los inconscientes individuales
no se juntaban necesariamente. El experimento sociométrico
grupal es entonces intencionar el tele a través de la observa-
ción y el interés corporal y espiritual. Se puede hacer que el
monólogo pase a diálogo y que los inconscientes convergan.
El inconsciente común y la comunicación medial, por lo tan-
to, se van desarrollando con el tiempo y se van actualizando.
Estas son las bases sociométricas de la psicoterapia.
Los conceptos que están a la base de la sociometría son
los criterios, las valencias, el tele y las configuraciones vincu-
lares. Los criterios se refieren a los motivos para los cuales un
ser humano elige a otro. Por supuesto que es distinto el criterio
de elección de pareja, al de amigo, consejero, etc. La valencia
está relacionada con la atracción, rechazo o indiferencia, con la
que está cargada una elección. De esta forma existe una valencia
positiva, una negativa y una neutra respectivamente. El tele se
refiere a si existe reciprocidad o mutualidad en la elección entre
miembros de un grupo, o si existe discordancia, tanto desde el
punto de vista de los criterios y las valencias descritas. Final-
mente las configuraciones vinculares son las figuras relacionales
que se estructuran en un grupo, como resultado del tipo de
elecciones descritas. Es así como existen círculos, estrellas, pirá-
mides, triángulos, díadas y aislados. Esto da lugar a un diag-
nóstico que apunta a describir a un grupo como sano o patoló-
gico, dependiendo de las características de estas formas, de su
104
Gloria Reyes
adecuación en relación con la tarea del grupo, de su coherencia
con el contexto institucional-social en donde este se inserte, y
también a su rigidez y dinamismo.
El método de aplicación puede ser gráfico o de acción.
El método gráfico implica fórmulas matemáticas. Consiste en
realizar un test en el cual se le pregunta a un grupo en base a
criterios de interés, a quién elegirían –atracción–, a quién no
elegirían por ningún motivo –rechazo– y quién les es indife-
rente –neutral–, para por ejemplo contarle un secreto, invitar-
lo a su casa, ser su jefe, etc. –que serían los criterios–. El resul-
tado de las elecciones se lleva a una tabla y luego a un gráfico,
que expresa las configuraciones mencionadas en el párrafo
anterior. En este caso la percepción integra pensamiento y sen-
timiento. Mediante un análisis de las elecciones realizadas y
de las que se es objeto, se obtieneel diagnóstico de un grupo.
Por ejemplo si existe tele –mutualidad–, si existen muchas
díadas, una estructura muy piramidal, no acorde con la tarea
grupal, etc. Las formas de aplicación del test pueden ser va-
riadas. Un ejemplo es pedirle al grupo que se imagine que es
una olla de agua en ebullición, luego que se junten de a pareja
y se cuenten una experiencia íntima, vuelven a ser la olla de
agua para mezclarse y luego poner todos la mano en el hom-
bro del que desean que hoy sea el protagonista. Este es un
método particularmente útil para psicoterapia de grupo. Otra
forma de aplicar el método, menos tradicional, es que cada
miembro del grupo escriba cuatro adjetivos respecto del resto
de sus compañeros. Se colocan estas hojas en el suelo y los
miembros del grupo van rotando, para visualizarlas todas. Se
da la consigna de que cada uno memorice dos adjetivos posi-
tivos y dos negativos sobre sí mismo, que más le haya llama-
do la atención y quién lo escribió, y lo memorice o apunte4.
Moreno desarrolló la sociometría en los campos de pró-
fugos de Mittendorf. El test sociométrico se aplica para medir
las organizaciones de los grupos y estudiar las estructuras so-
4 Bustos, D., El test sociométrico, 1980.
105
La práctica del psicodrama
ciales. También puede ser particularmente útil en grupos
psicoterapéuticos, para evaluar la espontaneidad y el tele. Del
análisis de las elecciones resultan los aceptados, rechazados,
aislados y los periféricos5.
Otra forma de sociometría es el test perceptual. Consiste
en un test sociométrico que se realiza en la mente del paciente
y no en la realidad social. Es como un sociograma introverti-
do, en contraposición con el sociograma extrovertido, en donde
la dinámica principal es la elección y no la percepción.
También se desarrolla la sociometría de la dinámica de los
roles o el test de los roles. Se realiza un diagrama de roles clásicos,
por ejemplo a elegir en una escena, tales como papá, mamá,
pareja, etc. Cada miembro elige a su preferido en cada rol y
también en qué rol le gusta ser escogido. Esta forma del test
sociométrico es particularmente útil en psicoterapia psicodra-
mática, en donde la elección de papeles para la dramatización de
escenas es permanente. Permite evaluar el tele, el grado de satis-
facción de sus miembros para las elecciones de la que son o no
sujetos y la percepción que los demás tienen de cada uno.
Finalmente el átomo social es un concepto que se inserta
dentro de la teoría sociométrica. Equivale por lo tanto a una
sociometría individual, e implica el conjunto de vínculos sig-
nificativos que posee un sujeto. Desde el punto de vista
metodológico, se puede desplegar como una técnica de entre-
vista psicodramática que posibilita apreciar el mapeo vincu-
lar de una persona, como se encuentra desde el punto de vista
de sus relaciones con objetos externos e internos, detectando
además en conjunto con la persona los núcleos de conflictos
más relevantes. Como «objetos» se entienden las personas y
las situaciones. Además las significaciones que la persona le
asigna a cada vínculo. Después de una delimitación del espa-
cio escénico, se le plantea al paciente que vivencie este espa-
cio, como su propio espacio vital y que disponga en él cojines,
que lo representen a sí mismo y a lo más significativo de su
5 Marineau, R., Jacob Levy Moreno. Su biografía, 1974.
106
Gloria Reyes
vida, que representarán el átomo social actual. Se le pide que
vaya desplazándose por cada uno, explorando y expresando
sentimientos, sensaciones, fantasías, conflictos y recursos pre-
sentes en cada vínculo. Desde ahí que vaya hablándole al co-
jín que lo representa a sí mismo. Aquí se realiza, con cada
uno, una inversión de roles. En una segunda instancia se le
pide al paciente que vuelva al espacio escénico e introduzca
los cambios que encuentre necesarios. Es también una manera
de co-construir el objetivo de psicoterapia, involucrando y
comprometiendo al paciente con la terapia de manera que el
se haga cargo de sus procesos. El átomo social se aplica tanto
para individuos como para familia6.
Estructura de grupo
Cuando hablamos de estructura, hablamos de algo fijo,
estable, en cierta forma inamovible. El paradigma psicodra-
mático cree y se centra más en el movimiento, en el proceso,
en lo que cambia, en lo que es susceptible de intervenir
psicoterapéuticamente. Por esta razón, al referirnos a estruc-
tura, nos estamos refiriendo a ciertas formas fijas de relación,
dentro de las cuales se dinamizan procesos. Por esto mismo,
cuando hablamos de estructura, no ponemos el énfasis en lo
fijo o rígido, sino más bien en un corte transversal, que refleja
un continente más o menos estable, sobre la base de lo cual se
mueven contenidos más dinámicos. Es tal vez un tema de tiem-
pos, la estructura es más lenta, el proceso es más veloz y existe
indudablemente una interacción entre ambos. De esta mane-
ra, al movilizar un proceso también voy paulatinamente mo-
vilizando una estructura.
En términos de psicoterapia de grupo psicodramática, al
hablar de estructura podemos prácticamente referirnos a cua-
tro aspectos:
6 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
107
La práctica del psicodrama
El primero de ellos está ya mencionado en el punto ante-
rior, y se refiere a la tele-estructura, que es el modo fijo de
elecciones realizadas por un grupo sociométricamente hablan-
do, antes de ser intervenidas. Nos establece la forma de orga-
nización de sus miembros, los líderes, los tipos de interacción,
la cohesión, la identidad, etc.
El segundo aspecto nos lleva a estructuras culturales, so-
ciales, institucionales, familiares y también arquetípicas, que
tienden a repetirse en las formas de relaciones grupales, sobre
las que podemos profundizar en la investigación psicotera-
péutica a través del tele y la transferencia. Un ejemplo de ello
está en el formato familiar y se puede expresar en el mito de
Edipo, Iocasta, Layo y Antígona. Se reproduce, contiene a la
familia, pero también la trasciende. En otras palabras, el gru-
po es una sociedad en miniatura en que todos los miembros
son aceptados y todos tienen la posibilidad de expresarse abier-
tamente, actualizando roles. En este sentido es importante ver,
¿cuáles son las figuras terapéuticas autoritarias, maternas o
filiales? ¿Cuáles son aliadas, enemigas o rivales del terapeuta?
Un tercer aspecto, que podemos asociar con estructura
específica de la psicoterapia de grupo psicodramática, se sos-
tiene sobre cuatro elementos clave: el sujeto participante o
protagonista de la escena, el auditorio que resuena la escena y
se identifica con ella de diversas maneras, el o los terapeutas y
los yo auxiliares que pueden ser miembros del grupo o agen-
tes terapéuticos profesionalizados que co-ayudan al director
o terapeuta.
Un cuarto aspecto estructural de la psicoterapia de gru-
po psicodramática son los agentes o fuerzas actuantes como
tele y espontaneidad y los mediums, que son los medios a
través de los cuales se influencia en el grupo. Estos últimos
pueden ser danza, música, etc.
108
Gloria Reyes
Procesos de grupo
Los componentes de la técnica están referidos a elementos
constituyentes en la psicoterapia de grupo psicodramática. Es-
tos son el público, el escenario, la escena, el director, el protago-
nista y los yo auxiliares. El público está constituido por los inte-
grantes del grupo, cuyo proceso de observación activa de la dra-
matización sitúa por un lado un espacio de contención y
facilitación para el protagonista, y por otro, también es porta-
dor de diversos aspectos de lo que ocurre en la dramatización.
En este caso, puede identificarse, empatizar, verlo como algo le-
jano, etc. Sin embargo, independientemente de cómo vivencie la
dramatización, también tiene que ver con aspectos individuales
y grupales, que se van entrelazando. Esto fue denominado por
Moreno como «co-inconsciente». El escenario es un espacio físi-
co en donde ocurre la escena, representa el locus, y se representa
como un momento, un tiempo, objetos,personajes y una red de
vínculos, tal cual el paciente los significa. El protagonista es un
miembro elegido por el grupo, quien representa su propia esce-
na, pero que a la vez está actualizando el conflicto y la acción
dramática esencial del grupo, en ese momento. La escena se re-
fiere al conjunto de elementos, conformados por personajes, pro-
tagonistas, objetos animados y/o inanimados y sensaciones aso-
ciadas. El director o terapeuta debe conducir la escena de mane-
ra que esta se reproduzca de acuerdo con la actualización espon-
tánea de la fantasía del protagonista o de la creación colectiva;
esto porque a veces el protagonista es el grupo o una parte de él.
También debe cautelar la integración de las tres áreas de la expe-
riencia y, por otra parte, le corresponde estar atento a lo que
ocurre en el grupo. Los yo auxiliares pueden ser co-terapeutas
adiestrados. También a veces pueden ser miembros del grupo,
que participan en la recreación de la fantasía y/o del recuerdo
significado por el o los protagonistas, colaborando con el direc-
tor en el desempeño de sus funciones y diversas técnicas7.
7 Reyes, Gloria, op. cit., 2005.
109
La práctica del psicodrama
El proceso de psicoterapia tiene como eje un objetivo.
Este se relaciona directamente con el locus y la matriz. La
matriz está definida como el campo de operaciones terapéuti-
cas y el locus como el conjunto de situaciones originarias que
las desencadena. El propósito de la psicoterapia grupal
psicodramática es, ya sea a través de un protagonista, un
subgrupo protagonista o el grupo completo, generar condi-
ciones para investigar la matriz de los individuos y la matriz
grupal y desarrollar, con ello, la búsqueda de la rematrización.
Esto se realiza fundamentalmente en la dramatización, a tra-
vés de la catarsis de integración y el insight dramático. Los
cambios perdurables se van dando a través de una elabora-
ción posterior. La catarsis de integración es un proceso de
abreacción emocional, con profunda resignificación cog-
noscitiva y toma de conciencia, que involucra el cuerpo y los
afectos. Se da a nivel individual en el protagonista de la esce-
na –catarsis primaria– y a nivel del grupo, que observa, acom-
paña y contiene –catarsis secundaria–. Se produce una libera-
ción de la realidad para la producción y el análisis. La prime-
ra, la catarsis de la dramatización que es primaria, es produc-
to de la acción. La catarsis secundaria, en cambio, es una ca-
tarsis de grupo, es vivida por la interacción entre todos los
miembros del grupo, a partir fundamentalmente de la obser-
vación de la escena, aunque se puede dar en distintas fases del
proceso. Resulta de las acciones espontáneas de uno o varios
miembros del grupo, pudiendo ser o no estructurada.
Los métodos más empleados en las sesiones grupales son
los descritos clásicamente dentro del psicodrama. En la etapa
de preparación, se emplean muchos iniciadores físicos, corpo-
rales, sensoriales, el juego y la interacción; el actuar espontá-
neo, el contacto corporal, la comunicación motora y táctil.
Algunas veces se ha intervenido con psicofármacos. Durante
las dramatizaciones, las técnicas más tradicionalmente emplea-
das son el soliloquio, el doble, el espejo y la inversión de roles.
Los sistemas de comunicación apuntan a develar la rela-
ción entre contenido manifiesto y latente, generándose una
110
Gloria Reyes
comprensión intermediaria. Existe un sexto sentido en la co-
acción que es proporcional a la espontaneidad. En otras pala-
bras, se busca la relación entre el inconsciente y el consciente.
El inconsciente de Moreno es distinto al inconsciente indivi-
dual de Freud y al colectivo de Jung, ya que son producto del
vínculo y la interacción en el grupo, sobre la base del princi-
pio del encuentro.
Otro aspecto relevante para el terapeuta, durante el pro-
ceso grupal, es el manejo de la resistencia. Esta puede tomar
tanto forma de bloqueo de la acción, como forma de acting
en la dramatización. Se puede dar a nivel individual o grupal.
Puede ser de carácter agresivo, erótico, sobrerrepresentacional
y de interrupción. Existen diversas maneras de enfrentar las
resistencias para un terapeuta en el contexto grupal. Una pri-
mera forma es generar un ambiente permisivo para que esta se
presente e incluso se magnifique. Aquí el humor puede des-
empeñar un papel de facilitación y contención. Una segunda
forma de manejar la resistencia puede ser mediante concreti-
zaciones. Esto implica llamar al espacio escénico a aquellos
miedos o factores que bloquean la representación de conteni-
dos más profundos y realizar inversión de roles. Se puede lle-
var a cabo esto con yo auxiliares o con cojines u objetos inter-
mediarios. Una tercera forma, que es la que clásicamente em-
plean los psicoanalistas, es la interpretación de la resistencia.
En el contexto psicodramático, recordemos que la interpreta-
ción se realiza a manera de hipótesis, constructivistamente
entre director y protagonista de la escena.
El manejo de la transferencia también es un elemento
importante en el proceso de psicoterapia. Dada la concepción
de transferencia que posee Moreno, es difícil disociarla con el
tele, que es su contrapartida. En psicodrama la transferencia
es vista como un proceso bilateral, ya que no se considera
conceptualmente la contratransferencia. La transferencia ad-
quiere además del rol temporal clásico, el rol espacial, ya que
se produce en forma simultánea y complementaria en diver-
sos miembros en el espacio grupal. Esta puede ser manejada
111
La práctica del psicodrama
en psicodrama, llevándola a escenas y en algunas ocasiones
también interpretándola. En el caso de que la transferencia
sea intensa, involucre a gran parte del grupo, es bueno más
bien llevarlo a escena, que solo quedarse en la interpretación.
Durante el transcurso del desarrollo grupal, se interpre-
tan los mecanismos de defensas clásicos, como identificacio-
nes, proyecciones, negaciones y desplazamientos. Como ya se
mencionó, la interpretación se maneja hipotéticamente y cons-
truyéndola con el protagonista de la escena. Se relaciona con
afectos y relaciones interpersonales. La interpretación es des-
de la vivencia, se hace en forma verbal y por modificación de
actitud. Se puede interpretar antes, durante y después.
Finalmente, un elemento relevante del proceso grupal
psicodramático es obviamente la dramatización. Ella está cons-
tituida por personas, personajes, roles y concretizaciones. El
diálogo en las dramatizaciones es a través del lenguaje, la co-
municación y la simbolización. También durante la dramatiza-
ción, se observa el rol importante que juegan el espacio y el
tiempo, que permite el revivir la experiencia desde una dimen-
sión diferente de la bidimensionalidad plana del relato verbal.
Esto, al igual que los iniciadores corporales y emocionales, des-
empeña una función desbloqueadota relevante durante la re-
presentación.
La dramatización puede ser de carácter explorador, des-
criptivo, expresivo, elaborativo, defensivo y demostrativo, de-
pendiendo el énfasis y la necesidad de los protagonistas y del
grupo en su conjunto. Lo ideal de una dramatización, para
lograr mayor profundidad, es que esté presente todo lo ante-
rior.
Recordemos que en el grupo se interviene no solo en los
individuos, sino que el propósito es el grupo en su conjunto.
De esta forma, cuando se está profundizando una escena in-
dividual, lo que se está explorando en ella son las resonancias
grupales. Entendemos por ello las identificaciones, y lo que le
ocurre a cada uno con la profundización de una escena, que
no es lo mismo que la homogeneización de contenidos y vi-
112
Gloria Reyes
vencias. Una misma escena logra identificar a todo el grupo,
pero puede ser desde la diversidad de emociones, a uno le da
rabia, a otro pena, a otro indiferencia. Lo relevante es que a
todos les ocurre algo con la dramatización. Constituye por lo
tanto esta un vehículo catalizador de un emergente grupal.
De ahí la habilidad del terapeuta en cautelarlas formas grupales
de elección de la escena, la lectura de lo latente y el entretejido
grupal, tanto desde la transverzalización de contenidos, como
desde la diversificación de ellos. Desde el caos y la confusión,
a la claridad y diferenciación.
Fases de la psicoterapia de grupo
El concepto de fase, a diferencia del concepto de etapa, se
relaciona con que cada período se puede sobreponer con el otro,
no hay una demarcación rígida, ni claramente delimitada en la
finalización de una fase y el inicio de la otra. Se va generando
por lo tanto un proceso, que comienza en un acto preparato-
rio, continúa en la aparición de un tema o conflicto, sigue con
la exploración, profundización, y a veces con la resolución de
este, para finalizar con un re-mirar, re-pensar y re-significar. Lo
importante de cada fase no es tanto el método o la forma, ya
que lo que define su esencia tiene que ver con el propósito o
sentido que dicha fase tiene. Lo que se desarrolla a continua-
ción son entonces principalmente los propósitos de cada mo-
mento de la sesión grupal del psicodrama.
La primera gran fase de la sesión grupal dice relación con
la preparación o caldeamiento. Este, a su vez, se divide en ines-
pecífico, que es el proceso inicial, mediante el cual se genera
una sensibilización del cuerpo, de los afectos y de la cohesión
de los participantes, de manera de facilitar la emergencia del
diagnóstico y del conflicto grupal. El caldeamiento se puede
realizar en función del trabajo con el cuerpo, música, danza, o
también mediante la emergencia de contenidos verbales espon-
táneos del grupo. Esto implica, que es un proceso que también
113
La práctica del psicodrama
puede darse en el plano de las ideas y de la conversación
discursiva, en la que se genera un encuentro. El caldeamiento
inespecífico está fundamentalmente destinado al espacio grupal.
Por otra parte, un segundo periodo de esta fase de preparación
es el caldeamiento específico. Consiste en la dinámica median-
te la cual surgen las vivencias y los conflictos individuales, de
las que emerge el conflicto grupal. En esta etapa, por lo gene-
ral, el grupo además elige participativamente la escena y por lo
tanto el protagonista que la desarrollará. También el caldea-
miento específico es cuando se prepara al protagonista para el
desenvolvimiento de la escena, la preparación del espacio físi-
co, los personajes, etc. Se considera también, como parte del
caldeamiento específico, la escenificación. Aquí, se construye y
delimita el espacio escénico, con los espacios tridimensionales,
los objetos y las relaciones. También es considerada como parte
del caldeamiento específico. Es recomendable traer a la memo-
ria, lo más vívidos posible, recuerdos de diferentes sensaciones,
olores, iluminación, hora del día, ruidos alrededor, etc. La
escenificación la va construyendo el protagonista; no obstante
es función del director guiarla de tal manera que vaya involu-
crando al grupo en este proceso, introduciéndose en el espacio
tiempo, características físicas, personajes, etc.
La segunda gran fase de la sesión grupal de psicodrama
es el despliegue de la escena. Consiste en la dramatización, la
realización de la acción que involucra al protagonista y a los
roles complementarios, y que tiene como propósito vivenciar
y tomar conciencia del conflicto, intentando integrar en la
experiencia elementos ideativos, afectivos y corporales. Cons-
tituye un dispositivo terapéutico, que permite el despliegue de
la fantasía interna. Aquí el director debe tener la capacidad
vincular-tele terapéutico, para que la escena fluya, y detenerla
e intervenirla en los momentos necesarios, para la profundi-
zación y exploración de lo latente. El protagonista de esta
escena puede ser un miembro del grupo o un subgrupo, de-
pendiendo cómo y quién haya elegido el grupo como emer-
gente. En el primer caso estamos hablando de psicodrama y
114
Gloria Reyes
en el segundo caso de sociodrama. Toda dramatización debe
contemplar la carga afectiva asociada, que es la que general-
mente se desbloquea durante la acción. Consiste en la abre-
acción emocional, que implica simultáneamente despejar y
tomar conciencia de algo por primera vez. La catarsis de inte-
gración esta ligada al insight dramático que consiste en el pro-
ceso de darse cuenta de manera integral y en forma espontá-
nea. Esto implica tomar conciencia del locus, de la matriz y
de la relación dinámica que existe entre ambos. Se produce un
proceso de resignificación, que trasciende lo intelectual. Tan-
to la catarsis de integración como el insight dramático, se en-
trelazan para que realmente posea sentido terapéutico. De lo
contrario, una catarsis puede tener solo un efecto de descarga
tensional, pero no un cambio o una revaloración. La catarsis
de integración es un componente corporal afectivo con carga
pulsional, no a la manera impulsiva de un acting. Por otra
parte el insight dramático tiene un componente más de pen-
samiento, más de proceso secundario y elaborativo. Mencio-
no esta separación didácticamente, ya que en la realidad prác-
tica es un acto único y espontáneo en el sentido moreniano de
la palabra espontáneo. Esto último implica un sentido de
adecuación y un sentido vincular, ya que este proceso solo se
da en el caso de que hay un alguien que lo acoja y contenga. A
partir del proceso anterior, la resignificación vivencial e inte-
lectual permite la apertura a nuevas posibilidades de relación,
de espontaneidad y de creatividad con la realidad interna y
externa. Sobre la base de la espontaneidad y la plena libertad
del grupo de expresar su mundo interno, se sustenta la verda-
dera capacidad de adaptación, sin que ello involucre la nega-
ción de aspectos de sí mismo.
La fase expresiva del psicodrama puede cursar de acuer-
do al manejo de la escena clásica de psicodrama, pero tam-
bién se puede dar a través de concretizaciones de imágenes de
vivencias de un grupo, presentaciones no verbales de conteni-
dos de un subgrupo, o relato de leyendas. Está última posee la
ventaja del manejo de los contenidos a nivel simbólico, que
115
La práctica del psicodrama
permite no adherirse a contenidos específicos percibidos como
amenazantes, para un individuo o para el grupo. Esto es espe-
cialmente útil en algunas fases del desarrollo de la psicotera-
pia de grupo.
La tercera y última fase de la sesión grupal es el sharing.
Consiste en el cierre del proceso de intervención psicotera-
péutica. Aquí nuevamente tienen espacio el pensamiento y la
palabra. Se posibilita lo elaborativo posterior a la escena y la
profundización simbólica del conflicto, la que es construida
entre terapeuta y grupo. Se comparten las vivencias persona-
les, generadas por la dramatización. En este período es rele-
vante acoger y devolver, tanto lo transversal, como lo hetero-
géneo. El director no debe solo detenerse en lo transversal, ni
menos aún forzar la homogeneización de los conflictos, sino
que también respetar la diversidad. Las temáticas emergentes
configuran el proceso de identificación secundaria. En este
sentido, el sharing no solo aúna sino que también diversifica
caminos, no solo cierra sino que abre preguntas, no solo faci-
lita el proceso de cohesión grupal, sino que también dentro de
ella promueve el proceso de individualización. En otras pala-
bras un grupo que tiende a lo sano, a lo espontáneo, es un
grupo que se cohesiona en una tarea, pero que contiene indi-
viduos con diversidad. Esta etapa es crucial, sobre todo en la
modalidad grupal, ya que es aquí donde se constata que la
elección de la escena se relaciona, con la emergencia de un
conflicto que ya no es del protagonista que realizó la drama-
tización, sino que este fue sólo un agente catalizador del con-
flicto grupal. El sharing cumple en cierto sentido con dos pro-
pósitos: el primero dice relación con la verbalización, que po-
sibilita una resignificación cognitiva y afectiva del re-aprendi-
zaje, y el segundo la vuelta al contexto grupal, desde la escena
individual o subgrupal. Yo, en términosprácticos, lo divido
en dos partes. La primera es asociación libre, divergente, más
cercana al proceso primario y a una ruptura lógica, que per-
mite la profundización de los contenidos emergentes incons-
cientes del protagonista y del grupo, lo planteo como un jue-
116
Gloria Reyes
go de asociaciones laxas de ideas, disparadas por la escena.
Esto tiende a enfatizar más el hecho de que el sharing no debe
estar centrado en un proceso de «interpretaciones y consejos»
dirigidos al protagonista. La segunda, más secundaria,
elaborativa y convergente, que tiende a estructurar más el pro-
ceso y a diferenciar lo que es del grupo, del protagonista y de
cada miembro, en la medida de lo posible. El predominio de
la primera y segunda partes depende del nivel de profundidad
y desarrollo en los que esté el grupo. Obviamente, a mayor
profundidad de contenidos, tiempo transcurrido de la psico-
terapia grupal y consolidado esté el vínculo, más se puede
explorar la etapa divergente, ilógica y de asociación libre. En
las psicoterapias focalizadas de tiempo definido, es mejor un
sharing más estructurante y psicoeducativo.
Otra forma de enfocar el desarrollo de los grupos es la
descripción de sus fases de desarrollo a lo largo de un periodo,
no de una sesión, como se acaba de plantear. El grupo cursa
fases de ciclo espiral evolutivo, que han sido desarrolladas por
diversos autores.
Foulkes se refiere a una fase de grupo inicial indiferen-
ciada y mágica, una fase intermedia de diferenciación y hos-
tilidad y una fase terminal en que el grupo experimenta la
futilidad de la vida y la muerte inexorable. De manera simi-
lar, otro autor, King, describe cuatro fases. Una primera caó-
tica, primaria y fragmentada, una más organizada en la que
surgen líderes, cohesión grupal y claridad en la tarea, para
pasar a un enfrentamiento experimental y llegar a un proce-
so de adaptación y cambio. Bennis habla de dependencia,
huida y posteriormente de interdependencia. Por otra parte,
Shutz se refiere a inclusión, control del poder y liderazgo,
para concluir en una fase de más comunicación y afecto.
Bach describe procesos de prueba, dependencia, regresión,
compañerismo, fantasía y juego, conciencia de grupo y gru-
po de trabajo. Finalmente, Pablo Población y Elisa López
Barbera describen cuatro fases. La primera, denominada
como caótica, en la que se da dependencia y temor. La se-
117
La práctica del psicodrama
gunda, llamada fundacional, en la que se expresan amor y
odio. Una tercera fase está descrita como una fase de repro-
ducción de los mitos familiares, hasta una cuarta y final en
que se estructura socialmente el grupo, en base a agenciar
tareas8.
Lo que he observado en lo años de trabajo grupal, tanto
psicoterapéutico como de formación, son alrededor de cuatro
fases, que aproximadamente coinciden con las descritas por
los autores señalados.
La primera es una fase de cautela, resistencia y temor. Es
un período de conocimiento del grupo y de los terapeutas,
además de una adaptación y reconocimiento del encuadre.
Aquí se activan una serie de ansiedades paranoides y miedos,
relacionados fundamentalmente con la sobreexposición, la
pérdida de la individualidad y autonomía, así como el susto
de caer en estereotipias en la relación grupal. El primer ele-
mento que desde el coordinador ayuda a transitar en forma
adecuada esta fase, dice relación con el facilitar y promover
espacios en que estos temores se expresen abiertamente en el
grupo sin ser juzgados, sino que, por el contrario, valorados
como defensas sanas. Muchas veces los psicólogos caemos en
la deformación profesional de interpretar resistencias, cuando
lo que hay es cautela o temores absolutamente válidos. Estos
se pueden transformar en resistencias si se cronifican, porque
no tienen espacios de liberación, bloqueando la emergencia
de la verdadera espontaneidad, que no tiene que ver con la
sobreexposición antes de tiempo. Un segundo elemento tiene
que ver con la sensibilidad télica del coordinador, que se co-
necte con el timing del grupo y en consecuencia seleccione en
conjunto con ellos actividades de caldeamiento que permitan
el acercamiento paulatino en función de las necesidades de
sus miembros. Un tercer elemento tiene que ver con el status
nascendi y locus de la gestación del grupo, que se produce en
las primeras sesiones y en las cuales el encuadre, en términos
8 Espina, B.J., Psicodrama, nacimiento y desarrollo, 1995.
118
Gloria Reyes
de los propósitos y reglas del juego, debe quedar extremada-
mente claro y acordado. El momento de conformación del
grupo, en este sentido, es crucial. El coordinador de grupo,
debe preguntar, en la primera sesión, si están todos cómodos,
o se encontraron con alguien que puede hacer incompatible
su funcionamiento en el grupo. Me ha tocado enfrentarme al
hecho de que miembros del grupo se han encontrado con su
ex terapeuta o en otra ocasión con su ex pareja. Eso se conver-
sa y se busca la forma de resolución, que puede llegar a la no
inclusión de un miembro, como medida precautoria de él
mismo y por supuesto del grupo. Durante esta primera fase
del grupo, suelo hacer más énfasis en los emergentes grupales
que a los personales, para que los sujetos no se sientan indivi-
dualmente expuestos.
Una segunda fase dice relación con la indiferenciación,
idealización, enamoramiento y manía. Durante esta fase, ya
han pasado los temores iniciales, el grupo se ha cohesionado y
experimenta esta cohesión en forma uterina, regresiva y mági-
ca. Tienden a homogeneizarse, a homologar conflictos y a negar
diferencias. El grupo y el espacio grupal tienden a ser visua-
lizados como una especie de paraíso en donde cesa el munda-
nal ruido y en donde mágicamente se satisfacen todas las ne-
cesidades. En general es una fase maníaca similar a la del ena-
moramiento de las parejas, en que idealizo al otro, negando
sus dificultades. El grupo y su terapeuta representan un espa-
cio imaginario de gratificación de necesidades. Esta fase ob-
viamente se desarrolla si el grupo logra transitar la primera
descrita. Frente a ella no queda otra que vivirla. En término
de catexis energética grupal, es necesaria y disfrutable, pero
no debe prolongarse más del tiempo necesario. En este senti-
do, el rol del terapeuta debe ser el ir señalando y confrontado
al grupo, los elementos que tienden a la negación de dificul-
tades y a la idealización e ir enunciado el paso de una etapa
de mayor reconocimiento del otro.
Una tercera fase, que se desprende en este caso inevitable-
mente de la anterior, es la de la desidealización, desilusión, dese-
119
La práctica del psicodrama
namoramiento. Este tránsito es inexorable. Existen manifesta-
ciones de frustración y agresión, hacia el grupo y/o hacia el
coordinador. Es como el desenamoramiento, como sentirse es-
tafado. La diferenciación con el resto de los compañeros es ex-
perimentada con sentimientos propios del duelo, como tristeza
y rabia. Para el tránsito adecuado de esta fase es sumamente
importante que el coordinador no se haya quedado detenido
sobre la base de alguna necesidad narcisística, alimentando la
omnipotencia e idealización de la fase anterior y haya ido acom-
pañando el duelo a este tránsito doloroso en forma paulatina.
Una cuarta fase se plantea como de diferenciación, acep-
tación del duelo y capacidad de centrarse en la tarea de creci-
miento y en el propósito grupal. La llegada satisfactoria a
esta fase, depende de varios factores, relacionados con las ca-
racterísticas del coordinador y también del grupo. Por ejem-
plo un grupo con características más regresivas, con un coor-
dinador de grupo más omnipotente y narcisista, es una com-
binación peligrosa.
Cada una de las fases anteriormente descritas tiene su
forma concomitante de organización grupal, emergencia de
estructuras familiares primarias, líderes, etc.
Encuadre de la psicoterapia de grupo
El encuadre constituye un elemento crucial, para garan-
tizar un desarrollo adecuado de cualquier psicoterapia de gru-
po. Este se realizadurante los primeros momentos, y permite
calmar la ansiedad inherente del comienzo. Es un rito de ini-
ciación, que constituye un contrato emocional que da la par-
tida al viaje y facilita el salto al vacío. Si bien se lleva a cabo al
comienzo, he observado la necesidad de efectuar un repaso
periódico del encuadre, dependiendo de las necesidades del
grupo. Durante la primera sesión es muy útil realizar socio-
metría espontánea, para ir reconociendo características gene-
rales del grupo, los miedos y las expectativas. También es bue-
120
Gloria Reyes
no investigar fantasías antes y después de haber asistido al
taller. Por ejemplo, imagino que está primera sesión terminó,
voy camino a casa, qué voy sintiendo, qué pienso, etc. Dar la
libertad para que cada uno se mueva como quiere y vaya re-
conociendo, apropiándose e identificado el espacio.
Lo primero que planteo son las reglas del juego. Esto
incluye las características del grupo, el tamaño, si este será
cerrado, semicerrado o abierto y los mecanismos de ingreso y
selección. Reviso acá también, como ya dije, la conformación
específica en términos de si existen algunos miembros que se
estén reconociendo en ese momento y cuyas historias hagan
incompatible la incorporación de uno de ellos, en tanto sea
sentido incómodo para ellos y para el grupo. Las reglas del
juego involucran la asistencia y puntualidad, el día y horario,
lugar de funcionamiento, la forma de pago de los honorarios
y la equidad en lo mencionado para todos. Si ocasionalmente
existe un acuerdo específico con alguien diferente, que en rea-
lidad se trata de evitar, es transparentado en el grupo. Existen
tres reglas que son discutidas, que son la aceptación, respeto y
discreción. La aceptación implica que no se obliga a nadie a
hacer lo que no quiera, el respeto involucra el tender al no
juicio valórico, ni clínico –este último, común entre psicólo-
gos–. La discreción dice relación con tratar lo que emerja en
la situación grupal, en ese contexto y no afuera, lo que tiene
que ver con la confidencialidad.
Otro aspecto importante de destacar en los momentos
iniciales es el objetivo, que debe estar claro. Qué nos convoca
y lo relevante de no pervertir un contrato. Por ejemplo, suele
ocurrir con los grupos de formación, que tienden a desviarse a
espacios terapéuticos. Ahí es importante establecer la diferen-
ciación. El coordinador debe dirigir una escena didáctica con
el mismo respeto y cautela que si lo hiciera a un paciente. Sin
embargo debe estar claro el objetivo didáctico tanto para el
protagonista, para el grupo, como para el director. Los objeti-
vos de psicoterapia pueden ser diversos. Generalmente, los gru-
pos psicoterapéuticos funcionan con temáticas libres no
121
La práctica del psicodrama
estructuradas. También puede darse el contrato de una temá-
tica específica, solicitada por una institución, o conversado
de comienzo con el mismo grupo. Cualquiera sea el caso y la
forma de establecimiento del objetivo, debe ser planteado con
extrema claridad y mutuo acuerdo.
Particularmente no soy partidaria de señalar nada del
método a un grupo, en sus inicios, porque se corre el riesgo de
incurrir en una clase y provocar preguntas muy intelectua-
lizadoras, pero sí señalo consignas generales y básicas sobre las
formas de elección de los temas y de los protagonistas y sobre el
hecho de que todas las formas de participación son igualmente
válidas, activas, necesarias y útiles. Un miembro del grupo pue-
de no realizar una escena en mucho tiempo y estar profunda-
mente activo y comprometido en el proceso o incluso más que
alguien que participa en muchas escenas. El aclarar esto mu-
chas veces posibilita la disminución de ansiedades iniciales, frente
al mito de que para participar en sesiones psicodramáticas se
requieren habilidades histriónicas.
Las consignas claras, tanto para el encuadre general de la
psicoterapia grupal como para enmarcar algunas actividades
o secuencias de las sesiones, son muy relevantes en la disminu-
ción de las ansiedades y fantasías anticipatorias. Existen con-
signas más estructuradas, cerradas y más instruccionales y con-
signas en general más abiertas. Sin embargo, ambos tipos de-
ben ser claros y no ambiguos.
Los roles deben ser expuestos de manera explícita y clara,
para no dar curso a la influencia del pensamiento mágico y
mítico. Los talleres están centrados en el grupo y el individuo,
existiendo una cocreación y bidireccionalidad en la determina-
ción de muchos aspectos. No obstante, tanto el grupo como el
coordinador deben tener presente la asimetría de los roles. Exis-
ten ciertas responsabilidades y ciertas capacidades de decisión
del coordinador o del equipo de coordinadores, que no posee
el grupo. Esto es importante, ya que muchas veces se confunde
la conducción democrática con una anarquía, lo que genera
angustia, confusión y agresividad en el grupo. Si existen yo
122
Gloria Reyes
auxiliares profesionalizados, también debe explicitarse en for-
ma clara su rol, ya que están en una posición intermedia, que
puede confundir al grupo. Por ejemplo, que participe de algu-
nos caldeamientos, pero no de escenas.
Las características para definir un grupo son variables, Mo-
reno hablaba de grupo ya con tres personas. Particularmente
creo que el tamaño ideal para una psicoterapia grupal es de seis
a diez personas. El grupo puede ser semicerrado, con el permiso
para incorporar personas. Es importante que en el interior del
grupo todos los miembros posean el mismo rango y estatus.
El rango de tiempo puede ir de hora y media a dos horas y
media. Lo relevante en esto último es intencionar la puntuali-
dad del comienzo y del final, puesto que son características sim-
bólicas temporales, así como existen las espaciales que facilitan
la sensación de contención y confianza. El rango de tiempo
puede ser de dos meses, dos años o indefinido. El estilo de fun-
cionamiento de Moreno era intervenir en sesiones únicas, de
manera que no se hablaba de proceso terapéutico en el tiempo.
El espacio debe ser cerrado e íntimo. Idealmente bien
templado y ventilado. Más importante que las estructuras
morfológicas propuestas por Moreno, similares a la de un tea-
tro, es que el espacio sea percibido en ese tiempo de funciona-
miento como propio por el grupo. En este sentido, es impor-
tante delimitar en conjunto, al interior de la sala, los espacios
del «como si» de la escena y de la emergencia del inconsciente
y los espacios elaborativos. Muchos autores, y dentro de ellos
el mismo Moreno, plantearon argumentos, que fundamentan
que la delimitación de estos espacios fueran estables. En mi
experiencia los he rotado de sesión a sesión, definiendo esta
elección con el protagonista de la escena, y ha resultado muy
bien. Existen diversas opciones entre los diferentes
psicodramatistas para el empleo de objetos intermediarios o
no. Mario Buchbinder, cuyo trabajo integra bastantes elemen-
tos del teatro espontáneo, utiliza muchos objetos intermedia-
rios, como máscaras, disfraces, géneros y utilería de teatro.
Bustos, en cambio, prefiere que sea invocado en escena el mun-
123
La práctica del psicodrama
do interno y el objeto imaginario del protagonista.
En psicodrama, pueden ser trabajadas casi todas las te-
máticas y motivos de consulta. Existen sí algunas contraindi-
caciones en trastornos compulsivos severos, síndromes
paranoides graves, cuadros maníaco depresivos y coeficientes
intelectuales muy bajos. Si se trabaja con psicóticos o cuadros
muy impulsivos debe ser alguien con experiencia y los pacien-
tes deben estar medicamentados. También yo realizaría obser-
vaciones para la realización de escenas en cuadros depresivos
mayores o en ciertos períodos de la depresión.
Finalmente, como consideración, los pacientes pueden
estar en forma paralela en psicoterapia individual y grupal,
siendo a veces incluso conveniente. Creo que no es recomen-
dable que sea el mismo terapeuta, ya que esto puede despertar
ansiedades de exclusión y celos en el resto del grupo. Lo que síse hace ocasionalmente es algo que se puede acordar con to-
dos los miembros del grupo, y es que tengan la posibilidad en
forma rotatoria, de tener alguna sesión individual con el tera-
peuta de grupo, frente a situaciones de crisis para las cuales
no alcance el tiempo grupal.
Ética de la psicoterapia de grupo
La ética es un aspecto básico a considerar en todo proce-
so de curación, médica y psicoterapéutica. Así lo fundamenta
el juramento hipocrático. Se puede traducir en reglas claras y
en transparentar la relación terapeuta-paciente, o terapeuta-
grupo. Pero lo más relevante es tener clara la concepción
valórica que se posee como terapeuta y ser honesto, en el sen-
tido de cuándo se puede enfrentar o no una tarea. En la praxis
de la psicoterapia de grupo, la aplicación de la ética tiene as-
pectos que hacen más dificultosa su aplicación y resguardo.
La confidencialidad es un tema siempre presente al referir-
nos a lo ético. En este sentido, siempre el terapeuta debe man-
tener el secreto profesional, ya que es parte del código ético de
124
Gloria Reyes
su rol y por lo tanto debe aplicarla con relación a la totalidad
de los miembros del grupo. Si existe alguna información que el
terapeuta exponga afuera de la situación grupal, será solo por
razones profesionales, para supervisión, reuniones clínicas y con
el único objeto de optimizar el funcionamiento, ya sea del diag-
nóstico o de la intervención psicoterapéutica, favoreciendo los
propósitos que convocan a las personas y manteniendo el ano-
nimato de los miembros. También, en el caso de utilizar parte
de la información para publicación o investigación, creo rele-
vante solicitar autorización.
Estos mismos aspectos de confidencialidad, aplicados al
contexto grupal, se tornan más difíciles. Existe una regla rea-
lizada en el encuadre inicial, en el que se le solicita al grupo
no llevar los contenidos principalmente más íntimos a otro
espacio que no sea el grupal. La transgresión de esta regla por
parte de alguno de sus miembros, si eventualmente ocurre, es
conversada en el mismo espacio grupal. No obstante, cabe des-
tacar que la responsabilidad recae más fuertemente en el tera-
peuta o coordinador de grupo, recordando la asimetría del rol.
Referente a lo legal, pueden darse situaciones altamente
complejas, que son las mismas a las que nos exponemos en
psicoterapia individual. Por ejemplo, qué ocurre en el caso de
que uno de los miembros del grupo exponga una situación de
maltrato, abuso o violencia, principalmente hacia menores o
personas más desprotegidas. Este tema, complejo de tratar,
nos pone en una situación difícil desde el punto de vista ético
y legal. Qué ocurre con la confidencialidad, cuando esta pue-
de involucrar la vida o la salud de los otros. Obviamente, si
no denunciamos en caso de riesgos vitales, nos trasformamos
en cómplices. ¿Cómo manejar este tema con el grupo y con el
propio paciente? ¿Cómo no desencadenar riesgos reales o an-
siedades paranoideas en el grupo?
Es importante que todos los miembros del grupo posean
la libertad para expresar lo que necesiten, pero en un contexto
de aceptación y respeto. Cuando acepto al otro es que puedo
estar en desacuerdo, pero no lo presiono ni obligo a llevar a
125
La práctica del psicodrama
cabo algo que no desee o a tener una actitud distinta. Cuando
respeto, es que le digo al otro lo que me pasa con él, pero asu-
miéndolo como algo mío, sin que medien juicios de valores o
clínicos, a lo menos exentos o concomitantes con una autorre-
flexión, de lo que a mí me pasa con ello, sobre todo si es algo
que me molesta. De lo contrario, la libertad de expresión se
puede transformar en algo que Dalmiro Bustos denomina
sincerocidio y puede ser altamente tóxico para los grupos.
Por ser una experiencia grupal, la corresponsabilidad de
lo que ocurre en el grupo debe estar consciente para todos,
pero también el terapeuta debe tener presente que la asimetría
de su rol involucra ciertas responsabilidades de funciones, que
son de él y no de los miembros del grupo.
Al constituirse un grupo, el coordinador debe constatar
que no existan incompatibilidades históricas y rólicas entre sus
miembros. Posteriormente, si el grupo es semicerrado deben
transparentarse las razones de ingreso y egreso, así como con-
sultar al grupo cada vez que se incorpore un nuevo miembro.
Con relación al cobro de honorarios, cada vez hemos ido
constatando la relevancia de que tanto el monto del cobro,
como la modalidad de este, deben ser equitativos para todos
los miembros. Las excepciones tienden a generar conflictos.
En caso de extrema necesidad estas deben ser transparentadas
frente a la totalidad del grupo.
Rol del terapeuta de grupo
La función del tele, como empatía recíproca y como ele-
mento que permite revisar lo que le ocurre al terapeuta, es
crucial en psicoterapia grupal. De la misma manera la transfe-
rencia cumple un rol relevante, ya que la distorsión que esta
implica es parte del propósito terapéutico, que desde el rol del
coordinador grupal se debe corregir a través del vínculo. De lo
anterior, depende la estabilidad del grupo y la productividad
terapéutica.
126
Gloria Reyes
En nuestra cultura el rol del curador o sanador suele ser
situado en una postura vertical, que asocia el papel mencio-
nado con el de salvador, mesías, profeta o heroe. Esto genera
en la situación grupal una transferencia y una sensibilidad
por parte de los pacientes que se debe cautelar. Las dificulta-
des transferenciales no siempre son parte de la neurosis del
paciente, sino que muchas veces surgen de la incapacidad del
terapeuta de advertir este tipo de relaciones y sobrerresponder
a estas demandas mesiánicas y en ocasiones no poner límites.
El terapeuta debe manejar la transferencia y lo que los
psicoanalistas denominan la contratansferencia, que es el con-
junto de sensaciones y emociones que el terapeuta siente hacia
el grupo. Debe por lo tanto coordinar el grupo, revisando en
forma permanente el tema vincular. En este mismo marco, es
que se hace necesario establecer cíclicamente, como lo men-
cionaba en puntos anteriores, un encuadre claro.
El rol del terapeuta debe mantener un equilibrio entre
las funciones de escucha, contención y silencio, con las de se-
ñalamiento, confrontación e interpretación. Mantener un equi-
librio entre el principio del placer y el principio de realidad.
En otras palabras un equilibrio entre el cluster uno ligado a la
función materna de sostener y recibir, y el cluster dos ligado a
la función paterna de autonomía y control. Dentro de la mi-
rada psicodramática debe ser capaz también en ocasiones de
relacionarse desde el compartir, que corresponde al cluster tres.
Ligado al sentido anterior debe ser capaz de discriminar
las funciones psicoterapéuticas del rol de contención y profun-
dización, a las de rol playing y psicodeducativas, dependien-
do de los requerimientos de la dramatización, del paciente y
del grupo en general. En este sentido, si bien el rol playing es
más propio del grupo en formación y lo psicoeducativo es
algo que se aplica más para el grupo de autoayuda, también
son funciones que a veces deben estar presentes en el proceso
psicoterapéutico. Lo importante es que el psicoterapeuta debe
tener claro que el grupo es un objeto transicional, y en este
sentido ser capaz de identificar las necesidades que a partir de
127
La práctica del psicodrama
este espacio surgen y son susceptibles de trabajar. Sin embar-
go, en el sentido más psicoterapéutico, la función del coordi-
nador es develar el conflicto latente, a través de lo manifiesto,
siendo el campo de intervención para esto la acción de la dra-
matización y la interpretación.
Esferas de aplicaciones
En general se distingue psicoterapia de grupo de la terapia
grupal, en que la primera se relaciona con procesos de trabajo
de psicoterapia y desarrollo, en donde el objeto de intervención
es el grupo y no sus miembros aislados; en cambio la terapia se
refiere al mismo ámbito de intervención, pero con propósitos
másamplios y otro tipo de tareas, tales como el trabajo comu-
nitario, trabajo de redes, de clubes, educativos, institucionales,
biblioterapia, terapia educacional, etc. Por ser el objetivo de
este capítulo la psicoterapia grupal psicodramática, no nos de-
tendremos en estos últimos trabajos, ya que además se desa-
rrollarán en la segunda parte de este libro.
Las esferas de aplicación de la psicoterapia de grupo
psicodramática son diversas. Desde el punto de vista etáreo,
se trabaja con niños adolescentes, adultos y adultos mayores.
Los grupos de niños son altamente efectivos para trabajos
psicoterapéuticos. Los niños son psicodramatistas espontáneos
y tienden con mucha naturalidad a identificar el juego, la dra-
matización y el grupo, como espacio transicional para la
expresión y reparación de conflictos. De la misma manera, los
adolescentes son muy proclives a las técnicas dramáticas y
expresivas, además de que el compartir conflictos con el gru-
po de pares favorece un espacio de sustitución familiar, de
búsqueda de identidad y proyecto, inherente a sus necesida-
des evolutivas. Hemos realizado numerosas experiencias con
adolescentes de hogares de menores, de alto riesgo, y hemos
ido observando que el espacio grupal y el psicodrama les otor-
gan una posibilidad de identificación y expresión de necesi-
128
Gloria Reyes
dades, que en términos prácticos incide en una disminución
de fugas desde el hogar y en una baja de conductas agresivas
entre ellos. Por otra parte, los adultos comprenden un rango
amplio y en este sentido creo que no es bueno sectorizar mu-
cho la edad, ya que la heterogeneidad dentro del margen que
corresponde a la adultez enriquece al grupo y otorga mayor
posibilidad de complementariedad de roles. Finalmente, en
términos etáreos, los adultos mayores encuentran en los gru-
pos la posibilidad de compartir las vicisitudes propias de su
edad, tanto desde el punto de vista biológico, psicológico y
espiritual-individuativo. El grupo adquiere en ellos, un valor
especial, en una cultura, que los tiende a marginar, discrimi-
nar y confinar a la soledad. En el Centro de Estudios de
Psicodrama de Chile, se han llevado a cabo de manera parti-
cular algunas investigaciones con adolescentes y ancianos con
trabajo psicodramático, interesantes de revisar.
Referente al ámbito clínico, la psicoterapia grupal
psicodramática es de múltiple aplicación. Existen autores que
han trabajado con grupos de psicóticos, como Kononovich y el
mismo Moreno. Guié una tesis para optar al grado de licencia-
do en Psicología, que realizó una experiencia muy interesante
en que se desarrolló una psicoterapia grupal para psicóticos en
proceso de rehabilitación y reinserción social, en el Hospital
Psiquiátrico de Santiago de Chile. Los resultados de dicha in-
vestigación demuestran grandes aportes en el proceso de reha-
bilitación vincular y social desde el psicodrama grupal, que fa-
vorece las habilidades de los psicóticos para la adaptación a la
vida cotidiana. Otra experiencia realizada, por parte de una de
nuestras alumnas de postítulo, en un centro de internas psicóticas
crónicas del Hogar de Cristo de Santiago de Chile, mostró que
a través de la experiencia de psicodrama grupal, las pacientes
lograban tener un mejor control de impulsos, mayor adecua-
ción y autoestima con su cuerpo y una mejor relación entre
ellas y con la institución. Con respecto a limítrofes y neuróticos
es donde más se acumula la experiencia grupal de psicodrama.
Creo que es importante resaltar, que no es bueno mezclar estas
129
La práctica del psicodrama
categorías, ya que, por ejemplo, un paciente de personalidad
limítrofe en un grupo de neuróticos sobrepasa las posibilidades
de contención del grupo y del terapeuta. O se puede sentir ais-
lado o sobredemandar tiempos y esfuerzos, haciendo que el
grupo se sienta agobiado, abandonado y regresivo.
Los motivos de consulta frente a los cuales son útiles las
intervenciones grupales psicodramáticas son múltiples. He
encontrado particulares resultados positivos en casos de fobia
social, trastornos psicosomáticos y casos de violencia intra-
familiar. He visto, en este último tema, que la escena psicodra-
mática en el contexto grupal sirve de manera especial para
que la mujer golpeada se desvictimice, saliendo de su rol habi-
tual. También en el caso de enfermedades psicosomáticas, el
espacio psicodramático sirve de lugar para develar la metáfo-
ra del síntoma y encontrar espacios y mecanismos sustitutos
de expresión del conflicto latente, que hace que la enferme-
dad sea cada vez menos necesaria.
En otro punto de este capítulo, me referí a las contraindi-
caciones. Estas se presentan en síndromes paranoideos, precarie-
dad en el control de impulsos, ciertas fases de los cuadros depre-
sivos, psicosis en fases agudas emergentes sin medicación, algu-
nos cuadros orgánicos y coeficientes intelectuales muy bajos. No
obstante el psicodrama es una herramienta de trabajo poderosa
y dúctil. Cabe mencionar no obstante que la efectividad y efi-
ciencia de su aplicación depende mucho más del entrenamiento
del terapeuta y de la experiencia clínica de este, más que incluso
del tipo de caso con el que se esté trabajando.
Categorías de los grupos
Los grupos se pueden categorizar desde diversos criterios.
Desde su morfología pueden ser amorfos o estructurados.
Esto significa con rasgos claros predefinidos en lo que concierne
al perfil sociodemográfico, o abiertos y sin rasgos predefinidos,
como por ejemplo un grupo comunitario. Los grupos a la vez
130
Gloria Reyes
pueden ser homogéneos o heterogéneos. Los grupos pueden ser
primarios, como la familia, una tribu; o secundarios, como un
equipo de trabajo, un club deportivo, que se congrega en rela-
ción con una tarea. Por otra parte está la muchedumbre, que es
una agrupación de gente que comparte un espacio, pero que no
se reúne, ni posee una estructura orgánica en torno a una tarea.
Desde el lugar en donde se convoca el grupo, puede ser in
situ que es desde donde naturalmente funciona, como un gru-
po de jóvenes de la calle, un grupo étnico, etc. O un grupo en
un lugar artificial, como lo sería convocado para una investi-
gación o una intervención, etc. Moreno se caracterizaba por
trabajar mucho con grupos in situ.
En relación con el grupo psicoterapéutico, puede ser abier-
to o cerrado, de un número de sesiones predefinidas, uno o
dos años o indefinido. En este último tema Moreno, no era
partidario de predefinir el número de sesiones. Puede estar
centrado como propósito en una sintomatología, como fo-
bia, alexitimia, o no definido desde su objetivo clínico.
Desde el punto de vista del tipo de conducción psicotera-
péutica, un modelo de trabajo puede ser en base a un liderazgo
autoritario o democrático, siendo este último al tipo que corres-
ponde el trabajo psicodramático. Los tipos de influjos y medios
pueden ser en conserva, es decir actividades previamente diseña-
das, estructuradas y ensayadas, o que se crean en el momento.
Ambos son válidos desde la perspectiva del psicodrama. No se
debe confundir espontaneidad con improvisación. De esta ma-
nera por muy o poco prediseñada que esté una sesión en fun-
ción de un propósito, lo relevante es flexibilizar su forma de
acuerdo con las necesidades del grupo en el momento.
Los modos de trabajo grupal tradicional y psicoanalíti-
co suelen estar centrados en la verbalización, mientras que los
psicodramáticos y de terapias corporales favorecen la acción y
la catarsis, información orgánica, espontaneidad y tele. Tanto
el grupo psicoanalítico como psicodramático pueden estar
centrados en aspectos psicodinámicos personales, o más en la
sociodinámica interpersonal. El modelo de trabajo psicodra-
131
La práctica del psicodrama
mático contempla etapas para ambos procesos, estando el
caldeamiento y el sharing más centrados en la sociodinámica
interpersonal y la dramatización en la psicodinámica inter-
personal.
Algunas técnicas grupales psicoterapéuticas están centra-
das más en los procesos conscientesy manifiestos, mientras
que la psicodramática, al igual que la psicoanalítica, está cen-
trada en desenterrar el inconsciente y los contenidos latentes,
tanto individuales como grupales. En relación con las técni-
cas empleadas, pueden estar vinculadas con asociación libre,
coloquios grupales, producción psicodramática y estar rela-
cionadas con los procesos vinculares como transferencia, tele
y espontaneidad. El tipo de comunicación puede ser semánti-
ca, auditiva, visual, táctil y motora. El lenguaje, sintético, ex-
presivo o existencial.
Relaciones entre el psicoanálisis
y psicodrama: aspectos centrales
Moreno fue contemporáneo de Freud. Sin embargo, con
36 años de diferencia, su relación hacia él puede tal vez ser com-
parada con la de un adolescente hacia un padre, con la
ambivalencia propia de un hijo lleno de admiración y envidia,
y con muchas más influencias de Freud de las reconocidas por él
mismo. A pesar de que el método freudiano está centrado en la
dinámica intrapsíquica, que fue lo que más le criticó Moreno,
la mirada que posee el psicoanálisis del ser humano surge en un
contexto eminentemente social. El concepto original que Freud
posee de grupo, está asociado a la psicología de las masas, que
asocia la agrupación humana a lo primitivo e indiferenciado.
Moreno, por otra parte, como ya lo hemos planteado en este
capítulo, crea y desarrolla la sociometría y la concepción
sociodramática del ser humano. Esta postura plantea que gru-
po e individuo interactúan, pero desde su praxis existe una mayor
diferenciación entre uno y otro. Es así como la teoría y la técni-
132
Gloria Reyes
ca de Moreno se centran mucho más en la dinámica inter-
accional9.
De esta forma, las diferencias planteadas por Moreno en
este sentido se ocupan fundamentalmente de un método de
acción interactivo, que además busca el desbloqueo y la dis-
minución de las resistencias a través de activar la motilidad y
la corporalidad, y con ello la abreacción de las emociones.
El psicoanálisis, por otra parte, en su núcleo teórico, con-
templa el conflicto y el drama. En este sentido, la escena no es
ajena al psicoanálisis, sino que más bien es concebida como
un objeto transicional, como lo plantea Freud en la escena de
Dora, la escena de Edipo y la escena original. Es, entonces, el
inconsciente el campo de la intervención a través de la inter-
pretación de estos conflictos.
Otro aspecto relevante es el concepto de trauma, que se
podría asemejar al concepto de locus de Moreno. Aunque no
son sinónimos, pueden ser homologables, en el sentido de que
ambos aluden a un lugar y un momento en donde ocurren
acontecimientos o cadenas de acontecimientos, que desenca-
denan un conflicto intrapsíquico y que son significados dolo-
rosamente y equívocamente por el sujeto. Aunque si bien locus
posee un énfasis marcadamente más centrado en la subjetivi-
dad y en la fantasía interna del sujeto, que en el aconteci-
miento externo, como ocurre con el trauma.
Dentro de los elementos centrales y fundantes que mar-
can algunas diferencias entre psicodrama y psicoanálisis, está
la mirada del conflicto y del síntoma asociado a este, que en
el caso de Moreno es más circular, contextual y teleológico,
mientras que en el caso de Freud es más lineal y etiológico. En
otras palabras, para Moreno el síntoma «es para», tiene un
sentido y es por lo tanto finalista, mientras que, para Freud,
el síntoma «es porque» y tiene una causa desencadenante que
surge en algún momento de la historia del individuo.
9 Losso, R., Psicoanálisis y psicodrama, 1992.
133
La práctica del psicodrama
Influencias y aportes desde el psicoanálisis
Uno de los autores psicoanalistas posteriores a Freud, más
reconocido en relación con su desarrollo frente a la temática
grupal, es Bion. El aporte más relevante de este autor es la
concepción de grupo. Bion plantea la noción de cuerpo grupal,
en la que la expresión de un miembro es la expresión del cuer-
po completo. Otro aporte de Bion, que se vincula con el apor-
te de Melanie Klein, es la concepción de patología grupal. La
mirada de patología individual puede ser aplicada a la con-
cepción grupal, según estos autores. Es así como las fases
esquizo-paranoides y la temática de envidia y gratitud, descri-
tas por Melanie Klein, pueden ser aplicadas al grupo.
En el marco anterior, el psicoanálisis aplica más la pato-
logía individual a lo grupal, a diferencia de Moreno que apli-
ca más la patología del grupo a la temática individual, que
sería en definitiva la sociometría, la postura sociodramática
y, en un nivel más micro, la transferencia.
Autores franceses, han desarrollado trabajos psicoanalí-
ticos que intentan aportar al trabajo psicodramático. Deleuze
plantea la noción de intersubjetividad. Levovici el tema edípico
como temática central de la dramatización. Anzieu ha desa-
rrollado un amplio trabajo en la temática de trabajo de juego
infantil. Finalmente, los hermanos Lemoine han realizado un
esfuerzo en sus trabajos relacionados con el jugar y el gozar, y
en la integración entre los planteamientos de Lacan con el
método psicodramático10.
Luego se encuentran los relevantes desarrollos conceptua-
les de los teóricos del vínculo, como Bowly y Winnicott, que
siendo históricamente posteriores a Moreno, plantean una pro-
puesta teórica muy similar a la psicodramática, en términos de
las relaciones objetales y de las concepciones de objeto interno
y externo. Se precisa, en este núcleo teórico, al igual que lo hace
Moreno en su teoría de roles y de desarrollo evolutivo, la dife-
10 Lemoine, G. y P., Teoría del psicodrama, 1996
134
Gloria Reyes
renciación yo-no yo, la discriminación de objeto total, objeto
parcial de Bowly, que son en definitiva las descripciones del
universo uno, dos y tres, descritos por Moreno.
Otro autor psicoanalista que ha desarrollado un amplio
aporte teórico y además en este caso metodológico al trabajo
grupal, es el argentino Pichón Rivière. Las influencias de Pi-
chón se refieren a los grupos operativos centrados en una ta-
rea, y a los contenidos grupales como emergentes que surgen
en un individuo, pero que representan un conflicto de carác-
ter institucional y también macrosocial. Si bien la propuesta
metodológica de Pichón no contempla el desbloqueo corpo-
ral, sino que sigue centrada en la cognición y el lenguaje, con-
firma igual que Moreno que la dinámica socioafectiva del gru-
po es constituyente importante de la patología individual y
viceversa, la patología individual es un síntoma del conflicto
social. De esta manera, este autor, sin citar a Moreno, actuali-
za uno de los aspectos centrales de su mirada epistemológica,
que sitúa la salud mental en los procesos sociales y vinculares.
En este sentido, para Pichón, la institución es un disparador
del imaginario grupal11.
El proceso de psicoterapia grupal
desde el psicoanálisis
Uno de los primeros aspectos a destacar en el psicoanálisis
grupal es el de vínculo, y en este contexto la mirada y aplica-
ción práctica de los conceptos de transferencia y contratrans-
ferencia. Se emplea aquí, con más énfasis, la interpretación de
estos fenómenos de manera más similar a lo que se realiza en el
diván, sin considerar el método propio de la «escena
psicodramática», en que los elementos transferenciales se des-
pejan en función de la emergencia del encuentro, el tele y la
espontaneidad y no producto de la imposición de una interpre-
11 Pichón R., El proceso grupal, 1999.
135
La práctica del psicodrama
tación unilateral, por parte del terapeuta. También podríamos
mencionar que en la aplicación práctica de estos conceptos por
parte de algunos psiconalistas psicodramatistas, no está presen-
te de manera explícita, clara y coherente, uno de los elementos
fundantes del psicodrama, como es la mirada de Buber, que
tanto influyó en este sentido en Moreno y que termina siendo
un aspecto críptico entre la aplicación psicoanalítica con rela-
ción al psicodrama. En este sentido, el planteamiento de Buber
lo podríamos resumir en que un yo no puedecontemplar a un
tú sin ser conmovido, y de esa manera impactar sobre la reali-
dad que está mirando, asumiendo con esto que la posibilidad
de la mirada científica neutral es una falacia. Contrario a lo
anterior, nos encontramos con una cita de Anzieu, aplicada por
«psicodramatistas psicoanalistas», a la escena psicodramática,
que es la siguiente…: «Mantener la neutralidad, la abstinencia
componen un espejo, que ofrece al sujeto la menor traba posi-
ble, para proyectar sobre él tan solo su propia realidad…». Se
plantea entonces, a diferencia de Buber, el ideal psicoanalítico
de la neutralidad y la abstinencia del terapeuta.
Continuando en el marco de lo vincular, así como en el
párrafo anterior mencioné cierta dificultad epistemológica
entre el psiconálisis y el psicodrama, en el este punto me refe-
riré a un aporte y profundización al trabajo grupal psicodra-
mático psiconalítico realizado por Kesselman. Me refiero a la
relación entre subjetividad e inter-subjetividad. Si bien More-
no enfatizó y fue un precursor de la grupalidad y el trabajo
relacional, también es cierto que en su metodología de dra-
matización de un protagonista, se puede quedar entrampado
en la individualidad intra-psíquica y correr con ello el riesgo
de transformarse en una psicoterapia individual, realizada en
el contexto de un grupo, sin considerar necesariamente el en-
trecruzamiento de los contenidos de esta escena, con los con-
tenidos grupales, quedando esto supeditado después solo a
un buen manejo del sharing. En este marco, el aporte de
Kesselman es el capturar la escena individual, como parte cons-
tituyente y emergente también del conflicto grupal. Desarro-
136
Gloria Reyes
lla este autor el método de multiplicación dramática, a través
del cual la identificación grupal con la escena individual se da
mediante la síntesis como la divergencia, de la homogenei-
dad, como de la heterogeneidad. Es vista, por lo tanto, la
multiplicación dramática, como una forma de debate y de
acción grupal interpretativa, a través de la cual se profundi-
zan los contenidos individuales y grupales. En términos prác-
ticos, la multiplicación dramática, es la producción dramáti-
ca grupal, mediante técnicas de asociación libre, laxa e im-
provisada de micro-dramatizaciones, una vez terminada la
escena del protagonista, y siendo esta el disparador principal
de la producción grupal descrita. A mi modo de ver, cabe sí
destacar que en este «robo» de la escena individual por parte
del grupo, en esta renuncia al narcisismo por parte del prota-
gonista, se debe cautelar el delicado juego de ser individuo en
el grupo12.
Otro aspecto relevante de considerar en el proceso de
psicoterapia grupal psicodramática psicoanalítica es el manejo
de la resistencia. Pavlovsky plantea que la resistencia se puede
manifestar durante las distintas fases de la dramatización de
diversas maneras. Una de ellas puede ser el bloqueo de la ac-
ción, y otra el actig out, que es una acción impulsiva, que pue-
de llevar a la sobreactuación, a actitudes agresivas o de carácter
erótico, y que tienden a buscar la evasión de la profundización
de la escena. La manera de manejar la resistencia mediante el
psicoanálisis es fundamentalmente la interpretación. Bustos tra-
baja la resistencia mediante la concretización de imágenes, que
implica traer a escena aquellos miedos o elementos que obsta-
culizan la profundización de los contenidos y mediante la in-
versión de roles y el diálogo con estos personajes, que el prota-
gonista tome conciencia y acepte sus miedos. Personalmente
creo que es importante discriminar la resistencia al miedo y
cautela consciente. La primera es una defensa inconsciente a la
emergencia de contenidos latentes que son parte del proceso
12 Kesselman, Las escenas temidas del coordinador de grupos, 1996.
137
La práctica del psicodrama
gradual de adquisición de confianza intra-grupal y con el tera-
peuta. He visto, en mi experiencia de trabajo con grupos, la
resistencia en tres fases del proceso psicoterapeutico: al princi-
pio está relacionada con el vínculo y con el temor a la exposi-
ción y pérdida de la individualidad y a ser tragado; por el gru-
po, cuando es al medio del proceso se relaciona con el temor
inconsciente a la profundización de contenidos rechazados por
la conciencia y, en la fase final del grupo, tiende a darse por el
temor a la pérdida, separación y duelo.
La técnica de la interpretación, en el psicodrama psicoa-
nalítico, se realiza sobre contenidos emergentes grupales, más
que solamente adheridos a contenidos del protagonista. En el
mismo marco, el protagonista es visualizado como portavoz
emisario o chivo expiatorio del grupo. La concepción de emer-
gente es el nudo representacional de mecanismos de defensa
del grupo, existiendo una mayor tendencia a la lectura de con-
tenido verbal que lo que realiza el psicodrama más puro. Ade-
más, en la práctica psicoanalítica la técnica de la interpreta-
ción suele ser planteada menos constructivamente con el pa-
ciente de lo que plantea el psicodrama moreniano.
En el proceso psicoanalítico grupal, el concepto incons-
ciente es obviamente relevante. El psicodrama aporta a través
de su técnica en la exploración del inconsciente, a través del
juego, el goce, lo plástico, la creatividad y la corporalidad. El
despliegue anacrónico del tiempo en las escenas, la tridimen-
sionalidad del espacio, permiten develar metáforas, fantasías
y conflictos. Luego un espacio de verbalización, para com-
prender, concluir, sintetizar, discrepar y debatir. El inconscien-
te también permite explorar las dinámicas entre el grupo y sus
miembros, develar los símbolos y el mito específico del grupo.
De la misma manera que para Moreno, el proceso inconscien-
te es la escena psicodramática misma.
En el contexto de lo anteriormente planteado, autores
psicoanalistas y psicodramatistas como Mario Buchbinder,
destacan dentro del método psicodramático el papel del goce
y de lo estético, para develar el inconsciente, disminuir las
138
Gloria Reyes
resistencias y hacer más resistible el dolor. Mario Buchbinder
y Elina Matoso profundizan conceptualmente y metodoló-
gicamente en el goce estético, como parte del arte de curar.
Aportan también estos autores en la temática del cuerpo y la
fantasmática corporal, que no es otra cosa que el inconsciente
del cuerpo. Desarrollaron un método que trabaja la metáfora
estética dentro de la escena a través de las máscaras y del mapa
fantasmático.
Entonces, la técnica de la dramatización es una mirada
reflexiva de la acción. Para los psicodramatistas psicoanalis-
tas, el escenario, el espacio o la sala de representación
psicodramática poseen similares características simbólicas a la
del diván psicoanalítico individual. La asociación libre de ideas
con ruptura lógica equivale a la asociación libre de escenas,
planteada en el método de multiplicación dramática de
Kesselman. De la misma manera, la secuencia de acciones du-
rante una dramatización está desarrollada desde el mismo prin-
cipio, en que la lógica del tiempo, del espacio y del pensa-
miento se quiebra y da lugar al desbloqueo de cadenas de
secuencias entrelazadas de sensaciones, emociones, fantasías y
personajes que pueblan el inconsciente. Se requiere, por lo tan-
to, posteriormente, la elaboración primaria y la elaboración
secundaria de la dramatización.
Uno de los aportes al método psicodramático desde el
psicoanálisis dice relación con la concepción del cierre de la
escena. En este sentido, para Pavlovsky y Kesselman, la escena
no siempre hay que cerrarla y dejarla redondeada, sino que
muchas veces existen procesos que es útil dejar abiertos. Ce-
rrar en forma ficticia una escena, generando un final feliz,
que no corresponde a la realidad, puede propiciar una elabo-
ración maníaca por parte del grupo y no facilitar que este
mire y enfrente una realidad. El sentido terapéutico es ver «lo
que hay». La realidad suplementaria de la escena psicodra-
mática solo es convocada como recurso interno reparatorio
del grupo o delpaciente, pero no antes de observar los recur-
sos reales. El permitir que los procesos afectivos permanezcan
139
La práctica del psicodrama
movilizados más allá de la sesión puede generar la egodistonía
necesaria con el síntoma desadaptativo y posibilitar el desa-
rrollo de la rematrización «in situ». Por otra parte, en el cierre
de la sesión grupal se deben considerar los contenidos conver-
gentes y divergentes del grupo, así como también los transver-
sales y longitudinales de este.
En síntesis, como ya fue planteado en el punto anterior,
en el proceso psicodramático psicoanalítico la escena es to-
mada como emergente grupal. Se trabaja con el inconsciente
del grupo, a través de la interpretación. Se suele interpretar la
transferencia, la regresión y la resistencia. La transferencia tie-
ne que ver con el proceso vincular entre el terapeuta y el gru-
po, la regresión con demandas infantiles y la resistencia con el
bloqueo o la sobreactuación de la dramatización. También
podemos referirnos a que la diferenciación entre grupo e indi-
viduo es menor que la desarrollada por Moreno en los oríge-
nes del psicodrama, que si bien plantea que el sujeto es esen-
cialmente grupal, rescata la individualidad y particularidad
de cada sujeto en el grupo, a través de la espontaneidad y la
creatividad.
Aspectos prácticos del trabajo grupal
en psicodrama psicoanalítico
El psicodrama psicoanalítico trabaja en contextos gru-
pales de psicoterapia de individuos y de familias. Por las even-
tuales depositaciones de fantasías y proyecciones en el rol del
terapeuta y el manejo de lo denominado por los psicoanalis-
tas como contratransferencia, recomiendan la coterapia, in-
cluso idealmente mixta.
Una forma de trabajar de los psicodramatistas psicoana-
listas es a partir de un caldeamiento verbal, en el que se deja
que surja la temática emergente en la conversación inicial es-
pontánea del grupo o también todos cuentan una escena, para
luego elegir y dramatizar. A lo largo de todo este proceso está
140
Gloria Reyes
fuertemente presente la técnica de la interpretación por parte
de los psicoterapeutas13.
Otra forma es la multiplicación dramática, como modali-
dad interpretativa. Aquí la multiplicación, según Kesselman,
busca la profundidad a través de la divergencia grupal, más
que a través de lo lineal e histórico. Se busca y se elige una
escena, como portavoz grupal, luego se dramatiza y después se
multiplica, como una forma de intervenirla y profundizarla.
Algunos psicodramatistas más apegados al pensamiento
Moreniano sostienen más críticamente el intento de integra-
ción entre psicoanálisis y psicodrama. Sustentan sus críticas en
algunas divergencias epistemológicas y metodológicas. Una pre-
gunta que queda abierta a la discusión y que no pretendo resol-
ver en este libro se puede explicitar de la siguiere manera: ¿es
posible integrar el psicodrama con el psicoanálisis o simple-
mente lo que ha ocurrido es que existen psiconalistas que en su
quehacer práctico han incorporado algunas técnicas de acción?
Reflexiones y actualizaciones
La historia de la psicoterapia de grupo, como modelo de
intervención hacia la salud mental, comienza con Moreno.
Este autor no solo tiene una mirada vincular y social sobre la
temática de los trastornos mentales, sino que además ve en el
grupo una posibilidad de recreación de las situaciones que
originaron el conflicto y con ello la posibilidad de curación.
Posteriormente, otros modelos como el psicoanalítico, el hu-
manista y el transpersonal desarrollaron propuestas de traba-
jo grupal, basados en la línea de las técnicas verbales, expe-
rienciales y/o corporales.
El psicodrama es entonces el precursor de la psicoterapia
de grupo, planteando así tres situaciones revolucionarias, en lo
que concierne a las estrategias de tratamiento. La primera dice
13 Keselman, Clínica grupal 2, 1991.
141
La práctica del psicodrama
relación con el énfasis ya mencionado en lo interaccional, no
centrándose exclusivamente en la dinámica intra-psíquica. La
segunda se refiere a trabajar los conflictos y recursos, desde un
método que trascienda la palabra y lo meramente cognoscitivo,
abordando lo corporal y afectivo, que también está presente en
el grupo. Finalmente, la tercera situación planteada por la psi-
coterapia de grupo psicodramática es la democratización de la
relación terapeuta-paciente, ya que confía en las propias diná-
micas grupales y en los miembros que la componen, para la
abreacción y resolución de conflictos. Deja con esto de lado la
omnisapiencia y omnipotencia del terapeuta.
La psicoterapia de grupo plantea una serie de ventajas en la
actualidad. Yo enfatizaría como una de las más importantes, la
optimización de recursos profesionales, frente a realidades
asistenciales de salud mental que en nuestros países poseen escasa
disponibilidad de horas de atención. En los consultorios públi-
cos de Chile, las horas y el tiempo requerido por sesión son irri-
sorios, desde el punto de vista de las necesidades de una psicote-
rapia en base a cualquier paradigma. Otra ventaja de la psicote-
rapia de grupo es que potencia y agiliza el diagnóstico individual
y la exploración del modelo vincular de un paciente, al ponerse
en acción aspectos de sí mismo que no ocurren en una sesión
individual. También podríamos señalar como ventaja del traba-
jo grupal, que así como el diagnóstico se potencia, ocurre lo
mismo con la eficiencia del proceso relacionado con el motivo
de consulta. Al ser el grupo una especie de laboratorio experi-
mental magnificado y ágil para la reproducción de los conflic-
tos, también lo es para la reparación y rematrización de ellos.
Sus eventuales desventajas están más bien asociadas con
las contraindicaciones para algunos casos clínicos ya mencio-
nados en este capítulo y frente a la posibilidad de profundización
de algunas temáticas personales, que permite la psicoterapia
individual. Por esta razón, muchas veces se recomienda la in-
clusión en ambas para algunos pacientes. En cierto sentido,
estamos alternando agilidad con mayor profundidad y dedica-
ción de tiempo a algunos conflictos que lo requieran.
142
Gloria Reyes
Caso clínico
El caso que presento a continuación es parte de un pro-
ceso de psicoterapia grupal psicodramática de un año de du-
ración, llevado a cabo en un consultorio de salud mental de
una universidad. La atención dirigida está focalizada a secto-
res de clase socioeconómica media baja, pobre y extrema po-
breza, de la ciudad de Santiago de Chile. Muchos de los datos
están distorsionados y mezclados con otros procesos grupales,
de tal manera de evitar identificaciones. De esta forma, pre-
tendo solo cumplir con el propósito de ejemplificar algunos
de los puntos señalados en este capítulo.
El grupo mencionado corresponde a ocho mujeres de entre
treinta y cincuenta años. Ingresan por diversas sintomatología
de carácter afectivo, como trastornos depresivos y ansiosos,
además de disfunciones familiares asociadas con hijos y cón-
yuges. Alguna de ellas presentan, además, asociado a lo an-
sioso y/o depresivo, dificultades psicosomáticas. Respecto de
su nivel educacional, todas terminaron la licencia secundaria
y tres de ellas poseen educación universitaria incompleta. El
promedio intelectual de este grupo es bueno, poseyendo un
adecuado nivel de simbolización. Viven en diversos sectores
de clase media de Santiago. Todas, casadas y con hijos.
El grupo es semicerrado y se reúne semanalmente, en se-
siones regulares de dos horas cada una. Describo a continua-
ción una sesión del primer mes de iniciada la psicoterapia grupal
y luego planteo las diversas fases por las que pasó el grupo
mencionado.
Durante las cuatro primeras semanas, habíamos estado
centrándonos fundamentalmente en el proceso de cohesión
grupal, generando un clima de confianza y respeto, que posi-
bilitara la abreacción y contención de conflictos de las inte-
grantes y el sondeo de algunas temáticas tomadas solo como
emergentes grupales. Esta es una forma en que yo abordola
temática personal, de manera que es el grupo el que sostiene
en un inicio la conflictiva, para no sentir de esta manera la
143
La práctica del psicodrama
amenaza de la exposición personal. El grupo ya estaba dismi-
nuyendo el miedo al contacto, estaban marcadamente más
confiadas y entregadas al espacio, asociándolo cada vez más
con un lugar y tiempo gratificante de encuentro y escucha,
que según ellas no poseían en otro lugar.
Como caldeamiento, en esa sesión les pido que caminen
por el espacio, vayan conectándose con el cuerpo y vayan de a
una, a través del caminar y el movimiento, expresándoles a
las demás que pasó durante la semana. Mientras cada una va
presentándose, les pido a las otras que la sigan y la espejen, de
manera que vayan ejercitando una empatía y un encuentro
con las otras. Esto posibilita el estar centrada en su corpora-
lidad, y también un encuentro con el grupo. Luego les pido
que se detengan, cierren sus ojos, realicen un viaje por el inte-
rior de su cuerpo y se detengan en la sensación que más les
llama la atención en este momento, pudiendo ser placentera o
displacentera. Les pido un soliloquio; luego les digo que
laxamente asocien esta sensación con una emoción, y les vuel-
vo a pedir un soliloquio. Desde ahí, del territorio escénico
corporal, van construyendo un personaje que va surgiendo
sin dirección lógica ni mental. Surgen personajes pensantes,
danzantes, depredadores y depredados, juguetones y angus-
tiados, personajes de cómics, de epopeyas, mitológicos, coti-
dianos o famosos. Cada uno de ellos va resonando en la pro-
pia historia y simbología mía como terapeuta, lo que dejo
que venga libremente, pero también lo suelto, lo suspendo,
para escuchar la significación que para cada uno tenga el per-
sonaje, el sentido y las características que vayan siendo acti-
vadas por el grupo y entonces exploro junto con ellos. Les
pido que investiguen este personaje kinestésica, sensorial,
emocionalmente y a través de la interacción con los otros per-
sonajes.
Van surgiendo escenas, van cristalizándose roles y mode-
los vinculares, hago soliloquios, las dejo. El clima emocional es
cada vez más intenso. Aparecen en escena deseos y miedos, la
madre que devora, el erotismo, la relación de pareja, el querer y
144
Gloria Reyes
no querer profundizar en las emociones, aparecen además las
respuestas defensivas a estas fantasías, como la seducción, el
sobrepensamiento, el superficializar los conflictos, el aislamien-
to, la sobreactuación, los dolores del cuerpo, etc. Se va expre-
sando esto, nos detenemos y elegimos una escena.
La escena se denomina «la mujer pulpo». Aparece en la
protagonista, a través de una asociación con el personaje, una
escena con el marido. En esta escena ella se queja de tener que
hacer todo sola, atender los niños, el colegio, los quehaceres
domésticos, el pago de las cuentas y además el esfuerzo por
sustentar el vínculo. Aparece en el rol complementario, que es
el marido en escena con mucha pasividad, aparentemente in-
conmovible y lejano. Al explorar esto aparece más profunda-
mente rabia y temor a ser sofocado, «como siempre sofocan
las mujeres». En la protagonista, al explorar su demanda,
aparece en primera instancia rabia e impotencia, más profun-
damente desamparo y temor al abandono. El intentar tener
tantos brazos como los pulpos es un mecanismo defensivo de
control, para evitar en su fantasía el abandono. Lo que real-
mente provoca, como suele ocurrir en los complementarios
internos patológicos, es exactamente lo temido y es que el
otro retrocede, y en cierto sentido abandona y no acompaña.
Se aprecia en los personajes complementarios de la pareja el
cruce de historias, el enganche que favorece la perpetuación
de los mitos individuales. Durante la dramatización se utili-
zan fundamentalmente soliloquios, espejos, concretizaciones
de imágenes en relación con el miedo al abandono e inversión
de roles. La catarsis de integración es de intensa rabia primero
y pena después, provocando un profundo insight en la prota-
gonista, en el que se da cuenta de cómo ella activa el aleja-
miento del marido y provoca lo temido.
Al realizar el sharing, que es la tercera y última etapa de
la psicoterapia psicodramática grupal, el grupo comparte sus
vivencias y resonancias. Durante este último tiempo, he esta-
do enfatizando cada vez más en la consigna de que vean las
resonancias, contenidos, evocaciones y afectos que les dispa-
145
La práctica del psicodrama
ran internamente las escenas tanto a nivel individual, como
grupal. Esto evita que el sharing esté muy centrado en el pro-
tagonista, lo que ocurre a veces como defensa a la mirada
interna. Protejo además, con ello, que el protagonista se trans-
forme en una pantalla de proyección y sustente solo los con-
flictos de los demás. Se le agradece haber prestado su escena,
haber profundizado y ser un portavoz de los emergentes
grupales. Invito en un primer momento a que realicemos aso-
ciaciones libres laxas e inconexas, que permitan profundizar
algunas temáticas de las escenas. Posteriormente pasamos a
un proceso más secundario, en que separamos lo individual
de cada miembro, lo del protagonista y sobre todo la lectura
grupal. En este caso en particular, apareció el miedo al víncu-
lo, ya que en la medida en que habían pasado los temores
iniciales más conscientes, la relación grupal se estaba profun-
dizando, los vínculos consolidando y como consecuencia de
lo anterior, aparecía el miedo al abandono.
Estamos describiendo un grupo que en la sesión mencio-
nada se encuentra en tránsito desde la primera fase, consisten-
te en el temor inicial a la autoexposición, y a ser devorado o
tragado por el grupo, hacia una etapa de encuentro y de reco-
nocimiento de los aspectos transversales, que los hacía sentir-
se pertenecientes y parecidos. Posterior a la sesión descrita, el
grupo fue manifestando un creciente apego e idealización del
espacio, en lo que estaba relacionado con la terapeuta, con
los miembros y con el momento de reunión. Los días jueves
en la tarde eran esperados con ansias y eran visualizados como
uno de los pocos momentos en donde se sentían escuchadas y
se reconocían a sí mismas. También eran reconocidos los cam-
bios que se producían en la calidad de las relaciones fuera del
grupo. Era un espacio de gratificación que representaba la
sustitución de la familia, vista en este caso como idílica.
Producto de la profundización de las escenas y las proble-
máticas y recursos que cada una traía, se fueron diferenciando,
aparecieron las particularidades, las diferencias, las divergen-
cias, los conflictos, con la inherente desilusión y duelo. Esta
146
Gloria Reyes
fase fue vivida por el grupo con rabia y frustración, dirigidas a
veces hacia la terapeuta y a veces hacia ellas mismas. Luego de
otra escena en que se vuelve a trabajar el duelo y el temor a la
pérdida y al abandono, el grupo logra pasar esta etapa asu-
miendo las diferencias como parte del crecimiento y la necesa-
ria individuación. Con ello limpian los aspectos transferenciales
con la terapeuta y son capaces de centrarse en la tarea.
Creo necesario que el terapeuta esté consciente de que
en los grupos terapéuticos de mayor duración, estas fases se
producen y debe estar atento para ir manejando los aspectos
transferenciales suscitados allí. En el trabajo terapéutico gru-
pal, el abanico de posibilidades de intervención se multiplica.
El grupo es en sí un espacio de reproducción de las historias
vinculares de cada uno, en donde el tema del duelo y la pérdi-
da siempre están presentes. El grupo plantea, además, la dico-
tomía entre la individuación o integración, que para muchos
es vivida como la soledad versus la negación del ser y la
masificación. Ambos polos pueden ser vividos con angustia y
dolor, si escindo la otra parte. En este sentido, más allá de los
síntomas o motivos de consulta que los miembros del grupo
traigan, el gran desafío del terapeuta de grupo, es facilitar la
superación de esta dicotomía. De esta forma, los síntomasy
los trastornos son un vehículo para la individuación y la con-
solidación de la propia identidad y la vez una posibilidad de
integración y encuentro. El grupo terapéutico es entonces un
espacio en donde de reeditan y eventualmente se rematrizan
estas temáticas vinculares.
147
La práctica del psicodrama
Aplicaciones desde el
psicodrama
 Parte II:
Psicodrama social
148
Gloria Reyes
149
La práctica del psicodrama
Capítulo 5
Psicodrama comunitario
Convergencias entre psicodrama
e intervención comunitaria
El psicodrama y la intervención comunitaria coinciden en
diversos puntos. En primer lugar, se desarrollan sobre la base
de la democratización de la temática de trabajo en salud men-
tal, comparativamente con la forma de trabajo imperante en
el modelo médico tradicional. Se le da, en este sentido, un
espacio no solo a los conflictos y/o dificultades, sino que a las
posibilidades de desarrollo y recursos activos para la resolu-
ción de ellos. Existe oposición a un criterio de salud mental
adaptacionista de la realidad. La salud mental tiene que ver
con capacidad de cambio y adaptación activa y creativa en la
que el sujeto modifica también la realidad. En este sentido, el
sujeto intervenido, ya sea individuo o grupo, no es un ente
pasivo o enfermo, que espera que alguien mejore su estado.
Lo anterior nos lleva a un segundo punto de convergencia,
que es la co-construcción. Esto implica una relación dialéctica
entre el que interviene y el intervenido, ya que en ambas se inte-
gran nuevas dimensiones de análisis y acción que intentan supe-
rar y ampliar las miradas, focalizándose en los procesos
interaccionales y activos en desmedro de procesos pasivos y uni-
laterales. De esta manera, los criterios utilizados desde el
constructivismo y el psicodrama incluyen la noción de compleji-
dad, es decir, su mirada integra flexibilidad para utilizar pensa-
mientos complejos, tolerancia a las contradicciones y polarida-
des de las vivencias. También implica abordaje práctico desde
recursos complejos, y a veces conflictivos entre sí1. Nuevamente
150
Gloria Reyes
surge en esta dimensión la democratización de las relaciones en-
tre profesional y sujeto intervenido. Si bien la relación continúa
siendo asimétrica, no es solo el profesional el que tiene que decir
algo sobre el diagnóstico y la acción terapéutica, sino también
los sujetos intervenidos van participando en forma activa en la
definición y solución de sus conflictos, como también en la acti-
vación de sus recursos. Surge así, en la intervención comunitaria,
el rol profesional, como una acción fundamentalmente
facilitadora y catalizadora del proceso descrito.
Un tercer punto de convergencia se refiere a que la comu-
nidad no solo implica un conjunto de personas que comparte
más o menos una realidad sociocultural y tal vez económica,
sino que también un territorio físico y un espacio geográfico.
Cuando pensamos y realizamos una intervención comunita-
ria lo hacemos habitualmente en su espacio natural. De la
misma manera, cuando Jacob Levi Moreno crea y desarrolla
el método psicodramático, enfatiza la intervención «in situ»,
en el lugar de los hechos, en donde ocurren naturalmente las
cosas, en el barrio, en las casas, en las esquinas, en los espacios
públicos. ¿Qué es lo que significamos como espacios públi-
cos?2 En cierta forma, Moreno mira con desdén la acción del
consultorio y la recreación de espacios artificiales para la ac-
ción terapéutica. Muchas veces ha sido citado el diálogo ima-
ginario en el que Moreno interpela a Freud, manifestándole
su trabajo psicoanalítico en el consultorio, en contraposición
con el realizado por el mismo Moreno, que era más «en el
sitio», donde la gente vive. Consecuente con ello, lo psicodra-
mático y lo comunitario poseen un método, cuyos principios
surgen de lo empírico más que de lo teórico.
1 Burin y Meller, 2000, citado en tesina del Postítulo de Psicodrama,
para optar a la Acreditación como Psicoterapeuta, Exploración a la
vivencia subjetiva femenina, Ilabaca, Carmen Paz, y Moraga, Carola,
2004.
2 Cheng L. Kentyi. Nuestras memorias dérmicas, El acto de habitar
los espacios públicos, Tesis para optar al título de Psicólogo, Univer-
sidad Diego Portales, Santiago de Chile, 2000.
151
La práctica del psicodrama
Un cuarto aspecto que aúna la mirada comunitaria con la
psicodramática es la importancia que otorgan ambas al rol de
lo grupal y colectivo en el proceso de movilización y cambio
resolutivo. El grupo, como sostén del psiquismo, puede consti-
tuirse en un espacio de encuentro o desencuentro, en un espa-
cio de alineación o de cambio, en un obstáculo o un facilitador
del crecimiento humano. Al intervenir un colectivo, estoy
intencionando un diálogo movilizador entre conserva cultural
y realidad interna, entre lo público y lo íntimo, entre lo
adaptacionista e individuativo. En este aspecto la facilitación
debe de conducir a un equilibrio entre el ser y el colectivo. Ni el
grupo debe masificar y tragar al ser, ni el individualismo impe-
dir el espacio al grupo. Es el grupo por lo tanto un espacio de
recreación y transferencia de modalidades vinculares, que cons-
tituyen conservas culturales, y por lo mismo también conlleva
la posibilidad de recreación y cambio. Moreno plantea el gru-
po como el espacio de crecimiento más adecuado para el ser
humano. En gran medida la posibilidad de generar vínculo está
dada por el establecimiento de los grupos sociales –como lo
son los pares, la familia, el equipo de trabajo–. Al considerar
estos distintos ámbitos sociales en que se mueve el sujeto, los
grupos adquieren importancia para comprender la esencia de
la vida humana. Es así, como nace la preocupación por lo grupal
dentro de las ciencias sociales. «Kurt Lewin y Moreno abrieron
un campo de investigación y de experiencias con prácticas ten-
dientes a estudiar a la sociedad y a transformarla»3 .
Un quinto punto que conecta el trabajo comunitario y el
psicodramático es el diálogo que ambos permiten entre lo ín-
timo y lo público. Ninguna intervención comunitaria es efec-
tiva, por masiva que sea, si en cierto sentido no logra impactar
en el plano de las vivencias personales. De la misma forma
ninguna vivencia personal sostiene un cambio profundo en el
tiempo, si no logra de cierta manera impactar en las redes
sociales que rodean a la persona.
3 Sánchez, María Elena, El yo, el nosotros, 2000.
152
Gloria Reyes
Un sexto tema que vincula lo comunitario con el
psicodrama y transforma al método psicodramático en es-
pecialmente útil para ser aplicado en contextos colectivos,
dice relación con el centrar los propósitos de la intervención
no solo en los contenidos, sino también en los procesos. Esto
implica, por ejemplo, si estoy haciendo un trabajo de pre-
vención comunitaria dirigido a la violencia, la narrativa, el
contendido anecdótico es más bien un instrumento para en-
tender el proceso que hay detrás y no un objetivo en si mis-
mo. Esto es facilitado por el método psicodramático, ya que
permite manejarse en el plano simbólico e identificatorio,
protegiendo de la exposición a los sujetos frente a conteni-
dos y narrativas que pueden ser muy amenazantes para ellos
y a veces realmente riesgosas para plantearlas hacia un pú-
blico amplio y abierto.
Finalmente un séptimo aspecto, a través del cual conver-
gen el psicodrama y la intervención comunitaria, dice relación
con el papel que ambos otorgan a la crisis, al cambio y a la
subjetividad. La crisis propende y es parte necesaria para el cam-
bio y crecimiento, tanto colectivo como individual. En ese pro-
ceso el papel de la subjetividad es esencial, ya que en ella se
encarna la fantasmática social y el imaginario grupal. Pavlovsky
plantea, en este sentido, que a través de los procesos subjetivos
grupales se actualiza la ideología y política contemporánea. La
recreación de las crisis conlleva un cuestionamiento a los mo-
delos vigentes de familia, instituciones, cultura y sociedad. En
este sentido, el grupo y el texto dramático, para este autor,se
pueden transformar en personajes subversivos, movilizadores
al cambio de lo establecido. Frente al mismo tema, los aportes
de Fidel Moccio apuntan a la influencia de la intersubjetividad,
en los procesos de conexión con el inconsciente e integración
de la conciencia, lo que activa el proceso creativo. El colectivo
impulsa la creación del proceso inconsciente.4
4 Fabris, Fernando, Conversaciones con Fidel Moccio sobre creativi-
dad, 2000.
153
La práctica del psicodrama
El método en el psicodrama comunitario
El sentido y propósito de la acción comunitaria está en el
colectivo. El sentido y propósito de la acción psicodramática es
la generación de la espontaneidad y la creatividad. Ello conlle-
va el equilibrio entre sujeto y colectivo, entre adaptación y
modificación de un entorno o realidad que rodea al sujeto.
En la activación de la espontaneidad y creatividad, pueden
desempeñar un papel muy facilitador el goce, la estética, la plás-
tica y la música. La estética, que trasciende las formas tradicio-
nales, que solo se representa a sí misma sin estar al servicio de
ningún gran mensaje, ni conserva cultural. El goce y lo estético
rescatan el valor de la propia subjetividad, invitando a una aso-
ciación libre, laxa e incoherente que desbloquea lo inconsciente.
Otro aspecto importante del método psicodramático en
comunidad está relacionado con el rol del cuerpo, la afectivi-
dad y la cognición El psicodrama y las técnicas corporales
conciben al ser humano como un ser integral, a cuya expe-
riencia no sólo deben asistir aspectos intelectuales, sino que
también información proveniente del cuerpo y los afectos,
induciendo de esta manera una ampliación y modificación de
la perspectiva con la que habitualmente percibimos nuestra vida,
que no siempre suele ser la más funcional. En contraposición
con muchas metodologías educativas tradicionales, el lenguaje
que emplean estas técnicas no es de intelecto a intelecto, sino
que es también una comunicación a través del cuerpo y las emo-
ciones. Esto le otorga efectividad, en el sentido de que produce
un impacto más integrador en la experiencia y la toma de con-
ciencia. La idea es buscar entonces el conocimiento de sí mismo
mediante la sensibilización del área corporal y afectiva.
Los métodos clásicos que dentro del psicodrama se em-
plean dentro del contexto comunitario, son cuatro.
El primero es el sociodrama. El sociodrama como méto-
do posee muchas características similares a la técnica psicodra-
mática desde el punto de vista de las etapas, los instrumentos,
los contextos y las técnicas utilizadas. Solo que el foco de
154
Gloria Reyes
atención está puesto en el proceso grupal. Es importante que
en un sociodrama se tengan claros los objetivos a lo largo de
todas las fases. El caldeamiento está mucho más dirigido a la
temática vincular y de cohesión grupal, que a activar procesos
personales intrapsíquicos. Por lo mismo la fase expresiva de
dramatización tiene como protagonista al grupo o a subgrupos.
En términos prácticos se pueden llevar a cabo escenas sub-
grupales, improvisaciones colectivas de movimientos con so-
nidos, esculturas o concretizaciones de imágenes grupales. De
la misma forma, el sharing, está mucho más concentrado en
los procesos grupales, que individuales.
El segundo método es el rol playing pedagógico, que con-
siste en una técnica creada y desarrollada por Moreno, como
una forma de adaptar la escena psicodramática con propósitos
menos psicoterapéuticos y más psicopedagógicos. De esta ma-
nera el campo de operaciones de intervención del rol playing
pedagógico y su objetivo de acción, no es la profundidad del
alma humana, sino los roles. Pretende por lo tanto trabajar
sobre el entrenamiento y mejoramiento de resultados de estos
roles y se centra en un modelo más directivo e inductivo de lo
que se lleva a cabo en la escena psicodramática.
El tercer método, que es más bien otra forma de
sociodrama, es el denominado juego grupal psicodramático5.
Al igual que el sociodrama, está centrado en activar y focalizar
en los procesos grupales, más que individuales. Sin embargo en
ellos no están necesariamente dividas las fases de caldeamiento,
dramatización y sharing, como ocurre clásicamente con el
psicodrama. Existen innumerables dinámicas que están basa-
das en juegos grupales y bipersonales, en donde la interacción,
el goce y la estética, desempeñan un papel muy importante
como catalizadores de la espontaneidad y creación colectiva.
Existen libros y manuales interesantes que proponen estos jue-
gos. Sin embargo, más que las actividades, lo importante es el
entrenamiento, la experiencia y el manejo del coordinador de
5 Moccio, Fidel, Creatividad, 2003.
155
La práctica del psicodrama
grupo, para poner estas actividades al servicio de potenciar el
«tele», lo espontáneo, lo creativo y la escucha del texto grupal.
Una cuarta expresión del método psicodramático es el
teatro espontáneo. Fue el método por excelencia que desarro-
lló Moreno en sus orígenes y a partir del cual surgió después el
psicodrama. Aquí existe generación, narración y puesta en
escena de temas individuales, pero la travesía de su construc-
ción es colectiva6. A diferencia del psicodrama y del sociodrama
existe un énfasis puesto en la producción de la estética. Tanto
el narrador, el director, los actores, como los espectadores es-
tán en un perpetuo cambio, sujetos a infinitas variables que se
articulan complejamente, que implican por lo tanto una per-
manente transformación del lenguaje dramático. La acción
dramática, al ser espontánea, no es panfletaria, no intenciona
una interpretación específica de la realidad, sino que queda
abierto a la subjetividad del observador. Aquí existe una pro-
puesta de libertad de opinión, y valoración de la subjetividad
de cada espectador. La subjetividad está determinada por la
historia, biografía, experiencia cotidiana, pensamientos y afec-
tos. Todo esto determina la forma en que impacta la escena y
tiene el valor de provocar con ello reflexión e incluso discu-
sión abierta. Los grandes exponentes del teatro espontáneo
en la actualidad se encuentran en Argentina y en Brasil, desta-
cándose dentro de ellos Marilén Garavelli y Moisés Aguiar.
Ambos han además iniciado e impulsado un proceso de gene-
ración y activación del teatro espontáneo en Santiago de Chi-
le, a través de grupos como «El Colectivo» y «Trashuman-
tes». El teatro espontáneo es de un valor incalculable tanto en
lo estético, como para trabajos de salud comunitaria. Adquiere
un valor adicional, además, en sociedades en donde los presu-
puestos destinados para la problemática de salud mental son
escasos y se hace necesaria la optimización de los recursos pro-
fesionales.
Finalmente, un método no clásico como la multiplica-
6 Garavelli, Marilén, Odisea en la escena, 2002.
156
Gloria Reyes
ción dramática, creada y desarrollada por Hernán Kesselman
y Eduardo Pavlovsky, en el contexto de grupos de forma-
ción, pienso que puede ser de mucha utilidad, para em-
plearlas en algunos contextos no terapéuticos, como forma
de exploración abierta del inconsciente de un colectivo y
como forma de incentivar la creatividad grupal. La multi-
plicación dramática abre la escena desde un espacio en donde
se captura una fisura. Promueve la activación del hemisfe-
rio cerebral derecho, el proceso primario, no lógico, la aso-
ciación libre, incoherente, ideo fugal. Rompe con el esque-
ma cultural más enfatizado en lo secundario y cognitivo,
probando en estado consciente ritmos, balbuceos, tartamu-
deos, titubeos más incoherentes, más oníricos y desordena-
dos desde el punto de vista de la estructura lógica. He visto
que el proceso de creación que desde ahí se genera a nivel
colectivo es interesante y sorpresivo. Constituiría un apor-
te probarlo y emplearlo en procesos psicoeducativos, para
activar la creatividad en niños y adolescentes. Creo que ten-
dría el mismo efecto si le entregáramos por ejemplo más
importancia a lo onírico en nuestra cultura.
El trabajo de redes
enla acción comunitaria
Cuando hablamos de una red, nos referimos a un con-
junto de interacciones sociales, establecidas tanto en un nivel
inter-institucional e intergrupal, que se enmarcan dentro de
diversas reglas explícitas y/o implícitas, y de cuyas caracterís-
ticas dependerá su eficacia como red y el grado de satisfacción
de sus miembros. Un aspecto esencial e ineludible de los seres
humanos es que de cualquier manera, nos encontramos inser-
tos en un contexto social e interactuamos con este. De mane-
ra más o menos consciente o inconsciente, nos socializamos
sobre la base de una red de vínculos.
En la medida, que concibamos a la red como un posible
157
La práctica del psicodrama
espacio continente de propuestas renovadoras, esta se consti-
tuye tanto en un instrumento metodológico como en un ob-
jetivo en sí mismo, ya que implica, además, una propuesta en
las relaciones humanas, y de salud mental, en donde las es-
tructuras y las dinámicas involucradas sean mecanismos de
los que participen de distintas manera todos sus miembros.
En donde se sostengan procesos adecuados de enfrentamien-
to, negociación y resolución de conflictos y toma de decisio-
nes participativas7.
Al asumir un trabajo de redes como una metodología de
intervención psicosocial, la estamos entendiendo como la acti-
vación de espacios sociales y al fortalecimiento de relaciones fa-
vorecedoras de la acción conjunta en alguna temática específica
que concite el interés de un conjunto de actores, desde sus dis-
tintas posiciones al interior de la comunidad. Dichos conteni-
dos y formas metodológicas se enmarcan en una línea dentro de
la que se destaca el desarrollo comunitario en su dimensión co-
lectiva y personal, que tiene en sus bases el supuesto de la posibi-
lidad válida de participación de sus miembros, en las definicio-
nes diagnósticas, propositivas, programáticas y de acciones es-
pecíficas en torno a la resolución de un conflicto o satisfacción
de necesidades. En el proceso de consolidación de una tarea nos
vemos involucrados integralmente como personas y, en este sen-
tido, la red puede tener un espacio contenedor y dinamizador de
las dificultades o frustraciones, así como también de la
optimización de los recursos humanos y metodológicos.
Vemos, por tanto, cómo una intervención en redes puede
ser una intersección entre lo comunitario individual y social, en
la medida en que la esencia del planteamiento comunitario se
localiza en el supuesto de que la comunidad y sus distintos acto-
res deben y son capaces de asumir gradualmente mayor grado de
autonomía y capacidad de resolución, siendo el rol de los profe-
sionales catalizar este proceso, el que la comunidad mire y asu-
ma sus realidades y en función de esto se oriente a sus objetivos.
7 Reyes, Gloria, Metodología de redes, 2000.
158
Gloria Reyes
Las aplicaciones
en el psicodrama comunitario
Entendemos por comunidad un conjunto de personas,
familias, instituciones, grupos formales e informales, que de
alguna manera comparten entre sí cultura, normas y valores
sociales. Suelen además compartir un territorio geográfico, al-
gunas problemáticas y recursos. La red puede interactuar en
función de una tarea común, que puede estar relacionada con
la activación de sus recursos o la satisfacción de sus necesida-
des, de manera más o menos clara o más o menos eficiente.
Cuando me refiero a intervención comunitaria, me refiero a
intervenir este modelo de relaciones intergrupales e interinsti-
tucionales. Ese es el foco de acción.
El propósito de esta intervención dice relación con
intencionar a través de un método de relaciones intergrupal e
intragrupal la optimización de los mecanismos de organiza-
ción y comunicación, de manera de obtener más participa-
ción y eficiencia en una tarea o propósito. Esto implica incre-
mentar los dispositivos grupales para la escucha y toma de
conciencia de recursos y dificultades, así como la aceptación
de diversidad y reconocimiento de transversalidades. También
conlleva la capacidad de ponerse de acuerdo en una tarea en
común y organizarse adecuada y creativamente para ello.
A la base de estos propósitos están los principios de parti-
cipación activa, autonomía, flexibilidad en los modos de orga-
nización, liderazgo y la capacidad de jerarquizar tareas y obje-
tivos. Otro eje que está a la base es la consecución del difícil
equilibrio en nuestra sociedad actual, entre lo público y lo pri-
vado, la compleja tensión entre lo individual y lo colectivo.
El método psicodramático, en sus versiones descritas en
el punto anterior, provee de herramientas poderosas para tra-
bajar los propósitos y principios mencionados, por muchas
razones, pero fundamentalmente las destacaría en este punto
en que el impacto grupal, social o institucional, pasa por lo
íntimo. El psicodrama provee, por lo tanto, un método, que
159
La práctica del psicodrama
puede ser movilizador de un cambio social e institucional,
desde lo personal intra e interpsíquico, potenciando la
interacción dialéctica entre subjetividad y cambio social.
Las temáticas se traducen en objetivos y contenidos que
pueden ser múltiples, dependiendo de los requerimientos del
momento en el grupo o comunidad, tales como consumo abu-
sivo de drogas, violencia intrafamiliar, delincuencia, soledad,
proyecto de vida, etc. Puede ser también abierto, sin definir
temáticas, a modo de escucha y exploración.
Partí conociendo la utilidad del psicodrama, trabajando en
comunidades. Desde el año 1990, comencé a realizar trabajos
psicodramáticos con grupos comunitarios, en relación con te-
mas como consumo abusivo de drogas, adolescencia, género, vio-
lencia, depresión entre otros. Me he sorprendido sinceramente
de sus resultados. Me impresionó el psicodrama desde lo empíri-
co, nunca me deja de sorprender. El buscar y organizar su teoría
vino después y creo que ello es algo que aún está en proceso.
Los niveles en los que se puede intervenir en la comuni-
dad son variados y se entrecruzan. Tenemos en primer lugar la
promoción de salud mental. Significa llevar a cabo activida-
des grupales generando dispositivos inespecíficos, relaciona-
dos más que con temas o problemas focalizados, con modos
de funcionamiento que faciliten la escucha, la comunicación,
el autoconocimiento, el manejo de las emociones, etc.
La prevención está más dirigida a dificultades específi-
cas. A través de la prevención se focaliza la actividad hacia
miembros de la comunidad que, no presentando enfermedad,
son sujetos de riesgo. El clásico ejemplo es realizar talleres en
colegios a jóvenes que no consumen drogas, pero que se en-
cuentran insertos en lugares o barrios en donde existe mucha
oferta y narcotráfico. Otra forma de enfocar la prevención,
más que focalizando el riesgo, es a través de fortalecer los fac-
tores protectores de la salud. Por ejemplo, llevar a cabo talle-
res para parejas jóvenes podría prevenir la emergencia de vio-
lencia intrafamiliar.
El tratamiento o prevención secundaria, se refiere a accio-
160
Gloria Reyes
nes dirigidas a personas que presentan enfermedades agudas,
susceptibles de ser «curadas». El ejercicio psicodramático tiene
aquí por objeto la psicoterapia, a cuyas formas me he referido
en forma extensa en la primera parte de este libro. Podría com-
partir en este punto, que cuando se realiza psicoterapia en el
contexto comunitario, lo clínico asume características distintas
a las del consultorio particular y puede ser muy bien articulado
con el trabajo de redes y de promoción o prevención. He teni-
do muy buenas experiencias, en que mujeres dadas de alta de
psicoterapia de grupo, han ejercido después el rol de monitoras
y han realizado trabajos de promoción de salud mental, de
manera muy efectiva. El que una persona de una comunidad
haya pasado por un proceso psicoterapéutico la habilita en fun-
ciones de escucha y apertura a otros; de acuerdo con mi expe-
riencia en ocasiones ostensiblemente mejores, que de algunos
practicantes de psicología o incluso psicólogos titulados.
Respectodel nivel de rehabilitación, significa dirigir activi-
dades a personas con enfermedades crónicas que no tienen posi-
bilidades de «cura». La idea es desarrollar hacia este grupo ac-
ciones tendientes a aminorar los efectos de la cronicidad de su
enfermedad y posibilitar su reinserción social, en el ámbito fa-
miliar, escolar, laboral, civil, dependiendo del caso. Puede ser,
por ejemplo, un alcohólico, un adicto a estupefacientes o un
esquizofrénico. Quisiera citar aquí una tesis que guié, realizada
por una psicóloga psicodramatista que llevó a cabo un taller de
psicodrama con psicóticos crónicos en fase de reinserción social.
El propósito del taller era apoyar el proceso de reinserción al
barrio y a la familia de un grupo de psicóticos del Hospital Psi-
quiátrico de Santiago. Se insertó en un plan piloto, para apoyo
de la reforma de salud y la generación de un nuevo reglamento
para los enfermos psiquiátricos. Sus resultados pueden ser con-
sultados en la Universidad Diego Portales de Santiago de Chile8.
8 Moraga, Carola, Tesis para optar al título de psicólogo, Los Apor-
tes del psicodrama en el proceso de reinserción social de un grupo de
psicóticos del Hospital Psiquiátrico de Santiago de Chile, Universi-
dad Diego Portales, 2004.
161
La práctica del psicodrama
El psicodrama comunitario en Latinoamérica
La epidemia de crack en Estados Unidos llega al genocidio…
La intención primaria de doscientos años de esclavitud fue
romper el espíritu y la cultura de nuestro pueblo… Ahora, en
los 90, veo semejanzas sustanciales entre la epidemia de cocaí-
na y la esclavitud… Nosotros no la pedimos…
Thomas Szasz9
Al parecer, las condiciones políticas, sociales y económi-
cas asociadas con surgimiento y caída de numerosa dictadu-
ras políticas, inicialmente generan condiciones de aislamiento
social, individualismo y soledad, que posteriormente derivan
en la necesidad de grupalidad y sentido de pertenencia, los
que son anhelados con nostalgia. No pretendo acá realizar un
análisis global de lo que ocurre en Latinoamérica, pero es pro-
bable que lo anteriormente mencionado tenga que ver con
que el psicodrama ha tenido un mayor repunte en esta región,
comparativamente con otros lugares del mundo. Otro tema
particularmente sensible en Latinoamérica es que a la luz de
los cambios políticos, la temática de la dominación y el poder
ha atravesado en forma de cuestionamiento y crisis las distin-
tas instancias, como por ejemplo el ámbito académico, el de
programas sociales y clínicos, que son los que fundamental-
mente nos competen en el presente libro. En este marco, in-
cluso las rotulaciones psiquiátricas pueden ser visualizadas
como mecanismos de dominación.
De la misma manera que Thomas Szasz, Guillermo Borja10,
un psiquiatra mexicano, plantea que la denotación nosográfica
de las enfermedades psiquiátricas es una forma de reproducir la
temática del poder social, de lo que hasta los años ochenta fue
el capitalismo y en la actualidad es el neoliberalismo. El incre-
9 Szasz, Thomas, Nuestro derecho a las drogas, 2002.
10 Borja, Guillermo, Lo cura la locura, 1998.
162
Gloria Reyes
mento de la temática del consumo de drogas en jóvenes y adul-
tos en los últimos años es una muestra más de ello. Más dramá-
tico es el tema si observamos el desplazamiento desde las dro-
gas más blandas a las drogas duras más adictivas. Otro hecho a
destacar es que al parecer las «enfermedades o adicciones» que
son más publicitariamente destacadas, son aquellas asociadas
con sectores de la población que son más bien una molestia o
una denuncia del mal funcionamiento del sistema neoliberal.
De esta forma, los «jóvenes drogadictos» son aquellos margi-
nales, cesantes, que se detienen en las esquinas. No son conno-
tadas como drogadictas la gran cantidad de mujeres dueñas de
casa que, en forma silenciosa, consumen benzodiazepinas ador-
meciéndose y desconectándose de los sentidos. Tampoco son
designados como drogadictos, la gran cantidad de ejecutivos
jóvenes que, de cuello y corbata, consumen la «diosa blanca»,
buscando un mejor rendimiento laboral. La diferencia de estos
últimos grupos, es que al parecer a través del adormecimiento
de la dueña de casa y de la activación del ejecutivo buscan ser
más funcionales al sistema, en comparación con los jóvenes de
las esquinas.
Clásicamente el quehacer del técnico, ha puesto énfasis
en el trastorno y la comunidad espera respuestas a problemas
de salud mental o a conflictos sociales. Muchas veces atender
un trastorno significa entregarle un tiempo y una energía, que
implica recursos no siempre disponibles en el medio. Asimis-
mo, esto implica la existencia de procesos que magnifican el
problema y asocian a quien lo padece con un estigma del cual
es difícil liberarse, favoreciendo así su perpetuación y la legiti-
mación del sistema que lo sustenta. Esta situación no permite
reconocer la potencialidad que el sujeto, la familia y la comu-
nidad poseen y desconocen el participar responsable y activa-
mente en la definición y resolución de sus dificultades.
Las enfermedades no pueden ser consideradas una enti-
dad clínica descontextualizada de la persona y su entorno,
sino como una alteración que está relacionada con una multi-
plicidad de variables individuales, familiares y sociales. Lo
163
La práctica del psicodrama
anterior descansa también en la presencia de un equipo coor-
dinado con las distintas instancias de la comunidad. Esto
implica empezar un proceso de redefinición en los ámbitos de
operación profesional tradicional, no solo para realizar una
acción más eficiente en el área de consumo abusivo de drogas,
sino también para generar una búsqueda de respuestas en los
espacios preventivos. Lo central de este enfoque es la horizon-
talización de las relaciones entre el equipo que interviene y los
usuarios, posibilitando la optimización de recursos y la des-
centralización de la temática del poder.
¿Por qué de participación comunitaria? Porque es un apren-
dizaje, dónde no solo interviene la palabra o la demanda. Hay
implicancia de reflexión, acción, de emociones, de valoracio-
nes de las miradas dadas desde la comunidad, desde espacios
geográficos sectoriales, y locales de estas dinámicas personales
y colectivas para enfrentar una problemática que nos afecta11.
En el mismo marco, como respuesta a lo anterior, la
democratización de las relaciones tanto en el plano de la sa-
lud, de la educación y el desarrollo social se han ido desarro-
llando con más o menos efectividad en algunas políticas pú-
blicas, diseños programáticos y gestiones específicas. La mira-
da de la enfermedad y de la problemática social esta en cierta
forma siendo replanteada, con distintos grados de éxito.
En síntesis, entonces, el psicodrama nos plantea dos co-
sas, en primer lugar lo colectivo, lo grupal, lo intersubjetivo.
En segundo lugar, la participación activa y espontánea de la
creación de propuestas, que nos saca de la identidad tradicio-
nal de seres pasivos-sujetos de intervención, que simplemente,
en tanto estamos enfermos o carentes recibimos «beneficios»,
de otro, llámese Estado, Equipo Profesional o Programa.
En el año 2002 se realizó un psicodrama público múltiple
en diversas ciudades de Latinoamérica, liderado por María Car-
men Bello. Las consignas convocantes fueron: «De la protesta
a la propuesta», «para que otra América sea posible», «de la
11 Reyes, Gloria, Procap: Programa de prevención, 1994.
164
Gloria Reyes
indiferencia al compromiso», «de la pasividad a la participa-
ción» y «del pesimismo a la esperanza». Participaron en forma
simultánea el, día 12 de octubre, los siguientes países: Brasil,
Chile, Ecuador, Uruguay, Venezuela, Cuba, Costa Rica, Méxi-
co, Colombia, Bolivia y El Salvador. No existen conclusiones,
ya que según María Carmen Bello aún es algo que está en pro-
ceso y no concluye. Sin embargo, hay que destacar esta expe-
riencia como la apertura del psicodrama a no solo una mirada
clínica, sino que una búsqueda social de una respuesta, que
aún no está pero dela que podemos participar todos.
Algunas de las experiencias
de psicodrama comunitario en Chile
Los nombres y algunos datos están alterados y modifica-
dos, con el fin de que los involucrados no sean reconocidos.
• Caso 1: «…de la delincuencia a los grupos de encuentro…»
Se llamaba Santiago, le decían «el carne amarga». Cuan-
do trabajabamos en un Centro Comunitario, destinado a jó-
venes de alto riesgo, todos los pacientes, llegaban hablando
de él con una especie de temor y admiración. Tenía en su pron-
tuario asaltos a mano armada varios robos con intimidación.
Sus ingresos a la cárcel eran reiterados pero breves, lo que en
Chile se denomina «puerta giratoria». Su hermano era uno de
los delincuentes internacionales más connotados de la época
y él era menor de edad. Descendiente de mapuches, como de-
cía Alonso de Ercilla, «soberbio, gallardo y belicoso», era un
importante líder entre los jóvenes de la comunidad.
Llevábamos varios meses y solo habíamos escuchado ha-
blar de él. Hasta que un día irrumpe, tal cual lo habían descri-
to, violento, amenazante, desafiante. Llegaba, se paseaba,
rompía algún objeto, insultaba a alguien y se iba. Pasaron
varias ocasiones hasta que se fue aquietando. De a poco em-
165
La práctica del psicodrama
pezó a conversar con nosotros, a conocernos, a preguntar por
el Programa, a entender, a suavizarse, incluso a ser amable.
Después de mucho, un día sorpresivo llega y dice: «ya,
ahora sí estoy listo, quiero eso que ustedes le llaman psicote-
rapia… quiero saber si sirve para algo». Comenzó entonces
una psicoterapia bastante «sui generis». Iba casi todos los días,
y la «psicoterapia» era jugando ping pong, o en la cancha de
fútbol de la esquina o cualquier cosa. Pasa el tiempo, Santia-
go comienza a mostrar cada vez más atisbos de ternura.
Continúa pasando el tiempo, se forman los grupos de
encuentro, que es simplemente recibir a los niños de la calle y
Santiago nos ayuda. Se trabaja con los niños más pequeños
neopreneros y nuevamente Santiago nos ayuda. Comienzan a
organizar cruzadas ecológicas, a arreglar plazas, a hacer murgas
y fiestas en las calles. Los niños y las señoras comentan que el
legendario Santiago es otro, ya no es el delincuente de antes.
Bueno… »en realidad a veces se mete a algunas de las casas
del barrio alto y roba»… Pero ya es menos «y qué importa»,
si está ayudando a rehabilitar a los niños chicos que inhalan
solventes volátiles.
En resumen Santiago, brillante, tierno y gallardo. Des-
pués de tres años es parte de nuestro equipo, nos ayuda mu-
cho. Continúa en «psicoterapia». «Esa cosa rara que hacen
ustedes los psicólogos». Me ayuda en dos ocasiones a confor-
mar grupos de psicodrama con jóvenes. Estamos en los años
noventa, eran los tiempos de la marihuana. El programa de
desarma. Nos vamos.
Hace un tiempo iba pasando por el sector y lo fui a visi-
tar. Pregunto por él, no está. Son los tiempos de la «diosa
blanca», su derivado más tóxico, versión para los pobres, la
pasta base. Solo supe de él que estaba consumido por esta
droga. Fin de la historia.
• Caso 2: «…los grupos de escucha…»
Libertad es una mujer de 52 años, proveniente de la zona
del Norte de Chile, esposa de un minero. Tiene conflictos con-
166
Gloria Reyes
yugales, infidelidad de su marido, violencia, distanciamiento.
Es sumisa frente a él y a sus cinco hijos varones. Vive todo el
día en función de atenderlos a ellos. Llega al Consultorio a
solicitar atención por depresión. Comienza psicoterapia grupal
psicodramática y psicoterapia individual en forma paralela.
Cuando llega es una mujer silenciosa, pasiva. Habla poco
y no se atreve a opinar, menos si discrepa con sus compañeros
de grupo. De una posición periférica, comienza de a poco a
pasar a una protagónica. A lo largo del tiempo, empieza a
aparecer una persona con identidad, con opinión, con postu-
ras físicas más posicionadas.
Al pasar del tiempo, después de tres años, muchas perso-
nas rotan por el grupo, mientras Libertad permanece. Asume
además un rol de yo auxiliar autodidacta. Empieza a tener en
forma cada vez más frecuente un liderazgo afectivo. Modifica
su posición sociodramática. Es marcadamente valorada por
los demás. Desde ahí cambia también su posición sociodra-
mática en su casa. Su marido y sus hijos han ido modificando
en forma paulatina su actitud hacia ella, estando cada vez
más respetuosos y afectuosos.
Hay cada vez más demanda en el grupo de mujeres, no
hay más espacio. Muchas están en condiciones de ser dadas de
alta, para dar lugar a otras. Sin embargo no quieren, sienten
que necesitan el espacio. Muchas viven en un entorno de gran-
des dificultades, para el cual el equilibrio y manejo logrado
puede ser frágil.
Dentro del mismo grupo, se nos ocurre una idea, Liber-
tad la lidera. Crear los «grupos de escucha». Para las mujeres
que hayan sido dadas de alta y que quieran reunirse a conti-
nuar entrenando y experimentando la escucha. Libertad esta-
rá a cargo de la coordinación. El grupo funciona tres años
después, hasta cuando termina el Programa. Desde ahí surgie-
ron otras iniciativas, como un invernadero para los jóvenes y
una bolsa de empleos. Libertad termina a cargo de una
microempresa, que postula y consigue financiamiento estatal.
167
La práctica del psicodrama
• Caso 3: «…las señoras de los viernes…»
Es un grupo impulsado para trabajar psicodramática-
mente la violencia en la pareja. Pertenecen a una población
bastante emblemática, desde el punto de vista de su lucha por
la dictadura. Se autodenominan con posterioridad… «las
mujeres del psicodrama».
Durante la primera etapa, es un grupo de difícil consti-
tución y convocatoria. No están muy claras de para qué pue-
da servirles juntarse. Se sienten todas maltratadas por una cul-
tura represiva y por el machismo. Existe mucho resentimiento
y cristalización en el rol de víctimas. Para muchos, las secuelas
del maltrato constituyen incluso un salvoconducto para se-
guir ancladas y dependientes de un destino, del cual no quie-
ren hacerse cargo. Tal vez entonces tiene sentido juntarse para
intercambiar quejas y compasiones. Eso es entonces lo que
simplemente ocurre las primeras sesiones. En la medida que
empiezan a trabajar con el psicodrama, comienzan a extra-
ñarse al principio y sorprenderse después. Algo distinto em-
pieza a surgir. Aparece la desvictimización muy lentamente.
Se trabaja el temor a desprenderse de esta matriz.
Comienza a aparecer más fluidez, creatividad, juego y
humor. Aparece también la sensualidad. Entonces algo muy
interesante y hermoso comienza a pasar. Las mujeres que al
principio llegaban desarregladas, desgreñadas, algunas hasta
desaseadas, comienzan a llegar vestidas con sus mejores galas.
Desfilan hacia el grupo atractivas, con sombreros, con faldas
con tajos, mujeres del año veinte, treinta, cuarenta. Es extra-
ño, casi surrealista, como si quisieran dignificar y reivindicar
a las mujeres de distintas épocas. Esto simplemente ocurre,
casi sin que nadie hable de ello. Comienza entonces a simboli-
zarse, a hablarse, a ponerle palabras. Se crea el movimiento de
las «mujeres de todos los tiempos». Forman una microempresa,
una tienda de ropas y disfraces.
Me encontré con una de ellas la otra vez en la calle. La
empresa aún continúa. Crearon además, después, un jardín
infantil para las que no tenían con quién dejar a los hijos.
168
Gloria Reyes
• Caso 4: «…de tránsito…»
La experiencia que relato ahora es uno de los trabajos
comunitarios que continúo en la actualidad. Es con un grupo
de estudiantes de psicología que, después de recibir unas se-
siones de entrenamiento de caldeamientos y juegos psicodra-
máticos, efectúan talleres de desarrollo y prevención a algu-
nos Centros de Rehabilitación de Jóvenes de la Red de
SENAME12.
Los estudiantes de psicología efectúan seis sesiones de
taller de juegos psicodramáticos, destinadas a mejorar cohe-
sión grupal, autoestima, autoconocimiento, relaciones interper-
sonales y manejo de las emociones e impulsos.
Es una actividad práctica para los estudiantesde psico-
logía, que tiene distintas etapas. La primera es participar de
un taller formativo teórico experiencial, en donde se entrenan
algunos juegos psicodramáticos. La segunda es una ejercitación
entre ellos mismos, para asesorarlos en las actividades grupales
dentro del taller. La tercera etapa es la visita a la institución y
conocimiento de la realidad como pre caldeamiento. Luego
existe una cuarta etapa en donde llevan a cabo un diseño de
los talleres que dirigirán a los jóvenes de los hogares. La quin-
ta etapa consiste en la realización del trabajo grupal con ase-
soría y retroalimentación.
En algunos hogares de menores, que no son de tránsito y
diagnóstico, se ha efectuado una sexta etapa, que consiste en
un espacio construido por los jóvenes marginales, en función
de la satisfacción de algunas de las necesidades detectadas,
con la asesoría periódica por parte de los alumnos.
El Dr. Kononovich13 se refiere a algunas experiencias co-
munitarias psicodramáticas con psicóticos. Se plantea la in-
serción de este tipo de enfermos en la comunidad. Particular-
12 SENAME: Servicio Nacional de Menores, dependiente del Ministerio
de Justicia del Gobierno de Chile, destinadoa trabajar con menores
vulnerados en sus derechos e infractores de ley.
13 Kononovich, Bernardo, Psicodrama comunitario en psicóticos, 1995.
169
La práctica del psicodrama
mente pienso que para que una intervención se defina como
comunitaria, no solo tiene que estar inserta en la comunidad,
ni pretender insertar a un grupo de personas en ella, sino que
además la acción debe estar dirigida al conjunto, a la forma
de interactuar de los sujetos.
Las tres primeras experiencias anteriormente citadas co-
rresponden a una época en que realicé mucho trabajo comu-
nitario. Diversas razones me llevaron después a la actividad
académica y a la clínica. A muchas de estas experiencias no se
les hizo un seguimiento, creo que realmente muchas de ellas
aún no se han terminado de escribir. Corresponden histórica-
mente al tránsito, en Chile, desde la dictadura militar a la
democracia. Espacios desde donde se develan las secuelas de
la violencia social, pero también las posibilidades que surgen
desde las heridas públicas e íntimas. Dentro de ello, el papel
del psicodrama puede ser simplemente abrir caminos.
170
Gloria Reyes
171
La práctica del psicodrama
Capítulo 6
Psicodrama en la educación
Definiciones del psicodrama en la educación
y distinciones con lo comunitario
En el capítulo anterior, definimos como instancias co-
munitarias a todas aquellas agrupaciones formales e informa-
les que comparten un territorio, una cierta realidad sociocul-
tural y en muchas ocasiones un objetivo común. En este sen-
tido, cualquier institución educacional cumple con estos re-
quisitos y podría ser considerada como una instancia comu-
nitaria.
Sin embargo, con el propósito de distinguirlo de una in-
tervención comunitaria, definiremos en este capítulo como
psicodrama educacional a todas aquellas intervenciones que
tienen como propósito utilizar el psicodrama como método
para facilitar cualquier proceso de aprendizaje y socialización.
Las instancias formales a través de las cuales se intencionan
los procesos educacionales pueden ser desde pre-escolares, es-
colares, pregrado y posgrado académico. También considero
situaciones de aprendizaje formal los procesos de supervisión
de roles profesionales.
Por lo tanto, nos encontraremos con muchas situaciones,
en que, en términos prácticos, será difícil la distinción entre lo
institucional, comunitario y educacional, en vista de que mu-
chas veces se sobreponen. Lo relevante entonces, para definirla,
es adónde está puesto el foco y el propósito de la intervención.
También, muchas veces, lo educacional asume formas de
co-ayuda previa, alternante, paralela o posterior a un proceso
de psicoterapia y/o rehabilitación. Allí el psicodrama también
172
Gloria Reyes
puede desempeñar un rol relevante, que facilita el re-aprendi-
zaje de roles sociales.
El psicodrama y la educación, reflexiones
epistemológicas
La educación depende fundamentalmente de aspectos
ideológicos predominantes en la cultura y, por lo tanto, arrai-
gados en los sistemas institucionales. Por esta razón, en el pro-
ceso de educación formal no solo convergen los problemas
inherentes de la cultura imperante, sino también la educación
los puede generar y/o perpetuar. Un ejemplo de ello lo vemos
en la influencia de la globalización y modernidad, a través del
cual el modelo educativo se introduce en parámetros elitistas,
efectistas y tareístas, altamente exigentes. También la televi-
sión y la cibernética producen un aislamiento y una nueva
forma de representación del mundo.
Como consecuencia de todo lo anterior, un número cre-
ciente de la población escolar chilena padece depresión y una
serie de trastornos psicológicos. Tal vez debiéramos preguntar-
nos si estos trastornos más, que mera disfunción individual,
sean además emergentes sociales denunciantes referentes a que
la educación se está perfeccionando en contenidos y
tecnologización, pero no está respondiendo a las necesidades
profundas del ser humano. Cristina Grilló1 se refiere a los niños
del tercer milenio como niños cada vez más especiales, cada vez
más sensibles e intuitivos, con serias dificultades para adaptarse
a los espacios formales de educación que exigen y estimulan la
lógica formal, dejando de lado los procesos de creación afectiva
y sensitiva. Al parecer, los niños y jóvenes están poniendo una
voz de alarma a nuestros procesos educacionales y culturales.
Planteamos entonces que las características de los sistemas
educacionales están condicionadas por los valores e ideologías
1 Grilló, María Cristina, Los niños del tercer milenio, 2003.
173
La práctica del psicodrama
imperantes de la cultura y que están presentes en todas las ins-
tancias y etapas de la vida. Sin embargo, los esfuerzos de per-
feccionamiento han centrado su atención multidisciplinaria en
las primeras etapas del desarrollo evolutivo, o sea en la etapa
pre-escolar y escolar, por las características fundantes y condicio-
nantes que ella tiene para el resto de la vida.
La educación institucional pre-escolar y escolar ha in-
tentado y experimentado muchas reformas en varios países.
Uno de los ejes centrales de estos cambios apunta no solo a la
actualización de contenidos, a la tecnologización de sus me-
canismos, sino también al perfeccionamiento de los métodos,
en el sentido de intentar hacer cada vez más partícipes del
proceso de aprendizaje a los niños y jóvenes.
Entonces, una reforma educacional implica también un
tema ideológico y una resignificación de la concepción del ser
humano. ¿Cuál es la visión de educar coherente desde el
psicodrama? ¿Cuál es la visión del hombre y del desarrollo
evolutivo, que asiste al aprendizaje? Entonces ¿qué activa y
facilita el proceso de aprendizaje? y ¿qué entendemos por
aprendizaje?
Al respecto, etimológicamente la palabra educación pro-
viene del latín educare y exducere, que significa meter, ali-
mentar, construir, conducir, guiar, orientar. Si analizamos las
significaciones de esta diversidad de palabras, en conjunto con
lo que históricamente se han traducido las prácticas de la edu-
cación, nos encontramos con un proceso dirigido al ser hu-
mano cuyos movimientos e implicancias van desde afuera
hacia adentro. Por otra parte, la espontaneidad, concepto cen-
tral del método psicodramático, etimológicamente viene de
sua esponte, que significa desde adentro hacia afuera. De lo
anteriormente mencionado podemos derivar uno de los prin-
cipales y potenciales aportes del método psicodramático en la
educación, en el sentido de intervenir mediante técnicas que
faciliten la participación y la apropiación de los distintos as-
pectos involucrados, facilitando e intencionando que sea un
proceso bilateral y vincular, cuyos movimientos no vayan ex-
174
Gloria Reyes
clusivamente de afuera hacia adentro, sino que también desde
adentro hacia fuera. Que el sujetosea autor de sus propias
reflexiones, significaciones e interpretaciones.
El psicodrama implica una concepción holística, que asu-
me el desarrollo de un ser humano abarcando lo afectivo, lo
cognitivo, lo corporal y el pensamiento lógico e intuitivo. Con-
secuente con ello, los procesos de aprendizaje deben estimular
los dos hemisferios, el del pensamiento formal y lógico y el de la
creación e intuición. Lamentablemente no es eso lo que ocurre,
sino por el contrario. Los procesos de aprendizaje son diseñados
y ejecutados para estimular una lógica racional, desde las prime-
ras etapas, hasta la gran academia, tendiendo a existir una des-
preocupación, de los aspectos del desarrollo afectivo e intuitivo.
La intención de la preocupación por el cuerpo, entra también
dentro de la dinámica del deporte competitivo y la gimnasia de
rendimiento, en que nuevamente esta el tema exitista y tareísta
y no la educación para ocuparse y tomar conciencia del cuerpo.
Relativo a la educación de la escucha, lo interesante es
como introducir a través del espacio y de juegos psicodramáticos,
el poder registrar el entorno y aprender a escuchar. Escuchar es
más que oír, ya que involucra todos los sentidos2. Existe una
incapacidad de nuestra cultura de estar calmos, de aceptar lo
que está, lo que pasa, lo que existe, contrario a poder escuchar.
Referente a posibilitar una integración de los procesos
perceptivos, la vivencia y el pensamiento, las disociaciones
fomentadas en la cultura, tienden a generar polarizaciones
del afuera y el adentro, del cuerpo y la mente, de la vida y
la escuela, de lo bueno y lo malo, de lo feo y lo bonito, de
la vida y la muerte, de la reflexión y el impulso, del decir y
el hacer3. .Estas polaridades, existen, no obstante nuestra
educación tiende a rotularlas fijándolas en estancos, impi-
diendo la sensibilidad a los matices y a la unificación de las
vivencias.
2 Grilló María Cristina, Los niños del Tercer Milenio, 2003.
3 Fornasari Lilia, Fornasari Lilia, Reflexiones para educadores, 2002.
175
La práctica del psicodrama
Otro aspecto importante es lograr percibir el aprendizaje
como un proceso de búsqueda, de transformación y adapta-
ción activa a un entorno, que también es siempre cambiante y
dinámico. En este sentido, cuando intentamos resolver un pro-
blema, el polarizar y dilematizar lo estanca y congela, versus
movilizar y hacer participar, que crea y transforma la realidad.
También el psicodrama le da un espacio a la alegría en
facilitar el aprendizaje. El aprender puede ser un acto gozoso
con un fin en sí mismo. La alegría, y de forma parecida el hu-
mor, potencian el aprendizaje, promueven y relativizan las re-
flexiones, impidiendo los rótulos y el congelamiento de la ex-
periencia. Esto se contrapone fuertemente con los esquemas tra-
dicionales de la educación, relacionada con la disciplina, la gra-
vedad, el rigor y con visiones tales como «la letra con sangre
entra».
La incorporación del juego en los espacios de aprendiza-
je, sociales y curriculares formales, acelera y fija los conteni-
dos aprendidos, haciendo que el sujeto se apropie de las re-
flexiones, los recuerdos, las conclusiones y las vivencias. Exis-
te, por lo tanto, una estrecha relación entre los espacios de
juego, la creación y el aprender.
Finalmente, el ocio desempeña un rol en el proceso de
creatividad y esta a su vez en el aprendizaje. No obstante,
suena casi inconcebible que el proceso formal de la educación
incluya espacios de ocio, desde donde el inconsciente divague
y se vaya desarrollando una estimulación de conexiones dis-
tintas con la realidad y con el conocimiento.
Ámbitos de aplicación
del psicodrama en la educación
El medio escolar institucional dirigido a adolescentes y
niños es el espacio formal en donde se imparte gran parte de
la enseñanza en nuestra cultura occidental. Este medio ha su-
frido una serie de modificaciones producto de la modernidad
176
Gloria Reyes
y de la globalización. Dentro de ello es un espacio progresiva-
mente más crítico, en donde principalmente los adolescentes
se están haciendo escuchar cada vez con más fuerza y desarro-
llando nuevas propuestas. Algo está ocurriendo: están sintiendo
que el sistema escolar no responde a sus requerimientos. En el
año 2006, hubo en nuestro país una movilización estudiantil,
de origen pacifista y muy masiva a nivel nacional. Su grado
de organización, fuerza y la madurez de sus requerimientos
sorprendió a la opinión pública y fue la envidia de políticos
avezados. Sus planteamientos eran muchos y muy coherentes,
todos igualmente importantes y muy bien fundamentados.
Uno me llamó la atención y es en el que me detendré a señalar
de acuerdo con los propósitos de este capítulo: «El mejora-
miento de la calidad de la educación no pasa por un aumento
cuantitativo de horas y contenidos, sino por la calidad de los
métodos y de los espacios de participación que se les otorgan
a los estudiantes».
Por otra parte, la formación universitaria ha tendido más
a envasarse y a atomizarse. Los contenidos curriculares de pre-
grado están siendo conducidos a una mercantilización que
resta reflexión, crítica y profundidad a la formación de roles
profesionales.
Como sustituto de lo anterior, se han ampliado y diversi-
ficado las formaciones de post-grado. Están, además, los
postítulos, cuyas características se dirigen a la especialización
de herramientas concretas de trabajo, a diferencia de un post-
grado que califica a sus alumnos más en aspectos teóricos re-
lacionados con la academia y la investigación.
Todos los niveles anteriormente mencionados pueden ser
perfeccionados en su metodología de enseñanza, a través del
psicodrama y aplicados a ejes transversales de desarrollo, que
pasan por lo socioafectivo, lo curricular, y también por el
aprendizaje y supervisión de los roles profesionales.
La enseñanza es un proceso que está presente en otros
ámbitos, como por ejemplo en la prevención, tratamiento y
rehabilitación de cualquier tipo de enfermedad, como aprendi-
177
La práctica del psicodrama
zaje de algunas habilidades sociales de grupos de trabajo, sindi-
catos e instituciones en general. Nuevamente en estos casos el
psicodrama puede ser una herramienta facilitadora para este
tipo de propósitos.
Métodos empleados
en psicodrama y educación
En consecuencia, el método psicodramático posee una
serie de aportes en los niveles de la visión y la acción de las
prácticas educativas. Desde ahí, las técnicas que se pueden
emplear son variadas.
El psicodrama pedagógico consiste en aplicar las técni-
cas educativas en aprendizaje de contenidos y temáticas
curriculares específicas, como matemática, biología, química,
etc. De esta forma, en un espacio escénico un conjunto de
niños pueden representar psicodramáticamente la recta nu-
mérica, el cuerpo humano, la fusión de elementos químicos,
etc. Por ejemplo, no es lo mismo aprender la anatomía y fisio-
logía del corazón, que representarlo en un espacio escénico. Si
me relatas algo, tal vez se me olvide, si me lo muestras es más
probable que lo recuerde; si lo experimento lo comprenderé.
La escena psicodramática, aplicada en el ámbito de la
enseñanza, se utiliza de la misma manera, desde el punto de
vista de los componentes y etapas clásicas4. Sin embargo, en
este caso la escena está centrada en el contenido grupal. Una
escena del Quijote escogida por ejemplo por un grupo de ado-
lescentes específicos, puede constituirse en un emergente grupal
del idealismo.
También el teatro espontáneo, el sociodrama y los jue-
gos psicodramáticos, como lo mencioné en el capítulo ante-
rior, son muy útiles para trabajo socio y psicoeducativo, en el
cual no se pretende ahondar en la conflictiva individual, sino
4 Reyes, Gloria, Psicodrama, paradigma, teoría y método, 2005.
178
Gloria Reyes
realizar el aprendizaje y profundización de las temáticas a tra-
vés de un trabajo colectivo. Mediante de estas técnicas desa-
rrollamos el acto y el arte de vernos y crearnos. Aquí el espa-
cio dramático se representa comouna metáfora... como un
barco, un canasto, una tienda mágica, una isla, un álbum de
fotos, un museo de esculturas, etc. Todas ellas pueden repre-
sentar aspectos de los contenidos aprendidos, ya sea de histo-
ria, literatura, castellano, etc. Necesariamente detrás de este
método está el involucramiento y compromiso de la subjeti-
vidad en las temáticas aprendidas.
En términos generales, otras técnicas expresivas, como la
danza, la música, el diario mural, las artes plásticas, pueden
cumplir funciones de co-ayuda para desinhibir, desbloquear y
estimular la creatividad, durante el proceso de aprendizaje.
Otras de las técnicas psicodramáticas, que puede ser em-
pleada en grupos de enseñanza, es el test sociométrico, cuya
utilidad es aplicable para diagnosticar e intencionar configu-
raciones sociométricas, que faciliten los hábitos de colabora-
ción de manera efectiva y flexible, para la consecución de ac-
tividades vinculadas con la enseñanza, que sean autónomas
del profesor y de esta forma impulsar redes de auto ayuda
para el reforzamiento escolar en habilidades e intereses com-
plementarios de grupos de alumnos.
Sociodrama educativo en los vínculos,
afectos, corporalidad y cognición
Un aspecto relevante del sociodrama y psicodrama es su
utilización para propósitos psico y socioeducativos dirigidos
hacia la comunidad, para la formación y recuperación de su
identidad y para la mejoría y optimización de sus prácticas
sociales.
Como ya ha sido mencionado en los puntos anteriores,
uno de los aportes específicos del psicodrama en el método de
aprendizaje y su aplicación es la mirada holística del ser huma-
179
La práctica del psicodrama
no. En este sentido los aspectos a integrar dicen relación con el
vínculo, los afectos, la corporalidad y las funciones cognitivas.
La importancia del vínculo en la educación se traduce en
el hecho de que es en la escuela donde fundamentalmente el
niño puede aprender a vincularse con el resto del mundo ex-
tra familiar. Aquí, el aprender se puede transformar en una
demanda o recepción pasiva, o en un proceso de participa-
ción activo y democrático. El papel del educador desde el
psicodrama es el de facilitar y permitir que emerja la repeti-
ción y desde esa conciencia se desarrolle lo nuevo. Para que se
dé esta experiencia, es importante el inter-subjetivo entre edu-
cador y educando; es desde ahí donde surge lo nuevo. Todo lo
aprendido se influye y condiciona entonces desde el vínculo.
El psicodrama es el espacio entre fantasía y la realidad, entre
pensamiento y pulsión, entre deseo y acción, entre adentro y
afuera. Favorece la desinhibición entre espacio subjetivo sim-
bólico y objetivo y lógico. Por otra parte, el psicodrama gene-
ra una conciencia y disposición al mundo relacional, en don-
de el vínculo no está dirigido solamente al inter, sino también
en el intra, lo que implica además la vincularidad consigo
mismo y con el entorno y un énfasis en el proceso educativo
como parte del mundo interno y del enseñar a buscar ahí5.
El papel del afecto en la educación radica en que activa
y agiliza todos los procesos de aprendizaje. Tenemos, por
ejemplo, que un niño con depresión disminuye su motiva-
ción y concentración y por lo tanto su rendimiento en los
procesos de aprendizaje. Cuando hablamos de afecto, nos
referimos tanto a aquel que está presente en el vínculo entre
educador y educando, como a la catexis y energía motiva-
cional dirigida al objeto aprendido, como al goce en sí del
proceso de aprender. También cuando hablamos de afecto,
estamos aludiendo a los diversos sentimientos involucrados
a los contenidos aprendidos. De esta última idea se despren-
de la necesidad de desinhibición y desbloqueo de emociones
5 Fornasari, Lilia, Aportes para educadores, 2002.
180
Gloria Reyes
tales como el miedo y la vergüenza, para facilitar el proceso
de aprendizaje y creatividad.
La corporalidad es uno de los elementos esenciales de la
técnica psicodramática, el movimiento corporal y la acción,
en su sentido expresivo y exploratorio, poseen funciones
desbloqueadoras de cadenas de significados e integradoras y
vivificadoras de contenidos a ser recordados. Los iniciadores
corporales pueden ser cenestésicos, interoceptivos, extero-
ceptivos y kinestésicos. Desencadenan engramas de sensacio-
nes y recuerdos reprimidos o latentes del pasado y además
generación de nuevas vivencias, que se integran a un relato no
verbal haciendo su recuerdo más evocable.
Finalmente en el proceso de sociodrama educativo las
funciones cognitivas también poseen un papel relevante. En
este aspecto el método psicodramático propende a que el su-
jeto se haga autor de sus propias reflexiones, pensamientos y
conclusiones, reorganizando sus secuencias lógicas y resigni-
ficando sus resultados. De la misma manera, la resignificación
permite el recuerdo, que es la apropiación y reorganización de
un contenido experimentado. A diferencia de la memoria, que
es la evocación de un acontecimiento tal cual ocurrió, lo cual
es mucho más difícil de retener.
El psicodrama en el proceso de aprendizaje
Pero realmente ¿cómo puede impactar el método
psicodramático en el proceso de aprendizaje? ¿Cuáles son los
mecanismos mediante los cuales realmente facilita la enseñan-
za, en cualquier nivel? ¿En que foco o aspecto especifico se
introduce y activa la creatividad? En relación a esto, analiza-
remos algunas funciones relacionadas con el proceso de apren-
dizaje y como el psicodrama se relaciona con ellas y las puede
activar.
Una de las funciones, más clásicamente mencionada es el
pensamiento. La pedagogía a través del psicodrama contribu-
181
La práctica del psicodrama
ye a una integración del pensamiento con el cuerpo, las
pulsiones y las emociones, lo que le da a la reflexión mayor
viveza y reorganización de secuencias y sentidos. De esta ma-
nera el pensamiento resignifica, de tal forma que la persona se
apropia de una comprensión particular del fenómeno. Al re-
organizarse las secuencias y las partes constituyentes del co-
nocimiento, se tienden a superar las dicotomías.
Otra función clásicamente asociada con el proceso de
aprendizaje es la memoria. Para comprender un fenómeno,
no solo hay que memorizarlo sino que en cierta forma experi-
mentarlo; de esa manera no se memoriza pasivamente un con-
tenido, sino que además se lo recuerda. La diferencia entre
memoria y recuerdo es que la memoria retiene tal cual; en
cambio el recuerdo se activa con otras funciones como el pen-
samiento, que le da un sentido a lo recordado, entonces se
interviene y resignifica el contenido. No solo hay que memo-
rizar el agua, sino experimentarla. Es distinto el contenido
aprendido cuando es parte de un relato verbal plano y
unidireccional, a cuando es parte de una acción. En este as-
pecto, la acción hace carne viva el personaje, de manera que
no solo se aprende el Quijote, sino que activa el Quijote que
existe en cada uno. El ser, además, el arquitecto del espacio
que habito, me hace experimentar los roles de otra forma y
ser autor de lo aprendido.
Ya mencioné la importancia del vínculo y la emoción
para el aprendizaje. ¿Cuál es el vínculo y el grado emocional
compatible con el aprendizaje?6 Surgen ciertos principios, ta-
les como la importancia de un buen vínculo que favorezca la
confianza y la espontaneidad. Desde ahí, todos los afectos
pueden ser incorporados en la escena. Lo central es no perder
el foco en el propósito de aprendizaje y no centrarse en la
apertura de conflictivas individuales. Entonces, la escena se
puede introducir en el aula, empleando todas las técnicas. El
foco es intervenir entre la demanda y el propósito de aprendi-
6 Noseda, Elena, Supervisión docente en psicodrama pedagógico, 1981.
182
Gloria Reyes
zaje o trabajo. El juego, el humor, el goce, la acción, facilitan
las puertas del verdadero conocimiento.
El psicodrama en los trastornos
de aprendizaje
El trastorno de aprendizaje, definido en el DSM IV, con-
templa una serie de dificultades en la adquisición de habilida-
des académicas,particularmente lectura, cálculo y expresión
escrita. Las deficiencias evolutivas en la adquisición o ejecu-
ción de habilidades específicas se suelen hacer evidentes en la
niñez, pero con frecuencia tienen consecuencias importantes
en el funcionamiento posterior. Estos trastornos suelen ocu-
rrir en combinación, y con frecuencia co-mórbidamente con
otros tipos de patologías psiquiátricas tanto en el individuo
como en las familias, de manera que en la práctica son descu-
biertos de forma secundaria. Como grupo, estos trastornos
están ampliamente extendidos, englobando del diez a quince
por ciento de la población en edad escolar.
En el mismo marco anterior, podemos deducir que tal
vez el trastorno de aprendizaje es un síntoma más de un con-
junto de alteraciones de fondo que se traducen en la interacción
con el entorno. En ese sentido múltiples aspectos se pueden
ver afectados. Uno de ellos es la falta de autonomía en la
relación y el goce por el pensar, reflexionar y descubrir el mun-
do. Son niños que deben ser altamente estimulados para des-
pertarles el interés y la inquietud en el proceso de conocer y
comprender, situación que no se activa en forma espontánea.
En este sentido el psicopedagogo puede utilizar el espacio
psicodramático, para permitir re-organizar y re-significar la
realidad, recuperando la propia autoría del pensamiento, la
lógica y el sentido de la reflexión. Si no soy capaz de resignificar
la inteligencia, se atrapa7. Por otra parte, esta dependencia,
7 Fernández, Alicia, Psicopedagogía en psicodrama, 2000.
183
La práctica del psicodrama
está presente también en el vínculo, lo cual consiste en que un
sujeto que aprende está marcadamente dependiente de uno
que enseña, lo que se relaciona con aburrimiento y depresión.
Se señala también dentro de los trastornos de aprendiza-
je el papel de la escritura. La escritura permite fijar y objetivar
algo subjetivo. Una escritura, un trazo, un dibujo, pueden
constituirse en una descarga, en una catarsis, en este caso la
hoja en blanco es el espacio escénico. En el trastorno de apren-
dizaje, se produce un bloqueo, una interrupción, entre el ju-
gar, dramatizar y escribir. En este sentido, la escena
psicodramática permite volver a conectar estos eslabones de
una misma cadena. Didier Anzieu hablaba de los iniciadores
corporales para evolucionar, ocupando los mismos principios
de la bioenergía.
Otro aspecto relacionado con el trastorno de aprendiza-
je, que puede ser positivamente afectado por el psicodrama,
es la emocionalidad depresiva. En las dificultades del apren-
dizaje, está suspendida la alegría por aprender sobre la vida,
por manejar el entorno. Al no haber conexión con la alegría y
goce de aprender, tampoco existe conexión con el dolor, de tal
forma entonces explicamos la dificultad para tolerar la frus-
tración, característicamente asociada a estos trastornos. La
alegría es entonces un criterio de salud en el aprendizaje. Des-
de esta perspectiva, el trastorno de aprendizaje es un acto
autodestructivo y con una fuerte tendencia depresiva.
El proceso de aprendizaje implica un desbloqueo, una ac-
tivación de la espontaneidad y la creatividad, finalmente una
transformación. Para ello, hay que permitir al niño la destruc-
ción para que luego re-construya. El sentirse vitalizado, conec-
tarse con la espontaneidad, ensoñar, jugar e imaginar es una
asociación permanente que posibilita el aprender. Cualquiera
de estos aspectos que esté bloqueado puede alterar el proceso
de aprendizaje. Por esta razón la actividad artística es concebi-
da como indispensable dentro de la terapia de aprendizaje.
184
Gloria Reyes
La creatividad como proceso de aprendizaje
La creatividad es un proceso básico del ser humano, que
está estrechamente relacionado con el aprendizaje. Consiste
en un poder innovador que posibilita el desarrollo de áreas
artísticas, científicas y psicológicas. El proceso creador, para
Héctor Fiorini, puede ser abordado desde diversas discipli-
nas8. Una de las características de los procesos creativos es rea-
lizar la síntesis de elementos antagónicos, divergentes y con-
tradictorios, así el proceso secundario es la construcción de lo
real, de la acomodación y asimilación descrita por Piaget. En-
tonces, el proceso terciario es a partir de la desintegración del
pensamiento lo que genera la creación. La creatividad no es
un producto elitista relacionado con talento artístico, sino
que es un proceso simbólico de desintegración y síntesis. La
creatividad surge desde la ilógica del caos.
Para Klein y Freud, la creatividad es la superación de los
impulsos agresivos, instintivos que se fusionaron con lo eróti-
co. Winicott la relaciona con procesos vinculares y afectivos,
ya que conecta el origen del proceso creativo con la sensación
de que la vida vale la pena. Es la superación del estado esquizoide
en que el bebé no se satisface del vínculo9, por lo tanto hay
alguien realmente bueno que me hace sentir eso. Refiere por lo
tanto representaciones, transformaciones y superaciones esta fase
esquizoide, además del narcisismo, en el sentido de introver-
sión, aislamiento y bloqueo de la creatividad.
Respecto de la creatividad y la dinámica del inconscien-
te, Freud plantea, en base a la teoría psicoanalítica, el mito y
los complejos primitivos, como el de Edipo. Esto implica un
proceso de integración en que haya mayor proximidad entre
consciente e inconsciente, entre razón y sentimiento. La clave
es desbloquear la percepción y activar el proceso primario,
inconsciente. Al conectarse con lo inconsciente, la creatividad
8 Fiorini, Héctor, El psiquismo creador, 1995.
9 Winicott, Donald, Realidad y juego, 2003.
185
La práctica del psicodrama
también se relaciona con el espacio y tiempo, de la manera en
que lo hacen el inconsciente y el espacio psicodramático. Ahí
está presente en forma sincrética el pasado, el presente y el
futuro. La creatividad, entonces, es también la relación entre
lo nuevo y lo viejo, entre el afuera y el adentro, entre futuro y
fantasía. El proceso terciario implica la superación de una obra,
el objeto creado es transtemporal.
La importancia de la infancia para Fidel Moccio, se rela-
ciona con el desbloqueo, la expresión de las imágenes, el cuer-
po en movimiento y la liberación del temor. Define como es-
tado creativo las conexiones fundantes y productivas, que
componen al individuo10. En la creatividad el arte es una po-
sibilidad de expresión, catarsis y objetivación.
El psicodrama en la formación y supervisión
de psicoterapeutas y educadores
Como ya he dicho, otro de los ámbitos educacionales en
donde se puede aplicar el psicodrama educacional es en el apren-
dizaje del rol profesional. Esto se puede llevar a cabo en la
enseñanza curricular de contenidos de pre-grado y post-grado
en las que se realizan dramatizaciones con propósitos didácticos,
psicodrama interno, rol playing pedagógico, exploración y en-
trenamiento de diversos aspectos involucrados en los roles, como
la escucha, la intervención, la transferencia, la empatía, etc.
Se plantea el tema de la ética, en la aplicación del psico-
drama con objetivos didácticos para el rol del terapeuta y para
la enseñanza del psicodrama mismo, ya que en este caso debe
estar desde el origen del encuadre contractualmente claro, que
la oferta, elección y el desarrollo de una escena es sobre la base
de objetivos de aprendizaje y no terapéuticos. De lo contrario
se pervierte el contrato entre grupo de alumnos y coordinador
que enseña. En este sentido, se llega a un equilibrio télico, en
10 Moccio, Fidel, Creatividad, 1997.
186
Gloria Reyes
donde el grupo, el protagonista y el director cuidan las distan-
cias, las intimidades, la confianza y espacios de profundización.
Yo no pienso que en una escena psicodramática con objetivos
didácticos no se pueda necesariamente profundizar, por el con-
trario. ¿Cómo enseño a profundizar con psicodrama, sino es
precisamente haciéndolo? El punto entonces está en que debe
estar claro el objetivo y el tele del grupo,para saber entonces en
función de ello hasta dónde llegar. En este tipo de grupos, se
agrega una etapa a las clásicamente definidas por el método
psicodramático. Esta es la de procesamiento a través de la cual
se discuten y aplican conceptos y elementos metodológicos re-
lativos a lo ocurrido en sesión. En esta etapa hay que evitar
psicologismos facilistas e interpretaciones de la vida personal
del protagonista. El foco está en los aspectos técnicos y los con-
tenidos personales puestos al servicio de lo ellos. Cuando los
procesos de formación son más largos, se suele llegar a altos
niveles de profundidad. Ahí se recomienda paralelamente una
psicoterapia. Cabe aquí mencionar el método de la escena te-
mida del coordinador de grupo, que es excelente para propósi-
tos de supervisión de psicoterapeutas11.
En el caso de emplear el método psicodramático para su-
pervisión dirigida a docentes y su rol profesional, se supervisa
respecto de cómo enseñar, el entorno que los influye y cuál ha
sido su modelo de educación12. La supervisión sobre todo en
este caso debe tener un sentido más que evaluativo o fiscalizador
vertical, una co-visión de los diversos aspectos del funciona-
miento del rol y del vínculo. Se facilita una revisión en los pro-
fesores de su propia experiencia de aprendizaje, para desde ahí
producir cambios. En este sentido, el psicodrama despliega las
escenas desde donde se matrizó el modelo educativo. Lo que
suele ocurrir con la formación clásica de los docentes es que
tienden a la verticalización, autoritarismo y visión de los meca-
11 Kesselman, Hernán, La multiplicación dramática, 2000.
12 Noseda, Elena, Taller de bioética clínica y psicodrama pedagógico,
1999.
187
La práctica del psicodrama
nismos de evaluación, como algo amenazante y descalificador.
Por esta razón se debe evitar el vínculo poco democrático que
suele implicar la interpretación no co-construida, en los grupos
de formación y supervisión, ya que esto es la repetición de los
mismos aspectos que se discuten referentes a la disfuncionalidad
de los modelos educacionales clásicos, y es la generación de
juicios éticos o clínicos y el ser impositivo. Por el contrario, la
transformación se da a partir de un espacio contenedor en que
se mira lo viejo, se observa, de ahí, qué me sirve y qué no, para
que a partir de ello se pueda desarrollar algo nuevo. Solo desde
allí adquiere sentido una reflexión.
Las técnicas efectuadas con profesores pueden ser esce-
nas, sociodramas, juegos psicodramáticos, teatro espontáneo
y teatro debate. Es interesante ver el proceso de transforma-
ción que experimentan los profesores cuando se sienten aco-
gidos, escuchados y con permiso para equivocarse y compar-
tir estas equivocaciones, cuando pueden trascender la conser-
va cultural de su rol, que es particularmente de mucho peso,
de mucho «deber ser», de «dar el ejemplo», etc.
En relación con lo mismo, recuerdo un ejemplo, en que
una Fundación que dirigía establecimientos educacionales me
solicitó que realizará un taller de psicodrama para los docen-
tes, con el propósito de ayudarlos a integrarse a lo que en ese
momento era la instalación de la reforma educacional desde
el Ministerio a los colegios. Durante un momento del caldea-
miento inicial les pregunté qué significaba para ellos la refor-
ma. Muchos responden frases tales como…: «un gran desa-
fío»… ,«un interesante cambio»… ,«una importante y revo-
lucionaria propuesta»… ,«la renovación para el futuro»… etc.
Les digo que cierren los ojos, que respiren profundo y que
vayan a preguntarle lo mismo a su corazón y a su estómago.
¿Qué dicen ahora sobre la reforma? Aparecen entonces frases
como estas...: «no entiendo nada»… ,«me agobia»… ,«es un
estorbo»… ,«no estoy ni ahí»… ,«es un cacho»… ,«pura pa-
labrería y demagogia»… ,«más pega por la misma plata»... ,
«Uf»… ,«Puaj», etc. Desde ahí en adelante empezamos a tra-
188
Gloria Reyes
bajar. Es el momento en que comienza producirse el tele grupal
necesario, para entonces profundizar y buscar resignificaciones
y resoluciones.
Un ejemplo de sociodrama educativo
Esta es una experiencia que consistió en un sociodrama
educativo en el marco de un programa de prevención del con-
sumo abusivo de drogas, dirigido a profesores de escuelas mu-
nicipalizadas de una Comuna de Santiago de Chile, efectuado
con la Universidad Diego Portales, durante el año 199413. Que-
dó como precedente para ser aplicable en situaciones similares,
con las adaptaciones pertinentes. De hecho, posteriormente fue
evaluado por una tesis de la Universidad Santo Tomas de San-
tiago de Chile14 y publicado el año 2002, en la revista Momen-
to del Instituto J.L. Moreno de Buenos Aires.
El paradigma que sustentó este trabajo se relaciona con
la necesidad del desarrollo adecuado de un conjunto de facto-
res psicosociales protectores que pueden estar presentes en los
diversos espacios de interacción inherentes al proceso evoluti-
vo del adolescente y del joven.
Consecuente con esta visión, se destaca la importancia de
centrar la atención, no en el consumo de drogas en sí como un
síntoma aislado, sino principalmente en la relación existente
entre este consumo y el sujeto que lo realiza. De esta manera,
cobran especial relevancia dimensiones personales y sociales,
que condicionan que la relación con el consumo sea de carácter
adictivo-físico y/o psicológico. En este marco los diversos con-
textos sociales en que el potencial consumidor se sitúa se cons-
13 Reyes, Gloria, Manual de sociodrama educativo para la prevención
escolar del consumo abusivo de drogas, 2002.
14 Trigo, Marianela, Evaluación de un sociodrama educativo como
método para evaluar la prevención del consumo de drogas, Univer-
sidad Santo Tomás, Santiago de Chile, 2000.
189
La práctica del psicodrama
tituyen en agentes relevantes que pueden generar condiciones
facilitadoras u obstructoras de la emergencia o expresión de
características personales protectoras de cualquier alteración de
salud mental, en donde el consumo abusivo de drogas puede
ser solo un síntoma más. Aquí particularmente el joven puede
ser un miembro vulnerable a ser estigmatizado, desempeñando
un rol de chivo emisario de los conflictos de un sistema más
global, que es el medio en el cual se inserta, sea este la familia,
la comunidad, el sistema educativo, etc.
Las estrategias que se desprenden de esta perspectiva di-
cen relación con dirigir acciones específicas, no centradas en
el fenómeno del consumo de drogas, sino en factores sociales,
psicológicos y particularmente aspectos vinculados con el de-
sarrollo personal, que se constituyen en factores protectores
de la Salud Mental. Dentro de estos factores, adquiere una
especial dimensión en el adolescente la consolidación de su
principal meta evolutiva, que es el logro de la identidad y la
consecuente conformación de su proyecto vital. En el mismo
sentido, se torna necesario generar espacios afectivos en don-
de el joven paulatinamente vaya siendo el protagonista en la
definición de su problemática y en la búsqueda de resolución
de los conflictos inherentes a su proceso evolutivo.
En este aspecto, el trabajo educativo desempeña una fun-
ción fundamental y el educador se constituye en un agente
socializador clave. Aquí pueden ser aplicables diversas meto-
dologías a nivel grupal o colectivo, para los propósitos men-
cionados. Dentro de ellas el sociodrama grupal se constituye
en una técnica particularmente eficaz dirigida hacia el seg-
mento juvenil, dadas las características y requerimientos pro-
pios de este grupo, que se vinculan con la posibilidad de ex-
presar y ensayar un conjunto de roles vinculados con los ya
mencionados procesos de identidad y proyecto vital.
En términos globales, el propósito fue generar un espa-
cio en donde la espontaneidad, creatividad y horizontalidad
en la relación profesor-alumno jugaran un rol facilitador, para
que el joven observara, acogiera y aceptara las diversas moda-
190
Gloria Reyes
lidades de interacción que posee frente a diferentes ámbitosde su vida, visualizando en caso necesario formas más
adaptativas para enfrentar los distintos requerimientos inhe-
rentes a su desarrollo evolutivo.
El sociodrama y las técnicas corporales conciben al ser
humano como un ser integral, a cuya experiencia no solo de-
ben asistir aspectos intelectuales, sino también información
proveniente del cuerpo y los afectos, induciendo de esta ma-
nera una ampliación y modificación de la perspectiva con la
que habitualmente percibimos nuestra vida, que no siempre
suele ser la más funcional.
En contraposición con muchas metodologías educativas
tradicionales, el lenguaje que emplean estas técnicas no es de
intelecto a intelecto, sino que es también una comunicación a
través del cuerpo y las emociones. Esto le otorga efectividad,
en el sentido de que produce un impacto más integrador en la
experiencia y la toma de conciencia. La idea es buscar enton-
ces el conocimiento de sí mismo mediante la sensibilización
del área corporal y afectiva.
En el proceso educativo informal que se da entre profesor
y alumno se pueden desarrollar acciones intencionadas dirigi-
das a la prevención del consumo abusivo de drogas y a la
estimulación de procesos para el desarrollo de la Salud Mental.
Aparece entonces necesaria la entrega de herramientas prácticas
que posibiliten una dinamización del modelo de trabajo, más
allá de un enfrentamiento clásico que se centra en la entrega de
información cognitiva asociada a los problemas y a los sínto-
mas relacionados con la droga como «enfermedad». El proce-
so preventivo, en el contexto del marco educativo, debe esti-
mular el potencial de desarrollo que es capaz de actualizar un
adolescente en su manera de relacionarse con la vida. En otras
palabras, la prevención eficaz del consumo abusivo de drogas
comienza cuando finaliza la preocupación por el síntoma.
 El programa está desarrollado sobre la base de un ma-
nual que contempla una breve introducción teórica, el desarro-
llo de algunos elementos conceptuales básicos relacionados con
191
La práctica del psicodrama
factores de riesgo en el consumo abusivo y tres módulos de
trabajo y entrenamiento para prácticas grupales de técnicas
sociodramáticas y de desarrollo personal, aplicables en el con-
texto educativo. Los tres módulos desarrollan tres ejes temáti-
cos cada uno: vínculo afectivo, identidad juvenil y diálogo so-
bre droga. Cada módulo está referido a un tema específico y
contempla algunos conceptos básicos relacionados con el obje-
tivo, además de los ejercicios sociodramáticos, con las posibili-
dades de consignas respectivas. Implica además un entrenamiento
con los profesores a lo menos de seis meses, para que desarro-
llaran estos módulos con juegos psicodramáticos, los que que-
dan como herramientas disponibles para el trabajo de los pro-
fesores con los alumnos, en el contexto de acciones hacia la
prevención. Los módulos están dirigidos para capacitar direc-
tamente a profesores motivados, para que estos a su vez pue-
dan llevar a cabo talleres con alumnos voluntarios. Cada taller
debe contemplar un máximo de quince alumnos. La convoca-
toria se sugiere como algo amplio, tal como una invitación a
«actividades de expresión o teatro, para conversar y hablar de
diferentes cosas que nos ocurren y para escuchar a los demás».
Para desarrollar además un trabajo de redes, cada taller
tiene alguna creación expresiva, que pueda ser presentada con
posterioridad a los cursos de alumnos que no hayan participado
directamente en el taller de sociodrama con los profesores. Esto,
con el propósito de debatir las temáticas emergentes.
A continuación extracto algunos elementos centrales de
los módulos, desarrollados con los profesores y posteriormen-
te con alumnos. La redacción está planteada en forma pautada,
y dirigida a los colegios, debido a que queda como material
escrito a un conjunto de docentes, con niveles heterogéneos
referentes al entrenamiento con psicodrama. Por la misma ra-
zón y además por ser dentro de un encuadre psicoeducativo,
se plantearon las formas de trabajo más directivas de lo que
una persona con más entrenamiento psicodramático lo haría.
192
Gloria Reyes
• Módulo 1: Apoyo afectivo
El proceso de maduración afectiva implica la capacidad
para registrar, identificar cognoscitivamente y por lo tanto
expresar adecuada y oportunamente mis emociones y senti-
mientos. Desarrollar un sentido de pertenencia de mis emo-
ciones implica también la capacidad para diferenciar las del
otro. Por ejemplo es habitual que si no asumo mis sentimien-
tos, voy a tender a proyectarlos en otra persona y a confundir-
me. Por ejemplo, una madre que no se ha percatado de que se
sintió muy desvalida en su infancia, probablemente va a ten-
der a sobreproteger a su hijo, viendo en él este sentimiento de
desvalimiento.
Por lo tanto, en el proceso descrito desempeña un rol cua-
litativo fundamental, la adquisición de la capacidad de reco-
nocer tanto cognitiva como emocionalmente que existen otros,
y que esos otros pueden reconocernos, aceptarnos, acogernos y
también ponernos límites, enseñándonos con ello la diferencia
entre la fantasía y la realidad. Este fundamental proceso
relacional es el que nos permite ir desarrollando herramientas
para tolerar las frustraciones inherentes del crecimiento.
En este desarrollo la vinculación con el medio social que
nos rodea en la primera etapa de vida, incluyendo la gesta-
ción, es fundamental. En un comienzo es la madre o sustitu-
ta, a través de la cual el niño se va sintiendo gratificado y/o
frustrado. En la medida que va incrementando y ampliando
sus capacidades perceptuales y cognoscitivas, este entorno se
va diversificando cada vez más hacia el padre, hermanos, etc.
Durante la etapa de la adolescencia esta diversificación,
además de aumentar, sufre un cambio cualitativo, ya que ad-
quiere una acentuación la relevancia de las relaciones hacia el
mundo extra familiar, especialmente el grupo de pares y el siste-
ma educacional, en donde transcurre, gran parte de su vida.
Cuando este proceso se distorsiona, por sobregratificación
y/o sobrefrustración, se tienden a desarrollar mecanismos de
idealización y magnificación de las fantasías, que implican
desadaptación y autodestrucción, ya que no dan la posibili-
193
La práctica del psicodrama
dad de enfrentar la realidad. Un ejemplo de ello es el consumo
adictivo de drogas.
De lo anteriormente enunciado, y referente al adolescen-
te, surge la necesidad crucial de crear espacios afectivos que
permitan fortalecer y reparar modalidades relacionales del
sujeto y su medio, potenciando mecanismos o herramientas
personales que posibiliten una mejor adaptación a la realidad
y una mejor calidad de vida.
Posibilidades de ejercicios del Módulo 1. Taller: «La
Estatua de Cera»
Apertura:
– «Vamos a estar juntos en este espacio, durante dos ho-
ras y media, para realizar algunas actividades expresivas, que
nos ayuden a conocernos mejor, a saber más de nosotros y
cómo nos ven los demás». Es necesario explicitar que existen
otras formas de expresarnos, además de la verbal. Las reglas
del juego son el respeto por el tiempo, el espacio, la acepta-
ción de los otros, la discreción. Preguntar si aceptan las reglas
y si alguien quiere agregar alguna otra.
Distintas alternativas de caldeamiento:
– El grupo se sitúa al medio de la sala en círculo y descal-
zos. Se les pide que cierren los ojos y guarden silencio. «Con-
céntrense en el contacto de las plantas de los pies con el suelo,
dense cuenta de la sensación del peso corporal, atendamos
también a nuestra respiración, fíjense cómo el aire entra y sale
de nuestro cuerpo, y en los movimientos del cuerpo al respi-
rar». Luego de un breve rato de relajación, el coordinador de
grupo los va nombrando de a uno, deben ir al centro del cír-
culo y mencionar su nombre con un tono de voz y una ento-
nación que le agrade y acompañar esto con un gesto corporal
que lo identifique. Al terminar, el grupo debe corear su nom-
bre con la misma tonalidad de voz y entonacióne imitando el
mismo gesto corporal, o sea espejar la presentación no verbal.
194
Gloria Reyes
– El grupo se desplaza en silencio por la sala, caminando
en distintas direcciones, mirando su cuerpo y su forma de ca-
minar, como si lo estuviera haciendo por primera vez. Dejar
un rato que miren sus piernas, sus manos, sus brazos, etc. Co-
mienzan a mirar alrededor y descubren a los otros. Indicar
que, sin hablar, pueden hacerse gestos, mirarse, y en distintos
momentos saludar a cada uno de los miembros del grupo con
algún gesto que les surja espontáneamente, pero que sea poco
tradicional. Se les pide que escojan una pareja y que sin ha-
blar jueguen de a dos un rato, tratando de desinhibir al otro
lo más posible, saltar, bailar, etc. Cuando el coordinador de
grupo indique, cambian de pareja y le dicen algo que les agra-
de de esa persona. Primero uno lo dice y el otro lo escucha y
luego se turnan. Cuando termine, sigo caminando y elijo a
otro, repitiendo varias veces el ejercicio.
– Escogen otra pareja con la que no hayan estado duran-
te el ejercicio anterior. Ubican un espacio en la sala y de pie se
sitúan uno frente al otro. Se les explica que realizarán un ejer-
cicio en que uno será el receptor y el otro el emisor, para luego
turnarse. El receptor debe simplemente cerrar los ojos, respi-
rar suave y profundo y soltar su cuerpo de manera que lo
sienta flexible y por lo tanto se deje moldear por el otro. El
emisor debe mirar al otro con atención rodeándolo y girando
por todo el cuerpo. Lo puede mirar desde el suelo, desde atrás,
etc. Al observarlo debe tratar de descubrir alguna zona que
imagine que esté tensa y que necesita cariño. Debe acariciar
esta zona y mover el cuerpo del otro, de manera de intentar
relajarlo. Después debe ponerlo en una postura corporal que
él piense que le serviría para expresarse y soltarse. Luego de
intercambiarse, cada pareja se sienta y comenta lo ocurrido:
¿Qué vi en tu cuerpo? ¿Por qué modelé tu cuerpo de esa ma-
nera? ¿Qué sentí con lo que tú hiciste conmigo al moldearme?
¿Cuáles son mis necesidades afectivas? ¿Qué cosas mías exis-
ten en lo que miré de ti?
195
La práctica del psicodrama
Dramatización:
– Ahora, cada pareja sobre la base de lo realizado y con-
versado en algunos de los ejercicios anteriores, deberá imagi-
nar una escena que identifique y en la cual participen los dos.
El sentido de esta escena es que puedan clarificar las necesida-
des afectivas que vieron en ambos y una forma de expresarlas.
Se deben imaginar un escenario –ambientación–, los protago-
nistas, un desarrollo y un desenlace. Deben luego ponerle un
nombre a esta escena. Insistir en que puede ser expresada ver-
bal y/o no verbalmente. También pueden escoger realizar una
concretización de imágenes a modo de escultura o una leyen-
da. En este espacio el conductor debe dejarlos lo más libres
posible, activando que cada pareja idee en forma espontánea
y propia su escena.
– En la dramatización: se sientan en círculo en el suelo,
sobre las colchonetas o cojines. Cada pareja enuncia el nom-
bre de su escena. Van saliendo todas las parejas que dramati-
zan, se sitúan en el escenario y en el lugar opuesto el resto del
grupo, que es el público. En este momento, el conductor pide
que cierren los ojos y que se conecten con la situación en que
está cada uno y con el grupo. También se refiere a la necesidad
de que el público escuche con atención y respeto.
Compartir:
Es importante destacar que todos necesitamos que nos
quieran y nos acepten y lo legítimo que es, pero que no siem-
pre lo identificamos o a veces no sabemos cómo decirlo y por
lo tanto buscamos maneras que no siempre son adaptativas.
Por ejemplo llamar la atención, autoagredirse, etc. También
es bueno referir que los otros necesitan afecto y les puede ocu-
rrir lo mismo.
Cierre:
– En círculo, de pie, todos abrazados, van pasando de a
uno al medio y por breves segundos el resto lo va meciendo,
mientras la persona se suelta y deja acoger.
196
Gloria Reyes
Trabajo de redes:
– Luego el grupo elige una de las dramatizaciones, para
llevar a cabo en el curso y realizar el foro. Pueden imaginar y
seleccionar preguntas factibles de hacer al curso después de la
obra.
• Módulo 2: Identidad
La identidad es el proceso mediante el cual voy desarrollan-
do un conocimiento integrado, realista y coherente de los dife-
rentes aspectos de mi personalidad: mis capacidades intelectua-
les, físicas y sociales, mis intereses y habilidades, mis sentimien-
tos y emociones, la manera en que me relaciono con los demás,
mis conflictos, mi cuerpo, mi sexualidad, etc. Implica, por lo
tanto, un reconocimiento de mi entorno y una consecuente dife-
renciación entre lo que es interno y lo que corresponde al otro.
El proyecto vital es el conjunto integrado de ideas, sen-
timientos y aspiraciones que voy desarrollando y en función
de las cuales visualizo mi futuro a mediano y largo plazo. Si
está sustentado en un adecuado conocimiento de mí mismo,
y del medio que me rodea, debiera expresarse en actitudes y
conductas relacionadas con la consecución de mi proyecto.
Durante el proceso de la adolescencia, se producen múl-
tiples cambios en distintos áreas, los que se traducen en una
crisis normal de identidad. Ésta habitualmente se expresa en
preguntas, ansiedades y/o preocupaciones, respecto de ¿quién
soy?, ¿qué quiero? En un desarrollo evolutivo normal, lo an-
terior debiera tener como resultado mi autoconocimiento y la
consolidación realista de mi proyecto de vida.
Posibilidades de ejercicios del Módulo 2. Taller: «El Per-
sonaje»
Apertura:
– «Vamos a estar juntos en este espacio, durante dos ho-
ras y media, para realizar algunas actividades expresivas, que
197
La práctica del psicodrama
nos ayuden a conocernos mejor, a saber más de nosotros y
cómo nos ven los demás». Las mismas reglas del juego expli-
citadas para el otro taller.
Distintas alternativas de caldeamiento:
– Descalzos, todo el grupo camina en distintas direccio-
nes lentamente y en silencio. Cada uno se centra en su ritmo
al caminar, y pone atención en la sensación de la planta de los
pies en el suelo. Luego se acelera cada vez más, hasta el límite
de no correr y evitando chocar. En este momento, pueden reír-
se, gritar, pero no hablar. Aquí el coordinador de grupo, invi-
ta a cambiar de dirección al caminar. Mientras el grupo conti-
núa caminando, el coordinador de grupo, debe ir nombran-
do, cada cierto tiempo, a uno de los miembros del grupo, que
deberá hacer gestos corporales caminando, gateando, etc., que
el resto del grupo comienza a espejar. Luego cambia de perso-
na. Recuerde que está en un ejercicio lúdico, es importante
que el tono de su voz y su actitud corporal sean consecuentes
con esto y además motive. Por ejemplo, indicar los ejercicios
en la medida en que se estén realizando y no a modo de ins-
trucciones, si el grupo es inhibido y le cuesta expresar con el
cuerpo uno debe iniciar modelando la actividad. Mientras con-
tinúan caminando, les pido que busquen en la sala un espacio
cómodo, que sea personal y en dónde estén solos y tranquilos.
Cuando lo hayan encontrado, se sientan en el suelo, colcho-
neta o cojín, buscando una postura corporal relajada. Con
los ojos cerrados, que se concentren en la agitación de su cuer-
po, en la respiración, en los latidos cardíacos, en las sensacio-
nes de calor y de energía. Que comiencen a imaginar su cuer-
po como adolescentes. ¿Qué características tiene? ¿Qué les
gusta de su cuerpo? ¿Existe algo que les desagrade? ¿Qué cam-
bios perciben con relación a cuándo eran niños? Cuando ha-
blo de sensaciones del cuerpo es importante que facilite el re-
gistro de ellas, nombrando las posibilidades, como frío, calor,
volumen, fuerza, tensión, soltura, cosquilleo, dolor, pulsación,
suavidad, placer, etc. Es relevante reconocer que durante la
198
Gloria Reyes
adolescencia existe una intensificación de las pulsaciones sexua-
les. Registrando las sensaciones del cuerpo, identificar aquella
zona de mayor tensión y concentrarse enella, tratando inclu-
so de magnificar la tensión. Asociar la tensión con algún sen-
timiento que me caracterice y que tal vez no me haya dado
mucha cuenta o me cueste expresar. Facilitar el registro de los
sentimientos, nombrando las posibilidades, tales como mie-
do, rabia, pena, angustia, amor, alegría. Una vez identificada
la emoción, desde el mismo lugar, y siempre con los ojos ce-
rrados se les pide que la mencionen en voz alta en una sola
palabra. Luego asocio la emoción con un personaje, que pue-
da estar relacionado con la etapa que estoy viviendo. Puede
ser alguien famoso o cotidiano en mi vida, real o de ficción.
Es importante que este personaje me interprete en mi proceso
actual de vida. Se deja un tiempo, para que se intensifique la
identificación con el personaje, a través del movimiento y la
actuación espontánea. Dar entonces la siguiente consigna:
«Identifícate con ese personaje, hasta el punto de que te sien-
tas siendo él, abre los ojos, y en tu espacio empieza a actuar y
a moverte, como si fueras este personaje». Detengo y pido
que nuevamente expresen sentimientos. Esta vez ¿qué siente
el personaje? ¿Tiene que ver con algo que me esté ocurriendo a
mí como adolescente? Se les solicita que se comiencen a des-
plazar por la sala actuando como el personaje y que comiencen
a interactuar con los otros personajes que están alrededor,
dejándolos libres un momento.
Dramatización:
– Creación grupal: reunir dos grupos y que cada uno por
separado en diferentes extremos de la sala, cree una dramati-
zación que involucre los personajes y en el que participen to-
dos, cautelando que no se distraigan entre ambos grupos. Se
juntan los grupos nuevamente. Deben decidir dónde ubican
el escenario, el cual debe estar precisado en un lugar específico
de la sala, opuesto al público. Ambos grupos presentan su
escena.
199
La práctica del psicodrama
Compartir:
Que cada uno comente qué significa para ellos su persona-
je, qué sentimiento central posee, comó expresa. También pedir
que piensen si los distintos personajes tienen alguna caracterís-
tica común. ¿En qué representa la etapa que estamos viviendo?
Por ejemplo idealismo, rebeldía, desorientación, etc. La drama-
tización debe ser ideada por todo el grupo e imaginar un esce-
nario –ambientación– y el desarrollo de una situación. Senta-
dos en las colchonetas o cojines, en círculo comentan las obras
y los personajes. El coordinador de grupo dirige la conversación
sobre la base de preguntas, tales como: ¿Cómo se sintieron ex-
presando? ¿Cómo se sintieron escuchando? ¿Qué características
físicas tenía el personaje? ¿Cuáles de estas me agradaban y cuá-
les me desagradan? ¿Cómo era en general el personaje, su modo
de vivir, de sentir, de relacionarse, de expresar? ¿En qué se parece
a mí todo lo anterior? ¿Cómo relaciono esta característica con
el hecho de ser joven? ¿Cómo vio el grupo a cada personaje?
Aquí el rol del conductor es clave. Debe de ser acogedor y faci-
litador con relación a la toma de conciencia, respecto de cómo
el personaje que yo escojo tiene que ver muy probablemente,
con una identidad deseada –lo que quiero ser y no expreso– o
rechazada –lo que no me gusta de mí y no asumo–. Por ejem-
plo, elegir un personaje agresivo puede estar significando que
yo no vea mi propia agresividad y la reprima. De allí la impor-
tancia de conocerla, para aprender a manejarla adaptativamente.
Cierre:
En círculo, todos abrazados y con los ojos cerrados, per-
manecen unos segundos en silencio y luego cada uno expresa
lo que sintió al compartir ese día con el grupo.
Trabajo de redes:
Finalmente el grupo debe acordar qué dramatización se
presentará al resto del curso de compañeros, para la realiza-
ción del foro. Deben idear y acordar las preguntas a realizar al
resto de sus compañeros.
200
Gloria Reyes
• Módulo 3: Dialoguemos sobre droga
Si bien, es real la creciente alarma sobre el tema de las
drogas por el aumento de su prevalencia y por la introducción
de sustancias cada vez más adictivas, también no es menos
real que la droga, al parecer, desempeña en la gran mayoría de
los jóvenes una función de experimentación y de búsqueda de
identidad con el grupo de pares y que es en general de carácter
transitoria y ocasional.
De lo anterior desprendemos que han surgido definiciones
de la problemática que están provistas de mitos estigmatizadores
y que han sobredimensionado la asociación del problema con
la etapa juvenil. Al parecer, lo que hace a los jóvenes altamente
vulnerables a ser problematizados con relación al fenómeno de
la droga, es la fuerte carga de necesidad de identidad
generacional, que está asociada con el consumo en este período
evolutivo. Necesidad que no siempre es expresada de maneras
explícitas y frente a la cual el sistema social adulto, no siempre
genera espacios de diálogo u oportunidades para que los jóve-
nes busquen respuesta a la infinidad de preguntas, cuya resolu-
ción se encadena con una adecuada consolidación del proyecto
vital. Por ello es necesario incorporar en las estrategias preven-
tivas diálogos abiertos exentos de amenazas y estigmas, dirigi-
dos a la búsqueda de alternativas resolutivas para enfrentar las
diversas áreas de desarrollo del joven.
En este aspecto, el sentido de este taller es generar la posibi-
lidad de que los estudiantes autoevalúen y busquen soluciones
de alternativas adaptativas en la construcción de identidad, en
una de las áreas más importantes de su desarrollo, el grupo de
pares.
Posibilidades de ejercicios del Módulo 3. Taller:
«La Fiesta»
Apertura:
Para este taller se requieren hojas de papel, lápices, un
equipo de música y CDS bailables, que deberán ser traídos
201
La práctica del psicodrama
por los mismos alumnos. «Compartiremos este espacio du-
rante dos horas y media, para realizar algunos ejercicios, que
nos permitan obtener algunas reflexiones y conclusiones res-
pecto a cómo enfrentamos nuestro tiempo libre y el pasarlo
bien».Si bien vamos a tratar de construir una dramatización
que nos identifique a todos y que podamos compartir tam-
bién después, con el resto del curso, es necesario que recorde-
mos las reglas del juego, tal como las hemos planteado en las
sesiones anteriores: discreción, respeto y aceptación».
Distintas alternativas de caldeamiento:
– Ejercicio corporal, caminan rápidamente en distintas
direcciones, emitiendo sonidos con la boca, como risas, gri-
tos, pero sin hablar. Se juntan de a parejas y comienzan a
saltar frente a frente, en dos etapas: la primera es llevando el
peso del cuerpo lo más arriba posible, estimulándose para ello
recíprocamente; la segunda llevando el peso corporal hacia el
suelo, cayendo en él con la mayor fuerza posible. Se pone
música, se separan y cada uno baila a su manera y con los ojos
cerrados, sin mirar lo que hace el otro, tratar de seguir real-
mente la música con el cuerpo evitando hacer los movimien-
tos estereotipados que habitualmente hago al bailar. Luego
abren los ojos y comienzan a bailar de a dos, tratando igual
de soltar el cuerpo y bailar de acuerdo con las sensaciones que
el cuerpo vaya sugiriendo, coordinándolo con la pareja. Fi-
nalmente comenzamos a bailar con todo el grupo, tratando
de que todos se coordinen y emerjan en forma espontánea
movimientos grupales.
Dramatización I:
– La fiesta I: Detengo el baile, apago la música sin avisar
en un momento en que el grupo esté entusiasmado, les pido
silencio y que cierren los ojos: «Vamos a imaginar que estamos
en una fiesta, estamos en una casa lejos de la ciudad, y de difícil
acceso, afuera hace mucho frío, de manera que no podemos
salir de este lugar. La fiesta está comenzando y ya llegaron to-
202
Gloria Reyes
dos los invitados. En ella ocurre lo que típicamente ocurre en
las fiestas de los jóvenes». No dar ninguna consigna más. Si el
grupo no es mixto, tampoco señalar nada al respecto, de ma-
nera de dejar espacio a la espontaneidad, para ver cómo resuel-
ven y organizan la fiesta. Es importante que el coordinador de
grupo no sugiera ni induzca nadamás, aunque existan mo-
mentos de silencio y aburrimiento. De la misma manera es ne-
cesario que el grupo sienta plena confianza y horizontalidad
con el coordinador, de manera que puedan referirse a la posibi-
lidad de consumir alcohol, marihuana u otros, sin sentirse san-
cionados por la presencia del «profesor». Cuando la fiesta esté
en pleno desarrollo, y observe que estén compenetrados en ella,
detenga la escena y pida que expresen algo que estén sintiendo
y pensando y que no se han atrevido a decir.
Compartiendo:
– Conversando, les pido que se junten en grupos de a cua-
tro y conversen sobre preguntas tales como: ¿Cómo encuentro
la fiesta? ¿Cómo me siento? ¿Me di cuenta de algún problema?
¿Cómo reaccioné frente a él? Por ejemplo: ¿qué hago cuando
me aburro? ¿Qué hago para entretenerme? ¿Lo que hago para
entretenerme es siempre bueno para mí? ¿Si es que no es bueno,
se me ocurre otra alternativa? Cautelar que todos participen.
– Sobre la base de esta síntesis el grupo construirá una
segunda alternativa de fiesta, en la que aparezcan los senti-
mientos no expresados en la escena anterior, los problemas
detectados y alternativas de solución, que sean útiles para
pasarlo bien en la fiesta. Se junta nuevamente todo el grupo
en círculo y cada relator lee la síntesis, mientras los demás
escuchan. Cada relator refiere solamente el nombre de la esce-
na construida por ellos, sin agregar nada más. Con estos ante-
cedentes, el grupo total deberá elegir que escena dramatiza-
rán. Deberán además escoger un director de escena, dar pape-
les y una trama que refiera lo qué la escena elegida representa.
Luego la dramatizarán en un espacio escénico.
203
La práctica del psicodrama
Dramatización II:
– La fiesta II. Posteriormente les pido que vuelvan a la
fiesta y traten de buscar alguna expresión y/o solución de lo
que están sintiendo con lo que la pasen bien. Se ubican en los
roles acordados y realicen la segunda escena entre todos. Cuan-
do estén compenetrados en la escena detener y pedir que cada
uno exprese lo que está sintiendo. Nuevamente se juntan en
grupos de a cuatro pero con distintas personas.
Compartiendo:
Con la misma modalidad anterior, les pido que discutan
en base a ¿cómo me sentí ahora? ¿Logré tener una conducta
diferente para enfrentar el problema? ¿Que cosas creo que me
faltan por desarrollar? El grupo hace una síntesis.
Cierre:
– Todos juntos, en círculo, cierran los ojos, recorren las
sesiones, como si fueran en un viaje. Qué me llevo de este
viaje y lo menciono en voz alta.
Trabajo de redes:
– Se prepara el foro. Nuevamente se juntan de a cuatro,
está vez intercambiándose. La tarea de cada grupo es que sobre
la base de la experiencia dramatizada y lo conversado previa-
mente, imaginen una escena, que pudiera ser útil al grupo cur-
so. Se le pone un nombre. Luego se reúne el grupo completo y
se les pide que una vez que cada relator haya mencionado el
nombre de la escena respectiva, deben votar por la que más los
identifique. Recordar que puedo votar no necesariamente por
la escena de mi grupo. Finalmente deben distribuir roles y po-
nerse de acuerdo para algún día ensayar la escena y presentarla
al grupo a modo de expresión dramática y debate.
204
Gloria Reyes
205
La práctica del psicodrama
Capítulo 7
Psicodrama institucional
Definiciones del psicodrama institucional
Una institución, en el sentido de nuestro propósito de
intervención, es una organización formal que agrupa un nú-
mero de personas que poseen un objetivo, tareas y una forma
de organizarse, asociadas con dicho objetivo. Puede ser una
empresa con o sin fines de lucro, que posee un marco admi-
nistrativo, jurídico y legal definido. En este sentido el psico-
drama institucional es aquella intervención que con el méto-
do psicodramático pretende influir sobre la estructura y el fun-
cionamiento de las personas que forman parte de una institu-
ción.
Se distingue por lo tanto de lo comunitario, por su foco
de intervención, ya que es más específico y con una definición
más formal, con un objetivo dirigido a la institución y con un
marco de acción delimitado. Se diferencia de lo educacional
también en el foco de intervención, ya que si bien el psicodrama
institucional puede emplear métodos psico-educativos, estos
se despliegan no con el propósito de agilizar o facilitar un
proceso de aprendizaje, sino que de intervenir en la institu-
ción en sí misma.
Intervenir en una institución, pasa obviamente por la
acción sobre las personas que la constituyen. Impactar en las
personas y roles que ellas desempeñan en el marco institucional
no puede estar disociado del plano íntimo y personal de los
miembros de la institución. Es por esta razón que, al igual
que los otros tipos de intervenciones sociales descritas en este
libro, el psicodrama institucional tiene matices de psicodrama
clínico, aunque no esté puesto allí su énfasis.
206
Gloria Reyes
Aspectos éticos del psicodrama institucional
Los valores y normas imperantes de la sociedad actual
atraviesan por una crisis creciente marcada por cambios his-
tóricos vertiginosos, que fragmentan las identidades persona-
les y grupales, potencian la violencia activa y simbólica y pro-
fundizan los conflictos asociados con el poder. También po-
demos apreciar que la expresión de la individualidad está
tensionada por la hegemonía del control público, la
masificación y la globalización y por la diversidad de ofertas
exportadas por un sistema moderno de comunicaciones. Es-
tamos además en un momento histórico, en que se exacerba a
nivel cultural el exitismo, el activismo y el tareísmo, en que
tienden a perderse los sentidos de la acción y a olvidarse la
ganancia de los trabajos colectivos.
En el marco anterior, la ética profesional del coordina-
dor de grupos se mantiene en el difícil equilibrio de posibili-
tar la adecuación de los roles personales y profesionales a las
conservas culturales, versus la facilitación de la expresión de
las identidades personales. En otras palabras la reflexión per-
manente de la ética se asocia a no polarizar en prácticas ex-
clusivamente adaptacionistas, ni tampoco favorecer el aisla-
miento y la muerte psíquica y social de un individuo. Conse-
cuente con lo anterior, la intervención en la organización pue-
de estar no solo en el resultado, sino también en la persona,
no siendo necesariamente incompatibles.
 Desde el psicodrama se desprende una ética, que cohe-
rentemente con lo anterior, posee una concepción del ser hu-
mano eminentemente social. En este sentido no es posible,
que emerja una identidad e individuación, si no existe un gru-
po, una institución y una sociedad en la cual el individuo esté
inserto. Recordemos que el concepto de espontaneidad, esen-
cial en el psicodrama, supone una capacidad de novedad, crea-
tividad y unicidad, en un contexto de adecuación social.
Desde la perspectiva institucional, la ética presupone ge-
nerar condiciones de agrupación, organización, tareas y obje-
207
La práctica del psicodrama
tivos claros, consensuados y aceptados. En este contexto, nue-
vamente la intervención en la organización puede estar no
solo en el resultado, la eficiencia y la eficacia para la obten-
ción de los objetivos de una empresa, sino también que ello
sea en cierta forma compatible con la persona.
Sería ingenuo cerrar aquí está reflexión sin plantear la pre-
gunta de ¿cómo es posible mantener estos equilibrios en una
sociedad que contiene instituciones, en su mayoría, que cum-
plen con las características esbozadas en el primer párrafo de este
punto? Solamente quiero dejar abierta una pregunta sin respues-
ta, ya que sería deshonesto y presumido intentar responder algo
de lo que no tengo la menor idea. Solo sé que es importante
tener clara la duda y la inquietud al momento de definir el en-
cuadre y los propósitos de una intervención institucional.
En el marco anterior, lo que pretendo describir y contri-
buir en este capítulo son los aportes que puede realizar el
psicodrama para el trabajo humano e institucional,con las vi-
cisitudes, dudas, inquietudes no resueltas y dolores inherentes a
la sociedad actual. Obviamente, un aspecto importante está
planteado en las tensiones y luchas que conflictúan los distin-
tos niveles en que se despliega la existencia del ser humano, el
dispositivo social, institucional, grupal e individual.
Aportes conceptuales para el desarrollo
del psicodrama institucional
El psicodrama ha sido aplicado y difundido fundamen-
talmente en el ámbito clínico. Sin embargo, Moreno en el
locus del psicodrama, experimenta y desarrolla su método en el
ámbito esencialmente público, llevando a cabo sesiones grupales
con sindicatos, grupos de prostitutas, jóvenes, niños, etc. Por
lo tanto la visión de la clínica que allí se gesta y evoluciona es
esencialmente social. Crea primero el teatro espontáneo. A par-
tir de la experiencia de Bárbara, una actriz que trabaja con él,
percibe los cambios terapéuticos que se generan en ella, al desa-
208
Gloria Reyes
rrollar roles en las escenas de teatro, distintos a los realizados en
su vida cotidiana. Formula entonces el teatro espontáneo y,
luego, la escena psicodramática como dispositivo psicote-
rapéutico y, luego el sociodrama como una forma de enfrentar
los conflictos grupales. La evolución del método creado por
Moreno desde el teatro espontáneo al psicodrama, y desde el
psicodrama al sociodrama, les da tanto énfasis a las dinámicas
individuales, grupales, como al conflicto social e institucional
que es la placenta desde donde estas dinámicas emergen. Es así
como en el psicodrama y sociodrama convergen los tres niveles.
El método específico solo me permite detenerme y profundizar
en la exploración de alguno de los niveles, según sea el caso y
las necesidades del grupo.
Por otra parte, la visión de lo freudiano centra su prácti-
ca exclusivamente en la clínica tradicional, focalizándose a
través de la interpretación en las dinámicas intrapsíquicas y
estableciendo una homologación entre individuo y psiquismo.
Sin embargo, si revisamos algunos pasajes teóricos de este au-
tor, aparece una conceptualización del individuo en los gru-
pos. Para Freud, el líder representa la versión del ideal del
grupo, los conflictos grupales se desarrollan a partir de lo
edípico, que no solo se repite desde la familia, sino también
en la historia de la humanidad1.
Posteriormente el psicoanálisis realiza aportes desde las
relaciones objetales internas, aplicándolas a la psicología so-
cial. Representantes de estas visiones son fundamentalmente
Bion y Pichón Rivière.
En este aspecto, la práctica grupal institucional posee in-
fluencias que se tensionan en poner los esfuerzos de las inter-
venciones en el adentro y en el afuera, siendo en este sentido
el psicodrama por lo tanto un punto de equilibrio entre estas
posturas y métodos. Consecuente con ello sería erróneo plan-
tear que una institución está enferma, por que posee en su
interior individuos enfermos. Los individuos se enferman o
1 Kononovich, Bernardo, El cuerpo en la clínica institucional, 1995.
209
La práctica del psicodrama
muestran sus aspectos más complejos y regresivos, cuando las
instituciones se pervierten en sus estructuras y modalidades
organizacionales. También sería un error pensar que solo bas-
ta hacer una intervención organizacional, que no pase por la
intimidad de los individuos que la constituyen. La enferme-
dad y la cura de una institución transversaliza lo institucional,
lo grupal y lo individual.
El método psicodramático en la institución
La evolución del método de Moreno es entonces funda-
mentalmente empírica, ya que es a partir de experiencias, como
la de Bárbara, que él va comprobando, creando y perfeccio-
nando su técnica y su teoría. Como ya vimos en el punto
anterior, existen diversas formas de aplicación del método,
según sean las características del grupo y por lo tanto los pro-
pósitos de la intervención. No obstante lo central como dis-
positivo y concepto, es la escena que puede ser manifiesta y/o
latente. Posteriormente otros autores han empleado diversos
términos para lo mismo, tales como escena subyacente, con-
sonante y nuclear. Este concepto, que está detrás del método,
también se aplica a la empresa o institución2.
De esta manera, cuando se interviene en la empresa, exis-
te una demanda explícita y manifiesta y otra demanda laten-
te y subyacente. Por esta razón durante la definición de la
primera entrevista cuando se conversa la demanda inicial y
durante la primera sesión grupal, debe quedar develada y trans-
parentada la verdadera demanda, de manera de poder nego-
ciar, acordar y co-construir los propósitos de la intervención
entre los diferentes actores. El encuadre debe ser marcadamente
claro, de en qué podemos ayudar y en qué no, y cuánto tiem-
po tenemos para ello.
2 Bello, María Carmen, y Campuzano, Mario. La psicoterapia de gru-
po en las instituciones, 2004.
210
Gloria Reyes
Los tipos de demandas pueden ser clasificados en términos
generales en dos ámbitos. En el primero, la demanda no surge de
un conflicto evidente, sino que más bien está referida a la pre-
vención y autocuidado, dado el tipo de tareas que posee la insti-
tución. Por ejemplo, los trabajadores de la salud mental en insti-
tuciones públicas se ven enfrentados con una serie de demandas
relativas, por una parte, a las necesidades de la comunidad y, por
otra, a aspectos institucionales y tensiones inherentes al trabajo
de equipo, aspectos que se movilizan en el quehacer con otras
personas, particularmente cuando se trabaja con el dolor físico y
psicológico. Lo último tiene, además de relevancia técnica, una
importancia de carácter ético. Por todo lo anterior, algunas insti-
tuciones están tomando conciencia de generar espacios más o
menos sistemáticos de cuidado y protección, a nivel individual,
del rol profesional, del equipo de trabajo e institucional.
El segundo tipo de demanda se plantea en el contexto de
una crisis en la empresa, que por lo tanto presenta trastornos
y dificultades evidentes. Lo anterior puede manifestarse en
diversos síntomas que se expresan en tres niveles: el
institucional, como por ejemplo falta de claridad en los obje-
tivos, mecanismos difusos o ambivalentes de comunicación,
ambigüedad en la definición de cargos y falencias en general
referidas a la modalidad organizacional y dirección de la ins-
titución. En el ámbito grupal, también se pueden observar
alteraciones a nivel de equipo, como disfunciones en la comu-
nicación, retardo y falta de claridad en los mecanismos de
toma de decisiones, escaso sentimiento de pertenencia y ca-
rencia de identificación grupal con las misiones de trabajo,
desorganización y desmembramiento de actividades y de los
equipos, agresión, rumores, etc. A nivel individual, puede exis-
tir desmedro del rendimiento laboral, carencia en el compro-
miso con la institución, baja motivación y bienestar personal.
Puede, además, desencadenar en trastornos de salud mental
enfermedades psicosomáticas y en la privación de algo funda-
mental, a lo que todo ser humano tiene derecho, que es sim-
plemente la alegría, y la realización personal de un trabajo
211
La práctica del psicodrama
creativo, expresivo de las potencialidades personales, labora-
les y profesionales. Un ejemplo de demanda de este tipo de
intervención se plantea en una institución que ha sufrido una
serie de crisis y cambios, una serie de difusiones y
reprogramaciones de identidad institucional, así como tam-
bién crisis de proyectos, metas y misiones. Solicitan una inter-
vención ad portas de un nuevo cambio, de un nuevo cierre de
ciclo, de sensaciones de pre-duelo, de incertidumbres de diver-
so orden: ¿me quedo?, ¿me voy? Y si me quedo ¿qué cambios
habrá? Esto genera una serie de sensaciones corporales, afec-
tos y fantasías inquietantes, tales como tensión, angustia, pena,
rabia, miedo e inseguridades. Cada una de las situaciones an-
teriormente mencionadas constituyen emergentes que tienen
componentes de dolor individual, tensión grupal e institu-
cional y por supuestotambién social.
Dónde se interviene o cuál es entonces el campo de ope-
raciones específicas del psicodrama institucional. En empre-
sas, se asume una modalidad grupal, con un encuadre similar
a la de un grupo terapéutico, en donde se despliegan los con-
tenidos institucionales, de carácter público y privado. El tra-
bajo se focaliza en el emergente institucional, grupal y de ro-
les. Los emergentes que surgen pueden ser de dos tipos. Los
primeros son estructurales, tales como falta de claridad en mi-
sión y objetivos, confusión en definición de cargos y tareas,
flujo de comunicaciones poco expedito. Los segundos pue-
den ser funcionales, tales como el liderazgo, la competencia
por el poder, la interacción intra en intergrupal, los mecanis-
mos de comunicación, las formas de negociación, de toma de
decisiones, y de resolución de conflictos.
El método general, que alude al cómo se interviene, está
centrado en la integración de la reflexión, el cuerpo, la afecti-
vidad y los sentidos del quehacer en la institución. Los cal-
deamientos apuntan por lo tanto a ello. Tal como señalé en el
encuadre, es esencial que plantee en qué puedo ayudar y en
qué no, ya que si bien las dinámicas tienden a la toma de
conciencia grupal del adentro y del afuera, suele al inicio de
212
Gloria Reyes
este tipo de intervenciones existir un predominio de queja y
demanda regresiva e infantil, hacia una institución «madre»,
que es la que debe resolver los problemas. El propósito, desde
este nivel, es rematrizar este tipo de vincularidad infantil
interinstitucional, transformando la queja en un registro rea-
lista de lo interno y de lo externo.
Un taller, entonces, explícitamente facilita la activación
de recursos internos personales y grupales, para ver qué puedo
hacer yo por esto y cómo puedo o podemos enfrentar la difi-
cultad externa. De lo contrario, se puede transferir este mode-
lo de relación al taller y al coordinador del grupo. Entonces
me tienen que resolver problemas de sueldos, horarios, etc.,
expectativas que obviamente serán frustradas, al menos desde
este espacio que tiene otro propósito. Frases típicas pueden
ser…: «Si no me resuelven el problema de sueldos, qué saco
con relajarme, jugar y pasarlo bien»… Otro aspecto relevante
es la diferenciación de la parte con el todo, ya que cuando
existen estas tendencias regresivas infantiles, se tiende a un
proceso perceptivo en que se confunde la parte con el todo.
Esto implica que un problema particular y específico es consi-
derado como la totalidad de la institución, tendiendo en ese
momento a no identificar los aspectos positivos que ella pue-
da tener. De hecho, he podido percibir que las empresas que
están muy enfermas no solicitan este tipo de intervenciones,
de manera que siempre existe un recurso en el adentro y en el
afuera, desde donde se puede intencionar un cambio; el senti-
do entonces de la intervención es abrirlo y facilitarlo.
La integración de la reflexión institucional, es entonces
la facilitación de recursos yoicos del grupo y de las personas
para el reconocimiento de lo anterior. La integración del cuer-
po y las emociones posibilitan la identificación de la realidad
interna. El cuerpo y los afectos están presentes en la escena
institucional, nos referimos al cuerpo y afectos personales e
institucionales, como afecciones recíprocas que conforman un
todo, un co-inconsciente grupal e institucional. El sufrimien-
to corporal y emocional, con sus diversas manifestaciones, surge
213
La práctica del psicodrama
como una exploración de los conflictos que van desde el afue-
ra al adentro y luego del adentro al afuera. La escena inicial
que es externalizada en la institución tiene una resonancia
interna de la cual el sujeto se apropia. Posteriormente, el tra-
bajo consiste en cómo aquella escena que se internaliza la puedo
poner al servicio del cambio y del afuera y cuáles son los lími-
tes para tal tarea. Por lo tanto si bien este trabajo no es
psicoterapéutico, tiene bastante de clínica institucional, de
hecho también se habla de psicología y psiquiatría insti-
tucional.
Tipos de técnicas aplicadas
al psicodrama institucional
En términos generales, las técnicas empleadas tienen re-
lación con la búsqueda y resolución de la escena institucional.
Las formas de operar para ello pueden ser las mismas descritas
en el capítulo sobre psicodrama comunitario.
El rol playing es un método pedagógico, como ya se dijo,
y surge como parte del método de acción de Moreno, orienta-
do a labores más psicoeducativas, que de exploración y
profundización psicoterapéutica3. Útil, por lo tanto, en el en-
trenamiento de líderes, cargos, funciones y tareas dentro de
una empresa. Se orientan más a la educación y adecuación del
rol profesional. Y como herramienta para trabajo grupal. Es
interesante realizar un trabajo tipo viñetas, en donde se expo-
nen conflictos, luego se distribuyen en la sala sociométri-
camente, para elegir los personajes que son representantes de
una díada o tríada de un conflicto. Debaten y luego se juntan
de a dos, de a tres y dramatizan el juego de roles. A veces es
bueno que haya un tercer o cuarto observador. Moreno crea el
juego de roles junto con el psicodrama, como una forma de
3 López Barberá, Elisa, Población, Pablo. Introducción al rol playing
pedagógico, 2000.
214
Gloria Reyes
manejar la escena psicodramática en donde el campo de ope-
raciones es más el rol que la persona4.
El sociodrama es una forma de orientación y creación
más grupal del conflicto, de la misma forma que el teatro
espontáneo. Ambas técnicas ya han sido descritas en el capí-
tulo de psicodrama comunitario. De la misma manera los jue-
gos psicodramáticos sirven para impulsar climas de confian-
za, respeto y desinhibición, así como trabajar temáticas espe-
cíficas a reflexionar.
Una forma interesante en que María Carmen Bello ma-
neja la escena institucional, como diagnóstico e intervención,
es que solicita tres escenas que les gustaría resolver y tres esce-
nas que no les gustaría que ocurrieran5.
Referente a las técnicas específicas, se sugieren diversos
ejercicios como la ronda viva, que consiste en una variante de
la inversión de roles llevada a cabo a nivel grupal, creada por
Rojas Bermúdez. En ella se está debatiendo sobre un tema
determinado, las personas están en círculo y el coordinador
del grupo solicita que roten un puesto a la izquierda, desde
ese momento tomarán la opinión y el personaje del compañe-
ro que estaba a la izquierda. La idea es pasar por la mayor
cantidad de compañeros posibles y el propósito de este ejerci-
cio es promover la empatía grupal.
Otro ejercicio que se puede utilizar es el biodrama. Por
ejemplo, aquí se fija en un espacio escénico una línea de vida
de la historia del grupo, en donde se van deteniendo mediante
concretización de imágenes, soliloquios, dobles con yo auxi-
liares externos, etc. Para realizar espejo en momentos clave, se
puede ir sacando de a un miembro, para que vean la escultura
o concretización de imágenes desde afuera.
4 Celsi Oriella Tasso. Diseño de un manual para la aplicación del jue-
go de roles moreniano en la organización. Tesis para optar al título
de psicólogo de la Universidad Católica de Chile, 1992.
5 Bello, María Carmen, y Campuzano, Mario. La psicoterapia de gru-
po en las instituciones, 2004.
215
La práctica del psicodrama
Para la exploración de escenas nucleares y latentes, se
puede hacer un túnel del tiempo, que es mediante articulacio-
nes de ideas y sensaciones, a partir de soliloquios del mismo
grupo. Se van nombrando escenas clave, tipo asociación libre
o a manera de multiplicación dramática.
Los cojines y sillas son muy útiles, como objetos inter-
mediarios, ya que pueden servir para agrupar conflictos,
externalizarlos y a veces ordenarlos, en el adentro y el afuera,
en las dificultades y los recursos. También se realiza el álbum
de fotos, la proyección de futuro, etc.
Un ejemplo de intervención institucional
con psicodrama
El ejemplo que aparece a continuación fue solicitadodesde un servicio de salud de una región del norte de Chile,
específicamente un consultorio de salud mental que atendía
depresiones y jóvenes adictos a estupefacientes. Estaban pre-
sentando una serie de dificultades al nivel del equipo y un
número considerables de licencias médicas. Habían cambiado
en numerosas ocasiones de jefatura y las conflictivas seguían.
Los detalles del lugar no los especifico, así como también cam-
bié y mezclé alguna características con otras intervenciones
que he realizado. De esta forma no es posible la identificación
y preservo la confidencialidad.
El encuadre y objetivos de la intervención son conver-
sados con las autoridades del servicio y el grupo a intervenir.
De esta manera quedaron claros para todos los actores
involucrados en la decisión de la intervención los sentidos
de ella. Posterior a esto, realizo una serie de diez talleres de
psicodrama, en donde las técnicas más relevantes son el
sociodrama y la sociometría. Consiste en un trabajo simul-
táneo de diagnóstico y autocuidado en donde se exploraron
una serie de temáticas, conflictos y recursos emergentes a ni-
vel individual, grupal e institucional. Las características de
216
Gloria Reyes
este método permitieron que surgieran aspectos inconscien-
tes y latentes más allá de los contenidos manifiestos expresa-
dos por los participantes del taller.
Cada taller se llevó a cabo en base a las cinco etapas clási-
cas del psicodrama. La primera corresponde a un encuadre de
aceptación, respeto y confidencialidad en términos de identifi-
cación de nombres y conflictivas de carácter personal de lo ver-
tido en el taller mismo. La segunda es un caldeamiento, que
implica preparación de un clima de confianza y cohesión grupal.
Una tercera consistió en una fase expresiva, en la cual se realiza-
ban mediante técnicas gráficas y/o corporales una exploración
abierta y de asociación libre personal, para posteriormente rea-
lizar una construcción colectiva de los contenidos emergentes
manifiestos y latentes. El desarrollo de metáforas y la presencia
de técnicas corporales permitieron la exteriorización y desblo-
queo de conflictos, sin que fuera sentido como amenazante, ni
revelador de temáticas personales para los participantes. Una
cuarta fase fue el sharing, en donde se compartía a nivel simbó-
lico otorgándole valor al lenguaje verbal, de manera de permi-
tir la elaboración secundaria de los aspectos primarios expresa-
dos en la fase anterior. Finalmente, se llevaba a cabo un cierre,
en el cual cada miembro del grupo reflexionaba y expresaba, lo
que obtenía de ese taller en concreto y cómo podía transfor-
marse en un recurso interno y luego grupal.
Síntomas laborales
Se observaba una gestión deficiente, poco compromiso
con los objetivos. Según la apreciación de las autoridades, se
enjuiciaba como escasa calidad humana y profesional en ge-
neral en el equipo.
Si bien existían profesionales jóvenes altamente motiva-
dos, vocacionalmente se observaba que en este lugar específi-
co de trabajo las motivaciones decrecían y consecuentemente
con ello el trabajo y el impacto en la misión institucional. La
217
La práctica del psicodrama
función de la dirección estaba más centrada en el cumplimiento
de disciplina y en mecanismos de control que en el compartir
lineamientos técnicos. Tampoco se apreciaban líderes o con-
ductores técnicos en el interior del equipo.
El gremializar los conflictos,
como un síntoma
Existían conflictos transversales e históricos, que estaban
presentes en las asociaciones gremiales de salud, como los sala-
rios y los sistemas de turnos, dentro de otros. Sin embargo, en
el Consultorio en que se realizó la presente intervención este
conflicto se encontraba agudizado, existiendo una hipertrofia
del poder sindical debido a una falencia del sistema de autori-
dad específico de la institución. Lo anterior, fue generando una
serie de mecanismos altamente perversos, tales como utiliza-
ción de sumarios, anotaciones de deméritos, y acusaciones cru-
zadas entre las distintas asociaciones gremiales, como formas
de venganza, rivalidad y lucha de poder. También se daba un
abuso de las facultades gremiales, como ausentarse en forma
reiterada de las funciones y el desempeño de cargos, utilizando
los poderes sindicales con propósitos de atenuar o anular san-
ciones. Cabe mencionar acá que durante el taller no se habló de
esto en forma directa. Se trabajó una escena que surgió desde
ellos, que constituye una metáfora y a la vez un autodiagnóstico
de lo mismo. Para ellos es una escena que les habla de la falta
de unión y solidaridad. En ella van todos en un ómnibus, no
quieren dar el asiento a los más desvalidos, se pelean por los
espacios, no se escuchan. Todos reparan en que el chofer no
interviene y tampoco mira para dónde va manejando… «de
esa manera se pueden matar»... Cuando se les refleja esto les
resuena profundamente... «Es como los niños»… dice alguien…
«cuando uno no los dirige, se van para cualquier parte»…, «o
sale la peor parte de nosotros». Refiere otro integrante del ta-
ller… «Cuando la mamá no está los hermanos pelean».
218
Gloria Reyes
Después de la escena anterior, cuando confronto que no
son niños, les pregunto entonces que respuesta alternativa
pueden generar. Se observaba que el grupo tenía una adecua-
da capacidad de reflexión, insight y respuesta a la autocrítica,
generando después de ello una salida creativa en un recurso
interno. Aspecto que no lograban realizar al principio del ta-
ller. Un auxiliar de enfermería menciona muy emocionado…
«Tal vez necesitamos que nos reconozcan para valorar que
podemos hacer cosas por nosotros mismos, tal vez tenemos
que crecer»… Existe silencio y fuerte carga emotiva.
Podemos interpretar acá que la tendencia a sindicalizar los
conflictos es una respuesta infantil a una falta de dirección y
también, por otra parte, adolescente a luchar con una autoridad
poco clara, que oscila entre el «dejar ser» y «el autoritarismo».
Los emergentes institucionales
El último aspecto citado en el punto anterior tal vez es
reflejado también desde las autoridades, en que se plantea la
inquietud de la centralización del poder y el abandono de las
regiones. Existen, al parecer, algunos funcionarios «que se sal-
tan las autoridades intermedias».
Menciono esto por que tal vez lo anterior es simplemen-
te un emergente institucional que agudiza un conflicto, la fal-
ta de autoridad y reglas claras a nivel regional y un excesivo
autoritarismo a nivel central, generan durante la gestión una
sensación de caos, ambivalencia y doble vínculo.
Consecuente con la anterior, la dirección del Consultorio
es percibida por los funcionarios como doble, pasivo-agresi-
va, fría, autoritaria, poco reforzadora hacia su equipo de tra-
bajo. No logra generar productos a mediano y largo plazo, ni
crear soluciones compatibles con la misión institucional. No
da lineamientos técnicos. Continuando con la metáfora de la
escena, como decía uno de los integrantes del taller, «no se
sabe para dónde va este ómnibus».
Otra interesante escena que subraya lo mencionado fue
219
La práctica del psicodrama
creada colectivamente y denominada por el grupo como…
«¿quién se salva?»… En ella van todos en una canoa en un río
muy correntoso, algunos se caen, deben seguir sustentado la
canoa, si no se hunden, no saben para dónde van. Nueva-
mente cuando el grupo es interpelado a buscar soluciones, las
tienden a crear con sus propios recursos, contrariamente al
autoconcepto presente al inicio del taller. Cuando se les mues-
tra esto, se conmueven. Nuevamente plantean la necesidad de
un espacio para mirarse ellos, no pueden seguir esperando que
venga algo desde afuera.
Los emergentes organizacionales
Con relación a los cargos y tareas del equipo, no estaban
claramente explicitados desde la autoridad. Si bien el tipo de
trabajo de carácter comunitario que ellos realizan implica una
cierta flexibilidad en el rol, se aprecia confusión y desmoti-
vación reactiva. A lo anterior se le suma la existencia de

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