La desaceleración de la economía puede tener un impacto significativo en el empleo. Cuando la economía se desacelera, las empresas suelen reducir su producción y limitar sus inversiones, lo que puede llevar a una disminución en la demanda de bienes y servicios. Como resultado, las empresas pueden verse obligadas a reducir su fuerza laboral a través de despidos, congelación de contrataciones o recortes de horas de trabajo. Esto puede aumentar la tasa de desempleo y dificultar la búsqueda de empleo para aquellos que están desempleados. Además, la desaceleración económica también puede provocar una disminución de la confianza de los consumidores y de las empresas, lo que a su vez puede llevar a una menor inversión y contratación.
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