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[SERVICIOS TURÍSTICOS]
	Besomi; Fernández; López; Martínez; Sánchez; Villacorta.
	[RESP. ORGANIZADOR]
	Besomi; Esteve; Genusso; Moscardini; Somoza.
 Universidad de Buenos Aires
Facultad de Derecho
Daños en el deporte
Responsabilidad Civil de los organizadores.
Autores:
Besomi, Brian; 
Esteve, María Victoria; 
Gennuso, Delfina;
Moscardini, Franco;
Somoza, Micaela; 
Profesor:
Alberto Pérez.
Mayo de 2017
Daños en el deporte
Índice
Introducción	1
El contrato de espectáculo público	1
Nociones generales	1
Obligaciones y derechos del organizador	2
Obligaciones y derechos del espectador	2
El contrato de espectáculo deportivo	3
La responsabilidad civil del organizador de espectáculos públicos deportivos	4
La obligación de seguridad	6
Tipo de responsabilidad	7
Responsabilidad de entidades de segundo orden (AFA)	8
Eximentes de la responsabilidad	9
Hecho de la víctima	9
Hecho de un tercero por el cual no se debe responder	10
Caso fortuito	10
Jurisprudencia	10
Zacarías Claudio c/ Provincia de Córdoba y otros (1998)	10
Mosca, Hugo Arnaldo c/ Provincia de Buenos Aires y otro s/ Daños y Perjuicios	12
Migoya, Carlos Alberto c/ Provincia de Buenos Aires y otros s/ Daños y Perjuicios	14
Conclusión	16
Bibliografía	17
Introducción
En el presente trabajo trataremos el tema de los espectáculos públicos y deportivos, abordados desde sus leyes especiales y desde el ámbito de la responsabilidad civil. La importancia de regular y estudiar estos eventos es fundamental en la actualidad, dada la variedad de conflictos que pueden presentarse tanto en la relación consumidor-proveedor, como así también involucrando a personas que sin ser contratantes pueden resultar afectadas, tal es el caso de la figura del tercero expuesto. 
A su vez, la cantidad de individuos que participan en la organización genera inconvenientes a la hora de definir quién es el responsable frente al espectador ante una situación de incumplimiento o daño. En virtud de ello, es imprescindible que el Derecho intervenga estableciendo reglas claras, para proteger a la parte vulnerada en la relación. 
La principal característica del espectáculo deportivo actual es su carácter remunerado, dado que quien concurre a los estadios debe abonar la entrada correspondiente o bien pagar la cuota social del club que hace las veces de local para poder presenciar el evento. De tal modo, ello genera para el organizador una actividad lucrativa, obteniendo ganancias de ello y beneficiándose con su desarrollo. Así, el espectáculo deportivo se convierte así en un contrato, que constituye una especie dentro del género “contrato de espectáculo público”. El contrato de espectáculo deportivo se transforma en un contrato innominado celebrado entre el espectador y el empresario, en donde aquel paga un precio para poder gozar de un espectáculo y éste último se compromete a brindarlo de conformidad a lo ofrecido en las publicidades. Creemos fundamental el hacer hincapié en el deber de seguridad que existe en cabeza del proveedor, para afrontar la resolución de situaciones que se susciten en el marco de los espectáculos en cuestión, en las que se causa un daño que no ha podido evitarse, o que teniendo la posibilidad de evitarlo no se tomaron las prevenciones necesarias para lograrlo. 
El contrato de espectáculo público
Nociones generales
Es el contrato que se formaliza entre el organizador de un espectáculo y el espectador, en virtud del cual el primero se obliga a hacer ejecutar una obra intelectual, en las condiciones ofrecidas y publicitadas, generalmente a cambio de una contraprestación (entrada) que el último debe pagar a los efectos de poder gozar del evento.
Se trata de un contrato bilateral; generalmente oneroso y conmutativo; de consumo al que se accede por adhesión a condiciones generales.
El organizador ofrece presenciar, a los consumidores interesados, un espectáculo a celebrarse en determinado día, hora y lugar desde una ubicación especificada, sea sectorizada y numerada o no. A su vez, organiza cuestiones relativas al desarrollo normal del espectáculo (comodidades, operativos de seguridad, etc.).
En contraprestación, el espectador abona una entrada o ticket, que le otorga el derecho a presenciar ese espectáculo con las comodidades asignadas debiendo guardar el comportamiento exigido y las indicaciones determinadas por los organismos de seguridad.
Obligaciones y derechos del organizador
El contrato de espectáculo público impone al organizador obligaciones específicas que surgen de la propia oferta contractual como de las reglamentaciones de la administración pública. Dichas obligaciones van más allá de las que corresponden a la esencia del contrato y se proyectan al deber de seguridad y de la preservación de la persona así como de los bienes del co-contratante durante la ejecución negocial.
Obligaciones del empresario organizador:
1) Dar cumplimiento a las prestaciones específicas asumidas en virtud del contrato de espectáculo público, de hacer gozar de la prestación prometida al espectador, en la forma, modo y tiempo estipulado (supone facilitar el ingreso y egreso del local, posibilitar al espectador su lugar, comodidades, etc.).
2) Mantener el local o estadio donde habrá de realizarse el espectáculo en las condiciones reglamentarias de seguridad e higiene, que sean necesarias para evitar riesgos al espectador.
3) Garantizar al espectador su seguridad personal por los daños que puedan originarse durante el desarrollo del espectáculo por las cosas o personas puestas por el empresario al servicio del público.
Derechos del organizador:
1) Percibir el precio estipulado (entrada o ticket). Dicho comprobante importa la constancia de su pago y otorga a quien lo posea el derecho a ingresar y gozar del evento.
2) Reservarse el derecho de admisión y excluir a personas que “conforme, a la calidad del espectáculo y demás circunstancias de hecho, podrían afectar su desarrollo o realización e incluso incomodar a la concurrencia por la vestimenta, actitudes, conducta o perturbar el orden”.
Obligaciones y derechos del espectador
El espectador tiene derecho a utilizar las comodidades del local y gozar de las prestaciones profesionales asumidas implícita o expresamente por el empresario; de gozar regularmente de la totalidad del espectáculo anunciado en la forma, modo y tiempo pactado / publicitado; de rescindir el contrato cuando el empresario incumpla la prestación o sustituya al artista o protagonista publicitado por otro distinto; el de exteriorizar regularmente su beneplácito o disconformidad con el espectáculo.
Son obligaciones a cargo del mismo el pagar el precio de la entrada; responsabilizarse por los daños que ocasione en las instalaciones del local, sea por hecho propio o de terceros que actúan bajo su incitación y finalmente cumplir todas las normativas.
El contrato de espectáculo deportivo
En la actualidad el deporte constituye un espectáculo con muchos intereses en juego (no solo en términos competitivos sino económicos) y su crecimiento genera situaciones de daños hacia los deportistas y hacia las personas que concurren como espectadores.
El fenómeno de la popularidad es la característica principal del deporte moderno por lo que la concurrencia masiva y los riesgos que ella genera pueden desembocar en daños (muchos de ellos ocasionados por hechos de violencia) cuya responsabilidad recae sobre quienes lucran con dichos espectáculos.
El espectáculo deportivo es una especie dentro del género estudiado anteriormente, que tiene por objeto la ejecución de un espectáculo deportivo por parte del organizador a cambio de la contraprestación que paga el espectador. De esta manera, posee un carácter fundamental que es el de ser remunerado (pues quien concurre debe pagar una entrada o pagar la cuota social del club para presenciar el evento), lo cual desemboca, para el organizador, en la realización de una actividad lucrativa (ya que obtiene ganancias de ella y se beneficia con su desarrollo). El espectáculo así entendido ha motivado a la doctrina a bregarpor la necesidad de darle un tratamiento legislativo específico y, ante la falta de ello, se efectuó un gran esfuerzo para enmarcar jurídicamente la relación que liga al espectador con el organizador. 
Ante el pago de una entrada para presenciar el espectáculo nace un contrato cuyo objeto consistirá en la ejecución de éste a cambio de una contraprestación abonada por el espectador.
Lo anterior no obsta que en la organización, el empresario tenga que entablar otras relaciones negociales al margen del contrato celebrado con el espectador. Así, por ejemplo, respecto a los participantes, el empresario puede obligarse laboralmente o por locación de obra o de servicio.
Actualmente el contrato de espectáculo público y la obligación de seguridad que el mismo conlleva, ha comenzado a ser considerado como una relación de consumo, máxime luego del fallo “Mosca”.
A continuación se detallará el régimen jurídico aplicable para los espectáculos deportivos, que es el posee mayor desarrollo en nuestro país.
La responsabilidad civil del organizador de espectáculos públicos deportivos
Actualmente la ley 24.192, promulgada en 1993 dispone que el régimen penal aplicará a “los hechos previstos en él, cuando se cometan con motivo o en ocasión de un espectáculo deportivo, sea en el ámbito de la concurrencia pública en que se realizare o en sus inmediaciones, antes, durante o después de él, como así también durante los traslados de las parcialidades, tanto sea hacia o desde el estadio deportivo donde el mismo se desarrolle”.
Respecto a la responsabilidad civil, se dispone que “las entidades o asociaciones participantes de un espectáculo deportivo, son solidariamente responsables de los daños y perjuicios que se generen en los estadios”.
Cabe mencionar que la responsabilidad es objetiva, y se basa en la idea de riesgo de la actividad por lo que las eximentes son muy limitadas: hecho o culpa de la víctima, hecho o culpa de un tercero por el cual no se deba responder y el caso fortuito.
A los fines de precisar conceptos, la Ley 24.192, expresa que: “A los efectos de la presente ley se considera:
a) Concurrente: el que se dirigiese al lugar de realización del espectáculo deportivo, el que permaneciese dentro de aquél y el que lo abandonara retirándose;
b) Organizador: los miembros de comisiones directivas, dirigentes, empleados o dependientes de las entidades participantes o que organicen los espectáculos deportivos, sean oficiales o privados;
c) Protagonista: los deportistas, técnicos, árbitros y todos aquellos cuya participación es necesaria para la realización del espectáculo deportivo de que se trata”.
Por lo tanto, encontrándose los deportistas comprendidos dentro del concepto de protagonista, y siendo por ende, alcanzados por lo dispuesto en la Ley 24.192, los organizadores también deberán responder por los daños que éstos sufran siempre que ellos sean “generados en los estadios”.
Ello, claro está, sin perjuicio de los distintos matices que puedan existir en cada caso, según el tipo de relación jurídica que vincule al deportista con la institución organizadora (por ejemplo, un contrato de trabajo deportivo, que haría aplicable al caso, además, normas propias del Derecho del Trabajo). Esto es así, porque no en toda locación de servicios, el locatario o empresario asume el deber de garantizar la integridad física del locador, ya que en las competencias deportivas existe la posibilidad de que los partícipes puedan sufrir daños; en razón de ello, de no haberse garantizado la indemnidad del deportista, el organizador o empresario sólo responderá si se demuestra que no ha adoptado todas las medidas necesarias para garantizar la seguridad del participante y que el daño sufrido por éste ha sido por una contingencia extraña al evento (por ejemplo, un proyectil arrojado desde una tribuna).
Sin embargo, a pesar de esta perspectiva especial (arts. 1 y 33 ley 23.184 y arts. 1, 51 y ley 24.192) la responsabilidad civil por daños causados con motivo de la celebración de espectáculos deportivos en estadios de concurrencia masiva se fundamentó indistintamente -según el caso concreto- en las normas generales del Código Civil (arts. 512, 1109, 1113, párr. 2º, parte 2ª y 1198), así como también en la Ley de Defensa del Consumidor (arts. 5, 6, 40, y siguientes, Ley 24.240 y modificatorias).
La Ley 26.358 modifica el artículo 1 de la ley Nº 23.184 de la siguiente manera: “El presente capítulo se aplicará a los hechos previstos en él, cuando se cometan con motivo o en ocasión de un espectáculo deportivo, sea en el ámbito de concurrencia pública en que se realizare o en sus inmediaciones, antes, durante o después de él, como así también durante los traslados de las parcialidades, tanto sea hacia o desde el estadio deportivo donde el mismo se desarrolle”.
De esta manera, antes de la ley, la responsabilidad era fundada en artículos del Código Civil anterior, es posible extrapolar un razonamiento similar pero a la luz de la nueva legislación. Por tanto es aplicable el 1757 que establece lo siguiente: “Toda persona responde por el daño causado por el riesgo o vicio de las cosas, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza, por los medios empleados o las circunstancias de su realización. La responsabilidad es objetiva. No son eximentes la autorización administrativa para el uso de la cosa o la realización de la actividad, ni el cumplimiento de las técnicas de prevención”. En lo que concierne a los sujetos responsables, el Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, en el artículo 1758 preceptúa que: “…En caso de actividad riesgosa o peligrosa, responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros, excepto lo dispuesto por la legislación especial”
Por el juego de los 2 artículos anteriores, podemos concluir que el organizador del espectáculo será responsable por el daño generado por la actividad establecida por él y mediante la cual obtiene un lucro, siendo dicha responsabilidad objetiva y no es posible eximirse salvo por la prueba de una causa ajena (que incluye el hecho del damnificado)
La obligación de seguridad
Respecto a la responsabilidad civil del organizador por los daños sufridos por los espectadores que asisten a él, es evidente que la misma surge del vínculo obligacional existente entre el asistente y el organizador del evento, por lo que la reparación de los daños derivados del incumplimiento de dicha relación convencional deberá debatirse en el plano del ámbito de responsabilidad contractual. Así, además de la prestación principal (que consiste en brindar el espectáculo), pesa sobre el organizador la obligación tácita de seguridad, por medio de la cual se compromete a velar por la integridad física del espectador. Dicha obligación encuentra apoyo en la teoría del riesgo y del aprovechamiento económico. La misma Corte Suprema lo reconoce en fallo Mosca antes mencionado. 
La obligación de seguridad constituye la manifestación del factor objetivo garantía en el ámbito de responsabilidad contractual. Ella, fundada en la buena fe contractual, impone al deudor el deber de velar por la indemnidad del acreedor, respecto de los daños que éste o sus bienes pudieran sufrir, durante la ejecución del contrato.
La doctrina tradicional sostuvo que el factor de atribución en materia contractual podía ser solamente subjetivo (en razón de la culpa o dolo del autor del daño) pero a partir de los ‘80 se empiezan a considerar ciertos supuestos de responsabilidad contractual en los cuales la misma se objetiviza (prescindiendo de los clásicos factores subjetivos de imputación). Dentro de ellos se encuentra la obligación de seguridad, que se apoya sobre el principio de buena fe (puesto que el deudor de una obligación se halla compelido no solo al cumplimiento de las prestaciones asumidas contractualmente sino también a observar los deberes de conducta que se derivan de la relación convencional). El principio de buena fe se encuentra contemplado en el nuevo código en el artículo 961 por lo que desu redacción surge patente no sólo el deber de cumplimiento de lo asumido por contrato sino también de las consecuencias que puedan considerarse comprendidas en ellos. A su vez, lo anterior se encuentra reforzado por el artículo 1728 que determina que: “En los contratos se responde por las consecuencias que las partes previeron o pudieron haber previsto al momento de la celebración…”. Sobre dicho marco cobra vigencia como un deber tácito que asumen los contratantes la llamada obligación de seguridad que ha sido definida por la doctrina como aquella en virtud de la cual una de las partes del contrato se compromete a devolver al otro contratante ya sea en su persona o sus bienes, sanos y salvos a la expiración del contrato” lo cual fue ampliado por Vázquez Ferreyra quien agregó: “pudiendo ser asumida tal obligación en forma expresa por las partes, impuesta por ley, o bien surgir tácitamente del contenido del contrato, a través de su interpretación en base al principio de buena fe”.
Por ende la obligación de seguridad se presenta como un deber de garantía que se manifiesta en la protección de la persona, constituyendo un deber de protección.
Tipo de responsabilidad
La obligación de seguridad es de órbita contractual donde siempre reinó la responsabilidad subjetiva, sin embargo a partir del pensamiento de Bueres adquirió preponderancia la idea que, el factor de imputación de responsabilidad en el ámbito contractual pasa a ser objetivo (por lo que se descarta la culpabilidad). Algunos autores sostienen que la obligación de seguridad está en todo contrato, inclusive en aquellos que no impliquen una actividad riesgosa. Sin embargo, para poder hablar de una obligación contractual de seguridad, con asiento en la buena fe, es menester que exista una razonable relación adecuada entre las obligaciones que impone el contrato y el daño, así si la obligación de seguridad no presenta un nexo adecuado con el contrato, no hay técnicamente una obligación de seguridad incumplida sino un supuesto de aplicación del principio general de no dañar que conduce a una responsabilidad extracontractual.
La determinación del carácter subjetivo u objetivo de la responsabilidad contractual reside en la distinción entre obligaciones de medios y resultados. Por tanto el contenido de la obligación de seguridad variará según el contrato del que se trate (pues el deudor puede verse obligado tan solo a realizar lo que mandan la prudencia y la diligencia, o bien a obtener un resultado determinado; como ocurre en el contrato de transporte o espectáculo); en este último caso bastará al acreedor demostrar que la prestación de seguridad ha sido incumplida y que el deudor es contractualmente responsable del daño sufrido, incumbiendo acreditar que el daño se ha producido por la causa ajena al ámbito contractual.
La doctrina se vuelca por el razonamiento que la obligación de seguridad es de resultados y solo en excepciones es de medios (daños ocasionados por infecciones hospitalarias).
La obligación de seguridad asumida por el organizador del espectáculo público deportivo frente al espectador:
La Corte Suprema en el fallo “Mosca” determinó que “el organizador de un espectáculo deportivo asume frente al espectador una obligación de seguridad de resultado”, lo cual se sustenta normativamente en las leyes 23.184 y 24.192, cuyo incumplimiento genera responsabilidad objetiva. Se trata, sin embargo, de una responsabilidad objetiva agravada, pues reconoce únicamente como eximente el hecho de la propia víctima, quedando descartados el caso fortuito y el hecho de un tercero.
Además, el máximo Tribunal determinó que dicha responsabilidad no se limita únicamente a los daños ocurridos en el interior del estadio en donde se desarrolla el espectáculo, sino que se extiende a sus adyacencias.
Ante supuestos de daños ocurridos en las inmediaciones del estadio hacia damnificados no espectadores, la responsabilidad del organizador será de tipo extracontractual o aquiliana, con fundamento en el riesgo creado por la organización del espectáculo y no en la obligación de seguridad, dado que ésta última es aplicable únicamente al ámbito convencional. De todos modos, en cualquier caso nos encontraremos ante supuestos de responsabilidad objetiva por parte del organizador del espectáculo, fundándose en la garantía –obligación de seguridad- en el ámbito contractual, y en el riesgo creado –riesgo de empresa, beneficio o provecho- en el ámbito extracontractual.
Responsabilidad de entidades de segundo orden (AFA)
Tanto en la jurisprudencia como en la doctrina, se ha debatido sobre si la responsabilidad por los daños sufridos por los concurrentes a espectáculos deportivos debe extenderse también hacia aquellas entidades de segundo orden (que no organizan efectivamente el espectáculo deportivo), como resulta ser, en el caso del fútbol, el de la AFA.
Las opiniones vertidas sobre este punto son las siguientes:
· Una postura de la jurisprudencia, ya superada, determinaba que, al no revestir la AFA el rol de participante organizador ni deportivo del evento, no podía caberle responsabilidad civil alguna por los daños que sufrieran los concurrentes a los espectáculos deportivos.
· Otra corriente jurisprudencial, estimaba que sólo podría llegar a configurarse en ciertos casos una responsabilidad extracontractual de estas entidades, pero únicamente con fundamento en la culpa (así se trataría de una responsabilidad subjetiva y no objetiva) y solo en aquellos supuestos en los cuales pudiera acreditarse que se incurrió en omisión en el cumplimiento de las obligaciones reglamentarias y estatutarias.
· Otros tribunales entendían, en cambio, que AFA debía responder extracontractualmente frente a las víctimas, en un ámbito de responsabilidad objetiva, con fundamento en el riesgo creado, en razón de su poder de control y por participar de las utilidades.
· Una última corriente de opinión más moderna –sostenida, entre otros, por prestigiosos autores como KEMELMAJER DE CARLUCCI, TRIGO REPRESAS, BORAGINA, MEZA-, estima que a las entidades de segundo orden cabe encuadrarlas en un marco de responsabilidad contractual objetiva agravada, tal como el que impone el art. 51 de ley 24.192, toda vez que al lucrar con la organización del espectáculo, obtienen beneficios económicos, lo cual torna procedente que deban responder por los eventuales daños que se originen en ocasión del evento. Para ello, se efectúa una interpretación textual del art. 51 de la Ley 24.192, en cuanto menciona como responsables a las entidades participantes del espectáculo, sin distinguir entre las que organizan efectivamente o no el evento. Esta es la doctrina que se desprende del fallo “Mosca” de la Corte Suprema de Justicia de la Nación.
A pesar de las discrepancias anteriores, como adelantamos, la cuestión actualmente se ha aclarado decididamente luego del fallo “Mosca” de la Corte Suprema. También dicho decisorio del máximo Tribunal ha cambiado radicalmente la postura adoptada originalmente en el fallo “Zacarías”.
A su vez, a la luz del Código Civil y Comercial de la Nación, la responsabilidad de AFA ante daños en eventos deportivos procedería puesto que el artículo 1758 determina que “…En caso de actividad riesgos o peligrosa responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros…”. Cabe mencionar que AFA cobra un porcentaje de las entradas vendidas en cada partido del fútbol argentino por lo que, si bien su función es netamente de control y vigilancia, el hecho de extraer un beneficio de la organización efectuada por cada club asociado, lo hace responsable ante los daños ocurridos.
Eximentes de la responsabilidad
La ley 23.184 disponía la responsabilidad solidaria de las entidades o asociaciones participantes en un espectáculo público deportivo por los daños sufridos por los espectadores en los estadios y durante su desarrollo “si no ha mediado culpa del damnificado”.
La norma dio lugar a interpretaciones disímiles pues algunos se ceñían al texto de la ley mientras que otros admitían queel caso fortuito podía eximir (como por ejemplo un terremoto que provoca el derrumbe de una tribuna).
La ley 24.192 consolidó la última orientación al eliminar toda mención a las eximentes invocables, por lo que ésta se configurará siempre que se produzca una causa extraña (hecho o culpa de la víctima, de un tercero extraño o el casus).
Hecho de la víctima
El hecho de la víctima exime por cuanto el daño no es producido por el riesgo del espectáculo deportivo, sino por la propia conducta del damnificado, que incide causalmente en la producción del resultado.
Hecho de un tercero por el cual no se debe responder
Conforme a una orientación la eximente basada en el hecho de un tercero sería inadmisible en el ámbito que estamos analizando. Quienes participan de estas ideas señalan que el ejercicio del derecho de admisión en los espectáculos públicos deportivos es incompatible con esta causal, toda vez que estándole permitido al organizador limitar el ingreso a un determinado espectador, mal podría sustraerse de la obligación de seguridad por el obrar de ese espectador / grupo. Así, de aceptarse esta eximente, se diluiría la responsabilidad.
Sin embargo otra parte de la doctrina dice que el hecho que interrumpe el nexo causal debe ser inequívocamente extraño al organizador. Por tanto no son terceros extraños los empleados y auxiliares, el personal contratado, incluido el policial, los concesionarios y los jugadores y deportistas que participan en el mismo.
De esta manera es menester que el hecho no sea imputable al organizador, por su asiduidad o por su carácter de previsible y evitable, dentro del marco de la obligación de seguridad que pesa sobre él.
Por dicho motivo no son hechos de tercero extraño los provocados por los asistentes del evento (avalancha, proyectiles, etc.) pero si son hechos de terceros extraños los actos de un fotógrafo de medio de prensa que agrede a un arquero o el piloto de un avión que cae sobre el estadio.
Caso fortuito
Será eximente siempre que no sea imputable al obligado (terremoto, atentado terrorista lanzado desde el exterior). En cambio, la temeridad o imprudencia del público concurrente a las juntas deportivas no constituye un hecho imprevisible, dado su notorio entusiasmo por un espectáculo de esa naturaleza.
Jurisprudencia
Zacarías Claudio c/ Provincia de Córdoba y otros (1998)
Claudio H. Zacarías, jugador de San Lorenzo de Almagro, sufrió serias lesiones cuando se encontraba en el vestuario correspondiente al equipo visitante en el estadio del Club Atlético Instituto Central Córdoba. El elemento agresor consistió en una bomba de estruendo colocada por simpatizantes del club local en una dependencia en desuso destinada antiguamente a las boleterías de venta de billetes de ingreso al estadio. Dos personas que tenían libre acceso a las instalaciones del club los días de partido ingresaron por la puerta interna en desuso que comunica el sector de las boleterías no habilitadas, portando una bomba de estruendo que colocaron (con el propósito de intimidar a los jugadores del equipo visitante antes de comenzar el partido) en la mesa de las boleterías que dan justo frente a los ventanales de vidrio fijo del vestuario correspondiente a la visita. Minutos antes del comienzo del partido desde el exterior del estadio se encendió la mecha de la bomba que horas antes había colocado, la que detonó provocando los efectos nocivos conocidos. Las lesiones fueron causadas por esquirlas de vidrio de una ventana del vestuario carente de protección, siendo que el reglamento (de la A.F.A.) prescribe que las aberturas al exterior o a lugares accesibles al público deberán estar provistas de rejas y vidrios armados, el vidrio que causó las lesiones era el único que carecía de reja protectora y del armado con alambre exigidos por el reglamento general, los restantes soportaron los efectos de la explosión de la bomba colocada por los simpatizantes del club local.
 Los daños sufridos por Zacarías consistieron en una marcada atrofia de los músculos del brazo, tríceps y bíceps (del miembro superior izquierdo), e hipotrofia de los grupos musculares, anterior externo y posterior del antebrazo, fenómeno que se presenta en el músculo trapecio y dorsal ancho junto con una sensible atrofia en los músculos de la mano en general. Como consecuencia de ello se produjo una disminución de la capacidad deportiva del jugador por causa de la pérdida de la fuerza y movilidad del miembro superior que dificulta determinadas jugadas, inhibe las caídas o choques corporales no sólo por las limitaciones del brazo izquierdo sino por las condiciones de su mano, incapacidad que se extiende a la realización de las actividades de la vida cotidiana.
La Corte, en el caso, tuvo por acreditada la ausencia de medidas de control apropiadas, no sólo el mismo día del partido sino también los previos al encuentro, lo que guarda relación adecuada de causalidad con el daño sufrido por Zacarías, pues los autores del delito de lesiones culposas eran integrantes de la barra brava del club y en esa condición tenían libre acceso a sus instalaciones en los días de partido lo que revela una manifiesta negligencia en el cumplimiento de las medidas de seguridad. Se pone de manifiesto la insuficiencia de las medidas que debió tomar el Club para asegurar de la mejor manera posible, habida cuenta de los riesgos particulares del espectáculo ofrecido, la seguridad de los participante y de los espectadores y la manifiesta negligencia en el cumplimiento de los controles de la seguridad que es impuesto a los organizadores de acontecimientos deportivos.
La Corte Suprema de Justicia de la Nación (con la disidencia del Dr. Nazareno), si bien condenó al Club Instituto Atlético Central Córdoba, fundamentó el rechazo de la demanda contra la Asociación del Fútbol Argentino de modo muy sintético, al expresar que el art. 33 de ley 23.184, "al fijar el régimen de responsabilidad civil, se refiere a "las entidades o asociaciones participantes de un espectáculo deportivo" condición que no cabe adjudicar a la AFA, la que no organiza ni participa del espectáculo ni ejerce control directo sobre los espectadores y, en ese sentido, los fines de la institución y sus atribuciones en materia de superintendencia como órgano rector del deporte, en particular en lo que hace a las condiciones exigidas a los estadios de los clubes afiliados parecen periféricos sobre el punto y no permiten una conclusión asertiva acerca de la responsabilidad que se le pretende endilgar. Como podemos apreciar, pues, este fallo sentó un precedente para la época, toda vez que concluyó que al no revestir la Asociación del Fútbol Argentino el rol de participante organizador ni deportivo del evento, no podía caberle responsabilidad civil alguna por los daños que sufrieran los concurrentes a los espectáculos deportivos. La doctrina de la Corte, en relación a la responsabilidad extracontractual del Estado y sus agentes por acto ilícito, sostiene que: “quien contrae la obligación de prestar un servicio público lo debe realizar en condiciones adecuadas para llenar el fin para el que ha sido establecido, y es responsable de los perjuicios causados por su incumplimiento o ejecución irregular”. En este caso: se trata del control de la seguridad pública, encomendada a la policía provincial, y el reproche consiste en que se habría incurrido en negligencia u omisión por no haber advertido y desactivado a tiempo el artefacto explosivo que provocó el daño a Zacarías.
Este fallo de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, ha sido el primero de importancia dictado por el máximo Tribunal en donde se debatió si cabía responsabilidad alguna a la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) por un daño sufrido por una persona en ocasión de la realización de un espectáculo deportivo. En este caso, fueron demandados la Provincia de Córdoba, a Asociación del Fútbol Argentino (AFA) y el Club Instituto Atlético Central Córdoba, habiendo condenado la Corte Suprema únicamente al club, y rechazado la demanda contra las dos primeras.Mosca, Hugo Arnaldo c/ Provincia de Buenos Aires y otro s/ Daños y Perjuicios
Hugo Armando Mosca reclama a la Provincia de Buenos Aires, al club Atlético Lanús y a la Asociación de Futbol Argentino la indemnización de los daños que sufrió como consecuencia de un accidente sufrido el 20 de noviembre de 1996. El hecho sucedió cuando el señor Mosca condujo a un grupo de periodistas y fotógrafos hasta la cancha del club Atlético Lanús donde se llevaba a cabo un encuentro de futbol entre el equipo local y el equipo del club Atlético Independiente. No asistió al evento como espectador ni entro al estadio, sino que permaneció en las inmediaciones. Faltando dos minutos para finalizar el encuentro un grupo de simpatizantes de Lanús se introdujo en el sector de las plateas bajas y comenzó a destrozar partes del piso, sillas y mampostería arrojándolas a la cancha. El actor se encontraba en la vía pública cuando fue alcanzado por un elemento contundente en el rostro a la altura del ojo izquierdo por lo que tuvo que ser hospitalizado. No fue posible identificar a una persona o a un grupo de ellas que hayan arrojado las piedras que dañaron al actor.
El actor peticiono y obtuvo el pago de la indemnización con base en la ley de accidentes de trabajo. Este elemento es decisivo para determinar el primer ámbito de la responsabilidad por lo que la acción presenta un carácter complementario, se trata de determinar si hay otros responsables a los que se les pueda imputar daños.
El actor demanda a la Provincia de Buenos Aires imputándole negligencia por la actuación del personal de la dependencia policial, por no resguardar el orden público, garantizar la vida y la integridad física de las personas dentro del estadio y fuera de el en especial en las adyacencias. La responsabilidad extracontractual del Estado por el hecho de sus agentes no es indirecta ni basada en la culpabilidad, responde directamente por la falta de una regular prestación, esto es una violación o anormalidad frente a las obligaciones del servicio regular. Se debe tomar en cuenta la naturaleza de la actividad, los medios de que dispone el servicio, el lazo que une a la víctima con el servicio y el grado de previsibilidad del daño. No se trata de un juicio sobre la conducta de los agentes sino sobre la prestación de un servicio por eso la responsabilidad no es subjetiva sino objetiva.
Al examinar la naturaleza de la actividad, la Corte determinó que la mera existencia de un poder de policía que corresponde al Estado Nacional o Provincial no resulta suficiente para atribuirle responsabilidad de un evento del cual ninguno de sus órganos tuvo participación ni tampoco que su responsabilidad general en orden a la prevención de los delitos pueda llegar a involucrarlo de las consecuencias dañosas que se producen por motivos extraños a su intervención directa. El Estado dispuso los medios razonables para la prestación del servicio, la policía actuó conforme a un estándar de previsibilidad lo que normalmente acontece lo que no genera responsabilidad de acuerdo al código civil. La Corte decide eximir de responsabilidad al Estado Provincial.
Por otra parte, se demanda al club Atlético Lanús con fundamento en que había incumplido con los controles de seguridad que les son impuestos a los organizadores al permitir el acceso de elementos para causar daño, aunque se encuentren dentro del estadio no obsta su responsabilidad. Para examinar la responsabilidad hay que determinar si existe algún elemento que establezca conexión entre el daño y el autor y no hay duda de que los hechos ocurrieron en las inmediaciones del estadio durante el partido y que el actor estuvo en el momento de los desmanes. Ello revela una relación temporal y espacial de que los hechos estuvieron vinculados. Nuestro régimen causal exige la prueba del curso normal y ordinario de las cosas el cual está suficientemente probado, puede darse por demostrado con suficiente evidencia que el origen del daño provino de objetos lanzados por personas desde el club y dañaron al actor que estaba en la inmediaciones. La Corte señala que el club organizador del partido debió tomar las medidas necesarias para que el evento se desarrolle sin peligro para el público participante, como medidas de seguridad tales como revisar bolsos, paquetes en búsqueda de portación de armas. La cuestión decisiva en torno a la aplicación de la norma es la circunstancia de que la víctima no era espectador ni estaba en el estadio sino afuera. Para el caso, la ley 23.184 ha dispuesto que su régimen penal se aplique a los hechos que se cometan con motivo o en ocasión de un espectáculo deportivo en estadios de concurrencia pública o inmediatamente después de él. Los daños ocurridos en el presente han sido con ocasión del evento, toda vez que si no se hubiera celebrado aquellos no hubieran tenido lugar. El término “estadio” no puede ser interpretado de manera que se excluya a quienes están en las inmediaciones, es un vocablo de textura abierta interpretado mediante una analogía sustancial. La Corte decide responsabilizar al club por los hechos acaecidos.
Por último, aquel que organiza un espectáculo debe ponderar los riesgos y adoptar las diligencias necesarias para evitarlo, debe proteger al espectador ubicado dentro del estadio cuando accede al mismo para ver el espectáculo y cuando está a unos metros de la entrada. El organizador responde objetivamente por los hechos vinculados inmediatamente a su accionar y previsibles al momento de organizar un espectáculo. El derecho a la seguridad previsto en el Art 42 de C.N. referida a la relación de consumo, abarca a los actos unilaterales y a la oferta a sujetos indeterminados, por lo que la seguridad debe ser garantizada en el periodo precontractual y en las situaciones de riesgo creadas por los comportamientos unilaterales respecto a sujetos indeterminados. En ese orden, la Corte Suprema decide condenar a la Asociación de Futbol Argentino con sólidos fundamentos por el hecho de ser una entidad con un importantísimo grado de intervención en lo que hacen los clubes asociados que alcanza la fijación de las fechas, horarios, contratos de transmisión televisiva y muchos otros aspectos además de obtener una ganancia directa derivada de dichos eventos, todo lo cual permite calificarla como participe. Ella organiza y diagrama, según sus normativas vigentes, el fixture y establece los días y horarios para los encuentros futbolísticos de primera división, y su condición de organizadora surge de su propio reglamento cuanto le corresponde organizar los torneos de primera división como así también la programación de los partidos. También tiene facultades de contralor en cuanto establece las condiciones que deben reunir los estadios, su control de venta de entradas por representantes, designación de árbitros, verificación de medidas de seguridad y las consiguientes potestades disciplinarias. En cuanto a su calidad de beneficiaria si bien se trata de una asociación civil sin fines de lucro, lo cierto es que obtiene un provecho económico del espectáculo al percibir un porcentaje sobre la recaudación bruta de los partidos oficiales de torneos organizados por la AFA, como así también sobre el producido de la televisación de esos encuentros. La AFA tiene el deber de preocuparse de modo extremo por la seguridad de las personas que asisten al espectáculo.
Los numerosos acontecimientos de violencia, los daños sufridos por las personas, la zozobra por la inseguridad y la conmoción social que existe por estos sucesos no puede pasar desapercibida para un dirigente razonable y prudente. Por eso no es excesivo señalar que deberían haber destinado una parte de sus medios organizativos para prevenir y resolver conflictos como la que se originó en esta demanda. De tal modo se aprecia que la AFA encuadra según el máximo tribunales el concepto del organizador del espectáculo deportivo y tiene a su cargo un deber de seguridad. En función del factor de atribución antes mencionado debe responder solidariamente por las consecuenciasdañosas sufridas por el demandante.
Migoya, Carlos Alberto c/ Provincia de Buenos Aires y otros s/ Daños y Perjuicios
El 6 de noviembre de 1999, Carlos Alberto Migoya concurrió a la sede de Quilmes Atlético Club debido a que se disputaría un partido entre el local y el Club Nueva Chicago. Pasados unos minutos de iniciado el partido, la policía de la provincia de Buenos Aires ingreso en la tribuna visitante y disparo balas de goma contra los hinchas de Nueva Chicago lesionando a un gran número de personas. El actor recibió más de veinte impactos simultáneos en el cuerpo por lo que perdió el equilibrio y fue atropellado por una avalancha de espectadores que buscaban refugiarse de la agresión. Su cabeza se golpeó contra los peldaños y perdió el conocimiento.
Demanda a la Provincia de Buenos Aires por el mal ejercicio del poder de policía de seguridad ya que las lesiones fueron sufridas por proyectiles que disparo la policía.
Demanda a Quilmes Atlético Club por ser el estadio en donde ocurrieron los hechos y quien contrato el personal de seguridad. 
Demanda a la AFA por su condición de organizadora del campeonato y en los beneficios económicos que tales torneos le reportan.
Por otra parte, determina que la ley 23.184 consagra la responsabilidad objetiva, con fundamento en el riesgo creado, que prescinde de toda idea de culpa por parte del sujeto obligado a resarcir frente al espectador que sufre un daño, en estadios de concurrencia pública, durante un espectáculo deportivo.
El primer interrogante de la Corte es delimitar el ámbito de responsabilidad atribuible a los codemandados. 
En relación a la Provincia de Buenos Aires se trata de un servicio público que el Estado presta a la comunidad, aquel responde directamente por la falta de una regular prestación y aunque la falta sea derivada del hecho de los agentes existe una imputación directa al titular del servicio (actividad de los órganos, funcionarios o agentes del Estado) realizada para el desenvolvimiento de los fines de las entidades de las que dependen por lo que debe responder de modo principal y directo por sus consecuencias dañosas. La Corte determina que existe responsabilidad directa basada en la prestación inadecuada del servicio; una anormalidad frente a las obligaciones del servicio regular. Nos encontramos frente a un caso de RESPONSABILIDAD ES OBJETIVA. A través de pruebas testimoniales se demostró el proceder inadecuado de la policía de la Provincia de Buenos Aires, quienes a través del uso inadecuado de los elementos disuasivos y coercitivos tomaron parte de una riña por lo que la Corte tiene por configurada la irregularidad en la prestación del servicio. Debido a la extralimitación en el uso de los medios coercitivos lícitos; se admite la responsabilidad del Estado Provincial.
Respecto al Quilmes Atlético Club, tiene una obligación de seguridad respecto de los asistentes con fundamento en el artículo 1198 del Código Civil y la ley 23184, donde no cabe como eximente el accionar de los simpatizantes del club visitante o la conducta de la policía, ya que no se trataría de terceros por los que el organizador no deba responder. Se determina que existe negligencia en el cumplimiento de los controles de seguridad a su cargo, que no logro asegurar que los asistentes no ingresasen con objetos peligrosos por lo que resta admitir la responsabilidad del club demandado.
Respecto a la AFA; Se impone la responsabilidad como participante y beneficiaria del espectáculo deportivo que origino la lesión del actor.
La condena se hace extensiva al contrato de seguro.
Ahora bien, en cuanto al resarcimiento reclamado, La Corte determina que si la victima resulta disminuida en sus aptitudes físicas o psíquicas de manera permanente, esta incapacidad debe ser objeto de reparación. El actor acredito haber sufrido lesiones por impacto de balas de gomas, pero no aporto ninguna otra prueba para cuantificar la subsanación del daño ocasionado. Los dictámenes periciales no revisten carácter de prueba legal están sujetos a la valoración de juez, por lo que no se los considera obligatorios. Ante la ausencia de una historia clínica, estudios, o certificados médicos de las lesiones sufridas, las conclusiones del peritaje aparecen como carentes de todo fundamento objetivo, formando una conjetura que descansa en la certeza de la versión de los hechos aportados por el actor. La Corte desestima que exista un nexo de causalidad probado ya que este exige un sustento científico del que carece el informe por ende, se DESESTIMA EL RUBRO INDEMNIZATORIO. Si resulta procedente, el reclamo del daño moral, detrimento de índole espiritual que debe tenerse por configurado por la sola producción del episodio dañoso ya que se presume la inevitable lesión de los sentimientos del demandante. 
Conclusión
El tema de la responsabilidad de las entidades que organizan un determinado espectáculo deportivo está legislado con una simplicidad que puede resultar un tanto engañosa. ¿Qué entidades deben responder? ¿Qué significa organizar un espectáculo deportivo? ¿En qué situación deben haber experimentado las víctimas el daño para poder recurrir al dispositivo legal? A la luz de estas particularidades, es posible arribar, a nuestro criterio a las siguientes conclusiones: 
1) El organizador de un espectáculo deportivo asume frente al espectador una obligación de seguridad de resultado, que encuentra sustento normativo expreso en las leyes 23.184 y 24.192, cuyo incumplimiento genera responsabilidad objetiva.
2) A la luz del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación, sería aplicable el 1757 que determina que toda persona responde por el daño causado por el riesgo o vicio de la cosa, o de las actividades que sean riesgosas o peligrosas por su naturaleza. A su vez el 1758 determina que en caso de una actividad riesgosa o peligrosa responde quien la realiza, se sirve u obtiene provecho de ella, por sí o por terceros. 
3) Encontrándose los deportistas comprendidos dentro del concepto de protagonista, y siendo por ende, alcanzados por lo dispuesto en la Ley 24.192, los organizadores también deberán responder por los daños que éstos sufran siempre que ellos sean “generados en los estadios”. 
4) A partir del fallo Mosca, la AFA posee responsabilidad ante los daños producidos en el estadio y sus inmediaciones, lo cual se ve reforzado por el artículo 1758 del Nuevo Código Civil y Comercial de la Nación puesto que AFA obtiene provecho de dicha actividad riesgosa.
5) Las eximentes para el organizador, en caso de un espectáculo público deportivo, son el hecho de la víctima, el hecho de un tercero por el cual no deba responder y el caso fortuito o fuerza mayor. 
Bibliografía
· “Responsabilidad Civil por riesgo creado y de empresa. Parte Especial. Tomo III”. La Ley, 2006, Buenos Aires, Argentina.
· Ley Nº 23.184. Espectáculos Deportivos. Régimen Penal y Contravencional para la violencia en los citados eventos. Responsabilidad Civil
· Ley Nº 24.192. Espectáculos Deportivos. Modificación de la Ley Nº 23.184.
· Ley Nº 26.358. Espectáculos Deportivos. Modificación de la Ley Nº 23.184, modificada por la Ley Nº 24.192.
· “Responsabilidad del organizador de espectáculos deportivos frente a los deportistas y frente al público concurrente (art. 51, Ley 23.184 y modificatorias ant. Ley 26.358”. Carlos A. Calvo Costa.
· Fallo Corte Suprema de Justicia, “Zacarías, Claudio H. c/ Córdoba, Provincia de y otros s/sumario”. 28 de Abril de 1998.
· Fallo Corte Suprema de Justicia, “Mosca, Hugo Arnaldo c/ Buenos Aires, Provincia de (Policía Bonaerense) y otros s/ daños y perjuicios”. 06 de Marzo de 2007.
· Código Civil y Comercial de la Nación, Editorial Estudio, Abril 2015.
· Código Civil de la Nación. Ediciones del País, Junio 2010.
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