Logo Studenta

59 unidad3lectura2 - meledh sd

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 1 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
 
 
 
 
 
 
 
Lectura 2 
 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología 
Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual 
Moderno. pp. 59-80. 
 
Aspectos Actuales En Psicología Clínica ....................................... 2 
Modelos De Entrenamiento En Psicología Clínica..................... 2 
Científico-Practicante.............................................................. 2 
 
UUNNIIDDAADD IIIIII.. 
 
PPEERRFFIILL PPRROOFFEESSIIOONNAALL DDEELL PPSSIICCÓÓLLOOGGOO 
CCLLÍÍNNIICCOO 
 
 
Modelo de enfrenamienfo ................................................... 2 
El debate continúa ............................................................... 3 
Título De Doctor En Psicología (PSYD) ................................ 3 
Escuelas Profesionales ............................................................ 4 
Modelo Científico Clínico....................................................... 5 
Programas Combinados De Entrenamiento Profesional-
Científico................................................................................. 6 
Programas De Posgrado: Pasado Y Futuro ............................. 6 
Reglamentación Profesional........................................................ 7 
American Board Of Profebbional P9ycholooy (ABPP).......... 7 
Certificación............................................................................ 7 
Licencia ................................................................................... 7 
Registro Nacional.................................................................... 8 
Práctica Privada........................................................................... 8 
Independencia Y Aspectos Económicos ..................................... 9 
Sensibilidad En Los Servicios De Salud Mental......................... 9 
La Revolución En Salud Mental ............................................... 10 
Privilegios De Extender Recetas............................................... 12 
Antecedentes ......................................................................... 12 
Argumentos En Favor ........................................................... 12 
Aroument0s En Contra.......................................................... 13 
Implicaciones Para El Entrenamiento ................................... 13 
Normas Éticas ....................................................................... 14 
Aptitud................................................................................... 14 
Confidencialidad ................................................................... 16 
Bienestar Del Cliente ............................................................ 16 
 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 2 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
ASPECTOS ACTUALES EN PSICOLOGÍA CLÍNICA 
 
En el capítulo 2 se revisó la historia y desarrollo del campo de la 
psicología clínica a través del análisis de los eventos importantes en las 
áreas del diagnóstico y evaluación, intervenciones y psicoterapia, 
investigación y la profesión. Esa revisión ayudó a apreciar las raíces de 
la psicología clínica, así como a colocar a las actividades actuales dentro 
del contexto histórico apropiado. 
En este capítulo se discute una variedad de aspectos 
contemporáneos en psicología clínica: ¿Cuáles son los mejores modelos 
de entrenamiento para un psicólogo clínico? ¿Cuál es la mejor manera 
de asegurar la competencia profesional? ¿Cuáles son los problemas que 
enfrentan en la actualidad los psicólogos clínicos que se desempeñan en 
la práctica privada? ¿Cómo puede la psicología clínica conservar su 
independencia y su viabilidad económica? ¿Cómo debería responder la 
psicología clínica al aumento en la diversidad de la población a la que 
presta servicios? ¿Cómo afectará a los psicólogos clínicos la revolución 
en la atención de la salud? ¿Los psicólogos clínicos deberían buscar y 
obtener los privilegios de extender recetas? ¿Cuáles son las normas 
éticas contemporáneas para los psicólogos clínicos? 
De estos asuntos, uno de los más discutidos es el que se refiere a los 
modelos apropiados de entrenamiento para los psicólogos clínicos 
futuros. Por tanto, permítasenos comenzar con este tema. 
Modelos De Entrenamiento En Psicología Clínica 
 
Científico-Practicante 
Modelo de enfrenamienfo 
La psicología clínica comenzó en las universidades como una rama 
de la psicología científica. Surgió dentro de la estructura de las 
universidades para humanidades y artes, donde la enseñanza, 
investigación y otros esfuerzos académicos eran las actividades 
recompensadas. Las preocupaciones acerca de la práctica quedaron 
injertadas dentro de este cuerpo principal y el injerto no siempre pegó 
bien. Las metas del profesionalismo no siempre eran las metas del 
director o, inclusive, de los propios compañeros. 
Ante tal conflicto, algunos profesores de psicología clínica sí llevaban 
a cabo investigaciones y sí publicaban. Pero sus críticos (con frecuencia 
estudiantes de posgrado o clínicos dentro del campo) se quejaban de 
que gran parte de la investigación era trivial, poco útil o simplemente una 
pérdida de tiempo, cuya única utilidad era obtener recompensas 
económicas y títulos. Peor que esto, para los profesores parecía ser que 
su propia investigación se alejaba del entrenamiento que daban a sus 
estudiantes de clínica en cuanto a las habilidades de la profesión. 
Algunos de ellos se quejaban de que aprendían demasiado acerca de 
análisis de varianza, teorías de condicionamiento o principios de 
psicología fisiológica y muy poco en cuanto a psicoterapia y pruebas 
diagnósticas. 
Otro problema era que el cuerpo docente no proporcionaba a los 
estudiantes de clínica una variedad de modelos de rol profesional. Los 
únicos modelos presentes realizaban investigación, publicaban o 
practicaban en otros sentidos el juego académico. ¿Dónde se 
encontraban los verdaderos clínicos dentro del mundo académico cuyo 
punto fuerte fuera la terapia o las pruebas diagnósticas, que obtuvieran 
un enorme placer de atender a pacientes o que se enorgullecieran en 
gran medida de su sensibilidad en la interpretación de un protocolo de 
prueba psicológica? El "valor verdadero" de las actividades clínicas se 
demostraba con nombramientos para enseñar práctica clínica. Con 
frecuencia, este trabajo lo realizaban profesores asistentes que, en 
muchas ocasiones, tenían unos meses de haber salido del posgrado. 
Los titulares, los admirados y los poderosos miembros del cuerpo 
docente siempre parecían estar enseñando seminarios de investigación. 
Entonces, éste era el lado problemático del modelo científico-
practicante de Boulder. Estos fueron los tipos de eventos que condujeron 
a hacer demandas de cambio. Pero éstos no fueron los eventos que 
imaginaron los arquitectos de Boulder. 
El modelo de Boulder consideraba a la profesión como un grupo de 
practicantes hábiles que podían producir sus propias investigaciones al 
igual que consumir la investigación de otros. La meta consistía en crear 
una profesión diferente a cualquier otra que hubiera existido antes. El 
clínico en psicología practicaría con habilidad y sensibilidad, pero tam-
bién contribuiría al cuerpo del conocimiento clínico al entender la forma 
de traducir la experiencia en hipótesis que pudieran someterse a prueba 
y el modo en que, subsecuentemente, se pudieranprobar dichas 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 3 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
hipótesis. La visión de Boulder era de unión sistemática entre el arte de 
la intuición clínica y el empirismo lógico de la ciencia: separar al 
practicante de la fuente del conocimiento era crear a una persona que 
consume en forma pasiva la información o que le compra técnicas a un 
vendedor ambulante de psicología. 
El modelo científico-practicante es más un estado mental que un 
análisis cuantitativo de las actividades cotidianas del profesional. Nadie 
tuvo nunca la intención de lograr que todos los clínicos dedicaran 50% 
de sus actividades a la práctica clínica y 50% a la investigación formal. 
Algunos serán principalmente investigadores y otros serán principalmen-
te clínicos. Aunque es cierto que los clínicos practicantes no tienen 
mucho que ver con la investigación, esto se debe en gran medida a que 
sus ambientes laborales no lo permiten y no porque no deseen hacerlo 
(Haynes, Lemsky y Sexton-Radek, 1987). 
Lo que es más, el modelo científico-practicante es tan aplicable al 
investigador como al practicante en clínica. El primero puede producir 
investigación sólida y significativa sólo si conserva al día su sensibilidad 
y habilidades clínicas al continuar viendo pacientes. De la misma manera 
en que los practicantes no deben olvidar su entrenamiento e intereses 
de investigación, tampoco los investigadores deben ignorar sus 
fundamentos clínicos. 
El debate continúa 
Una serie de conferencias de entrenamiento que culminaron en Salt 
Lake City, Utah, en 1987, han desgastado cualquier interpretación 
estricta del modelo científico-practicante. Estas conferencias han 
reconocido rutas alternativas para la capacitación profesional; 
específicamente han aceptado enfoques que restan énfasis a la 
experiencia en investigación en favor de un entrenamiento más amplio y 
directo en habilidades clínicas. 
El modelo de Boulder ha sido duradero, pero el debate continúa. El 
estado de ánimo de la profesión parece aumentar año con año. Es cada 
vez más frecuente que los psicólogos clínicos se separen en dos grupos: 
aquellos que se interesan principalmente por la práctica clínica y 
aquellos que se interesan de manera primordial por la investigación 
(Peterson y Knudson, 1979). Lo que es más, muchos de quienes se 
encuentran en la práctica muestran indiferencia hacia la investigación 
(Barlow, 1981). Quizás parte del problema se derive del fracaso para 
poner en práctica de manera adecuada el modelo científico-practicante. 
Por ejemplo, Drabman (1985) describe a estudiantes que llegan a su 
internado sin un conocimiento adecuado de cómo aplicar, calificar e 
interpretar pruebas psicológicas. En ocasiones, estos estudiantes 
también muestran una sorprendente falta de experiencia con 
poblaciones clínicas. Mientras que saben mucho acerca de los aspectos 
mecánicos de la investigación, tienen poca habilidad en la aplicación 
práctica de su conocimiento. En relación con lo anterior, Goldfried (1984) 
ha señalado que, aunque la investigación sobre la efectividad de la 
psicoterapia en entornos clínicos reales es tanto emocionante como 
necesaria, no siempre se enseña. 
Muchos consideran que el modelo científico-practicante nos ha 
satisfecho bien y con éxito (Marston, 1989); otros aun concluyen que es 
un modelo educativo deficiente que merece la ira de sus críticos (Frank, 
1984). Sin embargo, el prospecto de abandonar del todo el modelo de 
Boulder produce angustia en muchos profesionales dentro del campo. 
Como lo expresó Meltzoff (1984): 
Entrenar a una nueva cepa de psicólogos puramente aplicados que 
se verán obligados a aceptar como acto de fe lo que se les dé, sin ser 
capaces de evaluarlo o avanzar en ello, es el camino certero hacia la 
mediocridad. El entrenamiento en investigación trasmite un modo de 
pensamiento. Enseña cómo ser inquisitivo y escéptico, cómo pensar con 
lógica, cómo formular hipótesis y cómo probarlas. cómo reunir datos en 
lugar de opiniones, cómo analizar estos datos y extraer inferencias de 
ellos y cómo hacer una presentación equilibrada de los hallazgos. Éstas 
son habilidades que ayudan... a los psicólogos profesionales a elevarse 
por encima del nivel de técnicos. (página 209) 
Título De Doctor En Psicología (PSYD)∗
La controversia anterior ha dado por resultado el surgimiento del título 
de Doctor en Psicología (PsyD). Las características especiales de este 
título son un énfasis en el desarrollo de las habilidades clínicas y un 
menor hincapié en las capacidades de investigación. No se requiere una 
tesis de maestría y, en general, la tesis de doctorado se transforma en 
un informe profesional acerca de un sujeto más que en una contribución 
 
∗ N. de trad. El título que habitualmente se extiende para los psicólogos en EE.UU. es 
el Doctorado en Filoso- 
fía (PhD), que es diferente al de Doctor en Psicología (PsyD) el cual se explica en la 
presente sección. 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 4 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
original de investigación. 
El primero de estos programas se desarrolló en la Universidad de 
Illinois en 1968 (Peterson, 1971), aunque esa escuela canceló después 
dicho programa. De manera subsecuente se desarrollaron programas 
similares en Rutgers, Baylor y otros sitios. Según la idea de Peterson 
(1968), los programas de PsyD no tienen suficientes diferencias con 
respecto a los programas de PhD durante los primeros dos años de 
entrenamiento. La verdadera divergencia comienza en el tercer año. En 
ese momento, el aumento en la experiencia dentro de la práctica y 
evaluación clínicas se vuelve la norma. El cuarto año continúa con el 
énfasis clínico a través de una serie de internados. De manera más 
reciente, en los programas de PsyD ha habido una tendencia a 
comprimir el trabajo formal de cursos dentro del primer año y a elaborar 
la experiencia clínica al requerirse cuestiones tales como cinco años de 
prácticas. McConnell (1984) ha proporcionado una buena descripción e 
historia de los programas de PsyD. De los 2200 doctorados concedidos 
en psicología clínica en 1993, 544 (24.5%) fueron títulos de PsyD 
(ODEER, 1993). 
Los programas de PsyD han obtenido un lugar cada vez más firme 
dentro de la profesión. Snepp y Peterson (1988) afirman incluso que, en 
esencia, los estudiantes en PsyD y en PhD no pueden diferenciarse en 
cuanto a preparación para sus internados. La investigación de Peterson, 
Eaton, Levine y Snepp (1982) pinta a los practicantes egresados del 
PsyD como satisfechos con sus carreras e inclusive como más 
satisfechos con su entrenamiento de posgrado que los clínicos 
entrenados en programas tradicionales. Ellos enfrentan menos 
problemas para obtener la licencia e informan que el título de PsyD es 
una ventaja cuando compiten por puestos clínicos. Sin embargo, les es 
difícil encontrar trabajos académicos. Lo que es más, cuando lo permiten 
los recursos e incentivos en los sitios de trabajo, los graduados de PhD 
participan con mayor frecuencia en actividades académicas que los 
graduados de PsyD (Barrom, Shadish y Montgomery, 1988). Una 
reciente encuesta de graduados de la Universidad Baylor (Hershey, 
Kopplin y Comell, 1991), donde se estableció uno de los primeros 
programas de PsyD, indicó que la mayoría de los graduados de este 
programa(82%) se identificaban como practicantes, mientras que pocos 
de ellos se identificaban como educadores o como investigadores. 
Quienes respondieron estaban muy satisfechos con su educación de 
posgrado y con su elección de carrera. 
Escuelas Profesionales 
Aunque el modelo del PsyD representa un claro rompimiento con la 
tradición, una innovación aún más radical es el desarrollo de escuelas 
profesionales. Muchas de estas escuelas no tienen afiliación con 
universidades, son autónomas, con sus propios esquemas financieros y 
organizacionales. Con frecuencia se les denomina escuelas 
"autocontroladas" y por lo común ofrecen el PhD, aunque unas cuantas 
confieren el PsyD. La mayoría de las escuelas destacan las funciones 
clínicas y en general tienen poca o ninguna orientación hacia la 
investigación. El cuerpo docente tiene una orientación principalmente 
clínica y, por tanto, se dice que proporcionan mejores modelos de rol 
para los estudiantes. La primera de estas escuelas profesionales 
autónomas fue la California School of Professional Psychology (Dórken, 
1975). La fundó la California State Psychological Association y ofrece 
varios títulos en salud mental (Dórken y Cummings, 1977). 
En 1987 había 45 escuelas profesionales en operación y sólo algunos 
cientos de los 3000 egresados anuales de doctorados clínicos se 
graduaron de estas escuelas (Strickland, 1988). En contraste, en 1993, 
cerca de la mitad, 1107 de entre 2220 (49.9%), de los doctorados en 
psicología clínica ¡los otorgaron las escuelas profesionales! Es claro que 
se ha incrementado en forma espectacular la proporción de doctorados 
en psicología clínica que otorgaron las escuelas profesionales. 
Todavía es incierto si finalmente sobrevivirán dichas escuelas. Uno 
de sus más grandes problemas es la estabilidad de los fondos que 
reciben. Muchas deben depender de colegiaturas como su principal 
fuente de ingresos y esto no genera el suficiente dinero como para que 
tales instituciones sean muy seguras. Además, con frecuencia tienen 
que depender en gran medida de maestros de tiempo parcial cuyo 
principal empleo se encuentra en otro sitio. Esto da un fundamento poco 
firme a la estructura, lo cual dificulta que los estudiantes tengan el 
contacto frecuente y sostenido con sus profesores que es tan indis-
pensable para una experiencia educativa satisfactoria. Aunque algunas 
escuelas profesionales tienen una total acreditación de la APA (24 en 
1994), éstas son más bien la excepción que la regla. Ello representa uno 
de los principales impedimentos que dichas escuelas tendrán que 
superar si es que sus graduados han de encontrar aceptación 
profesional en otros sitios. 
Algunas conferencias recientes sobre entrenamiento parecen sugerir 
que tanto los programas de PhD como de PsyD han encontrado nichos 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 5 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
seguros y llegaron para quedarse. Pero también se recomendó que 
todos los programas de doctorado estén dentro de universidades 
acreditadas a nivel regional o que se afilien a ellas (Fox y Barclay, 1989). 
 Modelo Científico Clínico 
A lo largo del último decenio, los psicólogos clínicos con orientación 
empírica se han preocupado cada vez más de que la psicología clínica, 
como se practica en la actualidad, no se fundamenta en bases 
científicas. Según esta perspectiva, no se ha demostrado la efectividad 
de muchos de los métodos que emplean los practicantes en sus 
tratamientos en estudios clínicos controlados. En algunos casos, no se 
han llevado a cabo estudios empíricos acerca de estas técnicas; en 
otros, la investigación se ha terminado, pero los resultados no han 
prestado apoyo para continuar utilizando la técnica. En un sentido 
similar, se ha puesto en duda el uso de técnicas de evaluación que no se 
han demostrado como confiables, válidas y exitosas para conducir a un 
resultado positivo de tratamiento. 
En 1991, apareció el Manifesto for a Science of Clinical Psychology 
(McFall, 1991), que representó un llamado a la acción para los científicos 
clínicos. En este documento, McFall discutió los siguientes puntos: 
1. La psicología clínica científica es la única forma legítima y 
aceptable de psicología clínica (página 76) 
2. No deben proporcionarse servicios psicológicos al público (excepto 
bajo estricto control experimental), hasta que hayan satisfecho estos 
cuatro criterios mínimos: 
a) Debe describirse con claridad la naturaleza exacta del servicio. 
b) Deben enunciarse de manera explícita los supuestos beneficios 
del servicio. 
c) Dichos supuestos beneficios deben validarse de manera científica. 
d) Deben descartarse a nivel empírico los posibles efectos 
secundarios negativos que superen cualquier beneficio. 
3. Los objetivos primordiales y preponderantes de los programas de 
entrenamiento doctoral en psicología clínica deben ser el producir los 
científicos clínicos más competentes que sea posible. 
 
Se instó a los psicólogos clínicos que pensaban de manera similar a 
que ayudaran a construir una ciencia de la psicología clínica a través de 
la integración de los principios científicos a su propio trabajo clínico, 
diferenciando entre técnicas científicamente válidas y técnicas 
pseudocientíficas y enfocando el entrenamiento de posgrado en 
métodos que produzcan científicos clínicos, individuos que "piensan y 
funcionan como científicos en todo sentido y entorno en sus vidas 
profesionales" (McFall, 1991, página 85). 
Este documento ha resultado ser bastante provocativo. Un producto 
de este modelo de entrenamiento es la recientemente formadaAcademy 
ofPsychological Clinical Science (APCS). La Academia se integra de 
programas de posgrado que se comprometen al entrenamiento en 
métodos empíricos de investigación y a la integración de este 
entrenamiento con el entrenamiento clínico y se encuentra afiliada a 
laAmerican Psychological Society (APS). En agosto de 1995 había 26 
programas miembros. Las metas primordiales de la Academia son: 
 
1. Fomentar el entrenamiento de los estudiantes para carreras de 
investigación en ciencia 
clínica, quienes producirán y aplicarán de manera habilidosa el 
conocimiento científico. 
2. Promover el avance del rango completo de la investigación y 
teoría en ciencia clínica y 
su integración con otras ciencias relacionadas. 
3. Fomentar el desarrollo de recursos y oportunidades de 
entrenamiento, investigación, subsidios y carreras en ciencia clínica y el 
acceso a éstos. 
4. Fomentar la aplicación general de la ciencia clínica a los 
problemas humanos en formas responsables e innovadoras. 
5. Fomentar la diseminación oportuna de la ciencia clínica a los 
grupos responsables de la creación de políticas, a los psicólogos y a 
otros científicos, practicantes y consumidores. 
 
En esencia, se ha desarrollado una red de programas de posgrado 
que se suman al modelo del científico clínico. Estos comparten entre sí 
ideas, recursos e innovaciones de entrenamiento. Además, colaboran en 
proyectos dirigidos a incrementar la obtención de fondos de instancias 
gubernamentales, atender los requisitos de licencias estatales para la 
práctica de la psicología y aumentar la visibilidad de los programas de 
ciencia clínica en la educación de pregrado. Aún está por verse el éxito e 
influencia que alcance finalmente este nuevo modelo de entrenamiento. 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 6 
 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
 UNIDADII LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
 
Programas Combinados De Entrenamiento Profesional-Científico 
Un último modelo de entrenamiento alternativo que se analizará de 
manera breve implica una especialidad combinada en orientación 
psicológica, psicología clínica o psicología escolar. Como establecieron 
Beutler y Fisher (1994), este modelo de entrenamiento se basó en dos 
suposiciones: 1) estas especialidades comparten varias áreas centrales 
de conocimiento y 2) las prácticas reales de los psicólogos que se 
gradúan de cada una de estas especialidades son bastante similares. El 
currículo en estos programas de entrenamiento combinado se enfoca en 
las áreas centrales dentro de la psicología y expone a los estudiantes a 
cada una de las subespecialidades de orientación psicológica, psicología 
clínica y psicología escolar. 
El modelo de entrenamiento combinado acentúa la amplitud más que 
la profundidad del conocimiento psicológico. Sin embargo, esta 
característica también puede considerarse como una debilidad potencial 
del modelo. Puede ser que quienes se gradúan de este tipo de programa 
de entrenamiento no desarrollen una subespecialidad o área de pericia 
específica para el final de su entrenamiento de doctorado (Beutler y 
Fisher, 1994). Más que eso, este modelo de entrenamiento parece más 
adecuado para el futuro practicante que para el futuro académico o 
científico clínico (Beutler y Fisher, 1994). 
Para finales de 1994, había cinco programas acreditados por la APA 
en psicología profesional-científica combinada. 
 
Programas De Posgrado: Pasado Y Futuro 
En muchas formas, los cambios en el entrenamiento de posgrado que 
hemos atestiguado durante los últimos 30 años reflejan el mercado de 
Ios psicólogos clínicos (Ellis, 1992). 
A mediados del decenio de 1960, comenzó a ocurrir un cambio de los 
trabajos académicos basados en la universidad hacia trabajos dentro de 
la práctica privada. No es de sorprender que poco después hayan 
surgido quejas en cuanto a las limitaciones del modelo de entrenamiento 
del científico-practicante. Estas quejas se enfocaron principalmente en la 
percepción de que el modelo de entrenamiento de Boulder para los 
futuros practicantes era inadecuado. Según los críticos, el entrenamiento 
en habilidades clínicas era deficiente y el cuerpo docente estaba ajeno a 
las necesidades de entrenamiento de los futuros practicantes. 
De la Conferencia de Entrenamiento de Vail en 1973 provino un 
respaldo para los modelos alternativos de entrenamiento que pudieran 
satisfacer las necesidades del futuro practicante. Se puede rastrear el 
origen del título alternativo de PsyD y de los modelos de entrenamiento 
de las escuelas profesionales en las posturas adoptadas por quienes 
asistieron a esta conferencia. Es claro que estos programas alternativos 
de entrenamiento tienen cada día una mayor influencia, como lo indica el 
número de nuevos doctorados que otorgan. Además, en forma reciente 
han surgido argumentos que prestan apoyo a la necesidad de nombrar 
con un título de PsyD a cualquier psicólogo clínico que practique trabajo 
clínico (Shapiro y Wiggins, 1994). 
Sin embargo, varias tendencias recientes pueden afectar la viabilidad 
y éxito de los diversos modelos de entrenamiento que hemos analizado. 
Primero, algunos consideran que puede haber un exceso en la 
producción de psicólogos orientados hacia la práctica (Robiner, 1991). Si 
esto es cierto, en última instancia podría afectar al número de 
estudiantes que ingresan y culminan programas de posgrado en 
psicología clínica. En años recientes ha habido muchos más solicitantes 
para los puestos en internado, que los lugares disponibles. El resultado 
neto ha sido que algunos estudiantes de posgrado no han podido asegu-
rar un puesto en internado. Si se restringen los internados y los 
mercados laborales, es probable que los programas que entrenan 
principalmente a practicantes (por ejemplo, las escuelas profesionales y 
las escuelas que otorgan un título de PsyD) sean las que sufran el mayor 
perjuicio. Esto será especialmente cierto en el caso de las escuelas 
profesionales cuya viabilidad económica depende en gran medida de las 
cuotas por colegiatura y de grandes cantidades de estudiantes. En 
segundo lugar, es probable que la revolución en cuidado administrado 
de la salud en los Estados Unidos afecte la demanda de psicólogos 
clínicos en el futuro, al igual que el currículo de los programas de 
entrenamiento. En cuanto a esto último, se dará mayor énfasis a los 
cursos que incluyan intervenciones psicológicas breves y evaluación 
focal con validación empírica. Los programas de entrenamiento que no 
emplean un profesorado con dominio de estas áreas, pueden producir 
graduados sin las habilidades requeridas para competir en el mercado 
de trabajo. Por último, varios autores (Robiner, 1991; Schneider, 1991) 
han señalado que podría haber una "baja producción" de psicólogos 
clínicos académicos y con orientación hacia la investigación. De ser 
cierto, los programas para científico-practicante y para científico clínico 
podrían estar en una mejor posición para satisfacer dicha necesidad. 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 7 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
 
Reglamentación Profesional 
A medida que creció la psicología clínica y se multiplicó el número de 
sus practicantes, comenzaron a surgir problemas acerca de la 
competencia profesional. ¿Cómo ha de saber el público quién está bien 
entrenado y quién no lo está? Muchas personas no tienen el tiempo, la 
inclinación ni la preparación como para distinguir al profesional del 
charlatán. Por tanto, la reglamentación profesional se ha vuelto un 
método para tratar de proteger el interés público mediante el desarrollo 
de normas explícitas de competencia para los psicólogos clínicos. 
 
American Board Of Profebbional P9ycholooy (ABPP) 
Debido al fracaso de cada uno de los estados para tomar las riendas 
en el asunto, en 1947 se estableció la American Board of Examiners in 
Professional Psychology (ABEPP) como una corporación independiente. 
Su nombre se acortó al de American Board of Professional Psychology 
(ABPP) en 1968. LaABPP ofrece certificación de la aptitud profesional en 
los campos de la psicología clínica, orientación psicológica, psicología 
industrial y organizacional, psicología escolar, neuropsicología clínica, 
psicología forense, psicología de la salud y psicología conductual. Se 
aplican exámenes orales, se observa el manejo de casos y se presentan 
registros de casos previos para revisión. 
Los candidatos para los exámenes de IABPP deben haber tenido 
cinco años de experiencia posterior al doctorado. En general, los 
requisitos son más rigurosos que aquellos implicados en la obtención de 
licencia o certificación. Por tanto, en esencia el público puede tener la 
seguridad de que un clínico con aprobación de la ABPP es una persona 
que se ha sometido al cuidadoso escrutinio de un jurado integrado por 
sus colegas. 
Certificación 
La certificación es, en la mayoría de los casos, una forma 
relativamente débil de reglamentación. Garantiza que las personas no se 
pueden llamar psicólogos cuando ofrecen servicios al público a cambio 
de honorarios, a menos de que una junta estatal de examinadores los 
haya certificado. Con frecuencia, tal certificación implica un examen, 
pero en ocasiones sólo consiste de una revisión del entrenamiento y 
experiencia profesional del solicitante. La certificación es un intento por 
proteger al público a través de la restricción del uso del título de 
psicólogo. Su debilidad estriba en que no evita que cualquier persona –
desde un franco charlatán hasta alguien con unentrenamiento 
deficiente– ofrezca sus servicios psicológicos al público, en tanto dicha 
persona no certificada que ofrece estos servicios no utilice el título de 
psicólogo o la palabra psicológico para describirse a sí misma o a sus 
servicios. Algunos cínicos han discutido que la certificación protege más 
a los psicólogos que al público. 
Con frecuencia, las leyes de certificación se establecieron debido al 
cabildeo efectivo de la psiquiatría en las legislaturas estatales. Dado que 
muchos psiquiatras deseaban reservar a la psicoterapia como terreno 
especial de la medicina, resistieron cualquier ley que reconociera la 
práctica de la psicoterapia de parte de cualquier especialidad no médica. 
Como resultado, las leyes de certificación eran la mejor reglamentación 
que podían obtener los psicólogos. 
Licencia 
La licencia es una forma más fuerte de legislación que la certificación. 
No sólo especifica la naturaleza del título y entrenamiento requeridos 
para obtenerla, sino que, en general, también define qué actividades 
profesionales específicas pueden ofrecerse al público a cambio de 
honorarios. Por ejemplo, con la certificación los individuos pueden 
denominarse "terapeutas" y entonces proceder a proporcionar con 
impunidad servicios "psicoterapéuticos". Muchas leyes estatales de 
licencias lo evitarían, dado que estas leyes definen la psicoterapia y la 
hacen un campo específico de la psiquiatría, psicología clínica, etcétera. 
Sin embargo, es difícil controlar a charlatanes con determinación y tales 
personas pueden ser muy listas para disfrazar la verdadera naturaleza 
de sus actividades. 
La mayoría de los estados y provincias requieren que los solicitantes 
de licencia presenten un examen. Además, en general la junta de 
licencias examina los antecedentes educativos del solicitante y en 
ocasiones requiere de varios años de experiencia supervisada más allá 
del doctorado. Muchos estados también tienen requisitos de educación 
continua subsecuente. Lo que es más, parece ser que las juntas de 
licencias se vuelven cada día más restrictivas y en ocasiones requieren 
cursos específicos, excluyendo a candidatos de maestría y demandando 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
1 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 8 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
títulos de programas aprobados por la APA. Algunas veces también han 
comenzado a inmiscuirse en las actividades de psicólogos académicos e 
investigadores. Para ayudar a fortalecer el sistema actual, la APA ha 
desarrollado un modelo de ley para otorgar licencias a los psicólogos 
(APA, 1987a). 
La licencia y certificación continúan siendo temas de sumo interés 
profesional. Algunas personas siguen insistiendo en que no deberían 
ponerse en práctica las normas para el otorgamiento de licencias hasta 
que se demuestre su utilidad y se pueda demostrar que los resultados 
positivos en el cliente se relacionan con la aptitud de quien ha recibido la 
licencia (Bernstein y Lecomte, 1981). Otros han señalado que la 
certificación y la licencia no son en ningún sentido medidas válidas de 
aptitud profesional (Koocher, 1979). Sin embargo, inclusive otros 
sugieren que las licencias no deberían diseñarse para regular los niveles 
de aptitud, sino para asegurar que el público no sufrirá ningún daño 
(Danish y Smyer, 1981). Kane (1982) refuerza esta conclusión cuando 
discute que, en el momento actual, los exámenes para otorgar la licencia 
ayudan a proporcionar una protección en contra de la práctica deficiente. 
Por último, algunos psicólogos clínicos académicos están preocupados 
por el hecho de que los requisitos de licencias violen la libertad 
académica, porque dichos requisitos dictan en esencia los cursos que se 
ofrecen en los programas de psicología clínica. Estos psicólogos 
argumentan que el personal docente que participa en los programas de 
entrenamiento en psicología clínica tiene una mejor idea de cuál es el 
tipo de cursos que se necesitan para producir psicólogos clínicos bien 
entrenados. 
A pesar de las dudas y problemas anteriores, continuará habiendo 
reglamentación de la práctica profesional en EE.UU. Hasta la fecha es el 
único método que se posee, por imperfecto que sea, para proteger al 
público de individuos con entrenamiento deficiente. 
Registro Nacional 
En años recientes, las compañías de seguros han extendido cada vez 
más su cobertura para incluir los servicios de salud mental.Al mismo 
tiempo, los psicólogos clínicos han obtenido reconocimiento como 
prestadores competentes de servicios que incluyen la prevención, la 
evaluación y la terapia. En 1975, se publicó por vez primera el National 
Register of Health Service Providers in Psychology. El Registro era una 
especie de autocertificación, dado que listaba sólo a aquellos 
practicantes que tenían licencia o certificación en sus propios estados, 
que habían presentado sus nombres para que se les incluyera y que 
habían pagado para estar en la lista. Pero, junto con el número cada vez 
mayor de clínicos dentro de la práctica privada y su reconocimiento 
comó prestadores de servicios de atención a la salud por parte de 
compañías de seguros como Blue Cross y Blue Shield, el Registro es 
una indicación más de la creciente profesionalización de la psicología 
clínica. 
Práctica Privada 
Antes se observó que en la actualidad grandes cantidades de clínicos 
ingresan a la práctica privada. Esta parece ser una tendencia en 
aumento, que se refleja en las aspiraciones de muchos estudiantes en 
entrenamiento clínico. Su meta es, esencialmente, abrir un consultorio y 
colgar un letrero con su nombre. Esto sugiere que el médico funge ahora 
como modelo de rol para estos clínicos aspirantes, un modelo que crea 
ciertos peligros. 
Por ejemplo, actualmente la profesión médica experimenta una gran 
cantidad de críticas y la pérdida de su imagen de "buen samaritano" 
porque con frecuencia parece preocuparse más de los privilegios 
económicos que del bienestar de los pacientes. Los médicos operan un 
fuerte cabildeo tanto en el Congreso de los Estados Unidos como en las 
legislaturas estatales. Han logrado que se aprueben leyes que no sólo 
restringen el ingreso de otros profesionales a lo que perciben como su 
campo profesional, sino que también los protegen a ellos y a sus 
intereses ocultos. Con frecuencia se percibe a l aAmerican Medical 
Association como la protectora de los derechos y privilegios del médico 
más que como un guardián del público. 
Lo que alarma a muchos psicólogos es que la psicología clínica 
parece moverse en la misma dirección. El énfasis en la legislación 
restrictiva, los diplomas y el activismo político y la falta de interés en la 
investigación, les parece erróneo a muchos. Temen que lo que comenzó 
como un intento sincero y dedicado de mejorar el entrenamiento, 
proporcionar un desarrollo profesional continuo, proteger al público y 
mejorar el bien común, terminará en una postura egoísta de intereses 
ocultos. Es obvio que la práctica privada no es el único lugar donde 
pueden desarrollarse dichas tendencias. Pero el peligro existe. Una 
pregunta social más importante es si el entrenamiento de clínicos para la 
práctica privada es una respuesta económica, eficiente, para las 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 9 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
necesidades de salud mental del país. Sin embargo, la práctica privada, 
con todas sus preocupaciones acercade la cobertura de seguros, la 
rivalidad profesional con la psiquiatría y los estatutos de reglamentación, 
parece haber llegado para quedarse. 
En un artículo que mueve a la reflexión, Schneider (1990) concluyó 
que la práctica privada tendrá que ceder el lugar a posturas que 
destaquen los sistemas administrados de prestación de servicios. De ser 
cierto, esto significa que estamos entrenando clínicos para la 
obsolescencia. ¡Incluso puede suceder que, debido a los costos, los 
clínicos actuales con PhD se vean reemplazados por los profesionales 
de salud mental a nivel maestría del mañana! Se dirá más al respecto 
del impacto del cuidado administrado sobre la práctica de la psicología 
clínica, posteriormente dentro de este capítulo. 
Independencia Y Aspectos Económicos 
 
La oposición inicial de parte de la profesión psiquiátrica evitó que los 
clínicos participaran en la práctica independiente de la psicoterapia. En 
un momento dado, la psicología clínica superó al poderoso cabildeo de 
la psiquiatría que operaba en la mayoría de los congresos estatales a lo 
largo de EE.UU. y ganó el derecho a practicar por su cuenta. Finalmente 
había triunfado la lógica; el argumento psiquiátrico de que la psicoterapia 
es una forma de intervención médica se desvaneció en la oscuridad. Los 
psiquiatras llegaron a aceptar el nuevo estatus legal concedido a los 
clínicos y los psicólogos clínicos comenzaron a ocupar con rapidez la 
práctica privada para llenar el vacío en el campo de la salud mental. 
Ahora se habían vuelto profesionales totalmente independientes. 
De hecho, hoy en día se podría pensar que psiquiatras y psicólogos 
clínicos son competidores, y justo ése es el problema. Lo que alguna vez 
había sido una guerra ideológica, se convirtió en una escaramuza 
económica.Al mismo tiempo en que los clínicos comenzaron a asentarse 
en su independencia de reciente cuño, comenzaron a operar más y más 
planes de seguros de salud, privados y semigubernamentales. Se 
comenzó a incluir la psicoterapia dentro de estos planes y los 
profesionales se volvieron elegibles para obtener reembolso por sus 
servicios. Las personas que antes no podían pagar la terapia o que no 
deseaban hacerlo, estaban ahora cubiertas. Rápidamente la profesión 
médica inició campañas para excluir a los psicólogos clínicos del 
reembolso, a menos de que los médicos fueran quienes les refirieran a 
los pacientes. Antes ya se había perdido la vieja batalla sobre la práctica 
independiente. El campo de batalla se cambió ahora hacia el reembolso 
directo de los psicólogos por parte de las compañías de seguros sin la 
participación del médico. 
Un buen ejemplo es el de la compañía de seguros Blue Shield de 
Virginia (BSV). Durante varios años, BSV requería que los psicólogos 
presentaran sus recibos de honorarios a través de un médico. Hubo 
intentos repetidos y fallidos de obtener reembolso directo para los 
psicólogos por servicios prestados a los miembros de BSV. En un 
momento dado, la Virginia Academy of Clinical Psychology (VACP) 
presentó una demanda antimonopolios en contra de BSV. El tribunal 
falló en favor de BSV. Pero después de una apelación, un tribunal 
superior revirtió la decisión y sostuvo la demanda de VACP. Toda esta 
acción legal comenzó en 1978 y finalmente se llegó a un acuerdo hasta 
1982, cuando un tribunal federal concedió a la VACP más de 405 000 
dólares para el pago de los honorarios de representación legal. Esto 
implicó una victoria significativa para los psicólogos clínicos en su 
búsqueda por establecer una profesión totalmente independiente que 
pudiera competir en el mercado profesional bajo los mismos términos 
que la psiquiatría (Resnick, 1985). 
Una profesión que comenzó cautelosamente en los sagrados recintos 
del saber, se encuentra ahora luchando por el mercado laboral; el 
psicólogo tiene cada vez menos de estudioso y más de empresario. 
Sensibilidad En Los Servicios De Salud Mental 
 
En una sociedad pluralista como la de EE.UU., es urgente que se 
desarrollen servicios de salud mental que satisfagan de manera efectiva 
las necesidades de las minorías culturales, raciales y étnicas (Sue, 
1990). Se podría discutir esta cuestión a casi cualquier nivel: ético (por 
ejemplo, Pedersen y Marsella, 1982); económico y así sucesivamente. 
Pero es esencial que se desarrollen programas de entrenamiento que 
produzcan terapeutas que hayan aprendido a tomar en consideración los 
factores culturales apropiados dentro de su trabajo clínico con clientes 
de diversas culturas (Allison, Crawford, Echemendia, Robinson y Knepp, 
1994; Comas-Diaz, 1992; Lopez y col., 1989; Mio y Monis, 1990). Por 
ejemplo, se deben encontrar formas para que los tratamientos exitosos 
estén más a la disposición de personas de origen latino, tratamientos 
que sean sensibles a los rasgos característicos de la cultura hispa-
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 10 
 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
 
noamericana (Rogler, Malgady, Costantino y Blumenthal, 1987). Podrían 
hacerse comentarios similares en el caso de los indígenas 
estadounidenses (Willis, 1989) y de los afroestadounidenses (Jones, 
1991). De la misma manera, en años recientes han salido a relucir 
problemas de género (por ejemplo Good, Bórst y Wallace, 1994). Cada 
día se escucha un mayor número de informes acerca de explotación 
sexual de los clientes. Desde los días de Freud hasta la actualidad 
parece tenerse problemas para entrenar a terapeutas sensibilizados 
hacia las experiencias de vida especiales del sexo opuesto (Gilbert, 
1987). Esto es particularmente cierto con respecto a la relativa falta de 
entrenamiento que reciben muchos psicólogos clínicos (varones y 
mujeres por igual) en cuanto a las necesidades y experiencias únicas de 
las mujeres. En el futuro, se deberá entrenar a los psicólogos clínicos 
para que reconozcan y comprendan tanto las diferencias de género y la 
diversidad cultural, como la forma en que ambas se relacionan con la 
prestación de servicios de salud mental. 
Por último, un grupo al que se han dado servicios ineficientes y que 
ha recibido poca atención es la población rural del país. Los Estados 
Unidos es una nación con una fuerte herencia rural y en años recientes 
la crisis de las granjas ha sido particularmente maligna en cuanto a sus 
efectos sobre las comunidades rurales. Sin embargo, el gobierno federal 
y la profesión clínica han sido lentas en responder con servicios 
específicos de salud mental (Keller y Podrygula, 1990; Rosmann y 
Delworth, 1990). 
La Revolución En Salud Mental 
 
Los costos de la atención a la salud han aumentado en forma 
astronómica en la mayor parte del mundo. Por ejemplo, en los Estados 
Unidos estos costos representaron 4.5% del Producto Nacional Bruto 
(PNB) en 1950. De manera más reciente, esos mismos costos se han 
inflado a más de 14% del Producto Interno Bruto (antes PNB) con un 
costo total en dólares que supera los 898 mil millones anuales (Frank y 
VandenBos, 1994). Hace unos cuantos años se esperaba un programa 
nacional de seguros de salud en los Estados Unidos. Lo que se obtuvo 
fue una industria corporativa de atención a la salud, dirigida a obtener 
ganancias, que bien podría revolucionar todos los rincones de la 
atención a la salud (Zimet, 1989). El enfoque del cuidado administrado 
para satisfacer las necesidades de la atención a la salud no sólo atiende 
a los altos costos de los servicios de salud física, sino también de los 
servicios de salud mental. Es cada vez más frecuente que las 
compañías de seguros, o terceros que pagan por los servicios, sean 
quienes determinen la cantidad de las remuneracionespara los servicios 
de salud mental. Esencialmente, aquellos que en última instancia pagan 
la factura (por ejemplo, los patrones) han tomado el control económico 
de manos de los profesionales (Cummings, 1995). 
Aunque esta revolución en la atención a la salud ha venido 
ocurriendo por más de dos decenios (Broskowski, 1991), sus efectos son 
más notables ahora. El centro de atención se coloca en el control de 
costos, la expansión del tamaño de una corporación a una especie de 
complejo médico-industrial y una mentalidad de mercado (Kiesler y 
Morton, 1988). Así, puede esperarse que continúe la presión sobre el 
profesional independiente. 
Los servicios psicológicos disponibles para los pacientes están en 
función de la categoría diagnóstica a la que pertenezca el paciente y el 
programa de remuneraciones que se considere apropiado para dicha 
categoría. En cierto sentido, se ha reemplazado el tratamiento "ideal" por 
cualquiera que pueda pagarse bajo las pautas de la aseguradora. Por 
ejemplo, es frecuente que la terapia a largo plazo se vuelva terapia a 
corto plazo. En efecto, una compañía, en lugar de un profesional 
independiente, es la que maneja la atención a la salud del paciente 
(Cummings, 1986). Se prefieren intervenciones breves, de manejo 
efectivo del tiempo, y ahora se pide a los profesionales que demuestren 
en términos empíricos su efectividad y que documenten su eficacia en la 
prestación de servicios (Cummings, 1995). 
Existen varios modelos de cuidado administrado, todos los cuales 
intentan controlar los costos y reducir la utilización de servicios, mientras 
que, al mismo tiempo, aseguran la calidad del servicio. Se mencionarán 
en forma breve dos de los principales sistemas de cuidado administrado: 
OCS y OPP. La organización de conservación de la salud (OCS) emplea 
un número restringido de proveedores para satisfacer a aquellos 
inscritos en el plan; los costos de todos los servicios son fijos. Las 
organizaciones de proveedor preferido (OPP) tienen contratos con 
proveedores externos con tasas con descuento para satisfacer las 
necesidades de sus miembros; a cambio del descuento en los 
honorarios, teóricamente los proveedores reciben un mayor número de 
referencias. 
Estos sistemas relativamente nuevos de prestación de servicios están 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 11 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
cambiando el concepto de lo que constituye un tratamiento psicológico, 
al igual que las modalidades de práctica de los psicólogos clínicos. En 
forma reciente, Cummings (1995) analizó algunos de estos "cambios 
paradigmáticos esenciales": 1) se verá a los clientes durante unas cuan-
tas sesiones y por año se verá a un mayor número de clientes; 2) el 
tratamiento será breve (menos sesiones) e intermitente (es decir, es 
posible que no se vea a los clientes en semanas consecutivas); 3) el 
terapeuta servirá como catalizador para que los clientes efectúen 
cambios en sus vidas; 4) la mayoría de los cambios ocurrirán fuera del 
tratamiento; 5) el tratamiento no se terminará ("Está usted curado"), más 
bien se "interrumpirá" después de que el progreso del cliente sea 
evidente; 6) se utilizarán los recursos comunitarios en mayor grado 
(Alcohólicos Anónimos, Padres sin Pareja y demás); y 7) la mayor parte 
del tratamiento se proporcionará en un formato de grupo y en él se 
incluirán programas psicoeducativos estructurados (por ejemplo, 
entrenamiento en manejo de estrés). Cada uno de estos cambios 
pronosticados es bastante espectacular y el efecto neto será un estilo de 
intervención psicológica que difiere en gran medida de la psicoterapia 
"tradicional". 
De hecho, el cuidado administrado puede tener un impacto directo 
sobre las perspectivas de empleo de los psicólogos clínicos a nivel 
doctorado que planeen hacer una carrera en la práctica privada (Frank y 
VandenBos, 1994): 
Los sistemas integrados de prestación administrada de atención se 
caracterizarán por depender de guardianes de atención primaria, 
integración clínica a lo largo de un continuo de servicios proporcionados 
a cada paciente y repartición del riesgo económico entre proveedores 
(pago capitalizado). La práctica médica girará hacia la atención primaria 
y habrá un incremento en el uso de ayudantes médicos, como 
enfermeras calificadas y asistentes médicos. Es probable que ocurra una 
tendencia similar en el área de la salud mental, con un mayor uso de 
proveedores de todo tipo a nivel maestría. (página 852) 
Puede utilizarse a los profesionales a nivel maestría y a los 
paraprofesionales a menor costo para los mismos servicios y, por tanto, 
se considerarán como más atractivos económicamente para las 
compañías de cuidado administrado (Cummings, 1995; Sleek, 1995a). 
Pero el entrenamiento del científico-practicante o del científico clínico 
ofrece de hecho las mismas oportunidades para este ambiente de 
cuidado administrado. Por ejemplo, los psicólogos clínicos tienen una 
orientación empírica que acentúa el estudio de resultados, lo cual puede 
ayudar a evitar los prejuicios profesionales; tienen habilidades diferentes 
de aquellas de los médicos; pueden dar énfasis a la prevención de los 
problemas de salud mental de los individuos y enfocarse en su bienestar 
más que en su enfermedad; y conocen los efectos del ambiente sobre la 
conducta (Kiesler y Morton, 1988). Todas estas habilidades pueden 
impresionar a un sistema impulsado hacia las ganancias y con una 
dirección hacia el corporativismo. Sin embargo, hasta la fecha la 
profesión clínica no ha logrado hacer un trabajo particularmente bueno 
en publicitar la eficacia demostrada de las intervenciones psicológicas 
(Barlow, 1994). 
Algunos han sugerido, quizás de manera irónica, que los psicólogos 
clínicos pueden, de hecho, beneficiarse del cuidado administrado. Estos 
beneficios "ocultos" incluyen una mayor educación y asistencia técnica 
proporcionadas por las compañías de cuidado administrado, aumento en 
las oportunidades de colaboración interdisciplinaria y supervisión clínica 
"gratis" de parte de los encargados de caso en las compañías de 
cuidado administrado (Anónimo, 1995). 
Broskowski (1995) destacó varias implicaciones para el 
entrenamiento y las carreras de los psicólogos que son el resultado de 
las tendencias en la reforma a la atención de la salud. Primero, es 
probable que el mercado de trabajo para los profesionales 
independientes (es decir, aquellos en la práctica privada) continúe 
disminuyendo. En contraste, es probable que aumenten en forma 
espectacular las oportunidades para los psicólogos clínicos que se 
especializan en psicología de la salud, debido a que estos individuos, en 
virtud de su entrenamiento, están más capacitados para proporcionar 
una gama más amplia de servicios, incluyendo aquellos relacionados 
con la atención médica. Segundo, una atención que se enfoque en la 
responsabilización y en los resultados para el paciente, abrirá las 
puertas para los psicólogos clínicos que tienen experiencia en la 
investigación clínica y psicométrica. Se pedirá a estos individuos que 
diseñen y evalúen estudios acerca de resultados para el paciente, 
satisfacción de éste y también sobre la eficacia de diversas interven-
ciones psicológicas. Por último, los programas de entrenamiento en 
psicología clínica necesitan dar un mayor énfasis a las intervenciones 
psicológicas efectivas en términos de costos, proporcionar 
entrenamiento clínico dentro de ambientes de cuidado administrado e 
incorporar al currículo la instrucción didáctica de la investigación 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA12 
 
: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra
 
aplicada en servicios para la salud. Se espera que se atiendan dichas 
sugerencias, de modo que los psicólogos clínicos del futuro reciban el 
entrenamiento necesario para progresar en un ambiente de cuidado 
administrado. 
Privilegios De Extender Recetas 
 
Un problema actual, debatido de manera acalorada, tiene que ver con 
la búsqueda de los privilegios de extender recetas para los psicólogos 
clínicos. En forma reciente, la American Psychological Association dio su 
apoyo a esta búsqueda (Martin, 1995), al igual que sus dirigentes de 
mayor rango (por ejemplo, véase Nickelson, 1995; Fox, 1988; DeLeon y 
col., 1991). Por otro lado, muchos psicólogos continúan siendo neutrales 
o francamente se oponen a la obtención de los privilegios de recetar 
(DeNelsky, 1991; Handler, 1988). La decisión de buscar dichos 
privilegios tendrá implicaciones de largo alcance para los psicólogos 
clínicos, en términos de la definición de su papel, del entrenamiento 
requerido y de su práctica real. 
 Antecedentes 
Como señalaron Brentar y McNamara (1991), los psicólogos clínicos 
de años recientes han expandido su área de interés de la salud mental 
hacia los problemas de salud en general. Esta redefinición de la 
psicología clínica como un campo que se ocupa de la salud general 
(incluyendo a la salud mental) hace surgir varias cuestiones interesantes 
con respecto a cuál es la mejor manera de asegurar que los psicólogos 
clínicos puedan funcionar en forma autónoma y no estén bajo el control 
o regulación de la profesión médica o de otras profesiones (Fox, 1982). 
Varias personas han discutido que obtener los privilegios de recetar 
asegurará la autonomía de los psicólogos clínicos como prestadores de 
servicios de salud y permitirá una continuidad en la atención que falta 
cuando un psiquiatra le receta fármacos al paciente y un psicólogo le 
proporciona psicoterapia a este mismo. Así también, DeLeon (1988) ha 
discutido que mejorar y ampliar los servicios ofrecidos por la profesión 
clínica, de modo que se puedan satisfacer las necesidades de la 
sociedad, es un deber profesional y ético. En este sentido, los psicólogos 
clínicos que posean el privilegio de extender recetas podrían satisfacer 
las necesidades de poblaciones a las que no se da la atención adecuada 
(por ejemplo, residentes rurales y pacientes geriátricos). 
Sin embargo, se ha cuestionado la búsqueda del privilegio de 
extender recetas con base en argumentos filosóficos. Handler (1988) 
discutió que la necesidad de límites profesionales entre la psicología 
clínica y la psiquiatría dicta que no deberían incorporarse las 
intervenciones médicas (es decir, los medicamentos) en nuestro 
repertorio de tratamientos. Lo que es más, Handler afirmó que la 
orientación no farmacológica de la psicología clínica es lo que la 
identifica como una profesión única en el campo de la salud y lo que es 
responsable de la atracción que ejerce el campo. Por ejemplo, DeNelsky 
(1991) señaló que, inclusive sin tener el privilegio de extender recetas, 
cada día más psicólogos prestan servicios de atención externa, mientras 
que la tendencia opuesta ocurre en psiquiatría. A continuación se 
destacan algunos de los principales argumentos en favor y en contra de 
los privilegios de extender recetas. 
Argumentos En Favor 
Aunque se han dado varios argumentos en favor de los privilegios de 
extender recetas, se presentarán brevemente algunas de las ventajas 
que se citan con mayor frecuencia, como lo establece una entrevista 
reciente con el director ejecutivo de la Dirección de Prácticas de la 
American Psychological Association (Nickelson, 1995). En primer lugar, 
el privilegio de recetar permitiría que los psicólogos clínicos 
proporcionaran una variedad más amplia de tratamientos y atendieran a 
un rango más amplio de clientes o pacientes. Ahora se tendría la opción 
de tratamiento que incluye el uso de fáintacos y esto conduciría a una 
mayor participación de los psicólogos clínicos en el tratamiento de 
condiciones en las que los fármacos son la principal forma de 
intervención (por ejemplo, esquizofrenia). Una segunda ventaja de 
poseer el privilegio de extender recetas es el aumento potencial en 
eficacia y efectividad relacionada con el costo para los pacientes que 
necesitan tanto un tratamiento psicológico como el uso de fármacos. 
Como se señaló antes, es frecuente que estos individuos requieran de 
más de un profesional de la salud mental (por ejemplo, un psiquiatra 
para los fármacos y un psicólogo clínico para tratamiento cognoscitivo-
conductual). Sin embargo, desde un punto de vista tanto práctico como 
económico, podría ser deseable un solo profesional de la salud mental 
que pudiera proporcionar todas las formas de tratamiento. También 
existe la creencia de que los privilegios de recetar darían a los 
psicólogos clínicos una ventaja competitiva en el mercado de la atención 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 13 
 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
 
a la salud. El campo del cuidado de la salud se vuelve cada día más 
competitivo y los privilegios de recetar proporcionarían una ventaja a los 
psicólogos clínicos por encima de otros profesionales de la atención a la 
salud (por ejemplo, enfermeras y trabajadores sociales). Asimismo, 
como se mencionó antes, algunas personas consideran que obtener el 
privilegio de recetar es una progresión natural en la búsqueda de la 
psicología clínica por convertirse en una profesión de la atención a la 
salud con todas las de la ley, en lugar de ser solamente una profesión de 
atención a la salud mental. 
Aroument0s En Contra 
Por otro lado, varios profesionales han expresado preocupaciones 
relacionadas con la posibilidad de obtener el privilegio de recetar 
(Brentar y McNamara, 1991; DeNelsky, 1991; Handler, 1988). Los 
críticos señalan que el privilegio de recetar puede conducir a una falta de 
interés en las formas "psicológicas" de tratamiento, debido a que, con 
frecuencia, los fármacos son de acción más rápida y potencialmente 
más redituables que la psicoterapia. Además, muchos temen que podría 
ocurrir un cambio conceptual, de modo que las explicaciones biológicas 
tomarían un lugar preponderante por encima de las psicológicas. 
Además, la búsqueda de los privilegios de extender recetas podría dañar 
la relación de la psicología clínica con la psiquiatría y con la medicina en 
general. Es probable que tal conflicto sería oneroso debido a las 
demandas y a los costos legales que serían necesarios para modificar 
las leyes actuales de otorgamiento de licencias para la psicología. Por 
último, la concesión del privilegio de recetar conduciría a un incremento 
espectacular en los costos de responsabilidad por negligencia. Estas 
nuevas cargas económicas serían a costa de los programas existentes 
que se apoyan en la actualidad; en pocas palabras, podría no valer la 
pena. 
Implicaciones Para El Entrenamiento 
Si los psicólogos clínicos obtienen el privilegio de recetar, ello 
impactaría en gran medida sobre el entrenamiento de los futuros 
psicólogos clínicos. En forma reciente, el Grupo especial de trabajo 
sobre psicofarmacología de la American Psychological Association 
publicó sus recomendaciones sobre los criterios de aptitud necesarios 
para entrenar a los psicólogos para que proporcionen servicios a 
individuos que reciben fármacos psicotrópicos (Smyer y col., 1993). En 
esencia, este grupo de trabajo estableció tres niveles de competenciay 
entrenamiento en psicofarmacología. Estos se presentan en orden de los 
niveles ascendentes de habilidad y entrenamiento. 
1. Nivel 1: entrenamiento farmacológico básico. La aptitud a este 
nivel incluiría un conocimiento de las bases biológicas de la 
neuropsicofarmacología y un dominio de las clases de fármacos 
utilizados para tratamiento, al igual que un conocimiento de las sustan-
cias que conducen al abuso (por ejemplo, alcohol y cocaína). Para lograr 
este nivel de entrenamiento, se recomienda un curso general de un 
semestre en psicofarmacología. 
2. Nivel 2: práctica de colaboración. La aptitud a este nivel, que en 
esencia permite que se funcione como consultor en psicofarmacología, 
implicaría un conocimiento más a fondo de ésta y de los fármacos de 
abuso; capacitación en evaluación diagnóstica, evaluación física, 
interacciones de fármacos y efectos secundarios de los mismos y un 
entrenamiento práctico en psicofarmacología. En términos específicos, el 
comité recomendó cursos en las áreas señaladas antes, al igual que 
experiencia práctica bajo supervisión. 
3. Nivel 3: privilegios de extender recetas. A este nivel debe 
demostrarse la aptitud a fin de practicar en forma independiente como 
psicólogo que puede recetar. El comité recomendó fuertes antecedentes 
en el pregrado en ciencias biológicas (por ejemplo, múltiples cursos en 
biología, química, matemáticas y farmacología), dos años de 
entrenamiento de posgrado en psicofarmacología (26 horas de crédito) y 
una residencia posdoctoral en psicofarmacología. 
 
De ponerse en práctica, estas recomendaciones tendrán un impacto 
en varios sentidos sobre el entrenamiento de posgrado en psicología 
clínica. Primero, debido a los requisitos de cursos adicionales (para los 
Niveles 2 y 3), se necesitaría un mayor tiempo para terminar el 
posgrado. Segundo, en muchos casos sería necesario contratar 
personal docente adicional para la enseñanza de estos nuevos cursos 
requeridos, dado que la mayoría no se ofrecen en la actualidad dentro 
de los programas de posgrado en psicología clínica. Y, por último, es 
probable que los antecedentes de cursos en pregrado de los solicitantes 
a programas de posgrado en psicología clínica se sometieran a un 
escrutinio más cuidadoso para asegurar que el solicitante tenga fuertes 
antecedentes en ciencias biológicas. 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 14 
 
obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la 
 
Normas Éticas 
Una vara con la cual puede medirse la madurez de una profesión es 
su compromiso con un conjunto de normas éticas. El campo de la 
psicología fue de los primeros entre las profesiones de salud mental en 
establecer un código ético formal. Ya desde 1951, la APA publicó un 
código tentativo, y en 1953 se publicaron formalmente los Ethical 
Standards of Psychologists (APA, 1953). Las revisiones para estas 
normas aparecieron en 1958, 1963, 1968, 1977, 1979, 1981, 1990 y 
1992. Además se publicó un manual de normas éticas (APA, 1987b) y se 
formuló una declaración de principios éticos que incluye a la investiga-
ción psicológica con participantes humanos (APA, 1982). Desde un 
principio se desarrollaron normas para materiales de prueba (APA, 1966) 
y posteriormente se actualizaron (APA, 1985). Por último, Keith-Spiegel 
y Koocher (1985), Eyde y colaboradores (1993) y Bersoff (1995) 
analizaron un amplio conjunto de problemas éticos. 
La publicación en 1992 de los Ethical Principies of Psychologists and 
Conduct (APA, 1992) presenta seis principios generales además de 
normas éticas específicas pertinentes a diversas actividades de los 
psicólogos clínicos (por ejemplo, evaluación, intervención, terapia, 
actividades forenses y demás). Los principios generales son: 
 
• Aptitud. 
• Integridad. 
• Responsabilidad profesional y científica. 
• Respeto por los derechos y dignidad de las personas. 
• Preocupación por el bienestar de los demás. 
• Responsabilidad social. 
Aunque no existen reglas que se puedan imponer técnicamente, 
estos principios sirven como pautas para las acciones de los psicólogos. 
Por otro lado, las normas éticas específicas que se presentan a 
continuación son reglas de conducta que pueden imponerse. La 
aceptación de la membresía en la APA compromete a los miembros a 
someterse al Código ético. Por supuesto, la práctica clínica real y sus 
demandas cotidianas pueden generar decisiones y dilemas éticos que 
pondrían a prueba el juicio del individuo más experimentado en el 
campo. También, los cambios en la propia cultura a través del tiempo 
puede proporcionar una base poco sólida que desafía la capacidad del 
psicólogo clínico para hacer las evaluaciones apropiadas. Tómese, por 
ejemplo, el caso que se expone en el apartado 3-1. 
En las siguientes secciones se señalarán de manera individual varias 
de las normas éticas para mayor discusión. 
Aptitud 
Existen varios aspectos importantes relacionados con los problemas 
de aptitud (Pipes y Davenport, 1990). En primer lugar, los clínicos 
siempre deben señalar en forma precisa su entrenamiento. Así, los 
clínicos que están en un nivel inferior al doctorado nunca deben conducir 
a nadie a creer que lo poseen. El ignorar simplemente el hecho de que 
alguien siga refiriéndose a tal persona como "Doctor" no es suficiente. Si 
los clínicos tienen un entrenamiento en orientación psicológica, así es 
como deben presentarse, no como psicólogos clínicos. Los clínicos 
tienen una obligación de presentarse de manera correcta en términos 
tanto de su entrenamiento como de todos los aspectos de capacitación. 
Esto también quiere decir que los clínicos no deben intentar tratamientos 
o procedimientos de intervención cuando no tienen un conocimiento 
específico ni previa supervisión en los procedimientos. Cuando pueda 
existir duda acerca de capacidades específicas, es prudente buscar 
supervisión de parte de clínicos más experimentados. 
 
APARTADO 3-1 
 
Clínicos que aparecen en programas psicológicos de radio con 
llamadas del público o en programas de opinión en televisión: 
¿son éticos'? 
 
En 1953, los Ethical Standards of Psychologists (APA, 1953) afirmaban 
que: 
 
Principio 2.64-1. Es contrario a la ética ofrecer servicios psicológicos con el propósito de 
diagnóstico individual, tratamiento o consejo, ya sea en forma directa o indirecta, por 
medio de conferencias o demostraciones públicas, artículos de periódicos o revistas, 
programas de radio o televisión, o medios similares. 
 
En 1953, esta idea era bastante clara y parecía tener sentido. El 
consejo profesional es una cuestión individual. Debe adaptarse al 
individuo y no hay forma en que un clínico pueda lograr esto con base 
en una conversación de tres minutos con una persona que llama a la 
radio. Pero en 1953 había relativamente pocos programas de radio con 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 15 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
llamadas del público que fueran conducidos por clínicos. Pera 1982 
había cerca de 50 programas de radio con llamadas del público cuyo 
conductor era un profesional de la salud mental (Levy, 1989). Ahora 
seguramente existen muchos, pero muchos más. Como en todas las 
profesiones, algunos conductores son clínicos petulantes, cómicos y, en 
general, deficientes. Otros parecen ser bastante hábiles, preocupados y 
sinceros cuando aconsejan que el radioescucha busque ayuda 
profesional. 
Aparte de los fuertes "ratings" de los medios, es probable que existan 
razones válidaspara tener buenos programas de este tipo. Para 
muchas personas angustiadas y que sufren desventajas, estos 
programas pueden ser la única vía para obtener ayuda o apoyo. Los 
programas también pueden sensibilizar y educar a otros miembros del 
público mientras que ayudan a evitar que los problemas se desarrollen 
o empeoren. Inclusive en otros casos, estos programas pueden darle a 
quien llama el valor adicional o la comprensión necesaria para buscar 
servicios profesionales. En cualquier caso, la revisión de 1992 de la 
APA para las normas éticas refleja estos puntos al permitir en la 
actualidad el consejo en oposición a la terapia en el aire. Be permite 
que los psicólogos proporcionen consejo o comentarios a través de 
programas de radio o de televisión, siempre y cuando "tomen las 
precauciones razonables para garantizar que 1) las afirmaciones se 
basen en la literatura y práctica psicológicas apropiadas, 2) las afirma 
ciones sean consistentes en los demás sentidos con este Código ético y 
3) que no se aliente a quienes reciben la información a inferir que se ha 
establecido con ellos una relación a nivel personal" (APA, 1992, p. 
1604). 
¿Qué nos dice la investigación acerca del fenómeno de los programas 
con llamadas 
del público? En un estudio se encuestó a 368 clientes de centros 
comerciales y se 
entrevistó a otras 122 personas que hicieron llamadas a un programa 
de Nueva York 
antes y después de que hablaron con el terapeuta del programa 
(Bouhoutsos, Ooodchilds 
y Huddy, 1986). La mitad de toda la muestra admitió haber escuchado 
este tipo de 
programas y estos radioescuchas consideraron que los programas eran 
útiles e informa 
tivos. Inclusive aquellos radioescuchas que pensaban que dichos 
programas podían ser 
dañinos, en general se sentían entusiasmados con ellos. Aunque está 
sujeto a varias 
interpretaciones, quienes llamaron al programa informaron sentirse 
mejor después de 
haberlo hecho. Muchos de estos individuos eran personas que habían 
estado en terapia, 
de modo que estos programas no parecen ser un simple sustituto para 
la terapia "real". 
La mayoría de los radioescuchas consideraron que el consejo dado era 
útil y educativo. 
En otro estudio realizado en Israel, los sujetos que recibieron ayuda de 
una clínica tuvieron actitudes más favorables hacia la ayuda recibida 
que aquellos que llamaron a un programa de orientación psicológica por 
radio (Raviv, Raviv y Yunovitz, 1989). Levy (1989) ha encontrado que 
las respuestas de los conductores de programas de radio con llamadas 
del público son al menos marginalmente útiles para quienes llaman y 
proporcionan una cantidad moderada de apoyo tanto para quienes 
llaman como para el público en general. 
Por tanto, la evidencia reciente sugiere que estos programas pueden 
ser útiles para algunas personas bajo ciertas condiciones. Pero, de 
nuevo, ',caen dentro de pautas éticas? Ésta es una pregunta dificil 
porque la evidencia sugiere que la distinción entre consejo personal y 
servicios terapéuticos se disuelve cuando se analizan las interacciones 
verbales en estos programas (Henricks y 8tiles, 1989). Asimismo, 
algunas personas sienten que se daña la reputación profesional de la 
psicología cuando los psicólogos van a uno de los muchos programas 
sensacionalistas de opinión que se trasmiten por televisión. 
Tiene igual importancia la sensibilidad ante las cuestiones del 
tratamiento o de evaluación que pudieran estar bajo la influencia del 
sexo del paciente, de sus antecedentes étnicos o raciales, de su edad o 
preferencia sexual. Además, en relación con el hecho de que los clínicos 
pudieran tener problemas personales o puntos sensibles en su propia 
personalidad que pudieran afectar su desempeño, deben protegerse de 
permitir que dichos problemas influyan en forma adversa en sus 
encuentros con los pacientes. Todos los aspectos de aptitud son 
 UNIDAD II LA EVALUACIÓN DE LA CONDUCTA ANORMAL 
 
MÓDULO 0403- PROPEDÉUTICA EN EL CAMPO DE LA PSICOLOGÍA CLÍNICA 16 
 
Para profundizar en este tipo de contenidos consulte la obra: 
Phares, E.J. & Trull, T.J. (1999). Psicología Clínica: conceptos, métodos y 
práctica. México, D.F: Manual Moderno. 
importantes, ya sea que impliquen conocimiento, habilidad clínica, juicio 
clínico o habilidad interpersonal (Overholser y Fine, 1990). 
Confidencialidad 
Los clínicos tienen el claro deber ético de respetar y proteger la 
confidencialidad de la información del cliente. Esto es vital, dado que la 
confidencialidad es un aspecto central de la relación cliente-psicólogo. 
Cuando se revela información sin consentimiento del cliente, puede 
dañarse de manera irreparable la relación de confianza. Los clínicos 
deben ser claros y abiertos en relación con las cuestiones de 
confidencialidad y sobre las condiciones bajo las cuales ésta puede 
violarse. En el clima actual, no toda la información puede considerarse 
como privilegiada. Por ejemplo, puede ser que terceros (como 
compañías de seguros) sean quienes paguen por la terapia del cliente y 
pueden demandar un acceso periódico a los registros con propósitos de 
revisión. En ocasiones puede ocurrir que, bajo ciertas condiciones, los 
registros escolares que incluyen datos de evaluación sean accesibles 
para otras personas fuera del sistema escolar (por ejemplo, cuando 
existe orden de una corte). Cada vez más clínicos tienen menos 
seguridad de su capacidad para prometer una confidencialidad absoluta. 
Otra cuestión es si toda la información debe ser confidencial. Tómese 
como ejemplo el famoso caso Tarasoff en 1976. Los eventos que 
condujeron a este caso comenzaron cuando un cliente en el centro de 
orientación de la universidad le dijo a su terapeuta que planeaba matar a 
su novia. El terapeuta informó a la policía universitaria de las intenciones 
del cliente y ésta rápidamente arrestó al cliente. Pero dado que la novia 
estaba de vacaciones fuera del lugar, la policía decidió liberar al cliente. 
De manera subsecuente, el cliente de hecho mató a su novia. Después, 
los padres de la mujer demandaron al terapeuta, a la policía y a la 
universidad, argumentando que estas tres partes fueron negligentes por 
no informarles de la amenaza. Finalmente, la Suprema Corte de 
California falló en favor de los padres y estableció que el terapeuta tenía 
el deber legal de haber informado a todas las personas apropiadas, de 
modo que pudiera haberse evitado el acto violento. Es obvio que tal 
decisión hace surgir problemas que impondrían una carga sobre el juicio 
de casi cualquier clínico. Lo que hace que todo esto sea aún más 
ambiguo es que los precedentes legales difieren en varios estados de 
EE.UU. No sólo los clínicos deben decidir cuando y a quién informar y 
bajo qué circunstancias, sino que también deben tratar de determinar si 
la decisión Tarasoff se aplica en su estado. A pesar de los varios años 
desde que se falló el caso Tarasoff, aún existe confusión e incertidumbre 
entre los clínicos acerca de cuándo se debe violar la confidencialidad y 
poner en práctica el "deber de advertir" (Fulero, 1988). 
Existen muchas complicaciones en el campo de la confidencialidad. 
Por ejemplo, ¿qué sucede cuando se trabaja con niños? En ocasiones, 
la obediencia a reglas estrictas de confidencialidad podría significar que 
no se integrara de manera útil a los padres en el plan de tratamiento 
(Taylor y Adelman, 1989). Pueden surgir problemas relacionados de 
confidencialidad cuando los clínicos tratan a pacientes que sufren SIDA 
(Lamb, Clark, Drumheller, Frizzell y Surrey, 1989; Knapp y VandeCreek, 
1990; Morrison, 1989; Scott y Borodovsky, 1990; Totten, Lamb y Reeder, 
1990). 
En apariencia, el público en general cree en el principio y en la 
importancia de la confidencialidad. Pero también comprende que se 
puede violar una confidencia en los casos de maltrato infantil, suicidio u 
homicidio potencial y en otras situaciones potencialmente amenazantes

Continuar navegando

Otros materiales