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RESUMEN ANGINA DE PECHO ESTABLE ANAMNESIS La angina de pecho es un trastorno caracterizado por molestias en el tórax. Afecta principalmente a hombres mayores de 50 años y mujeres mayores de 60 años. Los síntomas típicos incluyen una sensación de pesadez, opresión o compresión en el pecho, que a veces se describen como asfixia o sofocación. La ubicación más común del malestar es en el esternón, ya menudo se irradia hacia los hombros, brazos, espalda, cuello, mandíbula, dientes y epigastrio. La angina suele ser provocada por el esfuerzo físico, el estrés emocional o el reposo en algunos casos. Los episodios suelen durar de 2 a 5 minutos y desaparecen con el reposo o la nitroglicerina sublingual. La gravedad de la angina se clasifica según la Canadian Cardiac Society y la capacidad funcional se describe según la clasificación funcional de la NYHA. La angina puede tener condiciones atípicas y no estar estrictamente relacionada con los desencadenantes en mujeres y pacientes diabéticos. También puede presentarse como síntomas diferentes a la angina, como disnea, náuseas, fatiga y desmayos, especialmente en ancianos y diabéticos. Es importante realizar una anamnesis detallada para evaluar los síntomas y descartar otras enfermedades cardiovasculares. Además, se deben identificar los factores de riesgo de enfermedad arterial coronaria, como antecedentes familiares, diabetes, hiperlipidemia, hipertensión y tabaquismo. En casos difíciles de diagnóstico, cuando persisten los síntomas isquémicos pero no hay obstrucciones significativas en las arterias coronarias, se consideran posibles causas como la coronariopatía microvascular y la nocicepción cardíaca anormal. El tratamiento de la coronariopatía microvascular se centra en mejorar la función endotelial, mientras que la nocicepción cardíaca anormal puede requerir la administración de imipramina. EXPLORACIÓN FÍSICA Al realizar la exploración física en pacientes con angina, se deben buscar signos de enfermedad aterosclerótica en diferentes partes del cuerpo, como aneurismas en la aorta abdominal, soplos en las arterias carótidas y disminución de los pulsos en las extremidades pélvicas. También se deben evaluar los factores de riesgo de aterosclerosis, como xantelasmas y xantomas. Es importante realizar una evaluación exhaustiva de la enfermedad arterial periférica, verificando los pulsos en varios sitios y comparando las presiones arteriales entre los brazos y las piernas (índice tobillo/brazo). El examen del fondo de ojo puede revelar signos de hipertensión, como reflejos luminosos acentuados y muescas arteriovenosas. También se deben buscar signos de anemia, problemas tiroideos y manchas de nicotina en los dedos debido al tabaquismo. La palpación puede revelar cardiomegalia y contracción anormal del impulso cardíaco. En la auscultación, se pueden detectar soplos arteriales, tercer o cuarto ruido cardíaco y, en casos de deterioro de la función de los músculos papilares debido a isquemia o un infarto previo, un soplo sistólico apical por insuficiencia mitral. Estos signos auscultatorios son más evidentes cuando el paciente está en decúbito lateral izquierdo. Es importante descartar otras enfermedades cardiacas que puedan causar angina sin aterosclerosis coronaria, como estenosis aórtica, insuficiencia aórtica, hipertensión pulmonar y miocardiopatía hipertrófica. Durante una crisis de angina, se pueden observar signos de insuficiencia ventricular izquierda transitoria, como un tercer o cuarto ruido cardiaco, discinesia de la punta del corazón, insuficiencia mitral e incluso edema pulmonar. Sin embargo, si se encuentra hiperestesia de la pared torácica, localización precisa del dolor en el tórax al señalar con el dedo o reproducción del dolor con la palpación, es poco probable que el dolor sea causado por isquemia miocárdica. Además, un abdomen protuberante puede indicar la presencia de síndrome metabólico y un mayor riesgo de aterosclerosis en el paciente. ESTUDIOS DE LABORATORIO Es importante realizar pruebas de laboratorio para confirmar el diagnóstico de enfermedad coronaria isquémica (IHD). Se deben realizar análisis de orina para descartar diabetes mellitus y enfermedades renales, que pueden acelerar la aterosclerosis. Además, se deben medir los niveles de lípidos en sangre (colesterol total, LDL, HDL y triglicéridos), glucosa (hemoglobina A1c), creatinina y hematócrito. Si es necesario según la exploración física, se deben realizar pruebas de función tiroidea. La radiografía de tórax es importante, ya que puede mostrar las consecuencias de la IHD, como cardiomegalia, aneurisma ventricular o signos de insuficiencia cardiaca. Estos signos respaldan el diagnóstico de IHD y ayudan a evaluar el grado de daño cardíaco. La proteína C-reactiva (PCR) de alta sensibilidad, con concentraciones entre 0 y 3 mg/100 mL, se ha identificado como un factor de riesgo independiente para el desarrollo de IHD. Puede ser útil para tomar decisiones terapéuticas, especialmente en el inicio de tratamiento hipolipemiante. La PCR de alta sensibilidad ayuda a reevaluar el riesgo de IHD en individuos clasificados en la categoría "intermedia" según los factores de riesgo tradicionales. En resumen, para confirmar el diagnóstico de IHD, se deben realizar pruebas de laboratorio, incluyendo análisis de orina, medición de lípidos, glucosa, creatinina y hematócrito. La radiografía de tórax es importante para evaluar el daño cardíaco. Además, la medición de la PCR de alta sensibilidad puede ayudar a identificar el riesgo de desarrollar IHD y guiar las decisiones terapéuticas. ELEC T ROCARDIOGRAMA El electrocardiograma (ECG) de 12 derivaciones en reposo puede ser normal en pacientes con angina de pecho típica, pero en ocasiones pueden aparecer signos de un infarto de miocardio antiguo. Sin embargo, ciertas anomalías en la repolarización, como cambios en el segmento ST y en la onda T, la hipertrofia ventricular izquierda y alteraciones en la conducción intraventricular o en el ritmo cardíaco, pueden ser sugestivas de cardiopatía isquémica. Es importante tener en cuenta que estas anomalías también pueden ocurrir en trastornos pericárdicos, miocárdicos y valvulares, o pueden ser transitorias debido a la ansiedad, cambios de postura, ciertos medicamentos y enfermedades del esófago. La presencia de hipertrofia ventricular izquierda (LVH) es un signo importante de mayor riesgo de resultados adversos asociados con la enfermedad de la arteria coronaria (IHD, por sus siglas en inglés). Aunque las alteraciones en el ritmo cardíaco y la LVH son indicadores no específicos del origen de la IHD, pueden ser factores que contribuyen a los episodios de angina en personas que desarrollan IHD como resultado de factores de riesgo comunes. Por otro lado, los cambios dinámicos en el segmento ST y en la onda T que ocurren durante los episodios de angina y desaparecen posteriormente son más específicos de la enfermedad. En resumen, el ECG de 12 derivaciones en reposo puede mostrar tanto signos inespecíficos como específicos de cardiopatía isquémica. Es importante evaluar estos resultados en el contexto clínico y considerar otros factores de riesgo y síntomas para realizar un diagnóstico preciso y determinar el tratamiento adecuado PRUEBAS DE ESFUERZO El electrocardiograma de esfuerzo (prueba de esfuerzo) es una prueba frecuentemente utilizada para el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad de la arteria coronaria (IHD, por sus siglas en inglés). Consiste en registrar el electrocardiograma de 12 derivaciones antes, durante y después del ejercicio físico. Durante la prueba, se aumenta progresivamente la carga de trabajo mientras se monitorizan el ECG, los síntomas y la presión arterial. Los cambios en el segmento ST son considerados signos electrocardiográficos típicos de isquemia miocárdica. Una depresión plana o descendente del segmentoST mayor a 0.1 mV por debajo de la línea basal que dura más de 0.08 s se define como respuesta isquémica. Sin embargo, los cambios en el segmento ST que aumentan o problemas de la unión no son considerados característicos de isquemia y no constituyen una prueba positiva. En casos donde el ejercicio físico no es posible, debido a condiciones como enfermedad vascular periférica, se pueden realizar pruebas de esfuerzo farmacológico. Estas pruebas implican el uso de agentes farmacológicos, como dipiridamol o adenosina, para inducir un "robo coronario" y provocar una respuesta isquémica. Además del electrocardiograma de esfuerzo, se pueden utilizar estudios de imagen del corazón para evaluar la perfusión miocárdica. Estos estudios implican la administración de radioisótopos como talio-201 o tecnecio-99m sestamibi durante el ejercicio o el uso de tomografía por emisión de positrones (PET). Estas técnicas permiten detectar la isquemia regional y confirmar la presencia de isquemia reversible y regiones con falta de captación, que indicarían un infarto. La ecocardiografía es otra herramienta utilizada para evaluar la función del ventrículo izquierdo en personas con angina crónica estable o antecedentes de infarto de miocardio. Permite detectar anomalías cinéticas transitorias asociadas a la isquemia. Por otro lado, la resonancia magnética del corazón (CMR) y la tomografía computarizada (CT) se están utilizando cada vez más como alternativas a los estudios de imagen de esfuerzo con radionúclidos o ecocardiografía. Estas técnicas permiten evaluar la cinética parietal, la perfusión miocárdica y realizar estudios más completos del ventrículo. Además, se han desarrollado métodos de detección de calcio coronario mediante TC para evaluar la presencia de aterosclerosis coronaria. Estos métodos pueden proporcionar información sobre la presencia y extensión de la enfermedad, pero su utilidad en el pronóstico aún no está completamente definida. En resumen, el electrocardiograma de esfuerzo y los estudios de imagen del corazón son herramientas importantes para el diagnóstico y pronóstico de la enfermedad de la arteria coronaria. Estas pruebas permiten evaluar la respuesta isquémica, la perfusión miocárdica y la función ventricular en relación con el esfuerzo físico. ARTERIOGRAFÍA CORONARIA La arteriografía coronaria es un método de diagnóstico utilizado para detectar o descartar obstrucción coronaria grave. Se realiza mediante la inyección de un medio de contraste en las arterias coronarias y permite visualizar la luz de los vasos coronarios. Sin embargo, no proporciona información sobre la pared arterial, lo que significa que no puede detectar la aterosclerosis pronunciada que no obstruye la luz. Las indicaciones para realizar una arteriografía coronaria incluyen pacientes con angina crónica y estable que presentan síntomas pronunciados a pesar del tratamiento médico y son candidatos para una intervención coronaria percutánea o un injerto de revascularización coronaria. También se indica en casos en los que es necesario confirmar o descartar el diagnóstico de enfermedad coronaria en pacientes con síntomas molestos y dificultades en el diagnóstico, pacientes que han sufrido un paro cardíaco, pacientes con signos de isquemia y disfunción ventricular, y pacientes con alto riesgo de problemas coronarios. Algunos ejemplos adicionales de indicaciones para la arteriografía coronaria incluyen pacientes con dolor retroesternal indicativo de angina de pecho pero con pruebas de esfuerzo negativo o no concluyentes, pacientes hospitalizados con sospecha de síndrome coronario agudo pero sin confirmación diagnóstica, individuos con profesiones relacionadas con la seguridad de otras personas y síntomas o pruebas sospechosas de enfermedad coronaria, pacientes con estenosis aórtica o miocardiopatía hipertrófica y angina, y pacientes que se someterán a cirugía cardíaca y pueden presentar signos clínicos de isquemia. La arteriografía coronaria también se utiliza después de un infarto de miocardio en pacientes con alto riesgo de recurrencia de angina o con signos de isquemia en pruebas de esfuerzo, en pacientes con angina de pecho y alto riesgo de problemas coronarios según estudios no invasivos, y en casos de sospecha de espasmo coronario u otras causas no ateroscleróticas de isquemia miocárdica. Alternativas no invasivas a la arteriografía coronaria son la angiografía con tomografía computarizada (CT) y la angiografía por resonancia magnética (CMR). Sin embargo, se requiere más investigación para determinar su utilidad precisamente en la práctica clínica. Es importante tener en cuenta que la angiografía por CT implica una exposición mayor a la radiación en comparación con la arteriografía convencional, y la CMR puede tener limitaciones debido al movimiento del corazón durante el ciclo cardíaco, especialmente en casos de frecuencia cardíaca elevada. PRONÓSTICO En resumen, los datos importantes sobre el pronóstico en individuos con enfermedad coronaria isquémica (IHD) son: Los indicadores de pronóstico incluyen la edad, el estado funcional del ventrículo izquierdo, la localización y gravedad de la estenosis coronaria y la gravedad o actividad de la isquemia miocárdica. La angina de pecho reciente, la angina inestable, la angina post-infarto, la angina resistente al tratamiento médico o acompañada de síntomas de insuficiencia cardíaca congestiva indican un mayor riesgo de eventos coronarios adversos. Los signos físicos de insuficiencia cardíaca, como edema pulmonar, tercer ruido cardíaco transitorio o insuficiencia mitral, y la evidencia de agrandamiento cardíaco y disminución de la fracción de eyección del ventrículo izquierdo en pruebas de imagen también están asociados con mal pronóstico. Los pacientes que completan el protocolo de ejercicio sin síntomas y tienen pruebas de imagen de esfuerzo negativo tienen un riesgo muy bajo de eventos coronarios futuros. La presencia de desviaciones frecuentes del segmento ST en la vigilancia electrocardiográfica ambulatoria, incluso sin síntomas, también indica un mal pronóstico. En el cateterismo cardíaco, las elevaciones de la presión telediastólica y el volumen ventricular del ventrículo izquierdo, junto con la disminución de la fracción de eyección, son signos importantes de disfunción ventricular izquierda y se asocian con mal pronóstico. Las lesiones obstructivas de la arteria coronaria principal izquierda, la arteria descendente anterior izquierda proximal y las placas ateroscleróticas con fisuras o defectos de llenado denotan un mayor riesgo. El avance rápido de las lesiones coronarias, el inicio reciente de los síntomas, la isquemia pronunciada durante la prueba de esfuerzo y la angina de pecho inestable también son factores de mal pronóstico. La mortalidad aumenta con dificultad cuando se deteriora la función ventricular izquierda y el pronóstico se modifica según la cantidad de miocardio irrigado por las arterias obstruidas. El cálculo del riesgo debe considerar la edad, los síntomas iniciales, los factores de riesgo, los signos de arteriopatía, el daño cardíaco existente y los signos de daño inminente. Los factores de riesgo adicionales, como la alta concentración de proteína C reactiva en plasma, la calcificación coronaria extensa y el engrosamiento de la íntima carotídea, también indican un mayor riesgo de eventos coronarios agudos. TRATAMIENTO Angina de pecho estable Una vez confirmado el diagnóstico de IHD es necesario valorar individualmente a cada enfermo respecto a su grado de comprensión, expectativas y objetivos, control de síntomas y prevención de resultados clínicos adversos, como infarto del miocardio y muerte prematura. Se debe registrar de manera cuidadosa el grado de incapacidad del enfer mo y el estrés físico y emocional que desencadenan la angina, a fin de establecer las metas adecuadas del tratamiento.El plan terapéutico debe consistir en: 1) explicar al paciente el problema y asegurarle que es posible elaborar un plan de tratamiento; 2) identificar y tratar los cuadros que agravan el problema; 3) según se necesite, recomendar la realización de adaptaciones de la actividad; 4) corregir los factores de riesgo, lo que disminuirá la aparición de resultados coronarios adversos; 5) administrar farmacoterapia contra la angina, y 6) considerar la posibilidad de revascularización. Tratamiento de los factores de riesgo os antecedentes familiares de IHD prematura son indicadores valiosos del riesgo e implican la búsqueda de factores corregibles como hiperlipidemia, hipertensión y diabetes mellitus. La obesidad aumenta el riesgo de episodios coronarios adversos y suele ir acompañada de otros factores de riesgo. El tratamiento de la obesidad y los factores de riesgo concomitantes es esencial. La reducción del consumo de ácidos grasos saturados y calorías para lograr un peso corporal óptimo es fundamental en el tratamiento de la IHD crónica. El tabaquismo acelera la aterosclerosis coronaria y aumenta el riesgo de complicaciones coronarias. La abstinencia del tabaco mejora el estado de los enfermos y reduce la frecuencia de complicaciones. La hipertensión se asocia con mayor riesgo de complicaciones clínicas de aterosclerosis coronaria. El tratamiento eficaz de la hipertensión puede reducir el número de complicaciones coronarias. La diabetes mellitus acelera la aterosclerosis coronaria y periférica y aumenta el riesgo de angina, infarto de miocardio y muerte coronaria súbita. El control intensivo de la dislipidemia y la hipertensión es esencial en los pacientes diabéticos. Dislipidemia El tratamiento de la dislipidemia es imprescindible para aliviar la angina, reducir la necesidad de revascularización y disminuir la incidencia de infarto de miocardio y mortalidad. El control de los lípidos se logra con dieta, ejercicio, pérdida de peso y administración de estatinas. Las estatinas reducen el colesterol LDL, aumentan el colesterol HDL y disminuyen los triglicéridos. Tienen un efecto terapéutico potente en la aterosclerosis y la IHD. Otros medicamentos como la niacina y los fibratos se pueden utilizar para aumentar el colesterol HDL y reducir los triglicéridos. Los resultados monoclonales inyectables contra PCSK9 son capaces de producir una disminución impresionante del colesterol LDL. El tratamiento de la dislipidemia conlleva importantes beneficios, y es importante establecer esquemas terapéuticos, vigilar el cumplimiento y realizar un seguimiento regular. Reducción del riesgo en mujeres con cardiopatía isquémica Después de la menopausia, aumentan los factores de riesgo aterogénico en las mujeres, igualando la frecuencia de complicaciones coronarias a la de los varones. Las mujeres no abandonan el tabaco con la misma eficacia que los varones, y la diabetes mellitus aumenta con mayor incidencia de IHD clínica. Las mujeres se benefician del tratamiento para la reducción del colesterol, el uso de B-bloqueadores después del infarto de miocardio y la cirugía de revascularización coronaria en los grupos adecuados de pacientes. : Tratamiento farmacológico El tratamiento farmacológico de la IHD está diseñado para disminuir la frecuencia de episodios anginosos, infarto de miocardio y muerte de origen coronario. Se recomienda combinar fármacos de diferentes clases y ajustar la dosis según el perfil individual de factores de riesgo, síntomas, respuestas hemodinámicas y efectos adversos. El tratamiento médico junto con comportamientos saludables es crucial para obtener el máximo beneficio en el tratamiento de la IHD.
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