Prévia do material em texto
ág in a1 ág in a2 Esta traducción fue hecha sin fines de lucro. Es una traducción de fans para fans. Si el libro llega a tu país, apoya al escritor comprando su libro. También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales y ayudándolo a promocionar su libro. ¡Disfruta de la lectura! ág in a3 Los autores (as) y editoriales también están en Wattpad. Las editoriales y ciertas autoras tienen demandados a usuarios que suben sus libros, ya que Wattpad es una página para subir tus propias historias. Al subir libros de un autor, se toma como plagio. Ciertas autoras han descubierto que traducimos sus libros porque están subidos a Wattpad, pidiendo en sus páginas de Facebook y grupos de fans las direcciones de los blogs de descarga, grupos y foros. ¡No subas nuestras traducciones a Wattpad! Es un gran problema que enfrentan y luchan todos los foros de traducciones. Más libros saldrán si se deja de invertir tiempo en este problema. No continúes con ello, de lo contrario: ¡Te quedarás sin Wattpad, sin foros de traducción y sin sitios de descargas! ág in a4 Moni Julyerr Vani Diana Mary Mel Rowe Diss Hersig Julie Nikky Annabelle ElyCasdel Jasiel Odair Adriana Tate NnancyC Miry GPE Val_17 Niki Aimetz Volkov Anty Jadasa Youngblood Dannygonzal Mire Michelle♡ vals<3 Alex Phai Valentine Rose DiaNaZ Fany Keaton Sofia Belikov Geraluh Alexa Colton Laura Delilah Nelshia Daniela Agrafojo ♥...Luisa...♥ becky_abc2 Sahara Aimetz Volkov AriannysG Daliam Esperanza Val_17 Key Vane Farrow Laurita PI Niki Lucinda Maddox Mire Valentine Rose Amelie Vane Hearts Daniela Agrafojo Paltonika GypsiPochi Jasiel Odair Victoria Sammy ElyCasdel Miry GPE Vane Farrow Fany Keaton ág in a5 Sinopsis Capítulo 1 Capítulo 2 Capítulo 3 Capítulo 4 Capítulo 5 Capítulo 6 Capítulo 7 Capítulo 8 Capítulo 9 Capítulo 10 Capítulo 11 Capítulo 12 Capítulo 13 Capítulo 14 Capítulo 15 Capítulo 16 Capítulo 17 Capítulo 18 Capítulo 19 Capítulo 20 Capítulo 21 Capítulo 22 Capítulo 23 Capítulo 24 Capítulo 25 Capítulo 26 Capítulo 27 Ripped Sobre el autor ág in a6 Él no es bueno para ella. Ella odia que él pueda tener razón. Brook Dumas encontró a Remington Tate en REAL, y ahora es el turno de su mejor amiga Melanie de encontrar al hombre que haga a su corazón cantar. Después de años de buscar, una noche en la lluvia, el fuerte y misterioso Greyson King viene a su rescate. Es atrevido, y tal vez justo el amante, amigo y protector que había estado buscando. Cuando hacen el amor, él dice su nombre como si significara algo. Como si ella significara algo, y eso es todo lo que ella siempre ha querido. Él desaparece por días sin decir una palabra, y cuando está alrededor, dice que la lastimará. Pero cuando está lejos, su corazón duele más. Entonces Melanie descubre el oscuro mundo que él ha estado determinado en mantener oculto, y sospecha que sus primeros encuentros al azar pudieron no haber sido al azar después de todo. Atrapada en una caída libre de emociones, Melanie no tiene a nadie que la atrape más que el hombre del que debería huir... Pero, ¿qué haces cuando tu Príncipe Encantador se ha convertido en un Villano? Real, #4 ág in a7 sustantivo Una persona sin principios; una persona, especialmente un hombre, que no es lo que parece. Un sinvergüenza. verbo Engañar Destruir Actuar como un canalla adjetivo No pertenecer, un hombre que no pertenece. Renegado, savaje, e impredecible, uno que se desvía de la norma; ejemplo, un policía sin escrúpulos. O tal vez incluso un príncipe encantador canalla... ág in a8 Cero Traducido por Julieyrr Corregido por Sahara Greyson Tengo mi polla enterrada profundamente dentro del coño de una mujer maullando cuando me doy cuenta por primera vez del clic en mi puerta delantera. Salgo de ella y agarro un puñado de sábanas, tirándoselas y gime en protesta por ya no tener mi polla. —Cúbrete, dulzura, tienes tres segundos… Dos. Uno. El primero en materializarse en mi puerta es Derek. —Tu padre te quiere. —Al lado de él está mi idiota medio hermano, Wyatt, y no se ve muy contento de verme. ¿Qué puedo decir? Es mutuo. Me pongo mis pantalones. —¿Los envió a los dos? —pregunto, casi riendo—. Si fuera una chica, supongo que este sería el momento en que mis sentimientos son heridos. Los hombres entran en la habitación, registrando el territorio con gestos rápidos en sus ojos. No me ven llegar. En menos de un segundo, tengo a Derek inmovilizado contra la pared y a Wyatt en una llave al cuello. Los dirijo hasta la puerta mientras observo el resto de los hombres entrar. Siete de ellos, además de los dos retorciéndose en mi agarre. La escuadra de nueve miembros que compone el Underground dirigido por mi padre, cada hombre aquí con un nivel diferente de habilidades. Ninguno, ni uno solo de ellos, tan hábil como yo. —Sabes muy bien que, si esto te involucra, sería una misión de nueve hombres —dice Eric Slater, el hermano de mi padre y su mano derecha, mientras pasa al interior. Eric es severo, silencioso y peligroso. Es mi tío y lo más parecido a un tío que tuve mientras crecía. Me enseñó a vivir entre la privada y pequeña mafia de mi padre, no, no a vivir. Me enseñó a sobrevivir. A tomar mis circunstancias y prosperar. Gracias a él, crecí más inteligente, más ág in a9 fuerte, más mezquino. Aprendí todo lo que había que aprender, multiplicado a la milmillonésima potencia. El poder es matar o morir. No importa si usarás la habilidad, es un seguro. ¿Escuchaste alguna vez sobre seguros, chico? Las personas que tienen seguro rara vez los utilizan. Son quienes no tienen una mierda los que terminan necesitándolo. ¿Ves esa flecha? Úsala. ¿Ves ese cuchillo? Manéjalo, lánzalo, aprende cómo utilizar la menor cantidad de esfuerzo para hacer la mayor cantidad de daños… Tengo todo tipo de seguros. Toda mi mente es un ordenador programado para pensar lo peor de una situación, todo en menos de un segundo. En este momento, sé que es un hecho que todos estos hombres están armados. Algunos llevan dos armas, bajo sus calcetines, en la parte baja de sus espaldas o en las solapas delanteras de sus chaquetas. Eric mira mis ojos escanear todos y cada uno de ellos, sonríe, claramente orgulloso de mí. Abre su chaqueta y ve la pistola en su cadera. —¿Quieres tocar mi pieza? Aquí tienes, Grey. —La saca y la extiende, el cañón en su mano. Dejo ir a los dos hombres de mis manos cuando siento que Wyatt está a segundos de perder el conocimiento. Los empujo hacia atrás, luego con un empujón los envío a estrellarse contra la pared. —Me importa una mierda lo que quiera decirme —declaro. Eric ve alrededor de mi dormitorio. Mi apartamento está perfectamente limpio. No hago desastre. Tengo una reputación y me gusta escuchar cuando un alfiler cae… la razón por la que escuché a estos idiotas entrar en mi estudio en primer lugar. —¿Todavía follando a esas putas? Con esa jodida cara, puedes conseguirte una diosa, Grey. Observa la mujer en mi cama. No es una obra maestra, es cierto, pero se ve muy bien apretada contra el colchón con su culo al aire, y no espera absolutamente nada de mí, excepto dinero. Dinero que puedo darle. Dinero y polla, ambos de los cuales tengo en abundancia. Agarro el vestido en el suelo y lo tiro hacia la puta. —Es hora de salir y volver a casa, cariño. —Entonces hacia Eric—: Mi respuesta es no. Tomo un par de billetes de una pila en mi mesita de noche y los empujo en la mano extendida de la puta. Hace un gran show de ponerlos en su sujetador y los hombres se apartan para dejarla pasar, algunos de ellos silbando mientras se voltea. Eric se acerca a mí y baja la voz. —Tiene leucemia,Greyson. Tiene que pasarle las riendas a su hijo. —No me veas como si puedo sentir algo de lástima. —Limpió su acto. No más muertes. Todos los negocios son estrictamente financieros ahora. No tenemos más enemigos abiertos. El Underground es una empresa bastante exitosa y quiere pasársela oficialmente a su hijo. ¿Eres lo suficientemente sangre fría para negarle su última petición? ág in a1 0 —Qué puedo decir, su sangre corre por mis venas. —Agarro una camiseta negra y me la pongo de un tirón, no por modestia, sino para poder comenzar a cargar mis bebés. Mi Glock, una Ka-Bar, dos cuchillos más pequeños, dos estrellas de plata. —Chico… —Da un paso hacia mí y encuentro su único ojo oscuro, no el falso, no lo he visto en varios años. Fue quien me enseñó a usar una .38 especial—. Se está muriendo. —Destaca de manera significativa, curvando su mano sobre mi hombro—. No será largo. Le quedan seis meses, si no menos. —Me sorprende que piense que me importaría. —Tal vez cuando hayas terminado de ser un mujeriego, comenzarás a preocuparte. Nosotros —Señala a los hombres en el cuarto—, queremos que seas quien tome el control. Seremos leales a ti. Cruzo mis brazos y miro a mi medio hermano, Wyatt, “el Whiz”, la mascota de mi padre. —¿En tanto sea su perro faldero y haga lo que él dice? No, gracias. —Seremos fieles a ti —subraya—. Sólo a ti. Sacude su cabeza hacia los chicos. Uno de ellos corta el centro de su palma. Pronto todos lo siguen. Sangre comienza a gotear en mi piso. Eric agacha su cabeza y corta su propia palma. —Estamos comprometiéndonos contigo. —Extiende su mano ensangrentada. —No soy su líder —digo. —Serás nuestro líder cuando te des cuenta de que tu padre finalmente está dispuesto a revelar la ubicación de tu madre. Hielo se propaga a través de mis venas y mi voz se endurece cuando Eric la menciona. —¿Qué sabes de mi madre? —Él sabe dónde está y eso morirá con él si no vienes con nosotros. La morfina lo vuelve delirante. Te necesitamos de vuelta, Greyson. Mi cara no revela nada de la confusión que siento. Mi madre. Lo único bueno que recuerdo. Nunca olvidaré la expresión de su cara cuando maté por primera vez. Justo frente a ella, perdí mi humanidad y dejé que mi madre viera que su hijo se había convertido en un animal. —¿Dónde está? —gruño. —Está volando al lugar de una lucha; tenemos un avión listo para que te reúnas con él allí. Meto cosas en una bolsa de lona negra. Una computadora portátil. Más armas. Cuando tratas con mi padre, no puedes tratar con él de forma correcta. Mi padre me enseñó a ser retorcido. Supongo que aprendí del mejor. Agarro mi cuchillo Leatherman, cortando profundamente en mi palma y la golpeo en la ág in a1 1 mano de Eric, nuestra sangre mezclándose. —Hasta que la encontremos —le susurro. Los otros hombres se acercan y sacudimos nuestras manos. Busco en sus ojos y me aseguro de que encuentren mi mirada. Hay una amenaza en mis ojos y sé que, si me conocen, van a prestarle atención. No importa lo que se habla en palabras, qué actos son cometidos, nunca, jamás apartaré mis ojos de otra persona. La forma en que parpadean a la izquierda o a la derecha, un pequeño parpadeo, me dice más que cuando hackeas la computadora de alguien. Pero lo hago también. No confío en nadie. Mi mano derecha no confía en mi izquierda. Pero mientras el más poderoso de los nueve hombres se encuentra frente a mí, en el que menos confío es en Eric Slater. Da la casualidad que es el único por quien me preocupo más, también. Él y mi amigo C. C. Hamilton, pero C. C. me ha estado visitando, incluso después de que me fui, en secreto ayudándome a rastrear a mi madre. Confío en él tanto como podría confiar en un ser humano. Lo que todavía significa que lo interrogo hasta la mierda cada vez que entra. Nunca puedo estar seguro de si mi padre sabe que se está reuniendo conmigo. Demonios, incluso con el juramento de sangre, tendré que probar todas y cada una de las lealtades de estos hombres antes de que puedan obtener cualquier indicio de confianza de mi parte. Ahora, un viaje en avión más tarde, nos encontramos con mi padre en una habitación cerrada, cableada con cámaras, en el Underground de Los Ángeles. El Underground es nuestro medio de vida. Un lugar donde los luchadores se enfrentan uno contra el otro en cada temporada, dos o tres veces a la semana. Organizamos eventos, vendemos boletos, programamos peleas en almacenes, bares, estacionamientos, donde sea que podamos conseguir gente y una buena oferta. Sólo los boletos nos hacen una fortuna. Pero el juego de lado nos da diez veces más. Esta noche, estamos en un almacén convertido en bar atestado de gente gritando y peleas ruidosas. Solía gustarme la planificación estratégica de los lugares en los que las peleas se llevarían a cabo, qué luchadores se enfrentaría a quién después, pero todo está siendo organizado por el resto del equipo. Todo, desde la organización, a las peleas, a las apuestas. Me dirijo hacia abajo con Eric mientras las peleas están en marcha, mis ojos escaneando la multitud, midiendo el número de espectadores, la ubicación de las cámaras de seguridad, las salidas. ág in a1 2 Accedemos a un pequeño pasillo oscuro y luego nos detenemos en la última puerta antes de que Eric la abra. —¿Tomo tu presencia aquí esta noche como la aceptación de mi oferta? —dice mi padre al momento en que la puerta se abre y entro. Reviso la habitación por las salidas, ventanas, número de personas. Se ríe, pero no es un sonido fuerte. ››Cuando termines de preguntarte si tengo un francotirador alrededor listo para golpearte, tal vez te acercarías. Uno podría pensar que mi sola presencia te ofende. Sonrío con frialdad. Julian Slater es llamado “Slaughter”1 entre sus enemigos; ha sido sospechoso como un hombre que silencia sus problemas de la manera antigua. Incluso débil y en una silla de ruedas, nunca subestimaré el daño que mi padre puede hacer. En un mundo que mide las propias capacidades destructivas, mi padre sería la bomba nuclear y no lo sabrías. El bastardo ya está lanzándome vómito verbal. —Te ves como un toro, Greyson. Apuesto a que aún cambias neumáticos por diversión y lo haces con un par de putas en tu sueño. Daría más de un centavo por saber cuáles son tus pensamientos en este momento, y sabes cuán tacaño puedo ser. Demonios, sabes lo que hago si un solo centavo me es robado. —Lo recuerdo claramente. Siendo yo quien hacia el trabajo sucio por ti. Así que vamos a ahorrarte ese centavo. Estoy pensando ¿por qué esperar a que mueras? Podría romper tu tanque de oxígeno en este momento y encargarme de ti muy bien. —Lentamente, sostengo su mirada con una sonrisa fría, sacando mis guantes de cuero negro del bolsillo de mis pantalones y comenzando a deslizar una mano dentro. Me mira por un momento callado. —Cuando termines de ser irrespetuoso, ve y barre y con todo, Greyson. Uno de los chicos se adelanta con un traje. Calmadamente, deslizo mi mano en mi otro guante de cuero. —Como antes, nadie sabrá tu nombre —comienza mi padre en un tono más suave—. Sabes que puedes tener el dinero y la vida que quieras como mi hijo, de hecho, te demando que vivas como un príncipe. Pero necesito tu cabeza y corazón en esto. El trabajo es lo primero y obtendré tu palabra en eso. —No tengo corazón, pero puedes tener mi cabeza. El trabajo es todo lo que es y todo lo que siempre ha sido. SOY mi trabajo. Silencio. Nos estudiamos el uno al otro. 1 Masacrador en español. ág in a1 3 Puedo ver el respeto en sus ojos, incluso, tal vez, un poco de miedo. Ya no soy un niño de trece años de edad, fácilmente intimidado por él. —Durante los últimos cinco años de tu ausencia, mis clientes… — comienza—, no han visto ninguna debilidad de nuestra parte en el Underground. No podemos perdonar un solo centavo adeudado o vamos a servistos como débiles, y en este momento hay muchas recolecciones que quedan por hacer. —¿Por qué no tienes a tus secuaces haciéndolo? —Porque no hay nadie tan limpio como tú. Ni siquiera los luchadores saben quién eres. Cero rastro. Estás dentro, estás fuera, sin víctimas y una tasa de éxito del cien por ciento. Eric saca la vieja Beretta de mi padre y me la ofrece como un símbolo de paz y cuando la encuentro en mi mano, casi un kilogramo de acero, me encuentro volteándola y apuntando a la frente de mi padre. —¿Qué si en su lugar tomo tu Beretta Storm y te animo a comenzar a decirme dónde está mi madre, primero? Me mira con frialdad. —Cuando termines el trabajo, te revelaré la ubicación de tu madre. Ladeo la pistola en su lugar. —Puedes morir primero, viejo. Estás bien encaminado ya y quiero verla. Mi padre parpadea una mirada a Eric y luego a mí. Me pregunto si Eric realmente será “leal” a mí mientras mi padre se sienta allí, casi como cuando ruegas. —Si muero —comienza mi padre—, su ubicación te será revelada de manera segura en un sobre, ya en un lugar seguro. Pero no voy a revelarte ninguna mierda hasta que me demuestres a través de la recolección de todos los nombres en esta lista que me deben, que eres, incluso después de estos años de estar apartado, leal a mí. Haz eso Greyson, y el Underground es tuyo. Eric se acerca a un cofre cercano y saca una larga lista. —No usaremos tu nombre real —susurra Eric mientras la extiende—. Eres el Enforcer ahora, nuestro Recolector; vas con tu viejo alias. —Cero —dicen casi con reverencia el resto de los hombres en la habitación. Porque tengo cero identidad y dejo cero rastros. Paso a través de los teléfonos móviles como paso por los calcetines. Soy un nada, un número, ni siquiera un humano. —Tal vez ya no respondo a ese alias —murmuro, curvando los dedos dentro de mis guantes de cuero antes de extender y abrir la lista. —Responderás a él porque eres mi hijo. Y quieres verla. Ahora cámbiate y cumple con la lista. ág in a1 4 Exploro los nombres de arriba abajo. —¿Cuarenta y ocho personas para chantajear, asustar, torturar o simplemente robar con el fin de obtener la ubicación de mi madre? —Cuarenta y ocho personas que me deben, que tienen algo que me pertenece, que necesita ser recuperado. Un escalofrío familiar se asienta profundamente en mis huesos mientras agarro el traje de la percha y me dirijo a la puerta, tratando de calcular cuánto tiempo me llevará obtener información pertinente sobre cada uno de estos deudores. Cuántos meses me llevará reunirme con ellos, tratar de negociar de la forma amable, luego de la manera dura. —Oh, e hijo —dice, su voz cobrando fuerza mientras me doy la vuelta—. Bienvenido de vuelta. Le envío una sonrisa helada. Porque no está enfermo. Apostaría esta lista en eso. Pero quiero encontrar a mi madre. La única cosa en mi vida que he amado. Si tengo que matar para encontrarla, lo haré. —Espero que tu muerte sea lenta —le susurro a mi padre, viéndolo a sus ojos fríos color teja—. Lenta y dolorosa. ág in a1 5 Héroe Traducido por Vani & Diana Corregido por Aimetz Volkov Melanie A veces la única manera de detener una fiesta de compasión es una verdadera fiesta. La expectativa zumba en el aire mientras cuerpos calientes se empujan, mi cuerpo tenso entre los otros bailarines. Puedo sentir la diversión que nos rodea girando como torbellino a mis costados, intoxicándome. Mi cuerpo está resbaladizo por bailar, mi sedosa camiseta de color dorada y mi falda a juego aferrándose a mis curvas de una forma que me dice que probablemente debería haber usado sujetador. El roce de la tela húmeda sólo causa que mis pezones empujen la seda y atraigan varios ojos masculinos sagaces en mi dirección. Pero es demasiado tarde ahora, y la multitud está drogada con la música, el baile. Me detuve por aquí esta noche, cuando uno de mis clientes, para quien decoré este pequeño bar-restaurante, invitó a mi jefe y todos los colegas. Dije sólo una bebida, pero he tomado un par extra, y la mitad vacía en mi mano es ahora seriamente la última. Un hombre se acerca. No me pierdo su repentina sonrisa quiero follarte. —¿Quieres bailar conmigo? —¡Ya lo estamos! —digo, moviéndome un poco con él, moviendo mis caderas con más fuerza. El chico envuelve un brazo alrededor de mi cintura y me jala más cerca. —Quiero decir, si quieres bailar conmigo a solas. ¿En algún otro lugar? Lo miro, sintiéndome un poco drogada y mareada. ¿Quiero bailar con él? ág in a1 6 Es lindo. No sexy, pero lindo. Realmente, lindo es imposible, Jose. Pero borracha, lindo es completamente factible. Trato de hallar la respuesta en mi cuerpo. Un cosquilleo. Un deseo. Y nada. Hoy aún me siento... sin esperanza. Sonriendo para aliviar el golpe, me alejo de él, pero se presiona cerca de mi cuerpo y me susurra descaradamente al oído—: Tengo muchas ganas de llevarte a tu casa. —Por supuesto que sí. —Río, rehusando la bebida que ofrece con una sacudida, juguetona, pero firme de mi cabeza. Creo que estoy demasiado borracha ya, y tengo que conducir a casa. Pero no quiero agraviar a un posible cliente, por lo que lo beso en la mejilla y digo—: Pero gracias. —Y me alejo. Me toma por la muñeca, me detiene y me gira, su mirada caliente y lujuriosa. —No. En serio. Quiero llevarte a tu casa. Le doy un repaso. Luce rico y un poco titulado, el tipo que siempre me usa, y de repente me siento aún más desesperanzada, más vulnerable. En menos de un mes, mi mejor amiga se va a casar. El efecto de esa boda en mí no es malo, es peor. Mucho peor de lo que nadie podría haber imaginado. Mis ojos arden, cuando pienso en ello, porque mi mejor amiga, Brooke, tiene todo, el bebé, el adorado esposo, lo que ha sido mi sueño durante tanto tiempo, no puedo recordar haber tenido otro sueño. He aquí un hombre que quiere tener sexo conmigo, y una vez más me siento tentada a caer. Porque siempre caigo. Siempre me pregunto si, tal vez él, es el único para mí. Lo siguiente que sé, es que me despierto a solas con un puñado de condones y sintiéndome más sola que nunca, y me recuerdo una vez más que soy sólo buena para una sola noche. Soy la reina de nadie, la Brooke de nadie. Pero Dios, alguien dígame, ¿cuándo dejare de besar ranas? Nunca, ese es el cuándo. Si deseas el príncipe, tienes que seguir intentándolo hasta que un día te despiertas y eres Brooke, y los ojos de un hombre están brillando sobre ti y sólo por ti. —Mira, te lo he hecho una y mil veces —susurro, triste y sin esperanza sacudiendo la cabeza. El hombre levanta las cejas. —¿De qué estás hablando? —Tú. Te lo he hecho. —Lo señalo, de arriba abajo, su elegante apariencia y vestimenta, el peso de mi tristeza y decepción aplastándome aún más—. Lo he hecho... una y mil veces. Y simplemente no funcionará. —Me vuelvo para salir, pero me atrapa y me da vuelta otra vez. —Rubia, nunca lo has hecho conmigo —replica. Lo miro otra vez, tentada de simplemente a llevarlo a casa y hacernos sentir bien. ág in a1 7 Pero esta tarde, estaba en la casa de mi mejor amiga, donde la atrapé siendo besada profundamente por su chico, un beso bastante largo y caliente; él le murmuraba cosas sexys todo el tiempo, diciéndole que la amaba con una voz que sonaba profunda y tierna, y quise llorar. Mis entrañas están todavía cálidas y sensibles con el recuerdo, y ni siquiera bailar toda una noche ha tenido éxito en hacerme olvidar lo verdaderamente sin amor que me siento. Después de ver la forma en que mi mejor amiga es besada, realmente besada, y después de saber que tendrá menos tiempo para mí ahora que tiene otras prioridades en su nueva y hermosa familia, estoy empezando a sentir más que nunca, que nunca encontraré la clase de amor que ellos tienen. Ella siempre fue responsable, siempre una buena chica, pero yo soy... yo. La divertida. La aventura de una noche.—Vamos, rubia —insta en mi oído, sintiendo mi indecisión. Suspiro y me volteo. Me jala más cerca, y me mira a la boca como si me fuera a convencer con un beso. Soy una tocadora. Brooke me llama su bicho de amor. Me encanta la cercanía, el contacto, lo anhelo como anhelo el aire. Pero nunca siento realmente el toque de un hombre llegar más allá de mi piel. Sin embargo, siempre estoy tentada porque sigo pensando que EL ÚNICO está a la vuelta de la esquina y no puedo dejar de probar. Inclinándome y luchando contra la tentación de besar a una rana más, busco el último gramo de convicción y le digo otra vez—: No. En serio. Gracias. Me voy a casa. —Estoy metiendo mi cartera bajo el brazo, preparándome para irme, cuando un ruido sordo hace que las ventanas tintadas de la pared resuenen. Las puertas se abren y un par entra, empapados, la mujer agitando el pelo suelto húmedo, riendo. —Oh dios mío —chillo, mi estómago desplomándose cuando me doy cuenta que está jodidamente lloviendo. Corro hacia la puerta cuando un hombre agarra el mango con una mano enguantada de negro y cortésmente la abre para mí. Casi me tropiezo y agarra mi codo para sostenerme. —Con cuidado —dice en voz baja, mientras me estabiliza en mis pies, y parpadeo desesperadamente a través de la calle al Mustang azul claro. Todo lo que tengo a mi nombre. Todo lo que tengo para vender porque necesito desesperadamente el dinero y ¿quién lo va a querer ahora? Es un convertible y un poco viejo, pero es tan lindo como único, con asientos blancos en el interior que coinciden con la capota. Pero ahora está fuera en esta lluvia, con su capota abajo, convirtiéndose en mi propio Titanic con ruedas. Toda mi vida se hunde justo con él. ág in a1 8 —Supongo por esa mirada de cachorro triste en tu cara que ese es tu coche —dice esa voz baja. Sin poder hacer nada asiento y levanto mis ojos al desconocido. Un relámpago atraviesa la distancia, iluminando sus rasgos. Y no puedo hablar. O pensar. O respirar. Sus ojos me sostienen y no los dejaré ir. Miro en sus profundidades mientras que también registro que su rostro es impresionante. Mandíbula dura, pómulos altos, frente fuerte. Su nariz es clásica, elegante, y por debajo sus labios están llenos y curvados, firmes y... Dios, es comestible. Su cabello oscuro se voltea juguetonamente en el viento. Es alto y ancho de hombros y está vestido con pantalones oscuros y un jersey de cuello negro que le da un aspecto elegante y peligroso. Pero sus ojos. Son de un color indescifrable, pero no es el color, es la mirada, el brillo increíble. Enmarcados con gruesas pestañas negras, sus ojos brillan tanto como las luces más brillantes que he visto nunca. A medida que evalúa en silencio mis rasgos, sus ojos entrecerrados se sienten tan poderosos como los Rayos X, y parecen brillantes sobre todo porque yo, yo, de alguna manera he hecho algo para divertir a este hombre, este... mierda, no tengo nombre para él. Excepto Eros. Cupido mismo. Dios del amor. En carne y hueso. Solía pensar que Cupido utilizaba una flecha, pero no me siento como si hubiera sido atravesada por una flecha. Me siento como si hubiera sido golpeada. Por un cohete. Mientras sigo aquí de pie, quedando anonadada por los más de un metro ochenta de sensualidad, agarra las llaves de mi mano con una mano enguantada y pone la otra en mi cadera para sostenerme en el lugar. Y lo siento. Siento el toque correr bajo mis caderas, anudando mi estómago, pulsando en mi sexo, directamente debajo de mis muslos, curvando los dedos de mi pie. —Quédate aquí —dice a mi oído, entonces levanta el cuello de su campera hasta que se convierte en una capucha, y corre a través de la calle. Lo veo dirigirse a donde mi coche se está empapando. El viento azota por las calles con tanta fuerza, que tengo que utilizar las dos manos para tratar de aplanar mi falda para que no se vuele hasta mi cintura. —¡Levanta la capota! —Me obligo a gritar a través de la lluvia torrencial, de repente determinada mientras salva mi coche. —¡Yo me encargo, princesa! —Salta en el asiento delantero, enciende el coche, y la capota empieza a subir hasta que... ya no. Se queda atascada. ág in a1 9 Después de un chillido de protesta, el hijo de puta se inicia de vuelta hacia abajo. —Mierda, ¡Joder! —Me apresuro a la calle y de repente las gotas de lluvia me bombardean como pequeñas balas de cañón, mojándome en un segundo. Juro que les quiero gritar ¡Jódete! Mi coche, la única cosa en mi vida que no ha sido una mierda, se arruinó y quiero gritar. —¿Me estás tomando el pelo? ¡Ve bajo el techo! —El hombre salta y luego se quita el jersey en un rápido movimiento. Extiende el material por encima de mi cabeza, usándolo para protegerme de la lluvia mientras me lleva al pequeño toldo sobre la entrada del edificio. —¡No! Te ayudaré. ¡Mi precioso coche! —Lloro y empujo a su pecho, tratando de conseguir que retroceda, pero es una cabeza más alto y está construido de acero. —Yo me encargo de tu coche —promete. Me entrega su abrigo empapado y añade—: Sostén esto. —Antes que vuelva a correr. Lleva una camiseta blanca de cuello redondo, y se aferra a su torso esculpido mientras intenta tirar la capota de mi coche en forma manual. Las gotas de lluvia escurren por sus brazos desnudos, el algodón empapado de su camisa pegado en su pecho, revelando todos los músculos que existen. Mierda. Es magnífico, fuera de serie; simplemente me rompió el Radar de Hombres Calientes. No puedo apartar mis ojos de cada centímetro de su cuerpo o la forma en que se mueve. Un trueno sacuda la ciudad de nuevo cuando finalmente engancha la capucha de mi coche y me señala para que me acerque. Abre la puerta de mi coche desde el interior, y me apresuro en el asiento del pasajero y la cierro detrás de mí. Mis ropas frías y empapadas, se aferran a mi piel, mientras se sienta detrás del volante, viéndose grande y varonil, y de repente estamos cómodamente instalados en el pequeño, casi apretado interior de mi coche. Los asientos están inundados con agua, y cuando me muevo para mirarlo un poco, me escucho emitir un chapoteo que hace que mis mejillas ardan en vergüenza. —No puedo creer esto —susurro—. Mi mejor amiga me dice que soy la única idiota con un convertible en Seattle. Sus ojos se abren con diversión. —Me gusta tu coche. —Alcanza el tablero de instrumentos, y la mano que corre sobre esto, está cubierta en un elegante guante de piel de cordero que hace que mi piel cosquillee con piel de gallina. Mueve su gran torso en mi dirección con una sonrisa irresistiblemente devastadora—. Todo lo mojado se seca; no te preocupes, princesa. Casi no puedo soportar la forma en que dice mojado. ág in a2 0 O la forma en que una gota de lluvia se aferra a sus pestañas oscuras. Agua cae de sus bronceados y musculosos brazos. Su cabello está peinado hacia atrás, mejorando la cara hermosa que tiene. He visto obras de arte y hombres hermosos, edificios hermosos y habitaciones hermosas, pero en este momento mientras me mira, no recuerdo haber visto algo como él. Es un diez. Nunca, nunca he dado con un diez. Y la forma en que me mira... He visto esa mirada antes. La mirada que Remington Tate le da a Brooke. Esa mirada. Me la está dando a mí y me estoy muriendo por dentro. ¿Puedo morir por una mirada? Y si solo una mirada puede matarme, entonces, ¿qué haría con un solo toque? —Entonces —dice en voz baja, con su voz matizada. Espera un poco antes de hablar de nuevo, y me sorprende que todavía solo ve mi cara, no mi pecho mojado, no mis piernas desnudas, está mirando nada más que mis ojos mientras acaricia distraídamente en círculo mi volante—. ¿Quieres ir a un lugar conmigo? —pregunta, luego, extiende su mano con el guante negro mojado para colocar mi pelo detrás de mi oreja. Lo que siento va más allá de la lujuria, casi no puedo responder. Tiemblo. —Sí —digo, mareadade deseo. Me da una sonrisa que acelera mi pulso, con la mano persistente en mi rostro por un segundo más, y luego cambia mi coche a en marcha y nos empuja a las calles lluviosas. El aire entre nosotros crepita en el silencio. El único sonido audible fuera es la lluvia y el trueno. El interior del coche está dominado por su respiración. Sus respiraciones son profundas y lentas, pero las mías son rápidas y nerviosas. Huele... como un bosque húmedo. Con un toque de cuero. Sus ojos están en el camino, pero estoy consciente de su presencia. La forma en que su pecho se expande en su camiseta mojada. Su perfil está en las sombras y las luces de la ciudad titilan en su rostro a medida que pasamos. Sus vaqueros mojados se aferran a sus muslos duros. Creo que los dos sabemos que vamos a hacerlo. Vamos a tener nuestras manos uno encima del otro en cuestión de minutos, y el conocimiento está causando estragos en mi cerebro. Me siento como un diablito del sexo que acaba de salir. Tengo una cosa por los pezones de hombre y sus pezones están sobresaliendo deliciosamente en esa camiseta blanca y sus vaqueros son... Dios, sus pantalones están estirados al punto de la ruptura. Me desea. Quiere hacerlo conmigo. Este increíblemente hermoso hombre que me vuelve bizca con el deseo. —¿Siempre eres tan callada? —pregunta en una voz extrañamente ronca, y lanzo mis ojos a su cara; esa sonrisa en su rostro realmente me llega. —Tengo m-mu-cho-cho-cho f-frío. ág in a2 1 Señala a un hotel que sé que es caro, incluso para comer en él, pero no parece importarle mientras va camino a la entrada. —Parece que es el lugar más cercano donde podemos secarnos. —Sí, es perfecto —digo, con demasiada ansiedad. Me gustan las cosas perfectas, las cosas bellas, cosas que son muy animadas y divertidas. ¿Mis padres como pareja? Perfecto. Por lo general soy la imagen perfecta de mí misma. ¿Pero esta noche? Deslizo una mano por mi cabello mientras cruzamos el vestíbulo y no puedo imaginar cómo me veo. Rata mojada parece una buena apuesta. ¿Por qué, porqué, por qué me veo como una mierda en este momento? Mientras pide llaves de la habitación en la recepción, examino su trasero en sus pantalones vaqueros, el ajuste de su ropa, y me parece que no puedo acallar los pálpitos. Mientras chapoteo mi camino en el ascensor junto con un montón de personas, me froto los brazos y trato de evitar que mis dientes castañeen. Me sonríe a través de una pareja, y su sonrisa enciende una chispa de malicia en mí y le devuelvo la sonrisa. Lo sigo a la habitación y luego al enorme cuarto de baño de mármol. Toma el abrigo de mi mano y lo cuelga a un lado, entonces, sin previo aviso, extiende una mano a su camiseta y se la quita con un tirón que hace que todos sus músculos ondulen. —Quítate los zapatos —murmura. Me descalzo de ellos y los pateo a un lado. Cuando me enderezo, mi aliento casi me ahoga cuando veo su pecho desnudo. Brazos musculosos, cada músculo posible marcado. Hay una delgada línea de cabello que viaja bajo su ombligo en la cintura de sus pantalones vaqueros. Abdominales rasgados, garganta gruesa, y esos labios, labios hermosos y para besar. Dios. Tiene una cicatriz, una grande en el lado izquierdo de las costillas, y una oleada de solidaridad me recorre, entonces me doy cuenta que me está desnudando. Mi pulso salta en entusiasmo y mis pezones se endurecen. —¿Qué hace una chica como tú en un lugar como este? —pregunta con las cejas fruncidas sobre sus ojos, y me pongo a temblar cuando despega mi camisa. En un impulso toco la cicatriz en su pecho con mi dedo. —¿Qué te pasó? Abre la cremallera de mi falda y mientras tira hacia abajo, se inclina y toma mi oreja entre sus dientes y da un tirón juguetón. —Sabes que la curiosidad mató al gato, ¿verdad, pequeña gatita? —murmura en mi oído, instando a mis brazos arriba para que pueda tirar de mi camisa. Sonrío borracha y abro la boca para responder, pero me besa. Me toma por sorpresa y me agarro de sus hombros para sostenerme, sorprendida por mi propia respuesta a su caliente, sedosa, y salvaje boca. Mi propia hambre se desata en un torrente. Sus labios abren los míos, con hambre. Entierro mis ág in a2 2 manos en su cabello mojado para que no deje de besarme, y muevo mis caderas mientras su lengua empuja dentro. Escalofríos de deseo me recorren mientras se inclina sobre mí, comiéndome con su boca cuando mi cabeza cae hacia atrás y un ruido de placer sale de mi garganta. Me estremezco al tiempo que le ruego que por favor toque mis pezones. —Estás borracha —susurra mientras me mira sólo en mi ropa interior, sus ojos salvajes por el calor cuando mis pezones casi pinchan el aire. —Sólo mareada —susurro, casi un gemido—. Por favor, no te detengas, anhelo todo. Con una notable mandíbula tensa, levanta la mano y siento su mano enguantada pasar a través de mi cabello… entonces me mira, sus ojos destellando cuando parece recordar que está usando guantes. Se los quita, uno por uno. —¿Estás segura? —dice. Un escalofrío me recorre cuando veo sus manos. Fuertes, grandes, bronceadas. Oh Dios. De repente siento esas manos en mi cintura y me levanta hasta la losa de mármol, lo que facilita su cuerpo entre mis piernas. — ¿Segura? —insiste. Me mira fijamente y comienza a pellizcar mis pezones, casi puedo ver la rigidez de su auto-control, si digo que no, se detendrá, pero asiento, entonces gime y aprieta mis pezones en la forma más deliciosa mientras se inclina, enlazando sus labios con los míos, esta vez más duro. Súper duro. Hundiendo, enredando, fuerte y hambrientamente su lengua alrededor de la mía, chispas de placer se disparan desde mis pezones a mis pies, de mi boca a mi sexo. La losa de mármol, la habitación, el hotel, todo desaparece hasta que son solamente calientes, potentes y húmedos labios moviéndose con los míos. Saboreándome. Sus manos acariciando mis pechos, desplazándose por mis costados. Mis pensamientos giran, su beso y tacto despertando mi pasión como nunca antes. Mis manos presionando su pecho húmedo y cuando toco el metal de un piercing en su pezón izquierdo, casi muero. —Oh Dios —jadeo, la intensidad es abrumadora como el dolor de mi trasero por el frío del mármol—. Llévame a la cama. Me carga hasta la habitación, tirándome en la cama como si lo tomara en serio. Flexiona las manos a sus costados mientras se quita sus vaqueros y saca un condón. Oh Dios. Sus manos son enormes, bronceadas y con dedos largos. Hay una cicatriz en la palma de su mano. Realmente las quiero sobre mí. Dentro de mí. Baja mis bragas y desabrocha mi sujetador. —Mi nombre es Melanie —suspiro, apoyándome en la cama mientras me desnuda. Desnudo. Se mueve con una gracia depredadora que envía mi corazón a estrellarse contra mi caja torácica y un torrente de necesidad entre mis piernas. Susurra—: Mi nombre es Greyson, Melanie. —Junta mi mano con la ág in a2 3 suya y comienza a besarme al mismo tiempo que le colocamos el condón, y puedo sentir el latido de su corazón bajo mi mano. Me encanta la forma como sigue besándome, nuestras manos tocando su dureza, enorme, gruesa y palpitante, a medida que conseguimos ponerle el condón, una piscina de necesidad se acumula entre mis muslos. Mete un dedo en mi coño y observa como mis ojos se retuercen. —Quiero jodidamente estar dentro de ti —susurra, besando mi garganta. Gira la cabeza para amortiguar mi grito de asombro y toma mi boca—. Voy a darte la mejor follada de tu vida, princesa. —Su lengua húmeda se arrastra lentamente a lo largo de mi oreja—. Voy a chuparte hasta que me duela la mandíbula. —Su voz baja me vuelve tan loca que puedo sentir un cosquilleo recorrer mi nuca mientras sostiene la parte posterior de mi cabeza y comienza a besarme otra vez—. Hacer que te corras tan fuerte como puedas. Me pone tan mojada, mi cuerpo empieza a arquearse mientras sigue chupando mis pechos, haciéndomejadear. Deslizo mi brazo por los músculos de su pecho. Me elevo hacia arriba y muevo la cabeza hacia la fuente de su aliento y gimo de la única manera que sé cómo hacerle pensar en besarme. Lo hace. Gira su cadera y presiona contra mí como si necesitará el contacto y hace un suave gruñido cuando hunde su mano entre mis piernas. Lo deseo tanto, que duele. Separo más mis piernas y grito cuando me toma. Me retuerzo mientras mi cuerpo comienza a apretarse. —Me voy a venir —gimo suavemente—. Lo siento... se sientes demasiado... bueno... No puedo... —Córrete —rechina—, está todo bien, lo haremos otra vez en un rato... córrete... Puro éxtasis al rojo vivo irradia por todo mi cuerpo, mis rodillas caen abiertas, mis emociones están girando y se debilitan, mi cuerpo está apretado, agarrando y soltando el suyo, sus embestidas disparan corrientes a través de mí hasta que hago lo que su cuerpo pecador me obliga a hacer, y me corro como un cohete. Jadeo por la fuerza de mi orgasmo, retorciéndome y arqueándome debajo de él. Empuja tan profundo como puede, me estremezco incontrolablemente y lloriqueo en agradecimiento cada vez que se encuentra completamente dentro mío, haciéndome sentir... lo opuesto de solitaria. Lo contrario de triste o vacía. Y cuando mi clímax se derrumba y todavía está allí, cada grueso, caliente y duro centímetro de él cómodamente en mis manos, mis ojos parpadean abriéndose y lo veo mirándome, con esa mirada, salvaje, hambrienta, casi exclusiva, pero también extrañamente respetuosa y gentil cuando comienza a moverse de nuevo con experta precisión, nuestros ojos enganchados, mientras ág in a2 4 me folla suavemente haciendo que estrellas bailen a través de mi visión al tiempo que otro delicioso clímax crece y crece. No lo espero, pero me corro de nuevo. Duro. Si es posible, aún más fuerte, porque las paredes de mi sexo están adoloridas y sensibles, y mi clítoris palpita cada vez que sus caderas embisten contra mí, y el placer crece exponencialmente hasta que se destroza en un estallido de puro placer. Mis uñas se entierran en su piel. Grito su nombre, casi asustada de la intensidad. Amortigua mis gritos con su boca, y esta vez su lengua se desplaza alrededor de la mía acortando su nombre a Grey. Gruñe como si le gustará saborear su nombre en mi boca, sus músculos están flexionados contra mí cuando se corre, su pecho rozando contra mis senos y se viene conmigo. Cuando sus estremecimientos desaparecen tras los míos, rueda a su espalda y, porque todavía está dentro de mí y tiene ambos brazos a mi alrededor, acabo rodando con él. Nos tumbamos en silencio, sin aliento por un momento, enredados y sin preocuparnos donde están nuestros brazos, o que pierna está enredada entre la del otro. Estoy absolutamente aturdida, jodida y malditamente abrumada, casi espero ver pedazos de mí esparcidos por el suelo. Después de un par de minutos, dejo escapar un ruido de protesta, con ganas de levantarme. Me libera, permitiéndome caminar de puntillas al baño para limpiarme. Me sigue, anudando el condón, y mientras me lavo las manos llegan detrás de mí para tomar el jabón y lavarse sus manos junto con las mías cuando nuestras miradas se encuentran en el espejo. Veo mi reflejo y... no, no me veo como una rata mojada. Mis mejillas están rosadas, mi cabello está despeinado por la cama, y cuando me sonríe y rodea mi seno desde atrás, estoy acabada. —Vuelve a la cama y puedo hacerte jadear un poco más —susurra en mi piel. —Yo no jadeo —digo, tomando su mano, la que está en mi pecho y lo arrastro hacia la cama conmigo. —Jadeas, gimes, gritas y ahora vas a hacer todo de nuevo para mí. —¡Yo no hice eso! —digo mientras me tumbo en la cama, y cuando se monta sobre mí, me siento perfectamente sobria. Ya no estoy ni borracha. Sé que voy a recordar cada centímetro de su rostro, intenso y voraz, y cuando empieza a jugar con mis senos y empiezo a jadear mientras que arrastra sus dedos a lo largo de mi caja torácica, rodeando mi ombligo, mirándome con una sonrisa que dice saber exactamente lo que está haciendo. Sonrío de nuevo, porque los chicos malos siempre van a ser mi perdición, y toco el aro en su pezón, sintiendo su erección ampliarse contra mis caderas mientras levanto la cabeza y empiezo tranquilamente a chuparlo. Sé cómo jugar estos juegos también, mi sexy dios del sexo, eso creo—. Ahora quien jadea —murmuro juguetonamente. —Creo que eres jodidamente caliente —dice al tiempo que se gira y me lleva con él, presionando mi cabeza a su anillo del pezón como si quisiera que chupe más fuerte. Su cuerpo se estremece con el placer, y el deseo se junta ág in a2 5 entre mis muslos mientras sigo tirando con los dientes y uso mi lengua, sintiéndolo crecer fuerte y palpitante contra mí. Toda la noche jugamos con el otro, coqueteando, saboreando, acariciando, follando. Cada toque, cada susurro, todo lo que comparto de mí con él se siente tan bien; como un cable eléctrico conectado al enchufe correcto, siento un nuevo flujo de fuerza en mí, casi euforia. Durante nuestras ardientes sesiones de besuqueo, lo encuentro observándome a través de sus gruesas pestañas oscuras, una curiosidad juguetona brillando en sus ojos. Pregunta sobre mí como si realmente quisiera saber, y siento que nos conocemos desde antes... en algún lugar prohibido y oscuro. Cuando me besa apasionadamente en la boca durante otra sesión de besuqueo, le respondo con la intensidad de un desastre natural y esto puede ser uno, pero no hay nada que me detenga, nada lo detiene de tenerme y consumirme. Alrededor de las cinco de la mañana su teléfono suena por tercera vez. Todavía nos besamos con una vaga intensidad y mis labios se sienten ásperos, rojos e hinchados y mis senos están deliciosamente adoloridos, pero todavía estoy rogando por más. Volviéndose exasperado por el zumbido, finalmente responde ásperamente—: Más vale que sea bueno. Me doy la vuelta en mi estómago para darle espacio para hablar y estudio tranquilamente su perfil. Sus ojos y una de sus manos siguen la curva de mi trasero mientras habla en el receptor. Mientras discute de lo que pienso que es un negocio en voz baja y ronca que apenas puedo entender, memorizo el rastro de sus abdominales, moviendo mis dedos a lo largo de su estómago. Me aproximo al borde de su regazo y, mientras sigue tocando mi culo con una gran mano, beso su polla dura y lamo el semen de la punta, lo que lo hace apretar sus ojos por un momento y exhalar bruscamente. Cuando finalmente abre los ojos, son duros y fríos. Dice una lista de números en el receptor, luego cuelga y permanece pensativo, y ahí es cuando presiento que se está alejando. Me incorporo en la cama con una sensación enferma. Esto es todo, y luego se confirma mi sospecha cuando su glorioso cuerpo se levanta de la cama donde estaba. Lo veo desaparecer en el baño, un sentimiento de desesperación ardiendo en mis huesos. Sé lo que viene, ¿no? Lo sé. La mirada que creí haber visto anoche era un engaño. Un engaño por la bebida. Un engaño por la luz. Un truco de mierda y debería haberlo sabido. Ahora estoy muriendo por dentro y no es de emoción. ¿Esta pequeña fantasía? ¿Esta conexión fugaz que pensé que tenía con alguien? Se terminó. ág in a2 6 No es una conexión. O incluso es real. Fue un poco de alcohol, algo de lluvia, algunas hormonas y un par de líneas sexys me hicieron creer que se encontraba realmente interesado en mí como nunca lo ha estado en su vida. —Tengo un vuelo temprano y tengo que encargarme de una última cosa antes de irme. —Regresa con su ropa apuñada en sus manos y salta rápidamente dentro de sus vaqueros. Su mandíbula está un poco apretada, como si no estuviera disfrutando esto más que yo. —Por supuesto —digo, y espero sonar bastante indiferente. Todos estos orgasmos y esos embarazosos ruidos que hice para él hacen esto extremadamente incómodo porque perdíel control. Oh Dios mío, enloquecí, enloquecí con un completo desconocido. Me mira y luego abre la boca por un momento antes de que cualquier cosa realmente salga. —Es jodidamente complicado… tú no me quieres en tu vida. —No. Por favor no lo hagas. No tienes que hacer esto. Dejémoslo así. Sé cómo sigue esto. Adiós, ten una agradable vida. Adiós, Pepe. Nos miramos y susurra—: No debería haberte tocado. —Se dirige a la puerta. Miro su amplia espalda mientras pongo mi cara valiente. He hecho esto un millón de veces. Estoy poniendo muros alrededor de las partes donde más duele así no hará ni una poquito de daño. Ni una pizca. —Uno de mis hombres aspiró tu auto anoche. —Se detiene con la mano en el picaporte, luego regresa y presiona las llaves en mi mano, y curiosamente, besa mis párpados—. Tus ojos —susurra. Luego se va. Mi estómago literalmente duele cuando la puerta se cierra detrás de él. Me dejo caer en la cama después del sexo más delicioso de mi vida, completamente... devastada. Una aplastante soledad se asienta sobre mí, magnificada mil veces desde cuando entré en esa fiesta hace sólo unas horas, la esperanza de sentirme mejor. Una rana más. No. Dios, no era una rana. ... Era algo sin nombre. Y ahora se ha ido. Y esa conexión fugaz que estaba tan segura de haber sentido también desaparece. Y estoy verdaderamente e inexplicablemente devastada. Una tonelada de ladrillos se encuentran justo en mi corazón mientras recojo mis cosas del baño, y cuando me doy cuenta de que todo aún sigue húmedo, me estremezco, lucho para poner la ropa sobre mi cuerpo. No puedo encontrar mis bragas. Miro alrededor de toda la suite. Cuando observo debajo de la cama, te juro que todavía puedo sentirlo en mi hinchado coño cuando me inclino. Greyson. Mieeeeerda, incluso su nombre es sexy. —¿Realmente tomó mis bragas? —Sin creerlo, voy a buscar por el otro lado de la cama, negándome a recordar cuan sensual me sentí cuando me las quitó. ág in a2 7 Mientras busco debajo de la falda de la cama, oigo un chasquido seguido de pasos. Levanto mi cabeza hacia la puerta y parpadeo en confusión. ¿Volvió? Está parado delante de mí. Un dolor tan profundo que desconozco me abruma. Mis entrañas se agitan al pararme. Su oscuro cabello castaño está deliciosamente despeinado y combina muy bien con sus ojos, que son como todas las copas en un bar que reflejan la luz, brillando casi antinaturalmente sobre mí. Es alto y escultural, pero rezuma un poder innombrable, casi antinatural sobre mí. Cuando me mira con esos ojos, y parado tan lejos, de alguna manera distante e intocable, sólo me hace querer tocarlo aún más. —¿Olvidaste algo? —digo. Me muero de vergüenza al haber sido sorprendida hablando sola de esta manera. Me hace sentir tan femenina y vulnerable como nunca me he sentido en mi vida. —No tomé tus bragas. —Señala a una lámpara y frunce el ceño levemente, como si no puede entender como terminaron ahí. Están colgando justo encima de la pantalla. Mis mejillas arden de un rojo intenso. —Gracias —murmuro débilmente y las quito de la pantalla—. Me gustan mucho estas bragas. Cruza sus brazos y en silencio me mira ponérmelas. —Me gustan mucho también. Parecen especialmente hermosas en ese culo tuyo. Me deslizo en ellas y pretendo estar absorta en mis uñas cuando se acerca y cae en sus talones junto a mí y voltea mi cabeza a la suya. El timbre de su voz se reduce a un nivel más íntimo. —Quiero llevarte a casa. —Mis dedos comienzan a curvarse, y continúa con esa voz ronca y baja hasta que todo mi estómago se siente como un nudo—: Y quiero tu número de teléfono, para cuando regrese a la ciudad pueda volver a verte. —¿Por qué? —contrarresto. —¿Por qué no? —Ni siquiera sabes mi apellido —acuso. —Sé la longitud de tus piernas. —Se estira para tocar un mechón de mi cabello con sus dedos largos, sus ojos nunca dejando los míos—. Sé que tienes cosquillas detrás de las rodillas. Que te gusta jadear en mi oreja. —Se apoya contra la pared y me observa—. Sé que me gustaría besarte otra vez. Que sabiendo que estabas en esa cama, no pude ni llegar al maldito ascensor. Quería ver estos... —Se inclina y frota mis ojos con sus pulgares—. Una vez más. De modo que el analista de riesgos en mí dice que no. Esta es una mala idea. Pero te ves como una mujer decidida, y mi suposición es que irás a ese bar, continuamente, escogiendo hombres hasta que encuentres lo que sea que buscabas. Y mi analista de riesgos dice que eso es mucho peor. ¿Quiénes serán esos hombres? ¿A quién escogerás, Melanie? Me siento avergonzada de nuevo, pero no quiero que lo sepa, así que me encojo de hombros. ág in a2 8 —Bueno, tal vez te sorprenda saber que no estoy de acuerdo con eso. Puede que te sorprenda saber que, si algún hombre va a hacerle cosas a ese cuerpo tuyo, seré yo. —La mirada. Oh Dios, la mirada. —Entonces —Una pregunta inquisitiva se encuentra en sus ojos—. ¿Te puedo llevar a casa? Dios. Estoy indefensa ante esa mirada. Esa mirada que he querido, he memorizado, no quiero que rompa mis paredes y me haga llorar, pero estoy un poco borracha y hoy las paredes están hechas de papel. Y apesto en autodefensa. —Tan caballeroso de tu parte volver. Harás que mis ojos se pongan llorosos. —Es cierto. Y cuando tu orgasmo fue más fuerte, también soltaste un par de lágrimas. Mis mejillas se encienden cuando recuerdo, y ruedo los ojos. —Si tú lo dices. —Lo digo. Ese fue el punto culminante de mi noche. Ato mis zapatos color rojo remolacha, y se quita la camisa. —Esto está seco. Póntelo. Me deslizo en su camisa, su aroma y su calor me inundan mientras lo veo ponerse una camisa húmeda cuello de tortuga, y es con total incredulidad que salgo de la habitación con él, con este hermoso Dios, sintiendo su mano en la parte baja de mi espalda, guiándome al ascensor, sus ojos estudiando mi perfil con una extraña sonrisa. —No es exactamente lo que habías imaginado cuando te despertaste esta mañana, ¿no? Mi cuerpo está tan bien follado que apenas puedo caminar, y mis ojos, mis ojos duelen, no puedo decirle que todos los días de mi vida he tratado de imaginarlo. —No es exactamente lo que me imaginaba —le digo—. Hoy no era para nada como me lo imaginaba. Ladea mi cabeza y me besa. No con lujuria. Sólo un beso. Un beso después del sexo que alcanza los niveles más profundos en mí, abriendo mis terminaciones nerviosas y me hace sentir expuesta, necesitada y en carne viva, y tengo que luchar para no llorar de verdad como cuando haces ese último deseo con tu último centavo y se hace realidad. Los hombres se han burlado de mí, me han arruinado, me han usado y me han abusado. Me gusta entrar en peleas verbales. Me gusta maldecir, escupir, gritar y ser yo misma. Nadie me ha hecho llorar mientras sólo hablo conmigo. Nadie me ha hecho llorar, salvo esa única vez y ahora este hombre, que me está dando la mirada, parece lograrlo. —¿Cuál es tu apellido? —susurro. ág in a2 9 —King. —Sonríe con una sonrisa que hace derretir mi ropa interior—. No bromas de la realeza, por favor. Me río y luego extiendo mi mano como si apenas nos hemos conocido. — Meyers. Toma mi mano en un cálido apretón, firme y los dedos de mis pies se vuelven a curvar. Me suelta y saca su teléfono, escribe una contraseña y me lo entrega, mirándome con ojos que parecen los ojos más inteligentes que he visto. —¿Meyers, puedes escribir tu número de teléfono por mí? Lo añado bajo El Pedazo De Trasero Más Caliente Que He Tenido. La insinuación de una sonrisa tira las esquinas de sus labios, lo suficiente para provocarme cosquilleos. —Lindo. Escribe algo sobre su teclado y mi teléfono vibra con un nuevo mensaje. Y preciso. Sonrío, y me observa, usando esa súper sexy casi sonrisa. De repente no puedo explicarlo, y no estoy segura de haber sentido, el tipo de felicidad que siento ahora. Me lleva a casa en mi propio auto y cuando llegamosa mi edificio, sube el ascensor conmigo, me acompaña a mi puerta y roza un beso en mi frente mientras frota la punta de sus pulgares sobre los rabillos de mis ojos y susurra—: Estaré en contacto pronto. Cuando deslizo mi agitado, deliciosamente jodido cuerpo en mi cama alrededor de una hora antes del amanecer, no puedo dormir. Juego con nombres para su perfil en mi teléfono. Demonio del sexo. Máquina del sexo. Dios del sexo. Dios Playboy. Me decido con Greyson y susurro—: Greyson. —El nombre rueda por mi lengua como el terciopelo. Aprieto mis ojos y me siento a punto de convulsionar por toda mi cama. Le escribo a Brooke, Pandora y Kyle, en un grupo. Yo: Conocí a alguien. Chicos acabo de conocer a ALGUIEN. ¡No es un idiota! En realidad, me trajo a casa y todo el camino hasta mi puerta. ¡¡AAAAA!! Muéranse, chicos, si alguien me arruina el día mañana, ¡les corto la cabeza! Kyle: Estarás muy ocupada pensando en tu nuevo hombre para pensar en la mía. Pandora: Amiga. ¿Estás usando éxtasis? Brooke: ¿QUÉ? ¡Cuéntamelo todo! ág in a3 0 Ella Traducido por Mary Corregido por AriannysG Greyson Le doy la vuelta a mi teléfono vibrando tan pronto como estoy fuera del edificio. —Tal vez te estés preguntando por qué estás atado a una cabina de un baño con este particular número en la pantalla de tu teléfono —murmuro en el receptor—. Bien, estuviste a punto de hacer algo que te iba a costar tu polla. Estuviste a punto de tocar algo que no tienes derecho a tocar, ¿lo entiendes? Tienes una deuda que pagar. Tienes tres días. Tic toc tic toc. — Cuelgo y lanzo el teléfono al suelo. Luego agarro mi otro teléfono y marco el número de Derek. —Ven a recogerme. —Le doy la dirección, luego camino un par de cuadras y desecho el teléfono antes de levantar la vista al edificio en el que la dejé. En el momento que Derek aparece en una camioneta oscura, salto y abro la guantera. Saco mi boleto, identificación falsa incluida. —Lleva esto a la bodega. No te muevas. El número veinticuatro hará un pago pronto. ¿Cómo está tu esposa? —Bien. ¿Conseguiste hacer algo de trabajo? —Cuándo no lo hago —digo. Melanie. La había visto antes. He estado observándola desde lejos. Es la clase de chica que quieres follar, pero nunca supe cuánto hasta que vi que escogería a uno de mis clientes en el bar. Por dios, noqueé a ese hombre hasta la inconciencia sin siquiera conseguir el pago. Solo quería derribarlo porque malditamente seguro que no se iba a ir con ella. Nadie lo hará. Acaricio mi teléfono con mi mano enguantada y resisto la urgencia de escribirle algo. Cualquier cosa. He visto a esta mujer ir por hombres al igual que uso teléfonos. La he visto dejar cuartos de hoteles como un desastre sexy y ardiente. La he visto salir luciendo perfecta. La he visto reír, llorar, he visto su ág in a3 1 rostro en las mujeres que he follado, la he visto en mis sueños y cuando me despierto. Lo que esta mujer quiere es algo que no puedo darle. Pero soy atraído, retorcido, anudado, útil, e inútil cuando la miro. Me gusta obsérvala girar y sacudir su cabello, coquetear por los alrededores, cruzar sus piernas, curvar sus labios, mirar sus uñas. Me gusta la manera en que caza su siguiente hombre; me gustaba observarla porque en algún lugar, en el fondo, sabía que tendría suficiente, y su caza terminaría el día que decidiera dejarle saber que intentaba ser ese hombre. SU JODIDO PRINCIPE AZUL. Ella me está condenando. Estoy a mitad de camino, veinticuatro nombres más, y entonces Cero puede ser nada. No debí haberla tocado, pero lo hice. Debería dejar de tocarla, pero no lo haré. Mis chicos, mis muchachos, nunca pueden saber que hay un talón de Aquiles en alguna parte de mi cuerpo y que tiene su nombre en él. La única razón por la que los chicos pueden creer que estoy cerca de ella es porque su nombre pasó a estar en mi lista. ág in a3 2 Él Traducido por Mel Rowe Corregido por Daliam Melanie No siempre fui una hija única. Nací con una gemela idéntica. Ella nació primero con casi tres kilos, y la seguí pesando un poco más. Mi madre dice que las dos éramos preciosas, pequeñas y de color rosa, pero nunca parece que pueda manejar el resto. Fue papá quien eventualmente me contó toda la historia. Que no nació perfecta... que nací con un riñón funcionando mal y mi gemela con una condición cardíaca grave. Las dos luchábamos para vivir y en una hora se hizo evidente que su lucha era la más dura. Cuando su corazón falló, me dieron su riñón. La llamaron Lauren, y la sepultaron junto a la madre de mi padre. Cada año, mi cumpleaños es mi día triste del año. Pero voy a visitar su tumba con mis flores favoritas, como mi hermana gemela, imagino que serían sus favoritas también, y luego tengo la fiesta más salvaje del mes, porque tengo la sensación de que ella quiere que merezca la pena. —Quiero que me enseñes que eres alegre y feliz, siempre —me dice mi madre alegremente. Así que lo hago. Incluso cuando ese dolor de la pérdida nunca desaparece, estoy decidida a ser feliz. Mis padres me dijeron que querían que fuera feliz porque estaban muy contentos de que hubiera sobrevivido. Así que trato de vivir feliz y nunca, nunca les muestro que no lo soy. Mi padre cuenta mis sonrisas y dice que tengo cinco sonrisas en total y, por tanto, siempre me aseguro de que llegue a ver una de ellas. Estoy viviendo por dos personas. Estoy tratando de meter en una sola vida lo que podrían llenar dos. Así que me levanto cada mañana y me pongo el rostro perfecto y me prometo que tendré un día perfecto y algún día la familia perfecta. Pero estoy fallando. ág in a3 3 Y mis padres lo saben. —Tu madre desea que, un día, cuando te cases y te establezcas, tal vez tendrás gemelos —me dijo mi papá una vez, con nostalgia. —Eso sería lindo —le dije con el corazón encogido y una gran sonrisa en mi cara. A veces me pregunto si ella estaría ya casada. Lauren. A veces tengo un mal día y estoy segura de que tal vez ella habría hecho a mis padres más orgullosos o más felices que yo. Lo único que sé con certeza es que, si la hubieran elegido, ella haría los mismos esfuerzos que yo para vivir felizmente. Ni siquiera voy a ser exigente con tener gemelos, pero sueño con enamorarme del chico perfecto y tener una niña y nombrarla Lauren. Sueño con mi chico tanto que me duele. Sueño con esa mirada, como la que Greyson me lanzó, diciéndome que este hombre, este de aquí, este ser humano vivo, cree que soy lo suficiente. Piensa, y se alegra, de que la que sobreviviera fuera yo. Porque a veces me hubiera gustado que, si sólo uno de nosotros lo hubiera hecho, hubiera sido Lauren. El día después de Greyson… Saliendo de la esquina del Starbucks café está Pandora, una de mis tres mejores amigos. La devoradora de hombres. Bueno, no devoradora de hombres. Es supremamente independiente, oscura, sombría y reservada. Pero eso está bien porque yo soy feliz, platicadora y luminosa, así que encajamos. Bueno. Tratamos de hacerlo. Hoy ella va por su aspecto rudo tipo Angelina Jolie y su lápiz de labios oscuro habitual y esas botas que consiguió en rebajas que le llegan a los muslos. Incluso cómo camina intimida a los hombres mientras lleva nuestros cafés habituales hasta donde estoy esperando en la esquina, este era su día de comprar el café, después de todo, y, sin decir una palabra, las dos sorbemos y cruzamos la calle de camino a Interiores Susan Bowman. Se podría decir que hacer las cosas lucir bonitas es lo que Pandora hace para ganarse la vida, pero lo veo como arte. Porque hay algo en una habitación de bienvenida que puede alegrar tu día malo, y me gusta hacer feliz a la gente, incluso en ese pequeña forma. —Bueno —me presiona. Sonrío en secreto contra la tapa de mi café. ág in a3 4 —Bueno, ¿qué? —le digo. Quiero hacerla rogar porque soy un poco malvada. Ella lo sacade mí. Lo que pasa con Pandora y yo es que somos muy diferentes. Por eso siempre es un tira y afloja con ella, que ambas disfrutamos en secreto, supongo. —Bueno qué carajo. Háblame del príncipe que te encantó para quitarte los pantalones. —Pandora, no puedo siquiera... Simplemente NI SIQUIERA puedo. —Mi sonrisa me duele en la cara y le lanzo una mirada que dice “Me folló hasta el cerebro y me encantó”—. Fue… —De fuera de este mundo. Perfecto. Más allá de perfecto—. No sabía que existiera el sexo así. Nunca supe que podía sentir el tacto de un hombre en mis HUESOS. Mientras llegamos a nuestro piso y nos dirigimos a nuestros escritorios en forma de L, situados justo al lado del de la otra, no puedo dejar de sonreír. En verdad, nunca he experimentado nada como esto antes. Casi me siento tímida de compartirlo con ella. Pero al mismo tiempo, me siento como si quisiera conseguir un altavoz y decirles a mis compañeros de trabajo que creo que puedo, simplemente puedo, ¡haber encontrado al ELEGIDO! —¡Bueno, no pares ahí, virgen tímida! Cuéntame el resto —insiste Pandora, al encender su equipo—. Chica, comprar el café de Starbucks hoy me da derecho a algunos detalles sangrientos. —Yo compré el café de ayer y nunca obtengo una mierda de ti —le respondo mientras me siento y distraídamente froto la pequeña marca detrás de mi oreja, casi un chupetón—. No te voy a dar detalles escabrosos, esos son para que yo fantaseé. Pero, Pan, cómo conectamos. Cómo me miraba. Y miraba y miraba y no podía dejar de mirarme. —Oh, chica, realmente estás en éxtasis. —Suspira y apoya la cabeza en la palma de la mano como si tuviera un dolor de cabeza. Sé que odia cuando estoy en mi mejor estado de ánimo, así que sólo sonrío, empiezo a tararear, y me pregunto qué diría mi madre si supiera de esto. Yo me había casado y te había tenido antes de los veinticinco años, me ha contado toda mi vida. Y le digo que tendré veinticinco en tres semanas y tengo grandes amigos y una maldita carrera. Pero ahora, tal vez, hay un chico... Mientras Pandora y yo empezamos a mezclar y combinar telas para nuestras tareas actuales, mi mente vuela a mi teléfono. Tengo esta regla de que el último que recibió un mensaje debe ser el que reciba un mensaje la próxima vez. Greyson envió “Y precisa” la noche anterior y, antes de darme cuenta, le mando un mensaje de nuevo. ág in a3 5 ¿Estás ahí? Para ser honestos, no sé qué esperar. Este es un territorio desconocido para mí. Apenas sé cómo me llamo hoy. Un momento me encontraba en una fiesta con tanta gente... Y entonces estaba con él. Y él conmigo. Totalmente centrado en mí. Y lo que me asusta, no, lo que me persigue, no es que me dio los mejores orgasmos de mi vida, a pesar de que me sacudieron, sino que sentí algo. Que su toque fue más allá de mi piel, que entró en mí. Mi piel se pone de gallina placenteramente recordando cómo nuestros ojos se encontraron mientras hacíamos el amor, y sigo mirando mi teléfono, esperando a que me mande un mensaje. Dos días después de Greyson… Hoy estamos decorando una de las nuevas casas de mi cliente. En Interiores Susan Bowman no importa quién esté a cargo del proyecto, todo el mundo colabora en “el” día en que la entrega real y disposición de los muebles se lleva a cabo. Básicamente funciona así: Me encuentro con un cliente y consigo su presupuesto y gusto. Hago una propuesta, detallando el costo aproximado, habitación por habitación, y propongo el concepto de decoración. Hago los planos de las habitaciones, tomo medidas de habitaciones y luego entrego los archivos PDF con los precios de varias opciones y las imágenes y muestras de tela, con base en los conceptos que hemos discutido. Una vez que el cliente aprueba nuestras elecciones, le muestro todo a Susan, consigo su sello de aprobación y entonces ordeno las telas, los muebles, las cortinas, las alfombras y tapices, y todo se envía al almacén de la empresa, donde es comprobado, ensamblado y tapizado. Y, entonces, comienza la diversión. Para que realmente lleguemos a fijar una fecha, por lo general cuando nuestro cliente está fuera de la ciudad, y llegaremos a hacer todo lo que nos ha tocado visualizar mentalmente en la vida real. ág in a3 6 Soy una persona visual, y esto es lo que hago. Es lo que me gusta. Desde que tenía tres años, visualizaba todo. Desde la forma en que vestiría para el primer día en la escuela. A la forma que cierto chico me miraba. Cómo el maestro sonreía con deleite a la manzana que mi madre siempre me hacía llevar. Ella decía que, si ponía una manzana en su mano, estaría poniendo su corazón en mi bolsillo. Siempre me sentí ridícula dándoles la manzana, pero mi madre es muy grande en ser “generosa” con todo el mundo y siempre está dando cosas, incluso abrazos. ¡Sí! Ha hecho carteles de ABRAZOS GRATIS en eventos de caridad y simplemente abraza a todo el mundo, y me ha llevado con ella. Así que supongo que soy genial con los abrazos también. Simplemente se sienten bien. En cualquier caso, complacer a la gente y vivir una vida feliz, relajada y colorida es lo que me gusta. —¿Dónde va a ir esto? —me pregunta Pandora mientras desenvuelve una bonita lámpara de cristal. —Oh, esa pequeña hermosura va a la habitación de la niña —le digo, y entonces reviso todos mis archivos por tercera vez hoy—. Se acabó esa vieja vanidad rosa y este pequeño compañero. —Le doy una patada a una pequeña otomana a rayas que es tan divertida que toma todo mi esfuerzo no abrazarla— . ¿No es lindo? —Lo que es lindo es cómo sigues sacando el teléfono como si fuera un cálido y viviente cachorro. —¡Oh, calla! Estoy revisando mi señal. Y mi señal se ve… bien. Hmm. Interesante. NINGÚN mensaje. Todavía. A veces los chicos necesitan empujones. Están asustados. Fue demasiado intenso. Me dio “la” mirada. En este momento, podría estar sentado en casa pensando—: ¿Qué demonios, Greyson? Quiero decir, es muy posible que pudiera estar teniendo problemas como yo. No puedo ir a dormir sin masturbarme. Así que lo hago. Él me hizo pensar sólo en él, su piel, su toque, y lo deseo... Lo ansío… Lo necesito de nuevo, joder. Mentalmente me registré en el Adictos Anónimos a Greyson y sólo él puede remediar mi enfermedad. Así que, por el bien de ayudarlo, en aras de facilitar la pequeña punzada de decepción que está empezando a crecer en el lado izquierdo de mi pecho, infiernos, por el bien de que sepa que estoy definitivamente interesada todavía y, por favor, amigo, si te gusté en absoluto, haz lo que dijiste y llámame, considero romper mi regla de oro de los mensajes de texto y tal vez enviarle uno otra vez. ág in a3 7 ¿Debería? Las reglas dicen que no debería. Pero nunca me han gustado las reglas, y Greyson no se ve como un hombre de normas tampoco. ¿Qué debo hacer? Quiero preguntarle a Pandora pero ya aborrezco la sonrisa en su rostro. Quiero que sepa la verdad, que quiero que me llame. No quiero jugar a juegos. No con él. Aun así, me obligo a meter mi teléfono en mi bolso y recordarme que Roma no se construyó en un día, y tampoco ningún tipo de relación que valga la pena. —Melanie —dice Pandora, con sus labios en una línea fina negra. Parpadeo inocentemente y sonrío. —¿Qué? —Acéptalo. Era un idiota. —No. —Lo es. —¡NO! —Lo es. Cuatro días después de Greyson… —¿Todavía nada? —pregunta Pandora. Quiero gemir cuando se acerca a mi escritorio, donde esperaba poder esconderme de ella y sus ojos negros acuciantes. Pero resulta que hoy es ella la que tiene una sonrisa enojada y plana, y soy la que tiene el ceño fruncido. El lunes no sabía mi nombre; estaba en el séptimo cielo. El martes todavía me sentía esperanzada y optimista, en la tercera nube. Hoy no sólo he vuelto a la tierra, caí un par de muescas hasta el purgatorio o incluso todo el camino hasta el infierno. Todo lo quesé es que hoy es jueves, y he oído zip, cero, nada de él en varios días. Como una tonta, he estado sonriendo, mirando a mi teléfono y esperando algo, pero, para ser honestos, mi teléfono ha comenzado a sentirse como una carga pesada, inmóvil en mi bolso, y su silencio me está diciendo cosas, cosas que GREYSON probablemente no tiene las pelotas de decirme él mismo. ág in a3 8 Fue bueno. Para una aventura de una noche. Gracias por la mierda. No vas a escuchar de mí otra vez. —Todavía no hay nada —le digo a la defensiva a Pandora mientras me levanto y llevo mi teléfono al baño de mujeres. Me encierro en el interior y voy a lavarme la cara en el lavabo. Pienso en los ojos color avellana con motas de color verde y la mirada que Greyson King seguía dándome... y me siento tan miserable y más que decepcionada, poco a poco escribo otro mensaje mientras una fuente de emoción sigue creciendo en mi pecho. Sigo pensando que te imaginé. Espero un par de minutos. Me lavo las manos, las seco, reviso mi teléfono, me miro las uñas, reviso mi teléfono. Hay un golpe en la puerta y uno de mis colegas llama—: ¿Hay alguien ahí? Mierda. Le grito—: ¡Ya salgo! —Entonces me paseo un poco, vuelvo a leer el mensaje que le envié, incluyendo la cara triste y, de repente, me siento como la tonta más grande del mundo. Esta mañana lo busqué en Google y, sorprendentemente, nada de nada. No hay rastro de Greyson King en Internet. Podría haber sido un fantasma. Un fantasma que no responde a mis mensajes, que no está interesado en mí, que no siente la conexión que me ha estado comiendo y royendo, inquietantemente consumiéndome. Un fantasma que yo, la borracha Melanie, inventé para dejar de sentirme sola. ág in a3 9 Requiere Trabajo Ser Un Imbécil Traducido por Diss Herzig Corregido por Esperanza Greyson No puedo recordar a nadie jodiendo con mi cabeza más de lo que mi padre lo hace, así que no estoy seguro de lo que me está sucediendo, excepto que estoy distraído como la mierda esta semana. Melanie está en lo profundo de mi maldita cabeza y profundo bajo mi puta piel. Estoy tratando de sacarla de mis pensamientos conscientes, pero ahí está. En mi subconsciente. Jugando con mi anillo del pezón como si fuera su propio juguete personal. Quería saborearla. Ahora la he probado, pero no estoy satisfecho. Quiero hacerla jadear como si acabara de ganar el maratón de Nueva York, Hacerla gemir como si estuviera por ganar el maldito concurso Nacional de Gemidos. Y quiero hacerla sonreír como ella lo hizo cuando la llevé a casa. He estado esforzándome para concentrarme, mantener la cabeza en el juego, los ojos abiertos. Pero Cristo. Ella no lo está haciendo fácil. Esta semana he trabajado dos marcas más en mi lista. También me he dado cuenta de que la leucemia de mi padre es real, al menos los expertos que traje lo han confirmado. Él se instaló en una casa residencial de dos pisos, cerca de donde la temporada de Underground comenzará en un mes. Y es extraño. Incluso su voz tiene un timbre diferente. Su mirada no es tan dura. Cuando entré, me preguntó cómo iba. ág in a4 0 —Logré la mitad de la lista... —No la lista. ¿Cómo te va? Lo miré, y no con confusión, sino con una lenta, rabia latente. —Has hecho un gran trabajo en ser un imbécil durante veinticinco años. No lo cambies ahora. —Me alejé. —¿Por qué no? —llamó, tosiendo por el esfuerzo que se tardó en decir eso. Silenciosamente hervía en el interior, apreté los puños, mis nudillos mordiendo mis guantes de cuero. —Debido a que no cambiará nada. Ahora estoy fuera de la casa, trabajando en mi tercera marca, pero ella todavía está en mi cabeza. Sigo viendo sus ojos verdes, ojos verdes que se volvieron de un oscuro esmeralda mientras se corría como un maldito cohete, revolviéndose y retorciéndose debajo de mí. Es un diamante precioso que cada ladrón quiere robar, ese gatito que cada perro quiere perseguir, la yegua que quieres montar, sujetar y dominar, pero no completamente. Oh, no, no todo porque su salvajismo te excita. Su salvajismo te hace más salvaje. Te vuelve jodidamente hambriento. Infierno, en estos días pasados me siento como si no hubiera comido en cien mil jodidas semanas. ¡Maldita sea! Fuera de mi cabeza, princesa. Me acomodo en la mesa del parque cuando mi objetivo por fin aparece. Me siento detrás de un periódico abierto con mi semiautomática SIG oculta y firmemente debajo, mis gafas de aviador blindando mis ojos mientras pasa. Puedo mantener mi voz lo suficientemente baja como para no alarmar a nadie, pero lo bastante fuerte para ser escuchado por la pobre mierda que estoy aquí para agarrar. —Siéntate —le digo. Salta al sonido de mi voz y revisa dentro de su bolsillo por lo que asumo que es un método de auto-defensa. —Un tipo como tú, no puede verlo, pero hay varios tiradores apuntándote desde todos los ángulos. Así que lo mejor sería sentarte. Cae como plomo en la silla que pateo hacia él. —Entonces —le digo, doblando el periódico y nivelándolo con mi atención, mientras mi semiautomática SIG sigue estando, debajo del periódico doblado, apuntando a su corazón. Deslizo mis gafas aviadoras a la cima de mi cabeza y me inclino hacia atrás mientras estudio al hombre. De mediana edad, probablemente se ha dado cuenta que estará atrapado en un trabajo de mierda por el resto de su vida y pensó que podía apostar su camino a una vida mejor, y en su lugar se puso peor. ág in a4 1 —Pasé por tu casa ayer a dejar un pequeño presente, pero tenía miedo de que tu esposa vería el contenido, y considerando la naturaleza... Con mi mano libre, le deslizo un sobre de papel manila. Sus manos tiemblan mientras lo abre. La sangre se drena de su rostro mientras las imágenes de él y su amante desnuda caen fuera. —Santa... —jadea. —Te tiene agarrado por las pelotas, ¿huh? —Me inclino para que pueda oírme bien. Mi sangre pulsa caliente mientras saco de mis pensamientos a mis propias pelotas, y mi propio pequeño sexy problema desnudo, conduciéndome a más de una pequeña locura últimamente—. Pensaste que podías follar a esta chica una vez y alejarte, pero no pudiste. Era salvaje y te gustó eso. Te miró como si fueras el maldito regalo de Dios al género femenino; te debe haber gustado eso también. Hago una pausa durante tres latidos del corazón mientras mi marca se pone cada vez más y más pálida. —Apuesto a que estás obsesionado con la forma en que se siente, la forma en que su cabello huele, cómo sonríe, cómo camina, cómo coquetea con otros putos hombres... Bueno, Hendricks, estoy aquí para decirte que le debes al Underground $168,434 dólares por tus pérdidas en el juego, y estamos listos para cobrar. —Me recuesto y deslizo mis aviadores de vuelta sobre mis ojos—. No puedes mantener a tu coño sobre mi dinero. ¿Queda claro? El tipo está pálido como un fantasma, así que es seguro asumir que estamos jodidamente claros aquí. Recojo el periódico, SIG y todo, dentro del bolsillo de mi chaqueta. —Uno de mis hombres te verá aquí, mañana. —Cuando me levanto, me agacho y digo—: Tengo copias de estas fotos. Las obtendrás cuando pagues por lo que debes, pero no me pruebes. Tengo una motivación tan fuerte como la tuya. — Mi madre. Mi libertad. Y mis propias jodidas bolas, en un torbellino sobre una chica de cabellos dorados, ojos verdes y una sonrisa que me destripa. Sí, estoy en mierda aún más profunda que este pobre tipo. Cuando el objetivo se va, C.C. y yo vamos a revisar con el equipo en silencio. Todos ellos se encuentran en el “yate”, como un Gran Hermano enfermo en casa de mar, incluyendo las cámaras de vigilancia. Mi padre se sienta allí, contento de estar fuera de la casa y conseguir la esencia de la planificación. En cuanto al equipo... Tengo las pestañas en Derek para asegurarme de que no está traicionando lo que sabe, pero el resto, siempre estoy observando,monitoreando las llamadas, reproduciendo videos de vigilancia. El juramento de sangre está muy bien, excepto que no confío en mi propia sombra. Al primero que tuve que probar fue a C.C. porque es lo más cercano a un hermano que tengo y tenía que saber si sus lealtades están con mi padre, que lo ha alimentado todos estos años, o con su hermano de sangre, que soy yo. ág in a4 2 —Si te dijera que esta copa tiene una sustancia muy mortal, y te pido que la lleves a mi padre, ¿qué dirías? —Diría que sí, cabrón, ¿qué crees que diría? —replica C.C., metiendo un palillo en los dientes y dejando que cuelgue allí. Estamos fuera de la habitación de mi padre, donde es supervisado por su equipo médico las veinticuatro horas al día. La puerta se abre hasta la mitad, y podemos ver a mi padre hablar con Eric, ajeno a nosotros mirando. —Bueno. Ya que eres el único en quien confío, digo que mejor vayas. Así que ve. —Le entrego la copa—. Tómala, discretamente. Me mira. —Sé cómo ser discreto. Sólo dime. ¿Va a ser doloroso para el tipo? —No tanto como se merece, pero sí. —Me mantengo al margen y veo a C.C. maniobrar el líquido en los medicamentos de mi padre. El hijo de puta lo carga, murmurando a mi papá—: ¿Tienes sed, Slater? —Y se asegura de que mi padre lo beba lentamente. Vuelve y se sienta—. Está hecho —dice con calma. C.C. es casi tan insensible como yo. Hielo en todas las circunstancias. Nos sentamos en silencio. —No estaba envenenado, ¿verdad, imbécil? — pregunta, escupiendo el palillo de dientes en ira y traición. —No. —Me pongo de pie—. Sólo tenía que estar seguro. Fácilmente podría acabar con mi padre. Deslizar algo en las bolsas de suero y se iría. Pero incluso un criminal tiene que tener un código, y tengo el mío. No mato por placer o incluso por mí mismo. No mato familia. Eso no significa que no pienso en ello. Constantemente, lo hago. He soñado que he matado a mi padre muchas veces y me despierto aliviado. Hasta que me acuerdo que no lo maté, está vivo. La rabia pulsa a través de mí porque incluso tengo que verlo, sin mencionar tener que hacer su maldito trabajo sucio. C.C. me sigue por el pasillo de la embarcación, donde nos estacionamos a un par de kilómetros de Los Ángeles. Una de las habitaciones está configurada con los teléfonos y las cartas, la contabilidad de juegos de azar, el seguimiento de todas las apuestas de cada pelea del Underground. —Somos tus chicos, C, puedes confiar en nosotros. Sé que no es tu naturaleza, pero puedes. —Estoy trabajando en un par de otros nombres; mientras tanto llama a Tina Glass. Dile que necesito al número diez en una situación comprometedora con ella. Que no entregue la evidencia a nadie más que a mí, personalmente. Tengo que trabajar en otro objetivo este fin de semana. Me iré de la ciudad, usa el código si hay una emergencia. —Eric quiere al resto del equipo para apoyo. ág in a4 3 —No necesito su apoyo. Pero necesito que me ayudes a agarrar al número diez. Está absolutamente limpio y me está molestando. —¡Sé qué más te está molestando! —Ríe C.C. Gruño y le digo donde puede meterlo. Sabe que hay una falda, lo sospecha, por lo menos, y me hace tropezar cuando me atrapa mirando mi teléfono desprevenido. Nunca soy atrapado desprevenido. Lo hago tropezar de regreso luego lo inmovilizo por el cuello a la pared. —Dejar de joder conmigo, C.C. —No soy el que está jodiéndote. —Se golpea la sien, luego, sisea—: Sácala de allí, amigo, antes de que tu padre se entere. Me siento tan jodido logrando cabrearme porque alguna vez pensé que era una buena idea tocarla en primer lugar. Pero hay un teléfono que no he desarmado, y es sólo porque tengo estos pequeños mensajes de ella. ¿Estás ahí? Joder, me gustaría no estarlo. Ojalá no estuviera aquí sentado, mirando esta pantalla, acuchillándome en el pecho cada maldita vez que lo leo. Sigo pensando que te imaginé. No le he contestado, pero me siento como si escribiera: Princesa, no tienes ni idea de lo cerca que estás bailando de la llama. Hace un día ya de este último mensaje. Sigo sacándolo para mirarlo, la tentación de decirle olvídate jodidamente de mí, princesa; voy a utilizarte, abusar de ti, y jodidamente alejarte, cuando haya terminado porque eso es lo que hago. A veces me digo que, si me hubiera quedado una noche más, tal vez incluso una follada más larga, no estaría tan obsesionado. Pero ella tiene una boca hecha para orales, labios gruesos y carnosos y una hambrienta, lengua loca. No me jodas, he estado masturbándome como loco, porque la mera idea de ella yendo abajo sobre mí me pone duro. Pero no. Incluso si me hubiese chupado toda la noche, estoy seguro de que todavía estaría hambriento por empujarle la cabeza hacia abajo y alimentarla más de mí, hacerla que me coma, hasta la última gota. El hecho de que me cabree porque nuestra noche juntos terminó demasiado pronto, y realmente quería estar allí, en la cama, por un par de horas más y ver lo que se sentía abrazarla por un tiempo, sólo me confunde aún más. ág in a4 4 Llamo a Tina de mi otro teléfono. Tina Glass, alias Señorita Kitty. Es exactamente lo que necesitas para incriminar a un hombre. Está limpia, es bien parecida, y letal. —¿Mis hombres te llaman? —Absolutamente —ronronea. Me deslizo en mis guantes mientras hablo con ella. —Quiero que la evidencia me sea entregada personalmente a mí. —Con mi placer absoluto. Voy a hacer contacto cuando esté hecho. Cuelgo y me quedo mirando el mensaje de Melanie de nuevo. Sólo bórralo, maldito marica. Ella es un botón caliente, pero este soy yo. ¿Realmente necesito un botón caliente? ¿Necesito despertar en mitad de la noche con una polla dura? A los veinticinco años, con un montón de putas para dormir tan cerca, es probable que pueda tropezar con un par sólo al abrir la puerta de mi dormitorio. Pero esos ojos verdes como los bosques, ese coño apretado alrededor de mi polla. Y los sonidos que hace. ¿Realmente tengo que torturarme, recordando lo bien que se sentía, lo jodidamente limpio y dulce que olía? —Esto no puede suceder —susurro hacia mi propio teléfono, mi sangre enturbiándose en mis venas cuando pienso en lo estúpido que era pensar que podía tener una noche, sólo una noche, de la que tiene un hombre normal—. No puede suceder de nuevo —digo. Tengo un trabajo que hacer. SOY el trabajo. La vida de mi madre podría estar en riesgo, y así podría estarlo cualquiera que tenga contacto conmigo. Mi padre podría tomar cualquier cosa que me interesa, así como así. Sólo para demostrar que puede. Sólo para tratar de poseerme. No importa si quiero cubrir a mi princesa en putas joyas cuando esté tendida, bien saciada y sudorosa a mi lado. No importa si quiero volver atrás y ver esos ojos oscurecerse cuando la lleno, una y otra, y otra vez. No importa una mierda lo que quiero. Sólo lo que tengo que hacer. Rápidamente saco de nuevo el teléfono. —No puede sucederte. —Empiezo a desarmar el teléfono—. Le puede pasar a cualquiera, menos no a ti. Con él que ella termine, hay un noventa y nueve, coma nueve por ciento de garantía de que va a ser mejor que tú. Le quito la batería a mi teléfono celular de forma permanente, retiro la tarjeta SIM, aplastándola, hasta que tengo decenas de pequeñas piezas en mi mano que asegurarán que nunca conseguiré otro mensaje de ella y asegurándome que nunca oiga de nuevo de mí. Entre tanto, voy a recoger en nombre del Underground. ág in a4 5 Cinco, casi seis Traducido por Julie Corregido por Val_17 Cinco días después de Greyson… Melanie —¿Así que, él está fuera de la foto? —pregunta Pandora mientras organizo el archivo PDF de precios para uno de mis clientes. Entierro la cara entre mis manos. Por un segundo, quiero fingir que Pandora no está aquí, respirando en la cima de mi cabeza, su preocupación enojada como una pequeña nube con rayos sobre nosotras. Cincodías. Cinco largos y terribles días, en los que todas mis esperanzas se han reducido a nada, todas mis fantasías se quedaron en negro, todas mis expectativas han bajado a cero. Y aquí está Pandora, preocupada y enojada en mi nombre, probablemente feliz por tener una buena excusa para ser una perra hoy. —Sí —digo con firmeza—. Está jodidamente fuera de la foto. Espero que estés emocionada. Saco mi teléfono sólo para mostrarle lo carente de mensajes que está. Mira a la pantalla vacía, gruñe, niega con la cabeza y se desploma en su silla. —Basura —dice. —Idiota. —Imbécil. —¡Basura! ág in a4 6 —Ya usé esa —señala. —Y tan rápido como el bastardo me utilizó —murmuro. Literalmente, la decepción se acumula por hora, y una nueva ola me golpea mientras guardo mi teléfono. Nunca he sentido como si hubiese juzgado mal la situación tanto como lo hice con la nuestra… la suya y la mía. Es oficialmente viernes. Si el tipo quería una cita, puedes apostar lo que quieras a que habría llamado antes de hoy. Estoy tan herida que ni siquiera puedo entender por qué me siento así. Tal vez porque pensé que era diferente, y resultó ser justo lo que dijo Pandora. Odio cuando tiene razón y yo estoy equivocada. Más que nada odiaba que tuviera razón en este momento, cuando tenía muchas ganas de que estuviera equivocada. Gracias a Dios que está sentada tranquilamente en su escritorio y no escucho ningún te lo dije. Si siquiera comienza, voy a pegarle tan fuerte como quiero golpearme a mí por ser tan tonta. —He terminado con los hombres —estallo cuando encuentro el silencio de Pandora tan molesto como las cosas que sé que quiere decir—. No los necesito para ser feliz. Voy a tener un perro. ¡Dios! Acabo de recordar que probablemente ya ni siquiera puedo darme el lujo de un perrito. —Deja de comprar zapatos —me regaña. Suspirando, porque no voy a explicarle que debo más de un par de zapatos, hago clic en mi motor de búsqueda y navego a la publicidad en línea de mi auto. Aparece una foto de mi Mustang con un número de color rojo brillante en la cima y un gran cartel que dice: “A LA VENTA”. Es todo lo que tengo y sigue sin ser suficiente para cubrir lo que debo. Como yo. Ninguno de los dos somos suficiente. Por primera vez en una semana, mi realidad se derrumba sobre mí. Con fuerza. No tengo más esos ojos pardos con adorables motas verdes para hacerme sentir esperanzada y expectante. No tengo más esos mensajes que esperaba con interés. Tengo un auto para vender, una deuda que saldar y una gran cantidad de miseria con la que lidiar. Mi abuela, antes de morir, siempre decía que la mejor manera de sentirse mejor es centrarse en alguien más y hacer algo bueno por ellos porque no eras el único que tiene un problema. Miro a Pandora, pensando en todas las veces que la han llamado perra en esta misma oficina, extiendo la mano y agarro un mechón de pelo de color ónix, diciendo—: Todo ese pelo negro es tan monótono. Tú también deberías hacerte un cambio, ¿agregarle una mecha rosa a todo este hollín? —Vete a la mierda, odio el rosa. ág in a4 7 Ruedo los ojos y le digo al cielo: ¡Bien, Nana, lo intenté! Luego vuelvo a mi ordenador para mirar mi auto. Quien lo haya secado mientras Greyson me dejaba seca a mí realizó un gran trabajo… cerebro, por favor céntrate en mi Mustang. Me tomó un día completo obtener las imágenes perfectas mientras el sol golpeaba mi auto en el ángulo correcto. Es tan bonito que no puedo creer que pasaran varios días y no haya llamadas. ¿Y si no recibo llamadas? El estrés comienza a arrastrarse sobre mí como si una gran ballena me asfixiara la tráquea cuando Pandora da vuelta su silla para mirarme. — ¡Vamos, perra, habla conmigo! —grita—. ¿Qué te hizo pensar que sería más de lo que siempre tienes? Te da un aventón cuando tu auto no arranca; te lleva a un hotel. ¿Qué sabes de él, salvo que al parecer te folla hasta dejarte estúpida y ahora no eres la Melanie que conozco? ¿Dónde está la sonrisa, dónde está la chispa? Te estás comportando como yo y no me gusta. Levanto los brazos. —Dijo que estaría en contacto… volvió para llevarme a casa e interpreté más en eso, lo cual fue un error, está bien… mi error. Al creerle. Al creer que era diferente o que tuvimos una conexión… especial. Dios, soy tan lamentable, pero apuesto que para ti no fue algo nuevo. —Que lo jodan, Melanie. —Ya lo hice. Ahora vamos a dejar de hablar de él. Vamos a encargarme una camiseta en línea que diga: “YO MANDO, LOS HOMBRES APESTAN”. Tengo que levantar más la vara. Tengo que hacer que se prueben antes de que les dé una oportunidad. Hoy vamos a ver a Brooke. El bebé de Brooke nació prematuro en Nueva York hace más de un mes, pero desde que su marido luchador está actualmente fuera de temporada, están viviendo en Seattle, mientras que planean una pequeña boda por la Iglesia. Pandora agarra su mochila mientras nos preparamos para irnos. —¿Has notado la forma en que papá sostiene al bebé? Es como si la cabeza del bebé fuera la mitad del tamaño de los bíceps de Remy —dice. Dios. Ojalá yo pudiera ser vista de la forma en que Remington Tate mira y sonríe con sus hoyuelos y sus amorosos ojos azules a Brooke. —Por cierto, le pedí a Kyle que fuera conmigo a la boda. Sólo quiero poner a descansar esos rumores de lesbianas, ¿sabes? —me dice en el ascensor. —¿En serio? —pregunto, de repente sintiéndome pésimo—. Genial. Entonces voy a ser la tercera rueda. ág in a4 8 Marcado de por vida Traducido por Nikky Corregido por ElyCasdel Greyson Es siempre el mismo sueño. Nunca cambia. Siempre el mismo número de hombres. Siempre son las cuatro con doce minutos de la tarde. Me dejó el autobús. Una línea de coches está en nuestra entrada. Las palabras de mi madre suenan tan claras como una campana en mi cabeza: Un día él nos encontrará, Greyson. Va a querer apartarte de mí. No lo dejaré, prometí. Pero en ese momento lo sé, nos encontró. El padre que no conocí. Como él que mi madre no quería que terminara. Jalo la correa de mi mochila de mi hombro y la sostengo con mi puño, listo para noquear a alguien con cuarenta y cinco kilogramos de tarea y libros de texto. Diez hombres están en mi sala de estar. Sólo uno está sentado, y sé que es él cuando la sangre en mi cuerpo comienza a correr rápido. Es sólo sangre, pero todo mi ser lo reconoce, aunque nunca lo he visto antes. No tiene mis ojos, pero tengo sus cejas, lisas, largas y casi en un eterno ceño fruncido. Tengo su nariz inclinada, su mirada oscura. Me ve y un desfile de emociones encontradas pasa sobre su rostro, más emoción de la que le permito ver en el mío. Jadea—: Dios. Veo a mi madre entonces. También está sentada en uno de los sillones individuales, su cabello color miel enmarañado, sus tobillos atados, sus brazos ág in a4 9 amarrados detrás de ella. Está temblando, amordazada con un pañuelo rojo, y tratando de hablar conmigo, palabras que quedan amortiguadas por la tela. —¿Qué le estás haciendo? ¡Déjala ir! —Lana —dice mi padre, ignorándome, su atención ahora volviéndose lentamente sobre mi madre—. Lana, Lana, ¿cómo pudiste? —La mira, sus ojos se llenaron de lágrimas. Pero por cada lágrima que mi padre derrama, mi madre derrama una docena de senderos de ellas. —Déjala ir —digo de nuevo, levantando mi mochila, preparándola para lanzársela. —Baja eso… lo haremos. —Mi primer error fue escucharlo. Bajo mi mochila. Mi padre se arrodilla delante de mí y me tiende un arma negra, luego baja la voz para que sólo yo pueda oír—: ¿Ves esto? Esto es una SSG con un silenciador, por lo que nadie la escuchará. No tiene seguro, lista para usar. Dispárale a uno de estos hombres, cualquier hombre, y perdonaré a tu madre. Ella está llorando fuerte, negando con su cabeza, pero un hombre falso y calvo detrás de ella sujeta su cuello. Doy un paso lejos de mi mochila. Está cerca de mí,lo suficientemente cerca como para patearla como un balón de fútbol. Yo juego, y puedo enviarla volando por la habitación. ¿Pero a quién? ¿Qué si golpeo a mi madre? Inspecciono el arma y me pregunto cuántas balas tiene, no las suficientes para todos estos hombres, pero para él que la está sosteniendo, sí. La tomo, confundido porque mi mano no tiembla. Es pesada y no tengo miedo, sólo la necesidad de liberar a mi madre. Miro al que está sosteniendo su cuello todavía. Sus ojos llorando. Un día él nos encontrará, Greyson... Apunto lo más lejos de ella a la parte más grande del cuerpo del hombre que puedo. Disparo. Un oscuro agujero limpio aparece en su frente. El hombre cae. Mi madre grita dentro de su mordaza, y llora más histéricamente, pateando sus dos piernas amarradas en el aire. Mi padre toma el arma de mi mano con una mirada de asombro y me da palmaditas en mi cabeza. Más hombres levantan a mi madre a sus pies y la arrastran hasta la escalera de la cochera. —¿Qué haces? ¿A dónde la llevas? —Agarro mi mochila y golpeo a un hombre con ella. Otro viene y me agarra, apretando mis brazos mientras habla ág in a5 0 y escupe en mi oído—: Hijo, hijo, escúchame, hicieron un trato, ella te perdió. ¡Te perdió! —Nunca me perdería. ¡Madre! —Agarro un cuchillo de su cinturón y lo meto en su ojo, retorciéndolo. Me libera con un aullido y un chorro de sangre roja, y voy corriendo por las escaleras mientras escucho arrancar un auto. Mi padre me atrapa. Abofeteándome. Entonces, inclina el arma hacia mí. Sonríe cuando me quedo quieto. —Greyson, mi hijo, incluso tus instintos te hicieron parar. Sabes que esto acaba de matar a un hombre. No te vas a morir. Si mueres, no puedes salvarla. ¿Puedes? Todo mi cuerpo está paralizado. Sonríe dulcemente hacia mí y me abraza, manteniendo la pistola contra mi sien. —Sabía que eras mi hijo. Le dije a tu madre, que no era bueno impedirme verte. Trece años, Greyson. Trece años buscándote. Insistió en que no eras mi hijo. Le dije que, si demostrabas llevar mi sangre en ti, ibas a venir con tu padre, donde perteneces. —Se aleja y me estudia con orgullo—. Te di una opción de dispararle a un hombre. Mira a las escaleras, donde sé que hay un cuerpo inmóvil. Un cuerpo que no se moverá de nuevo debido a mí. —Lo mataste. Bala directo a la cabeza. Eres mi hijo, cada centímetro de mi hijo; serás poderoso y temido. Su voz me congela. No siento nada cuando vamos arriba y veo el hombre muerto, sin remordimiento, nada. Quiero matar a más, matar a todos quienes lastiman a mi madre. —¿Dónde está ella? —pregunto, mi voz rara. Maté algo más con ese hombre. Yo. —Será llevada a otro lugar. Debido a que los hombres de verdad no son criados por las mujeres, ¿me escuchas? Mi hijo no será criado por una mujer. No sin su padre. No, tú serás igual a mí. Miro hacia el coche saliendo de la cochera, conduciendo a mi madre lejos. La mirada en sus ojos cuando le disparé a ese hombre. Un pánico frío como nunca he sentido se clava y se propaga a través de mí. Quiero a mi madre para que me explique qué hice, por qué eso estuvo mal, por qué estuvo mal cuando todo eso fue por ella. Por qué era llevada lejos. Mi cara esta repentinamente húmeda, y consigo otra bofetada, este me lanza a través del cuarto y contra la pared. —¡Nada de eso, chico! Nada de eso. Ahora ¿ves ese hombre? —Mi padre señala al hombre cubriendo su ojo, donde lo apuñalé, sangre manchando su camisa, sus pantalones—. Es tu tío, Greyson. Tío Eric. Es mi hermano, es nuestra familia. Somos tu familia. Discúlpate por lo que hiciste. Si eres bueno y estoy feliz contigo, te dejaré ver a tu madre. Seguirá viva sólo por ti. Era familia ág in a5 1 también, y cuido de mi familia, pero no debería haberme traicionado. Nunca, jamás debería haberte tomado. Me tomó muy poco tiempo darme cuenta cómo funcionaba esta familia. Muy poco tiempo darme cuenta que mi padre usaba sólo sus hombres más nuevos para esas payasadas. El tipo que maté, de pie como un maniquí detrás de mi madre, había estado trabajando para él durante tres días cuando mi padre susurró el reto en mi oído, todo el tiempo creyendo y esperando que demostrara ser suficientemente duro como para cometer mi primer homicidio. Muchas pesadillas más tarde, supuse que mi madre intentaba decirme que no disparara. Si no hubiera estado tan decidido a defenderla, si hubiera resultado ser débil, ella estaría conmigo. Sería dejado en el colegio, pensando que no encajo en esta familia. Pero jugué el juego de mi padre y en lugar de salvarla, nos condené a ambos por el resto de nuestras vidas. Le mostré que tenía trece años y sí... mataría, incluso a él, por mi madre. Era bueno. Entrené. Succioné de vuelta cada emoción en mí. Me convertí en nada. Cero. Y me fui cuándo las promesas y promesas de que podría verla resultaron ser más que palabras vacías... Seguí cada pista, y encontré nada. Un completo gran mundo, y todas esas habilidades, y todavía no sé dónde está. Un ruido en mi habitación se filtra en mi estado de ensueño. Despierto al instante, y me muevo por instinto, alcanzando mi cuchillo debajo de mi almohada. Veloz como un rayo, me doy vuelta y lo mandó volando, encajándolo a solo un pelo de la cara de mi intruso, contra la puerta. —¿Cero? —dice una aturdida voz en la oscuridad. Tengo mi arma lista y apunto antes de que Harley termine mi nombre. Entonces suspiro. —Nunca hagas eso de nuevo. —Me pongo de pie y enciendo la lámpara. Me vuelvo hacia mi lista. Estoy ansioso por terminar con esto. Tantos nombres. Tantos. No puedo ni siquiera estar de pie mirando su nombre, allí, junto al número cinco. —Tú padre quiere verte. Quiere saber cómo va la situación. Mi padre tiene las horas más extrañas. Todavía estamos fuera de temporada. Todo el mundo está durmiendo. Los medicamentos y la morfina que le dan hacen que duerma todo el día, y despierte sólo por cortos periodos durante la noche. Agarro la lista y meto mis piernas en mis pantalones mientras Harley me espera. Sonríe. —Disfrutarás de ese. —¿Discúlpame? —¿Número cinco? —presiona—. Tu dedo... está sobre el número cinco. Alejo mi dedo y mi corazón comienza a bombear con la repentina urgencia de asfixiarlo mientras arrugo la hoja en un pequeño apretado rollo. ág in a5 2 Él no la atacó, pero el hecho de que su nombre está en mi lista me molesta. El hecho que todos los chicos saben que nos debe dinero. Wyatt, Harley, Thomas, Leon, C.C., Zedd, Eric, mi padre... Pienso en ella, femenina y vulnerable, expuesta a estos imbéciles, y las cosas se desenrollan dentro de mí, como cobras saliendo de una cesta. Sólo ella puede hacerme sentir esto. Como si yo fuera el hogar de un huracán mortal, y no tuviera salida. Me dije anoche antes de ir a la cama que iba a usar el poco honor que me quedaba para proteger esta chica de mí. Me dije ella no te quiere. No al verdadero tú. Quiere un príncipe, y tú eres el villano. Eres él porque está trabajando horas extras. Tú, tu padre. No quiero recordar cómo huele a verano y la forma en que se desliza en mi cama. Cálida. Caliente. Real. Melanie. Número cinco en mi lista. —Esta chica. Vino a pedir más tiempo para hacer su pago —dice Harley—, lo que terminó con su nombre casi al final de la lista ahora. Pidió una prórroga. Leon le dijo que podía convertirse en una extensión de su jodida polla y podrían olvidarse de ello. Si no puede pagar, todos tendremos una oportunidad de follarla. Respiro fuerte. Nop. No me calma. No hay una jodida manera de que alguien la toque. Ni una PUTA manera. —Ve. Iré a hablar con mi padre en un rato —digo de mala manera, manteniendo su fija mirada. Me pongo una camisa y luego espero a que se vaya. Estoy tan jodido por lo que dijo que agarro mi cuchillo y lo arrojo hacia mi objetivo a través de la pared. Lo hago varias veces...No voy a salir de esta habitación hasta que haya dado en mi blancodoce veces, directamente, lo que significa que estoy calmado de nuevo. Probablemente podría lanzar la culpa de esta posesividad en mi polla. Nunca me gustó compartir una mierda. O puedo culpar algún falso sentido de justicia, nunca creí justo cuando alguien más fuerte se aprovechaba de alguien más débil. Pura cobardía. Pero no es eso tampoco. Me pregunto a quién está llevando a su casa. Con la mandíbula apretada, balanceo mi cuchillo y golpeo justo en el centro. ág in a5 3 —Hijo —dice Julian, sus ojos iluminándose cuando me ve. Oigo el bip del monitor de su corazón, y noto, a su derecha, que Eric enrolla las mangas de su camisa. —¿Noticias? —me dirijo a Eric, cruzando mis brazos mientras evalúo al trío de enfermeras a su alrededor. No sólo le debo a Eric su ojo, le debo mi vida, aquí, en esta jodida, extraña familia. —Necesita plaquetas —explica Eric. Me odio por no ser capaz de quedarme ahí y sólo ver. Odio ese poco sentido del deber, de lealtad hacia mi propia sangre, que me hace levantar mi camisa y exponer mis venas. —Lo haré. Mi padre levanta una mano mientras tomo asiento a su lado. —No. Te cortarían ahí, sangrarías hasta morir. No tú. —Mira a Eric y le hace un gesto con la mano para que proceda. Eric espera aprobación, y se la doy con un asentimiento. Siempre he tomado su palabra, lo diría de corazón, excepto que no tengo uno. Pero lo he tomado en serio todos estos años. Mientras que mi padre se niega a participar en cualquier cosa que pueda hacer alusión a debilidad, Eric, una o dos veces, me ha palmeado la espalda y llamado “hijo”. Pero amoroso tío o no, el karma es una perra, y le debo a Eric un ojo. Por parte de la familia de mi padre, un ojo por ojo no es sólo un juramento, está estampado en cada uno de nuestros certificados de nacimiento. —Está lista —le digo a mi padre, desenrollándola de mi mano, mirando a Eric primero, luego a mi padre, una amenaza, tranquila y fría como el acero, en mi tono—, quiero tu palabra, y por lo tanto la palabra de cualquier hombre por debajo de ti, que nadie tocará a ninguno de mis objetivos. Cualquier nombre aquí es exclusivamente mío de tratar como me parezca. Garantizo el monto debido. Quiero una garantía de mis métodos. Eric mira la lista y su único ojo se enfoca sobre el número cinco. Melanie. ¿Quiere una oportunidad para follarla? Todos la quieren. Yo la quiero. Quiero agarrarlo y decirle ¿este pequeño pedazo de cielo? Este es mío. Pero no puedo hacer eso o me veré débil. No puedo simplemente quitar su nombre de esta lista sin exponerla, y no sólo a mi padre. Podría convertirse en el objetivo de todos mis enemigos, conocidos o desconocidos. —Esta lista y cada nombre en ella es mía para ejecutarla —repito, mi voz nivelada—. Sólo yo hago contacto, sólo yo recupero y pago directo, como me parezca. —Siempre y cuando Eric esté actualizado a diario del progreso mientras me hace compañía aquí, sí —accede mi padre. —Tu palabra —insisto. ág in a5 4 —Tan terco, Cero. —Me abofetea, lo suficiente para hacer un sonido, pero no lo suficiente para hacerme mover un musculo, y se ríe—. Te doy mi palabra. Su palabra sola debería ser suficiente, pero palabras, sangre, nunca viviré un día cuando crea en algo sin cautela. Podría estar mintiendo. Así que me inclino y palmeo su hombro, dando la impresión de un amoroso hijo a las enfermeras cerca, y digo en voz baja—: Cualquiera de ellos se pasa de la raya, acabaré con ellos. Incluso mi hermano. Una vez más, veo el respeto en sus ojos mientras me alejo y asiente hacia mí, sin mostrar expresión mientras me enderezo. Echo un vistazo a Eric. — Estaré fuera por unos días. Voy a tomar uno o dos del equipo, no más. Te llamaré por refuerzos si es necesario. —Doy un vistazo a la enfermera inyectando la aguja en sus venas, y luego a Eric—. Gracias. Cuando regreso a mi habitación, siento un zumbido, la clase que consigues cuando cazas. O matas. O quieres. No quisiera meterme conmigo esta noche. Esta charla de Melanie mendigando al Underground ¿por una prorroga? “Por favor, ¿puedo tener un poco más de tiempo para pagar?” Me tiene cargado. Estoy cargado con un feroz proteccionismo que nunca he sentido antes y está acelerando mi adrenalina de maneras nunca antes logradas. Agarro un par de nuevos teléfonos, cambio un par de chips, entonces reservo mi tiquete en línea y empaco algunas cosas. El zumbido en mi cambia a algo peligroso... no es mortal, sino peligroso, no solo para mí, sino para ella. Mientras la observaba estos últimos meses, algo me pasó. Te quiero demasiado, dulce princesa. Se metió en mí, bajo mi piel, en mi cabeza, es como si estuviera fluyendo en mi maldita sangre. No debería tenerla. Se merece más. Más que cualquier tipo que conozco, y definitivamente más que yo. Pero dejarla correr libre alrededor, ¿soltera y disponible? ¿Cuándo puedo asegurarme de que la maldita cama en la que está durmiendo es la mía? ¿Cuándo puedo sostener ese rostro en una mano y mirar esos ojos y malditamente saber, seguro como que respiro, que ella me quiere también? He trabajado mi camino en la lista, en lugar de la forma habitual, de arriba a abajo. Pero estoy estancado porque no quiero recoger de ella. Estoy estancado porque es una pequeña explosión de vida y no me siento con ganas de cobrar allí como el apocalipsis, envolviéndola con mi oscuridad. ág in a5 5 No quiero recordar hace un mes, cuando la vi derramar su café mientras se dirigía hacia la oficina, cuán devastada se veía porque hizo mierda su bufanda, todo su traje arruinado. Desde todo el camino a través de la calle, donde me escondí detrás de mi periódico, ¡la oí exclamar que preferiría ser despedida a tener que ir a trabajar usando solo dos colores! ¡Luciendo monótona! ¡Esa no era manera de recibir a un cliente! Dios, reí. Reí, y todavía sonreía sobre cuán apasionada pequeñita era en mi vuelo de regreso a donde mi equipo se estacionó, ocultando mi sonrisa bajo mi palma mientras miraba por la ventana. Desde el momento en que la encontré en mi lista y luego la vi, la he seguido. La he seguido con el pretexto de averiguar sus hábitos sociales, sus debilidades, así puedo hacer una entrada de repente a matar, pero la verdad es que, la sigo porque soy un maldito jodido enfermo, obsesionado como un perro con la forma en que camina, todos los colores que usa, todas las formas en que sonríe, el burbujeante, precioso pequeño paquete que forma. Tuve dos emociones en mi vida antes de conocerla, ira y desinterés. Ahora está provocándome más. Deseo, frustración, preocupación... incluso alegría. Nunca, jamás quise algo como quiero que esos ojos verdes me memoricen en la forma en que yo he hecho una religión el memorizarla. Agarro mi bolso, la bolsa de plástico con todas las piezas de teléfono y la tarjeta. Lo armo de nuevo al tiempo que le pido a Derek que me lleve hasta el aeropuerto. El teléfono vuelve a la vida en mi mano y mi estómago empieza a calentarse cuando comienzo a responderle, finalmente, por fin: En casa esta noche. ág in a5 6 EL MENSAJE Traducido por Annabelle & Mel Rowe Corregido por Key Melanie El sábado por la mañana, como lo dicta nuestra pequeña y cómoda rutina, encuentro a mis padres desayunando y ya bañados, perfectos y sonrientes. Maria, su cocinera, hace los mejores desayunos de la ciudad, así que desayunar en casa de mamá y papá me hace feliz, porque la mesa siempre se encuentra puesta con los mejores manteles y vajillas, y la comida es puesta de una forma tan perfecta que hace que primero comas con los ojos antes de poder estirar el brazo y servirte un poco de lo que sea que se esté ofreciendo. —¡Lanie! —dice mamá cuando entro—. Tu padre y yo justo hablábamos sobre la boda de Brooke. ¿Cuándo dijiste que sería? —En menos de un mes. —Beso su mejilla y luego abrazo a mi alto y apuesto papá—. Hola, papá, te ves lindo. —¿Ves?Ella sí notó mi nuevo corte, a diferencia de ti —le dice a mamá, apuntando un tenedor vacío en su dirección. —Apenas tienes cabello, ¿cómo se supone que deba notarlo? Bueno, cuéntanos sobre la boda. Aún no puedo creer que se esté casando antes que tú. Tú siempre fuiste más bonita y llena de vida —dice mamá, apretando mi mano cuando me siento. —Estoy muy segura que su prometido no estaría de acuerdo —comento. Odio cuando mamá reniega de Brook simplemente para hacerme sentir mejor. No me siento mejor, ella se siente mejor, poniendo excusas ante las razones por las que ningún chico bueno me quiere. A veces creo que su propia desesperación por verme felizmente casada hace que el viejo Murphy saque la cabeza y asiente su ley, mientras ella más lo quiere, menos son las posibilidades de que ocurra. Pobre yo. ág in a5 7 —Aún así, no excusa la razón por la que ningún hombre decente allá afuera puede ver que mi bebé es de lo mejor que puede haber. Estás en forma, tienes una sonrisa hermosa, y eres tan dulce como tu mami. —Gracias, papi. Estoy segura que mi estatus de soltera tiene todo que ver con el hecho de que los hombres son idiotas, a excepción de ti. —¡Lanie! —chistea mamá, pero no lo dice en serio, y se ríe en voz baja. —Bueno, el hijo de Ulysess se lanzará a senador y siempre pregunta por ti. No es el más inteligente de todos, pero es apuesto y… —Gay. Quiere algo para disimular, papá. Un matrimonio de mentira para confundir a sus constituyentes. Puedo conseguir algo mejor por mi cuenta. —Cuando tenía veinticinco… —comienza mamá. —Ya estabas casada y me tenías a mí, sí, sí, sí. Pero tengo una carrera. Y una muy… ocupada vida social. De hecho, he salido con tantos chicos que no sabría a quién escoger para ir a la boda de Brook —exagero. Mi mamá y papá, ¿qué puedo decir? Los adoro. Me gusta complacerlos. Me han dado amor durante toda mi vida. Me llenaron de mucho amor. No sólo me aman, sino que quieren que encuentre un amor como el que ellos comparten. Nunca quisiera que sospecharan lo que ya estoy sospechando, que, por alguna razón, simplemente no sucederá para mí. —Sólo recuerda lo que te dije, Flea —dice mi madre—. Elige al hombre que te trate mejor. Al que no te romperá el corazón, que pueda ser tu amigo, alguien con quien puedas conversar. Apuñalo mi tostada francesa. —Dices eso porque papá era tu mejor amigo. Sin embargo, tengo una mujer como mejor amiga, y nunca me casaría con mi amigo hombre más cercano, que sería Kyle. Nunca. —Tiemblo al pensar en el doble de Justin Timberlake que tengo como mejor amigo, y yo besándonos. Continúo jugando con mi comida, y suavizando mi voz, digo—: No creo que estas cosas puedan planearse, mamá. Creo que simplemente suceden, y de pronto te encuentras al costado de un ring, y conoces al hombre con el que te casarás cuando te guiña el ojo. O te encuentras debajo de la lluvia, rezando para que cualquiera que sea ese sentimiento que te golpeó, también golpeé a ese hombre frente a ti… Miro mi teléfono con ojos soñadores. ¡Dios, soy tan tonta, tonta, TONTA! Lo único que golpeó a ese hombre fue la lujuria, y ahora se le pegó el síndrome de Aléjate-de-Melanie. Un síndrome que es mucho más común de lo que pensarías. —Es cierto, no puedes planear de quién te enamoras —concuerda mamá—. Pero si pudieses dar un paso atrás, para que así puedas escuchar tus propios pensamientos, te darías cuenta que no querías estar allí en la lluvia, ág in a5 8 siendo golpeada por un rayo. Siempre escoge el camino lleno de luz, es lo que mi madre solía decir. —Naturalmente. Nadie escoge una vida terrible simplemente por querer hacerlo, mamá —gruño—. Simplemente algunas personas tienen más suerte que otras. —Todo está en tomar decisiones con sabiduría —insiste. Me quedo en silencio mientras me pregunto por qué no pude ser más sabia un par de meses atrás, cuando aposté mi vida en una sola noche, en un simple momento, a un sólo desenlace. Le doy un vistazo a mis padres, tan dulces y perfectos, en nuestra pequeña burbuja de felicidad, y no puedo soportar la idea de pedirles dinero, ¿cómo podría? ¿Cómo decepcionarlos de esa manera? ¿Cómo puedo tomar su dinero y todo su orgullo en mí, sabiendo lo duro que lucharon para mantenerme con vida? Me siento triste al momento de llegar a casa. Triste por mi deuda y por mi hombre. Me cepillo los dientes y miro mis paredes blancas con el ceño fruncido. —Bastardo —murmuro—. Arruinaste toda mi semana, estúpido bastardo. Apuesto a que en este momento te estás cogiendo alguna rubia con tetas triple D y sus trillizas al mismo tiempo, ¿no es cierto? Ni siquiera eres de los que engañan con una, sino como con tres, mentiroso, alimentándome con esa jodida línea de llevarme a ver una película. Juro que estaba bien hasta que volviste como si me “cuidarías”, como si me cuidarías incluso aunque luciera como un desastre con resaca. Dios, ¡no puedo creer que te haya creído! Pateo la bañera como si fuese su culpa, y luego grito—: ¡AUCH! Gruñendo, camino hacia mi habitación, tomo mi ropa de dormir, me dirijo hacia mi sala de estar/cocina y tomo un bote de helado, luego coloco el DVD de La Princesa Prometida y enciendo la tv. Par de kilos de grasa, aquí voy. Me lanzo al sofá y siento una vibración al otro lado. Frunzo el ceño y tanteo con la mano en busca de mi teléfono. Lo encuentro entre los dos cojines del sillón, y lo pongo a un lado para tomar una cucharada de helado. Casi me ahogo cuando veo un mensaje de texto que no había notado antes. Quédate en casa esta noche. ¿Qué? Mi estómago da un vuelco. Leo de quién es el mensaje y de pronto quiero lanzar el teléfono contra la pared. Greyson. Le gruño y lo lanzo al sillón y comienzo a caminar de un lado al otro. No le contestaré. ¿Por qué lo haría? ág in a5 9 Antes no parecía tener prisa por hablarme, ¿y ahora me da órdenes? ¿Cómo un rey todopoderoso? No, gracias. Me saltaré nuestra segunda cita, gracias. Pero reviso y me doy cuenta que el mensaje fue enviado hace horas, Me digo que no contestaré, esperaré un montón de días como él lo hizo. Dejo el teléfono a un lado e introduzco una enorme cucharada de helado en mi boca, permitiéndole derretirse en mi lengua, pero siento el estómago débil y ahora no puedo ver tv. Lo único que puedo hacer es mirar fijamente mi teléfono y chupar la cuchara. Luego la entierro en el tarro de helado y tomo el celular, cierro los ojos y escribo. Estoy en casa, pero eso no significa que me quedaré. Solo depende… Su respuesta llega rápidamente. ¿De qué? Guau, ¿acaso estaba esperando con el teléfono en la mano, listo para contestar? Así parecía… Espero todo un minuto. Temblando, respondo: De quién vendrá a visitarme. No quiero que se entienda como una invitación. Lo digo más como un: Saldré corriendo de aquí si llega a poner un pie en mi edificio. Pero su respuesta llega rápido y mi corazón comienza a latir furiosamente mientras la miro fijamente. Yo. ¡Maldición! Tengo que irme. Tengo que irme, ¡no puedo verlo! ¡No puedo ser así de fácil! Tiene que haber un límite. Ya me había demostrado lo que nuestra noche juntos significó para él, y no me permitiré ser devaluada ni por él ni por ningún otro idiota otra vez. Debo irme antes de que llegue, o cuando llegue, gritar al otro lado de la puerta, sin abrirla ni un centímetro, y decirle: ¡NO ESTOY INTERESADA! ¡Me dejaste plantada, no me llamaste a tiempo, no soy tu zorra de último minuto, ten una buena vida! Sí. Eso suena bien. Con determinación, me dirijo a la sala a cerrar las persianas. Cuando lanzo la mirada por la ventana y tomo la tira, veo un auto deportivo oscuro detenerse, y un hombre vestido de negro salir del asiento del conductor. Subo la mirada hasta mi ventana y todos mis sistemas se detienen cuando nuestros ojos entran en contacto, y se detienen, reconociéndonos. Mi interior comienza a entraren pánico. Y una emoción extraña hace que mis rodillas se debiliten. Joder, de verdad es él. ¿Qué está haciendo aquí? ¿Qué quiere? Se dirige hacia el edificio y me giro hacia la puerta cerrada, en pánico porque aún no me he cambiado, no me cambié. Estoy en pijamas, si apenas pueden llamarse así. ág in a6 0 Notando el tarro de helado aún en mi mano, corro hacia la heladera y lo lanzo dentro, con cucharilla y todo. Comienzo a caminar en círculos, intentando inventar un nuevo plan, pero no se me ocurre una mierda. Considero decirle al guardia de mi edificio que no lo deje entrar, pero escucho el sonido del elevador y me doy cuenta que el guardia debió haber reconocido al hijo de puta de la semana pasada cuando me trajo a casa. Decidiendo no retrasar lo inevitable, abro la puerta mientras sale del ascensor. Me mira directamente y su mirada me congela, abriendo un enorme hueco en mis pensamientos. Una de mis vecinas y su esposo caminan por el pasillo hasta su puerta. —Hola, Melanie. Hace un poco de frío afuera. —Señala con desaprobación mis pantalones cortos de seda blancos y camisola casi transparente, y continúa su camino. Greyson camina detrás de ella y llena el espacio a medio metro de mi puerta con puro músculo, hermosura y testosterona, y juro, Dios, juro que es tan letal como una bomba nuclear. Mis rodillas, oh, mis rodillas. Mi corazón. Mis ojos. Mi cuerpo se siente como si fuese tanto liviano como una pluma, y tan pesado como un tanque. ¿Cómo es que puede suceder esto? Es tan impresionante que no me puedo ni mover. O pestañear, o apenas mantenerme de pie; me estoy apoyando contra el marco de la puerta. Me encuentro perfectamente sobria. Algo de lo que pueda arrepentirme. Ya no está borroso por la lluvia, por el vodka o por mi estúpida ilusión del Príncipe Encantado. El hombre de pie junto a mi puerta es muy real, muy grande, muy bronceado, y su sonrisa es muy, muy encantadora. No hay palabras para la manera en que se encuentra allí de pie, con sus ojos oscuros y brillantes, sus pómulos sólidos y su mandíbula recién afeitada, su boca tan hermosa, elevada con picardía en las esquinas. Su traje es perfecto, de playboy, y su pelo desordenado tiene unos reflejos color cobrizo que me hace querer entrelazar mis dedos por sus mechones. Y se encuentra aquí, mirándome como si estuviese esperando que lo deje pasar. A mi mente viene un recuerdo de la noche en que me trajo a casa. Donde sentía deliciosas molestias como resultado de la forma en que me amó toda la noche. La pequeña marca detrás de mi oreja que encontré a la mañana siguiente. Aferrándome al instinto de preservación personal, mantengo la puerta media abierta cuando su enorme y poderosa mano la intercepta. —Invítame a entrar —dice con suavidad, sosteniendo la puerta con fuerza. —Mi auto no necesita un cambio de aceite, está bien, pero gracias por revisarlo —digo, esforzándome más para cerrar la puerta. La abre de un tirón y entra, y me siento frustrada ante mi inhabilidad de mantenerlo afuera. Ahora se encuentra del lado equivocado, cerrándola detrás ág in a6 1 de si como si fuese dueño del lugar. —¿Este edificio tiene servicio de lavandería? —¿Esa es tu línea? Cruza la habitación y cierra las persianas, luego centra su mirada en mi espacio con tanta intensidad que hace que todo mi interior se estremezca. Es casi como si estuviera asegurándose de que no hay otro hombre aquí. No puede estar celoso, ¿verdad? Y ahora... ahora que parece que se ha asegurado de que no hay nadie aquí aparte de mí, comienza a caminar hacia mí mirando mi boca, y me alejo, porque el instinto de auto preservación en mí me dice que lo haga. —Estás aquí. ¿Por qué estás aquí, de repente? ¿Alguna otra cita cancelada de último minuto? —exijo. —Tengo una cita que me gustaría programar contigo. —Sus cejas bajan sobre sus brillantes ojos como halcón—. No estás ni de lejos tan emocionada de verme como esperaba. —Tal vez pensé que eras una alucinación de borracha. Tal vez deseaba que lo fueras. Vuelvo a la isla de mi cocina y me encierra en sus brazos, con los ojos hambrientos y casi desesperados. Luego ahueca mi cara y pone su boca en la mía como si pensara, equivocadamente, que le pertenezco. —No lo soy —dice en voz baja, luego me besa de nuevo, tan profundamente que pierdo el hilo de mis pensamientos hasta que habla contra mi boca de nuevo—. Una alucinación. Y si lo necesitas, voy a pasar toda la noche recordándote cómo se siente tener mi lengua y mi pene enterrados profundamente en ti, y en lo mucho que te gusta. Se inclina como si fuera a besarme de nuevo. Mi voz tiembla mientras vuelvo la cabeza. —No lo hagas, Greyson. —No me gusta eso, “no lo hagas”. —dice en voz ronca contra mi mejilla— . Pero me gusta que digas “Greyson”. Me inclina la cabeza un poco con la punta de un dedo y me mira como si amara hacerlo. Levanto uno de sus brazos y me suelta, y me alejo, libre de él, pero no de su mirada. La primera noche me seguía mirando a los ojos como si no pudiera apartar la mirada, pero ahora está viendo todo de mí. Llevo pantalones cortos y una camiseta; sin embargo, mi cuerpo empieza a calentarse mientras sus ojos me miran de arriba a abajo. —Te di una oportunidad y la echaste a perder. —Respiro. —Quiero otra. Niego con la cabeza, pero no puedo evitar que las estúpidas alas de un enorme ser vivo aleteen en mi estómago. De repente, mi lugar huele a cuero, ág in a6 2 como a bosque, y Greyson el jodido Rey se queda mirando como lo hace, confiado, lleno de sí mismo; y su presencia de alguna manera exige toda mi atención. —¿Por qué estás aquí? Señala la TV mientras veo a mi querido y perfecto Westley susurrarle a Buttercup—: Como desees. Y entonces me mira y sonríe como lo hace. —¿Estás viendo una película? —Ahora no, ahora mismo te estoy viendo a ti. Sólo me da esa medio molesta, medio sexy sonrisa suya y se sienta en una silla de lado como un rey poderoso. Me siento fruncir el ceño porque se las acaba de arreglar para reducir mi lugar con su presencia. Sintiendo pequeños pellizcos en mi estómago, me siento en el sofá, con Westley olvidado, Buttercup olvidada, todo olvidado menos él. Espero. —¿Cómo estás? —me pregunta en voz baja, señalándome. —¿Cómo crees? —pregunto de mal humor. —Luces muy muy bien desde donde estoy sentado. —¿Siempre te sientes como en casa donde no te quieren? Su risa suave pasa a través de mi piel como una pluma, poniéndome la carne de gallina. Se inclina hacia atrás y cruza los brazos detrás de la cabeza, mirándome con unos ojos fríos y conocedores. —Estoy aquí para demostrarte que no, Melanie, no me imaginaste. La forma en que su tono sensual combina con esa mirada entrecerrada y brillante que me dice ambos sabemos que, definitivamente, me quieres aquí, hace que mis dedos se doblen. Joder, me excita. —Estaba a punto de comer un millar de kilos de chocolate por tu culpa —le acuso. Se pone de pie y luego trata de dejar caer su cuerpo a mi lado en el sofá. —Bueno, ahora, cien kilos de mí están aquí. Contigo. —No vamos a dormir juntos otra vez. —Teniendo en cuenta que he estado dentro de ti, deberías al menos dejar que ponga mis brazos alrededor de ti mientras vemos... ¿qué estamos viendo? —La princesa prometida. Mi película favorita de todos los tiempos. —Ah. Extiende su brazo sobre el respaldo del sofá y mi corazón golpea como un loco. —Buttercup está comprometida con el príncipe Humperdinck, pero su verdadero amor, Westley... ág in a6 3 Sus labios se curvan, y me callo cuando me doy cuenta de cuán divertido parece. Secretamente divertido por... mí. Es caliente. Y, francamente, me molesta. Susurro—: Eres un playboy. Sé que lo eres. —No sabes nada de mí. Pongo los ojos en blanco. —Sé cómo te llamas. Greyson. —Te burlas de mi nombre con brillo maligno en los ojos como si lo amaras, y lo único quehace es darme ganas de follarte hasta que lo gimas. — Lleva mi cara a la suya—. Sé cada vez que mientes porque me han enseñado a detectar mentirosos desde que era muy, muy joven. Se aprende eso cuando tu padre lo hace todo el tiempo. —Respira, su aliento caliente en mis labios provocando que un incendio se mueva dentro de mi estómago—. Pienso en ti, Melanie. Veo tu rostro en cada mujer. Volé hasta aquí sólo para verte. Comunicación. Relaciones. Esas no son cosas en las que soy bueno. Hay otros atributos que tengo que son mucho mejores. Como veo que soy bueno en hacerte jadear. Veo que tus pupilas están dilatadas, que sigues mirando mi boca en lugar de tu película favorita, y está tomando todo mi autocontrol para no darnos exactamente lo que ambos necesitamos en este momento. Ha pasado una semana, pero en lo que a mí respecta —Ahueca la parte posterior de mi cabeza y muerde mi labio inferior—, he estado esperando toda una vida para hundirme dentro de ti. Me aprieta cerca, y me duele demasiado, me asusta. Él, esto, esta necesidad de arañar su piel, presionar mis labios en la dura línea de su mandíbula, tocar su cabello grueso y sedoso. —Déjame ver mi película, déjame ir —protesto débilmente. Cuando se ríe, su aliento mueve un par de mechones de pelo sueltos en mi sien. —Si quieres que te deje ir tienes que dejar de apretar tus bonitos pezones en mi pecho mientras lo dices, dejar de acercarte cuando me pides que te deje ir —murmura, frotando su nariz contra la mía, y su cercanía, su aroma de bosque, su cálido aliento, sus labios tan cerca que casi puedo saborearlos, provocan una avalancha de necesidad entre mis muslos y un caliente y doloroso latido en mi sexo. Suspiro mientras casi nos besamos, y gime y me da espacio para respirar. Levanta la cabeza y veo que me valora como un conocedor tasaría una joya o alguna antigüedad. ¿Por qué me mira así? ¿Por qué de esta manera? Como si quisiera estar dentro de mí casi tanto como yo. Como si quisiera más que mi cuerpo, como si quisiera chuparme la sangre, comer mi alma y luego rezar por mí. En silencio, cierro los ojos, tratando de fingir que sólo estamos saliendo, nunca hemos tenido sexo y estamos simplemente viendo una película. Obligo a mis músculos a relajarse y ver la televisión, y tengo la sensación de que se relaja poco a poco también. De repente extiende su gran cuerpo a lo largo del ág in a6 4 sofá y me tira contra él. Oh mí Dios. No me gusta cómo asume el control de las cosas que me pertenecen, pero también me encanta. Siento su mirada en la cima de mi cabeza. Fingiendo ver la película, enredo mis dedos en su cabello y llevo su brazo alrededor de mí, quejándome— : Me estás clavando el codo en las costillas. Su risa, no puedo ni explicar lo mucho que amo el sonido de su risa, me dice que sabe que sólo quiero estar más cómoda. Y lo hago. —¿Mejor? —pregunta, moviendo ese largo, duro y musculoso cuerpo suyo debajo de mí. —Shh. Me gusta cuando él lucha con el español. Finjo mirar, pero, en realidad, lucho con lo mucho que quiero darle una segunda oportunidad. Pero, ¿y si caigo? ¿Y si se sale de control, y no sólo caigo, sino que, me sumerjo en él? ¿Esa noche con él? Fue increíble. Él fue increíble. Todavía se siente, huele y suena increíble. Sus músculos se flexionan y me temo que va a apartarse, pero no lo hace. Se acerca más, me envuelve en sus brazos. Respiro suavemente en un estado casi abrumado de alegría, engullida por la sensación de seguridad que me da, y al final sucumbo a la tentación de poner mi mejilla en su pecho. — Esto se siente bien —murmuro. Mejor que bien. De repente nada se siente más correcto que esto. En mi sofá. Con este hombre. Su picante aroma reconfortante es como una droga, y no puedo dejar de tomar respiraciones más profundas y más conscientes de él. —Princesa —me dice al oído, con complicidad. Un escalofrío me recorre mientras cierro los ojos. —¿Qué? —No iba a llamar. —Lo sé, imbécil. ¿Por qué lo hiciste? Westley y mi español están peleando con espadas, pero se siente como si la verdadera acción estuviera en mi oído, en su susurro—: Me necesitas. Me burlo y me siento para mirarlo. —No te necesito. Se sienta recto y sus ojos parpadean en desafío. —Tal vez yo te necesite. Cuando sólo lo miro, me lanza una sonrisa adorable que es arrogante, pero también triste. —¿Sabes cómo se siente llevar contigo el peso de un corazón muerto toda tu vida, como si solo buscaras tu tumba? —Espera a que le responda, pero estoy sin palabras—. Vivo los momentos en los que estoy contigo. Vivo una mentira, pero esto no es una mentira, ver esta estúpida película contigo. —¡Estúpida! —jadeo. ág in a6 5 Se ríe, se levanta, y dice—: Cuando salga, cierra. Volveré con comida. —Si me duermo, estaré muy cansada para venir a abrirte de nuevo —le advierto, pero la verdad es que ¡no quiero que se vaya! —Puedo abrir la cerradura sin siquiera despertarte —dice fácilmente, entonces vuelve y desliza su mano enguantada bajo mi camisola—. Pero cierra de todos modos. —Eres un mandón. —Y tú jodidamente sexy con lo que llevas en este momento. —Su pulgar recorre la parte inferior de mi pecho y mi respiración se detiene cuando nuestros ojos se encuentran, y no hay contención en sus ojos, no hay filtro. Lo que veo me impulsa, y el tumulto turbio en lo más profundo de su mirada me hace dar vueltas. —Me han dicho que tengo memoria fotográfica. Que algunas imágenes simplemente se adhieren a mí con una claridad extrema... pero esa noche, Melanie, recuerdo todo lo de esa noche con más claridad que cualquier otro momento de mi vida. —Agarra mi nuca con su mano grande y cuadrada y da un pequeño apretón—. Tu tanga roja. Tus pezones pequeños y turgentes. Cómo me miraste como una princesa y me dijiste que tu nombre era Melanie. Lo recuerdo muy bien. Me transporto allí un momento. Es todo una neblina de pasión y deseo y dientes, lenguas, manos. Me duele, pero no quiero ser su juguete. No quiero ser su consuelo sexual. Me duele la garganta cuando tomo su mano, la quito de mi cuello y empiezo a guiarlo hasta la puerta principal. —Creo que... Greyson, creo que deberías irte. No puedo pensar cuando estás cerca. No sé lo que quieres de mí, pero no puedo jugar a estos juegos contigo... no contigo... Me mira cuando lleguemos a la puerta, casi como si quisiera que lo eche. Casi como si quisiera que sea YO la que le diga que no quiero volver a verlo. ¿Sentirá alivio? Bueno, ¡no lo hará! Ni siquiera puedo empezar a explicar lo que ese toque de bronceado dorado hace por su aspecto. Cómo no puedo dejar de admirar los ángulos intrigantes y planos de su rostro. Por cuánto tiempo he esperado en mi vida sentir algo, una chispa, un cosquilleo así. —Mi mejor amiga se casa en dos semanas —le susurro, y entonces le digo la iglesia mientras comienzo a empujarlo hacia afuera, todo el tiempo sosteniendo su mirada. Es caliente, hambrienta. LA MIRADA—. Si quieres una oportunidad más, si hablas en serio acerca de esto, puedes venir a la iglesia — le digo, me inclino y beso sus labios, muy suavemente, escuchando su gemido bajo y sordo, entonces doy un paso atrás y cierro la puerta. Me apoyo en ella, apretando los ojos con fuerza mientras lucho por respirar. Dios, ese beso no fue nada y, sin embargo, hizo que cada centímetro de mi cuerpo se estremeciera. ág in a6 6 Después de un minuto, le oigo gruñir “Mierda” al otro lado de la puerta. ¿Le tomó a él también todo ese tiempo recuperarse de ese beso? Entonces juro que puedo sentirlo apoyarse contra la puerta. Cierro los ojos y respiro lentamente. Cuando susurra—: Melanie. —Está justo donde tengo presionada mi mejilla contra la puerta. Tiemblo hasta los dedos de los pies, luchando por recuperar mi nivel de voz. —¿Sí? —le digo. —Voy a estar allí. Oigo el ascensor un buen rato después. Levanto los dedos y toco la puerta y, por primeravez en mi vida, tengo mucho miedo de él, el único hombre con el que he estado esperando reunirme. De repente, todas las fibras de mi cuerpo, mi cuerpo sobrio, me dicen que es el elegido. Es el único. El que me arruinará. Herirá. Demolerá. El que quitará cada centímetro de la niña en mí. Será el recuerdo que nunca olvidaré y, bueno o malo, será con EL que sueñe. Excepto que todo está mal. Hay algo excitante y alarmante sobre él. La oscuridad en sus ojos color avellana, el brillante destello que lo hace tan atractivo para mí, cómo huele a cuero y metal y bosque y peligro para mí. Pienso en mi madre, y siempre pensé que la haría sentir orgullosa. Recuerdo a mi mejor amiga, preocupada de que Riptide la alejaría. Greyson no será una corriente de resaca. No sé qué será, pero estoy pensando en un tsunami, huracán, algo natural e imparable. Me pregunto si aparecerá en la boda. Si está tan impotente ante este tirón como yo. Sigo con mi película y me acurruco en una almohada del sofá, mis pensamientos ya no más con el cuento de hadas más hermoso alguna vez escrito. Le susurro al vacío de la sala—: Por favor, si vas a hacerme daño, por favor, por favor, no vengas a la boda de Brooke. ág in a6 7 Impaciente Traducido por Julie Corregido por Vane Farrow Greyson ¿Qué diablos estoy haciendo? Las pantallas de las cámaras de vigilancia brillan con fuerza cuando llego a casa después de días de trabajo sin parar, de perseguir mis marcas, de ciudad en ciudad, de una casa a otra. La casa está tranquila. Padre, los chicos, todo el mundo en la renta. Me quito un guante, luego hago lo mismo con el otro, mientras que traigo un trozo de pan, una jarra de mantequilla de maní y un cuchillo de carne. Hemos establecido las cámaras de vigilancia que patrullan las entradas, salidas, ventanas de la casa. Kilos de computadoras ocupan varias mesas, con las luces parpadeando entre los ovillos de cable. Extiendo la mantequilla de maní sobre una rebanada de pan, pongo otra sobre ella, y a medida que busco las cajas de grabaciones, saco una tarjeta del año pasado, marcada con la fecha de la pelea. He estado pensando en ella. Cada segundo del día, la recuerdo. Húmeda y vulnerable, bajo la lluvia. Húmeda y caliente, en mis brazos. Cuando me dice que su nombre es Melanie. La invitación a la boda de su mejor amiga. Ella desencadena cada sinapsis en mi cerebro hasta que está viva en mi mente, riendo de una forma que siempre oigo solo su risa… acurrucada conmigo mientras observa su película… empujándome hacia la puerta como si no pudiera soportar verme, luego, tirando de mí hacia atrás y besándome con locura. ág in a6 8 Me quedé allí como un idiota inclinado en su puerta, con mi corazón golpeando en mi pecho mientras esperaba a que ella la abra. Diablos, estaba listo para abrirla a patadas. En su lugar, me fui y alquilé un esmoquin, luego empecé a buscar en los apartamentos cercanos. Soy peligroso para ella; infiernos, ella es peligrosa para mí. No puedo dejarme distraer por esta mierda. Entonces, ¿qué demonios estoy haciendo? Deslizo la grabación en un lector de tarjetas y la pongo, forzando mis ojos para verla, mi dosis diaria de Melanie que necesito ver. —Y ahooora, damas y caballeros… —El locutor comienza con su estilo habitual—… Remington Tate, su único, ¡¡RIPTIDE!! ¡¡RIPTIDE!! ¡Saluden a RIPTIDEEEEE! —grita. Uno de nuestros combatientes trota hacia el ring, entrando en la pantalla. Es Riptide. Él no es bueno; es el mejor que he visto. El combatiente más lucrativo que mi padre ha patrocinado en el Underground, y uno que todos esperamos seguir patrocinando, gracias a su rasgo imprudente. —Riptide, Riptide… —Oigo a la multitud a través de los altavoces. Tomo mi refresco mientras sigo mirando la pantalla, esperando ver a la rubia en el banquillo. Melanie. Está a punto de aparecer, saltando arriba y abajo, como de costumbre, y me tenso con anticipación cuando la imagen se congela, quedando a oscuras, luego muestra la siguiente pelea. Golpeo con un puño para poner el equipo en marcha. Nada. Frunzo el ceño, rebobinado, reproduciendo. Sucede la misma mierda. Vaciando lo último de mi refresco, tiro la lata en el bote de basura, y frustrado, me paso una palma por la cara, luego acecho a la habitación de Wyatt y enciendo la luz. — ¿Quién diablos se metió con las cintas? —¿Qué? —¿Tú las manipulaste, Wyatt? —Son del maldito año pasado. ¿Qué es tan importante al respecto? ¿Qué ves que nadie más hace, eh? ¿Qué piensa mi padre que puedes hacer que nadie más puede? —Me quiere destrozar. Eso es todo. Tienes suerte de que no intente lo mismo contigo. Mañana quiero el metraje completo, no me importa lo que tengas que hacer. Volteo el interruptor, voy a mi cuarto y me quedo mirando mi teléfono. ¿Qué diablos estoy haciendo? Agarro un cuchillo y siento su peso; eso de alguna manera me satisface. Pongo mi pistola a un lado, saco varios cuchillos, ág in a6 9 los coloco en los bolsillos traseros de mis pantalones, seis dentro de cada uno, entonces comienzo a hacerlos volar, una y otra vez, girándolos rápidamente una docena de veces en el aire, tan rápido que uno no se da cuenta que la cuchilla está girando hasta que choca contra la pared. Los saco de cada bolsillo, uno por segundo. Uno. Dos. Tres. Cuatro… cinco, seis, siete, ocho, nueve, diezoncedoce. Tengo un esmoquin de alquiler. Tengo un lugar en Seattle, un boleto a Seattle. Tengo una picazón y su nombre es Melanie. Mi teléfono suena. —¿Sí? —Ella está en casa ahora. Sana y a salvo. Mis ojos van al reloj. 23:34 ¿Tan tarde? —C.C. vendrá a liberarte mañana. Estoy trabajando en una marca y luego tengo un vuelo. —¿Por qué ella está fuera tan tarde? —De acuerdo, jefe. —¿Está sola? Espero la respuesta de Derek. —Sí. Cenó con la amiga y el chico rubio que pasa el tiempo con ellas. Y no, no se sentó cerca de ella. —Qué… —Llevaba algún tipo de vestido. Floral. —Y qué… —Es rosa, jefe. Con zapatillas amarillas, llevaba el pelo suelto y un montón de pulseras. La veo en mi mente y respiro a través de mis fosas nasales, mientras una extraña sensación de paz y añoranza atraviesa mis músculos, tensándolos y luego relajándolos. —Mantente alerta. —Cuelgo y me quedo mirando su nombre en el teléfono. No soy un maldito adolescente para estar enviándole mensajes de texto a una chica. No me gusta dejar huellas. Debo cambiar este puto teléfono. Paso una mano por mi cara. Si mi padre sabe que estoy persiguiéndola, no sé lo que hará. Lo que hará Eric. Alguien podría venir a buscarme por medio de ella. Así que déjala en paz… Saco los cuchillos, los vuelvo a poner en los bolsillos, y me balanceo de nuevo. —No puedo —digo. No puedo dejarla en paz. No quiero, maldita sea. Me hace sentir como si no fuera un robot, como si fuera de carne y hueso, un hombre, no un número, no un trabajo… ni un monstruo, ni un hijo de puta, ni un cero a la izquierda. ág in a7 0 Anticipando Traducido por ElyCasdel Corregido por Laurita PI Melanie La peor parte no es preguntarme durante las siguientes dos semanas si tendré una cita para la boda. Ni siquiera revisar compulsivamente mis mensajes. O escuchar a la ruin Becka reírse por la oficina acerca de lo callada he estado y especular si tengo o no el corazón roto. Nada de eso es la peor parte. Siempre me sorprende cómo un día puedes pensar que te encuentras en el punto más alto de tu miseria, pero ni siquiera es el comienzo. De acuerdo, así que quiero verme bien, ¿cierto? Quiero verme espectacular. Sí, no sí, Melanie, cuando, Greyson King aparezca, quiero que pierda el control por mí. Quiero que ese hombre me quiera como su siguiente desayuno, y cena. Diablos, quiero que me ansíe como un banquete. Y que me tome como una bestia. Así que me hice una depilación brasileña. Me dieron un masaje. Obtuve una pedicura, una manicuray mis uñas son ahora de un bonito rojo brillante. Huelo mejor de lo que he olido nunca y estoy tan lista para ser llevada a la cama por un hombre con ojos color avellana, que no puedo siquiera pensar en lo que haré si no aparece. Dijo que estaría ahí y el tono inquietantemente bajo y lento de determinación en sus palabras no me asustó; es el hecho de que espero que va a estar ahí porque quiere las mismas cosas que yo. Pero esa no es la parte mala… la parte mala es que estoy tan lista, y a pesar de ser la noche antes de la boda, la tintorería no ha terminado con mi vestido de dama de honor. Estoy esperando dentro de la pequeña tienda mientras luchan por encontrarlo en su cinta transportadora, y me estoy poniendo nerviosa. ág in a7 1 Tamborileo las uñas en el mostrador mientras siguen sacando vestido tras vestido. Niego con la cabeza. —No es ese. Ese no es un vestido de dama de honor, señor, y en serio empiezo a entrar en pánico. Lo último que quiero es llamar a mi amiga y decirle que perdí el vestido de dama de honor, ¡por favor! Es rojo. Sin tirantes. Búsquelo otra vez, ¿por favor? —¡Señora, señora! —Otro chico aparece desde atrás de la cinta con mi tiquete en las manos—. Lo siento, pero revisamos y lo entregamos a la dirección equivocada. —Argh. ¡¿A qué maldita dirección?! —Saco mi teléfono y escribo la dirección, luego la rastreo en mi teléfono y veo que se encuentra a solo dos calles—. ¿Tienes la entrega correcta para que pueda hacer el intercambio? El hombre asiente. —Pero puedo meterme en problemas. —Mi querido señor, ya estás en problemas y te generaré un montón de problemas si no me das lo que es suyo para que pueda recuperar el vestido. Llámalos y diles que voy para allá. ¡Por favor! Renuente, me entrega un traje y un vestido de flores, y agarro la ropa en sus ganchos de plástico y me apresuro por la calle, y subo varios bloques de escaleras, donde toco la puerta y le digo al hombre que abre—: Disculpe, hubo un error con la Tintorería Green, y creo que esto le pertenece, y usted tiene algo que me pertenece, que necesito desesperadamente para mañana. Permanece ahí sosteniendo una cerveza y me mira de arriba abajo como si fuera alguna acompañante enviada para complacerlo. Repito exactamente lo que le acabo de decir y uso su maldita ropa para empujarla entre nosotros así deja de mirarme las piernas. —No reviso esta mierda, lo hace mi esposa, y no está. —Por favor solo tome esto y verifique si es suyo, y revise si tiene en su armario o en algún lugar una entrega reciente de un vestido rojo. Esto de aquí debe lucir conocido para usted, ¿no? Después del enorme inconveniente con el hombre sospechoso, por fin recupero el vestido y respiro cuando me doy cuenta de que aún cuelga en plástico. Gracias a Dios. Me dirijo de regreso a donde estacioné mi auto a dos calles. Estos pequeños callejones tienen cero espacios para estacionarse y salto alrededor de los charcos, cuidando mis zapatos, cuando escucho un silbido del otro lado el callejón. Me detengo, levanto la mirada, y un hombre se encuentra ahí, justo en medio, su postura amenazadora, amplia. Una de mis cejas se eleva, y luego la otra. ¿Qué…? Mi corazón se acelera mientras un destello de alarma me recorre. Me giro cuando escucho pasos detrás de mí, y veo dos hombres. Una bola de ansiedad ág in a7 2 me golpea mientras reviso el área. Un auto oscuro se encuentra estacionado cerca del final de callejón cuando voy hacia allá. Creo que veo a un hombre detrás del volante, y la puerta del pasajero está ligeramente entreabierta, como si el hombre a solas, detrás de mí, acabara de salir del vehículo. Algún sexto sentido en mi interior despierta y mantiene acelerado mi corazón. Mi vestido, mis zapatos… todo de pronto ya no importa, solo salir de aquí. Agacho la cabeza con cuidado y sigo caminando derecho, sin siquiera preocuparme ya por los charcos, solo intento agarrar la percha, que es lo único que tal vez pueda utilizar para… ¿para qué? Animales salvajes persiguen presas si corren hacia otro lado, y todo en estos hombres grita ¡Depredadores, Melanie! El miedo pulsa en mi interior. Cada paso me lleva más cerca del hombre al final del callejón desierto y carcome mi confianza. Me encuentro a punto de pasarlo cuando da un paso y susurro con docilidad—: Disculpe. Una mano agarra mi antebrazo, apretando como un grillete. —No te disculpo —gruñe. Parpadeo y retrocedo un paso cuando veo su atemorizante expresión, pero me agarra más fuerte contra él, la esencia de sudor y cigarros se mezcla en su aliento mientras repite, mirándome con ojos enrojecidos—: Dije que no te disculpo, perra. Pánico como el que nunca he sentido emana de mi garganta mientras agito el vestido en un intento por incrustar la punta del gancho en alguna parte de su cara, pero antes de que pueda dar el golpe, otro par de manos fuertes agarra mis brazos y jala mis codos hacia atrás por la fuerza. —¡No! —grito, mi vestido cae al suelo con un estrépito, y de pronto pateo el aire cuando un tercer hombre agarra mis muslos y el segundo mantiene su agarre en mis codos mientras comienzan a cargarme hacia el auto. Miedo helado envuelve mi corazón mientras contoneo mi cuerpo aún más duro, jadeando y jadeando con terror cuando no puedo liberarme, sus dedos se entierran en la piel de mis muñecas y pantorrillas ahora. Hay un hombre detrás del volante del automóvil diciéndoles—: Ya callen a la perra. —Mientras sigo forcejeando. Uno parece intentar cubrir mi boca y uso mi pierna libre para patear su rodilla. —¡NO! —sigo diciendo—. ¡No! ¡NO! —Un trapo es presionado en mi nariz y por alguna razón contengo el aliento porque sé que esto pretende noquearme; lucho contra mi propia urgencia por respirar. Le doy una patada en las bolas y lo escucho gritar, luego ambos me lanzan dentro de la parte trasera del auto—. ¡AAAYUUUUUDA! —grito cuando ponen una capucha negra sobre mi cabeza y el tono negro de la oscuridad desciende. ág in a7 3 Mi aliento me deja por la sorpresa mientras cierran las puertas. Siento a uno de los hombres apretar la capucha ligeramente alrededor de mi garganta, asegurándola. Mis respiraciones jadeantes hacen eco en mis oídos, oscuridad me envuelve mientras la realidad de mi situación empieza a penetrar y mis ojos comienzan a picar. Manos acunan y toquetean mis pechos mientras otras manos comienzan a sentirme por debajo de mi encantador vestido de verano, e inicio una lucha con vigor renovado, gritando y escuchando los sonidos solitarios y amortiguados de mis propios gritos que mueren dentro de la capucha que cubre mi cara. No puedo escuchar qué dicen, susurrando, y comienzo a agitar los brazos y piernas, castañeando los dientes mientras intento golpearlos, golpeando todo lo que puedo. —Pequeña luchadora… vamos a divertirnos con ella antes de entregar… Mi vestido es jalado hacia arriba, pateo y me retuerzo mientras encienden el auto, gimiendo cuando un mar de manos agarran mis muslos y los fuerzan a abrirse. —Solo conduce, nos detendremos de camino allí y tomaremos turnos con ella. El auto parece avanzar y, de inmediato, se detiene. —MIERDA. Escucho sus palabras con claridad. —¿Qué? También escucho la alarma en esa pregunta muy, muy claramente. —JODER, HOMBRE. Las manos dejan de tocarme, y por alguna razón me quedo quieta, sintiendo que algo sucede. —¿Quién mierda es él? ¿Uno de los hombres de Slaughter? —Hay dos. Antes de que cualquiera pueda responder a eso, se escucha el sonido de una llanta explotando, luego otra silbando mientras sale el aire. Escucho tres disparos limpios, luego otro a mi derecha, lo que parece abrir la agarradera. Bisagras truenan mientras la puerta parece ser arrancada. La única mano que permanece en mis pechos, congelada con sorpresa, es apartada y escucho un grito asustado y un crujido, como huesos rompiéndose. —¡Saaaaaaaanta mierda, en serio eres tú!Escucho un golpe, un alarido, luego el sonido de un cuerpo golpeando el suelo. —Lo llevaré a un lugar lindo y acogedor para que podamos platicar un poco. —Una voz tejana se arrastra desde lejos. ág in a7 4 Con pánico, comienzo a tocar alrededor con mis manos y justo cuando encuentro algo duro y metálico en los vaqueros del peso muerto a mi lado, un par de manos me alcanzan. Mientras siento nuevas manos envolviéndose a mi alrededor, un golpe de adrenalina me atraviesa. El puño de un cuchillo, lo agarro y balanceo, y, milagro de milagros, logro hundirlo en dura piel masculina con repugnante tirón de mi lado. Gruñe sobre la cima de mi cabeza y cuando me suelta para quitarlo, empujo y salgo del auto, encontrando mis pies en el suelo. El cuchillo cae al suelo en el segundo en que comienzo a correr, intentando quitar las ataduras de la capucha, esperando correr en dirección opuesta de donde llegaron los nuevos. —Tienes una viva y bien, C. —El tejano arrastra las palabras. Chillo cuando me doy cuenta de que me dirijo directo a él y me giro cuando me tropiezo con un par de brazos fuertes de hombre. Mi lucha comienza instantáneamente pero este chico no se detendrá. Gruñe cuando lo pateo en las bolas, luego comienza a asegurar mis brazos y piernas con algún tipo de material de cuerda, suavemente, así no puedo escapar. Pateo el aire, pero es fuerte y rápido, y lo que muchos hombres no podían hacer para someterme, este lo hace en menos de un minuto. Ata mis tobillos y muñecas, y luego me sostiene contra su pecho que se siente musculoso y ancho mientras me carga a algún lugar. La adrenalina se apresura a través de mi cuerpo sin ningún lugar a dónde ir y soy presa de temores cuando me doy cuenta de que estoy muy jodida y no tengo forma de liberarme. Creo que corté al hombre, y su sangre se derrama sobre mí. Me retuerzo en el último esfuerzo inútil por liberarme, pero también lloro, el sonido de mis propios resoplidos haciendo eco dentro de la capucha. Y de pronto sé lo que es esto. Es esa deuda. Ahora es tan real, estos hombres son tan reales. Querían su dinero. Pero se supone que tenía un mes más. ¿Se impacientaron? ¿Planeaban matarme o solo usarme? ¿Me entregaban a ese chico de un ojo y al flacucho quién ofreció darme una “extensión” de su polla cuando le pedí más tiempo para pagar? —Estoy… estoy juntando el dinero —digo, atrapando un sollozo en mi garganta. Debo haberme quedado en shock porque parece que no puedo luchar contra él, luchar por mi vida, tiemblo incontrolablemente. Siento un nuevo dolor en los muslos y crece cuando siento un guante de cuero contra la piel desnuda de mi espalda. Gimo cuando me acuerdo de Greyson y mi depilación brasileña y mi día de spa, ahora huelo a puerco, a sangre y a otro hombre, y comienzo a tragarme sollozos porque esto solo puede estarme sucediendo a mí. —M… mi auto es… Sigue caminando, y no puedo hablar bien, jadeo por aire y lloriqueo. ág in a7 5 —Mi… mi vestido. Se detiene, luego escucho plástico siendo arrastrado y me doy cuenta de que lo levantó en “señor sabe qué condiciones” por donde sea que cayó. —Gracias —lloriqueo. Luego me doy cuenta, no es un chico bueno, ¡no quiere ayudarme! Si fuera así, me dejaría ir. Un temblor incontrolable toma mi cuerpo, haciendo mis dientes castañear. Me pone en el asiento trasero de un auto que huele sorprendentemente como a las bolsitas de lavanda que puse en mi auto después de casi se convirtiera en un barco y las llantas chillan mientras nos alejamos. Terminamos estacionando en algún lugar, y luego otra vez, estamos en movimiento, se detiene, se mueve, cauteloso, mientras se mueve y detiene, para no ser visto. Subimos algunas escaleras, y escucho una ventana tronar. Seguimos andando. Luego escucho agua correr. Me baja en algún lugar suave, lo que creo que es mi cama, y afloja los agarres de mis muñecas, sus guantes frotando los puntos de mi pulso. Cierro los ojos y pretendo que es otro guante, de otro hombre, dándome consuelo, pero el hecho es que realmente no es ese otro hombre, lo que hace toda mi miseria aún más intensa. Mecánicamente comienza a liberar mis piernas, luego frota las heridas alrededor de mis tobillos otra vez. —¡P… por favor no me lastimes…! —chillo, pateando, luego calmándome cuando se aleja—. ¿Es por el dinero? Tendré el dinero, estoy juntando el dinero —comienzo a divagar—. Mi auto se encuentra a la venta, solo que no he tenido compradores y aún debo la mitad de todas formas, ¡así que solo necesito un poco más…! Hace algo inesperado. Alcanza mi mano y le da un apretón. No un apretón enojado, un apretón tranquilizador. Me quedo callada. Mi corazón se acelera mientras mantiene la mano en la mía por un largo momento, hasta que parece estar seguro de que respiro bien. La deja ir. Siento sus pasos y el chirrido de mi ventana, y de pronto me estiro y lucho por remover la capucha. Estoy en mi apartamento. El agua de la ducha corriendo. Se fue… ¿por el balcón y las escaleras de emergencia? Hay sangre sobre mí. Hay sangre por todo mi cuerpo mientras me deslizo en la bañera, totalmente vestida, y tomo una ducha, fregándome para limpiarme. Lloro en silencio. Fui a rogarle a esos horribles hombres por tiempo, y me dieron un poco, pero se me está terminando otra vez. ¿Por qué demonios alguna vez creí que podía hacer una estúpida apuesta y no llegar a involucrarme con este tipo de personas? Pienso en pedirle ayuda a alguien, pero también soy muy orgullosa. Soy demasiado orgullosa para decirle a mi mejor amiga, o a mis amigos, soy demasiado orgullosa para decirle a mis ág in a7 6 padres quienes creen que soy perfecta y que no puedo hacer nada mal. Y Greyson. Por alguna razón pensar en él me pone más sentimental que todo. Me hace sentir a salvo, como si pudiera protegerme del mundo. Incluso de hombres como estos. Pero soy demasiado orgullosa para dejar al único chico con el que alguna vez he tenido una conexión saber esto. Probablemente no le agrado tanto, de todas formas. No. Nunca es así para mí. Lloro silenciosamente en la bañera, sintiéndome más sucia que nunca, jamás quiero salir. ág in a7 7 Matar Traducido por Jasiel Odair Corregido por Niki Greyson —¡Jooooder! ¿Estos hijos de puta quieren jugar? ¿Tocar lo que es mío? Entonces mejor que estén listos para morir. Morir. El que envió a esos cuatro para conseguirla, quien hizo la llamada, está muerto. ¿Y en cuanto al imbécil que C.C. trajo con nosotros al almacén? Voy a malditamente matarlo, despedazarlo, miembro por miembro. Siseando del dolor, meto mi brazo sangrando bajo el agua corriendo, con los ojos ardiendo de la rabia, la impotencia, el dolor de saber lo que le iban a hacer a Melanie esta noche. Ni siquiera podía jodidamente hablarle. Ni siquiera podía decirle que iba a estar bien. Debido a la lista, debido a Cero, porque él no puede ser conocido fuera del Underground; así que tuve que sostenerla en mis brazos y escuchar sus sollozos. Nunca, jamás había sostenido a una mujer llorando antes. Oírla suplicarme que por favor no la lastimara, sólo añadió fuego a mi estómago ya agitado. Iban a… Maldita sea, no puedo ni siquiera pensarlo. Me quedo mirando el espejo en el baño del sórdido almacén, fosas nasales dilatadas, la cara pálida de la pérdida de sangre, los ojos brillantes con ese brillo frío de muerte. Luzco desquiciado. Me siento desquiciado. Abro el gabinete del espejo y busco vendas, las cosas resonando en el suelo cuando no encuentro nada. Presiono una toalla más fuerte en la herida y trato de anudarla, a la vez incapaz de domar el impulso de matar corriendo en mi sangre. ág in a7 8 No he tenido una gota de humanidad real en mí desde que mi madre se fue. Pero a pesar de mi crianza, quería arrancar esa capucha sucia de la cabeza de Melanie, limpiar sus lágrimas, mirarla a los ojos, y ordenarle que deje de llorar porquees algo que me desestabiliza. Y ordenarle que deje de temblar porque me hace temblar de rabia. Y prometerle que estaría bien y la próxima vez que la tocaran, será por un hombre que quiera complacerla más que a sí mismo. Lo más ridículo de todo es que en algún lugar de mi mente retorcida, ese hombre soy yo. C.C. acecha en el baño del pequeño almacén donde trajo el único superviviente de nuestro encuentro. —¿Dónde diablos está? —le grito. —Infiernos, te has visto mejor. Necesitamos coserte, hombre. Lo sigo fuera a donde el grupo de chicas que suelen arrastrarse tras C.C. está reunido. —Consigue una aguja —le digo a la que veo primero, entonces saco una silla de una mesa de plástico y me inclino a hablar con C.C, sólo él y yo—. ¿Dime que al menos el cabrón dijo algo? Las cejas de C.C. bajan. —No parece saber quién lo contrató. —¿Y los demás? —Escondí los cuerpos. Sólo el suertudo sobreviviente obtendrá una visita tuya. —No lo llamaría suertudo. —Exploro nuestro entorno, preguntándome quién podría estar detrás de ella, y por qué. Mi padre, Eric, alguno de los chicos. ¿Están intentando capturarla? ¿Está mi padre aventurándose en sus propios asuntos después de que me dio su palabra? ¿Fue una advertencia de uno de mis propios hermanos “leales”? Mi brazo se encuentra tan insensible que no puedo sentirlo, pero mi piel está pegajosa y cálida con la sangre, y estoy tan frustrado que quiero patear algo. Por todo lo sagrado en el mundo, si mi padre está detrás de esto, lo mataré. Estoy luchando con mis emociones mientras la morena vuelve con la aguja para coserme, y trae una botella de alcohol. —Bien, bien, ahora, parece que tendré mis manos sobre ti después de todo —ronronea—. ¿Qué tenemos aquí? Extiendo mi brazo mientras abre la botella de alcohol. —Es un arañazo de mi chica —gruño—. No le gusta cuando no la llamo. —No quiero recordar cómo estuvo llorando y quería arrancarle la capucha… y ¿para qué? ¿Revelarme a ella? No puedo hacer eso. ág in a7 9 La chica vierte el alcohol sobre mi herida y contengo mi reacción, apretando los dientes. —Hazlo bien y pequeño. —Arranco un pedazo de mi camiseta, lo muerdo y no hago un sonido, viendo mientras me cose. —Lo hizo bien. Para una princesa —me dice C.C. Estoy adolorido, y todavía jodidamente furioso. Aprieto los dientes alrededor de la tela. Una pelirroja viene y se sienta en mi regazo mientras su amiga me venda. —Oh, C, estábamos muy preocupadas. —Se lame los labios—. ¿Qué necesitas? —Mindy —le digo, escupiendo la tela—. Ese es tu nombre, ¿no? Asiente con entusiasmo. —Mindy, le he estado enseñando a mi novia cómo disparar su nueva arma. No creo que ella apreciaría que estés sentada aquí. —Oh. —Sale fácilmente de encima. —Ven aquí, cariño, te daré unas largas y lentas caricias. —C.C abre las piernas y hace espacio para Mindy, mirándome—. Novia, ¿eh? ¿Ella sabe de eso? —Le informaré mañana. —Ahora vuelvo mi atención a mi mejor amigo—. C.C., esto podría estar viniendo del Underground. Podría tener algo que ver con esa maldita deuda. —Aprieto el vendaje un poco más—. Necesito tachar su nombre lo antes posible y creo que sé cómo lograrlo. —Bueno, no puedes dejar que Slaughter siquiera se entere que piensas comprar su deuda o te joderá, hombre. La hará desaparecer como hizo con Lana. —¿No crees que ya sé esa mierda? No. Necesito que tenga los medios para pagar sin que incluso lo sienta. Camino al bar, me sirvo dos dedos de whisky y bebo, mirando el camino de mi propia sangre en el suelo. Ella es demasiado buena para esto, pero ahora está involucrada. Ahora es más que un nombre en mi lista. Está en la lista negra de alguien y soy un hijo de puta cabreado aquí. —Sea quien sea, se metieron con la chica equivocada. —Me sirvo más whisky y agrego un analgésico en él. —Ah, Dios, estoy muy entretenido por la mirada en tu rostro. Casi lo siento por nuestro invitado. —Llévame a él. —Mientras sigo a C.C., le pido que me consiga un boleto de avión a mi apartamento en Washington D.C para mañana temprano—. Asegúrate de que esté de vuelta a las seis, así puedo llegar a la boda. ág in a8 0 Hay tres tipos de cuchillos para lanzar. De hoja pesada. Mango pesado. O equilibrado. La empuñadura y el ángulo son los más importantes. De largo alcance, mantienes la muñeca sin doblar cuando se lanza, así el cuchillo no girará demasiado en el aire. El mío apenas voltea, se dispara en línea recta. Solía practicar en cajas de cartón de cereales, luego frascos de salsas, tablas de abedul y pino, colgando en el viento. Ahora hay un hombre delante de mí y sé exactamente cómo cambiar el peso de mi pierna dominante a la otra para crear un impulso, cómo girar el antebrazo, el codo directo para mi lanzamiento. No se trata de fuerza, sino de finura. Se necesita poca fuerza. El cuchillo reúne fuerza solo. Si golpeas con el mango, no cambia la fuerza, sólo permites más o menos rotación por apoyarte atrás o adelante. Tengo toda esta ciencia detrás de mi técnica y nunca he estado más dispuesto a aplicarla. Él está atado a una silla, en una pequeña habitación en la esquina del almacén. Una luz brilla sobre su cabeza. Está sangrando e hinchado, pero la vista de su sangre no es suficiente para darme satisfacción. Me mira, lo miro. Sus temblores aumentan, y me complace. Inmensamente. Me empiezo a acercar, manteniendo mi voz baja. —¿Quién te contrató? —N-no hablaré, como le dije a tu aa-amigo. Saco mi cuchillo y lo lanzo, rozando su sien. Grita, y sigo tirando hasta que los cuchillos están pegados en la pared a su alrededor, delineando su imbécil rostro. Entonces mi objetivo cambia hacia el centro de su muslo. Golpea. —¡Mierda! ¿Otro loco de mierda? ¡Pensé que eras el bueno! —Siento decírtelo, pero ya conociste al bueno. —Ni siquiera finjo una sonrisa, no siento nada por este hijo de puta. Ni siquiera piedad. Saco otro cuchillo y pruebo la punta—. Soy el tipo a cuya chica acabas de joder, así que haré esto extra doloroso. Tomaré un pequeño pedazo de tu piel, un tirón a la vez. Una bola a la vez, un pedazo de tu pene a la vez. Los arrancaré, lenta y dolorosamente, hasta que me digas quién te contrató. Lo golpeo en la punta de un dedo, aplastándolo allí. Grita. Sonrío y saco mi próximo cuchillo. —¿La estaban vigilando? —pregunto. Una gran cantidad de contratos comienzan como vigilancia y terminan como algo más. Golpeo su siguiente dedo. Grita y se moja los pantalones. ág in a8 1 —¿Fue esto un secuestro? Se está ahogando en sollozos. Oigo los sonidos débiles de tráfico afuera. La escucho, con sus grandes ojos verdes soñadores, sollozando bajo una capucha negra de mierda, tenso mi mandíbula y lanzo un cuchillo que cae directamente en el centro de su palma. —¿QUIÉN ES TU JEFE? —exijo. La sangre está vertiéndose ahora; pero no pararé hasta que las palabras empiecen a verterse también. Justo cuando está por caer inconsciente, entumecido por el dolor, en silencio le ordeno a C.C.—: Música por favor. No dormiremos esta noche. Cuatro horas más tarde… No tengo un nombre. Tengo un puñado de ira, un montón de jodida frustración, nada de sueño, un poco de dolor. Pero ningún puto nombre. No sabemos si tiene una marca sobre ella, de quién es objetivo. La necesito fuera de esa lista, y rápido. ¿Cómo lo tomará tu orgullo si te doy el dinero, princesa? ¿Lo tirarás de nuevo a mi cara? Lo harás, ¿no es así? Caray, sé que lo harás… Al entrar en mi apartamento, todavía estoy colgado en la visión que tengo de ella en la cama, durmiendo con una montaña de almohadas en ambos costados mientras dejo su vestido en el pomo de la puerta de su dormitorio. Lucía exquisita. Follable. Vulnerable. Y me quedo allí, la sangre corriendo más rápido en mi cuerpo, mi polla palpitando tanto como mis bíceps cocidos y el lado izquierdo de mi pecho. Ahora abro la caja de seguridad y casi tiro la manija de sucentro. Algunos de nuestros deudores tienen que pagar con trueques. Relojes, oro, joyas. A veces mantenemos “sobras” para sobornar a funcionarios, cualquiera que nos dé problemas en cualquier empresa. A veces mi padre no tomará las sobras y estoy obligado a proporcionar el dinero en efectivo, mientras que empeño, vendo, o hago otras cosas. ág in a8 2 Agarro un collar brillante de diamantes de uno de los extras que recolecté. Una vez, pensé que mi madre disfrutaría llevarlo. Ahora espero que, en cambio, Melanie disfrutará venderlo. Conseguí vincularme a esta chica dulce, incluso si es una pequeña cosa complicada. En su pequeño divertido cerebro, es probable que nunca se le ocurrió que perdería su apuesta. Debe haber imaginado zapatos nuevos y vestuarios en su futuro, y tal vez, hasta finalizar el pago de su coche. En cambio, ahora le debe su vida al Underground. A mi padre. A mí. Tenemos un equipo muy elaborado para llevar la contabilidad y la recolección de todas las deudas, la organización de las peleas, la venta de las entradas. El “Comité Underground” maneja las entradas y la organización de la pelea. Pero son los Slaters quiénes manipulan el juego y la financiación-recolección, y las cosas que nadie más debe conocer. Si Melanie es como cualquier mujer que conozco, aceptará un regalo de su nuevo pretendiente, luego dirá que alguien le robó el collar en lugar de decirme la verdad. Que lo vendió para pagar una deuda. Y eso está bien, puede mentir acerca de esto. Le estoy mintiendo también. Estaremos a mano. Habrá pagado su deuda, aprendido su lección, y no tendrá que saber que soy parte de su pesadilla. Y nunca tendré que ver esos ojos verdes suyos mirándome con horror como mi madre lo hizo. ág in a8 3 La Boda Traducido por Adriana Tate Corregido por LucindaMaddox Melanie Me despierto para encontrar mi vestido rojo colgando en el pomo de la puerta de mi habitación, frente a mí. Parpadeo y el terror gira a través de mí cuando me doy cuenta que él estuvo aquí. En mi habitación. —¿Hay alguien aquí? —grito, tirando de las sábanas hasta mi cuello. Silencio. Salto fuera de la cama y corro a abrir de golpe todas mis puertas, con fuerza, en caso de que haya alguien escondido detrás de ellas. Estoy cansada para el momento en que he recorrido todo mi apartamento como una persona trastornada. Arrastrándome contra la pared, dejo que mis ojos examinen mi vestido. Está perfecto. Sin ninguna marca en él. Incluso tiene el sello de la tintorería. Mi brazo tiembla mientras toco la seda, fragmentos de anoche parpadean por mi mente. Manos. Sangre. Lágrimas. Parece que ambos sobrevivimos, mi vestido y yo, pero prefiero que me parta un rayo antes de dormir en casa esta noche. Haré que Pandora me invite a su casa por un par de días, o pasaré la noche en un hotel, sola. Dios, pero no quiero estar sola. Quiero otra noche con Greyson. Me he acostado en mi cama durante dos semanas recordando esa noche que estuvimos juntos, y lo que siento por él va mucho más allá del deseo, se siente como una necesidad. Un ansia. Quiero sus brazos y su boca. Quiero su calor y la mirada en sus ojos para hacerme olvidar que tengo moretones en mis muslos, en mi orgullo y en mi corazón. Exhalando, me apresuro a entrar en el baño, le paso seguro a la puerta, lleno mi bañera y me recuerdo que mi mejor amiga se casa hoy. Después de mi baño, me froto con aceite de coco y almendra, me pongo mi tanga más elegante, mi vestido rojo, unos tacones color turquesa, una ág in a8 4 gruesa pulsera amarilla, al menos tengo tres colores en mí, lo cual siempre me hace sentir bien, y me apresuro a ir a la casa de Brooke, diciéndome que pare de preguntarme si realmente tendré una cita, si alguna vez pagaré la deuda, si alguna vez volveré a tener una buena noche de descanso otra vez. Hoy todo se trata acerca de la boda de mi mejor amiga y voy a disfrutar este día. He soñado y soñado esto por Brooke incluso antes de que ella supiera que lo quería, y en el momento que Remington Tate saltó fuera del ring del Underground y pidió su número de teléfono, sentí mariposas en su nombre e inmediatamente le di el número yo misma. Brooke nunca se lo habría dado de otra manera. Ahora está más enamorada de lo que nunca me imaginé que estaría. Está cubierta de blanco y acabo de ahuyentar a los hombres a la iglesia, porque no hay manera en el infierno que deje a Remy y a Brooke comenzar con la mala suerte de su lado. El novio no puede ver a la novia en su vestido hasta la boda. A regañadientes, se fueron, a pesar de que Remington no se veía contento al respecto. Ahora la genial Josephine, la guardaespaldas convertida en guardaespaldas/niñera, y yo estamos ayudando a poner las últimas flores de cristal al cabello de Brooke, mientras esperamos que su mamá y su hermana lleguen. —¿De quién es el turno de sostener a Racer? Acaba de babear en el vestido y no quiero que vomite en él también —dice Nora, señalando en dirección de una pequeña mancha oscura en el corpiño del vestido de Brooke. Bajando la mirada, Brooke estudia la mancha y la frota con su dedo pulgar, una cansada expresión de decepción se muestra en su rostro. —Brooke, tu hombre ni siquiera notará la mancha, ¡te lo garantizo! ¡Dame a Racer! —le exijo mientras agarro al pequeño Racer y lo coloco en mi regazo, rozando mis labios sobre la cima de su redonda cabecita. Huele como a talco y agita sus brazos por todas partes. Brooke está ocupada mandándole mensaje de texto al novio y mirando hacia delante. —Te lo juro, este tráfico —gime. —No es como si él no esperará por ti —chillo con entusiasmo antes de darle a Racer a su abuela, quien le habla con mimos, y voy y cambio de puesto e intento abrazar a Brooke incluso a través de todo el tul de su falda—. ¡Brookey, Remy estuvo esperando por ti toda su vida! Esperará diez minutos más, confía en mí. Brooke me señala con un dedo. —No digas nada que me haga llorar —me advierte, discretamente tocando la esquina de sus ojos. Asiento con una sonrisa, pero mi tráquea se oprime cuando tomo su mano y la aprieto. Ella es mi mejor amiga. Soy hija única. ág in a8 5 Tengo a Pandora, mi amiga gótica quien es mí opuesto, negativa, sarcástica y oscura, y a quien amo. Pero Brooke es Brooke, y sólo hay una para mí. Brooke no se quedará en Seattle porque la naturaleza del trabajo de su esposo le exige que vaya de gira con la liga de lucha, y este momento es muy emotivo para mí. Nadie nunca piensa en la mejor amiga cuando la novia se va a casar. Pero ahora mismo, estoy tan feliz que podría estallar, y, al mismo tiempo, tan miserable como podría estar. Primero porque la extrañaré, y segundo porque desde que era una niña, siempre he querido estar vestida de blanco y tener el tipo de novio que está esperando por ella en el altar, locamente enamorado de mí, listo para protegerme, para pasar el resto de su vida conmigo. En cambio, nunca he conseguido pasar más de un mes saliendo con alguien. En cambio, anoche casi estaba… Dios, no pienses en eso ahora. Brooke sale del auto y me alegro por la distracción de alistarla para entrar. Le dije que, ya que Pete, el asistente personal de Remy, es el padrino y también el novio de Nora, que simplemente debería pedirle a su hermana que fuera su madrina de bodas. ¿Quién quiere a Nora frunciendo el ceño por el resto de su vida de todos modos? Yo no. Así que soy la orgullosa dama de honor junto con Pandora, quien también está vestida de rojo por, probablemente, la primera vez en su vida. No es que se vea feliz por eso, pero eso no es nada nuevo. Mientras camino detrás de Brooke dentro de la iglesia, lo veo. Cerca de la puerta. Y mis piernas se vuelven blandas debajo de mi vestido. Greyson. Lleva puesto un traje muy bonito con la misma facilidad que usa su auto-confianza. Dios. Es casi como si las personas cercanas se mueven hacia él. Casi nopuedo soportar la atracción de su magnética presencia. No sabe que simplemente estando de pie allí, oscuro y poderosamente cerca de la amplia entrada de la iglesia, me está rescatando de mis pensamientos, mis miedos y mi soledad, lo cual ayer se sintió tan absoluto como la noche. Después de veinticinco años de no ser lo suficientemente buena, ante los ojos de este hombre, lo soy. Soy deseable. Merezco estar aquí. Lo que siento es extraño y emocionante. Crudo y rudo, precioso y frágil. No sabe que verlo se curva como calor dentro de mí, calentándome en lugares secretos, desapareciendo mis miedos. Mi mente está en una sola velocidad de repente. Él vino. Y por la manera que nivela esos fieros ojos avellana sobre mí, no va a ir a ninguna parte. No sin… mí. Durante la ceremonia, comienzo a llorar. No espero hacerlo, pero el miedo de la noche pasada se mezcla con el hecho que el chico que quiero está ág in a8 6 aquí por mí, todo eso mezclado con las bajas y roncas palabras del novio de mi mejor amiga prometiendo su vida a ella. Odio que estoy arruinando mi maquillaje, pero cuando me pongo de pie y escucho a mi mejor amiga prometer sus votos a uno de los hombres más protectores, sexys y amables que conozco, recuerdo como fui yo quien le dijo, ¡HAZLO! ¡Ve tras él! Recuerdo que fui yo quien le dijo, ten una aventura, vive tu vida, vamos, Brooke, joder, es REMINGTON TATE, ¡nadie le dice que no a ese hombre! Ahora siento un par de ojos avellana entrecerrados en mi perfil, y cuando doy una mirada furtiva en su dirección, esa mirada posesiva que tiene no podía ser mejorada por el mismísimo demonio en persona. Mi corazón se aprieta al tiempo que intento dejar de llorar, diciéndome que al menos por esta noche, estaré segura. Me sentiré segura. Porque él no se ve como si me dejará ir a ninguna parte sin él. Dios, pude haber muerto ayer. Podría morir mañana. Siempre he vivido mi vida en el momento, pero siempre planeando y esperando por mi futuro perfecto. ¿Qué pasa si no hay uno? No me importa por qué está aquí y de repente nada importa excepto que sé lo que quiero ésta noche. Sorbo por la nariz y me limpio las lágrimas, luego encuentro su mirada casi suplicando, mi estómago duele cuando me devuelve la mirada con una que me dice mucho más que simplemente que haré contigo. Hay preocupación en su mirada, pero hay fuego, a punto de estallar allí, prometiendo quemarme de la manera más deliciosa. Está aquí porque me quiere. Me anhela y yo lo anhelo a él. Anhelo el hombre que conocí esa noche en la lluvia, el que no me dejó mojarme y en voz baja preguntó acerca de mí, mientras me besaba toda la noche. El que regresó para verme y pedir otra oportunidad. Su magnetismo simplemente me atrae, la atracción es irresistible. Sin procedentes. Y mientras los votos de amor son intercambiados en la capilla, me hago una promesa. Prometo que sea lo que sea que hay entre él y yo, una aventura, una catástrofe, la peor cita de mi vida, esta noche me voy a dejar llevar. Voy a lanzarme de cabeza en ello, y voy a seguir mi instinto, mi corazón y cada cosquilleo en mi cuerpo deseoso o me dejaré de llamar maldita Melanie. ág in a8 7 Esta noche Traducido por ElyCasdel & NnancyC Corregido por Vane Farrow Greyson La ceremonia tarda un maldito montón de años. Me paro aquí armado con mi SIG semiautomática, justo un poco más de un kilo de acero, pero mi polla se siente dos veces más pesada y mi pecho diez veces más. Soy como un animal atropellado hace una semana. Verla llorar ayer me destrozó. Ahora su mirada está despojada y desnuda de emociones mientras me ve entre la multitud, y no puedo procesar cómo me siento. Desde el momento en que salió de la limosina con la novia, gruñí ante la visión de ella. Soy arrasado con los impulsos de acercarme a ella, tocarla, olerla. Melanie es un manojo de contradicciones en vestido de dama de honor. Toda sonrisas, pero espetando órdenes como un general. La miré jalar la cola del vestido de novia detrás de ella así “lucía bonita” mientras una chica de cabello oscuro con el ceño fruncido le pasaba un ramo de flores a la novia. Melanie evitaba mirarme. Tal vez a propósito, tal vez no. Ahora que los votos están hechos, estoy en la banqueta de afuera de la iglesia, impaciente. Hay un coro de personas alrededor, pero sobre su ruido, puedo escucharla reír. Giro la cabeza y veo al sacerdote diciéndole algo que la complace. Dios. Quiero besar esa maldita risa para que se calle. Luego quiero hacer algo para despertarla de nuevo y que viaje dentro de mi boca, donde puedo atraparla. Probarla. Jugar con ella. Cuando un grupo comienza a juntarse alrededor de la limosina, no pierdo otro minuto. Cierro la distancia entre nosotros, deteniéndome a escasos cinco centímetros detrás de ella, tomándome un momento para disfrutar la fascinante imagen que forma: cabello suelto cayendo sobre sus hombros, ág in a8 8 vestido ajustado de seda color rojo hasta sus tobillos, espalda abierta en V que termina casi donde empieza su redondo y descarado trasero. —¿Estás ignorándome deliberadamente? —murmuro, deslizando mi mano alrededor de su cintura. —No. —Sonríe hacia la banqueta mientras mete el cabello detrás de su oreja. Bajo mi cabeza hasta que mis labios casi rozan su oreja. —Bien, porque no soy alguien que ignoras. —Usando mi agarre en su cintura, la jalo contra mi parte delantera. Estoy probando sus límites, alegre de que, en lugar de protestar, se incline contra mí. Maldita buena señal, King. Joder, ahora quiero más. Tomándola por el codo, la alejo de la multitud y la meto en un hueco cercano a la entrada de la iglesia. Su respiración es pesada, y esa es una mejor señal. También te quiere, te quiere tanto como tú a ella. La levanto contra la pared de piedra usando todo mi cuerpo. Su pecho presionado contra el mío, sus muslos contra los míos. Un gruñido bajo se atrapa en mi garganta mientras deslizo mis labios sobre sus párpados. Decir que estoy famélico es poco. Desearía tener diez manos, dos no son suficientes mientras paso mis palmas por sus costados, con mis dedos acunando su trasero y luego sujetándola contra mis caderas así puedo sentirla, viva y perfecta, a salvo y sin ser tocada. Acaricia mi garganta con su nariz y respira profundamente como si ansiara mi esencia. La aprieto contra mí, sintiéndola estremecerse en mis brazos. Estoy altamente entrenado. Puedo sentir el miedo, incitación, excitación. Pero la mezcla que parezco producir en ella me intoxica más que cualquier otra cosa. La atraigo hacia mí. Un jadeo deja sus labios, y toma todo en mí no inclinar mi cabeza y tomarla. No. Cuando tome esos labios rojos, no me detendré hasta que esté desnuda debajo de mí y me encuentre tan profundo en ella como una maldición. Esta noche, me digo. Alcanzo dentro de mi saco y saco el collar que le traje de una bolsa aterciopelada. —¿Qué es esto? —Primero me mira a mí. La dejo que abra mi mano, y mira al collar de diamantes en mi palma. Es un collar de diamantes, simple pero aún extraordinario. Como ella. —Algo para mi chica —murmuro. ág in a8 9 —¿Tu chica? Levanto el collar y lo coloco alrededor de su cuello. —Es demasiado, Greyson. No puedo aceptarlo —protesta. —No puedo tomarlo de vuelta y no es de mi tamaño. —Paso mis dedos por su clavícula, y es caliente y sedosa—-. Además, es hecho para una reina, una princesa. Ajusto el hilo brillante, así se apoya contra su clavícula, justo debajo de la palpitación del punto del pulso. Estoy tentado a bajar la cabeza y deslizar mi lengua ahí. Diablos, estoy tentado a hacer más. Hundo el dedo en el pequeño hueco en su lugar, tocando su pulso y deslizando mis ojos a los de ella. — Melanie, cuando estés esperando que llame —Paso mi pulgar sobre los diamantes una vez más—, mira estas piedras y sabrás por seguro que el teléfono sonará. —¿Quién eres? —me pregunta, sin respiracióny atónita. Mis labios se curvan en una sonrisa sardónica. —Soy una versión retorcida de tu… Westley —digo, sosteniendo su mirada. Escuchamos gritos afuera y nos damos cuenta que la novia ha lanzado el ramo al aire. Melanie se apresura mientras soy dejado atrás, esforzándome por atrapar a mi Neandertal. Ella es un metro y sesenta y cinco centímetros de diversión y llena mi ser entero con mierda que nunca intenté sentir, quiero dejarla en paz. Estoy tan jodidamente jodido. La sigo en la multitud y me detengo justo detrás de ella, mi parte delantera presionado su parte trasera mientras miro su perfil. Sus fosas nasales están dilatadas. Me está oliendo de nuevo. Permanezco en mi lugar, dejándola acostumbrarse a mí. Mi tamaño, mi esencia, mi peso, yo. Alcanzo con mi guante y toco su cabello, y tiembla. Me muevo para estar justo a su lado, pasando la parte trasera de mis dedos por su brazo desnudo. Comienza a respirar más rápido, y la escucho dejar de respirar cuando enlazo mis dedos con los suyos en una forma que dice: esta noche estás conmigo. Miramos a la novia y el novio alejarse en su limosina, y Melanie les dice adiós con la mano sin soltar mi mano. Mientras el auto desaparece en la distancia, inclina su bonita cara hacia mí. Los diamantes lucen tan impresionantes en ella que por un momento olvido que sirven para algo más que adornar su garganta. Parecen marcarla. Gritarme tuya, tuya, tuya. —Parece que ya no tengo como regresar —me dice. Demonios si no me gusta ese puchero. —No te preocupes, vendrás conmigo —digo. ág in a9 0 —¡Mel! ¡Tenemos las llaves de tu auto! —grita un hombre en nuestra dirección, con las llaves tintineando en el aire. Las trae y puedo ver que es el tipo rubio que la ha estado follándola con la mirada desde que llegué. Me mira en silencio. Le doy una mirada aún más negra. Sigue mirando, imbécil, voy a ser el que la folle esta noche. La amiga de cabello oscuro de Melanie le golpea el codo. —Riley, ¿por qué no se llevan el auto de Mel? Ella y su cita pueden venir conmigo y Kyle — interfiere. Me da una mirada de advertencia mientras pienso que debería estar preocupado acerca de esto por alguna razón. No intimidado, asiento concordando. Tan pronto como estamos en el asiento trasero del auto, la chica habla. —Eso que traes es ostentoso, Melanie. —Lo sé. —Sonriendo felizmente, apunta su pulgar en mi dirección. —¿Él te dio el collar? —La amiga suena sorprendida. —¡Sí! Y su nombre es Greyson, Pandora. —¡Bueno! Greyson, ¿pagarás por los lentes de prescripción que necesitaré después del daño de retina que recibiré por esa cosa ostentosa? — pregunta. —Envíame la factura —respondo sencillamente. —¿Qué sigue? ¿Vas a atarla y elegir palabras de seguridad o qué? Sonrío. —No. No hay palabras en la tierra que mantendrá a nadie a salvo de mí. —Jaja. Me encanta que tu novio se divierta solo —le dice Pandora a Melanie, pronunciando la palabra “novio” como alguien pronunciaría la palabra “excremento”. Regresa su atención hacia mí—. Somos muy protectores con nuestra Mel. Creyó en Santa mucho, mucho más tiempo que el resto de nosotros. Así que cuéntanos de ti. Eres como un chico Gatsby, con un montón de dinero, pero un muy misterioso pasado. Kyle y yo te buscamos en Google pero no pudimos encontrar mucho. ¿Cuáles son tus intenciones con nuestra chica? —¡Pandora! —Melanie patea la parte trasera del asiento de Pandora—. Ignora a mi amiga, Greyson —me dice. Pero la amiga no siente ganas de ignorarme. Sigue mirándome sobre su hombro. —¿Estás feliz de que Melanie no atrapara el ramo? —¿Por qué lo estaría? —contrarresta Mel. —Amiga, a juzgar por esa cosa ostentosa, el hombre no tiene intenciones de casarse, solo follar. —¡Pandora! ág in a9 1 Me río; encuentro altamente entretenido cuán protectora es la chica. No hay duda en mi mente de que algún jodido perdedor le hizo esto. Se gira en el asiento delantero del pasajero para poder verme completamente. —¿Tienes esposa? —persiste. —¿Qué? —¿Estás casado? ¿Eres gay? ¿Qué está mal contigo? Bueno, ahora veamos. En realidad, ella es la que está mal aquí. Podría mirarla fácilmente, pero ¿por qué mirar a esta Amarga Betty cuando tengo a una princesa a mi lado? —¡Pandora, estás arruinando mi noche totalmente! —Melanie vuelve a patear la parte trasera de su asiento luego se gira para mirarme. Luce deliciosa, toda en rojo. Me siento como el Gran Lobo Malo, mirando hambriento a esos labios de “bésame” y esos altamente inocentes y peligrosos ojos verdes— . ¿Tiene razón? ¿Estás jugando conmigo? —me pregunta curiosamente. No sé qué hay en ella, pero la forma en que me mira hace que mi polla comience a hincharse. Es mi respuesta natural a ella. Probablemente puedo evitarlo tanto como podía evitar matar por ella anoche, lo que no es así en absoluto. No importa cuánto control tenga, no puedes comandar tus instintos. A veces ellos te comandan. Sólo he matado por otra persona en mi vida. La diferencia es, no sentí remordimiento anoche. No cambiaría lo que hice por Melanie anoche. Lo haría todo otra vez, matar a los primeros tres igual de rápido, torturar al cuarto igual de lento. Diablos, incluso más lento si lo hubiera podido prolongar. De hecho, ahora, el recuerdo de sus sollozos suaves y desesperanzados debajo de la capucha tuercen un cuchillo de furia en mi pecho. Con una mano curvada en su cintura, la acerco a mí para susurrar en su oído—: No estoy jugando contigo. Cristo. Estoy siendo serio. Tan serio como he sido sobre algo en mi vida. —Sé honesto —susurra en respuesta. —No estoy jugando contigo —repito. Estamos siendo observados desde el asiento delantero del auto, así que, que se joda. En un movimiento, la jalo para que se siente sobre mi muslo y bajo mi cabeza hacia ella. Huele tan malditamente dulce y jugosa que quiero enterrar mi nariz y encontrar la fuente de su esencia. Froto mi nariz detrás de su oreja, encendido por la su cercanía, su forma, su olor, ella. Tiembla, y mis músculos se tensan en respuesta. ág in a9 2 ¿Qué me estás haciendo, mi dulce, encantadora número cinco? Con mis pulgares alcanzo esos párpados y los obligo a cerrarse, así no me verá. Entonces, no me mirará directamente con esos malditos ojos verdes que gritan sálvame y mantéenme, y susurro con una voz áspera de lujuria—: Cuando no estoy contigo, pienso en la siguiente vez que cada centímetro tuyo me pertenecerá. Juego juegos y los juego duro y sucio, pero si fueras un juego, princesa, entonces eres el primer maldito juego que alguna vez jugó conmigo en respuesta. Abre los ojos. Esos malditos ojos de HAZme, ÁMAme. Su amiga Pandora está callada ahora, y el auto crepita con la atracción de Melanie hacia mí, y de mí a ella. Diablos, he jugado amable con los amigos por un tiempo ya, pero no soy bueno mucho tiempo. Simplemente no está en mí. Golpeo el techo del auto. —Déjanos por aquí. —¿Aquí? Es la mitad de la nada. —Insisto. Con un dramático suspiro, estaciona en la acera al lado de un espacio vacío frente a un complejo de apartamentos oscuros. Ayudo a Melanie a salir, luego agarro el techo del auto con mi brazo sano y me inclino para decirle a Pandora—: Me alegra que sus amigos estén genuinamente preocupados por ella. No soy perfecto, pero te doy mi palabra, nadie la herirá cuando esté conmigo. Me lanza una silenciosa mirada feroz y sus amigos se van. —Odia a los hombres, no te preocupes por ella. —Al parecer intentando calmarme, Melanie me sonríe y roza una mano sobre la superficie de mi camisa. Agarro su muñeca en mi mano, el movimiento instintivo, para mantener las personas a distancia. —El optimismo es la última de mis preocupaciones. ¿Tienes hambre? —Aprieto su muñeca y me doy cuenta de cuán débil y pequeño es en el círculo de mis dedos, luego noto que ella es la única cosa que me permito tocar sin un guante. Y se siente bien. Real. Cálida. ¿Cómo puedealgo tan jodidamente vulnerable provocar un tirón tan fuerte en mí? Quiero pasar mi mano debajo de la chaqueta y tocarla toda, su clavícula, su garganta y ascender, así puedo acunar ese rostro dulce y vibrante en mi mano, apretarlo y besarlo hasta dejarla sin aliento. Mi voz se vuelve áspera cuando susurro—: No comas ese labio, te llevaré a algún sitio. Suelta ese labio mientras lentamente libero su muñeca, luego nos quedamos allí, mirándonos fijamente con apenas algunas luces alrededor. Los diamantes relucen en su cuello como sus ojos brillan en su cara. Envuelve los brazos alrededor de sí misma y mantengo los ojos en ella mientras le envío un ág in a9 3 mensaje a Derek, y caminamos por la cuadra hacia la esquina, mi mirada pegada a su perfil. No soy bueno en las conversaciones con mujeres, las follo, les pago, me deshago de ellas. Quiero hablarle y al mismo tiempo, sé que debería estar huyendo de ella. Me río suavemente porque nunca supe que podría estar tan incómodo en una situación, y la cubro con el saco de mi traje. No hace frío, pero ese vestido me hace querer devorarla. Derek nos recoge en una SUV plateada, luego nos deja en uno de esos restaurantes que abren las veinticuatro horas, que tienen desayunos malos, almuerzos malos y cenas malas, pero parece ser la única opción cercana a la que ir. Dirijo a Melanie hacia una cabina en la parte posterior, una donde nuestras espaldas están cubiertas y puedo ver la puerta y cada entrada. Se quita mi saco y lo coloca a un lado, opuesto a donde me siento. Nos sentamos cerca. Pero no lo suficiente cerca. Mientras que vemos nuestros menús, no puedo contenerme. Desciendo una mano por debajo de la mesa, a su muslo. Mira su menú, pero puedo ver su aliento acelerarse cuando comienzo a frotar mi dedo más arriba en su muslo. —¿Qué te gustaría comer? —le pregunto, observándola morderse el labio de nuevo. —Me gusta lo que es malo para mí. ¿No les gusta a todos? Un poco de alcohol. Mucho chocolate y nueces. Pero me obligo a alimentarme con una tonelada de verduras para contrarrestar lo malo con lo bueno. Una positiva y una negativa… un poco de cada cosa. —Sus ojos encuentran los míos, y están bailando juguetonamente—. ¿Y tú? Quiero darme un festín en nada más que tu boca, tus tetas, tu coño y ese jodido labio que estás torturando con tus dientes, dientes que quiero sentir raspando a lo largo de mi polla. —Soy un fanático de las comidas internacionales. Cualquier cosa. tailandesa, china, mexicana, japonesa, me gustan los sabores diferentes. Disfruto ser… sorprendido cuando se trata de mi paladar. Me gustan las especias. —¿Vienes a la ciudad por trabajo? —A veces. —¿En que trabajas? —El interés genuino en sus ojos me hace sentir como un jodido idiota. —Seguridad. —Cierro de golpe el menú—. En la compañía de mi padre. —¿De verdad? ¡Qué interesante! No te catalogaría por un hombre que trabajaba con su padre. Con nadie, en realidad. ág in a9 4 Mis labios se curvan con diversión mientras le hago señas al camarero, luego elevo una ceja para cuestionarla. —¿Quieres decir que no crees que pueda llevarme bien con otros? —Solo emanas la impresión de individualidad. —¿Sí? Allí va de nuevo, mordiendo ese maldito labio. —Es intrigante. —Tú das la impresión de carácter juguetón y comodidad. Encuentro eso intrigante también. Sonríe, una sonrisa tímida que no puede ocultar por completo la forma en que sus ojos verdes esmeralda se inundan con placer femenino. Tal vez no sonrío como ella, pero confía en mí, estoy muy deleitado con ella. Una vez que ordenamos, me mira y juega con una pulsera amarilla en su brazo. —Mi trabajo es mi pasión. Estoy absolutamente obsesionada con los colores. No puedo salir de la casa sin usar al menos tres colores diferentes. Dos es demasiado simple. Uno es absolutamente soso y no quiero ser sosa. Me encuentro riendo de nuevo, algo que parece venir naturalmente cerca de ella. —No hay forma en que seas jodidamente sosa. De hecho, justo aquí, sentando contigo, me siento gris. Su sonrisa aparece en el instante en que lo hace la mía, y nos reímos hasta que nuestras bebidas son puestas delante de nosotros, y sorbe de su pajita. —Me gusta esto —dice con un largo suspiro de placer intenso mientras se recuesta, relajándose. Toma un sorbo incluso más largo, mirándome—. Se siente como una cita. Y se siente como por siempre desde que tuve una de estas. Por mi visión periférica, me di cuenta que Derek se sentó ante una mesa cercana, al otro lado de C. C. —Es una cita. Me invitaste a la boda de tu amiga. Eso es una cita en mi libro. —No te invité. Dije que podías venir… —Y ambos sabemos cuánto me encanta venirme. Sonríe de un modo perverso, y no hace nada para calmar mi libido embravecido. Puedo decir que le gusta cuando soy malo. Le gustan los chicos malos. Joder, princesa, no sabes que soy el peor de los malos, pienso y entonces, otro pensamiento: Demonios, no soy un chico malo, ¡soy un hombre malo! Me desanima un poco darme cuenta que no soy bueno para ella. ág in a9 5 —Vamos, admítelo —la presiono, reviviéndome con el brillo juguetón en sus ojos—. Vine, conquisté. Al menos traerte a cenar me hace sentir como un conquistador, e incluso sobreviví a tu furiosa amiga de pelo negro. —Pandora. —Se ríe—. Pero tiene razón en preguntar sobre estos, estos que son demasiado, más de lo que merezco. Distraídamente acaricia el collar en su garganta, y susurro, una advertencia—: Melanie. —Greyson… Demonios, puedo ver las semillas de duda que su amiga plantó casi girando en su cabecita. Mantengo el volumen de mi voz, pero muy serio. —Haz lo que quieras con el collar. Solo no me lo devuelvas. Juro por Dios, si pudiera enviar telepáticamente a esta mujer el maldito mensaje de hacer lo que cualquier chica inteligente haría para sobrevivir, se lo enviaría. Puede esperar, pero cuando el momento quede reducido a nada, lo hará. Espero que lo haga. Demonios, cuando haya pasado bastante tiempo conmigo, estará harta de mí y de cualquier cosa mía y lo botará más rápido de lo puede decir Greyson. El pensamiento hace que mis entrañas se calienten con ira. Mi mano se mueve más alto por su muslo. Este deseo irresistible de tocarla me consume. Siempre estoy enguantado, pero esta noche mis guantes están en uno de los bolsillos de mi traje y mis manos están desnudas, y no puedo parar de devorar la sensación de tener su piel suave bajo mis dedos y mi palma. Gira la pajita como si quisiera algo que hacer, pero lo más importante de todo, sabe exactamente dónde está mi mano y no hace ningún movimiento para quitarla. —Mi mejor amiga, cuya boda acabas de ver… cuando éramos jóvenes, yo solía ser Barbie y ella era Skipper cada vez que jugábamos. Yo siempre acostumbraba a conseguir a Ken. Simplemente parecía que ella no estaba interesada en Ken, así que yo solía asegurarme que fuera todo mío. Ella ni siquiera quería enamorarse. Yo quería ser feliz, despreocupada, y enamorarme un día, y ella quería ir a los Juegos Olímpicos. Pero ella fue la que terminó enamorándose, profundamente, ¿sabes? La cosa real. El hombre real. Yo no podría estar más feliz, ella no podría merecerlo más. Pero ahora me miras como su marido la mira… —Eleva la mirada hacia mí y distraídamente frota una uña por su vaso—. Pero no eres mi marido, no estás enamorado de mí. ¿Qué quieres? —Me sostiene la mirada—. Pandora tiene razón, no le das algo como esto a cualquiera. Los hombres les dan diamantes a mujeres que necesitan comprar, u ocultar. —Y, sin embargo, estamos a plena vista. Nunca ocultaría algo tan hermoso como tú. ág in a9 6 Toca el borde de su vaso con la punta de un dedo, y dejo que mis ojos se arrastren por su brazo delgado y tonificado, abajo por su cuerpo, mis ansias de tenerla volviéndose más fervorosas y más fervorosas a cada segundo. —Luces preciosa en ese vestido, princesa. Sus mejillasbrillan. —Gracias. Casi pensé que no podría usarlo. —Te ves adorable. La forma en que tu cabello se riza en las puntas. No puedo desviar la mirada de ti y no puedo esperar a quitarte ese vestido. Deja caer la mirada a la mesa, mordiendo ese labio. Me inclino hacia adelante, probando mis límites; empujándolos. —Hemos tenido sexo. Estás usando mi collar. Tengo una mano en tu muslo. Tus amigas me han taladrado la cabeza hasta el cansancio. ¿Por qué tan tímida? —Cuando solo suelta esa sonrisa deliciosa, curvo mi índice bajo su mentón e inclino su cabeza hacia atrás—. ¿Has estado pensando en mí? —¿Te refieres a obsesionarme y suspirar por el chico que no llamó? Levanto una ceja. —¿El hombre parado en la iglesia, esperando a que le des algo de atención? Ese era yo. —¡Oh, guau, gracias por aclarar eso! —El sonido delicado de su risa me vuelve duro como una roca. Deslizo la mano más alta por su muslo, levantando la seda de su vestido para que pueda tocar más piel descubierta. Estoy a punto de besarla cuando un rostro conocido entra al restaurante. Mis ojos se deslizan por él y me relajo cuando C.C. hace un breve gesto con la mano para hacerme saber que se encargará de eso. Que me jodan, no tengo energía para ninguna mierda criminal esta noche. No he dormido en casi cuarenta y ocho horas. El corte de cuchillo en mi bíceps duele como una perra, y estoy funcionando por pura adrenalina aquí. Mientras espero a que C.C. haga una señal de que está despejado, Melanie picotea su ensalada con desgana, y el viejo comportamiento familiar de permanecer apartado del mundo se posa en mí. —Gracias por venir a la boda —dice, en voz baja. —Fue un placer —respondo, bajo. Puedo de repente sentir la distancia entre nosotros como un abismo de tres metros, evitando que haga una conexión. —¿Por qué lo hiciste? Mis cejas vuelan. —¿Por qué vine? Asiente, y no sé nada más, excepto que todavía ansío una conexión con ella. Cualquier clase de conexión. Estoy acariciando mi dedo más largo por el interior cremoso de su muslo, todo el tiempo observando al recién llegado marcharse por mi visión periférica. —Vine por ti, Melanie. ág in a9 7 —He tenido mil revolcones de una noche, Greyson. —He tenido mil y uno. —¿Contándome? —No, princesa. Cuando hagamos esto de nuevo… estarás en una lista completamente diferente. Nos miramos, ninguno sonriendo, mis ojos codiciosos deleitándose en la curiosidad en su rostro, su largo cabello dorado, los senos muy pequeños sobresaliendo contra la tela de su vestido de seda, la curva delicada de sus hombros, y Jesús, quiero todo eso más de lo que nunca sabrá. Coloca una mano en mi muslo. —¿Qué lista? —Ladea la cabeza y me analiza—. ¿Qué será esto? La sensación inesperada de su mano en mi muslo envía un calor primitivo por mis venas. Un segundo estamos hablando, al siguiente atrapo su cara y la sostengo quieta mientras miro aquellos ojos verdes, de repente abrasadores y analizo su pequeña nariz, su boca amplia. —Para mí, esto es una fantasía. Tú eres la fantasía. Para ti, esto será un error. Un error largo y placentero. —Observo sus ojos oscurecerse, y nunca he sido un hombre de contener mis palabras—. Voy a ser todo lo que nunca quisiste —advierto en un respiro áspero—, nada que necesites. —Deslizo mi otra mano mucho más arriba por su muslo—. A veces mi trabajo me alejará, y no llamaré y te enojará. —Rozo con mi dedo corazón sobre la V de seda que cubre su sexo—. Seré egoísta. Tomaré todo lo que quiera, cuando sea que lo quiera. No soy el hombre de tus sueños, Melanie, soy el hombre de tus peores pesadillas. Sus ojos destellan, y detiene mi mano de acariciarla y presiona sus labios en mi oreja. —No soy tu jodido juguete. La agarro por los hombros y la echo hacia atrás. —Pero me dejarás jugar contigo. —Si quisiera solo sexo, podría conseguir eso de cualquiera. —No la clase de sexo que conseguirás conmigo. —Meto mi pulgar en su boca, haciéndola saborearme. Mi cuerpo entero siente esa lamida—. Te haré desearlo. Te enviaré un mensaje cuando esté aterrizando en la ciudad para que estés retorciéndote y mojada para el momento en que me veas en tu puerta. Me muerde el pulgar y me vuelve tan salvaje con la lujuria, que estoy a punto de estampar mi boca en la suya. Que me jodan. Tal vez nunca haré una conexión que valga la pena con nadie en mi vida. Pero puedo tener esto, puedo tenerla, su cuerpo, su placer salvaje y caliente. Puedo tener esto. ág in a9 8 Oh, sí, voy a tener esto esta noche. Me inclino, listo para tomar una mordida larga y sabrosa del labio que ha estado volviéndome loco, cuando se pone de pie. —Eres un imbécil —susurra, jadeando—. Llévame a algún lugar. Solo por esta noche. Llévame a algún lugar. Saco un billete de cien del fajo en mi bolsillo y lo pongo en la mesa, deslizo mi saco sobre sus hombros, y la apresuro a salir. ág in a9 9 Fin de Semana Traducido por Miry GPE, Val_17 & Niki Corregido por Mire Melanie Nos dirigimos a un apartamento en un vecindario de alto perfil, tan caro y codiciado que todos en donde trabajo se prostituirían por un trabajo de decoración en este código postal. Tiene una entrada privada y seguridad de alto nivel en cada entrada y salida. El apartamento en sí está cubierto de ventas de pared a pared, con suelos de piedra caliza y chimeneas de piedra. Compruebo el amplio espacio casi vacío, con un barrido de mis ojos muy abiertos, mi mandíbula abierta. —¿Acabas de conseguir una casa en la ciudad? —Le entrego el abrigo, su mirada es una cosa deliciosa y palpable sobre mí, mientras camino al interior. —¿Te gusta? —Su voz no tiene ninguna inflexión, pero algo en sus ojos me dice que quiere que me guste. Me doy cuenta que el único mobiliario es una cama enorme en el centro de la habitación, y la visión de esas sábanas blancas y almohadas mullidas me provoca un hormigueo. Ambos. En esa cama. Tocándonos, besándonos, tocándonos íntimamente. Las ventanas más cercanas a la cama están orientadas hacia mi edificio y por un momento me pregunto si notó que, incluso algo distante, mi apartamento se encuentra ubicado hacia este lado. —¡Es un espacio impresionante pero muy vacío! —Extiendo mis brazos— . Ya puedo visualizar exactamente lo que podría poner y en dónde. ¿Puedo decir que viniste a la mujer adecuada? —¿Puedo admitir que no voy a contratar tus servicios de diseño? No me gusta el desorden. —Y, sin embargo, parece divertido por mi oferta; esa casi sonrisa que he venido a realmente, de verdad, anhelar en esa boca suya llena y habla-sucio. ág in a1 00 Oh Dios, todavía estoy tan excitada por lo sexy idiota que es. Hace que quiera darle una bofetada y follarlo; ¡ningún hombre ha presionado mis botones así! —¿Cómo sabías que era diseñadora? Brazos cruzados, más casi sonrisa, igual a mí casi jadeando. —No eres la única que puede utilizar Google. —Pandora te buscó en Google, yo no. —Cierto —concuerda. Me rio porque claramente no me cree, entonces admito—: No había nada sobre ti. Nada. —Y hay un poco de ti. —Bueno, ¡puedo hacer que este lugar cobre vida con un movimiento de mis dedos! ¡Soy como una Mary Poppins de la decoración! —Princesa, ya cobró vida contigo dentro. Sorprendida por el cumplido, deslizo mis ojos de nuevo a él, y la forma en que permanece ahí de pie, grita que es alguien, fuerte, con el cual no meterse, alguien al que quieres de tu lado. Sus ropas oscuras no pueden ocultar los músculos debajo, o la gracia y la virilidad con la que se mueve. Es difícil mirarlo sin lanzarme hacia él como un cohete; un cohete descontrolado en un desvío permanente y bastante preocupante. Nerviosamente camino por el lugar, preguntándome si mira mi trasero mientras me muevo. Dejo que mis caderas se balanceen aún más a propósito y me dirijo por el pasillo; silba para llamarme. —Esa habitación está fuera de los límites. —¿Qué? ¿Qué quieresdecir? —Se acerca y pone una mano en la parte baja de mi espalda, el toque muy áspero llenándome de una sensación de seguridad—. ¿Comprendes que decirme eso es una invitación a simplemente tratar de quitar esta cerradura y averiguar? —le pregunto. —No serás capaz de abrirlo. Tengo un desorden de cosas ahí, nada para una chica. Mi interés se despierta por esto, me alejo de su mano y giro para sacudir el pomo de la puerta. La puerta es de acero, casi como una bóveda de un banco. —Melanie —advierte Greyson. Rio y doy marcha atrás. —Bien. Ese es tu hombre de las cavernas, no voy a entrar. No te preocupes tanto. ág in a1 01 —No estoy preocupado. No podrías abrir la puerta con una sierra eléctrica. Lo que me preocupa es tu determinación a hacer exactamente lo que te dije que no hagas. —¡Tengo curiosidad! —digo, riendo de nuevo. Mi risa, no puedo explicarlo, pero parece que llega a él. Luce hambriento por callarme con su boca. Cuando lame sus labios y frunce el ceño hacia mi boca, el repentino recuerdo de su boca sobre la mía se abre paso a través de mí, de mis pezones contra su lengua, y un escalofrío de anticipación se instala en mi columna. —¿Te importa si voy a refrescarme? —Dejo escapar. —Nena, eres la encarnación de la frescura, pero ve. Cierro la puerta del baño tras de mí y me apoyo en el fregadero. Respiro con dificultad, los aleteos se encuentran por todos lados dentro de mí, de mi cabeza a mis pies. Es un maldito idiota que abiertamente admitió que probablemente solo quiere usarme y debí abofetearlo, pero en su lugar, lo follaré porque me vuelve loca. Porque es el responsable de una terrible e insistente palpitación entre mis piernas. Todas estas semanas preguntándome lo que quiere de mí, si vendría esta noche. No importa lo que dice, aún me mira de la forma que lo hace; y la forma en que me mira dice otras cosas. Que me quiere. Que desesperadamente me quiere, ansía, tal vez incluso me necesita, tal como lo dijo ese día en mi apartamento. Nunca he usado nada que un hombre me ha regalado. Ahora mi garganta se encuentra adornada con una línea de brillantes diamantes blancos y nunca imaginé que un gesto como este podría estimular tanto mi mente, mi corazón y mi cuerpo. ¿Esta noche quiere usarme para sexo? Entonces también lo utilizaré porque me está matando. Me mata la forma en que me mira. La forma como huele, camina, suena su voz. Esta noche no dormiré sola en casa, sin importar lo que pase. Rápidamente, lavo mis manos, bajo mis axilas, y luego levanto mi vestido y miro con tristeza los moretones en mis muslos. Saco mi estuche de maquillaje de la bolsa de mano y comienzo a cubrir las manchas de color púrpura con mi corrector, una por una. Cuando termino, noto una toalla con manchas rojas y me pregunto si se cortó. ¿Al afeitarse tal vez? Una ola de protección me llena. ¿Se encuentra bien? Por supuesto que lo está, Melanie. Ese hombre es tan penetrable como su puerta de acero. Mientras agarro el pomo de la puerta, el pulso constante entre mis piernas se convierte en una palpitación rápida. Para cuando abro la puerta y cruzo silenciosamente la habitación hacia la cama, mi corazón se acelera a toda velocidad. ág in a1 02 Nunca he estado en un apartamento así de lujoso o vacío. Él es como un algo espartano, sin pertenencias. Echo un vistazo a su armario y tiene las mismas tres camisas, las mismas tres chaquetas, tres zapatos del mismo estilo. Como una especie de superhéroe metódico, ¿como si no planeara quedarse mucho tiempo? Tristeza me golpea ante el pensamiento, pero rápidamente es reemplazado por el remolino de lujuria que siento al verlo. Yace de espalda sobre la cama, con un brazo esbelto doblado detrás de su cabeza al tiempo que mira por la ventana. Oh Dios, ¿por qué me gusta tanto? Porque está mirando a tu edificio. El hecho de que me puede ver desde aquí me hace sentir protegida incluso cuando nunca llama. Incluso si nunca me verá de nuevo. Necesito esa pequeña sensación de seguridad y me aferro a ella. —¿Puedes ver mi apartamento desde aquí? —pregunto. Empiezo a bajar la cremallera lateral de mi vestido. Se voltea hacia mí, y un brillo de luz de luna se atrapa en sus ojos cuando me mira aproximarme. Mi corazón palpita rápidamente. Tiene una enorme presencia de confianza en sí mismo, y un aire de autoridad que hace que mis rodillas tiemblen. Es fuerte. Atrayente. Vital. Y llena todo mi ser con ganas locas y salvajes. —Sí, es por eso que conseguí este lugar. Sé que está bromeando, pero las palabras son serias; mira directamente mis ojos. —Uno pensaría que un jugador como tú, tendría algo mejor que hacer que mirar por la ventana tratando de obtener un vistazo de mí —bromeo. —Hago más que mirar por la ventana, princesa. Eso me implica a mí quitándome los guantes. Bastardo. Jodido bastardo delicioso. Él es como montar una moto a toda velocidad. Se siente como el motor, el paseo... el viento... Me detengo al pie de la cama y siento una oleada de emoción cuando noto la forma en que me mira, sus ojos brillando como un rayo. —Desnúdame, o desnúdate para mí. La dama elige —habla calmada y sucintamente, sin hacer ningún movimiento para tirarme sobre él. ¿En verdad, ahora? ¿Tan confiado de esta magnética, atracción eléctrica, jalándome hacia él? Mi mirada se dirige con avidez de sus piernas gruesas, al bulto por el que me encuentro loca, hasta el pecho, que estira el material de su camisa blanca como la nieve de la mejor manera posible. Sintiéndome pesada y caliente, mi pulso latiendo rápidamente en mis venas, me arrastro sobre él, su mirada aburrida sobre mí con silenciosa expectativa. ág in a1 03 —Creo que eres un bastardo. Pero eres tan sexy en este traje... —susurro mientras empiezo a quitar el cinturón de sus pantalones, a horcajadas sobre él para que, si quería, podía bajar mis caderas y frotar el punto más doloroso de mi cuerpo contra el bulto tan grande y delicioso en su regazo—. Y quiero follarte duro porque me hiciste creer que eras mejor, me hiciste creer que me querías para más que esto —agrego—. Imbécil. Agarra su cinturón cuando lo libero, lo arroja a un lado y cae haciendo ruido, luego se mueve como un rayo, colocándome de espalda, levantando mis brazos para fijarlos sobre mi cabeza. Grito, y sonríe. —Te atrapé —dice con tono áspero, deslizando una mano por el interior de mi brazo. Comienzo a jadear por el delicioso peso de su cuerpo presionando la parte baja del mío, llevo mi mano libre a su cintura para sacar la camisa de sus pantalones y empezar a desabrocharla desde abajo, corriendo hacia arriba. Suelta mi muñeca y lentamente empuja mi vestido hasta mis caderas. — Tienes una boca sucia, Melanie. ¿Sabías que puedo llenarla con mi corrida, justo así, así el próximo sonido que hagas sea el de tragar? —Tal vez el próximo sonido sea tú gritando cuando muerda la cabeza de tu polla gruesa y rosa. Respiro y mis pensamientos se dispersan cuando gruñe—: Cállate ahora. —Y me besa. Dura y deliciosamente. El siguiente sonido real en la habitación no es nada más que lenguas mojadas y resbaladizas enganchándose, el roce de la tela mientras sube más mi vestido. Me derrito bajo su boca, caliente, poderosa y más voraz que cualquier boca que alguna vez hubiera encajado con la mía... y se siente como si todo lo que dijimos realmente no significa nada, que esto significa todo. Su aroma me llena como una calidez curvándose en mi estómago mientras sube mi falda hasta la cintura para exponer mi tanga de encaje negro. El aire acaricia mis nalgas desnudas, y al segundo siguiente, las toma en sus manos cálidas. —¿Estás contenta de verme ahora, Melanie? —murmura en voz baja y matizada al tiempo que, utiliza mi trasero para atraerme contra él. Gimo, estoy tan excitada. —Todavía no —miento. Frota sus labios contra los míos, burlándose. —¿Segura? Una vez más, sus labios se frotan contra losmíos, cálidos y aterciopelados. Mi sangre se siente espesa y caliente en mis venas. De repente no puedo pensar en nada que quiera más que esto, un beso. Pero no puedo dejar que un hombre como él lo sepa o me destrozará. ág in a1 04 —Estoy segura —miento de nuevo, me sostengo a la parte trasera de su cuello fuerte mientras saco mi lengua para pasarla a lo largo del borde de sus labios. Esa lamida resulta ser nuestra perdición. Gruñe y saca su lengua para jugar con la mía, sus labios cerrándose sobre los míos en el más perfecto ángulo. Un escalofrío nos recorre a ambos. Incluso se siente como gemimos al mismo tiempo, nuestro beso se degrada de lento y sensual a rápido y crudo. Desabrocho el resto de su camisa, con manos temblorosas por la prisa. Él agarra la parte superior de mi vestido sin tirantes y lo jala hacia mi cintura, exponiendo cada parte de mi cuerpo, excepto en donde la seda de mi vestido envuelve mis caderas. Cuando retrocede, mira mis pechos no-tan-grandes, pero mis pezones se encuentran bien erguidos, y casi me ahogo por una súbita timidez. No dura mucho, ya que acuna los montículos, como si estuviera sosteniendo diamantes en sus manos, prestando atención extra en las puntas de las cuentas un poco duras. Sus pulgares prestan más atención a ellos, frotando y acariciando. —Puede que aún no estés feliz —dice con voz ronca en mi oído—, pero estas pequeñas bellezas se encuentran encantadas de verme. Emocionadas... de verme. —Cuando chupa uno en su boca, un exquisito placer curva los dedos de mis pies. Mi cabeza cae de nuevo en la almohada y gimo bajo en mi garganta. Balancea sus caderas para burlarse de mí con su erección. Soy burlada, torturada, consumida y estoy palpitante. Me estremezco y comienzo a mecerme contra él también. Dios, va a torturarme y lo sé. Me quita el vestido por encima de mi cabeza, luego sus manos exploran mis muslos y se mueven sobre mi estómago tenso, entonces sube hasta tocar mis pezones. Mi coño se encuentra ardiente y tenso mientras deslizo mis dedos por la abertura de su camisa, pasando mis manos por su pecho cálido y esculpido. Acaricio su cicatriz, luego uso el pulgar y el índice para tirar del anillo en su pezón. Su cuerpo se tensa con placer y lo veo. Veo cómo responde a mi toque, así que recorro con avidez mis manos arriba y abajo en su pecho, cada posible músculo existente salta bajo mis dedos. —¿Te gusta eso? —susurro. Ni siquiera lo dejo responder porque mi boca se funde con la suya de nuevo mientras lo empujo y me coloco a horcajadas. Bajando mi cuerpo, puedo sentir su erección ubicándose perfectamente entre mis piernas, tensándose caliente y grande contra su cremallera. Dios. Haciendo su camisa a un lado, me inclino y empiezo a lamer su piercing, temblando cuando desliza la punta de sus dedos dentro del elástico de mi tanga... sumergiéndose en el encaje en V. ág in a1 05 —Ven aquí, tú pequeña cosa caliente —murmura mientras sostiene mi nuca y obliga a mis labios a bajar sobre los suyos de nuevo. Al momento en que su boca está sobre la mía, su dedo está en mí. Mi sexo se aprieta y un gemido se me escapa, ondulo mis caderas, necesitando la fricción de su dureza contra mi clítoris mientras frota su dedo en mí. Empuja en respuesta como si necesitara el contacto también, mientras que la cicatriz en el centro de su palma raspa sobre mis pezones cuando acuna uno. —Coño jugoso, tetas jugosas, princesa rubia jugosa. Cuando lame un pezón, me arqueo y hago mi cabeza hacia atrás, jadeando en dulce agonía. Froto mis caderas instintivamente, con ganas de más, ansiando más mientras ambos nos esforzamos por acercarnos más. Me muerde y chupa, luego empuja con su lengua la punta de mi pezón, haciéndolo endurecerse de nuevo. Paso mis manos por su cabello, y luego trato de quitar su camisa de sus hombros masivamente musculosos. Saca su dedo de mí y me detiene con ambas manos. —Déjala puesta — murmura, luego me rueda para que quede de espaldas y coloca mis brazos sobre mi cabeza. —Pero quiero tocarte —digo, ondulando mi cuerpo contra su peso. Fija mis brazos arriba con una mano y quita su corbata con la otra, entonces la envuelve firmemente alrededor de mis muñecas. —Esta noche, solo yo toco. —¿Por qué? —Porque lo digo yo. No puedo reprimir el estremecimiento de excitación cuando me quita mi tanga. Agacha su cabeza y las llamas lamen a través de mi cuerpo con cada beso abierto que sitúa en mí, inclino mis caderas hacia arriba mientras mete su lengua dentro de mi ombligo. Jadeo, mi cuerpo ansiándolo como al azúcar, como al chocolate, como al sexo. —Por favor, oh... Murmura un shhh y abre mi coño con sus dedos, acerca su boca para comerme. Mi cabeza cae hacia atrás y un sonido de placer sale de mi garganta cuando comienza a meter su lengua en mi canal, rozando de una manera que me tiene perdida en el placer absoluto. —Dios, me haces enloquecer —dice, saboreándome de nuevo. Me estremezco debajo de él, mi espalda arqueada, mis muslos totalmente abiertos, sufriendo por su tacto, su lengua, su cercanía. —Greyson —digo, respirando profundas y torrenciales corrientes de aire. Él es como cada chico con el que lo hice debajo de las gradas, cada chico que siempre he querido y que no me quería, todo lo que estaba prohibido para mí. Gimo mientras lame un círculo alrededor de mi clítoris. —¡Oh Dios! Grey... Greyson... Por favor... eres… ág in a1 06 Mi respiración raspa en mi garganta cuando levanta su cabeza y veo la posesividad inconfundible en sus ojos. Besa mis pezones tensos, luego me estudia, atada por él, en su cama. Usando mis piernas, curvo mis muslos alrededor de sus caderas, impulsándolo más cerca. —Nunca he rogado antes, pero te ruego que me toques. —¿Por qué es lo que ruegas, Melanie? Debería ser yo el que ruegue por tocarte. Sus manos comienzan a arrastrase por mis costados. Sensaciones tan intensas, cada toque de sus dedos crepita sobre mí como huellas ardientes. Mis músculos se tensan y anudan y mi cuerpo se dirige una vez más a ese lugar donde solo él me lleva, donde no solo satisface un anhelo físico, sino también consigue el acceso a un lugar donde puede rasgar mi alma. Cierro los ojos cuando siento un poco de humedad ardiente en su interior, mantengo mis brazos sobre mi cabeza, atados con su corbata, mientras utiliza su pulgar para jugar con mi clítoris. Lo hace más duro, más profundo, hábilmente. Nuestros ojos se encuentran, aplasta mi boca y susurra—: Soy el único que no ruega, joder. Pero rogaré por este coño —gruñe mientras sus dedos me preparan, porque es tan grande que necesito estar húmeda y lista, y oh Dios, estoy tan lista. —Sí… —digo, la proximidad de mi orgasmo audible en mi voz, luego su boca está sobre la mía de nuevo, nuestras lenguas besándose, lamiendo mientras sigue rozándome, su palma caliente me acuna y desliza un dedo en lo profundo. Inclino mi pelvis, desesperada por cada centímetro. Cuando me tiene preparada para explotar, se retira para desabrochar sus pantalones. Mi visión es borrosa de desear esto. Ni siquiera se quita los pantalones. Los empuja hasta las rodillas, liberando su erección, sus muslos gruesos y poderosos. Nuestras bocas vagan sobre la otra al tiempo que alinea nuestros cuerpos. —¡Duro! —suplico mientras engancho mis muñecas atadas alrededor de su cuello para mantenerlo cerca, mis labios lloviendo besos en su mandíbula. Anoche, asustada y sucia y vulnerable, era todo lo que quería. Todo lo que deseaba—. Te deseo tanto. DURO —jadeo, de repente vulnerable, temblando, necesitando. Con avidez, mordisqueo el anillo en su pezón, responde con un fuerte gruñido y me tira sobre mi espalda. —Impaciente y hambrienta pequeña. — Agarra su polla y se pone el condón, se ve tan desesperado como yo cuando comienza a rozar la cabeza en mí—. ¿Es esto lo que quieres? Mis ojos se voltean por el placer y grito—: Sí, todo de ello. —Gruñecuando ve caer mi primera lágrima, y cuando sus manos ahuecan mi cara como si quisiera atraparlas, comienza a follarme de verdad, mi cuerpo se derrite en el suyo mientras el mundo se llena de él. Solo él. Simplemente él. ág in a1 07 Se empuja más profundo, y me elevo más y más alto. Puedo sentir mis pezones rozando su camiseta, su aliento caliente en mi cara, su cuerpo en el mío, y eso es todo lo que sé cuando mi mundo inclina su eje. Sus manos no sueltan mi rostro, sosteniéndome para cada duro, rápido y experto empuje. — Así es, así exactamente, déjate ir para mí, vente para mí, Melanie, te tengo — murmura, besando mi garganta. Mis pechos están rosados en las puntas por el roce de su camiseta; me encanta. Me encanta su olor, sus manos, su voz. —Sí —jadeo cuando empuja con más fuerza, mi ritmo completamente desastroso ahora. Todo lo que quiero es más de él, más de él, TODO DE ÉL. —Sí, sí. Ruge, la cabeza cayendo hacia atrás, venas apareciendo por el placer mientras empieza a moverse rápidamente y separo más las piernas cuando agarra mis caderas y empuja más duro, viéndome enloquecer. Gimo y empiezo a convulsionar, consciente de alguna manera que sus ojos me están devorando mientras me destrozo en un millón de brillantes estrellas. Momentos más tarde, salgo de mi aturdido estupor para notar que está acariciando mi cara húmeda con una mano, la otra sobre mis muslos donde tenía moretones. El toque me derrite en lo profundo donde me duele recordar, pero ahora mismo, en sus brazos, una satisfacción y paz nos recorre. También puedo sentirlo en su cuerpo. Como si le gustara limpiar mis lágrimas. Suspirando con relajación cuando besa mi sien y seca el resto de mi cara, envuelvo mis manos atadas en su cuello y me presiono en su pecho. —Nadie me empuja tanto como tú lo haces —explico, mi voz suave. —Eso es porque soy malo —dice. Desliza una mano por mi brazo, hasta donde mis manos están unidas en su nuca—. Soy jodidamente —Me besa un párpado—, malo para ti. —Besa el otro, luego besa mi boca y sus dedos empiezan a jugar con mi coño de nuevo. Mi cuerpo me sorprende, respondiendo incluso cuando no lo creí posible. —¿Lista para más? Asiento. No puedo ponerle un nombre a lo que siento cuando está dentro de mí, así que tal vez no intentaré hacerlo. ¿Siquiera tiene un nombre? Esta conexión entre los seres humanos. Entre una mujer y un hombre; un maldito imbécil. Lo miro, y no me asusta. Me atrae. Me tienta, me estimula. Me hace querer reclamarlo como si reclamara una parte de mí que una vez perdí. Me hace querer domarlo. Dejarlo domarme. ág in a1 08 Rueda otro condón en su gruesa polla y se arrodilla y me siento vulnerable y expuesta, pero no siento que deba ocultarlo en estos momentos. Abiertamente, le muestro mi hambre y pruebo y beso su garganta fuerte cuando me agarra por la cintura y se empuja dentro de mí. Me estremezco incontrolablemente cuando entra todo, mordiendo un tendón que sobresale en su garganta, cerca de mi boca. El sonido que hace me dice que le gusta. ¿Te gusta cuando lucho? Mis ojos revolotean abiertos, y me mira con una expresión patentada de hambrienta y salvaje lujuria, pero también extrañamente reverente y gentil. Follamos perezosamente esta vez, sin la prisa inicial, nuestros cuerpos moviéndose en sincronía hasta que veo las estrellas cuando otro clímax crece y crece. —Adelante, muérdeme todo lo que quieras, gatita. —Incita en mi boca, sus ojos en los míos mientras obedezco, lamiéndolo, saboreándolo—. ¿Quieres que mi polla esté en tu boca? —Su murmullo es ronco en mi oído, su aliento caliente—. ¿Quieres estar chupando esta polla? ¿Mordiéndola? Jadeo con hambre renovada. —Cuando muerdo, lo hago duro. —Con mis brazos enganchados alrededor de su cuello, paso mis uñas en una parte de su nuca, mis caderas inclinándose más rápido para mantenerse al día con su ritmo creciente. Su risa, una vez más oscura, sensual, íntima mientras roza el pulgar húmedo a lo largo de mis labios, la cama chirriando bajo nosotros. —Si crees que tengo miedo de un poco de dientes, necesitas llegar a conocerme mejor, princesa. —Solo así, muerde mi labio inferior y lo succiona en su boca, empujando más duro por lo que gimo. Lo muerdo de vuelta, y gruñe con un sonido tan sexy que solo hace el sexo más intenso. Mi cuerpo ceñido y húmedo lo sujeta con avidez porque lo quiero dentro de mí tanto tiempo como pueda tenerlo, pero el placer es demasiado para durar todo el tiempo que quiero, aunque al parecer ambos estamos tratando de durar. El colchón cruje bajo nosotros, más fuerte y más fuerte con sus embestidas. Estoy siendo tan ruidosa, ¿y Greyson? También está liberando bajos y masculinos ruidos de placer. —Prepárate, princesa, me voy a venir tan duro —dice con voz ronca. —Córrete —le ruego. No tiene idea lo mucho que anhelo sentirlo correrse dentro de mí, correrse conmigo. Espera para sentirme apretarme a su alrededor. Entonces, al momento en que comienza para mí, se deja ir. Se viene con toda su fuerza, su cuerpo tensándose como un arco, y cuando lo siento sacudirse dentro de mí, sus manos apretando mis caderas, mi placer explota en mi interior hasta que estoy convulsionando tan completamente que no puedo mantener los ojos abiertos. Oh. ág in a1 09 Mi. Dios. Me tiendo sin aliento en silencio por un momento, notando que Greyson me está desatando. Frota mis muñecas con las yemas de los pulgares, luego cae sobre su espalda y se queda mirando el techo, su pecho agitado, su anillo en el pezón brillando con los pequeños rayos de la luz del sol asomándose a través de la ventana. El sol ya se está poniendo. Realmente no quería que se pusiera aún porque no quiero irme todavía. En silencio, voy al baño y cuando vuelvo a la cama, está mirando la ciudad luciendo satisfecho y exhausto, con la camiseta toda arrugada, el cabello todo revuelto, su hermosa boca hinchada por mí. Debería irme. Probablemente, debería. En cambio, lo miro fijamente y a esa boca y me pregunto cuántas mujeres besaron esos labios. Muchas, Melanie. Él me lo advirtió, pero no tengo ganas de ser advertida. Siento como si en algún lugar, en el fondo, me está mintiendo. ¿Por qué me daría este collar de otra manera? ¿Por qué me daría, una y otra vez, LA MIRADA? Aun así, me tengo que ir, así que camino de regreso a la gran cama, mis ojos buscando en el suelo mi vestido a pesar de que la idea de ir sola a casa en mi apartamento hace que mi estómago se revuelva. Podría llamar a Pandora, pero tendré que estar preparada para que me saque todas las repuestas, supongo. —¿Ves mi vestido? —le susurro. Su voz es ronca por el cansancio, sus ojos entrecerrados mientras aparta la sábana para mí. —Sí, lo puse a un lado para evitar el desorden. Ven aquí y duerme un poco. Oh, Dios, realmente no quería irme, pero tampoco quiero que sepa lo mucho que quiero dormir aquí esta noche. Así que me quedo allí, desnuda e insegura por un momento. —No me tengo que quedar —digo, pero tiene esa forma de mirarte, como si estuviera al mando. Es muy extraño. Nunca he conocido a nadie que pudiera tener tal control con una sola mirada. Cediendo, me encuentro dirigiéndome ahí en silencio. Sus labios se curvan mientras levanta la sábana y veo su cuerpo desnudo bajo la cubierta. Me siento extrañamente incómoda mientras me deslizo en la cama con él, primero sentándome en la esquina de la cama y rápidamente trenzando mi ág in a1 10 cabello; de lo contrario no me dormiría, simplemente no puedo soportar despertar y sentirlo en mi cara. Siento su mirada curiosa observando cada movimiento, y cuando suspiro y me acuesto de lado, frente a una chimenea de piedra en el lado opuesto de la habitación, se ríe a mis espaldas. —¿Realmente planeas dormir por allá? —¡No quiero molestar! —Me río nerviosamente—. Por lo general, no me quedo. —Te gusta follar y escaparte, eso está bien, princesa.Excepto por el hecho de que no he terminado contigo. Extiende la mano y me guía hacia él por mi trenza, y cuando no protesto por la maniobra y en realidad me siento acurrucándome bajo su calor, exhala suavemente. —Eres algo, no es así —murmura, tomando mi trenza en su puño y obligándome a darme la vuelta y mirarlo. Luego inclina mi cabeza contra la suya, frente a frente—. Tal vez dormiré esta noche; tú agotas a un hombre. —¿Qué quieres decir? —Le echo un vistazo, noto su mandíbula tensa—. ¿No duermes? —No muy bien, pero iré por ello si tú lo haces —se burla en voz baja. —Entonces vamos por ello —digo, sonriendo. Se siente como si, durante varios minutos, nos quedamos como estamos, él con la más mínima curva en sus labios mientras yo sonrío por completo, ambos mirándonos a los ojos. No tengo idea de lo que ve en mis ojos que lo mantiene tan intensamente ensimismado, pero no puedo apartar la mirada tampoco. Es tan cerrado y misterioso mientras que, al mismo tiempo, puedo ver una ardiente tosquedad en su mirada, como si quisiera algo de mí desesperadamente. No algo: todo de mí. —Ven aquí —dice con voz ronca. Hace el primer movimiento, pasando uno de sus brazos a mí alrededor, tirándome a su lado. Me acurruco en su gran cuerpo, un poco tensa al principio, pero al mismo tiempo, dolorosamente consciente de cada lugar donde nuestros cuerpos desnudos se tocan. Donde mis pechos se presionan en sus costillas, mi mejilla en su pecho, una de mis piernas enganchada entre las suyas. Dios, esto es tan íntimo como puedes ponerte con un hombre y no puedo relajarme, no puedo respirar, no puedo formular un pensamiento. Su respiración comienza a profundizarse y… oh, vaya. Está durmiendo. Se quedó dormido sosteniéndome, con el brazo entrelazado sobre mis hombros, y no entiendo por qué tengo mariposas por esto. Hay un poco de sangre en su camisa, en la manga del brazo curvado a mí alrededor. Toco la mancha roja, preguntándome si lo arañé. Entonces levanto la mirada a su rostro hermoso y masculino, preguntándome sobre él. ág in a1 11 Por primera vez en mi vida, quiero tumbarme en la cama junto a un hombre y escucharlo respirar, lento y profundo, como él está respirando. No entiendo mis reacciones viscerales hacia él. Este caliente hombre con una habitación secreta. ¿Quién en el mundo tiene una habitación secreta? Este hombre la tiene. Y tengo tanta curiosidad acerca de él, estudio sus rasgos y me digo que puedo dormir cuando esté sola… así que toco el anillo en su pezón y lo observo tendido en su apartamento grande y solitario, profundamente dormido, con un brazo a mí alrededor, preguntándome qué otros secretos me guarda. Un teléfono está sonando, y sonando, y sonando. Gimo y me doy la vuelta, sintiendo algo contra mi cuerpo que es tan caliente y tan duro que definitivamente no es una almohada. —¿Qué es ese sonido? Somnolientos ojos color avellana se abren y encuentran los míos, y mis pulmones se contraen de la manera más deliciosa. ¿Realmente dormí en los brazos de este hombre? ¿Este hombre que me dijo que sería mi peor pesadilla? Se sienta en la cama y mueve el cuello para desentumecerlo, estirando sus brazos hasta que cada músculo está apretado y flexionado, entonces maldice mientras el pitido continúa, agarra la molesta máquina, salta de la cama y se aleja, completamente desnudo, hacia el balcón de su apartamento. Examino su trasero con una sensación de hormigueo en la boca del estómago. ¿Qué día es hoy? ¿Sábado? ¿Domingo? Brooke. Remy. Boda, me recuerdo. Tú y Greyson. Fusionados. Sacudo mi sueño y me doy cuenta que he estado aquí más de treinta y seis horas. Todo el sábado por la mañana y ahora, hoy, ¿ya es domingo? Me estiro y mi cuerpo duele por todas partes. Recuerdo ayer. Comiendo con él en el suelo, como un picnic. Tumbada en la cama. Provocándolo. Mirándolo tocarse. Dios. No he tenido un fin de semana así de increíble ni en mis sueños. Me preguntó por mis fantasías anoche. Me reí. —Bueno… podría tener una, pero no voy a decírtela —le susurré con picardía mientras lo miraba—. ¿Cuál es una de los tuyas? —Las fantasías son para las personas que no hacen lo que quieren. ág in a1 12 —¿Así que lo has hecho todo entonces? —Todo lo que he querido hacer. —¿Incluyéndome? Se rió, un sonido delicioso. —Incluyéndote. Ahora, un puñado de veces. —¿Incluyendo un trío? —bromeé. —Por supuesto. —¿En serio? —Animándome por la curiosidad, apoyé la barbilla en su pecho—. ¿Es divertido? Pasó el pulgar por los hundimientos de mi columna, mirando mi sonrisa con una propia. —Para el chico, sí. Las chicas no parecen ser capaces de olvidar que no es una competencia. —¿Solo haces tríos con dos chicas? —molesté—. Eso es muy idiota de tu parte. —Nena, no comparto a mis chicas con otros hombres, así no es como actúo. —Bueno, no podría compartir con otra chica tampoco. Patearía a la perra de la cama ahora mismo. Querría ambas manos sobre mí, no solo una. ¡Pfft! Se rió y tiró la cabeza un poco atrás, su voz fuerte y ronca, su manzana de Adán balanceándose. —Eres suficiente para cualquier hombre, confía en mí. Rezumaba tanta sensualidad que quería lamerlo. La forma en que me ha estado follando es tan… ni siquiera puedo explicarlo. Nunca he sentido una conexión tan fuerte, una conciencia tan primitiva de él como un hombre, y yo como una… mujer. —¿Qué acerca del sexo anal? Señor, su siguiente risa fue tan oscura y sexy. —Por supuesto. Eso siempre es divertido. —Me miró, luego la comprensión apareció en sus ojos, y comenzaron a brillar, demasiado intensamente cuando ahuecó mi culo con una cálida mano de largos dedos—. Ven aquí, Melanie. Mi corazón se aceleró por la lujuria engrosando su voz. Me encanta el sexo. Es la única manera en que he conectado con el sexo opuesto, pero nunca así. Nunca con nada arriesgado. Nunca donde tenía que confiar en que el hombre que se encontraba conmigo no me lastimara. —¿Quieres que follen tu culo con dedos, princesa? —susurró en mi oído, y mi sangre corrió caliente en mis venas cuando hundió el pulgar a lo largo de la fisura entre las curvas de mis glúteos. Todo mi cuerpo se apretó en respuesta mientras se dirigía hacia ese lugar. —¡Grey! —dije, mis mejillas ardiendo intensamente cuando su pulgar me rozó, como el roce de una pluma. ág in a1 13 —¿Se siente bien, princesa? —Me miró con sus ojos como whisky líquido, sus pestañas parecían pesadas mientras tomaba mi labio entre los dientes para no hacer un sonido vergonzosamente lascivo. Me puse tan húmeda que escuché el sonido resbaladizo de su pulgar rozando mis pliegues antes de empezar a arrastrar su mano hacia atrás de nuevo, pasando sobre cada nervio de mi espalda, suave y lánguido. —Me gustaría ser tomada de esa manera —confesé, mirando profundamente sus ojos—. Pero solo con alguien en quien confíe. Quien se preocupe por mí y mi seguridad. —Ven aquí —me dijo, extendiéndome sobre él—. Solo voy a usar mi dedo. Ya estás temblando tanto. —Me gusta, se siente excitante, pero no lo sé… Greyson… —Shhh. —Rozó sus labios sobre los míos para tranquilizarme. Estaba duro debajo de mí. Le gustaba tocarme, susurrarme mientras me besaba y poco a poco me relajé cuando metió su pulgar en mi culo, y cuando gemí, inclinó mi cabeza hacia atrás y me besó lentamente un poco más—. Relájate, déjame entrar. —Me provocó con su pulgar moviéndose, muy lentamente, dentro y fuera, y empecé a temblar más, moviéndome sobre él hasta que sentí la humedad filtrarse desde la punta de su polla contra mi abdomen. Me rodo sobre mi estómago. En silencio, se inclinó y mordió una de mis nalgas, ahuecando la otra en la mano mientras deslizaba su pulgar en mi culo de nuevo. —Dobla las rodillas, Melanie. —Pasó su mano por mi espalda mientras hacía lo que me dijo, gimiendo suavemente. —Greyson, se siente intenso... —Deja que te tome, princesa. Dame esto. Joder, déjameverte desmoronarte de esta manera. Me acarició la espalda con una mano mientras que la otra me seguía follando con el dedo. Las sensaciones se hicieron cargo. Gemí, cerrando los ojos mientras su toque embriagador me hacía sentir cosas nuevas y profundas para mí. Mordisqueó mi otra nalga y me folló con su pulgar tres veces más, y cuando deslizó su dedo medio en mi coño, empecé a venirme. Y venirme. Y venirme. Presionó su polla contra mí mientras me corría, así podía sentirlo cerca, tentándome, duro, palpitante, con la voz ronca por la excitación cerca de mi nuca, expuesta mientras empujaba mi trenza a un lado. —Eso chica —ronroneó, pellizcando mis pezones, frotando el borde exterior de mi pequeño culo cuando las contracciones cesaron. —Eso fue... increíble. ág in a1 14 Me di la vuelta y rodó sobre su espalda y cruzó los brazos detrás de su cabeza mientras yo trataba de recuperar el aliento. Pero era difícil respirar cuando el aire estaba cargado con eso, con la lujuria, deseo, con esta atracción química y animal que nunca antes había sentido. Quería su polla en mí, quería hacerlo todo con él, ¿pero sería cuidadoso conmigo? Su cuerpo rezumaba tensión, sus músculos tensos con ello, su polla dura como un mástil de nuevo. —¿Has tenido una gran cantidad de amantes? —susurré, agarrándolo en mi mano, extrañamente celosa. —Amantes, en realidad no. Folladas, sí. —Me agarró la cara con una mano y le dio un apretón firme a mis mejillas—. Pero nunca he follado una boquita como la tuya. Ahora abre, princesa. Estuve mojada de nuevo cuando se enderezó sobre sus rodillas, jalándome por mi trenza. Cuando me llenó, hice contacto visual con él, no me quitó los ojos de encima, observando cada toque de mi lengua, cada centímetro que lamía, cada exhalación que acariciaba su longitud. —Joder —dijo con voz áspera, bombeando y sacando su placer. Pasé mi lengua sobre él, nuestros ojos conectados como imanes—. Te gusta eso, ¿verdad? —susurró. La forma en que me habló me excitó. Si me hubiera tocado otra vez, me hubiera venido. Casi deslicé mi mano entre mis piernas y me toqué. En vez de eso agarré su base, porque quería que fantaseara con esta mamada cuando se fuera... Se sacudió y, por lo general, me apartaba cuando los hombres lo hacen, pero cuando lo sentí tensarse y estuve a punto de retirarme, arrulló—: Hasta la última gota de mi semen es tuya, Melanie. —Empuñó mi trenza, sus ojos exigentes y comandantes, y de repente quería complacerlo, saborearlo, y lo hice. Cierro los ojos brevemente y exhalo los recuerdos de ayer. Cuando abro los ojos, está en el balcón, aún en su teléfono. Sus piernas, gruesas como troncos de árboles, están ligeramente separadas, largas y musculosas, y ligeramente cubiertas de vellos. Sus pantorrillas son bien formadas y poderosas, su bronceado dorado, su perfecto culo, tan perfectamente moldeado como el triángulo invertido que forman sus anchos y musculosos hombros y caderas estrechas. Y está justo ahí, para que cualquier persona con binoculares lo vea, completamente desnudo. De pie allí. Un jodido Dios del sexo. Cuando Greyson abre la puerta de vidrio, todavía está en el teléfono. Cuando regresa a la habitación y cuelga, me doy cuenta de que tiene un grueso vendaje envuelto alrededor de su brazo. Mientras se acerca, levanto las sábanas porque me encanta su calor, su cercanía, su olor en mi piel. —¿Trabajo? —pregunto. ág in a1 15 —Se podría decir eso —dice mientras se mete bajo las sábanas conmigo. Contengo la respiración porque su polla dura me dice que me anhela también. Beso su garganta y curvo mis dedos alrededor de la mayor parte de su circunferencia, amando lo duro que se puso tan rápido. Su pene se había vuelto semiduro para el momento en que tomó la llamada, pero está completamente hinchado de nuevo. Oh, mierda, realmente me gusta este chico. ¿Qué es lo que susurra cuando follamos? Mi piel hormiguea por todas partes, recordando. Me mira con ojos de sueño y los dedos de mis pies se curva con toda su fuerza. Cuando me da esa sonrisa sensual, muero. Inesperadamente, aparta lentamente las sábanas de mi cuerpo. La luz del sol completa fluye a través de la ventana, y cuando lanza las sábanas de lado para mirarme, me retuerzo en la cama. —No lo hagas —protesto, tratando de subir las sábanas, chillando por la vergüenza. —Sí —responde con severidad. Agarra las sábanas en un puño y las arroja a un lado otra vez, presionándome hacia abajo sobre mi espalda. Inmediatamente pienso en mis cicatrices del riñón. —No estoy acostumbrada a que me vean de esta manera. —Tienes que acostumbrarte a que yo te vea —dice suavemente. Aunque me he vuelto de un color rojo brillante, me tiene hipnotizada lo suficiente como para quedarme completamente inmóvil, en la cama, mis pechos suben y bajan mientras me mira. Su mirada, que me da esa sensación como de un contacto directo, físico. Viaja por cada centímetro de mi cuerpo, desde la parte superior de mi cabeza hasta los dedos de mis pies, como un estremecimiento. Nunca pensé que una mirada pudiera ser así de poderosa. Me hace olvidar mis cicatrices, cada una de mis heridas. Podrías pensar que porque me hicieron el trasplante de riñón cuando era un bebé, la cicatriz sería minúscula. No lo es. Es una línea en la parte inferior derecha de mi abdomen, y ha crecido con el resto de mi cuerpo. Se decoloró en un rosa muy claro y el maquillaje hace maravillas por ella, pero el maquillaje se ha ido por ahora. Y Greyson la ve. Traza la cicatriz con un dedo y coloca mi mano en su propia cicatriz. El gesto solo me hace quererlo. Porque está marcado también, pero no se avergüenza de ello. Cuando se inclina y presiona sus labios contra mi cicatriz, mis ojos se llenan de lágrimas. ág in a1 16 —¿Qué pasó aquí? —murmura. No sé por qué me emociona, pero parpadeo las lágrimas y deslizo mi mano por su pecho sobre su propia cicatriz. —¿Qué pasó aquí? —argumento, mi voz llena de emoción. —Las damas primero —dice suavemente, relajándose y mirándome con ojos que ya no están con sueño, sino que son oscuros y pacientes. No estoy segura de que quiero que sepa que uno de mis riñones no es mío. Que tengo un trasplante. Que tengo que tomar pastillas para asegurarme que mi cuerpo no rechace el órgano de mi donante. Que tal vez en un par de años, voy a tener que cambiar este por uno nuevo una vez más, si empieza a fallar. Estas no son cosas que le dices a un hombre cuando estás empezando salir con él, o simplemente follar, o lo que sea que estés haciendo. Hay un programa llamado el Millionaire Matchmaker, y nunca olvidaré como el experto Patti regañó horriblemente a una chica que había soltado algunos problemas graves en el regazo de un pobre soltero. ¡No hagas eso! ¡Los chicos no se preocupan por ello a menos que realmente se preocupen por ti primero! En silencio, toco el aro del pezón de Greyson en su lugar, y lo escucho contener la respiración cuando le doy un tirón juguetonamente, sonrío al ver sus de repente muy oscuros y hambrientos ojos, y digo—: Debería conseguir un aro en el pezón. Se ríe, y luego se vuelve serio y sacude la cabeza. —Sí, eso no va a suceder. —¿Por qué no? Frota mi trasero. —Eso no va a jodidamente suceder. Nadie va a poner una mano cerca de mis asuntos. Me doy cuenta de que el vendaje grueso en su brazo derecho está manchado con sangre, por lo que me siento con un sobresalto. —¿Qué te pasó aquí? ¿Te arañé? Simplemente sonríe para sí mismo mientras se aprieta el vendaje. —Se necesita un poco más que la uña de una gatita para hacerme sangrar. —Déjame ayudarte. Moviéndome más cerca, tomo el vendaje y con cuidado lo envuelvo alrededor de su brazo abultado. —¿Estás bien? —pregunto. —Estoy bien —dice con desdén. Cuando termino de envolverlo, impulsivamente coloco un beso en ello, ubicando lentamente mis labios sobre él y cerrando los ojos mientrasuna ág in a1 17 ternura me recorre. Un hombre que me hace sentir tanta ternura es tan ajeno a mí. Por lo general, los hombres son solo... chicos conmigo. Ni siquiera humanos. Más como enemigos que deben ser manejados con cuidado. Los utilizo, en ocasiones. Pero lo que siento por este es la cosa más poderosa que alguna vez haya sentido en mi vida. Casi como si lo conociera de antes. En alguna vida pasada... en mis sueños... Antes de que pueda levantar la cabeza, su nariz se encuentra con mi oído, haciéndome sonreír contra su vendaje y me retuerzo cuando su aliento me hace cosquillas. Arrastra su mano suavemente por mi espalda y la coloca en la parte baja de ésta. Este hombre hace que la parte baja de mi cuerpo se encienda, pero la parte superior de mi cuerpo está recibiendo el mismo estímulo, solo pregúntale a mi corazón, que no ha palpitado adecuadamente durante más de treinta y seis horas. ¿Y me está dando esa mirada también? Levanto la cabeza, y mi cuerpo hormiguea por completo. Su sonrisa es perezosa, somnolienta, y me derrite. —Eso me gusta —dice con voz ronca. —¿Qué? —Enfermera Melanie —susurra. Algo dentro de mí zumba y tintinea y le gruño a la reacción instantánea de mi estúpido cuerpo, entonces inclino mi cabeza para besarlo mientras sostengo su cabeza y lo jalo hacia mí. Roza mis labios, burlándose de mí con una sonrisa. Gruño en protesta cuando la alarma de mi teléfono empieza a sonar como loca, y me doy cuenta que es domingo, lo que es un hecho. —Uffff, tengo un almuerzo con mis padres. —Cuando no parece muy dispuesto a soltar mi cintura, empujo sus muñecas gruesas —. Señor, me tengo que ir. —Propongo que canceles —dice con pereza. —No puedo. Soy la única que va al almuerzo, y siempre almorzamos juntos los domingos. —Empiezo a reunir mi ropa interior y busco mi vestido—. Puedes venir si quieres —se me escapa, y cuando me doy cuenta de su expresión, agrego—: Sin compromisos. Quiero decir, es solo un desayuno. Ni siquiera eso, es un almuerzo. —Nah, no lo creo. Todavía está somnoliento y en la cama, estirándose mientras comprueba su teléfono, primero uno, luego saca otro. —¿Puedo usar la ducha, muy rápido? —pregunto nerviosamente. —Usa todo lo que quieras. ág in a1 18 Una vez más me siento extrañamente tímida... No sé por qué me hace eso. Normalmente, en una aventura soy desinhibida y puedo mandar un pobre chico, si quiero. Pero está claro que no puedo hacer eso con él. Consciente de sus ojos en mi culo cuando me retiro, camino al baño y enciendo el agua caliente, entrando en la cabina. Lentamente exhalo mientras el agua corre sobre mi cabeza. Greyson entra en el baño justo cuando estoy saliendo de la ducha, y mientras envuelvo mi cabello en una toalla y mi cuerpo en otra, abre el grifo de nuevo y se ducha en un minuto. Esto es completamente extraño para mí, estar con un hombre en el baño. Brooke ha mencionado que después que Remy se ejercita, toman una ducha juntos, y follan como locos. Me resulta terriblemente distractor. En una manera rara. Infiernos, en una manera de “vamos a follar” también. De hecho, termino perdiendo mi cerebro y me quedo ahí parada, comiéndomelo con los ojos mientras se seca el cabello con una toalla sin importarle su desnudez, sus hombros moviéndose, sus abdominales tensándose, sus músculos en V que conducen a su hermosa polla, y lo juro es tan grande, incluso en su estado normal… —Acabo de darte algo de esto. ¿Pero parece que la dama aún anhela un poco más? Su voz hace que mis ojos se dirijan a los suyos y a esa sonrisa de infarto mientras se quita un envoltorio plástico que colocó alrededor de su vendaje para mantenerlo seco. —Como si no me estuvieras tentando a propósito —digo con una sonrisa, babeando cuando veo su culo musculoso caminar hacia su armario. —¿Seguro que no quieres venir? —pregunto. —Sí, estoy seguro. —Vuelve con algo de ropa arrugada en un brazo y se para delante de mí con una sonrisa—. Me he venido lo suficiente por ahora. —Idiota. Pero ya sabía eso de ti, ¿no es así? Me inclino sobre el mostrador y comienzo a aplicar mi maquillaje de la mañana. —No lo decías en serio. ¿Lo de invitarme? ¿Cierto, princesa? —pregunta, viéndose seriamente perturbado. Frunzo el ceño. —Solo hablamos y almorzamos. No es como si ideáramos un plan para conquistar el mundo ni nada secreto que no pudieras escuchar. No es una cosa de “te presento a mis padres”. Urgh, pero olvídalo, me estás mirando todo raro. Comienzo a pasar mis dedos por mi pelo cuando viene y me abraza por detrás, sosteniendo mi mirada en el espejo. Acuna mi cara y me da la vuelta, luego su boca se encuentra cerca de mi oído, su voz tan gruesa como la ág in a1 19 sensación de su polla contra mi cintura. —Todo lo que quiero últimamente es arrastrarte a la cama y follarte por detrás, de lado, luego en varios ángulos de frente, por lo que todos los músculos de tu cuerpo me recordarán cuando te muevas hoy. Cada respiración te dolerá con cada paso que des. Quiero darte de comer, y esparcir mi próxima comida encima de ti. Quiero lamerte, de pies a cabeza, limpiarte en la ducha al terminar, luego quiero enjabonarte y acariciar cada centímetro de tu sedoso cuerpo mientras te alimento con mi polla. Al sacarte de la ducha, quiero secarte con una toalla, masajear tus dulces tetas, darte la vuelta, y follar ese dulce culo como has estado esperando. La sangre ha dejado mis otros órganos para solo concentrarse fuertemente en mi sexo. Trato de alejarlo y no excitarme mucho por sus atenciones. —Por favor, no ahora. —¿Me quieres allí, Melanie? —Muerde el lóbulo de mi oreja y envía una oleada de deseo por mis muslos diluidos cuando acuna mi culo como si le perteneciera, su dedo más largo rozándome allí. Allí. Una vez más—. Aquí, nena. ¿Me quieres grande y duro, más grueso que nunca, aquí? Quiero ser el hombre con el que lo pierdas. —¡Me vas a hacer llegar tarde para el almuerzo, y voy a estar molesta! — protesto, golpeando su mano para alejarla y rápidamente girando de nuevo hacia el espejo para añadir un poco de brillo de labios. —¿Estarás molesta? —Su risa causa escalofríos en mi piel mientras me abraza por las caderas y me mira a los ojos sobre la cima de mi cabeza—. Sabes, tengo una cosa por princesas enojadas. Me enciende. —Múdate a Europa, entonces. Masajea mis nalgas en sus manos. —Tú enojándote, mostrándome ese pequeño fuego, en serio me excita —continúa con esa voz ronca por la mañana. —Oh, no me has visto enojada —le aseguro, pivotando alrededor—. Se necesita mucho para hacerme enojar, pero cuando sucede, es un espectáculo. No hay muchos artículos cercanos que sobrevivan. —¿Ah, sí? —Cualquier par de zapatos alrededor o... lámparas... podrían encontrarse volando... estrellándose…. y muriendo. —¿Es eso cierto? —pregunta, una luz burlona en sus ojos. —Muy cierto. Hiervo a fuego lento, pero cuando lo hago, ¡SOY UN VOLCÁN! Mientras me obligo a ponerme mi ropa, todavía está desnudo, y antes de que pueda cerrar la cremallera de mi vestido, me ha acorralado contra una pared de espejos, mis pechos aplastados contra él. Mis nervios crepitan ante el roce de sus labios. Pongo mi mano en su pecho para empujarlo de nuevo, pero mis dedos parecen quedarse allí en su ág in a1 20 lugar, asimilándolo, extendiéndose sobre su grueso, duro, delicioso y musculoso pecho. —Me tengo que ir —le susurro, frotando el aro en su pezón con mi pulgar. Malas intenciones cruzan a través de sus ojos mientras roza su boca contra la mía. —Sabes dónde está la puerta. Lame la comisura de mis labios. —Realmente, en serio me tengo que ir. —Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, con la intención de darle un beso rápido, pero él parece tener en mente un beso lento y más embriagador. Lo hace. Su mano se enreda en mi cabello húmedo y sostiene mi nuca mientras me besa, profundamente, nuestras bocas con sabor a pastade dientes y calor, mi cuerpo arqueándose para acercarse a él mientras se queda allí, caliente y duro, sosteniéndonos a ambos al tiempo que me derrito en su boca. —Greyson… —protesto. Pasa los dedos por mi pelo y me besa desde otro ángulo. —Nadie te detiene, Melanie. Giro mi cabeza para tener un mayor acceso a su boca también, frotando mi lengua contra la suya, mis pezones en su pecho. —Dios, eres un peligro, Grey. —No tienes ni idea, princesa. —Me asalta con su lengua duramente y sin pedir disculpas. Más besos, profundos y lentos, el tipo de besos que me hace oír nuestra respiración, nuestros gemidos. —Creo que sí piensas atarme y hacer que escoja palabras de seguridad. —Respiro en medio de las hambrientas y perezosas chupadas de su lengua. —Solo elige una. Un suave gemido me deja cuando sus labios se arrastran por mi garganta mientras pienso en mi palabra. —Idiota. Su carcajada hace vibrar la zona entre las piernas, donde mi clítoris se siente más sensible esta mañana, y de repente muy, muy adolorido. —Esa maldita boca sucia pide a gritos ser callada —gruñe—. Pero para tu información, la palabra que quiero oír la próxima vez que esté en ti es Greyson. Esa es la palabra que quiero escuchar cuando esté detrás de ti… —No lo haremos... no haremos eso. —Casi puedo oír las palpitaciones en mi estómago, mientras trato de escapar. Pasa sus manos hasta la parte baja de mi espalda, encerrándome. — Pronto, lo haremos —promete en voz baja. —No lo haremos. ¡No confío en ti! ág in a1 21 Se apodera de mi barbilla y me mira directamente a los ojos, hablando con deliberada lentitud, como si fuera retrasada. —Puedes confiar... que no permitiré que cualquier otro imbécil… esté en tu dulce y apretado culito, de seguro como la mierda que puedes confiar en eso. Me quejo. —Tu boca es más sucia que la mía. ¿Por qué siquiera te interesas en mí? —Por la misma razón que vas por ahí, follas hasta los sesos a un tipo cualquiera, terminas lastimada y sigues buscando lo que quieres. Hay tres cosas en las que no soy bueno. Confianza. Que me estén dando órdenes; tengo bastante de eso de mi padre. Y negarme a mí mismo lo que deseo. —¿Y tú me deseas? Me quedo quieta bajo la cálida sensación de sus labios de repente presionando en mi garganta, arrastrándose hasta mi oído, cuando susurra una advertencia—: Eso es un eufemismo, pero sí. Te deseo. —Da un paso atrás—. Quiero esto de una manera que no se supone que desee, Melanie. Solo no me confundas con tu príncipe azul. Las palabras me golpean. Directo. Me golpean tan duro, dejándome sin aliento. —Si lo hiciera, solo lo arruinarías —le digo, rodando mis ojos—. Adiós, Greyson. Odio el silencio que me sigue desde ahí. ág in a1 22 HACIA DONDE ME DIRIJO Traducido por Aimetz Volkov Corregido por Valentine Rose Greyson —La siguiente cosa que sabes, es que estarás yendo a una maldita iglesia un domingo para cantar en coro —cacarea Derek mientras me lleva a la casa de los padres de Melanie. ¿Por qué está llevándome a la casa de sus padres, te preguntas? Porque parece como que estoy tomando un desayuno tardío hoy. —Cierra tu maldita boca —gruño. Derek se ríe y sacude su cabeza, y miro malhumoradamente por la ventana. —Aaaaaahhhhh, Dios, no puedo creer esto —me digo mientras froto mi cara y bajo la mirada a mi ropa limpia. Tomé el riesgo de no usar ninguna arma y me siento más allá de estar desnudo… me siento estúpido. Como algún chico de último curso yendo a buscar a su cita. Hay algunas cosas que simplemente sabes que son correctas o equivocadas. Y sé que el sentarse en un desayuno tardío del domingo con los padres de una mujer es donde no pertenezco. Mi jersey pica. Tiro de este airadamente mientras camino hasta su casa adosada. Sé exactamente dónde está su casa porque he hackeado todos los sistemas de Melanie, leído cada página, recibo, y artículo con su nombre en él. Podría ser una plaga en piernas aproximándose a la casa de dos pisos, lo cual es como me siento, fuera de lugar mientras golpeo la puerta con mis nudillos. Hay parcelas de flores cerca. Huele... a césped recién cortado. Casi recuerdo ayudar a mi madre a cortar el césped hace trece años. En una casa como esta. Han pasado trece años desde que caminé a través de puertas como éstas, en un barrio como éste. Ya no pertenezco aquí, maldita sea. ág in a1 23 Derek ondea una mano hacia mí desde el coche y le saco el dedo, luego grito—: Llevaré las sobras para ti. Me saca el dedo de vuelta. —Comeré un burrito de la gasolinera, pero seguro que eres el epitome de la amabilidad esta mañana, jefe. Ignorando la pulla, porque por supuesto no estaba con el humor más resplandeciente durante nuestro viaje aquí, nunca lo estoy, golpeo la puerta por tercera vez. No sé realmente con certeza cómo reaccionará Melanie ante mi presencia aquí, pero voy a darle un poco de ayuda y actuar como si ya sé que estará malditamente encantada de verme. Punto. Una sirvienta abre la puerta. —¿Sí? Recorre su mirada sobre mí como si no pudiera evitarlo, luego escucho una voz similar a la de Melanie. —¿Quién es, Maria? —Gracias, encontraré mi camino. —Suavemente entro en la casa y me dirijo al ruido viniendo del comedor con facilidad. El padre de Melanie se levanta de su silla, sorprendido, aunque no alarmado. Algunas canas están esparcidas en una cabeza llena de cabello, y tiene el tipo de rostro que permanentemente lleva una sonrisa. La madre de Melanie, por otra parte, permanece sentada con los ojos amplios; una mujer hermosa con una pálida, sensible expresión y los ojos casi del mismo tono que Melanie. —¿Melanie? —pregunta su padre. Vago por su cuerpo con mi mirada, y cuando nuestros ojos se encuentran, la veo tirando ligeramente de un mechón suelto de cabello, nerviosamente buscando una explicación. ¿Qué? ¿Ahora está dejándome aquí como un idiota? Corrientes de electricidad crujen entre nosotros, y siento a mi cuerpo responder. —Señor y Señora Meyers —digo a las personas sentadas en la mesa del comedor—, siento mucho haber llegado tarde. —Mamá y papá, este es Greyson. Fue conmigo a la boda de Brooke y Remy. Es… Alza su rostro hacia mí por ayuda. Sus ojos amplios y brillantes, y Dios, esta chica jode con mi cerebro. Mi mente parpadea con imágenes de ella: la mujer juguetona, la sirena en mi cama, la enfermera quien me cubre y me besa después, y puedo sentir el fuego en mis entrañas mezclándose en mi alma. Tranquilamente digo—: Soy su nuevo novio, y es un placer conocerlos. Sacudo la mano de su padre y mantengo su mirada. Su madre se lanza hacia mí y casi se desintegra en mis brazos. —¡Estoy tan encantada de conocerte! ág in a1 24 Incómodo como la mierda por la calidez inmediata a mí alrededor, me separo y levanto la cabeza hacia Melanie. Mi cuerpo se siente cargado sólo estando cerca del suyo. Ahora con lujuria, puedo entender. —No es mi novio, es sólo un amigo. —Ríe Melanie, jugando un papel para ellos. Con una sonrisa divertida, me mira, luego bromea—: ¿Cambio de planes? Saco la silla junto a ella. —Parece que sí. Su madre aplaude entusiasmadamente. —¡Oh, vamos a tener a un nuevo miembro para jugar a las mímicas! Mátenme. Por favor. No he tenido una cena familiar en toda mi vida, ni siquiera cuando mi madre estaba conmigo. Nunca con mis padres en la mesa. No como en mesas. No paso el rato con familias. En sus hogares. No sé por qué la seguí aquí. Mentira. Sí lo sé. Ella es mi marca, pero me ha marcado. Culpabilidad, una emoción con la cual no estoy familiarizado, fastidia en el fondo de mi mente cuando sus padres instantáneamente comienzan a enlistar todos los talentos de Melanie. Creo que me veo como un hombre decente. Parezco más que decente. Creen que, si ella me gusta, la merezco. Joder, esto duele. —Greyson King, mmm... Estoy tratando de pensar en algunos Kings que conozco. —Su padrefrota la barbilla—. Estamos en el Condado King, después de todo. ¿Qué hay de la estación de televisión KING-5…? —No, no soy de aquí. —Greyson, puedo decir que nuestra pequeña saltamontes no sólo es una decoradora increíble, hace un perfecto helado casero desde los días cuando Lucas y yo teníamos una pequeña heladería. Realmente puede cocinar, ¡sí que puede! —Sólo cuando me obligan —dice sonriendo. Jódeme otra vez, pero luce adorable, de alguna manera vulnerable y juguetona. Me pone malditamente caliente. Duro. Posesivo. Protector. ¿Qué demonios? —Así que, ¿cómo se conocieron? —Quiere saber su madre. ág in a1 25 Melanie suspira. —Salvó mi coche de la lluvia un día. Los ojos de su madre se vuelven enormes. —¿Cuándo te encontrabas en medio de la lluvia? —le pregunta a Melanie, como si ya hubieran hablado de la noche en que nos conocimos. Melanie se sonroja; ¿cómo puedo perder la manera en que sus mejillas arden en rojo brillante? El fuego en mis entrañas crece aún más cuando me doy cuenta de que ha hablado de mí con su madre. —Greyson, espero que no creas que estamos siendo demasiados entusiastas, pero Mel nunca ha traído a un chico en veinticinco años. Ni siquiera a un amigo. —Veinticuatro —corrige la princesa. —En poco más de un mes serán veinticinco años —dice su madre, rodando los ojos y luego me mira a través de sus pestañas—. Nuestra Mel siempre hace una celebración —me dice, sus manos en modo de oración bajo su barbilla—. ¡Este año no podemos esperar a ver qué planea! Por primera vez noto que mi chica fiestera parece pérdida para hablar. — Podría pasar este año, todo está muy caro. —Tonterías. ¡Son veinticinco años! —dice su padre. El silencio de Melanie está cargado con un dolor que es palpable. De repente, estoy concentrado en el hecho de que los tres estamos mirándola mientras baja la mirada a su plato, su labio atrapado debajo de los dientes. Mis dedos se retuercen a mis costados y un destello de preocupación me golpea cuando me doy cuenta de que está triste, el destello del dolor es seguido de un destello de determinación para hacerlo mejor. Dios, ella ilumina la habitación. Cuando está triste es casi como si la luz simplemente se apagara. Vivo en oscuridad lo suficiente y estaré condenado antes de dejarla ver apagar su luz. —¡Muy bien, así que mímicas será! —Su padre aplaude con entusiasmo fingido. Debajo de la mesa, robo un toque del muslo de Melanie y froto en un movimiento lento, suave, que nunca he usado en una mujer, pero que ella saca en mí; no obstante, me elevo cuando sus mejillas enrojecen y sonríe de nuevo, su tristeza olvidada. Juro que su sonrisa se dispara a mi cabeza como una montaña rusa. Debería sentirme como un ladrón, como si estuviera robando este momento que no me pertenece. En cambio, es demasiado fácil pretender que es legítimamente mío. —Saltamontes, qué dices de chicos contra chicas. ¿Eh, Greyson? Pronto Melanie camina estirando su cuello, frunciendo sus labios e inclinándose hacia delante y besando ligeramente en el aire. Es sexy, divertida ág in a1 26 y tonta, y lo que hace, de alguna manera, dispara un galón de sangre directo a mi polla. Aparentemente este juego incluye tarjetas. Tomamos una categoría. El papá fue por los animales. Y ella está actuando como un animal raro. —El equipo que adivina más, gana —me dice su padre, golpeando mi brazo—. No te preocupes, nuestro pequeño saltamontes nunca adivina correctamente… ¡Una grulla! —grita de repente. —¡Sí! —chilla ella. —¿Vas primero, o lo hago yo? —me pregunta su padre. —Por supuesto, señor. No muero por hacer el ridículo todavía. —Se ríe y saca una tarjeta y veo que es un oso. Extiende sus brazos y camina por allí. —¡Gorila! —grita Melanie. Él me sonríe y levanta los brazos en el aire, más alto. —¡Garañón! —chilla la Señora Meyers. El Señor Meyers me lanza una mirada y levanta sus cejas hasta la coronilla de una manera que dice ¿Ves? Estas mujeres no tienen ni idea. Continúa actuando hasta que estoy riendo entre dientes, mirándolos, hasta que es mi turno. Lanzo un vistazo a escondidas por la ventana y me aseguro de que no soy visible; si Derek ve esto, es el final de Cero. No habrá más respeto para Cero. Saco una tarjeta y consigo un perro. Comienzo a gruñir y hago lo primero que puedo pensar, tomo una almohada y mastico en la esquina. —¡Lobo! —grita su madre. La coloco entre mis dientes y la muevo de un lado a otro. —Oh Dios —dice su madre. Melanie se está riendo a más no poder, y me siento como un imbécil. Diablos, quiero que adivine, pero demonios, no voy a lloriquear como un perro. Suelto la almohada y me doy por vencido; está aferrando su estómago, riendo y tan caliente mientras viene y aleja la almohada, juguetonamente recorriendo sus dedos a través de mi cabello. Puedo ver la dinámica familiar ahora tan claramente. —Mi abuela solía decir —me dice, con un último toque de mi cabello—, quienes juegan juntos, se mantienen juntos. Ha estado protegida toda su vida. Feliz. Jugando un inocente, divertido juego. Ella brilla. Todos brillan. Es ridículo y estúpido y nunca en mi vida quise ser estúpido y ridículo. Mato, chantajeo y estafo lo ridículo y estúpido. —¡El que pueda hacer el mejor truco consigue el último brownie! ág in a1 27 —Ahora, hijo —me dice su padre después de ese anuncio—, cualquier truco que puedas hacer, ahora es el momento para hacerlo. Esos brownies son asesinos, te lo aseguro. —¡Vas primero, papá! —exclama Melanie. El Señor Meyers comienza a hacer un baile ruso, con los ruidos incluidos. Su madre hace como un verdadero gorila. Melanie me mira, entonces acuna su boca y comienza a rebuznar como burro. Finalmente, todos me miran. Mierda. ¿En serio? Esto es tan estúpido. Pero… Es la forma en que ella me mira, curiosa, feliz. Me trae de nuevo a donde está. Y me hace ver el comedor para ver qué demonios puedo hacer. Veo un jarrón con margaritas en la mesa. Son de color rosado eléctrico, tan princesa. Agarro un cuchillo y retrocedo varios pasos, lo lanzo a través de la habitación, sobrepasándolos. Y acierto en el centro de la margarita en la pared más lejana. Silencio. —¡Santo guacamole! —grita su padre. —¡Ese es un truco increíble! —exclama su madre. Melanie me trae el brownie mientras desprende la margarita, y cuando me entrega la flor, le ofrezco la flor. —Ese es un truco interesante —dice, examinándome y oliendo la flor—. ¿Te enseñan eso en la escuela de seguridad? —¿Te enseñan a hablar burro en Decoración 101? —Quiero hacerla sonrojar, y funciona. Se ríe. Mi efecto en ella es como una droga y se dispara directo a mi cabeza, mareándome. —Ese fue un truco genial. —Escucho a su padre susurrar a su madre, pero estoy consumido por mi maldita malhablada princesa parada cerca, jadeando y emocionada, juguetona y cálida y llena de promesas de cosas que nunca he tenido en mi vida. Le ofrezco un poco de mi brownie, y lo muerde. Comienzo a quitar su cabello de la frente y cuando levanto la mirada, sus padres están observándonos con esas grandes sonrisas en sus caras, como si estuvieran emocionados de que su saltamontes finalmente encontrara a un tipo “amigo”. Y veo, justo aquí y ahora, que eso es lo que el Underground me quitó. ág in a1 28 Deudas Traducido por Anty, Jadasa, Youngblood & Dannygonzal Corregido por Amélie. Melanie Follamos antes de que él abandone la ciudad. Directamente de lo de mis padres, me siguió hasta mi apartamento, arriba en el ascensor, a mi puerta. Me paré allí, empezando a decir adiós. Aplastó mi boca con la suya, me levantó, y me llevó de allí al dormitorio. Me tiró sobre la cama y arrancó mi ropa, luego la suya. Mi cuerpo temblaba y mi respiración se estremecía mientras se dejaba caer sobre mí. Me mantuvo presionada, con una mano en mi hombro,la otra en la cadera, y me folló duro. Grité y me retorcí, rastrillando mis manos por su espalda. —Mírame. Lo intenté, gimiendo. Deslizó su mano por mi espalda, bajo la caída de mi cabello y me sostuvo por el cráneo, inclinando mi cara hacia arriba. —Di que lo amas —ordenó—. Di que jodidamente lo amas. —Lo amo —gemí. Su boca cayó sobre mí y me dio el beso de mi vida, la follada de mi vida. Cuando liberó nuestras bocas, ralentizó el paso y dijo de nuevo, más ronco—: Mírame. —Llenándome hasta la base con caliente y palpitante carne viva. Lo miré y me devolvió la mirada, codicioso, fuerte, conduciéndose una y otra vez dentro mío. Sin retenerse. Cada movimiento diciéndome que necesitaba esto tanto como yo. Mi clímax me tomó como una tormenta. Con cada estremecimiento que me recorrió, uno más profundo corría a través de él hasta que los dos ág in a1 29 estábamos jadeando y desechos. Apreté mis muslos y brazos más en torno a él, sosteniendo su cuerpo duro y pesado contra el mío, manteniéndolo un poco más dentro de mí. No quería dejarlo ir. Mi rostro se hallaba mojado de nuevo por mi orgasmo, pero de repente me dieron ganas de llorar un océano. Tengo miedo de lo que me hace sentir, y de la realidad de mi situación. Tengo miedo porque debo todo este dinero y no he tenido compradores para mi Mustang, y cuando mi tiempo se agote tres días después de mi cumpleaños, una docena de mafiosos enojados vendrán a llamar a mi puerta y nadie será capaz de ayudarme. Nadie será capaz de detenerlos. Ni siquiera él. No sé lo que voy a hacer. No sé qué hacer. Pero nadie me hace sentir tan emocionalmente vulnerable y tan físicamente segura como él cuando me sostiene. El hecho de que vino a almorzar, inesperadamente, me dijo más que todas sus advertencias. Exhaló en mi cuello y nos colocó en una posición más cómoda, en la que me mantuvo a su lado, y sentí emociones extrañas agobiarme. No seas necesitada, me dije, pero me sentía como una impostora. Todavía me oí susurrar—: Todo lo que dijeron mis padres…, no lo creas. Ellos solo piensan que soy perfecta, pero aparento. Me aparté de él y aferré la sábana alrededor de mí. Se sentó en la cama. —Sé sobre fingir. —Mi vida vino a un precio muy alto y es difícil estar a la altura. Al instante se acercó y puso una mano en mi hombro, trazando un círculo en mi piel con el pulgar. —Mi vida ha venido a un alto precio también. Todos los días. —Apartó un mechón solitario de pelo de mi cara, nuestros ojos encontrándose—. Tantos días tratando de encontrar un jodido significado en ella. La revelación me dejó sin aliento, y esperé y esperé y esperé por más, vi que había más en sus ojos, pero se levantó y agarró su ropa. —Estoy contento de ser querido aquí, Melanie —dijo, lanzándome una de sus muchas sonrisas ganadoras. Cuando empezó a vestirse, me di la vuelta hacia la ventana y apreté mis brazos alrededor de mi estómago, tratando de aliviar el dolor allí. Uf. Odio que se esté marchando de nuevo. Odio que esto podría ser una despedida. Quería preguntarle si volvería a verlo, pero antes de que pudiera, habló desde la puerta. —Mantente a salvo, princesa. Me obligué a contestar—: Adiós, Greyson. ág in a1 30 ¿Cómo puedo saber tan poco acerca de alguien y, sin embargo, necesitarlo tanto? No ha llamado, pero este lunes por la mañana tengo otro tipo de llamada, y con ella, una oferta para mi Mustang. Le pregunto a Pandora mientras nos instalamos en la oficina. — Entonces, ¿qué piensas? ¿Es una buena oferta? Su respuesta es preguntarme por qué estoy vendiendo mi auto. Mierda. Trato de pensar en algo más que la verdad, que se tiene que ir y que probablemente necesito vender todo, salvo la camisa en mi espalda, e incluso entonces las matemáticas pueden no sumar, pero simplemente no puedo decírselo. —Es poco práctico. —Amiga, tú vives para lo impráctico. —¡Se inundó! Tiene un chirrido ahora. —Lo que es lindo teniendo en cuenta que tú rechinas también. —Uf, eres imposible. —Melanie... deja de comprar mierda y no tendrás que vender tu coche. ¿Ves esta camisa? Hago algo que se llama lavarla tres veces a la semana. Solo necesito un par de estas y eso es todo. ¿Ves estas botas? Son mi firma. No necesito otro par de zapatos. —Este no es un problema de compras, es un tipo diferente de problema. —¿Qué, como una adicción? —Su frente se arruga con preocupación. —Quiero venderlo, eso es todo —murmuro. —¿Quieres venderlo o necesitas? —Perspicaces ojos oscuros de repente me investigan en silencio—. Tengo una idea. Vende el collar que tu novio te dio. —¡Da! ¡No lo creo! —La desestimo con una mano y luego me vuelvo sombría—. Quiero vender mi coche, y necesito tu consejo. ¿Es una buena oferta, Pan? —Soy una maldita decoradora como tú, no sé una mierda de coches. Pregúntela a tu papá. Demonios, pregúntale a tu precioso novio. —¿Sabes qué? ¡Lo haré! ¡Voy a preguntarle jodidamente ahora! Estará encantado de saber de mí —Saco mi teléfono—. Incluso vino a almorzar. —Vaya, lo arrastraste a lo de tus padres. Realmente —dice Pandora, entonces cacarea hacia mí en advertencia. —¡Oh, cállate, Maléfica! —grito enojada, golpeándola con la almohada recién tapizada de un cliente de la cual comprobaba su calidad. No voy a decirle una mierda más. ág in a1 31 Ni siquiera voy a explicarle las complejidades de lo que hacen dos personas solteras… ¿qué estamos haciendo? Estamos teniendo sexo, eso es lo que hacemos. Pero no quiero que sea sólo sexo. No sé cuántos secretos mantiene Greyson, pero tiene una habitación secreta, y se niega a hablar por teléfono cerca mío, ambos de los cuales son extraños. Aun así, tengo un secreto por mi cuenta, así que no es exactamente justo sentirse de esta manera. Me encantaría decirle, y sólo a él, del mío. Sin embargo, al mismo tiempo, rezo para que sea el último hombre en saber. ¿Cómo contarle a un tipo con el que estás saliendo o durmiendo o lo que sea, un tipo cuyo respeto y admiración es lo que quieres, que pediste, que rogaste, a un grupo de mafiosos por más tiempo porque les debes más dinero del que pensabas? ¿Cómo decirle que levantaron tu falda y te dijeron que te darían una extensión, de sus pollas, si no pagabas a tiempo? Me dan ganas de vomitar recordando la noche en el callejón. Nunca podría decirle esto a alguien en voz alta. Reviso mis mensajes de texto. Fue el último que me envió un mensaje. Hace mucho tiempo, cuando visitó mi apartamento, y pregunté quien venía a visitar, y me dijo Yo. Me dije que no quería pasar por todos los juegos de adivinanzas de nuevo. Si me quiere, me quiere. ¿Verdad? Pero mi regla esencial de los mensajes de texto se queja de mí. Hoy en día las relaciones son mucho más igualitarias. Poco a poco inhalo y le envío un mensaje, ¿Estarás en la ciudad este fin de semana? Y para mi sorpresa, responde de inmediato. Sí. Mi corazón empieza a tronar. Le respondo de inmediato. ¿Algún plan? Planeaba buscar a mi princesa. Ahhhh. Amo eso demasiado. Ella quiere cocinarte la cena. ¿Quieres venir? Lo haré. Y tú también. Sonrío con deleite. Sexy sinvergüenza. 20:00 ¿viernes? No podría estar más feliz cuando le digo a Pandora, exagerando—: Él viene a la ciudad este fin de semana sólo para verme. —Bravoooo por ti. —Suena aburrida. ág in a1 32 Durante la semana, me entierro en el trabajo y en conseguir que algunas de mis pertenencias personales sean enviadas a una tienda en eBay para poder liquidarlas, y rápido. Mi armario de repente parece enorme ya que mantuve solo un par de zapatillas, un par de tacones, un par de sandalias, un par de Uggs, y un par de botas de lluvia. También reduje a sólo tres pares de pantalones, dos pares de vaqueros, un pequeño surtido de blusas y los vestidos más básicos. Desprenderse de mis accesorios fue lo más difícil. Pero mantuve los más coloridospara asegurarme que podría seguir usando tres colores todos los días, incluso si los toques de color en su mayoría provienen de mis accesorios. El viernes por la tarde, me voy a derrochar en Whole Foods, porque no voy a cocinar comida barata para Greyson, simplemente no podía. Así que traje a casa una bolsa de papel llena de alimentos sanos y frescos, me deslizo en el único delantal que conservé, uno con volantes de color amarillo de Anthropologie, y cocino una cena hecha en casa para él, porque parece como una cosa agradable de “bienvenido a casa” por hacer. Eligiendo el menú sabiamente me decidí por ensalada de rúcala y pera con queso de cabra y un poco de vinagreta, mi pasta con pesto especial, una hogaza de pan casero y tartas de manzana con canela espolvoreada de postre. Siempre pienso mejor cuando estoy cocinando. Esta vez que estoy cortando y preparando la comida, pienso en cómo poco a poco estoy empezando a reconocer mis propias necesidades, como mujer, necesidades que nunca me había dado cuenta que no se cumplían por dormir con una docena de tipos diferentes, necesidades que no podían cumplirse hasta que haces una verdadera conexión, escalofriante, poderosa, inexplicable, con alguien. Alguien con quien menos te lo esperas. La cara de Greyson me acecha, serio, sonriente, pensativo. No puedo dejar de recordar y reproducir sus diferentes tipos de sonrisas. La socarrona, la sensual, la indulgente, la somnolienta, la plana que le da Pandora, y la que está casi allí, pero no del todo, como si no quisiera dar rienda suelta y ceder a ella… La que más me encanta. Porque se siente como que estoy sacándola de él, incluso cuando no quiere que lo haga. Como si estuviera dándome algo que no tenía intención de darme. —Algo huele bien por aquí y mi apuesta es que eres tú. ág in a1 33 Mi sangre se dispara cuando reconozco la voz cálida, suave detrás de mí. De alguna manera, ¡Greyson se metió y se arrastró hacia mí! Sin hacer un solo ruido. Y ahora desliza su enorme brazo alrededor de mi cintura y me da vuelta, el movimiento me coloca a más quince centímetros de un chico malo con sus labios a solo un pelo de distancia de los míos. Mis sentidos se tambalean mientras absorbo su cercanía y deslizo mis manos en una rápida y codiciosa exploración de sus gruesos brazos. —Hola —jadeo —. Yo… Me besa durante un minuto entero. Un minuto y medio. Nuestros labios moviéndose, mezclándose, mis rodillas sintiéndose blandas porque sus besos son mejores que cualquier cosa que he tenido. Y ahora no puedo pensar o hablar o apenas pararme en mis propios pies. Retrocede y siento que me sonrojo ante su acalorada valoración. —Me gusta esto —susurra y señala mi delantal, y el ligero deleite en sus ojos me hace sentir como si hubiera ganado el primer premio en Iron Chef, y ni siquiera ha probado mi comida todavía. —Te va a gustar todavía más cuando te des cuenta que planeo alimentarte con el postre yo misma —susurro. Su mente sucia parece obtener lo mejor de él, porque se ve voraz al instante. Riendo, le insto a sentarse en uno de los dos taburetes en el extremo de la isla de la cocina—. No es lo que piensas, ¡es comida real! —¿Te vas a quitar esto para mí? —Tira de la faja de mi delantal. —Tal vez si terminas tu comida como un buen chico. Se ríe, un sonido rico y pleno, su sonrisa devastadora, adueñándose de mi cerebro. —Te gusta más cuando soy malo —señala. Reprimiendo mi sonrisa, saco el plato de pasta con un guante, consciente de que se da cuenta que solo estoy usando un vestido corto debajo de mi delantal, tal vez incluso puede ver que estoy sin ropa interior. El pensamiento envía un hormigueo a través de mí. Hay silencio y un crujido del taburete cuando se inclina hacia atrás, se quita los zapatos, y tiene un tono confuso, casi divertido en su voz ronca cuando me habla, frotándose la mandíbula mientras me observa serpentear alrededor de la cocina. —Me sigo preguntando lo que haces todo el tiempo. — Hace una pausa, y luego, con la voz más baja y más gruesa que nunca—. ¿Me extrañas? —¿Qué clase de pregunta es esa? Me da una sonrisa pícara. —Una de la que quiero saber la respuesta. ág in a1 34 Le devuelvo la sonrisa con una propia mientras nos sirvo a ambos, y cuando coloco su ensalada y pasta, sujeta su mano desnuda alrededor de mi muñeca. —¿Lo haces? Nuestros ojos se encuentran, y suavemente aviva un fuego que crece en mí mientras frota su pulgar por el interior de mi muñeca. —¿Lo haces? —pregunta, en voz baja. —Sí —susurro. Trazo con mi mano libre su mandíbula e impulsivamente me inclino para besar su mejilla. Añadiendo, cerca de su oído—: Mucho. Me mira como un depredador mientras voy tomar mi asiento en el taburete al otro lado de la isla. Nos sonreímos el uno al otro, esas sonrisas que parecen extenderse en nuestros labios al mismo tiempo; desde el momento en que nos conocimos, siempre ha sido así. Me he dado cuenta, por fin, que trajo vino, y veo como abre la botella, busca en mi gabinete por vasos, y se vuelve para servir un vaso para mí y otro para él. Chocamos los vasos, sonriendo, y antes de beber, murmura—: A ti, princesa. —No, a ti —contesto, tomando un sorbo. —Te gusta ir en mi contra, ¿verdad? —ronronea, todavía revolviendo y oliendo su propio vaso. Me río y de repente me siento como la cosa más sexy en la existencia cuando empiezo a comer. Como si cada movimiento tiene la intención de seducirlo, excitarlo y estimularlo. Ni siquiera mis alientos escapan a su atención. Lo siento mirar mis dedos, mis brazos, mis hombros desnudos, mis labios. Pincho con el tenedor un poco de ensalada y lo veo cortar un pedazo de pan que se mete en la boca. Bebemos en silencio, mirándonos el uno al otro, disfrutando de la mutua compañía. La mirada de cada uno. La energía de cada uno. Soy una decoradora que cree en el feng shui. Creo en el yin y el yang. Nunca he sentido un yang tanto para mi yin. Nunca. —¿Te gusta la comida? —pregunto. —¿Soy el primer hombre para el que has cocinado? Entrecierro los ojos, bebiendo un poco de vino tinto por valor, pero no hay cura para los nervios girando en mi estómago. —¿La verdad? Sí. Eres tú. Así que piensa muy bien tu respuesta —le advierto. —Cada cucharada fue tan deliciosa como tú. Sonrío. —¿En serio? —Sintiéndome insegura, reviso sus platos y noto que ha limpiado los dos. ág in a1 35 Se da vuelta, y su mirada cae de mis ojos a mis hombros a mis pechos. —Estoy listo para el postre. —Espere, señor, no he acabado. Tengo un poco de postre real que no soy yo, ¿sabes? —Enrosco un poco de pasta en el tenedor un poco más rápido y lo meto mi boca, lamiendo algo de pesto de la esquina de mis labios. Greyson me mira fijamente, y se ve tan grande, oscuro y sexy en mi apartamento, no estoy acostumbrada a las profundas pequeñas punzadas de nostalgia que brotan dentro de mi pecho. —¿Cómo estuvo tu semana? —pregunta. Un destello de sentimientos me apuñala cuando recuerdo todas las noches que he yacido en la cama, más asustada de lo que quiero estar, y más solitaria de lo que nunca me he sentido en mi vida. Tal vez es porque sé con quién quiero estar ahora mismo. Tal vez sea porque me siento vulnerable y asustada. —En realidad, buena —miento—. Quería preguntarte. Tengo una oferta por mi coche. —¿Estás vendiendo tu coche? Lo miro con desesperanza y noto la repentina tristeza que se posa en su boca. —Sí, lo estoy vendiendo. —Me levanto y voy a agarrar sus platos vacíos mientras le digo cuánto me ofrecieron—. ¿Crees que es un precio justo? Está en silencio mientras llevo sus platos al fregadero, siguiéndome con la mirada mientras me pregunta—: ¿Por qué necesitas venderlo? No puedo dejar de notar que se ve más que un poco curioso. Parece decidido. Así que trato lucir indiferente, incluso añadiendo un encogimiento de hombros casual a mi explicación. —Tengomi ojo en algo más. Una ceja oscura sube, seguida de la otra, y luego dolorosamente lento y claramente inteligente pregunta—: ¿Otro coche? No se lo traga. Me devano los sesos pensando en algo que decir que sea lo más alejado de la verdad como pueda, hasta que habla, suspirando como si me fastidiara. —Están ofreciéndote por debajo del precio. No vendas tu jodido auto, princesa, no por eso, no por nada. —¿Por qué no? —Porque —rechina—, necesitas tu auto. —No para ir a la oficina —replico ligeramente—, y puedo pedir un aventón con amigos para salir los fines de semana. ág in a1 36 Cuando continúa luciendo disgustado, inmediatamente me siento desconfiada. —Greyson, ¿por qué estás tan protector con mi auto? Después de un silencio más que interesante, durante el cual, mi corazón se derrite en mi pecho, respondo por él. —Porque gracias a ese jodido auto, conecté contigo. Levanta un gran hombro en un gesto molesto. —Ese auto eres tú. No va con nadie más. Me siento mareada pensando que podría sentirse protector del lugar donde nos conocimos, pero también estoy triste que no puedo explicarle que no importa que tan encariñada estoy con ese auto, estoy más encariñada conmigo misma. —Mi comprador es una joven de dieciocho años, tendrá tanta diversión con el como yo. Cuando habla de nuevo, su voz transmite una fuerza única, casi como una orden. —Nadie jamás puede tener tanta diversión como tú lo haces. Melanie, eres divertida. Y vivaz. Y así es ese loco, pequeño azul Mustang. Levanto mi mano para sofocar la risa, porque está siendo extremadamente gracioso y protector, y cuando frunce el ceño, le digo—: Greyson, creo que es adorable. —Princesa, esa palabra y yo no vamos juntos. —Es adorable. Tú eres adorable. Se pone de pie, como que va a hacerme pagar por eso. Corro hacia mi habitación, riendo, y digo desde la puerta—: Greyson, sé que esto romperá tu dulce corazón, pero realmente necesito vender mi auto. Solo pediré mil más. ¿Qué dices? Dios, incluso el ceño fruncido que luces es adorable. Echa su cabeza hacia atrás y se ríe, el sonido profundo y grave, y cuando me doy cuenta de que nunca comprenderá lo desesperado de mis circunstancias, me excuso a la habitación por un momento y telefoneo a la parte interesada para pedirle mil más. La chica me dice que hablará con su papá y me dejará saber. Cuando regreso afuera, Greyson está de pie con sus brazos cruzados, mirándome con el tipo de mirada que un hombre luce cuando no sabe qué mierda hacer contigo. —Hice una contraoferta —explico, una vez más la palabra “adorable” susurrando a través de mi cabello mientras frota una mano por su propia frustración. —Ahh, princesa. En serio. Ni siquiera puedo... —Sacude su cabeza, obviamente, en señal de frustración. —¡Greyson, no importa! —grito—. Incluso si el auto se va, siempre serás tanto mi héroe como el de mi Mustang, lo sabes. De alguna manera, anhelo tranquilizarlo, su energía irascible se siente como un tornado en la habitación, me acerco a él y paso mi mano a través de ág in a1 37 su cabello revuelto, mientras trato de alisarlo otra vez, amando la suavidad, lo que es lo único suave en su cabeza dura. Gruñe y me agarra por mi cintura, sorprendiéndome cuando baja su cabeza y coloca su nariz entre mis senos y besa mi escote con intensa ternura. —Si no vas a escucharme —murmura, su voz amortiguada por mi delantal—, ¿por qué me preguntas? —Me gusta saber tu opinión. —Melanie, muéstrame lo que te gusta, demostrándome que me estás escuchando. —Lo siento —susurro, despeinando juguetonamente su cabeza, mientras trato de hacerlo feliz de nuevo. La complaciente en mí, simplemente no puede aceptar su desaprobación. No la suya—. Te lo compensaré. —Mmm. —De repente, sus ojos brillan como antorchas—. Compénsamelo contándome cómo te gustaría pasar tu vigésimo quinto cumpleaños —sugiere. Un momento de duda se instala entre nosotros. ¿Qué diría si le dijera que quería pasar el día con él? ¿No hacer nada, excepto pasar con él todo el día? Que quiero que me diga sobre su vida, su familia, ¿que simplemente quiero estar con él porque, últimamente, es cuando estoy más feliz? Liberándome de su agarre y forzándolo a sentarse sobre su asiento, traigo la tarta de manzana y canela en un plato, luego me impulso hacia arriba, para sentarme sobre la encimera justo en frente de su asiento. Usando mi regazo como una mesa, coloco mis pies descalzos sobre sus muslos y levanto una cuchara para darle de comer el postre. —¿Dónde pasaste tu vigésimo quinto cumpleaños? —pregunto, colocando la cuchara con un poco de la tarta en su boca. Come cada cucharada con que lo alimento, y el acto no es tan caliente y sexy como lo imaginé que sería, sino que es diez veces más. A causa de esos ojos. La manera en que me observan alimentarlo, como un depredador esperando su momento por la comida de verdad. —Probablemente borracho. Ninguna parte memorable. ¿También trenzas tu cabello cuando cocinas? — pregunta bruscamente, estirando mi nudo mientras le doy de comer otra cucharada. Algo intensamente íntimo arde entre nosotros. Cada segundo, está abriendo tanto mi corazón y mi alma, y no hay nada que detenga la descarga de emociones que me sobrepasa. Anhelo, ternura, deseo, hambre, necesidad, temor, felicidad. —Es para mantener mi cabello sobre mi cabeza y fuera de mis platos —le digo. ág in a1 38 —Ahh —dice, ojos brillando mientras llevo otra cucharada de tarta a su boca. Observo como su lengua agarra la cuchara y la recorre, burlándose de todos mis sentidos. Una sensación mantecosa fluye a través de mis muslos mientras observo cómo sus labios se cierran sobre la cuchara, cómo la saborea, cómo me mira mientras come su tarta, sus ojos se iluminan, hambrientos y brillantes como un canalla, quien sabe que estoy húmeda y lista para él. Siento como que está horneándome interiormente como horneé mi tarta. Mientras toma el último bocado, tira a la punta de mi trenza y la pasa bajo mi mentón, acariciando mi garganta hacia abajo, y luego... en mi escote. Un instantáneo charco de calor inunda entre mis piernas, mi coño se aprieta codiciosamente por sentirlo otra vez en mi interior. ¿Por qué todo lo que hace es tan jodidamente caliente? Mi corazón se acelera y mi cerebro está gritando: ¡Tócalo! ¡Bésalo! ¡Móntalo a horcajadas y siéntelo, demuéstrale que lo deseas! ¡Haz que te desee también, justo así! ¡Has que quiera QUEDARSE! Pero no me muevo, porque también de verdad ansío, realmente necesito, que haga el primer movimiento. Así que me animo y susurro—: Debería limpiar. Con un gemido bajo e inesperado, sujeta mis manos con las suyas y fuerza mi mano contra su erección, palpitando entre sus piernas y tan duro como lo he sentido, luego gira su cabeza y toma mi boca en un beso rápido y duro, que sabe a canela y manzanas y a él. —Princesa, he estado así por horas. Horas. Desde que me embarqué en ese maldito vuelo dirigiéndome aquí... —Si has estado así durante tanto tiempo, entonces puedes darme diez minutos para limpiar esto, así no tendré nada más que hacer el resto de la noche, excepto tú —susurro seductoramente, entonces me rio cuando pasa en sus ojos una cruda y espesa lujuria. —Cinco minutos. —No es una carrera —repico, y entonces, a propósito, secretamente, comienzo a moverme más lentamente para seducirlo. Observa cada uno de mis movimientos, haciéndome el amor con sus ojos mientras empiezo a limpiar el resto de la mesa. Juguetonamente, golpeo su mano, alejándolo cuando trata de ahuecar mi trasero. Se ríe mientras llevo los platos al fregadero, y estoy tan afectada por el ruido estrepitoso, que no puedo reprimir el latido zumbando en mi cuerpo, suplicándome por sus dedos, sus labios, sus dientes, su lengua. Ha estado duro por horas, pero no sabe que he estado húmeda y adolorida el mismo tiempo. Me ayuda a llevar el resto de los platos al fregadero, y el gesto,junto con su cercanía abrumadora, me mantiene al borde. Mientras termina de limpiar la mesa, empiezo a lavar, rozando nuestros dedos, nuestros cuerpos conectando en tantos puntos, cada uno de ellos ardiendo a través de mis terminaciones nerviosas. ág in a1 39 Cuando estoy lavando el último plato, se para detrás de mí, su cuerpo una pared de ladrillo, su palma frotando mi trasero mientras comienza a besar mi nuca de la manera más impresionante. —Melanie, esta noche, se sintió como volver a casa por primera vez en mucho tiempo —dice, y puedo detectar en su voz un destello de gratitud. —¿Ninguna chica ha cocinado para ti antes? Estoy entretenida y riéndome de vuelta, pero cuando lo miro a los ojos, mi diversión se desvanece. Hay algo muy serio en sus ojos, y muy, muy tierno. Su mandíbula se ve más cuadrada por la fuerza de su hambre mientras extiende sus manos para desabrochar el delantal de mi nuca, dejándolo caer a mi cintura y luego deshace el nudo pequeño en mi espalda. —Nadie ha cocinado para mí en trece años —dice, exhalando de golpe, con algo turbio en su mirada. Deseo, pero no sólo del tipo físico. Deseo de ser alimentado, tomado, aceptado. Conozco este deseo. Deseo lo mismo. Mirándome como si soy toda la aprobación que siempre deseó, enlaza ambas manos con las mías y me lleva de vuelta hacia mi dormitorio. Mi pulso retumba mientras me lleva al interior, dejando que sus pulgares se arrastren a lo largo de mi cara. Cuando me besa, su beso es como el terciopelo, siento como si pudiera volar. Su cuerpo se presiona cerca del mío, llenándome de anhelo. Cierro los ojos cuando sumerge sus dedos en mi trenza y lentamente la desenrolla. Sacudo mi cabello y paso mis dedos sobre este, y él hunde sus dedos sobre los míos como si estuviera interesado en cómo lo hago. Cierro los ojos y lo siento torpemente pero muy tiernamente, usar sus manos para desenredar todo mi cabello. ¿Alguna vez quieres que alguien te mire, pero que sólo vea lo bueno? Esta soy yo con él. No quiero que vea que, a veces, interiormente soy un desastre. Estoy tratando de ser la novia perfecta. Y sé que él también está tratando de ser el novio perfecto. Supongo que no es justo. Quiero que sólo vea lo bueno, pero quiero verlo todo de él. Incluso lo malo. Mientras nos besamos por un tiempo, hablamos sobre los recuerdos de su infancia, su tío llamado Eric, cómo iban a cazar todo el tiempo en un rancho en Texas. Hablamos sobre mis clases de ballet al crecer, mi vergüenza cuando me caí en mi primer recital. Hablamos esta noche. Pero quiero saber más, cada pieza del rompecabezas que es él. Sin pelos en la lengua me dice lo que le gusta de mí y lo mucho que me desea. Y aún quiero más, pero nuestros besos están volviéndose pesados, tan pesados que ya no puedo respirar bien. Se quita su camisa y ahora está sólo con sus pantalones, mientras me quita mi delantal y me deja en mi pequeño vestido corto. ág in a1 40 Succiono el aro de su pezón. Dios, cómo amo este pezón con el aro. El gemido que sigue mis succiones. Me encanta cómo el otro pezón se arruga en respuesta cuando lo acaricio con la punta de mis dedos. —Tienes una cicatriz, y sin embargo jamás me podría imaginar que fuiste cortado —susurro mientras acarició los canales musculosos de su pecho con mis manos, prestando especial atención al relieve de la larga cicatriz. Realmente valoro las cicatrices. La historia que cuentan. El significado que conllevan. —Mi cicatriz —digo, entonces vacilo antes de murmurar—: ¿Sabes de qué es? Es porque necesitaba un riñón cuando era joven. Conmocionada por mi propia revelación, retrocedo, protectoramente curvando mis brazos a mí alrededor. —Melanie, ven aquí —ordena, una chispa de alguna indefinible emoción en sus ojos. Doy un paso hacia él, y desliza mi vestido fuera de mis hombros, abajo por mi cintura, y al suelo. Estoy muy expuesta... Miro fijamente mis pies, sintiendo que inesperadamente me ruborizo. No estoy usando bragas y no cubrí mi cicatriz. Greyson exhala, un sonido largo y lento, observa mi desnudez, entonces aprieta mi cintura con una mano y me acerca, su voz baja y volviéndose ronca. —Tú, princesa, eres más que perfecta. —¿Te das cuenta que no le he contado a nadie sobre esto? —susurro. Toca la cicatriz sobre el hueso de mi cadera, trazándola con la punta de un dedo. —Todas las mañanas, veo las pastillas que tomas para esto. —Son para que mi cuerpo no lo rechace. Pero ya que era mi gemela idéntica, mi dosis es menor. Mi cuerpo... lo aceptó casi como si fuera mío. Impulsivamente, me inclino y coloco mis labios sobre el corte más profundo e irregular cerca de la parte inferior de su caja torácica. —Ahora, ¿dime como conseguiste esta? —Hace mucho tiempo —Toca mi cabello con una mano—, mi hermano... mi hermanastro se metió en una pelea. Tenía que sacarlo de ahí y obtuve un recuerdo. No es nada. Arrastro mis labios por su cicatriz, hacia su cuello y los tendones gruesos que realmente me gustan y la manzana de adán que hace que su voz retumbe de la manera en que lo hace, levanta mi cabeza por la barbilla y me mira, ojos ardientes se arrastran por mis pechos, mi abdomen, mi coño perfectamente depilado, y la manera en que me mira como si me está fotografiando mentalmente, me acelera completamente. —Quiero estar dentro de ti, perderme en ti. Su energía se siente tan caliente y errática, como una tormenta de verano, mientras me levanta y me lleva hasta mi cama. Empieza a besarme en ág in a1 41 la oscuridad, ahuecando mi cabeza y alimentado solo mi boca por largos minutos embriagadores. Entonces me toca. Mi respiración se detiene con cada tirón sobre mis pezones. Con su palma ahuecando mi sexo. Gimo ante la presión y la fricción de su boca sobre la mía, y la adición de su pulgar deslizándose detrás de mí, lentamente matándome cuando acaricia mi pequeño trasero. —Oh Dios, Grey —jadeo cuando su mano libre se desliza, por mi abdomen, bajando y bajando, en tanto su lengua toma la mía. Separo mis muslos con un suspiro, y me acaricia para abrirme, mis pliegues resbaladizos bajo sus dedos, y de repente todo se ha ido. Mi deuda. Mis sueños. Mi trabajo. Mi lista de pendientes. Todo se ha ido excepto la boca y manos de Greyson sobre mí, la suave fricción de su barba contra mi mentón. Respirando tan rápido como yo. —Hueles tan bien como te sientes. —Su susurro ronco es caliente contra mi boca. Su cuerpo se estremece con el poder desatado. Puedo ver, incluso en la oscuridad, la belleza pura, cruda y agresiva bajo la superficie. Me encanta la manera en que las paredes caen cuando me folla. Cómo me quita las capas hasta que estoy vulnerable y temblando. Cómo está tan perdido en lo que hace como yo. —Di algo malo para demostrar que esto no está ocurriendo —susurro. —No lo creo, aún no me siento con ganas de arruinar esta noche. — Resuena su voz ronca por la lujuria mientras me mira, sus ojos brillando, feroces. Envolviéndome. —Fóllame duro. —Respiró entrecortadamente y su lengua se arremolina sobre mi piel y sumerge su dedo medio en mis pliegues, avivando, reuniendo mis jugos. —Húmeda, apretada, y lista —dice con voz ronca, sin disimular el placer, su risa oscura y gutural cuando hunde dos dedos en mí. La necesidad por él se construye y retuerce a lo largo de mis nervios, se enreda con cada uno de mis músculos. Mi corazón late en mi pecho furiosamente mientras succiona uno de mis pezones, y cuando toca mi coño y mi parte trasera al mismo tiempo, grito. Las succiones calientes se impulsan a través de mí al tiempo que lanzo mis caderas hacia sus manos, mis dedos se entierran en su cabello mientras mi cuerpo aprieta sus dedos, aterrorizada de perderlos. —Dime que quieres que te folle duro, por mucho tiempo y en todas partes —dice, su rostro contraído en una máscara de placer cuando me mira. —Te deseo, necesito que me folles por todos lados —declaro—. Sólo tú.Por favor. —¿Aquí? —Su rostro crudo expresa el deseo, acariciando el borde exterior de mi trasero con su pulgar de nuevo y burlonamente empujando la punta en el interior. ág in a1 42 Contengo de nuevo otro grito de placer. —Greyson, quiero esto contigo. —Lamo mis labios cuando mi cuerpo se tensa involuntariamente, un brillo de sudor ya cubre nuestros cuerpos, estamos tan calientes—. Ya sabes lo mucho que deseo esto contigo. —Melanie, nos llevará sobre el borde. Sobre el jodido borde, ¿estás lista para ir ahí conmigo? —advierte, su lengua rozando mi oreja. Mi piel se derrite mientras comienza a arrastrar su boca hacia abajo, succionando mis pechos hasta que me arqueo y jadeo, luego más abajo, trazando un camino caliente y arremolinando un sendero por mi ombligo, a mi sexo desnudo—. Princesa, primero, quiero saborearte hasta que estés lista para convulsionar. Chupa mi clítoris en su boca y gimo en delirio. —Oh Dios. —Dios no te puede ayudar, nena, pero yo sí. —Sopla aire sobre mi clítoris de la manera más seductora—. Quiero besar este dulce coño, saborearlo, chuparlo. —Lo agarra ligeramente entre los dientes, luego suavemente me succiona. El fuego fluye a través de mis venas mientras extiende sus manos sobre mis muslos y abre más mis labios vaginales para su lengua. —Greyson... —grito, el placer irrumpe a través de mis venas, mi cuerpo se abre para su beso, mis manos se cierran en puños en las sábanas. De alguna manera, se siente cómo que me está premiando porque cociné para él. Pero también como si estuviera reclamando algo de mí. Como reclamándome. Cada centímetro de mí. Cuando su pulgar penetra de nuevo ahí, estoy inconsciente, sólo jadeando, maullando, gimiendo y rogando, mis caderas empujando hacia arriba y hacia atrás. —Melanie, ¿estás lista? —Sus ojos están dilatados, pero intensos y evaluando al tiempo que me estudia. Aprieto mis ojos con fuerza, y digo—: ¡Sí, por favor! Gruñe profundo en su pecho y se inclina. Gira rápido su lengua sobre mi clítoris, luego en mi sexo, explorando y empujando dentro de mí. Mis sentidos se abren como compuertas. La punta de su pulgar entra en mi trasero, profundo, estimulando pequeños músculos que ni siquiera sabía que tenía. La sacudida retumba en mi cuerpo mientras juega con mi culo, hundiendo el pulgar al tiempo que utiliza su otra mano para apretar mis caderas y controlar nuestro ángulo, lo cerca que estamos, como sus labios degustan mi sexo anhelante y húmedo, cada nervio en mi cuerpo lo desea como a nada… Él. Él. Él. ág in a1 43 Levanta la cabeza, sus labios mojados de mí, y es el ser vivo más hermoso que he visto. —Quiero follarte desnudo —murmura mientras ferozmente se encuentra con mi mirada y desliza dos dedos largos en mi coño, usándolos para separarme—. Sin condón, solo tú y yo, Melanie. ¿Sentirlo dentro de mí? ¿Carne a carne? ¿Nada entre nosotros? Mi garganta duele como si olas de lava fluyeran a través de mí, y asiento fuerte. —Siempre he estado segura… Veo una ráfaga de algo oscuro apareciendo en sus ojos. —No estoy seguro, princesa, pero estoy limpio y te quiero sin condón tan pronto como tenga un examen para probártelo. ¿Cualquier otro método anticonceptivo interferiría con tu medicación anti rechazo? —Yo… no, Grey. —¿Estás segura? La preocupación sincera en sus ojos solo me hace necesitarlo más. — ¡Sí! Mi doctor una vez mencionó que podría usar una pequeña dosis oral de anticonceptivos si la necesitaba. Su expresión se retuerce con una determinación feroz, como si hacer esto en cierto modo significara algún tipo de compromiso para nosotros. Siento que necesita tomarme, tomarme ferozmente y en formas en las que nunca antes lo ha hecho con una chica. —Ven aquí —dice, agarrándome por el cabello—. Quiero besarte duro, pero follarte más duro. —Cierra su boca, y añade, sobre la mía—. Pero primero lo primero. Gimiendo cuando nuestros cuerpos se frotan naturalmente mientras nos besamos, paso mi mano por su rostro y deslizo mis dedos en su suave cabello grueso, y me escucho susurrar su nombre contra su mandíbula. Su cuerpo tiembla con el poder desatado. —Dilo de nuevo. —Greyson. —Ahora levántate sobre tus codos y rodillas —dice en un áspero susurro. Oh, Dios… realmente está pasando. Un estremecimiento se apodera de todo mi cuerpo. No hay ningún hombre en quien confiaría más para hacer esto. Ni siquiera un hombre con el que realmente quisiera hacerlo. Y quiero que tome cada parte de mí, que folle cada hueco que tengo con su polla, sus dedos, su lengua. Desliza sus dedos sobre mis pliegues de nuevo, primero probando mi coño, arrastrando la humedad a la raja de mis nalgas. —Entre más húmeda estés, más fácil es entrar para mí. ág in a1 44 —Estoy demasiado caliente. Grey, la forma en la que me mirabas cuando te estaba dando de comer fue suficiente preliminar. —Melanie, mira lo que me haces. —Frota la cabeza de su enorme erección entre mis nalgas y las junta así que siento la fricción. Siento cada pulso en su larga polla, lo dura y palpitante que está. Usa su hinchada cabeza para esparcir los jugos de mi coño en mi trasero y provocarme con ellos. Estoy temblando sobre mis codos y rodillas. Temblando. —Greyson… —gimo. La anticipación está matándome, lo siento tan cerca, pero tan lejos. Su olor me está mareando, y mis ojos no pueden verlo, me siento hambrienta. —Shh, nena, quiero esto más que tu —canturrea detrás de mí mientras baja una mano por mi espalda, acariciando cada hueco de mi columna vertebral—. Tengo fantasías sobre esto. Tengo fantasías haciendo esto contigo. A ti. Escucho el sonido de un condón rompiéndose y chupo mis labios, mirando fijamente con ojos borrosos la pared frente a mí, mi cuerpo palpita por él, mi coño tamborilea celosamente. —¿Me dolerá? —Respiro rápido y superficial cuando presiona suavemente la corona en el botón de mi trasero. —Quizá… —Se burla mientras pasa de nuevo sus largos y decisivos dedos por mi espalda antes de agarrar un puñado de mi cabello y tirar mi cabeza hacia atrás para susurrar en mi oído—: o quizás no. Contigo y conmigo no hay nada garantizado. No hay reglas. Solamente lo que queremos, y quiero cada centímetro tuyo. Quiero lo que no le has dado a nadie. Esta follada es mía. —Mueve una mano para apretar mis senos, pellizcando las puntas sensibles de mis pezones. Flechazos de placer me queman, tanto mi coño como el lugar en el que quiero que entre se aprietan con fuerza en respuesta. —Sólo tómalo, Grey —jadeo. La respuesta ronca que murmura la siento como una caricia. —Puedes apostar tú trasero a que lo haré, princesa. No provoques a un hombre acerca de querer que meta una apretada y larga polla en tu bonito, apretado y pequeño trasero sin conseguir lo que estás pidiendo. Relájate ahora, estoy lubricando. Maúllo cuando presiona su pulgar dentro de mí, y luego… algo más grueso, mucho más largo y mucho más duro. Untando deliciosamente y empujando dentro de mí. —Empuja hacia atrás contra mí, nena, eso es, joder eso se siente bien, princesa —murmura suavemente con admiración, al tiempo que avanza centímetro a centímetro, bajando una mano por mi abdomen para acariciar mi coño. ág in a1 45 —¡Oh dios, Grey! —grito, giro y muerdo mi propio brazo, gimiendo mientras me estira tanto que es casi doloroso, pero es demasiado placentero para que lo sea y me gusta demasiado, la manera en la que lo hace lentamente, la manera en la que acaricia mi sexo hinchado para humedecerlo y prepararme, la forma en la que se inclina y comienza a rozar sus dientes sobre mi nuca, primitivo, como un hombre lobo que quiere morderme. Nunca me he sentido tan llena, tan excitada, y tan emocionalmente vulnerable. Estoy jadeando para decir las palabras… —Por favor, Greyson. Muévete. Fóllame. Agarra mis caderas y sale con cuidado, y dice algo que dispara un nuevo calor, como si un rayo me atravesara. —Como desees.Como desees. Mi película favorita; y él lo sabe. Las palabras, en esa película, significan demasiado cuando Westley las susurra. Las susurra justo en este momento mientras le doy mi única fantasía. Para cuando comienza un ritmo suave y cuidadoso, estoy emocionalmente relajada y físicamente desenredada. La oleada de lágrimas baja por mi cara, de placer, felicidad y una completa descarga de sensaciones con las que me completa. Hay un sonido en la puerta, y mi cuerpo se pone tenso y se estremece en reacción, temblando y esperando mientras me quedo completamente inmóvil. Él mantiene el ritmo y sigue empujando, pulsando en mí cuando se mantiene en mí interior, saliendo y entrando lentamente cada vez con mayor facilidad. Sus manos tiemblan sobre mis caderas, y puedo sentir nuestros cuerpos tensándose, nuestras respiraciones saliendo entrecortadas de los pulmones. —Oye, Romeo, ¡responderás tu maldito teléfono! Quien sea que está gritando afuera de la puerta lo está haciendo A.L.T.O. Greyson gime suavemente pero no se detiene, y mi pulso está retumbando en mis venas, mi corazón a punto de explotar. Oh Dios ahora no por favor. —¡Oye, ROMEO! Greyson frota mi coño, respirando fuerte en mi oído. —No voy a responderle a Derek hasta que te vengas. No me saldré de ti hasta que te retuerzas y azotes, en este momento, en un orgasmo. Ahora, ¿qué dices cuando te digo que te vengas, Melanie? Gimo mientras su voz sexy se desborda por mi cuerpo, el placer es tan absoluto que no puedo respirar, creo que solo puedo sentirme tomada, tragada, completa y suya. —No sé —gimo. ág in a1 46 —¿Qué es lo que me dices, princesa? Balancea sus caderas otra vez, suavemente, mientras le da vueltas a mi clítoris y lo frota deliciosamente en círculos con dos dedos, y gimo un Como desees y cuando giro mi cabeza y me da un beso francés, lenta y embriagadoramente, me vengo, más fuerte que nunca, cada parte de mí destruida, cuerpo, mente, alma, corazón, llorando suavemente al tiempo que lo siento sacudirse dentro de mí poderosamente. Aprieta un brazo alrededor de mi cintura y me pega a su cuerpo, exhalando fuerte cuando se viene dentro de mí. Cuando se termina, no nos movemos. La almohada está húmeda y estoy gimiendo silenciosamente. Greyson palpita, vivo, dentro de mí, y no quiero perderlo. Quieto en mí. Vibrando de la manera más deliciosa. De alguna manera sigue duro. Gimo cuando se sale y rueda sobre su espalda, estirando el brazo para agarrar mi rostro, buscando cualquier pista de malestar. —Esas lágrimas. ¿Son buenas o malas? ¿Buenas o malas, nena? —Buenas —grazno, secando mis mejillas húmedas con su mano—. ¿También fue bueno para ti? —Dios, bueno ni siquiera es una palabra para esto —dice tiernamente, luego quita el resto de mis lágrimas con sus labios, sus ojos están líquidos mientras besa mi nariz, mi boca, en alguna silenciosa gratitud masculina, por lo que solamente dejo que me lo haga. Por lo que hicimos, juntos. Estoy temblando un poco, y murmura—: Quédate aquí, princesa. —Se pone de pie para deshacerse del condón y limpiarse, entonces regresa y me acerca a él, colocando mi cabello detrás de mis orejas, su enorme cuerpo acunando el mío—. ¿Está a la altura de lo te imaginaste que sería? Mi pecho está tan lleno que estoy segura que va a estallar. —Nunca en mis sueños más salvajes podría haber imaginado a un chico como tú o como me haces sentir. —Princesa, la clase de mierda entre nosotros no es normal. —Sus labios se juntan con seriedad por un momento, sus ojos se oscurecen—. La forma en la que algunas veces invades mis pensamientos no me sienta muy bien, Melanie. En mi línea de trabajo las distracciones no resultan bien. —¿Eso es lo que soy? —¿Una distracción? Eres mi maldita obsesión. Ni siquiera eres más una fantasía. Vas a ser la muerte para mí, princesa, y ya no me importa una mierda. Solamente no quiero ser la muerte para ti. Sus feroces ojos parpadeantes sostienen los míos al tiempo que proceso sus palabras. Alguien toca la puerta otra vez. —¡Oiga, JEFE! ¡Código 104! ¡Repito uno. Cero. Cuatro! ág in a1 47 Tensa su mandíbula mientras parece reconocer lo que eso significa, luego se pone de pie con un gruñido violento y golpea un puño en la pared. Trago y me volteo sobre mi espalda, mi pecho se agita mientras trato de reponerme. —¿Ese es Derek? ¿Está ebrio? Greyson agarra su ropa y en ese momento grita su frustración al tiempo que golpea la pared con su puño cuando pasa. Sale del baño y se pone sus pantalones y una camisa blanca, pero ni siquiera se molesta en cerrarla cuando se dirige a la puerta. La tira detrás de él, y me quedo aquí, temblando, exhalando fuerte. Lo que hicimos fue… Oh Dios. Salgo de la cama y voy al baño, me limpio, salpico un poco de agua en mi cara, luego me pongo algo viejo y cómodo. Una camiseta que saco cuando tengo mis peores días. Parece que mi sexto sentido tenía razón. Grey regresa, agarra mi frente y coloca un rápido beso allí, luego me mira con líquidos ojos color avellana, cálidos y arrepentidos, mientras besa mis párpados. —Duerme, regresaré lo más pronto posible. Derek estará aquí en caso de que necesites cualquier cosa. Te llevará a cualquier lugar, te cuidará por mí. Creo que hago un movimiento con mi cabeza evasivo, pero cuando se va, grito en mi almohada por nuestra noche arruinada. No tengo hambre, pero soy una comensal ansiosa así que consigo algo de cereal, luego veo televisión mientras trato de calmar mis intensas sensaciones. Reorganizo mis cajones. Incluso me detengo y giro los cerrojos de todas mis ventanas y puertas cuando el miedo familiar comienza a formarse. Es tarde cuando me quedo dormida en la cama, esperando que regrese. Pero en la mañana, Greyson llama para decirme que tiene cosas de las que encargarse y que no volverá pronto. Pandora está disfrutando con esto; debí haberlo sabido mejor antes de deprimirme en la oficina. —Él va a una emergencia sin especificar —me dice cuando vamos a trabajar con nuestros cafés—, te da un diamante como en la segunda cita. ¿Quién hace eso? Chicos que tienen amantes, esos. Chicos que no pueden ág in a1 48 desfilar con sus novias libremente por el pueblo porque sus esposas los descubrirán. —Guau, eres ácida, chica. —¡Imagínate si tiene una amante! Solamente tuviste anal con el chico. —No lo cambiaría por nada, nada. —Le doy un sorbo a mi café y está demasiado caliente, casi me quemo los labios y tengo que soplar a través del hueco—. Mira, tuvo que salir, pero regresará. Sé que lo hará. —¿Cuándo? Tu cumpleaños es este fin de semana. —¿Y? ¿A quién le importa mi cumpleaños cuando… —Mi voz baja y susurro—, él es el Único. Es tan el Único que cuando estoy con él, tengo que pellizcar mi propio brazo para ver si es real. E incluso en todo este tiempo, Pandora, ni una vez has sido feliz por mí. ¿Por qué? ¿Por qué estás siendo una maldita aguafiestas? Pandora deja de caminar en mitad del andén y me mira con la boca abierta. Lo que me obliga a volver atrás y pararme a su lado para explicar. —Has dicho cada cosa mala que pudieras pensar y más —le recuerdo—. Quieres que te cuente y quieres ser alentadora, ¿pero adivina qué? Todo lo que me haces querer es no decirte nada porque juzgas y lo haces injustamente, Pandora. A nadie le gusta estar rodeada de personas como tú. Parpadea, luego frunce el ceño y comienza a caminar de nuevo, su cara abatida y su voz de arrepentimiento. —Lo siento, no soy Brooke. —No quiero que seas como Brooke, quiero que estés feliz por mí — aclaro—. O al menos, como, ¡la mitad de mala! —Maldición, quieres que sea como Brooke, y ¿adivina qué? —Se detiene y agarra mi brazo así que paro con ella, mirándome con esos ojos que brillan ferozmente con determinación—. Lo siento, no puedo ser como tu mejor amiga para siempre, ella se fue, maldita sea, Mel. ¡Así que envíale un mensaje y dile todo lo que quierasy espera dos horas para que te responda porque está demasiado ocupada con un hombre real, un bebé real y una vida real! Soy la única amiga real que tienes en este momento y estoy tratando de cuidarte. —Gracias por cuidarme, pero lo que dices me duele y no te das cuenta. Hiere mi optimismo. Y jode toda la esperanza que tengo para nosotros, para él y para mí. ¿Sabes lo que siento cada horroroso lunes cuando se va? ¿Lo sabes? Tengo esta extraña paranoia de que nunca lo veré de nuevo y cada lunes en la oficina solo me haces sentir peor. Como si no valgo la pena como para que él regrese. Espero su respuesta, pero no responde, así que sigo—: Entiendo que estás tratando de protegerme, pero es demasiado tarde, Pan, ya estoy enamo… —Mierda, ¡no digas eso! No. Enamorada. ág in a1 49 Meto mis dedos en mi cabello, cerca de arrancármelo de la raíz. —¡Dios, por favor, por tu propia salud, dime el nombre del chico que hizo que fueras así! —le ruego. Duda, frunciéndole el ceño al andén por un momento. —Búscalo en el libro de los Récords Mundiales debajo del IDIOTA Más Grande del Mundo — murmura. —¡Solamente dime su nombre, así podemos ir a hacerle un muñeco de vudú o algo! —grito. Se queja y se agarra el estómago. —No puedo. No puedo decir su nombre. —¿Por qué? —Porque me jode en todas partes y me vuelve loca. ¡Loca! No lo diré. Nunca. —Pan —digo suavemente, pero sacude su cabeza. —Mira, lo siento por arruinar tus fantasías, pero aquí estoy siendo realista y tú vas a mil por hora, Melanie. Conoces al chico, te da joyas. Te dice que su chofer está aquí para lo que sea que necesites y el tipo te sigue… — Señala hacia donde Derek claramente está manejando alrededor de la cuadra— . Tienes sexo excéntrico y maravilloso, luego desaparece. ¿Y no cuestionas eso? ¿Sumisamente esperas una llamada? ¿Dónde está la Melanie que conozco? La Melanie que conozco tiene mucho carácter y no obedecería las órdenes de algún tipo que apenas conoció. Tu cumpleaños es en dos días. Por primer año en tu vida, no tienes nada planeado. Tienes que celebrar. Punto. —Este año estoy ahorrando, ¿está bien? El próximo año volaré el techo de la casa, pero no éste, así que vete a la mierda. Nos quedamos en un malhumorado silencio mientras subimos en el ascensor y nos dirigimos a nuestros escritorios, y cuando Pandora me informa en su típica voz monótona—: Mira tus mensajes. Tu mejor amiga no está feliz porque no va a haber celebración. Envió tiquetes. —¿Qué? —Confundida, saco mi teléfono y veo el mensaje de Brooke. ¡¡¡Mel!!! ¡Ven a Denver! Es tu cumpleaños veinte cinco, quiero verte, y Pete ya está reservando los tiquetes para P y tú. Jadeo, luego parpadeo tres veces y giro mi silla hasta que estoy mirando fijamente a Pandora. Está sonriendo con suficiencia, lo más cerca de lograr una sonrisa. —¡Brooke nos consiguió tiquetes! ¡TIQUETES DE AVIÓN! ¡Vamos a ver a Brooke! —grito. —Sip —dice Pandora, asintiendo y asintiendo. Sonriendo, le mando un mensaje a Brooke: ¡Santaaaa mierda! ¡Gracias! ¡Te extraño mucho! ág in a1 50 Brooke: Extraño a mi mejor amiga y Pandora me dijo que estás teniendo problemas con un hombre. Yo: Un poco. Estoy terriblemente confundida y terriblemente adicta a él y preocupada de que él no. ¡Necesito a mi mejor amiga! No puedo esperar para verte. Guardo mi teléfono y le sonrío a Pandora. —Sí, lo sé, amas hacerme enojar —murmura. —Bueno, lo hago —digo—. Las amo a Brooke y a ti demasiado. ¿Vamos a mirar una pelea? —¡Por supuesto, boba! ¿Quién crees que pagó nuestros tiquetes? Sonriendo a eso, volteo hacia mi computador y distraídamente acaricio mi collar de diamantes, y de repente siento que los diamantes de Greyson debajo de mis dedos hacen que mi corazón se tuerza con un nuevo dolor. Una esperanza fresca y salvaje araña mi interior cuando sus palabras vuelven para burlarse y torturarme. Melanie, cuando estés esperando que te llame, mira estas piedras y sabrás con certeza que ese teléfono sonará. ág in a1 51 Más Traducido por Mire & Michelle♡ Corregido por Vane hearts Greyson Hirviendo por dentro, veo más allá de mi hombro a mi medio hermano Wyatt. Ni siquiera debería estar aquí. Tengo mejores cosas que hacer que cuidar de él, y el pensamiento de que terminé manejando por la ciudad durante veinticuatro horas con C.C., buscando a mi hermano “perdido” en vez de pasar el fin de semana en Seattle, me hace querer golpear algo. Pisando los frenos, estaciono la camioneta, doy la vuelta y golpeo el rostro de Wyatt. —¡Ouch! —exclama. Luego salgo y voy alrededor para sacarlo del coche y empujarlo hacia el viejo bar convertido en almacén donde las peleas de Underground se llevarán a cabo esta noche. —No puedes pasar el rato con nuestros combatientes, y mucho menos con ese retorcido hijo de puta de Scorpion —gruño mientas C.C. sale del asiento del acompañante y nos sigue—. No hay tal cosa como la amistad entre ellos y nosotros, sólo negocios. ¿Me entiendes, Wyatt? —Entiendo que eres un maldito idiota, Grey —dice, limpiándose la sangre de su nariz. —No estoy estableciendo una escuela primaria aquí. O entiendes la esencia de las cosas o sales de mi jodido piso. C.C. no rescatará tu culo nunca más, ni yo. Tengo jodidas cosas que hacer. —Sí, ¡por qué no hablamos un poco sobre eso, porque estás más temperamental que una chica con puto SPM! —Sonríe—. Así que, ¿cuál es su jodido nombre, eh? ág in a1 52 Lo agarro por la camisa y lo levanto para que nuestros ojos estén a nivel, mi paciencia al límite. —¡No puedes golpear al hijo del jefe de la policía durante una puta pelea de gallos! Estaba borracho, tú estabas borracho, y Scorpion estaba muy drogado. Tenemos algo mucho más grande pasando aquí, Wyatt, y vas a exponernos a todos. —Lo dejo ir y abro la puerta mientras Wyatt entra furioso. —Esos ni siquiera eran mis putos gallos, solo ayudaba a fijar las filosas garras. —Eso es enfermo, Wyatt —dice C.C. mientras entramos. —A nadie le importa una mierda lo que pienses, C.C. —espeta Wyatt. Miro a mi medio hermano. Golpeado. Imprudente. Descuidado. Si no fuera por C.C. rescatando su culo los años que no estuve, Wyatt estaría muerto o en la cárcel. —Estoy tan harto de ti tratando de probarte ante él —le digo con un empujón enojado—. Ahora entra y ponte a trabajar antes de que nuestro padre se entere de esto. —¿No se lo dirás? Tenso mi mandíbula y sacudo la cabeza en silencio enojado. Dios sabe que debería. Debería decirle. Pero ver el tipo de castigos que mi padre le repartiría, no me daría ningún placer. —No le digas a Gran E tampoco, el bastardo me odia. Demonios, no entiendo por qué si eres el que le sacó el maldito ojo. Lo vemos irse enojado, y C.C. me mira. —Lamento haber llamado. Supuse que necesitaba obtener el ultimátum de ti o E. Pero E tenía sus manos llenas con tu padre. Me dirijo a esconder el dinero en efectivo de dos de mis últimas marcas en los registros contables de la bóveda, listo para salir de allí y trabajar en algunos de mis últimos objetivos. Necesito terminar el trabajo, y lo necesitaba hecho ayer. Fuera del largo pasillo donde nos establecimos, el chirrido de andamios arrastrados se mezcla con el ruido de los hombres trabajando para configurar el espacio. La temporada de combates de Underground ha comenzado. Dos o tres peleas por semana, cada semana una ubicación diferente. Antes de mi vuelo a Portland, casa de uno de mis últimos objetivos, compruebo el equipo. Wyatt está inspeccionando las cámaras mientras media docena de hombres establecen el ring de combate. A través de los monitores, veo que Leon está ayudando a hacer que las gradas se coloquen. También puedo ver que Zedd está por la entrada, asegurándose de que las puertas de salida funcionen. ág in a1 53 Harley, está comiendo pizza. La voz de Thomas es audible al final del pasillo, junto con algunas voces femeninasde un par de groupies, supongo. En una de las habitaciones más grandes, mi padre se sienta tranquilamente, todo su equipo médico rodeándolo. Hago una pausa mientras camino. Una enfermera lo está alimentando y se ve más delgado. Un ligero remordimiento me golpea cuando me pregunto si este hombre, un hombre que vi torturar y matar, pero también que me protegió, realmente está muriendo. Me apoyo en la puerta y Eric se levanta. Ha estado al lado de mi padre por días, y se ve hecho polvo. —No te esperaba aquí. —¿Cómo está? ¿Por qué mierda pregunto? ¿Por qué me importa un carajo? —Débil. Pero todavía aguantando. Realmente quiere que tengas éxito — dice Eric. Siento los músculos de mi mandíbula moverse ante eso, porque no quiero el Underground, quiero la ubicación de mi madre. Pero me acerco y le digo, sorprendido por la maldita misericordia en mi voz, misericordia que ciertamente no me enseñó—: Ya casi termino, padre. Sólo cuatro más y obtendrás todos los nombres y de lo que eres dueño. Y estoy esperando saber de mi madre más que nada. Sonríe débilmente. —Este lugar era tu hogar. Vivíamos como gitanos, pero era tu hogar. Mi sueño es que me enseñes... que eres lo suficientemente hombre para que sea tuyo. Bueno o malo. Me has demostrado que eres mi hijo... pero eres también el hijo de tu madre, ¿verdad? Es por eso que Wyatt no es suficiente. Sólo tú lo eres. Una vez más, veo el respeto en sus ojos, y rechino mis molares. —Bueno o malo, conseguirás todos los nombres en esta lista tachados — prometo. Peleas de gallos, pasar el rato con uno de nuestros más desacreditados y sucios peleadores, ¿uno que hizo a Wyatt darle una paliza al hijo del jefe de la policía? No me gusta este lado de Wyatt. Mi hermano todavía me mira con furia. Supongo que nunca nos entendimos. Cuando vine a bordo, era más joven y fue el juguete de mi padre ág in a1 54 hasta que decidió que era más divertido jugar conmigo. Si lo hubiera dejado romperme, tal vez me habría dejado en paz, pero cuando no lo hice, se obsesionó. Wyatt no sabe lo afortunado que fue, no lo entiende. —Tina pasó por aquí —dice refunfuñando—. Tenía algo para ti, pero se negó a dejarlo conmigo. —Voy a contactarla, pero no puedo en este momento. Hazme un favor y haz algo útil. —Lo quiero fuera haciendo algo, no de mal humor por aquí, alimentando un rencor—. Resérvame una reunión con ella para este fin de semana para que pueda entregar lo que necesito. Me fulmina con la mirada y asiente. Robo un trozo de pizza fría de Harley y le doy un mordisco mientras me aseguro que Wyatt haga una nota de eso. —Muy bien, gracias —le digo, dándole una palmada en la espalda—. Pon un poco de hielo en eso. —Señalo a su nariz. —Vete a la mierda. —Bien, Wyatt, hazlo a tu manera. Me pongo mis guantes y me dirijo al aeropuerto. Un vuelo más tarde, justo cuando el sol está a punto de empezar a salir, me subo a la parte trasera de un taxi mientras miro sin ver hacia la calle, preguntándome cómo está mi princesa. De repente veo una imagen de mi madre siendo llevada, el rostro de Melanie se superpone, y un nuevo tipo de rabia hierve a fuego lento dentro de mí. Tengo que volver. Tengo que terminar mis marcas y volver pronto. Derek es bueno, puede proteger a Melanie. Pero no es yo. Ahora Wyatt está preguntando por qué diablos estoy tan atado, ¿cuál es su nombre? Pronto lo descubrirá. Todos lo descubrirán. Saco mis dos teléfonos, añado su número a mi dispositivo de prepago nuevo, y antes de desactivar el antiguo, le mando un mensaje. Conseguí nuevo número. Te llamo a las nueve. Deshabilito el teléfono viejo, le mando un mensaje a Derek con un código numérico del nuevo así sabrá que soy yo y tengo un nuevo número. Responde con otro número. Otro código que dice que todo está bien y Melanie está en el trabajo. Cuando el taxi me deja en mi lugar, salgo con facilidad, tiro de mi sudadera con capucha negra por encima de mi cabeza, dejo mis aviadores enganchados en mi cuello y entro en el edificio de oficinas. Harley y Wyatt son los hackers de sombrero negro. Me tienen agendado en la lista de citas de mis marcas bajo uno de los nombres de sus conocidos. ¿Las marcas? Odian cuando estás en sus hogares o sus oficinas. Se sienten vulnerables y amenazados de que un hombre como tu robaría su espacio. ág in a1 55 Y eso es lo que hay que hacer: hay que hacer que se sientan inseguros. Como que no hay ningún lugar para esconderse de ti. No hay manera de escapar debido al jodido dinero que deben. Murmuro mi nombre falso a la recepcionista, consigo un pase y me pongo mis aviadores mientras me dirijo arriba. Estoy al tanto de las cámaras de seguridad por todas partes. Estoy enguantado, usando zapatos nuevos, ropa limpia, mi cuerpo restregado en seco, el cabello protegido bajo mi capucha; sin rastro, soy como un fantasma. La clave es mantener la cabeza baja de manera que ninguna cámara pueda ver mi cara. Aliviado al salir del ascensor, repito el nombre a la secretaria del décimo piso. En el momento en que entro a la lujosa oficina de mi marca, está sonriendo detrás de la computadora, pensando que soy un joven amigo de la universidad de su hijo que va a hablar de prácticas. Levanta la cabeza y se pone de pie. —Daniel. —Explota de alegría, extendiendo sus brazos. Mi mano se curva alrededor de mi marca. —Lo siento, Daniel se quedó atrapado. Ni siquiera lo intentes. —Tengo mi arma dirigida directamente hacia su cráneo—. Confía en mí, viejo. No quieres morir por esto. Su rostro palidece un poco, mueve lentamente la mano que había empezado a meter debajo de la mesa de regreso a su lado. —¿Quién diablos eres? —Siéntate, relájate —le digo al hombre. Se sienta detrás de su escritorio, con la espalda rígida como una tabla, y me acomodo cómodamente delante de él en una de las dos sillas enfrentándolo, mi arma apoyada en mi rodilla y apuntando justo a su corazón. —¿Quién eres? —pregunta en una combinación de horror y temor. —Nadie por el que deberías estar preocupado. ¿Pero esto? —Saco una copia de un documento con su firma en él y la deslizo por la superficie de la mesa—. Es por eso que estoy aquí. Es un papel que mis empleadores poseen. Un documento donde se les promete, y a mí, un montón de dinero. Doscientos mil dólares para ser exactos. Hoy estoy recogiendo. Has tenido dos meses de advertencias, así que espero que estés finalmente listo para pagar. El tipo se vuelve mudo. Tampoco hace ningún movimiento rápido para pagar. Suspirando, muestro una de mis cámaras de video. —O también podría hacer esto una pequeña película pública. —Quito el pequeño chip de una accesible cámara bolígrafo y reproduzco un video de él siendo magníficamente chupado por alguien que se con certeza no es su joven esposa. —Estás en tu tercer matrimonio, ¿cierto? Creo que esta tercera esposa entró en razón y elaboró un acuerdo prenupcial también, ¿no? ág in a1 56 Las imágenes siguen reproduciéndose ante el horror total y absoluto del hombre. Coloca sus manos sobre su cabeza, gimiendo. Tranquilamente, retiro la tarjeta y la tiro encima de su escritorio. —Aquí. Puedes mantener eso. Tengo mi propia copia. Saca su chequera, escribe la suma y lo entrega con una mano temblorosa. —Permites que otra persona vea eso y estoy arruinado. ¿Me oyes? Arruinado —susurra, sudor apareciendo en su frente. Agarro el cheque. —Mi interés no está en arruinarte. Apreciamos tu negocio. ¿Pero si alguien me sigue afuera? ¿Cualquier palabra acerca de ti y de mí aquí? El vídeo todavía sigue funcionando, con cheque o sin cheque. Un silencio taciturno me sigue afuera y hacia el ascensor. Ellos no lo entienden. Estos hombres ricos no lo entienden. Piensan que son intocables, que van a ser exentos debido a sus nombres. Por quien ellos conocen. No entienden que el Underground gana. El Underground siempre gana. Me registro en un motel barato con otronombre falso. Mañana tomo otro vuelo, voy hasta otro objetivo y luego ya casi termino. Mierda, estoy agotado. Mis músculos cansados, mi cuello rígido. Suelto mi bolsa de lona al lado de la cama, meto mi pistola debajo de la almohada, empujo mis cuchillos bajo el colchón, luego me doy la vuelta hasta mi espalda y exhalo mientras miro el techo. Pienso en la forma en que ella me cocinó. La forma en que se entregó a mí. La forma en que mi cuerpo crecía dentro de ella y ella instintivamente empujaba por más de mí. Y luego, la maldita manera en que me sentí cuando tuve que irme, como si acabara de recibir un puñetazo y mi chica recibió el impacto de ello. Mi vida ha sido el Underground. El Underground como una vida y también como un medio para encontrar a mi madre. Me he mezclado en ello como mezclas negro en las sombras. Nadie necesita decirme, yo, el rey del maldito Underground, que el Underground no se hizo para alegres pequeñas princesas. Yo. Jodidamente. LO SÉ. Cristo, pero la quiero conmigo. ág in a1 57 He deseado a esta chica por meses, pero no es la lujuria lo que me mantiene regresando. En algún lugar de mi interior siempre he sabido que nació para mí. En algún lugar, tal vez mucho antes que naciera y mucho antes de que incluso matara, antes de que mi alma estuviera sucia y rota, me dieron a este ángel y apostaría todo lo que soy en el hecho de que me fue dada para poder protegerla. Ella era para mí, y yo para ella. No he tenido novias en mi vida, ni siquiera un interés en cualquiera. Solo folladas. Solo putas. Solo aventuras de bar. Nada que durara más de las pocas horas que me tomaba terminar con ellas. Como si una parte de mí supiera y solo estuviera esperando mi momento para que esta chica me mirara a través de la lluvia un día con esos ojos, y desde ese momento nada más importaría, siquiera una fracción de lo que ella importa. Faltan dos minutos para las nueve y, aunque me gusta ser exacto, antes de darme cuenta estoy agarrando mi nuevo teléfono y marcando su número. Un timbre, dos, y responde, sin aliento. Mi estómago se desgarra cuando escucho su voz. —¿Hola? —dice. —No vuelvas a responder una llamada de un número desconocido a menos que te lo advierta de antemano. Puedo oír la risa en su voz, frunzo el ceño, por supuesto. —Entonces no me llames de un número desconocido, idiota. Me río entre dientes. —Un cambio de dispositivo estaba planeado. —¿Por qué? ¿No tienes suficientes? Cierro mis ojos, relajando mis músculos por primera vez en días. Dios, ella es especial. Hecha específicamente para mí. Hemos sido criados de forma diferente, pero no importa. A ella le enseñaron a jugar juegos mientras a mí me enseñaron a jugar con cosas. Y, sin embargo, aquí estamos. Estoy obsesionado con ella y ella seguro como la mierda que no está demasiado lejos. Ahora depende de mí llevar nuestra relación al siguiente nivel. Depende de mí confiar en ella lo suficiente y respetarla lo suficiente para hacerle saber que no soy un hombre normal. JODER. Realmente no quieres hacer eso, Rey. Le dices la verdad acerca de ti y esto estará permanentemente TERMINADO. No. Diablos, no dejaré que esto se termine. —Entones. ¿Solo llamaste para escucharme respirar? —me incita. —No, eso no es todo. —La última vez que escuché su voz, cocinó para mí, y luego se entregó a mí de una forma que no estuvo con otro hombre. Me dio la bienvenida a su casa, despeinó mi cabello, me sonrió, me quiso, me dio cosas ág in a1 58 que nunca soñé que quería y ahora estoy malditamente muerto de hambre como un perro rabioso. —¿Estás molesta porque no había llamado? —le pregunto con voz ronca, dejando caer mi voz en caso que tenga que dar algunas explicaciones. —¡Apenas lo noté! —Así que estás molesta. Princesa, no quería dejarte, no de esa manera. —Bajo mi voz mientras un montón de jodido pesar aprieta mi pecho, y miro hacia la ventana del lúgubre motel y pienso en mi nuevo apartamento en Seattle. Lo quiero tanto. Quiero mi cama con las sábanas de mil dólares y la chica del millón de dólares abrazada justo a mi lado—. Nena, habla. —Me oigo suplicar. —¿Sobre qué? —Solo habla. —Exhalando, presiono el receptor más cerca y me aferro a su voz. Todo el resplandor en ello. La forma en que aprieta mi corazón, mis entrañas y mis bolas, todo en un solo golpe. La forma en que lo necesito para recordarme que lo que hice hoy fue solo un trabajo. Un rol. Un acto. No todo de mí. Ella es la única que llega a ver todo de mí. —No sé qué decir —susurra finalmente —. Quiero saber por qué te fuiste, cómo estás. —Su tono suave envía todo el anhelo en mí en un espiral hacia afuera como un huracán. Exhalo a través de mi nariz, intentando mantener la sangre en mi cuerpo fuera de mi ya tensa polla. —Tenía trabajo que hacer, pero estoy bien ahora —explico—. Vamos, princesa, háblame. —Está bien, entonces. Estoy acostada en mi cama en mis bragas y sujetador. Mi cerebro casi explota. Jódeme con eso. Mi corazón se estrella contra mi caja torácica y mi polla golpea en mis pantalones. Instantáneamente la imagino: acostada en su cama, su cadera abrazada por sus bragas, los ojos entrecerrados, y de repente estoy en esa cama, justo con ella, y estoy sosteniendo su trenza para mantenerla quieta mientras follo su dulce y caliente boca con la mía. —¿No es por eso que me llamaste? ¿No estás caliente? —pregunta cuando no contesto. Echo mi cabeza hacia atrás y río a carcajadas. Me he reído más con ella en meses de lo que lo he hecho por mi cuenta en años. —Princesa, estoy caliente con cualquier cosa que tenga que ver contigo, pero no es por eso por lo que te llamé. —Oh. ¿Por qué entonces? Sigo imaginándomela en esa cama. Sí. Conmigo a su lado. —¿Sigues llevando tu trenza todavía? —Tengo que saberlo. Aún no puedo entender cómo ág in a1 59 agarra tan fácilmente tantas hebras de cabello y amarra todas perfectamente juntas, sedosas, doradas y encantadoras cuando caen en esa trenza contra su delgado cuello blanco. —Sí, la llevo. —¿Estás mordiéndote el labio? Se ríe en voz baja. —Sí. Sonrío en un deleite lobuno. —Quiero chupar ese labio, nena, pero lo que más deseo justo ahora es estar ahí, besarte hasta el cansancio y follarte sin un condón. Voy a probarlo, así que la próxima vez que te folle, no me pondré uno. ¿Te gustaría eso? —Sí, por favor. Un Greyson sin condón, ¿y puedes hacer de eso una orden rápida? Mi pecho se inunda con la ternura de lo juguetona que es. —Sí, nena, lo haré, pero no llamé para escucharme a mí mismo hablar. Quiero oírte. Así que habla conmigo, princesa. —¿Sobre qué? —¿Sobre qué otra cosa? Acerca de ti, nena. —Muy bien, ¿así que esa chica que quería mi Mustang? Aumentó mil y acepté. Gimo y golpeo mi palma en mi frente, luego arrastro mi mano toscamente por mi cara. —Princesa, te lo estoy diciendo… vende otra cosa. No tu auto. Necesitas tu auto. —Es todo lo que tengo para vender, Grey. —¿Estás segura de eso? —Sí, estoy segura. Mi auto es todo lo que tengo para vender. —El collar que te di, ¿eso no es vendible? —lo suelto sin rodeos. —No. —¿No? ¿Por qué no? —¡Porque es todo lo que jodidamente tengo de ti! Mi corazón golpea una vez ante esa admisión, luego se mantiene golpeando por el impulso frustrante de asegurarle, en persona, que ese no es el caso. —Nah, eso no es cierto. —Es todo lo que tengo, Greyson. Paso días sola y todo lo que tengo para saber que existes y recordarme que vas a llamar son estas piedras. Son todo lo que tengo de ti. —Me tienes, princesa. ¡Jesús! ¿No ves lo que me estás haciendo? Tienes todo de mí, Melanie. Estoy a estados de distancia y me siento como un hombre ág in a1 60 a medias, me siento como que romperé algo si no te veo pronto con mis propios ojos… —Me voy callando. ¿Qué mierda estoy haciendo? ¿Está la jodida Oprah aquí? Presiono mi palma en mi frente y respiro. ¡Cierra la puta boca,tú maldito cobarde! Suaviza su voz mientras entiende. —Greyson, ¿cuándo vienes a casa? Casa. Dios, me encanta que llame cualquier lugar en el que estemos juntos “casa”. —Todavía no. Tengo trabajo que hacer —susurro, frotando la punzada que acaba de causar en mi pecho. —Pero, ¿cuándo regresas a mí? Dios Santo, ella será mi fin. —Pronto, nena —admito. En tu cumpleaños. Cuando no quiera más mierda entre nosotros, nada entre nosotros—. Voy a ir a casa pronto y la próxima vez cuando me vaya, quiero que vengas conmigo —le susurro con voz ronca—. Solo respóndeme a esto. ¿Eres mi chica? —Primero dime si tú eres mi chico. Me extraña. Está en su voz, en la forma en que me habla. —Sí, lo soy, lo que oficialmente te hace mi chica. Y, ¿Melanie? Está en silencio en el otro extremo de la línea, respirando con dificultad. Añado, mi voz baja pero sin concesiones. —Voy a DEVORARTE cuando llegue. Mientras tenga aliento en mí, serás mi princesa. —Está bien, Grey. Entonces tú serás mi rey —susurra. Oh, sí, definitivamente será mi fin. —Pensé que dijimos no bromas de majestad. —No era una broma —replica. Luego añade—: ¿Grey? —¿Sí? —Sabía que llamarías. Esto es por qué nunca venderé el collar. —Siempre llamaré, con o sin collar. Déjalo ir nena, y te daré algo mejor. Cuelgo y trato de ganar un control sobre mí mismo, pero mi sangre corre caliente por hablar con ella. Recuerdo el primer día que la vi animando por Riptide en el Underground. Saltaba arriba y abajo, clamando por otro hombre, y solo me quedé allí sintiéndome extrañamente tranquilo, y una pequeña voz en mi cabeza dijo: Ésta es mía. Sabía que había sido tomado de la misma forma en la que sé cuando tengo mis marcas en mi bolsillo y una deuda recortada, había sido tomado. ág in a1 61 Todo de mí, parte de mí, cualquier parte de mí que quiera, la puede tener. Tengo todo perfectamente planeado. Dos marcas más… aparte de mi princesa. Recogeré la evidencia para este penúltimo en Denver, y tendré mucho cuidado esa noche, mientras el equipo se asegura que las peleas del Underground estén funcionando sin problemas. Entonces vuelo a Seattle justo a tiempo para su cumpleaños. La sorprenderé. Llegaré a decirle no, nena, no fui engendrado por el diablo, y pronto, realmente llegarás a conocer a mi madre… Gimo mientras la primera chispa de esperanza que he tenido en años echa raíces dentro de mi interior y me doy vuelta en mi cama, tratando de dormir un poco incluso cuando ya sé que no lo haré. No hasta que sepa que mis dos chicas están sanas y salvas y conmigo. ág in a1 62 Underground Traducido por vals<3 & Alex Phai Corregido por Daniela Agrafojo Melanie El Underground es exactamente como lo recuerdo. Atestado. Ruidoso. Apestoso. Nerviosa por encontrarme a algún hombre malo, pero feliz porque Brooke nos espera, tiro de Pandora hacia nuestros asientos en primera fila y ahí es cuando la veo. Mi mejor amiga. Oscuro cabello en una cola de caballo, vaqueros apretados, blusa de tirantes. Está mirando hacia el ring mientras dos luchadores pelean hasta el punto del colapso. —¡BROOKE! —llamo mientras empiezo a correr en su dirección y salta de su asiento. Ha sido mi mejor amiga desde que teníamos la edad suficiente para usar las mitades de un medallón que decía “Mejores Amigas” que se rompía justo en el medio. Naturalmente, todavía tengo mi mitad, guardada en una pequeña caja debajo de mi cama, pero la mitad de Brooke se cayó durante una carrera y nunca pudimos encontrarla. Lo que está bien, porque nuestra amistad como tal nunca ha sido rota. Nunca he peleado, amado, o tenido tanta diversión con una chica como la he tenido con mi mejor amiga, así que obviamente hay gritos presentes cuando nos abrazamos hoy después de meses de estar separadas. Después de un fuerte abrazo, ambas empujamos a la otra hacia atrás para hacer una exhaustiva inspección. Quiero estar segura de que el Sr. Riptide está cuidando a mi chica, pero, santa mierda, Brooke se ve… ág in a1 63 No hay palabras para describir el brillo en sus ojos y en su cabello y, en su sonrisa. —¡Mírate! —lloro. Mierda, por supuesto que la está cuidando, él malditamente adora el suelo que pisa. —¡No, mírate! —contrarresta mientras abraza a Pandora, incluso cuando a Pandora no le gustan tanto los abrazos como a mí. Pete viene y nos saluda mientras nos sentamos en nuestros lugares. Empieza a hablar con Pandora acerca de su romance con la hermana de Brooke, Nora. Detesto a Nora, así que me alegro de que la perra esté en la universidad, lejos de aquí. Pete es tan bueno para ella, pero secretamente espero que se enamorará de alguien más agradable, dulce e inteligente y que termine con ella para siempre. Nora solía ser la novia de uno de los más grotescos luchadores del Underground, del que tiene un escorpión tatuado en su grande y gorda cabeza, eso dice suficiente. Aprieto la mano de Brooke, así me actualiza con todo lo posible. —¿Cómo está Racer? ¿Voy a conseguir verlo esta noche o es demasiado tarde? — demando. —Puedes venir a nuestra suite, ¡por supuesto! Está tan grande, Mel. Pero dime… —Deja de hablar y sus ojos se agrandan cuando escuchamos las palabras “RIPTIDEEEEEEE” saliendo de los parlantes. Y la arena sabe que llega el momento. Riptide. Remington Tate. El esposo de Brooke. Dios del sexo, en caso de que lo hubiese mencionado muy poco, déjenme solo decir que estoy segura de que cada vagina en esta arena lo ama. Las peleas en el Underground nunca son tan animadas e intensas como lo son cuando él pelea, es algo acerca de él. Lo pone en el aire, emoción, intensidad, fuerza bruta y alegría juvenil. —Mis ovarios acaban de explotar —murmura Pandora a mi izquierda. Brooke se levanta de un salto mientras Remington “Riptide” Tate salta dentro del ring, envuelto en una bata de boxeo que es más roja que el rojo, y estoy tan emocionada de estar aquí, de ver esto, de sacar mi mente de todas mis inseguridades y de esa estúpida deuda, que no me puedo controlar, mi cuerpo no se puede controlar y mis cuerdas vocales no pueden controlarse, así que grito. —¡¡¡Remmyyyyy!!! —estoy de pie con Brooke, donde no puedo resistirme a abrazarla y golpearla simultáneamente—. ¡Dios, tú maldita zorra, no puedo creer que lo hagas todas las noches! —digo, empujándola. Me lo regresa, gritando—: ¡Varias veces por noche! Y en ese momento él le guiña desde el ring. Ella deja de tontear conmigo y le devuelve la sonrisa, dándole toda su atención. Ahora su esposo. Y mientras espera por su oponente, mantiene su ág in a1 64 sonrisa y sus brillantes ojos azules en ella. ¿Y esa mirada? Es una clara mirada de Tú Eres Mía, pero es tan malditamente tierna que la siento derretirse sobre mí. Greyson… Greyson… Greyson… De repente está en mi cabeza, su propia versión de esa mirada nadando dentro de mí. Su versión es un poco menos tierna, un poco más protectora, mucho más cruda, bastante más oscura, como si hubiera algo doloroso dentro de él y lo lastimara más cuando sus ojos encuentran los míos. Mi cuerpo se siente como si se acabara de abrir un enorme vacío por dentro ante el mero recuerdo de él. De nosotros. —Oooh Dios, ustedes chicos me van a matar —le digo a Brooke, viendo como un hombre de gran trasero viene a tomar el escenario. Estoy preocupada por Remy por un momento mientras la pelea comienza, pero entonces, ¡Zas! Toma completamente el control así que no me preocupo más. —¡ERES LA MIERDA, REMINGTON! —chillo, tirando de la cara de Brooke junto a la mía—. Mírate. Esposa y madre, chica, está tan malditamente enamorado de ti, que ¡ni siquiera puedo soportarlo! —Oh, Mel. —Suspira y se hunde contra mí como si no pudiera resistir amar a este hombre más de lo que ya lo hace. Traen a otro hombre para que pelee con Riptide y juro que sus oponentes se vuelven cada vez más grandes. —¡Remy! —grito de nuevo mientras los hombres empiezana pelear en el ring. Brooke aprieta mi mano y se la aprieto de regreso y levanto su mano con la mía, alto en el aire mientras los observamos pelear. —¡Remy! ¡Tú esposa está caliente por ti, Remy! —grito. Brooke siempre ha sido la reservada de nosotras dos, un poco tímida cuando hay que hablar con convicción, pero sé que ama cuando grito aquí. —¡Remington, eres tan jodidamente caliente! —grito de su parte. Y entonces Brooke me impresiona cuando se levanta de un salto, rodea su boca con las manos así su voz llega más lejos y empieza a gritar conmigo—: ¡ERES TAN JODIDAMENTE CALIENTE, REMY, ACABALO, BEBÉ! Y lo acaba instantáneamente. El público se vuelve loco mientras su oponente cae de golpe y estúpidamente pestañeo hacia mi mejor amiga. —Oh mi Dios, ¿así que gritas ahora? ¿Y qué tan bien entrenado está el Sr. Riptide para complacer inmediatamente a su dulce y pequeña esposa? Seguiría molestando, pero Brooke está demasiado ocupada sonriéndole a Remy ya que él le está sonriendo, todo sudado y lamible, y me quedo callada en tanto algo aprieta muy fuerte mi corazón. Nunca seré la primera persona a la que Brooke busque cuando quiera llorar, o hablar de algo, o desahogarse, o salir. Mi mejor amiga esta profunda y ág in a1 65 completamente enamorada de este hombre, quien iría a través del infierno y de regreso por ella, lo sé porque ya lo hecho. Así que, de cierta manera, mi mejor amiga tiene ahora un nuevo mejor amigo. Y también es su esposo, el padre de su hijo, un amante para ella. Pero ¿yo? A los chicos les gusta follarme. Él dice que es malo para mí, pero siento que me necesita. Siento que me extraña. ¿Son mis agallas hablando, o mis tontas esperanzas? Todo lo que sé es que me estoy enamorando y estoy tan profundamente cerca, que la simple gravedad del asunto hace que sea imposible continuar cayendo fuertemente en esa oscura, desconocida y temerosa situación. Dios, estoy tan jodida. Brooke parece notar que me he quedado callada, y no me había dado cuenta de que me ha estado observando intensamente. —¿Quieres hablar acerca de él? —pregunta suavemente, inspeccionándome con la intensidad que solo una mejor amiga puede tener. Asiento y tengo que acercarme para ser escuchada sobre la multitud. — ¡Cuando no tenga que gritar sobre estos idiotas! Al terminar las peleas de la noche, Pandora y yo tomamos un taxi hacia nuestro hotel, que, por desgracia, no es en el que los Tates se están quedando, su hotel es demasiado caro. Pandora no quería aceptar la “caridad” de nadie y estoy completamente en quiebra, así que nos estamos quedando en un pequeño hotel de tres estrellas un par de cuadras más lejos. Pandora, sin embargo, decide excluirse de nuestra visita a la suite de Brooke esta noche. —¿Por qué? —pregunto, empujándola hacia la parte de atrás del taxi—. Vamos, será divertido. ¡Necesito ver a Racer! La última vez que lo vi le estaba creciendo un poco de cabello y olía como a talco y me sonrió con ese pequeño y único hoyuelo que va a matar a un montón de chicas algún día. ¡Vamos! —Nah, estoy cansada. Ustedes deben ponerse al día. Voy a ordenar el canal de paga para ver y esperaré por ti. —¿Estás segura de que no quieres venir? —El taxista parecía estar impacientándose, así que abrí la puerta y espero un segundo. —Sí, estoy segura. Tú sabes que preferiría acariciar a un animal que a un bebé. Asiento lentamente porque creo que lo entiendo. La entiendo más de lo que sabe. Ella piensa que, porque trato de divertirme, no estoy herida, o no quiero algo, o no tomo nada seriamente. Yo río mis penas, pero ella usa el enojarse como una barrera. Y sé que esto la lastima también, cuando ve a Brooke algunas veces, porque Pandora solía estar enamorada. ág in a1 66 Todo lo que puedo suponer es que lo amaba muchísimo. —Pan —digo suavemente—, el chico que te lastimó tanto… no era el único al que amarás. No sé que más decir porque no soy experta en sentirme así, apenas puedo suportar la forma en la que me siento por Greyson y tengo miedo de llamarlo amor. Me siento aún más rara cuando nos detenemos en el hotel de Brooke y el taxista se queja—: ¿Señorita, se queda o se va? —Así que rápidamente salgo y le digo—: Te veré después. ¡Mira alguna comedia! Me saca el dedo mientras el taxi la aleja, le sonrío y me despido con la mano. Pero mientras subo al elevador, no lo sé. No sé nada más excepto que hace unos meses no sabía quién era Greyson King. ¿Cómo puedo extrañarlo tanto ahora? Te metiste bajo mi piel, joder. Estás conmigo en un momento, te pierdes al siguiente. Me tomas, me dejas y sigo esperando, temblando por ti para que vuelvas y lo hagas de nuevo. Ugh. ¿Cuándo vas a regresar? Brooke abre la puerta de su suite y balbucea—: ¡Quiero detalles y los quiero ahora! —Tirándome dentro del primer cuarto, lejos del grupo de chicos en la sala. Me sienta en el borde de la cama y luego planta sus manos en las caderas como una demandante ángel-perra, sus ojos brillando de emoción. — Cuéntame. ¡Cuéntame todo acerca de él! Me río con emoción, pero entonces gimo y empujo un dedo en su pecho. —Estoy experimentando un déjà vu, excepto porque la apestosa cosa de estar enamorada del chico que es malo para ella eras tú. —Oh mi Dios ¿lo amas, Mel? No puedo creer lo difícil que es hablar de él, incluso con mi mejor amiga. Suspirando, me dejo caer en la cama y doy una palmadita al lugar junto a mí, así que se sienta cerca. El amor no se sentía así cuando me imaginaba enamorada. Era emocionante y precioso en mi mente, no aterrador e inesperado. Brooke y yo estamos acostadas viéndonos la cara, riendo como lo hemos hecho las miles de veces que nos contábamos secretos, fantasías y más. — Brookey, ¿Soy de las que se aman? ¿Del tipo para siempre? Soy buena para divertirme, pero crees… A veces pienso que Greyson no quiere involucrarme en otras partes de su vida. Me pregunto si solo soy un juguete sexual para él, como lo he sido para todos los otros hombres, pero entonces me llama, o me da esto… —Me toco el collar de diamantes escondido debajo de mi camiseta de seda—. Y me mira de esa manera… No lo sé, no hay forma de describir esa mirada. Pero Remy te mira así también. Es la MEJOR mirada. Me provoca calor y palpitaciones y mariposas. Y si lo vieras con mis padres, como se reía ág in a1 67 mientras hacíamos nuestros estúpidos juegos de domingo. Simplemente me rehúso a creer que no significo algo para él, ¿Sabes? Dice que soy su chica. Brooke ríe y se sienta, abrazándome brevemente. —Mel, eres divertida y dulce, leal y honesta. Tienes tanto amor para dar. Quieres a todos, incluso a los extraños. Eres mi pequeño y amado bicho. Él tiene suerte de que tú no solo lo quieras, sino que lo ames. —Sus ojos brillan con emoción mientras me aprieta los hombros—. Melanie, has encontrado a tu príncipe. Ni siquiera es un príncipe, resulta que es un rey. ¿Te das cuenta que has estado hablando de este chico sin rostro y sin nombre desde que teníamos siete? —Chica, he estado esperando toda mi vida para sentirme así y ahora que lo hago, no quiero sentirlo. Me siento inestable, insegura, vulnerable, feliz y preocupada porque no durará. —¡No! No, no, no, no te retengas. ¿Pandora está envenenando tu cabeza? Mel, TE PERTENECE. Aduéñate de cómo te sientes. Dile. Ve tras él. Ve detrás de lo que quieres. Siempre has perseguido lo que quieres, ¡no puedes rendirte ahora que lo encontraste! —Dices eso ahora ¡porque ya no eres una gallina! Sabes que Remington te ama. Sabes que te ama tanto que nunca te dejará ir. Si algo pasa, lo resolverán y ambos lo saben. Él pelearía por ti y tú lo harías por él. Pero ¿yo? No sé lo que siente Greyson. Quiere estar conmigo y luego se va por días. Lo que sea que tenemos, puede ser real o puede ser algo pasajero como… —Lujuria —dice una profunda voz desde la puerta. Volteo mi cabeza para ver a Riley Cole en el umbral, el segundo entrenadorde Remington, viéndose más lindo que nunca. Riley y yo somos grandes amigos. Nos hemos metido en un montón de travesuras varias veces después de que nos conocimos tras una pelea de Riptide y no solo sexualmente. Es un chico que sabe guardar secretos. Lo sé, porque cuando Remington Tate perseguía a Brooke como un ariete y traté de averiguar todos sus secretos, todo lo que Riley me dijo fue que nunca lo había visto perseguir a una mujer de la forma en la que perseguía a Brooke. Así que Riley es definitivamente un hombre que sabe guardar un secreto. Incluido, gracias a Dios, el mío. Brooke siempre ha dicho que luce como un surfista triste y tiene razón. Lo que funciona para él. Pero esta noche luce más como el enojado gemelo rubio de Pandora, frunciéndome el ceño de la misma manera que lo hizo la primera vez que nos conocimos. —¿Qué pasa contigo? —pregunto, regresándole el ceño fruncido. —Si alguna vez este novio tuyo te lastima, nosotros nos encargaremos. — Truena sus nudillos y en lugar de hacerme temer por Greyson, el sonido me hace reír. ág in a1 68 —¿Quieres decir que tú te harás cargo, o Remy? —digo mientras me levanto, escuchando su tranquila y familiar risita. —Está bien, me atrapaste. Tal vez traeré a Rem solo para propósitos de intimidación —dice bromeando, pero su sonrisa se desvanece en una línea plana con desagrado—. Nadie te lastima, Melanie. O lo golpeo. No me importa cuántas veces tenga que golpearlo para hacerlo sangrar, pero lo haré sangrar. Me río mientras Brooke me guia hacia la sala así puedo ver a su precioso bebé. —Las Barbies no se lastiman, recuérdalo. No te preocupes —Empujo mi hombro hacia Riley, golpeándolo juguetonamente mientras pasamos. Me había llamado Barbie cuando nos conocimos y no en una manera bonita, así que lanzárselo lo hace hervir un poco. Luego escucho el sonido de un bebé y me lleno de alegría. Veo a Racer orgullosamente sentado en el brazo curvado de su guarda espaldas-niñera, Josephine. Pero no se quiere quedar ahí. Racer se tira hacia su padre, quien estaba ingiriendo una bebida energética azul, pero cuando ve a su hijo venir, lo agarra en un brazo y lanza la botella vacía dentro del fregadero. Levantando a Racer en el aire, hace sonidos de gruñidos, luego lo carga como si fuera un balón de futbol americano, lo que hace a Brooke gemir a mi lado. —Remington, va a vomitar toda su cena —lo reprende. —Aahhhh —dice, sonando increíblemente arrogante mientras cambia a su hijo a una posición sentada y evita la catástrofe. Mira a Brooke, su sonrisa enseñando dos sexis hoyuelos, haciéndola olvidar el incidente, y juro que casi muero. Y entonces Racer sonríe y también le enseña a su madre su único hoyuelo. —¡Urgh! ¡Ustedes dos me están matando! —les digo—. ¡Remington necesito tocar a este bebé o algo más! —Voy y tomo a Racer y mientras los sostengo, hago lindos sonidos de bebé, acariciando su barriguita. Protesta como si no estuviera muy emocionado, y mira a su madre, luego a su padre, entonces a Pete, con un nuevo y triste hoyuelo en su barbilla. —¿Qué? ¿No le gusto? —Racer mira hacia su madre y padre de nuevo y hace una cara que profundiza el hoyuelo en su barbilla—. ¡Oh Mi Dios, lo estoy haciendo llorar! Se lo paso a Brooke. —¡Qué fracaso! —Me río. —Estás bien —dice Remington sentándose en una silla y tirando de Brooke hacia su regazo con un brazo mientras le pasa un ruidoso juguete a Racer con el otro. ág in a1 69 Racer ve el juguete y su cara de Melanie-hace-llorar se transforma en un chillido de placer. Remy le sonríe y desliza sus ojos hacia Brooke y lo que veo ahí realmente me marca profundamente, en especial cuando coloca un beso en la cima de su cabeza. Eso es real, el verdadero tipo de amor moriría-por-ti, con el que siempre he soñado. —Mel —Escucho detrás de mí y cuando me vuelvo, descubro que Riley ha estado observándome todo el tiempo. Se acerca y susurra ominosamente—: ¿Puedo hablar contigo? Asiento. No confundo la mirada de lujuria en sus ojos. Tengo el presentimiento de que me desea, apartando el hecho de que desea hablar conmigo. La antigua yo no hubiese querido nada más que otra noche con un amigo con derecho. Difícilmente digo que no a un atractivo chico que me desea, pero ahora cada poro de mi cuerpo desea solo a un hombre. Pero aun así sigo a Riley, porque es con el único con el que puedo hablar acerca de una cosa que ha estado plagando mis pensamientos tanto como Greyson King. —Ten. —Riley coloca un cheque encima del mantel blanco de una mesa en el bar de un pequeño restaurante a solo algunas cuadras del hotel—. He estado ahorrándolo —explica. —¡No! —grito—. Riley ¡no seas ridículo! ¡No podría! —Le regreso el cheque, sintiéndome nerviosa cuando la mesera deja las bebidas. Espero a que se vaya antes de sisear—: Fue mi decisión. Escogí hacerlo ¿Entiendes? —Pero soy el idiota que lo sugirió en primer lugar —argumenta con otro siseo y se ve tan genuinamente mortificado, no podía parar de negar con la cabeza—. Remington nunca pierde, Melanie. Nunca. Si hubiese sabido que tiraría la pelea para… —Urgh, para salvar a la estúpida de Nora porque ama a Brooke demasiado como para no hacerlo. Pero incluso si me hubieras dicho que perdería, nunca hubiera puesto mi dinero en Scorpion. NUNCA. —Entonces déjame ayudarte a pagar la deuda. —Ignoro su mirada de súplica y le regreso el cheque de nuevo, negando con la cabeza también—. Por lo menos déjame decirle a Rem —incita—. Él habría pagado en tu nombre si supiera. Si no te hubiera dado mi palabra de no decirle a nadie… ág in a1 70 —Riley, te mataré si le dices a alguien. Estábamos borrachos, fuera de la ciudad, hiciste una apuesta, estuve de curiosa y pregunté acerca de ella, pensé que era una gran idea hacer una apuesta por mi cuenta, ¡especialmente cuando parecía una cosa tan segura! Luego fuimos a tu cuarto y celebramos pensando que sería genial dormir juntos. Me siento estúpida. No sé en qué pensaba. —Imágenes de un hermoso apartamento aparecieron en mi mente, el apartamento de mis sueños, y mi coche libre de deudas y añado—: Bueno, sí lo sé. Podría haber hecho un hermoso pago para mi propio apartamento y tal vez incluso tenido las bolas para empezar mi propia empresa de diseño. —Entonces déjame ayudar, Mel. Observo el cheque y una parte de mi grita ¡Tómalo! ¡Tómalo, Melanie! ¡Por favor solo sálvate de esos monstruos! ¿Pero qué esperará Riley a cambio? ¿Cómo puedo tomar el dinero de un hombre cuando estoy enamorada de otro? —Esto es muy dulce de tu parte, pero no. En serio. Ladea su ceja rubia. —¿Qué pasa con tu nuevo novio? ¿Por lo menos lo dejarás a él ayudar? Mi pecho duele al pensar en él y en todas las razones por las que no puedo soportar que Greyson sepa. Me trago el resto de mi bebida y admito—: Creo que… si pidiera la ayuda de alguien… él sería el último. —¿Por qué? —¡Porque no quiero que sepa que soy así de estúpida! Sabe que ya soy un desastre. Riley, me conoció cuando mi convertible se hallaba estacionado en una noche lluviosa sin la capota puesta, eso dice bastante. Es un milagro que se quedara cerca lo suficiente para conocerme. No quiero que… pierda el respeto por mí. Que piense menos de mí. El ceño de Riley es cada vez más oscuro. —¿Puedo ver que ya te está lanzando diamantes? —Asiente hacia el collar medio metido en mi blusa—. ¿Sabes que los hombres hacen eso para comprar a las mujeres con las que duermen? No tiene nada que ver con preocuparse por ti. —Sí, lo hace —me opongo—. Significa que se tomó el tiempo de ir a buscar algo bonito que piensa me hará feliz. —Puedes usar el collar para pagar, Melanie. Solo dile que lo perdiste o algo y deshaz esa deuda. Estos hombres matan por cinco dólares. ¡Son jodidos mafiosos! Incluso el tipo con el que Pete trata, Eric, luce como un tiburón pulido en un traje, pero no confían en el tipo ni mierda. Solo está besando eltrasero de Rem porque es su principal fuente de dinero, pero todo el mundo sabe que su jefe Slaughter hace a Scorpion lucir como un oso de peluche. Dicen que tiene un matón que es como un demonio traído desde el infierno y vendrá por ti ¡lo quieras o no! ág in a1 71 Mira alrededor con cautela, luego se inclina más a través de la mesa, bajando su voz. —Pete escuchó rumores de que el único tipo con un poco de sentido era el hijo mayor de Slaughter, pero no quería nada que ver con su padre y aparentemente se salió del Underground hace años. Ni siquiera su hijo quiere tener nada que ver con un hombre como Slaughter. Juro que no duermo pensando en que tú todavía les debes. Mi corazón empieza a saltar en mi pecho con miedo renovado y extiendo mis manos con las palmas hacia afuera, para calmarlo. —Riley, pedí más tiempo, ¿Está bien? Solo tenemos que… respirar. —¿Qué? ¿Qué mierda? ¿Cuándo pediste más tiempo? —La última vez que vine a ver a Brooke. Está bien. ¡En serio! Acabo de vender mi auto y tal vez pueda comprar más tiempo si les doy la mitad del pago. —¡No, jodidamente no puedes, lo tomarán como intereses y demandarán que les pagues todo antes de que siquiera salgas por la puerta! Nunca te vuelvas aproximar a hombres como esos sola. Jesús, solo confía en mí y sal de esto, Mel. Pagué mi deuda y quiero pagar la tuya y si no me dejas, entonces por lo menos prométeme que dejarás a tu nuevo novio ayudar. Si eres demasiado orgullosa para pedirle, solo pretende que perdiste los diamantes en tu cuello y sal de esa deuda; confía en mí. Creo que me veo tan sin esperanza como me siento, porque agrega, más desesperadamente ahora—: Te juro, Melanie, que, si tu deuda no se ha pagado antes de que te vayas, le diré a Tate y nos encargaremos de esto por ti, él y yo. Jadeo indignada. —No dejaré que tú o el esposo de mi mejor amiga se involucren en esto, ¿me escuchas? Y no meteré a mi novio tampoco. Este collar significa algo para mí. —Toco los diamantes con una horrible y desgarradora sensación en mi pecho mientras me pregunto: ¿Esta es la única manera en que voy a ser libre, dejando ir la única cosa que me ha regalado el hombre que quiero con todo mi corazón? —Riley —susurro, casi rogando—, no soy la clase de chica que tima a sus novios con cosas caras para convertirlas en dinero. Mira ceñudo el precioso collar y mi estómago empieza a doler con solo pensar acerca de separarme de algo que tiene que ver con Greyson. —Ese regalo no significó para él lo mismo que significa para ti, te lo aseguro —dice con molesta autoconfianza—. Nunca he visto un hombre más enamorado que Remington y no necesita gastar dólares en Brooke para mostrarlo. —Bueno, Grey tiene un estilo diferente ¿y qué? Al final es lo mismo. Me siento mimada y cuidada, y me mira de una forma cuando me ve usándolo, que absolutamente adoro. ág in a1 72 ¡No puedo aguantar a otra persona en mi vida criticando a Greyson! Así que lo miro estrechando mis ojos y agrego, así al menos ve los verdaderos sentimientos que tengo por mi hombre. —Cuando me mira de esa forma, juro que todo es tan perfecto que a veces tengo pesadillas acerca de que lo he soñado todo, que es demasiado bueno para ser verdad. —Tal vez lo es, Melanie. Tal vez te está siendo infiel en este momento, encontrándose con alguna chica en secreto mientras hablamos. —¡Ja! —Levanto mi vaso y sorbo mi bebida—. Es un adicto al trabajo. Si tuviera algo de qué preocuparme, es que su amante se llame Trabajo HastaPartirmeElCulo. Riley me sonríe, una escalofriante sonrisa, una sonrisa muy poco amistosa y asiente hacia la entrada del restaurante. Me volteo noventa grados para poder ver… y es ahí cuando lo veo caminando dentro del restaurante. A él. Grey-maldito-son. Todo mi reconocimiento llamea en incredulidad, emoción, y luego, ira combinada con un rayo de casi cegadora lujuria. Se siente como si una fuente de energía se adhiriera a su piel, todo el aire se desplazó en el momento en que se materializó en la habitación. Casi dos metros de pura perfección masculina. Greyson. Maldito. King. Mis hormonas estallan cuando empieza a caminar hacia adelante, siguiendo al maitre, con los ojos fijos sobre una mesa al otro extremo. No puedo creerlo. Mis ojos recorren su cuerpo. No hay ninguna palabra para la forma en que Greyson camina, con una mano en el bolsillo, su rostro sombrío, sus pómulos cincelados, con la mandíbula suave y bronceada, su boca perfecta, su cabello oscuro descuidadamente despeinado; juro que su asombroso cabello es la única cosa descuidada y juguetona en él. El resto de él es el perfecto Bond 007, incluso los entrecerrados ojos verde avellana, que parecen maravillosamente contenidos y remotos. Incluso ahora, dos meses después de estar saliendo con él, puedo sentir que todavía está reteniendo la parte más crucial de su ser, pero puedo visualizar perfectamente un “nosotros” y lo que podemos ser, y estoy decidida a hacer que suceda. Greyson y Melanie, viviendo felices por siempre. Entonces veo a la mujer en la mesa. Esperando. Una pelirroja. Mi sangre se acumula en mis pies cuando Greyson se inclina para besarla en la mejilla. Riley y yo solo observamos. Y estoy segura de que no es él. Está trabajando… en alguna parte. No puede ser él. ág in a1 73 Pero seguro que se parece a él. Está vestido completamente de negro, su cabello brillando bajo la luz, y se sienta en su silla, se inclina hacia atrás de esa manera tan segura de sí mismo, y comienza a hablarle sobre una maldita vela a la pelirroja. Una pelirroja falsa. Una que parece mayor e inexpresiva. Sra. Botox. ¡OH DIOS! ¡No puede ser Greyson! Nunca me ha engañado, yo soy la que lo engaña. Los músculos de mi estómago están rígidos por la ira mientras trato de respirar y fuerzo a mis pulmones a expandirse. Exploro el restaurante a mí alrededor por algo para lanzar, pero lo mejor que se me ocurre es lanzarme sobre esa fea puta. Mis ojos se empañan y duelen con el repentino deseo de llorar. Es casi medianoche. En quince minutos, tendré veinticinco años y mi novio está sentado en otra mesa con otra mujer. Realmente, de verdad, quiero llorar ahora. No. ¿Y que me vea quejándome y llorando como una niña herida otra vez? Mi mente se revuelve con formas de hacer que este dolor desaparezca. ¿Qué hacer cuando él está en tus venas? ¡¿Qué?! Me río a carcajadas, con fuerza, y le doy un apretón a la mano de Riley, pero Greyson ni siquiera mira en mi dirección, no puede escucharme a esa distancia. Él y su anciana prostituta están en una profunda conversación en su propio pequeño mundo. Su propio mundo sin Melanie. Una parte de mí todavía se niega a creer que me haga esto. Una idea se me ocurre y agarro mi teléfono y le envío una cara enojada. Entonces le digo a Riley—: Si es él, por lo menos verá el mensaje. Es un esclavo de sus teléfonos. Como si fuera una señal, el hombre en la mesa se hace hacia atrás y desliza su mano enguantada en el bolsillo y mira su teléfono, observa fijamente durante mucho, mucho tiempo, entonces lo vuelve a meter y continúa hablando con la pelirroja. Mi corazón acaba de ser descuartizado. No sé cuánto tiempo nos sentamos allí, Riley furioso en su asiento, agarrándolo ferozmente. Se conocieron brevemente en la boda de Brooke, y podía decir que a ninguno de ellos le agradó mucho el otro. Ahora están apareciendo venas en el cuello de Riley. —Voy a ir allí… —¿Y qué? —Deteniéndolo, lo jalo por las mangas de su traje—. Podría ser una clienta. Nunca me dijo realmente dónde estaría esta semana… ág in a1 74 Mi voz va callándose cuando ella le da la mano sobre la mesa, y él la toma y lo que se encuentra en su mano. Entonces le da una caja con un listón y todo. Una caja azul. Ella mira dentro, parece encantada, él le devuelve la sonrisa y beben un poco de vino. —¡Mesero! —grito—. ¡Otra ronda, por favor! He tomadomuchos más cócteles para el momento en que Greyson se encarga de la cuenta y se pone de pie para irse. Riley se levanta también. Tontamente me giro en mi asiento, mi corazón latiendo con fuerza mientras Greyson y la mujer se dirigen hacia la puerta. Y es entonces cuando me ve. Una corriente eléctrica corre a través de mí por la forma en que mira a Riley, después a mí, y veo una docena de expresiones en sus ojos hasta que los cierra y se gira hacia la mujer, le susurra algo y tira de ella hacia la salida como si no me hubiera visto. Todo este tiempo ha estado mintiendo. Todo este tiempo probablemente estuvo riéndose de lo estúpida que soy. Mientras camina con ella, lo veo volver la cabeza solo un poco. Directamente hacia mí, y nuestros ojos se encuentran de nuevo. Busca mi expresión por un momento, sus ojos lejanos parpadeando un breve momento con… ¿celos? La anticipación pulsa a través de mí como una carga directa por la forma en que sus ojos se oscurecen con… ¿furia? Estremece mis extremidades, y solo es eso, una mirada robada, y luego se ha ido, y desaparece, llevándosela a ELLA, otra mujer, con él, exactamente a medianoche. Feliz cumpleaños, Melanie… Riley se mantiene en pie, entonces voltea a verme con una mirada de ¿qué mierda? —Tu novio… —Ex. —Un dolor crudo y primitivo me abruma de repente—. Ex-novio. Dios, ni siquiera es necesario un mensaje. Ni siquiera una… Riley, por favor, vámonos. Por favor, por favor salgamos de aquí. Las lágrimas vendrán aun si las quiero o no, y no las quiero aquí. Agarro a Riley antes de que se siente de nuevo. —Por favor, solo sácame de aquí. Llévame a tu habitación, por favor, vamos a caminar de regreso a tu hotel, por favor —susurro. ág in a1 75 Paga nuestra cuenta y me hace salir del restaurante, manteniéndome cerca mientras caminamos el par de cuadras hasta el hotel. Tengo frío, estoy fría hasta los huesos. Tomamos el ascensor y estoy agradecida de que no haya nadie más aquí con nosotros. Mi garganta está en llamas mientras el sentimiento de ser una tonta cae sobre mí, y el collar, su collar, se siente como un peso de acero alrededor de mí cuello, ahogándome con sus mentiras. Me lo quito y lo presiono en la mano de Riley. —Ya no puedo ver esto. Solo hazlo. Véndelo, consigue cualquier cosa, tómalo por favor. Mi garganta duele con la derrota cuando recuerdo a Grey mirándome, alejándose… Mirándome… alejándose… como si no fuera nada. Como si nosotros no significáramos nada. —¿Crees que tiene una esposa? ¿Una familia? —Mi voz se quiebra y no puedo hacer más preguntas mientras nos dirigimos a su habitación. —Amiga, no sé ni qué pensar. No parecía feliz de verte, te diré eso. Sigo luchando con mis lágrimas, apretando mis manos en puños a mis costados mientras todo mi cuerpo empieza a temblar. —Él y esa puta pueden irse a la mierda. Ese maldito mentiroso, ese… Espero que le dé ladillas. De hecho, espero que ambos tengan bebés extraterrestres juntos. Riley me guía a su habitación y cierra la puerta, y una sensación de intensa desolación y traición se asienta profundamente en mi estómago. Nunca en mi vida sentí dolor como este. Nunca. Quiero que el dolor se vaya. Quiero que la imagen de Greyson alejándose con otra mujer se vaya. Parpadeo para contener las lágrimas, agarro la camisa de Riley y lo jalo hacia mí. —Riley —se lo ruego. Sus ojos se abren cuando presiono mis labios con los suyos. —Mel —protesta, pero no puedo soportar oírlo, así que presiono mis labios con más fuerza. —Por favor, no digas que no —le ruego—, por favor, no digas que no. Juro que cada maldito hombre en el mundo debería ser castrado. Dijiste que lo golpearías si me lastimaba. Esto duele, Riley. Esto me duele mucho y ya terminé. He terminado con él. Lo beso. Me devuelve el beso con solo los labios, pasando sus manos por mis brazos. Se sienten cálidas y familiares. Me sostiene con su cuerpo y se siente bien. Seguro. Lo beso y me pregunto si tal vez esta es la razón de que una sola noche es todo lo que valgo. Porque no puedo enfrentarlo. Duele mucho. Y siempre llega alguien, y por cualquier razón, los chicos dejan de ver su interés en mí. Por alguna razón Greyson ha perdido interés en mí. Lo perdí. No, nunca lo tuve. ág in a1 76 La comprensión me destroza, así que trato de besar a Riley en la boca un poco más y me lo permite. Sus brazos no son tan gruesos, sus labios no son tan feroces, pero los necesito tanto. Cualquier cosa para tratar de dejar de pensar en… Grey tirando de mis pezones con los dientes… jalando… chupando… Tocan la puerta y gimo en protesta cuando Riley me hace a lado. —Pete puede necesitarme —explica, y observo en silencio mientras se dirige a la puerta, con la imagen borrosa a través de mis lágrimas. Desato uno de mis zapatos y limpio mis ojos. Una noche con Riley y por la mañana, no todo parecerá tan miserable. Me daré cuenta de que Greyson King no es el único hombre en el mundo. Mi corazón todavía estará roto, pero de alguna manera juntaré los pedazos de nuevo, y seré feliz de nuevo. Seré feliz de nuevo. Inhalando, estoy empezando rápidamente a desabrochar mi blusa cuando oigo hablar una baja voz familiar. —¿Dónde está? Nunca, nunca he escuchado a nadie hablar tan tranquilamente y, al mismo tiempo sonar tan enojado. Mi piel pica y mi mirada se dirige a la puerta. La forma alta, delgada, y vestida de negro de Greyson cubre el umbral, y odio que mis sistemas se descontrolen ante su vista. Estoy parcialmente vestida en el centro de la habitación. Borracha. Mi cabello hecho un desastre. Mi cara hecha un desastre. La ira y el dolor revuelven mi estómago mientras entra con una ardiente mirada territorial. Agarro el zapato que me había quitado y se lo lanzo. —¡Aléjate de mí! — grito. Se agacha, y el zapato golpea la pared y cae con un estúpido golpe en la alfombra. Luego, lentamente, se endereza y avanza el resto del camino, me agarra por los brazos y me arrastra a su cuerpo. Cada centímetro del mío siente el suyo. Me mira con una furia que nunca he visto antes, y empieza a abrocharme de nuevo la blusa, todo el tiempo esos ojos me miran, hasta que mi estómago se siente pesado como una roca. Se quita la chaqueta del traje y la pone sobre mis hombros, forzando mis brazos a entrar y abotona eso también. Luego alcanza mi bota tumbada sobre la alfombra. Antes de que pueda detenerlo de ponerme mi zapato, se agacha y de manera eficiente abrocha las correas, y entonces me habla en voz baja y fría. —Pon tus brazos a mí alrededor. —¿Dónde está tu jodida pelirroja? —exijo. —Te dije que pongas tus brazos a mí alrededor. ág in a1 77 No obedezco. No le importa. Me levanta en sus brazos, su abrigo enorme sobre mi cuerpo, y no tengo más remedio que aferrarme a su nuca. De repente, lo huelo. Lo huelo en el abrigo que puso sobre mí, y en el olor de su pelo y su piel. Bosque, cuero y menta. El dolor en mi corazón se vuelve feroz y ardiente mientras el escozor en mis ojos regresa. A medida que pasamos a Riley en la puerta, dice rotundamente—: Mantente alejado de ella. —Si malditamente la lastimas… —comienza Riley, pero Greyson lo interrumpe. —No, si tú la tocas de nuevo, te mataré. Las palabras de Greyson, si la tocas de nuevo, te mataré, me provocan escalofríos. Riley da un paso adelante, pero levanto mi mano para detenerlo y negar con la cabeza en un no frenético. No puedo soportar la idea de poner en riesgo a Riley y nunca, nunca he visto a Greyson así. Todo su cuerpo crepita con energía desatada cuando me lleva a los ascensores de servicio, me sostiene en un brazo mientras murmura en su teléfono—: Vuelve a la entrada de servicio. —Y luego mete el teléfono en sus pantalones y me aprieta con más fuerza contra su pecho. Más fuerte que nunca. Estamos a solas en el ascensor, y aunque está tranquilo, tiene una expresión que nunca he visto antes. Creo que voy a vomitar. Salimoshacia el estacionamiento subterráneo, el aire frío pica mis piernas y mejillas, y cierro los ojos y me cubro del frío, sintiéndome absolutamente miserable cuando el calor de su cuerpo aumenta hasta calentarme. Me pregunto si ella le lamió la piel. Si deslizó sus dedos en su cabello. Si la llama su princesa también. Oigo brevemente un motor de automóvil cerca, y cuando levanto la mirada, Greyson me está observando. Cuando nuestros ojos se encuentran, mis nervios crepitan hasta los dedos de mis pies. Mi cuerpo está gritando posesivamente para reclamar a este hombre de cualquier otra mujer. Pero no. Greyson podría volver mi cuerpo una locura, pero acabo de darme cuenta que nunca podría ser el hombre para mí. Es un farsante. Un mentiroso. Y está muy, muy molesto en este momento. ág in a1 78 Un auto se detiene frente a nosotros y abre la puerta de atrás, y mientras me guía al asiento trasero, toda esta confusión cae sobre mí, y todo el alcohol en mi sistema no está ayudando. Sube detrás de mí, se sienta a mi derecha, y cierra la puerta de golpe, luego una mano enguantada agarra mi cara y me obliga a girarla, me mira con frustración grabada en su dura mandíbula. —Algunas veces no seré capaz de decirte todo sobre mi trabajo. Lo hago para protegerte. —¡Jódete! Te vi sosteniendo su mano. Te vi… —Me viste trabajando, Melanie. Eso es todo lo que viste. —¡Te vi dándole un regalo, hijo de puta! ¿Cómo demonios involucraría eso un trabajo de seguridad, eh? —Lo empujo y maldice entre dientes—. ¿Te sientes como un hombre grande, teniendo un montón de mujeres jadeando detrás de ti? ¿Todas engañadas? ¿Pensando que son especiales para ti? —¡Jesús, escúchate! —Así es, y óyeme bien Greyson, ¡esta es la última vez que soy engañada! ¿Me escuchaste? —grito al techo de la limusina, con la esperanza de que Derek escuche, pero no detiene el coche. Greyson se ríe con sombría incredulidad, entonces pasa las manos por su cabello y se queda mirando hacia afuera, con las manos apretadas en puños, y observo sin ver las tiendas que pasamos, tercamente aferrada a mi ira e inseguridades. —Estoy contigo, Greyson. ¿Qué escondes en tu secreta habitación de acero? ¿Porno? ¿Es donde haces Skype con… quién diablos sea ella? Hasta que me interrumpe, en voz baja—: Vi tu lápiz labial en la boca de otro hombre y todavía puedo volver y golpearlo hasta que no pueda encontrar sus malditos dientes. Demonios, quiero que me veas golpearlo solo para que sepas, de una vez por todas, que eres mi jodida chica y el único bastardo con suerte en conseguir un pedazo de mi chica soy yo. —¡Era! —lo corrijo, borracha—. Era tu chica. Se ríe más sombríamente. —Eres tan jodidamente mía que ni siquiera sabes que eres mía —dice con voz suave y amenazante, y en mi borracho cerebro, de repente me doy cuenta de que está temblando de rabia. No está preocupado porque lo sorprendí engañándome. Parece que todos sus pensamientos están en sus celos egoístas. Pero ni siquiera puedo recordar lo que sucedió en la habitación de Riley, todo lo que sigo recordando es a Greyson y esa perra. —¡Caminaste junto a mí como si nunca me hubieras visto antes! —grito, golpeando su pecho. ág in a1 79 Atrapa mi muñeca y la aprieta. —Porque no quiero que una mujer como ella te use en mi contra, que nadie te use en mi contra. ¿Me entiendes? ¿Lo haces, nena? —me pregunta, bajando la voz, tierna, casi suplicante. —¡Entiendo que eres un mentiroso y un tramposo y que no querías que ELLA sepa que también ME tenías esperando! —¡Mierda! ¿En serio? ¡Estabas en la maldita habitación de otro tipo, desnudándote para él! ¿Tratabas de volverme loco? —De repente, el intenso dolor en sus ojos es real. El dolor en su voz es real, tan real que agrieta mi pecho como un cristal—. ¿Realmente tenías la intención de llegar hasta el final? ¿Honestamente ibas a dejar a ese hijo de puta estar dentro de ti? — pregunta, cada palabra como un cristal afilado dentro de mí. —¡SÍ! —grito. Se estremece como si estuviera rompiéndose, y empiezo a sollozar de verdad. Me libera como si necesitara un poco de distancia, su voz temblando con algo más que ira. Es dolor, y eso me destroza. —¿Crees que puedes follar a alguien para reemplazarme? ¿Crees que te hará sentir de la misma forma que yo? ¿No soy nada especial para ti, Melanie? ¿Te enamoras de todos los idiotas con los que sales? Una lágrima cae por mi mejilla. Golpea con una mano la ventana y maldice. —A la mierda esto. —Duele —sollozo, hablando sola mientras bajo mis manos—. ¡Me lastimas como nunca nadie me ha lastimado, Greyson! No puedo dejar de pensar en eso. ¿La llamas princesa? ¿Pasas los días de la semana con ella y tus fines de semana conmigo? Se queda en silencio, mirando por la ventana, con los hombros tensos. — No llamo princesa a nadie más. No paso el tiempo con ninguna mujer excepto tú. Demonios, trabajo todos los días de la semana, solo así puedo venir a casa contigo. —¿Entonces por qué estás aquí con ella? No soy buena con las segundas oportunidades, ¡lo sabes! ¡Pero te he dado cada jodida oportunidad que has querido! —grito. —Ella no es nada. —Toma mi cara con su mano libre, siseando entre dientes—. No es más que un contacto de trabajo. Tú lo eres todo, has sido todo desde el momento en que te vi animando por Riptide. No me viste, tú no me viste, Melanie, pero te he visto más de una vez desde… tú lo eres todo. ¿Puedes decir lo mismo de mí? ¿Puedes decir lo mismo de él, que no es nada? Lo miro fijamente por un momento. —Él no es nada, es un amigo, te lo juro. Era un amigo de follar a veces cuando iba a ver a Brooke, ¡no significa nada! ág in a1 80 Mira fijamente sus manos. —Pero te tocó. De repente no puedo dejar de tocar mis pechos. Mucho más pequeños que los de la pelirroja. —¿Quién era ella? ¿Cómo se llama? ¿Cómo la conoces? Se frota la cara con ambas manos. —Solo un contacto de negocios. Ella consigue lo sucio de los hombres con los que tengo que negociar. Nunca he tenido una relación con ella. He follado con miles de mujeres, pero no ha sido una de ellas. Tú has sido la única durante semanas. —Levanta la mirada y maldice, y limpio mis lágrimas. Veo su cara y recuerdo la forma en que le sonrió y mi estómago se tuerce con los celos. —Quería arrancarle su maldito cabello. —Yo quiero sacarle a él los intestinos —Me agarra por los hombros—. ¿Qué parte de que tú eres mi chica no entiendes? —Me niego a ser tuya si no vas a ser mío. Si follas por ahí voy a follar por ahí, ¡ojo por ojo! —Deja de ser una borracha terca y escúchame. No te estoy engañando, pero tú sí. Me quedo callada. —¿Lo hacías? —Tú y yo terminamos en el momento en que caminaste a mi lado y me di cuenta que todo este tiempo me has estado mintiendo —lloriqueo. —Ven aquí —dice ásperamente. —¿Por qué? Cuando estoy un poco más cerca, abre sus brazos, y mis ojos se empañan más cuando pienso como explicarle que Riley sabe de mi secreto. — Lo siento jodidamente, Melanie —dice. Me jala hacia su pecho y la familiaridad de su abrazo y la comodidad que siento en sus brazos abren inesperadamente mis compuertas. —También lo siento, Grey —lloro. Empiezo a sollozar más a medida que presiona un beso muy firme, casi desesperado en la coronilla de mi cabeza, me aprieta con casi suficiente fuerza para romperme y dice—: Todo va a estar bien. Nunca tendrás que correr a otro hombre de nuevo porque voy a estar aquí. Justo aquí para ti, si todavía me quieres después de que diga lo que tengo que decirte. Trato de limpiar mi cara y mirarlo a los ojos. —Me hiciste sentir indigna, Grey. Como si me estuvieras ocultando. No sé quién eres, tus padres, tu familia, no sé nada de ti. Por favor, me gustaría saber de ti. ¿No ves que quiero conocerte? —sollozo. ág in a1 81 Sus ojos parecen embrujados cuando me miran. —Te escondo para protegerte, porque tú eres mi princesa. —Me acaricia la nariz—.Te diré acerca de mí. Solo déjame disfrutar de la forma en que esos ojos me miran un poco más de tiempo. Besa mis párpados mojados casi con desesperación, como si lo que tuviera que decirme fuera malo, muy malo, y como si pensara que no voy a ser capaz de quedarme después de que lo escuche. Lloro más fuerte. Estoy acostumbrada a su toque. Su toque es único, delicioso, y lo he sentido durante ocho semanas, pero sabía que un día iba a romperme. ág in a1 82 Perdida Traducido por Valentine Rose Corregido por Paltonika Greyson Melanie rodea mi cintura con ambas manos y entierra su rostro en mi camisa, mientras me quito los guantes y los guardo en el bolsillo para así poder pasar mis pulgares por sus mejillas y limpiar sus lágrimas. Paz. Es la mujer más preocupada que conozco, pero me da paz. Las cosas fueron perfectamente planeadas. Melanie se encontraba en Seattle. Yo estaba aquí, en Denver, reuniendo las pruebas de mi penúltima marca. Entraría a robar a su casa durante la media noche, chantajearlo y acosarlo por pago, así que, para mañana, sería capaz de volver con ella. Pero hace unas horas, Derek me envió un mensaje diciéndome que ella estaba en el aeropuerto. Para el momento que el maldito inútil se estacionó, ya se había registrado, y la perdió cuando pasó por seguridad. Le grité que comprara un maldito boleto, lograra pasar seguridad y la encontrara. Compró el boleto, pero falló en lo otro. Así que le pedí a C.C. que hiciera la búsqueda de vuelos mientras terminaba la maldita cita con Tina y ordenaba las cosas. Pero no. Melanie terminó aquí, en el maldito restaurante, a la misma hora que estaba con Tina Glass, y me vio. No podía permitirme que una criminal como Tina Glass se enterara de nosotros, de lo contrario, Melanie sería expuesta al mundo de Cero, y sería vulnerable. Dios, ¿pero el dolor en sus ojos? Si eso no era lo suficiente para llevarme a las rodillas, casi lo fue cuando la vi en la habitación de ese imbécil. ág in a1 83 No puedes lastimar a una mujer como Melanie y esperar que no reaccione. No puedes esperar que no intente quitar el dolor, así es la chica feliz que todos conocen. Tuve miedo de haberla perdido. Temía de la determinación en sus ojos cuando la puerta de esa habitación se abrió y la vi. Y vi el dolor en sus ojos. Y me sentí enfadado, tan malditamente enfadado, pero la emoción más fascinante, sorpresiva e irritante dentro de mí, fue el miedo. Miedo de nunca más volver a probar aquellos labios, nunca sentir aquellos ojos en mí, nunca jugar estúpidos juegos con ella… los únicos momentos que me sentía bien eran con ella. Bien al no matar, no chantajear y hacer las cosas para las que fui instruido. Simplemente bien. Se mueve ahora, y el fuego en mis venas hierve y se esparce cuando el cabello roza contra mi cuello. Las curvas de su cuerpo encajan perfectamente contra el mío. Está sentada en mi muslo, y su cadera está contra mi polla. Cuando se mueve, gruño suavemente en la coronilla de su cabello, mis músculos tensos. La lava me invade ante la simple sensación de su cuerpo. Quiero follarla tan duro, castigarla por pensar que cualquier otro bastardo lo haría. Su cabello es un desastre, como si hubiera salido de la cama de ese bastardo, pero nunca estará satisfecha hasta que salga de la mía. Sus ojos están vidriosos, con lágrimas por mí. Cada musculo de mi cuerpo se tensa, aparto el cabello y beso el hueco de su oreja. —Quiero saborear tu piel desnuda con mucha, mucha desesperación —murmuro. Tira mi camiseta de la pretina de mis vaqueros y pasa su mano bajo ésta, sobre mi corazón, tocando el aro de mi pezón. Permanecemos así, sus ojos cerrados, la mejilla en mi pecho, su cercanía encendiéndome por dentro. Inclino la cabeza y aguanta la respiración, como si hubiera estado rezando para que hiciera esto, y levanta la cabeza para así poder besarnos. Suavemente, nuestros labios se encuentran. Ahí está la dureza en mi polla, el rápido pulso en mis latidos, su sabor en mi lengua. Mi hambre se sale de control cuando la beso más lento, salvaje y profundamente. Cada movimiento repetitivo de su lengua hace que me descontrole, el fundamental tirón entre nosotros se estira y se tensa. Se aleja y la miro, absorto ante la sensación de ella cuando lentamente levanta los ojos a los míos, profundamente verdes, y siento como si mi pecho se abriera y estuviera apretando mi corazón con aquellas delicadas manos blancas. Siento más por ella de lo que nunca sentí por nadie en mi vida. Nunca ág in a1 84 creí que podría ser capaz. Perdí algo que amaba siendo aún muy joven. Construí una fortaleza a mi alrededor, y ha estado ahí, sin permitirle a nadie una verdadera y cruda emoción de mi parte. Pero lo que siento por ella… Nadie tiene el poder de lastimarme como el que tiene ahora. Desde que mi madre se fue, nada ha sido realmente importante para mí. Nunca me permití preocuparme por algo o por alguien. No por mi padre, mi tío o mi hermano. Ahora, una pequeña chica cuyo padre la llama saltamontes tiene el poder de quebrarme en dos; a mí, un maldito criminal, la mayor parte de su vida. Y si cualquiera de mis enemigos supiera, la usarían para desarmar a Cero en un latido. Y ahora estamos más allá de que se quede por más tiempo en la oscuridad. Necesito saber si es a mí a quien ama, o a la idea de mí. Te abandonará. Despreciará. Rechazará. Ya estoy en duelo por su pérdida mientras su mano vaga por el cierre de mis vaqueros, y el más mínimo toque de sus dedos me endurece al tiempo que mi pecho palpita con la pérdida. Ya está jodidamente perdida para mí. Gruño, cierro los ojos y lucho con mi propia urgencia de reclamarla aquí y ahora; en cambio detengo su exploradora mano y la beso. Quiero bajar mi mano por su falda, hacer a un lado la braga y deslizar un dedo. Ya está jadeando fuerte y aferrándose a mi nuevo, su cabeza cayendo con placer contra mi hombro. Pero está ebria y estoy enfadado, y celoso y quiero más de su cuerpo. Quiero su jodida alma, y quiero que me la dé sabiendo quién soy. Maldito idiota, no lo hará. Gruñendo con dolor, me inclinó a su boca y me besa fuerte. Murmura mi nombre, y me escucho susurrar que era un ángel en la lluvia… la única mujer con la que he pasado la noche, que he llevado a casa, que la he seguido sólo para verla… Una nueva lágrima se desliza por su mejilla, pero soy el único deshecho aquí. Lo que me impacta es la ternura en la manera que se acurruca a mí incluso cuando está llorando. Presiono un beso en la cima de su cabeza y parece que no puedo dejar de presionar besos en su cabello, mi propio auto desprecio creciendo cada segundo. Sólo una marca más ahora. Tengo la evidencia para hundirlo. Y luego sólo necesito susurrar en su oído que me dé el maldito collar que le di, porque le daré otro, uno mejor, y que este se haga cargo de todo. ág in a1 85 Tendré el control en Undergroud. Seré más inteligente, más organizado, me aseguraré que mi madre esté a salvo, y en cuanto a Melanie… Golpeo el techo del auto y baja la ventana que nos separa de Derek. —Ve a buscar a su amiga, a la chica feliz —digo con sarcasmo. Murmurando algún tipo de protesta entre dientes, sacude la cabeza. — No te vayas. He estado soñando contigo. —Y llama a uno de los chicos —le digo a Derek—. Necesitaré que te quedes con la princesa mientras alguien me lleva al aeropuerto. —Subo la partición que nos separa de Derek y gruño—: No digas eso ahora —susurro. Agarra mi mano y la lleva a sus tetas. —Cuando te veo, mis pechos duelen. Dios. Está malditamente ebria. —Cuando estés sobria, voy a decirte una mierda que no te gustará —susurro una ronca advertencia—. No digas nada ahora. —Greyson… —Te diré algo acerca de mí, pero no quiero que intentes arreglarme. No puedo ser arreglado. Tampoco necesitas aceptar quién soy o decirme que quieres irte, y te doy mi palabra que te