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LA OBSERVACIÓN
Theodore Caplow
De todas las técnicas de observación utilizadas en sociología, la observación es quizás la más 
importante -y también la más olvidada en estos últimos tiempos. Nada puede reemplazar un 
contacto directo del encuestador con su campo de estudio, ninguna técnica es capaz de sugerir 
tantas ideas nuevas. Es difícil imaginar un estudio serio en el que la observación no desempeñe 
ningún papel. Las formas rutinarias e impersonales de encuesta han de basarse en una fase 
anterior de observación; si no, el encuestador no tendría ninguna idea real de lo que estudia, y la 
introducción de medidas elaboradas en fases posteriores del proyecto no permitiría probablemente 
superar la confusión, la incomprensión y la limitación de puntos de vista de que se daría pruebas al 
principio de la encuesta. La investigación sicológica ofrece abundantes testimonios de la 
importancia de la observación. Como ya hemos señalado, la mayor parte de los estudios que han 
hecho época han recurrido a la observación directa, trátese de los estudios ecológicos de la 
escuela de Chicago, de los informes sobre Middletown, Tikopia o Yankee City, de las experiencias 
de Hawthorne, de Street Corner Society, de los estudios sobre hospitales o de organizaciones 
burocráticas.
No obstante, ningún sociólogo ignora que estos últimos años la observación ha sido un método en 
constante retroceso. Muchas campañas, entrevistas y encuestas por medio de cuestionarios no 
prevén ninguna observación sistemática, o bien cuentan con una fase de observación demasiado 
breve o poco rigurosa para poder extraer datos verdaderamente interesantes. No es difícil 
comprender las razones de esta negligencia. La observación es la más exigente de todas las 
técnicas de investigación. Exige un gran entrenamiento, mucha práctica y una tensión intelectual y 
afectiva penosas para el observador. Es un trabajo que requiere tiempo y, por lo tanto, dinero; si, 
además, la tarea puede ser distribuida, la coordinación de los diversos observadores es bastante 
más difícil que la coordinación de un equipo de encuestadores o de analistas de documentos.
La multiplicación de los proyectos de investigación y el aumento de la demanda de los mismos ha 
hecho que muchos investigadores se hayan visto tentados a abandonar la observación por 
métodos de recolección de datos más rápidos y más fáciles. La observación es una actividad 
artesanal, comparada con las entrevistas y las encuestas por cuestionarios, que tienen todas las 
ventajas de la producción en masa.
Otro factor es la forma de los datos obtenidos: pese a que una entrevista estructurada es menos 
objetiva que el informe cuidadoso del comportamiento de un sujeto, realizado por un observador, 
parece no obstante más objetiva.
Hay que admitir que la observación presenta una seria desventaja respecto a técnicas de encuesta 
más impersonales. El observador debe operar a partir de una posición particular en un espacio 
físico y social determinado y con una perspectiva limitada. Su posición particular le permitirá ver tan 
sólo una parte de la situación social o del sistema estudiado. Además, la estructura del sistema 
puede situarlo en la imposibilidad de cambiar de posición. Por ejemplo, al observador de una 
batalla o de cualquier otro conflicto organizado le resulta casi siempre imposible desplazarse 
libremente de un frente a otro. Paralelamente, el observador de un sistema estratificado adquiere 
siempre un status determinado en el seno de este sistema y, por tanto, se encuentra imposibilitado 
de observar de cerca la interacción entre personas cuyos status son inferiores o superiores al suyo.
La observación de una situación social o de un sistema puede ser distante o participante, 
confesada o clandestina. El observador distante queda fuera del sistema o de la situación que 
estudia; el observador participante asume un papel y entra en los límites de su campo de 
observación. El observador que confiesa serlo es identificado como encuestador por las personas 
observadas; el observador clandestino, no. Por otra parte, el observador distante pude ser 
clandestino o declarado, y lo mismo ocurre con el observador participante.
La observación de Firth en Tikopia fue declarada y participante. Las de tres psicosociólogos que 
estudidaron un culto milenarista simulado adherirse a él fueron participantes y clandestinas. El 
observador sentado en un despacho al fondo de la sala de observación era, durante la experiencia 
de Hawthorne, un observador declarado y distante. La observación realizada por Henle y Hubble, 
los cuales registraban las conversaciones de unos estudiantes, escondidos debajo de las camas de 
los dormitorios, era clandestina y distante.
Distanciamiento y participación pueden tener diversos grados. En algunos casos, el observador 
participante constituye uno de los actores principales de la situación estudiada; es ésta una 
característica de la investigación-acción, en la que el mismo observador es un agente de cambio. 
En otros casos, la participación del observador puede ser relativamente pasiva y consistir, por 
ejemplo, en asistir a las reuniones. El observador declarado puede anunciar públicamente sus 
objetivos y sus métodos, o bien limitarse a hacer saber que está haciendo un estudio, sin dar más 
detalles.
Aunque bajo formas diversas, la observación clandestina ha sido practicada desde los comienzos 
de las ciencias sociales, es difícil citar un investigación en la que este tipo de observación hay dado 
resultados importantes. Los problemas sociológicos que pueden justificar la observación 
clandestina son muy pocos o de escasa importancia. Entre los que fueron estudiados utilizado esta 
forma de encuesta, están los movimientos multitudinarios, las conversaciones telefónicas y las 
reacciones de los conductores ante los semáforos. La utilización de la observación clandestina 
(especialmente cuando requiere un equipo de espionaje: micrófonos disimulados, objetivos 
telescópicos, etc) plantea serios problemas éticos.
La observación declarada lleva consigo siempre una determinada distorsión de la situación 
observada, distorsión imputable a la presencia del observador, ya que, como participante, puede 
cambiar esta situación, y como simple observador distante puede impedir fenómenos de 
interacción que se producirían en su ausencia. Para poner un ejemplo sencillo, seria absurdo llevar 
a cabo un estudio sobre las conversaciones amorosas en los coches estacionados, situando un 
observador en el asiento de atrás de cada coche.
La influencia del observador sobre la situación observada no es el único problema, ya que hay que 
tener en cuenta también la influencia de la situación sobre el observador. Varios observadores 
participantes experimentados han hablado repetidas veces de la dificultad que habían tenido para 
conservar su neutralidad en el ambiente amistoso de un grupo. A medida que el observador mejora 
su conocimiento de los sujetos, se compromete más a fondo en un proceso de interacción con 
ellos, y sería poco humano que sus ideas y sentimientos no fueran influidos, que la imagen que 
tenía de sí mismo no fuese modificada por ese proceso. Schwartz describe una experiencia de este 
tipo durante la fase inicial de sus funciones de observador declarado y libre en un hospital 
psiquiátrico.
Durante las primeras semanas de la investigación, comprendí claramente que no podía considerar 
a los miembros del hospital como objetos de encuesta, tal como se nos había enseñado que 
hiciéramos; que tampoco bastaba con identificarme yo mismo como sociólogo que tiene una 
formación específica y un problema por resolver. Semejante papel ignoraría la importancia de las 
relaciones de persona a persona, preferibles a las de un observador con objetos de observación. 
Así, desde el comienzo de mi investigación, comprendí que mis relaciones con los otros miembros 
del hospital eran las de un ser humano ( llamado <<investigador>>) con su semejante ( llamado en 
el peor de loscasos <<enfermo>> y en el mejor, <<miembro del personal>>); sin embargo, hicieron 
falta varias semanas para que todo el impacto de este descubrimiento y de sus implicaciones 
pudiera penetrar en mis relaciones diarias de trabajo y para que yo pudiera utilizar esta toma de 
conciencia de manera útil en mis actividades. De este modo, ese <<yo>> que realizaba la 
observación de cara a los otros, comprometiéndose con ellos y siendo al mismo tiempo por ellos 
observado, era ante todo una persona, y a continuación, y únicamente a continuación, el ejecutor 
de una función. El ser humano debía primar sobre la función, antes que yo pudiera aceptarme o se 
aceptado como sociólogo. Si yo aceptaba esta humanidad compartida entre el personal, los 
enfermos y yo mismo, se sentía que nuestras similitudes eran más numerosas que nuestras 
diferencias y que aquellas eran más importantes para la condición humana, entonces podría 
confiadamente diferenciarme del ser observado para abordar la función particular del investigador 
que observa.
El papel y el lápiz son los útiles principales del sociólogo que practica la observación; saber tomar 
notas debe ser una de las técnicas esenciales que han de aprenderse: lo que se olvide anotar está 
olvidado o recordado defectuosamente para ser útil. Las normas referentes a los apuntes sobre el 
terreno son aproximadamente las mismas en sociología que en zoología o en arqueología. Las 
notas deben ser tomadas tan pronto como sea posible después de la observación, y deben permitir 
responder a varias preguntas capitales: ¿qué?, ¿quién?, ¿cuándo?, ¿dónde?, ¿ por qué?, ¿cómo?, 
sin omitir las informaciones más generales que puedan ser necesarias. El debutante se sorprende 
muchas veces al descubrir que pasan más tiempo tomando notas que efectuando la observación. 
Pero es conveniente que esto ocurra. Ver y entender son solo una parte de una serie de tareas. El 
observador debe aprender a anotar la hora y las personas presentes, el tiempo que hace y la 
temperatura que hay en una habitación. A de aprender a mirar las manos de la gente y sus 
zapatos, a observar sus gestos, sus idas y venidas, y por encima de todo escuchar lo que 
realmente dice. Algunos observadores muy experimentados logran una aptitud verdaderamente 
asombrosa: son capaces de observar a varias personas a un tiempo y de retener gran parte de la 
conversación. Pero esto exige autodisciplina y una gran práctica. Para ser un buen observador, hay 
que disponer de toda una serie de hábitos sociales, saber aguzar la vista y afinar el oído, saber 
escuchar a los demás en vez de reaccionar directamente a sus palabras, y poder evitar 
constantemente la distracción o las faltas de atención tan frecuentes en un interacción social 
habitual. La satisfacciones que se obtienen con ello son importantes.
El observador experimentado ve y entiende más y mejor que los demás; la sensibilidad que ha 
adquirido hace a cualquier persona situada en su campo de observación más interesante, y sin que 
sepa por qué, más atrayente.
Las normas de una buena observación, tal como las hemos expuesto, se parecen bastante a las 
que rigen para la entrevista. Esto no tiene nada de sorprendente, ya que la entrevista constituye un 
caso particular de la observación. Sin embargo, las diferencias son más importantes que las 
similitudes.
Las normas de la observación
LAS CONDICIONES PREVIAS
1.- Antes de comenzar el trabajo sobre el terreno, el observador debe familiarizarse completamente 
con los objetivos de su investigación.
2.- Las técnicas de observación y de anotación, deben ser ensayadas con antelación y, si es 
necesario, deben repetirse a fin de obtener notas de buena calidad sobre el terreno.
3.- Antes de comenzar una observación, el observador debe memorizar una lista de control de los 
elementos que se propone a observar.
PROCEDIMIENTO
4.- Las observaciones deben ser anotadas sobre el terreno, en la medida en que las circunstancias 
lo permitan; en caso contrario, lo más pronto posible.
5.- El intervalo de tiempo admisible entre la observación y la anotación se mide en minutos o , en 
caso de condiciones particularmente difíciles, en horas. Las observaciones que se guardan en la 
cabeza hasta el día siguiente deben ser consideradas como perdidas.
6.- La relación entre el tiempo pasado en la observación y el tiempo pasado en la anotación está en 
función de la naturaleza de la investigación, pero no conviene limitar el tiempo de la anotación con 
objeto de obtener periodos de observación más prolongados.
7.- El observador no debe olvidarse que forma parte del sujeto de observación y que es necesario 
que anote sus propias acciones durante el periodo de observación.
CONTENIDO
8.- Las notas deben incluir la fecha, la hora y la duración de la observación; el lugar exacto ( con 
mapas, fotografías y croquis si es necesario); las circunstancias; las personas presentes y su 
función; la función atribuida al observador; los aparatos y los equipos utilizados, los aspectos 
determinantes del ambiente físico ( temperatura, luminosidad, ruido, etc.) y todas sus eventuales 
modificaciones.
9.- Las opiniones, las hipótesis inverificables, las deducciones o las observaciones sobre el 
carácter o la personalidad de los sujetos deben ser eliminados.
10.- Las conversaciones y los diálogos deben ser transcritos en estilo directo. Aun cuando es 
imposible una transcripción completa, los resúmenes deben ser anotados en primera persona.
11.- Las opiniones y las deducciones sacadas de las notas del observador deben ser anotadas 
separadamente en un diario de investigación o en una agenda, de manera regular.
 ORDENACION
12.- Las notas deben ser revisadas lo antes posible con objeto de efectuar en ellas las 
correcciones y adiciones necesarias.
13.- Las notas deben ser clasificadas provisionalmente, antes de la elaboración de un sistema de 
clasificación definitivo, indicando claramente en cada una de ellas la clasificación correspondiente. 
El observador acumula una increíble cantidad de material en un tiempo relativamente corto. Un 
observador participante que utilice cinco páginas de su carné de notas por día - cifra bastante 
modesta - acumulará mil páginas en poco más de diez meses. Para poder controlar un material tan 
importante es esencial un sistema de clasificación muy elaborado. Es muy conveniente numerar y 
clasificar las notas cronológicamente, y verificar a continuación esta clasificación mediante un 
sistema de fichas. Se establece una ficha para cada persona, y toda referencia que le concernía es 
incluida en esta ficha, con mención de la fecha y llamada al número de la nota correspondiente.
LA OBSERVACION DISTANTE
El observador distante no es, por definición, un actor social en la situación o sistema que observa. 
Por consiguiente, no corre el peligro de establecer con los sujetos observados relaciones que 
puedan afectar su trabajo. Ello es así porque el acto de la observación se limita, quizás, a las 
características físicas de la persona: esto es lo que ocurre cuando se estudia la composición social 
de multitudes o de grupos diversos. En otros casos, el observador pasa completamente 
desapercibido para los sujetos que observa, bien porque está detrás de una pantalla de visión 
unilateral, bien porque el observador está escuchando con un micrófono. La ausencia de 
interacción entre observador y sujeto constituye la característica esencial de este tipo de 
situaciones. No obstante, el observador deberá guardarse de otras fuentes de distorsión y errores 
posibles.
Ejemplo de observación exterior:
La boda es una ocasión privilegiada para las relaciones sociales y un momento propicio para su 
observación. La gran fiesta de la boda es el paso de una mujer de un grupo a otro grupo, es decir, 
de la familia de su padre a la familia del padre de su marido.
No se trata de la unión de un hombre y una mujer, del comienzo de una vida en común, de una 
relación amorosa; todo esto ha podido comenzar antes, tras el matrimonioreligioso, bajo el techo 
del padre de la joven esposa; esto es lo que se produjo en caso de la boda observada por 
nosotros: la unión había sido religiosamente consagrada bastante meses antes de la <<fiesta 
civil>>, pero esta circunstancia no había dado lugar a ningún acontecimiento social.
Las circunstancias de otra boda, la de la hija menor del terrateniente, nos permiten precisar mejor 
la relación entre ambas ceremonias. El matrimonio religioso se había celebrado varios meses 
antes, pero la ceremonia <<civil>> no había tenido aún lugar en el momento de la encuesta. Los 
esposos vivían, pues, momentáneamente, en la casa del padre de la joven esposa, y estaban 
autorizados a mantener relaciones sexuales. Sin embargo, la joven esposa se negaba a tenerlas. 
Efectivamente, al quedar embarazada hubiera exigido que ella pasara rápidamente, mediante la 
fiesta civil, a casa de la familia de su marido. Ahora bien, una vez <<fuera>> de la casa paterna, 
perdía cualquier derecho a recibir dinero u otra forma de ayuda; además, estando alejada, no 
hubiera podido presionar suficientemente sobre su padre. Como pensaba que su ajuar no estaba 
aún suficientemente completo, deseaba quedarme algún tiempo más en su casa de origen.
El retraso de la ceremonia civil, la cual entrañaba siempre el paso de la joven esposa de un casa a 
la otra, estaba casi siempre motivado por la espera del pago del Nahrdine ( o Shirbana o Kalym), 
dote que la familia del esposo había de dar a la familia de la casada como contrapartida de la 
joven. En este caso, mientras no se efectuaba dicho pago, se les prohíbe a los esposos tener 
relaciones sexuales. En el caso estudiado, la muchacha espera completar la dota de su padre. La 
diferencia es importante, pero las significaciones relativas de uno y otro matrimonio no cambian por 
ello.
 LA OBSERVACION PARTICIPANTE.
El observador participante es actor del sistema que estudia. Ello le permite obtener informaciones 
que de otro modo no podría conseguir, incluida la información que le viene de su propia experiencia 
subjetiva. Al mismo tiempo, la posición del observador participante presenta dos serios 
inconvenientes. Primero, corre el riesgo de introducir en el terreno de observación un 
comportamiento que sin él no se hubiera dado. Segundo, en tanto que miembro de un grupo, 
adquiere responsabilidades, compromisos y sentimientos que dificultan su objetividad. La mayoría 
de las observaciones participantes están parcialmente deformadas a causa del status del 
observador en el seno de la situación social o del sistema observado.
A un observador situado en un status social bajo le es imposible tener un visión objetiva de un 
sistema social estratificado. Salvo escasas excepciones, los observadores participantes han 
gozado de un status relativamente elevado en los sistemas observados por ellos. El etnólogo, 
arquetipo de los observadores participantes, es peligrosamente poderoso e intensamente ricos a 
ojos de la población indígena. Caso de que sea adoptado, como Firth o Tikopia, lo será por una 
familia de alto rango social, y el punto de vista indígena que adquiera está más cerca del de un jefe 
que el de un esclavo o un portador de agua. Warner y su equipo conocían mucho mejor a la clase 
superior de Yankee City que a la clase inferior, con la cual tenían muy pocos puntos comunes. 
Schwartz era el colaborador y el socio del médico jefe durante su estudio en los hospitales 
psiquiátricos. Por lo tanto, tenía un status muy próximo a la cumbre de la jerarquía.
La observación participante plantea otro problema más delicado, aunque no por ello es menos 
frecuente. Al adoptar el comportamiento y las actitudes de su nuevo medio social, el observador 
modifica su cuadro de referencias personal y llega a admitir como evidentes muchas cosas que 
para un extraño a dicho medio, exigirían una explicación.
Puede también suceder que el observador sea incapaz de conciliar su papel de sociólogo y su 
papel de participante. Muchas encuestas fueron abandonadas porque el encuestador no podía 
superar presiones contradictorias del tipo de las que encontró Schwartz en el hospital psiquiátrico. 
En otros casos, el participante suplanta completamente al observador. Los etnólogos se convierten 
en indígenas. Un criminólogo famosos se convirtió en criminal y otro, que se había recluido en una 
penitenciaría para estudiar su organización social, se sintió tan indignado que abandono la 
sociología y se dedicó el resto de su vida a luchar por la reforma del sistema penitenciario. Puede 
también ocurrir que los informadores principales del observador se transformen en aficionados a la 
sociología.
Whyte, cuyo estudio Street Corner Society es actualmente un clásico de la observación 
participante, estableció una serie de ideas fundamentales, en forma de normas:
1.- La explicación que debéis dar de vuestro papel debe ser breve y sencilla; sin embargo, haced 
saber que os gustaría dar más detalles a cualquiera que se sienta interesado.
2.- La explicación debe ser suficientemente general para cubrir todas las categorías de trabajos 
que deseéis llevar a cabo. Vuestras futuras actividades parecerán entonces razonables sin que sea 
necesario recurrir nuevamente a una serie de explicaciones.
3.- Buscad ante todo el apoyo de personas claves; los demás modelarán su actitud conforme a la 
de aquellas.
4.- Buscad entre las personas estudiadas aquéllas que son observadores hábiles y que estén bien 
situadas para observar. Si conseguís interesarlas en vuestra investigación, os serán de inestimable 
ayuda tanto para la recolección de datos como para la interpretación de los observadores. Es lo 
que el etnólogo llama el investigador privilegiado.
5.- No busquéis una <<asimilación>> total. No es posible ni deseable.
6.- No es necesario que actuéis exactamente como los otros; basta con que demostréis un interés 
amistoso hacia ellos y hacía sus actividades. Pero cualquier muestra de desaprobación moral o de 
condescendencia puede amenazar el éxito de vuestra investigación.
7.- No seis avaros de vuestro tiempo y mantened frecuentes contactos. La observación no 
descubrirá grandes cosas hasta que no hayáis <<vivido>> con la gente un cierto tiempo. Evitad 
tomar partido de un conflicto que divida al grupo, a menos que vuestro estudio se limite al partido 
que sostenéis. La observación participante, en tanto que técnica, no es sólo aplicable a estudios 
que se extienden sobre largos periodos de tiempo, sino que, según los principios, se adapta 
igualmente a encuestas mucho más breves. Es lo que Robert Pagés llama el reportaje 
psicosociológico, del cual ofrece un ejemplo en su estudio sobre la marcha de los negros sobre 
Washington el 28 de agosto de 1963.

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