Logo Passei Direto
Buscar
Material
páginas com resultados encontrados.
páginas com resultados encontrados.

Prévia do material em texto

ág
in
a1
 
 
ág
in
a2
 
Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. 
Es una traducción de fans para fans. 
Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. 
También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo a 
promocionar su libro. 
¡Disfruta de la lectura! 
 
 
ág
in
a3
Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad. 
Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que 
suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias 
historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio. 
Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque están 
subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos de fans las 
direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros. 
¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que 
enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si se 
deja de invertir tiempo en este problema. 
No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin 
foros de traducción y sin sitios de descargas! 
 
 
ág
in
a4
Moni 
 
Julyerr 
Vani 
Diana 
Mary 
Mel Rowe 
Diss Hersig 
Julie 
Nikky 
Annabelle 
ElyCasdel 
Jasiel Odair 
Adriana Tate 
NnancyC 
Miry GPE 
Val_17 
Niki 
Aimetz Volkov 
Anty 
Jadasa 
Youngblood 
Dannygonzal 
Mire 
Michelle♡ 
vals<3 
Alex Phai 
Valentine Rose 
DiaNaZ 
Fany Keaton 
Sofia Belikov 
Geraluh 
Alexa Colton 
Laura Delilah 
Nelshia 
Daniela Agrafojo 
♥...Luisa...♥ 
becky_abc2 
Sahara 
Aimetz Volkov 
AriannysG 
Daliam 
Esperanza 
Val_17 
Key 
Vane Farrow 
Laurita PI 
Niki 
Lucinda Maddox 
Mire 
Valentine Rose 
Amelie 
Vane Hearts 
Daniela Agrafojo 
Paltonika 
GypsiPochi 
Jasiel Odair 
Victoria 
Sammy 
ElyCasdel 
Miry GPE
 
Vane Farrow 
 
Fany Keaton 
 
ág
in
a5
 
Sinopsis 
Capítulo 1 
Capítulo 2 
Capítulo 3 
Capítulo 4 
Capítulo 5 
Capítulo 6 
Capítulo 7 
Capítulo 8 
Capítulo 9 
Capítulo 10 
Capítulo 11 
Capítulo 12 
Capítulo 13 
Capítulo 14 
Capítulo 15 
Capítulo 16 
Capítulo 17 
Capítulo 18 
Capítulo 19 
Capítulo 20 
Capítulo 21 
Capítulo 22 
Capítulo 23 
Capítulo 24 
Capítulo 25 
Capítulo 26 
Capítulo 27 
Ripped 
Sobre el autor
 
 
ág
in
a6
Él no es bueno para ella. 
Ella odia que él pueda tener razón. 
Brook Dumas encontró a Remington Tate en REAL, y ahora es el turno 
de su mejor amiga Melanie de encontrar al hombre que haga a su corazón 
cantar. Después de años de buscar, una noche en la lluvia, el fuerte y 
misterioso Greyson King viene a su rescate. Es atrevido, y tal vez justo el 
amante, amigo y protector que había estado buscando. Cuando hacen el amor, 
él dice su nombre como si significara algo. Como si ella significara algo, y eso 
es todo lo que ella siempre ha querido. 
Él desaparece por días sin decir una palabra, y cuando está alrededor, 
dice que la lastimará. Pero cuando está lejos, su corazón duele más. 
Entonces Melanie descubre el oscuro mundo que él ha estado 
determinado en mantener oculto, y sospecha que sus primeros encuentros al 
azar pudieron no haber sido al azar después de todo. 
Atrapada en una caída libre de emociones, Melanie no tiene a nadie que 
la atrape más que el hombre del que debería huir... 
Pero, ¿qué haces cuando tu Príncipe Encantador se ha convertido en un 
Villano? 
Real, #4 
 
 
ág
in
a7
 
sustantivo 
 Una persona sin principios; una persona, especialmente un hombre, que no 
es lo que parece. Un sinvergüenza. 
 
verbo 
 
Engañar 
Destruir 
 Actuar como un canalla 
 
adjetivo 
 
No pertenecer, un hombre que no pertenece. Renegado, savaje, e 
impredecible, uno que se desvía de la norma; ejemplo, un policía sin 
escrúpulos. O tal vez incluso un príncipe encantador canalla... 
 
 
ág
in
a8
Cero 
Traducido por Julieyrr 
Corregido por Sahara 
 
Greyson 
Tengo mi polla enterrada profundamente dentro del coño de una mujer 
maullando cuando me doy cuenta por primera vez del clic en mi puerta 
delantera. Salgo de ella y agarro un puñado de sábanas, tirándoselas y gime en 
protesta por ya no tener mi polla. 
—Cúbrete, dulzura, tienes tres segundos… 
Dos. 
Uno. 
El primero en materializarse en mi puerta es Derek. —Tu padre te quiere. 
—Al lado de él está mi idiota medio hermano, Wyatt, y no se ve muy contento 
de verme. ¿Qué puedo decir? Es mutuo. 
Me pongo mis pantalones. —¿Los envió a los dos? —pregunto, casi 
riendo—. Si fuera una chica, supongo que este sería el momento en que mis 
sentimientos son heridos. 
Los hombres entran en la habitación, registrando el territorio con gestos 
rápidos en sus ojos. No me ven llegar. En menos de un segundo, tengo a Derek 
inmovilizado contra la pared y a Wyatt en una llave al cuello. Los dirijo hasta la 
puerta mientras observo el resto de los hombres entrar. Siete de ellos, además 
de los dos retorciéndose en mi agarre. La escuadra de nueve miembros que 
compone el Underground dirigido por mi padre, cada hombre aquí con un nivel 
diferente de habilidades. Ninguno, ni uno solo de ellos, tan hábil como yo. 
—Sabes muy bien que, si esto te involucra, sería una misión de nueve 
hombres —dice Eric Slater, el hermano de mi padre y su mano derecha, 
mientras pasa al interior. Eric es severo, silencioso y peligroso. Es mi tío y lo 
más parecido a un tío que tuve mientras crecía. Me enseñó a vivir entre la 
privada y pequeña mafia de mi padre, no, no a vivir. Me enseñó a sobrevivir. A 
tomar mis circunstancias y prosperar. Gracias a él, crecí más inteligente, más 
 
ág
in
a9
fuerte, más mezquino. Aprendí todo lo que había que aprender, multiplicado a 
la milmillonésima potencia. El poder es matar o morir. No importa si usarás la 
habilidad, es un seguro. ¿Escuchaste alguna vez sobre seguros, chico? Las 
personas que tienen seguro rara vez los utilizan. Son quienes no tienen una 
mierda los que terminan necesitándolo. ¿Ves esa flecha? Úsala. ¿Ves ese 
cuchillo? Manéjalo, lánzalo, aprende cómo utilizar la menor cantidad de esfuerzo 
para hacer la mayor cantidad de daños… 
Tengo todo tipo de seguros. Toda mi mente es un ordenador programado 
para pensar lo peor de una situación, todo en menos de un segundo. En este 
momento, sé que es un hecho que todos estos hombres están armados. 
Algunos llevan dos armas, bajo sus calcetines, en la parte baja de sus espaldas 
o en las solapas delanteras de sus chaquetas. Eric mira mis ojos escanear 
todos y cada uno de ellos, sonríe, claramente orgulloso de mí. Abre su 
chaqueta y ve la pistola en su cadera. —¿Quieres tocar mi pieza? Aquí tienes, 
Grey. —La saca y la extiende, el cañón en su mano. 
Dejo ir a los dos hombres de mis manos cuando siento que Wyatt está a 
segundos de perder el conocimiento. Los empujo hacia atrás, luego con un 
empujón los envío a estrellarse contra la pared. —Me importa una mierda lo 
que quiera decirme —declaro. 
Eric ve alrededor de mi dormitorio. Mi apartamento está perfectamente 
limpio. No hago desastre. Tengo una reputación y me gusta escuchar cuando 
un alfiler cae… la razón por la que escuché a estos idiotas entrar en mi estudio 
en primer lugar. —¿Todavía follando a esas putas? Con esa jodida cara, puedes 
conseguirte una diosa, Grey. 
Observa la mujer en mi cama. No es una obra maestra, es cierto, pero se 
ve muy bien apretada contra el colchón con su culo al aire, y no espera 
absolutamente nada de mí, excepto dinero. Dinero que puedo darle. Dinero y 
polla, ambos de los cuales tengo en abundancia. 
Agarro el vestido en el suelo y lo tiro hacia la puta. —Es hora de salir y 
volver a casa, cariño. —Entonces hacia Eric—: Mi respuesta es no. 
Tomo un par de billetes de una pila en mi mesita de noche y los empujo 
en la mano extendida de la puta. Hace un gran show de ponerlos en su 
sujetador y los hombres se apartan para dejarla pasar, algunos de ellos 
silbando mientras se voltea. 
Eric se acerca a mí y baja la voz. —Tiene leucemia,Greyson. Tiene que 
pasarle las riendas a su hijo. 
—No me veas como si puedo sentir algo de lástima. 
—Limpió su acto. No más muertes. Todos los negocios son estrictamente 
financieros ahora. No tenemos más enemigos abiertos. El Underground es una 
empresa bastante exitosa y quiere pasársela oficialmente a su hijo. ¿Eres lo 
suficientemente sangre fría para negarle su última petición? 
 
ág
in
a1
0
—Qué puedo decir, su sangre corre por mis venas. —Agarro una 
camiseta negra y me la pongo de un tirón, no por modestia, sino para poder 
comenzar a cargar mis bebés. Mi Glock, una Ka-Bar, dos cuchillos más 
pequeños, dos estrellas de plata. 
—Chico… —Da un paso hacia mí y encuentro su único ojo oscuro, no el 
falso, no lo he visto en varios años. Fue quien me enseñó a usar una .38 
especial—. Se está muriendo. —Destaca de manera significativa, curvando su 
mano sobre mi hombro—. No será largo. Le quedan seis meses, si no menos. 
—Me sorprende que piense que me importaría. 
—Tal vez cuando hayas terminado de ser un mujeriego, comenzarás a 
preocuparte. Nosotros —Señala a los hombres en el cuarto—, queremos que 
seas quien tome el control. Seremos leales a ti. 
Cruzo mis brazos y miro a mi medio hermano, Wyatt, “el Whiz”, la 
mascota de mi padre. —¿En tanto sea su perro faldero y haga lo que él dice? 
No, gracias. 
—Seremos fieles a ti —subraya—. Sólo a ti. 
Sacude su cabeza hacia los chicos. Uno de ellos corta el centro de su 
palma. Pronto todos lo siguen. 
Sangre comienza a gotear en mi piso. 
Eric agacha su cabeza y corta su propia palma. —Estamos 
comprometiéndonos contigo. —Extiende su mano ensangrentada. 
—No soy su líder —digo. 
—Serás nuestro líder cuando te des cuenta de que tu padre finalmente 
está dispuesto a revelar la ubicación de tu madre. 
Hielo se propaga a través de mis venas y mi voz se endurece cuando Eric 
la menciona. —¿Qué sabes de mi madre? 
—Él sabe dónde está y eso morirá con él si no vienes con nosotros. La 
morfina lo vuelve delirante. Te necesitamos de vuelta, Greyson. 
Mi cara no revela nada de la confusión que siento. Mi madre. Lo único 
bueno que recuerdo. Nunca olvidaré la expresión de su cara cuando maté por 
primera vez. Justo frente a ella, perdí mi humanidad y dejé que mi madre viera 
que su hijo se había convertido en un animal. —¿Dónde está? —gruño. 
—Está volando al lugar de una lucha; tenemos un avión listo para que te 
reúnas con él allí. 
Meto cosas en una bolsa de lona negra. Una computadora portátil. Más 
armas. Cuando tratas con mi padre, no puedes tratar con él de forma correcta. 
Mi padre me enseñó a ser retorcido. Supongo que aprendí del mejor. Agarro mi 
cuchillo Leatherman, cortando profundamente en mi palma y la golpeo en la 
 
ág
in
a1
1
mano de Eric, nuestra sangre mezclándose. —Hasta que la encontremos —le 
susurro. Los otros hombres se acercan y sacudimos nuestras manos. 
Busco en sus ojos y me aseguro de que encuentren mi mirada. Hay una 
amenaza en mis ojos y sé que, si me conocen, van a prestarle atención. 
No importa lo que se habla en palabras, qué actos son cometidos, nunca, 
jamás apartaré mis ojos de otra persona. La forma en que parpadean a la 
izquierda o a la derecha, un pequeño parpadeo, me dice más que cuando 
hackeas la computadora de alguien. Pero lo hago también. 
No confío en nadie. Mi mano derecha no confía en mi izquierda. Pero 
mientras el más poderoso de los nueve hombres se encuentra frente a mí, en el 
que menos confío es en Eric Slater. Da la casualidad que es el único por quien 
me preocupo más, también. Él y mi amigo C. C. Hamilton, pero C. C. me ha 
estado visitando, incluso después de que me fui, en secreto ayudándome a 
rastrear a mi madre. Confío en él tanto como podría confiar en un ser humano. 
Lo que todavía significa que lo interrogo hasta la mierda cada vez que entra. 
Nunca puedo estar seguro de si mi padre sabe que se está reuniendo conmigo. 
Demonios, incluso con el juramento de sangre, tendré que probar todas y 
cada una de las lealtades de estos hombres antes de que puedan obtener 
cualquier indicio de confianza de mi parte. 
 
 
 
Ahora, un viaje en avión más tarde, nos encontramos con mi padre en 
una habitación cerrada, cableada con cámaras, en el Underground de Los 
Ángeles. El Underground es nuestro medio de vida. Un lugar donde los 
luchadores se enfrentan uno contra el otro en cada temporada, dos o tres veces 
a la semana. Organizamos eventos, vendemos boletos, programamos peleas en 
almacenes, bares, estacionamientos, donde sea que podamos conseguir gente y 
una buena oferta. Sólo los boletos nos hacen una fortuna. Pero el juego de lado 
nos da diez veces más. 
Esta noche, estamos en un almacén convertido en bar atestado de gente 
gritando y peleas ruidosas. Solía gustarme la planificación estratégica de los 
lugares en los que las peleas se llevarían a cabo, qué luchadores se enfrentaría 
a quién después, pero todo está siendo organizado por el resto del equipo. 
Todo, desde la organización, a las peleas, a las apuestas. 
Me dirijo hacia abajo con Eric mientras las peleas están en marcha, mis 
ojos escaneando la multitud, midiendo el número de espectadores, la ubicación 
de las cámaras de seguridad, las salidas. 
 
ág
in
a1
2
Accedemos a un pequeño pasillo oscuro y luego nos detenemos en la 
última puerta antes de que Eric la abra. —¿Tomo tu presencia aquí esta noche 
como la aceptación de mi oferta? —dice mi padre al momento en que la puerta 
se abre y entro. Reviso la habitación por las salidas, ventanas, número de 
personas. 
Se ríe, pero no es un sonido fuerte. 
››Cuando termines de preguntarte si tengo un francotirador alrededor 
listo para golpearte, tal vez te acercarías. Uno podría pensar que mi sola 
presencia te ofende. 
Sonrío con frialdad. Julian Slater es llamado “Slaughter”1 entre sus 
enemigos; ha sido sospechoso como un hombre que silencia sus problemas de 
la manera antigua. Incluso débil y en una silla de ruedas, nunca subestimaré 
el daño que mi padre puede hacer. En un mundo que mide las propias 
capacidades destructivas, mi padre sería la bomba nuclear y no lo sabrías. El 
bastardo ya está lanzándome vómito verbal. —Te ves como un toro, Greyson. 
Apuesto a que aún cambias neumáticos por diversión y lo haces con un par de 
putas en tu sueño. Daría más de un centavo por saber cuáles son tus 
pensamientos en este momento, y sabes cuán tacaño puedo ser. Demonios, 
sabes lo que hago si un solo centavo me es robado. 
—Lo recuerdo claramente. Siendo yo quien hacia el trabajo sucio por ti. 
Así que vamos a ahorrarte ese centavo. Estoy pensando ¿por qué esperar a que 
mueras? Podría romper tu tanque de oxígeno en este momento y encargarme 
de ti muy bien. —Lentamente, sostengo su mirada con una sonrisa fría, 
sacando mis guantes de cuero negro del bolsillo de mis pantalones y 
comenzando a deslizar una mano dentro. 
Me mira por un momento callado. —Cuando termines de ser 
irrespetuoso, ve y barre y con todo, Greyson. 
Uno de los chicos se adelanta con un traje. 
Calmadamente, deslizo mi mano en mi otro guante de cuero. 
—Como antes, nadie sabrá tu nombre —comienza mi padre en un tono 
más suave—. Sabes que puedes tener el dinero y la vida que quieras como mi 
hijo, de hecho, te demando que vivas como un príncipe. Pero necesito tu cabeza 
y corazón en esto. El trabajo es lo primero y obtendré tu palabra en eso. 
—No tengo corazón, pero puedes tener mi cabeza. El trabajo es todo lo 
que es y todo lo que siempre ha sido. SOY mi trabajo. 
Silencio. 
Nos estudiamos el uno al otro. 
 
1 Masacrador en español. 
 
ág
in
a1
3
Puedo ver el respeto en sus ojos, incluso, tal vez, un poco de miedo. Ya 
no soy un niño de trece años de edad, fácilmente intimidado por él. 
—Durante los últimos cinco años de tu ausencia, mis clientes… —
comienza—, no han visto ninguna debilidad de nuestra parte en el 
Underground. No podemos perdonar un solo centavo adeudado o vamos a servistos como débiles, y en este momento hay muchas recolecciones que quedan 
por hacer. 
—¿Por qué no tienes a tus secuaces haciéndolo? 
—Porque no hay nadie tan limpio como tú. Ni siquiera los luchadores 
saben quién eres. Cero rastro. Estás dentro, estás fuera, sin víctimas y una 
tasa de éxito del cien por ciento. 
Eric saca la vieja Beretta de mi padre y me la ofrece como un símbolo de 
paz y cuando la encuentro en mi mano, casi un kilogramo de acero, me 
encuentro volteándola y apuntando a la frente de mi padre. —¿Qué si en su 
lugar tomo tu Beretta Storm y te animo a comenzar a decirme dónde está mi 
madre, primero? 
Me mira con frialdad. —Cuando termines el trabajo, te revelaré la 
ubicación de tu madre. 
Ladeo la pistola en su lugar. —Puedes morir primero, viejo. Estás bien 
encaminado ya y quiero verla. 
Mi padre parpadea una mirada a Eric y luego a mí. Me pregunto si Eric 
realmente será “leal” a mí mientras mi padre se sienta allí, casi como cuando 
ruegas. 
—Si muero —comienza mi padre—, su ubicación te será revelada de 
manera segura en un sobre, ya en un lugar seguro. Pero no voy a revelarte 
ninguna mierda hasta que me demuestres a través de la recolección de todos 
los nombres en esta lista que me deben, que eres, incluso después de estos 
años de estar apartado, leal a mí. Haz eso Greyson, y el Underground es tuyo. 
Eric se acerca a un cofre cercano y saca una larga lista. 
—No usaremos tu nombre real —susurra Eric mientras la extiende—. 
Eres el Enforcer ahora, nuestro Recolector; vas con tu viejo alias. 
—Cero —dicen casi con reverencia el resto de los hombres en la 
habitación. Porque tengo cero identidad y dejo cero rastros. Paso a través de 
los teléfonos móviles como paso por los calcetines. Soy un nada, un número, ni 
siquiera un humano. 
—Tal vez ya no respondo a ese alias —murmuro, curvando los dedos 
dentro de mis guantes de cuero antes de extender y abrir la lista. 
—Responderás a él porque eres mi hijo. Y quieres verla. Ahora cámbiate 
y cumple con la lista. 
 
ág
in
a1
4
Exploro los nombres de arriba abajo. —¿Cuarenta y ocho personas para 
chantajear, asustar, torturar o simplemente robar con el fin de obtener la 
ubicación de mi madre? 
—Cuarenta y ocho personas que me deben, que tienen algo que me 
pertenece, que necesita ser recuperado. 
Un escalofrío familiar se asienta profundamente en mis huesos mientras 
agarro el traje de la percha y me dirijo a la puerta, tratando de calcular cuánto 
tiempo me llevará obtener información pertinente sobre cada uno de estos 
deudores. Cuántos meses me llevará reunirme con ellos, tratar de negociar de 
la forma amable, luego de la manera dura. 
—Oh, e hijo —dice, su voz cobrando fuerza mientras me doy la vuelta—. 
Bienvenido de vuelta. 
Le envío una sonrisa helada. Porque no está enfermo. Apostaría esta lista 
en eso. Pero quiero encontrar a mi madre. La única cosa en mi vida que he 
amado. Si tengo que matar para encontrarla, lo haré. 
—Espero que tu muerte sea lenta —le susurro a mi padre, viéndolo a sus 
ojos fríos color teja—. Lenta y dolorosa. 
 
 
ág
in
a1
5
Héroe 
Traducido por Vani & Diana 
Corregido por Aimetz Volkov 
 
Melanie 
A veces la única manera de detener una fiesta de compasión es una 
verdadera fiesta. 
La expectativa zumba en el aire mientras cuerpos calientes se empujan, 
mi cuerpo tenso entre los otros bailarines. Puedo sentir la diversión que nos 
rodea girando como torbellino a mis costados, intoxicándome. 
Mi cuerpo está resbaladizo por bailar, mi sedosa camiseta de color 
dorada y mi falda a juego aferrándose a mis curvas de una forma que me dice 
que probablemente debería haber usado sujetador. El roce de la tela húmeda 
sólo causa que mis pezones empujen la seda y atraigan varios ojos masculinos 
sagaces en mi dirección. 
Pero es demasiado tarde ahora, y la multitud está drogada con la 
música, el baile. 
Me detuve por aquí esta noche, cuando uno de mis clientes, para quien 
decoré este pequeño bar-restaurante, invitó a mi jefe y todos los colegas. Dije 
sólo una bebida, pero he tomado un par extra, y la mitad vacía en mi mano es 
ahora seriamente la última. 
Un hombre se acerca. 
No me pierdo su repentina sonrisa quiero follarte. —¿Quieres bailar 
conmigo? 
—¡Ya lo estamos! —digo, moviéndome un poco con él, moviendo mis 
caderas con más fuerza. 
El chico envuelve un brazo alrededor de mi cintura y me jala más cerca. 
—Quiero decir, si quieres bailar conmigo a solas. ¿En algún otro lugar? 
Lo miro, sintiéndome un poco drogada y mareada. ¿Quiero bailar con él? 
 
ág
in
a1
6
Es lindo. No sexy, pero lindo. Realmente, lindo es imposible, Jose. Pero 
borracha, lindo es completamente factible. Trato de hallar la respuesta en mi 
cuerpo. Un cosquilleo. Un deseo. Y nada. Hoy aún me siento... sin esperanza. 
Sonriendo para aliviar el golpe, me alejo de él, pero se presiona cerca de 
mi cuerpo y me susurra descaradamente al oído—: Tengo muchas ganas de 
llevarte a tu casa. 
—Por supuesto que sí. —Río, rehusando la bebida que ofrece con una 
sacudida, juguetona, pero firme de mi cabeza. 
Creo que estoy demasiado borracha ya, y tengo que conducir a casa. 
Pero no quiero agraviar a un posible cliente, por lo que lo beso en la 
mejilla y digo—: Pero gracias. —Y me alejo. 
Me toma por la muñeca, me detiene y me gira, su mirada caliente y 
lujuriosa. —No. En serio. Quiero llevarte a tu casa. 
Le doy un repaso. Luce rico y un poco titulado, el tipo que siempre me 
usa, y de repente me siento aún más desesperanzada, más vulnerable. En 
menos de un mes, mi mejor amiga se va a casar. El efecto de esa boda en mí no 
es malo, es peor. Mucho peor de lo que nadie podría haber imaginado. Mis ojos 
arden, cuando pienso en ello, porque mi mejor amiga, Brooke, tiene todo, el 
bebé, el adorado esposo, lo que ha sido mi sueño durante tanto tiempo, no 
puedo recordar haber tenido otro sueño. 
He aquí un hombre que quiere tener sexo conmigo, y una vez más me 
siento tentada a caer. Porque siempre caigo. Siempre me pregunto si, tal vez él, 
es el único para mí. Lo siguiente que sé, es que me despierto a solas con un 
puñado de condones y sintiéndome más sola que nunca, y me recuerdo una 
vez más que soy sólo buena para una sola noche. Soy la reina de nadie, la 
Brooke de nadie. Pero Dios, alguien dígame, ¿cuándo dejare de besar ranas? 
Nunca, ese es el cuándo. Si deseas el príncipe, tienes que seguir intentándolo 
hasta que un día te despiertas y eres Brooke, y los ojos de un hombre están 
brillando sobre ti y sólo por ti. 
—Mira, te lo he hecho una y mil veces —susurro, triste y sin esperanza 
sacudiendo la cabeza. 
El hombre levanta las cejas. —¿De qué estás hablando? 
—Tú. Te lo he hecho. —Lo señalo, de arriba abajo, su elegante apariencia 
y vestimenta, el peso de mi tristeza y decepción aplastándome aún más—. Lo 
he hecho... una y mil veces. Y simplemente no funcionará. —Me vuelvo para 
salir, pero me atrapa y me da vuelta otra vez. 
—Rubia, nunca lo has hecho conmigo —replica. 
Lo miro otra vez, tentada de simplemente a llevarlo a casa y hacernos 
sentir bien. 
 
ág
in
a1
7
Pero esta tarde, estaba en la casa de mi mejor amiga, donde la atrapé 
siendo besada profundamente por su chico, un beso bastante largo y caliente; 
él le murmuraba cosas sexys todo el tiempo, diciéndole que la amaba con una 
voz que sonaba profunda y tierna, y quise llorar. 
Mis entrañas están todavía cálidas y sensibles con el recuerdo, y ni 
siquiera bailar toda una noche ha tenido éxito en hacerme olvidar lo 
verdaderamente sin amor que me siento. Después de ver la forma en que mi 
mejor amiga es besada, realmente besada, y después de saber que tendrá 
menos tiempo para mí ahora que tiene otras prioridades en su nueva y 
hermosa familia, estoy empezando a sentir más que nunca, que nunca 
encontraré la clase de amor que ellos tienen. Ella siempre fue responsable, 
siempre una buena chica, pero yo soy... yo. 
La divertida. 
La aventura de una noche.—Vamos, rubia —insta en mi oído, sintiendo mi indecisión. 
Suspiro y me volteo. Me jala más cerca, y me mira a la boca como si me 
fuera a convencer con un beso. Soy una tocadora. Brooke me llama su bicho de 
amor. Me encanta la cercanía, el contacto, lo anhelo como anhelo el aire. Pero 
nunca siento realmente el toque de un hombre llegar más allá de mi piel. Sin 
embargo, siempre estoy tentada porque sigo pensando que EL ÚNICO está a la 
vuelta de la esquina y no puedo dejar de probar. 
Inclinándome y luchando contra la tentación de besar a una rana más, 
busco el último gramo de convicción y le digo otra vez—: No. En serio. Gracias. 
Me voy a casa. —Estoy metiendo mi cartera bajo el brazo, preparándome para 
irme, cuando un ruido sordo hace que las ventanas tintadas de la pared 
resuenen. 
Las puertas se abren y un par entra, empapados, la mujer agitando el 
pelo suelto húmedo, riendo. 
—Oh dios mío —chillo, mi estómago desplomándose cuando me doy 
cuenta que está jodidamente lloviendo. 
Corro hacia la puerta cuando un hombre agarra el mango con una mano 
enguantada de negro y cortésmente la abre para mí. Casi me tropiezo y agarra 
mi codo para sostenerme. —Con cuidado —dice en voz baja, mientras me 
estabiliza en mis pies, y parpadeo desesperadamente a través de la calle al 
Mustang azul claro. Todo lo que tengo a mi nombre. Todo lo que tengo para 
vender porque necesito desesperadamente el dinero y ¿quién lo va a querer 
ahora? Es un convertible y un poco viejo, pero es tan lindo como único, con 
asientos blancos en el interior que coinciden con la capota. Pero ahora está 
fuera en esta lluvia, con su capota abajo, convirtiéndose en mi 
propio Titanic con ruedas. 
Toda mi vida se hunde justo con él. 
 
ág
in
a1
8
—Supongo por esa mirada de cachorro triste en tu cara que ese es tu 
coche —dice esa voz baja. 
Sin poder hacer nada asiento y levanto mis ojos al desconocido. Un 
relámpago atraviesa la distancia, iluminando sus rasgos. 
Y no puedo hablar. 
O pensar. 
O respirar. 
Sus ojos me sostienen y no los dejaré ir. Miro en sus profundidades 
mientras que también registro que su rostro es impresionante. Mandíbula 
dura, pómulos altos, frente fuerte. Su nariz es clásica, elegante, y por debajo 
sus labios están llenos y curvados, firmes y... Dios, es comestible. Su cabello 
oscuro se voltea juguetonamente en el viento. Es alto y ancho de hombros y 
está vestido con pantalones oscuros y un jersey de cuello negro que le da un 
aspecto elegante y peligroso. 
Pero sus ojos. 
Son de un color indescifrable, pero no es el color, es la mirada, el brillo 
increíble. Enmarcados con gruesas pestañas negras, sus ojos brillan tanto 
como las luces más brillantes que he visto nunca. A medida que evalúa en 
silencio mis rasgos, sus ojos entrecerrados se sienten tan poderosos como los 
Rayos X, y parecen brillantes sobre todo porque yo, yo, de alguna manera he 
hecho algo para divertir a este hombre, este... mierda, no tengo nombre para él. 
Excepto Eros. Cupido mismo. Dios del amor. En carne y hueso. 
Solía pensar que Cupido utilizaba una flecha, pero no me siento como si 
hubiera sido atravesada por una flecha. Me siento como si hubiera sido 
golpeada. Por un cohete. 
Mientras sigo aquí de pie, quedando anonadada por los más de un metro 
ochenta de sensualidad, agarra las llaves de mi mano con una mano 
enguantada y pone la otra en mi cadera para sostenerme en el lugar. Y lo 
siento. Siento el toque correr bajo mis caderas, anudando mi estómago, 
pulsando en mi sexo, directamente debajo de mis muslos, curvando los dedos 
de mi pie. —Quédate aquí —dice a mi oído, entonces levanta el cuello de su 
campera hasta que se convierte en una capucha, y corre a través de la calle. 
Lo veo dirigirse a donde mi coche se está empapando. El viento azota por 
las calles con tanta fuerza, que tengo que utilizar las dos manos para tratar de 
aplanar mi falda para que no se vuele hasta mi cintura. 
—¡Levanta la capota! —Me obligo a gritar a través de la lluvia torrencial, 
de repente determinada mientras salva mi coche. 
—¡Yo me encargo, princesa! —Salta en el asiento delantero, enciende el 
coche, y la capota empieza a subir hasta que... ya no. 
Se queda atascada. 
 
ág
in
a1
9
Después de un chillido de protesta, el hijo de puta se inicia de vuelta 
hacia abajo. 
—Mierda, ¡Joder! —Me apresuro a la calle y de repente las gotas de lluvia 
me bombardean como pequeñas balas de cañón, mojándome en un segundo. 
Juro que les quiero gritar ¡Jódete! Mi coche, la única cosa en mi vida que no ha 
sido una mierda, se arruinó y quiero gritar. 
—¿Me estás tomando el pelo? ¡Ve bajo el techo! —El hombre salta y luego 
se quita el jersey en un rápido movimiento. Extiende el material por encima de 
mi cabeza, usándolo para protegerme de la lluvia mientras me lleva al pequeño 
toldo sobre la entrada del edificio. 
—¡No! Te ayudaré. ¡Mi precioso coche! —Lloro y empujo a su pecho, 
tratando de conseguir que retroceda, pero es una cabeza más alto y está 
construido de acero. 
—Yo me encargo de tu coche —promete. Me entrega su abrigo empapado 
y añade—: Sostén esto. —Antes que vuelva a correr. 
Lleva una camiseta blanca de cuello redondo, y se aferra a su torso 
esculpido mientras intenta tirar la capota de mi coche en forma manual. 
Las gotas de lluvia escurren por sus brazos desnudos, el algodón 
empapado de su camisa pegado en su pecho, revelando todos los músculos que 
existen. Mierda. Es magnífico, fuera de serie; simplemente me rompió el Radar 
de Hombres Calientes. No puedo apartar mis ojos de cada centímetro de su 
cuerpo o la forma en que se mueve. 
Un trueno sacuda la ciudad de nuevo cuando finalmente engancha la 
capucha de mi coche y me señala para que me acerque. Abre la puerta de mi 
coche desde el interior, y me apresuro en el asiento del pasajero y la cierro 
detrás de mí. 
Mis ropas frías y empapadas, se aferran a mi piel, mientras se sienta 
detrás del volante, viéndose grande y varonil, y de repente estamos 
cómodamente instalados en el pequeño, casi apretado interior de mi coche. Los 
asientos están inundados con agua, y cuando me muevo para mirarlo un poco, 
me escucho emitir un chapoteo que hace que mis mejillas ardan en vergüenza. 
—No puedo creer esto —susurro—. Mi mejor amiga me dice que soy la 
única idiota con un convertible en Seattle. 
Sus ojos se abren con diversión. —Me gusta tu coche. —Alcanza el 
tablero de instrumentos, y la mano que corre sobre esto, está cubierta en un 
elegante guante de piel de cordero que hace que mi piel cosquillee con piel de 
gallina. Mueve su gran torso en mi dirección con una sonrisa irresistiblemente 
devastadora—. Todo lo mojado se seca; no te preocupes, princesa. 
Casi no puedo soportar la forma en que dice mojado. 
 
ág
in
a2
0
O la forma en que una gota de lluvia se aferra a sus pestañas oscuras. 
Agua cae de sus bronceados y musculosos brazos. Su cabello está peinado 
hacia atrás, mejorando la cara hermosa que tiene. He visto obras de arte y 
hombres hermosos, edificios hermosos y habitaciones hermosas, pero en este 
momento mientras me mira, no recuerdo haber visto algo como él. 
Es un diez. Nunca, nunca he dado con un diez. Y la forma en que me 
mira... He visto esa mirada antes. La mirada que Remington Tate le da a 
Brooke. Esa mirada. Me la está dando a mí y me estoy muriendo por dentro. 
¿Puedo morir por una mirada? Y si solo una mirada puede matarme, entonces, 
¿qué haría con un solo toque? 
—Entonces —dice en voz baja, con su voz matizada. Espera un poco 
antes de hablar de nuevo, y me sorprende que todavía solo ve mi cara, no mi 
pecho mojado, no mis piernas desnudas, está mirando nada más que mis ojos 
mientras acaricia distraídamente en círculo mi volante—. ¿Quieres ir a un 
lugar conmigo? —pregunta, luego, extiende su mano con el guante negro 
mojado para colocar mi pelo detrás de mi oreja. 
Lo que siento va más allá de la lujuria, casi no puedo responder. 
Tiemblo. —Sí —digo, mareadade deseo. 
Me da una sonrisa que acelera mi pulso, con la mano persistente en mi 
rostro por un segundo más, y luego cambia mi coche a en marcha y nos 
empuja a las calles lluviosas. El aire entre nosotros crepita en el silencio. 
El único sonido audible fuera es la lluvia y el trueno. El interior del coche 
está dominado por su respiración. Sus respiraciones son profundas y lentas, 
pero las mías son rápidas y nerviosas. 
Huele... como un bosque húmedo. Con un toque de cuero. Sus ojos están 
en el camino, pero estoy consciente de su presencia. La forma en que su pecho 
se expande en su camiseta mojada. Su perfil está en las sombras y las luces de 
la ciudad titilan en su rostro a medida que pasamos. Sus vaqueros mojados se 
aferran a sus muslos duros. Creo que los dos sabemos que vamos a hacerlo. 
Vamos a tener nuestras manos uno encima del otro en cuestión de 
minutos, y el conocimiento está causando estragos en mi cerebro. Me siento 
como un diablito del sexo que acaba de salir. Tengo una cosa por los pezones 
de hombre y sus pezones están sobresaliendo deliciosamente en esa camiseta 
blanca y sus vaqueros son... Dios, sus pantalones están estirados al punto de 
la ruptura. Me desea. Quiere hacerlo conmigo. Este increíblemente hermoso 
hombre que me vuelve bizca con el deseo. 
—¿Siempre eres tan callada? —pregunta en una voz extrañamente ronca, 
y lanzo mis ojos a su cara; esa sonrisa en su rostro realmente me llega. 
—Tengo m-mu-cho-cho-cho f-frío. 
 
ág
in
a2
1
Señala a un hotel que sé que es caro, incluso para comer en él, pero no 
parece importarle mientras va camino a la entrada. —Parece que es el lugar 
más cercano donde podemos secarnos. 
—Sí, es perfecto —digo, con demasiada ansiedad. 
Me gustan las cosas perfectas, las cosas bellas, cosas que son muy 
animadas y divertidas. ¿Mis padres como pareja? Perfecto. Por lo general soy la 
imagen perfecta de mí misma. ¿Pero esta noche? Deslizo una mano por mi 
cabello mientras cruzamos el vestíbulo y no puedo imaginar cómo me veo. Rata 
mojada parece una buena apuesta. ¿Por qué, porqué, por qué me veo como 
una mierda en este momento? 
Mientras pide llaves de la habitación en la recepción, examino su trasero 
en sus pantalones vaqueros, el ajuste de su ropa, y me parece que no puedo 
acallar los pálpitos. 
Mientras chapoteo mi camino en el ascensor junto con un montón de 
personas, me froto los brazos y trato de evitar que mis dientes castañeen. Me 
sonríe a través de una pareja, y su sonrisa enciende una chispa de malicia en 
mí y le devuelvo la sonrisa. 
Lo sigo a la habitación y luego al enorme cuarto de baño de mármol. 
Toma el abrigo de mi mano y lo cuelga a un lado, entonces, sin previo aviso, 
extiende una mano a su camiseta y se la quita con un tirón que hace que todos 
sus músculos ondulen. —Quítate los zapatos —murmura. Me descalzo de ellos 
y los pateo a un lado. 
Cuando me enderezo, mi aliento casi me ahoga cuando veo su pecho 
desnudo. Brazos musculosos, cada músculo posible marcado. Hay una delgada 
línea de cabello que viaja bajo su ombligo en la cintura de sus pantalones 
vaqueros. Abdominales rasgados, garganta gruesa, y esos labios, labios 
hermosos y para besar. Dios. Tiene una cicatriz, una grande en el lado 
izquierdo de las costillas, y una oleada de solidaridad me recorre, entonces me 
doy cuenta que me está desnudando. 
Mi pulso salta en entusiasmo y mis pezones se endurecen. —¿Qué hace 
una chica como tú en un lugar como este? —pregunta con las cejas fruncidas 
sobre sus ojos, y me pongo a temblar cuando despega mi camisa. 
En un impulso toco la cicatriz en su pecho con mi dedo. —¿Qué te pasó? 
Abre la cremallera de mi falda y mientras tira hacia abajo, se inclina y 
toma mi oreja entre sus dientes y da un tirón juguetón. —Sabes que la 
curiosidad mató al gato, ¿verdad, pequeña gatita? —murmura en mi oído, 
instando a mis brazos arriba para que pueda tirar de mi camisa. 
Sonrío borracha y abro la boca para responder, pero me besa. Me toma 
por sorpresa y me agarro de sus hombros para sostenerme, sorprendida por mi 
propia respuesta a su caliente, sedosa, y salvaje boca. Mi propia hambre se 
desata en un torrente. Sus labios abren los míos, con hambre. Entierro mis 
 
ág
in
a2
2
manos en su cabello mojado para que no deje de besarme, y muevo mis 
caderas mientras su lengua empuja dentro. Escalofríos de deseo me recorren 
mientras se inclina sobre mí, comiéndome con su boca cuando mi cabeza cae 
hacia atrás y un ruido de placer sale de mi garganta. 
Me estremezco al tiempo que le ruego que por favor toque mis pezones. 
—Estás borracha —susurra mientras me mira sólo en mi ropa interior, 
sus ojos salvajes por el calor cuando mis pezones casi pinchan el aire. 
—Sólo mareada —susurro, casi un gemido—. Por favor, no te detengas, 
anhelo todo. 
Con una notable mandíbula tensa, levanta la mano y siento su mano 
enguantada pasar a través de mi cabello… entonces me mira, sus ojos 
destellando cuando parece recordar que está usando guantes. 
Se los quita, uno por uno. —¿Estás segura? —dice. 
Un escalofrío me recorre cuando veo sus manos. Fuertes, grandes, 
bronceadas. Oh Dios. De repente siento esas manos en mi cintura y me levanta 
hasta la losa de mármol, lo que facilita su cuerpo entre mis piernas. —
¿Segura? —insiste. 
Me mira fijamente y comienza a pellizcar mis pezones, casi puedo ver la 
rigidez de su auto-control, si digo que no, se detendrá, pero asiento, entonces 
gime y aprieta mis pezones en la forma más deliciosa mientras se inclina, 
enlazando sus labios con los míos, esta vez más duro. Súper duro. Hundiendo, 
enredando, fuerte y hambrientamente su lengua alrededor de la mía, chispas 
de placer se disparan desde mis pezones a mis pies, de mi boca a mi sexo. La 
losa de mármol, la habitación, el hotel, todo desaparece hasta que son 
solamente calientes, potentes y húmedos labios moviéndose con los míos. 
Saboreándome. Sus manos acariciando mis pechos, desplazándose por mis 
costados. Mis pensamientos giran, su beso y tacto despertando mi pasión como 
nunca antes. Mis manos presionando su pecho húmedo y cuando toco el metal 
de un piercing en su pezón izquierdo, casi muero. 
—Oh Dios —jadeo, la intensidad es abrumadora como el dolor de mi 
trasero por el frío del mármol—. Llévame a la cama. 
Me carga hasta la habitación, tirándome en la cama como si lo tomara en 
serio. Flexiona las manos a sus costados mientras se quita sus vaqueros y saca 
un condón. Oh Dios. Sus manos son enormes, bronceadas y con dedos largos. 
Hay una cicatriz en la palma de su mano. Realmente las quiero sobre mí. 
Dentro de mí. Baja mis bragas y desabrocha mi sujetador. 
—Mi nombre es Melanie —suspiro, apoyándome en la cama mientras me 
desnuda. 
Desnudo. Se mueve con una gracia depredadora que envía mi corazón a 
estrellarse contra mi caja torácica y un torrente de necesidad entre mis 
piernas. Susurra—: Mi nombre es Greyson, Melanie. —Junta mi mano con la 
 
ág
in
a2
3
suya y comienza a besarme al mismo tiempo que le colocamos el condón, y 
puedo sentir el latido de su corazón bajo mi mano. 
Me encanta la forma como sigue besándome, nuestras manos tocando su 
dureza, enorme, gruesa y palpitante, a medida que conseguimos ponerle el 
condón, una piscina de necesidad se acumula entre mis muslos. 
Mete un dedo en mi coño y observa como mis ojos se retuercen. —Quiero 
jodidamente estar dentro de ti —susurra, besando mi garganta. Gira la cabeza 
para amortiguar mi grito de asombro y toma mi boca—. Voy a darte la mejor 
follada de tu vida, princesa. —Su lengua húmeda se arrastra lentamente a lo 
largo de mi oreja—. Voy a chuparte hasta que me duela la mandíbula. —Su voz 
baja me vuelve tan loca que puedo sentir un cosquilleo recorrer mi nuca 
mientras sostiene la parte posterior de mi cabeza y comienza a besarme otra 
vez—. Hacer que te corras tan fuerte como puedas. 
Me pone tan mojada, mi cuerpo empieza a arquearse mientras sigue 
chupando mis pechos, haciéndomejadear. 
Deslizo mi brazo por los músculos de su pecho. Me elevo hacia arriba y 
muevo la cabeza hacia la fuente de su aliento y gimo de la única manera que sé 
cómo hacerle pensar en besarme. Lo hace. Gira su cadera y presiona contra mí 
como si necesitará el contacto y hace un suave gruñido cuando hunde su 
mano entre mis piernas. 
Lo deseo tanto, que duele. 
Separo más mis piernas y grito cuando me toma. Me retuerzo mientras 
mi cuerpo comienza a apretarse. 
—Me voy a venir —gimo suavemente—. Lo siento... se sientes 
demasiado... bueno... No puedo... 
—Córrete —rechina—, está todo bien, lo haremos otra vez en un rato... 
córrete... 
Puro éxtasis al rojo vivo irradia por todo mi cuerpo, mis rodillas caen 
abiertas, mis emociones están girando y se debilitan, mi cuerpo está apretado, 
agarrando y soltando el suyo, sus embestidas disparan corrientes a través de 
mí hasta que hago lo que su cuerpo pecador me obliga a hacer, y me corro 
como un cohete. 
Jadeo por la fuerza de mi orgasmo, retorciéndome y arqueándome debajo 
de él. Empuja tan profundo como puede, me estremezco incontrolablemente y 
lloriqueo en agradecimiento cada vez que se encuentra completamente dentro 
mío, haciéndome sentir... lo opuesto de solitaria. Lo contrario de triste o vacía. 
Y cuando mi clímax se derrumba y todavía está allí, cada grueso, caliente y 
duro centímetro de él cómodamente en mis manos, mis ojos parpadean 
abriéndose y lo veo mirándome, con esa mirada, salvaje, hambrienta, casi 
exclusiva, pero también extrañamente respetuosa y gentil cuando comienza a 
moverse de nuevo con experta precisión, nuestros ojos enganchados, mientras 
 
ág
in
a2
4
me folla suavemente haciendo que estrellas bailen a través de mi visión al 
tiempo que otro delicioso clímax crece y crece. 
No lo espero, pero me corro de nuevo. Duro. Si es posible, aún más 
fuerte, porque las paredes de mi sexo están adoloridas y sensibles, y mi clítoris 
palpita cada vez que sus caderas embisten contra mí, y el placer crece 
exponencialmente hasta que se destroza en un estallido de puro placer. Mis 
uñas se entierran en su piel. Grito su nombre, casi asustada de la intensidad. 
Amortigua mis gritos con su boca, y esta vez su lengua se desplaza alrededor 
de la mía acortando su nombre a Grey. Gruñe como si le gustará saborear su 
nombre en mi boca, sus músculos están flexionados contra mí cuando se 
corre, su pecho rozando contra mis senos y se viene conmigo. 
Cuando sus estremecimientos desaparecen tras los míos, rueda a su 
espalda y, porque todavía está dentro de mí y tiene ambos brazos a mi 
alrededor, acabo rodando con él. Nos tumbamos en silencio, sin aliento por un 
momento, enredados y sin preocuparnos donde están nuestros brazos, o que 
pierna está enredada entre la del otro. Estoy absolutamente aturdida, jodida y 
malditamente abrumada, casi espero ver pedazos de mí esparcidos por el suelo. 
Después de un par de minutos, dejo escapar un ruido de protesta, con 
ganas de levantarme. Me libera, permitiéndome caminar de puntillas al baño 
para limpiarme. Me sigue, anudando el condón, y mientras me lavo las manos 
llegan detrás de mí para tomar el jabón y lavarse sus manos junto con las mías 
cuando nuestras miradas se encuentran en el espejo. Veo mi reflejo y... no, no 
me veo como una rata mojada. Mis mejillas están rosadas, mi cabello está 
despeinado por la cama, y cuando me sonríe y rodea mi seno desde atrás, estoy 
acabada. —Vuelve a la cama y puedo hacerte jadear un poco más —susurra en 
mi piel. 
—Yo no jadeo —digo, tomando su mano, la que está en mi pecho y lo 
arrastro hacia la cama conmigo. 
—Jadeas, gimes, gritas y ahora vas a hacer todo de nuevo para mí. 
—¡Yo no hice eso! —digo mientras me tumbo en la cama, y cuando se 
monta sobre mí, me siento perfectamente sobria. Ya no estoy ni borracha. Sé 
que voy a recordar cada centímetro de su rostro, intenso y voraz, y cuando 
empieza a jugar con mis senos y empiezo a jadear mientras que arrastra sus 
dedos a lo largo de mi caja torácica, rodeando mi ombligo, mirándome con una 
sonrisa que dice saber exactamente lo que está haciendo. Sonrío de nuevo, 
porque los chicos malos siempre van a ser mi perdición, y toco el aro en su 
pezón, sintiendo su erección ampliarse contra mis caderas mientras levanto la 
cabeza y empiezo tranquilamente a chuparlo. Sé cómo jugar estos juegos 
también, mi sexy dios del sexo, eso creo—. Ahora quien jadea —murmuro 
juguetonamente. 
—Creo que eres jodidamente caliente —dice al tiempo que se gira y me 
lleva con él, presionando mi cabeza a su anillo del pezón como si quisiera que 
chupe más fuerte. Su cuerpo se estremece con el placer, y el deseo se junta 
 
ág
in
a2
5
entre mis muslos mientras sigo tirando con los dientes y uso mi lengua, 
sintiéndolo crecer fuerte y palpitante contra mí. 
Toda la noche jugamos con el otro, coqueteando, saboreando, 
acariciando, follando. 
Cada toque, cada susurro, todo lo que comparto de mí con él se siente 
tan bien; como un cable eléctrico conectado al enchufe correcto, siento un 
nuevo flujo de fuerza en mí, casi euforia. 
Durante nuestras ardientes sesiones de besuqueo, lo encuentro 
observándome a través de sus gruesas pestañas oscuras, una curiosidad 
juguetona brillando en sus ojos. 
Pregunta sobre mí como si realmente quisiera saber, y siento que nos 
conocemos desde antes... en algún lugar prohibido y oscuro. 
Cuando me besa apasionadamente en la boca durante otra sesión de 
besuqueo, le respondo con la intensidad de un desastre natural y esto puede 
ser uno, pero no hay nada que me detenga, nada lo detiene de tenerme 
y consumirme. 
Alrededor de las cinco de la mañana su teléfono suena por tercera vez. 
Todavía nos besamos con una vaga intensidad y mis labios se sienten ásperos, 
rojos e hinchados y mis senos están deliciosamente adoloridos, pero todavía 
estoy rogando por más. Volviéndose exasperado por el zumbido, finalmente 
responde ásperamente—: Más vale que sea bueno. 
Me doy la vuelta en mi estómago para darle espacio para hablar y 
estudio tranquilamente su perfil. Sus ojos y una de sus manos siguen la curva 
de mi trasero mientras habla en el receptor. 
Mientras discute de lo que pienso que es un negocio en voz baja y ronca 
que apenas puedo entender, memorizo el rastro de sus abdominales, moviendo 
mis dedos a lo largo de su estómago. Me aproximo al borde de su regazo y, 
mientras sigue tocando mi culo con una gran mano, beso su polla dura y lamo 
el semen de la punta, lo que lo hace apretar sus ojos por un momento y 
exhalar bruscamente. 
Cuando finalmente abre los ojos, son duros y fríos. Dice una lista de 
números en el receptor, luego cuelga y permanece pensativo, y ahí es cuando 
presiento que se está alejando. 
Me incorporo en la cama con una sensación enferma. Esto es todo, y 
luego se confirma mi sospecha cuando su glorioso cuerpo se levanta de la 
cama donde estaba. Lo veo desaparecer en el baño, un sentimiento de 
desesperación ardiendo en mis huesos. Sé lo que viene, ¿no? Lo sé. La mirada 
que creí haber visto anoche era un engaño. Un engaño por la bebida. Un 
engaño por la luz. Un truco de mierda y debería haberlo sabido. Ahora estoy 
muriendo por dentro y no es de emoción. ¿Esta pequeña fantasía? ¿Esta 
conexión fugaz que pensé que tenía con alguien? Se terminó. 
 
ág
in
a2
6
No es una conexión. O incluso es real. Fue un poco de alcohol, algo de 
lluvia, algunas hormonas y un par de líneas sexys me hicieron creer que se 
encontraba realmente interesado en mí como nunca lo ha estado en su vida. 
—Tengo un vuelo temprano y tengo que encargarme de una última cosa 
antes de irme. —Regresa con su ropa apuñada en sus manos y salta 
rápidamente dentro de sus vaqueros. Su mandíbula está un poco apretada, 
como si no estuviera disfrutando esto más que yo. 
—Por supuesto —digo, y espero sonar bastante indiferente. Todos estos 
orgasmos y esos embarazosos ruidos que hice para él hacen esto 
extremadamente incómodo porque perdíel control. Oh Dios mío, enloquecí, 
enloquecí con un completo desconocido. 
Me mira y luego abre la boca por un momento antes de que cualquier 
cosa realmente salga. —Es jodidamente complicado… tú no me quieres en tu 
vida. 
—No. Por favor no lo hagas. No tienes que hacer esto. Dejémoslo así. Sé 
cómo sigue esto. Adiós, ten una agradable vida. Adiós, Pepe. 
Nos miramos y susurra—: No debería haberte tocado. —Se dirige a la 
puerta. Miro su amplia espalda mientras pongo mi cara valiente. He hecho esto 
un millón de veces. Estoy poniendo muros alrededor de las partes donde más 
duele así no hará ni una poquito de daño. Ni una pizca. 
—Uno de mis hombres aspiró tu auto anoche. —Se detiene con la mano 
en el picaporte, luego regresa y presiona las llaves en mi mano, y 
curiosamente, besa mis párpados—. Tus ojos —susurra. Luego se va. 
Mi estómago literalmente duele cuando la puerta se cierra detrás de él. 
Me dejo caer en la cama después del sexo más delicioso de mi vida, 
completamente... devastada. Una aplastante soledad se asienta sobre mí, 
magnificada mil veces desde cuando entré en esa fiesta hace sólo unas horas, 
la esperanza de sentirme mejor. Una rana más. No. Dios, no era una rana. ... 
Era algo sin nombre. Y ahora se ha ido. Y esa conexión fugaz que estaba tan 
segura de haber sentido también desaparece. 
Y estoy verdaderamente e inexplicablemente devastada. 
Una tonelada de ladrillos se encuentran justo en mi corazón mientras 
recojo mis cosas del baño, y cuando me doy cuenta de que todo aún sigue 
húmedo, me estremezco, lucho para poner la ropa sobre mi cuerpo. No puedo 
encontrar mis bragas. Miro alrededor de toda la suite. Cuando observo debajo 
de la cama, te juro que todavía puedo sentirlo en mi hinchado coño cuando me 
inclino. Greyson. 
Mieeeeerda, incluso su nombre es sexy. 
—¿Realmente tomó mis bragas? —Sin creerlo, voy a buscar por el otro 
lado de la cama, negándome a recordar cuan sensual me sentí cuando me las 
quitó. 
 
ág
in
a2
7
Mientras busco debajo de la falda de la cama, oigo un chasquido seguido 
de pasos. Levanto mi cabeza hacia la puerta y parpadeo en confusión. ¿Volvió? 
Está parado delante de mí. Un dolor tan profundo que desconozco me abruma. 
Mis entrañas se agitan al pararme. Su oscuro cabello castaño está 
deliciosamente despeinado y combina muy bien con sus ojos, que son como 
todas las copas en un bar que reflejan la luz, brillando casi antinaturalmente 
sobre mí. Es alto y escultural, pero rezuma un poder innombrable, casi 
antinatural sobre mí. Cuando me mira con esos ojos, y parado tan lejos, de 
alguna manera distante e intocable, sólo me hace querer tocarlo aún más. 
—¿Olvidaste algo? —digo. Me muero de vergüenza al haber sido 
sorprendida hablando sola de esta manera. Me hace sentir tan femenina y 
vulnerable como nunca me he sentido en mi vida. 
—No tomé tus bragas. —Señala a una lámpara y frunce el ceño 
levemente, como si no puede entender como terminaron ahí. Están colgando 
justo encima de la pantalla. 
Mis mejillas arden de un rojo intenso. —Gracias —murmuro débilmente 
y las quito de la pantalla—. Me gustan mucho estas bragas. 
Cruza sus brazos y en silencio me mira ponérmelas. —Me gustan mucho 
también. Parecen especialmente hermosas en ese culo tuyo. 
Me deslizo en ellas y pretendo estar absorta en mis uñas cuando se 
acerca y cae en sus talones junto a mí y voltea mi cabeza a la suya. El timbre 
de su voz se reduce a un nivel más íntimo. —Quiero llevarte a casa. —Mis 
dedos comienzan a curvarse, y continúa con esa voz ronca y baja hasta que 
todo mi estómago se siente como un nudo—: Y quiero tu número de teléfono, 
para cuando regrese a la ciudad pueda volver a verte. 
—¿Por qué? —contrarresto. 
—¿Por qué no? 
—Ni siquiera sabes mi apellido —acuso. 
—Sé la longitud de tus piernas. —Se estira para tocar un mechón de mi 
cabello con sus dedos largos, sus ojos nunca dejando los míos—. Sé que tienes 
cosquillas detrás de las rodillas. Que te gusta jadear en mi oreja. —Se apoya 
contra la pared y me observa—. Sé que me gustaría besarte otra vez. Que 
sabiendo que estabas en esa cama, no pude ni llegar al maldito ascensor. 
Quería ver estos... —Se inclina y frota mis ojos con sus pulgares—. Una vez 
más. De modo que el analista de riesgos en mí dice que no. Esta es una mala 
idea. Pero te ves como una mujer decidida, y mi suposición es que irás a ese 
bar, continuamente, escogiendo hombres hasta que encuentres lo que sea que 
buscabas. Y mi analista de riesgos dice que eso es mucho peor. ¿Quiénes serán 
esos hombres? ¿A quién escogerás, Melanie? 
Me siento avergonzada de nuevo, pero no quiero que lo sepa, así que me 
encojo de hombros. 
 
ág
in
a2
8
—Bueno, tal vez te sorprenda saber que no estoy de acuerdo con eso. 
Puede que te sorprenda saber que, si algún hombre va a hacerle cosas a ese 
cuerpo tuyo, seré yo. —La mirada. Oh Dios, la mirada. —Entonces —Una 
pregunta inquisitiva se encuentra en sus ojos—. ¿Te puedo llevar a casa? 
Dios. Estoy indefensa ante esa mirada. Esa mirada que he querido, he 
memorizado, no quiero que rompa mis paredes y me haga llorar, pero estoy un 
poco borracha y hoy las paredes están hechas de papel. Y apesto en 
autodefensa. 
—Tan caballeroso de tu parte volver. Harás que mis ojos se pongan 
llorosos. 
—Es cierto. Y cuando tu orgasmo fue más fuerte, también soltaste un 
par de lágrimas. 
Mis mejillas se encienden cuando recuerdo, y ruedo los ojos. —Si tú lo 
dices. 
—Lo digo. Ese fue el punto culminante de mi noche. 
Ato mis zapatos color rojo remolacha, y se quita la camisa. —Esto está 
seco. Póntelo. 
Me deslizo en su camisa, su aroma y su calor me inundan mientras lo 
veo ponerse una camisa húmeda cuello de tortuga, y es con total incredulidad 
que salgo de la habitación con él, con este hermoso Dios, sintiendo su mano en 
la parte baja de mi espalda, guiándome al ascensor, sus ojos estudiando mi 
perfil con una extraña sonrisa. 
—No es exactamente lo que habías imaginado cuando te despertaste esta 
mañana, ¿no? 
Mi cuerpo está tan bien follado que apenas puedo caminar, y mis ojos, 
mis ojos duelen, no puedo decirle que todos los días de mi vida he tratado de 
imaginarlo. —No es exactamente lo que me imaginaba —le digo—. Hoy no era 
para nada como me lo imaginaba. 
Ladea mi cabeza y me besa. No con lujuria. Sólo un beso. 
Un beso después del sexo que alcanza los niveles más profundos en mí, 
abriendo mis terminaciones nerviosas y me hace sentir expuesta, necesitada y 
en carne viva, y tengo que luchar para no llorar de verdad como cuando haces 
ese último deseo con tu último centavo y se hace realidad. 
Los hombres se han burlado de mí, me han arruinado, me han usado y 
me han abusado. Me gusta entrar en peleas verbales. Me gusta maldecir, 
escupir, gritar y ser yo misma. Nadie me ha hecho llorar mientras sólo hablo 
conmigo. Nadie me ha hecho llorar, salvo esa única vez y ahora este hombre, 
que me está dando la mirada, parece lograrlo. 
—¿Cuál es tu apellido? —susurro. 
 
ág
in
a2
9
—King. —Sonríe con una sonrisa que hace derretir mi ropa interior—. No 
bromas de la realeza, por favor. 
Me río y luego extiendo mi mano como si apenas nos hemos conocido. —
Meyers. 
Toma mi mano en un cálido apretón, firme y los dedos de mis pies se 
vuelven a curvar. Me suelta y saca su teléfono, escribe una contraseña y me lo 
entrega, mirándome con ojos que parecen los ojos más inteligentes que he 
visto. —¿Meyers, puedes escribir tu número de teléfono por mí? 
Lo añado bajo El Pedazo De Trasero Más Caliente Que He Tenido. 
La insinuación de una sonrisa tira las esquinas de sus labios, lo 
suficiente para provocarme cosquilleos. —Lindo. 
Escribe algo sobre su teclado y mi teléfono vibra con un nuevo mensaje. 
Y preciso. 
Sonrío, y me observa, usando esa súper sexy casi sonrisa. 
De repente no puedo explicarlo, y no estoy segura de haber sentido, el 
tipo de felicidad que siento ahora. 
Me lleva a casa en mi propio auto y cuando llegamosa mi edificio, sube 
el ascensor conmigo, me acompaña a mi puerta y roza un beso en mi frente 
mientras frota la punta de sus pulgares sobre los rabillos de mis ojos y 
susurra—: Estaré en contacto pronto. 
Cuando deslizo mi agitado, deliciosamente jodido cuerpo en mi cama 
alrededor de una hora antes del amanecer, no puedo dormir. Juego con 
nombres para su perfil en mi teléfono. Demonio del sexo. Máquina del sexo. 
Dios del sexo. Dios Playboy. Me decido con Greyson y susurro—: Greyson. —El 
nombre rueda por mi lengua como el terciopelo. 
Aprieto mis ojos y me siento a punto de convulsionar por toda mi cama. 
Le escribo a Brooke, Pandora y Kyle, en un grupo. 
Yo: Conocí a alguien. Chicos acabo de conocer a ALGUIEN. ¡No es un 
idiota! En realidad, me trajo a casa y todo el camino hasta mi puerta. 
¡¡AAAAA!! Muéranse, chicos, si alguien me arruina el día mañana, ¡les 
corto la cabeza! 
Kyle: Estarás muy ocupada pensando en tu nuevo hombre para 
pensar en la mía. 
Pandora: Amiga. ¿Estás usando éxtasis? 
Brooke: ¿QUÉ? ¡Cuéntamelo todo! 
 
 
ág
in
a3
0
Ella 
Traducido por Mary 
Corregido por AriannysG 
 
Greyson 
Le doy la vuelta a mi teléfono vibrando tan pronto como estoy fuera del 
edificio. —Tal vez te estés preguntando por qué estás atado a una cabina de un 
baño con este particular número en la pantalla de tu teléfono —murmuro en el 
receptor—. Bien, estuviste a punto de hacer algo que te iba a costar tu polla. 
Estuviste a punto de tocar algo que no tienes derecho a tocar, ¿lo 
entiendes? Tienes una deuda que pagar. Tienes tres días. Tic toc tic toc. —
Cuelgo y lanzo el teléfono al suelo. Luego agarro mi otro teléfono y marco el 
número de Derek. 
—Ven a recogerme. —Le doy la dirección, luego camino un par de 
cuadras y desecho el teléfono antes de levantar la vista al edificio en el que la 
dejé. 
En el momento que Derek aparece en una camioneta oscura, salto y abro 
la guantera. Saco mi boleto, identificación falsa incluida. —Lleva esto a la 
bodega. No te muevas. El número veinticuatro hará un pago pronto. ¿Cómo 
está tu esposa? 
 —Bien. ¿Conseguiste hacer algo de trabajo? 
—Cuándo no lo hago —digo. 
Melanie. La había visto antes. He estado observándola desde lejos. Es la 
clase de chica que quieres follar, pero nunca supe cuánto hasta que vi que 
escogería a uno de mis clientes en el bar. Por dios, noqueé a ese hombre hasta 
la inconciencia sin siquiera conseguir el pago. Solo quería derribarlo porque 
malditamente seguro que no se iba a ir con ella. Nadie lo hará. 
Acaricio mi teléfono con mi mano enguantada y resisto la urgencia de 
escribirle algo. Cualquier cosa. He visto a esta mujer ir por hombres al igual 
que uso teléfonos. La he visto dejar cuartos de hoteles como un desastre sexy y 
ardiente. La he visto salir luciendo perfecta. La he visto reír, llorar, he visto su 
 
ág
in
a3
1
rostro en las mujeres que he follado, la he visto en mis sueños y cuando me 
despierto. Lo que esta mujer quiere es algo que no puedo darle. Pero soy 
atraído, retorcido, anudado, útil, e inútil cuando la miro. 
Me gusta obsérvala girar y sacudir su cabello, coquetear por los 
alrededores, cruzar sus piernas, curvar sus labios, mirar sus uñas. 
Me gusta la manera en que caza su siguiente hombre; me gustaba 
observarla porque en algún lugar, en el fondo, sabía que tendría suficiente, y 
su caza terminaría el día que decidiera dejarle saber que intentaba ser ese 
hombre. 
SU JODIDO PRINCIPE AZUL. 
Ella me está condenando. 
Estoy a mitad de camino, veinticuatro nombres más, y entonces Cero 
puede ser nada. No debí haberla tocado, pero lo hice. Debería dejar de tocarla, 
pero no lo haré. Mis chicos, mis muchachos, nunca pueden saber que hay un 
talón de Aquiles en alguna parte de mi cuerpo y que tiene su nombre en él. 
La única razón por la que los chicos pueden creer que estoy cerca de ella 
es porque su nombre pasó a estar en mi lista. 
 
 
ág
in
a3
2
Él 
Traducido por Mel Rowe 
Corregido por Daliam 
 
Melanie 
No siempre fui una hija única. Nací con una gemela idéntica. Ella nació 
primero con casi tres kilos, y la seguí pesando un poco más. 
Mi madre dice que las dos éramos preciosas, pequeñas y de color rosa, 
pero nunca parece que pueda manejar el resto. Fue papá quien eventualmente 
me contó toda la historia. Que no nació perfecta... que nací con un riñón 
funcionando mal y mi gemela con una condición cardíaca grave. Las dos 
luchábamos para vivir y en una hora se hizo evidente que su lucha era la más 
dura. 
Cuando su corazón falló, me dieron su riñón. 
La llamaron Lauren, y la sepultaron junto a la madre de mi padre. Cada 
año, mi cumpleaños es mi día triste del año. Pero voy a visitar su tumba con 
mis flores favoritas, como mi hermana gemela, imagino que serían sus favoritas 
también, y luego tengo la fiesta más salvaje del mes, porque tengo la sensación 
de que ella quiere que merezca la pena. —Quiero que me enseñes que eres 
alegre y feliz, siempre —me dice mi madre alegremente. Así que lo hago. 
Incluso cuando ese dolor de la pérdida nunca desaparece, estoy decidida a ser 
feliz. 
Mis padres me dijeron que querían que fuera feliz porque estaban muy 
contentos de que hubiera sobrevivido. Así que trato de vivir feliz y nunca, 
nunca les muestro que no lo soy. 
Mi padre cuenta mis sonrisas y dice que tengo cinco sonrisas en total y, 
por tanto, siempre me aseguro de que llegue a ver una de ellas. 
Estoy viviendo por dos personas. Estoy tratando de meter en una sola 
vida lo que podrían llenar dos. Así que me levanto cada mañana y me pongo el 
rostro perfecto y me prometo que tendré un día perfecto y algún día la familia 
perfecta. Pero estoy fallando. 
 
ág
in
a3
3
Y mis padres lo saben. 
—Tu madre desea que, un día, cuando te cases y te establezcas, tal vez 
tendrás gemelos —me dijo mi papá una vez, con nostalgia. 
—Eso sería lindo —le dije con el corazón encogido y una gran sonrisa en 
mi cara. 
A veces me pregunto si ella estaría ya casada. Lauren. A veces tengo un 
mal día y estoy segura de que tal vez ella habría hecho a mis padres más 
orgullosos o más felices que yo. Lo único que sé con certeza es que, si la 
hubieran elegido, ella haría los mismos esfuerzos que yo para vivir felizmente. 
Ni siquiera voy a ser exigente con tener gemelos, pero sueño con 
enamorarme del chico perfecto y tener una niña y nombrarla Lauren. 
Sueño con mi chico tanto que me duele. Sueño con esa mirada, como la que 
Greyson me lanzó, diciéndome que este hombre, este de aquí, este ser humano 
vivo, cree que soy lo suficiente. Piensa, y se alegra, de que la que sobreviviera 
fuera yo. Porque a veces me hubiera gustado que, si sólo uno de nosotros lo 
hubiera hecho, hubiera sido Lauren. 
 
 
 
El día después de Greyson… 
Saliendo de la esquina del Starbucks café está Pandora, una de mis tres 
mejores amigos. La devoradora de hombres. Bueno, no devoradora de hombres. 
Es supremamente independiente, oscura, sombría y reservada. Pero eso está 
bien porque yo soy feliz, platicadora y luminosa, así que encajamos. Bueno. 
Tratamos de hacerlo. Hoy ella va por su aspecto rudo tipo Angelina Jolie y su 
lápiz de labios oscuro habitual y esas botas que consiguió en rebajas que le 
llegan a los muslos. Incluso cómo camina intimida a los hombres mientras 
lleva nuestros cafés habituales hasta donde estoy esperando en la esquina, 
este era su día de comprar el café, después de todo, y, sin decir una palabra, 
las dos sorbemos y cruzamos la calle de camino a Interiores Susan Bowman. 
Se podría decir que hacer las cosas lucir bonitas es lo que Pandora hace 
para ganarse la vida, pero lo veo como arte. Porque hay algo en una habitación 
de bienvenida que puede alegrar tu día malo, y me gusta hacer feliz a la gente, 
incluso en ese pequeña forma. 
—Bueno —me presiona. 
Sonrío en secreto contra la tapa de mi café. 
 
ág
in
a3
4
—Bueno, ¿qué? —le digo. Quiero hacerla rogar porque soy un poco 
malvada. Ella lo sacade mí. Lo que pasa con Pandora y yo es que somos muy 
diferentes. Por eso siempre es un tira y afloja con ella, que ambas disfrutamos 
en secreto, supongo. 
—Bueno qué carajo. Háblame del príncipe que te encantó para quitarte 
los pantalones. 
—Pandora, no puedo siquiera... Simplemente NI SIQUIERA puedo. —Mi 
sonrisa me duele en la cara y le lanzo una mirada que dice “Me folló hasta el 
cerebro y me encantó”—. Fue… —De fuera de este mundo. Perfecto. Más allá de 
perfecto—. No sabía que existiera el sexo así. Nunca supe que podía sentir el 
tacto de un hombre en mis HUESOS. 
Mientras llegamos a nuestro piso y nos dirigimos a nuestros escritorios 
en forma de L, situados justo al lado del de la otra, no puedo dejar de sonreír. 
En verdad, nunca he experimentado nada como esto antes. Casi me 
siento tímida de compartirlo con ella. Pero al mismo tiempo, me siento como si 
quisiera conseguir un altavoz y decirles a mis compañeros de trabajo que creo 
que puedo, simplemente puedo, ¡haber encontrado al ELEGIDO! 
—¡Bueno, no pares ahí, virgen tímida! Cuéntame el resto —insiste 
Pandora, al encender su equipo—. Chica, comprar el café de Starbucks hoy me 
da derecho a algunos detalles sangrientos. 
—Yo compré el café de ayer y nunca obtengo una mierda de ti —le 
respondo mientras me siento y distraídamente froto la pequeña marca detrás 
de mi oreja, casi un chupetón—. No te voy a dar detalles escabrosos, esos son 
para que yo fantaseé. Pero, Pan, cómo conectamos. Cómo me miraba. Y miraba 
y miraba y no podía dejar de mirarme. 
—Oh, chica, realmente estás en éxtasis. —Suspira y apoya la cabeza en 
la palma de la mano como si tuviera un dolor de cabeza. Sé que odia cuando 
estoy en mi mejor estado de ánimo, así que sólo sonrío, empiezo a tararear, y 
me pregunto qué diría mi madre si supiera de esto. 
Yo me había casado y te había tenido antes de los veinticinco años, me ha 
contado toda mi vida. 
Y le digo que tendré veinticinco en tres semanas y tengo grandes amigos 
y una maldita carrera. 
Pero ahora, tal vez, hay un chico... 
Mientras Pandora y yo empezamos a mezclar y combinar telas para 
nuestras tareas actuales, mi mente vuela a mi teléfono. 
Tengo esta regla de que el último que recibió un mensaje debe ser el que 
reciba un mensaje la próxima vez. 
Greyson envió “Y precisa” la noche anterior y, antes de darme cuenta, le 
mando un mensaje de nuevo. 
 
ág
in
a3
5
¿Estás ahí? 
Para ser honestos, no sé qué esperar. Este es un territorio desconocido 
para mí. Apenas sé cómo me llamo hoy. 
Un momento me encontraba en una fiesta con tanta gente... 
Y entonces estaba con él. 
Y él conmigo. 
Totalmente centrado en mí. 
Y lo que me asusta, no, lo que me persigue, no es que me dio los mejores 
orgasmos de mi vida, a pesar de que me sacudieron, sino que sentí algo. Que 
su toque fue más allá de mi piel, que entró en mí. 
Mi piel se pone de gallina placenteramente recordando cómo nuestros 
ojos se encontraron mientras hacíamos el amor, y sigo mirando mi teléfono, 
esperando a que me mande un mensaje. 
 
 
 
Dos días después de Greyson… 
Hoy estamos decorando una de las nuevas casas de mi cliente. En 
Interiores Susan Bowman no importa quién esté a cargo del proyecto, todo el 
mundo colabora en “el” día en que la entrega real y disposición de los muebles 
se lleva a cabo. Básicamente funciona así: 
Me encuentro con un cliente y consigo su presupuesto y gusto. 
Hago una propuesta, detallando el costo aproximado, habitación por 
habitación, y propongo el concepto de decoración. 
Hago los planos de las habitaciones, tomo medidas de habitaciones y 
luego entrego los archivos PDF con los precios de varias opciones y las 
imágenes y muestras de tela, con base en los conceptos que hemos discutido. 
Una vez que el cliente aprueba nuestras elecciones, le muestro todo a 
Susan, consigo su sello de aprobación y entonces ordeno las telas, los muebles, 
las cortinas, las alfombras y tapices, y todo se envía al almacén de la empresa, 
donde es comprobado, ensamblado y tapizado. Y, entonces, comienza la 
diversión. Para que realmente lleguemos a fijar una fecha, por lo general 
cuando nuestro cliente está fuera de la ciudad, y llegaremos a hacer todo lo 
que nos ha tocado visualizar mentalmente en la vida real. 
 
ág
in
a3
6
Soy una persona visual, y esto es lo que hago. Es lo que me gusta. Desde 
que tenía tres años, visualizaba todo. Desde la forma en que vestiría para el 
primer día en la escuela. A la forma que cierto chico me miraba. Cómo el 
maestro sonreía con deleite a la manzana que mi madre siempre me hacía 
llevar. Ella decía que, si ponía una manzana en su mano, estaría poniendo su 
corazón en mi bolsillo. Siempre me sentí ridícula dándoles la manzana, pero mi 
madre es muy grande en ser “generosa” con todo el mundo y siempre está 
dando cosas, incluso abrazos. ¡Sí! Ha hecho carteles de ABRAZOS GRATIS en 
eventos de caridad y simplemente abraza a todo el mundo, y me ha llevado con 
ella. Así que supongo que soy genial con los abrazos también. Simplemente se 
sienten bien. En cualquier caso, complacer a la gente y vivir una vida feliz, 
relajada y colorida es lo que me gusta. 
—¿Dónde va a ir esto? —me pregunta Pandora mientras desenvuelve una 
bonita lámpara de cristal. 
—Oh, esa pequeña hermosura va a la habitación de la niña —le digo, y 
entonces reviso todos mis archivos por tercera vez hoy—. Se acabó esa vieja 
vanidad rosa y este pequeño compañero. —Le doy una patada a una pequeña 
otomana a rayas que es tan divertida que toma todo mi esfuerzo no abrazarla—
. ¿No es lindo? 
—Lo que es lindo es cómo sigues sacando el teléfono como si fuera un 
cálido y viviente cachorro. 
—¡Oh, calla! Estoy revisando mi señal. 
Y mi señal se ve… bien. 
Hmm. 
Interesante. 
NINGÚN mensaje. Todavía. 
A veces los chicos necesitan empujones. Están asustados. Fue 
demasiado intenso. Me dio “la” mirada. En este momento, podría estar sentado 
en casa pensando—: ¿Qué demonios, Greyson? 
Quiero decir, es muy posible que pudiera estar teniendo problemas como 
yo. No puedo ir a dormir sin masturbarme. Así que lo hago. Él me hizo pensar 
sólo en él, su piel, su toque, y lo deseo... Lo ansío… Lo necesito de nuevo, joder. 
Mentalmente me registré en el Adictos Anónimos a Greyson y sólo él puede 
remediar mi enfermedad. 
Así que, por el bien de ayudarlo, en aras de facilitar la pequeña punzada 
de decepción que está empezando a crecer en el lado izquierdo de mi pecho, 
infiernos, por el bien de que sepa que estoy definitivamente interesada todavía 
y, por favor, amigo, si te gusté en absoluto, haz lo que dijiste y llámame, 
considero romper mi regla de oro de los mensajes de texto y tal vez enviarle 
uno otra vez. 
 
ág
in
a3
7
¿Debería? 
Las reglas dicen que no debería. Pero nunca me han gustado las reglas, y 
Greyson no se ve como un hombre de normas tampoco. 
¿Qué debo hacer? 
Quiero preguntarle a Pandora pero ya aborrezco la sonrisa en su 
rostro. Quiero que sepa la verdad, que quiero que me llame. No quiero jugar a 
juegos. No con él. 
Aun así, me obligo a meter mi teléfono en mi bolso y recordarme que 
Roma no se construyó en un día, y tampoco ningún tipo de relación que valga 
la pena. 
—Melanie —dice Pandora, con sus labios en una línea fina negra. 
Parpadeo inocentemente y sonrío. —¿Qué? 
—Acéptalo. Era un idiota. 
—No. 
—Lo es. 
—¡NO! 
—Lo es. 
 
 
 
Cuatro días después de Greyson… 
—¿Todavía nada? —pregunta Pandora. 
Quiero gemir cuando se acerca a mi escritorio, donde esperaba poder 
esconderme de ella y sus ojos negros acuciantes. Pero resulta que hoy es ella la 
que tiene una sonrisa enojada y plana, y soy la que tiene el ceño fruncido. 
El lunes no sabía mi nombre; estaba en el séptimo cielo. El martes 
todavía me sentía esperanzada y optimista, en la tercera nube. Hoy no sólo he 
vuelto a la tierra, caí un par de muescas hasta el purgatorio o incluso todo el 
camino hasta el infierno. Todo lo quesé es que hoy es jueves, y he oído zip, 
cero, nada de él en varios días. 
Como una tonta, he estado sonriendo, mirando a mi teléfono y esperando 
algo, pero, para ser honestos, mi teléfono ha comenzado a sentirse como una 
carga pesada, inmóvil en mi bolso, y su silencio me está diciendo cosas, cosas 
que GREYSON probablemente no tiene las pelotas de decirme él mismo. 
 
ág
in
a3
8
Fue bueno. Para una aventura de una noche. Gracias por la mierda. No 
vas a escuchar de mí otra vez. 
—Todavía no hay nada —le digo a la defensiva a Pandora mientras me 
levanto y llevo mi teléfono al baño de mujeres. Me encierro en el interior y voy a 
lavarme la cara en el lavabo. Pienso en los ojos color avellana con motas de 
color verde y la mirada que Greyson King seguía dándome... y me siento tan 
miserable y más que decepcionada, poco a poco escribo otro mensaje mientras 
una fuente de emoción sigue creciendo en mi pecho. 
Sigo pensando que te imaginé. 
Espero un par de minutos. Me lavo las manos, las seco, reviso mi 
teléfono, me miro las uñas, reviso mi teléfono. Hay un golpe en la puerta y uno 
de mis colegas llama—: ¿Hay alguien ahí? 
Mierda. 
Le grito—: ¡Ya salgo! —Entonces me paseo un poco, vuelvo a leer el 
mensaje que le envié, incluyendo la cara triste y, de repente, me siento como la 
tonta más grande del mundo. 
Esta mañana lo busqué en Google y, sorprendentemente, nada de nada. 
No hay rastro de Greyson King en Internet. Podría haber sido un 
fantasma. 
Un fantasma que no responde a mis mensajes, que no está interesado en 
mí, que no siente la conexión que me ha estado comiendo y royendo, 
inquietantemente consumiéndome. 
Un fantasma que yo, la borracha Melanie, inventé para dejar de sentirme 
sola. 
 
 
 
 
 
ág
in
a3
9
Requiere Trabajo Ser Un Imbécil 
 
Traducido por Diss Herzig 
Corregido por Esperanza 
 
Greyson 
No puedo recordar a nadie jodiendo con mi cabeza más de lo que mi 
padre lo hace, así que no estoy seguro de lo que me está sucediendo, excepto 
que estoy distraído como la mierda esta semana. 
Melanie está en lo profundo de mi maldita cabeza y profundo bajo mi 
puta piel. 
Estoy tratando de sacarla de mis pensamientos conscientes, pero ahí 
está. En mi subconsciente. Jugando con mi anillo del pezón como si fuera su 
propio juguete personal. 
Quería saborearla. Ahora la he probado, pero no estoy satisfecho. 
Quiero hacerla jadear como si acabara de ganar el maratón de Nueva 
York, Hacerla gemir como si estuviera por ganar el maldito concurso Nacional 
de Gemidos. Y quiero hacerla sonreír como ella lo hizo cuando la llevé a casa. 
He estado esforzándome para concentrarme, mantener la cabeza en el 
juego, los ojos abiertos. 
Pero Cristo. 
Ella no lo está haciendo fácil. 
Esta semana he trabajado dos marcas más en mi lista. También me he 
dado cuenta de que la leucemia de mi padre es real, al menos los expertos que 
traje lo han confirmado. 
Él se instaló en una casa residencial de dos pisos, cerca de donde la 
temporada de Underground comenzará en un mes. Y es extraño. Incluso su voz 
tiene un timbre diferente. Su mirada no es tan dura. Cuando entré, me 
preguntó cómo iba. 
 
ág
in
a4
0
—Logré la mitad de la lista... 
—No la lista. ¿Cómo te va? 
 Lo miré, y no con confusión, sino con una lenta, rabia latente. —Has 
hecho un gran trabajo en ser un imbécil durante veinticinco años. No lo 
cambies ahora. —Me alejé. 
—¿Por qué no? —llamó, tosiendo por el esfuerzo que se tardó en decir 
eso. 
Silenciosamente hervía en el interior, apreté los puños, mis nudillos 
mordiendo mis guantes de cuero. —Debido a que no cambiará nada. 
Ahora estoy fuera de la casa, trabajando en mi tercera marca, pero ella 
todavía está en mi cabeza. Sigo viendo sus ojos verdes, ojos verdes que se 
volvieron de un oscuro esmeralda mientras se corría como un maldito cohete, 
revolviéndose y retorciéndose debajo de mí. Es un diamante precioso que cada 
ladrón quiere robar, ese gatito que cada perro quiere perseguir, la yegua que 
quieres montar, sujetar y dominar, pero no completamente. Oh, no, no todo 
porque su salvajismo te excita. Su salvajismo te hace más salvaje. Te vuelve 
jodidamente hambriento. 
Infierno, en estos días pasados me siento como si no hubiera comido en 
cien mil jodidas semanas. 
¡Maldita sea! Fuera de mi cabeza, princesa. 
Me acomodo en la mesa del parque cuando mi objetivo por fin aparece. 
Me siento detrás de un periódico abierto con mi semiautomática SIG 
oculta y firmemente debajo, mis gafas de aviador blindando mis ojos mientras 
pasa. 
Puedo mantener mi voz lo suficientemente baja como para no alarmar a 
nadie, pero lo bastante fuerte para ser escuchado por la pobre mierda que 
estoy aquí para agarrar. —Siéntate —le digo. 
Salta al sonido de mi voz y revisa dentro de su bolsillo por lo que asumo 
que es un método de auto-defensa. —Un tipo como tú, no puede verlo, pero 
hay varios tiradores apuntándote desde todos los ángulos. Así que lo mejor 
sería sentarte. 
Cae como plomo en la silla que pateo hacia él. —Entonces —le digo, 
doblando el periódico y nivelándolo con mi atención, mientras mi 
semiautomática SIG sigue estando, debajo del periódico doblado, apuntando a 
su corazón. 
Deslizo mis gafas aviadoras a la cima de mi cabeza y me inclino hacia 
atrás mientras estudio al hombre. De mediana edad, probablemente se ha dado 
cuenta que estará atrapado en un trabajo de mierda por el resto de su vida y 
pensó que podía apostar su camino a una vida mejor, y en su lugar se puso 
peor. 
 
ág
in
a4
1
—Pasé por tu casa ayer a dejar un pequeño presente, pero tenía miedo 
de que tu esposa vería el contenido, y considerando la naturaleza... 
Con mi mano libre, le deslizo un sobre de papel manila. Sus manos 
tiemblan mientras lo abre. La sangre se drena de su rostro mientras las 
imágenes de él y su amante desnuda caen fuera. —Santa... —jadea. 
—Te tiene agarrado por las pelotas, ¿huh? —Me inclino para que pueda 
oírme bien. Mi sangre pulsa caliente mientras saco de mis pensamientos a mis 
propias pelotas, y mi propio pequeño sexy problema desnudo, conduciéndome 
a más de una pequeña locura últimamente—. Pensaste que podías follar a esta 
chica una vez y alejarte, pero no pudiste. Era salvaje y te gustó eso. Te miró 
como si fueras el maldito regalo de Dios al género femenino; te debe haber 
gustado eso también. 
Hago una pausa durante tres latidos del corazón mientras mi marca se 
pone cada vez más y más pálida. —Apuesto a que estás obsesionado con la 
forma en que se siente, la forma en que su cabello huele, cómo sonríe, cómo 
camina, cómo coquetea con otros putos hombres... Bueno, Hendricks, estoy 
aquí para decirte que le debes al Underground $168,434 dólares por tus 
pérdidas en el juego, y estamos listos para cobrar. —Me recuesto y deslizo mis 
aviadores de vuelta sobre mis ojos—. No puedes mantener a tu coño sobre mi 
dinero. ¿Queda claro? 
El tipo está pálido como un fantasma, así que es seguro asumir que 
estamos jodidamente claros aquí. 
Recojo el periódico, SIG y todo, dentro del bolsillo de mi chaqueta. —Uno 
de mis hombres te verá aquí, mañana. —Cuando me levanto, me agacho y 
digo—: Tengo copias de estas fotos. Las obtendrás cuando pagues por lo que 
debes, pero no me pruebes. Tengo una motivación tan fuerte como la tuya. —
Mi madre. Mi libertad. Y mis propias jodidas bolas, en un torbellino sobre una 
chica de cabellos dorados, ojos verdes y una sonrisa que me destripa. Sí, estoy 
en mierda aún más profunda que este pobre tipo. 
Cuando el objetivo se va, C.C. y yo vamos a revisar con el equipo en 
silencio. Todos ellos se encuentran en el “yate”, como un Gran Hermano 
enfermo en casa de mar, incluyendo las cámaras de vigilancia. 
Mi padre se sienta allí, contento de estar fuera de la casa y conseguir la 
esencia de la planificación. En cuanto al equipo... 
Tengo las pestañas en Derek para asegurarme de que no está 
traicionando lo que sabe, pero el resto, siempre estoy observando,monitoreando las llamadas, reproduciendo videos de vigilancia. El juramento 
de sangre está muy bien, excepto que no confío en mi propia sombra. 
Al primero que tuve que probar fue a C.C. porque es lo más cercano a un 
hermano que tengo y tenía que saber si sus lealtades están con mi padre, que 
lo ha alimentado todos estos años, o con su hermano de sangre, que soy yo. 
 
ág
in
a4
2
—Si te dijera que esta copa tiene una sustancia muy mortal, y te pido 
que la lleves a mi padre, ¿qué dirías? 
—Diría que sí, cabrón, ¿qué crees que diría? —replica C.C., metiendo un 
palillo en los dientes y dejando que cuelgue allí. Estamos fuera de la habitación 
de mi padre, donde es supervisado por su equipo médico las veinticuatro horas 
al día. La puerta se abre hasta la mitad, y podemos ver a mi padre hablar con 
Eric, ajeno a nosotros mirando. 
—Bueno. Ya que eres el único en quien confío, digo que mejor vayas. Así 
que ve. —Le entrego la copa—. Tómala, discretamente. 
Me mira. —Sé cómo ser discreto. Sólo dime. ¿Va a ser doloroso para el 
tipo? 
—No tanto como se merece, pero sí. —Me mantengo al margen y veo a 
C.C. maniobrar el líquido en los medicamentos de mi padre. El hijo de puta lo 
carga, murmurando a mi papá—: ¿Tienes sed, Slater? —Y se asegura de que mi 
padre lo beba lentamente. Vuelve y se sienta—. Está hecho —dice con calma. 
C.C. es casi tan insensible como yo. Hielo en todas las circunstancias. 
Nos sentamos en silencio. —No estaba envenenado, ¿verdad, imbécil? —
pregunta, escupiendo el palillo de dientes en ira y traición. 
—No. —Me pongo de pie—. Sólo tenía que estar seguro. 
Fácilmente podría acabar con mi padre. Deslizar algo en las bolsas de 
suero y se iría. Pero incluso un criminal tiene que tener un código, y tengo el 
mío. No mato por placer o incluso por mí mismo. No mato familia. 
Eso no significa que no pienso en ello. Constantemente, lo hago. He 
soñado que he matado a mi padre muchas veces y me despierto aliviado. Hasta 
que me acuerdo que no lo maté, está vivo. 
La rabia pulsa a través de mí porque incluso tengo que verlo, sin 
mencionar tener que hacer su maldito trabajo sucio. 
C.C. me sigue por el pasillo de la embarcación, donde nos estacionamos 
a un par de kilómetros de Los Ángeles. Una de las habitaciones está 
configurada con los teléfonos y las cartas, la contabilidad de juegos de azar, el 
seguimiento de todas las apuestas de cada pelea del Underground. —Somos 
tus chicos, C, puedes confiar en nosotros. Sé que no es tu naturaleza, pero 
puedes. 
—Estoy trabajando en un par de otros nombres; mientras tanto llama a 
Tina Glass. Dile que necesito al número diez en una situación comprometedora 
con ella. Que no entregue la evidencia a nadie más que a mí, personalmente. 
Tengo que trabajar en otro objetivo este fin de semana. Me iré de la ciudad, usa 
el código si hay una emergencia. 
—Eric quiere al resto del equipo para apoyo. 
 
ág
in
a4
3
—No necesito su apoyo. Pero necesito que me ayudes a agarrar al 
número diez. Está absolutamente limpio y me está molestando. 
—¡Sé qué más te está molestando! —Ríe C.C. 
Gruño y le digo donde puede meterlo. Sabe que hay una falda, lo 
sospecha, por lo menos, y me hace tropezar cuando me atrapa mirando mi 
teléfono desprevenido. Nunca soy atrapado desprevenido. Lo hago tropezar de 
regreso luego lo inmovilizo por el cuello a la pared. —Dejar de joder conmigo, 
C.C. 
—No soy el que está jodiéndote. —Se golpea la sien, luego, sisea—: 
Sácala de allí, amigo, antes de que tu padre se entere. 
Me siento tan jodido logrando cabrearme porque alguna vez pensé que 
era una buena idea tocarla en primer lugar. 
Pero hay un teléfono que no he desarmado, y es sólo porque tengo estos 
pequeños mensajes de ella. 
¿Estás ahí? 
Joder, me gustaría no estarlo. Ojalá no estuviera aquí sentado, mirando 
esta pantalla, acuchillándome en el pecho cada maldita vez que lo leo. 
Sigo pensando que te imaginé. 
No le he contestado, pero me siento como si escribiera: 
Princesa, no tienes ni idea de lo cerca que estás bailando de la 
llama. 
Hace un día ya de este último mensaje. Sigo sacándolo para mirarlo, la 
tentación de decirle olvídate jodidamente de mí, princesa; voy a utilizarte, 
abusar de ti, y jodidamente alejarte, cuando haya terminado porque eso es lo 
que hago. 
A veces me digo que, si me hubiera quedado una noche más, tal vez 
incluso una follada más larga, no estaría tan obsesionado. Pero ella tiene una 
boca hecha para orales, labios gruesos y carnosos y una hambrienta, lengua 
loca. No me jodas, he estado masturbándome como loco, porque la mera idea 
de ella yendo abajo sobre mí me pone duro. 
Pero no. Incluso si me hubiese chupado toda la noche, estoy seguro de 
que todavía estaría hambriento por empujarle la cabeza hacia abajo y 
alimentarla más de mí, hacerla que me coma, hasta la última gota. 
El hecho de que me cabree porque nuestra noche juntos terminó 
demasiado pronto, y realmente quería estar allí, en la cama, por un par de 
horas más y ver lo que se sentía abrazarla por un tiempo, sólo me confunde 
aún más. 
 
ág
in
a4
4
Llamo a Tina de mi otro teléfono. Tina Glass, alias Señorita Kitty. Es 
exactamente lo que necesitas para incriminar a un hombre. Está limpia, es 
bien parecida, y letal. —¿Mis hombres te llaman? 
—Absolutamente —ronronea. 
Me deslizo en mis guantes mientras hablo con ella. —Quiero que la 
evidencia me sea entregada personalmente a mí. 
—Con mi placer absoluto. Voy a hacer contacto cuando esté hecho. 
Cuelgo y me quedo mirando el mensaje de Melanie de nuevo. 
Sólo bórralo, maldito marica. 
Ella es un botón caliente, pero este soy yo. 
¿Realmente necesito un botón caliente? ¿Necesito despertar en mitad de 
la noche con una polla dura? A los veinticinco años, con un montón de putas 
para dormir tan cerca, es probable que pueda tropezar con un par sólo al abrir 
la puerta de mi dormitorio. Pero esos ojos verdes como los bosques, ese coño 
apretado alrededor de mi polla. Y los sonidos que hace. ¿Realmente tengo que 
torturarme, recordando lo bien que se sentía, lo jodidamente limpio y dulce que 
olía? 
—Esto no puede suceder —susurro hacia mi propio teléfono, mi sangre 
enturbiándose en mis venas cuando pienso en lo estúpido que era pensar que 
podía tener una noche, sólo una noche, de la que tiene un hombre normal—. 
No puede suceder de nuevo —digo. 
Tengo un trabajo que hacer. SOY el trabajo. 
La vida de mi madre podría estar en riesgo, y así podría estarlo 
cualquiera que tenga contacto conmigo. Mi padre podría tomar cualquier cosa 
que me interesa, así como así. Sólo para demostrar que puede. Sólo para tratar 
de poseerme. No importa si quiero cubrir a mi princesa en putas joyas cuando 
esté tendida, bien saciada y sudorosa a mi lado. No importa si quiero volver 
atrás y ver esos ojos oscurecerse cuando la lleno, una y otra, y otra vez. No 
importa una mierda lo que quiero. Sólo lo que tengo que hacer. 
Rápidamente saco de nuevo el teléfono. —No puede sucederte. —Empiezo 
a desarmar el teléfono—. Le puede pasar a cualquiera, menos no a ti. Con él 
que ella termine, hay un noventa y nueve, coma nueve por ciento de garantía 
de que va a ser mejor que tú. 
Le quito la batería a mi teléfono celular de forma permanente, retiro la 
tarjeta SIM, aplastándola, hasta que tengo decenas de pequeñas piezas en mi 
mano que asegurarán que nunca conseguiré otro mensaje de ella y 
asegurándome que nunca oiga de nuevo de mí. 
Entre tanto, voy a recoger en nombre del Underground. 
 
 
ág
in
a4
5
Cinco, casi seis 
 
Traducido por Julie 
Corregido por Val_17 
 
Cinco días después de Greyson… 
 
Melanie 
—¿Así que, él está fuera de la foto? —pregunta Pandora mientras 
organizo el archivo PDF de precios para uno de mis clientes. 
Entierro la cara entre mis manos. Por un segundo, quiero fingir que 
Pandora no está aquí, respirando en la cima de mi cabeza, su preocupación 
enojada como una pequeña nube con rayos sobre nosotras. 
Cincodías. 
Cinco largos y terribles días, en los que todas mis esperanzas se han 
reducido a nada, todas mis fantasías se quedaron en negro, todas mis 
expectativas han bajado a cero. 
Y aquí está Pandora, preocupada y enojada en mi nombre, 
probablemente feliz por tener una buena excusa para ser una perra hoy. 
—Sí —digo con firmeza—. Está jodidamente fuera de la foto. Espero que 
estés emocionada. 
Saco mi teléfono sólo para mostrarle lo carente de mensajes que está. 
Mira a la pantalla vacía, gruñe, niega con la cabeza y se desploma en su 
silla. —Basura —dice. 
—Idiota. 
—Imbécil. 
—¡Basura! 
 
ág
in
a4
6
—Ya usé esa —señala. 
—Y tan rápido como el bastardo me utilizó —murmuro. Literalmente, la 
decepción se acumula por hora, y una nueva ola me golpea mientras guardo mi 
teléfono. Nunca he sentido como si hubiese juzgado mal la situación tanto 
como lo hice con la nuestra… la suya y la mía. Es oficialmente viernes. Si el 
tipo quería una cita, puedes apostar lo que quieras a que habría llamado antes 
de hoy. 
Estoy tan herida que ni siquiera puedo entender por qué me siento así. 
Tal vez porque pensé que era diferente, y resultó ser justo lo que dijo Pandora. 
Odio cuando tiene razón y yo estoy equivocada. 
Más que nada odiaba que tuviera razón en este momento, cuando tenía 
muchas ganas de que estuviera equivocada. 
Gracias a Dios que está sentada tranquilamente en su escritorio y no 
escucho ningún te lo dije. Si siquiera comienza, voy a pegarle tan fuerte como 
quiero golpearme a mí por ser tan tonta. 
—He terminado con los hombres —estallo cuando encuentro el silencio 
de Pandora tan molesto como las cosas que sé que quiere decir—. No los 
necesito para ser feliz. Voy a tener un perro. ¡Dios! Acabo de recordar que 
probablemente ya ni siquiera puedo darme el lujo de un perrito. 
—Deja de comprar zapatos —me regaña. 
Suspirando, porque no voy a explicarle que debo más de un par de 
zapatos, hago clic en mi motor de búsqueda y navego a la publicidad en línea 
de mi auto. Aparece una foto de mi Mustang con un número de color rojo 
brillante en la cima y un gran cartel que dice: “A LA VENTA”. Es todo lo que 
tengo y sigue sin ser suficiente para cubrir lo que debo. Como yo. Ninguno de 
los dos somos suficiente. 
Por primera vez en una semana, mi realidad se derrumba sobre mí. Con 
fuerza. 
No tengo más esos ojos pardos con adorables motas verdes para hacerme 
sentir esperanzada y expectante. No tengo más esos mensajes que esperaba 
con interés. Tengo un auto para vender, una deuda que saldar y una gran 
cantidad de miseria con la que lidiar. 
Mi abuela, antes de morir, siempre decía que la mejor manera de sentirse 
mejor es centrarse en alguien más y hacer algo bueno por ellos porque no eras 
el único que tiene un problema. 
Miro a Pandora, pensando en todas las veces que la han llamado perra 
en esta misma oficina, extiendo la mano y agarro un mechón de pelo de color 
ónix, diciendo—: Todo ese pelo negro es tan monótono. Tú también deberías 
hacerte un cambio, ¿agregarle una mecha rosa a todo este hollín? 
—Vete a la mierda, odio el rosa. 
 
ág
in
a4
7
Ruedo los ojos y le digo al cielo: ¡Bien, Nana, lo intenté! Luego vuelvo a mi 
ordenador para mirar mi auto. Quien lo haya secado mientras Greyson me 
dejaba seca a mí realizó un gran trabajo… cerebro, por favor céntrate en mi 
Mustang. 
Me tomó un día completo obtener las imágenes perfectas mientras el sol 
golpeaba mi auto en el ángulo correcto. Es tan bonito que no puedo creer que 
pasaran varios días y no haya llamadas. 
¿Y si no recibo llamadas? 
El estrés comienza a arrastrarse sobre mí como si una gran ballena me 
asfixiara la tráquea cuando Pandora da vuelta su silla para mirarme. —
¡Vamos, perra, habla conmigo! —grita—. ¿Qué te hizo pensar que sería más de 
lo que siempre tienes? Te da un aventón cuando tu auto no arranca; te lleva a 
un hotel. ¿Qué sabes de él, salvo que al parecer te folla hasta dejarte estúpida 
y ahora no eres la Melanie que conozco? ¿Dónde está la sonrisa, dónde está la 
chispa? Te estás comportando como yo y no me gusta. 
Levanto los brazos. —Dijo que estaría en contacto… volvió para llevarme 
a casa e interpreté más en eso, lo cual fue un error, está bien… mi error. Al 
creerle. Al creer que era diferente o que tuvimos una conexión… especial. Dios, 
soy tan lamentable, pero apuesto que para ti no fue algo nuevo. 
—Que lo jodan, Melanie. 
—Ya lo hice. Ahora vamos a dejar de hablar de él. Vamos a encargarme 
una camiseta en línea que diga: “YO MANDO, LOS HOMBRES APESTAN”. 
Tengo que levantar más la vara. Tengo que hacer que se prueben antes de que 
les dé una oportunidad. Hoy vamos a ver a Brooke. 
El bebé de Brooke nació prematuro en Nueva York hace más de un mes, 
pero desde que su marido luchador está actualmente fuera de temporada, 
están viviendo en Seattle, mientras que planean una pequeña boda por la 
Iglesia. 
Pandora agarra su mochila mientras nos preparamos para irnos. —¿Has 
notado la forma en que papá sostiene al bebé? Es como si la cabeza del bebé 
fuera la mitad del tamaño de los bíceps de Remy —dice. 
Dios. Ojalá yo pudiera ser vista de la forma en que Remington Tate mira 
y sonríe con sus hoyuelos y sus amorosos ojos azules a Brooke. 
—Por cierto, le pedí a Kyle que fuera conmigo a la boda. Sólo quiero 
poner a descansar esos rumores de lesbianas, ¿sabes? —me dice en el 
ascensor. 
—¿En serio? —pregunto, de repente sintiéndome pésimo—. Genial. 
Entonces voy a ser la tercera rueda. 
 
 
ág
in
a4
8
Marcado de por vida 
 
Traducido por Nikky 
Corregido por ElyCasdel 
 
Greyson 
Es siempre el mismo sueño. 
Nunca cambia. 
Siempre el mismo número de hombres. 
Siempre son las cuatro con doce minutos de la tarde. 
Me dejó el autobús. 
Una línea de coches está en nuestra entrada. 
Las palabras de mi madre suenan tan claras como una campana en mi 
cabeza: Un día él nos encontrará, Greyson. Va a querer apartarte de mí. 
No lo dejaré, prometí. 
Pero en ese momento lo sé, nos encontró. El padre que no conocí. Como 
él que mi madre no quería que terminara. 
Jalo la correa de mi mochila de mi hombro y la sostengo con mi puño, 
listo para noquear a alguien con cuarenta y cinco kilogramos de tarea y libros 
de texto. 
Diez hombres están en mi sala de estar. Sólo uno está sentado, y sé que 
es él cuando la sangre en mi cuerpo comienza a correr rápido. Es sólo sangre, 
pero todo mi ser lo reconoce, aunque nunca lo he visto antes. No tiene mis 
ojos, pero tengo sus cejas, lisas, largas y casi en un eterno ceño fruncido. 
Tengo su nariz inclinada, su mirada oscura. Me ve y un desfile de emociones 
encontradas pasa sobre su rostro, más emoción de la que le permito ver en el 
mío. Jadea—: Dios. 
Veo a mi madre entonces. También está sentada en uno de los sillones 
individuales, su cabello color miel enmarañado, sus tobillos atados, sus brazos 
 
ág
in
a4
9
amarrados detrás de ella. Está temblando, amordazada con un pañuelo rojo, y 
tratando de hablar conmigo, palabras que quedan amortiguadas por la tela. 
—¿Qué le estás haciendo? ¡Déjala ir! 
—Lana —dice mi padre, ignorándome, su atención ahora volviéndose 
lentamente sobre mi madre—. Lana, Lana, ¿cómo pudiste? —La mira, sus ojos 
se llenaron de lágrimas. Pero por cada lágrima que mi padre derrama, mi 
madre derrama una docena de senderos de ellas. 
—Déjala ir —digo de nuevo, levantando mi mochila, preparándola para 
lanzársela. 
—Baja eso… lo haremos. —Mi primer error fue escucharlo. Bajo mi 
mochila. Mi padre se arrodilla delante de mí y me tiende un arma negra, luego 
baja la voz para que sólo yo pueda oír—: ¿Ves esto? Esto es una SSG con un 
silenciador, por lo que nadie la escuchará. No tiene seguro, lista para usar. 
Dispárale a uno de estos hombres, cualquier hombre, y perdonaré a tu madre. 
Ella está llorando fuerte, negando con su cabeza, pero un hombre falso y 
calvo detrás de ella sujeta su cuello. Doy un paso lejos de mi mochila. Está 
cerca de mí,lo suficientemente cerca como para patearla como un balón de 
fútbol. Yo juego, y puedo enviarla volando por la habitación. ¿Pero a quién? 
¿Qué si golpeo a mi madre? 
Inspecciono el arma y me pregunto cuántas balas tiene, no las 
suficientes para todos estos hombres, pero para él que la está sosteniendo, sí. 
La tomo, confundido porque mi mano no tiembla. Es pesada y no tengo miedo, 
sólo la necesidad de liberar a mi madre. 
Miro al que está sosteniendo su cuello todavía. 
Sus ojos llorando. 
Un día él nos encontrará, Greyson... 
Apunto lo más lejos de ella a la parte más grande del cuerpo del hombre 
que puedo. 
Disparo. 
Un oscuro agujero limpio aparece en su frente. El hombre cae. 
Mi madre grita dentro de su mordaza, y llora más histéricamente, 
pateando sus dos piernas amarradas en el aire. 
Mi padre toma el arma de mi mano con una mirada de asombro y me da 
palmaditas en mi cabeza. 
Más hombres levantan a mi madre a sus pies y la arrastran hasta la 
escalera de la cochera. 
—¿Qué haces? ¿A dónde la llevas? —Agarro mi mochila y golpeo a un 
hombre con ella. Otro viene y me agarra, apretando mis brazos mientras habla 
 
ág
in
a5
0
y escupe en mi oído—: Hijo, hijo, escúchame, hicieron un trato, ella te perdió. 
¡Te perdió! 
—Nunca me perdería. ¡Madre! —Agarro un cuchillo de su cinturón y lo 
meto en su ojo, retorciéndolo. Me libera con un aullido y un chorro de sangre 
roja, y voy corriendo por las escaleras mientras escucho arrancar un auto. 
Mi padre me atrapa. Abofeteándome. Entonces, inclina el arma hacia mí. 
Sonríe cuando me quedo quieto. 
—Greyson, mi hijo, incluso tus instintos te hicieron parar. Sabes que 
esto acaba de matar a un hombre. No te vas a morir. Si mueres, no puedes 
salvarla. ¿Puedes? 
Todo mi cuerpo está paralizado. Sonríe dulcemente hacia mí y me 
abraza, manteniendo la pistola contra mi sien. 
—Sabía que eras mi hijo. Le dije a tu madre, que no era bueno 
impedirme verte. Trece años, Greyson. Trece años buscándote. Insistió en que 
no eras mi hijo. Le dije que, si demostrabas llevar mi sangre en ti, ibas a venir 
con tu padre, donde perteneces. —Se aleja y me estudia con orgullo—. Te di 
una opción de dispararle a un hombre. 
Mira a las escaleras, donde sé que hay un cuerpo inmóvil. Un cuerpo que 
no se moverá de nuevo debido a mí. 
—Lo mataste. Bala directo a la cabeza. Eres mi hijo, cada centímetro de 
mi hijo; serás poderoso y temido. 
Su voz me congela. No siento nada cuando vamos arriba y veo el hombre 
muerto, sin remordimiento, nada. Quiero matar a más, matar a todos quienes 
lastiman a mi madre. —¿Dónde está ella? —pregunto, mi voz rara. Maté algo 
más con ese hombre. Yo. 
—Será llevada a otro lugar. Debido a que los hombres de verdad no son 
criados por las mujeres, ¿me escuchas? Mi hijo no será criado por una mujer. 
No sin su padre. No, tú serás igual a mí. 
Miro hacia el coche saliendo de la cochera, conduciendo a mi madre 
lejos. La mirada en sus ojos cuando le disparé a ese hombre. Un pánico frío 
como nunca he sentido se clava y se propaga a través de mí. Quiero a mi 
madre para que me explique qué hice, por qué eso estuvo mal, por qué estuvo 
mal cuando todo eso fue por ella. Por qué era llevada lejos. Mi cara esta 
repentinamente húmeda, y consigo otra bofetada, este me lanza a través del 
cuarto y contra la pared. 
—¡Nada de eso, chico! Nada de eso. Ahora ¿ves ese hombre? —Mi padre 
señala al hombre cubriendo su ojo, donde lo apuñalé, sangre manchando su 
camisa, sus pantalones—. Es tu tío, Greyson. Tío Eric. Es mi hermano, es 
nuestra familia. Somos tu familia. Discúlpate por lo que hiciste. Si eres bueno y 
estoy feliz contigo, te dejaré ver a tu madre. Seguirá viva sólo por ti. Era familia 
 
ág
in
a5
1
también, y cuido de mi familia, pero no debería haberme traicionado. Nunca, 
jamás debería haberte tomado. 
Me tomó muy poco tiempo darme cuenta cómo funcionaba esta familia. 
Muy poco tiempo darme cuenta que mi padre usaba sólo sus hombres más 
nuevos para esas payasadas. El tipo que maté, de pie como un maniquí detrás 
de mi madre, había estado trabajando para él durante tres días cuando mi 
padre susurró el reto en mi oído, todo el tiempo creyendo y esperando que 
demostrara ser suficientemente duro como para cometer mi primer homicidio. 
Muchas pesadillas más tarde, supuse que mi madre intentaba decirme 
que no disparara. Si no hubiera estado tan decidido a defenderla, si hubiera 
resultado ser débil, ella estaría conmigo. Sería dejado en el colegio, pensando 
que no encajo en esta familia. Pero jugué el juego de mi padre y en lugar de 
salvarla, nos condené a ambos por el resto de nuestras vidas. Le mostré que 
tenía trece años y sí... mataría, incluso a él, por mi madre. 
Era bueno. Entrené. Succioné de vuelta cada emoción en mí. Me convertí 
en nada. Cero. Y me fui cuándo las promesas y promesas de que podría verla 
resultaron ser más que palabras vacías... Seguí cada pista, y encontré nada. 
Un completo gran mundo, y todas esas habilidades, y todavía no sé dónde está. 
Un ruido en mi habitación se filtra en mi estado de ensueño. Despierto al 
instante, y me muevo por instinto, alcanzando mi cuchillo debajo de mi 
almohada. Veloz como un rayo, me doy vuelta y lo mandó volando, encajándolo 
a solo un pelo de la cara de mi intruso, contra la puerta. 
—¿Cero? —dice una aturdida voz en la oscuridad. 
Tengo mi arma lista y apunto antes de que Harley termine mi nombre. 
Entonces suspiro. —Nunca hagas eso de nuevo. —Me pongo de pie y enciendo 
la lámpara. 
Me vuelvo hacia mi lista. Estoy ansioso por terminar con esto. Tantos 
nombres. Tantos. No puedo ni siquiera estar de pie mirando su nombre, allí, 
junto al número cinco. —Tú padre quiere verte. Quiere saber cómo va la 
situación. 
Mi padre tiene las horas más extrañas. Todavía estamos fuera de 
temporada. Todo el mundo está durmiendo. Los medicamentos y la morfina 
que le dan hacen que duerma todo el día, y despierte sólo por cortos periodos 
durante la noche. Agarro la lista y meto mis piernas en mis pantalones 
mientras Harley me espera. 
Sonríe. —Disfrutarás de ese. 
—¿Discúlpame? 
—¿Número cinco? —presiona—. Tu dedo... está sobre el número cinco. 
Alejo mi dedo y mi corazón comienza a bombear con la repentina 
urgencia de asfixiarlo mientras arrugo la hoja en un pequeño apretado rollo. 
 
ág
in
a5
2
Él no la atacó, pero el hecho de que su nombre está en mi lista me 
molesta. El hecho que todos los chicos saben que nos debe dinero. Wyatt, 
Harley, Thomas, Leon, C.C., Zedd, Eric, mi padre... 
Pienso en ella, femenina y vulnerable, expuesta a estos imbéciles, y las 
cosas se desenrollan dentro de mí, como cobras saliendo de una cesta. Sólo 
ella puede hacerme sentir esto. Como si yo fuera el hogar de un huracán 
mortal, y no tuviera salida. Me dije anoche antes de ir a la cama que iba a usar 
el poco honor que me quedaba para proteger esta chica de mí. Me dije ella no te 
quiere. No al verdadero tú. Quiere un príncipe, y tú eres el villano. Eres él porque 
está trabajando horas extras. Tú, tu padre. No quiero recordar cómo huele a 
verano y la forma en que se desliza en mi cama. Cálida. Caliente. Real. 
Melanie. Número cinco en mi lista. 
—Esta chica. Vino a pedir más tiempo para hacer su pago —dice 
Harley—, lo que terminó con su nombre casi al final de la lista ahora. Pidió una 
prórroga. Leon le dijo que podía convertirse en una extensión de su jodida polla 
y podrían olvidarse de ello. Si no puede pagar, todos tendremos una 
oportunidad de follarla. 
Respiro fuerte. 
Nop. 
No me calma. 
No hay una jodida manera de que alguien la toque. Ni una PUTA manera. 
—Ve. Iré a hablar con mi padre en un rato —digo de mala manera, 
manteniendo su fija mirada. 
Me pongo una camisa y luego espero a que se vaya. Estoy tan jodido por 
lo que dijo que agarro mi cuchillo y lo arrojo hacia mi objetivo a través de la 
pared. Lo hago varias veces...No voy a salir de esta habitación hasta que haya 
dado en mi blancodoce veces, directamente, lo que significa que estoy calmado 
de nuevo. Probablemente podría lanzar la culpa de esta posesividad en mi 
polla. Nunca me gustó compartir una mierda. O puedo culpar algún falso 
sentido de justicia, nunca creí justo cuando alguien más fuerte se aprovechaba 
de alguien más débil. Pura cobardía. Pero no es eso tampoco. 
Me pregunto a quién está llevando a su casa. 
Con la mandíbula apretada, balanceo mi cuchillo y golpeo justo en el 
centro. 
 
 
 
 
ág
in
a5
3
—Hijo —dice Julian, sus ojos iluminándose cuando me ve. Oigo el bip del 
monitor de su corazón, y noto, a su derecha, que Eric enrolla las mangas de su 
camisa. 
—¿Noticias? —me dirijo a Eric, cruzando mis brazos mientras evalúo al 
trío de enfermeras a su alrededor. No sólo le debo a Eric su ojo, le debo mi 
vida, aquí, en esta jodida, extraña familia. 
—Necesita plaquetas —explica Eric. 
Me odio por no ser capaz de quedarme ahí y sólo ver. Odio ese poco 
sentido del deber, de lealtad hacia mi propia sangre, que me hace levantar mi 
camisa y exponer mis venas. —Lo haré. 
Mi padre levanta una mano mientras tomo asiento a su lado. —No. Te 
cortarían ahí, sangrarías hasta morir. No tú. —Mira a Eric y le hace un gesto 
con la mano para que proceda. 
Eric espera aprobación, y se la doy con un asentimiento. Siempre he 
tomado su palabra, lo diría de corazón, excepto que no tengo uno. Pero lo he 
tomado en serio todos estos años. Mientras que mi padre se niega a participar 
en cualquier cosa que pueda hacer alusión a debilidad, Eric, una o dos veces, 
me ha palmeado la espalda y llamado “hijo”. Pero amoroso tío o no, el karma es 
una perra, y le debo a Eric un ojo. Por parte de la familia de mi padre, un ojo 
por ojo no es sólo un juramento, está estampado en cada uno de nuestros 
certificados de nacimiento. 
—Está lista —le digo a mi padre, desenrollándola de mi mano, mirando a 
Eric primero, luego a mi padre, una amenaza, tranquila y fría como el acero, en 
mi tono—, quiero tu palabra, y por lo tanto la palabra de cualquier hombre por 
debajo de ti, que nadie tocará a ninguno de mis objetivos. Cualquier nombre 
aquí es exclusivamente mío de tratar como me parezca. Garantizo el monto 
debido. Quiero una garantía de mis métodos. 
Eric mira la lista y su único ojo se enfoca sobre el número cinco. 
Melanie. ¿Quiere una oportunidad para follarla? Todos la quieren. Yo la quiero. 
Quiero agarrarlo y decirle ¿este pequeño pedazo de cielo? Este es mío. Pero no 
puedo hacer eso o me veré débil. No puedo simplemente quitar su nombre de 
esta lista sin exponerla, y no sólo a mi padre. Podría convertirse en el objetivo 
de todos mis enemigos, conocidos o desconocidos. 
—Esta lista y cada nombre en ella es mía para ejecutarla —repito, mi voz 
nivelada—. Sólo yo hago contacto, sólo yo recupero y pago directo, como me 
parezca. 
—Siempre y cuando Eric esté actualizado a diario del progreso mientras 
me hace compañía aquí, sí —accede mi padre. 
—Tu palabra —insisto. 
 
ág
in
a5
4
—Tan terco, Cero. —Me abofetea, lo suficiente para hacer un sonido, 
pero no lo suficiente para hacerme mover un musculo, y se ríe—. Te doy mi 
palabra. 
Su palabra sola debería ser suficiente, pero palabras, sangre, nunca 
viviré un día cuando crea en algo sin cautela. Podría estar mintiendo. Así que 
me inclino y palmeo su hombro, dando la impresión de un amoroso hijo a las 
enfermeras cerca, y digo en voz baja—: Cualquiera de ellos se pasa de la raya, 
acabaré con ellos. Incluso mi hermano. 
Una vez más, veo el respeto en sus ojos mientras me alejo y asiente hacia 
mí, sin mostrar expresión mientras me enderezo. Echo un vistazo a Eric. —
Estaré fuera por unos días. Voy a tomar uno o dos del equipo, no más. Te 
llamaré por refuerzos si es necesario. —Doy un vistazo a la enfermera 
inyectando la aguja en sus venas, y luego a Eric—. Gracias. 
Cuando regreso a mi habitación, siento un zumbido, la clase que 
consigues cuando cazas. O matas. O quieres. 
No quisiera meterme conmigo esta noche. Esta charla de Melanie 
mendigando al Underground ¿por una prorroga? “Por favor, ¿puedo tener un 
poco más de tiempo para pagar?” 
Me tiene cargado. 
Estoy cargado con un feroz proteccionismo que nunca he sentido antes y 
está acelerando mi adrenalina de maneras nunca antes logradas. 
Agarro un par de nuevos teléfonos, cambio un par de chips, entonces 
reservo mi tiquete en línea y empaco algunas cosas. El zumbido en mi cambia 
a algo peligroso... no es mortal, sino peligroso, no solo para mí, sino para ella. 
Mientras la observaba estos últimos meses, algo me pasó. Te quiero 
demasiado, dulce princesa. 
Se metió en mí, bajo mi piel, en mi cabeza, es como si estuviera fluyendo 
en mi maldita sangre. 
No debería tenerla. 
Se merece más. 
Más que cualquier tipo que conozco, y definitivamente más que yo. 
Pero dejarla correr libre alrededor, ¿soltera y disponible? ¿Cuándo puedo 
asegurarme de que la maldita cama en la que está durmiendo es la mía? 
¿Cuándo puedo sostener ese rostro en una mano y mirar esos ojos y 
malditamente saber, seguro como que respiro, que ella me quiere también? 
He trabajado mi camino en la lista, en lugar de la forma habitual, de 
arriba a abajo. Pero estoy estancado porque no quiero recoger de ella. Estoy 
estancado porque es una pequeña explosión de vida y no me siento con ganas 
de cobrar allí como el apocalipsis, envolviéndola con mi oscuridad. 
 
ág
in
a5
5
No quiero recordar hace un mes, cuando la vi derramar su café mientras 
se dirigía hacia la oficina, cuán devastada se veía porque hizo mierda su 
bufanda, todo su traje arruinado. Desde todo el camino a través de la calle, 
donde me escondí detrás de mi periódico, ¡la oí exclamar que preferiría ser 
despedida a tener que ir a trabajar usando solo dos colores! ¡Luciendo 
monótona! ¡Esa no era manera de recibir a un cliente! 
Dios, reí. Reí, y todavía sonreía sobre cuán apasionada pequeñita era en 
mi vuelo de regreso a donde mi equipo se estacionó, ocultando mi sonrisa bajo 
mi palma mientras miraba por la ventana. 
Desde el momento en que la encontré en mi lista y luego la vi, la he 
seguido. 
La he seguido con el pretexto de averiguar sus hábitos sociales, sus 
debilidades, así puedo hacer una entrada de repente a matar, pero la verdad es 
que, la sigo porque soy un maldito jodido enfermo, obsesionado como un perro 
con la forma en que camina, todos los colores que usa, todas las formas en que 
sonríe, el burbujeante, precioso pequeño paquete que forma. 
Tuve dos emociones en mi vida antes de conocerla, ira y desinterés. 
Ahora está provocándome más. Deseo, frustración, preocupación... 
incluso alegría. Nunca, jamás quise algo como quiero que esos ojos verdes me 
memoricen en la forma en que yo he hecho una religión el memorizarla. 
Agarro mi bolso, la bolsa de plástico con todas las piezas de teléfono y la 
tarjeta. Lo armo de nuevo al tiempo que le pido a Derek que me lleve hasta el 
aeropuerto. 
El teléfono vuelve a la vida en mi mano y mi estómago empieza a 
calentarse cuando comienzo a responderle, finalmente, por fin: 
En casa esta noche. 
 
 
ág
in
a5
6
EL MENSAJE 
 
Traducido por Annabelle & Mel Rowe 
Corregido por Key 
 
Melanie 
El sábado por la mañana, como lo dicta nuestra pequeña y cómoda 
rutina, encuentro a mis padres desayunando y ya bañados, perfectos y 
sonrientes. Maria, su cocinera, hace los mejores desayunos de la ciudad, así 
que desayunar en casa de mamá y papá me hace feliz, porque la mesa siempre 
se encuentra puesta con los mejores manteles y vajillas, y la comida es puesta 
de una forma tan perfecta que hace que primero comas con los ojos antes de 
poder estirar el brazo y servirte un poco de lo que sea que se esté ofreciendo. 
—¡Lanie! —dice mamá cuando entro—. Tu padre y yo justo hablábamos 
sobre la boda de Brooke. ¿Cuándo dijiste que sería? 
—En menos de un mes. —Beso su mejilla y luego abrazo a mi alto y 
apuesto papá—. Hola, papá, te ves lindo. 
—¿Ves?Ella sí notó mi nuevo corte, a diferencia de ti —le dice a mamá, 
apuntando un tenedor vacío en su dirección. 
—Apenas tienes cabello, ¿cómo se supone que deba notarlo? Bueno, 
cuéntanos sobre la boda. Aún no puedo creer que se esté casando antes que 
tú. Tú siempre fuiste más bonita y llena de vida —dice mamá, apretando mi 
mano cuando me siento. 
—Estoy muy segura que su prometido no estaría de acuerdo —comento. 
Odio cuando mamá reniega de Brook simplemente para hacerme sentir mejor. 
No me siento mejor, ella se siente mejor, poniendo excusas ante las razones por 
las que ningún chico bueno me quiere. A veces creo que su propia 
desesperación por verme felizmente casada hace que el viejo Murphy saque la 
cabeza y asiente su ley, mientras ella más lo quiere, menos son las 
posibilidades de que ocurra. Pobre yo. 
 
ág
in
a5
7
—Aún así, no excusa la razón por la que ningún hombre decente allá 
afuera puede ver que mi bebé es de lo mejor que puede haber. Estás en forma, 
tienes una sonrisa hermosa, y eres tan dulce como tu mami. 
—Gracias, papi. Estoy segura que mi estatus de soltera tiene todo que 
ver con el hecho de que los hombres son idiotas, a excepción de ti. 
—¡Lanie! —chistea mamá, pero no lo dice en serio, y se ríe en voz baja. 
—Bueno, el hijo de Ulysess se lanzará a senador y siempre pregunta por 
ti. No es el más inteligente de todos, pero es apuesto y… 
—Gay. Quiere algo para disimular, papá. Un matrimonio de mentira para 
confundir a sus constituyentes. Puedo conseguir algo mejor por mi cuenta. 
—Cuando tenía veinticinco… —comienza mamá. 
—Ya estabas casada y me tenías a mí, sí, sí, sí. Pero tengo una carrera. Y 
una muy… ocupada vida social. De hecho, he salido con tantos chicos que no 
sabría a quién escoger para ir a la boda de Brook —exagero. 
Mi mamá y papá, ¿qué puedo decir? Los adoro. Me gusta complacerlos. 
Me han dado amor durante toda mi vida. Me llenaron de mucho amor. No sólo 
me aman, sino que quieren que encuentre un amor como el que ellos 
comparten. Nunca quisiera que sospecharan lo que ya estoy sospechando, que, 
por alguna razón, simplemente no sucederá para mí. 
—Sólo recuerda lo que te dije, Flea —dice mi madre—. Elige al hombre 
que te trate mejor. Al que no te romperá el corazón, que pueda ser tu amigo, 
alguien con quien puedas conversar. 
Apuñalo mi tostada francesa. —Dices eso porque papá era tu mejor 
amigo. Sin embargo, tengo una mujer como mejor amiga, y nunca me casaría 
con mi amigo hombre más cercano, que sería Kyle. Nunca. —Tiemblo al pensar 
en el doble de Justin Timberlake que tengo como mejor amigo, y yo 
besándonos. Continúo jugando con mi comida, y suavizando mi voz, digo—: No 
creo que estas cosas puedan planearse, mamá. Creo que simplemente suceden, 
y de pronto te encuentras al costado de un ring, y conoces al hombre con el 
que te casarás cuando te guiña el ojo. O te encuentras debajo de la lluvia, 
rezando para que cualquiera que sea ese sentimiento que te golpeó, también 
golpeé a ese hombre frente a ti… 
Miro mi teléfono con ojos soñadores. 
¡Dios, soy tan tonta, tonta, TONTA! 
Lo único que golpeó a ese hombre fue la lujuria, y ahora se le pegó el 
síndrome de Aléjate-de-Melanie. 
Un síndrome que es mucho más común de lo que pensarías. 
—Es cierto, no puedes planear de quién te enamoras —concuerda 
mamá—. Pero si pudieses dar un paso atrás, para que así puedas escuchar tus 
propios pensamientos, te darías cuenta que no querías estar allí en la lluvia, 
 
ág
in
a5
8
siendo golpeada por un rayo. Siempre escoge el camino lleno de luz, es lo que 
mi madre solía decir. 
—Naturalmente. Nadie escoge una vida terrible simplemente por querer 
hacerlo, mamá —gruño—. Simplemente algunas personas tienen más suerte 
que otras. 
—Todo está en tomar decisiones con sabiduría —insiste. 
Me quedo en silencio mientras me pregunto por qué no pude ser más 
sabia un par de meses atrás, cuando aposté mi vida en una sola noche, en un 
simple momento, a un sólo desenlace. Le doy un vistazo a mis padres, tan 
dulces y perfectos, en nuestra pequeña burbuja de felicidad, y no puedo 
soportar la idea de pedirles dinero, ¿cómo podría? ¿Cómo decepcionarlos de 
esa manera? ¿Cómo puedo tomar su dinero y todo su orgullo en mí, sabiendo 
lo duro que lucharon para mantenerme con vida? 
 
 
 
Me siento triste al momento de llegar a casa. Triste por mi deuda y por 
mi hombre. Me cepillo los dientes y miro mis paredes blancas con el ceño 
fruncido. 
—Bastardo —murmuro—. Arruinaste toda mi semana, estúpido 
bastardo. Apuesto a que en este momento te estás cogiendo alguna rubia con 
tetas triple D y sus trillizas al mismo tiempo, ¿no es cierto? Ni siquiera eres de 
los que engañan con una, sino como con tres, mentiroso, alimentándome con 
esa jodida línea de llevarme a ver una película. Juro que estaba bien hasta que 
volviste como si me “cuidarías”, como si me cuidarías incluso aunque luciera 
como un desastre con resaca. Dios, ¡no puedo creer que te haya creído! 
Pateo la bañera como si fuese su culpa, y luego grito—: ¡AUCH! 
Gruñendo, camino hacia mi habitación, tomo mi ropa de dormir, me 
dirijo hacia mi sala de estar/cocina y tomo un bote de helado, luego coloco el 
DVD de La Princesa Prometida y enciendo la tv. Par de kilos de grasa, aquí voy. 
Me lanzo al sofá y siento una vibración al otro lado. Frunzo el ceño y tanteo con 
la mano en busca de mi teléfono. Lo encuentro entre los dos cojines del sillón, 
y lo pongo a un lado para tomar una cucharada de helado. Casi me ahogo 
cuando veo un mensaje de texto que no había notado antes. 
Quédate en casa esta noche. 
¿Qué? Mi estómago da un vuelco. Leo de quién es el mensaje y de pronto 
quiero lanzar el teléfono contra la pared. Greyson. Le gruño y lo lanzo al sillón 
y comienzo a caminar de un lado al otro. No le contestaré. ¿Por qué lo haría? 
 
ág
in
a5
9
Antes no parecía tener prisa por hablarme, ¿y ahora me da órdenes? ¿Cómo un 
rey todopoderoso? No, gracias. Me saltaré nuestra segunda cita, gracias. 
Pero reviso y me doy cuenta que el mensaje fue enviado hace horas, Me 
digo que no contestaré, esperaré un montón de días como él lo hizo. Dejo el 
teléfono a un lado e introduzco una enorme cucharada de helado en mi boca, 
permitiéndole derretirse en mi lengua, pero siento el estómago débil y ahora no 
puedo ver tv. Lo único que puedo hacer es mirar fijamente mi teléfono y chupar 
la cuchara. Luego la entierro en el tarro de helado y tomo el celular, cierro los 
ojos y escribo. 
Estoy en casa, pero eso no significa que me quedaré. Solo depende… 
Su respuesta llega rápidamente. ¿De qué? 
Guau, ¿acaso estaba esperando con el teléfono en la mano, listo para 
contestar? Así parecía… 
Espero todo un minuto. Temblando, respondo: De quién vendrá a 
visitarme. 
No quiero que se entienda como una invitación. Lo digo más como un: 
Saldré corriendo de aquí si llega a poner un pie en mi edificio. Pero su 
respuesta llega rápido y mi corazón comienza a latir furiosamente mientras la 
miro fijamente. 
Yo. 
¡Maldición! Tengo que irme. Tengo que irme, ¡no puedo verlo! ¡No puedo 
ser así de fácil! Tiene que haber un límite. Ya me había demostrado lo que 
nuestra noche juntos significó para él, y no me permitiré ser devaluada ni por 
él ni por ningún otro idiota otra vez. 
Debo irme antes de que llegue, o cuando llegue, gritar al otro lado de la 
puerta, sin abrirla ni un centímetro, y decirle: ¡NO ESTOY INTERESADA! ¡Me 
dejaste plantada, no me llamaste a tiempo, no soy tu zorra de último minuto, ten 
una buena vida! 
Sí. Eso suena bien. 
Con determinación, me dirijo a la sala a cerrar las persianas. Cuando 
lanzo la mirada por la ventana y tomo la tira, veo un auto deportivo oscuro 
detenerse, y un hombre vestido de negro salir del asiento del conductor. Subo 
la mirada hasta mi ventana y todos mis sistemas se detienen cuando nuestros 
ojos entran en contacto, y se detienen, reconociéndonos. Mi interior comienza a 
entraren pánico. Y una emoción extraña hace que mis rodillas se debiliten. 
Joder, de verdad es él. 
¿Qué está haciendo aquí? ¿Qué quiere? 
Se dirige hacia el edificio y me giro hacia la puerta cerrada, en pánico 
porque aún no me he cambiado, no me cambié. Estoy en pijamas, si apenas 
pueden llamarse así. 
 
ág
in
a6
0
Notando el tarro de helado aún en mi mano, corro hacia la heladera y lo 
lanzo dentro, con cucharilla y todo. Comienzo a caminar en círculos, 
intentando inventar un nuevo plan, pero no se me ocurre una mierda. 
Considero decirle al guardia de mi edificio que no lo deje entrar, pero escucho 
el sonido del elevador y me doy cuenta que el guardia debió haber reconocido al 
hijo de puta de la semana pasada cuando me trajo a casa. 
Decidiendo no retrasar lo inevitable, abro la puerta mientras sale del 
ascensor. Me mira directamente y su mirada me congela, abriendo un enorme 
hueco en mis pensamientos. Una de mis vecinas y su esposo caminan por el 
pasillo hasta su puerta. 
—Hola, Melanie. Hace un poco de frío afuera. —Señala con 
desaprobación mis pantalones cortos de seda blancos y camisola casi 
transparente, y continúa su camino. 
Greyson camina detrás de ella y llena el espacio a medio metro de mi 
puerta con puro músculo, hermosura y testosterona, y juro, Dios, juro que es 
tan letal como una bomba nuclear. Mis rodillas, oh, mis rodillas. Mi corazón. 
Mis ojos. Mi cuerpo se siente como si fuese tanto liviano como una pluma, y 
tan pesado como un tanque. ¿Cómo es que puede suceder esto? Es tan 
impresionante que no me puedo ni mover. O pestañear, o apenas mantenerme 
de pie; me estoy apoyando contra el marco de la puerta. 
Me encuentro perfectamente sobria. Algo de lo que pueda arrepentirme. 
Ya no está borroso por la lluvia, por el vodka o por mi estúpida ilusión del 
Príncipe Encantado. 
El hombre de pie junto a mi puerta es muy real, muy grande, muy 
bronceado, y su sonrisa es muy, muy encantadora. No hay palabras para la 
manera en que se encuentra allí de pie, con sus ojos oscuros y brillantes, sus 
pómulos sólidos y su mandíbula recién afeitada, su boca tan hermosa, elevada 
con picardía en las esquinas. Su traje es perfecto, de playboy, y su pelo 
desordenado tiene unos reflejos color cobrizo que me hace querer entrelazar 
mis dedos por sus mechones. Y se encuentra aquí, mirándome como si 
estuviese esperando que lo deje pasar. A mi mente viene un recuerdo de la 
noche en que me trajo a casa. Donde sentía deliciosas molestias como 
resultado de la forma en que me amó toda la noche. La pequeña marca detrás 
de mi oreja que encontré a la mañana siguiente. 
Aferrándome al instinto de preservación personal, mantengo la puerta 
media abierta cuando su enorme y poderosa mano la intercepta. 
—Invítame a entrar —dice con suavidad, sosteniendo la puerta con 
fuerza. 
—Mi auto no necesita un cambio de aceite, está bien, pero gracias por 
revisarlo —digo, esforzándome más para cerrar la puerta. 
La abre de un tirón y entra, y me siento frustrada ante mi inhabilidad de 
mantenerlo afuera. Ahora se encuentra del lado equivocado, cerrándola detrás 
 
ág
in
a6
1
de si como si fuese dueño del lugar. —¿Este edificio tiene servicio de 
lavandería? 
—¿Esa es tu línea? 
Cruza la habitación y cierra las persianas, luego centra su mirada en mi 
espacio con tanta intensidad que hace que todo mi interior se estremezca. 
Es casi como si estuviera asegurándose de que no hay otro hombre aquí. 
No puede estar celoso, ¿verdad? 
Y ahora... ahora que parece que se ha asegurado de que no hay nadie 
aquí aparte de mí, comienza a caminar hacia mí mirando mi boca, y me alejo, 
porque el instinto de auto preservación en mí me dice que lo haga. 
—Estás aquí. ¿Por qué estás aquí, de repente? ¿Alguna otra cita 
cancelada de último minuto? —exijo. 
—Tengo una cita que me gustaría programar contigo. —Sus cejas bajan 
sobre sus brillantes ojos como halcón—. No estás ni de lejos tan emocionada de 
verme como esperaba. 
—Tal vez pensé que eras una alucinación de borracha. Tal vez deseaba 
que lo fueras. 
Vuelvo a la isla de mi cocina y me encierra en sus brazos, con los ojos 
hambrientos y casi desesperados. Luego ahueca mi cara y pone su boca en la 
mía como si pensara, equivocadamente, que le pertenezco. 
—No lo soy —dice en voz baja, luego me besa de nuevo, tan 
profundamente que pierdo el hilo de mis pensamientos hasta que habla contra 
mi boca de nuevo—. Una alucinación. Y si lo necesitas, voy a pasar toda la 
noche recordándote cómo se siente tener mi lengua y mi pene enterrados 
profundamente en ti, y en lo mucho que te gusta. 
Se inclina como si fuera a besarme de nuevo. Mi voz tiembla mientras 
vuelvo la cabeza. —No lo hagas, Greyson. 
—No me gusta eso, “no lo hagas”. —dice en voz ronca contra mi mejilla—
. Pero me gusta que digas “Greyson”. 
Me inclina la cabeza un poco con la punta de un dedo y me mira como si 
amara hacerlo. Levanto uno de sus brazos y me suelta, y me alejo, libre de él, 
pero no de su mirada. La primera noche me seguía mirando a los ojos como si 
no pudiera apartar la mirada, pero ahora está viendo todo de mí. Llevo 
pantalones cortos y una camiseta; sin embargo, mi cuerpo empieza a 
calentarse mientras sus ojos me miran de arriba a abajo. 
—Te di una oportunidad y la echaste a perder. —Respiro. 
—Quiero otra. 
Niego con la cabeza, pero no puedo evitar que las estúpidas alas de un 
enorme ser vivo aleteen en mi estómago. De repente, mi lugar huele a cuero, 
 
ág
in
a6
2
como a bosque, y Greyson el jodido Rey se queda mirando como lo hace, 
confiado, lleno de sí mismo; y su presencia de alguna manera exige toda mi 
atención. 
—¿Por qué estás aquí? 
Señala la TV mientras veo a mi querido y perfecto Westley susurrarle a 
Buttercup—: Como desees. 
Y entonces me mira y sonríe como lo hace. —¿Estás viendo una película? 
—Ahora no, ahora mismo te estoy viendo a ti. 
Sólo me da esa medio molesta, medio sexy sonrisa suya y se sienta en 
una silla de lado como un rey poderoso. Me siento fruncir el ceño porque se las 
acaba de arreglar para reducir mi lugar con su presencia. Sintiendo pequeños 
pellizcos en mi estómago, me siento en el sofá, con Westley olvidado, Buttercup 
olvidada, todo olvidado menos él. Espero. 
—¿Cómo estás? —me pregunta en voz baja, señalándome. 
—¿Cómo crees? —pregunto de mal humor. 
—Luces muy muy bien desde donde estoy sentado. 
—¿Siempre te sientes como en casa donde no te quieren? 
Su risa suave pasa a través de mi piel como una pluma, poniéndome la 
carne de gallina. Se inclina hacia atrás y cruza los brazos detrás de la cabeza, 
mirándome con unos ojos fríos y conocedores. —Estoy aquí para demostrarte 
que no, Melanie, no me imaginaste. 
La forma en que su tono sensual combina con esa mirada entrecerrada y 
brillante que me dice ambos sabemos que, definitivamente, me quieres aquí, 
hace que mis dedos se doblen. Joder, me excita. 
—Estaba a punto de comer un millar de kilos de chocolate por tu culpa 
—le acuso. 
Se pone de pie y luego trata de dejar caer su cuerpo a mi lado en el sofá. 
—Bueno, ahora, cien kilos de mí están aquí. Contigo. 
—No vamos a dormir juntos otra vez. 
—Teniendo en cuenta que he estado dentro de ti, deberías al menos dejar 
que ponga mis brazos alrededor de ti mientras vemos... ¿qué estamos viendo? 
—La princesa prometida. Mi película favorita de todos los tiempos. 
—Ah. 
Extiende su brazo sobre el respaldo del sofá y mi corazón golpea como un 
loco. 
—Buttercup está comprometida con el príncipe Humperdinck, pero su 
verdadero amor, Westley... 
 
ág
in
a6
3
Sus labios se curvan, y me callo cuando me doy cuenta de cuán 
divertido parece. Secretamente divertido por... mí. Es caliente. Y, francamente, 
me molesta. Susurro—: Eres un playboy. Sé que lo eres. 
—No sabes nada de mí. 
Pongo los ojos en blanco. —Sé cómo te llamas. Greyson. 
—Te burlas de mi nombre con brillo maligno en los ojos como si lo 
amaras, y lo único quehace es darme ganas de follarte hasta que lo gimas. —
Lleva mi cara a la suya—. Sé cada vez que mientes porque me han enseñado a 
detectar mentirosos desde que era muy, muy joven. Se aprende eso cuando tu 
padre lo hace todo el tiempo. —Respira, su aliento caliente en mis labios 
provocando que un incendio se mueva dentro de mi estómago—. Pienso en ti, 
Melanie. Veo tu rostro en cada mujer. Volé hasta aquí sólo para verte. 
Comunicación. Relaciones. Esas no son cosas en las que soy bueno. Hay otros 
atributos que tengo que son mucho mejores. Como veo que soy bueno en 
hacerte jadear. Veo que tus pupilas están dilatadas, que sigues mirando mi 
boca en lugar de tu película favorita, y está tomando todo mi autocontrol para 
no darnos exactamente lo que ambos necesitamos en este momento. Ha 
pasado una semana, pero en lo que a mí respecta —Ahueca la parte posterior 
de mi cabeza y muerde mi labio inferior—, he estado esperando toda una vida 
para hundirme dentro de ti. 
Me aprieta cerca, y me duele demasiado, me asusta. Él, esto, esta 
necesidad de arañar su piel, presionar mis labios en la dura línea de su 
mandíbula, tocar su cabello grueso y sedoso. 
—Déjame ver mi película, déjame ir —protesto débilmente. 
Cuando se ríe, su aliento mueve un par de mechones de pelo sueltos en 
mi sien. —Si quieres que te deje ir tienes que dejar de apretar tus bonitos 
pezones en mi pecho mientras lo dices, dejar de acercarte cuando me pides que 
te deje ir —murmura, frotando su nariz contra la mía, y su cercanía, su aroma 
de bosque, su cálido aliento, sus labios tan cerca que casi puedo saborearlos, 
provocan una avalancha de necesidad entre mis muslos y un caliente y 
doloroso latido en mi sexo. 
Suspiro mientras casi nos besamos, y gime y me da espacio para 
respirar. Levanta la cabeza y veo que me valora como un conocedor tasaría una 
joya o alguna antigüedad. ¿Por qué me mira así? ¿Por qué de esta manera? 
Como si quisiera estar dentro de mí casi tanto como yo. Como si quisiera más 
que mi cuerpo, como si quisiera chuparme la sangre, comer mi alma y luego 
rezar por mí. 
En silencio, cierro los ojos, tratando de fingir que sólo estamos saliendo, 
nunca hemos tenido sexo y estamos simplemente viendo una película. Obligo a 
mis músculos a relajarse y ver la televisión, y tengo la sensación de que se 
relaja poco a poco también. De repente extiende su gran cuerpo a lo largo del 
 
ág
in
a6
4
sofá y me tira contra él. Oh mí Dios. No me gusta cómo asume el control de las 
cosas que me pertenecen, pero también me encanta. 
Siento su mirada en la cima de mi cabeza. Fingiendo ver la película, 
enredo mis dedos en su cabello y llevo su brazo alrededor de mí, quejándome—
: Me estás clavando el codo en las costillas. 
Su risa, no puedo ni explicar lo mucho que amo el sonido de su risa, me 
dice que sabe que sólo quiero estar más cómoda. Y lo hago. 
—¿Mejor? —pregunta, moviendo ese largo, duro y musculoso cuerpo 
suyo debajo de mí. 
—Shh. Me gusta cuando él lucha con el español. 
Finjo mirar, pero, en realidad, lucho con lo mucho que quiero darle una 
segunda oportunidad. Pero, ¿y si caigo? ¿Y si se sale de control, y no sólo 
caigo, sino que, me sumerjo en él? 
¿Esa noche con él? 
Fue increíble. Él fue increíble. Todavía se siente, huele y suena increíble. 
Sus músculos se flexionan y me temo que va a apartarse, pero no lo 
hace. Se acerca más, me envuelve en sus brazos. Respiro suavemente en un 
estado casi abrumado de alegría, engullida por la sensación de seguridad que 
me da, y al final sucumbo a la tentación de poner mi mejilla en su pecho. —
Esto se siente bien —murmuro. Mejor que bien. 
De repente nada se siente más correcto que esto. En mi sofá. Con este 
hombre. Su picante aroma reconfortante es como una droga, y no puedo dejar 
de tomar respiraciones más profundas y más conscientes de él. 
—Princesa —me dice al oído, con complicidad. 
Un escalofrío me recorre mientras cierro los ojos. —¿Qué? 
—No iba a llamar. 
—Lo sé, imbécil. ¿Por qué lo hiciste? 
Westley y mi español están peleando con espadas, pero se siente como si 
la verdadera acción estuviera en mi oído, en su susurro—: Me necesitas. 
Me burlo y me siento para mirarlo. —No te necesito. 
Se sienta recto y sus ojos parpadean en desafío. —Tal vez yo te necesite. 
Cuando sólo lo miro, me lanza una sonrisa adorable que es arrogante, 
pero también triste. —¿Sabes cómo se siente llevar contigo el peso de un 
corazón muerto toda tu vida, como si solo buscaras tu tumba? —Espera a que 
le responda, pero estoy sin palabras—. Vivo los momentos en los que estoy 
contigo. Vivo una mentira, pero esto no es una mentira, ver esta estúpida 
película contigo. 
—¡Estúpida! —jadeo. 
 
ág
in
a6
5
Se ríe, se levanta, y dice—: Cuando salga, cierra. Volveré con comida. 
—Si me duermo, estaré muy cansada para venir a abrirte de nuevo —le 
advierto, pero la verdad es que ¡no quiero que se vaya! 
—Puedo abrir la cerradura sin siquiera despertarte —dice fácilmente, 
entonces vuelve y desliza su mano enguantada bajo mi camisola—. Pero cierra 
de todos modos. 
—Eres un mandón. 
—Y tú jodidamente sexy con lo que llevas en este momento. —Su pulgar 
recorre la parte inferior de mi pecho y mi respiración se detiene cuando 
nuestros ojos se encuentran, y no hay contención en sus ojos, no hay filtro. Lo 
que veo me impulsa, y el tumulto turbio en lo más profundo de su mirada me 
hace dar vueltas. 
—Me han dicho que tengo memoria fotográfica. Que algunas imágenes 
simplemente se adhieren a mí con una claridad extrema... pero esa noche, 
Melanie, recuerdo todo lo de esa noche con más claridad que cualquier otro 
momento de mi vida. —Agarra mi nuca con su mano grande y cuadrada y da 
un pequeño apretón—. Tu tanga roja. Tus pezones pequeños y turgentes. Cómo 
me miraste como una princesa y me dijiste que tu nombre era Melanie. Lo 
recuerdo muy bien. 
Me transporto allí un momento. Es todo una neblina de pasión y deseo y 
dientes, lenguas, manos. Me duele, pero no quiero ser su juguete. No quiero 
ser su consuelo sexual. Me duele la garganta cuando tomo su mano, la quito 
de mi cuello y empiezo a guiarlo hasta la puerta principal. 
—Creo que... Greyson, creo que deberías irte. No puedo pensar cuando 
estás cerca. No sé lo que quieres de mí, pero no puedo jugar a estos juegos 
contigo... no contigo... 
Me mira cuando lleguemos a la puerta, casi como si quisiera que lo eche. 
Casi como si quisiera que sea YO la que le diga que no quiero volver a verlo. 
¿Sentirá alivio? Bueno, ¡no lo hará! Ni siquiera puedo empezar a explicar lo que 
ese toque de bronceado dorado hace por su aspecto. Cómo no puedo dejar de 
admirar los ángulos intrigantes y planos de su rostro. Por cuánto tiempo he 
esperado en mi vida sentir algo, una chispa, un cosquilleo así. 
—Mi mejor amiga se casa en dos semanas —le susurro, y entonces le 
digo la iglesia mientras comienzo a empujarlo hacia afuera, todo el tiempo 
sosteniendo su mirada. Es caliente, hambrienta. LA MIRADA—. Si quieres una 
oportunidad más, si hablas en serio acerca de esto, puedes venir a la iglesia —
le digo, me inclino y beso sus labios, muy suavemente, escuchando su gemido 
bajo y sordo, entonces doy un paso atrás y cierro la puerta. 
Me apoyo en ella, apretando los ojos con fuerza mientras lucho por 
respirar. Dios, ese beso no fue nada y, sin embargo, hizo que cada centímetro 
de mi cuerpo se estremeciera. 
 
ág
in
a6
6
Después de un minuto, le oigo gruñir “Mierda” al otro lado de la puerta. 
¿Le tomó a él también todo ese tiempo recuperarse de ese beso? Entonces juro 
que puedo sentirlo apoyarse contra la puerta. Cierro los ojos y respiro 
lentamente. Cuando susurra—: Melanie. —Está justo donde tengo presionada 
mi mejilla contra la puerta. Tiemblo hasta los dedos de los pies, luchando por 
recuperar mi nivel de voz. 
—¿Sí? —le digo. 
—Voy a estar allí. 
Oigo el ascensor un buen rato después. Levanto los dedos y toco la 
puerta y, por primeravez en mi vida, tengo mucho miedo de él, el único 
hombre con el que he estado esperando reunirme. 
De repente, todas las fibras de mi cuerpo, mi cuerpo sobrio, me dicen 
que es el elegido. 
Es el único. 
El que me arruinará. Herirá. Demolerá. El que quitará cada centímetro 
de la niña en mí. Será el recuerdo que nunca olvidaré y, bueno o malo, será 
con EL que sueñe. 
Excepto que todo está mal. 
Hay algo excitante y alarmante sobre él. 
La oscuridad en sus ojos color avellana, el brillante destello que lo hace 
tan atractivo para mí, cómo huele a cuero y metal y bosque y peligro para mí. 
Pienso en mi madre, y siempre pensé que la haría sentir orgullosa. 
Recuerdo a mi mejor amiga, preocupada de que Riptide la alejaría. Greyson no 
será una corriente de resaca. No sé qué será, pero estoy pensando en un 
tsunami, huracán, algo natural e imparable. 
Me pregunto si aparecerá en la boda. Si está tan impotente ante este 
tirón como yo. 
Sigo con mi película y me acurruco en una almohada del sofá, mis 
pensamientos ya no más con el cuento de hadas más hermoso alguna vez 
escrito. Le susurro al vacío de la sala—: Por favor, si vas a hacerme daño, por 
favor, por favor, no vengas a la boda de Brooke. 
 
 
ág
in
a6
7
Impaciente 
 
Traducido por Julie 
Corregido por Vane Farrow 
 
Greyson 
¿Qué diablos estoy haciendo? 
Las pantallas de las cámaras de vigilancia brillan con fuerza cuando llego 
a casa después de días de trabajo sin parar, de perseguir mis marcas, de 
ciudad en ciudad, de una casa a otra. La casa está tranquila. Padre, los chicos, 
todo el mundo en la renta. Me quito un guante, luego hago lo mismo con el 
otro, mientras que traigo un trozo de pan, una jarra de mantequilla de maní y 
un cuchillo de carne. 
Hemos establecido las cámaras de vigilancia que patrullan las entradas, 
salidas, ventanas de la casa. Kilos de computadoras ocupan varias mesas, con 
las luces parpadeando entre los ovillos de cable. Extiendo la mantequilla de 
maní sobre una rebanada de pan, pongo otra sobre ella, y a medida que busco 
las cajas de grabaciones, saco una tarjeta del año pasado, marcada con la 
fecha de la pelea. He estado pensando en ella. Cada segundo del día, la 
recuerdo. 
Húmeda y vulnerable, bajo la lluvia. 
Húmeda y caliente, en mis brazos. 
Cuando me dice que su nombre es Melanie. 
La invitación a la boda de su mejor amiga. 
Ella desencadena cada sinapsis en mi cerebro hasta que está viva en mi 
mente, riendo de una forma que siempre oigo solo su risa… acurrucada 
conmigo mientras observa su película… empujándome hacia la puerta como si 
no pudiera soportar verme, luego, tirando de mí hacia atrás y besándome con 
locura. 
 
ág
in
a6
8
Me quedé allí como un idiota inclinado en su puerta, con mi corazón 
golpeando en mi pecho mientras esperaba a que ella la abra. Diablos, estaba 
listo para abrirla a patadas. 
En su lugar, me fui y alquilé un esmoquin, luego empecé a buscar en los 
apartamentos cercanos. 
Soy peligroso para ella; infiernos, ella es peligrosa para mí. No puedo 
dejarme distraer por esta mierda. 
Entonces, ¿qué demonios estoy haciendo? 
Deslizo la grabación en un lector de tarjetas y la pongo, forzando mis ojos 
para verla, mi dosis diaria de Melanie que necesito ver. 
—Y ahooora, damas y caballeros… —El locutor comienza con su estilo 
habitual—… Remington Tate, su único, ¡¡RIPTIDE!! ¡¡RIPTIDE!! ¡Saluden a 
RIPTIDEEEEE! —grita. 
Uno de nuestros combatientes trota hacia el ring, entrando en la 
pantalla. Es Riptide. 
Él no es bueno; es el mejor que he visto. El combatiente más lucrativo 
que mi padre ha patrocinado en el Underground, y uno que todos esperamos 
seguir patrocinando, gracias a su rasgo imprudente. 
—Riptide, Riptide… —Oigo a la multitud a través de los altavoces. 
Tomo mi refresco mientras sigo mirando la pantalla, esperando ver a la 
rubia en el banquillo. Melanie. Está a punto de aparecer, saltando arriba y 
abajo, como de costumbre, y me tenso con anticipación cuando la imagen se 
congela, quedando a oscuras, luego muestra la siguiente pelea. 
Golpeo con un puño para poner el equipo en marcha. Nada. Frunzo el 
ceño, rebobinado, reproduciendo. Sucede la misma mierda. Vaciando lo último 
de mi refresco, tiro la lata en el bote de basura, y frustrado, me paso una 
palma por la cara, luego acecho a la habitación de Wyatt y enciendo la luz. —
¿Quién diablos se metió con las cintas? 
—¿Qué? 
—¿Tú las manipulaste, Wyatt? 
—Son del maldito año pasado. ¿Qué es tan importante al respecto? ¿Qué 
ves que nadie más hace, eh? ¿Qué piensa mi padre que puedes hacer que 
nadie más puede? 
—Me quiere destrozar. Eso es todo. Tienes suerte de que no intente lo 
mismo contigo. Mañana quiero el metraje completo, no me importa lo que 
tengas que hacer. 
Volteo el interruptor, voy a mi cuarto y me quedo mirando mi teléfono. 
¿Qué diablos estoy haciendo? Agarro un cuchillo y siento su peso; eso de 
alguna manera me satisface. Pongo mi pistola a un lado, saco varios cuchillos, 
 
ág
in
a6
9
los coloco en los bolsillos traseros de mis pantalones, seis dentro de cada uno, 
entonces comienzo a hacerlos volar, una y otra vez, girándolos rápidamente 
una docena de veces en el aire, tan rápido que uno no se da cuenta que la 
cuchilla está girando hasta que choca contra la pared. Los saco de cada 
bolsillo, uno por segundo. Uno. Dos. Tres. Cuatro… cinco, seis, siete, ocho, 
nueve, diezoncedoce. 
Tengo un esmoquin de alquiler. Tengo un lugar en Seattle, un boleto a 
Seattle. Tengo una picazón y su nombre es Melanie. 
Mi teléfono suena. —¿Sí? 
—Ella está en casa ahora. Sana y a salvo. 
Mis ojos van al reloj. 23:34 ¿Tan tarde? —C.C. vendrá a liberarte 
mañana. Estoy trabajando en una marca y luego tengo un vuelo. —¿Por qué 
ella está fuera tan tarde? 
—De acuerdo, jefe. 
—¿Está sola? 
Espero la respuesta de Derek. —Sí. Cenó con la amiga y el chico rubio 
que pasa el tiempo con ellas. Y no, no se sentó cerca de ella. 
—Qué… 
—Llevaba algún tipo de vestido. Floral. 
—Y qué… 
—Es rosa, jefe. Con zapatillas amarillas, llevaba el pelo suelto y un 
montón de pulseras. 
La veo en mi mente y respiro a través de mis fosas nasales, mientras una 
extraña sensación de paz y añoranza atraviesa mis músculos, tensándolos y 
luego relajándolos. 
—Mantente alerta. —Cuelgo y me quedo mirando su nombre en el 
teléfono. No soy un maldito adolescente para estar enviándole mensajes de 
texto a una chica. No me gusta dejar huellas. Debo cambiar este puto teléfono. 
Paso una mano por mi cara. Si mi padre sabe que estoy persiguiéndola, 
no sé lo que hará. Lo que hará Eric. Alguien podría venir a buscarme por medio 
de ella. 
Así que déjala en paz… 
Saco los cuchillos, los vuelvo a poner en los bolsillos, y me balanceo de 
nuevo. —No puedo —digo. No puedo dejarla en paz. No quiero, maldita sea. 
Me hace sentir como si no fuera un robot, como si fuera de carne y 
hueso, un hombre, no un número, no un trabajo… ni un monstruo, ni un hijo 
de puta, ni un cero a la izquierda. 
 
 
ág
in
a7
0
Anticipando 
 
Traducido por ElyCasdel 
Corregido por Laurita PI 
 
Melanie 
La peor parte no es preguntarme durante las siguientes dos semanas si 
tendré una cita para la boda. Ni siquiera revisar compulsivamente mis 
mensajes. O escuchar a la ruin Becka reírse por la oficina acerca de lo callada 
he estado y especular si tengo o no el corazón roto. Nada de eso es la peor 
parte. 
Siempre me sorprende cómo un día puedes pensar que te encuentras en 
el punto más alto de tu miseria, pero ni siquiera es el comienzo. De acuerdo, 
así que quiero verme bien, ¿cierto? Quiero verme espectacular. Sí, no sí, 
Melanie, cuando, Greyson King aparezca, quiero que pierda el control por mí. 
Quiero que ese hombre me quiera como su siguiente desayuno, y cena. 
Diablos, quiero que me ansíe como un banquete. Y que me tome como una 
bestia. 
Así que me hice una depilación brasileña. Me dieron un masaje. Obtuve 
una pedicura, una manicuray mis uñas son ahora de un bonito rojo brillante. 
Huelo mejor de lo que he olido nunca y estoy tan lista para ser llevada a la 
cama por un hombre con ojos color avellana, que no puedo siquiera pensar en 
lo que haré si no aparece. 
Dijo que estaría ahí y el tono inquietantemente bajo y lento de 
determinación en sus palabras no me asustó; es el hecho de que espero que va 
a estar ahí porque quiere las mismas cosas que yo. 
Pero esa no es la parte mala… la parte mala es que estoy tan lista, y a 
pesar de ser la noche antes de la boda, la tintorería no ha terminado con mi 
vestido de dama de honor. 
Estoy esperando dentro de la pequeña tienda mientras luchan por 
encontrarlo en su cinta transportadora, y me estoy poniendo nerviosa. 
 
ág
in
a7
1
Tamborileo las uñas en el mostrador mientras siguen sacando vestido tras 
vestido. Niego con la cabeza. —No es ese. Ese no es un vestido de dama de 
honor, señor, y en serio empiezo a entrar en pánico. Lo último que quiero es 
llamar a mi amiga y decirle que perdí el vestido de dama de honor, ¡por favor! 
Es rojo. Sin tirantes. Búsquelo otra vez, ¿por favor? 
—¡Señora, señora! —Otro chico aparece desde atrás de la cinta con mi 
tiquete en las manos—. Lo siento, pero revisamos y lo entregamos a la 
dirección equivocada. 
—Argh. ¡¿A qué maldita dirección?! —Saco mi teléfono y escribo la 
dirección, luego la rastreo en mi teléfono y veo que se encuentra a solo dos 
calles—. ¿Tienes la entrega correcta para que pueda hacer el intercambio? 
El hombre asiente. —Pero puedo meterme en problemas. 
—Mi querido señor, ya estás en problemas y te generaré un montón de 
problemas si no me das lo que es suyo para que pueda recuperar el vestido. 
Llámalos y diles que voy para allá. ¡Por favor! 
Renuente, me entrega un traje y un vestido de flores, y agarro la ropa en 
sus ganchos de plástico y me apresuro por la calle, y subo varios bloques de 
escaleras, donde toco la puerta y le digo al hombre que abre—: Disculpe, hubo 
un error con la Tintorería Green, y creo que esto le pertenece, y usted tiene 
algo que me pertenece, que necesito desesperadamente para mañana. 
Permanece ahí sosteniendo una cerveza y me mira de arriba abajo como 
si fuera alguna acompañante enviada para complacerlo. 
Repito exactamente lo que le acabo de decir y uso su maldita ropa para 
empujarla entre nosotros así deja de mirarme las piernas. 
—No reviso esta mierda, lo hace mi esposa, y no está. 
—Por favor solo tome esto y verifique si es suyo, y revise si tiene en su 
armario o en algún lugar una entrega reciente de un vestido rojo. Esto de aquí 
debe lucir conocido para usted, ¿no? 
Después del enorme inconveniente con el hombre sospechoso, por fin 
recupero el vestido y respiro cuando me doy cuenta de que aún cuelga en 
plástico. Gracias a Dios. 
Me dirijo de regreso a donde estacioné mi auto a dos calles. Estos 
pequeños callejones tienen cero espacios para estacionarse y salto alrededor de 
los charcos, cuidando mis zapatos, cuando escucho un silbido del otro lado el 
callejón. Me detengo, levanto la mirada, y un hombre se encuentra ahí, justo 
en medio, su postura amenazadora, amplia. Una de mis cejas se eleva, y luego 
la otra. 
¿Qué…? 
Mi corazón se acelera mientras un destello de alarma me recorre. Me giro 
cuando escucho pasos detrás de mí, y veo dos hombres. Una bola de ansiedad 
 
ág
in
a7
2
me golpea mientras reviso el área. Un auto oscuro se encuentra estacionado 
cerca del final de callejón cuando voy hacia allá. Creo que veo a un hombre 
detrás del volante, y la puerta del pasajero está ligeramente entreabierta, como 
si el hombre a solas, detrás de mí, acabara de salir del vehículo. 
Algún sexto sentido en mi interior despierta y mantiene acelerado mi 
corazón. Mi vestido, mis zapatos… todo de pronto ya no importa, solo salir de 
aquí. Agacho la cabeza con cuidado y sigo caminando derecho, sin siquiera 
preocuparme ya por los charcos, solo intento agarrar la percha, que es lo único 
que tal vez pueda utilizar para… ¿para qué? Animales salvajes persiguen 
presas si corren hacia otro lado, y todo en estos hombres grita ¡Depredadores, 
Melanie! 
El miedo pulsa en mi interior. Cada paso me lleva más cerca del hombre 
al final del callejón desierto y carcome mi confianza. 
Me encuentro a punto de pasarlo cuando da un paso y susurro con 
docilidad—: Disculpe. 
Una mano agarra mi antebrazo, apretando como un grillete. —No te 
disculpo —gruñe. 
Parpadeo y retrocedo un paso cuando veo su atemorizante expresión, 
pero me agarra más fuerte contra él, la esencia de sudor y cigarros se mezcla 
en su aliento mientras repite, mirándome con ojos enrojecidos—: Dije que no te 
disculpo, perra. 
Pánico como el que nunca he sentido emana de mi garganta mientras 
agito el vestido en un intento por incrustar la punta del gancho en alguna 
parte de su cara, pero antes de que pueda dar el golpe, otro par de manos 
fuertes agarra mis brazos y jala mis codos hacia atrás por la fuerza. 
—¡No! —grito, mi vestido cae al suelo con un estrépito, y de pronto pateo 
el aire cuando un tercer hombre agarra mis muslos y el segundo mantiene su 
agarre en mis codos mientras comienzan a cargarme hacia el auto. Miedo 
helado envuelve mi corazón mientras contoneo mi cuerpo aún más duro, 
jadeando y jadeando con terror cuando no puedo liberarme, sus dedos se 
entierran en la piel de mis muñecas y pantorrillas ahora. 
Hay un hombre detrás del volante del automóvil diciéndoles—: Ya callen 
a la perra. —Mientras sigo forcejeando. Uno parece intentar cubrir mi boca y 
uso mi pierna libre para patear su rodilla. 
—¡NO! —sigo diciendo—. ¡No! ¡NO! —Un trapo es presionado en mi nariz 
y por alguna razón contengo el aliento porque sé que esto pretende noquearme; 
lucho contra mi propia urgencia por respirar. Le doy una patada en las bolas y 
lo escucho gritar, luego ambos me lanzan dentro de la parte trasera del auto—. 
¡AAAYUUUUUDA! —grito cuando ponen una capucha negra sobre mi cabeza y 
el tono negro de la oscuridad desciende. 
 
ág
in
a7
3
Mi aliento me deja por la sorpresa mientras cierran las puertas. Siento a 
uno de los hombres apretar la capucha ligeramente alrededor de mi garganta, 
asegurándola. Mis respiraciones jadeantes hacen eco en mis oídos, oscuridad 
me envuelve mientras la realidad de mi situación empieza a penetrar y mis ojos 
comienzan a picar. Manos acunan y toquetean mis pechos mientras otras 
manos comienzan a sentirme por debajo de mi encantador vestido de verano, e 
inicio una lucha con vigor renovado, gritando y escuchando los sonidos 
solitarios y amortiguados de mis propios gritos que mueren dentro de la 
capucha que cubre mi cara. No puedo escuchar qué dicen, susurrando, y 
comienzo a agitar los brazos y piernas, castañeando los dientes mientras 
intento golpearlos, golpeando todo lo que puedo. 
—Pequeña luchadora… vamos a divertirnos con ella antes de entregar… 
Mi vestido es jalado hacia arriba, pateo y me retuerzo mientras 
encienden el auto, gimiendo cuando un mar de manos agarran mis muslos y 
los fuerzan a abrirse. 
—Solo conduce, nos detendremos de camino allí y tomaremos turnos con 
ella. 
El auto parece avanzar y, de inmediato, se detiene. 
—MIERDA. 
Escucho sus palabras con claridad. 
—¿Qué? 
También escucho la alarma en esa pregunta muy, muy claramente. 
—JODER, HOMBRE. 
Las manos dejan de tocarme, y por alguna razón me quedo quieta, 
sintiendo que algo sucede. 
—¿Quién mierda es él? ¿Uno de los hombres de Slaughter? 
—Hay dos. 
Antes de que cualquiera pueda responder a eso, se escucha el sonido de 
una llanta explotando, luego otra silbando mientras sale el aire. Escucho tres 
disparos limpios, luego otro a mi derecha, lo que parece abrir la agarradera. 
Bisagras truenan mientras la puerta parece ser arrancada. La única mano que 
permanece en mis pechos, congelada con sorpresa, es apartada y escucho un 
grito asustado y un crujido, como huesos rompiéndose. 
—¡Saaaaaaaanta mierda, en serio eres tú!Escucho un golpe, un alarido, luego el sonido de un cuerpo golpeando el 
suelo. 
—Lo llevaré a un lugar lindo y acogedor para que podamos platicar un 
poco. —Una voz tejana se arrastra desde lejos. 
 
ág
in
a7
4
Con pánico, comienzo a tocar alrededor con mis manos y justo cuando 
encuentro algo duro y metálico en los vaqueros del peso muerto a mi lado, un 
par de manos me alcanzan. Mientras siento nuevas manos envolviéndose a mi 
alrededor, un golpe de adrenalina me atraviesa. El puño de un cuchillo, lo 
agarro y balanceo, y, milagro de milagros, logro hundirlo en dura piel 
masculina con repugnante tirón de mi lado. Gruñe sobre la cima de mi cabeza 
y cuando me suelta para quitarlo, empujo y salgo del auto, encontrando mis 
pies en el suelo. El cuchillo cae al suelo en el segundo en que comienzo a 
correr, intentando quitar las ataduras de la capucha, esperando correr en 
dirección opuesta de donde llegaron los nuevos. 
—Tienes una viva y bien, C. —El tejano arrastra las palabras. 
Chillo cuando me doy cuenta de que me dirijo directo a él y me giro 
cuando me tropiezo con un par de brazos fuertes de hombre. Mi lucha 
comienza instantáneamente pero este chico no se detendrá. Gruñe cuando lo 
pateo en las bolas, luego comienza a asegurar mis brazos y piernas con algún 
tipo de material de cuerda, suavemente, así no puedo escapar. Pateo el aire, 
pero es fuerte y rápido, y lo que muchos hombres no podían hacer para 
someterme, este lo hace en menos de un minuto. 
Ata mis tobillos y muñecas, y luego me sostiene contra su pecho que se 
siente musculoso y ancho mientras me carga a algún lugar. La adrenalina se 
apresura a través de mi cuerpo sin ningún lugar a dónde ir y soy presa de 
temores cuando me doy cuenta de que estoy muy jodida y no tengo forma de 
liberarme. 
Creo que corté al hombre, y su sangre se derrama sobre mí. Me retuerzo 
en el último esfuerzo inútil por liberarme, pero también lloro, el sonido de mis 
propios resoplidos haciendo eco dentro de la capucha. 
Y de pronto sé lo que es esto. Es esa deuda. 
Ahora es tan real, estos hombres son tan reales. Querían su dinero. Pero 
se supone que tenía un mes más. ¿Se impacientaron? ¿Planeaban matarme o 
solo usarme? ¿Me entregaban a ese chico de un ojo y al flacucho quién ofreció 
darme una “extensión” de su polla cuando le pedí más tiempo para pagar? 
—Estoy… estoy juntando el dinero —digo, atrapando un sollozo en mi 
garganta. 
Debo haberme quedado en shock porque parece que no puedo luchar 
contra él, luchar por mi vida, tiemblo incontrolablemente. Siento un nuevo 
dolor en los muslos y crece cuando siento un guante de cuero contra la piel 
desnuda de mi espalda. Gimo cuando me acuerdo de Greyson y mi depilación 
brasileña y mi día de spa, ahora huelo a puerco, a sangre y a otro hombre, y 
comienzo a tragarme sollozos porque esto solo puede estarme sucediendo a mí. 
—M… mi auto es… 
Sigue caminando, y no puedo hablar bien, jadeo por aire y lloriqueo. 
 
ág
in
a7
5
—Mi… mi vestido. 
Se detiene, luego escucho plástico siendo arrastrado y me doy cuenta de 
que lo levantó en “señor sabe qué condiciones” por donde sea que cayó. 
—Gracias —lloriqueo. Luego me doy cuenta, no es un chico bueno, ¡no 
quiere ayudarme! Si fuera así, me dejaría ir. 
Un temblor incontrolable toma mi cuerpo, haciendo mis dientes 
castañear. Me pone en el asiento trasero de un auto que huele 
sorprendentemente como a las bolsitas de lavanda que puse en mi auto 
después de casi se convirtiera en un barco y las llantas chillan mientras nos 
alejamos. 
Terminamos estacionando en algún lugar, y luego otra vez, estamos en 
movimiento, se detiene, se mueve, cauteloso, mientras se mueve y detiene, 
para no ser visto. Subimos algunas escaleras, y escucho una ventana tronar. 
Seguimos andando. Luego escucho agua correr. 
Me baja en algún lugar suave, lo que creo que es mi cama, y afloja los 
agarres de mis muñecas, sus guantes frotando los puntos de mi pulso. Cierro 
los ojos y pretendo que es otro guante, de otro hombre, dándome consuelo, 
pero el hecho es que realmente no es ese otro hombre, lo que hace toda mi 
miseria aún más intensa. 
Mecánicamente comienza a liberar mis piernas, luego frota las heridas 
alrededor de mis tobillos otra vez. 
—¡P… por favor no me lastimes…! —chillo, pateando, luego calmándome 
cuando se aleja—. ¿Es por el dinero? Tendré el dinero, estoy juntando el dinero 
—comienzo a divagar—. Mi auto se encuentra a la venta, solo que no he tenido 
compradores y aún debo la mitad de todas formas, ¡así que solo necesito un 
poco más…! 
Hace algo inesperado. Alcanza mi mano y le da un apretón. No un 
apretón enojado, un apretón tranquilizador. Me quedo callada. Mi corazón se 
acelera mientras mantiene la mano en la mía por un largo momento, hasta que 
parece estar seguro de que respiro bien. La deja ir. Siento sus pasos y el 
chirrido de mi ventana, y de pronto me estiro y lucho por remover la capucha. 
Estoy en mi apartamento. El agua de la ducha corriendo. Se fue… ¿por el 
balcón y las escaleras de emergencia? 
Hay sangre sobre mí. Hay sangre por todo mi cuerpo mientras me deslizo 
en la bañera, totalmente vestida, y tomo una ducha, fregándome para 
limpiarme. Lloro en silencio. Fui a rogarle a esos horribles hombres por tiempo, 
y me dieron un poco, pero se me está terminando otra vez. ¿Por qué demonios 
alguna vez creí que podía hacer una estúpida apuesta y no llegar a 
involucrarme con este tipo de personas? Pienso en pedirle ayuda a alguien, 
pero también soy muy orgullosa. Soy demasiado orgullosa para decirle a mi 
mejor amiga, o a mis amigos, soy demasiado orgullosa para decirle a mis 
 
ág
in
a7
6
padres quienes creen que soy perfecta y que no puedo hacer nada mal. Y 
Greyson. Por alguna razón pensar en él me pone más sentimental que todo. Me 
hace sentir a salvo, como si pudiera protegerme del mundo. Incluso de 
hombres como estos. 
Pero soy demasiado orgullosa para dejar al único chico con el que alguna 
vez he tenido una conexión saber esto. Probablemente no le agrado tanto, de 
todas formas. No. Nunca es así para mí. Lloro silenciosamente en la bañera, 
sintiéndome más sucia que nunca, jamás quiero salir. 
 
 
ág
in
a7
7
Matar 
 
Traducido por Jasiel Odair 
Corregido por Niki 
 
Greyson 
—¡Jooooder! 
¿Estos hijos de puta quieren jugar? ¿Tocar lo que es mío? Entonces 
mejor que estén listos para morir. Morir. El que envió a esos cuatro para 
conseguirla, quien hizo la llamada, está muerto. ¿Y en cuanto al imbécil que 
C.C. trajo con nosotros al almacén? Voy a malditamente matarlo, despedazarlo, 
miembro por miembro. 
Siseando del dolor, meto mi brazo sangrando bajo el agua corriendo, con 
los ojos ardiendo de la rabia, la impotencia, el dolor de saber lo que le iban a 
hacer a Melanie esta noche. 
Ni siquiera podía jodidamente hablarle. Ni siquiera podía decirle que iba 
a estar bien. Debido a la lista, debido a Cero, porque él no puede ser conocido 
fuera del Underground; así que tuve que sostenerla en mis brazos y escuchar 
sus sollozos. Nunca, jamás había sostenido a una mujer llorando antes. Oírla 
suplicarme que por favor no la lastimara, sólo añadió fuego a mi estómago ya 
agitado. Iban a… 
Maldita sea, no puedo ni siquiera pensarlo. 
Me quedo mirando el espejo en el baño del sórdido almacén, fosas 
nasales dilatadas, la cara pálida de la pérdida de sangre, los ojos brillantes con 
ese brillo frío de muerte. Luzco desquiciado. Me siento desquiciado. Abro el 
gabinete del espejo y busco vendas, las cosas resonando en el suelo cuando no 
encuentro nada. 
Presiono una toalla más fuerte en la herida y trato de anudarla, a la vez 
incapaz de domar el impulso de matar corriendo en mi sangre. 
 
ág
in
a7
8
No he tenido una gota de humanidad real en mí desde que mi madre se 
fue. Pero a pesar de mi crianza, quería arrancar esa capucha sucia de la 
cabeza de Melanie, limpiar sus lágrimas, mirarla a los ojos, y ordenarle que 
deje de llorar porquees algo que me desestabiliza. Y ordenarle que deje de 
temblar porque me hace temblar de rabia. Y prometerle que estaría bien y la 
próxima vez que la tocaran, será por un hombre que quiera complacerla más 
que a sí mismo. Lo más ridículo de todo es que en algún lugar de mi mente 
retorcida, ese hombre soy yo. 
C.C. acecha en el baño del pequeño almacén donde trajo el único 
superviviente de nuestro encuentro. 
—¿Dónde diablos está? —le grito. 
—Infiernos, te has visto mejor. Necesitamos coserte, hombre. 
Lo sigo fuera a donde el grupo de chicas que suelen arrastrarse tras C.C. 
está reunido. —Consigue una aguja —le digo a la que veo primero, entonces 
saco una silla de una mesa de plástico y me inclino a hablar con C.C, sólo él y 
yo—. ¿Dime que al menos el cabrón dijo algo? 
Las cejas de C.C. bajan. —No parece saber quién lo contrató. 
—¿Y los demás? 
—Escondí los cuerpos. Sólo el suertudo sobreviviente obtendrá una visita 
tuya. 
—No lo llamaría suertudo. —Exploro nuestro entorno, preguntándome 
quién podría estar detrás de ella, y por qué. 
Mi padre, Eric, alguno de los chicos. ¿Están intentando capturarla? 
¿Está mi padre aventurándose en sus propios asuntos después de que me dio 
su palabra? ¿Fue una advertencia de uno de mis propios hermanos “leales”? 
Mi brazo se encuentra tan insensible que no puedo sentirlo, pero mi piel 
está pegajosa y cálida con la sangre, y estoy tan frustrado que quiero patear 
algo. 
Por todo lo sagrado en el mundo, si mi padre está detrás de esto, lo 
mataré. 
Estoy luchando con mis emociones mientras la morena vuelve con la 
aguja para coserme, y trae una botella de alcohol. 
—Bien, bien, ahora, parece que tendré mis manos sobre ti después de 
todo —ronronea—. ¿Qué tenemos aquí? 
Extiendo mi brazo mientras abre la botella de alcohol. 
—Es un arañazo de mi chica —gruño—. No le gusta cuando no la llamo. 
—No quiero recordar cómo estuvo llorando y quería arrancarle la capucha… y 
¿para qué? ¿Revelarme a ella? No puedo hacer eso. 
 
ág
in
a7
9
La chica vierte el alcohol sobre mi herida y contengo mi reacción, 
apretando los dientes. —Hazlo bien y pequeño. —Arranco un pedazo de mi 
camiseta, lo muerdo y no hago un sonido, viendo mientras me cose. 
—Lo hizo bien. Para una princesa —me dice C.C. 
Estoy adolorido, y todavía jodidamente furioso. Aprieto los dientes 
alrededor de la tela. 
Una pelirroja viene y se sienta en mi regazo mientras su amiga me venda. 
—Oh, C, estábamos muy preocupadas. —Se lame los labios—. ¿Qué necesitas? 
—Mindy —le digo, escupiendo la tela—. Ese es tu nombre, ¿no? 
Asiente con entusiasmo. 
—Mindy, le he estado enseñando a mi novia cómo disparar su nueva 
arma. No creo que ella apreciaría que estés sentada aquí. 
—Oh. —Sale fácilmente de encima. 
—Ven aquí, cariño, te daré unas largas y lentas caricias. —C.C abre las 
piernas y hace espacio para Mindy, mirándome—. Novia, ¿eh? ¿Ella sabe de 
eso? 
—Le informaré mañana. —Ahora vuelvo mi atención a mi mejor amigo—. 
C.C., esto podría estar viniendo del Underground. Podría tener algo que ver con 
esa maldita deuda. —Aprieto el vendaje un poco más—. Necesito tachar su 
nombre lo antes posible y creo que sé cómo lograrlo. 
—Bueno, no puedes dejar que Slaughter siquiera se entere que piensas 
comprar su deuda o te joderá, hombre. La hará desaparecer como hizo con 
Lana. 
—¿No crees que ya sé esa mierda? No. Necesito que tenga los medios 
para pagar sin que incluso lo sienta. 
Camino al bar, me sirvo dos dedos de whisky y bebo, mirando el camino 
de mi propia sangre en el suelo. Ella es demasiado buena para esto, pero ahora 
está involucrada. Ahora es más que un nombre en mi lista. Está en la lista 
negra de alguien y soy un hijo de puta cabreado aquí. 
—Sea quien sea, se metieron con la chica equivocada. —Me sirvo más 
whisky y agrego un analgésico en él. 
—Ah, Dios, estoy muy entretenido por la mirada en tu rostro. Casi lo 
siento por nuestro invitado. 
—Llévame a él. —Mientras sigo a C.C., le pido que me consiga un boleto 
de avión a mi apartamento en Washington D.C para mañana temprano—. 
Asegúrate de que esté de vuelta a las seis, así puedo llegar a la boda. 
 
 
ág
in
a8
0
 
 
Hay tres tipos de cuchillos para lanzar. De hoja pesada. Mango pesado. 
O equilibrado. La empuñadura y el ángulo son los más importantes. De largo 
alcance, mantienes la muñeca sin doblar cuando se lanza, así el cuchillo no 
girará demasiado en el aire. El mío apenas voltea, se dispara en línea recta. 
Solía practicar en cajas de cartón de cereales, luego frascos de salsas, tablas de 
abedul y pino, colgando en el viento. Ahora hay un hombre delante de mí y sé 
exactamente cómo cambiar el peso de mi pierna dominante a la otra para crear 
un impulso, cómo girar el antebrazo, el codo directo para mi lanzamiento. No 
se trata de fuerza, sino de finura. Se necesita poca fuerza. El cuchillo reúne 
fuerza solo. 
Si golpeas con el mango, no cambia la fuerza, sólo permites más o menos 
rotación por apoyarte atrás o adelante. Tengo toda esta ciencia detrás de mi 
técnica y nunca he estado más dispuesto a aplicarla. 
Él está atado a una silla, en una pequeña habitación en la esquina del 
almacén. Una luz brilla sobre su cabeza. Está sangrando e hinchado, pero la 
vista de su sangre no es suficiente para darme satisfacción. 
Me mira, lo miro. 
Sus temblores aumentan, y me complace. Inmensamente. 
Me empiezo a acercar, manteniendo mi voz baja. —¿Quién te contrató? 
—N-no hablaré, como le dije a tu aa-amigo. 
Saco mi cuchillo y lo lanzo, rozando su sien. Grita, y sigo tirando hasta 
que los cuchillos están pegados en la pared a su alrededor, delineando su 
imbécil rostro. Entonces mi objetivo cambia hacia el centro de su muslo. 
Golpea. 
—¡Mierda! ¿Otro loco de mierda? ¡Pensé que eras el bueno! 
—Siento decírtelo, pero ya conociste al bueno. —Ni siquiera finjo una 
sonrisa, no siento nada por este hijo de puta. Ni siquiera piedad. Saco otro 
cuchillo y pruebo la punta—. Soy el tipo a cuya chica acabas de joder, así que 
haré esto extra doloroso. Tomaré un pequeño pedazo de tu piel, un tirón a la 
vez. Una bola a la vez, un pedazo de tu pene a la vez. Los arrancaré, lenta y 
dolorosamente, hasta que me digas quién te contrató. 
Lo golpeo en la punta de un dedo, aplastándolo allí. Grita. Sonrío y saco 
mi próximo cuchillo. 
—¿La estaban vigilando? —pregunto. 
Una gran cantidad de contratos comienzan como vigilancia y terminan 
como algo más. Golpeo su siguiente dedo. Grita y se moja los pantalones. 
 
ág
in
a8
1
—¿Fue esto un secuestro? 
Se está ahogando en sollozos. Oigo los sonidos débiles de tráfico afuera. 
La escucho, con sus grandes ojos verdes soñadores, sollozando bajo una 
capucha negra de mierda, tenso mi mandíbula y lanzo un cuchillo que cae 
directamente en el centro de su palma. —¿QUIÉN ES TU JEFE? —exijo. La 
sangre está vertiéndose ahora; pero no pararé hasta que las palabras empiecen 
a verterse también. Justo cuando está por caer inconsciente, entumecido por el 
dolor, en silencio le ordeno a C.C.—: Música por favor. No dormiremos esta 
noche. 
 
 
 
Cuatro horas más tarde… 
No tengo un nombre. 
Tengo un puñado de ira, un montón de jodida frustración, nada de 
sueño, un poco de dolor. Pero ningún puto nombre. 
No sabemos si tiene una marca sobre ella, de quién es objetivo. 
La necesito fuera de esa lista, y rápido. 
¿Cómo lo tomará tu orgullo si te doy el dinero, princesa? 
¿Lo tirarás de nuevo a mi cara? 
Lo harás, ¿no es así? 
Caray, sé que lo harás… 
Al entrar en mi apartamento, todavía estoy colgado en la visión que tengo 
de ella en la cama, durmiendo con una montaña de almohadas en ambos 
costados mientras dejo su vestido en el pomo de la puerta de su dormitorio. 
Lucía exquisita. Follable. Vulnerable. Y me quedo allí, la sangre 
corriendo más rápido en mi cuerpo, mi polla palpitando tanto como mis bíceps 
cocidos y el lado izquierdo de mi pecho. 
Ahora abro la caja de seguridad y casi tiro la manija de sucentro. 
Algunos de nuestros deudores tienen que pagar con trueques. Relojes, oro, 
joyas. A veces mantenemos “sobras” para sobornar a funcionarios, cualquiera 
que nos dé problemas en cualquier empresa. A veces mi padre no tomará las 
sobras y estoy obligado a proporcionar el dinero en efectivo, mientras que 
empeño, vendo, o hago otras cosas. 
 
ág
in
a8
2
Agarro un collar brillante de diamantes de uno de los extras que 
recolecté. Una vez, pensé que mi madre disfrutaría llevarlo. Ahora espero que, 
en cambio, Melanie disfrutará venderlo. 
Conseguí vincularme a esta chica dulce, incluso si es una pequeña cosa 
complicada. En su pequeño divertido cerebro, es probable que nunca se le 
ocurrió que perdería su apuesta. Debe haber imaginado zapatos nuevos y 
vestuarios en su futuro, y tal vez, hasta finalizar el pago de su coche. En 
cambio, ahora le debe su vida al Underground. A mi padre. A mí. Tenemos un 
equipo muy elaborado para llevar la contabilidad y la recolección de todas las 
deudas, la organización de las peleas, la venta de las entradas. El “Comité 
Underground” maneja las entradas y la organización de la pelea. Pero son los 
Slaters quiénes manipulan el juego y la financiación-recolección, y las cosas 
que nadie más debe conocer. 
Si Melanie es como cualquier mujer que conozco, aceptará un regalo de 
su nuevo pretendiente, luego dirá que alguien le robó el collar en lugar de 
decirme la verdad. Que lo vendió para pagar una deuda. Y eso está bien, puede 
mentir acerca de esto. Le estoy mintiendo también. Estaremos a mano. Habrá 
pagado su deuda, aprendido su lección, y no tendrá que saber que soy parte de 
su pesadilla. 
Y nunca tendré que ver esos ojos verdes suyos mirándome con horror 
como mi madre lo hizo. 
 
 
ág
in
a8
3
La Boda 
 
Traducido por Adriana Tate 
Corregido por LucindaMaddox 
 
Melanie 
Me despierto para encontrar mi vestido rojo colgando en el pomo de la 
puerta de mi habitación, frente a mí. Parpadeo y el terror gira a través de mí 
cuando me doy cuenta que él estuvo aquí. En mi habitación. 
—¿Hay alguien aquí? —grito, tirando de las sábanas hasta mi cuello. 
Silencio. Salto fuera de la cama y corro a abrir de golpe todas mis 
puertas, con fuerza, en caso de que haya alguien escondido detrás de ellas. 
Estoy cansada para el momento en que he recorrido todo mi apartamento como 
una persona trastornada. Arrastrándome contra la pared, dejo que mis ojos 
examinen mi vestido. Está perfecto. Sin ninguna marca en él. Incluso tiene el 
sello de la tintorería. Mi brazo tiembla mientras toco la seda, fragmentos de 
anoche parpadean por mi mente. Manos. Sangre. Lágrimas. 
Parece que ambos sobrevivimos, mi vestido y yo, pero prefiero que me 
parta un rayo antes de dormir en casa esta noche. Haré que Pandora me invite 
a su casa por un par de días, o pasaré la noche en un hotel, sola. 
Dios, pero no quiero estar sola. 
Quiero otra noche con Greyson. Me he acostado en mi cama durante dos 
semanas recordando esa noche que estuvimos juntos, y lo que siento por él va 
mucho más allá del deseo, se siente como una necesidad. Un ansia. Quiero sus 
brazos y su boca. Quiero su calor y la mirada en sus ojos para hacerme olvidar 
que tengo moretones en mis muslos, en mi orgullo y en mi corazón. 
Exhalando, me apresuro a entrar en el baño, le paso seguro a la puerta, 
lleno mi bañera y me recuerdo que mi mejor amiga se casa hoy. 
Después de mi baño, me froto con aceite de coco y almendra, me pongo 
mi tanga más elegante, mi vestido rojo, unos tacones color turquesa, una 
 
ág
in
a8
4
gruesa pulsera amarilla, al menos tengo tres colores en mí, lo cual siempre me 
hace sentir bien, y me apresuro a ir a la casa de Brooke, diciéndome que pare 
de preguntarme si realmente tendré una cita, si alguna vez pagaré la deuda, si 
alguna vez volveré a tener una buena noche de descanso otra vez. Hoy todo se 
trata acerca de la boda de mi mejor amiga y voy a disfrutar este día. 
He soñado y soñado esto por Brooke incluso antes de que ella supiera 
que lo quería, y en el momento que Remington Tate saltó fuera del ring del 
Underground y pidió su número de teléfono, sentí mariposas en su nombre e 
inmediatamente le di el número yo misma. Brooke nunca se lo habría dado de 
otra manera. 
Ahora está más enamorada de lo que nunca me imaginé que estaría. 
Está cubierta de blanco y acabo de ahuyentar a los hombres a la iglesia, 
porque no hay manera en el infierno que deje a Remy y a Brooke comenzar con 
la mala suerte de su lado. El novio no puede ver a la novia en su vestido hasta 
la boda. 
A regañadientes, se fueron, a pesar de que Remington no se veía 
contento al respecto. Ahora la genial Josephine, la guardaespaldas convertida 
en guardaespaldas/niñera, y yo estamos ayudando a poner las últimas flores 
de cristal al cabello de Brooke, mientras esperamos que su mamá y su 
hermana lleguen. 
—¿De quién es el turno de sostener a Racer? Acaba de babear en el 
vestido y no quiero que vomite en él también —dice Nora, señalando en 
dirección de una pequeña mancha oscura en el corpiño del vestido de Brooke. 
Bajando la mirada, Brooke estudia la mancha y la frota con su dedo 
pulgar, una cansada expresión de decepción se muestra en su rostro. 
—Brooke, tu hombre ni siquiera notará la mancha, ¡te lo garantizo! 
¡Dame a Racer! —le exijo mientras agarro al pequeño Racer y lo coloco en mi 
regazo, rozando mis labios sobre la cima de su redonda cabecita. Huele como a 
talco y agita sus brazos por todas partes. 
Brooke está ocupada mandándole mensaje de texto al novio y mirando 
hacia delante. —Te lo juro, este tráfico —gime. 
—No es como si él no esperará por ti —chillo con entusiasmo antes de 
darle a Racer a su abuela, quien le habla con mimos, y voy y cambio de puesto 
e intento abrazar a Brooke incluso a través de todo el tul de su falda—. 
¡Brookey, Remy estuvo esperando por ti toda su vida! Esperará diez minutos 
más, confía en mí. 
Brooke me señala con un dedo. —No digas nada que me haga llorar —me 
advierte, discretamente tocando la esquina de sus ojos. 
Asiento con una sonrisa, pero mi tráquea se oprime cuando tomo su 
mano y la aprieto. 
Ella es mi mejor amiga. Soy hija única. 
 
ág
in
a8
5
Tengo a Pandora, mi amiga gótica quien es mí opuesto, negativa, 
sarcástica y oscura, y a quien amo. Pero Brooke es Brooke, y sólo hay una para 
mí. Brooke no se quedará en Seattle porque la naturaleza del trabajo de su 
esposo le exige que vaya de gira con la liga de lucha, y este momento es muy 
emotivo para mí. Nadie nunca piensa en la mejor amiga cuando la novia se va 
a casar. Pero ahora mismo, estoy tan feliz que podría estallar, y, al mismo 
tiempo, tan miserable como podría estar. Primero porque la extrañaré, y 
segundo porque desde que era una niña, siempre he querido estar vestida de 
blanco y tener el tipo de novio que está esperando por ella en el altar, 
locamente enamorado de mí, listo para protegerme, para pasar el resto de su 
vida conmigo. 
En cambio, nunca he conseguido pasar más de un mes saliendo con 
alguien. 
En cambio, anoche casi estaba… Dios, no pienses en eso ahora. 
Brooke sale del auto y me alegro por la distracción de alistarla para 
entrar. Le dije que, ya que Pete, el asistente personal de Remy, es el padrino y 
también el novio de Nora, que simplemente debería pedirle a su hermana que 
fuera su madrina de bodas. ¿Quién quiere a Nora frunciendo el ceño por el 
resto de su vida de todos modos? Yo no. 
Así que soy la orgullosa dama de honor junto con Pandora, quien 
también está vestida de rojo por, probablemente, la primera vez en su vida. No 
es que se vea feliz por eso, pero eso no es nada nuevo. 
Mientras camino detrás de Brooke dentro de la iglesia, lo veo. Cerca de la 
puerta. Y mis piernas se vuelven blandas debajo de mi vestido. 
Greyson. Lleva puesto un traje muy bonito con la misma facilidad que 
usa su auto-confianza. Dios. Es casi como si las personas cercanas se mueven 
hacia él. 
Casi nopuedo soportar la atracción de su magnética presencia. No sabe 
que simplemente estando de pie allí, oscuro y poderosamente cerca de la 
amplia entrada de la iglesia, me está rescatando de mis pensamientos, mis 
miedos y mi soledad, lo cual ayer se sintió tan absoluto como la noche. 
Después de veinticinco años de no ser lo suficientemente buena, ante los ojos 
de este hombre, lo soy. Soy deseable. Merezco estar aquí. Lo que siento es 
extraño y emocionante. Crudo y rudo, precioso y frágil. No sabe que verlo se 
curva como calor dentro de mí, calentándome en lugares secretos, 
desapareciendo mis miedos. Mi mente está en una sola velocidad de repente. 
Él vino. 
Y por la manera que nivela esos fieros ojos avellana sobre mí, no va a ir a 
ninguna parte. No sin… mí. 
Durante la ceremonia, comienzo a llorar. No espero hacerlo, pero el 
miedo de la noche pasada se mezcla con el hecho que el chico que quiero está 
 
ág
in
a8
6
aquí por mí, todo eso mezclado con las bajas y roncas palabras del novio de mi 
mejor amiga prometiendo su vida a ella. 
Odio que estoy arruinando mi maquillaje, pero cuando me pongo de pie y 
escucho a mi mejor amiga prometer sus votos a uno de los hombres más 
protectores, sexys y amables que conozco, recuerdo como fui yo quien le dijo, 
¡HAZLO! ¡Ve tras él! Recuerdo que fui yo quien le dijo, ten una aventura, vive tu 
vida, vamos, Brooke, joder, es REMINGTON TATE, ¡nadie le dice que no a ese 
hombre! 
Ahora siento un par de ojos avellana entrecerrados en mi perfil, y cuando 
doy una mirada furtiva en su dirección, esa mirada posesiva que tiene no podía 
ser mejorada por el mismísimo demonio en persona. Mi corazón se aprieta al 
tiempo que intento dejar de llorar, diciéndome que al menos por esta noche, 
estaré segura. Me sentiré segura. Porque él no se ve como si me dejará ir a 
ninguna parte sin él. 
Dios, pude haber muerto ayer. 
Podría morir mañana. 
Siempre he vivido mi vida en el momento, pero siempre planeando y 
esperando por mi futuro perfecto. ¿Qué pasa si no hay uno? No me importa por 
qué está aquí y de repente nada importa excepto que sé lo que quiero ésta 
noche. 
Sorbo por la nariz y me limpio las lágrimas, luego encuentro su mirada 
casi suplicando, mi estómago duele cuando me devuelve la mirada con una que 
me dice mucho más que simplemente que haré contigo. Hay preocupación en 
su mirada, pero hay fuego, a punto de estallar allí, prometiendo quemarme de 
la manera más deliciosa. Está aquí porque me quiere. Me anhela y yo lo anhelo 
a él. Anhelo el hombre que conocí esa noche en la lluvia, el que no me dejó 
mojarme y en voz baja preguntó acerca de mí, mientras me besaba toda la 
noche. El que regresó para verme y pedir otra oportunidad. Su magnetismo 
simplemente me atrae, la atracción es irresistible. Sin procedentes. 
Y mientras los votos de amor son intercambiados en la capilla, me hago 
una promesa. Prometo que sea lo que sea que hay entre él y yo, una aventura, 
una catástrofe, la peor cita de mi vida, esta noche me voy a dejar llevar. Voy a 
lanzarme de cabeza en ello, y voy a seguir mi instinto, mi corazón y cada 
cosquilleo en mi cuerpo deseoso o me dejaré de llamar maldita Melanie. 
 
 
ág
in
a8
7
Esta noche 
 
Traducido por ElyCasdel & NnancyC 
Corregido por Vane Farrow 
 
Greyson 
La ceremonia tarda un maldito montón de años. 
Me paro aquí armado con mi SIG semiautomática, justo un poco más de 
un kilo de acero, pero mi polla se siente dos veces más pesada y mi pecho diez 
veces más. Soy como un animal atropellado hace una semana. Verla llorar ayer 
me destrozó. Ahora su mirada está despojada y desnuda de emociones 
mientras me ve entre la multitud, y no puedo procesar cómo me siento. 
Desde el momento en que salió de la limosina con la novia, gruñí ante la 
visión de ella. Soy arrasado con los impulsos de acercarme a ella, tocarla, 
olerla. 
Melanie es un manojo de contradicciones en vestido de dama de honor. 
Toda sonrisas, pero espetando órdenes como un general. La miré jalar la cola 
del vestido de novia detrás de ella así “lucía bonita” mientras una chica de 
cabello oscuro con el ceño fruncido le pasaba un ramo de flores a la novia. 
Melanie evitaba mirarme. Tal vez a propósito, tal vez no. 
Ahora que los votos están hechos, estoy en la banqueta de afuera de la 
iglesia, impaciente. Hay un coro de personas alrededor, pero sobre su ruido, 
puedo escucharla reír. Giro la cabeza y veo al sacerdote diciéndole algo que la 
complace. Dios. Quiero besar esa maldita risa para que se calle. Luego quiero 
hacer algo para despertarla de nuevo y que viaje dentro de mi boca, donde 
puedo atraparla. Probarla. Jugar con ella. 
Cuando un grupo comienza a juntarse alrededor de la limosina, no 
pierdo otro minuto. Cierro la distancia entre nosotros, deteniéndome a escasos 
cinco centímetros detrás de ella, tomándome un momento para disfrutar la 
fascinante imagen que forma: cabello suelto cayendo sobre sus hombros, 
 
ág
in
a8
8
vestido ajustado de seda color rojo hasta sus tobillos, espalda abierta en V que 
termina casi donde empieza su redondo y descarado trasero. 
—¿Estás ignorándome deliberadamente? —murmuro, deslizando mi 
mano alrededor de su cintura. 
—No. —Sonríe hacia la banqueta mientras mete el cabello detrás de su 
oreja. 
Bajo mi cabeza hasta que mis labios casi rozan su oreja. —Bien, porque 
no soy alguien que ignoras. —Usando mi agarre en su cintura, la jalo contra mi 
parte delantera. Estoy probando sus límites, alegre de que, en lugar de 
protestar, se incline contra mí. 
Maldita buena señal, King. 
Joder, ahora quiero más. Tomándola por el codo, la alejo de la multitud y 
la meto en un hueco cercano a la entrada de la iglesia. 
Su respiración es pesada, y esa es una mejor señal. También te quiere, te 
quiere tanto como tú a ella. 
La levanto contra la pared de piedra usando todo mi cuerpo. Su pecho 
presionado contra el mío, sus muslos contra los míos. Un gruñido bajo se 
atrapa en mi garganta mientras deslizo mis labios sobre sus párpados. Decir 
que estoy famélico es poco. Desearía tener diez manos, dos no son suficientes 
mientras paso mis palmas por sus costados, con mis dedos acunando su 
trasero y luego sujetándola contra mis caderas así puedo sentirla, viva y 
perfecta, a salvo y sin ser tocada. 
Acaricia mi garganta con su nariz y respira profundamente como si 
ansiara mi esencia. La aprieto contra mí, sintiéndola estremecerse en mis 
brazos. 
Estoy altamente entrenado. 
Puedo sentir el miedo, incitación, excitación. 
Pero la mezcla que parezco producir en ella me intoxica más que 
cualquier otra cosa. La atraigo hacia mí. Un jadeo deja sus labios, y toma todo 
en mí no inclinar mi cabeza y tomarla. No. Cuando tome esos labios rojos, no 
me detendré hasta que esté desnuda debajo de mí y me encuentre tan 
profundo en ella como una maldición. 
Esta noche, me digo. 
Alcanzo dentro de mi saco y saco el collar que le traje de una bolsa 
aterciopelada. 
—¿Qué es esto? —Primero me mira a mí. 
La dejo que abra mi mano, y mira al collar de diamantes en mi palma. Es 
un collar de diamantes, simple pero aún extraordinario. Como ella. —Algo para 
mi chica —murmuro. 
 
ág
in
a8
9
—¿Tu chica? 
Levanto el collar y lo coloco alrededor de su cuello. 
—Es demasiado, Greyson. No puedo aceptarlo —protesta. 
—No puedo tomarlo de vuelta y no es de mi tamaño. —Paso mis dedos 
por su clavícula, y es caliente y sedosa—-. Además, es hecho para una reina, 
una princesa. 
Ajusto el hilo brillante, así se apoya contra su clavícula, justo debajo de 
la palpitación del punto del pulso. Estoy tentado a bajar la cabeza y deslizar mi 
lengua ahí. Diablos, estoy tentado a hacer más. Hundo el dedo en el pequeño 
hueco en su lugar, tocando su pulso y deslizando mis ojos a los de ella. —
Melanie, cuando estés esperando que llame —Paso mi pulgar sobre los 
diamantes una vez más—, mira estas piedras y sabrás por seguro que el 
teléfono sonará. 
—¿Quién eres? —me pregunta, sin respiracióny atónita. 
Mis labios se curvan en una sonrisa sardónica. —Soy una versión 
retorcida de tu… Westley —digo, sosteniendo su mirada. 
Escuchamos gritos afuera y nos damos cuenta que la novia ha lanzado el 
ramo al aire. Melanie se apresura mientras soy dejado atrás, esforzándome por 
atrapar a mi Neandertal. Ella es un metro y sesenta y cinco centímetros de 
diversión y llena mi ser entero con mierda que nunca intenté sentir, quiero 
dejarla en paz. 
Estoy tan jodidamente jodido. 
La sigo en la multitud y me detengo justo detrás de ella, mi parte 
delantera presionado su parte trasera mientras miro su perfil. Sus fosas 
nasales están dilatadas. Me está oliendo de nuevo. Permanezco en mi lugar, 
dejándola acostumbrarse a mí. Mi tamaño, mi esencia, mi peso, yo. Alcanzo 
con mi guante y toco su cabello, y tiembla. Me muevo para estar justo a su 
lado, pasando la parte trasera de mis dedos por su brazo desnudo. Comienza a 
respirar más rápido, y la escucho dejar de respirar cuando enlazo mis dedos 
con los suyos en una forma que dice: esta noche estás conmigo. 
Miramos a la novia y el novio alejarse en su limosina, y Melanie les dice 
adiós con la mano sin soltar mi mano. Mientras el auto desaparece en la 
distancia, inclina su bonita cara hacia mí. 
Los diamantes lucen tan impresionantes en ella que por un momento 
olvido que sirven para algo más que adornar su garganta. Parecen marcarla. 
Gritarme tuya, tuya, tuya. 
—Parece que ya no tengo como regresar —me dice. 
Demonios si no me gusta ese puchero. —No te preocupes, vendrás 
conmigo —digo. 
 
ág
in
a9
0
—¡Mel! ¡Tenemos las llaves de tu auto! —grita un hombre en nuestra 
dirección, con las llaves tintineando en el aire. Las trae y puedo ver que es el 
tipo rubio que la ha estado follándola con la mirada desde que llegué. Me mira 
en silencio. Le doy una mirada aún más negra. Sigue mirando, imbécil, voy a 
ser el que la folle esta noche. 
La amiga de cabello oscuro de Melanie le golpea el codo. —Riley, ¿por 
qué no se llevan el auto de Mel? Ella y su cita pueden venir conmigo y Kyle —
interfiere. Me da una mirada de advertencia mientras pienso que debería estar 
preocupado acerca de esto por alguna razón. No intimidado, asiento 
concordando. 
Tan pronto como estamos en el asiento trasero del auto, la chica habla. 
—Eso que traes es ostentoso, Melanie. 
—Lo sé. —Sonriendo felizmente, apunta su pulgar en mi dirección. 
—¿Él te dio el collar? —La amiga suena sorprendida. 
—¡Sí! Y su nombre es Greyson, Pandora. 
—¡Bueno! Greyson, ¿pagarás por los lentes de prescripción que 
necesitaré después del daño de retina que recibiré por esa cosa ostentosa? —
pregunta. 
—Envíame la factura —respondo sencillamente. 
—¿Qué sigue? ¿Vas a atarla y elegir palabras de seguridad o qué? 
Sonrío. —No. No hay palabras en la tierra que mantendrá a nadie a salvo 
de mí. 
—Jaja. Me encanta que tu novio se divierta solo —le dice Pandora a 
Melanie, pronunciando la palabra “novio” como alguien pronunciaría la palabra 
“excremento”. Regresa su atención hacia mí—. Somos muy protectores con 
nuestra Mel. Creyó en Santa mucho, mucho más tiempo que el resto de 
nosotros. Así que cuéntanos de ti. Eres como un chico Gatsby, con un montón 
de dinero, pero un muy misterioso pasado. Kyle y yo te buscamos en Google 
pero no pudimos encontrar mucho. ¿Cuáles son tus intenciones con nuestra 
chica? 
—¡Pandora! —Melanie patea la parte trasera del asiento de Pandora—. 
Ignora a mi amiga, Greyson —me dice. 
Pero la amiga no siente ganas de ignorarme. Sigue mirándome sobre su 
hombro. —¿Estás feliz de que Melanie no atrapara el ramo? 
—¿Por qué lo estaría? —contrarresta Mel. 
—Amiga, a juzgar por esa cosa ostentosa, el hombre no tiene intenciones 
de casarse, solo follar. 
—¡Pandora! 
 
ág
in
a9
1
Me río; encuentro altamente entretenido cuán protectora es la chica. No 
hay duda en mi mente de que algún jodido perdedor le hizo esto. 
Se gira en el asiento delantero del pasajero para poder verme 
completamente. —¿Tienes esposa? —persiste. 
—¿Qué? 
—¿Estás casado? ¿Eres gay? ¿Qué está mal contigo? 
Bueno, ahora veamos. En realidad, ella es la que está mal aquí. Podría 
mirarla fácilmente, pero ¿por qué mirar a esta Amarga Betty cuando tengo a 
una princesa a mi lado? 
—¡Pandora, estás arruinando mi noche totalmente! —Melanie vuelve a 
patear la parte trasera de su asiento luego se gira para mirarme. Luce 
deliciosa, toda en rojo. Me siento como el Gran Lobo Malo, mirando hambriento 
a esos labios de “bésame” y esos altamente inocentes y peligrosos ojos verdes—
. ¿Tiene razón? ¿Estás jugando conmigo? —me pregunta curiosamente. 
No sé qué hay en ella, pero la forma en que me mira hace que mi polla 
comience a hincharse. Es mi respuesta natural a ella. Probablemente puedo 
evitarlo tanto como podía evitar matar por ella anoche, lo que no es así en 
absoluto. No importa cuánto control tenga, no puedes comandar tus instintos. 
A veces ellos te comandan. 
Sólo he matado por otra persona en mi vida. 
La diferencia es, no sentí remordimiento anoche. No cambiaría lo que 
hice por Melanie anoche. Lo haría todo otra vez, matar a los primeros tres igual 
de rápido, torturar al cuarto igual de lento. Diablos, incluso más lento si lo 
hubiera podido prolongar. De hecho, ahora, el recuerdo de sus sollozos suaves 
y desesperanzados debajo de la capucha tuercen un cuchillo de furia en mi 
pecho. 
Con una mano curvada en su cintura, la acerco a mí para susurrar en 
su oído—: No estoy jugando contigo. 
Cristo. 
Estoy siendo serio. 
Tan serio como he sido sobre algo en mi vida. 
—Sé honesto —susurra en respuesta. 
—No estoy jugando contigo —repito. 
Estamos siendo observados desde el asiento delantero del auto, así que, 
que se joda. En un movimiento, la jalo para que se siente sobre mi muslo y 
bajo mi cabeza hacia ella. Huele tan malditamente dulce y jugosa que quiero 
enterrar mi nariz y encontrar la fuente de su esencia. Froto mi nariz detrás de 
su oreja, encendido por la su cercanía, su forma, su olor, ella. 
Tiembla, y mis músculos se tensan en respuesta. 
 
ág
in
a9
2
¿Qué me estás haciendo, mi dulce, encantadora número cinco? 
Con mis pulgares alcanzo esos párpados y los obligo a cerrarse, así no 
me verá. Entonces, no me mirará directamente con esos malditos ojos verdes 
que gritan sálvame y mantéenme, y susurro con una voz áspera de lujuria—: 
Cuando no estoy contigo, pienso en la siguiente vez que cada centímetro tuyo 
me pertenecerá. Juego juegos y los juego duro y sucio, pero si fueras un juego, 
princesa, entonces eres el primer maldito juego que alguna vez jugó conmigo en 
respuesta. 
Abre los ojos. Esos malditos ojos de HAZme, ÁMAme. 
Su amiga Pandora está callada ahora, y el auto crepita con la atracción 
de Melanie hacia mí, y de mí a ella. 
Diablos, he jugado amable con los amigos por un tiempo ya, pero no soy 
bueno mucho tiempo. Simplemente no está en mí. 
Golpeo el techo del auto. —Déjanos por aquí. 
—¿Aquí? Es la mitad de la nada. 
—Insisto. 
Con un dramático suspiro, estaciona en la acera al lado de un espacio 
vacío frente a un complejo de apartamentos oscuros. Ayudo a Melanie a salir, 
luego agarro el techo del auto con mi brazo sano y me inclino para decirle a 
Pandora—: Me alegra que sus amigos estén genuinamente preocupados por 
ella. No soy perfecto, pero te doy mi palabra, nadie la herirá cuando esté 
conmigo. 
Me lanza una silenciosa mirada feroz y sus amigos se van. 
—Odia a los hombres, no te preocupes por ella. —Al parecer intentando 
calmarme, Melanie me sonríe y roza una mano sobre la superficie de mi 
camisa. 
Agarro su muñeca en mi mano, el movimiento instintivo, para mantener 
las personas a distancia. —El optimismo es la última de mis preocupaciones. 
¿Tienes hambre? —Aprieto su muñeca y me doy cuenta de cuán débil y 
pequeño es en el círculo de mis dedos, luego noto que ella es la única cosa que 
me permito tocar sin un guante. Y se siente bien. Real. Cálida. ¿Cómo puedealgo tan jodidamente vulnerable provocar un tirón tan fuerte en mí? Quiero 
pasar mi mano debajo de la chaqueta y tocarla toda, su clavícula, su garganta 
y ascender, así puedo acunar ese rostro dulce y vibrante en mi mano, apretarlo 
y besarlo hasta dejarla sin aliento. Mi voz se vuelve áspera cuando susurro—: 
No comas ese labio, te llevaré a algún sitio. 
Suelta ese labio mientras lentamente libero su muñeca, luego nos 
quedamos allí, mirándonos fijamente con apenas algunas luces alrededor. Los 
diamantes relucen en su cuello como sus ojos brillan en su cara. Envuelve los 
brazos alrededor de sí misma y mantengo los ojos en ella mientras le envío un 
 
ág
in
a9
3
mensaje a Derek, y caminamos por la cuadra hacia la esquina, mi mirada 
pegada a su perfil. No soy bueno en las conversaciones con mujeres, las follo, 
les pago, me deshago de ellas. Quiero hablarle y al mismo tiempo, sé que 
debería estar huyendo de ella. 
Me río suavemente porque nunca supe que podría estar tan incómodo en 
una situación, y la cubro con el saco de mi traje. No hace frío, pero ese vestido 
me hace querer devorarla. Derek nos recoge en una SUV plateada, luego nos 
deja en uno de esos restaurantes que abren las veinticuatro horas, que tienen 
desayunos malos, almuerzos malos y cenas malas, pero parece ser la única 
opción cercana a la que ir. 
Dirijo a Melanie hacia una cabina en la parte posterior, una donde 
nuestras espaldas están cubiertas y puedo ver la puerta y cada entrada. Se 
quita mi saco y lo coloca a un lado, opuesto a donde me siento. 
Nos sentamos cerca. 
Pero no lo suficiente cerca. 
Mientras que vemos nuestros menús, no puedo contenerme. Desciendo 
una mano por debajo de la mesa, a su muslo. Mira su menú, pero puedo ver su 
aliento acelerarse cuando comienzo a frotar mi dedo más arriba en su muslo. 
—¿Qué te gustaría comer? —le pregunto, observándola morderse el labio 
de nuevo. 
—Me gusta lo que es malo para mí. ¿No les gusta a todos? Un poco de 
alcohol. Mucho chocolate y nueces. Pero me obligo a alimentarme con una 
tonelada de verduras para contrarrestar lo malo con lo bueno. Una positiva y 
una negativa… un poco de cada cosa. —Sus ojos encuentran los míos, y están 
bailando juguetonamente—. ¿Y tú? 
Quiero darme un festín en nada más que tu boca, tus tetas, tu coño y ese 
jodido labio que estás torturando con tus dientes, dientes que quiero sentir 
raspando a lo largo de mi polla. 
—Soy un fanático de las comidas internacionales. Cualquier cosa. 
tailandesa, china, mexicana, japonesa, me gustan los sabores diferentes. 
Disfruto ser… sorprendido cuando se trata de mi paladar. Me gustan las 
especias. 
—¿Vienes a la ciudad por trabajo? 
—A veces. 
—¿En que trabajas? —El interés genuino en sus ojos me hace sentir 
como un jodido idiota. 
—Seguridad. —Cierro de golpe el menú—. En la compañía de mi padre. 
—¿De verdad? ¡Qué interesante! No te catalogaría por un hombre que 
trabajaba con su padre. Con nadie, en realidad. 
 
ág
in
a9
4
Mis labios se curvan con diversión mientras le hago señas al camarero, 
luego elevo una ceja para cuestionarla. —¿Quieres decir que no crees que 
pueda llevarme bien con otros? 
—Solo emanas la impresión de individualidad. 
—¿Sí? 
Allí va de nuevo, mordiendo ese maldito labio. —Es intrigante. 
—Tú das la impresión de carácter juguetón y comodidad. Encuentro eso 
intrigante también. 
Sonríe, una sonrisa tímida que no puede ocultar por completo la forma 
en que sus ojos verdes esmeralda se inundan con placer femenino. Tal vez no 
sonrío como ella, pero confía en mí, estoy muy deleitado con ella. Una vez que 
ordenamos, me mira y juega con una pulsera amarilla en su brazo. 
—Mi trabajo es mi pasión. Estoy absolutamente obsesionada con los 
colores. No puedo salir de la casa sin usar al menos tres colores diferentes. Dos 
es demasiado simple. Uno es absolutamente soso y no quiero ser sosa. 
Me encuentro riendo de nuevo, algo que parece venir naturalmente cerca 
de ella. —No hay forma en que seas jodidamente sosa. De hecho, justo aquí, 
sentando contigo, me siento gris. 
Su sonrisa aparece en el instante en que lo hace la mía, y nos reímos 
hasta que nuestras bebidas son puestas delante de nosotros, y sorbe de su 
pajita. 
—Me gusta esto —dice con un largo suspiro de placer intenso mientras 
se recuesta, relajándose. Toma un sorbo incluso más largo, mirándome—. Se 
siente como una cita. Y se siente como por siempre desde que tuve una de 
estas. 
Por mi visión periférica, me di cuenta que Derek se sentó ante una mesa 
cercana, al otro lado de C. C. 
—Es una cita. Me invitaste a la boda de tu amiga. Eso es una cita en mi 
libro. 
—No te invité. Dije que podías venir… 
—Y ambos sabemos cuánto me encanta venirme. 
Sonríe de un modo perverso, y no hace nada para calmar mi libido 
embravecido. Puedo decir que le gusta cuando soy malo. Le gustan los chicos 
malos. 
Joder, princesa, no sabes que soy el peor de los malos, pienso y entonces, 
otro pensamiento: Demonios, no soy un chico malo, ¡soy un hombre malo! 
Me desanima un poco darme cuenta que no soy bueno para ella. 
 
ág
in
a9
5
—Vamos, admítelo —la presiono, reviviéndome con el brillo juguetón en 
sus ojos—. Vine, conquisté. Al menos traerte a cenar me hace sentir como un 
conquistador, e incluso sobreviví a tu furiosa amiga de pelo negro. 
—Pandora. —Se ríe—. Pero tiene razón en preguntar sobre estos, estos 
que son demasiado, más de lo que merezco. 
Distraídamente acaricia el collar en su garganta, y susurro, una 
advertencia—: Melanie. 
—Greyson… 
Demonios, puedo ver las semillas de duda que su amiga plantó casi 
girando en su cabecita. Mantengo el volumen de mi voz, pero muy serio. 
—Haz lo que quieras con el collar. Solo no me lo devuelvas. 
Juro por Dios, si pudiera enviar telepáticamente a esta mujer el maldito 
mensaje de hacer lo que cualquier chica inteligente haría para sobrevivir, se lo 
enviaría. 
Puede esperar, pero cuando el momento quede reducido a nada, lo hará. 
Espero que lo haga. Demonios, cuando haya pasado bastante tiempo conmigo, 
estará harta de mí y de cualquier cosa mía y lo botará más rápido de lo puede 
decir Greyson. 
El pensamiento hace que mis entrañas se calienten con ira. 
Mi mano se mueve más alto por su muslo. Este deseo irresistible de 
tocarla me consume. Siempre estoy enguantado, pero esta noche mis guantes 
están en uno de los bolsillos de mi traje y mis manos están desnudas, y no 
puedo parar de devorar la sensación de tener su piel suave bajo mis dedos y mi 
palma. 
Gira la pajita como si quisiera algo que hacer, pero lo más importante de 
todo, sabe exactamente dónde está mi mano y no hace ningún movimiento 
para quitarla. —Mi mejor amiga, cuya boda acabas de ver… cuando éramos 
jóvenes, yo solía ser Barbie y ella era Skipper cada vez que jugábamos. Yo 
siempre acostumbraba a conseguir a Ken. Simplemente parecía que ella no 
estaba interesada en Ken, así que yo solía asegurarme que fuera todo mío. Ella 
ni siquiera quería enamorarse. Yo quería ser feliz, despreocupada, y 
enamorarme un día, y ella quería ir a los Juegos Olímpicos. Pero ella fue la que 
terminó enamorándose, profundamente, ¿sabes? La cosa real. El hombre real. 
Yo no podría estar más feliz, ella no podría merecerlo más. Pero ahora me 
miras como su marido la mira… —Eleva la mirada hacia mí y distraídamente 
frota una uña por su vaso—. Pero no eres mi marido, no estás enamorado de 
mí. ¿Qué quieres? —Me sostiene la mirada—. Pandora tiene razón, no le das 
algo como esto a cualquiera. Los hombres les dan diamantes a mujeres que 
necesitan comprar, u ocultar. 
—Y, sin embargo, estamos a plena vista. Nunca ocultaría algo tan 
hermoso como tú. 
 
ág
in
a9
6
Toca el borde de su vaso con la punta de un dedo, y dejo que mis ojos se 
arrastren por su brazo delgado y tonificado, abajo por su cuerpo, mis ansias de 
tenerla volviéndose más fervorosas y más fervorosas a cada segundo. —Luces 
preciosa en ese vestido, princesa. 
Sus mejillasbrillan. —Gracias. Casi pensé que no podría usarlo. 
—Te ves adorable. La forma en que tu cabello se riza en las puntas. No 
puedo desviar la mirada de ti y no puedo esperar a quitarte ese vestido. 
Deja caer la mirada a la mesa, mordiendo ese labio. 
Me inclino hacia adelante, probando mis límites; empujándolos. —Hemos 
tenido sexo. Estás usando mi collar. Tengo una mano en tu muslo. Tus amigas 
me han taladrado la cabeza hasta el cansancio. ¿Por qué tan tímida? —Cuando 
solo suelta esa sonrisa deliciosa, curvo mi índice bajo su mentón e inclino su 
cabeza hacia atrás—. ¿Has estado pensando en mí? 
—¿Te refieres a obsesionarme y suspirar por el chico que no llamó? 
Levanto una ceja. —¿El hombre parado en la iglesia, esperando a que le 
des algo de atención? Ese era yo. 
—¡Oh, guau, gracias por aclarar eso! —El sonido delicado de su risa me 
vuelve duro como una roca. 
Deslizo la mano más alta por su muslo, levantando la seda de su vestido 
para que pueda tocar más piel descubierta. Estoy a punto de besarla cuando 
un rostro conocido entra al restaurante. Mis ojos se deslizan por él y me relajo 
cuando C.C. hace un breve gesto con la mano para hacerme saber que se 
encargará de eso. 
Que me jodan, no tengo energía para ninguna mierda criminal esta 
noche. No he dormido en casi cuarenta y ocho horas. El corte de cuchillo en mi 
bíceps duele como una perra, y estoy funcionando por pura adrenalina aquí. 
Mientras espero a que C.C. haga una señal de que está despejado, Melanie 
picotea su ensalada con desgana, y el viejo comportamiento familiar de 
permanecer apartado del mundo se posa en mí. 
—Gracias por venir a la boda —dice, en voz baja. 
—Fue un placer —respondo, bajo. 
Puedo de repente sentir la distancia entre nosotros como un abismo de 
tres metros, evitando que haga una conexión. 
—¿Por qué lo hiciste? 
Mis cejas vuelan. —¿Por qué vine? 
Asiente, y no sé nada más, excepto que todavía ansío una conexión con 
ella. Cualquier clase de conexión. Estoy acariciando mi dedo más largo por el 
interior cremoso de su muslo, todo el tiempo observando al recién llegado 
marcharse por mi visión periférica. —Vine por ti, Melanie. 
 
ág
in
a9
7
—He tenido mil revolcones de una noche, Greyson. 
—He tenido mil y uno. 
—¿Contándome? 
—No, princesa. Cuando hagamos esto de nuevo… estarás en una lista 
completamente diferente. 
Nos miramos, ninguno sonriendo, mis ojos codiciosos deleitándose en la 
curiosidad en su rostro, su largo cabello dorado, los senos muy pequeños 
sobresaliendo contra la tela de su vestido de seda, la curva delicada de sus 
hombros, y Jesús, quiero todo eso más de lo que nunca sabrá. 
Coloca una mano en mi muslo. —¿Qué lista? —Ladea la cabeza y me 
analiza—. ¿Qué será esto? 
La sensación inesperada de su mano en mi muslo envía un calor 
primitivo por mis venas. Un segundo estamos hablando, al siguiente atrapo su 
cara y la sostengo quieta mientras miro aquellos ojos verdes, de repente 
abrasadores y analizo su pequeña nariz, su boca amplia. —Para mí, esto es 
una fantasía. Tú eres la fantasía. Para ti, esto será un error. Un error largo y 
placentero. —Observo sus ojos oscurecerse, y nunca he sido un hombre de 
contener mis palabras—. Voy a ser todo lo que nunca quisiste —advierto en un 
respiro áspero—, nada que necesites. —Deslizo mi otra mano mucho más 
arriba por su muslo—. A veces mi trabajo me alejará, y no llamaré y te enojará. 
—Rozo con mi dedo corazón sobre la V de seda que cubre su sexo—. Seré 
egoísta. Tomaré todo lo que quiera, cuando sea que lo quiera. No soy el hombre 
de tus sueños, Melanie, soy el hombre de tus peores pesadillas. 
Sus ojos destellan, y detiene mi mano de acariciarla y presiona sus 
labios en mi oreja. —No soy tu jodido juguete. 
La agarro por los hombros y la echo hacia atrás. —Pero me dejarás jugar 
contigo. 
—Si quisiera solo sexo, podría conseguir eso de cualquiera. 
—No la clase de sexo que conseguirás conmigo. —Meto mi pulgar en su 
boca, haciéndola saborearme. Mi cuerpo entero siente esa lamida—. Te haré 
desearlo. Te enviaré un mensaje cuando esté aterrizando en la ciudad para que 
estés retorciéndote y mojada para el momento en que me veas en tu puerta. 
Me muerde el pulgar y me vuelve tan salvaje con la lujuria, que estoy a 
punto de estampar mi boca en la suya. 
Que me jodan. 
Tal vez nunca haré una conexión que valga la pena con nadie en mi vida. 
Pero puedo tener esto, puedo tenerla, su cuerpo, su placer salvaje y 
caliente. 
Puedo tener esto. 
 
ág
in
a9
8
Oh, sí, voy a tener esto esta noche. 
Me inclino, listo para tomar una mordida larga y sabrosa del labio que ha 
estado volviéndome loco, cuando se pone de pie. —Eres un imbécil —susurra, 
jadeando—. Llévame a algún lugar. Solo por esta noche. Llévame a algún lugar. 
Saco un billete de cien del fajo en mi bolsillo y lo pongo en la mesa, 
deslizo mi saco sobre sus hombros, y la apresuro a salir. 
 
 
 
 
 
ág
in
a9
9
Fin de Semana 
 
Traducido por Miry GPE, Val_17 & Niki 
Corregido por Mire 
 
Melanie 
Nos dirigimos a un apartamento en un vecindario de alto perfil, tan caro 
y codiciado que todos en donde trabajo se prostituirían por un trabajo de 
decoración en este código postal. Tiene una entrada privada y seguridad de alto 
nivel en cada entrada y salida. El apartamento en sí está cubierto de ventas de 
pared a pared, con suelos de piedra caliza y chimeneas de piedra. 
Compruebo el amplio espacio casi vacío, con un barrido de mis ojos muy 
abiertos, mi mandíbula abierta. —¿Acabas de conseguir una casa en la ciudad? 
—Le entrego el abrigo, su mirada es una cosa deliciosa y palpable sobre mí, 
mientras camino al interior. 
—¿Te gusta? —Su voz no tiene ninguna inflexión, pero algo en sus ojos 
me dice que quiere que me guste. 
Me doy cuenta que el único mobiliario es una cama enorme en el centro 
de la habitación, y la visión de esas sábanas blancas y almohadas mullidas me 
provoca un hormigueo. Ambos. En esa cama. Tocándonos, 
besándonos, tocándonos íntimamente. 
Las ventanas más cercanas a la cama están orientadas hacia mi edificio 
y por un momento me pregunto si notó que, incluso algo distante, mi 
apartamento se encuentra ubicado hacia este lado. 
—¡Es un espacio impresionante pero muy vacío! —Extiendo mis brazos—
. Ya puedo visualizar exactamente lo que podría poner y en dónde. ¿Puedo 
decir que viniste a la mujer adecuada? 
—¿Puedo admitir que no voy a contratar tus servicios de diseño? No me 
gusta el desorden. —Y, sin embargo, parece divertido por mi oferta; esa casi 
sonrisa que he venido a realmente, de verdad, anhelar en esa boca suya llena y 
habla-sucio. 
 
ág
in
a1
00
Oh Dios, todavía estoy tan excitada por lo sexy idiota que es. Hace que 
quiera darle una bofetada y follarlo; ¡ningún hombre ha presionado mis 
botones así! 
—¿Cómo sabías que era diseñadora? 
Brazos cruzados, más casi sonrisa, igual a mí casi jadeando. —No eres la 
única que puede utilizar Google. 
—Pandora te buscó en Google, yo no. 
—Cierto —concuerda. 
Me rio porque claramente no me cree, entonces admito—: No había nada 
sobre ti. Nada. 
—Y hay un poco de ti. 
—Bueno, ¡puedo hacer que este lugar cobre vida con un movimiento de 
mis dedos! ¡Soy como una Mary Poppins de la decoración! 
—Princesa, ya cobró vida contigo dentro. 
Sorprendida por el cumplido, deslizo mis ojos de nuevo a él, y la forma 
en que permanece ahí de pie, grita que es alguien, fuerte, con el cual no 
meterse, alguien al que quieres de tu lado. Sus ropas oscuras no pueden 
ocultar los músculos debajo, o la gracia y la virilidad con la que se mueve. 
Es difícil mirarlo sin lanzarme hacia él como un cohete; un cohete 
descontrolado en un desvío permanente y bastante preocupante. 
Nerviosamente camino por el lugar, preguntándome si mira mi trasero 
mientras me muevo. 
Dejo que mis caderas se balanceen aún más a propósito y me dirijo por 
el pasillo; silba para llamarme. 
—Esa habitación está fuera de los límites. 
—¿Qué? ¿Qué quieresdecir? —Se acerca y pone una mano en la parte 
baja de mi espalda, el toque muy áspero llenándome de una sensación de 
seguridad—. ¿Comprendes que decirme eso es una invitación a simplemente 
tratar de quitar esta cerradura y averiguar? —le pregunto. 
—No serás capaz de abrirlo. Tengo un desorden de cosas ahí, nada para 
una chica. 
Mi interés se despierta por esto, me alejo de su mano y giro para sacudir 
el pomo de la puerta. La puerta es de acero, casi como una bóveda de un 
banco. 
—Melanie —advierte Greyson. 
Rio y doy marcha atrás. —Bien. Ese es tu hombre de las cavernas, no 
voy a entrar. No te preocupes tanto. 
 
ág
in
a1
01
—No estoy preocupado. No podrías abrir la puerta con una sierra 
eléctrica. Lo que me preocupa es tu determinación a hacer exactamente lo que 
te dije que no hagas. 
—¡Tengo curiosidad! —digo, riendo de nuevo. Mi risa, no puedo 
explicarlo, pero parece que llega a él. Luce hambriento por callarme con su 
boca. Cuando lame sus labios y frunce el ceño hacia mi boca, el repentino 
recuerdo de su boca sobre la mía se abre paso a través de mí, de mis pezones 
contra su lengua, y un escalofrío de anticipación se instala en mi columna. 
—¿Te importa si voy a refrescarme? —Dejo escapar. 
—Nena, eres la encarnación de la frescura, pero ve. 
Cierro la puerta del baño tras de mí y me apoyo en el fregadero. Respiro 
con dificultad, los aleteos se encuentran por todos lados dentro de mí, de mi 
cabeza a mis pies. Es un maldito idiota que abiertamente admitió que 
probablemente solo quiere usarme y debí abofetearlo, pero en su lugar, lo 
follaré porque me vuelve loca. Porque es el responsable de una terrible e 
insistente palpitación entre mis piernas. Todas estas semanas preguntándome 
lo que quiere de mí, si vendría esta noche. 
No importa lo que dice, aún me mira de la forma que lo hace; y la forma 
en que me mira dice otras cosas. Que me quiere. Que desesperadamente me 
quiere, ansía, tal vez incluso me necesita, tal como lo dijo ese día en mi 
apartamento. 
Nunca he usado nada que un hombre me ha regalado. Ahora mi garganta 
se encuentra adornada con una línea de brillantes diamantes blancos y nunca 
imaginé que un gesto como este podría estimular tanto mi mente, mi corazón y 
mi cuerpo. 
¿Esta noche quiere usarme para sexo? Entonces también lo utilizaré 
porque me está matando. Me mata la forma en que me mira. La forma como 
huele, camina, suena su voz. 
Esta noche no dormiré sola en casa, sin importar lo que pase. 
Rápidamente, lavo mis manos, bajo mis axilas, y luego levanto mi vestido 
y miro con tristeza los moretones en mis muslos. Saco mi estuche de 
maquillaje de la bolsa de mano y comienzo a cubrir las manchas de color 
púrpura con mi corrector, una por una. 
Cuando termino, noto una toalla con manchas rojas y me pregunto si se 
cortó. ¿Al afeitarse tal vez? Una ola de protección me llena. ¿Se encuentra 
bien? Por supuesto que lo está, Melanie. Ese hombre es tan penetrable como su 
puerta de acero. 
Mientras agarro el pomo de la puerta, el pulso constante entre mis 
piernas se convierte en una palpitación rápida. Para cuando abro la puerta y 
cruzo silenciosamente la habitación hacia la cama, mi corazón se acelera a 
toda velocidad. 
 
ág
in
a1
02
Nunca he estado en un apartamento así de lujoso o vacío. Él es como un 
algo espartano, sin pertenencias. Echo un vistazo a su armario y tiene las 
mismas tres camisas, las mismas tres chaquetas, tres zapatos del mismo 
estilo. Como una especie de superhéroe metódico, ¿como si no planeara 
quedarse mucho tiempo? 
Tristeza me golpea ante el pensamiento, pero rápidamente es 
reemplazado por el remolino de lujuria que siento al verlo. Yace de espalda 
sobre la cama, con un brazo esbelto doblado detrás de su cabeza al tiempo que 
mira por la ventana. 
Oh Dios, ¿por qué me gusta tanto? Porque está mirando a tu edificio. 
El hecho de que me puede ver desde aquí me hace sentir protegida 
incluso cuando nunca llama. Incluso si nunca me verá de nuevo. Necesito esa 
pequeña sensación de seguridad y me aferro a ella. 
—¿Puedes ver mi apartamento desde aquí? —pregunto. Empiezo a bajar 
la cremallera lateral de mi vestido. Se voltea hacia mí, y un brillo de luz de luna 
se atrapa en sus ojos cuando me mira aproximarme. Mi corazón palpita 
rápidamente. Tiene una enorme presencia de confianza en sí mismo, y un aire 
de autoridad que hace que mis rodillas tiemblen. Es fuerte. Atrayente. Vital. Y 
llena todo mi ser con ganas locas y salvajes. 
—Sí, es por eso que conseguí este lugar. 
Sé que está bromeando, pero las palabras son serias; mira directamente 
mis ojos. —Uno pensaría que un jugador como tú, tendría algo mejor que hacer 
que mirar por la ventana tratando de obtener un vistazo de mí —bromeo. 
—Hago más que mirar por la ventana, princesa. Eso me implica a mí 
quitándome los guantes. 
Bastardo. 
Jodido bastardo delicioso. 
Él es como montar una moto a toda velocidad. Se siente como el motor, 
el paseo... el viento... 
Me detengo al pie de la cama y siento una oleada de emoción cuando 
noto la forma en que me mira, sus ojos brillando como un rayo. 
—Desnúdame, o desnúdate para mí. La dama elige —habla calmada y 
sucintamente, sin hacer ningún movimiento para tirarme sobre él. 
¿En verdad, ahora? ¿Tan confiado de esta magnética, atracción eléctrica, 
jalándome hacia él? 
Mi mirada se dirige con avidez de sus piernas gruesas, al bulto por el que 
me encuentro loca, hasta el pecho, que estira el material de su camisa blanca 
como la nieve de la mejor manera posible. Sintiéndome pesada y caliente, mi 
pulso latiendo rápidamente en mis venas, me arrastro sobre él, su mirada 
aburrida sobre mí con silenciosa expectativa. 
 
ág
in
a1
03
—Creo que eres un bastardo. Pero eres tan sexy en este traje... —susurro 
mientras empiezo a quitar el cinturón de sus pantalones, a horcajadas sobre él 
para que, si quería, podía bajar mis caderas y frotar el punto más doloroso de 
mi cuerpo contra el bulto tan grande y delicioso en su regazo—. Y quiero 
follarte duro porque me hiciste creer que eras mejor, me hiciste creer que me 
querías para más que esto —agrego—. Imbécil. 
Agarra su cinturón cuando lo libero, lo arroja a un lado y cae haciendo 
ruido, luego se mueve como un rayo, colocándome de espalda, levantando mis 
brazos para fijarlos sobre mi cabeza. Grito, y sonríe. —Te atrapé —dice con 
tono áspero, deslizando una mano por el interior de mi brazo. Comienzo a 
jadear por el delicioso peso de su cuerpo presionando la parte baja del mío, 
llevo mi mano libre a su cintura para sacar la camisa de sus pantalones y 
empezar a desabrocharla desde abajo, corriendo hacia arriba. 
Suelta mi muñeca y lentamente empuja mi vestido hasta mis caderas. —
Tienes una boca sucia, Melanie. ¿Sabías que puedo llenarla con mi corrida, 
justo así, así el próximo sonido que hagas sea el de tragar? 
—Tal vez el próximo sonido sea tú gritando cuando muerda la cabeza de 
tu polla gruesa y rosa. 
Respiro y mis pensamientos se dispersan cuando gruñe—: Cállate ahora. 
—Y me besa. Dura y deliciosamente. 
El siguiente sonido real en la habitación no es nada más que lenguas 
mojadas y resbaladizas enganchándose, el roce de la tela mientras sube más 
mi vestido. Me derrito bajo su boca, caliente, poderosa y más voraz que 
cualquier boca que alguna vez hubiera encajado con la mía... y se siente como 
si todo lo que dijimos realmente no significa nada, que esto significa todo. 
Su aroma me llena como una calidez curvándose en mi estómago 
mientras sube mi falda hasta la cintura para exponer mi tanga de encaje negro. 
El aire acaricia mis nalgas desnudas, y al segundo siguiente, las toma en sus 
manos cálidas. 
—¿Estás contenta de verme ahora, Melanie? —murmura en voz baja y 
matizada al tiempo que, utiliza mi trasero para atraerme contra él. 
Gimo, estoy tan excitada. —Todavía no —miento. 
Frota sus labios contra los míos, burlándose. —¿Segura? 
Una vez más, sus labios se frotan contra losmíos, cálidos y 
aterciopelados. 
Mi sangre se siente espesa y caliente en mis venas. De repente no puedo 
pensar en nada que quiera más que esto, un beso. Pero no puedo dejar que un 
hombre como él lo sepa o me destrozará. 
 
ág
in
a1
04
—Estoy segura —miento de nuevo, me sostengo a la parte trasera de su 
cuello fuerte mientras saco mi lengua para pasarla a lo largo del borde de sus 
labios. 
Esa lamida resulta ser nuestra perdición. 
Gruñe y saca su lengua para jugar con la mía, sus labios cerrándose 
sobre los míos en el más perfecto ángulo. Un escalofrío nos recorre a ambos. 
Incluso se siente como gemimos al mismo tiempo, nuestro beso se degrada de 
lento y sensual a rápido y crudo. Desabrocho el resto de su camisa, con manos 
temblorosas por la prisa. Él agarra la parte superior de mi vestido sin tirantes y 
lo jala hacia mi cintura, exponiendo cada parte de mi cuerpo, excepto en donde 
la seda de mi vestido envuelve mis caderas. 
Cuando retrocede, mira mis pechos no-tan-grandes, pero mis pezones se 
encuentran bien erguidos, y casi me ahogo por una súbita timidez. 
No dura mucho, ya que acuna los montículos, como si estuviera 
sosteniendo diamantes en sus manos, prestando atención extra en las puntas 
de las cuentas un poco duras. Sus pulgares prestan más atención a ellos, 
frotando y acariciando. 
—Puede que aún no estés feliz —dice con voz ronca en mi oído—, pero 
estas pequeñas bellezas se encuentran encantadas de verme. Emocionadas... 
de verme. —Cuando chupa uno en su boca, un exquisito placer curva los 
dedos de mis pies. Mi cabeza cae de nuevo en la almohada y gimo bajo en mi 
garganta. Balancea sus caderas para burlarse de mí con su erección. Soy 
burlada, torturada, consumida y estoy palpitante. Me estremezco y comienzo a 
mecerme contra él también. Dios, va a torturarme y lo sé. 
Me quita el vestido por encima de mi cabeza, luego sus manos exploran 
mis muslos y se mueven sobre mi estómago tenso, entonces sube hasta tocar 
mis pezones. Mi coño se encuentra ardiente y tenso mientras deslizo mis dedos 
por la abertura de su camisa, pasando mis manos por su pecho cálido y 
esculpido. 
Acaricio su cicatriz, luego uso el pulgar y el índice para tirar del anillo en 
su pezón. Su cuerpo se tensa con placer y lo veo. Veo cómo responde a mi 
toque, así que recorro con avidez mis manos arriba y abajo en su pecho, cada 
posible músculo existente salta bajo mis dedos. 
—¿Te gusta eso? —susurro. 
Ni siquiera lo dejo responder porque mi boca se funde con la suya de 
nuevo mientras lo empujo y me coloco a horcajadas. Bajando mi cuerpo, puedo 
sentir su erección ubicándose perfectamente entre mis piernas, tensándose 
caliente y grande contra su cremallera. Dios. Haciendo su camisa a un lado, 
me inclino y empiezo a lamer su piercing, temblando cuando desliza la punta 
de sus dedos dentro del elástico de mi tanga... sumergiéndose en el encaje en 
V. 
 
ág
in
a1
05
—Ven aquí, tú pequeña cosa caliente —murmura mientras sostiene mi 
nuca y obliga a mis labios a bajar sobre los suyos de nuevo. Al momento en 
que su boca está sobre la mía, su dedo está en mí. Mi sexo se aprieta y un 
gemido se me escapa, ondulo mis caderas, necesitando la fricción de su dureza 
contra mi clítoris mientras frota su dedo en mí. 
Empuja en respuesta como si necesitara el contacto también, mientras 
que la cicatriz en el centro de su palma raspa sobre mis pezones cuando acuna 
uno. —Coño jugoso, tetas jugosas, princesa rubia jugosa. 
Cuando lame un pezón, me arqueo y hago mi cabeza hacia atrás, 
jadeando en dulce agonía. Froto mis caderas instintivamente, con ganas de 
más, ansiando más mientras ambos nos esforzamos por acercarnos más. Me 
muerde y chupa, luego empuja con su lengua la punta de mi pezón, haciéndolo 
endurecerse de nuevo. Paso mis manos por su cabello, y luego trato de quitar 
su camisa de sus hombros masivamente musculosos. 
Saca su dedo de mí y me detiene con ambas manos. —Déjala puesta —
murmura, luego me rueda para que quede de espaldas y coloca mis brazos 
sobre mi cabeza. 
—Pero quiero tocarte —digo, ondulando mi cuerpo contra su peso. 
Fija mis brazos arriba con una mano y quita su corbata con la otra, 
entonces la envuelve firmemente alrededor de mis muñecas. —Esta noche, solo 
yo toco. 
—¿Por qué? 
—Porque lo digo yo. 
No puedo reprimir el estremecimiento de excitación cuando me quita mi 
tanga. Agacha su cabeza y las llamas lamen a través de mi cuerpo con cada 
beso abierto que sitúa en mí, inclino mis caderas hacia arriba mientras mete 
su lengua dentro de mi ombligo. Jadeo, mi cuerpo ansiándolo como al azúcar, 
como al chocolate, como al sexo. —Por favor, oh... 
Murmura un shhh y abre mi coño con sus dedos, acerca su boca para 
comerme. Mi cabeza cae hacia atrás y un sonido de placer sale de mi garganta 
cuando comienza a meter su lengua en mi canal, rozando de una manera que 
me tiene perdida en el placer absoluto. —Dios, me haces enloquecer —dice, 
saboreándome de nuevo. 
Me estremezco debajo de él, mi espalda arqueada, mis muslos totalmente 
abiertos, sufriendo por su tacto, su lengua, su cercanía. —Greyson —digo, 
respirando profundas y torrenciales corrientes de aire. Él es como cada chico 
con el que lo hice debajo de las gradas, cada chico que siempre he querido y 
que no me quería, todo lo que estaba prohibido para mí. Gimo mientras lame 
un círculo alrededor de mi clítoris. —¡Oh Dios! Grey... Greyson... Por favor... 
eres… 
 
ág
in
a1
06
Mi respiración raspa en mi garganta cuando levanta su cabeza y veo la 
posesividad inconfundible en sus ojos. Besa mis pezones tensos, luego me 
estudia, atada por él, en su cama. Usando mis piernas, curvo mis muslos 
alrededor de sus caderas, impulsándolo más cerca. —Nunca he rogado antes, 
pero te ruego que me toques. 
—¿Por qué es lo que ruegas, Melanie? Debería ser yo el que ruegue por 
tocarte. 
Sus manos comienzan a arrastrase por mis costados. Sensaciones tan 
intensas, cada toque de sus dedos crepita sobre mí como huellas ardientes. 
Mis músculos se tensan y anudan y mi cuerpo se dirige una vez más a ese 
lugar donde solo él me lleva, donde no solo satisface un anhelo físico, sino 
también consigue el acceso a un lugar donde puede rasgar mi alma. 
Cierro los ojos cuando siento un poco de humedad ardiente en su 
interior, mantengo mis brazos sobre mi cabeza, atados con su corbata, 
mientras utiliza su pulgar para jugar con mi clítoris. 
Lo hace más duro, más profundo, hábilmente. Nuestros ojos se 
encuentran, aplasta mi boca y susurra—: Soy el único que no ruega, joder. 
Pero rogaré por este coño —gruñe mientras sus dedos me preparan, porque es 
tan grande que necesito estar húmeda y lista, y oh Dios, estoy tan lista. 
—Sí… —digo, la proximidad de mi orgasmo audible en mi voz, luego su 
boca está sobre la mía de nuevo, nuestras lenguas besándose, lamiendo 
mientras sigue rozándome, su palma caliente me acuna y desliza un dedo en lo 
profundo. Inclino mi pelvis, desesperada por cada centímetro. Cuando me tiene 
preparada para explotar, se retira para desabrochar sus pantalones. 
Mi visión es borrosa de desear esto. Ni siquiera se quita los pantalones. 
Los empuja hasta las rodillas, liberando su erección, sus muslos gruesos y 
poderosos. 
Nuestras bocas vagan sobre la otra al tiempo que alinea nuestros 
cuerpos. —¡Duro! —suplico mientras engancho mis muñecas atadas alrededor 
de su cuello para mantenerlo cerca, mis labios lloviendo besos en su 
mandíbula. Anoche, asustada y sucia y vulnerable, era todo lo que quería. 
Todo lo que deseaba—. Te deseo tanto. DURO —jadeo, de repente vulnerable, 
temblando, necesitando. 
Con avidez, mordisqueo el anillo en su pezón, responde con un fuerte 
gruñido y me tira sobre mi espalda. —Impaciente y hambrienta pequeña. —
Agarra su polla y se pone el condón, se ve tan desesperado como yo cuando 
comienza a rozar la cabeza en mí—. ¿Es esto lo que quieres? 
Mis ojos se voltean por el placer y grito—: Sí, todo de ello. —Gruñecuando ve caer mi primera lágrima, y cuando sus manos ahuecan mi cara 
como si quisiera atraparlas, comienza a follarme de verdad, mi cuerpo se 
derrite en el suyo mientras el mundo se llena de él. Solo él. Simplemente él. 
 
ág
in
a1
07
Se empuja más profundo, y me elevo más y más alto. Puedo sentir mis 
pezones rozando su camiseta, su aliento caliente en mi cara, su cuerpo en el 
mío, y eso es todo lo que sé cuando mi mundo inclina su eje. Sus manos no 
sueltan mi rostro, sosteniéndome para cada duro, rápido y experto empuje. —
Así es, así exactamente, déjate ir para mí, vente para mí, Melanie, te tengo —
murmura, besando mi garganta. 
Mis pechos están rosados en las puntas por el roce de su camiseta; me 
encanta. Me encanta su olor, sus manos, su voz. —Sí —jadeo cuando empuja 
con más fuerza, mi ritmo completamente desastroso ahora. Todo lo que quiero 
es más de él, más de él, TODO DE ÉL. —Sí, sí. 
Ruge, la cabeza cayendo hacia atrás, venas apareciendo por el placer 
mientras empieza a moverse rápidamente y separo más las piernas cuando 
agarra mis caderas y empuja más duro, viéndome enloquecer. 
Gimo y empiezo a convulsionar, consciente de alguna manera que sus 
ojos me están devorando mientras me destrozo en un millón de brillantes 
estrellas. 
Momentos más tarde, salgo de mi aturdido estupor para notar que está 
acariciando mi cara húmeda con una mano, la otra sobre mis muslos donde 
tenía moretones. El toque me derrite en lo profundo donde me duele recordar, 
pero ahora mismo, en sus brazos, una satisfacción y paz nos recorre. También 
puedo sentirlo en su cuerpo. Como si le gustara limpiar mis lágrimas. 
Suspirando con relajación cuando besa mi sien y seca el resto de mi 
cara, envuelvo mis manos atadas en su cuello y me presiono en su pecho. 
—Nadie me empuja tanto como tú lo haces —explico, mi voz suave. 
—Eso es porque soy malo —dice. Desliza una mano por mi brazo, hasta 
donde mis manos están unidas en su nuca—. Soy jodidamente —Me besa un 
párpado—, malo para ti. —Besa el otro, luego besa mi boca y sus dedos 
empiezan a jugar con mi coño de nuevo. Mi cuerpo me sorprende, 
respondiendo incluso cuando no lo creí posible. 
—¿Lista para más? 
Asiento. 
No puedo ponerle un nombre a lo que siento cuando está dentro de mí, 
así que tal vez no intentaré hacerlo. ¿Siquiera tiene un nombre? Esta conexión 
entre los seres humanos. Entre una mujer y un hombre; un maldito imbécil. 
Lo miro, y no me asusta. 
Me atrae. 
Me tienta, me estimula. Me hace querer reclamarlo como si reclamara 
una parte de mí que una vez perdí. 
Me hace querer domarlo. Dejarlo domarme. 
 
ág
in
a1
08
Rueda otro condón en su gruesa polla y se arrodilla y me siento 
vulnerable y expuesta, pero no siento que deba ocultarlo en estos momentos. 
Abiertamente, le muestro mi hambre y pruebo y beso su garganta fuerte 
cuando me agarra por la cintura y se empuja dentro de mí. Me estremezco 
incontrolablemente cuando entra todo, mordiendo un tendón que sobresale en 
su garganta, cerca de mi boca. 
El sonido que hace me dice que le gusta. ¿Te gusta cuando lucho? Mis 
ojos revolotean abiertos, y me mira con una expresión patentada de 
hambrienta y salvaje lujuria, pero también extrañamente reverente y gentil. 
Follamos perezosamente esta vez, sin la prisa inicial, nuestros cuerpos 
moviéndose en sincronía hasta que veo las estrellas cuando otro clímax crece y 
crece. 
—Adelante, muérdeme todo lo que quieras, gatita. —Incita en mi boca, 
sus ojos en los míos mientras obedezco, lamiéndolo, saboreándolo—. ¿Quieres 
que mi polla esté en tu boca? —Su murmullo es ronco en mi oído, su aliento 
caliente—. ¿Quieres estar chupando esta polla? ¿Mordiéndola? 
Jadeo con hambre renovada. —Cuando muerdo, lo hago duro. —Con mis 
brazos enganchados alrededor de su cuello, paso mis uñas en una parte de su 
nuca, mis caderas inclinándose más rápido para mantenerse al día con su 
ritmo creciente. 
Su risa, una vez más oscura, sensual, íntima mientras roza el pulgar 
húmedo a lo largo de mis labios, la cama chirriando bajo nosotros. —Si crees 
que tengo miedo de un poco de dientes, necesitas llegar a conocerme mejor, 
princesa. —Solo así, muerde mi labio inferior y lo succiona en su boca, 
empujando más duro por lo que gimo. 
Lo muerdo de vuelta, y gruñe con un sonido tan sexy que solo hace el 
sexo más intenso. Mi cuerpo ceñido y húmedo lo sujeta con avidez porque lo 
quiero dentro de mí tanto tiempo como pueda tenerlo, pero el placer es 
demasiado para durar todo el tiempo que quiero, aunque al parecer ambos 
estamos tratando de durar. 
El colchón cruje bajo nosotros, más fuerte y más fuerte con sus 
embestidas. Estoy siendo tan ruidosa, ¿y Greyson? También está liberando 
bajos y masculinos ruidos de placer. —Prepárate, princesa, me voy a venir tan 
duro —dice con voz ronca. 
—Córrete —le ruego. No tiene idea lo mucho que anhelo sentirlo correrse 
dentro de mí, correrse conmigo. 
Espera para sentirme apretarme a su alrededor. Entonces, al momento 
en que comienza para mí, se deja ir. Se viene con toda su fuerza, su cuerpo 
tensándose como un arco, y cuando lo siento sacudirse dentro de mí, sus 
manos apretando mis caderas, mi placer explota en mi interior hasta que estoy 
convulsionando tan completamente que no puedo mantener los ojos abiertos. 
Oh. 
 
ág
in
a1
09
Mi. 
Dios. 
Me tiendo sin aliento en silencio por un momento, notando que Greyson 
me está desatando. Frota mis muñecas con las yemas de los pulgares, luego 
cae sobre su espalda y se queda mirando el techo, su pecho agitado, su anillo 
en el pezón brillando con los pequeños rayos de la luz del sol asomándose a 
través de la ventana. 
El sol ya se está poniendo. Realmente no quería que se pusiera aún 
porque no quiero irme todavía. 
En silencio, voy al baño y cuando vuelvo a la cama, está mirando la 
ciudad luciendo satisfecho y exhausto, con la camiseta toda arrugada, el 
cabello todo revuelto, su hermosa boca hinchada por mí. Debería irme. 
Probablemente, debería. En cambio, lo miro fijamente y a esa boca y me 
pregunto cuántas mujeres besaron esos labios. 
Muchas, Melanie. 
Él me lo advirtió, pero no tengo ganas de ser advertida. Siento como si en 
algún lugar, en el fondo, me está mintiendo. ¿Por qué me daría este collar de 
otra manera? ¿Por qué me daría, una y otra vez, LA MIRADA? 
Aun así, me tengo que ir, así que camino de regreso a la gran cama, mis 
ojos buscando en el suelo mi vestido a pesar de que la idea de ir sola a casa en 
mi apartamento hace que mi estómago se revuelva. Podría llamar a Pandora, 
pero tendré que estar preparada para que me saque todas las repuestas, 
supongo. 
—¿Ves mi vestido? —le susurro. 
Su voz es ronca por el cansancio, sus ojos entrecerrados mientras aparta 
la sábana para mí. 
—Sí, lo puse a un lado para evitar el desorden. Ven aquí y duerme un 
poco. 
Oh, Dios, realmente no quería irme, pero tampoco quiero que sepa lo 
mucho que quiero dormir aquí esta noche. 
Así que me quedo allí, desnuda e insegura por un momento. 
—No me tengo que quedar —digo, pero tiene esa forma de mirarte, como 
si estuviera al mando. Es muy extraño. Nunca he conocido a nadie que pudiera 
tener tal control con una sola mirada. 
Cediendo, me encuentro dirigiéndome ahí en silencio. Sus labios se 
curvan mientras levanta la sábana y veo su cuerpo desnudo bajo la cubierta. 
Me siento extrañamente incómoda mientras me deslizo en la cama con 
él, primero sentándome en la esquina de la cama y rápidamente trenzando mi 
 
ág
in
a1
10
cabello; de lo contrario no me dormiría, simplemente no puedo soportar 
despertar y sentirlo en mi cara. 
Siento su mirada curiosa observando cada movimiento, y cuando suspiro 
y me acuesto de lado, frente a una chimenea de piedra en el lado opuesto de la 
habitación, se ríe a mis espaldas. —¿Realmente planeas dormir por allá? 
—¡No quiero molestar! —Me río nerviosamente—. Por lo general, no me 
quedo. 
—Te gusta follar y escaparte, eso está bien, princesa.Excepto por el 
hecho de que no he terminado contigo. 
Extiende la mano y me guía hacia él por mi trenza, y cuando no protesto 
por la maniobra y en realidad me siento acurrucándome bajo su calor, exhala 
suavemente. —Eres algo, no es así —murmura, tomando mi trenza en su puño 
y obligándome a darme la vuelta y mirarlo. Luego inclina mi cabeza contra la 
suya, frente a frente—. Tal vez dormiré esta noche; tú agotas a un hombre. 
—¿Qué quieres decir? —Le echo un vistazo, noto su mandíbula tensa—. 
¿No duermes? 
—No muy bien, pero iré por ello si tú lo haces —se burla en voz baja. 
—Entonces vamos por ello —digo, sonriendo. 
Se siente como si, durante varios minutos, nos quedamos como estamos, 
él con la más mínima curva en sus labios mientras yo sonrío por completo, 
ambos mirándonos a los ojos. No tengo idea de lo que ve en mis ojos que lo 
mantiene tan intensamente ensimismado, pero no puedo apartar la mirada 
tampoco. Es tan cerrado y misterioso mientras que, al mismo tiempo, puedo 
ver una ardiente tosquedad en su mirada, como si quisiera algo de mí 
desesperadamente. 
No algo: todo de mí. 
—Ven aquí —dice con voz ronca. Hace el primer movimiento, pasando 
uno de sus brazos a mí alrededor, tirándome a su lado. Me acurruco en su 
gran cuerpo, un poco tensa al principio, pero al mismo tiempo, dolorosamente 
consciente de cada lugar donde nuestros cuerpos desnudos se tocan. Donde 
mis pechos se presionan en sus costillas, mi mejilla en su pecho, una de mis 
piernas enganchada entre las suyas. 
Dios, esto es tan íntimo como puedes ponerte con un hombre y no puedo 
relajarme, no puedo respirar, no puedo formular un pensamiento. 
Su respiración comienza a profundizarse y… oh, vaya. Está durmiendo. 
Se quedó dormido sosteniéndome, con el brazo entrelazado sobre mis 
hombros, y no entiendo por qué tengo mariposas por esto. 
Hay un poco de sangre en su camisa, en la manga del brazo curvado a 
mí alrededor. Toco la mancha roja, preguntándome si lo arañé. Entonces 
levanto la mirada a su rostro hermoso y masculino, preguntándome sobre él. 
 
ág
in
a1
11
Por primera vez en mi vida, quiero tumbarme en la cama junto a un hombre y 
escucharlo respirar, lento y profundo, como él está respirando. No entiendo mis 
reacciones viscerales hacia él. 
Este caliente hombre con una habitación secreta. ¿Quién en el mundo 
tiene una habitación secreta? 
Este hombre la tiene. Y tengo tanta curiosidad acerca de él, estudio sus 
rasgos y me digo que puedo dormir cuando esté sola… así que toco el anillo en 
su pezón y lo observo tendido en su apartamento grande y solitario, 
profundamente dormido, con un brazo a mí alrededor, preguntándome qué 
otros secretos me guarda. 
 
 
 
Un teléfono está sonando, y sonando, y sonando. Gimo y me doy la 
vuelta, sintiendo algo contra mi cuerpo que es tan caliente y tan duro que 
definitivamente no es una almohada. —¿Qué es ese sonido? 
Somnolientos ojos color avellana se abren y encuentran los míos, y mis 
pulmones se contraen de la manera más deliciosa. ¿Realmente dormí en los 
brazos de este hombre? ¿Este hombre que me dijo que sería mi peor 
pesadilla? Se sienta en la cama y mueve el cuello para desentumecerlo, 
estirando sus brazos hasta que cada músculo está apretado y flexionado, 
entonces maldice mientras el pitido continúa, agarra la molesta máquina, salta 
de la cama y se aleja, completamente desnudo, hacia el balcón de su 
apartamento. Examino su trasero con una sensación de hormigueo en la boca 
del estómago. ¿Qué día es hoy? ¿Sábado? ¿Domingo? 
Brooke. Remy. Boda, me recuerdo. Tú y Greyson. 
Fusionados. 
Sacudo mi sueño y me doy cuenta que he estado aquí más de treinta y 
seis horas. Todo el sábado por la mañana y ahora, hoy, ¿ya es domingo? 
Me estiro y mi cuerpo duele por todas partes. Recuerdo ayer. Comiendo 
con él en el suelo, como un picnic. Tumbada en la cama. Provocándolo. 
Mirándolo tocarse. Dios. No he tenido un fin de semana así de increíble ni en 
mis sueños. 
Me preguntó por mis fantasías anoche. 
Me reí. —Bueno… podría tener una, pero no voy a decírtela —le susurré 
con picardía mientras lo miraba—. ¿Cuál es una de los tuyas? 
—Las fantasías son para las personas que no hacen lo que quieren. 
 
ág
in
a1
12
—¿Así que lo has hecho todo entonces? 
—Todo lo que he querido hacer. 
—¿Incluyéndome? 
Se rió, un sonido delicioso. —Incluyéndote. Ahora, un puñado de veces. 
—¿Incluyendo un trío? —bromeé. 
—Por supuesto. 
—¿En serio? —Animándome por la curiosidad, apoyé la barbilla en su 
pecho—. ¿Es divertido? 
Pasó el pulgar por los hundimientos de mi columna, mirando mi sonrisa 
con una propia. —Para el chico, sí. Las chicas no parecen ser capaces de 
olvidar que no es una competencia. 
—¿Solo haces tríos con dos chicas? —molesté—. Eso es muy idiota de tu 
parte. 
—Nena, no comparto a mis chicas con otros hombres, así no es como 
actúo. 
—Bueno, no podría compartir con otra chica tampoco. Patearía a la perra 
de la cama ahora mismo. Querría ambas manos sobre mí, no solo una. ¡Pfft! 
Se rió y tiró la cabeza un poco atrás, su voz fuerte y ronca, su manzana 
de Adán balanceándose. —Eres suficiente para cualquier hombre, confía en mí. 
Rezumaba tanta sensualidad que quería lamerlo. La forma en que me ha 
estado follando es tan… ni siquiera puedo explicarlo. Nunca he sentido una 
conexión tan fuerte, una conciencia tan primitiva de él como un hombre, y yo 
como una… mujer. —¿Qué acerca del sexo anal? 
Señor, su siguiente risa fue tan oscura y sexy. —Por supuesto. Eso 
siempre es divertido. —Me miró, luego la comprensión apareció en sus ojos, y 
comenzaron a brillar, demasiado intensamente cuando ahuecó mi culo con una 
cálida mano de largos dedos—. Ven aquí, Melanie. 
Mi corazón se aceleró por la lujuria engrosando su voz. Me encanta el 
sexo. Es la única manera en que he conectado con el sexo opuesto, pero nunca 
así. Nunca con nada arriesgado. Nunca donde tenía que confiar en que el 
hombre que se encontraba conmigo no me lastimara. 
—¿Quieres que follen tu culo con dedos, princesa? —susurró en mi oído, 
y mi sangre corrió caliente en mis venas cuando hundió el pulgar a lo largo de 
la fisura entre las curvas de mis glúteos. Todo mi cuerpo se apretó en 
respuesta mientras se dirigía hacia ese lugar. 
—¡Grey! —dije, mis mejillas ardiendo intensamente cuando su pulgar me 
rozó, como el roce de una pluma. 
 
ág
in
a1
13
—¿Se siente bien, princesa? —Me miró con sus ojos como whisky líquido, 
sus pestañas parecían pesadas mientras tomaba mi labio entre los dientes 
para no hacer un sonido vergonzosamente lascivo. Me puse tan húmeda que 
escuché el sonido resbaladizo de su pulgar rozando mis pliegues antes de 
empezar a arrastrar su mano hacia atrás de nuevo, pasando sobre cada nervio 
de mi espalda, suave y lánguido. 
—Me gustaría ser tomada de esa manera —confesé, mirando 
profundamente sus ojos—. Pero solo con alguien en quien confíe. Quien se 
preocupe por mí y mi seguridad. 
—Ven aquí —me dijo, extendiéndome sobre él—. Solo voy a usar mi dedo. 
Ya estás temblando tanto. 
—Me gusta, se siente excitante, pero no lo sé… Greyson… 
—Shhh. —Rozó sus labios sobre los míos para tranquilizarme. Estaba 
duro debajo de mí. Le gustaba tocarme, susurrarme mientras me besaba y 
poco a poco me relajé cuando metió su pulgar en mi culo, y cuando gemí, 
inclinó mi cabeza hacia atrás y me besó lentamente un poco más—. Relájate, 
déjame entrar. —Me provocó con su pulgar moviéndose, muy lentamente, 
dentro y fuera, y empecé a temblar más, moviéndome sobre él hasta que sentí 
la humedad filtrarse desde la punta de su polla contra mi abdomen. 
Me rodo sobre mi estómago. En silencio, se inclinó y mordió una de mis 
nalgas, ahuecando la otra en la mano mientras deslizaba su pulgar en mi culo 
de nuevo. 
—Dobla las rodillas, Melanie. —Pasó su mano por mi espalda mientras 
hacía lo que me dijo, gimiendo suavemente. 
—Greyson, se siente intenso... 
—Deja que te tome, princesa. Dame esto. Joder, déjameverte 
desmoronarte de esta manera. 
Me acarició la espalda con una mano mientras que la otra me seguía 
follando con el dedo. Las sensaciones se hicieron cargo. Gemí, cerrando los 
ojos mientras su toque embriagador me hacía sentir cosas nuevas y profundas 
para mí. Mordisqueó mi otra nalga y me folló con su pulgar tres veces más, y 
cuando deslizó su dedo medio en mi coño, empecé a venirme. Y venirme. Y 
venirme. 
Presionó su polla contra mí mientras me corría, así podía sentirlo cerca, 
tentándome, duro, palpitante, con la voz ronca por la excitación cerca de mi 
nuca, expuesta mientras empujaba mi trenza a un lado. 
—Eso chica —ronroneó, pellizcando mis pezones, frotando el borde 
exterior de mi pequeño culo cuando las contracciones cesaron. 
—Eso fue... increíble. 
 
ág
in
a1
14
Me di la vuelta y rodó sobre su espalda y cruzó los brazos detrás de su 
cabeza mientras yo trataba de recuperar el aliento. Pero era difícil respirar 
cuando el aire estaba cargado con eso, con la lujuria, deseo, con esta atracción 
química y animal que nunca antes había sentido. Quería su polla en mí, quería 
hacerlo todo con él, ¿pero sería cuidadoso conmigo? 
Su cuerpo rezumaba tensión, sus músculos tensos con ello, su polla 
dura como un mástil de nuevo. 
—¿Has tenido una gran cantidad de amantes? —susurré, agarrándolo en 
mi mano, extrañamente celosa. 
—Amantes, en realidad no. Folladas, sí. —Me agarró la cara con una 
mano y le dio un apretón firme a mis mejillas—. Pero nunca he follado una 
boquita como la tuya. Ahora abre, princesa. 
Estuve mojada de nuevo cuando se enderezó sobre sus rodillas, 
jalándome por mi trenza. Cuando me llenó, hice contacto visual con él, no me 
quitó los ojos de encima, observando cada toque de mi lengua, cada centímetro 
que lamía, cada exhalación que acariciaba su longitud. —Joder —dijo con voz 
áspera, bombeando y sacando su placer. Pasé mi lengua sobre él, nuestros ojos 
conectados como imanes—. Te gusta eso, ¿verdad? —susurró. La forma en que 
me habló me excitó. Si me hubiera tocado otra vez, me hubiera venido. Casi 
deslicé mi mano entre mis piernas y me toqué. En vez de eso agarré su base, 
porque quería que fantaseara con esta mamada cuando se fuera... 
Se sacudió y, por lo general, me apartaba cuando los hombres lo hacen, 
pero cuando lo sentí tensarse y estuve a punto de retirarme, arrulló—: Hasta la 
última gota de mi semen es tuya, Melanie. —Empuñó mi trenza, sus ojos 
exigentes y comandantes, y de repente quería complacerlo, saborearlo, y lo 
hice. 
Cierro los ojos brevemente y exhalo los recuerdos de ayer. Cuando abro 
los ojos, está en el balcón, aún en su teléfono. Sus piernas, gruesas como 
troncos de árboles, están ligeramente separadas, largas y musculosas, y 
ligeramente cubiertas de vellos. Sus pantorrillas son bien formadas y 
poderosas, su bronceado dorado, su perfecto culo, tan perfectamente moldeado 
como el triángulo invertido que forman sus anchos y musculosos hombros y 
caderas estrechas. Y está justo ahí, para que cualquier persona con 
binoculares lo vea, completamente desnudo. De pie allí. 
Un jodido Dios del sexo. 
Cuando Greyson abre la puerta de vidrio, todavía está en el teléfono. 
Cuando regresa a la habitación y cuelga, me doy cuenta de que tiene un grueso 
vendaje envuelto alrededor de su brazo. 
Mientras se acerca, levanto las sábanas porque me encanta su calor, su 
cercanía, su olor en mi piel. 
—¿Trabajo? —pregunto. 
 
ág
in
a1
15
—Se podría decir eso —dice mientras se mete bajo las sábanas conmigo. 
Contengo la respiración porque su polla dura me dice que me anhela también. 
Beso su garganta y curvo mis dedos alrededor de la mayor parte de su 
circunferencia, amando lo duro que se puso tan rápido. Su pene se había 
vuelto semiduro para el momento en que tomó la llamada, pero está 
completamente hinchado de nuevo. Oh, mierda, realmente me gusta este chico. 
¿Qué es lo que susurra cuando follamos? 
Mi piel hormiguea por todas partes, recordando. 
Me mira con ojos de sueño y los dedos de mis pies se curva con toda su 
fuerza. Cuando me da esa sonrisa sensual, muero. 
Inesperadamente, aparta lentamente las sábanas de mi cuerpo. La luz 
del sol completa fluye a través de la ventana, y cuando lanza las sábanas de 
lado para mirarme, me retuerzo en la cama. 
—No lo hagas —protesto, tratando de subir las sábanas, chillando por la 
vergüenza. 
—Sí —responde con severidad. Agarra las sábanas en un puño y las 
arroja a un lado otra vez, presionándome hacia abajo sobre mi espalda. 
Inmediatamente pienso en mis cicatrices del riñón. —No estoy 
acostumbrada a que me vean de esta manera. 
—Tienes que acostumbrarte a que yo te vea —dice suavemente. 
Aunque me he vuelto de un color rojo brillante, me tiene hipnotizada lo 
suficiente como para quedarme completamente inmóvil, en la cama, mis 
pechos suben y bajan mientras me mira. Su mirada, que me da esa sensación 
como de un contacto directo, físico. Viaja por cada centímetro de mi cuerpo, 
desde la parte superior de mi cabeza hasta los dedos de mis pies, como un 
estremecimiento. 
Nunca pensé que una mirada pudiera ser así de poderosa. 
Me hace olvidar mis cicatrices, cada una de mis heridas. 
Podrías pensar que porque me hicieron el trasplante de riñón cuando era 
un bebé, la cicatriz sería minúscula. No lo es. Es una línea en la parte inferior 
derecha de mi abdomen, y ha crecido con el resto de mi cuerpo. Se decoloró en 
un rosa muy claro y el maquillaje hace maravillas por ella, pero el maquillaje se 
ha ido por ahora. 
Y Greyson la ve. 
Traza la cicatriz con un dedo y coloca mi mano en su propia cicatriz. El 
gesto solo me hace quererlo. Porque está marcado también, pero no se 
avergüenza de ello. 
Cuando se inclina y presiona sus labios contra mi cicatriz, mis ojos se 
llenan de lágrimas. 
 
ág
in
a1
16
—¿Qué pasó aquí? —murmura. 
No sé por qué me emociona, pero parpadeo las lágrimas y deslizo mi 
mano por su pecho sobre su propia cicatriz. —¿Qué pasó aquí? —argumento, 
mi voz llena de emoción. 
—Las damas primero —dice suavemente, relajándose y mirándome con 
ojos que ya no están con sueño, sino que son oscuros y pacientes. 
No estoy segura de que quiero que sepa que uno de mis riñones no es 
mío. Que tengo un trasplante. Que tengo que tomar pastillas para asegurarme 
que mi cuerpo no rechace el órgano de mi donante. Que tal vez en un par de 
años, voy a tener que cambiar este por uno nuevo una vez más, si empieza a 
fallar. 
Estas no son cosas que le dices a un hombre cuando estás empezando 
salir con él, o simplemente follar, o lo que sea que estés haciendo. Hay un 
programa llamado el Millionaire Matchmaker, y nunca olvidaré como el experto 
Patti regañó horriblemente a una chica que había soltado algunos problemas 
graves en el regazo de un pobre soltero. 
¡No hagas eso! 
¡Los chicos no se preocupan por ello a menos que realmente se 
preocupen por ti primero! 
En silencio, toco el aro del pezón de Greyson en su lugar, y lo escucho 
contener la respiración cuando le doy un tirón juguetonamente, sonrío al ver 
sus de repente muy oscuros y hambrientos ojos, y digo—: Debería conseguir 
un aro en el pezón. 
Se ríe, y luego se vuelve serio y sacude la cabeza. —Sí, eso no va a 
suceder. 
—¿Por qué no? 
Frota mi trasero. —Eso no va a jodidamente suceder. Nadie va a poner 
una mano cerca de mis asuntos. 
Me doy cuenta de que el vendaje grueso en su brazo derecho está 
manchado con sangre, por lo que me siento con un sobresalto. —¿Qué te pasó 
aquí? ¿Te arañé? 
Simplemente sonríe para sí mismo mientras se aprieta el vendaje. —Se 
necesita un poco más que la uña de una gatita para hacerme sangrar. 
—Déjame ayudarte. 
Moviéndome más cerca, tomo el vendaje y con cuidado lo envuelvo 
alrededor de su brazo abultado. —¿Estás bien? —pregunto. 
—Estoy bien —dice con desdén. 
Cuando termino de envolverlo, impulsivamente coloco un beso en ello, 
ubicando lentamente mis labios sobre él y cerrando los ojos mientrasuna 
 
ág
in
a1
17
ternura me recorre. Un hombre que me hace sentir tanta ternura es tan ajeno 
a mí. Por lo general, los hombres son solo... chicos conmigo. Ni siquiera 
humanos. Más como enemigos que deben ser manejados con cuidado. Los 
utilizo, en ocasiones. Pero lo que siento por este es la cosa más poderosa que 
alguna vez haya sentido en mi vida. Casi como si lo conociera de antes. En 
alguna vida pasada... en mis sueños... 
Antes de que pueda levantar la cabeza, su nariz se encuentra con mi 
oído, haciéndome sonreír contra su vendaje y me retuerzo cuando su aliento 
me hace cosquillas. 
Arrastra su mano suavemente por mi espalda y la coloca en la parte baja 
de ésta. Este hombre hace que la parte baja de mi cuerpo se encienda, pero la 
parte superior de mi cuerpo está recibiendo el mismo estímulo, solo pregúntale 
a mi corazón, que no ha palpitado adecuadamente durante más de treinta y 
seis horas. ¿Y me está dando esa mirada también? Levanto la cabeza, y mi 
cuerpo hormiguea por completo. Su sonrisa es perezosa, somnolienta, y me 
derrite. 
—Eso me gusta —dice con voz ronca. 
—¿Qué? 
—Enfermera Melanie —susurra. 
Algo dentro de mí zumba y tintinea y le gruño a la reacción instantánea 
de mi estúpido cuerpo, entonces inclino mi cabeza para besarlo mientras 
sostengo su cabeza y lo jalo hacia mí. Roza mis labios, burlándose de mí con 
una sonrisa. 
Gruño en protesta cuando la alarma de mi teléfono empieza a sonar 
como loca, y me doy cuenta que es domingo, lo que es un hecho. 
—Uffff, tengo un almuerzo con mis padres. —Cuando no parece muy 
dispuesto a soltar mi cintura, empujo sus muñecas gruesas —. Señor, me 
tengo que ir. 
—Propongo que canceles —dice con pereza. 
—No puedo. Soy la única que va al almuerzo, y siempre almorzamos 
juntos los domingos. —Empiezo a reunir mi ropa interior y busco mi vestido—. 
Puedes venir si quieres —se me escapa, y cuando me doy cuenta de su 
expresión, agrego—: Sin compromisos. Quiero decir, es solo un desayuno. Ni 
siquiera eso, es un almuerzo. 
—Nah, no lo creo. 
Todavía está somnoliento y en la cama, estirándose mientras comprueba 
su teléfono, primero uno, luego saca otro. —¿Puedo usar la ducha, muy 
rápido? —pregunto nerviosamente. 
—Usa todo lo que quieras. 
 
ág
in
a1
18
Una vez más me siento extrañamente tímida... No sé por qué me hace 
eso. Normalmente, en una aventura soy desinhibida y puedo mandar un pobre 
chico, si quiero. Pero está claro que no puedo hacer eso con él. Consciente de 
sus ojos en mi culo cuando me retiro, camino al baño y enciendo el agua 
caliente, entrando en la cabina. Lentamente exhalo mientras el agua corre 
sobre mi cabeza. 
Greyson entra en el baño justo cuando estoy saliendo de la ducha, y 
mientras envuelvo mi cabello en una toalla y mi cuerpo en otra, abre el grifo de 
nuevo y se ducha en un minuto. 
Esto es completamente extraño para mí, estar con un hombre en el baño. 
Brooke ha mencionado que después que Remy se ejercita, toman una ducha 
juntos, y follan como locos. Me resulta terriblemente distractor. En una 
manera rara. Infiernos, en una manera de “vamos a follar” también. 
De hecho, termino perdiendo mi cerebro y me quedo ahí parada, 
comiéndomelo con los ojos mientras se seca el cabello con una toalla sin 
importarle su desnudez, sus hombros moviéndose, sus abdominales 
tensándose, sus músculos en V que conducen a su hermosa polla, y lo juro es 
tan grande, incluso en su estado normal… 
—Acabo de darte algo de esto. ¿Pero parece que la dama aún anhela un 
poco más? 
Su voz hace que mis ojos se dirijan a los suyos y a esa sonrisa de infarto 
mientras se quita un envoltorio plástico que colocó alrededor de su vendaje 
para mantenerlo seco. 
—Como si no me estuvieras tentando a propósito —digo con una sonrisa, 
babeando cuando veo su culo musculoso caminar hacia su armario. 
—¿Seguro que no quieres venir? —pregunto. 
—Sí, estoy seguro. —Vuelve con algo de ropa arrugada en un brazo y se 
para delante de mí con una sonrisa—. Me he venido lo suficiente por ahora. 
—Idiota. Pero ya sabía eso de ti, ¿no es así? 
Me inclino sobre el mostrador y comienzo a aplicar mi maquillaje de la 
mañana. 
—No lo decías en serio. ¿Lo de invitarme? ¿Cierto, princesa? —pregunta, 
viéndose seriamente perturbado. 
Frunzo el ceño. —Solo hablamos y almorzamos. No es como si ideáramos 
un plan para conquistar el mundo ni nada secreto que no pudieras escuchar. 
No es una cosa de “te presento a mis padres”. Urgh, pero olvídalo, me estás 
mirando todo raro. 
Comienzo a pasar mis dedos por mi pelo cuando viene y me abraza por 
detrás, sosteniendo mi mirada en el espejo. Acuna mi cara y me da la vuelta, 
luego su boca se encuentra cerca de mi oído, su voz tan gruesa como la 
 
ág
in
a1
19
sensación de su polla contra mi cintura. —Todo lo que quiero últimamente es 
arrastrarte a la cama y follarte por detrás, de lado, luego en varios ángulos de 
frente, por lo que todos los músculos de tu cuerpo me recordarán cuando te 
muevas hoy. Cada respiración te dolerá con cada paso que des. Quiero darte de 
comer, y esparcir mi próxima comida encima de ti. Quiero lamerte, de pies a 
cabeza, limpiarte en la ducha al terminar, luego quiero enjabonarte y acariciar 
cada centímetro de tu sedoso cuerpo mientras te alimento con mi polla. Al 
sacarte de la ducha, quiero secarte con una toalla, masajear tus dulces tetas, 
darte la vuelta, y follar ese dulce culo como has estado esperando. 
La sangre ha dejado mis otros órganos para solo concentrarse 
fuertemente en mi sexo. Trato de alejarlo y no excitarme mucho por sus 
atenciones. —Por favor, no ahora. 
—¿Me quieres allí, Melanie? —Muerde el lóbulo de mi oreja y envía una 
oleada de deseo por mis muslos diluidos cuando acuna mi culo como si le 
perteneciera, su dedo más largo rozándome allí. Allí. Una vez más—. Aquí, 
nena. ¿Me quieres grande y duro, más grueso que nunca, aquí? Quiero ser el 
hombre con el que lo pierdas. 
—¡Me vas a hacer llegar tarde para el almuerzo, y voy a estar molesta! —
protesto, golpeando su mano para alejarla y rápidamente girando de nuevo 
hacia el espejo para añadir un poco de brillo de labios. 
—¿Estarás molesta? —Su risa causa escalofríos en mi piel mientras me 
abraza por las caderas y me mira a los ojos sobre la cima de mi cabeza—. 
Sabes, tengo una cosa por princesas enojadas. Me enciende. 
—Múdate a Europa, entonces. 
Masajea mis nalgas en sus manos. —Tú enojándote, mostrándome ese 
pequeño fuego, en serio me excita —continúa con esa voz ronca por la mañana. 
—Oh, no me has visto enojada —le aseguro, pivotando alrededor—. Se 
necesita mucho para hacerme enojar, pero cuando sucede, es un espectáculo. 
No hay muchos artículos cercanos que sobrevivan. 
—¿Ah, sí? 
—Cualquier par de zapatos alrededor o... lámparas... podrían 
encontrarse volando... estrellándose…. y muriendo. 
—¿Es eso cierto? —pregunta, una luz burlona en sus ojos. 
—Muy cierto. Hiervo a fuego lento, pero cuando lo hago, ¡SOY UN 
VOLCÁN! 
Mientras me obligo a ponerme mi ropa, todavía está desnudo, y antes de 
que pueda cerrar la cremallera de mi vestido, me ha acorralado contra una 
pared de espejos, mis pechos aplastados contra él. 
Mis nervios crepitan ante el roce de sus labios. Pongo mi mano en su 
pecho para empujarlo de nuevo, pero mis dedos parecen quedarse allí en su 
 
ág
in
a1
20
lugar, asimilándolo, extendiéndose sobre su grueso, duro, delicioso y 
musculoso pecho. 
—Me tengo que ir —le susurro, frotando el aro en su pezón con mi 
pulgar. 
Malas intenciones cruzan a través de sus ojos mientras roza su boca 
contra la mía. —Sabes dónde está la puerta. 
Lame la comisura de mis labios. —Realmente, en serio me tengo que ir. 
—Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, con la intención de darle un 
beso rápido, pero él parece tener en mente un beso lento y más embriagador. 
Lo hace. 
Su mano se enreda en mi cabello húmedo y sostiene mi nuca mientras 
me besa, profundamente, nuestras bocas con sabor a pastade dientes y calor, 
mi cuerpo arqueándose para acercarse a él mientras se queda allí, caliente y 
duro, sosteniéndonos a ambos al tiempo que me derrito en su boca. 
—Greyson… —protesto. 
Pasa los dedos por mi pelo y me besa desde otro ángulo. —Nadie te 
detiene, Melanie. 
Giro mi cabeza para tener un mayor acceso a su boca también, frotando 
mi lengua contra la suya, mis pezones en su pecho. —Dios, eres un peligro, 
Grey. 
—No tienes ni idea, princesa. —Me asalta con su lengua duramente y sin 
pedir disculpas. Más besos, profundos y lentos, el tipo de besos que me hace 
oír nuestra respiración, nuestros gemidos. 
—Creo que sí piensas atarme y hacer que escoja palabras de seguridad. 
—Respiro en medio de las hambrientas y perezosas chupadas de su lengua. 
—Solo elige una. 
Un suave gemido me deja cuando sus labios se arrastran por mi 
garganta mientras pienso en mi palabra. —Idiota. 
Su carcajada hace vibrar la zona entre las piernas, donde mi clítoris se 
siente más sensible esta mañana, y de repente muy, muy adolorido. —Esa 
maldita boca sucia pide a gritos ser callada —gruñe—. Pero para tu 
información, la palabra que quiero oír la próxima vez que esté en ti 
es Greyson. Esa es la palabra que quiero escuchar cuando esté detrás de ti… 
—No lo haremos... no haremos eso. —Casi puedo oír las palpitaciones en 
mi estómago, mientras trato de escapar. 
Pasa sus manos hasta la parte baja de mi espalda, encerrándome. —
Pronto, lo haremos —promete en voz baja. 
—No lo haremos. ¡No confío en ti! 
 
ág
in
a1
21
Se apodera de mi barbilla y me mira directamente a los ojos, hablando 
con deliberada lentitud, como si fuera retrasada. —Puedes confiar... que no 
permitiré que cualquier otro imbécil… esté en tu dulce y apretado culito, de 
seguro como la mierda que puedes confiar en eso. 
Me quejo. —Tu boca es más sucia que la mía. ¿Por qué siquiera te 
interesas en mí? 
—Por la misma razón que vas por ahí, follas hasta los sesos a un tipo 
cualquiera, terminas lastimada y sigues buscando lo que quieres. Hay tres 
cosas en las que no soy bueno. Confianza. Que me estén dando órdenes; tengo 
bastante de eso de mi padre. Y negarme a mí mismo lo que deseo. 
—¿Y tú me deseas? 
Me quedo quieta bajo la cálida sensación de sus labios de repente 
presionando en mi garganta, arrastrándose hasta mi oído, cuando susurra una 
advertencia—: Eso es un eufemismo, pero sí. Te deseo. —Da un paso atrás—. 
Quiero esto de una manera que no se supone que desee, Melanie. Solo no me 
confundas con tu príncipe azul. 
Las palabras me golpean. Directo. 
Me golpean tan duro, dejándome sin aliento. 
—Si lo hiciera, solo lo arruinarías —le digo, rodando mis ojos—. Adiós, 
Greyson. 
Odio el silencio que me sigue desde ahí. 
 
 
 
ág
in
a1
22
HACIA DONDE ME DIRIJO 
 
Traducido por Aimetz Volkov 
Corregido por Valentine Rose 
 
Greyson 
—La siguiente cosa que sabes, es que estarás yendo a una maldita iglesia 
un domingo para cantar en coro —cacarea Derek mientras me lleva a la casa 
de los padres de Melanie. 
¿Por qué está llevándome a la casa de sus padres, te preguntas? 
Porque parece como que estoy tomando un desayuno tardío hoy. 
—Cierra tu maldita boca —gruño. 
Derek se ríe y sacude su cabeza, y miro malhumoradamente por la 
ventana. 
—Aaaaaahhhhh, Dios, no puedo creer esto —me digo mientras froto mi 
cara y bajo la mirada a mi ropa limpia. Tomé el riesgo de no usar ninguna 
arma y me siento más allá de estar desnudo… me siento estúpido. Como algún 
chico de último curso yendo a buscar a su cita. 
Hay algunas cosas que simplemente sabes que son correctas o 
equivocadas. Y sé que el sentarse en un desayuno tardío del domingo con los 
padres de una mujer es donde no pertenezco. 
Mi jersey pica. Tiro de este airadamente mientras camino hasta su casa 
adosada. Sé exactamente dónde está su casa porque he hackeado todos los 
sistemas de Melanie, leído cada página, recibo, y artículo con su nombre en él. 
Podría ser una plaga en piernas aproximándose a la casa de dos pisos, lo cual 
es como me siento, fuera de lugar mientras golpeo la puerta con mis nudillos. 
Hay parcelas de flores cerca. Huele... a césped recién cortado. Casi recuerdo 
ayudar a mi madre a cortar el césped hace trece años. En una casa como esta. 
Han pasado trece años desde que caminé a través de puertas como éstas, en 
un barrio como éste. Ya no pertenezco aquí, maldita sea. 
 
ág
in
a1
23
Derek ondea una mano hacia mí desde el coche y le saco el dedo, luego 
grito—: Llevaré las sobras para ti. 
Me saca el dedo de vuelta. —Comeré un burrito de la gasolinera, pero 
seguro que eres el epitome de la amabilidad esta mañana, jefe. 
Ignorando la pulla, porque por supuesto no estaba con el humor más 
resplandeciente durante nuestro viaje aquí, nunca lo estoy, golpeo la puerta 
por tercera vez. 
No sé realmente con certeza cómo reaccionará Melanie ante mi presencia 
aquí, pero voy a darle un poco de ayuda y actuar como si ya sé que estará 
malditamente encantada de verme. Punto. 
Una sirvienta abre la puerta. —¿Sí? 
Recorre su mirada sobre mí como si no pudiera evitarlo, luego escucho 
una voz similar a la de Melanie. —¿Quién es, Maria? 
—Gracias, encontraré mi camino. —Suavemente entro en la casa y me 
dirijo al ruido viniendo del comedor con facilidad. 
El padre de Melanie se levanta de su silla, sorprendido, aunque no 
alarmado. Algunas canas están esparcidas en una cabeza llena de cabello, y 
tiene el tipo de rostro que permanentemente lleva una sonrisa. La madre de 
Melanie, por otra parte, permanece sentada con los ojos amplios; una mujer 
hermosa con una pálida, sensible expresión y los ojos casi del mismo tono que 
Melanie. 
—¿Melanie? —pregunta su padre. Vago por su cuerpo con mi mirada, y 
cuando nuestros ojos se encuentran, la veo tirando ligeramente de un mechón 
suelto de cabello, nerviosamente buscando una explicación. ¿Qué? ¿Ahora está 
dejándome aquí como un idiota? Corrientes de electricidad crujen entre 
nosotros, y siento a mi cuerpo responder. 
—Señor y Señora Meyers —digo a las personas sentadas en la mesa del 
comedor—, siento mucho haber llegado tarde. 
—Mamá y papá, este es Greyson. Fue conmigo a la boda de Brooke y 
Remy. Es… 
Alza su rostro hacia mí por ayuda. Sus ojos amplios y brillantes, y Dios, 
esta chica jode con mi cerebro. Mi mente parpadea con imágenes de ella: la 
mujer juguetona, la sirena en mi cama, la enfermera quien me cubre y me besa 
después, y puedo sentir el fuego en mis entrañas mezclándose en mi alma. 
Tranquilamente digo—: Soy su nuevo novio, y es un placer conocerlos. 
Sacudo la mano de su padre y mantengo su mirada. Su madre se lanza 
hacia mí y casi se desintegra en mis brazos. —¡Estoy tan encantada de 
conocerte! 
 
ág
in
a1
24
Incómodo como la mierda por la calidez inmediata a mí alrededor, me 
separo y levanto la cabeza hacia Melanie. Mi cuerpo se siente cargado sólo 
estando cerca del suyo. Ahora con lujuria, puedo entender. 
—No es mi novio, es sólo un amigo. —Ríe Melanie, jugando un papel 
para ellos. Con una sonrisa divertida, me mira, luego bromea—: ¿Cambio de 
planes? 
Saco la silla junto a ella. —Parece que sí. 
Su madre aplaude entusiasmadamente. —¡Oh, vamos a tener a un nuevo 
miembro para jugar a las mímicas! 
Mátenme. Por favor. 
No he tenido una cena familiar en toda mi vida, ni siquiera cuando mi 
madre estaba conmigo. Nunca con mis padres en la mesa. No como en mesas. 
No paso el rato con familias. En sus hogares. 
No sé por qué la seguí aquí. 
Mentira. Sí lo sé. 
Ella es mi marca, pero me ha marcado. Culpabilidad, una emoción con la 
cual no estoy familiarizado, fastidia en el fondo de mi mente cuando sus padres 
instantáneamente comienzan a enlistar todos los talentos de Melanie. Creo que 
me veo como un hombre decente. Parezco más que decente. Creen que, si ella 
me gusta, la merezco. Joder, esto duele. 
—Greyson King, mmm... Estoy tratando de pensar en algunos Kings que 
conozco. —Su padrefrota la barbilla—. Estamos en el Condado King, después 
de todo. ¿Qué hay de la estación de televisión KING-5…? 
—No, no soy de aquí. 
—Greyson, puedo decir que nuestra pequeña saltamontes no sólo es una 
decoradora increíble, hace un perfecto helado casero desde los días cuando 
Lucas y yo teníamos una pequeña heladería. Realmente puede cocinar, ¡sí que 
puede! 
—Sólo cuando me obligan —dice sonriendo. 
Jódeme otra vez, pero luce adorable, de alguna manera vulnerable y 
juguetona. 
Me pone malditamente caliente. 
Duro. 
Posesivo. 
Protector. 
¿Qué demonios? 
—Así que, ¿cómo se conocieron? —Quiere saber su madre. 
 
ág
in
a1
25
Melanie suspira. —Salvó mi coche de la lluvia un día. 
Los ojos de su madre se vuelven enormes. —¿Cuándo te encontrabas en 
medio de la lluvia? —le pregunta a Melanie, como si ya hubieran hablado de la 
noche en que nos conocimos. 
Melanie se sonroja; ¿cómo puedo perder la manera en que sus mejillas 
arden en rojo brillante? El fuego en mis entrañas crece aún más cuando me 
doy cuenta de que ha hablado de mí con su madre. 
—Greyson, espero que no creas que estamos siendo demasiados 
entusiastas, pero Mel nunca ha traído a un chico en veinticinco años. Ni 
siquiera a un amigo. 
—Veinticuatro —corrige la princesa. 
—En poco más de un mes serán veinticinco años —dice su madre, 
rodando los ojos y luego me mira a través de sus pestañas—. Nuestra Mel 
siempre hace una celebración —me dice, sus manos en modo de oración bajo 
su barbilla—. ¡Este año no podemos esperar a ver qué planea! 
Por primera vez noto que mi chica fiestera parece pérdida para hablar. —
Podría pasar este año, todo está muy caro. 
—Tonterías. ¡Son veinticinco años! —dice su padre. 
El silencio de Melanie está cargado con un dolor que es palpable. De 
repente, estoy concentrado en el hecho de que los tres estamos mirándola 
mientras baja la mirada a su plato, su labio atrapado debajo de los dientes. Mis 
dedos se retuercen a mis costados y un destello de preocupación me golpea 
cuando me doy cuenta de que está triste, el destello del dolor es seguido de un 
destello de determinación para hacerlo mejor. 
Dios, ella ilumina la habitación. Cuando está triste es casi como si la luz 
simplemente se apagara. Vivo en oscuridad lo suficiente y estaré condenado 
antes de dejarla ver apagar su luz. 
—¡Muy bien, así que mímicas será! —Su padre aplaude con entusiasmo 
fingido. 
Debajo de la mesa, robo un toque del muslo de Melanie y froto en un 
movimiento lento, suave, que nunca he usado en una mujer, pero que ella saca 
en mí; no obstante, me elevo cuando sus mejillas enrojecen y sonríe de nuevo, 
su tristeza olvidada. Juro que su sonrisa se dispara a mi cabeza como una 
montaña rusa. 
Debería sentirme como un ladrón, como si estuviera robando este 
momento que no me pertenece. En cambio, es demasiado fácil pretender que es 
legítimamente mío. 
—Saltamontes, qué dices de chicos contra chicas. ¿Eh, Greyson? 
Pronto Melanie camina estirando su cuello, frunciendo sus labios e 
inclinándose hacia delante y besando ligeramente en el aire. Es sexy, divertida 
 
ág
in
a1
26
y tonta, y lo que hace, de alguna manera, dispara un galón de sangre directo a 
mi polla. 
Aparentemente este juego incluye tarjetas. Tomamos una categoría. El 
papá fue por los animales. Y ella está actuando como un animal raro. 
—El equipo que adivina más, gana —me dice su padre, golpeando mi 
brazo—. No te preocupes, nuestro pequeño saltamontes nunca adivina 
correctamente… ¡Una grulla! —grita de repente. 
—¡Sí! —chilla ella. 
—¿Vas primero, o lo hago yo? —me pregunta su padre. 
—Por supuesto, señor. No muero por hacer el ridículo todavía. —Se ríe y 
saca una tarjeta y veo que es un oso. 
Extiende sus brazos y camina por allí. —¡Gorila! —grita Melanie. Él me 
sonríe y levanta los brazos en el aire, más alto. 
—¡Garañón! —chilla la Señora Meyers. 
El Señor Meyers me lanza una mirada y levanta sus cejas hasta la 
coronilla de una manera que dice ¿Ves? Estas mujeres no tienen ni idea. 
Continúa actuando hasta que estoy riendo entre dientes, mirándolos, 
hasta que es mi turno. Lanzo un vistazo a escondidas por la ventana y me 
aseguro de que no soy visible; si Derek ve esto, es el final de Cero. No habrá 
más respeto para Cero. 
Saco una tarjeta y consigo un perro. Comienzo a gruñir y hago lo primero 
que puedo pensar, tomo una almohada y mastico en la esquina. 
—¡Lobo! —grita su madre. 
La coloco entre mis dientes y la muevo de un lado a otro. 
—Oh Dios —dice su madre. 
Melanie se está riendo a más no poder, y me siento como un imbécil. 
Diablos, quiero que adivine, pero demonios, no voy a lloriquear como un perro. 
Suelto la almohada y me doy por vencido; está aferrando su estómago, 
riendo y tan caliente mientras viene y aleja la almohada, juguetonamente 
recorriendo sus dedos a través de mi cabello. Puedo ver la dinámica familiar 
ahora tan claramente. 
—Mi abuela solía decir —me dice, con un último toque de mi cabello—, 
quienes juegan juntos, se mantienen juntos. 
Ha estado protegida toda su vida. Feliz. Jugando un inocente, divertido 
juego. Ella brilla. Todos brillan. Es ridículo y estúpido y nunca en mi vida quise 
ser estúpido y ridículo. Mato, chantajeo y estafo lo ridículo y estúpido. 
—¡El que pueda hacer el mejor truco consigue el último brownie! 
 
ág
in
a1
27
—Ahora, hijo —me dice su padre después de ese anuncio—, cualquier 
truco que puedas hacer, ahora es el momento para hacerlo. Esos brownies son 
asesinos, te lo aseguro. 
—¡Vas primero, papá! —exclama Melanie. 
El Señor Meyers comienza a hacer un baile ruso, con los ruidos 
incluidos. Su madre hace como un verdadero gorila. Melanie me mira, entonces 
acuna su boca y comienza a rebuznar como burro. Finalmente, todos me 
miran. 
Mierda. ¿En serio? 
Esto es tan estúpido. 
Pero… 
Es la forma en que ella me mira, curiosa, feliz. Me trae de nuevo a donde 
está. Y me hace ver el comedor para ver qué demonios puedo hacer. Veo un 
jarrón con margaritas en la mesa. Son de color rosado eléctrico, tan princesa. 
Agarro un cuchillo y retrocedo varios pasos, lo lanzo a través de la 
habitación, sobrepasándolos. Y acierto en el centro de la margarita en la pared 
más lejana. 
Silencio. 
—¡Santo guacamole! —grita su padre. 
—¡Ese es un truco increíble! —exclama su madre. 
Melanie me trae el brownie mientras desprende la margarita, y cuando 
me entrega la flor, le ofrezco la flor. 
—Ese es un truco interesante —dice, examinándome y oliendo la flor—. 
¿Te enseñan eso en la escuela de seguridad? 
—¿Te enseñan a hablar burro en Decoración 101? —Quiero hacerla 
sonrojar, y funciona. Se ríe. 
Mi efecto en ella es como una droga y se dispara directo a mi cabeza, 
mareándome. 
—Ese fue un truco genial. —Escucho a su padre susurrar a su madre, 
pero estoy consumido por mi maldita malhablada princesa parada cerca, 
jadeando y emocionada, juguetona y cálida y llena de promesas de cosas que 
nunca he tenido en mi vida. 
Le ofrezco un poco de mi brownie, y lo muerde. Comienzo a quitar su 
cabello de la frente y cuando levanto la mirada, sus padres están 
observándonos con esas grandes sonrisas en sus caras, como si estuvieran 
emocionados de que su saltamontes finalmente encontrara a un tipo “amigo”. 
Y veo, justo aquí y ahora, que eso es lo que el Underground me quitó. 
 
 
ág
in
a1
28
Deudas 
 
Traducido por Anty, Jadasa, Youngblood & Dannygonzal 
Corregido por Amélie. 
 
Melanie 
Follamos antes de que él abandone la ciudad. 
Directamente de lo de mis padres, me siguió hasta mi apartamento, 
arriba en el ascensor, a mi puerta. Me paré allí, empezando a decir adiós. 
Aplastó mi boca con la suya, me levantó, y me llevó de allí al dormitorio. 
Me tiró sobre la cama y arrancó mi ropa, luego la suya. Mi cuerpo 
temblaba y mi respiración se estremecía mientras se dejaba caer sobre mí. 
Me mantuvo presionada, con una mano en mi hombro,la otra en la 
cadera, y me folló duro. Grité y me retorcí, rastrillando mis manos por su 
espalda. 
—Mírame. 
Lo intenté, gimiendo. 
Deslizó su mano por mi espalda, bajo la caída de mi cabello y me sostuvo 
por el cráneo, inclinando mi cara hacia arriba. —Di que lo amas —ordenó—. Di 
que jodidamente lo amas. 
—Lo amo —gemí. 
Su boca cayó sobre mí y me dio el beso de mi vida, la follada de mi vida. 
Cuando liberó nuestras bocas, ralentizó el paso y dijo de nuevo, más ronco—: 
Mírame. —Llenándome hasta la base con caliente y palpitante carne viva. 
Lo miré y me devolvió la mirada, codicioso, fuerte, conduciéndose una y 
otra vez dentro mío. Sin retenerse. Cada movimiento diciéndome que 
necesitaba esto tanto como yo. 
Mi clímax me tomó como una tormenta. Con cada estremecimiento que 
me recorrió, uno más profundo corría a través de él hasta que los dos 
 
ág
in
a1
29
estábamos jadeando y desechos. Apreté mis muslos y brazos más en torno a él, 
sosteniendo su cuerpo duro y pesado contra el mío, manteniéndolo un poco 
más dentro de mí. 
No quería dejarlo ir. Mi rostro se hallaba mojado de nuevo por mi 
orgasmo, pero de repente me dieron ganas de llorar un océano. 
Tengo miedo de lo que me hace sentir, y de la realidad de mi situación. 
Tengo miedo porque debo todo este dinero y no he tenido compradores 
para mi Mustang, y cuando mi tiempo se agote tres días después de mi 
cumpleaños, una docena de mafiosos enojados vendrán a llamar a mi puerta y 
nadie será capaz de ayudarme. Nadie será capaz de detenerlos. Ni siquiera él. 
No sé lo que voy a hacer. No sé qué hacer. Pero nadie me hace sentir tan 
emocionalmente vulnerable y tan físicamente segura como él cuando me 
sostiene. 
El hecho de que vino a almorzar, inesperadamente, me dijo más que 
todas sus advertencias. Exhaló en mi cuello y nos colocó en una posición más 
cómoda, en la que me mantuvo a su lado, y sentí emociones extrañas 
agobiarme. 
No seas necesitada, me dije, pero me sentía como una impostora. 
Todavía me oí susurrar—: Todo lo que dijeron mis padres…, no lo creas. Ellos 
solo piensan que soy perfecta, pero aparento. 
Me aparté de él y aferré la sábana alrededor de mí. 
Se sentó en la cama. —Sé sobre fingir. 
—Mi vida vino a un precio muy alto y es difícil estar a la altura. 
Al instante se acercó y puso una mano en mi hombro, trazando un 
círculo en mi piel con el pulgar. —Mi vida ha venido a un alto precio también. 
Todos los días. —Apartó un mechón solitario de pelo de mi cara, nuestros ojos 
encontrándose—. Tantos días tratando de encontrar un jodido significado en 
ella. 
La revelación me dejó sin aliento, y esperé y esperé y esperé por más, vi 
que había más en sus ojos, pero se levantó y agarró su ropa. 
—Estoy contento de ser querido aquí, Melanie —dijo, lanzándome una de 
sus muchas sonrisas ganadoras. 
Cuando empezó a vestirse, me di la vuelta hacia la ventana y apreté mis 
brazos alrededor de mi estómago, tratando de aliviar el dolor allí. Uf. Odio que 
se esté marchando de nuevo. Odio que esto podría ser una despedida. 
Quería preguntarle si volvería a verlo, pero antes de que pudiera, habló 
desde la puerta. 
—Mantente a salvo, princesa. 
Me obligué a contestar—: Adiós, Greyson. 
 
ág
in
a1
30
¿Cómo puedo saber tan poco acerca de alguien y, sin embargo, 
necesitarlo tanto? 
No ha llamado, pero este lunes por la mañana tengo otro tipo de llamada, 
y con ella, una oferta para mi Mustang. 
Le pregunto a Pandora mientras nos instalamos en la oficina. —
Entonces, ¿qué piensas? ¿Es una buena oferta? 
Su respuesta es preguntarme por qué estoy vendiendo mi auto. 
Mierda. Trato de pensar en algo más que la verdad, que se tiene que ir y 
que probablemente necesito vender todo, salvo la camisa en mi espalda, e 
incluso entonces las matemáticas pueden no sumar, pero simplemente no 
puedo decírselo. —Es poco práctico. 
—Amiga, tú vives para lo impráctico. 
—¡Se inundó! Tiene un chirrido ahora. 
—Lo que es lindo teniendo en cuenta que tú rechinas también. 
—Uf, eres imposible. 
—Melanie... deja de comprar mierda y no tendrás que vender tu coche. 
¿Ves esta camisa? Hago algo que se llama lavarla tres veces a la semana. Solo 
necesito un par de estas y eso es todo. ¿Ves estas botas? Son mi firma. No 
necesito otro par de zapatos. 
—Este no es un problema de compras, es un tipo diferente de problema. 
—¿Qué, como una adicción? —Su frente se arruga con preocupación. 
—Quiero venderlo, eso es todo —murmuro. 
—¿Quieres venderlo o necesitas? —Perspicaces ojos oscuros de repente 
me investigan en silencio—. Tengo una idea. Vende el collar que tu novio te 
dio. 
—¡Da! ¡No lo creo! —La desestimo con una mano y luego me vuelvo 
sombría—. Quiero vender mi coche, y necesito tu consejo. ¿Es una buena 
oferta, Pan? 
—Soy una maldita decoradora como tú, no sé una mierda de coches. 
Pregúntela a tu papá. Demonios, pregúntale a tu precioso novio. 
—¿Sabes qué? ¡Lo haré! ¡Voy a preguntarle jodidamente ahora! Estará 
encantado de saber de mí —Saco mi teléfono—. Incluso vino a almorzar. 
—Vaya, lo arrastraste a lo de tus padres. Realmente —dice Pandora, 
entonces cacarea hacia mí en advertencia. 
—¡Oh, cállate, Maléfica! —grito enojada, golpeándola con la almohada 
recién tapizada de un cliente de la cual comprobaba su calidad. 
No voy a decirle una mierda más. 
 
ág
in
a1
31
Ni siquiera voy a explicarle las complejidades de lo que hacen dos 
personas solteras… ¿qué estamos haciendo? 
Estamos teniendo sexo, eso es lo que hacemos. 
Pero no quiero que sea sólo sexo. 
No sé cuántos secretos mantiene Greyson, pero tiene una habitación 
secreta, y se niega a hablar por teléfono cerca mío, ambos de los cuales son 
extraños. Aun así, tengo un secreto por mi cuenta, así que no es exactamente 
justo sentirse de esta manera. Me encantaría decirle, y sólo a él, del mío. Sin 
embargo, al mismo tiempo, rezo para que sea el último hombre en saber. 
¿Cómo contarle a un tipo con el que estás saliendo o durmiendo o lo que 
sea, un tipo cuyo respeto y admiración es lo que quieres, que pediste, 
que rogaste, a un grupo de mafiosos por más tiempo porque les debes más 
dinero del que pensabas? ¿Cómo decirle que levantaron tu falda y te dijeron 
que te darían una extensión, de sus pollas, si no pagabas a tiempo? 
Me dan ganas de vomitar recordando la noche en el callejón. Nunca 
podría decirle esto a alguien en voz alta. 
Reviso mis mensajes de texto. Fue el último que me envió un mensaje. 
Hace mucho tiempo, cuando visitó mi apartamento, y pregunté quien venía a 
visitar, y me dijo Yo. 
Me dije que no quería pasar por todos los juegos de adivinanzas de 
nuevo. Si me quiere, me quiere. ¿Verdad? 
Pero mi regla esencial de los mensajes de texto se queja de mí. Hoy en 
día las relaciones son mucho más igualitarias. 
Poco a poco inhalo y le envío un mensaje, ¿Estarás en la ciudad este 
fin de semana? 
Y para mi sorpresa, responde de inmediato. 
Sí. 
Mi corazón empieza a tronar. Le respondo de inmediato. ¿Algún plan? 
Planeaba buscar a mi princesa. 
Ahhhh. Amo eso demasiado. 
Ella quiere cocinarte la cena. ¿Quieres venir? 
Lo haré. Y tú también. 
Sonrío con deleite. Sexy sinvergüenza. 
20:00 ¿viernes? 
No podría estar más feliz cuando le digo a Pandora, exagerando—: Él 
viene a la ciudad este fin de semana sólo para verme. 
—Bravoooo por ti. —Suena aburrida. 
 
ág
in
a1
32
 
 
 
Durante la semana, me entierro en el trabajo y en conseguir que algunas 
de mis pertenencias personales sean enviadas a una tienda en eBay para poder 
liquidarlas, y rápido. Mi armario de repente parece enorme ya que mantuve 
solo un par de zapatillas, un par de tacones, un par de sandalias, un par de 
Uggs, y un par de botas de lluvia. También reduje a sólo tres pares de 
pantalones, dos pares de vaqueros, un pequeño surtido de blusas y los vestidos 
más básicos. Desprenderse de mis accesorios fue lo más difícil. Pero mantuve 
los más coloridospara asegurarme que podría seguir usando tres colores todos 
los días, incluso si los toques de color en su mayoría provienen de mis 
accesorios. 
El viernes por la tarde, me voy a derrochar en Whole Foods, porque no 
voy a cocinar comida barata para Greyson, simplemente no podía. Así que traje 
a casa una bolsa de papel llena de alimentos sanos y frescos, me deslizo en el 
único delantal que conservé, uno con volantes de color amarillo de 
Anthropologie, y cocino una cena hecha en casa para él, porque parece como 
una cosa agradable de “bienvenido a casa” por hacer. 
Eligiendo el menú sabiamente me decidí por ensalada de rúcala y pera 
con queso de cabra y un poco de vinagreta, mi pasta con pesto especial, una 
hogaza de pan casero y tartas de manzana con canela espolvoreada de postre. 
Siempre pienso mejor cuando estoy cocinando. Esta vez que estoy 
cortando y preparando la comida, pienso en cómo poco a poco estoy 
empezando a reconocer mis propias necesidades, como mujer, necesidades que 
nunca me había dado cuenta que no se cumplían por dormir con una docena 
de tipos diferentes, necesidades que no podían cumplirse hasta que haces una 
verdadera conexión, escalofriante, poderosa, inexplicable, con alguien. Alguien 
con quien menos te lo esperas. La cara de Greyson me acecha, serio, sonriente, 
pensativo. No puedo dejar de recordar y reproducir sus diferentes tipos de 
sonrisas. La socarrona, la sensual, la indulgente, la somnolienta, la plana que 
le da Pandora, y la que está casi allí, pero no del todo, como si no quisiera dar 
rienda suelta y ceder a ella… 
La que más me encanta. 
Porque se siente como que estoy sacándola de él, incluso cuando no 
quiere que lo haga. Como si estuviera dándome algo que no tenía intención de 
darme. 
—Algo huele bien por aquí y mi apuesta es que eres tú. 
 
ág
in
a1
33
Mi sangre se dispara cuando reconozco la voz cálida, suave detrás de mí. 
De alguna manera, ¡Greyson se metió y se arrastró hacia mí! Sin hacer un solo 
ruido. Y ahora desliza su enorme brazo alrededor de mi cintura y me da vuelta, 
el movimiento me coloca a más quince centímetros de un chico malo con sus 
labios a solo un pelo de distancia de los míos. Mis sentidos se tambalean 
mientras absorbo su cercanía y deslizo mis manos en una rápida y codiciosa 
exploración de sus gruesos brazos. 
—Hola —jadeo —. Yo… 
Me besa durante un minuto entero. 
Un minuto y medio. 
Nuestros labios moviéndose, mezclándose, mis rodillas sintiéndose 
blandas porque sus besos son mejores que cualquier cosa que he tenido. Y 
ahora no puedo pensar o hablar o apenas pararme en mis propios pies. 
Retrocede y siento que me sonrojo ante su acalorada valoración. —Me 
gusta esto —susurra y señala mi delantal, y el ligero deleite en sus ojos me 
hace sentir como si hubiera ganado el primer premio en Iron Chef, y ni siquiera 
ha probado mi comida todavía. 
—Te va a gustar todavía más cuando te des cuenta que planeo 
alimentarte con el postre yo misma —susurro. Su mente sucia parece obtener 
lo mejor de él, porque se ve voraz al instante. Riendo, le insto a sentarse en 
uno de los dos taburetes en el extremo de la isla de la cocina—. No es lo 
que piensas, ¡es comida real! 
—¿Te vas a quitar esto para mí? —Tira de la faja de mi delantal. 
—Tal vez si terminas tu comida como un buen chico. 
Se ríe, un sonido rico y pleno, su sonrisa devastadora, adueñándose de 
mi cerebro. —Te gusta más cuando soy malo —señala. 
Reprimiendo mi sonrisa, saco el plato de pasta con un guante, 
consciente de que se da cuenta que solo estoy usando un vestido corto debajo 
de mi delantal, tal vez incluso puede ver que estoy sin ropa interior. El 
pensamiento envía un hormigueo a través de mí. 
Hay silencio y un crujido del taburete cuando se inclina hacia atrás, se 
quita los zapatos, y tiene un tono confuso, casi divertido en su voz ronca 
cuando me habla, frotándose la mandíbula mientras me observa serpentear 
alrededor de la cocina. —Me sigo preguntando lo que haces todo el tiempo. —
Hace una pausa, y luego, con la voz más baja y más gruesa que nunca—. ¿Me 
extrañas? 
—¿Qué clase de pregunta es esa? 
Me da una sonrisa pícara. —Una de la que quiero saber la respuesta. 
 
ág
in
a1
34
Le devuelvo la sonrisa con una propia mientras nos sirvo a ambos, y 
cuando coloco su ensalada y pasta, sujeta su mano desnuda alrededor de mi 
muñeca. —¿Lo haces? 
Nuestros ojos se encuentran, y suavemente aviva un fuego que crece en 
mí mientras frota su pulgar por el interior de mi muñeca. 
—¿Lo haces? —pregunta, en voz baja. 
—Sí —susurro. Trazo con mi mano libre su mandíbula e impulsivamente 
me inclino para besar su mejilla. Añadiendo, cerca de su oído—: Mucho. 
Me mira como un depredador mientras voy tomar mi asiento en el 
taburete al otro lado de la isla. 
Nos sonreímos el uno al otro, esas sonrisas que parecen extenderse en 
nuestros labios al mismo tiempo; desde el momento en que nos conocimos, 
siempre ha sido así. Me he dado cuenta, por fin, que trajo vino, y veo como 
abre la botella, busca en mi gabinete por vasos, y se vuelve para servir un vaso 
para mí y otro para él. 
Chocamos los vasos, sonriendo, y antes de beber, murmura—: A ti, 
princesa. 
—No, a ti —contesto, tomando un sorbo. 
—Te gusta ir en mi contra, ¿verdad? —ronronea, todavía revolviendo y 
oliendo su propio vaso. 
Me río y de repente me siento como la cosa más sexy en la existencia 
cuando empiezo a comer. Como si cada movimiento tiene la intención de 
seducirlo, excitarlo y estimularlo. 
Ni siquiera mis alientos escapan a su atención. 
Lo siento mirar mis dedos, mis brazos, mis hombros desnudos, mis 
labios. Pincho con el tenedor un poco de ensalada y lo veo cortar un pedazo de 
pan que se mete en la boca. Bebemos en silencio, mirándonos el uno al otro, 
disfrutando de la mutua compañía. La mirada de cada uno. La energía de cada 
uno. Soy una decoradora que cree en el feng shui. Creo en el yin y el yang. 
Nunca he sentido un yang tanto para mi yin. Nunca. 
—¿Te gusta la comida? —pregunto. 
—¿Soy el primer hombre para el que has cocinado? 
Entrecierro los ojos, bebiendo un poco de vino tinto por valor, pero no 
hay cura para los nervios girando en mi estómago. —¿La verdad? Sí. Eres tú. 
Así que piensa muy bien tu respuesta —le advierto. 
—Cada cucharada fue tan deliciosa como tú. 
Sonrío. —¿En serio? —Sintiéndome insegura, reviso sus platos y noto 
que ha limpiado los dos. 
 
ág
in
a1
35
Se da vuelta, y su mirada cae de mis ojos a mis hombros a mis pechos. 
—Estoy listo para el postre. 
—Espere, señor, no he acabado. Tengo un poco de postre real que no soy 
yo, ¿sabes? —Enrosco un poco de pasta en el tenedor un poco más rápido y lo 
meto mi boca, lamiendo algo de pesto de la esquina de mis labios. 
Greyson me mira fijamente, y se ve tan grande, oscuro y sexy en mi 
apartamento, no estoy acostumbrada a las profundas pequeñas punzadas de 
nostalgia que brotan dentro de mi pecho. 
—¿Cómo estuvo tu semana? —pregunta. 
Un destello de sentimientos me apuñala cuando recuerdo todas las 
noches que he yacido en la cama, más asustada de lo que quiero estar, y más 
solitaria de lo que nunca me he sentido en mi vida. Tal vez es porque sé con 
quién quiero estar ahora mismo. Tal vez sea porque me siento vulnerable y 
asustada. 
—En realidad, buena —miento—. Quería preguntarte. Tengo una oferta 
por mi coche. 
—¿Estás vendiendo tu coche? 
Lo miro con desesperanza y noto la repentina tristeza que se posa en su 
boca. —Sí, lo estoy vendiendo. —Me levanto y voy a agarrar sus platos vacíos 
mientras le digo cuánto me ofrecieron—. ¿Crees que es un precio justo? 
Está en silencio mientras llevo sus platos al fregadero, siguiéndome con 
la mirada mientras me pregunta—: ¿Por qué necesitas venderlo? 
No puedo dejar de notar que se ve más que un poco curioso. Parece 
decidido. 
Así que trato lucir indiferente, incluso añadiendo un encogimiento de 
hombros casual a mi explicación. —Tengomi ojo en algo más. 
Una ceja oscura sube, seguida de la otra, y luego dolorosamente lento y 
claramente inteligente pregunta—: ¿Otro coche? 
No se lo traga. 
Me devano los sesos pensando en algo que decir que sea lo más alejado 
de la verdad como pueda, hasta que habla, suspirando como si me fastidiara. 
—Están ofreciéndote por debajo del precio. No vendas tu jodido auto, princesa, 
no por eso, no por nada. 
—¿Por qué no? 
—Porque —rechina—, necesitas tu auto. 
—No para ir a la oficina —replico ligeramente—, y puedo pedir un 
aventón con amigos para salir los fines de semana. 
 
ág
in
a1
36
Cuando continúa luciendo disgustado, inmediatamente me siento 
desconfiada. —Greyson, ¿por qué estás tan protector con mi auto? 
Después de un silencio más que interesante, durante el cual, mi corazón 
se derrite en mi pecho, respondo por él. —Porque gracias a ese jodido auto, 
conecté contigo. 
Levanta un gran hombro en un gesto molesto. —Ese auto eres tú. No va 
con nadie más. 
Me siento mareada pensando que podría sentirse protector del lugar 
donde nos conocimos, pero también estoy triste que no puedo explicarle que no 
importa que tan encariñada estoy con ese auto, estoy más encariñada conmigo 
misma. —Mi comprador es una joven de dieciocho años, tendrá tanta diversión 
con el como yo. 
Cuando habla de nuevo, su voz transmite una fuerza única, casi como 
una orden. —Nadie jamás puede tener tanta diversión como tú lo haces. 
Melanie, eres divertida. Y vivaz. Y así es ese loco, pequeño azul Mustang. 
Levanto mi mano para sofocar la risa, porque está siendo 
extremadamente gracioso y protector, y cuando frunce el ceño, le digo—: 
Greyson, creo que es adorable. 
—Princesa, esa palabra y yo no vamos juntos. 
—Es adorable. Tú eres adorable. 
Se pone de pie, como que va a hacerme pagar por eso. Corro hacia mi 
habitación, riendo, y digo desde la puerta—: Greyson, sé que esto romperá tu 
dulce corazón, pero realmente necesito vender mi auto. Solo pediré mil más. 
¿Qué dices? Dios, incluso el ceño fruncido que luces es adorable. 
Echa su cabeza hacia atrás y se ríe, el sonido profundo y grave, y cuando 
me doy cuenta de que nunca comprenderá lo desesperado de mis 
circunstancias, me excuso a la habitación por un momento y telefoneo a la 
parte interesada para pedirle mil más. 
La chica me dice que hablará con su papá y me dejará saber. Cuando 
regreso afuera, Greyson está de pie con sus brazos cruzados, mirándome con el 
tipo de mirada que un hombre luce cuando no sabe qué mierda hacer contigo. 
—Hice una contraoferta —explico, una vez más la palabra “adorable” 
susurrando a través de mi cabello mientras frota una mano por su propia 
frustración. 
—Ahh, princesa. En serio. Ni siquiera puedo... —Sacude su cabeza, 
obviamente, en señal de frustración. 
—¡Greyson, no importa! —grito—. Incluso si el auto se va, siempre serás 
tanto mi héroe como el de mi Mustang, lo sabes. 
De alguna manera, anhelo tranquilizarlo, su energía irascible se siente 
como un tornado en la habitación, me acerco a él y paso mi mano a través de 
 
ág
in
a1
37
su cabello revuelto, mientras trato de alisarlo otra vez, amando la suavidad, lo 
que es lo único suave en su cabeza dura. Gruñe y me agarra por mi cintura, 
sorprendiéndome cuando baja su cabeza y coloca su nariz entre mis senos y 
besa mi escote con intensa ternura. 
—Si no vas a escucharme —murmura, su voz amortiguada por mi 
delantal—, ¿por qué me preguntas? 
—Me gusta saber tu opinión. 
—Melanie, muéstrame lo que te gusta, demostrándome que me estás 
escuchando. 
—Lo siento —susurro, despeinando juguetonamente su cabeza, mientras 
trato de hacerlo feliz de nuevo. La complaciente en mí, simplemente no puede 
aceptar su desaprobación. No la suya—. Te lo compensaré. 
—Mmm. —De repente, sus ojos brillan como antorchas—. 
Compénsamelo contándome cómo te gustaría pasar tu vigésimo quinto 
cumpleaños —sugiere. 
Un momento de duda se instala entre nosotros. ¿Qué diría si le dijera 
que quería pasar el día con él? ¿No hacer nada, excepto pasar con él todo el 
día? Que quiero que me diga sobre su vida, su familia, ¿que simplemente 
quiero estar con él porque, últimamente, es cuando estoy más feliz? 
Liberándome de su agarre y forzándolo a sentarse sobre su asiento, 
traigo la tarta de manzana y canela en un plato, luego me impulso hacia 
arriba, para sentarme sobre la encimera justo en frente de su asiento. Usando 
mi regazo como una mesa, coloco mis pies descalzos sobre sus muslos y 
levanto una cuchara para darle de comer el postre. 
—¿Dónde pasaste tu vigésimo quinto cumpleaños? —pregunto, 
colocando la cuchara con un poco de la tarta en su boca. 
Come cada cucharada con que lo alimento, y el acto no es tan caliente y 
sexy como lo imaginé que sería, sino que es diez veces más. A causa de esos 
ojos. La manera en que me observan alimentarlo, como un depredador 
esperando su momento por la comida de verdad. —Probablemente borracho. 
Ninguna parte memorable. ¿También trenzas tu cabello cuando cocinas? —
pregunta bruscamente, estirando mi nudo mientras le doy de comer otra 
cucharada. 
Algo intensamente íntimo arde entre nosotros. Cada segundo, está 
abriendo tanto mi corazón y mi alma, y no hay nada que detenga la descarga 
de emociones que me sobrepasa. Anhelo, ternura, deseo, hambre, necesidad, 
temor, felicidad. 
—Es para mantener mi cabello sobre mi cabeza y fuera de mis platos —le 
digo. 
 
ág
in
a1
38
—Ahh —dice, ojos brillando mientras llevo otra cucharada de tarta a su 
boca. Observo como su lengua agarra la cuchara y la recorre, burlándose de 
todos mis sentidos. Una sensación mantecosa fluye a través de mis muslos 
mientras observo cómo sus labios se cierran sobre la cuchara, cómo la 
saborea, cómo me mira mientras come su tarta, sus ojos se iluminan, 
hambrientos y brillantes como un canalla, quien sabe que estoy húmeda y lista 
para él. Siento como que está horneándome interiormente como horneé mi 
tarta. Mientras toma el último bocado, tira a la punta de mi trenza y la pasa 
bajo mi mentón, acariciando mi garganta hacia abajo, y luego... en mi escote. 
Un instantáneo charco de calor inunda entre mis piernas, mi coño se 
aprieta codiciosamente por sentirlo otra vez en mi interior. ¿Por qué todo lo que 
hace es tan jodidamente caliente? Mi corazón se acelera y mi cerebro está 
gritando: ¡Tócalo! ¡Bésalo! ¡Móntalo a horcajadas y siéntelo, demuéstrale que lo 
deseas! ¡Haz que te desee también, justo así! ¡Has que quiera QUEDARSE! 
Pero no me muevo, porque también de verdad ansío, realmente necesito, 
que haga el primer movimiento. Así que me animo y susurro—: Debería 
limpiar. 
Con un gemido bajo e inesperado, sujeta mis manos con las suyas y 
fuerza mi mano contra su erección, palpitando entre sus piernas y tan duro 
como lo he sentido, luego gira su cabeza y toma mi boca en un beso rápido y 
duro, que sabe a canela y manzanas y a él. —Princesa, he estado así por horas. 
Horas. Desde que me embarqué en ese maldito vuelo dirigiéndome aquí... 
—Si has estado así durante tanto tiempo, entonces puedes darme diez 
minutos para limpiar esto, así no tendré nada más que hacer el resto de la 
noche, excepto tú —susurro seductoramente, entonces me rio cuando pasa en 
sus ojos una cruda y espesa lujuria. 
—Cinco minutos. 
—No es una carrera —repico, y entonces, a propósito, secretamente, 
comienzo a moverme más lentamente para seducirlo. Observa cada uno de mis 
movimientos, haciéndome el amor con sus ojos mientras empiezo a limpiar el 
resto de la mesa. Juguetonamente, golpeo su mano, alejándolo cuando trata de 
ahuecar mi trasero. Se ríe mientras llevo los platos al fregadero, y estoy tan 
afectada por el ruido estrepitoso, que no puedo reprimir el latido zumbando en 
mi cuerpo, suplicándome por sus dedos, sus labios, sus dientes, su lengua. Ha 
estado duro por horas, pero no sabe que he estado húmeda y adolorida el 
mismo tiempo. 
Me ayuda a llevar el resto de los platos al fregadero, y el gesto,junto con 
su cercanía abrumadora, me mantiene al borde. Mientras termina de limpiar la 
mesa, empiezo a lavar, rozando nuestros dedos, nuestros cuerpos conectando 
en tantos puntos, cada uno de ellos ardiendo a través de mis terminaciones 
nerviosas. 
 
ág
in
a1
39
Cuando estoy lavando el último plato, se para detrás de mí, su cuerpo 
una pared de ladrillo, su palma frotando mi trasero mientras comienza a besar 
mi nuca de la manera más impresionante. —Melanie, esta noche, se sintió 
como volver a casa por primera vez en mucho tiempo —dice, y puedo detectar 
en su voz un destello de gratitud. 
—¿Ninguna chica ha cocinado para ti antes? 
Estoy entretenida y riéndome de vuelta, pero cuando lo miro a los ojos, 
mi diversión se desvanece. 
Hay algo muy serio en sus ojos, y muy, muy tierno. 
Su mandíbula se ve más cuadrada por la fuerza de su hambre mientras 
extiende sus manos para desabrochar el delantal de mi nuca, dejándolo caer a 
mi cintura y luego deshace el nudo pequeño en mi espalda. 
—Nadie ha cocinado para mí en trece años —dice, exhalando de golpe, 
con algo turbio en su mirada. Deseo, pero no sólo del tipo físico. Deseo de ser 
alimentado, tomado, aceptado. 
Conozco este deseo. Deseo lo mismo. 
Mirándome como si soy toda la aprobación que siempre deseó, enlaza 
ambas manos con las mías y me lleva de vuelta hacia mi dormitorio. 
Mi pulso retumba mientras me lleva al interior, dejando que sus pulgares 
se arrastren a lo largo de mi cara. Cuando me besa, su beso es como el 
terciopelo, siento como si pudiera volar. Su cuerpo se presiona cerca del mío, 
llenándome de anhelo. Cierro los ojos cuando sumerge sus dedos en mi trenza 
y lentamente la desenrolla. Sacudo mi cabello y paso mis dedos sobre este, y él 
hunde sus dedos sobre los míos como si estuviera interesado en cómo lo hago. 
Cierro los ojos y lo siento torpemente pero muy tiernamente, usar sus manos 
para desenredar todo mi cabello. 
¿Alguna vez quieres que alguien te mire, pero que sólo vea lo bueno? 
Esta soy yo con él. No quiero que vea que, a veces, interiormente soy un 
desastre. Estoy tratando de ser la novia perfecta. Y sé que él también está 
tratando de ser el novio perfecto. Supongo que no es justo. Quiero que sólo vea 
lo bueno, pero quiero verlo todo de él. Incluso lo malo. Mientras nos besamos 
por un tiempo, hablamos sobre los recuerdos de su infancia, su tío llamado 
Eric, cómo iban a cazar todo el tiempo en un rancho en Texas. Hablamos sobre 
mis clases de ballet al crecer, mi vergüenza cuando me caí en mi primer recital. 
Hablamos esta noche. Pero quiero saber más, cada pieza del rompecabezas que 
es él. 
Sin pelos en la lengua me dice lo que le gusta de mí y lo mucho que me 
desea. Y aún quiero más, pero nuestros besos están volviéndose pesados, tan 
pesados que ya no puedo respirar bien. Se quita su camisa y ahora está sólo 
con sus pantalones, mientras me quita mi delantal y me deja en mi pequeño 
vestido corto. 
 
ág
in
a1
40
Succiono el aro de su pezón. Dios, cómo amo este pezón con el aro. El 
gemido que sigue mis succiones. Me encanta cómo el otro pezón se arruga en 
respuesta cuando lo acaricio con la punta de mis dedos. 
—Tienes una cicatriz, y sin embargo jamás me podría imaginar que fuiste 
cortado —susurro mientras acarició los canales musculosos de su pecho con 
mis manos, prestando especial atención al relieve de la larga cicatriz. 
Realmente valoro las cicatrices. La historia que cuentan. El significado que 
conllevan. 
—Mi cicatriz —digo, entonces vacilo antes de murmurar—: ¿Sabes de 
qué es? Es porque necesitaba un riñón cuando era joven. 
Conmocionada por mi propia revelación, retrocedo, protectoramente 
curvando mis brazos a mí alrededor. —Melanie, ven aquí —ordena, una chispa 
de alguna indefinible emoción en sus ojos. Doy un paso hacia él, y desliza mi 
vestido fuera de mis hombros, abajo por mi cintura, y al suelo. 
Estoy muy expuesta... 
Miro fijamente mis pies, sintiendo que inesperadamente me ruborizo. No 
estoy usando bragas y no cubrí mi cicatriz. 
Greyson exhala, un sonido largo y lento, observa mi desnudez, entonces 
aprieta mi cintura con una mano y me acerca, su voz baja y volviéndose ronca. 
—Tú, princesa, eres más que perfecta. 
—¿Te das cuenta que no le he contado a nadie sobre esto? —susurro. 
Toca la cicatriz sobre el hueso de mi cadera, trazándola con la punta de 
un dedo. —Todas las mañanas, veo las pastillas que tomas para esto. 
—Son para que mi cuerpo no lo rechace. Pero ya que era mi gemela 
idéntica, mi dosis es menor. Mi cuerpo... lo aceptó casi como si fuera mío. 
Impulsivamente, me inclino y coloco mis labios sobre el corte más 
profundo e irregular cerca de la parte inferior de su caja torácica. —Ahora, 
¿dime como conseguiste esta? 
—Hace mucho tiempo —Toca mi cabello con una mano—, mi hermano... 
mi hermanastro se metió en una pelea. Tenía que sacarlo de ahí y obtuve un 
recuerdo. No es nada. 
Arrastro mis labios por su cicatriz, hacia su cuello y los tendones 
gruesos que realmente me gustan y la manzana de adán que hace que su voz 
retumbe de la manera en que lo hace, levanta mi cabeza por la barbilla y me 
mira, ojos ardientes se arrastran por mis pechos, mi abdomen, mi coño 
perfectamente depilado, y la manera en que me mira como si me está 
fotografiando mentalmente, me acelera completamente. 
—Quiero estar dentro de ti, perderme en ti. 
Su energía se siente tan caliente y errática, como una tormenta de 
verano, mientras me levanta y me lleva hasta mi cama. Empieza a besarme en 
 
ág
in
a1
41
la oscuridad, ahuecando mi cabeza y alimentado solo mi boca por largos 
minutos embriagadores. 
Entonces me toca. Mi respiración se detiene con cada tirón sobre mis 
pezones. Con su palma ahuecando mi sexo. Gimo ante la presión y la fricción 
de su boca sobre la mía, y la adición de su pulgar deslizándose detrás de mí, 
lentamente matándome cuando acaricia mi pequeño trasero. —Oh Dios, Grey 
—jadeo cuando su mano libre se desliza, por mi abdomen, bajando y bajando, 
en tanto su lengua toma la mía. Separo mis muslos con un suspiro, y me 
acaricia para abrirme, mis pliegues resbaladizos bajo sus dedos, y de repente 
todo se ha ido. Mi deuda. Mis sueños. Mi trabajo. Mi lista de pendientes. Todo 
se ha ido excepto la boca y manos de Greyson sobre mí, la suave fricción de su 
barba contra mi mentón. Respirando tan rápido como yo. 
—Hueles tan bien como te sientes. —Su susurro ronco es caliente contra 
mi boca. Su cuerpo se estremece con el poder desatado. Puedo ver, incluso en 
la oscuridad, la belleza pura, cruda y agresiva bajo la superficie. Me encanta la 
manera en que las paredes caen cuando me folla. Cómo me quita las capas 
hasta que estoy vulnerable y temblando. Cómo está tan perdido en lo que hace 
como yo. 
—Di algo malo para demostrar que esto no está ocurriendo —susurro. 
—No lo creo, aún no me siento con ganas de arruinar esta noche. —
Resuena su voz ronca por la lujuria mientras me mira, sus ojos brillando, 
feroces. Envolviéndome. 
—Fóllame duro. —Respiró entrecortadamente y su lengua se arremolina 
sobre mi piel y sumerge su dedo medio en mis pliegues, avivando, reuniendo 
mis jugos. 
—Húmeda, apretada, y lista —dice con voz ronca, sin disimular el placer, 
su risa oscura y gutural cuando hunde dos dedos en mí. 
La necesidad por él se construye y retuerce a lo largo de mis nervios, se 
enreda con cada uno de mis músculos. Mi corazón late en mi pecho 
furiosamente mientras succiona uno de mis pezones, y cuando toca mi coño y 
mi parte trasera al mismo tiempo, grito. 
Las succiones calientes se impulsan a través de mí al tiempo que lanzo 
mis caderas hacia sus manos, mis dedos se entierran en su cabello mientras 
mi cuerpo aprieta sus dedos, aterrorizada de perderlos. 
—Dime que quieres que te folle duro, por mucho tiempo y en todas 
partes —dice, su rostro contraído en una máscara de placer cuando me mira. 
—Te deseo, necesito que me folles por todos lados —declaro—. Sólo tú.Por favor. 
—¿Aquí? —Su rostro crudo expresa el deseo, acariciando el borde 
exterior de mi trasero con su pulgar de nuevo y burlonamente empujando la 
punta en el interior. 
 
ág
in
a1
42
Contengo de nuevo otro grito de placer. —Greyson, quiero esto contigo. 
—Lamo mis labios cuando mi cuerpo se tensa involuntariamente, un brillo de 
sudor ya cubre nuestros cuerpos, estamos tan calientes—. Ya sabes lo mucho 
que deseo esto contigo. 
—Melanie, nos llevará sobre el borde. Sobre el jodido borde, ¿estás lista 
para ir ahí conmigo? —advierte, su lengua rozando mi oreja. Mi piel se derrite 
mientras comienza a arrastrar su boca hacia abajo, succionando mis pechos 
hasta que me arqueo y jadeo, luego más abajo, trazando un camino caliente y 
arremolinando un sendero por mi ombligo, a mi sexo desnudo—. Princesa, 
primero, quiero saborearte hasta que estés lista para convulsionar. 
Chupa mi clítoris en su boca y gimo en delirio. —Oh Dios. 
—Dios no te puede ayudar, nena, pero yo sí. —Sopla aire sobre mi 
clítoris de la manera más seductora—. Quiero besar este dulce coño, 
saborearlo, chuparlo. —Lo agarra ligeramente entre los dientes, luego 
suavemente me succiona. El fuego fluye a través de mis venas mientras 
extiende sus manos sobre mis muslos y abre más mis labios vaginales para su 
lengua. 
—Greyson... —grito, el placer irrumpe a través de mis venas, mi cuerpo 
se abre para su beso, mis manos se cierran en puños en las sábanas. 
De alguna manera, se siente cómo que me está premiando porque cociné 
para él. Pero también como si estuviera reclamando algo de mí. Como 
reclamándome. Cada centímetro de mí. Cuando su pulgar penetra de 
nuevo ahí, estoy inconsciente, sólo jadeando, maullando, gimiendo y rogando, 
mis caderas empujando hacia arriba y hacia atrás. 
—Melanie, ¿estás lista? —Sus ojos están dilatados, pero intensos y 
evaluando al tiempo que me estudia. 
Aprieto mis ojos con fuerza, y digo—: ¡Sí, por favor! 
Gruñe profundo en su pecho y se inclina. Gira rápido su lengua sobre mi 
clítoris, luego en mi sexo, explorando y empujando dentro de mí. Mis sentidos 
se abren como compuertas. La punta de su pulgar entra en mi trasero, 
profundo, estimulando pequeños músculos que ni siquiera sabía que tenía. 
La sacudida retumba en mi cuerpo mientras juega con mi culo, 
hundiendo el pulgar al tiempo que utiliza su otra mano para apretar mis 
caderas y controlar nuestro ángulo, lo cerca que estamos, como sus labios 
degustan mi sexo anhelante y húmedo, cada nervio en mi cuerpo lo desea 
como a nada… 
Él. 
Él. 
Él. 
 
ág
in
a1
43
Levanta la cabeza, sus labios mojados de mí, y es el ser vivo más 
hermoso que he visto. 
—Quiero follarte desnudo —murmura mientras ferozmente se encuentra 
con mi mirada y desliza dos dedos largos en mi coño, usándolos para 
separarme—. Sin condón, solo tú y yo, Melanie. 
¿Sentirlo dentro de mí? ¿Carne a carne? ¿Nada entre nosotros? 
Mi garganta duele como si olas de lava fluyeran a través de mí, y asiento 
fuerte. —Siempre he estado segura… 
Veo una ráfaga de algo oscuro apareciendo en sus ojos. —No estoy 
seguro, princesa, pero estoy limpio y te quiero sin condón tan pronto como 
tenga un examen para probártelo. ¿Cualquier otro método anticonceptivo 
interferiría con tu medicación anti rechazo? 
—Yo… no, Grey. 
—¿Estás segura? 
La preocupación sincera en sus ojos solo me hace necesitarlo más. —
¡Sí! Mi doctor una vez mencionó que podría usar una pequeña dosis oral de 
anticonceptivos si la necesitaba. 
Su expresión se retuerce con una determinación feroz, como si hacer 
esto en cierto modo significara algún tipo de compromiso para nosotros. Siento 
que necesita tomarme, tomarme ferozmente y en formas en las que nunca 
antes lo ha hecho con una chica. 
—Ven aquí —dice, agarrándome por el cabello—. Quiero besarte duro, 
pero follarte más duro. —Cierra su boca, y añade, sobre la mía—. Pero primero 
lo primero. 
Gimiendo cuando nuestros cuerpos se frotan naturalmente mientras nos 
besamos, paso mi mano por su rostro y deslizo mis dedos en su suave cabello 
grueso, y me escucho susurrar su nombre contra su mandíbula. Su cuerpo 
tiembla con el poder desatado. —Dilo de nuevo. 
—Greyson. 
—Ahora levántate sobre tus codos y rodillas —dice en un áspero susurro. 
Oh, Dios… realmente está pasando. 
Un estremecimiento se apodera de todo mi cuerpo. No hay ningún 
hombre en quien confiaría más para hacer esto. Ni siquiera un hombre con el 
que realmente quisiera hacerlo. Y quiero que tome cada parte de mí, que folle 
cada hueco que tengo con su polla, sus dedos, su lengua. Desliza sus dedos 
sobre mis pliegues de nuevo, primero probando mi coño, arrastrando la 
humedad a la raja de mis nalgas. 
—Entre más húmeda estés, más fácil es entrar para mí. 
 
ág
in
a1
44
—Estoy demasiado caliente. Grey, la forma en la que me mirabas cuando 
te estaba dando de comer fue suficiente preliminar. 
—Melanie, mira lo que me haces. —Frota la cabeza de su enorme 
erección entre mis nalgas y las junta así que siento la fricción. Siento cada 
pulso en su larga polla, lo dura y palpitante que está. Usa su hinchada cabeza 
para esparcir los jugos de mi coño en mi trasero y provocarme con ellos. Estoy 
temblando sobre mis codos y rodillas. Temblando. 
—Greyson… —gimo. La anticipación está matándome, lo siento tan 
cerca, pero tan lejos. Su olor me está mareando, y mis ojos no pueden verlo, 
me siento hambrienta. 
—Shh, nena, quiero esto más que tu —canturrea detrás de mí mientras 
baja una mano por mi espalda, acariciando cada hueco de mi columna 
vertebral—. Tengo fantasías sobre esto. Tengo fantasías haciendo esto contigo. 
A ti. 
Escucho el sonido de un condón rompiéndose y chupo mis labios, 
mirando fijamente con ojos borrosos la pared frente a mí, mi cuerpo palpita por 
él, mi coño tamborilea celosamente. 
—¿Me dolerá? —Respiro rápido y superficial cuando presiona 
suavemente la corona en el botón de mi trasero. 
—Quizá… —Se burla mientras pasa de nuevo sus largos y decisivos 
dedos por mi espalda antes de agarrar un puñado de mi cabello y tirar mi 
cabeza hacia atrás para susurrar en mi oído—: o quizás no. Contigo y conmigo 
no hay nada garantizado. No hay reglas. Solamente lo que queremos, y quiero 
cada centímetro tuyo. Quiero lo que no le has dado a nadie. Esta follada es 
mía. —Mueve una mano para apretar mis senos, pellizcando las puntas 
sensibles de mis pezones. Flechazos de placer me queman, tanto mi coño como 
el lugar en el que quiero que entre se aprietan con fuerza en respuesta. 
—Sólo tómalo, Grey —jadeo. 
La respuesta ronca que murmura la siento como una caricia. —Puedes 
apostar tú trasero a que lo haré, princesa. No provoques a un hombre acerca 
de querer que meta una apretada y larga polla en tu bonito, apretado y 
pequeño trasero sin conseguir lo que estás pidiendo. Relájate ahora, estoy 
lubricando. 
Maúllo cuando presiona su pulgar dentro de mí, y luego… algo más 
grueso, mucho más largo y mucho más duro. Untando deliciosamente y 
empujando dentro de mí. 
—Empuja hacia atrás contra mí, nena, eso es, joder eso se siente bien, 
princesa —murmura suavemente con admiración, al tiempo que avanza 
centímetro a centímetro, bajando una mano por mi abdomen para acariciar mi 
coño. 
 
ág
in
a1
45
—¡Oh dios, Grey! —grito, giro y muerdo mi propio brazo, gimiendo 
mientras me estira tanto que es casi doloroso, pero es demasiado placentero 
para que lo sea y me gusta demasiado, la manera en la que lo hace lentamente, 
la manera en la que acaricia mi sexo hinchado para humedecerlo y 
prepararme, la forma en la que se inclina y comienza a rozar sus dientes sobre 
mi nuca, primitivo, como un hombre lobo que quiere morderme. 
Nunca me he sentido tan llena, tan excitada, y tan emocionalmente 
vulnerable. Estoy jadeando para decir las palabras… —Por favor, Greyson. 
Muévete. Fóllame. 
Agarra mis caderas y sale con cuidado, y dice algo que dispara un nuevo 
calor, como si un rayo me atravesara. —Como desees.Como desees. 
Mi película favorita; y él lo sabe. 
Las palabras, en esa película, significan demasiado cuando Westley las 
susurra. Las susurra justo en este momento mientras le doy mi única fantasía. 
Para cuando comienza un ritmo suave y cuidadoso, estoy 
emocionalmente relajada y físicamente desenredada. La oleada de lágrimas 
baja por mi cara, de placer, felicidad y una completa descarga de sensaciones 
con las que me completa. 
Hay un sonido en la puerta, y mi cuerpo se pone tenso y se estremece en 
reacción, temblando y esperando mientras me quedo completamente inmóvil. 
Él mantiene el ritmo y sigue empujando, pulsando en mí cuando se mantiene 
en mí interior, saliendo y entrando lentamente cada vez con mayor facilidad. 
Sus manos tiemblan sobre mis caderas, y puedo sentir nuestros cuerpos 
tensándose, nuestras respiraciones saliendo entrecortadas de los pulmones. 
—Oye, Romeo, ¡responderás tu maldito teléfono! 
Quien sea que está gritando afuera de la puerta lo está haciendo A.L.T.O. 
Greyson gime suavemente pero no se detiene, y mi pulso está 
retumbando en mis venas, mi corazón a punto de explotar. Oh Dios ahora no 
por favor. 
—¡Oye, ROMEO! 
Greyson frota mi coño, respirando fuerte en mi oído. —No voy a 
responderle a Derek hasta que te vengas. No me saldré de ti hasta que te 
retuerzas y azotes, en este momento, en un orgasmo. Ahora, ¿qué dices cuando 
te digo que te vengas, Melanie? 
Gimo mientras su voz sexy se desborda por mi cuerpo, el placer es tan 
absoluto que no puedo respirar, creo que solo puedo sentirme tomada, tragada, 
completa y suya. 
—No sé —gimo. 
 
ág
in
a1
46
—¿Qué es lo que me dices, princesa? 
Balancea sus caderas otra vez, suavemente, mientras le da vueltas a mi 
clítoris y lo frota deliciosamente en círculos con dos dedos, y gimo un Como 
desees y cuando giro mi cabeza y me da un beso francés, lenta y 
embriagadoramente, me vengo, más fuerte que nunca, cada parte de mí 
destruida, cuerpo, mente, alma, corazón, llorando suavemente al tiempo que lo 
siento sacudirse dentro de mí poderosamente. Aprieta un brazo alrededor de mi 
cintura y me pega a su cuerpo, exhalando fuerte cuando se viene dentro de mí. 
Cuando se termina, no nos movemos. 
La almohada está húmeda y estoy gimiendo silenciosamente. Greyson 
palpita, vivo, dentro de mí, y no quiero perderlo. Quieto en mí. Vibrando de la 
manera más deliciosa. De alguna manera sigue duro. Gimo cuando se sale y 
rueda sobre su espalda, estirando el brazo para agarrar mi rostro, buscando 
cualquier pista de malestar. 
—Esas lágrimas. ¿Son buenas o malas? ¿Buenas o malas, nena? 
—Buenas —grazno, secando mis mejillas húmedas con su mano—. 
¿También fue bueno para ti? 
—Dios, bueno ni siquiera es una palabra para esto —dice tiernamente, 
luego quita el resto de mis lágrimas con sus labios, sus ojos están líquidos 
mientras besa mi nariz, mi boca, en alguna silenciosa gratitud masculina, por 
lo que solamente dejo que me lo haga. Por lo que hicimos, juntos. 
Estoy temblando un poco, y murmura—: Quédate aquí, princesa. —Se 
pone de pie para deshacerse del condón y limpiarse, entonces regresa y me 
acerca a él, colocando mi cabello detrás de mis orejas, su enorme cuerpo 
acunando el mío—. ¿Está a la altura de lo te imaginaste que sería? 
Mi pecho está tan lleno que estoy segura que va a estallar. —Nunca en 
mis sueños más salvajes podría haber imaginado a un chico como tú o como 
me haces sentir. 
—Princesa, la clase de mierda entre nosotros no es normal. —Sus labios 
se juntan con seriedad por un momento, sus ojos se oscurecen—. La forma en 
la que algunas veces invades mis pensamientos no me sienta muy bien, 
Melanie. En mi línea de trabajo las distracciones no resultan bien. 
—¿Eso es lo que soy? 
—¿Una distracción? Eres mi maldita obsesión. Ni siquiera eres más una 
fantasía. Vas a ser la muerte para mí, princesa, y ya no me importa una 
mierda. Solamente no quiero ser la muerte para ti. 
Sus feroces ojos parpadeantes sostienen los míos al tiempo que proceso 
sus palabras. 
Alguien toca la puerta otra vez. —¡Oiga, JEFE! ¡Código 104! ¡Repito uno. 
Cero. Cuatro! 
 
ág
in
a1
47
Tensa su mandíbula mientras parece reconocer lo que eso significa, 
luego se pone de pie con un gruñido violento y golpea un puño en la pared. 
Trago y me volteo sobre mi espalda, mi pecho se agita mientras trato de 
reponerme. —¿Ese es Derek? ¿Está ebrio? 
Greyson agarra su ropa y en ese momento grita su frustración al tiempo 
que golpea la pared con su puño cuando pasa. 
Sale del baño y se pone sus pantalones y una camisa blanca, pero ni 
siquiera se molesta en cerrarla cuando se dirige a la puerta. La tira detrás de 
él, y me quedo aquí, temblando, exhalando fuerte. 
Lo que hicimos fue… 
Oh Dios. 
Salgo de la cama y voy al baño, me limpio, salpico un poco de agua en mi 
cara, luego me pongo algo viejo y cómodo. Una camiseta que saco cuando tengo 
mis peores días. 
Parece que mi sexto sentido tenía razón. 
Grey regresa, agarra mi frente y coloca un rápido beso allí, luego me mira 
con líquidos ojos color avellana, cálidos y arrepentidos, mientras besa mis 
párpados. —Duerme, regresaré lo más pronto posible. Derek estará aquí en 
caso de que necesites cualquier cosa. Te llevará a cualquier lugar, te cuidará 
por mí. 
Creo que hago un movimiento con mi cabeza evasivo, pero cuando se va, 
grito en mi almohada por nuestra noche arruinada. 
No tengo hambre, pero soy una comensal ansiosa así que consigo algo de 
cereal, luego veo televisión mientras trato de calmar mis intensas sensaciones. 
Reorganizo mis cajones. Incluso me detengo y giro los cerrojos de todas mis 
ventanas y puertas cuando el miedo familiar comienza a formarse. Es tarde 
cuando me quedo dormida en la cama, esperando que regrese. 
Pero en la mañana, Greyson llama para decirme que tiene cosas de las 
que encargarse y que no volverá pronto. 
 
 
 
Pandora está disfrutando con esto; debí haberlo sabido mejor antes de 
deprimirme en la oficina. 
—Él va a una emergencia sin especificar —me dice cuando vamos a 
trabajar con nuestros cafés—, te da un diamante como en la segunda cita. 
¿Quién hace eso? Chicos que tienen amantes, esos. Chicos que no pueden 
 
ág
in
a1
48
desfilar con sus novias libremente por el pueblo porque sus esposas los 
descubrirán. 
—Guau, eres ácida, chica. 
—¡Imagínate si tiene una amante! Solamente tuviste anal con el chico. 
—No lo cambiaría por nada, nada. —Le doy un sorbo a mi café y está 
demasiado caliente, casi me quemo los labios y tengo que soplar a través del 
hueco—. Mira, tuvo que salir, pero regresará. Sé que lo hará. 
—¿Cuándo? Tu cumpleaños es este fin de semana. 
—¿Y? ¿A quién le importa mi cumpleaños cuando… —Mi voz baja y 
susurro—, él es el Único. Es tan el Único que cuando estoy con él, tengo que 
pellizcar mi propio brazo para ver si es real. E incluso en todo este tiempo, 
Pandora, ni una vez has sido feliz por mí. ¿Por qué? ¿Por qué estás siendo una 
maldita aguafiestas? 
Pandora deja de caminar en mitad del andén y me mira con la boca 
abierta. 
Lo que me obliga a volver atrás y pararme a su lado para explicar. 
—Has dicho cada cosa mala que pudieras pensar y más —le recuerdo—. 
Quieres que te cuente y quieres ser alentadora, ¿pero adivina qué? Todo lo que 
me haces querer es no decirte nada porque juzgas y lo haces injustamente, 
Pandora. A nadie le gusta estar rodeada de personas como tú. 
Parpadea, luego frunce el ceño y comienza a caminar de nuevo, su cara 
abatida y su voz de arrepentimiento. —Lo siento, no soy Brooke. 
—No quiero que seas como Brooke, quiero que estés feliz por mí —
aclaro—. O al menos, como, ¡la mitad de mala! 
—Maldición, quieres que sea como Brooke, y ¿adivina qué? —Se detiene 
y agarra mi brazo así que paro con ella, mirándome con esos ojos que brillan 
ferozmente con determinación—. Lo siento, no puedo ser como tu mejor amiga 
para siempre, ella se fue, maldita sea, Mel. ¡Así que envíale un mensaje y dile 
todo lo que quierasy espera dos horas para que te responda porque está 
demasiado ocupada con un hombre real, un bebé real y una vida real! Soy la 
única amiga real que tienes en este momento y estoy tratando de cuidarte. 
—Gracias por cuidarme, pero lo que dices me duele y no te das cuenta. 
Hiere mi optimismo. Y jode toda la esperanza que tengo para nosotros, para él 
y para mí. ¿Sabes lo que siento cada horroroso lunes cuando se va? ¿Lo sabes? 
Tengo esta extraña paranoia de que nunca lo veré de nuevo y cada lunes en la 
oficina solo me haces sentir peor. Como si no valgo la pena como para que él 
regrese. 
Espero su respuesta, pero no responde, así que sigo—: Entiendo que 
estás tratando de protegerme, pero es demasiado tarde, Pan, ya estoy enamo… 
—Mierda, ¡no digas eso! No. Enamorada. 
 
ág
in
a1
49
Meto mis dedos en mi cabello, cerca de arrancármelo de la raíz. —¡Dios, 
por favor, por tu propia salud, dime el nombre del chico que hizo que fueras 
así! —le ruego. 
Duda, frunciéndole el ceño al andén por un momento. —Búscalo en el 
libro de los Récords Mundiales debajo del IDIOTA Más Grande del Mundo —
murmura. 
—¡Solamente dime su nombre, así podemos ir a hacerle un muñeco de 
vudú o algo! —grito. 
Se queja y se agarra el estómago. —No puedo. No puedo decir su 
nombre. 
—¿Por qué? 
—Porque me jode en todas partes y me vuelve loca. ¡Loca! No lo diré. 
Nunca. 
—Pan —digo suavemente, pero sacude su cabeza. 
—Mira, lo siento por arruinar tus fantasías, pero aquí estoy siendo 
realista y tú vas a mil por hora, Melanie. Conoces al chico, te da joyas. Te dice 
que su chofer está aquí para lo que sea que necesites y el tipo te sigue… —
Señala hacia donde Derek claramente está manejando alrededor de la cuadra—
. Tienes sexo excéntrico y maravilloso, luego desaparece. ¿Y no cuestionas eso? 
¿Sumisamente esperas una llamada? ¿Dónde está la Melanie que conozco? La 
Melanie que conozco tiene mucho carácter y no obedecería las órdenes de 
algún tipo que apenas conoció. Tu cumpleaños es en dos días. Por primer año 
en tu vida, no tienes nada planeado. Tienes que celebrar. Punto. 
—Este año estoy ahorrando, ¿está bien? El próximo año volaré el techo 
de la casa, pero no éste, así que vete a la mierda. 
Nos quedamos en un malhumorado silencio mientras subimos en el 
ascensor y nos dirigimos a nuestros escritorios, y cuando Pandora me informa 
en su típica voz monótona—: Mira tus mensajes. Tu mejor amiga no está feliz 
porque no va a haber celebración. Envió tiquetes. 
—¿Qué? —Confundida, saco mi teléfono y veo el mensaje de Brooke. 
¡¡¡Mel!!! ¡Ven a Denver! Es tu cumpleaños veinte cinco, quiero verte, 
y Pete ya está reservando los tiquetes para P y tú. 
Jadeo, luego parpadeo tres veces y giro mi silla hasta que estoy mirando 
fijamente a Pandora. Está sonriendo con suficiencia, lo más cerca de lograr 
una sonrisa. —¡Brooke nos consiguió tiquetes! ¡TIQUETES DE AVIÓN! ¡Vamos 
a ver a Brooke! —grito. 
—Sip —dice Pandora, asintiendo y asintiendo. 
Sonriendo, le mando un mensaje a Brooke: ¡Santaaaa mierda! ¡Gracias! 
¡Te extraño mucho! 
 
ág
in
a1
50
Brooke: Extraño a mi mejor amiga y Pandora me dijo que estás 
teniendo problemas con un hombre. 
Yo: Un poco. Estoy terriblemente confundida y terriblemente adicta 
a él y preocupada de que él no. ¡Necesito a mi mejor amiga! No puedo 
esperar para verte. 
Guardo mi teléfono y le sonrío a Pandora. 
—Sí, lo sé, amas hacerme enojar —murmura. 
—Bueno, lo hago —digo—. Las amo a Brooke y a ti demasiado. ¿Vamos a 
mirar una pelea? 
—¡Por supuesto, boba! ¿Quién crees que pagó nuestros tiquetes? 
Sonriendo a eso, volteo hacia mi computador y distraídamente acaricio 
mi collar de diamantes, y de repente siento que los diamantes de Greyson 
debajo de mis dedos hacen que mi corazón se tuerza con un nuevo dolor. Una 
esperanza fresca y salvaje araña mi interior cuando sus palabras vuelven para 
burlarse y torturarme. 
Melanie, cuando estés esperando que te llame, mira estas piedras y 
sabrás con certeza que ese teléfono sonará. 
 
 
ág
in
a1
51
Más 
 
Traducido por Mire & Michelle♡ 
Corregido por Vane hearts 
 
Greyson 
Hirviendo por dentro, veo más allá de mi hombro a mi medio hermano 
Wyatt. 
Ni siquiera debería estar aquí. Tengo mejores cosas que hacer que cuidar 
de él, y el pensamiento de que terminé manejando por la ciudad durante 
veinticuatro horas con C.C., buscando a mi hermano “perdido” en vez de pasar 
el fin de semana en Seattle, me hace querer golpear algo. 
Pisando los frenos, estaciono la camioneta, doy la vuelta y golpeo el 
rostro de Wyatt. 
—¡Ouch! —exclama. 
Luego salgo y voy alrededor para sacarlo del coche y empujarlo hacia el 
viejo bar convertido en almacén donde las peleas de Underground se llevarán a 
cabo esta noche. 
—No puedes pasar el rato con nuestros combatientes, y mucho menos 
con ese retorcido hijo de puta de Scorpion —gruño mientas C.C. sale del 
asiento del acompañante y nos sigue—. No hay tal cosa como la amistad entre 
ellos y nosotros, sólo negocios. ¿Me entiendes, Wyatt? 
—Entiendo que eres un maldito idiota, Grey —dice, limpiándose la 
sangre de su nariz. 
—No estoy estableciendo una escuela primaria aquí. O entiendes la 
esencia de las cosas o sales de mi jodido piso. C.C. no rescatará tu culo nunca 
más, ni yo. Tengo jodidas cosas que hacer. 
—Sí, ¡por qué no hablamos un poco sobre eso, porque estás más 
temperamental que una chica con puto SPM! —Sonríe—. Así que, ¿cuál es su 
jodido nombre, eh? 
 
ág
in
a1
52
Lo agarro por la camisa y lo levanto para que nuestros ojos estén a nivel, 
mi paciencia al límite. —¡No puedes golpear al hijo del jefe de la policía durante 
una puta pelea de gallos! Estaba borracho, tú estabas borracho, y Scorpion 
estaba muy drogado. Tenemos algo mucho más grande pasando aquí, Wyatt, y 
vas a exponernos a todos. —Lo dejo ir y abro la puerta mientras Wyatt entra 
furioso. 
—Esos ni siquiera eran mis putos gallos, solo ayudaba a fijar las filosas 
garras. 
—Eso es enfermo, Wyatt —dice C.C. mientras entramos. 
—A nadie le importa una mierda lo que pienses, C.C. —espeta Wyatt. 
Miro a mi medio hermano. Golpeado. Imprudente. Descuidado. Si no 
fuera por C.C. rescatando su culo los años que no estuve, Wyatt estaría muerto 
o en la cárcel. —Estoy tan harto de ti tratando de probarte ante él —le digo con 
un empujón enojado—. Ahora entra y ponte a trabajar antes de que nuestro 
padre se entere de esto. 
—¿No se lo dirás? 
Tenso mi mandíbula y sacudo la cabeza en silencio enojado. Dios sabe 
que debería. Debería decirle. Pero ver el tipo de castigos que mi padre le 
repartiría, no me daría ningún placer. 
—No le digas a Gran E tampoco, el bastardo me odia. Demonios, no 
entiendo por qué si eres el que le sacó el maldito ojo. 
Lo vemos irse enojado, y C.C. me mira. —Lamento haber llamado. 
Supuse que necesitaba obtener el ultimátum de ti o E. Pero E tenía sus manos 
llenas con tu padre. 
Me dirijo a esconder el dinero en efectivo de dos de mis últimas marcas 
en los registros contables de la bóveda, listo para salir de allí y trabajar en 
algunos de mis últimos objetivos. 
Necesito terminar el trabajo, y lo necesitaba hecho ayer. 
Fuera del largo pasillo donde nos establecimos, el chirrido de andamios 
arrastrados se mezcla con el ruido de los hombres trabajando para configurar 
el espacio. La temporada de combates de Underground ha comenzado. Dos o 
tres peleas por semana, cada semana una ubicación diferente. Antes de mi 
vuelo a Portland, casa de uno de mis últimos objetivos, compruebo el equipo. 
Wyatt está inspeccionando las cámaras mientras media docena de 
hombres establecen el ring de combate. 
A través de los monitores, veo que Leon está ayudando a hacer que las 
gradas se coloquen. 
También puedo ver que Zedd está por la entrada, asegurándose de que 
las puertas de salida funcionen. 
 
ág
in
a1
53
Harley, está comiendo pizza. 
La voz de Thomas es audible al final del pasillo, junto con algunas voces 
femeninasde un par de groupies, supongo. 
En una de las habitaciones más grandes, mi padre se sienta 
tranquilamente, todo su equipo médico rodeándolo. Hago una pausa mientras 
camino. Una enfermera lo está alimentando y se ve más delgado. Un ligero 
remordimiento me golpea cuando me pregunto si este hombre, un hombre que 
vi torturar y matar, pero también que me protegió, realmente está muriendo. 
Me apoyo en la puerta y Eric se levanta. Ha estado al lado de mi padre por 
días, y se ve hecho polvo. —No te esperaba aquí. 
—¿Cómo está? 
¿Por qué mierda pregunto? 
¿Por qué me importa un carajo? 
—Débil. Pero todavía aguantando. Realmente quiere que tengas éxito —
dice Eric. 
Siento los músculos de mi mandíbula moverse ante eso, porque no 
quiero el Underground, quiero la ubicación de mi madre. Pero me acerco y le 
digo, sorprendido por la maldita misericordia en mi voz, misericordia que 
ciertamente no me enseñó—: Ya casi termino, padre. Sólo cuatro más y 
obtendrás todos los nombres y de lo que eres dueño. Y estoy esperando saber 
de mi madre más que nada. 
Sonríe débilmente. —Este lugar era tu hogar. Vivíamos como gitanos, 
pero era tu hogar. Mi sueño es que me enseñes... que eres lo suficientemente 
hombre para que sea tuyo. Bueno o malo. Me has demostrado que eres mi 
hijo... pero eres también el hijo de tu madre, ¿verdad? Es por eso que Wyatt no 
es suficiente. Sólo tú lo eres. 
Una vez más, veo el respeto en sus ojos, y rechino mis molares. 
—Bueno o malo, conseguirás todos los nombres en esta lista tachados —
prometo. 
 
 
 
Peleas de gallos, pasar el rato con uno de nuestros más desacreditados y 
sucios peleadores, ¿uno que hizo a Wyatt darle una paliza al hijo del jefe de la 
policía? No me gusta este lado de Wyatt. 
Mi hermano todavía me mira con furia. Supongo que nunca nos 
entendimos. Cuando vine a bordo, era más joven y fue el juguete de mi padre 
 
ág
in
a1
54
hasta que decidió que era más divertido jugar conmigo. Si lo hubiera dejado 
romperme, tal vez me habría dejado en paz, pero cuando no lo hice, se 
obsesionó. Wyatt no sabe lo afortunado que fue, no lo entiende. 
—Tina pasó por aquí —dice refunfuñando—. Tenía algo para ti, pero se 
negó a dejarlo conmigo. 
—Voy a contactarla, pero no puedo en este momento. Hazme un favor y 
haz algo útil. —Lo quiero fuera haciendo algo, no de mal humor por aquí, 
alimentando un rencor—. Resérvame una reunión con ella para este fin de 
semana para que pueda entregar lo que necesito. 
Me fulmina con la mirada y asiente. 
Robo un trozo de pizza fría de Harley y le doy un mordisco mientras me 
aseguro que Wyatt haga una nota de eso. 
—Muy bien, gracias —le digo, dándole una palmada en la espalda—. Pon 
un poco de hielo en eso. —Señalo a su nariz. 
—Vete a la mierda. 
—Bien, Wyatt, hazlo a tu manera. 
Me pongo mis guantes y me dirijo al aeropuerto. 
Un vuelo más tarde, justo cuando el sol está a punto de empezar a salir, 
me subo a la parte trasera de un taxi mientras miro sin ver hacia la calle, 
preguntándome cómo está mi princesa. De repente veo una imagen de mi 
madre siendo llevada, el rostro de Melanie se superpone, y un nuevo tipo de 
rabia hierve a fuego lento dentro de mí. Tengo que volver. Tengo que terminar 
mis marcas y volver pronto. Derek es bueno, puede proteger a Melanie. Pero no 
es yo. Ahora Wyatt está preguntando por qué diablos estoy tan atado, ¿cuál es 
su nombre? Pronto lo descubrirá. Todos lo descubrirán. 
Saco mis dos teléfonos, añado su número a mi dispositivo de prepago 
nuevo, y antes de desactivar el antiguo, le mando un mensaje. Conseguí 
nuevo número. Te llamo a las nueve. 
Deshabilito el teléfono viejo, le mando un mensaje a Derek con un código 
numérico del nuevo así sabrá que soy yo y tengo un nuevo número. Responde 
con otro número. Otro código que dice que todo está bien y Melanie está en el 
trabajo. 
Cuando el taxi me deja en mi lugar, salgo con facilidad, tiro de mi 
sudadera con capucha negra por encima de mi cabeza, dejo mis aviadores 
enganchados en mi cuello y entro en el edificio de oficinas. Harley y Wyatt son 
los hackers de sombrero negro. Me tienen agendado en la lista de citas de mis 
marcas bajo uno de los nombres de sus conocidos. ¿Las marcas? Odian 
cuando estás en sus hogares o sus oficinas. Se sienten vulnerables y 
amenazados de que un hombre como tu robaría su espacio. 
 
ág
in
a1
55
Y eso es lo que hay que hacer: hay que hacer que se sientan inseguros. 
Como que no hay ningún lugar para esconderse de ti. No hay manera de 
escapar debido al jodido dinero que deben. 
Murmuro mi nombre falso a la recepcionista, consigo un pase y me 
pongo mis aviadores mientras me dirijo arriba. Estoy al tanto de las cámaras 
de seguridad por todas partes. Estoy enguantado, usando zapatos nuevos, ropa 
limpia, mi cuerpo restregado en seco, el cabello protegido bajo mi capucha; sin 
rastro, soy como un fantasma. La clave es mantener la cabeza baja de manera 
que ninguna cámara pueda ver mi cara. 
Aliviado al salir del ascensor, repito el nombre a la secretaria del décimo 
piso. En el momento en que entro a la lujosa oficina de mi marca, está 
sonriendo detrás de la computadora, pensando que soy un joven amigo de la 
universidad de su hijo que va a hablar de prácticas. 
Levanta la cabeza y se pone de pie. —Daniel. —Explota de alegría, 
extendiendo sus brazos. 
Mi mano se curva alrededor de mi marca. —Lo siento, Daniel se quedó 
atrapado. Ni siquiera lo intentes. —Tengo mi arma dirigida directamente hacia 
su cráneo—. Confía en mí, viejo. No quieres morir por esto. 
Su rostro palidece un poco, mueve lentamente la mano que había 
empezado a meter debajo de la mesa de regreso a su lado. —¿Quién diablos 
eres? 
—Siéntate, relájate —le digo al hombre. 
Se sienta detrás de su escritorio, con la espalda rígida como una tabla, y 
me acomodo cómodamente delante de él en una de las dos sillas enfrentándolo, 
mi arma apoyada en mi rodilla y apuntando justo a su corazón. 
—¿Quién eres? —pregunta en una combinación de horror y temor. 
—Nadie por el que deberías estar preocupado. ¿Pero esto? —Saco una 
copia de un documento con su firma en él y la deslizo por la superficie de la 
mesa—. Es por eso que estoy aquí. Es un papel que mis empleadores poseen. 
Un documento donde se les promete, y a mí, un montón de dinero. Doscientos 
mil dólares para ser exactos. Hoy estoy recogiendo. Has tenido dos meses de 
advertencias, así que espero que estés finalmente listo para pagar. 
El tipo se vuelve mudo. 
Tampoco hace ningún movimiento rápido para pagar. 
Suspirando, muestro una de mis cámaras de video. —O también podría 
hacer esto una pequeña película pública. —Quito el pequeño chip de una 
accesible cámara bolígrafo y reproduzco un video de él siendo magníficamente 
chupado por alguien que se con certeza no es su joven esposa. 
—Estás en tu tercer matrimonio, ¿cierto? Creo que esta tercera esposa 
entró en razón y elaboró un acuerdo prenupcial también, ¿no? 
 
ág
in
a1
56
Las imágenes siguen reproduciéndose ante el horror total y absoluto del 
hombre. 
Coloca sus manos sobre su cabeza, gimiendo. 
Tranquilamente, retiro la tarjeta y la tiro encima de su escritorio. —Aquí. 
Puedes mantener eso. Tengo mi propia copia. 
Saca su chequera, escribe la suma y lo entrega con una mano 
temblorosa. —Permites que otra persona vea eso y estoy arruinado. ¿Me oyes? 
Arruinado —susurra, sudor apareciendo en su frente. 
Agarro el cheque. —Mi interés no está en arruinarte. Apreciamos tu 
negocio. ¿Pero si alguien me sigue afuera? ¿Cualquier palabra acerca de ti y de 
mí aquí? El vídeo todavía sigue funcionando, con cheque o sin cheque. 
Un silencio taciturno me sigue afuera y hacia el ascensor. Ellos no lo 
entienden. Estos hombres ricos no lo entienden. Piensan que son intocables, 
que van a ser exentos debido a sus nombres. Por quien ellos conocen. 
No entienden que el Underground gana. El Underground siempre gana. 
 
 
 
Me registro en un motel barato con otronombre falso. Mañana tomo otro 
vuelo, voy hasta otro objetivo y luego ya casi termino. 
Mierda, estoy agotado. Mis músculos cansados, mi cuello rígido. Suelto 
mi bolsa de lona al lado de la cama, meto mi pistola debajo de la almohada, 
empujo mis cuchillos bajo el colchón, luego me doy la vuelta hasta mi espalda 
y exhalo mientras miro el techo. 
Pienso en la forma en que ella me cocinó. 
La forma en que se entregó a mí. 
La forma en que mi cuerpo crecía dentro de ella y ella instintivamente 
empujaba por más de mí. 
Y luego, la maldita manera en que me sentí cuando tuve que irme, como 
si acabara de recibir un puñetazo y mi chica recibió el impacto de ello. 
Mi vida ha sido el Underground. El Underground como una vida y 
también como un medio para encontrar a mi madre. Me he mezclado en ello 
como mezclas negro en las sombras. Nadie necesita decirme, yo, el rey del 
maldito Underground, que el Underground no se hizo para alegres pequeñas 
princesas. Yo. Jodidamente. LO SÉ. 
Cristo, pero la quiero conmigo. 
 
ág
in
a1
57
He deseado a esta chica por meses, pero no es la lujuria lo que me 
mantiene regresando. En algún lugar de mi interior siempre he sabido que 
nació para mí. En algún lugar, tal vez mucho antes que naciera y mucho antes 
de que incluso matara, antes de que mi alma estuviera sucia y rota, me dieron 
a este ángel y apostaría todo lo que soy en el hecho de que me fue dada para 
poder protegerla. Ella era para mí, y yo para ella. No he tenido novias en mi 
vida, ni siquiera un interés en cualquiera. Solo folladas. Solo putas. Solo 
aventuras de bar. Nada que durara más de las pocas horas que me tomaba 
terminar con ellas. Como si una parte de mí supiera y solo estuviera esperando 
mi momento para que esta chica me mirara a través de la lluvia un día con 
esos ojos, y desde ese momento nada más importaría, siquiera una fracción de 
lo que ella importa. 
Faltan dos minutos para las nueve y, aunque me gusta ser exacto, antes 
de darme cuenta estoy agarrando mi nuevo teléfono y marcando su número. 
Un timbre, dos, y responde, sin aliento. Mi estómago se desgarra cuando 
escucho su voz. 
—¿Hola? —dice. 
—No vuelvas a responder una llamada de un número desconocido a 
menos que te lo advierta de antemano. 
Puedo oír la risa en su voz, frunzo el ceño, por supuesto. —Entonces no 
me llames de un número desconocido, idiota. 
Me río entre dientes. —Un cambio de dispositivo estaba planeado. 
—¿Por qué? ¿No tienes suficientes? 
Cierro mis ojos, relajando mis músculos por primera vez en días. Dios, 
ella es especial. Hecha específicamente para mí. 
Hemos sido criados de forma diferente, pero no importa. A ella le 
enseñaron a jugar juegos mientras a mí me enseñaron a jugar con cosas. 
Y, sin embargo, aquí estamos. Estoy obsesionado con ella y ella seguro 
como la mierda que no está demasiado lejos. Ahora depende de mí llevar 
nuestra relación al siguiente nivel. Depende de mí confiar en ella lo suficiente y 
respetarla lo suficiente para hacerle saber que no soy un hombre normal. 
JODER. 
Realmente no quieres hacer eso, Rey. Le dices la verdad acerca de ti y esto 
estará permanentemente TERMINADO. 
No. Diablos, no dejaré que esto se termine. 
—Entones. ¿Solo llamaste para escucharme respirar? —me incita. 
—No, eso no es todo. —La última vez que escuché su voz, cocinó para mí, 
y luego se entregó a mí de una forma que no estuvo con otro hombre. Me dio la 
bienvenida a su casa, despeinó mi cabello, me sonrió, me quiso, me dio cosas 
 
ág
in
a1
58
que nunca soñé que quería y ahora estoy malditamente muerto de hambre 
como un perro rabioso. 
—¿Estás molesta porque no había llamado? —le pregunto con voz ronca, 
dejando caer mi voz en caso que tenga que dar algunas explicaciones. 
—¡Apenas lo noté! 
—Así que estás molesta. Princesa, no quería dejarte, no de esa manera. 
—Bajo mi voz mientras un montón de jodido pesar aprieta mi pecho, y miro 
hacia la ventana del lúgubre motel y pienso en mi nuevo apartamento en 
Seattle. Lo quiero tanto. Quiero mi cama con las sábanas de mil dólares y la 
chica del millón de dólares abrazada justo a mi lado—. Nena, habla. —Me oigo 
suplicar. 
—¿Sobre qué? 
—Solo habla. —Exhalando, presiono el receptor más cerca y me aferro a 
su voz. Todo el resplandor en ello. La forma en que aprieta mi corazón, mis 
entrañas y mis bolas, todo en un solo golpe. La forma en que lo necesito para 
recordarme que lo que hice hoy fue solo un trabajo. Un rol. Un acto. No todo de 
mí. Ella es la única que llega a ver todo de mí. 
—No sé qué decir —susurra finalmente —. Quiero saber por qué te 
fuiste, cómo estás. —Su tono suave envía todo el anhelo en mí en un espiral 
hacia afuera como un huracán. Exhalo a través de mi nariz, intentando 
mantener la sangre en mi cuerpo fuera de mi ya tensa polla. 
—Tenía trabajo que hacer, pero estoy bien ahora —explico—. Vamos, 
princesa, háblame. 
—Está bien, entonces. Estoy acostada en mi cama en mis bragas y 
sujetador. 
Mi cerebro casi explota. Jódeme con eso. Mi corazón se estrella contra mi 
caja torácica y mi polla golpea en mis pantalones. Instantáneamente la 
imagino: acostada en su cama, su cadera abrazada por sus bragas, los ojos 
entrecerrados, y de repente estoy en esa cama, justo con ella, y estoy 
sosteniendo su trenza para mantenerla quieta mientras follo su dulce y caliente 
boca con la mía. 
—¿No es por eso que me llamaste? ¿No estás caliente? —pregunta 
cuando no contesto. 
Echo mi cabeza hacia atrás y río a carcajadas. Me he reído más con ella 
en meses de lo que lo he hecho por mi cuenta en años. —Princesa, estoy 
caliente con cualquier cosa que tenga que ver contigo, pero no es por eso por lo 
que te llamé. 
—Oh. ¿Por qué entonces? 
Sigo imaginándomela en esa cama. Sí. Conmigo a su lado. —¿Sigues 
llevando tu trenza todavía? —Tengo que saberlo. Aún no puedo entender cómo 
 
ág
in
a1
59
agarra tan fácilmente tantas hebras de cabello y amarra todas perfectamente 
juntas, sedosas, doradas y encantadoras cuando caen en esa trenza contra su 
delgado cuello blanco. 
—Sí, la llevo. 
—¿Estás mordiéndote el labio? 
Se ríe en voz baja. —Sí. 
Sonrío en un deleite lobuno. —Quiero chupar ese labio, nena, pero lo que 
más deseo justo ahora es estar ahí, besarte hasta el cansancio y follarte sin un 
condón. Voy a probarlo, así que la próxima vez que te folle, no me pondré uno. 
¿Te gustaría eso? 
—Sí, por favor. Un Greyson sin condón, ¿y puedes hacer de eso una 
orden rápida? 
Mi pecho se inunda con la ternura de lo juguetona que es. —Sí, nena, lo 
haré, pero no llamé para escucharme a mí mismo hablar. Quiero oírte. Así que 
habla conmigo, princesa. 
—¿Sobre qué? 
—¿Sobre qué otra cosa? Acerca de ti, nena. 
—Muy bien, ¿así que esa chica que quería mi Mustang? Aumentó mil y 
acepté. 
Gimo y golpeo mi palma en mi frente, luego arrastro mi mano 
toscamente por mi cara. —Princesa, te lo estoy diciendo… vende otra cosa. No 
tu auto. Necesitas tu auto. 
—Es todo lo que tengo para vender, Grey. 
—¿Estás segura de eso? 
—Sí, estoy segura. Mi auto es todo lo que tengo para vender. 
—El collar que te di, ¿eso no es vendible? —lo suelto sin rodeos. 
—No. 
—¿No? ¿Por qué no? 
—¡Porque es todo lo que jodidamente tengo de ti! 
Mi corazón golpea una vez ante esa admisión, luego se mantiene 
golpeando por el impulso frustrante de asegurarle, en persona, que ese no es el 
caso. —Nah, eso no es cierto. 
—Es todo lo que tengo, Greyson. Paso días sola y todo lo que tengo para 
saber que existes y recordarme que vas a llamar son estas piedras. Son todo lo 
que tengo de ti. 
—Me tienes, princesa. ¡Jesús! ¿No ves lo que me estás haciendo? Tienes 
todo de mí, Melanie. Estoy a estados de distancia y me siento como un hombre 
 
ág
in
a1
60
a medias, me siento como que romperé algo si no te veo pronto con mis propios 
ojos… —Me voy callando. 
¿Qué mierda estoy haciendo? ¿Está la jodida Oprah aquí? Presiono mi 
palma en mi frente y respiro. ¡Cierra la puta boca,tú maldito cobarde! 
Suaviza su voz mientras entiende. —Greyson, ¿cuándo vienes a casa? 
Casa. 
Dios, me encanta que llame cualquier lugar en el que estemos juntos 
“casa”. 
—Todavía no. Tengo trabajo que hacer —susurro, frotando la punzada 
que acaba de causar en mi pecho. 
—Pero, ¿cuándo regresas a mí? 
Dios Santo, ella será mi fin. —Pronto, nena —admito. En tu cumpleaños. 
Cuando no quiera más mierda entre nosotros, nada entre nosotros—. Voy a ir a 
casa pronto y la próxima vez cuando me vaya, quiero que vengas conmigo —le 
susurro con voz ronca—. Solo respóndeme a esto. ¿Eres mi chica? 
—Primero dime si tú eres mi chico. 
Me extraña. 
Está en su voz, en la forma en que me habla. 
—Sí, lo soy, lo que oficialmente te hace mi chica. Y, ¿Melanie? 
Está en silencio en el otro extremo de la línea, respirando con dificultad. 
Añado, mi voz baja pero sin concesiones. —Voy a DEVORARTE cuando 
llegue. Mientras tenga aliento en mí, serás mi princesa. 
—Está bien, Grey. Entonces tú serás mi rey —susurra. 
Oh, sí, definitivamente será mi fin. —Pensé que dijimos no bromas de 
majestad. 
—No era una broma —replica. Luego añade—: ¿Grey? 
—¿Sí? 
—Sabía que llamarías. Esto es por qué nunca venderé el collar. 
—Siempre llamaré, con o sin collar. Déjalo ir nena, y te daré algo mejor. 
Cuelgo y trato de ganar un control sobre mí mismo, pero mi sangre corre 
caliente por hablar con ella. Recuerdo el primer día que la vi animando por 
Riptide en el Underground. Saltaba arriba y abajo, clamando por otro hombre, 
y solo me quedé allí sintiéndome extrañamente tranquilo, y una pequeña voz 
en mi cabeza dijo: Ésta es mía. Sabía que había sido tomado de la misma forma 
en la que sé cuando tengo mis marcas en mi bolsillo y una deuda recortada, 
había sido tomado. 
 
ág
in
a1
61
Todo de mí, parte de mí, cualquier parte de mí que quiera, la puede 
tener. 
Tengo todo perfectamente planeado. 
Dos marcas más… aparte de mi princesa. Recogeré la evidencia para este 
penúltimo en Denver, y tendré mucho cuidado esa noche, mientras el equipo se 
asegura que las peleas del Underground estén funcionando sin problemas. 
Entonces vuelo a Seattle justo a tiempo para su cumpleaños. La sorprenderé. 
Llegaré a decirle no, nena, no fui engendrado por el diablo, y pronto, realmente 
llegarás a conocer a mi madre… 
Gimo mientras la primera chispa de esperanza que he tenido en años 
echa raíces dentro de mi interior y me doy vuelta en mi cama, tratando de 
dormir un poco incluso cuando ya sé que no lo haré. No hasta que sepa que 
mis dos chicas están sanas y salvas y conmigo. 
 
 
ág
in
a1
62
Underground 
 
Traducido por vals<3 & Alex Phai 
Corregido por Daniela Agrafojo 
 
Melanie 
El Underground es exactamente como lo recuerdo. 
Atestado. 
Ruidoso. 
Apestoso. 
Nerviosa por encontrarme a algún hombre malo, pero feliz porque Brooke 
nos espera, tiro de Pandora hacia nuestros asientos en primera fila y ahí es 
cuando la veo. 
Mi mejor amiga. Oscuro cabello en una cola de caballo, vaqueros 
apretados, blusa de tirantes. Está mirando hacia el ring mientras dos 
luchadores pelean hasta el punto del colapso. 
—¡BROOKE! —llamo mientras empiezo a correr en su dirección y salta de 
su asiento. 
Ha sido mi mejor amiga desde que teníamos la edad suficiente para usar 
las mitades de un medallón que decía “Mejores Amigas” que se rompía justo en 
el medio. Naturalmente, todavía tengo mi mitad, guardada en una pequeña 
caja debajo de mi cama, pero la mitad de Brooke se cayó durante una carrera y 
nunca pudimos encontrarla. Lo que está bien, porque nuestra amistad como 
tal nunca ha sido rota. Nunca he peleado, amado, o tenido tanta diversión con 
una chica como la he tenido con mi mejor amiga, así que obviamente hay gritos 
presentes cuando nos abrazamos hoy después de meses de estar separadas. 
Después de un fuerte abrazo, ambas empujamos a la otra hacia atrás 
para hacer una exhaustiva inspección. Quiero estar segura de que el Sr. 
Riptide está cuidando a mi chica, pero, santa mierda, Brooke se ve… 
 
ág
in
a1
63
No hay palabras para describir el brillo en sus ojos y en su cabello y, en 
su sonrisa. 
—¡Mírate! —lloro. Mierda, por supuesto que la está cuidando, él 
malditamente adora el suelo que pisa. 
—¡No, mírate! —contrarresta mientras abraza a Pandora, incluso cuando 
a Pandora no le gustan tanto los abrazos como a mí. 
Pete viene y nos saluda mientras nos sentamos en nuestros lugares. 
Empieza a hablar con Pandora acerca de su romance con la hermana de 
Brooke, Nora. Detesto a Nora, así que me alegro de que la perra esté en la 
universidad, lejos de aquí. Pete es tan bueno para ella, pero secretamente 
espero que se enamorará de alguien más agradable, dulce e inteligente y que 
termine con ella para siempre. Nora solía ser la novia de uno de los más 
grotescos luchadores del Underground, del que tiene un escorpión tatuado en 
su grande y gorda cabeza, eso dice suficiente. 
Aprieto la mano de Brooke, así me actualiza con todo lo posible. —¿Cómo 
está Racer? ¿Voy a conseguir verlo esta noche o es demasiado tarde? —
demando. 
—Puedes venir a nuestra suite, ¡por supuesto! Está tan grande, Mel. Pero 
dime… —Deja de hablar y sus ojos se agrandan cuando escuchamos las 
palabras “RIPTIDEEEEEEE” saliendo de los parlantes. 
Y la arena sabe que llega el momento. Riptide. Remington Tate. El esposo 
de Brooke. Dios del sexo, en caso de que lo hubiese mencionado muy poco, 
déjenme solo decir que estoy segura de que cada vagina en esta arena lo ama. 
Las peleas en el Underground nunca son tan animadas e intensas como 
lo son cuando él pelea, es algo acerca de él. Lo pone en el aire, emoción, 
intensidad, fuerza bruta y alegría juvenil. 
—Mis ovarios acaban de explotar —murmura Pandora a mi izquierda. 
Brooke se levanta de un salto mientras Remington “Riptide” Tate salta 
dentro del ring, envuelto en una bata de boxeo que es más roja que el rojo, y 
estoy tan emocionada de estar aquí, de ver esto, de sacar mi mente de todas 
mis inseguridades y de esa estúpida deuda, que no me puedo controlar, mi 
cuerpo no se puede controlar y mis cuerdas vocales no pueden controlarse, así 
que grito. 
—¡¡¡Remmyyyyy!!! —estoy de pie con Brooke, donde no puedo resistirme 
a abrazarla y golpearla simultáneamente—. ¡Dios, tú maldita zorra, no puedo 
creer que lo hagas todas las noches! —digo, empujándola. 
Me lo regresa, gritando—: ¡Varias veces por noche! 
Y en ese momento él le guiña desde el ring. 
Ella deja de tontear conmigo y le devuelve la sonrisa, dándole toda su 
atención. Ahora su esposo. Y mientras espera por su oponente, mantiene su 
 
ág
in
a1
64
sonrisa y sus brillantes ojos azules en ella. ¿Y esa mirada? Es una clara mirada 
de Tú Eres Mía, pero es tan malditamente tierna que la siento derretirse sobre 
mí. Greyson… Greyson… Greyson… De repente está en mi cabeza, su propia 
versión de esa mirada nadando dentro de mí. Su versión es un poco menos 
tierna, un poco más protectora, mucho más cruda, bastante más oscura, como 
si hubiera algo doloroso dentro de él y lo lastimara más cuando sus ojos 
encuentran los míos. Mi cuerpo se siente como si se acabara de abrir un 
enorme vacío por dentro ante el mero recuerdo de él. De nosotros. 
—Oooh Dios, ustedes chicos me van a matar —le digo a Brooke, viendo 
como un hombre de gran trasero viene a tomar el escenario. Estoy preocupada 
por Remy por un momento mientras la pelea comienza, pero 
entonces, ¡Zas! Toma completamente el control así que no me preocupo más. 
—¡ERES LA MIERDA, REMINGTON! —chillo, tirando de la cara de 
Brooke junto a la mía—. Mírate. Esposa y madre, chica, está tan malditamente 
enamorado de ti, que ¡ni siquiera puedo soportarlo! 
—Oh, Mel. —Suspira y se hunde contra mí como si no pudiera resistir 
amar a este hombre más de lo que ya lo hace. 
Traen a otro hombre para que pelee con Riptide y juro que sus oponentes 
se vuelven cada vez más grandes. 
—¡Remy! —grito de nuevo mientras los hombres empiezana pelear en el 
ring. 
Brooke aprieta mi mano y se la aprieto de regreso y levanto su mano con 
la mía, alto en el aire mientras los observamos pelear. —¡Remy! ¡Tú esposa está 
caliente por ti, Remy! —grito. 
Brooke siempre ha sido la reservada de nosotras dos, un poco tímida 
cuando hay que hablar con convicción, pero sé que ama cuando grito aquí. 
—¡Remington, eres tan jodidamente caliente! —grito de su parte. 
Y entonces Brooke me impresiona cuando se levanta de un salto, rodea 
su boca con las manos así su voz llega más lejos y empieza a gritar conmigo—: 
¡ERES TAN JODIDAMENTE CALIENTE, REMY, ACABALO, BEBÉ! 
Y lo acaba instantáneamente. 
El público se vuelve loco mientras su oponente cae de golpe y 
estúpidamente pestañeo hacia mi mejor amiga. —Oh mi Dios, ¿así que gritas 
ahora? ¿Y qué tan bien entrenado está el Sr. Riptide para complacer 
inmediatamente a su dulce y pequeña esposa? 
Seguiría molestando, pero Brooke está demasiado ocupada sonriéndole a 
Remy ya que él le está sonriendo, todo sudado y lamible, y me quedo callada 
 en tanto algo aprieta muy fuerte mi corazón. 
Nunca seré la primera persona a la que Brooke busque cuando quiera 
llorar, o hablar de algo, o desahogarse, o salir. Mi mejor amiga esta profunda y 
 
ág
in
a1
65
completamente enamorada de este hombre, quien iría a través del infierno y de 
regreso por ella, lo sé porque ya lo hecho. 
Así que, de cierta manera, mi mejor amiga tiene ahora un nuevo mejor 
amigo. Y también es su esposo, el padre de su hijo, un amante para ella. 
Pero ¿yo? A los chicos les gusta follarme. Él dice que es malo para mí, 
pero siento que me necesita. Siento que me extraña. ¿Son mis agallas 
hablando, o mis tontas esperanzas? Todo lo que sé es que me estoy 
enamorando y estoy tan profundamente cerca, que la simple gravedad del 
asunto hace que sea imposible continuar cayendo fuertemente en esa oscura, 
desconocida y temerosa situación. 
Dios, estoy tan jodida. 
Brooke parece notar que me he quedado callada, y no me había dado 
cuenta de que me ha estado observando intensamente. 
—¿Quieres hablar acerca de él? —pregunta suavemente, 
inspeccionándome con la intensidad que solo una mejor amiga puede tener. 
Asiento y tengo que acercarme para ser escuchada sobre la multitud. —
¡Cuando no tenga que gritar sobre estos idiotas! 
Al terminar las peleas de la noche, Pandora y yo tomamos un taxi hacia 
nuestro hotel, que, por desgracia, no es en el que los Tates se están quedando, 
su hotel es demasiado caro. Pandora no quería aceptar la “caridad” de nadie y 
estoy completamente en quiebra, así que nos estamos quedando en un 
pequeño hotel de tres estrellas un par de cuadras más lejos. 
Pandora, sin embargo, decide excluirse de nuestra visita a la suite de 
Brooke esta noche. 
—¿Por qué? —pregunto, empujándola hacia la parte de atrás del taxi—. 
Vamos, será divertido. ¡Necesito ver a Racer! La última vez que lo vi le estaba 
creciendo un poco de cabello y olía como a talco y me sonrió con ese pequeño y 
único hoyuelo que va a matar a un montón de chicas algún día. ¡Vamos! 
—Nah, estoy cansada. Ustedes deben ponerse al día. Voy a ordenar el 
canal de paga para ver y esperaré por ti. 
—¿Estás segura de que no quieres venir? —El taxista parecía estar 
impacientándose, así que abrí la puerta y espero un segundo. 
—Sí, estoy segura. Tú sabes que preferiría acariciar a un animal que a 
un bebé. 
Asiento lentamente porque creo que lo entiendo. La entiendo más de lo 
que sabe. Ella piensa que, porque trato de divertirme, no estoy herida, o no 
quiero algo, o no tomo nada seriamente. Yo río mis penas, pero ella usa el 
enojarse como una barrera. Y sé que esto la lastima también, cuando ve a 
Brooke algunas veces, porque Pandora solía estar enamorada. 
 
ág
in
a1
66
Todo lo que puedo suponer es que lo amaba muchísimo. —Pan —digo 
suavemente—, el chico que te lastimó tanto… no era el único al que amarás. 
No sé que más decir porque no soy experta en sentirme así, apenas 
puedo suportar la forma en la que me siento por Greyson y tengo miedo de 
llamarlo amor. Me siento aún más rara cuando nos detenemos en el hotel de 
Brooke y el taxista se queja—: ¿Señorita, se queda o se va? —Así que 
rápidamente salgo y le digo—: Te veré después. ¡Mira alguna comedia! 
Me saca el dedo mientras el taxi la aleja, le sonrío y me despido con la 
mano. Pero mientras subo al elevador, no lo sé. No sé nada más excepto que 
hace unos meses no sabía quién era Greyson King. ¿Cómo puedo extrañarlo 
tanto ahora? 
Te metiste bajo mi piel, joder. 
Estás conmigo en un momento, te pierdes al siguiente. Me tomas, me 
dejas y sigo esperando, temblando por ti para que vuelvas y lo hagas de nuevo. 
Ugh. ¿Cuándo vas a regresar? 
Brooke abre la puerta de su suite y balbucea—: ¡Quiero detalles y los 
quiero ahora! —Tirándome dentro del primer cuarto, lejos del grupo de chicos 
en la sala. 
Me sienta en el borde de la cama y luego planta sus manos en las 
caderas como una demandante ángel-perra, sus ojos brillando de emoción. —
Cuéntame. ¡Cuéntame todo acerca de él! 
Me río con emoción, pero entonces gimo y empujo un dedo en su 
pecho. —Estoy experimentando un déjà vu, excepto porque la apestosa cosa de 
estar enamorada del chico que es malo para ella eras tú. 
—Oh mi Dios ¿lo amas, Mel? 
No puedo creer lo difícil que es hablar de él, incluso con mi mejor amiga. 
Suspirando, me dejo caer en la cama y doy una palmadita al lugar junto a mí, 
así que se sienta cerca. 
El amor no se sentía así cuando me imaginaba enamorada. Era 
emocionante y precioso en mi mente, no aterrador e inesperado. 
Brooke y yo estamos acostadas viéndonos la cara, riendo como lo hemos 
hecho las miles de veces que nos contábamos secretos, fantasías y más. —
Brookey, ¿Soy de las que se aman? ¿Del tipo para siempre? Soy buena para 
divertirme, pero crees… A veces pienso que Greyson no quiere involucrarme en 
otras partes de su vida. Me pregunto si solo soy un juguete sexual para él, 
como lo he sido para todos los otros hombres, pero entonces me llama, o me da 
esto… —Me toco el collar de diamantes escondido debajo de mi camiseta de 
seda—. Y me mira de esa manera… No lo sé, no hay forma de describir esa 
mirada. Pero Remy te mira así también. Es la MEJOR mirada. Me provoca calor 
y palpitaciones y mariposas. Y si lo vieras con mis padres, como se reía 
 
ág
in
a1
67
mientras hacíamos nuestros estúpidos juegos de domingo. Simplemente me 
rehúso a creer que no significo algo para él, ¿Sabes? Dice que soy su chica. 
Brooke ríe y se sienta, abrazándome brevemente. —Mel, eres divertida y 
dulce, leal y honesta. Tienes tanto amor para dar. Quieres a todos, incluso a 
los extraños. Eres mi pequeño y amado bicho. Él tiene suerte de que tú no solo 
lo quieras, sino que lo ames. —Sus ojos brillan con emoción mientras me 
aprieta los hombros—. Melanie, has encontrado a tu príncipe. Ni siquiera es un 
príncipe, resulta que es un rey. ¿Te das cuenta que has estado hablando de 
este chico sin rostro y sin nombre desde que teníamos siete? 
—Chica, he estado esperando toda mi vida para sentirme así y ahora que 
lo hago, no quiero sentirlo. Me siento inestable, insegura, vulnerable, feliz y 
preocupada porque no durará. 
—¡No! No, no, no, no te retengas. ¿Pandora está envenenando tu cabeza? 
Mel, TE PERTENECE. Aduéñate de cómo te sientes. Dile. Ve tras él. Ve detrás 
de lo que quieres. Siempre has perseguido lo que quieres, ¡no puedes rendirte 
ahora que lo encontraste! 
—Dices eso ahora ¡porque ya no eres una gallina! Sabes que Remington 
te ama. Sabes que te ama tanto que nunca te dejará ir. Si algo pasa, lo 
resolverán y ambos lo saben. Él pelearía por ti y tú lo harías por él. Pero ¿yo? 
No sé lo que siente Greyson. Quiere estar conmigo y luego se va por días. Lo 
que sea que tenemos, puede ser real o puede ser algo pasajero como… 
—Lujuria —dice una profunda voz desde la puerta. 
Volteo mi cabeza para ver a Riley Cole en el umbral, el segundo 
entrenadorde Remington, viéndose más lindo que nunca. Riley y yo somos 
grandes amigos. Nos hemos metido en un montón de travesuras varias veces 
después de que nos conocimos tras una pelea de Riptide y no solo 
sexualmente. 
Es un chico que sabe guardar secretos. Lo sé, porque cuando Remington 
Tate perseguía a Brooke como un ariete y traté de averiguar todos sus secretos, 
todo lo que Riley me dijo fue que nunca lo había visto perseguir a una mujer de 
la forma en la que perseguía a Brooke. 
Así que Riley es definitivamente un hombre que sabe guardar un secreto. 
Incluido, gracias a Dios, el mío. 
Brooke siempre ha dicho que luce como un surfista triste y tiene razón. 
Lo que funciona para él. Pero esta noche luce más como el enojado gemelo 
rubio de Pandora, frunciéndome el ceño de la misma manera que lo hizo la 
primera vez que nos conocimos. 
—¿Qué pasa contigo? —pregunto, regresándole el ceño fruncido. 
—Si alguna vez este novio tuyo te lastima, nosotros nos encargaremos. —
Truena sus nudillos y en lugar de hacerme temer por Greyson, el sonido me 
hace reír. 
 
ág
in
a1
68
—¿Quieres decir que tú te harás cargo, o Remy? —digo mientras me 
levanto, escuchando su tranquila y familiar risita. 
—Está bien, me atrapaste. Tal vez traeré a Rem solo para propósitos de 
intimidación —dice bromeando, pero su sonrisa se desvanece en una línea 
plana con desagrado—. Nadie te lastima, Melanie. O lo golpeo. No me importa 
cuántas veces tenga que golpearlo para hacerlo sangrar, pero lo haré sangrar. 
Me río mientras Brooke me guia hacia la sala así puedo ver a su precioso 
bebé. 
—Las Barbies no se lastiman, recuérdalo. No te preocupes —Empujo mi 
hombro hacia Riley, golpeándolo juguetonamente mientras pasamos. Me había 
llamado Barbie cuando nos conocimos y no en una manera bonita, así que 
lanzárselo lo hace hervir un poco. 
Luego escucho el sonido de un bebé y me lleno de alegría. Veo a Racer 
orgullosamente sentado en el brazo curvado de su guarda espaldas-niñera, 
Josephine. Pero no se quiere quedar ahí. Racer se tira hacia su padre, quien 
estaba ingiriendo una bebida energética azul, pero cuando ve a su hijo venir, lo 
agarra en un brazo y lanza la botella vacía dentro del fregadero. 
Levantando a Racer en el aire, hace sonidos de gruñidos, luego lo carga 
como si fuera un balón de futbol americano, lo que hace a Brooke gemir a mi 
lado. 
—Remington, va a vomitar toda su cena —lo reprende. 
—Aahhhh —dice, sonando increíblemente arrogante mientras cambia a 
su hijo a una posición sentada y evita la catástrofe. Mira a Brooke, su sonrisa 
enseñando dos sexis hoyuelos, haciéndola olvidar el incidente, y juro que casi 
muero. 
Y entonces Racer sonríe y también le enseña a su madre su único 
hoyuelo. 
—¡Urgh! ¡Ustedes dos me están matando! —les digo—. ¡Remington 
necesito tocar a este bebé o algo más! —Voy y tomo a Racer y mientras los 
sostengo, hago lindos sonidos de bebé, acariciando su barriguita. 
Protesta como si no estuviera muy emocionado, y mira a su madre, luego 
a su padre, entonces a Pete, con un nuevo y triste hoyuelo en su barbilla. 
—¿Qué? ¿No le gusto? —Racer mira hacia su madre y padre de nuevo y 
hace una cara que profundiza el hoyuelo en su barbilla—. ¡Oh Mi Dios, lo estoy 
haciendo llorar! 
Se lo paso a Brooke. —¡Qué fracaso! —Me río. 
—Estás bien —dice Remington sentándose en una silla y tirando de 
Brooke hacia su regazo con un brazo mientras le pasa un ruidoso juguete a 
Racer con el otro. 
 
ág
in
a1
69
Racer ve el juguete y su cara de Melanie-hace-llorar se transforma en un 
chillido de placer. Remy le sonríe y desliza sus ojos hacia Brooke y lo que veo 
ahí realmente me marca profundamente, en especial cuando coloca un beso en 
la cima de su cabeza. 
Eso es real, el verdadero tipo de amor moriría-por-ti, con el que siempre 
he soñado. 
—Mel —Escucho detrás de mí y cuando me vuelvo, descubro que Riley 
ha estado observándome todo el tiempo. Se acerca y susurra ominosamente—: 
¿Puedo hablar contigo? 
Asiento. No confundo la mirada de lujuria en sus ojos. Tengo el 
presentimiento de que me desea, apartando el hecho de que desea hablar 
conmigo. La antigua yo no hubiese querido nada más que otra noche con un 
amigo con derecho. Difícilmente digo que no a un atractivo chico que me desea, 
pero ahora cada poro de mi cuerpo desea solo a un hombre. 
Pero aun así sigo a Riley, porque es con el único con el que puedo hablar 
acerca de una cosa que ha estado plagando mis pensamientos tanto como 
Greyson King. 
 
 
 
—Ten. —Riley coloca un cheque encima del mantel blanco de una mesa 
en el bar de un pequeño restaurante a solo algunas cuadras del hotel—. He 
estado ahorrándolo —explica. 
—¡No! —grito—. Riley ¡no seas ridículo! ¡No podría! —Le regreso el 
cheque, sintiéndome nerviosa cuando la mesera deja las bebidas. Espero a que 
se vaya antes de sisear—: Fue mi decisión. Escogí hacerlo ¿Entiendes? 
—Pero soy el idiota que lo sugirió en primer lugar —argumenta con otro 
siseo y se ve tan genuinamente mortificado, no podía parar de negar con la 
cabeza—. Remington nunca pierde, Melanie. Nunca. Si hubiese sabido que 
tiraría la pelea para… 
—Urgh, para salvar a la estúpida de Nora porque ama a Brooke 
demasiado como para no hacerlo. Pero incluso si me hubieras dicho que 
perdería, nunca hubiera puesto mi dinero en Scorpion. NUNCA. 
—Entonces déjame ayudarte a pagar la deuda. —Ignoro su mirada de 
súplica y le regreso el cheque de nuevo, negando con la cabeza también—. Por 
lo menos déjame decirle a Rem —incita—. Él habría pagado en tu nombre si 
supiera. Si no te hubiera dado mi palabra de no decirle a nadie… 
 
ág
in
a1
70
—Riley, te mataré si le dices a alguien. Estábamos borrachos, fuera de la 
ciudad, hiciste una apuesta, estuve de curiosa y pregunté acerca de ella, pensé 
que era una gran idea hacer una apuesta por mi cuenta, ¡especialmente 
cuando parecía una cosa tan segura! Luego fuimos a tu cuarto y celebramos 
pensando que sería genial dormir juntos. Me siento estúpida. No sé en qué 
pensaba. —Imágenes de un hermoso apartamento aparecieron en mi mente, el 
apartamento de mis sueños, y mi coche libre de deudas y añado—: Bueno, sí lo 
sé. Podría haber hecho un hermoso pago para mi propio apartamento y tal vez 
incluso tenido las bolas para empezar mi propia empresa de diseño. 
—Entonces déjame ayudar, Mel. 
Observo el cheque y una parte de mi grita ¡Tómalo! ¡Tómalo, Melanie! ¡Por 
favor solo sálvate de esos monstruos! 
¿Pero qué esperará Riley a cambio? ¿Cómo puedo tomar el dinero de un 
hombre cuando estoy enamorada de otro? —Esto es muy dulce de tu parte, 
pero no. En serio. 
Ladea su ceja rubia. —¿Qué pasa con tu nuevo novio? ¿Por lo menos lo 
dejarás a él ayudar? 
Mi pecho duele al pensar en él y en todas las razones por las que no 
puedo soportar que Greyson sepa. Me trago el resto de mi bebida y admito—: 
Creo que… si pidiera la ayuda de alguien… él sería el último. 
—¿Por qué? 
—¡Porque no quiero que sepa que soy así de estúpida! Sabe que ya soy 
un desastre. Riley, me conoció cuando mi convertible se hallaba estacionado en 
una noche lluviosa sin la capota puesta, eso dice bastante. Es un milagro que 
se quedara cerca lo suficiente para conocerme. No quiero que… pierda el 
respeto por mí. Que piense menos de mí. 
El ceño de Riley es cada vez más oscuro. —¿Puedo ver que ya te está 
lanzando diamantes? —Asiente hacia el collar medio metido en mi blusa—. 
¿Sabes que los hombres hacen eso para comprar a las mujeres con las que 
duermen? No tiene nada que ver con preocuparse por ti. 
—Sí, lo hace —me opongo—. Significa que se tomó el tiempo de ir a 
buscar algo bonito que piensa me hará feliz. 
—Puedes usar el collar para pagar, Melanie. Solo dile que lo perdiste o 
algo y deshaz esa deuda. Estos hombres matan por cinco dólares. ¡Son jodidos 
mafiosos! Incluso el tipo con el que Pete trata, Eric, luce como un tiburón 
pulido en un traje, pero no confían en el tipo ni mierda. Solo está besando eltrasero de Rem porque es su principal fuente de dinero, pero todo el mundo 
sabe que su jefe Slaughter hace a Scorpion lucir como un oso de peluche. 
Dicen que tiene un matón que es como un demonio traído desde el infierno y 
vendrá por ti ¡lo quieras o no! 
 
ág
in
a1
71
Mira alrededor con cautela, luego se inclina más a través de la mesa, 
bajando su voz. —Pete escuchó rumores de que el único tipo con un poco de 
sentido era el hijo mayor de Slaughter, pero no quería nada que ver con su 
padre y aparentemente se salió del Underground hace años. Ni siquiera su hijo 
quiere tener nada que ver con un hombre como Slaughter. Juro que no duermo 
pensando en que tú todavía les debes. 
Mi corazón empieza a saltar en mi pecho con miedo renovado y extiendo 
mis manos con las palmas hacia afuera, para calmarlo. —Riley, pedí más 
tiempo, ¿Está bien? Solo tenemos que… respirar. 
—¿Qué? ¿Qué mierda? ¿Cuándo pediste más tiempo? 
—La última vez que vine a ver a Brooke. Está bien. ¡En serio! Acabo de 
vender mi auto y tal vez pueda comprar más tiempo si les doy la mitad del 
pago. 
—¡No, jodidamente no puedes, lo tomarán como intereses y demandarán 
que les pagues todo antes de que siquiera salgas por la puerta! Nunca te 
vuelvas aproximar a hombres como esos sola. Jesús, solo confía en mí y sal de 
esto, Mel. Pagué mi deuda y quiero pagar la tuya y si no me dejas, entonces por 
lo menos prométeme que dejarás a tu nuevo novio ayudar. Si eres demasiado 
orgullosa para pedirle, solo pretende que perdiste los diamantes en tu cuello y 
sal de esa deuda; confía en mí. 
Creo que me veo tan sin esperanza como me siento, porque agrega, más 
desesperadamente ahora—: Te juro, Melanie, que, si tu deuda no se ha pagado 
antes de que te vayas, le diré a Tate y nos encargaremos de esto por ti, él y yo. 
Jadeo indignada. —No dejaré que tú o el esposo de mi mejor amiga se 
involucren en esto, ¿me escuchas? Y no meteré a mi novio tampoco. Este collar 
significa algo para mí. —Toco los diamantes con una horrible y desgarradora 
sensación en mi pecho mientras me pregunto: ¿Esta es la única manera en que 
voy a ser libre, dejando ir la única cosa que me ha regalado el hombre que quiero 
con todo mi corazón? 
—Riley —susurro, casi rogando—, no soy la clase de chica que tima a 
sus novios con cosas caras para convertirlas en dinero. 
Mira ceñudo el precioso collar y mi estómago empieza a doler con solo 
pensar acerca de separarme de algo que tiene que ver con Greyson. 
—Ese regalo no significó para él lo mismo que significa para ti, te lo 
aseguro —dice con molesta autoconfianza—. Nunca he visto un hombre más 
enamorado que Remington y no necesita gastar dólares en Brooke para 
mostrarlo. 
—Bueno, Grey tiene un estilo diferente ¿y qué? Al final es lo mismo. Me 
siento mimada y cuidada, y me mira de una forma cuando me ve usándolo, que 
absolutamente adoro. 
 
ág
in
a1
72
¡No puedo aguantar a otra persona en mi vida criticando a Greyson! Así 
que lo miro estrechando mis ojos y agrego, así al menos ve los verdaderos 
sentimientos que tengo por mi hombre. —Cuando me mira de esa forma, juro 
que todo es tan perfecto que a veces tengo pesadillas acerca de que lo he 
soñado todo, que es demasiado bueno para ser verdad. 
—Tal vez lo es, Melanie. Tal vez te está siendo infiel en este momento, 
encontrándose con alguna chica en secreto mientras hablamos. 
—¡Ja! —Levanto mi vaso y sorbo mi bebida—. Es un adicto al trabajo. Si 
tuviera algo de qué preocuparme, es que su amante se llame Trabajo 
HastaPartirmeElCulo. 
Riley me sonríe, una escalofriante sonrisa, una sonrisa muy poco 
amistosa y asiente hacia la entrada del restaurante. 
Me volteo noventa grados para poder ver… y es ahí cuando lo veo 
caminando dentro del restaurante. 
A él. 
Grey-maldito-son. 
Todo mi reconocimiento llamea en incredulidad, emoción, y luego, ira 
combinada con un rayo de casi cegadora lujuria. 
Se siente como si una fuente de energía se adhiriera a su piel, todo el 
aire se desplazó en el momento en que se materializó en la habitación. Casi dos 
metros de pura perfección masculina. Greyson. Maldito. King. Mis hormonas 
estallan cuando empieza a caminar hacia adelante, siguiendo al maitre, con los 
ojos fijos sobre una mesa al otro extremo. 
No puedo creerlo. Mis ojos recorren su cuerpo. No hay ninguna palabra 
para la forma en que Greyson camina, con una mano en el bolsillo, su rostro 
sombrío, sus pómulos cincelados, con la mandíbula suave y bronceada, su 
boca perfecta, su cabello oscuro descuidadamente despeinado; juro que su 
asombroso cabello es la única cosa descuidada y juguetona en él. El resto de él 
es el perfecto Bond 007, incluso los entrecerrados ojos verde avellana, que 
parecen maravillosamente contenidos y remotos. Incluso ahora, dos meses 
después de estar saliendo con él, puedo sentir que todavía está reteniendo la 
parte más crucial de su ser, pero puedo visualizar perfectamente un “nosotros” 
y lo que podemos ser, y estoy decidida a hacer que suceda. Greyson y Melanie, 
viviendo felices por siempre. 
Entonces veo a la mujer en la mesa. Esperando. Una pelirroja. 
Mi sangre se acumula en mis pies cuando Greyson se inclina para 
besarla en la mejilla. 
Riley y yo solo observamos. 
Y estoy segura de que no es él. Está trabajando… en alguna parte. No 
puede ser él. 
 
ág
in
a1
73
Pero seguro que se parece a él. 
Está vestido completamente de negro, su cabello brillando bajo la luz, y 
se sienta en su silla, se inclina hacia atrás de esa manera tan segura de sí 
mismo, y comienza a hablarle sobre una maldita vela a la pelirroja. Una 
pelirroja falsa. Una que parece mayor e inexpresiva. 
Sra. Botox. 
¡OH DIOS! 
¡No puede ser Greyson! 
Nunca me ha engañado, yo soy la que lo engaña. 
Los músculos de mi estómago están rígidos por la ira mientras trato de 
respirar y fuerzo a mis pulmones a expandirse. Exploro el restaurante a mí 
alrededor por algo para lanzar, pero lo mejor que se me ocurre es lanzarme 
sobre esa fea puta. 
Mis ojos se empañan y duelen con el repentino deseo de llorar. Es casi 
medianoche. En quince minutos, tendré veinticinco años y mi novio está 
sentado en otra mesa con otra mujer. Realmente, de verdad, quiero llorar 
ahora. 
No. ¿Y que me vea quejándome y llorando como una niña herida otra vez? 
Mi mente se revuelve con formas de hacer que este dolor desaparezca. ¿Qué 
hacer cuando él está en tus venas? ¡¿Qué?! Me río a carcajadas, con fuerza, y 
le doy un apretón a la mano de Riley, pero Greyson ni siquiera mira en mi 
dirección, no puede escucharme a esa distancia. Él y su anciana prostituta 
están en una profunda conversación en su propio pequeño mundo. Su propio 
mundo sin Melanie. Una parte de mí todavía se niega a creer que me haga esto. 
Una idea se me ocurre y agarro mi teléfono y le envío una cara enojada. 
Entonces le digo a Riley—: Si es él, por lo menos verá el mensaje. Es un 
esclavo de sus teléfonos. 
Como si fuera una señal, el hombre en la mesa se hace hacia atrás y 
desliza su mano enguantada en el bolsillo y mira su teléfono, observa fijamente 
durante mucho, mucho tiempo, entonces lo vuelve a meter y continúa 
hablando con la pelirroja. 
Mi corazón acaba de ser descuartizado. 
No sé cuánto tiempo nos sentamos allí, Riley furioso en su asiento, 
agarrándolo ferozmente. Se conocieron brevemente en la boda de Brooke, y 
podía decir que a ninguno de ellos le agradó mucho el otro. Ahora están 
apareciendo venas en el cuello de Riley. 
—Voy a ir allí… 
—¿Y qué? —Deteniéndolo, lo jalo por las mangas de su traje—. Podría ser 
una clienta. Nunca me dijo realmente dónde estaría esta semana… 
 
ág
in
a1
74
Mi voz va callándose cuando ella le da la mano sobre la mesa, y él la 
toma y lo que se encuentra en su mano. Entonces le da una caja con un listón 
y todo. Una caja azul. Ella mira dentro, parece encantada, él le devuelve la 
sonrisa y beben un poco de vino. 
—¡Mesero! —grito—. ¡Otra ronda, por favor! 
 
 
 
He tomadomuchos más cócteles para el momento en que Greyson se 
encarga de la cuenta y se pone de pie para irse. Riley se levanta también. 
Tontamente me giro en mi asiento, mi corazón latiendo con fuerza mientras 
Greyson y la mujer se dirigen hacia la puerta. 
Y es entonces cuando me ve. 
Una corriente eléctrica corre a través de mí por la forma en que mira a 
Riley, después a mí, y veo una docena de expresiones en sus ojos hasta que los 
cierra y se gira hacia la mujer, le susurra algo y tira de ella hacia la salida 
como si no me hubiera visto. 
Todo este tiempo ha estado mintiendo. 
Todo este tiempo probablemente estuvo riéndose de lo estúpida que soy. 
Mientras camina con ella, lo veo volver la cabeza solo un poco. 
Directamente hacia mí, y nuestros ojos se encuentran de nuevo. Busca mi 
expresión por un momento, sus ojos lejanos parpadeando un breve momento 
con… ¿celos? La anticipación pulsa a través de mí como una carga directa por 
la forma en que sus ojos se oscurecen con… ¿furia? Estremece mis 
extremidades, y solo es eso, una mirada robada, y luego se ha ido, y 
desaparece, llevándosela a ELLA, otra mujer, con él, exactamente a 
medianoche. 
Feliz cumpleaños, Melanie… 
Riley se mantiene en pie, entonces voltea a verme con una mirada de 
¿qué mierda? —Tu novio… 
—Ex. —Un dolor crudo y primitivo me abruma de repente—. Ex-novio. 
Dios, ni siquiera es necesario un mensaje. Ni siquiera una… Riley, por favor, 
vámonos. Por favor, por favor salgamos de aquí. 
Las lágrimas vendrán aun si las quiero o no, y no las quiero aquí. Agarro 
a Riley antes de que se siente de nuevo. —Por favor, solo sácame de aquí. 
Llévame a tu habitación, por favor, vamos a caminar de regreso a tu hotel, por 
favor —susurro. 
 
ág
in
a1
75
Paga nuestra cuenta y me hace salir del restaurante, manteniéndome 
cerca mientras caminamos el par de cuadras hasta el hotel. Tengo frío, estoy 
fría hasta los huesos. Tomamos el ascensor y estoy agradecida de que no haya 
nadie más aquí con nosotros. Mi garganta está en llamas mientras el 
sentimiento de ser una tonta cae sobre mí, y el collar, su collar, se siente como 
un peso de acero alrededor de mí cuello, ahogándome con sus mentiras. Me lo 
quito y lo presiono en la mano de Riley. —Ya no puedo ver esto. Solo hazlo. 
Véndelo, consigue cualquier cosa, tómalo por favor. 
Mi garganta duele con la derrota cuando recuerdo a Grey mirándome, 
alejándose… 
Mirándome… alejándose… como si no fuera nada. 
Como si nosotros no significáramos nada. 
—¿Crees que tiene una esposa? ¿Una familia? —Mi voz se quiebra y no 
puedo hacer más preguntas mientras nos dirigimos a su habitación. 
—Amiga, no sé ni qué pensar. No parecía feliz de verte, te diré eso. 
Sigo luchando con mis lágrimas, apretando mis manos en puños a mis 
costados mientras todo mi cuerpo empieza a temblar. —Él y esa puta pueden 
irse a la mierda. Ese maldito mentiroso, ese… Espero que le dé ladillas. De 
hecho, espero que ambos tengan bebés extraterrestres juntos. 
Riley me guía a su habitación y cierra la puerta, y una sensación de 
intensa desolación y traición se asienta profundamente en mi estómago. Nunca 
en mi vida sentí dolor como este. Nunca. Quiero que el dolor se vaya. Quiero 
que la imagen de Greyson alejándose con otra mujer se vaya. 
Parpadeo para contener las lágrimas, agarro la camisa de Riley y lo jalo 
hacia mí. —Riley —se lo ruego. Sus ojos se abren cuando presiono mis labios 
con los suyos. 
—Mel —protesta, pero no puedo soportar oírlo, así que presiono mis 
labios con más fuerza. 
—Por favor, no digas que no —le ruego—, por favor, no digas que no. 
Juro que cada maldito hombre en el mundo debería ser castrado. Dijiste que lo 
golpearías si me lastimaba. Esto duele, Riley. Esto me duele mucho y ya 
terminé. He terminado con él. 
Lo beso. Me devuelve el beso con solo los labios, pasando sus manos por 
mis brazos. Se sienten cálidas y familiares. Me sostiene con su cuerpo y se 
siente bien. Seguro. Lo beso y me pregunto si tal vez esta es la razón de que 
una sola noche es todo lo que valgo. Porque no puedo enfrentarlo. Duele 
mucho. Y siempre llega alguien, y por cualquier razón, los chicos dejan de ver 
su interés en mí. Por alguna razón Greyson ha perdido interés en mí. Lo perdí. 
No, nunca lo tuve. 
 
ág
in
a1
76
La comprensión me destroza, así que trato de besar a Riley en la boca un 
poco más y me lo permite. Sus brazos no son tan gruesos, sus labios no son 
tan feroces, pero los necesito tanto. Cualquier cosa para tratar de dejar de 
pensar en… Grey tirando de mis pezones con los dientes… jalando… 
chupando… 
Tocan la puerta y gimo en protesta cuando Riley me hace a lado. 
—Pete puede necesitarme —explica, y observo en silencio mientras se 
dirige a la puerta, con la imagen borrosa a través de mis lágrimas. 
Desato uno de mis zapatos y limpio mis ojos. Una noche con Riley y por 
la mañana, no todo parecerá tan miserable. Me daré cuenta de que Greyson 
King no es el único hombre en el mundo. Mi corazón todavía estará roto, pero 
de alguna manera juntaré los pedazos de nuevo, y seré feliz de nuevo. 
Seré feliz de nuevo. 
Inhalando, estoy empezando rápidamente a desabrochar mi blusa 
cuando oigo hablar una baja voz familiar. 
—¿Dónde está? 
Nunca, nunca he escuchado a nadie hablar tan tranquilamente y, al 
mismo tiempo sonar tan enojado. 
Mi piel pica y mi mirada se dirige a la puerta. 
La forma alta, delgada, y vestida de negro de Greyson cubre el umbral, y 
odio que mis sistemas se descontrolen ante su vista. 
Estoy parcialmente vestida en el centro de la habitación. Borracha. Mi 
cabello hecho un desastre. Mi cara hecha un desastre. La ira y el dolor 
revuelven mi estómago mientras entra con una ardiente mirada territorial. 
Agarro el zapato que me había quitado y se lo lanzo. —¡Aléjate de mí! —
grito. 
Se agacha, y el zapato golpea la pared y cae con un estúpido golpe en la 
alfombra. Luego, lentamente, se endereza y avanza el resto del camino, me 
agarra por los brazos y me arrastra a su cuerpo. Cada centímetro del mío 
siente el suyo. Me mira con una furia que nunca he visto antes, y empieza a 
abrocharme de nuevo la blusa, todo el tiempo esos ojos me miran, hasta que 
mi estómago se siente pesado como una roca. Se quita la chaqueta del traje y 
la pone sobre mis hombros, forzando mis brazos a entrar y abotona eso 
también. Luego alcanza mi bota tumbada sobre la alfombra. Antes de que 
pueda detenerlo de ponerme mi zapato, se agacha y de manera eficiente 
abrocha las correas, y entonces me habla en voz baja y fría. —Pon tus brazos a 
mí alrededor. 
—¿Dónde está tu jodida pelirroja? —exijo. 
—Te dije que pongas tus brazos a mí alrededor. 
 
ág
in
a1
77
No obedezco. 
No le importa. 
Me levanta en sus brazos, su abrigo enorme sobre mi cuerpo, y no tengo 
más remedio que aferrarme a su nuca. De repente, lo huelo. Lo huelo en el 
abrigo que puso sobre mí, y en el olor de su pelo y su piel. Bosque, cuero y 
menta. El dolor en mi corazón se vuelve feroz y ardiente mientras el escozor en 
mis ojos regresa. 
A medida que pasamos a Riley en la puerta, dice rotundamente—: 
Mantente alejado de ella. 
—Si malditamente la lastimas… —comienza Riley, pero Greyson lo 
interrumpe. 
—No, si tú la tocas de nuevo, te mataré. 
Las palabras de Greyson, si la tocas de nuevo, te mataré, me provocan 
escalofríos. 
Riley da un paso adelante, pero levanto mi mano para detenerlo y negar 
con la cabeza en un no frenético. No puedo soportar la idea de poner en riesgo 
a Riley y nunca, nunca he visto a Greyson así. Todo su cuerpo crepita con 
energía desatada cuando me lleva a los ascensores de servicio, me sostiene en 
un brazo mientras murmura en su teléfono—: Vuelve a la entrada de servicio. 
—Y luego mete el teléfono en sus pantalones y me aprieta con más fuerza 
contra su pecho. 
Más fuerte que nunca. 
Estamos a solas en el ascensor, y aunque está tranquilo, tiene una 
expresión que nunca he visto antes. 
Creo que voy a vomitar. 
Salimoshacia el estacionamiento subterráneo, el aire frío pica mis 
piernas y mejillas, y cierro los ojos y me cubro del frío, sintiéndome 
absolutamente miserable cuando el calor de su cuerpo aumenta hasta 
calentarme. Me pregunto si ella le lamió la piel. Si deslizó sus dedos en su 
cabello. Si la llama su princesa también. 
Oigo brevemente un motor de automóvil cerca, y cuando levanto la 
mirada, Greyson me está observando. Cuando nuestros ojos se encuentran, 
mis nervios crepitan hasta los dedos de mis pies. Mi cuerpo está gritando 
posesivamente para reclamar a este hombre de cualquier otra mujer. Pero no. 
Greyson podría volver mi cuerpo una locura, pero acabo de darme cuenta que 
nunca podría ser el hombre para mí. 
Es un farsante. 
Un mentiroso. 
Y está muy, muy molesto en este momento. 
 
ág
in
a1
78
Un auto se detiene frente a nosotros y abre la puerta de atrás, y mientras 
me guía al asiento trasero, toda esta confusión cae sobre mí, y todo el alcohol 
en mi sistema no está ayudando. 
Sube detrás de mí, se sienta a mi derecha, y cierra la puerta de golpe, 
luego una mano enguantada agarra mi cara y me obliga a girarla, me mira con 
frustración grabada en su dura mandíbula. —Algunas veces no seré capaz de 
decirte todo sobre mi trabajo. Lo hago para protegerte. 
—¡Jódete! Te vi sosteniendo su mano. Te vi… 
—Me viste trabajando, Melanie. Eso es todo lo que viste. 
—¡Te vi dándole un regalo, hijo de puta! ¿Cómo demonios involucraría 
eso un trabajo de seguridad, eh? —Lo empujo y maldice entre dientes—. ¿Te 
sientes como un hombre grande, teniendo un montón de mujeres jadeando 
detrás de ti? ¿Todas engañadas? ¿Pensando que son especiales para ti? 
—¡Jesús, escúchate! 
—Así es, y óyeme bien Greyson, ¡esta es la última vez que soy engañada! 
¿Me escuchaste? —grito al techo de la limusina, con la esperanza de que Derek 
escuche, pero no detiene el coche. 
Greyson se ríe con sombría incredulidad, entonces pasa las manos por 
su cabello y se queda mirando hacia afuera, con las manos apretadas en 
puños, y observo sin ver las tiendas que pasamos, tercamente aferrada a mi ira 
e inseguridades. 
—Estoy contigo, Greyson. ¿Qué escondes en tu secreta habitación de 
acero? ¿Porno? ¿Es donde haces Skype con… quién diablos sea ella? 
Hasta que me interrumpe, en voz baja—: Vi tu lápiz labial en la boca de 
otro hombre y todavía puedo volver y golpearlo hasta que no pueda encontrar 
sus malditos dientes. Demonios, quiero que me veas golpearlo solo para que 
sepas, de una vez por todas, que eres mi jodida chica y el único bastardo con 
suerte en conseguir un pedazo de mi chica soy yo. 
—¡Era! —lo corrijo, borracha—. Era tu chica. 
Se ríe más sombríamente. —Eres tan jodidamente mía que ni siquiera 
sabes que eres mía —dice con voz suave y amenazante, y en mi borracho 
cerebro, de repente me doy cuenta de que está temblando de rabia. No está 
preocupado porque lo sorprendí engañándome. Parece que todos sus 
pensamientos están en sus celos egoístas. Pero ni siquiera puedo recordar lo 
que sucedió en la habitación de Riley, todo lo que sigo recordando es a Greyson 
y esa perra. 
—¡Caminaste junto a mí como si nunca me hubieras visto antes! —grito, 
golpeando su pecho. 
 
ág
in
a1
79
Atrapa mi muñeca y la aprieta. —Porque no quiero que una mujer como 
ella te use en mi contra, que nadie te use en mi contra. ¿Me entiendes? ¿Lo 
haces, nena? —me pregunta, bajando la voz, tierna, casi suplicante. 
—¡Entiendo que eres un mentiroso y un tramposo y que no querías que 
ELLA sepa que también ME tenías esperando! 
—¡Mierda! ¿En serio? ¡Estabas en la maldita habitación de otro tipo, 
desnudándote para él! ¿Tratabas de volverme loco? —De repente, el intenso 
dolor en sus ojos es real. El dolor en su voz es real, tan real que agrieta mi 
pecho como un cristal—. ¿Realmente tenías la intención de llegar hasta el 
final? ¿Honestamente ibas a dejar a ese hijo de puta estar dentro de ti? —
pregunta, cada palabra como un cristal afilado dentro de mí. 
—¡SÍ! —grito. 
Se estremece como si estuviera rompiéndose, y empiezo a sollozar de 
verdad. 
Me libera como si necesitara un poco de distancia, su voz temblando con 
algo más que ira. Es dolor, y eso me destroza. —¿Crees que puedes follar a 
alguien para reemplazarme? ¿Crees que te hará sentir de la misma forma que 
yo? ¿No soy nada especial para ti, Melanie? ¿Te enamoras de todos los idiotas 
con los que sales? 
Una lágrima cae por mi mejilla. 
Golpea con una mano la ventana y maldice. —A la mierda esto. 
—Duele —sollozo, hablando sola mientras bajo mis manos—. ¡Me 
lastimas como nunca nadie me ha lastimado, Greyson! No puedo dejar de 
pensar en eso. ¿La llamas princesa? ¿Pasas los días de la semana con ella y 
tus fines de semana conmigo? 
Se queda en silencio, mirando por la ventana, con los hombros tensos. —
No llamo princesa a nadie más. No paso el tiempo con ninguna mujer excepto 
tú. Demonios, trabajo todos los días de la semana, solo así puedo venir 
a casa contigo. 
—¿Entonces por qué estás aquí con ella? No soy buena con las segundas 
oportunidades, ¡lo sabes! ¡Pero te he dado cada jodida oportunidad que has 
querido! —grito. 
—Ella no es nada. —Toma mi cara con su mano libre, siseando entre 
dientes—. No es más que un contacto de trabajo. Tú lo eres todo, has sido todo 
desde el momento en que te vi animando por Riptide. No me viste, tú no me 
viste, Melanie, pero te he visto más de una vez desde… tú lo eres todo. ¿Puedes 
decir lo mismo de mí? ¿Puedes decir lo mismo de él, que no es nada? 
Lo miro fijamente por un momento. —Él no es nada, es un amigo, te lo 
juro. Era un amigo de follar a veces cuando iba a ver a Brooke, ¡no significa 
nada! 
 
ág
in
a1
80
Mira fijamente sus manos. —Pero te tocó. 
De repente no puedo dejar de tocar mis pechos. Mucho más pequeños 
que los de la pelirroja. —¿Quién era ella? ¿Cómo se llama? ¿Cómo la conoces? 
Se frota la cara con ambas manos. —Solo un contacto de negocios. Ella 
consigue lo sucio de los hombres con los que tengo que negociar. Nunca he 
tenido una relación con ella. He follado con miles de mujeres, pero no ha sido 
una de ellas. Tú has sido la única durante semanas. —Levanta la mirada y 
maldice, y limpio mis lágrimas. 
Veo su cara y recuerdo la forma en que le sonrió y mi estómago se tuerce 
con los celos. —Quería arrancarle su maldito cabello. 
—Yo quiero sacarle a él los intestinos —Me agarra por los hombros—. 
¿Qué parte de que tú eres mi chica no entiendes? 
—Me niego a ser tuya si no vas a ser mío. Si follas por ahí voy a follar por 
ahí, ¡ojo por ojo! 
—Deja de ser una borracha terca y escúchame. No te estoy engañando, 
pero tú sí. 
Me quedo callada. 
—¿Lo hacías? 
—Tú y yo terminamos en el momento en que caminaste a mi lado y me di 
cuenta que todo este tiempo me has estado mintiendo —lloriqueo. 
—Ven aquí —dice ásperamente. 
—¿Por qué? 
Cuando estoy un poco más cerca, abre sus brazos, y mis ojos se 
empañan más cuando pienso como explicarle que Riley sabe de mi secreto. —
Lo siento jodidamente, Melanie —dice. 
Me jala hacia su pecho y la familiaridad de su abrazo y la comodidad que 
siento en sus brazos abren inesperadamente mis compuertas. 
—También lo siento, Grey —lloro. 
Empiezo a sollozar más a medida que presiona un beso muy firme, casi 
desesperado en la coronilla de mi cabeza, me aprieta con casi suficiente fuerza 
para romperme y dice—: Todo va a estar bien. Nunca tendrás que correr a otro 
hombre de nuevo porque voy a estar aquí. Justo aquí para ti, si todavía me 
quieres después de que diga lo que tengo que decirte. 
Trato de limpiar mi cara y mirarlo a los ojos. —Me hiciste sentir indigna, 
Grey. Como si me estuvieras ocultando. No sé quién eres, tus padres, tu 
familia, no sé nada de ti. Por favor, me gustaría saber de ti. ¿No ves que quiero 
conocerte? —sollozo. 
 
ág
in
a1
81
Sus ojos parecen embrujados cuando me miran. —Te escondo para 
protegerte, porque tú eres mi princesa. —Me acaricia la nariz—.Te diré acerca 
de mí. Solo déjame disfrutar de la forma en que esos ojos me miran un poco 
más de tiempo. 
Besa mis párpados mojados casi con desesperación, como si lo que 
tuviera que decirme fuera malo, muy malo, y como si pensara que no voy a ser 
capaz de quedarme después de que lo escuche. 
Lloro más fuerte. Estoy acostumbrada a su toque. Su toque es único, 
delicioso, y lo he sentido durante ocho semanas, pero sabía que un día iba a 
romperme. 
 
 
ág
in
a1
82
Perdida 
 
Traducido por Valentine Rose 
Corregido por Paltonika 
 
Greyson 
Melanie rodea mi cintura con ambas manos y entierra su rostro en mi 
camisa, mientras me quito los guantes y los guardo en el bolsillo para así poder 
pasar mis pulgares por sus mejillas y limpiar sus lágrimas. 
Paz. 
Es la mujer más preocupada que conozco, pero me da paz. Las cosas 
fueron perfectamente planeadas. 
Melanie se encontraba en Seattle. Yo estaba aquí, en Denver, reuniendo 
las pruebas de mi penúltima marca. Entraría a robar a su casa durante la 
media noche, chantajearlo y acosarlo por pago, así que, para mañana, sería 
capaz de volver con ella. 
Pero hace unas horas, Derek me envió un mensaje diciéndome que ella 
estaba en el aeropuerto. Para el momento que el maldito inútil se estacionó, ya 
se había registrado, y la perdió cuando pasó por seguridad. Le grité que 
comprara un maldito boleto, lograra pasar seguridad y la encontrara. Compró 
el boleto, pero falló en lo otro. Así que le pedí a C.C. que hiciera la búsqueda de 
vuelos mientras terminaba la maldita cita con Tina y ordenaba las cosas. 
Pero no. Melanie terminó aquí, en el maldito restaurante, a la misma 
hora que estaba con Tina Glass, y me vio. No podía permitirme que una 
criminal como Tina Glass se enterara de nosotros, de lo contrario, Melanie 
sería expuesta al mundo de Cero, y sería vulnerable. 
Dios, ¿pero el dolor en sus ojos? Si eso no era lo suficiente para llevarme 
a las rodillas, casi lo fue cuando la vi en la habitación de ese imbécil. 
 
ág
in
a1
83
No puedes lastimar a una mujer como Melanie y esperar que no 
reaccione. No puedes esperar que no intente quitar el dolor, así es la chica feliz 
que todos conocen. 
Tuve miedo de haberla perdido. 
Temía de la determinación en sus ojos cuando la puerta de esa 
habitación se abrió y la vi. 
Y vi el dolor en sus ojos. 
Y me sentí enfadado, tan malditamente enfadado, pero la emoción más 
fascinante, sorpresiva e irritante dentro de mí, fue el miedo. 
Miedo de nunca más volver a probar aquellos labios, nunca sentir 
aquellos ojos en mí, nunca jugar estúpidos juegos con ella… los únicos 
momentos que me sentía bien eran con ella. Bien al no matar, no chantajear y 
hacer las cosas para las que fui instruido. Simplemente bien. 
Se mueve ahora, y el fuego en mis venas hierve y se esparce cuando el 
cabello roza contra mi cuello. Las curvas de su cuerpo encajan perfectamente 
contra el mío. Está sentada en mi muslo, y su cadera está contra mi polla. 
Cuando se mueve, gruño suavemente en la coronilla de su cabello, mis 
músculos tensos. La lava me invade ante la simple sensación de su cuerpo. 
Quiero follarla tan duro, castigarla por pensar que cualquier otro 
bastardo lo haría. 
Su cabello es un desastre, como si hubiera salido de la cama de ese 
bastardo, pero nunca estará satisfecha hasta que salga de la mía. 
Sus ojos están vidriosos, con lágrimas por mí. 
Cada musculo de mi cuerpo se tensa, aparto el cabello y beso el hueco de 
su oreja. —Quiero saborear tu piel desnuda con mucha, mucha desesperación 
—murmuro. 
Tira mi camiseta de la pretina de mis vaqueros y pasa su mano bajo ésta, 
sobre mi corazón, tocando el aro de mi pezón. Permanecemos así, sus ojos 
cerrados, la mejilla en mi pecho, su cercanía encendiéndome por dentro. 
Inclino la cabeza y aguanta la respiración, como si hubiera estado 
rezando para que hiciera esto, y levanta la cabeza para así poder besarnos. 
Suavemente, nuestros labios se encuentran. Ahí está la dureza en mi polla, el 
rápido pulso en mis latidos, su sabor en mi lengua. Mi hambre se sale de 
control cuando la beso más lento, salvaje y profundamente. 
Cada movimiento repetitivo de su lengua hace que me descontrole, el 
fundamental tirón entre nosotros se estira y se tensa. 
Se aleja y la miro, absorto ante la sensación de ella cuando lentamente 
levanta los ojos a los míos, profundamente verdes, y siento como si mi pecho se 
abriera y estuviera apretando mi corazón con aquellas delicadas manos 
blancas. Siento más por ella de lo que nunca sentí por nadie en mi vida. Nunca 
 
ág
in
a1
84
creí que podría ser capaz. Perdí algo que amaba siendo aún muy joven. 
Construí una fortaleza a mi alrededor, y ha estado ahí, sin permitirle a nadie 
una verdadera y cruda emoción de mi parte. 
Pero lo que siento por ella… 
Nadie tiene el poder de lastimarme como el que tiene ahora. Desde que 
mi madre se fue, nada ha sido realmente importante para mí. Nunca me 
permití preocuparme por algo o por alguien. No por mi padre, mi tío o mi 
hermano. 
Ahora, una pequeña chica cuyo padre la llama saltamontes tiene el poder 
de quebrarme en dos; a mí, un maldito criminal, la mayor parte de su vida. Y si 
cualquiera de mis enemigos supiera, la usarían para desarmar a Cero en un 
latido. 
Y ahora estamos más allá de que se quede por más tiempo en la 
oscuridad. Necesito saber si es a mí a quien ama, o a la idea de mí. 
Te abandonará. Despreciará. Rechazará. 
Ya estoy en duelo por su pérdida mientras su mano vaga por el cierre de 
mis vaqueros, y el más mínimo toque de sus dedos me endurece al tiempo que 
mi pecho palpita con la pérdida. 
Ya está jodidamente perdida para mí. 
Gruño, cierro los ojos y lucho con mi propia urgencia de reclamarla aquí 
y ahora; en cambio detengo su exploradora mano y la beso. Quiero bajar mi 
mano por su falda, hacer a un lado la braga y deslizar un dedo. Ya está 
jadeando fuerte y aferrándose a mi nuevo, su cabeza cayendo con placer contra 
mi hombro. Pero está ebria y estoy enfadado, y celoso y quiero más de su 
cuerpo. Quiero su jodida alma, y quiero que me la dé sabiendo quién soy. 
Maldito idiota, no lo hará. 
Gruñendo con dolor, me inclinó a su boca y me besa fuerte. 
Murmura mi nombre, y me escucho susurrar que era un ángel en la 
lluvia… la única mujer con la que he pasado la noche, que he llevado a casa, 
que la he seguido sólo para verla… 
Una nueva lágrima se desliza por su mejilla, pero soy el único deshecho 
aquí. Lo que me impacta es la ternura en la manera que se acurruca a mí 
incluso cuando está llorando. 
Presiono un beso en la cima de su cabeza y parece que no puedo dejar de 
presionar besos en su cabello, mi propio auto desprecio creciendo cada 
segundo. 
Sólo una marca más ahora. Tengo la evidencia para hundirlo. Y luego 
sólo necesito susurrar en su oído que me dé el maldito collar que le di, porque 
le daré otro, uno mejor, y que este se haga cargo de todo. 
 
ág
in
a1
85
Tendré el control en Undergroud. Seré más inteligente, más organizado, 
me aseguraré que mi madre esté a salvo, y en cuanto a Melanie… 
Golpeo el techo del auto y baja la ventana que nos separa de Derek. —Ve 
a buscar a su amiga, a la chica feliz —digo con sarcasmo. 
Murmurando algún tipo de protesta entre dientes, sacude la cabeza. —
No te vayas. He estado soñando contigo. 
—Y llama a uno de los chicos —le digo a Derek—. Necesitaré que te 
quedes con la princesa mientras alguien me lleva al aeropuerto. —Subo la 
partición que nos separa de Derek y gruño—: No digas eso ahora —susurro. 
Agarra mi mano y la lleva a sus tetas. —Cuando te veo, mis pechos 
duelen. 
Dios. Está malditamente ebria. —Cuando estés sobria, voy a decirte una 
mierda que no te gustará —susurro una ronca advertencia—. No digas nada 
ahora. 
—Greyson… 
—Te diré algo acerca de mí, pero no quiero que intentes arreglarme. No 
puedo ser arreglado. Tampoco necesitas aceptar quién soy o decirme que 
quieres irte, y te doy mi palabra que te

Mais conteúdos dessa disciplina