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Hernia inguinocrural

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Fernando Carbonell Tatay
Hernia
inguinocrural
Hernia
inguinocrural
Fernando Carbonell Tatay
Director
Valencia, 2001
Bajo los auspicios, la ayuda,
y en colaboración con la
Asociación Española de Cirujanos.
© Ethicon, 2001 de la 1ª Edición, 1500 ejemplares
Paseo de las Doce Estrellas, 5-7
Campo de las Naciones, 28042 Madrid
Diseño y maquetación: MacDiego
e-mail: McDiego@McDiego.com
© de las ilustraciones: Nacho Casanova
Idea y dirección: Fernando Carbonell Tatay
e-mail: fercarb@comv.es
Queda prohibida la reproducción total o parcial, 
por cualquier sistema, de los textos e imágenes 
de este libro, sin permiso del editor.
Impreso por:
e-mail: grafiques@vimar.es
ISBN: 84-607-1850-6
Depósito legal: V-1374-2001
A la memoria de D.
Antonio de Gimbernat y Arbós y, con él, a
todos los cirujanos españoles que durante
muchos años han ejercido con dedicación
la mayoría de las veces sin publicar sus
resultados.
Agradecimientos
El capítulo primero, “Aproximación his-
tórica al conocimiento de la hernia”, no se
podría haber hecho sin la extraordinaria
amabilidad, paciencia y facilidades que me
ha prodigado D. José Antonio Díaz Rojo,
Titulado Superior Especializado del CSIC,
del Instituto de Historia de la Ciencia y Do-
cumentación López Piñero y de la Biblio-
teca y Museo Histórico-Médico de la Facultad
de Medicina de Valencia, de donde se ha
extraído una gran parte de la documenta-
ción gráfica y teórica.
De la misma manera, la Profesora Titu-
lar del Departamento de Historia de la Me-
dicina y Documentación, de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Valencia,
Dª. Mª. José Báguena Cervellera, desde el
primer momento, nos abrió las puertas de
acceso a toda la documentación y ha teni-
do la extraordinaria amabilidad de leer y
supervisar todo el texto, demostrando tam-
bién una gran paciencia, cariño e interés
por este proyecto, que sin ella no hubiera
sido posible.
Desde estas líneas, mi gratitud, admira-
ción y amistad sincera hacia ellos.
Al equipo de maquetación y diseño de
MacDiego, que dirige con especial elegan-
cia Diego Ruiz de la Torre, que ha tenido una
fundamental, importantísima y desinteresa-
da participación desde un principio para que
este libro saliera adelante. Gracias, Diego,
amigo. Gracias, Begoña.
Mi gratitud personal a Alfredo Diego Pé-
rez, que ha soportado a un cirujano que no
sabe de presupuestos finales, defendiendo el
proyecto contra viento y marea.
A Nacho, que además de pintar, ha cola-
borado en todo, aceptando con paciencia nues-
tras exigencias.
Al profesor Pascual Parilla Paricio por su
manifiesto apoyo a esta idea y el afecto que
me dispensa.
Al profesor Francisco Martínez Soriano,
Catedrático de Anatomía de la Facultad de
Medicina de la Universidad de Valencia, por
su amabilidad, amistad y por haber supervi-
sado todas las figuras anatómicas de la obra.
Prefacio
Un libro-tratado sobre la hernia
inguinocrural que contuviera todo el saber
actual sobre el tema era la idea que me
inquietaba desde hacía tiempo. Los conceptos
clásicos estaban cambiando muy rápidamente:
la llegada y aceptación de las prótesis en la
reparación, de la laparoscopia y de muchas
técnicas americanas con nombre propio, que
se añadían a los epónimos de la complicada
región anatómica, contribuían a crear más
confusión a los cirujanos generales. 
Desde siempre he tenido un especial interés
por la hernia y probablemente hayan influido
en ello muchos factores, como el descubrimiento,
cuando era estudiante, de los tratados anatómico-
quirúrgicos del siglo XIX y principios del XX
en la biblioteca de mi padre; de las primeras
intervenciones en que le ayudaba, mientras
me hablaba de los antiguos cirujanos-barberos;
del descubrimiento de Bassini; de las técnicas
de Ferguson y Halsted y del único español que
da nombre a un ligamento en la zona inguinal,
Gimbernat, haciéndome tocar el ligamentum
lacunare, enseñándome el tendón conjunto,
el ligamento inguinal y cómo explorar bien
toda la región para no dejar hernias sin resolver.
La ligadura alta y resección del saco era entonces
la maniobra más importante, además de la
plastia; hoy no es así y, por otro lado, cuando
un futuro cirujano empezaba su formación
hospitalaria, la hernia, que se consideraba
como una patología menor, era la única que
los cirujanos del Servicio le dejaban operar,
muchas veces en la urgencia, con una 
presentación complicada, motivo final de este
interés, pues la mayoría de las veces los residentes
solo podíamos operar estas “pequeñas cosas”.
Los grandes hospitales, hoy llamados
terciarios o de referencia, donde se formaban
y forman los cirujanos por el sistema MIR,
en España no recibían casi hernias
inguinocrurales, ya que se ocupaban de
patologías “mayores” abdominales; de esta
manera, los cirujanos del Servicio no podían
enseñar a los más jóvenes una buena técnica,
ni tampoco había interés en un seguimiento
clínico, pues no se consideraba importante
la publicación de los casos. El resultado era
un desconocimiento real de los índices de
reproducción, muy altos en las revisiones
que se hicieron, incluida la de mi hospital
durante esos años, que llegan a la década de
1980-1990 y más adelante. Las “corrupciones”
e interpretaciones personales de la técnica
clásica de Bassini, así como las derivadas de
ella, Mc Vay y, en los últimos años, Shouldice,
y quizá, las lagunas anatómicas por la
diversidad de nombres y epónimos, fueron
además los factores que influyeron en estos
malos resultados y, desde luego, en los peores
al reoperar una hernia recidivada.
Basta revisar nuestra revista Cirugía Española,
el órgano oficial de la Asociación Española
de Cirujanos (AEC), para corroborar estos
datos y comprobar que en los años setenta y
ochenta no hay casi publicaciones ni
comunicaciones sobre el tema, ya que no
interesaba.
Algunos cirujanos en nuestro país
comienzan a partir de los últimos diez años
a cambiar este estado de cosas, prodigando
reuniones y congresos sobre la hernia, midiendo
resultados con seguimientos controlados,
comunicándolos e interesando a muchos más,
creándose en el seno de la Asociación Española
de Cirujanos, la sección de Pared Abdominal.
Por otro lado, la presencia más actual de
Unidades de Cirugía sin Ingreso especializadas
en este tipo de patología, así como la aceptación
general de la reparación protésica en la hernia,
inimaginable hace unos años, están cambiando
el panorama quirúrgico en este tema.
Muchos de estos cirujanos con inquietud,
no todos como hubiera sido mi deseo, han
contribuido a la redacción de este libro que
espero les sea de utilidad. Desde estas líneas
mi amistad y agradecimiento personal a todos
ellos. No hubiera podido editarse sin la ayuda
de la empresa de material quirúrgico que, de
una manera aséptica, nos ha ayudado dejando
al editor y a los autores toda la libertad de
elección y de expresión. Gracias.
Quiero acabar dando las gracias a mi
mujer Daniela y a mis hijos Fernando, Alicia,
Javier y Guillermo, a los que he robado nuestro
tiempo, que me han soportado con enorme
paciencia y animado para que llevara adelante
este proyecto.
A mis padres, por su ejemplo.
Fernando Carbonell Tatay
Profesor Asociado de Cirugía 
Universidad de Valencia. 
Sábado 23 de Septiembre de 2000
Prólogo
Vaya por delante mi agradecimiento al
doctor D. Fernando Carbonell Tatay por con-
cederme el privilegio de prologar este mag-
nífico libro sobre "Hernia inguinocrural".
La patología quirúrgica o conjunto de en-
fermedades tributarias de tratamiento qui-
rúrgico está en continua evolución, y prueba
de ello es que los cirujanosvemos como nues-
tros pacientes van cambiando con el paso del
tiempo. Desaparecen unas (úlcera péptica
gastroduodenal no complicada, por ejemplo)
cuando aparecen soluciones menos cruen-
tas que la cirugía (inhibidores de la bomba
de protones y erradicación del Helicobater
Pylori) y aparecen otras (cirrosis hepática, por
ejemplo) cuando la cirugía ofrece soluciones
nuevas (trasplante hepático) a problemas que
no tenían solución con medidas conserva-
doras. Pues bien, en este saco abierto que
contiene las enfermedades tributarias de la
cirugía, siempre estuvieron las hernias de la
pared abdominal que ocuparon y preocupa-
ron a los cirujanos durante muchos siglos,
desde las civilizaciones arcaicas y primitivas.
Sin embargo, hasta que los anatomistas del
Renacimiento, disecando cadáveres huma-
nos, rompen con los esquemas galénicos, la
cirugía de las hernias abdominales externas
no tenía una base científica, ya que se des-
conocía la anatomía humana. Mas tarde, en
el siglo XVIII nace la técnica quirúrgica, co-
mo fundamentación anatómica precisa del
acto operatorio, gracias al cultivo de la ana-
tomía topográfica, en una época en la que
abundan los cirujanos-anatomistas. Y no se-
rá hasta la segunda mitad del siglo XIX cuan-
do, vencidos el dolor (anestesia), la infección
(antisepsia) y la hemorragia (hemostasia), se
sientan las bases del tratamiento quirúrgico
de las hernias de la región inguinocrural, que
se mantienen, con pocos cambios sustan
ciales, hasta hace unos 15-20 años. A lo lar-
go del siglo XX, especialmente en su segun-
da mitad, llama la atención la escasez de
publicaciones referidas a esta cirugía y su es-
caso protagonismo en congresos y reuniones
científicas. Probablemente, porque se consi-
deraba que las técnicas al uso eran difícil-
mente mejorables y también porque los líderes
de opinión de la cirugía estaban ocupados
en otras tareas: desarrollo de la cirugía cavi-
taria (craneal, torácica y abdominal), desa-
rrollo de la cirugía funcional y la cirugía
experimental, puesta a punto de la circulación
extracorpórea y del trasplante de órganos,
etc. Había mucho "territorio por conquistar"
y las hernias inguinocrurales se considera-
ban "territorio ocupado".
En los últimos 15-20 años, el escenario
ha cambiado de forma espectacular. Por una
parte, cuando se analiza rigurosamente el
porcentaje de recidivas herniarias a corto,
medio y largo plazo, en series con segui-
miento completo, se comprueba que los re-
sultados pueden y deben mejorarse. Por otra
parte, se producen múltiples innovaciones
con repercusión directa en este campo: per-
feccionamiento de materiales protésicos, in-
troducción de la cirugía laparoscópica, mejora
de las técnicas de anestesia locorregional,
aparición de la cultura de la "eficiencia" (la
solución más eficaz al menor costo posible)
con las unidades de cirugía mayor ambula-
toria (CMA) y cirugía de corta estancia, etc.
Se cuestionan los "dogmas" y asistimos a un
aumento considerable del número de publi-
caciones referidas a esta patología. Son mu-
chas las cuestiones abiertas: prótesis ¿si o no?
y en qué casos; cirugía laparoscópica ¿si o
no? y en qué casos; hospitalización ¿si o no?
y en qué casos; tipo de anestesia, etc. Y es
mucha la información que va llegando, con 
frecuencia contradictoria y no siempre libre
de intereses bastardos. Ante esta situación,
el cirujano debe alejarse de dos posturas vi-
ciosas e igualmente peligrosas: el inmovilis-
mo, entendido como la negativa a modificar
un milímetro los esquemas que aprendió en
su periodo formativo; y el esnobismo, en-
tendido como la aceptación sin crítica de to-
das las innovaciones.
En este ambiente, ciertamente confuso,
el libro que acabo de leer tiene, cuanto me-
nos, el don de la oportunidad. A lo largo de
34 capítulos, sus autores, todos ellos ciruja-
nos con especial dedicación a este campo,
condensan y exponen el conocimiento ac-
tual sobre las distintas posibilidades terapéu-
ticas ante la hernia inguinocrural, con capítulos
especiales dedicados a materiales de sutura,
prótesis, anestesia local, CMA, análisis de
costes y beneficios, formación del postgrado,
etc. Destaca entre ellos, el dedicado a la his-
toria de esta cirugía por su rigor histórico y
riqueza documental. Debe destacarse, asi-
mismo, la abundante iconografía que acom-
paña toda la obra, por su claridad y su riqueza
artística. Si a todo lo anterior, añadimos la pa-
sión que el director de la publicación, el Dr.
Carbonell Tatay, ha puesto al servicio de la
obra, el resultado es un libro espléndido que
será de gran utilidad para todos los cirujanos
generales y que contribuirá indudablemente
a mejorar la calidad de vida de los pacientes
afectos de una hernia inguinocrural. Este, y
no otro, es el premio que van a recibir los au-
tores a quienes quiero felicitar y agradecer su
esfuerzo, en nombre de todos los cirujanos
españoles.
Prof Pascual Parrilla Paricio
Catedrático de Cirugía
Presidente de la Asociación 
Española de Cirujanos
Capítulo 1. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .19
Aproximación histórica al conocimiento de la hernia. 
Los médicos que la describieron y trataron
Fernando Carbonell Tatay
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 19
- El periodo clásico (460-146 a. de C.): medicina Griega. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 20
- El periodo greco romano (146 a. de C. al 476 d. de C.). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 21
- El periodo bizantino (476 - 732 d. de C.). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
- El periodo árabe y judío (732 - 1200). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 23
- El periodo medieval. La edad Media occidental (1096-1453). . . . . . . . . . . . . 24
Los cirujanos barberos.
- Periodo monástico (del siglo V al X).
- Periodo salerlitano (siglos XI y XII).
- Periodo de la ilustración temporal (siglo XIII). 
- La cultura árabe injertada en Occidente.
- El periodo del Renacimiento. El resurgir de la ciencia y de la cirugía.
Los cirujanos anatomistas. La disección (1453-1600). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 27
- Los cirujanos del siglo XVII. Los contemporáneos de la época de los
descubrimientos científicos individuales. La cirugía del Barroco. . . . . . . . . . 36
- El siglo XVIII. El periodo de las teorías y los sistemas. Cirugía de la
ilustración. El siglo de las luces. Los comienzos del siglo XIX. El
Romanticismo. Los cirujanos anatomistas de la era preanestésica y
prelisteriana. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 37
- Los “inventores de nuevas técnicas” para el tratamiento de la hernia
no estrangulada del siglo XIX. El descubrimiento de la anestesa. 
Las técnicas quirúrgicas. Los tratamientos alternativos. 
Las inyecciones esclerosantes o el método esclerógeno . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 52
- El positivismo de final del siglo XIX y los comienzos del XX. 
El descubrimiento de la asepsia. Los cirujanos después de Lister. 
El comienzo del avance organizado de la ciencia. La era moderna de
hernioplastia, la primera curación radical: Eduardo Bassini, 
sus contemporáneos y seguidores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 55
- El positivismo. Lister y la asepsia.
- Los cirujanos que operaban hernias con procedimientos“propios” no definitivos, con el “método antiséptico” de Lister. 
Contemporáneos de Bassini. La reparación por vía anterior. 
La aparición en la historia de los cirujanos americanos.
- Eduardo Bassini.
- Los otros contemporáneos de Bassini.
- Los cirujanos que aportaron alguna novedad efectiva a la vía 
anterior en la herniorrafia de Bassini.
El refuerzo con el ligamento de Cooper. Antecedentes de
abordajes posteriores.
- Un antecedente de la vía transabdominal.
- El tratado de Kirschnner: operaciones para la cura 
radical de las hernias.
- Los cirujanos del siglo XX. Las vías de abordaje actuales: 
anterior y posterior.
La llegada definitiva de las prótesis y la cirugía laparoscópica. . . . . . . . . . . . .68
- Las imágenes de hernia. Los atlas anatómicos del siglo XIX. 
Los bragueros. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .70
- Los grabados de dibujos anatómicos del siglo XIX.
- Los bragueros.
- Las láminas de hernia de N.H. Jacob (París, 1866-1867)
- Las plastias artificiales en la hernia, los antecedentes de las actuales
técnicas protésicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93
- Frases y comentarios sobre la hernia a través del tiempo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .95
- Galería fotográfica de los personajes cuyas técnicas 
se describen en
este libro. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .104
Capítulo 2. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 107
Importancia de la hernia en nuestra especialidad. 
Datos demográficos
José M.ª Aragón Caro
Capítulo 3............................................................................111
Anatomía de la región 
inguinoabdominal e inguinocrural
Francisco Martínez Soriano
Región inguinocrural . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 111
- Límites y referencias externas.
- Planos superficiales.
- Plano muscular, pared anterior del conducto inguinal 
y orificio superficial, músculos y ligamentos.
- Planos retromusculares, pared posterior del conducto inguinal, 
fascia trasversalis y tejido celular preperitoneal.
- Arterias y venas.
- Nervios.
Región inguinocrural o femoral . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 120
- Límites y referencias externas.
- Planos superficiales, tejido celular subcutáneo, fascias, vasos, 
nervios y linfáticos. 
- Plano muscular, anillo crural y conducto crural.
Relación de sinónimos y epónimos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 125
Capítulo 4............................................................................127
Etiopatogenia. Últimos avances 
y conceptos actuales
J. A. Flinch Carbonell, J. Luis Ponce Marco
Teoría congénita. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
Factores anatómicos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 128
Factores biológicos . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 130
- El colágeno.
- Desnutrición y toxinas.
- El tabaco.
- Yatrogenia.
Factores ambientales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 132
Capítulo 5............................................................................135
Clasificación
Fernando Carbonell Tatay
Conceptos generales: Hernia congénita y adquirida . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .135
- Hernia primaria, reproducida, reductible, incarcerada
y estrangulada.
Clasificación según el contenido del saco: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .136
- Hernia de Ritcher, de Littré, deslizada.
Clasificación basada en conceptos anatómicos: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .138
- Oblícua externa o indirecta, oblícua interna o directa,
hernia crural.
Clasificación específica de la hernia crural: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .139
- Conceptos anatómicos clásicos.
- Anomalías del orificio de salida, hernias prevasculares, 
retrovasculares, de Velpeau, etc.
- Anomalías del trayecto, hernia pectínea, 
de Cooper ó multisacular, etc.
Clasificaciones para la hernia inguinal con nombres propios: . . . . . . . . . . . .139
Sumario
- Clasificación de Corbellini.
- Clasificación de Casten.
- Clasificación de Mc Vay.
- Clasificación de Gilbert.
- Clasificación de Nyhus.
- Clasificación de Rutkow y Robbins.
- Clasificación de Bendavid.
- Clasificación de Stoppa.
Clasificación para las hernias recidivadas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .145
- Clasificación de Campanelli.
Comentario personal a las clasificaciones herniarias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .145
Capítulo 6............................................................................147
Exploración clínica
Fernando Carbonell Tatay
Examen de las regiones inguinal y crural. 
¿Cómo diagnosticaremos una hernia?. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .147
Diagnóstico diferencial.
Situaciones que nos podemos encontrar.
Examen del conducto inguinal en el hombre.
Modo de explotar al paciente y diferenciar una hernia inguinal
directa de una indirecta. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .148
Exploración de la región crural. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .148
La región inguinocrural en la mujer. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .149
Capítulo 7............................................................................151
Exploraciones especiales: radiodiagnóstico
Luis Martí Bonmatí
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .151
La radiología simple.
La herniografía.
La ecografía.
La Tomografía Axial Computerizada (TAC).
La Resonancia Nuclear Magnética (RNM).
Pautas globales y resumen.
Capítulo 8............................................................................157
Las prótesis
P. Negro, D. Propósito, F. Gossetti, M. Carboni, L. D’Amore
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .157
Materiales protésicos para la reparación herniaria.
Clasificación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .157
Referencias históricas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .158
Clasificación, características y propiedades
de las prótesis sintéticas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .160
Prótesis no reabsorbibles: poliéster, polipropileno,
politetrafluoruroetileno. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .162
Prótesis reabsorbibles,ácido poliglicólico, poliglactina, etc. . . . . . . . . . . . . .165
Prótesis compuestas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .166
Capítulo 9............................................................................167
Las suturas
Alfredo Diego Pérez
Concepto y definición. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .167
Materiales de sutura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .167
Clasificación de los materiales de sutura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .168
Ventajas e inconvenientes: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .169
- Suturas absorbibles frente a suturas no absorbibles.
- Suturas trenzadas frente a monofilamentos.
- Suturas naturales frente a sintéticas.
Calibrado de las suturas.
Fuerza tensil.
Elección del material de sutura. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .171
Las agujas quirúrgicas.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .171
Partes de la aguja
Características de las agujas quirúrgicas.
Las puntas.
Las suturas y la cirugía de la hernia inguinal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .174
Características físicas de las suturas.
Suturas no absorbibles.
Suturas absorbibles.
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .175
Capítulo 10..........................................................................177
Anestesia local aplicada por el cirujano
Fernando Carbonell Tatay
Concepto. Datos generales.
Mecanismo de acción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .177
Recuerdo histórico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .178
Clasificación de los anestésicos locales: química y por la duración 
de su acción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .179
Anestésicos para infiltración y bloqueo nervioso periférico. Los más
utilizados hoy: concentració, duración y dosis máximas. . . . . . . . . . . . . . . . . .179
Conceptos generales básicos para la anestesia local infiltrativa: la 
anestesia de la piel, del tejido celular subcutáneo,
de las aponeurosis, del tejido muscular,
de los huesos y del periostio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .180
Anestesia local para la herniorrafia inguinal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .182
Bloqueo nervioso periférico.
Infiltración plano a plano. Método de Cushing.
Técnica mixta. “Field Block”.
Anestesia por planos según el British Hernia Centre.
Anestesia local para las hernias crurales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .183
Comentario personal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .184
Capítulo 11..........................................................................185
La anestesia en la hernia inguinal: 
el punto de vista del anestesista
J. Ricart SantaCruz, J. Soliveres Ripoll
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .185
Técnicas anestésicas: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .185
- Anestesia general.
- Anestesia regional.
- Anestesia local.
- Dolor postoperatorio.
Capítulo 12..........................................................................189
La reparación al ligamento inguinal. 
Técnica de Bassini
Manuel Limones Esteban
Biografía de Bassini. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .189
La técnica quirúrgica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .190
Cuidados postoperatorios. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .192
Capítulo 13..........................................................................193
La reparación al ligamento de Cooper.
La técnica de Mc Vay
Manuel Limones Esteban, A. Carabias Fernández
Referencia histórica al ligamento de Cooper. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .193
Biografía de Chester Mc Vay.
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .195
Indicaciones.
Resultados.
Conclusiones.
Capítulo 14..........................................................................197
La técnica canadiense. Técnica de Shouldice. 
Jose Luis Porrero Caro
Biografía de Earle Shouldice. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .197
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .197
Principios fundamentales en los que se basa la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .197
Objetivos que persigue. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .197
Tipo de anestesia recomendada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .198
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .198
Indicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .200
Incidencias per y postoperatorias a corto y largo plazo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .200
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .200
Capítulo 15..........................................................................201
Reparación de las hernias de la ingle por la vía 
preperitoneal, anterior, «corta». Técnica de Nyhus
David Dávila Dorta, Ramón Trullenque Peris
Biografía de Lloyd Milton Nyhus. Recuerdo histórico 
de la reparación por vía preperitoneal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .201
Principios anatómicos de la vía preperitoneal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .202
Objetivos del abordaje preperitoneal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .204
Anestesia recomendada.
Descripción de la técnica: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .205
- En la hernia oblícua externa.
- En la hernia directa.
- En la hernia crural.
Indicaciones de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .208
Incidencias per y postoperatorias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . .209
Consejos y conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .210
Capítulo 16..........................................................................219
La reparación sin suturas. Técnica de Gilbert
Fernando Carbonell Tatay
Biografía de Arthur Gilbert. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .219
Principios fundamentales en los que se basa la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .220
Objetivos que persigue la reparación sin suturas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .220
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .220
Incidencias per y postoperatorias.
Conclusiones y consejos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .224
Capítulo 17..........................................................................225
Hernioplastia con taponamiento de redecilla. 
Técnica de Rutkow-Robbins
Fernando Carbonell Tatay, Manuel De Juan Burgueño
Biografía de Ira M. Rutkow y Alan W. Robbins. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .225
Principios fundamentales en los que se basa la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .226
Objetivos que persigue. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .227
Anestesia aconsejada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .227
Descripción de la técnica quirúrgica:
- En hernias indirectas tipos I, II y III.
- En la hernia inguinal recidivada.
- En la hernia crural.
Indicaciones de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .231
Incidencias per y postoperatorias a corto y largo plazo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .231
Conclusiones y resumen. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .231
Capítulo 18..........................................................................233
Herniorrafia sin tensión. 
La técnica inguinal de Lichtenstein
Antonio Torregrosa Gallud, Cristobal Zaragoza Fernández
Biografía de Irving L. Lichtenstein. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .233
Generalidades. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .234
Objetivos que persigue la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .234
Anestesia recomendada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .235
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .235
Indicaciones de la hernioplastia sin tensión: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .237
- En la hernia inguinal primaria.
- En la hernia inguinal recidivada
- En la hernia crural
Complicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .238
Capítulo 19..........................................................................239
Doble malla constituida. PHS. 
Manuel Hidalgo Pascual
El sistema de Prolene® para hernias
Introducción y breve referencia histórica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .239
Objetivos que persigue. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .239
Anestesia recomendada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .240
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .240
Incidencias per- y post operatorias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .242
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .242
Capítulo 20.........................................................................243
Técnica de Berliner
Jose Luis Porrero Caro
Principios fundamentales. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .243
Objetivos de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .243
Tipo de anestesia recomendada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .243
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .243
Indicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .244
Incidencias per y postoperatorias a corto y largo plazo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .244
Capítulo 21..........................................................................245
Reforzamiento protésico gigante 
del saco visceral. Técnica de Stoppa
Eduardo De la Morena Valenzuela, Mª Jose García Coret
Breve referencia de René E. Stoppa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .245
Principios fundamentales en los que se basa la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .245
Anatomía del espacio preperitoneal.
Fundamentos del abordaje preperitoneal.
Objetivos que persigue la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .246
Tipo de anestesia recomendado. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .246
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .246
Indicaciones del procedimiento de Stoppa. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .248
Incidencias per y postoperatorias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .249
Conclusiones y consejos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .249
Capítulo 22..........................................................................251
La reparación por vía laparoscópica. 
Vía preperitoneal (TEP)
Javier Feliu Palá
Biografía de J. Barry Mc Kernan. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .251
Principios fundamentales en los que se basa la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .251
Referencias anatómicas básicas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .252
Objetivos que persigue la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .253
Tipo de anestesia recomendada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .253
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .254
Indicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .256
Incidencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .257
Coste económico.
Curva de aprendizaje.
Resultados actuales.
Conclusiones y consejos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .259
Capítulo 23..........................................................................261
El tratamiento de la hernia inguinal 
por laparoscopia. La vía transperitoneal (TAPP)
Enric Laporte Roselló, Mercé Güell Garré
Biografía de Leonard S. Schultz y referencias históricas. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .261
Bases anatómicas de la técnica quirúrgica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .262
Objetivos que persigue la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .262
Indicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .262
Preparación preoperatoria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .263
Descripción de la técnica. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .263
Complicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .265
Conclusiones y comentario personal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .265
Capítulo 24..........................................................................267
La hernia crural
Alfredo Moreno Egea, José Luis Aguayo Albasini
Historia e importancia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .267
Principios anatómicos y fisiológicos: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .267
- Anatomía aplicada.
- Etiopatogenia aplicada.
- Patogenia de la hernia femoral.
Clasificación de la hernia femoral. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .269
Tratamiento quirúrgico de la hernia femoral: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .269
- Acceso femoral.
- Acceso inguinal.
- Acceso preperitoneal, anterior y laparoscópico.
Indicaciones aconsejadas de las diferentes técnicas,
según el autor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .275
Incidencias intra y postoperatorias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .276
Conclusiones y consejos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .276
Capítulo 25..........................................................................277
La hernia inguinal recurrente
Alfredo Moreno Egea
Introducción. Importancia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .277
Etiopatogenia aplicada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .277
Cronología de la presentación:
- Recurrencias tempranas.
- Recurrencias tardías.
- Prevención de las recurrencias.
Tratamiento quirúrgico de la hernia recurrente. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .279
Abordaje anterior.
Abordaje preperitoneal abierto:
- Técnica de Rives.
- Técnica de Bendavid.
- Técnica de Read.
Abordaje preperitoneal posterior:
- Técnica de Nyhus.
- Técnica de Stoppa.
- Técnica de Rigault.
- Técnica de Wantz.
- Técnica de Trabucco.
Abordaje totalmente preperitoneal por laparoscopia (TEP).
Recidivas tras las colocación de prótesis . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .286
Indicaciones, aconsejadas por el autor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .286
Morbilidad y resultados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .287
Conclusiones y consejos del autor. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .288
Capítulo 26..........................................................................289
La hernia complicada: incarceración y estrangulación
Joaquín Ortega Serrano
Introducción y concepto. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .289
Etiopatogenia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .290
Secuencia de la estrangulación herniaria. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .290
Diagnóstico clínico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .290
Fases clínicas de la hernia complicada. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .290
Exploraciones complementarias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .291
Tratamiento: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .291
- Médico.
- Quirúrgico.
Postoperatorio. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .294
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .294
Capítulo 27..........................................................................295
Hernia en el lactante y en el niño
Benjamín Solsona Narbón, Mª Consuelo Sebastian Pastor
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .295
Aspectos históricos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .295
Incidencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .295
Organogénesis. Recuerdo embriológico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .295
Patogénesis. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .299
Clínica, exploración y diagnóstico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .300
Exploración inguinal contralateral. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .304
Tratamiento. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .306
Técnica de Mitchell-Banks.
Técnica de Ferguson.
Cirugía sin ingreso en la cirugía de la hernia en el niño. . . . . . . . . . . . . . . . . . .310
Complicaciones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .310
Capítulo 28..........................................................................311
Hernias abdominalesen diálisis peritoneal
Javier Alvariño Herrero, Ricardo Baquero Valdelomar
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .311
Breve recuerdo anatomo fisiológico
de la membrana peritoneal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .311
Factores favorecedores de la aparición de hernias
en éste tipo de enfermos. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .312
Prevención. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .312
Catéteres. Tipos. Técnicas de implantación. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .313
Diagnóstico de hernia en los pacientes sometidos
a diálisis peritoneal. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .314
Tratamiento quirúrgico. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .315
La experiencia del Servicio de Nefrología,
del Hospital La Fe de Valencia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .315
Capítulo 29..........................................................................317
Hernia e infección
Segundo Gómez Iglesias, Segundo Gómez Abril
Capítulo 30..........................................................................321
Complicaciones de la cirugía de la hernia inguinal
Conrado Herrero Bernabeu
Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .321
Complicaciones debidas a la anestesia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .321
Complicaciones debidas a la técnica quirúrgica: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .322
- Peroperatorias.
- Postoperatorias.
Recurrencias. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .326
Capítulo 31..........................................................................327
Hernia y cirugía ambulatoria
Cristobal Zaragoza Fernández, Violeta Gisbert Ninet
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .327
Concepto y definición. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .327
La Unidad de Cirugía Mayor Ambulatoria del Hospital General 
Universitario de Valencia: . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .328
- Estructura física.
- Selección de pacientes. Criterios de inclusión para cirugía
ambulatoria.
- Patologías a tratar en éste tipo de unidades 
además de la hernia inguino crural.
- Anestesia utilizada.
- Protocolo de alta.
- Seguimiento del paciente operado.
Resultados. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .332
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .332
Capítulo 32..........................................................................333
Coste y beneficio del proceso herniario
Dalila Patrizia Greco
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .333
El sistema de los indicadores. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .334
Tareas e instrumentos del equipo médico directivo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .335
Los modelos gestionales. Régimenes de estancia hospitalaria. . . . . . . . . . . .336
Conclusiones. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .337
Capítulo 33..........................................................................339
La cirugía de la hernia en la formación del residente
Ramón Trullenque Peris, Ramón Trullenque Juan
Introducción. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .339
¿Por qué se considera una buena prueba
de la experiencia técnica? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .339
¿Cuales son las dificultades intrínsecas de la herniorrafia? . . . . . . . . . . . . . . . .340
¿Se han producido variaciones técnicas
importantes en los últimos años? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .340
¿La experiencia técnica de los médicos
residentes en formación, es suficiente? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .341
¿Qué se puede hacer para mejorarla? . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .341
¿Debe considerarse un área de capacitación específica? . . . . . . . . . . . . . . . . . .342
Capítulo 34..........................................................................343
El consentimiento informado 
de la Asociación Española de Cirujanos
A. E. C.
Documento de Consentimiento Informado para
el tratamiento quirúrgico de la hernia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .343
Documento Informado para el tratamiento
quirúrgico utilizando además la vía laparoscópica
en el tratamiento quirúrgico de la hernia. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .346
Bibliografía..........................................................................349
Índice alfabético de autores ................................................365 
Índice alfabético de nombres propios y materias.................369 
Páginas web relacionadas con la hernia y la cirugía ...........375
19
Introducción
La hernia de la pared abdominal y, desde
luego, la hernia inguinocrural, ha acompa-
ñado al hombre desde su creación. Es ade-
más un defecto que se ve, que se nota
palpándose con las manos, y que se recono-
ce hoy como se hizo en la más remota anti-
güedad; se trata de una patología con una
proyección externa, en la piel, y que cabe su-
poner fue conocida por simple observación
como pudieran haber sido las llagas de la piel
en los leprosos, los tumores, deformidades,
etc. Así parece que la primera alusión cono-
cida sobre la hernia lo fue en el papiro de
Ebers (1560 a. de C.) «un tumor en los geni-
tales, en el que se mueven los intestinos».
La cirugía prehelénica, primitiva, está ba-
sada en la magia y el empirismo, y la «opera-
ción» más arriesgada y conocida fue la
trepanación del cráneo. Son numerosos los
cráneos neolíticos trepanados que se conocen
y la finalidad de la misma sería, según Paul
Broca, antropólogo francés del siglo XIX, li-
berar los espíritus malignos ¿Quizá a algún
hombre del neolítico con una hernia estran-
gulada se le perforaría el cráneo para curarle? 
En esta modesta aproximación al estu-
dio de la hernia, a través del tiempo, somos
conscientes de la imposibilidad de saber con
exactitud todas las descripciones y remedios
que se fueronutilizando. Nos ceñiremos a
las trasmitidas por los tratados que se con-
servan y que forman parte del conocimien-
to médico-quirúrgico del mundo occidental
en el que vivimos. Las imágenes de la por-
tada de algunos libros, las ilustraciones de
algunos instrumentos quirúrgicos, dibujos
anatómicos y los retratos en la galería de per-
sonajes, tampoco pueden ser todos los que
fueron, sí son los que hemos podido recu-
perar y que nos han parecido más relevan-
tes en relación con la hernia inguinocrural,
objeto de este estudio. 
El desconocimiento y la suposición teó-
rica lo son hasta el desarrollo de la medici-
na helenístico-romana. El nacimiento de un
estudio racional en la curación de la enfer-
medad surge sin duda en la Grecia Antigua,
aunque desde Homero (s. VIII a. de C.) a Hi-
pócrates, hay trescientos años anteriores a la
era cristiana en los que solo conocemos re-
ferencias poco concluyentes del saber qui-
rúrgico, hasta que nace Hipócrates.
Capítulo 1
Aproximación histórica al conocimiento de la hernia. 
Los médicos que la describieron y trataron.
Fernando Carbonell Tatay
A B R A C A D A B R A
A B R A C A D A B R
A B R A C A D A B
A B R A C A D A
A B R A C A D
A B R A C A
A B R A C
A B R A
A B R
A B 
A
«A veces, apenas puedo escribir una 
línea al día, sin contar que he de ir a la escuela
y correr de aquí para allá a fin de ganarme la
vida, pues con mi trabajo he de hacer frente 
a todo lo que mi casa y yo necesitamos»
Henry de Mondeville 
1260-1320
1. El periodo clásico (460-146 
a. de C.): La medicina griega
Hipócrates de Cos (460-375 a. de C.) na-
cido en la isla griega de Cos, se consideró
«el padre de la medicina»; la aprendió al la-
do de su padre Heráclides. A partir de la es-
cuela de Alejandría, desde el s.III a. de C., se
reunieron una serie de escritos, atribuyendo
su autoría a Hipócrates, el llamado Corpus
Hippocraticum, escrito o recopilado entre el
430-380 a. de C.; fue contemporáneo de Pla-
tón, Sófocles, Eurípides y Sócrates. En estos
tratados, 70 libros, hace mención a las her-
nias; aparece un pasaje relativo a «las rup-
turas de la parte inferior del vientre», y según
cuentan Coelius Aurelianus y Praxágoras, ha-
bría recomendado, en ciertos casos, abrir el
vientre para liberar al intestino obstruido, pro-
bablemente en casos de hernia estrangula-
da. Conocía perfectamente el arte de la taxis
y la herniotomía. Ejerció como cirujano en
el «iatreón»(casa del médico). La cirugía hi-
pocrática refleja dos grandes novedades pa-
ra su época: conforma por una parte una
consideración técnica y racional de la en-
fermedad y por otra es expresión de una ri-
ca experiencia profesional. Su obra se tra-
dujo del griego por primera vez en 1525, la
Opera Omnia, traducida y editada en Roma
por Fabius Calvus, patrón de Rafael, auspi-
ciado por el papa Clemente VII. Una impor-
tantísima traducción en diez volúmenes
(1831-1861) conteniendo el texto griego y la
traducción francesa es la hecha en París, cu-
riosamente por un cirujano relacionado con
el tema de la hernia que nos ocupa: Littré. El
Juramento Hipocrático tiene una frescura y
una actualidad evidente con conceptos que
nunca deberían olvidarse.
Posteriormente y conociendo sus trata-
dos, a partir del s. III a. de C., el auge de la
investigación anatómica en Alejandría, con
Herófilo y Erasistrato, favoreció el desarrollo
paralelo de la actividad quirúrgica, de tal ma-
nera que la cirugía romana comprende dos
momentos diferenciados, el anterior y el pos-
terior a la introducción de la cirugía alejan-
drina. La cirugía que se desarrolló en la gran
Roma desde finales del s. II a. de C. tuvo una
presencia de cirujanos formados en Alejan-
dría de origen y lengua griegas. En el año 219
a. de C. comienza el periodo llamado greco
o helenístico-romano.
20
Hipócrates. 
Grabado en madera, 
de la Opera de Paré. 
1582 
Opera Omnia Hippocratis
Traducción latina por J. Hagenbut.
Impresa en Venecia, 1737. 
Tipografía Radiciana
Biblioteca y Museo Histórico - Médico,
Facultad de Medicina de Valencia
2. El periodo grecoromano 
(146 a. de C. al 476 d. de C.)
El siguiente personaje que debemos men-
cionar es Aurelius Cornelius Celso, en el
año 25-35 d. de C., ya en el siglo I de nues-
tra era, que vivió durante el reinado de Ti-
berio César, y escribió una conocida y gran
obra, compuesta de varios tomos: De Re Mé-
dica. En ella, los libros VII y VIII están dedi-
cados plenamente a la cirugía. Celso describe
por primera vez dos clases de hernia, la del
ombligo y la del escroto, y conoce que el in-
testino o el epiplón pasa o cae a través de
una ruptura de la pared abdominal. Descri-
be así la intervención como una incisión en
el escroto para tratar de introducir la hernia
en la cavidad, dejando la herida abierta des-
pués de la cauterización de la zona. Cono-
cía los vendajes-bragueros y la compresión
de las heridas y hernias con tablillas de ma-
dera. No llegó a conocer bien la estrangu-
lación. Además tenía la idea errónea de que
el saco herniario era una continuación de la
pared abdominal y su sección muchas ve-
ces iba acompañada de la pared del saco y
la del intestino provocando la consecuente
peritonitis, que debió ser la causa de mu-
chas muertes. Describió numerosos instru-
mentos quirúrgicos, reconocidos por hallazgos
arqueológicos, siendo el primero en hacer-
lo, ya que no se mencionan en el Corpus
Hippocraticum. Es entonces cuando, por pri-
mera vez, Celso describe al cirujano como
un especialista autónomo, con sus instru-
mentos propios, su código deontológico, su
ética y sus reglas técnicas específicas. Su tra-
tado es el más importante de la antigüedad
romana pregalénica. El manuscrito se per-
dió durante la Edad Media y fue recuperado
en 1443 por el futuro papa Nicolás V, Tomás
de Sezanne, imprimió el trabajo de Celso y
no es pues hasta el Renacimiento cuando lo-
gra su renombre póstumo. Hay algunos his-
toriadores, criterio que comparte el Profesor
Riera, que sospechan que Celso se limitó a
traducir los textos de la escuela alejandrina,
del griego al latín, pues parece imposible
que llegara a escribir y recopilar tanto co-
nocimiento médico.
Celso menciona en su De re Médica la
adormidera, la lechuga en agraz, la mora y
el puerro como plantas que «excitan al sue-
ño» y para calmar el dolor prescribía la ador-
midera, el beleño y la mandrágora, en forma
de ungüentos o bebedizos, intentando una
forma de anestesia en las intervenciones qui-
rúrgicas.
Un siglo mas tarde, en el siglo II después
de Cristo y casi cinco siglos transcurridos des-
de la muerte de Hipócrates, al que respetó
profundamente siguiendo sus enseñanzas,
ejerce Galeno de Pérgamo (130-210), per-
sonaje importante en la historia de la medi-
cina y cirugía, médico de los gladiadores en
Roma y el más grande de los médicos grie-
gos después de Hipócrates, pero que se de-
dicó, teniendo muchos conocimientos
quirúrgicos a la medicina teórica, a pesar de
que nunca practicó una disección humana,
aunque sí la hizo en cerdos y monos. Des-
cribió en sus escritos el concepto de «ruptu-
ra del peritoneo con estiramiento de la
aponeurosis y los músculos como causa de
la hernia». Sus contribuciones científicas han
sido aceptadas como verdades definitivas has-
ta la época de Vesalio. Galeno cierra el pe-
riodo antiguo.
Los cirujanos romanos posteriores a los
griegos entre los siglos II y IV no brillaron por
ninguna aportación importante. 
¿Qué conceptos generales nos deben que-
dar del periodo grecoromano de la cirugía?
Con los griegos, la medicina yla cirugía, ocu-
pó un lugar preponderante. El genio griego
se caracterizó por su civismo, aprecio a la in-
teligencia y su desarrollo. Sin embargo, a los
romanos les preocupaban más los asuntos
militares y el culto a la fuerza física, dejan-
do así un poco de lado el desarrollo intelec-
21
Galeno. 
Grabado en madera, 
de la Opera de Paré. 1582 
Aurelio Cornelius Celso
tual; cuando desapareció la República, el pre-
dominio de la aristocracia militar acentuó es-
ta tendencia y colocó en un lugar inferior a
otras profesiones en las que el estudio era ne-
cesario, principalmente a los médicos. Esta
influencia persistió mucho tiempo incluso
aún después del acceso al poder de la Igle-
sia de Roma, los militares continuaban con-
servando un rango mayor que los propios
sacerdotes; lo primero era el soldado; se-
gundo, el sacerdote; tercero, el jurisconsul-
to; cuarto, el mercader; quinto, el médico, y,
por último, casi al nivel de los más humildes
trabajadores, le llega el turno al cirujano. ¡Así
estaban las cosas!
En cuanto al tratamiento de la hernia, se
usaban bragueros-vendajes de presión con
maderos y hierros sobre la zona herniaria,
aceites, baños calientes, reducciones y solo
en los casos graves (el dolor era indicación
de cirugía, sobre todo en jóvenes, pero no la
estrangulación), intervención con sección en
la pared abdominal sobre el tumor herniario,
reducción, ligadura del saco y curación de
la herida por segunda intención. Se procu-
raba aislar el saco del cordón, aunque en
ocasiones se seccionaba también.
22
Detalle de la portada del «Methodus Medendi», 
de Galeno, traducida por Thomas Linacre 
en 1530. Facultad de Medicina, París
Una página del manuscrito latino 
«De partibus artis Medicinae» 
de Galeno. Siglo XII, 
Biblioteca del Escorial, Madrid 
Portada de la edición 
de Juan de Junta 
de la obra de Galeno. Venecia, 1625. 
Biblioteca y Museo Histórico - Médico, 
Facultad de Medicina de Valencia
3. El periodo bizantino
(476-732 d. de C.)
En este periodo hasta la Edad Media des-
taca Leónidas de Alejandría, de la citada es-
cuela alejandrina que era la que más brillaba
en la época. Emite opiniones juiciosas y co-
noce la estrangulación herniaria y sus efec-
tos describiendo la taxis, recomendando
después un vendaje compresivo. Sus trata-
dos fueron conservados y completados por
Aetius (Aecio de Amida), médico bizantino
del siglo VI, en el 540. Aetius nació en Ami-
da, ciudad de la Alta Mesopotamia a co-
mienzos del siglo VI, se formó en Alejandría
y ejerció en Constantinopla; fue médico de
la corte de Justiniano y recibió de este la dig-
nidad de comes obsequii (jefe del séquito im-
perial). Se cree que fue cristiano. Escribió el
Tetrabiblon, vasta recopilación de carácter
práctico, dieciséis Logoi o discursos que se
limitan a repetir el saber médico griego. La
cirugía es ampliamente tratada en su Tetra-
biblon y en su discurso XIV trata sobre las
hernias y órganos sexuales. Aetius, contrario
a la quelotomía y a la castración («Ut ne re-
cidat aeger, aservandi gratia, perpetuis liga-
mentis utatur»), recomendaba la taxis.
Un siglo más tarde nace Pablo de Egina
(625-690), en la isla de este nombre. Es la
máxima figura de la medicina bizantina del
siglo VII, destacando como cirujano. De sus
obras conocemos el Hypomnema o Epitome,
o Memorandum, un compendio de siete li-
bros, en la que otra vez se reúne, pero aho-
ra de una forma clara y ordenada, todo el
saber médico de la Antigüedad. En el libro
VI habla de cirugía y fue defensor de la cas-
tración y sección del saco con ligadura en
las hernias estranguladas, frotando la herida
con pimienta para conseguir firmes cicatri-
ces, después de vendarla. Pero, si conseguía
reintroducir el saco en la cavidad sin rese-
carlo, «quemaba y cauterizaba» toda la re-
gión inguinal hasta el hueso con un hierro al
rojo vivo. La castración es una mutilación
que ha sido perpetuada por los árabes y ha
continuado en boga por los «vagamundos»
cirujanos-barberos de la Edad Media hasta el
siglo XVI. 
Su tratado fue impreso por primera vez
en Venecia en el 1528, siete siglos después,
recibiendo posteriormente muchas ediciones
en inglés por Adams en 1845-47 y en fran-
cés parcialmente por R. Briau en 1855, ha-
ce muy poco tiempo.
Pablo de Egina fue el gran transmisor de
la cirugía de la Antigüedad clásica a la me-
dicina de los árabes y cristianos de los siglos
ulteriores.
4. Periodo árabe y judío (732-1200)
La cirugía árabe recoge y se basa en la
tradición griega y helenística, siendo here-
dera directa de la obra de Pablo de Egina.
Hacia mediados del siglo IX, los árabes co-
nocen y leen a Hipócrates y a Galeno. Hay
un periodo de esplendor de la ciencia islá-
mica entre los años 900-1200. En el califato
de Córdoba (755-1236), destaca el gran ci-
rujano cordobés Abu-l-Qasim, llamado Al-
bucasis. Vivió en el siglo XI y es el autor de
un gran tratado médico-quirúrgico llamado
el Altasrif o Colección; consta de tres libros
y está fundado en la obra de Pablo de Egina;
el primer libro nos ilustra en el cauterio, ras-
go característico de la cirugía árabe. Albu-
casis fue un innovador y su tratado contiene
láminas de instrumentos quirúrgicos. Cono-
ce la estrangulación herniaria y su operación,
la castración y el cauterio de la herida, des-
de la piel y la fascia hasta el pubis.
El impulso creador y científico de la cul-
tura árabe y musulmana fue tan fulgurante
como rápido y breve, pero su influencia y
eco en el mundo occidental cristiano ha si-
do excepcional. Los árabes fueron el eslabón
23
Opera de Pauli Aegina
Traducción latina por
J. Gunther von Andernach
Impresa en Lyon, 1567 
por Guillaume Roville.
Biblioteca y Museo Histórico - Médico, 
Facultad de Medicina de Valencia
Traducción latina del Colliget 
de Averroes y del Theizir de Avezoar. 
Impresa en Venecia, 
1553 por los Giunta. 
Biblioteca y Museo Histórico-Médico,
Facultad de Medicina de Valencia
o puente cultural entre la Antigüedad clási-
ca y la Europa medieval; los textos griegos y
bizantinos, que se hubieran perdido tras la
caída del imperio romano, como ya se ha di-
cho, fueron traducidos al árabe a lo largo de
los siglos VIII y IX de nuestra era. La cirugía
de Abbucasis fue traducida al latín en Tole-
do por Gerardo de Cremona en el s. XII.
El también cordobés Avenzoar muerto en
1192, el más grande de los médicos judíos del
Califato Occidental y su discípulo Averroes (1126-
1198) merecen aparecer en este capítulo.
Avicena (sigo X) nos legó una somera des-
cripción de un nuevo aparato (braguero), en
el que una pelota plana es aplicada sobre el
orificio herniario; ella misma es sostenida por
una placa de hierro para asegurar la conten-
ción. Es la primera aparición histórica del me-
tal en la fabricación de bragueros y, desde
este punto de vista, un dato de verdadera im-
portancia en la historia del tratamiento con-
servador de la hernia. Su Canon ha sido
traducido para el estudio posterior en Europa
por Gerardo de Cremona (1114-1187) de la
Escuela de Toledo, que fue el gran centro del
movimiento de trasmisión del saber antiguo.
Los árabes dejaron de lado el bisturí em-
pleando el cauterio. Recomendaban el opio,
insistentemente para el dolor, en un intento
de anestesia.
5. El periodo medieval. 
La Edad Media Occidental 
(1096-1453).
Los «cirujanos barberos»
Comienza con la caída del imperio ro-
mano, cuando Hérulo Odoacro depuso en
Roma al emperador Rómulo Agustino y ter-
mina en 1453, fecha de la conquista de Cons-
tantinopla por los turcos.
Esa «edad sombría», durante la cual todoel Occidente y Europa pasa por un largo pe-
riodo de casi cuatrocientos años de destruc-
ción material y de decadencia intelectual.
Entre la luz de la antigüedad clásica y su
reaparición en el Renacimiento, hay un mi-
lenio de oscuridad y oscurantismo, las «dark
ages» de que hablan los ingleses, aunque en
esa época vivieron, pensaron y nos dejaron
sus escritos Avicena, Averroes, Arnau de Vi-
lanova, Dante y Petrarca, entre otros, y des-
de luego son algo más que una tiniebla entre
dos resplandores. Sí fue la oscuridad la que
cubrió a la Cirugía Occidental.
En el siglo XIII la cultura árabe estaba in-
jertada en la medicina europea por medio de
las traducciones latinas, como hemos co-
mentado, el dominio intelectual era esen-
cialmente escolástico y monástico y sus
maestros más adelantados fueron: Santo To-
más de Aquino, Rogelio Bacon y Alberto Mag-
no entre otros. 
El gran error de la Ciencia Médica Me-
dieval, como dijo Guy de Chaulliac, gran ci-
rujano francés del siglo XIV, ha sido el divorcio
entre la Medicina y la Cirugía. En su discur-
24
Instrumentos quirúrgicos 
en la «Cirugía» de Albucasis. 
Siglo XV, Oxford, Bodlian Library
Chirurgia Magistri Rogerii 
(Siglo XII) Escuela de Salerno. 
British Museum, Londres
Avicena. Canon Medicinae.
Traducción latina. 
Venecia 1608 por los Giunta. 
Biblioteca y Museo Histórico-Médico, 
Facultad de Medicina de Valencia
so, Hipócrates, que era un máximo exponente
de la inteligencia griega, concibió la medici-
na interna en términos de cirugía, no solo co-
mo una forma del tratamiento, sino como «el
verdadero brazo derecho de la medicina».
Los signos visibles por los que se llegaba al
diagnóstico (tumor reductible o no, fístula,
abceso, etc), extirpables por tanto, eran en
los que se apoyaba la medicina interna.
Por otro lado, las traducciones de las obras
de Galeno, tamizadas por los árabes y las re-
ligiones orientales, dieron como idea obse-
siva que«era sucio e impío tocar el cuerpo
humano con las manos en determinadas con-
diciones». Como este dogmático pensamiento
fue siendo cada vez más firme, las inteligen-
cias monásticas y escolásticas llegaron a la
errónea conclusión de que la labor intelec-
tual era muy superior a la labor manual, con-
cluyendo en el famoso edicto del Concilio
de Tour en 1163, Ecclesia abhorret a san-
guine. Cómo lógica consecuencia de la afir-
mación y el poder hegemónico intelectual
de esa época, el feudalismo y la Iglesia, los
cirujanos y su práctica fueron relegados a ser
barberos-peluqueros, castradores de cerdos
y caballos, charlatanes y «vagamundos», con-
dición que prevaleció a lo largo del tiempo
(uno de los deberes de los cirujanos del ejér-
cito prusiano de Federico el Grande, era afei-
tar a los oficiales). En el siglo XIII, el Colegio
de San Cosme, en París, organizó un gremio
con cirujanos barberos-clericales, de ropa
larga más cultos, que leían latín y conocían
las obras clásicas y barberos legos o de ropa
corta; los últimos no podían ejercer la ciru-
gía, si no eran examinados por los primeros.
El Collége de San Côme, como gremio de ci-
rujanos parisinos, contribuyó a enaltecer la
profesión quirúrgica. Carlos V de España en
1372 decretó que los barberos podían tratar
las heridas, no mezclándose con sus com-
pañeros de ropa larga.
Podemos resumir esa época y el saber
médico medieval -siguiendo a Neuburguer
en el Garrison- en cuatro periodos:
5.1 Periodo monástico (del siglo V al X). 
Las tinieblas...a la curación por la fe. Las ora-
ciones, los exvotos y las invocaciones a Dios. 
5.2 Periodo salernitano (siglos XI y XII). 
La escuela médica de Salerno (pequeña
ciudad marítima cerca de Nápoles en Italia)
despertó el arte médico-quirúrgico de la de-
crepitud de siglo y medio anterior. Debemos
citar a Rogerio de Palermo, que escribió en
1180 La Práctica Chirurgica, también llama-
da con las palabras con que comienza el li-
bro, Post Mundi Fabbicam, y que apareció
en torno a 1180; libro muy personal, rico en
conceptos sintéticos, fue una luz después de
tiempos oscuros; promueve planteamientos
modernos sostenidos aún hoy en día; su pro-
sa es sencilla e inimitable y en ella se en-
25
Fragmento de una obra 
de Guillermo de Saliceto
Miniatura de una 
obra de Lanfranco. 
Siglos XIV- XV. 
Biblioteca Laurenciana, 
Florencia.
Dibujo anatómico 
que ilustra la «Chirugia» 
de Henri de Mondeville. 
Siglo XIV. 
Biblioteca Nacional, París
cuentran nociones singulares, algunas de las
cuales no deslucirían hoy entre las mejores
enseñanzas de la cirugía. Describe en el tra-
tamiento de las hernias inguinales (libro III,
cap. XXXVII) que la posición que debe adop-
tar el paciente durante la intervención es «con
la cabeza y los hombros bajos y las piernas
levantadas, de forma que los intestinos des-
cienden hasta el pecho». Esta posición la des-
cribirá mas tarde Rolando y hoy se conoce
como de Trendelenburg. La intervención con-
sistía en el aislamiento del saco herniario has-
ta el nivel de su cuello, introducción de dos
varillas de madera (que el autor llama stili)
en cruz, ligadura con un hilo, extracción del
saco y cauterización; o bien, en las hernias
grandes, cauterización profunda de la región
inguinal. En la escuela de Salerno, se cono-
cía y utilizaba como anestésico la «esponja
somnífera», que contenía opio, beleño, ador-
midera, etc., aunque los cirujanos tenían cier-
to miedo a emplearla por su efectos peligrosos.
5.3 Periodo de la ilustración 
temporal siglo XIII. 
(Cultura árabe 
injertada en Occidente). 
Destacan Rolando de Parma y su Chi-
rurgia Rolandina, así como Bruno de Longo-
burgo en 1252, quien escribió la Chirugia
Magna, ambos italianos. En Francia sobresa-
lió Lafranco (de Milán), nacido en los pri-
meros decenios del siglo XIII; nos deja su
Chirurgia Magna (acogido por el cirujano
francés Jehand Pitard, cuando llegó allí exi-
liado) dedicada al rey de Francia Felipe el
Hermoso. Fue muy contrario al cisma me-
dieval que separaba a la medicina de la ci-
rugía y expresó que el cirujano debe ser
también internista (pensamiento que debería-
mos meditar también hoy en día), lo cual hi-
zo con el siguiente silogismo: «Omnis practicus
est theoricus: omnis cyrurgicus est practicus;
ergo omnis cyrurgicus est theoricus». Fue, no
obstante, enemigo del bisturí y amigo del
cauterio y trataba la hernia con bragueros.
Contemporáneo de Lafranco, amigo y conti-
nuador de sus enseñanzas, fue Henry de Mon-
deville (Mandaville, Amondavilla, Mundavila
o Ermondaville, según se escribe en diferen-
tes códices), que nace en torno al 1260 en
un pueblo no precisado de Normandía. Dis-
cípulo de Jehand Pitard, fue un divertido in-
novador e ingenioso cirujano, del que hemos
recogido algunas estupendas frases en el glo-
sario del final de este capítulo. Colaboró en
el tratamiento de las heridas defendiendo el
lavado y la sutura primaria, en contra del
«pus loable», la cauterización con aceite hir-
viendo y la supuración, siendo el pionero de
la asepsia; más tarde, Ambrosio Paré conti-
nuó por esa línea. Dejó una sustanciosa Chi-
rurgia (1306) inacabada por su débil salud,
con dibujos anatómicos en color; como él
mismo decía, se encontraba «asmaticus, tus-
siculosus, ptisicus et consuntus». Practicó la
taxis y la castración. 
5.4 Periodo del prerrenacimiento 
(siglo XIV). 
Guy de Chauliac (1300-1370) fue muy
diferente en su forma de ser y carácter a Mon-
deville, abandonando el gran avance de es-
te en la forma aséptica y primaria del cierre
de las heridas. Llega a ser la autoridad qui-
rúrgica de los siglos

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