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¿Cuáles son los mejores árboles adaptados a la ciudad?

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Notas de Estudio

Hablaré de algunos que conozco personalmente, de un modo íntimo y "cortezal".

Por supuesto, me ceñiré a los de la ciudad donde resido (Madrid). Estarás pensando que esto es una historia inventada para llamar tu atención. No, no es así. Voy a presentar las pruebas y aún de este modo, se que no me darás crédito. Con los árboles sucede lo contrario de lo que ocurre con los amigos: ¡no tengo dedos para contarlos! Esto va a ser un relato de altura. Así que tómate tu tiempo y cuando estés dispuesto lo lees. Si solo un uno por ciento de los lectores consigue un árbol-amigo, será una plantación fructífera. Presentaré en sociedad a las especies que viven en la ciudad. Para mí, desde el chopo hasta el laurel, todos son fundamentales.

Mi primer árbol-amigo (lignum amicum) fue un Eucalyptus globulus Labill, conocido popularmente como eucalipto. Bueno, en realidad, primero conocí a su padre y no fue en Madrid, fue en Asturias. Aquí me tenéis dialogando con "Eucaliptón":

Foto: Floren B. Horcajo.

Me contaba, Eucaliptón naturalmente, su penosa travesía desde el interior de Australia hasta el norte de España (je, je, los árboles no hablan, dirás). Estás en lo cierto en tu verdad. A mí jamás me habían hablado, hasta entonces.

Además, sé que lo que me contó es cierto, porque me relató la aventura de su hijo perdido en Madrid, al que más tarde conocí (y que a continuación os presentaré) y para mí, esa es la prueba definitiva de que Eucaliptón no me mentía (por dios, cómo va a mentir un árbol, ¿qué secaría? Digo, sacaría). Me confesó, que allá en su tierra, Australia, sus padres medían más de 30 metros, ¡una barbaridad! Pero que ellos aquí, en España, no alcanzaban esa altura ni hartos de humus.

Foto: Floren B. Horcajo.

Eucaliptón tuvo la suerte de crecer en un terreno húmedo y en un lugar de bajos fríos. Me cuenta que se agobia si no le llega la luz y que ya con sus 300 anillos (unos 150 años terrestres) solo le queda el consuelo de haber servido para aliviar los pulmones de los chiquillos asturianos con los efluvios de sus hojas perennes y endulzar el paladar de los humanos con la miel de eucalipto extraída año tras año por las abejas.

Me pidió que, el día de su caída, no lo usen en la carpintería de construcción, ni para parquet, muebles, carrocerías, o pasta de celulosa. Allí me transmitió su deseo de ser convertido en barrica de eucalipto que guarde vino envejecido. Así será.

Ya en Madrid, pude conocer a su hijo que, aunque no vivía tan estupendamente como su padre, aguantaba muy bien la contaminación. La verdad, lo vi más delgado que su padre, se notaba a la legua que su alimento era escaso. Aunque, es verdad, que su porte era majestuoso como todos los eucaliptos. No hicimos un selfi juntos para la posteridad:

"Aquí le digo a mi árbol-amigo (lignum amicum), que cuando su padre, Eucaliptón, caiga, me lo transmita para cumplir su deseo de crianza vinícola". Foto: Floren B. Horcajo.

Si no crees que los árboles hablan, tampoco creerás que se comunican entre ellos mediante sus neuro-raíces, pero es así.

Después de visitar a la familia Eucalipteria, dirigí mis pasos hasta el árbol-amigo Populus alba, conocido comúnmente como álamo blanco, su familia son las salicáceas. Son tres hermanos que conozco hace ya tiempo. Ellos viven en una plaza flanqueada por dos torres de pisos para humanos. Edificios de ocho plantas que les están quitando su preciada luminosidad.

Ha pasado un año, desde la última vez que les visité y, cuando llego a su ubicación, me encuentro con una pésima sorpresa: uno de los hermanos, el menor, ya no está en el sitio que ocupaba. Ha sido talado. Los dos Alba sobrevivientes me explican que llegaron los operarios municipales y dictaminaron que había que eliminarlo. Con alivio, observo, junto al tronco ya escindido, una legión de nuevos vástagos de hojas esmeraldas dispuestas a ocupar su lugar.

"Los brotes verdes del extinto Populus alba". Foto: Floren B. Horcajo.

Mi árbol-amigo Populus alba, dialogando conmigo. Foto: Floren B. Horcajo.

Los Populus alba están muy adaptados a la contaminación, son dioicos y la caducidad de sus hojas hace que las bajas temperaturas que a veces (cada vez menos) suceden en Madrid apenas les afecten.

Me despido de mis amigos plateados, pues debo visitar también a mis árboles-amigos los Cupressus sempervirentes. Estos, igualmente, son tres, pero en este caso, la familia cupresáceas la forman una madre y sus dos hijos.

Cupressus sempervirens. Cupresáceas. Foto: Floren B. Horcajo.

Me cuenta la Madre Cupressus, que últimamente está muy preocupada por sus vástagos: "el barrio no es lo que era, desde que han traído a una pandilla de desaprensivos, mis hijos ven cosas que no deberían, no sé qué hacer, y lo peor es que aún nos quedan bastantes años de residencia en este lugar" (Los cipreses pueden llegar a vivir hasta mil años). "Comprendo tu inquietud -le manifiesto- Madre Cupressus, desde que pusieron los Juzgados de Menores en el edificio colindante, los problemas se han multiplicado". Ella me comenta que su mayor preocupación son los dichosos cigarrillos, ya que si se prendiese su madera resinosa, sería muy difícil sofocar el fuego. Intento que vea el lado positivo y le hablo de sus primos del colindante cementerio de la Almudena que siempre se están quejando de que nadie les visita. ¡Esos sí que están solos!

Me despido de la Madre Cupressus mientras pienso en la vida de los Cupressus sempervirens: el término "sempervirens" significa "siempre vigoroso". Pueden alcanzar hasta los 30 metros, soportan muy bien el sol y además de cementerios, se utilizan como cortavientos y su adaptación al medio urbano es fantástica. Como veo que sigues pensando que los árboles no hablan, al menos estarás conmigo que saludan; he aquí, para los incrédulos, la foto de "Mama Ciprés" diciéndome adiós:

Foto: Floren B. Horcajo.

Como soy humano, comprendo las inquietudes mundanas, el valor del tiempo y por ello, aparco el relato de las conversaciones con mis árboles-amigos y expongo a continuación un listado de las especies mejor adaptadas al entorno urbano (no están todos, claro) con breve descripción o curiosidad si procede.

Debo mencionar en primer lugar al que ocupa el lugar de honor, el "Gran Matusalén" ginkgo (Ginkgo biloba). Las Ginkgoaceae —una familia de Ginkgoales— son gimnospermas arbóreas con un único representante vivo actual, del género Ginkgo y especie Ginkgo biloba. Son muy apreciados como bonsái. Abajo, una foto abrazándome; sí, además de hablar y saludar, les gusta apretujarse:

Foto: Floren B. Horcajo.

Ahora, observa sus hojas:

Foto: Floren B. Horcajo.

Bueno, pues aquí le tienes en el Paleoceno, hace unos 66 millones de años:

Sus fósiles más antiguos datan de hace 270 millones de años, del período Pérmico en el Paleozoico, cuando dominaban los helechos y las semillas de helecho, y el Ginkgo, cícadas y coníferas alcanzaron prominencia. Su hoja, tan característica, hace que sea fácilmente reconocible incluso para los neófitos, Así que, recuerda, en la era de los dinosaurios (Jurásico, hace 213 millones de años) ¡ya existía!

Prácticamente no han cambiado. Es una de las pocas plantas con cromosomas sexuales. Las plantas con óvulos llevan dos cromosomas X, mientras que los individuos estaminados llevan cromosomas XY. Para el caso que nos ocupa, es un gran árbol de sombra, adaptado perfectamente a zonas urbanas. Paradójicamente, está en peligro de extinción en la naturaleza.

  • Arces:
    • Acer negundo L. Adorna parques y paseos, caducifolios de flores antes de la salida de las hojas. Los frutos son dobles sámaras, de alrededor de 3 cm y de color verde amarillento, con alas próximas, convergentes y curvadas. Se disponen en fructificaciones largas y colgantes. Es frecuente contemplar árboles sin hojas cargados de un gran número de racimos de frutos colgantes, ya que perduran un cierto tiempo después de la caída de aquellas. Un kg puede contener 25.000 semillas.
    • Acer pseudoplatanus L.:

Foto: Floren B. Horcajo.

  • Acer pseudoplatanus L. Se multiplica fácilmente por semillas y por injerto. A veces suele ser invasor por la facilidad de germinación de sus abundantes semillas, que se esparcen ampliamente. Rebrota bien de cepa. El nombre específico pseudoplatanus hace referencia al parecido de su corteza con la del Plátano de sombra (Platanus hispanica).
  • Los Castaños de Indias (Aesculus hippocastanum).

Foto: Floren B. Horcajo.

  • Son árboles caducifolios, frondosos y muy empleados como ornamentales por su bella floración y por proporcionar gran sombra. Tienen hojas compuestas, palmeadas y opuestas. Su denominación común se debe a que sus semillas recuerdan a los frutos de los castaños (Castanea) y por error se creyó que el Castaño de Indias de flor blanca (Aesculus hippocastanum) tenía su origen en las Indias Orientales. Aún después de la aclaración, el nombre se ha seguido manteniendo. Pertenecen al género Aesculus. Este es un antiguo nombre latino utilizado por Plinio para designar una especie de roble de fruto comestible, que a su vez procedía de escaria, que significa de buen comer, si bien el fruto de los castaños de Indias no es comestible para las personas. Los nombres comunes aluden al colorido de sus flores. Su denominación popular se debe a que sus semillas recuerdan a los frutos de los castaños (Castanea) y por error se pensó que el Castaño de Indias de flor blanca (Aesculus hippocastanum) tenía su origen en las Indias Orientales. Sus frutos no son comestibles para las personas.
  • Los tilos (Tilia).
  • Los tilos resisten bien los fríos, rehúyen los grandes calores, no son exigentes de exposición soleada y prefieren humedad ambiental. Son árboles muy ornamentales por su frondosidad y forma. En la época otoñal las hojas adquieren unas tonalidades amarillo-doradas de gran vistosidad. Su nombre genérico, Tilia, es la antigua denominación grecolatina empleada por Virgilio y Plinio para designar a estos árboles. Quizás el nombre tenga algo que ver con el griego tilos, fibra. Hay autores que sostienen que la denominación procede del término latino lentus, que ha proporcionado lind en alemán y linden en inglés, que significa la acción de calmar, aliviar, apaciguar.

El tilo se ha adaptado muy bien al entorno urbano. Foto: Floren B. Horcajo.

Muchas veces es difícil identificar adecuadamente las especies de tilo, por una parte, al ser muy semejantes y por otra, a que se hibridan con facilidad y aparecen ejemplares con características intermedias. En las áreas verdes de Madrid se pueden observar cuatro tilos: el tilo plateado, el tilo de hojas grandes, el tilo de hojas pequeñas y el tilo americano.

  • Almendro (Prunus dulcis). Rosaceae.

Arbusto o pequeño arbolillo que alcanza los 8 m, por lo general sin espinas, aunque a veces las tiene. El tronco suele ser tortuoso, agrietado y se ennegrece con la edad. Las hojas son caducas, simples, alternas, lanceoladas y serradas o crenadas en su margen. Miden 4-12 cm de largo por 1,2-4 cm de ancho. Las flores salen en invierno, antes de que salgan las hojas, en grupos numerosos y aromáticos que son muy visitados por los insectos. La parte carnosa del fruto es verde y, cuando se seca, se desprende para dejar al descubierto la semilla, que es la almendra.

Tocón de almendro en flor. Quinta de Los Molinos. Madrid. Foto: Floren B. Horcajo.

Si vivís o visitáis Madrid durante los meses de enero-febrero, no os perdáis el espectáculo de la Quinta de Los Molinos y sus almendros en flor. Aunque cualquier época es buena para conocer este paraje al lado de la calle Alcalá.

Las almendras amargas contienen amigdalina, precursor del cianuro (ácido cianhídrico), un potente veneno que ya era usado en el Antiguo Egipto para ajusticiar a los criminales.

  • Olmo (Ulmus minor). Ulmaceae.

Foto: Floren B. Horcajo.

Este árbol de hoja caduca puede alcanzar los 30 m y tiene un porte robusto, muchas veces con chupones que salen desde la base. El tronco en los ejemplares viejos suele estar ahuecado y su corteza es parda y resquebrada. Sus hojas son simples, alternas, serradas, de hasta 8,5 cm de largo por 6 cm de ancho, de contorno ovalado o lanceolado, con la base asimétrica y un rabillo patente (5-15 mm), que no se queda tapado por el lóbulo basal, a diferencia del olmo de montaña (Ulmus glabra Hudson). Como la polinización se hace por el viento, las flores son poco vistosas, no así los frutos, que salen antes que las hojas y son secos. Se trata de una semilla con envuelta membranosa a modo de ala (sámara), para favorecer su dispersión por el viento.

Ejemplar de Ulmus minor, sacrificado. Foto: Floren B. Horcajo.

La grafiosis es una enfermedad producida por un hongo del género Ophiostoma y transmitida por escarabajos de la familia de los escolítidos. En la fase adulta los escarabajos horadan la madera para depositar los huevos y dejan las esporas que llevan pegadas en su cuerpo. Estas germinan, el hongo crece y colapsa los canales conductores de la savia, lo que produce la muerte del árbol.

Por desgracia, diversas cepas virulentas del hongo han destruido las poblaciones de olmos comunes, por lo que quedan pocas poblaciones y ejemplares libres de la plaga. Ha sido tan grande la devastación producida que incluso el científico y escritor estadounidense Isaac Asimov la menciona en su libro Las amenazas de nuestro mundo. No obstante, hay variedades genéticas de olmos que parecen ser resistentes a la enfermedad y, por otro lado, se han plantado masivamente otras especies como el olmo siberiano (Ulmus pumila L.) que no se ven afectadas.

  • Plátano de sombra (Platanus hispanica). Platanaceae.

Foto: Floren B. Horcajo.

Uno de los árboles más resistentes y mejor adaptado al entorno urbano es, sin duda, el plátano de sombra o paseo. Árbol corpulento que llega a sobrepasar los 40 m, de tronco recto y copa tupida que proyecta una sombra densa. Su corteza se caracteriza por parecer un mosaico de tonos verdes, grises y amarillos, que se desprende con facilidad en grandes placas. Las hojas son caducas, simples, alternas y palmeadas en 5 lóbulos de picos agudos e irregulares. Son grandes, pues miden 12-22 cm de largo por 12-30 cm de ancho.

Foto: Floren B. Horcajo.

Es una especie que requiere suelos con suficiente humedad y ligeros, aunque aguanta las condiciones precarias de las ciudades, a veces en espacios mal drenados y de suelos compactados. Soporta muy bien la contaminación atmosférica y la poda, llegando a brotar incluso de la cepa cuando han sido talados.

Platanus hispanica, junto a la abuela rockera, Bulevar Vallekas. Foto: Floren B. Horcajo.

Hay que añadir que El polen del plátano es altamente alergénico. Los granos que flotan en el ambiente en primavera muchas veces se quedan entre los pelillos que a modo de tomento tienen las hojas juveniles y crean un efecto sinérgico de afecciones respiratorias y cutáneas. Pero además, los frutos deshechos, y que en muchos lugares sirven de juego para los niños, se conocen con el nombre vulgar de ‘pica-pica’ por su capacidad de irritar la piel.

  • Acacia de tres espinas. (Gleditsia triacanthos). Leguminosae.

Foto: Floren B. Horcajo.

Árbol grande y corpulento que puede alcanzar los 40 m, de corteza gris lisa y agrietada. A menudo muestra grandes espinas aceradas que salen en grupos de tres, con una central gruesa y dos laterales algo más finas, de ahí sus nombres científico y común. Las hojas son caducas, alternas, de 20-40 cm de largo y compuestas por 8-20 hojuelas o folíolos en número par (paripinnadas). Estas hojuelas son ovaladas, de 1-3,5 cm de largo y con el margen ligeramente crenado o con dientes muy finos, de manera que puede parecer que es entero. Las flores son verdosas y salen agrupadas en filamentos colgantes. El fruto es una legumbre muy vistosa y grande que con frecuencia permanece en el árbol después de haberse caído las hojas.

Foto: Floren B. Horcajo.

De sus legumbres se extrae una sustancia utilizada para espesar y dar consistencia a mermeladas, helados, pasteles, cremas, dentífricos, jabones, papel, telas, etc.

  • Abedul (Betula pendula). Betulaceae.

Foto: Floren B. Horcajo.

Árbol caducifolio de hasta 30 m de altura de copa irregular más o menos redondeada. La corteza es blanca en los ejemplares jóvenes, aunque se agrieta y oscurece un poco con la edad. Las flores masculinas y femeninas se disponen en largos racimos colgantes y flexibles llamados amentos. Tras la fecundación, favorecida por el viento, se forman las semillitas, que tienen unas alas que son generalmente más anchas que la propia simiente.

Al albur, del abedul. Foto: Floren B. Horcajo.

  • Almez (Celtis australis). Ulmaceae.

Este árbol esbelto es un pariente de los olmos que puede alcanzar los 30 m. Tiene un tronco uniforme que semeja la pata de un elefante por su corteza gris, delgada y lisa. Sus hojas son caducas. Las flores salen en primavera y son poco llamativas, como en otras ulmáceas, a diferencia del fruto maduro, que es carnoso, negro, del tamaño de un guisante, con un hueso grande y que permanece a menudo después de la caída de las hojas.

Se ha sugerido que el árbol del loto de la mitología griega es en realidad el almez. Según la leyenda, la tripulación de Ulises olvidó su patria tras comer sus frutos.

Por hoy, ya no os cansaré más.

Solo un pequeño homenaje final para algunos de mis árboles-amigos que gustan de las redes sociales, aunque no lo creas:

"El fantasma", siempre intentando asustar. Foto: Floren B. Horcajo.

"El introvertido", un poco como yo. Foto: Floren B. Horcajo.

"El influencer", con su Gopro a todos lados. Foto: Floren B. Horcajo.

"El ecologista". Foto: Floren B. Horcajo.

"El pacifista", Foto: Floren B. Horcajo.

"El químico", siempre con sus cultivos a cuestas. Foto: Floren B. Horcajo.

"El rastas". Foto: Floren B. Horcajo.

Manzanos, ciruelos, madroños, olivos, pinos… quedan muchos en el tintero. Cuando camino por Madrid, investigo cada rinconcito en busca de un árbol-amigo nuevo.

Ellos me llaman "Baum" y yo solo les pido que…

por favor, dejen de inclinarse a mi paso. Que no lo merezco.

Fuente: libro, Árboles madrileños. Antonio López Lillo y Antonio López Santalla.

Ginkgoaceae | Wikiwand

http://www.arbolapp.es

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