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E AGRADECIMENTOS sta obra é fruto de estudos e do contato diário com temas relacionados ao Direito Penal Econômico, seja o autor na qualidade de advogado criminalista, causídico de instituição �nanceira (Caixa Econômica Federal) e professor universitário, o que conduziu a se re�etir sobre temas relevantes vinculados à teoria e prática, relacionados aos crimes previstos nas Leis 7.492/85 e 6.385/76. A escrita de uma obra jurídica requer um período de solidão e introspecção, e, por isso, este livro é resultado de apoio de professores e familiares, instituições, colegas e amigos. Agradeço aos meus pais, Manoel de Sousa Oliveira (in memoriam) e Maria Queiroz Oliveira, pelo incentivo constante na obtenção de conhecimento. Sou grato à minha esposa, Juliana Bastos Aires Fernandes Queiroz, por todo apoio e compreensão durante o período de pesquisa e algumas ausências. Reconhecido sou ao meu enteado, Leonardo Aires, e às minhas �lhas, Maria Beatriz e Manoela, cujos sorrisos e alegrias são fontes inesgotáveis de energia e motivação para enfrentamento dos desa�os diários da vida. Dirijo agradecimentos aos meus companheiros de estudos no Instituto Nordeste de Direito Penal Econômico, entidade que tenho a honra de presidir e que me permite contato com temas de alta indagação relacionados aos crimes econômicos. Aos meus colegas do Corpo Jurídico da Caixa Econômica Federal, que me concedem o ensejo de debater e ampliar os conhecimentos em temas conexos e, também, relevantes ao Direito Penal Econômico. Aos confrades da Academia Cearense de Direito, em especial, ao Presidente Roberto Victor Pereira Ribeiro, pelo apoio e auxílio na conclusão desta obra. Registro a ideia de que grande parte do ânimo em aprender decorre do exercício do magistério. Assim, agradeço aos meus alunos de graduação e pós-graduação, pois a convivência diária e a constante percepção de suas di�culdades e dúvidas na absorção da matéria e na compreensão do conteúdo transmitido foram e continuam sendo, com certeza, fator de grande aprendizado na minha trajetória ao lecionar Direito Penal Econômico. Fortaleza/CE., 02/04/2023. Bruno Queiroz Oliveira E PREFÁCIO s un verdadero privilegio ser convocado a prologar una nueva obra del reconocido especialista en Derecho Penal Económico Bruno Queiroz Oliveira, polifacético nativo del Estado de Maranhao que en su condición de Doctor en Derecho, Mestre, Professor (Unichristus), Académico de la Academia de Derecho de Ceará, publicista, Procurador de la Caixa Económica Federal y Abogado criminalista, encarna con las mejores virtudes de la nueva generación de destacados penalistas brasileños La obra que hoy el autor nos presenta, Crimenes contra el Sistema Financiero, armoniza con �uidez ciertas virtudes que en pocas obras de su tipo se ven convivir con tal nitidez: (a) una visión panorámica integral del estado actual de la normativa del Derecho Penal Económico vigente en la Unión; (b) una perspectiva razonablemente comprometida de esa normativa y su praxis; (c) una tercera virtud-no menor: el lector atento descubrirá que el texto admite dos niveles de lectura, por lo que será de utilidad tanto para el estudiante avanzado como para el lector especializado; y (d) compromiso mani�esto con la coherencia sistematica. La obra analizada evidencia que la obra normativa no es mas que una construccion humana pero paradojicamente no re�eja necesariamente una proyeccion de nosostros mismos, sino que cobra una existencia propia. Por el solo imperio de su concresion legislativa. Se trata de imputaciones humanas cuyos valor es parcibido atraves de los sentidos. El ser humano, e diferencia de otros seres vivos, es capaz de percibir cundo sus acciones suponen un claro perjuicio para otros, no mucho mas. Los ulteriores desarrollos de la responsabilidad son obra del permanente debate sobre consrruccion dogmatica de la imputacion ejemplo el ambito de la atribucion de sentidos. Bien señana el Maestro napolitano Sergio Moccia que en materia de responsabilidad penal es buena cosa por en duda la idea preconcebida de que el instinto del legisdlador simprer cuida de buscar las mejores soluciones para prevenir o reprimier la conducta que considera lesiva para la sociedad. El autor es conciente de ello, por ello trata cautamente de evitar las grandes frases y las grandes aseveraciones En ocasiones pre�ere no alejarse en exceso de la ortodoxia tamizada por el consenso madurado, mantenerse a distancia y levantar la voz para conceder la palabra a la excepcion y / o la la critica tecnica medida en terminos de coherencia dogmatica y sistematica, antes aludida – el �nal del segundo parrafo – al resumir las virtudes de la obra analizada. Coincidimos con los renombrados Profesores Jesus Maria Silva Sanchez y Pablo Sanchez-Ortiz respecto a que la actual doctrina penal sobre la imputacion distingue enunciados descriptivos, prescriptivos y adscriptivos. Entendemos que con el termino impuitacion deberiamos aludir unicamente al juicio en cuya virtud alguen es considerado como agente – causa libera – de una accion (hacer-responsable) que se sustrae al universo causal exterior, sinembargo hoy tenemos que convivir con la denominada imputacion objetiva que se relaciona con el juicio sobre el conternido de sentido de una accion, en otras palabras busca generar categorias necesarias para a�rmar la existencia de una relacion su�ciente entre el resultado y la conducta mas alla del actruar con causa libera. E incluso la cultura jurididca angloamericana denomina imputacion al juicio en virtud al cual se atribuye responsabilidad a determinada persona en ausencia del elemento no concurrente, es decir: a pesar de que la persona no haya realizado todos los elementos de la infraccion. Actualmente un sector neo positivista de la doctrina retoma un concepto cada dia mas ampio de la imputacion, redimensionando el pensamiento comprensivo y no meramente descriptivo de la realidad. Para ello recurren a nuevos patrones de ordenacionj sistematica, en el propio concepto de sujeto – categorias clasicas e incluso en el modo de entender del saber juridico. Hoy dia gran pare de la doctrina considera imputar como sinonimo de “hacer responsable”. Por su parte La Politica Criminal complica el equilibrio al sostener que la actual globalizacion di�culta emitir juicio de imputacion (prueba del dolo, difuminacion de la autoria, ampliacion de riesgo permitido, etc.). En sintesis en estoss tiempos, lejos de reestringirse la atribucion de responabilidad, se percibe una desmesurada ampliacion de la imputacion individual que ha conducido a una innegable expansionm del Derecho penal, principalmengte en el ambito de los delitos economicos-�nancieros complejos. Nosotros descartamos por principio estos cambios tan categóricos y peligrosos. No es admisible que para contemplar lo adjetivo (di�cultades probatorias) se termine por trastocar lo sustantivo (principios neuralgicos del dogma garantista). Entendemos, en �n, que el derecho penal no debe ni puede hacerse cargo de esas di�cultades probatorias, principalmente teniendo en cuenta que estas pueden ser normalmente superadas mediante una tipi�cación adecuada a un conocimiento también adecuado de los mecanismos económicos involucrados (omographic Approach). En caso de optarse �nalmente por el criterio de criminalizar manifestaciones de macrodelincuencia económica organizada, esta tarea deberá y podrá intentarse —en la mayor parte de los casos— sin violar esos principios básicos del derecho penal. Para ello es imprescindible que el trabajo se emprenda con suma prudencia y �na técnica legislativa, ya que en un sistema democrático y liberal deben existir férreos límites al jus puniendi del Estado a la luz de los principios de legalidad y culpabilidad de la persona humana. Estos principios, nos recuerda Sergio Moccia, aparecen como irrenunciables cualquiera sea la forma de delincuencia que se pretenda combatir. Ninguna estrategia legal contra la macrodelincuencia será justi�cada si es una salida de corte meramenteemergencial que pone en entredicho la seguridad jurídica. La tarea de elaborar leyes realmente útiles en materia de macrodelincuencia económico-�nanciera, puede compararse a una operación de microcirugía, donde se impone un mínimo de actividad con el instrumento más preciso. Ocurre que lamentablemente la misión de legislar en estas ramas tan delicadas se emprende siempre en forma apresurada, respondiendo a reclamos populares frente a hechos puntuales o presiones internacionales. Asimismo, ese cometido suele dejarse en manos de personas sin la su�ciente especialización, que se atienen exclusivamente a los síntomas del fenómeno sin comprender el funcionamiento inherente a los mecanismos involucrados. Los elementos constitutivos de los tipos penales y en particular los mecanismos de imputacion se deben delinear cuidadosamente con “criterio jurídico trascendente” (Severin-Moccia-Cervini) o sea, tomando en cuenta todas las posibles consecuencias intradogmáticas de las nuevas creaciones penales. Se trata de una tarea muy ardua pero no imposible. Lo más grave es que la renuncia a ella signi�caría necesariamente la renuncia a los propios principios que deben motivar esa misma tarea. Se estaría sustituyendo automática y concomitantemente un derecho penal de legalidad por un derecho penal de conveniencia: la hipotetica y evanecente razón de Estado por sobre la razón jurídica. Lamentablemente, en este campo se encuentra arraigada la injusti�cada tendencia a confundir di�cultades técnicas con imposibilidad. En suma, coincidimos plenamente con la postura criteriosa del Professor Queiroz: la creación de esos tipos penales imprescindibles para la persecución de los casos más gravosos de criminalidad económica �nancera deberá promover también una re�exión responsable respecto de la imputación penal en el marco del delito corporativo, principalmente en lo relativo al entrecruzamiento de responsabilidades en los ilícitos transnacionales. Personalmente nos inclinamos a pensar que el tema puede dilucidarse satisfactoriamente empleando, en buena parte de los casos, los recursos dogmáticos tradicionalmente transitados por la doctrina, iluminados – ante su complejidad operativa – mediante una aproximacion metodologica renovada como hoy dia ofrece con contrastada e�ciencia la llamada aproximacion tomopgra�ca. Fecha, Napoles 7 de abril de 2023 Raul Cervini Catedratico Emerito de Derecho Penal – Dr/PHD/ DSP Ex Director del Departamento de Derecho Penal de UCU y Universidad de la Republica Uruguay Vice presidente del Consejo Consultivo Internacional de ICEPS ( NY) Acadêmico Coresponsal da Academia Cearense del Derecho Pte Honorario de la REDE IBEROAMERICANA DE ADVOCACIA CRIMINAL SUMÁRIO Capa Folha de Rosto Créditos C A P Í T U L O 1 INTRODUÇÃO AO DIREITO PENAL ECONÔMICO E AS DIRETRIZES CONCEITUAIS PARA A CONSTITUCIONALIZAÇÃO PENAL 1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS 2 A SOCIEDADE DE RISCO COMO VETOR DE INCREMENTO NA INTERVENÇÃO PENAL 3 GLOBALIZAÇÃO E AMPLIAÇÃO DO ESPECTRO DO DIREITO PENAL 4 DIREITO PENAL CLÁSSICO E DIREITO PENAL ECONÔMICO clbr://internal.invalid/book/OEBPS/Text/capa.xhtml 5 BEM JURÍDICO INDIVIDUAL VERSUS BEM JURÍDICO TRANSINDIVIDUAL 6 CARACTERÍSTICAS DA CRIMINALIDADE ECONÔMICA 7 CONCEPÇÕES ACERCA DO DIREITO PENAL ECONÔMICO 8 RELEVÂNCIA CONSTITUCIONAL DOS BENS JURÍDICOS TUTELADOS PELO DIREITO PENAL ECONÔMICO C A P Í T U L O 2 O OBJETO DE TUTELA JURÍDICA NA LEI 7.492/86 1 CONSIDERAÇÕES INICIAIS ACERCA DOS CRIMES CONTRA O SISTEMA FINANCEIRO NACIONAL 2 BEM JURÍDICO TUTELADO 3 CONCEITO JURÍDICO DE INSTITUIÇÃO FINANCEIRA 3.1 BANCOS E CAIXAS ECONÔMICAS 3.2 CORRETORA DE CÂMBIO 3.3 FINTECHS 3.4 ADMINISTRADORAS DE CONSÓRCIO 3.5 COOPERATIVAS DE CRÉDITO 3.6 INSTITUIÇÃO DE PAGAMENTO 3.7 A CORRETORA E A DISTRIBUIDORA DE TÍTULOS E DE VALORES MOBILIÁRIOS 3.8 BOLSAS DE VALORES 3.9 ADMINISTRADORAS DE CARTÃO DE CRÉDITO E PIRÂMIDES FINANCEIRAS C A P Í T U L O 3 A RESPONSABILIDADE PENAL NOS CRIMES CONTRA O SISTEMA FINANCEIRO NACIONAL 1 RESPONSABILIDADE PENAL NOS CRIMES PREVISTOS NA LEI 7.492/86 2 TEORIA DO DOMÍNIO DO FATO E SUA APLICAÇÃO AOS CRIMES PREVISTOS NA LEI 7.492/86 3 A DENÚNCIA GENÉRICA NOS CRIMES FINANCEIROS 4 SUJEITO PASSIVO 5 JURISPRUDÊNCIA C A P Í T U L O 4 O PRINCÍPIO DA LEGALIDADE PENAL NO ÂMBITO DOS CRIMES CONTRA O SISTEMA FINANCEIRO NACIONAL 1 ESCORÇO HISTÓRICO DO PRINCÍPIO DA LEGALIDADE PENAL 2 GARANTIAS INDIVIDUAIS DECORRENTES DO PRINCÍPIO DA LEGALIDADE PENAL 2.1 NULLUM CRIMEN NULLA POENA SINE LEGE STRICTA 2.1.1 A BANALIZAÇÃO DO RECURSO ÀS NORMAS PENAIS EM BRANCO E O PRINCÍPIO DA LEGALIDADE PENAL 2.2 NULLUM CRIMEN SINE PRAEVIA LEGE 2.3 NULLUM CRIMEN NULLA POENA SINE LEGE CERTA 2.3.1 TAXATIVIDADE E ELEMENTO NORMATIVO DO TIPO PENAL 2.4 NULLUM CRIMEN NULLA POENA SINE LEGE SCRIPTA C A P Í T U L O 5 CRIMES CONTRA O SISTEMA FINANCEIRO NACIONAL 1 ART. 2º DA LEI 7.492/86 – FABRICAÇÃO OU CIRCULAÇÃO IRREGULAR DE TÍTULO OU VALOR MOBILIÁRIO 1.1 OBJETO JURÍDICO 1.2 SUJEITOS DO CRIME 1.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 1.4 PARÁGRAFO ÚNICO 1.5 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 1.6 PENA E AÇÃO PENAL 1.7 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 2 ART. 3º DA LEI 7.492/86 – DIVULGAÇÃO FALSA DE INFORMAÇÃO SOBRE INSTITUIÇÃO FINANCEIRA 2.1 OBJETO JURÍDICO 2.2 SUJEITOS DO CRIME 2.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 2.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 2.5 PENA E AÇÃO PENAL 2.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 2.7 JURISPRUDÊNCIA 3 ART. 4º DA LEI 7.492/86 – GESTÃO FRAUDULENTA DE INSTITUIÇÃO FINANCEIRA 3.1 OBJETO JURÍDICO 3.2 SUJEITOS DO CRIME 3.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 3.4 VIOLAÇÃO AO PRINCÍPIO DA LEGALIDADE PENAL 3.5 O NÃO CUMPRIMENTO DE NORMA DE CONFORMIDADE E A AUSÊNCIA DE COMPLIANCE. 3.6 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 3.7 PENA E AÇÃO PENAL 3.8 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 3.9 JURISPRUDÊNCIA 4 ART. 4º DA LEI 7.492/86 – GESTÃO TEMERÁRIA DE INSTITUIÇÃO FINANCEIRA 4.1 OBJETO JURÍDICO 4.2 SUJEITOS DO CRIME 4.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 4.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 4.5 PENA E AÇÃO PENAL 4.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 4.7 JURISPRUDÊNCIA 5 ART. 5º DA LEI 7.492/86 – APROPRIAÇÃO OU DESVIO DE BENS MÓVEIS E TRANSAÇÃO DESAUTORIZADA 5.1 OBJETO JURÍDICO 5.2 SUJEITOS DO CRIME 5.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 5.4 CONSUMAÇÃO E TENTATIVA 5.5 PENA E AÇÃO PENAL 5.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 5.7 JURISPRUDÊNCIA 6 ART. 6º DA LEI 7.492/86 – OMISSÃO DE INFORMAÇÕES 6.1 OBJETO JURÍDICO 6.2 SUJEITOS DO CRIME 6.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 6.4 CONSUMAÇÃO E TENTATIVA 6.5 PENA E AÇÃO PENAL 6.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 6.7 JURISPRUDÊNCIA 7 ART. 7º DA LEI 7.492/86 – TÍTULO OU VALORES MOBILIÁRIOS FALSOS. 7.1 OBJETO JURÍDICO 7.2 SUJEITOS DO CRIME 7.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 7.4 CONSUMAÇÃO E TENTATIVA 7.5 PENA E AÇÃO PENAL 7.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 7.7 JURISPRUDÊNCIA 8 ART. 8º DA LEI 7.492/86 – COBRANÇA DE JUROS OU COMISSÕES EXTORSIVOS 8.1 OBJETO JURÍDICO 8.2 SUJEITOS DO CRIME 8.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 8.4 CONSUMAÇÃO E TENTATIVA 8.5 DISTINÇÃO ENTRE O ARTIGO 8º DA LEI 7.492/86 E O CRIME E USURA PREVISTO NO ARTIGO 4º, DA LEI 1.521/51 8.6 PENA E AÇÃO PENAL 8.7 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 8.8 JURISPRUDÊNCIA 9 ART. 9º DA LEI 7.492/86 – FALSIDADE IDEOLÓGICA FINANCEIRA 9.1 OBJETO JURÍDICO 9.2 SUJEITOS DO CRIME 9.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 9.4 CONSUMAÇÃO E TENTATIVA 9.5 PENA E AÇÃO PENAL 9.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 9.7 JURISPRUDÊNCIA 10 ART. 10 DA LEI 7.492/86 – FALSIDADE EM DEMONSTRATIVOS CONTÁBEIS 10.1 OBJETO JURÍDICO 10.2 SUJEITOS DO CRIME 10.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 10.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 10.5 PENA E AÇÃO PENAL 10.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 10.7 JURISPRUDÊNCIA 11 ART. 11 DA LEI 7.492/86 – CONTABILIDADE PARALELA 11.1 OBJETO JURÍDICO 11.2 SUJEITOS DO CRIME 11.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 11.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 11.5 PENA E AÇÃO PENAL 11.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 11.7 JURISPRUDÊNCIA 12 ART. 12 DA LEI 7.492/86 – SONEGAÇÃO DE INFORMAÇÕES ÀS AUTORIDADES COMPETENTES 12.1 OBJETO JURÍDICO 12.2 SUJEITOS DO CRIME12.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 12.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 12.5 PENA E AÇÃO PENAL 12.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 12.7 JURISPRUDÊNCIA 13 ART. 13 DA LEI 7.492/86 – DESVIO DE BENS 13.1 OBJETO JURÍDICO 13.2 SUJEITOS DO CRIME 13.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 13.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 13.5 PENA E AÇÃO PENAL 13.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 13.7 JURISPRUDÊNCIA 14 ART. 14 DA LEI 7.492/86 – FALSIDADE EM DECLARAÇÃO DE CRÉDITO OU RECLAMAÇÃO 14.1 OBJETO JURÍDICO 14.2 SUJEITOS DO CRIME 14.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 14.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 14.5 PENA E AÇÃO PENAL 14.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 14.7 JURISPRUDÊNCIA 15 ART. 15 DA LEI 7.492/86 – DECLARAÇÃO FALSA DE INTERVENTOR, LIQUIDANTE OU SÍNDICO 15.1 OBJETO JURÍDICO 15.2 SUJEITOS DO CRIME 15.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 15.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 15.5 PENA E AÇÃO PENAL 15.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 15.7 JURISPRUDÊNCIA 16 ART. 16 DA LEI 7.492/86 – OPERAÇÃO DESAUTORIZADA DE INSTITUIÇÃO FINANCEIRA 16.1 OBJETO JURÍDICO 16.2 SUJEITOS DO CRIME 16.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 16.4 DA INCOMPATIBILIDADE DOS ARTIGOS 4º E 16 DA LEI 7.492/86 16.5 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 16.6 PENA E AÇÃO PENAL 16.7 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 16.8 JURISPRUDÊNCIA 17 ART. 17 DA LEI 7.492/86 – CONCESSÃO ILEGAL DE CRÉDITO OU ADIANTAMENTO 17.1 OBJETO JURÍDICO 17.2 SUJEITOS DO CRIME 17.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 17.4 PENA E AÇÃO PENAL 17.5 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 17.6 JURISPRUDÊNCIA 18 ART. 18 DA LEI 7.492/86 – VIOLAÇÃO DE SIGILO 18.1 OBJETO JURÍDICO 18.2 SUJEITOS DO CRIME 18.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 18.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 18.5 PENA E AÇÃO PENAL 18.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 18.7 JURISPRUDÊNCIA 19 ART. 19 DA LEI 7.492/86 – OBTENÇÃO DE EMPRÉSTIMO MEDIANTE FRAUDE 19.1 OBJETO JURÍDICO 19.2 SUJEITOS DO CRIME 19.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 19.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 19.5 PENA E AÇÃO PENAL 19.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 19.7 JURISPRUDÊNCIA 20 ART. 20 DA LEI 7.492/86 – DESVIO DE FINALIDADE 20.1 OBJETO JURÍDICO 20.2 SUJEITOS DO CRIME 20.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 20.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 20.5 PENA E AÇÃO PENAL 20.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 20.7 JURISPRUDÊNCIA 21 ART. 21 DA LEI 7.492/86 – FALSA IDENTIDADE EM OPERAÇÃO DE CÂMBIO 21.1 OBJETO JURÍDICO 21.2 SUJEITOS DO CRIME 21.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 21.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 21.5 PENA E AÇÃO PENAL 21.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 21.7 JURISPRUDÊNCIA 22. ART. 22 DA LEI 7.492/86 – EVASÃO DE DIVISAS 22.1 OBJETO JURÍDICO 22.2 SUJEITOS DO CRIME 22.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 22.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 22.5 DISTINÇÃO ENTRE OS DELITOS DE “LAVAGEM” DE DINHEIRO E EVASÃO DE DIVISAS 22.6 PENA E AÇÃO PENAL 22.7 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA. 22.8 JURISPRUDÊNCIA 23 ARTIGO 23 DA LEI 7.492/86 – PREVARICAÇÃO FINANCEIRA 23.1 OBJETO JURÍDICO 23.2 SUJEITOS DO CRIME 23.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 23.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 23.5 PENA E AÇÃO PENAL 23.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 23.7 JURISPRUDÊNCIA C A P Í T U L O 6 CRIMES CONTRA O MERCADO DE CAPITAIS 1 MERCADO DE CAPITAIS 2 ARTIGO 27-C DA LEI 6.385/76 – MANIPULAÇÃO DE MERCADO 2.1 BEM JURÍDICO 2.2 SUJEITOS DO CRIME 2.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 2.4 O RISCO PERMITIDO E O CRIME DE MANIPULAÇÃO DE MERCADO 2.5 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 2.6 PENA E AÇÃO PENAL 2.7 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 2.8 JURISPRUDÊNCIA 3 ARTIGO 27-D DA LEI 6.385/76 – USO INDEVIDO DE INFORMAÇÃO PRIVILEGIADA (INSIDER TRADING) 3.1 BEM JURÍDICO 3.2 SUJEITOS DO CRIME 3.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 3.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 3.5 PENA E AÇÃO PENAL 3.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA 3.7 JURISPRUDÊNCIA 4 ARTIGO 27-E DA LEI 6.385/76 – EXERCÍCIO IRREGULAR DE CARGO, PROFISSÃO, ATIVIDADE OU FUNÇÃO. 4.1 BEM JURÍDICO 4.2 SUJEITOS DO CRIME 4.3 TIPO OBJETIVO E SUBJETIVO 4.4 MOMENTO CONSUMATIVO E TENTATIVA 4.5 PENA E AÇÃO PENAL 4.6 CLASSIFICAÇÃO DOUTRINÁRIA REFERÊNCIAS O C A P Í T U L O 1 INTRODUÇÃO AO DIREITO PENAL ECONÔMICO E AS DIRETRIZES CONCEITUAIS PARA A CONSTITUCIONALIZAÇÃO PENAL 1 ANTECEDENTES HISTÓRICOS Direito Penal Econômico é relevante instrumento de proteção da ordem econômica. Tal ramo do Direito Penal constitui sua importância e seu desenvolvimento ditados pelo crescimento do progresso econômico, tecnológico e social, e tem como objetivo o combate à criminalidade decorrente das relações empresariais e a tutela de bens jurídicos supraindividuais. A intervenção do Direito Penal em temas relacionados à Economia encontra antecedentes históricos no Direito Romano. Na época romana, por exemplo, punia-se quem especulasse sobre os preços dos cereais ou sonegasse impostos. Nesse período, o imperador Diocleciano estabelecia os preços máximos de produtos e salários, punindo o descumprimento com pena de morte.1 Na Idade Média, destacam-se os antecedentes do crime coletivo de falsidade na Alemanha, que agrupava uma série de condutas ilícitas, bem como a Constitutio Criminalis Carolina, considerada o primeiro esboço do Direito Penal germânico. Durante a Idade Moderna, a intervenção criminal em matéria econômica se estendeu a outras condutas, exceto no período da ascensão das ideias liberais durante o século XIX. A ideia de Direito Penal Econômico, no próprio sentido, só começa a existir quando surge uma economia dirigida e centralizada, porque, enquanto havia condições que con�aram aos operadores econômicos plena liberdade para desenvolver as relações econômicas, o Estado não teve interesse em interferir na manutenção da ordem econômica. O grande desenvolvimento industrial proporcionado pela política liberal conduziu à concentração de capitais por parte das empresas. Esse novo contexto fez aclarar uma rivalidade entre os poderes privado e público. Nessa passagem do capitalismo atomista para o de grupo, ocorrida em meados do século XIX, vislumbra-se um germe do Direito Econômico. Desse modo, o surgimento do Direito Penal Econômico com as características mais atuais é relativamente recente e encontra seus antecedentes em leis de proteção ao consumidor, aprovadas na Inglaterra, a exemplo da Lei da Adulteração de Sementes e Saúde Pública, de 1890. 2 Na América do Norte, observaram-se manifestações legislativas semelhantes. Em 1890, o Sherman Act, ainda em vigor, marcou o início do sistema jurídico antitruste ianque, cujo objetivo fora controlar e estabelecer uma gestão equitativa de atividades econômicas na área de defesa do consumidor.3 A política intervencionista do Estado �cou patente com o esforço de superação da queda da Bolsa de Valores de New York, de 1929. Fruto da concentração de capitais e, sobretudo, da superprodução sem correspondente demanda, o crash de 1929 explicitou a fragilidade da ordem liberal, requereu uma atuação incisiva do Estado com políticas econômicas protecionistas, bem como promoveu um agigantamento do aparato estatal com aumento de gastos públicos.4 Na Europa, o reconhecimento da importância do fenômeno criminal na esfera da economia ocorreu mais tarde. Historicamente, aponta-se como o marco do surgimento do Direito Penal Econômico a Primeira Guerra Mundial, acompanhada pelos diversos con�itos sociais e mobilização do Estado para fortalecer a Economia devastada, que incumbiu ao Estado a vestimenta de responsável pela captação de recursos, no modelo de intervenção estatal, com a consequente queda do modelo liberal de separação entre Direito, Economia, Estado e Sociedade. Desde esse momento, o Legislador Penal preocupou-se em corrigir distorções do sistema econômico. 5 Foi assim que, na Alemanha, comportamentos de acumulação e práticas que restringiam a concorrência passaram a ser reprimidos em tribunais criminais por intermédio da chamada Lei de Simpli�cação do Direito Penal Econômico, introduzida em 1949 e que signi�cou a primeira tentativa de separar do âmbito penal comum as chamadas contravenções à ordem econômica.6 Já nos anos de 1970, em consequência do acelerado desenvolvimentodas economias europeias, foram reforçadas as medidas destinadas a proteger a atividade econômica. Interessante é registrar o fato de que, na seara dos crimes ditos tradicionais, nesse período, houve retrocesso na intervenção do sistema penal (descriminalização da homossexualidade, adultério, sedução, bem como a atenuação de outras �guras criminosas). No domínio do Direito Penal Econômico, assistiu-se a um aumento progressivo das condutas fraudulentas consideradas ilícitas nas legislações dos países europeus. 7 A expansão do Direito Penal nas sociedades pós-industriais, a arrecadação de tributos, a globalização, o avanço da sociedade, a troca econômica, a movimentação �nanceira e o papel das cooperações transnacionais in�uenciaram ainda mais o fortalecimento do Direito Penal Econômico. A evolução histórica da sociedade, especialmente após o período entendido como Pós-Modernidade, trouxe uma série de novos riscos, decorrentes do aperfeiçoamento das relações econômicas e do incremento tecnológico desenfreado. Tais riscos, certamente, representaram a criação de enormes con�itos e, por consequência, submeteram a xeque o Direito Penal clássico, acarretando nova análise dogmático-penal ante essas novas necessidades. 8 Não se olvida do surgimento dos blocos econômicos com o escopo de fortalecimento do poder econômico dos Países-Membros, que resultou, na Europa, na formação da União Europeia, inclusive com moeda própria. A evolução histórica do Direito Penal Econômico na esfera mundial é constantemente assinalada pela in�uência da UE, que, embora não legisle em matéria penal, exerce ação manifesta nessa seara, tanto negativa como positivamente. O in�uxo negativo manifesta-se, principalmente, por meio da concretização excessiva de normas penais em branco, enquanto o de ordem positiva vem da capacidade de in�uenciar os poderes legislativos do Estados-Membros, a �m de criar ou modi�car os regulamentos vigentes de acordo com as novas demandas. 2 A SOCIEDADE DE RISCO COMO VETOR DE INCREMENTO NA INTERVENÇÃO PENAL Após o �m da Segunda Guerra Mundial, impende assinalar que houve extraordinária revolução no modelo de produção capitalista, porquanto novas técnicas de produção foram incorporadas à sociedade pós-industrial. Por outro lado, o desenvolvimento da robótica e das telecomunicações, bem como o surgimento da internet, são alguns exemplos que alteraram signi�cativamente o modo como o Homo sapiens modi�cou sua interação com o Planeta. Consoante Nicolau Sevcenko, o que distinguiu particularmente o século XX, em comparação com qualquer outro período, foi uma tendência contínua e acelerada de mudança tecnológica, com efeitos multiplicativos e revolucionários sobre praticamente todos os campos da experiência humana e em todos os âmbitos da vida no Planeta. Esse surto de transformações constantes é passível de ser dividido em dois períodos básicos, intercalados pela irrupção e pelo transcurso da Segunda Guerra Mundial. Na primeira dessas fases, prevaleceu um padrão industrial que representava o desdobramento das características introduzidas pela Revolução Cientí�co- Tecnológica de �ns de século XIX. O segundo intervalo, iniciado após a Guerra, foi assinalado pela intensi�cação das mudanças, imprimindo à base tecnológica um choque revelado, sobretudo, pelo crescimento dos setores de serviços, comunicações e informações, o que o conduziu a ser caracterizado como período pós-industrial. Para se representar a amplitude e densidade dessas mudanças tecnológicas, consideram-se alguns dados relativos ao século XX. Caso fossem somadas todas as descobertas cientí�cas, invenções e inovações técnicas, desde as origens da espécie até hoje, chegar-se-ia à espantosa conclusão de que mais de 80% de todas elas se deram nos últimos cem anos.9 O con�ito central de interesses sociais, por sua vez, está vivo hodiernamente, cada vez com maior frequência ante aspectos de tolerância e controle dos riscos. Nessa contextura, uma das indagações fundamentais para a política e a administração nos dias atuais é a seguinte: de que maneira são suscetíveis de ser evitados ou minimizados os riscos e ameaças produzidos sistematicamente nos processos de modernização, especialmente onde surgem como efeitos colaterais latentes e distribuídos de tal sorte que não impeçam a modernização, ou que sejam adaptados no âmbito do exigível, em termos ecológicos, médicos, sociais e psicológicos? Beck assinala que, na Modernidade avançada, a constituição social da riqueza se manifesta acompanhada, sistematicamente, pela produção social dos riscos. Os perigos dessa modernização, por sua vez, são um big business. Assevera, ainda, que são os riscos da civilização um conjunto necessidades in�nitas. Certamente o incremento dos riscos do desenvolvimento industrial e tecnológico, adicionado a fatores como o aumento populacional e a massi�cação do consumo, dá ensejo à criação de “situações sociais de perigo”, expondo à ameaça os bens jurídicos relevantes, quando não os lesionando de modo irreparável, sobretudo em se tratando de bens jurídicos, como o ambiente e a saúde pública.10 Em verdade, jamais a sociedade viveu um período de tal modo seguro; porém, sob conjuntura semelhante, em tempo algum, a humanidade se achou tão ameaçada por elementos diversos, tais como guerras, fome, ataques terroristas, acidentes nucleares e crises de ordem �nanceira. 11 Uma espécie de irresponsabilidade organizada dessa sociedade de risco a deixa impotente para agir de maneira dissuasória, mormente no que se refere aos novos perigos, especialmente a possiblidade de autodestruição. Merece registro, ainda, o modo como a sociedade atual admite o surgimento desses riscos, todavia, a igual tempo, as instituições tentam esconder suas origens e impedir modalidades de compensação e controle. 12 Zygmunt Bauman esclarece que os riscos são produzidos pelas pessoas, ainda que sejam inesperados e, em alguns casos, seja impossível prevê-los ou calculá-los. Isto ocorre porque, quando se faz alguma coisa, tende-se à concentração na tarefa imediata, enquanto as mudanças que se introduzem no equilíbrio da natureza e da sociedade, ao levarem a cabo a tarefa em causa, produzem consequências de largo alcance: os seus efeitos remotos ricocheteiam sobre as pessoas como novos perigos, mais problemas e, por consequente, novéis tarefas. O que torna essa crise deprimente quase catastró�ca é, todavia, o fato de a escala de mudanças que inadvertidamente a sociedade provoca ser tão maciça, que a linha para lá da qual os riscos se tornam absolutamente incontroláveis e os estragos irreparáveis é passível de ser transposta a qualquer momento. Atualmente, é possível avaliar os perigos das alterações climáticas causadas pela poluição ou a degradação dos solos e das reservas de água causada pelos fertilizantes e inseticidas cada vez mais especializados.13 A quadra �uente demonstra que seria uma grande utopia qualquer tentativa de abolição dos riscos; no entanto, há que se avaliar a hipótese do risco aceitável, de modo a determinar o limiar daquilo que não deve ser ultrapassado. Impõe-se, in hoc sensu, um conjunto de ações preventivas baseadas no acordo entre as pessoas por intermédio da troca de informações ao nível de uma política pública de caráter globalizado. Assim, o risco decorrente de fenômenos naturais deve ser objeto de avaliação pelo Poder Público, uma vez que o interesse subjetivo dos cidadãos se confunde com os proveitos de ordem geral. Por certo, os perigos a que a sociedade está submetida chegam a todos, até mesmo àqueles que, no primeiro momento, bene�ciam-se desses riscos, ou seja, os próprios protagonistas dessa modernização restam envolvidos nesse redemoinho de perigos por intermédio de uma espécie de efeito bumerangue. De outra vertente, o fato de a sociedade moderna caracterizar uma sociedade de risco não signi�ca que, no passado, não havia riscos de grande monta. Na verdade, nos dias atuais, existe uma modalidade diferente de percepção dos riscos, e, também, cursa uma relação distintacom a ideia de perigo, a qual confere uma nova missão ao Direito Penal e aos discursos jurídicos de modo geral, vale dizer, a consolidação do modelo de produção econômica sobre a dinâmica daquilo que é inédito, do desenvolvimento cientí�co em fase por demais avançada que transforma a noção de risco, até então acessória e super�cial, em um elemento essencial no contexto da organização da sociedade, de modo que a nova função do risco constitui o vetor em relação ao qual se orientam os mais relevantes mecanismos de interação social.14 Com o passar dos séculos, houve a constatação cientí�ca de que as relações naturais não se orientam por uma dinâmica causal de caráter estável. Assim, não é admissível uma teoria de conhecimentos absolutos em matéria de nexo de causalidade, na medida em que nem mesmo as modernas teorias da Física Quântica conseguem estabelecer qualquer regularidade entre causas e efeitos da natureza, conforme pretendido pelos positivistas. O perigo abandona a esfera eminentemente subjetiva e passa a conduzir uma realidade objetiva, preenchida a probabilidade fática da ocorrência da lesão ou do dano que pretende evitar. O risco, portanto, é uma situação de fato, um dado natural, em decorrência do contexto de crise em que se apõe um bem valorado. O perigo se quali�ca com teor real, exterior à pessoa humana e, por isso mesmo, ante essa nova realidade, será quanti�cado.15 Maria Luísa Lima apadrinha a opinião de que nem todas as ameaças têm, para os cidadãos, o mesmo sentido inaceitável e potencialmente mobilizador da opinião pública. Para ela, o risco que se associa a um conjunto muito vasto de tecnologias e atividades não se relaciona, diretamente, com o número de mortes que provoca, mas com dimensões qualitativas, a exemplo do caráter devastador (se é incontrolável, se representa um perigo para as gerações futuras) ou do grau de conhecimentos sobre o caráter desse risco (se é um risco novo, se é conhecido para a ciência ou se suas consequências são visíveis). Desse modo, riscos percebidos como desconhecidos e de consequências drásticas são analisados como particularmente inaceitáveis, não obstante terem sido causa de morte de um número muito menor de pessoas do que em relação a outros riscos menos temidos, como os relativos aos acidentes de automóveis.16 Não obstante a corrente que minimiza a abrangência do discurso referente aos riscos da Modernidade, o certo é que o risco, especialmente no século XXI, deixa de ser um aspecto periférico da organização em sociedade para assumir um papel nuclear relacionado à própria natureza da atividade humana, do homem. Se no passado o risco se vinculava a elementos de caráter externo, sem a possibilidade de gerenciamento por intermédio da elaboração de certas diretrizes direcionadas ao comportamento humano, pois este não se caracteriza como agente da produção desses riscos, na quadra atual, esse risco é criado pela organização social, valet loquentes, e tem relação direta com a atividade desenvolvida pelo ser humano. Efetivamente, pois, o que tinha caráter externo passa a ser interno e os riscos se tornam um referencial político.17 A periculosidade produzida pelo comportamento humano tende a ser objeto de decisões políticas e da elaboração de normas jurídicas em função desses fatores, dando azo à criação de sanções para os comportamentos que se demonstrem de maior periculosidade ou fora dos indicadores apontados pelo Poder Público. Exatamente nessa contextura, a�ora a abertura de espaço para atuação do Direito Penal Econômico com o desiderato de incidir sobre as condutas arriscadas, especialmente em cima dos comportamentos humanos que, de modo signi�cativo, submetam a perigo os bens jurídicos de interesse fundamental para o bem comum. 3 GLOBALIZAÇÃO E AMPLIAÇÃO DO ESPECTRO DO DIREITO PENAL A globalização é um fenômeno relativamente novo, inacabado e em moto continuo de transformação, de modo não homogêneo e que afeta desigualmente fatores tais como Economia, Cultura, Política, Direito e outros. Desse modo, a sua realização conceitual não é pací�ca. Mercado Pacheco distingue o entendimento sobre duas correntes acerca da globalização: na primeira abordagem, a globalização é a expansão da economia e, principalmente, das tecnologias, uma fase de expansão geral de mercado para todos os países e regiões do Globo, uma tendência para a economia mundial, indústria internacional, modalidades de comunicação universais, democracia integral e, de maneira total, uma aproximação bastante positiva entre globalização e desenvolvimento como elementos de um mesmo processo. Numa versão mais pessimista, in alia manu, isto signi�ca a concentração dos benefícios deste processo, que produz acumulação e se estende, aumentando o fosso entre ricos e pobres, entre as sociedades de abundância no Norte e marginalização absoluta do Sul.18 A ideia-chave da globalização fundamenta-se na consagração de um mercado no plano mundial, disciplinado por via de regras próprias e que dispõe de uma força gigante de dominação. Para o atendimento a essa força de caráter mundial, já fora proposta até mesmo a exclusão de toda e qualquer modalidade de protecionismo nacional. Assim, o que tem maior relevância já não é o Estado-Nação, mas sim o conjunto de empresas multinacionais atuantes como incentivadoras do mercado globalizado. Conquanto, no plano do discurso, a�rme-se a soberania dos Estados no limite de suas fronteiras nacionais, o certo é que já não existem ambientes geogra�camente fechados. Além disso, notam-se muitas políticas estatais, �nanceiras, monetárias e referentes ao meio ambiente, as quais possuem seus centros de decisão fora dos estados para se concentrar nas grandes empresas de atuação mundial. Sobre a nova con�guração do capitalismo, Bauman explica que, em seu estádio pesado, o capital estava tão �xado ao solo quanto os trabalhadores que empregava. Hoje o capital viaja leve, apenas com bagagem de mão, que inclui nada mais do que pasta, aparelho celular e computador portátil. É capaz de saltar em qualquer ponto do caminho e não precisa se demorar em nenhum lugar além do tempo que durar sua satisfação. O trabalho, porém, permanece tão imobilizado quanto no passado, mas o lugar em que ele imaginava estar �xado de uma vez por todas perdeu a solidez de outrora; à demanda de rochas, as âncoras encontram areias movediças.19 De um jeito ou de outro, tal como se expressa, a globalização parece se exibir como fenômeno irreversível. Nessa perspectiva, Beck lança outros elementos, os quais há que se ter em conta: a) o alargamento do campo geográ�co e a crescente densidade do câmbio internacional, assim com o caráter global da rede de mercado �nanceiro e o poder crescente das empresas multinacionais; b) a gigantesca revolução em matéria de informação e das tecnologias de informação; c) a exigência, universalmente aceita, do reconhecimento dos direitos humanos; d) a pobreza mundial; e) os danos e atentados ao meio ambiente; e f) os con�itos transculturais e o espectro cada vez maior da política internacional. Em relação a essas coordenadas, Beck acentua que a globalização resultará na rami�cação, densidade e estabilidade de suas redes de relacionamento regionais-globais e na autode�nição dos meios de comunicação, assim como dos espaços social, político, militar e econômico.20 Em relação ao Direito Penal, a globalização também produz efeitos consistentes. Impende destacar, ab initio, a noção de que a globalização, como fenômeno essencialmente econômico, também resulta na mundialização de determinadas espécies delitivas, situação que demanda uma resposta ao crime também transnacionalmente, sob pena de restar fracassada a estratégia no combate a esse tipo de criminalidade.21 De outra parte, a globalização, fatalmente, não permitirá a aplicação de uma política criminal unitária coerente e justa, visto que a atuação penal em relação aos ilícitos ambientais, a exploração de menores ou o trá�co de armas e drogas não deve ser igual em relação aos países desenvolvidos e nações maispobres, no contexto global. Impõe-se evidenciar o fato de que, dentro da própria União Europeia, existem di�culdades graves para a implantação de um Direito Penal comunitário e que avança com grande lentidão, mais no rumo da cooperação do que no que concerne a uma efetiva uni�cação. Ainda no que se refere aos novos formatos de criminalidade, sem fronteiras geográ�cas e para as quais di�cilmente é possível se recorrer a algum tipo de controle estatal, é azado asseverar que, ante a inexistência de um Estado Mundial ou de organismos internacionais su�cientemente robustos que exercitem a persecução criminal em relação aos crimes transnacionais, os controles de caráter penal dos Estados-Nações, enfraquecidos pelo poder econômico global, mostram-se incapazes no sentido de combater com efetividade essa nova dimensão da criminalidade, em áreas diversas. Tais delitos abarcam amplo espectro de comportamentos lesivos, que incluem, em ultrapasse às transgressões de cariz �nanceiro, os crimes relacionados à tecnologia da informática, as infrações ambientais, o trá�co internacional de drogas, a evasão �scal, a espionagem industrial, dentre outros. Essas con�gurações recentes de criminalidade não demandam a ação isolada de uma ou poucas pessoas, ou mesmo de um grupo bem caracterizado, tornando muito difícil a desarticulação dessas organizações criminosas. De efeito, a teia criminosa que se estabelece para a obtenção de lucros ilimitadamente não é elaborada de modo amadorístico, mas sim num projeto racionalmente formulado que possua uma organização de sobejo hierarquizada e com alto nível de especialização de funções.22 Embora ainda de maneira incipiente, os instrumentos de combate a essas novas conformações de criminalidade são articulados de maneira conjunta pelos organismos internacionais, numa perspectiva de utilização preventiva do Direito Penal e de persecução orquestrada das condutas criminais como tentame de se estabelecer uma coesão intrassistêmica. Essa atuação concernente ao combate internacional do crime segue um ritual determinado, quando procedida por essas agências internacionais, por intermédio da elaboração e aprovação dos planos globais de ação, com o escopo de estabelecer uma coordenação na condução dessas ações. A aprovação desses instrumentos, em geral, privilegia o enfoque essencialmente punitivo para o problema com a concentração na harmonização das normas de criminalização e na instituição de convênios para a cooperação na fase de investigação e persecução criminal, vale dizer, praticamente não existe um foco na questão no aspecto preventivo dos delitos ou mesmo no tratamento dos agentes desse tipo de delinquência.23 A realidade, portanto, é no sentido do crescimento dos esforços para um aumento da integração da legislação penal com maximização das iniciativas de cooperação internacional e consequente esvaziamento do princípio da territorialidade, tudo no afã de permitir a formulação do processo transnacional de integração jurídica, seja no aspecto judicial propriamente dito, ou no âmbito da legislação criminal. Também merece registro, no que se relaciona ao segmento Globalização e Direito Penal, o fato de que essa globalização econômica é conducente a inconsistências extremadas, ou seja, por um lado, as ambições de caráter expansionista de uma legislação criminal, que serve aos interesses das novas formulações de mercado, e, de outra banda, em sentido diametralmente oposto, um esvaziamento do conteúdo das regras punitivas penais.24 O primeiro caso diz respeito aos programas e in�uxos políticos e econômicos da globalização, no senso de usar a legislação criminal transposta a sua função primária de proteger os interesses essenciais com evidente quebra das garantias inerentes ao Estado Social e Democrático de Direito e consequente criminalização excessiva de determinadas condutas, aliado ao crescimento irre�etido das consequências delas derivadas.25 O segundo outro, contrario sensu, mostra a globalização como fator de incidência, visando a descriminalizar comportamentos. Signi�ca, fundamentalmente, in aliis verbis, a adoção de políticas econômicas para fornecer ao Direito Penal uma função minimalista que transcenda o próprio princípio da intervenção mínima para situá-lo em coordenadas de inibição conducentes a uma efetiva desregulação penal.26 Em matéria de expansão do Direito Penal, é inegável que o fenômeno da globalização funciona como um motor que a acelera em ritmo intenso. A realidade que ora �ui é de criminalização de novas condutas, exacerbação das sanções penais dos tipos punitivos já em vigor, relativização das garantias penais e processuais previstas nas constituições, com o emprego cada vez mais crescente de conceitos jurídicos indeterminados na elaboração dos tipos penais e com grave desapego ao Princípio da Legalidade Penal. Essa tendência fora devidamente apontada com a identi�cação de algumas características decorrentes da in�uência da sociedade de risco e da globalização, ou seja: 1) instrumentalização do Direito Penal; 2) excessiva antecipação da tutela penal de caráter preventivo; 3) aumento exacerbado das penas; 4) �exibilização das garantias penais e processuais; 5) fenômeno da explosão carcerária; 6) aumento da utilização dos instrumentos de colaboração com a Justiça, a exemplo da delação premiada. Tal situação tende, ainda, a aumentar as estatísticas no que tange aos delitos de exploração e trá�co de pessoas, além das situações de xenofobia e dos crimes de racismo.27 A globalização, indiscutivelmente, reduz consideravelmente as distâncias geográ�cas e os valores que orientam as sociedades do Planeta e, em decorrência do esvaziamento do Estado-Nação, o Direito Penal aufere ressalto por intermédio da missão de proteger os interesses comuns das comunidades internacionais. De outra vertente, é indispensável considerar que o Direito Penal é bastante incompatível em relação à dinâmica da globalização, pois funciona tradicionalmente como manifestação autêntica da soberania dos Estados, daí por que esse ramalho do Direito Público não se compatibiliza celeremente à tendência de expansão que parece funcionar como ponto nodal da dinâmica econômica que funciona como vetor do processo impulsionado pelo mercado global. Malgrado as mudanças pelas quais transita o Direito Penal, também não se mostra bem formatada a existência de uma justiça penal globalizada, isto porque ainda são muitas as di�culdades no atingimento desse objetivo como unidade real e operacional, seja no âmbito interestatal, seja no concerto dos Estados-Nações. A própria União Europeia, que possui estruturas de coordenação bastante alinhadas em comparação aos outros blocos de países, ainda exerce apenas uma espécie de in�uência comunitária nos ordenamentos nacionais, pois as medidas coercitivas desta possuem, essencialmente, caráter administrativo, o que, sem dúvida, já representa um relevante compartilhamento de valores e interesses comuns, mas que precisa avançar bastante.28 Essa di�culdade, com vistas a promover a integração de normas de caráter penal em relação à União Europeia, sucede, em grande parte, em razão do dé�ce democrático que esse tipo de bloco representa, na medida em que os países, em sua maioria, são representados por ministros de Estado. A criação da norma penal, por sua vez, depende da chancela do Poder Legislativo, em razão do Princípio da Legalidade, contudo os tratados da União Europeia não autorizam a transferência da persecução criminal e do jus puniendi, além do que os seus órgãos não possuem competência legislativa, tampouco poder para imposição de sanções penais.29 Não se negam o surgimento recente dos bens jurídicos decorrentes da sociedade de risco e da globalização assim como a existência de elementos novos para se questionar os limites do Direito Penal clássico ante a realidade atual sobradamente complexa, que demanda uma e�caz atuação para tutela desses interesses, mas se questiona o modo como a legislação penal avança na quadra atual, em descompasso relativo aoseu caráter subsidiário e de intervenção mínima. Eis o desa�o do Direito Penal Econômico no Século XXI. 4 DIREITO PENAL CLÁSSICO E DIREITO PENAL ECONÔMICO As profundas alterações veri�cadas no concerto mundial e que se intensi�caram demasiadamente com o surgimento do movimento de globalização chocaram, irreversivelmente, o curso da Ciência Penal, haja vista o contexto da sociedade de risco e o surgimento de mais bens jurídicos a serem e�cazmente tutelados. A realidade demonstra que o Direito Penal, recorrentemente, é incapaz de atender satisfatoriamente a esses novos desa�os decorrentes da sociedade pós-moderna, uma vez que a legislação penal se revela desprovida de e�cácia social perene e, raramente, atinge o êxito na redução dos índices de criminalidade, tampouco é capaz de proteger os bens jurídicos de caráter metaindividual. In hoc sensu, o Direito Penal que pretende tudo tutelar, de fato, muito pouco logra defender. Todo esse quadro desencadeia a deslegitimação do Direito Penal, com o resultante aumento da sensação de insegurança e que, por via de ricochete, dá ensanchas ao próprio fenômeno da expansão do Direito Penal, num fenômeno vicioso e autofágico.30 O Direito Penal clássico não é su�ciente para enfrentar, com e�ciência, os novos con�itos decorrentes dessa sociedade do risco, fato que impulsionou o surgimento de movimentos de expansão do Direito Penal. Como instrumento para agravar essa realidade, merece destaque o descompasso bem caracterizado da dogmática jurídica tradicional, cuja origem remonta ao século XVIII, em relação aos novos problemas decorrentes da sociedade pós-moderna. Em tais circunstâncias, há que ser ressaltado o fato de que o Direito Penal clássico fora estruturado para a tutela de bens jurídicos, de titularidade determinada e sua lógica vocacionada para o combate de uma criminalidade individual, que, por sua vez, demonstre autores e vítimas bem delineados. Nesta senda, exprime-se insatisfatório para lidar com os novos desa�os decorrentes do contexto de risco e da criminalidade difusa. Em resumo, a realidade, também, é de vinculação do legislador e dos operadores do Direito a instrumentos dogmáticos anacrônicos que funcionam, muita vez, apenas como manifestação simbólica das normas incriminadoras, o que acarreta, na prática, verdadeira deslegitimação da intervenção penal.31 A inicial dualidade entre Direito Penal Clássico versus Direito Penal Econômico consiste na função exercida por ambos, porquanto são modelos de conciliação difícil e na medida em que o Direito Penal Econômico teria sua linha de atuação vocacionada essencialmente para a prevenção. Assim, não se expressa passível de ocorrência a harmonização do Direito Penal clássico com foco para a prevenção geral, sem abrir mão do Princípio da Intervenção Mínima. O Direito Penal clássico surgiu em contraposição ao Direito Natural, com a incumbência de limitar sua aplicação às �nalidades da pena e garantir o banimento da tortura, tudo num contexto de vinculação do legislador aos bens jurídicos penais. O seu foco de atuação consiste fundamentalmente, na proteção das liberdades asseguradas no contrato social, numa perspectiva de que tão somente essas lesões poderiam ser tratadas como fatos criminosos.32 O pensamento de Cesare Beccaria possui relevante signi�cado para a Política Criminal e a Criminologia, funcionando como base para a constituição do Direito Penal Clássico inclinado pela ideia liberal do estabelecimento de um sistema de garantias ante o arbítrio estatal, o qual estabelece a imprescindível legitimidade para esse ramo jurídico.33 O Direito Penal moderno, a seu turno, teria como principal foco de atuação a tutela dos bens jurídicos metaindividuais, numa perspectiva de prevenção e orientação às consequências, prescindindo de conceitos metafísicos e de modo a privilegiar uma metodologia empírica. Em razão disso, tende essencialmente a uma perspectiva teórica mais preventiva do que retributiva, ao mesmo tempo em que prima por vincular as decisões do legislador aos paradigmas de proteção dos bens jurídicos. Na conceição de Albrecht, o Direito Penal Econômico é fruto da retração da responsabilidade política por intermédio do reducionismo das situações sociais problemáticas a um contexto de caráter individual, caracterizado, sobretudo, pela ausência de laços de solidarismo, elevada desigualdade de renda e de riqueza em todo o Planeta, bem assim pelo desenvolvimento de políticas con�ituosas que conduzem a uma criminalidade imoderadamente violenta, transposta ao desenvolvimento cientí�co tendente a riscos incalculáveis.34 De tal maneira, recolhe mais força a ideia generalizada de que somente haverá ordem em uma sociedade com a elaboração de leis rigorosas e com a certeza de que, uma vez violada a norma, os mecanismos criminais atuarão rigorosamente com o objetivo de segregar o delinquente. Demais disso, somente o Direito Penal possui o rigor necessário, aos olhos da população, para atingir esse objetivo, pois somente este ramo do Direito público está habilitado a afastar esse cidadão da sociedade por um determinado período. Prittwitz assevera, por sua vez, que o Direito Penal, cujo per�l se alterou, e até mesmo se deformou sob o peso das tarefas que lhe foram atribuídas, nada ou quase nada tem a indicar como fato de sucesso ou mesmo prognósticos plausíveis ao sucesso. O autor complementa ao exprimir que os problemas urgentes da sociedade moderna, e em muitos aspectos em rápida evolução, na verdade, permanecem sem solução em consequência de terem sido transferidos excessivamente para a esfera do Direito Penal. Em algumas situações, há até que se temer efeitos colaterais contraproducentes pelo emprego da intervenção penal.35 Efetivamente, o Direito Penal Econômico é uma especialização do Direito Penal, caracterizado: a) por mobilidade, �exibilidade, “revisibilidade” e pela maleabilidade, oriundas de seu estreito relacionamento com o Direito Econômico; b) pelo escopo tutelar à política econômica; e c) por suas tipi�cações que expressam o conteúdo econômico peculiar de suas preocupações, disposições e normas. 36 Uma vez a�rmada a existência do Direito Penal Econômico e estabelecida sua natureza de especialização do Direito Penal, deve ser ele entendido como o sub-ramo do Direito Penal incumbido de tutelar a política econômica estatal, por isso dotado de normas de teor econômico especí�co e caracterizado pela mobilidade, �exibilidade, “revisibilidade” e maleabilidade das condutas que tipi�ca.37 É necessário ressaltar que a opção entre Direito Penal Tradicional e Direito Penal Econômico representa uma escolha de política criminal por parte do legislador. Assim, desde a preferência por uma política ou por outra, será possível manter alguma coerência em relação às críticas para adoção ou reproche de cada um. 5 BEM JURÍDICO INDIVIDUAL VERSUS BEM JURÍDICO TRANSINDIVIDUAL Haja vista a perspectiva de evolução dos fatos sociais, o ordenamento jurídico avança frequentemente para acolher outra gama de direitos, especialmente de modo a afastar a ideia, atualmente obsoleta, de reconhecimento apenas dos bens ou interesses suscetíveis de apropriação de caráter individual. Nessa dinâmica, a transição da ideia do Estado de Direito Formal rumo ao Estado de Direito Material consagrou o acolhimento de novas ordens de valores, visando a permitir a classi�cação dos direitos em dimensões ou gerações. De parte diversa, as alterações decorrentes do contexto pós-industrial, com a consequente produção em massa, surgimento de realidades tecnológicas, relações intersubjetivas modi�cadas, manipulação genética e maximização dos riscos globais, concedem azo à necessidade de uma atuação diferenciada sob o prisma jurídico para o tratamento desses novos aspectos. O Direito Penal, sob o argumento histórico, assomou como mecanismo especí�co de combate à criminalidade praticada pelos pobres, permanecendo assim durante sua existência, ainda que tenha avançado o escopo de eliminar a pena de tortura e os açoites públicos tão comunsno decurso do Medievo.38 A razão dessa característica consiste no fato de que a proteção de propriedade privada �gurava como ponto nodal da intervenção penal, tendo como consequência o direcionamento da população mais pobre como principal cliente desse tipo de atuação do Estado, status quo perdurante até os dias atuais. O ponto a ser discutido é justamente se se deve prosseguir com a atuação em pleno século XXI, com as categorias valorativas características do início do século XVIII, ou se a Ciência Penal há de avançar com vistas a estender a tutela a outras categorias de bens e interesses, atualmente, devidamente reconhecidos no plano constitucional. No Direito Penal, a existência do bem jurídico de natureza transindividual já era reconhecida pela doutrina desde as origens do conceito de bem jurídico penal. Desde meados do século XX, a geração atual é ao mesmo tempo protagonista e espectadora da Revolução Tecnológica, capaz de promover o progresso ascendente da microeletrônica, das telecomunicações e da informática. Essa crescente evolução tecnológica fomentou e fortaleceu, sobremaneira, o mercado capitalista global, ao ponto de tornar-se a convivência com novas tecnologias algo corriqueiro na contextura da sociedade moderna e, ao mesmo tempo, permitiu transformações que impuseram uma nova ordem social, de abrangência não apenas no contexto econômico, mas também em todos os aspectos sociais, produzindo transformações que atingem desde o contexto político ao jurídico.39 De tal sorte, é compreensível o surgimento dos denominados direitos de terceira dimensão, providos por uma abrangência que não se limita somente aos contornos individuais ou mesmo coletivos. Emergem da re�exão sobre temas referentes ao desenvolvimento, à paz, ao meio ambiente, à comunicação e ao patrimônio comum da humanidade.40 Com efeito, con�guram-se os direitos metaindividuais, portadores de alta complexidade na sua identi�cação, porquanto, ante a impossibilidade de delimitação em contornos de�nidos, seu reconhecimento advém da atual conceição de sociedade de massa, não possuindo titular certo, tampouco objeto divisível, mas sempre ao bem-estar. A intervenção do Direito Penal, com o intento de proteger bens jurídicos transindividuais, transporta a preocupação com o futuro desse ramo do Direito Público, pois lhe atribui a função de prevenção de riscos imagináveis, porém sem real concretização. A Constituição Federal de 1988 reconhece explicitamente a existência de interesses difusos e coletivos diversos, como, exempli gratia, a defesa do meio ambiente, a proteção do consumidor, a proteção à família, a comunicação social, o sistema �nanceiro, dentre outros de caráter transindividual. Os interesses difusos são caracterizados pelo fato de seus titulares serem pessoas indeterminadas e, também, porque seus titulares estão conectados por algum vínculo fático comum que não seja de caráter associativo. Tais proveitos não se prestam a objetivos de fragmentação, valendo exprimir que são atribuíveis apenas a determinados segmentos da comunidade. Já os interesses coletivos possuem como característica o fato de ostentarem como titulares grupos ou segmentos de pessoas determinadas e conectadas por algum vínculo jurídico comum.41 Gianpaolo Poggio Smanio, ao tratar dos bens jurídicos penais, sugere que os bens de natureza coletiva estejam compreendidos no âmbito do interesse público. Desse modo, o autor propõe uma tríplice classi�cação: bens jurídico-penais de natureza individual, bens jurídico-penais de natureza coletiva e bens jurídico-penais de natureza difusa: a) os bens jurídicos-penais de natureza individual são divisíveis em relação ao seu titular, a exemplo da vida, integridade física, propriedade e honra; b) já os de natureza coletiva são aqueles em que as pessoas não têm disponibilidade sem afetar os demais titulares do bem jurídico. São, assim, indivisíveis em relação aos titulares.42 No Direito Penal, os bens de natureza coletiva estão compreendidos no interesse público, a exemplo da tutela da incolumidade pública e da paz pública; c) os bens jurídico-penais de natureza difusa se referem à sociedade como um todo, de modo que as pessoas não têm disponibilidade sem afetar a coletividade. São, igualmente, indivisíveis no que tange aos seus titulares. Esses bens, in alia manu, conformam uma con�ituosidade social que opõe diversos grupos dentro da sociedade, como na proteção do meio ambiente, que contrapõe, por exemplo, os interesses econômicos industriais e o proveito na proteção ambiental, ou no amparo das relações de consumo, em que estão contrapostos fornecedores e consumidores.43 O objeto de tutela do Direito Penal Econômico está nos bens jurídicos penais supraindividuais, que não são direitos ou interesses que recaiam em uma pessoa, mas os que constituem interesses de toda a coletividade. A titularidade desses direitos não é pessoal, mas sim dividida por todos os cidadãos ou, ao menos, por uma coletividade de pessoas, com independência de que essa proteção sirva a cada um dos cidadãos para lograr o pleno desenvolvimento individual 6 CARACTERÍSTICAS DA CRIMINALIDADE ECONÔMICA O crime econômico não deve ser entendido, isoladamente, do contexto social especí�co de sua ocorrência. Os delitos desta casta, como os delitos em geral, são produtos sociais ou, precisamente, subprodutos estruturais, uma vez que obedecem a condições especí�cas que se observam numa determinada sociedade num momento histórico. Cada estrutura social gera, de acordo com sua realidade, a própria criminalidade. Desse modo, a conduta constitutiva do crime econômico é funcionalmente condicionada pela estrutura socioeconômica especí�ca de um determinado lugar e de um certo tempo.44 A sociedade moderna é, atualmente, entendida como enorme agrupamento de riscos, no qual a atividade industrial é dominante e, por intermédio dela, dela são criados perigos constantes e contínuos de produção de resultados danosos aos bens jurídicos de ineresse de toda a coletividade. Nesta ordem de ideias, é evidente que, nas sociedades modernas, a empresa constitui uma das principais entidades geradoras de riscos. Os riscos no campo da atividade empresarial, conforme detalhado por Zuñiga Rodriguez, desenvolvem-se em três momentos:1) no próprio processo produtivo, como no caso dos acidentes de trabalho; 2) Com os resultados da atividade industrial, porque, pela produção de bens em larga escala e sua comercialização em grandes cadeias, em grande número, os processos são provocadores de fatores causais, dos quais se deduz a grande complexidade que envolve a responsabilidade por produtos defeituosos; 3) Com resíduos industriais, capazes de produzir um número signi�cativo de riscos (emissão de fumaça, gases tóxicos, produtos radioativos et reliqua).45 O crime cometido dentro de uma empresa possui características próprias, dentre as quais merecem destaque a multiplicidade de sujeitos ativos, a afetação de bens jurídicos coletivos e a diveridade de nexos causais e problemas atinentes à determinação das responsabilidades. Como as empresas são entidades de caráter coletivo, suas atividades são realizadas mediante a participação de múltiplos sujeitos que agem para proteger os interesses da entidade coletiva, o que funda di�culdades na apuração da responsabilidade penal, principalmente nas organizações com sistemas complexos da distribuição de funções. Nessas entidades empresariais, a Sociologia e a Psicologia Social apontam, recorrentemente, o fato de que a atitude coletiva dos membros dessas sociedades varia em relação ao comportamento individual, o que transporta à adoção de uma atitude criminal coletiva. É evidente que comportamentos dentro dos grupos tendem a afetar bens jurídicos de natureza coletiva ou macrossocial, vinculados ao bom funcionamento do sistema social, como, verbi gratia, meio ambiente, bolsa de valores, sistema socioeconômico et reliqua, interesses que estejam ligados à própria atividade da empresa, tudo isso derivando na indeterminação das vítimas atingidas,dando origem ao distanciamento entre agressor e ser vitimado, com as di�culdades probatórias que isso acarreta.46 Nessa linha, os processos de produção, distribuição e venda de bens e serviços dão ensejo a uma série de problemas na determinação da participação, fato peculiar às sociedades pós-modernas. 7 CONCEPÇÕES ACERCA DO DIREITO PENAL ECONÔMICO Raúl Cervini ressalta que, no primeiro momento, o Direito Penal Econômico foi de�nido como aquele ramo do Direito Penal cuja função é a proteção da ordem econômica dirigida ou intervencionada diretamente pelo Estado. Essa posição não só confunde o conceito de ordem econômica com uma certa modalidade de intervenção estatal na economia, como reduz exageradamente os limites do Direito Penal Econômico aos delitos �scais, monetários e de contrabando, e aos que afetam a determinação e formação de preços. Segundo o autor mencionado há pouco, essa perspectiva tem como consequência o estabelecimento de uma conceição de Direito Penal Econômico como Direito Penal “de emergência”, utilizado para reforçar políticas estatais, cuja origem é rastreável em Estados totalitários e, em especial, em tempos de emergência nacional. Essa ideação impele a um conceito excessivamente restrito de Direito Penal Econômico. 47 Na doutrina existem diversas posições que reconhecem o Direito Penal Econômico como objeto limitado de estudo, a exemplo das ideações postuladas pelo professor Miguel Bajo Fernández. Segundo sua proposta restritiva, o Direito Penal Econômico consiste em um conjunto de normas jurídico-criminais que protegem a ordem econômica entendida como a regulamentação legal do intervencionismo estatal no economia. Nessa perspectiva, o objeto de proteção do Direito Penal Econômico é constituído pelos setores da Economia em que há intervenção do Estado ou, in aliis verbis, do Direito Penal Administrativo Econômico.48 Esta propositura, sustentada por Miguel Bajo Fernández, entende que um conceito amplo de cariz econômico impede que a ordem econômica adquira a concretização como bem jurídico. O conceito amplo de Direito Penal Econômico, que goza de aceitação majoritária na doutrina jurídica penal, considera que a ideia de ordem econômica abarca todos os instrumentos da vida. O Direito Penal Econômico não apenas protege o direito do Estado para dirigir a Economia, mas inclui, também, a regulamentação da produção e distribuição de bens econômicos. Segundo Tiedemann, ideólogo fundamental desta sugestão, o Direito Penal Econômico inclui “[...] todo o conjunto de crimes relacionados à atividade econômica e referentes às normas das organizações estatais que organizam e protegem a vida econômica.” 49 Isso signi�ca que o Direito Penal Econômico não apenas protege a ordem econômica, desde que o Estado nela intervenha por meio de sua regulamentação (conceito restrito do Direito Penal Econômico), mas essa proteção é dirigida a toda atividade econômica.50 O conceito e o alcance do Direito Penal Econômico democrático pressupõem, necessariamente, uma perspectiva integrada, baseada nas condições ônticas da estrutura social, no reconhecimento de uma essência antropológica que traduza um conteúdo de proteção para a pessoa humana individualmente considerada. Pressupoe, segundo Raúl Cervini, um coletivo como destinatário �nal de regras que protegem um bem jurídico, porém tudo isso amparado por uma participação democrática de acordo com o Estado social-democrata de Direito.51 8 RELEVÂNCIA CONSTITUCIONAL DOS BENS JURÍDICOS TUTELADOS PELO DIREITO PENAL ECONÔMICO A primeira condição de legitimidade para a criação de um tipo penal consiste em que essa descrição normativa de conduta se dirija à proteção de um bem jurídico, isto é, o mal que se causa por via da imposição de uma pena somente resulta em conformidade ao Princípio da Proporcionalidade se com ele se objetiva tutelar algum interesse especial da sociedade. A Constituição reúne o conjunto de valores fundamentais que não podem ser, de modo algum, olvidados pelo legislador infraconstitucional. Sendo assim, assere-se que houve um fenômeno de constitucionalização do bem jurídico penal, na medida em que ela já aponta os valores que funcionam como vetores para a de�nição de bem jurídico.52 Assim, cabe ao legislador penal pugnar pela sinalização da relevância desses bens, de modo a tê-los perenemente na elaboração das �guras delitivas. Portanto, o mecanismo regulador da conceituação de bem jurídico tende a possuir como parâmetro a Constituição, visto que esta contém as ponderações mais signi�cativas do ordenamento, seja no âmbito de organização do Estado, seja no aspecto dos valores primordiais da sociedade, de maneira que se impõe com especial legitimidade, pois alicerça as decisões políticas fundamentais de um povo. Em matéria de direitos humanos, no caso do Brasil, além dos próprios princípios, garantias e valores consagrados na Constituição Federal de 1988, destaca-se a incorporação ao sistema jurídico de vários documentos de cunho internacional a possibilitar sensível ganho no processo de sua evolução histórica e proteção, especialmente, ante a intervenção penal do Estado. Como alvitra André Mauro Azevedo, existe uma circularidade que se revela nas relações entre o Direito Penal e a Constituição, ou, mais propriamente, entre os bens jurídicos e a Constituição, e tal característica não esconde a necessidade perene no reconhecimento da existência de uma órbita em que a atuação penal se mostrará inafastável, uma vez que sua radicalidade se transforma em potente instrumento de proteção de alguns direitos e valores, de modo irrenunciável.53 Jorge de Figueiredo Dias assevera que a Constituição funciona como padrão de referência da valoração social em relação aos interesses fundamentais dos cidadãos e, com base nesse �ltro, deve-se legitimar a seleção dos bens jurídicos, pois a fonte constitucional concede ao bem jurídico a dignidade penal. Firma-se a prevenção de qualquer contaminaçãoo intrassistemática de delimitação do bem jurídico, uma vez que não é a norma jurídico-penal que condiciona a formatação do bem jurídico, mas sim a Constituição. De fato, se a Carta Grande alberga os valores fundamentais de uma determinada sociedade, então, é justamente nela que se consolidarão esses valores, seja implícita ou explicitamente.54 Desse modo, o fundamento de maior relevância dessa corrente doutrinária consiste em destacar a proveitosa missão do bem jurídico, no sentido de exercer função delimitadora e crítica do poder punitivo estatal, tendo como maior referencial as normas de conteúdo constitucional. Nessa linha, a elaboração e a interpretação de qualquer elemento de caráter normativo do ordenamento jurídico, especialmente os de teor penal, precisam encontrar orientação por intermédio dos valores endossados pela Carta Constitucional, objetivando adquirir validade material, de modo a extirpar o vício da inconstitucionalidade. Assim, e em total conformidade com o conceito estrito de legalidade penal, a Constituição deve �gurar como agente do ordenamento jurídico, com vistas a fundamentar a sua legitimação principiológica e impor respeito dessa característica de validade às demais normas.55 É relevante destacar, nos debates acerca da legitimação constitucional do Direito Penal, a intersecção da teoria dos direitos fundamentais com o paradigma punitivo, na medida em que o respeito a tal paradigma se mostra fundamental para a sobrevivência do Estado Democrático de Direito. A relação entre o Direito Penal e os direitos humanos denota uma tensão antinômica entre os dois polos. Essa antinomia reside na própria essência do poder punitivo do Estado, o qual atinge, pela sua natureza, direitos fundamentais da pessoa, a começar pela liberdade individual. De outra banda, o sistema penal exerce, também, a função de proteger os direitos fundamentais, por intermédio da incriminação de comportamentos, num contexto de movimento duplo, para a�rmar valores e atribuir sentido delitivo à sua transgressão. A harmonização e a demanda pelo ponto de equilíbrioentre a segurança social e os direitos individuais exprimem-se como das mais complexas tarefas no estabelecimento do conteúdo e da legitimação da intervenção jurídico-penal.56 No centro atual do debate acerca dos modelos de intervenção penal, surge a problematização relativa à delimitação das consequências dos elementos que caracterizam as sociedades pós-industriais e à dogmática penal. Advém daí a ponderação referente aos limites de racionalidade do Direito Penal, com supedâneo no estabelecimento das implicações do reconhecimento dos direitos fundamentais sobre o seu conteúdo.57 Raúl Cervini evidencia que, na dogmática atual, o importante não consiste apenas na procura de paradigmas teóricos, na formulação de sistemas lógico-formais absolutamente perfeitos, e, menos ainda, na pretensão de organização e sistematização por meio de normas jurídicas da ordem social, mas em exigir de todas as autoridades, nas estruturas política, econômica e jurídica, quer na vertente da execução ou aplicação das leis, quer no domínio da própria produção legislativa, a necessária ponderação em decorrência de suas respectivas atividades. Impende expressar que esses atores jamais vão ultrapassar os princípios de formato e conteúdo inerentes à concretização dos valores do Estado Social Democrático de Direito.58 A Hermenêutica Constitucional deve proporcionar racionalidade e mínima segurança ao sistema jurídico. A Ordem Constitucional, por sua vez, há de respeitar o paradigma dos direitos humanos, sob pena de não adquirir legitimação para normatizar racionalmente o conteúdo essencial para a concretização dos valores atinentes ao regime democrático, e o Direito Penal Econômico deve obedecer a tais parâmêtros estabelecidos na Carta Magna. 1 SAN MARTÍN LARRINOA, Begoña. Derecho penal econômico y delito tributario, en: MAZUELOS COELLO, Julio (comp.). Derecho penal econômico y de la empresa, Lima: Editorial San Marcos, 1996, p. 185. 2 CORIA, Dino Carlos Caro; ALFARO, Luis Miguel Reyna. Derecho penal econômico parte general – Tomo I. Lima/Peru: Jurista editores E.I.R.L. Jr. Miguel Aljovín N° 201, 2016, p. 36. 3 LAMAS PUCCIO, Luis. Derecho Penal Econômico aplicado al Código Penal. Lima: Montecorvo, 1990, p. 28. 4 Ilana Martins Luz evidencia que o Direito Penal Econômico, de acordo com a perspectiva atual, foi fruto, no mundo ocidental capitalista, de um conjunto de políticas estatais, inclusive de natureza criminal, com vistas a controlar as crises econômicas veri�cadas no decurso do século XX. O período das duas grandes guerras mundiais, bem como a crise da Bolsa de Nova York em 1929 e posterior período da Grande Depressão, assim como crises econômicas posteriores, a exemplo da crise do petróleo, tiveram in�uência direta na promulgação e desenvolvimento das normas penais que integram a perspectiva madura do Direito Penal Econômico. (LUZ, Ilana Martins. Compliance e Omissão Imprópria. 2 reimp. Belo Horizonte: Editora D’Plácido, 2019, p. 40). 5 A Primeira Guerra Mundial determinou o término da ordem política, econômica e jurídica então vigente, ou seja, a ordem liberal. Para fazer frente ao esforço beligerante, imprescindível foi a adoção de uma economia intervencionista, dirigida, na qual ao Estado “não era mais indiferente a evolução das atividades econômicas ou as decisões dos agentes da economia privada”. (COMPARATO, Fábio Konder. O indispensável direito econômico. Revista dos Tribunais. São Paulo, ano 54, vol. 353, p. 14-26, março de 1965). 6 A reforma penal no campo do Direito Penal Econômico teve grande importância na Alemanha, país onde, por meio da Primeira e Segunda Leis de combate ao crime econômico, foram adotadas medidas substantivas e orgânicas dentro do sistema de administração da justiça criminal. 7 ABANTO VÁSQUEZ, Manuel A. Derecho penal econômico. Consideraciones jurídicas y económicas. Idemsa, Lima, 1997, p. 25. 8 As profundas alterações veri�cadas no contexto mundial – e que se intensi�caram demasiadamente com o surgimento do movimento de globalização – in�uenciaram, irreversivelmente, o curso da Ciência Penal, tendo em vista o contexto da sociedade de risco e o surgimento de bens jurídicos a serem e�cazmente tutelados. Essas transformações, analisadas em seu conjunto, signi�cam, dentre outras coisas, um expressivo aumento da tutela penal. Normalmente coincidente com um Direito Penal que se forma ao lado do Direito Penal tradicional, codi�cado, desde a previsão de normas penais em leis extravagantes. Demais disso, signi�cam, ainda, com todas as consequências que isso implica, nos quadros da teoria do crime, uma profunda alteração da matéria de proibição das técnicas adotadas. Para tanto, basta perceber as diferenças estruturais que caracterizam, de um lado, delitos tradicionais – como homícídio, lesão corporal, furto e roubo – em que se dispõe de um bem jurídico individual, um sujeito ativo identi�cado na pessoa física e uma relação de imputação veri�cável com suporte em critérios teóricos já desenvolvidos, e, de outra parte, tipos do Direito Penal de perigo, como, por exemplo, o crime de poluição, de extração não autorizada de minerais, ambos previstos na Lei n. 9605/98, em que o bem jurídico perde em densidade ao assumir uma dimensão supraindividual, o sujeito ativo se confunde com a pessoa jurídica, o sujeito passivo é difuso e os critérios de imputação se veem perante relações de causa e efeito, em que a cumulatividade de fatores, a ocorrência de efeitos sinergéticos, a dilação temporal entre conduta e resultado, ou mesmo o caráter, muitas vezes transfronteiriço deste último, fazem-nas de custosa, senão mesmo impraticável, constatação. (D’AVILA, Fábio Roberto. Direito Penal e direito sancionador. Sobre a identidade do Direito Penal em tempos de indiferença. Revista Brasileira de Ciências Criminais, São Paulo, ano 14, n. 60, p. 09-35, maio/jun. 2006. Bimestral). 9 SEVCENKO, Nicolau. A corrida para o século XXI: no loop da montanha-russa. São Paulo: Companhia das Letras, 2001, p. 24. 10 BECK, Ulrich. A sociedade de risco mundial: em busca da segurança perdida, [e-book], Lisboa: Edições 70, 2015, p. 25. 11 Por intermédio de sua modernidade re�exiva, Beck (2015) pondera o fato de o risco caracterizar uma autoconfrontação com os danos colaterais da modernização experimentada pela sociedade, criticando a industrialização, a qual, segundo esse autor, esvaziou-se, propiciando o surgimento de uma recente fase de destruição ocasionada pela nova criação da época industrial, a qual maximizou a divisão internacional do trabalho, o desemprego, a fome e a pobreza, de modo geral. Com efeito, a sociedade de risco caracteriza uma modalidade re�exiva, cujo desenvolvimento, na perspectiva teórico- social e de diagnóstico cultural, provoca graves ameaças à humanidade. (IBIDEM, p. 115). 12 MACHADO, Marta Rodrigues de Assis. A sociedade do risco e o Direito Penal – Uma avaliação de novas tendências politico-criminais. São Paulo: IBCCRIM, 2005, p. 61. 13 BAUMAN, Zygmunt. A vida fragmentada: Ensaios sobre moral pós-moderna. Tradução de Miguel Serras Pereira. Lisboa: Relógio D’Água Editores, 2007, p. 283. 14 BOTTINI, Pierpaolo Cruz. Crimes de perigo abstrato. 3. ed. São Paulo: Revista dos Tribunais, 2013, p. 22. 15 SALAS ALMIRALL, Salvador. Causalidad e imputación objetiva en los delitos de peligro. Cuadernos de Derecho judicial, Madrid, n. 26, p. 111-170, 1994, p. 116. 16 LIMA, Maria Luísa Pedroso. Uma releitura dos testemunhos do terremoto de 1755. Revista do Instituto de Ciências Sociais da Universidade de Lisboa, Lisboa, v. 43, n. 186, 2008, p. 8. 17 BOTTINI , 2013, p. 27. 18 MERCADO PACHECO, Pedro. “Transformaciones económicas y función de lo político en la fase de la globalización”. Mundialización económica y crisis político-jurídica. Anales de la Cátedra Francisco Suárez, n.32, 1995, p. 103. 19 BAUMAN, Zygmunt. Modernidade líquida. Tradução de Plinio Dentzien. Rio de Janeiro: Jorge Zahar, 2001, p. 70. 20 BECK, 2015, p. 24. 21 TERRADILLOS BASOCO, Juan. El derecho penal de la globalización: Luces