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Urbanismo ecológico. Volumen 8. Movilizar - Mohsen Mostafavi (editor)_ Gareth Doherty (editor) - (2014)

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MOVILIZAR
Movilizar puede tener que ver con una acción para lograr un 
objetivo social, aunque también puede relacionarse con el 
transporte. Tal como indica Richard Sommer en su artículo 
“Movilidad, infraestructura y sociedad”, no se trata de aspectos 
incompatibles, pues la movilidad y la justicia social van de la mano, 
de ahí que al pensar en ciudades más ecológicas tengamos que 
pensar en la movilidad. El texto de William J. Mitchell explica las 
posibles formas futuras de transporte: el CityCar se aparca 
perpendicular a la acera, no en paralelo, lo que significa que caben 
más vehículos, pero lo más radical es que estos vehículos se 
inspiran en principios de movilidad bajo demanda y utilizan 
electricidad generada localmente. Un sistema así redundaría 
además en una sociedad más igualitaria al hacer más accesible el 
automóvil a los grupos con menos recursos. En su teoría general, 
Andrés Duany reconoce las carencias del urbanismo en sus 
variantes vieja, nueva y del paisaje como modos de privilegiar la 
diversidad socioeconómica o la biodiversidad de la naturaleza, 
 y sugiere que para que el urbanismo ecológico pueda abrirnos 
un camino más equitativo hacia el futuro debe reconocer ambas 
caras de nuestro actual dilema.
 
Movilidad, infraestructura y sociedad
Richard Sommer
Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros
William J. Mitchell
Movilidad sostenible en acción
Federico Parolotto
Sostener la ciudad ante la marginalidad avanzada
Loïc Wacquant
Teoría general del urbanismo ecológico
Andrés Duany
La ecología política del urbanismo ecológico
Paul Robbins
El modelo de sistema energético urbano SynCity
Niels Schulz, Nilay Shah, David Fisk, James Keirstead, Nouri Samsatli, 
Aruna Sivakumar, Celine Weber y Ellin Saunders
Las ciudades del oro negro: 
petropaisajes y futuros sostenibles
Michael Watts
Los campos petrolíferos del delta del Níger
Ed Kashi
Sobre rasante
Rafael Viñoly
IINVESTIGACIÓN DE LA GSD 
Taller Nairobi
Jacques Herzog y Pierre de Meuron
 
 
8
 
MOVILIZAR
Movilidad, infraestructura 
y sociedad
Richard Sommer
Ya existen, o están apareciendo, tecnologías que nos permiten 
diseñar y construir edificios con muchos menos recursos natu-
rales. Sin embargo, aunar arquitectura y urbanismo desde una 
perspectiva completamente ecológica implica medir el impacto 
medioambiental, como las emisiones de carbono y el uso de 
recursos no renovables dentro de un marco de mayor justicia 
social, teniendo en cuenta las oportunidades económicas y la 
naturaleza humana.
En aquellas sociedades que aspiren a formas modernas de 
democracia, el aumento de la movilidad –tanto en términos geo-
gráficos como socioeconómicos– se ha convertido en un aspecto 
tan esencial de la emancipación humana como lo fueron en su 
momento los criterios de las libertades civiles y la representa-
ción igualitaria. Conceptos como el de libertad han asumido sig-
nificados que basculan entre los ideales de inspiración ilustrada 
de la sociedad civil y las ideas más románticas e individualistas 
del potencial humano ilimitado. Al romper con sus lazos, legados 
y comunidades para mejorar su posición en la vida, la gente 
moderna muchas veces se ha trasladado a otra parte de la ciu-
dad, a otra ciudad e incluso a otro continente.
Las figuras emblemáticas del peregrino, el colono y el beatnik 
estadounidenses vienen definidas en función de su movilidad. 
Trátese o no de un mito, esta búsqueda ha sido fundamental 
para entender Estados Unidos como una tierra de oportunida-
des. Este andar a la deriva también tiene que ver con el deseo de 
poseer propiedades, una mentalidad que ha impulsado, tanto 
literal como figuradamente, la formación de sociedades moder-
nas como la estadounidense.
Este fenómeno se ha acelerado gracias a las formas mecáni-
cas de locomoción y telecomunicación digital. En este contex-
to, ¿cómo hemos de juzgar las ideas que muchos medioambien-
talistas, urbanistas y arquitectos nos proponen para lograr 
formas de urbanidad más ecológicas y sostenibles? Parece que 
existe bastante consenso entre profesionales, activistas y polí-
ticos para crear aglomeraciones urbanas más compactas e 
integradas, con formas de transporte público más eficientes 
como la mejor garantía contra el inminente Armagedón 
medioambiental. Los expertos concuerdan en que tales refor-
mas no solo reducirían el impacto medioambiental, sino que 
además incrementarían el potencial de colaboración y sociabi-
lidad humanas.
El “tren de la libertad” pasando 
delante de los monumentos de 
Washington en 1947
4
 
¿Pero estamos todos de acuerdo en que el objetivo sería una ciu-
dad más compacta y, por ende, con menor movilidad? Hace 
medio siglo, en su ensayo “The Urban Place and the Non-Place 
Urban Realm”,1 Melvin Webber sostenía que las expresiones 
modernas de la urbanidad dependían menos de los lugares tradi-
cionales que de las formas de movilidad que facilitaban las tec-
nologías modernas de la comunicación y de transporte físico. 
Los individuos con mayor éxito dentro de las economías avanza-
das eran quienes más podían aprovechar las tecnologías del 
transporte y la comunicación para crear redes sociales y econó-
micas más expansivas. Gracias a Internet, la telefonía móvil, los 
vuelos de bajo coste y (hasta hace poco) los niveles crecientes de 
“automovilidad”, la relación entre el ser humano y el lugar ¿aca-
so no ha sufrido una transformación constante y, en cierto senti-
do, emancipadora?
Por decirlo de un modo más sencillo, ¿cómo encajar nuestra 
actual tendencia hacia un urbanismo más ecológico con nues-
tra arraigada propensión a la libertad de movimiento y asocia-
ción? Más aún, incluso aunque podamos estar de acuerdo en que 
el cambio total en la organización y los patrones del desarrollo 
urbano son unos valiosos objetivos sociales y ecológicos, ¿real-
mente pensamos que podemos volver a meter al geniecillo indus-
trial que es la ciudad moderna (es decir, un sistema altamente 
disgregado para proveer de infraestructuras y urbanizar tierras) 
en una lamparita mágica ecológica? ¿Existen otras maneras de 
entender lo que comportaría el diseño de una ciudad más móvil, 
democrática y ecológicamente sensata?
Los “jinetes de la libertad” del 
Congreso para la Igualdad Racial 
después de verse obligados a 
evacuar un autobús cuando un 
grupo de blancos apedrearon el 
vehículo y rajaron las llantas para 
después incendiarlo (Anniston, 
Alabama, 1961)
1 Webber, Melvin, “The Urban Place and 
the Non-Place Urban Realm”, en Webber, 
Melvin et al. (eds.), Explorations into Urban 
Structure, University of Pennsylvania Press, 
Filadelfia, 1964.
5
 
MOVILIZAR
Movilidad urbana sostenible 
con vehículos eléctricos ligeros
William J. Mitchell
El típico automóvil estadounidense pesa veinte veces más que su 
conductor. Una silla cómoda ocupa apenas 0,9 m2, mientras que 
un coche aparcado ocupa unos 18 m2 de valioso espacio inmobi-
liario. Además, el coche está aparcado un 80 % del tiempo, y no 
solo ocupa espacio que podría estar utilizándose para otras 
cosas, sino que también cuesta dinero, consume materiales y tie-
ne energía incorporada. Aunque los límites de velocidad urbanos 
generalmente se fijan entre 30 y 50 km/h, el automóvil alcanza 
una velocidad máxima superior a los 160 km/h. Los viajes urba-
nos se miden en kilómetros o fracciones de kilómetro, pero el 
automóvil tiene una autonomía de 500 kilómetros. Y, por supues-
to, hay que echarle gasolina, un recurso no renovable cada vez 
más escaso que nos llega a través de cadenas de producción que 
se están volviendo más problemáticas, y emite gases de efecto 
invernadero por el tubo de escape.
No es mi propósito demonizar aquí a los diseñadores o los 
fabricantes de coches por legarnos tamaña obra de ingeniería 
sobredimensionada. Hemos llegado a este punto después deun 
proceso evolutivo de un siglo, que incluye diversos protagonistas 
y unas complejas raíces económicas, políticas y sociales. Lo que sí 
quiero exponer aquí es que ya es hora de que se produzca un cam-
bio radical. Deberíamos aprovechar este momento de crisis econó-
mica, que viene sintiéndose con especial fuerza en la ciudad auto-
movilística de Detroit, para reinventar de raíz la movilidad urbana 
personal. Podemos y debemos crear sistemas que nos proporcio-
nen altos niveles de movilidad, al tiempo que reducimos el consu-
mo de energía y apoyamos la transición a gran escala hacia fuen-
tes de energía más limpias, renovables y locales.
Los vehículos ligeros e inteligentes con baterías eléctricas son 
una parte obvia y esencial de dichos sistemas; la infraestructura 
para recargarlos es otra. Un tercer aspecto es la integración de 
los vehículos eléctricos y su infraestructura de recarga en peque-
ñas redes eléctricas inteligentes, para mejorar su eficiencia y 
para que sean más afines a las fuentes renovables, pero intermi-
tentes, de energía. La organización de vehículos eléctricos 
mediante sistemas altamente eficientes de movilidad bajo 
demanda es un cuarto factor. Por último, es necesario para el 
buen funcionamiento de tal estrategia contar con un poderoso 
sistema informático capaz de percibir y medir el estado del sis-
tema en todo momento, procesar grandes cantidades de infor-
mación en tiempo real, computar respuestas óptimas a las nece-
6
 
sidades y las condiciones en evolución, y controlar la opera ti- 
vidad del conjunto.
La integración de estos cinco elementos proporcionaría el fun-
damento para crear ciudades sostenibles e inteligentes. Se trata-
ría del tipo de ciudades que consiguen altos niveles de eficiencia 
operativa y, sobre todo, de eficiencia energética y reducción del 
carbono mediante respuestas optimizadas en tiempo real a las 
demandas cambiantes creadas por las actividades diarias de los 
ciudadanos y por las variaciones del clima, entre otros factores 
exógenos.
La bicicleta eléctrica GreenWheel
La bicicleta es un vehículo extraordinariamente elegante y efi-
ciente, con una huella de carbono mínima, por lo que es lógico 
que sea el punto de partida para la creación de estos sistemas. 
(Compárese un carril de bicicletas con una calzada para coches, 
o a un aparcamiento de bicicletas con otro para coches.) No obs-
tante, la bicicleta sufre algunas deficiencias evidentes. No es 
conveniente usarla con mal clima, y en muchas calles y carrete-
ras no tiene un lugar adecuado o seguro para circular. Funciona 
de maravilla cuando la gente está en forma, pero no es tan acce-
sible a los discapacitados físicos, y su manejo puede ser difícil 
en pendientes y cuando hace calor.
Sin embargo, todo esto puede superarse. En primer lugar, la 
bicicleta es un vehículo económico y hay que utilizarlo cuando el 
tiempo lo permita. No se espera que sea el único medio de trans-
porte personal, sino que forme parte de un ecosistema de vehícu-
los energéticamente eficientes y se use donde y cuando tenga 
sentido hacerlo.
El problema con las bicicletas en calles y carreteras existe 
porque las vías están predominantemente cargadas de vehículos 
mucho más grandes, rápidos y pesados. Pero esto no es algo 
GreenWheel: rueda de bicicleta 
eléctrica y modular
7
 
MOVILIZAR
inmutable. Con la estrategia que aquí propongo, los vehículos 
serían más pequeños y ligeros, y las calles y carreteras serán 
más amables para los ciclistas y peatones. Esto no ocurrirá de la 
noche a la mañana, aunque eventualmente lleguemos a un punto 
de inflexión.
Por último, hoy es posible equipar las bicicletas con sofistica-
dos sistemas de asistencia eléctricos, haciendo que sean más 
útiles y atractivas para mucha más gente. Las bicicletas eléctri-
cas no son una idea reciente: en la actualidad se venden anual-
mente millones de ellas en China. No obstante, el desarrollo y la 
convergencia recientes de varias nuevas tecnologías han abierto 
el campo a algunas poderosas alternativas de diseño.
Por ejemplo, la rueda GreenWheel fue desarrollada por el gru-
po Smart Cities del MIT Media Laboratory. Se trata de un modelo 
compacto y modular con sistema de asistencia eléctrico y frena-
do regenerativo que, además, contiene baterías de litio. Sus mar-
chas se han dispuesto de modo que reducen la masa de giro y no 
afectan a la dinámica del pedaleo.
La rueda GreenWheel es mecánica y eléctricamente autónoma, 
y puede instalarse en cualquier bicicleta estándar. No requiere el 
rediseño de la bicicleta, comprar complicados kits de instalación 
o una bicicleta nueva; basta cambiar la rueda trasera y reempla-
zarla con la GreenWheel. Así, la GreenWheel es una forma rápi-
da, fácil y económica de actualizar el parque de bicicletas exis-
tentes y una oportunidad para mejorar la funcionalidad de los 
modelos de bicicleta vigentes.
El motor eléctrico de la GreenWheel se controla digitalmente, 
lo que permite una administración precisa de la torsión. Gene-
ralmente se hace con un control inalámbrico en el manillar (como 
el acelerador de una moto), lo que permite al ciclista controlar el 
motor con una mano sin necesidad de un cable que vaya hasta 
el buje. Allí donde las normativas locales lo exijan, puede colo-
carse el cable y controlar el motor con los pedales.
En combinación con el GPS y los sensores, los controladores 
digitales de la GreenWheel son capaces de gestionar viajes ente-
ros. Pueden, por ejemplo, programarse para un nivel constante 
de esfuerzo físico durante el viaje, bien sea cuesta arriba, cuesta 
abajo o en llano. El nivel de esfuerzo puede programarse a cero 
(asistencia eléctrica total, sin pedaleo), a un nivel intermedio 
cómodo para el ciclista o al nivel necesario para un ejercicio 
serio (el motor funciona como generador y opone resistencia, 
como una máquina de ejercicios, al tiempo que se recargan las 
baterías).
GreenWheel no consume mucha electricidad y puede recargar-
se fácilmente por la noche con un enchufe estándar. También 
puede cargarse por inducción en ciertos aparcamientos especial-
mente diseñados y, cuando estos se generalicen, las bicicletas 
GreenWheel serán como cepillos de diente electrónicos: cuando 
no se usan se están recargando.
8
 
La introducción de GreenWheel es un primer paso hacia la crea-
ción de parques de vehículos para la movilidad personal. Le tec-
nología es sencilla, y los costes y riesgos mínimos. Los indivi-
duos pueden comprar la GreenWheel para su uso personal, y los 
empresarios, comerciantes y agencias gubernamentales pueden 
impulsar su aceptación instalando aparcamientos de recarga en 
los lugares adecuados.
El RoboScooter eléctrico y plegable
En muchas ciudades del mundo, los scooters son la forma más 
extendida para la movilidad personal. No son caros, tienen un 
mantenimiento sencillo y permiten velocidades más altas y car-
gas mayores que las de las bicicletas. Sus exigencias viales y de 
aparcamiento son mínimas, aunque su huella de carbono es 
mucho mayor que la de las bicicletas; no necesitan carriles 
amplios como los coches y pueden aparcarse en lugares donde 
no cabría un automóvil.
Un punto a su contra es que, a diferencia de los vehículos 
cerrados, no tienen protección contra el clima, de modo que son 
mejores para climas templados. Su protección en caso de choque 
es un poco mejor que el de las bicicletas, pero mucho menor que 
la de un coche. Además, los scooters impulsados con gasolina 
son una gran fuente de contaminación acústica en las ciudades, 
contaminación local del aire y emisiones de carbono.
Sus puntos a favor los hacen muy populares en países en vías 
de desarrollo y en ciudades europeas, donde las calles estrechas 
y la densidad de tráfico no son muy adecuadas para los coches. 
En Estados Unidos gozan de un uso limitado como formas de 
transporte personal y en las ciudades con inviernos fríos su uso 
es básicamente estacional.El RoboScooter, eléctrico y plegable, desarrollado por el grupo 
Smart Cities, saca el máximo partido de estas ventajas y reduce 
RoboScooter: scooter eléctrico 
plegable
9Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros 
 
MOVILIZAR
Comparativa entre el CityCar 
y los coches convencionales
Características del CityCar
algunos de sus inconvenientes. Tiene motores eléctricos dentro 
de las ruedas, baterías de litio y chasis de chapa de aluminio. 
Para reducir el espacio de aparcamiento al mínimo, una conside-
ración clave en los distintos contextos donde los scooters son 
populares, puede plegarse de forma muy compacta; donde no sea 
necesario, también existen modelos no plegables.
Los RoboScooters sirven como equivalentes funcionales simi-
lares a los ciclomotores de gasolina de 50 cc. También son mucho 
más sencillos (tienen unas 150 partes, en comparación con las 
1.000-1.500 de una moto de gasolina), lo que simplifica las cade-
nas de suministro y los procesos de ensamblaje, reduce los cos-
tes y facilita el mantenimiento.
Al igual que las GreenWheels, los RoboScooters pueden recar-
garse en aparcamientos. Sus baterías son lo bastante pequeñas 
como para que sean extraíbles, lo que permite recargarlas en 
casa y en máquinas dispensadoras de baterías que acepten bate-
rías descargadas para reemplazarlas por otras cargadas.
El coche eléctrico CityCar
El coche eléctrico CityCar, desarrollado por Smart Cities, se 
diseñó para cumplir de la forma más limpia y económica posible 
con las exigencias de una movilidad personal con protección cli-
mática, climatización y confort, almacenaje seguro y protección 
contra choques. Pesa unos 400 kg, se aparca en mucho menos 
espacio que un Smart Car y consume el equivalente de 1,2 a 1,5 
litros de gasolina cada 100 kilómetros. Como utiliza baterías, no 
produce emisiones por el tubo de escape.
10
 
Primeros prototipos del CityCar
La arquitectura del CityCar es radical: no tiene motor central 
ni tren motriz, sino que se impulsa con cuatro motores eléctri-
cos, uno en cada rueda, lo que además facilita un frenado 
regenerativo y maniobrable, y una suspensión y un control 
digital independiente que permite maniobrar, como girar 
sobre su propio eje (giro en O, en lugar de giro en U), moverse 
lateralmente para aparcar en paralelo o cambiar de carril 
mirando al frente.
Desplazar la propulsión a las esquinas del coche permite ocu-
par un espacio de aparcamiento mínimo, y proporciona un acce-
so frontal (puesto que no hay motor que se interponga). Esto 
cambia radicalmente su relación con las calles y las ciudades, 
porque el CityCar puede aparcarse de cara a la acera en un espa-
cio mucho menor que el de un aparcamiento típico y con densi-
dades altísimas. Es posible estacionar tres o cuatro CityCars en 
el espacio de un aparcamiento tradicional.
El compartimento delantero del CityCar aloja a los pasajeros y 
el posterior cuenta con un generoso espacio para el equipaje, 
bolsas de la compra y objetos en general. Cuando el CityCar se 
pliega, el compartimento para el equipaje queda bajo y es de fácil 
acceso.
Los CityCars tienen espacio para dos pasajeros, lo que los 
hace adecuados para la mayor parte de los desplazamientos 
urbanos. Están diseñados para trayectos intraurbanos relativa-
mente cortos entre lugares de recarga de baterías, de acuerdo 
con la capacidad de las baterías actuales, o las de un futuro 
próximo. No están diseñados para viajes entre ciudades, para los 
que existen otras tecnologías más adecuadas.
En resumen, los CityCars son más pequeños y sencillos que 
los automóviles tradicionales y, en principio, mucho más bara-
tos de fabricar. La mayor complejidad mecánica se encuentra en 
las ruedas, que pueden diseñarse con una interfaz estándar con 
el chasis, y cuyo coste puede reducirse mediante la competencia 
y la innovación, como sucedió en su momento con los discos 
duros de los ordenadores personales.
Las baterías de litio se alojan en el suelo del CityCar, dejan 
gran cantidad de espacio libre, mantenien el centro de gravedad 
bajo y facilitan su enfriamiento. Las recargas pueden hacerse 
con cargadores domésticos u otros instalados en los aparca-
mientos de los lugares de trabajo. Más interesante aún sería con-
tar con recargas automáticas en los aparcamientos, lo que podría 
11Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros 
 
MOVILIZAR
extenderse al principio de recarga utilizado por la GreenWheel y 
el RoboScooter.
Infraestructura de recarga
Obviamente, los vehículos propulsados con baterías tienen una 
autonomía limitada y, dada su densidad relativamente baja de 
energía, la autonomía tiende a ser bastante menor que la de los 
vehículos de gasolina. Por lo general, lleva más tiempo recargar 
las baterías que llenar un depósito con gasolina. Otro problema 
relacionado es el de la ansiedad que provoca la falta de autono-
mía, la preocupación de los conductores por quedarse sin bate-
ría. La infraestructura de recarga debe diseñarse con estas con-
sideraciones en mente, y las estrategias variarán según el tipo de 
vehículo.
En el caso de GreenWheel y otras bicicletas con motores de 
asistencia eléctricos, el consumo eléctrico es bajo y los trayec-
tos suelen ser cortos, de modo que no es necesario llevar gran 
cantidad de baterías que tarden mucho en recargarse. En este 
caso, la ansiedad que provoca la falta de autonomía no es un 
problema, pues siempre queda la opción de pedalear si uno se 
queda sin batería. Recargar las GreenWheels por la noche con 
cargadores económicos estándar combinado con una recarga en 
aparcamientos bastaría para satisfacer las exigencias de los 
ciclistas. La GreenWheel permite una forma económica y de 
bajo riesgo para que las ciudades y las instalaciones eléctricas 
empiecen a experimentar el uso y la gestión de una infraestruc-
tura de recarga de vehículos.
Puesto que los RoboScooters son más pesados y sirven para 
viajes más largos, su infraestructura de recarga sería un poco 
más sofisticada. No obstante, combinar la recarga en el hogar y 
el puesto de trabajo con las de los aparcamientos de recarga 
parecería suficiente. Es imposible pedalear en una moto sin 
batería ni empujarla demasiado lejos, pero existen baterías 
extraíbles de emergencia que alivian la ansiedad que provoca la 
falta de autonomía.
Los automóviles que utilizan baterías eléctricas, como el City-
Car, representan el mayor reto en términos de infraestructuras 
de recarga, pues son más grandes y pesados, necesitan mayor 
aceleración y velocidad y cubren distancias mayores. También 
es cierto que el tamaño de las baterías y la infraestructura de 
recarga cuenta con algunas serias desventajas.
Una manera tradicional de abordar el tema, como el caso del 
coche eléctrico deportivo Tesla, consistía en diseñar coches eléc-
tricos con una autonomía similar a la de un coche de gasolina, 
unos 500 km, lo que produce como resultado coches con baterías 
pesadas y extremadamente caros que no pueden satisfacer las 
exigencias de una movilidad diaria y económica a gran escala. 
De este modo se ponen en circulación grandes cantidades de 
baterías que luego deben reciclarse, y esto significa que, o bien 
12
 
los tiempos de recarga son muy largos, o hay que confiar en car-
gadores de alta velocidad muy caros.
Otra manera es el intercambio de baterías, una idea muy anti-
gua que hoy está resucitando. Un problema importante con el 
intercambio de baterías grandes y pesadas dentro y fuera de los 
coches es que requieren de un equipo mecánico complejo y 
potencialmente poco fiable para lograr su cometido. (No es como 
el intercambio manual de las baterías de un RoboScooter.) Este 
sistema de poco sirve para reducir el número de baterías en circu-
lación y confía, puede que de un modo un tanto ingenuo, en la idea 
de que los conductores observarán buenas prácticas en la ges-
tión de sus baterías,para que las que están en malas condiciones 
no se intercambien con conductores desprevenidos. También 
introduce cuestiones de responsabilidad de los productos.
Otra manera de abordar el tema pasa por utilizar vehículos 
híbridos de gran autonomía, como el Volt de General Motors, 
así como otros vehículos que reducen la necesidad de contar 
con una infraestructura de recarga, como los vehículos de gaso-
lina con baterías. No obstante, son caros y pesados en compara-
ción con los CityCars, siguen dependiendo del petróleo y emiten 
gases de efecto invernadero.
Creo que una alternativa más atractiva consiste en propor-
cionar aparcamientos de recarga automáticos en muchos luga-
res. Si asumimos que los trayectos urbanos son relativamente 
cortos y que los vehículos se aparcan el suficiente tiempo entre 
trayectos como para poder recargarse, esto proporcionaría una 
mayor autonomía dentro de las áreas urbanas. Esto significa-
ría que los conductores ya no tendrían que preocuparse por lle-
nar sus depósitos, enchufar sus coches o quedarse sin batería. 
Esta opción sacaría gran parte del equipo pesado fuera del vehí-
culo para alojarlo en una infraestructura fija, de modo que ya no 
hay que cargar con él. La infraestructura de recarga puede 
Aparcar los CityCars
13Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros 
 
MOVILIZAR
implementarse gradualmente, comenzando por lugares con una 
gran demanda y, con el tiempo, llevarse a otros sitios con menor 
demanda.
Esto aumenta el coste total de la infraestructura, puesto que 
se necesitan más puntos de recarga, y quizá otros más caros para 
los de alta velocidad. A diferencia de las recargas domésticas por 
la noche, la responsabilidad de la inversión en infraestructura 
de recarga recae en el sector público, empresas, comercios y ope-
radores de los aparcamientos privados. Incluso, con un modelo 
de negocios adecuado, podrían ser las compañías eléctricas las 
que asumieran los costes.
Este cambio sería razonable: al fin y al cabo, la inversión 
pública en infraestructuras de recarga sería análoga a la de las 
obras públicas –puentes, carreteras y autopistas– que permi-
tieron adoptar los automóviles de gasolina a gran escala en las 
primeras décadas del siglo xx. Permite una vía para que la 
inversión pública impulse un cambio hacia una economía eco-
lógica y limpia. A nivel municipal, la inversión en estructuras 
de recarga puede suponer una ventaja competitiva para una 
ciudad. Para los comercios es otra forma de atraer comprado-
res, y a los operadores de aparcamientos les permite un valioso 
servicio adicional. Finalmente, y desde la perspectiva de las 
compañías eléctricas, la recarga automática y en todas partes 
permitiría la integración de una gran capacidad de almacenaje 
para baterías a la red.
Integración de los vehículos eléctricos 
y de las redes eléctricas inteligentes
Puesto que la demanda eléctrica fluctúa, el abastecimiento de 
electricidad debe satisfacer siempre la demanda, y generalmente 
las redes no cuentan con la capacidad de almacenaje necesaria 
para amortiguar las caídas en la oferta; equilibrar la carga de las 
redes eléctricas es un problema ya conocido. Normalmente exis-
te un componente de carga base que puede satisfacerse eficaz-
mente con generadores permanentes, pero más allá de eso hay 
una carga fluctuante que solo puede satisfacerse mediante el 
recurso costoso de mantener una capacidad de reserva en línea, 
o fuera de ella, según las necesidades.
Las fuentes de energía limpias y renovables, pero intermiten-
tes, como las placas solares y las turbinas eólicas, exacerban el 
problema al introducir fluctuaciones descontroladas en el sumi-
nistro, pues el sol no siempre brilla ni el viento sopla cuando se 
necesita electricidad.
Sin embargo, el uso a gran escala de vehículos con baterías 
eléctricas (sobre todo automóviles) junto con un servicio de recar-
ga ubicuo y automático, introduce una gran capacidad de alma-
cenaje para las baterías en red. En principio, esto puede utilizar-
se para mantener la oferta y la demanda en equilibrio. Cuando la 
carga de la red sea baja y los vehículos tengan que recargarse, 
14
 
podrán transferir electricidad para la recarga desde la red. 
Inversamente, cuando la carga de la red sea alta y los vehículos 
tengan acceso a la energía almacenada, podrán transferir ener-
gía de vuelta a la red. Esta no es la única ventaja de contar con 
una red: la capacidad de carga de estas baterías también puede 
utilizarse para regular la frecuencia y el voltaje, con lo que mejo-
raría la calidad del suministro eléctrico.
Este tipo de sistema puede gestionarse de manera óptima 
mediante tarifas dinámicas. Así, cuando la demanda general eléc-
trica sea alta, los precios subirán y harán que los vehículos ven-
dan energía; e inversamente, cuando la demanda sea baja, los 
precios caerán y harán que los vehículos la compren. Los vehícu-
los inteligentes pueden programarse con estrategias que optimi-
cen el consumo de electricidad y que tengan en cuenta sus patro-
nes de uso para reducir los costes de energía totales en un 
determinado período de tiempo.
Esto resulta imposible con las antiguas redes eléctricas que 
aún operan en la mayor parte del planeta, pero es posible con 
las nuevas redes inteligentes. Estas facilitan información sobre 
la red de suministro, y permiten una medición mucho más 
sofisticada en los edificios y en los puntos de recarga, un flujo 
de electricidad en ambos sentidos (los edificios y los puntos de 
recarga son puntos de consumo eléctrico, pero pueden ser tam-
bién puntos de producción y almacenaje de electricidad) y de la 
tarifación dinámica que se requeriría para una gestión más 
efectiva.
Esto también permitiría una red que dependa menos de gran-
des generadoras centralizadas y más de fuentes descentraliza-
das. Los edificios pueden comenzar a integrar paneles solares, 
turbinas eólicas y los llamados sistemas micro-CHP (que combi-
nan calor y energía) de un modo más efectivo. Puede lograrse una 
gran eficiencia mediante la correcta combinación de redes inteli-
gentes, fuentes sostenibles descentralizadas y capacidad de car-
ga de las baterías de los vehículos eléctricos.
A menudo se objeta que los vehículos eléctricos ligeros y efi-
cientes consumen muy poca electricidad, de modo que tienen 
costes operativos tan marginales que la fluctuación de los pre-
cios no es lo suficientemente motivante como para revender 
energía a las compañías eléctricas. ¿Por qué simplemente acu-
mularla para contar con la mayor autonomía posible en cual-
quier momento? No obstante, con sistemas de recarga ubicuos, 
la motivación para acumularla se reduciría. Lo que es más, las 
pequeñas diferencias de precios multiplicadas por grandes can-
tidades de vehículos eléctricos representan cantidades signifi-
cativas de dinero, lo que se traduce en que los operadores de los 
parques de vehículos, como quienes operan los sistemas de 
movilidad bajo demanda, tendrán una motivación para desarro-
llar estrategias de recarga óptimas y que respondan a la fluctua-
ción de los precios.
15Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros 
 
MOVILIZAR
Sistemas de movilidad bajo demanda
Los vehículos eléctricos inteligentes –GreenWheels, RoboScoot-
ers o CityCars– pueden comercializarse como productos atracti-
vos para los consumidores, pero también utilizarse para lanzar 
nuevos tipos de servicios de movilidad bajo demanda que permi-
tan viajar de forma conveniente entre diferentes puntos de las 
zonas urbanas, ya que permiten frecuencias de uso del vehículo 
muy altas y amplían la disponibilidad para quienes no puedan, o 
no quieran, tener sus propios vehículos. Esta categoría de usua-
rios incluye visitantes esporádicos, que por lo general no llevan 
sus vehículos consigo, conductores ocasionales que no amorti-
zan el coste de la compra de un vehículo, o quienes no tienen 
donde aparcaro no quieren tener la responsabilidad ni la carga 
de tenerlo y mantenerlo.
Los sistemas de bicicletas tradicionales (no eléctricas) a gran 
escala –como Vélib’ en París, Vélov en Lyon, Bícing en Barcelona 
y Bixi en Montreal– ya han demostrado la viabilidad de este tipo 
de movilidad. En estos sistemas, los aparcamientos de bicicletas 
se distribuyen por toda la ciudad de modo que los usuarios nun-
ca tengan que caminar demasiado hasta ellos. Para hacer el via-
je, el usuario va caminando a un aparcamiento cercano, pasa una 
tarjeta que le permite desbloquear una bicicleta. Una vez cerca 
de su destino, busca otro aparcamiento donde dejar la bicicleta y 
camina lo que sea necesario.
La sustitución de vehículos y bicicletas ligeros y eléctricos 
aumenta la autonomía y utilidad de estos sistemas que están 
disponibles para mayores cantidades de personas. En el caso de 
las GreenWheels, se requiere de poca infraestructura adicional, 
ya que los aparcamientos tradicionales de bicicletas públicas 
necesitan conexión a la red eléctrica y de datos, y adaptarlas 
para recargar baterías resultaría bastante fácil.
Aparcamientos de recarga 
automática de CityCars
16
 
Puesto que la compra de lugares para puntos de recogida y 
entrega de vehículos provistos de suministro de energía son 
temas clave para implementar los sistemas de movilidad bajo 
demanda, tiene sentido comenzar con un sistema relativamente 
simple y de baja inversión como el GreenWheel, pues sienta las 
bases para más tarde expandir el sistema para incluir motos o 
coches.
La teoría de ubicación de tiendas sugiere que cuando los pun-
tos de recogida y entrega tienen la misma capacidad, deben ser-
vir a poblaciones iguales. Esto significa que deben situarse cerca 
los unos de los otros en zonas de alta densidad demográfica e, 
inversamente, que los puntos de recogida y entrega pueden espa-
ciarse a distancias similares que vienen determinadas por dis-
tancias cómodas recorribles a pie que varían según la densidad 
de población.
Una vez establecidos y desplegados los puntos de recogida y 
entrega, el principal reto de la gestión de los sistemas de movili-
dad bajo demanda pasa por mantener el sistema en equilibrio. 
En la extensión del sistema, la demanda de vehículos, expresada 
por clientes que buscan recoger o dejar vehículos, varía de un 
lugar a otro y a través del tiempo. De forma similar varía la ofer-
ta de vehículos y aparcamientos, que queda expresada por la 
cantidad de vehículos disponible en los lugares de recogida. La 
tarea consiste en mantener un equilibrio entre oferta y demanda, 
de modo que los consumidores no tengan que esperar tiempos 
inaceptables para coger o dejar un vehículo, y que la cantidad 
requerida para conseguir dicho equilibrio sea mínima.
La dificultad de este equilibrio depende de la distribución de 
la demanda en el espacio y el tiempo. Allí donde los puntos de ori-
gen y destino se distribuyan aleatoriamente, puede esperarse 
que el sistema se autoorganice al mantener los vehículos equita-
tivamente distribuidos en la zona de servicio; sin embargo, allí 
donde la demanda sea alta y sesgada –por ejemplo, trayectos 
mayoritariamente por las mañanas y las tardes–, mantener el 
sistema en equilibro cuesta dinero y esfuerzo.
Una forma de equilibrar el sistema consiste en trasladar los 
vehículos desocupados allí donde se necesiten (por ejemplo, car-
gar bicicletas en una camioneta). Esto puede llevarse a cabo muy 
temprano por la mañana, para dejar que se vaya desequilibrando 
durante el día y volverlo a hacer al final de la tarde. Los vehícu-
los también pueden trasladarse de manera continua, restable-
ciendo el equilibrio parcialmente y a intervalos cortos. En cual-
quier caso, el equilibrio resulta más fácil cuando hay reservas de 
vehículos y de aparcamientos en el sistema que absorban des-
equilibrios menores.
Otro sistema consiste en explorar las elasticidades tempora-
les y las ubicaciones de los trayectos, gestionando la demanda 
mediante tarifas variables. Con esta estrategia, resulta más caro 
recoger vehículos en lugares con demanda alta, y más barato 
17Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros 
 
MOVILIZAR
devolver el vehículo en aparcamientos con mayor demanda. Las 
fluctuaciones de los precios modifican los patrones de conducta 
del consumidor que mantiene la oferta y la demanda en equili-
brio, de modo que el coste de equilibrar el sistema ya no implica 
trasladar vehículos desocupados, sino proveer los incentivos de 
precio necesarios.
Todas estas estrategias requieren del soporte de una sofistica-
da red de información, ya sea para el cobro de las tarifas a los 
consumidores o para monitorizar la distribución de los vehícu-
los y aparcamientos del sistema y rastrear las recogidas y entre-
gas en tiempo real. El sistema también debe computar estrate-
gias óptimas de equilibrio y efectuar ajustes de precio o enviar a 
las camionetas instrucciones para el traslado y redistribución.
Los sistemas de movilidad bajo demanda pueden y deben 
coexistir con vehículos privados. Mediante el uso de estándares 
apropiados y de una tecnología de la información adecuada, pue-
den compartir aparcamientos e infraestructuras de recarga. 
Dicho sistema conjunto tiene mayores oportunidades de ser 
efectivo, satisfacer todos los aspectos de la demanda y facilitar 
economías de escala tanto en la oferta de vehículos como en el 
desarrollo de su infraestructura.
Computación interna: 
un sistema nervioso urbano en tiempo real
Una tarea fundamental del sistema computacional interno que 
existe en los sistemas de movilidad eléctrica bajo demanda inte-
grados a redes inteligentes consiste en rastrear los recursos 
(electricidad, vehículos y aparcamientos) en tiempo real. Los 
medidores inteligentes pueden rastrear el consumo de electrici-
dad en edificios y puntos de recarga, así como su retorno de sumi-
nistro eléctrico a la red. Las cargas del sistema de movilidad pue-
den monitorizarse mediante el registro electrónico de recogidas 
4'-11" (1500 mm)8'-2" (2500 mm)
4'
-1
1"
 (1
50
0 
m
m
)
24'-6" (7567 mm) 
8'
-0
" 
(2
43
8 
m
m
) 
Folded CityCar vs. conventional 4-door sedan 
Parking ratio = 3.3 : 1 
15'-7" (4445 mm)
5'
- 
8"
 (1
72
4 
m
m
) 
CityCar (unfolded) CityCar (folded)
Comparativa de la densidad 
de plazas de aparcamiento 
entre los CityCars y los coches 
convencionales
CityCar 
(desplegado)
CityCar 
(plegado)
250 cm 150 cm
15
0 
cm
24
4 
cm
444 cm757 cm
17
2 
cm
18
 
y entregas, y el abastecimiento oscilante de vehículos y aparca-
mientos en los puntos de movilidad bajo demanda.
La gestión de alto nivel pasa por organizar la oferta de electri-
cidad, vehículos y aparcamientos de modo que satisfaga una 
demanda distribuida desigualmente en el espacio y en el tiempo. 
Se trata de un complejo problema de gestión de flujo y stock a gran 
escala. En cualquier momento se puede conocer la carga eléctri-
ca depositada en las baterías de los vehículos, los vehículos dis-
ponibles en los puntos de recogida y los aparcamientos disponi-
bles en los puntos de entrega. Se producen transferencias de 
electricidad dentro y fuera de las baterías y de los vehículos 
entre puntos de acceso. Las direcciones, magnitudes y frecuen-
cias de estas transferencias son controladas por indicadores de 
precios que establecen los bucles de retroalimentación en tiem-
po real. La idea consiste en regular el sistema de manera óptima 
mediante dichos bucles.
El sistema de movilidad debería poner a disposición del usua-
rio, bajo demanda real, un vehículo cargado en un punto de reco-
gida donde y cuando lo necesite. Para la empresa de electricidad, 
el sistema debe conseguir esto de la forma más económica posi-
ble y con un mínimo de emisiones de carbono. Para el operador 
del sistema de movilidad bajo demanda, este debe funcionar con 
el menor número posible de aparcamientos y vehículos.El primer reto informático en este caso es la escala del proce-
sado de datos: el sistema debe recoger gran cantidad de informa-
ción, organizarla en bases de datos y extraer de estas información 
útil para la gestión, todo ello bajo restricciones de tiempo extre-
mas. El segundo reto es el de la optimización: con los datos reco-
gidos, el sistema debe computar estrategias óptimas de coste 
para los recorridos de la electricidad y de los vehículos en un 
determinado plazo de tiempo. El tercer reto consiste en conse-
guir un control disperso. El sistema debe enviar tarifas de pre-
Posibilidades que permite 
el aparcamiento de los CityCars 
en las calles
Typical Manhattan block (86 parking spaces)
Figure 9.21
CityCar parking with 8 stations with 12 cars each (96 cars)
Typical Manhattan block (86 parking spaces)
Figure 9.21
CityCar parking with 8 stations with 12 cars each (96 cars)
19Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros 
 
MOVILIZAR
Figure 6.8 Charging station distribution
Labels: 
Helvetica Neue 55 Roman, 8 pt
Helvetical Neue 55 Roman, 6pt (subtext)
Gray: K=30
Pantone: 
Pantone 320 EC 
C50, M00, Y20, K00
C15, M00, Y05, K00
0 1 5 mi
Transit node recharging Roadway recharging Home rechargingUbiquitous parking space recharging
Figure 8.66 Taipei MoD
Labels: 
Helvetica Neue 55 Roman, 8 pt
Helvetical Neue 55 Roman, 6pt (subtext)
Gray: K=30
Pantone: 
Pantone 320 EC 
C50, M00, Y20, K00
C15, M00, Y05, K00
0 1 5 mi
Subway station MoD station Urbanized area
Posible distribución de los distintos 
tipos de puntos de recarga 
en Boston
Posible distribución de movilidad 
bajo demanda en distintos puntos 
de acceso de Taipéi
Zona urbanizadaAparcamiento 
subterráneo
Estación de 
movilidad 
bajo demanda
Nodo de recarga 
para tránsito
Aparcamiento 
de recarga
Recarga en 
carretera Recarga en casa
20
 
Propuesta para un sistema 
de movilidad bajo demanda para 
el centro histórico de Florencia
cios a cientos de miles de edificios y vehículos dispersos en la 
zona de servicio del sistema.
Estos retos no son insalvables, pero sí importantes, y se cuen-
ta con muy poca experiencia práctica en la construcción y opera-
ción de este tipo de sistemas a gran escala.
Conclusión: ciudades inteligentes sostenibles para el siglo xxi
Las estrategias aquí descritas logran una integración eficiente 
de los sistemas energéticos y de movilidad más importantes por 
el uso de vehículos ligeros y energéticamente eficientes, inteli-
gencia ubicua, redes digitales y control en tiempo real. Son tec-
nológicamente viables, proporcionan grandes beneficios soste-
nibles e inician un proceso de transformación de las ciudades en 
sistemas más análogos a la aeronáutica y la ingeniería aeroes-
pacial modernas, los coches de carreras y las plantas de proce-
sado químico; es decir, sistemas sensibles de alto rendimiento 
que dependen de las capacidades avanzadas de control en tiem-
po real.
Figure 9.22 Florence MoD
Labels: 
Helvetica Neue 55 Roman, 8 pt
Helvetical Neue 55 Roman, 6pt (subtext)
Gray: K=30
Pantone: 
Pantone 320 EC 
C50, M00, Y20, K00
C15, M00, Y05, K00
0 0.2 1 mi
Underground parking garage MoD station City center within the old city wall Civic structure Plaza Green spaceEspacio verdeAparcamiento subterráneo
Estación de 
movilidad 
bajo demanda
Edificio cívico Equipamentos públicos Plaza
21Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros 
 
MOVILIZAR
Movilidad sostenible en acción
Federico Parolotto
La propagación aparentemente descontrolada del automóvil en 
todo el mundo está afectando al tejido urbano. Conducir por las 
periferias de ciudades como Boston, Milán, Trípoli, Mascate y 
Pekín se ha convertido en una experiencia similar, con edificios 
desparramados por grandes espacios, demasiado alejados como 
para incentivar la conectividad peatonal, pero con una densidad 
insuficiente como para permitir un transporte público efectivo.
El crecimiento informal de las ciudades determinado por la 
accesibilidad del coche –tan claramente descrito en el caso del 
norte de Italia por Stefano Boeri–1 es un aspecto común a la gran 
mayoría de las urbanizaciones del mundo, sobre todo en los lla-
mados países emergentes. Conducir del centro de Trípoli a Túnez, 
por ejemplo, es una experiencia que impresiona: el intenso tráfi-
co queda limitado por una franja continua de edificios desperdi-
gados a lado y lado de la carretera, edificios a los que solo puede 
accederse con coche y que no estaban ahí hace apenas diez años. 
Se trata de un fenómeno cada vez más extendido, debido al 
aumento del parque automovilístico del país.
Lo que el visionario libro Transport for a Sustainable Future 
de John Whitelegg describió como un triste escenario futuro está 
convirtiéndose en realidad desde hace apenas un par de décadas. 
Whitelegg sostenía que el coche era un problema que iba más 
allá de las emisiones de CO2:
El automóvil consume ingentes cantidades de energía en su fabri-
cación, se utiliza solo un 5 % del tiempo, y cuando está en uso lo 
ocupan una media de 1,2 personas. Genera enormes problemas en 
la eliminación de residuos, algo especialmente grave en el caso de 
los neumáticos, los sistemas de escape y las baterías. Se fabrica y 
se vende sobre la base de que las ciudades se mueven a menos de 
50 km/h, y produce un enorme daño ambiental al contar con autopis-
tas, aparcamientos y artefactos que producen aún más coches […]; 
el transporte motorizado produce graves efectos sobre la salud, Carretera entre Trípoli y Túnez
22
 
desde los accidentes de tráfico y la pérdida de independencia de los 
niños, hasta la destrucción de las comunidades como resultado de 
la construcción de carreteras.2
Whitelegg argumenta que la cultura del transporte privado es un 
proceso insostenible; cómo nos movemos y cómo conformamos 
nuestro territorio determina patrones insostenibles de viaje y 
consumo de energía:
Todavía no existe algo parecido a un coche ecológico […]. Los vehícu-
los de cero emisiones, cero consumo de combustible y un impacto 
prácticamente nulo sobre los peatones, los ciclistas y la población 
de las ciudades podrán ser ecológicos, pero para ello bien podría-
mos redescubrir el ir en bicicleta y a pie.3
Mi trabajo siempre se ha centrado en la movilidad sostenible, 
desde posiciones más tradicionales a otras más radicales. Creo 
que el patrón de usos, la densidad y distribución de los edificios 
llevan incorporado un patrón de movilidad, de ahí que mi méto-
Sección de la ciudad de Masdar
Distancia entre distintos destinos 
dentro de Masdar
Prototipo de tránsito rápido 
personal (PRT)
Parada de PRT
Parada de PRT
Espacio verde público
Parque público
School
Centro vecinal
Lugar de culto
Parque de juegos
Lugares de trabajo
Tiendas
500 m
bicicleta
150 m
caminatas de 
2-3 min
Escuela
PPararaadda a dde e PRPRTT
PPaararaddaa dde e PRPRTT
EsEsppacio verde acio verde ppúúblicblicoo
PaParrqqueue púpúblicblicoo
ScScScScScSScScScSccScScScSccccScScScScSccScccSccScSccScccScScSccScScScScScScSccScccSccccccSccccccccccccScccchohhohohohohohohohohohohohohohohohhhohohohohohohohohohohohohohohoohohohohohoohoohohohhohooohohohohhohohhohhohohhooohhohoooooloooooooooooooooooooooooooooooooooo
CCentro vecinentro vecinaall
LuLuggar de cultoar de culto
PPaarqrqueue dde e jjuueeggosos
LLugares ugares dde trae trabbaajjoo
TiendaTiendass
550000 mm
bibicciicclletaeta
115500 mm
ccamamiinatanatass dde e 
22--3 3 mminin
EsEscuecuellaa
23
 
MOVILIZAR
do haga hincapié en tratar de evitar que los planes determinen 
modos de urbanización orientados hacia los automóviles o, 
cuando menos, que reduzcan los efectos del transporte privado. 
No obstante, a menudo resulta frustrante intentar que los pro-
motores y las autoridades locales se salgan de una cultura del 
automóvil que exige fluidez en el tráfico y rara vez consideranla 
necesidad de reducir sus emisiones y de generar entornos agra-
dables y seguros para peatones y ciclistas.
No obstante, está apareciendo una forma nueva de pensar 
gracias a promotores más informados, que se inclinan por un 
desarrollo urbano más sostenible, con usos de terrenos mix-
tos, conexión con el transporte público y restricciones en el 
uso del coche. Todo ello tiende a generar “lugares mejores” y, 
por ende, aumenta las posibilidades de retorno de la inver-
sión. En años recientes, he trabajado en diversos proyectos que 
hacen especial hincapié en la sostenibilidad, como Burnby en 
Praga, diseñado por Asymptote y CMA; Canal City en Dubái, de 
KPF; y el más radical de todos, Masdar en Abu Dabi, de Foster + 
Partners.
Actualmente en construcción, Masdar constituye un esfuerzo 
por crear el primer proyecto del mundo con cero residuos y car-
bononeutral. El proyecto fue concebido libre de automóviles des-
de un inicio, lo que convierte a Masdar en la primera iniciativa 
que desarrolla un tejido urbano capaz de albergar a 70.000 per-
sonas durante el día sin permitir que los coches circulen. La 
solución pasa por concentrar los usos de los terrenos dentro un 
área densa de 1,5 km2. El acceso se efectúa mediante transporte 
privado, pues Abu Dabi apenas cuenta con transporte público, 
aunque en el futuro será diferente. Un sistema de tren ligero 
conecta la ciudad con zonas más residenciales de Al Raha, y más 
adelante conectará con una conexión subterránea, una flota de 
autobuses y otros vehículos colectivos. El ambicioso objetivo 
consiste en lograr que un 40 % del acceso se produzca con trans-
porte privado y el resto con transporte público.
Si uno llega en transporte privado, puede aparcar en uno de 
los nueve aparcamientos perimetrales. Si uno vive dentro, se le 
permitirá llevar el coche hasta la zona “amurallada” de la ciu-
dad. Si uno llega en autobús o en otro vehículo colectivo, la para-
Ubicación de los aparcamientos de 
Masdar: el ferrocarril ligero se para 
dentro de la ciudad; recorridos 
del PRT bajo la cubierta de 
los aparcamientos
24
 
1 Véase: Boeri, Stefano; Lanzani, Arturo 
y Martini, Edoardo, Il territorio che cambia: 
ambienti, paesaggi e immagini della 
regione milanese, Abitare Segesta, Milán, 
1993.
2 Whitelegg, John, Transport for a Sustain­
able Future: The Case for Europe, Wiley, 
Londres, 1993, pág. 3. 
3 Ibíd.
da te deja en la planta baja del aparcamiento. Si se accede con un 
tren ligero, podrá entrarse directamente al centro.
El elemento más innovador de Masdar es su sistema de tránsi-
to rápido personal (PRT), que consta de vehículos completamente 
automatizados para acceder a la ciudad desde el aparcamiento y 
desplazarse por su interior. El sistema representa un verdadero 
avance en el mundo del transporte. La red, de 38 km de longitud, 
tendrá una flota de 1.800 vehículos y 87 paradas de pasajeros, 
además de unas 120 paradas de carga que permiten la distribu-
ción generalizada de productos. La tecnología PRT es relativa-
mente sencilla y se basa en motores eléctricos que funcionan con 
baterías de litio. La complejidad radica en el sistema de control 
del vehículo, que se aloja en su parte inferior, para poder escoger 
aparcamientos, recorridos, recargas, etc.
La estrategia de transporte de Masdar intenta alejarse del sis-
tema de transporte tradicional y sustituirlo por un sistema bajo 
demanda que permita un servicio casi de puerta a puerta: una 
innovación en el mundo del transporte y puede que un primer 
paso hacia un futuro mejor.
25Movilidad sostenible en acción
 
MOVILIZAR
Sostener la ciudad 
ante la marginalidad avanzada
Loïc Wacquant
En su esfuerzo por abordar las formas emergentes de relegación 
urbana –tan solo para contener sus efectos sociales perturbado-
res y sus repercusiones políticas negativas–, las naciones Esta-
do se enfrentan a una decisión política con tres alternativas. La 
que se imponga en la Unión Europea decidirá, en gran medida, el 
tipo de sociedad supranacional en la que esta vaya a convertirse.
La primera opción, que representa una suerte de punto medio 
inmóvil, consiste en parchear y reestructurar los programas exis-
tentes del Estado de bienestar para apoyar o rearmar a la pobla-
ción marginada. Así, por ejemplo, podría ampliarse la cobertura 
médica, reforzar los programas de emergencia como el SAMU 
(los equipos de “obra social de crisis” franceses para los indigen-
tes, que siguen los modelos de los equipos de emergencia médi-
cos) mediante la “activación” de programas de asistencia para 
convertirlos en canales para la capacitación y el empleo, o per-
mitir a los destinatarios de los paquetes de asistencia pública 
que combinen trabajo y asistencia durante un período estableci-
do (para acabar con los “agujeros negros de pobreza”), por no 
mencionar la movilización de las redes de las ONG.
Resulta obvio que esta primera solución no está resultando 
efectiva, o los problemas que presenta la marginalidad avanzada 
no serían hoy tan acuciantes y su acumulación en los rincones 
más desposeídos de la ciudad se habría atajado, cuando no inver-
tido. Podría incluso decirse que, al verse desprovistas de una 
filosofía clara y al operar cada vez más a escala subnacional (es 
decir, a escala regional, municipal o de barrio) y en parte subcon-
tratado a las ONG, estas respuestas fragmentarias y provisiona-
les a las perturbaciones recurrentes causadas por la polarización 
urbana desde abajo pueden contribuir a perpetuar la situación a 
medida que aumenta la cacofonía burocrática y la ineficiencia 
del Estado, lo que solo puede socavar la legitimidad del enfoque 
social de la pobreza a largo plazo.
La segunda solución, regresiva y represiva, es criminalizar la 
pobreza mediante la contención punitiva a los pobres, concen-
trados en barrios cada vez más aislados y estigmatizados, o bien 
en las cárceles. Esta es la vía que ha elegido Estados Unidos 
como secuela de las revueltas de los guetos durante la década de 
1960 y como reacción ante la inseguridad generalizada de las dos 
décadas siguientes.1 No es casual la tremenda expansión de las 
cárceles y los correccionales estatales de Estados Unidos. La 
población presa del país se ha cuadriplicado en el último cuarto 
26
 
de siglo y las cárceles han pasado a ser el tercer mayor emplea-
dor del país, aun cuando los índices de criminalidad siguen sien-
do más o menos constantes. Y ello ha ocurrido coincidiendo jus-
tamente con un aumento del desempleo y del empleo precario 
(temporal), así como con recortes en los servicios públicos y 
cuando el gueto estaba explotando por las presiones combina-
das de la movilización de la población afroamericana, la desin-
dustrialización y las políticas públicas de abandono urbano. En 
efecto, la atrofia del Estado social y la hipertrofia del Estado 
penal en Estados Unidos son dos transformaciones complemen-
tarias y correlativas que participan de la institución de un nuevo 
gobierno de la miseria. Este último impondría un trabajo pagado 
deslocalizado como norma de ciudadanía para las clases bajas y 
proporcionaría un sustituto funcional del gueto como mecanis-
mo de control racial.
Aunque el celo con el que Estados Unidos abrazó esta “solu-
ción” a la polarización social y la escala a que la implementó son 
realmente excepcionales,2 la tentación de apoyarse en las insti-
tuciones policiales, judiciales y penitenciarias para controlar los 
efectos de la inseguridad social generada por la expansión de la 
precariedad laboral y el recorte del bienestar social están pre-
sentes en toda Europa. Esto puede constatarse con solo observar 
cuatro aspectos muy arraigados de la evolución penitenciaria en 
el continente europeo:
1. El espectacular aumento de los índices de encarcelamiento 
entre la mayoría de los países miembros de la Unión Europea en 
las últimas dos décadas:3 entre 1983 y 2000, la tasa creció de 70 a 
95 convictos porcada 100.000 habitantes en Francia, de 73 a 93 
en Italia, de 87 a 124 en Reino Unido, de 28 a 90 en los Países 
Bajos, de 37 a 114 en España.
2. La enorme representación de inmigrantes no europeos y 
gente de color entre la población presa, así como traficantes y 
drogadictos, vagabundos, enfermos mentales y otros desechos 
del mercado laboral. Así, en 1997, más de un tercio de la pobla-
ción encarcelada en Alemania, Bélgica y los Países Bajos, y casi 
un cuarto en Francia, Italia y Austria (aunque solo comprendían 
entre un 2 y un 8 % de la población de estos tres países) estaba 
compuesta de extranjeros.
3. La superpoblación de los centros penitenciarios reduce la 
detención a su cruda función de almacén de indeseables. En 
1997, más de un tercio de las cárceles de Francia y Bélgica y la 
mitad de las de Italia y España se encontraban en una situación 
de “superpoblación crítica” (con una cantidad de reos que exce-
día en un 20 % su capacidad). La congestión en el confinamiento 
se traduce en una reducción del espacio habitable y privado, el 
deterioro de las condiciones sanitarias y médicas, el aumento de 
la violencia y el suicidio, la falta de ejercicio y programas educa-
tivos, y en mayores dificultades para formarse con miras a la 
reinserción social.
27
 
MOVILIZAR
4. El endurecimiento generalizado de las políticas penales, 
que se inclina más abiertamente hacia la incapacitación a expen-
sas de la rehabilitación, se guía tácitamente por el principio de 
“menor elegibilidad”,4 incluso cuando esto contravenga grave-
mente los esfuerzos por reducir la reincidencia después de la 
puesta en libertad.
Algunos cambios recientes en el discurso público sobre el desor-
den urbano ponen de manifiesto una deriva similar hacia un tra-
tamiento penal de la pobreza y de las dislocaciones que, paradó-
jicamente, emergen al truncarse las capacidades económicas y 
sociales del Estado. De ahí que uno se vea tentado a diagnosticar 
que en Europa se está produciendo una convergencia a la baja en 
el frente social, que a su vez comportaría una mayor desregula-
ción del mercado laboral y la reducción paulatina de las garan-
tías colectivas. En consecuencia, cabe esperar una armonización 
al alza en el frente penal, alimentado por la nueva explosión de la 
inflación carcelaria en todo el continente.5
Pese a los enormes costes sociales y económicos que implica el 
confinamiento masivo de los pobres y la población perturbada, 
el encarcelamiento sigue siendo una alternativa seductora y un 
recurso temporal para atajar los conflictos urbanos, que cada 
vez son más, incluso en las sociedades más tolerantes e igualita-
rias de los países nórdicos.6 Pero al margen de los grandes obstácu-
los políticos y culturales que se interponen en el camino de un 
encarcelamiento total de la miseria en los Estados europeos 
socialdemócratas o cristianodemócratas, y al margen también del 
desafío que supone a los valores cívicos del conjunto de la pobla-
ción, la encarcelación punitiva deja intactas las raíces de la nueva 
marginalidad. Con esto quiero decir que está destinada al fraca-
so a largo plazo, lo que apunta a una tercera respuesta progresi-
va a la polarización urbana desde abajo: la reconstrucción ofen-
siva del Estado social. Según esta alternativa, el Estado adaptaría 
su estructura y sus políticas a las condiciones económicas emer-
gentes, la transformación de las formas de familia y las relacio-
nes de género, así como de las nuevas aspiraciones sociales para 
participar en la vida colectiva.7
Innovaciones radicales como la institución de un “salario ciu-
dadano” (ingresos mínimos para todo el mundo, sin restriccio-
nes) separarían la subsistencia del trabajo. Es necesario instau-
rar una educación gratuita y una capacitación laboral vitalicias, 
y una garantía de acceso universal a los tres bienes públicos fun-
damentales –vivienda, salud y transporte– para ampliar la esfe-
ra de los derechos sociales y contener los efectos dañinos de la 
fragmentación del trabajo remunerado.8 Al fin y al cabo, esta ter-
cera opción es la única respuesta viable al reto histórico que la 
marginalidad avanzada presenta a las sociedades democráticas 
en el umbral del nuevo milenio.
28
 
Este texto es un extracto del artículo 
“Logics of Urban Polarisation from Below”, 
publicado en Urban Outcasts: A Compara­
tive Sociology of Advanced Marginality, 
Polity Press, Cambridge (Mass.), 2008.
1 Tonry, Michael, Malign Neglect –Race, 
Crime, and Punishment in America, Oxford 
University Press, Nueva York, 1995; 
Wacquant, Loïc, Punishing the Poor: The 
Neoliberal Government of Social Insecu­
rity, Duke University Press, Durham/Lon-
dres, 2009 (versión castellana: Castigar a 
los pobres: el gobierno neoliberal de la 
inseguridad social, Gedisa, Barcelona, 
2010). 
2 Con 710 reclusos por cada 100.000 
habitantes en 2000, Estados Unidos ha 
pasado a ser el líder mundial en materia de 
encarcelamientos. Proporcionalmente 
hablando, recluye entre cinco y doce veces 
más personas que los países de la Unión 
Europea (cuando la Unión Europea con-
taba quince miembros), aunque esta tenga 
niveles de criminalidad (sin contar el homi-
cidio) similares a los estadounidenses.
3 Las siguientes estadísticas se han tomado 
de las ediciones del Statistique pénale 
annuelle du Conseil de l’Europe, publicado 
por el Consejo de Europa de Estrasburgo 
durante los años que aquí se tratan.
4 Aplicado a la esfera penal, el criterio de 
Bentham de “menor elegibilidad” (formu-
lado inicialmente en 1796 e introducido 
durante la hambruna irlandesa de 1840 
para individuos que requerían beneficen-
cia) estipula que la situación del convicto 
más favorecido debe siempre ser menos 
deseable que la del obrero “libre” menos 
favorecido, para no incitar a los trabajado-
res al crimen y a mejorar su condición 
mediante el encarcelamiento.
5 Wacquant, Loïc, Les Prisons de la 
misère, Raisons d’Agir, París, 1999 (versión 
castellana: Cárceles de la miseria, Alianza, 
Madrid, 2001). 
6 Christie, Nils, “Eléments de géographie 
pénale”, Actes de la recherche en scien­
ces sociales, núm. 124, setiembre de 1998, 
págs. 68-74.
7 Esping-Andersen, Gøsta, Why We Need 
a New Welfare State, Oxford University 
Press, Oxford, 2002.
8 Parijs, Philippe Van, Real Freedom for 
All: What (If Anything) Can Justify Capita­
lism?, Oxford University Press, Oxford, 1995 
(versión castellana: Libertad real para 
todos: qué puede justificar el capitalismo, si 
hay algo que pueda hacerlo, Paidós, Barce-
lona, 1996); Standing, Guy (ed.), Promoting 
Income Security as a Right: Europe and 
North America, Anthem, Londres, 2004.
29Sostener la ciudad ante la marginalidad avanzada 
 
MOVILIZAR
Teoría general 
del urbanismo ecológico
Andrés Duany
Las crisis
Tres grandes crisis se ciernen sobre nosotros: el cambio climático, 
el pico del petróleo y la evaporación de la riqueza nacional (tam-
bién conocida como el colapso del mercado inmobiliario), y son de 
tal magnitud que habría que considerarlas permanentes. Puesto 
que todas ellas son de tendencia bajista, se produce una sensación 
general de que están interrelacionadas y que tienen una base 
común, el estilo de vida de la clase media estadounidense: cómo 
dirigimos nuestras necesidades diarias, cómo habitamos el terri-
torio, mercantilizamos los productos inmuebles y aseguramos 
nuestra alimentación. Este estilo de vida, que ahora se exporta a 
todo el mundo, es la causa de estas crisis, y si pudiéramos resu-
mirlo en una expresión, sería, sin duda, “dispersión suburbana”.
Los proyectistas se han visto comprometidos en la reforma, y 
mientras que una primera generación de respuestas se ha res-
tringido a edificios individuales (LEED), ya empieza a desplegar-
se la escala urbana (LEED-ND). Ya se ha convenido un nombre 
para ello: “urbanismo ecológico”, aunque continúa la confusión, 
puesto que son varios los paradigmas aspirantes al título, entreellos, el “viejo urbanismo”, el ya maduro “nuevo urbanismo” y el 
naciente “urbanismo del paisaje”. Hay uno más, pero dada la 
seriedad de la situación, descartamos desde el principio el “urba-
nismo irresponsable”.
Los contendores
El “urbanismo irresponsable” tiene su origen en el texto que Rem 
Koolhas escribiera sobre Atlanta, texto que se cierra con la frase: 
“La ciudad está fuera de control; dejadnos ser irresponsables”.1 
Desde sus orígenes en la Broadacre City de Frank Lloyd Wright, 
el paradigma ha ido poco a poco volviéndose más estúpido a lo 
largo de décadas de endogamia del Urban Land Institute (ULI), 
hasta llegar a un estado vegetativo en el cuidado del suburbio 
libertario. Pero todavía no ha muerto. Una de las tareas que el 
urbanismo ecológico tiene por delante consiste en conservar 
aquello que el “urbanismo irresponsable” sí hizo bien: ser vendi-
ble, relativamente barato y fácil de administrar. Si esto no se 
consigue, el “urbanismo irresponsable” bien podría volver a sur-
gir. Recordemos que la dispersión suburbana es el idiot savant 
del urbanismo, capaz de despertar las simpatías de Herbert 
Gans, Robert Venturi y Denise Scott Brown y, hace poco, de los 
apologistas de las “tipologías sin precedentes”, como si el pro-
blema fuese la falta de una estética adecuada.
30
 
Fue Alex Krieger quien le dio nombre al “viejo urbanismo” al pre-
guntarse: ¿pero el “nuevo urbanismo” no es el “viejo urbanismo”? 
Aunque pueda no ser muy halagador, el nombre me parece más 
aceptable que el de “urbanismo tradicional”. El “viejo urbanis-
mo” está resurgiendo porque cada vez más gente se está perca-
tando de que vivir en lugares de alta densidad, caminar e ir en 
transporte público es el estilo de vida ecológicamente responsa-
ble. Se dice que un habitante de Manhattan produce la mitad de 
la huella ecológica que cualquier otro estadounidense. El dilema 
es que, técnicamente, esto no encaja con los estándares medioam-
bientales vigentes. El Manhattan que conocemos es un ideal 
inalcanzable que hoy no podría reproducirse por un sinfín de 
razones, comenzando por los cientos de riachuelos subterráneos 
entubados que exige este patrón urbano. Y aunque se trata de un 
éxito medioambiental en lo que se refiere a sus consecuencias 
secundarias, en sus principios técnicos se trata de un completo 
desastre medioambiental, pues el “viejo urbanismo” no valora en 
absoluto la naturaleza, y eso pertenece a tiempos ya pasados.
Pese a la pregunta de Alex Krieger, el “nuevo urbanismo” difie-
re del “viejo urbanismo” en muchos aspectos, como, por ejemplo, 
que en el pasado las ciudades solían competir entre sí en condi-
ciones de igualdad, mientras que hoy compiten con sus propios 
suburbios, que disponen de un mayor rango de recursos tipoló-
gicos. Técnicamente, el “nuevo urbanismo” se enfrenta a la agili-
dad polimorfa del “urbanismo irresponsable”, que fue posible 
gracias a terrenos y combustibles baratos. El “nuevo urbanismo” 
mitiga el enorme impacto físico del automóvil, aunque no lo eli-
mina. Como forma híbrida, su dilema radica en ser capaz de 
combinar lo mejor y peor de la ciudad y el suburbio.
El “urbanismo del paisaje” también es un híbrido cuyo origen se 
encuentra en los conceptos formales del diseño de jardines, hoy 
actualizados con los criterios “ecológicos” de las especies vegeta-
les autóctonas, los sistemas hidrológicos naturales y la topología 
de corredores. Esta innovación del diseño está ofreciendo sus ser-
vicios como un emplazamiento para construir, y no solo como su 
apéndice ornamental, por lo que también echa mano del urbanis-
mo. Pero esto es algo que le queda grande, pues el “urbanismo del 
paisaje” se limita a herramientas que imitan a la naturaleza, y no 
puede evitar la ruralización hasta en proyectos de alta densidad 
(la otra cara, de hecho, de la urbanización de baja densidad del 
“nuevo urbanismo”). Con una preferencia rabiosamente adversa a 
la definición espacial, en su repertorio no hay nada parecido a una 
“calle corredor” o una “plaza”. La esfera pública es fundamental-
mente terapéutica: caminatas rústicas, devaneos con cultivos 
comestibles y la comunión con la naturaleza son sustitutos de la 
actividad social que fomentaban los antiguos lugares urbanos. 
Hasta el tan cacareado compromiso del “urbanismo del paisaje” 
con la “infraestructura” no es más que la amortiguación de arte-
rias principales, un mejor diseño del aparataje para el agua de 
31
 
escorrentía o la decoración de los aparcamientos con pavimentos 
porosos. Sin embargo, un paradigma urbano no puede basarse en 
plantar anécdotas naturales en los espacios residuales entre los 
edificios. Además, el “urbanismo del paisaje” es propenso a meter-
se en camisas de once varas al dotar de camuflaje verde a las lla-
madas “tipologías sin precedentes” de las grandes superficies y 
los parques de oficinas de espacio basura.
El desafío
¿Cómo evaluar estos tres aspirantes al título de “urbanismo ecoló-
gico” cuando no hay consenso en el nuevo discurso? Una de las vías 
sería establecer una teoría abstracta que pueda servir de prueba, 
al tiempo que se juzga por su integridad y la utilidad de su proceso 
de evaluación. Un protocolo tal debería expresar esa mística de la 
técnica que respalda la credibilidad en el foro político actual. Sus 
mediciones deberían basarse en formas reconocibles de procesos 
naturales, de modo que pueda reclutarse a los medioambientalis-
tas como parte de los consultores especialistas, en lugar de dejar 
que sigan siendo intransigentes partidarios del NIMBY (Not In My 
Back Yard, literalmente “no en mi patio trasero”). A todo esto debe 
sumársele que la teoría debería ser lo suficientemente sencilla 
como para que la administre una burocracia acostumbrada a los 
protocolos robóticos de la zonificación euclidiana.
La teoría
¿Serviría el corte transversal entre lo urbano y lo rural para este 
reto un tanto abstracto, como lo ha hecho para casos más utilita-
rios?2 Dicho corte transversal es una teoría medioambiental basa-
da en la geografía, que abarca desde las zonas silvestres hasta el 
centro urbano. Al integrar la metodología medioambiental en la 
gestión de hábitats con los métodos de zonificación para el urba-
nismo, el corte transversal descompone la usual evaluación espe-
cializada, permitiendo que los medioambientalistas consideren el 
diseño de los hábitats culturales y que los urbanistas protejan los 
hábitats naturales. La mezcla de elementos humanos y naturales 
que crean simbióticamente los hábitats funcionales puede anali-
zarse y proyectarse. Hoy es un sistema operativo de software libre 
disponible para los códigos de zonificación y otros estándares téc-
nicos que intentan sustituir el sistema actual de zonificación.3 Se 
ha demostrado que es un poderoso motor taxonómico para los ele-
mentos que integran el urbanismo ecológico, tan dispares entre sí.
Puesto que la teoría general propuesta para el urbanismo ecoló-
gico debe mediar entre varios mundos, propone como moneda de 
cambio el concepto de diversidad, que tanto las ciencias naturales 
como las sociales utilizan. Tanto la actividad biológica como la 
económica se basan en las transacciones (de elementos químicos y 
calor, de bienes y servicios). Se diseña una moneda de cambio para 
esclarecer la evaluación de lo que viene dado a cambio de aquello 
que se gana. Una transacción es sostenible desde el punto de vista 
MOVILIZAR 32
 
físico, económico o político siempre y cuando sea un trato justo. 
Por ejemplo, el régimen NIMBY nació de la conciencia de que la 
dispersión suburbana no era un trato justo: la subdivisión de 
viviendas o un centro comercial era un intercambio bajista con 
relación a la pérdida de un campo o un bosque. Antes de la disper-
sión suburbana, generalmente se consideraba que el desarrollo era 
Intensidad de elementos 
del corte transversal
VIEJO URBANISMO – PRIVILEGIO DE LA DIVERSIDAD SOCIOECONÓMICAURBANISMO DEL PAISAJE – PRIVILEGIO DE LA DIVERSIDAD NATURAL
NUEVO URBANISMO – VALORACIÓN DE LA DIVERSIDAD SOCIOECONÓMICA Y NATURAL
URBANISMO SOSTENIBLE – EQUIPARACIÓN DE LA DIVERSIDAD SOCIOECONÓMICA Y NATURAL 
PR
IV
AD
O
CÍ
VI
CO
PÚ
BL
IC
O
 R U R A L | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | T R A N S E C T O | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | | U R B A N O 
ZONA 
NATURAL
ZONA 
RURAL
ZONA 
SUBURBANA
ZONA URBANA 
CENTRAL
ZONA 
URBANA
CENTRO 
URBANO
MAYOR DENSIDAD
MANZANAS MÁS PEQUEÑAS
PRINCIPALMENTE DE USO MIXTO
EDIFICIOS MÁS GRANDES
MENOS ESPACIOS VERDES
EDIFICIOS ADOSADOS
FACHADAS ALINEADAS
ESCALERAS DE ENTRADA Y FRENTES DE TIENDA
RETRANQUEOS POCO PROFUNDOS 
PERFIL URBANO
EDIFICIOS DE ALBAÑILERÍA
CUBIERTAS PLANAS
LETREROS EN EDIFICIOS
ANIMALES DOMÉSTICOS
CALLES Y CALLEJONES
ACERAS ANCHAS
MALOS SERVICIOS
APARCAMIENTO PROGRAMADO
CUNETAS PEQUEÑAS
BERMAS ELEVADAS
ILUMINACIÓN ARTIFICIAL
ÁRBOLES DE CALLE ALINEADOS
MAYOR ACEPTACIÓN DEL RUIDO
INSTITUCIONES REGIONALES
PLAZAS Y PARQUES
MENOR DENSIDAD
MANZANAS MÁS GRANDES
PRINCIPALMENTE RESIDENCIAL 
EDIFICIOS MÁS PEQUEÑOS
MÁS ESPACIOS VERDES
EDIFICIOS AISLADOS
FACHADAS NO ALINEADAS
PRADOS Y PORCHES 
RETRANQUEOS PROFUNDOS 
PERFIL DISPERSO
EDIFICIOS DE MADERA
CUBIERTAS INCLINADAS
PEQUEÑOS LETREROS EN PRADOS
GANADO
CARRETERAS Y CAMINOS
SENDEROS ANGOSTOS
BUENOS SERVICIOS
APARCAMIENTO CASUAL
CUNETAS GRANDES
ZANJAS ABIERTAS
LUZ NOCTURNA 
GRUPOS DE ÁRBOLES MIXTOS
MAYOR SILENCIO 
LUGARES DE REUNIÓN LOCALES
PARQUES Y ESPACIOS VERDES
33Teoría general del urbanismo ecológico 
 
MOVILIZAR
un intercambio alcista: podía perderse un bosque o una granja, 
pero el pueblo o la ciudad saldrían ganando. Así fue como se per-
dieron los humedales de la península de Charles Town, pero se 
consideró que la ciudad de Charleston era una compensación jus-
ta, cosa que no habría sido aceptable si se hubieran sustituido los 
humedales por un complejo suburbano, como el que existe cerca de 
Hilton Head.
El corte transversal podría elucidar una teoría general del 
urbanismo ecológico mediante una ecuación:
En cualquier punto del corte transversal entre lo urbano y lo 
rural, el sumatorio de la densidad de la diversidad social y natu-
ral después de la urbanización debe ser aproximadamente igual 
o mayor a la densidad de la diversidad natural anterior.4
N: ∑ [Ds +Dn] (después) ≈ > N: [DN] (antes), donde:
N = un número constante
 Ds = actividades socioeconómicamente diversas por unidad 
de tierra tras la urbanización Dn = diversidad de hábitats 
naturales por unidad de tierra tras la urbanización 
 DN = diversidad de hábitats naturales por unidad de tierra 
antes de la urbanización
Las gráficas de la página anterior representan los paradigmas que 
compiten por el urbanismo ecológico en función de la ecuación 
que hemos esgrimido para nuestra teoría general. Con el “viejo 
urbanismo”, la diversidad social del T6-centro urbano, correcta-
mente, superior a la del T3-suburbano. Sin embargo, existe un 
problema conceptual, pues esta medida asigna aún menor valor al 
T2-rural, y el T1-natural no tiene valor alguno. El “viejo urbanis-
mo” crea valor al generar lugares de trabajo, viviendas, comercio y 
zonas de ocio, y su diversidad se consigue mediante su proximi-
dad orgánica a espacios peatonales sin apenas automóviles. Las 
consecuencias medioambientales positivas del “viejo urbanismo” 
son la compacidad, la complejidad, la accesibilidad y la viabilidad 
del tráfico; las negativas son que la tierra debía desnaturalizarse 
por la continuidad de redes para convertirse en una mercancía 
apta para la edificación compacta. El “viejo urbanismo” manifies-
ta un excelente rendimiento medioambiental, pero no puede crear-
se o extenderse sin eliminar la naturaleza.
En cuanto al “urbanismo del paisaje”, su problema es que el 
T3-suburbano tiene una puntuación superior al del T6-centro 
urbano, que tiene el peor rendimiento. Este es el resultado de pri-
vilegiar de manera absoluta la diversidad natural, que pone de 
manifiesto serios defectos conceptuales en el paradigma. El 
“urbanismo del paisaje” no cuenta con mediciones con las que 
evaluar el tramo urbano del corte transversal, y al utilizar apenas 
la mitad de las herramientas, no registra la diversidad social del 
centro urbano, salvo que sea un pavimento o una isla de calor 
desnaturalizada. Lugares como Londres y Manhattan arrojan 
34
 
huellas medioambientales enormemente negativas, y estos patro-
nes urbanos se consideran parte del problema, no de la solución.
Mientras tanto, el “nuevo urbanismo” le asigna al T3-suburbano 
el valor más bajo, pues cuenta con el menor índice de diversidad 
social y natural (y corrige así la evaluación de los otros dos para-
digmas). Con un rango de herramientas que van desde el límite 
urbano para la conservación de la naturaleza entre T1 y T2, hasta 
una orientación del tráfico que favorezca la densidad y la diversi-
dad social, el “nuevo urbanismo” puede aceptar o rechazar selecti-
vamente la naturaleza según la urbanidad relativa a la zona con-
creta T. Sin embargo, no puede justificar la persistencia de la casa 
suburbana unifamiliar, salvo algo impuesto por el mercado, una 
necesidad lamentable para implementar su agenda mayor en otro 
tramo del corte transversal. Este defecto impide que el “nuevo 
urbanismo” se convierta en el paradigma del urbanismo ecológico.
El urbanismo ecológico conserva la puntuación “correcta” en 
materia de diversidad social y natural del “nuevo urbanismo”, pero 
mejora el rendimiento del T3-suburbano al integrarlo técnicamen-
te en el régimen verde. El T3 se rediseña, por definición, para com-
pensar su mayor ocupación de tierras y su impacto en el transporte 
con requerimientos para generar energía, la reutilización de las 
aguas, el reciclaje y compostaje y la producción de alimentos. Su 
capacidad de hacerlo coincide con su mayor designación de tierras 
per cápita. Estas estrategias mitigadoras funcionan mejor con una 
casa que con edificios urbanos de tipo T5 y T6, con lo que lo subur-
bano pasa a convertirse, sin pena ni gloria, en T-3-suburbano. Una 
teoría general del urbanismo ecológico iguala el rendimiento 
medioambiental en todo el corte transversal y conserva su elección 
como parte integral de las políticas de una economía de mercado.
Resumen
La diversidad social y natural se combinan en distintas frecuen-
cias a lo largo del corte transversal entre lo urbano y lo rural. La 
alta diversidad natural del T1-natural es lo ideal para el “urba-
nismo del paisaje”, mientras que la alta diversidad social del 
T6-centro urbano pauta el mejor momento del “viejo urbanismo”. 
Sin embargo, estos dos paradigmas monovalentes subestiman 
las consecuencias positivas de sus contrarios, asignando en el 
proceso un valor desmesuradamente alto al T3-suburbano. El 
“nuevo urbanismo” valora tanto la diversidad natural del T1 
como la diversidad social del T6, al tiempo que evalúa correcta-
mente la puntuación suburbana del T3, que cuenta con los índi-
ces más bajos de ambos. Según nuestra teoría general, el urba-
nismo ecológico equipara los niveles combinados de diversidad 
a todas las zonas al crear la esfera de lo suburbano, permitiéndo-
le a todos los cortes su justificación ambiental y al mercado el 
ejercicio de sus preferencias. La ecuación de esta teoría general 
puede determinar si la transacción a lo urbano puede conside-
rarse un intercambio justo ante una pérdida de la naturaleza.
1 Koolhaas, Rem, “Atlanta: A Reading”, 
en Prat, Ramon (ed.), Atlanta, Actar, Barce-
lona, 1996. 
2 Véanse: www.transect.org y Duany, 
Andrés y Brain, David, “Regulating as if 
Humans Matter”, en Ben-Joseph, Eran y 
Szold, Terry S. (eds.), Regulating Place: 
Standards and the Shaping of Urban Ame­
rica, Routledge, Nueva York, 2005, 
págs. 293-332.
3 Véase: SmartCode, www.transect.org. 
Hay unos treinta módulos basados en 
dicho corte transversal.4 Este tipo de ecuación contiene tanto 
variables inmensurables (índices de diver-
sidad) como inconmensurables (lo social y 
lo natural). A diferencia de lo que sucede 
con las ciencias exactas, las mediciones 
aproximadas pueden constituir ecuaciones 
en las ciencias sociales y ambientales si se 
prestan para elucidar una tendencia. Para 
una discusión sobre el tema, véase: Far-
melo, Graham, It Must Be Beautiful: Great 
Equations of Modern Science, Granta, 
Londres, 2002.
35Teoría general del urbanismo ecológico 
www.transect.org
www.transect.org.
 
MOVILIZAR
La ecología política 
del urbanismo ecológico
Paul Robbins
Durante el verano de 1995, casi medio millar de personas murie-
ron en Chicago a causa de una ola de calor que azotó a la ciudad 
durante una semana. Se trató de un desastre natural urbano en 
todos los sentidos, evitable quizás con un mejor diseño de los 
edificios y una mayor inversión en infraestructuras de climati-
zación. Sin embargo, al verlo en detalle, Eric Klinenberg realiza 
una terrible “autopsia social” del desastre: los cadáveres que lle-
naron la morgue no eran un reflejo de la población de la ciudad, 
sino que eran, mayoritariamente, de pobres, ancianos y afroame-
ricanos.1 ¿Se trata de una aberración o acaso representa un 
patrón estructurado?
La ciudad de Milwaukee cuenta con una gran superficie de 
bosques urbanos, celebrada a nivel nacional e histórico, que res-
ponde a políticas explícitas para plantar y distribuir árboles por 
todo el paisaje. Sin embargo, un análisis pormenorizado de la 
distribución de árboles mediante fotografías aéreas sugiere un 
patrón no tan equitativo. Específicamente, existe una fuerte 
relación positiva entre la densidad del follaje y los altos ingre-
sos, y otra relación negativa entre la densidad del arbolado y el 
porcentaje de inquilinos y habitantes afroamericanos o hispa-
nos.2 ¿Son estos beneficios desiguales del urbanismo ecológico 
un accidente desafortunado o más bien una norma en el modo de 
funcionar de las ciudades?
En la conurbación paquistaní de Rawalpindi/Islamabad, las 
inundaciones representan un peligro grave y creciente, puesto 
que los cauces que atraviesan la ciudad se desbordan como 
resultado del crecimiento urbano, las invasiones de los márge-
nes y el taponamiento de los drenajes. Como Daanish Mustafa ha 
observado, pese al amplio espectro de soluciones e ideas expre-
sadas por los residentes de la zona inundable –que van desde el 
control de los residuos sólidos hasta la construcción de parques 
y desvíos–, a los expertos locales encargados y autorizados para 
administrar y controlar las riadas no se les ocurren tantas res-
puestas.3 Las ideas y los conocimientos ecológicos de quienes 
viven en estas complejas ecologías cuentan mucho menos que 
las de los expertos capacitados en hidrología que viven en luga-
res remotos. ¿Se trata de una ironía circunstancial o más bien de 
prejuicios sobre la autoridad de los expertos?
Para responder a estas preguntas o abordar de una forma crí-
tica estas situaciones, es crucial tomarse en serio el supuesto de 
que los efectos inmediatos observados en los entornos urbanos 
36
 
pueden deberse a relaciones estructurales más profundas, que a 
menudo tienen consecuencias recurrentes e incluso reprobables. 
Normalmente se conoce como ecología política –la acción y el 
conocimiento que “combina las preocupaciones de la ecología 
con una economía política ampliamente definida”– 4 los campos 
laxamente confederados de la investigación y el activismo que 
rodean este supuesto. Aunque lleve mucho tiempo enraizado en 
las políticas agrarias y en los conflictos que surgen alrededor de 
los bosques, los campos y la pesca, este campo de estudio tiene 
cada vez mayor peso a la hora de explicar cómo las formas y las 
transformaciones urbanas dependen tanto de los sistemas eco-
lógicos operativos de las ciudades como de las configuraciones 
sociales y políticas ligadas a ellas. En este sentido, la ecología 
política urbana es básicamente el esfuerzo empírico por evaluar 
las fuerzas políticas y sociales que reglamenten y dirijan los flu-
jos simultáneos de elementos ecológicos (nutrientes, agua, som-
bra, contaminantes, información) y los flujos de valor y costes 
(ganancias, trabajo, servicios, sufrimiento) que surgen de la con-
figuración cambiante de las ciudades.
Sus aproximaciones son necesariamente eclécticas y desigua-
les, aunque por lo general compartan unas pocas consignas 
basadas en los principios de la ecología, pero que se extienden a 
sus implicaciones políticas. Siguiendo el principio ecológico de 
“todo está conectado”, la ecología política pregunta: ¿qué rela-
ción guarda el cambio ecológico y quienes están implicados en 
él, ya sean próximos o conectados en el tiempo y en el espacio, 
con el poder? Al tomarse en serio la observación de que “todo 
debe ir a alguna parte”, la ecología política explora los patrones 
espaciales y materiales de la destrucción, la acumulación y la 
transferencia de flujos creativos que acompañan a cualquier 
actividad política o económica. Según el principio ecológico de 
que “nada es gratis”, la política ecológica pregunta: ¿quién com-
pra? Y como dice Eric Swyngedouw: “No existe una ciudad insos-
tenible en general, sino una serie de procesos urbanos y 
medioambientales que afectan negativamente a algunos grupos 
sociales mientras que benefician a otros”.5
Al trabajar por una ciudad sostenible –que produzca menos 
emisiones de carbono, que nutra una mayor biodiversidad o 
redunde en una ciudadanía más sana– resulta crucial reconocer 
la posibilidad de que esos resultados dependan de nuestra capa-
cidad de lidiar con las complejas implicaciones de la ecología. En 
pocas palabras, la ecología política urbana nos invita a hacer que 
la ciudad sea más ecológica no solo como un bien social, sino 
también teniendo en cuenta sus efectos potencialmente desigua-
les para distintas poblaciones.6 Como el valor se crea y se destru-
ye al volver a trabajar e imaginar la ciudad, hay pocas oportuni-
dades que reconfiguren el trabajo, el poder y las relaciones de 
propiedad en la ciudad. A la inversa, los intereses creados pueden 
aprovechase en cualquiera de estos momentos de “destrucción 
37
 
MOVILIZAR
creativa” para captar ese valor en movimiento7 o para tomar el 
control de la propiedad colectiva y excluir, marginar o eliminar 
poblaciones “inconvenientes” y diversas.8 Para los ecologistas 
políticos, pues, problemas como la gestión de residuos pueden 
encerrar luchas sobre el desarrollo,9 o las normas culturales que 
rodean la jardinería doméstica pueden implicar los patrones de 
acumulación fomentados por los productores petroquímicos glo-
bales.10 Si tenemos en mente todo esto, las preguntas que pode-
mos dirigir al urbanismo ecológico son al menos de tres tipos.
En primer lugar, hay que considerar que de las múltiples 
opciones disponibles para volver a pensar la ciudad o hacer que 
esta sea más ecológica, algunas cargarán con más o menos cos-
tes o beneficios para distintos tipos de habitantes, y que estos 
pueden pasarse por alto sin un escrutinio cuidadoso. Considé-
rense los parques de Filadelfia, una ciudad diseñada con una 
preocupación explícita para que su cinturón verde fluya por el 
sistema de parques Fairmount. Como demuestra Alec Brownlow, 
la merma de recursos dedicados al mantenimiento de dichos 
parques ha creado tendencias muy desiguales en lo que se refie-
re a su cuidado y gestión, y finalmente ha producido como resul-
tado espacios peligrosos, descuidados y abandonados, llenos de 
peligros, sobre todo para las minorías desproporcionadamente 
pobres que habitan los barrios circundantes.11
Primera pregunta: ¿cuáles serían exactamente los criterios 
para una ciudad más ecológica, dónde se acumularía el valor 
de las decisiones y los cambios de diseño específicos, y a 
expensas del trabajo y de la inversión de quién?
La ecologíapolítica sugiere que gran parte de la respuesta pasa 
por saber en qué instituciones e imaginarios se apoya la concep-
ción y la ejecución de un urbanismo ecológico. Por ejemplo, la 
vegetación de Milwaukee anteriormente descrita fue supervisa-
da por la Oficina Forestal, organización cuya gerencia ha sido 
históricamente blanca (pese a contar con una fuerte presencia de 
mano de obra afroamericana) y que está regida por una filosofía 
dirigida a satisfacer a los propietarios privados sobre los inqui-
linos.12 De ahí que, pese a sus esfuerzos, haya sido incapaz de 
imaginar y ejecutar un bosque urbano con resultados más justos.
Segunda pregunta: ¿quién hace exactamente que la ciudad 
sea más ecológica, y para quién?
Mucho de esto es, a su vez, una extensión del poder del que se 
hace uso al definir qué hay de cierto y de falso en la ecología 
urbana. Cuando quienes se organizan contra los peligros urba-
nos ponen su atención en los vertederos y las chimeneas indus-
triales, la legitimidad de sus reclamaciones se ve filtrada por 
lentes raciales y de género. Por ejemplo, las activistas del 
medioambientalismo urbano se han visto reiteradamente eti-
quetadas como “amas de casa histéricas” cuyas quejas pueden 
38
 
dejarse de lado, sobre todo cuando la ciencia desbarata sus cono-
cimientos empíricos y emocionales.13 Aunque a menudo se rei-
vindica después de los hechos, el conocimiento inmediato, empí-
rico y local en materia de ecología urbana presenta obstáculos 
potencialmente infranqueables ante un urbanismo ecológico 
fundado en la ingeniería, la planificación y sus formas de expe-
riencia asociadas.
Tercera pregunta: ¿exactamente qué variantes del 
conocimiento medioambiental servirán para la creación de las 
nuevas ciudades ecológicas, y cómo se sopesarán y 
privilegiarán las ideas que compiten?
El valor de la ecología política en la construcción de ciudades 
ecológicas radica en su insistencia en que “las formas alternati-
vas y sostenibles de urbanismo” pueden existir, pero exigen un 
examen continuado tanto de las oportunidades como de los pro-
blemas que acarrean, puesto que están arraigadas en contradic-
ciones sociopolíticas que a menudo son inherentes a las ciuda-
des. En resumen: el urbanismo ecológico es inevitablemente 
político; enfrentarse a ello es la clave de la sostenibilidad.
1 Klinenberg, Eric, Heat Wave: A Social 
Autopsy of Disaster in Chicago, University 
of Chicago Press, Chicago, 2002.
2 Heynen, N.; Perkins H. A. y Roy, P., “The 
Political Ecology of Uneven Urban Green 
Space–The Impact of Political Economy on 
Race and Ethnicity in Producing Environ-
mental Inequality in Milwaukee”, Urban 
Affairs Review, núm. 42, 2006, págs. 3-25.
3 Mustafa, Daanish, “The Production of an 
Urban Hazardscape in Pakistan: Modernity, 
Vulnerability, and the Range of Choice”, 
Annals of the Association of American Geo­
graphers, núm. 95, 2005, págs. 566-586.
4 Blaikie, Piers y Brookfield, Harold, Land 
Degradation and Society, Methuen, Lon-
dres/Nueva York, 1987. 
5 Swyngedouw, Erik, Social Power and 
the Urbanization of Water: Flows of Power, 
Oxford University Press, Oxford, 2004.
6 Heynen, Nik; Kaika, Maria y Swynge-
douw, Erik, (eds.), In the Nature of Cities, 
Routledge, Nueva York, 2006.
7 Harvey, David, The Limits to Capital, 
Basil Blackwell, Oxford, 1982 (versión cas-
tellana: Los límites del capitalismo y la teo­
ría marxista, Fondo de Cultura Económica, 
Ciudad de México, 1990).
8 Mitchell, Don, The Right to the City: 
Social Justice and the Fight for Public 
Space, Guilford Press, Nueva York, 2003.
9 Moore, S., “The Politics of Garbage in 
Oaxaca, Mexico”, Society and Natural 
Resources, núm. 21 (7), 2008, 
págs. 596-610.
10 Robbins, Paul, Lawn People: How 
Grasses, Weeds, and Chemicals Make Us 
Who We Are, Temple University Press, 
Filadelfia, 2007. 
11 Brownlow, Alec, “An Archaeology of 
Fear and Environmental Change in Phila-
delphia”, Geoforum, núm. 37, 2006, 
págs. 227-245.
12 Heynen, N.; Perkins, H. A. y Roy, P., 
“Failing to Grow ‘Their’ Own Justice? The 
Co-production of Racial/Gendered Labor 
and Milwaukee’s Urban Forest”, Urban 
Geography, núm. 28, 2007, págs. 732-754.
13 Seager, J., “‘Hysterical Housewives’ 
and Other Mad Women: Grassroots Envi-
ronmental Organizing in the United States”, 
en D. Rocheleau, Dianne; Thomas-Slayter, 
Barbara y Wangari, Esther (eds.), Feminist 
Political Ecology: Global Issues and Local 
Experiences, Routledge, Nueva York, 1996, 
págs. 271-283.
39La ecología política del urbanismo ecológico 
 
MOVILIZAR
El modelo de sistema energético 
urbano SynCity
Niels Schulz, Nilay Shah, David Fisk, James Keirstead, Nouri Samsatli, Aruna 
Sivakumar, Celine Weber y Ellin Saunders
La urbanización desempeña un papel esencial en la heterogenei-
dad de los patrones de uso energéticos globales. Según cifras de 
Naciones Unidas, en 2009, y por primera vez en la historia, más 
de la mitad de la población del planeta vive en ciudades. Aunque 
ocupan menos del 2 % de la superficie terrestre, las zonas urba-
nas consumieron más de dos tercios (67 %) de la energía primaria 
en 2006, La Agencia Internacional de la Energía prevé que, entre 
2006 y 2030, la demanda total de energía primaria crecerá un 45 %, 
el equivalente a más de 17.000 millones de toneladas de petróleo 
al año; más aún, el porcentaje de energía utilizado en las ciuda-
des crecerá un 73 % en 2030.1 Proporcionar esta cantidad de 
energía de una forma sostenible constituye un enorme reto técni-
co y medioambiental.
La elección de la infraestructura y la distribución de los patro-
nes de asentamiento para la actual ola de urbanización han teni-
do importantes consecuencias en la demanda global de energía y 
las emisiones de gases de efecto invernadero que se dejarán 
notar en el futuro. Además, reaprovechar las ciudades existentes 
ineficientes desde un punto de vista energético desempeñará un 
importante papel a la hora de lograr dichos objetivos. El proyec-
to de sistemas energéticos urbanos patrocinado por British 
Petroleum (BP) en el Imperial College de Londres aborda este 
desafío basándose en modelos mejorados de infraestructura 
para la energía urbana. Se trata de identificar el ahorro potencial 
de energía mediante la integración de sistemas al nivel de asen-
tamientos urbanos completos con el fin de, al menos, reducir a la 
mitad la intensidad energética de las ciudades. Puesto que las 
ciudades representan patrones de extrema densidad para la 
demanda energética y una profunda heterogeneidad en sus 
patrones de uso, ofrecen también notables oportunidades para 
la integración de sectores y de sistemas energéticos a través del 
tiempo, de modo que se consiga un ahorro a partir de la oferta y 
la demanda.
Tradicionalmente, muchas de las infraestructuras y funciones 
de la energía urbana (calefacción, iluminación, transporte, etc.) 
se concebían y operaban desde un relativo aislamiento. Por ejem-
plo, la mayor parte de los modelos energéticos hacen hincapié en 
edificios individuales o en funciones dentro de los edificios (ilu-
minación, climatización, suministro de agua caliente y resto de 
los servicios). La interacción de dichas funciones con otros edifi-
cios o actividades urbanas distintas raramente se ve reflejada. 
Tendencias urbanas globales para 
la demanda de energía primaria
0
3.000
6.000
9.000
12.000
15.000
18.000
Ciudades Ciudades CiudadesMundo Mundo Mundo
2006 2015 2030
M
te
p
No OCDE
OCDE
40
 
Los modelos existentes sobre procesos entre edificios en las ciu-
dades tienden a centrarse en las funciones de redes individuales, 
como los sistemas de transporte o las redes de distribución de 
electricidad, gas y agua; las redes informáticas y telemáticas, o la 
logística de las mercancías, la recogida de residuos y su trata-
miento, y casi nunca se aborda la interacción sistémica de dichos 
subsistemas. Entender mejor la interconectividad de tal infraes-tructura no solo ayudaría a mejorar la resiliencia de los sistemas 
de recursos urbanos, sino también a integrar los patrones de 
oferta y demanda entre los suministradores de energía.
El proyecto de sistemas energéticos urbanos nació en 2005 y 
desarrolló una plataforma de modelado integrado llamada Syn-
City para poder llevar a cabo prototipos con rapidez de muchos 
diseños urbanos y configuraciones de distribuciones (sintéti-
cos), optimizándolos con varias funciones objetivas. El modelo 
provee representaciones dinámicas espaciales y temporales de 
actividades de consumo de energía y reproduce su efecto en los 
sistemas de suministro y la demanda total de energía y recursos 
urbanos.
El modelo SynCity se construye sobre una topografía estratifi-
cada con tres mayores principales: 1, en planta; 2, el basado en 
los usos de tierra y el transporte; y 3, el de tecnologías de recur-
sos y redes de servicio.
1. Los modelos en planta y de usos de tierra intentan representar 
configuraciones espaciales alternativas regidas por el flujo de 
transportes. Las categorías típicas de usos de tierras incluyen 
densidades altas y bajas, educación primaria y secundaria, 
comercios, industria ligera, ocio, hospitales, etc. Basadas en 
información sobre accidentes y contextos geográficos, suposi-
ciones simples sobre la demanda de transporte típica y la com-
patibilidad entre las distintas funciones urbanas de usos de tie-
rras, calculan una configuración espacial optimizada de 
distribuciones urbanas que garantice la conectividad de cada 
función y el acceso a cada actividad. El submodelo puede incluir 
múltiples restricciones, como una geografía preexistente y com-
ponentes distributivos, zonificaciones y otras normativas urba-
Estructura estratificada del modelo 
de sistema energético urbano 
SynCity
Alcance de las interacciones entre 
los submodelos y los agentes 
socioeconómicos
Dos soluciones alternativas 
(densidades alta y baja) para el 
submodelo de usos de tierras/ 
distribución: Hi, residencial de alta 
densidad; Low, residencial de baja 
densidad; Li, industria ligera; C, 
comercial; PE, educación primaria; 
SE, educación secundaria; H, 
hospital; L, ocio
Usos de tierras
Flujo de recursos
Redes de servicios
Actividades de agentes
Redes
Sistemas
Comportamiento 
del consumidor
Comportamiento 
de negocios
UT-D
Usos de tierras
Flujo de recursos
Redes de servicios
Actividades de agentes
41
 
MOVILIZAR
nísticas, así como funciones objetivas como la maximización del 
acceso igualitario a todas las funciones urbanas o la reducción 
de la energía total invertida en transporte.
2. El modelo de transporte utiliza modelos que simulan cómo los 
ciudadanos se valen de la disposición urbana provista por el 
submodelo previo o por otro tipo de información. Mientras que 
el submodelo previo optimiza una distribución funcional, este 
otro busca prescribir las capacidades necesarias de los sistemas 
de transporte y los patrones más plausibles de actividad espa-
cial. En alta resolución temporal simula dónde se encuentran los 
ciudadanos, qué hacen y cómo se desplazan entre actividades en 
momentos específicos. Los patrones de actividad y la demanda 
de movilidad pasan a traducirse en una demanda de recursos 
específicos.
3. El modelo de tecnologías de recursos y redes de servicios utili-
za información tomada de los submodelos anteriores para mode-
lar procesos de uso de recursos que satisfagan la demanda de 
servicios energéticos. En este modelo, se consideran recursos 
potenciales prácticamente todos los flujos materiales y energéti-
cos, incluidos los residuos. Los tres procesos principales mode-
lados para cada célula son la producción de recursos (por ejem-
plo, la generación de electricidad a partir de combustibles 
específicos), su transmisión desde células adyacentes (importa-
ción/exportación) y su almacenamiento en cada célula. A cada 
paso, el modelo calcula un equilibrio completo y espacialmente 
disgregado para el sistema. Una base de datos para la tecnología 
de conversión de recursos describe instalaciones alternativas 
con distintos grados de eficiencia en lo que respecta a la conver-
sión, pero también al almacenamiento y la transmisión de recur-
t = 1t = 1
0
500
1.000
1.500
2.000
2.500
3.000
peak average
GJ
/d
ay
Compact Low density
Transport fuel consumptionDiferencia entre picos y medias 
en la demanda de combustible para 
transporte en soluciones de alta 
y baja densidad
Solución óptima de una red de 
calefacción de barrio para una 
distribución de alta densidad; 
resultado del submodelo de 
tecnología de recursos y red 
de servicios
GJ
/d
ía
Baja densidadCompacto
mediapico
42
 
sos. Asimismo, también podrían compararse los costos de su 
puesta en marcha y mantenimiento, entre otras muchas varia-
bles. Por ejemplo, una bomba de calor puede utilizar calor de bajo 
grado y convertirlo (mediante el uso de electricidad o energía 
mecánica) en calor de grado medio. El mismo recurso puede gene-
rarse en una planta que combine calor y electricidad mediante el 
uso de gas u otros combustibles, pero la electricidad sería enton-
ces un producto secundario de la generación de calor. Las redes 
de calefacción de barrio son medios típicos para el almacena-
miento y la distribución que definen las capacidades del flujo de 
calor entre células. También pueden aplicarse funciones alter-
nativas objetivas –reducción de costes de inversión, ciclos de 
vida o emisiones totales de gases de efecto invernadero– y el 
submodelo de tecnologías de recursos y servicios derivará con-
figuraciones de infraestructura alternativas para la conversión 
energética.
Actualmente, el modelo SynCity se está probando en una serie 
de casos, que incluyen el plan para una ecociudad británica, así 
como casos aún en estudio de asentamientos en Estados Unidos, 
China, India y Oriente Próximo.2 Creemos que esta nueva herra-
mienta integrada para la planificación será muy útil para los 
estudios de prototipos rápidos en situaciones tan diversas como 
la urbanización de terrenos baldíos o sin urbanizar, las evalua-
ciones temáticas urbanas o posibles escenarios para la introduc-
ción de nuevas tecnologías, como vehículos eléctricos enchufa-
bles, la producción de energía distribuida mediante fuentes 
híbridas o renovables (como pilas de combustible a pequeña 
escala), o las plantas combinadas de energía y calor.
1 International Energy Agency, World 
Energy Outlook, OCDE, París, 2008.
2 Keirstead, James; Samsatli, Nouri y 
Shah, Nilay, “Syncity: An Integrated Toolkit 
for Urban Energy Systems Modeling”, en 
Proceedings of the Fifth Urban Research 
Symposium: Cities and Climate Change – 
Responding to an Urgent Agenda, Marse-
lla, del 28-30 de junio de 2009. 
www.urs2009.net/papers.html.
Variaciones en el consumo de gas 
natural para densidades altas y 
bajas que resultan en la reducción 
de los costos en ciclos de vida (LC), 
inversión de capital (CAP) 
o emisiones de gases de efecto 
invernadero (GHG)
0
200.000
400.000
600.000
800.000
1.000.000
1.200.000
1.400.000
1.600.000
LC cost CAP cost GHG
M
J/
hr
Compact Low density
Natural gas consumption
M
J/
ho
ra
Coste inversión
de capital
Coste ciclo 
de vida
Emisiones gases 
efecto invernadero
Compacto Baja densidad
43El modelo de sistema energético urbano SynCity
www.urs2009.net/papers.html.
 
MOVILIZAR
Las ciudades del oro negro: 
petropaisajes y futuros sostenibles
Michael Watts
El secreto de una gran riqueza sin origen aparente radica en 
algún crimen olvidado; y olvidado porque se hizo con esmero.
Honoré de Balzac
Popularmente se conoce Houston como la “ciudad del petróleo”, 
y hay ciudades hermanas con el mismo nombre en las grandes 
regiones productoras de petróleo del mundo: Bakú, Kirkuk, 
Luanda, Fort McMurray, Midland-Odessa y Múrmansk. Algunas 
se hicieron con el título por ser epicentros del poder corporativo 
en el universode la industria petrolera (nos vienen a la cabeza 
San Ramón, en California; e Irving, en Texas). Otras, como Dubái, 
son productos de una enorme riqueza petrolera, excrecencias 
espectaculares de un exceso financiero y consumista muy particu-
lar: para citar a Mike Davis, Dubái es el Miami del golfo Pérsico 
cosido a una “caricatura monstruosa del futuro”.1 En sus morfo-
logías y su dispersión geográfica –aquello que tan perspicaz-
mente John Urry designó como la desvinculación de vivienda, 
ocio y trabajo para generar un urbanismo “escindido”–,2 práctica-
mente todas las ciudades estadounidenses son resultado del 
capitalismo de hidrocarburos: una cultura del automóvil pre-
dicada sobre la disponibilidad de gasolina barata para impulsar 
la forma particular del motor de combustión interna que es el 
automóvil. Mucho de lo que tiene de moderno la ciudad moderna 
es, en otras palabras, resultado del petróleo.
Quiero aquí reflexionar sobre un caso peculiar de ciudad petro-
lera y sobre su futuro, en concreto las ciudades situadas en el epi-
centro de la producción de gas y petróleo en África, metrópolis que 
albergan la infraestructura petrolífera fundamental (refinerías, 
plantas de gas y petroquímicas, terminales para la exportación) y 
que también sirven como barracas para los ejércitos de trabajado-
res empleados en las torres y las plataformas petrolíferas, y para 
los enclaves corporativos como los de Shell, Agip y ExxonMobil. 
Estas ciudades funcionan como centros dentro de una gran red 
regional (y en última instancia global) de equipos petroleros. La 
infraestructura global de gas y petróleo –las arterias y los órganos 
de su cadena de valor global de gas y petróleo, que así es como se 
llama en la industria– es poco menos que titánica. Señalar que la 
industria hoy vale más de cuarenta billones de dólares lo dice todo 
y, al mismo tiempo, no nos dice nada. Cerca de un millón de pozos 
petrolíferos perforan la superficie de la tierra (77.000 pozos nue-
vos en 2008, 4.000 de ellos en el mar), y 3.300 de ellos son submari-
44
 
nos que perforan la corteza terrestre de la plataforma continental, 
en algunos casos a miles de metros bajo la superficie. Más de dos 
millones de kilómetros de oleoductos cubren el planeta en una 
gigantesca red troncal. 75.000 km de líneas de oleoductos y gaseo-
ductos recorren el fondo marino, y otros 156.000 km más se alcan-
zaron en 2012. Hay 6.000 plataformas fijas y 635 torres petrolífe-
ras sobre el mar (según Baker Hughes, una empresa prestadora de 
servicios globales, el total de torres petrolíferas en el mundo supe-
ra las 3.000 en 2009). Mientras tanto, 4.295 buques petroleros (con 
más de mil toneladas de peso muerto) transportan más de 2.420 
millones de toneladas y productos petrolíferos al año, cifra que 
representa más de un tercio del comercio marítimo global. A nivel 
mundial, más de 700 refinerías procesan crudo, y se han instalado 
más de 80 naves flotantes para su producción y almacenamiento 
en los últimos cinco años.
Superpuesto a la red de gas y petróleo hay un mosaico sorpren-
dente de concesiones territoriales –terrenos petroleros adquiridos 
como alquileres a largo plazo por las compañías petroleras nacio-
nales e internacionales– donde se exploran y producen. Las repre-
sentaciones y tecnologías espaciales son fundamentales para la 
industria petrolera: artefactos sísmicos para trazar los contornos 
de los yacimientos, sistemas de información geográficos para 
monitorizar y medir los flujos de productos en los conductos y, 
desde luego, el mapa para establecer los derechos de propiedad 
subterráneos. La geología es una ciencia de lo vertical, pero cuan-
do se une al mercado y la rentabilidad, el mapa que detalla los 
espacios del petróleo se convierte en un instrumento de vigilancia, 
control y reglamentación. La industria del gas y el petróleo es un 
paisaje de líneas, ejes, nodos, puntos y flujos.
Estos paisajes industriales (llamémoslos “superficies petróli-
cas”) con el tiempo se convierten en ruinas y reliquias o en paisa-
jes en desuso o residuales, como los llama el fotógrafo Edward 
Burtynsky:
Un proceso industrial que se ha transformado en un paisaje prima-
rio y que, una vez abandonado, comienza a convertirse en algo que 
se encuentra a caballo entre un paisaje natural y uno con huellas 
del hombre. Se convierten en los restos del banquete, en territorios 
residuales, no del todo muertos, ya que se regeneran y comienzan a 
crear una nueva vida, aunque esta esté comprometida.3
Los poderes transformadores del petróleo; es decir, la ecología 
humana del capitalismo de hidrocarburos, eclipsan a los de casi 
cualquier otro sector (con la posible excepción del espectro del 
invierno nuclear). Los daños colaterales asociados a la produc-
ción y el traslado de grandes cantidades de petróleo –la pesadi-
lla del petrolero Exxon Valdez, la escarificación de las arenas 
bituminosas en Canadá– resultan difíciles de calcular. En cual-
quier inventario de los lugares más contaminados sobre la faz 
de la tierra, los campos petrolíferos figurarán en los primeros 
lugares. Casi ninguno de estos costes (o “externalidades”, como 
45
 
MOVILIZAR
tan singularmente los denominan los economistas) se traduce en 
el precio que pagamos en el surtidor de gasolina. Cuando se uti-
lizan como objetivos para la guerra o la insurgencia, la infraes-
tructura petrolífera se convierte en un arma en sí misma. Las 
impresionantes imágenes aéreas de los campos de petróleo 
incendiados que hicieron estallar las fuerzas de Sadam Husein 
en retirada de Kuwait han pasado a formar parte de la iconogra-
fía de la guerra.
Este equipo petrolífero se alimenta de un impulso que parece 
imparable en su descubrimiento de un recurso que todo el mun-
do sabe que es finito. El apetito de petróleo es insaciable, y los 
extremos los que la industria alcanzará para obtener más van 
literalmente hasta lo más hondo de la tierra, o, mejor aún, hasta 
el fondo del océano en un galope desenfrenado. La exploración 
submarina es el nuevo mantra. El 2 de agosto de 2007, un subma-
rino ruso colocó una bandera de titanio a más de tres kilómetros 
bajo el Polo Norte: lo que estaba en juego eran los nuevos y lucra-
tivos campos de petróleo y gas, que según ciertas estimaciones 
contenían 10.000 millones de toneladas de petróleo en el fondo 
marino del mar Ártico. A fines de 2006, un consorcio de compa-
ñías petroleras descubrió petróleo a la asombrosa profundidad 
de 240 km bajo el nivel del mar en el golfo de México. El pozo de 
pruebas Jack-2 atraviesa más de dos kilómetros de agua y seis 
de suelo marino para extraer petróleo de rocas terciarias deposi-
tadas hace sesenta millones de años. Los barcos perforadores y 
las plataformas petrolíferas requeridas para sobrellevar un tra-
bajo semejante son estructuras flotantes enormes, mucho más 
grandes que el mayor portaaviones y mucho más caras (cuestan 
bastante más de 500 millones de dólares, y su alquiler diario cer-
ca de un millón). En 2007, el gran campo de petróleo virgen de 
Tupi fue descubierto en aguas brasileñas bajo una robusta capa 
de sal en condiciones geológicas enormemente inhóspitas. Una 
sola prueba bien puede costar más de 250 millones de dólares, 
pero lo que está en juego es una gigantesca reserva a 700 metros 
de profundidad.
Podría decirse que las ciudades petroleras son centros para el 
cálculo político y económico (tomo prestados los términos de 
Bruno Latour), dentro de una inmensa red de redes de flujos y 
conexiones apenas visible. Si el petróleo cuenta con oleoductos 
costeros y subterráneos, torres, plataformas, estaciones de flu-
jos, productoras flotantes, buques de almacenamiento y termina-
les para la exportación, también comprende un mundo oculto de 
depósitos, oleoductos submarinos, sumergibles y ascendentes.
Estas petrorredes, que yo llamo “el complejo petrolero”, son 
tan extensas en sus conexiones como desigualmente viables en 
sus operaciones.Como espacio de flujos y conectividad, el uni-
verso del gas y del petróleo es una operación geoestratégica 
saturada de consideraciones de poder, cálculos, seguridad y 
amenazas.4 Esta red petrolera global nos recuerda al extraordi-
46
 
nario atlas de Mark Lombardi de “los usos y abusos del poder en 
la política económica global”.5 Similar a las redes de tráfico de 
drogas y blanqueo de dinero que tanto intrigaron a Lombardi en 
su esfuerzo por trazar un mapa de los lugares en negro y en blan-
co sobre el mapa de la economía sumergida global, la industria 
petrolera es una industria secreta, pese a su carácter formal de 
mercado. Es un mundo en el que hasta las estadísticas más ele-
mentales pueden carecer de significado, y una zona de cálculo 
político y económico que solo puede entenderse como aquello 
que Karl Marx denominó “la acumulación primitiva”; es decir, la 
desposesión y apropiación violenta. Las ciudades petroleras, y 
las regiones petroleras en general, son enclaves de una violencia 
y un conflicto extraordinarios. Para Werner Herzog, son paisajes 
del Apocalipsis.
Los núcleos, radios, flujos y nodos que se integran en la red 
petrolera, militar, constructora, farmacéutica y financiera (las 
cualidades definitorias del complejo petrolero) llevaron a David 
Campbell a entender el sistema del gas y del petróleo como un 
sistema capsular: “Las cápsulas son enclaves y envoltorios que 
funcionan como nodos, núcleos y terminales para las diversas 
redes y que contienen una multitud de espacios y escalas”.6 Las 
torres petrolíferas, los buques de almacenamiento, las estacio-
nes de flujo, las refinerías, las gasolineras y, sin duda, los auto-
móviles, son cápsulas dentro de la red global del gas y del petró-
leo. Las ciudades petroleras pueden a su vez leerse como 
cápsulas compuestas de otras cápsulas que surgen y cobran 
forma de una red en la que lo visible y lo invisible, el oculta-
miento y la duplicidad, los espacios de flujo y de inmovilidad, 
las fuerzas del poder y la seguridad operan juntos para producir 
una tormenta perfecta de violencia, desigualdad, militarismo 
y corrupción.
Al situarse en este marco siniestro, ¿qué hace que sean dife-
rentes las ciudades petroleras africanas, Port Harcourt o Warri 
en Nigeria, Luanda o Cabinda en Angola? Al nadar en petrodóla-
res, los Estados petroleros se embarcan en ambiciosos proyectos 
estatales de modernización: la enormidad y la corrupción son 
sus improntas. Los explosivos índices de urbanización –causa-
dos por las perspectivas de empleo urbano en un océano de 
pobreza rural y que van de la mano del colapso del empleo agra-
rio, aquello que los economistas denominan “síndrome holan-
dés”– multiplican los problemas de una infraestructura urbana y 
una provisión de servicios débiles. El mundo de chabolas del sur 
globalizado, tan vivamente captado por Mike Davis en su libro 
Planeta de ciudades miseria,7 cobra una nueva forma hipertro-
fiada. Millones de personas se hacinan en la sordidez más espan-
tosa, con las escasas oportunidades de empleo que ofrece la 
industria. Al mismo tiempo, para aquellos pocos afortunados 
que pueden beneficiarse de las rentas petroleras, el patronazgo 
político y la corrupción generalizada, la ciudad se convierte en 
47Las ciudades del oro negro: petropaisajes y futuros sostenibles
 
MOVILIZAR
un enclave personal de riqueza inimaginable y consumo conspi-
cuo (cuya forma urbana por excelencia es el complejo amuralla-
do y fortificado). La desigualdad más alarmante se convierte en 
el distintivo de la ciudad petrolera.
Los índices sin precedentes de la migración urbana, junto a la 
riqueza desmesurada entre una clase de oligarcas petroleros y 
funcionarios del Estado (militares o civiles) producen como 
resultado una dinámica peculiar para los mercados inmobilia-
rios. Por un lado, los precios de las propiedades en las ciudades 
petroleras (Luanda es un notable ejemplo) están entre los más 
altos del mundo (al verse impulsados por el petróleo, la ingenie-
ría y las constructoras desesperadas por las escasas propieda-
des que quedan en el centro de las ciudades); por otro, ejércitos 
de pobres ocupan ilegalmente las periferias de las ciudades (o 
son desplazados por los violentos desalojos de las barriadas en 
el centro de la ciudad, impulsados por el gobierno para abrir 
paso a nuevas petroleras). Muchos caen en última instancia bajo 
la influencia de propietarios de las barriadas o de oficiales 
gubernamentales ansiosos por explotar su condición de “ilega-
les”. La ciudad petrolera es el lugar donde lo hipermoderno (las 
relucientes oficinas corporativas con vistas al mar en Luanda) se 
encuentra con lo hiperpobre (las musseques [barriadas] luande-
sas, donde el 85 % de la población se gana la vida de una forma 
miserable).
La ciudad petrolera figura como un tipo peculiar de soberanía 
parcelada: cápsulas dentro de la red de infraestructura petrole-
ra. Los enclaves corporativos de Chevron y Shell no parecen más 
que campamentos militares. Las residencias de lujo (y las zonas 
residenciales de la élite gubernamental) son comunidades cerca-
das con sus sistemas privatizados de abastecimiento de agua, 
electricidad y servicios. Quienes carezcan de estos medios ten-
drán que construir sus propios complejos amurallados con su 
generador, pozo y guardias: cápsulas dentro de cápsulas, encla-
ves dentro de enclaves. En esta suerte de paisaje petrólico urba-
no, no queda nada claro qué podría entenderse por ciudadanía 
urbana.
El mundo de las chabolas se integra ideológicamente con las 
llamadas de las iglesias evangélicas o del islamismo radical; 
las élites petroleras con el canto de sirenas del neoliberalismo y 
la economía global. Todo esto existe codo con codo. Ambos gru-
pos temen la amenaza del crimen, la insurgencia y el mundo de 
sombras de la violencia política y la corrupción. Las ciudades 
petroleras son combustibles, inestables y, en última instancia, 
insostenibles, tanto en términos humanos como ecológicos. El 
petróleo es, por supuesto, finito, y se agotará. En ese sentido, las 
ciudades petroleras deben enfrentarse a su futuro y destino des-
de el mismo instante en el que el petróleo comience a manar. De 
este modo, tienen una caducidad intrínseca, lo que al mismo 
tiempo es una oportunidad y una carga.
1 Davis, Mike, “Sand, Fear, and Money in 
Dubai”, en Davis, Mike et al. (eds.), Evil 
Paradises, Verso, Londres, 2007. 
2 Urry, John, “The System of Automobi-
lity”, Theory, Culture, and Society, núm. 
21/4, 2004.
3 Burtynsky, Edward, “Residual Landsca-
pes and the Everyday”, Space and Culture, 
núm. 11/1, 2008, págs. 39-50.
4 Campbell, David, “The Biopolitics of 
Security”, American Quarterly, 2005, 
pág. 950.
5 Lombardi, Mark, Mark Lombardi: Global 
Networks, Independent Curators, Nueva 
York, 2003, pág. 19.
6 Campbell, David, op. cit., pág. 951.
7 Davis, Mike, Planet of the Slums, Verso, 
Londres, 2005 (versión castellana: Planeta 
de ciudades miseria, Foca, Tres Cantos, 
2007).
48
 
Niños jugando entre los oleoductos 
en su aldea
Los campos 
petrolíferos del 
delta del Níger
Ed Kashi
Escenas de la vida cotidiana en 
Finima, una comunidad de 
desplazados en Bonny Island, con la 
planta de gas Mobil Exxon como 
telón de fondo
Vistas de la barriada de Trans-
Amadi, el matadero principal de 
Port Harcourt. Los animales son 
sacrificados al aire libre, a pesar 
de las carencias en infraestructuras 
e higiene. La sangre llega hasta los 
canales subterráneos y las pieles 
se queman en hogueras de 
neumáticos, lo que genera gruesas 
nubes de humo negro que se 
ciernen sobre el lugar.
49
 
MOVILIZAR
La barriada de Trans-Amadi es el 
matadero más importante del delta. 
Miles de animales se sacrifican, 
asan, cortan y despiezan todos los 
días para venderlos en el estado 
de Rivers y el resto del delta.Casi 
todos los trabajadores, sobre todo 
los carniceros, son de las etnias 
hausa y yoruba, y musulmanes en 
su mayoría. En el delta, la pesca fue 
tradicionalmente la fuente principal 
de proteínas, pero como ha 
disminuido por la contaminación 
del petróleo y la sobreexplotación, 
la carne se está volviendo 
más común.
Escenas de la vida cotidiana en la 
ciudad petrolera de Warri, en el 
delta del Níger. Warri es un lugar 
hostil, con altos índices de pobreza, 
desempleo, una juventud violenta y 
enfadada y una infraestructura que 
se cae a trozos. Aun así, se amasan 
fortunas petroleras dentro y 
alrededor de la zona.
La vieja Bonny Town, en Bonny 
Island, es un lugar histórico que 
fue la sede de la trata de esclavos 
y el comercio de aceite de palma. 
Está estancada en la pobreza 
y el subdesarrollo, mientras que 
las compañías de gas y petróleo se 
expanden. Ningún habitante local 
trabaja en estas empresas, lo que 
ha generado un resentimiento 
generalizado. El hermano John, de 
la iglesia pentecostal Asambleas de 
Dios, predica en medio del mercado.
50
 
Escenas de la aldea pobre de 
Imiringi, en el delta del Níger
Una señal de la falta de 
infraestructuras en esta ciudad rica 
en petróleo: la congestión de Port 
Harcourt es un problema importante 
y sin solución a la vista
Los habitantes de Aker Camp, una 
barriada de Port Harcourt, escarban 
entre los escombros de sus vidas. 
Una semana antes, este barrio fue 
incendiado por el ejército nigeriano, 
después de que uno de sus soldados 
resultara muerto al tratar de intervenir 
en el secuestro de un expatriado 
italiano en un bar local. Estos ataques 
a civiles del ejército son un 
recordatorio constante de la ausencia 
de derechos humanos en el delta del 
Níger. Los pobres habitantes de la 
zona luchan por salvar lo que pueden. 
Preye Godswill, de 27 años, era la 
dueña del bar y restaurante Booze, 
ahora destruido. En esta imagen mira 
fotografías de su bar, adonde acudían 
tanto expatriados como nigerianos.
51Los campos petrolíferos del delta del Níger
 
MOVILIZAR
Los sistemas viarios de los centros 
urbanos altamente poblados funcio-
nan mucho más allá de su capacidad. 
Sin importar el modo de propulsión, 
los automóviles y vehículos de servi-
cio seguirán atestando las calles, y la 
política de reducir el número de carri-
les para tráfico rodado para estimular 
el uso de formas más ecológicas de 
transporte solo empeorará la conges-
tión. La red viaria requiere de una 
ampliación comparable a la introduc-
ción del metro a principios del siglo xx; 
dicha expansión solo puede producir-
se hacia arriba: sobre rasante.
Una vía superior para vehículos eléc-
tricos con velocidades bajas o 
medias podría mejorar en un 40 % la 
capacidad del sistema viario. Un sis-
tema de bucles a través de la ciudad 
daría servicio a las zonas de densi-
dad más alta. Se podría acceder a 
los vehículos, con uno o dos pasaje-
ros, en los estacionamientos ubica-
dos entre las paradas de metro y 
bus mediante una tarjeta magnética 
prepagada. El número total de pasa-
jeros movilizados gracias a esta 
combinación de medios de transpor-
te, incluyendo el metro, puede 
aumentar un 18 %.
El total de las emisiones de carbono 
del sistema de tráfico puede reducir-
se hasta un 30 % respecto a sus 
niveles actuales. La calle se conver-
tiría en una especie de pérgola 
capaz de incorporar el resto de los 
servicios públicos –iluminación, 
comunicaciones, cableado, redes de 
información y filtros para mejorar la 
calidad del aire– dentro de una 
estructura organizada. Dirigirse a los 
destinos deseados a través de plata-
formas silenciosas y descongestio-
nadas permitiría que la gente disfru-
tara de vistas sobre la ciudad desde 
un lugar seguro, eficiente y ecológi-
camente sostenible.
Sobre rasante
Rafael Viñoly
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0,5 km|6 min
278
 
IR ANDANDO A LA ESCUELA
EN MUCHOS PAÍSES SE PROMUEVE EL IR A PIE O EN BICICLETA A LA ESCUELA POR LOS DISTINTOS BENEFICIOS QUE CONLLEVA TANTO PARA EL NIÑO COMO 
PARA EL MEDIO AMBIENTE (MEJORA LA SALUD Y REDUCE LA CONTAMINACIÓN). TAMBIÉN ESTIMULA LA CAMARADERÍA ENTRE QUIENES COMPARTEN 
EL CAMINO.
HABRÍA QUE COLOCAR 300 CAM-
POS DE FÚTBOL A LO LARGO DE NAI-
ROBI PARA TENER UNA CANCHA DE 
FÚTBOL CADA 10 MINUTOS DE RE-
CORRIDO A PIE, CREANDO 3,3 M2 DE 
ESPACIO VERDE POR ALUMNO
HABRÍA QUE COLOCAR 940 CAM-
POS DE FÚTBOL A LO LARGO DE NAI-
ROBI PARA TENER A UNA CANCHA 
DE FÚTBOL CADA 6 MINUTOS DE RE-
CORRIDO A PIE, CREANDO 10 M2 DE 
ESPACIO VERDE POR ALUMNO
0,4 km|5 min
0,8 km|10 min
1,7 km|20 min
2,5 km|30 min
3,3 km|40 min
4,2 km|50 min
5,0 km|60 min
TIERRA DIFERIDA
TIERRA VERDE
ZONA INDUSTRIAL
DENSIDAD RESIDENCIAL
279
ME GUSTA TU MANERA DE PENSAR, IDEALISTA Y MUY UTÓPICA. 
TU OPERACIÓN PUEDE ENRIQUECERSE CON UNA EVALUACIÓN DE 
LAS CONDICIONES ACTUALES DE LOS ESPACIOS VERDES, EL 
TRANSPORTE, LA VIVIENDA E INFRAESTRUCTURA EXISTENTE, ETC.
¿NO SERÍA GENIAL QUE LOS NIÑOS PUDIERAN IR ANDANDO 
AL COLEGIO EN DIEZ MINUTOS SIN QUEDAR ATRAPADOS 
EN EL TRÁFICO CADA MAÑANA? ¿Y SI ADEMÁS PUDIERAN 
JUGAR UN POCO AL FÚTBOL DESPUÉS DE CLASE EN LOS 
CAMPOS DE LA ESCUELA?
¿ESPACIOS VERDES DE FÁCIL ACCESO PARA 
TODOS CADA DIEZ MINUTOS A PIE? ¿ES UN 
SUEÑO HECHO REALIDAD? ¡ME ENCANTA!
¡NO AL TRÁFICO PARA LOS ES-
COLARES!
¿UNA DISTRIBUCIÓN PAREJA DE LOS 
CAMPOS DE FÚTBOL? ESTOY DE ACUER-
DO CON MANUEL: ¿CÓMO FUNCIONARÍA 
TODO ESTO CON LA DENSIDAD POBLA-
CIONAL Y LAS CONDICIONES DE VIVIEN-
DA ACTUALES?
MOVILIZAR
INVESTIGACIÓN DE LA GSD:
Taller Nairobi
Instructores: Jacques Herzog y Pierre de Meuron
“Retomar la utopía” es un estudio 
sobre la ciudad de Nairobi, en Kenia, 
realizado bajo la tutela de Jacques 
Herzog y Pierre de Meuron, en cola-
boración con Manuel Herz y el ETH 
Studio Basel, que contó con el gene-
roso patrocinio de Elise Jaffe y Jef-
frey Brown, y que fue elaborado en 
2008 por seis alumnos de tesis de la 
GSD: Chi-Yan Chan, Emily Farnham, 
Sondra Fein, Benny Ho, Meehae 
Kwon y Yusun Kwon. A continuación 
se presenta un extracto de este pro-
yecto, que explora seis aspectos del 
día a día en la ciudad: vida, trabajo, 
compras, movilidad, aprendizaje y 
bienestar, al tiempo que se centra en 
las especificidades de las costum-
bres y comportamientos locales. El 
proyecto se cierra con seis propues-
tas para nuevas modalidades de 
comisariado para las condiciones 
locales, con el fin de reforzar y esti-
mular la igualdad de oportunidades y 
la iniciativa propia en un marco urba-
no dinámico y nuevo.
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0,5 km|6 min
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IR ANDANDO A LA ESCUELA
EN MUCHOS PAÍSES SE PROMUEVE EL IR A PIE O EN BICICLETA A LA ESCUELA POR LOS DISTINTOS BENEFICIOS QUE CONLLEVA TANTO PARA EL NIÑO COMO 
PARA EL MEDIO AMBIENTE (MEJORA LA SALUD Y REDUCE LA CONTAMINACIÓN). TAMBIÉN ESTIMULA LA CAMARADERÍA ENTRE QUIENES COMPARTEN 
EL CAMINO.
HABRÍA QUE COLOCAR 300 CAM-
POS DE FÚTBOL A LO LARGO DE NAI-
ROBI PARA TENER UNA CANCHA DE 
FÚTBOL CADA 10 MINUTOS DE RE-
CORRIDO A PIE, CREANDO 3,3 M2 DE 
ESPACIO VERDE POR ALUMNO
HABRÍA QUE COLOCAR 940 CAM-
POS DE FÚTBOL A LO LARGO DE NAI-
ROBI PARA TENER A UNA CANCHA 
DE FÚTBOL CADA 6 MINUTOS DE RE-
CORRIDO A PIE, CREANDO 10 M2 DE 
ESPACIO VERDE POR ALUMNO
0,4 km|5 min
0,8 km|10 min
1,7 km|20 min
2,5 km|30 min
3,3 km|40 min
4,2 km|50 min
5,0 km|60 min
TIERRA DIFERIDA
TIERRA VERDE
ZONA INDUSTRIAL
DENSIDAD RESIDENCIAL
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ME GUSTA TU MANERA DE PENSAR, IDEALISTA Y MUY UTÓPICA. 
TU OPERACIÓN PUEDE ENRIQUECERSE CON UNA EVALUACIÓN DE 
LAS CONDICIONES ACTUALES DE LOS ESPACIOS VERDES, EL 
TRANSPORTE, LA VIVIENDA E INFRAESTRUCTURA EXISTENTE, ETC.
¿NO SERÍA GENIAL QUE LOS NIÑOS PUDIERAN IR ANDANDO 
AL COLEGIO EN DIEZ MINUTOS SIN QUEDAR ATRAPADOS 
EN EL TRÁFICO CADA MAÑANA? ¿Y SI ADEMÁS PUDIERAN 
JUGAR UN POCO AL FÚTBOL DESPUÉS DE CLASE ENLOS 
CAMPOS DE LA ESCUELA?
¿ESPACIOS VERDES DE FÁCIL ACCESO PARA 
TODOS CADA DIEZ MINUTOS A PIE? ¿ES UN 
SUEÑO HECHO REALIDAD? ¡ME ENCANTA!
¡NO AL TRÁFICO PARA LOS ES-
COLARES!
¿UNA DISTRIBUCIÓN PAREJA DE LOS 
CAMPOS DE FÚTBOL? ESTOY DE ACUER-
DO CON MANUEL: ¿CÓMO FUNCIONARÍA 
TODO ESTO CON LA DENSIDAD POBLA-
CIONAL Y LAS CONDICIONES DE VIVIEN-
DA ACTUALES?
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El paraíso de los aprendices
262
M
eehae K
w
on
IGLESIA + ESCUELA
LA ESTRUCTURA DE UNA ESCUELA RELIGIOSA PUEDE RASTREARSE HASTA LA PRIMERA ESCUELA MISIONERA FUNDADA EN MOMBASA EN 1836. 
LOS MISIONEROS FUNDARON ESCUELAS CON FINES EVANGELIZADORES, Y UNA VEZ CONSTRUIDOS LOS EDIFICIOS, A MENUDO PASAN A MANOS DEL 
GOBIERNO, QUE A SU VEZ SUBSIDIA CIERTOS GASTOS, COMO LOS SUELDOS DE LOS MAESTROS Y LOS LIBROS DE TEXTO. OCASIONALMENTE, LOS 
PADRES O GRUPOS RELIGIOSOS SUBVENCIONAN A LOS PROFESORES DE RELIGIÓN. LA CATEDRAL, SITUADA EN EL DISTRITO CENTRAL DE NEGOCIOS, 
COMPARTE UN ESPACIO COMÚN ABIERTO CON LA ESCUELA PARROQUIAL CATÓLICA. SU PRESENCIA SIMBÓLICA SE HACE MÁS EVIDENTE EN LA ZONA 
GRACIAS A UN PASO SECUNDARIO PEATONAL.
EL 1 DE NOVIEMBRE DE 2007, JOHN 
NJUE, EL NUEVO ARZOBISPO CATÓLICO, 
REUNIÓ A UNA GRAN CONGREGACIÓN 
EN EL PATIO DE LA IGLESIA PARA SU 
DISCURSO INAUGURAL CARDENALICIO.
COMPARTIMOS SERVICIOS 
CON LA IGLESIA Y LA COMU-
NIDAD. LA ESCUELA UTILIZA 
LA SALA DE REUNIONES Y 
LAS AULAS ENTRE SEMA-
NA Y LA IGLESIA LOS FINES 
DE SEMANA.
LA CATEDRAL HA VIVIDO LA HISTORIA DEL DISTRITO 
CENTRAL DE NEGOCIOS. SU PAPEL ES IMPORTANTE 
PARA LA ZONA, MÁS ALLÁ DE SU PRESENCIA FÍSICA 
Y MONUMENTAL. LAS HERMANAS DE LA CATEDRAL 
FUERON MUY RECEPTIVAS A LA HORA DE PENSAR 
EN LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN Y DE FUN-
DAR UNA ESCUELA PRIMARIA PARROQUIAL CATÓLI-
CA. ESTE ES UN BUEN PRECEDENTE DE UNA INSTI-
TUCIÓN DE APRENDIZAJE EN SINERGIA CON UN 
GRUPO RELIGIOSO.
LA RELACIÓN ENTRE EL ESTADO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS EN KENIA ES INDI-
SOCIABLE; TANTO QUE LA PRIMERA ESCUELA KENIATA FUE FUNDADA POR 
MISIONEROS. A DIFERENCIA DE LO QUE SUCEDE EN ESTADOS UNIDOS, DONDE EL 
ESTADO NO PUEDE IMPONER ESTUDIOS RELIGIOSOS ESPECÍFICOS, UN 10 % DE 
NUESTRO PROGRAMA DE ESTUDIOS SE DEDICA A LA RELIGIÓN. EL ESPÍRITU 
CRISTIANO DE DAR Y COMPARTIR ES LO QUE NOS HACE MANTENER NUESTRAS 
PUERTAS ABIERTAS A LA COMUNIDAD PARA QUE QUIEN QUIERA PUEDA VENIR 
EN HORARIO NO LECTIVO.
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El paraíso de los aprendices
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IGLESIA + ESCUELA
LA ESTRUCTURA DE UNA ESCUELA RELIGIOSA PUEDE RASTREARSE HASTA LA PRIMERA ESCUELA MISIONERA FUNDADA EN MOMBASA EN 1836. 
LOS MISIONEROS FUNDARON ESCUELAS CON FINES EVANGELIZADORES, Y UNA VEZ CONSTRUIDOS LOS EDIFICIOS, A MENUDO PASAN A MANOS DEL 
GOBIERNO, QUE A SU VEZ SUBSIDIA CIERTOS GASTOS, COMO LOS SUELDOS DE LOS MAESTROS Y LOS LIBROS DE TEXTO. OCASIONALMENTE, LOS 
PADRES O GRUPOS RELIGIOSOS SUBVENCIONAN A LOS PROFESORES DE RELIGIÓN. LA CATEDRAL, SITUADA EN EL DISTRITO CENTRAL DE NEGOCIOS, 
COMPARTE UN ESPACIO COMÚN ABIERTO CON LA ESCUELA PARROQUIAL CATÓLICA. SU PRESENCIA SIMBÓLICA SE HACE MÁS EVIDENTE EN LA ZONA 
GRACIAS A UN PASO SECUNDARIO PEATONAL.
EL 1 DE NOVIEMBRE DE 2007, JOHN 
NJUE, EL NUEVO ARZOBISPO CATÓLICO, 
REUNIÓ A UNA GRAN CONGREGACIÓN 
EN EL PATIO DE LA IGLESIA PARA SU 
DISCURSO INAUGURAL CARDENALICIO.
COMPARTIMOS SERVICIOS 
CON LA IGLESIA Y LA COMU-
NIDAD. LA ESCUELA UTILIZA 
LA SALA DE REUNIONES Y 
LAS AULAS ENTRE SEMA-
NA Y LA IGLESIA LOS FINES 
DE SEMANA.
LA CATEDRAL HA VIVIDO LA HISTORIA DEL DISTRITO 
CENTRAL DE NEGOCIOS. SU PAPEL ES IMPORTANTE 
PARA LA ZONA, MÁS ALLÁ DE SU PRESENCIA FÍSICA 
Y MONUMENTAL. LAS HERMANAS DE LA CATEDRAL 
FUERON MUY RECEPTIVAS A LA HORA DE PENSAR 
EN LA IMPORTANCIA DE LA EDUCACIÓN Y DE FUN-
DAR UNA ESCUELA PRIMARIA PARROQUIAL CATÓLI-
CA. ESTE ES UN BUEN PRECEDENTE DE UNA INSTI-
TUCIÓN DE APRENDIZAJE EN SINERGIA CON UN 
GRUPO RELIGIOSO.
LA RELACIÓN ENTRE EL ESTADO Y LOS GRUPOS RELIGIOSOS EN KENIA ES INDI-
SOCIABLE; TANTO QUE LA PRIMERA ESCUELA KENIATA FUE FUNDADA POR 
MISIONEROS. A DIFERENCIA DE LO QUE SUCEDE EN ESTADOS UNIDOS, DONDE EL 
ESTADO NO PUEDE IMPONER ESTUDIOS RELIGIOSOS ESPECÍFICOS, UN 10 % DE 
NUESTRO PROGRAMA DE ESTUDIOS SE DEDICA A LA RELIGIÓN. EL ESPÍRITU 
CRISTIANO DE DAR Y COMPARTIR ES LO QUE NOS HACE MANTENER NUESTRAS 
PUERTAS ABIERTAS A LA COMUNIDAD PARA QUE QUIEN QUIERA PUEDA VENIR 
EN HORARIO NO LECTIVO.
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HORAS DE ESCUELA DIARIAS HORAS DE ESCUELA SEMANALES
16:20
AIGLESIA DE LA COMUNIDAD 
DESPUÉS DEL HORARIO DE CLASE, SE ABREN LAS 
PUERTAS Y EL ESPACIO ABIERTO SIRVE COMO UN 
PASO PEATONAL SECUNDARIO. AUNQUE LA COMU-
NIDAD NO PARTICIPE DE ESTO ACTIVAMENTE, EL 
ESPACIO DE LA ESCUELA Y DE LA IGLE-
SIA SE HA CONVERTIDO EN PARTE DE 
SUS ITINERARIOS COTIDIANOS.
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57INVESTIGACIÓN DE LA GSD
 
284
CENTRO COM
UNITARIO 
 
 
 
 
 E
SC
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LA
LUGAR DE CULTO
 
CENTRO DE APRENDIZAJE | ESCUELA + CENTRO COMUNITARIO + LUGAR DE CULTO
¿UNA TRÍADA? IMPLICAR A LA COMUNIDAD, PERO TENER 
ESTAS SUBDIVISIONES BAJO UN PARAGUAS MAYOR, PERMITI-
RÁ QUE EL SISTEMA LLEGUE A MÁS GENTE. LA CLARIDAD DE TU 
IDEA DIAGRAMÁTICA ES BUENA. NOS GUSTA LA SENCILLEZ DE 
LA EXTRUSIÓN DEL DIAGRAMA AL EDIFICIO. ¿PERMITE ESTE SIS-
TEMA VARIACIONES DE ESCALA O COMPOSITIVAS PARA ADE-
CUARLO A ESTAS COMUNIDADES?
CREO QUE LA ASOCIACIÓN ENTRE IGLESIA Y ESCUELA EXISTÍA DESDE LA INDEPEN-
DENCIA DEL PAÍS. SI HACEMOS QUE LA COMUNIDAD SE IMPLIQUE AL ABRIR UNA 
ESCUELA CON UN RANGO MAYOR DE OPORTUNIDADES PARA EL APRENDIZAJE, 
¡CREARÁ UNA RELACIÓN SIMBIÓTICA ENTRE LAS PARTES! SOY CONSCIENTE DE LA 
ESCALA DE ESTOS CENTROS EDUCATIVOS Y DE CÓMO DEBEN SER ACCESIBLES A 
UN NIVEL COMUNITARIO, Y AUNQUE NO ME CONVENCE DEL TODO ESTE ESQUEMA, 
¿POR QUÉ NO CONSTRUIR ESTOS MEGACENTROS DE APRENDIZAJE COMO SI FUE-
RAN CENTROS COMERCIALES?
ME GUSTA LA IDEA DE MANTENER UN VÍNCULO 
CON LA COMUNIDAD. CONSEGUIR QUE SE IMPLI-
QUE MÁS ALLÁ DE LA FUNDACIÓN DE LAS ESCUE-
LAS…; ES LO QUE IDEALMENTE ANTICIPARÍA.
285
EN LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL LLAMAMOSA ESO 
“RECIPROCIDAD”: INTERCAMBIO DE TRABAJO Y BIE-
NES EN SISTEMAS ECONÓMICOS INFORMALES. LA 
TRÍADA PUEDE VALERSE DE ESTE MECANISMO PARA 
SIMULAR UN EFECTO SINÉRGICO; PODEMOS CREAR 
CENTROS DE APRENDIZAJE MÁS “CARGADOS” PARA 
LAS COMUNIDADES EN GENERAL.
MOVILIZAR 58
 
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CENTRO COM
UNITARIO 
 
 
 
 
 E
SC
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LUGAR DE CULTO
 
CENTRO DE APRENDIZAJE | ESCUELA + CENTRO COMUNITARIO + LUGAR DE CULTO
¿UNA TRÍADA? IMPLICAR A LA COMUNIDAD, PERO TENER 
ESTAS SUBDIVISIONES BAJO UN PARAGUAS MAYOR, PERMITI-
RÁ QUE EL SISTEMA LLEGUE A MÁS GENTE. LA CLARIDAD DE TU 
IDEA DIAGRAMÁTICA ES BUENA. NOS GUSTA LA SENCILLEZ DE 
LA EXTRUSIÓN DEL DIAGRAMA AL EDIFICIO. ¿PERMITE ESTE SIS-
TEMA VARIACIONES DE ESCALA O COMPOSITIVAS PARA ADE-
CUARLO A ESTAS COMUNIDADES?
CREO QUE LA ASOCIACIÓN ENTRE IGLESIA Y ESCUELA EXISTÍA DESDE LA INDEPEN-
DENCIA DEL PAÍS. SI HACEMOS QUE LA COMUNIDAD SE IMPLIQUE AL ABRIR UNA 
ESCUELA CON UN RANGO MAYOR DE OPORTUNIDADES PARA EL APRENDIZAJE, 
¡CREARÁ UNA RELACIÓN SIMBIÓTICA ENTRE LAS PARTES! SOY CONSCIENTE DE LA 
ESCALA DE ESTOS CENTROS EDUCATIVOS Y DE CÓMO DEBEN SER ACCESIBLES A 
UN NIVEL COMUNITARIO, Y AUNQUE NO ME CONVENCE DEL TODO ESTE ESQUEMA, 
¿POR QUÉ NO CONSTRUIR ESTOS MEGACENTROS DE APRENDIZAJE COMO SI FUE-
RAN CENTROS COMERCIALES?
ME GUSTA LA IDEA DE MANTENER UN VÍNCULO 
CON LA COMUNIDAD. CONSEGUIR QUE SE IMPLI-
QUE MÁS ALLÁ DE LA FUNDACIÓN DE LAS ESCUE-
LAS…; ES LO QUE IDEALMENTE ANTICIPARÍA.
285
EN LA ANTROPOLOGÍA CULTURAL LLAMAMOS A ESO 
“RECIPROCIDAD”: INTERCAMBIO DE TRABAJO Y BIE-
NES EN SISTEMAS ECONÓMICOS INFORMALES. LA 
TRÍADA PUEDE VALERSE DE ESTE MECANISMO PARA 
SIMULAR UN EFECTO SINÉRGICO; PODEMOS CREAR 
CENTROS DE APRENDIZAJE MÁS “CARGADOS” PARA 
LAS COMUNIDADES EN GENERAL.
59INVESTIGACIÓN DE LA GSD
 
MOVILIZAR
INDIAN
1972
LINE OF CONTROL
CLAIM
LINE OF 
ACTUAL
CONTROL
(INDIA)
LAKSHADWEEP
 KABUL
 DHAKA
 THIMPHU KATHMANDU
CAT
 ISLAMABAD
 COLOMBO
 
NEW 
DELHI
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 CHE
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 KOLKATA
(CALCUTTA)
 LHASA
 PYINMANA
 MANDALAY
 KARACHI
RANGOON HYDERABAD
AHMADABAD
BANGALORE
KANPUR
MUMBAI
 (BOMBAY)
LAHORE
NAGPUR
LUCKNOWJAIPUR
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PUNE
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QUETTA
CHENNAI
(MADRAS)
KANDAHAR
FGHANISTAN
PAKISTAN
C H I N A
BANGLADESH
BURMA
I N D I A
(INDIA)
ISLANDS
NICOBAR
ISLANDS
ANDAMAN
NEPAL BHUTAN
BENGAL
BAY OF
ANDAMAN 
 SEA
SEA
ARABIAN
SEA
LACCADIVE
(FRANCE
GLORIOSO 
 BUJUMBURA
DÉ
 MORONI
AZZAVILLE
LE
 NAIROBI
O
 KIGALI
 MOGADISHU KAMPALA
 KINSHASA
 DAR ES SALAAM
 LUBUMBASHI
 BANGUI
ADDIS
ABABA
JUBA
KISANGANI
BERBERA
MOMBASA
DODOMA
THIKA
ANGOLA COMOROS
SEYCH
TANZANIA
KENYAUGANDA
N
ETHIOPIA
SOMALIA
CONGO
REP. OF
THE
OF THE CONGO
DEMOCRATIC
REPUBLIC
AFRICAN REPUBLIC
CENTRAL
RWANDA
BURUNDI
LAKE
VICTORIA
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TANGANYIKA
LAKE
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298
VINCULACIÓN A OTROS PROGRAMAS NACIONALES PARA EL DESARROLLO
LA VERTIGINOSA GLOBALIZACIÓN ESTÁ TENIENDO UNOS PROFUNDOS EFECTOS EN LOS PAÍSES RICOS Y POBRES, PROVOCANDO QUE REGIONES 
COMO DETROIT O BANGALORE PASEN DE LA BONANZA AL COLAPSO EN UNA GENERACIÓN. LA EXPLOSIÓN DE LOS SERVICIOS INFORMÁTICOS HA 
AYUDADO A TRANSFORMAR LA ECONOMÍA INDIA, CON UN CRECIMIENTO ANUAL SUPERIOR AL 9 %, EL MISMO RITMO AL QUE CRECE CHINA. SIN 
EMBARGO, CON LA ECONOMÍA FLORECIENTE, SE HA ELEVADO EL COSTE DE LA MANO DE OBRA EN INDIA, DE MODO QUE LAS EMPRESAS INTERNA-
CIONALES ESTÁN BUSCANDO NUEVAS FUENTES PARA SUBCONTRATAR SERVICIOS EXTERNOS. CUANDO LOS RECURSOS HUMANOS Y LA EDUCA-
CIÓN EN KENIA HAGAN QUE SEA UN PAÍS COMPETITIVO, PODRÁ DESEMPEÑAR UN PAPEL EN EL MERCADO GLOBAL.
LA CIUDAD INDIA DE BANGALORE CUENTA CON RECONOCIDAS UNIVERSIDA -
DES, INSTITUCIONES Y CENTROS DE INVESTIGACIÓN, Y TAMBIÉN ES LA SEDE 
DE NUMEROSOS SECTORES PÚBLICOS, INDUSTRIA PESADA, EMPRESAS DE 
SOFTWARE, AEROESPACIALES, TELECOMUNICACIONES, FRESADORAS, MA-
QUINARIA PESADA E INSTITUTOS DE DEFENSA.
DESPUÉS DE LA FUNDACIÓN DE UNA EMPRESA PRIVADA EN 
LA DÉCADA DE 1960, SEGUIDA POR TEXAS INSTRUMENTS 
EN 1985 COMO PRIMERA EMPRESA INTERNACIONAL AFIN-
CADA ALLÍ, BANGALORE NO TARDÓ EN CONVERTIRSE EN EL 
SILICON VALLEY INDIO.
BASÁNDONOS EN ESA IDEA, ¿POR QUÉ NO CREAR UN 
CORREDOR PARA LA INVESTIGACIÓN Y EL DESARROLLO 
EN LA CARRETERA DE THIKA, CERCA DE LOS PARQUES 
INDUSTRIALES?
LA EXPANSIÓN URBANA ACARREA INCONVE-
NIENTES COMO LA “ZONIFICACIÓN ÚNICA” Y 
LOS LARGOS VIAJES EN COCHE. LA HIBRIDA-
CIÓN DE TRABAJO, EDUCACIÓN Y VIDA DIARIA 
PARTE DE RECONOCER ESTOS PROBLEMAS.
60
 
INDIAN
1972
LINE OF CONTROL
CLAIM
LINE OF 
ACTUAL
CONTROL
(INDIA)
LAKSHADWEEP
 KABUL
 DHAKA
 THIMPHU KATHMANDU
CAT
 ISLAMABAD
 COLOMBO
 
NEW 
DELHI
 L
 CHE
 ¯
 ¯
 KOLKATA
(CALCUTTA)
 LHASA
 PYINMANA
 MANDALAY
 KARACHI
RANGOON HYDERABAD
AHMADABAD
BANGALORE
KANPUR
MUMBAI
 (BOMBAY)
LAHORE
NAGPUR
LUCKNOWJAIPUR
- -
-
-
- -
PUNE
CHIA
MA
QUETTA
CHENNAI
(MADRAS)
KANDAHAR
FGHANISTAN
PAKISTAN
C H I N A
BANGLADESH
BURMA
I N D I A
(INDIA)
ISLANDS
NICOBAR
ISLANDS
ANDAMAN
NEPAL BHUTAN
BENGAL
BAY OF
ANDAMAN 
 SEA
SEA
ARABIAN
SEA
LACCADIVE
(FRANCE
GLORIOSO 
 BUJUMBURA
DÉ
 MORONI
AZZAVILLE
LE
 NAIROBI
O
 KIGALI
 MOGADISHU KAMPALA
 KINSHASA
 DAR ES SALAAM
 LUBUMBASHI
 BANGUI
ADDIS
ABABA
JUBA
KISANGANI
BERBERA
MOMBASA
DODOMA
THIKA
ANGOLA COMOROS
SEYCH
TANZANIA
KENYAUGANDA
N
ETHIOPIA
SOMALIA
CONGO
REP. OF
THE
OF THE CONGO
DEMOCRATIC
REPUBLIC
AFRICAN REPUBLIC
CENTRAL
RWANDA
BURUNDI
LAKE
VICTORIA
LAKE
TANGANYIKA
LAKE
NYASA
ANGOLA
OOOO
298
VINCULACIÓN A OTROS PROGRAMAS NACIONALES PARA EL DESARROLLO
LA VERTIGINOSA GLOBALIZACIÓN ESTÁ TENIENDO UNOS PROFUNDOS EFECTOS EN LOS PAÍSES RICOS Y POBRES, PROVOCANDO QUE REGIONES 
COMO DETROIT O BANGALORE PASEN DE LA BONANZA AL COLAPSO EN UNA GENERACIÓN. LA EXPLOSIÓN DE LOS SERVICIOS INFORMÁTICOS HA 
AYUDADO A TRANSFORMAR LA ECONOMÍA INDIA, CON UN CRECIMIENTO ANUAL SUPERIOR AL 9 %, EL MISMO RITMO AL QUE CRECE CHINA. SIN 
EMBARGO, CON LA ECONOMÍA FLORECIENTE, SE HA ELEVADO EL COSTE DE LA MANO DE OBRA EN INDIA, DE MODO QUE LAS EMPRESAS INTERNA-
CIONALES ESTÁN BUSCANDO NUEVAS FUENTES PARA SUBCONTRATAR SERVICIOS EXTERNOS. CUANDO LOS RECURSOS HUMANOS Y LA EDUCA-
CIÓN EN KENIA HAGAN QUE SEA UN PAÍS COMPETITIVO, PODRÁ DESEMPEÑAR UN PAPEL EN EL MERCADO GLOBAL.
LA CIUDAD INDIA DE BANGALORE CUENTA CON RECONOCIDAS UNIVERSIDA -
DES, INSTITUCIONES Y CENTROS DE INVESTIGACIÓN, Y TAMBIÉN ES LA SEDE 
DE NUMEROSOS SECTORES PÚBLICOS, INDUSTRIA PESADA, EMPRESAS DE 
SOFTWARE, AEROESPACIALES, TELECOMUNICACIONES, FRESADORAS, MA-
QUINARIA PESADA E INSTITUTOS DE DEFENSA.
DESPUÉS DE LA FUNDACIÓN DE UNA EMPRESA PRIVADA EN 
LA DÉCADA DE 1960, SEGUIDA POR TEXAS INSTRUMENTS 
EN 1985 COMO PRIMERA EMPRESA INTERNACIONAL AFIN-
CADA ALLÍ, BANGALORE NO TARDÓ EN CONVERTIRSE EN EL 
SILICON VALLEY INDIO.
BASÁNDONOS EN ESA IDEA, ¿POR QUÉ NO CREAR UN 
CORREDOR PARA LA INVESTIGACIÓN Y EL DESARROLLO 
EN LA CARRETERA DE THIKA, CERCA DE LOS PARQUES 
INDUSTRIALES?
LA EXPANSIÓN URBANA ACARREA INCONVE-
NIENTES COMO LA “ZONIFICACIÓN ÚNICA” Y 
LOS LARGOS VIAJES EN COCHE. LA HIBRIDA-
CIÓN DE TRABAJO, EDUCACIÓN Y VIDA DIARIA 
PARTE DE RECONOCER ESTOS PROBLEMAS.
NAIROBI NATIONAL PARK
RUIRU
KILIMA
MACHAKOS
ISINYA
THIKA
LIMURU
NGONG
RÍO ATHI 
CBD
10 KM
50 KM
40 KM
30 KM
20 KM
50 KM
40 KM
30 KM
299
ISISI INYASSI
JOMO KENYATTA UNIVERSITY OF 
AGRICULTURE AND TECHNOLOGY
KENYATTA UNIVERSITY
UNIVERSITY OF NAIROBI
 
 
 
YA EXISTE UN TREN QUE VA A THIKA. EL CORRE-
DOR PARA LA INVESTIGACIÓN Y EL DESARRO-
LLO IMPULSARÁ LA MEJORA Y LA CONSTRUC-
CIÓN DE NUEVAS INFRAESTRUCTURAS.
LOS PARQUES INDUSTRIALES EXISTENTES SE 
BENEFICIARÁN DE LA PROXIMIDAD DE TRABAJA-
DORES CUALIFICADOS.
ESTO CREARÁ UNA AFLUENCIA CONSTANTE DE 
INVESTIGADORES Y TRABAJADORES QUE OCUPEN 
LOS COMPLEJOS DE VIVIENDAS PARA TRABAJA-
DORES.
ZONA INDUSTRIAL
AMPLIACIÓN
CO
RR
ED
OR
 D
E I
NV
ES
TIG
AC
IÓN
 Y D
ES
AR
RO
LLO
61INVESTIGACIÓN DE LA GSD313
RECURSOS DE AGUA EN NAIROBI: MANANTIALES Y EMBALSES
RECURSOS DE AGUA DE NAIROBI
TODOS ELLOS BIEN LEJOS DE LA CIUDAD
 
 
AGRICULTURA
COMUNITARIA
EMBALSE + RECOLECCIÓN 
DE AGUAS PLUVIALES
ESPACIO VERDE ABIERTO 
+ SENDEROS DE JOGGING
EMBALSE SASUMA
56.391 m3/DÍA
EMBALSE 
NDAKAIN-THIKA
386.169 m3/DÍA
EMBALSE CHANIA-B
EMBALSE RUIRU
22.414 m3/DÍA
MANANTIAL KIKURU
4.000 m3/DÍA
EMBALSES EXISTENTES
EMBALSES PROPUESTOS
PUNTOS IMPORTANTES PARA RECOGER AGUA
TUBERÍAS EXISTENTES
TUBERÍAS PROPUESTAS
REPRESA NDARUGU
REPRESA MUNYU
Soy de Kibera. 
Como no tenemos agua potable 
me veo obligada a cargar agua para mi familia 
en bidones de 20 litros. En los frecuentes períodos 
de escasez, los vendedores de agua nos timan, 
y pagamos hasta 20 peniques por bidón, cuarenta 
veces más de lo que pagan los ricos, 
que sí cuentan con agua corriente 
y desagües.
Hay que trabajar 
en las dos estaciones: 
durante la temporada de lluvias 
todo está bien, pero durante 
la temporada seca los cultivos 
mueren y el agua escasea, 
y es peor aún cuando 
hay sequía.
P
R
O
P
U
ES
TA
S
 A
N
A
LÍTIC
A
S
NAIROBI NECESITA MÁS AGUA 
LIMPIA PARA EL CONSUMO Y LA 
HORTICULTURA, POR NO MENCIONAR 
LA LEGALIZACIÓN Y PROTECCIÓN DE LA 
AGRICULTURA URBANA.
LA MITAD DE LAS ENFERMEDADES PREVENIBLES EN 
KENIA ESTÁN RELACIONADAS CON EL AGUA, EL SANEA -
MIENTO Y LA HIGIENE. ESTO PONE DE MANIFIESTO QUE 
ES NECESARIO AMPLIAR EL ACCESO A FUENTES DE 
AGUA LIMPIA Y POTABLE. ¿NO PODRÍA ENCARGARSE DE 
ELLO UN SERVICIO PÚBLICO?
LA BASE AÉREA ES LO BASTANTE GRAN-
DE COMO PARA ALOJAR UN GRAN EM-
BALSE, CON SUFICIENTE ESPACIO ALRE-
DEDOR PARA PARQUES Y HUERTOS DE 
AGRICULTURA URBANA SOSTENIBLE.
MOVILIZAR
312
R
ecrear N
airobi
S
ondra Fein
Uso de los servicios sanitarios en Nairobi
REPENSAR EL PAISAJE PRODUCTIV: UN EMBALSE COMO PARQUE URBANO
LA MIGRACIÓN DEL CAMPO A LA CIUDAD Y EL ASENTAMIENTO DE HABITANTES POBRES EN ZONAS DE ALTA DENSIDAD AL ESTE DE 
NAIROBI –Y EN ASENTAMIENTOS INFORMALES COMO KIBERA, AL OESTE– SIGNIFICA QUE SEGUIRÁN PROLIFERANDO Y DENSIFI-
CÁNDOSE ESTAS ZONAS SIN APENAS ABASTECIMIENTOS. TODO NAIROBI SUFRE ESCASEZ DE AGUA, PERO ESTAS ZONAS CON 
POCOS RECURSOS SON ESPECIALMENTE VULNERABLES, PUES LOS HABITANTES COMPRAN AGUA A VENDEDORES QUE DISPA-
RAN LOS PRECIOS SEGÚN LOS CAPRICHOS DE LA OFERTA Y LA DEMANDA. UN EMBALSE URBANO SIGNIFICARÍA MÁS AGUA BOM -
BEADA LOCALMENTE Y LA POSIBILIDAD DE MONTAR PUNTOS DE REPARTO DE AGUA PARA QUIENES NO CUENTEN CON ACOMETI-
DAS DE AGUA INDIVIDUALES.
LA AGRICULTURA URBANA, ILEGAL EN NAIROBI, A MENUDO SE PRACTICA PARA SUBSISTIR. LA ESCASEZ DE AGUA Y SU ALTO 
COSTE OBLIGAN A LOS AGRICULTORES URBANOS A REGAR CON AGUA CONTAMINADA. AL INCORPORAR ESPACIOS AUTORIZADOS 
Y PROTEGIDOS PARA EL CULTIVO DE LOS AGRICULTORES URBANOS EN LA ANTIGUA BASE AÉREA Y UTILIZAR EL AGUA DEL EMBAL-
SE PARA EL RIEGO DIRECTO, ESTAS NUEVAS TIERRAS DE CULTIVO COMUNITARIAS PUEDEN CONVERTIRSE EN MODELOS DE PAISA-
JES PRODUCTIVOS Y SIMBIÓTICOS.
MIENTRAS QUE 
EXISTE UNA URGENTE NECESIDAD DE 
PARQUES EN ZONAS DE ALTA DENSIDAD HACIA 
EL ESTE, LA BASE AÉREA DE MOI PUEDE SER NO SOLO 
UN PARQUE, SINO UN MERCADO Y UNA ZONA AGRÍCOLA. 
AL PODER ALBERGAR UN GRAN EMBALSE, EL ESPACIO 
PUEDE AYUDAR A RESOLVER EL PROBLEMA DEL AGUA 
POTABLE Y DE LA DISTRIBUCIÓN RECREATIVA, 
TODO EN EL MISMO LUGAR.
Desde su fundación, en Nairobi ha existido una gran escasez de agua potable. 
Antes de la colonización europea, los masáis llamaban al sitio “lugar de las 
aguas frescas”, pero nunca ha habido suficiente y cerca de la mitad de la 
ciudad no cuenta con acceso al agua corriente. El embalse contaminado de 
Nairobi abastecía de agua a la ciudad durante la década de 1950, pero solo 
a 10.000 personas. Con los más de tres millones de habitantes actuales, 
el agua hoy se bombea desde más de 60 km de distancia.
La distribución del agua potable es un gran 
problema para Nairobi y para los agricultores 
locales. Muchos riegan con aguas muy 
contaminadas, lo que a menudo no es seguro.
Inodoro: 
66 %
Sin servicio: 
matorrales 
o campo, 3 %
Otros: 2 %
Letrinas 
29 %
Fuente: CBS 2002
EL 58 % DE LAS VIVIENDAS 
DE NAIROBI NO TIENE UNA 
ADECUADA CONEXIÓN A LA 
RED DE AGUA POTABLE
EL 43 % DE LOS HABITAN-
TES DE NAIROBI NO CUENTA 
CON ACCESO ADECUADO A 
LAS REDES DE SANEAMIEN-
TO
EL 52 % DE LA POBLACIÓN 
DE NAIROBI NO TIENE ACCE-
SO REGULAR A DESAGÜES
62
 
313
RECURSOS DE AGUA EN NAIROBI: MANANTIALES Y EMBALSES
RECURSOS DE AGUA DE NAIROBI
TODOS ELLOS BIEN LEJOS DE LA CIUDAD
 
 
AGRICULTURA
COMUNITARIA
EMBALSE + RECOLECCIÓN 
DE AGUAS PLUVIALES
ESPACIO VERDE ABIERTO 
+ SENDEROS DE JOGGING
EMBALSE SASUMA
56.391 m3/DÍA
EMBALSE 
NDAKAIN-THIKA
386.169 m3/DÍA
EMBALSE CHANIA-B
EMBALSE RUIRU
22.414 m3/DÍA
MANANTIAL KIKURU
4.000 m3/DÍA
EMBALSES EXISTENTES
EMBALSES PROPUESTOS
PUNTOS IMPORTANTES PARA RECOGER AGUA
TUBERÍAS EXISTENTES
TUBERÍAS PROPUESTAS
REPRESA NDARUGU
REPRESA MUNYU
Soy de Kibera. 
Como no tenemos agua potable 
me veo obligada a cargar agua para mi familia 
en bidones de 20 litros. En los frecuentes períodos 
de escasez, los vendedores de agua nos timan, 
y pagamos hasta 20 peniques por bidón, cuarenta 
veces más de lo que pagan los ricos, 
que sí cuentan con agua corriente 
y desagües.
Hay que trabajar 
en las dos estaciones: 
durante la temporada de lluvias 
todo está bien, pero durante 
la temporada seca los cultivos 
mueren y el agua escasea, 
y es peor aún cuando 
hay sequía.
P
R
O
P
U
ES
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S
 A
N
A
LÍTIC
A
S
NAIROBI NECESITA MÁS AGUA 
LIMPIA PARA EL CONSUMO Y LA 
HORTICULTURA, POR NO MENCIONAR 
LA LEGALIZACIÓN Y PROTECCIÓN DE LA 
AGRICULTURA URBANA.
LA MITAD DE LAS ENFERMEDADES PREVENIBLES EN 
KENIA ESTÁN RELACIONADAS CON EL AGUA, EL SANEA -
MIENTO Y LA HIGIENE. ESTO PONE DE MANIFIESTO QUE 
ES NECESARIO AMPLIAR EL ACCESO A FUENTES DE 
AGUA LIMPIA Y POTABLE. ¿NO PODRÍA ENCARGARSE DE 
ELLO UN SERVICIO PÚBLICO?
LA BASE AÉREA ES LO BASTANTE GRAN-
DE COMO PARA ALOJAR UN GRAN EM-
BALSE, CON SUFICIENTE ESPACIO ALRE-
DEDOR PARA PARQUES Y HUERTOS DE 
AGRICULTURA URBANA SOSTENIBLE.
312
R
ecrear N
airobi
S
ondra Fein
Uso de los servicios sanitarios en Nairobi
REPENSAR EL PAISAJE PRODUCTIV: UN EMBALSE COMO PARQUE URBANO
LA MIGRACIÓN DEL CAMPO A LA CIUDAD Y EL ASENTAMIENTO DE HABITANTES POBRES EN ZONAS DE ALTA DENSIDAD AL ESTE DE 
NAIROBI –Y EN ASENTAMIENTOS INFORMALES COMO KIBERA, AL OESTE– SIGNIFICA QUE SEGUIRÁN PROLIFERANDO Y DENSIFI-
CÁNDOSE ESTAS ZONAS SIN APENAS ABASTECIMIENTOS. TODO NAIROBI SUFRE ESCASEZ DE AGUA, PERO ESTAS ZONAS CON 
POCOS RECURSOS SON ESPECIALMENTE VULNERABLES, PUES LOS HABITANTES COMPRAN AGUA A VENDEDORES QUE DISPA-
RAN LOS PRECIOS SEGÚN LOS CAPRICHOS DE LA OFERTA Y LA DEMANDA. UN EMBALSE URBANO SIGNIFICARÍA MÁS AGUA BOM -
BEADA LOCALMENTE Y LA POSIBILIDAD DE MONTAR PUNTOS DE REPARTO DE AGUA PARA QUIENES NO CUENTEN CON ACOMETI-
DAS DE AGUA INDIVIDUALES.
LA AGRICULTURA URBANA, ILEGAL EN NAIROBI, A MENUDO SE PRACTICA PARA SUBSISTIR. LA ESCASEZ DE AGUA Y SU ALTO 
COSTE OBLIGAN A LOS AGRICULTORES URBANOS A REGAR CON AGUA CONTAMINADA. AL INCORPORAR ESPACIOS AUTORIZADOS 
Y PROTEGIDOS PARA EL CULTIVO DE LOS AGRICULTORES URBANOS EN LA ANTIGUA BASE AÉREA Y UTILIZAR EL AGUA DEL EMBAL-
SE PARA EL RIEGO DIRECTO, ESTAS NUEVAS TIERRAS DE CULTIVO COMUNITARIAS PUEDEN CONVERTIRSE EN MODELOS DE PAISA-
JES PRODUCTIVOS Y SIMBIÓTICOS.
MIENTRAS QUE 
EXISTE UNA URGENTE NECESIDAD DE 
PARQUES EN ZONAS DE ALTA DENSIDAD HACIA 
EL ESTE, LA BASE AÉREA DE MOI PUEDE SER NO SOLO 
UN PARQUE, SINO UN MERCADO Y UNA ZONA AGRÍCOLA. 
AL PODER ALBERGAR UN GRAN EMBALSE, EL ESPACIO 
PUEDE AYUDAR A RESOLVER EL PROBLEMA DEL AGUA 
POTABLE Y DE LA DISTRIBUCIÓN RECREATIVA, 
TODO EN EL MISMO LUGAR.
Desde su fundación, en Nairobi ha existido una gran escasez de agua potable. 
Antes de la colonización europea, los masáis llamaban al sitio “lugar de las 
aguas frescas”, pero nunca ha habido suficiente y cerca de la mitad de la 
ciudad no cuenta con acceso al agua corriente.El embalse contaminado de 
Nairobi abastecía de agua a la ciudad durante la década de 1950, pero solo 
a 10.000 personas. Con los más de tres millones de habitantes actuales, 
el agua hoy se bombea desde más de 60 km de distancia.
La distribución del agua potable es un gran 
problema para Nairobi y para los agricultores 
locales. Muchos riegan con aguas muy 
contaminadas, lo que a menudo no es seguro.
Inodoro: 
66 %
Sin servicio: 
matorrales 
o campo, 3 %
Otros: 2 %
Letrinas 
29 %
Fuente: CBS 2002
EL 58 % DE LAS VIVIENDAS 
DE NAIROBI NO TIENE UNA 
ADECUADA CONEXIÓN A LA 
RED DE AGUA POTABLE
EL 43 % DE LOS HABITAN-
TES DE NAIROBI NO CUENTA 
CON ACCESO ADECUADO A 
LAS REDES DE SANEAMIEN-
TO
EL 52 % DE LA POBLACIÓN 
DE NAIROBI NO TIENE ACCE-
SO REGULAR A DESAGÜES
63INVESTIGACIÓN DE LA GSD
 
MOVILIZAR
318
RESERVE
1km0PLAN GENERAL DE 1948
JACQUES, ¿SABÍAS QUE EL NOMBRE DE LA CIUDAD PRO-
BABLEMENTE DERIVA DE ENKARE NYROBI, QUE SIGNIFICA 
“LUGAR DE AGUAS FRESCAS”? ES IMPORTANTE EXPLO-
RAR LOS RÍOS, TAN ESENCIALES PARA LA HISTORIA DE LA 
CIUDAD.
64
 
318
RESERVE
1km0PLAN GENERAL DE 1948
JACQUES, ¿SABÍAS QUE EL NOMBRE DE LA CIUDAD PRO-
BABLEMENTE DERIVA DE ENKARE NYROBI, QUE SIGNIFICA 
“LUGAR DE AGUAS FRESCAS”? ES IMPORTANTE EXPLO-
RAR LOS RÍOS, TAN ESENCIALES PARA LA HISTORIA DE LA 
CIUDAD.
319
1km0
RESERVE
PLAN GENERAL DE 1948
30 M
60 AÑOS DESPUÉS DEL PLAN GENERAL DE 1948
ADEMÁS DE LAS GRANDES ZONAS ABIERTAS, COMO LA BASE 
AÉREA MOI Y LOS TERRENOS FERROVIARIOS QUE LES MOSTRÉ 
LA PRIMERA VEZ QUE CONVERSAMOS SOBRE EL PLAN GENERAL 
DE 1948, LA OTRA ZONA DE OPORTUNIDADES SON LAS RIBERAS 
DE LA CUENCA FLUVIAL. EL PLAN GENERAL DE 1948 ESTABLECÍA 
UNA RESERVA DE TERRENOS SIN CONSTRUIR DE 30 METROS A 
LADO Y LADO DEL RÍO...
… PARA CREAR UNA ZONA SEPARADA DE LOS MOSQUITOS. EN SU 
MAYOR PARTE, ESTAS TIERRAS SIGUEN SIENDO CORREDORES 
FLUVIALES SIN CONSTRUIR. ES POSIBLE CONTROLAR LOS MOS-
QUITOS, DE MODO QUE LOS VERDADEROS OBSTÁCULOS PARA 
HACER DE ESTOS ESPACIOS ÁREAS VERDES PÚBLICAS SON LA 
CONTAMINACIÓN DEL AGUA Y LOS DESECHOS JUNTO AL RÍO.
65INVESTIGACIÓN DE LA GSD
 
apéndices
II colaboradores
III agradecimientos
V créditos de las imágenes
IAPéndiCE
 
colaboradores
Pierre de Meuron es crítico Arthur Rotch de 
proyectos en la GSD, de la Harvard University, 
y cofundador de Herzog & de Meuron y del 
ETH Studio Basilea. Entre otros muchos reco-
nomientos, Herzog & de Meuron han recibido 
el premio Pritzker y la Medalla de Oro del Ro-
yal Institute of British Architects (RIBA). Entre 
sus proyectos recientes se encuentra el esta-
dio de los Juegos Olímpicos de Pekín de 2008.
Andrés Duany es un director y fundador de 
Duany Plater-Zyberk & Company, un estudio 
líder en el Nuevo Urbanismo que ha construi-
do casi trescientas nuevas urbanizaciones y 
ha desarrollado diversos planes regionales y 
proyectos de revitalización comunitaria. Entre 
sus publicaciones se incluye The New Civic 
Art y Suburban Nation: The Rise of Sprawl 
and the Decline of the American Dream.
Jacques Herzog es crítico Arthur Rotch de 
proyectos en la GSD, de la Harvard Univer-
sity, y cofundador de Herzog & de Meuron 
y del ETH Studio Basel. Entre otros muchos 
reconomientos, Herzog & de Meuron han re-
cibido el premio Pritzker y de Medalla de Oro 
del Royal Institute of British Architects (RIBA). 
Entre sus proyectos recientes se encuentra 
el estadio de los Juegos Olímpicos de Pekín 
de 2008.
Ed Kashi es un fotoperiodista, cineasta y 
profesor que documenta los temas sociales y 
políticos que definen nuestra época. Lo dis-
tinguen su sensibilidad y su capacidad para 
relacionarse de manera íntima con sus suje-
tos. La compleja imaginería de Kashi se ha 
reconocido por su poderosa representación 
de la condición humana. 
William J. Mitchell ocupó la cátedra Alexan-
der Dreyfoos de Arquitectura y Artes y Cien-
cias Mediáticas en el Massachusetts Institute 
of Tecnology, donde también dirigió el grupo 
Smart Cities en el MIT Media Laboratory, y 
lidera el MIT Design Laboratory. Entre sus 
libros se encuentran Imagining MIT, World’s 
Greatest Architect y el próximo Reinventing 
the Automobile.
Federico Parolotto estudió arquitectura en el 
Politecnico di Milano. En 1998, se unió a Sys-
tematica y trabajó como consultor de trans-
portes en proyectos internacionales, entre los 
que se incluyen el plan de Burnby en Praga 
(con Asymptote), la Tour Phare en París (con 
Morphosis) y Masdar (con Foster + Partners). 
En 2009 fundó MIC Mobility in Chain con Fe-
derico Cassani y Davide Boazzi.
Paul Robbins es profesor de la Facultad 
de Geografía y Desarrollo de la University 
of Arizona, y sus estudios se centran en las 
relaciones entre los individuos (propieta-
rios, cazadores, silvicultores), los agentes 
medioambientales (prados, alces, mezquites) 
y las instituciones que los conectan. Actual-
mente está estudiando cómo se controla al 
mosquito común en las ciudades del suroeste 
de Estados Unidos. 
Richard Sommer fue profesor de la GSD, de 
la Harvard University, y director de sus pro-
gramas de Urbanismo. Actualmente es deca-
no y profesor de Arquitectura y Urbanismo de 
la Escuela de Arquitectura, Paisaje y Diseño 
Daniels de la University of Toronto. 
Rafael Viñoly es director de Rafael Viñoly Ar-
chitects PC, estudio fundado en Nueva York 
en 1983. Ha construido numerosos edificios 
en Estados Unidos, Europa, Asia y América 
Latina. Sus obras, creativas y rigurosas, 
muestran un extraordinario talento para la 
creación de espacios cívicos y culturales. 
Loïc Wacquant es profesor de Sociología en 
la University of California, Berkeley, e investi-
gador del Centre de Sociologie Européen de 
París. Sus estudios se centran en la margina-
lidad urbana, el estado penal, el encarcela-
miento, la dominación etnorracial y la teoría 
social. Entre sus libros destaca Punishing the 
Poor: The Neoliberal Government of Social 
Insecurity (2009).
Michael J. Watts es profesor de Geografía, 
director de Estudios del Desarrollo y, entre 
1994 y 2004, fue director del Instituto de 
Estudios Internacionales de la University of 
California, Berkeley. Ha escrito acerca de la 
industria del petróleo, y su libro más reciente 
es The Curse of the Black Gold: Fifty Years of 
Oil in the Niger Delta.
II
 
Toda publicación de cierta embergadura sale 
adelante gracias al compromiso y el apoyo de 
muchas más personas de las que aparecen como 
autores, y en especial cuando se trata de una obra 
tan interdisciplinar como Urbanismo ecológico. 
estamos en deuda con muchos miembros de la 
comunidad de la Harvard University y otras 
instituciones por sus aportaciones. con su ayuda 
esperamos haber iniciado una conversación que 
tenga repercusiones en las múltiples facetas de la 
acción y la investigación. 
debemos empezar agradeciendo a drew Gilpin 
Faust, rectora de la Harvard University, que 
organizara la conferencia sobre urbanismo 
ecológico que se celebró en la Gsd de Harvard 
University en primavera de 2009. Junto a la 
exposición que la acompañaba, fue una 
oportunidad para explorar muchas de las ideas 
que aparecen en este volumen. agradecemos 
también a Thomas M. Menino, alcalde de Boston, 
sus palabras de apertura.
esta ambiciosa publicación no habría sido posible 
sin el apoyo económico de John K. F. irving, aB ’83, 
MBa ’89 y anne c. irving Oxley, MLa, a quienes 
agradecemos su enorme generosidad y su 
compromiso con la reflexión para avanzar en 
temas tan complejos como el que nos ocupa. 
La conferencia contó con el apoyo del rectorado 
de la universidad, del Harvard center for the 
environment, del Taubman center for state and 
Local Government y Rappaport institute for Great 
Boston de la Harvard Kennedy school of 
Government. agradecemos esta importante 
participación, en especial a daniel schrag, 
profesor sturgis Hooper de Geología y catedrático 
de ciencias de la Tierray planetarias de la Harvard 
University, además de director del Harvard center 
for the environment; a edward Glaeser, profesor 
Fred y eleanor Glimp de economía de la Harvard 
University y director del Taubman center y del 
Rappaport institute; y a david Luberoff, director 
ejecutivo del Rappaport institute. También damos 
agradecimientos
las gracias a donald e. ingber, director del Wyss 
institute for Biologically inspired engineering, por 
copatrocinar el premio Wyss para arquitectura 
adaptable de inspiración biológica, quien nos 
permitió presentar la obra de chuck Hoberman en 
nuestra exposición y libro. el Rouse Visting artist 
Fund de la Gsd también tuvo a sissel Tolaas como 
artista invitado en 2009.
durante la compilación de materiales para este 
volumen tuvimos la suerte de contar con el apoyo 
gráfico de Lars Müller, un reconocido profesional 
con una dilatada experiencia en la edición de 
libros rigurosos y bellamente diseñados sobre arte 
y arquitectura. además de su inspiradora ayuda, 
nos beneficiamos de la experiencia en la edición 
de libros de su equipo en Baden, suiza, integrado 
por esther Butterworth, Milana Herendi, ellen Mey 
y Martina Mullis. 
Ya en el marco de la Gsd, agradecemos los 
esfuerzos de nuestra decana ejecutiva patricia 
Roberts, y de la decana asociada, Hannah peters. 
También damos las gracias a Melissa Vaughn y 
amanda Heighes, del departamento de 
publicaciones; a dan Borelli y shannon stetcher, 
del departamento de exposiciones; a Leslie Burke 
y Jane acheson, de la Oficina del decano; y a la 
organizadora de la conferencia, Brooke Lynn King. 
Jared James May desarrolló y gestionó un sistema 
para archivar miles de imágenes que se 
emplearon en el libro. 
nuestos estudiantes desempeñaron un papel 
fundamental en el desarrollo de algunos de los 
temas que se investigaron en la conferencia, la 
exposición y el presente libro. Un agradecimiento 
especial a los participantes del seminario de 2008 
“comisariar el urbanismo ecológico”: abdulatif 
almishari, adi assif, peter christensen, elizabeth 
christoforetti, suzanne ernst, anna Font, Melissa 
Guerrero, caitlin swaim y aylin Brigitte Yildrim. 
Lindsay Jonker, dan Handel, almin prsic, Ryan 
shubin y Quilian Riano nos ayudaron a incluir los 
extractos de los blogs de los estudiantes que aquí 
IIIAPéndiCE
 
aparecen. shelby doyle nos prestó una ayuda 
esencial en aspectos gráficos durante el 
desarrollo del libro. 
durante la conferencia, personal de la Gsd, 
académicos y estudiantes de doctorado dirigieron 
grupos de discusión que enriquecieron el 
contenido de este libro: Julia África, Rania Ghosn, 
Brian Goldstein, Jock Herron, Li Hou, Har-Ye Kan, 
shelagh Mccartney, alexios nicolaos Monopolis, 
edward Morris, Masayoshi Oka, antonio petrov, 
ivan Rupnik, Fallon samuels, susannah sayler, 
Thomas schroepfer, Zenovia Toloudi, Heather 
Tremain, dido Tsigaridi, Lin Wang y christian 
Werthmann.
para concluir, damos las gracias a los numerosos 
pensadores de los mundos del arte y de la ciencia, 
del mundo académico y profesional, que han 
contribuido con sus artículos e imágenes a la 
elaboración de este libro. su fe en la aportación de 
las diferentes perspectivas a una comprensión 
más potente y sutil de la interrelación entre lo 
ecológico y lo urbano es el alma de esta obra. 
desde la publicación original de este libro en 
inglés, estamos muy satisfechos por el interés que 
ha suscitado su edición en otros idiomas, tanto en 
formato digital como en papel. La edición de una 
obra tan extensa y compleja desde el punto de 
vista material como esta no es tarea fácil, y solo 
ha sido posible gracias a la ayuda y el estímulo de 
los patrocinadores, las editoriales, los traductores, 
los editores, los autores y otra gente que ha 
prestado su ayuda. agradecemos en particular el 
compromiso continuado de Lars Müller, editorial 
original del libro, por facilitar las ediciones 
traducidas.
además de a todos aquellos mencionados en los 
agradecimientos a la edición inglesa, querríamos 
agradecer también a Benjamin prosky, Jennifer 
sigler, Melissa Vaughn y Karen Kittredge, de la 
Gsd, sus esfuerzos por hacer que esta edición 
salga a la luz.
agradecemos a la editorial Gustavo Gili, en 
especial a Mónica Gili y saskia adriensen, su 
entusiasta colaboración en esta edición española. 
También agradecemos a Moisés puente la 
cuidadosa edición del texto.
agradecemos el trabajo de Mónica Belevan en la 
traducción del texto. por su apoyo a la traducción 
y su alcance general en Latinoamérica, damos las 
gracias al david Rockefeller center for Latin 
american studies de la Harvard University 
(dRcLas), a sus oficinas en la región y a aRTs@
dRcLas.
Gracias a Mariano Gómez Luque por su ayuda en 
la revisión de la traducción. Felipe Vera Benítez ha 
sido un apoyo fundamental desde los inicios de 
este proyecto.
agradecimientos 
de la edición española
IV
 
Pág. 380: American Heritage Foundation, postal 
oficial del Tren de la libertad, 1948 (colección 
particular) 
Pág. 381: © Bettmann/CORBIS 
Págs. 383-397: Smart Cities Lab, excepto las fo-
tografías del prototipo en pág. 387: Justin Knight
Pág. 398 y 399 (abajo): Federico Parolotto 
Pág. 399 (centro, izquierda): vista en sección de 
Masdar, Foster + Partners 
Pág. 399 (arriba, centro y derecha): diagrama de 
distancias de viaje, Foster + Partners 
Pág. 399 (abajo, centro y derecha): prototipo de 
tránsito rápido personal, Masdar Initiative
Págs. 400, 401, 593: Foster + Partners
Pág. 409: Duany Plater-Zyberk & Co. 
Pág. 416: IEA, World Energy Outlook, 2008
Págs. 417-419: SynCity 
Págs. 428-429: Rafael Viñoly Architects 
Págs. 430-441: Chi-Yan Chan, Emily Farnham, 
Sondra Fein, Benny Ho, Meehae Kwon y Yusun 
Kwon 
Pág. 446: © Stefano Boeri Architetti, 2009 
créditos de las imágenes
VAPéndiCE
 
Título original: Ecological Urbanism, publicado por Harvard University Graduate 
School of Design/Lars Müller Publishers, Cambridge (Mass.)/Baden, 2010
Edición de Mohsen Mostafavi con Gareth Doherty
Diseño gráfico: Integral Lars Müller, Lars Müller y Martina Mullis 
Versión castellana: Mónica Belevan
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o 
transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus 
titulares, salvo excepción prevista por la ley. 
La Editorial no se pronuncia ni expresa ni implícitamente respecto a la exactitud 
de la información contenida en este libro, razón por la cual no puede asumir ningún 
tipo de responsabilidad en caso de error u omisión. 
© Lars Müller Publishers/The President and Fellows of Harvard College, 2010, 2013
y para la presente edición:
© Editorial Gustavo Gili, SL, Barcelona, 2014
Editorial Gustavo Gili, SL
Rosselló 87-89, 08029 Barcelona, España. Tel. (+34) 93 322 81 61
Valle de Bravo 21, 53050 Naucalpan, México. Tel. (+52) 55 55 60 60 11
www.ggili.com
E-books (PDF):
Volumen 1: ¿PoR qUé URBaNISMo ECoLóGICo? ¿ PoR qUé aHoRa?
ISBN: 978-84-252-2800-1
Volumen 2: aNTICIPaR
978-84-252-2801-8
Volumen 3: CoLaBoRaR
ISBN: 978-84-252-2802-5
Volumen 4: SENTIR
ISBN: 978-84-252-2803-2
Volumen 5: CoMISaRIaR
ISBN: 978-84-252-2804-9
Volumen 6: PRoDUCIR
ISBN: 978-84-252-2805-6
Volumen 7: INTERaCTUaR
ISBN: 978-84-252-2806-3
Volumen 8: MoVILIzaR
ISBN: 978-84-252-2807-0
Volumen 9: MEDIR
ISBN: 978-84-252-2808-7
Volumen 10: aDaPTaR
ISBN: 978-84-252-2809-4
Volumen 11: INCUBaR
ISBN: 978-84-252-2810-0
Edición impresa
ISBN: 978-84-252-2742-4
VI
www.ggili.com
 
Volumen 1
¿pOR QUé URBanisMO 
ecOLóGicO? 
¿pOR QUé aHORa?
12 ¿por qué urbanismo ecológico? 
¿por qué ahora?
Mohsen Mostafavi
Volumen 2
anTicipaR
56 progreso contra apocalipsis
Rem Koolhaas
72 Zeekracht
OMA
78 con Bombay en mente: 
algunas ideas sobre sostenibilidad
Homi K. Bhabha
84 planeta Urbano: Bombay
Daniel Raven-Ellison y Kye Askins
94 apuntes sobre la tercera ecología
Sanford Kwinter
106 desigualdadsocial y cambio climático
Ulrich Beck
110 por un posmedioambientalismo: 
siete recomendaciones para una 
nueva carta de atenas y La metrópolis débil
Andrea Branzi
114 Obra débil: la “metrópolis débil” de 
andrea Branzi y el potencial proyectivo 
de un “urbanismo ecológico”
Charles Waldheim
122 de “sostén” a “habilidad”
JDS Architects
124 cuarenta años después: 
retorno a la Tierra sublunar
Bruno Latour
Volumen 3
cOLaBORaR i
130 el trabajo de campo como arte
Giuliana Bruno
132 Urbanismo ecológico y/como metáfora 
urbana
Lawrence Buell
134 Blanco y negro en las ciudades verdes
Lizabeth Cohen
136 el retorno de la naturaleza
Preston Scott Cohen y Erika Naginski
138 prácticas urbanas ecológicas: 
Las tres ecologías de Félix Guattari
Verena Andermatt Conley
140 Modernizar la ciudad
Leland D. Cott
142 entornos urbanos productivos
Margaret Crawford
URBanisMO ecOLóGicO
cOLección de e-BOOKs
Índice
VIIAPéndiCE
 
Volumen 4
senTiR
146 La ciudad desde el olfato
Sissel Tolaas
156 planeta Urbano: ciudad de México
Daniel Raven-Ellison
164 citysense: 
una red de sensores a escala urbana
Matt Welsh y Josh Bers
166 Eat love
Marije Vogelzang
168 ecologías autoingeniadas
Christine Outram, Assaf Biderman y Carlo Ratti
174 Hay más verde de lo que 
a simple vista parece: 
ecologías de lo verde en Baréin
Gareth Doherty
184 Play Me, I’m Yours!
Luke Jerram
186 Mapping Main Street
Jesse Shapins, Kara Oehler, Ann Heppermann 
y James Burns
Volumen 5
cOMisiOnaR
190 comisariar recursos
Niall Kirkwood
194 el mar y el monzón: 
un manifiesto de Bombay
Anuradha Mathur y Dilip da Cunha
208 ¿ecociudades trascendentes o seguridad 
ecológica urbana?
Mike Hodson y Simon Marvin
218 nuevos paisajes acuáticos para singapur
Herbert Dreiseitl
222 subir el nivel del agua de un estanque
Zhang Huan
224 Visión de las ciudades ecológicas
Mitchell Joachim
230 Vuelta a la naturaleza
Sandi Hilal, Alessandro Petti y Eyal Weizman
236 Harmonia 57
Triptyque
238 Fundamentar una estrategia urbana 
sostenible
Michael Van Valkenburgh Associates
240 center street plaza
Hood Design
VIII
 
Volumen 6
pROdUciR
244 sub, supra e infraestructuras energéticas
D. Michelle Addington
252 parque undimotriz
Pelamis Wave Power Ltd.
254 Showroom para cR Land Guanganmen 
Green Technology
Vector Architects
256 Aux fermes, citoyens!
Dorothée Imbert
268 Local River: 
unidad de almacenaje doméstico 
para peces y verduras
Mathieu Lehanneur, con Anthony van den Bossche
270 soft cities
KVA MATx
274 ZedFactory
Bill Dunster
280 ecociudad Logroño
MVRDV
282 La revolución del pie grande
Kongjian Yu
292 La Tour Vivante, ecotorre
soa architectes
Volumen 3
cOLaBORaR ii
296 Retos de gestión de la transformación 
urbana: organizar para aprender
Amy C. Edmondson
298 La purificación del aire en las ciudades
David Edwards
300 Justicia social y urbanismo ecológico
Susan S. Fainstein
302 el gobierno de la ciudad ecológica
Gerald E. Frug
304 Un futuro subterráneo
Peter Galison
306 Templado y limitado
Edward Glaeser
308 arquitectura adaptable de inspiración 
biológica y sostenibilidad
Donald E. Ingber
IXAPéndiCE
 
Volumen 7
inTeRacTUaR
312 La ecología urbana y la distribución de la 
naturaleza en las regiones urbanas
Richard T. T. Forman
324 La agencia ecológica
Chris Reed
330 infraestructura neoyorquina
Christoph Niemann
332 Redefinir la infraestructura
Pierre Bélanger
350 Urbanismo generado por los usuarios
Rebar
356 experimentos urbanos y ecológicos 
en el espacio público
Alexander J. Felson y Linda Pollack
364 Una perspectiva holística del fenómeno 
urbano
Salvador Rueda
370 nuevo sistema de parques para Gwanggyo
Yoonjin Park y Jungyoon Kim (PARKKIM)
372 Una metodología para la innovación urbana
Alfonso Vegara, Mark Dwyer y Aaron Kelley
374 Greenmetropolis
Henri Bava, Erik Behrens, Steven Craig y Alex Wall
Volumen 8
MOViLiZaR
380 Movilidad, infraestructura y sociedad
Richard Sommer
382 Movilidad urbana sostenible con vehículos 
eléctricos ligeros
William J. Mitchell
398 Movilidad sostenible en acción
Federico Parolotto
402 sostener la ciudad ante la marginalidad 
avanzada
Loïc Wacquant
406 Teoría general del urbanismo ecológico
Andrés Duany
412 La ecología política del urbanismo ecológico
Paul Robbins
416 el modelo de sistema energético urbano 
syncity
Niels Schulz, Nilay Shah, David Fisk, James Keirstead, 
Nouri Samsatli, Aruna Sivakumar, Celine Weber y Ellin 
Saunders
420 Las ciudades del oro negro: 
petropaisajes y futuros sostenibles
Michael Watts
425 Los campos petrolíferos del delta del níger
Ed Kashi
428 sobre rasante
Rafael Viñoly
430 inVesTiGación de La Gsd 
Taller nairobi
Jacques Herzog y Pierre de Meuron
X
 
Volumen 9
MediR
444 cinco retos ecológicos para la ciudad 
contemporánea
Stefano Boeri
454 Re(e)volucionar la arquitectura
Jeremy Rifkin
456 el proyecto canary
Susannah Sayler
458 “performalismo”: 
medidas medioambientales y urbanismo
Susannah Hagan
468 cultura natural
Kathryn Moore
472 investigar la importancia de la información 
de modelos energéticos a medida: 
un estudio del Gund Hall
Holly A. Wasilowski y Christoph F. Reinhart
476 percepción de la densidad urbana
Vicky Cheng y Koen Steemers
482 La región del estuario de Londres
Terry Farrell
488 planeta Urbano: Londres
Daniel Raven-Ellison
496 iniciativas sostenibles para Londres
Camilla Ween
500 Más allá de Leed: 
evaluación ecológica a escala urbana
Thomas Schroepfer
502 paisajes de la especialización
Bill Rankin
504 inVesTiGación de La Gsd 
Medio millón de árboles: 
prototipos de lugares y sistemas para 
las ciudades sostenibles
Kristin Frederickson y Gary Hilderbrand
506 slavecity
Atelier Van Lieshout
510 ecOBox/Red ecourbana autogestionada
atelier d’architecture autogérée
512 acción urbana: playa en la plaza Luna
Ecosistema Urbano
Volumen 3
cOLaBORaR iii
516 el confort y la huella ecológica
Alex Krieger
518 Urbanismo ecológico e igualdad sanitaria: 
una perspectiva ecosocial
Nancy Krieger
520 La naturaleza, las infraestructuras 
y la condición urbana
Antoine Picon
522 sostenibilidad y estilo de vida
Spiro Pollalis
524 Urbanismo ecológico y paisaje
Martha Schwartz
526 esa vieja oscuridad
John Stilgoe
538 Los estudios religiosos y el urbanismo 
ecológico
Donald K. Swearer
530 el urbanismo ecológico y la literatura 
de extremo Oriente
Karen Thornber
XIAPéndiCE
 
Volumen 10
adapTaR
536 ecologías insurgentes: 
recuperar terreno para la ciudad y el paisaje
Nina-Marie Lister
548 Madera performativa: 
diseño computacional integral para una 
superficie de madera sensible al clima
Achim Menges
554 Reducir la huella ecológica de nueva York
Laurie Kerr
560 La adaptabilidad en la arquitectura
Hoberman Associates, Ziggy Drozdowski 
y Shawn Gupta
568 inVesTiGación de La Gsd 
cambio climático, agua, urbanización de 
terrenos y adaptación: planificar desde la 
incertidumbre (almere, países Bajos)
Armando Carbonell, Martin Zogran y Dirk Sijmons
Volumen 11
incUBaR
572 equilibrios y desafíos de la práctica 
integrada
Toshiko Mori
578 el lujo de reducir: 
sobre el papel de la arquitectura 
en el urbanismo ecológico
Matthias Sauerbruch
584 Bank of america
Cook + Fox Architects
588 inVesTiGación de La Gsd 
Un lugar en el cielo/un lugar en el infierno: 
operaciones tácticas en são paulo
Christian Werthmann, Fernando de Mello Franco 
y Byron Stigge
590 in situ: la especificidad del lugar en la 
arquitectura sostenible
Anja Thierfelder y Matthias Schuler
598 proyecto bioclimático
Mario Cucinella
600 Wanzhuang, ecociudad agrícola
Arup
606 plan ecosistémico para la región diseZ, 
senegal
ecoLogicStudio
608 ciudad vegetal: soñar con una utopía verde
Luc Schuiten
610 Verticalismo
Iñaki Ábalos
616 prototipos urbanos
Raoul Bunschoten
622incubadora de cambio climático 
para el estrecho de Taiwán 
Chora Architecture and Urbanism
629 La ciUdad
Ian McHarg
630 Gsd:ecologicalurbanism
XII
 
TaMBién dispOniBLe:
La edición iMpResa de URBanisMO ecOLóGicO
cOn TOdOs LOs 11 VOLúMenes
XIIIAPéndiCE
Más e-books de la colección
URBanisMO ecOLóGicO:
 
 
8
 
 
8
 
 
8
 
 
8
 
 
8
	Urbanismo ecológico: movilzar
	Página Legal
	Índice
	Movilizar
	Movilidad, infraestructura y sociedad
	Movilidad urbana sostenible con vehículos eléctricos ligeros
	Movilidad sostenible en acción
	Sostener la ciudad ante la marginalidad avanzada
	Teoría general del urbanismo ecológico
	La ecología política del urbanismo ecológico
	El modelo de sistema energético urbano SynCity
	Las ciudades del oro negro: petropaisajes y futuros sostenibles
	Los campos petrolíferos del delta del Níger
	Sobre rasante
	Investigación de la Gsd
Taller nairobi

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