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WILLIAM E. WELSH
STUDYNG POLITICS
PRAEGER PUBLISHERS INC.
NEW YORK, 1973
(Traducción de la cátedra)
CAPÍTULO 1
¿Qué es la Política?
	Desde hace ya una buena cantidad de años, la mayoría de la gente ha reconocido que la política es omnipresente en las circunstancias humanas. La actividad política nos rodea completamente. La política influencia la vida de todos, independientemente de si uno participa o no en el proceso político. Esta característica penetrante de la política condujo a Aristóteles a caracterizar al hombre como un “zoon politikon”, como un ser político. El hombre no puede ser de otra manera.
	La política es un resultado necesario de la proximidad del hombre al hombre, y de la escasez de los recursos disponibles para satisfacer las necesidades y deseos de los seres humanos. Donde quiera que los hombres perciban la necesidad de organizarse con el propósito de lograr las gratificaciones materiales o físicas, el proceso político comienza a jugar.
	Porque la política es, en cualquier lugar, influyente en los asuntos del hombre; Aristóteles la caracterizó como la “ciencia maestra”. Al usar este término no estaba sugiriendo que la conducta de los asuntos políticos es “científica”. Es más estuvo tratando de resaltar que el conocimiento acerca de la política de la existencia humana es probablemente la más importante, ya que decisivamente condiciona las otras circunstancias en las que vivimos. “La política, dijo a Aristóteles, legisla tanto lo que tenemos que hacer como lo que tenemos que reprimir de hacer’.
	Consecuentemente no tendríamos mucha dificultad en convencernos de que la política es algo merecedor de estudio y comprensión. Saber que esto es importante no nos dice, sin embargo, qué es la política. Antes de que podamos comprender la política, necesitamos tratar de definirla.
Tres enfoques para definir la Política.
	Ya que es difícil estudiar algo si no sabemos qué es lo que supuestamente se está estudiando, los cientistas políticos han dedicado una buena parte de su energía (quizá demasiada) tratando de definir “política”. Actualmente, mucho del aparente desacuerdo sobre el objeto apropiado a ser estudiado por los cientistas políticos, ha sido semánticamente trivial. Hay, de hecho, consenso en qué constituye la política, aunque las formas en que este consenso ha sido expresado han variado.
Tres tipos de enfoques para definir la política pueden ser bosquejados.
	Primero, quizá, el enfoque más común, ha sido ofrecer una frase estipulativa singular diseñada para abarcar la considerable variedad de actividades consideradas políticas en naturaleza. Así, para algunos, la política consiste en aquellos comportamientos humanos centrados en las instituciones y prácticas del gobierno. Otros ven la política como el proceso a través del cual las comunidades humanas enfrentan sus problemas, esto es, con los obstáculos que ellos perciben entre sus condiciones presentes y las metas que desean lograr. Otros hallan que la política consiste de aquellas interacciones humanas que involucran el uso, o la amenaza de uso, del poder o la autoridad. Otra perspectiva común la ve como el proceso por el cual los recursos escasos (humanos, materiales, espirituales) son asignados dentro de una unidad social, (por ejemplo una ciudad, un estado, una nación, o una organización) con el propósito de proveer a las necesidades y deseos humanos.
	Un segundo enfoque en definir la política ha sido listar las cuestiones que deberían ser preguntadas y respondidas al comprender la política. La lista de cuestiones es formidable, unos pocos ejemplos, sin embargo, serán suficientes. Las preguntas frecuentemente citadas son: 1) ¿Cómo persisten las organizaciones humanas (por ej. los grupos formales, los partidos políticos, los estados-nación, las organizaciones internacionales), a través de condiciones de tensión y cambio?; 2) ¿Cómo los individuos o los grupos logran y mantienen influencia preponderante y poder?; 3)¿ Qué condiciones sociales, culturales y económicas configuran diferentes tipos de órdenes políticos (por ej. anarquía, democracia, autoritarismo, totalitarismo).
	Es pertinente mencionar que este segundo enfoque para caracterizar la política actualmente, no ofrece una definición específica de la política. Esto es, no provee una frase con la cual completar la expresión “la política es...”. Más aún, este segundo enfoque sugiere que la política pueda ser mejor entendida por la reflexión sobre algunas preguntas fundamentales, cuyas respuestas proveen las claves para la conformación futura de la sociedad humana. Si podemos explicar cómo los individuos, los grupos, las naciones y las culturas obtienen poder, o persisten a lo largo del tiempo, habremos ganado comprensión de las fuerzas que más básicamente conforman el orden humano.
	Una tercera forma de transmitir un sentido de lo que trata la política ha sido identificar las principales categorías de actividad o comportamiento que constituyen la política. Por ejemplo, algunos ven el conflicto como la esencia de la política. El conflicto es una característica necesaria de la sociedad. Los seres humanos proceden de variados antecedentes culturales, tienen complejos y diferentes conjuntos de preferencias, y articulan sus intereses en diferentes maneras y con diferentes intensidades. Más aún, los recursos materiales, humanos y físicos poseídos por las sociedades son limitados y asimismo, son generalmente insuficientes para satisfacer los deseos de todo el mundo, todo el tiempo. Como resultado, hay competencia por el acceso al control sobre los recursos de la sociedad. Esta competencia se manifiesta en conflictos entre los individuos, los grupos y las organizaciones como los partidos políticos.
	O, uno podría focalizar sobre los resultados de la competencia y el conflicto político: la emergencia de ciertos individuos, grupos y organizaciones en posiciones de poder e influencia. El poder y la influencia son términos usados para describir ciertas relaciones y actividades que son parte de la política. Los estudiosos de la política han definido el poder de muchas maneras diferentes. Pero, en los últimos años, los cientistas políticos han estado de acuerdo en que el poder político es más útilmente pensado como una relación entre la gente que como atributo de una persona o una cosa. 	Mientras que pueda tener algún sentido hablar del poder militar en términos del número absoluto de misiles, barcos o infantería bajo el control de una nación, el poder político es aún un fenómeno algo más sutil. Hablando en forma amplia, nos refiere a la habilidad de A para hacer que B haga algo que A quiere que haga, independientemente de si B quiere hacerlo. Los medios por los cuales A ejerce esta habilidad determina si hablamos de su relación con B como relación de poder o como relación de influencia. Si la habilidad de A para lograr el comportamiento deseado de B descansa sobre la amenaza o el uso de sanciones positivas o negativas, decimos que ésta es una relación de poder. Si B sigue el liderazgo de A sin la presencia de sanciones, hablaremos de una relación de influencia.
	Cuando focalizamos sobre el conflicto político, y sobre las relaciones de poder e influencia, estamos rememorando otra actividad que es una categoría central de la política: el liderazgo. Cuando la gente decide organizarse para perseguir sus deseos e intereses, y para ganar acceso a los recursos de la sociedad, necesita del liderazgo. Las organizaciones con metas, y la necesidad de acción específica, no pueden existir sin los líderes. Similarmente, la existencia de personas que tienen más poder o influencia que otras, sugiere una distinción entre líderes y no líderes; entre personas con mayor acceso y menor a los recursos materiales y psicológicos necesarios para moldear, sostener y cambiar las estructuras y las actividades organizacionales. El liderazgo, asimismo, consiste en la habilidad para movilizar los recursos humanos en la persecución de metas específicas. Al igual que el poder y la influencia, es una relación entre lagente; en verdad, refiere a algunas de las mismas actividades que pueden (pero no necesitan), involucrar poder o influencia.
Una de las actividades principales de los líderes es la adopción de decisiones. Consecuentemente, éste es otro término que a menudo se usa para describir las actividades importantes involucradas en la política. La adopción de decisiones (decision-making) involucra la selección, por personas en posiciones de poder o influencia, de un curso particular de acción entre dos o más posibles alternativas competitivas. Cuando un jefe de estado determina comprometer o retirar las fuerzas militares de una nación, o vetar un proyecto de legislación, él se ocupa en la adopción de decisiones. Cuando los delegados a una convención política nacional seleccionan un candidato presidencial o adoptan una serie de proposiciones para la plataforma política, se involucran en la adopción de decisiones. El conflicto, el poder y la influencia, el liderazgo, la adopción de decisiones, todas actividades estrechamente relacionadas son quizá la materia central de la política. También otros términos son usados por los cientistas políticos para describir la esencia de la política, y los encontraremos posteriormente en este libro. Pero las actividades mencionadas en los últimos parágrafos tienen reconocida importancia en la política y sirven para ilustrar este tercer enfoque.
	Con riesgo de acentuar un punto que podría parecer obvio, enfatizaríamos que estos conjuntos de actividades no son, de ninguna manera, contradictorios o excluyentes; por lo que las definiciones basadas en estas categorías tampoco son exclusivas. Por ejemplo, uno podría definir política en términos de conflicto entre individuos y grupos que buscan influencia sobre la adopción de decisiones autoritativas.
	Aunque podría parecer satisfactoriamente simple afirmar que una de las definiciones anteriores de la política es la “mejor” o la más “útil”, es menester resistir la tentación de hacerlo. Presumiblemente, quienes estudian política están interesados en comprender, no en imponer una ortodoxia, Más aún, hablando estrictamente las definiciones no son “correctas” o “equivocadas”; son expresiones arbitrarias de cómo es una persona.
	Finalmente, es necesario enfatizar que no hay nada inconsistente acerca de las diversas definiciones de la política que Ud. ha leído. La política es un fenómeno observado frecuentemente y en forma amplia. Hay numerosas maneras razonables de mirar las actividades que constituyen la política. No es de gran importancia si Ud. elige anclar sus pensamientos en una frase estipulativa (por ej. La “política es el proceso por el cual los recursos escasos son asignados dentro de una unidad social”), en una serie de preguntas centrales (por ej. “¿Cómo persisten las unidades políticas tales como los partidos políticos o los estados-nación a través de las tensiones?”) o en un conjunto de conceptos referidos a las relaciones y actividades políticas importantes (por ej. conflicto, poder, e influencia, liderazgo, adopción de decisiones). Lo que es importante es que reconozca que el proceso político involucra la comprensión de todas estas cosas estrechamente relacionadas.
La política y el sistema político
	Ya hemos sugerido que la política, como se ha definido más arriba, está en todos lados. Los recursos son asignados, la influencia y el liderazgo son ejercidos, las decisiones son tomadas en las escuelas, en organizaciones, iglesias, en las estructuras de gobierno. Más aún, no sólo son las actividades políticas llevadas a cabo dentro de grandes organizaciones tales como, por ejemplo, un sindicato, sino que tales organizaciones intentan influir el comportamiento político que toma lugar a través de otras estructuras en la sociedad, especialmente en el gobierno.
	Decir simplemente que la política toma lugar en cualquier lugar no es decir mucho. Nuestro esfuerzo por comprender la política sería considerablemente alivianado si pudiéramos al menos identificar ampliamente las características de los marcos en los que la política es ubicada. Por la identificación de la naturaleza de estos marcos o contextos, de la política podemos mejorar también, el carácter de los factores sociales, culturales y sicológicos que la influyen. Esto es, queremos poder decir, al menos para los propósitos de nuestro análisis, que la política se da en algún lugar, y no simplemente en cualquier lugar. Este “algún lugar’ de la actividad política lo llamaremos sistema político. Nos precipitaríamos a enfatizar que, aunque el sistema político está donde la acción política se da, los sistemas políticos no se hallan identificados sobre los mapas políticos. Esto es, aunque comúnmente usemos frases tales como “el sistema político americano”, o “el sistema político francés”, o “el sistema político local”, no hay necesaria relación entre los límites de un sistema político y los límites políticos de una unidad administrativa tales como una ciudad, un estado o una nación. Esto es verdad por dos razones. Primero, los sistemas y las naciones son diferentes porque la noción de sistema político es lo que los cientistas políticos llaman una “construcción analítica”. Este es un término usado para hacer más fácil el análisis de ciertas cosas concretas. Los sistemas no existen en una forma concreta en el mundo real, más bien ellos están compuestos de aspectos seleccionados del mundo real que nosotros abstraemos, extraemos si así se quiere, para estudiarlos más estrechamente. Puesto de otra manera, los “sistemas” existen en nuestras mentes y en nuestras discusiones acerca de la política; ellos no existen en cuanto tales (por ejemplo como sistemas), en el mundo real. Para estar seguros, los objetos que incluimos en nuestro “cuadro” de los sistemas tienen que tener existencia real en el mundo.
	Una segunda razón por la que los sistemas son diferentes de unidades políticas tales como las naciones, es que la existencia de un sistema depende solamente de la presencia de un cierto tipo de pautas persistentes de relaciones humanas, mientras que las unidades políticas del mundo real tienen otros requisitos tales como la territorialidad y alguna medida de soberanía, autonomía, o autoridad. Dados los mapas apropiados, presumiblemente podríamos identificar los límites físicos (territoriales), de Manhattan, Montreal, Múnich, Montevideo o Marruecos. Similarmente, si recorriéramos Europa difícilmente pudiéramos equivocarnos cuando se está cruzando un límite nacional, ya que generalmente habrá patrullas, agentes, aduaneros y diferentes formalidades para atender. Así los límites locales y nacionales son claramente observables en el mundo real. Por el contrario, los límites del sistema político generalmente no tienen fijados dimensiones territoriales, ya que los sistemas políticos son definidos en términos de relaciones pautadas entre la gente. Podemos definir un sistema político como “cualquier pauta persistente de relaciones humanas que involucra, en una extensión significativa, poder, gobierno o autoridad”. Más aún, como ya hemos dicho, un sistema político puede consistir de aspectos selectos de cualquier situación dada que deseemos estudiar. Así, el Partido Demócrata puede ser visto como un sistema político, como puede serlo la Suprema Corte de Justicia, o el Congreso. Con alguna razonable especificidad, podemos identificar las relaciones pautadas que son parte de tales sistemas. Pero tratar de abordar cualquier noción de límites territoriales para esos sistemas tiene poco sentido.
Características de los Sistemas
	Los sistemas, y por lo tanto los sistemas políticos, tienen ciertas características identificatorias. Estas características distinguen los “sistemas” de los “conjuntos” de objetos, y nos ayudan a comprender el cuadro que los cientistas políticos extraen de las relaciones políticas en las cuales ellos están interesados.
	Un conjunto es simplemente un número de objetos que podrían ser observados juntos, o considerados juntos por cualquier razón. Todas las personas que viven en unárea geográfica particular pueden ser vistas como un conjunto de personas, pero este conjunto no necesariamente constituiría un sistema. En orden a ser un sistema, deberían estar presentes tres características.
	Primero, un sistema involucra una interacción regularizada entre sus unidades o miembros. Si nosotros fuéramos a dibujar estas interacciones, descubriríamos que los miembros del sistema tienen como grupo, interacciones más densas y mutuas que con cualquier otro. Esto es, sus interacciones no sólo son frecuentes sino también multilaterales; la mayor parte de los miembros del sistema tiene alguna clase de interacción, directa o indirecta, con la mayoría de los otros miembros.
	Segundo, la interacción de las unidades o los miembros de un sistema se extiende a un punto de interdependencia. Por interdependencia queremos significar que las acciones de un miembro influirán a los otros miembros, o que los cambios en una unidad tendrán un efecto sobre las otras unidades.
	Tercero, un sistema tiene tendencias hacia el auto mantenimiento; desarrolla instituciones y prácticas que intentan, en parte, preservar la existencia e identidad del sistema. Esto ocurre porque la existencia del sistema es de alguna manera funcional para sus miembros. En el caso de los sistemas sociales, hay algo acerca de las pautas de relaciones dentro del sistema que los miembros valoran, y por esa razón buscan mantenerlo.
	Cuando examinamos estas características de un sistema, interacción, interdependencia y auto mantenimiento, en conjunto con la característica básica de la política, un interés central con el poder o la autoridad -llega a ser suficientemente claro que no toda la colectividad de seres humanos constituyen un sistema político en general. Los agregados residenciales (personas que viven en un área dada), los agrupamientos sociales (desde el grupo de brigde de los martes a la noche, hasta el club de baile folklórico) o los agregados estadísticos sociales u ocupaciones (por ej. todos los empleados de oficina, o todas las personas de ascendencia irlandesa) carecen de la mayoría, sino de todos los requisitos característicos de un sistema político. Al mismo tiempo, es claro también, que la mayoría de estos ejemplos de conjuntos de personas podrían ser organizados en lo que podríamos llamar adecuadamente sistema político social. Así los grupos vecinales pueden formar asociaciones para oponerse a las carreteras o para obtener mejoras en los servicios comunales. Los grupos ocupacionales pueden formar o juntar organizaciones profesionales o laborales en orden a lograr mejores condiciones. Personas con orígenes étnicos similares pueden organizarse para ejercer la máxima influencia, tanto en los asuntos políticos domésticos de su país como en la política exterior. En cada uno de estos casos, las organizaciones involucrarían interacción, interdependencia, auto mantenimiento, relaciones internas de poder o autoridad, tanto como esfuerzos para influir el ejercicio del poder o la autoridad por parte de otros. El rango posible de ubicaciones en las que pueden ser encontrados los sistemas político sociales o subsistemas es grande en verdad, y testifican el carácter omnipresente de la política en la sociedad moderna.
Superposición de los sistemas políticos.
	Hay algunas otras cosas adicionales acerca de esta noción de sistema político que necesitamos mantener presente. Primero, ya que la idea de un sistema es una abstracción analítica, no es sorprendente que los científicos políticos usen el término “sistema” para referirse a conjuntos de relaciones que se superponen en diferentes maneras. Por ejemplo, un sistema puede estar totalmente subsumido, o incluido, dentro de cualquier otro sistema. En este caso, referimos usualmente al sistema más pequeño como un subsistema del conjunto más grande. Un comité en el Congreso puede ser visto como subsistema del conjunto más grande que es el Sistema Legislativo. En una forma ligeramente diferente de superposición, los individuos, grupos o instituciones políticas importantes pueden ser partes de otros sistemas políticos diferentes que se superponen solo en parte. Así, el Presidente de los EE.UU. juega un papel importante en el sistema partidario como líder de su partido; en el sistema legislativo, como iniciador y promotor de un particular conjunto de proyectos de ley; en la jerarquía militar, como comandante en Jefe de las FF.AA.; etc. Los sistemas político sociales se superponen entonces, algunas veces totalmente y algunas veces sólo parcialmente. Este hecho nos ayuda a comprender la naturaleza abstracta y analítica del sistema político como concepto.
Sistemas políticos y gobierno.
	Un sistema político está relacionado al gobierno, pero los dos no son idénticos. En el pasado, la mayor parte de lo estudiado como parte del campo de la ciencia política estuvo focalizado sobre el gobierno. El gobierno consiste de las instituciones y cargos formales involucrados en la adopción de las decisiones autoritativas de un sistema político. Es un “esquema” en el cual los asuntos ejecutivos, judiciales, legislativos y administrativos de un sistema son llevados a cabo.
	En años recientes, los estudiosos de la política han reconocido crecientemente muchos aspectos importantes de la actividad política que tiene lugar fuera de las estructuras formales de gobierno -por ej. los partidos políticos, los sindicatos, las escuelas y los grupos de interés. En tanto parte del sistema político, estos aspectos “informales “ de la política no son parte del gobierno; así podemos concluir que los sistemas político-sociales comprenden no sólo a los gobiernos sino a numerosas pautas de relaciones que influyen al gobierno y, colectivamente, constituyen el proceso político más amplio.
	Deberíamos enfatizar que el elemento más importante de la actividad política no puede ser comprendido por la entera focalización y menos aun primariamente, sobre las estructuras formales del gobierno. Estudiar simplemente las reglas formales por las cuales el ejecutivo, el legislativo y el judicial son constituidos y funcionan, provee un cuadro inadecuado y a menudo erróneo de lo que trata la política. Esto ciertamente no es decir que los estudiosos de la política puedan ignorar las estructuras formales de gobierno; esto sería patentemente absurdo. Pero debemos reconocer que mucha de la actividad que es importante en la conformación de políticas (policies) perseguidas en una sociedad toma lugar fuera de las estructuras formales de gobierno.
	Relacionadamente, la estructura formal de gobierno en sí misma está decisivamente influida por factores externos. Por ejemplo, sabemos que el gobierno es influido por las actitudes hacia él sustentadas por los ciudadanos, y que estas actitudes, en su momento, han estado significativamente afectadas por las prácticas de crianzas de los niños, por la interacción entre los miembros de los grupos de pares, y por la naturaleza de la instrucción en nuestras escuelas. Naturalmente comprendemos que lo que el gobierno hace está influido por la identidad de la gente que ocupa las posiciones de gobierno. El reclutamiento de estos líderes gubernamentales es un proceso complejo influido por una variedad de factores económicos y sociales que hacen más probables que, ciertas clases de individuos, logren posiciones de prominencia en el gobierno y que menos probablemente esas personas con otras características mantendrán tales puestos. Sabemos que el gobierno es influido por las actividades de varios grupos de la sociedad, la mayor parte de los cuales representan intereses organizados de grupos de ciudadanos. Y sabemos que la fuerza y la vitalidad de la economía mundial pueden tener un impacto importante sobre el funcionamiento del gobierno pueden ser vistas como importantes correas de transmisión en el proceso de la política, pero ellas son solamente unas pocas entre las numerosas correas de transmisión. En verdad, la significación del gobierno varía en buena medida de un número de contingencias situacionales.
Sistemaspolíticos y sistemas sociales
	Otro hecho central acerca de un sistema político, es que no existe en el vacío. Un sistema político es un subsistema de un sistema social más amplio y está sustancialmente influido por numerosas características esencialmente no políticas de ese sistema social. Estas características no políticas de ese sistema social influyentes pueden ser culturales, económicas, geográficas, demográficas, sociales o de naturaleza sicológica.	La política está condicionada, por ejemplo, por la cultura política; ésta consiste de los valores básicos, creencias y actitudes de la gente hacia las instituciones y las prácticas de la política. Especialmente en los sistemas democráticos, en los cuales se anima a la participación popular, los valores, creencias y actitudes de los individuos pueden representar significativas restricciones tanto sobre los medios como sobre los fines de la política.
	Si la influencia de la cultura sobre la política varía en buena medida con la extensión de la participación ciudadana en la actividad política, el impacto de los factores económicos parece ser sustancial en todos los tipos de sistemas político-sociales pues consiste en la asignación de recursos materiales entre grupos competitivos o entre metas alternativas de desarrollo. En forma semejante, la disponibilidad de los recursos económicos, tanto como la salud de la economía, pueden tener grandemente que ver con el éxito que un gobierno pueda conseguir en sus metas diplomáticas, militares, sociales o de desarrollo. Este grado de éxito, a su vez, puede tener grandemente que ver con la permanencia en el poder del liderazgo político. Los factores geográficos, también, influencian a la política. Las barreras físicas al transporte y las comunicaciones, por ejemplo, han hecho muy difícil el logro de la unidad política nacional y el sentido de la identidad nacional para algunos países de América Latina y África. Y los accidentes de la geografía política tales como la falta de puertos de aguas calientes- han ejercido algunas veces una poderosa influencia sobre políticas exteriores tanto de naciones grandes como de las pequeñas.
	Las características demográficas de un sistema también pueden tener considerable influencia sobre la política. La distribución urbano-rural de la población, por caso., puede ser de importancia considerable. Los cientistas sociales, estudiando una variedad de sistemas sociales, han concluido que los estilos de vida urbanos y rurales son significativamente diferentes y que, asimismo, los habitantes urbanos tienen actitudes hacia la política sustancialmente diferentes de sus compatriotas rurales. En gran medida, estas variadas actitudes resultan de la naturaleza contratante de los problemas y necesidades socio-económicas encaradas por las poblaciones urbanas y rurales. Estos diferentes problemas a menudo demandan respuestas distintivamente distintas al gobierno.
	Las características sociales y psicosociales de un sistema también pueden tener un importante impacto sobre la política. Los conjuntos de costumbres y normas sociales que se desarrollan en largos períodos de tiempo pueden incluir algunas nociones claramente específicas sobre cómo los funcionarios públicos deberían comportarse. Por caso, el grado de soborno de los servidores públicos que sería aceptado varía considerablemente entre diferentes sociedades. De la misma manera, las investigaciones recientes de cientistas políticos han sugerido que la estabilidad del orden político puede algunas veces estar relacionada con el clima sicológico del sistema. En particular, algunos cientistas sociales creen que la probabilidad de lucha civil, violencia y quizá revolución, se incrementa agudamente cuando la población comparte una sensación sicológica de “deprivación” acoplada con un mejoramiento material lo bastante suficiente como para fomentar “expectativas crecientes” que no pueden ser satisfechas por el gobierno.
	Muchos otros ejemplos de la influencia de los sistemas sociales más amplios sobre el subsistema político podrían ser ofrecidos. Los que es importante es que reconozcamos la compleja interpenetración de las circunstancias políticas y no políticas en cualquier sistema social. La política no puede ser comprendida simplemente por la focalización estrecha sobre los asuntos manifiestamente políticos. Comenzamos este capítulo afirmando que la política bien podría ser la más importante dimensión de la existencia humana, ya que la actividad política claramente influencia cualquier otra cosa. Así es obvio que las relaciones entre política, la economía, la geografía, las costumbres y todas las otras dimensiones de la sociedad humana son recíprocas; ellas se influencian unas a otras en un complejo y continuo conjunto de procesos. Por eso a menudo se sugiere que la política es la dimensión integradora de la sociedad, el subsistema a través del cual las otras dimensiones de la actividad humana son entrelazadas.
	Estudiamos la política como ocurre en los sistemas político-sociales. Estos sistemas son, de hecho, abstracciones de ciertos elementos del mundo real sobre los cuales decidimos focalizar particular atención. Ellos se componen de conjuntos persistentes y pautados de relaciones entre seres humanos, relaciones que tienen que ver con el poder, el gobierno, o la autoridad. Tales conjuntos de relaciones, o sistemas, pueden ser hallados no sólo en los gobiernos sino también en escuelas, iglesias y organizaciones sociales y profesionales, como grupos de interés y partidos políticos. A causa de su omnipresencia, es fácil comprender que la política está sustancialmente influida por muchos elementos del más extenso sistema social del cual es una parte.
CAPÍTULO 2
El estudio sistemático de la Política: La Ciencia Política
	Ahora tenemos en mano algunas nociones de lo que constituye la política, y podemos volver nuestra atención sobre cómo podemos estudiar la política. Uno de los mensajes fundamentales de este libro es que el cómo miramos algo, influye en lo que vemos. La ciencia política provee los esquemas dentro de los cuales podemos ver la actividad política. Comprender la naturaleza de nuestro “qué” (la política) requiere una comprensión de nuestros “cómos” (ciencia política). En orden a conocer lo que podemos esperar ver, necesitamos saber algo acerca de nuestras lentes a través de las cuales estaremos viendo.
La ciencia política como ciencia social.
	Ya que la actividad política es tan claramente parte y parcela de un sistema social más amplio, no es sorprendente que la ciencia política está firmemente embebida en un contexto más amplio de investigación social, esto es, en las ciencias sociales. Todas las ciencias sociales -la antropología, economía, sicología, sociología, geografía humana, la ciencia política- están interesadas de una u otra manera en el estudio del comportamiento de los seres humanos en las unidades sociales, es decir, con el estudio de las pautas de interacción humana. Así los sociólogos y los cientistas políticos, por ejemplo, recolectan la misma clase de información, la organizan alrededor de algunos de los mismos contenidos y teorías, y arriban a algunos hallazgos o resultados muy similares. De la misma manera, los cientistas políticos en años recientes, han encontrado necesario usar en buena medida los datos económicos al tratar de comprender las decisiones sobre el gasto gubernamental. Ellos han comenzado a “pedir prestado” teorías a sus colegas en economía. Por ej., algunos politólogos han encontrado útil pensar la adopción de decisiones políticas en términos del modelo del hombre “clásico” racional, maximizador de utilidades, y su adopción de decisiones usado por algún tiempo por los economistas.
	No sólo los cientistas políticos encuentran necesario incluir factores y enfoques extra-políticos en sus investigaciones, sino que también otros cientistas sociales prestan atención a los factores políticos y desarrollan teorías de relevancia para la política. Los economistas, por ej., dedican buena parte de su atencióntanto a los procedimientos como a los resultados de la adopción de decisiones gubernamentales. También han desarrollado teorías sofisticadas del conflicto y de la negociación, dos actividades que son de central importancia en la política.
	Sin embargo, no deberíamos concluir tan rápidamente que la ciencia política es sólo un cruce híbrido de otras disciplinas o ciencias sociales. Es cierto que los departamentos de ciencia política en las universidades norteamericanas, generalmente fueron armados de otros departamentos; usualmente departamentos de historia. Alguna superposición de objetos entre la ciencia política y otras ciencias sociales claramente existe, lo cual, en verdad, no es sorprendente dada la importancia de la ciencia política para casi todas las actividades sociales. Más importante, la ciencia política como un campo académico de investigación comparte con las otras ciencias sociales, un compromiso por los métodos y estándares científicos. Es este compromiso común que da cuenta en parte considerable, de las similitudes ocasionales de enfoques en varios campos de las ciencias sociales.
	Lo que distingue a la ciencia política es 1) su énfasis relativo sobre las relaciones que tienen que ver con el poder, 2) el contenido sustantivo y la estructura de sus explicaciones. Primero, mientras la sicología y la economía, por ej., ocasionalmente tratan el poder y las relaciones de autoridad, el interés de los sociólogos con este aspecto es mucho menos consistente o pronunciado que el de los cientistas políticos. Esta es una diferencia de grado, no de clase, pero es una diferencia identificable importante. Segundo, y quizá más importante, los cientistas políticos están casi siempre interesados en explicar las causas del comportamiento político y de las relaciones políticas, mientras otros cientistas frecuentemente usan los comportamientos políticos en un esfuerzo por explicar las causas de los eventos no políticos (por ej. económico-sociales). Para los politólogos, la política es lo que debe ser explicado; es lo que podríamos llamar la “variable dependiente”, esto es el fenómeno visto como “dependiente” de otros factores. Para los economistas y sociólogos, por el contrario, la política es frecuentemente la “variable independiente”, esto es, el factor del cual los fenómenos sociales y económicos son “dependientes”, o del que ellos resulta.
	Los ejemplos pueden servir para clarificar esta importante distinción. Una de las principales clases de comportamiento en los que los cientistas políticos están interesados es el comportamiento electoral. Ellos desean poder predecir con razonable certeza por qué diferentes personas votan como lo hacen. Las explicaciones del comportamiento electoral generalmente se refieren a factores tales como la clase social, la educación, los ingresos la religión y origen étnico. Estos factores explicativos, o causas, son las variables independientes. Hablando en general, están interesados en estas variables independientes sólo en cuanto ellas ayudan a explicar el comportamiento electoral, el cual es su variable dependiente; y no están primariamente interesados en explicar la clase social. El porqué una persona se percibe como de clase alta, media o trabajadora, es de mayor interés para el sociólogo.
	A la inversa, un economista puede estar interesado en la conducta política porque lo ayuda a explicar los desarrollos económicos. Por ejemplo, para un economista al explicar cambios en la tasa de crecimiento en un país poco desarrollado de África, o en uno centralizado como la Unión Soviética, tendrá probablemente que incluir como una de sus variables independientes la naturaleza de las decisiones hechas por el líder político del país al asignar los recursos de la nación. Estas decisiones políticas tienen algún efecto sobre el crecimiento económico. El economista está interesado mucho menos en la explicación de las decisiones políticas, que en el grado en que dichas decisiones ayudan a explicar la tasa de crecimiento económico. Un politólogo, por otro lado, tendería a estar más interesado en explicar la toma de decisiones políticas.
	Para resumir este punto, la ciencia política comparte algunas importantes características con otras ciencias sociales. La tendencia en los últimos años ha sido hacia una creciente similitud y superposición, especialmente en el uso de métodos científicos y teorías, pero también en los intereses sustantivos. Al mismo tiempo, la ciencia política tiene sus propia identidad distintiva, basada tanto en su énfasis relativo en las relaciones de poder y autoridad, y en su inclinación a tratar las conductas políticas como las variables dependiente a ser explicadas, tanto como con variables independientes a ser usadas en la explicación de otros fenómenos (no políticos).Quizá sea innecesario prevenir a los estudiantes frente al apasionado orgullo desarrollado en su nueva fundada competencia como serios estudiantes de la política. Algunos de nuestros mejores amigos, después de todo, son los sociólogos, economistas y psicólogos, y existen varias razones para creer que hay por delante abundante territorio intelectual. Esto es, los estudiosos de la política crecientemente están reconociendo que la superposición de intereses entre las disciplinas sociales no nos amenaza con la extinción intelectual. En verdad, podemos aprender en buena medida unos de otros. Ciertamente, ningún estudioso serio de la política norteamericana puede permitirse ignorar las dinámicas de la lucha interracial en áreas urbanas, un tema que los sociólogos han estado estudiando por algún tiempo. Y si creemos, como muchos cientistas políticos lo hacen, que las abstracciones psicológicas son las principales causas de la lucha o violencia civil, entonces no podemos permitirnos pasar por alto la muy considerable investigación ya hecha por los psicólogos sobre las fuentes de frustración y agresión humana. No parece haber razón alguna para temer que nuestros colegas en las disciplinas hermanas consuman todos los jugosos platos intelectuales, dejándonos sólo las sobras. Por el contrario, nuestro problema común parece ser que hay mucho por aprender unos de otros sobre los seres humanos y sus relaciones, y que hay recursos limitados con los cuales encarar la tarea. Por síntesis, la superposición de la materia estudiada en varias ciencias sociales no es sólo perfectamente comprensible, es eminentemente deseable.
	Hemos dicho que las ciencias sociales comparten un foco sobre las conductas de los seres humanos en las unidades sociales. Hay otro hilo conductor a través de las ciencias sociales, uno que deriva de su común deseo de desarrollarse como campos de estudio científicos. Este hilo común tiene que ver con procedimientos, no con algún tema particular. Esto es, las ciencias sociales buscan (como su nombre lo indica) ser científicas, y ser ciencia es inherente a los métodos, no a la sustancia. Esto es, las características distintivas que separan a la ciencia de la no ciencia tienen que ver con el cómo las cosas son estudiadas, no con lo que está siendo estudiado. Así las ciencias sociales comparten en un sentido amplio, un foco sustantivo común sobre las pautas de interacción humana, y este objeto común sirve para distinguir las ciencias sociales de las naturales y las técnicas. Ellas también comparten un elemento metodológico común: un compromiso con los procedimientos científicos liga a las ciencias sociales no sólo entre sí, sino también, al menos en una forma general, con las ciencias naturales y técnicas.
CAPÍTULO 3
La ciencia política como subcampos de una disciplina
	COMO hemos visto, hay amplitud y diversidad en el objeto cubierto por la ciencia política, y, no obstante el creciente compromiso de los politólogos con los métodos científicos en general, hoy día se halla en uso una gran variedad de conceptos, enfoques, modelos, teorías y técnicas. Esto es, hay muchas maneras diferentes de abordar el estudio de la política y numerosas maneras de organizar y analizar la información acerca de lamisma.
	En este y en los siguientes dos capítulos se describirán tres maneras diferentes para dividir toda esta empresa intelectual. Sin duda podrían diseñarse otras estrategias para describir el contenido de la ciencia política, pero estas tres son probablemente las de uso más común. En este capítulo se considera a la ciencia política en términos de los principales subcampos en que se ha dividido la enseñanza y la investigación. El capítulo 4 caracteriza el campo en función de algunos de los esquemas (o enfoques o modelos) más generales que pueden usarse para organizar e integrar la información sobre los variadísimos aspectos de la política. El capítulo 5 sugiere que la ciencia política puede ser vista a través de diversos conceptos principales, algunos de los cuales fueron presentados sucintamente en el capítulo 1, y que describen categorías importantes de la actividad política.
	Cada uno de estos tipos de perspectiva sobre lo que constituye la ciencia política puede ser útil para el estudioso de la política. En un sentido amplio, es posible encuadrar el objeto de la ciencia política mediante cada una de estas perspectivas. Por consiguiente, estas diferentes perspectivas realizan la misma función.
	Sin embargo, a pesar del hecho de que estas tres perspectivas parecen hacer lo mismo de modos distintos, tienen diferentes implicaciones o consecuencias para la manera en que entendamos la política. Por ejemplo, según veremos, estas perspectivas implican, de manera clara, diferentes grados de integración e interrelación entre las áreas sustantivas de estudio de la ciencia política. Esto, a su vez, se relaciona estrechamente con el problema de si puede haber una teoría de la política o, quizá, numerosas teorías de la política. Es más, la perspectiva que uno adopte sobre la naturaleza del campo tiene mucho que ver con los conceptos que tenderá a usar en sus estudios. Esto es, la propia visión de la naturaleza del objeto [la política] tiene una influencia considerable sobre el lenguaje que uno emplea al referirse o al hablar acerca de ese objeto.
Subcampos de la ciencia política
	Una manera de abordar el objeto cubierto por la ciencia política podría hacerse a partir de los subcampos o especializaciones de la investigación y la enseñanza. Este ha sido y sigue siendo un enfoque habitual para describir y organizar la ciencia política como disciplina académica. La mayoría de los planes de estudios universitarios en ciencia política están organizados en torno de un conjunto bastante común de subcampos, de acuerdo con los requerimientos formales para obtener el grado profesional. Más aún, las revistas más especializadas, que contienen informes de las investigaciones y análisis más recientes, tienden a orientarse hacia uno u otro de los principales subcampos de la disciplina.
	Como podría esperarse, el listado de los subcampos varía bastante, por ejemplo, entre las diferentes facultades y universidades. Algunas escuelas han realizado particulares esfuerzos en la investigación y en la enseñanza en subcampos relativamente especializados y, por lo tanto, los han elevado a posiciones de inusual significación en sus planes de estudios. En su mayor parte, sin embargo, existe al menos amplia similitud entre los subcampos reconocidos por la mayoría de los politólogos. La siguiente discusión probablemente incluya un número mayor de subcampos que los que uno podría encontrar en el catálogo de una universidad determinada, pero cada una de estas áreas posee reconocida importancia en muchos planes de estudios.	
	Es posible separar los principales subcampos de la ciencia política en tres categorías. Esta división tripartita no es común en los planes de estudios universitarios, pero es particularmente útil para nuestros propósitos. La primera categoría incluye subcampos que habitualmente se identifican, de manera amplia o total, sobre la base de criterios espaciales (por ejemplo, territoriales o geográficos). La segunda abarca subcampos primariamente identificados en función de tipos de actividad o tipos de comportamiento. La tercera categoría consiste en subcampos enfocados sobre el análisis de las ideas acerca de la política.
Subcampos definidos espacialmente
	Hay cuatro subcampos de la ciencia política que suelen identificarse espacial o geográficamente. Ellos son: política comparada, política internacional, política de una nación en particular y política de unidades políticas subnacionales.
Política comparada
	 En forma amplia, podemos decir que la política comparada es el estudio de los procesos y relaciones políticos en diversos escenarios o marcos ambientales. Intenta explicar las semejanzas y diferencias en los comportamientos políticos en función de las diferencias entre los escenarios o contextos en los que se desarrollan esos comportamientos¹.
	Desde el punto de vista científico, la política comparada probablemente sea el subcampo más importante de la ciencia política. Sin embargo, a causa de la gran dificultad para generar un conocimiento genuinamente comparativo y confiable acerca de la política en una amplia variedad de escenarios, su desarrollo ha sido lento si se lo juzga a la luz de los criterios científicos. Quizá, paradójicamente, los recientes avances en la calidad científica de la investigación en política comparada se hayan acompañado de una creciente confusión acerca de los límites de este subcampo y de lo que realmente incluye.
	El subcampo de la política comparada era conocido anteriormente como “gobierno comparado”. En esos días había relativamente pocas controversias acerca de lo que involucraba. De hecho, bien podía haberse llamado “gobiernos extranjeros”, pues excluía cualquier estudio de la propia nación. La investigación se enfocaba preponderantemente sobre las estructuras formales de gobierno de las principales democracias occidentales. Los restantes gobiernos estudiados eran vistos como desviaciones de las normas de estos sistemas occidentales. Había poco interés en las actividades no gubernamentales que forman parte del sistema político más amplio y tampoco se prestaba demasiada atención a los países no occidentales o no democráticos.
	A partir de la Segunda Guerra Mundial, las cosas cambiaron considerablemente en este subcampo. Hay un creciente reconocimiento de que los procesos informales que se desarrollan fuera de las estructuras de gobierno a menudo son altamente significativos en la determinación de consecuencias políticas. Y en concordancia con el creciente respeto por las perspectivas científicas en el estudio de la política, y su correspondiente aplicación, los especialistas en política comparada han llegado a comprender que la investigación sobre cualquier país dado necesita ser estrechamente comparable con la investigación semejante realizada sobre cualquier otro país. Por consiguiente, hay creciente interés por el uso de procedimientos de investigación comparables y por la identificación de conceptos políticos que tengan similar significación en diversos sistemas políticos. De muchas formas, por tanto, la evolución desde el estudio de los “gobiernos extranjeros” al estudio de la “política comparada” implicó una ampliación considerable de este subcampo de la ciencia política.
	No es sorprendente que la ampliación del subcampo haya hecho más difícil identificar sus límites precisos. Como hemos sugerido, la mayoría de los planes de estudios universitarios revelan la existencia de subcampos tales como partidos y grupos de interés, administración pública, derecho público y comportamiento electoral. Sin embargo, es obvio que la nueva política comparada involucra el estudio de todas estas cosas a través de los límites nacionales y, lo que es aún más importante, la existencia de un subcampo separado interesado únicamente por un solo estado es cada vez más difícil de reconciliar con la existencia de este subcampo sustancialmente ampliado de política comparada. Si es cierto que el conocimiento confiable depende de modo tan fundamental de la comprensión de las relaciones políticas ennumerosas sociedades diferentes, ¿por qué debería excluirse de ese énfasis al sistema político de un país en particular? Si nuestra meta es comprender la política, sus procesos y sus relaciones, ¿por qué no comparar entonces el propio sistema político con otros?
	Como veremos brevemente, existen algunos argumentos poderosos en apoyo del mantenimiento del foco sobre el propio sistema político como subcampo separado de la ciencia política. Pero debemos reconocer que, desde el punto de vista del desarrollo de la teoría científica, hay escaso justificativo para otorgar un estatus apañe al estudio de cualquier país dado. Esto nos ayuda a comprender por qué resulta cada vez más difícil especificar los límites del campo de la política comparada. Si la comparación constituye una parte fundamental de toda ciencia, entonces la política comparada debe ser una parte fundamental de toda ciencia política.
	Por otra parte, numerosos politólogos contemporáneos sugieren que no tiene ningún sentido hablar de la política comparada como subcampo. Según ellos, el análisis comparado impregna a toda la ciencia política como disciplina, de modo que señalar un subcampo dentro de ésta y asignarle el adjetivo de “comparado” es engañoso. Desde este punto de vista, es más apropiado pensar en la comparación como método que ha de emplearse en el estudio de todos los aspectos de la política más que como subcampo de la ciencia política.
Política internacional
	Este es un subcampo relativamente nuevo en el seno de la ciencia política, pero que se ha desarrollado con rapidez desde 1950. También es un subcampo que, al igual que la política comparada, posee límites intelectuales algo imprecisos. En el caso de la política internacional, empero, la superposición del objeto de estudio se ha dado históricamente con otras ciencias sociales en vez de hacerlo con otros subcampos de la ciencia política.
	Estrictamente hablando, la política internacional forma parte de una especialización transdisciplinaria denominada relaciones internacionales. El estudio de las relaciones internacionales -literalmente, las diversas relaciones entre unidades nacionales- incluye un buen número de fenómenos que no son expresamente políticos. Las naciones interactúan con otras económica, militar y culturalmente así como políticamente. Esas relaciones extra políticas forman parte de las relaciones internacionales, pero no estrictamente del subcampo de la política internacional.
	No obstante, el asunto está lejos de haberse resuelto del todo. Históricamente, la enseñanza y la especialización transdisciplinaria en relaciones internacionales fueron impartidas casi por entero en los departamentos de ciencia política. Por consiguiente, los politólogos que trabajaron primordialmente en el subcampo de la política internacional se hallaron concentrados tanto en la explicación de interacciones políticas como no políticas. A partir de 1950, empero, los especialistas interesa dos en los diversos aspectos de las relaciones internacionales intentaron ser explícitos al distinguir a la política internacional de otras formas de interacción entre las naciones. Sin embargo, gran parte de la enseñanza y la investigación en todas las facetas de las relaciones internacionales sigue siendo llevada a cabo por especialistas en política internacional.
	Dado que la política internacional implica el estudio de las interacciones entre unidades nacionales, la mayoría de las cuales son por definición “países extranjeros”, los estudiantes a veces no perciben las diferencias entre la política internacional y la política comparada como subcampos separados. La distinción es clara. La política comparada entraña el estudio de relaciones políticas dentro de los sistemas políticos (no necesariamente estados naciones) y la comparación de las mismas entre distintos sistemas. La política internacional, en cambio, supone el estudio de las relaciones entre unidades nacionales.
	Un área de investigación abordada con cierta frecuencia tanto por los especialistas en política comparada como por aquellos en política internacional es el estudio de la elaboración de la política exterior. La superposición del interés es entendible, dado que los orígenes de la política exterior han de buscarse tanto en la política doméstica como en las relaciones internacionales. La comprensión de la política exterior de una nación implica conocer los factores culturales, económicos y políticos domésticos que influyen en las decisiones que han de tomar los líderes. También entraña una apreciación de los modos como influyen en la actual posición en política exterior de una nación las pasadas relaciones con otras naciones. El estudio comparado de los orígenes domésticos de la política exterior corresponde, estrictamente hablando, al subcampo de la política comparada. El estudio de las relaciones anteriores con otras naciones pertenece, también estrictamente hablando, al subcampo de la política internacional. Aun así, muchos de los más distinguidos estudiosos de la política internacional de hecho han enfocado gran parte de sus investigaciones en la política exterior en forma general, analizando también sus fuentes domésticas.
Política de una nación en particular
	Prácticamente en todas partes los politólogos muestran particular interés por la política de sus propios países. Esta preocupación puede explicarse con la misma clase de términos que los que se emplean más adelante para explicar el interés de los politólogos norteamericanos por su sistema político nacional, pese al énfasis que históricamente se ha dado en los Estados Unidos a los asuntos propios.
	No obstante la naturaleza intelectualmente anómala de este subcampo, existen fuertes razones por las que ha persistido -y en numerosos aspectos incluso predominado- en el campo de la ciencia política norteamericana. En primer lugar, como señalamos, dos de las principales tareas de los politólogos son el entrenamiento de ciudadanos participantes en política y el adiestramiento profesional de dirigentes políticos. En los Estados Unidos, estos objetivos están concentrados comprensiblemente, en el proceso político norteamericano. (Sin duda, resulta clara la importancia de que los ciudadanos y los políticos profesionales posean asimismo un conocimiento básico de los sistemas políticos y prácticas políticas no americanos.)
	Una segunda razón de la capital importancia que reviste el subcampo de la política doméstica norteamericana es la accesibilidad que tiene el estudio de estos fenómenos para los politólogos norteamericanos. La investigación sistemática de otros países implica obtener una licencia o permiso de la facultad en que se trabaja, así como financiación para viajes y estudios, y, tal vez, poseer cierto dominio de idiomas extranjeros y contactos profesionales en otros países. Evidentemente, también supone el desarrollo de una profunda comprensión de los factores históricos y culturales que son relevantes para la investigación que ha de efectuarse. En contraste con ello, las investigaciones en el propio país son relativamente menos costosas y exigen menos tiempo y capacitación.
	Podría subrayarse que la tendencia observada después de la Segunda Guerra Mundial hacia una investigación empírica científicamente aceptable también contribuyó a promover el interés por la política norteamericana entre los politólogos de ese país. Es decir, que el énfasis puesto en la observación directa y repetitiva de los fenómenos políticos alentó a los investigadores a dirigir sus estudios allí donde les resultaba más fácil efectuar tales observaciones directas y repetitivas. Para los politólogos norteamericanos, esto implicó la investigación de la política en los Estados Unidos.
	Una tercera y muy pragmática razón para la continuidad de la autonomía del subcampo de la política doméstica norteamericana ha sido la exigencia legal, en numerosos estados, de realizar cursos sobre gobierno norteamericano [es decir, instrucción cívica] como parte de los estudios de formación de docentes y de los programasde educación general. Uno de los resultados de este tipo de exigencia fue la tendencia de las facultades a hacer que los cursos sobre gobierno norteamericano sirvieran como cursos introductorios de ciencia política. Esta decisión curricular implica ciertos riesgos desde el punto de vista intelectual; como hemos señalado, la política norteamericana es muy diferente de la política de muchas otras partes del mundo. La comprensión de la política norteamericana es de vital importancia, pero puede no ser la vía más efectiva para introducir a los estudiantes en el conocimiento de la política en general, esto es, la política como tipo genérico de comportamiento humano. En reconocimiento de este inconveniente, cada vez son más las facultades que ofrecen a los estudiantes cursos introductorios sobre los principios y conceptos básicos de este campo, ilustrados con ejemplos de la actividad política observada en una variedad de ambientes o contextos distintos, tal como sucede con sus equivalentes en las otras ciencias sociales².
Política de unidades subnacionales
	Es improbable que usted encuentre la frase “política de unidades subnacionales” en la descripción de un curso o en el plan de estudios de una facultad. La frase es demasiado general e intenta abarcar diversas categorías similares de enseñanza e investigación en la ciencia política. Las versiones más habituales de esta categoría son, por ejemplo: Gobierno Local y Estadual [= Provincial], Política Urbana, Política Comunitaria [= Municipal] y Federalismo. Comparten como característica común el hecho de estar enfocadas sobre la actividad política desarrollada en unidades políticas que se hallan dentro de unidades nacionales mayores.
	En los Estados Unidos, el estudio del gobierno y la política subnacionales se ha enfocado excesivamente sobre los fenómenos del propio país. Tan solo en época muy reciente los estudiosos norteamericanos comenzaron a prestar mayor atención a los gobiernos locales de otras partes del mundo. Últimamente ha habido un creciente interés por los problemas del gobierno local en países subdesarrollados de África, Asia Sudoriental y América Latina. Algunos estudiosos norteamericanos también están interesados por los problemas del federalismo -es decir, las relaciones entre las unidades de gobierno nacionales y subnacionales- en países con historia de divisiones y conflictos regionales, como, por ejemplo, Yugoslavia.
	Entre otras cosas, aquello que diferencia a las unidades políticas subnacionales de las unidades nacionales es su relativamente mayor dependencia de una unidad administrativa más grande. Así, los estados [= provincias] pueden ser vistos como subsistemas de una nación, y las comunidades o municipios como subsistemas de los estados [provincias]. Este alto grado relativo de dependencia de una unidad inclusiva mayor ejerce considerable influencia sobre la política de las unidades subnacionales. Los estados [provincias] y las localidades, por ejemplo, pueden depender en forma considerable del gobierno nacional para financiar sus obras viales, ciertos programas educativos, el auxilio frente a catástrofes y los sistemas de transporte público. La dependencia financiera implica un bajo grado de autonomía en la toma de decisiones por parte de los funcionarios públicos de los estados [provincias] y municipios. También puede afectar la actividad electoral dentro de los estados [provincias]. Por ejemplo, un candidato al Senado que pertenezca al mismo partido que el presidente de la nación podría argumentar que su elección conducirá a un tratamiento económico más favorable para el estado [provincia].
Subcampos basados en la actividad
	Cinco subcampos de la ciencia política se identifican primariamente en función de actividades o comportamientos. Estos tipos de actividad o comportamiento pueden ser estudiados en una variedad de contextos, si bien, una vez más, los politólogos de los Estados Unidos han tendido a hacer hincapié en la experiencia norteamericana. Estos subcampos son: 1) opinión pública y comportamiento electoral; 2) partidos políticos y grupos de interés; 3) administración pública; 4) derecho público y comportamiento judicial, y 5) política y economía.
Opinión pública y comportamiento electoral 
	Este fue el primer subcampo de la ciencia política que experimentó un cambio en procura de métodos de investigación científica más precisos. Aparentemente esto sucedió por dos razones. En primer lugar, los datos concernientes a estos temas eran fáciles de cuantificar, y la cuantificación, a causa de su precisión, es útil a la ciencia. Es fácil tabular votos y opiniones expresadas. En segundo lugar, la investigación por encuestas o sondeos (esto es, preguntas a la gente acerca de sus preferencias políticas) brinda oportunidad para realizar una cuidadosa “observación” directa del “comportamiento” en cuestión (o sea, la expresión de una opinión por la persona entrevistada). En forma conexa, algunos politólogos consideran que las encuestas son preferibles a muchos otros métodos de observación del “comportamiento”, pues permiten al investigador procurar en forma activa únicamente la información por la que está interesado haciendo preguntas específicas. En lugar de observar pasivamente hechos políticos, el estudioso puede, mediante las entrevistas, indagar activamente aquello que quiere saber acerca de las perspectivas del ciudadano referentes a la política.
	En las sociedades liberal-democráticas, la expresión de la opinión pública, particularmente por medio del voto, es vista como el indicador más fundamental de los sentimientos de los ciudadanos. Las opiniones públicas sobre la política poseen tanto una dimensión fáctica como normativa; esto es, incluyen, por un lado, la manera en que los ciudadanos perciben el mundo de la política y, por el otro, las evaluaciones sobre individuos o prácticas políticas específicos, basadas en valores y actitudes personales. Estos valores y actitudes a menudo son complejos y proceden de diversas fuentes.
	Mediante la identificación de la opinión pública y el estudio del comportamiento electoral, podemos obtener alguna pista sobre los principios ideológicos (o sea, los criterios evaluativos fundamentales con los cuales se juzga a las personalidades públicas y sus actos) de una cultura política. Una de las cosas que los politólogos han aprendido es que la adhesión ideológica de la mayoría de los ciudadanos de muchas sociedades se orienta, preponderantemente, hacia símbolos abstractos y slogans. La gente tiende a responder ante cuadros simplificados de la política y a construir sus opiniones políticas sobre una base informativa frágil. Una de las manifestaciones de esta falta de atención a las prácticas específicas es la ausencia de compromiso activo en política por parte de la mayoría de las personas en la mayoría de las sociedades. En los Estados Unidos, aún el interés por las elecciones presidenciales es relativamente bajo, y los individuos que se comprometen activamente en las campañas electorales representan un minúsculo porcentaje de la población. Lo que hemos aprendido acerca de la opinión pública y la subsecuente participación política sugiere un grado considerable de desinformación y apatía política por parte de la ciudadanía en numerosas culturas diferentes.
	El estudio de las opiniones públicas ha tendido a enfatizar las explicaciones acerca de por qué la gente tiene las opiniones que tiene. Solo últimamente se ha demostrado interés por el impacto que posee la opinión pública sobre las decisiones de las autoridades públicas y de los líderes políticos. Los politólogos también han comenzado a reconocer que es importante explicar no sólo los orígenes aparentes de los votos y de otras expresiones de la opinión pública, sino también la carencia de opinión, la apatía por informarse y la abstención electoral. Esto es, hemos comenzado a comprender que puede haber explicaciones especiales para la falta de desarrollo de opiniones políticas coherentes y para la ausencia de inclinación a participar aúnen las actividades políticas más fundamentales.
	El lector atento notará que en la caracterización de las opiniones públicas nos hemos referido a ellas como “comportamientos”, pero que hemos ubicado constantemente esta palabra entre comillas. Hemos procedido así porque existe cierto debate entre los estudiosos de la política sobre si puede considerarse realmente a una opinión como un comportamiento. Volveremos sobre este asunto más adelante en este libro, pues la controversia dista mucho de ser una mera discrepancia semántica. Por el momento, simplemente señalaremos que, cuando una persona expresa una opinión a un entrevistador, esto no significa necesariamente que tenga intención de comprometerse en algún acto político específico como consecuencia de sostener esa opinión. De hecho, sus acciones pueden parecer contradictorias con las opiniones expresadas. Por ejemplo, un individuo puede decirle al entrevistador que prefiere al candidato presidencial demócrata y que se propone votar por él, pero luego puede terminar no haciéndolo. Algunos de los problemas inherentes a esta clase de situaciones se discutirán en los capítulos siguientes.
Partidos políticos y grupos de interés
	Para mucha gente, los partidos políticos son la política. Los partidos ocupan, por cierto, un lugar central en el proceso político de prácticamente todos los sistemas. En las sociedades liberal-democráticas, funcionan como vehículos para la resolución de conflictos y para la representación de intereses en la sociedad. Gran parte de la competencia política en el seno de tales sistemas es competencia dentro de los partidos y entre los partidos. Es más, una buena parte de la actividad política emprendida por los ciudadanos en los sistemas liberal-democráticos es realizada a través de la estructura de los partidos políticos principales. La adhesión a los partidos provee la base del comportamiento electoral de gran número de personas, y, por lo general, los partidos son capaces de definir los asuntos que serán debatidos en el sistema político, sobre todo en época de elecciones.
	En los sistemas liberal-democráticos, los partidos políticos agregan (suman) y representan los intereses de grupos de individuos. Por tanto, tendemos a considerar a los partidos como importantes agentes en el proceso de mantener la responsabilidad de las autoridades públicas ante la masa de ciudadanos. Empero, hay muchas sociedades en las cuales los partidos políticos son primordialmente agencias del gobierno mismo, instrumentos para implementar las decisiones tomadas por los líderes políticos. En vista de ello, una de las tareas importantes de los estudiosos ha sido identificar diferencias en las funciones ejercidas por los partidos políticos en diferentes sistemas, explicar sus razones y evaluar su impacto sobre la organización interna y la operación de los partidos políticos mismos.
	El estudio de los partidos políticos es uno de los subcampos de la ciencia política en que más ha progresado el análisis comparativo. La investigación comparativa ha puesto de manifiesto las diferencias en las características internas de los partidos políticos en diferentes contextos, así como en las relaciones entre los líderes partidarios y sus seguidores. Ha revelado diferencias en la estructura y proceder de convenciones, congresos y otras reuniones generales de miembros de los partidos y sus representantes. El análisis comparativo también ha identificado diferencias en las estrategias de las campañas, en las posiciones ideológicas y en las bases de apoyo en la sociedad que poseen distintos tipos de partidos políticos. En forma conexa, una buena parte de la investigación comparativa se ha concentrado en las diferencias entre los sistemas de partidos. En particular, se ha efectuado un importante trabajo en la contrastación de los sistemas de partido único, de dos partidos (bipartidismo) y de múltiples partidos (multipartidismo).
	Podemos agrupar el estudio de los grupos de interés dentro de este mismo subcampo. En las sociedades modernas, la representación directa de los deseos y necesidades de todos los segmentos de la población ante los organismos de gobierno resulta, como puede comprenderse, imposible. Por consiguiente, el orden político desarrolla instituciones y prácticas que sirven de intermediarios entre el público y las autoridades. En términos generales, el propósito de estas prácticas e instituciones de intermediación es actuar como canales de insumos, transmitiendo los intereses y opiniones de los ciudadanos al interior del proceso político.
	Es bastante claro, sin embargo, que no todos los intereses compartidos aún por gran número de ciudadanos son representados de igual forma o de manera adecuada en el proceso político. Por otra parte, el grado de autonomía de que gozan los grupos de interés frente al control gubernamental varía ampliamente entre los diferentes sistemas políticos. Aun en aquellos sistemas donde los grupos de interés poseen considerable autonomía, algunos grupos tienen una influencia desproporcionadamente mayor de la que correspondería al número de sus integrantes.
	El estudio de los grupos de interés se ha concentrado no sólo en los medios por los cuales éstos se organizan y mediante los cuales logran conseguir y mantener apoyo, sino también en las tácticas usadas para tratar de influir sobre las autoridades públicas. Estas actividades de representación de intereses asumen diversas modalidades y apuntan a diferentes puntos del proceso político; por ejemplo, hacia distintos organismos y personalidades del gobierno.
Administración pública
	El estudio de la administración pública es un subcampo de la ciencia política que ha experimentado considerables cambios en los años recientes. Formalmente, la administración pública involucra: a) la aplicación y ejecución de las leyes y reglamentos sancionados por las autoridades que tienen a su cargo la toma de decisiones, y b) el cumplimiento de los diversos servicios públicos provistos por el gobierno.
	Los recientes estudios en este subcampo han intentado explicar las consecuencias que tienen diferentes prácticas o estilos organizacionales o administrativos sobre la efectividad de las estructuras administrativas. También se están realizando esfuerzos para adquirir una comprensión precisa del “proceso de políticas públicas” (policy process), esto es, el proceso mediante el cual las decisiones formales se traducen en políticas concretas, que acarrean consecuencias para las vidas de los seres humanos.
	Esta distinción entre decisiones y políticas (policies) es importante. Cuando las autoridades que tienen a su cargo la adopción de decisiones (o sea, el Congreso, el Presidente, la Corte Suprema) escogen un curso específico de acción entre varias alternativas disponibles, están tomando una decisión. Las decisiones, no obstante, deben ser llevadas a cabo, administradas y puestas en vigor. No son pocos los casos en que estas decisiones formales no pueden ser vertidas fielmente a la práctica -o no se lo quiere hacer-. La política concreta (policy) refiere al real estado de los asuntos, al resultado de todos los esfuerzos que se hayan llevado a cabo para cumplir con la decisión. La brecha entre la decisión y la política que finalmente es ejecutada, es conocida como el desliz (slippage) del proceso de políticas. Por ejemplo, es conocida la posición de la Suprema Corte y del Congreso de los Estados Unidos sobre la discriminación y segregación racial en las escuelas públicas, medios de transporte públicos y otros servicios del Estado. Pero un viaje a través del sur de los Estados Unidos, o, por cierto, a través de numerosas ciudades a lo largo del país, sugiere que la letra de estas decisiones no se ha traducido fielmente en políticas concretas. En los últimos años, el estudio de las razones que explican esta clase de deslices en el proceso de políticas públicas ha sido una de las áreas importantes del subcampo de la administración pública.
	La administración pública también incluye el estudio de la burocracia.Algunos arguyen que el cambio singular más importante que han experimentado los sistemas políticos desarrollados en el siglo XX es la burocratización de la política. Debido a que el alcance de la actividad gubernamental se ha expandido muchísimo y los aspectos del orden social en que toma parte el gobierno -por ejemplo, en la esfera de la economía- se han vuelto tremendamente complejos, la burocracia gubernamental ha aumentado a la par. De modo semejante, las organizaciones políticas no gubernamentales, como por ejemplo los partidos, a menudo han adoptado estructuras y funciones cada vez más complejas. Los estudiosos del subcampo de la administración pública investigan hoy día de qué manera la burocratización de la actividad política ha afectado a otros aspectos de la vida política. 
	El campo de estudio de la administración pública ha exhibido una interesante mezcla de elementos empíricos y normativos. En sus esfuerzos por contribuir a un manejo más eficiente y racional de los asuntos públicos, los estudiosos del proceso administrativo no sólo han tratado de identificar cómo es ese proceso, sino que también han ofrecido numerosas sugerencias para mejorarlo. Por cierto, algunos de los investigadores más destacados de este subcampo son firmes defensores del papel normativo que deben cumplir tanto ellos como sus colegas. Creen que los escritos de los estudiosos de la administración pública debieran ir mucho más allá de la simple descripción, explicación y predicción de los elementos de la política que tienen que ver con la administración pública; esto es, postulan que debieran abarcar también recomendaciones específicas sobre cómo mejorar el proceso de políticas públicas.
	Una importante concomitancia del llamado recientemente renovado en pos de la mezcla de elementos empíricos y normativos en el estudio de la administración pública ha sido el creciente interés por el análisis de las relaciones humanas en el seno de las estructuras organizacionales complejas. Tal como se afirma con frecuencia, una de las características de la creciente burocratización de la vida política es una sustancial deshumanización de las relaciones personales. En general se piensa que las estructuras organizacionales complejas, sobre todo quizá las de las grandes corporaciones y las del gobierno, tienen un efecto despersonalizante y paralizante sobre las personas que trabajan en ellas. De manera conexa, a menudo se sostiene que los ciudadanos que deben tratar con estas burocracias hallan poca responsabilidad y respuesta de parte de los empleados y funcionarios públicos. Los especialistas del subcampo de la administración pública han mostrado últimamente sumo interés por este problema y han dedicado considerables energías no sólo a fin de identificar sus dimensiones, sino también para formular recomendaciones acerca de cómo podría reducírselo.
Derecho público y comportamiento judicial
	El estudio del derecho público es el estudio de las bases constitucionales y legales que regulan la existencia e interrelaciones de las entidades políticas así como las relaciones entre las entidades políticas y los individuos. Cuarenta años atrás, mucho de lo que se designaba como “ciencia política” tanto en universidades norteamericanas como europeas era en realidad el estudio del derecho público. Y la que luego fue denominada "tradición legalista” ejerció considerable influencia en el estudio de la política hasta fecha muy reciente³
	Hay pocas dudas de que el estudioso de la política deba conocer las constituciones y prescripciones legales. Pero la tradición legalista en ciencia política hace hincapié en el estudio de estas prescripciones formales y leyes y subenfatiza los aspectos “informales” de la política que no están abordados explícitamente en las constituciones o en los cuerpos de leyes. Por consiguiente, una perspectiva legalista sobre el Congreso o la Presidencia norteamericanos estaría enfocada en el análisis de los poderes otorgados constitucionalmente a cada uno. De modo semejante, el enfoque legalista sobre gobierno comparado insistiría en la comparación de las constituciones de los principales países.
	En los últimos años, el enfoque legalista más restrictivo se ha ensanchado; como consecuencia de ello, el subcampo del derecho público pasó a ser llamado estudio del comportamiento judicial, o del derecho y la política. Este cambio refleja el reconocimiento de que el contenido de las leyes, así como los mecanismos utilizados para la interpretación de éstas y para la resolución judicial de disputas legales, forman parte en gran medida del proceso político más amplio. Por ende, la comprensión del contenido de las leyes exige el estudio de las instituciones, del pueblo y de los procesos involucrados en las actividades judiciales.
	Recientes tendencias en el campo del derecho y la política, o campo del comportamiento judicial, han puesto de relieve que la esencia del proceso judicial es la toma de decisiones. En este sentido, el proceso judicial tiene mucho en común con otros elementos del sistema político. Las características que el proceso judicial comparte con otros elementos de la política a veces necesitan ser subrayadas, porque muchos ciudadanos de algún modo creen que el sistema judicial es “apolítico”. En cierto sentido, desde luego, las decisiones judiciales difieren de las decisiones legislativas o ejecutivas. No obstante, pese al marco restrictivo de la ley y la jurisprudencia dentro del cual opera, la esencia del proceso judicial es la toma de decisiones. Es más, la adopción de decisiones judiciales constituye una parte integral del proceso político: no sólo las decisiones de los tribunales tienen importantes repercusiones políticas, sino que, a la inversa, el proceso judicial no se encuentra aislado de la influencia de elementos sociales y políticos.
	Por ejemplo, una de las importantes funciones societales de los tribunales es la resolución de conflictos. A fin de preservar su influencia para poder así resolver conflictos, los tribunales deben captar apoyo para sus decisiones haciéndolas compatibles -por lo menos en líneas generales- con los valores sociales y políticos dominantes en la sociedad. Por lo tanto, la cultura política ejerce influencia sobre el contenido de las decisiones judiciales. Por otra parte, la comprensión del proceso judicial sugiere la necesidad de investigar a las personas que toman decisiones judiciales así como los procedimientos mediante los cuales lo hacen. Una buena parte de la investigación se dirige actualmente a los antecedentes personales y profesionales de los miembros de la judicatura en sus diferentes niveles -y en diferentes clases de tribunales- en diversos sistemas políticos. Este conocimiento se ha revelado útil para predecir qué tipo de decisiones es más probable que adopten.
	Uno de los elementos más importantes de la relación entre el proceso judicial y el proceso político más amplio concierne a las decisiones judiciales sobre cuestiones vinculadas con los medios legítimos para el ejercicio de la actividad política. Por ejemplo, uno de los problemas más difíciles para cualquier sistema político es cómo definir los límites del disenso político aceptable. En un sistema democrático, se presume que estos límites han de ser amplios y razonablemente flexibles. Los tribunales de varios países han entendido uniformemente que, en tiempos de guerra o ante otras crisis nacionales, las libertades individuales, sobre todo el derecho a un disenso político vigoroso, pueden ser restringidas en pos del interés nacional. Al decidir sobre estas cuestiones, los tribunales, forzosamente, llegan a involucrarse de manera intensa en política. En estas circunstancias, los jueces deben realizar delicados juicios y apreciaciones acerca de la repercusión del comportamiento político sobre el sistema político, y sus decisiones a veces tendrán un decisivo impacto sobre el futuro político de grupos específicos dentro del sistema.
Política y economía
	Un subcampo de la ciencia política que con frecuencia no

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