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MÓDULO 0503- PSICOLOGÍA TEÓRICA I EL CAMPO GENERAL TEÓRICO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
 
 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
 
 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 1 
 
 
 
 
León, R. J. M. (2004) Psicología de la salud y 
calidad de vida. Barcelona: Editorial 
UOC. Cap. 5. pp. 131-151. 
 
El campo de acción de la Psicología de la Salud...........................2 
1. Promoción de la salud y prevención de la enfermedad ..........2 
Carteles ..........................................................................................3 
2. Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad ...5 
3. Mejora del sistema de cuidado de la salud.............................7 
Conclusiones ............................................................................10 
 
 
 
 
ÁÁ MM BB II TT OO SS DD EE AA PP LL II CC AA CC II ÓÓ NN YY 
MM EE TT OO DD OO LL OO GG ÍÍ AA EE NN PP SS II CC OO LL OO GG ÍÍ AA 
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MÓDULO 0503- PSICOLOGÍA TEÓRICA I EL CAMPO GENERAL TEÓRICO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
 
 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
EELL CCAAMMPPOO DDEE AACCCCIIÓÓNN DDEE LLAA PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA DDEE LLAA SSAALLUUDD 
 
El campo de acción de la Psicología de la Salud viene determinado, en 
gran medida, por sus objetivos. Éstos fueron formulados en el 
“Definición y delimitación conceptual de la Psicología de la Salud” y de 
acuerdo con ellos, consideramos que el campo de acción de la 
Psicología de la Salud, es decir, las áreas de aplicación de sus 
conocimientos y técnicas son: 
• La promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. Lo que 
supone capacitar a las personas de las comunidades para aumentar su 
control sobre los determinantes psicosociales de su salud y, por tanto, 
conservarla y mejorarla. 
• Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad. Ello implica 
el análisis y modificación, en su caso, de los factores psicosociales 
asocia dos al padecimiento de una enfermedad en cada una de sus 
fases (etiología, diagnóstico, tratamiento y rehabilitación). 
• Mejora del sistema de cuidado de la salud para lograr una mayor 
eficacia y calidad de sus prestaciones y servicios. 
En este capítulo, vamos a presentar algunas de las aportaciones más 
características o comunes de la Psicología de la Salud a cada una de 
estas áreas. 
Los objetivos del presente capítulo de esta obra son: 
- Ejemplificar la aplicación de los principios y técnicas de la Psicología de 
la Salud para la promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. 
- Ejemplificar la aplicación de los principios y técnicas de la Psicología de 
la Salud para el diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la 
enfermedad. 
- Ejemplificar la aplicación de los principios y técnicas de la Psicología de 
la Salud para la mejora del sistema de cuidado de la salud. 
 
1. Promoción de la salud y prevención de la enfermedad 
Tanto la promoción de la salud como la prevención de la enfermedad 
tienen por objetivo capacitar a los individuos y a la comunidad para 
controlar los de terminantes de la salud, entre los cuales se encuentran 
el comportamiento y el medio ambiente, tanto físico como social. 
En el primer caso, instaurando o aumentando aquellos comportamientos 
que sabemos están asociados, de forma positiva, con la salud 
(promoción de la salud). En el segundo caso, reduciendo o eliminando 
aquellas conductas que su ponen un riesgo para nuestra salud, así como 
modificando los factores ambientales que pueden ponerla en peligro 
(prevención de la enfermedad). 
Para estos fines la estrategia más utilizada es la educación para la salud 
que podríamos definir, como cualquier combinación de actividades de 
información de formación dirigidas a examinar de una forma crítica los 
problemas de salud, informar, motivar y ayudar a las personas y los 
grupos a adoptar prácticas estilos de vida saludables, propugnar los 
cambios ambientales necesarios para facilitar estos objetivos y dirigir la 
formación profesional y la investigación a los mismos objetivos. 
1) Objetivos de la educación para la salud 
De forma más específica sus objetivos son: 
-Difundir en la comunidad un concepto integral de salud y la idea de que 
ésta es un valor fundamental para su desarrollo. 
-Proporcionar a la población conocimientos sobre los factores 
determinantes de la salud, los riesgos para la salud y los medios para 
evitarlos. 
-Aumentar su capacidad para resolver sus problemas de salud mediante 
el cambio de comportamiento, el desarrollo de hábitos y costumbres 
sanas, y la eliminación de los nocivos. Los comportamientos que más 
suelen ser objeto de los programas de educación para la salud son: 
-La actividad física regular: 
-Las prácticas nutricionales. 
-Los comportamientos de seguridad e higiene en el trabajo. 
-El consumo de todo tipo de drogas. 
-Los comportamientos orientados a la autoexploración como medio de 
detección precoz de enfermedades. 
-Estrategias para minimizar la tensión y el estrés de la vida cotidiana. 
-Donación de sangre y órganos. 
-Conductas orientadas a establecer relaciones sociales y resolver 
problemas interpersonales. 
-Adherencia a los regímenes y prescripciones médicas. 
-Favorecer el desarrollo de los servicios sanitarios, potenciando su 
correcta utilización, así como su talidad y nivel de eficacia. 
 
2) Metodologías para la educación para la salud 
Los programas de educación para la salud pueden adoptar muy distintos 
formatos, pero todos ellos tienen en común su metodología, cuyos pasos 
podríamos resumir del siguiente modo: 
 
1) Análisis de necesidades de salud en función de los problemas de 
salud identificados y del análisis de los servicios y recursos disponibles 
en la comunidad. 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
2) Establecimiento de prioridades y elección de los problemas objeto de 
intervención. 
3) Definición de objetivos en términos operativos o de comportamiento a 
lograr. 
4) Selección de la metodología que se considera más oportuna para 
lograr los objetivos planteados. Suele incluir la definición del grupo 
diana, la elección de las técnicas, procedimientos a seguir y recursos 
que serán empleados. 
5) Ejecución del programa. 
6) Evaluación del desarrollo y de los resultados del programa. 
7) Formulación de las conclusiones y reformulación del programa. 
Uno de los aspectos más importantes de la metodología es la selección 
de la técnica que emplearemos para hacer llegar el mensaje a los 
educandos. Éstas pueden clasificarse en directas o indirectas según la 
relación que facilitan entre el educador y el educando. 
Las primeras se utilizan en la educación de individuos y grupos, y las 
más habituales son la entrevista y la discusión en grupo. Las segundas 
se usan en la educación a grupos y comunidades, siendo las más 
habituales las campañas de salud y la publicidad mediante distintos 
medios de comunicación. 
Cuando utilizamos técnicas directas para informar sobre los factores de 
riesgo para la salud y persuadir a favor del cambio de conducta, un 
elemento clave que debemos considerar son las condiciones que 
facilitan la comprensión, el re cuerdo y el cumplimiento de los mensajes 
de salud. Costa y López1 las resumen del siguiente modo: 
• Presentar el mensaje de forma inteligible. Evitar la “jerga” técnica. 
• Dar nociones elementales de salud. 
• Ilustrar la información con ejemplos cercanos al individuo. 
• Comprobar si los mensajes van siendo entendidos a través de 
preguntas. 
• Enfatizar la importancia del mensaje. 
• Usar palabras y frases cortas. 
• Usar pocas frases. 
• Utilizar categorías explícitas y claras (por ejemplo, causas del 
problema, curso de éste y acciones a emprender). 
• Repetir.• No dar muchos mensajes de salud al mismo tiempo. 
• Dar normas específicas, detalladas y concretas acerca de cómo llevar 
a efecto la prescripción de salud. 
• Mostrar una actitud amistosa y cercana. 
• Utilizar métodos educativos bidireccionales. Enfatizar el carácter de 
diálogo y acuerdo. 
En el caso de que utilicemos la discusión grupal, debemos tener en 
cuenta que uno de los elementos más determinantes de la eficacia de 
esta técnica es la competencia del animador del grupo para cumplir las 
siguientes funciones: 
a) Clarificación de las tareas, lo que supone promover una definición 
común de los objetivos perseguidos, reformular la intervención de un 
participante si cree que ésta no ha sido interpretada del mismo modo por 
los diferentes miembros del grupo, enlazar las intervenciones entre ellas 
y con la línea general de las ideas expresadas por el grupo y, por último, 
puntualizar la situación en la que se encuentra el grupo respecto al 
objetivo planteado. 
b) Estimulación de los miembros del grupo. Para ello, deberá suscitar la 
participación de los miembros del grupo formulándoles preguntas o 
provocando respuestas reflejas, estimular la discusión y valorar la 
marcha de ésta. 
c) Control de la discusión, es decir, mantener ésta dentro del marco 
propuesto, proponer procedimientos de discusión, favorecer que todos 
los miembros tengan iguales oportunidades de participar y restablecer 
un mínimo de orden y coherencia en los momentos de confusión o 
excitación. 
d) Mantenimiento de un clima favorable. Ello implica evitar que el grupo 
ignore o rechace, de forma prematura, una idea expuesta. Tomar en 
consideración los sentimientos personales que experimenten los 
miembros del grupo a lo largo de la discusión y guiar al grupo de forma 
constructiva y segura frente a los conflictos, esforzándose para que se 
llegue a la unanimidad. 
Si nuestra opción es la aplicación de una técnica indirecta, es decir, 
cualquier estrategia mediática, un tema fundamental será la elección del 
medio más adecuado, lo que podemos facilitar comprobando cuál de 
ellos se ajusta más a una serie de criterios como, por ejemplo, el coste 
por persona expuesta al mensaje, grupos socioeconómicos más 
fácilmente alcanzados, edad promedio alcanzada y la eficacia por 
persona expuesta (véase la tabla 5.1). 
 
Tabla 5.1 Tabla de determinación del medio más adecuado 
 Coste por 
persona 
Grupos 
alcanzados 
Edad promedio Eficacia por 
persona 
CCAARRTTEELLEESS 
Medio Media Niños y jóvenes Media-Baja 
Vallas Bajo Media-Baja Todas las 
edades 
Baja 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
Folletos Bajo Todas las 
clases 
Todas las 
edades 
Media 
Cartas Alto Todas las 
clases 
Todas las 
edades 
Alta 
Periódicos Alto Media-Alta Adultos de 
edad media y 
ancianos 
Media 
Revistas Medio Media-Alta Jóvenes, 
adultos de edad 
media 
(mujeres) 
Media-Alta 
Radio Bajo Todas las 
clases 
Adolescentes 
(mujeres) 
adultos y 
ancianos 
Media 
Cine/video Alto Todas las 
clases 
Todas las 
edades 
Media-Alta 
Televisión Alto Media-Baja Adultos de 
edad media y 
ancianos 
Media 
 
1) Ejemplo de técnicas directas 
El trabajo de Galindo y Galindo2 ejemplifica la aplicación de técnicas 
directas de educación para la salud al objeto de promocionarla. En 
concreto, este estudio tenía por objetivo implantar hábitos de higiene 
buco-dental en treinta y tres niños con retraso mental escolarizados en 
un centro de educación especial. La intervención se fundamentó en dos 
estrategias: 
a) Planificación y programación de antecedentes. En este caso se 
emplearon cinco estrategias complementarias: 
-Exposición de mensajes persuasivos (carteles, montajes audiovisuales, 
sesiones de títeres, dramatizaciones y canciones diseñadas a tal efecto). 
-Exposición a modelos de salud de higiene buco-dental. Se emplearon 
tres procedimientos: 
-Utilización de la técnica de modelado, para la realización de la actividad 
de cepillado dental en el colegio, en grupos de tres niños dirigidos por un 
compañero-modelo, preparado a tal efecto por los investigadores, entre 
los niños mayores más capacitados. 
-Sesiones de aprendizaje colectivo mediante ritmos musicales con vistas 
a la incorporación en el cepillado de diferentes zonas bucales. 
-Asimismo, el personal laboral del centro comenzó a exhibir, de forma 
paulatina, conductas de ingesta de fruta a la hora del recreo. 
-Implantación en el ambiente de señales discriminativas para la acción. 
• Configuración de un contexto físico y social adecuados. Preparación 
atractiva del cuarto de baño del colegio y creación de un centro de 
interés general: la existencia de un personaje imaginario, el monstruo 
Cariosón, ideado con el objetivo de motivar y posibilitar diferentes 
actuaciones previstas. 
• Inclusión de aspectos de higiene buco-dental en el currículum escolar. 
b) Planificación y programación de condiciones estimulares 
consecuentes. De forma fundamental, refuerzos materiales (pegatinas, 
pósters y fotografías), sociales (alabanzas y apoyo social y contextual e 
inmediato por parte de todo el personal laboral del centro) y de actividad, 
en concreto, la ejecución práctica de la principal conducta meta que se 
pretendía implantar; esto es, el cepillado dental diario en el colegio tras 
el almuerzo. 
Los resultados demostraron que dichas estrategias fueron eficaces para 
lograr los objetivos del programa. 
 
2) Ejemplo de técnicas indirectas 
Para ejemplificar la aplicación de las técnicas indirectas, podemos 
valernos de los programas de prevención del tabaquismo, destacando 
por su carácter psicosocial, aquellos que, basados en la teoría del 
aprendizaje social de Bandura3, tratan de ofrecer modelos de conducta 
asociados al rechazo del hábito de fumar o que emplean estrategias 
eficaces para resistir las presiones sociales que nos in vitan a fumar. 
En esta línea, cabe citar, como ejemplo, el proyecto de investigación: 
Efectos del esta tus del modelo sobre la conducta de fumar y las 
actitudes hacia el tabaco, que tenía por objetivo averiguar qué modelos 
eran más efectivos para modificar la conducta de fumar y las actitudes 
hacia el tabaco. Los modelos de prestigio (deportistas y cantantes 
famosos de ambos sexos) o los modelos semejantes a los observadores 
(estudiantes universitarios). 
Para ello, los investigadores elaboraron grabaciones, en formato 
publicitario en las que actuaban como modelos de rechazo de la 
conducta de fumar con sujetos semejantes al observador o personajes 
de prestigio. Los sujetos fueron expuestos veinte veces a dichas 
grabaciones, que se presentaron al inicio y al final de una serie de 
películas que formaban parte del programa de actividades del curso en 
el que estaban matriculados en la universidad. Los resultados indicaron 
que la exposición a modelos de prestigio redujo el consumo de tabaco 
que declaraban los sujetos. Sin embargo, las actitudes hacia fumar y 
hacia el tabaco4 (medidas por me dio de escalas de diferencial 
semántico) no mostraron variaciones significativas. 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
La educación para la salud no sólo persigue el cambio de la conducta de 
las personas, grupos o comunidades, sino también la modificación de 
factores ambientales que suponen un riesgo para la salud. La educación 
para la salud se con vierte ahora en educación ambiental. 
Se incluyen aquí una gran diversidad de estrategias que tienen por 
objetivo sensibilizamos sobre la influencia del ambiente en nuestra salud 
y calidad de vida, de modo que seamos capaces de crear condiciones 
ambientales saludables. Para el logro de este objetivo, es necesario 
identificar antes los factores ambientales que actúan como 
determinantes, directos oindirectos, de nuestra salud. 
La mayoría de los estudios realizados en esta línea vienen a concluir 
que el elemento clave o de riesgo son los procesos psicológicos 
asociados a ciertas características del ambiente: la interacción persona-
ambiente. En este sentido, se ha comprobado que las respuestas de 
estrés ante un entorno insatisfactorio5 son normales, conduciendo tan 
sólo a la si las posibilidades de modificar dicho entorno están 
bloqueadas o tenemos la percepción de que éste es inmodificable. 
Por tanto, para mitigar o eliminar los efectos nocivos que sobre la salud 
pueden ejercer ciertas características del ambiente, se requieren nuevas 
políticas públicas de planificación y diseño urbanístico que fomenten la 
participación comunitaria en la gestión y modificación del entorno. 
Pasando así de una situación de alienación o indefensión, a otra en la 
que se ven incrementadas las expectativas de las personas respecto a 
que su comportamiento puede producir los resultados deseados. 
Sin duda alguna, para el logro de dicha participación es necesario 
desarrollar nuevas competencias en el ciudadano, para lo que suelen 
diseñarse programas de educación ambiental que tienen por objetivo 
promover en las personas actitudes y comportamientos para el uso 
adecuado del medio ambiente natural y construido, así como para 
proveer a éste de estrategias de afrontamiento del estrés inducido por la 
percepción de riesgos ambientales e instaurar en nuestro repertorio de 
conducta respuestas ecológicamente responsables. 
 
2. Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la 
enfermedad 
La competencia del psicólogo de la salud para intervenir en este ámbito 
está justificada por los siguientes hechos: 
a) Los factores de riesgo de algunas enfermedades son de carácter 
psicológico. Por consiguiente, el psicólogo de la salud debe intervenir 
para identificar, evaluar y modificar tales factores. Es el caso, por 
ejemplo, del tabaquismo o del patrón de conducta tipo A. 
b) El diagnóstico de una enfermedad grave o incurable (por ejemplo, 
cáncer o si da) y la aplicación de procedimientos médicos dolorosos o 
limitadores de nuestra capacidad de funcionamiento (por ejemplo, la 
quimioterapia del cáncer, amputaciones o un largo proceso de 
hospitalización) son situaciones amenazantes ante las cuales el paciente 
suele experimentar: 
• Ansiedad o angustia. 
• Sensación de indefensión. 
• Desorientación. 
• Sentimientos de incapacidad. 
• Percepción de vulnerabilidad, etc. 
 
Cuando un individuo es diagnosticado de sida, se producen una serie de 
cambios importantes en su ámbito psicosocial, que irán asociados más 
tarde a trastornos somáticos desagradables como dolor, malestar, 
cambios en el aspecto físico, etc. Además, aparecen toda una serie de 
componentes agravadores del proceso, corno el miedo de los portadores 
ante la posibilidad de contagiar a personas cercanas, unido al temor por 
el posible rechazo social. Esto genera en los individuos unos 
sentimientos de culpabilidad angustiantes. 
Por otro lado, aparecen también conductas de autoaislamiento, los 
afectados por el VIH tienden a evitar contactos interpersonales o lugares 
públicos en don de las posibilidades de intercambio de gérmenes son 
mayores. Así, existen para ellos pocos apoyos psicosociales. En todo 
caso, estos apoyos se circunscriben a los más allegados al sujeto o a 
equipos institucionales. 
Por si todo esto fuera poco, al aparecer el sida, el sujeto se ve sometido 
a una serie de pruebas de laboratorio, chequeos, hospitalizaciones, etc., 
que no hacen sino añadir elementos estresantes a la situación. Además, 
este cuadro se ve acompañado con frecuencia por reacciones de 
ansiedad que pueden llegar a cronificarse, haciendo más vulnerable al 
sujeto. A lo que hay que añadir las conductas depresivas que también 
aparecen con una gran frecuencia y en un número elevado de casos. 
En definitiva, el sujeto se encuentra en una situación de profunda 
indefensión. Según sostienen las más recientes teorías psicosociales 
sobre los procesos de salud y enfermedad, esta última genera en los 
sujetos una sensación de in controlabilidad. En la medida en que el 
individuo sea capaz de desarrollar estrategias que le permitan un cierto 
control de la situación, los efectos perniciosos de las enfermedades lo 
serán menos. 
El sida se comporta conforme a la anterior concepción teórica: genera en 
los sujetos un alto grado de indefensión/incontrolabilidad. Si el paciente 
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de sida toma conciencia de que puede tener un cierto control sobre la 
situación y puede desarrollar actividades para cuidar su salud, los 
efectos del sida serán algo menos devastadores y la reacción al 
tratamiento médico será mejor o más eficaz. 
Sin duda alguna, los problemas que acabamos de mencionar ilustran la 
aplicación de las técnicas psicológicas como tratamiento complementario 
de los procedimientos médicos. 
c) Las técnicas psicológicas pueden aplicarse como tratamiento de base 
de algunas enfermedades como la hipertensión, la parálisis facial o la 
incontinencia fecal. 
Es el caso de la aplicación de la biorretroalimentación o biofeedback 
para el tratamiento de un amplio rango de trastornos psicofisiológicos. 
Formular una definición de biorretroalimentación no es una tarea fácil, 
pues los modelos teóricos propuestos para explicar el fenómeno son 
varios y cada uno de ellos ha desarrollado una terminología propia. No 
obstante, y al igual que ocurre en otros campos de la Psicología, se 
puede optar por una formulación descriptiva del fenómeno en la que 
coincidan especialistas adscritos a diferentes orientaciones teóricas. 
Dicha formulación podría ser la siguiente: “La biorretroalimentación es 
aquel procedimiento por el que se informa al sujeto, mediante métodos 
electrofisiológicos, acerca de su funcionamiento biológico, con el fin de 
que pueda participar activamente en el control y modificación del mismo” 
6.
Los orígenes de la biorretroalimentación y sus bases experimentales se 
encuentran en: 
• Los trabajos experimentales sobre el condicionamiento operante de 
respuestas autonómicas. 
• Los estudios sobre el control voluntario de las ondas eléctricas del 
cerebro. 
• La investigación sobre el control aprendido de unidades motoras 
individuales. 
Estos trabajos dejaron bien sentado que, con ciertas limitaciones, era 
posible controlar una respuesta biológica mediante el aprendizaje y la 
retroalimentación. Tales estudios, aunque centrados en sistemas de 
respuesta y en objetivos diferentes, pueden ser agrupados en función de 
las dos características siguientes: 
• Las respuestas que estudiaron no podían observarse de forma directa 
(presión sanguínea, ritmos electroencefalográficos, actividad 
electromuscular, etc.). 
• Todos ellos tenían por objetivo entrenar al sujeto para que controlase la 
respuesta biológica, presentando de forma contingente con ésta algún 
estímulo análogo a la misma, que el sujeto sí que podía observar. 
Principios comunes a todos ellos que conforman la base metodológica 
de esta técnica que ha sido aplicada con éxito desigual a un gran 
número de problemas de salud7. 
d) El padecimiento de una enfermedad crónica y las incapacidades que 
producen algunas enfermedades exigen un proceso de reajuste 
psicológico y social. Tanto la aceptación como la rehabilitación de la 
enfermedad son procesos que implican la adquisición de nuevas 
destrezas físicas, psicológicas o sociales que contribuyan a un mejor y 
mayor ajuste psicosocial. 
Uno de los factores más importantes, en este caso, es la motivación 
para el cambio de conducta y la persistencia en el esfuerzo rehabilitador. 
Las teorías actuales sobre la motivación mantienen que, para iniciar una 
conducta y persistir en ella, es fundamental plantearse metas y tener la 
esperanza de que tal comportamiento conduciráa dichas metas. Desde 
este punto de vista, la falta de motivación respecto a la rehabilitación 
está relacionada con las expectativas del paciente acerca de que las 
conductas que ha de llevar a cabo durante el proceso rehabilitador no 
serán útiles para obtener los resultados deseados, lo que puede ser un 
reflejo de una creencia generalizada en la incapacidad de sus actos para 
provocar cambios favorables en su entorno. 
Este tipo de expectativas generalizadas de externalidad parecen 
producir más respuestas desadaptativas que las expectativas de 
internalidad8. A ello hay que añadir que los sujetos con tendencia a la 
externalidad suelen percibir su mundo como un lugar cruel en el cual las 
cosas pueden ir mal con mucha frecuencia, lo que contribuye a que las 
personas tengan una baja autoestima y, por consiguiente, una respuesta 
inadecuada a la rehabilitación. 
Otra creencia acerca del yo (self) que ha demostrado tener un papel 
significativo en la forma de afrontar el problema y en los resultados de la 
rehabilitación, es la percepción del yo como inicio de la cadena causal 
del acontecimiento que provocó la incapacidad. Así, está demostrado 
que las personas que perciben dicho acontecimiento como la 
consecuencia lógica e inevitable de una conducta de libre elección son 
los que mejor lo afrontan. Es decir, la capacidad para percibir una 
relación ordenada entre nuestra conducta y los resultados es importante 
para poder llevar a cabo un afrontamiento efectivo del problema que 
afecta al paciente. 
En fin, los sentimientos de responsabilidad ante la mala fortuna de uno 
mismo son constructivos para el proceso rehabilitador, en cuanto 
suponen cierta capacidad de controlar los acontecimientos. Todo lo 
contrario que la sensación de que la mala fortuna se ha cebado en 
pc
Resaltado
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
nosotros, pues ésta supone que carecemos de control sobre lo que nos 
acontece. 
De todo lo expuesto, se deduce que a la hora de diseñar un programa de 
re habilitación y calcular la posibilidad de que sea cumplido por el 
paciente, se deben dar los siguientes pasos: 
1) Evaluar las expectativas que tiene el paciente de que los esfuerzos se 
verán recompensados. 
2) Examinar los sentimientos de desamparo o indefensión que siguen a 
los acontecimientos que son juzgados por el paciente como ajenos a su 
control. De existir éstos, la acción rehabilitadora deberá comenzar por su 
erradicación, ya que éstos serán un obstáculo para el progreso de ésta. 
3) Analizar los sentimientos de culpabilidad y autorreproche que reducen 
la expectativas para actuar en el futuro, de forma eficaz, pudiendo 
bloquear el programa rehabilitador e impedir su progreso. Al igual que en 
el caso anterior, si existieran esos sentimientos, la acción rehabilitadora 
debería comenzar por modificarlas o disminuirlas. 
4) Además, dado que los marcos donde suelen llevarse a cabo los 
procesos rehabilitadores (hospitales, etc.) reducen los sentimientos de 
control de los pacientes, sería conveniente establecer los objetivos del 
programa rehabilitador de acuerdo con el paciente, asegurándose de 
que han sido bien entendidos por éste, y negociando con él indicadores 
objetivos del progreso. 
5) Por último, se ha de indagar acerca del número, frecuencia y 
satisfacción del paciente con las relaciones sociales, pues son muchos 
los estudios empíricos en los que se ha puesto de manifiesto que las 
personas que pertenecen a redes sociales amplias, en las que los 
contactos sociales son frecuentes y satisfactorios son las que mejor 
reaccionan ante la enfermedad crónica o incapacitante. En 
consecuencia, cuando sea necesario, debemos fomentar la constitución 
y desarrollo de grupos de autoayuda, sobre todo en aquellas situaciones 
en las que la enfermedad ha perturbado el equilibrio de roles familiares y 
laborales. 
 
3. Mejora del sistema de cuidado de la salud 
Las aportaciones que los psicólogos pueden hacer para la consecución 
de un sistema de cuidado de la salud de más calidad y eficacia son 
muchas, valgan como ejemplo las siguientes: 
• Elaborar modelos integrados de organización y gestión de los servicios 
de salud. 
• Crear equipos de apoyo comunitario (participación ciudadana) para 
hacer frente a las necesidades más urgentes de la comunidad. 
• Desarrollar programas que generen actitudes favorables hacia el uso 
racional y solidario de los servicios de salud. 
• El entrenamiento en habilidades de dirección y gestión a los 
responsables de los distintos centros de salud para que puedan lograr 
un adecuado clima organizacional que facilite la ejecución de las tareas 
y funciones del centro, así como optimizar los recursos del mismo. 
• Facilitar la coordinación y funcionamiento del equipo sanitario. 
• Formar al personal de salud en las modernas técnicas de organización 
y aprovechamiento de recursos, materiales y humanos, con el objeto de 
mejorar las prestaciones del sistema sanitario. 
• Desarrollar programas para el cuidado del cuidador. Partiendo del 
supuesto de que una mayor calidad de vida laboral de los profesionales 
sanitarios contribuye a la mejora de la prestación de sus servicios y, por 
tanto, redunda en beneficio no sólo de dichos profesionales, sino 
también de los usuarios de los servicios de salud. En este sentido, se 
han diseñado programas de asesoramiento o counseling, que suelen 
abarcar dos objetivos; reducir el estrés ocupacional e incrementar la 
competencia profesional mediante el aprendizaje de procedimientos no 
sanitarios que son útiles para el desempeño de su profesión en un 
contexto organizativo que tiene unas características peculiares. 
Un tema transversal a todos los apuntados y muy relacionado con esto 
último es el entrenamiento en habilidades sociales y de comunicación en 
el ámbito 
Diferentes estudios han puesto de manifiesto que la problemática de las 
relaciones interpersonales es el área más frustrante y estresante de la 
vida cotidiana en el marco hospitalario, por lo que realizar 
entrenamientos en habilidades sociales y de comunicación debería ser 
una parte fundamental en a formación integral del futuro profesional de 
la salud. De esta forma, aparte de mejorar el nivel de salud laboral de 
estos profesionales, evitaríamos las consecuencias negativas que para 
la función asistencial tienen los estados emocionales asociados a la 
frustración y distrés de éstos. 
En el ámbito de los servicios sanitarios, son muchos los problemas que 
se originan cuando la comunicación es mala, apresurada e impersonal, 
como queda reflejado en la literatura al respecto, cuya revisión permite 
formular las siguientes conclusiones: 
• La causa más importante de insatisfacción de los pacientes 
hospitalizados es la falta de comunicación con el personal del hospital, lo 
que les lleva a percibir el ambiente hospitalario como un estresor, con 
las consiguientes consecuencias negativas que ello supone para la 
recuperación y restablecimiento de su nivel de salud. 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
• Entre un 30 y un 50% de los pacientes no muestran adhesión al trata 
miento a causa de una deficiente comunicación con el profesional 
sanitario de la salud. 
• La falta de información sobre los procesos de enfermedad provoca un 
retraso en la búsqueda de tratamiento y un agravamiento de dichos 
procesos. 
• Una deficiente comunicación entre el profesional y el usuario suele dar 
lugar a que este último olvide las instrucciones del primero, en 
detrimento como es lógico, de su recuperación. 
• Por último, está demostrado que el establecimiento de una adecuada 
interacción entre el profesional y los usuarios de los servicios sanitarios 
garantiza la adopción de medidas y estrategiaspreventivas por parte del 
usuario, evitando así problemas futuros. 
Estas conclusiones avalan la importancia que tiene el análisis de la 
relación profesional de la salud-usuario, tanto desde un punto de vista 
preventivo como para la mejora del proceso terapéutico, pues éste no es 
más que un proceso de interacción e influencia social, cuyo objetivo es 
la curación o rehabilitación del enfermo y cuyo logro va a depender en 
gran medida de dicha relación. Es necesario que el profesional de la 
salud asuma el hecho de que las relaciones interpersonales son una 
parte básica o fundamental del proceso de atención y, por consiguiente, 
parte integrante de los cuidados que presta. 
Partiendo de estos supuestos generales y considerando los problemas 
con los que debe enfrentarse día a día el profesional de la salud, como 
por ejemplo, las dificultades manifestadas para establecer unas 
relaciones interpersonales que optimicen los efectos benéficos de su 
intervención, se ha propuesto abordar esta problemática desde la 
perspectiva, bien contrastada, del entrenamiento en habilidades 
sociales, obviando caer en el tópico (muy extendido en el área de salud) 
que el saber comunicarse es un arte más que una técnica y, por tanto, 
no susceptible de encuadrarse dentro de un proceso de enseñanza-
aprendizaje, sino que depende de la idiosincrasia personal de cada cual, 
así como de la experiencia que se pueda adquirir de forma casual. 
Entre las aplicaciones más sugerentes y prometedoras de los 
entrenamientos en habilidades sociales se encuentran las orientadas a 
la formación de los profesionales sanitarios. 
El aprendizaje del rol profesional exige e conocimiento y dominio de un 
conjunto bien delimitado de habilidades específicas, bien cognitivas 
(conocimientos sobre la materia), bien técnicas (manejo de técnicas, 
instrumental, etc.); pero asimismo requiere, en mayor o menor medida, 
determinadas habilidades sociales o comunicativas, de carácter general 
(como puede ser saber mantener una conversación) o específicas (por 
ejemplo, desarrollar empatía). 
La importancia que puedan tener estas habilidades sociales guarda 
relación con la cantidad y calidad de las interacciones sociales, y 
también con el papel que éstas puedan tener en la consecución de 
distintas metas profesionales. No es extraño que la ausencia de 
habilidades sociales por parte de un profesional provoque la 
insatisfacción del paciente, y que esta relación insatisfactoria afecte de 
forma negativa al resto de las competencias técnicas (el paciente pone 
en duda la competencia profesional del sanitario). Tampoco es raro lo 
contrario: una buena relación profesional-usuario de los servicios de 
salud puede suplir deficiencias técnicas y convertirse en el principal 
método para alcanzar determinados objetivos profesionales, como 
puede ser la recuperación del paciente. 
La aplicación de los entrenamientos en habilidades sociales a la 
formación de los profesionales de la salud exige tener en cuenta varios 
contextos de interacción, y dentro de éstos, diferentes objetivos. De este 
modo, los entrenamientos en habilidades sociales pueden enfocarse a la 
relación del profesional: 
- con el usuario del servicio de salud, y 
- con el resto de los miembros del equipo de salud. 
A su vez, el primer contexto puede incluir dos objetivos diferenciados: 
- mantener una interacción satisfactoria y eficaz, y 
-dotar al usuario de determinadas capacidades, para que éste mantenga 
una línea de comportamiento coherente (v.g. con un tratamiento) y 
pueda, además, instruir y capacitar a otras personas, cercanas a él o 
que están a su cargo. 
A continuación, vamos a revisar algunas de las habilidades que 
conforma rían el logro de estos objetivos. En ambos casos será 
fundamental la adquisición de distintas habilidades de comunicación y 
técnicas asertivas. Entre las primeras, la corrección de los pensamientos 
distorsionados que conducen a estados emocionales negativos y el 
manejo de los facilitadores de la comunica ión. 
 
En la tabla 5.2, se define y exponen ejemplos de corrección de los 
pensamientos distorsionados más habituales en la interacción social. 
 
Tabla 5.2 Diálogos interiores positivos 
Pensamiento 
original 
Error Pensamiento 
corregido 
Nunca me hacen 
caso. 
Generalización. De una 
situación particular se 
Algunas veces no me 
hace caso (piense en 
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hace una ley. porcentajes). 
Hoy, en relación con 
tal asunto, no me has 
hecho caso (sea 
específico). 
La culpa es mía. Culpabilidad, autocastigo Soy responsable de 
haber hecho tal cosa 
(piense desde el punto 
de vista de la 
responsabilidad 
personal, ello le 
permitirá dar 
soluciones y aprender 
de los errores). 
No soy tan buen 
profesional como 
otros. 
Negativismo, ver las 
cosas por el lado oscuro, 
por el que no tienen 
solución. 
Hay cosas que los 
demás hacen mejor 
que yo (no exagere). 
No soy tan bueno 
como otros para esto 
(relativice). 
Me mira como si 
fuese un demonio. 
Personalización o pensar 
que lo que los demás 
hacen o dicen tiene que 
ver con uno mismo. 
¿Te he molestado? 
(Compruébelo y saldrá 
de dudas). 
No hay nadie a 
quien pueda recurrir, 
lo tengo que 
solucionar yo. 
Hiperresponsabilidad, 
que le conducirá a 
sentirse agobiado y a no 
contar con los demás. 
Desearía resolver esto 
por mí mismo. Tener 
responsabilidades no 
supone tener todas las 
soluciones (piense 
más en lo que desea 
que en lo que debería 
hacer y cuente más 
con los demás). 
Me siento mal 
porque estoy 
rodeado de inútiles, 
Razonamiento 
emocional, creer que lo 
que uno siente depende 
exclusivamente de la 
situación o de los demás.
Me siento mal porque 
no hago o digo lo que 
deseo (nuestras 
emociones y estados 
de ánimo dependen 
más de lo que 
hacemos y nos 
decimos que de 
circunstancias 
externas). 
 
. 
En cuanto a los facilitadores de la comunicación, en la siguiente lista 
presentamos los principales: 
• Elija el lugar y el momento oportuno para asegurarse que será 
escuchado. 
• Muéstrese sereno y relajado. 
• Demuestre, verbal y corporalmente, que escucha a su interlocutor. 
• Pregunte ordenadamente, de lo general (preguntas abiertas) a lo 
específico (preguntas cerradas). 
• Pida la opinión de su interlocutor. 
• Hable en primera persona, autoafirmándose. 
• Sea consistente con lo que dice, no se contradiga. 
• Busque los puntos de acuerdo con su interlocutor, sea positivo. 
• Hable de forma que el otro le entienda. 
• Si tiene que reprocharle algo que haya hecho o dicho, haga referencia 
a ello de forma concreta y específica, sin caer en generalizaciones. 
• Exprese sus sentimientos y estados de ánimo de forma directa. 
En cuanto a las técnicas asertivas, decir que éstas están orientadas a la 
adquisición y desarrollo del comportamiento asertivo. Éste implica ser 
capaz de expresar sus deseos, sentimientos, necesidades, derechos u 
opiniones, pero nunca a expensas de los demás. Significa ser 
comprensivo con los puntos de vista del otro, tener un punto de vista 
positivo y comportarse de forma íntegra, madura y racional. 
Las personas asertivas son capaces de controlar situaciones difíciles, 
con lo que se reduce su estrés, dado que se anticipan a las situaciones 
conflictivas tratándolas de forma habilidosa. Esta actitud, sin lugar a 
dudas, les hace sentirse satisfechas con los resultados que obtienen. 
Además, durante el desarrollo de la interacción nadie pierde su 
integridad, por lo que ambos interlocutores consiguen satisfacer alguna 
necesidad. 
Las personas asertivas suelen hablar en primera persona y preguntar a 
su interlocutor, por lo que su lenguaje está lleno de palabras y 
expresiones del tipo: 
• opino 
• siento 
• quiero 
• necesito 
• qué piensas 
• qué deseas 
• qué quieres 
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Expresiones que suelen ir acompañadas de un lenguaje corporal acorde 
con ellas, caracterizado por: 
• postura relajada 
• mirada directa 
• expresión de la cara acorde con las circunstancias 
• voz modulada 
• brazos y manos con movimientos fáciles y relajados 
Además, las personas asertivas suelen responder de forma directa, 
fluida y sin alterarse. 
Los tres pasos necesarios para lograr la asertividad son: 
 
Tabla 5.3 Pasos para lograr la asertividad 
Pasos asertividad Expresiones indicadoras 
1) Escuchar de forma activa Te entiendo...; Me pongo en tu lugar ...; 
Comprendo lo...; 
2) Decir lo que piensa u 
opina 
Sin embargo, yo ...; No obstante, yo ...; A 
pesar de, yo...; 
3) Expresar lo que quiere 
que ocurra 
Por tanto me gustaría ... Es por ello que 
quiero ..; Así que desearía...; 
 
 
Conclusiones 
Partiendo de la idea de que el campo de acción de la Psicología de la 
Salud viene determinado por sus objetivos, hemos considerado que éste 
está conformado por las siguientes áreas de aplicación de sus 
conocimientos y técnicas: 
• La promoción de la salud y la prevención de la enfermedad. 
• Diagnóstico, tratamiento y rehabilitación de la enfermedad. 
• Mejora del sistema de cuidado de la salud para lograr una mayor 
eficacia y calidad de sus prestaciones y servicios. 
Como aportación característica a la primera de estas áreas, hemos 
presentado la educación para la salud, las campañas de salud y la 
educación ambiental. 
En el segundo caso, hemos contemplado las siguientes situaciones: 
• La identificación de factores psicológicos de riesgo de enfermedades 
cardiovasculares. 
• La intervención psicológica para prevenir los efectos negativos del 
diagnóstico de una enfermedad grave o incurable o de la aplicación de 
procedimientos médicos dolorosos o incapacitantes. 
• La aplicación de técnicas psicológicas como la biorretroalimentación 
como tratamiento de base de algunas enfermedades tradicionalmente de 
competencia exclusiva del médico. 
• Las líneas generales de cualquier proceso de reajuste psicológico y 
social como consecuencia del padecimiento de una enfermedad crónica 
o incapacitante. 
Por último, hemos enumerado algunas de las posibles aplicaciones de la 
psicología a la mejora del sistema de cuidado de la salud y hemos 
puesto el énfasis en el entrenamiento en habilidades sociales a los 
profesionales de la salud. 
 
 
 
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L e c t u r a 2 
 
 
 
 
León, R. J. M. (2004) Psicología de la salud y 
calidad de vida. Barcelona: Editorial 
UOC. Cap. 4. pp. 71-129. 
 
Peculiaridades metodológicas de la Psicología de la Salud ..........2 
1. Diseños de investigación más utilizados en Psicología de la 
Salud...........................................................................................2 
1.1. Estudios de caso..............................................................2 
1.2 Correlacionales .................................................................3 
1.3. Cuasi-experimentales ......................................................4 
1.4. Experimentales ................................................................5 
Tabla 4.1 Eficacia de los programas de tratamiento del hábito de 
fumar ..............................................................................................7 
2. Conceptos clave e indicadores de salud en la investigación 
epidemiológica............................................................................9 
2.1 Razones o índices.............................................................9 
2.2 Tasas ................................................................................9 
2.3. Riesgo ............................................................................10 
3 Clasificación de los estudios epidemiológicos.......................10 
3.1. Estudios observacionales descriptivos...........................11 
3.2. Estudios observacionales de asociación........................12 
3.3 Estudios de casos ...........................................................16 
4. Evaluación de programas de salud.......................................16 
4.1. Características definitorias de la evaluación de 
programas .............................................................................17 
4.2. Guías para la evaluación en el ámbito de la salud.........17 
Conclusiones ............................................................................18 
 
 
ÁÁ MM BB II TT OO SS DD EE AA PP LL II CC AA CC II ÓÓ NN YY 
MM EE TT OO DD OO LL OO GG ÍÍ AA EE NN LL AA 
PP SS II CC OO LL OO GG ÍÍ AA DD EE LL AA SS AA LL UU DD 
 
 
UU NN II DD AA DD II II .. 
 
 
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PPEECCUULLIIAARRIIDDAADDEESS MMEETTOODDOOLLÓÓGGIICCAASS DDEE LLAA PPSSIICCOOLLOOGGÍÍAA DDEE LLAA SSAALLUUDD 
 
Extender la estructura conceptual de la Psicología al campo de la 
salud, implica responder a un amplio rango de problemas que 
pueden ser abordados también por una gran variedad de estrategias 
o diseños de investigación, ninguno de los cuales merece el 
calificativo de “mejor”; su elección depende del modo en que uno 
mismo se plantee las cuestiones que se pretenden resolver. 
El diseño es el plan global que integra de forma coherente los 
objetivos o hipótesis que se persiguen, la asignación de las 
personas a los tratamientos, si los hubiere, las técnicas de recogida 
de datos a utilizar y los análisis que se tengan previstos. 
La elección del diseño estará condicionada por 1) las garantías que 
nos ofrezca en cuanto a la validez interna y externa se refiere, 2) 
los propósitos de la investigación, y 3) su practicidad. 
Por tanto, depende de las decisiones que el investigador haya 
tomado respecto al tipo de problema investigado, las hipótesis que 
pretende contrastar, las variables que analizará, etc. En definitiva, 
no existe un conjunto de principios universales que nos permitan 
tomar una decisión automática a la hora de elegir un diseño; salvo 
el que éste permita la obtención de la máxima información 
inequívoca posible respecto a los objetivos de la investigación. Al 
elegir un diseño lo importante es que éste permita obtener la 
máxima información inequívoca posible respecto a los objetivos de 
la investigación. 
Teniendo en cuenta estas observaciones y considerando que lo 
fundamental es conocer las condiciones de aplicación de cada 
diseño, a continuación exponemos los diseños más utilizados por 
los psicólogos de la salud y por los epidemiólogos. Disciplinas 
éstas que, aunque comparten algunos métodos para el análisis de 
los comportamientos relacionados con la salud, han realizado sus 
propias contribuciones a la metodología científica. Por último, 
exponemos los principales aspectos de la praxis de la evaluación de 
programas de salud. 
Los objetivos de este capítulo son: 
— Definir los diseños de investigación más utilizados en 
Psicología de la Salud y ejemplificarlos. 
— Establecer la importancia de la investigación epidemiológica 
para la construcción de la Psicología de la Salud. 
— Explicar los principales diseños utilizados en los estudios 
epidemiológicos e ilustrarlos. 
— Enumerar las principales características definitorias de la 
evaluación de programas de salud. 
— Exponer los modelos más utilizados en la evaluación de 
programas de salud. 
1. Diseños de investigación más utilizados en Psicología 
de la Salud 
Os presentamos los diseños más utilizados en Psicología de la 
Salud, organizándolos de menos a más validez interna en los 
siguientes tipos: 1) estudios de caso, 2) correlacionales,3) 
cuasiexperimentales, y 4) experimentales. 
 
1.1. Estudios de caso 
Los casos de interés en Psicología de la Salud pueden ser personas 
o programas, sin embargo, la mayor parte de los estudios 
realizados se han centrado en la intervención con personas y se han 
utilizado, por lo general, para documentar la eficacia de un 
tratamiento con alguien que tiene una enfermedad grave, 
desconocida o poco frecuente. 
 
En un estudio se describe un caso de una paciente de 22 años 
afectada de alopecia y pústulas en la cabeza que recibía tratamiento 
dermatológico desde hacía ocho meses sin obtener resultados. Se 
estableció la hipótesis de que la ansiedad que sufría la paciente en 
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situaciones sociales le llevaba a tocarse el pelo y a rascarse la 
cabeza hasta hacerse sangre, y que esto era debido a su ausencia de 
habilidades sociales. Se evaluaron las habilidades sociales de la 
paciente y se diseñó un programa de entrenamiento que, de acuerdo 
con la evaluación realizada, se orientó al desarrollo de habilidades 
sociales en las situaciones ansiógenas. Los datos obtenidos 
permitieron establecer que, a medida que iba superando sus déficits 
sociales, su problema dermatológico iba mejorando hasta llegar a 
desaparecer. 
Una de las preguntas más importante que se nos plantea a la hora 
de realizar este tipo de estudios es: ¿cómo se deben seleccionar los 
casos? Los criterios de selección pueden ser los siguientes: 
— casos fáciles de abordar, y 
— que pertenezcan a contextos donde las indagaciones realizadas 
tengan buena acogida, quizá aquellos en los que se puedan 
identificar informa dores y que cuenten con personas dispuestas a 
dar su opinión. 
Por otro lado, es muy importante valorar el progreso del caso en los 
primeros momentos del estudio, dicha evaluación nos orientará 
sobre si conviene o no continuar el estudio. 
La cuestión más problemática que plantean estos estudios es la de 
la generalización de los resultados obtenidos. Al estudiar casos 
concretos, se magnifican los errores muestrales, aunque, cuando se 
opta por realizar este tipo de estudios, no es para generalizar los 
resultados, dado que su cometido real es la particularización. Se 
elige un caso particular para llegar a conocerlo y comprenderlo 
bien; y ésta es su principal ventaja, que permiten analizar casos 
especiales con gran detalle, por tanto, son muy útiles como 
fundamento de dudas o preguntas acerca de los supuestos teóricos 
de la intervención, para el estudio de fenómenos raros de los que se 
desconoce casi todo, para el desarrollo de nuevas destrezas técnicas 
y para perfeccionar las que ya se poseen 1. 
Otro aspecto muy debatido en torno a los estudios de casos ha sido 
el del énfasis que ponen en la interpretación. Prestar tanta atención 
a la interpretación puede suponer errores, por ello, los 
investigadores de casos han propuesto estrategias que les permitan 
alejarse de la mera intuición, de las buenas intenciones de hacer 
bien el trabajo y de la simple repetición de la recogida de datos. 
Estas estrategias que persiguen aumentar la validez de las 
interpretaciones se denominan triangulación. Las más empleadas 
son la triangulación de las fuentes de datos y de la teoría. La 
primera de ellas consiste en observar si el caso sigue siendo el 
mismo en otros momentos, en otros espacios o cuando las personas 
interactúan de forma diferente. La segunda consiste en comprobar 
si distintos observadores, que pueden tener puntos de vista teóricos 
alternativos, describen el fenómeno de forma similar (descripción 
triangulada) y están de acuerdo sobre su significado (interpretación 
triangulada), en cuyo caso diremos que la teoría está triangulada. 
Sin embargo, los autores que abogan por el constructivismo, 
consideran que resulta difícil creer que la observación o 
interpretación compleja se pueda triangular, para ellos, estas 
estrategias sirven para buscar interpretaciones adicionales más que 
para confirmar un significado único. 
 
1.2 Correlacionales 
Aportan información acerca del grado de relación que existe entre 
las variables estudiadas. Tratan de responder a preguntas tales 
como: ¿qué relación existe entre el estrés, la depresión y la 
enfermedad física?, ¿qué relación existe entre el apoyo social y la 
salud?, ¿existe relación entre el nivel de información sobre una 
enfermedad y los hábitos de vida?, etc. 
Por ejemplo, se trataron de analizar las posibles relaciones de la 
percepción de control con el uso de servicios y el consumo de 
medicación en pacientes con Síndrome Fibromiálgico2. La muestra 
estuvo compuesta por 100 pacientes diagnosticados de 
fibromialgia, que fueron atendidos en los servicios de reumatología 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
de los hospitales de San Juan (Alicante), Elche, Elda, Orihuela y 
Villajoyosa. 
Las variables del estudio hacían referencia a dato 
sociodemográficos (edad, estado civil, nivel educativo, y situación 
laboral), historia clínica y dolor (tiempo de padecimiento del 
problema, servicios consultados por el problema en los últimos 12 
meses, consumo de medicación en los últimos 7 días, número de 
fármacos diferentes y percepción de intensidad de dolor), y 
percepción de control (locus de control de dolor, expectativas de 
autoeficacia y competencia percibida en salud). 
Los resultados apoyaron la existencia de una relación entre la 
creencia de control, el uso de servicios y el consumo de 
medicación. Por ejemplo, el análisis de correlación indicó que: 
— la autoeficacia en el manejo del dolor se asocia significativa y 
negativa mente con el consumo de analgésicos; esto es, a mayor 
autoeficacia menor consumo de analgésicos, y 
— las creencias de control interno se relacionan con el consumo de 
somníferos, en el sentido de que los sujetos que poseen un locus de 
control interno consumen menos somníferos. 
Las investigaciones que emplean este método adoptan el siguiente 
esquema: 
• Formulación del problema de investigación; por ejemplo: ¿existe 
relación entre la salud y el estatus socioeconómico? 
• Formulación de las hipótesis que van a ser sometidas a prueba; 
por ejemplo, cuanto más elevado sea el estatus socioeconómico, 
mejor será el nivel de salud”. 
• Recogida de datos siguiendo un proceso sistemático y de control 
de las posibles variables contaminadoras; por ejemplo, elegir las 
pruebas adecuadas para medir el nivel de salud y determinar el 
estatus socioeconómico, seleccionar una muestra representativa de 
los sujetos de la población a la que se quieren generalizar los 
resultados y administrar las pruebas elegidas a todos los sujetos de 
la investigación en las mismas condiciones. 
• Cálculo del coeficiente de correlación más adecuado entre las 
variables que se estudian. La elección del coeficiente va a estar 
determinada por las características de las variables: continua o 
discreta, nivel de medida, etc., y por el tipo de datos obtenidos. 
Éste es el principal problema que se le plantea al científico al llevar 
a cabo una investigación correlación dado que la elección de un 
coeficiente inadecuado puede invalidar los resultados. 
• Elaboración de conclusiones y difusión de los resultados. 
La principal limitación que presentan estos estudios es que no 
permiten establecer relaciones causales entre las variables 
estudiadas. Sin embargo, con la información que aportan es posible 
establecer predicciones (fundamentadas en el grado de correlación 
hallado) acerca de los resultados que se pueden encontrar en una 
variable (criterio) a partir de los resultados obtenidos en la otra 
(predictora). Como ya se ha dicho, esta información puede ser 
exactamente el dato que busca el investigador, o serutilizada como 
herramienta exploratoria antes de diseñar un estudio de carácter 
experimental. 
1.3. Cuasi-experimentales 
Las principales características de este tipo de investigaciones 
pueden ser re sumidas en los siguientes términos: 
• Utilizar escenarios naturales, generalmente de tipo social. 
• Carecer de un control experimental completo; la restricción más 
común suele ser la incapacidad para asignar los sujetos de forma 
aleatoria a las diversas condiciones. 
• Usar procedimientos que minimicen o eliminen las fuentes de 
invalidez interna como sustitutos del control experimental. 
• Se pueden utilizar cuando no es posible realizar una investigación 
experimental o cuando es necesario ayudar a analizar alguna 
situación social dada. 
Dentro de este grupo, los diseños más utilizados en el ámbito de la 
salud son los diseños expost facto, aquéllos en los que el 
investigador no asigna a los sujetos de forma aleatoria a los 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
distintos valores de la variable independiente, sino que los 
selecciona por poseer ya un determinado valor en dicha variable. 
Los sujetos son elegidos para la investigación por presentar una 
serie de características. Se utilizan cuando el interés de la 
investigación se centra en variables del organismo tales como el 
sexo, la edad o cuando por distintos motivos resulta imposible 
manipular la variable independiente, lo que es bastante frecuente 
en Psicología de la Salud, donde el interés se centra en variables 
como el peso, la diabetes, etc. Los participantes son asignados a los 
distintos grupos según los distintos valores de la variable 
independiente. 
En función del tipo de estrategia que utilizan se pueden clasificar 
en diseños ex post facto prospectivos y retrospectivos: 
• Los primeros miran hacia delante en la vida de las personas, 
seleccionan do grupos de personas con diferentes valores en la 
variable independiente que a posteriori serán comparados respecto 
a la variable dependiente. 
• En los retrospectivos, la muestra es seleccionada en función de 
las características de la variable dependiente y, de forma 
retrospectiva, se buscan posibles variables independientes 
explicativas. 
 
1.3.1. Ejemplos de diseño ex post ipso prospectivo y retrospectivo 
Un ejemplo de diseño ex post facto prospectivo es conocer qué 
efectos tiene el consumo de alcohol en personas sanas (no 
bebedoras, bebedoras moderadas y grandes bebedoras) sobre las 
muertes producidas por enfermedad coronaria. Como ejemplo de 
diseño ex post facto retrospectivo hemos elegido un estudio de 
VanOss y colaboradores3; estos autores utilizaron la teoría de la 
acción razonada como marco para determinar ciertas creencias y 
componentes culturales de fumadores hispanos que pudieran influir 
en una campaña antitabaco. El trabajo tuvo dos propósitos: 
— identificar diferencias entre hispanos y blancos no hispanos, 
respecto a las consecuencias y personas normativas que predicen la 
intención de abandonar el hábito de fumar, y 
— explorar las diferencias entre los hispanos que intentan dejar de 
fumar y aquellos que no lo intentan. 
Los sujetos fueron 263 hispanos y 150 blancos no hispanos, 
fumadores, residentes en San Francisco, California. Se encontró 
que la intención de dejar de fumar estaba más marcada por el 
componente actitudinal que por el normativo del modelo, y se pudo 
identificar un patrón de diferencias culturales entre los dos grupos, 
las posibles consecuencias relativas a la familia y la preocupación 
por el mal aliento contribuyeron más a la hora de dejar el tabaco en 
los hispanos, que en los blancos no hispanos, mientras que los 
posibles efectos secundarios del abandono del tabaco 
condicionaron más las actitudes de los no hispanos blancos que las 
de los hispanos. El mal olor de los cigarrillos, la mejora de las 
relaciones familiares, el aumento de peso, tener mejor sabor de 
boca y respirar mejor, fueron las consecuencias que discriminaron 
más entre los hispanos que intentaban o no dejar de fumar. 
En cuanto a sus limitaciones, presentan amenazas potenciales a la 
validez interna y externa. Si la muestra es elegida mediante un 
procedimiento que maximice su representatividad, la validez 
externa estará garantizada; sin embargo, no siempre es posible 
seleccionar la muestra de forma adecuada, por ejemplo, muchos 
trabajos se realizan con voluntarios, lo que implica un sesgo que 
limita la posibilidad de generalizar los resultados. Pese a estas 
amenazas potenciales, tienen la ventaja de ser más flexibles que los 
diseños experimentales, lo que permite estudiar fenómenos que no 
pueden ser analizados de forma experimental. 
 
1.4. Experimentales 
Se utilizan para comprobar con rigor el efecto de un fenómeno 
determinado sobre el comportamiento: ¿de qué manera la empatía 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
mostrada por el médico determina la conducta de cumplimiento del 
paciente?, ¿cómo se logra una mayor adherencia a una campaña de 
salud, mediante una estrategia de interacción cara a cara o dando 
mensajes de salud a través de los media?, ¿en qué medida la 
autoeficacia predice la resistencia a la recaída en un 
comportamiento considerado de riesgo?, etc. 
Sus características distintivas son: 
• sistematización del proceso; 
• elicitación de los fenómenos a estudiar; 
• control del ambiente y de las características que no se desean 
investigar, y 
• variabilidad provocada del hecho que se desea investigar. Por 
tanto, su escenario natural es el laboratorio. 
Dentro de este grupo podemos diferenciar entre diseños: 
intergrupos, intragrupos e intrasujeto. 
 
1.4.1. Diseños intergrupos o de comparación entre grupos 
Se suelen emplear para comparar la efectividad de distintas 
intervenciones, por lo que tratan de responder a la pregunta: ¿cuán 
efectivas son las intervenciones psicológicas y de comportamiento 
realizadas? 
Se selecciona a una muestra de personas que con posterioridad son 
divididas de forma aleatoria en dos o más grupos homogéneos que 
recibirán distintos tratamientos, que también son asignados de 
forma aleatoria a cada uno de los diferentes grupos. El azar nos 
permite esperar que la influencia de todas las variables se 
distribuya por igual entre los diferentes grupos. 
Otra estrategia utilizada con frecuencia es la inclusión de grupos 
control. Las personas que conforman el grupo experimental reciben 
el mismo tratamiento que las del control, excepto en un factor: el 
grado de exposición a la variable independiente. Los más utilizados 
en Psicología de la Salud han sido los siguientes: 
a) Cuando en la investigación sólo se manipula una variable 
independiente. Entre los numerosos tipos que existen los más 
utilizados en Psicología de la Salud han sido: 
 
• diseño de grupo control pretest-postest; 
• diseño de grupo control con sólo postest y 
• diseño de Solomón. 
 
Un ejemplo de este tipo de diseños lo constituye el trabajo 
realizado por León Rubio y colaboradores4 con el objetivo de 
poner a prueba la hipótesis de que después de entrenar en 
habilidades sociales a profesionales de la salud (facultativos y 
administrativos), mediante un sistema de instrucción personalizada 
multimedia, mejoraría su competencia para establecer, mantener y 
reforzar relaciones interpersonales positivas, tanto con el usuario 
de los servicios de salud como con los compañeros. Para ello, se 
aplicó un diseño experimental pretest/postest con grupo control. Se 
procedió del siguiente modo: 
• Los sujetos fueron asignados de forma aleatoria a uno de dos 
grupos. 
• A cada uno de estos grupos se le asignó también de forma 
aleatoria la condición experimental o control. 
• Evaluación pretest de las habilidades sociales.• Las personas asignadas a los grupos experimentales recibieron el 
entrena miento en habilidades sociales, mientras que las de los 
grupos controles recibieron información sobre la importancia de la 
interacción profesional de los servicios de salud-usuario y modos 
de comportarse frente al usuario para lograr su colaboración. 
• Evaluación postest de las habilidades sociales a todas las 
personas. 
Dos meses después de finalizar el entrenamiento de los grupos 
experimentales, todas las personas fueron evaluadas de nuevo, 
siguiendo el mismo procedimiento que en la fase de evaluación 
pretest. Los resultados confirmaron la hipótesis propuesta. 
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b) Diseños factoriales. Permiten estudiar la influencia de dos o más 
variables independientes (factores) sobre la variable dependiente. 
Para ilustrar este diseño hemos elegido un trabajo realizado por 
Bermejo, Ros, Olivares y Méndez5. Estos autores utilizaron un 
diseño factorial mixto 2 x 2, con un factor intersujetos y un factor 
intrasujetos con medidas repetidas, para evaluar un programa 
conductual de educación diabetológica dirigido a padres de niños 
diabéticos menores de ocho años. 
Para ello, seleccionaron una muestra de 18 personas (15 mujeres y 
3 hombres), que fueron asignadas al azar a las dos condiciones 
experimentales establecidas (experimental frente a tradicional). A 
continuación, se realizó la evaluación pretest consistente en la toma 
de medidas fisiológicas (nivel de hemoglobina glucosilada) y 
psicológicas (respuestas a cuestionarios sobre pautas educativas y 
pruebas de observación sobre insulinoterapia), tras la cual se 
procedió a aplicar los tratamientos (cada grupo recibió un 
tratamiento distinto). Por último, se volvieron a tomar medidas de 
las variables dependientes. Los datos reflejaron que el 
entrenamiento experimental se mostró más eficaz que el 
tradicional. 
 
1.4.2. Diseños con medidas repetidas o diseños intragrupo 
Establecen comparaciones sobre los mismos individuos en 
diferentes momentos del tiempo o tras haber sido sometidos a 
diferentes tratamientos. 
Al comparar entre silos distintos valores que ha adoptado la 
variable criterio en un mismo grupo de personas, se elimina la 
posible influencia de las diferencias individuales, principal fuente 
de error de los diseños de comparación entre grupos. Además, 
permiten alcanzar la misma potencia probatoria que los diseños 
intergrupos con un menor número de personas. 
La lógica que sigue una investigación en la que se emplea este tipo 
de diseños es la siguiente: 
— elegir una muestra de personas; 
— construir tantas secuencias como exijan el número de 
tratamientos experimentales o las diferentes medidas; 
— aplicar una secuencia a cada sujeto, y 
— tomar la medida postratamiento correspondiente tras la 
aplicación de cada tratamiento. 
Uno de los principales inconvenientes que presentan estos diseños 
es el posible efecto del orden de los tratamientos, pues al ser 
aplicados en una secuencia temporal al mismo grupo de personas, 
pueden producir errores progresivos que invaliden sus resultados; 
por tanto, éstos sólo pueden ser utilizados en aquellas 
investigaciones donde los efectos de un tratamiento desaparecen 
antes de aplicar el siguiente, es decir, cuando los tratamientos no 
tienen efectos irreversibles Ahora bien, puede que el interés esté en 
analizar los efectos acumulativos de diferentes tratamientos, en 
cuyo caso estos diseños serán los adecuados. Para eliminar los 
efectos de orden, se han propuesto soluciones tales como 
administrar de forma aleatoria los tratamientos a cada persona o 
contrabalancear los tratamientos. 
Froján Parga6 comparó la eficacia de diversos programas de 
tratamiento del hábito de fumar, combinando una estrategia 
intragrupo con una intergrupo (diseño de medidas repetidas con 
cuatro condiciones experimentales). En la tabla 4.1 re presentamos 
cómo se procedió. Se realizaron seis sesiones de seguimiento 
mensuales, donde se evaluaban las mismas variables. Todos los 
grupos modificaron su conducta de fumar sin que se presentaran 
diferencias significativas entre ellos. 
 
TTAABBLLAA 44..11 EEFFIICCAACCIIAA DDEE LLOOSS PPRROOGGRRAAMMAASS DDEE TTRRAATTAAMMIIEENNTTOO DDEELL 
HHÁÁBBIITTOO DDEE FFUUMMAARR 
 
Tratamientos Evaluación Información/Sensibilización Autocontrol/Resistencia a la 
presión 
Grupo 0 XXX 
Grupo 1 XXX XXX 
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Grupo 2 XXX XXX 
Grupo 3 XXX XXX XXX 
 
 
1.4.3. Diseños intrasujeto, de caso único o N=1 
Permiten la evaluación experimental de tratamientos individuales. 
Suponen un avance respecto a los estudios de caso, el control de las 
potenciales variables contaminadoras permite poder realizar 
inferencias causales respecto al efecto producido por la variable 
criterio. Las características que los definen son: 
• Cada persona o grupo actúa como su propio control; los datos se 
obtienen de las repetidas y continuas medidas de la conducta. 
• Su capacidad de generalización limitada; por lo que requieren de 
la repetición sistemática del mismo estudio en otras personas. 
• Especifican de forma clara y objetiva las conductas de interés, los 
instrumentos para su registro y la evaluación a realizar. 
• Suelen comenzar por un período de observación o línea base (fase 
A) en la que se registra la frecuencia de ocurrencia natural de la 
conducta o conductas objetivo (la excepción la representan los 
diseños B-A-B). En esta primera fase, debe tomarse un número de 
medidas suficiente hasta que surja un patrón de comportamiento 
estable que será utilizado como punto de comparación del cambio 
producido por el tratamiento. 
• La variable independiente suele ser una intervención que se aplica 
en la fase B para modificar la conducta. 
Sólo permiten modificar una variable cada vez que se pasa de una 
fase a otra. 
Si se manipulan dos variables o más, resulta imposible diferenciar 
cuál de ellas ha contribuido al cambio. En este grupo, los más 
empleados son: 
• los diseños A-B; 
• los de línea base múltiple a través de sujetos, 
• las situaciones o conductas, y 
• los de criterio cambiante. 
Fernández y colaboradores7 utilizaron un diseño de línea base 
múltiple entre conductas con el objetivo de investigar la efectividad 
de un entrenamiento en habilidades conversacionales en cinco 
pacientes anoréxicas. La muestra se eligió al azar de entre un grupo 
de once pacientes que cumplían los siguientes criterios: no haber 
pasado más de seis meses tras el alta, motivación para participar y 
disponibilidad de tiempo para asistir a las sesiones. Las conductas 
entrenadas, siguiendo el orden secuencial, fueron: contacto visual, 
preguntas, respuestas y reforzamientos conversacionales. 
El procedimiento seguido fue 1) selección de la muestra, 2) 
establecimiento de la línea base para cada una de las conductas 
objetivo, y aplicación secuencial del entrenamiento. 
Éste fue realizado en grupo, una vez por semana, a lo largo de 15 
sesiones de hora y media de duración. Las tres primeras fueron de 
línea base y las doce restantes terapéuticas, no se trató a las 
pacientes con terapia individual adicional. La primera conducta 
(contacto visual) comenzó a ser entrenada en la cuarta sesión, la 
segunda (preguntas) en la sexta, la tercera (respuestas) en la 
novena, y la cuarta (reforzamientos) en la sesión doce. Las líneas 
base de las distintas conductas meta reflejaron independencia entre 
ellas, y el programa resultó ser efectivo, pues las pacientes no 
presentaron problemas para su aprendizaje y mejoraron en todas las 
habilidades entrenadas. 
Otra investigación que nos permite ilustrar este tipo de diseños es 
la realizada por Hartmanny Hall8, se empleó un diseño de criterio 
cambiante para evaluar la eficacia de un programa para disminuir 
el hábito de fumar. 
El nivel de la línea base de la conducta de fumar se fijó en 48,5 
cigarrillos por día, en la siguiente fase la tasa del criterio se 
estableció al 95% (46 cigarrillos por día). Se determinó un coste de 
respuesta creciente por el cual se pagaba 1 dólar por cada cigarrillo 
que se fumara por encima del criterio establecido,’ un bono 
escalonado de 10 centavos por cigarrillo cuando el consumo era 
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inferior al criterio marcado. El criterio para cada fase sucesiva fue 
establecido en el 94% de la fase previa. 
El tratamiento resultó ser eficaz al disminuir el consumo de 
cigarrillos en un 2% o más en cada fase con relación a la fase 
anterior. El experimento se replicó en seis ocasiones, y en todos los 
casos hubo una reducción del consumo de tabaco. 
 
2. Conceptos clave e indicadores de salud en la 
investigación epidemiológica 
La epidemiología es una rama de la medicina que investiga 1) los 
factores que contribuyen a incrementar los niveles de salud de la 
población, y 2) el grado de recurrencia de un trastorno en una 
determinada población. 
Su fundamento es la observación de poblaciones humanas para 
determinar el origen y la distribución de los problemas de salud o, 
dicho de otro modo, descubrir qué tipos de personas desarrollan 
una enfermedad particular y los facto res que lo explican. 
Sus funciones son: 1) el diagnóstico del estado de salud de la 
comunidad o grupo para ayudar a planificar los servicios sanitarios; 
2) la ayuda a la investigación, arrojando luz sobre la etiología, la 
historia de la enfermedad y su crecimiento y desarrollo, y 3) la 
evaluación de los programas y servicios de salud. 
Para lograr estos fines y cumplir estas funciones, la epidemiología 
se sirve de diferentes medidas denominadas indicadores de salud, 
valores que dan cuenta de los aspectos cuantitativos de la 
ocurrencia de un fenómeno. Las principales medidas utilizadas por 
los epidemiólogos son: 
 
2.1 Razones o índices 
Relación entre el número de casos y el total poblacional. Es un 
cociente de dos frecuencias absolutas, compara a dos grupos 
diferentes, de forma que el numerador no está incluido en el 
denominador. Es un concepto estático que refleja la situación en 
que se encuentra una comunidad en un momento dado. A través de 
su cálculo, se pueden obtener relaciones, según se compare: 
• El mismo fenómeno en dos grupos o poblaciones diferentes; por 
ejemplo, comparar la mortalidad por consumo de tabaco en 
relación al sexo. 
• El mismo fenómeno en dos momentos diferentes; número de 
personas que fuman en el año 1990 y número de fumadores en el 
año 2000. 
• Dos grupos que pertenecen a una misma población; número de 
fumado res y de no fumadores de una población dada. 
 
2.2 Tasas 
Relación entre la frecuencia absoluta de casos del fenómeno 
estudiado y el total poblacional. Las más utilizadas son: 
a) Prevalencia, indica el número de casos registrados en una 
población determinada, en un momento dado, con respecto 
al total poblacional. En función del momento estudiado, se 
puede diferenciar entre prevalencia instantánea o de puntos 
(ofrece los datos relativos a una fecha determinada), o 
prevalencia anual, mensual, quincenal, etc., según el 
período concreto estudiado. Se calcula sumando los casos 
existentes en la fecha inicial del intervalo de estudio 
(prevalencia de punto al inicio del período) más los casos 
nuevos producidos a lo largo del tiempo del estudio. 
b) Incidencia, se refiere a la frecuencia de casos nuevos 
aparecidos en un período determinado. Existen dos tipos de 
medidas: 
 
• La incidencia acumulada es una proporción en cuyo numerador se 
contabilizan los casos nuevos que aparecen durante un periodo de 
tiempo determinado y en el denominador la población sin la 
enfermedad estudia al inicio del estudio (población con riesgo de 
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enfermar). Para su cálculo se excluyen los casos que ya existían al 
inicio del estudio, por lo que es necesario conocer el período de 
seguimiento. 
• La tasa de incidencia hace referencia al número de casos nuevos 
que ocurren por unidad de personas-tiempo. La unidad de 
personas-tiempo es la suma del conjunto de los periodos de tiempo 
que han permanecido cada uno de los individuos en el estudio 
durante el seguimiento, libres de la enfermedad estudiada. 
 
En resumen, la prevalencia indica la carga que sufre una 
comunidad con respecto a una determinada enfermedad, mientras 
que la incidencia ofrece la imagen de cómo se desarrolla el proceso 
en el ámbito de la colectividad. 
 
2.3. Riesgo 
Cualquier característica o condición que está presente con mayor 
frecuencia en la gente que tiene un determinado trastorno en 
comparación con la frecuencia con que aparece en gente que no 
sufre dicha enfermedad. Hay que considerar dos tipos de riesgo: 
-el absoluto hace referencia a la tasa de ocurrencia de una 
enfermedad, y 
-el relativo, a la comparación entre la incidencia en un grupo de 
sujetos con factores predisponentes o mantenedores y la incidencia 
en un grupo que no está bajo esas condiciones. 
Un riesgo relativo de 1,60 indica que el grupo expuesto tiene un 
60% más de probabilidades de desarrollar el trastorno que el grupo 
no expuesto. Por tanto, el riesgo relativo se refiere a la frecuencia 
con que ocurre el daño entre los sujetos que presentan la 
característica de riesgo y los que no la presentan, expresan do de 
esta forma la fuerza de la asociación entre la exposición y la 
enfermedad. El riesgo relativo del grupo no expuesto es siempre 
1,00. 
Una muestra de la importancia de distinguir entre estos tipos de 
riesgos es el trabajo de Lubin9 y colaboradores, evidenciando que 
un fumador tiene un riesgo absoluto de morir de cáncer de pulmón, 
en cualquier periodo de un año, de 0,01, es decir, uno entre mil 
fumadores morirá de este tipo de cáncer, lo que su pone un riesgo 
absoluto muy bajo; sin embargo, el riesgo relativo que tienen de 
morir de cáncer de pulmón es de 9,0; es decir, tienen nueve veces 
más posibilidades de morir de esta enfermedad que los no 
fumadores. 
 
3 Clasificación de los estudios epidemiológicos 
Atendiendo a la finalidad que persiguen, podemos distinguir: 
• Estudios descriptivos. Pretenden identificar el problema de salud 
objeto de interés, la detección de los casos y sus características, 
dicho de otro modo, describir el fenómeno de salud estudiado, su 
magnitud, su tendencia, su modo de aparición, etc. 
• Estudios analíticos. Permiten establecer asociaciones causales 
analizando la fuerza de la asociación entre determinados factores y 
un determinado efecto sobre la salud. 
• Ensayos experimentales. Intentan demostrar relaciones directas 
entre determinados factores y el desarrollo de un efecto sobre la 
salud, controlando la asignación de personas, de forma aleatoria o 
no, a las condiciones experimentales. 
Los estudios han de ser entendidos como diferentes etapas de la 
investigación. Una vez terminado un estudio descriptivo, en el que 
el investigador constata una situación, identifica el problema, hace 
la descripción de los casos conoce cómo se distribuye la 
característica o el agente en la población, se suele preguntar acerca 
de las causas e hipotetiza cuáles pueden ser las relaciones causa-
efecto. Para ello, realiza estudios analíticos, que a veces implican el 
paso una fase experimental. 
 
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3.1. Estudios observacionales descriptivos 
Describen el nivel de salud en una población o grupo, 
estableciendo su distribución según diversas variables de persona, 
lugar o tiempo. Permiten medir la importancia de un problema de 
salud, identificar posibles factores responsables conocidos e 
identificar grupos de riesgo. 
La asignación de los sujetos a las diferentes categorías está 
determinada por las observaciones realizadas, por tanto, a través de 
ellos no es posible demostrar la existencia de relaciones causales. 
Sin embargo, pueden ser muy útiles, como muestra el trabajo 
realizado por John Snow en Londres durante la epidemia de cólera 
de 1854.10
Snow observó cómo se distribuían las muertes por cólera en la 
zona sur de la ciudad. En aquella época, eran dos las compañías 
que distribuían el agua en aquella zona, una de las cuales 
bombeaba el agua desde una zona contaminada del río Támesis. 
Las tuberías de agua de ambas compañías se distribuían de tal 
modo que residencias del mismo lado de la calle recibían el agua 
de distintas fuentes. Snow observó qué casas recibían agua de cada 
compañía y calculó que la tasa de muerte por cólera era más de 
cinco veces superior en aquellos hogares que recibían el agua de la 
parte contaminada del río. Después comparó ambas tasas de 
mortalidad con las del resto de Londres, y observó que el patrón de 
muertes se relacionaba con la distribución del agua. 
Este investigador sugirió que existía un veneno que provocaba el 
cólera, exponiendo cómo comenzó la enfermedad y cómo se 
extendió, y propuso clausurar la fuente de agua contaminada. 
Treinta años después, Koch aislaría el bacilo causante del cólera, 
apoyando de esta forma las observaciones realizadas por Snow. 
Sus observaciones no permitieron establecer relaciones causales, 
aunque sí que fueron necesarias para poder controlar la 
enfermedad. 
Otro criterio que hay que tener en cuenta a la hora de clasificar los 
estudios observacionales es cómo se realiza la observación en el 
tiempo, de este modo podemos distinguir entre estudios 
retrospectivos y prospectivos. Los primeros comienzan con un 
grupo de sujetos que sufren una enfermedad determinada, por 
ejemplo la hipertensión, e investigan su pasado, buscando una serie 
de características o condiciones que hayan experimentado y que 
sean diferentes de las que experimenta la gente que no ha contraído 
dicha enfermedad (consumo de alcohol, de tabaco, etc.). Los 
segundos empiezan con una población sana, y siguen su desarrollo 
a lo largo de un período de tiempo determinado; para comprobar si 
una determinada conducta o situación, por ejemplo, el consumo 
abusivo de alcohol o el tabaquismo, está relacionado con una 
enfermedad posterior, la hipertensión. 
Los estudios observacionales descriptivos más utilizados son: 
a) Series de casos. Se trata de la observación de un número elevado 
de casos, cuando una determinada enfermedad presenta un 
excesivo número de casos en una población concreta. 
Se inician sin plantear una hipótesis a priori y permiten generar 
hipótesis etiológicas. Por tanto, suponen el primer paso para 
conocer las características de un fenómeno de salud, recordemos el 
estudio de Snow. 
b) Estudios transversales o de prevalencia. Pretenden medir la 
frecuencia de la exposición a una variable determinada y la 
enfermedad (prevalencia) en un momento dado. 
Se adaptan al estudio de enfermedades de larga duración y no letal 
o a la búsqueda de efectos biológicos de la exposición a un factor. 
Sus principales ventajas son: 
• están indicados para el estudio de enfermedades crónicas y 
frecuentes en la colectividad, 
• sus resultados son generalizables, 
• se realizan en menos tiempo y con menos coste que los estudios 
de cohortes, y 
• gran utilidad en la planificación sanitaria y en la descripción de 
características de la población. 
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c) Estudios de mortalidad proporcional. Se utilizan cuando los 
registros de casos son deficientes y no se puede disponer del dato 
personas/año para el cálculo de tasas de incidencia. En este caso, el 
índice se puede obtener mediante la comparación de las 
proporciones de mortalidad en la población de referencia, 
calculando la razón de mortalidad proporcional (RMP). Para su 
cálculo se aplica la siguiente fórmula: 
 
RPM=A/(A+C):B(B+D) 
 
•A = número de muertes en la población expuesta debidas a la 
causa de estudio. 
•B = número de muertes en la población de referencia debidas a la 
causa de estudio. 
•C = número de muertes en la población expuesta debidas al resto 
de causas. 
•D = número de muertes en la población de referencia debidas al 
resto de causas. 
Permiten obtener resultados de forma rápida y son muy útiles para 
detectar excesos de muertes por una determinada causa en una 
población determinada, con objeto de formular hipótesis que 
podrán ser comprobadas mediante otros estudios de carácter 
experimental. 
d) Estudios de vigilancia epidemiológica. Por vigilancia 
epidemiológica se entiende el conjunto de actividades que permiten 
reunir la información indispensable para conocer las tendencias de 
la conducta y las características de la enfermedad, detectar o prever 
cualquier cambio que pueda ocurrir por alteraciones en los factores 
condicionantes con el fin de recomendar, sobre bases firmes, las 
medidas que lleven a la prevención y control de la enfermedad. 
Los sistemas de vigilancia cambian de una comunidad a otra, dado 
que de penden de la infraestructura (servicios de salud, 
laboratorios, registros) de que se dispone y de la política de salud 
vigente, aunque todos comparten una serie de características 
comunes, son sistemas de información que realizan las siguientes 
funciones y actividades: 
• reunir información necesaria y actualizada; 
• procesar, analizar e interpretar datos; 
• hacer las recomendaciones que permitan controlar el problema de 
salud, prevenirlo y divulgar la información. 
Una variante de estos estudios, muy utilizada por los 
epidemiólogos, es la metodología centinela. Se basa en la 
explotación sistemática de los datos existentes en los registros 
oficiales de morbilidad y mortalidad, con el objeto de detectar 
patologías (sucesos centinela) y establecer redes de notificadores 
centinela; profesionales sanitarios situados en lugares estratégicos 
del sistema de salud, que notifican a los organismos competentes la 
aparición de un problema determinado de salud que se esta 
vigilando. Los datos se notifican de forma anónima e 
individualizada a un centro coordinador, donde se pasan a bases de 
datos y se procesan de forma periódica. 
Los resultados del análisis de los datos de toda la red son puestos 
en conocimiento de todos sus componentes, respetando siempre la 
confidencialidad de la información y del informador. Se utilizan 
para conocer la magnitud de los problemas, describir la situación y 
vigilar su evolución 11, sobre todo en aquellos problemas de salud 
que no son objeto de declaración obligatoria o que difícilmente 
quedan registrados. 
 
3.2. Estudios observacionales de asociación 
Intentan demostrar la asociación entre un determinado factor y una 
o varias enfermedades, así como la magnitud de esta relación. En 
unos casos se opta por seguir el desarrollo natural del proceso de 
enfermar y clasificar a los individuos según la presencia o ausencia 
del factor de exposición a estudiar y, una vez definido el periodo de 
seguimiento, observar si dicha exposición influye en la aparición 
de la enfermedad (estudios de cohortes). En otros casos, se elige la 
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estrategia de clasificar a los individuos, según la presencia o 
ausencia de una enfermedad,e investigar con posterioridad si hubo 
exposición al factor estudiado (estudios de casos y controles). 
Estos estudios dan respuesta a dos cuestiones diferentes. 
Supongamos que es necesario realizar una investigación para 
determinar si el parto con fórceps puede llevar a lesiones cerebrales 
que se manifiestan en la epilepsia infantil. Un estudio de caso 
control supone comparar los historiales del parto de un grupo de 
niños con daño cerebral con los de un grupo de niños sin daño. Si 
la proporción de niños con historial de fórceps en el parto es mayor 
entre los que tienen daño, el parto con fórceps se asociaría al daño 
cerebral. A partir de estos datos puede estimarse la contribución 
relativa del parto con fórceps a las frecuencias totales de daño 
cerebral. En un estudio de cohortes se compararía un grupo de 
niños nacidos con fórceps con un grupo de niños nacidos en un 
parto normal. Si se encuentra que la proporción de niños con daño 
cerebral es mayor entre los primeros, entonces los fórceps se 
asociarían al daño cerebral. 
Durante la elaboración de estos estudios es necesario tener en 
cuenta los siguientes factores: 
• población a la que se aplica; 
• personas afectadas; 
• factor de riesgo o posible causa de enfermedad, 
• efecto o enfermedad; 
• dosis-respuesta (cuando un factor de riesgo actúa con mayor 
intensidad o duración sobre el colectivo, se produce con mayor 
frecuencia el efecto o la enfermedad) y 
• secuencia entre el factor de riesgo y la producción del cuadro 
patológico. 
Estos trabajos se apoyan en algunas propiedades de la relación 
factor de riesgo-efecto, como son: 
• la fuerza de asociación o demostración de que la tasa de 
enfermedad en una población expuesta al factor de riesgo 
(morbimortalidad) es mayor que la tasa de enfermar en otra 
población no expuesta al riesgo; 
• la consistencia del fenómeno o comprobación en repetidas 
ocasiones que existe esa relación entre el factor de riesgo y el 
efecto, y 
• plausibilidad biológica o compatibilidad con los conocimientos 
científicos. 
 
3.2.1. Estudios de cohortes 
Persiguen valorar y cuantificar la posible relación existente entre el 
factor y la enfermedad a través de la comparación entre grupos: 
uno expuesto a un factor de riesgo (cohorte expuesta) y otro sin 
exposición (cohorte no expuesta). Un ejemplo: analizar la 
asociación entre el consumo de cigarrillos y la mortalidad por 
enfermedad coronaria en una cohorte de profesores universitarios 
fumadores y otra de no fumadores. 
Suelen definirse como prospectivos, no obstante, a veces también 
pueden hacerse retrospectivos bajo determinadas circunstancias. 
En los prospectivos, el investigador planifica la recogida de datos 
del siguiente modo. En primer lugar, exigen eliminar a las personas 
enfermas y dividir después a las sanas en dos grupos: los expuestos 
al factor de riesgo y los no expuestos. Sobre ambos grupos se 
efectuará un seguimiento a lo largo de un período de tiempo que 
será determinado en función de los objetivos del estudio y de la 
propia enfermedad. Al final del seguimiento, cada uno de los 
grupos se habrá subdividido de forma natural en dos, los que han 
enfermado y los sanos. La fase de seguimiento tiene como objetivo 
principal la detección del efecto, pero también permite la 
valoración de las fluctuaciones que se produzcan en la exposición. 
El tiempo total de duración de las cohortes dependerá de la historia 
natural de la enfermedad y de la longitud del periodo de tiempo 
entre la exposición y el comienzo de los síntomas de la 
enfermedad. 
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Los estudios retrospectivos o de cohorte histórica siguen el mismo 
procedimiento, con una salvedad, en los estudios prospectivos el 
seguimiento se inicia al comenzar el estudio, en los de cohorte 
histórica el periodo de seguimiento se inicia antes de comenzar el 
estudio; por lo que su realización depende de la disponibilidad y 
fiabilidad de los registros del factor de riesgo, la mayoría de estos 
estudios son de mortalidad, pues obtener otro indicador en los 
registros resulta muy complicado. 
Como ya se ha dicho, los estudios de cohorte son muy utilizados 
para determinar los siguientes indicadores: 
a) Riesgo relativo o frecuencia con que padece la enfermedad el 
grupo de expuestos en relación con el de no expuestos. Es una 
razón en la que en numerador se encuentra el riesgo de enfermar de 
los expuestos y en el denominador el riesgo de enfermar de los no 
expuestos. Refleja la fuerza de asociación entre el riesgo y sus 
consecuencias. Volviendo al ejemplo de la epilepsia y su relación 
con el parto con fórceps. Si A hace referencia a la proporción de 
niños epilépticos nacidos con fórceps, y B a la proporción de niños 
epilépticos nacidos en parto normal, la fuerza de la causa 
sospechada puede expresarse mediante A/B. 
b) Riesgo atribuible o riesgo de los sujetos expuestos debido a la 
exposición. Sólo puede ser aplicado a la cohorte expuesta. Se 
calcula mediante una sustracción, al riesgo de enfermar de los 
expuestos hay que restar el riesgo de enfermar de los no expuestos. 
De este modo se obtiene el riesgo de enfermar que podemos 
atribuir a la exposición en estudio. Permite conocer el beneficio 
que obtendremos si se elimina de un determinado ambiente la 
exposición a un factor de riesgo, por lo que es muy útil desde el 
punto de vista preventivo. En el ejemplo anterior, el parto con 
fórceps no conduce de forma inevitable a la epilepsia, ya que ésta 
ocurre sólo en una proporción de los niños nacidos de esta forma. 
La diferencia entre la proporción de niños epilépticos nacidos con 
fórceps (4) y la proporción de niños epilépticos nacidos en parto 
normal (B), es el riesgo atribuible (A-B). 
Las principales ventajas de este tipo de estudios son: 
• Facilitan una buena planificación. 
• Se obtienen estimaciones directas de la incidencia de la 
enfermedad, tanto en expuestos como en no expuestos. 
• Permiten una mejor valoración del estado de exposición, al estar 
controlados los sujetos participantes durante el periodo de 
seguimiento. 
• Existe menor posibilidad de cometer sesgos, por lo que el riesgo 
de conclusiones falsas o inexactas es menor. 
Entre los inconvenientes: 
• Tienen un coste económico elevado. 
• Necesitan para su desarrollo mucho tiempo. 
• Son difíciles de reproducir. 
• No sirven para investigar enfermedades raras o poco frecuentes. 
 
3.2.2. Estudios de casos y control 
Son de carácter retrospectivo. Exigen comparar dos grupos: 
• Uno conformado por casos que padecen la enfermedad en 
estudio. 
• Otro compuesto por casos que no padecen la enfermedad. 
Los grupos pueden estar constituidos por la población que padece 
una enfermedad determinada o por una muestra representativa de 
las personas que son atendidas por la enfermedad en estudio en una 
o varias instituciones sanitarias durante un cierto período de 
tiempo, o por el total o una muestra representativa de las personas 
que sufren la enfermedad a escala comunitaria durante un tiempo 
definido. 
Por ejemplo, en un estudio de este tipo, los casos pueden estar 
formados por los pacientes atendidos en el área hospitalaria Virgen 
Macarena de Sevilla por hipertensión durante el año 2001. Ahora 
bien, ¿este grupo es representativo de todos los hipertensos de 
Sevilla? Hay una población teórica que comprende a todos los 
pacientes con el trastorno (hipertensos que residen en la provincia 
de Sevilla), de este modo, aunque el investigador no utilice 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
técnicas de muestreo al seleccionar el grupo de pacientes, ha de 
evaluar en qué grado el grupo es representativo de la población, y 
si hay diferencias, determinar hasta quépunto pueden influir en los 
resultados. 
Un aspecto crucial es definir los criterios diagnósticos necesarios 
para incluir un caso como tal. El criterio de elección se establece 
para restringir el estudio sólo a aquellos sujetos que potencialmente 
estuvieron expuestos al factor o factores de riesgo (fumar o abusar 
del alcohol.), y debe ser aplicado tanto a los casos potenciales, 
como a los controles, estableciendo al mismo tiempo los criterios 
de exclusión, en concordancia con la definición que se haya hecho 
de caso expuesto. 
Otro aspecto fundamental se refiere a la selección de los controles, 
éstos han de ser elegidos de forma que reflejen la distribución de la 
exposición a los factores de riesgo (fumar o abusar del alcohol). A 
la hora de seleccionar, existen diversas posibilidades o fuentes de 
controles, de forma que se logren las semejanzas entre éstos y los 
casos. 
Algunas estrategias empleadas en el caso anterior han sido: 
• extraer los controles de entre todos los pacientes admitidos en 
esta misma área hospitalaria durante el mismo año afectados por 
enfermedades distintas a la hipertensión; 
• seleccionar los controles entre los parientes de los individuos 
afectados por la enfermedad, dado que éstos suelen ser similares 
genéticamente y comparten un ambiente similar; 
• elegir a personas que viven en casas próximas a las del paciente y 
que tienen un ambiente similar, y 
• utilizar la población total, lo que permite establecer 
comparaciones entre los pacientes y la población. 
Como ya se ha dicho, se utilizan para valorar el riesgo de 
adquisición de la enfermedad y el análisis de sus diferentes factores 
etiológicos, aunque pueden tener otras finalidades, como la 
formulación de hipótesis de prevención. Resultan útiles en el 
estadio preliminar de una investigación, en el estudio de las 
enfermedades raras y crónicas y cuando los recursos disponibles 
son escasos. 
El esquema general que siguen es el siguiente: 
• Selección de casos y controles. 
• Información sobre la exposición al factor de riesgo. La 
información sobre la exposición al factor de riesgo se puede 
obtener de encuestas higiénicas, fichas epidemiológicas, 
reconocimientos médicos, registros clínicos, etc. 
• Análisis o estimación del riesgo relativo para analizar la fuerza de 
la asociación entre la exposición y la enfermedad. 
Zaldívar 12 y colaboradores realizaron un estudio de casos y 
controles con el objetivo de identificar los factores de riesgo y los 
factores protectores implicados en el maltrato infantil, es decir, 
presentes en familias maltratadoras y ausentes en las no 
maltratadoras. Los criterios de inclusión de los casos fueron los 
siguientes: 
— niños registrados en la Comisión de Tutela o en el hospital con 
el diagnóstico de maltrato infantil, y 
— niños residentes en el área urbana y metropolitana de la ciudad. 
 
Para los casos, el criterio de exclusión fue la existencia de abuso 
sexual. En los controles, el criterio de exclusión fue la existencia de 
una sospecha de maltrato, ya fuese por la información de la fuente 
de selección o por la recogida en el momento de la entrevista. Al 
utilizar como fuente principal de identificación de casos la 
Comisión de Tutela, se limitó la definición de caso de maltrato a la 
tipificación legal española de desamparo. La muestra final quedó 
constituida por 56 casos apareados con 104 controles. 
El procedimiento de recogida de información utilizado fue una 
entrevista estructurada y un cuestionario autocumplimentado por 
un miembro de cada familia de cada caso o control, así como los 
datos de archivo sobre los casos de maltrato. Los resultados 
mostraron diferencias significativas entre casos y controles en el 
nivel sociocultural, el económico, la satisfacción residencial, la red 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
y apoyo social, el ajuste marital, el estado percibido de salud 
general y la autopercepción de síntomas depresivos y ansiosos. 
• Ventajas. Entre las principales ventajas de estos estudios, 
podemos citar: 
— Son fáciles de diseñar y económicos, por lo que exigen poco 
esfuerzo. 
— Se necesitan pocas personas, por lo que pueden utilizarse para el 
estudio de enfermedades raras (de baja incidencia) y de las que 
tienen un corto periodo de latencia13. 
— No suponen riesgos para los participantes, ni para los 
epidemiólogos, ya que no interactúan con los sujetos. 
— Permiten estudiar a la vez varios factores de riesgo 
(multicausalidad). 
— Se pueden replicar con facilidad. 
— Requieren poco tiempo para su ejecución, si se comparan con 
los de cohortes. 
• Desventajas. Sus principales desventajas son: 
— Lo difícil que resulta encontrar individuos con características 
similares a las de los casos para conformar los grupos de control. 
— No permiten determinar ni la incidencia, ni la prevalencia, por 
lo que tienen más sesgos que los de cohortes. 
— No permiten estudiar el mecanismo que origina la enfermedad. 
—Al estudiar enfermedades raras, requieren establecer criterios 
diagnósticos para la inclusión y exclusión de casos. 
 
3.3 Estudios de casos 
Estos estudios tienen las siguientes características: 
— existencia de una sistematización del proceso; 
— el investigador manipula las condiciones de la investigación 
introduciendo elementos nuevos y modificadores del fenómeno 
natural, y, 
— variabilidad provocada del acontecimiento que se investiga. 
Aunque permiten establecer relaciones causales entre variables, no 
siempre se pueden utilizar, por lo que son poco frecuentes. Su 
principal limitación es el problema ético que plantea la decisión 
sobre qué grupo de sujetos van a recibir el tratamiento 
experimental (por ejemplo, un fármaco reductor de la hipertensión) 
o van a ser expuestos al factor de riesgo (por ejemplo, una dieta 
rica en sal). 
Los estudios epidemiológicos experimentales más conocidos son: 
a) Los ensayos clínicos. Tratan de comprobar los efectos de la 
variable independiente sobre grupos de sujetos. 
Un ejemplo de ensayo clínico es probar la eficacia de un 
determinado fármaco para controlar la hipertensión. Personas con 
hipertensión serían asignadas al azar al grupo experimental que 
recibiría el fármaco o a un grupo control que tomaría un placebo. 
Las diferencias existentes entre los grupos podrían ser atribuidas al 
fármaco. 
b) Los ensayos comunitarios. También tratan de constatar los 
efectos de la variable independiente, aunque no sobre grupos, sino 
sobre diferentes comunidades. 
Uno de estos estudios de ensayo comunitario es el Stanford Five 
City Project, en él las personas que residían en una de las 
comunidades del experimento recibieron un gran número de 
mensajes educativos acerca del valor que supone controlar los 
factores de riesgo coronario, mientras que las personas que residían 
en la otra comunidad sólo recibieron información están dar acerca 
de estos factores de riesgo. Seis años después, las personas de la 
comunidad que recibieron los mensajes educativos habían reducido 
la tensión arterial y el nivel de colesterol de forma significativa 
respecto a la comunidad control. 
 
4. Evaluación de programas de salud 
Es innegable la importancia que tiene la evaluación de las políticas, 
los pro gramas, los proyectos y los servicios de salud para la 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
obtención de información sobre su funcionamiento y para su 
posterior mejora. Por tanto, no podíamos dar por terminado este 
capítulo sin hablar de la forma de realizar evaluaciones en el 
campo de la salud. Con este objetivo, exponemos las principales 
características de la evaluación y los modelos más utilizados. 
 
4.1. Características definitorias de la evaluación de programas 
Las distintasdefiniciones que se han formulado de la evaluación 
permiten identificar tres elementos que delimitan este concepto: 
— es un juicio de valor sobre un objeto o evaluando (el qué); 
— al servicio de una toma de decisiones (el para qué), y 
—requiere una especificación de los criterios de valoración y un 
procedimiento sistemático para la recogida de información (el 
cómo). 
 
4.2. Guías para la evaluación en el ámbito de la salud 
4.2.1. Modelo de la Organización Mundial de la Salud 
Para este organismo, la evaluación es un medio sistemático de 
aprender empíricamente y de utilizar lo aprendido para mejorar las 
actividades en curso y lograr una planificación más satisfactoria de 
las acciones futuras. La evaluación debe incluir los siguientes 
pasos: 
1) Especificación del tema de evaluación: determinar qué debe 
evaluarse, a qué nivel, qué decisiones pueden tomarse a la vista de 
los resultados y a quién comunicar los resultados. 
2) Recogida de información: decidir acerca de qué información se 
necesita cuáles son las fuentes de información disponibles y si 
éstas son suficientes. 
3) Verificación de la pertinencia: ¿está justificada la política, el 
programa, el proyecto o el servicio?, ¿responde a las necesidades 
de la comunidad? ¿Se basa en métodos costeables y aplicables?, 
¿se puede lograr un servicio análogo por un medio alternativo?, 
¿qué consecuencias tendría no llevarlo a cabo?, ¿hay razones 
convincentes para ponerle fin? 
4) Resolución de la evaluación. Si se resuelve que el evaluando es 
pertinente, entonces debería determinarse si está bien proyectado o 
es suficiente para sol ventar el problema que justifica su 
formulación. 
5) Evaluación de la suficiencia: ¿se han definido con claridad los 
problemas?, ¿se ha formulado de forma adecuada el evaluando?, 
¿se han fijado objetivos y metas a largo, medio y corto plazo?, ¿las 
metas están definidas en términos mensurables?, ¿las 
responsabilidades orgánicas y administrativas están definidas 
claramente?, ¿se han establecido los medios, el plan de acción y el 
calendario para el logro de dichos objetivos? y por último, ¿se han 
escogido indicadores y criterios para su evaluación ulterior? 
6) Suficiencia o insuficiencia de los resultados. Si los resultados de 
la evaluación muestran que la política, el programa, el proyecto o 
el servicio no están bien formulados o son insuficientes, se debe 
proceder a su reformulación. Por contra, si son suficientes se 
impone seguir con la evaluación del mismo en los términos que se 
especifican a continuación. 
7) Evaluación de progresos: las actividades y los recursos 
utilizados, ¿han satisfecho el plan trazado?, ¿se está cumpliendo el 
calendario establecido?, ¿existe algún desfase entre los fondos 
utilizados y los presupuestados? 
8) Evaluación de la eficiencia: comprobar si el evaluando es 
efectivo con relación al coste del mismo, es decir, a qué precio se 
están logrando los objetivos planteados. 
9) Evaluación de la eficacia: verificar en qué medida se han 
logrado los objetivos propuestos. 
10) Evaluación de los efectos: especificar qué efectos ha tenido el 
evaluando u objeto de evaluación en la situación sanitaria de la 
población atendida, así como la magnitud de la demanda y si los 
servicios existentes pudieron responder a ésta. 
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 UNIDAD II. ÁMBITOS DE APLICACIÓN Y METODOLOGÍA EN LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
11) Formulación de las conclusiones y las propuestas de acción 
futura. 
La evaluación es entendida como el proceso consistente en 
determinar y aplicar criterios y normas con el fin de realizar un 
juicio sobre los diferentes componentes del evaluando en sus 
distintas etapas. Puede ser resumido así: 
• Planificar. Establecer qué se va a evaluar o qué quieren quienes 
demandan la evaluación. 
 
4.2.2. Modelo de planificación sanitaria 
La evaluación es entendida como el proceso consistente en 
determinar y aplicar criterios y normas con el fin de realizar un 
juicio sobre los diferentes componentes del evaluando en sus 
distintas etapas. Puede ser resumido así: 
• Planificar. Establecer qué se va a evaluar o qué quieren quienes 
demandan la evaluación. 
• Evaluar la ejecución implica: 
— comprobar o verificar los hechos y los resultados obtenidos; 
— comparar lo hecho con lo que se quería hacer; 
— formular juicios sobre lo realizado y definir los factores que 
influyen en los resultados; 
— entregar los resultados. 
• Concluir. Realizar los reajustes y las modificaciones oportunas 
que garanticen el logro de los objetivos propuestos. 
 
Conclusiones 
En este capítulo hemos expuesto los principales diseños de 
investigación utilizados por los psicólogos y los epidemiólogos en 
el campo de la salud, con objeto de ilustraros respecto a cómo se 
construye el conocimiento en este ámbito. Además, hemos hecho 
una breve referencia a cómo conducir las evaluaciones de las 
políticas, los programas o los proyectos que se realizan en el 
campo de la salud. 
La única conclusión posible después de lo expuesto es que el 
psicólogo tiene a su disposición un amplio rango de diseños de 
investigación para construir su disciplina y que su elección 
depende del tipo de problema objeto de estudio. 
 
 
MÓDULO 0503- PSICOLOGÍA TEÓRICA I EL CAMPO GENERAL TEÓRICO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
 
 UNIDAD III. LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA SALUD 
 
 
 
 
 
 
 
 
L e c t u r a 1 
 
 
 
 
Ballester, A., R. (1997) Introducción a la 
psicología de la salud. Valencia: 
Promolibro. Cap. 4, pp. 207-241. 
 
LA FORMACIÓN Y EL EJERCICIO PROFESIONAL DEL 
PSICÓLOGO DE LA SALUD .........................................................2 
1. LA FORMACIÓN DE LOS PSICÓLOGOS DE LA SALUD .....2 
1.1 Directrices respecto a las exigencias y los itinerarios 
posibles de formación .............................................................2 
1.2. Instituciones responsables de la formación .....................7 
1.3. La formación del psicólogo de la salud en España..........8 
2. EL EJERCICIO PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA 
SALUD........................................................................................9 
2.1. Funciones y puestos de trabajo de los psicólogos de la 
salud........................................................................................9 
2.2. Habilidades profesionales técnicas y de carácter social 
deseables en el psicólogo de la salud ..................................12 
2.3. Aspectos éticos en la actividad profesional y en la 
investigación .........................................................................14 
 
 
LL AA FF OO RR MM AA CC II ÓÓ NN YY EE LL EE JJ EE RR CC II CC II OO 
PP RR OO FF EE SS II OO NN AA LL DD EE LL PP SS II CC ÓÓ LL OO GG OO 
DD EE LL AA SS AA LL UU DD 
 
 
UU NN II DD AA DD II II II .. 
 
 
MÓDULO 0503- PSICOLOGÍA TEÓRICA I EL CAMPO GENERAL TEÓRICO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
 
 UNIDAD III. LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA SALUD 
LLAA FFOORRMMAACCIIÓÓNN YY EELL EEJJEERRCCIICCIIOO PPRROOFFEESSIIOONNAALL DDEELL 
PPSSIICCÓÓLLOOGGOO DDEE LLAA SSAALLUUDD 
En este capítulo se van a abordar dos cuestiones fundamentales para la 
disciplina que nos ocupa, a saber, la formación que deberían recibir los 
psicólogos de la salud que, a su vez, es la responsable de la calidad de 
los futuros psicólogos; y los aspectos relacionados con su ejercicio 
profesional, del que depende el prestigio de la disciplina y su 
implantación en nuestra sociedad, incluyendo en este apartado las 
funciones que deberían desempeñar, los ámbitos de actuación en los 
que pueden realizar su trabajo, las habilidades que deberían poseer, y 
finalmente, los aspectos éticos más relevantes implicados en su trabajo. 
1. LA FORMACIÓN DE LOS PSICÓLOGOS DE LA SALUD 
Dentro de este epígrafe dedicado a la formación de los psicólogos de la 
salud,se abordará en primer lugar, las directrices derivadas de la Arden 
House Conference respecto a las exigencias y los posibles itinerarios de 
formación, así como las opiniones que, a este respecto, tienen los 
autores de mayor relevancia en este campo; en segundo lugar, se 
tratarán las distintas instituciones que podrían proporcionar tal 
formación, con las ventajas e inconvenientes asociadas a cada una de 
ellas; y finalmente, el estado actual de la formación en Psicología de la 
Salud en nuestro país. 
1.1 Directrices respecto a las exigencias y los itinerarios posibles de formación 
El primer programa de formación en psicología de la salud fue creado en 
1975 en la Universidad de California en San Francisco. La importancia 
de plantearse la formación adecuada que deberían recibir los psicólogos 
de la salud, una de las primeras cuestiones que debe plantearse 
cualquier disciplina en su nacimiento, ya fue expresada por Adler, Cohen 
y Stone (1979) en el primer manual sobre psicología de la salud, como lo 
reflejan sus propias palabras: 
“Puesto que en el pasado no han existido programas de educación 
formal en Psicología de la Salud todos los que actualmente funcionan en 
el campo provienen de alguna de las especializaciones preexistentes. 
Ahora, sin embargo, es importan te considerar el tipo de formación que 
es apropiada para los que serán la siguiente generación de psicólogos 
de la salud” (pág. 583). 
Además, estos autores ya dieron algunas ideas sobre cómo pensaban 
que debería ser esta formación, ideas que después aparecerían 
recogidas Arden House Conference: 
“Si cada uno de los campos de la Psicología es relevante para la 
Psicología de la Salud, entonces necesitamos una formación que adapte 
las teorías y los métodos de esos campos a los requerimientos del 
trabajo en el sistema de salud. La formación postdoctoral puede ser la 
más apropiada como un medio de preparar a los psicólogos ya formados 
en una especialización a utilizar sus habilidades en áreas relacionadas 
con la salud. Los departamentos universitarios pueden facilitar los 
esfuerzos de los estudiantes que deseen llevar a cabo su trabajo de 
investigación sobre un problema de salud, preparándose así para una 
carrera en el sistema de salud y pueden ofrecer cursos y seminarios 
centrados en aspectos relacionados con la salud.” (pág. 584). 
También Olbrisch y Sechrest (1979) recomendaron que las personas 
interesadas en seguir la carrera profesional de psicología de la salud 
deberían recibir cursos relacionados con los contenidos básicos de todas 
las áreas de la psicología, además de algunos de especialización en el 
campo de la salud. Olbrisch, Kurtz y Matarazzo (1981) aconsejaban la 
implantación de programas formales de “residencia” en centros 
sanitarios, programas que fueran específicos para psicólogos de la salud 
y no incardinados dentro de programas destinados a la formación en 
otras áreas como psicología clínica, que era lo más habitual. De hecho, 
en una revisión de Belar, Wilson y llugues (1982) se identificó en los 
Estados Unidos 42 programas que ofrecían formación predoctoral en 
psicología de la salud, de los cuales, sólo 6 eran programas específicos, 
y el 70% eran programas en los que la psicología de la salud se 
enseñaban en el marco de la formación en otras áreas, como psicología 
social, escolar o clínica. El primer programa especializado en psicología 
de la salud fue el programa aplicado en el Centro Médico de Palo Alto 
(Matarazzo y Carmody, 1983). En estos momentos, son 46 los 
programas centrados en psicología de la salud (Belar y Deardorff, 1995). 
Swan, Piccione y Anderson (1980) protagonizaron uno de los primeros 
intentos de trazar sugerencias específicas respecto a la formación de los 
psicólogos de la salud. Sus ideas incluían los siguientes aspectos: 
1. Formación en un programa de doctorado aplicado en psicología, que 
incluya conocimientos de evaluación e intervención comportamental, así 
como principios científicos generales acerca de la conducta humana 
2. Epidemiología 
3. Anatomía, fisiología y Psicofisiología 
MÓDULO 0503- PSICOLOGÍA TEÓRICA I EL CAMPO GENERAL TEÓRICO DE LA PSICOLOGÍA DE LA SALUD 
 
 UNIDAD III. LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA SALUD 
 
4. Farmacología, especialmente en las áreas del tratamiento del dolor y 
del estrés 
5. Intervenciones médico-quirúrgicas ante distintas enfermedades 
6. Instrumentación en el área de registro de datos psicofisiológicos y 
técnicas de evaluación 
7. Tratamientos especializados como biofeedback e hipnosis, entre otros 
8. Aspectos clínicos generales respecto a los pacientes médicos, y 
9. Neuropsicología 
 
En mayo de 1983, un grupo formado por más de 50 líderes en 
Psicología de la Salud se reunieron en la Arden House en Harriman, 
Nueva York para discutir acerca de la formación estándar que deberían 
recibir en el futuro los psicólogos de la salud. Los participantes en esta 
reunión, conocida formal mente como la National Working Conference 
on Education and Training in Health Psychology trataron dos grandes 
cuestiones (Boll, 1987): La primera era la naturaleza del programa 
general en psicología que deberían recibir los psicólogos de la salud. La 
segunda era si éstos deberían o no formarse para poder prestar 
servicios sanitarios. En caso afirmativo, si deberían establecer dos 
itinerarios formativos, uno para los que fuesen a prestar servicios 
sanitarios y otro para los investigadores y docentes o profesores 
(Sheridan y Choca, 1991; Brannon y Feist, 1992). 
Con respecto a la primera cuestión, los participantes acordaron que los 
psicólogos de la salud deberían recibir un cuerpo sólido de formación 
general en áreas tales como últimos avances en la investigación y 
diseños experimentales; metodología y análisis estadísticos; bases 
biológicas, cognitivas y sociales de la conducta; y diferencias 
individuales. En definitiva, por lo que se refiere a la primera cuestión 
planteada, en la Conferencia se acordó que los programas que tomaran 
por nombre “Psicología de la salud” deberían incluir conocimientos 
estandarizados sobre psicología general (Boll, 1987). 
Con respecto a la segunda cuestión, los participantes mostraban 
mayores divergencias de opinión. Algunos consideraban que no todos 
los psicólogos de la salud tenían por qué ser profesionales sanitarios, 
por lo que todos los estudiantes no necesitaban ser formados para 
prestar este tipo de servicios (Elliott, 1983). Otros participantes, sin 
embargo, defendían la idea de que los psicólogos de la salud necesitan 
un fuerte bagaje clínico y se basaban en el modelo del 
científico/profesional surgido a partir de la Conferencia de Boulder 
celebrada el año 1949. Más tarde, Istvan y Hatton (1987) examinaron 
con detalle los programas de formación existentes hasta el momento, 
encontrando que cerca de la mitad consideraban que era necesaria la 
formación clínica para crear psicólogos que pudieran prestar servicios 
profesionales. Los autores del informe sugerían la idea de que los 
psicólogos de la salud necesitan recibir una formación que los capacite 
para ejercer como profesionales sanitarios, debido al fuerte incremento 
de empleo en los hospitales, facultades de medicina y facultades de 
ciencias sociales. 
En esta reunión, además, se trató una ligera discrepancia acerca de si 
los psicólogos de la salud necesitaban ser formados, al menos, hasta el 
grado de doctores. Esta polémica ya había sido señalada por Adler, 
Cohen y Stone (1979) unos años antes, junto a un posicionamiento muy 
claro: 
“Algunos psicólogos dudan de la deseabilidad de dirigir programas de 
doctorado de psicólogos en contextos médicos... Expresan su 
preocupación acerca del número escaso de facultades de Psicología... 
Con respecto al número de psicólogos disponibles, hay suficientes 
psicólogos presentes en muchas facultades de Medicina para permitir el 
desarrollo de programas en Psicología de la Salud.” (pág. 584-585). 
En la Conferencia, algunos expertosconsideraban que, si los estudios 
de doctorado estaban pensados con el fin de preparar a los estudiantes 
para seguir un proceso continuado de autoformación, entonces una 
formación postdoctoral “formal” podía resultar innecesaria. Además, 
como señala Bishop (1994), algunos participantes en la conferencia 
temían que prolongar excesivamente la formación de los psicólogos de 
la salud, los colocaba en una situación de inferioridad en el mercado 
laboral. Sin embargo, la mayoría recomendaron formación postdoctoral, 
que incluyese al menos, dos años de formación especializada en 
psicología de la salud, después de una licenciatura o graduación en 
psicología general (Belar, 1987; Matarazzo, 1987a). Según los 
participantes en la Conferencia, esta formación debería ser necesaria 
para poder obtener la licencia para ejercer como profesional sanitario, 
idea que también es apoyada por algunos autores europeos (Jansen, 
Methorst y Kerkhof, 1990), pero que todavía aparece poco reflejada en la 
práctica en estos países, en los que la tendencia es a realizar un máster 
aplicado al finalizar la licenciatura, como se aprecia en la revisión 
realizada por Methorst, Jansen y Kerkhof (1990) sobre el panorama 
internacional en la formación del psicólogo de la salud. 
Matarazzo (1987a) y Shendan (1988) defendían el doctorado en 
psicología general enfocándolo hacia la psicología de la salud, que 
incluyese un año predoctoral de residencia. Después, esta formación 
pc
Resaltado
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 UNIDAD III. LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA SALUD 
sería seguida por una residencia postdoctoral de dos años centrada en 
el desarrollo profesional con una orientación más bien amplia respecto a 
los servicios sanitarios, justificando esta orientación por los diferentes 
tipos de pacientes que se puede atender en un hospital general. Además 
se preocuparon en matizar que estos dos años no deberían considerarse 
como un extra deseable, sino como un componente esencial para 
ejercer profesionalmente con licencia en este ámbito (Sheridan y cols., 
1988). Matarazzo recomendaba que cada estudiante en formación 
debería trabajar profesionalmente con distintos tutores o supervisores, 
tanto psicólogos como médicos, con el fin de adquirir una experiencia 
semejante a lo que se iba a encontrar en su futuro profesional. Estos 
supervisores de la formación de los psicólogos deberían reunir algunas 
características que recientemente han sido señaladas por Belar y 
Deardorff (1995): 
1. Competencias especiales en psicología clínica de la salud 
2. Sensibilidad respecto a los aspectos éticos en la supervisión 
3. Claridad y especificación del modelo de supervisión que se va a 
seguir con sus metas y metodología 
4. Disponibilidad respecto al estudiante supervisado 
5. Perspectiva y conocimiento del campo de la psicología clínica de la 
salud 
6. Conocimiento del sistema sanitario 
7. Afiliación a grupos profesionales adecuados 
Finalmente, a pesar de la predicción de que los puestos de trabajo para 
los psicólogos de la salud iban a aumentar rápidamente en los Estados 
Unidos, y probablemente en muchos otros países, casi todos los 
expertos en el campo sugerían que el tiempo de formación no debía 
acortarse y que el nivel debía mantenerse alto. Los psicólogos de la 
salud que hubieran recibido una formación doctoral en el modelo del 
científico/profesional y además, hubieran realizado dos años de 
residencia adicionales serían capaces de desempeñar trabajos muy 
variados relacionados con el campo de la salud (Brannon y Feist, 1992). 
Según Miller (1987), los dos aspectos del modelo del científico-
profesional (Conferencia de Bouder, 1949) son especialmente 
importantes para la Psicología de la Salud, especialmente en sus 
primeras fases de rápido desarrollo. Como el autor ya afirmara 
anteriormente (Miller, 1983): 
“Existe una interacción recíproca y simbiótica entre el laboratorio y la 
clínica. La clínica sugiere y plantea nuevos y significativos problemas 
para su investigación en el laboratorio, y ésta produce nuevos 
conocimientos que proporcionan la base para aplicaciones clínicas 
innovadoras. Los profesionales necesitan una profunda comprensión de 
las técnicas y procedimientos de investigación para ser capaces de 
evaluar críticamente los resultados de los estudios publicados en la 
literatura, con el fin de aprovecharse de los buenos trabajos y no dejarse 
guiar por los trabajos inadecuados. Los clínicos han descubierto que la 
formación en investigación es muy valiosa también para conseguir 
introducirse en los nuevos centros médicos convirtiéndose en asesores 
para sus colegas médicos. Esta formación también es útil en el 
desarrollo y evaluación de nuevos procedimientos. La recogida 
sistemática de datos clínicos por parte del profesional puede ayudarle a 
evaluar sus propias técnicas y refinar su habilidad. En mayor escala, los 
estudios cooperativos de costes-eficacia pueden convencer a los 
administradores, que están cada vez más presionados para frenar la 
rápida escalada en gastos médicos, de que les interesa pagar por los 
servicios de un clínico con formación comportamental” (Miller, 1987, 
pág.5-6). 
Finalmente, concluye Miller (1987): 
“La formación en investigación de los psicólogos ha sido, y continuará 
siéndolo, una de las mayores fuerzas a la hora de abrir nuevas áreas de 
aplicaciones. Pero, además de asegurar nuevas ideas acerca de 
problemas significativos que surgen del contacto con el fenómeno 
clínico, el psicólogo cuyo interés primario se centra en la investigación 
necesita a menudo algunas de las habilidades y la sensibilidad del 
clínico con el fin de tratar eficazmente a las personas en un centro 
médico” (pág.6). 
Además, parece interesante y pertinente la reflexión de este autor, de 
que con la multitud de cosas que es deseable conocer, existe un peligro 
considerable de diseñar un curriculum para los psicólogos de la salud 
que sea tan amplio como superficial. Según Miller (1987), se puede 
esperar que los licenciados formados en psicología de la salud tengan 
por delante una carrera profesional de al menos 30 o 40 años. Dado que 
en ese tiempo, lo más probable es que se produzcan cambios 
importantes y que resulta difícil anticipar qué tipo de cambios se 
producirán, los estudiantes de psicología de la salud tendrán que estar 
preparados para continuar aprendiendo de su propia disciplina y de otras 
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 UNIDAD III. LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA SALUD 
 
relacionadas en las próximas décadas. Para conseguirlo, el autor da 
algunos consejos muy concretos: 
- Transmitir a los estudiantes confianza en el aprendizaje por sí mismos 
sin la presencia de un profesor 
- Que los estudiantes dominen la lectura y escritura en lengua inglesa, 
así como conocimientos en matemáticas, biología, ciencias sociales y 
psicología a ser posibles aprendidos en relación con el ámbito de la 
salud 
- Que los estudiantes tengan una comprensión global de cómo la ciencia 
se desarrolla y progresa 
- Que aprendan a juzgar la calidad de una investigación con ejemplos de 
investigaciones en las que se cometieron errores 
- Que tengan a su disposición artículos originales de la literatura que 
ilustren cómo una explicación comúnmente aceptada puede ser rebatida 
- Que conozcan y dispongan de estudios de caso que reflejen la correcta 
e incorrecta aplicación del conocimiento y técnicas psicológicas a casos 
prácticos 
- Que los profesores intenten individualizar al máximo la formación 
teniendo en cuenta las capacidades e intereses de los distintos alumnos. 
En resumen, la formación ideal de los psicólogos de la salud surgida de 
la Arden House Conference, consiste en un primer nivel predoctoral en 
el que el estudiante adquiere una buena base en psicología general y 
metodologíade investigación complementada con algunos cursos o 
asignaturas especializados en psicología de la salud, en los que los 
estudiantes tienen la oportunidad de aplicar los principios generales de 
la psicología a aspectos relacionados con el sistema de salud y de 
adquirir habilidades de evaluación e intervención en este tipo de 
problemas. Seguidamente, se recomiendan experiencias de 
“aprendizaje” o prácticas en las que los estudiantes puedan aplicar lo 
que han aprendido a problemas prácticos, lo cual puede llevarse a cabo 
a través de residencias en instituciones que presten servicios sanitarios 
con supervisión de otros psicólogos que trabajen en el centro. Se prevé 
que puedan existir dos itinerarios de formación distintos para los 
estudiantes interesados en ejercer su profesión como investigadores 
básicamente y los que están interesados en la clínica atendiendo 
pacientes. La experiencia de las prácticas tendría un contenido acorde 
con tales intereses. Para los primeros, se trataría de diseñar, dirigir, 
publicar investigaciones y realizar proyectos de investigación con el fin 
de obtener becas o financiación para sus proyectos. Para los segundos, 
se trataría más bien de hacer que se enfrentaran al mayor número de 
situaciones clínicas posible. Finalmente, y en tercer lugar, los 
participantes a la Conferencia en general defendieron la necesidad de 
profundizar todavía más en la formación, a través de dos años de 
estudios postdoctorales, también con la posibilidad de proseguir en los 
dos diferentes itinerarios de formación comenta dos anteriormente. 
En cuanto a los contenidos, en la Conferencia de Arden House se 
acordó que la formación de los psicólogos de la salud debería incluir los 
siguientes aspectos (Stone, 1983, pág. 15-17): 
1. Ofrecer dos grandes opciones de formación: científica y profesional 
2 Las instituciones responsables de la formación deberán tener los 
suficientes recursos para asegurarse de que los estudiantes reciben una 
formación global no limitada a una única metodología ni orientación 
teórica 
3 Experiencias y contenidos que enfaticen el papel de diversas 
características (culturales, étnicas, de género, estilo de vida, edad, etc.) 
tanto en los profesionales como en los usuarios del sistema de salud 
4 Combinación de teoría y práctica incluida la participación en alguna 
investigación bajo la dirección de un supervisor 
5. Énfasis en la metodología de investigación, incluyendo métodos 
bioestadísticos, además de los habitualmente usados en psicología 
6. Entrenamiento de habilidades para la colaboración con otros 
profesionales 
7. Énfasis en el impacto del psicólogo de la salud en los pacientes, las 
familias, la institución sanitaria... 
8. Instrucción en aspectos profesionales, éticos y legales. 
9. Instrucción sobre la organización del sistema sanitario y la 
administración sanitaria 
10. Entrenamiento en habilidades de evaluación e intervención 
11. Para los psicólogos de la salud que se dedicarán a tareas clínicas, 
una residencia de al menos un año de duración en un programa 
interdisciplinar llevado a cabo en un centro sanitario, con énfasis tanto 
en aspectos psicológicos como médicos 
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 UNIDAD III. LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA SALUD 
12. Los supervisores deberían ser preferentemente psicólogos de la 
salud con una formación adecuada que les permita la práctica 
profesional de la psicología de la salud y ser un modelo de profesional 
científico-aplicado. 
A pesar o además de todo ello, sería conveniente que se dotara a los 
alumnos a lo largo de este proceso con las habilidades necesarias para 
seguir autoformándose en el futuro, con el fin de, así, poder ir 
adaptándose a las demandas cambiantes de la sociedad respecto a 
nuestra disciplina. 
Finalmente, desde mi punto de vista, creo que una formación óptima de 
futuros psicólogos de la salud debe incluir e integrar tanto aspectos que 
pueden resultar más teóricos desde una primera aproximación como 
aspectos más aplicados que pueden dar sus frutos en el buen ejercicio 
profesional. 
Estos aspectos más aplicados, además de incluir los conocimientos 
acerca de los principales problemas de salud tratados y de las 
principales técnicas terapéuticas, están referidos al dominio de las 
habilidades necesarias para aplicar estas técnicas haciendo especial 
énfasis en la necesidad de adaptarlas a las características de quien o 
quienes las reciben. También, se trata, dentro de estos aspectos más 
aplicados, de que el estudiante se forme (no sólo se informe y mucho 
menos se deforme) en las principales actitudes que resultan 
aconsejables si no imprescindibles para el buen ejercicio profesional, 
entre las que cabe destacar las siguientes: 
- Afán investigador y espíritu crítico. Teniendo en cuenta que el 
profesional debe estar en un proceso de continuo reciclaje, tan 
importante como los conocimientos que el estudiante adquiera en 
relación con la Psicología de la Salud lo es el interés y la motivación por 
seguir formándose y por investigar en el campo o área en que vaya 
especializándose con el tiempo. 
Empatía. Como ya defendió Rogers, la empatía constituye una de las 
actitudes clínicas básicas que se traduce en el interés y la capacidad por 
ponerse en el lugar del paciente o cliente, intentando colocarse en su 
mismo campo fenomenológico. La empatía se convierte en una actitud 
aconsejable, necesaria y ética no sólo cuando el psicólogo se enfrenta a 
los distintos tipos de pacientes que pueden necesitar un apoyo 
psicológico (sobre todo en aquellas enfermedades, como el SIDA, que 
generan rechazo entre la población y suelen ir acompañadas de un 
fuerte sentimiento de soledad), sino también cuando el psicólogo entra 
en contacto con “posibles futuros pacientes” en los programas de 
promoción de la salud y prevención de la enfermedad, con el fin de 
entender las razones que les lleva a mantener determinadas conductas 
relacionadas con la salud. 
- Flexibilidad, para aplicar las distintas técnicas a los grupos diana en 
educación para la salud o a los pacientes en el tratamiento psicológico 
ante determinadas enfermedades teniendo siempre en cuenta las 
características personales o del grupo y las circunstancias que 
concurren. El fin último es evitar a toda costa la actuación automatizada 
del psicólogo como un mero aplicador rígido de “recetas”, al estilo de 
una máquina de coca-colas. En educación para la salud y también en la 
clínica, en muchas ocasiones el psicólogo debe saber reajustar su 
estrategia en apenas unos segundos. 
- Tolerancia. La tolerancia debería ser una actitud de uso obligado para 
todo ciudadano, ya que su contraria, la intolerancia es una de las armas 
más peligrosas en la convivencia. Sin embargo, en un psicólogo que va 
a trabajar con personas que se sienten rechazadas, cuando el estigma 
social es más o menos real, ya estemos hablando de un 
drogodependiente, de una prostituta o de una persona con SIDA, esta 
actitud se hace imprescindible y también la transmisión de esta 
tolerancia en cuantos actos educativos participe, siempre que le sea 
posible 
- Actitud de trabajo abierta y de colaboración con otros profesionales de 
la salud: médicos, personal de enfermería... La actitud de colaboración 
con otros profesionales, acorde con el modelo biopsicosocial, también 
implica cierta tolerancia, pero esta vez no hacia los pacientes, sino 
también hacia los propios colegas. Si tenemos en cuenta que el 
psicólogo de la salud ejerce su profesión en una institución sanitaria 
donde los médicos, como consecuencia de su presencia ancestral como 
figuras legitimadas socialmente para sanar a la población, tienen el 
mayor estatus, el psicólogo, que resulta una figura relativamente nueva, 
debe aprender a ser tolerante respecto a algunas actitudes de 
prepotencia médica, lo que no implica que abandone una actitud 
beligerante en cuantoa la inmersión progresiva del psicólogo en nuestro 
sistema de salud. Asimismo, la actitud de tolerancia hacia otros 
profesionales, debe ir acompañada del dominio progresivo de algunos 
conocimientos y términos de mayor relevancia para hacer posible la 
colaboración imprescindible en el ámbito sanitario. Obviamente, el 
psicólogo de la salud no tiene la obligación de ser un especialista en 
medicina. Tampoco el médico tiene porqué especializarse en psicología, 
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pero, junto con Cott (1986) parto de la idea de que para comenzar a 
operacionalizar el modelo biopsicosocial es necesario que los distintos 
profesionales de la salud creemos un vocabulario común con el que 
comunicamos, y tengamos una idea general de en qué consiste el 
trabajo de los otros profesionales. No hace falta decir lo conveniente que 
sería que esta misma sensibilidad se extendiera por las Facultades de 
Medicina. 
- Reconocimiento y aceptación de los propios límites. Para finalizar esta 
exposición de las actitudes que considero deseables en un psicólogo de 
la salud, y que por lo tanto, deberían ser tenidas en cuenta a la hora de 
planificar la formación de los futuros profesionales, me parece que una 
de las más importantes es el reconocimiento y aceptación de los propios 
límites, dado que la psicología de la salud, por su objeto de trabajo 
puede enfrentar fácilmente a los profesionales a situaciones, como el 
tratamiento de personas con enfermedades infecciosas, de personas 
que se mueven dentro de un ambiente absolutamente marginal, que han 
cometido algún tipo de delito como es el caso de las agresiones 
sexuales, o simplemente el caso de los enfermos termina les, a las que, 
por una diversidad de motivos, el profesional puede no sentirse capaz de 
ayudar con la mayor eficacia. Ante estas situaciones, al psicólogo de la 
salud y en general, al psicólogo, le honra el reconocer sus limitaciones y 
saber derivar un determinado caso a otro colega. 
1.2. Instituciones responsables de la formación 
Otra cuestión relevante es cuáles serían los lugares o instituciones 
ideales para la formación de los psicólogos de la salud. El autor de este 
libro con cuerda con Singer (1987) en que, dado que no existe un único 
modelo de formación que incluya completamente todo lo que cualquier 
psicólogo de la salud debería conocer, debido a la amplia gama de 
actividades que éstos pueden desempeñar, tampoco necesariamente 
existe una única institución que sea mejor que las demás para formar a 
todos los psicólogos de la salud que la sociedad precisa. Sin duda, 
existe una gran diversidad de instituciones que pueden hacerse 
responsables de esta formación, cada una de las cuales cuenta con sus 
ventajas y desventajas. Kaplan, Sallis y Patterson (1993) señalan como 
las principales instituciones en que un psicólogo de la salud puede 
recibir su formación, los departamentos universitarios, las facultades de 
Medicina y las facultades de Salud Pública. 
Así, la formación en los departamentos universitarios (Rodin y 
Freedman, 1987), la más habitual por el momento, tiene las ventajas de: 
- Reforzar la identificación y la participación de la psicología de la salud 
en la psicología como disciplina, haciendo comprender su naturaleza 
intradisciplinar 
- Facilitar el contacto con otros departamentos de interés como los de 
sociología, etc. 
- Enfatizar, quizás mejor que en ninguna otra institución, la investigación 
básica y la actividad académica, que son puntales muy importantes para 
una futura psicología de la salud 
- La existencia de una financiación estable para los programas, y 
- La movilidad que permite entre los distintos departamentos. 
A cambio, también existen desventajas como: 
- La “compartimentalización” o “departamentalización” de los 
conocimientos 
- La tendencia a seguir pedagogías conservadoras 
- Su ubicación en ocasiones lejos de instituciones sanitarias, y 
- La dependencia o falta de autonomía que provoca no poder 
autofinanciarse y tenerlo que hacer a través de órganos de gobierno o 
entidades privadas. 
La formación en centros académicos médicos (Levin y Swencionis, 
1987) compuestos por una facultad de medicina, su hospital u hospitales 
universitarios y en ocasiones, otros hospitales afiliados, tiene grandes 
ventajas relacionadas sobre todo con: 
- La posibilidad que brinda al estudiante de aprender el vocabulario 
médico 
- Asimilar los elementos de su cultura en la propia identidad profesional 
al compartir las clases con estudiantes de medicina 
- Permitir el aprendizaje del mundo sanitario a través de una residencia 
- Ofrecer una amplia variedad de oportunidades para investigar y para 
colaborar con otros profesionales, y 
- La facilidad para conseguir ayudas económicas, por ejemplo, de labora 
torios que financien trabajos de investigación. 
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Sin embargo, el ritmo de trabajo en un centro sanitario y la presión 
asistencial lleva en ocasiones a algunos aspectos negativos para la 
formación del psicólogo de la salud, como por ejemplo: 
- La rapidez y urgencia del trabajo 
- El recibir presiones para atender pacientes y casos para los que 
todavía no se está suficientemente formado, y 
- La falta de atención a la investigación básica por las intensas 
demandas en la aplicación de los conocimientos, que puede convertir al 
estudiante en un técnico más que en un psicólogo de la salud, por lo 
cual, sería conveniente que el estudiante mantuviera algún contacto 
formativo con un centro académico. 
Finalmente, la formación del psicólogo de la salud puede ser llevada a 
cabo en Escuelas de Salud Pública (Matthews y Siegel, 1987) donde los 
estudiantes pueden beneficiarse especialmente de: 
- La comprensión de la historia de la investigación e intervención en gran 
des problemas de salud que han azotado a la humanidad 
- Su acercamiento orientado al problema 
- El énfasis en la prevención 
- Un modelo de intervención centrado en el cambio ambiental 
- La consideración como unidad de análisis del grupo, la comunidad o la 
población 
- Su acercamiento interdisciplinar, y 
- Las excelentes oportunidades para investigar. 
Todo ello, a través de una formación que incluye aspectos de 
epidemiología, bioestadística, ciencias de la salud ambiental y 
ocupacional, nutrición, servicios de salud, ciencias comportamentales y 
educación para la salud, y salud familiar y de la población. 
1.3. La formación del psicólogo de la salud en España 
En nuestro país y a nivel de estado todavía no disponemos de un 
programa oficial de la especialidad de psicología de la salud. Otros 
profesionales de la salud, como los médicos o los farmacéuticos vienen 
formándose en España como especialistas desde comienzos de 1970 
mediante un sistema estatal homologado, el sistema de Internos 
Residentes (Reig, 1989). Durante el gobierno de la UCD se planteó y se 
aceptó un programa a nivel estatal para psicólogos internos residentes 
(PIR) realizándose esta primera y única convocatoria en 1977. Más 
tarde, en noviembre de 1981 se presentó un proyecto de ley de 
regulación de la formación de los psicólogos por parte del grupo 
socialista que se encontraba en la oposición, pero no llegó a concretarse 
en ley. Mientras tanto, las comunidades autónomas han intentado suplir 
esta ausencia de programas de especialización, como es el caso de 
Asturias donde la Consejería de Sanidad ha realizado varias 
convocatorias para cubrir el Programa de Formación en Salud Mental 
para postgraduados en psicología; o el caso de Andalucía, Comunidad 
en la que se aprobó en 1986 la creación del programa de Formación 
Postgraduada para psicólogos para la salud mental. Más tarde se hanllevado a cabo programas en casi todas las comunidades autónomas, 
como el País Vasco, Cantabria, Castilla-León, Cataluña... La duración de 
estos programas suele ser de dos años, tras los cuales se obtiene un 
diploma de capacitación, que no obstante no es reconocido por el 
Ministerio de Educación y Ciencia como titulación de especialista. Sus 
contenidos suelen tener un objetivo prioritario, el de la formación de 
psicólogos clínicos en la red de salud mental pública. 
Desde hace muy pocos años, se dispone de un programa de formación 
postgraduada de especialistas en psicología clínica y un sistema PIR 
(Psicólogos Internos Residentes) que diseña las bases de la formación 
de estos profesionales. Por tanto, la vía de especialización que se apoya 
en la actualidad para el ejercicio profesional de la psicología de la salud 
es a través de la especialidad en psicología clínica y no de la psicología 
de la salud por sí misma, si bien en la definición que se hace de la 
primera se incluyen gran parte de los aspectos que hoy consideramos 
propios de la psicología de la salud (Reig, 1989). 
El programa PIR cuenta con un temario general común para todo el 
Estado Español. Los contenidos teóricos generales se engloban en los 
siguientes temas: 1) Psicología clínica: conceptos generales, 
concepciones teóricas y modelos de atención en salud mental; 2) 
Psicodiagnóstico y Evaluación psicológica en salud mental; 3) 
Psicoterapias y técnicas de intervención psicológica (individual, grupal, 
pareja y familia); 4) Técnicas de intervención psicosocial, institucional y 
comunitaria; 5) Psicopatología infanto-juvenil, de adultos y tercera edad; 
6) Evaluación de programas y servicios de salud mental, y; 7) Psicología 
clínica legal y aspectos jurídico-normativos en salud mental. El programa 
práctico se apoya en rotaciones por distintos dispositivos asistenciales 
de la red pública, entre los cuales se encuentran unidades de salud 
mental, hospital de día, centros de planificación familiar,... 
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Paralelamente, se está intentando reformar el Estatuto del Personal 
Sanitario del Instituto Nacional de la Salud. En esta reforma se prevé 
que el psicólogo sea considerado, junto con otros profesionales, 
personal facultativo y sanitario. No obstante, parece que existen una 
serie de inconvenientes por parte del Colegio Oficial de Médicos para 
que este proyecto se apruebe en estos momentos (Reig, 1989). 
A nivel universitario, hay que decir que pocos departamentos 
universitaríos españoles han establecido programas para formar a 
estudiantes en Psicología de la Salud (Rodríguez-Marín, 1991). Aunque 
es probable que la situación cambie en el futuro con la plena 
implantación de los nuevos planes de estudio de las diferentes 
universidades, hasta hace poco no había ninguna enseñanza de 
psicología de la salud a nivel pregraduado. Sin embargo, a nivel de 
postgrado han proliferado los cursos de Psicología de la Salud. Por un 
lado los denominados cursos máster y, por otro lado, cursos de 
postgrado sin esta denominación en muchas universidades como las de 
Granada, Madrid, Santiago de Compostela y UNED. También en 
algunas universidades existen programas de doctorado en Psicología de 
la Salud como la de Alicante, Granada, La Laguna y la Universidad 
Autónoma de Madrid. En otras universidades como la de Valencia 
también ha existido un curso de estas características en períodos 
anteriores. 
Aunque el objetivo de los cursos de doctorado es básicamente la 
dotación de las habilidades básicas para investigar en lo que se 
denomina la “suficiencia investigadora”, cada vez se pone mayor énfasis 
en su relevancia para una posible práctica profesional (Rodríguez-Marín, 
1991). Su estructura es común: dos años para cursar un total de 320 
horas tras las cuales hay que realizar una tesis doctoral. Los contenidos 
suelen coincidir en una primera parte que contiene aspectos 
metodológicos, experimentales y bases biológicas, cognitivas, afectivas 
y sociales de las conductas de salud... y una segunda parte con 
asignaturas acerca de temas más específicos relacionados con la 
Psicología de la Salud. Además, como es lógico, cada programa enfatiza 
unos temas y no otros relacionados con los intereses del departamento 
que los lleva a cabo. 
Para finalizar hay que recordar que la formación en Psicología de la 
Salud no sólo se debería dirigir a profesionales de la Psicología, sino 
también a otros profesionales de la Salud como médicos, enfermeros y 
trabajadores sociales. 
2. EL EJERCICIO PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA 
SALUD 
Si la Psicología de la Salud es una disciplina científica, también es una 
profesión, y parece importante resaltar ambos hechos, así como los 
aspectos relacionados con el estado actual de la psicología de la salud 
en tanto que ciencia y en tanto que práctica aplicada. Precisamente una 
de las características que definen la psicología de la salud es el gran 
crecimiento que ha experimentado desde su constitución, evidenciado 
no sólo por el número de investigaciones que los psicólogos han llevado 
a cabo en torno a los temas relacionados con la salud, sino también, por 
el aumento en el número de psicólogos que trabajan en los centros 
sanitarios. Concretamente, respecto a este segundo aspecto, hay que 
decir que en el monográfico de Octubre de 1990 del APA Monitor, más 
de 70 anuncios buscaban psicólogos para trabajar en centros de salud, 
frente a los 27 que Altman y Cahn (1987) encontraron como media 
mensual en 1982-1983 (Brannon y Feist, 1992). De los 70, quince 
incluían en la descripción de la persona necesitada el término “psicólogo 
de la salud” y los otros describían un centro o un trabajo que sugería un 
puesto relacionado con la salud, incluyendo facultades de medicina y 
universidades, investigación postdoctoral, residencias predoctorales y 
empleo en hospitales, clínicas, práctica privada, organizaciones de 
promoción de la salud y clínicas del dolor. 
En el presente epígrafe se abordan las cuestiones más importantes 
relacionadas con la profesión de la psicología de la salud: en primer 
lugar, las funciones y puestos de trabajo de los psicólogos de la salud; 
en segundo lugar, las habilidades y el estilo profesional deseables en el 
psicólogo de la salud; y finalmente, los aspectos éticos más relevantes 
que deben impregnar su quehacer profesional. 
2.1. Funciones y puestos de trabajo de los psicólogos de la salud 
El objetivo de que los participantes a la Conferencia de Arden House 
propusieran una formación que combinara la formación científica y las 
habilidades clínicas en la evaluación y la terapia, era que los psicólogos 
de la salud pudieran ocuparse de trabajos necesarios y existentes en las 
distintas instituciones sanitarias: hospitales, clínicas, organizaciones 
para la promoción de la salud y clínicas privadas (Tulkin, 1987). 
Ya desde hace bastante tiempo los psicólogos clínicos han aportado sus 
conocimientos y sus habilidades prácticas al tratamiento y evaluación de 
pacientes en consultas privadas, clínicas y hospitales especializándose 
en los trastornos mentales. Sin embargo, su trabajo en hospitales con 
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pacientes aquejados de enfermedades orgánicas es relativamente 
reciente. Y también lo es el tener que introducirse en la dinámica de 
colaboración de los equipos multidisciplinares que son la base de la 
asistencia sanitaria moderna (Tulkin, 1987). 
Una de las primeras declaraciones sobre las actividades propias de los 
psicólogos de la salud se puede encontrar en el capítulo de Adier, Cohen 
y Stone (1979) en el que al hablar de la formación de los psicólogos de 
la salud se afirma: 
“Talesprogramas en Psicología de la Salud formarían a los estudiantes 
para llevar a cabo todas las principales actividades en las que los 
psicólogos se compro meten: investigación básica y desarrollo de la 
teoría; enseñanza de conocimientos y teoría en cursos introductorios y 
prácticos en Psicología; asesoramiento e investigación aplicada con 
gente y organizaciones... y la aplicación directa de habilidades 
psicológicas a los problemas individuales de los pacientes.” (pp 584). 
Para estos autores, las cuatro grandes actividades en las que se espera 
que los psicólogos de la salud se impliquen son: la investigación, la 
enseñanza, el asesoramiento a otros profesionales y la provisión de 
servicios directos a los pacientes. Los lugares donde probablemente 
encontrarán empleo son: las facultades de Medicina, de Psicología, 
hospitales y clínicas, organizaciones de mantenimiento de la salud, 
centros asesores y práctica privada (Adler, Cohen y Stone, 1979). 
A nivel general y de modo introductorio, hay que decir que las funciones 
de los psicólogos de la salud vienen ya dadas en la propia definición de 
la disciplina, según la cual, éstos se ocuparían de: 
- La investigación acerca de los correlatos etiológicos de la salud y la 
enfermedad 
- La promoción de la salud y la prevención de la enfermedad 
- La formación y el ejercicio profesional 
- La intervención psicológica en la enfermedad, y 
- La mejora de las políticas de salud 
Kaplan, Sallis y Patterson (1993) en su manual clasifican las funciones 
de los psicólogos de la salud en: la asistencia a los pacientes, el trabajo 
comunitario y la enseñanza. 
Por lo que respecta a la actuación de los psicólogos de la salud en los 
centros sanitarios, según Tulkin (1987), por el momento, el modo de 
acceder como tales a la mayoría de estos centros es a través de los 
servicios que podemos ofrecer como psicólogos clínicos. En la medida 
en que las contribuciones de la psicología de la salud se perfilen más 
claramente, los psicólogos de la salud obtendrán un mayor 
reconocimiento y credibilidad y se establecerán descripciones 
específicas para el trabajo de estos profesionales así como 
procedimientos para obtener sus credenciales. Mientras tanto, Tulkin 
(1987) clasifica los servicios prestados por los psicólogos de la salud que 
trabajaban en clínicas y hospitales en varias categorías: 
1) Proporcionar alternativas al tratamiento farmacológico, como por 
ejemplo, el biofeedback como alternativa a los analgésicos para los 
pacientes con cefaleas 
2) Asistencia primaria a los pacientes con enfermedades físicas que 
responden favorablemente a los tratamientos psicológicos, como por 
ejemplo, el dolor crónico y algunos problemas gastrointestinales 
3) Servicios relacionados con la psicología clínica tradicional, incluyen do 
el tratamiento psicológico auxiliar de pacientes hospitalizados 
4) Ayudar a los enfermos hospitalizados a afrontar problemas y 
procedimientos médicos o a pacientes crónicos a adaptarse a su 
enfermedad 
5) Ayudar a incrementar la adherencia de los pacientes a sus 
tratamientos médicos. 
Belar y Deardorff (1995) enumeran algunas de las actividades propias 
del psicólogo clínico de la salud: 
1. Evaluación de candidatos para la implantación de prótesis de pene, 
fecundación in vitro, transplantes de órganos. 
2. Desensibilización de los miedos producidos por tratamientos médicos 
y dentales, incluido la anestesia, el parto o procedimientos de resonancia 
magnética. 
3. Tratamiento para incrementar el afrontamiento del dolor. 
4. Intervenciones para controlar los síntomas tales como el vómito en la 
quimioterapia, el rascado en la neurodermatitis o la diarrea en el 
síndrome del colon irritable. 
5. Grupos de apoyo para las enfermedades crónicas, rehabilitación 
cardiaca, pacientes seropositivos o familias de enfermos terminales. 
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6. Entrenamiento para superar handicaps físicos después de un trauma, 
reentrenamiento cognitivo después de un infarto... 
7. Programas de cambio conductual para los factores de riesgo tales 
como fumar, peso excesivo y estrés. 
8. Tratamiento de problemas de los equipos médicos tales como el 
burnout, problemas de comunicación y conflictos de role. 
9. Programas de desarrollo de la adherencia de los pacientes. 
10. Consultas para desarrollar programas de promoción de la salud en el 
lugar de trabajo y tratamiento del estrés ocupacional. 
11. Desarrollo de servicios psicosociales para pacientes oncológicos 
12. Evaluaciones neuropsicológicas para el establecimiento de línea 
base, diagnóstico y planificación del tratamiento. 
Además, Tulkin (1987) denuncia y alerta de la existencia de una serie de 
barreras institucionales para la práctica de la psicología de la salud en 
los centros sanitario, que resume en los siguientes puntos: 
1) El psicólogo de la salud pretende ocupar un campo y atender unos 
problemas, que aunque son reconocidos en su existencia por parte de 
los administradores sanitarios, dejan entrever las deficiencias del trabajo 
del personal médico, que al ocupar puestos de poder en un sistema 
basado en el modelo de enfermedad, tenderá a resistirse a nuestra 
entrada en el campo de la salud 
2) La derivación de casos a los psicólogos de la salud puede cambiar 
dramáticamente el papel de los médicos como “dispensadores de 
curación”, lo que puede afectar seriamente el autoconcepto de la 
profesión médica 
3) Para poder ser eficaces, los psicólogos de la salud deberían formar 
parte de la estructura del sistema sanitario, no sólo físicamente 
trabajando en los centros médicos, sino colaborando con idéntico 
estatus al de los médicos en equipos multidisciplinares 
4) Los psicólogos de la salud precisan conocer los valores que se 
mantienen en el ámbito sanitario, y ser muy cautos ya que, por ahora, 
somos huéspedes en un sistema sanitario dirigido por otros 
profesionales 
5) Con la entrada en el sistema sanitario, nos introducimos en un 
ambiente laboral del que forman parte distintas profesiones: médicos, 
enfermeros, asistentes sociales..., la única concesión que no es posible 
hacer es que la psicología de la salud pierda su estatus como profesión 
autónoma. 
Tulkin (1987) también habla en su trabajo de los servicios de los 
psicólogos de la salud relacionados con la promoción de la salud y la 
prevención de la enfermedad y afirma en relación con estos psicólogos, 
que pueden ser fácilmente contratados por organizaciones que tengan 
por meta la promoción de la salud, programas de prevención en la 
escuela o programas de bienestar en el lugar de trabajo. 
Finalmente, este autor se refiere a la investigación defendiendo la idea 
de que los psicólogos de la salud deben tener algún conocimiento en 
bioquímica y fisiología con el fin de poder contribuir en la investigación 
biomédica básica, como integrantes de equipos de investigación. Las 
aportaciones de la psicología de la salud al conocimiento de la influencia 
entre las variables médicas y psicológicas deben provenir de la: 
Investigación básica de laboratorio (Schneiderman, 1987), para la que 
resulta necesario el bagaje obtenido en la formación como psicólogo en 
general, pero además es necesario complementar esa formación con 
información acerca de las ciencias biomédicas, epidemiología, medicina 
comportamental y bases fisiológicas de la salud y la enfermedad. 
Investigación básica de campo (Adier, Taylor y Wortman, 1987), lo que 
capacita al investigador a aportar un apoyo teórico a algunos de los 
problemas más frecuentes de investigación con los que se encuentra un 
psicólogo de la salud y a refinar las bases teóricas a la luz del feedback 
proporcionado por el ambiente natural en el que se desarrollan las 
conductas, e Investigación aplicada para la que Singer (1987) 
recomiendauna formación compuesta por: 1) metodología general; 2) 
contenidos centrales para la psicología de la salud; 3) información 
acerca de las instituciones y organizaciones sanitarias; y 4) habilidades 
para la prestación de servicios psicológicas. Además de estas 
actividades y ámbitos de trabajo, el psicólogo de la salud también tiene 
otros campos de actuación potencial en: 
- El lugar de trabajo (Follick, Abrams, Pinto y Fowler, 1987), considerado 
un lugar en el que los programas de promoción de salud pueden ser 
aplicados idóneamente por su accesibilidad a un amplio segmento de la 
población 
- Su actuación a nivel comunitario, desde una perspectiva ecológica 
(Trickett, 1987) 
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 UNIDAD III. LA FORMACIÓN PROFESIONAL DEL PSICÓLOGO DE LA SALUD 
- En el ámbito de la salud pública (Faden, 1987) por lo que respecta a la 
evaluación e intervención en los estilos de vida, los riesgos para la salud 
y la distribución de recursos, y La política sanitaria (DeLeon y 
VandenBos, 1987), que incluye las leyes, normativas, directrices, 
estrategias, prioridades y metas relacionadas con la provisión de 
servicios sanitarios, la dirección de la investigación relacionada con la 
salud, y la formación de profesionales para los organismos locales, 
autonómicos, nacionales e internacionales, cuerpos legislativos, 
fundaciones, asociaciones y otros grupos privados y públicos. 
Finalmente, como un dato importante relacionado con las actividades 
que los psicólogos de la salud ya han estado llevando a cabo en los 
Estados Unidos en la década de los 80, la División 38 de la APA, cuenta 
con dos informes básicamente. Un estudio, realizado en 1983 por 
Altman y Cahn (1987) encontró que el 28% de la División estaba 
empleado en las Universidades, el 25% en centros médicos y el 20% en 
la práctica privada. El segundo, llevado a cabo por Houston (1988), 
mostraba que el 55% de los que respondieron a las encuestas, 
trabajaban en centros educativos. Los sujetos que contestaron en el 
estudio de Altman y Cahn (1987) afirmaron dedicar el 25% de su tiempo 
de trabajo a hacer terapia, el 15% en la investigación, el 10% en 
cuestiones administrativas, el 9% en la docencia y el 9% en labores 
diagnósticas. Los resultados del estudio de Houston (1988) enfatizaban 
más su trabajo clínico, con aproximadamente el 50% de los que 
trabajaban en centros educativos y el 95% de los que desempeñaban su 
actividad laboral en centros sanitarios. Resumiendo, se puede decir que 
los psicólogos de la salud que trabajan en centros educativos suelen 
combinar la enseñanza y la investigación. Los que lo hacen en centros 
médicos pueden enseñar a estudiantes de medicina, dirigir 
investigaciones, llevar a cabo actividades clínicas o alguna combinación 
de estas actividades. Y finalmente, los que ejercen en centros sanitarios 
suelen dedicar prácticamente la mayor parte de su tiempo en labores 
diagnósticas y de terapia, y más bien poco en enseñanza e investigación 
(Brannon y Feist, 1992). 
2.2. Habilidades profesionales técnicas y de carácter social deseables en el 
psicólogo de la salud 
Dentro de las habilidades profesionales aconsejables para el psicólogo 
de la salud, habría que distinguir entre las habilidades de tipo técnico 
necesarias para llevar a cabo algunas de las actividades asignadas a 
estos profesionales, y habilidades de tipo social, aconsejables teniendo 
en cuenta el contexto en que se desarrolla su trabajo. 
Por lo que respecta a las habilidades técnicas, según Tulkin (1987), en 
general, el psicólogo de la salud debería recibir formación en: 
- Conocimientos médicos acerca de trastornos específicos y del sistema 
sanitario 
- Conocimiento de psicología básica y de cuestiones relevantes de 
personalidad y psicopatología relacionadas con la salud 
- Conocimiento de acercamientos biopsicosociales a la evaluación y la 
intervención 
- Experiencia real en la prestación de servicios sanitarios como parte de 
un equipo interdisciplinar, y 
- Comprensión de los métodos de investigación para una evaluación 
continua de la eficacia de los servicios prestados. 
Respecto a las habilidades que serían más útiles para el psicólogo de la 
salud en el ejercicio de su profesión, Tulkin (1987) enfatiza las: 
- Técnicas de tratamiento breve 
- Intervenciones cognitivo-comportamentales 
- Terapia de grupo 
- Habilidades para hacer intervención en crisis y, 
- Conocimientos y habilidades para realizar evaluaciones 
comportamentales y neuropsicológicas. 
Además, tanto Tulkin (1987) como Weiss (1987) proponen que es 
necesario que los psicólogos de la salud que trabajen en centros 
sanitarios aprendan a formar parte de los equipos médicos, ya que el 
asesoramiento a médicos y personal de enfermería constituye una parte 
importante de su trabajo. En general, casi todos los participantes de la 
División 38 de la APA consideran que los psicólogos de la salud deben 
conocer al menos la terminología médica para poderse introducir 
eficazmente en unos centros que hasta ahora han sido dominio de los 
médicos, para poder comunicarse con ellos, y de este modo ser cada 
vez más aceptados en hospitales y clínicas. También, como se ha 
indicado anteriormente, Tulkin (1987) enfatiza la necesidad de que los 
psicólogos de la salud tengan conocimientos sobre bioquímica, fisiología 
y metodología de investigación con el fin de poder contribuir en la 
investigación biomédica básica, como integrantes de equipos de 
investigación. 
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Más recientemente Belar y Deardorff (1995) han destacado la enorme 
heterogeneidad de las actividades en evaluación, intervención y 
asesoramiento. Tanto es así que ningún psicólogo clínico de la salud es 
un experto en todas las áreas posibles de su profesión, debido a la 
diversidad y al volumen de información que engloba esta disciplina. Para 
estos autores, los psicólogos clínicos de la salud utilizan todo el rango de 
técnicas diagnósticas y terapéuticas de que se dispone en Psicología 
Profesional. Sus orientaciones teóricas incluyen pero no se limitan a la 
psicodinámica, comportamental, sistémica, existencial y acercamientos 
derivados del aprendizaje social. Y sus áreas de competencia deberían 
ser, al menos, seis de las siguientes: 
1. Terapias de relajación 
2. Psicoterapia individual breve 
3. Terapia de grupo 
4. Terapia familiar 
5. Habilidades de asesoramiento 
6. Habilidades de coordinación 
7. Evaluación de poblaciones específicas de pacientes 
8. Evaluación neuropsicológica 
9. Técnicas de modificación de conducta 
10 Biofeedback 
11. Hipnosis 
12. Habilidades para la promoción de la salud 
13. Habilidades para el desarrollo de grandes programas de tratamiento 
14. Habilidades para incrementar la motivación y adherencia 
Sin embargo, además del dominio de una serie de técnicas necesarias 
para llevar a cabo la actividad encomendada a los psicólogos de la 
salud, también habría que destacar la necesidad de que los psicólogos 
de la salud que va a trabajar en el contexto médico cuenten con una 
serie de habilidades profesionales de carácter social que facilitarán su 
integración en un contexto dominado por los profesionales médicos 
desde hace muchos siglos. Pérez (1993), basándose en los consejos de 
Belar, Deardorff y Kelly (1987) y Belar y Deardorff (1995) divide estas 
habilidades en, por un lado, las características personales del psicólogo 
y, por otro lado, su estilo profesional. 
Por lo que respecta a las características personales que podrían hacerse 
cómplices del éxito profesional cabría destacar las de: 
1. Tolerancia a la frustración. En general la práctica de la Psicología de 
la Salud es poco reforzante para el entusiasmoque se invierte en ella si 
se tiene en cuenta que el psicólogo debe introducirse en un ambiente en 
el que la figura del médico es dominante. 
2. Aceptación de la dependencia. Sobre todo en los primeros tiempos de 
interacción con el sistema sanitario el psicólogo de la salud tendrá que 
asumir ciertas dependencias de otras profesiones que llevan tiempo 
trabajando en el contexto sanitario: médicos, personal de enfermería,... 
3. Funcionamiento flexible. El psicólogo de la salud tiene que integrar 
diversos tipos de datos (biológicos, psicológicos y sociales) sin contar 
con una teoría unificada de la conducta que permita englobar todos esos 
datos. En este sentido tendrá que ser flexible en la medida en que tenga 
que operar con modelos locales, dependiendo de cada caso. Además, el 
psicólogo de la salud tiene que convivir con modelos médicos que a 
veces pueden parecer intimidantes por ser presentados de forma más 
precisa de lo que realmente son, a pesar de que los médicos no se 
priven de criticar la inexactitud de los modelos psicológicos. 
4. Acostumbrarse a la enfermedad. Debido al entorno en que se lleva a 
cabo su trabajo, el psicólogo de la salud debe acostumbrarse a convivir 
con pacientes de todo tipo, desde condiciones poco graves hasta 
situaciones terminales, procedimientos médicos aversivos, etc. 
5. Simpatía. Es muy importante tanto por lo que respecta al rapport con 
los pacientes, como por la relación con otros profesionales que suelen 
ver a los psicólogos y psiquiatras como personas raras y excéntricas, 
que el psicólogo de la salud sea activo, asertivo, abierto, agradable, 
práctico, con sentido común, cooperativo, sensible, comunicativo y 
reforzante. 
En lo que respecta al estilo profesional cabría hacer dos categorías: el 
estilo aconsejable en relación a los profesionales, y el estilo aconsejable 
en relación a los pacientes. 
Respecto a la relación con los profesionales, los autores aconsejan: 
1. Ser concreto, práctico y breve en la información, especialmente dada 
la fama que tienen los psiquiatras de ser personas poco prácticas y 
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dadas a informaciones demasiado generales acerca de los motivos de la 
gente basa das en teorías de dudosa validez. 
2. Aceptar los límites del propio conocimiento. El psicólogo debe evitar la 
imagen de un experto general en la conducta humana para lo que puede 
contribuir el pedir ayuda e información cuando sea apropiado, por 
ejemplo, al médico que remite el paciente. 
3. Evitar el fanatismo profesional. A pesar de que resulta positivo el 
entusiasmo en la propia profesión, hay que evitar mostrar a los médicos 
que nuestras técnicas constituyen una panacea. 
4. Cuidar el ego de los médicos. 
5. Estar dispuesto a defender al paciente. No obstante lo dicho anterior 
mente y dada la posición intermedia del psicólogo, a veces éste tendrá 
que tomar parte activa en la defensa del paciente ante el sistema 
sanitario y ante clínicos en particular. 
En la relación con los pacientes sería aconsejable: 
1. Evitar la mimetización con el médico. 
2. Tratar de establecer una relación amigable, basada en el contacto 
personal, la comunicación abierta y la comprensión de los modelos 
explicativos del paciente. 
3. Intentar no psicologizar los síntomas, ya que para muchos pacientes 
que se encuentran en una institución sanitaria resulta muy amenazante 
simplemente la sospecha de que se padece un trastorno mental. Más 
bien habría que enfocar el tema al paciente desde el punto de vista de la 
posibilidad de que exista algún factor psicológico que esté interfiriendo 
en su tratamiento o curación. 
4. Ser razonablemente optimista, esto es, es importante alentar la 
esperanza en los pacientes sometidos a condiciones críticas, aunque 
también lo es ofrecerles una visión realista de su situación y de la 
mejoría que pueden alcanzar a través de la intervención psicológica. 
En definitiva, se trataría de que el psicólogo de la salud, en su ejercicio 
profesional fuese capaz de aplicar una serie de habilidades técnicas que 
son indispensables para llevar a cabo las funciones que le son propias, 
pero además, que su estilo profesional o sus habilidades profesionales 
de tipo social, le ayuden a incardinarse, adaptarse y ser aceptado en un 
contexto tradicional mente dominado por los médicos, que pueden ver 
en la incorporación de los psicólogos al sistema sanitario, una amenaza 
para su prestigio y su poder. 
2.3. Aspectos éticos en la actividad profesional y en la investigación 
En ausencia de una ética natural, de unas normas que guíen nuestro 
comportamiento que nos vengan dadas innatamente desde instancias 
superiores, el ser humano no tiene más remedio que plantearse y decidir 
cuáles son los límites que él mismo se impone a su comportamiento. A 
pesar de que, desde siempre, las distintas sociedades y culturas han 
creado sistemas de normas acordadas o aceptadas por el grupo para 
hacer posible la convivencia, creo que podemos decir que uno de los 
mayores logros de la humanidad ha sido el progreso en la creación de 
códigos cada vez más respetuosos con la libertad y la integridad de los 
seres humanos. Un ejemplo de estos códigos, a un nivel universal, es la 
Declaración de los Derechos Humanos. Otro ejemplo de código, que se 
refiere a un ámbito mucho más restringido, son los códigos 
deontológicos profesionales. 
Concretando en lo que se refiere a nuestra disciplina, creo que el 
comportamiento ético constituye una parte consustancial de la propia 
práctica del psicólogo de la salud, y en general, de cualquier psicólogo y 
profesional sanitario. Con esto se quiere decir que la ética no constituye 
un adorno deseable a la actividad profesional e investigadora, sino que, 
ninguna actividad profesional, es realmente “profesional” si de forma 
intrínseca, no lleva incorpora da la dimensión ética. Y esto todavía es 
más cierto, si cabe, cuando estamos hablando de disciplinas y 
actividades “clínicas”, es decir, basadas en la idea de ayudar a otras 
personas con el fin de aliviar su sufrimiento. 
Lo cierto es que cada vez son más frecuentes las denuncias de 
pacientes a sus psicólogos, como resultado de la interacción del propio 
comportamiento de los últimos y de una mayor conciencia en la 
población sobre los derechos de los usuarios del sistema sanitario. Los 
principales motivos de estas denuncias en los Estados Unidos durante el 
año 1991 fueron las siguientes (Belar y Deardorff, 1995): conducta 
sexual inadecuada del terapeuta (19% de las quejas, 50% del dinero 
gastado en indemnizaciones); tratamiento incorrecto (15% de las quejas, 
13% del dinero en indemnizaciones; evaluación (11% de las quejas, 5% 
de las indemnizaciones; quebranto de la confidencialidad (7% de las 
quejas, 3% de los gastos en indemnizaciones); diagnóstico incorrecto 
(6% de quejas, 6% de gasto); y consecuencias relacionadas con el 
suicidio (6% de quejas, 11% de gastos en indemnizaciones). 
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Tanto en la investigación como en la práctica de la profesión, los 
psicólogos americanos han estado interesados desde hace tiempo por el 
tema de la ética profesional. Concretamente, a principios de los años 50 
se llevó a cabo un estudio empírico con el fin de desarrollar el primer 
código deontológico formal. El trabajo dio como resultado la redacción 
de un conjunto de normas que adoptó oficialmente la APA y se publicó 
por vez primera en 1953. En España, en el 1 Congreso del Colegio 
Oficial de Psicólogos celebrado en Madrid en 1984, la Junta de Gobierno 
se comprometió a elaborar un código deontológico para los 
profesionales de la psicología. Tras variosaños de trabajo, se aprobó el 
actual Código en marzo de 1993 (Moro, 1996). 
Por lo que respecta concretamente a los psicólogos de la salud, el hecho 
de que éstos se ocupen de personas enfermas que se encuentran en 
una situación de gran vulnerabilidad, entre otros factores, respecto a los 
errores o comportamiento médico, significa que deben ser 
especialmente sensibles respecto a un nuevo abanico de problemas 
éticos y legales. 
En el conocidísimo libro de Stone y cols. (1987), Swencionis y Hall 
(1987) comentan los problemas o cuestiones éticas más relevantes para 
el psicólogo de la salud en torno a los diez principios fundamentales que 
conformaban anteriormente el Código Deontológico de la APA: 
responsabilidad, competencia, estándares morales y legales, 
declaraciones públicas, confidencialidad, bienestar del consumidor, 
relaciones profesionales, técnicas de evaluación, investigación con seres 
humanos y cuidado y uso de los animales. Este Código fue revisado en 
un proceso que duró desde 1986 hasta 1992, año en que se publicaron 
los “Principios Éticos de los Psicólogos y Código de Conducta” por parte 
de la APA. De los seis principios éticos incluidos en esta revisión, Belar y 
Deardorff (1995) comentan en su libro las cuestiones a destacar en torno 
a cinco de ellos, que recogerían los problemas más frecuentes para los 
psicólogos de la salud, así como la guía ante esas situaciones 
conflictivas. 
Según Belar y Deardorff (1995), la práctica de la Psicología Clínica de la 
Salud, debido al tipo de pacientes y a las instituciones en que se lleva a 
cabo comporta aspectos éticos únicos. Eso no significa que no sean 
aplicables los principios éticos y el código de conducta aprobado por los 
colegios profesionales de psicólogos. Estos principios deben ser 
conocidos y aplicados, pero además el psicólogo de la salud debe ser 
especialmente sensible a los problemas más frecuentes con que se 
puede encontrar en su trabajo. 
El estudio más reciente acerca del tipo y la frecuencia de los problemas 
éticos que se suelen dar en la práctica de la Psicología de la Salud es el 
realizado por Pope y Vetter (1992) con los psicólogos pertenecientes a la 
APA. A partir de este estudio se comprobó que los tipos más frecuentes 
de incidentes éticos en los Estados Unidos giraban en torno a los 
siguientes aspectos: 
Confidencialidad (18% de los incidentes), relaciones ambiguas, diádicas 
o conflictivas (17%), recursos y métodos de pago (14%), instituciones 
académicas: enseñanza y formación (8%), psicología forense (5%), 
intervenciones cuestionables o perjudiciales (3%), competencia (3%), 
aspectos médicos (1%) y grabación del tratamiento (1%). 
Belar y Deardorff (1995) comentan las principales cuestiones éticas que 
debe tener en cuenta el psicólogo de la salud en su práctica asistencial, 
siguiendo el esquema de los siguientes principios éticos básicos 
incluidos en el código deontológico aceptado por la APA: a) 
competencia, b) integridad, c) responsabilidad profesional y científica, d) 
respeto por la dignidad y los derechos de las personas y e) preocupación 
por el bienestar de los demás. Más adelante, se comentará algunos 
principios a tener en cuenta, cuando consideramos la ética en la 
investigación. 
a) Competencia 
Respecto a la competencia, estos autores consideran como aspectos 
relevantes para el psicólogo clínico de la salud su deber de mostrar la 
competencia adquirida a partir de su formación, el reconocimiento de los 
límites de la propia competencia, mantener actualizados los propios 
conocimientos, competencia para trabajar con personas de diferentes 
backgrounds, para usar métodos de evaluación y tratamiento 
apropiados, para aplicar pruebas psicológicas computerizadas y para 
reconocer los problemas personales que pueden interferir con la 
práctica. 
Por lo que se refiere al primer aspecto, ya se ha comentado cuáles son 
las directrices surgidas de la conferencia de la Arden House celebrada 
en 1983 respecto a la formación de los psicólogos de la salud. Por lo 
tanto, un psicólogo no debería identificarse como psicólogo de la salud 
de no ser que cumpliera todos los requisitos señalados por los 
participantes en esta conferencia. 
En cuanto al reconocimiento de las limitaciones en la propia 
competencia, los autores remarcan que este aspecto es especialmente 
necesario en los casos de pacientes con trastornos psicológicos en los 
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que el psicólogo debe conocer las distintas alternativas terapéuticas 
tanto psicológicas como médicas disponibles para ese tipo de 
problemas. Por otra parte, dado que como ya se ha señalado, el ámbito 
de intervención de los psicólogos de la salud es tan amplio, es 
prácticamente seguro que estos profesionales se encontrarán en 
multitud de ocasiones ante la necesidad de derivar a un paciente por la 
falta de habilidades para tratarlo, o cuanto menos de recabar información 
de otros profesionales con el fin de saber abordar el caso. 
La actualización de los conocimientos, por su parte, es básica en un 
campo que está evolucionando tan rápidamente como lo está haciendo 
la Psicología de la Salud. Algunas formas de asegurarse en esta línea 
son acudir a congresos, charlas, conferencias, pertenecer a 
organizaciones profesionales o suscribirse a revistas de Psicología de la 
Salud. Como indican los autores se ha dicho que la vida media de los 
conocimientos adquiridos a lo largo de la licenciatura en lo que se refiere 
a la Psicología es de cerca de 10 años. Cuan do hablamos de la 
Psicología de la Salud este plazo puede ser mucho menor debido al alto 
nivel y al rápido desarrollo de la investigación y la actividad clínica en 
este campo. 
Por lo que respecta al trabajo con personas de diferentes bagajes 
socioculturales, todos los psicólogos deben ser conscientes de que las 
diferencias de edad, género, raza, etnia, país de procedencia, religión, 
orientación sexual, incapacidad, idioma o estatus socioeconómico afecta 
de una forma muy significativa a su trabajo. Si todas estas variables 
tienen que ser tomadas en cuenta por cualquier psicólogo, quizás para 
los psicólogos de la salud todavía son más importantes ya que 
probablemente estos profesionales trabajen con poblaciones en las 
cuales estas diferencias estén más marcadas que en las poblaciones 
propias de los psicólogos clínicos tradicionales que atienden problemas 
de salud mental. Además, la comprensión de los modelos explicativos 
acerca de la salud es básica para una intervención efectiva no sólo 
cuando hablamos de grupos de diferente bagaje cultural sino también 
entre las personas que, influidas por sus circunstancias, su historia o 
incluso su propio trabajo tienen una concepción muy particular de las 
causas de las enfermedades y el modo de tratarlas. En este sentido, 
existen muchas concepciones erróneas por parte de los pacientes que a 
menudo se hacen evidentes en la práctica médica y psicológica. Por 
ejemplo, en lo que respecta a las ideas acerca de los tratamientos 
médicos es frecuente encontrar personas que consideran que si una 
píldora es buena, dos o más serán mucho mejor; que si los síntomas 
han desaparecido, las pastillas ya no son necesarias; y que si se 
prolonga el uso de una medicación acaba generándose una 
dependencia de la misma. Kleinman y cols (1977) sugieren los 
siguientes consejos para incorporar el modelo de creencias de un 
paciente en la práctica sanitaria: 1) elicitar el modelo de creencias del 
paciente con preguntas sencillas; 2) formular el modelo del médico en 
términos comprensibles para el paciente; 3) comparar abiertamente los 
modelos para identificar las contradicciones; y 4) ayudar al médico y al 
paciente a participar en una negociación respecto a los modelos 
relacionados con el tratamiento. 
En lo que concierne a la evaluación psicológica con pacientes médicos,el psicólogo clínico de la salud debe intentar utilizar los baremos, en 
caso de que existan, extraídos a partir de muestras médicas, por los 
sesgos que se pudieran derivar de la práctica contraria; ser consciente 
de la existencia de diferencias en la interpretación de un test cuando se 
ha aplicado a un población de pacientes con enfermedades físicas en 
comparación con las poblaciones psiquiátricas; comprender el riesgo 
que entraña el uso de los resultados de los tests por parte de 
profesionales sanitarios que no sean psicólogos; cuidar mucho el 
lenguaje utilizado en la interpretación de los tests, que debe ser muy 
claro para evitar la mala interpretación por parte de otros profesionales; 
y, finalmente, velar por los aspectos relacionados con el derecho del 
paciente a ser informado de los resultados del test. Dentro de esta 
enumeración, es muy importante enfatizar, sobre todo, la importancia 
que tiene utilizar un lenguaje muy claro y muy concreto en la 
interpretación de los resultados de las pruebas psicológicas ya que en 
manos de profesionales no psicólogos pueden llevar al grave error de 
pensar que los problemas psicológicos de un paciente explican por 
completo sus síntomas físicos; y no hay que olvidar que las personas 
con ese tipo de problemas psicológicos enferman al menos tanto como 
las que no los tienen. Lo mismo ocurre en el sentido contrario. El 
psicólogo de la salud debe conocer los síntomas psicológicos que se 
derivan de un cuadro médico con el fin de no incurrir en un diagnóstico 
erróneo que lleve a un tratamiento erróneo y por ende, a una práctica 
profesional poco ética. 
Por lo que respecta al uso de pruebas psicológicas computerizadas, el 
psicólogo de la salud debe estar muy alerta avisando al personal médico 
de los peligros que se derivan de la escasa comprensión de los 
resultados cuando no son enmarcados por una explicación dada por el 
psicólogo. Además, existen datos (Cummings, 1985) que demuestran 
que el número de diagnósticos erróneos realizados por los médicos 
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aumenta significativamente en proporción con la cantidad de información 
de la evaluación psicológica interpretada por ellos mismos. 
Finalmente, dentro del principio de la competencia, el reconocimiento de 
que los problemas personales pueden interferir con la práctica clínica es 
fundamental para el psicólogo de la salud. Belar y Deardorff (1995) 
recogen a este respecto, los siguientes deberes por parte del 
profesional: 
a) Los psicólogos deben darse cuenta de que sus problemas personales 
y sus conflictos pueden interferir con su eficacia. De acuerdo con esto, 
deben abstenerse de llevar a cabo una actividad cuando saben que sus 
problemas personales probablemente les llevarán a dañar al paciente, 
cliente, colega, estudiante, participante en una investigación u otras 
personas con las que tenga una relación científica o profesional. 
b) Además los psicólogos tienen la obligación de estar alerta y buscar 
asistencia ante los primeros signos de que padecen problemas 
personales, con el fin de prevenir lo más posible una actuación 
inadecuada. 
c) Cuando los psicólogos sean conscientes de que sus problemas 
persona les interfieren en su actividad profesional deben tomar medidas 
apropiadas tales como buscar asistencia profesional y determinar si 
deberían limitar, suspender o concluir su actividad profesional. 
Además, el psicólogo de la salud puede tener una tendencia a negar el 
impacto de su propio trabajo, que en ocasiones puede ser bastante 
aversivo como en el caso de las unidades de enfermos terminales, en su 
bienestar emocional y tratar con el estrés de una forma destructiva. Por 
ejemplo, Pope, Tabachnick y Keith-Spiegel (1987) encontraron que 
muchos psicólogos bebían alcohol en ocasiones e incluso, un 5.9% 
reconocían hacer sesiones de terapia mientras se encontraban bajo su 
influencia. En el mismo estudio, el 59.6% de los sujetos reconocían 
trabajar menos eficazmente cuando se sentían mal. Por otra parte, 
investigaciones recientes (Skorupa y Agresti, 1993) sugieren que las 
creencias del profesional acerca de si es ético o no ejercer en un estado 
de burnout influyen en los pasos que sigue el profesional cuando se da 
cuenta de que padece problemas personales, como por ejemplo, 
disminuir el número de visitas semanales, etc. El problema es que en los 
lugares en los que los psicólogos de la salud suelen ejercer su profesión 
resulta bastante fácil seguir ejerciendo aunque no se esté en 
condiciones debido a la difusión de la responsabilidad. 
 
b) Integridad 
La cuestión de la integridad se refiere a aspectos tales como la 
imposición de valores propios al paciente, el anuncio de los servicios 
prestados, la clarificación de roles, la evitación de relaciones diádicas 
potencialmente perjudiciales y el atender pacientes que están siendo 
atendidos por otros profesionales. 
Respecto al primer aspecto, la imposición de valores sobre el paciente, 
especialmente importante en el ámbito de la promoción de la salud, el 
psicólogo de la salud debe tener buen cuidado de no imponer criterios 
rígidos sobre las conductas saludables en sus pacientes, optando más 
bien por el análisis del modelo de creencias de salud del paciente y sus 
expectativas respecto a la intervención como base para el diseño de las 
metas de ésta. 
Por lo que se refiere al anuncio de los servicios prestados, éstos pueden 
contener información exacta como el nombre, grado académico 
alcanzado, tipo de certificado o licencia, diploma como miembro del 
Colegio Oficial de Psicólogos, servicios ofrecidos, honorarios, lenguas 
extranjeras habladas y resultados o grado de éxito en sus servicios. 
Además el psicólogo de la salud puede incluir en sus anuncios su 
especialización en el tratamiento psicológico de aspectos relacionados 
con las enfermedades orgánicas o con alguna en concreto. Lo que está 
prohibido en el anuncio como profesional es la exageración acerca de la 
particularidad de los servicios ofrecidos o la eficacia de los tratamientos 
propuestos, como por ejemplo, los tratamientos que ayudan a dejar de 
fumar en dos sesiones. Las promesas excesivas acerca del contenido y 
la eficacia de materiales impresos o productos tecnológicos relaciona 
dos con el tratamiento de algún problema deberían también ajustarse lo 
máximo posible a la realidad. 
En lo que respecta a la clarificación de roles, el psicólogo de la salud 
debe tener especial cuidado en informar al paciente, que a menudo está 
siendo tratado por diferentes profesionales, acerca de cuál es su 
formación y su cometido, para no ser confundido con el médico. 
La siguiente cuestión importante, dentro de este principio ético, es la 
relacionada con el evitar relaciones diádicas impropias y potencialmente 
perjudiciales para los pacientes. Las relaciones diádicas se suelen 
clasificar en dos categorías: sexuales y no sexuales. Las relaciones 
sexuales con pacientes están prohibidas tanto en el código deontológico 
como en muchas leyes, incluso cuando se trata de ex-pacientes puede 
ser difícil demostrar que el trata miento psicológico había finalizado. Este 
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aspecto es igualmente relevante en la Psicología Clínica de la Salud 
como en otras áreas aplicadas, pero un aspecto que nos concierne a 
nosotros en particular es la frecuencia con que interactuamos con otros 
profesionales en cuyos códigos deontológicos no se contempla ninguna 
prohibición de las relaciones sexuales con pacientes. 
Finalmente, en la práctica de la Psicología de la Salud es relativamente 
frecuente atender a un paciente que ya está siendo atendido en 
psicoterapia por otro profesional. No sería condenable,desde el punto 
de vista ético, llevar a cabo una intervención con un paciente en esta 
situación siempre y cuan do la intervención tuviera un objetivo diferente 
de la intervención que está recibiendo por otra parte. Sin embargo, es 
cierto que esta situación puede llegar a ser confusa y conflictiva si no se 
maneja correctamente, lo cual su pondría informar claramente al 
paciente acerca de la naturaleza de la intervención y mantener una 
conversación con el otro profesional con el fin de evitar que el trabajo de 
ambos pueda solaparse y, más bien al contrario, potenciar que tengan 
un efecto complementario. 
c) Responsabilidad científica y profesional 
Para el psicólogo clínico de la salud el principio de la responsabilidad 
incluye aspectos tales como la calidad asistencial, la responsabilidad 
mayor por tratar pacientes con problemas físicos, el riesgo de difusión de 
la responsabilidad por trabajar en una gran institución sanitaria, la 
cooperación con otros profesionales, el consultar con otros colegas para 
evitar un comporta miento que sería poco ético y la conducta personal. 
Respecto a la calidad asistencial, Delar y Deardorff (1995) aconsejan la 
evaluación institucional o la evaluación recíproca por parte de grupos de 
profesionales con el fin de mantener un alto nivel, lo que a veces resulta 
difícil cuando estamos hablando de la práctica privada. La 
responsabilidad respecto a la salud física constituye uno de los pocos 
aspectos peculiares de los psicólogos clínicos de la salud en lo que 
respecta a su comportamiento ético. La pasividad o la d de la 
responsabilidad es una tentación favorecida por la estructura del sistema 
sanitario contra la que debe luchar el psicólogo de la salud. 
Por otra parte, la comunicación con otros profesionales de la salud 
constituye un aspecto fundamental habida cuenta de que, cada vez más, 
el trata miento de los pacientes se lleva a cabo desde equipos 
multidisciplinares en los que resulta conveniente que la comunicación 
sea lo más fluida posible. En este sentido, una de las quejas más 
frecuentes de los médicos es que, en ocasiones, cuando derivan un 
paciente a un psicólogo no reciben ningún tipo de feedback sobre su 
evaluación o el curso del tratamiento, frente a lo cual habría que 
considerar la importancia de realizar informes, incluso por escrito a los 
distintos profesionales implicados en el cuidado del paciente. 
En ocasiones, el ejercicio de la Psicología de la Salud facilita el 
encontrarse con situaciones en las que se plantean importantes dilemas 
éticos. El código deontológico obliga en estos casos a consultar a otros 
compañeros e, incluso, a comisiones éticas que pueden encontrarse en 
distintas instituciones con el fin de minimizar el riesgo de un 
comportamiento que no sería ético. 
Finalmente, dentro de este principio, se podrían incluir los 
comportamientos personales que, dado el carácter público de nuestra 
profesión, sería conveniente cuidar siempre que se considere que 
pueden tener un impacto negativo para un paciente en concreto o para 
el prestigio de nuestra profesión. 
d) Respeto a la dignidad y los derechos de las personas 
Este principio, sobre todo, se refiere a la tenencia de información 
privilegiada por parte del psicólogo, la confidencialidad y la existencia de 
diferencias individuales que llevan a la obligación de evitar imponer los 
valores del terapeuta sobre los de los pacientes. 
Respecto al conflicto entre el hecho de tener información privilegiada y la 
obligación de mantener la confidencialidad hay que decir que el 
psicólogo, en todo momento, debe proteger la información que ha 
recibido de su paciente, si bien en algunos casos, como aquéllos en los 
que está en peligro la vida del propio paciente o de otras personas, este 
derecho del paciente puede verse cuestionado. En general, el psicólogo 
no debe transmitir ninguna información que le ha dado su paciente si no 
cuenta con su consentimiento. Además, se puede plantear un conflicto 
entre estas dos cuestiones cuando el terapeuta tiene que proporcionar 
información a la fuente que le ha derivado al paciente, en las discusiones 
de casos dentro de un equipo multidisciplinar e incluso en la discusión 
del estado psicológico del paciente con miembros de su familia. Ante el 
dilema, en general, el psicólogo de la salud siempre debería intentar 
mantener la confidencialidad, a pesar de que desde el principio del 
tratamiento, se debe informar al paciente de los límites de esta 
confidencialidad que, en ocasiones, están establecidos por la ley o 
incluso por la organización de una institución. 
En otras ocasiones, el psicólogo de la salud debe entrevistar al paciente 
en una habitación de hospital en la que hay distintas camas, con lo que 
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es difícil mantener la confidencialidad. Al paciente se le debe decir 
explícitamente que tiene la opción de rechazar los servicios del 
psicólogo si no se encuentra cómodo con la situación, ya que de lo 
contrario, el paciente podría dejarse llevar por la presión de la figura de 
autoridad del profesional a pesar de no sentirse cómodo. Asimismo, en 
el caso de que la información del paciente tenga que ser discutida con 
un equipo clínico o interdisciplinar, el paciente debe saber qué tipo de 
información es comentada y qué material es compartido. Finalmente, en 
los casos en que la familia demanda información del paciente, el 
psicólogo de la salud debe, como en otros casos, pedir un 
consentimiento escrito por parte del paciente para facilitar dicha 
información a sus familiares, excepto, como es lógico, en el caso de 
pacientes que presentan distinciones cerebrales o graves problemas de 
adherencia al tratamiento, como ocurre en los trastornos alimentarios. 
e) Preocupación por el bienestar de los pacientes o clientes 
Dentro de este principio se incluyen la protección del cliente de una 
posible explotación, la obtención del consentimiento informado, 
conflictos de intereses entre el tratamiento del paciente y los de las 
instituciones que han contratado los servicios del psicólogo, ofrecer 
servicios a petición de una tercera parte y el caso de los pacientes que 
no se benefician del tratamiento. 
La doctrina del consentimiento informado se desarrolló con el fin de que 
los pacientes pudieran sopesar los riesgos y los beneficios de un 
tratamiento y determinar por sí mismos si desean participar en él. El 
paciente debe comprender la naturaleza del tratamiento propuesto, los 
riesgos y la probabilidad de éxito y los tratamientos alternativos que tiene 
a su disposición. Esta doctrina además ha surgido en el marco del 
movimiento que defiende los derechos de los consumidores. El concepto 
legal de consentimiento informado incluye tres aspectos: la capacidad, 
esto es, que el paciente sea capaz de tomar decisiones racionales; 
información, es decir, que el profesional le comunique de una manera 
comprensible en qué consistirá el tratamiento; y voluntariedad, es decir, 
que el paciente sea capaz de ejercer una elección libre sin coerción. 
Respecto al conflicto de intereses, es relativamente frecuente que en la 
interacción con el sistema médico se cree una situación en la que los 
derechos y los deseos del paciente entren en contradicción con los del 
hospital o la institución sanitaria en la que el psicólogo trabaja. Ante esto, 
el psicólogo debe recordar siempre que es responsable del paciente, 
tener en cuenta sus necesidades respecto a las del equipo o institución y 
clarificar la naturaleza de sus lealtades y responsabilidades. 
Cuando los servicios del psicólogo clínico de la salud son requeridos por 
otro profesional para realizar tareas de evaluación o intervención 
psicológica, el médico y, en su defecto, el psicólogo tiene la obligación 
de aclarar al paciente los motivos de la derivaciónasí como la naturaleza 
de la evaluación, sus objetivos, para qué serán utilizados los resultados, 
quién demandó la utilización y quién pagará por ella. 
Finalmente, cuando el paciente no se beneficia del tratamiento después 
de un intento razonable, el psicólogo está éticamente obligado a terminar 
el tratamiento y ayudar al paciente con una derivación adecuada. Es 
frecuente que los psicólogos de la salud reciban pacientes que les llegan 
como última opción, ya que en ellos han fracasado todos los intentos 
anteriores. Estos casos constituyen retos clínicos en los que el psicólogo 
debe comprometerse con mucho cuidado en una negociación realista 
con el paciente. Además, la finalización de la terapia debe realizarse con 
mucho cuidado para prevenir los efectos de deterioro yatrogénico como, 
por ejemplo, dejar al paciente con una sensación de fracaso, entre otras 
cosas, enfatizando los aspectos positivos que, aunque insuficientes, 
habrá tenido el tratamiento. 
Por otra parte, me parece importante, recordar las directrices éticas a 
seguir en la investigación. Según el código publicado por la APA en el 
año 1976 respecto a los “Principios éticos en la realización de 
investigaciones con sujetos humanos”, los siguientes aspectos éticos 
deberían ser considera dos en el trabajo de investigación de cualquier 
psicólogo (Delclaux, 1987a): 
Principio Primero: Al planificar un estudio el investigador tiene la 
responsabilidad personal de llevar a cabo una cuidadosa evaluación de 
la ética del mismo, teniendo en cuenta estos principios para la 
investigación con sujetos humanos. En la medida en la que al llevar a 
cabo esta evaluación y tener en cuenta tanto los valores científicos como 
humanos, surja una desviación de cualquiera de los principios, el 
investigador tiene la obligación de buscar asesoramiento al respecto y 
llevar a cabo las precauciones más rigurosas para proteger los derechos 
humanos del sujeto participante en la investigación. 
• Principio Segundo: La responsabilidad para el establecimiento y 
mantenimiento de una práctica ética aceptable en la investigación reside 
siempre en el investigador que la lleva a cabo. El investigador es 
también responsable del tratamiento ético de los participantes por parte 
de sus colaboradores, asistentes, estudiantes, empleados, todos los 
cuales incurren igualmente en obligaciones paralelas. 
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• Principio Tercero: La práctica ética requiere que el investigador informe 
al participante en el experimento de todos aquellos aspectos del mismo 
que puedan de alguna manera influir en su deseo de participar, así como 
de explicar todos los demás aspectos de la investigación que el sujeto 
desee saber. El dejar de manifestar abiertamente todos estos aspectos 
acentúa aún más la responsabilidad del investigador respecto al 
bienestar y dignidad del sujeto participante. 
• Principio Cuarto: Las características esenciales de la relación entre el 
investigador y el participante son la sinceridad y la honestidad. Cuando 
los requerimientos meteorológicos de un estudio hagan necesario el 
engaño o la ocultación de algún aspecto, el investigador debe 
asegurarse de la comprensión por parte del participante, así como de la 
reanudación de la buena relación de éste con el investigador. 
• Principio Quinto: La ética de la práctica investigadora requiere que el 
investigador respete la libertad individual de declinar la participación en 
una investigación o de interrumpir su participación en la misma en 
cualquier momento. La obligación de proteger dicha libertad supone una 
especial vigilancia cuando el investigador esté en una posición de poder 
sobre el sujeto. La decisión de limitar esta libertad incrementa la 
responsabilidad del investigador con respecto a la protección del 
bienestar y la dignidad del sujeto. 
• Principio Sexto. Cualquier investigación éticamente aceptable 
comienza con el establecimiento de un acuerdo claro y equitativo entre 
el investigador y el sujeto que clarifique las responsabilidades de cada 
uno. El investigador tiene la obligación de cumplir todas las promesas y 
responsabilidades incluidas en tal acuerdo. 
• Principio Séptimo: La ética del investigador debe preocuparse de 
proteger a los participantes de cualquier molestia tanto física como 
mental, así como de cualquier daño y peligro. Si existe algún riesgo de 
consecuencias de este tipo, el investigador debe informar al sujeto de los 
hechos, asegurarse de su consentimiento antes de comenzar y tomar 
todas las medidas posibles para minimizar los aspectos desagradables. 
No se deberán llevar nunca a cabo procesos de investigación en los que 
se pueda causar un daño serio y duradero en los sujetos. 
• Principio Octavo: Después de la obtención de los resultados, la práctica 
ética obliga al investigador a dar todo tipo de explicaciones al sujeto 
participante para la clarificación de la naturaleza del estudio y para la 
eliminación de cualquier equívoco que haya podido surgir. Cuando 
existan razones tanto científicas como humanas, que justifiquen el 
retrasar o evitar la información, el investigador tiene una especial 
responsabilidad de que este hecho no su ponga consecuencias que 
sean dañinas para el sujeto. 
• Principio Noveno: Cuando el proceso de la investigación pueda dar 
como resultado consecuencias indeseadas para el participante, el 
investigador tiene la responsabilidad de detectar y evitar o corregir tales 
consecuencias, incluyendo cuando sea preciso los efectos posibles a 
largo plazo. 
• Principio Décimo: La información obtenida acerca de los participantes 
en un proyecto de investigación es confidencial. Cuando exista la 
posibilidad de que terceras personas puedan tener acceso a tal 
información, la práctica requiere que tal posibilidad sea explicada a los 
sujetos, junto con los posibles planes para obtener el carácter 
confidencial, en el momento de obtener el consentimiento de éstos. 
Para finalizar, puede ser interesante hacer notar y reflexionar acerca de 
que la mayoría de investigaciones (Wilkins, McGuire, Abbott y Blau, 
1990; Smith, McGuire, Abbott y Blau, 1991) indican que los clínicos, 
generalmente, tienen una alta capacidad para tomar decisiones éticas, 
pero que lamentablemente esta alta capacidad es puesta en práctica en 
menor grado.

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