Logo Studenta

Derechos Humanos y Pueblos Originarios

¡Este material tiene más páginas!

Vista previa del material en texto

Trabajo Práctico de Derechos Humanos y Garantías:
Pueblos Originarios
Cátedra: Travieso – Scaglione
Profesores: Scaglione, Dante
 Tucci, Carlos
Día y horario: Martes y viernes, 17-18:30 hs
Aula: 224
Integrantes: Fazio, Graciela
		 Lichinizer, Romina
		 Catania, Eduardo
		 Espada, Ignacio
		 Mazzinghi, Michele
		 Trufero, Matías
Introducción:
Se llaman pueblos originarios a quienes habitaban un territorio antes de la llegada de un colonizador proveniente de otro lugar. Los aborígenes pertenecen a un tipo de sociedad que sobrevive actualmente como residuos de sociedades antiguas que no se han integrado completamente a la sociedad mayoritaria. En Argentina se han implementado sucesivos planes y programas de integración que según las épocas se llamaron “reducciones”, “reservas”, “colonias” o “misiones”, y cuyo objetivo principal era la “radicación” de los indígenas a la tierra como campesinos o peones rurales. Todas las políticas de “igualar” fracasaron por el resurgimiento de las comunidades indígenas, el fortalecimiento de sus formas organizativas propias y su accionar como actores políticos, tanto en el orden interno como en el plano internacional.
Si bien no existe un acuerdo sobre el significado de los términos “Pueblos Indígenas”, pero a diferencia del nivel internacional que si se pudieron dar algunas definiciones acerca de este término. Una de ellas es la proporcionada por el relator especial de las Naciones Unidas el Sr José Martínez Cobo quien sostiene que: “Las comunidades, pueblos y naciones indígenas son aquellos que, teniendo una continuidad histórica con las sociedades previas a la invasión y colonización que se desarrollaron en sus territorios, se consideran a sí mismos distintos de otros sectores de las sociedades que prevalecen actualmente en esos territorios, o en partes de los mismos. En la actualidad los pueblos originarios constituyen un sectores no dominantes de la sociedad y están destinados a preservar, desarrollar y traspasar a futuras generaciones sus territorios ancestrales y su identidad étnica, como base de su continua existencia como pueblos, de acuerdo con sus propias pautas culturales, instituciones sociales y sistemas legales”.
Las comunidades indígenas expresan día tras día su voluntad de poder preservar la diferencia cultural que los distingue de otros grupos sociales y que ellos mismos se encuentran decididos a fortalecer sus instituciones sociopolíticas para conseguirlo. Por ser sociedades aborígenes, los pueblos indígenas no sólo reivindican su ocupación continua dentro de las tierras ancestrales o al menos de parte de ellas, sino también la calidad del vínculo que los une con ellas como las tierras, el hábitat, el paisaje, el territorio y todas estas son las condiciones indispensables para el mantenimiento de su propia identidad como pueblo. 
Actualmente tanto la ONU como la OIT (Organización Internacional del Trabajo) reconocen que la determinación y protección de los derechos de los pueblos originarios es parte fundamental de los Derechos Humanos.
Anticipo Histórico:
 A lo largo de la historia argentina, la participación política de los aborígenes fue muy limitada. Muchas veces fueron llamados cuando los necesitaban, como tropa en las luchas por la independencia o en las luchas entre caudillos; ellos fueron obligados a hacer cosas convenientes a algún sector político, pero alejadas de sus propios intereses. etc.
Para los aborígenes, el derecho a la participación, no es sólo el derecho a votar, presenciar un acto político o algún otro evento, sino también a tener la libertad de opinar, expresarse y ser escuchado.
La participación en 1820 era muy restringida, sólo los grandes comerciantes y estancieros, es decir, los denominados sectores patricios, detentares del poder político y económico, decidían y legislaban sin darle participación a los sectores de bajos recursos y aborígenes. En la Constitución Nacional de 1853 no había ningún tipo de consideración acerca de la situación de los indígenas, la sociedad los veía como una amenaza, no se los consideraba como pertenecientes a la población sino como una fuerza externa que ponía en peligro a la Nación. Entre 1853 y 1854 el Congreso sancionó 13 leyes destinadas a fortalecer la frontera con los aborígenes.
Con la finalización del proceso de conquista territorial, la cuestión indígena se convirtió en un tema menor, y esto se vio reflejado en una falta de legislación.
Con el advenimiento de la democracia en 1983, debemos destacar el inicio de una etapa de avance en el reconocimiento de los derechos indígenas en nuestro país. Se creó el INAI (Instituto Nacional de Asuntos Indígenas) considerado como uno de los progresos de los reclamos del movimiento indígena y de la lucha por sus derechos. Hay que destacar que en Formosa en 1984 se la sanción la Ley Integral del Aborigen, que tuvo la participación de los mismos para su redacción. A su vez, otro avance en la materia, se produce en 1985 con la sanción de la ley 23.302 referida a la cuestión indígena.
Se han dado pasos progresivos en la dimensión normativa, pasos pequeños en cuanto a la eficacia de los derechos, pero subsiste una sensación generalizada de que el tema no existe en el país, sino que afecta a un sector social. Muchas de las razones que afianzan la falta de credibilidad del Estado frente a los pueblos indígenas, giran en torno al incumplimiento de promesas y falta de seriedad de las instancias gubernamentales encargados de llevar adelante acuerdos establecidos.
En la reforma de la Constitución Nacional en 1994, los aborígenes fueron consultados para la redacción de sus derechos, y aunque pasaron varios meses para que fueran aceptados sus proyectos, lograron incorporar el Art. 75 inc. 17 entre los que se distinguen los siguientes derechos: El derecho al respeto de su identidad; a una educación bilingüe e intercultural; a la personería jurídica de sus comunidades; a la participación en gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten.
Teniendo estos derechos los indígenas pueden participar por ejemplo en la redacción de la planificación de enseñanza para garantizar la educación bilingüe e intercultural. Sin embargo, estos derechos no se efectivizan de manera que en las escuelas se enseña más la cultura blanca occidental que la de los nativos en esas tierras, ni se enseña la otra parte de la historia que está detrás de los libros y los discursos tradicionales. Estos derechos se están cumpliendo parcialmente: en Formosa, a partir de la Ley 426 sancionada en 1984, los aborígenes tuvieron un Instituto de Comunidad Aborigen (ICA), pero no resulta un instrumento eficaz para hacer cumplir los derechos indígenas de participación en las decisiones que les atañen. El presidente del ICA es designado por el gobierno provincial, nunca fue un indígena; los representantes aborígenes son elegidos en elecciones, pero no tienen peso para intervenir y ejercer su autoridad.
Los acuerdos y reconocimientos a partir de 1983 fueron parcialmente llevados a la práctica. Aunque muchos derechos fueron incorporados a la norma fundamental, tornándose más visible e imponiendo más fuerza a sus demandas, pero la deuda histórica con los pueblos originarios permanece. A dos siglos del nacimiento de la Argentina como país independiente, es necesario de manera urgente, demandado por los pueblos indígenas, transformar el Estado y hacer efectivos la garantía de sus derechos, para que las comunidades aborígenes puedan encontrar y acceder a un espacio genuino en nuestras políticas democráticas.
 Visión Sociológica:
Las distintas etnias y comunidades aborígenes que habitan en el territorio argentino, y distintos países del continente americano presentan similitudes y diferencias. Un gran punto que encuentran en común es su cosmovisión y respeto por la tierra (pachamama) como elemento esencial para su propio desarrollo en armonía con la naturaleza. La defensa de sus creencias religiosas, su cultura, y su propiaidentidad son una clara explicación de las luchas llevadas a cabo como respuesta ante el avasallamiento de los colonizadores que con la imposición de su cultura, tenían el fin inmediato de apropiarse de los territorios que estos pueblos habitaban originariamente. 
A razón de mostrar sus diferencias en cuanto a composición social, orígenes, y hasta su economía tanto antes de la llegada de los españoles como en la actualidad, es que a continuación se describen algunas de las etnias que habitan el territorio argentino.
 A) MAPUCHE
El termino Mapuche, del idioma mapudungún, deriva de los vocablos “mapu”: tierra y “che”: gente. Se entiende entonces como "gente de la tierra". Una forma de denominarse en clara oposición a los extranjeros.
Este pueblo habita el sur de Chile y el suroeste de Argentina (la región pampeana y el norte de la Patagonia). Dentro del territorio Argentino se sostiene que habitan 90.000 personas pertenecientes a esta etnia. 
Si bien su origen no es muy certero se conoce que previo a la conquista iniciada por los españoles, la etnia mapuche habitaba el valle del Aconcagua y la isla de Chiloé. Algunos se vieron bajo el dominio del imperio Inca, mientras que otra fracción ubicada en el territorio del río Maule era independiente. Su expansión se dio hacia el este de la cordillera de los Andes lo que significo la dominación de otra etnia aborigen (los Tehuelches) y grupos nómades de ese territorio.
Su Economía trataba sobre la caza y la horticultura pero a raíz de la invasión sufrida, termino por transformarse en agrícola y ganadera, como así también de la venta de tejidos artesanales.
Su forma de organización social estaba dada en comunidades o agrupaciones bajo la autoridad de un líder. La familia se componía por el padre, la madre y sus hijos. Antes practicaban la poligamia y las distintas familias que poseían algún antepasado en común se relacionaban, ayudaban mutuamente y vivían en rucas vecinas.
Ante una situación de guerra, se reunían varios grupos cada uno con su líder y conformaban tribus.
Sus creencias religiosas denotan el respeto al mundo espiritual, a los antepasados, y a los espíritus de la naturaleza. No existe consenso al decir si su creencia en un Dios llamado Ngunechen es anterior a la mezcla con el cristianismo, o si devino de esta ultima.
En la actualidad la etnia Mapuche lucha por la reivindicación de su cultura y su identidad como pueblo.
 B) MBYA GUARANÍ
Según datos de censos en Argentina viven alrededor de 3000 mbya. Pero es difícil dar una cifra estimada ya que la mayoría se niega a ser censada.
En Argentina se encuentran dos grandes comunidades llamadas Chiripá o Avá Katú Eté y los paí tavyterá.
Los indígenas Mbya Guaraní se organizan en grupos de entre 4 a 5 familias lideradas por un paí y los problemas comunes son resueltos en consejos o asambleas a las que asisten los jefes de cada familia. En aquellos lugares donde la comunidad es mas grande, ésta es liderada por el cacique (Mburuvichá). El territorio donde desarrollan su vida se puede delimitar a grandes rasgos entre la provincia de Misiones en Argentina, el río Paraná al sur de Paraguay, y parte del territorio del sur de Brasil. Es por el desarrollo en estos territorios y sus constantes migraciones que aun teniendo su propio idioma, también hablan Castellano, Guaraní paraguayo, Portugués, y distintos dialectos derivados del Mbya como son el Tambeopé y el baticola.
Sus creencias religiosas nos muestran que existe la figura de los payés (médicos tradicionales) que utilizan plantas medicinales para tratar enfermedades de los habitantes, además de dirigir cantos y danzas, le dan nombre a los recién nacidos.
Poseen amuletos que tienen conexión con la magia y se les atribuye el poder de proteger a su dueño o de causar maleficios.
Su economía estaba basada en la pesca, la caza y la recolección de nueces, miel y larvas, lo que se vio alterado por la contaminación y el avance de los Estados y particulares propietarios, sobre su comunidad. Esto derivo en una transformación a una economía de subsistencia a través de cultivos como el maíz, la mandioca, la batata, porotos, lentejas y zapallo.
 C) TEHUELCHE
La etimología de la palabra genera dificultades pero se entiende como gente bravía, derivando de chewel del idioma mapundingun.
Es un nombre genérico atribuido a distintos grupos y etnias de la Patagonia y la región pampeana que compartían algunos rasgos culturales. No hablaban las mismas lenguas pero si pertenecían al grupo tshonk.
En la actualidad, en el territorio argentino habitan en asentamientos en las provincias de Santa Cruz y de Chubut.
Su forma de organización social consistía en el traslado casi permanente de sus campamentos al final de cada temporada. Los jefes tenían escaso poder y una de sus pocas funciones era la de disponer el rumbo de las migraciones y el orden de la caza. Su economía por lo tanto era en base a la caza y a la recolección.
Dentro de sus creencias religiosas existe una deidad suprema creadora del mundo pero que no interviene en el. 
Se le atribuía al chamán el poder de curar con la ayuda de los espíritus. También creían en la existencia de espíritus malignos o mejor denominados Gualicho.
La mayor parte de su cultura se vio transformada y en algunos aspectos perdida a raíz de la invasión llevada a cabo por la etnia Mapuche, lo que hoy se ve reflejado en las comunidades mestizas mapuche-tehuelche en la provincia de Chubut.
 D) PILAGÁ
Los Pilagá provienen de la familia guaycurú y se componen de 5000 a 9800 habitantes en comunidades ubicadas en el centro de la provincia de Formosa Algunos grupos viven en la provincia de Chaco y se relacionan con los Tobas.
Se destacan por haber conservado su cultura ante el avance de los españoles y posteriormente del Estado Argentino como fue el caso de la masacre de Rincón Bomba o conocido también como el Genocidio de Pilagá.
Antiguamente su economía estaba dada por la caza y la recolección de algarrobo, tuna, mistol y molle.
Gracias a su actual organización social con lideres tradicionales han adquirido el reconocimiento y titularidad sobre la tierra que habitan. Esta lucha es tomada como ejemplo para el posterior reconocimiento de otras comunidades aborígenes.
Hoy en día su economía ha cambiado, se sustentan con trabajos en aserraderos, por la cosecha, el trueque, y la recolección de frutos. También realizan tejidos y cestería propio de la cultura que se esta fortaleciendo.
 E) TOBAS
El termino “Tová” del idioma Guaraní significa “frente”. La etnia qom ha sido llamada toba porque tenían la práctica de decalvación de la parte delantera del cuero cabelludo.
Se ubicaban originariamente en las provincias de Chaco y Formosa pero debido a la migración forzada, hoy existen asentamientos en Rosario y Buenos Aires. 
Según el censo del año 2001, son 60.000 los habitantes en Argentina pertenecientes a la etnia qom.
Hoy su economía se basa en trabajos como peones temporarios en los algodonales, obrajes, aserraderos, hornos de ladrillos y carbón o empleados municipales en los pueblos. También por pequeños cultivos de zapallos, mandioca y batatas. En algunas ocasiones cazan, pescan y recolectan frutos.
Socialmente se organizan de manera tal que constituyen comunidades rurales o urbanas con líderes tradicionales. El pueblo qom elige a sus caciques en ceremonia, por decisión de los ancianos y caciques regionales. Es un alto honor que al ser dado no puede ser rechazado. También se organizan a través de comisiones vecinales o asociaciones comunitarias, cuyos miembros son elegidos por la comunidad.
Por sus creencias religiosas, anteriores a la influencia de la religión católica, conocemos la figura del chamán quien curaba enfermedades. 
Se destaca que, como consecuencia de la escasez de alimentos, muchas veces se practicaba el infanticidio.
 F) WICHI
Los habitantes de esta Etnia son aproximadamente 80.000 personas. Junto con los chulupíes (1.200 personas) y los chorotes (900) forman la familia Mataco – Mataguayo.
Su lengua provienedel grupo familiar guaycurú y sus orígenes, según investigadores, es la mezcla de varias etnias andinas, otras ubicadas en la pampa y hasta etnias amazónicas.
Su economía hoy esta sustentada por trabajos como la recolección de algodón, la zafra de la caña de azúcar o a desempeñarse en obrajes forestales como hacheros. En contraposición, antes su sustento principal era la caza, la pesca y la recolección de algarroba, cocos, porotos cimarrones, miel y tuna.
Sus creencias religiosas muestran el animismo y el chamanismo, rendían culto a los seres de la naturaleza y tenían como deidad superior a (Tokuah o Tokuaj) que regía al mundo.
Su organización social se daba por comunidades relacionadas por parentesco; cada una de éstas estaba administrada por un jefe anciano y un consejo comunitario de varones que gobernaba cada aldea. Varias comunidades o grupos parentales formaban parcialidades. 
Hoy estas comunidades se ubican cercanas a la ribera del Pilcomayo y Bermejo.
 G) ONA
Los Onas (termino proveniente del idioma yagán) como son reconocidos popularmente, son también denominados selkman que habitan la isla grande de Tierra del Fuego.
Su Organización social se constituía formando "clanes" patrilineales de 40 a 120 miembros con jurisdicción sobre un territorio de caza. Aunque no se tiene datos sobre la existencia de jefes o caciques, en las ceremonias religiosas los ancianos de la tribu desempeñaban un papel principal, y la parte del ritual estaba en manos de los médicos-hechiceros. Eran generalmente monógamos, aunque había empezado a difundirse la poligamia.
Antiguamente eran nómades y su economía estaba basada en la caza de animales como los guanacos y la recolección de frutos.
Al ser politeístas su creencias estaban representada por espíritus tanto benignos como maléficos. "Hashe" era la representación de un espíritu maligno encarnado en el árbol seco. 
La figura del Chamán ayudaba a los cazadores en sus emprendimientos para la búsqueda de alimento y también curaba enfermedades con la ayuda de los espíritus de chamanes muertos.
Celebraban la ceremonia conocida como Hain, donde se les transmitía a los adolescentes la idea de patriarcado que constituía su orden social.
En la actualidad esta etnia esta prácticamente extinta como producto de las expediciones llevadas a cabo por europeos, donde se tenia como fin la matanza de los habitantes de las tierras del sur de Argentina y Chile.
Principales Reclamos:
Los pueblos indígenas han sido y son los grandes ausentes en las constituciones modernas y las legislaciones. Las comunidades son las que teniendo una continuidad histórica se han desarrollado en sus territorios considerándose distintos a otros sectores de la sociedad. Ahora prevalecen en sus territorios, formando actualmente sectores no dominantes de la sociedad, habiendo sido corridos de sus lugares y empujados a dejar de lado sus costumbres debido a la pérdida de territorios en donde se desarrollaban (caza, pesca, recolección de frutas, etc.). Continúan resistiendo con grandes esfuerzos e intentando mantener estas costumbres (en territorios más acotados, con cada vez menos fauna y flora de la que vivir).
Son escasas las comunidades que cuentan con títulos de propiedad, existen serios obstáculos para disfrutar de sus territorios, situación que se vio agravada en los últimos años, por el proceso de expansión de la industria hidrocarburífera, minera y forestal, por la expansión de la frontera agrícola y el aumento exponencial de los desmontes en algunas provincias. Finalmente, las luchas emprendidas por los pueblos o comunidades reciben una respuesta institucional violenta que incluye la criminalización de la protesta social, la represión, el asesinato y la persecución y amedrentamiento de las autoridades indígenas y los defensores.
En noviembre de 2010, integrantes de la comunidad indígena QuomPotaeNapocnaNavogoh - La Primavera, realizaron una protesta en la provincia de Formosa en reclamo por la restitución de sus tierras. Como consecuencia, se desató una feroz represión policial que causó la muerte de Roberto López, graves heridas a Samuel Garcete, decenas de heridos de variable gravedad, detenciones prolongadas y la quema de viviendas de miembros de la Comunidad, lo que motivó el otorgamiento de una medida cautelar por parte de esta Comisión (MC 404-10). Esta Comunidad hace varios años viene reclamando el cumplimiento efectivo del derecho a la posesión y propiedad comunitaria de sus tierras sin obtener resultados. Actualmente la comunidad no puede acceder a una parte de su territorio porque se encuentra ocupado por particulares, en otra parte se delimitó inconsultamente el Parque Nacional Río Pilcomayo y otra área ha sido cedida a una Universidad estatal. En los últimos meses se produjeron varios hechos de violencia contra integrantes de la comunidad.
Marco Normativo Nacional:
 En la Constitución Nacional de 1853 (Con la incorporación definitiva de Buenos Aires a la Federación Argentina, en 1860), se establecía en el art. 67 inc. 15 que el Congreso debía “Proveer a la seguridad de las fronteras, conservar el trato pacífico con los indios, y promover la conversión de ellos al catolicismo.”
 En este caso, el vocablo “frontera” provenía de frente, un término militar que designaba la zona de contacto con una fuerza enemiga. La idea de frontera se asociaba a un sistema de control que consistía en proteger a la sociedad blanca del embate de los “indios”. Se vinculaba a una separación entre dos territorios, dos soberanías en pleno ejercicio, que se materializaba en la existencia de una discontinuidad representada habitualmente por una línea.
 De allí que se hacía referencia a la idea de “ampliación de la línea de frontera”. Dicha línea separaba dos sistemas políticos diferentes, con los cuales la sociedad blanca planteaba un enfrentamiento. Se trataba de una línea de conflicto entre “cristianos civilizados” e “indios bárbaros”, según la visión de la elite dirigente en esa época.
 La construcción del Estado argentino implicaba la existencia de un gobierno que fijara las reglas de juego y un territorio con límites definidos en los que se instalara una población que acatara las reglas establecidas por el gobierno, sin perjuicio de que ya dentro de sus límites se encontraran establecidos los pueblos originarios.
 Tales objetivos se lograban a través del desarrollo de una política de inclusión de los pueblos originarios, de la negociación o a través del exterminio. Esta última opción fue la que primó. Por eso, a pesar del precepto constitucional de “conservar el trato pacífico con los indios” se encararon varias campañas militares, siendo la iniciada en 1879 la que venció a la “barbarie” y al “desierto” a través de la aniquilación y el sometimiento de los pueblos originarios.
 Tomando en cuenta el art. 14 de la Constitución de 1853/1860, que planteaba que: “Todos los habitantes de la Nación gozan de los siguientes derechos conforme a las leyes que reglamentan su ejercicio; a saber: [...] profesar libremente su culto; [...].”, resulta evidente que los pueblos originarios eran considerados como naciones a las que había que enfrentar y que debían ser pasibles de la imposición de un ideal religioso, por ello, se planteaba “promover la conversión de ellos al catolicismo”.
 Con la Reforma de la Constitución Nacional en 1994, se reemplazó lo establecido en el art. 67 inc. 15 por el art. 75 inc. 17 que establece: “Reconocer la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas argentinos. Garantizar el respeto a su identidad y el derecho a una educación bilingüe e intercultural; reconocer la personería jurídica de sus comunidades, y la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan; y regular la entrega de otras aptas y suficientes para el desarrollo humano; ninguna de ellas será enajenable, transmisible ni susceptible de gravámenes o embargos. Asegurar su participación en la gestión referida a sus recursos naturales y a los demás intereses que los afecten. Las provinciaspueden ejercer concurrentemente estas atribuciones”.
 La modificación constitucional efectuada en materia de derechos de los pueblos indígenas logró que la República Argentina se pusiera, en materia constitucional, a la altura de muchos países de Latinoamérica que ya los habían incorporado en sus últimos procesos de reforma.
 La Reforma Constitucional de 1994 asignó rango constitucional a la cuestión indígena, enunciando explícitamente el reconocimiento de la preexistencia de esos pueblos a la constitución del Estado Nación y además, se adquirieron compromisos internacionales en función de la articulación del inc. 17 con el inc. 22 del mismo art. 75, que otorga rango constitucional a las Declaraciones y Tratados a los cuales adhiere el Estado Argentino: Declaración Universal de Derechos Humanos; Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica); Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos; Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; y la Convención sobre los Derechos del Niño.
 El inc. 17 reconoce a los pueblos indígenas como sujetos colectivos de derecho. El fundamento de los derechos colectivos, es el otorgamiento de un status especial a grupos que fueron marginados de la participación social y de la atención del Estado, como consecuencia de la histórica implantación de formas de organización occidentales que no tuvieron en cuenta a los habitantes originarios de los territorios colonizados por los europeos. Este cambio implicó la aceptación de que, históricamente, se discriminó a los indígenas y se los excluyó de bienes para el desarrollo, al punto de poner en peligro su vida biológica, sus sistemas religiosos, su organización social, sus lenguas.
 El art. 17 de la Constitución Nacional reconoce a los pueblos originarios los siguientes derechos:
 A) Preexistencia étnica y cultural: se debe reconocer la herencia de los pueblos originarios que se mantienen en sus descendientes y cuya cultura ha impregnado a toda la sociedad.
 B) Derechos a su identidad: Garantiza la supervivencia cultural de las comunidades.
 C) A la educación bilingüe e intercultural: Con el objetivo de resguardar y revalorizar la identidad histórico-cultural de cada comunidad, asegurando, al mismo tiempo, su integración igualitaria en la sociedad nacional. Se debe impartir la enseñanza en la lengua indígena materna correspondiente y en el idioma nacional.
 D) A la posesión y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan: Se reconoce la importancia que tiene para las comunidades indígenas, la preservación de su hábitat natural y la conciencia sobre los cambios culturales que las variaciones en este hábitat pueden generar. Se tutela aquí la propiedad colectiva de la tierra, ya que la considera en conexión directa con la concreción del derecho a la vida, la integridad personal y la dignidad humana. Por ende, la posesión de las tierras comunitarias que ocupan desde siempre las comunidades de los pueblos indígenas, deben pasar el dominio de éstas a nombre de las comunidades indígenas, sea por gestión administrativa o judicial ante el Estado o terceros.
 E) A la personería jurídica de sus comunidades: Se entenderá como comunidades indígenas a los conjuntos de familias que se reconozcan como tales por el hecho de descender de poblaciones que habitaban el territorio nacional en la época de la conquista o colonización e indígenas a los miembros de dicha comunidad. La personería jurídica se adquirirá mediante la inscripción en el Registro de Comunidades Indígenas y se extinguirá mediante su cancelación.
 F) A la participación en la gestión de sus recursos naturales y de todo otro tema que los afecte: Los integrantes de las comunidades indígenas deben fijar junto a los representantes del Estado, las estrategias y políticas públicas recurriendo al sano criterio de los integrantes de las comunidades para establecer cómo deben utilizarse las riquezas naturales, cuidando que no se talen bosques sin reposición, que no se erosionen las tierras de cultivo y de pastoreo, que no se enajenen los minerales del subsuelo, infectando y devastando el hábitat de la comunidad. De esa manera, las concesiones mineras y las guías para extraer minerales o madera de las posesiones de las comunidades, deben contar con el consentimiento libre, previo e informado de sus integrantes ante el Estado.
 Si bien, no habían sido incluidos en forma positiva al texto constitucional, ciertos derechos a los pueblos indígenas vinieron siendo reconocidos a través de algunas leyes nacionales. A Saber:
 A) Ley Nacional N° 14.932 (1959): Estado argentino se obligaba a garantizar “la asignación de tierras adicionales a dichas poblaciones indígenas cuando las tierras de que dispongan sean insuficientes para garantizarles los elementos de una existencia normal o para hacer frente a su posible crecimiento numérico”.
 B) Ley Nacional N° 23.302 (1985): Se refiere a la “política indígena y apoyo a las comunidades aborígenes”. Establece en el art. 1: “De interés nacional la atención y apoyo a los aborígenes y a las comunidades indígenas existentes en el país, y su defensa y desarrollo para su plena participación en el proceso socioeconómico y cultural de la Nación, respetando sus propios valores y modalidades”, y dispuso que, “a ese fin, se implementarán planes que permitan su acceso a la propiedad de la tierra y el fomento de su producción agropecuaria, forestal, minera, industrial o artesanal en cualquiera de sus especializaciones, la preservación de sus pautas culturales en los planes de enseñanza y la protección de la salud de sus integrantes”. La ley establece también los requisitos para que las comunidades indígenas adquieran personería jurídica; crea el Instituto Nacional de Asuntos Indígena (INAI); la adjudicación de tierras para aquellas comunidades debidamente inscriptas; planes de educación, de salud y vivienda.
 C) Ley Nacional N° 24.071 (1992): Aprobó un Convenio con la Organización Internacional del Trabajo (OIT) sobre Pueblos Indígenas y Tribales en Países Independientes.
 D) Ley Nacional N° 25.607 (2002): Establece la realización de una campaña de difusión de los derechos de los pueblos indígenas contenidos en el inciso 17 del artículo 75 de la Constitución Nacional.
 Marco Normativo Internacional:
 Los pueblos originarios han hecho llegar su opinión a importantes procesos de negociación y adopción de decisiones en todo el mundo. Como consecuencia de décadas de reivindicaciones, la comunidad internacional ha reconocido cada vez más la marginación socioeconómica de los grupos originarios, su exclusión sistemática de los beneficios del crecimiento económico, y los efectos perjudiciales que frecuentemente habían tenido los procesos mundiales en las culturas, identidades y recursos de estos colectivos. Al mismo tiempo, ha aumentado el reconocimiento de la importancia de la contribución de los pueblos originarios al desarrollo social y económico.
 El avance hacia la plena realización de los derechos y seguridad de los medios de subsistencia de los pueblos originarios, se vio acompañado por la aprobación de numerosas normas y leyes en tratados y convenciones internaciones, muchas de las cuales obtuvieron, en Argentina, jerarquía constitucional, a través del art. 75 inc. 22, con la Reforma de la Constitución Nacional de 1994: Declaración Universal de Derechos Humanos; Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre; Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica); Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales; Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos;Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio; Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial; Convención sobre la Eliminación de todas las Formas de Discriminación contra la Mujer; Convención Contra la Tortura y otros Tratos o Penas Crueles, Inhumanos o Degradantes; y la Convención sobre los Derechos del Niño.
 A) Declaración Universal de Derechos Humanos: Representa la primera expresión mundial de derechos para todos los seres humanos. En el art. 2 establece que: “Toda persona tiene todos los derechos y libertades proclamados en esta Declaración, sin distinción alguna de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición. Además, no se hará distinción alguna fundada en la condición política, jurídica o internacional del país o territorio de cuya jurisdicción dependa una persona, tanto si se trata de un país independiente, como de un territorio bajo administración fiduciaria, no autónomo o sometido a cualquier otra limitación de soberanía.”
 B) Declaración Americana de los Derechos y Deberes del Hombre: Fue el primer acuerdo internacional sobre Derechos Humanos, en 1948, en la IX Conferencia Internacional Americana, y que también dio lugar a la creación de la OEA.
 El art. 2 establece que: “Todas las personas son iguales ante la Ley y tienen los derechos y deberes consagrados en esta declaración sin distinción de raza, sexo, idioma, credo ni otra alguna.”
 C) Convención Americana sobre Derechos Humanos (Pacto de San José de Costa Rica): De acuerdo a lo establecido en el art. 1 inc. 1: “Los Estados Partes en esta Convención se comprometen a respetar los derechos y libertades reconocidos en ella y a garantizar su libre y pleno ejercicio a toda persona que esté sujeta a su jurisdicción, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.”
 El art. 9 de la Carta Democrática Interamericana, aprobada en septiembre de 2001 en Asambles espacial de la OEA, establece que: “La eliminación de toda forma de discriminación, especialmente la discriminación de género, étnica y racial, y de las diversas formas de intolerancia, así como la promoción y protección de los derechos humanos de los pueblos indígenas y los migrantes y el respeto a la diversidad étnica, cultural y religiosa en las Américas, contribuyen al fortalecimiento de la democracia y la participación ciudadana.”
 Acerca del derecho a la propiedad, el art. 21 del Pacto establece que: “Toda persona tiene derecho al uso y goce de sus bienes.  La ley puede subordinar tal uso y goce al interés social.”, lo cual tiene gran importancia en el derecho a la propiedad territorial de los pueblos originarios.
 D) Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales: Obliga a los Estados a esforzarse para asegurar a los individuos derechos económicos, sociales y culturales, incluyendo derechos laborales y derechos a la salud, la educación y un nivel de vida adecuado.
 De acuerdo al art. 2 inc. 1: “Cada uno de los Estados Partes en el presente Pacto se compromete a adoptar medidas, tanto por separado como mediante la asistencia y la cooperación internacionales, especialmente económicas y técnicas, hasta el máximo de los recursos de que disponga, para lograr progresivamente, por todos los medios apropiados, inclusive en particular la adopción de medidas legislativas, la plena efectividad de los derechos aquí reconocidos.”, y en el inc. 2 del mismo artículo, se establece que: “Los Estados Partes en el presente Pacto se comprometen a garantizar el ejercicio de los derechos que en él se enuncian, sin discriminación alguna por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opinión política o de otra índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.”
 El art. 13 inc. 1 establece que: “Los Estados Partes en el presente Pacto reconocen el derecho de toda persona a la educación. Convienen en que la educación debe orientarse hacia el pleno desarrollo de la personalidad humana y del sentido de su dignidad, y debe fortalecer el respeto por los derechos humanos y las libertades fundamentales. Convienen asimismo en que la educación debe capacitar a todas las personas para participar efectivamente en una sociedad libre, favorecer la comprensión, la tolerancia y la amistad entre todas las naciones y entre todos los grupos raciales, étnicos o religiosos, y promover las actividades de las Naciones Unidas en pro del mantenimiento de la paz.”
 E) Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos: Defiende la protección contra la discriminación por razón de género, religión, raza u otra condición.
 El art. 26 establece que: “Todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho sin discriminación a igual protección de la ley. A este respecto, la ley prohibirá toda discriminación y garantizará a todas las personas protección igual y efectiva contra cualquier discriminación por motivos de raza, color, sexo, idioma, religión, opiniones políticas o de cualquier índole, origen nacional o social, posición económica, nacimiento o cualquier otra condición social.”
 F) Convención Internacional sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación Racial: Es un mecanismo jurídicamente vinculante que obliga a todos los miembros de las Naciones Unidas a eliminar la discriminación racial y promover el entendimiento entre todas las razas.
 El art. 2 inc. 1, establece que: “Los Estados partes condenan la discriminación racial y se comprometen a seguir, por todos los medios apropiados y sin dilaciones, una política encaminada a eliminar la discriminación racial en todas sus formas y a promover el entendimiento entre todas las razas, y con tal objeto: a) Cada Estado parte se compromete a no incurrir en ningún acto o práctica de discriminación racial contra personas, grupos de personas o instituciones y a velar por que todas las autoridades públicas e instituciones públicas, nacionales y locales, actúen en conformidad con esta obligación; b) Cada Estado parte se compromete a no fomentar, defender o apoyar la discriminación racial practicada por cualesquiera personas u organizaciones; c) Cada Estado parte tomará medidas efectivas para revisar las políticas gubernamentales nacionales y locales, y para enmendar, derogar o anular las leyes y las disposiciones reglamentarias que tengan como consecuencia crear la discriminación racial o perpetuarla donde ya exista; d) Cada Estado parte prohibirá y hará cesar por todos los medios apropiados, incluso, si lo exigieran las circunstancias, medidas legislativas, la discriminación racial practicada por personas, grupos u organizaciones; e) Cada Estado parte se compromete a estimular, cuando fuere el caso, organizaciones y movimientos multirraciales integracionistas y otros medios encaminados a eliminar las barreras entre las razas, y a desalentar todo lo que tienda a fortalecer la división racial.”
 G) Convención sobre los Derechos del Niño: Se hace referencia a muchos derechos y garantías para niños que tengan ascendencia indígena.
 El art. 17 inc. D establece que: “Los Estados Partes reconocen la importante función que desempeñan los medios de comunicación y velarán por que el niño tenga acceso a información y material procedentes de diversas fuentes nacionales e internacionales, en especial la información y el material que tengan por finalidad promover su bienestar social, espiritual y moral y su salud física y mental. Con tal objeto, los Estados Partes: d) Alentarán a los medios de comunicación a que tengan particularmente en cuenta las necesidades lingüísticas del niño perteneciente a un grupo minoritario o que sea indígena.”
 Respecto a la educación, el art. 29 inc. D indica que: “Los Estados Partes convienen en que la educación delniño deberá estar encaminada a: d) Preparar al niño para asumir una vida responsable en una sociedad libre, con espíritu de comprensión, paz, tolerancia, igualdad de los sexos y amistad entre todos los pueblos, grupos étnicos, nacionales y religiosos y personas de origen indígena.”
 Por su parte, el art. 30 establece que: “En los Estados en que existan minorías étnicas, religiosas o lingüísticas o personas de origen indígena, no se negará a un niño que pertenezca a tales minorías o que sea indígena el derecho que le corresponde, en común con los demás miembros de su grupo, a tener su propia vida cultural, a profesar y practicar su propia religión, o a emplear su propio idioma.”
 Asimismo, además de los anteriores tratados y convenciones, con jerarquía constitucional en nuestro país, también podemos mencionar al Convenio 107 de la OIT (Organización Internacional del Trabajo), que fue firmado en 1957, y se trató del primer convenio internacional sobre el problema de los Derechos y Garantías de los Pueblos Originarios. Fue el primer intento para codificar obligaciones internacionales de los Estados con respecto a pueblos tribales e indígenas. El convenio define los pueblos originarios como grupos humanos diferenciados y hace hincapié en la necesidad de mejorar las condiciones de vida y trabajo a las que están expuestas.
 Éste fue sucedido y actualizado en el año 1989, con la firma del Convenio 169 de la OIT, que constituye un instrumento jurídico internacional más exhaustivo, que define los derechos de los pueblos originarios y los principios a los que los Estados, organizaciones multilaterales y otros agentes deberían atenerse. Hace hincapié en el derecho de trabajo de los pueblos indígenas y tribales y su derecho a la tierra y al territorio, a la salud y a la educación.
 Más recientemente, en el año 2007, y tras casi 20 años de negociación, se firma la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, el cual estableció una norma esencial para eliminar las violaciones de derechos humanos cometidas contra los pueblos indígenas en todo el mundo, para combatir la discriminación y la marginación, y para defender la protección de medios de subsistencia indígenas. La Declaración precisa los derechos colectivos e individuales de los pueblos indígenas, especialmente sus derechos a sus tierras, bienes, recursos vitales, territorios y recursos, a su cultura, identidad y lengua, al trabajo, la salud, la educación y a determinar libremente su condición política y su desarrollo económico.
 Hace énfasis en el derecho de los pueblos originarios a mantener y fortalecer sus propias instituciones, culturas y tradiciones, y a perseguir libremente su desarrollo de acuerdo con sus propias necesidades y aspiraciones; prohíbe la discriminación contra los pueblos originarios y promueve su plena y efectiva participación en todos los asuntos que les conciernen, y su derecho a mantener su diversidad y a propender por su propia visión económica y social.
 Situación Actual:
Actualmente, en la Argentina se encuentra la siguiente variedad de pueblos indígenas: Aonikenks-tehuelches (o patagones), atacameños-atacamas, avá-guaraníes-chiriguanos, aymaras, chanés, charrúas, chiripás, chorotes, chulupís, comechingones, diaguitas – calchaquíes, huarpes,	kollas,	lules, maimaráes, mapuches, mbyás-guaraníes, mocovíes, ocloyas (parcialidad de los omaguacas), omaguacas, onas-selk' nams, pampas, pehuenches (rama de los mapuches), pilagás, paí tavyterás (o cainguás), puelches, quechuas, querandíes, ranqueles-rankulches, sanavirones, tapietés, tastiles, tobas-qoms, tonokotés, tupís-guaraníes, vilelas, wichís-matacos y los yámanas (o yaganes).
Hay que tener en cuenta que en la anterior enumeración se incluyen a descendientes mixogenizados cuyos componentes puros han desaparecido.
El Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), fue creado por la ley 23.302 del año 1985, como organismo de aplicación de la misma, a fin de velar por el cumplimiento y consecución de sus objetivos. Dicha ley declara de interés nacional la atención y el apoyo de los aborígenes y de las comunidades indígenas existentes en el país, su defensa y desarrollo para su plena participación en el proceso socioeconómico y cultural de la Nación, respetando sus propios valores y modalidades.
La relevante trascendencia de la estructura del INAI, se entiende en cuanto a que esta crea entre otros, un Registro Nacional de Comunidades Indígenas que otorga mediante su inscripción la personería jurídica a las comunidades indígenas de todo el país.
A continuación se transcriben los datos otorgados por el INDEC según la Encuesta Complementaria de Pueblos Indígenas (ECPI) realizada entre los años 2004 y 2005, donde 600.329 personas se reconocieron pertenecientes o descendientes en primera generación de pueblos indígenas.
	Población por pueblo indígena. Total del país. Años 2004-2005
	 
	 
	Pueblo indígena
	Población (2)
	 
	
	
	 
	 
	 
	 
	Atacama
	3.044
	 
	Ava guaraní
	21.807
	 
	Aymara
	4.104
	 
	Chané
	4.376
	 
	Charrúa
	4.511
	 
	Chorote
	2.613
	 
	Chulupí
	553
	 
	Comechingón
	10.863
	 
	Diaguita/ diaguita calchaquí
	31.753
	 
	Guaraní
	22.059
	 
	Huarpe
	14.633
	 
	Kolla
	70.505
	 
	Lule
	854
	 
	Mapuche
	113.680
	 
	Mbyá guaraní
	8.223
	 
	Mocoví
	15.837
	 
	Omaguaca
	1.553
	 
	Ona
	696
	 
	Pampa
	1.585
	 
	Pilagá
	4.465
	 
	Quechua
	6.739
	 
	Querandí
	736
	 
	Rankulche
	10.149
	 
	Sanavirón
	563
	 
	Tapiete
	524
	 
	Tehuelche
	10.590
	 
	Toba
	69.452
	 
	Tonocote
	4.779
	 
	Tupí guaraní
	16.365
	 
	Wichí
	40.036
	 
	Otros pueblos declarados (1)
	3.864
	 
	Pueblo no especificado (2)
	92.876
	 
	Sin respuesta
	9.371
	 
	 
	 
	 
	(1) Incluye, entre otros, los casos registrados con las siguientes denominaciones: abaucán, abipón, ansilta, chaná, inca, maimará, minuán, ocloya, olongasta, pituil, pular, shagan, tape, tilcara, tilián y vilela. No se brindan datos por separado para cada denominación debido a que la escasa cantidad de casos muestrales no permite dar una estimación de cada total con la suficiente precisión.
	(2) Incluye los casos en que la respuesta relativa al pueblo indígena de pertenencia y/o ascendencia en primera generación fue “ignorado” u “otro pueblo indígena”.
Otro interesante análisis que la ECPI otorgó fue la posibilidad de registrar qué pueblos viven en comunidades y qué cantidad de indígenas están integrados a la población general. 
Según los datos oficiales hay 179.501 viviendo en comunidades y 420.401 integrados a la población general:
Avá guaraní/ Guaraní/ Tupí guaraní: 10.806 / 1.301 / 6.060 = 18.167
Chané: 2.016
Chorote: 2.028
Chulupí: 392
Diaguita/ Diaguita calchaquí: 8.180
Huarpe: 2.620
Kolla: 33.629
Mapuche: 13.430
Mbyá guaraní: 4.322
Mocoví: 6.619
Pilagá: 3.867
Tapieté: 478
Toba: 42.870
Wichí: 34.561
Además, la ECPI reveló la cantidad de indígenas de más de 5 años de edad que hablan habitualmente en su hogar una lengua indígena: 
Avá guaraní/ Guaraní/ Tupí guaraní (incluyendo a los mal llamados por los quechuas como chiriguano): 1.950 / 1.397 / 1.976 = 5.323
Chané: 393
Chorote: 1.204
Chulupí: 125
Kolla: 1.217
Mapuche ("araucano"): 2.305
Mbyá guaraní: 2.269
Mocoví: 1.440
Qom ("Toba"): 19.867
Pilagá: 3.403
Tapieté: 130
Wichí ("mataco"): 24.127
Análisis de los datos: En el país hay 600.329 personas que asumen que pertenecen y/o son descendientes directos de una gran diversidad de pueblos indígenas. Un sexto de ellos son mapuches y poco más de un 10 por ciento son kollas o tobas.
De acuerdo con los resultados, la comunidad más populosa es la mapuche, con 113.680 habitantes que residen mayoritariamente en Chubut, Neuquén, Río Negro, Santa Cruz y Tierra del Fuego. En cantidad de habitantes le sigue el pueblo kolla, con 70.505 personas que viven, en su mayoría, en Jujuy y Salta. Y, en tercer lugar, el pueblo toba, con 69.452 habitantes, concentrados sobre todo en Chaco, Formosa y Santa Fe. Así, 13 de un total de 31 pueblos originarios residen en la región Noroeste (NOA).Y otros seis en la región Noreste-Litoral (NEA-Litoral).
Los de menor población son los pueblos quechua (561), los chulupi con 553 habitantes, los sanavirón con 528, los tapiete con 484 y, finalmente, el pueblo maimará con 178 personas.
También surge de la encuesta que apenas una porción pequeña de ellos conserva una práctica adecuada de la lengua originaria. El 85 por ciento del pueblo wichi, conformado por unas 40.036 personas en todo el país (representan menos de la mitad del pueblo mapuche y 30 mil habitantes menos que el kolla y o el toba) habla o comprende el wichi. El 88 por ciento de los 4.465 habitantes pilagá puede hablar o comprender su lengua Y de los 2.613 chorote que habitan en el país, el 77 por ciento es capaz de usar su lengua originaria
De los registros surge también que poco más del 99 por ciento de los habitantes de los pueblos aymara, querandí, pampa, lule, ona y tehuelche viven en ciudades. Al igual que el 80 por ciento de los mapuche y el 37,7 por ciento de los kolla.
Estos resultados expresan la marginalidad en que fueron encerrados los pueblos originarios después de la conquista y la colonización. Al centenario proceso de aculturación de las comunidades aborígenes, se sumó en el último siglo la pérdida masiva de su lengua originaria producto de que sólo reciben una enseñanza escolarizada en español, lengua diferente a la propia, a la de su memoria, a la de su historia.
La pérdida de las comunidades originarias de sus raíces culturales se ha visto agravada por el hecho de que la mayor parte de los descendientes de pueblos aborígenes vive en ciudades que les ofrecen un contexto de vida completamente distinto al de sus ancestros. Esto es: en las ciudades carecen de condiciones comunitarias para sostener una cultura de carácter tradicional.
La realidad arrojada por la ECPI indica que en las comunidades indígenas de nuestro país se ha profundizado el proceso de marginación e inequidad. Una tendencia que, desde los primeros momentos del siglo XXI, se viene agudizando con la masividad de las comunicaciones y con las más nuevas formas de expansionismo de “la globalización”. 
Hoy, en la Argentina no hay una política educacional para las comunidades aborígenes. Tampoco se los incluye en los programas de enseñanza de informática y menos en las entregas masivas de notebooks. Las necesidades de los pueblos originarios aún son completamente básicas. Es necesario pensar en un programa global que iguale las oportunidades de los más de 600 mil aborígenes de nuestro país respetando su derecho a conservar su identidad. Pero que los iguale con el resto del pueblo argentino para que los indígenas de la Argentina puedan gozar y participar activamente de las políticas de nuestra nación. Un desafío de tal envergadura que sólo el Estado nacional puede afrontarlo con políticas estratégicas sólidas, coherentes y serias.
 Jurisprudencia:
Considerando el antecedente del interés especial de la ONU en la discriminación racial y la protección de las minorías, y la presentación de una serie de peticiones que alegan violaciones de los derechos humanos de los pueblos indígenas, la CIDH comenzó a considerar los derechos humanos de los pueblos indígenas a al inicio de los años setenta. En 1971, la CIDH se refirió al Artículo II de la Declaración Americana (el derecho a la igualdad ante la ley) y estableció que los pueblos indígenas tenían el derecho a protecciones legales especiales para contrarrestar una severa y penetrante discriminación. También exhortó a los estados miembros de la OEA a implementar y respetar el Artículo 39 de la Carta Interamericana de Garantías Sociales, adoptada por la Asamblea General de la OEA en 1948, que establece:
En aquellos países en que existe el problema de la población nativa, deberán tomarse las medidas necesarias para brindar protección a los indígenas protección y asistencia, protegiendo su vida, libertad y propiedad y defendiéndolos del exterminio, y salvaguardándolos de la opresión y explotación, protegiéndolo de la pobreza y suministrando una educación adecuada. Deberían crearse instituciones o servicios para proteger a los indígenas, y en particular, para asegurar el respeto por sus tierras, legalizar su posesión e impedir la invasión de esas tierras por elementos externos.
Un año más tarde, en 1972, la CIDH emitió una resolución titulada, “Protección Especial para las Poblaciones Indígenas, Acción para Combatir el Racismo y la Discriminación Racial” que exhortaba a los estados miembros “a actuar con el mayor celo en defensa de los derechos humanos de las personas indígenas, quienes no deberían ser objeto de ningún tipo de discriminación”. Esta resolución estableció además: Que por razones históricas y debido a principios morales y humanitarios, la protección especial de las poblaciones indígenas constituye un compromiso sagrado de los estados; Que en diversas ocasiones esta Comisión ha tomado conocimiento de casos en los que ha sido verificado que los abusos de poder cometidos por funcionarios oficiales responsables del trabajo administrativo en conexión con las comunidades indígenas han causado injurias muy serias a los derechos humanos de sus miembros;Que estas ofensas contra los derechos humanos son aún más reprensibles considerando que son cometidas por agentes del poder público y tienen como víctimas a personas o grupos para quienes el ejercicio efectivo de sus medios de defensa establecido por las leyes de los respectivos estados es particularmente difícil.
En conclusión, la CIDH recomendó: 
Que todos los estados presten una atención muy especial a la capacitación adecuada de los funcionarios que realizarán su trabajo en contacto con poblaciones indígenas, despertando en esos funcionarios la consciencia de los derechos de las personas indígenas, quienes no deberían ser objeto de ningún tipo de discriminación,
La CIDH siguió esta resolución tratando los derechos humanos de los pueblos indígenas en su Informe Anual de 1973 a la Asamblea General de la OEA. Destacó, entre otras cosas, violaciones del derecho a la vida, particularmente en conexión con intentos de despojar a los pueblos indígenas de sus tierras y la discriminación sistemática y la denegación de protecciones legales a los pueblos indígenas. Durante 1973-74, la CIDH intentó monitorear las medidas legislativas, judiciales y administrativas relativas a los pueblos indígenas en los estados miembros de la OEA. Sin embargo, debido a su creciente carga de trabajo y escaso personal, abandonó estos esfuerzos poco después. Hasta 1989, cuando comenzó a trabajar en la Declaración Americana sobre los Derechos de los Pueblos Indígenas, la CIDH sólo prestó una atención esporádica a los intereses de los derechos humanos de los pueblos indígenas, adoptando un enfoque ad hoc en vez de una acción coordinada. Actualmente, la CIDH examina regularmente la situación de los pueblos indígenas en sus informes sobre los países, con visitas in situ y audiencias y está procesando un registro de los casos que involucran a pueblos indígenas.
 A) Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni vs. Nicaragua
Denuncia por omisión estatal de demarcar las tierras comunales, asegurar a los indígenas los derechos de propiedad sobre sus tierras ancestrales y recursos naturales y garantizarles el acceso a un recurso efectivo. Violación al derecho de protección judicial y a la propiedad privada. Prohibición para el Estado de otorgar concesiones a terceros en dichas tierras. Obligación de tomar medidas para demarcar y titular el territorio indígena.
La Comunidad Mayagna (Sumo) Awas Tingni se encuentra ubicada en la Costa Atlántica de Nicaragua y alberga aproximadamente a 142 familias. Jaime Castillo Felipe, Síndico de la comunidad, denunció al Estado de Nicaragua ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) por no demarcar las tierras comunales de la comunidad, ni tomar las medidas necesarias para asegurar los derechos de propiedad sobre sus tierras ancestrales y recursos naturales. Asimismo, denunció al Estado por no garantizar elacceso a un recurso efectivo para dar respuesta a los reclamos de la comunidad respecto de la por entonces inminente concesión de 62 mil hectáreas de selva tropical a una empresa privada, que pretendía comenzar una explotación comercial en las tierras comunales. La CIDH sometió el caso a la Corte Interamericana de Derechos Humanos quien concluyó que Nicaragua había violado los derechos de la comunidad a la protección judicial y a la propiedad privada. La Corte determinó que el derecho a la propiedad reconocido en la Convención Americana sobre Derechos Humanos protege la tenencia tradicional de la tierra por parte de los pueblos indígenas y por ende, el Estado no está facultado para otorgar concesiones a terceros en dicha tierra. En consecuencia, decidió que el Estado debía adoptar las medidas necesarias para crear un mecanismo efectivo de demarcación y titulación del territorio de las comunidades indígenas, acorde con el derecho consuetudinario, sus valores, usos y costumbres. La Corte decidió asimismo que el Estado debía abstenerse de realizar, en el ínterin, actos que pudieran afectar la existencia, valor, uso o  goce de los bienes ubicados en la zona geográfica donde los miembros de la comunidad indígena habitan y realizan sus actividades.
Debido al incumplimiento de la sentencia, la comunidad interpuso un recurso de amparo en el mes de enero de 2003 en contra del Presidente Bolaños y otros diez funcionarios de alto nivel de su gobierno. El recurso aún no ha sido resuelto. En enero de 2003, la Asamblea Nacional nicaragüense dictó una nueva ley para la demarcación de las tierras indígenas. Awas Tingni sería la primera comunidad en conseguir un título bajo la nueva ley.
Este caso reviste particular importancia por ser la primera vez que la Corte Interamericana falla en favor del derecho a la tierra ancestral de los pueblos indígenas. Esta sentencia ha sentado un precedente de inestimable valor para la defensa de los derecho indígenas en el continente latinoamericano. Por lo tanto, esta resolución constituye un paso crucial para revertir la situación de sometimiento a la que han estado y están sujetos los pueblos indígenas de la región.
 B) Salas, Dino y otros c/ Salta, Provincia de y Estado Nacional s/ amparo.
Suprema Corte de la República Argentina:
Un grupo de personas, comunidades indígenas y asociaciones criollas que se individualizan en el escrito de inicio deducen acción de amparo, en los términos del art. 43 de la Constitución Nacional, contra la Provincia de Salta y el Estado Nacional, a fin de obtener que se disponga el cese inmediato y definitivo de los desmontes y talas indiscriminadas de los bosques nativos situados en los departamentos de San Martín, Orán, Rivadavia y Santa Victoria de dicho Estado local, se declare la inconstitucionalidad y nulidad absoluta e insanable de las autorizaciones otorgadas a esos efectos y se prohíba otorgarlas en el futuro, se imponga a las demandadas el deber de recomponer y restablecer el ambiente al estado anterior a la producción del daño y, en caso de no resultar ello técnicamente factible, se fije una indemnización sustitutiva a su favor, sin perjuicio de lo que corresponda a otros afectados y al Fondo de Compensación Ambiental creado por la ley 25.675.
Manifiestan que demandan a la Provincia de Salta por no haber cumplido con sus obligaciones legales, tanto por acción como por omisión, al otorgar dichas autorizaciones de desmonte y tala y tolerar las prácticas realizadas en la zona de manera clandestina, lo cual -a su entender-lesiona, restringe, altera y amenaza sus derechos y garantías consagrados en los arts. 16, 17, 29, 31, 41, 42, 75, inc. 17, de la Constitución Nacional, en la Ley General del Ambiente, 25.675, y en los instrumentos internacionales que indica.
Aducen que también se le debe reconocer legitimación pasiva al Estado Nacional ante la falta de control de sus autoridades respecto de tales prácticas y ante la posibilidad de que incurra en responsabilidad internacional. Solicitan asimismo la concesión de una medida cautelar por la cual se ordene el cese provisional del desmonte y la tala de bosques nativos en la zona referida durante todo el tiempo que demande la sustanciación de presente litis.
Frente a la pretensión de los actores, la Corte invoca su rol de custodio de las garantías constitucionales y decide convocar a una audiencia para que las partes comparezcan. 
La resolución en autos “Salas” es la primera en la cual la Corte expresamente utiliza el principio de precaución como base para definir la verosimilitud en el derecho en la adopción de una medida cautelar. Desde la operatividad de un axioma que trae la ley general del ambiente, la Corte hace pie para reinterpretar la ley sectorial de bosques (ley 26331) siendo que la precaución será el sustento necesario para “ordenar de manera provisional, el cese de los desmontes y talas de bosques nativos en los departamentos de San Martín, Orán, Rivadavia y Santa Victoria, autorizados por la provincia de Salta durante el último trimestre del año 2007”.

Continuar navegando