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MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 1 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. Lectura 2 Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. pp. 59-80. Aspectos Actuales En Psicología Clínica ....................................... 2 Modelos De Entrenamiento En Psicología Clínica..................... 2 Científico-Practicante.............................................................. 2 UUNNIIDDAADD IIIIII.. PPEERRFFIILL PPRROOFFEESSIIOONNAALL DDEELL PPSSIICCÓÓLLOOGGOO CCLLÍÍNNIICCOO Modelo de enfrenamienfo ................................................... 2 El debate continúa ............................................................... 3 Título De Doctor En Psicología (PSYD) ................................ 3 Escuelas Profesionales ............................................................ 4 Modelo Científico Clínico....................................................... 5 Programas Combinados De Entrenamiento Profesional- Científico................................................................................. 6 Programas De Posgrado: Pasado Y Futuro ............................. 6 Reglamentación Profesional........................................................ 7 American Board Of Profebbional P9ycholooy (ABPP).......... 7 Certificación............................................................................ 7 Licencia ................................................................................... 7 Registro Nacional.................................................................... 8 Práctica Privada........................................................................... 8 Independencia Y Aspectos Económicos ..................................... 9 Sensibilidad En Los Servicios De Salud Mental......................... 9 La Revolución En Salud Mental ............................................... 10 Privilegios De Extender Recetas............................................... 12 Antecedentes ......................................................................... 12 Argumentos En Favor ........................................................... 12 Aroument0s En Contra.......................................................... 13 Implicaciones Para El Entrenamiento ................................... 13 Normas Éticas ....................................................................... 14 Aptitud................................................................................... 14 Confidencialidad ................................................................... 16 Bienestar Del Cliente ............................................................ 16 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 2 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. ASPECTOS ACTUALES EN PSICOLOGÍA CLÍNICA En el capítulo 2 se revisó la historia y desarrollo del campo de la psicología clínica a través del análisis de los eventos importantes en las áreas del diagnóstico y evaluación, intervenciones y psicoterapia, investigación y la profesión. Esa revisión ayudó a apreciar las raíces de la psicología clínica, así como a colocar a las actividades actuales dentro del contexto histórico apropiado. En este capítulo se discute una variedad de aspectos contemporáneos en psicología clínica: ¿Cuáles son los mejores modelos de entrenamiento para un psicólogo clínico? ¿Cuál es la mejor manera de asegurar la competencia profesional? ¿Cuáles son los problemas que enfrentan en la actualidad los psicólogos clínicos que se desempeñan en la práctica privada? ¿Cómo puede la psicología clínica conservar su independencia y su viabilidad económica? ¿Cómo debería responder la psicología clínica al aumento en la diversidad de la población a la que presta servicios? ¿Cómo afectará a los psicólogos clínicos la revolución en la atención de la salud? ¿Los psicólogos clínicos deberían buscar y obtener los privilegios de extender recetas? ¿Cuáles son las normas éticas contemporáneas para los psicólogos clínicos? De estos asuntos, uno de los más discutidos es el que se refiere a los modelos apropiados de entrenamiento para los psicólogos clínicos futuros. Por tanto, permítasenos comenzar con este tema. Modelos De Entrenamiento En Psicología Clínica Científico-Practicante Modelo de enfrenamienfo La psicología clínica comenzó en las universidades como una rama de la psicología científica. Surgió dentro de la estructura de las universidades para humanidades y artes, donde la enseñanza, investigación y otros esfuerzos académicos eran las actividades recompensadas. Las preocupaciones acerca de la práctica quedaron injertadas dentro de este cuerpo principal y el injerto no siempre pegó bien. Las metas del profesionalismo no siempre eran las metas del director o, inclusive, de los propios compañeros. Ante tal conflicto, algunos profesores de psicología clínica sí llevaban a cabo investigaciones y sí publicaban. Pero sus críticos (con frecuencia estudiantes de posgrado o clínicos dentro del campo) se quejaban de que gran parte de la investigación era trivial, poco útil o simplemente una pérdida de tiempo, cuya única utilidad era obtener recompensas económicas y títulos. Peor que esto, para los profesores parecía ser que su propia investigación se alejaba del entrenamiento que daban a sus estudiantes de clínica en cuanto a las habilidades de la profesión. Algunos de ellos se quejaban de que aprendían demasiado acerca de análisis de varianza, teorías de condicionamiento o principios de psicología fisiológica y muy poco en cuanto a psicoterapia y pruebas diagnósticas. Otro problema era que el cuerpo docente no proporcionaba a los estudiantes de clínica una variedad de modelos de rol profesional. Los únicos modelos presentes realizaban investigación, publicaban o practicaban en otros sentidos el juego académico. ¿Dónde se encontraban los verdaderos clínicos dentro del mundo académico cuyo punto fuerte fuera la terapia o las pruebas diagnósticas, que obtuvieran un enorme placer de atender a pacientes o que se enorgullecieran en gran medida de su sensibilidad en la interpretación de un protocolo de prueba psicológica? El "valor verdadero" de las actividades clínicas se demostraba con nombramientos para enseñar práctica clínica. Con frecuencia, este trabajo lo realizaban profesores asistentes que, en muchas ocasiones, tenían unos meses de haber salido del posgrado. Los titulares, los admirados y los poderosos miembros del cuerpo docente siempre parecían estar enseñando seminarios de investigación. Entonces, éste era el lado problemático del modelo científico- practicante de Boulder. Estos fueron los tipos de eventos que condujeron a hacer demandas de cambio. Pero éstos no fueron los eventos que imaginaron los arquitectos de Boulder. El modelo de Boulder consideraba a la profesión como un grupo de practicantes hábiles que podían producir sus propias investigaciones al igual que consumir la investigación de otros. La meta consistía en crear una profesión diferente a cualquier otra que hubiera existido antes. El clínico en psicología practicaría con habilidad y sensibilidad, pero tam- bién contribuiría al cuerpo del conocimiento clínico al entender la forma de traducir la experiencia en hipótesis que pudieran someterse a prueba y el modo en que, subsecuentemente, se pudieranprobar dichas UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 3 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. hipótesis. La visión de Boulder era de unión sistemática entre el arte de la intuición clínica y el empirismo lógico de la ciencia: separar al practicante de la fuente del conocimiento era crear a una persona que consume en forma pasiva la información o que le compra técnicas a un vendedor ambulante de psicología. El modelo científico-practicante es más un estado mental que un análisis cuantitativo de las actividades cotidianas del profesional. Nadie tuvo nunca la intención de lograr que todos los clínicos dedicaran 50% de sus actividades a la práctica clínica y 50% a la investigación formal. Algunos serán principalmente investigadores y otros serán principalmen- te clínicos. Aunque es cierto que los clínicos practicantes no tienen mucho que ver con la investigación, esto se debe en gran medida a que sus ambientes laborales no lo permiten y no porque no deseen hacerlo (Haynes, Lemsky y Sexton-Radek, 1987). Lo que es más, el modelo científico-practicante es tan aplicable al investigador como al practicante en clínica. El primero puede producir investigación sólida y significativa sólo si conserva al día su sensibilidad y habilidades clínicas al continuar viendo pacientes. De la misma manera en que los practicantes no deben olvidar su entrenamiento e intereses de investigación, tampoco los investigadores deben ignorar sus fundamentos clínicos. El debate continúa Una serie de conferencias de entrenamiento que culminaron en Salt Lake City, Utah, en 1987, han desgastado cualquier interpretación estricta del modelo científico-practicante. Estas conferencias han reconocido rutas alternativas para la capacitación profesional; específicamente han aceptado enfoques que restan énfasis a la experiencia en investigación en favor de un entrenamiento más amplio y directo en habilidades clínicas. El modelo de Boulder ha sido duradero, pero el debate continúa. El estado de ánimo de la profesión parece aumentar año con año. Es cada vez más frecuente que los psicólogos clínicos se separen en dos grupos: aquellos que se interesan principalmente por la práctica clínica y aquellos que se interesan de manera primordial por la investigación (Peterson y Knudson, 1979). Lo que es más, muchos de quienes se encuentran en la práctica muestran indiferencia hacia la investigación (Barlow, 1981). Quizás parte del problema se derive del fracaso para poner en práctica de manera adecuada el modelo científico-practicante. Por ejemplo, Drabman (1985) describe a estudiantes que llegan a su internado sin un conocimiento adecuado de cómo aplicar, calificar e interpretar pruebas psicológicas. En ocasiones, estos estudiantes también muestran una sorprendente falta de experiencia con poblaciones clínicas. Mientras que saben mucho acerca de los aspectos mecánicos de la investigación, tienen poca habilidad en la aplicación práctica de su conocimiento. En relación con lo anterior, Goldfried (1984) ha señalado que, aunque la investigación sobre la efectividad de la psicoterapia en entornos clínicos reales es tanto emocionante como necesaria, no siempre se enseña. Muchos consideran que el modelo científico-practicante nos ha satisfecho bien y con éxito (Marston, 1989); otros aun concluyen que es un modelo educativo deficiente que merece la ira de sus críticos (Frank, 1984). Sin embargo, el prospecto de abandonar del todo el modelo de Boulder produce angustia en muchos profesionales dentro del campo. Como lo expresó Meltzoff (1984): Entrenar a una nueva cepa de psicólogos puramente aplicados que se verán obligados a aceptar como acto de fe lo que se les dé, sin ser capaces de evaluarlo o avanzar en ello, es el camino certero hacia la mediocridad. El entrenamiento en investigación trasmite un modo de pensamiento. Enseña cómo ser inquisitivo y escéptico, cómo pensar con lógica, cómo formular hipótesis y cómo probarlas. cómo reunir datos en lugar de opiniones, cómo analizar estos datos y extraer inferencias de ellos y cómo hacer una presentación equilibrada de los hallazgos. Éstas son habilidades que ayudan... a los psicólogos profesionales a elevarse por encima del nivel de técnicos. (página 209) Título De Doctor En Psicología (PSYD)∗ La controversia anterior ha dado por resultado el surgimiento del título de Doctor en Psicología (PsyD). Las características especiales de este título son un énfasis en el desarrollo de las habilidades clínicas y un menor hincapié en las capacidades de investigación. No se requiere una tesis de maestría y, en general, la tesis de doctorado se transforma en un informe profesional acerca de un sujeto más que en una contribución ∗ N. de trad. El título que habitualmente se extiende para los psicólogos en EE.UU. es el Doctorado en Filoso- fía (PhD), que es diferente al de Doctor en Psicología (PsyD) el cual se explica en la presente sección. UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 4 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. original de investigación. El primero de estos programas se desarrolló en la Universidad de Illinois en 1968 (Peterson, 1971), aunque esa escuela canceló después dicho programa. De manera subsecuente se desarrollaron programas similares en Rutgers, Baylor y otros sitios. Según la idea de Peterson (1968), los programas de PsyD no tienen suficientes diferencias con respecto a los programas de PhD durante los primeros dos años de entrenamiento. La verdadera divergencia comienza en el tercer año. En ese momento, el aumento en la experiencia dentro de la práctica y evaluación clínicas se vuelve la norma. El cuarto año continúa con el énfasis clínico a través de una serie de internados. De manera más reciente, en los programas de PsyD ha habido una tendencia a comprimir el trabajo formal de cursos dentro del primer año y a elaborar la experiencia clínica al requerirse cuestiones tales como cinco años de prácticas. McConnell (1984) ha proporcionado una buena descripción e historia de los programas de PsyD. De los 2200 doctorados concedidos en psicología clínica en 1993, 544 (24.5%) fueron títulos de PsyD (ODEER, 1993). Los programas de PsyD han obtenido un lugar cada vez más firme dentro de la profesión. Snepp y Peterson (1988) afirman incluso que, en esencia, los estudiantes en PsyD y en PhD no pueden diferenciarse en cuanto a preparación para sus internados. La investigación de Peterson, Eaton, Levine y Snepp (1982) pinta a los practicantes egresados del PsyD como satisfechos con sus carreras e inclusive como más satisfechos con su entrenamiento de posgrado que los clínicos entrenados en programas tradicionales. Ellos enfrentan menos problemas para obtener la licencia e informan que el título de PsyD es una ventaja cuando compiten por puestos clínicos. Sin embargo, les es difícil encontrar trabajos académicos. Lo que es más, cuando lo permiten los recursos e incentivos en los sitios de trabajo, los graduados de PhD participan con mayor frecuencia en actividades académicas que los graduados de PsyD (Barrom, Shadish y Montgomery, 1988). Una reciente encuesta de graduados de la Universidad Baylor (Hershey, Kopplin y Comell, 1991), donde se estableció uno de los primeros programas de PsyD, indicó que la mayoría de los graduados de este programa(82%) se identificaban como practicantes, mientras que pocos de ellos se identificaban como educadores o como investigadores. Quienes respondieron estaban muy satisfechos con su educación de posgrado y con su elección de carrera. Escuelas Profesionales Aunque el modelo del PsyD representa un claro rompimiento con la tradición, una innovación aún más radical es el desarrollo de escuelas profesionales. Muchas de estas escuelas no tienen afiliación con universidades, son autónomas, con sus propios esquemas financieros y organizacionales. Con frecuencia se les denomina escuelas "autocontroladas" y por lo común ofrecen el PhD, aunque unas cuantas confieren el PsyD. La mayoría de las escuelas destacan las funciones clínicas y en general tienen poca o ninguna orientación hacia la investigación. El cuerpo docente tiene una orientación principalmente clínica y, por tanto, se dice que proporcionan mejores modelos de rol para los estudiantes. La primera de estas escuelas profesionales autónomas fue la California School of Professional Psychology (Dórken, 1975). La fundó la California State Psychological Association y ofrece varios títulos en salud mental (Dórken y Cummings, 1977). En 1987 había 45 escuelas profesionales en operación y sólo algunos cientos de los 3000 egresados anuales de doctorados clínicos se graduaron de estas escuelas (Strickland, 1988). En contraste, en 1993, cerca de la mitad, 1107 de entre 2220 (49.9%), de los doctorados en psicología clínica ¡los otorgaron las escuelas profesionales! Es claro que se ha incrementado en forma espectacular la proporción de doctorados en psicología clínica que otorgaron las escuelas profesionales. Todavía es incierto si finalmente sobrevivirán dichas escuelas. Uno de sus más grandes problemas es la estabilidad de los fondos que reciben. Muchas deben depender de colegiaturas como su principal fuente de ingresos y esto no genera el suficiente dinero como para que tales instituciones sean muy seguras. Además, con frecuencia tienen que depender en gran medida de maestros de tiempo parcial cuyo principal empleo se encuentra en otro sitio. Esto da un fundamento poco firme a la estructura, lo cual dificulta que los estudiantes tengan el contacto frecuente y sostenido con sus profesores que es tan indis- pensable para una experiencia educativa satisfactoria. Aunque algunas escuelas profesionales tienen una total acreditación de la APA (24 en 1994), éstas son más bien la excepción que la regla. Ello representa uno de los principales impedimentos que dichas escuelas tendrán que superar si es que sus graduados han de encontrar aceptación profesional en otros sitios. Algunas conferencias recientes sobre entrenamiento parecen sugerir que tanto los programas de PhD como de PsyD han encontrado nichos UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 5 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. seguros y llegaron para quedarse. Pero también se recomendó que todos los programas de doctorado estén dentro de universidades acreditadas a nivel regional o que se afilien a ellas (Fox y Barclay, 1989). Modelo Científico Clínico A lo largo del último decenio, los psicólogos clínicos con orientación empírica se han preocupado cada vez más de que la psicología clínica, como se practica en la actualidad, no se fundamenta en bases científicas. Según esta perspectiva, no se ha demostrado la efectividad de muchos de los métodos que emplean los practicantes en sus tratamientos en estudios clínicos controlados. En algunos casos, no se han llevado a cabo estudios empíricos acerca de estas técnicas; en otros, la investigación se ha terminado, pero los resultados no han prestado apoyo para continuar utilizando la técnica. En un sentido similar, se ha puesto en duda el uso de técnicas de evaluación que no se han demostrado como confiables, válidas y exitosas para conducir a un resultado positivo de tratamiento. En 1991, apareció el Manifesto for a Science of Clinical Psychology (McFall, 1991), que representó un llamado a la acción para los científicos clínicos. En este documento, McFall discutió los siguientes puntos: 1. La psicología clínica científica es la única forma legítima y aceptable de psicología clínica (página 76) 2. No deben proporcionarse servicios psicológicos al público (excepto bajo estricto control experimental), hasta que hayan satisfecho estos cuatro criterios mínimos: a) Debe describirse con claridad la naturaleza exacta del servicio. b) Deben enunciarse de manera explícita los supuestos beneficios del servicio. c) Dichos supuestos beneficios deben validarse de manera científica. d) Deben descartarse a nivel empírico los posibles efectos secundarios negativos que superen cualquier beneficio. 3. Los objetivos primordiales y preponderantes de los programas de entrenamiento doctoral en psicología clínica deben ser el producir los científicos clínicos más competentes que sea posible. Se instó a los psicólogos clínicos que pensaban de manera similar a que ayudaran a construir una ciencia de la psicología clínica a través de la integración de los principios científicos a su propio trabajo clínico, diferenciando entre técnicas científicamente válidas y técnicas pseudocientíficas y enfocando el entrenamiento de posgrado en métodos que produzcan científicos clínicos, individuos que "piensan y funcionan como científicos en todo sentido y entorno en sus vidas profesionales" (McFall, 1991, página 85). Este documento ha resultado ser bastante provocativo. Un producto de este modelo de entrenamiento es la recientemente formadaAcademy ofPsychological Clinical Science (APCS). La Academia se integra de programas de posgrado que se comprometen al entrenamiento en métodos empíricos de investigación y a la integración de este entrenamiento con el entrenamiento clínico y se encuentra afiliada a laAmerican Psychological Society (APS). En agosto de 1995 había 26 programas miembros. Las metas primordiales de la Academia son: 1. Fomentar el entrenamiento de los estudiantes para carreras de investigación en ciencia clínica, quienes producirán y aplicarán de manera habilidosa el conocimiento científico. 2. Promover el avance del rango completo de la investigación y teoría en ciencia clínica y su integración con otras ciencias relacionadas. 3. Fomentar el desarrollo de recursos y oportunidades de entrenamiento, investigación, subsidios y carreras en ciencia clínica y el acceso a éstos. 4. Fomentar la aplicación general de la ciencia clínica a los problemas humanos en formas responsables e innovadoras. 5. Fomentar la diseminación oportuna de la ciencia clínica a los grupos responsables de la creación de políticas, a los psicólogos y a otros científicos, practicantes y consumidores. En esencia, se ha desarrollado una red de programas de posgrado que se suman al modelo del científico clínico. Estos comparten entre sí ideas, recursos e innovaciones de entrenamiento. Además, colaboran en proyectos dirigidos a incrementar la obtención de fondos de instancias gubernamentales, atender los requisitos de licencias estatales para la práctica de la psicología y aumentar la visibilidad de los programas de ciencia clínica en la educación de pregrado. Aún está por verse el éxito e influencia que alcance finalmente este nuevo modelo de entrenamiento. UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 6 Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. UNIDADII LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Programas Combinados De Entrenamiento Profesional-Científico Un último modelo de entrenamiento alternativo que se analizará de manera breve implica una especialidad combinada en orientación psicológica, psicología clínica o psicología escolar. Como establecieron Beutler y Fisher (1994), este modelo de entrenamiento se basó en dos suposiciones: 1) estas especialidades comparten varias áreas centrales de conocimiento y 2) las prácticas reales de los psicólogos que se gradúan de cada una de estas especialidades son bastante similares. El currículo en estos programas de entrenamiento combinado se enfoca en las áreas centrales dentro de la psicología y expone a los estudiantes a cada una de las subespecialidades de orientación psicológica, psicología clínica y psicología escolar. El modelo de entrenamiento combinado acentúa la amplitud más que la profundidad del conocimiento psicológico. Sin embargo, esta característica también puede considerarse como una debilidad potencial del modelo. Puede ser que quienes se gradúan de este tipo de programa de entrenamiento no desarrollen una subespecialidad o área de pericia específica para el final de su entrenamiento de doctorado (Beutler y Fisher, 1994). Más que eso, este modelo de entrenamiento parece más adecuado para el futuro practicante que para el futuro académico o científico clínico (Beutler y Fisher, 1994). Para finales de 1994, había cinco programas acreditados por la APA en psicología profesional-científica combinada. Programas De Posgrado: Pasado Y Futuro En muchas formas, los cambios en el entrenamiento de posgrado que hemos atestiguado durante los últimos 30 años reflejan el mercado de Ios psicólogos clínicos (Ellis, 1992). A mediados del decenio de 1960, comenzó a ocurrir un cambio de los trabajos académicos basados en la universidad hacia trabajos dentro de la práctica privada. No es de sorprender que poco después hayan surgido quejas en cuanto a las limitaciones del modelo de entrenamiento del científico-practicante. Estas quejas se enfocaron principalmente en la percepción de que el modelo de entrenamiento de Boulder para los futuros practicantes era inadecuado. Según los críticos, el entrenamiento en habilidades clínicas era deficiente y el cuerpo docente estaba ajeno a las necesidades de entrenamiento de los futuros practicantes. De la Conferencia de Entrenamiento de Vail en 1973 provino un respaldo para los modelos alternativos de entrenamiento que pudieran satisfacer las necesidades del futuro practicante. Se puede rastrear el origen del título alternativo de PsyD y de los modelos de entrenamiento de las escuelas profesionales en las posturas adoptadas por quienes asistieron a esta conferencia. Es claro que estos programas alternativos de entrenamiento tienen cada día una mayor influencia, como lo indica el número de nuevos doctorados que otorgan. Además, en forma reciente han surgido argumentos que prestan apoyo a la necesidad de nombrar con un título de PsyD a cualquier psicólogo clínico que practique trabajo clínico (Shapiro y Wiggins, 1994). Sin embargo, varias tendencias recientes pueden afectar la viabilidad y éxito de los diversos modelos de entrenamiento que hemos analizado. Primero, algunos consideran que puede haber un exceso en la producción de psicólogos orientados hacia la práctica (Robiner, 1991). Si esto es cierto, en última instancia podría afectar al número de estudiantes que ingresan y culminan programas de posgrado en psicología clínica. En años recientes ha habido muchos más solicitantes para los puestos en internado, que los lugares disponibles. El resultado neto ha sido que algunos estudiantes de posgrado no han podido asegu- rar un puesto en internado. Si se restringen los internados y los mercados laborales, es probable que los programas que entrenan principalmente a practicantes (por ejemplo, las escuelas profesionales y las escuelas que otorgan un título de PsyD) sean las que sufran el mayor perjuicio. Esto será especialmente cierto en el caso de las escuelas profesionales cuya viabilidad económica depende en gran medida de las cuotas por colegiatura y de grandes cantidades de estudiantes. En segundo lugar, es probable que la revolución en cuidado administrado de la salud en los Estados Unidos afecte la demanda de psicólogos clínicos en el futuro, al igual que el currículo de los programas de entrenamiento. En cuanto a esto último, se dará mayor énfasis a los cursos que incluyan intervenciones psicológicas breves y evaluación focal con validación empírica. Los programas de entrenamiento que no emplean un profesorado con dominio de estas áreas, pueden producir graduados sin las habilidades requeridas para competir en el mercado de trabajo. Por último, varios autores (Robiner, 1991; Schneider, 1991) han señalado que podría haber una "baja producción" de psicólogos clínicos académicos y con orientación hacia la investigación. De ser cierto, los programas para científico-practicante y para científico clínico podrían estar en una mejor posición para satisfacer dicha necesidad. MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 7 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. Reglamentación Profesional A medida que creció la psicología clínica y se multiplicó el número de sus practicantes, comenzaron a surgir problemas acerca de la competencia profesional. ¿Cómo ha de saber el público quién está bien entrenado y quién no lo está? Muchas personas no tienen el tiempo, la inclinación ni la preparación como para distinguir al profesional del charlatán. Por tanto, la reglamentación profesional se ha vuelto un método para tratar de proteger el interés público mediante el desarrollo de normas explícitas de competencia para los psicólogos clínicos. American Board Of Profebbional P9ycholooy (ABPP) Debido al fracaso de cada uno de los estados para tomar las riendas en el asunto, en 1947 se estableció la American Board of Examiners in Professional Psychology (ABEPP) como una corporación independiente. Su nombre se acortó al de American Board of Professional Psychology (ABPP) en 1968. LaABPP ofrece certificación de la aptitud profesional en los campos de la psicología clínica, orientación psicológica, psicología industrial y organizacional, psicología escolar, neuropsicología clínica, psicología forense, psicología de la salud y psicología conductual. Se aplican exámenes orales, se observa el manejo de casos y se presentan registros de casos previos para revisión. Los candidatos para los exámenes de IABPP deben haber tenido cinco años de experiencia posterior al doctorado. En general, los requisitos son más rigurosos que aquellos implicados en la obtención de licencia o certificación. Por tanto, en esencia el público puede tener la seguridad de que un clínico con aprobación de la ABPP es una persona que se ha sometido al cuidadoso escrutinio de un jurado integrado por sus colegas. Certificación La certificación es, en la mayoría de los casos, una forma relativamente débil de reglamentación. Garantiza que las personas no se pueden llamar psicólogos cuando ofrecen servicios al público a cambio de honorarios, a menos de que una junta estatal de examinadores los haya certificado. Con frecuencia, tal certificación implica un examen, pero en ocasiones sólo consiste de una revisión del entrenamiento y experiencia profesional del solicitante. La certificación es un intento por proteger al público a través de la restricción del uso del título de psicólogo. Su debilidad estriba en que no evita que cualquier persona – desde un franco charlatán hasta alguien con unentrenamiento deficiente– ofrezca sus servicios psicológicos al público, en tanto dicha persona no certificada que ofrece estos servicios no utilice el título de psicólogo o la palabra psicológico para describirse a sí misma o a sus servicios. Algunos cínicos han discutido que la certificación protege más a los psicólogos que al público. Con frecuencia, las leyes de certificación se establecieron debido al cabildeo efectivo de la psiquiatría en las legislaturas estatales. Dado que muchos psiquiatras deseaban reservar a la psicoterapia como terreno especial de la medicina, resistieron cualquier ley que reconociera la práctica de la psicoterapia de parte de cualquier especialidad no médica. Como resultado, las leyes de certificación eran la mejor reglamentación que podían obtener los psicólogos. Licencia La licencia es una forma más fuerte de legislación que la certificación. No sólo especifica la naturaleza del título y entrenamiento requeridos para obtenerla, sino que, en general, también define qué actividades profesionales específicas pueden ofrecerse al público a cambio de honorarios. Por ejemplo, con la certificación los individuos pueden denominarse "terapeutas" y entonces proceder a proporcionar con impunidad servicios "psicoterapéuticos". Muchas leyes estatales de licencias lo evitarían, dado que estas leyes definen la psicoterapia y la hacen un campo específico de la psiquiatría, psicología clínica, etcétera. Sin embargo, es difícil controlar a charlatanes con determinación y tales personas pueden ser muy listas para disfrazar la verdadera naturaleza de sus actividades. La mayoría de los estados y provincias requieren que los solicitantes de licencia presenten un examen. Además, en general la junta de licencias examina los antecedentes educativos del solicitante y en ocasiones requiere de varios años de experiencia supervisada más allá del doctorado. Muchos estados también tienen requisitos de educación continua subsecuente. Lo que es más, parece ser que las juntas de licencias se vuelven cada día más restrictivas y en ocasiones requieren cursos específicos, excluyendo a candidatos de maestría y demandando UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 1 MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 8 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. títulos de programas aprobados por la APA. Algunas veces también han comenzado a inmiscuirse en las actividades de psicólogos académicos e investigadores. Para ayudar a fortalecer el sistema actual, la APA ha desarrollado un modelo de ley para otorgar licencias a los psicólogos (APA, 1987a). La licencia y certificación continúan siendo temas de sumo interés profesional. Algunas personas siguen insistiendo en que no deberían ponerse en práctica las normas para el otorgamiento de licencias hasta que se demuestre su utilidad y se pueda demostrar que los resultados positivos en el cliente se relacionan con la aptitud de quien ha recibido la licencia (Bernstein y Lecomte, 1981). Otros han señalado que la certificación y la licencia no son en ningún sentido medidas válidas de aptitud profesional (Koocher, 1979). Sin embargo, inclusive otros sugieren que las licencias no deberían diseñarse para regular los niveles de aptitud, sino para asegurar que el público no sufrirá ningún daño (Danish y Smyer, 1981). Kane (1982) refuerza esta conclusión cuando discute que, en el momento actual, los exámenes para otorgar la licencia ayudan a proporcionar una protección en contra de la práctica deficiente. Por último, algunos psicólogos clínicos académicos están preocupados por el hecho de que los requisitos de licencias violen la libertad académica, porque dichos requisitos dictan en esencia los cursos que se ofrecen en los programas de psicología clínica. Estos psicólogos argumentan que el personal docente que participa en los programas de entrenamiento en psicología clínica tiene una mejor idea de cuál es el tipo de cursos que se necesitan para producir psicólogos clínicos bien entrenados. A pesar de las dudas y problemas anteriores, continuará habiendo reglamentación de la práctica profesional en EE.UU. Hasta la fecha es el único método que se posee, por imperfecto que sea, para proteger al público de individuos con entrenamiento deficiente. Registro Nacional En años recientes, las compañías de seguros han extendido cada vez más su cobertura para incluir los servicios de salud mental.Al mismo tiempo, los psicólogos clínicos han obtenido reconocimiento como prestadores competentes de servicios que incluyen la prevención, la evaluación y la terapia. En 1975, se publicó por vez primera el National Register of Health Service Providers in Psychology. El Registro era una especie de autocertificación, dado que listaba sólo a aquellos practicantes que tenían licencia o certificación en sus propios estados, que habían presentado sus nombres para que se les incluyera y que habían pagado para estar en la lista. Pero, junto con el número cada vez mayor de clínicos dentro de la práctica privada y su reconocimiento comó prestadores de servicios de atención a la salud por parte de compañías de seguros como Blue Cross y Blue Shield, el Registro es una indicación más de la creciente profesionalización de la psicología clínica. Práctica Privada Antes se observó que en la actualidad grandes cantidades de clínicos ingresan a la práctica privada. Esta parece ser una tendencia en aumento, que se refleja en las aspiraciones de muchos estudiantes en entrenamiento clínico. Su meta es, esencialmente, abrir un consultorio y colgar un letrero con su nombre. Esto sugiere que el médico funge ahora como modelo de rol para estos clínicos aspirantes, un modelo que crea ciertos peligros. Por ejemplo, actualmente la profesión médica experimenta una gran cantidad de críticas y la pérdida de su imagen de "buen samaritano" porque con frecuencia parece preocuparse más de los privilegios económicos que del bienestar de los pacientes. Los médicos operan un fuerte cabildeo tanto en el Congreso de los Estados Unidos como en las legislaturas estatales. Han logrado que se aprueben leyes que no sólo restringen el ingreso de otros profesionales a lo que perciben como su campo profesional, sino que también los protegen a ellos y a sus intereses ocultos. Con frecuencia se percibe a l aAmerican Medical Association como la protectora de los derechos y privilegios del médico más que como un guardián del público. Lo que alarma a muchos psicólogos es que la psicología clínica parece moverse en la misma dirección. El énfasis en la legislación restrictiva, los diplomas y el activismo político y la falta de interés en la investigación, les parece erróneo a muchos. Temen que lo que comenzó como un intento sincero y dedicado de mejorar el entrenamiento, proporcionar un desarrollo profesional continuo, proteger al público y mejorar el bien común, terminará en una postura egoísta de intereses ocultos. Es obvio que la práctica privada no es el único lugar donde pueden desarrollarse dichas tendencias. Pero el peligro existe. Una pregunta social más importante es si el entrenamiento de clínicos para la práctica privada es una respuesta económica, eficiente, para las UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 9 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. necesidades de salud mental del país. Sin embargo, la práctica privada, con todas sus preocupaciones acercade la cobertura de seguros, la rivalidad profesional con la psiquiatría y los estatutos de reglamentación, parece haber llegado para quedarse. En un artículo que mueve a la reflexión, Schneider (1990) concluyó que la práctica privada tendrá que ceder el lugar a posturas que destaquen los sistemas administrados de prestación de servicios. De ser cierto, esto significa que estamos entrenando clínicos para la obsolescencia. ¡Incluso puede suceder que, debido a los costos, los clínicos actuales con PhD se vean reemplazados por los profesionales de salud mental a nivel maestría del mañana! Se dirá más al respecto del impacto del cuidado administrado sobre la práctica de la psicología clínica, posteriormente dentro de este capítulo. Independencia Y Aspectos Económicos La oposición inicial de parte de la profesión psiquiátrica evitó que los clínicos participaran en la práctica independiente de la psicoterapia. En un momento dado, la psicología clínica superó al poderoso cabildeo de la psiquiatría que operaba en la mayoría de los congresos estatales a lo largo de EE.UU. y ganó el derecho a practicar por su cuenta. Finalmente había triunfado la lógica; el argumento psiquiátrico de que la psicoterapia es una forma de intervención médica se desvaneció en la oscuridad. Los psiquiatras llegaron a aceptar el nuevo estatus legal concedido a los clínicos y los psicólogos clínicos comenzaron a ocupar con rapidez la práctica privada para llenar el vacío en el campo de la salud mental. Ahora se habían vuelto profesionales totalmente independientes. De hecho, hoy en día se podría pensar que psiquiatras y psicólogos clínicos son competidores, y justo ése es el problema. Lo que alguna vez había sido una guerra ideológica, se convirtió en una escaramuza económica.Al mismo tiempo en que los clínicos comenzaron a asentarse en su independencia de reciente cuño, comenzaron a operar más y más planes de seguros de salud, privados y semigubernamentales. Se comenzó a incluir la psicoterapia dentro de estos planes y los profesionales se volvieron elegibles para obtener reembolso por sus servicios. Las personas que antes no podían pagar la terapia o que no deseaban hacerlo, estaban ahora cubiertas. Rápidamente la profesión médica inició campañas para excluir a los psicólogos clínicos del reembolso, a menos de que los médicos fueran quienes les refirieran a los pacientes. Antes ya se había perdido la vieja batalla sobre la práctica independiente. El campo de batalla se cambió ahora hacia el reembolso directo de los psicólogos por parte de las compañías de seguros sin la participación del médico. Un buen ejemplo es el de la compañía de seguros Blue Shield de Virginia (BSV). Durante varios años, BSV requería que los psicólogos presentaran sus recibos de honorarios a través de un médico. Hubo intentos repetidos y fallidos de obtener reembolso directo para los psicólogos por servicios prestados a los miembros de BSV. En un momento dado, la Virginia Academy of Clinical Psychology (VACP) presentó una demanda antimonopolios en contra de BSV. El tribunal falló en favor de BSV. Pero después de una apelación, un tribunal superior revirtió la decisión y sostuvo la demanda de VACP. Toda esta acción legal comenzó en 1978 y finalmente se llegó a un acuerdo hasta 1982, cuando un tribunal federal concedió a la VACP más de 405 000 dólares para el pago de los honorarios de representación legal. Esto implicó una victoria significativa para los psicólogos clínicos en su búsqueda por establecer una profesión totalmente independiente que pudiera competir en el mercado profesional bajo los mismos términos que la psiquiatría (Resnick, 1985). Una profesión que comenzó cautelosamente en los sagrados recintos del saber, se encuentra ahora luchando por el mercado laboral; el psicólogo tiene cada vez menos de estudioso y más de empresario. Sensibilidad En Los Servicios De Salud Mental En una sociedad pluralista como la de EE.UU., es urgente que se desarrollen servicios de salud mental que satisfagan de manera efectiva las necesidades de las minorías culturales, raciales y étnicas (Sue, 1990). Se podría discutir esta cuestión a casi cualquier nivel: ético (por ejemplo, Pedersen y Marsella, 1982); económico y así sucesivamente. Pero es esencial que se desarrollen programas de entrenamiento que produzcan terapeutas que hayan aprendido a tomar en consideración los factores culturales apropiados dentro de su trabajo clínico con clientes de diversas culturas (Allison, Crawford, Echemendia, Robinson y Knepp, 1994; Comas-Diaz, 1992; Lopez y col., 1989; Mio y Monis, 1990). Por ejemplo, se deben encontrar formas para que los tratamientos exitosos estén más a la disposición de personas de origen latino, tratamientos que sean sensibles a los rasgos característicos de la cultura hispa- UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 10 Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: noamericana (Rogler, Malgady, Costantino y Blumenthal, 1987). Podrían hacerse comentarios similares en el caso de los indígenas estadounidenses (Willis, 1989) y de los afroestadounidenses (Jones, 1991). De la misma manera, en años recientes han salido a relucir problemas de género (por ejemplo Good, Bórst y Wallace, 1994). Cada día se escucha un mayor número de informes acerca de explotación sexual de los clientes. Desde los días de Freud hasta la actualidad parece tenerse problemas para entrenar a terapeutas sensibilizados hacia las experiencias de vida especiales del sexo opuesto (Gilbert, 1987). Esto es particularmente cierto con respecto a la relativa falta de entrenamiento que reciben muchos psicólogos clínicos (varones y mujeres por igual) en cuanto a las necesidades y experiencias únicas de las mujeres. En el futuro, se deberá entrenar a los psicólogos clínicos para que reconozcan y comprendan tanto las diferencias de género y la diversidad cultural, como la forma en que ambas se relacionan con la prestación de servicios de salud mental. Por último, un grupo al que se han dado servicios ineficientes y que ha recibido poca atención es la población rural del país. Los Estados Unidos es una nación con una fuerte herencia rural y en años recientes la crisis de las granjas ha sido particularmente maligna en cuanto a sus efectos sobre las comunidades rurales. Sin embargo, el gobierno federal y la profesión clínica han sido lentas en responder con servicios específicos de salud mental (Keller y Podrygula, 1990; Rosmann y Delworth, 1990). La Revolución En Salud Mental Los costos de la atención a la salud han aumentado en forma astronómica en la mayor parte del mundo. Por ejemplo, en los Estados Unidos estos costos representaron 4.5% del Producto Nacional Bruto (PNB) en 1950. De manera más reciente, esos mismos costos se han inflado a más de 14% del Producto Interno Bruto (antes PNB) con un costo total en dólares que supera los 898 mil millones anuales (Frank y VandenBos, 1994). Hace unos cuantos años se esperaba un programa nacional de seguros de salud en los Estados Unidos. Lo que se obtuvo fue una industria corporativa de atención a la salud, dirigida a obtener ganancias, que bien podría revolucionar todos los rincones de la atención a la salud (Zimet, 1989). El enfoque del cuidado administrado para satisfacer las necesidades de la atención a la salud no sólo atiende a los altos costos de los servicios de salud física, sino también de los servicios de salud mental. Es cada vez más frecuente que las compañías de seguros, o terceros que pagan por los servicios, sean quienes determinen la cantidad de las remuneracionespara los servicios de salud mental. Esencialmente, aquellos que en última instancia pagan la factura (por ejemplo, los patrones) han tomado el control económico de manos de los profesionales (Cummings, 1995). Aunque esta revolución en la atención a la salud ha venido ocurriendo por más de dos decenios (Broskowski, 1991), sus efectos son más notables ahora. El centro de atención se coloca en el control de costos, la expansión del tamaño de una corporación a una especie de complejo médico-industrial y una mentalidad de mercado (Kiesler y Morton, 1988). Así, puede esperarse que continúe la presión sobre el profesional independiente. Los servicios psicológicos disponibles para los pacientes están en función de la categoría diagnóstica a la que pertenezca el paciente y el programa de remuneraciones que se considere apropiado para dicha categoría. En cierto sentido, se ha reemplazado el tratamiento "ideal" por cualquiera que pueda pagarse bajo las pautas de la aseguradora. Por ejemplo, es frecuente que la terapia a largo plazo se vuelva terapia a corto plazo. En efecto, una compañía, en lugar de un profesional independiente, es la que maneja la atención a la salud del paciente (Cummings, 1986). Se prefieren intervenciones breves, de manejo efectivo del tiempo, y ahora se pide a los profesionales que demuestren en términos empíricos su efectividad y que documenten su eficacia en la prestación de servicios (Cummings, 1995). Existen varios modelos de cuidado administrado, todos los cuales intentan controlar los costos y reducir la utilización de servicios, mientras que, al mismo tiempo, aseguran la calidad del servicio. Se mencionarán en forma breve dos de los principales sistemas de cuidado administrado: OCS y OPP. La organización de conservación de la salud (OCS) emplea un número restringido de proveedores para satisfacer a aquellos inscritos en el plan; los costos de todos los servicios son fijos. Las organizaciones de proveedor preferido (OPP) tienen contratos con proveedores externos con tasas con descuento para satisfacer las necesidades de sus miembros; a cambio del descuento en los honorarios, teóricamente los proveedores reciben un mayor número de referencias. Estos sistemas relativamente nuevos de prestación de servicios están MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 11 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. cambiando el concepto de lo que constituye un tratamiento psicológico, al igual que las modalidades de práctica de los psicólogos clínicos. En forma reciente, Cummings (1995) analizó algunos de estos "cambios paradigmáticos esenciales": 1) se verá a los clientes durante unas cuan- tas sesiones y por año se verá a un mayor número de clientes; 2) el tratamiento será breve (menos sesiones) e intermitente (es decir, es posible que no se vea a los clientes en semanas consecutivas); 3) el terapeuta servirá como catalizador para que los clientes efectúen cambios en sus vidas; 4) la mayoría de los cambios ocurrirán fuera del tratamiento; 5) el tratamiento no se terminará ("Está usted curado"), más bien se "interrumpirá" después de que el progreso del cliente sea evidente; 6) se utilizarán los recursos comunitarios en mayor grado (Alcohólicos Anónimos, Padres sin Pareja y demás); y 7) la mayor parte del tratamiento se proporcionará en un formato de grupo y en él se incluirán programas psicoeducativos estructurados (por ejemplo, entrenamiento en manejo de estrés). Cada uno de estos cambios pronosticados es bastante espectacular y el efecto neto será un estilo de intervención psicológica que difiere en gran medida de la psicoterapia "tradicional". De hecho, el cuidado administrado puede tener un impacto directo sobre las perspectivas de empleo de los psicólogos clínicos a nivel doctorado que planeen hacer una carrera en la práctica privada (Frank y VandenBos, 1994): Los sistemas integrados de prestación administrada de atención se caracterizarán por depender de guardianes de atención primaria, integración clínica a lo largo de un continuo de servicios proporcionados a cada paciente y repartición del riesgo económico entre proveedores (pago capitalizado). La práctica médica girará hacia la atención primaria y habrá un incremento en el uso de ayudantes médicos, como enfermeras calificadas y asistentes médicos. Es probable que ocurra una tendencia similar en el área de la salud mental, con un mayor uso de proveedores de todo tipo a nivel maestría. (página 852) Puede utilizarse a los profesionales a nivel maestría y a los paraprofesionales a menor costo para los mismos servicios y, por tanto, se considerarán como más atractivos económicamente para las compañías de cuidado administrado (Cummings, 1995; Sleek, 1995a). Pero el entrenamiento del científico-practicante o del científico clínico ofrece de hecho las mismas oportunidades para este ambiente de cuidado administrado. Por ejemplo, los psicólogos clínicos tienen una orientación empírica que acentúa el estudio de resultados, lo cual puede ayudar a evitar los prejuicios profesionales; tienen habilidades diferentes de aquellas de los médicos; pueden dar énfasis a la prevención de los problemas de salud mental de los individuos y enfocarse en su bienestar más que en su enfermedad; y conocen los efectos del ambiente sobre la conducta (Kiesler y Morton, 1988). Todas estas habilidades pueden impresionar a un sistema impulsado hacia las ganancias y con una dirección hacia el corporativismo. Sin embargo, hasta la fecha la profesión clínica no ha logrado hacer un trabajo particularmente bueno en publicitar la eficacia demostrada de las intervenciones psicológicas (Barlow, 1994). Algunos han sugerido, quizás de manera irónica, que los psicólogos clínicos pueden, de hecho, beneficiarse del cuidado administrado. Estos beneficios "ocultos" incluyen una mayor educación y asistencia técnica proporcionadas por las compañías de cuidado administrado, aumento en las oportunidades de colaboración interdisciplinaria y supervisión clínica "gratis" de parte de los encargados de caso en las compañías de cuidado administrado (Anónimo, 1995). Broskowski (1995) destacó varias implicaciones para el entrenamiento y las carreras de los psicólogos que son el resultado de las tendencias en la reforma a la atención de la salud. Primero, es probable que el mercado de trabajo para los profesionales independientes (es decir, aquellos en la práctica privada) continúe disminuyendo. En contraste, es probable que aumenten en forma espectacular las oportunidades para los psicólogos clínicos que se especializan en psicología de la salud, debido a que estos individuos, en virtud de su entrenamiento, están más capacitados para proporcionar una gama más amplia de servicios, incluyendo aquellos relacionados con la atención médica. Segundo, una atención que se enfoque en la responsabilización y en los resultados para el paciente, abrirá las puertas para los psicólogos clínicos que tienen experiencia en la investigación clínica y psicométrica. Se pedirá a estos individuos que diseñen y evalúen estudios acerca de resultados para el paciente, satisfacción de éste y también sobre la eficacia de diversas interven- ciones psicológicas. Por último, los programas de entrenamiento en psicología clínica necesitan dar un mayor énfasis a las intervenciones psicológicas efectivas en términos de costos, proporcionar entrenamiento clínico dentro de ambientes de cuidado administrado e incorporar al currículo la instrucción didáctica de la investigación UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA12 : Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra aplicada en servicios para la salud. Se espera que se atiendan dichas sugerencias, de modo que los psicólogos clínicos del futuro reciban el entrenamiento necesario para progresar en un ambiente de cuidado administrado. Privilegios De Extender Recetas Un problema actual, debatido de manera acalorada, tiene que ver con la búsqueda de los privilegios de extender recetas para los psicólogos clínicos. En forma reciente, la American Psychological Association dio su apoyo a esta búsqueda (Martin, 1995), al igual que sus dirigentes de mayor rango (por ejemplo, véase Nickelson, 1995; Fox, 1988; DeLeon y col., 1991). Por otro lado, muchos psicólogos continúan siendo neutrales o francamente se oponen a la obtención de los privilegios de recetar (DeNelsky, 1991; Handler, 1988). La decisión de buscar dichos privilegios tendrá implicaciones de largo alcance para los psicólogos clínicos, en términos de la definición de su papel, del entrenamiento requerido y de su práctica real. Antecedentes Como señalaron Brentar y McNamara (1991), los psicólogos clínicos de años recientes han expandido su área de interés de la salud mental hacia los problemas de salud en general. Esta redefinición de la psicología clínica como un campo que se ocupa de la salud general (incluyendo a la salud mental) hace surgir varias cuestiones interesantes con respecto a cuál es la mejor manera de asegurar que los psicólogos clínicos puedan funcionar en forma autónoma y no estén bajo el control o regulación de la profesión médica o de otras profesiones (Fox, 1982). Varias personas han discutido que obtener los privilegios de recetar asegurará la autonomía de los psicólogos clínicos como prestadores de servicios de salud y permitirá una continuidad en la atención que falta cuando un psiquiatra le receta fármacos al paciente y un psicólogo le proporciona psicoterapia a este mismo. Así también, DeLeon (1988) ha discutido que mejorar y ampliar los servicios ofrecidos por la profesión clínica, de modo que se puedan satisfacer las necesidades de la sociedad, es un deber profesional y ético. En este sentido, los psicólogos clínicos que posean el privilegio de extender recetas podrían satisfacer las necesidades de poblaciones a las que no se da la atención adecuada (por ejemplo, residentes rurales y pacientes geriátricos). Sin embargo, se ha cuestionado la búsqueda del privilegio de extender recetas con base en argumentos filosóficos. Handler (1988) discutió que la necesidad de límites profesionales entre la psicología clínica y la psiquiatría dicta que no deberían incorporarse las intervenciones médicas (es decir, los medicamentos) en nuestro repertorio de tratamientos. Lo que es más, Handler afirmó que la orientación no farmacológica de la psicología clínica es lo que la identifica como una profesión única en el campo de la salud y lo que es responsable de la atracción que ejerce el campo. Por ejemplo, DeNelsky (1991) señaló que, inclusive sin tener el privilegio de extender recetas, cada día más psicólogos prestan servicios de atención externa, mientras que la tendencia opuesta ocurre en psiquiatría. A continuación se destacan algunos de los principales argumentos en favor y en contra de los privilegios de extender recetas. Argumentos En Favor Aunque se han dado varios argumentos en favor de los privilegios de extender recetas, se presentarán brevemente algunas de las ventajas que se citan con mayor frecuencia, como lo establece una entrevista reciente con el director ejecutivo de la Dirección de Prácticas de la American Psychological Association (Nickelson, 1995). En primer lugar, el privilegio de recetar permitiría que los psicólogos clínicos proporcionaran una variedad más amplia de tratamientos y atendieran a un rango más amplio de clientes o pacientes. Ahora se tendría la opción de tratamiento que incluye el uso de fáintacos y esto conduciría a una mayor participación de los psicólogos clínicos en el tratamiento de condiciones en las que los fármacos son la principal forma de intervención (por ejemplo, esquizofrenia). Una segunda ventaja de poseer el privilegio de extender recetas es el aumento potencial en eficacia y efectividad relacionada con el costo para los pacientes que necesitan tanto un tratamiento psicológico como el uso de fármacos. Como se señaló antes, es frecuente que estos individuos requieran de más de un profesional de la salud mental (por ejemplo, un psiquiatra para los fármacos y un psicólogo clínico para tratamiento cognoscitivo- conductual). Sin embargo, desde un punto de vista tanto práctico como económico, podría ser deseable un solo profesional de la salud mental que pudiera proporcionar todas las formas de tratamiento. También existe la creencia de que los privilegios de recetar darían a los psicólogos clínicos una ventaja competitiva en el mercado de la atención MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 13 Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: a la salud. El campo del cuidado de la salud se vuelve cada día más competitivo y los privilegios de recetar proporcionarían una ventaja a los psicólogos clínicos por encima de otros profesionales de la atención a la salud (por ejemplo, enfermeras y trabajadores sociales). Asimismo, como se mencionó antes, algunas personas consideran que obtener el privilegio de recetar es una progresión natural en la búsqueda de la psicología clínica por convertirse en una profesión de la atención a la salud con todas las de la ley, en lugar de ser solamente una profesión de atención a la salud mental. Aroument0s En Contra Por otro lado, varios profesionales han expresado preocupaciones relacionadas con la posibilidad de obtener el privilegio de recetar (Brentar y McNamara, 1991; DeNelsky, 1991; Handler, 1988). Los críticos señalan que el privilegio de recetar puede conducir a una falta de interés en las formas "psicológicas" de tratamiento, debido a que, con frecuencia, los fármacos son de acción más rápida y potencialmente más redituables que la psicoterapia. Además, muchos temen que podría ocurrir un cambio conceptual, de modo que las explicaciones biológicas tomarían un lugar preponderante por encima de las psicológicas. Además, la búsqueda de los privilegios de extender recetas podría dañar la relación de la psicología clínica con la psiquiatría y con la medicina en general. Es probable que tal conflicto sería oneroso debido a las demandas y a los costos legales que serían necesarios para modificar las leyes actuales de otorgamiento de licencias para la psicología. Por último, la concesión del privilegio de recetar conduciría a un incremento espectacular en los costos de responsabilidad por negligencia. Estas nuevas cargas económicas serían a costa de los programas existentes que se apoyan en la actualidad; en pocas palabras, podría no valer la pena. Implicaciones Para El Entrenamiento Si los psicólogos clínicos obtienen el privilegio de recetar, ello impactaría en gran medida sobre el entrenamiento de los futuros psicólogos clínicos. En forma reciente, el Grupo especial de trabajo sobre psicofarmacología de la American Psychological Association publicó sus recomendaciones sobre los criterios de aptitud necesarios para entrenar a los psicólogos para que proporcionen servicios a individuos que reciben fármacos psicotrópicos (Smyer y col., 1993). En esencia, este grupo de trabajo estableció tres niveles de competenciay entrenamiento en psicofarmacología. Estos se presentan en orden de los niveles ascendentes de habilidad y entrenamiento. 1. Nivel 1: entrenamiento farmacológico básico. La aptitud a este nivel incluiría un conocimiento de las bases biológicas de la neuropsicofarmacología y un dominio de las clases de fármacos utilizados para tratamiento, al igual que un conocimiento de las sustan- cias que conducen al abuso (por ejemplo, alcohol y cocaína). Para lograr este nivel de entrenamiento, se recomienda un curso general de un semestre en psicofarmacología. 2. Nivel 2: práctica de colaboración. La aptitud a este nivel, que en esencia permite que se funcione como consultor en psicofarmacología, implicaría un conocimiento más a fondo de ésta y de los fármacos de abuso; capacitación en evaluación diagnóstica, evaluación física, interacciones de fármacos y efectos secundarios de los mismos y un entrenamiento práctico en psicofarmacología. En términos específicos, el comité recomendó cursos en las áreas señaladas antes, al igual que experiencia práctica bajo supervisión. 3. Nivel 3: privilegios de extender recetas. A este nivel debe demostrarse la aptitud a fin de practicar en forma independiente como psicólogo que puede recetar. El comité recomendó fuertes antecedentes en el pregrado en ciencias biológicas (por ejemplo, múltiples cursos en biología, química, matemáticas y farmacología), dos años de entrenamiento de posgrado en psicofarmacología (26 horas de crédito) y una residencia posdoctoral en psicofarmacología. De ponerse en práctica, estas recomendaciones tendrán un impacto en varios sentidos sobre el entrenamiento de posgrado en psicología clínica. Primero, debido a los requisitos de cursos adicionales (para los Niveles 2 y 3), se necesitaría un mayor tiempo para terminar el posgrado. Segundo, en muchos casos sería necesario contratar personal docente adicional para la enseñanza de estos nuevos cursos requeridos, dado que la mayoría no se ofrecen en la actualidad dentro de los programas de posgrado en psicología clínica. Y, por último, es probable que los antecedentes de cursos en pregrado de los solicitantes a programas de posgrado en psicología clínica se sometieran a un escrutinio más cuidadoso para asegurar que el solicitante tenga fuertes antecedentes en ciencias biológicas. MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 14 obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la Normas Éticas Una vara con la cual puede medirse la madurez de una profesión es su compromiso con un conjunto de normas éticas. El campo de la psicología fue de los primeros entre las profesiones de salud mental en establecer un código ético formal. Ya desde 1951, la APA publicó un código tentativo, y en 1953 se publicaron formalmente los Ethical Standards of Psychologists (APA, 1953). Las revisiones para estas normas aparecieron en 1958, 1963, 1968, 1977, 1979, 1981, 1990 y 1992. Además se publicó un manual de normas éticas (APA, 1987b) y se formuló una declaración de principios éticos que incluye a la investiga- ción psicológica con participantes humanos (APA, 1982). Desde un principio se desarrollaron normas para materiales de prueba (APA, 1966) y posteriormente se actualizaron (APA, 1985). Por último, Keith-Spiegel y Koocher (1985), Eyde y colaboradores (1993) y Bersoff (1995) analizaron un amplio conjunto de problemas éticos. La publicación en 1992 de los Ethical Principies of Psychologists and Conduct (APA, 1992) presenta seis principios generales además de normas éticas específicas pertinentes a diversas actividades de los psicólogos clínicos (por ejemplo, evaluación, intervención, terapia, actividades forenses y demás). Los principios generales son: • Aptitud. • Integridad. • Responsabilidad profesional y científica. • Respeto por los derechos y dignidad de las personas. • Preocupación por el bienestar de los demás. • Responsabilidad social. Aunque no existen reglas que se puedan imponer técnicamente, estos principios sirven como pautas para las acciones de los psicólogos. Por otro lado, las normas éticas específicas que se presentan a continuación son reglas de conducta que pueden imponerse. La aceptación de la membresía en la APA compromete a los miembros a someterse al Código ético. Por supuesto, la práctica clínica real y sus demandas cotidianas pueden generar decisiones y dilemas éticos que pondrían a prueba el juicio del individuo más experimentado en el campo. También, los cambios en la propia cultura a través del tiempo puede proporcionar una base poco sólida que desafía la capacidad del psicólogo clínico para hacer las evaluaciones apropiadas. Tómese, por ejemplo, el caso que se expone en el apartado 3-1. En las siguientes secciones se señalarán de manera individual varias de las normas éticas para mayor discusión. Aptitud Existen varios aspectos importantes relacionados con los problemas de aptitud (Pipes y Davenport, 1990). En primer lugar, los clínicos siempre deben señalar en forma precisa su entrenamiento. Así, los clínicos que están en un nivel inferior al doctorado nunca deben conducir a nadie a creer que lo poseen. El ignorar simplemente el hecho de que alguien siga refiriéndose a tal persona como "Doctor" no es suficiente. Si los clínicos tienen un entrenamiento en orientación psicológica, así es como deben presentarse, no como psicólogos clínicos. Los clínicos tienen una obligación de presentarse de manera correcta en términos tanto de su entrenamiento como de todos los aspectos de capacitación. Esto también quiere decir que los clínicos no deben intentar tratamientos o procedimientos de intervención cuando no tienen un conocimiento específico ni previa supervisión en los procedimientos. Cuando pueda existir duda acerca de capacidades específicas, es prudente buscar supervisión de parte de clínicos más experimentados. APARTADO 3-1 Clínicos que aparecen en programas psicológicos de radio con llamadas del público o en programas de opinión en televisión: ¿son éticos'? En 1953, los Ethical Standards of Psychologists (APA, 1953) afirmaban que: Principio 2.64-1. Es contrario a la ética ofrecer servicios psicológicos con el propósito de diagnóstico individual, tratamiento o consejo, ya sea en forma directa o indirecta, por medio de conferencias o demostraciones públicas, artículos de periódicos o revistas, programas de radio o televisión, o medios similares. En 1953, esta idea era bastante clara y parecía tener sentido. El consejo profesional es una cuestión individual. Debe adaptarse al individuo y no hay forma en que un clínico pueda lograr esto con base en una conversación de tres minutos con una persona que llama a la radio. Pero en 1953 había relativamente pocos programas de radio con MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 15 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. llamadas del público que fueran conducidos por clínicos. Pera 1982 había cerca de 50 programas de radio con llamadas del público cuyo conductor era un profesional de la salud mental (Levy, 1989). Ahora seguramente existen muchos, pero muchos más. Como en todas las profesiones, algunos conductores son clínicos petulantes, cómicos y, en general, deficientes. Otros parecen ser bastante hábiles, preocupados y sinceros cuando aconsejan que el radioescucha busque ayuda profesional. Aparte de los fuertes "ratings" de los medios, es probable que existan razones válidaspara tener buenos programas de este tipo. Para muchas personas angustiadas y que sufren desventajas, estos programas pueden ser la única vía para obtener ayuda o apoyo. Los programas también pueden sensibilizar y educar a otros miembros del público mientras que ayudan a evitar que los problemas se desarrollen o empeoren. Inclusive en otros casos, estos programas pueden darle a quien llama el valor adicional o la comprensión necesaria para buscar servicios profesionales. En cualquier caso, la revisión de 1992 de la APA para las normas éticas refleja estos puntos al permitir en la actualidad el consejo en oposición a la terapia en el aire. Be permite que los psicólogos proporcionen consejo o comentarios a través de programas de radio o de televisión, siempre y cuando "tomen las precauciones razonables para garantizar que 1) las afirmaciones se basen en la literatura y práctica psicológicas apropiadas, 2) las afirma ciones sean consistentes en los demás sentidos con este Código ético y 3) que no se aliente a quienes reciben la información a inferir que se ha establecido con ellos una relación a nivel personal" (APA, 1992, p. 1604). ¿Qué nos dice la investigación acerca del fenómeno de los programas con llamadas del público? En un estudio se encuestó a 368 clientes de centros comerciales y se entrevistó a otras 122 personas que hicieron llamadas a un programa de Nueva York antes y después de que hablaron con el terapeuta del programa (Bouhoutsos, Ooodchilds y Huddy, 1986). La mitad de toda la muestra admitió haber escuchado este tipo de programas y estos radioescuchas consideraron que los programas eran útiles e informa tivos. Inclusive aquellos radioescuchas que pensaban que dichos programas podían ser dañinos, en general se sentían entusiasmados con ellos. Aunque está sujeto a varias interpretaciones, quienes llamaron al programa informaron sentirse mejor después de haberlo hecho. Muchos de estos individuos eran personas que habían estado en terapia, de modo que estos programas no parecen ser un simple sustituto para la terapia "real". La mayoría de los radioescuchas consideraron que el consejo dado era útil y educativo. En otro estudio realizado en Israel, los sujetos que recibieron ayuda de una clínica tuvieron actitudes más favorables hacia la ayuda recibida que aquellos que llamaron a un programa de orientación psicológica por radio (Raviv, Raviv y Yunovitz, 1989). Levy (1989) ha encontrado que las respuestas de los conductores de programas de radio con llamadas del público son al menos marginalmente útiles para quienes llaman y proporcionan una cantidad moderada de apoyo tanto para quienes llaman como para el público en general. Por tanto, la evidencia reciente sugiere que estos programas pueden ser útiles para algunas personas bajo ciertas condiciones. Pero, de nuevo, ',caen dentro de pautas éticas? Ésta es una pregunta dificil porque la evidencia sugiere que la distinción entre consejo personal y servicios terapéuticos se disuelve cuando se analizan las interacciones verbales en estos programas (Henricks y 8tiles, 1989). Asimismo, algunas personas sienten que se daña la reputación profesional de la psicología cuando los psicólogos van a uno de los muchos programas sensacionalistas de opinión que se trasmiten por televisión. Tiene igual importancia la sensibilidad ante las cuestiones del tratamiento o de evaluación que pudieran estar bajo la influencia del sexo del paciente, de sus antecedentes étnicos o raciales, de su edad o preferencia sexual. Además, en relación con el hecho de que los clínicos pudieran tener problemas personales o puntos sensibles en su propia personalidad que pudieran afectar su desempeño, deben protegerse de permitir que dichos problemas influyan en forma adversa en sus encuentros con los pacientes. Todos los aspectos de aptitud son UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 16 Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y práctica. México, D.F: Manual Moderno. importantes, ya sea que impliquen conocimiento, habilidad clínica, juicio clínico o habilidad interpersonal (Overholser y Fine, 1990). Confidencialidad Los clínicos tienen el claro deber ético de respetar y proteger la confidencialidad de la información del cliente. Esto es vital, dado que la confidencialidad es un aspecto central de la relación cliente-psicólogo. Cuando se revela información sin consentimiento del cliente, puede dañarse de manera irreparable la relación de confianza. Los clínicos deben ser claros y abiertos en relación con las cuestiones de confidencialidad y sobre las condiciones bajo las cuales ésta puede violarse. En el clima actual, no toda la información puede considerarse como privilegiada. Por ejemplo, puede ser que terceros (como compañías de seguros) sean quienes paguen por la terapia del cliente y pueden demandar un acceso periódico a los registros con propósitos de revisión. En ocasiones puede ocurrir que, bajo ciertas condiciones, los registros escolares que incluyen datos de evaluación sean accesibles para otras personas fuera del sistema escolar (por ejemplo, cuando existe orden de una corte). Cada vez más clínicos tienen menos seguridad de su capacidad para prometer una confidencialidad absoluta. Otra cuestión es si toda la información debe ser confidencial. Tómese como ejemplo el famoso caso Tarasoff en 1976. Los eventos que condujeron a este caso comenzaron cuando un cliente en el centro de orientación de la universidad le dijo a su terapeuta que planeaba matar a su novia. El terapeuta informó a la policía universitaria de las intenciones del cliente y ésta rápidamente arrestó al cliente. Pero dado que la novia estaba de vacaciones fuera del lugar, la policía decidió liberar al cliente. De manera subsecuente, el cliente de hecho mató a su novia. Después, los padres de la mujer demandaron al terapeuta, a la policía y a la universidad, argumentando que estas tres partes fueron negligentes por no informarles de la amenaza. Finalmente, la Suprema Corte de California falló en favor de los padres y estableció que el terapeuta tenía el deber legal de haber informado a todas las personas apropiadas, de modo que pudiera haberse evitado el acto violento. Es obvio que tal decisión hace surgir problemas que impondrían una carga sobre el juicio de casi cualquier clínico. Lo que hace que todo esto sea aún más ambiguo es que los precedentes legales difieren en varios estados de EE.UU. No sólo los clínicos deben decidir cuando y a quién informar y bajo qué circunstancias, sino que también deben tratar de determinar si la decisión Tarasoff se aplica en su estado. A pesar de los varios años desde que se falló el caso Tarasoff, aún existe confusión e incertidumbre entre los clínicos acerca de cuándo se debe violar la confidencialidad y poner en práctica el "deber de advertir" (Fulero, 1988). Existen muchas complicaciones en el campo de la confidencialidad. Por ejemplo, ¿qué sucede cuando se trabaja con niños? En ocasiones, la obediencia a reglas estrictas de confidencialidad podría significar que no se integrara de manera útil a los padres en el plan de tratamiento (Taylor y Adelman, 1989). Pueden surgir problemas relacionados de confidencialidad cuando los clínicos tratan a pacientes que sufren SIDA (Lamb, Clark, Drumheller, Frizzell y Surrey, 1989; Knapp y VandeCreek, 1990; Morrison, 1989; Scott y Borodovsky, 1990; Totten, Lamb y Reeder, 1990). En apariencia, el público en general cree en el principio y en la importancia de la confidencialidad. Pero también comprende que se puede violar una confidencia en los casos de maltrato infantil, suicidio u homicidio potencial y en otras situaciones potencialmente amenazantes
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