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El ojo absoluto [Gérard Wajcman]

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GÉRARD 
WAJCMAN 
EL OJO 
ABSOLUTO 
El ojo absoluto 
Gérard Wajcman 
El ojo absoluto 
MANANTIAL 
Buenos Aires 
Wajcm;~n, Gérard 
Título original: L'oei/ absolu 
tditions Denoel, 2010 
© Éditions Denoet, 2010 
Diseño de tapa: Eduardo Ruiz 
TRADUCCIÓN: fRENE AGOFF 
El ojo absoluro. - la cd. - Buenos Aires: Mananrial, 201 1. 
280 p.; 22xl4 cm. 
Traducido por: Irene Miriam Agoff 
ISBN 978-987-500-1 55-8 
l. Ciencias Sociales. J. Agoff, Irene Miria m, trad. 11. Título. 
CDD 300 
Hecho el depósito que marca la ley 11.723 
Impreso en la Argentina 
© 2011, de esta edición y de la traducción al castellano, 
Ediciones Manantial SRL, 2011 
Avda. de Mayo 1365, 6° piso 
(1085) Buenos Aires, Argentina 
Tel: (54-11) 4383-7350 / 4383-6059 
info@emanantial.com.ar 
www.emanantial.com.ar 
Impresos 2.000 ejemplares en diciembre de 2011 
en Talleres Gráficos Leograf SRL, 
Rucci 408, Valentín Alsina, Argentina 
Derechos reservados 
Prohibida la reproducción parcial o total, el almacenamiento, el alqui-
ler, la transmisión o la transformación de este libro, en cualquier forma 
<J por cualquier medio, sea electrónico <J mecánico, mediante fotocopias, 
digitalización u otros métodos, sin el permiso previo y escrito del editor. 
Su infracción está penada por las leyes 11.723 y 25.446. 
Índice 
Nueva civilización ................................................................... 15 
El apocalipsis de lo visible ........................................................ 21 
El animal hipermoderno .......................................................... 24 
El hombre neuronal ................................................................. 27 
El principio de transparencia ................................................... 33 
El n iño imagen ........................................................................ 35 
La galaxia Argos ...................................................................... 39 
El derecho a lo oculto .. ............................................................ 42 
La antinomia Dubuffet ............................................................ 46 
El elogio de la sombra ...................................................... ....... .47 
Get out o( my mind ................................................................. 48 
Microcosmos ................................................................ ..... ...... 49 
Contemplación ............. ..... .......... .................. .............. .............. 53 
8 Gérard Wajcman 
La fábrica de lo real.. ...... ......................................... ............... . 54 
¿Es el arte soluble en la ciencia? .............................................. 56 
Muro de pantallas ........ ............................................................ 61 
C ivilización paranoica .............................................................. 69 
Gramática de la mirada ...................................................... 1 .... 72 
Política de la mirada ............................................................... 73 
Sociedad de transparencia ........................................................ 76 
Oz is the World .............. ......................................................... 86 
Zona de delincuencia ............................................................... 89 
Cacheo virtual del cuerpo ....................................................... 97 
La parte oscura ........................................................................ 98 
ADN y videovigilancia ........................................................... 101 
TV ................................................................................. ......... 103 
Mirada moral ......................................................................... 107 
Name and Sbame, la mirada y la virtud ................................. 112 
Elisión ..................................................................................... 118 
Fiasco ............................. ...... ........................... ....................... 120 
El hilo y la frontera .... : .... ........ ........ ....................................... 124 
New Frontier .......................................................................... 135 
Un héroe hipermoderno .......................................................... 139 
El ojo absoluto 9 
El hombre invisible ................................................................. 156 
Un arte de lo invisible ..................... ........................................ 158 
Mostrar, esconderse ................................................................ l61 
Identidad ................................................................................ 162 
Prever ........................ ...................... ....................................... . 164 
Visiones, previsión, previdcncia ...... , ....................................... 169 
Atentado contra la imagen ..................................................... 175 
El horror estético .................................................................... 187 
La humanidad puesta en escena ....................................... ..... 190 
Loft Prinzip ........................................................................... 192 
Mirada develada ..................................................................... 195 
El síndrome Salomé .......................... ..................................... 198 
Cuerpo extraño ..................... : ................................................ 199 
Autopsia ................................................................................. 200 
Develamiento ................................... ....................................... 211 
La caída del muro de lo íntimo ................. ......... ..................... 215 
Nueva historia del develamiento ............................................. 217 
Ser mirado, ser visto .............................................................. 223 
El corredor de la imagen perdida ........................................... 225 
Google Earth y yo ................................................................. 226 
10 Gérard Wajcman 
Gran Pensador Supremo ........................................................ 233 
Perdido de vista ..................................................................... 236 
En memoria ........................................................................... 245 
La mirada perdida .................................................................. 249 
Perdido de vista, continuación y final.. .................................. 250 
_Mira con todos los ojos, ¡mira! ............................................. 252 
Ver todo y perdérselo todo ..................................................... 255 
Elephar~t .. , ............................ ................................................. 257 
No li,r~it ................................................. ................................ 260 
lo sono sempre vista. 
Una pacienre 
Un Príncipe cuyos ojos saben ver en los corazones. 
MOLIERE, 
Tartufo, acto V, escena 7 
Oh Dear, we become a race of Peeping Toms. 
Dios mío, nos hemos vuelto una raza de voyeristas. 
Stella, en La ventmza indiscreta 
de Alfred H JTCHCOCK 
No se ve nada. 
Daniel ARASSE 
Una mutación sin precedentes está teniendo lugar en la histo: 
ria de los hombres. 
Ella cambia nuestra relación con el mundo, con nuestro cuert 
po, hasta con nuestro ser. Esa mutación no se realiza en secre~ 
to, sino ante nuestra visea. Sin embargo, no la distinguimos con 
precisión y en toda su a mplitud. No es una evolución, ni un<t 
revolución, ni un accidente; tampoco es una oscura amenaza, 
un complot; no la ha deliberado ninguna conciencia, no la efect 
túa ninguna potencia oscura. No hay Estados que denunciar ni 
S.P.E.C.T.R.E. que combatir por parte de algún James Bond sal; 
vador de la humanidad! Ella se produce. Hemos entrado en otrq 
mundo. El sigloXXI acaba de ponerse en marcha y ya se revela 
que ha nacido una nueva modernidad, una nueva civilización. 
Hechos dispersos se hacen notar aquí y allá, pero son tan nume: 
rosos, proliferan con tal rapidez y en tantas direcciones al mismQ 
tiempo, que no tenemos tiempo de detenernos en cada uno ni la 
suficiente distancia para considerarlos todos juntos. Ellos pueblan 
nuestra cotidianeidad, la habitan, insensiblemente la cambian. Algu~ 
nos nos sorprenden, pero wdo va tan rápido que no hay tiempo par~ 
pensar en ellos y, apenas surgidos, ya los miramos como si formara~ 
~ Sigla de Special Executive for Cormter-intelligence, Terrorism, 
Revenge and Extortiot~, organización terrorista secreta concebida poc 
el autor británico Jan Fleming en sus novelas sobre el espía James Bond 
(n. de t.). 
14 Gérard Wajcman 
parte del paisaje. Sólo me asombra que nos acostumbremos tan rápi-
damente a ellos. A veces, sin embargo, algunos hechos nos llaman la 
atención o nos alertan, se hacen entonces oír voces, algunos diarios 
les dedican artículos, hasta un informe especial. Pese a esto, no cun-
de la alarma. En definitiva, recibimos esos cambios con curiosidad, 
como signos de progreso, y con sus consecuencias, las buenas y las 
otras, más o menos enojosas. De una u otra manera, tales cambios 
pertenecen ya a nuestras vidas, y porque están ahí parecen irrever-
sibles, a veces casi naturales. Y la mutación se opera. 
Hay otros hechos que ignoramos, no porque nos los disimulen 
sino porque no llegarnos a conocerlos forzosamente. O bien, al 
ser demasiado singulares o demasiado técnicos, se nos escapan, 
no advertimos en qué podrían concernimos directamente y los 
pasamos por alto. Como si, puesto que no los comprendemos, 
carecieran de efectos, de gravedad. 
Así pues, vemos pero no sabemos bien lo que vemos, o no 
vemos y sufrimos las consecuencias de causas que se nos escapan. 
O bien, simplemente, cerramos los ojos. Por último, todo cola-
bora para que no advirtamos que todos esos hechos, conocidos 
o desconocidos, masivos o minúsculos, serios o insignificantes, 
comprensibles o misteriosos, fascinantes o inquietantes, trazan 
el nuevo paisaje de este siglo y producen juntos una mutación sin 
precedentes en la historia de los hombres. 
Hemos entrado en los tiempos de la hipermodernidad. Sepá-
moslo: por más que hagamos, no volveremos al tiempo anterior. 
Será inútil p rotestar. ¿Qué nos queda? Mostrar. Abrir los ojos 
al hecho de que tamaña muración se está operando, revelar los 
contornos y los meandros de esta nueva civilización, sus envites, 
sus facetas impensadas, sus ilusiones, sus mentiras. Hacer surgir 
lo que tenemos ante la vista, que no siempre vemos y que sin 
embargo transforma nuestras vidas d'e cabo a rabo. Ver y saber: 
he aquí la libertad que poseemos, nuestro poder. Decir lo que está 
cambiando y lo que nos cambia, para no mantenernos ciegos o 
estúpidos ante lo que está moldeando tanto el mundo como nues-
tro ser. Exponer esos hechos dispersos, aparentemente inconexos, 
y poner en evidencia que una lógica los anima, los enlaza,.los 
ordena, que construyen juntos nuestra nueva realidad. Mostrar 
que está naciendo una nueva civi lización de la que somos los suje-
ws: según las veces, víctimas o actores, objetos y agentes. 
El ojo absoluto 15 
Tenemos derecho a mantener los ojos cerrados. Eyes wild 
shut. También podemos querer abrirlos. ¿Qué ganamos con eso? 
Un poco de inteligencia y, entonces, la posibilidad de orientarnqs 
algo mejor en ese mundo, es decir, ser un poco menos juguetes 
suyos. Lo que ganamos, finalmente, es algo de libertad. 
NUEVA CIVILIZACIÓN 
Nos miran. 
Es un rasgo de esta época. El rasgo. Somos mirados todo el 
tiempo, por todas partes, bajo todas las costuras. No, como ama-
ño, por Dios en la cumbre del cielo o, como mañana, por moni-
gotes verdes desde las estrellas; nos miran aquí y ahora, hay ojos 
por todos lados, de todo tipo, extensiones maquínicas del ojo, 
prótesis de la mirada. Y en definitiva, siempre hay en algún lado 
alguien que supuestamente ve lo que veh esos ojos. 
«La humanidad que antaño, con Homero, había sido objeto 
de contemplación para los dioses olímpicos, ahora ha pasado a 
serlo para sí misma.>> Walter Benjamín ya escribía esto en lo.s 
años treinta. Pero la contemplación supone además una mira-
da desprendida de todo interés, depurada. Hoy, la mirada se ha 
acercado terriblemente y se ha vuelto muy interesada, recelosa 
e intrusiva. Digamos que el gigante griego de cien ojos, Argos 
Panoptes, aquel que ve todo, fue reclutado por las potencias 
terrestres para vigilar al rebaño del mundo. Lo alojaron en la 
cumbre del Olimpo hipermoderno, donde se lo honra como a 
un dios. En verdad, este dios omnividente fue fabricado por la 
ciencia y la técnica. El gigante Argos regresa, pero en condició.n 
de baliza. Los tiempos hipermodernos de la más alta tecnología 
se aúnan con el tiempo de los dioses, pero la ciencia ha reducido 
a los Gigantes y dioses al silencio, ha tomado el poder. Ahora es 
el amo de la mirada, que ella telecomanda y puede dirigir a su 
antojo, la orienta hacia la Tierra, sobre nosotros, o hacia el cielo, 
como en e.l sitio Google Earth, Earth o Sky. 
La ciencia y la técnica han provisto a su nuevo dios de ojos 
que nunca duermen, semejantes a los de la Gorgona Medusa de 
la mitología, aquella que tenía «la muerte en los ojos». El dios 
de cien ojos tendría, por lo tanto, más bien los mil ojos del doc-
16 Gérard Wajcman 
tor Mabuse. Del mito a la realídad, pasamos de Homero a Fritz 
Lang, de las bellas historias de forn icaciones olímpicas entre dio-
ses y nin fas, a la inqu isición de potencias ocultas. 
Pensamos primeramente, como es obvio, en la videovigilancia. 
Millones de ojos meduseanos planean sobre el mundo. Mirada 
planetaria, se encuentra en extensión continua. Su atención no 
languidece nunca. Ni de día ni de noche. Las cámaras de videovi-
gilancia son las armas de esta época, a la vez instrumentos técnicos 
y emblema, blasón de una sociedad que se ha vuelto vigilante. Su 
mirada no tiene, en verdad, nada de contemplativa, es intrusiva 
y recelosa. Esto nos inquieta, a veces nos indigna, por momentos 
nos moviliza, temerosos como estamos de eventuales ataques a 
nuestras libertades. Tenemos razón para inquietarnos, porque los 
medios de la vigilancia se diversifican, se vuelven sofisticados y 
se multiplican de una manera más que preocupante. Es decir que 
sus ojos entran ahora donde sea. De la multitud de cámaras en la 
Tierra a la nebulosa de satélites en los cielos, las redes de vigilancia 
electrónica se extienden, se cruzan, se entretejen para formar una 
inmensa red de dimensiones planetarias con mallas cada vez más 
apretadas. Sabemos, por ejemplo, que salir hoy a las ca lles de Lon-
dres para ir de compras significa ser filmado trescientas veces. 
Sin embargo, el tema de la mirada excede hoy el campo de la 
vigilancia. Es más amplio y más profundo, y en este sentido más 
inquietante. En definitiva, la videovigilancia constituye sólo un 
aspecro de la actividad del Argos World Company, su rama «Segu-
ridad, Policía y Espionaj6». En verdad, pertrechada por la ciencia 
y por la técnica, y puesta en acción por los poderes, por todos 
los poderes, la mirada infiltra a la sociedad entera, irrumpe por 
doquier. Presente en todos los ámbitos de nuestras vidas, explora 
todos los aspectos de la vida. La mirada de dios, antaño trascen-
dente, ha descendido al mundo. Ciencia y técnicas producen dioses 
en cadena exhibidos donde sea: un dios policía, un dios médico, 
un dios economista, ere. Y, al igual que los dioses antiguos, estos 
dioses tecnológicos de ojos penetrantes orientan nuestro destino. 
La extensión del ámbito de la mirada sigue al ava nce del dis-
curso de la ciencia. Es un hecho. Ella constituiría un efecto dele-
téreo de su ascenso irresistible. 
Lo cierto es que una voluntad motoriza el discurso de la ciencia: 
ver, ver todo, ver todo de todo. Esta voluntad se ha difundido. Infil-El ojo absoluto 17 
rrada, se impone a todo y a todos, lo gobierna todo. Habita ahora 
el espíritu de la época. También nuestros espíritus. Si existe en cada 
cual un deseo de ver, esto se debe, digamos, a la naturaleza humana. 
Lo que el discurso de la ciencia hace es inyectar en ella una creencia 
y una promesa: que podamos ver todo. Lo cual cambia la natura- . 
leza de ese deseo, Jo desnaturaliza. El deseo de ver se ha mutado 
así en voluntad de ver todo. Y esta voluntad se impone ahora como 
una ley. En la actualidad, ver ya no es exactamente ejercicio de un 
sentido, ni un ansia, ni un conocimiento, ni un simple goce: es un 
derecho. Y pretendemos ejercerlo, y que todo se someta a él. Hay 
ahora una exigencia de visibilidad. Que se hace ley. 
Esto produce un efecto notorio sobre el clima del planeta, ,J 
de vivir en un monzón permanente, bajo una lluvia continua de 
imágenes: como en las calles de Los Ángeles 2019 mostradas eh 
Blade Runner, el filme de Ridley Scott. 
El discurso de la ciencia es una enorme máquina de ver. Esre 
discurso dio a luz una multi nacional de la mirada; sus agencias, 
filiales, redes y múltiples conexiones cubren el planeta entero. Ser 
amo de lo visible es ser amo del mundo. Mirada tentacular, ~s · · 
como si desde ahora nada debiese escapar a su captura, como $i 
ya no tuviese que existir ningún fuera de campo, ni en la Tierr~ 
ni en el cielo, ningún ángulo muerto, ninguna mancha ciega. Le 
etiqueta Full TV se aplica por todas partes, a todo, en todos los 
dominios: Ver Todo, Todo Visible. Tal es la creencia seminal del 
mundo hipermoderno. 
Lo que dominaba antaño era una cultura del secreto. Silencio y 
ojos cerrados. Los tiempos han cambiado. Nuestra época es de ple-
na luz. En la nueva civilización, todo debe confesarse enteramente 
en lo visible, todo debe ser visible, y todo lo visible debe ser visto. 
La máquina de ver es la cultura misma. Nuestra cu ltura. 
Científica, tecnológica, policial, médica o de espionaje, es una 
cultura popular. En La ventana indiscreta, Stella tiene razón a:l 
decir que «nos hemos vuelto una raza de voyeristas». Pero no ya 
como James Stewart, voyerista Old School. Somos una nueva 
raza de voyeristas, voyeristas modernos. Se va a crear una clínica 
del voyerista moderno donde los clasificarán en aficionados a la 
telerrealidad, pornófilos, informantes, dentificistas ... 
Ahora bien, no basta con descontar a los voyeristas para cir-
cunscribir la edad del Full TV Porque es la edad de un voyerismo 
18 Gérard Wajcman 
realmente generalizado. Esto significa que el aficionado a la tele-
rrealidad, el pornófilo, el informante o el cientificista están tam-
bién ellos bajo la mirada. La del clínico clasificador, de hecho el 
de la ciencia, de esa ciencia creyente. Aquí es donde se consuma el 
giro hipermoderno, el Full TV. Estamos en la época en que todo 
el mundo es voyerista, y en que todos los voyeristas son observa-
dos. De ahí que la mirada sea una cultura común y global. 
Nuestro ojo es cada vez más un aparato. Videocámara, televi-
sión, teléfono celular, webcam, computadora, en suma nos pasa-
mos la vida entre todos estos aparatos, yendo de la pantalla a 
la cámara y de la cámara a la pantalla. Al mismo tiempo, este 
movimiento cansador, el hecho de tener que pasar sucesivamente 
de la una a la otra, tiende a resultar inútil, puesto que ahora las 
propias pantallas son voyeristas. 
Hoy se habla mucho de las imágenes. Las imágenes hacen 
hablar mucho. Sin embargo, cuando se discurre sobre las imá-
genes, finalmente se deja en la sombra lo que está detrás de la 
imagen, su reverso, se deja en la sombra el hecho de que toda 
imagen esconde una mirada. Bajo su aparente planitud, la imagen 
tiene profundidad, espesor: hay un ojo en el fondo. A diferencia 
de los voluminosos televisores de antes, la pantalla plana ya no 
deja imaginar que detrás habría alguien de veras. O sea que las 
pantallas planas vienen a esconder el espesor de la imagen, vienen 
a esconder que detrás hay una mirada. Al mismo tiempo ocurre 
lo inverso: justamente, con la tecnología de las pantallas planas 
esa construcción del espíritu se hizo ver de pronto materialmente, 
en un objeto simple, accesible en cualquier supermercado, en el 
que las pantallas que se compran vienen ahora con una pequeña 
cámara integrada, d iscreta, casi invisible. Casi siempre son moni-
tores de computadora que traen una webcam, a causa de Inter-
net y de Skype. Pero en verdad, la presencia de esta cámara está 
enlazada a la pantalla misma. La idea general es que ahora, allí 
donde hay una imagen para ver, tiene que haber un ojo que mira. 
Y yo predigo que dentro de poco todas las pantallas de televisión 
lo incluirán. Esta predicción no es muy fiable porque sabemos que 
de todos modos la diferencia entre computadora y televisión está 
destinada a extinguirse. Todas las pantallas estarán conectadas a 
una mirada. Prácticamente esto significa que, gracias a Internet, 
mi pantalla, que me conecta con el mundo, está al mismo tiempo 
El ojo absoluto 19 
conectada virtualmente con todas las miradas del mundo. EstOo/ 
librado, pues, a la mirada del mundo. 
Aun cuando exista una ley general tecnológica de simplíficación 
tendencial según la cual funciones antes separadas deben conden-
sarse para formar un solo objeto como, justamente, la computado-
ra y la televisión (el gadget seria el hijo monstruoso de esta ley), la 
fusión de pantalla y cámara resulta notable. Porque, al injertar un 
ojo en la pantalla, este pequeño paso tecnológico desata una gran 
conmoción en el espíritu: en efecto, hace desaparecer el corte que 
juzgábamos constitutivo del orden de lo visible, corte entre ver y 
ser visto, entre sujeto y objeto. Dicho esto, la verdadera revolucióh 
está en que la tecnología pone entonces al descubierto, con toda 
inocencia, la mirada que se hallaba detrás de la imagen, detrás di! 
la pantalla de ta imagen. Es decir, revela que la imagen, que deja 
ver, era una pantalla. 
La verdad es que la hipermodernidad da un paso inédito, deci-
sivo. Antaño, el poder implicaba ser amo de la mirada, pero el 
poder de la mirada se debía a que su potencia se ejercía en fort-
ma oculta. •Ver sin ser visto• era un atributo de la potencia, d¡:: 
Dios o del guardián de la prisión panóptica concebida por Jeremy 
Bentham. Hoy, la mirada del amo ya no está oculta, está al des-
cubierto. Su ojo se encuentra en todas partes, y en todas partes es 
visible. Esto es lo que me lleva a afirmar que la hipermodernidad 
es la instauración de una civilización de la mirada. 
La mirada no sólo está hoy en todas partes, sino que además 
en todas partes se muestra. El término de bordo apareció hace no 
mucho t iempo, cuando los progresos de la miniarurización per-
mitieron implantar la electrónica en materiales no electrónico9. 
Noción tecnológica, se habla de informática de bordo para desi&-
nar la existencia de programas cibernéticos en el interior de lo~ 
autos o de los lectores de discos, es decir, de equipos cuya vacar 
ción no es puramente informática . El conjunto de programas;, 
material integrado ·en un equipo, constituye un siscema de bord~ 
Hoy debería hablarse, pues, de mirada de bordo. Del reléfon<P 
celular a la cámara suicida en la cabeza de los misiles, del endos' 
copio con fibra óptica en medicina a la heladera inteligente, l:i 
mirada es de bordo por todas partes. Hoy, los objetos ven. Y todo 
se presenta como si fuera muy importante que los objetos vean~ 
¿Por qué? Pronto habrá, sin duda, una cámara en los cuchillos 
20 Gérard Wajcman 
suizos. Todo esto para que estemos siempre listos, siempre listos 
para ver y dar a ver [donner a voir} en todo el planeta. M ichael 
j ackson en ambulancia o la caída de un avión en pleno mar. Ver 
todo, todo lo que puede ser visco y todo lo que correría el riesgo 
de no ser visto . Potencialmente, todos los objetos están destinados 
a recibir la et iqueta Full TV. 
Aunque ya sabía que se instalan ojos en todos lados, descubrí 
con sorpresa laexistencia de un viejo edificio parisino en un barrio 
popular donde los habitantes instalaron un CCTV {Ciosed Cir-
c uir Television), cadena de televisión en circuito cerrado que emite 
durante las veinticuatro horas del día. Cada cual puede ver desde 
su casa, en directo, sobre la pantalla de su televisor, lo que sucede 
en todo el edificio, en todos Jos pisos, en el hall de entrada, en los 
pasillos, en las inmediaciones de las puertas de los vecinos. Por 
supuesto, la razón de este equipamiento es Ja preocupación securi-
taria. Pero los efectos de la presencia de las cámaras exceden con 
mucho esta función. Entrevistada en su pequeño departamento, 
una anciana declaraba que durante el día entero eso era lo único 
que miraba en la televisión, en los dos televisores que posee, uno 
en el living, el otro en la cocina. Los inmuebles privados o públicos 
se rodean de cámaras de vigilancia a fin de extender al máximo 
su zona de seguridad hacia el exterior, si es posible más allá de los 
muros que los circundan. En el edificio de viviendas al que aludo, 
las cámaras vigilan, por supuesto, las idas y venidas de extraños al 
inmueble, pero de ese modo también, forzosamente, las idas y veni-
das de sus habitantes. Es decir que el ojo de cada uno extiende su 
campo de visión hacia el interior, cruza la puerta, se desliza por los 
pasillos, baja las escaleras y va a darse una vuelta por el lado de los 
vecinos. Seguridad y voyerismo, voyerismo de proximidad, peque-
ñas violaciones de intimidad entre amigos. El espacio de lo íntimo 
se ensancha a través de los ojos. Con esto, se revela el sentido del 
«circuito cerrado» de televisión: es la mirada en circuito cerrado. 
Su consumación última es el espectador que se mi ra en el televisor 
mirando la televisión, vigilándose a sí mismo. O sea que la pantalla 
es a la vez pantalla en la que él se ve y ojo que lo mira. El colmo del 
CCTV: cada uno vigilado por su propia pantalla de vigilancia. 
Finalmente, esto significa también que se mira a los otros como 
se miraría uno a sí mismo, y se mira a uno mismo como se mira a 
los otros. Es un zapping íntimo: de uno mismo al otro y del otro a 
El ojo absoluto 21 
uno mismo. En ese edificio unificado, codo el mundo pasa todo d 
tiempo mirando televisión y todo el mundo ve a todo el mundo el\ 
la televisión. Son la sociedad de vigilancia y la sociedad del espectá~ 
culo jumas, y a domicilio. De hecho, en ella se practica la demacra~ 
cia en circuito cerrado. Un viejo inmueble parisino se ha convertido 
en una casa de cristal, en un modelo de sociedad transparente. . 
La sociedad hipermodema es una vivienda en la cual, como 
sucedía en otro tiempo con el agua y el gas, ahora se tiene mirada 
sobre todos los pisos. 
El mundo camina hacia la transparencia. Universo de dari· 
dad, de luz, en él hay ojos que brotan y eclosionan sin desean~ 
so. El mundo es un inmenso campo de miradas. Informatizadas; 
miniarurizadas, dilatadas, transportadas, difundidas, florecen 
por doquier. De diversas especies, cumplen funciones variadas~ 
especia lizadas. Está la mirada que mira, la mirada que vigila, la 
mirada que controla, está la mirada que explora, que observa, la 
mirada que calcula, la mirada que ausculta, la mirada que des• 
nuda, la mirada que registra el cuerpo, la mirada que excava en 
el cuerpo, etcétera. 
Un ojo sin párpado está sobre el mundo. La mirada es nuestrd 
nuevo Leviatán. 
Se trata de ver todo, siempre, y de hacer que todo se vea. 
Nacimiento del Ojo universal, del Ojo absoluto. 
EL APOCALIPSIS DE LO VISIBLE 
Entramos en la era de las águilas. La característica de las águi-
las es tener Jos ojos más grandes que el cerebro. Esto no significa 
que sean idiotas, sino que piensan con sus ojos. 
La mirada se ha vuelto soberana. Se enciende que lo real le 
está sometido. M iramos el mundo y esperamos que se emregue 
por encero a nuestras miradas. Y además miramos al hombre 
que mira al mundo, y entendemos que él también se entrega por 
entero, en cuerpo y alma. Miramos dentro de nosotros mismos 
para ver lo que tenemos de más íntimo, más oculto, más secreto. 
El mundo y nosotros, el fututo y el pasado, la materia y el pensa-
miento, todo debe ofrecerse a l imperio de la mirada. Toda verdad 
dehe confesarse, es decir que toda verdad debe verse. Desde la 
22 Gérard Wajcman 
estrella más lejana hasta la neurona, el ojo hipermoderno quiere 
verlo todo, animado y provisto de esta nueva creencia: que la ver-
dad está en lo visible, a diferencia de Dios, para quien la verdad 
está en el detalle. Creencia aminietzscheana, porque Nietzsche, a l 
que no se le escapaba nada, decía: «Ya no creemos que la verdad 
siga siendo verdad si se le quitan los velos». 
Visible verdad. Cuidado con las verdades opacas, no serían más 
que ilusiones. Se pide ver. Todo y todo el mundo pide todo el tiempo. 
Estos tiempos nuevos han llegado con una idea, la de que todo 
lo real es. visible. A lo que sigue la idea de que todo lo que se ve 
es real. Idea nefasta . Fuente de todas las quimeras, de todas las 
supercherías, de todas las mentiras del mundo. 
El imperativo de ver todo y la suposición de que todo es visi-
ble, de que la verdad debe necesariamente revelarse, dejarse ver, 
son los pilares de la nueva sabiduría; sin embargo, esa verdad no 
parece imposibilitar ninguna mentira, ninguna impostura, nin-
guna mistificación o fraude: al contrario, ella los convoca, los 
estimula y tiende a hacer que piquemos cada vez más el anzuelo. 
¿La verdad se ve? Entonces se nos da a ver. Como las imágenes 
falsificadas de las fosas de Timisoara. • En la época del Fotoshop, 
de los programas informáticos de tratamiento de imágenes, la 
imagen pasa a ser más que nunca la verdad. 
Lo .fascinante es que, por más que las ilusiones crezcan y la 
revelación de las mentiras nos indigne, insistimos en creer y en 
querer separar imagen exacta de sólo una imagetz. Nada parece 
capaz de mellar la fe en la imagen. La idea de que la verdad se ve 
es la que tiene más fuerza. Es decir que el triunfo del ver significa 
que se puede ver todo, incluso la mentira y la ilusión. Esto invita 
a disponer todavía de más cámaras por todas partes, a equipar a 
cada quien con una cámara fotográfica que las atrape. La verdad 
de la ilusión debe también verse. 
• Imporrante ciudad rumana en la que, a fines de 1989, comenzó la 
insurrección contra el dictador Ceausescu. A los pocos días, la televi-
sión de ese país exhibió fosas comunes en las que aparecían cadáveres 
de presuntos torturados por el régimen criminal. Luego se supo que la 
verdadera historia de esas fosas había sido adulterada con diversos fines 
políticos (n. de t.). 
El ojo absoluto 23 
La imagen llama a la imagen, pide que haya cada vez más, que 
se multipliquen. Ya no hay que pensar la imagen «en la época de su 
reproducibilidad técnica», como decía Benjamín, porque la repro-
ducibilidad es el modo de la imagen, lo múltiple, su esencia. 
Nuestra civilización es idólatra de la imagen. 
La fotografía es el culto que se le rinde. Y como ahora, con el 
celular, todo el mundo tiene una cámara de fotos en el bolsillo, 
cada cual es susceptible de oficiar. Fue Jean-Luc Godard quien, 
en El soldadito, de 1961, al hacer el elogio del cine, enunció la 
teología de la fotografía: Bruno Forestier (Michel Subor) saca una 
foto a Veronica Dceyer (Anna Karina) y dice: <<La fotografía es 
la verdad. Y el cine es la verdad veinticuatro veces por segundo». 
A lo cual Brian De Palma respondió: «La cámara miente todo el 
tiempo. Miente veinticuatro veces por segundo». 
Lo más importante es, sin embargo, que esa creencia en la ima-
gen, en el Todo Visible, deja resonar en su cara opuesta otro pensa-
miento: si todo lo real es visible, entonces lo que no se ve no es real. 
Correlato lógico, nacido de la fe en lo visible. Correlato trágico. 
La creencia en lo Todo Visible contiene un negacionismo en potencia. 
Por otra parte, la aparición pública de la doctrina negacionista en 
diciembre de 1978 en una cartade Roben Faurisson publicada por 
un diario titulada «El problema de las cámaras de gas, o el rumor 
de Auschwitz» y cuya lectura sacudió dramáticamente a Primo Levi, 
hace eco a la tesis que proclama que todo real es visible. Para Fauris-
son, el «rumor» viene a ocupar el lugar de la imagen de que no hay 
cámaras de gas. Lo que no tiene imagen se vuelve rumor. 
Sólo creo en lo que veo. Esta teología de la imagen consuena 
con el discurso de la ciencia y, a la inversa, el proyecto de la cien-
cia comulga con san Lucas, aquel que dijo: «Pues nada hay oculto 
que no haya de mostrarse y nada secreto que no deba conocerse 
y salir a la luz• [Lucas 8, 17]. El discurso que dice que nada es 
oscuro, que lo secreto y Jo escondido no son, en suma, sino lo 
visible en potencia, a la espera de revelación, es creyente. 
Por su fe en lo visible, hoy en día es la ciencia la que se encarga 
de escribir un nuevo Libro del Apocalipsis, es decir, del devela-
miento, de la revelación según san Juan: «Escribe, pues, lo que 
has visto, lo que es, y lo que ha de ocurrir luego~ [Apocalipsis, 1, 
19]. Lo que es, es lo que has visto. 
La hípermodernidad es el apocalipsis de lo visible. 
24 Gérard Wajcman 
EL ANIMAL HlPERMODERNO 
Investigadores japoneses dellnstituro de Biología de Anfibios, 
en la Universidad de Hiroshima, descubrieron cómo observar el 
interior de una rana sin disecada, sin efectuar ningún examen 
invasivo y sin someterla a rayos X. Presentemos ya mismo la clave 
de este misterio: aplicando la ingeniería genética a especímenes 
albinos de ranas blancas japonesas (Rena japonica), volvieron a 
esa rana transparente. Milagro de la ciencia. 
Este pequeño animal encarna por sí solo el apocalipsis de lo visi-
ble. Se eleva a emblema del Ojo universal, tótem del Ojo Absoluto. 
Asombrosa realización, el proyecto está guiado por una exi-
gencia: extender los límites de la visibilidad. Se pasa primero de 
ver las ranas a ver dentro de las ranas, para ver más allá de las 
ranas. «Se puede observar a través de la piel el crecimiento de 
los órganos o hasta la manera en que un cáncer se inicia y se 
desarrolla», explicó el profesor M asayuki Sumida, jefe del equipo 
de investigaciones. «Es posible mirar los órganos de la rana a lo 
largo de su vida sin necesidad de disecad a.» De poder ver dentro 
de las ranas, se pasa ahora a vigilar continuamente lo que ocu-
rre dentro del cuerpo de las ranas. La captación de imágenes en 
medicina, campo en pleno auge, resulta de pronto enreramente 
consumada y a la vez superada. Los investigadores pueden obser-
var también, y con menor costo, de qué modo las toxinas afectan 
a los huesos, el hígado y los demás órganos. Se podrá observar 
asimismo el nacimiento y la evolución de eventuales cánceres. 
Ahora bien, con este proyecto de vigilar en forma continua, en 
el interior del cuerpo, la evolución y los daños causados por sus-
tancias nocivas o células excedencarias, surge la idea de crear un 
dispositivo destinado a cercar a un enemigo interior, de obser-
var desde dentro al O tro cuando está destruyendo el cuerpo, 
evidentemente para combatirlo mejor y vencerlo. Se salta, pues, 
a un grado de mirada extra: se pasa de ver a prever, de vigilar 
el interior de las ranas a vigilar más allá de las ranas, o sea, su 
futuro. Lo que es más, el equipo investigador prevé mejorar el 
espécimen creando ranas que se ilum inarán cuando comience a 
desarrollarse en ellas un cáncer. La analogía entre observación 
médica y vigilancia securitaria se robustece. No sólo se busca la 
transparencia, la luz permanente, sino que se instala en el cuerpo 
El ojo absoluto 25 
un dispositivo de alerta para el caso de agresión: un d isposit ivo. 
que, cabe remarcado, es también visual. 
Estos batracios manipulados genéticamente pueden reprodu-
cirse en forma normal y su progenie hereda la característ ica de 
transparencia. Surge un problema en la tercera generación, pues 
los descendientes sobreviven muy poco tiempo. 
Aunque en verdad no se pueda decir más al respecto, es inevi-
table experimentar cierra turbación al pensar que esas ranas 
luminosas, esos productos monstruosos de la manipulación 
genética, son fruto del traba jo de un equipo de investigaciones 
instalado en Hiroshima. 
Una rana transparente. Antes, en la clase de ciencias naturales 
de la secundaria, la disección de la rana era una experiencia obli-
gada y a la vez temida. Spielberg lo recordó en E. T. El equipo de 
investigaciones del profesor Masayuki Sumida nos dispensa aho-
ra de esa prueba al haber logrado producir una ra na transparente. 
Se t rata, en resumen, de una d isección ·so{t, de una apertura der 
cuerpo, pero sin las manos, sin sangrado, sólo para el ojo. Hay 
aquí un ser vivo que es también una imagen. 
En verdad, la tecnología biológica ha servido para hacer de 
csa ra na una «imagen viviente», como dice Yves Depelsenaire [Un 
musée imaginaire lacanien, Bruselas, La Lettre volée, pág. 100]. 
«La transpa rencia encuentra aquí su paradigma.» 
Quiere decir que la rana transparente no es sólo transparente: 
la transparencia significa que, lo mismo que la nueva humanidad, 
ella tiene un ojo más. Que la mira. Un ojo exterior, de afuera, que 
la vigila. No un ojo de rana. Ni el suyo ni el de ninguna otra rana. 
Ninguna rana, transparente o no, observará jamás a una rana 
transparente. Sólo un hombre. En resumen, la rana transparente 
no es transparente más que para el hombre, el único que «puede 
observar a través de la piel el crecimiento de los órganos, o la 
manera en que se desarrolla un cáncer, etcétera». 
Nuevos tiempos, acabamos de pasar del estadio del espejo al 
estadio de la transparencia. La transpa rencia no es la invisibili-
dad. El Hombre invisible no se ve a sí mismo en el espejo, sino 
que sobre todo, sin imagen, no es visto por nadie. Lo cual da su 
encanto a la historia. Esto incluye ciertas ventajas, pero con sus 
riesgos: en la novela de H. G. Wells {1897), el Hombre invisible 
perseguido se vuelve loco. Ahora bien, del estadio del espejo al 
26 Gérard Wajcman 
estadio de la transparencia se pasa de una imagen a otra, de la 
imagen del cuerpo propio a la del interior de ese cuerpo, y tam-
bién de la jmagen de sí para sí a la imagen de sí para el otro. El 
estad io de la transparencia no sólo llama al ojo, no sólo llama a 
ver, sino que supone ofrecerle aún más de lo visible para ver. Es 
decir que se pasa no sólo de ••verse» a «Ser visto», del estadio de 
vidente al de mirado, sino que además accedemos a l estadio del 
ser íntegra mente visible mirado íntegramente. 
Al volverse transparente, la rana se transforma en un ser 
ínregramente visible, pero para el Otro, ese dios-hombre incli-
nado sobre ella; para una rana, la mirada del señor Masayuki 
Sumida tal vez no diste de parecerse a algo así como el ojo de 
Dios, del dios de las ranas. 
Y a la inversa, en la rana el hombre podr ía verse como si estu-
viera bajo la mirada de Dios. Al fin y al cabo, cabría pensar que 
la creación de la rana transparente es la experimentación cientí-
fica de un misterio del poder divino. En efecto, ¿cómo cuernos 
se las arregla Dios para ver a través de cada hombre y de este 
modo descubrir los secretos de su alma y el mal agazapado en su 
trasfondo, sin que este hombre sienta nada? El profesor Masa-
yuki Sumida aporta la respuesta de la ciencia. En el siglo Xll, en 
épocas de san Bernardo de Claraval, tuvo lugar un debate teo-
lógico. Agitaba entonces los espíritus un interrogante racional: 
¿cómo pudo la Virgen quedar encinta sin ser desflorada, cómo 
pudo ser penetrado su cuerpo sin lastimárselo? San Bernardo 
ofreció la respuesta en un objeto: el vitral. Dios es luz, atraviesa 
el vidrio sin romperlo y, al atravesarlo, pare el color. La Virgen 
es un vitral. De esto derivó una teología, teología de la luz, de lo 
que no es visible pero permite ver todas las cosas. Esra teología 
fue el origen de la arquitectura cisterciense, arquitectura de luz, 
y del desar rollo del arte del vitral. La ranajaponesa sería pro-
ducto de una teología tecnológica. Ella sería el nuevo vitral, y el 
profesor Masayuki Sumida el nuevo dios omnividente, capaz de 
ver, con una mirada, el mal dentro de nosotros. De igua l modo, 
los exámenes médicos podrían efectuarse ahora a distancia, en 
pantalla de computadora, gracias a una simple webcam. Y todo 
esto, desde luego, para salvar al pecador. 
Un gran temor surge en el momento de imaginar que esa 
rana podría ser el futuro del .género humano. ¿No somos todos, 
El ojo absoluto 27 
vircualmente, ranas futuras, t ransparentes, visibles a l ojo de IQf> 
dioses biólogos? Es legítimo pregunrárselo: es impensable que el 
equipo de investigación de H iroshima no haya tenido en mente 
la idea de una aplicación humana , cuando se alegra de poder 
observar así el desa.rrollo de un cáncer en el cuerpo de la rana~ 
Una madre alumbrando un niño transparente. En el relato 
de H. G. Wells, el H ombre invisible experimentó primero SQ. 
fórmula en un gato, el de la vecina, antes de aplicárselo a sí 
mismo. La experimentación sobre la Rena japonica pod ría ser 
prefiguración del Hombre futuro. La Eva futura, sueño de la 
ciencia descripto por Villiers de L'lsle-Adam, se corporiza . L4 
ciencia está pariendo poshumanidad. ~ 
La fanrasía cientificista de t ra nsparencia encuentra en lá 
Rena japonica de Hiroshima su objeto y su modelo. Esta fanra! 
sía engendró la idea de una fábrica de la transparencia. Vemos 
lo que promete el sueño del Todo Visible: hacer de los humano~ 
imágenes vivientes, bajo la mirada de los dioses médicos. Para 
nuestro bien, por supuesto, para nuestro bien. : 
La ciencia nos da la vista, como Jesús a l ciego de nacimiento: 
Y podría decir, como él: yo soy la luz del mundo, que ilumina 
el mundo y nos descubre el camino de la verdad. Ahora bien; 
lo que en verdad tenemos es una lluvia de ranas transparentes~ 
Visión que sería como la plaga de la civilización de la mirada. 
Llueve: fiesta de la rana/ animal fetiche de la hipermoder-
nidad. 
EL HOMBRE NEURONAL 
La t ransparencia tiene su laboratorio de punta en Hiroshima,. 
la captación de imágenes en medicina tiene su máquina de van ... 
guardia en Saday, cerca de París. Se llama NeuroSpin. 
Proyecto gigantesco, ciclópeo, NeuroSpin es una máquina IRM 
(imágenes por resonancia magnética} de una potencia incompara-
ble. Este captador de imágenes utiliza las propiedades magnéticas 
de los núcleos moleculares. Emplea un imán de campo magnético· 
~ En el original, . JI pleut, il mOtlille, c'l!st la {éte a la grenotú lfe», 
versos iniciales de una canción infantil francesa (n. der.). 
28 Gérard Wajcman 
elev~do y homogéneo así como un equipamiento electrónico e 
informático especializado. La IRM permite así observar órganos 
profundos con una sensibilidad que se incrementa en proporción 
a la intensidad del campo magnético. Las IRM de uso corriente 
disponen de un campo magnético de 1,5 tesla;* NeuroSpin dispo-
ne de una potencia de 17 teslas pa ra pequeños animales y de un 
imán de 11,7 testas para los enfermos y voluntarios sanos. 
Esta máquina, gran instrumento para la biología, será capaz, 
dicen, de registrar la anatomía en sus menores detalles. En parti-
cular,. abre nuevas posibilidades de investigación en el campo de 
la captación de imágenes cerebrales con destino a la exploración 
del funcionamiento del cerebro, los gastos de energía, los flujos 
de moléculas. 
En el sitio en Internet del Instituto, un tirulo anuncia el progra-
ma: NeuroSpin - Comprender el cerebro por medio de la imagen. 
Un párrafo explica el proyecto: «Comprender el cerebro humano, 
su funcionamiento, su desarroUo y disfunciones constituye uno de 
los mayores retos del siglo XXI. En esta indagación del cerebro 
humano, el registro de imágenes neuronales ha pasado a ser un 
enfoque instrumental y conceptual extraordinario, en el sentido de 
que permite obtener en forma automática informaciones in vivo e 
in situ acerca de la fisiología y el funcionamiento del cerebro». 
Capaz de producir una imagen cuya precisión es veinte veces 
superior a la de los antiguos sistemas y que pasa de una resolu-
ción espacia l de pocos milímetros a conjuntos de varias neuronas, 
esta máquina permitiría cartografiar el ((cerebro esquizofrénico» 
y visualizar las funciones normales: emociones, aprendizajes, 
memoria, cálculos, conciencia .. . : ¿conciencia? El beneficio cien-
tífico de NeuroSpin será, por cierto, considerable. 
La verdad es que se cree haber construido el aparato que per-
mitirá fotografiar el pensamiento. Esto es lo que el ministro de 
Educación e Investigación francés a cargo entonces del proyecto, 
Gilles de Robien, escribía en 2006: «Francia estará dotada de 
una plataforma de imágenes médicas del hombre, única en el 
mundo. El proyecto NeuroSpin, cuyo cosco se acerca a los 100 
millones de euros y que el CEA está construyendo en Saclay, 
~ Tesla: unidad de densidad de flujo magnético (n. de t.). 
El ojo absoluto 29 
ofrecerá un gran equipamiento de inigualada sofisticación que 
abrirá nuevas Vías investigativas en materia de afecciones como 
la epilepsia o la esquizofre nia ... La ANR• otorgó así subsidios 
por 17,5 millones de euros en 2005, específicamente para los 
proyectos de investigación en neurociencias, a los que se agregan 
casi 14 millones para las tecnologías de la salud. Dorada de esta 
energía nueva, la investigación fra ncesa hallará quizá respuesta 
pa ra uno de los mayores enigmas de la humanidad: ¿cómo nacen 
nuestros pensamientos?» Sería interesante y hasta urgente exa-
minar el cerebro que piensa esto. 
Instrumento para ver nuestros pensamientos, la resonancia 
magnética es una técnica dirigida~ conocer el secreto de éstos. 
En resumen, NeuroSpin es una máquina destinada a sonsacar 
lo íntimo, la máquina que este mundo esperaba. En la práctica, 
esto significa que se irá a mirar cuáles son las áreas del cere-
bro que se encienden cuando sucede tal o cual cosa, gracias a lo 
cual sin duda se podrá determinar exactamente el color que hay 
que ponerle al contenedor de lavand ina para que den más ganas 
aún de compra rlo. Y cuando se pueda ver pasar el pensamiento, 
cuando se puedan ver formarse las ideas, se habrá resuelto, con 
seguridad, uno de los más grandes misterios humanos. 
La ingenuidad de estas formulaciones cientificistas nos des-
arma. Y la inocencia de qu ienes las profieren nos encoleriza. 
Porque, en el momento de leer estas palabras que exaltan un pro-
yecto de vanguardia, nos sentimos reenviados muy atrás, al siglo 
XlX, a la época de Auguste Comte. Sin embargo, a este dato 
perturbador el psicoanalista Éric Laurenr le añade un comenta-
rio que, demoliendo un poco más la ilusión, salva a la ciencia al 
recordar «que en Estados Unidos, ciertos psiquiatras se apartan 
decepcionados de la utilización masiva de la resonancia magné-
tica en el campo de la salud mental" [en <•Les organes du corps 
dans la perspective psychanalytique», Quarto n" 9, noviembre 
de 2007) . Paca confirmar lo verídico de esta decepción, remite 
a un artículo norteamericano de 2005 en el que se explica que 
* CEA: Sigla del Commissariat a l'énergie atomique (Comisariado 
para la Energía Atómica), organismo estatal que se ocupa, entre otras 
cosas, de la tecnología aplicada a la salud. ANR: sigla de Agence Natío· 
nale de la recherche (Agencia Nacional de la Investigación) (n. de t.). 
30 Gérard Wajcman 
•las tecnologías de la imagen no han estado a la altura de las 
esperanzas que alentaron en los años noventa llamados por la 
American Psychiatric Association "década del cerebro", cuando 
muchos científicos creyeron que las imágenes cerebrales iban a 
explicar los misterios de la mente humana ... Existe una sensa-
ción creciente de que la investigación basada en imágenes está 
muy lejos de poder ofrecer a la psiquiatría algo parecido a los 
claros tests de enfermedad mental que esperábamos» LBenedict 
Carey, «Secret of Brain Scans Difficult ro Decipher», Le Monde, 
29 de octubre de 2005]. La salvaciónde la ciencia viene de Esta-
dos Unidos. Por lo menos algún signo de salvación, digamos. Y 
así como nos alegra que la creencia cientificista en el poder de 
las imágenes no haya engullido entero el cerebro de todos los 
científicos, nos descorazona el hecho de que, en Francia, algunos 
continúen esperando la revelación de la mente. «¿NeuroSpin será 
el próximo Concorde?», se pregunta Éric Laurenc. 
Al margen de la poca esperanza que esto nos deja, de ver 
algún día el pensamiento, la IRM funciona, y su utilidad y efica· 
cía reales están fuera de toda duda. 
Por eso es importante reflexionar sobre algunos efectos indu-
cidos por semejante imaginería, sobre lo que constituye en cierto 
modo su arquitectura conceptual. Se estudiará, pues, en cada sujeto 
el funcionamiento deL cerebro. Con la resonancia magnética, aun 
cuando se trate del cerebro de una persona esquizofrénica, lo que se 
va a estudiar es «el cerebro esquizofrénico», es decir que no estará 
en juego «SU» cerebro o «mi" cerebro, sino «el cerebro», un cerebro 
universal, el cerebro de todas las personas normales o el cerebro de 
todos los esquizofrénicos. La ciencia estudia, pues, el cerebro como 
un atributo del «para todos». Funciona por esta razón en lo univer-
sal. Es decir que el sujeto en su singularidad ni siquiera es desalojado: 
simplemente, no entra en el sistema. Al intentar hacer transparente 
el cuerpo, se hace transparente al sujeto, que termina ausentado, 
fundamenta lmente excluido. En resumen, debe decirse que la cap-
tación médica de imágenes vuelve al sujeto invisible. Asombrosa 
consecuencia. A modo de metáfora de este efecto fundamental, un 
especialista me señalaba como rasgo técnico característico el hecho 
de que, cuando se realiza una resonancia magnética de la cara, la 
imagen producida es en cierto modo opuesta a la del retrato, en 
el sentido de que lo que se obtiene es una imagen absolutamente 
El ojo absoluto 31 
anónima, despojada de rodas las facciones de la persona: una cara 
sin rostro. Al parecer, desaparece incluso la diferencia de sexos. La 
imagen IRM devuelve el sujeto a la especie. · 
Se idolatra la imagen, y esta idolatría de la imagen marcha 
junto a la idolatría del cuerpo, idolatría científica de un cuerpo 
que posee supuestamente el secreto de sí mismo, del sujeto. Fuera 
del cuerpo, no hay salvación científica. 
Lo extraño es que algunos científicos invocan el cuerpo y el 
materialismo justo en el momento de mostrarse más cautivos 
de la ilusión de la imagen, alienados en el silogismo de lo real 
todo visible, y si no es visible no es real. En esta línea, Jean-Pie-
rre Changeux, neurobiólogo, profesor del College de France, ha 
emprendido un combate por la «naturalización» del espíritu. Esta 
«naturalización» adopta tintes de cruzada. Dice lo siguiente: «Tras 
el desciframiento del genoma humano, la investigación científica 
nos permite hoy fundar esperanzas en una mejor comprensión del 
cerebro y sus funciones, tanto a nivel del individuo como de la 
sociedad. Todo lo que pertenecía tradicionalmente al ámbito dé lo 
espiritual, de lo trascendente y de lo inmaterial está en vías de ser 
materializado, naturalizado y, digámoslo, sencillamente humani-
zado» [L'Homme de vérité, Éditions Odile Jacob, 2002). 
El peligro de esta idea de «naturalización» del espíritu no reside 
sólo en la amenaza que cierne sobre las disciplinas «psi», tenidas en 
mira; también en que la empresa de desintegración que Jean-Pierre 
Changeux llama materialización de lo «inmaterial» contiene una 
idea débil de la materia, modelada sobre la imagen. ¡Si algo es real, 
es preciso que se vea! En esta antífona ciemificista encontramos el 
límite que ella induce en la ciencia. 
El hombre de verdad se revela en su verdad en Jean-Pierre 
Changeux: es el hombre «naturalizado». La palabra sugiere cla-
ramente cuál es el fondo de este pensamiento sobre «el hombre». 
Es decir: que en el instante en que se pretende «humanizar» el 
espíritu sosteniendo que la verdad es visible en el cuerpo, decir 
que se trata de «naturaliza r» equivale a decir, exactamente, que 
la verdad del hombre está en el cadáver. 
La ciencia funciona sobre lo universal. Si excluye lo universal, 
se plantea la cuestión de saber dónde éste resurge. Porque, real-
mente, si bien todos tenemos un cerebro, el mismo, todos somos 
desiguales. Como todos tenemos un cerebro que funciona igual, 
32 Gérard Waj cman 
es necesario ir a buscar lo más singular del sujeto para poder 
localizarlo entre todos los cerebros que son iguales. Finalmente, 
la necesidad de trabajar sobre lo único será labor de la policía. 
Está en juego la función de la impronta. Se habla de la impronta 
en el sentido de firma: está la impronta del dedo, ahora la impron-
ta genética, pero también la impronta psicológica, en realidad un 
comportamiento. Esto es lo que se determina como modalidad 
operatoria en las historias de los asesinos seriales. La noción de 
firma del crimen implica lógicamente el problema de las copias, 
de las imitaciones. Es la historia del copycat. Los guionistas de 
Hollywood no dejaron de explotar las posibilidades dramáticas 
del tema de la copia y el original en los filmes y series policiales 
sobre los serial killers. Y aquí, como en las técnicas de atribución 
de cuadros, se trata de ir a busca r la verdad en un detalle: la firma 
de lo «verdadero•• o, por su ausencia o su imitación, la marca de 
un falsario. Actualmente, la función de los profilers es detectar la 
impronta ((psicológica,. de los sujetos criminales. 
Así pues, la ciencia exige lo universal y la policía busca lo 
único. Lo cual plantea el caso particular de la policía científica. 
La exigencia de esta última será detectar lo único en lo univer-
sal. Su función específica será el acorralamiento policial de lo 
único en el reino de lo universal científico. No obstante, hay un 
punto en el que ambos se superponen. Donde ciencia y policía 
científica, universal y único, se reúnen es en la muerte. La policía 
científica ya no trabaja sobre el vivo sino sobre el muerto: objetos, 
materias, pedazos de cuerpos. Es decir que la policía científica 
trabaja sobre el cadáver, como la ciencia. Bajo el ojo del biólogo, 
como bajo el del agente de la policía científica, todos los cuerpos 
son corpses, cadáveres, muertos por recortar, pinchos de piezas 
anatómicas. Por otra parte, debe añadirse que esto es siempre 
verdadero, es decir que es igualmente verdadero cuando los suje-
tos están vivos, porque para la policía científica se reducen a una 
mancha de esperma, a un cabello, a una gota de sangre, a un 
código genético, a una secuencia de ADN. Pedacitos de cuerpo, 
vale decir, objetos. 
j ean-Pierre Changeu x puede sumarse a la unidad de Expertos 
Miami o Las Vegas. 
El ojo absoluto 33 
EL PRINCIPIO DE TRANSPARENCIA 
Es necesario que se piense sobre la civilización de la mirada. No 
se piensa. Estamos metidos en ella hasta el cuello, así son las cosas y 
no tienen vuelta atrás; sin embargo, no se dice gran cosa al respecto. 
De la imagen, en cambio, se habla mucho, sin parar. Todo el mundo 
lo hace. En general, la imagen produce pensamiento blando. Por-
que los discursos sobre la imagen, que enmascara por naturaleza, 
están esencialmente cautivos de ella. La arquitectura invisible de la 
mirada que tensa las imágenes se escabulle. Se escabulle, así como 
la mirada arquitectura el mundo. 
Por ejemplo, antes de saber si soy reducible a lo que se puede ver 
de mí, a mis neuronas o a mis conductas en la calle, y por lo que el 
hombre, condensado entonces en su visibilidad, podría ser entera-
mente cognoscible, una pregunta: la inmensa máquina de mirar en 
la que nos hallamos, ¿es un efecto o una causa? De manera espon-
tánea, pensaremos que a través del discurso de la ciencia se difundió 
la idea de un real potencialmente transpa.rente, y fue así como el 
mundo visible se transformó en máquina de ver. Considerado según 
la lógica de la relación entre teoría y práctica, el gigantesco escáner 
queexpide lo real en lonjas de imágenes parece aplicar la idea de que 
todo lo real se ve, de que nada de lo humano escapa a la mirada. Este 
discurso recibe así el acuerdo natural de un imaginario común. 
¿Y si fuera al revés? ¿Si la teoría fuera secundaria a su aplicación 
y la ideología un producto de la tecnología? ¿Si el hecho de que los 
hombres deseen ver se debiera a que la técnica cultiva desde siempre 
campos de ojos artificiales?" ¿A que desde la utilización empírica de 
lentes o de vidrios de aumento en la Antigüedad, la invención de las 
gafas en el siglo XIII, la del microscopio en Holanda en el XVI y del 
escáner hoy, ta técnica permite ver cada vez un poco más y mejor, 
generándose así la hipótesis del hombre-imagen? De ver más se pasa 
a pensar que se puede ver todo y que todo puede verse, que todo lo 
real es visible y, por consiguiente, que sólo lo visible es real. 
Salvo que hay ahí un salto. Del deseo humano de ver a la idea 
de que todo puede verse, ese salto es el que dio un positivismo 
para el cuai el hombre sería soluble en lo visible, enteramente 
objetivable. Lo real del hombre es visible, por lo tanto su cuerpo, 
sus neuronas, sus conductas, que son lo más visible y lo más real 
que hay en el hombre. 
34 Gérard Wajcman 
Los sujetos pueden ser reducidos a su imagen: tal es el prin-
ópio de transparencia. Resumiendo, se trata de comprender al 
hombre por la imagen. No por lo que dice, por ejemplo. Ahora 
bien, ¿es el sujeto reducible a cualquier cosa? 
El principio de transparencia vendría así a conferir un carácter 
absoluto al rendimiento técnico. Como contrapartida, las cáma-
ras o la captación de imágenes en medicina permitirían verificar 
la legitimidad de ese principio. Que el principio de transparencia 
sea fruto del despliegue tecnológico de la mirada constituye una 
hipótesis digna de considerarse. 
Lo que hay que pensar, entonces, es lo que funda esa creencia, 
esa nueva cultura del ver, es decir, en verdad, sus ilusiones, las 
fantasías sobre las cuales se alzan sus principios, la lógica de estas 
fantasías, sus mecanismos y sus peligros. La tarea equivale a deli-
near el porvenir de esa ilusión. Mostrar que el Ojo absoluto es una 
fantasía, que la transparencia es una ideología confusa, una creen-
cia, pese a lo que el cientificismo quiere hacer creer. La transparen-
cia adquiere una dimensión política, amenazadora. Porque no hay 
peligro más grande que una ilusión soñando con volverse realidad. 
La utopía no es amable. Hoy el peligro viene, sin duda, más que 
de una amenaza de deriva securitaria de los Estados, de la actual 
tiranía general de la transparencia. Si, junto con Pascal, entende-
mos este peligro como «deseo de dominación, universal y ajeno a 
su orden», sí, la transparencia se ejerce en forma de tiranía. 
M i proyecto aquí no es filosófico. No vengo a denunciar un 
nihilismo moderno, a analizar discursos y doctrinas encaminados 
a un mundo transparente y sin sentido del que, al haberse suprimi-
do a todo sujeto, se habría suprimido todo misterio. En todo caso, 
yo querría hacer filosofía a martillazos - un poco en el sentido de 
Nietzsche-, para derribar ídolos, supercherías, peco ante todo en 
el sentido de un pensamiento material. Pensando primero en el 
martillo. Porque los fundamentos de la civilización de la mirada no 
están primeramente en los discursos. Sus creencias y fantasías no se 
comunican con pensamientos. El Ojo universal, la mirada absoluta 
de la que se trata no es una idea, un concepto abstracto, metafí-
sico y trascendente, no es una teoría: es un objeto, una máquina, 
una cámara «dome» dotada de un objetivo capaz de filmar a 360 
grados, un GPS, o un nuevo escáner que nos prometen ver el pen-
samiento con nuestros ojos. 
El ojo absoluto 35 
Estamos rodeados de objetos que piensan. Que piensan por sí 
solos, tal vez más que quienes los concibieron. Es como si hubiera un 
pensamiento inconsciente pensando dentro de los objeros. A la mane-
ra de los cuentos, habría que aprender a frotar los objetos, a frotarse 
con los objetos para que salte de pronto su genio, bueno o malo. 
Esto es lo que debemos tratar de hacer y pensar. En esta opor-
tunidad, las series televisivas norteamericanas o ciertas películas 
nos serán de gran ayuda. 
EL Nl~O IMAGEN 
Hoy el ser humano nace a l Ojo universal. Antes de ver, incluso 
antes de nacer, el hombre es, primero, un ser mirado. 
No me refiero a Dios y a cosas trascendentes. Me refiero a 
hechos materiales. Sea como fuere, en su filme Crimenes y peca-
dos (1989), Woody Allen plantea un tema interesante. El protago-
nista, Judah Rosenthal (Martín Landau), cuenta que durante su 
infancia el padre le repetía: «Los ojos de Dios nos miran siempre», 
y así fue como Judah se hizo oftalmólogo. (Para ser el oftalmólo-
go de Dios? En todo caso, debía de planteársele inevitablemente 
una duda: ¿es posible cometer un pecado, un crimen, sin que Dios 
lo vea? Problema oftalmológico, si se quiere. También puede uno 
esperar aliviarse de la culpa que sea y tomarse entonces comple-
tamente a risa eso de ser visto por Dios. En tal caso, el problema 
oftalmológico pasa a ser un problema de psicoanalista o de rabi-
no. Lo que cuadra muy bien con Woody Allen. 
A todo esto, la dificultad con que hoy nos topamos es que Dios 
se ha vuelto oftalmólogo. Para nosotros, los ojos de Dios los tiene 
la ciencia. 
Pero no estoy hablando de Dios. Cuando hablo de seres mira-
dos, me refiero a que está naciendo una humanidad mutante. Un 
éxito reciente en biotecnología fue la fabricación del primer cro-
mosoma sintético, el cual permite imaginar la creación de nue-
vas formas de vida y de un hombre poshumano. Ahora bien, está 
teniendo lugar otra mutación. No la de que los hombres vendrían 
al mundo con un tercer ojo en medio de la frente, sino la de que 
nacen con un ojo encima de ellos. Que los mira fi jo. El hombreci-
ro, ya antes de ser presa de la videovigilancia, al llegar al mundo e 
36 Gérard Wajcman 
incluso antes de llegar al mundo se encuentra bajo la mirada. Esto 
cambia el mundo tanto como al niño. ¿Cómo concebir que pasear-
nos con un ojo encima no habría de cambiar hasta nuestro ser? 
Esto no es una idea, una imagen o una metáfora. 
Nacer es, incluso antes de abrir los ojos, estar inmerso en un 
gran baño de ojos, en un mar de miradas. Miradas húmedas de los 
padres, desde luego, pero también mirada clínica del médico y ojo 
de máquinas que lo escrutan bajo todas las costuras; miradas para 
no olvidarse, fotografías que lo fijan en imagen sobre todo para no 
perder nada, para ver después, mucho tiempo después, y dejarlo · 
ver a otros: es decir, finalmente para no ver nada; mirada admi-
nistrativa que toma nota de su llegada y lo inscribe en el gran libro 
de los presentes; mirada del Cielo, si la nueva alma es presentada a 
Dios; ojo de la webcam doméstica que permite a los padres mirar 
la televisión en paz mienrras él duerme o vigilar el comportamien-
to de la niñera (excelente entrenamiento para la videovigilancia); 
mirada inevitable del ejército de psicólogos, neurólogos, sociólo-
gos, cognitivistas, conducristas y especialistas en neurociencias, 
evaluadores de toda clase que justiprecian las posibilidades que 
tiene el nene de ir a la cárcel a los quince años, etcétera. 
Jamás solo, un bebé no está jamás solo. Se dirá: qué bueno, por 
suerte. Da igual: aun cuando sea por su bien, todas esas miradas 
sobre él lo cosifie4n. Un bebé hoy: objeto-bajo-mirada. En verdad, 
no se está a su escucha, se lo observa, se lo vigila. No es lo mismo 
y no es tan bueno. 
Algunas sociedades proponen hoy a las madres angustiadas 
sistemas de vigilancia por webcam. De hecho, en estos dispositi-
vos de vigilancia no se escucha a los niños, y no se les habla. Estos 
sistemas privados que permiten seguir a distancia, eventualmente 
por Internet, lo que sucede en el cuarto del bebé, no consideran 
la posibilidad de escuchar ni de poder hablar. Solamente de ver. 
Estos dispositivos son, obviamente, de sentidoúnico: nada más 
que para las madres y nada más que para sus ojos. Ellas comen 
bebé con la mirada , lo devoran. Sólo el niño bajo mirada, y las 
cuidadoras bajo control. Montaje de muñeca rusa de la mirada: 
la cuidadora vigila al bebé y la madre vigila a la cuidadora que 
vigila (o no) al bebé. Pero, ¿quién vigila a la madre? 
Se habla aquí de «microvígilancia". Como es obvio, el obje-
to tiene otros usos además del de baby-sitting a distancia; en 
El ojo absoluto 37 
comercios, por ejemplo. Se trata de una tecnología que permite 
una vigilancia << integrada en los objetos de la vida corriente». 
La cámara, que utiliza los avances de la miniaturización, está 
disimulada bajo una lámpara, reJoj de pared o detector de humo. 
Una empresa que presume de ser número uno en el campo de 
la microvigilancia, se asignó el simple y claro nombre de «Visio 
Control», con la siguiente divisa: «Ver sin ser visto,.. 
La microvigilancia es testimonio de que la civilización de la 
mirada, científica, tecnológica, pasó a ser una cultura popular 
(existen actualmente en el mercado, y en régimen de venta libre, 
toda clase de gadgets de espionaje ultrasofisticados, especialmente 
en Inglaterra). Al mismo tiempo, debe ~:egistrarse el hecho de que 
la mirada es ahora un objeto, un objeto en el sentido común, un 
objeto que se ha vuelto mercancía, que genera un mercado. Video-
vigilancia, cámaras fotográficas, cámaras digitales o máquinas 
para la captación de imágenes en medicina: existe un mercado 
planetario de la mirada . 
El bebé, que aún no puede comprar él mismo un televisor, es 
objeto estrella de las pantallas. La mirada ha pasado a ser el pri-
mer compañero del bebé. No realmente un compañero de juegos, 
no un objeto transicional, tranquilizador, apaciguador, como un 
osito de peluche o la vieja colcha para chupar; más bien un obje-
to difuso, inaprehensible, ilocalizable, invasor, que planea por 
encima de él, a su alrededor: un objeto más bien angustianre. 
¿Qué quiere él de mí? La microvigilancia, que sirve de extensión 
tecnológica al ojo materno, encarna esta mirada. Para sentirse 
a resguardo de mirada semejante el bebé tendrá que hacer algo 
más que acurrucarse contra las barras de la cuna o taparse el 
rostro con la sábana. 
En su pequeña habitación atestada de cámaras ocultas, en ver-
dad el bebé no es mimado con los ojos, tampoco observado, ni 
siquiera vigilado: es espiado. 
Si se presta atención al dispositivo de la microvigilancia, si se 
supone una utilidad, esto tiene consecuencias. El uso de cámaras, 
el hecho de que sean casi invisibles, de que estén disimuladas en 
objetos comunes, genera dos efectos. Por un lado, un engaño. Pero 
un engaño que engaña sólo a las madres, que creen estar escon-
didas y no traumatizar a su hijo. Salvo que, como consecuencia, 
esta vez por el lado del hijo, todo objeto, todos los «Objetos de la 
38 Gérard Wajcman 
vida corriente», se vuelven potencialmente amenazadores; todos 
los objetos familiares, simplemente por estar ahí, colocan al niño 
en la posición de estar rodeado sólo de objetos provistos de ojos 
que lo observan. La bonita lámpara, el cuadro de colores en la 
pared, el osito de peluche, la mesa, el biberón, tienen, de pronto, 
ojos. En un sentido, estos objetos no son miradas ocultas, sino 
miradas al desnudo. Fijas sobre él. La habitación infantil vira a 
escuela de paranoia, la tierna historia de la mirada de la madre 
protectora sobre su bebé se muta de golpe en guión de película de 
terror. El biberón tiene o¡os. 
Ahora bien, la microvigilancia no es más que un producto 
lógico del universo de mirada tecnológica en el que el bebé hiper-
moderno nace. 
Ya la primera aparición del niño, incluso antes de que nazca, 
su surgimiento al ser, tiene lugar en lo visible, por la mirada. Hoy, 
un feto es primero un ser virtual, una imagen. Antes de su naci-
miento, el niño arriba hoy al ser en un cliché ecográfico. La inte-
rrupción de las menstruaciones, el test positivo de embarazo, los 
malestares, el vientre redondeado, los cambios del cuerpo no son 
más que índices. Hasta aquí, el niño era primero un ser de pala-
bra, aquel del que se hablaba, los futuros padres que acariciaban el 
deseo de un hijo o que temían su llegada, la familia, el médico. Lo 
que significa que el niño podía venir a la existencia incluso antes 
de ser concebido, pero como un ser de lenguaje, como una ficción 
que era posible imaginar: Me gustada una niña, se parecería a 
ti o Nuestro varón será presidente de la República. Hoy, el niño 
abandona su ser de ficción para pasar a la televisión, debe ser 
visto. Ya no es imaginado, es visto. Desde el principio de los tiem-
pos había que esperar nueve meses, el pa rto, pa ra ver al hijo por 
primera vez. Su llegada al mundo y su entrada en lo visible tenían 
lugar juncos. Hoy, las dos cosas están separadas. Importa que sea 
visto en el vientre de su madre a las pocas semanas de gestación, 
apenas formado. La seguridad médica es una seria razón para el 
actual uso sistemático de la ecografía prenatal. Está bien. Pero, 
¿cómo descuidar el hecho de que, más allá de asegurar una mejor 
vigilancia del embarazo, la imagen ecográfica tiene otros efecros 
aparre de los médicos, más inadvertidos, pero fundamentales? 
La imagen del feto, con el sonido también, los latidos de su 
corazón, tiene ese valor precioso de a~esriguar la vida. Ver de este 
El ojo absoluto 39 
modo al niño produce en los padres un efecto tranquilizador. Aho-
ra bien, la imagen, la fotografía que la madre guarda en su carte-
ra, adquiere asimismo una dimensión ontológica más esencial. Es 
más que una certificación de existencia, porque la captación de 
imágenes prenatales, capaz de mostrar la imagen intrauterina del 
niño, de mostrarlo fe entero» y de mostrar cada parte de su cuerpo, 
de mostrar sus movim ientos, significa que ahora el niño nace en 
la imagen_ Nace, por lo tanto, antes de nacer. 
Las imágenes médicas inventan un nuevo nacimiento. El niño 
ya no es anticipado por la palabra, es realizado, puesto en presen-
cia en la pantalla. Al poner en evidencia que hoy, en la ciencia, 
el niño es y nace primero en imagen, no se trata de abundar por 
enésima vez en el tema erístico, imagen y encarnación, sino de 
advertir que en nuestro mundo el niño pende de una mirada, que 
es primeramente un ser mirado. Lo cual significa que esa mirada, 
lejos de dirigirse simplemente a un ser que ya se encuentra ahí, 
es creadora. La mirada puesta en la imagen del feto crea al niño. 
Verdaderamente, el niño accede al ser en la imagen, por la mira-
da; pero lo que debe comprenderse es que, por la mirada, el niño 
accede al ser como imagen. 
El bebé es el testigo impotente de la mutación sin precedentes 
que tiene lugar en la historia de los hombres debido a que se nos 
observa, todo el tiempo, por todas partes, bajo todas las costu-
ras. Esa mutación está cargada de consecuencias, pues tiende a 
imponer la creencia de que seríamos íntegramente solubles en lo 
visible, sin resto. 
Nacimiento del bebé-imagen: bienvenido al mundo del hom-
bre transparente. 
LA GALAXIA ARGOS 
Los años sesenta anunciaban la civílización de la imagen. 
McLuhan profetizaba la extinción de la "galaxia Gutenberg» y la 
entrada en la "galaxia Marconi». Hoy se advierte que esta profe-
cía no se cumplió exactamente, que la edad de la informática y de 
las pantallas engendró, junto con el desbordamiento de las imá-
genes, una multiplicación de lo escrito. Al mismo tiempo, y como 
decía Jacques-Alain Miller, lo que caracteriza a la revolución digi-
40 Gérard Wajcman . 
tal es que lo escrito -bajo la especie del cálculo- , el sistema de 
algoritmos que, en cuanto hardware, arquitectura y hace marchar 
todas las máquinas de pantalla, todo esto crea una configuración 
inédita en la cual la matemática, por esencia fuera de lo visible, al 
final termina sometida a lo visible, a lo que se ve en la pantalla. Lo 
simbólico queda puesto al servicio de la imagen. Ahora, si McLu-
han no hubieseanticipado la revolución digital y esa sujeción de 
lo escrito a la imagen, el anuncio de la explosión de las imágenes 
sería una manera de anunciar una potencialidad nueva del ojo. En 
este sentido, la «civilización de la imagen» era sin duda el signo 
precursor del ascenso de la mirada al cenit de la civilización, su 
premisa o, en cierto aspecto, su primer tiempo. 
Hasta entonces, como índice de un cambio de civilización se 
había retenido básicamente la multiplicación de las imágenes, la 
idea de que miramos cada vez más, de un triunfo de lo visual. Los 
infinitos discursos sobre la televisión son una extenuante conse-
cuencia de eiJo. Se trata de ver sólo un poco más lejos, más allá de 
la «galaxia Marconi», ligeramente al costado, en esa zona oscure-
cida por la luz encandilan{e de las imágenes. Quiero deci r que el 
hecho sobre el cual nos detenemos y que nos fascina tanto como 
nos angustia, el del imperio de las imágenes, el de esa marea que 
nos sumerge, el hecho de que nos consagramos cada vez más a la 
imagen, parece tener el efecto primero de cegarnos, de desviarnos 
de este otro, del otro hecho, de la otra modalidad de lo visible: la 
de que, al mirar cada vez más, somos cada vez más mirados. 
En este sentido, habría que decir que el poder primordial de 
las pantallas es el de disimular las cámaras. Al mismo tiempo, 
sabemos perfectamente que hoy, al comprar una computadora, 
compramos una minúscula webcam integrada en la pantalla y 
que apunta de manera permanente sobre nosotros. Aunque el que 
decida su uso sea el usuario (salvo que alguien tome desde afuera 
el control de su computadora), la presencia de la cámara integra-
da en la arquitectura de la computadora supone que mirar una 
pantalla es ser potencialmenté mirado por ella. Entre mantenerse 
en la penumbra de la habitación frente a la pantalla para escribir 
un diario íntimo, y ser filmado·,. es decir, posiblemente visco por 
todas las pantallas del planeta, la diferencia es sólo de un minús-
culo diodo encendido o apagado. El blog es finalmente la forma 
que responde a la reducción a nada de esa distancia concebida 
El ojo absoluto 4 t 
ayer como un prectptcJo. Lo íntimo expuesto, inmediatament~ 
expuesto, es una característica de este tiempo. 
Visto por la pantalla. Esta pequeña tecnología insignifican• 
te, simple miniaturización de la cámara, pone al descubierto la 
estructura profunda de la época en que la distancia y la índole' 
heterogénea de naturaleza entre el sujeto que ve y el objeto visto 
se reducen para, finalmente, suprimirse. Ante la pantalla, hoy; 
el sujeto vidente deviene objeto visto, y el objeto visto devíen¿ 
vidente. La webcam de la pantalla de computadora encarna }1 
consuma la borradura progresiva de la distancia entre ver y se~ 
visto, mirar y mostra.rse. Después de la galaxia Gutenberg y de li 
galaxia Marconi, hemos ingresado en la galaxia Argos. 
No obstante, permanecemos tranquilamente sentados ante 
nuestras pantallas como ante un pequeño tragaluz desde el que 
podemos contemplar el mundo, sin que nos preocupe saber que es 
quizás el mundo el que en ese instante nos mira por esa ventana. 
El interés por la imagen parece tener el efecto de enmascarar el 
lugar conquistado, bajo la imagen, por la mirada. Nuestras ansias 
de ver ciegan en paree el hecho de saber que somos mirados. La 
pregunta por lo que vemos nos desvía de la pregunta por lo que: 
nos mira. Y por quién nos mira. 
En este sentido, la critica de la hipermediatización política y de lo 
que se da en llamar «gobierno por la imagen» participa de la ilusión 
del poder. Por un lado, porque la imagen cumplió siempre una fun-
ción política y una función en política, desde Luis XIV hasta Stalin. 
Después, porque la historia reciente ha revelado la fuerza de otros. 
objetos, la fuerza de lo que sería un gobierno por la voz, por ejemplo. 
Podemos pensar en Hitler. La voz que truena y ordena, la voz lan-
zada a las multitudes por los micrófonos y altoparlantes, la voz que, 
transmitida por los micrófonos y los altoparlantes, forma a las mul-
titudes, es algo que debería suscitar interés. Chaplin, en El dictador, 
fue sin duda el primero que apreció en un fílme el poder de la voz y la 
importancia del micrófono en la historia política del siglo XX. 
Hoy, sin embargo, la ilusión se debe sobre todo a que la crítica 
de la importancia ganada por la imagen en política no sirve en 
definitiva sino para desviar un poco más del verdadero poder, que 
no se ejerce tanto en la «política espectáculo» por las cámaras 
vueltas hacía los políticos, como por las miradas vueltas hacia 
nosotros, que nos vigilan, nos miden, nos controlan. 
42 Gérard Wajcma n 
Es extraño, pero las imágenes nos gustan tanto, estamos tan 
prendados de ellas, somos tan cautivos de ellas que no paramos de 
adorarlas, salvo para dedicar el resto del tiempo a vituperarlas. 
En verdad, nos dan a ver cada vez más, e incluso si de ese modo 
nos hacen criticar cada vez más, esto tiende a hacernos olvidar que 
somos cada vez más mirados. El propio espectador es un ser micado, 
medido, disecado. Nada, aparte de los comités de ética, impediría 
dotar a cada pantalla de televisión de una cámara; ya han sido equipa-
das con ella los voluntarios testeados por Médiametrie* para estable-
cer las estadísticas de las «porciones de mercado». De todas maneras, 
sabemos cuán constantemente se invita al oyente de radio a tomar la 
palabra durante los programas, cuánto tíende el telespectador a hacer-
se día a día más actor de la televisión. M ientras que en otro tiempo el 
nacimiento del espectador suponía que se podía ver por fin el espectá-
culo del mundo retrayéndose de éste, sin ser visto, hoy ser espectador 
es pasar continuamente de un lado de la pantalla al otro. 
La cámara no cesa de girar entre sujeto vidente y objeto micado. 
En realidad, está todo el tiempo girando, cada vez más rápido. 
· Con esto, el tema de la protección de la vida privada pierde 
cada día un poco más de su sentido. En lo cua l hay urgencia. Nos 
hallamos en estado de legítima defensa de la vida privada. 
Ahora bien, ¿tanto perturba esto hoy? Tal vez haya que tener 
también en cuenta un nuevo facto r de la vida moderna: el hecho 
de que la vida privada ha entrado en el mercado, sobre el merca-
do, como un objeto intercambiable, como un objeto cualquiera, 
el hecho de que ha pasado a ser una mercancía. 
EL DERECHO A LO OCULTO 
Hay amenaza sobre lo íntimo. 
El territorio de lo íntimo podría definirse de un modo simple: 
es la posibilidad de lo oculto. Que haya frente al mundo un lugar 
del sujeto, un lugar que sea su lugar, en el que pueda sustraerse a 
la mirada del Otro, a su voluntad de transparencia, es decir, a su 
voluntad de reducir al hombre a la condición de cosa: hombre ente-
ramente librado, en su verdad, a su mirada clarividente. 
* Compañía francesa de medición de audiencias (n. de t.). 
El ojo absoluto 43 
Lo íntimo es el lugar en que el hombre no sería ese ser diáfa-
no. Un lugar también donde el sujeto que se encuentra fuera de 
toda mirada puede mirarse a sí mismo. Tal es el corazón doble 
de lo íntimo: poder sustraerse a la mirada omnividente, y mirarse 
a sí mismo. 
Ahora bien, esto no significa en absoluto que, en el secreto de 
su habitación, el sujeto sea transparente a sí mismo. Por el con-
trario, lo que él descubre es su opacidad. Dicho de otra manera, 
descubre que no se reduce a su intimidad. «Sólo mediante ese 
gesto complejo, mediante esa mirada de sí en el alejamiento mis-
mo de sí, puede constituirse a lgo del orden de un sí mismo. El 
<<SÍ mismo» no surgiría sino en una división respecto de sí. Ese 
«gesto complejo» que describe aquí Heidegger es, en el fondo, el 
que se muestra y se realiza en la penumbra del consultorio del 
psicoanalista, quien finalmente encarnaría para cada cual <<esa 
mirada de sí en el alejamiento mismo de sí». 
De este modo se manifiesta que el sujeto no está soldado a sí 
mismo, que está dividido de sí mismo. Y si bien no es un objeto

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